XV Certamen Literario "Evaristo Bañón" Caudete 2011

XV CERTAMEN LITERARIO 2011
EVARISTO BAÑÓN
XV CERTAMEN LITERARIO EVARISTO BAÑÓN 2011

XV CERTAMEN LITERARIO 2011
EVARISTO BAÑÓN
Fotografía de portada creada por Carlos yo usada baja una licencia "Creative
Commons".

Premiados:
CATEGORÍA A: Alumnos/as de 1º y 2º de Primaria

con edades comprendidas entre los 6 y 7 años
aproximadamente.
1º Premio Narrativa: El País de Chilali, de Gloria
Hernández Albertos.
2º Premio Narrativa: Marisol y el monstruo, de Nuria
Alagarda Jiménez.
1º Premio Poesía: La sirena y los niños, de la clase de
2ºA Colegio Público “Alcázar y Serrano”.
CATEGORÍA B: Alumnos/as de 3º y 4º de Primaria

aproximadamente.
1º Premio Narrativa: El secuestro de Adrián, de Alex
Vilar Hernández
2º Premio Narrativa: Juanico el Pepitero y la traición de
Pepe Juanola, de Irene Molla Albero.
1º Premio Poesía: El pulpo resfriado, de Soraya López
Ángel.
CATEGORÍA C: Alumnos/as de 5º y 6º de Primaria

aproximadamente.
1º Premio Narrativa: A través de una ventana, de María
de las Mercedes Pérez Martínez.
2º Premio Narrativa: Ainoha y el ratoncito Pérez, de
Sonia Requena Ferri.
1º Premio Poesía: Aburrimiento, de Lola Esteve Díaz.

CATEGORÍA D: Alumnos/as de 1º y 2º de E.S.O.
aproximadamente.
1º Premio Narrativa: William el cazador, de Carlos
Rando Santa.
2º Premio Narrativa: Colorín, colorado un deseo se ha
alcanzado, de Julia Morales Miranda.
1º Premio Poesía: “A mi abuela”, de Ana López
Villanueva.
CATEGORÍA E: Alumnos/as de 3º y 4º de E.S.O.

aproximadamente.
1º Premio Narrativa: El devoralibros, de Francisco
Esteve Díaz.
2º Premio Narrativa: Desengaño, de Héctor González
Pons.
1º Premio Poesía: Lágrimas, de Elena Santos Rubio.
CATEGORÍA ESPECIAL: Resto de la población.

Premio Poesía: “Sonetos amorosos”, de Valentín
García Valledor.
Mención Especial Poesía: Fases, de Rosa López
Caerols.

CATEGORÍA A.
Primer Premio Narrativa.
Título: El país de Chilali.
Autora: Gloria Hernández Albertos.
El país de Chilali.
Hace mucho tiempo, había dos niños y una niña

que se aburrían mucho. Un día, mientras paseaban en
el parque se encontraron una máquina, se metieron
dentro y la máquina empezó a balancearse y cuando
salieron de la máquina no estaban en el parque,
estaban en Chilali. ¡Chilali era un país imaginario!
Solo andar tres pasos y se encontraron un
unicornio bailarín, de color rosa y con un tutú azul claro
con lentejuelas. Fueron andando y se encontraron un
elefante con sombrero y bastón. Siguieron el paseo y
se encontraron una serpiente que les decía “ya llegáis,
ya llegáis”. Al andar diez pasos más, vieron un
escenario y empezaron a salir animales y otras cosas
de la imaginación, bailando todos, menos la serpiente
que cantaba una canción, los unicornios bailaban, los
osos derrapaban, y los elefantes hacían los coros.
Como les gustó mucho, los niños se unieron a la fiesta.
Pasaron muchos días y muchas noches, hasta
que una de las noches en que estaban durmiendo, les
pasó un pollito dorado por encima de los dos niños y de
la niña. Cuando despertaron, no estaban en Chilali,
estaban de nuevo en el parque. Volvieron corriendo a
su casa, y le contaron a sus padres la aventura que
habían vivido. Los padres creían que todo esto era
mentira, que era todo un cuento, pero los niños los
llevaron hasta el parque, y los padres se subieron en la
máquina, enseguida notaron el balanceo, cuando se
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paró, los padres lo vieron, pero seguían durmiendo
todos los seres imaginarios. A la niña le vino una idea a
la cabeza, y se puso a cantar una canción:
Están todos durmiendo,

los elefantes deberían bailar,
lo mismo digo de los unicornios,
los osos deberían derrapar
y la serpiente cantar.
Mientras la niña cantaba la canción, los

animales imaginarios se iban levantando, bailando
todos, y la serpiente que cantaba. Los padres de los
dos niños y la niña, se dieron cuenta de que no les
mentían y que era todo verdad.
Colorín, colorado, este cuento se ha acabado, y
espero que hayan bailado.
Fin

CATEGORÍA A.
Segundo Premio Narrativa.
Título: Marisol y el monstruo.
Autora: Nuria Alagarda Jiménez.
Marisol y el monstruo.
Érase una vez una niña llamada Marisol. Una

noche, después de cenar, Marisol se fue a acostar. Sus
papás le leyeron un cuento y le desearon buenas
noches. Cuando se quedó sola oyó unos golpes:
Tac, tac, tac...
Marisol pensaba que un horrible monstruo venía
a llevársela.
Tac, tac, tac...
El monstruo estaba en la ventana y quería
entrar en la habitación. Marisol se quedó muy quieta
para que el monstruo no la viera.
Al cabo de un rato, sin oír ningún ruido, Marisol
pensó que a lo mejor el monstruo se había marchado.
Poco a poco, fue bajando las sábanas y cuando
se destapó la cabeza vio que lo que había en la
ventana era la rama de un árbol.
El ruido que había oído, era la rama que
chocaba con la ventana por culpa del viento.
Marisol se alegró mucho, y se dio cuenta de
que había sido una tonta por tener miedo.
Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

CATEGORÍA A.
Primer Premio Poesía.
Título: La sirena y los niños.
Autor: 2º A Colegio Público “Alcázar y Serrano”.
La sirena y los niños.
Los alumnos cuando entraron

encontraron la sirena,
y las niñas enseguida
le peinaron la melena.
Cuando salimos de clase

se fue con mi amiga Elena
y por la tarde su padre
La llevó a Cartagena.
Todos nos fuimos con ella

y sentada en la arena
se despidió de nosotros
y nos quedamos con pena.

CATEGORÍA B.
Título: El secuestro de Adrián.
Autor: Alex Vilar Hernández.
El secuestro de Adrián.
Érase una vez un niño llamado Adrián, que

tenía diez años e iba a cuarto B.
Un día descubrió al llegar a la puerta de su
casa una carta dirigida a él que ponía: “Esta noche te
voy a secuestrar”.
Adrián se asustó un poco y pensó: ¡Esta noche
no tengo que dormirme!.
Por la noche Adrián intentaba quedarse
despierto, pero según iban pasando las horas, Adrián
se quedaba más dormido, hasta que se durmió
completamente; entonces llegó el secuestrador que se
llamaba Harl y se lo llevó.
Pasaron varios días y en el colegio, Adrián
faltaba y faltaba, hasta que un día dijo su compañero
Raúl:
-Algo le pasa a Adrián.
-Sí, hace muchos días que no viene al cole,
¿estará enfermo?-preguntó Juanico.
-No creo, no puede estar enfermo tantos días–
afirmó Carmen.
Todos quedaron de acuerdo en que tenían que
averiguar lo que le había pasado a su compañero
Adrián.
A la mañana siguiente fueron a pedir ayuda a
Mª Gracia, que además de maestra y cantante, era
detective en sus ratos libres.
Los niños le contaron todo lo sucedido, y ella
les respondió:
-Tenemos, entre todos, que averiguar que es lo
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que le ha pasado, primero iremos a su casa.
Marcharon todos juntos hacia su casa, al llegar
a la puerta de la casa de Adrián tocaron una vez al
timbre, pero no les abrió nadie, tocaron una segunda
vez y entonces se abrió la puerta, apareciendo su
madre que les dijo:
-¡Hola!,¿qué es lo que queréis?.
-Queremos saber dónde está Adrián y saber si
le ha sucedido algo-,dijeron los niños.
La madre les enseñó la carta que había
encontrado en la habitación de su hijo, en la que decía
que le iban a secuestrar.
Los compañeros se quedaron asombrados al
ver la carta, y dijeron que ellos se ocuparían de todo.
Empezaron a buscar por el parque, fueron al
polideportivo, a la biblioteca, hasta que al final
decidieron acercarse a la gasolinera que había a la
entrada del pueblo; allí el gasolinero les dijo que había
visto a un hombre con un niño que se dirigía hacia un
bosque llamado “La Toconera”.
La detective Mª Gracia les dijo que se reunirían
dentro de una hora en ese mismo sitio, y que deberían
traer: una linterna, una brújula, una cantimplora con
agua, calzado cómodo y sus bicicletas.
Al cabo de una hora, cuando lo tuvieron todo,
se reunieron y se fueron hacia la “La Toconera” con la
esperanza de encontrar a su amigo.
El camino era muy estrecho, lleno de piedras, a
los niños les costaba ir con sus bicis, pero no se
rendían. Cuando llevaban la mitad del camino se les
cruzó una liebre, se asustaron mucho porque por poco
la atropellan.
Llegaron al bosque cuando ya casi estaba
anocheciendo, encendieron las linternas y empezaron a
buscar entre los árboles, descubrieron una cueva y
entraron sin hacer ruido, pues veían una luz al fondo de
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la oscura cueva. Al acercarse vieron a Adrián en un
rincón, estaba medio dormido, fueron a despertarlo, lo
llamaron por su nombre y lo movieron un poco:
¡Adrián, Adrián, despierta!–dijeron todos sus
compañeros.
Adrián abrió un poco los ojos, pero ya no oía las
voces de sus compañeros, sino la de su madre:
-¡Adrián!, ¿quieres despertarte?, ¡que vas a
llegar tarde al colegio!.
Por fin, Adrián abrió del todo los ojos y vio que
estaba en la cama de su habitación, y aliviado dijo:
-¡Menos mal, solo era un sueño!.
Se vistió y desayunó rápido, cogió su mochila y
se fue hacia el colegio, pues tenía muchas ganas de
ver a sus compañeros de clase y a su seño Mª Gracia,
para contarles todo lo que había soñado.
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CATEGORÍA B.
Título: Juanico el Pepitero y la traición de Pepe
Juanola.
Autora: Irene Molla Albero.
Juanico el Pepitero y la traición de Pepe Juanola.
Érase un pueblo llamado Villamote, en el que

todos sus habitantes tenían un mote. Como Juanico el
Pepitero, que se llamaba así porque su padre tenía un
negocio de pipas, y era muy analfabeto porque no pudo
ir a la escuela. Siempre que le preguntaban: “Oye, ¿en
qué trabajas?”, el respondía: “Yo, soy pepitero”.
Al cabo de unos años se casó y tuvo un hijo al
que llamaron Juan. Pero como en Villamote era
tradición ponerles motes a los habitantes, la gente
empezó a llamarle “Juanico el Pepitero”. Otro habitante
de Villamote era “Ramón Salmón”, (al que llamaban así
por el color de su barriga en verano) que tenía una
tienda de caramelos que los niños adoraban. Hasta que
un Halloween, unos niños le robaron todos los
caramelos excepto las juanolas, y comenzó a
venderlas. Éste, también tuvo un hijo, al que llamo
José, pero todos empezaron a llamarlo “Pepe el de las
Juanolas”. Pepe y Juanico eran muy amigos, desde la
infancia, hasta que se casaron. A la mujer de Juanico
(Nereica la buenecica) también le gustaba Pepe.
Un día fueron los dos juntos al cine y, como
estaban solos y la película era un drama empezaron a
decir: “¡No Elizabeth, no lo hagas, él no te merece!” o
“¡Dale otra oportunidad, está de rodillas!”. Cuando
empezó a venir mas gente al cine, el guardia le dijo: por
favor, hay niños en la sala. Y los dos se partieron de
risa juntos.
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Desde allí, no les dejan entrar al cine porque se mearon
encima. A la salida del cine fueron a un puesto de
aperitivos y dijo Juanico “no te preocupes,
pago yo” y le trajo a Pepe diez bolsas de pipas de todas
partes del mundo: Italia, Francia, Alemania, y hasta de
Alaska. Aunque las de Alaska no estaban muy buenas,
pues, eran totalmente blancas y cuando Pepe lo vio
dijo:
-¿Qué es esto?.
-Pues... un puesto de aperitivos muy bonito, con
adornos, y allí está Francisco el Cebollino, ¡Hola
Francisco!.
-¡No me refiero a eso! Mira más abajo.
-Eso es un suelo, de color negro, y allí hay una
polilla... No se porque me lo preguntas.
-¡No te hagas el tonto! ¡Mas arriba!.
-Oh ya veo, son pipas, las he traído para
compartirlas. ¿Te gustan?.
-¡No, no me gustan! Has roto el juramento
secreto.
-Lo siento mucho, es verdad, artículo nueve
página setenta y nueve: NO HACER ACTOS
RELACIONADOS CON NUESTRO NEGOCIO PARA
QUE EL AMIGO NO PIENSE LO CONTRARIO Y SE
PRODUZCA UNA PELEA.
-Y ahora, trae seis cajas de juanola y esta vez
invito yo.
-¿Perdona?. Acabas de romper tú el juramento
secreto.
-Pero es que las juanolas están mucho mas
buenas, ya verás como están más buenas que esas
aburridas pipas.
-Pues las juanolas están mucho más malas,
además te dejan la boca negra y fea.
La discusión continuó y se enfadaron mucho.
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Juanico se fue muy triste a su casa, aunque él pensara
que tenía razón, no le gustaba haberse peleado con un
amigo como Pepe. Habían sido amigos desde siempre,
y ahora, por una simple pelea por unas pipas nunca
volverían a ser amigos. Al llegar a casa, Nereica, que
estaba tomando té con su amiga “Sarica la Cantaora”
vio que tenía una cara muy triste y le preguntó que le
pasaba. Juanico le respondió diciendo “luego te lo
cuento, pero ahora, necesito mis pipas de la tristeza”.
Suspiró y se fue a la cocina a buscar la caja de pipas
de la tristeza. Cuando terminó de comer sus pipas, se
lo explicó todo a Sarica y a Nereica:
-Pues vaya un sinvergüenza, y ni siquiera te ha
pedido perdón. Ya decía yo que este Pepe me olía mal-
Sarica.
-Yo jamás le compraré más juanolas, prefiero
ponerme enferma a comprarle juanolas a un enemigo-
Nereica.
-Oye, no hables así de Pepe, que por algo te
llaman “Nereica la Buenecica” , además, yo también he
tenido la culpa. Me siento tan mal-. Juanico.
-No te preocupes, todo se arreglara y volveréis a
ser amigos como antes-Sarica.
-Eso, por cierto ¿Un poco de té?-Nereica.
-Vale, pero solo si es con pipas- Juanico.
Y siguieron tomando el té todos juntos.
Al día siguiente, Juanico fue a buscar trabajo.
Ya no quería trabajar con pipas, y no solo por lo de
Pepe, sino también porque todo el mundo pensaría que
el también era un analfabeto. Entró a una pizzería y la
respuesta fue no, digamos, que las pizzas no se llevan
muy bien con las pipas, je, je. Lo mismo pasó con una
cafetería, con una tienda, y con un club de teatro,
(Juanico quería interpretar “Las pipas que el viento se
llevó”) La última oportunidad era ser camionero, y que
casualidad, ¡le aceptaron!.
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Se puso muy contento, pero esa felicidad duro poco.
También Pepe quería buscar trabajo, y también busco
en la oficina C.R.R.Q.C.U.M, (Camiones Run Run Que
Corren Un Montón, el título se lo inventó un niño, je, je)
y le dio mucha rabia que Juanico consiguiera el trabajo,
así que le cogió por la espalda, le llevó al aseo para
hombres y le dijo:
-Oye mira, no sé que intentas hacer, pero
quiero que pares ya. O te obligaré a comerte una caja
de juanolas, no las juanolas, sino la caja.
-Yo no intento hacer nada, solo quiero decirte
que...
Y cuando intentó pedirle perdón entró el jefe de
C.R.R.Q.C.U.M, que tomó la palabra y dijo:
-Creo que hay una confusión, o mejor dicho, un
empate.
-¿Cómo?-respondieron los dos.
-Si, resulta que el trabajo era del señor Juanola,
pero llegó usted, señor Pepitero y nos sorprendió. Así
que esto solo se puede solucionar con un duelo.
-¿Un duelo?.
-Si, vera señor Pepitero, yo no le puedo quitar
el trabajo al señor Juanola.
Pues, sinceramente, era suyo. Pero hay una
manera de solucionarlo.
-¿Cuál?. Por favor dígamelo, necesito el
trabajo.
-Este duelo quiere decir que tú, señor Pepitero,
debes ir con el camión hasta Italia, para eso
necesitarás recorrer muchos kilómetros. Debes hacerlo
en menos de 3 días.
-Si así conseguiré el trabajo.
De nuevo, Juanico se fue a su casa muy triste,
pero esta vez no era el único. Pepe le había pagado 50
euros a su jefe para que dijese eso.
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Por eso se sentía fatal, además de porque no le había
pedido perdón a Juanico.
Después, Juanico fue a ver a su madre
“Manola, la que nunca dice Hola” (Pero lo que nadie
sabía era, que no lo decía porque estaba afónica).
-Hola mamá.
-¡Hijo mío!
-Mamá, vengo para decirte que vendas todas
las pipas que tengo.
-¿Hasta las de picante?.
-Sí, mamá ¡Y no mientas, sé que te dan gases!.
-¿Por qué?.
-Voy a ir a Italia yo sólito, con un camión. Y tú
más que nadie sabes, que no sé nada de camiones.
¿Qué harás con las pipas si no regreso? Y, si no es así,
seré muy famoso, y no tendré tiempo de ocuparme de
unas simples pipas.
Los dos se despidieron y se dieron 246 besos y
728 abrazos.
Al cabo de unos días Juanico fue al mercado y
se encontró a “Raquel, la de chiringuito aquel” que le
dio seis achuchones y veintidós magdalenas para el
viaje. También se encontró con Pepe, que le pidió
perdón y le dijo que el había sobornado al jefe.
Por fin llegó el gran día. Juanico estaba listo
para la aventura. Toda una muchedumbre se despedía
de Juanico. Pepe, aún estaba muy triste. Pero cuando
vio a Juanico guiñarle el ojo, se sonrió un poco. Por fin
partió y entre pañuelos todos gritaban “Adiós, suerte”.
Pasaron los días y la gente empezaba a
cotillear que en algo tenía que ver Pepe. Al tercer día,
por la radio y por la TV, dijeron que había una
emergencia en el Mar Mediterráneo. ¿He mencionado
que Pepe era un gran socorrista? Bueno, eso si, se
entrenó en tiempos de María Castaña, (que también era
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ciudadana de Villamonte) Pues bien, él se unió a la
búsqueda de alguna señal de vida de Juanico el
Pepitero.
Estuvo casi cuatro horas buscando entre las
olas. No había rastro de Juanico el Pepitero.
Y cuando estaba a punto de rendirse, vio una
señal de socorro. ¡Era él! Salvó la vida de Juanico el
Pepitero y abrió un puesto de pipas y juanolas con él.
Se hicieron muy famosos en todo el mundo. Y con el
camión, llevaban estos alimentos a todas partes del
mundo, hasta un pueblo llamado Villachuche, (pero eso
es otra historia). Y desde allí, las pipas y las juanolas
hicieron las paces y ahora se llevan muy bien, je, je, je.
FIN
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CATEGORÍA B.
Título: El pulpo resfriado.
Autora: Soraya López Ángel.
El pulpo resfriado.
Un pulpito muy resfriado,

tenía frío y estaba helado.
Él no podía salir de casa

y entonces se quedó en su cama.
Su madre, para que se curara,

le puso 5 mantitas muy calentitas,
una estufa muy caliente,
y una bufanda que parecía una serpiente.
Su amiga Sherezade le trajo un jarabe,

que sabía a fresa y a frambuesa.
El pulpo se lo tomó y se recuperó.
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CATEGORÍA C.
Título: A través de una ventana.
Autora: María de las Mercedes Pérez Martínez.
A través de una ventana.
Hace pocas semanas, mi familia se mudó como

otras veces de casa.
Ésta es mucho más grande que las anteriores.
Me traslado mucho.
Me presento. Me llamo Barry y os voy a contar
mi historia: Tengo cinco hermanos y conmigo seis. Mi
padre es un ejecutivo importante, de una gran empresa,
y le trasladan mucho. Mis hermanos me dicen que soy
un relleno en la familia y que no soy normal. Yo creo
que es porque no me gustan los deportes y en mi
familia todos son deportistas. A mí me gusta la
astronomía, por eso tengo un telescopio.
A mí no me importa lo que digan, porque mi
madre me dice que soy el mejor y que no les haga
caso, que seguro que me tienen envidia. Tengo la
mejor habitación de toda la casa, tiene una ventana
gigante, preciosa con unas vistas espectaculares.
Pero lo increíble es que un día, cuando estaba
mirando por mi telescopio, lo giré para la ventana y
cuando miré por ella, ví lo que quería ver. Desde ese
momento me dí cuenta que esa ventana era especial.
Es, como la puerta al mundo que hay dentro de mi
cabeza.
Cuando estoy triste miro por ella y veo paisajes
maravillosos. Cuando estoy alegre es una sensación
que no se puede describir, pero no importa porque me
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hace sentirme tranquilo y en paz.
He decidido que yo de esta casa nunca me iré.
No soy muy listo, pero sé que esto no se lo
puedo contar a nadie, porque me tomarían por loco y
además si lo descubrieran, vendría toda la prensa y nos
trasladaríamos de nuevo.
Un día cuando llegué a casa, mi habitación
estaba llena de cajas. Fui a preguntarle a mi madre y
¡NOS MUDÁBAMOS!. No me lo podía creer.
Pero yo no estaba dispuesto a irme. Se lo dije a
mi madre; que no me quería ir. Le conté a mi madre mi
secreto, pero con la condición que no se lo dijese a
nadie. Aunque pensé que no lo creería, ella me
escuchó y me acompañó a mi habitación. Estando
delante de la ventana, le expliqué lo que veía y ella
cerró los ojos, se relajó y al abrirlos me dijo que ella
también veía cosas maravillosas.
Mi madre me dijo que lo hablaría con mi padre y
al final lo pudo convencer. ¡NOS QUEDAMOS!.
Todo transcurre ahora bastante bien y mis
padres están a gusto aquí, yo con mi ventana mágica y
mis hermanos con sus tonterías como siempre, pero a
mí ya nada me deprime. Estoy fascinado con mi
ventana, a veces mi madre mira por ella para relajarse
de los problemas que invaden su cabeza, y me dice
que le es de gran ayuda.
Un día, uno de mis hermanos entró en mi
habitación a escondidas y me vio que estaba pegado a
la ventana riéndome y hablando con ella. Él se fue
enseguida a decírselo a mi madre y ella vino
disimulando como que no sabía de que hablaba. Hizo
ver a mi hermano, que tenía fiebre. Mi hermano no se
fue muy convencido y al día siguiente volvió a mi
habitación. Me preguntó por qué me reía frente a la
ventana, que era un poco raro, y había notado que
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tenía algo especial esa ventana, y si le contaba el
secreto, no se reiría más de mi. Le dije que era verdad,
que la ventana era especial. solo había que echarle un
poco de imaginación y mirar. Él no vio ningún
inconveniente y miró, se quedó muy sorprendido al ver
que era cierto y yo le dije que no podía contar nada,
porque le tomarían por loco. El chico lo comprendió y
me pidió poder mirar de vez en cuando.
Ahora estábamos muy unidos y confiábamos
más el uno en el otro.
Mis hermanos sospechaban de nosotros y
querían entrar siempre en mi habitación. Tuve que
cerrarla con llave. Un día al llegar, habían forzado la
cerradura y habían entrado. Llamaron a toda la prensa
para nos dejara en ridículo, pero nosotros, llenos de
valentía, se lo explicamos, ellos miraron, pero como
eran mayores y solo pensaban en el trabajo, veían solo
oficinas llenas de papeles, edificios y ciudades. Mi
hermano y yo pensamos que ellos no tenían
imaginación y por eso veían esas cosas, les explicamos
a todos lo que ocurría, lo entendieron. Desde ese día,
las cosas cambiaron por allí, cuando se encontraban
muy estresados venían a relajarse a la ventana, pero
las imágenes más bonitas solo las veía yo.
ESTA ES MI HISTORIA, ESPERO QUE HOS

HAYA GUSTADO, Y QUE NO PENSÉIS SOLO EN EL
TRABAJO, TAMBIÉN HAY OTRAS COSAS EN LA
VIDA COMO LA AMISTAD Y LA FELICIDAD.
Nos despedimos: mi familia, la ventana, toda la

prensa y yo.
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CATEGORÍA C.
Título: Ainoha y el ratoncito Peréz.
Autora: Sonia Requena Ferri.
Ainoha y el ratoncito Pérez.
Un día, Ainoha notó que encima de una muela le

estaba saliendo otra. Era una cosita pequeñita y
blanquita que se encontraba en la encía, se veía
perfectamente.
Un miércoles, su padre la llevó al dentista, a una
revisión de flúor, al ratito la enfermera la llamó para que
pasara. Ainoha encontró a dos chicas vestidas con una
bata blanca y mascarillas. El padre de Ainoha le dijo a
una de las chicas que al ponerle el flúor, a su hija se le
revolvían las tripas y vomitaba. Entonces la dentista le
recomendó que cambiase de sabor del flúor y empezó
a mirarle la boca. Le dijo que sus dientes estaban
perfectos, pero encontró el dientecito blanco que
asomaba en la encía. Ainoha ya lo sabía, la dentista
cogió un tarrito de crema y se lo puso en la boca. Al
acabar de ponerle un poco de crema le dijo que ahora
le pondría un líquido que picaría un poco, pero en
realidad era una aguja para ponerle anestesia y le dijo:
-Ainoha con el líquido que te acabamos de poner
notarás que se te hinchará un poco la cara pero es
normal, más tarde se te pasará.
La anestesia dejó dormida la parte derecha de la
boca, luego cogió unos alicates especiales para aflojar
los dientes y le dijo:
-Ainoha, los dientes son como tornillos, voy a
soltarte el diente, pero no te hará daño, solo notarás
una especie de sensación y algún ruido. Si te hiciese
daño avísame levantando la mano.
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La dentista cogió los alicates y le empezó a soltar el
diente. Tanto lo aflojo que se le cayó, y le dijo:
-¿Lo quieres de recuerdo?- y Ainoha le
respondió:
-¡Pues claro!
La dentista le dio una gasa a Ainoha y le dijo:
-Esta gasa la tienes que llevar media hora
puesta y no debes comer ni beber nada durante una
hora.
Luego le puso un flúor especial con sabor a
menta. Ainoha no vómito y ese flúor le gusto más que el
otro. Al acabar se fue con sus padres, y al reírse,
notaron que la risa le salía torcida por la anestesia.
Ainoha se puso a hacer los deberes, y pensó
cuanto le duraría la anestesia y temía que la risa le
quedara así para siempre. Luego se fue a dar una
vuelta con sus amigas. Al llegar a su casa puso el
diente para que el ratoncito Pérez se lo llevara y le
dejara un regalo.
Al día siguiente vio que el diente estaba donde
lo había dejado, pero junto a él también había una nota
con letrita muy pequeñita que no pudo leer. Al día
siguiente su padre la volvió a llevar al dentista para que
viesen la herida. Ainoha le enseñó la cartita con la letra
pequeñísima a la dentista y ésta la tuvo que leer con
una lupa y leyó:
-Este diente lo dejo porque no quiere venir
conmigo. Quiere que lo conserves de recuerdo, para
que cuando seas mayor te acuerdes del día en que, sin
saberlo, te quitaron un diente y te portaste como una
persona mayor. Posdata: Abre el primer cajoncito de tu
mesita y encontrarás mi regalo.
La niña le dio las gracias a la dentista y se fue
corriendo a su casa. Subió a su habitación y abrió el
primer cajón de la mesita y allí estaba su regalo. Y
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encontró una pequeña caja con una nota en la parte
superior que ponía:
-Esta caja contiene besos, y muchos abrazos, si
la abres se soltarán y llegarán a ti, pero si cada día
sueltas uno, la caja durará mucho más tiempo.
Ainoha la dejó cerrada, y a partir de ese día
abría la caja y de ella salía un gran beso y un gran
abrazo. De esta forma le duro el regalo mucho tiempo.
Colorín colorado esta historia ha acabado.
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CATEGORÍA C.
Título: Aburrimiento.
Autora: Lola Esteve Díaz.
Aburrimiento.
¿Qué es el aburrimiento
sino un descanso para el pensamiento?
Un tiempo en el que maquinar

planes a realizar.
Donde pensar qué hacer

una tarde de lluvia,
en la que abunda este factor
que alarga los días.
Ese tiempo de clase

en donde se nota que el reloj
avanza al revés,
falta más para terminarlo
cada vez.
Tumbarse en la cama
y escuchar los sonidos alrededor,
es aburrido, tal y como decía yo.
Pero,
¿qué es el aburrimiento
sino un descanso del pensamiento?
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CATEGORIA D.
Título: William el cazador.
Autor: Carlos Rando Santa.
William el cazador.
Una mañana del año 2.532 A.C., un grupo de

cazadores de un poblado del sur de Francia, salió a
cazar muy temprano. De pronto, cuando se
encontraban en medio de la espesura del bosque, unos
hombres de una tribu con la que ya no comerciaban
hacia unas semanas, les tendieron una emboscada.
William, un hombre de unos cuarenta y cinco
años, peleó tanto como sus compañeros por quedar
con vida, pero los hombres de la otra tribu eran mucho
más numerosos y en pocos minutos, William y sus
compañeros quedaron tendidos en el suelo
ensangrentados.
A los días William despertó muy confuso,
intento levantarse, pero un fuerte dolor de cabeza le
hizo volver a caer de espaldas. Poco a poco se levantó,
y vio los cuerpos de sus amigos llenos de sangre,
intentó reanimarlos uno por uno, pero se dio cuenta de
que no quedaba nadie con vida.
William había perdido a sus compañeros y amigos de
toda la vida, desolado cayó de rodillas y se puso a
llorar.
Cuando se calmó, se dio cuenta de que aparte
de estar muerto de frío, tenía un corte en la mano y una
brecha en la cabeza. Se las curó un poco, y empezó a
caminar hacia el poblado para contar lo sucedido.
Tardó varias horas en llegar, pero al salir del
frondoso bosque y divisar el poblado en la lejanía, notó
algo raro que enseguida supo lo que era, no había
26

ningún ruido, no se oían los pájaros cantar, ni los perros
ladrar, ni los niños jugando.
Asustado, echó a correr en dirección al
poblado, deseando que esa falta de ruido fuera solo
una casualidad, pero conforme se iba acercando, sus
peores presagios se hicieron realidad, el poblado había
sido atacado por los mismos hombres que lo atacaron a
él y a sus compañeros.
Inmediatamente corrió en dirección a su casa,
con la esperanza de encontrar a su mujer y a su hija,
pero al entrar comprobó que estaba vacía. Fue al horno
donde su mujer trabajaba, pero tampoco había nadie.
Desesperado recorrió toda la aldea en busca de alguien
con vida, pero solo encontró cadáveres, y la certeza de
que los que faltaban habían sido llevados como
esclavos.
A William no se le ocurrió otra cosa más que ir
hacia los Pirineos, camino de la aldea de la tribu que
los atacó, con la intención de rescatar a su mujer y a su
hija. Al poco rato de salir de la aldea, le entró hambre y
pensó en cazar algo. Oyó un ruido detrás de él y pensó
que sería un ciervo, pero al darse la vuelta no vio nada.
Siguió buscando sigilosamente, cuando al llegar a un
claro del bosque, vio un ciervo enorme con una gran
cornamenta, decidió cazarlo, pero como estaba solo y
agotado, y no llevaba las armas suficientes, supo que
no iba a ser nada fácil.
Pensó en acorralar al ciervo, como hacía
cuando salía a cazar con sus compañeros, pero se dio
cuenta de que estando solo iba a ser prácticamente
imposible, entonces cambió de idea, y se subió a un
árbol en cuya base había muchas bayas de las que
comen los ciervos. Sabía que esa estrategia requería
mucha paciencia y silencio. Cuando ya llevaba una o
dos horas de espera se quedó dormido. Tres o cuatro
27

horas después, oyó un ciervo comiendo bayas justo
debajo de él, saltó con la lanza entre las manos y se la
clavó en el cuello.
Mas tarde fue a por madera para hacer una
hoguera. Hacer la hoguera y cocinar la carne le llevó un
buen rato, pero cuando probó la carne, se dio cuenta de
que había merecido la pena todo ese esfuerzo.
A la mañana siguiente, cuando William
despertó, aún no había amanecido, cogió unos trozos
del ciervo de la noche anterior, se los echó a una
pequeña bolsa que llevaba colgada, y emprendió de
nuevo el viaje.
A los dos días, William ya estaba a los pies de
los Pirineos, tan cansado que en vez de caminar iba
arrastrando los pies por el suelo. Pasó tres días más
deambulando entre las montañas, sin avanzar casi
nada, ya que al desconocimiento de la zona, se le unía
el cansancio y el hambre, y que desde que llegó a los
Pirineos, no había podido volver cazar ningún animal,
por lo que se estaba alimentando de los pocos frutos
silvestres que encontraba en su camino.
Estuvo tentado mil veces a abandonar, a
sabiendas de que tenía muy pocas posibilidades de
conseguir su objetivo, pero cada vez que pensaba en
su mujer y en su hija, recuperaba fuerzas para seguir
adelante.
Se iba debilitando cada vez más, hasta que
llegó un punto en el que del cansancio cayó al suelo y
quedó inmóvil. Intentó no quedarse quieto para no
congelarse, pero entre lo cansado que estaba, y la gran
tormenta de nieve que estaba cayendo en ese
momento, no se pudo levantar y finalmente se
desmayó.
28

Al despertar intentó levantarse, pero se dio
cuenta de que tenía las piernas congeladas, y en ese
mismo momento supo que ese era su final.
Dejando escapar unas lágrimas, cerró los ojos y
empezó a pensar en los tiempos felices junto a su
mujer y su hija.
Finalmente se quedó dormido y la gran nevada
que estaba cayendo se encargo de sepultarlo.
29

CATEGORÍA D.
Título: Colorín, colorado, un deseo se ha alcanzado
Autora: Julia Morales Miranda.
Colorín, colorado, un deseo se ha alcanzado.
Había una vez una niña llamada Margarita, era

una niña muy especial, era tan especial, que era una
niña “imaginaria”, pero ella no lo sabía.
A veces Margarita, mientras Sofía estaba en el
colegio, la esperaba en su casa, pero un día decidió ir
al colegio. Al principio no sabía donde ir porque habían
muchos niños y no tenía muy claro cual era la clase de
Sofía. Tocó el timbre y todos los niños salieron
corriendo al patio y entonces vio a Sofía. Empezó a
llamarla pero Sofía no la escuchaba, se acercó un poco
más pero nada, la seguía sin escuchar. Margarita notó
algo raro, entonces se volvió a casa de Sofía.
Cuando terminó el colegio, Sofía regresó a su
casa, vio a Margarita triste y le preguntó que le pasaba,
ésta le contó que había estado en el colegio porque se
aburría y que no hacía más que llamarla y ella no le
hacía caso.
Pasaron varios días, y las dos niñas, pasaban
las tardes jugando a piratas, al escondite, con las
muñecas... Pero Margarita estaba rara, todavía no se le
había olvidado lo que había sucedido en el colegio.
Una tarde que su amiga Sofía se había ido a un
cumpleaños. Margarita entró en el desván y encontró
un libro muy raro, que se titulaba “La Fantasía de los
niños”.
Empezó a leerlo y cada página que leía hacía
que temblara y se pusiera cada vez más triste, había
descubierto que ella no era una niña real.
30

Llegó la noche y mientras todos dormían,
Margarita soñó como sería eso de ser una niña de
verdad, mientras se acordaba de lo bien que lo pasaba
con Sofía jugando, pero que nunca había ido al colegio,
ni al cine, ni a un cumpleaños, todas esas cosas que
hacía su amiga Sofía. Decidió que las cosas tenían que
cambiar.
Se acordó del cuento que por las noches le
contaban a Sofía, el de Pinocho, y pensó en esa hada
que hizo que Pinocho fuera real. Cerró los ojos y con
todas sus fuerzas deseó encontrar al hada y como por
arte de magia se encontró dentro del tronco de un
árbol, recorrió el tronco subiendo y bajando, bajando y
subiendo hasta que se encontró con un carpintero.
El carpintero la miró y sonrió. Margarita le
preguntó en que lugar se encontraba y este le contestó
que estaba en el taller de “Objetos Reales”. El
carpintero le dijo que allí se convertían las cosas
fantásticas en cosas reales y que si ella quería podría
convertirse en algo real, solo si era lo que más deseaba
en este mundo. Margarita al principio no sabía que era
lo que más deseaba, pero luego se acordó de aquellas
navidades en que a su amiga Sofía le habían regalado
una muñeca, de la que nunca se separaba hasta que
se le perdió. Y como por arte de magia pronunció la
palabra “muñeca”.
El carpintero silbó tres veces y un remolino llevó
a Margarita hasta la habitación de Sofía.
A la mañana siguiente Sofía se llevó una alegría
enorme, a los pies de su cama encontró a la muñeca
que había perdido hace mucho tiempo. La abrazó muy
fuerte y con una voz alegre le dijo:
-¡Margarita cuanto te he echado de menos!
Así fue como Margarita, a partir de entonces, no
se separó nunca de Sofía ni cuando estaba en el
colegio.
31

Sofía se hizo mayor e hizo su vida, estaba
casada y tenía una niña que se llamaba Alma y aún así
seguía llevando a Margarita siempre.
Alma un día le preguntó a su madre:
-¿Mamá, por qué siempre llevas esa muñeca
encima?.
Sofía le respondió:
-Cariño es una larga historia, pero si quieres te
la cuento esta noche.
Empezó a contársela... Alma se quedó
sorprendida y Sofía le dijo:
-Sabes, llevo muchos años cuidando de
Margarita ahora le toca a otra y esa otra vas a ser tú.
Espero que la quieras y la cuides tanto como he hecho
yo.
-Te lo prometo mamá-. Dijo Alma súper
contenta.
Cuando Alma tuvo en sus manos a Margarita,
supo que la iba a querer tanto como a una hermana.
Y así fue... Alma se hizo mayor y como le
prometió a su madre la quiso y cuidó tanto como a una
hermana.
32

CATEGORÍA D.
Título: “A mi abuela”.
Autora: Ana López Villanueva.
“A mi Abuela”.
A mi abuela la han operado

y la anestesia la ha trastocado,
ahora nos habla del gobierno,
que este país es un infierno.
Que si los políticos no cobraran

otro gallo a todos nos cantara,
que si el poder lo tienen los bancos
que con el dinero están jugando.
Le han rebajado la paga

y está, pero que muy alterada,
ni pesoe, ni pejota, ni pepé,
todos están echados a perder.
Por las noches de dolor se queja,

pone el televisor y dormir no deja,
“mira, nena, a la Belén esa,
que del pueblo es la princesa,
o si no, a la Carmen Sevilla,
con arrugas hasta en las rodillas”.
“Pues mi hijo es el príncipe del paro,

mi nuera la condesa del desamparo,
y mis nietos, los infantes de Castilla,
para comer, no se sientan ni en las sillas”.
33

Se pasa los días encantada,
de ejercicio, no hace nada,
a mi madre, la saca loca y …
paciencia tiene bien poca.
A los médicos los marea,

no saben qué hacer con ella,
para todos tiene respuesta
y, si se enfada, se acuesta.
Cuando tiene que comer,

nada le parece bien,
dice que viene de alta casta
y le gusta comer a la carta.
Ni habichuelas, ni lentejas,
ni pescado, ni mollejas,
le encantan los Ferrero Rocher,
para el azúcar, requetebién.
A mi abuela se le ha ido la cabeza,

y no para de contarnos torpezas,
pero la queremos y la cuidamos,
nos gusta que esté a nuestro lado.
34

CATEGORIA E.
Título: El devoralibros.
Autor: Francisco Esteve Díaz.
El Devoralibros.
Desde tiempos inmemorables, se han contado

historias sobre unos seres extraños, nómadas, de
tamaños similar al de un hombre, pero con un rasgo
muy significativo en ellos, los ojos. Se dice que con el
paso del tiempo podemos llegar a olvidar a uno de
estos seres, si logramos encontrarnos con uno antes,
pero nunca se pueden olvidar esos ojos grandes, con
pupilas rasgadas y de colores cambiantes como una
unión de los mil colores que puede ofrecer la aurora
boreal.
El libro se cerró, elevando hacia el techo de la
biblioteca unas motas de polvo, que a la luz de un rayo
de sol, que se colocaba por uno de los antiguos
ventanales, parecían de oro.
Con un suspiro, Leonor se levantó de la
pequeña butaca y guardó el viejo libro en una de las
enormes estanterías mientras se desperezaba como un
gato.
Leonor era una chica de quince años, de
estatura media y pelo negro como el azabache.
Mientras se dirigía a la salida de la biblioteca,
un sonido llamó su atención; era como si alguien
estuviese arrancando las hojas de un libro. Curiosa,
decidió averiguar la procedencia de ese sonido.
Tras recorrer varios corredores cuyas paredes
estaban formadas por estanterías cargadas de libros,
dio con el origen del ruido.
35

Cauta, se asomó tras una estantería cubierta
por una fina capa de polvo y vio a un ser extraño,
cubierto por una capa marrón, que sostenía un grueso
volumen entre sus manos, cuyas páginas pasaban a
una velocidad vertiginosa, cubiertos por una brillante
aura. El ser se detuvo y la miró, fue un instante, un solo
instante, pero esa mirada perduraría en la mente de
Leonor durante el resto de su vida.
Presa del pánico corrió, intentando huir de esa
penetrante mirada. Sin darse cuenta, se halló al aire
libre, entre los dos enormes grifos de piedra que
flanqueaban la entrada a la biblioteca. Mientras una
gota de sudor se escurría tras su oreja, apretó el paso
en dirección a la estación de metro. Pero antes de
conseguir bajar los escalones de mármol que precedían
a los grifos, una mano la agarró por detrás.
Leonor lanzó un grito involuntario, pero la férrea
mano que la agarraba del brazo, la empujó de nuevo
al interior de la biblioteca.
-¡Suéltame! -gritó Leonor.
-¿Quieres bajar la voz?-dijo el individuo
asegurándose de que no habían llamado la atención.
-¿Lo has visto?-preguntó el hombre.
-¿A quién?-aunque ésta ya suponía a qué o
más bien a quién se refería.
Tras una mirada llena de dudas el personaje se
alejó corriendo.
Leonor, cansada y con mil y una preguntas
revoloteando en su cabeza como si fueran una
bandada de estorninos, se dirigió a casa dispuesta a
dar por finalizado el día.
A la mañana siguiente, siguiendo la rutina, bajó
las escaleras de dos en dos y tras un desayuno sencillo
partió hacia el instituto. La mañana transcurrió sin
incidentes y cuando los viejos timbres con su estruendo
36

metálico dieron por finalizadas las clases, Leonor tras
cavilar unos segundos, decidió volver a la biblioteca a
hacer los deberes y perderse entre las historias que
contaban los libros.
Al entrar por la puerta principal, una mujer de
pelo gris y cuerpo enjuto la saludó alegremente. Era la
anciana Filias, encargada de la biblioteca. Para ella
Leonor era una frecuente visitante.
Terminó los deberes con el incentivo de
encontrar un buen libro para terminar de pasar la tarde,
pero antes de poder levantarse de su habitual butaca,
sintió como el aliento de alguien le golpeaba en la nuca
y, antes de poder gritar siquiera, un golpe en la cabeza
la tiró al suelo mientras se sumía en un negro sueño.
Cuando despertó, un agudo dolor acudió a su
cabeza y notó que tenía las manos atadas tras la
espalda. Se encontraba en una amplia sala, sin
ventanas. La única luz provenía de un fluorescente que
pendía del techo. Tras una segunda inspección, Leonor
se percató de unos detalles, que se le habían pasado
anteriormente.
En primer lugar, divisó una antigua mecedora
en la esquina más oscura de la sala; en la parte
opuesta de la habitación vio una vieja puerta de hierro
y, por último, bajando por la pared que quedaba
enfrente de ella, logró distinguir un pilar grisáceo que le
resultaba extrañamente familiar. De repente recordó de
qué le sonaba el pilar; con renovado interés se centró
en este y mientras poco a poco se le acostumbraba la
vista, consiguió detectar una ligera decoración: el pilar
había sido cincelado con una decoración vegetal y en
su centro se alzaba majestuosos, un par de grifos en
miniatura, idénticos a los mitológicos animales que
flanqueaban la entrada a la biblioteca.
37

-¡Eso es!-.El sonido de su voz rebotó contra las
paredes de la sala. Esa columna era idéntica a las de la
biblioteca, por lo tanto se debía encontrar bajo ella y,
teniendo en cuenta el tamaño y forma de la puerta y la
época en la que se construyó el edificio, seguramente
se encontraba en un refugio antinuclear abandonado.
Pese a su hallazgo, el nerviosismo de Leonor
no disminuyó ya que no sabía quién era su raptor, y si
pensaba volver a por ella. No pudo recrearse mucho
tiempo en esos pensamientos, ya que un sonido
metálico, proveniente de puerta, la sobresaltó.
La vieja puerta se abrió con un quejumbroso
chirrido y tras ésta estaba aquel ser que Leonor había
descubierto la tarde anterior.
¡Tonta, tonta, tonta!-dijo para sus adentros
-.Sabía que no tenía que haber venido hoy.
Aquel extraño personaje pasó al lado de Leonor
como si no estuviese y se sentó en mecedora. Tras
unos minutos empezó a hablar, su voz era firme y clara,
tenía un tono neutral que no permitía indicar su sexo.
-Creo que estás demasiado asustada para
hablar-dijo el ser-. Pero tranquila, no te haré daño. Te
voy a contar mi historia, pero primero debes saber
porque te he raptado. Te he raptado por dos razones:
primero porque me apetecía que alguien de tu raza
supiese de nuestra existencia, y segundo para
asegurarme de que no le cuentas a nadie esos
secretos, especialmente a aquel hombre que te paró
en la salida de la biblioteca.
Bien, una vez explicado esto, voy a pasar a
contarle la historia de mi vida:
Nací hace ciento veinticinco años en un lugar
cerca de Ciudad del Cabo, en África y me pusieron el
nombre de Vraon. Desde entonces y hasta hace
cincuenta años he recorrido el mundo con mi maestro,
cuyo nombre es tradición respetar.
38

-Yo me llamo Leonor-,dijo en un susurro.
-Encantada de conocerte-,contestó Vraon. Y
tras este intercambio, prosiguió la historia.
-Cuando mi maestro murió de causas naturales,
le di sepultura de una forma correcta y continué mi
viaje, pero hace cinco años, un fanático de los misterios
y cosas por el estilo, tuvo suerte de dar conmigo. Era
muy bueno en su trabajo, ya que no conseguía
despistarlo en ningún momento. Se convirtió en mi
propio infierno y una vez, acosado y aterrado, huí hacia
el norte de Irlanda. Una noche de tormenta, en la que
aquella persona, cuyo nombre descubrí después, se
había atrevido incluso a colarse en mi habitación de
un pobre hostal, me siguió hasta unos acantilados
cercanos y, gracias a mi potente vista, logré encontrar
una vieja escalinata esculpida en la misma roca del
acantilado que bajaba pocos metros hacia una cueva.
Me escondí en la cueva pero, no sé cómo, mi verdugo
también logró encontrar la escalera, pero me temo que
la oscuridad, el agua y el musgo se aliaron para jugarle
una mala pasada. Se tropezó y cayó rodando hasta el
recodo de la escalera y se precipitó al vacío.
Leonor se encontraba absorbida por la historia
y dio un respingo cuando notó que Vraon se colocaba
tras ella. Tras unos rápidos movimientos la soga que la
mantenía presa se deshizo, dejando libres sus manos.
Vraon, volvió a la mecedora y continuó la
historia:
-Mucho me temo que la historia no termina ahí.
Semanas después del incidente, escuché por la radio
que alguien encontró el cuerpo y llamó a la policía. Se
llamaba Malcom, Malcom Suluer. Tanto tiempo
huyendo de él y ni siquiera sabía su nombre.
-Pasaron meses y creí que todo volvería a la
normalidad pero no. Apareció su hermano, Irvin Suluer,
39

que buscaba venganza. No sé cómo llegó a la
conclusión de que yo maté a su hermano, pero está
agarrado a esa idea y está dispuesto a matarme en
cuanto tenga ocasión.
Las ganas de saber más de su raza empujaron
a Leonor a preguntar:
-Según sé-, dijo con una voz casi imperceptible
-sois gente nómada, entonces ¿cómo procreáis?.
-Buena pregunta, hace cientos de años
estuvimos al borde de la extinción y para evitar nuestra
desaparición decidimos juntarnos todos, crear
convenios cada cinco años y así poder procrear. El
tiempo de gestación de nuestras hembras es de cinco
meses y dos meses después del nacimiento de los
retoños, se les asigna un maestro o maestra que los
instruye a lo largo de la vida.
-Sobra decir que nos alimentamos
exclusivamente de lectura. Antes teníamos la errónea
creencia de que nos alimentábamos del saber. Pero
nos llena igual un libro de matemáticas que una historia
fantástica.
-Mi tiempo aquí se acaba, Leonor, tengo que
partir hacia el convenio. Espero que no prediques la
información que te he otorgado. Adiós, Leonor.
Efectivamente aquella sala era un antiguo
refugio antinuclear que camuflaba su entrada tras una
estantería.
Los años pasaron y Leonor no supo qué le pasó
a Vraon, si consiguió despistar a Irvin o si llegaría o no
al convenio. Poco a poco de la mente de Leonor el
tiempo como suave aire fue eliminando, como si de
polvo se tratase, los recuerdos de aquella tarde, pero lo
que siempre perduró en su memoria fueron aquellos
misteriosos ojos que la acompañaron en su memoria
hasta el fin de sus días.
40

CATEGORÍA E.
Título: Desengaño.
Autor: Héctor González Pons.
Desengaño.
Aquella mañana me desperté antes de lo

normal, y muy entusiasmado, ¡ese era mi gran día!. Lo
llevaba esperando toda mi vida y me había entrenado
muy a fondo para que todo saliese bien. Recuerdo
cómo el viento chocaba contra mi cara, cómo los
árboles iban perdiendo sus hojas tiñendo de dorados el
suelo del valle..., cómo mis amigos estaban tan
nerviosos como yo.
A eso de las cuatro y cuarto de la tarde vino
“Papá” (así es como le llamábamos todos, por haber
sido él quién nos había entrenado durante tanto tiempo
para ese día) y nos obligo a subir detrás de su
camioneta. Íbamos cuatro, contándome a mí, y la
verdad es que nos sentíamos un poco apelotonados allí
atrás. Tras una eterna hora de viaje llegamos a la gran
ciudad de Madrid. Yo nunca había estado en una
ciudad y en ningún sitio que se le pareciese, se puede
decir que era de campo. Por eso, al contemplar los
grandes edificios y las enormes calles repletas de gente
me quedé atónito, sin respiración. Todo el mundo nos
miraba como si fuésemos bichos raros, cosa que me
molestaba y también había quien ponía cara de pena al
observarnos. De todas formas esta sensación no duró
mucho, ya que apenas estuvimos cinco minutos en la
calle porque enseguida nos metieron en una plaza.
La plaza era gigantesca y, a diferencia de las
calles, en ella no había ni un alma, tan solo estábamos
nosotros. Pero, por algún motivo que desconocía, no
41

fuimos al centro, sino que nos quedamos en uno de sus
habitáculos, aunque “Papá” se fue. Al cabo de un rato
comenzamos a escuchar a gente y mucho después
oímos a un “speaker” llamar a Diego (uno de mis
compañeros), lo que conllevo su salida al centro de la
plaza. A este le siguieron (cuando pronunciaron sus
nombres) mis compañeros, y yo me quedé solo.
Esperé impaciente hasta que me llamaron y
entonces salí al ruedo. Contemplé en las gradas una
muchedumbre que no dejaba de gritar. A mi alrededor
veía gente cuya expresión corporal me hacía sentir
inseguro y con un poco de miedo; es como si me
estuviesen juzgando a primera vista, esperando algo
grande de mí, pero yo me concentré en lo que tenía
que hacer. Comencé a correr hacia el capote y escuché
los primeros aplausos. Debo reconocer que me lo
estaba pasando bien. Pero este disfrute cesó al sentir
que el torero me había clavado algo en la espalda.
Pensé que había sido un accidente, pero él repitió la
acción y a mí me empezó a entrar angustia al verme la
sangre chorrear por el lomo. ¡Eso nunca había ocurrido!
Con “Papá”, en los meses de entrenamiento, no
habíamos padecido algo así. Encima, la gente parecía
más enfervorizada al verme sufrir. Yo intente que me
dejasen de clavar banderillas, pero algo me movía a
seguir el capote. Cada vez que me acercaba a el mi
sufrimiento se incrementaba, hasta que preferí estar
muerto, pues en vez de banderillas me clavaron
estoques y la gente no dejaba de animar al torero. Tras
unos momentos en los que ya no podía más con el
dolor, comencé a verlo todo turbio, me tambaleé y caí
asesinado por un ser humano. La especie más
“avanzada” del planeta...
Y este es mi final. Mientras fui “entrenado”, viví
con la esperanza y la intención de agradar y asombrar
42

a las personas y así es como ellas me lo pagaron,
matándome de una forma lenta y dolorosa, y además
exhibiéndolo en público para que todos disfrutaran con
mi sufrimiento. En fin, ellos también se ocuparon de mi
cría y mantenimiento, pero si hubiese sabido de
antemano lo que me iban a hacer, habría preferido no
haber nacido. Es dar la vida para acabar con ella,
conceder una esperanza para arrebatarla. Pero así es
el espectáculo.
43

CATEGORÍA E.
Título: Lágrimas.
Autora: Elena Santos Rubio.
Lágrimas.
Las lágrimas que derramamos

a veces son por cosas sin sentido,
a veces por historias que emocionan
y a veces por personas que se han ido.
Otras veces lloramos,

¡lloramos de alegría!
y si las contáramos todas
nos sorprendería.
También cuando leemos

libros, poesías o historias
que nos gustan mucho
o que nos emocionan.
Aunque lo peor es sin duda

cuando lloras de tristeza
por alguien que no te quiere
y hace que tu llanto no merezca.
44

En muchas ocasiones
lo hacemos para desahogarnos
porque con palabras
no podemos expresarnos.
Pero mi consejo es este:

no hagas de ellas tu condena
nunca derrames tus lágrimas
por cosas que no valgan la pena.
45

CATEGORÍA ESPECIAL.
Premio Poesía.
Título: “Sonetos Amorosos”.
Autor: Valentín García Valledor.
“Sonetos amorosos”.
“Tu mirada acaricia mi alma y de tus labios nace el deseo,

complemento perfecto”
(María Quiles)
1
COMPLEMENTOS PERFECTOS
Tu mirada acarició mi alma

mientras llegabas a mi regazo,
y en tus besos recién entregados
degusté deseos y trasmudé lágrimas.
Tus radiantes ojos soltaron amarras

cuando fondeaste en mis cálidos brazos,
y a través de tus lúbricos labios
me adentré en el juego de las sabanas.
Siempre serán tu mirar y tu boca

aliados necesarios de un “Te quiero”,
verdades compartidas sin demora.
Siempre serán tu piel y tu sexo

geografía de pasiones gozosas,
complementos perfectos de mi cuerpo.
46

2
TODAS ESTÁN EN TI
¡Todas las mujeres están en Ti!.

La que entierra las penas cotidianas
y apacigua la ira con su mirada,
la que da razón al mero existir,
La que habla y sonríe feliz

entre susurros y palabras cálidas,
la que se entrega en cuerpo y alma
cuando la noche no tiene fin.
Porque eres mi sed de vida y alimento,

en Ti conviven todas las mujeres:
la ninfa de agua que acuna los sueños,
La musa de aire que mira el presente,

la hembra de fuego que enciende los besos,
la esposa tierra que alumbra la muerte.
¡Mi esencia de mujer!

Fuente, veleta, hogar, camino,
altar y templo para mis sentidos.
[Nota: 1. Soneto asonantado; 2. Soneto con

estrambote].
47

CATEGORÍA ESPECIAL.
Mención Especial Poesía.
Título: Fases.
Autora: Rosa López Caerols.
Fases.
Cuarto menguante
Angustia
del mundo
sin saber...
Buscas sin confianza,
todo es nada,
nada, es miedo.
Inexplicable-mente.
Piensas que te has perdido.
Alguien te persuade de que andas perdido.
Te vives con miedo,
sombras
te buscas con miedo,
vacíos...
48

Luna nueva
Recuerda
que no te dije mi nombre,
ni mis señas, (para más señas),
solo comencé a caminar
por donde vi tu sendero borrado
y tú...
tú me seguiste, de nuevo,
perdido,
sin rumbo,
sin preguntas
sin respuestas.
49

Cuarto creciente
Sin embargo
todo está, como tiene que estar,
(para que resurjas).
Todo está, (luego lo ves),
con el tiempo y las horas malditas,
acabo estando,
roto, sí,
enterrado, quizá
revuelto, oscuro.
Todo era nada.
Una casa asolada por el barro;
te toca limpiar,
deslodar, identificar, reconstruir
y solo tú puedes hacerlo,
el puzzle de tu vida
con su banda sonora,
para poder decidir, sin que nadie vuelva a hacerlo por ti.
50

Luna lunática (llena)
No es casualidad
que hoy esté plena.
Me reconozco,eso creo.
Me acepto así, eso intento.
Me quiero más,
de eso sí, no tengo dudas
luna lunática, luna llena;
desandar caminos,
seguir caminando
con tu blanco de luz
en el cielo azul claro,
recién florecida en primavera.
Es por eso
que no es casualidad
que hoy la luna esté llena,
ni que yo pueda por fin
bailar descalza
al son de las mareas.
51

Colaboran:
Colegio Público “Alcázar y Serrano”
Colegio Público “El Paseo”
Colegio Público “Gloria Fuertes”
Colegio “Amor de Dios”
I.E.S. “Pintor Rafael Requena”
A.M.P.A.S.

XV Certamen Literario "Evaristo Bañón" Caudete 2011

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XV CERTAMEN LITERARIO 2011

XV CERTAMEN LITERARIO EVARISTO BAÑÓN 2011

XV CERTAMEN LITERARIO EVARISTO BAÑÓN 2011

CATEGORÍA A: Alumnos/as de 1º y 2º de Primaria

CATEGORÍA B: Alumnos/as de 3º y 4º de Primaria

CATEGORÍA C: Alumnos/as de 5º y 6º de Primaria

XV CERTAMEN LITERARIO EVARISTO BAÑÓN 2011

CATEGORÍA E: Alumnos/as de 3º y 4º de E.S.O.

CATEGORÍA ESPECIAL: Resto de la población.

XV CERTAMEN LITERARIO EVARISTO BAÑÓN 2011

Hace mucho tiempo, había dos niños y una niña

XV CERTAMEN LITERARIO EVARISTO BAÑÓN 2011

Están todos durmiendo,

Mientras la niña cantaba la canción, los

XV CERTAMEN LITERARIO EVARISTO BAÑÓN 2011

Érase una vez una niña llamada Marisol. Una

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La sirena y los niños.

Los alumnos cuando entraron

Cuando salimos de clase

Todos nos fuimos con ella

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Érase una vez un niño llamado Adrián, que

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Juanico el Pepitero y la traición de Pepe Juanola.

Érase un pueblo llamado Villamote, en el que

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Un pulpito muy resfriado,

Él no podía salir de casa

Su madre, para que se curara,

Su amiga Sherezade le trajo un jarabe,

El pulpo se lo tomó y se recuperó.

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A través de una ventana.

Hace pocas semanas, mi familia se mudó como

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ESTA ES MI HISTORIA, ESPERO QUE HOS

Nos despedimos: mi familia, la ventana, toda la

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Ainoha y el ratoncito Pérez.

Un día, Ainoha notó que encima de una muela le

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Colorín colorado esta historia ha acabado.

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Un tiempo en el que maquinar

Donde pensar qué hacer

Ese tiempo de clase

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Una mañana del año 2.532 A.C., un grupo de

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