Medida Cautelar
Medida Cautelar
Medida Cautelar
VERDE: DIANA
MORADO: MÓNICA
LA MEDIDA CAUTELAR DE ADMINISTRACIÓN JUDICIAL EN
MATERIA SOCIETARIA
(ESTUDIO PRELIMINAR)
Eugenia Ariano Deho(*)
Y entre los «futuros» se encuentran los frutos que pueda generar un bien.
Cuando estemos ante un bien fructífero, sea que se haya embargado el bien y
sus frutos o que se hayan embargado sólo los frutos del bien, el art. 669 CPC
señala que en tales casos el embargo implica la designación de un
«administrador» quien se encargará de «recaudar» los frutos (por ejemplo,
cobrar las rentas de arrendamiento).
El otro supuesto en el que cabe la designación de un «administrador» se
presenta cuando el embargo no recae sobre bienes existentes sino en relación a
los «ingresos» derivados de la actividad económica (art. 661 CPC), llevada a
cabo por empresarios (individuales o colectivos) o en general por cualquier ente
(incluso sin fines de lucro) en aptitud de producir «riqueza». Ello implica que de
este modo se pueden embargar los «ingresos» tanto de un pequeño empresario
como de una gran sociedad anónima.
Partiendo de la premisa de que los bienes muebles de una «fábrica o
comercio» no son «secuestrables» (rectius, embargables) si es que «afectan el
proceso de producción o de comercio» (art. 651), o sea si su embargo impide el
despliegue ordinario de la actividad económica, nuestra ley permite que sí que
se le embarguen «los ingresos». En estos supuestos, el embargo se actúa a
través de la denominada «intervención», la que a su vez tiene dos modalidades:
«recaudación» y «administración».
Sin embargo, a la «intervención-administración» no puede llegar
directamente.
En efecto, según nuestra ley (art. 670 CPC) para llegar al nombramiento
de un «interventor-administrador»:
1°.— Previamente debe haberse dictado la medida de embargo «bajo
forma de intervención-recaudación»;
2°.— Que el «titular» de la medida de embargo (o sea el acreedor
embargante) solicite la «conversión» fundándose en que la «intervención-
recaudación» es improductiva2;
3°.— El juez se pronuncia previo traslado por tres días a la parte
«afectada» o sea al deudor embargado;
4°.— Si se resuelve la «conversión» la resolución es apelable con efecto
suspensivo.
Es decir, nuestro CPC ha establecido para una modalidad de embargo en
extremo invasiva (y como tal potencialmente dañosa) que implica que el
«interventor administrador» asuma la gestión misma de la actividad del ente y su
2 La ley procesal no lo dice así en el art. 670, pero sí lo establece en el art. 664 oara la
«conversión» de la intervención-recaudación a «secuestro». En esta disposición se
establece también que el interventor debe emitir un informe.
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argentino, previsto para la sociedad civil] a las sociedades anónimas basta a mi juicio, con
recordar que si ese artículo existe en el Código Civil es porque, en el tipo de sociedad que
ese código prevé y reglamenta, el mandato para administrar dado por una cláusula del
contrato no puede ser revocado sin causa legítima, y así, si no reconoce el administrador
como justa causa de su revocación, conserva el cargo hasta ser removido por sentencia
judicial. Y como, evidentemente, podría ello poner en peligro los intereses comprometidos
(...), la ley autoriza al juez de la causa para decretar, como dice el artículo 1684, la remoción
luego de comenzado el pleito, nombrando un administrador provisional. En la sociedad
anónima es notorio que la hipótesis de la ley civil no puede presentarse desde que el
directorio, o sea el equivalente del administrador previsto en aquella, es revocable ‘ad
nutum’, es decir, sin necesidad de que se invoque por ello causa legítima. No cabe, pues,
propiamente, tratándose de una sociedad anónima, pleito para obtener la remoción del
director o directores y, entonces, cae por su base, o mejor dicho, no surge la facultad
judicial de nombrar, en su reemplazo, un administrador».
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través del procedimiento no contencioso establecido en el art. 769 y ss. del CPC,
primero porque tal procedimiento está previsto para otros supuestos
(fundamentalmente copropiedad) y porque ello implicaría pasarse por encima de
todas las normas societarias.
Es más la ley societaria, para el caso más extremo de vacío de poder,
vale decir, de vacancia de un número tal de directores que el órgano no pueda
reunirse válidamente, ha dispuesto que se proceda a la convocatoria a junta (art.
158 LGS), y en el interim los directores supérstites asumirán provisionalmente la
administración. En el supuesto en el cual los directores supérstites no
convoquen a junta o de haber vacado el cargo de todos los directores, el gerente
general debe realizar «de inmediato» tal convocatoria. Si la convocatoria no se
produce dentro de los diez días, cualquier accionista puede solicitar al juez que
la ordene, por el proceso sumarísimo. Es decir, sólo en extrema ratio se hace
intervenir al juez, a solicitud de cualquier accionista, pero sólo, nótese, para que
a convoque a junta de accionistas (art. 158 in fine LGS).
Ergo, en el espíritu de la ley societaria está el que sea siempre la junta de
accionistas la que proceda a la designación (o también a la remoción) de los
órganos de administración. En extrema ratio, si hay una continuada inactividad
de la junta general (o sea que convocada no se llega a instalar, por lo menos
más de una vez) se incurrirá en una causal de disolución (inc. 3 del art. 407
LGS). Frente a lo cual «el directorio, o cuando éste no exista cualquier socio,
administrador o gerente, convoca para que en un plazo máximo de treinta días
se realice una junta, a fin de adoptar el acuerdo de disolución o las medidas que
correspondan» (primer párrafo del art. 409 LGS). Si la junta no se reúne, o si
reuniéndose no adopta el acuerdo de disolución (o las medidas que
correspondan), cualquier socio, administrador, director o el gerente puede
solicitar al juez del domicilio social que declare la disolución de la sociedad
(tercer párrafo art. 409 LGS).
En conclusión en nuestro ordenamiento (salvo el indicado caso de la SRL)
no sería jurídicamente posible remover judicialmente a los órganos de
administración de una sociedad y como consecuencia, no sería posible nombrar
un administrador judicial de sociedades, sin que ello trastoque el propio
ordenamiento societario5.
8 Téngase en cuenta que la vigente LGS ha suprimido (no se sabe bien por qué) la
disposición que existía en el art. 173 de la anterior en el sentido de que el acuerdo de junta
general de iniciar acción de responsabilidad en contra de los directores determinaba «de
pleno derecho, la revocación del cargo de director contra quien se ha de dirigir la acción de
responsabilidad». Respecto del gerente, en cambio, sí se ha mantenido el efecto de la
«remoción automática» (v. art. 195 LGS).
9 Así señala PRATO, Intervención judicial de sociedades, en ARAZI, Medidas cautelares,
Astrea, Buenos Aires, 1997, p. 185 en cuanto a la legitimación pasiva en una medida de
intervención judicial de sociedades: «Siempre la parte demandada deberá ser la ‘sociedad’,
por cuanto al ser el objeto del pleito, la remoción ‘del administrador’ (...), es el ente como tal,
el sujeto pasivo, y no personalmente quien ejerce la administración». De la misma manera
COUTO, Intervención y administración judicial de sociedades, cit., p. 77.
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CPC, hay que tener en cuenta que tal discutible medida sólo se puede dictar «en
los procesos sobre nombramiento y remoción de administradores de bienes» (o
sea un supuesto ajeno al societario), pero que en todo caso del tenor literal de la
norma, se excluye que se pueda pedir ante causam, o sea antes de la existencia
de tales procesos10.
8. Conclusiones
1) En nuestro ordenamiento existen sólo dos figuras típicas de
nombramiento administración judicial: una sustancialmente
referida a las situaciones de copropiedad sobre bienes,
articulable en base al procedimiento no contencioso regulado en
los arts. 769 y ss. CPC enderezada al nombramiento del
«administrador judicial de bienes» a falta de acuerdo entre las
partes; y la segunda, la llamada «intervención-administración»
establecida en interés de los acreedores como forma de
actuación de un embargo de rentas derivadas de una actividad
económica. Las dos figuras tienen un ámbito operativo
delimitado y no son aplicables para obtener, a solicitud de los
socios, la administración de una sociedad.
2) En nuestro ordenamiento societario, salvo un supuesto
especial en materia de Sociedad Comercial de Responsabilidad
Limitada, existe la libre remoción de los administradores, a
través de los mecanismos que la propia ley societaria establece
según el tipo societario. Como consecuencia, nuestro
ordenamiento no prevé, dada la libre remoción, la posibilidad (y
necesidad) de un proceso (contencioso) de remoción judicial de
los administradores de una sociedad.
3) En la sociedad anónima los administradores (Directorio y
Gerencia) son libremente removibles por la Junta General o, en
su caso, por el Directorio. No hay posibilidad jurídica alguno que
el juez pueda remover directamente a los administradores.
Siempre tiene que hacerse a través de la Junta de Accionistas.
4) No siendo jurídicamente posible, a demanda de los socios,
la remoción judicial de administradores societarios, no procede,
como proceso principal, el «nombramiento de administrador
judicial de bienes» de una sociedad por cuanto:
a) los socios no son «copropietarios» de los bienes
sociales; y,
10 Así lo interpreta el argentino RIVAS, Las medidas cautelares en el proceso civil peruano,
Rhodas, Lima, 2000, p. 227 «El texto legal determina que la anticipación habrá de
concederse ‘En los procesos sobre nombramiento y remoción’, es decir, que impone la
existencia del juicio iniciado».
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