Taller Educando en Amor
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INICIO
Oración
Alabanza: Danos un bello hogar
Verso lema: Juan 4:6 (RVR1960): Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene
para nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él”
Hace unas décadas, el darles unas nalgadas a los niños era una práctica comúnmente
aceptada. Sin embargo, en años recientes, el darles nalgadas (y otras formas de castigo corporal) ha
sido reemplazado con “tiempos fuera” y otros castigos que no involucran la disciplina física. De
hecho, el darle nalgadas a los niños ha sido considerado como ilegal en algunos países. Muchos
padres temen corregir de esta forma a sus hijos, por el miedo a ser reportados al gobierno y que les
sean quitados sus hijos. No hay que malentenderlo - de ninguna forma estamos abogando por el
maltrato infantil. Un niño jamás debe ser disciplinado físicamente hasta el punto que pueda causarle
un daño físico. Sin embargo, de acuerdo con la Biblia, es bueno que el niño cuente con restricciones
y una apropiada disciplina física, que contribuya a su sano desarrollo y bienestar.
DESARROLLO
Efesios 6. 1-4 Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu
padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de
larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en
disciplina y amonestación del Señor.
3:11-12). Dios usará pruebas, sufrimientos, y varios predicamentos para traernos arrepentidos, de
regreso a Él. El resultado de esta disciplina es una fe reforzada, y una relación con Dios renovada
(Santiago 1:2-4), sin mencionar la destrucción del poder que ese pecado en particular tenía sobre ti.
Él es Padre, es nuestro modelo a seguir para la crianza de nuestros hijos, hijos que Él nos
confío cuidar y que son suyos primeramente. Por ello, es una gran responsabilidad el educarlos en
sus caminos como lo indica Proverbios 22. 6 “Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo
no se apartará de él”. Analicemos algunas características de Dios como Padre.
Dinámica: En grupos pequeños reunidas elaboraran juntas una lista de los atributos que c/u
considera que tiene Dios como Padre. Luego uno de los miembros de cada equipo debe exponer la
lista que diseñaron, y expresar si cree que los poseen o no. A continuación deberán justificar su
respuesta.
Cuando hemos creído en Jesús y su sacrificio perfecto, y le hemos recibido como Señor y
Salvador nuestro, Él espera de nosotros un constante caminar en su voluntad, creciendo cada vez
más, buscando ser como Él espera que seamos para su Gloria y Honra, en todos los aspectos de
nuestra, especialmente en la paternidad, cuando Él nos da la enorme bendición de serlo. Por tanto la
respuesta es positiva. Miremos a la luz de las escrituras…
Romanos 8.29 “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos”.
Filipenses 1.6 “Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá
perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús”.
Efesios 4.13-15 “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo
de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya
no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por
estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,
sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, es,
Cristo,…”
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Sin embargo, el hecho de que Dios nos transforme en semejanza a Cristo no significa que podamos
sentarnos y ser llevados al cielo “en camas florecientes de facilidad”. El proceso exige nuestra
cooperación voluntaria con el Espíritu Santo. Llegar a ser mas como Cristo requiere tanto el poder
divino como el cumplimiento de las responsabilidades humanas.
Hay 3 cosas que contribuyen a ser más como Cristo: nuestra entrega a Dios, nuestra libertad del
pecado y nuestro crecimiento espiritual.
Esto nos convierte además, en los padres ejemplares que Dios espera que seamos como adoración
agradable a Él.
Dinámica: Escucharemos juntos la Alabanza: “Señor yo quiero ser como tú”. Al finalizar la
analizaremos en función de determinar: ¿Qué podemos pedir a Dios para ser como Él y así ser de
ejemplos a nuestros hijos?
Lo que Dios demanda que hagamos cuando somos sus hijos y tenemos hijos…
Deuteronomio 6: 6-9: Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las
repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte,
y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus
ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
Pregunta: ¿Se puede enseñar la Palabra de Dios únicamente de forma verbal? ¿Qué impacto
tiene la puesta en práctica en la educación de los hijos? Analicemos.
Santiago 1.22-26 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor
de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque
él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida como era. Mas el que mira atentamente
en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino
hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace. Si alguno se cree religioso
entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es
vana.
En caso contrario, cuando pretendemos enseñar a nuestros hijos con palabras vacías, sin
practicarlas, seriamos como lo que Jesús llamó “sepulcros blanqueados”, refiriéndose a los fariseos.
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Hipócritas, que conocían de la ley pero no la ponían en práctica, más exigían a otros que la
cumplieran y esto con intención de condenación y no edificación. Por ello, el mismo Señor le dijo al
pueblo: “…hagan lo que ellos dicen, pero no sigan su ejemplo porque ellos no hacen lo que ellos
dicen…” (Mateo 23.1-5)
Cuando corregimos lo hacemos por validas razones, procurando que el niño aprenda a hacer bien
las cosas. Pero, más de una vez perdemos el enfoque de la disciplina por la forma como
amonestamos.
Exhortación:
Disciplina
Reprimenda
Amonestación
Castigo
Agresión
Violencia
Sucede que el 70% de la comunicación es no verbal. Así, los gestos, las expresiones corporales y
faciales, el tono y volumen de la voz, y la postura física, definen el flujo de la comunicación, pues se
puede decir la misma frase variando únicamente los elementos mencionados y los resultados serían
diametralmente diferentes. Por tanto, acá cabe mencionar el dicho “no es lo que dices sino cómo lo
dices”. Cuida tu lenguaje verbal, y procura que todo cuanto salga de tu boca busque edificar a tu
hijo, pero no ignores el lenguaje no verbal, éste puede edificar o destruir en un solo momento.
Versículos:
Deuteronomio 18: 20-21: Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; Se saciará
del producto de sus labios. La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama
comerá de sus frutos.
Santiago 3: 5-6 5Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes
cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego,
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un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el
cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
Santiago 3: 10-12 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos,
esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y
amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así
también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.
Proverbios 15: 1-4 La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el
furor. La lengua de los sabios adornará la sabiduría; Mas la boca de los necios hablará
sandeces. Los ojos de Jehová están en todo lugar, Mirando a los malos y a los buenos. La
lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.
Cuando no contamos con madurez espiritual y por ende emocional, sucede que actuamos casi
únicamente desde lo que en humanismo se conoce como “el niño”, que si bien es parte de una
estructura de personalidad saludable, ya que nos permite el goce, la inocencia, el amor
incondicional, y todo lo que ser niño incluye, también es cierto que podríamos desvirtuar nuestro rol
como padres cuando nos “enganchamos” en esa fase que la compone la inmadurez y la ignorancia.
Criar hijos así desencadenaría un caos, además no permitiría edificación sino destrucción.
a) Descarga emocional explosiva y destructiva hacia los niños cuando estos comenten errores.
b) Actuar como niños malcriados: “regañando” (agrediendo), emitiendo burlas, mofas, gritos,
ofensas, sarcasmos, ironías, comparaciones, insultos, etc.
Así, les fallamos a Dios y a nuestros hijos. Dios nos confió esa vida para cuidarla y amarla, y en
cambio la desvalorizamos con nuestras violentas acciones. Le fallamos al niño pues éste espera a
un papá/mamá y en cambio recibe confusión.
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Ciertamente el castigo físico no debe ser el primer recurso de corrección de un cristiano para
sus hijos. Cuando éste es utilizado con demasiada frecuencia, intensidad y en edades no
apropiadas, crean marcas emocionales muy dolorosas en los hijos, y lejos de educar se acarrean
complicaciones afectivas significativas. En las Escrituras podemos ver varios versículos que
promueven la disciplina física, pero en todas veremos que son con amor y no odio. “No rehúses
corregir al muchacho; porque si lo castigas con vara, no morirá.” (Proverbios 23:13-14) Hay también
otros versos que apoyan la corrección física (Proverbios 13:24, 22:5, 20:30). La Biblia habla
enfáticamente de la importancia de la disciplina; es algo que todos debemos tener para ser personas
productivas y es mucho más fácil aprenderlo mientras aún somos pequeños. Los niños que no son
disciplinados, crecen en rebelión, no tienen respeto por la autoridad, y como obvio resultado, no
estarán dispuestos a obedecer y seguir a Dios. Él utiliza la disciplina para corregirnos y guiarnos por
el camino correcto; así como para llevarnos al arrepentimiento de nuestras acciones.
Hebreos 12: 9-11: Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos
disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de
los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como
a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su
santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de
tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.
El problema reside en lo siguiente; muchas veces los padres son, o muy pasivos o muy
agresivos cuando se trata de disciplinar a sus hijos. Aquellos que no creen en el castigo físico,
algunas veces carecen de la habilidad para corregir y disciplinar correctamente, causando que sus
hijos crezcan como niños revoltosos y desafiantes. Esto lastimará a sus hijos a la larga. “La vara y la
corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre” (Proverbios 29:15).
Luego, están aquellos padres que pueden malentender la definición bíblica de la disciplina (o tal vez
es que sólo sean personas abusivas) y la usan para justificar el abuso y maltrato de sus niños.
Por tanto, actuar con asertividad a la hora de corregir, es más efectivo, porque no se actúa con
agresividad que lastima física y emocionalmente, ni con pasividad, que condena al niño al desorden,
carencia de límites y por ende a futura anarquía.
Hebreos 12: 11
La disciplina se utiliza para corregir y guiar a la gente por el camino correcto. “Es verdad que
ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto
apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11). La disciplina de Dios es
amorosa, como debe ser entre el padre y el hijo. El castigo físico nunca debe ser usado para causar
un dolor o daño físico permanente, sino como un golpe rápido (en el trasero, donde hay más “relleno
protector”), para enseñar al niño que lo que hizo está mal y es inaceptable. Nunca debe ser usado
sin control o para descargar nuestro enojo y frustraciones.
Para desarrollar una sana autoestima es fundamental que uno se haya sentido valorado y
querido por los demás. De ahí la importancia de crecer en un ambiente familiar sano, donde los
niños experimenten el amor gratuito, sin condiciones. Para crecer felices y saludables, los niños
necesitan de la aceptación y el amor tanto o más que del alimento. Solo si los niños crecen en una
familia que los quiere de verdad, por lo que son y no tanto por lo que hacen o por el modo en que se
comportan, serán luego capaces de amar, irán madurando como personas, es decir, irán
transformando la necesidad de amor en capacidad de amar.
La autoestima positiva nace en la familia. “Si el niño recibe mucho afecto, muchos abrazos y
besos, mimos, risas y calor… empezará a saber lo que debe saber: ¡soy digno de ser amado! No
debo hacer nada sino ser lo que soy. Soy precioso y estimable por lo que soy. Pero si los padres son
incapaces de expresar afecto, o no quieren hacerlo, si son fríos o pragmáticos, si se irritan por las
necesidades que el recién nacido siente a media noche, o si se enfadan porque se orina, el pequeño
terminará introyectandolo. La comunicación no verbal de esa irritación, de ese desconcierto o incluso
de esa rabia, queda marcada para siempre en el organismo humano del niño. De algún modo él se
da cuenta de haber causado estas reacciones, y no se limita a grabar estos mensajes, sino también
las respuestas emocionales de la duda, de la ansiedad y de la inseguridad. Todo eso se volverá
contra él por el resto de sus días.
*Hoy hay mucho miedo a exigir a los hijos, miedo a que se disgusten o enfaden. Hay una especie de
complejo de inferioridad con respecto a ellos que está haciendo mucho daño a la sociedad y a las
familias. Una persona no exigida es una persona no valorada. Uno puede da lo mejor de sí cuando
es exigido. Lo peor que podemos hacer por los hijos es no exigirlos, pues crecerán caprichosos, sin
voluntad, y serán personas que ocasionarán luego mucho sufrimiento y muchos daños.
La exigencia debe estar acompañada de una gran comprensión y sobre todo, del ejemplo. Los niños
aprenden a pensar en casa que los vecinos son amigos o enemigos; que los niños y las niñas
merecen o no el mismo respeto; que hay que despreciar o aceptar a los que son de la misma raza,
clase o religión. Aprenden a tratarse con gritos o con delicadeza; a golpear o abrazar; a colaborar en
las tareas de la casa o a dejárselo todo a las mamás o a las mujeres; a odiar la mentira o a mentir
con naturalidad; a sentir como propios los problemas y necesidades de los demás o a vivir de
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espaldas a ellos… No olvidemos nunca que los padres son modelos para sus hijos, y que estos
harán lo que vean hacer a ellos, no lo que les digan.
Marcela García Frausto, en su libro “Los padres como primeros educadores”, escribe al respecto:
“Muchas veces la educación no llega a calar más en los hijos porque los padres son los primeros
que no vivimos lo que les estamos diciendo. En definitiva, educar es ser ejemplo permanente de
autenticidad, amor, sencillez y coherencia entre los padres que están de común acuerdo en unas
normas claras y precisas, perfectamente conocidas por los hijos, a las que todos han de atenerse en
la familia”
“Si queremos un mundo de paz y justicia, hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del
amor” (Antoine de Saint Exupery)
Para construir la civilización del amor necesitamos de una educación que promueva y garantice las
competencias esenciales para una sana convivencia y para el ejercicio de una ciudadanía activa y
responsable orientada al servicio y la búsqueda del bien común:
nueva violencia y agresividad. A la violencia sólo se le vence con amor. Lo importante no es herir y
aplastar al otro, sino derrotarlo con amor.
Valiente no es el que ofende, golpea o domina a otro, sino el que es capaz de dominarse a sí mismo
y responder al mal con bien, al odio con amor. Sólo los que tienen el corazón en paz podrán ser
sembradores de paz y contribuirán a gestar un mundo mejor en medio de tantas violencias,
injusticias y problemas. La lucha por la paz y la justicia deben comenzar en el corazón de cada
persona. Ser pacífico o constructor de paz no implica adoptar posturas pasivas, sino comprometerse
y luchar por la verdad y la justicia, para que sea posible la civilización del amor. Pero no seremos
capaces de romper las cadenas externas de la injusticia, la violencia o la miseria, si no somos
capaces de romper las cadenas internas del egoísmo, el odio, el consumismo…, que atenazan los
corazones. No derrotaremos la corrupción y la injusticia con corazones apegados a la riqueza, el lujo
y el tener; no estableceremos un mundo fraternal con corazones llenos de odio y de violencia.
No hay nada más perfecto que el amor, porque Dios es amor. 1 Corintios 13: 1-8: Si yo hablase
lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que
retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de
tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes
para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de
nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso,
no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6no se
goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la
ciencia acabará.
Dios es fuente del amor. 1 Juan 4: 7-21 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de
Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a
Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió
a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros
hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por
nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a
otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su
amor se ha perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en
nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha
enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con
nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se
ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como
él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa
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fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado
en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y
aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo
puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a
Dios, ame también a su hermano.
CIERRE
No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con
vara, Y librarás su alma del Seol. (Pr. 23:13-14)
La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre. (Pr.
29:15)
RESUMIMOS:
1. ¿Por qué debo disciplinar a mi hijo? Pr. 22:6
2. ¿Qué debe motivarme a disciplinar? Pr. 29:17
3. Estado temporal del niño. Pr. 29:15
4. Disciplina interna del niño. Pr. 20:30
5. Estado eterno del niño. Pr. 23:13, 14