Este documento describe a los Urus, un pequeño grupo humano que habitaba las lagunas alrededor del lago Titicaca a 4,000 metros de altura en los Andes peruanos. Los Urus se negaban a mezclarse con otros indígenas y creían descender de una raza prehumana anterior a los incas. El documento detalla una conversación con el último hablante de la lengua Uru, Manuel Inta, y describe cómo la raza Uru se ha extinguido casi por completo debido a la sequía, la falta de recursos y su incapacidad para
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Este documento describe a los Urus, un pequeño grupo humano que habitaba las lagunas alrededor del lago Titicaca a 4,000 metros de altura en los Andes peruanos. Los Urus se negaban a mezclarse con otros indígenas y creían descender de una raza prehumana anterior a los incas. El documento detalla una conversación con el último hablante de la lengua Uru, Manuel Inta, y describe cómo la raza Uru se ha extinguido casi por completo debido a la sequía, la falta de recursos y su incapacidad para
Descripción original:
Extracto del libro DIOSES Y PARIAS de Jéhan Vellard
Este documento describe a los Urus, un pequeño grupo humano que habitaba las lagunas alrededor del lago Titicaca a 4,000 metros de altura en los Andes peruanos. Los Urus se negaban a mezclarse con otros indígenas y creían descender de una raza prehumana anterior a los incas. El documento detalla una conversación con el último hablante de la lengua Uru, Manuel Inta, y describe cómo la raza Uru se ha extinguido casi por completo debido a la sequía, la falta de recursos y su incapacidad para
Este documento describe a los Urus, un pequeño grupo humano que habitaba las lagunas alrededor del lago Titicaca a 4,000 metros de altura en los Andes peruanos. Los Urus se negaban a mezclarse con otros indígenas y creían descender de una raza prehumana anterior a los incas. El documento detalla una conversación con el último hablante de la lengua Uru, Manuel Inta, y describe cómo la raza Uru se ha extinguido casi por completo debido a la sequía, la falta de recursos y su incapacidad para
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Jéhan DIOSES Y PARI AS
Vellard DE LOS ANDES
El profesor Jehan Vellard es uno de los más destacados peruanistas franceses, quien dirigió durante varios años ¡'Instituí Troncáis d'Eiudes Andines, visitó va- rias regiones de nuestro país, especialmente el altiplano, hizo películas sobre los Urus v los Chipayas y escribió un notable libro: "Dieux et Parias des Andes", que inexplicablemente está todavía sin traducirse, pese a que fue publicado en 1954. Para reparar, en parte, esta falta que podría ser considerada como una ausencia de inquietud de los peruanos, nos permitimos traducir para RUM1, en este número consagrado a Puno, eí primer capítulo de tan bello libro, iodo él inmerso en una apasionante búsqueda del último hombre de la mítica raza de los Urus. Est| Jibrq es la historia de un pequeño grupo la cual no podemos ahogarnos nosotros, ni sentimos humafíp "¿Hüef habita las lagunas del contorno del el frío del Lago en las noches de invierno. Las he- lagoTfoi€kca¿ a 4,000 metros de altura, en el cora- ladas neblinas que penetran a los hombres y los zón o ¡Tía cordillera de los Andes. hacen morir con neumonía, no nos hacen daño. El Negándose a mezclarse con los demás indígenas, rayo no puede alcanzarnos. No hablamos la lengua rechazando, inclusive, el nombre de hombres, los de los hombres y ellos tampoco comprenden lo que Urus hacen remontar su origen a una época fabu- decimos nosotros. Nuestra cabeza es diferente de la losa, anterior a la creación de los verdaderos hu- de los demás indios. Somos un pueblo aparte, muy manos, mucho antes del sol de los Incas y de la viejo, el más viejo, el pueblo del Lago, los Kot- aparición de nuestro sol. Suñs. Nosotros no somos hombres". Aislados por su raza y por sus tradiciones, ver- Envuelto en su poncho negro, encogido-sobre daderos fósiles vivientes, pudieron ellos mantener- un poyo de adobes que se desenvuelve en torno de se hasta nuestros días en sus pantanos cubiertos la única pieza de su pobre cabaña, Manuel Inta, de juncos, extrayendo todos sus recursos de un nos refería así, una tarde de junio, la génesis de su ambiente particularmente ingrato. Víctimas incons- raza. Una fogatita de plantas resinosas, la tola, en- cientes del progreso, van desapareciendo por inca- rogecía su vieja cara arrugada., rodeada por u pacidad de adaptarse a las nuevas condiciones crea- largo chullo de lana de los indios de los Andes. das por las facilidades en la comunicaciones, cada Era allí, sobre un pequeño acantilado del Desa- vez mayores, que transforman a un ritmo cada vez guadero, vertedero del lago Titicaca, en el puebli- más rápido la vida de los indígenas de los Andes. to de Iru-Itu, donde vivían los últimos Urus. En Con el pueblo del Lago, con los Urus, últimos esta altura, a 4,000 metros, un helado viento barría representantes, según sus leyendas, de los pre- el Altiplano, sacudiendo los techos de totoras, en humanos que habrían vivido antes del sol, antes forma de quilla de barco, y sujetos por gruesas so- de los incas hijos del sol, y de las otras grandes gas de paja amarradas a clavijas de madera enca- culturas .indígenas encontradas por los españoles jadas en las paredes de tierra. en los Andes, cuyos restos aombran a los arqueó- En esa fría noche invernal del Continente aus- logos, desaparece una de las antiguas y más inte- tral, las estrellas brillaban con un fulgor muy vivo, resantes razas de América. como en los antiguos tiempos, descritos por el vie- jo Uru, y se reflejaban en las pequeñas capas de FIN DE UNA RA_ZA' ' / agua libre, en medio de los totorales que cubren los vastos pantanos, junto al poblado. Y muy le- "Nosotros, el pueblo del Lago, los Kot-Suñs, no- jos, en el Sudoeste, iluminada por la luna, baja ya sotros no somos hombres. Mucho antes que los en el horizonte, se dibujaba la blanca silueta del Incas, antes que el Padre de los Cielos, Taitito, hu- Sajama, cubierta de hielo, una de las más venera- biese creado a los hombres, aymaras, quechuas y das y sagradas montañas de Bolivia. El Lago,. la blancos; antes aún que el sol alumbrase al mundo, vasta llanura, el alto nevado: es toda la Bolivia antes de la última aurora, anunciadora de la época andina. actual, cuando la tierra estaba todavía sumida en El narrador estaba acompañado por otras per- una semioscuridad, iluminada solamente por la lu- sonas ancianas, Luis Inta, casi centenario, Rafael na y las estrellas, más brillantes que ahora, el la- Vila, con más de ochenta años, Carlos Quispe, uno go Titicaca, mucho más vasto que el que tú cono- de los más jóvenes, ya de otra generación, que no > ees, se extendía hasta los confínes del Altiplano. tenía más de sesenta años, y algunas mujeres, to- Pero nuestros padres ya vivían aquí. Nosotros no das muy envejecidas. Todos mascaban lentamente somos hombres. Nuestra sangre es negra, razón por el bolo de coca, el acullico, que hincha las mejillas 29 y mancha los labios con hilillos verdosos. Sin este blan la antigua lengua. Ya no conocen las tradi- estimulante, indispensable en todas las activida- ciones. Sus hijos observan el status de la madre. des físicas o psíquicas de los andinos, no hubiera Son aymaras. habido velada ni historia. He regresado de los Urus. El poblado apenas Esa escena tuvo lugar hace ya doce años. (Más tiene una veintena de habitantes, cinco de los o menos en 1942, N. del T.). El viejo Inta deploró cuales solamente hablan todavía el viejo idioma. entonces la decadencia de su raza, la que, antaño, Carlos Quispe tiene ahora cerca de 75 años. To- ocupaba todo el Desaguadero y una parte de las davía está vivo el viejo Rafael, casi centenario, orillas del Lago Titicaca. Desde entonces, hemos así como su hermana y otra mujer casi igualmen- repetido nosotros, muy a menudo, estas veladas te vieja. Queda todavía una mujer, depositaría de en la aldea de los Urus, aunque los que asistían las últimas tradiciones del grupo, Jesusa Salinas, era cada vez menos numerosos. La mayor parte buena narradora, aunque rara vez se decide a de los Urus que yo conocí entonces, ha desapare- hablar. cido. El viejo narrador murió también, a su tur- Nunca más oiremos ya a estos sobrevivientes no, hace algunos años, en una noche de'invierno, de otra edad pronunciar estas asombrosas pala- al borde del camino. Agotado por las privaciones, bras salidas de labios humanos: "Nosotros, los del su corazón fue vencido por el soroche, el mal de pueblo del Lago, no somos hombres". la montaña, luego de haber traspuesto un eleva- Ellos han desaparecido, convencidos de la an- do cuello a más de 4,200 metros, yendo a pie al tigüedad de su raza, orgullosos de su lengua y des- pueblo boliviano de Guaqui. preciados a la vez por todos los demás indios des- Estos doce años han visto la última parte del de mucho antes de la conquista española, aunque drama uru, la extinción casi total de esta antigua siendo objeto de un cierto temor a causa de su raza. Habían sufrido muchas vicisitudes. Empu- origen misterioso que les rodeaba de una miste- jados por todas las razas indias que se sucedieron riosa aureola semidivina. Sus vecinos los opri- en el altiplano, despreciados por su baja cultura, mían y molestaban, aunque sin atreverse, sin em- explotados por unos y por otros, sin amigos y sin bargo, a propasar ciertos límites, de temor de irri- apoyo, hubieron de refugiarse en las lagunas, don- tar a sus espíritus protectores y de atraer serias de pudieron sobrevivir hasta nuestros días. Vie- calamidades sobre la región: hambre, granizo, se- ron ellos desfilar todas las grandes culturas pre- quía, inundaciones... Una vez al año, los ilaca- colombinas, los constructores del Tiwanaco, ¡os tas de las aldeas aymaras, trajeados en gran for- orgullosos qollas y hasta el mismo imperio de los ma, llevaban regalos a los pobres Urus, a fin de Incas. Explotando los míseros recursos de las la- apaciguar a sus achachilas, los espíritus de sus gunas y de los totorales, pudieron crear una cul- antepasados. tura propia, muy baja, pero original, la que era Todo eso no existe más. En 1943, el viejo Ma- suficiente para sus necesidades. nuel Inta me contaba en su lengua la agonía de Mas ellos dependían directamente del medio. su raza: Durante muchos años, la región andina sufrió una "Nosotros no podremos partir de aquí jamás. sequía prolongada. Poca nieve en las cumbres. Desde siempre tenemos aquí demasiadas costum- Mal nutrido por sus tributarios, el Lago Titicaca bres. Pero nuestro campo nos producirá pocas co- bajó de nivel cerca de cuatro metros; su vertede- sas. Este año es demasiado seco y las papas no ro, el Desaguadero, quedó reducido a un hilillo prosperan. Todo lo han quemado las heladas. Por de agua; desaparecieron las lagunas y, con ellas, eso es que nos vamos. Y ahora, ¿qué haremos? En los campos de juncos, totorales, base de la econo- la laguna que se seca ya no hay más suches. Ya mía uru. no hay cañas y tampoco hay huevos de aves. To- Los viejos, amarrados a sus costumbres, inca- dos los huevos se han ido para el gran lago de paces de adaptarse a un nuevo género de vida, Guaqui. Los pescados se han ido a Guaqui. ¿Có- sucumbieron a las privaciones. Los más jóvenes, mo nos alimentaremos ahora? Si este año llueve se dispersaron, en busca de trabajo junto a los de- bastante, viviremos. Todos regresaremos a nues- más pescadores del Lago Titicaca y, como colmo tra aldea. Si no llueve lo suficiente, nos morire- de decadencia, junto a los agricultores aymaras o mos. Comemos pequeñas papitas que cultivamos en los pueblos del altiplano. para la gente de otra raza (los aymaras). Culti- El lago ha vuelto a subir desde hace cuatro vando para ellos, las ganamos. Hay pocos pesca- años. Ha recuperado más de cuatro metros, al- dos y sólo hemos tomado uno de ellos. Tú has vis- canzando un moderado estiage. Lentamente se re- to qué pequeñito era. Hay que ir lejos para pes- cuperan los totorales, y, a la par, ve renacer el car. Tenemos la costumbre de regresar de noche Desaguadero la vida animal: los peces, las aves a nuestra casa. Volvernos a casa para vender nues- acuáticas. Mas el pueblo del. Lago ha sufrido un tros pescados. Los vendemos a la gente de la otra golpe mortal. Ya no volverá a rehacerse el últi- raza, a tres por un real". mo grupo Uru. Han desaparecido casi todos los Antes de su completa desaparición, hemos que- viejos. Algunos de los jóvenes han regresado, pe- rido recoger lo que todavía se podía salvar de su ro ya casados con mujeres aymaras. Y ya no ha- cultura y de sus tradiciones.