El Periodismo Como Misión
El Periodismo Como Misión
El Periodismo Como Misión
COMO MISIÓN
EL PERIODISMO
COMO MISIÓN
Compilación y prólogo
Pedro Pablo Rodríguez
© 2002 Centro de Estudios Martianos
© 2002 Pablo de la Torriente, Editorial
Unión de Periodistas de Cuba
Calle 11 no. 160 e/ K y L, Vedado, La Habana
Edición: Fermín Romero Alfau
Diseño de cubierta: Hubert Delestre
Diseño interior: Tony Gómez
Diagramación: Gladys Armas Sánchez
ISBN: 959-259-119-9
Se agradece la colaboración de Marlén Santiesteban Brizuela
y Niurka Alfonso Baños, del equipo de la edición crítica de las
Obras completas de José Martí, del Centro de Estudios
Martianos y de la biblioteca de esa institución.
Con este libro la Unión de Periodistas de Cuba rinde ho-
menaje a José Martí por el sesquicentenario de su nacimien-
to el 28 de enero de 2003. Se ha querido presentar un grupo
de estudios y aproximaciones a su labor como periodista, tex-
tos algunos ya publicados y otros escritos o entregados espe-
cialmente para esta edición, que abarquen en sus contenidos
la mayor cantidad de aristas de aquella labor martiana para
los diarios y las revistas de su época.
La compilación se ha mantenido dentro de los límites im-
puestos por el tiempo escaso para realizar la selección y por el
paginado, por lo que algunos escritos de cierta extensión no
han podido ser incluidos. El propósito ha sido reunir un gru-
po de trabajos que permiten entender la originalidad, calidad
y extensión de la obra periodística martiana, su hondura de
miras en ese ejercicio y la importancia de este para el desarro-
llo de la personalidad y del ideario del Maestro. Se ha procu-
rado incluir una variedad de autores en cuanto a épocas, ge-
neraciones y especialidades, cubanos y extranjeros, aunque con
énfasis en las más recientes y aportadoras visiones del tema.
El Anexo incluye tres cartas de Martí que muestran su va-
loración y su conciencia acerca de los fines y características de
sus escritos para la prensa.
De los autores
2
José Martí. Obras completas, t. 7, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975,
pp. 223-238.
PEDRO PABLO RODRÍGUEZ 16
3
La primera publicación conocida de un texto martiano fue el poema «A Micaela»,
la esposa de su maestro Mendive, incluido en El Álbum, de Guanabacoa, el 26 de
abril de 1868. Se ha considerado también que en un periódico estudiantil manus-
crito, de fecha imprecisa y del cual no se conservan ejemplares, llamado El Siboney,
incluyó su soneto «10 de octubre».
17 OJEADA AL PERIODISTA JOSÉ MARTÍ
6
José Martí. Poesía completa. Edición crítica, t. II, Ed. Letras Cubanas, La Habana,
1985, pp. 101-103.
19 OJEADA AL PERIODISTA JOSÉ MARTÍ
7
Sólo en el recientemente publicado quinto tomo de la edición crítica de sus
Obras completas (Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2002, pp. 294-301
y 302-305), se ha podido determinar la pertenencia de un texto martiano a esa
publicación, y se conjetura acerca de la inclusión de otro.
PEDRO PABLO RODRÍGUEZ 20
13
José Martí. Obras completas. Op. cit., t. 5, pp. 221, 285 y 311.
PEDRO PABLO RODRÍGUEZ 28
14
Quizás los más notables estudios en este sentido sean los libros de Susana
Rotker (Fundación de una escritura: las crónicas de José Martí, Casa de las
Américas, La Habana, 1991) y Julio Ramos (Desencuentros de la modernidad en
América Latina: literatura y política en el siglo XIX, Fondo de Cultura Económica,
México, 1989).
15
Véase, de Cintio Vitier, «Las cartas de Martí hasta 1881 (Contribución a un
estudio integral de su obra literaria)», Anuario del Centro de Estudios Martianos
no. 15, La Habana, 1992.
José Martí: ¿un gacetillero anónimo
en la Revista Universal?
Ana María Álvarez Sintes
bién consiguió, por ejemplo, dar las gracias por las atenciones
de Francisco Montes de Oca, a quien debió una notable mejo-
ría luego de una operación que el doctor mexicano llevó a
cabo «con precisión sorprendente, tacto sumo y éxito feliz».30
Asimismo, en la trillada sección, Martí halló espacio para de-
sarrollar apasionadas polémicas, que a veces le hicieron pu-
blicar sueltos como «A Pepe Martí», simple reproducción de
la carta que Antenor Lescano le enviara al Maestro a propósi-
to de los versos de Edda, y a continuación la respuesta de este
último.31
Es decir, la fracción que la Revista Universal destinó a los
sueltos y las gacetillas, facilitó al escritor cubano gran varie-
dad temática, aunque le exigió transmitir información como
su objetivo principal. Quizás por esto los trabajos martianos
que allí aparecieron no han sido apreciados en la magnitud
real que alcanzan. Al respecto, la profesora Maritza Carrillo,
de la Universidad de La Habana, en su tesis de doctorado
explica: «Hemos desestimado los sueltos, gacetas y gaceti-
llas publicadas en la sección de la Revista Universal, que du-
rante 1875 se nombró Ecos de Todas Partes y a partir de ene-
ro de 1876 Sueltos, porque a diferencia de los Boletines,
que son una prueba del alto nivel artístico alcanzado por el
periodismo martiano, aquellos tienen un carácter básicamen-
te informativo».32
En efecto, entre los sueltos martianos se conservan párra-
fos que fueron redactados con el único propósito de exponer
noticias. Sin embargo, valdría revisarlos pausadamente para
que se aprecien los distintos modos de presentar la informa-
ción, siempre acompañada de reflexiones sobre el tema. Como
muestra recordemos las líneas que señalan algunas erratas
cometidas en la Revista Universal, entre ellas, la breve nota
«Comarca», que enseña pinceladas enjuiciadoras, y el rápido
apunte «Alfredo Torroella», que revela adjetivos definitorios.33
Martí sabe que tiene que comunicar noticias, pero mejor
conoce que debe ofrecer una lectura agradable y provechosa.
Por eso cuidará la forma en que presenta las novedades, y
ANA MARÍA ÁLVAREZ SINTES 38
1
José Martí. Carta a Gonzalo de Quesada y Aróstegui, Montecristi, 1 de abril
de 1895, en Testamentos de José Martí. Edición crítica, Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1996, p. 17. Conservamos correspondencias martianas
para el periódico La República, de Honduras (8 de julio de 1886-26 de
enero de 1888). Se sabe también que el 17 de enero de 1889 Martí se
comprometió a remitir dos crónicas quincenales a La Opinión Pública, de
Montevideo. Asimismo, recientes investigaciones fundamentalmente reali-
zadas por Jorge Benítez, han revelado que numerosos artículos de Martí
fueron publicados en los periódicos chilenos La Época, La Libertad Electoral
y El Ferrocarril (Santiago de Chile), El Mercurio (Valparaíso) y El Sur (Con-
cepción).
2
Decía Quesada: «Adolecen esas recopilaciones de idéntico defecto que las
sucesivas, y del que puede achacarse a la actual: están incompletas [
].
Nuestra mira y anhelo son salvar lo más posible, para facilitar la tarea pos-
terior y definitiva de coleccionar su magna producción, estudiarla y co-
mentarla, y añadir la biografía de aquel hombre maravilloso». Confróntese
en José Martí. Cuba, 2a. edición a cargo de Gonzalo de Quesada, Imprenta
y Papelería de Rambla, Bouza y Cía., La Habana, 1923; el «Prólogo» en
no. 3, p. 7.
3
Véase «Las obras completas de José Martí en Cuba, desde 1900», de Iván
Pérez Carrión, en el Anuario del Centro de Estudios Martianos no. 20, 1997,
p. 71.
4
Diversos investigadores han aportado numerosos textos de José Martí, halla-
dos fundamentalmente en publicaciones periódicas. Véase la sección Otros
Textos Martianos, en los Anuario del Centro de Estudios Martianos.
5
Revista Universal de Política, Literatura y Comercio, México, Imprenta de la
Revista Universal, Primera de San Francisco no. 13, 1875-1876. Revisamos
los números de la revista que se editaron entre el 2 de marzo de 1875,
45 JOSÉ MARTÍ: ¿UN GACETILLERO ANÓNIMO...
31
RU, 29 de octubre de 1875, OCEC, t. 4, p. 205.
32
Véase la nota 27.
33
OCEC, t. 4, p. 158 y 245. Además, véase «Robo» en p. 109 y «Erratas» en
p. 118.
34
RU, 14 de marzo de 1875. Véase el t. 4, p. 107 de OCEC.
35
RU, 1 de abril de 1875. Véase el t. 4, p. 126 de OCEC.
36
Cuaderno de apuntes no. 1 (España, 1871-1874), en OC, t. 21, pp. 22-26.
37
Además de los textos que se nombrarán en esta exposición, pueden
consultarse «Castelar y La Iberia» (RU, 10 de junio de 1875 en t. 1, p. 263
de OCEC) y «Función de los meseros» (RU, 10 de julio de 1875 en t. 2,
p. 116 de OCEC). Asimismo véase el t. 2, p. 118 de OCEC, para que se
comparen los criterios martianos sobre la pena de muerte expuestos en los
sueltos aludidos, con los comentarios de Orestes al referirse a Felipe Rome-
ro, el famoso criminal de la época que fue condenado por Joaquín O. Pérez,
el gobernador del Distrito Federal.
38
Este día muestra el amplio quehacer periodístico de Martí en la Revista
Universal. La primera página presenta un «Boletín» firmado por Orestes.
También en ese número se incluye el artículo «Galería del Senado», y en la
sección Ecos de Todas Partes aparecen dos gacetillas.
39
Entendemos por oración sicológica «toda unidad intencional de sentido
completo en sí misma, cuyo signo lingüístico es la cadencia e inflexión final
descendente». Consideramos oración gramatical «toda estructura que pre-
sente la relación sujeto-predicado bien como oración bimembre o como
oración unimembre».
40
En este caso, el título forma parte de la primera oración, recurso que fre-
cuentemente utiliza Martí al redactar las gacetillas, posiblemente para tener
más espacio donde reflexionar, o por marcado interés en destacar un con-
cepto.
41
RU, 12 de octubre de 1875. Véase el t. 4, p. 195 de OCEC.
42
RU, 11 de noviembre de 1875. Véase el t. 4, p. 213 de OCEC.
43
«Defensa notable», en RU, 17 de abril de 1875. Véase el t. 4, p. 136 de
OCEC.
44
RU, 18 de abril de 1875. Véase el t. 4, p. 138.
45
RU, 6 de abril de 1875. Véase el t. 4, p. 127 de OCEC.
46
RU, 10 de abril de 1875. Véase el t. 4, p. 129 de OCEC. Al día siguiente
aparece el suelto «No estamos solos», donde Martí retoma la temática. Véase
el t. 4, p. 133 de OCEC.
47
OCEC, t. 4, p. 161.
48
Véase «Nuestra guerra» y «El Porvenir», en OCEC, t. 4, pp. 142 y 212.
49
Véase en este trabajo la nota 12.
50
Véase «Aclaración de justicia», RU, 30 de mayo de 1876, t. 4, p. 270 de
OCEC.
51
RU, 8 de julio de 1875. Véase el t. 2, p. 110 de OCEC.
52
RU, 8 de julio de 1875. Véase el t. 2, p. 110 de OCEC.
ANA MARÍA ÁLVAREZ SINTES 48
53
OCEC, t. 4, p. 139.
54
OCEC, t. 4, p. 143.
55
OCEC, t. 4, p. 144.
56
RU, 8 de mayo de 1875. Véase el t. 4, p. 153 de OCEC.
57
Recordemos que el 30 de abril de 1875, Martí había dicho: «El secreto de
nuestro porvenir está en la escuela» (OCEC, t. 4, p.144). El 29 de julio
de 1876 dirá: «Nadie nos distrae de nuestra idea; la salvación de nuestro
pueblo está en la escuela, en el cultivo de la inteligencia, en la dignificación
de la personalidad» (OCEC, t. 4, p. 293). En otro suelto, el 23 de septiem-
bre de 1876, afirma: «[...] la prosperidad de un pueblo está en razón íntima
con el desarrollo de la instrucción» (OCEC, t. 4, p. 322). Por otra parte,
el 26 de octubre de 1875 en uno de sus boletines, Orestes había concluido:
«Cuando todos los hombres sepan leer, todos los hombres sabrán votar, y,
como la ignorancia es la garantía de los extravíos políticos, la conciencia
propia y el orgullo de la independencia garantiza el buen ejercicio de la
libertad». (OCEC, t. 2, p. 210).
58
RU, 25 de enero de 1876. Véase el t. 4, p. 226 de OCEC.
59
Al comenzar «La exposición no es un fracaso», se hace referencia al suelto
«Avergüenza»: «Ni la exposición es un fracaso, ni estuvo a su natural el Siglo
al contestar el párrafo en que así lo asentamos», RU, 28 de enero de 1876.
Véase el t. 4, p. 230 de OCEC.
60
RU, 5, 7, 8, 15 de diciembre de 1875; y 26 de enero de 1876. Véase el t. 2,
pp. 218, 226, 232, 237 y 241 de OCEC.
61
RU, 28 de enero de 1876. Compárense estas oraciones del suelto «Aver-
güenza», con las que publica en su quinta «Ojeada»: «Anatema y vergüenza
mereceríamos nosotros, si por impericia descuidada o criminal abandono,
entregáramos a manos ambiciosas los destinos de un pueblo que no quiere
de nosotros más que el buen uso de la inteligencia que él mismo nos dio.
Ejemplo sin precedente y sin segundo sería el que diéramos en México, si
dueños de todas las riquezas, viviéramos pobres; si ocupáramos perezosa e
inútilmente tan grande y tan rica porción de tierra, como la que la madre
naturaleza nos dio en dote». Véase el t. 2, p. 241 de OCEC.
62
RU, 9 de junio y 7 de septiembre de 1876. Véase el t. 4, pp. 284 y 320 de
OCEC, respectivamente. Sería importante valorar la forma en que Martí ex-
presa su indignación en «Cadenas y grillos» (RU, 24 de septiembre de 1876).
63
RU, 13 de junio de 1875.
64
Véase el excelente estudio «Los Versos sencillos de José Martí», de la escritora
chilena Gabriela Mistral, Publicaciones de la Secretaría de Educación, Direc-
ción de Cultura, La Habana, 1939.
Evolución estilística de las crónicas
martianas (1875-1882)*
Mercedes Serna Arnaiz
1
Explica Ángel Rama cómo la división del trabajo, la especialización o la
instauración del mercado obligaron a los escritores a profesionalizar la litera-
tura. Mediante el periodismo los poetas habrían de entrar en el mercado.
Véase Rubén Darío y el modernismo, Barcelona, 1985, pp. 143 y ss.
2
Sobre la crónica modernista puede leerse el trabajo de Oksana María Sirkó,
«La crónica modernista en sus inicios: José Martí y Manuel Gutiérrez Nájera»,
en Estudios críticos sobre el modernismo (ed. de José Olivio Jiménez), Nueva
York, 1975, pp. 57 y ss., o, de Aníbal González, La crónica modernista
hispanoamericana, Madrid, 1983.
3
Darío y Gutiérrez Nájera reconocerían el magisterio de Martí. Al mexicano le
desconcertaría el barroquismo literario de Martí, «su escuela gongórica», su
estilo, en definitiva, arraigado a la tradición clásica española. Pero dicha
corriente, de una forma u otra, aparecería en las obras de Casal, Darío, Nájera,
Nervo, González Prada o Lugones.
4
Véase al respecto, «El modernismo hispanoamericano visto por los
modernistas», de Diane W. Cornwell, en Estudios críticos sobre la prosa
modernista hispanoamericana. Op. cit., pp. 305 y ss.
5
En la misma crónica Martí explica el significado simbólico del color azul:
«Ama lo azul, porque lo azul da idea de pureza, y porque este es el color de
59 EVOLUCIÓN ESTILÍSTICA DE LAS CRÓNICAS...
18
Período que se apoya en la estructura enumerativa acumulativa. Termina el
párrafo con un hipérbaton que traslada el sujeto al final de la frase. La idea
central vuelve a repetirse finalmente a través de un aserto o sentencia, o
mediante lenguaje simbólico. Recapitulación simbólica que será figura retó-
rica constante de la prosa martiana y que nos recuerda el uso que de ella
hacían algunos de los escritores clásicos españoles, cuyo máximo exponente
es Baltasar Gracián.
19
José Martí. Op. cit., t. 14, p. 246. Sobre el significado de los símbolos
martianos es imprescindible el estudio de Iván A. Schulman, Símbolo y color
en la obra de José Martí, Madrid, 1970.
20
En 1876, tal como hemos comentado, ya conocía Martí la obra de Baudelaire.
Tres años más tarde exclama Martí: «¡Ah Baudelaire! Escribía versos como
quien con mano segura cincela en mármol blanco». José Martí. Op. cit.,
t. 15, p. 136. En 1882 aparece otra cita martiana que hace referencia a
Les fleurs du mal. Véase en José Martí. Op. cit., t. 23, p. 218. Sobre Rimbaud
todo lo que escribe es de 1894, un año antes de la muerte del cubano. En
dicha cita nombra el poema «Voyelles».
21
José Martí. Op. cit., t. 15, p. 364. La repercusión que tuvo el movimiento
prerrafaelita sobre la sociedad inglesa la define C. de Sobregrau en los mis-
mos términos que Martí. Ellos abrieron, señala, «nuevos caminos para el
arte y la liberación del artista». Véase «Burne-Jones y la Inglaterra
prerrafaelita», en El simbolismo. Soñadores y visionarios, Madrid, 1984, p. 98.
22
Señala B. Jozef que Martí «concibe el quehacer literario como unidad
indivisible, una totalidad expresiva indisoluble, considerando el estilo como
la forma del contenido». Véase en «Modernismo y vanguardia», en Nue-
vos asedios al modernismo, Madrid, 1987, p. 66.
Revista Venezolana de José Martí*
Salvador Morales
«No tiene más mérito que haber sido escrita a vuela pluma
casi sobre su cadáver, de recuerdos de nuestras propias con-
versaciones, que debieron ser monólogos, porque de seguro
yo no tomo más parte en ellas que la necesaria para provocar-
lo a hablar y hacerme querer: y otro mérito puede ser el de
haberse escrito, fresco aún el horror de haber visto morir a tal
hombre poco menos que de hambre, sofocado como un ave
en la máquina neumática por el odio de su mezquino enemi-
go Guzmán Blanco, y en días en que atreverse a honrar a aquel
admirable desdichado era afrontar las iras de su odio».58
Efectivamente, el dictador venezolano había tomado como
una oposición el apartamiento de Acosta, cuya adhesión estu-
vo dispuesto a pagarla en oro. La modestia, la timidez, las
ideas y creencias lo distanciaban del régimen guzmancista. Su
firma no se vio salir más que de tarde en tarde en periódicos
literarios, no se le ofrecieron cátedras, se alejó de los tribuna-
les. Su pobreza digna rayó no poca veces en la miseria, alivia-
da por la generosidad de amigos y admiradores que no deja-
ron de visitarlo. Entre ellos, abogados en busca de asesorías,
escritores y poetas noveles solicitando opiniones autorizadas
y estudiantes que iban a provocar disertaciones.
Martí fue de aquellos que afrontaron las iras del gobierno
por visitar y honrar a aquel admirable pensador. Después de
su muerte ocurrida el 8 de julio de 1881, publicó una de sus
más brillantes páginas y de Diego Jugo Ramírez el poema en
su honor59 en el segundo, y último número, de la Revista Vene-
zolana. En su elogio destacó de Acosta su justeza y llamó a
estudiar e imitar sus virtudes.
Puso de relieve su espíritu fraternal, subrayando la identi-
ficación con los débiles: «Negó muchas veces su defensa a los
poderosos; no a los tristes».60 Exaltó su saber, la dedicación a
la ciencia y su amor genuino hacia nuestra América: «Que-
ría hacer la América próspera y no enteca; dueña de sus des-
tinos y no atada, como reo antiguo, a la cola de los caballos
europeos».61 Enfatizó la honestidad de su vida. «Compró su
ciencia a costa de su fortuna; si es honrado y se nace pobre,
SALVADOR MORALES 76
1
José Martí. Obras completas, t. 7, Editorial Nacional de Cuba, La Habana,
1963-1965, p. 104. (En lo sucesivo citaremos por esta edición).
2
Ibid.
3
Ibid.
4
Ibid.
5
Ibid.
6
Id., p. 105.
7
Id., pp. 105 y106.
8
Id., p. 106.
9
Para situar la significación de la experiencia guatemalteca, véase mi estudio
«Guatemala de José Martí», revista Bohemia, La Habana, 19 de mayo de
1978, pp. 10-13, reproducido en mi libro Ideología y luchas revolucionarias
de José Martí, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984.
10
José Martí. Op. cit., t. 20, p. 283.
11
Id., p. 285.
12
Ibid.
13
R. A. Rondón-Márquez. Guzmán Blanco, «el Autócrata civilizador», t. II,
Tipografía Garrido, Caracas, p. 251.
14
«Crónica», La Opinión Nacional, Caracas, 28 de enero de 1881.
15
El contenido del primer número de la Revista Venezolana, en su orden fue:
«Propósitos» (firmado por José Martí); «Don Miguel Peña» (firmado por
Martí); Libros nuevos: Muestra de un ensayo de diccionario de vocablos indíge-
nas por Arístides Rojas, Venezuela heroica por Eduardo Blanco, La Venezolíada
por J. Núñez de Cáceres (de Martí, sin firma).
16
José Martí. Op. cit., t. 7. p. 197.
17
Id., p. 198.
18
Id., pp. 198 y199.
19
Id., p. 208. Al revisar la prensa de la época (La Opinión Nacional, El Reflector,
El Siglo, El Ateneo, El Mentor, El Ángel Guardián) existente en la División
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional en Caracas y en la hemeroteca Tulio
Febres Cordero, de Mérida, no hallamos las «muestras de extrañeza» sino
sólo las «palabras de simpatía», como estas: «Recibimos el primer número
de la Revista Venezolana, redactada por el orador y escritor señor J. Martí. Le
damos las gracias y correspondemos con la sinceridad de compañeros y
admiradores su cortés saludo» (El Siglo). «Dirigida por el señor José Martí,
SALVADOR MORALES 80
21
José Martí. Op. cit., t. 7, p. 208.
22
Ibid.
23
Ibid.
24
Id., p. 209.
25
Ibid.
26
Ibid.
27
Id., p. 210.
28
Id., pp. 209 y 210.
29
El segundo y último número traía los siguientes trabajos: «El carácter de la
Revista Venezolana» (sin firma, de Martí); «Cecilio Acosta» (firmado, José
Martí); «Carta a Eduardo Blanco», de Guillermo Tell Villegas; «En la muer-
te de Cecilio Acosta», poema de Diego Jugo Ramírez; «La sesión del día 5 de
julio», por Lisandro Alvarado; «¿A quién?», poema de Eloy Escobar.
30
José Martí. Op. cit., t. 6, p. 18. Es el remate a toda una serie de planteamien-
tos en respuesta a la cuestión: «¿Cómo han de salir de las universidades los
gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudi-
mentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares
de los pueblos de América?».
31
Id., t. 7, pp. 210 y 211.
32
Lisandro Alvarado. «Un recuerdo de Martí», Venezuela a Martí, La Haba-
na, 1953, pp. 25 y 26.
33
José Martí. Op. cit., t. 7, p. 199.
34
Ibid. Gregorio Luperón lo hizo cónsul de República Dominicana en Vene-
zuela.
35
Ibid.
36
Ibid. En la prensa de la época hemos visto sus poemas de solidaridad con la
lucha revolucionaria cubana.
37
Ibid.
38
Ibid.
39
José Ma. Rojas como embajador en Francia y por orientaciones de Guzmán
firmó un convenio con Eugenio Rodríguez Pereire, para la concesión de
facilidades a un consorcio de millonarios europeos para la explotación de
los recursos naturales de Venezuela (1879). La reacción fue unánime en
repulsar un convenio que ponía en venta el país al extranjero. Sólo unos
pocos defendieron el proyecto diciendo que era imposible explotar las
riquezas venezolanas sin el concurso de los capitalistas extranjeros. Rondón-
Márquez. Op., cit., t. I, p. 342.
40
Id., t. II, p. 13.
41
José Martí. Op. cit., t. 7, p. 199.
42
Ibid.
43
El licenciado Agustín Aveledo fundó el Colegio de Santa María en plena
guerra federal. Durante el gobierno azul fue ministro, pero renunció antes
del mes. Dedicó toda su actividad a los niños y jóvenes huérfanos, e inicia-
tivas científicas. Se atrajo una aureola de respeto y veneración de los cara-
queños. Rondón-Márquez. Op. cit., t. II, p. 232.
44
Este hombre enfermizo (1824-1889), que tanto estimó Martí, había viaja-
do mucho por Europa, perdió mujer e hijo, estaba considerado como gran
SALVADOR MORALES 82
57
Id., p. 146.
58
Id., t. 22, p. 323. Distintos periódicos venezolanos reflejaron lo que El Siglo
llamó la «triste nueva». Destacaron en notas, pequeños artículos o cartas a la
redacción los méritos intelectuales de Acosta: «Era un espíritu apartado de
la tumultuosa corriente de la vida práctica. Vivió en el campo abstracto de
las ideas y se encontraba como extranjero entre las contrariedades naturales
a la vida social. Todo lo sabía y lo ignoraba todo cuando era necesario
descender al terreno de la vida. Esta es una verdadera pérdida para las letras
patrias y, nos prometemos que el calor que no ha rodeado su existencia dé
vigor a su recuerdo para gloria de Venezuela». («Cecilio Acosta», El Siglo,
Caracas, 8 de julio de 1881). Días después El Siglo publicó un «remitido»
«Gloria póstuma», firmado por D. C.: «Todo en él era magnífico: su cien-
cia, su moralidad, su compostura y ejemplo, su cultura y simpatías con que
supo ganar la admiración y alta estima de sus hermanos». El Ángel Guar-
dián, bisemanario «consagrado a la propaganda y defensa de la Religión y
de la Moral, publicó una nota necrológica el 13 de julio, en la cual destacaba
las condiciones cristianas del escritor, y en su siguiente número un breve
artículo del presbítero Manuel F. Rodríguez, en el que enfatizaba el alista-
miento de Acosta a las filas de la que podría llamarse la Filosofía del cielo»;
hizo abstracción de los otros méritos intelectuales del muerto. Más tarde
aparecieron en El Siglo y El Ateneo, cartas de dos amigos de Acosta que se
hallaban en Europa, Héctor F. Varela y José María Torres Caicedo, respecti-
vamente.
Todas estas manifestaciones de pesar y admiración juntas, no tienen ni la
profundidad, osadía y justicia que tiene el panegírico de Martí.
59
«En la muerte de Cecilio Acosta»
I Dio término al combatir/ Sobre el campo de la vida,/ Cuando sintiendo
honda herida,/ Se ocultó para morir./ Juzgó poder resistir/ Llevando el bien
por escudo,/ Y al mal resistir no pudo:/ Venció del mal la pujanza,/ y cayó
con su esperanza/ Partido el pecho desnudo.
II Que es mortal la herida advierte,/ Y ambas manos lleva al pecho;/ Y en
oculto y pobre lecho,/ Cansado, esperó la muerte...!/ ¿Quién el débil, quién
el fuerte?/ Triste, injusta humanidad!/ Jamás te mueve a piedad/ Del abne-
gado el suplicio,/ Si no te hace sacrificio/ De la propia dignidad!/
III ¿Qué valen después de muerto/ Esas honras, esas flores,/ Si en vida,
con sus dolores/ Vagó, como en un desierto?/ Su nave llegó ya al puerto/
Bajo el ala de la Gloria:/ Vosotros los que la historia/ De los mártires
hacéis,/ En vuestro honor cuidaréis/ De eternizar su memoria./ Caracas, 9
de julio de 1881.
Revista Venezolana, año I, no. 2, Caracas, 15 de julio de 1881, pp. 56 y 57.
60
José Martí. Op. cit., t. 8, p. 153.
61
Id., p. 158.
62
Id., p. 161.
63
Id., p. 164.
SALVADOR MORALES 84
64
Gonzalo Picón Febres. Op. cit., p. 178. Es probable que el cura Aguilar,
reaccionario opositor a Guzmán, sea el mismo que menciona Martí en un
Cuaderno de Apuntes: «[...] recuerdo aquella iracunda tirada del lívido y
celoso cura... [Aguilar] en el aposento del pintor mexicano... [Felipe
Gutiérrez] ¡Qué erguirse, con miradas y silbos de culebra contra Bolívar,
cuya miniatura notable, pintada par el prócer Espinosa, tenía yo en las
manos! ¡Qué gigante aquel que pasó de tal modo por las aguas, y las encres-
pó y removió de tal suerte, que 50 años después de su hundimiento, aún
levanta estas negras espumas!
»Sacudía aquel clérigo el manteo, y fusteaba con él la sombra,cual si en ella
estuviera su enemigo. Inconcebible rabia le animaba. Con ademanes y len-
gua de placero regateaba al héroe sus glorias, y por quitárselas a él, dábaselas
a otros menos gloriosos. ¿Pues no le he de odiardecía, y cuenta que estas
fueron una a una sus mismas palabras.¿No le he de odiar si con los españo-
les sería yo hoy un gran personaje, y ahora no soy más que un clérigo pobre
y perseguido? Y qué decir mal de su país! Y, qué llamar charlatanería a esa
dote riquísima de efusión afectuosa que distingue a los hombres de Améri-
ca, y que él, como a grave defecto, achacaba a los verbosos bogotanos! He
aquí por qué yo creo que son los pechos humanos, nidos de todo género
de seres, ora de águilas, ora de insectos. Víbora parecía el cura, con sus ojos
viscosos, con su color lisa y exangüe, y sus cabellos ralos cayéndole sobre el
cuello nervioso, y sus movimientos coléricos e irregulares». José Martí.
Op. cit., t. 21, p. 305. Hay que advertir que las medidas progresistas de
Guzmán suscitaron opositores reaccionarios en el clero venezolano.
65
Francisco Pividal Padrón. «Briceño y Martí», Bohemia, La Habana. 29 de
agosto de 1969.
66
José Martí. Op. cit., t. 20, p. 78.
67
Luis Beltrán Guerrero. «José Martí y Venezuela», Venezuela a Martí,
La Habana, 1953, pp. 180 y 181.
68
«Justo recuerdo», El Siglo, Caracas, 1 de agosto de 1881.
Nueva York en Caracas.
Las crónicas norteamericanas
de José Martí para La Opinión Nacional*
Pedro Pablo Rodríguez
Por estos mismos días de mayo y por estas mismas calles hace
justamente once décadas andaba José Martí. Entonces era un
emigrado que compartía su vida entre los trabajos políticos
para liberar a su isla del dominio colonial hispano y las largas
horas escribiendo para el diario caraqueño La Opinión Na-
cional.1
Esos textos concebidos por él como una tarea de pan ga-
nar2 constituirían el inicio de una nueva etapa en su queha-
cer periodístico: la maduración de su prosa a través de la ex-
plicación de lo que acontecía en otras partes del mundo
sustancialmente aquí en Estados Unidos.
El debate está abierto a la hora de clasificar estos escritos,
aunque soy de los que opinan que ellos ejemplifican uno de
los casos más notables en lengua española de ese género que
es la crónica, enigmáticamente limítrofe entre el periodismo
y la literatura. Portadoras siempre de sus enjuiciamientos acer-
ca de los hombres y de los sucesos narrados incluso plagadas
de aforismos y sentencias, estas crónicas martianas ya mues-
tran los rasgos característicos de su estilo que le darían jus-
to reconocimiento y fama a sus trabajos posteriores para
La Nación, de Buenos Aires, y El Partido Liberal, de México.
1
En carta a Manuel Mercado el 13 de noviembre de 1884 solicitándole le
gestione colaboraciones para la prensa mexicana, indica que la redacción de
las crónicas implicaba más trabajo «que el de un redactor diario asiduo», y
que las de La Opinión Nacional le ocupaban todo el tiempo. (Obras comple-
tas, t. 20, La Habana, 1963-1973, p. 77). En lo adelante, citamos por esta
edición, identificada con las iniciales O. C., por tanto, sólo se indicará tomo
y paginación. Ver también en Epistolario, t. 1, compilación, ordenación
cronológica y notas de Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, pró-
logo de Juan Marinello, Centro de Estudios Martianos-Editorial de Cien-
cias Sociales, La Habana, 1993, p. 287.
2
Por cada crónica le pagaban 50 dólares oro (carta a Mercado, 22 de marzo
de 1886, O. C., t. 20, p. 85).
3
Francisco J. Ávila. Martí en el periodismo caraqueño, Caracas, 1968, pp. 73 y 66.
4
Recuérdese su intento de editar una Revista Guatemalteca en 1877, que
quedó sólo en el prospecto. (O. C., t. 7, p. 104. También en Obras comple-
tas. Edición crítica, t. 5, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2002,
pp. 291-293).
5
En la propia Caracas había escrito, antes de su regreso a Nueva York, al
director de La Opinión Nacional, que su misión era consagrarse a la «revela-
ción, sacudimiento y fundación urgente» de la América (O. C., t. 7, p. 267
y Epistolario. Op. cit., t. I, p. 212).
6
Ver su llamada carta-testamento literario a Gonzalo de Quesada (O. C., t. 1,
pp. 25-28.) Ver también en Testamentos de José Martí, edición crítica, Edito-
rial de Ciencias Sociales, La Habana, 1996, pp. 16-54.
105 NUEVA YORK EN CARACAS. LAS CRÓNICAS...
7
El pensamiento del revolucionario cubano durante su estancia en Estados
Unidos puede ser abordado a través de vías y métodos diferentes, pero
considero especialmente válido hacerlo mediante las propias publicaciones
en que escribió regularmente, viéndolas como «unidades cerradas», con lo
cual el sentido y alcance de sus ideas pueden apreciarse según los propósitos
y características que le imponían tales publicaciones, mediadoras en la co-
municación con sus lectores.
8
Carta de Fausto Teodoro de Aldrey, 3 de mayo de 1882 (en Gonzalo de
Quesada. Papeles de Martí, t. III, La Habana, 1933, pp. 41 y 42. También en
Destinatario José Martí, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis
García Pascual, Casa Editora Abril-Centro de Estudios Martianos, La Haba-
na,1999, p. 97).
9
El propio remitente relaciona así agricultura y materias primas con atraso y
barbarie frente a la moderna civilización industrial. (Gonzalo de Quesada.
Op. cit., t. III, p. 35. También en Destinatario José Mart. Op. cit., p. 69).
10
No dispongo de datos acerca de la circulación del diario, pero no es de
dudar que además de venderse fuera de la capital venezolana, tuviera lecto-
res en otras grandes ciudades de Hispanoamérica, sin descontar a la creciente
colonia hispana de Nueva York, en la que se destacaban escritores y publicistas
venezolanos de la talla de Juan Antonio Pérez Bonalde y Nicanor Bolet
Peraza, muy cercanos a Martí.
11
Carta a Gonzalo de Quesada y Aróstegui, 1 de abril de 1895, O. C., t. 1,
p. 26. También en Epistolario. Op. cit., t. V, p. 139.
12
La corrupción política hace peligrar «la independencia y la dignidad de la
nación». «Carta de Nueva York. El boss y los halls», O. C., t. 9, p. 98.
13
En el primero de esa serie de tres artículos, publicado el 10 de julio de 1880,
llama a que el país tempere y dignifique el «amor de riqueza» por «el ardien-
te amor de los placeres intelectuales», pues «el poder material, como el de
Cartago, si crece rápidamente, rápidamente declina». («Impresiones de
América», O. C., t. 19, p. 107). El original en inglés en t. 19, p. 103: «If this
love of richness is not tempered and dignified by the ardent love of
intellectual pleasures [...]. Material power, as that of Carthage, if it rapidly
increases, rapidly falls down».
14
O. C., t. 6, p. 21. La edición crítica de este ensayo fue preparada por Cintio
Vitier y publicada en La Habana por el Centro de Estudios Martianos-Casa
de las Américas, 1991.
15
En realidad sus primeras colaboraciones aparecieron el 15 y el 28 de junio
de ese año, dedicadas a los festejos en España por el centenario de Calderón.
16
«Carta de Nueva York. Gran batalla política», O. C., t. 9, pp. 63-69.
17
Id., pp. 64 y 65.
18
«Carta de Nueva York. Mejoría de Garfield», O. C., t. 9, p. 27. La cursiva es
nuestra.
19
«Carta de Nueva York. Pueblos perezosos», O. C., t. 9, p. 107.
20
Id., p. 109.
PEDRO PABLO RODRÍGUEZ 106
21
Id., p. 108.
22
Ibid.
23
«Noticias de Estados Unidos», O. C., t. 9, pp. 43 y 45.
24
Id., p. 45.
25
Id., p. 46.
26
Id., p. 47.
27
«Carta de Nueva York. Medalla de oro», O. C., t. 9, p. 78.
28
«Carta de Nueva York. El boss y los halls», O. C., t. 9, pp. 100 y 101.
29
Id., pp. 99 y 100.
30
Ibid.
31
«Carta de Nueva York. Pueblos perezosos», O. C., t. 9, p. 114.
32
«Carta de Nueva York. Proceso de Guiteau», O. C., t. 9, p. 131.
33
«Carta de Nueva York. Las pascuas», O. C., t. 9, p. 199.
34
Id., p. 200.
35
Ibid.
36
Id., p. 201.
37
Id., p. 202.
38
«Carta de Nueva York. Año nuevo», O. C., t. 9, p. 213. Obsérvese el símil
con la semana santa, referencial para sus lectores venezolanos.
39
Id., p. 215.
40
Id., p. 217.
41
«Carta de Nueva York. Proceso de Guiteau», O.C., t. 9, p. 223. La cursiva
es nuestra.
42
Ibid.
43
Id., p. 224.
44
Id., p. 225.
45
Ibid.
46
Id., p. 226.
47
«Carta de Nueva York. El proceso de Guiteau», O. C., t. 9, p. 239. Obsér-
vese esta curiosa traducción, al parecer, de library por librería.
48
Id., pp. 239 y 240.
49
«Carta de Nueva York. Nieves, gozos y tristezas», O. C., t. 9, p. 245.
50
Id., p. 247.
51
Id., pp. 247 y 248.
52
Id., pp. 248-250. Además de la obvia contradición en que se mueven sus
opiniones acerca de la mujer, ha de apreciarse que su rechazo a lo que
considera atributos viriles en ella se basa en su condena a aspectos de la vida
urbana moderna que está conociendo en Nueva York.
53
«Carta de Nueva York. Una pelea de premio», O. C., t. 9, p. 254.
54
«Peter Cooper», O. C., t. 13, p. 48.
55
«Carta de Nueva York. Una pelea de premio», O. C., t. 9, pp. 259-261.
56
Id., p. 261.
57
«Carta de Nueva York. Los bárbaros caminadores», O. C., t. 9, p. 266.
58
Id., p. 269.
107 NUEVA YORK EN CARACAS. LAS CRÓNICAS...
59
Id., p. 268.
60
Ibid.
61
«Carta de Nueva York. El Mississippi desbordado», O. C., t. 9, p. 277.
62
Una investigación interesante y necesaria sería la búsqueda de información
sobre el Brooklyn de entonces y en particular de las barriadas en las que
habitaban Martí y los cubanos con los que mantenía contacto frecuente.
63
«Carta de Nueva York. El Mississippi desbordado», O. C., t. 9, p. 278. Por
ello, hasta califica a Nueva York de «ciudad provinciana», recordando así sus
juicios sobre la dependencia norteamericana de Europa en materia artística
cuando la visita de Oscar Wilde.
64
«Carta de Nueva York. Ostera y las Pascuas», O. C., t. 9, p. 293.
65
«Carta de Nueva York. Política», O. C., t. 9, p. 304.
66
Id., pp. 309 y 310.
67
Id., pp. 312 y 313.
68
«El carácter de la Revista Venezolana», O. C., t. 7, pp. 207-212.
69
Manifiesto de Montecristi, O. C., t. 4, p. 101.
Sección Constante: vértigo y servicio
Mayra Beatriz Martínez
1
José Martí. Obras completas, t. 21, Cuaderno de apuntes no. 9, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p. 251.
2
En torno a este tema, puede consultarse a Siegfried J. Schmidt. «De discur-
sos literarios al sistema social de la literatura», Conjuntos, Universidad Autó-
noma de México, 1996.
3
Susana Rotker, en su Fundación de una escritura: las crónicas de José Martí
(Casa de las Américas, La Habana, 1992), cita al respecto algunas de las
«abundantes quejas» de los más connotados escritores modernistas hispano-
americanos: el cubano Julián del Casal, el nicaragüense Rubén Darío, el
mexicano Gutiérrez Nájera y el propio Martí. Se dolían de que el periodismo
informativo entrañaba despojo de su «propia personalidad» Casal; que se
pagaba por cantidad y no por calidad, e impedía tener «estilo» Darío;
mientras Gutiérrez Nájera comunicaba su pena por la muerte de la «pobre
crónica» a manos del repórter. Martí, por su parte, menos aristocrático y más
atraído evidentemente con sus posibilidades de alcance multitudinario e
inmediato, distingue los requerimientos de su propia especificidad: «El es-
critor diario, que puede ser sublime a veces, ha de contentarse con ser agrada-
ble» (José Martí. Obras completas, t. 21, p. 251).
4
Véase al respecto, el ensayo de Rita M. Buch Sánchez, «El proyecto de la
Ilustración en la pedagogía filosófica cubana: Caballero, Varela y Luz», en
Colectivo de Autores. Utopía y experiencia en la idea americana, Ediciones
Imagen Contemporánea, La Habana, 1999, pp. 64-76.
5
Según José de la Luz y Caballero fue «nuestro verdadero civilizador». Su
filosofía electiva marcó definitoriamente el pensamiento cubano del XIX.
129 SECCIÓN CONSTANTE: VÉRTIGO Y SERVICIO
6
José A. Saco. La vagancia en Cuba, Cuadernos de Cultura, La Habana,
1946, pp. 85-87. Las cursivas, en lo adelante, siempre serán nuestras.
7
Rafael María Mendive. «Progresamos», Revista de La Habana, t. 5, La Haba-
na, 1856, p. 85
8
Susana Rotker. Op. cit., p. 120.
9
Véase en relación con las gacetillas martianas en la Revista Universal a Pedro
Pablo Rodríguez. «Martí gacetillero», Enfoque, Unión de Periodistas de
Cuba, La Habana, año 4, no. 14, 2002, pp. 8 y 9.
10
José Martí. «Fragmentos», fragmento 49, Obras completas, t. 22, op. cit., p. 36.
11
Como es sabido, la Revista Venezolana publicación caraqueña, fundada y
dirigida por José Martí comenzó a publicarse el 1 de julio de 1881. Su
segundo y último número correspondió al 15 de julio de 1881. En sus
páginas recogía artículos en torno a figuras relevantes y hechos destacados
de la historia de Venezuela y de América en general, poesías y notas biblio-
gráficas. Además de su propio director, escribieron para sus páginas Arístides
Rojas, Cecilio Acosta, Guillermo Villegas, Eloy Escobar, Eduardo Blanco y
Diego Jugo, entre otros. Su cierre y el regreso de Martí a Estados Unidos
estuvo determinado por la aparición del artículo necrológico que el Após-
tol escribiera a la muerte de Cecilio Acosta, principal opositor del dictador
Guzmán Blanco, y que le atrajera la animadversión del presidente.
12
La Opinión Nacional: publicación caraqueña fundada en 1868 y dirigida
por el periodista y ensayista español establecido en Venezuela Fausto
Teodoro de Aldrey. Fue la primera en utilizar una imprenta de vapor en el
país. Con el tiempo se convirtió en vocero del gobierno del general Anto-
nio Guzmán Blanco. Martí había comenzado a escribir para este diario
desde junio de 1881.
13
Fausto Teodoro de Aldrey: periodista y ensayista español. Siendo joven se
trasladó a América y vivió algún tiempo en Puerto Rico. De allí se estableció
a Venezuela. Fundó El Porvenir (1864) y La Opinión Nacional (1868).
Aldrey fue autor de Cuestión de derecho público internacional de Venezuela
(1865). Juan Luis de Aldrey: periodista venezolano. Junto con su padre
dirigió La Opinión Nacional.
14
José Martí. Obras completas, t. 23, p. 57. Cotejado contra la primera edición
de La Opinión Nacional.
15
Destinatario José Martí, comp. y notas Luis García Pascual, Casa Editora
Abril-Centro de Estudios Martianos, La Habana, 1999, p. 73.
16
Susana Rotker. Op. cit., p. 130.
17
José Martí. «Invento muy útil», Obras completas, t. 8, p. 407. La cursiva es
nuestra.
18
Pedro Pablo Rodríguez. Op. cit., p. 9.
19
José Martí. «Otros fragmentos», fragmento 18, Obras completas, t. 22,
p. 319.
20
José Martí. Obras completas, t. 20, p. 115.
21
José Martí-Sección Constante, comp. y prol. Pedro Grases, Caracas, 1955.
MAYRA BEATRIZ MARTÍNEZ 130
22
«La Sección Constante número ciento doce», en Anuario del Centro de
Estudios Martianos, no. 16, La Habana, 1993, p.13.
23
Publicaciones referidas en orden alfabético: Annales Dhygiene Practique (Fran-
cia), Annales de Medecine Usuelle (Francia), Anuario Bibliográfico (Argentina),
Blackwoods Magazine (Escocia), Boccacio (Francia), La Centuria Negra (Rusia),
The Daily Evening Transcript (E.U.), El Diario de los Economistas (Journal des
Economistes, Francia), Edimburgh Review (Escocia), Le Fígaro (Francia), La France
Nouvelle (Francia), Le Gaulois (Francia), Le Globe (Francia), Jornal do Comercio
(Brasil), Journal des Economistes (Francia), Journal des Savants (Francia), Labsinthe.
Journal Aperitif (Francia), Lumberman and Manufacturer (E.U.), La Lumiere
Electrique. Journal Universel (Francia), Le Menú Ilustre (Francia), Le Moniteur
des Produits Chimiques et de la Droguerie (Francia), El Monitor (Venezuela), El
Monitor Republicano (México), La Nación (Argentina), El Nacional (Argenti-
na), The New York Daily Herald (E.U.), The New York Sun (E.U.), Nouvelle
Revue (Francia), Novoe Vrémja (Rusia), Our Continent (E.U.), Pall Mall Gazette
(Gran Bretaña), Periódico del Instituto Antropológico de la Gran Bretaña (Gran
Bretaña), Le Piron (Francia), Revista de Ambos Mundos (La Revue des Deux
Mondes, Francia), Saturday Review (Gran Bretaña), Spectator (E.U.), Tägliche
Rundschau (Alemania), Le Temps (Francia), The Times (Gran Bretaña), Le Trique
(Francia), Truth (Gran Bretaña), Verdens Gany (Noruega).
24
Susana Rotker. Op. cit., p. 129.
25
José Martí. «Cuadernos de apuntes» no. 8, Obras completas, t. 21, p. 234.
26
José Martí. Sección Constante, Obras completas, t. 23, p. 65.
27
José Martí. Obras completas, t. 11, pp. 183 y 184.
28
José Martí. Obras completas, t. 12, pp. 311 y 312.
29
José Martí. Obras completas, t. 23, p. 92.
30
José Martí. Prólogo a «El poema del Niágara» de Antonio Pérez Bonalde,
Obras completas, t. 7, p. 225.
31
Id., p. 226.
32
José Martí. «Otros fragmentos», fragmento 18, Obras completas, t. 22,
p. 319.
33
A continuación, la serie Garfied, secuencia de notas que se extiende a lo
largo de cuatro meses (no se consideran alusiones tangenciales al tema en
textos dedicados a otros asuntos):
1. La muerte de Garfield causó la de dos personas en Flit (Estados Unidos
del Norte). Uno, un carpintero, había trabajado durante el día, y parecía
gozar de muy buena salud: doblaron las campanas, al saberse en el pue-
blo la lúgubre noticia: «El presidente ha muerto!», dijo, y murió casi
inmediatamente. El otro caso es menos raro: al oír los dobles una joven
que desde hacía tiempo estaba enferma, exclamó: «¡Ha muerto el presi-
dente: pronto me reuniré con él!». Murió antes que las campanas cesasen
de doblar. En otro lugar de Estados Unidos, un caballero anciano, al leer
en un periódico la noticia, cayó muerto.
131 SECCIÓN CONSTANTE: VÉRTIGO Y SERVICIO
46
Destinatario José Martí, p. 105.
47
José Martí. Obras completas, t. 7, p. 273.
48
José Martí. Obras completas, t. 20, p. 115.
49
Id., pp. 140 y141.
50
Fina García Marruz. «El escritor», Temas martianos, Huracán, Puerto Rico,
1981, p.194.
«Definir, avisar, poner en guardia...»
Visión martiana de Estados Unidos
en La América*
Pedro Pablo Rodríguez
1
La América, Nueva York, no. 1, abril de 1882.
2
Los dos se destacaron por su oposición al Pacto del Zanjón y contribuyeron
en Estados Unidos al esfuerzo insurreccional encabezado desde Nueva York
por el general Calixto García, que culminaría en la fracasada Guerra Chiqui-
PEDRO PABLO RODRÍGUEZ 154
ta, y en el que participó también Martí, con quien trabaron relación desde
su arribo a la ciudad en enero de 1880.
3
No estamos en condiciones de precisar con exactitud cuándo se inició en
La América, pues nunca martiano alguno ha referido haber visto los núme-
ros comprendidos entre agosto de 1882 y febrero de 1883. La única colec-
ción localizada en Cuba y en el extranjero se halla incompleta en la antigua
biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País, hoy sede del
Instituto de Literatura y Lingüística.
4
Una contemporánea que visitaba la casa de Farrés en Nueva York, afirma que
esta era frecuentada por elementos aristocráticos de sus compatriotas resi-
dentes y de paso por la ciudad. (Blanche Zacharie de Baralt. El Martí
que yo conocí, Centro de Estudios Martianos-Editorial de Ciencias Socia-
les, La Habana, 1980, p. 100).
5
José Martí. Carta a Gonzalo de Quesada y Aróstegui, Montecristi, 1 de abril
de 1895, en Obras completas, La Habana, 1963-1973, t. 1, p. 25. (En lo
adelante, citamos por esta edición identificada con las iniciales O.C., por
tanto sólo se indicará tomo y paginación). El Pérez referido por Martí ha
sido identificado con el colombiano Santiago Pérez Triana (José Martí.
Epistolario, t. V, compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García
Pascual y Enrique H. Moreno Pla, prólogo de Juan Marinello, Centro
de Estudios Martianos-Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1993,
p. 138). Sin embargo, no he encontrado referencia alguna al asunto en las
memorias de este, ni puede tratarse tampoco de su padre, el político y
pedagogo Santiago Pérez, quien sólo estuvo de paso en Nueva York.
6
Ver el Prospecto de la Revista Guatemalteca (O.C., t. 7, pp. 104-106. Tam-
bién en Obras completas. Edición crítica, t. 5, Centro de Estudios Martianos,
La Habana, 2002, pp. 291-293) y «Propósitos» de la Revista Venezolana
(O.C., t. 7, pp. 197-200).
7
«Los nuevos propietarios de La América», diciembre de 1883, O.C., t. 28,
enero de 1884, p. 214. La cursiva es nuestra.
8
José Martí. «Los propósitos de La América bajo sus nuevos propietarios»,
enero de 1884, O.C., t. 8, p. 268.
9
Ver como antecedentes en que ya quedan desarrolladas sus ideas al respecto:
«El carácter de la Revista Venezolana» (O.C., t. 7, pp. 207-212) y el «Prólo-
go a El poema del Niágara», de Juan A. Pérez Bonalde (O.C., t. 7, pp. 221-
238).
10
Rafael Almanza. En torno al pensamiento económico de José Martí, Editorial
de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, pp. 141 y 170. El autor demuestra
cómo la variedad de asuntos tratados por Martí en la revista fueron expues-
tos con gran coherencia y organicidad, y con el propósito expreso de ofrecer
a sus lectores los caminos concretos para una acción de política económica.
11
Recuérdese que el cubano fue censurado en sus juicios sobre Estados
Unidos en más de una ocasión por los propietarios del diario caraqueño
La Opinión Nacional y por Bartolomé Mitre, director de La Nación, de
Buenos Aires. (Ver Papeles de Martí, t. III, La Habana, 1933, pp. 35 y 83, y
155 «DEFINIR, AVISAR, PONER EN GUARDIA...». VISIÓN...
33
Id., p. 442.
34
José Martí. «Piedras, pollos y niños.Progresos de la ciencia», febrero de
1884, O.C., t. 8, p. 435.
35
José Martí. «Verano», junio de 1884, O.C., t. 13, p. 488.
36
No es casual que justamente en 1883 y 1884 muestre en sus crónicas para
La Nación su acercamiento a los grandes conflictos obreros que tenían lugar
entonces en Estados Unidos, y que igualmente estas tensiones de la moder-
nidad se adueñen del poeta en sus Versos libres. Basta tomar como ejemplo de
la coherencia entre su prosa y sus versos el poema titulado «Amor de ciudad
grande», fechado en 1882 (Poesía completa. Edición crítica, preparada por el
equipo que en el Centro de Estudios Martianos realiza la edición crítica de
las Obras completas de José Martí, La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1985,
t. I, pp. 89 y 90).
37
José Martí. «Botes de papel», noviembre de 1883, O.C., t. 8, p. 420.
38
José Martí. «¿Cuál es el objeto de la torre?», octubre de 1883, O.C., t. 9,
p. 475.
39
Esa pasión que desemboca en el lujo exhibicionista y desenfrenado fue
asunto de frecuente atención en sus crónicas de la década del ochenta.
40
José Martí. «Repertorios, revistas y mensuarios literarios y científicos de
Nueva York», febrero de 1884, O.C., t. 13, p. 430.
41
José Martí. «De la inmigración inculta y sus peligros», febrero de 1884,
O.C., t. 8, pp. 383 y 384.
42
Id., p. 384.
43
José Martí. «Arte aborigen», enero de 1884, O.C., t. 8, p. 329.
44
José Martí. «El Century Magazine», mayo de 1884, O.C., t. 13, p. 447.
45
José Martí. «Arte aborigen», enero de 1884, O.C., t. 8, p. 329.
46
José Martí. «Blaine y Tilden», abril de 1884, O.C., t. 13, p. 265.
47
Ver «Protección y librecambio», febrero de 1884, O.C., t. 10, pp. 13-17.
48
José Martí. «Libertad, ala de la industria», septiembre de 1883, O.C., t. 9,
p. 452.
49
José Martí. «México, Estados Unidos y el sistema prohibitivo», febrero de
1884, O.C., t. 7, p. 30.
50
José Martí. «La cuestión arancelaria», marzo de 1883, O.C., t. 9, p. 375.
51
José Martí. «Candidato del Partido Demócrata a la presidencia de Estados
Unidos», julio de 1884, O.C., t. 13, p. 277.
52
José Martí. «Blaine y Tilden», abril de 1884, O.C., t. 13, p. 264.
53
José Martí. «El tratado comercial entre Estados Unidos y México», marzo
de 1883, O.C., t. 7, pp. 17-22.
54
José Martí. «En comercio, proteger es destruir», marzo de 1883, O.C., t. 9,
p. 382.
55
Ver José Martí. «Protección y librecambio», febrero de 1884, O.C ., t. 10,
p. 17.
56
Rafael Almanza. Op. cit., pp. 141-175.
La América: ¿periódico de anuncios?*
Carmen Suárez León
*Tomado de Anuario del Centro de Estudios Martianos, La Habana, no. 16, 1993.
CARMEN SUÁREZ LEÓN 158
1
«Nuestro programa» (editorial), en La América, Nueva York, 1 (1); 2 :
abril, 1882. (Se consultó la colección incompleta atesorada por la Bibliote-
ca del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de
Cuba).
2
Id.
3
José Martí. «A los lectores de La América», Nueva York, 2 (15): 2;
junio, 1883, y en Obras completas, La Habana, t. 8, 1963-1973, p. 265.
(En lo sucesivo, las referencias se remitirán a esta edición con las iniciales
O. C.).
4
«Los propósitos de La América bajo sus nuevos propietarios», en La Amé-
rica, Nueva York, 3 (22): 3; enero, 1884 y en O. C., t. 8, p. 268.
5
Id., p. 266.
6
Ibid.
7
Id., p. 265.
8
Id., p. 266.
9
Id., p. 268.
10
José Martí. Carta a Gonzalo de Quesada y Miranda, La Habana, l de abril de
1895, O. C., t. 1. p. 25.
11
Carlos M. Trelles. «Bibliografía de la prensa cubana (de 1764 a 1900) y de
los periódicos publicados por los cubanos en el extranjero», en Revista
Bibliográfica Cubana, La Habana, 2 (7): 21; enero-febrero, 1938.
12
José Martí. «Una novela en el Central Park. Inteligencia de las oropéndolas»,
en La América, Nueva York, 2 (28): 108; julio, 1884, y en O. C., t. 10, p. 74.
13
Id., p. 73.
14
José Martí. Cuaderno de apuntes, O. C., t. 21, p. 16.
Discurso y cultura de la nación
moderna, o el deseo de la perfección*
Ivan A. Schulman
Cultura de la modernidad
los anuncios, que dicen lo que se hace [...]. Por los anuncios se
ve la vida pública, y el bien y la persona de todos, que es base
y sostén de cada uno, porque no hay gusto sino donde todos lo
tienen, y cada cual es creador y condueño de sí».57
La voz creadora individual articula registros de disconfor-
midad social, posición antihegemónica frente a la moderni-
dad. Se inserta en la lectura de todas las instituciones huma-
nas, inclusive la de la religión, afectada por la metamorfosis
de la sociedad moderna. Las modificaciones de la Iglesia y la
necesidad de efectuarlas emanan del deseo de cultivar la se-
milla de creatividad y de energía de los seres humanos; en el
fondo, transparenta un rechazo de los moldes sociales
prehechos y constrictivos.
«O conciliamos observa [...] la razón del hombre con su
sentimiento religioso, sin exigirle creer en más divinidad que
la que lleva en sí, ni en más revelación, fuera de la inevitable
de Cristo, que aquella constante por donde la vida futura y
perfecta se exhibe como tipo en la conciencia del hombre, o
[...] buscará el hombre fuera de los dogmas históricos y puramen-
te humanos, aquella armonía del espíritu de religión con el juicio
libre, que es la forma religiosa del mundo moderno, adonde ha de
venir a parar [...] la idea cristiana».58
Armonía y libertad, dos palabras claves, dos íconos de la
modernidad estética y social que maneja un veedor de la cul-
tura; son signos del deseo de otredad en la narración de la
nacionalidad moderna, signos que conforman sus evocacio-
nes de figuras nobles e ideales como el escritor Longfellow.
De él, con motivo de su muerte, anota que «tanta era su luz
propia, que no pudieron cegarla reflejos de otras luces. Fue
de los que dan de sí, y no de los que toman de otros [...]. No
incitaba a los humanos a cóleras estériles, sino al bravo culti-
vo de sí mismos».59 En la presentación de estas figuras son
varias las formas de resemantizar las transformaciones de la
realidad observada: queda la de la modernidad burguesa
marginalizada; ocupa el trasfondo; o figura en función de una
fuerza contra la cual batalla el hombre inspirado por el dis-
curso del deseo.
IVÁN A. SCHULMAN 182
El discurso especular
verse contra ella [...] [que] rechazan como culpable toda ven-
taja obtenida por la intimidación, el abuso de la fuerza y la
amistad falsa. También la fuerza tiene su deber, que es el res-
peto a la debilidad».87
Pero esta sociedad, asediada por una modernidad peligro-
sa de rasgos viriles, carece de la femineidad, código cuya ins-
cripción considera indispensable para la formación de una fruc-
tífera cultura nacional:
«¿Ni cómo, aún en lo que balbucea e imita, podrá dejar de
enseñarse con lo que tiene de propio un pueblo en quien el
influjo del suelo e instituciones nuevas sobre el carácter here-
dado ha producido una originalidad briosa? El norteamerica-
no, que apenas empieza a dar en los hijos de sus ricos mues-
tras de afeminamiento, refleja en su arquitectura el predominio
de sus hábitos viriles, y no revela hasta hoy en sus edificios aquella
gracia femenil, nivel y gusto de la vida, que todavía no ha ejer-
cido su influjo regulador ni lo ejercerá nunca acaso, sobre la
existencia nacional».88
Falta en ella asimismo el discurso armónico: «Se mira aquí
la vida, no como el consorcio discreto entre las necesidades
que tienden a rebajarla y las aspiraciones que la elevan, sino
como un mandato de goce, como una boca abierta, como un
juego de azar donde sólo triunfa el rico».89 Cultura de ruido,90
cultura contraproducente para la creación artística: «La cultu-
ra quiere cierto reposo y limpieza, así como la vida domésti-
ca; y no que cuando [...] les ahogue la voz el bufido de la
máquina que pasa, o les perturbe el pensamiento el ruido sor-
do e insufrible que jamás cesa en la vía, o se les entre cargada
de chispas por la ventana una bocanada de humo».91
Pero, entre los intersticios del discurso moderno martiano,
también se refracta la presencia de registros positivos en la
lectura de la cultura norteamericana, los cuales marcan mo-
mentos de optimismo en el futuro, momentos que el cronista
identifica con la salvación implícita para esta cultura debida a
la acción del pueblo «llano»: «la gente llana de todos los pue-
IVÁN A. SCHULMAN 190
1
José Martí. «Los abanicos de la exhibición Bartholdi», en Obras completas,
t. 19, La Habana, 1963-1973, p. 297. (En lo sucesivo, salvo indicación
contraria, las citas de Martí remiten a esta edición representada con las inicia-
les O. C.)
2
Homi K. Bhabha. «DisemiNation: Time, Narrative, and the Margins of the
Modern Nation», Nation and Narration, Ed. Homi K. Bhabha, Routledge,
Londres, 1990, p. 291.
3
Paul Johnson. The Birth of the Modern: World Society 1815-1830, Harper
Collins, Nueva York, 1991. En el capítulo III, especialmente hasta la p. 221,
para una discusión de cómo la construcción de carreteras, la navegación de
los ríos y los avances en los medios de transporte, incluyendo el
transoceánico, facilitaron el comienzo de las olas emigratorias europeas al
Nuevo Mundo. Johnson relaciona la iniciación del proceso como una cues-
tión demográfica. «Europe was the first continent in which death rates
began to fall substancially faster than birth rates. As a result its population
rose much faster than in Africa and Asia» (p. 202).
4
José Martí. Cartas de Martí, Nueva York, 23 de abril de 1885, O.C., t. 10,
p. 226.
5
Ver los comentarios de Bhabha sobre el tema de la construcción cultural. Op.
cit., p. 292.
6
Id., p. 291.
7
Sobre este proceso antiesencialista Bhabha comenta: «[...] the space of the
modern nation-people is never simply horizontal (no historicista]. Their
metaphoric movement require a kind of doubleness in writing; a
temporality of representation that moves between cultural formations and
social processes without a centered causal logic», Id., p. 293.
8
Ibid.
9
José Martí. «Un nuevo libro de Bain», O. C., t. 13, p. 452. (La cursiva es
nuestra).
10
Matei Calinescu. Five Faces of Modernity, Duke University Press, Dirham,
1987. Seguimos el esquema elaborado por Calinescu sobre las dos moderni-
dades. Ver en particular la sección titulada «The Two Modenities», pp. 41-46.
11
H. K. Baba. Op. cit., p. 300.
12
Julio Ramos. Desencuentros de la modernidad en América Latina: literatura y
política en el siglo XIX, Fondo de Cultura Económica, México, 1989. Ramos
acude al término exteriores para describir este aspecto de la crónica martiana:
«[Martí]
tematiza los exteriores, ligados a la ciudad» (p. 91).
197 DISCURSO Y CULTURA DE LA NACIÓN...
13
Hayden White. «The Value of Narrativity in the Representation of Reality»,
Critical Inquiry, 7, 1980. White utiliza la expresión discourse of desire, pero
no en el sentido lacaniano, sino con el fin de distinguir entre el discurso de
lo real y el discurso de lo imaginario. El histórico lo identifica con lo real, el
imaginario o el del deseo con el discurso literario (pp. 23 y 24). El sentido
martiano del término refracta los registros éticos y morales de su discurso.
14
José Martí. «Bancroft», O. C., t. 13, p. 134.
15
Iris M. Zavala. «Lo imaginario social dialógico», Sociocríticas: prácticas tex-
tuales, cultura de fronteras, Rodopi, Amsterdam, 1991, p. 114.
16
José Martí. «El poeta Walt Whitman», O. C., t. 13, p. 134.
17
H. K. Bhabha. Op. cit., p. 295. El punto de vista de Bhabha es el siguiente:
«Two brilliant accounts of the emergence of national narratives support my
sugestión. They represent the diametrically opposed world views of master
and slave which between them account for the major historical and
philosophical dialectic of modern times». Compárese el siguiente pensa-
miento martiano: «La Sociedad Literaria... no existe para promover intere-
ses personales, ni para perpetuar los únicos rincones esclavos de América».
José Martí. Carta al secretario de la Sociedad Literaria Hispanoamericana de
30 de octubre de 1891, O. C., t. 20, p. 392. (La cursiva es nuestra).
18
Ver nuestro estudio sobre las minorías étnicas y raciales en Estados Unidos.
Hemos vuelto a considerar este tema en una presentación reciente hecha
ante el II Seminario Martiano de Venezuela a la luz del caso de Rodney
King. La ponencia se publicó en el Anuario del Centro de Estudios Martianos,
no. 16, 1993, con el título: «Un nuevo mundo: Martí y la sociedad
multicultural de Estados Unidos».
19
Pensamos en el valor futuro de los escritos martianos según el planteamiento
de Cintio Vitier.
20
José Martí. «Política internacional y religión. Haití y Estados Unidos», O. C.,
t. 12, p. 414.
21
Susana Rotker. Fundación de una escritura: las crónicas de José Martí, Casa de
las Américas, La Habana, 1992, y Julio Ramos. Op. cit. Sobre el proceso de
la escritura martiana ha habido mucho comentario. Ver, por ejemplo, las
obras de Rotker y Ramos. Martí obviamente no observó personalmente
todo lo que incluyó en sus escritos norteamericanos. Utilizó fuentes muy
variadas, pero, tratándose de acontecimientos del momento, se servía de las
crónicas de los periódicos y revistas de mayor relieve del país. Sin embargo,
el proceso de la producción cronística siempre incluía una desconstrucción
subjetiva y la reorganización de los hechos para crear una nueva narración
de la nación.
22
H. White. Op. cit., p. 27. Reflexiona sobre la cuestión de la objetividad y
concluye: «Could we ever narrativize without moralizing?».
23
Julio Ramos. Op. cit., pp. 110 y 111.
24
White cita a Emile Benveniste, citado a su vez, por Gérard Genette.
«Boundaries of Narrative», New Literary History, 8, 1976, p. 11.
IVÁN A. SCHULMAN 198
25
H. White. Op. cit., p. 7.
26
Sobre esta cuestión ver: Aníbal González. La crónica modernista hispanoame-
ricana, José Porrúa, Madrid, 1983, p. 9.
27
José Martí. «Críticos de Chicago», O. C., t. 13, p. 462.
28
H. K. Bhabha. Op. cit., p. 306.
29
José Martí. «Carta de Nueva York. El proceso de Guiteau», O. C., t. 9,
p. 223.
30
José Martí. Nuevas cartas de Nueva York, investigación, introducción e índi-
ce de cartas por Ernesto Mejía Sánchez, Siglo Veintiuno, Editores, México
[1980], p. 46.
31
José Martí. «Correspondencia particular de El Partido Liberal. Jonhatan y
su continente», O. C., t. 12, p. 155.
32
José Martí. «De año nuevo», O. C., t. 10, p. 364.
33
José Martí. «New York y el arte. Nueva exhibición de los pintores
impresionistas», O. C., t. 19, p. 304.
34
J. Ramos. Op. cit., p. 15.
35
S. Rotker (op. cit., p. 34) señala la siguiente diferencia entre los códigos de
la escritura martiana y la de otros modernistas: «Si los modernistas se carac-
terizan por su intento de crear espacios de condensación para lo contradic-
torio como el símbolo o la crónica, la diferencia básica de José Martí con
los demás está en que él se formuló un espacio o resolución para el antago-
nismo decepción-futuro, el espacio de la lucha».
36
José Martí. Nuevas cartas de Nueva York (op. cit., p. 65). Ver, por ejemplo, la
siguiente expresión de fe: «¡Oh, el hombre es bueno, el hombre es bello, el
hombre es eterno! Cuando todo él parece comido de gusanos, entonces
brilla de súbito con mayor fulgor».
37
José Martí. «Carta de Nueva York. El proceso de Guiteau», O. C., t. 9,
p. 223. Una de las muchas señas del discurso ambivalente de la moder-
nidad en los textos martianos es la siguiente observación positiva sobre la
evolución del gusto cultural americano: «Hay en Estados Unidos [
] un
ansia ávida de mejoramiento artístico».
38
José Martí. Nuevas cartas de Nueva York. Op. cit., p. 65.
39
Id., p. 66. «¿Cómo se pregunta se ha de decir bien en una mera carta de
periódico, escrita ahogadamente sobre la barandilla del vapor, toda la signi-
ficación de un movimiento que trata de cambiar pacíficamente las condicio-
nes desiguales en que viven los hombres».
40
Idid.
41
Id., pp. 66 y 67. Curiosamente, Martí, como en otras formulaciones textua-
les en su obra, metaforizó el adorno excesivo del estilo por medio de una
imaginería maniqueísta. Lo identificaba con la «mano afeminada», mientras
que los «actos» del hombre le merecían la caracterización de viril. Cabe
advertir, sin embargo, que Martí no despreciaba lo femenino. Al contrario,
muchos son los momentos en que lamenta su ausencia en el arte. En sus
Escenas Norteamericanas comenta que lo que le falta al pueblo norteame-
199 DISCURSO Y CULTURA DE LA NACIÓN...
58
José Martí. «Política internacional y religión. Haití y Estados Unidos»,
O. C., t. 12, pp. 418 y 419. (La cursiva es nuestra).
59
José Martí. «Longfellow», O. C., t. 13, pp. 225-231.
60
José Martí. «Carta a Bartolomé Mitre y Vedia, 19 de diciembre de 1882»,
O. C., t. 9, pp.17 y 18.
61
José Martí. «Fiesta de la Liga de Propiedad Literaria», O. C., t. 11, p. 369.
En apoyo del shift, o sea, del vaivén constante, del discurso martiano no es
monolítico, no es constante ni consistente, como todo discurso de la mo-
dernidad compárese la declaración siguiente sobre el otro Lowell: «[
]
vendido a la prosperidad, ya se le ha helado el genio [
] preside por la
autoridad que le viene de la vanagloria de haberla adulado».
62
Ibid.
63
José Martí. «Un gran baile en Nueva York», O. C., t. 11, p. 393.
64
José Martí. «Cartas de Martí. Primavera», O. C., t. 9, p. 402.
65
José Martí. «Carta al secretario de la Sociedad Literaria Hispanoamericana
de 30 de octubre de 1891», O. C., t. 6, p. 82.
66
José Martí. «Carta de Nueva York. Política», O. C., t. 9, p. 308.
67
H. K. Bhabha. Op. cit., p. 306.
68
José Martí. «Cartas de Martí. La casa y el ferrocarril», O. C., t. 10, p. 231.
69
José Martí. «Cartas de Martí. El arte en Estados Unidos», O. C., t. 13,
p. 479.
70
José Martí. «Cartas de Martí. Nueva York en otoño», O. C., t. 11, p. 83. (La
cursiva es nuestra).
71
Id., p. 84.
72
Ver sobre la cuestión de «alertar», el estudio de Hebert Pérez Concepción:
«José Martí: historiador de Estados Unidos, previsor de su desborde impe-
rialista. El alerta a nuestra América», en Universidad de La Habana, 238,
1990.
73
José Martí. «Crónica norteamericana», O. C., t. 12. p. 113. (La cursiva es
nuestra).
74
José Martí. «Fiesta de la Liga de Propiedad Literaria», O. C., t. 11, p. 370.
(La cursiva es nuestra).
75
Ver nuestro estudio sobre Martí y la novela moderna en que explicamos la
función de estos términos: «Transtextualización y socialización ficticias:
Misterio y Ramona», en el Anuario del Centro de Estudios Martianos,
La Habana, no. 13, 1990, pp. 288-298. El neologismo transtexto alude a
la inserción del texto traducido en la producción textual martiana y su
incorporación integral dentro de su sistema semántico e ideológico.
76
José Martí. «Misterio. Prólogo a la edición española», O. C., t. 24, p. 40. (La
cursiva es nuestra).
77
Roberto González Echevarría: «Colón, Carpentier y los orígenes de la
ficción latinoamericana», La Torre II, 1988, p. 442. Su concepto esencial es
el siguiente: «[
] lo que hemos convenido en llamar novela
pretende
siempre no ser novela y sobre todo reniega de ser literatura; la novela quiere
201 DISCURSO Y CULTURA DE LA NACIÓN...
109
José Martí. «En Estados Unidos. Resumen de noticias», O. C., t. 11,
p. 362.
110
José Martí. «Louisa May Alcott», O. C., t. 13, p. 193. La voz martiana,
emitida desde el otro discurso especular, se manifiesta en este ensayo
también: «De seguro que su nombre no es conocido en nuestros países,
como no lo era el de su padre, el filósofo Amos Bronson Alcott».
111
Ibid.
112
Id., p. 194.
113
José Martí. «Emerson», O. C., t. 13, p. 18.
114
Id., p. 30.
115
José Martí. «Libros americanos. Plática de libros», O. C., t. 13, p. 419.
116
José Martí. «Repertorios, revistas y mensuarios», O. C., t. 13, p. 428.
117
José Martí. «Críticos de Chicago», O. C., t. 13, p. 462.
118
Utilizamos el adjetivo que Martí empleó para referirse a los países hispano-
americanos.
El escritor*
Fina García Marruz
cho: «En buena hora que la política sea artística y pocas cien-
cias requieren tanto arte y mesura, estudio y buen gusto como
ella. Pero ha de ser sincera». Vuelve a su punto inicial, la raíz
ha de ser sincera, el arte basarse en lo real. Piensa que sólo en
tanto que la vida llega, en su voluntad de crecimiento artístico
y esto del crecer constante es otro de los temas de Martí, a
hacerse bella, podrá irradiar y perdurar.
Hay entonces, como si se dijera, dos realidades: unas que
llegan a consumar lo artístico, otras que tienden a ello. Cree
que todo lo real es simbólico, pues las realidades menos per-
fectas copian a las otras. Todas las esferas de lo real se corres-
ponden. De ahí la idea del encadenamiento maravilloso, que
es como una potencia metafórica en la raíz misma de la vida,
de ahí «la ley de enlace», el «extraordinario producto artísti-
co». De ahí también que diga buscar «la ley del incesante, del
ahondador, del radical, del infatigable movimiento». ¿Cómo
no ha de ver en todo lo que impide este crecer que tiende a
realizarse cada vez en formas más puras, un crimen, cómo no
ha de ver con horror todo lo que sea un encarcelamiento del
espíritu humano, si ama tanto la expansión», ese eje del que
nos dice que en torno a él todo lo demás gira? Nada ha de
impedir esta raíz de libertad en los senos de la vida misma. Se
ha estudiado por Concha Meléndez3 esta constancia en Martí
de la idea del crecer. «Mi verso crecerá: bajo la yerba / yo tam-
bién creceré». Todo se afina y purifica, y el diamante «antes
que luz, es carbón». Su mismo buscarle a cada hecho, las cau-
sas, es en él menos de raíz científica que artística, es gozo de
creador que ve cada cosa como producto de un estado ante-
rior más rudimentario en que ella se purifica y crece. Pues no
siempre explica Martí las realidades a través de sus causas
directas. Véase que en el caso de las guerras de independen-
cia sudamericana, en el penetrante análisis que hace de los
elementos que entraron a formar parte de la sociedad colo-
nial, se halla de pronto con que ellos no bastaban para expli-
car la gesta heroica. Todo parecía propiciar un mundo inerte,
sin originalidad ni brío, y de él sale lo que Martí gustaba lla-
FINA GARCÍA MARRUZ 218
cos y los arruinó. Por acá y por allá hay una gota de sangre en
su fortuna. Tomó tanto whisky como había vendido. Levantó
un palacio donde no se ve del oro. Murió triste».
No podemos detenernos aquí a ejemplificar de modo sufi-
ciente el procedimiento que adopta para abarcar los grandes
conjuntos en que interviene una complejidad mayor de carac-
teres y situaciones, para referirnos sólo a las crónicas, sin ro-
zar siquiera el tema de los discursos. Podemos decir, sin te-
mor a exagerar, que cada una de sus crónicas es un universo
con leyes propias, cuya clave podría ser la penetración amoro-
sa de cada realidad en lo que tiene de único y distinto, la unión
de la concepción grande y la ejecución detallada, el imposible
encuentro de lo particular y lo arquetípico. Tampoco pode-
mos estudiar aquí el milagro de su frase incidental, en la que
habría que detenerse con alguna calma. Cientos de retratos
acabados o de esbozos geniales pudiéramos extraer nada más
que de bracear un poco en ella. A veces le bastan tres o cuatro
palabras para evocar un personaje o una época, arte que com-
plementa con el del vasto análisis minucioso de toques pictó-
ricos. Pues esta capacidad suya para incorporarse una situa-
ción y hablar desde ella se vio en él complementada por otra
de signo inverso, como ya hemos visto que es frecuente en
Martí, y es el dominio de lo que llamó, a propósito de su
poética, «el arte de las distancias», cuyas implicaciones apenas
podemos tratar aquí. No damos tampoco ejemplo de sus fi-
guras en movimiento, de que es muestra el retrato magistral
que dejó de Carmencita la Coja, que algunos creyeron la fa-
mosa bailarina española de los versos. Pero no podemos re-
sistir la tentación de citar así sea un fragmento de su crónica
del político Blaine, en que leemos:
«El ojo es retador, agresivo, frío, viscoso, y más muro que
puerta, hecho para citar al combate y gozarse en él, y en ver
postrado al enemigo, y no, como otros, para llamar a los hom-
bres y dejar que entren como en casa propia por el palacio del
alma. Es ojo que espera a pie, que no se echa atrás, que no se
cierra de noche, que ha vuelto cínico y duro de su viaje por las
FINA GARCÍA MARRUZ 224
1
Rubén Darío. Poesías completas, Aguilar, Madrid, 1925, p. 594.
2
Manuel Pedro González. Indagaciones martianas, Universidad Central de
Las Villas, 1961, p. 59.
3
Concha Meléndez. «El crecer de la poesía de Martí», en Memoria del Congreso
de Escritores Martianos, Ucar García, La Habana, 1953, p. 638.
4
John Dewey. El arte como experiencia, Fondo de Cultura Económica, Méxi-
co, 1949, pp. 6 y 7.
Notas sobre La Nación, Bartolito
Mitre y José Martí*
Enrique López Mesa
*Ponencia leída en el Taller «José Martí y el periódico La Nación: 120 años des-
pués», celebrado en el Centro de Estudios Martianos el 9 de julio de 2002.
231 NOTAS SOBRE LA NACIÓN...
tar juicio enemigo sin que haya sido antes pronunciado por
boca de la tierra», ni «adelantar suposición que los diarios,
debates del Congreso, y conversaciones corrientes no hayan
de antemano adelantado».6
Comenzaba así la colaboración regular de Martí con el
periódico de los Mitre, uno de los grandes voceros de aquella
burguesía liberal porteña de la década de 1880, la cual como
dijera Aníbal Ponce «gobernaba como cosas de familia los
negocios del país, pero que sabiendo gustar los más finos
matices de la literatura y del arte, ponía siempre una nota de
buen gusto lo mismo en sus virtudes que en sus vicios».7
Desde su primera crónica, La Nación se convirtió en un
trampolín para el conocimiento de Martí en el cono sur.
Bartolito Mitre le informaba que esta había sido reproducida
«en numerosos periódicos»,8 práctica que se mantendría a lo
largo de los años, sin que Martí percibiera remuneración al-
guna por ello. Por su parte, entre 1883 y 1885, La Nación
reprodujo más de treinta artículos de Martí tomados de la
revista neoyorquina La América, que el Apóstol dirigiera en
esos años, y facilitó así que llegaran a un público mayor.9
En agosto de 1883 Martí le comentaba a Manuel Mercado,
su alter ego mexicano, que en La Nación ya empezaban a que-
rerle,10 y el 13 de noviembre de 1884 le decía al propio Mer-
cado que el dinero que recibía de La Nación lo destinaba a su
madre.11 El convenio original entre Bartolito Mitre y Martí
había sido por una crónica mensual, pero en 1885 estas ya
eran quincenales. El 8 de agosto de 1887 Martí le comenta a
Mercado que el diario porteño le pagaba cuarenta dólares
mensuales por ambas crónicas.12
Lamentablemente, la antes citada carta de Bartolito Mitre
a Martí de 26 de septiembre de 1882 y la respuesta de 19 de
diciembre del mismo año son las dos únicas piezas que cono-
cemos del epistolario que obligatoriamente tuvo que existir
entre ambos hombres a lo largo de más de ocho años y me-
dio. De ahí que, al igual que en otros aspectos o períodos de la
vida de Martí aún insuficientemente investigados, en sus
ENRIQUE LÓPEZ MESA 236
1
Martí inició sus crónicas norteamericanas en el diario caraqueño
La Opinión Nacional (1868-1892), cuyo fundador, director y pro-
pietario fue Fausto Teodoro de Aldrey (1825-1886). El Apóstol comen-
zó a colaborar con La Opinión Nacional durante su estancia en Venezuela
(20 de enero al 28 de julio de 1881). Tan pronto se estableció definitiva-
mente en New York fue su corresponsal allí desde agosto de 1881 hasta mayo
de 1882, cuando renunció a su empleo a causa de la nueva tendencia polí-
tica del diario. A diferencia de las que publicara en La Nación, las
corresponsalías de Martí para La Opinión Nacional también cubrían el acon-
tecer europeo. El hecho de que el diario porteño contara con corresponsa-
les en el viejo continente y servicio telegráfico lo eximió de esta tarea.
En 1886 Martí comenzaría a desempeñarse, además, como corresponsal
neoyorquino del periódico El Partido Liberal, de Ciudad México, para el
cual simultanearía los despachos que desde 1882 enviaba a La Nación.
A partir de enero de 1889 también remitiría dos cartas quincenales al perió-
dico montevideano La Opinión Pública, cuidando de que sus temas fueran
«diversos de los que trate en cartas para otros diarios». José Martí. Epistolario.
Compilación, ordenación cronológica y notas de Luis García Pascual y
Enrique H. Moreno Pla, t. II, Centro de Estudios Martianos, Editorial de
Ciencias Sociales, La Habana, 1993, p. 69.
2
Apud. Adolfo M. Sierra: «Prólogo», en Bartolomé Mitre y Vedia, Páginas
serias y humorísticas, 3a. ed., Buenos Aires, W. M. Jackson, 1947, p. XVII.
3
La oficina comercial de Carranza & Co. radicaba en Wall Street no. 60,
salón 20. El Apóstol mencionó elogiosamente a Carranza en artículos su-
yos para La Nación y La América de 1883, y en el año 1884, con motivo de
un viaje de este a México, le entregó una afectuosa carta de presentación para
su amigo Manuel Mercado. En agosto de 1884 Martí dejó de trabajar con
Carranza. No obstante, las relaciones se mantuvieron, pues en 1888 Carranza
le compró mil ejemplares de su traducción de la novela Ramona, de Helen
Hunt Jackson que Martí había publicado por cuenta propia, para enviar-
los a Buenos Aires.
4
Destinatario José Martí. Compilación, ordenación cronológica y notas de
Luis García Pascual, Casa Editora Abril, La Habana, 1999, pp. 107-109.
5
Domingo Faustino Sarmiento. Mi vida. Texto anotado y ordenado por
Julio Noé, t. II, Ángel Estrada Editor, Buenos Aires, 1938, p. 163.
6
José Martí. Epistolario, t. I, p. 258.
ENRIQUE LÓPEZ MESA 242
7
Aníbal Ponce. «La vejez de Sarmiento», Obras completas, t. 1, Ed. Cartago,
Buenos Aires, 1974, p. 326.
8
Destinatario..., p. 107.
9
La línea de reproducir artículos de Martí paralelamente a la publicación de
sus colaboraciones la inició La Nación el 10 de diciembre de 1882, con el
artículo «Oscar Wilde», que antes había aparecido en El Almendares, de
La Habana, y La América, de Madrid.
10
J. Martí: Epistolario, t. I, p. 267.
11
Id., p. 286.
12
Id., t. II, p. 397.
13
Id., t. I, p. 413 y t. II, p. 23.
14
J. Martí: Obras completas, t. 13, Editorial Nacional de Cuba, La Habana,
1963-1973, p. 335.
15
Destinatario..., p. 173.
16
El escritor, historiador y diplomático argentino Vicente Gregorio Quesada
(1830-1913) publicó en París, en 1890, su libro Crónicas potosinas; costum-
bres de la edad medieval hispanoamericana, en dos volúmenes que compila-
ban los artículos publicados por Quesada en su Revista de Buenos Aires en la
década de 1860. En el momento de la aparición del libro, Quesada era
ministro argentino en Washington y Martí cónsul de dicha nación en New
York. Además, los unía una sincera amistad. Por carta de Martí a Quesada
de 20 de junio de 1890 (J. Martí, Epistolario, t. II, pp. 208-210) sabemos
que el Apóstol escribió un estudio sobre el libro, al que en dicha fecha sólo
le faltaban los retoques finales. En carta de 21 de octubre de 1890 Martí le
informa a Quesada que su estudio ya va «camino de la prensa» y que con-
sidera que es «lo más cordial y vivo» que ha salido de su pluma. (Id., pp. 223 y
224). Lamentablemente ese estudio figura entre las páginas de Martí que no
han llegado a nosotros, aun en el caso de que haya sido publicado en su
momento.
En ese mismo año de 1890 el escritor y periodista boliviano, radicado en
Buenos Aires, Julio Lucas Jaimes (1840-1914) tenía una sección fija en
La Nación, titulada Brochazos, la cual firmaba con el seudónimo Brocha
Gorda. En 1890 y 1891 dedicó algunas de las entregas de su sección a
crónicas potosinas, redactadas por él sobre los mismos hechos que habían
servido de base a las de Quesada. Al coincidir esto con la aparición del libro
del último, Brocha Gorda dedicó su sección de 12 de noviembre de 1890
a criticarlo. Quizás Jaimes, por ser natural de Potosí, se consideraba más
autorizado que el bonaerense Quesada para escribir sobre los tiempos colo-
niales de su villa natal. Cuatro días después, el 16 de noviembre de 1890, y
con el título de «Simple aclaración», apareció en la primera página de La Nación
una carta del también escritor y periodista Ernesto Quesada (1858-1934),
hijo de don Vicente Gregorio, dirigida al director del periódico y en la cual
respondía las críticas de Brocha Gorda al libro de su padre. En carta a
Quesada padre, Martí calificó esta respuesta de «contundente y caballeres-
243 NOTAS SOBRE LA NACIÓN...
favorables como las suyas, que no era muy mi amigo. Y ve las cosas que se ha
puesto a escribir.Como hijo que se alegra de que sus padres vean la prueba
de que no los deshonra, me alegraría yo, pensando más que en mí en aque-
llo para que pudiera servir yo mañana, de ver republicado allí ese juicio».
Al año siguiente, cuando recibió la noticia de la muerte del prócer argenti-
no, le comentó a Mercado: «Se fue del mundo sin que le llegara noticia de
mi agradecimiento. Pero contestarle sobre su estupenda celebración, ¿no era
parecer como que me creía merecedor de ella? Y entre vano o ingrato, preferí
parecer ingrato, aunque no hay para mí cosa que haga más feo el mundo».
Y acto seguido le informaba de su intención de escribir un artículo sobre
Sarmiento para El Economista Americano. (J. Martí, Epistolario, t. I, pp. 375
y 379; t. II, p. 60). Desconocemos si Martí llegó a publicar el artículo, pues
la colección de El Economista Americano está incompleta. Pero en 1889,
desde las páginas de El Partido Liberal, le rindió un breve tributo póstumo
al escribir: «Sarmiento sentó a la mesa universal a su país, y lo puso a jugar
con modelos de escuelas, de máquinas norteamericanas, de ferrocarriles». Es
sobradamente conocida la crítica hecha por Martí, en 1891, de la concep-
ción de Sarmiento sobre la antinomia civilización-barbarie, planteada en su
Facundo. Sin embargo, en ese mismo año Martí lo calificó de «libro funda-
dor». (J. Martí. Obras completas, t. 7, p. 59).
20
Rubén Darío. «José Martí». La Nación, 1 de junio de 1895, Buenos Aires,
p. 6, columna 1.
21
Manuel de la Cruz. «Desde Nueva York. José Martí». La Nación, 16 de
noviembre de 1895, Buenos Aires, p. 3, columna 3.
22
Juan Marinello. 18 ensayos martianos, Centro de Estudios Martianos, Edi-
ciones Unión, La Habana, 1998, p. 252.
23
Manuel Pedro González. José Martí. Epic Chronicler of the United States in the
Eighties, The University of North Caroline Press, Chapel Hill, 1953, p. 28.
Martí en La Nación de Buenos Aires
(1885-1890)*
Frida Weber
23 de febrero de 1890
Tomado de Archivo de José Martí, La Habana, vol. VI, no. 19-22, ene.-dic. de 1952.
247 MARTÍ EN LA NACIÓN DE BUENOS AIRES...
que los pueblos del Sur son frente al Norte «pueblos de origen
y fines diversos» (20 de diciembre de 1889). Tan extranjera es
Europa como Norteamérica: al referirse a la doctrina de Monroe,
dice: «¿Se ha de invocar el dogma contra un extranjero para
traer a otro?». Más aún: recordando la actitud hostil o indife-
rente que siempre observa con Estados Unidos, llega a llamar-
lo el «único enemigo» de América del Sur. En esos mismos
momentos, al reunirse el congreso, se habla de negociaciones
entre España y Estados Unidos, para permitir a aquella un do-
minio más seguro en Cuba, o para comprarla este.18 Estados
Unidos se prepara a dar una batalla comercial a Europa, y
América debe negarse a ser su aliada.19
En todas estas cartas Martí toca asuntos de íntimo interés;
es la vida de su América la nuestra, y las ideas se suceden
rápidas, en largos párrafos, difíciles de desentrañar, articula-
dos apresuradamente, al correr de las ideas. Estamos muy
lejos del párrafo corto de la crónica de actualidad o del otro
amplio y reposado de las maravillosas crónicas de arte, carga-
das de saber y emoción.
Pero la conferencia va a llevar un camino distinto del que
le querían imponer Blaine y sus compatriotas (salvo muy po-
cas excepciones). Los pueblos del Sur unidos la orientarán
hacia fines más desinteresados. El temor, la angustia con que
se cierra la correspondencia de 1889 y que tan certeramente
nos llegan, se va disipando. En la carta del 9 de mayo la espe-
ranza vuelve e irá creciendo hasta traducirse en una sinfonía
de entusiasmo cuyos primeros acordes están aquí: aún no se
atreve a esperar un triunfo completo, pero ya dice: «No es
hora aún de reseñar, con los ojos en el porvenir, los actos y
resultados de la Conferencia de América, ni de beber el vino
del triunfo...». No es hora aún, pero Martí tiene ya en su espí-
ritu la luz que le permite mirar el porvenir sin que lo oscurez-
ca la angustia. Luego, palabras de sereno entusiasmo que el
porvenir no desmentirá.20
La nota más aguda de su confianza y entusiasmo la dan
estas palabras en que augura un futuro de unión americana:
«Acaso lave la culpa histórica de la conquista española en
255 MARTÍ EN LA NACIÓN DE BUENOS AIRES...
1 de noviembre de 1890
Martí periodista
Bibliografía
La Nación. 1885-1890.
JOSÉ MARTÍ: Páginas escogidas, Edición Garnier, París, 1919.
: «Flores del destierro», versos inéditos, publicados por Gonzalo de Quesada
y Miranda en Revista Bimestre Cubana, La Habana, 1932, vol. XXX, no. 3.
GONZALO DE QUESADA Y MIRANDA: Martí periodista. La Habana, 1929.
E NRIQUE D IEZ -C ANEDO: «Heredia y Martí», en Revista Bimestre Cubana,
La Habana, 1932. vol. XXX, no. 2.
PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA: Martí en Sur, Buenos Aires, 1932.
JORGE MAÑACH: Martí, el Apóstol. Madrid, 1933.
1
Las mujeres que han elegido por candidato a la presidencia, a una leguleya de
Washington, a Silvia Lockwood, que anda en triciclo (28 de julio de 1888).
273 MARTÍ EN LA NACIÓN DE BUENOS AIRES...
2
De esta mujer sesuda e independiente, de esta mujer redimida, de esta mujer
que sería perfecta si supiera ser tierna, de esta mujer que no sabe sonreír, de
esta mujer nueva de Estados Unidos parece ser tipo cabal la hermana del
presidente, Rosa Elizabeth Cleveland (1 de agosto de 1887).
3
«Pero lo que hay que inquirir es la función de las mujeres en el mundo: y
educarla de modo que sin que el hombre tenga que desdeñarla por nula o
ignorantona, viva feliz y en digna libertad en su función sublimeque es la
madre. Hay azadas y aromas» (13 de septiembre de 1890).
4
«El trabajo es romántico. La vida es romántica. Sólo la necedad no lo es. El
que seca el romance seca la vida. El trabajo es piadoso. ¿Quién da más
limosna, quién tiene el corazón más blando que los trabajadores?» (22 de
noviembre de 1888).
5
«El norteamericano... en sus lienzos como en sus edificios, como en sus
negocios, como en sus vías de comunicacionescual a lo suyo naturala lo
grandioso» (13 de marzo de 1888).
6
«(Cleveland) vio claro, habló claro, obró claro. Este país fuerte confió en
este hombre fuerte. Este país libre aplaudió a este político libre. Este país
determinado admiró a este gobernante determinado. Este país inquieto se
encariñó con este enérgico moderador». (30 de junio de 1888).
7
«Con las avalanchas que de año en año caen del mundo sobre esta caldera,
y con lo vivo del fuego en este país afanado y libre, este país de hombres
recién llegados e impacientes, en este país de esfuerzo propio y vida sola...».
8
(17 de noviembre de 1887).
9
(2 de noviembre de 1888).
10
«...y su conformidad con su pueblo en aquella condición de atreverse a
todo sin miedo, sin respeto ni derecho, que es nota del carácter de los
norteamericanos» (24 de febrero de 1887).
11
«...en esta jornada grandiosaque estallara acaso por falta de bondad... (4 de
mayo de 1887).
12
«Más que a cualesquiera otros convienen estas embestidas de lo desconoci-
do a los pueblos utilitarios, en quienes, como ayer se vio, las virtudes que el
trabajo nutre bastan a compensar, en las horas solemnes, la falta de aquellas
que se debilitan con el egoísmo» (27 de abril de 1888).
13
Por un lado es ala el hombre que mira al cielo; y por el otro es hocico,
clavado en la tierra: hay que empujar perennemente el ala» (16 de octubre
de 1887).
14
«La república popular se va trocando en una república de clases» (17 de
mayo de 1888). «Y lo que se ve es, que va cambiando en lo real la esencia del
gobierno norteamericano, y que... la república se hace cesárea e invasora, y
sus métodos de gobierno, con el espíritu de clases de la monarquía, vuelven
a las formas monárquicas. ¡La república llana y castiza, que no resiste, en
verdad, con la buena fortuna que debiera! (28 de febrero de 1889).
«De una apacible aldea pasmosa se convirtió la república en una monarquía
disimulada. Esta república por culto desmedido de la riqueza, ha caído, sin
FRIDA WEBER 274
24
«¿Quién no regala en estos días únicos en que no es triste la nieve?» (12 de
febrero de 1888).
25
«Acá, como en casi todas partes, pueden todavía más los intereses que la
justicia» (15 de agosto de 1886).
26
«Donde luce un espíritu sincero los hombres se congregan y siguen el
camino como detrás del manso la majada» (4 de septiembre de 1887).
27
«Allí se curaban los enfermos de ver tanto hombre sano. ¡Qué robustez!
¡Qué viril ingenuidad! ¡Qué encanto en aquellas sonrisas! ¡En aquellos
pasos, qué anuncio!» (23 de octubre de 1887).
28
(16 de agosto de 1887).
29
«Así mueren los pueblos, como los hombres cuando por bajeza o por
brutalidad prefieren los goces violentos del dinero a los objetos más fáciles
y nobles de la vida. El lujo pudre» (22 de noviembre de 1888).
30
«El hombre ha de crear: ideas o hijos» (10 de noviembre de 1889).
31
«¡Con toda la majestad de sus pesares, con todo el empuje de olas de su
juicio, con todo ese universo de alas que le golpea de adentro el cráneo, no
es el hombre más que una de esas burbujas resplandecientes que danzan a
tumbos ciegos en un rayo de sol! ¡Pobre guerrero del aire, recamado de oro,
siempre lanzado a tierra por un enemigo que no ve, siempre levantándose
aturdido del golpe, pronto a la nueva pelea, sin que sus manos le basten
nunca a apartar los torrentes de la propia sangre que le cubren los ojos! ¡Pero
siente que sube, como la burbuja por el rayo de sol, pero siente en su seno
todos los goces y luces, y todas las tempestades y padecimientos de la natu-
raleza que ayuda a levantar!» (14 de octubre de 1886).
32
«La noble tristeza de los creadores sombreaba la frente de aquel joven
glorioso (22 de junio de 1887). ...Hebbel que se le pareció (a Burns) en lo
sencillo y profundo, aunque no en la melancolía, que Hebbel supo domar,
como que era menor su genio» (4 de febrero de 1889).
«Tiene en sus ojos la melancolía inefable de los que han mirado tenazmente
en lo hondo de la naturaleza» (25 de septiembre de 1886).
33
«¿Dónde mejor que en aquel nocturno espacio están representadas la pre-
gunta incesante del hombre y el misterio sereno de la vida? ¡Domémosla de
jóvenes, y luego de bien curtidos y desnudos, volvamos a ti, naturaleza!»
(22 de junio de 1887).
34
«Las religiones en lo que tienen de durable y puro, son formas de la poesía
que el hombre presiente» (4 de septiembre de 1887).
35
«Porque el cristianismo siente como el morir, en los umbrales de la iglesia
nueva donde con el cielo por techo se sentará el Cristo católico junto al
Cristo hindú, con Confucio de un lado y Votan de otro, sin más clérigos
que el sentimiento del deber, ni más candelabros que los rayos, ni más
incensario que los cálices de las flores: y en esta agonía del dogma de la
cristiandad» (8 de junio de 1890).
36
(4 de septiembre de 1887).
FRIDA WEBER 276
37
«Pan no se puede dar a todos los que lo han menester; pero los pueblos que
quieren salvarse han de preparar a sus hijos contra el crimen; en cada calle un
kindergarten; el hombre es noble y tiende a lo mejor: el que conoce lo bello,
y la moral que viene de él, no puede vivir luego sin moral y belleza; la
infancia salva: una ciudad es culpable mientras no es toda ella una escuela; la
calle que no lo es, es una mancha en la frente de la ciudad. ¿A quién ir con
la frente coronada de palacios, y los gusanos hasta las rodillas?» (8 de junio
de 1890).
38
«Los periódicos mismos que debían ser los verdaderos sacerdotes» (14 de
abril de 1887).
39
«...a los diarios americanos falta, por lo complejo y rápido de la vida, aquel
barniz de arte y como trabazón de todas sus porciones que los hace gratos
de ver como un mueble fino y se agradece como una caricia; pero son tan
varios sus asuntos, tan idóneo cada escrito para su tema, tan vivos y recientes
los sucesos que narran, tan bien compuestos y jugosos los editoriales, las
descripciones tan literarias de puro fieles, tan francas y pintorescas... (falta)
el desinterés que falta también en la nación: el calor humano que consiste en
verse a la vez como parte del mundo, y no por sobre él o mirándolo como
fuente de noticias» (24 de marzo de 1889).
40
(22 de junio de 1887).
41
«Parece que la libertad, dicha del mundo, puede transformar la misma
muerte. Ella hace posible el decoro del hombre» (26 de mayo de 1887).
42
«El hombre es feo pero la humanidad es hermosa. La humanidad es alegre,
paciente y buena» (9 de marzo de 1888).
43
«...verdad que tuvo detrás de sí... un pueblo de su mismo origen y tenden-
cias, que en aquel hombre que adelantaba y arrollaba reconocía con placer
su propio espíritu».
«La nación de los hombres ha empezado, y este muerto, a pesar de sus
grandes errores, ayudó a abrir camino para ella».
44
Otros casos: el explorador Stanley, que recorrió África, estudió sus ríos, creó
posesiones europeas destruyendo la paz y vida primitiva de los negros:
«Pero se ve, cuando habla, la agonía de la marcha, el abejeo del campamen-
to, el tronco secular que cae envuelto en sus festones. El cielo húmedo y
pavoroso. Y el hombre duro y egoísta» (26 de diciembre de 1890).
Para dar idea de la tragedia de la inundación de Johnstown opone la vida
tranquila y feliz de antes («mientras los hombres horneaban el metal, las
mujeres atendían a sus hogares primorosos, o cosían en los portales») al
cuadro de desolación que dejó tras sí la inundación: «Johnstown es un
ataúd» o «nadie llama a otro de modo que se le oiga. Nadie habla alto» (26 de
julio de 1889).
45
«...Él oye de lado... él conoce sus tiempos que son de fuerza plena...: él ha
visto de la otra América cosas que no debía ver» (17 de abril de 1889).
Habla de Blaine, avasalladora personalidad política.
277 MARTÍ EN LA NACIÓN DE BUENOS AIRES...
*Tomado de Fundación de una escritura: las crónicas de José Martí, Casa de las
Américas, La Habana, 1991.
279 AVENTURAS Y TRANSGRESIÓN DE UNA ESCRITURA...
JOSÉ MARTÍ
Entrada en el bazar
objetual destinada a entrar por los ojos de los iguales, los bur-
gueses de porte que remeda al versallesco en La edad de la
inocencia, pero, de manera cada vez más inmediata, por los
ojos de las masas populares. El estilo alto se convierte en
modelo y en norma, la estilización de la vida se da como es-
pectáculo y como forma principal de ser en el presente; todos
han de imitarlo, en su medida posible. La estilización repro-
duce por otro camino y también encubre disimulándola con
nuevos ropaje la explotación.
Esta falta de ventilación, que Benjamin critica como sinó-
nimo del cierre, expresa de manera vigorosa lo que está en
juego en la cultura del momento. En la transición y la crisis de
crecimiento, y de conflictos no previstos, del capitalismo de
producción incipiente, la apertura del escenario del bazar
mundial va a ir instaurando un nuevo espacio-tiempo, un nue-
vo ritmo, exterior y, lo que es más importante, interior. El
surgimiento del presentismo y de la aproximación fruitiva,
estetizante, a las cosas, comienza a instaurarse en ese primer
momento de la publicidad, del espectáculo.
Es la exclusión disfrazada de seducción, de participación
imaginaria, que se generaliza en las grandes exposiciones uni-
versales que superan el comercio local de manera definitiva.
1
Las referencias están espigadas de los cuatro tomos que abarcan la década
de 1883 a 1893, año de la Exposición Universal de Chicago. En la edición
de sus obras, son los que llevan el acápite «En Estados Unidos». José Martí.
Obras completas, t. 9-12, Editora Nacional de Cuba, La Habana, 1963,
ambos inclusive.
317 FÁBULA DEL BAZAR AMERICANO...
2
José Martí. Op. cit., t. 9, pp. 15 y ss.
3
Id., t. 5, p. 250. Recojo esta cita en Varios. José Martí. Obra y vida. Monográfico
de poesía, Ministerio de Cultura, Ediciones Siruela, Madrid, 1995.
4
La idea de estas notas vino en la recopilación de materiales para mi trabajo
La fábula del bazar: orígenes de la cultura del consumo, Machado Libros,
Madrid, 2002. En él me he ceñido al contexto europeo desde el Marx del
fetichismo de la mercancía hasta el período de entreguerras. Anotar frag-
mentos martianos ahora es fruto de un descubrimiento, en mí lamentable-
mente tardío, y por ello un tanto azacaneado, lo que exige dos acotaciones
para conjurar otros dos riesgos: mi pretensión es decir algo sobre el contex-
to, o mejor el contrapunto, europeo de Martí y no dar luz nueva alguna
sobre su estudiadísima obra (en este caso equivaldría, como dice el refrán
español, a «querer llevar hierro a Bilbao»); la segunda acotación es el radical
carácter de mero apunte que esto tiene. Aprovecho para agradecer a Jorge
Luis Acanda su invitación, su paciencia y su conversación siempre lúcida.
5
Uno de los trabajos más recientes, en esta línea, es la selección que, con el
título José Martí y el equilibrio del mundo, acaba de publicar el Fondo de
Cultura Económica, edición prologada por Armando Hart y selección y
notas del Centro de Estudios Martianos de La Habana, México, 2000.
6
Roland Barthes nos proporciona una pista para describir este fenómeno:
entiende que la escritura se forma en la dialéctica del estilo (lo significativo
del mundo interior, biográfico, corporal incluso del escritor) y de la lengua
(como repertorio de sentidos socialmente instituidos). Esta vieja no-
ción apareció en su temprano trabajo El grado cero de la escritura, Seuil,
París, 1965.
7
Pueden verse las muestras de este proceso en las cartas a Miguel Viondi
(Santander, 13 de octubre de 1879; Madrid, 29 de noviembre del mismo
año) y los relatos de las calles (muy del tipo de los apuntes de El rastro de
Ramón Gómez de la Serna), incluso una velada de flamenco de gran preci-
sión documental; en Varios. José Martí. Obra y vida. Op. cit., pp. 60 y ss.
8
Enrique José Varona. «Discurso pronunciado en la Sociedad Literaria His-
pano-Americana, 14 de marzo de 1896», en José Martí y el equilibrio del
mundo. Op. cit., p. 49.
9
Id., p. 48.
10
Id., p. 52.
11
José Martí. Op. cit., t. 11, p. 105.
12
Id., t. 11, p. 183. La cursiva es nuestra.
13
Id., p. 99.
14
Id., p. 79.
15
Thorstein Veblen. Teoría de la clase ociosa, Fondo de Cultura Económica,
México, 1974. Cotejar los hallazgos de este certero crítico de la opulencia
norteamericana con las crónicas de Martí merecería un trabajo monográfico,
precisamente por la proximidad de muchas de sus perspectivas; sobre todo,
que el consumo de las élites marca una pauta de representación de las identi-
dades de estatus, como nunca antes.
JOSÉ MIGUEL MARINAS 318
16
Hay una excelente recopilación crítica en Rafael Hernández (comp.). Mi-
rar el Niágara. Huellas culturales entre Cuba y Estados Unidos, Centro de
Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Haba-
na, 2000.
17
Por la documentación de que disponemos, vemos que hay un antecedente,
la propia Feria Mundial de Nueva York (1853-1854) dedicada a los Works
of Industry of all Nations. Una síntesis cuidada es la elaborada por el profe-
sor Jacques Bertrand, de la Universidad de Quebec. Una bibliografía muy
completa de las exposiciones universales es la International Exhibitions,
Expositions Universelles and World Fairs, 1851-1951. A Bibliography, a cargo de
A. Geppert, J. Coffey y T. Lau, Universidades de Florencia, Fresno y Cottbus,
disponible también en internet.
18
Walter Benjamin. «Das Passagen Werk», en Gessamelte Briefe, v. VI a y b,
Surhrkamp, Frankfurt, 1995.
19
Entre las muchas innovaciones que traen las exposiciones universales están
las de tipo científico: Quételet convoca este mismo año de 1853 el Primer
Congreso Internacional de Estadística a partir de los datos de la Expo de
Londres 1851, así como en 1895 se desarrolla la Convención Internacio-
nal del Metro, en París. Los sistemas de medida y de cuantificación de los
comportamientos sociales serán patrimonio y método de control en el capi-
talismo de producción. Véase a este respecto el interesante trabajo de Jesús
Ibáñez. Más allá de la sociología: el grupo de discusión, Siglo XXI, Madrid,
1983.
20
José Martí. Op. cit., t. 11, pp. 99-115.
21
Londres (1851) tuvo seis millones; París (1867), 6 800 000; Viena (1873),
más de siete.
22
José Martí. Op. cit., t. 11, p. 208.
23
Id., p. 307.
24
Id., t. 12, p. 506.
25
Id., p. 383.
26
La rivalidad que apunta Martí da lugar a una «tornaferia», el invierno
siguiente, en San Francisco, en la que se ensaya la iluminación eléctrica.
27
Retomo elementos de mi trabajo La fábula del bazar: orígenes de la cultura
del consumo. Op. cit., cap. 2.
28
El espectáculo mayor, además de las mercancías y obras de arte, fueron, sin
duda, las propias masas. Entre el 1 de mayo y el 11 de octubre pasaban
alrededor de cincuenta mil personas diarias por el recinto, con picos de más
de cien mil concretamente 109 915 el martes 7 de octubre a partir del
verano. Este espacio, cerrado luego y destruido el palacio, dio origen a una
réplica en Sydenham, en el sur de Londres, con un recinto mayor y un
gigantesco palacio de cristal que contenía escenarios mucho más exóticos
que el primero. Véase J. Auerbach. The Great Exhibition. A Nation on Dis-
play, Yale University Press, Boston, 1999, pp. 148 y ss.
319 FÁBULA DEL BAZAR AMERICANO...
29
La Asociación Internacional de Trabajadores data de 1862, fecha de la
Segunda Exposición Universal de Londres. Allí hablaron los trabajadores
ingleses y franceses para mutuo esclarecimiento. En la de París de 1867
piden unánimemente el desarme. Véase Walter Benjamin. Op. cit. Con todo,
esta tesis la de la fundación de la AIT en Londres 1862 es matizada
diciendo que se trata de «una visita dotada de una gran significación». De
hecho asisten 759 trabajadores elegidos como representantes.
30
Frank Hessel. Ein Flâneur in Berlin, Das Arsenal, 1984, p. 27. Redición de
la obra Spazieren in Berlin, de 1929.
31
Walter Benjamin. Op. cit.
32
Walter Benjamin. «Las exposiciones de industria como esquema secreto de
construcción de los museos. El arte: productos de la industria proyectados
en el pasado», Das Passagen Werk. Op. cit.
33
La institución del café como escenario de la nueva sociedad requeriría un
tratamiento monográfico. Una buena caracterización es la obra clásica de
Robert Burnand. La vie quotidienne en France en 1830, Hachette, París,
1943. Enumera los del Palais-Royal, el Café des Quatre Colonnes, el de la
Rénaissance, en la Plaza de la Bolsa, por el que desfila todo París, el Café des
Ambassadeurs en los Campos Elíseos. A esto añade un análisis temprano de
los cambios en la moda. Véase pp. 135 y ss. y el capítulo V, «Couturières et
tailleurs».
34
Véase K. Hetherington. The Badlands of Modernity. Heterotopia and Social
Order, Routledge, Londres, 1997, pp. 19 y 20.
35
C. Baudelot, R. Establet y J. Malemort en La petite bourgoisie en France
(Masperó, París, 1981, pp. 25 y 26) centran en el paso del taller a la tienda
moderna la mutación originaria del protoconsumo y la consiguiente géne-
sis de la pequeña burguesía contemporánea.
36
José Martí. Op. cit., t. 9, p. 45.
37
Karl Marx. «El carácter fetichista de la mercancía y su secreto», El capital.
Crítica de la economía política, v. I, Ed. de Pedro Scaron. Siglo XXI, pp. 87-91.
38
Gideon. «Bauen in Frankreich», citado por Walter Benjamin. Op. cit.
39
Walter Benjamin. Op. cit.
40
Clin Matthew, The Nineteenth Century, Oxford University Press, 2000; espe-
cialmente el capítulo titulado «Consumption and Recreation», pp. 56 y ss.
41
Le Palais de Cristal ou les Parisiens à Londres, obra estrenada en París el 26 de
mayo de 1851, en Walter Benjamin. Op. cit.
42
Eric Hobsbawm. La era del capital, 1848-1875, Crítica, Barcelona, 1998,
pp. 241 y ss.
43
José Martí. Op. cit., t. 9, pp. 277 y ss.
44
Id., t. 10, p. 393.
45
Id., t. 12, p. 386.
46
Id., t. 11, p. 184.
47
Son tantas las referencias a los grupos étnicos de los norteamericanos origi-
narios los «indios» que Martí recoge, que no sabría cuál elegir ahora. Uno
JOSÉ MIGUEL MARINAS 320
1
La crónica se encuentra en el t. 12, pp. 225-235 de las Obras completas de
José Martí, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991. Todas las citas
de Martí se harán por esta edición.
2
Aunque Martí habló en sus Escenas... de varias catástrofes ocurridas en
Estados Unidos, sólo a dos dedicó crónicas completas: el terremoto de
Charleston en 1886 (Op. cit., pp. 63-76), y la inundación en Johnstown.
Se puede hacer un paralelo entre ambas, aunque en esta última se concentra
más en la misma catástrofe, pues el terremoto de Charleston le da pie a
interesantes consideraciones sobre los negros, así como revisa varias hipóte-
sis científicas acerca de su posible origen.
3
Dicha idea, pero menos dominante estructuralmente, se encuentra presente
también en «El terremoto de Charleston», cuando habla de que estas desdi-
chas «hay que verlas desde lo alto de los cielos», pues son indispensables
«para el equilibrio de la creación», ya que el hombre es ¡pobre guerrero del
aire, recamado de oro, siempre lanzado a tierra por un enemigo que no ve,
siempre levantándose aturdido del golpe, pronto a la nueva pelea, sin que
sus manos le basten nunca a apartar los torrentes de la propia sangre que le
cubren los ojos! ¡Pero siente que sube, como la burbuja por el rayo de sol!:
¡pero siente en su seno todos los goces y luces, y todas las tempestades y
padecimientos, de la naturaleza que ayuda a levantar! (Op. cit., t. 11, p. 66).
4
Loc. cit., p. 235.
5
Op. cit., t. 7, p. 362.
6
Op. cit., t. 10, p. 135,
7
«Los dos príncipes» se publicó en el número de La Edad de Oro correspon-
diente a agosto de 1889 (Op. cit., t. 18, pp. 372 y 373). Martí había escrito
su crónica sobre Johnstown el 9 de junio de ese mismo año. En la segunda
parte del poema la muerte del hijo del pastor es donde más se aparta del
original de Helen Hunt Jackson. Particularmente en las imprecaciones de la
pastora: «¿Por qué tiene luz el sol?», «¡Pajarito, yo estoy loca, / llévame
donde él voló!», las cuales hacen recordar algunas de las frases que Martí
pone en boca de las víctimas de la inundación, así como puede hablarse de
una atmósfera luctuosa común a ambos textos.
8
Op. cit., t. 12, pp. 227 y 228.
9
Op. cit., t.18, p. 381.
10
Op. cit., t.12, p. 233.
11
Clara Barton (1821-1912). En 1898, a solicitud del presidente estadouni-
dense McKinley, se ofreció para prestar ayuda a los reconcentrados en Cuba.
SALVADOR ARIAS 336
1
José Martí. Epistolario, t. II. Compilación, ordenación cronológica y notas de
Luis García Pascual y Enrique H. Moreno Pla, prólogo de Juan Marinello,
Centro de Estudios Martianos-Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1993, p. 60.
2
Id., p. 117.
3
Ibid.
341 UN PROYECTO MARTIANO ESENCIAL...
4
Es de señalar que Edgardo, un sobrino de Aaron, hijo de su hermano
Eduardo, fue a establecerse en Honduras, en donde trabó amistad con
exiliados cubanos como Antonio Maceo, Flor Crombet y Eusebio Hernández,
hasta el punto de que al estallar la guerra del 95 se incorporó a ella. Fue
considerado un veterano de la guerra y se casó con una santiaguera. Murió en
La Habana en marzo de 1946, atropellado por un tranvía, y su hija, Clara
Da Costa Gómez de Llampallas vivía aún en La Habana hacia 1953. José de J.
Núñez y Domínguez. «Huellas de Martí en América», en Memoria del Con-
greso de Escritores Martianos, Publicación de la Comisión Nacional Organi-
zadora de los Actos y Ediciones del Centenario y el Monumento de Martí,
La Habana, 1953, pp. 208-221.
5
José Martí. Obras completas, t. 9, Editorial Nacional de Cuba, 1963-1965, La
Habana, pp. 15-18. Ver Ricardo Hernández Otero. «Colaboración martiana
en La Ofrenda de Oro (notas sobre un artículo desconocido de José Martí)»,
en Anuario L/L, La Habana, no. 7-8, 1976-1977.
6
José Martí. Epistolario. Op. cit., p. 163.
7
Id., p. 147.
8
Ver al respecto José Fernández Pequeño. «La Edad de Oro: reflexiones para
una observación y una duda», en Acerca de La Edad de Oro, Centro de
Estudios Martianos-Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1989, pp. 343-356.
9
José Martí. Obras completas, t. 9. Op. cit., pp. 15-18.
Patria: «órgano del patriotismo
virtuoso y fundador»*
Ibrahim Hidalgo Paz
Propósitos de Patria
los vicios políticos que corroen a este país del Norte y las an-
sias de expansión que lo caracterizan, la referencia al vínculo
indisoluble entre los pueblos de la América nuestra, e incluso
la expresión del internacionalismo martiano.
Entre las secciones más o menos esporádicas se hallan «Afir-
maciones y deducciones», en la cual se comentan declaraciones
oficiales del gobierno madrileño, noticias de la metrópoli y de
las islas oprimidas; y «Apuntes sobre los Estados Unidos», que,
a pesar de publicarse sólo en cuatro números del año 1894,
contribuyó a revelar la verdadera entraña de la nación es-
tadounidense.
Hay, además, escritos que abordan temas similares en cada
número, y que por ello podrían ser considerados como seccio-
nes del periódico, aunque no tienen un título que los defina
como tales. Entre ellos se encuentran biografías de los cuba-
nos y puertorriqueños representativos de nuestros grandes
caracteres; revalorizaciones históricas del pasado reciente de
ambos países; comentarios sobre la situación política y eco-
nómica de estas islas; relatos y anécdotas de la guerra gran-
de; notas necrológicas; comentarios de libros; discursos; y las
crónicas que Martí envía o que redacta a su regreso desde
los distintos pueblos y ciudades a los que acude en su misión
pública y conspirativa.
Intento de periodización
qué servidores tiene: ¡y Patria sabe con qué bravura, y con qué
resurrección, respondería a este quebranto pasajero el invenci-
ble corazón cubano!».22 No era una simple nota optimista, sino
el convencimiento de que el revés se convertiría en victoria.
1
«Patria», Patria, Nueva York, 4 de junio de 1892. En lo adelante no se
consignará el lugar de edición.
2
José Martí. «Patria: no órgano», Patria, 19 de marzo de 1892, O. C:, t. 1,
pp.337 y 338.
3
José Martí. «Generoso deseo», Patria, 30 de abril de 1892, O. C., t. 1,
pp. 424-426.
4
José Martí. «Nuestras ideas», Patria, 14 de marzo de 1892, O. C:, t. 1, pp.
315 y 318.
5
José Martí. «Al Diario de la Marina», Patria, 10 de noviembre de 1894,
O. C. t. 3, pp. 351 y 352.
6
«Dos años», Patria, 23 de marzo de 1894.
7
José Martí. «Nuestras ideas», cit. en no. 4, O. C., t. 1, p. 322.
8
El propio Martí nos da su opinión acerca de las secciones de que constaría el
periódico: «En Patria publicaremos La situación política que refleje, de
adentro y de afuera, cuanto cubanos y puertorriqueños necesitan saber del
país; los Héroes que nos pintarían los que no se han cansado aún de serlo;
los Caracteres de nuestro pueblo, de lo más pobre como de lo más dichoso
de la vida para que no caiga la fe de los olvidadizos; la Guerra, o crónica de
ella, en relación unas veces, en anécdotas otras, por donde a chispazos se vea
nuestro poder en la dificultad y nuestra firmeza en la desdicha; la Cartilla
revolucionaria donde se enseñará, desde el zapato hasta el caer muerto, el
arte de pelear por la independencia del país: a vestirse, a calzarse, a curarse, a
fabricar cápsulas y pólvora, a remendar las armas. Contará Patria los trabajos
y méritos de los puertorriqueños y cubanos, y la vida social de los ricos y de
los pobres. Se verá la fuerza entera del país en sus páginas». [«Patria», Patria, 14 de
marzo de 1892, O. C., t. 1, p. 324].
9
José Martí. «Los jefes cubanos y el Partido Revolucionario», Patria, 3 de
septiembre de 1892, O. C., t. 28, pp. 307-309.
10
Al respecto, Martí le escribe a Serafín Sánchez: «los anexionistas, con el
pretexto del rumor expedicionario, hechos un pan con los autonomistas,
que andan por acá merodeando». [José Martí. Carta a Serafín Sánchez de
agosto 18 de [1892], O. C., t. 2, p.120].
IBRAHIM HIDALGO PAZ 362
11
José Martí. «En Casa», Patria, 18 de junio de 1892, O. C., t. 5, p. 375.
12
«Afirmaciones y deducciones», Patria, 1 de julio de 1893.
13
«¡Adelante!», Patria, 9 de septiembre de 1893.
14
José Martí. Carta a Sotero Figueroa de 9 de [junio] de 1893. O. C., t. 2,
p. 354.
15
«Bolívar y Cuba», «El mensaje del presidente Cleveland» y «La políti-
ca yanqui», Patria, 31 de octubre, 5 de diciembre y 13 de noviembre
de 1893, respectivamente.
16
Ver, entre otros materiales: «El conflicto del Cayo», «Maquinaciones» y
«Obreros importados», Patria, 16 y 20 de enero de 1894, respectivamente.
17
«Desastres y engaños» y «España en Filipinas», Patria, 16 y 23 de junio,
respectivamente; el segundo título se repite en la edición del 4 de agosto
de 1894.
18
José Martí. «En casa», Patria, 26 de enero de 1895, O. C., t. 5, p. 468.
19
«La escena en el Congreso», «¿Y ahora?», Patria, 8 de diciembre y 14 de
julio de 1894, respectivamente.
20
José Martí. «Los pobres de la tierra», Patria, 24 de octubre de 1894, O. C.,
t. 3, pp. 304 y 305; «Los pobres-ricos y los ricos-pobres», Patria, 30 de
octubre de 1894.
21
«Cubanos», Patria, 25 de agosto de 1894.
22
«Los tres vapores», Patria, 19 de enero de 1895.
23
Se publica sólo cuatro días después del 26 de marzo; a partir del 15 de abril
las salidas son el 20 del propio mes, los días 1, 4, 13, 16 y 23 de mayo y 3,
10, 17 y 25 de junio de 1895. (Los editores de Patria tuvieron la intención
de darle una frecuencia semanal, pero por diversas causas hubo momentos
en que las salidas se vieron alteradas, como por ejemplo en marzo-mayo y
septiembre-noviembre de 1893, enero, marzo y octubre de 1894, y marzo-
mayo de 1895).
24
«Embellezcan y regularicen a Patria: mucha noticia ahora», dice en misiva a
Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra, de 26 de febrero de [1895]. Ver
las cartas a los mismos destinatarios, fechadas 25 de marzo y 10 de abril de
[1895], en O. C., t. 4, p. 75, 108 y 122, respectivamente.
25
En esta carta, el Delegado expresa: «Y siempre los mismos puntos principales:
capacidad de Cuba para su buen gobierno,razones de esta capacidad, inca-
pacidad de España para desenvolver en Cuba capacidades mayores,deca-
dencia fatal de Cuba, y alejamiento de sus destinos, bajo la continuación del
dominio español, diferencias patentes entre las condiciones actuales de Cuba
y las de las repúblicas americanas cuando la emancipación,modera-
ción y patriotismo del cubano negro, y certeza probada de su colaboración
pacífica y útil,afecto leal al español respetuosoconcepto claro y democrá-
tico de nuestra realidad política; y de la guerra culta con que se la ha de
asegurar. Eso cada día, y en formas varias y en el periódico todo». (Carta a
Benjamín Guerra y Gonzalo de Quesada, Montecristi, 10 de abril de 1895,
O. C., t. 4, p. 122).
363 PATRIA: «ÓRGANO DEL PATRIOTISMO...»
26
«Noticias en España», Patria, 18 y 26 de marzo y 15 de abril; «Noticias de
la guerra» y «De Madrid», Patria, 15 de abril y 4 de mayo de 1895, respec-
tivamente.
27
«Resoluciones presentadas a la Legislatura de Albany» y «Los Estados
Unidos y Cuba. Florida, New York, Pensylvania, apoyan el movimiento
separatista», Patria, 4 y 18 de mayo de 1895, respectivamente.
28
Ver las orientaciones del Delegado acerca de la publicación de estos docu-
mentos en José Martí. Carta a Benjamín Guerra y Gonzalo de Quesada,
O. C., t. 4, p. 109. Los textos «Acta de instalación del Centro Capotillo» y
«Acta de instalación del club General Cabrera», se hallan en Patria, 30 de
marzo de 1895.
29
«El Partido Revolucionario en Hardman Hall» y «Citación y meeting», «A
los puertorriqueños», «Simpatías de América», Patria, 4 de marzo, 4 y 23 de
mayo de 1895, respectivamente.
30
José Martí. «Al Director del The New York Herald», y carta a Gonzalo de
Quesada de 18 de marzo de [1895], O. C., t. 4, pp. 151-160 y 112-114,
respectivamente; «Manifiesto del Partido», Patria, 1 de mayo de 1895. La
carta al Herald, el Manifiesto de Montecristi y dos circulares publicadas en
Patria están firmadas conjuntamente con el general Máximo Gómez.
31
«Última hora», «Nuestro Martí» y «Noticias de la guerra», «¡De Cuba
Libre!» y «Última hora», Patria, 23 de mayo, 3 y 17 de junio de 1895,
respectivamente.
32
José Martí: «A nuestra prensa», O. C., t. 1, p. 322.
En Casa: semillero
de una nueva ideología*
Ramón de Armas
1
José Martí. Obras completas, t. 2, Editorial Nacional de Cuba, La Habana,
1963-1965, p. 315. (La cursiva es nuestra).
2
Id., t. 5, p. 347 (3 de abril de 1892).
3
Id., t. 1, p. 369 (3 de abril de 1892).
4
Id., p. 370.
5
Ibid.
6
Ibid.
7
Id., t. 5, pp. 409 y 410 (28 de enero de 1893).
8
Id., p. 393 (27 de agosto de 1892).
9
Id., pp. 425 y 426 (9 de marzo de 1894).
10
Id., p. 389 (13 de agosto de 1892).
11
Id., t. 1, p. 323 (14 de marzo de 1892).
12
Id., t. 5, p. 417 (24 de marzo de 1893).
13
Id., p. 361 (7 de mayo de 1892).
14
Id., p. 353 (16 de abril de 1892).
15
Id., p. 394 (27 de agosto de 1892).
16
Id., p. 405 (21 de enero de 1893).
17
Id., pp. 449 y 450 (10 de noviembre de 1894).
18
Id., p. 450.
19
Id., p. 379 (25 de junio de 1892).
20
Id., p. 385 (2 de julio de 1892).
21
Id., p. 386 (9 de julio de 1892).
22
Id., pp. 368 y 369 (28 de mayo de 1892).
23
Id., pp. 375 y 376 (18 de junio de 1892).
24
Id., p. 468 (26 de enero de 1895).
25
Id., t. 1, p. 325 (14 de marzo de 1892).
Anexo
Señor y amigo:
esto no fui nunca, ni quiero yo ser, gente de letras. Sino a calor del
espíritu, que me deja sin fuerzas para obras menores cuando me
lo solicita y concentra toda obra mayor. Ahora mismo le escribo,
sin papel apenas en que dejar caer estos renglones, y muy entrada
ya la noche fría, fatigado de un día muy laborioso, de todo lo cual
le pido excusa. Pero ya con buena parte de los míos a mi lado, y
calmado el afán de verlos venir, me doy sin tardanza a mi nueva
sabrosa tarea. Y cada mes, como ustedes bondadosamente me lo
piden, comenzando por el próximo enero, y por el vapor directo, o
el primero que en el mes salga, le enviaré en mi carta noticia, que
procuraré hacer varia, honda y animada, de cuanto importante
por su carácter general, o especialmente interesante para su país,
suceda en este. Lo pintoresco aligerará lo grave; y lo literario ale-
grará lo político. Cuando hablo de literatura, no hablo de alar-
dear de imaginación, ni de literatura mía, sino de dar cuenta
fiel de los productos de la ajena. Aunque ya han muerto Emerson
y Longfellow, y Whittier y Holmes están para morir. De prosistas,
hay muchedumbre, pero ninguno hereda a Motley. Hay un joven
novelista que se afrancesa, Henry James. Pero queda un grandí-
simo poeta rebelde y pujante, Walt Whitman, y apunta un crítico
bueno, Clarence Stedman. Esta noticia se me ha salido de la plu-
ma, como a un buen gustador se va derechamente, y como por
instinto, una golosina.
Réstame sólo, por ser contra mi voluntad, tiempo de poner punto
a esta carta, darme los parabienes de haber hallado en mi cami-
no a un caballero bueno de las letras, que de fijo lo es bueno en
todas las cosas de la vida. Escribiré para La Nación fuera de todos
los respetos y discreciones necesarias en quien sale al públicocomo
si escribiera a mi propia familia. No hay tormento mayor que
escribir contra el alma, o sin ella. Por lo generosa, y bien sé cuán
valiosa es la hospitalidad que en La Nación venerable me brin-
da,tengo las manos llenas de gracias.
La estimo vivamente, y haré por pagarla. Ojalá sienta usted
en esta carta el cariño y efusión con que se la escribe su amigo y
servidor afectuoso
José Martí
Carta a Manuel Mercado
(Fragmentos)
esto, sin que por eso se parezca alarmista. Ese sería el mejor modo
de ir haciendo opinión y previsión, sin alarmarlos.
Cada semana saldrían de aquí las cartas y documentos que
fueran del caso. O cada semana una carta. O una noticia espe-
cial de cada asunto que se refiriese a las relaciones de este país con
los nuestros, por actos directos o indirectos. Ya sé que no es de ame-
nidades ni literaturas el Diario Oficial: ni sienta bien como lu-
gar de expresión de opiniones extremas, que yo cercenaría, y ha-
ría de modo que los lectores las dedujesen por sí, sin ir en esto a
más de lo que el Diario desease.Un centinela de la casa propia,
con todo el cuidado de quien sabe el peso y alcance de toda pala-
bra oficial: este sería yo en esto.
Y mi otro plan es este: He imaginado sentarme en mi mesa a
escribir, durante todo el mes, como si fuese a publicar aquí una
revista: Sale un correo de New York para un país de los nuestros:
escribo todo lo que en este haya ocurrido de notable: casos políticos,
estudios sociales, noticias de letras y teatros, originalidades y as-
pectos peculiares de esta tierra. Muere un hombre notable: estu-
dio su vida. Aparece, acá o en cualquier otra parte del mundo, un
libro de historia, de novela, de teatro, de poesía: estudio el libro.
Se hace un descubrimiento valioso: lo explico, luego de entenderlo.
En fin, una revista, hecha desde New York sobre todas las cosas
que puedan interesar a nuestros lectores cultos, impacientes e ima-
ginativos; pero hecha de modo que pueda publicarse en periódicos
diarios. Siete, ocho, diez, yo no sé cuántos, porque usted sabe que
ni el corazón ni la mano se me enfrían, tendría el periódico que
entrase en mi plan, como parece que uno en el Uruguay, El Siglo,
y otro en Chile, El Mercurio, entran: de estos artículos, unos se-
rían de crítica, otros de bibliografía, otros de biografía, otros, los
que interesarían más acaso, correspondencias sobre varias mate-
rias. Por ferrocarril le mando copia de la última que he escrito, en
que describo el día y la noche de elecciones. Naturalmente, ese
trabajo, que es más que el de un redactor diario asiduo, no lo
podría hacer para un periódico solo, a menos que no compensase
por sí solo el tiempo empleado en él, como tres años ha hice con
La Opinión de Caracas, lo que abandoné por ser condición para
continuar aquella labor que consintiese el alabar en ella las
381 ANEXO
José Martí
Carta a Manuel Mercado
(Fragmentos)
22 de marzo de [1886]
José Martí
Índice
Ojeada al periodista José Martí 11
Pedro Pablo Rodríguez
Anexo 375
Carta a Bartolomé Mitre y Vedia 375
Carta a Manuel Mercado 379
Carta a Manuel Mercado 382