Noaptea de Sanziene
Noaptea de Sanziene
Noaptea de Sanziene
RESUMEN
El autor analiza la obra La noche de San Juan del autor rumano Mircea Eliade y se centra en describir los
espacios y los tiempos de la obra, así como los elementos maravillosos medievales presentes en ella. Pos-
teriormente presenta el juego de espacios entre el espacio histórico y el mítico y por último defiende que
se trata de una novela existencial.
Palabras clave: maravilloso, medieval, Mircea Eliade, modernidad
Sólo tiene en cuenta el tiempo cósmico. El día y la noche, las fases de la luna, las es-
taciones. Incluso ese tiempo cósmico por lo que me dijo, el día menos pensado tam-
bién dejará de existir para él. Pero ahora necesita al Tiempo para encontrarse consigo
mismo. Encontrarse en el sentido metafísico de la palabra, es decir cobrar conciencia
de su ser en su plenitud e integridad. Y entonces, ya no hay nada que le distraiga de la
vivencia de cada momento esencial de ese tiempo cósmico (84).
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Su interlocutor le dice a Stefan que ha leído un cuento que relata prácticamente lo mismo. Pien-
san que la coincidencia se debe a que el autor del cuento y él han conocido al mismo personaje. Irán a
verlo, aludiendo a la interacción de ficción literaria y realidad.
7
Se autodesigna lector de Heidegger (72). Stefan le dirá a Ileana: «Estaba pensando en lo ingenuo
que son los filósofos... Por ejemplo, Biris, con su escritorio roído por la carcoma, con su hueso muerto,
con su muela que ya ha llegado al campo de la muerte y con sus lecturas de Heidegger...» (Id.).
8
Este personaje recoge el pensamiento de vivir para la muerte - Tiempo de la Muerte, dice- y que
el sentido del ser y de tiempo es el del autor de Ser y tiempo (72).
Tu ansia de salir del Tiempo y de hacer caso omiso de la Historia era probablemente
un esfuerzo desesperado para encontrar el estado feliz de la infancia, para volver al
paraíso perdido (445).
Más tarde, Biris, interrogado y torturado por la policía comunista, ironizará sobre
su propia filosofía y el existencialismo de J.-P. Sartre10. Frente a un Tiempo y una
Historia destructores11, Stefan proclama un más allá:
Pero yo sigo creyendo que existe algo más allá del Tiempo y de la Historia –
prosiguió Stefan con fervor- y que nosotros podemos conocer ese algo. Sólo que, pa-
ra ello, se requiere un gran esfuerzo espiritual por nuestra parte (525, subrayado del
autor).
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«Tengo la sensación de estar rodeado por un muro invisible, formado por el Tiempo, un muro le-
vantado con la ayuda de todo lo que no puedo volver a tener, de todo lo que ha pasado y es irreversi-
ble...» (494).
10
Le dice al policía que le interroga: «-Me habría gustado ir al Deux Margots a la puesta de sol
cuando, según he oído, se reúnen los existencialistas. Me habría gustado estar de tertulia con ellos pero
en plan aguafiestas. Decirles: “¿Por qué no van a nuestro país, al otro lado del telón de acero, para ver
cómo se plantea le problème du choix y lo que pasa con le problème de la liberté? [...] Cuando vayan
en un vagón de ganado en dirección a los campos de trabajo progresistas, o ante el pelotón de ejecu-
ción, se acordarán de lo que estoy diciendo esta tarde...» (543).
11
«El Tiempo puede incluso atacar también las revelaciones procedentes de más allá de él; las
puede atacar, macerar lentamente y, finalmente, destruir» (524); «la Historia modifica incesantemente
un recuerdo, le otorga continuamente nuevos valores, negativos o positivos, hasta que, finalmente, lo
anula» (525).
12
Gallais, P., La Fée à la Fontaine et à l'Arbre. Un archetype du conte merveilleux et du récit
courtois, Amsterdam, 1992.
Pero imaginaba [habla Ileana] dónde podría encontrarte. Y te he dejado creer que me
has encontrado tú. Me figuraba que vendrías a la fuente de Inés de Castro y allí te he
estado esperando todos estos días. [...] Estaba segura de que vendrías. Te esperaba
debajo de aquel viejo árbol, junto al manantial (351).
-No sé como explicártelo –continuó Stefan-. Parece que todo viene de la noche de ve-
rano de hace nueve años, de la noche de San Juan de 1936. Es absurdo, pero tengo a
veces la impresión de que fue entonces cuando me extravié y, a partir de entonces, ya
no he vuelto a vivir mi vida [...] Y entonces, en el bosque, conocí a Ileana. Es como si
ella me hubiera atraído allí o quizá fuera yo quien la hubiera atraído a ella. ¿Qué le
hizo a una muchacha joven y guapa ir a pasearse tan lejos, sola, en el bosque de Ba-
neasa? (430 y 431).
El tema del hombre entre dos mujeres y el de la mujer entre dos hombres –Tristán,
entre Iseo la Rubia e Iseo la de las Blancas Manos; o Iseo la Rubia, entre el rey Marco
y Tristán- lo viven los protagonistas de la novela de M. Eliade recordando la leyenda
medieval. Las referencias no dejan de ser significativas al identificarse Stefan e Ileana
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13
La primera vez que encuentra a Ileana en el bosque, Stefan dice:«En este lugar había charcas.
Aquí venía a bañarme con los amigos cuando éramos pequeños» (24). La siguiente entrevista tiene lu-
gar bajo la lluvia: «La había visto por casualidad desde la ventanilla del tranvía, una tarde lluviosa de
finales de octubre. [...] la lluvia arreciaba. Cuando la encontró [...]» (52). La entrevista finaliza así:
«Cogió su mano y le dio un largo y fuerte apretón. Acto seguido, sin mirarla, salió de debajo del para-
guas y echó a correr en medio de la lluvia» (54).
con los personajes de la leyenda y pensar que están haciendo un remedo de estos14.
Por una parte, Stefan enamorado de Ioana y de Ileana; por otra, debido al
sorprendente parecido de Stefan con un famoso escritor de la misma ciudad, nuestro
protagonista suele ser confundido con éste. Es lo que ocurre a Ioana, amante del
escritor, con quien confunde a Stefan surgiendo así sus relaciones y matrimonio.
Nuestro protagonista sufrirá unos curiosos celos pensando que en algunos momentos
ella ve en él a su anterior amante. El hecho de Tristán casándose con Iseo la de las
Blancos Manos por su parecido con la anterior no está lejos de las sospechas de
Stefan. Aunque Ioana abandona a Partenie, el famoso escritor, por Stefan, aquél no
dejará de amarla. Ileana también dudará de la verdadera personalidad de Stefan
cuando lo conoce y no dejará de entrevistarse con el escritor. El amigo de nuestro
protagonista, Biris, está enamorado y frecuenta a otra, Catalina; ésta corresponde
amorosamente a Biris pero es amante de un actor, Bibicescu, y ella tiene también
relaciones con Partenie. La relación triangular y tristaniana de los protagonistas se
extiende, pues, a los personajes. Pero, aún más, si tenemos en cuenta que el día de san
Juan, en el bosque y a los tres años justos deja de hacer efecto el filtro de Tristán e
Iseo15, podemos ver que la historia medieval y la moderna repiten un marco
espaciotemporal similar.
El juego de relaciones duales sitúa el sentimiento amoroso abierto a dos
direcciones; en el caso de Stefan, a dos dimensiones que podríamos designar a una
como amor inmanente y a otra como amor transcendente. Es la dualidad que ofrece la
literatura cortés desde el siglo XII. El amor mágico del caballero con el hada se
transforma en amor caballero/dama sin perder su carácter transcendente. La dama
casada requerida por el caballero enamorado, lejos de caer en promiscuidad, eleva las
relaciones amorosas a un erotismo idealizado. Cuando el caballero de un relato de
principios del XIII (Lai de l’Ombre) requiere a una dama y ésta le manifiesta que está
satisfecha con su marido, el caballero vuelve a insistir afirmando que quien «cante y
lea de amor no se lo reprochará»16; es decir, la lírica trovadoresca y el roman colocan
en otra dimensión sentimental. El amante cortés pasa a otra realidad erótica.
Por su parte, Stefan no deja de confesar que está enamorado también de Ioana,
su esposa, y en ningún momento encuentra incompatibilidad en la dualidad de
relaciones, ya que se mueven en dimensiones distintas. No se trata de mera
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14
Cuando Ileana se enamora de Stefan le viene el recuerdo de Tristán e Isolda (66). Stefan tam-
bién siente ligado su sentimiento al de los de la famosa leyenda a la vez que busca un sentido diferente
en su amor a Ileana: «Si este amor inesperado y no buscado, únicamente me va a traer la sustitución de
Ioana por Ileana, carecería de sentido...» (220). Al final de la novela, Ileana se identifica con la leyen-
da tristaniana recordando el pasaje del filtro: «me repetía que era ridículo, que eso parecía un remedo
de Tristán e Isolda... Stefan, para mí ha sido como en Tristán e Isolda. Aquella noche me diste, quizá
sin pretenderlo ni saberlo, me diste a beber un veneno» (611). Insiste en la fatalidad tristaniana: «-Que
los hados te habían señalado para que yo re amara... Que habíamos bebido los dos del mismo vene-
no...» (612); y en la idea de un amor predestinado («predestinados a amarnos», «predestinados a bus-
carnos» (613).
15
E Muret, Béroul, le Roman de Tristan, poème du XII siècle, París, 1947, vv. 2133-2288.
16
F. Carmona, intr., ed. y tr., Jean Renart. El lai de la Sombra. El lai de Aristóteles. La Castellana de
Vergy, Barcelona, 1986, 53.
alternancia entre dos mujeres: «Si este amor nuevo, inesperado y no buscado,
únicamente va a traer la sustitución de Ioana por Ileana, carecería de sentido...»
(220). Más adelante, nos dirá:
Durante mucho tiempo creí que mi encuentro con Ileana podía tener otro sentido: en-
señarme a amar a dos seres al mismo tiempo. A descubrir una categoría nueva y más
auténtica del amor, cercana al amor de los santos, quienes pueden amar simultánea-
mente a una infinidad de personas (432).
-Eres una de las dos criaturas semidivinas, Calipso o Circe. Y yo, en este momento,
soy una de las infinitas variantes de Ulises, uno de esos millones de personajes que
repiten, desde Homero hasta aquí, una odisea más o menos dramática en su camino
de vuelta a casa (323).
Sólo la he besado una vez. Pero aquel beso me ayudó a vivir varios meses seguidos.
Si no la hubiese besado, si no recordara su beso, creo que me habría vuelto loco
(317).
Y entonces, en ese instante comprendí lo que era sambô. Comprendí que existía aquí,
en la tierra, junto a nosotros, al alcance de la mano y, no obstante, invisible a los de-
más, inaccesible a los no iniciados, un espacio privilegiado, un lugar paradisíaco que,
si se tiene la oportunidad de conocer, es imposible olvidar en toda la vida. Pues en
sambô sentía que ya no vivía como había vivido hasta entonces. Vivía de otra mane-
ra, poseído de una continua e indecible placidez. No sé de donde procedía esa placi-
dez sin nombre. Más tarde, al recordar a sambô, he tenido la seguridad de que allí me
esperaba Dios y me tomaba en brazos en cuanto traspasaba el umbral. [...] No podía
hacer nada en sambô. No tenía hambre, ni sed, ni sueño. Vivía en el paraíso, lisa y
llanamente (90).
Tras esta crisis por la que logra romper con el tiempo histórico, lo que más
preocupa a Stefan es comunicar a sus amigos, y particularmente a Ileana, la
afirmación de que el coche existe (216-7) ya que el problema de su existencia era lo
que más le venía preocupando (156-7). Se trata del coche que Stefan, cuando en el
bosque de Baneasa conoce a Ileana, piensa que debía haberla trasladado y que tuvo
que desaparecer. El coche es aludido reiteradamente. Stefan dice que en su habitación
de hotel lo pinta (93) y cree identificarlo confundiéndolo con otro coche (134, 136,
141)). Se refiere a aquél como el vehículo que habría trasportado a Ileana y habría
desaparecido precisamente a la media noche del día de San Juan (25).
Este vehículo, que nos trasporta a un más allá y que desaparece a medianoche,
hace pensar en el vehículo de un hada como la carroza de la Cenicienta. La referencia
a un coche volcado (322) arranca a Stefan de la seducción de Stella. El coche se
convierte en el medio de pasar de un espacio-tiempo a otro. En este episodio permite
liberar a Stefan de su embrujo. Al final de la narración, el coche lleva a la muerte
como paso al más allá. La idea de que la forma de salir del tiempo sea por la muerte
es rechazada por nuestro protagonista que pretende «que podamos vivir no sólo en el
Tiempo sino también en la Eternidad» (318).
Frente a Biris, filósofo existencialista, para quien el hombre es ser para la muerte,
aparece la figura de Anisie que proporciona un espacio superador del Tiempo: el
aprisco. Es una especie de paraíso, espacio divino y objeto de búsqueda que pretende
aunar felicidad con tiempo y eternidad. Anisie habla con Dios, trasciende el tiempo
histórico y conoce «el misterio de la muerte y de la resurrección, el misterio del
tránsito del no-ser al ser» (86). Stefan trasforma en el cuento del emperador Anisie el
conocimiento que tiene de este personaje ubicándolo en un lugar en donde las fuentes
dan leche y abundan los panales de miel (327). Anisie reprocha a Stefan que esté
ligado al tiempo histórico. Tiempo de guerras que, tras la autodestrucción, dará lugar
a «la reaparición de otro tipo de humanidad, que no vive como nosotros en el tiempo
histórico, sino sólo en el instante, o lo que es lo mismo, en la eternidad...» (327). A la
humanidad histórica, que «de humanidad no tiene más que el nombre», la define
como «especie zoológica enloquecida por esa pretendida libertad de diseñar su propio
destino» (328).
Stefan le cuenta al niño Razvan una historia en la que Anisie y Dios caminan hacia
el aprisco, especie de morada divina o paraíso. Dios, cansado y viejo, desfallece,
tropieza y confiesa que está enfermo. A Stefan le recuerda la enfermedad del rey
Pescador que «cuando cayó enfermo la vida de todo el país languideció de la misma
forma misteriosa» (330). Los ríos y la naturaleza se secan y el castillo se desmorona
como la salud del rey. Los caballeros pasan y olvidan el fin de su visita y el rey y su
país empeoran.
«Hasta que un día llegó Parsifal. Sin dejarse impresionar por el estado de abando-
no del castillo ni por la enfermedad del rey Pescador, se acercó a él y le hizo la pre-
gunta justa, la única pregunta que había que hacer. Le preguntó dónde estaba el San-
to Grial... En ese momento el rey se curó, todo el país se regeneró, los ríos volvieron
a correr por sus cauces y todos los bosques reverdecieron...»
-¿Y luego? –preguntó Razvan-. ¿Y luego?
-A la entrada del aprisco, Dios, de repente, se echó a reír. «Pero ¿cómo es posible,
emperador, que creyeras de verdad que yo estaba enfermo y cansado y que ya no veía
el aprisco?» (330, el subrayado del autor).
El narrador quiere jugar con varios planos. Cuenta un cuento a un niño cuyo
personaje, Anisie, es real. Lo que le acaece con Dios en su camino hacia el aprisco
viene a ser aclarado por otra leyenda, la de Parsifal. Como ocurre con el caballero
artúrico, la palabra hecha pregunta puede traer la redención:
«Antes incluso de hallar una respuesta satisfactoria», continuó Stefan, «y sólo por
el hecho de haberla pronunciado, “la pregunta justa” regenera y fertiliza. Y no sola-
mente al ser humano sino a todo el cosmos. Intuyo en ese simbolismo la solidaridad
del cosmos con toda la naturaleza; toda la vida cósmica sufre y se marchita por la in-
dolencia del hombre ante los problemas capitales. [...] Tal vez nos volveríamos, de la
noche a la mañana, estériles y enfermaríamos si no existieran, en cada país y cada
Si, por un lado, el relato de M. Eliade nos lleva a referentes medievales (Tristán,
Parsifal, Lanval, etc.), folklóricos (lo maravilloso popular de hadas, de bosques en
la noche de San Juan) o nos sitúa en un dualismo cercano a lo religioso y
neoplatónico; por otra parte, su arte descriptivo y narrativo nos refiere a una
composición y manejo de recursos y temas propio de la narración contemporánea
del segundo tercio del siglo XX.
Las referencias a temas de la literatura existencialista, la referencia a escritores
como Heidegger y Sartre; sobre todo, el uso de recursos y técnicas narrativas de su
época hace de la novela de Eliade una narración moderna.
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17
En La Condition humaine, Kyo no reconoce su propia voz grabada en un fonógrafo lo que le
hace pensar reiteradamente en el resto de la narración que él no es para sí lo que es para los demás. Se
le unirá el sentimiento de extrañeza ante el espejo (A. Malraux, Romans, París, 1966, 210). Roquentin
vive obsesionado también por el mismo sentimiento de extrañeza ante el espejo (La Nausée, París,
1938, 32). Meursault vive su extranjería contemplándose en el reflejo de un cristal tras ser condenado
a muerte (cf. F. Carmona, "Narciso: mito y complejo literario" en Estudios dedicados al Prof. Mariano
Baquero Goyanes, Murcia, 1974, 31-47; Malraux, Camus, Sartre. La crisis de la novela en los años 30.
Murcia, 1984, 100 y 216-9).
18
La novela empieza así: «Abrió la puerta lo más despacio que pudo y encendió la luz. En la
habitación hacía calor y se olía a polvo. Las contraventanas estaban cerradas. Junto a la cama había
una mesa de madera llena de libros [...]».
19
Cf. F. Carmona, o. c., 1984, 161-9.
Pero ésa es precisamente la tragedia –dijo Stefan con una extraña calma en su
voz-, que no me viste a mí sino a él. No fue un coup de foudre, sino una confusión,
¿Por qué no quieres comprenderlo? Yo no existía para ti ni tampoco existiría ahora si
no hubiese existido él. Si me hubiese visto antes de conocerlo a él, tú no te hubieses
fijado en mí... (105).
Seis líneas más adelante, le confirma: “Eso significa que nuestro amor y nuestra
vida están basados en un equívoco”. En este diálogo, confiesa a Ioana que también
está enamorado de Ileana y que le gustaría amarlas a las dos con la misma intensidad;
y que la envidiaba porque ella había amado a dos hombres a la vez. No sólo de esta
confusión surge el amor sino también la muerte: Partenie muere al ser confundido con
Stefan.
El tema caracterizador de la literatura existencial de los años 30 de la disolución
del individuo en cuanto que no es para sí lo que es para los demás tiene
protagonismo en la novela rumana. La obsesión de Stefan por ubicarse en un espacio
–la habitación particular fuera del domicilio familiar- como forma de alejarse de su
vida social, profesional y matrimonial, se presenta como búsqueda de una identidad20.
El tema de la disociación entre literatura y vida, que hemos apuntado en la
narrativa medieval, y que se hace obsesivo en La Nausée21, preocupa también al
personaje de la novela rumana para quien “lo que no se puede hacer es vivir y crear al
mismo tiempo” (36, cursiva del autor). Para el escritor rumano, la literatura no es
__________
20
Spiridon Vadrasta, el personaje enigmático al que escucha Stefan tras el tabique de la habitación
contigua y cuya presencia se mantiene en el trascurso del relato, es un obsesionado por el cambio de
identidad; se disfraza de militar para pavonearse con mujeres, se ve en el espejo como otro («era lo
que se dice otro hombre», 115), fatuo y «con delirios de grandeza» (149); y también confidente poli-
cial, mentiroso y chantajista.
21
El personaje de Sartre se debate en el dilema de vivir o contar: “Hay que escoger: vivir o contar.
[...] Cuando se vive no ocurre nada. Los decorados cambian, las gentes entran y salen, esto es todo. No
hay comienzos. Los días se añaden a los días sin venir a cuento, en una suma interminable y monóto-
na. [...] Pero cuando se cuenta la vida todo cambia; es sólo un cambio que nadie nota: lo prueba que se
habla de historias verdaderas. Como si se pudiese hablar de historias verdaderas; los acontecimientos
se producen en un sentido y los contamos a la inversa” (p. 62). Más adelante ejemplifica estos pensa-
mientos en una situación: Roquentin, en un restaurante lee una novela de Balzac y no puede dejar de
escuchar la conversación de una pareja cercana mezclándose con el diálogo novelesco. Le permite
contraponer el desordenado e incomprensible diálogo que está escuchando frente al ordenado y claro
de la novela realista (p. 72-6).
__________
22
Cf. F. Carmona, 1984, 180-1.
23
La Nausée, París, 1938, 215.
24
Precisamente, escuchando al filósofo de Biris, piensa: «A mí me obsesiona solamente el trans-
curso del tiempo» (127).
25
La novela, significativamente, acaba así: «Que ese último e infinito instante le bastaría» (614).
Precisamente, hacer infinito el instante parece ser la obsesión de nuestro narrador.