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Karma

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Karma

es.m.wikipedia.org/wiki/Karma

Los símbolos del karma ―como el nudo sinfín (arriba)― son


motivos culturales comunes en Asia. El nudo infinito simboliza la
interconexión entre las causas y los efectos, un ciclo kármico que
continúa eternamente. El nudo infinito es visible en el centro de la
rueda budista de oración.

Según varias religiones dhármicas, el karma (En sánscrito: कम) es


una energía trascendente (invisible e inmensurable) que se
genera a partir de los actos de las personas. También conocido
como un espíritu de justicia y/o equilibrio.

Es una creencia central en la doctrina del hinduismo, el


budismo, el jainismo,[1]​ el ayyavazhi y el espiritismo.

Aunque estas doctrinas expresan diferencias en el significado


mismo de la palabra karma, tienen una base común de
interpretación. Generalmente el karma se interpreta como una
«ley» cósmica de retribución, o de causa y efecto. Se refiere al
concepto de «acción» entendido como aquello que causa el
comienzo del ciclo de causa y efecto. Según el karma, cada
una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en
vidas anteriores.

El karma está en contraposición con las doctrinas abrahámicas ( judaísmo, cristianismo e


islamismo); lo más parecido en el cristianismo es el concepto teológico de retribución. El
karma explica los dramas humanos como la reacción a las acciones buenas o malas
realizadas en el pasado más o menos inmediato. Según el hinduismo, la reacción
correspondiente es generada por el dios Iama, en cambio en el budismo y el jainismo
―donde no existe ningún dios controlador― esa reacción es generada como una ley de la
naturaleza (como la gravedad, que no tiene ningún dios que la controle).

En las creencias indias, los efectos del karma de todos los hechos son vistos como
experiencias activamente cambiantes en el pasado, presente y futuro.[2]​

Según esta doctrina, las personas tienen la libertad para elegir entre hacer el bien y el mal,
pero tienen que asumir las consecuencias derivadas.

Índice

Etimología
Proviene de la raíz kri: ‘hacer’ (según el Unadi-sutra 4.144). [3]​

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Es errónea la etimología karaṇa: ‘causa’ y manas: ‘mente’, en boga en Occidente. Se hizo
originar a partir de la palabra inexistente karmaṇ, inventada a partir de la palabra sánscrita
karman (declinación de karma). La letra n final de karman (que no es una ṇ) indica que se
trata de un sustantivo neutro.[4]​ Para analizar las raíces de la palabra karma se debe
utilizar solo el término básico karma (no su declinación karman ni el inventado kar-maṇ).

En pali se dice kamma y en birmano kan.

Karma: no implica solamente las acciones físicas


Tanto para el hinduismo como para el budismo, el karma no implica solamente las
acciones físicas, sino habría tres factores que generan reacciones como:

los actos
las palabras
los pensamientos.

Tanto el budismo como el hinduismo creen que mediante la práctica de esas respectivas
religiones, las personas pueden escapar del condicionamiento del karma y así liberarse de
los cuatro sufrimientos (que se enumeran igual en ambas religiones):

1. nacimiento
2. enfermedad
3. vejez
4. muerte.

La causa del Karma


El concepto karma no solo tiene una dimensión moral sino también una dimensión
existencial. En este sentido, el karma se produce cuando el sujeto que ejecuta una acción
no se reconoce como la causa de los efectos que esa misma acción produce, sobre todo
cuando dichos efectos le son adversos. Este no reconocimiento también ocasiona la
exacerbación de los efectos nocivos, porque los movimientos que hace el sujeto para
solucionar el problema solo lo agravan. Ejemplo: el caso de un sujeto que al no saber
nadar, y por el instinto de querer sobrevivir, en su desesperación y con sus movimientos
bruscos empeora su situación. No se da cuenta que lo que le hace hundirse cada vez más,
es su propia reacción.

Estas ideas del karma y del reconocimiento no son ajenas a la filosofía Occidental. Por
ejemplo, el filósofo alemán Karl Marx en su obra Manuscritos Económico – Filosóficos,
expone la “teoría de la alienación” (que en este caso sería otra manera de nombrar el
karma por el no-reconocimiento). Dice que en la economía capitalista el obrero no se
reconoce como creador de los objetos que él mismo fabrica: " [5]​El obrero se ha convertido
en una mera mercancía (…) la demanda -de la que depende la vida del obrero- depende a
su vez del interés de los ricos y capitalistas". Esta situación alienante ocasiona la pérdida
de autonomía del sujeto quien no es dueño de su propia actividad.

Karma y reencarnación
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Usualmente se asocia el karma con la reencarnación, ya que una sola vida humana no
alcanzaría para experimentar todos los efectos de las acciones realizadas («cobrar» todo
el bien que se ha hecho o «pagar» todo el mal que se ha realizado en vida).

En religiones teístas (como el hinduismo o el cristianismo) existe el concepto de alma.


Bajo el punto de vista del karma, la rencarnación sería la nueva encarnación del alma en
un nuevo cuerpo físico, en tiempo futuro, en el útero de una nueva madre.

En el hinduismo, el concepto de alma individual, o yiva-atman, es una chispa del Espíritu


Divino (Atman) que todos tenemos, a diferencia del budismo, en que el objeto de la
rencarnación corresponde a un registro de la mente.

Se entiende que existe un estado de pureza y sabiduría original, latente pero dormido, en
la vida de todos los seres humanos. En el concepto oriental, el ser humano olvida su
naturaleza superior y se identifica erróneamente con el cuerpo en cada nuevo nacimiento.

La reencarnación ―o transmigración de las almas― es el paso hacia la siguiente


existencia física. El karma determina las condiciones bajo las cuales el individuo vuelve a
la vida. Sin embargo, el estado de pureza y sabiduría latente sigue intacto y
desarrollándose lenta y progresivamente vida tras vida, en una especie de evolución
espiritual del alma/cuerpo astral a través de numerosos cuerpos físicos y personajes, un
largo viaje desde nuestra naturaleza inferior o animal hasta nuestra naturaleza superior o
divina.

Recuerdo de vidas anteriores


El gurú Paramahansa Yogananda creía que todos los seres realizados (entre quienes
contaba a Jesucristo o Buda Gautama) podrían recordar sus vidas. Afirmaba también que
él podía recordar a voluntad sus vidas anteriores. En cambio, al ser humano común no le
ayudaría recordarlas, debido al peso emocional que le acarrearía. Por lo tanto, el recuerdo
de esas vidas está oculto, pero guardado en la «memoria del alma» o en la mente hasta
que la persona esté preparada para recordarlas sin daño emocional.

La mayoría de las escuelas budistas enseñan que mediante la meditación se puede llegar
a un estado de superconciencia llamado nirvana (samadhi en yoga), que es el fin de la
existencia condicionada por el karma. Por lo tanto, la práctica budista intenta que las
personas alcancen un estado de paz y felicidad absoluta en esta misma vida. Algunas
corrientes minoritarias, como la del budismo nichiren, entienden que no es posible
escapar al ciclo de la rencarnación.

Los niños prodigio


El karma y la rencarnación son la manera en que los orientales trataban de explicar el
fenómeno de los niños prodigio, que serían resultado de muchas vidas de práctica en ese
don particular.

Esos niños serían almas que de alguna manera podían aprovechar el talento aprendido en
vidas anteriores, que estaría almacenado en una inaccesible memoria astral o registros
akáshicos (listas de actividades que quedan escritas en el éter, el cual es una sustancia
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mítica invisible, más sutil que el aire).

Historia del concepto karma


En el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.) no se
menciona ninguna doctrina de retribución mágica, ni tampoco la rencarnación.

En el Rig-veda se menciona unas 40 veces [6]​ la palabra «kárman» (cuyo nominativo es


«kárma») pero solo en su acepción como ‘trabajo’ o ‘acción’,[6]​ frecuentemente utiliza en el
contexto de los rituales srauta (los ritos típicos de la cultura védica: sacrificios de fuego
en los que se mataban animales y se bebía la droga soma).

Un himno del Rig-veda sugiere la creencia en la recompensa por ser dadivoso:

En lo más alto del cielo están los donadores: High up in heaven abide the gift-
los que dan corceles moran con el Sol para givers: they who give steeds dwell
siempre. Los que dan oro son benditos con la with the Sun for ever. They who give
vida eterna. El que regala ropa prolonga su gold are blest with life eternal. They
vida, oh Soma. El que trae regalos se vuelve who give robes prolong their lives, O
el primero en ser invitado: el que trae regalos Soma.... He who brings gift comes as
se vuelve el jefe de la aldea. El regalo first invited: chief of the hamlet
concede el caballo, concede el buey, el comes the gift-bearer.... gift bestows
regalo concede, además, el oro que brilla. El the horse, bestows the bullock, gift
regalo concede el alimento, que es nuestra bestows, moreover, gold that glisters.
vida y espíritu. El que es sabio toma el regalo gift gives food which is our life and
como armadura. spirit. He who is wise takes gift for
Los dadivosos no mueren, nunca se arruinan: his armour.
los dadivosos no sufren ni perjuicios ni The liberal die not, never are they
problemas. La luz del cielo, el universo que ruined: the liberal suffer neither harm
nos rodea, todo esto concede el regalo nor trouble. The light of heaven, the
ofrecido en un sacrificio. Primero los universe about us,—all this doth
dadivosos ganaron una vivienda perfumada, sacrificial gift give them. First have
y se hicieron de una novia bien vestida. Los the liberal gained a fragrant dwelling,
dadivosos obtuvieron su poción de licor, y and got themselves a bride in fair
conquistaron a aquellos que, sin haber sido apparel. The liberal have obtained
provocados, los atacaron. Cubrieron el corcel their draught of liquor, and conquered
para el donante generoso: la doncella se those who, unprovoked, assailed
adorna y espera a encontrarse con él. Su them. They deck the fleet steed for the
hogar es como un lago en el que se abren bounteous giver: the maid adorns
flores de loto, como los palacios de los herself and waits to meet him. His
dioses adornados y espléndidos. Los corceles home is like a lake with lotus
buenos para tirar cargas llevan al donante blossoms, like the Gods’ palaces
dadivoso, y hacen rodar levemente el carro adorned and splendid. Steeds good at
del regalo. Ayuden, ustedes, dioses, al draught convey the liberal giver, and
hombre dadivoso en la batalla: que el dador lightly rolling moves the car of gift.
dadivoso conquiste a sus enemigos en Assist, ye Gods, the liberal man in
combate. battles: the liberal giver conquers foes
in combat. [7]​

En el verso 1.7.1.5 del Satapatha-bráhmana, el sacrificio es declarado como el «más


grande» de los karmas. El verso 10.1.4.1 asocia el potencial de convertirse en inmortal
(amara) con el karma del sacrificio agni-chaiana.[6]​

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Una cierta idea de la existencia de una «ética de la causalidad» se expresa en el
Upanishad más antiguo:

El alma viaja a alguno de los cuatro estados en función de sus karmas. Este cartel
hinduista muestra a un varón acostado, muerto, y se ve la trayectoria de su alma hacia
cuatro destinos posibles. Las leyendas, en inglés, se traducen:
Gati/Movement in 4 Existences: Gati/movimiento en 4 existencias;
Celestial Kingdom: reino celestial (4);
Human Kingdom: reino humano (3);
Animal and Planet Kingdom: reino animal y reino del planeta (2);
Infernal Kingdom: reino infernal (1).

En verdad, uno se vuelve bueno a través de las Truly, one becomes good through
buenas obras, y se vuelve malo a través de las good deeds, and evil through evil
malas obras. deeds.

Algunos autores[10]​ afirman que la doctrina del samsara (la transmigración de las almas) y
del karma podría ser no védica, y las ideas pueden haberse desarrollado en las tradiciones
shramana que en el I milenio a. C. precedieron al budismo y al jainismo.

Otros autores [11][12]


​ ​ afirman que algunas de las ideas de la hipótesis emergente del karma
fluyeron desde los pensadores védicos a los pensadores budistas y jainistas. Las
influencias mutuas entre las tradiciones no están claras. Probablemente estas ideas se
desarrollaron cooperativamente a lo largo de un par de siglos (entre el VI y el V a. C.).[13]​
Muchos debates filosóficos que rodean el concepto son compartidos por las tradiciones
hinduista, jainista y budista, y los primeros desarrollos en cada tradición incorporaron
diferentes ideas novedosas.[11]​ Por ejemplo, los budistas permitieron la transferencia del
karma de una persona a otra, y los hinduistas afirmaban la efectividad de los ritos sraddha
(en los que gracias a un ritual, se podían reducir los efectos de los pecados de los
antepasados), pero tuvieron dificultades para explicar por qué era esto posible.[11][14]
​ ​ En
[15][16]
cambio, la religión jaina no permitió la posibilidad de transferir el karma. ​ ​

La primera mención clara de la doctrina del karma se encuentra en el Chandoguia-


upanishad (siglo VII a. C.), posiblemente el segundo Upanishad más antiguo (el más
antiguo se considera el Brijad-araniaka-upanishad). Allí cuenta la historia del joven
brahmán Shwetaketu, quien vuelve a su hogar después de haber aprendido todo el
conocimiento védico (o sea, los rituales y las leyendas épicas contenidas en el Rig-
veda).[17]​ Sin embargo, se encuentra con su amigo de la infancia, quien pertenece a la
casta chatría, quien lo interroga acerca del conocimiento que ha aprendido. ¿Sabe ya lo
que nos sucede después de la muerte? Shwetaketu admite que no, que eso no era parte
de su plan de estudios. [17]​ Así que se puede concluir que la doctrina central de los Vedas
(compuestos entre el siglo XV y IX a. C.) y del primer Upanishad (posiblemente compuesto
―no escrito, porque los indios todavía no habían inventado un sistema de escritura― un
par de siglos antes, hacia el siglo IX a. C.) no dependía de una hipótesis sobre la vida
después de la muerte.[17]​

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Shwetaketu corre a consultarle a su padre Uddalaka, un erudito brahmán, y le hace las
mismas preguntas. Pero su padre tampoco sabe. Entonces ambos, sintiéndose
engañados por no conocer la respuesta a una pregunta tan importante, recurren al rey.
Resulta que él sí sabe, y les informa que los chatrías lo han sabido desde hace tiempo. Así
que el rey les enseña la doctrina de la reencarnación por primera vez en la literatura
védica (y por primera vez en todos los escritos más antiguos de la humanidad). El rey les
informa que esta doctrina es comúnmente creída entre los guerreros chatrías.[18]​

Finalmente el rey les revela que esta creencia era el secreto del poder de los guerreros
hinduistas. De hecho, aquellos que consideran sus cuerpos como simples vestidos que
pueden desechar y reemplazar por otros nuevos, no tienen miedo de morir, por lo que son
más intrépidos y ganan todas las batallas, y por lo tanto pueden disfrutar de todo el poder.

Difusión en Occidente
En Alejandría del Cáucaso (Bagram) (antigua ciudad de Afganistán fundada por Alejandro
Magno, situada a unos 60 km al noroeste de Kabul) hubo una escuela de budismo con
monjes budistas.[19]​ Poco más tarde, el emperador indio Asoka (304-232 a. C.) envió
misioneros budistas a muchos países. [20]​

Durante los siglos XIX y XX, Occidente fue permeable a los conceptos religiosos
provenientes de las antiguas colonias británicas y francesas en Asia. Así es como la
creencia en la «ley del karma» ha tenido una importante difusión gracias a la penetración
en Occidente del budismo, el hinduismo y el yoga, así como diversas escuelas de
ocultismo, como la rosacruz (1614), y la teosofía (de Helena Blavatsky, 1831-1891).

A pesar de que Mahatma Gandhi (1869-1948) era adepto a las doctrinas del karma y la
rencarnación, luchó contra la injusticia, aunque se desconoce si se apoyaba en algún
basamento doctrinal.

Los creyentes en el karma sostienen que las injusticias sociales son simplemente la
reacción de las malas acciones que habrían cometido las actuales víctimas en vidas
pasadas. Cada víctima estaría sufriendo exactamente lo que hizo sufrir a otros (ni más, ni
menos).

En las religiones indias

En el hinduismo
Según los hinduistas, el karma es una «ley» de acción y reacción: a cada acción cometida
le corresponde una reacción igual y opuesta. El encargado de hacer cumplir esta ley sería
el omnisciente dios invisible Iama Rash (el ‘rey de la prohibición’) y sus monstruosos
sirvientes invisibles, los iama-dutas (‘mensajeros de Iama’).

Después de que una persona abandona su cuerpo al momento de la muerte, los iamadutas
le arrastrarían hasta la morada de iamarásh, donde es juzgado duramente de acuerdo con
las acciones, registradas una por una en el libro de la vida, que recita Chitra Gupta, el
secretario de Iamarash.

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Según Yogananda, las explicaciones mitológicas serían la forma de explicar ciertas
energías a personas sin educación, generalmente analfabetas, de forma que las diversas
formas de energías astrales, invisibles y no registrables por los instrumentos actuales, se
personalizarían y explicarían como si fueran dioses, semidioses, demonios, etc.

Para el hinduismo, el castigo de las malas acciones puede recibirse

durante esta misma vida (si la persona realizó muchísimos pecados).


en los próximos nacimientos (en variados planetas infernales). Debe recordarse que
en el hinduismo, la estancia en el infierno no es eterna (ya que el propio infierno no
es eterno).

Igualmente, el premio por las buenas acciones puede recibirse

en esta misma vida (si la persona realizó muchísimas buenas acciones).


en los próximos nacimientos (en variados planetas celestiales). Debe recordarse
que en el hinduismo, la estancia en el paraíso no es eterna (ya que el propio paraíso
material no es eterno).

En el budismo
La explicación del karma dentro de las doctrinas budistas es diferente de la hinduista. El
karma no sería una ley de causa y efecto que implicaría la existencia de dioses invisibles
encargados de hacerla cumplir, sino una inercia natural.

Por ejemplo, si una persona roba un banco y tiene éxito, es muy probable que vuelva a
robar, y si una persona ayuda a un anciano a cruzar la calle, entonces es muy probable
que siga ayudando a otras personas. En ambos casos, si la experiencia no produjera
buenos resultados, entonces la inercia se haría menor (el ladrón robaría menos y el
filántropo ayudaría menos). Cuando un sujeto roba un banco, esta acción quedará
registrada en su mente, alterando el flujo de esta, y provocando en él una percepción
errónea de la realidad («tengo derecho a tomar sin permiso las cosas que necesito»).
Estas percepciones erróneas le condicionarán a sufrir más adelante, pues crean un estado
mental propenso a la infelicidad.

El karma no sería entonces una recompensa o un castigo mágico a las acciones sino
simplemente el hecho de que las acciones humanas tienen consecuencias tanto externas
como mentales.

Según otra interpretación del karma más bien serían las dos cosas juntas, es decir, habría
castigo y premio, pero no de forma mágica, sino mediante consecuencias automáticas de
las acciones, en un concepto que implica la reencarnación, siempre unida al karma.

Fundamentación
Según el budismo, al comportarse de acuerdo con el karma, la persona debería tomar
conciencia de que la búsqueda de la venganza y el mal traerá graves consecuencias en la
vida diaria y en las vidas futuras. Esto permitiría aprender del sufrimiento, dominarlo y
sacar provecho de él en términos espirituales para llegar al desarrollo de una vida más
plena.
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Puesto que todo acto tiene origen en la mente, el budista debe vigilar sus pensamientos y
sus palabras, ya que también pueden producir bien o mal. Cada acción y palabra, buenas o
malas, sería un búmeran que a veces vuelve en la misma vida y a veces en una vida
futura.

El karma puede ser explicado como un fenómeno análogo a la inercia. Según esta visión,
el individuo genera tendencias a través de sus causas. Un pensamiento, palabra o acción
intencional, si se repite, se convierte en costumbre y condicionará una tendencia en el
mismo sentido. En el futuro, las causas no necesariamente serían intencionales, sino que
estarían influidas por causas previas. En este sentido, el karma constituye una influencia
inconsciente, condicionante pero no determinante, pues somos siempre libres y podemos
contrarrestar nuestras influencias o tendencias negativas. Aunque sean escasos en
porcentaje, tenemos numerosos ejemplos de personas que han cambiado radicalmente de
vida.

En el jainismo
En el jainismo, el karma es un principio básico de la cosmología. Para el jainismo, las
acciones morales humanas son la base de la rencarnación (yiva). El alma se encuentra
atrapada en un círculo de renacimiento y atada a un mundo temporal (samsara), hasta que
finalmente alcanza la liberación (moksa). Esta liberación se consigue siguiendo el camino
de la purificación. [21]​ La liberación completa del karma conduce a la omnisciencia kevala-
gñana.

En la religión yaina, el karma no solo se refiere a la causalidad de la rencarnación sino que


también se concibe como una materia tenue que se introduce en el alma oscureciendo
sus cualidades naturales y puras. Se concibe el karma como una contaminación que tiñe
el alma de diversos colores (leshia). En función de su karma, un alma realiza su
trasmigración y se rencarna en varios estados de existencia.

Los jainistas señalan el sufrimiento, la desigualdad o el dolor como una prueba de la


existencia del karma. Los textos jainistas han clasificado los tipos de karma en función de
sus efectos sobre las capacidades del alma humana. La teoría jainista busca explicar los
procesos del karma especificando las causas de su influjo (asrava) y la atadura (bandha),
mostrando el mismo interés por los actos en sí como por las intenciones detrás de los
actos. La teoría jainista sobre el karma coloca toda la responsabilidad sobre las acciones
individuales y elimina cualquier peso sobre una supuesta gracia divina o retribución.
Además, la doctrina jaina también mantiene que es posible modificar el propio karma y
también librarnos de él a través de la austeridad y la pureza de conducta.

Algunos escritores datan el origen de la doctrina del karma como anterior a la migración
indoaria (mediados del II milenio a. C.) e indican que su actual forma sería el resultado del
desarrollo de las enseñanzas de los sramanas, después asimilada en el hinduismo
brahmánico en la época de los textos Upanishads (de mediados del I milenio a. C.). El
concepto de karma jainista ha sido objeto de crítica por parte de las doctrinas rivales
como el budismo, el hinduismo vedanta o el hinduismo samkia.

Explicación teológica oriental acerca de la justicia divina


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El karma sería la explicación mítica que encontraron los orientales para entender por qué
―si se supone que Dios es justo― a veces a las personas buenas les suceden cosas
malas y a las personas malas les suceden cosas buenas. Cada uno estaría pagando
acciones que no recuerda, porque las cometió en vidas pasadas.

Según el Vedanta-sutra las reacciones del karma no se reciben en esta misma vida.

Ante la pregunta de por qué a veces sí se ve sufrir a un criminal en esta misma vida, los
hinduistas sostienen que en realidad estaría sufriendo las reacciones de una vida anterior,
o bien pagando el karma de acciones realmente perversas en la misma vida, pues
Yogananda dice que las acciones de extrema maldad suelen recibir el castigo en la misma
vida.

Si el karma que tenemos acumulado es de muchas vidas, una sola vida no bastaría para
«pagarlo» y «recogerlo» todo en una sola vida, sino que también se necesitarían varias.

Si el premio o castigo viniera automáticamente poco después (a los pocos


meses/días/minutos) el karma sería evidente y no seríamos libres, o no tan libres. Por
tanto castigos y premios pueden venir muchos años después o muchas vidas después,
cuando las condiciones son propicias, también según Yogananda.

Según el hinduismo, Dios es neutral, y ha dejado a los semidioses la ejecución de la ley


del karma, con sus premios y sus castigos. En cambio, según Yogananda, no habría
ministros para ejecutar la ley del karma, sino que esta se ejecutaría a sí misma como ley
cósmica, astral o espiritual de forma automática.

Lo bueno o malo que le sucede a un ser humano no sería algo debido a la voluntad de
Dios o las deidades (que es siempre amorosa), sino el resultado de los propios actos.

El karma en la cultura popular


Según una encuesta en Internet, el 27 % de los estadounidenses creen en la
rencarnación.[22]​

El músico británico y exbeatle John Lennon (1940-1980) tiene una canción llamada
Instant karma (1970).
El músico británico Boy George (1961-) tiene una canción llamada Karma chamaleon
(‘camaleón del karma’, 1983); y en su canción Bow down, mister! (‘¡inclínese,
caballero!’, 1991), dice: «Si no tomas el voto, puedes comer la vaca sagrada, pero
también tomas el karma».[23]​
El músico argentino Charly García (1951-) tiene la canción llamada El karma de vivir
al sur (1987).
El músico argentino Fito Páez (1963-) tiene una canción llamada Nada más preciado
para mí (1987) que dice: «Tu amor es un karma. Es parte de la red. Pero me hace
bien».
La banda británica Radiohead tiene una canción llamada Karma police (1996).
En la serie televisiva estadounidense My name is Earl (2005-2009), el personaje
empieza a creer en el karma a raíz de ganar la lotería.
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La banda Las Pastillas del Abuelo tiene una canción llamada ¡Viejo karma! (2012).
La banda La Vela Puerca tiene una canción llamada Todo el karma (2013).
La canción «Karma» de la banda j-rock Bump of Chicken suena en el opening del
videojuego Tales of the Abyss.
El videojuego de 2014 Infamous: Second Son relaciona su trama muy fuertemente
con los conceptos de karma y su «opuesto» (?), el dharma.

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