Romanos 8
Romanos 8
Romanos 8
CAPÍTULO 8
Romanos 8:1
La persona que está “EN CRISTO JESÚS” está salva y segura para siempre (v.1).
Romanos capítulo 8 es uno de los capítulos clave de la Biblia, que expone muy
claramente la doctrina de la seguridad eterna.
Estamos “en Cristo Jesús”, en Aquel que es NUESTRA VIDA. Estamos tan identificados
con el Cristo resucitado y glorificado, que tal como ÉL es, así somos nosotros. La
condenación nunca podría caer sobre nosotros, porque estamos identificados y unidos
a ÉL. En otras palabras, estamos tan identificados con Cristo, que si Dios nos
condenara a nosotros, ÉL tendría que condenar también a Su Hijo. ¡Imposible! “En
ésto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día
del juicio; pues como ÉL es, así somos nosotros en este mundo” (1 Juan 4:17).
Por una parte se nos dice que el creyente no vendrá a condenación (Juan 5:24 y
Romanos 8:1) y por otra parte se nos dice que todo creyente estará ante el Tribunal
de Cristo (Romanos 14:10). ¿Cómo pueden entenderse estos dos hechos
aparentemente contradictorios? 1) El creyente nunca estará ante Dios como JUEZ para
ser condenado por sus pecados y para ser castigado por sus pecados. Esta
condenación y este castigo ya han caído sobre Cristo, nuestro Sustituto (Romanos 8:3
y ver el párrafo anterior). Recuerda, si el creyente tuviera que ser condenado por un
solo pecado, eso sería suficiente como para condenarlo para siempre al lago de fuego.
2) El creyente estará ante el BEMA o el Tribunal de Cristo para dar cuenta sobre qué
tan fielmente ha vivido la Vida Cristiana desde el día en que fue salvo. El asunto no
será condenación o no condenación, sino el asunto será recompensas o pérdida de
recompensas (1 Corintios 3:12-15). La pérdida de recompensas no significa pérdida de
la salvación. Aún el cristiano más infiel “será salvo” y no condenado ante el tribunal de
Cristo (1 Corintios 3:15).
“En Cristo Jesús” – todas las cosas maravillosas acerca de las cuales nos hablará
Pablo en Romanos 8 se aplican solamente a los que están en Cristo Jesús. Todo
verdadero creyente está “en Cristo” (ver Gálatas 3:26-28: “bautizados en Cristo” por
fe). La última vez que nos encontramos con esta expresión “en Cristo Jesús” fue en
Romanos 6:23. En Cristo tenemos vida eterna (Rom. 6:23). En Cristo no hay
condenación (Rom. 8:1). En Cristo somos realmente bendecidos (Efesios 1:3).
“Los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. Hay alguna
duda si acaso estas palabras pertenecen al texto inspirado de las Escrituras. Los que
estudian los manuscritos griegos nos dicen que algunos manuscritos griegos contienen
estas palabras y que otros manuscritos griegos no contienen estas palabras. Ver por
ejemplo las traducciones del Nuevo Testamento de John Darby y William Kelly de
Romanos 8:1: “Ahora pues no hay ninguna condenación para los que están en Cristo
Jesús”. (Comparar también otras traducciones). Deberíamos notar también que estas
mismas palabras se encuentran al final del versículo 4 (donde los manuscritos griegos
coinciden), y es posible que un escriba tomara estas palabras del versículo 4 y
equivocadamente las añadiera al versículo 1.
La mayoría de las variaciones textuales del Nuevo Testamento griego son de tan poca
importancia, que no afectan en ninguna manera el sentido del texto y normalmente no
vale la pena mencionarlos, pero la variación textual aquí en Romanos 8:1, tiene algún
significado doctrinal. La pregunta clave es ésta: ¿Nuestro bendito estado de “ninguna
condenación” depende de nuestra posición “en Cristo Jesús” o depende también de la
manera en que andamos y vivimos la vida cristiana? ¿Depende de Cristo y Su obra
consumada o depende también de nuestro ANDAR?
Para un mayor estudio sobre esta materia textual, ver Estudios sobre el Libro del
Deuteronomio de C.H.Mackintosh (su disertación sobre Deuteronomio capítulo 4).
Mackintosh diserta largamente sobre Romanos 8:1 y del motivo por el cual la última
cláusula no pertenece al texto inspirado por Dios de las Escrituras (pero pertenece
ciertamente al versículo 4).
Romanos 8:2
Romanos 8:3
Hay ciertas cosas que la ley no puede hacer. La ley es justa, pero no puede justificar
(Rom. 7:12; 3:20). La ley es santa, pero no puede santificar (Rom. 7:12). La ley me
puede decir que soy un pecador, pero no puede hacerme santo. (El espejo puede
mostrarme mi suciedad, pero no puede limpiarme). Lo que la ley no pudo hacer, DIOS
LO HIZO. Lo que LA LEY no pudo hacer, ELCORDERO sí lo pudo hacer.
¿Por qué era débil la ley? El problema no era con la ley, sino conmigo. Era “débil por la
carne” (comparar 7:14). En realidad, la ley es muy poderosa. La ley puede DAR VIDA
si una persona CUMPLE TODOS LOS MANDAMIENTOS TODO EL TIEMPO (Lucas 10:25-
28; Mateo 19:16-17), pero nadie de nosotros ha hecho ésto o podría hacer ésto, de
modo que la ley no puede dar vida. No puede traer bendición, sólo maldición (Gálatas
3:10-11). Pero la debilidad es nuestra y no de la ley. Ilustración: Piensa en un ancla
resistente. ¿El ancla es capaz de sujetar? SÍ. Pero si echas el ancla en el fango blando
no sujetará. “Lo que el ancla no pudo hacer porque era débil por el fango”. El problema
no es la santa ley de Dios, sino nuestra carne pecaminosa.
Note como se expone el evangelio en Romanos 8:3. En esencia está diciendo que Dios
envió a Su Hijo único e impecable (literalmente “Hijo de ÉL Mismo”) para ser
condenado en nuestro lugar y para morir por nuestros pecados. ¿Por qué hizo ésto?
Para que podamos vivir a la justicia (v.4 comparar 1 Pedro 2:24).
Note con cuanto cuidado Pablo dice estas cosas. Si lo hubiese dicho de una manera
ligeramente diferente, habría sido una herejía (una enseñanza falsa acerca de la
persona de Cristo). El no dijo “en semejanza de carne”, porque esto sería decir que
Cristo no era realmente un hombre. Cristo vino en carne y fue un verdadero Hombre
(1 Juan 4:2-3). Pablo no dijo “en carne de pecado”, porque eso habría hecho de Cristo
un pecador. ¿Qué estaba diciendo Pablo? El está diciendo que Cristo era
verdaderamente un hombre, pero que no era un hombre pecador.
Romanos 8:4
“Justicia” significa “justas demandas”. La ley tiene ciertas demandas justas. La ley
demanda y requiere que una persona viva una vida justa, amando a Dios
(perfectamente) y amando al prójimo (perfectamente). ¿Cómo puedo cumplir lo que la
ley requiere? ¿Cómo puedo guardar la ley? La Persona y el Poder del Espíritu Santo
lo hace posible. Observe con cuidado que el versículo no dice “por
nosotros”, dice “en nosotros”. Esto es algo que Dios hace EN MÍ por Su poder y por
Su operación y por Su Espíritu. “La carne” es lo que yo hago en y por mí mismo (lo
que yo produzco). “El Espíritu” se refiere a lo que Dios hace en mí por la Persona del
Espíritu Santo que mora en mí. La ley requiere que YO AME A DIOS y QUE AME A MI
PRÓJIMO (Mateo 22:36-40). Estos dos mandamientos no solo resumen los Diez
Mandamientos, sino todos los mandamientos de Dios. Yo no puedo cumplir la ley
tratando de cumplir la ley. Un pecador no puede guardar la santa ley de Dios; es
imposible. Aún un “pecador renovado” no puede hacer ésto. Como vimos en Romanos
7:14-25, la persona salva quiere, pero no puede: “El querer el bien (cumplir la ley de
Dios) está en mí, pero no el hacerlo” (Rom. 7:18). La clave para cumplir la ley es
AMOR (Rom. 13:8-10 y Gál. 5:14). La clave para tener AMOR es un andar conforme al
Espíritu (Gál.5:13-23 y Rom. 8:4). Es el Espíritu de Dios entonces el que produce en
mi este AMOR (Gálatas 5: 22). Yo no puedo, pero ÉL puede. Si una persona está
andando conforme al Espíritu, entonces Dios está obrando en ella produciendo esa vida
justa. Somos hechura Suya (Efesios 2:10). Es imposible para mí, esto es en mi carne,
cumplir la ley de Dios. Es imposible para Dios en mí, (cuando le permito hacer Su
obra) no cumplir la ley. Lo que la carne nunca podría hacer, Dios puede hacer
(comparar versículo 3).
Romanos 8:1-14
Contraste Entre la Persona Dominada por la Carne
y la Persona Dominada por el Espíritu Santo
Dos Categorías
LA PERSONA LA PERSONA
DOMINADA POR LA CARNE DOMINADA POR EL ESPÍRITU
“los que son de la carne” (v.5) “los que son del Espíritu” (v.5)
Dos Reinos
Dos Nacimientos
Dos Propósitos
Piensa en las cosas de la carne (vs.5-7) Piensa en las cosas del Espíritu
(v.5 y ver Col.3:1-2; Mat. 16:23)
Condición Presente
Condición Futura
Posesión Presente
Guía
La Obligación de la Persona
Está obligado a vivir según la carne Está obligado a mortificar (hacer morir)
(v.12). las obras de la carne (v.13).
POSICIONALMENTE ésto ya ha sido
hecho (Gál. 5:24), pero
No puede vivir de otra manera. “Lo que EXPERIMENTALMENTE esto necesita ser
es nacido de la carne, carne es” (Juan realizado por fe (Col. 3:5; Rom.6:11 en
3:6). La persona que está “en la carne” vista de Rom. 6:6; etc.). Por fe tengo
tiene que vivir en ese reino. Está que considerar lo que ya ha sido hecho
dominado por su naturaleza por Cristo.
pecaminosa heredada de Adán.
OBSERVACIONES: hay una sola manera en que puede vivir un hombre no salvo. El
está “en la carne” y tiene que vivir y andar “conforme a la carne” (Romanos 8:8 y
compare v.4). No puede hacer otra cosa sino cumplir los deseos de la carne. Está
totalmente esclavizado por el pecado que mora en él. Este andar conforme a la carne
se describe en Efesios 2:1-3 y Efesios 4:17-19.
La persona salva es descrita como estando “en el Espíritu” (Romanos 8:9) y ya no está
en el reino de la carne (Romanos 8:9). El santo Espíritu de Dios mora en él. Su vida
está dominada por la Persona y la Presencia de Dios el Espíritu Santo y aún cuando no
ande rectamente, el Espíritu hará notar Su presencia contristada (Efesios 4:30).
Considerando la vida de una persona salva en su totalidad, no puede decirse que esté
dominada por la carne. Podrá caer en pecado, pero no persistirá en el pecado (1 Juan
capítulo 3). Por la convicción del Espíritu, por confesión y, si es necesario,
por disciplina (1 Co. 11:31-32) él es llevado de vuelta al camino de la obediencia. El
creyente puede manifestar en cualquier momento cualquiera de las obras de la carne
(Gálatas 5:19-21), pero su vida no estará dominada por las obras de la carne, porque
los que “practican tales cosas (tiempo presente—siguen haciendo; los que persisten en
estas cosas) no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21 y comparar 1 Corintios 6:9-
11 y Efesios 5:5).
Al mismo tiempo, la Biblia pone en claro que el creyente puede estar controlado por la
carne. Romanos capítulo 8 no trata con ésto, sino Romanos 13:12-14. Ver también 1
Corintios 3:1-3 y Gálatas 5:16-25. Es una anormalidad terrible que un creyente que
está “en el Espíritu” ande como el hombre que está “en la carne”, y que una nueva
criatura en Cristo, ande como un mero hombre no regenerado (1 Co. 3:3), pero,
lamentablemente, sucede.
Romanos 8:5-6
“Pensar”= poner la mira (esta expresión es usada en Mateo 16:23 y Col. 3:2). “En
las cosas de la carne”—se refiere a quienes están dominados por su naturaleza
adánica pecaminosa (ver diagrama anterior). El versículo 6 debería traducirse “porque
la mente de la carne es muerte; pero la mente del Espíritu es vida y paz” (comparar
Romanos 6:21-23).
Romanos 8:7
“Por cuanto los designios de la carne (la mente de la carne) son enemistad
contra Dios”. La carne siempre está contra Dios. La carne es enemiga de Dios. “Se
sujeta” = somete. La carne no es sumisa. En cambio, se rebela contra Dios. Se
subleva contra Dios y contra la ley de Dios. Una ilustración de esto se encuentra en
Números 14:9-10, 27-29; 40-44 (Si Dios viene con nosotros, no iremos. Si Dios no va
con nosotros, iremos. Cualquier cosa que Dios diga, ellos harán lo contrario). “Ni
tampoco pueden” – la carne es incapaz de someterse. Es imposible que la carne se
someta a Dios. La carne pecaminosa del hombre (la naturaleza pecaminosa del
hombre) es rebelde (no se somete).
Todo hijo de Dios puede regocijarse en este hecho: “Pero los que son de Cristo (los
que pertenecen a Cristo) han crucificado la carne con sus pasiones y deseos” (Gálatas
5:24).
Romanos 8:8
Por cuanto estas cosas, respecto a la carne, son así (v.7), los que están EN LA CARNE
(los que no son salvos) NO PUEDEN agradar a Dios (es imposible para ellos agradar
a Dios). Comparar Hebreos 11:6 (los que están en la carne, son los que están sin fe).
Para un comentario del Antiguo Testamento sobre Romanos 8:8 ver Proverbios 15:8,
9, 26. La carne nunca jamás podrá agradar a Dios. Para la mayoría de las personas es
muy, muy difícil aceptar la verdad de este versículo. Está diciendo que todo lo que hice
en mi vida (antes de venir a Cristo) era inaceptable para Dios y no le agradaba.
Nosotros podemos haber considerado muchas cosas como buenas y rectas y dignas de
alabanza, pero Dios no estaba complacido. La única manera en que podemos agradar a
Dios es “POR JESUCRISTO” (Hebreos 13:21).
¿Qué sugieren los versículos 7 y 8 acerca de la persona que tiene la mente del
Espíritu? (Ocuparse del Espíritu es tener la mente del Espíritu o tener una mente
espiritual). Veamos lo opuesto: La mente espiritual (la mente del Espíritu) es un amigo
de Dios (está en paz con Dios, no hay guerra, no hay hostilidad), porque es sumisa a
la ley de Dios (Rom. 8:4) y siempre lo será. De modo que los que viven según el
Espíritu PUEDEN agradar a Dios. El versículo siguiente habla de los que están en el
Espíritu:
Romanos 8:9
“Mas vosotros” (en contraste con los que están en la carne). Vosotros no estáis en la
carne. Ustedes pueden agradar a Dios. Toda persona salva está “EN EL ESPÍRITU” y
toda persona no salva está “EN LA CARNE”. Todo creyente es “espiritual” en el sentido
que TIENE el Espíritu (ver Judas 19). “Mora” = tiene su hogar en ti. Tu cuerpo es la
casa del Espíritu o su morada o su templo santo (1 Corintios 6:19-20).
Pablo está diciendo aquí que TÚ ESTÁS EN EL ESPÍRITU, SI EL ESPÍRITU ESTÁ EN TÍ.
Si el Espíritu no está en ti, entonces estás en la carne (no eres salvo). “Alguno” =
alguien. “No es de ÉL” = él (esta persona, que no tiene el Espíritu) no es “de ÉL”, es
decir, no pertenece a Cristo, no es de ÉL, no es un cristiano, de modo que no es salvo.
Por inferencia, este versículo nos enseña claramente que en todo verdadero cristiano
mora el Espíritu Santo. Si una persona es salva, el Espíritu Santo MORA (habita) en
ella, y ella está en (la esfera del) el Espíritu. Cada creyente en Cristo recibe el Espíritu
Santo con la única condición de su fe en Cristo (Juan 7:37-39). No hay tal cosa como
un verdadero creyente que no tiene el Espíritu Santo. El verdadero cristiano ya no está
“en la carne” (en la esfera de la carne). El no está en la carne, pero la carne está en él
(Romanos 7:18). Observe como es designado el Espíritu Santo: “Espíritu”, “Espíritu de
Dios”, “Espíritu de Cristo”.
Romanos 8:10
Compare con Romanos 8:1 – Cristo está en mí (v.10) y yo estoy en Cristo (v.1).
Romanos 8:9 enseña que yo estoy en el Espíritu y que el Espíritu está en mí. ¡Benditas
relaciones! En Romanos7:18 Pablo dice, “yo sé que en mí no mora el bien”, pero el
creyente también puede decir, “yo sé que en mí mora el Dios vivo”. Si una persona es
realmente salva, entonces Jesucristo está EN esa persona (ver 2 Corintios 13:5). De
modo que lo que Pablo dice en el v.10 se aplica al verdadero creyente. Si tú eres
realmente salvo, entonces esto es cierto: el cuerpo está muerto a causa del
pecado. ¿En qué sentido está muerto? Tú aún no estás físicamente muerto. Pablo dice
“muerto” en el sentido de “mortal” (ver v.11), lo que significa sujeto a muerte y
decadencia y enfermedad a causa del pecado. El cuerpo del creyente aún no ha sido
redimido (pero lo será en el futuro—Romanos 8:23). El cuerpo del creyente aún no ha
sido renovado o vigorizado o vivificado, pero lo será en el futuro (Romanos 8:11).
“El espíritu vive a causa de la justicia”. Este versículo hace un contraste entre el
cuerpo del creyente y el espíritu del creyente. El espíritu no está muerto, es VIDA.
Hemos sido vivificados o avivados (se nos dio vida) espiritualmente (Efesios 2:1,5). Mi
espíritu fue vivificado o reavivado en el momento en que fui justificado. La vivificación
de mi espíritu ya tuvo lugar en el momento de mi salvación (Romanos 8:10); la
vivificación de mi cuerpo tendrá lugar en el futuro, en el día de la resurrección
(Romanos 8:23).
Romanos 8:11
“El que levantó de los muertos a Cristo Jesús” se refiere a Dios el Padre. Si el
Espíritu de Dios mora en ti (y esto es así, si eres salvo—Rom.8:9), entonces Dios
vivificará (dará vida en el futuro) tu cuerpo mortal (tu cuerpo que todavía no ha sido
redimido y que está sujeto a enfermedad, deterioro y muerte). Si el Dios Omnipotente
pudo levantar a Jesús de los muertos, ciertamente también podrá cuidar de nuestros
cuerpos. Esta es una maravillosa promesa de la futura resurrección de los creyentes.
La presencia del Espíritu en tí ahora, es la garantía de tu futura resurrección (Efesios
1:13-14; 4:30).
Romanos 8:12
Romanos 8:13
Notemos primeramente que debemos mortificar (hacer morir) “por el Espíritu”. Esto es
algo que se hace por el poder del Espíritu, no por nuestro propio poder. Hay dos
aspectos de la mortificación del creyente que deben ser considerados:
Romanos 8:14
Romanos 8:15
Romanos 8:16
Romanos 8:17
No somos sólo hijos de Dios, también somos herederos. Tenemos una espléndida
herencia. Somos millonarios espirituales (Efesios 1:3). Ver también 1 Pedro 1:3-4. El
Espíritu Santo ha venido a nuestros corazones 1) para decirnos y asegurarnos de que
ahora somos hijos de Dios (Romanos 8:15-16); 2) para garantizar de que más
adelante recibiremos nuestra herencia (Efesios 1:13-14). No somos sólo HEREDEROS
DE DIOS, somos también COHEREDEROS con Cristo. Lo que le pertenece a ÉL, nos
pertenece a nosotros. Lo que es de ÉL, es mío. Yo participo de todas las riquezas de
Cristo. ¿Cuán rico es Cristo? Ver Hebreos 1:2—heredero de TODAS LAS COSAS y ver
también 1 Corintios 3:21-23. De ésto se trata la ADOPCIÓN. Dios me ha puesto en la
posición de un hijo, con todos los derechos y privilegios y beneficios y bendiciones y
herencia que un hijo de Dios debe tener. Con Cristo yo recibo gustoso TODAS LAS
COSAS (Romanos 8:32), aún cuando yo sé que no merezco ninguna de ellas.
Compartiremos con Cristo entonces, pero también compartimos con Cristo ahora.
Participaremos de Sus riquezas y de Su gloria, pero también participaremos de Sus
sufrimientos: “si es que padecemos juntamente con ÉL”. El creyente debe esperar
SUFRIMIENTO PRESENTE Y GLORIA FUTURA. Cuando el Señor Jesús estaba en el
mundo, ÉL fue tratado de cierta manera y cada creyente participa de ello. Cuando el
Señor Jesús regresó a Su Padre, ÉL fue tratado de cierta manera y nosotros también
participaremos de ello.
Debe esperarse el sufrimiento presente (ver Juan 15:18-21; 16:1-3; 16:33; 17:14; 1
Tesalonicenses 3:3; 2 Timoteo 3:12; 1 Juan 3:13). El sufrimiento presente es
un privilegio dado por Dios (Filipenses 1:29; Hechos 5:41).
Hay algunos que enseñan que todo creyente es un “heredero de Dios”, pero que no
todo creyente es “coheredero con Cristo”. Ellos entienden que ser “coherederos” es ser
una clase especial de creyentes que son victoriosos y que perseveran hasta el fin, aún
cuando hacer ésto, signifique dificultades y sufrimiento. Esta enseñanza refleja un
serio error de comprensión de este versículo. Pablo no está hablando de una clase
especial de creyentes vencedores, que califican como coherederos de Cristo y que
reinarán con ÉL en el reino, en contraste con creyentes mundanos que no sufren y que
serán excluidos del reino milenial y que serán castigados en las tinieblas de afuera con
lloro y crujir de dientes durante mil años. Aunque es cierto que algunos creyentes
sufren más que otros, también es cierto que todos los creyentes participan de los
sufrimientos de Cristo (2 Corintios 1:5; Juan 15:18-21; 16:33, etc.). Todo creyente es
un coheredero con Cristo y participa de su gloria. Todos los creyentes reinarán con
Cristo en Su reino (Mateo 13:40-43).
Si es que padecemos juntamente con ÉL, para que juntamente con ÉL seamos
glorificados—De aquí se separan dos escuelas de interpretación. La una sostiene
osadamente que todos los santos están designados y que todos reinarán con Cristo. La
otra dice que para reinar con Cristo se necesita escoger voluntariamente el camino del
sufrimiento con ÉL. Bien, la palabra griega eiper, que se traduce “si es que”, soporta
ambas interpretaciones.
Zane Hodges está entre quienes enseñan que sólo un grupo élite de creyentes reinará con
Cristo, dividiendo así el cuerpo de Cristo durante el milenio y entregando, durante mil años, a
los creyentes infieles, que no han sufrido, a las tinieblas de afuera donde habrá lloro y crujir
de dientes. Hodges enseña que todos los creyentes son “herederos de Dios”, pero que sólo los
creyentes victoriosos y vencedores y que sufren, son “coherederos con Cristo”. Pero ésto no
es lo que el texto de Romanos 8:16-17 dice realmente. Romanos 8:16 enseña que nosotros
somos los hijos (tekna) de Dios (y ciertamente, esto es verdad en cuanto a todos los
creyentes—Juan 1:12). Romanos 8:17 enseña que si somos hijos (y lo somos), entonces
también somos herederos. Como hijos de Dios, ¿qué clase de herederos somos? Somos
herederos de dos maneras: 1) Somos herederos de Dios; 2) somos coherederos con
Cristo (ver Hebreos 1:2 donde leemos que Cristo es el gran Heredero).
En su excelente Gramática Griega, Daniel B. Wallace traduce Romanos 8:17 como sigue:
“Ahora, si somos hijos, también (somos) herederos; por una parte, herederos de Dios, por
otra parte, herederos compañeros con Cristo”.
“Si es que” (eiper) es usado seis veces en el Nuevo Testamento. Es usado por Pablo en
Romanos sólo en un lugar más, en este mismo capítulo. Romanos 8:9—“Mas vosotros no
vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros.”
Pablo está haciendo una declaración que es cierta en cuanto a cada creyente (“no estáis en la
carne sino en el Espíritu”) y luego prosigue con otra afirmación, que es cierta en cuanto a
cada creyente (“el Espíritu de Dios mora en vosotros”). Pablo estaba diciendo algo como ésto:
“Eres un verdadero cristiano (no en la carne sino en el Espíritu) porque estoy asumiendo que
el Espíritu de Dios mora en ti”.
Sigamos el mismo modelo en Romanos 8:17. Pablo está haciendo una afirmación que es
cierta en cuanto a cada creyente (“sois herederos—herederos de Dios y coherederos con
Cristo”) y luego prosigue con otra afirmación que es verdadera en cuanto a cada creyente (un
verdadero creyente sufre con Cristo—Juan 15:18-21; 1 Pedro 5:10; Filipenses 1:29, etc.).
Pablo estaba diciendo algo como ésto: “Vosotros sois verdaderos cristianos (herederos de
Dios y coherederos con Cristo) porque estoy asumiendo que ÉL está EN VOSOTROS, y si ÉL
está en vosotros, entonces el mundo que lo odió a ÉL, os odiará a vosotros, porque os habéis
identificado con ÉL (Col. 1:24; Juan 16:33). Por lo tanto, todo verdadero creyente sufre con
ÉL. Es decir, los que comparten Su gloria entonces, son los que comparten
Sussufrimientos ahora (ver 1 Pedro 5:10, donde Pedro no da ninguna indicación de
que estuviera hablando de un grupo de élite de creyentes que sufren, como opuesto a
creyentes carnales que no sufren; tampoco lo hace Pablo en Filipenses 1:29).
Otro ejemplo similar de “si es que” se encuentra en 1 Pedro 2:2-3. Aquí encontramos un
modelo parecido. Pedro da un mandamiento a todo niño en Cristo recién nacido: “Desead la
leche espiritual de la palabra”. El sigue con otra declaración que es verdad en cuanto a cada
creyente: “Habéis gustado la benignidad del Señor.” Pedro estaba diciendo algo como ésto:
“Ustedes son verdaderos cristianos (verdaderos niños en Cristo) y deberían desear la leche
pura de la Palabra, porque estoy asumiendo que han gustado que el Señor es benigno (y todo
creyente lo ha gustado). Si realmente has gustado la gracia del Señor, entonces desearás
más y más y más.
Cuando Cristo estaba en el mundo, Él estaba bajo el constante ataque del mundo y del diablo.
Hoy Cristo está en Sus creyentes que están en el mundo, y Él, en ellos, continúa estando bajo
continuo ataque. El resultado de ésto, es que nosotros participamos de los sufrimientos de
Cristo. Pablo, escribiendo a los Corintios que a menudo eran muy carnales, les dijo, “Porque
como los sufrimientos de Cristo abundan en nosotros” (2 Corintios 1:5 y comprar 2 Corintios
4:16-18). En Romanos 8:18 Pablo habla de “las aflicciones del tiempo presente” y ¿qué
creyente, en el cual mora el Espíritu, está exento de eso?
Finalmente, Pedro les dice a todos los creyentes que esperen “fuegos de pruebas” y difíciles
tribulaciones y que se gocen en ello, “por cuanto sois participantes de los padecimientos de
Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Pedro
4:12-13). No hay aquí ni el más leve indicio que Pedro esté dirigiendo sus palabras a algún
grupo élite de creyentes sufrientes, en contraste a otros creyentes, que no están dispuestos a
sufrir por Cristo. Pedro estaba hablando sobre los sufrimientos que todos los creyentes
comparten y participan.
Es ciertamente verdad que unos creyentes sufren más que otros. De igual manera, algunos
creyentes son más fieles en su servicio al Señor que otros. Algunos creyentes son más
efectivos para compartir el evangelio que otros. Algunos creyentes andan más en el Espíritu
que otros. Nadie duda que los hijos de Dios exhiben diferentes niveles de fidelidad y que
muchos sufrirán pérdida en el Tribunal de Cristo. Sin embargo, no podemos decir que algunos
creyentes están exentos de los sufrimientos de Cristo, de los cuales todos participamos. Cristo
anduvo por el camino del sufrimiento y nosotros, que lo seguimos, debemos hacer lo mismo.
El sufrimiento no es opcional en este mundo que odia a Cristo y que rechaza a Cristo. En este
mundo, los hijos de Dios están marcados por el sufrimiento (comparar Hebreos 11:36-38,
donde este mismo principio está ilustrado por los santos del Antiguo Testamento).
“Está la circunstancia de sufrir con ÉL para que seamos juntamente glorificados; pero
ésto será favorable para todos los que le pertenecen a ÉL. . Todos los que tienen la
naturaleza divina, incluso a ÉL mismo como su vida, sufren en un mundo malo, que
constantemente hiere y pone a prueba a quienes tienen esa naturaleza. . . Este
sufrimiento (en conjunto) se debe a tener vida en ÉL, mientras se vive en un ambiente
en que todo se opone a ÉL. . . Por lo cual, si este sufrimiento en un mundo tal como
es ahora, es una consecuencia necesaria de la vida divina, rodeada de todo lo que está
resultando en miseria y alejamiento y rebelión contra ÉL, es un gran privilegio sufrir
con Cristo, gozándose, mientras tanto, en la esperanza de compartir Su gloria.”
(William Kelly, Epístola a los Romanos).
Tal como enseña el escritor de Hebreos, que los que están sin disciplina son bastardos (hijos
ilegítimos) y no hijos (Hebreos 12:8), así Pedro (1 Pedro 4:12-13) y Pablo (Romanos 8:16-
18; 2 Corintios 1:5; Filipenses 1:29) dirían lo mismo: Pero si estáis sin sufrimiento, de lo
cual todos participan (1 Pedro 4:13; 2 Corintios 1:5), entonces sois bastardos y no
hijos. Pero regocijaos puesto que ustedes son hijos y son herederos de Dios y son
coherederos con Cristo (Romanos 8:16-17). Ustedes comparten Su cruz y ustedes
compartirán Su corona.
Pablo está hablando aquí de los sufrimientos presentes que experimentan los
creyentes a través del tiempo, y los hace contrastar con la gloria que los creyentes
experimentarán en el futuro, cuando estén con el Señor. “Tengo por cierto” –
“calculo, cuento con que este hecho es cierto, sé que es un hecho”. Dios quiere que
creamos este hecho y que contemos con él, estando convencidos de que es verdad.
Los sufrimientos del tiempo “ahora” no son comparables a la gloria que será revelada
en nosotros. Cuando algo es comparable (digno) a otra cosa, significa que son iguales.
Aquí se nos dice que los sufrimientos NO SON COMPARABLES a la gloria, es decir,
tenemos una situación desequilibrada. La gloria es muy superior a los sufrimientos.
Puedes decirlo de esta manera: a un lado de la balanza tienes una insignificante
partícula de polvo, que representa los sufrimientos del tiempo presente. En el otro lado
de la balanza tienes una gran pieza de oro que pesa diez toneladas, que representa la
gloria futura. ¡No hay comparación! En 2 Corintios 4:17 tenemos la misma verdad. Los
sufrimientos y aflicciones presentes son muy “leves” y “temporales”. La gloria es muy
PESADA y ETERNA. Desde luego, cuando personalmente pasamos por tiempos de
sufrimiento y pruebas, nos parecen muy, muy pesados y muy, muy largos, (como si no
fueran a terminar nunca). Pero esto nos parece así desde nuestro muy limitado punto
de vista. Desde el punto de vista de la eternidad, los sufrimientos y aflicciones que
soportamos en esta vida son muy leves.
¿Sabía Pablo lo que era el sufrimiento? En Romanos 8:18 y en 2 Corintios 4:17 Pablo
nos dice que sus sufrimientos presentes son “leves” comparados con su gloria futura.
Nos asombramos cuando leemos acerca de los sufrimientos que Pablo experimentó
realmente en 2 Corintios 11:23-28 (y compare Hechos 9:16). En realidad, la mayoría
de nosotros diríamos ésto: “Mis sufrimientos no son dignos de ser comparados con
los del apóstol Pablo”. Pero Pablo sabía que aún sus sufrimientos no eran dignos de
compararse con la gloria futura que le pertenecerá como coheredero con Cristo.
Romanos 8:19
Romanos 8:20
“No por su propia voluntad”—la naturaleza no escogió estar bajo esta maldición.
Los animales no sostuvieron una convención en la cual todos decidieron
voluntariamente ponerse bajo la maldición divina. Fue Adán quien hizo la elección y
fue Dios quien trajo la maldición. “Del que” se refiere a Dios que pronunció la
maldición y sojuzgó la tierra. No se refiere a Adán. Pero aunque toda la naturaleza ha
sido llevada a este estado de vanidad, hay esperanza. El futuro contiene una promesa
de esperanza. La maldición no durará para siempre.
Romanos 8:21
Romanos 8:22
Romanos 8:23
La creación de Dios (la naturaleza) no es la única que está gimiendo. Los creyentes
también están gimiendo. Nosotros también estamos esperando ansiosamente un
evento futuro. Este evento es llamado “la adopción” y se refiere a una adopción futura,
cuando nuestra condición de hijos se materialice plenamente. La “adopción” se
describe aquí como la “redención de nuestro cuerpo”. Esta es la futura y final
redención que se cumplirá cuando Cristo venga por Su iglesia. Hay un aspecto
presente de la redención mencionado en versículos como Efesios 1:7; Colosenses
1:14; 1 Corintios 1:30; 1 Pedro 1:18-19, pero también hay un aspecto futuro de la
redención (cuando nuestra salvación sea acabada) como se expone en Efesios 1:14 y
4:30 y también aquí en Romanos 8:23. Del mismo modo, hay un aspecto de la
adopción que es realidad para los creyentes ahora (Romanos 8:15), y también hay un
aspecto futuro de adopción, que espera un cumplimiento futuro (Romanos 8:23). Las
“primicias” es la prenda o garantía de que nuestra salvación será completada, y aquí
las “primicias” es nada menos que la Persona y la Presencia de Dios el Espíritu Santo
en la vida del creyente. ¿Qué significan las primicias? Cuando cosechas los primeros
tomates de tu huerto, ésto indica que habrá muchos más. Vendrán muchos tomates
más. Se disfrutarán muchas más bendiciones del huerto. En el momento en que una
persona confía en Cristo, ella recibe el Espíritu Santo que es, ÉL Mismo, las ARRAS (el
anticipo, garantía—Efesios 1:13-14) de que mucho más seguirá (un cuerpo nuevo, una
herencia eterna, un hogar en el cielo, glorificación futura- v.18, etc.).
Romanos 8:24-25
Nota: El rapto es una revelación (1 Corintios 1:7; 1 Pedro 1:7; 1:13; 4:13), pero no
son los hijos los que son revelados al mundo, sino más bien es Cristo, en toda Su
gloria, quien es revelado a los hijos.
Romanos 8:26-27
Dios el Espíritu Santo toma nuestras débiles y defectuosas y vacilantes peticiones y las
lleva ante Dios el Padre, traduciéndolas a lo que es aceptable a Dios y en armonía con
la voluntad de Dios. Aquí se nos dice que hay una admirable comunicación entre Dios
el Espíritu Santo y Dios el Padre y de la cual poco entendemos (pero cuán agradecidos
debemos estar por ella). No sabemos cómo orar. . .de modo que ÉL ora por nosotros.
ÉL SABE COMO ORAR.
La intercesión del Espíritu Santo es una obra de Dios poco conocida y poco apreciada.
Note que en este mismo capítulo se hace mención de la intercesión del Hijo de Dios
(v.34). El Espíritu intercede por los santos (v.27) y así hace Cristo (v.34). Ambos oran
y ruegan a nuestro favor, pero de maneras diferentes. Ambos ruegan a Dios el Padre
por nosotros. Ambos ministerios son esenciales.
Los “gemidos que no pueden expresarse (gemidos indecibles)” es una referencia a esa
bendita comunicación entre Dios el Espíritu y Dios el Padre. Esto no es una referencia
al don de lenguas (el don de lenguas solo se menciona en una de las epístolas de
Pablo, 1 Corintios, y aún allí es tratado por constituir un problema). Las razones por
las cuales no se refiere al don de lenguas son las siguientes:
3. El don de lenguas era algo que se podía oír (aunque no entender) por los
hombres. Estos gemidos solo Dios el Padre los puede oír.
4. El don de lenguas era un don de gracia (“charisma” en griego) que era dado
sólo a algunos creyentes, no a todos (1 Corintios 12:29-30). El ministerio de
intercesión del Espíritu, por el contrario, es a favor de todos los santos.
Romanos 8:28
Palabra (Juan 14:21-24), y los que se niegan a guardar Sus mandamientos son
mentirosos si aseguran conocer a Cristo (1 Juan 2:3-5 y comparar Juan 17:3). Como
hijos de Dios, nuestra vida debe estar caracterizada por la obediencia (1 Pedro 1:14).
Obedecemos, porque amamos a nuestro Padre Celestial. ¿Cómo podríamos hacer algo
menos?
Los que no lo aman a ÉL, no son salvos y están bajo la maldición de Dios (1 Corintios
16:22). Si una persona dice, “yo no amo a Cristo, no, de ningún modo”, ¿cómo podría
entonces esa persona asegurar que cree en ÉL? Por otra parte, hay quienes aseguran
amar a Dios, pero con sus hechos prueban que ellos no lo aman realmente (1 Juan
4:20). En Romanos 8:28 Pablo no está hablando de un grupo especial de cristianos
que aman a Dios en contraste con otra gente salva que no ama a Dios. Los que aman
a Dios (v.28) son identificados como los llamados (v.28), y los que son LLAMADOS,
son identificados como los que antes conoció, los predestinados, justificados y
glorificados (v.29-30). Estos son hechos que son verdad en cuanto a cada y todo
creyente. Es impensable que hubiera algunos creyentes que no hubiesen sido
conocidos antes, que no hubiesen sido predestinados, llamados, justificados y
glorificados.
Este versículo no dice que “todas las cosas son buenas” sino que “todas las cosas
ayudan a bien”. Ilustración del pastel: Para hacer un pastel se necesitan varios
ingredientes y varios de estos ingredientes, por sí solos, no tienen buen sabor (pocos
se deleitan comiendo huevos crudos, o harina o manteca, etc.), pero si juntamos todos
estos ingredientes, todos ellos ayudan para hacer un exquisito pastel (producto final).
Así Dios toma lo amargo y lo dulce, lo difícil y lo fácil, lo malo y lo bueno y hace que
todo ello resulte en algo bueno.
La verdad de Romanos 8:28 es tan importante que Dios ha apartado 9 capítulos del
libro de Génesis (la historia de José) para ilustrarla. A José le sucedieron algunas cosas
muy malas y terribles – sus hermanos lo odiaban, trataron de matarlo, lo vendieron
como esclavo, etc. (Génesis 37) y luego José fue acusado falsamente por una mala
mujer y fue echado en prisión (Génesis 39). Pero Dios tenía un plan y un propósito
para José, un hombre que amaba a Dios. El padre de José no entendió la verdad de
Romanos 8:28 (ver Génesis 42:36—“contra mí son todas estas cosas”), pero José sí
las entendió (ver Génesis 50:20 y ver también Génesis 45:5,7 “Dios me envió”). Las
cosas terribles que le sucedieron a José fueron en realidad usados por Dios como los
medios por los cuales salvaría a los hijos de Israel del hambre y de la muerte.
Nótese que en estos versículos el énfasis está puesto sobre la obra de Dios—“ÉL
conoció de antemano, ÉL predestinó, etc.”. Todo esto es obra de Dios, no del hombre.
Dios conoció al creyente de antemano, Dios lo predestinó, Dios lo llamó, Dios lo
justificó y Dios lo glorificó. Esto es lo que Dios hizo. La salvación es del Señor
(comparar Jonás 2:9). La salvación empieza y termina con Dios. Dios recibe todo el
mérito y toda la gloria por nuestra salvación (1 Corintios 1:29, 31). El hombre no
puede jactarse (Efesios 2:8-9) y decir, “Mira, lo que yo he hecho”. No, la salvación es
“DE DIOS” (1 Corintios 1:30; Juan 1:13). Nosotros no nos damos gracias a nosotros
mismos, sino decimos, “GRACIAS SEAN A TI SEÑOR, POR SALVAR MI ALMA”.
Las palabras “A LOS QUE” se refieren al mismo grupo mencionado en el versículo 28—
“a los que aman a Dios, a los que conforme a Su propósito son llamados”. Se está
refiriendo a verdaderos creyentes. Es este grupo al que Dios conoció de antemano. En
la eternidad pasada, antes de que el mundo fuese creado, Dios conocía a Sus
verdaderos creyentes (comparar 2 Timoteo 2:19—“conoce el Señor a los que son
Suyos”).
Otros pasajes de la Biblia dan luz sobre la presciencia (Su conocer de antemano) de
Dios. Considera Amos 3:2—“A vosotros (los hijos de Israel) solamente he conocido de
todas las familias de la tierra”. ¿Qué significa ésto? Ciertamente Dios conocía también
todo sobre los egipcios y las otras naciones. Tiene que significar más que simplemente
saber acerca de ellos. Dios sabía todo acerca de cada nación y cada persona sobre la
tierra. Pero Dios entró en una relación especial con Israel, y no así con las otras
naciones: “Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos
los pueblos que están sobre la tierra. . . os ha querido Jehová” (Deuteronomio 7:6-7).
Ron Hamilton
En Romanos 8:28 la palabra “primogénito” se refiere a Cristo y significa “el más alto
en rango y posición”. Cristo es el Hijo Supremo, el Preeminente (comparar Juan 3:16—
“el Hijo unigénito” o el ÚNICO, único en su clase, HIJO). Cristo está como Cabeza y
Principal entre y sobre esas incontables multitudes que por medio de ÉL son hechos
hijos de Dios. Cristo es EL HIJO, pero “llevará muchos hijos a la gloria” (Hebreos
2:10).
El próximo eslabón en la cadena del propósito eterno de Dios: LLAMADO. Vimos ésto
en el versículo 28— “los que conforme a Su propósito son llamados”. ¿Quiénes son
LOS LLAMADOS? No todos los hombres, porque en el versículo 28 se dice que ellos son
los que “aman a Dios” (creyentes verdaderos, los que pertenecen a Dios, los que
fueron conocidos de antemano, etc.). Por cierto, hay un sentido general en que TODOS
LOS HOMBRES son llamados para salvación y todos los hombres son invitados a venir
a Cristo. Este llamado o invitación general y universal a la salvación se ve en pasajes
como Romanos 10:9-13; Mateo 11:28; Juan 3:16; Juan 7:37-38; Apocalipsis 22:17;
etc. Pero hay un sentido especial en el cual Dios llama solamente a aquellos que
responden verdaderamente al llamado general del evangelio (los que vienen a Cristo y
realmente le pertenecen). Así, en un pasaje como 1 Corintios 1:24-27 la expresión “los
llamados” se refiere a los escogidos de Dios, los que realmente son salvos. No son
muchos los llamados (1 Corintios 1:26), pero algunos lo son. Ver 2 Timoteo 1:9; 1
Pedro 1:15; 2:9; 5:10; 2 Pedro 1:3; 1:10; Apocalipsis 17:14 “llamados y elegidos y
fieles”. Note que todos estos versículos están hablando acerca de verdaderos
creyentes, no de todos los hombres en general. Dios nos ha llamado a Sí Mismo (1
Corintios 1:9) para que le pertenezcamos a ÉL. Como dice un himno: “ÉL me llamó
mucho antes de que yo escuchara, antes de que mi corazón pecaminoso fuera turbado.
Pero cuando creí en Su Palabra, me levantó perdonado”.
Deberíamos notar que estas cinco cosas son ciertas en cuanto a todo creyente. Tú no
puedes tener solo una de estas cinco cosas. Es imposible que una persona sea antes
conocida y no sea justificada. Es imposible que una persona sea justificada y no sea
glorificada (por tanto, es imposible que una persona pierda su salvación). Es imposible
que una persona sea llamada y no sea justificada: “a los que llamó, a estos también
justificó”. ¿Pueden ser ciertas de una persona sólo tres de las cinco cosas? No, todas
ellas tienen que ser verdad. Es todo o nada. Una persona es salva o no lo es, y si es
salva, entonces estas cinco cosas son verdad. Deberíamos notar también que
NINGUNA DE ESTAS COSAS es verdad de los que nunca llegan a ser creyentes. Judas
nunca fue conocido, predestinado, llamado, justificado o glorificado.
Nota: Debemos ser muy cuidadosos con un tratado evangelístico muy popular que
comienza:”Dios te ama y tiene un maravilloso plan para tu vida”. Lo que Dios tiene
para aquellos que rechazan a Su Hijo no es maravilloso (ver Juan 3:18; 3:36; 2
Tesalonicenses 1:8-9, etc.). El maravilloso plan de Dios es para los que aman a Dios,
para los que conforme a Su propósito son llamados (Romanos 8:28). Una vez que una
persona da buena evidencia de tener una fe salvadora, podemos animarla a reclamar
las maravillosas verdades que se encuentran en Romanos 8:28-30, pero nunca
debemos aplicar descuidadamente estos pasajes a quienes no son salvos en absoluto.
De hecho, todas las grandes verdades de Romanos capítulo 8 son solamente para los
que de veras están “EN CRISTO” (Romanos 8:1). Por otra parte, no olvidemos que
Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad
(1 Timoteo 3:3-4).
Romanos 8:31
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios ha hecho todo esto (Romanos 8:28-30), ¿qué
podemos decir entonces? Empecemos por decir simplemente y sin cesar, “GRACIAS
SEÑOR”. Si Dios es por nosotros (está a nuestro lado), ¿quién puede estar contra de
nosotros? La respuesta obvia: NADIE. Muchas personas pueden estar en contra
nuestra y los creyentes pueden tener muchos enemigos, pero si Dios está por
nosotros, no importa quién esté en contra nuestra. Es Dios y yo contra cualquiera.
Dios con el creyente es mayoría siempre, y en cualquier lugar. Ver Salmo 118:6 y
Hebreos 13:6. Los versículos siguientes muestran cómo Dios está POR NOSOTROS. En
el versículo 32 vemos como ÉL murió POR NOSOTROS y en el versículo 34 vemos
como ÉL vive POR NOSOTROS.
Romanos 8:32
¿Quién fue realmente culpable de poner a Cristo en la cruz? Note la palabra “entregó”
en Romanos 8:32 que a veces se traduce como “traicionar”. Note los siguientes usos
de esa palabra:
¿Quién entonces fue responsable de poner a Cristo en la cruz? Judas lo traicionó. Los
líderes judíos lo condenaron y lo entregaron a los romanos. Pilato lo entregó a los
soldados romanos. Los soldados romanos lo clavaron a la cruz. TODOS ELLOS
TUVIERON PARTE, pero en última instancia fue DIOS MISMO quien lo entregó. Fue
Dios quien “LO ENTREGÓ POR TODOS NOSOTROS” (Romanos 8:32). Fue Dios
quien “DIO A SU HIJO UNIGÉNITO” (Juan 3:16) para morir en la cruz. “Dios quiso
QUEBRANTARLO” (Isaías 53:10). ¿Por qué Dios hizo esto? FUE POR NOSOTROS. Fue
por nuestros pecados que ÉL sufrió y sangró y murió. ÉL “FUE ENTREGADO POR
NUESTRAS TRANSGRESIONES” (Romanos 4:25). Cada uno de nosotros era
responsable por la muerte de Cristo, porque ÉL murió en nuestro lugar como nuestro
Sustituto. A ÉL se le dio el pago que nosotros merecíamos (Romanos 6:23). Él murió la
muerte que nos correspondía a nosotros.
Romanos 8:33
¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Los escogidos de Dios son los que están
descritos en Romanos 8:29-30. Ellos son los escogidos de Dios, los que conforme al
propósito de Dios son llamados en Cristo. Dios te ha justificado. Tú has comparecido
ante la corte más alta del universo y has sido encontrado NO CULPABLE. Tu caso ha
sido sellado en la corte suprema del universo, y no hay otra corte más alta que pueda
condenarte. Si Dios, el Juez justo, te ha justificado, ¿qué juez más alto te puede
condenar? Si el Juez de toda la tierra está DE NUESTRO LADO, no tenemos
absolutamente nada que temer.
Romanos 8:34
¿Quién me condenará? Cristo ciertamente no, porque ÉL murió por mí. Mi condenación
cayó sobre ÉL (Romanos 8:3). ÉL no solo murió por mí, sino vive por mí. Satanás me
podrá acusar y sus acusaciones en mi contra aún pueden ser ciertas, pero el Señor
Jesucristo vive para interceder por mí (rogar y orar por mí). Ver estos importantes
pasajes: 1 Juan 2:1-2; Hebreos 7:25; 9:24.
Romanos 8:35
“El amor de Cristo” se refiere al amor que Cristo tiene por nosotros. Nadie (v.35) y
nada (v.39) podrá separarnos de ese amor. Estamos salvos y seguros para siempre en
el amor de Cristo. Consideremos algunas de las palabras que se usan en este
versículo:
PERSECUCIÓN = acoso a los creyentes para dañar y herir (ver 2 Timoteo 3:12; 2
Corintios 4:9)
HAMBRE = los creyentes del primer siglo sabían lo que era el hambre (ver Hechos 11:28);
ni siquiera los desastres naturales nos podrán separar del amor de Cristo
ESPADA = muerte por la espada (ver Hechos 12:2—Santiago, el hermano de Juan estaba
seguramente agradecido por la verdad de Romanos 8:35)
Romanos 8:36
“Somos” (v.37) — esto es cierto ahora mismo. “En todas estas cosas” –en medio
de todas las dificultades, nosotros triunfamos. “Más que vencedores” = hiper-
vencedores, súper-vencedores, súper-victoriosos, súper-triunfadores. Se refiere a
alguien que gana una victoria arrolladora y aplastante, alguien que gana la más
brillante victoria. No somos sólo vencedores, somos más que vencedores. No somos
sólo triunfadores, somos más que triunfadores.
¿Quién es Aquel que nos amó? Ver Romanos 8:35—Cristo Mismo. Por medio de Cristo
somos más que vencedores. Comparar 2 Corintios 2:14 (en nosotros mismos fallamos,
pero en Cristo triunfamos).
Romanos 8:38-39
En estos gloriosos versículos Pablo está explorando el universo entero para ver si hay
algo que pudiera separarnos del amor de Cristo. La muerte se menciona primero,
porque es el mayor temor del hombre (Hebreos 2:15—la muerte es “el rey de los
temores”). Dios no está diciendo que ÉL librará al creyente de la muerte física, sino
dice que la muerte física nunca nos separará de ÉL. De hecho, para el creyente en
Cristo la muerte es en realidad la entrada a la presencia misma de Dios, donde
conoceremos más y más Su amor:
Dios no elimina la muerte física (con la excepción de aquellos que estén vivos cuando
Cristo venga por Su iglesia—1 Corintios 15:51-52), sino elimina el aguijón de la
muerte (1 Corintios 15:55). La muerte sin su aguijón no es de temer (tal como una
abeja, sin su aguijón, no es más que una inofensiva bola de pelusas).
“Ni lo alto, ni lo profundo” (v.39) –por muy alto que subas o por mucho que
desciendas, en el valle más profundo o en la montaña más alta, nunca encontrarás
algo o alguien que te separe del amor de Cristo.
“Ni ninguna otra cosa creada” = nada en toda la creación. Pablo agrega ésto, para
asegurarse de no haber olvidado algo. Pablo nos asegura, con las palabras más
vehementes, nuestra total seguridad en el amor de Dios que se encuentra SOLAMENTE
EN EL SEÑOR JESUCRISTO.
Hay muchas personas que toman estos dos últimos versículos de este capítulo y lo
aplican indiscriminadamente a todas las personas, sin considerar si la persona es
realmente salva o no. Estos versículos sólo son aplicables a los que están “EN CRISTO
JESÚS” (Romanos 8:1) y que “aman a Dios y que conforme a Su propósito son
llamados” (Romanos 8:28). Nadie más tiene derecho a estos versículos. Los incrédulos
estarán separados del amor de Cristo, y esta separación durará por toda la eternidad
(ver 2 Tesalonicenses 1:8-9; Mateo 25:41, 46; 7:21-23; etc.)
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