Cómo Desatar Su Fe - Kenneth E. Hagin
Cómo Desatar Su Fe - Kenneth E. Hagin
Cómo Desatar Su Fe - Kenneth E. Hagin
Kenneth E. Hagin
"Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para
salvación"
Romanos 10:10
Observe que dijo: "De pecado, por cuanto no creen en mí". Aquí Jesús nos
muestra que el pecado será la convicción por el Espíritu Santo de un solo pecado:
"Por cuanto no creen en mí". Cuántas veces no hemos exigido que el pecador
confiese todos los pecados que haya cometido, para ser salvo. De hecho, no podría
confesar todos sus pecados, por no poder recordar todo lo que ha hecho. La
confesión principal que el pecador tiene que hacer es el señorío de Jesús.
Aquí vemos al pueblo del pacto de Dios confesando sus pecados y siendo
bautizados por Juan. Este no es el bautismo cristiano. Jesús no había muerto aún, ni
había resucitado. Juan no bautizaba en el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo; bautizaba en el nombre del Padre. Estos creyentes eran judíos bajo
la ley.
Hechos 19:18 dice: "Y muchos de los que habían creído venían, confesando
y dando cuenta de sus hechos". Estos eran pecadores gentiles. No dice qué
confesaban, pero se ve que confesaban las artes mágicas que practicaban. No
confesaban estas cosas para ser salvos; ya eran salvos. Siendo salvos, les era más
fácil hacerlo.
Tantas veces se hace al revés, diciendo a los pecadores que dejen esto y
abandonen aquello. Pero el individuo tiene que aceptar el dominio de Jesús, y las
demás cosas se arreglarán por sí mismas.
"Una señora que fue salva y llena del Espíritu Santo dijo: 'Desde que vengo
acá, la misa ya no me ayuda. Raras veces voy. Creo que voy a dejarla. ¿Qué me
aconseja usted?”
"Luego dijo: 'Mire, no sé por qué, pero ya no recibo nada al rezar delante de
mis imágenes'. Ella tenía una en cada cuarto de su casa. 'Recibo más retirándome y
hablando en lenguas. A veces pienso que me conviene tirarlas a la basura. ¿Qué me
aconseja usted?”
"Pocos días después ella dijo que las había tirado y había dejado de ir a misa.
No tardó en ingresar a la iglesia del Evangelio Cuadrangular”.
Él no necesitaba dejar nada para ser salvo. Porque "si confesares con tu boca
que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo” Romanos 10:9. Esta es la confesión del pecador que vale. Es culpable
de un solo pecado ante los ojos de Dios: De rechazar a Jesucristo como Salvador y
Señor. Dios demanda que confesemos el señorío de Jesús.
El demandar que un pecador confiese sus pecados antes que Dios pueda
hacerle una criatura nueva, es como si el gobernador de un estado le dijera a un
criminal encarcelado: "Voy a ponerle en libertad condicional si confiesa que está
en la cárcel". Es un hecho patente. Es también patente que el pecador es un hijo del
diablo. Lo que tiene que confesar es el señorío de Cristo. Tiene que dejar que Jesús
domine su vida diaria. El confesar el señorío de Jesús es el mismo corazón del
evangelio.
"Claro que no. No puede sentir lo que no tiene. Y no puede tenerlo hasta
confesarlo".
"Entiendo que hace seis meses que usted viene a esta iglesia y ora".
"Bueno, creo estos versículos, que Jesús murió por mis pecados y que fue
levantado de los muertos. Dios le levantó para justificarme, y así le acepto como
mi Señor y le confieso como mi Señor".
Se sentó abruptamente. Más tarde me dijo que cuando lo confesó, algo pasó
dentro de él.
Mateo 10:32-33 dice: "A cualquiera, pues, que me confiese delante de los
hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a
cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de
mi Padre que está en los cielos". Tiene que haber una confesión pública, porque
así se rompe con el mundo. Es un cambio de señorío; lo cual define nuestra
posición. La confesión del señorío de Jesús nos pone inmediatamente bajo Su
vigilancia, cuidado y protección.
En 1°Juan 1:3-7 leemos: "Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos,
para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os
escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. Este es el mensaje que hemos
oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. Si
decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos
comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo
pecado".
Hace algún tiempo que estaba en oración por cierto individuo que yo sabía
estaba envuelto en pecado. Sabía que volvía a tropezar en cierta cosa. En mi
oración dije al Señor: "Pues ¿qué de este sujeto? Ves que ya tiene costumbre".
El jefe del distrito siguió: "La iglesia creció, pero cuando estalló la guerra,
aproximadamente la mitad de la membresía fue trasladada, y el estado financiero
de la iglesia fue puesto a prueba. Entonces este hombre se presentó y asumió los
pagos, hasta la suma de 4,000 dólares".
Vemos aquí que la sangre de los toros y de los machos cabríos no podía
quitar los pecados. Simplemente podía taparlos. El pecado quedaba en el corazón,
y con él la conciencia del pecado. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad".
Usted no debe tener más remordimiento. Dios no lo retiene; ¿por qué lo hace
usted? Ahora, usted puede ver con qué confianza podemos acudir en oración y
saber con seguridad que Él nos oye.
Capítulo 2 – La Confesión, la Llave de la Fe
En este texto Jesús menciona una vez el creer, pero tres veces menciona el
decir. Entonces, el Señor me habló diciendo: "Tendrás que predicar sobre el decir
tres veces más de lo que prediques sobre el creer, porque la gente se da cuenta del
creer, pero no se da cuenta del papel que desempeña el decir. En ninguna parte de
la Biblia se enseña que si usted cree en el corazón simplemente, recibirá la
contestación. La Biblia enseña que si cree con el corazón y lo dice con la boca
(ambas), lo que quiera acontecerá.
El diccionario dice que confesar quiere decir declarar los pecados de uno, o
profesar fe en algo. Si simplemente vivimos en un lado de la confesión y
constantemente confesamos nuestras faltas y debilidades, nuestra vida espiritual
quedará desequilibrada, y provocaremos una conciencia de debilidad, pecado y
fracaso en nuestro espíritu.
Hay que saber lo que hemos de confesar. La confesión tiene que ver con
cinco cosas: Primero, lo que Dios en Cristo ha hecho por nosotros en el plan de la
redención; segundo, lo que Dios por la Palabra y el Espíritu ha hecho en nosotros
en el nuevo nacimiento y en el bautismo del Espíritu Santo; tercero, lo que somos
en Cristo Jesús para con Dios el Padre; cuarto, lo que Jesús hace a favor nuestro
ahora a la diestra del Padre, donde para siempre vive para interceder por nosotros;
quinto, lo que Dios puede hacer por medio de nosotros, o lo que Su Palabra hará a
través de nuestros labios.
2°Corintios 5:17: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". Somos criaturas
nuevas en Cristo Jesús, no apenas pecadores perdonados, pobres, débiles,
pecaminosos, miembros sin valor de una iglesia. Somos criaturas nuevas, creadas
por Dios en Cristo Jesús.
¿De qué somos redimidos? Muchos dicen, de pecado. Este es una parte del
asunto, pero hay mucho más.
La Biblia dice en Gálatas 3:13: "Cristo nos redimió de la maldición de la
ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es
colgado en un madero)". Somos redimidos de la maldición de la ley. En el Nuevo
Testamento la ley siempre se refiere a los primeros cinco libros de la Biblia. La
maldición o el castigo por haber quebrantado la ley de Dios es triple: La pobreza,
la dolencia y la muerte segunda. Dios nos ha redimido de la maldición de la
pobreza. Nos ha redimido de la maldición de la dolencia. Nos ha redimido de la
maldición de la muerte espiritual.
Hay los que dicen que las bendiciones materiales o financieras sólo se
prometían a los judíos. Pero Gálatas 3:13-14 dice: "Cristo nos redimió de la
maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de
Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa
del Espíritu".
Cuando descubrí esto, quedé tan alborotado que no podía dormir. Otros
versículos me venían y el Espíritu Santo me decía: “¿No puso aquí Dios todo lo
que existe? ¿No dicen los Salmos que de Dios es el mundo y su plenitud? ¿No dice
la Biblia que el oro y la plata y los millares de animales en los collados pertenecen
al Señor? ¿Para quiénes hizo Dios todas estas cosas?"
La Biblia dice que Dios hizo el mundo y su plenitud. Entonces creó a Adán y
dijo: "Adán te doy el dominio sobre todo ello". Le dio a Adán el dominio sobre los
millares de animales en los collados, sobre la plata y el oro, sobre el mundo y su
plenitud. Entonces ¿por qué lo tiene el diablo? Adán cometió alta traición. Entregó
todo al diablo, y Satanás se hizo dios de este mundo. En el Nuevo Testamento él se
llama dios de este mundo. Pero, Jesús, el segundo Adán, vino para redimirnos de la
mano de Satanás. Romanos 5:17 dice: "Pues, si por la transgresión de uno solo
reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que
reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia". Según la traducción
de Weymouth: "Reinarán como reyes en vida por uno, Jesucristo". Quiere decir
que tenemos dominio sobre nuestra vida. Hemos de dominar, no de ser dominados.
Las circunstancias no han de dominarle a usted. ¡Usted ha de dominar las
circunstancias! La pobreza no ha de regir y reinar sobre usted. ¡Usted ha de regir y
reinar sobre la pobreza! Las enfermedades no han de regirle. ¡Usted ha de regir
sobre las enfermedades!, reinar como rey en vida por Cristo Jesús, en el cual
tenemos nuestra redención.
¿Puso Dios los animales, la plata y el oro aquí para el diablo y sus huestes?
Sabemos que Dios ama al pecador, pero ¿será que lo ama más que a sus propios
hijos? No. Él puso estas cosas aquí para Su pueblo. Él quiere que tengamos lo
mejor.
Jesús vino para hacernos conocer al Padre, y dijo: "Pues si vosotros, siendo
malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que
está en los cielos dará buenas cosas a los que lo pidan?" ¿Cuántos padres quieren
que sus hijos vivan enfermos y afligidos o faltándoles lo necesario? Ninguno de
nosotros quiere esto.
Dios nos ha hecho la provisión por Cristo Jesús. Por eso el Señor me dijo:
"No me ruegues más por dinero. Ya he puesto oro y plata, y miles de animales en
los collados. En lugar de pedir que yo lo haga, simplemente di: Satanás, quita las
manos de mi dinero. Toma lo que necesites".
"Si esta semana necesitas $200, di: Satanás, quita las manos de mi dinero.
Requiero $200 esta semana".
Cuando fui luego a una iglesia para una semana de conferencias, dije:
"Señor, si recibo lo que necesito, lo que dices tendrá que resultar, porque la última
vez que estuve aquí me dieron sólo $60 por una semana. Voy a pedir lo que para
ellos es imposible". Luego dije: "Satanás, quita las manos de mi dinero. Requiero
$150 esta semana". Uno nunca cree por lo posible. Se cree por lo imposible.
Resultó que en vez de una semana, permanecí 10 días. Entonces dije: "Señor,
requiero $200 por estos 10 días. Y Satanás, quita las manos de mi dinero".
Jesús dijo: "Cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar,
y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga
será hecho" Marcos 11:23.
Siempre se puede saber si una persona cree correctamente por lo que dice. Si
su confesión está mal, su creencia está mal. Si su creencia está mal, piensa mal. Si
piensa mal, su mente no ha sido renovada por la Palabra de Dios.
Nunca he podido comprender cómo uno cree que puede recibir la ayuda de
Dios sin Su Palabra. Dios opera según Su Palabra. Debemos dar a Su Palabra la
misma reverencia que le daríamos a Jesús si Él estuviera aquí corporalmente.
"He predicado a mi manera por 25 años, y bien o mal, con la Biblia o sin ella
voy a seguir lo mismo", así terminó.
"Claro que sí, hermana, como todo ser inteligente a estas horas".
Dios opera por medio de nosotros por Su Palabra que sale de nuestros labios,
Jesús dijo: "Id y enseñad". Nosotros llevamos la Palabra, y si no difundimos la
Palabra, no hacemos nada. Es inútil rogar a Dios que haga algo. Es tiempo perdido
orar a Dios que salve al perdido sin que alguien le lleve la Palabra.
Si pudiéramos hacer salva a la gente con sólo orar, no tendríamos que enviar
misioneros con la Palabra. Podríamos con la oración meter a todos los perdidos en
la Gloria. Pero el Espíritu Santo y Dios operan sólo por medio de la Palabra.
Jesús dijo en Marcos 16:15-20: "Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad
el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el
que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi
nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos
serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos
pondrán sus manos, y sanarán . . . Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes,
ayudándoles el Señor y confirmado la palabra con las señales que la seguían".
Confirmó la Palabra. Dios no hizo nada hasta que predicaron la Palabra. Las
señales no siguen a ningún individuo; siguen la Palabra. Dada la Palabra, las
señales seguirán de por sí.
"Mira bien lo que predicas", me dijo, "y ten cuidado de predicar la Palabra".
"No es nada más que tradición", respondía, "y Dios no lo confirmará con una
señal". No tardamos en ver señales, y cuanto más yo predicaba la Palabra, tanto
más veíamos señales.
Para ser un creyente bien logrado, usted tiene que saber lo que es en Él.
Cuando lo sabe, y piensa en ello, lo cree y lo confiesa, no hay para usted peligro de
fallar. En el capítulo anterior hablamos de notar las Escrituras que contienen "en
Él", "en quien", y "en Cristo". Búsquelas todas y comience a confesar: "Esto soy
yo; soy tal". Hallará usted que la vida le será otra.
He oído decir: "He leído estos versículos, pero no parecen realidad en mi".
"Mire", le dije, "o usted miente o Dios miente entonces. Él dice que es y
usted dice que no es. ¿Si usted dijera: mentirosa, en la cara de su madre, no se
avergonzaría? Usted está enfrentándose a Dios diciendo: Eres mentiroso, Tu
Palabra es mentira, no es así. Póngase a confesar que es así porque la Biblia lo
dice".
Pero ¿cómo pueden estas personas salir victoriosas? Hay quienes se niegan a
aceptar las cosas que la Biblia declara. Algunos ni creen lo que ven acontecer. Pero
lo que vale es creer, pensar según la Palabra de Dios, confesar, hablar, decir,
afirmar, atestiguar lo que dice la Palabra de Dios; esto hace eficaz su servicio.
Hay unas Escrituras que no contienen las palabras "en Él", "en quien", o "en
Cristo", pero dicen algo que tenemos en Él. Por ejemplo, Colosenses 1:13 dice:
"El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su
amado Hijo". En Él somos librados de la autoridad de las tinieblas, porque "el
cual" en esta Escritura se refiere a Dios.
También leemos en 1°Juan 4:4: "Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis
vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo".
Repetidas veces en la Palabra de Dios leemos: "No temas". Dios envió con
los profetas el mensaje: "No temas". Jesús dijo a Jairo, cuando éste oyó que su hija
estaba muerta: "No temas, cree solamente".
Si Dios dijera: "No temas" y nada más, yo podría decir: " No soy capaz de
ello". Pero Él dijo: "...porque yo estoy contigo". ¿Puede usted creer de veras que Él
está con usted y sin embargo tener temor? ¡No! ¿Puede creer sinceramente que Él
está en usted y siempre tener temor? No, y si usted tiene temor es porque tiene
dudas de Él.
"Si", alguien puede decir, "pero usted no entiende. Soy tan débil".
Dios ha dicho: "Te daré fuerzas".
"No temas, porque yo estoy contigo". Nuestra confesión puede ser: Dios está
conmigo. Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo. Sin temor
podemos decir: "Ahora Dios está en mí". Puede ser que usted haga frente a una
tarea que parece imposible. En vez de hablar de la imposibilidad, mírele y diga:
"Ahora Dios está en mí". Hallará que su confesión de fe causará que Él opere a
favor de usted. Puede hacer frente a la vida sin temor porque sabe que mayor es el
que está en usted que cualquier fuerza que pueda hacerle frente. Esta debe ser su
confesión continua.
La mayor parte de los creyentes son débiles, aunque serios, porque nunca
han osado hacer una confesión de lo que son en Cristo. En primer lugar, tiene usted
que entender cómo Dios le mira, y luego confesarlo. Esta verdad fue escrita a la
iglesia, mayormente en las epístolas. Entonces sin recelo confiese lo que la Palabra
dice que usted es en Cristo. Haciendo esto su fe se robustecerá. La fe queda
ahogada y encadenada por falta de valor para confesar lo que Dios dice que usted
es.
Otra traducción lee así: "Por eso les digo que cuando oren, confíen y tengan
la seguridad de que se les concede, dirán: Es mío, lo tengo".
Cuando usted entre en este estado, le acontecerán las cosas más grandes de
su vida. La razón y los cinco sentidos físicos contestarán cada paso para impedir
que usted entre en este ambiente, porque si la mente natural no ha sido renovada
por la Palabra, quiere detenerle en lo natural. Pero hay un estado espiritual que
alcanzar.
Para ser salvo usted confiesa el señorío de Jesús. Confiesa Su dominio sobre
usted, y Él comienza a reinar y a regir en su vida.
Pero cuando confiesa que Satanás puede estorbarle, aunque usted sea
creyente, le está dando a Satanás el dominio sobre su vida. Él es el dios de este
mundo y entrará de pronto porque usted se lo permitió. Puede ser un permiso en
ignorancia o inconsciente, pero permiso al fin. Y cuando Satanás tiene dominio
sobre usted, entonces usted se llenará de debilidad y de temores. Así que, no
confiese sus temores.
Yo no oré por esta mujer durante estas dos semanas, pero al escuchar la
Palabra, su mente se aclaró. No tuvo que volver al hospital; los médicos la dieron
de alta. Había confesado derrotas, temores y dudas, mismos que habían pasado a
ser parte de ella. En nuestras conferencias comenzó a confesar lo positivo (la
Verdad acorde a la Palabra) y fue sanada.
Animada por esto, otra mujer invitó a su vecina, quien estaba trastornada y
en vísperas de ser admitida a un hospital para enfermos mentales. Ni ella ni su
esposo eran salvos. Asistió varias mañanas y a la semana fue salva, sana y llena del
Espíritu Santo. Ahora podía vivir ya una vida normal.
Dios opera según ciertas leyes, e incluso aquellos que han recibido el
ministerio de la sanidad no obligan a nadie. Tiene que haber cooperación de la otra
parte. Muchos han pensado que si alguien hiciera la oración de fe por ellos, serían
sanados, creyendo ellos o no. Si recibiera usted la sanidad por la fe de otro, no
sería duradera. He visto a gente ayudada por un tiempo, pero si usted desea
recibir una ayuda permanente, tiene que ejercer su propia fe. Tiene que
practicar su fe en la Palabra de Dios permanentemente si quiere que resulte
permanentemente. Mientras persista en conservar su debilidad, enfermedad y
dolencia, las tendrá. Puede buscar algún hombre de fe, que ore con fe, pero no
resultará si hay incredulidad en usted que destruya la eficacia de su fe. Es verdad
que creyentes recién nacidos o bebes espirituales pueden ser llevados por la fe de
otros durante cierto tiempo. Pero llega el momento cuando deben seguir por sí
mismos. Por eso algunos reciben la sanidad, solo para perderla luego. Han estado
en presencia de la fe múltiple, pero cuando se hallan solos, Satanás se aprovecha
de su incredulidad y la enfermedad vuelve a ellos.
Esta es la razón del por qué tantos no tienen fe. La pierden hablando, porque
en sus oraciones sacan todo pecado y todo error posible. Terminan sin fe al
mantenerse bajo condenación, haciendo la confesión indebida.
¿Qué debe usted confesar? Confiese lo que Dios dice sobre su pecado.
Confiese que Él le ha perdonado y limpiado y que se ha olvidado de ello. Y
confiese diciendo: "Gracias a Dios, yo lo olvido también. Estoy ante Él como si
nunca hubiera hecho mal". Si el diablo trata de traer este pecado a su atención,
diga: "Sí, lo hice y malhecho fue; pero 1°Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad”. Sí, Él me ha perdonado, y le doy las gracias".
Al principio puede ser que no sienta nada, pero aun así persista en ello. Ya
que había tomado la dirección equivocada por tanto tiempo, puede que le sea un
tanto difícil, pero pronto se sentirá bien. Así se hace la confesión debida. Así se
cree la verdad. Así se piensa lo correcto. No valen las oraciones hechas a su favor,
si usted procede en contra de la Palabra; la Palabra no puede aprovecharle. Pero
cuando usted se pone de acuerdo con ella, entonces verá usted su eficacia.