Wilches - Chaux
Wilches - Chaux
Wilches - Chaux
1998
La Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina: LA RED
tiene el orgullo de presentar el primer volumen de la Guía de LA RED para la Gestión
Local del Riesgo en América Latina también conocida como Auge, Caída y Levantada
de Felipe Pinillo, Mecánico y Soldador o Yo voy a correr el riesgo.
Fruto de un largo proceso de trabajo colectivo, este material pone más énfasis en la
gestión del riesgo que en el manejo de los desastres, en los desastres de pequeña y
mediana escala que afectan a todos los países de la región todos los años que en las
catástrofes grandes pero eventuales, y está dirigido a los actores locales de las
municipalidades, comités locales, ONGs y otros que son los que están en la línea de
fuego de la gestión del riesgo, en vez de dirigirse a funcionarios nacionales e
internacionales; buscando hacer un deslinde claro con la mayoría de los materiales de
capacitación que existen sobre desastres en la región, que privilegian las tareas de
respuesta y de preparativos. Es también una oportunidad de volcar el enfoque de LA
RED hacia actores que hasta el momento no habían sido atendidos por la publicación
de los libros y la revista Desastres & Sociedad.
Vale decir que la Guía no es un "Manual" para enseñar paso a paso cómo hacer la
gestión del riesgo a nivel local. Los riesgos locales y los contextos ecológicos y
humanos en los cuales estos se configuran en América Latina son tan heterogéneos y
complejos que cualquier "manual" inevitablemente chocaría contra especificidades y
culturas locales con recetas que inmediatamente resultan absurdas.
Por otro lado, no es y nunca ha sido propósito de LA RED imponer una "doctrina" de
gestión del riesgo que tiene que seguirse a la letra sino "desinventar" los enfoques e
ideas preconcebidas a través de procesos de auto cuestionamiento y reflexión. Con la
publicación de la presente Guía queremos abrir ventanas para imaginar y crear nuevos
paradigmas de gestión del riesgo en los escenarios locales: paradigmas que deben
reflejar la complejidad y diversidad de las tierras desde donde brotan.
De esta manera, a la vez que contar el -final de una historia empezamos a tejer los
primeros hilos de otra, en la cual la Guía sale de nuestras manos y mediante talleres y
pláticas, lecturas y sueños, saltos y sobresaltos empieza a internarse en las selvas y
desiertos, ciudades y pueblos, municipios y sistemas, bares y cantinas, parques y
playas de América Latina.
TABLA DE CONTENIDO
Para efectos de los temas que nos ocupan, los riesgos y los desastres, como
manifestaciones que son del fenómeno de la crisis -los primeros de crisis potencial
(situaciones de riesgo) y los segundos de crisis actual- podemos afirmar como los
chinos, que ambos constituyen simultáneamente peligros y oportunidades.
¿ Qué determina, entonces, que un riesgo o un desastre se vayan por el camino del
peligro y desemboquen en un deterioro definitivo de la calidad de vida individual y
social, o que se vayan por el camino de la oportunidad y se conviertan en una mejor
calidad de vida y en unas mejores y mutuamente más "seguras" relaciones de la
comunidad con el ambiente ? ¿ Quién "hace" la diferencia ?
Todos y cada uno de los factores de vulnerabilidad que analizamos en la primera parte
de esta cartilla (ambientales, físicos, económicos, organizativos, políticos, ideológicos y
culturales, educativos, institucionales), tienen que ver, unos más, otros menos, con la
capacidad o incapacidad de los actores sociales para asumir esa responsabilidad.
sentido más amplio del término) que les facilita a los actores sociales analizar una
situación determinada y tomar de manera consciente las decisiones que permitan que el
proceso avance por el camino de la oportunidad y no por el camino del peligro.
O, en otras palabras, una herramienta que permite convertir las amenazas y los factores
de vulnerabilidad en oportunidades de cambio positivo : pasar del riesgo global a la
sostenibilidad global.
Si bien el término gestión del riesgo aparece como novedoso, la realidad es que la Vida,
los seres vivos, hemos logrado permanecer sobre la superficie de La Tierra durante
cerca de cuatro mil millones de anos, debido a que, cada uno a su manera, hemos
"realizado las evaluaciones" y liemos "adoptado las decisiones" que, en conjunto,
constituyen una verdadera gestión del riesgo. (Colocamos las dos frases entre comillas,
porque en procesos como la denominada selección natural no existen evaluaciones y
decisiones en sentido estricto, tal y como los entendemos los seres humanos, sino
procesos aparentemente ciegos11 que favorecen la supervivencia de las especies -o de
los individuos dentro de las especies- mejor adaptadas a unas determinadas
condiciones ambientales). Las formas vivas que no han sido exitosas en su “gestión”
(cientos de millones de especies) de hecho han desaparecido del planeta.
Con la aparición de los seres humanos hace 50 mil años -y con nosotros la Cultura
humana- esas “evoluciones” y esas “decisiones” dejan de depender de factores
meramente aleatorios (en manos del azar) para adquirir la connotación con que las
entendemos los seres humanos. Es decir, que verdaderamente analizamos situaciones
y decidimos cómo actuar frente a ellas.
Cuando al principio de esta Guía explicamos el concepto según el cual los desastres
son riesgos no manejados, colocamos el ejemplo de un pescador que incursiona aguas
adentro en un río caudaloso o en el mar y que sabe que siempre corre el riesgo de
naufragar, sencillamente porque su embarcación, que es más pesada que el agua,
siempre deberá enfrentar la posibilidad de hundirse en determinadas circunstancias. Sin
embargo, decíamos, el pescador maneja el riesgo, por una parte, reduciendo la
vulnerabilidad de su embarcación (reparando cualquier grieta a través de la cual se
pueda entrar el agua, manteniendo en buen estado las velas y el timón), por otra parte
perfeccionando sus conocimientos y técnicas de navegación (lo cual significa reducir su
propia vulnerabilidad como marinero y pescador), y por otra, reduciendo en lo posible
las amenazas existentes en el medio (no saliendo a pescar en días de tormenta o
huracán, esquivando acantilados y bancos de arena, etc.).
Ese pescador de hecho está aplicando la gestión del riesgo, aunque no sólo no utilice,
sino que seguramente ignore, el término técnico. Las comunidades a lo largo de su
historia, han realizado una gestión eficaz tendiente a evitar en lo posible las amenazas y
a reducir su debilidad o vulnerabilidad frente a las mismas: podríamos afirmar que en
11
Aunque en este momento, a la luz del llamado post-darwinismo, se cuestiona qué tan ciegos
son realmente los procesos de selección y coevolución y si no existe una especie de
"intencionalidad" no consciente en el desarrollo de la Vida en el Universo.
gran medida ese es -o fue- el principal objetivo de la Cultura (en cualquiera de sus
expresiones: la vivienda, la relación con la vegetación, el suelo y el agua, el lenguaje,
los mitos, etc.). Cuando la Cultura pierde ese objetivo (vulnerabilidad cultural), se
convierte no sólo en un factor de mayor debilidad, sino en un elemento creador de
nuevas y mayores amenazas (tal y como sucede con el llamado desarrollo, según la
concepción predominante del mismo).
Más que "inventar" nuevas herramientas, la gestión del riesgo busca recuperar, valorar,
sistematizar, hacer expresas y conscientes, y por supuesto, mejorar y fortalecer a la luz
de los actuales conocimientos científicos y de los avances tecnológicos y
metodológicos, las estrategias muchas veces aisladas, dispersas y no siempre reconoci-
das, que han desarrollado las comunidades en su afán de adaptar su propia dinámica a
las exigencias de un medio ambiente en permanente transformación.
Como resultado de esa sistematización debe surgir, por parte de los actores sociales,
una propuesta de intervención, consciente, concertada y planificada, tendiente a
encaminar la comunidad hacia el llamado desarrollo sostenible, entendido como se ha
entendido aquí, de manera global. La gestión del riesgo no es distinta, entonces, de la
gestión del desarrollo sostenible. Incluye si temas como la prevención de amenazas
(cuando ello sea posible), la mitigación de la vulnerabilidad, la atención a los desastres
(preparación, atención a las emergencias y rehabilitación) y las actividades de
reconstrucción física y recuperación de ecosistemas y comunidades afectadas por un
desastre, pero va más allá. La gestión del riesgo más que un tema que tenga que ver
específicamente con los desastres, es un tema que tiene que ver con el desarrollo.
Así como, al describir las características del riesgo, dijimos que éste posee el carácter
de diferenciado, así sobre un mismo proceso o sobre algún aspecto particular de ese
proceso, cada actor social tendrá sus propias interpretaciones y responsabilidades, de
acuerdo con la manera como se relacione con ese aspecto de la realidad. Esto quiere
decir que ni todos los actores van a compartir las mismas prioridades, ni todos van a es-
tar de acuerdo con unas mismas estrategias de gestión con las cuales, mientras unos
resultan beneficiados, otros pueden resultar perjudicados.
Veamos algunos ejemplos : un alcalde prohibe la extracción de piedra y arena del lecho
de un rio que atraviesa el perímetro urbano de su municipio, por considerar que esa
actividad está alterando el cauce y generando un riesgo para los barrios aledaños.
Inmediatamente surge la oposición de los grandes y pequeños extractores y co-
merciantes de "material de arrastre", que derivan, su subsistencia unos, su lucro
económico otros, de esta actividad. También se oponen todos los empresarios del
sector de la construcción, que necesitan de esos materiales.
Otro ejemplo : las autoridades de una ciudad expiden un estricto código de urbanismo
en el cual prohiben la construcción en un determinado sector que, por la enorme
pendiente y las características del suelo, se convertiría en zona de riesgo para quienes
llegaran a habitarlo. Los propietarios de los terrenos y las empresas urbanizadoras, que
Y un tercer ejemplo : atendiendo la presión ejercida por los habitantes de la ciudad, las
autoridades ambientales declaran como áreas protegidas las cabeceras del río de
donde el acueducto obtiene el agua. En esas cabeceras, sin embargo, habitan una gran
cantidad de familias campesinas que desde hace muchos años se dedican a la
fabricación de carbón vegetal, que luego venden en los asaderos de pollos de esa
misma ciudad. La medida de las autoridades ambientales cuenta con el apoyo de la
ciudadanía que resulta beneficiada en su condición de usuaria del agua, y con el
rechazo de los campesinos carboneros y de los propietarios y clientes de los asaderos.
• Recordar que los individuos que se aprestan a negociar son, ante todo, seres
humanos con problemas y limitaciones.
• Hay que tratar de buscar detrás de las posiciones rígidas, el afán de satisfacer
necesidades humanas como salud, urgencias económicas, seguridad, etc.
• Buscar acuerdos y propuestas que beneficien a todas las partes sin producir ni
ganadores ni perdedores.
El símbolo chino del YIN y el YANG también nos ayuda a visualizar y a entender la
naturaleza contradictoria, dinámica y cambiante de los procesos y de los sistemas. La
relación entre VULNERABILIDAD GLOBAL y SOSTENIBILIDAD GLOBAL, al igual que
la relación entre PELIGRO y OPORTUNIDAD, constituye una tensión permanente, en la
cual ambos elementos no sólo se encuentran activos y presentes, sino que en la medida
en que avanza el proceso, lo que hoy es PELIGRO mañana se puede convertir en
oportunidad, y lo que hoy es OPORTUNIDAD mañana se puede convertir en PELIGRO,
Asimismo, lo que hoy es un factor de SOSTENIBILIDAD, mañana se puede convertir en
factor de VULNERABILIDAD, y viceversa (la bolita negra en el corazón del sector
blanco, y la bolita blanca en el corazón del sector negro, indican, precisamente, que
cada elemento posee en su propio interior el germen o la semilla de su contrario).
Por eso es que en el proceso-sistema social de la GESTIÓN DEL RIESGO, los actores
mal podrían decir: "Ya. terminamos: el riesgo ya está controlado", salirse del escenario e
irse a sentar en la platea de los espectadores. Mientras los actores sociales se quedan
sentados, la dinámica de la realidad sigue adelante.
Tomemos uno por uno los factores que analizamos a partir de la página 44 al hablar de
la vulnerabilidad global y pensemos, a partir de nuestras propias experiencias y
realidades, a qué estrategias podríamos acudir para convertir la vulnerabilidad en factor
de sostenibilidad, e identifiquemos también cuáles serían los actores sociales con mayor
posibilidad real de incidir para que las estrategias propuestas se pongan efectivamente
en marcha. Recordemos que cada comunidad y cada proceso social y ambiental son
únicos y particulares, y que mal podríamos aplicar una receta genérica, que sirviera con
la misma eficacia en todas las situaciones. Una de las responsabilidades de los actores
sociales es, precisamente, interpretar las características de su realidad particular y
promover las estrategias que tengan capacidad de echar raíces y de germinar en esa
realidad, en y a partir del "suelo" local.
FACTORES ECOLÓGICOS
VULNERABILIDAD SOSTENIBILIDAD
Ocupación y explotación de los Gestión integrada de ecosistemas.
ecosistemas teniendo en cuenta
solamente criterios de beneficio
económico a corto plazo.
Existencia de conflictos entre el uso Planificación del uso del suelo
potencial (para qué sirve) y el uso
actual (para qué se está usando) del
suelo.
Desconocimiento del concepto de Incorporación del concepto de riesgo en la
12
WILCHES-CHAUX, Gustavo. "Introducción al concepto de sostenibilidad global" Popayán,
1996.
FACTORES ECONÓMICOS
VULNERABILIDAD SOSTENIBILIDAD
Dependencia de un número limitado de Diversificación económica
fuentes de recursos.
Economía basada en criterios de lucro Economía basada en criterios de largo plazo,
a corto plazo sin considerar costos eficiencia y rentabilidad ambientales y
ambientales ni sostenibilidad en el sostenibilidad global.
mediano y largo plazo.
Imposibilidad de acceder a los Acceso a los mercados con productos
mercados con productos transformados
transformados (valor agregado).
Competitividad basada en subsidios Competitividad basada en calidad total de los
gubernamentales. bienes y servicios.
FACTORES SOCIALES
ASPECTOS POLÍTICOS
VULNERABILIDAD SOSTENIBILIDAD
ASPECTOS EDUCATIVOS
VULNERABILIDAD SOSTENIBILIDAD
ASPECTOS INSTITUCIONALES
VULNERABILIDAD SOSTENIBILIDAD
Ausencia de gobernabilidad. La Gobernabilidad. Aún cuando exista debate, la
comunidad no acata ni les reconoce comunidad acata y reconoce las decisiones
legitimidad a las decisiones de las de sus autoridades como emanadas del
autoridades. poder otorgado en virtud de un consenso
social.
La rigidez de las normas impide una Las normas nacionales constituyen un marco
ágil acción del Estado y sus rector de la acción institucional, pero
instituciones para responder de permiten adecuar las Gestión del Estado a
manera adecuada a las exigencias del las características de cada momento
medio. histórico y de cada comunidad en particular.
El carácter centralista y jerarquizado La estructura del Estado y de sus
de las normas impide el acceso de los instituciones permite y estimula la
actores "no formales" de la comunidad participación de las comunidades en las
a los niveles de decisión. instancias de decisión y ejecución.
El nivel local es un mero receptor de
las decisiones jerárquicas y
unilaterales emanadas del nivel
central. Las normas no permiten
adecuar la acción del Estado a las
particularidades del nivel local.
Consciente o inconscientemente, las Las normas se conciben como herramientas
normas se conciben como un para facilitar y orientar la acción concertada
instrumento para bloquear la acción del entre el Estado y la comunidad.
Estado y la comunidad.
El Estado y las instituciones se El Estado y las Instituciones se administran
administran en función exclusiva de en función de estimular procesos y dinámicas
obtener productos físicos o materiales de largo plazo, capaces de generar
(e "inaugurables") en y para el corto productos concretos a lo largo de su
plazo. desarrollo.
ASPECTOS ORGANIZATIVOS
VULNERABILIDAD SOSTENIBILIDAD
Inexistencia de formas reales y Existencia y fortalecimiento de la sociedad
efectivas de organización de la civil.
sociedad civil.
Líderes no representativos y al servido Formas legítimas y representativas de
de intereses ajenos a la comunidad. organización y liderazgo.
Visión autocrática del liderazgo. Visión pedagógica del liderazgo, que propia
la participación de la comunidad.
Participación meramente formal y sin Espacios reales y eficaces de participación.
acceso efectivo a las instancias de Poder ciudadano (empowerment).
decisión (Yo participo, tu participas... Eficacia política y social de la acción
ellos deciden). ciudadana.
Poder hegemónico de la visión Perspectiva de género en todos los niveles
"machista". de decisión y gestión.
"Ni el patrimonio económico cultural heredado del pasado, ni la importancia política y los
medios financieros que el Estado atribuya a sus ciudades, serán suficientes si no se
produce la movilización de sus propias fuerzas, para lo cual se requiere que las
ciudades dispongan de una fuerte identidad sociocultural y de un liderazgo político
autónomo y representativo y, sobre esta base, generen proyectos colectivos que pro-
porcionen a la sociedad la ilusión movilizadora de todos sus recursos potenciales."
páginas anteriores, que los afectados por un desastre, tanto a nivel de comunidad como
de autoridades, quedan automáticamente en situación de minusválidos, incapaces de
tomar decisiones o de asumir el manejo de la emergencia. La movilización autónoma y
espontánea que se genera en una comunidad inmediatamente después de que ocurre
un fenómeno desencadenante de un desastre, comienza a ceder terreno y llega incluso
a paralizarse a medida que la avalancha de actores, "donaciones", "auxilios" y recursos
externos, comienza a desplazar a los afectados, muchos de los cuales no dudan en
asumir el papel de "victimas indefensas" que les asignan los medios de comunicación y,
en general, quienes, con la mejor voluntad pero con actitud mesiánica, acuden "a
salvarlos".
Sin embargo, cuando el desastre no se mira exclusivamente como una situación puntual
de emergencia, sino que se entiende como el resultado de un proceso de largo plazo
que se extiende hacia atrás y hacia adelante del momento cuando se produce el
fenómeno desencadenante; es más, cuando existe conciencia del desastre como
actualización de un riesgo que se ha construido socialmente a lo largo de toda la historia
de la comunidad afectada mediante la acumulación en un mismo escenario de
amenazas y vulnerabilidades, se vuelve necesario redefinir también el papel de la
intervención externa, en función de fortalecer la autonomía y la capacidad de acción y
decisión de los actores locales.
De allí que, con miras a pasar no sólo en la teoría, sino también en la práctica, del
enfoque de producto que confunde el manejo del desastre con la atención a la
emergencia, al enfoque de proceso, que traslada los mayores esfuerzos hacia la gestión
del riesgo, se convierta en prioritario el fortalecimiento de la capacidad de gestión de los
actores locales. Lo que el autor costarricense Manuel Arguello ha denominado la
construcción local de poder hacia la autogestión13 y que podría servir de traducción al
término inglés empowerment.
13
Argüello Rodríguez, Manuel. “Análisis comunitario de tipo participativo para la prevención y
mitigación de desastres”, en “Viviendo en Riesgo”. LA RED, 1994. Pag. 166.
De allí que insistamos en que debemos superar la definición del diccionario, según la
cual la participación equivale a "tener parte en algo o de algo", para adoptar el concepto
según el cual la participación significa ser parte de un proceso. O, de conformidad con la
teoría que afirma que cada elemento constituye un "fractal" resumen cualitativo del
sistema o proceso al cual pertenece, la participación deberá entenderse como ser uno
mismo el proceso o como ser uno mismo una expresión de ese proceso.
Para efectos del tema que nos ocupa, podríamos entender la participación, entonces,
como el proceso mediante el cual cada uno de los actores sociales asume su papel y su
responsabilidad en la gestión del riesgo, a partir de una reflexión consciente sobre su
responsabilidad en la construcción de los distintos (actuales y potenciales) escenarios
de riesgo.
Asimismo, debemos resaltar que, para bien o para mal, el precio de la verdadera
participación es la responsabilidad de quien participa en la toma y ejecución de las
decisiones que afectan a la comunidad y su entorno : una responsabilidad que en las
relaciones verticales o paternalistas entre actores externos y actores locales, asume
exclusivamente quien impone de manera unilateral las decisiones.
La participación, entonces, más que un requisito formal o una acción puntual, debe
llegar a constituir una "manera de ser" de la comunidad y expresarse en todas las
etapas del proceso de gestión del riesgo y, en términos más generales, de la gestión del
desarrollo, desde el diagnóstico de necesidades hasta la ejecución y evaluación de los
proyectos, pasando por la identificación de alternativas, el diseño de propuestas y la
toma de decisiones. Existen herramientas debidamente ensayadas y validadas para
facilitar la participación de las comunidades urbanas y rurales en las etapas técnicas de
la gestión, las cuales cumplen su objetivo dentro de una atmósfera de decisión política y
organización de la comunidad, claramente orientada hacia la construcción de procesos
democráticos y participativos que fortalezcan la autonomía y la capacidad de
negociación de las comunidades.
14
WILCHES-CHAUX, Gustavo. “Introducción al concepto de sostenibilidad global”. Popayán
15
Ver MASKREY, Andrew. “Comunidad y desastres en América Latina: Estrategias de
intervención” en “Viviendo en Riesgo”. LA RED, 1994. Pág. 44
"...el capital social -capacidad de los individuos de trabajar junto a otros, en grupos y
organizaciones, para alcanzar objetivos comunes- debe ser considerado como parte
integral de los recursos naturales con que cuenta una nación. (...) La adquisición del
capital social exige la habituación a las normas morales de una comunidad y, dentro de
este contexto, la adquisición de virtudes como lealtad, honestidad y confiabilidad."
La organización local para la gestión del riesgo debe surgir como el producto del
encuentro de la población (sus grupos, líderes y organizaciones) con las instituciones
(públicas y privadas) y los demás actores sociales comprometidos con el desarrollo de
la comunidad, el municipio, la región o el país. Todos estos actores deben llevar a cabo
en forma organizada y descentralizada, a través de comités regionales y/o locales, las
actividades propias de la gestión del riesgo, no solamente desde el punto de vista
operativo o en respuesta a situaciones de emergencia que se presenten de manera
eventual, sino como una acción rutinaria y permanente en situación de "normalidad",
desde un punto de vista técnico, científico y de planificación, de acuerdo con el ámbito
de su competencia y utilizando su conocimiento y su experiencia en la búsqueda de
alternativas para el desarrollo sostenible.
Los comités regionales y/o locales son espacios de concertación que representan al
conjunto de actores sociales del lugar. También deben ser espacios democráticos que
promuevan la participación real de la población en su interior.
Para una efectiva gestión de! riesgo, la participación activa de la población local, de sus
autoridades y de sus organizaciones es indispensable y decisiva, pero no suficiente. Se
requiere, también, la participación del gobierno central y regional, asi como los aportes
de las instituciones privadas presentes en el lugar. Al igual que, eventualmente, aportes
externos con el fin de llenar vacíos en las capacidades locales, pero siempre con miras
a superar esa vulnerabilidad.
Las organizaciones locales o regionales deben estar integradas a una red o Sistema de
mayor jerarquía (en términos no de "mando" sino de cobertura geográfica y de
complejidad de funciones), a través del cual se integren los distintos niveles que
participan o deben participar no sólo en la gestión del riesgo sino en la gestión del de-
sarrollo (nivel local, nivel departamental o regional y nivel nacional). Asimismo, las orga-
nizaciones locales y regionales deben constituir en si mismas un "fractal" o réplica
cualitativa del sistema al cual pertenecen (la parte como resumen del todo). Es así
como, entre otros atributos del sistema, la organización local debe ser igualmente
• Tiene respaldo político. Como base para lograr la convocatoria y unión de esfuerzos
interinstitucionales.
16
Ver en la Segunda Parte de este texto: "La organización institucional para la gestión de los
desastres".
17
Adaptado de CARDONA, Omar Darío, en "Prevención de Desastres y participación ciudadana
en Colombia” ''Viviendo en Riesgo". LA RED, 1994. Págs. 86-89.
Los municipios, y las autoridades que los representan, deben estar tan cerca como sea
posible a los problemas de las poblaciones, de manera que puedan establecer un
diálogo eficaz entre los múltiples actores e imaginarios presentes en un determinado
escenario de riesgo.
El municipio como expresión del Estado más próxima al ciudadano, debe ser repensado
y fortalecido, y debe concebirse como el representante de la comunidad local ante las
instancias regionales y nacionales, más que como el representante de éstas ante la
población local. El municipio debe entenderse como una totalidad en si mismo, en la
medida en que su actuación está referida al conjunto de la sociedad local. En cuanto
órgano de gobierno, se expresa en multiplicidad de frentes, tareas y responsabilidades.
El municipio debe ser también generador de políticas que permitan construir una entidad
y una identidad surgidas del respeto y la valoración de la diversidad, que tengan
legitimidad, que fortalezcan y auspicien la participación de la población y que
promuevan la comunicación y el diálogo colectivo. Debe propiciar el surgimiento de
capacidades de acción simultáneamente locales y globales, representativas y des-
centralizadas.
Para efectos de la gestión del riesgo, el diálogo comunitario que se desarrolla dentro de
los espacios de socialización resulta ser una herramienta efectiva en la obtención de
información sobre la realidad local, tal y como la interpretan los propios pobladores. El
"conversatorio" local debe entenderse como proceso de aprendizaje, tanto para los
miembros de la comunidad y sus autoridades, como para los agentes externos, situa-
ción que asegura la reflexión, el registro y el análisis de la información relevante, en
especial durante la fase de definición de necesidades (diagnóstico).
Es necesario, entonces, reforzar las redes y los contactos horizontales que le permitan a
la población aprender, enseñar y compartir información. Hay que formalizar canales
(hasta ahora casi completamente inexistentes) que permitan recoger los resultados de
anteriores experiencias locales de prevención y manejo de desastres, y sistematizar los
elementos metodológicos y técnicos susceptibles de ser adaptados y utilizados en nue-
vos contextos. En nuestras comunidades existe una enorme riqueza en materia de
experiencias espontáneas de adaptación de la comunidad a la dinámica de su entorno
que, en la medida en que se conozcan, evalúen y difundan, pueden servir de base para
establecer estrategias adecuadas de gestión ambiental.