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Samsara - La Rueda de La Vida - Henlex

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SAMSARA

La Rueda de la Vida

Recopilación realizada por Henlex


CONTENIDO

INTRODUCCIÓN ............................................................................................... 2
LA RUEDA DE LA VIDA ..................................................................................... 3
EL TRIPLE VENENO .......................................................................................... 5
EL KARMA........................................................................................................ 6
LOS SEIS REINOS .............................................................................................. 7
LAS DOCE CAUSAS DEL CONDICIONAMIENTO ............................................... 16
EL SEÑOR DE LA MUERTE .............................................................................. 26
BUDA ............................................................................................................. 27
LA LUNA ........................................................................................................ 27
EPÍLOGO ........................................................................................................ 28
REFERENCIAS MÁS RELEVANTES ................................................................... 29

1
INTRODUCCIÓN

Pretender escribir sobre la Rueda de la Vida o Existencia Cíclica (término que


me embrujó) sería arrogante de mi parte. Mi ego me llevaría a profundizarme
dentro del tercer círculo de la Rueda, usando los tres mil giros en cada una de
mis ciento ocho vidas y jamás saldría de ella. No porque no desee romper su
cadena, sino por carecer del conocimiento necesario sobre las verdades que la
conforma. En mi próximo renacimiento sería un cerdito.

Entonces, ¿por qué dedico tiempo a esto? Desde muy temprana edad me ha
llamado la atención el tema del yoga, de la respiración, del Budismo y, en
especial, el que refiere al control de los pensamientos.

Me parece alcanzar una pequeña iluminación si logro controlar mis


pensamientos. Poder escuchar sólo los sonidos que no hagan “bulla” en mi
mente, eliminar aquellos que suenan a disco de vinil rayado, a los que por más
sutiles que los escuche socavan mi espíritu y mis deseos de dar. Siento que
llegar a esa ínfima Budeidad es alcanzar la máxima felicidad. Quizás este sea
un pensamiento egoísta que no me permita salir de los reinos del Samsara
pero sé que, finalmente, me estoy iniciando en la búsqueda de mi destino.

El texto escrito en este documento comenzó a tomar forma después de


realizar una pequeña consulta sobre el significado de la frase: Existencia
Cíclica. Quiero destacar que todo el contenido acá expuesto, absolutamente
todo, no es de mi autoría. Es tomado de decenas de fuentes revisadas en
Internet, de las cuales indico muy pocas en las referencias, las que consideré
más importantes, la esencia de esta recopilación.

Organicé el contenido iniciando con una rápida descripción de lo que es el la


Rueda de la Vida y el origen de las trescientos veinticuatro mil vidas en las que
puedo intentar salir del mismo antes de pasar a la nada, para luego dividir el
texto en las siete partes que comprenden el Samsara. Finalmente, incorporé
un pequeño epílogo.

2
LA RUEDA DE LA VIDA

Está representada en un mandala y permite entender la existencia, la


presencia del sufrimiento y cómo liberarse de él mediante el conocimiento de
la impermanencia e interdependencia; dos conceptos claves en el Camino del
Despertar y de la Liberación.

Cuando se habla de interdependencia se dice que “todo” está conectado y es


por eso que “todo” es el resultado de una causa, o un efecto, producido por
algo. Dentro del efecto está el sufrimiento, y, por ende, la interrelación
permite conocer su causa.

Causa Efecto

Esta es la clave de la Existencia Cíclica. Si se conocen las claves y se trabaja


sobre su superación, entonces la liberación del sufrimiento es posible. En el
Budismo este sufrimiento es llamado Samsara.

Samsara, proviene de samsari, lo


que a la vez significa “alma
empírica”, según el Jainismo. El
alma pura unida con karmas se le
llama “alma empírica” y, esta a su
vez, alma que transmigra.

Es por eso que en nuestro idioma se


le da el significado de “fluir junto”,
“pasar, atravesar, a través de
diferentes etapas o estados”,
“vagabundear por”. También es la
raíz de la palabra “sengsara” que
significa Samsara, sufrimiento.

La Rueda de la Vida es una


representación visual y religiosa del
Samsara, que al girar explicaría los ciclos y diferentes etapas de la vida física:

3
nacimiento, vida, muerte y renacimiento. Es un círculo sinfín de la vida, sujeta
al sufrimiento.

La meta de las prácticas budistas es lograr la liberación de las ataduras de la


Rueda de la Vida y del karma a través de la superación de sus deseos y pasiones
físicas, donde debe prevalecer la parte espiritual, la realización y
autorrealización íntima del ser. Los budistas creen y señalan que Buda logró
liberarse y salir de la Rueda del destino, por lo que alcanzó la “realización e
iluminación plena, el despertar de su conciencia, el alma suprema”.

La creencia del Samsara, como ciclo eterno de vida que ocurre de forma
sucesiva y sin fin en la “Rueda del destino”, es contrario a las creencias de la
cultura occidental, las cuales tienen como credo que la persona comienza su
vida en el momento de la concepción, luego su nacimiento, su etapa de vida y
finaliza con la muerte física, más no la espiritual, ya que el alma es eterna y al
morir, iniciará una vida espiritual en el cielo con su Dios Supremo y eterno o
será enviado al infierno, dependiendo de la relación que haya establecido con
su Creador.

Siddharta Gautama poseía un collar con ciento ocho cuentas, las cuales
representaban las ciento ocho vidas a las que se tiene derecho para lograr la
liberación del yo personal, del odio, del egoísmo, de la ignorancia espiritual
que impide la plena autorrealización. Si en alguna de esas vidas la persona no
lo logra, se ve obligada a renacer nuevamente, y para esto debe bajar de nivel
y renacer en alguno de los reinos inferiores.

Además, según la creencia budista la Rueda gira y da vueltas tres mil veces,
para permitir a la persona ir en busca de la liberación de las ataduras del karma
y del Samsara. Si en ese tiempo no lo logra, su esencia se pierde y dejará de
existir totalmente.

En otras palabras, ciento ocho vidas por tres mil ciclos que realiza la Rueda
representan las oportunidades de salir del Samsara, es decir: un total de
trescientos veinticuatro mil vidas humanas, lo que tristemente incluye haber
entrado y salido del infierno tres mil veces en cada vida. Si pasado todo ese
tiempo, vidas y oportunidades, la persona no logra superar y vencer todos los

4
obstáculos y pruebas como parte de su karma, su existencia culmina
totalmente y padece la desintegración absoluta de su ser.

La Rueda de la Vida está conformada por cuatro círculos concéntricos y por


tres elementos externos.

EL TRIPLE VENENO

Es el círculo más interior. Allí están las tres emociones aflictivas; es decir, las
que generan sufrimiento: la ignorancia, la aversión y el apego, representadas
por un cerdo, la serpiente y el gallo, respectivamente.

Cuando el cerdo está presente, es decir: la


persona está inmersa en la ignorancia
espiritual, se tendrán otras dos emociones: la
esperanza y el miedo. Cuando la esperanza se
vuelve más fuerte y constructiva, más
asertiva, entonces se convierte en codicia,
deseo, apego, que es representada por el
gallo. Y cuando el miedo se vuelve
incontrolable, cuando el miedo se vuelve muy
grande, el miedo se vuelve agresión. Esa
agresión es representada por la serpiente,
que simboliza la paranoia, el pánico, la rapidez en hacer aserciones.

Al observar con detalle algunas de las ilustraciones representativas, se ve como


la serpiente y el gallo parecen salir de la boca del cerdo. Esto significa que el
cerdo, es decir, la ignorancia es el principal de los tres estados mentales. Estos
se encuentran en el centro de la rueda dado que estas tres importantes
emociones perturbadoras son las principales causas que nos mantienen
aferrados a la existencia cíclica.

Estos tres elementos: ignorancia, deseo y enojo son el creador supremo de


toda esta percepción llamada “vida”. Comúnmente se les da el nombre de “el
triple veneno”.

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Cuando se le pega al centro de la Rueda de la Vida, es decir: a la ignorancia o
al cerdo, toda la Rueda se viene abajo. Hay que entender bien a qué se refiere
la palabra "ignorancia" en este contexto. No es no tener conocimiento, sino no
tener sabiduría. Son dos cosas totalmente distintas. El conocimiento se refiere
a las cosas mundanas y la sabiduría a las cosas espirituales.

EL KARMA

Para entender lo que es el karma importante saber que este se refiere a una
acción intencional, es decir: karma = intención + acción. Si la intención es
positiva, va en beneficio de todos, no genera daño, el karma, como
consecuencia de esa intención, llevada a cabo con la acción, será un karma
positivo, un karma blanco. Si este trae un efecto de alguna manera negativo se
define como karma negativo o karma negro.

El segundo círculo, hacia el exterior.


Está conformado por la dualidad, es
decir: las acciones virtuosas y no
virtuosas, que generan el karma.
Normalmente, el medio círculo
izquierdo se representa con fondo
blanco y muestra las personas que han
decidido seguir el camino recto, el del
logro y la ascensión espiritual,
muestra el aumento de los mortales
hacia una mayor ascensión espiritual.
Se observa que están de pie y caminan
hacia arriba accediendo desde abajo,
al superar las emociones aflictivas. Por otra parte, el lado derecho, de fondo
negro, representa a quienes han elegido el camino de la oscuridad y por tanto
descienden a las profundidades tenebrosas. En la representación gráfica están
arrastrándose, cayendo, incluso saliendo del segundo círculo para ingresar en
el círculo de los tres demonios.

6
LOS SEIS REINOS

El tercer círculo del Samsara muestra que nuestras intenciones están


contaminadas o manchadas y pueden dar lugar a malas acciones generadas
por el karma negativo. Esto tendrá malas consecuencias en esta o en vidas
futuras y nos conducirá hacia los reinos inferiores: al reino de los narakas o
seres paranoicos, al reino de los Pretas o espíritus hambrientos y/o al reino de
los animales dominados por la ignorancia y el miedo.

En cambio, cuando realizamos buenas acciones, con buenas intenciones,


generamos karma positivo o blanco, y nos convertimos en seres que ascienden
hacia los reinos superiores: al reino de los Devas o dioses, al reino de los
semidioses, Asuras o titanes y/o al reino de los humanos.

Los seis reinos citados forman parte de Los Reinos Espirituales del
Renacimiento Budista, los cuales se dividen en cuatro superiores y seis
inferiores o reinos del Samsara. Estos últimos están representado en el tercer
nivel de la Rueda de la Vida. También son conocidos como los Reinos de la
Existencia.

La mayoría de los seres pasan la mayor parte de su tiempo moviéndose entre


estas seis condiciones de vida. Del infierno al paraíso, gobernados por sus
reacciones a las influencias externas y, por tanto, muy vulnerables a cualquiera
de los seis reinos del Samsara. De hecho, su identidad en la realidad mundana
está basada en factores externos. Los reinos inferiores se diferencian de los

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superiores por el grado de sufrimiento y no porque un reino sea mejor que
otro.

Reino de los narakas o seres paranoicos, también llamado reino de los


infiernos, representa el odio, el enojo, la ira, la venganza, la violencia. Cuando
la mente es dominada por algunos de esos estados mentales renace en
Naraka, donde experimentará el máximo sufrimiento en comparación con los
demás reinos de existencia.

Naraka es el término sánscrito correspondiente a inframundo. Se diferencia de


infierno de tradición occidental en dos aspectos. Primero, los seres no son
enviados al Naraka como resultado de un juicio divino con su correspondiente
castigo; segundo, la estancia en el Naraka no es eterna, aunque suela ser muy
larga.

En Naraka reina el Dios Lama (Yama) a quien sirven muchos seres que se
ocupan de distintos oficios. Lama es el Dios de la Muerte, señor de los espíritus
de los muertos y guardián del inframundo.

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Un ser nace en un Naraka (son dieciséis) como resultado directo de
su karma previo (consecuencia de sus pensamientos, palabras y acciones), y
reside en él por un período determinado, hasta que su karma haya alcanzado
su resultado final. Después de que su karma negativo termine, se agote, podrá
renacer en alguno de los mundos superiores como resultado de un karma
anterior.

La mentalidad de un ser en Naraka correspondería a un estado de extremo


terror, desamparo y angustia en un humano. En Naraka los seres sufren las 24
horas del día de manera muy intensa y esto les impide hacer la práctica
espiritual. Es la claustrofobia total donde se percibe la carencia total de
libertad de acción al tener una energía física y mental totalmente disminuida.
El ser siente estar atrapado por su circunstancia y estar dominado por la ira
frustrada y la urgencia de destruir y auto-destruirse.

En este estado, no se puede realizar la práctica espiritual debido al intenso


sufrimiento que se experimenta y que impide pensar con claridad. Al agotarse
el karma negativo se renace en el Reino Humano.

Como Narakas helados tenemos:

Arbuda, el Naraka "ampolla". Es una oscura y congelada llanura rodeada de


montaña heladas y continuamente barrida por ventiscas. Los habitantes de
este mundo nacen directamente siendo adultos y soportan una larga vida,
desnudos y solos, mientras que el frío les provoca quemaduras y ampollas por
todo el cuerpo. Se dice que la duración de una vida en este Naraka es la que
se necesitaría para vaciar un barril de semillas de sésamo si sólo se tomara un
grano cada cien años.

Nirarbuda, el Naraka "ampolla abierta". Es todavía más frío que el anterior, y


aquí las ampollas se abren, dejando a los seres que lo habitan con sus cuerpos
helados y cubiertos de sangre y pus.

Aṭaṭa, el Naraka de los escalofríos. En él, los seres sufren un frío terrible, y el
sonido que producen con sus bocas al temblar (aṭ-aṭ-aṭ) le da el nombre al
Naraka.

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Hahava, el Naraka de la lamentación. Los seres se lamentan en medio del frío,
pronunciando ha, ho, de dolor.

Huhuvu, el Naraka de los dientes castañeantes. En este Naraka, los seres


tiemblan y castañean sus dientes de forma continua, produciendo el sonido hu
hu.

Utpala, el Naraka del "loto azul". Aquí, el frío intenso provoca que la piel se
vuelva de color azul como el color del nenúfar utpala.

Padma, el Naraka del "loto". En este Naraka las ventiscas rompen la piel
congelada, abriendo heridas de sangre y carne cruda.

Mahāpadma, El Naraka del "gran loto". En él, el cuerpo entero termina por
romperse en piezas, quedando los órganos internos expuestos también al frío,
y rompiéndose ellos también más tarde.

Cada vida en estos Narakas es veinte veces más larga que la anterior.

Los Narakas ardientes son:

Sañjīva, el Naraka "del resucitado". En este Naraka, el suelo está hecho de


hierro al rojo vivo, calentado por un inmenso fuego. Se renace siendo adulto
directamente, en un estado de miedo y miseria. Tan pronto como el ser
comienza a tener miedo de sentirse perjudicado o dañado por los otros seres
que lo acompañan, comienza a atacar a los otros con unas cuchillas o garras
de acero que aparecen en el lugar. Otras fuentes indican que son los guardias
de Lama los que atacan a los seres con una amplia variedad de armas terribles.
Una vez el ser comienza a sentir la inconsciencia que sigue al fallecimiento,
recuperan repentinamente las fuerzas y la salud, y el ataque comienza de
nuevo. Otras torturas que también se pueden experimentar en este Naraka
incluyen el morir calcinados al arrojarles metal fundido, ser descuartizados, y
sufrir debido a las altísimas temperaturas del propio suelo.

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Kālasūtra, el Naraka "de líneas/hilos negros". En él, aparte de los tormentos
antes nombrados, se incluye el de dibujar líneas negras a lo largo del cuerpo
del condenado, tras lo cual los sirvientes de Lama cortan el cuerpo siguiendo
las líneas con ardientes sierras y afiladas hachas.

Saṃghāta, el Naraka "del aplastado". Este Naraka también tiene el suelo de


hierro al rojo vivo, pero está rodeado de enormes montañas de rocas que se
estrellan unas contra otras y caen, aplastando a los seres, y dejando una masa
sanguinolenta debajo de los escombros. Las rocas vuelven a colocarse en su
posición original, y el ser se recupera de nuevo, repitiéndose el proceso una y
otra vez.

Raurava, el Naraka "del grito". Aquí los seres corren, huyendo de los anteriores
tormentos, y sobre todo del suelo ardiente. Cuando encuentran un refugio,
quedan encerrados dentro, mientras unas llamaradas rodean la estructura,
oyéndose desde fuera los gritos de los seres atrapados mientras se consumen
lentamente.

Mahāraurava, el Naraka "del gran grito". Similar al anterior, pero con castigos
y dolor más grandes.

Tapana, el Naraka "del calor". En este Naraka los sirvientes de Lama empalan
a los condenados con lanzas ardientes, hasta que las llamas salen a través de
la boca y la nariz.

Pratāpana, el Naraka "del gran calor". Las torturas son parecidas a las del
Naraka Tapana, pero aquí los seres son atravesados de una forma incluso más
sangrienta, usando tridentes.

Avichi, el Naraka "ininterrumpido". Aquí, los condenados se asan en enormes


hornos con gigantescas llamaradas y con un sufrimiento terrible.

Las estadías en los Narakas ardientes suelen durar billones y hasta trillones de
años.

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El reino Naraka se encuentra a lo largo de una serie de redes de cavernas que
se extienden por debajo del Yambu Duipa (el mundo humano ordinario) en el
interior de la Tierra.

Reino de los Pretas o del hambre, es una condición en la que se experimenta


mucho sufrimiento pero no tanto como en Naraka. Está caracterizada por el
sufrimiento de hambre y sed.

Corresponde al deseo insaciable de la


posesión que gobierne el resto de
acciones. El ser está atormentado por
la poca habilidad y lentitud existente
para conseguir los objetivos, incluso
cuando consigue satisfacer sus
deseos. Los seres están hambrientos,
insaciables.

Al igual que en Naraka, tampoco se


tiene suficiente capacidad para la
práctica espiritual debido a su intenso
sufrimiento. Debe renacer en el Reino
Humano.

El reino de los Animales, la ignorancia y el miedo. El ser renace como un animal.


Es la condición en que un ser es gobernado por su instinto. No tiene ningún
sentido de moralidad y vive únicamente para sobrevivir y vivir el presente.

Los seres de este reino tienen mucho sufrimiento; miedo a la aniquilación a ser
devorados o maltratados por otros seres, sin embargo, tienen menos
sufrimiento que en Naraka y Preta.

En este estado, el ser no dudará en realizar cualquier tipo de acto para


conseguir algo personal. Hay una total ausencia de buen juicio y razón. No
tienen desarrollada la mente pensante por lo que no tienen suficiente
capacidad para la práctica espiritual. Deben renacer en el reino humano.

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El reino de los Humanos, el deseo. Es un estado en el cual la capacidad para
diferenciar y la mente pensante están desarrolladas. Se caracteriza por la
ambición pasional por ideales abstractos y modelos de rol1. Es único entre los
estados superiores ya que sabe de su potencial y tiene la motivación suficiente
de superar el sufrimiento.

Los seres humanos estamos en


la mejor condición de los seis
reinos del Samsara para la
oportunidad de la práctica
espiritual. El sufrimiento no es
tan intenso como en Naraka,
Preta y Animales que nos impida
la práctica espiritual ni tan sutil
como en los Reinos de los Asuras y Devas que no nos permita darnos cuenta.
Por este motivo, podemos tomar consciencia del sufrimiento que
experimentamos y poder transformarlo. Es este estado, el ser si tiene la
capacidad para alcanzar la Budeidad, así como lograr trascender el
sufrimiento.

El reino de los Asuras, los celos y la envidia. Los Asuras son dioses que fueron
expulsados del Reino de los Devas. Tienen mucha envidia de los Devas,
siempre están enojados, en un estado en el cual son dominados por su ego,
por la competitividad, la arrogancia, la ira, la necesidad de ser superior en
todas las cosas. Hacen muchas guerras con los Devas para tratar de

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conquistarles. Los Asuras son esclavos de sus
desilusiones, viéndose más importantes y
superiores que los demás. Se caracterizan por
ver a los demás seres como amenazas
potenciales.

Es resto de experiencias en este estado son


bastantes placenteras comparadas con el
estado humano. Este Reino no es mejor o
superior que el Humano, simplemente, los
Asuras experimentan menos sufrimiento que
los humanos o el sufrimiento es más sutil.

Los Asuras tampoco tienen suficiente


capacidad para lograr la Budeidad, deberán renacer en el Reino Humano.

El reino de los Devas, la soberbia, el orgullo, la vanidad. Es el Reino de los


Dioses, es la condición de placer total.

En él los deseos han sido superados por las experiencias de una vida corta pero
intensa en sentimientos de disfrute. Se caracteriza por no sentir emociones
negativas y ser menos vulnerable a
influencias externas.

A diferencia de la verdadera felicidad


conseguida con la Budeidad, se carac-
teriza por un gran placer sensorial
temporal. Buscan disfrute y satisfac-
ción de sus placeres sensoriales. Este
Reino no es mejor ni superior al Reino
Humano, simplemente, los Devas
experimentan menos sufrimiento, de
hecho, hay un sufrimiento tan sutil que
no lo pueden identificar, y debido a
que tienen todo lo que desean y a la
gran distracción que experimentan

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nunca se ponen a reflexionar sobre toda la insatisfacción que existe en su vida.
No son conscientes del sufrimiento.

Los Devas están en la cúspide de los reinos del Samsara, no porque sean más
espirituales sino porque experimentan un sufrimiento más sutil. Justamente,
por esto no tienen la capacidad para alcanzar la Budeidad, y guste o no,
inevitablemente, descenderán y renacerán en un mundo inferior una vez que
su felicidad desparezca.

La forma de pasar de un reino a otro es a través del renacimiento en la próxima


vida. Nacer en otro Estado tras la muerte. Todo está gobernado por el karma.
Nuestra vida actual es para mejorar nuestra condición personal y desligarnos
del ciclo continuo de los renacimientos que nos impone el karma.

Como se puede concluir, el Reino de los Humanos no tiene tanto sufrimiento


como en los tres reinos inferiores, ni tanta felicidad como en los reinos de los
Devas o Asuras. Ese equilibrio o balance entre sufrimiento y felicidad hace del
reino humano el lugar ideal para trabajar la espiritualidad. Es el único que tiene
las capacidades para alcanzar la Budeidad.

Lo que nos explica la Rueda de la Vida es que gracias al Triple Veneno, llevamos
a cabo nuestras acciones y eso nos hace renacer de forma recurrente en
alguno de los seis reinos del Samsara, de ahí que se diga que tenemos
renacimientos incontrolados y recurrentes.

Técnicamente se dice que el sufrimiento de los reinos samsáricos es producto


de las emociones aflictivas y de las acciones negativas. Es decir, el tercer
círculo, el de los seis reinos, depende de los círculos uno y dos. Eso nos habla
de la interdependencia samsárica, es decir que el sufrimiento no surge de la
nada, ni es creada por algún ser, ni surge del azar, sino que todo lo que sucede
en el Samsara depende del primer círculo: las emociones aflictivas o el triple
veneno y de las acciones intencionales que llevamos a cabo. Por eso, adquirir
sabiduría es la forma de liberarnos de la rueda, así como generar renuncia y
generar paciencia.

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LAS DOCE CAUSAS DEL CONDICIONAMIENTO

El cuarto círculo, el más exterior, muestra que las emociones aflictivas con sus
respectivas acciones producen vida dentro de los 6 reinos de la existencia
cíclica. Es esta aquí de donde vienen las claves que explican cómo funciona el
Samsara y cómo liberarse.

Está dividido en doce partes. Cada una correspondiente al ciclo de causa y


efecto que mantiene al ser atrapado entre los seis reinos del Samsara.

Los doce pasos del origen


dependiente se les conoce
también como las “Doce
causas del condicionamien-
to” y como los “Doce eslabo-
nes de la cadena de los
comienzos condicionados”.
Están representados en do-
ce figuras que forman a su
vez un círculo alrededor de
los seis reinos del Samsara.

Estos son:

1. Ignorancia. Las personas


son desconocedoras y
ciegas, no pueden ver la
verdad ni los pasos que dan en su caminar por la vida.

La ignorancia se representa con un ciego. La tenemos en el centro de la


Rueda de la Vida (el cerdo) y como el primer nodo o elemento causal en el
cuarto círculo. Ese es el origen de todo el Samsara, de todas nuestras malas
intenciones y malas acciones y de todo nuestro sufrimiento. Si eliminamos
el sufrimiento, se derrumba toda la Rueda de la Vida.

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Por eso el Buda dijo: “el origen de todos nuestros males radica en la
ignorancia”. “La ignorancia vuelve ilusos a los seres respecto de la
existencia”. Y agregó: “Todos los estados perjudiciales tienen sus raíces en
la ignorancia y convergen en la ignorancia. Al abolir la ignorancia, todos los
demás estados perjudiciales serán también abolidos”. Pero no es necesario
siquiera eliminar la ignorancia. Al principio sólo tenemos dudas, pero
debemos diferenciar entre la duda que conduce a la verdad y la duda que
no conduce a ningún lado.

No debemos poner ninguna mente por encima de la nuestra, como dijo


Buda. Así que debemos dudar incluso de lo que él o nuestro maestro nos
dicen, investigarlo, probarlo y experimentarlo y, sólo cuando veamos que
lo que dicen es bueno para nosotros y para los demás, entonces, aceptarlo
y seguirlo. Nunca debemos renunciar a nuestro escepticismo y a nuestra
mente crítica. Así, poco a poco, ir descubriendo la verdad. Al principio sólo
tenemos ignorancia; no la ignorancia de conocimiento de la vida mundana
o material, sino la ignorancia de la sabiduría espiritual, de la verdad, de la
realidad tal como es. Luego vamos desarrollando una fe incipiente en las
enseñanzas y poco a poco cultivando esa fe, esa devoción, la
convertiremos, al-
gún día, en sabidu-
ría.

La fe es creer en
algo que no nos
consta, que no lo
podemos probar. La sabiduría es cuando algo nos consta, que lo hemos
verificado por nosotros mismos. Al principio del camino necesitamos fe. La
fe es el puente que nos permite cruzar el río de la orilla de la ignorancia en
la que estamos a la orilla de la sabiduría.

Cultivar la sabiduría nos permitirá entender que a veces estamos


demasiado convencidos o seguros de la realidad que nos rodea, de lo que
podemos ver y tocar. “Esta es la realidad”, decimos, pero confundimos
nuestra percepción de la realidad, con la realidad. Debemos poner en duda
lo que percibimos e investigar. Muchas veces este tipo de duda hará que
la Rueda de la Vida o Samsara colapse.

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Dice Dzogchen Ponlop Rinpoché (maestro budista tibetano en nuestros
días): "Esta fijación, este apego, esta creencia de que las cosas existen de
la forma en que aparecen en nuestra mente mundana, es el problema".
"Tenemos un pensamiento tan fuerte, que cuando nos aferramos a este
sistema de creencias surge el sufrimiento”. Ese es el problema, que
creamos con esa ilusión. Si vemos a los seis reinos del Samsara, incluyendo
los reinos de los humanos y animales aquí en la Tierra, como algo sólido,
como algo que existe inherentemente por sí mismo, desde su propio lado
y negamos a los otros cuatro reinos (los infiernos, los cielos de los Devas,
etc.) generamos el problema. Si los vemos todos ellos como creaciones de
nuestra mente, entonces vamos en el camino correcto.

Bertrand Russel (filósofo y matemático británico) comenta: “gran parte de


las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los
ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de
dudas”. Y como dijo, Voltaire: “la ignorancia afirma o niega rotundamente;
la ciencia duda”. Karl Popper agregó: “la verdadera ignorancia no es la
ausencia de conocimientos, sino el hecho de rehusarse a adquirirlos”.

Lo que nos pide el budismo es que dudemos, que seamos escépticos, pero
que investiguemos, que experimentemos, que vayamos profundo, que lo
probemos por nosotros mismos.

2. Impulsos (Samskara). Representado por un alfarero que con arcilla y agua


forma diferentes objetos. Lo que significa que es el hombre, a través de sus
acciones, quien propicia diversos resultados y origina, en consecuencia, el
“karma bueno” o el “karma malo”.

Cuando pensamos, hablamos y actuamos generamos acciones y cuando


éstas están acompañadas de una intención o motivación, se genera karma,
ya sea bueno o malo, blanco o negro, negativo o positivo. Este karma deja
huellas o impresiones mentales que se llaman “formaciones kármicas” o
samskara.

El samskara es como el olor que aún permanece en una botella de perfume


una vez que se ha agotado todo el líquido. Es como una energía o una
semilla, de ahí que también les llamen “semillas kármicas”, que

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germinarán o se volverán un fruto (vipaka) en el momento en que existan
las condiciones apropiadas, partiendo de la premisa que no se cosecha el
mismo día en que se siembra.

La ignorancia genera intenciones que se convierten en acciones y que se


convierten en formaciones kármicas. De la misma manera en que un
alfarero continuamente está moldeando objetos de barro. Si logramos
aquietar nuestra mente y captar un sonido sin etiquetarlo y sin que se
genere una emoción, como decir “maldito ruido”, entonces dejamos de
generar formaciones kármicas. No hay karma y por lo tanto nos hemos
liberado.

Pero cuando todo lo que vemos, oímos, olemos, gustamos o sentimos se


traduce en una emoción y en un pensamiento equivocado o una
percepción incorrecta de la realidad, entonces se habrá creado una
formación kármica, como si el alfarero hubiera construido otra olla u otra
pieza de barro.

Eso está sucediendo todo el tiempo en nuestra mente, en nuestra vida, al


menos mientras sigamos atrapados en el Samsara y en la ignorancia. Por
eso es importante aprender a meditar, aprender a calmar la mente,
aprender a observar qué sucede en ella y qué sucede cuando nuestra
mente entra en contacto con la realidad (esto es lo que se conoce como
meditación Shamata o meditación de tranquilidad), para luego ir profundo
y empezar a analizar lo que sucede. Aunque meditar puede parecer el no
hacer nada, el estar ahí sentado horas y horas sin hacer nada, en realidad,
la mente está trabajando, por eso en tibetano meditar se dice que significa
el trabajo de la mente.

La mente tiene que ir profundo para reconstruir la realidad, para analizarla,


para ver cómo es la realidad tal cual y no quedarnos sólo en la percepción
de la realidad, que es una ilusión, que es maya, que es una apariencia falsa.
Es decir, el objetivo es encontrar al alfarero y romper todas sus ollas y que
no vuelva a construir ninguna otra, como dijo el Buda cuando se iluminó:
“Por innumerables existencias he transmigrado2 en el Samsara buscando
sin encontrar el constructor de esta casa. Nacer una y otra vez es
sufrimiento. ¡Constructor de la casa te he encontrado! No volverás

19
nuevamente a construir esta casa. Todas tus vigas están rotas, el techo
destruido. Mi mente ha alcanzado lo incondicionado. He realizado la
destrucción del deseo”.

3. Conciencia (Vijñana). Representado por un mono descontrolado que salta


de un árbol a otro, como la mente de los humanos, que debido al karma
genera pensamientos y conciencia de los actos realizados en el pasado o
que quisiera realizar en el futuro.

Aquí se refiere a la conciencia ordinaria, a la mente de mono que no puede


estar quieta ni un sólo momento, que tiene que saltar de un objeto a otro.
Y no se refiere a la conciencia suprema, a la mente búdica, a la conciencia
superior, que en el budismo se denomina Rigpa. Esa conciencia ordinaria
que es la que es dominada por esa percepción falsa de la realidad, por las
apariencias.

4. Nombre y forma (namarupa). Aparecen hombres navegando como


semejanza del cuerpo. Vehículo con cuerpo que “vagabundea” a través de
la vida.

La conciencia y los pensamientos generan formas a las cuales se le asignan


nombre que permiten el equilibrio de todo cuanto existe.

Somos un cuerpo y una mente, pero también una palabra. A estos se les
llama las Tres Puertas: la puerta del cuerpo, la puerta de la palabra y la
puerta de la mente. Todo lo que hacemos lo hacemos con una de esas tres
puertas, tanto las acciones negativas como positivas. Por eso en el
cristianismo se dice: “pecas de pensamiento, palabra, obra u omisión”. No
hay manera de pecar de otra manera. La omisión no es una cuarta puerta,
sino es no utilizar la puerta, es abstenerse a actuar. Pero como dice Krishna
en el libro sagrado de los Hindues, el Bagavagdita: mientras estés vivo no
puedes renunciar a actuar. Aunque estés acostado sin hacer nada
aparentemente, en realidad estás haciendo la digestión o pensando o
sintiendo.

¿Cuántos barqueros hay en la representación del Sansara?

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El Ser o Sujeto

Namo y Rupa
(nombre y forma)

Las Tres Puertas

Los Cinco Skandas

Los Skandas son componentes que en los textos budistas originales se


utilizan para definir a la persona o al individuo. Vienen definidos como un
agregado de caracteres que se resumen en numa-rupa (nombre y forma).
El énfasis está aquí en la práctica que lleva a vivir desde los agregados no
constitutivos de una realidad independiente y unificada, sino del resultado
de caracteres cambiables, interdependientes y continuamente variables,
cuya esencia es la falta de identidad unificada.

5. Las seis bases (Shadayatana) o seis sentidos sensoriales. A través de los


cuales se perciben y experimenta lo creado, lo existente. Como semejanza
aparece una casa que deja entrar la luz.

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En Occidente hablamos de 5 sentidos: ver, oír, oler, gustar y tocar. Pero en
Oriente hablan de 6 sentidos, agregando el sentido de la mente o el
espíritu. Por eso se habla de una Casa con Seis Ventanas, a través de las
cuales nuestra mente se asoma a la realidad, la cual nos entra por nuestros
ojos, oídos, nariz, boca, piel o por nuestra mente o conciencia.

La mente también puede ser entendida como: una puerta, entonces


tendríamos: la mente, y cinco ventanas, los cinco sentidos.

6. Contacto (Sparsha), representado por una pareja, un encuentro cercano a


través de los sentidos donde se ponen en contacto íntimo la mente con el
mundo.

Gracias a los sentidos nuestra mente entra en contacto con la realidad. Es


decir que si no tuviéramos mente no podríamos entrar en contacto con el
mundo. Así que es un par indisociable: mente y realidad, yo y el mundo.
Por eso se habla de que son como dos amantes.

7. Sensación (vedana). Está representada por un hombre herido con una


flecha en un ojo. Simboliza la ceguera a la verdad, por causa de las
sensaciones y el sufrimiento.

Somos víctimas de nuestras sensaciones. Especialmente cuando hablamos


de sensaciones de dolor o de sufrimiento, pero también de sensaciones
placenteras. Somos drogadictos a las sensaciones. “Me siento mal”, “estoy
deprimido”, “estoy feliz”, “estoy emocionado”… Creemos que somos esas
sensaciones y nos olvidamos que hay una conciencia que se está dando
cuenta de esas sensaciones. Por eso en el budismo se insiste en que es muy
importante diferenciar entre “estoy enojado” a “el enojo está visitando mi
mente”. Cuando hacemos lo segundo, creamos un espacio, una
separación, entre la sensación que experimentamos (la flecha clavada en
el ojo) y la conciencia de esa sensación.

8. Deseo (Trishna). Debido a las sensaciones y percepciones se originan


deseos los cuales nunca se llegan a satisfacer totalmente porque las
personas son seres carnales siempre en busca de tener más de lo que
realmente necesita. Está representado por un hombre que se embriaga.

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Una vez que nos gustó la sensación entonces queremos más y más, o
queremos una nueva o distinta sensación. Estamos como ese mono en el
árbol de frutas, que no lo puede soltar, que no lo puede dejar. Por eso a
los monos los atrapan con una trampa en la que ponen una fruta. Cuando
el mono mete la mano y coge la fruta ya no puede sacar la mano. Si soltara
la fruta podría sacar la mano, pero como no quiere soltar su ganancia,
entonces queda atrapado. La realidad en la que vivimos es como una
trampa para monos. Vivimos dormidos en esa realidad, atrapados por ella.

El budismo nos invita a que despertemos nos demos cuenta que estamos
dormidos, atrapados y que soltemos la fruta, para podernos liberar, pero
nuestra sed de más y más sensaciones, experiencias, nos impide soltar la
fruta y quedamos atrapados en el Samsara como el mono en su trampa.

9. Apego (upadana) o codicias. Se muestra la figura de un mono que arranca


frutas de un árbol. Representa la codicia humana, los apegos y el aferrarse
a lo material, hasta a la misma vida física.

El apego a nuestras sensaciones, a nuestras creencias, a nuestro yo, en el


que le hemos invertido tanto tiempo, esfuerzo, energía y dinero, hace que
estemos totalmente atrapados en el Samsara, en nuestra realidad
cotidiana. No podemos concebir siquiera que pueda existir otra realidad,
otros reinos (el de los Devas, el de los Narakas, el de los Pretas, el de los
Ashuras o incluso las Tierras Puras Búdicas).

Sólo creemos lo que podemos ver y tocar, estamos totalmente apegados a


nuestra visión de nosotros y del mundo. Vemos lo que queremos ver,
experimentamos sólo lo que nos resulta conocido y familiar. Por eso es tan
difícil escapar del Samsara, porque estamos prisioneros como en la Cueva
de Platón y aunque venga un Buda y nos diga que hay otra realidad, no le
creemos. Por eso el Buda al principio se negaba a compartir lo que había
encontrado, porque pensaba que nadie le iba a creer, hasta que un
Brahama se le acercó y le pidió que enseñara diciéndole que había gente
que tenía “poco polvo en los ojos” y que ellos sí lo iban a comprender y a
seguir.

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Así que si quieres seguir siendo un mono atrapado o un borracho apegado
a tu realidad, no tienes nada que hacer en las enseñanzas del Buda. Sigue
tu vida, sigue tu camino y sólo trata de ser feliz y hacer el bien.

10. Concepción (bhava). Representada por una mujer en estado de gestación,


un nuevo ser se ha formado producto del apego al cuerpo físico, al deseo
carnal.

Devenir o la existencia, es quizá uno de los nodos más difíciles de explicar


y entender. Algunos lo llaman “llegar a ser”. Devenir se refiere a cuando
quedamos atrapado en una realidad de la cual ya no podemos escapar y
por lo tanto de los eventos subsecuentes de esa realidad. Por ejemplo, si
estamos de pie podemos elegir levantar el pie izquierdo o el derecho, pero
una vez que hemos elegido, ya no podemos levantar el pie que dejamos en
el suelo, a menos que bajemos el otro, estamos atrapados por ese devenir.

De esa manera quedamos atrapados al devenir de nuestra existencia o de


nuestra futura existencia, si es que no hicimos nada para liberarnos de la
misma o para cambiarla. En otras palabras: todos los días renacemos en
nuestra misma realidad o condición, ese es nuestro devenir… hasta que lo
cambiemos.

11. Nacimiento (jati). La mujer trae al mundo físico el nuevo ser. Y este
renacimiento será determinado por el karma perteneciente al ser
naciente. Si no cambiamos nuestro devenir, vamos a ir a una nueva
existencia, a un renacimiento.

En el budismo se habla de un ciclo interminable de nacimiento y muerte,


el ciclo incontrolado de nacimiento y muerte o el ciclo de las existencias
condicionadas o el círculo interminable de existencias condicionadas o
Samsara. Es decir que una vida lleva a la muerte y esa muerte lleva a otra
vida. Vida-muerte-vida en una cadena sin fin… hasta que decidas salir del
Samsara, renunciar a ese ciclo, destruir la Rueda de la Vida y liberarte.

Si no cambiamos nuestro devenir, vamos a ir a una nueva existencia, a un


nuevo nacimiento, es decir, no pasaremos al 6to nivel donde está el Buda
mostrándote el camino para llegar al 7to nivel, que es el despertar, la
liberación y la iluminación de tu mente.

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12. Vejez y muerte (jara – maranam). Aparece la figura de un anciano,
trasladando un cadáver a la tumba, es el final del ciclo de la vida física, que
comenzó en el renacimiento, luego vejez y culmina con la muerte y así
comienza nuevamente el Samsara.

Si no aprovechamos esta preciada vida humana para despertar, liberar e


iluminarnos, vamos a encaminarnos inevitablemente a la vejez, a la
enfermedad y a la muerte.

Como dice el Buda: no hay nadie en este universo que pueda evitar que lo
que ha nacido no muera. Pero si quieres escapar de ese ciclo de
nacimiento, envejecimiento, enfermedad, muerte y pérdidas entonces el
Budismo te dice cuál es el camino, cuáles son las enseñanzas (el Dharma),
qué debes aprender, qué debes practicar, qué debes acumular para poder
escapar de este ciclo incontrolado que lleva a las aflicciones, al karma y al
sufrimiento, es decir que te mantiene atrapado en la Rueda de la Vida. El
Dharma precisamente te enseña a destruir la rueda y escapar de las garras
de Yama y de la ley de la impermanencia.

Este cuarto círculo representa tres vidas. Los dos primeros eslabones; la vida
pasada. Entre el tres y el nueve, ambos inclusive; la vida presente. Los tres
últimos; la vida futura.

Un ejemplo de cómo funcionan los eslabones o vínculos es la siguiente3:

Comenzando por el eslabón 4, tres hombres en una barca. Tú eres uno de ellos
porque ahora tienes cuerpo y mente, además de tu palabra. Ya que tienes
cuerpo tienes sentidos. Como tienes sentidos entonces estableces contacto
con las formas visuales, auditivas, olfativas, gustativas, etc. Ese contacto
produce una sensación, lo que te genera sed o deseo de más. ¿Lo ves?

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Si no tuvieras cuerpo y mente no tendrías sentidos, no habría contacto, no
habría sensación y no habría sed y apego.

Bien, ahora hay que intentar leerlos de adelante hacia atrás:

Tengo sed y apego porque tengo sensaciones. Tengo sensaciones porque hay
contacto. Hay contacto porque tengo los seis sentidos. Tengo seis sentidos
porque tengo un cuerpo y una mente.

¿Es así? Reflexiona profundamente en ello, medita, analiza las implicaciones…

Por decirlo de alguna manera; lo importante de este cuarto círculo es darse


cuenta que se debe trabajar en un eslabón de forma que afecte positivamente
el siguiente. Comenzando por el primer vínculo: romper la ignorancia nos
acercará al Dharma4 y generará un karma bueno. Se ha condicionado el
segundo eslabón. Controla la consciencia y podrás dominar el vehículo
(cuerpo) a través del cual percibirás los las sensaciones sobre lo creado, lo
existente.

Cuando se controla el primer eslabón, el ciego, la ignorancia, se rompe


definitivamente toda la rueda.

EL SEÑOR DE LA MUERTE

El quinto elemento es la representación de Yama, el Señor de la muerte, quien


tiene entre sus garras la Rueda de la Vida para recordarnos la impermanencia
y mostrarnos que no hay ni un solo ser que se encuentre en ella que esté libre
de la muerte.

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Yama agarra la rueda con la boca y la sostiene entre sus garras, indicando que
todos los seres sintientes han de pasar repetidas veces por entre sus fauces.

BUDA

El sexto elemento es Buda. De pie fuera de la rueda de la vida señalando hacia


la luna, indicando que está fuera del Samsara por haberse liberado y haber
abandonado sus caminos y alcanzando los caminos verdaderos.

Nos recuerda que nos ha enseñado el camino de la liberación y las cuatro


nobles verdades de una forma acertada. Su presencia es un signo de que no
podemos alcanzar la liberación sin comprender qué hemos de practicar y qué
hemos de evitar. Para ello dependemos de sus enseñanzas y de nuestros
maestros espirituales, que nos transmiten lo que el Buda enseñó.

LA LUNA

Finalmente, el último componente de la Rueda de la Vida, el séptimo, La Luna.


Representa las cesaciones verdaderas. Simboliza la tercera noble verdad es
decir el cese del sufrimiento.

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EPÍLOGO

En resumen, La Rueda de la Vida nos muestra las causas reales del sufrimiento,
no de una forma pesimista sino ofreciendo la posibilidad de redención a
nuestra efímera existencia.

Nuestra tarea, para trabajar en la senda del espíritu, debe consistir en permitir
a las fuerzas naturales interiores llevarnos hacia adelante y liberarnos de la
ignorancia. El impulso interior no es otro sino el que nos mueva hacia el estado
de Budeidad que está latente dentro de cada uno de nosotros oculto por la
ignorancia.

Los sabios nos dicen que si quieres trabajar en tu desarrollo espiritual primero
tienes que detectar cuál es tu emoción más fuerte o predominante y trabajar
con ella. El día que la reconstruyas, empezarás realmente el camino de la
liberación.

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REFERENCIAS MÁS RELEVANTES

Rueda de la Vida Budista. Representa la existencia en el Samsara y cómo liberarnos. Karma


Wangchuk Sengue.
Consultado en: https://es.slideshare.net/DharmavsKarma/rueda-de-la-vida-budista
Desde el 14/08/2019 al 17/08/2019.

Hablemos de Mitologías.com. Samsara, todo lo que debes saber sobre este ciclo.
Consultado en: https://hablemosdemitologias.com/c-mitologia-budista/samsara/
El 15/18/2019

Los Reinos Espirituales del Renacimiento Budista. Camino al Despertar.


Consultado en: https://www.youtube.com/watch?v=3a2Na2GTk38
El 16/08/2019

1
Dícese de la persona cuyo comportamiento y actitud se adecuan al que la sociedad y otros grupos
sociales esperan de ella en su posición, y que se convierte en modelo para otros.

2
Reencarnarse [el alma] después de la muerte en otro ser vivo o en otro cuerpo inanimado en función
de los méritos alcanzados en la existencia anterior, según algunas religiones.

3
Tomado de: Rueda de la Vida Budista. Representa la existencia en el Samsara y cómo liberarnos.
Karma Wangchuk Sengue.

4
Es la ley, normas, enseñanzas obtenidas que se profesan para actuar correctamente, con virtudes
firmes y establecidas que permitan la verdadera relación y la unión con el Universo. En el budismo,
también significa protección, y se les enseña a las personas a protegerse del sufrimiento como
consecuencias del karma, con métodos, técnicas y diversas prácticas para adiestrar el Dharma, lo
cual consideran una fórmula suprema para alcanzar la paz y la felicidad interior.

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