Medicina Monacal
Medicina Monacal
Medicina Monacal
Es cierto que la idea que sobre el hombre existe, está tomada del bagaje cultural
tradicional, pero habrá de pervivir merced a los impulsos didácticos surgidos
entonces, principalmente gracias al espíritu de la Regula Benedicti, una clase de
vida espiritual que intenta llevar al hombre, frágil y perecedero, a la salvación
eterna. En el prólogo de la Regula vemos que este cambio del ser corporal de la
persona, es considerado, además de una oportunidad para alcanzar la eternidad,
una tarea que permite una nueva conformación del mundo. Durante siglos, la
Regula fue considerada “el libro fundamental de la convivencia medieval”. La
nueva norma de vida va a tener como consecuencia cambios de carácter
profesional dentro de la estructura del monacato: presidido por un abad, éste ha
de actuar como maestro y como padre, como pastor y en consecuencia, también
como médico. Preocupándose
por los sanos y por los
enfermos, el monje se
preocupa también por el alma
y por el cuerpo.
El hombre se ve entonces
obligado a mantenerse sano;
la enfermedad es un altar
sobre la que se purifica el
defectos natural y constituye
una especie de gracia cuando
es soportada con paciencia en
el nombre de Cristo. Esta
consideración especial del enfermo -
distinta a la que le otorgan las demás
culturas- en cuya persona se ve al
mismo Jesucristo, obliga al monje a
prestar un servicio activo y al abad a
organizar el cuidado de los enfermos,
para lo cual se requiere un lugar
adecuado y aislado, un servicio médico
organizado y, por fin, el instrumental
necesario. Como el movimiento
monástico se propagó rápidamente, la
forma de vida benedictina dejó de ser
una excepción.
El monasterio de Cluny, fundado en el año 910 fue el primero de los hasta dos
mil que existían, sólo en Francia, en el siglo XII. Ha de admitirse que estos
monjes, gracias a la reforma de la disciplina, consiguieron dar un fuerte impulso
al monacato. A este equilibrio entre la actividad frente al mundo y la meditación
espiritual debe atribuirse el hecho de que continuara siendo accesible la cultura
de la Antigüedad, así como
que la lengua latina siguiera
manteniendo su vigencia por
estar al servicio de la liturgia.
Las indicaciones de la Regula
sobre el fomento de un
programa científico, además
de la oración y del trabajo,
fueron decisivas para la
medicina práctica.
ZAREMNIA.O.