Clase Sobre Neoliberalismo
Clase Sobre Neoliberalismo
Clase Sobre Neoliberalismo
INTRODUCCION:
Bordo: no va en esta presentación por cuestiones de tiempo o por nivel de abstracción, pero resulta clave igual
tenerlo en cuenta.
Lila: son fragmentos que, si hay tiempo, hay que decirlos (primero controlar cuanto duraría la charla, ensayando
el texto).
Agradecimientos.
Dicho todo esto, si el poder opera en varias frecuencias, y el ajuste y la “crisis” no solo
implican dimensiones de destrucción, sino que contienen una dimensión constituyente en el
amplio sentido del término, algo de estas características hay en el neoliberalismo…
Entonces, es loable pensar que el neoliberalismo tiene una corporeidad mucho más compleja
y polimórfica que la imagen de un conjunto de políticas macroestructurales de desguace del
Estado y de ajuste.
Ahora bien, hoy frente a lo que avanzó la derecha a nivel local y regional desde 2015, el
acuerdo con el FMI, los despidos, recortes, nos encontramos con la tentación de hablar como
si fuera el de los años 90, y nuestra mirada apunta a ciertos planos sobre el fenómeno. Pero
la idea de neoliberalismo como la que circuló en los 90, fue una idea muy primera y limitada
a esa coyuntura, y lo que creo es que es necesario aprender de esta última década y media
pasada, en la que la retórica en general no fue neoliberal y sin embargo se preparó una
dimensión de lo neoliberal que ha emergido con mucha claridad desde 2015, entonces al
propuesta de diferentes autores/as es ir menos a la coyuntura de los 90 o conceptos
macropolíticos y pensar en otras imágenes de lo neoliberal.
y la condición de posibilidad de pensar otras imágenes pasa por mirar que corre por “abajo”.
Se trata de una dimensión micropolítica, microfísica, molecular, en la que “se presta más
atención al problema (fundamental en todo sistema de dominación) de la producción
interactiva entre orden y “legitimidad” (Stulwarck, D. y otros. 2016:10). Ahora bien,
claramente para poner en marcha esa dialéctica el objeto privilegiado de trastrocamiento es
la subjetividad, es decir, se pone en marcha toda una producción de subjetividades en base
a determinados imperativos del capitalismo neoliberal: capital de si o capital humano, ser
emprendedor, ser empresario de mí mismo, la competencia como ultima ratio.
Entonces el Neoliberalismo no se despliega solo en el plano económico. Lo neoliberal ha
demostrado ser más que una coyuntura económica y política, trabaja también a nivel
micropolítico desplegando estrategias dominantes de subjetivación, modulando nuestros
afectos, nuestras percepciones y nuestras opciones. Esto es, que tiene una realidad de larga
duración que trasciende los gobiernos.
Y bien, ante estas apreciaciones, ¿qué imagen nos proponen estxs autores?
LO NEOLIBERAL ES MAS BIEN UNA RACIONALIDAD, UNA LOGICA
NORMATIVA, UN ORDEN DE RAZON NORMATIVO, un proceso complejo que
finalmente tomó la forma de una racionalidad rectora, amplia y profundamente diseminada,
“que extiende una formulación específica de valores, prácticas y mediciones de la economía
a cada dimensión de la vida humana” (Brown, W. 2015:20), no un simple y mecánico pasaje
de la teoría a la práctica.
La pregunta ahora es, y me parece interesante desarrollarla frente a un curso de compañeres
estudiantes de historia, es ¿Cómo llegamos a la diseminación de una nueva racionalidad
planetaria? ¿Cómo es que llegamos a esto?
Ergo, se abandona una idea naturalista sobre la economía y se pasa a entenderla de manera
constructivista e institucionalista. A su vez, pierde centralidad el “intercambio” y empieza a
ocupar su lugar la “competencia” generalizada, es decir, una idea libertad absolutamente
unilateral, la de ser empresa y de competir, una libertad que tiene todo que ver con la
empresarialización de nuestras vidas y que ya no se corresponde con la cuestión clásica del
liberalismo del XVIII: los límites del gobierno. Ya no se trata de que se corra el Estado para
dejarle lugares al mercado, o de que sean esferas separadas, ahora se trata de hacer de la
sociedad un mercado, de crearlos constantemente, de “gobernar para el mercado”, producir
continuamente espacios para la diversidad de iniciativas empresariales como su condición de
posibilidad. ¿Ven cómo se reorienta el arte gobernar?
Ahora bien, las teorías neoliberales no son homogéneas, pero, a pesar de su heterogeneidad,
existe un importante acuerdo de fondo, o “acordes básicos comunes”, que hacen a la
viabilidad del neoliberalismo como una tendencia histórica y planetaria.
Dicho esto, adscribimos a las siguientes palabras de Puello Socarrás:
“... la teoría neoliberal más que ser una unidad monolítica como tradicionalmente se ha interpretado tiene que asumirse
como un crisol de disputas y polémicas donde convergen profundas discrepancias académicas, pero también –y al mismo
tiempo– devotas corrientes intelectuales. En este sentido, hablamos de un disenso en el neoliberalismo, fruto de los
señalamientos recíprocos entre diferentes corrientes que a primera vista podría sugerir una suerte de ruptura o fractura
ideológica en el movimiento. Sin embargo, un examen complementario y vinculado a los acontecimientos paradigmáticos
del neo-liberalismo in vivo y no in vitro como lo sugiere inauguralmente el estudio de sus teorías, muestra cómo a las
disputas abstractas se antepone un consenso decisivo, desde el cual y al unísono se han conseguido orquestar un orden y
una organización eminentemente “neo-liberales”.” (2008:18).
Un axioma del Intelecto neoliberal es la centralidad de la competencia como mecanismo para
aumentar la capacidad de aprendizaje e incrementar beneficios y que estos alcancen a la
mayoría de lxs ciudadanxs. La competencia se inscribe como una tecnología ideal “ya que
no opera contra la búsqueda de individual del beneficio, sino a través de ella misma”
(Bröckling, U. 2015:118). Así, la gubernamentalidad neoliberal encuentra su razón de ser,
porque la competitividad se construye y debe ser optimizada cada vez que se pueda PARA
PRODUCIR FINALMENTE UN “mecanismo de condicionamiento circular: a más dominio
de la competencia, tanta más oportunidad tienen los actores de acomodar su actuar hacia la
capacidad de competir.” (Bröckling, U. 2015:119)
+ Se pone en juego, así, nada más y nada menos que nuestra forma de existencia, porque el
neoliberalismo trata de definir la forma de vida. Sugestivamente, Diego Sztulwark apunta
que: “Al neoliberalismo le preocupa cómo vivimos, el problema de la estrategia inmediata
de que hacemos con el miedo, con la muerte, como conocemos y como nos cuidamos”.
+ En concatenación, abarca todas las dimensiones de la vida. Es una racionalidad
verdaderamente global, “envolvente”, pero a su vez, también inmanente: se despliega al
ras de los territorios, modula subjetividades y es provocado sin necesidad primera de una
estructura trascendente y exterior (Gago, V. 2015:22). En consecuencia, organiza y estructura
no solo la acción de lxs gobernantes, sino que también la de lxs gobernadxs.
Por lo tanto, lo neoliberal implica, como sostiene Verónica gago, un conjunto de condiciones
que se concretan más allá de la voluntad de un gobierno, de su legitimidad o no, pero que se
convierten en condiciones sobre las que opera una red de prácticas y saberes que asume el
cálculo como matriz subjetiva primordial”
Por ende, incluye el conjunto de los discursos, prácticas, dispositivos que determinan un
modo de gobierno de las personas, según la competencia generalizada como norma universal
de conducta y la empresa como modelo de subjetivación. Por lo tanto, la subjetivación
neoliberal apuntará a regir la conducta en un marco y con instrumentos del Estado, pero
también de muchas otras instituciones, hacia la consecución de un auto-gobierno del propio
individuo, o la producción de cierto tipo de relación consigo mismo. Es decir:
“producir una relación del sujeto individual consigo mismo que sea homóloga a la relación del capital consigo
mismo: una relación, precisamente, del sujeto con él mismo como «capital humano» que debe aumentar
indefinidamente, o sea, un valor que hay que incrementar cada vez más.” (Dardot, P. y Laval, C. 2013:21).
Este orden de razón normativo es tanto más resistente y corpóreo cuanto más excede a la
esfera mercantil y financiera y, por lo tanto, cuanto más se convierte en una “evidencia
ampliamente compartida”: “lleva a cabo una extensión de la lógica del mercado mucho más
allá de las estrictas fronteras del mercado, especialmente produciendo una subjetividad
«contable» mediante el procedimiento de hacer competir sistemáticamente a los individuos
entre sí.”
Dicho de otra manera…
El neoliberalismo es la ampliación de un discurso económico a lógicas no económicas. El
cálculo económico extendido a todas las zonas de la vida donde se suponen que los cálculos
no deberían ser económicos o no deberían responder a esa racionalidad. Es decir, el hecho de
que calculamos todo como si estuviéramos en el mercado. Sobre este fenómeno, pone su
atención Wendy Brown en su último libro “El Pueblo sin atributos” y lo denomina
“economizacion de la vida”: la racionalidad neoliberal disemina el modelo de mercado a
todas las esferas y actividades y configura a los seres humanos exhaustivamente como actores
del mercado, siempre, solamente y en todos lados como homo oeconomicus.
¿EN QUE VA A CONSISTIR LA PRODUCCION DE
SUBJETIVIDAD NEOLIBERAL?
Primero:
¿Que entendemos por subjetividad?
Ahora bien, cuando hablo de Subjetividad me refiero a modos de ser, a modos de vida. No
me interesa intelectualizar la palabra subjetividad ni con lacan, ni con Foucault, ni con
Deleuze etc., La subjetividad no es un dato, es un constructo (Zangaro, M. 2011:17), producto
del cruce entre dispositivos de sujeción y prácticas de subjetivación.
¿Qué tiene que ver esto con el capitalismo?
El capitalismo se sustenta también a través del control de la producción de subjetividad
(Guattari, F. y Rolnik S. 2005:162).
Como expone Jorge Alemán, la producción de subjetividad es más radical que la alienación
tal como la describía Marx, porque no se trata ya de una parte de sí que se torna extraña, sino
de algo más grave que es inventar y producir la subjetividad misma.
Entonces es una producción que abarca así todas las dimensiones de la vida.
Según Bob Jessop, el rasgo característico de este nuevo tipo de Estado es “su autoimagen de
promotores proactivos de la competitividad en sus respectivos espacios económicos frente a
la cada vez más intensa competencia internacional (y también, regional, entre ciudades,
interregional e intrarregional) (2003:181). En otras palabras: “creación de condiciones
óptimas de revalorización para el capital internacional en la competencia interestatal”
(Hirsch, J. 1996:67), en claro correlato con el rediseño global del régimen de acumulación,
su modo de regulación y sus efectos en la socialización. A su vez, los Estados van perdiendo
el control sobre las economías nacionales y la necesidad de “innovación” se torna
fundamental. Lejos de quedarse reducida a una cuestión tecnológica, se extiende hasta el
cultivo y promoción de una cultura de empresa y de sujetos emprendedores (Jessop, B.
2003:185).
Lo cual es, entre otras cosas, reforzar o revitalizar el Estado de competencia propio de la
racionalidad neoliberal. Ahora bien, ese camino de restauración empresarial comenzó ya
desde su nacimiento, en CABA. En entrevista para Pagina 12, Gabriel Vommaro exponía
que:
“El PRO es el neoliberalismo después del neoliberalismo. Ha aprendido la lección que dejaron los
años 90 respecto de lo que no se debe hacer a la hora de aplicar reformas pro mercado. Para ellos,
uno de los principales roles del Estado es crear oportunidades de negocios.” (Pagina12.com.ar, 2017).
Aparece así otro elemento fundamental para la lógica neoliberal y es la idea del
“emprendedor”. Y no es menor que el tan repetido “cambio cultural” por la mayoría de los
cuadros del PRO tenga como uno de sus elementos más fuertes a la idea de emprendedor. Y
esto es porque así como la producción de subjetividad o subjetivación neoliberal en su
“cocción” del sujeto emprendedor politiza y moldea las diferentes dimensiones de la
subjetividad en esa dirección, el “cambio cultural” que propicia el Macrismo encarna ese
trabajo y opera pacientemente y mediante una variedad importante de mecanismos y
dispositivos para realizar un cambio profundo en el sistema de valores de nuestra nación
(Adamovsky, E. 2017a:186) en donde, como bien expone Hernán Lombardi, se redefina la
relación entre los individuos, la sociedad y el Estado, la visión del pasado para proyectarnos
en el futuro, y se apuntale la cultura del esfuerzo (Adamovsky, E. 2017a:186).
El contenido del cambio cultural macrista es en gran medida profundizar la “cultura del
trabajo” entendida como un compromiso mayor con la productividad de la empresa,
“desacostumbrarse” a recibir subsidios y la desactivación del igualitarismo de la cultura
argentina. El oficialismo sabe perfectamente que “los valores actuales de la sociedad
argentina significan un obstáculo a las políticas a largo plazo que busca imponer”
(Adamovsky, E. 2017b:5). Pero a diferencia del menemismo, la intervención gubernamental
en este aspecto crucial no es un ataque frontal, más bien proponen “su propia visión de lo
colectivo, una que finge retomar y aceptar nuestros valores igualitaristas y solidarios, pero
solo para reintroducirlos en un marco diferente, que lo vacía de contenido.” (Adamovsky, E.
2017b:5). Allí el primer paso es reelaborar el “igualismo”, como lo califica el periodista
Majul, mediante el compromiso con la “igualdad de oportunidades”, lo cual “no implica vivir
en una comunidad de iguales, sin grandes abismos entre ricos y pobres, sino que todos gocen,
individualmente, de la posibilidad de escalar posiciones en la pirámide social.” (Adamovsky,
E. 2017b:5). Dicho de otra manera, que cada cual pueda desarrollarse durante su vida y llegar
a donde sus esfuerzos le permitan. Meritocracia combinada con un rol estatal “presente”,
lejos del “Estado mínimo” sino que genere las condiciones que permitan el desarrollo
individual. “El Estado en tu barrio” dicen algunos eslóganes.
El PRO apunta entonces a una idea de comunidad “descolectivizada”, es decir:
“sin estructuras que vinculen y protejan colectivamente a las personas, sin mecanismos que incluyan
a todas o que aten la suerte de cada uno a la de los demás. Y, sobre todo, sin rasgos culturales o
políticos distintivos. Sin otra vocación que la de dejar que el mercado organice la vida en conjunto.”
(Adamovsky, E. 2017a:193).
II. Conclusiones:
Entender al neoliberalismo como una verdadera racionalidad capaz de “hacer mundo”,
alterar la conformación del Estado, reconfigurar la gubernamentalidad y modular hasta lo
más íntimo de nuestra subjetividad constituye una herramienta importante para desmontar
ciertas definiciones de manual sobre el mismo, abonar a un debate más profundo sobre su
1
Ver http://www.buenosaires.gob.ar/
persistencia y evitar desmovilizaciones en un marco de correlaciones de fuerza desfavorables
para los sectores populares. Pero también para clarificar a que se enfrentan los subalternos,
porque el proyecto neoliberal que encarna el PRO es de un nuevo tipo, diferente al
neoliberalismo de los ´90 pero con el objetivo puesto en trastocar varias pautas culturales de
la Argentina que, a su criterio, obstaculizan la ampliación total y hegemónica de esa
racionalidad micropolítica de autoempresarialidad, capital de sí y de Emprendedorismo, en
última instancia, de un régimen de acumulación del Capital absolutamente incontestable. El
PRO es un partido diseñado para ganar y restaurar el dominio total del empresariado sobre
la política, por eso despliega en CABA toda una tecnología de gobierno al servicio de la
producción de subjetividad neoliberal y una férrea voluntad de normalización para fomentar
el “espíritu” emprendedor en todos los ámbitos de la existencia del sujeto. Y como gobierno
nacional, sigue ese mismo camino.
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- Berardi, F. (2003). “La fábrica de la infelicidad”. Traficantes de sueños.
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- Mezzadra, S. (2014). “La cocina de Marx”. Tinta limón.
- Stulwarck, D. y Otros. (2016). “Macri es la cultura”. Tinta limón
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Links:
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Jorge Alemán | Página12. Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/32831-hay-
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https://www.pagina12.com.ar/42162-que-es-la-subjetivacion-neoliberal.