La Inquietud y La Caricia.
La Inquietud y La Caricia.
La Inquietud y La Caricia.
Comentario
en clave agustiniana sobre el mundo, el
miedo y el amor
A Claudia
1
ciu. XIX, 10 (Hic autem dicimur quidem beati, quando pacem habemus, quan-
tulacumque hic haberi potest in vita bona: sed haec beatitudo illi, quam finalem
dicimus, beatitudini comparata prorsus miseria reperitur). Las traducciones de
los textos de san Agustín son mías, aunque he tenido siempre a la vista la edi-
ción de las obras completas en español publicada por la Biblioteca de Autores
Cristianos. Incluyo siempre el latín a pie de página para consulta del lector.
Las abreviaturas son las convencionalmente aceptadas, establecidas por el Au-
gustinus lexicon editado por Cornelius Mayer. Hay una relación de ellas al final
del texto.
2
Cfr. Jean-Yves Lacoste, Experiencia y Absoluto, p. 17. Para no hacer demasiado
engorroso el aparato crítico de la bibliografía secundaria, mencionaré única-
mente el nombre del autor, el título del libro o del artículo y, si es el caso, la
página. Al final podrá el lector encontrar un listado con las referencias biblio-
gráficas completas.
La inquietud y la caricia 51
cho y lo que quiero llegar a ser, y el que se abre entre lo que vivo en
mi interioridad y lo que de ello expreso. Por más que hable, por más
que actúe, siempre queda un residuo dentro mío que no logro exter-
nar del todo. Mi cuerpo es menos grande que mi interioridad, y mi
lenguaje es precario al comparársele con lo que vivo y experimento
en mi conciencia. Esta doble inadecuación: entre lo que soy y lo que
quiero llegar a ser, así como entre lo que vivo en mi interioridad y
lo que de ello externo, es la condición nativa sobre la que se monta
el deseo humano y toda actividad del hombre: quiero ser, pero no
siempre sé qué es aquello que quiero y cuando intento realizarlo no
puedo realizarlo bien del todo.
Esta inadecuación es primordialmente objetiva, pero al ser ella
experimentada desde el interior de mi subjetividad, es decir, cuando
cobro conciencia de que mi vida depende verdaderamente de mí y de
que cabe la posibilidad del éxito pero también la del fracaso, experi-
mento lo que Agustín ha llamado inquietudo3.
La idea de “inquietud” me permite decir la desarticulación pri-
maria que provoca la topología. Ella no es una emoción, un senti-
miento o un vivencia concreta, sino una situación primordial de lo
que implica la vida humana al interior del mundo: sea cual sea el
proyecto que emprenda y que sacie de alguna manera mi deseo, vie-
ne otro inmediatamente a suplir al anterior. Por eso la situación es
precisamente “in-quietud”, ausencia de paz, ausencia de estabilidad,
es movimiento originario e intento perenne de felicidad.
La situación fundamental de la inquietud provisionaliza todo bien
propuesto por la topología, todo bien inscrito en las coordenadas
espacio-temporales del mundo e instala al ser humano en una situa-
3
Cfr. conf. I, 1, 1: “nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto
hasta que no descanse en ti” (fecisti nos ad te et inquietum est cor nostrum
donec requiescat in te). Un comentario interesante sobre la inquietudo como
raíz de la “facticidad” y del modo de disponerse el hombre ante los fenómenos
del mundo, sobre todo en relación con la tematización que de esto ha hecho
la fenomenología contemporánea, puede encontrarse en Jean-Yves Lacoste, Le
monde et l’absence d’œuvre, pp. 49 ss.
52 Diego Ignacio Rosales Meana
4
Cfr. Vicent Giraud, Augustin, les signes et la manifestation, que constituye, a
mi juicio, uno de los mejores libros que se han publicado sobre san Agustín
en los últimos años. No solamente tiene el mérito de hacer dialogar a Agustín
con la filosofía contemporánea, específicamente con la filosofía del lenguaje,
la fenomenología y la hermenéutica, sino que puede ser el comienzo, desde mi
punto de vista, del desarrollo de una antropología verdaderamente novedosa.
5
ciu. XIX, 11 (pax in vita aeterna, vel vita aterna in pace).
La inquietud y la caricia 53
6
Cfr. Anibal Fornari, “Memoria, deseo e historia: acontecimiento del yo y alter-
nativa de la libertad desde san Agustín”, pp. 5-17.
54 Diego Ignacio Rosales Meana
7
s. 346C, 2 (Quando ergo bene fuit generi humano? Quando non timor, quando
non dolor, quando certa felicitas, quando non vera infelicitas? Si non habes, ar-
des ut acquiras: habes? tremis ne perdas; et quod est miserius, et in illo ardore et
in isto timore sanum te putas.) Cfr. sol. I, 12, 20; beata u. 4, 33; mor. I, 3, 4-5;
ciu. XIV, 4-9.
La inquietud y la caricia 55
8
Cfr. beata v., 4, 28 ss; conf. II, 10, 18.
9
Cfr. ciu. XIV, 6; diu. qu. XXXIII; Cicerón, Disputas tusculanas, IV, 2; De finibus
bonorum et malorum, V, 7, 17; Sobre el papel de las pasiones y la vida afectiva
en la ética agustiniana puede verse el libro de Sarah Byers, Perception, Sensibi-
lity, and Moral Motivation in Augustine. A Stoic-Platonic Synthesis y el artículo
de Terrence Irwin, “Augustine’s Criticism of the Stoic Theory of Passions”, pp.
430-447.
56 Diego Ignacio Rosales Meana
Agustín.— […] Querer vivir sin miedo no es solamente propio de los bue-
nos, sino también de los malos, aunque con una diferencia: los buenos lo desean
rechazando el amor de las cosas que no se pueden poseer sin peligro de per-
derlas; los malos, en cambio, con el fin de disfrutar [fruendis] con seguridad de
ellas, se esfuerzan en remover los obstáculos y por eso llevan una vida malvada
y criminal que, más que vida, debe llamarse muerte.
Evodio.— Reconozco mi error, y me alegro mucho de haber visto por fin
con claridad qué es aquel deseo culpable que llamamos concupiscencia [libido].
Ahora veo con evidencia que consiste en el amor de aquellas cosas que podemos
perder contra nuestra propia voluntad10.
10
lib. arb. IV, 10 (Aug.— […] Cupere namque sine metu vivere non tam bonorum,
sed etiam malorum omnium est; verum hoc interest, quod id boni appetunt aver-
tendo amorem ab his rebus, quae sine amittendi periculo nequeunt hebri; mali
autem, ut his fruendis cum securitate incubent, removere impedimenta conan-
tur et propterea facinorosam scelera tamque vitam, quae mors melius vocatur,
gerunt. / Ev.— Resipisco et admodum gaudeo tam me plane cognovisse, quid sit
etiam illa culpabilis cupiditas, quae libido nominatur. Quam esse iam apparet
earum rerum amorem, quas potest quisque invitus amittere. Quare nunc, age,
quaeramus, si placet, utrum etiam in sacrilegis libido dominetur, quae videmus
plura superstitione committi.)
11
El concepto de libido tiene en la filosofía agustiniana una importancia parti-
cular, pues expresa el movimiento de retraimiento del yo sobre sí mismo. Así
se explica el pecado, como la preferencia de uno mismo por encima del Bien.
Algunos de los textos fundamentales en los que desarrolla esta idea son: conf.
II, 4, 9; ciu. XIV; trin. XII, 9, 14; doctr. chr. III, 10, 6; Gn. litt. XI, 15, 19. Cfr.
Isabelle Bochet, Saint Augustin et le désir de Dieu, pp. 78-101.
La inquietud y la caricia 57
12
mor. I, 3, 5 (Hoc igitur si est, tale esse debet quod non amittat invitus. Quippe
nemo potest confidere de tali bono, quod sibi eripi posse sentit, etiamsi retinere id
amplectique voluerit. Quisquis autem de bono quo fruitur non confidit, in tanto
timore amittendi beatus esse qui potest?)
58 Diego Ignacio Rosales Meana
13
La diferencia entre “deseo” y “voluntad” en Agustín no fue explícitamente
sistematizada por él, pero bien pueden ambas ideas distinguirse. Un artículo
relativamente reciente sobre el asunto es el de Sarah Byers, “The Meaning of
voluntas in Augustine”, pp.171-189. Un aporte que abona a la misma distin-
ción, pero desde la fenomenología del s. XX, es el de Alexander Pfänder, Feno-
menología de la voluntad, pp. 62 ss. Para una primera elaboración en el propio
Agustín, cfr. trin. XI.
14
Las similitudes entre el español y el latín pueden llamar a engaño en este tema
si no se repara en algunas diferencias lexicales que circunscriben el signifi-
cado de las palabras. El término latino para el amor del que hablamos como
oposición a libido es caritas. En algunas ocasiones Agustín utiliza también el
término dilectio como un equivalente. El término latino amor, en cambio, y a
diferencia del español “amor”, suele estar reservado en general para referirse
al deseo genérico, en su sentido más lato y menos singularizado. Es práctica-
mente un sinónimo de appetitus. Está claro que caritas puede ser vertido al
español por “caridad” pero este término tiene ciertos tintes de beneficencia
que difícilmente incluye el amor de pareja y el amor de los amigos. No obstan-
te, cuando Agustín dice caritas se refiere al amor a Dios en primer lugar pero
también al amor a los demás hombres, y de hecho también al amor de una
pareja de enamorados y a lo que ocurre en la amistad sincera. Por eso, prefiero
traducir caritas y dilectio por “amor”, y appetitus y amor por “deseo”. Una de las
dificultades que entraña la traducción de estos matices podría ser que el pro-
pio Agustín no se aclaraba sobre cuál es el valor del amor humano como tal (el
amor a una pareja, a un amigo o al prójimo necesitado), cuando el único obje-
to que ofrece una seguridad sin fin es Dios, haciendo a un lado la bondad de la
dimensión propiamente erótica que pueda ocurrir en un aspecto importante
de los amores humanos. Como veremos ahora, Agustín vacila en la valoración
que hace del amor de un ser humano a otro, supeditándolo frecuentemente al
amor de Dios, pero teniendo también en cuenta la imposibilidad de amar a
Dios sin amar a los hombres. Cfr. Gerard J. P. O’ Daly, “Appetitus”, pp. 420-423;
Dany Dideberg, “Amor”, pp. 294-300.
15
Cfr. trin, IX, 8, 13; diu. qu. 33-36.
La inquietud y la caricia 59
16
Io. eu. tr. XXXI, 6 (nihil stat, nihil fixum manet in tempore.)
17
ciu. XIX, 10 (In hoc enim loco infirmitatis et diebus malignis etiam ista sollici-
tudo non est inutilis, ut illa securitas, ubi pax plenissima atque certissima est,
desiderio ferventiori quaeratur.)
60 Diego Ignacio Rosales Meana
18
Cfr. diu. qu. 35, 1-2.
19
Io. eu. tr. CI, 5. (quoniam ad istum fructum contemplationis cuncta officia re-
feruntur actionis. Solus est enim liber; quia propter se appetitur, et non referetur
ad aliud. Huic servit actio: ad hunc enim refertur quidquid bene agitur, quia
propter hunc agitur; ipse autem non propter aliud, sed propter semetipsum te-
La inquietud y la caricia 61
netur et habetur. Ibi ergo finis qui sufficit nobis [Jn 14, 18]. Aeternus igitur erit:
neque enim nobis sufficit finis, nisi cuius nullus est finis.)
20
Hannah Arendt, El concepto de amor en San Agustín, pp.53s. Cfr. Michael J.
Scanlon, “Arendt’s Augustine”, pp.159-172.
62 Diego Ignacio Rosales Meana
21
s. 349, 7 (Vincat in te prius timor, et erit amor. Timor paedagogus sit, non ipse in
te remaneat, sed te ad caritatem, quasi ad magistrum perducat.)
La inquietud y la caricia 63
22
s. 348, 1 (Si ergo habere non vis temorem, prius vide utrum iam perfectam ha-
beas caritatem, quae foras mittit timorem. Si vero ante istam perfectionem timor
excluditur, superbia inflat, non caritas aedificat.)
64 Diego Ignacio Rosales Meana
23
Cfr. conf. I, 16, 25; VIII, 5, 10.
24
conf. VIII, 3, 7 (Iactat tempestas navigantes minaturque naufragium; omnes
futura morte pllaescunt; tranquillatur caelum et mare, et exsultant nimis, quo-
niam timuerunt nimis.)
La inquietud y la caricia 65
25
Puede verse, a modo de ejemplo, el artículo de Roland J. Teske, “The Ambigui-
ty of Love in Augustine of Hippo”, pp. 16-38.
26
Cfr. Cicerón, De officiis, III.
27
doctr. chr. I, 22, 20 (In his igitur omnibus rebus illae tantum sunt quibus fruen-
dum est, quas aeternas atque incommutabiles commemoravimos; caeteris au-
tem utendum est, ut ad illarum perfruitionem pervenir possimus.)
28
doctr. chr. I, 27, 18 (Ille autem iuste et sancte vivit, qui rerum integer aestimator
est. Ipse est autem qui ordinatam habet dilectionem, ne aut diligat quod non
66 Diego Ignacio Rosales Meana
est diligendum, aut non diligat quod diligendum est, aut amplius diligat quod
minus diligendum est.)
29
Hannah Arendt, El concepto de amor en San Agustín, p.64.
La inquietud y la caricia 67
30
Soy de la opinión que toda la reflexión agustiniana, desde la más estrictamente
filosófica de los primeros diálogos, hasta La ciudad de Dios, pasando por todas
las obras polémicas, apologéticas, teológicas y, por supuesto, las extraordina-
rias Confesiones, tienen como su centro neurálgico el amor, el amor a Dios
sobre todo pero también el amor al prójimo y el amor a la vida. Podríamos ci-
tar demasiados textos como muestra de ello. Por el momento, baste referir un
texto dedicado explícitamente a resolver el problema planteado ahora. Me re-
fiero a uno de los “nuevos” sermones descubiertos en Maguncia por François
Dolbeau, en 1990, titulado: De dilectione Dei et proximi (“Del amor a Dios y al
prójimo”), que fue predicado en Cartago probablemente en el año 397, cono-
cido ahora como el s. 90A (s. Dolbeau. 11). Todos los sermones descubiertos
por Dolbeau pueden encontrarse en su edición princeps titulada Vingt-six ser-
mons au peuple d’Afrique, publicada por el Institut d’Études Augustiniennes
en París. Hay una traducción al español de José Anoz publicada en 2001 en
Madrid como Sermones nuevos. Agradezco a la profesora Isabelle Bochet por
esta referencia. Este hermoso texto, como es evidente, no fue del conocimien-
to de Arendt.
68 Diego Ignacio Rosales Meana
31
Cfr. ciu. XIII.
32
Cfr. Gn. litt. XI, 31-39; ciu. XIV, 13; b. coniug. 1-2.
33
Uno de los textos más radicales es otro los sermones ya referidos y encontra-
dos recientemente por Dolbeau, el s. 354A (s. Dolbeau 12) “Ve, inspecciona,
examínate. Si no haces nada más de lo que ha de hacerse «para procrear hijos»,
no tienes algo que te perdone el Apóstol. Si, en cambio, haces algo más, malo
es lo que haces, pecado es lo que haces. ¿Mas quieres empero conocer cuál es el
bien de las nupcias? Gracias al bien nupcial es venial el mal de la incontinencia.
Se ha conmovido la concupiscencia: has sido vencido, has sido atraído, mas no
has sido arrastrado por la esposa. Superado por la incontinencia, soportarías
castigos, si por ti no intercediesen las nupcias.” (Vide, inspice, examina te. Si
nihil amplius facis quam quod faciendum est ‘liberorum procreandorum causa’,
non habes quod tibi ignoscat apostolus. Si autem amplius aliquid facis, malum
est quod facis, peccatum est quod facis. Sed tamen uis nosse quale sit nuptiarum
bonum? Por nuptiale bonum ueniale est incontinentiae malum. Commota est
concupiscentia: uctius es, tractus es, sed ab uxore abstractus non es. Inconti-
nentia superatum te exciperent poenae, nisi pro te intercederent nuptiae.) La
radicalidad de la afirmación estriba en que hay una clara valoración negativa
sobre el placer corporal, interpretándolo unívocamente como “carnal” en el
sentido peyorativo del término. Además, no menciona en este texto más que
la procreación como el único bien que se ha de buscar en la unión conyugal,
dejando fuera los otros dos bienes (fides y sacramentum) que el propio Agus-
tín afirmaría más tarde del matrimonio. Esta radicalidad se explica porque en
el momento de esta predicación, su reflexión sobre el matrimonio estaba en
estado prácticamente embrionario, pues s. 354A (s. Dolbeau 12) fue con toda
La inquietud y la caricia 69
probabilidad predicado hacia el año 397 (al menos cuatro años antes que De
bono coniugalium), como lo señala el propio Dolbeau. Cfr. Vingt-six sermons
au peuple d’Afrique, pp. 73 ss. Aunque, al contrario de Dolbeau, Pierre-Marie
Hombert sostiene la tesis de que este sermón es contemporáneo a De bono
coniugalium, y que por tratarse de una predicación y no de una monografía,
Agustín centra su reflexión solamente en uno de los fines del matrimonio da-
do que dispone de poco tiempo para desarrollar el tema. Cfr. Pierre-Marie
Hombert, Nouvelles recherches de chronologie augustinienne, pp. 417-432.
34
nupt. et conc. I, 3, 3 (Donum Dei esse etiam pudicitiam coniugalem beatissimus
Paulus ostendit, ubi de hac re loquens ait: Volo autem omnes homines esse sicut
me ipsum; sed unusquisque proprium donum habet a Deo, alius quidem sic,
alius vero sic. Ecce et hoc donum esse dixit a Deo, etsi inferius quam illa conti-
nentia, in qua omnes volebat esse sicut se ipsum, tamen donum a Deo.)
35
nupt. et conc. I, 4, 5 (Copulatio itaque maris et feminae generandi causa bonum
est naturale nuptiarum. Sed isto bono male utitur, qui bestialiter utitur, ut sit
eius intentio in voluptate libidinis, non in voluntate propaginis.)
70 Diego Ignacio Rosales Meana
36
Cfr. b. coniug. 1-2; nat. et gr. LIV ss.
La inquietud y la caricia 71
37
Cfr. ord. II, 1-2. El trabajo más relevante que se ha publicado en los últimos
años sobre la noción de ordo es el de Anne-Isabelle Boutton-Touboulic, L’ordre
caché. La notion d’ordre chez saint Augustin. Presenta una interpretación ex-
haustiva sobre todas las nociones de ordo, su contexto y su utilización en toda
la obra agustiniana.
72 Diego Ignacio Rosales Meana
38
Si bien puede mencionarse una larga lista de textos del propio Agustín sobre
este asunto, baste mencionar que la totalidad de las Enarrationes in Psalmos
puede ser considerada como una invitación a considerar a Dios como una
promesa, como una voz que llama, y no como un objeto al pueda dársele
alcance. Por mencionar dos textos en concreto sobre la idea de Dios como
relación y promesa, cfr. civ. XX-XXII; trin. V, 11, 12. Como bibliografía secun-
daria, además de la desarrollada a todo lo largo de la historia del agustinismo
teológico, apunto solamente tres referencias recientes: Goulven Madec, Le
Dieu d’Augustin, especialmente los cap. 13- 15, pp. 127-152, el extraordinario
libro de Yves Messen, L’être et le bien. Relecture phénoménologique, toda la pri-
mera parte: “L’être et la physionomie de Dieu”, pp. 29-81, sobre las nociones de
“Dios” y de “ser” en Agustín en diálogo con la concepción heideggeriana de la
“onto-teo-logía” y el de Jean-Luc Marion, Au lieu de soi. L’approche d’Augustin.
39
Philip Cary ha escrito un ensayo interesante a este respecto: “Love and Tears:
Augustine’s Project of Loving Without Losing”, pp.39-54. También puede ser
útil consultar el trabajo de Oliver O’Donovan, “Usus and Fruitio in Augustine,
De doctrina christiana 1”, pp.361-397. No obstante el interés de estos trabajos,
el planteamiento del problema en ambos mantiene la aporía agustiniana sobre
el amor al prójimo entendido como un fin en sí o como un mero medio para
amar a Dios. El primero de ellos, además, remite la solución del problema a la
cuestión teológica de la predestinación, en lugar de resolverlo desde el punto
de vista estrictamente antropológico.
74 Diego Ignacio Rosales Meana
40
s. 90A (s. Dolbeau 11), 13, pp. 207-208. (Sed ubi caritas? In dilectione dei et in
dilectione proximi. Elige quam uis dilectionem. Dilectione proximi eligis: non
erit uera, nisi deus diligatur. Dilectionem dei eligis: non erit uera, nisi proximus
subaudiatur.)
41
trin. VIII, 8, 12 (Nemo dicat «non novi quid diligam». Diligat fratrem, et diliget
eamdem dilectionem.)
La inquietud y la caricia 75
42
doctr. chr. I, 24, 24 (Cum ergo quatuor sint diligenda, unum quod supra nos est,
alterum quod nos sumus, tertium quod iuxta nos est, quartum quod infra nos
est.)
43
Cfr. conf. IV, 4, 9; X, 5, 7;
44
trin. VIII, 7, 10 (Haec est autem vera dilectio, ut inhaerens veritati iuste vi-
vamus: et ideo contemnamus omnia mortalia prae amore hominum, quo eos
volumus iuste vivere.)
76 Diego Ignacio Rosales Meana
sí— que le dé sentido. “¿Qué es el amor sino vida que enlaza o ansía
enlazar otras dos vidas, a saber, al amante y al amado? Esto es verdad,
incluso en los amores externos y carnales45”. El amor ansía su unión,
por eso ensancha y dilata. A diferencia de libido que inflama, hincha
y atrapa vientos, caritas engrandece verdaderamente, porque no hay
en ella el engrandecimiento de uno por uno mismo, sino el cum-
plimiento del ser finito por el Bien perfecto, que puede colmar para
siempre la inquietudo entera.
El Bien perfecto es, para Agustín, lo único que debe ser amado
con toda el alma y con todas las fuerzas, lo único en lo que cabe el
gozo pleno y el amor en su sentido más radical: solamente cuando se
ama lo que no puede perderse en contra de nuestra voluntad es que
nuestra voluntad se transforma en una voluntad amorosa, amante,
en sentido estricto. “Porque amar no es otra cosa que desear una co-
sa por sí misma46” y lo único que puede ser amado por sí mismo es
aquello ante lo cual no necesitamos nada para conservarlo sino el
solo hecho de ya poseerlo. Por lo tanto, lo único que cae dentro de la
descripción de “aquello que no puede perderse” es lo que permanece
con nosotros aún a pesar de nosotros mismos: amar el amor mismo.
Y esto es el amor de Dios.
V. CONSIDERACIONES FINALES
En los amores humanos el amor siempre está de alguna manera
disperso porque ha de atender a todo aquello que pueda afectarle.
Los amores humanos no son nunca amores del todo libres de temor:
siempre pueden fracasar y pueden vacilar y pueden traicionar. No
podemos nunca bajar la guardia en el amor humano, dada nuestra
45
trin. VIII, 10, 14 (Quid est ergo amor, nisi quaedam vita duo aliqua copulans,
vel copulare appetens amantem scilicet, et quod amatur? Et hoc etiam in externis
carnalibusque amoribus ita est.)
46
diu. qu.35 (Nihil enim aliud est amare, quam propter se ipsam rem aliquam
appetere.)
La inquietud y la caricia 77
47
diu. qu. 36 (Caritatis autem venenum est, spes adipiscendorum aut retinendo-
rum temporalium. Nutrimentum eius est, immunitio cupiditatis; perfectio, nulla
cupiditas. Signum profectus eius, imminutio timoris; signum perfectionis eius,
nullus timor: quia ex radix est omnium malorum cupiditas [1 Tim 6, 10]; et
consumata dilectio foras mittit timorem [1 Jn 4, 18]. Quisquis igitur eam nu-
trire vult, instet minuendis cupiditatibus.)
48
Cfr. conf. I, 1, 1.
78 Diego Ignacio Rosales Meana
esperanza de lo que algún día puede advenir o hacia lo que algún día
podemos emigrar. El presente siempre es precario, pero la cualidad
paradójica de la esperanza es que, anclada intencionalmente —como
la inquietudo— en la pax de la definitividad, permite atender al pre-
sente y vivirlo como pleno de sentido. Cuando no se vive habitado
por caritas, el presente resulta insoportable, ya porque se considera
él como definitivo, ya porque se vive bajo la tonalidad de la preocu-
pación o la nostalgia. Sólo la esperanza permite, tendiendo siempre
“al norte del futuro49”, recibir el acontecimiento del presente como
un don gratuito que anuncia la promesa de la paz. Sólo así puede
ver el hombre que hay una ley por la que después de libido viene la
soledad, por la que no puedo sino anhelar siempre el bien aunque
ante mis ojos parezca que quiero el mal; y que esta ley, este orden, es
un ordo amoris. El orden es una legalidad ontológica regulada por el
amor, por la caridad, por una constante entrega de mundo. Solamen-
te cuando ajusto mis anhelos al orden del amor es que mi vida puede
49
No puedo dejar de recordar a Iván Illich, filósofo, teólogo e historiador. En
una entrevista fue cuestionado sobre el futuro, si él vislumbraba un futuro po-
sible dado el diagnóstico pesimista que presentaba sobre el rumbo de la Mo-
dernidad. Illich contestó: “¿El futuro? Al diablo con el futuro, es un ídolo an-
tropófago. Las instituciones tienen futuro, pero las personas no. Las personas
solamente tienen esperanza”. Esta respuesta está recogida por David Cayley en
el prefacio (p.XIX) a The Rivers North of the Future, una larga entrevista radio-
fónica que el canadiense hizo a Illich hacia el final de su vida y que se publicó
póstumamente. El título del libro es un verso de Paul Celan. En alemán reza:
In den Flüssen nördlich der Zukunft. Mientras que “ríos” y “norte” son sustanti-
vos propios del espacio, “futuro” es un adverbio de tiempo. ¿Cómo puede estar
algo al norte del futuro? Una interpretación posible la da el mismo Cayley:
“Los poemas de Celan representan lo que él llama la reaparición del lenguaje
—en palabras que han traspasado el fuego del purgatorio de un «terrible en-
mudecimiento». De los poemas de Celan, Illich admiraba particularmente Los
ríos al norte del futuro. Es un poema que habla de un «todavía-no» esperado,
de un tiempo y un lugar que no puede ser alcanzado por la simple proyección
desde el presente, pues yace al norte del futuro […] El futuro, como un ídolo,
devora el único momento en que el cielo puede acaecer sobre nosotros: el
presente. La preocupación trata de forzar el mañana; la esperanza extiende el
presente y hace un futuro, al norte del futuro” (pp.XVIII-XIX).
La inquietud y la caricia 79
50
trin. VIII, 6, 9 (Qui ergo amat homines, aut quia iusti sunt, aut ut iusti sint,
amare debet. Sic enim et semetipsum amare debet, aut quia iustus est, aut ut
iustus sit: sic enim diligit proximum tanquam se ipsum sine ullo periculo. Qui
enim aliter se diligit, iniuste se diligit, quoniam se ad hoc diligit, ut sit iniustus:
ad hoc ergo ut sit malus, ac per hoc iam non se diligit. Qui enim diligit iniquita-
tem, odit animam suam [Ps 10,6].)
80 Diego Ignacio Rosales Meana
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
a) Obras de san Agustín de Hipona citadas en este trabajo:
Abreviatura: Nombre de la obra y ediciones consultadas:
b. coniug. El bien del matrimonio. Obras completas XII. Madrid: BAC.
Trad. de Félix García O.S.A. Revisión de José Rodríguez Díez
O.S.A.
beata u. La vida feliz. Obras completas I. Madrid, BAC: 1994. Trad. de
Victorino Capánaga.
ciu. La ciudad de Dios. Obras completas XVII. Madrid: BAC, 2007.
Trad. de Santos Santamarta del Río y Miguel Fuentes Lanero.
conf. Confesiones. Obras completas II. Madrid: BAC, 2005. Trad. de
Ángel Custodio Vega.
diu. qu. Ochenta y tres cuestiones diversas. Obras completas XL. Madrid:
BAC, 1995. Trad. de Teodoro C. Madrid.
doctr. chr. La doctrina cristiana. Obras completas XV. Madrid: BAC, 1957.
Trad. de Balbino Martín O.S.A.
en. Ps. Enarraciones sobre los Salmos. Obras completas XIX-XXII. Ma-
drid: BAC, 1964. Trad. de Balbino Martín Pérez O.S.A.
Gn. litt Comentario literal al Génesis. Obras completas XV. Madrid:
BAC, 1957. Trad. de Balbino Martín O.S.A.
51
Éste es precisamente el tema del magnífico libro de Marie-Anne Vanier, Crea-
tio, conversio, formatio chez saint Augustin.
La inquietud y la caricia 81
Io. eu. tr. Tratados sobre el Evangelio de san Juan. Obras completas XIII-
XIV. Madrid: BAC, 2009. Trad. de José Anoz.
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