Ventarron - Collud PDF
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Ventarron - Collud PDF
Preprensa: Julia Liliana Tocto Yovera (maquetación), Susy Esquivel y Herbert Gamarra Gil (corrección ortográfica)
Fotografías: Ignacio Alva Meneses, Eduardo Herrán, Marco Fasol.
Dibujo, Autocad: Manuel Olivos, Enrique Barriente y Alfredo López.
Pinturas al óleo: Guillermo Chávez.
Reservados todos los derechos. Queda prohibida, sin la autorización de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en
la ley, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento incluido el tratamiento informático.
Impreso en el Perú
Editorial Super Gráfica E.I.R.L.
Jr. Ica 344 - 346
Cercado de Lima
ISBN 978-612-46014-0-8
Hecho en el depósito legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2012-05938.
Contenido
PRESENTACIÓN
7
PRÓLOGO
9
AGRADECIMIENTOS 11
CAPÍTULO 1:GENERALIDADES
Walter Alva e Ignacio Alva
• La región. 14
• Arqueología de Lambayeque. 15
• Ubicación y ocupación del paraje. 17
• Los yacimientos, preservación y esfera cultural. 19
• Registros y publicaciones. 37
CAPÍTULO 2 ARQUEOLOGÍA
Ignacio Alva Meneses
• Descripción de los yacimientos 34
• Método de excavación 168
• Templo Huaca Ventarrón 184
• Conjunto Arenal 216
• Complejo Collud – Zarpán. 220
• Reocupaciones tardías 234
CAPÍTULO 3: ARQUITECTURA
Adine Gavazzi
• Estudio de la Arquitectura, metodologia y resultados. 247
CAPÍTULO 4: ARQUEOBIOLOGÍA
Victor Vásquez y Teresa Rosales
• Restos de fauna y vegetales en la unidad –IIIX
CAPÍTULO 6: CONSERVACIÓN
José Delgado Castro
• Métodos de la conservación 285
BIBLIOGRAFÍA 299
CREDITOS 301
Presentación
El presente volumen resume los resultados de la primera etapa del Proyecto de Investigación Arqueológica
en el Cerro Ventarrón y en el complejo Collud-Zarpán, iniciada en agosto del 2007. Nuestra excavación
en el centro ceremonial primigenio generó repercusión con el descubrimiento de Huaca Ventarrón, el
templo con el mural más antiguo del Nuevo Mundo. Sin embargo, en esta primera temporada solo hemos
intervenido una fracción del colosal conjunto de templos que ocupaban la falda oeste del cerro, construidos
a lo largo del Formativo Inicial -entre el 2900 a 1700 a. C.
Las excavaciones se realizaron de manera simultánea en el complejo Collud, donde logramos ubicar fachadas
de enormes templos construidos con adobes cilíndricos y revestidos en las últimas fases con enormes
bloques de piedra; este otro conjunto, sepultado por arena y reocupaciones, fue el centro ceremonial más
importante del valle durante el Formativo Temprano al Tardío, alrededor del 1700 a 400 a.C.; época en
la que se ampliaron las redes de riego y surgieron las primeras deidades regionales auspiciadas por el arte
de la cerámica, orfebrería y el repunte de la industria textil.
Es así como nuestro proyecto, financiado íntegramente por el Ministerio de Cultura del Perú a través del
Proyecto Especial Naylamp-Lambayeque, constituye una pequeña muestra de la importancia y logro de
la inversión del Estado en Cultura. Los resultados de la investigación revolucionaron el panorama de la
arqueología lambayecana esclareciendo los dos primeros periodos de la historia cultural antes ignotos,
confirmando que fue en esta región donde se inició y alcanzó esplendor una tradición cultural de 5000
años de antigüedad.
Se sumaron a los logros de la investigación las acciones para la puesta en valor y gestión del sitio con
apoyo del Fondo Contravalor Perú- Francia. Las comunidades del entorno se organizaron para prestar
servicios de turismo rural, y a mediano plazo estos resultados se verán dimensionados con la construcción
del Museo de Sitio y la ejecución de los programas previstos en el Plan Maestro, que tiene por objetivo
la recuperación y reconstitución de la memoria colectiva e identidad regional para transformar el sitio en
un polo de atracción científica, educativa y turística, fundamentando el valor del paisaje cultural como
eje de desarrollo sostenible.
Esta modesta publicación en formato de difusión financiada por Ministerio de Cultura del Perú, presenta
los resultados de la primera etapa de investigación, e insiste en demostrar el complejo significado de
los templos más antiguos, no solo relatando el proceso de la excavación, sino cotejando y comparando
para poder traducir las enseñanzas del pasado; de como la cosmología referida al centro del paisaje y los
vínculos de reciprocidad sustentaron uno de los focos de civilización más desarrollados en las Américas.
Ignacio Alva
Agradecimientos
Ratificando lo expreso en la dedicatoria, debo el primer agradecimiento a los ancestros lambayecanos
que forjaron las raíces de una de las civilizaciones más antiguas y admirables de América, cuyo legado
material ahora nos sustenta. A la par el agradecimiento al Ministerio de Cultura del Perú, pliego al que
pertenecemos y que financió esta primera etapa del Proyecto de Investigación Arqueológica Ventarrón-
Collud, cuyo resultado final es el presente libro; gracias a la inversión del Estado queda demostrado que
además de los importantes logros científicos y conocimiento de la historia, la investigación es la clave
para el desarrollo sostenible del patrimonio cultural, generando inclusión social y empoderamiento de
identidad regional.
Agradezco a mis padres, cuyo ejemplo de dedicación he asumido como derrotero, una misma trayectoria
en un campo vasto e inexplorado. Del mismo modo tomo como ejemplo y agradezco a los colegas
que con su entrega han logrado ampliar el panorama de la arqueología andina. A Adine Gavazzi, que
es un brazo del proyecto; lo mismo Marcia Arcuri, que está impulsando en Brasil la consolidación
de los lazos de cooperación científica ya ensayados. Al destacado doctor Peter Kaulicke, fundador
de la escuela de arqueología de la PUCP y especialista en el periodo Formativo, por el prólogo y la
invitación al VI Simposio Internacional de Arqueología. Al biólogo Víctor Vásquez, otro de los pilares
de la investigación y cuyo aporte, al igual que el de Gavazzi y Arcuri, se presenta en este libro. A los
doctores Henning Bischof, Yoshio Onuki, John Rick, Peter Fux, Peter Fuchs, Richard Burger, Elizabeth
Benson, Cristopher Donnan, Steve Bourget, Krzysztof Makowski y Carlos Elera, por los importantes
intercambios de ideas e interés permanente en la arqueología regional.
En el campo, el equipo de trabajadores llegó a sumar 120 obreros al inicio del proyecto, dirigidos por
jóvenes arqueólogos que tuvieron breve estancia durante el 2007: Juan Bracamonte, Carol Rojas, Alfredo
López Acosta, Pilar Soto, Denis Echeverría; seguidos del grupo de arqueólogos de la temporada 2008-
2011, en Ventarrón: Alindor Rojas y los practicantes de la Universidad Nacional de Huaraz que llegaron
gracias a gestiones del colega Renzo Ventura. En Collud el grupo de arqueólogos estuvo dirigido por
Francisco Valle Riestra y Samuel Castillo. Debo compartir y agradecer los logros con el conservador José
Delgado, quien como mi contraparte en la ejecución del proyecto alcanzó esmerados avances en la puesta
en valor y conservación del sitio. El agradecimiento permanente al grupo de profesionales, técnicos y
obreros destacados que aportaron a la gestión del proyecto con actitud de reciproco agradecimiento:
Herbert Gamarra, Manuel Olivos, Liliana Tocto, Alfredo López Calle, José Luis Delgado Monteza,
Enrique Barriente, Susy Esquivel, Rommel Ochoa, Yelca Reyes, Eduardo Silupu, Felipe Yman, Tomas
Sirlopu, Bernardo Alcas, Faustino Alcas, entre otros.
En el ámbito familiar a mi esposa Mariella Pérez, colega y condiscípula, su trabajo voluntario con
la sistematización del recojo y almacenaje de colecciones arqueobiológicas es de gran ayuda, juntos
emprendimos la residencia en el campo; por abrazar ese ideal agradezco también a nuestros cinco hijos.
Con igual sentido de familiaridad y confraternidad agradezco a los amigos que comparten y valoran la
grandeza de nuestra historia, a Guillermo Chávez quien ilustró páginas de este libro, a Francisco Díaz
y Luis Inga por salvaguardar el patrimonio; a los amigos Pedro León, Juan Mejía, Luis Buezo por su
aliento; a Rafo León con agradecimiento por su capacidad de mostrar el valor de lo auténtico. A los
fotógrafos Eduardo Herrán y Marco Fasol. Y a los visitantes y personas que directa o indirectamente
reconocen y alientan el trabajo que como equipo realizamos.
Ignacio Alva
Prólogo
Pese a sus características medioambientales especialmente favorables para la ocupación humana, la zona
norte del Perú, entre los valles de Jequetepeque y Lambayeque, extendiéndose hasta Piura con la sierra
colindante, ha captado la atención de los arqueólogos relativamente tarde fuera de algunas intervenciones
anteriores a la década de los ochentas. Pero gracias a una multitud de proyectos más recientes ésta se ha
convertido en una de las áreas más estudiadas, con resultados a menudo espectaculares que cubren la
historia del Perú Antiguo en toda su extensión de más de 12000 años.
El valle de Lambayeque con su complejo de ríos y su notable extensión ha sido estudiado mayormente
para los periodos más tardíos. Complejos más tempranos como Huaca Lucía en Batángrande han sido
parte de proyectos de otros enfoques o han sido poco publicados como los cementerios extensos de
Morro Eten. De otros se sabe poco más que el nombre. Evidencias de sitios del Arcaico prácticamente
se desconocían.
Por ello se tiene que felicitar a Ignacio Alva por haber iniciado un proyecto de largo plazo en el 2007 que
cubre un lapso de más de 1500 años (Periodo Arcaico Final a Formativo Medio/Tardío) con resultados
espectaculares. Dentro de una perspectiva comparativa, el sitio Ventarrón del Período Arcaico Final es
particularmente interesante. Comparte con otros sitios largamente contemporáneos más hacia el sur la
construcción de plataformas superpuestas con accesos en forma de escalinatas y de edificios superpues-
tos aprovechándose de un macizo rocoso. Pero tanto el diseño de la arquitectura que cambia en tres fases
como la decoración en forma de relieves y murales y el material de construcción difieren marcadamente
de la arquitectura monumental más sureña hasta el punto que podría tratarse de una tradición propia
cuyo único representante hasta ahora es la Huaca Ventarrón.
Pero aún más sorpresivas son las construcciones en la falda del Cerro Ventarrón (El Arenal) que com-
parten las características constructivas de la arquitectura monumental señalada y, por ende, deben formar
un solo complejo. Aún no es posible estimar bien su extensión real pero parece ser notable. Si bien falta
excavar mucho hay toda la impresión de un centro complejo, quizá de unas 30 hectáreas, con diferentes
funciones que podría haber albergado una población sustancial. Por tanto, pese a tratarse del complejo
más norteño del Arcaico Final carece de características de periferia y sugiere la presencia de otros sitios
contemporáneos que deben ubicarse aún.
Los otros dos sitios donde Alva Meneses está trabajando son posteriores y corresponden al Formativo
Medio y Tardío. También se trata de arquitectura de varias fases, en el caso de Collud con una escalinata
monumental perfectamente conservada y un mural polícromo impresionante; tanto las características
constructivas como el mural le asignan una pertenencia al ámbito cultural Cuspisnique aunque los ado-
bes cilíndricos como material de construcción constituyen una particularidad. Por tanto, Collud y Zarpán
forman parte de una extensa esfera de interacción que he llamado Esfera de Interacción Cupisnique.
Un aspecto “colateral” pero también sumamente sugerente es la presencia de una alta densidad de con-
textos funerarios del Formativo. Unos cuantos de ellos Alva pudo encontrar intactos y, en su totalidad,
señalan la presencia de extensas áreas funerarias (cementerios). Como éstas también se conocen en otros
sitios de Lambayeque convendría dirigir mayor atención a ellas pese a su estado muy deteriorado ya que
permitirían mayores alcances sobre las sociedades del Formativo que habitaban en esta zona (¿dónde se
encuentran sus asentamientos?).
Al resumir estas breves notas, Ignacio Alva está contribuyendo en forma significativa al conocimiento de
una parte fundamental de la historia del Perú Antiguo que se ha visto algo relegada en las últimas déca-
das. La importancia de sus trabajos excede largamente el ámbito regional y conduce a replanteamientos
de ideas aún prevalecientes pero desactualizadas. Esta situación se debe, entre otras razones, a la reticen-
cia de publicar los datos con el fin de proporcionar material comparativo a los colegas y de compartir
hipótesis como las que están contenidas en este libro. Por tanto, hay que felicitar a Ignacio Alva por
dejar de lado esta actitud contraproducente y solo queda esperar que siga profundizando sus trabajos en
Lambayeque y que siga publicando sus resultados por el bien de la arqueología y el conocimiento más
sostenido de la historia del Perú Antiguo.
Peter Kaulicke
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La Región
Walter Alva e Ignacio Alva
La región de Lambayeque posee una especial ubicación y conformación geográfica, donde la angosta franja de la costa
se ensancha al noroeste, alcanzando la máxima amplitud en la frontera con la vecina región de Piura. Hacia la Sierra,
la cordillera tiene el nivel más bajo y angosto de todos los Andes Centrales, con poco más de 2200 metros de altura y
aproximadamente 60 Km. de distancia entre la vertiente oriental y occidental; esa situación única facilitó el tránsito e
interacción entre las áreas culturales del Pacifico, la Amazonía y los Andes Septentrionales. La actual delimitación territorial
abarca al Este el flanco occidental de la cordillera, surcada por cinco ríos principales que cruzan el territorio lambayecano
de este a oeste, formando los valles de Olmos, Motupe, La Leche, Chancay y Zaña. Fue en las llanuras de cada cuenca,
donde se desarrollaron las sociedades agrícolas más prolíficas y longevas de América, vastos espacios de cada valle fueron
incorporados progresivamente mediante elaborados y muy extensos sistemas de riego artificial, al punto que en la época
de mayor desarrollo tecnológico, conformaron la tercera parte de las tierras cultivadas del antiguo Perú1. Ese modelo de
crecimiento sostenido, en el que una civilización crea, amplía y se desplaza en función a las extensiones y anexiones de
una gran red de canales a lo largo de toda la secuencia cultural es comparable, salvando la dimensiones territoriales al
“despotismo hidráulico”2 de los grandes imperios del viejo mundo. En el caso particular de los Andes, la circunscripción
de los recursos3, territorios aislados y valles de corto recorrido, determinaron sistemas culturales basados en la integración
ideológica e interacción económica alrededor del culto al agua4.
La extraordinaria situación de la región debería haber brindado derroteros para entender su relevancia en el desarrollo
cultural de los Andes, considerando que el desarrollo civilizatorio se adapta a las condiciones geográficas y ambientales, y
que una base económica estable, rutas accesibles y permanentes de intercambio resultan decisivas. Nuestra investigación
permitió reconocer que fue en el valle de Lambayeque donde surgió el primer centro ceremonial de la región, cuyo prestigio y
discurso estaba fundamentado en la relevancia del paisaje ritual y la bonaza del clima; tal despliegue en una época tan antigua
no tiene parangón en América. Las ventajas en el orden de recursos y clima favorecieron el desarrollo sostenido de una de
las tradiciones culturales más sobresalientes y duraderas; el territorio dotado del mejor clima de la costa, ni extremadamente
cálido ni húmedo, fomentó la primigenia industria del algodón, para redes y vestimentas, además de diversos cultivos cuyo
centro de origen fue la costa norte del Perú; el paraje sagrado cuya geología y alineamientos describían un escenario ideal,
surcado por el caudaloso río y la cercanía del mar abundante de vida, representó para la primera civilización el paradigma
de la abundancia de recursos; la arquitectura ceremonial empoderó entonces el concepto de «eje del cosmos»5.
Fig. 1 Recreación del continente sudamericano indicando la ubicación de la región Lambayeque, adaptado de GEO, W.Wuster .
12
ARQUEOLOGÍA DE LAMBAYEQUE
Hasta hace unas cuatro décadas se consideraba que la región
de Lambayeque, a pesar de sus extraordinarios monumentos
y testimonios arqueológicos, solo recibió influencias o habría
sido integrada al desarrollo de culturas generadas en otras
regiones, la falta de investigaciones sistemáticas fomentaba
esa percepción. El limitado conocimiento se basaba en
exploraciones, proyectos arqueológicos de corta duración o
estudios sobre colecciones de objetos descontextualizados. Los
restos culturales más antiguos eran los ornamentos orfebres
del estilo Chavín procedentes de Chongoyape, estimados en
ese entonces como manifestaciones expansivas de esa cultura
considerada matriz o pan-andina9.
En 1987, el mismo W. Alva, respondiendo a una pesquisa Fig. 5 Pieza de collar, cabeza de felino, estilo Mochica, saqueada en Sipán, MTRS.
policial inició el salvataje de varias tumbas de la nobleza
Mochica (200-500 d.C.) en Sipán20; el descubrimiento de tumbas
de élite permitió comprender el alto desarrollo alcanzado en
el valle, sustentado en el potencial agrícola impulsado por el
uso de herramientas de cobre. Las elevadas pirámides truncas
de Sipán, configuraban la magnífica capital teocrática del
valle medio y competían en monumentalidad con la enorme
plataforma de Pampagrande21 del valle alto.
La dispersión del modelo de aldeas con marcados espacios ceremoniales fue la simiente para el surgimiento
del centro ceremonial en el cerro Ventarrón durante el Formativo Inicial; cuando se concentró la población
en esta zona con mayor oferta de recursos y la arquitectura monumental surgió como discurso ideológico
en torno a la centralidad del paraje sagrado. La población que ocupó esta fértil área del valle se sustentó en
la agricultura con industria del algodón; el producto textil generó interacción a nivel regional y dinamizó
la economía, iniciando un largo y sostenido proceso de continuidad cultural, marcado por el surgimiento y
colapso de los centros ceremoniales, a manera de reflujo cíclico, cada periodo finaliza por lo general con un
evento catastrófico de lluvias y se inicia con la fundación del nuevo centro en otra zona del valle, que alineado
con sus antecesores representaba el nuevo “eje del cosmos”.
15
La ubicación del cerro Ventarrón, cerca al río, permitió desde remotas épocas acceso a grandes concentraciones de
recursos; aún antes de la arquitectura ceremonial, el cerro fue un eje referencial importante que indicaba tanto a nivel
práctico como simbólico el centro del paisaje y la parte más estrecha del río; el portachuelo creado por la cercanía de los
cerros Ventarrón y Reque permitió un paso natural para el tránsito longitudinal intervalle norte- sur. Los ecosistemas del
bosque seco premontano y la ribera del río ofrecieron combustible y otros aprovisionamientos de fácil acceso; teniendo en
cuenta que el río reduce su caudal con el descenso estacional, dejando playas cultivables en el lecho arenoso, es probable
que en esas áreas se dieron los primeros pasos de la domesticación de cultivos en la costa norte. Fue la progresiva
creación y manejo de infraestructura de riego y los niveles de organización e interacción social alcanzados por la industria
algodonera, el sustento para el surgimiento de la alta civilización en la comarca del cerro Ventarrón durante el Formativo
Inicial; desde ese momento se empezó a tejer lo que en cuatro milenios se convertiría en una de la redes hidráulicas más
elaboradas de América, uno de los ocho centros de origen de los cultivos en el mundo.
Durante el segundo ciclo cultural, entre el Formativo Temprano a Tardío, con la fundación del centro ceremonial Collud,
el riego debió extenderse a toda la llanura baja. Después, durante los dos periodos siguientes de los estados y reinos
regionales, con los Mochicas en Sipán y Pampagrande, las grandes capitales se extienden valle adentro y se logra anexar
el valle de Zaña contiguo al sur. Luego con los Lambayeque se emprende la construcción de un gran canal al noreste
de la cuenca27, que imprime una nueva orientación geopolítica, integrando mayores áreas agrícolas, promoviendo el
surgimiento de grandes ciudades y sus satélites.
Fig. 8 Mapa físico del valle Lambayeque, indicando la ubicación del cerro Ventarrón.
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Fig. 9 Foto satelital Google earth, se señala la secuencia de los yacimientos en el ámbito del cerro Ventarrón.
Fig. 11 Cara oeste del cerro Ventarrón, formaciones simétricas, alineadas y coloridas.
Fig. 14 Grupo de rocas con petroglifos, falda oeste del cerro Ventarrón.
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COMPLEJO VENTARRÓN
El templo Huaca Ventarrón y los edificios de “Arenal” en la falda oeste del cerro, conformaron el primer y más extenso
centro ceremonial de la región, las remodelaciones lo mantuvieron en uso continuo entre el 3000 al 1700 a.C.; lapso
que según las cronologías estilística y procesal correspondería al periodo Precerámico Tardío o Arcaico Superior, pero
las últimas propuestas sobre cronología33 han optado por abarcar dentro del Formativo Inicial o Inferior a esta etapa
del surgimiento de los centros ceremoniales. La controversia sobre la terminología recién ha empezado y precisamente
Ventarrón forma parte de la polémica; pues a pesar que no existieron ciertos medios como cerámica debido al uso de
calabazas (Lagenaria siceraria), la gran complejidad en la organización social y la arquitectura ceremonial se deben tomar
como la base de una cronología local. Resulta adecuado entonces aplicar el término Arcaico o Precerámico al periodo
aldeano, previo a la arquitectura ceremonial que corresponde al Formativo Inicial.
El centro ceremonial primigenio, excavado solo en una pequeña porción, se extendía probablemente por 30 hectáreas,
conformando una de las obras arquitectónicas más grandiosas y sofisticadas de la época. De manera semejante como
sucedía en otros valles, las edificaciones crecieron paulatinamente, rediseñando modelos adaptados a la conformación
particular del paraje, definiendo así los rasgos de la tradición cultural lambayecana. Si bien no podemos saber con exactitud
cuándo y en qué parte del cerro se alzó la primera estructura, resulta claro que hacía el 2500 a. C. ya se habría ocupado la
falda oeste con arquitectura ceremonial, y hacia el 2000 a.C. los monumentales templos estaban soberbiamente decorados
con arte mural. El extraordinario desarrollo sustentaba el poder ideológico dirigido al culto a la montaña y el agua; los
modelos arquitectónicos estructuraban, mesuraban y orientaban las nociones de tiempo y espacio en función a calendarios
astronómicos, alineamientos y redes camineras. La arquitectura monumental como interpretación y expresión cosmológica
permitió tomar posesión del paisaje en términos físicos y simbólicos; con la fundación del centro y las actividades de
construcción y reconstrucción periódica se ratificaban vínculos sociales y se produjo irradiación cultural. La celebración
de rituales y remodelaciones servían de motivación para sobreponer el ánimo colectivo ante los avatares de la naturaleza,
y/o afrontar emprendimientos rodeándolos de convicción mística; la arquitectura y sus funciones ceremoniales muestran
a lo largo de la secuencia cultural el deseo de integración de la sociedad con las leyes que rigen el cosmos.
Fig. 15 Cerro Ventarrón falda oeste, se aprecia la ensenada cubierta de arena y el templo contiguo al centro poblado, foto aérea de E. Herrán.
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• HUACA VENTARRÓN
Huaca Ventarrón era el templo principal del centro ceremonial primigenio, erigido sobre el último promontorio rocoso
en la falda oeste del cerro; la forma y orientación del afloramiento semejaba la conformación del cerro Ventarrón, como
una maqueta de la montaña sagrada, es lógico suponer que ese espacio constituyó un importante polo cultual tiempo
antes de construir las primeras estructuras, pues hemos comprobado con calas profundas, que existieron fogones sobre el
promontorio rocoso asociados a dispositivos muy elementales. El monumento ocupó el cuerpo rocoso central reservando
dos afloramientos a los lados, uno rojizo y bajo cien metros al norte, y otro contiguo al sur que es la prolongación del
afloramiento que le servía de asiento, este volumen rocoso simétrico separado por un estrechamiento de la formación,
complementaba las funciones ceremoniales del templo. El emplazamiento sobre la roca elevó desde el primer momento la
estructura dominando la amplia llanura, que se extiende sin obstáculos relevantes hasta el litoral; y que en aquella remota
época debió contener densos bosques y humedales. El acceso visual también permitía alinear el cerro Reque al sur, en la
otra margen del río, al suroeste las colinas Cerrillos34 que cierran el abanico del valle junto al morro Eten al pie del litoral, la
línea de playa más cercana debido a la desviación del perfil costero. Al norte del templo, frente a la portada, se enmarcaba
una elevación mediana, aislada y simétrica, parte de la misma formación Ventarrón, tiene una gran grieta vertical que
señala el norte. Esa posición en el centro del paisaje ritual permitía percibir el balance de los distintos volúmenes de las
colinas, alineamientos de redes viales y movimientos celestes.
En la primera fase el diseño del templo se adaptó a la conformación geológica del promontorio, respetando su orientación
desviada al noroeste, manteniendo ciertas rocas descubiertas y emergentes en la arquitectura, las fases siguientes cubrieron
la roca a medida que ampliaron la gran plataforma orientada al norte; su planta trapezoidal permitía abarcar los peñascos
de los vértices noreste y sureste. La orientación del templo era congruente con el alineamiento del cerro, y la fachada
escalonada de tres niveles también semejaba esa configuración. El acceso abierto al norte era directo, mediante una terraza
baja que soportaba la escalinata central; en la sumidad de la plataforma, el recinto central ocupó la mitad posterior de la
explanada, dejando un extenso atrio frente a la portada. En el flanco oeste un sistema de escalinatas amplias conducía
también a la cima, con tramos adecuados a los niveles escalonados de la fachada. La mayor densidad y complejidad
arquitectónica se acumuló en la esquina suroeste y el frente sur; ahí se concentraban estructuras para actividades
ceremoniales diversas, que probablemente se vinculaban al promontorio rocoso, el curso del río, el cerro Reque y la vía al
litoral. A medida que se fue dinamizando la actividad constructiva, se acortaron ciclos entre cada remodelación; y si bien el
monumento terminó por cubrir las rocas de su entorno inmediato, el volumen del templo siempre generó una proporción
simétrica, de dicotomía frente al afloramiento rocoso contiguo al sur.
Fig. 21 Promontorio rocoso al sur del templo, alineado con el cerro Reque. Fig. 22 Dispositivos de culto al agua, cavidad mayor, Huaca Ventarrón al norte.
Fig. 23 Dispositivo de culto al agua, cavidad mayor, llanura del valle al oeste.
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Cerro La Cal
• CONJUNTO ARENAL
Denominamos Arenal a la zona de la ladera oeste del cerro Ventarrón cubierta por una gruesa capa de arena eólica, que se
extiende unas treinta hectáreas aproximadamente, escalando hasta la tercera parte de la pendiente. Nuestras excavaciones
descubrieron porciones de una gigantesca estructura, más bien un conglomerado de edificaciones monumentales de
variado diseño y volumetría correspondientes a la misma secuencia de Huaca Ventarrón; constatamos que se usaron
similares tecnologías constructivas en la edificación de colosales terrazas escalonadas que soportaban escalinatas y sistemas
de recintos aglomerados o aislados, algunos con decoraciones murales en fachadas o banquetas. Sin embargo nuestras
excavaciones solo son atisbos en la magnitud del yacimiento totalmente sepultado por arena acarreada por el viento desde
el momento de abandono; en la gruesa capa eólica han quedado registrados cuatro grandes eventos lluviosos esporádicos
que aparecen como estratos medianos de grava y piedras arrastradas por la gran descarga pluvial, intercaladas con gruesas
capas de arena compuestas por decenas de finos lentes de arena endurecida formados a lo largo de un periodo de
estabilidad; el primero de estos eventos catastróficos fue probablemente el que destruyó el centro ceremonial obligando
al abandono y reubicación. Nuestras excavaciones lograron definir arquitectura ceremonial-administrativa en cuatro
subsectores, los edificios de distintas escalas estaban perfectamente adaptados al relieve, diseñados como una proyección
del cerro. En los cortes producidos por erosión y saqueo identificamos remodelaciones superpuestas que demuestran
una larga secuencia constructiva paralela a la de Huaca Ventarrón, y que se pueden calcular en un milenio de duración.
Resulta asombrosa la complejidad del conjunto, al punto que podría calificarse como una de las obras arquitectónicas más
sofisticadas de su época, tal dimensión permite compararla con los grandes centros contemporáneos de la costa central,
como Caral38 que alcanzó monumentalidad pero sin arte mural y sin asumir el simbolismo de centro frente a un referente
paisajístico. Estos atisbos obligarían a emprender mayores excavaciones a fin de entender y reevaluar la importancia de
Lambayeque en el proceso de civilización en los Andes.
Antes de la excavación existían pocos indicios de la arquitectura cubierta por arena, fue el intento de contextualizar los
restos de cerámica pertenecientes a tumbas profanadas del Formativo Temprano, diseminados entre centenares de pozos
de saqueo, lo que llevó a averiguar y descubrir la arquitectura monumental sepultada bajo la arena. Algunos pobladores
que participaron del saqueo comentaron que los entierros bajo la gruesa capa de arena eran intrusivos, pues cortaban y se
empotraban en paredes y pisos de estructuras de barro sepultadas; por esa razón fueron detectados fácilmente los sellos
de piedra de cada tumba usando varillas como sondas, diferenciándolos entre la arquitectura adosada a la escarpa; ese dato
y algunos paramentos que apenas emergían de la arena nos motivaron a excavar a profundidad el depósito eólico con el
objetivo de definir la real dimensión del centro ceremonial.
Fig. 27 Conjunto Arenal en la falda oeste del cerro Reque, intensamente saqueado.
26
El yacimiento fue reocupado en época tardía por la cultura Lambayeque (1000-1400 d.C.), superponiendo una serie de
estructuras monumentales con sus respectivas remodelaciones, mediante gruesos rellenos de nivelación que modificaron
la morfología primaria del yacimiento y terminaron por conformar la tercera parte del volumen. Por la reocupación se
convierte nuevamente en el centro administrativo ceremonial de máxima jerarquía del valle, pero sin alcanzar el nivel de
las grandes capitales asentadas en el valle de La Leche al norte. Collud reviste la mayor monumentalidad del conjunto,
con tres plataformas piramidales truncas de volúmenes decrecientes alineadas de sur a norte; mientras que sobre Zarpán
se acondicionaron plataformas medianas, plazas y corrales de camélidos. Registramos varios contextos funerarios de
la cultura Lambayeque en todo el yacimiento, que sumados a centenares de tumbas profanadas, son indicativos de una
intensa actividad ceremonial del complejo, que asumió función de necrópolis ligada a la colina ancestral.
Fig. 28 Complejo Collud- Zarpán, ambos rodeados por cultivos y Collud invadido, foto aérea de Marco Fasol.
27
• CONJUNTO COLLUD
La problemática más grave de Collud, luego de la expansión de
los campos agroindustriales, es la invasión del centro poblado
moderno que desde las primeras décadas del siglo XX extendió
las primeras viviendas alrededor de la casa del caporal, desde
ese momento a la fecha, se han ocupado tres cuartas partes del
monumento con más de un centenar de casas alineadas al pie de
las altas pirámides. El problema de la invasión se agrava día a día,
pues las construcciones sin espacio para extenderse empiezan
a crecer verticalmente afectando el yacimiento, mientras tanto
mantienen limitado su acceso a los servicios públicos ante
la imposibilidad legal de formalizar la invasión del patrimonio;
este grave problema que empieza a hacerse patente a partir
de nuestra investigación requerirá mayor atención e inversión
del estado implementando un proyecto de reubicación del
poblado que logre salvar el patrimonio y mejorar la calidad de
vida de los pobladores en un asentamiento definitivo.
• CONJUNTO ZARPÁN
El conjunto Zarpán, totalmente despoblado y cercano al pueblo
de Collud y a la ciudad de Pomalca fue depredado por décadas,
con mayor intensidad a mediados del ochenta, cuando varias
bandas de saqueadores de los distritos vecinos alentados por
la demanda de obras de arte del periodo Formativo acamparon
por meses; centenares de pozos separados por estrechos perfiles
muestran cortes de la secuencia estratigráfica compuesta por
arquitectura de las culturas Mochica tardío y Lambayeque con
adobes y rellenos de capas gruesas de escombros, basura y
en casos excepcionales niveles compuestos enteramente por
fragmentos de cerámica, superpuestas a la arquitectura del
Periodo Formativo formada por adobes cilíndricos y cónicos
y rellenos arenosos.
Como mencionamos, el hallazgo de la tumba con ajuar Fig. 33 Fragmento de cerámica recogido por Oscar Fernández,
orfebre promovió una larga campaña de saqueo sistemático
que duró, con menor intensidad, hasta poco antes de nuestra
intervención. Desde los años del saqueo, realizamos visitas
periódicas al sitio y pude reconocer gran variedad de estilos
cerámicos entre la abundante fragmentería desperdigada
producto de las excavaciones furtivas. La alfarería correspondía
a diferentes estilos del Formativo Temprano al Tardío, e
incluso Final; se encuentra distribuida con más densidad en la
mitad sur del conjunto. Ocasionalmente, el suscrito tuvo que
hacer averiguaciones y recuperar del mercado negro vasijas
completas o incompletas extraídas del sitio; un caso particular
es una botella escultórica que provendría del sector este de
Zarpán, representa una pierna cercenada con elaborados
símbolos incisos que mezclan rasgos animales y vegetales, una
alegoría del maíz que demuestra un elevado manejo plástico
y solvencia del mensaje iconográfico, emparentado con la
imagen de la corona saqueada y el mural que descubrimos en
Collud.
Fig. 35 Botella de cerámica, representa pierna cercenada. Fig. 36 Diseño inciso en la botella de cerámica pierna cercenada.
30
REGISTROS Y PUBLICACIONES
El primer registro fotográfico del cerro Ventarrón y el complejo Collud-Zarpán lo hizo Heinrich Brüning a inicios del
siglo XX; con extraordinaria maestría captó la cadencia de estructuras tardías de “pirca” en la cima del cerro, recintos
y murallas de una ciudadela fortificada, con elaboradas torretas de composición escalonada; también fotografió muros
de tapial, recintos y una bóveda subterránea ya destruidos en la falda del cerro Boró; y una panorámica de Collud; este
material fue publicado en una edición de 1990 del Museo de Hamburgo44. Más adelante, fue Paul Kosok en su publicación
“Life, land and water in ancient Perú” de 1965, quien describió el conjunto Collud, mostrando aerofotografías antes de
ser invadido por el centro poblado.
El arqueólogo Markus Reindel45 publicó en 1983 un estudio comparativo de la arquitectura en la costa norte, que incluye
descripción y plano de las estructuras tardías de Collud, sin notar la secuencia cultural más temprana que se ocultaba
bajo los edificios de la cultura Lambayeque. La misma omisión comete R. Ravines en el Inventario de Monumentos
Arqueológicos del Perú, Zona Norte; que registra en la Hoja 14-d-CHICLAYO, con el número 43, las estructuras tardías
reconocibles a simple vista en la ladera sur y cima del cerro Ventarrón, afiliadas al Periodo Intermedio Tardío y clasificadas
como centro poblado; sin incluir la plataforma Huaca Ventarrón y el sector Arenal del flanco oeste, desapercibido bajo la
capa de arena eólica. Del mismo modo, el complejo Collud figura en la misma hoja de registro con el número 42: “Collus”,
clasificado como pirámides de la cultura Lambayeque, identificando exclusivamente las estructuras tardías superpuestas.
El periodista e historiador ferreñafano José Maeda, cuando se desempeñaba como director del Instituto Nacional de
Cultura, visitó Collud ubicando pozos de saqueo que mostraban adobes cilíndricos, y publicó una nota el año 1992 en el
diario “El Comercio” señalando la existencia de templos sepultados a los que pertenecían las tumbas profanadas.
Reuniendo esos antecedentes y como anuncio premonitorio del inicio del proyecto, el suscrito publicó el año 2006 un
primer artículo sobre el cerro Ventarrón y el complejo Collud – Zarpán, en el suplemento cultural “Lundero” del diario
“La Industria”, con el título “Cerro Ventarrón en la Arqueología de Lambayeque” expuse observaciones producto de
reconocimientos continuos en el ámbito del cerro y el conjunto Zarpán, explicando la importancia de la zona para la
arqueología regional y la urgente necesidad de investigar. Ese mismo año, recibimos la visita del arquitecto norteamericano
Vince Lee, experto en arquitectura incaica, con él hicimos el primer plano a mano alzada de la ciudadela fortificada que
corona la cima del cerro Ventarrón y que fue fotografiada por Brüning.
Fig. 37 Ciudadela fortificada de piedra canteada, cima del cerro Ventarrón, foto E. Brüning.
31
Fig. 38 Falda sur del cerro Ventarrón, arquitectura tardía adosada a la pendiente, terrazas escalonadas.
Notas
1. Paul Kosok en “Life, land and water in ancient Perú” (1965), hace 19. Layzón, Importante templo del Formativo Temprano y Medio
énfasis en el desarrollo de los complejos sistemas de riego y centros ubicado en una colina que bordea el valle interandino de Cajamarca,
administrativos en la costa norte. investigado por la Misión Arqueológica Japonesa (Terada y Onuki,
2. Karl Wittfogel elaboró un modelo teórico del origen del estado, el 1985).
término “Despotismo oriental” (1957) procede del análisis comparativo 20. Sipán fue el gran centro ceremonial del reino Mochica del valle
de las sociedades imperiales de Asia donde el poder totalitario se basaba medio de Lambayeque durante la fase Media. El mausoleo funerario de
en el control de la tecnología de riego. la élite, que era el tercer cuerpo arquitectónico, fue salvado del saqueo
3. Robert Carneiro (1978), propuso una teoría del origen del estado y excavado sistemáticamente por W. Alva y su equipo, recuperando las
en la costa norte del Perú señalando como factor determinante la tumbas de dignatarios del más alto rango halladas hasta el momento
“circunscripción ambiental” y crecimiento de la tasa demográfica. (Alva, 2007).
C Renfrew y P. Bahn (1993) hacen una síntesis de la propuesta de 21. Pampagrande (Shimada 1994; Anders 1977), fue un centro
Carneiro; que es un modelo teórico a considerar para la región de ceremonial monumental de doscientas hectáreas situado en la parte alta
Lambayeque. del valle de Lambayeque, a 60 km. del litoral y al este de Sipán, del que
4. R. Carrión C. (1955) siguiendo la interpretación de su maestro J.C. probablemente fue contemporáneo en la última fase, pues la decadencia
Tello, estudió comparativamente las estructuras de culto al agua en de Sipán permitió a Pampagrande alcanzar hegemonía durante la etapa
distintas regiones de los Andes, como dispositivos para ritos agrarios Mochica Tardío.
inmersos en un universo ceremonial cosmocéntrico. Tello en una 22. Entre los arqueólogos pioneros de la investigación de la cultura
publicación reciente de la UNMSM (2004) “Expedición al Marañón de Lambayeque destacan H. Brüning (1922), Kosok (1965) Trimborn
1937” encontró semejanza entre los estructuras de canales ceremoniales (1979) J. Zevallos (1971).
de Cumbemayo con las acequias y estaciones del paraje en los andes 23. Chotuna fue un centro ceremonial monumental compuesto por
centrales donde documentó rituales de limpieza de canales al inicio de un templo mayor rodeado de templetes y largos muros que delimitan
la estación de siembra. plazas. Fue la primera sede del poder instaurado por la cultura
5. M. Eliade, explica en varios de sus tratados sobre la historia de las Lambayeque luego del colapso de Pampagrande. H. Brüning (1922-
religiones la materialización del “Eje del Cosmos”, en “Imágenes y 1989) dedujo acertadamente que Chotuna era la derivación del vocablo
Símbolos” explica como la comunidad primitiva concibe su entorno “Chot”, la primera cuidad que erigió el fundador “Ñaylap” según la
como un microcosmos y en esta imagen del mundo ubica el “Centro”, leyenda recopilada por Cabello de Balboa el 1586 (1955). C. Donnan
lugar sagrado por excelencia: “Aquí en este Centro lo sagrado se manifiesta (1998) entre 1982-1984 hizo las primeras excavaciones y registró
de modo total, sea en forma de hirofanías elementales o bajo la forma de epifanías murales en altorrelieve, que han sido puestos en valor (C. Wester y otros
directas de los dioses” (1974:42). 2010).
6. C. Levi Strauss en “Pensamiento Salvaje” (1997:72): “Las clasificaciones 24. Túcume fue la última capital teocrática de la cultura Lambayeque
indígenas no son solamente metódicas y están fundadas en un saber teórico durante la etapa tardía, consiste en un conjunto de templos erigidos
sólidamente armado. Llega a ocurrir también que sean comparables, desde el punto alrededor de la colina “La Raya”; su ubicación permitió el incremento
de vista formal, con las que la zoología y botánica siguen utilizando.” de la frontera agraria del valle La Leche. Se adecuó a la conquista Inca
7. M. Eliade (1974:45) es claro al afirmar que todos los templos funcionando durante este último estadío cultural. La investigación
considerados como Centros del mundo no eran sino réplicas fue patrocinada por el investigador y filántropo Thor Heyerdahl
multiplicadas de una imagen arcaica: la Montaña Cósmica. (1995).
8. Adine Gavazzi (2010:35) “Ya sea como texto que como tejido el paisaje es 25.Batangrande, sistemáticamente investigado por Shimada (1985),
reconocido y mapeado componiendo muchos elementos: la orografía animada de los fue el centro del poder político-religioso de la cultura Lambayeque
apus, la presencia de huacas, lugares sagrados y la de las comunidades” durante la etapa media, se erigió al declinar y a su vez fue sucedido por
9. Tello (1960) consideraba a Chavín “cultura matriz”, llegando a Túcume.
teorizar sobre el origen amazónico de las deidades, en oposición R. 26. En Nanchoc Dillehay (1992), registró artefactos líticos de tipo
Larco (1941) sugirió el origen costero de la cultura Cupisnique; y que unifacial y piedras para moler, lo que plantea la existencia de una
a la luz de los últimos descubrimientos y en espacial con Ventarrón y economía adaptada a los recursos boscosos locales. El yacimiento aparte
Collud se corrobora como acertado. de constituirse como el más antiguo de la región plantea importantes
10. Purulén 1600-1200 a.C. fue un importante centro ceremonial cercano cuestiones sobre los primeros brotes de cultura, como una temprana
al litoral del valle de Zaña, ubicado y excavado por W. Alva (1986c),se tradición cultural de carácter local.
recuperó cerámica en la parte baja de la fachada, que es considerada 27. Canal Taymi (Brüning, 1922), fue la obra de riego más amplia de la
como el estilo más temprano de la costa norte (H. Bischof). región emprendida por la cultura Lambayeque, se hizo tomando agua
11. Udima en el departamento de Cajamarca, corresponde a la sierra del río Lambayeque con bocatoma en la falda del cerro Pátapo desde
donde se origina la cuenca de Zaña, W. Alva (1986a) documentó donde parte el canal hacia el oeste surcando laderas de los contrafuertes
y excavó una serie de templos y santuarios enclavados en la zona de valle por una distancia de 30 km; hasta el valle vecino de “La Leche”
de Poroporo, en la naciente del río, encabezando una red de centros y la proximidad del cerro “La Raya”.
ceremoniales de altura que se articulaban con sus paralelos en los valles 28. Montículo 2 fue un templete de la cultura Mochica erigido en la falda
vecinos, durante el Formativo Medio y Tardío. oeste del cerro Ventarrón, formaba parte de una ciudadela circunscrita
12. La Compuerta es una zona del valle medio de Zaña, que abarca las una zona de la ensenada al norte de Huaca Ventarrón, se encuentra
colinas de la margen norte del río Zaña donde W. Alva y S. Meneses en proceso de investigación; ver capítulo de las ocupaciones tardías en
(1982) documentaron geoglifos de compleja factura y diseño, afiliados a este libro.
la esfera cultural Cupisnique. 29. Término “Geografía sagrada” propuesto por Townsend (1993: 30)
13. Cerro Corbacho es la colina que ocupa el centro de la llanura del comprende “las redes enclaves especiales que definían los dominios de la tribu
valle de Zaña, una posición semejante a la del cerro Ventarrón. W. Alva como las montañas, cuevas, manantiales, arboledas o ciertos lugares frente al mar se
(1992) refiere que extraordinarios ajuares de oro de estilo Formativo identificaban con acontecimientos míticos acaecidos durante los tiempos remotos de la
Medio y Tardío fueron extraídos por saqueadores, al parecer de creación, con hazañas de héroes ancestrales y seres totémicos o con las moradas de
estructuras funerarias tipo cámara. poderosas deidades y espíritus.
14. El sitio arqueológico del Morro Eten era un santuario, camino 30. Apu tutelar es una noción común al área Andina y las culturas
ceremonial y necrópolis, de probable culto al mar y el cenit ubicado al universales, Ventarrón representaría uno de los primeros referentes de
pie de la colina lindante con el litoral, excavado por W. Alva y C. Elera la correlación entre la arquitectura y la colina central de la cuenca como
(Alva y Elera 1980, Elera 1992). eje del paisaje ceremonial y clave de la estrategia territorial. M. Eliade
15. Huaca Lucía excavada en un sector por Shimada y otros (1983) era (1974) reconoce reiteradamente la importancia de la montaña como eje
el gran Complejo ceremonial del valle de Lambayeque, rivalizó con del cosmos en las culturas arcaicas.
Collud - Zarpán, ; indicador de la homogeneidad lograda por el factor 31. “Pacarina” o “Pacarisca” representa la fuente o lugar de origen en la
de emulación competitiva. mitología de los pueblos andinos. Según Rostworowski (1988:12) este
16. Pacopampa fue el gran centro ceremonial de la naciente de la cuenca sería uno de los principios centrales de la ideología andina en oposición
del valle Chancay - Lambayeque, fue contemporáneo a Poroporo. a los relatos de dioses creadores que son el acomodo de las enseñanzas
Excavado sistemáticamente por la UNMSM (Rosas H. y R. Shady, 1970; bíblicas hechas por frailes. “En los mitos sobre el origen de los diversos pueblos
Flores I, 1975; Fung R. 1975); y recientemente por la misma UNMSM los hombres surgieron espontáneamente de sus variadas pacarisca, en sus relatos
y la Misión Arqueológica Japonesa (Y. Seki y otros, 2010) contaban proceder de fuentes, cerros, lagunas o cuevas de las cuales brotaron listos
17. Huacaloma, importante templo del Formativo temprano ubicado en para poblar el universo”.
el valle interandino de Cajamarca, investigado sistemáticamente por la 32. Francisco Díaz, natural de Pósope es un activo defensor del
Misión Arqueológica Japonesa (Terada y Onuki, 1988). patrimonio cultural de su localidad, su iniciativa y afición por la
18. Kunturwasi fue un importante templo situado sobre la colina arqueología le han permitido descubrir varios yacimientos de arte
dominante de un ramal de la naciente del valle de Jequetepeque, cerca de rupestre en la parte media del valle de Lambayeque.
la localidad de San Pablo; fue contemporáneo a Poroporo y Pacopampa.
(Onuki, Y. 1995, Onuki Inokuchi 2011.
34
CAPÍTULO 2 ARQUEOLOGÍA
Investigación arqueológica
Ignacio Alva
SECTORIZACIÓN Y CUADRICULACIÓN
Las actividades previas a la excavación: sectorización y cuadriculación, fueron realizadas por los técnicos en topografía
que forman parte de nuestro equipo de investigación. Se realizaron planos a escala con curvas de nivel sobre los que
se proyecta la sectorización de cada sitio o conjunto, además del sistema cartesiano de unidades con sus respectivas
cuadrículas. La sectorización permite dividir la extensión de los conjuntos o sitios y codificar mediante un sistema de
sectores y subsectores las áreas de excavación para hacerlas específicas y manejables por el registro. La sectorización se
hace por lo general a partir de un eje central definiendo cuatro sectores: Noreste, Sureste, Noroeste y Suroeste; pero no
guarda relación con la distribución de los componentes arquitectónicos.
La cuadriculación consiste en una red que abarca todo el sitio o estructura, estableciendo unidades regulares de 10 x 10
metros; en base a estas unidades se puede planificar y organizar la excavación y registro. Las cuadrículas permiten ubicar el
lugar de donde se extrajo el material cultural o ciertos elementos arquitectónicos. La red de cuadrículas se establece a partir
del punto central; ubicado en el eje de la sectorización o en una parte prominente del sitio, extendiendo ilimitadamente
un plano cartesiano hacia los cuatro puntos cardinales. A partir del eje se generan puntos cada 10 metros que forman las
unidades, designadas con un número romano (eje de las ordenadas) y una letra mayúscula (eje de las abscisas), en orden
correlativo; con signo negativo al sur del eje y positivo al norte. En esta red pueden también plantearse sub unidades,
excavaciones alternas, trincheras o pozos de prueba que estarán siempre referidos a este sistema. Las unidades de 10 x 10
m. se subdividen en cuadrículas de 1 x 1 m, utilizando un sistema de números arábigos del 0 al 99 para los ejes este-oeste.
En el terreno, conforme se van delimitando las unidades de excavación con estacas fijas al terreno, se efectúan medidas
de altura en cada vértice, anotándolas sobre un hito para servir de referencia durante la excavación.
Fig. 01 Trabajo de levantamiento de planos, base para la sectorización y cuadriculación de los yacimientos arqueológicos.
36
HUACA VENTARRÓN
La sectorización en Huaca Ventarrón, donde se podían reconocer a simple vista los componentes y volumen de la
arquitectura, se hizo de manera no aleatoria, tratando de mantener en lo posible la unidad de ciertos espacios y sus
funciones dentro del edificio. Se trató entonces de reconocer y separar frentes, esquinas y un sector central circunscrito
al recinto principal, para no dividir esa sala y mantener su unidad como componente central. De este modo hemos
establecido 9 sectores: Norte, Central, Noreste, Este, Sur Suroeste, Oeste y Noroeste.
El sector Central había sufrido la mayor devastación por saqueo, aún antes de la excavación, entre los numerosos pozos de
“huaqueo” se podían observar paramentos enlucidos; sin embargo la devastación era mucho mayor y permanecía cubierta
por la tierra removida de un forado a otro. El sector Norte había sido muy afectado por la cantera de adobes, incluso
las rocas que conformaron los cimientos de la primera fase también habían sido parcialmente removidas para utilizarlas
como bases de las modernas viviendas.
En la esquina noroeste un gran corte vertical había seccionado varias fachadas mostrando la secuencia arquitectónica de
esa sección. El sector Este había sido nivelado para construir corrales, sin embargo la destrucción no fue grave pues ahí la
roca madre es más elevada. La esquina sureste fue afectada solo por erosión pluvial. El sector Sur era el menos afectado
por factores antrópicos modernos, pero en cambio el arrastre pluvial había abierto profundas quebradas.
El daño más grave al monumento fue ocasionado por la cantera, los mayores estragos abarcaban la esquina suroeste
donde fue destruido uno de los recintos laterales decorado con magníficas pinturas murales. De igual modo el sector
Oeste y Noroeste perdieron gran parte del volumen por la extracción de material, la cercanía del canal de riego facilitó el
trabajo a los pobladores que derribaron las fachadas altas y medias para obtener arcilla seca que podían batir en pozas al
pie del templo, de este modo se perdieron las fases finales del templo y resulta imposible reconocer cuál fue su volumen
en ese sector.
CONJUNTO ARENAL
El extenso conjunto Arenal, caracterizado en connotación al depósito de arena eólica que cubre homogéneamente la falda
oeste del cerro, se extiende sobre la ensenada cubierta sin contornos definidos; en este caso la sectorización se hizo de la
manera convencional, considerando que el asentamiento subyacente cubrió la pendiente de la colina. Establecimos cuatro
sectores a partir de un centro relativo, planteando como límite oeste del sitio el alineamiento de un camino precolombino
que cruza longitudinalmente la falda oeste del cerro, de norte a sur; hacia el este el límite lo conforman las paredes rocosas
de la montaña sin ocupación y que delimitan la extensión del médano; al norte y sur existen espolones rocosos y pequeñas
colinas, que forman parte del mismo cerro Ventarrón, y que circundan la ensenada.
Los cuatro sectores: Noreste, Sureste, Suroeste Noroeste reparten de manera homogénea el yacimiento. Los sectores
N.E y S.E comparten la pendiente más pronunciada del sitio, limitando hacia el este con las paredes rocosas de la
escarpa; en estos sectores se formaron profundas quebradas, con las precipitaciones pluviales sucedidas durante los
fenómenos de “El Niño” que cortaron el banco de arena, mostrando incluso en algunas secciones los paramentos de
grandes edificios del Formativo Inicial. Los sectores NO y SO corresponden a la parte baja de la ensenada y la pendiente
que aumenta gradualmente al este. En la parte baja del conjunto, a lo largo de estos sectores se aprecian una serie de
plataformas medianas y pequeñas que pertenecen a distintos periodos de la ocupación cultural; algunos presentan grandes
concentraciones de cerámica y arcilla quemada en la superficie, se encuentran más erosionados y cubiertos por el acarreo
eólico que los otros tardíos con adobes expuestos.
En todos los sectores hubo una intensa actividad de saqueo que se llevó a cabo durante las décadas del 80 y 90, al mismo
tiempo que Collud y Zarpán, durante la peor crisis económica del país. Se comenta que fueron expoliadas centenas
de tumbas del Formativo, algunas de ellas contenían piezas de cerámica de extraordinaria calidad1, las que fueron muy
cotizadas por el mercado del tráfico ilegal de bienes arqueológicos, alentando la codicia de los profanadores que a partir
de entonces acudieron en grupos hasta agotar el yacimiento, que es una las zonas arqueológicas más afectadas de la región.
Fig. 03 Inicio de la excavación en el conjunto “Arenal”, la falda Oeste del cerro Ventarrón.
38
Fig. 04 Plano de la falda oeste del Cerro Ventarròn y el yacimiento “Arenal”, se muestra la sectorización.
39
COMPLEJO COLLUD-ZÁRPAN
En el complejo Collud-Zarpán la sectorización se hizo de
manera convencional, de manera paralela e independiente para
cada conjunto a partir de un centro aleatorio que reparte los
cuatro sectores: NO, SO, NE, SE. En el caso de Collud el eje
se ubicó al pie de una plataforma piramidal tardía ubicada en
el centro del sitio, el punto recae sobre una calle del poblado.
La mayor proporción del complejo quedó repartida entre los
sectores NO y SO, debido a la desviación del yacimiento. El
sector NE corresponde al Templo 1 del periodo Formativo,
que logramos excavar; también comprende una plataforma
monumental de la cultura Lambayeque de un total de tres. El
sector SE abarca la pendiente del flanco este y una extensa
Fig. 05 Imagen satelital de Collud - Zárpan, Google Earth.
explanada moderna, que niveló el área. El SO comprende
la estructura piramidal Lambayeque más alta del conjunto.
El sector NO abarca el segundo volumen del grupo de tres
plataformas del mismo periodo.
METODOLOGÍA
Los métodos de excavación se basan en la sistemática
remoción manual de cada unidad o trinchera, reconociendo
capas culturales o naturales que establecen una secuencia
de estratificación. Cada capa es un contexto temporal con
claros rasgos y testimonios, que representa una unidad de
estratificación2, correspondiente a un depósito natural o
cultural. Por ejemplo, las capas de acumulación natural
como las causadas por erosión pluvial, pueden a su vez
contener varios niveles que corresponden a distintos eventos
acumulados de mayor o menor intensidad, pero de semejante
naturaleza; del mismo modo, las capas culturales por lo general
comprenden niveles que corresponden a distintas actividades
avocadas a la construcción de una estructura, componente o
fase arquitectónica.
Durante el proceso de excavación se tiene mucho cuidado en
registrar y dejar testigos de los perfiles que muestran aspectos
relevantes de la estratigrafía y que permiten comprender la
secuencia constructiva del monumento. El registro gráfico
y fotográfico es fundamental durante todo el proceso de la
excavación; se efectúan dibujos de planta, perfiles e isometrías,
según el criterio de los arqueólogos; fotografiando y llevando
la documentación completa de cada unidad, sector y sitio.
El registro de cada nivel en la sucesión de planos representa
información de la historia de la unidad y del sector arquitectónico;
en ocasiones para distinguir diferencias de materiales naturales
o culturales se aplica color a los dibujos permitiendo una mejor
identificación de las capas estratigráficas. Los planos realizados
Fig. 07 Proceso de cuadriculación y registro gráfico. cuentan con alturas absolutas en cada vértice de la unidad
métrica o elemento arquitectónico referencial o destacable; de
tal manera que a través de los ejes pueden obtenerse perfiles
de cada plano o nivel.
Todas las evidencias y materiales son recogidos con notas
detalladas de la procedencia y ubicación dentro de la
estratigrafía, anotando posibles asociaciones. Los contextos y
artefactos recuperados son rotulados y almacenados siguiendo
la nomenclatura del sitio, sector, unidad, cuadrícula, más la
descripción de contexto, capa o nivel; para finalmente efectuar
el análisis detallado de tipología y seriación.
El hallazgo de contextos funerarios requiere de un tratamiento
especializado; luego de la excavación minuciosa el antropólogo
físico Mario Millones, realizó el análisis detallado de la osamenta
en el sitio, anotando posturas, traumatismos y procesos
tafonómicos importantes para el estudio del contexto; el mismo
antropólogo realizó el levantamiento y traslado al depósito
de cada una de las osamentas, inmovilizando secciones del
esqueleto con papetas de yeso y conteniéndolas en cajas de
cartón o madera.
Otros contextos consistieron en acumulaciones de restos
orgánicos, residuos de actividades ceremoniales que fueron
delicadamente excavados, dibujados y fotografiados para
determinar el carácter de la deposición, luego embalados
cuidadosamente y enviados al laboratorio ARQUEOBIOS
de la Universidad Nacional de Trujillo, donde se realizó la
identificación taxonómica y análisis que se incluye en esta
publicación.
Fig. 08 Proceso de registro y recuperación de restos orgánicos.
41
HUACA VENTARRÓN
INICIO DE LA EXCAVACIÓN
Durante el mes de marzo del 2007, como una tarea previa al inicio formal del proyecto, se desmontaron los corrales y
letrinas que ocupaban el frente norte y la esquina noreste del templo. Al pie de la esquina noroeste hicimos una trinchera
para separar la roca madre y el templo del basural moderno; luego se usó maquinaria pesada para remover la basura
cenicienta y los escombros del derribo, erradicándolos en 150 viajes de camión. A partir de ese momento se inició la
transformación del templo destruido por el poblado, mediante la investigación arqueológica, en el referente más antiguo
de nuestra historia e identidad.
La excavación propiamente dicha comenzó la primera semana de agosto del año 2007, con un primer contingente de
60 obreros que luego se duplicó a medida que se inició la excavación en los otros yacimientos. La primera tarea fue
limpiar pozos de “huaqueo” y escombros que minaron y cubrían la arquitectura. La zona más afectada por el saqueo
había sido el sector Central, los profanadores habían arrasado decenas de tumbas intrusivas realizando perforaciones a
distintas profundidades, con tal insistencia que algunos forados tenían varios metros de amplitud y profundidad; el grave
daño ocasionado solo fue tangible cuando se removieron los escombros causados por el expolio. Además de desechos y
basura moderna dentro de los pozos poco profundos, en otros ya tapados se encontraron restos de animales domésticos
modernos, depositados por los pobladores que también usaban el templo como un cementerio de mascotas y ganado.
Paralelamente se limpiaron y perfilaron los cauces y quebradas producidas por la lluvia en todas las caras del monumento;
los cortes erosivos más profundos habían sido utilizados por los pobladores para subir y bajar del templo. Lamentablemente
estos causes de erosión pluvial habían sido el factor natural más agresivo, pues cortaron transversalmente componentes
y elementos arquitectónicos; no obstante, el perfilamiento de quebradas a modo de amplias trincheras brindaron pautas
para reconocer la composición y la secuencia de la arquitectura, guiando el avance de la excavación.
Fig. 11 Remoción de basura usando maquinaria pesada, se apilaron previamente desechos y escombros que llenaron 150 viajes de camión.
43
SECTOR NORTE
Fue el sector más destruido del monumento, se perdieron
totalmente los componentes de la fase 3 en adelante, solo se
conservan porciones de las fases 2 y 1. Tanto la erosión como
extracción de material para fabricación de adobes, terminaron
por dejar al descubierto la roca madre sobre la que se edificó la
primera fase del templo.
Luego de retirar escombros notamos la forma y extensión de
los componentes arquitectónicos semidestruidos de las dos
primeras fases. Diferenciamos la terraza de acceso perteneciente
a la segunda fase constructiva, destruida en el extremo norte,
donde debió acoplarse una primera escalinata, la más baja
de todo el templo que permitía el primer ascenso; la terraza
conserva una angosta porción del paramento lateral este. Del Fig. 12 Volumetría de Huaca Ventarrón, vista desde el sector noroeste.
lado oeste, mucho más destruido, quedaba una porción menor
a la que se adosaba una pequeña escalinata lateral.
Sobre el extremo sur de la terraza se levantaba la escalinata
central del templo; los corrales la destruyeron en gran parte,
por lo tanto solo logramos definir una angosta sección
cuyos pasos más altos se comunicaban directamente con el
atrio. Ya sobre el atrio hicimos una trinchera para mostrar
la asociación entre los sectores Norte y Central de la fase 2,
cortando la capa de relleno que los cubría y que soportó la fase
3, destruida por erosión y saqueo. Suponemos que a partir de
la tercera fase se cubrió la terraza fase 2 y luego se amplió el
mismo componente con cada superposición de la secuencia
constructiva.
Fig. 13 Frente norte de Huaca Ventarrón, se aprecian los alineamientos de piedras de la Fase 1 y la terraza de acceso, escalinata central y lateral de la Fase 2.
44
Fig. 15 Plano de las estructuras Fase 1, alineamientos de piedras que formaron escalinatas y terrazas de acceso.
45
Fig. 19 Escalinata central cortada por corrales modernos, solo quedaron dos pasos peldaños superiores y una sección del extremo oeste.
47
Fig. 21 Escalinata central de 11 pasos, frente norte del templo; la reconstrucción se hizo proyectando la sección existente.
48
SECTOR CENTRAL
Fig. 27 Pared Este del recinto central Fase 3, visible en la superficie. Fig. 28 Restos de las cenizas del fogón ceremonial Fase 3.
Fig. 32 Perfil que muestra una sección transversal este-oeste donde se aprecia los pisos 1 y 2 asociados a la Fase 3, y una tumba intrusiva.
52
Fig. 33 Plano del sector central, nótense las tumbas intrusivas y restos de estructuras funerarias saqueadas.
53
• TUMBAS INTRUSIVAS
Como mencionamos, a medida que removimos la capa de
relleno que cubría el recinto de la fase 2, registramos tumbas
intrusivas saqueadas; en algunas pudimos reconocer el patrón
funerario del Formativo, con lajas de piedra como sellos, esas
piedras fáciles de detectar permitieron a los profanadores
saquear todos los contextos de este tipo; usando varillas como
sondas para diferenciar entre el material arcilloso y compacto,
la tierra removida y los sellos de piedra de las tumbas intrusivas,
según comentaban los pobladores varias de las rocas que
formaban sellos de tumbas también fueron removidas del sitio
para ser usadas como bases de viviendas.
El otro tipo de tumbas de época tardía no contenían sellos
de piedras, pero muchas fueron arrasadas de paso; aun así
sobrevivieron cuatro tumbas intactas, y se recuperaron textiles
y algunas ofrendas de una tumba profanada. En relación a las
tumbas tardías notamos que existe cierto patrón funerario,
las tumbas de infantes se depositaron a pocos centímetros
de la superficie y las de adultos (tal vez de acuerdo al rango)
en cavidades más profundas. Recuperamos restos de una
tumba Lambayeque disturbada, cuyo lecho, muy profundo,
se ubicó sobre el Piso 3 al pie de la portada del recinto Fase
2; varias telas rasgadas por los profanadores formaron la
cobertura del fardo, estuvieron cosidas unas a otras y algunas
decoradas a manera de lienzo: tela cubierta con arcilla blanca
y luego pintada en colores oscuros, con imágenes típicas de la
iconografía Lambayeque; dentro del fardo se hallaron huesos
largos y costillas junto a dos cráneos completos, posiblemente
corresponden a un varón adulto y una mujer joven; se
recogieron retazos de textiles con colgantes de hilo anudado,
tamborcitos de cuero, restos de adornos plumarios y cuentas
de concha Spondylus. A un costado del fardo, se halló una cesta Fig. 34 Tumba de adulto con ofrendas de olla, miniaturas y textiles.
de fibra vegetal conteniendo vasijas de cerámica en miniatura.
Una tumba intrusiva intacta se ubicó a 80 cm. bajo el Piso 2,
la fosa alargada en forma de bota, contenía la osamenta de
género femenino extendida de cúbito dorsal, con la cabeza
al este. Se hallaron restos de “carrizo” (Phragmitis communis)
que formaron parte del envoltorio, también restos del fardo
textil en la cabeza, torso y pies. Las ofrendas consistían en
una olla de cerámica con una cabeza zoomorfa aplicada, el
estilo de la vasija es tardío, de la cultura Lambayeque-Chimú;
la imagen es una versión del “sapo mitológico”, entidad de la
naturaleza que reúne rasgos de felino y batracio, recurrente en
toda la tradición iconográfica de la costa norte. Las ofrendas
incluyeron un grupo de pequeñas vasijas de cerámica cruda
taponeadas con algodón; estas miniaturas, mal llamadas
“crisoles”, conforman un tipo de ofrenda funeraria típica
de los contextos tardíos. Se recuperó también una “lapa” de
Lagenaria con extremidades de camélido y varios palillos de
caña. Al costado derecho del individuo se halló un retazo de tela
Fig. 35 Olla de estilo tardío con aplicación escultórica en el cuerpo.
anudado, conteniendo varios atados del mismo textil semejante
a una gasa, cortada en tiras, doblada y cosida. Las tumbas
tardías, como la anteriormente descrita, fueron cubiertas con
el mismo relleno compacto del templo, la ausencia de lajas
de piedra evitó entonces que fueran detectadas fácilmente por
los saqueadores.
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Sobre la cabecera erosionada del Recinto Central Fase 3, en la esquina noreste y casi a flor de tierra, se ubicó una fosa
pequeña que contenía la osamenta de un infante, sentado con las piernas flexionadas y el eje del cuerpo orientado al
noreste. Las vasijas asociadas eran burdas y pequeñas, del estilo Lambayeque-Chimú, una botella de gollete recto y asa
lateral y una olla de borde carenado y superficie con diseños reticulares efectuados con “paleta”; las ofrendas incluían
cuentas de Spondylus alrededor de la muñeca como una pulsera, y una pieza de cobre laminado de forma cónica como
colgante al cuello.
Se ubicó otra tumba intrusiva, de un adulto, en la misma esquina del recinto Fase 3, la fosa de 120 cm. x 80 cm fue cavada
en el atrio al pie de la fachada, cortó el Piso 2, y ubicó su el lecho 70 cm. debajo de ese nivel. La posición del cuerpo era
flexionada, sentado con la piernas cruzadas -derecha sobre izquierda-, los brazos extendidos con las manos juntas sobre
las piernas, la cabeza estaba orientada al oeste, con la espalda apoyada en la pared este de la fosa. Una botella asa estribo
escultórica estilo Chimú y un tocado de tela muy deteriorado eran los únicos objetos asociados.
A pesar de la simplicidad de los contextos, se puede percibir en cada caso un elaborado discurso simbólico que envolvió
el ritual funerario. Considerando que toda tumba expresa la ideología de una época, se debe entender entonces que la
posición de las ofrendas y sus motivos iconográficos, tanto como la disposición y orientación del individuo dentro de la
estructura funeraria traducen un mensaje y son datos que permiten explicar asociaciones y símbolos. Podemos observar
en las dos vasijas asociadas al infante que el tema de la decoración es marino y/o vinculado a la sacralidad del agua,
figurado con las olas en la vasija pequeña y redes estampadas de la olla. En el caso de la botella escultórica moldeada
perteneciente al adulto el tema es un cargador de agua, el personaje representado tiene un tocado o amarra que le permite
llevar un recipiente cuyo gollete y tapa sobresale detrás de la cabeza; el recipiente, en sentido figurado, sería su mismo
cuerpo; las manos sostienen la banda del tocado, las piernas y cadera se plasmaron rebatidas en el cuerpo de la vasija. Es
posible que el tocado que poseía el individuo fuera semejante en forma y función al del ceramio.
Fig. 37 Botella de cuello recto y asa lateral, motivo “olas”. Fig. 38 Vasija escultórica. personaje cargando recipiente, cultura Chimú.
55
Fig. 40 Tumba de un infante, ofrendas de ollas y collar de cuentas cerámicas. Progresivamente mientras removíamos la tierra suelta producto
del saqueo, limpiando primero los pozos para luego ampliar
la excavación y definir la arquitectura de la fase subyacente,
se recuperaron cráneos humanos y restos de osamentas
fragmentadas, que permitieron elaborar un conteo aproximado
de individuos. Del mismo modo se recogieron fragmentos
de cerámica de los estilos Lambayeque y Chimú, y retazos
de textiles de fino acabado de esas mismas culturas; algunos
fragmentos de textiles muestran gran calidad y colorido, con
adornos de flecos y calados, fabricados con elaboradas técnicas
de telar, hilos teñidos o pintura aplicada sobre la tela.
Fig. 41 Estructura funeraria, cista, entre los pozos de saqueo. Fig. 42 Retazo de textil removido por saqueo.
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Fig. 45 Excavación del Recinto Central fase 2, esquina suroeste, mural “rojo-blanco”.
Fig. 46 Sección transversal norte-sur del Recinto Central fase 2, esquina suroeste, mural “rojo-blanco”.
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Descubiertas las esquinas y una vez removido el relleno en el interior del recinto fase 2 registramos su extensión completa
de 9.7 m. de ancho por 16.7 m. de largo, las paredes tuvieron 2.5 m. de altura y 80 cm. de espesor. Su espectacular aspecto,
tan bien logrado en la estructura y desarrollo del arte mural, nos hizo suponer en un primer momento que se trataba de
un monumento del Formativo Temprano, tal vez semejante al Templo Antiguo del Cerro Sechín en Casma, que presenta
semejantes esquinas curvas y arte mural; sin embargo la ausencia de adobes representaba una interrogante y planteaba la
posibilidad de una mayor antigüedad, la que se vio confirmada luego con el hallazgo del mural figurativo de peculiar estilo
y los análisis de radiocarbono.
Definitivamente el Recinto Central y culminante constituyó el ambiente más importante y sagrado del templo, el diseño
y acabados en la segunda fase marcaron un momento revolucionario para la arquitectura de la región, el extraordinario
despliegue artístico y conceptual logrado mediante el arte mural constituyó una innovadora fórmula de expresión
simbólica que no se ha registrado en la arqueología de otra región para la misma época. Este nivel abstracto y articulado
del pensamiento definió la identidad y estilo arquitectónico del centro ceremonial y fomentó su gran prestigio.
El recinto ocupaba la segunda mitad de la sumidad del templo, se encuentra desplazado al sur pues el atrio es muy
extenso al norte y angosto a los costados este, oeste y al sur. A pesar de la profundidad, de más de 4 m. bajo el nivel de
la superficie, los profanadores habían hecho algunos daños a los muros del recinto, y solamente un forado había cortado
el piso. Descubrimos casi todas las paredes que conforman el interior, a excepción de una sección de la pared este, que
había cedido hacia el interior del recinto debido a una falla estructural o a un intento de destrucción intencional durante
el evento de sepultura; decidimos mantener entonces una porción del relleno de cobertura paralelo a la pared, a modo
de testigo de estratigrafía, que sirva de contención para evitar el desplome. Del mismo modo se mantuvo sobre una
columna de relleno, la masa compacta de ceniza que correspondía al fogón ceremonial de la tercera fase, de este modo se
preservó ciertos elementos representativos de cada fase constructiva para poder establecer correlaciones en función a la
musealización del sitio.
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Fig. 48 Excavación al interior del Recinto Central fase 2, se define el piso del ambiente.
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Fig. 49 Plano de excavación del Recinto Central, se observan paredes, pisos, tumbas intrusivas y pozos de saqueo profundos.
63
Banqueta central
En el interior del recinto, al fondo del ambiente y empotrada contra la pared sur, se definió una amplia banqueta corrida
de dos pasos, a manera de trono o estrado que ocupa el ancho de la sala (8.50 m.). El primer nivel tiene 1.33 m. de
ancho y se eleva 54 cm. del piso, el contrapaso del segundo nivel se eleva 73 cm. sobre el primero y se extiende 3.35 m.
de ancho; del tal modo que la pared posterior del recinto sobresale 1.20 m. como respaldo del segundo escalón. Como
veremos adelante, los dos muretes que funcionan como soportes de los murales en las esquinas de la primera banqueta,
encuadraron la parte superior, remarcando el carácter central de este espacio elevado, centro gravitatorio de la actividad
ceremonial.
Este “altar” en el centro del templo era más bien un estrado, donde en los dos niveles, dos o más formas estructuradas
de rituales; probablemente, las actividades resolvían dos tipos de diálogo; en el nivel bajo la de los “jefes” sentados en el
trono recibiendo y brindando audiencia a los productores y peregrinos que traían ofrendas exóticas, y en el nivel alto la
comunión y comunicación metafísica entre esos mismos representantes de la comunidad con las esferas del cosmos. En
este centro absoluto y gracias a la imponente arquitectura, podía percibir con total claridad el simbolismo de “Centro del
cosmos” o “Centro del mundo civilizado”5. Más aún, al observar desde ahí el alineamiento de ciertos rasgos del paisaje,
como una colina pequeña aislada al norte, una formación del mismo cerro Ventarrón, que muestra una gran grieta vertical
que la divide, marcando un eje vertical orientado al norte; o el cerro Reque, al extremo sur del paraje y a la otra margen del
río, una colina de casi 700 metros de altura, de forma semejante al cerro Ventarrón y al templo; la banqueta era la cúspide
y síntesis del modelo arquitectónico que dialogaba con el paisaje circundante, el centro del templo como eje del paisaje
ritual que convergía en ese punto.
El diseño del templo en la segunda fase, orientado por primera vez al norte, permitió recrear un nuevo sistema de
alineamientos abarcando referentes lejanos del paisaje circundante; además de un elaborado sistema para proyección de
sombras producidas por el paso del sol sobre los sofisticados elementos y dispositivos de la arquitectura, que marcaban
distintas estaciones del recorrido anual de sol, y tal vez conjunciones de la luna y estrellas. Al abrir las portadas al norte las
sombras transversales causadas por el curso del sol de este a oeste producen ángulos que recorren diariamente los muros
y paredes uniendo ciertos vértices de la estructura: el umbral, los escalones; los tabiques transversales sobre la banqueta
alinean su sombra en los equinoccios, y luego la proyectan adelante o atrás en cada estación del año.
Murales polícromos
Los primeros indicios de la pintura mural que sería considerada la más antigua las Américas, apareció sobre la pared
oeste del recinto, a medida que se retiraban los restos del relleno compacto que cubrió el ambiente. Una vez descubiertos
en su totalidad, mediante delicado trabajo a cargo de especialistas en conservación, se pudo entender que los murales
estuvieron plasmados sobre dos muretes o tabiques montados a cada lado de la banqueta, la imagen cubría el panel frontal
que confrontaba al visitante y se extendía formando un ángulo simétrico sobre una corta porción de cada pared lateral
del recinto. El ángulo formado por el panel mural reforzaba nuevamente la composición escalonada que se repite en la
arquitectura y las formas del paisaje.
En el panel oeste contiguo al fogón ceremonial, el ancho de la pintura lateral sobre la pared es de 1.1m., la misma longitud
entre su término y el fogón; el panel es más grande (1.40 m. de alto y 1.62 m de ancho) y la pintura mejor lograda que
la del costado este; según el conservador José Delgado, que ha analizado el detalle de los trazos y enmendaduras de los
murales; se habría elaborado en un primer momento el panel y mural este, y posteriormente el mural oeste. Al descubrir
las imágenes figurativas plasmadas, confirmamos nuestras sospechas sobre la mayor antigüedad del templo; el estilo,
diseño, colorido e iconografía no correspondían en absoluto con ninguna de las tradiciones culturales conocidas hasta el
momento en la región de Lambayeque ni en el antiguo Perú; la imagen nos sorprendió por su original iconografía, el tema
de la “Cacería de venados”6, configuraba la representación de un ritual emblemático, clave para la institución del poder.
Sin embargo la composición de la imagen a primera vista muestra una red multicolor, solo de cerca y haciendo un esfuerzo
para distinguir se observan los animales capturados, cuadrúpedos, probablemente venados. Trazos de color negro forman
los hilos y bandas amarillas oblicuas representan bastidores o paños transversales; posiblemente la trama oblicua de la
red se conjugaba en algún momento del año con los ángulos producidos por la sombra del sol. La red se patentaba como
la principal herramienta productiva, único medio de acarreo en un mundo sin rueda y el primer y fundamental producto
industrializado. La metáfora del territorio como una red, y más aún, los aspectos del paisaje, como alineamientos y juegos
de sombra, que finalmente posicionaron el eje del mundo ceremonial entre los dos paneles murales; se sintetizaron y
condensaron su discurso en la imagen vibrante y cinética de los murales. El rito estacional organizado por los «jefes de la
cacería» aposentados en la banqueta central, se convirtió en modelo el de cohesión social y gobierno, la hazaña de caza
permitía renovar los vínculos de los representantes de la comunidad con las fuerzas naturales y legitimar su autoridad
mediante esta forma organizada de liderazgo patriarcal.
Fig. 57 Inicio del tratamiento del mural Oeste, a cargo del especialista José Delgado.
Al develar los paneles con pintura mural notamos que el relleno que los cubría habían sido removido años atrás por
saqueadores, quienes destruyeron el ángulo del panel este y expusieron al intemperismo el panel oeste, donde la lluvia
percoló el relleno removido y dañó la pintura. Otro tipo de huellas destructivas fueron hechas con puntas de madera
a manera de barretas, herramientas empleadas para desmontar la cabecera del recinto, incluido el panel y la sección de
pared con pintura mural; se trataba del desmontaje que hicieron sus constructores, cortando la parte superior de paredes
y murales, como parte del evento de “sepultura” del templo que dio paso a la tercera fase constructiva.
La sección del mural sobre la pared oeste fue la primera que se descubrió, configura una red multicolor intercalada con
tres bandas amarillas oblicuas, de los cuatro campos reticulados los dos centrales contienen un venado capturado al
centro, del animal en el nivel superior solo se conserva la pata trasera con el casco definido y parte del cuerpo negro con
una banda gris serpenteante y curva hacia abajo, sobre el anca. La figura más baja se conservó casi intacta, el animal es
grande y detallado, seguramente idéntico al superior; se muestra de perfil, con la cabeza recta; una banda ondeada gris
recorre del cuello a la pata trasera, dando idea de movimiento o abatimiento, las patas flexionadas tienen una línea blanca
que separa el casco; la cabeza con un gran ojo muestra también el hocico con seis dientes cuadrados de herbívoro y orejas
romboidales; la cola levantada, típica de los venados, está delineada por una curva blanca. En todas las imágenes el espacio
contenido en la red alrededor de los animales está pintado con colores de variada gama, sorprendentes por la elaboración
de cada pigmento; se alternan en filas paralelas a las bandas amarillas, parejas de casilleros de color guinda, rojo, rosa,
amarillo, gris y gris verdoso. En la imagen sobre el tabique, frente al visitante, las figuras de venados son pequeñas, de la
mitad del tamaño que las laterales y superpuestas a las bandas oblicuas amarillas que representan los bastidores de la red
y son cinco; la red al estar más dividida, con campos y animales pequeños permite una particular cinética y perspectiva.
El panel del lado este es más corto, tiene 1.40 m. de ancho y la pintura en la pared contigua solo cubre 70 cm.
En su aparente primitivismo esta primera gran obra del arte mural figurativo podría ser la adaptación del estilo idealista
y cosmológico del arte rupestre, proyectado a la dimensión del panel rectangular en el centro del templo. Podemos notar
que desde su origen, las imágenes no encabezaban el centro de un altar como signos de culto, sino más bien enmarcaban
el espacio central de reunión, mando y entrega de ofrendas al cosmos. La potencia expresiva del arte mural figurativo
de la segunda fase, que tenía como contraparte la fachada roja con la banda blanca zigzagueante, articuló el discurso
ideológico que describía y organizaba el pasaje anual del tiempo, urdido y proclamado desde la centralidad del recinto, el
templo y la montaña, y auspiciado por las ceremonias cíclicas protagonizadas por los «señores de la cacería ritual».
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Fig. 58 Panel Oeste, pintura mural “Cacería de venados”, Fase 2, nótese los postes que soportan el panel y la cabecera cortada por el evento de sepultura del templo.
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Fig. 59 Dibujo de estado de conservación ( J. Reyes y J. Delgado), panel oeste mural “Cacería de venados “, fase 2.
Fig. 60 Dibujo del detalle del animal capturado en la red, mural oeste, fase 2.
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Fig. 61 Panel Este, pintura mural “Cacería de venados”, fase 2, nótese los daños por el saqueo.
74
Fogón ceremonial
A medida que logramos develar parte del fogón y la pared sur del Recinto Central fase 1, entendimos que el ambiente
estaba orientado 20° al oeste del norte, manteniendo el mismo alineamiento de las estructuras identificadas en la parte
baja del frente norte, como la escalinata empotrada entre dos moles pétreas y terrazas de acceso, que tendrían entonces
conexión con el recinto central y el fogón que acabábamos de descubrir.
Excavando minuciosamente el contexto, comprobamos que la ceniza blanquecina del fogón presentaba las mismas
características que las fases siguientes, al parecer se incineraron materiales semejantes que dejaron cenizas calcáreas.
Recogimos muestras de carbón vegetal contenidas entre la ceniza del fogón para efectuar el análisis de radiocarbono que
permitió situar la primera fase del templo en 2300-2035 a.C. (calibrado LABEC-Instituto Nazionale de Fisica Nucleare,
Florencia); este fechado constituye hasta el momento el fechado más antiguo que disponemos. A mediano plazo uno de
los objetivos de nuestra investigación deberá ser el establecimiento de convenios para realizar análisis de cronometría
absoluta, logrando establecer una columna de fechados para una secuencia que podría hacerse más antigua a medida que
se extiendan las excavaciones.
En el perfil sur del pozo de saqueo, notamos que todo el contenedor decorado con altorrelieve de peces corresponde a
una remodelación que se hizo sellando un primer fogón ceremonial cóncavo, más amplio y tendido bajo el nivel del piso
4; esta primera versión de tan importante dispositivo ceremonial tenía forma circular y carecía de contenedor; visible en
el perfil de “huaqueo” como un amplio lente cóncavo de 15 cm. de hondura, enlucido en el borde; el lecho era burdo
y quemado por fuego, consistente en relleno de barro que sirvió para nivelar los recovecos de la roca madre que en
ese punto es elevada y se acerca al nivel del Piso 4. Ese fogón primigenio acondicionado sobre la roca fue reutilizado
por la remodelación de “los peces”, reduciendo el diámetro y elevando la chimenea; las cenizas de ambas hogueras se
superpusieron sin mediar relleno ni apisonado. El fogón original cuyos materiales aún no han sido fechados, representó
la primera elaboración de este importante dispositivo ceremonial, y lógicamente se debe ubicar antes de los 2300 a.C. El
fogón de “los peces” rediseñó y formalizó la estructura agregando el contenedor a manera de chimenea decorada con
altorrelieve, siendo la primera remodelación de la fase 1. Respecto a esta primera o “primeras” fases, debemos tomar en
cuenta que en la banqueta de la segunda fase, al pie de los paneles con pintura mural de «cacería», hallamos intrusiones
selladas, una de las cuales excavamos suponiendo que podía tratarse de algún depósito u ofrenda bajo el nivel de la
banqueta; en la estrecha cala y a tres metros de profundidad, se definió un anillo de barro de 40 cm. de diámetro y 15 cm.
de alto, que tuvo función de fogón, construido sobre la roca madre, y que perteneció a una época previa a la arquitectura
formal caracterizada por la plataforma; esta primera sacralización del promontorio donde se mantenía el fuego, sucedió
mucho antes que los fechados de los que disponemos hasta el momento.
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Fig. 70 Perfil sur, secuencia de componentes arquitectónicos de la Fase 1 y 2 , nótese el fogón 1 y 2 de la fase 1.
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Fig. 72 Recinto Fase 1, se aprecia la pared sur con la banqueta adosada, el pozo de saqueo que llegó a la roca y el fogón en la parte inferior de la foto.
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Fig. 73 Banqueta adosada contra la pared sur del recinto Fase 1, a la izquierda del trono se aprecia el altorrelieve “Zarigüeya” y la impronta de un poste.
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Fig. 75 Dibujo altorrelieve Zarigüeya. Fig. 76 Zarigüeya, Didelphis marsupialis, adaptado por A. López.
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SECTOR NOROESTE
Fig. 80 Plano del sector noroeste y oeste, se muestra la escalinata lateral y las fachadas afectadas por la cantera.
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SECTOR SUROESTE
• ALA OESTE
Es el componente prominente del sector y el segundo más alto del monumento; creó una dicotomía de funciones frente
a la alta plataforma central con recinto único abierto al norte; la secuencia constructiva mantuvo entonces una estricta
relación de analogías y paralelismos entre el cuerpo principal y el Ala Oeste. La secuencia constructiva del sector comenzó
durante la segunda fase constructiva, con un primer recinto abierto al norte, de paredes altas y fogón ceremonial con
chimenea cruciforme, al pie de la esquina suroeste de la gran plataforma. Posteriormente se edificó al oeste del primero
otro recinto semejante; de forma rectangular, gruesas paredes, sin chimenea, con fachada pintada con la misma gama
de colores y un muro divisor envolvente. Durante la tercera fase, una gruesa capa de relleno cubrió el primer recinto y
el muro divisor construyendo el piso de una primera plataforma, tal vez en un momento posterior o inmediatamente se
cubrió el segundo recinto ampliando la plataforma al oeste a toda la conformación del ala.
Perfilamos cuidadosamente el corte producido por la cantera, obteniendo un perfil transversal que muestra toda la
secuencia constructiva del ala lateral, desde la construcción del primer y segundo recinto, el enterramiento de esos
componentes y su remodelación como plataforma que fue ampliada en varios pasos de la secuencia, esos últimos cambios
están atestiguados por una serie pisos superpuestos. La sección también muestra como se cubrió cada recinto, la capa de
relleno con bloques de sedimento arcilloso fue apisonada con los pies en un primer nivel de 1.8 m de altura sobre el Piso
6, finalmente se añadió el segundo nivel del relleno que cubrió el recinto hasta 1 m. sobre la altura de su cabecera, sobre
este relleno se elaboró el Piso 5 que corresponde a la primera versión de plataforma. Al oeste se adosó sobre el muro
divisor (Muro 2) una fachada inclinada con frente al oeste, Fachada 1, que apuntaló el muro para que resista el relleno y
alcanzó la cima de la plataforma.
Podemos diferenciar entonces cuatro capas o unidades de estratificación, correspondientes a fases arquitectónicas con sus
respectivas remodelaciones. En la lectura de las capas estratigráficas desde el nivel superior: la capa 1 estaba compuesta
por un nivel de piso (Piso 1) que corresponde a la última remodelación conservada de la plataforma, probablemente
entre la sexta y séptima fase constructiva. En la Capa 2 hemos agrupado una serie de tres pisos muy cercanos intercalados
regularmente con muy poco relleno entre ellos (Pisos 2-4) correspondientes a las fases 4-5. La Capa 3 comprende el Piso
5 que corresponde al primer momento de la plataforma como tal, soportada por una gruesa capa de relleno que cubrió
el primer recinto, durante la fase 3. La capa 4 corresponde a los recintos pintados de la fase 2, asociados al Piso 6 y las
actividades ceremoniales relacionadas al fogón del primer recinto que esparció cenizas sobre ese piso.
Fig. 83 Sección cortada por cantera, se observa la esquina afectada del primer recinto, la capa de relleno que lo cubrió, el muro divisor, la fachada y pisos de plataforma.
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Fig. 86 Dibujo de perfil, sección cortada por cantera, se muestran los recintos asociados al piso 6, la capa de relleno, el muro divisor, la fachada 1 y los pisos de plataforma.
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Recinto 1
El dintel del recinto, cortado a la mitad por la cantera, cubría originalmente una luz de 3 metros, quedamos sorprendidos
de la técnica que hizo posible el cuerpo 85 cm. de lado suspendido a 1.7 metros del piso; tan sólido que permaneció intacto
luego del enterramiento y remodelación como plataforma. La imponente portada, baja y alargada, casi perfectamente
rectangular, tenía un peldaño corrido en el umbral, como en el recinto superior. Las jambas de 80 cm. encuadraron
perfectamente el vano, detrás del cual, en el fondo del ambiente, se ubicaba el fogón ceremonial de chimenea cruciforme.
Hacia el fondo indirecto del recinto, en la sección este de la planta escalonada, se ubicaba una banqueta de 4 metros de
ancho y con un panel lateral adosado a la pared sur, a manera de biombo. El diseño de la estructura y la progresión de sus
partes obedece a un discurso simbólico complejo; donde los 3 metros de amplitud del vano son equivalentes a la altura
total del recinto, la planta es la cuarta parte de la cruz cuadrada, y el tránsito ceremonial es tripartito, la secuencia portada-
fogón-banqueta produce un giro a la izquierda, al este del fogón a la banqueta; y resultaba opuesto y complementario al
del Recinto Central donde se procede de la banqueta al fogón girando a la derecha.
Del lado opuesto a la portada, en la parte sur del recinto la superficie del monumento había permanecido intacta, puesto
que un improvisado acceso y cerco moderno protegieron esa porción del componente. La pendiente erosionada por
arrastre de lluvia creó aquí un cauce profundo; al perfilar esa quebrada, se pudo identificar la cabecera semi cruciforme
de la pared sur del Recinto 1; la singular planta que correspondía a la chimenea del fogón, tiene forma de la mitad de la
típica cruz andina o “Chacana”. Removimos el relleno de cubría el recinto, liberando gradualmente el interior y exterior
de la estructura; el sellado en ambos lados fue un proceso efectuado en dos momentos, y presentaba los mismos niveles
del perfil cortado por la cantera en la sección de la portada.
Logramos develar completamente la chimenea escalonada al interior de la sala, la parte más estrecha de la elaborada
forma tenía 80 cm. de ancho; lucía quemada, de color rojizo por el fuego directo hasta mitad de altura y tiznada arriba
por hollín. Al pie de la chimenea se encontraron cenizas compactas y blanquecinas llenando la cavidad cuadrada debajo
del nivel del piso donde permaneció el fuego de la hoguera. Al definir algunas porciones del Piso 6, contiguas al fogón
y en otras partes de la sala, se registraron cenizas y restos de madera de “chonta”(Bactris gasipaes), las fibras uniformes y
verticales de este tipo de palmera exótica, distribuida en los bosques relictos de la vertiente occidental y en la Amazonía,
permite suponer que había una selección de las ofrendas combustibles , tal vez en relación al significado de cada recinto;
las fibras verticales de “chonta” corresponden con el diseño escalonado y rectilíneo del fogón y recinto; no sería raro que
en el fogón del recito superior se incinerara un tipo de madera de fibras onduladas como algarrobo (Prosopis).
Fig. 90 Pared sur del recinto escalonado, fogón ceremonial cruciforme con depósito de cenizas .
Fig. 91 Dibujo de planta del recinto escalonado, se muestra la portada al norte, el fogón ceremonial al sur y la banqueta al lado este.
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Fig. 92 Reconstrucción isométrica del recinto escalonado, vista desde la portada orientada al norte; las paredes en blanco tienen murales no descubiertos.
Fig. 93 Reconstrucción isométrica del recinto escalonado, vista desde la pared sur, las paredes en blanco tienen murales no descubiertos.
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Fig. 94 Fachada decorada del Recinto 1 con chimenea de planta escalonada, se aprecian los colores de la pintura mural de diseño geométrico.
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Recinto 2
Fig. 98 Pared sur del Recinto 2, tratamiento de conservación del mural polícromo.
Esquina suroeste
Fig. 101 Aerofotografía de Huaca Ventarrón, se aprecian los contrafuertes de la esquina suroeste, año 2007, foto cortesía de E. Herrán.
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Fig. 104 Proceso de excavación del sector suroeste, secuencia de fachadas bajas, medias y altas.
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Ampliamos la excavación con la finalidad de establecer correlaciones de la secuencia arquitectónica comprendida por
fachadas altas de la parte baja y media del templo escalonado, superpuestas a la fase 3; logramos identificar hasta 8
remodelaciones adosadas unas contra otras, formadas por capas de relleno de 2 metros de espesor en promedio, e
inclinadas 60°. De toda la secuencia descubierta, solo la fachada de contrafuertes fase 3 se encuentra completa y fue la
más sofisticada; así como cubrió a la anterior, las siguientes remodelaciones ampliaron también la superficie del atrio
para soportar el Recinto Central; pero a causa de la erosión no sabremos cuales alcanzaron el atrio y cuales se plegaron
a la fachada anterior para formar un último ángulo escalonado, más alto y tal vez no funcional, como las almenas en los
contrafuertes de la fase 3, que solo servían para soportar la siguiente remodelación.
Cotejamos finalmente los componentes y su secuencia constructiva, entendiendo que durante la primera remodelación
parcial de la fase 3 se adosó una extensa terraza sobre la fachada de contrafuertes, reduciendo a la mitad su gran altura y
creando un segundo nivel funcional que servía para tránsito y que unió finalmente el cuerpo central con las alas laterales
suroeste y sur. La terraza se extendió cubriendo el ala suroeste; proyectando el alineamiento E-O, a medida que soportaba
la secuencia de fachadas altas, y permitía siempre la circulación sobre ese segundo nivel del templo escalonado. La fase
4 cubrió definitivamente los contrafuertes, elevando hasta la cima una porción proximal de la terraza, delimitada por
una banqueta preexistente y el Muro 1 decorado con bajorrelieve. La esquina suroeste de la nueva fachada se proyectó
conformando un voluminoso puntal, sobresaliente como un único y macizo contrafuerte esquinero del cual era una
reminiscencia; el resto de la fachada era lisa y ligeramente inclinada. Una quinta remodelación (fase 5) rellenó el repliegue
tras el puntal, emparejando toda la fachada y eliminando el volumen esquinero. La fachada fase 6 tiene un ángulo de
inclinación ligeramente más agudo, de 55°, y estuvo asociada a un muro de quincha (Muro 2) construido sobre la terraza,
de 25 cm. de espesor, que formó un corredor de 2.30 m. de ancho, paralelo a la fachada y orientado de norte a sur, que
conducía y mantenía oculto el tránsito sobre el segundo nivel del templo. La fase 7 solo pudo ser identificada en una
pequeña porción correspondiente al frontis oeste, rebajada en altura por el arrastre erosivo. La fase 8, más destruida aún,
sigue un alineamiento semejante al anterior.
La terraza, a manera de anillo de circunvalación, comunicó entonces las dos grandes alas divergentes del templo, acopladas
al oeste y sur de la plataforma central; como veremos, ambas estuvieron compuestas por parejas de recintos, luego como
plataformas secundarias formaron los cuerpos opuestos y separados más de 10 metros sobre los que se acoplaron las
fachadas medias, y entre los cuales a su vez se insertaron las fachadas bajas, que rellenaron secuencialmente con grandes
volúmenes curvo-convexos, el ángulo recto y cóncavo de la esquina suroeste cuando el edificio fue unificado.
El proceso constructivo fue modular, cada componente se adosaba a otro subyacente, repitiendo en cada remodelación
una relación semejante; así se soportaron las fachadas medias sobre la terraza y acoplaron las bajas entre las alas laterales;
rellenando los ángulos de la fase precedente ya sea apoyándose en las cornisas del perfil escalonado elevando el alzado
o cubriendo la esquina entre las alas sur y oeste. Extendiendo la excavación en unidades continuas hacia la parte baja del
monumento ubicamos bajo el nivel del terreno la secuencia de fachadas bajas del sector; entendimos que las fachadas
bajas, medias y altas de cada fase constructiva se concatenaban formando el perfil escalonado del templo. A medida que
cada remodelación superaba a la anterior, la respectiva fachada baja se acoplaba con la fachada media sobre la terraza
que circunvalaba la plataforma formando un ángulo escalonado. Desafortunadamente los cauces de desfogue de lluvias
cortaron las cabeceras de las fachadas, arrasando los vértices del templo escalonado, el grave desgaste impide comprender
las asociaciones directas entre las fachadas de los tres niveles del edificio.
A medida que retiramos la gruesa capa de sedimento acumulada paulatina y uniformemente por el arrastre pluvial sobre
la base del templo formando el nivel actual del terreno, identificamos la misma secuencia de fachadas; cotejando sus
proyecciones logramos establecer asociaciones con las fachadas medias y esbozamos dibujos isométricos preliminares
para entender la complejidad constructiva y orientar la excavación; los bosquejos fueron discutidos y asimilados por el
análisis arquitectónico de la experta A. Gavazzi (ver colaboración). Repasando la secuencia, comprendimos que a partir
de la fase 3 los cuatro recintos laterales alineados en forma de alas suroeste y sur, fueron cubiertos progresivamente pero
aún quedaron separados del cuerpo central del templo por corredores estrechos de recorridos indirectos y escalonados
que conducían a escalinatas de ascenso a la terraza que rodeó los contrafuertes. En la fase 4 las alas ya transformadas en
plataformas secundarias se unen y anexan a la plataforma central, lo que se logra ampliando la terraza y sepultando los
corredores. La secuencia de fachadas 6 a 10 se extienden diagonalmente, de lado a lado entre las alas; a partir de la fase
6 se adosa por primera vez una falsa esquina, un volumen cúbico en el ángulo divergente de las alas. La fase siguiente,
desarrolló una falsa esquina adosada al ala oeste, seguida de una curva cerrada de 4.20 m. de amplitud, que se unió al ala
sur, el proceso constructivo realizó primero la curva y añadió luego el volumen esquinero.
La fachada baja de la fase 8 repitió el volumen escalonado adosado al vértice del ala oeste, y luego prosiguió con trayectoria
curva hasta unirse al ala sur. Intentamos definir pisos asociados a alguna de las fachadas bajas, pero el poco espacio con el
que se intercalaron y la inclinación de los taludes dificultaron alcanzar la base del monumento; hicimos una cala profunda
en la sección media de la fachada fase 8, descubriendo la fachada sepultada bajo el nivel del terreno, llegamos a 2.5 m.
de profundidad, pero la humedad impidió definir el piso asociado a la base que podría estar próximo; el cateo mostró la
magnífica consistencia del paramento y el balance estético de los volúmenes curvos e inclinados.
Fig. 106 Bosquejo de la secuencia de fases, sector suroeste, dibujo del autor.
101
Fig. 107 Plano de unidades que abarcan los recintos menores de planta escalonada y circular.
La fachada baja fase 9 desarrolló una curva prolongada sin ángulo escalonado, encajada entre las dos alas. La fachada fase
10 retoma los ángulos escalonados cerca al ala oeste; se descubrió bajo el nivel del terreno, fue la más afectada por erosión
y una parte de su trayectoria está cubierta por sedimento; el extremo que se unió al ala sur soportaba una escalinata corta
de 5 pasos (Escalinata 2), de forma creciente: el paso superior tiene 1 m. por 40 cm. y el inferior 80 x 30 cm., un lado
de la escalinata se apoya en la fachada y el respaldo se empotra contra el ala sur, sirvió para acceder a la sumidad de la
plataforma sur, creada cuando se sepultó el Recinto Circular. La fase 10 bien podría ser la última remodelación del templo,
puesto que no hemos ubicado otra fachada superpuesta, pero aún falta definir con claridad el nivel del piso asociado.
102
• ALA SUR
Ampliamos la excavación hacia el límite sureste del sector, al limpiar los profundos cauces de erosión identificamos paredes
expuestas y semidestruidas de importantes componentes arquitectónicos; ya familiarizados con la compleja secuencia
constructiva logramos identificar dos recintos interdependientes de la planta escalonada y circular respectivamente
(Recintos 3 y 4), asociados a la segunda fase constructiva; se encontraban alineados de norte a sur, separados 8 metros y
situados uno arriba, sobre una terraza baja y otro al pie, erigido sobre la capa de relleno que niveló la superficie del terreno
original. Del mismo modo como sucedió en el ala oeste, estos recintos fueron clausurados, sellados y transformados
primero en una plataforma secundaria alrededor de la cual se podía transitar, luego fue anexada al cuerpo central del
templo como la prolongación del nivel medio del modelo arquitectónico. El alineamiento de los recintos y su diferencia
de nivel, el simbolismo de las formas que representan, la combinación de ejes y funciones ceremoniales opuestas y
complementarias, estructuradas bajo una lógica binaria y cuatripartita se distribuyeron calculadamente, definiendo
conceptos e innovando técnicas muy avanzadas para la época.
La secuencia constructiva prosiguió cubriendo el recinto escalonado en fase 4; la transformación en una plataforma
aislada permitió el tránsito alrededor, entre este volumen secundario y el cuerpo monumental. Las remodelaciones de
las fases 5 y 6, revistieron el ala y la unieron al núcleo central, cubriendo los corredores. Como veremos adelante, el
ala sur se amplió con la construcción de otra plataforma-terraza paralela, separada por un estrecho corredor donde
encajó una escalinata central angosta, que recae en el sector sur de nuestra sectorización. Durante la fase 6 se unificaron
las plataformas paralelas sellando la escalinata y extendiendo el nivel medio de la edificación a lo largo del flanco sur,
acoplando el extremo al afloramiento rocoso emergente de la esquina sureste. Durante la fase 6 se sepultó el recinto
circular (Recinto 4), encapsulándolo dentro de una terraza baja, situada al pie de la fachada del nivel medio que encapsuló
el recinto escalonado; manteniendo así la dicotomía de los espacios y prolongando el eje del ala sur. El paramento que
encerró el recinto circular soportó el extremo de las fachadas bajas y la escalinata de la fase 10.
La terraza baja se extendió al sur, empotrada contra el promontorio rocoso que se eleva frente al templo, conformando
siempre el espacio bajo a manera de plaza. La sepultura de los recintos escalonado y circular, y el crecimiento de las
terrazas reconfiguró la dicotomía de funciones entre el nivel medio y bajo del frente sur. La terraza-plaza albergó hacia
el sector sur otra secuencia de recintos tardíos, superpuestos a medida que se elevaba ligeramente la plaza de fase a fase,
como veremos en detalle cuando nos ocupemos del sector sur; estos últimos recintos remplazaron entonces a los recintos
primigenios encapsulados en las alas sur y oeste, que entonces eran los ejes estructurales de soporte para el alzado del
templo.
Fig. 108 Recreación de los recintos menores de formas opuestas, escalonado sobre una terraza para configurar la dicotomía arriba - abajo.
103
Recinto 3, escalonado
Fig. 110 Recinto escalonado sobre una terraza, nótese la portada clausurada en la pared oeste.
104
Recinto 4, Circular
Fig. 113 Recinto de planta circular, nótese el sello de la estrecha portada, la chimenea y el tabique a modo cortina.
106
• SECTOR SUR
Fig. 116 Plano de unidades que abarcan las escalinatas de ascenso y descenso.
107
La plataforma-terraza este y la angosta escalinata, encajada en el corredor junto al cuerpo simétrico, paralelo y preexistente al
oeste, constituyeron dispositivos y espacios ceremoniales interdependientes que se comunicaban y definían una dicotomía
de formas y funciones, unas “elevadas” sobre la terraza frente a otras “bajas” de los recintos al pie, sobre la terraza-
plaza en el nivel inferior del edificio. Como veremos los recintos estaban rodeados de una serie de tabiques y muros que
marcaban un recorrido laberíntico, con una trayectoria zigzagueante y escalonada alrededor del recinto, para luego dirigir
el ascenso por la escalinata, al centro de la terraza bilateral por ocho angostos y desiguales escalones en dirección norte;
finalmente la escalinata volteaba con un giro recto hacia el este, así el último tramo de 5 escalones alcanzaba la cima de
la terraza. La terraza sur constituía un nuevo espacio ceremonial elevado y abierto, en oposición a los recintos bajos y
cerrados; estos componentes duales se remodelaron y ampliaron progresivamente en las últimas fases, lo que indica una
concentración de funciones en esta parte; probablemente fue el eje visual y marco paisajístico accesible desde ese punto
dirigido al afloramiento rocoso que contiene dispositivos de culto al agua (Pacchas), alineado con el cauce del río y el cerro
Reque, uno de los aspectos que mantuvieron en actividad este sector del templo.
El nivel “medio” también servía de tránsito hacia el nivel superior del templo; además de las funciones sobre la amplia
superficie elevada, desde la sumidad de la nueva plataforma se proyectaban dos recorridos ceremoniales opuestos, uno
retomaba el rumbo ascendente desde la escalinata con un giro a la izquierda, al norte, empalmando con otra escalinata
rectangular de seis peldaños, amplia de tres metros, que se unía mediante un brazo del mismo ancho a la plataforma central,
permitiendo continuar por el nivel medio, circunvalando el templo hacia la cima. El otro recorrido estaba conformado
por una escalinata curva empotrada en la fachada posterior de la terraza, que descendía a un espacio bajo a manera de
patio hundido o “subterráneo” encajonado entre la terraza, el cuerpo central y la roca de la esquina sureste. La planta
de la escalinata equivalía a la cuarta parte de una circunferencia, el escalón que sirve de base tiene 2.7 metros de arco. La
peculiar gradería se levantó en el vértice que forman el brazo de la terraza que soporta la escalinata rectilínea de ascenso
con la cara norte de la terraza; este acople de escalinatas aportó expresividad a la obra, al señalar la divergencia del ascenso
y descenso, articulaba una vez más el principio de oposición dual complementaria, recurrente y enfatizado por las formas
recta y curva. Logramos definir una porción del espacio subterráneo al que conduce la escalinata curva que desciende
1.7 metros desde la terraza hasta el nivel del piso; notamos que antes de ser cubierto y también después de sellado el
espacio “hundido”, se depositaron restos orgánicos y cenizas. Las escalinatas y el ambiente hundido constituyeron una
remodelación de la fase 3, el espacio hundido fue clausurado en la fase 4 cuando se amplió la fachada alta del templo, del
mismo modo en la fase 5 y 6 las otras escalinatas fueron cubiertas y se extendió la terraza o ala a lo largo de todo el flanco
sur, apoyándose en el extremo sureste contra una roca sobresaliente del promontorio.
Fig. 117 Escalinata de dos tramos, entre las terrazas del sector sur.
108
Fig. 119 Recreación del sector sur del templo durante la tercera fase, nótese las escalinatas divergentes .
109
Recinto 5
Fig. 121 Plano de las unidades -III W, -III Y, y parte de -III X, que abarcan los recintos 5 y 6.
110
Recinto 6
Fig. 127 Perfil maestro, sección este-oeste, se aprecia la secuencia estandarizada de remodelaciones.
113
Fig. 128 Fachada de la tercera fase en el frente norte y secuencia de remodelaciones adosadas al flanco oeste .
114
La fase más antigua del templo, que no conocemos en su totalidad, fue construida sobre el afloramiento rocoso que marcó
la orientación y distribución del diseño arquitectónico, con una desviación al oeste del norte (320° acimut) impuesta por
el eje de dos moles frontales. Probablemente el afloramiento fue un espacio sacralizado mucho antes de la construcción
del templo. La primera fase no presenta el carácter monumental que se logró en la fase siguiente, pero ya desde la cima
del templo se controlaba visualmente el amplio valle de Lambayeque y el curso del río Reque, con la impresión de situarse
en el centro del territorio. Hasta donde avanzó la excavación notamos que existía una plataforma encajada y elevada
entre las rocas, sobre la cual se alzaba un recinto central miniaturizado con dos dispositivos ceremoniales: el fogón y la
banqueta que simbolizaban la dicotomía esencial, el fuego para la incineración de ofrendas con la imagen de los peces era
propiciatoria del mundo natural, del mar, la lluvia y la esfera celeste; del otro lado la banqueta y la imagen de la zarigüeya
simbolizaba la parcialidad terrestre vinculada a la sociedad y el poder ejercido desde el trono primigenio, tal vez por una
matriarca si consideramos el carácter femenino del animal figurado, como veremos más adelante.
La segunda fase constructiva cubrió casi totalmente el afloramiento rocoso, así ocultó el eje noroeste y orientó el templo
al norte, en función al entorno paisajístico predominante. El templo debió lucir imponente a la distancia, coronado por el
recinto principal pintado de rojo y blanco, tal composición marcó el momento de esplendor del discurso arquitectónico
y arte mural. La misma distribución de la plataforma con escalinatas centrales y recinto culminante con dispositivos
ceremoniales asumió proporciones monumentales; además de la magnificación de las formas, los cuatro recintos laterales
multiplicaron y dividieron simétricamente las funciones del templo y el poder antes centralizado. El estamento patriarcal,
de los cazadores, ocupó la sala principal en la sumidad del templo, instaurando el ceremonial de caza como evento crucial;
entonces los recintos secundarios de las alas suroeste y sur asumieron funciones paralelas, probablemente dominadas por
el género opuesto; esta fórmula cuatripartita obedeció a un proceso de división de la estructura del poder.
Para elevar la fachada alta de la segunda fase a la tercera, se levantó sobre el borde del atrio un muro de contención,
detrás del cual se depositó el relleno de cobertura dentro de celdillas que estabilizaron la estructura. Una vez elevada
la fachada se construyó un sistema de macizos contrafuertes, de seis a nueve metros de alto, que apuntalaron el relleno
masivo apoyándose y revistiendo los niveles escalonados de la plataforma subyacente; probablemente estos volúmenes
trapezoidales que formaron salientes a modo de almenas produjeron un juego de sombras con el curso anual del sol.
Sobre el atrio se edificó el nuevo recinto central, similar al anterior en las proporciones del vano, esquinas curvas, fogón
contra la pared oeste y banqueta; sus paredes, pintadas de color verde pálido se alejan de la fuerza expresiva y contraste de
la fase anterior, la espectacularidad del arte mural decae temporalmente frente al crecimiento de la arquitectura.
115
El estado de conservación del monumento permitió definir en mayor proporción de la fase 3, de no haber sido por
el devastador saqueo, el recinto culminante hubiese conservado la mitad inferior con el piso y banqueta empotrada al
fondo del ambiente. Reconocimos la amplitud y planta trapezoidal de la gran plataforma siguiendo el contorno del atrio;
la forma peculiar de la planta se puede relacionar con la constelación de Orión, que ocupa una posición central en el
firmamento. El modelo arquitectónico conjugó formas y orientaciones terrestres y celestes para referirse a la unión de
la dicotomía esencial. El monumento como símbolo organizaba cultura y liderazgo, los rituales reiteraban el principio
dual complementario, ya sean los dispositivos fogón y banqueta con ofrendas y reverencias dirigidas a poderes terrenales
y supremos; o las “pacchas” del promontorio contiguo, también “espejos del cielo”, que recibían agua del firmamento
y reflejaban las constelaciones, celebrando de manera paralela y complementaria al templo, interdependencia de las dos
grandes esferas del cosmos. Tratándose de una sociedad que había alcanzado desarrollo mediante la industria textil, la
posibilidad de representar el universo como una red afianzaba la lógica dual. Al respecto, la obra de C. Leví-Strauss15
ofrece un completo estudio de las fórmulas que rigen el pensamiento “salvaje”, a propósito de los arquetipos cósmicos:
...todos los niveles de clasificación ofrecen un carácter común: cualquiera que sea aquel que la sociedad pone adelante, es necesario que autorice
el recurso a otros niveles análogos que difieren por su posición relativa en el seno de un sistema global de referencia que actúa por medio de una
pareja de contrastes: entre general y especial por una parte, entre naturaleza y cultura por otra”.
La cuarta fase redujo la altura del Recinto Central, rellenándolo parcialmente para elevarlo sin necesidad de sepultar
totalmente el edificio. Los cambios del mural en la fachada, reducida por erosión y saqueo, pudieron ser bandas intercaladas
de color blanco y negro en menor proporción, superpuestas al color verde, una discreta continuidad de la fastuosa fase 2.
Aunque las evidencias son mínimas por la acción erosiva, probablemente a partir de la quinta fase el Recinto Central fue
totalmente sellado, y como en el caso de los sectores bajos, la tendencia de encapsular y finalmente eliminar los recintos
y priorizar la función de las plataformas logró cambiar el recinto por una plataforma, a manera de estrado o podio
culminante; fundamentando así, a mediana escala, el antecedente del modelo arquitectónico que se generalizó durante el
Formativo Temprano y Medio.
De manera genérica la forma del templo y su orientación al norte vinculada al cerro, que a su vez configuraba un
modelo del alineamiento de la cordillera andina, permitieron organizar los componentes de la arquitectura desde una
perspectiva centrípeta, el templo como “imagen del mundo” se ubicaba en el eje por donde el sol cruza transversalmente
dos veces (equinoccios) durante su tránsito anual entre cada extremo (solsticios). Como en otras regiones de los andes
y Mesoamérica, la arquitectura ceremonial fijaba el recorrido del sol, la luna y las constelaciones en la bóveda celeste;
según J. Broda16, especialista en arqueoastronomía mesoamericana: “la integración de la observación solar con el paisaje circundante
era un rasgo fundamental de la cosmovisión prehispánica... las sociedades a lo largo de su historia, tomaron posesión de sus territorios en
términos sociales, económicos, políticos, simbólicos y científicos creando lo que se ha denominado paisajes rituales”. Los arqueoastrónomos
del área andina opinan que además de la orientación solar existía un complejo sistema de observaciones, según Urton:
debieron segregarse distintas porciones del cielo en unidades reconocibles cuya aparición a través del tiempo sea repetitiva y memorable. Para A.
Gavazzi17: “Las sociedades cosmocéntricas se constituyen en torno a una lectura del cosmos, que se reproduce en miniatura en la organización
del territorio, la cartografía terrestre es una cartografía celeste proyectada, en el mapa de la tierra se lee el mapa del cielo”.
En cada una de las fases arquitectónicas, y probablemente antes de la primera estructura formal, los fogones ceremoniales
cumplieron una función fundamental, la incineración de ofrendas permitió unir la tierra con el cielo, ese acto de reciprocidad
mística producía la ruptura del plano terrenal, la ascensión de la ofrenda renovaba el tiempo mítico en el eje del paisaje
ritual. Según M. Eliade18 existe en todo el mundo antiguo la homologación de fogones y chimeneas con el simbolismo
de centro “... de manera que todas las casas -como todos los templos, palacios y ciudades- se hallaban en un solo y mismo punto común, el
Centro del Universo”. Las remodelaciones comparten y complementan el simbolismo de las ofrendas incineradas, además
de modelo de revitalización cultural y emprendimiento reafirmaba la unidad social y el prestigio del centro ceremonial,
cada fase como expresión de un tiempo fue el único registro de una sociedad ágrafa; al sepultar la época anterior se
consagraba la memoria; la superposición ratificaba y acrecentaba el valor de “centro” en la medida que el proceso repetía y
acumulaba actos y formas arquetípicas en el mismo espacio. El centro ceremonial Ventarrón sería el origen de la tradición
arquitectónica de barro y arte mural en la costa norte. El surgimiento de este foco civilizatorio inició un largo y sostenido
desarrollo, fomentado por la estratégica posición territorial y el progresivo desarrollo de la agricultura de riego. Las
edificaciones del centro primigenio sobre el promontorio y ladera oeste del cerro destacaban la condición emergente de la
cultura; los templos emergían de la montaña, como una proyección de las ordenadas formas rocosas. Saturado el espacio-
tiempo a lo largo de un milenio de ocupación continua, la crisis que terminó de “romper” el ciclo pudo ser climática (El
Niño), y la destrucción de los monumentos obligó al éxodo y restablecimiento en un punto cercano y central, se refundó
el centro frente al cerro, el complejo Collud - Zarpán comprendía una serie de plataformas monumentales conglomeradas
que imitaban la distribución del cerro. La dinámica de los patrones de asentamiento, arquitectónicos e iconográficos sigue
un hilo de continuidad que empieza a percibirse con nuestras investigaciones y que va más allá del Formativo, alcanzando
a las majestuosas capitales teocráticas mochicas como Sipán y Pampagrande, enclavadas en el nuevo “centro” del valle
gradualmente civilizado por el avance del agro.
117
Fig. 132 Recreación hipotética de la quinta fase arquitectónica del templo Huaca Ventarrón.
A manera de conclusión, debemos considerar que la arquitectura monumental y el estado prístino en los Andes se
originó de manera simultánea en varias regiones de la costa, no como un proceso de difusión sino más bien como la
madurez y primera expresión de longevos sistemas culturales, nativos de cada valle, lograda a medida que potenciaron
sus economías e interacción, sostenidas por la industria del algodón y la bonanza del mar durante el Formativo Inicial.
El desarrollo autónomo de cada región permitió una larga coexistencia pacífica en un marco de relativa abundancia de
recursos circunscritos19 y accesibles por el trabajo corporativo. Desde su origen, los centros ceremoniales organizaron la
interacción socioeconómica a nivel de cuenca, un sistema de “control vertical” (Murra 1971) que se intensificó durante
toda la etapa Formativa, logrando al mismo tiempo cierta unificación de la religión, que terminó también convirtiéndose
en el factor de crisis al término del periodo. Podemos sugerir que la coexistencia de tradiciones o esferas culturales paralelas
en la costa norte y central durante el Formativo Inicial, comenzó enfatizando las diferencias entre las formas de los
templos, iconos y relevancia del emplazamiento en relación al paisaje; esas distinciones se homogenizaron gradualmente
hasta englobar y definir sistemas macro regionales, con centros estandarizados que se multiplicaban y competían al
interior de la esfera y a la vez con el exterior, esto durante el Formativo Temprano y Medio, impulsados por la tendencia
de “emulación competitiva”20, sinergia que permitió una primera y frágil “mundialización” (C. Renfrew y P. Bahn, 1993)
durante el Formativo Tardío, aún sin contar con la tecnología metalúrgica que hizo contradictorio el avance del modelo,
precipitando su caída y transición cuando la “revolución tecnológica” del cobre hizo aparición.
118
Fig. 135 Bloques de sedimento arcilloso unidos con aglomerante de barro, en una sección de fachada cortada por la cantera, sector oeste.
119
Las innovadoras técnicas aplicadas a cada componente contaban con rigurosos cálculos de resistencia; los sistemas de
celdillas combinaron cámaras de relleno suelto y seco, rodeadas por cinturones de relleno compacto, ahorrando esfuerzo
a favor de la estructura. Resulta admirable la complejidad de las soluciones al servicio de la arquitectura ceremonial,
concebida como expresión de la primera gesta civilizatoria. Por su monumentalidad y extensión, el centro ceremonial
primigenio podría ser considerado un hito en la arquitectura americana; cuyo incomparable adelanto en las tecnologías
constructivas, diseño y arte mural fue concebido y conseguido en función a la relevancia del paisaje ritual. Lógicamente
se necesitó de un liderazgo fortalecido para organizar la construcción y llevarla a tal grado de sofisticación; el sistema
de mando y el mundo ceremonial convergían fomentando la cohesión social y empoderamiento de la obra. En relación
a la capital importancia de la ideología en el surgimiento y auge de la civilización, coincidimos con T. Dillehay22 cuando
considera que: “entre los elementos fundamentales de la civilización andina formativa que surgió durante el Periodo Inicial se puede
considerar la noción de liderazgo asociada a edificios cívico-administrativos (ceremoniales). Este cambio fundamental puede haber sido de
naturaleza ideológica.”.
Durante la excavación, registramos grandes bloques de sedimento arcilloso depositados como primer nivel del relleno al
iniciar una remodelación o fase constructiva; los bloques, de hasta 80 cm. de lado, soportaban a manera de cimientos de
la nueva edificación; al ser más duros y consistentes conservan las huellas del instrumento agudo y liso, probablemente
una vara de madera dura, que sirvió de barreta y palanca para desprender porciones de la gruesa placa sedimentaria.
Podemos reconstruir el procesamiento de los materiales y la cadena constructiva, que comenzó con la tarea de extraer
bloques del suelo arcilloso, según nuestra hipótesis de la ribera del río o humedal cercano al templo donde se ampliaban
parcelas de fácil riego; con palos y golpes de piedras, los bloques fueron modulados de distintos tamaños y acarreados
hasta la plataforma; algunos muy pesados como los antes descritos, fueron cargados entre dos personas utilizando un
sistema de camilla o anda confeccionada con palos y cañas. La argamasa tal vez se preparó en la misma ribera o humedal,
pues contiene abundante fibra vegetal y algunos caracoles dulceacuícolas; la gran proporción de material orgánico en la
argamasa o aglomerante, generó la cohesión y resistencia que posibilitó grandes volúmenes verticales en las fachadas,
altas paredes de quincha en los muros divisores, o sólidas paredes de hasta tres metros de alto con descomunales dinteles
en los recintos. La argamasa presenta a veces huellas de cañas paralelas, de las tarimas o camillas con las que acarreó el
material durante la construcción. Finalmente el acabado de los muros consistió en capas de arcilla cernida preparada
con fibra vegetal; un enlucido más fino aún se empleó en la primera fase para recubrir el fogón tiznado y las imágenes
antes de la sepultura; también fue aplicado a las banquetas y dispositivos más importantes de las fases posteriores, como
barbotina o aguaje esparcido con la mano. El arte mural a gran escala fue una de las grandes innovaciones del templo, el
estudio especializado de los materiales y técnicas requiere de un especialista como Véronique Wright que ya ha iniciado
esa investigación.
121
ZARIGÜEYA, FASE 1
En la primera fase las imágenes de animales fueron hechas al
costado de los dos dispositivos que alberga el recinto central;
la imagen más antigua al costado del podio o trono, representa
un animal cuadrúpedo, en relación directa con la banqueta
unipersonal y el personaje aposentado. El tratamiento idealista
del altorrelieve permite identificar las características del Fig. 140 Petroglifo cerro Mulato, zarigüeya dibujo de A. Núñez .
marsupial “zarigüeya” o “hurón” (Didelphis marsupialis) con
hocico alargado, cola larga a rastras, en el centro un canal que
equivaldría a la bolsa marsupial, también se remarcaron las
patas prensiles.
PECES, FASE 1
Fig. 151 Altorrelieve aplicado a un costado de la chimenea del fogón, dos peces opuestos.
126
Fig. 155 Mural polícromo sobre la pared oeste del Recinto Central fase 2., cacería de venados.
128
Fig. 156 Mural bícromo, fachada del Recinto Central de la segunda fase, representó la primera gran obra del arte mural.
ROJO-BLANCO. FASE 2
La segunda fase representó el primer y más esforzado logro del arte mural en toda la secuencia del templo y probablemente
en la historia de la arquitectura temprana. Se usó óxido de hierro pulverizado y cal para decorar toda la fachada del recinto
de acuerdo a un concepto de diseño rigurosamente planificado. Nuestras prospecciones en la comarca aún no han
ubicado la cantera ferruginosa de donde pudo obtenerse el color; pero una parte de la formación del cerro Ventarrón es
rojiza a causa de los componentes ferrosos. Encontramos ofrendas del mismo pigmento rojo en estado nativo dentro de
las capas de relleno que sellaron los recintos principales del templo. El color rojo, desde los albores de la humanidad, ha
representado el fuego, pues la tierra quemada se torna de ese color; y la sangre como el vehículo de la vida y el vínculo
entre todos los seres, la sangre representaba la vida misma y estaba ligada íntimamente a la mujer. A partir del Formativo
temprano, cuando las tumbas adquieren mayor importancia ceremonial, se acostumbraba cubrir el rostro del individuo
con cinabrio, sustancia que representaba la vida; esta costumbre perduró en el tiempo hasta los Mochicas e incluso en
época Lambayeque.
129
Entendimos el diseño bicolor del mural como símbolo de la dualidad esencial; vinculando las fuentes de extracción de
los colores y el diseño de banda como símbolo de unión y compenetración de la dualidad, la banda blanca al centro del
color rojo simbolizan hueso vestido por carne, como principio de la dicotomía y unidad de la vida, el eje de la revelación
cosmológica. Así como la sangre menstrual representaba el sacrificio de la humanidad hacia la tierra; el pigmento rojo
obtenido de la montaña, entre grietas, o cuevas representaba la sangre de la madre tierra. La banda blanca de cal producida
a partir de la incineración de caparazones de moluscos en los fogones ceremoniales representaba los huesos y el mar, las
conchas representaban el origen de la vida que se dio en la esfera marina -Pacarina-32. A nivel simbólico, así como el ciclo
lunar corresponde en la tierra con la menstruación, en el mar la oscilación de las mareas permitía acceder a los bancos
de moluscos y mariscos. Los colores simbolizaron la oposición complementaria e interdependencia terrestre-marina;
y por ende de las relaciones de producción entre esos ámbitos. El gran mensaje del templo se podía ver a la distancia;
el extraordinario mural rojo y blanco condensaba el discurso cosmológico al mismo tiempo que formalizaba la tácita
alianza de las comunidades del valle con las del litoral, demostrando con la síntesis del modelo natural la razón de tal
interdependencia e interacción.
130
Fig. 158 a. Univalvo de la especie Cono (Conus Fergusonii). b. Bivalvo de la especie Spondylus (Spondylus princeps).
131
Fig. 160 Vasija Mochica, idealización del sacrificio en la montaña. Fig. 161 Vasija Mochica, sacrificio por despeñamiento en una montaña.
132
AZUL-AMARILLO-ROJO, FASE 2
Fig. 163 Pictografía sobre vasija cerámica, Mochica Medio, deidad en actitud de adoración entregando ofrendas propiciatorias a la lluvia y al arcoíris.
133
Fig. 164 Fachada del recinto con chimenea escalonada, pintura mural polícroma de complejo simbolismo.
134
LAS OFRENDAS
Las ofrendas de materiales locales o foráneos, de origen
mineral, malacológico o vertebrado, tuvieron trascendente
carga simbólica. Las fuentes sacralizadas de donde se obtenían
los minerales, moluscos o animales establecieron un sistema
de valores y escalas tangibles en la naturaleza; dividido en
parcialidades y ordenado en función al simbolismo de color,
patentado por la arquitectura y arte mural del templo primigenio
frente a la colina colorida. El discurso del paraje central y el
simbolismo de los murales dinamizaron la esfera cultural del
centro ceremonial, generando relaciones de interdependencia
a nivel macroregional. Las fórmulas simbólicas fomentaron
el intercambio de materiales y abalorios de valor sagrado, en
tanto representaban la esencia de determinadas fuerzas y/o
regiones del cosmos, articuladas así, las redes de intercambio
confluían en el paisaje y mensaje del centro ceremonial.
Fig. 165 Pigmentos minerales depositados como ofrendas.
Las ofrendas, depositadas entre capas de relleno durante las
remodelaciones del templo, contribuyeron a dramatizar la
coreografía de sepultura, planteando metáforas elementales
según su disposición. El tipo de ofrendas más sencillas fueron
pequeñas concentraciones de pigmento mineral rojo, verde
o gris azulado, colocadas junto a los rellenos que cubrieron
los recintos principales. Otro tipo de ofrendas, depositadas
directamente sobre pisos fueron cuentas de crisocola y otras
de piedra dura algo mayores. Las cuentas de crisocola son
de manufactura muy elemental, fragmentos laminares en
estado natural fueron regularizados y perforados, sin llegar a
desbastarlos ni redondearlos; en algunos casos la perforación
pasa de lado a lado, en otros no. Cabe notar que en esta
época tan temprana ya se había popularizado el uso de la
piedra semipreciosa crisocola como material sagrado, estas
Fig. 166 Cuenta de crisocola semiperforada.
pequeñas pero significativas ofrendas formalizaron pautas
rituales en la renovación cíclica de la arquitectura. Una cuenta
confeccionada en piedra dura de color café, bastante regular y
pulida, envuelta en fibra vegetal y trozos de carbón, se ubicó
sobre el piso del Recinto Central de la segunda fase, como acto
previo al enterramiento del ambiente. Otro artefacto lítico se
halló sobre el fogón ceremonial del Recinto 5, en el sector sur;
se trata de una piedra triangular con dos perforaciones hacia
un extremo, una la traviesa, la otra es pequeña y solo insinuada;
se trataba probablemente de un peso para red de arrastre.
OSTRA GRABADA
Cuando se excavó la esquina sureste del Recinto Central fase 2, se ubicó una de las ofrendas más significativas, depositada
sobre el primer nivel de relleno y cubierta por la segunda tendida que terminó de sepultar el atrio del templo. Se trata de
una concha de nácar de la especie Pinctada mazatlanica36 en forma de medialuna de 15cm. de envergadura; el admirable
trabajo artístico de la imagen plasmada se adaptó a la horma de la concha; el grabado fue hecho combinando incisiones
cortantes y perforaciones de tirabuzón. El ícono representa una cabeza frontal sonriente de rasgos esquemáticos, con
orejas trapezoidales, ojos separados y boca larga; está enmarcada en una medialuna que reproduce la forma de la pieza;
alrededor y distribuidas de manera radial se proyectan siete bandas que contienen agrupaciones de círculos, a manera
de pectoral, confiriendo un aspecto radiante a la cabeza; las siete bandas y los espacios entre cada una suman trece
segmentos, probablemente en alusión al ciclo lunar. Las perforaciones equidistantes que forman los ojos pasan de lado
a lado, permitiendo que el objeto fuera colgado como pectoral; además la distancia entre las dos perforaciones permite
mirar a través, como si se tratara de una máscara, acaso la entidad transformada en identidad.
Existe cierta semejanza del abalorio con una mantaraya, ese pez tiene un “rostro” ventral de aspecto muy semejante al
del grabado; probablemente la forma semilunar y color de la concha, semejante al pez condrictio, conjugaron metáforas
relacionadas al ciclo lunar, el origen marino y femenino de la vida, la oscilación de las mareas. Según M. Eliade37: “Ostras,
conchas marinas, caracolas y perlas son solidarias de las cosmologías acuáticas y del simbolismo sexual. Participan todas de poderes sagrados
concentrados en las Aguas, en la Luna, en la Mujer; además y por diversas razones, son emblemas de estas fuerzas: semejanza entre la concha
marina y los órganos genitales de la mujer, relaciones que unen a las ostras, las aguas y la luna; en fin simbolismo ginecológico y embriológico de
la perla formada en la ostra…El caracol simboliza corrientemente la concepción, el embarazo, el parto; la explicación dada por los indígenas
de la asociación entre el molusco y el parto es: como este animal marino sale de su concha, así nace el hombre del vientre de su madre”.
El origen de semejantes concepciones pertenecía entonces a una capa profunda del pensamiento «primitivo». En la
imagen grabada, la cabeza surge de la concha como si fuera una matriz, el umbral de donde emerge la vida; esa expresión
es frecuente en la iconografía de los periodos siguientes; añadiendo un rostro arquetípico a las imágenes de crustáceos,
peces y animales, se pretendía mostrar el vínculo común entre las cadenas de la vida y el carácter sagrado de los seres
primordiales como las conchas, que simbolizaban la fuente de origen.
Fig. 173a “Mortero de las caras” , colección MNBL. Fig. 174a “Mortero de los adorantes” , colección MNBL.
Fig. 173b Dibujo de las imágenes incisas en el “Mortero de las caras” , colección MNBL.
Fig. 174b Dibujo de las imágenes incisas en el “Mortero de los adorantes” , colección MNBL.
138
TROMPETA DE CARACOL
GUACAMAYO
Fig .179 Recreación del guacamayo con collar de cuentas de crisocola, G. Chávez.
141
MONO
NUTRIA
Fig. 183 Ofrenda en el atrio fase 3, fémur humano quebrado sobre osamenta de nutria.
143
Fig. 184 Ofrenda de nutria o “anzumito”, sepultado sobre una piedra en el atrio de la fase 3.
Fig. 187 Proceso de excavación del depósito de residuos ceremoniales en la parte baja del templo.
145
Fig. 189 Depósito de residuos ceemoniales, compuesto por cenizas, piedras fracturadas, carbón, restos óseos y tierra arcillosa.
146
Fig. 192 Restos óseos de peces, aves y mamíferos mezclados en un depósito de residuos sepultado por remodelación.
Fig. 193 Dibujo de planta que muestra la disposición de los restos óseos de peces, aves y mamíferos.
148
TEXTILERÍA
En el Depósito 1 se recuperaron los primeros fragmentos de
textil e hilos; el más grande tiene 6 cm. de lado y correspondía
a una red tejida con hilos gruesos de algodón, probablemente
usada para pesca; la técnica que se usó fue la de “enlazado”
elaborada con un solo hilo. Otro fragmento, de 1 cm., se halló
en el mismo depósito; el biólogo determinó que no se trata de
algodón si no de otro tipo fibra, que tendría que someterse a
análisis específicos para conocer su naturaleza; la técnica en la
que fue elaborada es “entrelazamiento oblicuo o trenza simple”50. En
el frente oeste, perfilando la última fachada conservada (fase 8),
hallamos dentro del relleno una larga cinta o faja de algodón
fabricado a telar, fue anudada en segmentos y enrollada para
ser depositada dentro del relleno como una ofrenda durante
el evento constructivo, de tal manera que quedó unida a la
estructura; la técnica empleada es “onda afrontada por urdimbre
simple”51; este textil es un ejemplo del avance que se había
alcanzado, la variedad de técnicas que concurren en el centro Fig. 196 Fragmento de textil finamente telado.
ceremonial Ventarrón demuestran acaso que fue el eje
innovador de las tecnologías de la época.
Fig. 197 Faja de algodón telado, recuperada dentro del relleno de un paramento.
150
CERÁMICA
También en el Depósito 1, se halló el fragmento de una escultura cerámica, probablemente una figurina que representaba
un personaje en cuclillas con las manos sobre las rodillas, el fragmento correspondería a la cuarta parte de la imagen, se
aprecia una pierna y el brazo con la mano apoyada en la rodilla, tres incisiones definen los dedos de la mano. Las figurinas
fueron artefactos ceremoniales importantes, registrados en los centros contemporáneos de Caral y Kotosh, a manera de
efigies de los gobernantes o rangos jerárquicos, los personajes retratados muestran posturas solemnes, sentados como
si se tratase de un grupo que asiste a una ceremonia. La diferencia es que las figurinas de la costa y sierra central son de
barro crudo, y la nuestra es una terracota. La rotura de la pieza fue hecha antes de llegar al depósito y parece ser un acto
intencional que partió la imagen. En las siguientes etapas, cuando la cerámica se populariza, las obras son ofrendadas en
los templos y tumbas. Si bien no se puede determinar con certeza si la pieza fue cocida antes o después de la fractura
y descarte, entendemos que a pesar de conocer el principio de la cerámica durante todo el Formativo Inicial, nunca
se le dio función utilitaria, probablemente por tabú de usar fuego para un proceso tecnológico «nuevo» que marchaba
contra la sacralidad instaurada. Solo durante el Formativo Temprano cuando se hizo inaplazable el uso de cerámica y
la generalización del uso profano del fuego, la cerámica surge como catalizador; representando el poder transformador
del fuego, la obra alfarera simbolizó la armonía entre los elementos y la ofrenda por excelencia, ya no fue la ofrenda
incinerada por el fuego que se elevaba al cielo, la nueva era afianza el culto al agua, esencial para la agricultura, los templos
tenían canales internos para alimentarlos; la cerámica endurecida por obra del fuego servía para contener líquido, de este
modo, como las figurinas, siguió representando la condición humana y su esencia sacrificial.
Se puede advertir un conjunto homogéneo de 10 contextos funerarios (1,2,4,5,7,9,11,12,14,21), además del cenotafio, en
los cuales los materiales corresponden a la misma época y estilo, y en la mayoría de los casos los individuos adultos fueron
depositados en posición flexionada o fetal, reclinados sobre su costado derecho; esas tumbas formaron tal vez un grupo
relacionado a nivel de familia o clan, que a su vez perteneció a una gran concentración de sepulcros repartida entre esta
parte baja y el sector central del templo, y con mayor concentración en la extensión del conjunto Arenal, casi todas fueron
arrasadas por saqueo. Este conjunto de tumbas permaneció a salvó porque algunos pobladores utilizaban un sendero
al pie de la fachada sur para transitar, de este modo no fueron afectadas por el saqueo, pero algunas sí por la erosión
pluvial. Se reconoce fácilmente el patrón funerario del Formativo, por lo general cada tumba presenta un sello de lajas
o piedras medianas, esta señal de tumba permitió a los profanadores detectarlas fácilmente. La mayoría de los contextos
estuvieron asociados a ofrendas de cerámica, cuentas de piedras semipreciosas, pigmento rojo (Cinabrio: sulfuro de
mercurio), valvas de molusco (Choromytilus) o espátulas de hueso. El conjunto de tumbas que muestran semejante forma
y disposición de los individuos se ubicaría temporalmente a fines del Formativo temprano (aproximado 1300 a.C), pues
comparando estilísticamente los rasgos de la cerámica, resultan ser típicos de la primigenia tradición alfarera de la costa
norte, caracterizada por la forma de botellas de cuello recto y platos incisos con motivos reticulados y cabezas estilizadas.
Probablemente al fundarse el nuevo centro ceremonial Collud-Zarpán, los pobladores utilizaron el abandonado templo
Huaca Ventarrón como necrópolis, de esa manera se intentó establecer vínculos de ancestralidad y continuidad cultural.
Por razones de espacio, describiremos a continuación únicamente los contextos asociados a materiales diagnósticos del
Formativo y que corresponderían al primer evento funerario que se dio luego del abandono del templo.
La fosa medía 120 cm. N-S, por 110 cm. E-O y conservaba 60
cm. de profundidad; fue cavada de norte a sur; el individuo,
un adulto, fue depositado en posición flexionada, tal vez
dentro de un fardo que se desintegró con el paso del tiempo.
La osamenta estaba dispuesta contra la cara sur de la cavidad,
sobre su costado derecho, con las piernas plegadas al tórax y
los brazos extendidos hasta tocar los tobillos con las manos; el
cráneo apunta al oeste, con rostro mirando al sur. El contexto
contenía la mayor cantidad de ofrendas de todo el grupo,
pero de un estilo peculiarmente burdo dentro del Formativo
Temprano. Una botella de gollete recto se ubicó frente a la cara
del individuo, cerca al maxilar inferior, ligeramente inclinada
al este. La otra pieza, un plato, fue colocado sobre el lecho
Fig. 200 Tumba de adulto con ofrendas de cerámica y cuentas.
de la fosa, debajo del fardo, fragmentándose por la presión
del peso. Se encontraron también varias cuentas de tres
materiales distintos: crisocola, sodalita, y concha Spondylus,
que formaron conjuntos dispuestos sobre el occipital y los
omóplatos, probablemente se trataba de collares colocados
sobre la espalda o el cuello del individuo durante el evento
funerario.
Fig. 210 Dibujo inciso en el plato de cerámica, representa cabezas de la deidad unidas por una banda.
156
Fig. 212 Contexto funerario bipersonal, osamenta de infante superpuesta a la de adulto, botella asociada como ofrenda.
157
La botella de estilo típico tiene 19.5 cm. de altura y 58 cm. de circunferencia máxima; el grosor mínimo de las paredes es
de 3 mm; tiene base convexa, ligeramente aplanada permitiendo equilibrar la vasija. El cuerpo de forma esférica achatada
tiene una incisión profunda en la unión con el gollete; que es de 6.5 cm. de alto, ancho en la base, estrecho al centro y
expandido en el borde; con labio evertido y aplanado en el ángulo de caída interna. El color es gris oscuro logrado por
quema asfixiante, el acabado de la superficie es alisado y pulido en zonas, con huellas horizontales del instrumento pulidor
alrededor de la circunferencia máxima. La pasta es fina. El peso de la botella es de 792 gr. pero debe ser algo menor
puesto que aún tiene restos de sedimento al interior. En términos generales y en comparación con el resto del alfar la pieza
muestra estandarización de diseño y acabado. Le faltan las dos terceras partes del labio y gollete, quebradas y separadas
antes de la inhumación.
La vasija miniatura mide 11.5 cm. de altura y 34 cm. de circunferencia máxima; la base es convexa aplanada; el gollete de
3.5 cm. es ancho en la base, estrecho al centro y expandido en el borde; el labio es evertido y sigue el perfil creciente del
gollete, generando un borde aplanado irregular de 2mm. de espesor con ligera caída interna. El color es gris oscuro
logrado por atmósfera asfixiante, el acabado de la superficie es pulido con huellas horizontales del instrumento pulidor
alrededor de la circunferencia máxima y verticales en el gollete. La decoración formó con presión dactilar dos pequeñas
concavidades de 2 cm. de radio separadas 1 cm. una de otra, que contienen aplicaciones esféricas y perforadas al centro a
manera de ojos; entre los ojos una aplicación vertical alargada figura el pico del ave, dos aplicaciones esféricas y perforadas
sobre el pico serían la nariz. En comparación con el resto del alfar la pieza es atípica. El estado de conservación es bueno,
libre de salinidad.
Las cuentas agrupadas comparten también una clave del simbolismo dual; las conchas rojas representan la parcialidad
marina, frente al azul de la crisocola que conforma la parcialidad terrestre. Al parecer las cuentas discoidales formaban
un collar compuesto por los dos materiales intercalados, segmentos de concha por otros de piedra. El trabajo de las
cuentas demuestra excelente calidad y en general tiene los mismos estándares de acabado y tamaños que las cuentas de
los periodos siguientes.
Fig. 219 Conjuntos de cuentas de Spondylus y crisocola. Fig. 221 Dibujo, botella gollete recto, base convexa, aplicaciones “cara de búho”.
160
Fig. 226 Conjunto de instrumentos de hueso: 2 espátulas, 1 punzón y tubo para inhalar.
Fig. 225 Collar de crisocola y dos cuentas de piedra. Fig. 227 Conchas de abanico recortadas en forma de círculo.
162
Fig. 229 Dibujo, botella gollete recto y base plana. Fig. 230 Espátulas de hueso, cortadas y pulidas.
163
Fig. 232 Osamenta removida por erosión pluvial, adulto con ofrenda de plato.
164
Fig. 235 Dibujo inciso en el plato de cerámica, representa cabeza de deidad dentro de una red, de manera estilizada.
165
Fig. 238 Excavación y recojo de osamenta a cargo del antropólogo físico Mario MIllones.
167
CONJUNTO ARENAL
Como mencionamos se ha denominado Arenal a la ensenada situada en la falda oeste del cerro, cubierta por una gruesa capa
de arena producto del acarreo eólico acumulada por milenios, que terminó por cubrir totalmente el extenso asentamiento
coetáneo con Huaca Ventarrón. Mientras el templo en la parte baja representaba el eje del centro ceremonial, enclavado
en un promontorio aislado, como una maqueta de toda la conformación; Arenal en cambio, adosado a la ladera del cerro,
conformó un conglomerado de edificios colosales cuyo diseño era proyección e idealización de formas y alineamientos
de la ladera rocosa, superando largamente el volumen del templo único y con creces el de otros centros ceremoniales
de la costa. La asombrosa monumentalidad del conjunto, lograda a través de una larga secuencia de remodelaciones y
la progresiva extensión horizontal de las edificaciones, modeló un gigantesco sistema de terrazas que podrían abarcar
treinta hectáreas, de las cuales solo definimos secciones restringidas, sin alcanzar aún en ningún sector el nivel del terreno
estéril ni las secuencias estratigráficas más antiguas. Resulta interesante notar el origen común y coexistencia entre los
modelos plataforma piramidal y terrazas en ladera, vistos de manera genérica y en función a los patrones evolutivos de
la arquitectura ceremonial de la costa, resultaron formas predominantes y modeladoras de apropiación del territorio y
diálogo con el paisaje. Dentro de este continuo, el sistema terrazas que se edificó en la falda sur del cerro, en el estadío de
los reinos combatientes: Lambayeque y Chimú - Inca, perpetuó el modelo original a una escala mayor, superponiéndose
a edificaciones previas aún ignotas.
La real extensión de las estructuras no era visible en la superficie, pero se notaban en los cauces pluviales más profundos
porciones de paramentos seccionados por erosión. Antes de iniciar la excavación resultaba intrigante la cantidad de
perforaciones producto del saqueo que se extendían en toda la zona; averiguando entre los obreros que habían participado
del expolio, afirmaron que la mayoría de tumbas profanadas contenían cerámica del Formativo y describieron la facilidad
con la que encontraron los sellos de piedra de las fosas sondeando la arena con varillas de acero; indagando sobre la
matriz en la que reposaban las tumbas, recordaron que las fosas profundas socavaron estructuras de barro e incluso
muros decorados con pintura; esas evidencias y datos nos alentaron a emprender la excavación, efectuando unidades
continuas a modo de amplia trinchera para descubrir la arquitectura monumental sepultada por el tiempo. Otro tipo de
estructuras más tardías se erigieron al pie de la ensenada, en el terreno llano de la falda, se trata de una serie de plataformas
erosionadas y/o arenadas, correspondientes a reocupaciones que abarcarían una larga secuencia cultural, excavamos uno
de estos montículos afiliado a la cultura Mochica, construido con adobes y celdillas de relleno; comprobando que las
mesuradas estructuras respetaron cánones y alineamientos del paisaje durante toda la secuencia.
Fig. 239 Conjunto Arenal, sepultado por arena en la ensenada oeste del cerro, excavaciones cubiertas, el poblado y Huaca Ventarrón al sur.
168
Fig. 240 Vista aérea de la excavación en Arenal 1, foto aérea de Eduardo Herrán.
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Fig. 241 Arenal 1, inicio de la excavación, estructura escalonada bajo la capa de arena.
170
SUBSECTOR ARENAL 1
La erosión pluvial cortó transversalmente los vértices de la gran estructura escalonada del más alto al más bajo, y luego
el viento fue cubriendo con arena; tanto la erosión como el saqueo de numerosas tumbas intrusivas del Formativo,
selladas con lajas de piedra fácilmente detectadas por las sondas metálicas, dejaron expuestas las fases constructivas del
monumento, que tratándose de una estructura adosada a la pendiente se acumularon como ampliaciones de los frontis
dirigidos al oeste. En la parte baja de la excavación los paramentos mejor conservados eran los tempranos y llegaban
hasta dos metros y medio de altura, pero calculamos que se elevaron hasta tres metros La intervención buscaba reconocer
el aspecto y altura del templo escalonado en una sección transversal, lo que fue imposible en ambos extremos por la
cantidad de arena acumulada.
Perfilando los cortes y cauces definimos una secuencia de tres fases constructivas, de estas, la que resulta primaria hasta
el momento estaba compuesta por la terraza que soportaba una banqueta o podio de doble escalonado, decorado de
color rojo, respaldado en la fachada más temprana de la secuencia. Delante de esa primera fachada se adosó otro grueso
paramento que servía de frontis y clausuraba las funciones del podio; y luego sobre esta segunda remodelación se superpuso
la última, que incluía una escalinata para ascender al nivel más alto del componente. Definimos solo una porción de un
nivel alto de la tercera fase, que soportaba una monumental plataforma rectangular que debió tener 3 metros de alto, con
esquinas curvas y frente de nueve metros de amplitud que se dirigía al oeste; excavamos quince metros de su fachada
norte, ubicando un muro delgado de perfil escalonado adosado transversalmente para separar patios alrededor del cuerpo
culminante. La fachada delante del muro divisor, estaba decorada con pintura mural en bandas horizontales de colores
rojo, amarillo y gris azulado; esta progresión de colores, donde el tono obscuro es la base, semeja la secuencia de la
formación geológica de cerro Ventarrón, los mismos colores del arcoíris que se alinea con la colina en los días de lluvia.
La imponente arquitectura descubierta, cuya monumentalidad superó cualquier expectativa, corrobora el origen de un
sistema cultural muy organizado durante el Formativo Inicial, donde los modelos, tecnología y funciones ceremoniales
se establecieron a partir de la dinámica del paisaje. La arquitectura permitió establecer y sincronizar actos arquetípicos
y rituales, cohesionar comunidades y sus lazos productivos mediante el reparto de poder a los liderazgos; el discurso y
función de la arquitectura ceremonial sustentó gobiernos autorizados por las leyes naturales, fundamentando y sustentando
una tradición cultural continua, que mantuvo desde su origen un modelo de interacción regional mediante el control de
pisos ecológicos54. Los templos de perfil escalonado55 con componentes circulares como techos o columnas, configuraban
los símbolos de la montaña sagrada y el arcoíris a lo largo del tiempo y espacio en la costa norte.
Fig. 243 Excavación de la secuencia de fachadas en Arenal 1, ubicamos el podio pintado de rojo perteneciente a una primera fase arquitectónica.
172
Fig. 246 Fachada culminante decorada con pintura mural de tres colores, nótese la correspondencia con los colores de la colina.
Fig. 250 a,b Platos asociados a ofrenda intrusiva. Fig. 251 Piezas de estólica confeccionadas en hueso.
175
• SUBSECTOR ARENAL 2
Considerando la enorme dimensión del conjunto monumental enclavado en la pendiente, emprendimos reconocimientos
exhaustivos para poder identificar secciones expuestas en cauces de erosión pluvial o en los vértices insinuados del
gigantesco conglomerado arquitectónico sepultado. Ubicamos así, en una de las zonas más altas y aisladas de la ladera
arenada, las cabeceras de paramentos a flor de tierra, se notaba a simple vista que el arrastre pluvial había cortado
estructuras en el ángulo de la pendiente, además eran evidentes varios forados de saqueo, en menor cantidad que en
el primer sector pero igualmente destructivos y no tan recientes. Decidimos excavar este subsector bien delimitado,
denominamos entonces Arenal 2 a la segunda área intervenida que se amplió gradualmente hasta abarcar nueve unidades.
El área acumulada por las unidades continuas definió una amplia sección transversal del modelo arquitectónico, pero
quedó cubierto y pendiente de excavar el flanco sur.
Se trata de una de las edificaciones más elevadas del centro ceremonial, fue construida en tres etapas o fases, empleando
la técnica estandarizada de grandes muros de contención longitudinales que permitieron nivelar el depósito de arena y
conformando los grandes volúmenes escalonados; que fueron remodelados por añadidura de nuevos frentes al oeste,
ampliando el área de las terrazas. Los materiales constructivos son bloques de arcilla y mortero de barro, idénticos a
los de Huaca Ventarrón y Arenal 1. El diseño de toda la obra se adaptó al relieve, concatenándose a las proporciones y
alineamiento de las formaciones geológicas contiguas, de manera que el sistema arquitectónico calzó sobre el “sistema
geológico” enfatizando la relación entre esos dos códigos paralelos e interdependientes. Desde la posición dominante
lograda la vista del valle era espléndida; las fachadas escalonadas se dirigían al poniente, largos corredores transversales y
patios entre los recintos permitían congregar grupos y visualizar los alineamientos del ciclo solar en el horizonte.
La edificación comenzó a construirse desde los niveles bajos y las remodelaciones lograron elevar el conjunto
progresivamente; en la parte más baja, al noroeste de la excavación ubicamos una escalinata primaria sepultada por otra
más voluminosa de la fase sucesiva, ambas adosadas a una plataforma de 2.8 m. de alto construida y remodelada en ambos
eventos, que además soportó una tercera remodelación mucho más compleja, con dos niveles que contenían recintos muy
elaborados de funciones ceremoniales. Analizando formas y funciones de la sofisticada arquitectura notamos que eran
repetición y reinterpretación de los espacios y componentes del templo principal, con las parcialidades alta y baja58, las
banquetas y fogones ceremoniales permitían realizar el mismo tipo de rituales de reciprocidad con los jefes de cada grupo
y con la naturaleza; así cada entidad social habría tomado posición y actuaba como microcentro al interior del extenso
conjunto Arenal, abrigado e instituido por el simbolismo de la montaña sagrada como eje del paisaje ritual.
Fig. 252 Excavación en el subsector Arenal 2, nótese los alineamientos de las estructuras paralelos a la conformación geológica.
176
La tercera y última fase constructiva, consistía en un doble juego de plataformas, el primer nivel conformaba una terraza de
18 m. de amplitud E-O, contados desde las celdas que formaron el frontis destruido por erosión; esta primera explanada
soportaba dos grandes recintos de semejante orientación, cortados en su extremo oeste por el arrastre erosivo. El Recinto
1, al sur, estaba subdividido mediante tabiques y falsas esquinas formando estrechos ambientes anexos atravesados por
corredores laberínticos y recovecos, que servían de antesalas y accesos indirectos al ambiente céntrico y más amplio del
componente, que contenía un fogón con dos brazos en forma de “V” empotrado contra la pared Este. El segundo recinto
(Recinto 2) tenía una planta más regular, con muros-tabique simétricos en las paredes norte y sur, con rastros de pintura
blanca en la parte baja de las paredes; probablemente al igual que el Recinto 1, el vano de acceso debió situarse al oeste
donde fue destruido por erosión. Ambas salas estaban divididas por un corredor central, que se dirigía al este, hacia la
escalinata angosta de ascenso al segundo nivel del conjunto.
La segunda terraza se elevaba 2.5 m. sobre la primera y tenía diez metros de amplitud (E-O), cubriendo tal vez un
componente de una fase más temprana; la angosta escalinata central que las comunicaba subía directamente hacia el
este, apoyada contra la fachada de la terraza y se truncaba a mitad de altura, continuando por dos ascensos divergentes,
al norte por una escalinata suplementaria hasta la cima, hacia un patio amplio que a su vez conducía a las escalinatas
del tercer nivel, que era la terraza más reducida y erosionada; del otro lado, la escalinata dirigida al sur, empalmaba con
un corredor estrecho que bordeaba el vértice de la terraza hasta alcanzar la sumidad, donde se encontraba un recinto
céntrico (Recinto 3) de 5 m. de ancho (E-O) por 6 m. de largo (N-S), este ambiente con vano amplio abierto al norte,
banqueta corrida apoyada contra la pared sur y fogón de chimenea cilíndrica empotrada en la pared oeste, resultaba
tanto en su morfología, jerarquía y orientación, una miniaturización del recinto central de Huaca Ventarrón. Suponemos
que existía un patrón arquitectónico riguroso, ligado a funciones ceremoniales con espacios análogos en cada conjunto
arquitectónico; esto gracias a la centralidad del paraje que permitía la repetición y multiplicidad del simbolismo de centro
desde las perspectivas de los distintos sectores y edificaciones posicionadas jerárquicamente en la montaña sagrada.
La excavación en área permitió diferenciar un desnivel en la sumidad de la segunda terraza, esta división dual de carácter
simbólico y estructural, separaba el recinto aislado al sur y en la parte baja, del patio contiguo al norte que conducía a
la escalinata de ascenso al tercer y último nivel adosada al extremo noreste de la fachada, el patio se elevaba mediante la
cabecera del muro subyacente que formaba la base de la estructura. Alrededor del recinto un muro-tabique transversal
de perfil escalonado, adosado entre su pared este y la tercera terraza cerraba el paso alrededor y generaba un vestíbulo.
Fig. 256 Excavación del subsector Arenal 2, sistema de terrazas de tres niveles con recintos, pasajes y patios.
178
Fig. 257 Escalinata encajonada en el fondo el corredor central, ascenso del primer al segundo nivel, tercera fase.
Fig. 258 Plano del conjunto Arenal 2, componentes definidos en 9 unidades de excavación, se muestra el norte a la izquierda en función al sistema ascendente.
179
Fig. 259 Excavación del recinto principal edificado sobre la segunda terraza del conjunto, se divisa Huaca Ventarrón al pie de la ensenada, al suroeste.
Fig. 262 Fachada del tercer nivel del conjunto, nótese la superficie del terrado destruido por erosión y saqueo.
181
• SUBSECTOR ARENAL 3
Efectuamos una excavación en área abarcando tres unidades
distribuidas al costado sur de una quebrada aluvial profunda,
que según los pobladores se formó con las lluvias torrenciales
del año 1983, en vista que el gran corte transversal expuso
la arquitectura primigenia sepultada por arena. Luego de
retirar la capa de arena acumulada, que alcanzó tres metros
de espesor en el extremo sur de la excavación, se definieron
terrazas continuas de escasa altura, adaptadas a la pendiente
conformando una porción baja del sector sureste del
conjunto.
Fig. 267 Plano del subsector Arenal 3, en posición ascendente. Fig. 268 Secuencia de patios con divisiones, escalinatas y terraza.
184
• SUBSECTOR ARENAL 4
HUACA COLLUD
Huaca Collud concitó la atención de investigadores extranjeros desde mediados del siglo XX, como mencionamos
en el capítulo introductorio, Paul Kosok65, pionero de la arqueología en la costa norte, y luego el arqueólogo alemán
Markus Reindel66, presentaron fotografías aéreas y planos que dan cuenta de la arquitectura tardía asociada a la cultura
Lambayeque. Sin embargo hallazgos de adobes67 y cerámica del Formativo, además de la cercanía de Zarpán de donde
los profanadores sustrajeron muchas tumbas con ceramios y orfebrería de estilo Cupisnique, suponían la existencia de un
centro ceremonial sepultado.
Desde las primeras semanas nuestra excavación develó porciones de grandes templos sepultados bajo rellenos culturales
de tierra y arena, que sellaron esos primeros edificios para superponer remodelaciones monumentales, revestidas incluso
con grandes bloques de piedra que la erosión del intemperismo y destrucción causada por ocupaciones posteriores
destruyeron casi en su totalidad. Lo que aún sigue siendo difícil de estimar, es la cantidad, las formas y envergadura de
cada uno de los edificios que conformaron el centro ceremonial más importante de la época; la monumentalidad se logró
del mismo modo que en el periodo precedente, mediante una serie de remodelaciones y ampliaciones, que abarcarían
la secuencia del Formativo Temprano, Medio y Tardío, probablemente entre 1500 a. C. al 500 a.C.; tal proliferación
arquitectónica cubierta por dunas y arquitectura tardía había pasado desapercibida para los arqueólogos del siglo XX.
La excavación en Collud se inició el mes de septiembre del 2007, como una extensión del Proyecto de Investigación
Arqueológica del Cerro Ventarrón, nuestra intervención afrontó la emergencia de mitigar la destrucción e invasión
ocasionadas por el poblado moderno que ocupa más de las tres cuartas partes del yacimiento; en ese momento consideramos
que la extensión del proyecto sería la única manera de comprometernos en la conservación del sitio. El objetivo científico
fue complementar la investigación sobre los procesos culturales tempranos del valle, y los logros superaron la expectativa,
ahora sabemos que el enorme centro ceremonial Collud-Zarpán corresponde al segundo gran ciclo cultural del periodo
Formativo; su conformación bipartita agrupaba templos conglomerados, probablemente cercanos a la decena, de los
cuales solo hemos logrado identificar dos en Collud y otros tantos en Zarpán.
Fig. 274 Huaca Collud, el poblado ha invadido gran parte del yacimiento, foto aérea de Eduardo Herrán.
188
Fig. 276 Recreación del templo localizado en el sector noreste de Collud, foto aérea de Eduardo Herrán.
189
Fig. 277 Paramento de piedras ciclópeas en la esquina noreste de Collud, destruido y apilado para su venta por un poblador antes de la intervención arqueológica.
TEMPLO NORESTE
Fig. 280 Dibujo a escala del perfil de la fachada escalonada del templo, sector noreste de Collud.
191
Fig. 284 Recreación hipotética del templo noreste del conjunto Collud.
193
• PLATAFORMA CULMINANTE
Fig. 292 Recreación de la imagen del relieve mural, que representa la deidad arácnida y la “red vital”.
El mural decora la fachada de un edificio primigenio, más antiguo y decorado sofisticadamente, que fue sepultado por la
remodelación de líneas simples, mucho más monumental pero carente de murales cuyos componentes habíamos descubierto.
De la estrecha porción develada, el lado alineado norte-sur tiene 2.60 m. y 1.80 m. el lado este-oeste. Lamentablemente
los campos de cultivo que aún rodean el monumento y que mantienen elevado el nivel freático impidieron progresar
con la excavación para definir el piso asociado a la base del mural y establecer su posición estratigráfica más temprana.
Profundizamos hasta mostrar 1.25 m. de altura del paramento decorado; que debió ser más alto pero fue cortado en su
cabecera para superponer el piso y un paramento de 60 cm. de alto, a manera de banqueta sobre el mismo alineamiento
norte-sur del mural ya sepultado. La excavación en la siguiente campaña, una vez resueltas las condiciones, deberá definir
la fachada mural, corroborando su pertenencia a un templo primigenio subyacente bajo la edificación monumental de
fachadas lisas y gran escalinata, que correspondería entonces a una segunda fase constructiva.
En toda la imagen y hacia el extremo norte del panel, donde fue cortado, destaca una cabeza de perfil, sus rasgos híbridos
antropozoomorfos, con dientes felínicos y pico rapaz recuerdan las deidades principales del panteón Formativo. Sobre
la cabeza, a modo de pelo y también bajo el cuello, emergen bandas rojas con un canal central blanco, que se entrelazan
alrededor de la cabeza como los hilos de una red y se proyectan horizontalmente “enredando” dentro de su composición
serpientes, garras y picos rapaces, entre los “nudos”; a nivel simbólico la red de la vida -como una cadena de ADN-, se
divide en tres ases equivalentes a niveles del cosmos: serpiente-felino-águila, reunidos en el centro del nudo conforman y
a la vez son proyecciones de la deidad creadora de las redes, el “Dios araña”; su rostro quimérico reúne los tres aspectos
elementales, y confronta el paralelismo humano-arácnido como la clave del discurso iconológico que integró la sociedad
y el cosmos. La red era el vínculo conceptual que articulaba la imagen, el color de la banda es el mismo rojo y blanco del
mural de Huaca Ventarrón mil años anterior, y configura la misma dicotomía esencial.
La imagen revelaba la dinámica y orden del cosmos; al abstraer y sintetizar las cadenas de vida y su integridad metafísica,
se demostraba el origen común e interdependencia de las grandes esferas del cosmos, Tierra-Agua, femenino-masculino,
rojo-blanco, carne-hueso, son la base dinámica de la “creación espontánea”71. Para acentuar más el sentido de la dicotomía
se le dio un tratamiento plástico especial a las zonas blancas y obscuras del mural con un ligero hendimiento, de tal
manera que sobresalen el canal central de la red, los dientes y labios de la imagen.
Esta primera deidad arácnida, que aparece en el friso de Collud con un estilo y acabado extraordinarios, había sido
registrada con muchas variantes en templos de la costa norte72 y central73, caracterizando el estilo Cupisnique. Aunque es
prematuro imaginar la dimensión y prolijidad del templo aún sepultado al que se asocia el mural, debemos considerar la
trascendencia que pudo haber tenido este centro para la civilización lambayecana y su repercusión en el surgimiento del
estilo Cupisnique y el Horizonte temprano.
199
La red como símbolo, cuya primera aparición en la iconografía mural se dio en la segunda fase de Huaca Ventarrón,
evolucionó rápidamente en el Formativo Temprano; con la imagen de la deidad creadora de las redes se pudo establecer
un sistema religioso unificado y centralizado, afianzado en la condición ancestral y creadora de la “Deidad araña”74; bajo
este símbolo se organizaron complejos sistemas ideológicos y las jerarquías de los centros ceremoniales y el liderazgo.
El proceso de acelerada interacción, motivado por “rivalidad” y “emulación competitiva”75, afianzó la homogeneidad y
proliferación de centros principales y secundarios conectados por caminos y estaciones de arte rupestre ya existentes,
situados transversalmente de la costa hasta la naciente de las aguas en la cordillera. La hegemonía del culto al agua y
rituales de reciprocidad en forma de sacrificios y ofrendas para los templos articularon un primer sistema económico
mundializado76; los centros ceremoniales organizaron la redistribución del intercambio a distintos niveles. Las élites
emplearon estrategias políticas combinadas de redes y corporaciones77, asegurando la transición y rápido desarrollo
se dio en el valle de Lambayeque donde existía ya una tradición cultural desde el Formativo Inicial. El “Dios araña”
como clave del sistema religioso promovió eficazmente la integración regional, logrando extender un horizonte cultural
multicéntrico durante el primer milenio antes de nuestra era. Podemos comparar la imagen de Collud con un relieve
del templo Garagay78 de la costa central, donde se aprecia claramente el aspecto arácnido de la deidad. Más completa
en sus rasgos aparece grabada en finos vasos y platos de piedra saqueados de Limoncarro79; se distinguen una serie de
atributos complejos: la quimera mitad humana, mitad araña, posee dos cabezas para cada mitad, opuestas la araña hacia
la tierra y la humana con pico de ave hacia el cielo; lleva una red a la espalda con cabezas-trofeo o sostiene cabezas
capturadas en las manos junto con plantas de algodón, maíz, o instrumentos de labranza. El aspecto arácnido permitió
urdir metáforas refiriéndose a la semejanza entre fibra, pelo e hilo, para enfatizar la interdependencia entre agricultura,
industria textil y pesca, dependientes a su vez de los ciclos de la naturaleza, predecibles en cuanto se sustentaban en
dedicadas observaciones de los ritmos celestes y su influencia sobre mareas y clima, y como algunas arañas de la costa
resultan valiosos indicadores climatológicos.
La deidad, expresión de una compleja ideología, dirigía un discurso netamente agrario, que versaba sobre las relaciones
entre sociedad y cosmos estratificado; la deidad prescribía el liderazgo vinculado a la transformación chamánica, e
intermediación como eje de la comunidad, frente a las otras comunidades conectadas a la red cultural, los ancestros y las
fuerzas del cosmos; tal mediación tenía que ver con los tres reinos figurados como serpientes, felinos y aves rapaces. La
recurrencia iconográfica de la deidad arácnida, o sus variantes “red”, “nudo”, “cabeza quimérica dentro de red”, son muy
frecuentes en la cerámica del estilo Cupisnique, en especial en la región de Lambayeque; como por ejemplo las vasijas de
las tumbas intrusivas registradas en Huaca Ventarrón y Arenal y varias semejantes en colecciones y museos nacionales80.
También una gran proporción de los diseños incisos de la fragmentería recuperada mediante prospecciones y excavación
corresponden con este tema. Una corona de oro saqueada en Zarpán, representa cabezas dentro de una red81; este
mismo tipo de coronas caladas representando una red con cabezas se hallaron en las tumbas de máxima jerarquía de
Kunturwasi82, y dan idea de la importancia del símbolo en un nivel más alto del poder político-religioso.
200
• TÉCNICA CONSTRUCTIVA
TEMPLO SUROESTE
HUACA ZARPÁN
El conjunto Huaca Zarpán corresponde a un conglomerado arquitectónico paralelo a Collud, situado al este y orientado
en un eje longitudinal norte–sur. Al igual que en Collud, nuestras excavaciones resultaron reducidas frente a la
monumentalidad del sitio, calculamos comparativamente que los edificios fueron más extensos pero menos altos. El
vasto montículo de irregular relieve también fue reocupado por la cultura Lambayeque, de manera simultánea a las altas
plataformas piramidales de Collud, se edificaron dos plataformas bajas y extensas elaboradas con adobes paralelepípedos,
además de otra pequeña al oeste del grupo; todas ocupan la mitad norte del yacimiento y son los cuerpos más elevados del
conjunto, puesto que fueron construidos a su vez sobre las estructuras más voluminosas del periodo Formativo; ganando
altura y transmitiendo de cierto modo el sentido de la regeneración del centro ancestral, aunque no necesariamente
respetando la integridad de las estructuras subyacentes sino más bien utilizándolas como un basamento y muchas veces
destruyéndolas para nivelar o sepultar tumbas.
Nuestras excavaciones que se circunscribieron a dos sectores, fueron reducidas al extremo noroeste y amplias en el sector
central; en cada caso logramos reconocer una secuencia constructiva y dinámica ocupacional semejante a la de Collud;
notamos al observar la topografía del yacimiento, que estaría conformado por una serie de templos de grande a mediana
escala, separados entre ellos por plazas y aglutinados de manera similar y paralela a las estructuras del conjunto Collud.
Definimos dos grandes momentos constructivos consecutivos, las edificaciones primigenias construidas con adobes
cilíndricos y cónicos que pertenecerían al Formativo Medio dieron paso a las remodelaciones finales que revistieron los
templos con fachadas de bloques pétreos durante el Formativo Tardío.
Posteriormente, después de un largo tiempo de abandono, debido a la situación estratégica y siguiendo el patrón cultural
recurrente de usar los centros antiguos como necrópolis, la reocupación comenzó construyendo estructuras sencillas
relacionadas a tumbas intrusivas aglutinadas, con la cultura Mochica y posteriormente con la cultura Lambayeque, que
además de la arquitectura monumental ya mencionada diseminó varias tumbas sencillas, de manera similar a las de Collud,
entre las gruesas capas de tierra y arena con abundante material orgánico y escombros, que esta misma cultura usó para
sepultar las estructuras originarias del Formativo.
Fig. 301 Conjunto Zarpán, montículo irregular compuesto por múltiples edificaciones, muy afectado por saqueo, foto aérea de Eduardo Herrán.
204
TEMPLETE NOROESTE
Fig. 304 Templete en el sector noroeste de Zarpán, muy afectado por erosión y avance de los campos agrícolas industriales.
205
TEMPLO CENTRAL
Fig. 307 Inicio de la excavación en el sector central de Zarpán, foto aérea de Eduardo Herrán.
206
Fig. 308 Paramento de boques de piedra, derribado y cubierto por escombros de las reocupaciones.
Fig. 309 Dibujo a escala de la mampostería de grandes bloques de piedra que conformaron la fachada de un templo.
207
Fig. 310 Sección del paramento de bloques pétreos en la fachada del templo, nótese la superposición de rellenos constructivos, recintos y palizadas de sucesivas reocupaciones.
208
TUMBAS ASOCIADAS
SECTOR SUROESTE
Fig. 312 Tumba de un infante asociado a 4 vasijas y una disposición de adobes sobre el piso de una fase arquitectónica temprana.
209
SECTOR CENTRAL-ESTE
Fig. 316a Botella de gollete estribo y decoración con texturas. Fig. 316b Dibujo de la botella de fino acabado.
211
Fig. 318 Vaso de borde evertido y superficie incisa. Fig. 319 Botella de gollete estribo y pintura precocción.
212
CERAMOGRAFÍA
Las primeras visitas y prospecciones, emprendidas desde la década del setenta por los directores del museo Brüning,
Oscar Fernández de Córdova99 y luego Walter Alva100, posteriormente por el autor101, lograron reconocer fragmentos
de vasijas pertenecientes a variados estilos del Formativo Temprano, Medio y Tardío e incluso Final. Los fragmentos
desperdigados en la superficie del yacimiento procedían del saqueo que removió los estratos culturales en búsqueda de
tumbas, en especial las del Formativo que se encontraban a profundidad en las zonas centrales y más expuestas por la
erosión en los márgenes del monumento. La mayor cantidad de cerámica de diferentes periodos se encontraba hacia
la mitad sur del conjunto Zarpán, y la mayor concentración de pozos de saqueo con fragmentos del Formativo incidía
sobre el sector sureste; pues ahí se profanó una tumba con ajuar de oro. Probablemente la configuración del sector, con
terrazas bajas sirvió de cementerio a personajes de mayor y menor jerarquía; todos relacionados directamente con alguna
de las 3 o más fases constructivas del complejo, que se relacionarían a su vez con el Formativo Temprano, Medio y Tardío.
Antes de las excavaciones resultaba difícil establecer una secuencia ceramográfica asumiendo la amplia variedad de estilos
de la fragmentería superficial, semejantes a los registrados en otras localidades de la costa norte102 y sierra nororiental103,
pero sin ninguna relación estratigráfica. Luego del hallazgo de vasijas asociadas a los contextos funerarios establecimos una
secuencia comparativa de la cerámica, considerando semejanzas con los tipos de otros centros ceremoniales regionales
que compartieron el mismo proceso cultural, como Kunturwasi104, donde los arqueólogos ya han establecido columnas
cronológicas. Aún cuando el estado de nuestras investigaciones y falta de fechados absolutos no permiten establecer
asociaciones entre los estilos alfareros y las fases arquitectónicas, manteniendo el interrogante si se trata de expresiones
locales o procesos sincrónicos en un área cultural amplia105; sugerimos una secuencia ceramográfica tentativa, relacionada a las
hipotéticas tres fases constructivas vinculadas a los periodos temprano a tardío del Formativo, usando la denominación
“Collud” que incluye a Zarpán como un solo proceso cultural, y a la que se añaden los contextos funerarios intrusivos de
Huaca Ventarrón y Arenal; se trata de una secuencia esquemática y perfectible:
COLLUD TEMPRANO
La cerámica Collud Temprano puede asociarse al estilo Cupisnique o Chavín A106, entre el 1500 a 1000 a.C.; posiblemente,
en el tiempo de la edificación con relieves murales de Collud (fase1) y sería contemporáneo con la fase Ídolo de Kunturwasi.
A este estilo se relaciona la tumba del neonato en el sector suroeste de Zarpán; que se asocia a la arquitectura más
temprana, y así podría explicar la progresión constructiva de oeste a este. El tipo de vasijas más temprano del estilo serían
las botellas de gollete cónico o recto y labio expandido, cuerpo globular y base convexa; el acabado burdo y color gris
caracterizarían esta primera sub fase del estilo (CTe1). El otro tipo de botellas, de gollete estribo (CTe2), evolucionó en
un segundo momento o de manera paralela, alcanzando mayor variedad de formas y gran dominio de la plástica; las vasijas
son grandes; con asas altas e imperfectas en los inicios y más rectas, trapezoidales y pulidas hacia el final; el acabado de
superficie es pulido sin llegar al bruñido; la quema asfixiante no fue muy intensa y dio como resultado tonalidades que
van del gris obscuro al claro, sin alcanzar el color negro intenso que se logra con el bruñido. El caso típico es la botella
asociada al neonato, con aplicaciones para lograr un efecto escultórico de Spondylus (fig.311) y su pareja, un cuenco
de semejante tratamiento escultórico pero de quema oxidante. El tipo de semiescultura adaptada a la forma globular es
típica de la costa norte, y abarca un nutrido grupo de animales del mar como caracoles o la unión de caracoles con ostras
Spondylus, como metáfora de la dicotomía esencial107; además de pulpos y erizos; vegetales como tubérculos y cactos,
serpientes, aves y felinos, y personajes en distintas actitudes: sentados, cargando vasijas, presas de caza, atados como
prisioneros de guerra ritual; un acto de autosacrificio108 procedente de la región lambayecana es un ejemplo del grado de
perfección de estas vasijas. Algunos ejemplares de mayor prolijidad escultórica, son felinos al pie de una colina donde
crecen cactus de “San Pedro”, una clave iconológica ligada al Chamanismo109.
La deidad principal aparece rara vez en la cerámica escultórica temprana, pero siempre con refinamiento; sin embargo
es tema recurrente en las incisiones que decoran botellas globulares o polilobuladas y platos como los registrados en las
tumbas intrusivas del sector sur de Huaca Ventarrón(fig. 209, 223 y 234) y el sector Arenal (fig.249) La cabeza divina
incisa, de perfil, puede ser muy esquemática, con el ojo cuadrado y pupila excéntrica; el tema se amplía con volutas o
pico en la boca, o lazos con nudos o redes; resultando la síntesis de la deidad arácnida, plasmada del mural de Collud (fig.
291) a la cual nos hemos referido extensamente. Varios fragmentos de platos de Collud, Zarpán y los procedentes de
las tumbas intrusivas de Huaca Ventarrón y Arenal presentan el mismo tipo con motivos incisos (fig 321, 265). Algunos
fragmentos recuperados en la superficie de Arenal 2 con pintura post cocción de colores (CTe3)(fig.322), son semejantes
a los de la fase Ídolo del sitio Kunturwasi110. Otro tipo estilístico de la fase temprana(CTe4), son botellas de fino acabado
con engobe rojo y negro distribuido en zonas, pre cocción y quema oxidante; los diseños pintados de negro, separados
por una fina incisión del fondo rojo, son símbolos esquemáticos111, plasmados en el cuerpo globular de vasijas algunas
semi escultóricas que representan monos u hombres. Sirven como ejemplo los fragmentos recuperados en la superficie
de Arenal (fig. 323, 265e) una variante del tipo sería la vasija escultórica que representa un mono (fig. 314).
213
Fig. 320 Botella gollete recto, tumba de infante sector SO de Zarpán (CTe1). Fig. 321 Fragmentos de plato, en relleno de Zarpán. (CTe2).
Fig. 322 Fragmento de plato inciso con pintura postcocción, Arenal. (CTe3) Fig. 323 Fragmento de botella con pintura obscura sobre engobe rojo. (CTe4)
Fig. 324 Plato con vertedera y decoración incisa, tumba de un infante, sector este de Zarpán. (CMe1)
214
COLLUD MEDIO
La fase Media correspondería al estilo Chavín Clásico (Chavín B-EF), y se debería situar entre el 1000 al 800 a. C;
contemporánea a la fase Kunturwasi del sitio Kunturwasi. Un ejemplo típico del estilo es la vasija de gollete estribo
(fig. 316) asociada a un hombre adulto, del sector este de Zarpán; podemos notar el tipo de gollete, que empieza a ser
perfectamente circular y más grueso, con reborde o labio biselado, a veces muy prominente (CMe1). Otras veces se
añaden aplicaciones a los lados del arco que complementan las del cuerpo de la vasija. Se remplazan las imágenes incisas
por contraste de dos texturas en zonas de la vasija, aplicando cintas, botones, misma cabeza divina o símbolos en alto
relieve, bruñidos y a veces biselados, que resaltan sobre el cuerpo de la botella uniformemente punteado o peinado, con
incisiones acanaladas o con impresiones hechas con instrumento dentado112. En esta fase, predomina el color negro muy
obscuro, logrado mediante ahumado o quema asfixiante.
De las tazas asociadas a una tumba parcialmente destruida de Zarpán, una con incisiones que delimitan figuras de escalón
y voluta con diferente tratamiento de texturas (fig. 317) es otro ejemplo típico del estilo. Nuevos tipos de platos también
asumen motivos geométricos (CMe2), como los círculos concéntricos de un plato con vertedera (fig. 324) en la tumba de
un infante asociado a la última fase constructiva al este de Zarpán, e idéntico a otro recuperado en un tumba de Puerto
Eten113.
Los tipos evolucionaron hacia formas abstractas y de mayor relieve estético, utilizando el contraste de texturas para
figurar de manera idealista frutos y conchas Spondylus, animales y personajes; los mismos motivos del estilo temprano,
pero con nuevas texturas y tipo de gollete. Se trata substancialmente del mismo discurso que enlaza a una serie de
seres marinos y terrestres basándose en los paralelismos de la dicotomía esencial. El estilo Chavín bien representa un
amaneramiento o barroquismo de la estilística lograda durante el Formativo Temprano, que reconoce reiteradamente su
raigambre norcosteña. Una olla atípica (CMe2), que representa una cabeza de búho (fig.325), hallada en el sector suroeste
de Collud, probablemente corresponda a la fase media si se considera su posición estratigráfica; a pesar de la afectación
por sales se conserva la pintura postcocción de tres colores; el motivo cabeza de búho, aunque poco frecuente, aparece
durante la fase temprana y continua hasta la tardía, y es uno de los temas recurrentes en la iconografía de las culturas de
la costa norte.
Podemos asociar tentativamente este estilo con los dos templos de fachada escalonada ubicados en el sector noreste y
suroeste de Collud; fue en esta fase y sus remodelaciones, como la que superpone columnas incisas sobre el templo noreste,
cuando se eliminan los detalles de la iconografía mural abigarrada para dar preponderancia a las grandes volumetrías, este
lapso abarcaría por lo menos dos subfases constructivas.
COLLUD TARDÍO
La fase tardía correspondería a la última o últimas remodelaciones -subfases- que terminaron por cubrir los templos de
adobes superponiéndoles paramentos de piedras colosales. Los componentes de la parte alta de esos últimos templos
fueron completamente destruidos por la erosión y las reocupaciones que habilitaron rellenos constructivos y corrales de
camélidos. Esta fase tardía del Formativo corresponde al momento de la difusión o mundialización del estilo e iconografía
del templo nuevo de Chavín de Huantar, entre el 800 a 400 a.C. Se nota la impronta de esta etapa en la cerámica en los
más importantes centros ceremoniales de la sierra norte como Pacopampa y Kunturwasi.
Los gruesos golletes biselados dan paso a rebordes más finos convergentes o inclinados al exterior, con un pico abocinado
de perfil convexo, y finalmente el reborde termina por desaparecer. Los contrastes de texturas y quema asfixiante que
confería el color negro, dan paso a un nuevos tipos con pintura precocción en zonas, roja y blanca, lograda por quema
oxidante (CTa1) (fig.319). El cuerpo de las vasijas se hace más globular y achatado, a medida que las bases se hacen
menos planas y tienden a convexas; por último surgen una serie de formas atípicas simples y compuestas producto de
innovaciones, con gollete de tipo “puente” de dos picos unidos por asa en forma de cinta, muchas veces con mecanismos
silbadores (CTa2); un ejemplo de este tipo tardío es una vasija silbadora registrada en una tumba intrusiva de Huaca
Ventarrón (fig.236). Las incisiones se hacen sobre pasta seca de modo que resultan más delgadas y superficiales que las
de las fases anteriores.
Otro tipo de vasijas característico de esta fase tardía son cántaros grandes con decoración aplicada e incisa, en forma
de caras divinas, de cejas, nariz y ojos prominentes con rasgos de felino, águila o búho, con serpientes en el borde del
recipiente (CTa3) (fig. 326, 327), las incisiones fueron hechas sobre la pasta húmeda y la quema es oxidante; las grandes
vasijas son semejantes a las de la fase Copa recuperadas en Kunturwasi114. Otro tipo tardío representado por fragmentos
de vasijas grandes, e igualmente asociados al relleno que cubrió la fachada pétrea en el sector central de Zarpán, reproduce
de manera precisa los rasgos de la iconografía de Chavín de Huantar(CTa4), como la “Estela de Raimondi”(fig. 328).
215
Fig. 325 Olla escultórica, gollete evertido y pintura postcocción. relleno sobre estructuras del sector suroeste de Collud. (CMe2)
Fig. 326 Fragmento de vasija cara-gollete incisa, relleno sector central de Zarpán. (CTa3)
216
Fig. 327 Fragmentos de vasija incisa, motivo deidad con pico de ave y serpientes, relleno sector central de Zarpán. (CTa3)
Fig. 328 Fragmento de vasija con imagen incisa, iconografía “Chavín” relleno sector central de Zarpán. (CTa4)
217
REOCUPACIONES TARDÍAS
Como mencionamos en el capítulo introductorio, el cerro Ventarrón acogió toda la secuencia de desarrollos culturales
del valle de Lambayeque. Durante el proceso de la investigación y documentación de los diversos componentes del vasto
yacimiento que denominamos Arenal, cuyas estructuras más tempranas y contemporáneas al templo Huaca Ventarrón
fueron intervenidas; notamos también una serie de montículos medianos y pequeños, construidos en la falda de la colina,
en el terreno llano, algunos son prominentes, otros más extensos y bajos, erosionados y tapados por arena; suponemos
que se trata de estructuras correspondientes al Formativo Final las menos altas y al periodo de los Desarrollos Regionales
(Mochica) las más altas y mejor conservadas, En algunas de las mejor conservadas y situadas al norte de la ensenada los
forados de los saqueadores dejaban ver los típicos adobes mochicas confeccionados con gaveras de caña; cerca a una
concentración de pozos de profanadores al extremo norte de la ensenada, afectó un cementerio de la misma época.
Decidimos excavar una de las plataformas a la que denominamos Montículo 2 y que resultó ser un templete afiliado a la
cultura Mochica Medio115, en el que se depositaron tumbas intrusivas de la época tardía de esa misma cultura y algunos
contextos funerarios de los periodos siguientes. La intervención hizo posible reconocer la continuidad en el uso del Cerro
Ventarrón como paraje sagrado y la dinámica cultural de largos procesos; la investigación del templete aún se encuentra
en el inicio y de continuar reportaría valiosos datos a la comprensión de la cultura en el valle Lambayeque. Los materiales
recuperados y la musealización de los contextos formarán parte de la colección y exposición del Museo de Sitio que se
construirá a mediano plazo116 y mostrará la secuencia cultural del uno de los paisajes sagrados más antiguos de la costa
norte .
Del mismo modo, y tal como se explicó en el capítulo precedente, las excavaciones en el conjunto Collud permitieron
registrar una serie de tumbas asociadas a las edificaciones monumentales de la cultura Lambayeque que reocuparon parte
del gran asentamiento de origen Formativo. Consideramos incluir en este capítulo el hallazgo de una importante tumba
en Collud, afiliada al periodo Lambayeque Medio, para así presentar en esta edición de divulgación, una reseña de la
secuencia cultural de 4500 años de civilización en el corazón del valle bajo de Lambayeque.
Fig. 336 Celdillas de relleno (CRAT) que componen cada una de las remodelaciones del templete.
222
Excavamos la fachada del frontis sur de 2.70 metros de altura desde su base, y encontramos la asociación con el piso
de una plaza que se extendía alrededor de la plataforma y sobre la que se acumularon una serie de remodelaciones
relacionadas con la secuencia de cambios del templete. Hacia la esquina sureste de la fachada se logró definir las bases
de lo que sería un recinto esquinero asociado a la última remodelación de la plaza. Fue precisamente al sur de la fachada
donde se ubicaron dos contextos funerarios intrusivos, asociados a un momento relativamente cercano al abandono del
monumento, sus fosas fueron las únicas que estuvieron en contacto directo con el piso de la plaza, y en el caso del de
mayor rango su fosa profunda atravesó toda la secuencia de remodelaciones hasta la capa de arena estéril sobre la que se
edificó el templete.
En base a los componentes arquitectónicos documentados podemos suponer que la plataforma mediana, de 20 metros
de lado y 4 metros de altura en su fase final, funcionaba como templete y conformaba el eje de una ciudadela sepultada
por arena eólica y de la cual sobresalen algunos paramentos al este, sus límites abarcarían en el extremo norte de la
ensenada una zona funeraria y al sur otra estructura semejante al templete donde se notan adobes del mismo tipo,
siendo probable que ambos monumentos compartieran una dicotomía de funciones; el otro templete se alineaba en el
eje central de la planicie y al suroeste del Montículo 2, a mitad de distancia del templo primigenio Huaca Ventarrón. La
ciudadela o más bien pequeño centro ceremonial con dos plataformas y probablemente una serie de plazas y conjuntos
arquitectónicos menores, debió haber adquirido desde su fundación una connotación simbólica muy profunda vinculada
a los ancestros, cuya presencia se materializaba en la “Huaca” primigenia, y en especial a la montaña como eje sagrado
del valle. Estaríamos tentados a pensar que este centro ceremonial se inició en la época temprana de la cultura cuando
se buscó reelaborar el sistema religioso de raigambre y carácter territorial. Ya poseedoras de la tecnología del cobre, las
etnias locales inician la recuperación de la estructura de poder ancestral, mediante una red de centros ceremoniales en
la parte baja y media del valle. Tal vez el origen del modelo mochica se dio en forma de red de pequeños centros, que
marcaron la “reconquista”120 del territorio y los vínculos ancestrales con los referentes sagrados del paisaje, los símbolos
y dioses primigenios. Podremos obtener respuestas en la medida que continuemos las excavaciones hacia los estratos más
tempranos y podamos documentar algún contexto asociado a la arquitectura.
El asentamiento del cual el área intervenida es solo una mínima porción, podría abarcar una secuencia ocupacional
entre el final de la fase Mochica Temprano y con seguridad durante la fase media, aproximadamente entre el siglo II
al V, y dejó de funcionar en el periodo tardío de la cultura. Debemos considerar que en la fase Mochica Medio el eje
del desarrollo se desplaza de la parte baja a la parte media del valle, con el emprendimiento de complejos canales de
riego en el intervalle Chancay-Zaña, dirigidos desde Sipán y focalizando el desarrollo en esa zona. El abandono de los
centros pequeños de la parte baja y media de la cuenca en la fase tardía, ocasionado por un evento o una serie de eventos
lluviosos, ha sido ampliamente documentada por las investigaciones de los últimos 30 años121; luego de la crisis, el aliento
de un emprendimiento mayor permitió la hegemonía de la capital teocrática Pampagrande, en el valle alto; en esta etapa
la red de centros ceremoniales del valle bajo, como el Montículo 2 y la ciudadela alrededor, estuvieron abandonados y
transformados en “Huacas”, que mantenían funciones funerarias.
Suponemos que el material de relleno combinado con escombros Fig. 338 Dibujo, fragmento de cerámica Mochica Medio.
y arena procedía de las actividades que se desarrollaban en el
entorno del templete, en la ciudadela que se extendió alrededor
y que involucraba varios productores y talleres, que generaban
basura y escombros empleados como materiales constructivos
dentro de las celdas de relleno (CRAT).
TUMBAS INTRUSIVAS
Fig. 34. Cántaro escultórico moldeado, decapitador sentado. b Espalda de la vasija tumba 11.
228
Durante el proceso de la excavación y registro numeramos las vasijas de manera correlativa siguiendo el orden de las filas
de sur a norte a partir de la hilera más cercana al individuo, cada ceramio presenta las siguientes características:
Vasija 1: Cántaro escultórico, moldeado, decapitador sentado; quema oxidante; cabeza faltante por acto ritual.
Vasija 2: Cántaro grande cara-gollete simple, ojos y pico; pintura blanca precocción en cuello y cuerpo.
Vasija 3: Botella pequeña de gollete cilíndrico pintura precocción roja sobre engobe blanco, motivos circulares.
Vasija 4: Cántaro-cantimplora, asas laterales, cocción reductora, moldeado con relieve, tema cacería de venados.
Vasija 5: Cántaro moldeado con relieve, cabeza de felino (cara) y venados (cuerpo), cenefas de cabezas de ave-olas.
Vasija 6: Cántaro gollete angosto y borde evertido, moldeado con relieve en la parte superior del cuerpo (aves-olas).
Vasija 7: Botella pequeña cara-gollete, moldeado, motivo personaje.
Vasija 8: Botella cara-gollete expandido moldeado, motivo “señor”.
Vasija 9: Botella escultórica moldeada, asa lateral, gollete recto, motivo “Deidad maíz”.
Así como de los otros contextos documentados el número de vasijas era impar. Asociando las características formales de
cántaros y botellas notamos ciertas correlaciones iconológicas: entre los 4 cántaros con asas perforadas laterales, la vasija
decapitada en su versión original estaba referida a un ritual de culto a la montaña4; seguida del cántaro negro con imagen
de la cacería ritual de venados, un tema atávico y claramente relacionado a la ancestralidad y la montaña; el cántaro cara-
gollete con cabeza de felino representa al predador natural de los venados, figurados en su cuerpo, puesto que el felino fue
también configuración y deidad de la montaña; por último, el cántaro más grande del tipo presenta las mismas aves-olas
que representan lluvia y formaban cenefas alrededor de los venados del felino-montaña. Las botellas con delgada base
pedestal representan la dicotomía entre el personaje real, que ostenta el poder político, y su contraparte la deidad-maíz; el
arquetipo divino de naturaleza vegetal como paralelismo y metáfora de la autoridad y su rol agrario.
Fig. 349 Grupo de vasijas asociadas al individuo decapitado de la tumba 11, en orden correlativo.
229
Un cántaro que era la pieza más grande del contexto, se acomodó paralela a la pelvis; más abajo un grupo de vasijas en
miniatura rodeaban restos óseos de camélido; debajo de los huesos se halló un cuenco esférico achatado, semejante al
que se colocó en el sello de la tumba. Sobre los pies se ubicó un cuenco escultórico en forma de sapo mitológico con
rasgos antropomorfos, junto a una copa cónica de color negro; finalmente al costado izquierdo de la osamenta, cerca de
la rodilla, dispuestos boca a boca se ubicaron dos copas cónicas, una de color rojo y otra de color negro.
La distribución de las vasijas agrupadas, relacionadas con la posición que ocupan respecto al cuerpo del individuo es
congruente con los patrones funerarios de la cultura Mochica127, el elaborado discurso se articula oponiendo parejas
de objetos o conjuntos distribuidos en la parte superior e inferior del cuerpo, señalando los extremos de la dicotomía;
una concepción del cuerpo humano como paralelismo del cosmos7. Así, el análisis semiótico del conjunto permite
observar que la botella-retrato encabeza la lógica del conjunto, los dos cuencos y copa de rostro aplicado expresarían
la personalización y podría establecer relación con el individuo y vasija decapitados de la tumba contigua; del otro lado
el conjunto del sapo mítico y la copa a los pies completan el extremo de la dicotomía; el sapo como un animal original
aparece representado en el arte Mochica, trasformado, en quimera mítica127, con rasgos de felino, o también humanos
portando plantas de maíz y yucas en las manos, verrugas transformadas en pallares, ajíes, entre otros cultivos o elementos
agrarios, se trata de la deidad de la naturaleza vinculada a la agricultura y el culto al agua. Vemos como el sistema de
oposiciones complementarias subrayan la dicotomía de naturaleza y civilización, mundo mítico y mundo ritual.
El numeroso conjunto de 4 cuencos esféricos y 4 copas cónicas, de buen acabado y colores opuestos logrados por
quema, colocadas formando parejas o grupos opuestos eran de especial significado en este contexto y definían el rol del
individuo sepultado; podemos comparar esta parafernalia con una copa de cobre dorado de forma cónica asociada al
Sacerdote de Sipán128, el centro ceremonial de primer orden; el tipo de copa sería característica de los oficiantes del culto
sacrificial, sacerdotes de distintas escalas jerárquicas ligados a una extensa red de centros ceremoniales interdependientes.
Sin embargo no debemos olvidar que las dos tumbas son intrusivas y por lo tanto tienen connotación de ofrenda y
comunión con el ancestro y la “Huaca”, para lo cual se recrearon las fórmulas arquetípicas de sacrificador y sacrificado
como funciones íntimamente ligadas a los templos.
Fig. 354 Contexto funerario intrusivo del personaje con parafernalia de oficiante.
232
Fig. 355 Conjunto de ceramios asociados a la tumba del oficiante. a. Botella retrato;
b. Cuenco escultórico “sapo mítico”; c. Copa cónica con rostro aplicado y removido antes
del entierro; d. Grupo de cuencos esféricos y copas cónicas de colores rojo y negro.
233
Fig. 357 Estructura principal del conjunto arquitectónico de la cultura Lambayeque, foto de E. Herrán.
234
TUMBAS INTRUSIVAS
Fig. 360 Excavación de una tumba intrusiva en Zarpán. Fig. 361 Botella Lambayeque Tardío.
Fig. 365 Grupo de vasijas de distintos tipos y formas contenidas en el depósito de ofrendas.
Notas
1. Según informantes, el primer grupo de profanadores de apellido Zuñe, polícromos y esculturas de barro, el estilo es característico de fines del
obtuvo piezas escultóricas policromadas que alcanzaron exorbitantes Formativo Inicial (Bischof,1998 ; Samaniego, 2011)
precios en el mercado local de tráfico arqueológico. 25. Buenavista fue un templo del Formativo Inicial con logradas
2.Edward Harris, “Principios de estratigrafía Arqueológica” (1991). esculturas de barro, y orientado astronómicamente según R. Benfer
3.“La escalera figura plásticamente la ruptura de nivel que hace posible el paso de un (2007).
modo de ser a otro; o bien desde un plano cosmológico, hace posible la comunicación 26. Según M. Rostworowski, existen rezagos en los mitos andinos
entre Cielo, Tierra e Inframundo…pero no hay que olvidar que la escalera simboliza que denotan una matriz matriarcal en los esquemas de poder y culto
esto porque se cuenta con que se eleva en un Centro”. (M. Eliade, 1974:53). primigenios: “la importancia del papel femenino en el ámbito andino es muy
4.“El umbral es a la vez el hito, la frontera que distingue y opone dos marcado y señalamos la posibilidad de su mayor influencia en un remoto tiempo
mundos y el lugar paradójico donde dichos mundos se comunican, mítico a la que siguió una preponderancia masculina” (1983: 183).
donde se puede efectuar el tránsito del mundo profano al mundo 27. Nuestra interpretación se ciñe a las características morfológicas
sagrado” (M. Eliade, 1998). y etológicas que pudieron conformar la imagen del ser mitológico
5.“El hombre de las sociedades premodernas aspira a vivir lo más cerca posible del mochica; si acaso esta es una de las imágenes más longevas que
Centro del Mundo. Sabe que su país se encuentra efectivamente en medio de la tierra; recorre el imaginario de las culturas de la costa norte, tal como lo
que su ciudad constituye el ombligo del universo, y, sobre todo, que el Templo o el demuestran las imágenes de la misma criatura mítica en el arte Chimú.
Palacio son verdaderos Centros del mundo. (Eliade, 1998:12). Una interpretación importante que insiste sobre el carácter ubicuo y
6.La cacería de venados fue desde tiempo paleolítico una actividad quimérico del “animal lunar” fue elaborada por C. Mackey y M. Vogel
ceremonial importante, vinculada a las deidades de la naturaleza, los (2003:325-342).
ciclos estacionales y las sociedades secretas de chamanes (P. Furst, 1980; 28. C. Leví-Strauss (1999:72).
Cordy-Collins, 2010) 29. Cerro Sechín (Tello,1933; Samaniego y otros 1985, Bischof,1988)
7.La investigaciones arqueológicas en Kotosh (Izumi y Terada, 1972) se ubica en una colina aislada en el centro del valle bajo de Casma;
y Caral (Shady, 2001), lograron registrar fogones ceremoniales que fue un importante templo de fines del Formativo Inicial e inicio del
ocupan en el primer caso la sala principal y en el segundo un recinto Formativo Temprano, con arquitectura de grandes bloques de piedra
especialmente acondicionado dentro del templo; en ambos existen esmeradamente tallados que se superpusieron a una fase anterior
ductos de alimentación de aire que comunican la hoguera con el caracterizada por murales polícromos; en ambas fases el tema de la
exterior; un sistema que no se dio en Ventarrón. iconografía monumental se refiere al sacrificio original, probablemente
8. Una de las más antiguas tradiciones religiosas del viejo mundo, el el tema mítico que resumía la paradoja de la agricultura en relación
Zoroastrismo, consideraba al fuego como símbolo de la deidad, el sol a los ciclos de la cosmología; como se puede apreciar en el mito de
y la energía creadora. Más adelante en Roma el Fuego sagrado de Vesta Pachacamac (Rostworowski, 1983).
representaba el espíritu mismo de la ciudad. En Mesoamérica, para los 30. M. Eliade (1999:51).
aztecas la cuenta del tiempo cíclico, de 52 años terminaba y se iniciaba 31. M. Eliade (1999:63).
con la extinción y encendido del “fuego sagrado”. 32. Ver nota n° 31 Capítulo I.
9. El “hurón” es un animal conocido en el ámbito rural por su habilidad 34. S.Bourget (1998, 1995) excavó una serie de contextos sacrificiales con
para robar aves de corral usando la cola como un miembro para violencia ritual en Huaca de la Luna, asociados a una roca emergente en
arrastrar a sus presas y escabullirse escalando raudamente. La variedad una plaza de la sumidad del templo, el contexto rigurosamente analizado
de nombres y mitos alrededor de este marsupial recorren como antaño (Hocquenghem, 2008; Verano 2008) representaría el correlato ritual del
los pueblos y países de América. sacrificio mítico en la montaña figurado por la iconografía.
10. La cruz cuadrada o “Chacana” es uno de los símbolos más antiguos 35. M. Eliade (1999:52).
y comunes de las civilizaciones universales y característico del área 36. Identificó el biólogo V. Vásquez (Arqueobios, UNT).
Andina. En todas las épocas y geografías el símbolo se refiere al 37. M. Eliade (1974:137).
concepto de “centro” o eje del cosmos. El autor realizó una tesis sobre 38. I. Alva (2006d).
el sitio Cumbemayo en Cajamarca (2006), centro ceremonial de culto 39. J. Bird (1963), H. Bischof (1999).
al agua donde el símbolo de la cruz cuadrada es relevante y define el 40. Purulén, ver nota n° 10, Capítulo I.
carácter del yacimiento (I. Alva, 2007). 41. V. Falcón (2006).
11. El “Lanzón” es una de las esculturas más extraordinarias del sitio 42. C. Chapdelaine V. Pimentel (2008).
Chavín y la única que se conservó in situ, tiene 4.5m ; según R. Burger 43. H. Bischof (1999, 1998).
(1993:271) “La asociación de esta deidad con el concepto de centralidad realzada 44. Denominados por H. Bischof (1999) “mortero de las caras” y
por su ubicación en el centro de una galería cruciforme, se corrobora por las cuatro “mortero de los adorantes”.
cuerdas paralelas que se elevan a los lados de la escultura, la forma en la que el 45. J. Rick (2013) viene investigando sistemáticamente el sitio Chavín
Lanzón penetra en el techo y en el suelo de la cámara donde se encuentra puede de Huantar, el año 2001 halló en una de las galerías una veintena de
visualizarse como símbolo o eje conductor que une el cielo, la tierra y el inframundo. pututos de la especie Strombus, muy finamente tallados.
12. Eliade (1974:42) explica la vital importancia de la concepción y 46. El “Mito de las edades” es un tema común en todas las civilizaciones
fundación del “centro” como espacio sagrado alrededor del cual se antiguas, en los Andes el “mito de las tres edades” explica la misma
funda y articula el microcosmos de la civilización: “Todo microcosmos, toda lógica de humanidades imperfectas anteriores a la nuestra que fueron
región habitada tiene lo que podría llamarse un “Centro” es decir un lugar sagrado transformadas en monos, y es un punto de sincretismo y de resistencia
por excelencia...donde lo sagrado se manifiesta de modo total... En las culturas que cultural (Fuenzalida 1977).
conocen la concepción de las tres regiones cósmicas, el centro constituye el punto de 47. M. Tellembach (1997:162-175).
intersección de estas regiones. Aquí es donde resulta posible una ruptura de nivel y 48. Purulén en W. Alva (1986c).
al mismo tiempo una comunicación entre estas tres regiones”. 49. B. Cobo (1956, Libro XI:184).
13. Quincha es un sistema constructivo que usa un tejido de cañas atadas 50. Técnica textil descrita por I. Emery (1966:63).
entre si y revestidas con barro, es una de las técnicas más antiguas y 51. Técnica textil descrita por I. Emery (1966:76).
permanece en uso en el ámbito rural por la disponibilidad de materiales.
14. A. Gavazzi (2010, 2012), estudió las funciones de los espacios 52. Cenotafio en las culturas de los andes, según P. Kaulicke (2001),
ceremoniales, observando los recorridos indirectos del gran centro corresponde a una estructura de tumba que quedó vacía, por alguna
ceremonial de Cahuachi y varios sitios de semejante jerarquía a lo largo razón el individuo no fue inhumado o fue exhumado dejando el
del espacio y la historia de los Andes. En este panorama Ventarrón repositorio funerario vacío.
representaría uno de los más significativos antecedentes de espacios 53. Los artefactos de este tipo para inhalar sustancias psicotrópicas
concebidos para recorridos con coreografía ceremonial. son frecuentes de la región circuntiticaca, se sabe que existía un alto
15. C. Leví-Strauss (1999), en “Pensamiento Salvaje”, logra presentar consumo de las vainas tostadas y molidas de la leguminosa Anadenanthera
la complejidad de los sistemas, clasificaciones y categorías de las cocida como “yopo” o “vilca” (P. Furst, 1980; Evans y Hoffman,1982).
sociedades “primitivas”.
16. J. Broda (2004:15). 54. Murra, J. (1972).
17. A. Gavazzi (2010:38). 55. De Bock, W (2003:307-324).
18. M. Eliade (1974:57). 56. Salazar y Burger (1983), I. Alva (2008), W. Alva (2013).
19. Ver nota n° 3 del Capítulo I, referida a la tesis de R. Carneiro. 57. Probablemente: Dasypus novemcinctus.
20. El concepto de “mundialización de la economía” propuesto por I. 58. Rostworoski 1983.
Wallerstein (1974,1980) ha sido adecuado al estudio arqueológico del 59. Ver nota n° 30 Capítulo I.
intercambio (C. Renfrew y P. Bahn, 1993). 60. Según R. Townsend (1993:46)“El significado del vocablo huaca, abarcaba
21. Tapial es una técnica constructiva que emplea contenedores para los rasgos misteriosos del paisaje, templos e íconos hechos por los seres humanos e
vaciar mezcla de barro, apilando niveles del alzado; es semejante a la incluso ciudades o ruinas sagradas. Ambos términos sugieren la noción de vida en
tecnología moderna de encofrado en concreto, se emplea aún con éxito todas las cosas; vida fija o móvil, animada o inanimada, visible o invisible. No se
en la sierra del Perú donde no es posible secar adobes a la intemperie. trataba del concepto panteísta de “dios en todo”, sino de otra forma de percepción
22. T. Dillehay (2010:135). y pensamiento que sostenía que los seres humanos, los animales y otras entidades
23. A. Núñez (1986:93-172). estaban cargadas, de manera inherente, de mayor o menor grado del numen de energía
24. Punkurí fue un templo muy sofisticado, con elaborados relieves vital”.
242
61. Ver figura 169a en este capítulo, originalmente en W. Alva 1986c. 101. I. Alva (2006a).
62. Ver figura 168 en este capítulo. La cabeza esquemática es típica del 102. W. Alva (1986b,) Elera (1997), Bischof (1998).
Formativo Inicial y Temprano, estilo “Punkurí” según H. Bischof, 1998. 103. Se tiene conocimiento del saqueo de una zona arqueológica del
63. Ayllu es la forma andina de clan, conjunto de individuos o de Formativo en la región de Bagua, que en la década del 80 obtuvo
familias unidas por vínculos comunes (Rostworowski,1995). extraordinarias piezas de cerámica caracterizadas por pintura precocción
64. Se realizó una primera visita de campo con A. Mabres y J. Macharé de dos o tres colores con un manejo magistral del pulido y balance
del Instituto Geofísico del Perú, quienes se muestran interesados en de formas. Algunos tipos que se encuentran en las excavaciones de la
el estudio de la secuencia estratigráfica del Arenal como modelo de costa y sierra parecen derivar o asociarse a esa tradición nororiental
medición del impacto del fenómeno “El Niño” en el pasado y su tan elaborada y al parecer temprana dentro del proceso Formativo. Por
recurrencia a futuro. ejemplo fragmentos de la fase Ingatambo I del valle de Huancabamba
65. Ver nota n° 1, Capítulo I. (Yamamoto,2010:46, fig.23) y la fase San Lorenzo de Caballo Muerto en
66. Ver nota n° 45, Capítulo I. el valle de Moche (Nesbitt y otros, 2010: 282 fig.18a y c).
67. J. Maeda 1992, ver Capítulo I. 104. Inokuchi (2010), Onuki e Inokuchi (2011).
68. Huaca Lucía (I. Shimada, 1983), Kunturwasi(K. Inokuchi, 2010). 105. Interrogante ante el estado de las investigaciones propuesto por
69. Ver nota n° 42, Capítulo I. H. Bischof 1998:69; con cita a Burger (1993:70): “Desafortunadamente
70. Ver nota n° 16, Capítulo I. nuestro conocimiento actual del Horizonte Temprano es tan pobre que muchas veces
71. Pacarisca (Rostworowski 1988), ver nota n° 31, Capítulo I. es difícil determinar si un factor particular haya sido causa parcial o consecuencia
72. Limoncarro era un centro ceremonial en el valle de Jequetepeque del Horizonte Chavín”; Bischof termina proponiendo: “Todo lo que puede
(Barreto, 1984; Sakai y Martinez, 2010). afirmarse es que estamos ante un largo proceso de comunicación e intercambio que
73. Garagay (R. Ravines, 1984). no solo involucraba bienes materiales sino también propuestas ideológicas y normas
74. Ver nota 56. estéticas”.
75. Ambos conceptos en Renfrew y Banh, 1993: 350. 106. Bischof (1998:63).
76. Renfrew y Banh, 1993: 348. 107. Alva (1986b, fig.187,215,259) Burger (1993:274), refiriéndose a las
77. Dillehay 2010:122. conchas que porta la estela “medusa” de Chavín de Huantar: “Aunque
78. (R. Ravines, 1984) El templo se caracterizaba por sus elaborados parece estar vestida de forma similar a la imagen del Lanzón, esta figura porta
altorrelieves polícromos en las fachadas, con una serie de imágenes dos conchas del Pacífico: en la mano derecha un Strombus como símbolo masculino
referidas a la “deidad arácnida”, redes y deidades secundarias. y en la izquierda una concha Spondylus como símbolo femenino”. L. Salazar y
79. Salazar y Burger 1983. Burger (2000: 53, fig.41 y 43) replican: “Estos dos moluscos forman una díada
80. Existe un grupo de vasijas lobuladas de la colección Museo Brüning. simbólica, en la que el Spondylus de color rojo se asocia con las fuerzas femeninas y
En la publicación sobre cerámica temprana W. Alva (1986b:148,149) el Strombus de color blanco con las masculinas”.
presenta varios ejemplos de este tipo de vasijas. Por informantes que 108. El extraordinario objeto fue recuperado en una operación de FBI
participaron del saqueo en el sector Arenal sabemos que obtuvieron en Estados Unidos y repatriada, pero a pesar que existe reglamentación
una gran cantidad de ceramios de tipo lobulado, hasta se llego al punto que especifica como destino final de las piezas repatriadas su lugar de
que los traficantes los menospreciabas por ser piezas muy “repetidas”. origen, no se cumplió y la pieza nunca llegó a Lambayeque; actualmente
81. Ver figura 34 Capítulo I. se encuentra en el museo Chavín de Huantar.
82. Onuki e Inokuchi (2011:129). 109. D. Sharon 2000 (fig. 1-17).
83. La identificación de la especie la hizo el suscrito (I. Alva, 2008). 110. ID-Pintado Postcocción en zonas, según Inokuchi 2010
84. M. Eliade (1999:67). (pp.225,fig.2.b).
85. Rostworowski (1988). 111. Alva (1986b, fig. 273-286); Onuki e Inokuchi (2011, fig.CAT.88).
86. M. Curátola 1991:196-217. 112. En algunos alfares se notan huellas de conchas como Argopecten p.
87. W. Alva 2013, I. Alva 2010. 113. Elera 1992:92 (foto 6) registró el contexto funerario de un
88. R. Franco y otros (2003:133,134). importante personaje que contenía un total 4 de vasijas, entre estas un
89. S. Uceda y otros (2003:208). plato de semejante forma que el de la fig. 325.
90. Se registraron adobes cónicos en Huaca Lucía (Shimada y otros 114. Onuki e Inokuchi (2011, fig.CAT 127-132).
1983:121). 115. Alva (2007) Castillo y Donnan (1995).
91. C. Campana (1995: 174) identificó distintos tipos de adobes cónicos 116. Proyecto Museo de Sitio es un Perfil del Proyecto Especial Naylamp,
y “odontiformes” en templos del valle de Moche y Chicama como que cuenta con presupuesto aprobado y se ejecutará en breve plazo.
Huatape, Sacachique y Buenaventura. 117. European Association of Remote Sensing Laboratories
92. Casona del capataz de la hacienda Pomalca, una de las primeras 118. J. Castillo (1994b) viene excavando una vasta necrópolis en el
edificaciones modernas superpuestas en el monumento, que fuera sitio San José de Moro, con cerámica tardía asociada a los variados y
donada al proyecto arqueológico el 2008 por la familia Pais. jerarquizados contextos funerarios.
93. Ver figura 325, llama la atención el tamaño de la vasija, no se han 119. I. Shimada (1985).
encontrado similares en otros yacimientos. 120. W. Alva (2013).
94. Los rellenos contenían gran cantidad de conchas de la especie Donax 121. El fenómeno “El Niño” se considera una causal de las crisis
obesulus. durante y al final de la cultura Mochica (Moseley, 1978).
95. Los canales ceremoniales investigados de manera metódica son los 122. Tipo de alfares referido por Castillo y Donnan (1995).
de Chavín de Huantar (J. Rick, 2013) donde parece haber surgido el 123. Los sacrificios con violencia ritual y decapitación como actos post
modelo de dispositivo de culto al agua. Una compleja red de canales mortem eran frecuentes en la cultura Mochica (S. Bourget, 1998; J.
recorría el templo sirviendo de ductos para ofrecer ofrendas a los Verano, 2008).
templos, a la par que funcionaban de drenaje en una región muy lluviosa. 124. Se hallaron ofrendas semejantes en tumbas de todos los rangos
Lo mismo se registra en Kunturwasi (K. Inokuchi, 2010). jerárquicos de Sipán (Alva, 2007).
96. Se muestran varios ejemplos en W. Alva, 1986b 125. Se trata de una pieza atípica, con un estilo de raigambre local y el
(fig.321,336,338,366,369). Respecto a la botella registrada podemos asa en una posición inversa a la de los típicos ceramios retrato Mochica
sugerir que la estilización representa las espinas y cuerdas o costillas de sureño que describe Donnan (2004).
una cactácea, probablemente “Sanpedro” (Trichocreus pachanoi), un tema 126. I. Alva y M. Pérez, Tesina sobre los contextos funerarios de élite
frecuente en el arte Formativo, figurado de manera realista en el estilo de Sipán
medio y arraigado aún como vemos en este estilo tardío. 127. Son muchas las representaciones de “sapos míticos” con rasgos
97. La presencia de cobre en los contextos funerarios del Formativo híbridos, desde el periodo Formativo a los Desarrollos Regionales
Tardío parece indicar un primer nivel de difusión de la metalurgia, en tardíos, con una fuerte incidencia en la cultura Mochica que hace rasgos
el límite o durante su introducción masiva, probablemente violenta detallados de vegetales naciendo de su piel o protagonizando escenas
y decisiva para el cambio del modelo político religioso de la esfera agrarias.
Cupisnique-Chavín. La evidencia de asentamientos del Formativo 128. Tumba del Sacerdote corresponde a la última fase de ocupación, a
final como el Chorro, en la proximidad de Collud-Zarpán, sugieren fines de Mochica Medio (W. Alva, 2007).
que fue en esta zona del valle de Lambayeque donde se solucionaron 129. Hachas monedas, fueron una especie valorada en la costa norte y la
frontalmente esas presiones; al respecto el autor ha escrito un artículo región ecuatorial (I. Shimada 1984, W. Espinoza 1987)
reciente (I. Alva, 2012:56-61) 130. Recientemente el hallazgo de un personaje femenino de alto rango
98. Este símbolo que se dio como metáfora de las formas y espacios en en Chornancap (Wester, 2013) permite hacer comparaciones sobre los
la arquitectura del Formativo Inicial con Huaca Ventarrón es recogido sistemas de rango y funciones de las llamadas sacerdotisas u oficiantes
por el arte durante Formativo Temprano al Tardío como ideograma de femeninas de las cuales los contextos de menor rango asumen ciertos
la dualidad agua-tierra, arriba-abajo. El mismo símbolo se reconstituye patrones. Esta jerarquía ha sido estudiada por los estudiantes de la UNT,
en la cultura Mochica como una de las claves de simbolismo. Según W. S. Esquivel y G. Peter en la tesina: “Una aproximación a la definición
de Bock: Las variaciones del motivo de la escalera y ola ocurren frecuentemente en de especialista textil: análisis contextual de la tumba 12 Subsector “La
la cerámica pintada de la cultura Moche. La variación más común es un triángulo Capilla” del complejo arqueológico Collud-Zarpán en el valle medio de
escalonado en tres niveles, con una voluta u ola encima que surge de atrás. La otra Chancay-Lambayeque”.
variación consiste en un triángulo escalonado con un meandro (2003:308).
99. Ver nota n° 43.
100. Walter Alva fue director del museo Brüning entre el año 1977-
2002.
243
CAPÍTULO 3 ARQUITECTURA
Levantamiento Arquitectónico de
Huaca Ventarrón:
metodología y morfologías
Adine Gavazzi
Cátedra Unesco - Universidad de Bérgamo
El estudio de la arquitectura de Huaca Ventarrón1 a través de su levantamiento isométrico constituye un reto metodológico
bajo varios puntos de vista. Tres elementos dificultan el diagnóstico; ante todo la forma convexa del montículo requiere
una lectura estratigráfica muy atenta para identificar secuencias relativas y absolutas; en segundo lugar las superposiciones
sobre una pendiente natural entre rocas de granito de gran desnivel no siempre permiten identificar la base de las
construcciones; en tercer lugar la superposición del mismo material arcilloso, sin adobes, donde relleno y estructuras se
compenetran, deja identificar solo a veces y por fragmentos las muchas remodelaciones.
Sin embargo, los primeros resultados del levantamiento muestran arquitecturas en plena formación, muy ricas en
soluciones formales nuevas, estas matrices expresan una búsqueda estética vasta y acercan la investigación a una definición
de formas y nomenclaturas nuevas para el surgimiento de la arquitectura en la costa norte. Resolver estos retos, aún por
partes, significa entonces acercarse a los orígenes de la arquitectura ceremonial, trazar los patrones de su historia, formular
una serie de hipótesis sobre el desarrollo hacia las épocas formativas y acercarse a un mundo estético muy complejo,
aún por develar. Este trabajo discute la metodología de levantamiento empleada en el campo y en el análisis digital, los
resultados del planivolumétrico de las reconstrucciones espaciales. Presenta también unos temas para definir las primeras
morfologías arquitectónicas como resultado de un encuentro muy temprano de ideas complejas.
Las excavaciones de las temporadas 2010 en la Huaca Ventarrón han revelado numerosos elementos arquitectónicos, cuyo
levantamiento ha permitido evidenciar la evolución morfológica. La naturaleza ceremonial de su arquitectura se manifiesta
en un crecimiento cíclico, expresado por fases: estas presentan distintas tecnologías constructivas, tipologías, modelos
funcionales y espaciales. Secuenciar con isometrías las fases significa entonces reconocer los elementos que caracterizan
la arquitectura precerámica de la costa, antes de la tecnología del adobe y en un momento en que un laboratorio vasto y
elaborado de ideas se materializaba en un proceso constructivo2.
No se asiste al surgimiento de una tipología unitaria, porqué la actividad constructiva hasta ahora secuenciada muestra
un número de soluciones muy variadas a paridad de tecnología, que emplea de una forma constante arcilla y barro. Las
variaciones tipológicas resultan muy superiores a las estructurales y constructivas: estas últimas evolucionan en calidad, uso,
tipo de mampostería, aspecto y forma de enlucido, pero se mantienen constantes en la ausencia de adobes y en empleo del
mismo material para realizar rellenos y estructuras. En otros términos, al mutar la sociedad y su expresión arquitectónica,
no mutan los recursos y los medios constructivos, sino solamente las modalidades de agregación de las materias y los
detalles de finitura. La verdadera trasformación del sitio en su crecimiento sigue siendo morfológica y caracterizada por
una elevada complejidad en sus superposiciones. Por esta razón el análisis isométrico resulta indispensable para definir
una secuencia histórica comprensible3.
244
METODOLOGÍA
La metodología empleada para este análisis se basa en seis procesos distintos y sucesivos, para los que se necesita un mínimo
grupo operativo de técnicos topógrafos, operadores de AutoCAD y de modelizaciones digitales. El diálogo constante
entre el arqueólogo que realiza la excavación y el arquitecto que visualiza la interpretación espacial de las estructuras es el
punto más determinante de esta metodología: si se halla con éxito, la lectura de las evidencias arqueológicas permiten un
levantamiento mejor detallado y la lectura de las isometrías permiten a su vez de mejorar las estrategias de excavación4.
4. Isometría digitalizada
La nube de puntos etiquetados generada por la estación total se descarga de la estación total y se prepara
para definir una isometría en la que cada fase es reconocible con un color. El levantamiento cuadriculado de campo
sigue funcionando como referente para el dibujo digitalizado en AutoCAD: la nube de puntos etiquetados se relaciona
directamente con el dibujo de campo en papel, para poder juntar los puntos según el esquema definido en el campo6.
6. Render digital
Elección de software para revestir y mostrar didácticamente y para exposiciones la reconstrucción de la evolución
arquitectónica de la huaca depende de la aplicación requerida8. Para definir una secuencia estática de diferentes fases en
diferentes representaciones, se puede utilizar la técnica del multi layer o definir las diferentes estructuras en imágenes
separadas9. La secuencia histórica de muchas fases en un solo dibujo puede mostrarse simultáneamente, como en el caso
de Cahuachi (Gavazzi A. 2009: 120) o por superposición de diferentes capas, como en Kunturwasi (Inokuchi K. 2010).
En algunos casos es posible separar volumétricamente las fases y mostrarlas una arriba de la otra10.
245
RESULTADOS
En la huaca Ventarrón ha sido posible identificar varias fases constructivas: la fase uno que presenta escalones hasta una
plataforma en piedra y un recinto en arcilla enlucida con un fogón ceremonial central; la fase dos, que se caracteriza por la
presencia -en el área sur oeste del recinto- de una chakana, contemporánea y correspondiente en el área central al templo
blanco y rojo con murales y se caracteriza además por la presencia -en el área sur- de otros dos edificios complementarios
y correspondientes (un recinto circular y uno escalonado cuadrangular); la fase tres, reconocible por los contrafuertes y
el templo verde central y las sucesivas cuatro, cinco, seis y siete de un proceso de encapsulamiento en plataformas llanas.
Los numerosos pisos del sector, que circundan y cierran un recinto ritual circular con chimenea de la fase tres han sido
definidos in situ con un sistema de etiquetas coloreadas para mejor conectar los diferentes niveles. Sea en el caso de la
definición en campo, como en la isometría manual y la isometría digital, la coloración de las fases y de las remodelaciones
ha sido necesaria para poder distinguir las varias remodelaciones.
El dibujo isométrico confirma la naturaleza de la Huaca Ventarrón como la de un laboratorio de formas, en las que un
solo proceso tecnológico de arcilla y barro se ofrece adaptándose a unas radicales trasformaciones morfológicas. El sector
sur evidencia en comparación al central y al occidental, ya analizados en temporadas pasadas, una morfología espacial dual
típicamente andina que caracteriza la fase dos: en la parte sur occidental el recinto de la chakana define un ámbito “hurin”
correspondiente al “hanan” del templo blanco y rojo superior. Ambos están proporcionalmente realizados conectando
una banqueta principal, a la que el ingreso se dirige y definen a un lado un fuego ceremonial; sin embargo el superior se
abre y se desarrolla según un eje norte sur, mientras que el inferior tiene un eje este oeste definido por la orientación de la
banqueta. A su vez el recinto circular y el cuadripartido, siempre pertenecientes a la fase del templo blanco y rojo, aparecen
como los anteriores asociados a un criterio compositivo dual, en el que el superior, de morfología semi escalonada, parece
surgir encima de una antigua plataforma transformándola exteriormente en una banqueta. El templo inferior en cambio,
dotado de una vasta chimenea y de un ingreso muy angosto, permite un uso muy restringido y limitado por sesión. La
multiplicidad de edificios que rodean la plataforma principal hace también pensar en un uso simultáneo y posiblemente
jerárquico de los espacios, en el que un principio de anatropía se hace evidente desde las primeras fases constructivas.
En el área central se evidencia una secuencia de tres templos en forma de recinto alrededor de un altar ceremonial de
fuego, rodeados de plataformas progresivamente más grandes y con chimeneas progresivamente más pequeñas. Se deduce
una actividad ritual en la que la presencia del fuego se transforma desde constante a episódica y una utilización de las
plataformas públicas cada vez más visible y relevante. El conjunto se orienta hacia el norte, pero los recorridos principales
se desarrollan desde el sur y desde el oeste, incluso la relación con otros recintos escalonados y semiescalonados. Es posible
que en épocas posteriores las plataformas hayan cubierto el conjunto ceremonial con una morfología más simplificada,
que adquiere unas tipologías definitivas a finales de su ciclo. La relación con el cerro Ventarrón en dirección norte-sur
y con los complejos de Arenal determina un nudo central del conjunto desde muy lejos, sea por su elevación, que por
la orientación abierta hacia el norte. Se trata de la primera referencia paisajística destinada a mantener un montículo
reconocible.
A su vez el recinto circular y el cuadripartido, siempre pertenecientes a la fase del templo blanca y roja, aparecen como los
precedente asociados a un criterio compositivo dual, en el que el superior, de morfología semiescalonada, parece surgir
encima da una antigua plataforma transformándola exteriormente en una banqueta. El templo inferior en cambio, dotado
de una vasta chimenea y de un ingreso muy angosto, permite un uso muy restringido y limitado por sesión.
La multiplicidad de edificios que rodean la plataforma principal hace también pensar un uso simultáneo y posiblemente
jerárquico de los espacios, en el que un principio de anatropía se hace evidente desde las primeras fases constructivas.
El recinto escalonado
Las fases constructivas del sector meridional evidencian una interesante proliferación de cápsulas espaciales progresivas
alrededor de las fases dos y tres. La fase dos aparece representada por el recinto escalonado y el recinto circular, que
mantienen entre ellos una proporcionalidad medible. El recinto escalonado comprende un umbral vasto, similar y
comparable a la edificación del umbral del templo de la chakana, en el que la dimensión del ingreso resulta muy ancha
en comparación con el espacio interior que va conectando. La medida de 3 metros constituye un módulo constante de
la edificación del recinto y se repite en la banqueta del espacio escalonado frente al recinto. Como en la estructura de la
chakana no se trata de un espacio mediado, sino de un recinto directamente conectado a su ingreso público.
Por un lado este espacio separa las condiciones rituales y las define para unos individuos seleccionados, pero por el otro
la vastedad del ingreso replica la abertura ancha y central del templo blanco y rojo de la misma fase. La altura limitada de
la estructura va asociada al contexto de una posible plataforma exterior, sobre la cual se definió la edificación. El umbral,
aún ancho, no resulta muy alto y padece el peso de la masa mural que se levantaba sobre su ambiente vacío. Si se concibe
un camino ritual que culmina en el ingreso del recinto, hasta dos personas pueden resultar enmarcadas por ese umbral y
operar frente a la banqueta.
El recinto circular
Similar proporcionalmente, pero distinto en la configuración y en el uso, es el recinto circular situado en la extremidad
sureña de la excavación. Un pequeño ingreso arqueado que no permite la deambulación recta obligaba a los usuarios
de ese espacio a entrar de rodillas y a permanecer en un grupo reducido. Al contrario del recinto escalonado, donde la
apertura deja observar un lugar abierto al público, aquí el umbral angosto, la presencia de una chimenea y de una barrera
detrás de la cual solo puede permanecer una persona dejan deducir la conformación de un espacio totalmente cerrado.
El uso interior de la chimenea, sobredimensionada en comparación al ambiente interior y de la barrera, deja imaginar que
solo una persona a la vez pudiera quedarse en ese espacio, donde alguien detrás de la barrera y de la luz proyectada por la
chimenea podía hablar o realizar música.
Se trata de un espacio ritual de descanso, que no permite recorrido alguno y en el que el tiempo de permanencia tiene una
relación con el uso del fogón, capaz de calentar la temperatura del ambiente interior a niveles muy elevados.
El recinto sigue siendo utilizado en su parte exterior durante las fases sucesivas, cuando se realizan pisos a una cota más
elevada y dos muros tangentes exteriores que terminan por ser encapsulados por un nivel de piso final.
247
La superposición de la fase 3 del montículo central se repite también en el frente sur, donde la necesidad de sujetar mucha
masa mural contribuye a la definición de contrafuertes cada vez más anchos. Se trata de la misma tecnología constructiva,
que incluye macro puntales a sección poligonal y progresivamente compactadas, para que el montículo siga manteniendo
una morfología unitaria desde la cumbre hacia la parte baja. No se observan restos muy visibles, porque se encuentran
escondidos detrás de las cápsulas murales de las fases sucesivas, pero es posible identificar una tecnología constructiva
idéntica a los contrafuertes ya identificados en la parte superior del montículo y establecer que este patrón se extiende
hasta las partes terminales del sector.
Arriba y delante de los contrafuertes se constituyen las cápsulas murales, que en por lo menos tres fases y muchas
remodelaciones van sellando definitivamente el sitio. Una sucesión de tres órdenes de muros de contención del montículo,
extendidos en dirección este-oeste se conecta con una trayectoria curvilínea hacia la dirección norte-sur. Se trata con
toda evidencia de un proceso constructivo que va progresivamente encapsulando las construcciones, que se siguen
utilizando desde la parte exterior del recinto circular y definiendo recorridos a su alrededor que lo van sepultando. En
las remodelaciones de esta fase hay cambios relevantes en los recorridos que repiten módulos escalonados y rodean los
viejos recintos como elementos tradicionales del paisaje ceremonial, sin utilizarlos más en su interior. Una superposición
terminal de pisos sella este proceso y reconduce el montículo a una plataforma ceremonial sencilla, pero muy vasta.
La vista isométrica permite apreciar el contexto de una pendiente, en el que el tema del ascenso a espacios bien
identificados forma parte de la lógica de uso del centro, independientemente de las fases constructivas: desde el principio
esta parte es compartida entre la plataforma del templo blanco y rojo y los afloramientos rocosos de la huaca originaria.
En esa depresión se constituye un conjunto de recorridos alrededor de edificios y recintos muy distintos, que en el
tiempo se van rellenando y transformando en diferentes sistemas de plataformas. La línea curva negra corresponde a
una evolución tardía de este crecimiento, en el que los contrafuertes de las fases precedentes se ven encapsulados en
estructuras redondeadas. Si bien crece el volumen entre las fases, no muta la idea de recorrer y de subir a través de un
proceso espacial visiblemente muy articulado. La reconstrucción isométrica sucesiva, que incluye los recorridos entre
unidades, indicará mejor la relación entre estructuras.
Morfologías
La detección de los primeros volúmenes cercados no indica en la planificación una tendencia a aislar volúmenes en la
construcción: este efecto depende del proceso isométrico reconstructivo y el dibujo definitivo va a indicar el conjunto
de ambientes, plataformas y recorridos por cada fase constructiva. La cercanía evidente entre unidades y la densidad
constructiva indican una elevada composición de recorridos interiores y exteriores entre recintos, así configurando un
diseño mucho más complejo que el definido hasta ahora. A esto hay que añadir la superposición de fases, que a causa de
la pendiente crece hacia abajo. Grandes cambios volumétricos se suceden ente segunda y tercera fase, que todavía queda
por definir en sus cimientos. A partir de esa excavación ya será posible definir el nexo entre los elementos emergentes
y entender como el laboratorio formal de modelos se va constituyendo en la huaca. La relación con el entorno natural
siempre es prevalente a favor de ese último, demostrando como aún en una evolución geométrica, la relación con una red
biomorfa – fuente primaria del patrimonio formal– se mantiene11.
Poder aislar cada fase significa evaluar el surgimiento de unas tipologías arquitectónicas destinadas a dejar una pauta
en el proceso de evolución posterior. La gran variedad de soluciones encontradas no indica sin embargo solo una
experimentación continua del sitio, sino también la articulación de funciones alrededor de un cuerpo central cuya
morfología se mantiene, configurando el templo principal alrededor del cual el entero sistema se va desarrollando. La
continuidad de este modelo implica ante todo el surgimiento de un sistema complejo y en segundo lugar el mantenimiento
o la definición de más funciones. Es claro que la huaca se ha desarrollado como centro ceremonial a partir de un primer
núcleo de agrupación sencillo sobre un montículo ya extensivamente usado ritualmente. Su consolidación en polo cultual
prevé la realización de la primera arquitectura; a esta se superpone la segunda, que por un lado eleva y aumenta el espacio
ceremonial, por el otro establece una diferencia en la cual el marco de las funciones ceremoniales está definido. Se pasa
entonces entre el polo cultual de una cultura semidiferenciada, a un santuario donde las actividades que rodean el templo
central empiezan a tener una importante presencia como evento, no solo ritual. El paso siguiente en la evolución es
representado por el centro ceremonial: se trata de una multiplicación de funciones ya históricamente articuladas que
permiten observar una planificación unitaria. Las sucesivas estratificaciones carecen de suficiente evidencia para definir
un diagnóstico morfológico. Pero es evidente que al generarse una macro plataforma superior las otras actividades tienen
que tomar en cuenta un espacio principal mucho más agregativo de los anteriores.
249
Las evidencias de la primera fase muestran un templo asociado al fogón de los peces, configurado por un espacio en for-
ma de aula que se orienta hacia el noroeste. La dimensión del fogón, la calidad del enlucido y el cuidado en la realización
de la mampostería denotan un tipo de construcción pausada, en el que un reducido número de constructores se dedica a
esta realización. La segunda fase se caracteriza por la definición de diferentes recorridos en el Sector Suroeste dispuestos
en dirección norte sur, que culminan en la realización del templo de la chakana, del recinto semi escalonado, del recinto
circular y de las estructuras asociadas. No se trata de núcleos separados, a parte de los ambientes internos generados para
funcionar con una chimenea y un altar; en realidad los sistemas de acceso están subordinados a un diseño de movimientos
entre lugares, donde pueden darse actividades simultáneas.
Correspondiente a los grandes contrafuertes de la parte superior, la tercera fase se caracteriza por los inmensos rellenos
que cubren todos los recintos y logran volumétricamente doblar el montículo inicial. La necesidad de recubrir, típica tam-
bién de la fase sucesiva, esconde acá un deseo de uniformar la articulación volumétrica. Eso prueba también que la socie-
dad requiere cada vez de manifestación más pública y cohesionada alrededor de un espacio reconocible y unitario. Nuevos
recorridos en dirección este–oeste determinan una accesibilidad al sitio ya no basada en los volúmenes templarios.
La cuarta y últimas fases se caracterizan por un proceso de recubrimiento que integra todos los sectores. Unos grandes
frentes en direcciones este-oeste van degradando hacia abajo y encapsulan definitivamente la escalera central, que desde
la tercera fase conformaba un eje de penetración meridional a los espacios sagrados del montículo superior.
Conclusiones
A manera de conclusión el trabajo preliminar realizado en el sitio de Ventarrón ha permitido 1) consolidar la aplicación
de una metodología de trabajo, 2) deducir que el núcleo central de la planificación del espacio se basa en conjuntos de
recorridos que incluyen recintos y otros elementos de transición como de descanso. El desarrollo arquitectónico en el
sector sur no corresponde a una forma de planificación independiente de edificios entre ellos, sino a una red de recorri-
dos alrededor de un templo central, que periódicamente se va refundando después de haber sido encapsulado. No solo
el concepto de la red adquiere acá una valencia estética, sino resulta siendo una manera de agrupar espacios construidos,
manejar espacio públicos y de la élite adentro del sistema arquitectónico. Se trata de una elección importante, que más
allá de la morfología general, refleja una manera típicamente andina de concebir y articular la colectividad de los espacios
sagrados, que desde Ventarrón es destinada a difundirse en el mundo constructivo de muchos otros valles12.
El proceso constructivo alrededor de templos de culto con altares de fuego en recintos rodeados por vastas plataformas
y recurridos ritualizados se configura como el sistema constructivo primario. Sin embargo existe siempre una dualidad
entre construcciones y definiciones espaciales, donde los criterios duales de hanan-hurin y de cuadripartición se mani-
fiestan por primera vez. Si las funciones rituales están codificadas, todavía las tipologías son un fenómeno fluido, donde
recintos semiescalonados, escalonados, chakanas, recintos circulares y recorridos en subida al montículo central siguen
configurándose. La pregunta más impelente al respecto es: ¿de donde viene tanta riqueza formal? De allí hay otras: ¿por-
qué las formas preceden las funciones?, ¿cómo se pueden desarrollar sistemas espaciales tan articulados en ausencia de
una tecnología consolidada?, ¿puede la observación de geomorfología de época lítica proporcionar el observatorio formal
del cual se materializa tanta estética arquitectónica, espacial y polícroma?. Las respuestas están en las prospecciones y en
los análisis multidisciplinarios del sistema montano que rodea el conjunto, en las secuencias constructivas de Arenal, en
el desarrollo de la investigación en Cafetal –véase nota 12- y en la ubicación de Ventarrón al centro y al principio de un
proceso urbanístico esencial para el desarrollo del paisaje de la costa Norte.
Notas
1. El levantamiento ha sido realizado con un equipo de topógrafos 7. La visión anatrópica existe en la iconografía bidimensional
del Museo Tumbas Reales. Los render digitales y la elaboración del prehispánica, como ha demostrado Burger (1992: 147).
planivolumétrico se deben al trabajo del arquitecto Cesar Piscoya. 8. En este caso con 3D Studio Max
2. El tema del origen del urbanismo público o ceremonial ha sido 9. Cuando en cambio se requiere una animación de la evolución
tratado por Bonnier y Bischof (1997), Canziani (2009) Makowski (2006, arquitectónica, se puede operar realizando sucesivamente construcciones
2008), Moore (1996) y Shady (2003, 2006) entre otros. Aquí se asumen y reconstrucciones de la huaca, logrando hasta definir hipótesis de su
el planteamiento de Rykwert (1988, 2003) sobre la reticularidad de los utilización.
sistemas territoriales y el de Snodgrass (2004) para el papel simbólico de 10. Isometrías separadas por fases han sido realizadas en contextos
los centros ceremoniales como centros de interés y desarrollo orgánico espaciales funerarios complejos, como en Sipán (ALVA W. 1986) pero
de las regiones. no para arquitecturas.
3. El levantamiento de Fuchs en Sechin Bajo (2006) es un antecedente 11. Ya intuida por Kosok (1965) y postulada por Duviols (1979), la
para la metodología de lectura de secuencias históricas. geomorfología determina el patrón de asentamiento de los centros
4. Es necesario que los puntos de definición sean compartidos por ceremoniales en combinación con las necesidades geográficas de
todos los miembros del grupo operativo; en la trasformación digital se intercambio de bienes y sociedades.
realizan por personas distintas, para evitar error de transcripción 12 Un estudio integrado de los patrones de asentamiento de los valles
5. El levantamiento de más de 1000 puntos en un solo sector permite del Norte de Perú permitiría ubicar a Ventarrón más allá de su contexto
precisión de la definición de las estructuras levantadas. Kembel de los sitios cercanos como Collud, Zarpan y Cafetal. Solo así se podría
(2001) ha utilizado este sistema en Chavín, generando secuencias de evaluar el fenómeno en su horizonte territorial. Veáse Makowski (2006)
paralelepípedos. sobre el papel de los primeros centros ceremoniales en el desarrollo y
6. Es importante que la persona que ha realizado el dibujo en campo comunicación entre valles (2008).
no sea la misma que dibuja el modelo digital para no repetir errores.
251
CAPÍTULO 4 ARQUEOBIOLOGÍA
El presente informe es el resumen de los estudios de los restos de fauna y vegetales, obtenidos durante las excavaciones
de la Unidad –IIIX del templo Huaca Ventarrón.
La historia natural de una comunidad viviente dentro de un ecosistema, tiene su funcionamiento normal cuando las
variables que gobiernan las cadenas tróficas y los parámetros abióticos funcionan normalmente. Estas características
es posible observar en las tanatocenosis con una buena distribución vertical y cronológica. Así también cuando los
ecosistemas se alteran, estas características pueden ser tipificadas utilizando una combinación de metodologías.
Una combinación adecuada de diversos métodos que utiliza la zoo arqueología, ha permitido conocer aspectos relacionados
a la abundancia taxonómica de las especies de fauna y su rol dentro de la ocupación y desarrollo de actividades en este
contexto.
El objetivo del informe es presentar información zoo arqueológica y arqueo botánica, que sirva para realizar interpretaciones
sobre la explotación y manejo de los recursos faunísticos y vegetales, que hayan sido útiles en los sistemas de subsistencia
del poblador prehispánico de Ventarrón, además de información paleo ecológica que sirva para contrastar con otros
resultados de técnicas más exactas, como las isotópicas y químicas, que se puedan realizar en el futuro.
Las discusiones y posibilidades paleo ecológicas están basadas en los conceptos de la ecología moderna y de cómo
funcionan actualmente las comunidades vivas; es decir, si así funciona hoy, así debió suceder en el pasado, y por tanto se
puede reconstruir la historia natural de estas evidencias, lo que nos permite realizar una contribución para el conocimiento
de la historia y ecología humana de estos pobladores en esta parte de la costa norte.
252
MÉTODOS DE ESTUDIO
I. ANÁLISIS ARQUEOZOOLÓGICO
1.1 IDENTIFICACIÓN TAXONÓMICA
INVERTEBRADOS:
La identificación taxonómica de los restos de moluscos se realizó utilizando colecciones comparativas y trabajos
especializados sobre este grupo de invertebrados como: Álamo y Valdivieso (1987), Breure (1978, 1979), Dall (1909),
Keen (1958, 1971), Marincovich (1973), Olsson (1961), Osorio et al, (1979), Peña (1970, 1971), Vegas (1963), así como el
uso de algunas páginas web especializadas en moluscos.
VERTEBRADOS:
Las identificaciones taxonómicas de los restos de peces, aves y mamíferos fueron llevadas a cabo utilizando las colecciones
comparativas de ARQUEOBIOS. Para el caso de los peces se utilizaron los siguientes trabajos especializados: Ridewood
(1921) un trabajo clásico para la identificación de vértebras de tiburones y rayas, Allen y Robertson (1994), Casteel
(1976), Collete y Chao (1975), Espino et al, (1986), Falabella et al, (1994, 1995), Greenwood (1976), Chirichigno (1974),
Chirichigno y Cornejo (2001), Medina (1982), Morales y Rosenlund (1979), Pannoux (1991), Roselló (1986), Rojo (1990),
Lepiksaar (1979), Sasaki (1989), Vegas (1987), Yee (1987).
En la identificación de los restos de aves se procedió a reconocer el resto óseo y a que parte del esqueleto de un ave tipo
pertenecía, siguiendo los criterios diagnósticos de Olsen (1979) y Gilbert et al, (1981).
También se utilizaron los trabajos de Driesch (1976), Koepcke (1970) y uso de la osteometría y bioinformática. La
identificación taxonómica de los restos de mamíferos se realizó tomando los mismos criterios que para los restos de aves
y el método comparativo con muestras comparativas de ARQUEOBIOS. También se utilizaron trabajos especializados
como: Ziswiler (1980), Olsen (1968, 1982), Driesch (1976), Pacheco et al, (1979), Boessneck (1982), Emmons (1990),
Flower (1876), Gardner y Romo (1993), Gilbert (1990), Glass (1965), Hesse y Wapnish (1985), Hillson (1992), Lawlor
(1979), Myers et al, (1990), Pasquini y Spurgeon (1989), Rosi (1988), Sisson y Grossman (1990), Wheeler (1982), Puig y
Monge (1983) y Davis (1989).
La utilización de la bioinformática mediante la consulta con los bancos de datos de Animal Diversity (http://www.
animaldiversity.ummz.umich.edu), FAO (http://www.fao.org), ITIS (http://www.itis.usda.gov), entre otras, permitió
acceder a las muestras de esqueletos craneales y post-craneales de fauna Neotropical, para su comparación respectiva en
cuanto a datos morfológicos y osteométricos.
Los moluscos y peces son generalmente especies marinas que alcanzan distribuciones geográficas específicas según
sus características ecológicas. Estas distribuciones geográficas en el transcurso de la evolución de las especies y de los
cambios en los ecosistemas marinos, han tenido variaciones que permiten detectar eventos climáticos pasados y presentes.
Las especies de moluscos identificadas para este contexto en Ventarrón, han sido sometidas a una clasificación para
precisar su distribución geográfica, para lo cual se ha utilizado la información mas detallada que presentan, Álamo y
Valdivieso (1987), Marincovich (1973) y Keen (1958, 1971). Similar metodología se ha utilizado para el caso de los peces.
253
MOLUSCOS
Para los moluscos la cuantificación se realizó por Número de Especimenes Identificados (NISP). El NISP registra
el número de fragmentos totales y conchas completas recuperadas. Se acordó utilizar este indicador de abundancia
taxonómica, porque los restos de moluscos fueron muy fragmentarios. Posteriormente los datos del NISP fueron
agrupados sistemáticamente y sometidos a cálculos de frecuencias porcentuales, indicando además en la tabla respectiva,
datos de la ecología de cada especie. Se hicieron cálculos de frecuencias porcentuales de los moluscos según el indicador
de abundancia taxonómica NISP, para poder interpretar su importancia y contribución en los sistemas de subsistencia
del sitio. También se realizaron cuantificaciones según biotopos ecológicos, para conocer los tipos de playas de donde
llegaron estos moluscos a Ventarrón.
VERTEBRADOS
En los grupos zoológicos que conforman los vertebrados, el indicador de abundancia taxonómica utilizado fue
nuevamente el NISP. No se utilizó el NMI porque en el caso de los peces los restos recuperados son en el mayor de los
casos (vértebras) de naturaleza impar, y no hay un método satisfactorio disponible para estimar el NMI en estos casos.
Para el caso de las aves y mamíferos, la muestra estaba fragmentada, por lo cual y teniendo en cuenta esta naturaleza, la
identificación por NMI podría subestimar o sobrestimar la abundancia de restos y especies identificadas. En ambos casos
se procedió a calcular la abundancia taxonómica utilizando el NISP. La cuantificación por NISP se realizó reuniendo la
cantidad total de especímenes identificados de todas las capas y niveles excavados de esta unidad -IIIX. Posteriormente
los datos fueron expresados en frecuencias porcentuales según grupo zoológico, biotopo e indicador de abundancia
taxonómica para observar las características de la fauna de vertebrados de este contexto.
Todas las evidencias después de su limpieza y acondicionamiento fueron identificadas taxonómicamente. Los criterios
adoptados para la identificación taxonómica de los diversos restos botánicos abarcaron lo siguiente: a) la morfología
externa: la identificación taxonómica se realizó mediante el microscopio estereoscopio, y se basa en el examen global
sobre un conjunto de caracteres de la variabilidad biológica de los restos, estas se fundamentan sobre los principios de la
anatomía comparada, es decir, por confrontación de los caracteres morfológicos presentes en ambos lados de las muestras
arqueológicas con los de las muestras actuales homólogas; y b) la comparación de algunos caracteres biométricos de los
restos, en especial de las semillas: esta se realiza mediante cálculo de dos parámetros métricos (largo y ancho) y el cálculo
índice largo/ancho de las semillas.
El examen de los restos botánicos a partir de los caracteres morfológicos permitió discernir los rasgos característicos
del género o especie vegetal a que pertenecen. También se utilizó bibliografía especializada como: Bonavía (1982), Buxo
(1997), Esau (1977), Macbride (1943), Mostacero y Mejía (1993), Metcalfe (1960), Pearsall (1989, 1992), Sagástegui (1973),
Sagástegui y Leiva (1993), Soukup (1987), Towle (1961), Weberbauer (1945) e Yacovleff y Herrera (1934-35), Ugent y
Ochoa (2006). El material identificado fue cuantificado según elemento anatómico (raíz, tallo, hoja, semilla y fruto). Al
final se agruparon todas las cantidades de restos macrobotánicos identificados para todas las capas y niveles, y se hicieron
cálculos de frecuencias porcentuales para observar la contribución de cada una de las especies vegetales en este contexto.
Una vez identificados y cuantificados los restos macrobotánicos, se sometieron a una clasificación paleoetnobotánica
para estimar el rol y función de las plantas en este contexto. Esta clasificación paleoetnobotánica nos permitirá conocer
la probable función de cada planta en los sistemas de subsistencia del poblador de Ventarrón.
2.2 CARPOLOGÍA
Todas las semillas de especies cultivadas, fueron medidas las variables de largo y ancho, para luego calcular su respectivo
índice, para este caso se calculó el índice largo/ancho. Los datos de las medidas e índices fueron analizados mediante
estadísticas descriptivas utilizando la hoja de cálculo Excel de Microsoft Office. Posteriormente los datos de las estadísticas
descriptivas fueron analizados para cada especie cultivada, con la finalidad de observar cambios en la evolución de los
cultivos. La información fue presentada en diagramas y tablas resumen con los principales datos estadísticos.
254
RESULTADOS
Se presenta a continuación los resultados de los datos obtenidos de los análisis del material arqueozoológico y
arqueobotánico, de la Unidad –IIIX del sitio monumental denominado Huaca Ventarrón.
ARQUEOZOOLOGÍA
MOLUSCOS:
Los restos de fauna recuperados de los depósitos de esta Unidad -IIIX, presentan una gran variedad de grupos zoológicos,
entre los que destacan los restos de animales invertebrados, de los cuales presentamos su ordenamiento sistemático y
taxonomía.
SISTEMÁTICA Y TAXONOMÍA
La sistemática y taxonomía de los moluscos, sigue las pautas establecidas en los trabajos clásicos de Keen (1971), Álamo
y Valdivieso (1997), Chirichigno (1970) y Fernández (1964).
PHYLLUM MOLLUSCA
Clase Gastropoda
Familia Naticidae
Polinices (Polinices) uber (Valenciennes, 1833) “caracol luna”
Familia Thaididae
Thais (Stramonita) haemastoma (Linnaeus, 1767) “caracol”
Thais (Stramonita) chocolata (Duclos, 1832) “caracol”
Familia Olividae
Oliva (Oliva) peruviana (Lamarck, 1810) “oliva”
Olivella columellaris Sowerby 1825 “olivita”
Subclase Pulmonata
Familia Bulimulidae
Scutalus proteus “caracol terrestre”
Familia Planorbidae
Helisoma sp. “caracol de agua dulce”
Drepanotrema sp.
Familia Physidae
Physa sp. “caracol de agua dulce”
Clase Bivalvia
Familia Mytilidae
Choromytilus chorus (Molina, 1782) “choro zapato”
Semimytilus algosus (Gould, 1850) “chorito playero”
Familia Veneridae
Eurhomalea rufa (Lamarck, 1818) “almeja”
Familia Donacidae
Donax obesulus Reeve, 1854 “maruchas”
255
Para cada una de las especies de moluscos identificados en este contexto de Huaca Ventarrón se presenta una tabla con
su distribución latitudinal, dividida en provincias malacológicas. Estas demarcaciones son interpretativas y basadas en los
datos de distribución asequibles en la bibliografía. Así las especies se van distribuyendo en diferentes zonas geográficas,
asociadas a otras especies, formando conjuntos faunísticos o ensambles que caracterizan ciertas condiciones. Las
demarcaciones geográficas, permitirán conocer las intrusiones de especies de otras latitudes y también conocer cuanto
han cambiado las distribuciones en relación a las especies presentes.
Provincia Provincia Provincia Provincia
TAXA Californiana Panámica Peruana Magallánica
40ºN 30ºN 20ºN 10ºN 0ºN 10ºS 20ºS 50ºS
30ºS 40ºS
Polinices uber ________________________________
Thais haemastoma ___________________________________________
Thais chocolata ______________________
Oliva peruviana ________________________
Olivella columellaris -----
Choromytilus chorus ______________________________
Semimytilus algosus ___________________________
Eurhomalea rufa _____________________________
Donax obesulus __________________
------------- Moluscos Marinos de Aguas Frías ---------- Moluscos Marinos de Aguas Tropicales
Para el Pacífico de América del Sur, diversos autores (por ejemplo Marincovich, 1973) reconocen las provincias:
Californiana, Panámica, Peruana y la Magallánica. La región donde se ubica Ventarrón está ubicada en el norte de la
Provincia Peruana. Esta provincia se extiende tradicionalmente desde Bayovar, al norte de Perú (5° lat. S) hasta la Isla de
Chiloé, en el sur de Chile (43° lat. S.).
La Provincia Peruana se ubica en la región cálido-temperada del Hemisferio Sur y posee una fauna típica de aguas
temperadas o frías cuya penetración hacia el norte del trópico de Capricornio se debe a los efectos de la Corriente de
Humboldt.
En relación a los aspectos ecológicos de los moluscos, como los patrones de distribución biogeográficos, son consecuencia
de una combinación de factores: tolerancia específica a un régimen ambiental, disponibilidad de nichos ecológicos,
exclusión competitiva y efectividad de barreras bióticas a la migración. En general, las distribuciones verticales de los
moluscos en la zona litoral costera responden a una serie de factores que controlan la zonación local. De este modo la
presencia y/o abundancia relativa de una especie en un lugar determinado viene dada por la disponibilidad de nichos, lo
que a su vez está definido por las condiciones físicas del ambiente, adaptabilidad fisiológica de los organismos, rangos de
tolerancia e interacciones tróficas y competitivas.
BIOTOPO PEDREGOSO-ROCOSO
Taxa SUPRALITORAL MESOLITORAL INFRALITORAL
Thais haemastoma
Thais chocolata
Choromytilus chorus
Semimytilus algosus
Tabla Nº 2. Ecología y distribución vertical de los moluscos de biotopo pedregoso rocoso unidad -III X Ventarrón.
256
BIOTOPO ARENOSO
Taxa SUPRALITORAL MESOLITORAL INFRALITORAL
Polinices uber
Oliva peruviana
Olivella columellaris
Eurhomalea rufa
Donax obesulus
Tabla Nº 3. Ecología y distribución vertical de los moluscos de biotopo arenoso de Unidad – III X, Ventarrón.
CUANTIFICACIÓN: NISP
Se han identificado un total de 13 especies de moluscos, de los cuales 5 especies son gasterópodos marinos, 1 especie es
un gasterópodo terrestre, 3 especies son gasterópodos dulceacuícolas y 4 especies son bivalvos o pelecypodos. Las 13
especies identificadas se distribuyen asimétricamente en las diferentes capas y niveles estratigráficos de la unidad –IIIX,
y cuantitativamente los restos de moluscos indican un total de 254 restos, siendo los más representativos los restos de
Choromytilus chorus con 186 restos (73,23%), seguido de los restos de Helisoma sp. con 40 restos (15,75%), estando las demás
especies representadas entre 1 y 5 restos (tabla 4), lo cual discutimos más adelante.
Tabla Nº 4.Abundancia taxonómica según NISP y datos ecológicos de los moluscos de la Unidad –IIIX, Ventarrón.
0,79
Donax obesulus
1,18
Eurhomalea rufa
0,79
Semimytilus algosus
73,23
Choromytilus chorus
1,18
Physa sp.
1,97
Drepanotrema sp. 15,75
Helisoma sp.
1,57
Scutalus proteus
1,18
Olivella columellaris
0,39
Oliva peruviana
0,79
Thais chocolata
0,79
Thais haemastoma
0,39
Polinices uber
0 10 20 30 40 50 60 70 80 %
Figura Nº 2. Distribución porcentual según NISP de los moluscos de la Unidad –IIIX, Ventarrón.
257
18,9
Dulceacuicolas
1,57
Terrestres
3,93
Playas Arenosas
75,6
Playas Rocosas
0 10 20 30 40 50 60 70 80 %
Figura Nº 2. Distribución porcentual según biotopos ecológicos de los moluscos de Unidad –IIIX, Ventarrón.
Sistemática y Taxonomía
La sistemática y taxonomía de los restos de peces, aves y mamíferos identificados para este contexto en Ventarrón, sigue
las pautas establecidas en los trabajos clásicos de Chirichigno (1974), Allen y Robertson (1994) y la base de datos de
Animal Diversity (www.animaldiversity.edu).
PHYLLUM CHORDATA
Superclase Pisces
Clase Chondrichthyes
Familia Triakidae
Triakis sp.
Familia Carcharhinidae
Carcharhinus sp. “tiburón”
Prionace glauca ”tiburón azul”
Familia Myliobatidae
Myliobatis sp. “raya águila”
Clase Osteichthyes
Familia Cheilodactylidae
Cheilodactylus variegatus Valenciennes, 1833 “pintadilla”
Familia Engraulidae
Engraulis ringens Jenyns, 1842 “anchoveta”
Familia Clupeidae
Ethmidium maculatum (Valenciennes, 1847) “machete”
Sardinops sagax sagax (Jenyns, 1842) “sardina”
Familia Mugilidae
Mugil cephalus Linnaeus, 1758 “lisa común”
Familia Bothidae
Paralichthys sp. “lenguado común”
Familia Blenniidae
Scartichthys gigas “borracho”
Familia Malacanthidae
Caulolatilus sp. “peje blanco”
Familia Sparidae
Calamus sp. “marotilla”
Familia Carangidae
Trachurus symmetricus murphyi Nichols, 1920 “jurel”
Familia Sciaenidae
Stellifer minor (Tschudi, 1846) “mojarrilla común”
Cynoscion sp. “cachema”
Sciaena deliciosa (Tschudi, 1846) “lorna”
Sciaena gilberti (Abbott, 1899) “corvina”
Sciaena sp.
Familia Pomadasyidae
Anisotremus scapularis (Tschudi, 1846) “chita”
258
CLASE AVES
Familia Columbidae
Zenaida asiatica (Des Murs, 1847) “paloma”
Familia Podicipedidae
Podylimbus podiceps (Linnaeus, 1766) “zambullidor”
Familia Anatidae
Anas sp. “pato silvestre”
Familia Rallidae
Fulica sp. “gallineta”
Gallinula chloropus pauxilla “polla de agua”
Clase Mammalia
Familia Didelphidae
Didelphis marsupialis “muca”
Familia Muridae
“ratones campo”
Familia Chinchillidae
Lagigium peruanum “vizcacha”
Familia Canidae
Canis familiaris Linnaeus, 1758 “perro”
Familia Felidae
Felis yagouaroundi “yaguarundi”
Familia Camelidae
Lama sp.
Los peces son los organismos marinos que presentan mayor movilidad y pueden aparecer y desaparecer de un biotopo
rápidamente, por tanto se presenta la información de sus distribuciones geográficas y ecológicas tomando como bases los
trabajos de Chirichigno (1974) Chirichigno y Cornejo (2001), Allen y Robertson (1994) y la Base de Datos de Peces (www.
fishbase.org). La información geográfica se presenta según la distribución latitudinal que alcanzan los peces identificados
dentro del área del Océano Pacifico Occidental desde las costas de Oregón hasta el sur de Chile. También se presenta la
información ecológica de los hábitats y batimetría que tienen estos peces identificados.
Estas cifras indican una abundancia representativa y especial, que puede marcar una tendencia para el sitio, e indicar la importancia
que tenían los peces para los pobladores de Ventarrón. También los resultados nos indican un alto porcentaje de peces de
orilla marina (68%), seguido por peces dulceacuícolas (9,47%) y luego oceánicos (8,48%). Luego se observan las tendencias
de las regiones anatómicas de las principales especies de peces identificados, donde hay un predominio de elementos óseos
de la región oromandibular para el caso de Anisotremus scapularis (80,3%) y de vértebras para el caso de Mugil cephalus (87,4%).
Tabla Nº 7. Abundancia taxonómica según NISP y datos ecológicos de los vertebrados de Unidad –IIIX, Ventarrón.
260
2,05
Mamifero N/I
1,95
Felis yagouaroundi
2,5
Muridae
3,39
Ave N/I
2,59
Anas sp.
13,03
Pez N/I
1,43
Brycon sp.
6,75
Trichomycterus sp.
6,14
Anisotremus scapularis
11,23
Scartichthys gigas
2,9
Paralichthys sp
36,57
Mugil cephalus
6,62
Sardinops sagax sagax
0 5 10 15 20 25 30 35 40 %
Figura Nº 3. Distribución porcentual según NISP de los principales vertebrados de la Unidad –IIIX, Ventarrón.
Mamíferos
Aves 7%
6,5%
Peces
86,4%
Figura Nº 4. Distribución porcentual según grupos de vertebrados identificados en la Unidad –IIIX, Ventarrón.
No Identif icados
15%
Dulceacuicolas
9,47%
Oceanicos
8,48% Orilla Marina
68%
Orilla Marina y
Oceanicos
0,14%
Figura Nº 5. Distribución porcentual según NISP y biotopos de los peces de Unidad –IIIX,Ventarrón.
261
Taxa Neurocráneo R. Orom andibular R. Opercular R. Hial R. Escapular Vértebras Otolitos Espinas Total
Mugil cephalus 2 1 1195 1198
Paralichthys sp. 11 2 4 1 76 1 95
Trachurus symmetricus 1 1
Sciaena gilberti 1 1 2
Anisotremus scapularis 57 10 5 10 95 3 21 201
Total 71 13 9 12 1367 3 22
Tabla Nº 8. Distribución según NISP y regiones anatómicas de los principales peces de la Unidad –IIIX, Ventarrón.
100% 6,9
0,1
90% 5,6
80%
80,3 55,6
70% 76,9 83,3
60% 95,5
100
50%
87,4
40%
30%
44,4
20% 1,4
15,4
15,5 8,3
10%
7,7 8,3 4,5
2,8
0%
R
Vé
Es
N
O
.O
eu
.O
.H
.E
to
rte
pi
li t
na
ro
sc
ro
ia
pe
br
os
cr
ap
s
as
rc
án
an
ul
ul
eo
di
ar
ar
bu
la
r
Mugil cephalus Paralichthys sp. Trachurus symmetricus Sciaena gilberti Anisotremus scapularis
Figura Nº 6. Distribución porcentual según NISP y regiones anatómicas de los principales peces de Unidad –IIIX, Ventarrón.
ARQUEOBOTÁNICA
La sistemática y taxonomía de los restos botánicos que fueron recuperados directamente, sigue las pautas establecidas en
los trabajos de Mostacero y Mejía (1993), Mostacero et al, (2002) y Towle (1961).
SISTEMÁTICA Y TAXONOMÍA
Se han identificado un total de 16 especies de vegetales, este total de especies identificadas provienen de los macrorestos,
estando aún en proceso el aislamiento de los macrorestos que fueron recuperados de la flotación simple
262
CLASE I: DICOTYLEDONEAE
FAMILIA LAURACEAE
Persea americana “palta”
FAMILIA CAPPARIDACEAE
Capparis ovalifolia
Capparis angulata
Capparis sp. “sapote”
FAMILIA LEGUMINOSAE
Prosopis pallida “algarrobo”
Phaseolus vulgaris “frijol”
Inga feulleii “pacae”
FAMILIA MALVACEAE
Gossypium barbadense
“algodón”
FAMILIA CUCURBITACEAE
Cucurbita maxima “zapallo”
Lagenaria siceraria “mate”
FAMILIA SAPOTACEAE
Pouteria lucuma “lúcuma”
FAMILIA SAPINDACEAE
Sapindus saponaria “choloque”
FAMILIA SOLANACEAE
Capsicum sp. “ají”
MACRORESTOS:
La identificación de los macrorestos botánicos arroja como resultado la identificación de 16 especies nativas que tienen
una distribución asimétrica en los diversos niveles y capas de la Unidad -IIIX.
Los restos fueron cuantificados por especie, elemento anatómico y estado del mismo (no alterado, denominado como
N, y quemado, denominado como Q).Se ha llegado a cuantificar un total de 1739 restos vegetales, de los cuales 952 se
encuentran en calidad de no alterados (sin huellas de estar quemados) y 787 se encuentran quemados (alterados por el
calor, que denominamos como Q)
Las especies más importantes en este contexto estudiado, es Prosopis pallida con un total de 957 restos, de los cuales 267 no
estan alterados por el fuego y 690 estan quemados, lo que hacen un 28% y 87,7% respectivamente. Sigue en importancia
los restos de Lagenaria siceraria con un total de 532 restos, con 473 restos no alterados (49,7%) y 59 restos quemados (7,5%)
y Cucurbita maxima con un total de 162 restos, de los cuales 161 estan sin alterarse (16,9%) y 1 resto esta quemado (0,1%)
263
Figura Nº 3. Distribución porcentual según NISP de los principales vertebrados de la Unidad –IIIX, Ventarrón.
No Identificados 1,7
Cyperus sp. 2
0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 %
N Q
Figura Nº 7. Distribución porcentual de los principales restos macrobotánicos de la Unidad –IIIX, Ventarrón.
264
Elemento Vegetal N % Q %
Raíz 1 0,1 16 2,0
Tallo 28 2,9 12 1,5
Hojas
Semillas 682 71,6 520 66,1
Semilla+Endocarpio 233 24,5 220 28,0
Fruto 8 0,8 19 2,4
Total 952 787
Tabla Nº 10. Distribución porcentual de los restos macrobotánicos según partes anatómicas, no alterados (N) y quemados (Q) de la unidad –IIIX, Ventarrón.
%
80
70
66,1
60
71,6
50
40
28
30
2
20 1,5
24,5 2,4
10
0,1 Q
2,9
0
0,8 N
Raíz T all o Hoja
s Sem
il las Sem
il la+ E F ru to
ndoc
ar pio
N Q
Plantas Silvestres
2%
Plantas Cultivadas
Artesanales
85,9%
Figura 8. Distribución porcentual según clasificación etnobotánica de los vegetales en Unidad –IIIX, Ventarrón.
265
COMENTARIOS
MOLUSCOS
El registro de la malacofauna identificada en esta unidad, indica la presencia de un total de 13 especies de moluscos,
de los cuales 5 especies son gasterópodos marinos, 1 especie es un gasterópodo terrestre, 3 especies son gasterópodos
dulceacuícolas y 4 especies son bivalvos o pelecypodos. Todas las especies de moluscos marinos identificados viven
actualmente entre las latitudes de 5º y 40º sur (tabla 1), a excepción de Choromytilus chorus “choro zapato”, especie que
actualmente no existen en las playas adyacentes del norte de Perú y cuyo rango de distribución geográfica se hizo mas
meridional1, conforme las condiciones climato-oceanográficas fueron cambiando el clima y las condiciones abióticas del
mar peruano a lo largo de la prehistoria de la costa peruana.
La presencia de la malacofauna identificada, indica que la recolección de las especies se realizó en playas abiertas con
dos tipos de biotopos (pedregoso-rocoso y arenoso) y también indica que las playas explotadas para los momentos de
deposición de estos restos, serían playas muy parecidas a las que se observan actualmente en las costas del departamento de
Lambayeque. Las 13 especies identificadas se distribuyen asimétricamente en las diferentes capas y niveles estratigráficos de
la unidad –IIIX, y cuantitativamente los restos de moluscos indican un total de 254 restos, siendo los más representativos
los restos de Choromytilus chorus con 186 restos (73,23%), seguido de los restos de Helisoma sp. con 40 restos (15,75%),
estando las demás especies representadas entre 1 y 5 restos (tabla 4).
La presencia de las otras especies como Polinices uber, Thais haemastoma,Thais chocolata, Semimytilus algosus, Eurhomalea rufa y
Donax obesulus, cuyos porcentajes estan por debajo de 1%, a excepción de Eurhomalea rufa que presenta 1,18%, indicaría
que estas especies llegaron eventualmente al sitio, o en algunos casos como Semimytilus algosus, llegarían como fauna
acompañante, por ejemplo con las algas. Dentro de la malacofauna, hay especies terrestres y dulceacuícolas, que indican
que estas fueron colectadas en los alrededores del sitio, como sería el caso de Scutalus proteus, del cual hay evidencias
etnográficas y arqueológicas de su consumo en la costa norte.
También una de las especies de moluscos dulceacuícolas como es Helisoma sp. es la segunda especie más importante
por NISP con 15,75%. Se trata de un gasterópodo que vive adherido a las raìces de plantas hidrofíticas como “enea”,
“totora” y “juncos”, que habitan en ambientes de lagunas y pantanos. Por lo tanto es posible que con la colecta de estos
vegetales en estos ambientes, la especie llegaría a los contextos de la unidad –IIIX como fauna adherida a estas plantas,
teniendo en cuenta además que este gasterópodo no tiene ninguna importancia económica. La otra especie dulceacuícola
es Drepanotrema sp., también tiene el mismo hábitat, por lo tanto tiene la misma interpretación. Sin embargo para el caso de
Physa sp., este gasterópodo vive en ambientes con agua circulante, como canales y acequias, donde vive adherida al necton.
Tampoco tiene ninguna importancia económica.
También tenemos la identificación de una conchilla de un molusco de connotaciones ornamentales, como es el caso de
Oliva peruviana, un gasterópodo que ha sido utilizado como pendiente, por la naturaleza de su periostraco que exhibe brillo
y colores notables, aunque el espécimen recuperado no presenta evidencias de este uso, en la capa 1, tumba 14 hay un
individuo que presenta un orificio para ser utilizado como pendiente.
Por la predominancia de los restos de Choromytilus chorus, es que los moluscos de playas rocosas-pedregosas, son los mejor
representados con un 75,6%, seguido de los moluscos dulceacuícolas con 18,9%, luego los de playas arenosas con 3,93·
y los terrestres con 1,57% (figura 2).
La abundancia de restos de Choromytilus chorus, en estos contextos, es posiblemente por la importancia que tuvo este bivalvo
en el precerámico y formativo temprano, donde se detectan altas concentraciones de sus poblaciones en las playas de la
costa norte. Es posible que esta abundancia y la importancia del bivalvo en la ideología ritual, hayan sido los requisitos
que favorecieron el abastecimiento con este molusco hacia los pobladores del templo de Ventarrón. Al respecto se ha
señalado que Choromytilus chorus haya sido el predecesor del Spondylus en estas épocas, lo que implica que la alta frecuencia
de sus restos es por su importancia ritual en el consumo y la abundancia del recurso en estas épocas.
Es necesario evaluar por lo tanto lo que sucede en otros contextos del sitio, para tener una mejor concepción del rol de
este mitilido en las actividades rituales y de subsistencia de la población del templo de Ventarrón.
266
PECES
En relación a los restos de vertebrados recuperados de las excavaciones en la Unidad –IIIX de Ventarrón se han podido
identificar 3 grupos zoológicos: peces, aves y mamíferos. Los restos de peces identificados corresponden a 22 especies de
peces, de los cuales 4 especies son condrictios (cartilaginosos) y 18 especies son óseos (16 marinos y 2 dulceacuícolas).
Con respecto a las aves, se han identificado 5 especies y 1 a nivel de familia. En relación a los mamíferos, hay 7 especies
más 1 a nivel de familia. Toda esta diversidad de especies se encuentra distribuida asimétricamente dentro de las capas
y niveles excavados, que según el indicador de abundancia taxonómica aplicado para los restos de vertebrados, se han
contabilizado un total de 3276 restos de vertebrados, de los cuales, 2831 restos corresponden a peces (86,42%), 215 restos
son de aves (6,56%) y 230 restos de mamíferos (7,02%) (figura 4). Estas cifras indican una abundancia representativa y
especial de los peces, que puede marcar una tendencia para el sitio, e indicar la importancia que tenían para los pobladores
de Ventarrón. Según la distribución geográfica de los peces identificados (tabla 5), todos están dentro de los rangos
normales de peces que habitan las frías aguas de la corriente peruana. No hay ninguna especie tropical que nos señale
alguna anomalía climática-oceánografica para estas épocas. Hay 5 especies que tienen una amplia distribución geográfica,
como es el caso de los tiburones Carcharhinus sp. y Prionace glauca, los cuales además son cosmoplitas y se encuentran en
varios océanos del mundo. Mugil cephalus y Calamus sp. también tienen amplia distribución geográfica, esto sin embargo no
indica ninguna anomalía, porque se trata de peces estenotermicos.
Los restos de peces recuperados hacen un total de 2831 restos, dentro de los cuales hay vértebras y huesos de diversas
regiones de la anatomía ósea del pez, lo cual nos permite añadir nuevas interpretaciones al rol que desempeñaron los
peces en este contexto del templo de Ventarrón. La especie más representativa por sus restos según el indicador de
abundancia NISP, es Mugil cephalus con un total de 1198 restos, lo cual significa un 36,57% del total de los restos de
vertebrados (3276 restos). La abundancia de los restos de Mugil cephalus “lisa” es posible por la presencia de dos ambientes
de pesca: hay restos de vertebras que por su tamaño indican que provienen de individuos que viven en el medio marino
(vértebras grandes), y otras vértebras, específicamente de menor tamaño, indicarían que provienen de individuos que
viven en ambientes dulceacuícolas, como lagunas, canales, ríos. Otra especie de pez que predomina por sus restos, son las
vértebras de Scartichthys gigas “borracho”, un pez marino que habitan las orillas rocosas-pedregosas y de las cuales se han
señalado algunas características especiales al ser consumida la cabeza del pez, que tiene una sustancia psicotrópica dentro
del neurocráneo. Los restos de sus vértebras son 368 y representan 11,23% (tabla 7). Dos especies de peces, que por su
importancia económica actual, deben haber tenido similar importancia en aquel tiempo, están bien representadas entre los
restos. Se trata de Anisotremus scapularis con un total de 201 restos, lo que implica 6,14%, y Paralichthys sp. “lenguado” con
un total de 95 restos, lo que hace un 2,9% (tabla 7, figura 3). En ambos casos, hay evidencias que los especímenes habrían
sido ofrendados en las ceremonias que se realizaron en el sitio, porque fueron en algunos casos hallados con sus elementos
anatómicos unidos, como las vértebras y huesos de las regiones oromandibular, opercular, hial, escapular y neurocráneo.
Otra característica adicional para proponer que estas especies hayan sido escogidas como ofrendas para el templo, es el
tamaño que presentan algunos elementos óseos, como vértebras y huesos de la región oromandibular, que indican que se
trata de individuos de tamaños superiores a 1 metro y pesos de más de 5 kg., según las medidas comparativas realizadas
con las colecciones modernas.
De los ambientes dulceacuícolas que hubieron en los alrededores de Ventarrón, hay una cantidad importante de vértebras
de Trichomycterus sp. “life”, un total de 221 vértebras, que hacen un total de 6,75%. Este pez habita en los ambientes
bentónicos de lagunas y canales, donde puede ser capturado. Los machos de estos peces dulceacuícolas pueden llegar
alcanzar los 37,4 cm de longitud total, lo que implica que se puede obtener una buena producción de carne, la cual es
actualmente muy apreciada en las poblaciones costeras de la costa norte. Los restos de una especie oceánica, como es
Sardinops sagax sagax “sardina” corresponden a uno de los peces de alta mar que está bien representado en estos contextos,
con un total de 217 vértebras que hace un 6,62% (tabla 7). Esta situación implicaría que esta especie y otras menos
habituales, habrían servido para el consumo diario de la población local, y tal vez ningún rol en los acontecimientos
rituales del sitio. También hay un total de 16 vértebras de Engraulis ringens “anchoveta”, la cual llego al sitio conjuntamente
con su especie competidora, como es la “sardina”, lo que indica en forma clara de las relaciones con pescadores no
solamente de orilla marina, sino también con aquellos que realizaban faenas de pesca en alta mar, con embarcaciones
y redes especiales. En lo referente a la distribución de elementos anatómicos de los restos de peces identificados, hay 4
especies que resaltan su presencia por tener representados varios elementos anatómicos dentro de sus restos. En la tabla
8, observamos que los restos de Mugil cephalus son mayoritariamente vértebras (87,4%) y solo 2 restos que corresponden
a la región oromandibular y 1 resto a la región opercular. Esto implica por un lado la mayor dureza de las vértebras para
el caso de esta especie, a diferencia de los restos de Anisotremus scapularis donde hay representados diversos elementos
anatómicos, que no solamente permite inferir que se trataría de la dureza de estos huesos, sino también el tamaño de los
individuos y el tipo de deposición que pudo tener esta especie en este contexto, si consideramos que hayan sido ofrendas.
La misma observación se puede observar para el caso de Paralichthys sp., aunque con un menor número de restos y una
menor dureza de los mismos (tabla 8, figura 6).
267
Foto 01 Restos óseos de peces. a: “tintorera”, b: “borracho”, c: “lisa” d: “lenguado”, e: “life”, f: “sardina”.
268
En la figura 6, podemos observar que no hay elementos del neurocráneo registrados para las 5 especies, esto por la
naturaleza ósea de este elemento, y que son las vértebras las que predominan para el caso de estas especies. Se observa
claramente la predominancia en todas las regiones anatómica del pez, para el caso de Anisotremus scapularis y Paralichthys
sp., lo que implica que tuvieron un rol especial en el sitio, aparte de su rol alimenticio, y que por lo menos estas 5 especies
llegaron completas al sitio, sin ningún tipo de procesamiento o fileteado especial. La figura 5, nos permite además indicar
que los pobladores de Ventarrón, tuvieron una mayor interacción con pobladores asentados en la costa, que tuvieron
mayor actividad con la pesca de orilla (peces de orilla 68%) y que ellos mismos desarrollaron tal vez pesca en los ambientes
dulceacuícolas (9,47%), de donde proceden algunos individuos pequeños de Mugil cephalus y también los individuos de
Trichomycterus sp.
AVES
Con respecto a las aves identificadas, estas son 5 especies y 1 a nivel de familia, a partir de 215 restos. La especie mejor
representado por sus restos, es Anas sp. una especie de pato silvestre, que habita las lagunas y ambientes dulceacuícolas
con vegetación. Sus restos son fragmentos de coracoides, esternón y humeros, y constituyen un 2,59% del total de
restos de vertebrados. Otras aves de ambientes dulceacuícolas son Podylimbus podiceps “zambullidor” con 6 restos (0,18%),
Gallinula chloropus pauxilla con 4 restos (0,12%) y Fulica sp. con 2 restos (0,06%). La presencia recurrente de fauna de
ambientes dulceacuícolas, indica una fuerte interacción en la explotación de estos biotopos y un tipo de cacería de aves
especializada. Teniendo en cuenta la gran cantidad de restos de peces marinos, resulta peculiar la ausencia de restos de
aves marinas, a excepción de 6 restos que fueron identificados como Laridae y que corresponden posiblemente a gaviotas
(tabla 7). Otra ave identificada con 1 solo resto es una paloma silvestre que habita los bosques de algarrobos y campos de
cultivo, como es el caso de Zenaida asiatica.
Tenemos en este grupo de vertebrados, una buena cantidad de restos muy fragmentados de huesos de aves, que fueron
imposible de identificar por la fragmentación y porque se trataban de elementos que no tenían características diagnósticas
para indicar su identidad. La cantidad de 111 restos en la categoría no identificados, implica posiblemente un aumento
en la lista de especies, o un aumento de los restos de las especies de aves dominantes en este contexto, en este caso de las
aves de hábitats dulceacuícolas.
MAMÍFEROS
Los restos de mamíferos recuperados de este contexto, hacen un total de 230 restos, de los cuales se han identificado 7
especies y 1 a nivel de familia. Hay una especie que no corresponde a la fauna nativa, y se trata de un resto de Bos taurus
“vaca” que fue recuperado de un pozo de huaquero asociado a muro amarillo, lo cual tiene lógica para esta identificación.
Tenemos 4 restos que corresponden a Didelphis marsupialis “muca o zarigüeya”, 1 resto que corresponde a Lagidium peruanum
“vizcacha”, a la cual posiblemente correspondan los diferentes coprolitos que se han recuperado en el sitio, 2 restos de
Lama sp., lo que implica que los camélidos no eran muy comunes en el sitio, aun cuando también se han identificado
algunos coprolitos que atestiguan su presencia física en el sitio. Los restos de estas especies están por debajo de 0,5% y
corresponden seguramente a fauna eventual que tuvo contacto en algún momento de la historia de este contexto (tabla 7).
Dentro de los restos de mamíferos en este contexto, se destacan los restos de mamíferos carnívoros. Se han identificado
8 restos que corresponden a Canis familiaris “perro”, se tratan de fragmentos de huesos aislados, no presentan huellas de
cortes, pero un húmero proximal hallado en la capa 3, nivel 2, relleno piso 2, se encontraba seccionado transversalmente
en la diáfisis, lo que supone que el hueso fue utilizado para fabricar alguna herramienta ósea, tal como se ha reportado
para algunos sitios del Formativo Temprano de los andes. Es posible que este carnívoro, haya sido consumido en algún
momento ritual o como parte de una costumbre ancestral de estos pobladores.
La lista de mamíferos para este contexto se completa con la identificación de dos felinos silvestres: uno pequeño como
es el caso de Felis yagouaroundi y otro grande como es Felis concolor “puma”. En el primer caso, los restos de “yaguarundi”
hacen un total de 64 restos, donde destacan mandíbulas, fragmentos de cráneo, vértebras, huesos de las extremidades
anteriores y posteriores, los cuales no presentan huellas de cortes o carnicería, pero si algunos tienen huellas de fuego.
La presencia de la dentición en mandíbulas y maxilares superiores, indican que se trata de un felino silvestre. La fórmula
dentaria del género Felis se caracteriza por presentar una fórmula dentaria: Maxilar superior: 3 incisivos -1 canino - 2 a 3
premolares – 1 molar, Mandíbula o Maxilar inferior: 3 incisivos – 1 canino – 2 premolares – 1 molar.
Sin embargo como hemos identificado la especie Felis yagouarundi “yaguarundi”, la fórmula dentaria para esta especie
según la presencia de sus dientes en los maxilares y mandíbulas es:
3I-1C-2P(P3-P4) -
3I-1C-2P(P3-P4)-M1
Otra característica diagnóstica es el hueso húmero2 que presenta un foramen entepicondilar, y la ulna tiene el proceso
del olecranón comprimido transversalmente (Olsen, 2009). Los demás huesos asociados son de la misma especie, por
características morfológicas específicas de cada uno de ellos, como la pelvis, vértebras cervicales, torácicos y lumbares.
La presencia de restos de este felino, implica que los animales no fueron cazados eventualmente, y tal vez sean evidencias
de una crianza o amansamiento de estos felinos con la finalidad de utilizarlos para erradicar plagas de cosechas, serpientes
o porque fueron muy apreciados por los pobladores de aquella época, tal como hicieran los egipcios con el gato Felis catus.
El yaguarundi es uno de los felinos menos característicos, ya que se parece más bien a una mezcla entre una nutria y una
comadreja. A pesar de ser un ágil escalador, prefiere vivir en el suelo. Debido a que su piel no tiene valor comercial, los
cazadores lo han dejado tranquilo. Es un animal con patas cortas y un cuerpo largo, y con una cola también bastante larga.
Se trata de uno de los pocos felinos sin manchas.
Datos de su historia natural, indican que normalmente tienen dos crías, tres como mucho, las cuales nacen tras un
periodo de gestación de 72 a 75 días. Aunque nacen con manchas, las marcas desaparecen pronto. Las crías empiezan a
comer alimentos sólidos a partir de las 6 semanas. Los yaguarundíes comen roedores, así como también conejos, pájaros,
armadillos y monos. Su actividad es mayor durante la mañana que por la noche.
Los indígenas dicen que este felino ha sido entrenado y utilizado para control de roedores antes de que llegaran los
españoles. Aspectos de su etología consignan que el yaguarundi tiene una naturaleza relativamente juguetona y puede ser
domesticado, aunque el proceso de domesticación implica obtener una secuencia de evidencias y eventos que suceden en
un largo proceso de tiempo.
Es necesario revisar bien todos los contextos y establecer las relaciones de estos felinos con la población de la época
asociada, porque constituye la primera evidencia zooarqueológica de varios individuos adultos de este felino en un
contexto ceremonial, como es Ventarrón, y tal vez significa un caso especial de crianza bajo cautiverio de estos felinos
con fines rituales, agrícolas u otros que hay que investigar. También es necesario para completar el conocimiento de la
presencia de estos felinos en Ventarrón, que tipo de dieta tenían, lo cual es posible mediante análisis de isotopos estables,
que ayudará a reconstruir las cadenas tróficas en las cuales estaban inmersos y su relación con el hombre.
Finalmente para el caso de los felinos, pudimos identificar 1 húmero distal izquierdo correspondiente a Felis concolor
“puma”, el cual fue recuperado de la capa 4, relleno compacto, que posiblemente corresponde a las primeras ocupaciones
del formativo del sitio. Este húmero está cortado transversalmente encima del foramen epicondilar, para aprovechar la
diáfisis en la fabricación de alguna herramienta ósea. Aunque se trata de una sola evidencia, hay una ideología ritual en
este sitio que está orientada hacia estos felinos silvestres, especialmente con el caso de los yaguarundis cuyos restos son
más constantes y diversos (tabla 7).
271
VEGETALES
La identificación de los macrorestos botánicos arroja como resultado la identificación de 16 especies nativas que tienen
una distribución asimétrica en los diversos niveles y capas de la Unidad -IIIX.
Los restos fueron cuantificados por especie, elemento anatómico y estado del mismo (no alterado, denominado como
N, y quemado, denominado como Q), llegándose a cuantificar un total de 1739 restos vegetales, de los cuales 952 se
encuentran en calidad de no alterados (sin huellas de estar quemados) y 787 se encuentran quemados (alterados por el
calor, que denominamos como Q)
Las especies más importantes en este contexto estudiado, es Prosopis pallida con un total de 957 restos, de los cuales 267 no
están alterados por el fuego y 690 estan quemados, lo que hacen un 28% y 87,7% respectivamente. Sigue en importancia
los restos de Lagenaria siceraria con un total de 532 restos, con 473 restos no alterados (49,7%) y 59 restos quemados
(7,5%) y Cucurbita maxima con un total de 162 restos, de los cuales 161 estan sin alterarse (16,9%) y 1 resto esta quemado
(0,1%)(tabla 9, figura 7).
En relación a la proporción de los restos vegetales según parte anatómica identificada, los restos de raíces no alteradas,
presentan 0,1%, las raíces quemadas con 2%, luego los restos de tallos no alterados representan 2,9% y los quemados con
1,5%. No hay presencia de restos de hojas en este contexto.
Las semillas no alteradas representan el 71,6% y las quemadas con 66,1%, las semillas con endocarpio no alteradas tienen
24,5% y las quemadas con 28%. Los frutos no alterados tienen 0,8% y las quemadas 2,4% (tabla 10, figura 8). Se observa
una predominancia de restos de semillas, siendo la proporción entre no alteradas y quemadas, muy próxima a 1:1 (tabla
10).
Se han clasificado desde la perspectiva paleoetnobotánica a las especies identificadas, y tenemos que los restos de plantas
cultivadas alimenticias representan el 85,9%, siguen las plantas cultivadas alimenticias con 11,2% y las plantas silvestres
con 2% (figura 8). Esto implicaría que hay un mayor énfasis en el uso de plantas cultivadas para fines artesanales en este
contexto, como es el caso del uso de Lagenaria siceraria “mate” cuyos frutos secos sirven para una diversidad de usos.
Las especies vegetales cultivadas, son buenos indicadores de aspectos cronológicos tanto para el precerámico, como para
los inicios del Formativo, y en la lista de plantas que se han identificado en este contexto, hay concordancias con este
postulado.
A partir de cotiledones que no estaban alterados, se pudo identificar Persea americana “palta”. El género Persea comprende
153 especies de las regiones tropicales, y para el Perú se reportan 19 especies. De estas, Persea brevipes y Persea subcordata
habitan en Piura, las demás especies viven en los departamentos de Cajamarca, Amazonas, San Martín y Huánuco
(Mostacero et al, 2002:210-215), por lo que es posible que los restos de cotiledones identificados concuerden con Persea
americana “palta”, la única especie de este género que ha sido recuperada de los contextos arqueológicos precerámicos de
la costa peruana, como es el caso de Los Gavilanes (épocas 2 y 3) y de Alto Salaverry (Pozorski, 1979:171, tabla 2).
Para el caso de los restos de semillas y semillas con endocarpio, estas corresponden a Prosopis pallida “algarrobo” que es
la especie que se reporta para la costa norte peruana (Pasiecznik, 2001:22). Una de las plantas que ha sido utilizada para
separar la época precerámica es el “algodón”, de las cuales se han identificado 4 semillas carbonizadas (tabla 9). Según
Stephens (1975:416), el algodón de hallado en el sitio precerámico de Huaca Prieta constituye una de las formas más
primitivas de Gossypium barbadense, y muy similares en características a materiales procedentes del área de Ancón, otros
sitios de la costa central.
La importancia de estas evidencias, radica en que aparecen sin un estadio experimental previo, y al parecer los restos de
algodón encontrados en estos sitios precerámicos, representan una etapa a partir de un algodón silvestre, apreciándose la
transición o evolución, porque las muestras más tardías se acercan morfológicamente a la especie cultivada.
También Stephens (1975:416) quién ha revisado las colecciones de algodón de Huaca Prieta, menciona que las muestras
precerámicas de semillas sin carbonizar son vellosas, y que en el periodo inicial del sitio, se presentan vellosas y con moño
(tufted). En este sentido y la observación de las semillas de algodón de este contexto, no muestran vellos, y posiblemente
esto sea por la carbonización, por lo cual no podríamos dar una filiación que especifica Stephens.
272
Otro cultivo importante que aparece en este contexto, es Lagenaria siceraria “mate”, esta milenaria cucurbitacea ha sido
uno de los cultivos que por las características de sus frutos, ha permitido utilizarla como herramienta de producción
en la obtención de recursos marinos, también como fuente alimenticia y como un elemento decorativo. Los restos que
aparecen en esta fase son semillas y solo dos fragmentos de pericarpios (tabla 9).
En relación a los restos de semillas de Cucurbita maxima, este cultivo según el especialista en cucurbitáceas Thomas Whitaker
(1983:576-585), sugiere que la especie fue introducida al área andina desde México o América Central, y posteriormente
llegó a las costas del Perú, donde las evidencias en algunos sitios precerámicos señalan una antigüedad de 3000-1000 BC
(Cutler y Whitaker, 1961:469-485), también están presentes en la fase Pampa de Ancón-Chillón (Cohen, 1978:38).
Hay una sola semilla3 de Capsicum sp. lo cual no permite realizar mayores comentarios para este cultivo, aunque sus restos
estan bien reportados para otros sitios precerámicos. En cuanto a la identidad del ají en los sitios precerámicos, Bonavía
(1982) y atendiendo al orden de aparición de las especies de Capsicum, indica que Capsicum chinense sería más antiguo que C.
baccatum, teniendo en cuenta que C. chinense está identificado en el complejo II de Cueva Guitarrero con una antigüedad de
8500 años a.C. (Bonavía, 1982:326), sin embargo en el sitio precerámico de Huaca Prieta se menciona Capsicum baccatum,
siendo el requisito básico para identificar la especie los restos de pedúnculos frutales, los cuales están por el momento
ausentes en este contexto .
Una planta especializada del desierto de la costa norte del Perú es Capparis angulata (actualizada como Capparis scabrida),
aparece entre los restos de este contexto como semillas y fragmentos de tallos (tabla 9), que fueron identificados
histológicamente.
Otro árbol frutal característico del Precerámico es Pouteria lucuma “lúcuma”, cuyos restos identificados son fragmentos
de sus semillas y endocarpios (tabla 9). Según Bird et al, (1985) los restos de “lúcuma”, identificados en este caso como
Lucuma bifera, fueron encontrados en capas preceramicas de Huaca Prieta11, y también está presente en Alto Salaverry12.
La presencia de restos de “maíz” Zea mays para contexto precerámicos, ha sido cuestionada y no hay suficientes evidencias
que sustenten su presencia. Luego de los debates entre Bonavía y Bird, nada se ha investigado posteriormente para soportar
la propuesta de que el escenario andino, fue un centro de domesticación independiente del maíz. Lo que esta aceptado
entre los expertos es que el “maíz” fue domesticado en mesoamérica y así en ese estado llego a los andes posiblemente
en el Precerámico tardío y comienzos del Formativo. Las evidencias de “maíz” para este contexto en Ventarrón, se trata
de 3 semillas, una no alterada y dos quemadas. Para verificar su identidad se aislaron los granos de almidón, los cuales
confirmaron que las semillas correspondían a maíz. Las evidencias son muy interesantes, pero es necesario obtener nuevas
muestras y hacer la filiación cronológica precisa para poder tener mejor información sobre este importante cultivo que
revolucionó la historia de los pueblos andinos.
Notas
1. Sandweiss (2001:603-604) opina que las condiciones climato-
oceanográficas fueron cambiando influenciadas por El Niño.
2. Presenta un foramen entepicondilar y la ulna tiene el proceso del
olecranón comprimido transversalmente según Olsen (2009).
3. Nota del editor: recientemente se hallaron en otro depósito del
mismo sector sur (unidad -I Y, Depósito 2), esta vez afiliado a la fase
5 restos de ají caracterizados por agrupaciones de semillas que indican
que se depositaron completos (ver figura 190).
4. Según Bird fueron encontrados en capas precerámicas del test pit 3,
de Huaca Prieta.
5. Pozorski (1979:170, tabla 2.)
273
Paisaje y monumentalidad en
Ventarrón: nuevos aportes al debate
acerca del origen del Estado en el
Formativo Inicial andino
Marcia Arcuri
Museu de Arqueologia e Etnologia – Universidade de São Paulo
“ Los tiempos de acopio de bayas, de larvas o de jugos azucarados, los de la explosiva aparición de las flores y las semillas
comestibles, los oportunos de la roza en relación con las primeras lluvias, los de las rutas de recolección, son parte de un saber vital.
Los recursos aparecen en ciclos ciertos, y la espera de la sucesión diferenciada, su formulación en un calendario y la adaptación a él
de las actividades, constituyen un instrumento indispensable en la brega cotidiana, instrumento sin el que no es posible la
supervivencia social. El origen del calendario no es el ocio, sino el trabajo. El origen está en el manejo del tiempo propio, el tiempo
social, que se ajusta al tiempo de los otros seres de este mundo”. Alfredo López Austin (Los Mitos del Tlacuache).
Las investigaciones realizadas en el complejo arqueológico Huaca Ventarrón y Collud-Zarpán en los últimos
cinco años revelaron datos que estimulan el debate acerca del origen de los primeros Estados de la América
Indígena. Comprendiendo un rasgo temporal de cerca de cinco mil años, las estructuras arqueológicas que
circundan el Cerro Ventarrón se presentan como importantes testigos del surgimiento de la complejidad social
en Sudamérica. Los hallazgos reubican a los antiguos habitantes del valle del río Reque en la historia andina y
refuerzan el protagonismo de la región lambayecana en el proceso que originó los primeros Estados de la Región
Andina, en el Formativo Inicial, o el llamado Cotton Preceramic Period (Haas, Pozorski y Pozorski 2009:3).
El tema del origen del Estado en los Andes ha sido ampliamente debatido en los últimos treinta años. En el contexto de
la costa norte, la gran mayoría de las publicaciones enfocaron el desarrollo del “Estado Moche”1 , aunque los especialistas
han reconocido, desde hace décadas, la diversidad de contextos en que distintos dominios políticos alcanzaron actuación
supralocal sobre los valles e intra-valles costeños, a partir del segundo milenio de la era precristiana. En ese periodo
se ubican las primeras etapas de la arquitectura monumental de la Huaca Ventarrón y, a diferencia de otros contextos
contemporáneos de la costa norperuana, las estructuras del complexo arqueológico Huaca Ventarrón y Collud presentan
una secuencia cronológica continua de casi cinco mil años. Además, el cerro Ventarrón está situado en el paralelo
seis sur, muy próximo a un paso de 2200m.de la Cordillera que conecta la región lambayecana con el al río Marañón.
Así, puede ser considerado un contexto impar en la arqueología andina, de enorme potencial en las investigaciones
acerca del desarrollo de las “sociedades complejas”2 en los Andes, ya que su ubicación en un área muy propicia al
desarrollo del riego y de la agricultura debe ser observada en conjunto con las características de un territorio no tan
“circunscripto” (Carneiro 1970) como otros contextos más al sur, como los valles de Jequetepeque, Chicama o Moche.
Una sucesión de continuidades y rupturas marcan las estratigrafías de los sitios Huaca Ventarrón y Collud-Zarpán. Aquí
entendidos como un territorio integrado (y por eso optamos denominarlo, aquí, complejo arqueológico), los dos sitios
están situados entre los ríos Reque y Lambayeque, un área donde se observó el origen y desarrollo de una sociedad de
riego, productora de algodón, engendrada en proceso que transformaría la costa norte en uno de los polos económicos
más importantes de la historia andina. En este breve ensayo intentaremos demostrar el rol de Ventarrón en la construcción
de dominio regional del territorio que, a partir de la ascensión Moche, tomaría dimensiones y características “estatales”.
274
El avance de la arqueología lambayecana desde los hallazgos de Sipán (Alva 1986), así como el trabajo coordinado por
Izumi Shimada en Pampagrande y Batán Grande, no dejan duda sobre el aspecto militarista, la burocratización, y muy
probablemente la presión demográfica que caracterizaron el valle de Lambayeque a partir del primer milenio de la era
cristiana. No obstante, los resultados de esas investigaciones también han demostrado que las estructuras de poder no
parecen haber sido centralizadas en el poderío de un único gobernante, o linaje, en cada sitio. La recurrente referencia a
poderes compartidos que se puede observar en los contextos funerarios y en la iconografía los artefactos arqueológicos
recuperados en contexto – lo que incluye el fuerte protagonismo de mujeres, animales y seres antropozoomorfos asociados
a los chamanes– abre una senda importante a la investigación actual que busca comprender las estructuras del poder y
el surgimiento de las antiguas “sociedades estatales” de la costa norperuana. Si es cierto que las discusiones acerca del
surgimiento de las “sociedades complejas” y del origen del “Estado” en los Andes están fundamentadas en evaluaciones
sobre las condiciones naturales y sociales necesarias a su formación, en contrapartida poco se avanzó en relación a
las particularidades del modelo de Estado adoptado para investigar contextos pre-coloniales de la América Indígena
(Arcuri 2011). El determinismo ambiental que norteó la gran mayoría de las investigaciones de mediados del siglo XX
direccionó el debate académico, significativamente, a la búsqueda del razonamiento sobre la ecuación “demografía/
recursos ambientales/estrategias de subsistencia” (Pozorski y Pozorski apud Haas, Pozorski y Pozorski 2009:5). En ese
mismo contexto, la cronología de los “horizontes estilísticos” definida por Kroeber (a partir del esquema inicialmente
propuesto por Max Uhle) y enraizada a partir de los trabajos Julio Tello y Gordon Willey, sobretodo, contribuyó para
el fortalecimiento de una cronología arqueológica fundamentalmente Histórico Culturalista, lo que trae a los estudios
andinos de hoy consecuencias positivas y negativas. Específicamente en los contextos de la costa norte, la observación
de casos de aparentes “inversiones estratigráficas” (de la cerámica arqueológica observada en contexto), así como las
evidencias que amplían nuestra comprensión del alcance de las redes regionales y suprarregionales de intercambio, se
tornaron un desafío a la investigación. La identificación de una alta variabilidad tecnológica en el registro arqueológico
volvió necesaria la revisión de las “fases” estilísticas. Por otro lado, la definición de los horizontes permitió el avance de los
estudios iconográficos en el tema de las cosmovisiones, proporcionando así un diálogo más cercano entre la arqueología
y la etnografía.
Las etnografías ocuparon un rol importante en el debate sobre el origen y el desarrollo de la complejidad sociopolítica en
contextos amerindios en los últimos años, direccionando las reflexiones actuales al tema de la cosmopolítica (Latour 2004,
Stutzman 2005, Viveiros de Castro 2008). Más allá de las preguntas restrictas a las tecnologías de producción y circulación
de la materialidad, se hizo considerar la agencia de non-humanos en las esferas sociales y relaciones de poder, así como
los aspectos de la “tecnología del encantamiento” (Gell 1998) vinculada a la movilidad de ideas o cosas. Así, la arqueología
sudamericana del siglo XXI se encuentra frente al desafío de incorporar una infinidad de datos novedosos, justificando
una mayor flexibilización al acercamiento teórico que compara contextos de las tierras “bajas” y “altas”.
En la innovación de los aportes teóricos, también el diálogo con el extenso trabajo de historiadores interesados en las
crónicas coloniales suscitó, naturalmente, preguntas que no habían tenido eco durante el particularismo histórico de los
años noventa; tiempo en que los estudios comparativos figuraron entre los modelos rasos y de perspectiva universalista
(Arcuri, 2011:20). En aquel contexto, nociones muy específicas del pensamiento amerindio no tuvieron lugar en las
interpretaciones direccionadas por la mirada científica occidental. Durante casi todo el siglo XX las pesquisas fueron
orientadas por la contraposición radical entre los contextos “igualitarios” de las tierras bajas y aquellos observados
en la “civilización andina”. Ese proceso ratificó categorías occidentales de evaluación de la complejidad sociopolítica
y económica de los contextos estudiados y, a fines del siglo XX, se había creado un enorme distanciamiento entre los
debates trazados por la antropología y la arqueología.
En la arqueología, el determinismo ambiental direccionó la investigación arqueológica para los marcos de la monumentalidad
construida, sin preguntarse sobre el encadenamiento de los procesos en que se construye y simboliza la monumentalidad
(Kaulicke 2009). Cuando comparadas las arquitecturas de los sitios arqueológicos excavados en las porciones occidental
y oriental de la Cordillera, se hizo evidente el “desequilibrio” entre las escalas del paisaje construido. Las edificaciones
monumentales del contexto andino y la ausencia de estructuras parejas en las tierras bajas siempre fueron apuntadas como
evidencias de los distintos grados de evolución de las sociedades “separadas” por la Cordillera. Mucho ya se escribió
sobre eso, y sin embargo, el debate a veces suena como un disco rayado. Aunque que sería equívoco absoluto sugerir el
abandono de una lógica que busca respuestas en las particularidades, tampoco se puede ignorar que las diferencias se
observan, solamente, a la luz del reconocimiento de las similitudes (López-Austin 2004). Si, de un lado, son cada vez
más abundantes los ejemplos que demuestran la presencia de la monumentalidad en el paisaje socialmente construido
de la selva tropical (Erickson 2002, Heckenberger 2004, 2009), de otro, las etnografías de las tierras bajas de Amazonía
revelaran a la naturaleza desequilibrada, asimétrica y dinámica de las dualidades conceptuales indígenas (Lévi-Strauss 1991,
Viveiros de Castro 2004, Arcuri 2005). Una dualidad dinámica, en constante movimiento constituye, por si, un tema de
significativa importancia en el debate sobre las nociones de complejidad y las especificidades del poder en la organización
sociopolítica de contextos amerindios, tanto en las “tierras altas” como en las “tierras bajas” (Arcuri 2007, 2009, 2011).
275
Fig. 01 Recintos sobre terrazas monumentales en “Arenal” falda oeste del cerro Ventarrón.
276
Para discutir el tema del “origen” y desarrollo del Estado en los Andes a partir de los hallazgos de Ventarrón, es
necesario, por lo tanto, abordar conceptos claves al debate, como el paisaje y la importancia de la cosmografía ritual en las
cosmopolíticas amerindias (Brotherston 1992; Golte 2009, Arcuri 2009, Maizza 2012). Eso nos parece un paso necesario
para el acercamiento adecuado al tema de las nociones amerindias de jefatura, cuando se añade el reconocimiento las
heterarquías y de los sistemas complejos en las discusiones de territorio, fronteras y paisaje.
Las excavaciones realizadas en la Huaca Ventarrón revelaran una serie de etapas constructivas que seguramente
requirieron una concentración significativa de energía humana y organización social. Su arquitectura parece expresar la
“materialización” del paisaje sin negar trazos de la autoridad político-religiosa de aquellos que la hicieron erigir. Por otro
lado, aunque la monumentalidad estuviera presente desde el inicio de la secuencia de ocupaciones del complejo, es muy
importante tomar en cuenta que la antropomorfización del culto no se hizo figurar en la Huaca, manteniéndose ausente
hasta la divinidad araña (Salazar y Burger 1982, Alva Meneses 2006) tomar su asiento en Collud, cerca de mil años más
tarde. Los personajes que presiden los recintos sagrados de Ventarrón son animales. Un marsupial americano y una pareja
de peces aparecen asociados a las banquetas de adobe y altares de fuego de la primera etapa de construcción. En la etapa
siguiente, en que se construye el templo rojo-blanco, aparecen los murales en que figura el venado cercado por una red,
estructuras también asociadas a un altar de fuego. En conjunto, esos elementos parecen remitir a una mítica ancestral,
quizá de la tomada del fuego, y sus correlaciones con la lógica de la predación, del sacrificio y de la reciprocidad tan bien
documentados por la etnografía amerindia3.
Alrededor de mil años más tarde, la divinidad arácnida (Fig.4) seguiría como protagonista de la cosmovisión Mochica,
junto al venado y la oposición rojo-blanco. Evidencias de una larga continuidad temporal, esos elementos permanecen
centrales en iconografía de la cerámica ritual mochica. En ese punto, es fundamental incorporar al análisis la amplitud
regional y temporal de la secuencia de ocupaciones que se establecieron entre los valles de los ríos Reque y Lambayeque,
ya que Sipán y Pampagrande (Fig.2) surgirían en el escenario como expresiones más tardías del control del los recursos
hídricos que alcanzaron el Maximum Elevation Cannal de la región (Shimada 1994) (Fig.3). Así, retomamos la pregunta
inicial: ¿podría Ventarrón ser entendido como un lugar donde se desarrolló un estado regional?. Como ya se apuntó
antes, reconocer la importancia del aprovechamiento de los recursos hídricos que llevó a un desarrollo muy temprano del
sistema de riego y de la agricultura en Ventarrón es un paso necesario para entender las dimensiones de sus imponentes
estructuras arquitectónicas. No obstante, nos preguntamos: ¿asociar esa monumentalidad al inicio de un proceso evolutivo
que culminaría en la verticalización política sería la senda más adecuada para interpretar las estructuras del Formativo
Inicial de Ventarrón?
Éste es el punto en que el concepto de Cosmografía ritual se presenta como aporte teórico imprescindible a la discusión,
pues los datos de excavaciones de la Huaca Ventarrón apuntan para la comprensión misma del referido concepto.
Las estructuras arquitectónicas que componen los recintos de la Huaca, así como las evidencias arqueológicas de las
performances realizadas en sus espacios, pueden ser entendidas como testigos la apropiación del paisaje como forma
de organizar relaciones sociocosmológicas. La materialización misma de tiempos y espacios “lejanos” compone un
geometrismo que engendra de manera dinámica múltiples ciclos ontológicos e históricos en un solo axis-mundi. En otras
palabras, la posibilidad de sintetizar una pluralidad de “lugares”, “mundos”, “esencias” por medio de las performances de
quemas que se dan en tantos fogones/banquetas contemporáneos nos parece remitir a un escenario en que las estructuras
de poder (Rostworowski de Diez Canseco 2000) funcionaron dentro de la óptica de la cosmopolítica ya referida. Como
intentaremos demostrar a continuación, creemos que esos datos nos estimulan a buscar nuevos modelos para entender
los antiguos estados de la costa norperuana. En Ventarrón, quizá la búsqueda de un modelo deba empezar por una
interpretación no tan “circunscripta” de su paisaje.
277
Un ejemplo claro de la materialización del axis-mundi por medio de la cosmografía ritual en la Huaca Ventarrón se
da en el geometrismo que asocia el recinto chakana y la estructura circular hundida, los dos elementos arquitectónicos
articulados remiten a la centralidad del concepto del cronotopo en las sociocosmologias amerindias (Navarrete Linares
2004). Estructurada sobre la oposición de formas curvilíneas (del círculo) y escalones (del cuadrado), la distribución
espacial de los recintos de la Huaca Ventarrón parecen seguir un patrón característico de otros templos. En sitios como
Alto Salaverry, Salinas de Chao o Caral, por ejemplo, se nota que las plazas circulares se ubican en las partes más bajas o
periféricas del sitio en relación a la montaña, mientras que las estructuras escalonadas tienden a “subir” en dirección a las
faldas del cerro. Además, la orientación de las estructuras que oponen círculo y cuadrado parecen seguir una orientación
sobre el eje NE – SO, coincidiendo con el patrón de espacialización de los suyos (Zuidema 1973, 2010; Mosely 1992,
Bauer 1998, Urton 1981, 1982). Además, es innegable que la simbología de la chakana se ha perpetuado como elemento
síntesis de la cosmografía ritual expresa en las múltiples representaciones de la voluta escalonada y de la cuatripartición
de los suyos que aparecen en la iconografía Mochica (Arcuri 2009), así como en las derivaciones posteriores que se
encuentran por muchas partes de los Andes, hasta el Tahuantinsuyu incaico. El geometrismo y la matemática sumamente
avanzada de las sociedades amerindias (Brotherston 1992; Broda, 1993, Aveni 2001, Zuidema 2010, Urton 2010) es un
tema poco explorado por los académicos. De modo general, la literatura académica ha reconocido la monumentalidad
como indicativa del grado de “evolución” de una sociedad (hacia el Estado). Su presencia, en general, fue traducida por
“concentración poblacional”, “acumulo de bienes”, “control político”, “control de recursos ambientales” y “supremacía
bélica”. Así, se debe insistir en el tema de que, en la arqueología andina, siguen raras las interpretaciones que incorporan
el tema del paisaje ritual en las discusiones sobre las formas políticas interpretadas a partir de la monumentalidad. Como
vimos, en el caso del complejo arqueológico Ventarrón – Collud, la presencia de la monumentalidad en las primeras etapas
de construcción, sumada a la larga temporalidad de la secuencia de ocupaciones, nos direcciona a una interpretación
por el espectro del “origen” de un sistema regional que culminaría en la formación de un cierto tipo de “Estado”. Sin
embargo, como fue apuntado antes, las estructuras fechadas del Formativo Inicial presentan un culto con protagonismo de
elementos zoomorfos y fitomorfos. En las ofrendas presiden los animales, incluso aquellos que no representan el paisaje
local, como el guacamayo domesticado4 (Ara ararauna) dispuesto junto a un collar de cuentas líticas en el “enterramiento”
del templo rojo-blanco. La ausencia de una tumba real o de un culto antropomorfo en la Huaca Ventarrón, por lo menos
hasta el momento, no debe ser entendida como el distanciamiento de la figura humana del contexto. Más bien, el ya
mencionado rito de cacería del venado, así como las aves selváticas y especies marinas encontradas en gran cantidad en
las ofrendas escavadas en la Huaca son elementos que nos hablan de la amplitud territorial (y por lo tanto social), quizá
de escala regional, a quienes sirvieron esos espacios. Originarios de sitios más distantes, esos elementos nos ofrecen
una posibilidad de comprensión del territorio expandido, que también incluye el sol, la luna, las estrellas, otros tiempos
y espacios, los ancestros, los espíritus. Así la pluralidad de espacios y tiempos simbolizada en las ofrendas y estructuras
arquitectónicas de la Huaca aparecen cosmográficamente sintetizadas en el templo.
Quizá el avance en la discusión de las sociedades complejas tenga que superar la lógica que enfoca el origen del estado a
partir del surgimiento de la verticalización política y del uso de la coerción. Quizá se deba indagar: ¿esos mecanismos de
control no serían una de las tantas respuestas posibles a eventos desestructuradores que, en algunos casos, amenazaron las
formas primeras del estado amerindio? Como ya apuntaba Pierre Clastres en La Sociedad contra el Estado (1974), “si parece
todavía imposible determinar las condiciones de aparición del Estado, podemos en cambio, precisar las condiciones de su no aparición.” Aunque
Clastres se refería a las llamadas sociedades “primitivas” de las tierras bajas de Sudamérica, su idea de que “el rechazo de
la unificación es el trabajo del conjuro del Uno, del Estado” nos parece bastante contemporánea a la luz de lo que se sabe
hoy de las cosmovisiones amerindias. Además, lo mismo en los casos de máximo acercamiento al concepto moderno
de Estado, como fueron los extensos dominios inca y azteca, la estructuración política sobre el principio de la dinámica
de “mitades” (moyeties) estaba en constante tensión con la perspectiva de centralización del poder (Arcuri 2003, 2009,
2011). El avance de las investigaciones arqueológicas en complejo arqueológico Ventarrón–Collud enfrentará el desafío
de aproximar caminos tradicionalmente distantes de la investigación académica, con la ecología humana, la bioarqueolgía
y la antropología cultural. El camino de la interdisciplinaridad viene incorporando aportes indispensables al debate. Como
apuntó Michel Heckenberger (2004) en Ecology of Power, los trabajos de Ballé, Biersack, Descola, Erickson y Ingold son
ejemplos reconocidos, desde los años 1990, de que la ecología humana no puede ser definida según modelo científicos
naturalistas; el abordaje holística debe incorporar las dimensiones simbólicas, políticas y sociales de la ecología en los
analices (Heckenberger 2004). Si por un lado es consensual que las tipologías de complejidad social propuestas por Julian
Steward (1948) en el Handbook of South American Indians se probaron muy limitadas para explicar la diversidad de las
formas de organización sociopolítica de la América precolombina, por otro la obsesión por el tema de la oposición entre
sociedades igualitarias y cacicazgos terminó por neutralizar muchas de las dudas acerca de las especificidades de las forma
de poder en las llamadas “sociedades estatales”. No se sabe si el futuro de las investigaciones en Ventarrón llevarán o no
al fortalecimiento de la interpretación de que estaría ahí el origen de una especie de “Estado” regional. En realidad, quizá
esa no sea la principal pregunta frente al desafío de interpretar la arqueología de Ventarrón por una mirada que entienda
la monumentalidad como expresión de una cosmopolítica protagonizada por el paisaje y la cosmografía.
279
Fig. 02 Sonajero de oro, deidad arácnida, tumbas del Señor de Sipán, cultura Mochica.
Notas
1. Se hace referencia a la fragilidad del concepto de un “Estado Moche”,
ampliamente debatida a partir de la diversidad de contextos arqueológicos
que caracterizaran las relaciones políticas del período intermediario, en
los valles de las regiones Moche Norte y Moche Sur. Sobre ese tema se
ha producido una gran cantidad de textos académicos. En los estudios
acerca de la sociedad mochica y también sobre el origen de los “estados
tempranos” en los Andes; destacan los trabajos de Walter Alva, Garth
Bawden, Elizabeth Benson, Richard Burger, Lucy Salazar-Burger, Steve
Burget, Cristóbal Campana, Luis Jaime Castillo, Luis Chero, William
Conklin, Alana Collins-Cordy, Christopher Donnan, Tom Dillehay,
Régulo Franco, Moseley, Jurgen Golte Johnanthan Haas, Anne Marie
Hocquenghem, Peter Kaulicke, Ricardo Molares, Micahel Moseley, Élías
Mujica, Sheila Pokorski, Thomas Pozorski, Donald Proulx, Izumi Shimada,
Santiago Uceda, Jeffrey Quilter, Edward Swenson y David Wilson, entre
tantos otros que siguen contribuyendo al avance del debate.
2. En ese texto problematizaremos los conceptos “complejidad” y
“Estado”, entendiendo que no se puede abandonarlos por completo
(frente a las limitaciones epistemológicas impuestas a la investigación),
pero siempre cuestionando los criterios occidentales evolucionistas que
fueron muchas veces adoptados en el debate acerca del origen y desarrollo
de las “sociedades complejas” y “sociedades estatales”, en contextos
arqueológicos y etnográficos de la América Indígena.
3. Lo demostraron en contextos mesoamericanos, por ejemplo, el
antropólogo Alfredo López-Austin –Los mitos del Tlacuache (1998)– y
el etnógrafo Johannes Neurath, al describir rituales de cacería del venado
entre los huicholes del norte de México que todavía se “mantienen con
cierta centralidad” dentro de la gama de prácticas sacrificiales (Neurath
2010:550).
4. El guacamayo ubicado en el reciento central tenía una cicatriz en el
hueso coracoide (pectoral).
281
CAPÍTULO 6 CONSERVACIÓN
Intervención y métodos de
conservación
José Delgado Castro
Conservador Residente del Proyecto Arqueológico Ventarrón-Collud
Desde el inicio de la Investigación Arqueológica, surgió la preocupación en torno a las condiciones en que se encontraba
la arquitectura que se fue liberando. El Proyecto de Investigación, planteó entonces la necesidad de conservar el contexto
cultural desde el inicio de las actividades; para lo cual se bosquejó y discutió un marco teórico y una metodología que
se ajustará a la problemática particular del Sitio, de acuerdo a los lineamientos de la Teoría del Restauro y en base
a las recomendaciones internacionales en materia de conservación arqueológica; establecidos en la Carta de Venecia,
Documento de Nara, Carta de Burra y otros documentos y recomendaciones en materia de Conservación del Patrimonio
Arqueológico.1
La finalidad era evitar o mitigar los efectos del deterioro que debido al paso del tiempo, afectaba a la arquitectura; ya
fuera por causas naturales o producidas por el factor humano. La intervención se orientó a neutralizar las causas de este
deterioro evitando su progresivo avance.
NATURALEZA Y OBJETIVOS
La característica propia del sitio, tanto por los materiales empleados, como por su sistema constructivo, llevó a tener
que desarrollar un programa de intervención destinado a garantizar la preservación del contexto cultural, respetando los
principios de autenticidad y mínima intervención; de tal forma que no se altere en la medida de lo posible las características
originales ni se incluyan materiales que puedan resultar adversos, para lo cual diseñamos un Programa de Intervención
Provisional, que siguiendo una secuencia lógica de actividades, nos permitiera alcanzar los objetivos propuestos.2
Los principales objetivos en esta intervención fueron: La protección del contexto histórico evitando su degradación por
diferentes motivos o factores, tanto internos como externos, así como la recuperación de la estabilidad arquitectónica
provisionalmente, en tanto no se contara con una metodología debidamente probada que contribuya a la preservación
de los vestigios culturales. La intervención en una fase preventiva tiene por finalidad neutralizar los efectos del deterioro,
que nos ayude a entender las causas de este deterioro, que lo está originando y la aplicación de métodos adecuados para
neutralizar el avance del proceso de degradación.
Establecidas las causas que originaban la degradación de la arquitectura, afectando principalmente el material terroso que
compone la edificación, se procedió a determinar las áreas y sectores que requerían mayor atención, a fin de priorizar las
intervenciones, de tal forma que se evitarán daños ocasionados por el brusco cambio en las condiciones de exposición a
las que se sometieron las estructuras tras el proceso de excavación arqueológica.
Un factor fundamental en el proceso de conservación lo constituye el factor humano, por lo que una de nuestras primeras
medidas, fue la de capacitar y sensibilizar a los pobladores participantes en la necesidad de conservar los restos culturales
develados, constituyendo uno de nuestros objetivos contar con personas que se involucraran y participaran activamente
de la metodología a fin de lograr el éxito del proceso conservador.
Establecidos nuestros objetivos y criterios, se procedió a iniciar nuestra intervención siempre teniendo en cuenta que los
métodos a aplicar pudieran ser reversibles, y no causarán impacto negativo sobre la arquitectura que se requería proteger.
282
METODOLOGÍA DESARROLLADA
Protección
Como paso previo a la aplicación de metodologías adecuadas para la conservación del sitio, se procedió a desarrollar
actividades de protección de dos tipos: protección expuesta y protección de contacto. Esto consiste en acondicionar
coberturas y cortavientos temporales con material rústico que permitan mantener parte del conjunto arquitectónico
expuesto bajo protección de los elementos climáticos y otros factores de deterioro externos. Para la instalación de este
sistema de protección se ha diseñado estructuras que se auto soportan a fin de no incrustar los elementos portantes
dentro de la arquitectura, lo que permite preservarla de las lluvias, insolación, viento, etc.
En el caso de los sectores donde no se puede acondicionar coberturas temporales, se procedió a aplicar una protección
de contacto, es decir, la habilitación de coberturas con material de sacrificio; principalmente en pisos y escaleras a fin
de evitar el deterioro, tanto por fenómenos climáticos como por efectos de la fricción que genera el tránsito. Se aisló la
estructura a proteger con una fina capa de arena lavada y se procedió a aplicar un mortero preparado a base de tierra y
arena en proporción 2:1; de tal forma que se proteja el original de los factores del deterioro externo.
Intervenciones en Pintura Murales
La investigación arqueológica permitió develar interesantes muestras del arte pictórico ancestral. El exterior del Recinto
Central del sitio Ventarrón pintado con bandas de color rojo y blanco, mientras que en el interior se descubrió dos especies
de muros-mampara con motivos polícromos. En el Sector Sur Oeste se descubrió dos recintos, uno de ellos con forma
de semi chacana igualmente pintados en su exterior. En Collud, la develación de una parte de un muro aparentemente
formando un zócalo decorado con relieve polícromo, nos dio una idea del arte pictórico ancestral en esta zona.
La preservación de estos vestigios de arte mural, planteó la necesidad de una intervención mucho más minuciosa,teniendo
en cuenta que los métodos para la limpieza de pinturas murales varían de acuerdo a sus características.3
Pintura Mural Polícroma (Representación de cacería de venados):
El primer paso fue la liberación que consiste en el retiro lento del material de relleno que lo cubría y efectuando el
tratamiento de emergencia a fin de evitar la pérdida de fragmentos sueltos. Luego se procedió a la fijación y consolidación
preventiva del color, para lo cual se utilizó una solución de agua destilada y alcohol de 96.80° en proporciones iguales;
como material para lograr la readherencia de los fragmentos de enlucido y láminas de pintura desprendida. Para el
tratamiento de fisuras y vacíos internos se empleó cargas de barro acuoso enriquecido con arcilla a fin de devolverle
la resistencia físico–mecánica necesaria. Los fragmentos sueltos del enlucido pintado fueron asegurados con puntos
de contención de mortero preparado a base de tierra y arena en proporción 2:1. Luego del tratamiento preventivo se
procedió a la limpieza superficial de la capa pictórica empleando dos métodos según el caso: vía seca que consiste en
retirar el barro y material extraño adherido en forma mecánica mediante el uso de bisturíes, pinceles de cerda suave,
bombillas de jebe, pinzas y otros instrumentos adecuados. La vía húmeda comprende la aplicación de una solución de
agua destilada libre de impurezas y alcohol de 96.8° mediante aspersión para humedecer y ablandar el barro adherido
para retirarlo en forma manual empleando bisturíes, hisopos de algodón, bombillas de jebe. En ambos casos la operación
se hace muy lentamente a fin de no dañar la pigmentación que por sus características y antigüedad se encuentran en un
estado de suma fragilidad. Esta quizá es la parte más delicada y que demanda mayor tiempo por el cuidado que se debe
tener para no ocasionar mayores deterioros sobre la capa pictórica.
Un tema complejo, fue el retiro de las partículas de arena que se encontraban sobre la superficie pintada, ya que al tratar
de retirarlos con pinceles o bisturíes se corría el riesgo de ocasionar un efecto abrasivo sobre la frágil pigmentación. Se
procedió entonces, al retiro mediante el uso de bombillas de jebe en una acción muy lenta, a fin de que el aire aplicado
no ocasione desprendimiento del pigmento. En los casos en que la arena se encontraba más pegada, se ha empleado
hisopos de algodón secos, mediante un rodamiento muy suave hasta lograr el retiro total de estas partículas de arena
que se encontraban sobre la superficie, producto al parecer de una aplicación sobre la capa pictórica, para su protección
antes del sellado con material de relleno suelto. Las características de esta expresión iconográfica, afectada por el paso del
tiempo, nos obligó a una intervención muy lenta, empleando mucho más tiempo del que habíamos previsto inicialmente,
pero que logró los objetivos propuestos, recuperando la presentación estética de este mural.
283
Los vacíos internos fueron tratados mediante la aplicación de cargas de mortero acuoso para permitir la readherencia del
enlucido y devolverle la resistencia físico-mecánica. En la limpieza de la capa pictórica se empleó la vía seca, procediendo
a retirar el barro adherido con bisturí de hoja fina en forma manual y muy lentamente para no dañar la pigmentación.
El velo arcilloso y chorreras de barro producto de la percolación de aguas pluviales, fue retirado mediante el sistema de
rodamiento, con el uso de hisopos de algodón humedecidos en agua destilada; una operación muy lenta y que requiere de
los conocimientos necesarios para evitar deterioros en la pintura. En el vértice suroeste del muro, fue necesario realizar
la restitución de la masa estructural, mediante la aplicación de un mortero de barro simple, preparado en proporción
2:1, con la finalidad de recuperar el volumen de material terroso que había sido afectado por las profanaciones, dejando
como consecuencia la pérdida de una parte del muro que comprometía su estabilidad. Para lograr el efecto deseado, se
adicionaron capas de mortero de barro superpuestas, siguiendo las características del sistema constructivo, hasta recuperar
parte del volumen, que garantice la estabilidad estructural de la arquitectura intervenida.
Concluida la fase de limpieza de la capa pictórica se procedió a la aplicación de Silicato de Etilo 40 y alcohol al 96.8°,
cubriendo las estructuras con mantas de plástico para permitir una adecuada penetración del consolidante por el lapso de
15 días. Posteriormente se procedió a la fijación del color con la aplicación de Paraloid B-72 disuelto en thinner acrílico al
2%. Después de 20 días aproximadamente del procedimiento de fijación del color se realizaron pruebas de rodamiento
habiendo obtenido resultados positivos.
286
Se inició la intervención con la protección adecuada del área para preservarla de los efectos del deterioro externo, y luego
se procedió a la liberación en forma mecánica y muy lentamente con el uso de espátulas, brochas, pinceles, bombillas a fin
de no dañar la frágil pigmentación.
La limpieza superficial se realizó por vía seca, a fin de no comprometer más a la iconografía afectada por la humedad.
Con el uso de bisturíes, pinceles de cerda suave, bombillas de jebe, hisopos de algodón; se procedió al retiro del barro
adherido. El problema principal radicaba en la liberación y limpieza de las líneas que forman el dibujo, las mismas que se
encontraban totalmente cubiertas de barro y arena adheridos, por lo que fue necesario el uso de pequeñas espátulas de
madera, que facilitarán la extracción del material extraño, dejando al descubierto los relieves de esta expresión artística
ancestral, sin dañar ni alterar su diseño original.
Para el emboquillado de fisuras se utilizó mortero preparado a base de tierra y arena en proporción 2:1, enriquecido
con arcilla, a fin de evitar que la arena y material extraño siga ingresando por estas fisuras ocasionando empujes laterales
que ponen en riesgo la estructura. Las eflorescencias salinas y hongos fueron retirados con bisturíes de hoja fina en
forma manual, aplicando luego pulpa de papel con agua destilada para retirar las sales del interior del friso. Culminado el
tratamiento preventivo, se procedió a proteger el Friso con una capa de arena lavada y muretes de adobe modernos que
permitan asegurar su preservación, en tanto trabajamos para solucionar el problema que genera la elevada napa freática
en el sitio.
Consolidación estructural
Uno de los mayores problemas que se presentaba en la
arquitectura y que comprometía la estabilidad de la misma,
fue la presencia de minaduras y forados en las estructuras.
Para corregir estos defectos se hizo necesario proceder a la
reestructuración y recomposición de las estructuras afectadas.
NOTAS
1.Documentos ICOMOS: Carta de Venecia 1964; Carta de Burra 1979;
Documento de Nara 1992.
2.Basados en los “Principios para la Conservación y Restauración de
las Estructuras del Patrimonio Arquitectónico”- ICOMOS 2003.
3.Paul Phillippot y Paolo Mora : “La Conservación de Pinturas
Murales”.
4.Se ha probado que el uso de la cal en cantidades adecuadas permite
una mejor cohesión de los morteros, y al mismo tiempo actúa como
repelente de insectos.
5.- Paul Coremans: “Clima y microclima”.
Paisaje cultural
La investigación arqueológica en el ámbito del cerro Ventarrón ha sido el punto de partida para la creación de un modelo
de desarrollo integral a largo plazo, que involucra el patrimonio cultural y natural con la comunidad. El año 2008, los
responsables del proyecto, asociados con expertos internacionales en gestión cultural, arquitectura y ecología hemos
publicado el “Plan Maestro del Paisaje Cultural del cerro Ventarrón” en una edición auspiciada por la Cátedra UNESCO
de la Universidad de Bérgamo1. Los lineamientos del plan se dirigen a valorar el patrimonio cultural y su relación con el
paisaje, promoviendo alternativas de desarrollo enfocadas en biodiversidad y turismo vivencial. El Plan Maestro delimita
la infraestructura principal, los programas y la manifestación espacial de las fases del futuro desarrollo de la comarca.
La visión del Plan Maestro es la conservación y transformación del sitio en un destino científico, educativo y turístico,
valorizando el paisaje cultural como eje para el desarrollo económico local sostenible.
El desarrollo a mediano plazo de la estrategia del Plan Maestro implica el saneamiento del área y categorización por
parte de los organismos rectores en turismo, patrimonio cultural y natural. Uno de los aspectos fundamentales es la
organización de las comunidades del entorno bajo la modalidad de patronato, adecuadamente capacitadas y articuladas,
serán capaces de integrarse y gestionar el Plan Maestro, mejorando su calidad de vida y desempeño frente a la cultura
del turismo. Proyectando el desarrollo de los recursos en base a programas, se dinamizará la gestión de los servicios y
microempresas ligadas a la educación, turismo, agro negocios, ecología, arte y artesanía. La ejecución del plan representa
por lo tanto un esfuerzo multidisciplinario e interinstitucional, al que debería acudir además de la inversión del Ministerio
de Cultura del Perú, las municipalidades, Gobierno Regional, empresa privada, universidades y colegios.
Fig. 01 Cerro Ventarrón visto desde el norte, foto aérea de Eduardo Herrán.
292
COOPERACIÓN NTERNACIONAL
Durante el año 2008 y 2009, se recibió el apoyo de la Embajada
de Francia (Fondo Contravalor Perú-Francia) para el desarrollo
social; se ejecutaron obras de infraestructura pública y servicios
básicos en el Centro Poblado Ventarrón (alcantarillado,
local comunal, plaza, habilitación del circuito turístico), e
infraestructura de servicio turístico en el complejo Collud
(parador, paneles informativos). Además se implementaron
talleres con maquinaria y equipo (máquinas de coser, cocina
y refrigerador), dictando capacitaciones orientadas a la mejora
de la calidad de vida y organización de empresas ligadas al
turismo.
COOPERACIÓN CIENTÍFICA
La investigación arqueológica constituye una actividad permanente y gravitatoria del proyecto; pues el horizonte para
la excavación se puede estimar en varias décadas, considerando la gran extensión de los diversos yacimientos y largas
secuencias culturales. Para poder desarrollar una investigación de tan vasta escala, el Plan Maestro propone un enfoque
multidisciplinario e interinstitucional que permita crear un modelo de investigación extensible del contexto local a una
visión regional. Con la creación del Proyecto Especial Naylamp, como órgano del Ministerio de Cultura, se ha iniciado
el compromiso del Estado con la investigación arqueológica, entendida como fundamento para el conocimiento de la
historia, identidad y empoderación de nuestra cultura regional gracias a la puesta en valor y gestión del patrimonio. El
estudio de los orígenes de la civilización reclamó atención de la comunidad científica, fomentando mayores inversiones e
intereses; así se aúnan esfuerzos para resolver la investigación del yacimiento más antiguo y representativo de Lambayeque,
referente de la concatenación histórica regional, la concepción de paisaje sagrado y eje del cosmos.
Desde el inicio del proyecto recibimos científicos y especialistas que se adhirieron al programa de investigación, como
la arquitecta Adine Gavazzi quien desarrolla un trabajo sostenido que se muestra el capítulo de su autoría en este libro;
y el grupo de físicos italianos de la European Association of Remote Sensing Laboratories, dirigidos por Nicola Massini
quienes vienen trabajando el mapeo con teledetección bajo superficie de las estructuras cubiertas por arena en el extenso
conjunto Arenal.
Desde el año 2008 sostenemos intercambio académico con la doctora y catedrática en Arqueología Americana Marcia
Arcuri2, de la Universidad de Sao Paulo, quien está reuniendo voluntades en Brasil para la firma de un convenio de
cooperación científica internacional, que permitirá la apertura y posicionamiento de nuestro proyecto como una escuela
de arqueología práctica, que reúna a estudiantes brasileros con los de universidades locales. Esperamos que la confluencia
de tantos expertos en torno a un legado tan antiguo, logre generar la dinámica y dirija el camino para la creación de varios
modelos de investigación en arqueología, conservación y gestión cultural.
Fig. 04 Físicos italianos dirigidos por Nicola Massini . Fig. 05 Marcia Arcuri y sus estudiantes.
294
PROGRAMA EDUCATIVO
El Programa de Educación se ha desarrollado de manera paralela a la investigación arqueológica y los proyectos de
desarrollo social. Desde el inicio del proyecto tanto el suscrito como director, los profesionales, especialistas y cooperantes
internacionales realizamos dinámicas de trabajo y consenso, presentaciones de propuestas y resultados, conferencias y
proyecciones educativas dirigidas a todo el equipo de trabajo y a la población. A fines del 2008, Benjamín Spencer y
Adine Gavazzi, realizaron un primer taller participativo con la población para bosquejo del Plan Maestro. El mismo
año 2008, con financiamiento del Fondo Contravalor Perú-Francia, se dictaron las primeras capacitaciones educativas y
empresariales; los talleres de identidad cultural, servicios turísticos, gastronomía, confección textil y artesanías, permitieron
la participación de la comunidad, que a partir de entonces reconoce su responsabilidad en la gestión del patrimonio y
creación de productos y servicios. Las comunidades adyacentes a los complejos arqueológicos Ventarrón y Collud fueron
formalmente asimiladas al proceso de inclusión social, mediante la conformación de asociaciones civiles orientadas a
la promoción y el desarrollo turístico, desde ese momento se viene trabajando en permanente consulta, brindándoles
capacitación permanente e información adecuada.
El año 2010, desarrollamos el Primer Taller Educativo con participación del personal técnico; se potenciaron las capacidades
de liderazgo y asociatividad del sector adulto y a los niños se les impartieron cursos de vacaciones útiles sobre los métodos
y técnicas de la arqueología, dibujo técnico y computación. A partir del 2012 se programó trabajar directamente con el
centro educativo de Ventarrón, a fin de fortalecer el currículum de la escuela haciendo a los niños partícipes y actores
fundamentales del Plan Maestro. El 2013 se reanudaron las vacaciones útiles con la enseñanza de artesanía de cerámica y
mate burilado, para recuperar las tecnologías ancestrales en el marco de las industrias creativas inclusivas3.
El fortalecimiento y ampliación de modelos educativos que relacionen arqueología y paisaje con la enseñanza de ciencias,
comunicación y artes, podrían impulsar una mejora y renovación de métodos y tendencias; a este esfuerzo deben concurrir
las universidades y especialistas en educación, para consolidar la función educativa del monumento más antiguo y el
museo de sitio dentro del paisaje cultural como “un centro cultural donde se conozca, interprete, valore y difunda nuestro legado,
identidad, artes y ciencias; al mismo tiempo que se comprendan variadas manifestaciones culturales dentro del contexto de la globalización”4.
MUSEO DE SITIO
La construcción del “Museo de los Orígenes de la Cultura en el Norte del Perú”, constituirá la fase culminante de todos
los procesos de la investigación arqueológica y consolidará definitivamente la puesta en valor del sitio y su inserción en
los circuitos oficiales de turismo. Sin duda la apertura del museo permitirá una mayor afluencia de turistas y estudiantes,
de esta manera también repercutirá en brindar mayores ofertas laborales para los pobladores.
El museo contará con espacios y medios audiovisuales de última tecnología para la exposición atractiva y didáctica de los
últimos descubrimientos en la zona, a través de una museografía novedosa, dinámica y acorde a los materiales expuestos.
El diseño arquitectónico incluye líneas y formas usadas por los arquitectos precolombinos, con el objetivo de ofrecer una
interpretación de la arquitectura prehispánica y el espacio sagrado desde nuestro tiempo y el sentido de la modernidad.
Muchos de los proyectos de investigación arqueológica que se desarrollan en Lambayeque en las últimas 3 décadas, que
incluso comenzaron como acciones de rescate, se han convertido rápidamente en industrias culturales importantes. Cada
proyecto se inició con puesta en valor para la conservación de los monumentos, implementando luego museo de sitio, o
por último la construcción de grandes museos nacionales, al punto que es Lambayeque la región con la mayor cantidad
de museos arqueológicos de primer nivel en el Perú.
En este contexto el “Museo de los Orígenes de la Cultura en el Norte del Perú” debe ser el edificio donde se exponga y
admire el primer gran episodio histórico, surgimiento de la cultura matriz de la costa norte; un espacio de reflexión sobre
nuestro admirable legado, equiparable en la antigüedad a las grandes civilizaciones del mundo.
Desde el museo será posible enlazar un circuito educativo y turístico, temático e histórico, que organice la visita a los
monumentos y museos siguiendo un orden secuencial, articulando cada localidad como una vitrina dentro de un modelo
general de gestión del territorio como museo5, en este sistema, Ventarrón y Collud ocuparían las primeras estaciones
que muestran el florecimiento de la civilización, origen del complejo proceso de continuidad cultural de 5000 años de
antigüedad.
Fig. 08 Recreación del proyecto preliminar museo de sitio «Orígenes de la Cultura en el Norte del Perú», César Piscoya.
297
En este sentido la reserva es el espacio físico donde se desarrolla las actividades del Plan Maestro del Paisaje Cultural,
entendido como la integración entre naturaleza y cultura que propone UNESCO6: «Los paisajes culturales representan las
obras que combinan el trabajo del hombre y la naturaleza, el término paisaje cultural incluye una diversidad de manifestaciones de interacción
entre el hombre y su ambiente natural». El manejo de la reserva requerirá de expertos en ecología y etnobotánica que diseñen
propuestas para reforestación y recuperación de sistemas tradicionales de cultivo y especies nativas, trabajando luego con
la comunidad proyectos innovadores orientados por la experiencia milenaria y solventados por el gran legado agrícola
permitan rentabilizar el uso de los terrenos de manera sostenible, con sentido de identidad y responsabilidad ambiental.
El circuito peatonal que rodeará la reserva, arborizado con especies nativas, conectará el poblado Ventarrón y los sitios
arqueológicos culturales y ecológicos cercanos como el río Reque, el sitio arqueológico Cafetal, Arenal y la Fortaleza;
permitiendo extender el tiempo de la visita y dirigir distintos tipos de público; la amplitud del circuito y las actividades de
carácter vivencial o de exploración como agroturismo, escalada del cerro o pesca podrían diversificar aún más la oferta de
servicio, rentabilizando y permitiendo mayor demanda. Un componente que permitirá articular el turismo en la reserva
serán los albergues ecológicos administrados por la comunidad, de acuerdo al modelo de Turismo Rural Comunitario
(TRC), acondicionando los espacios privilegiados del paisaje para acoger a especialistas, voluntarios y turistas que lleguen
a participar de los proyectos de investigación, ecología, arquitectura, agronomía, por educación o con fines de turismo
vivencial; pudiendo ampliar gradualmente la infraestructura si se incrementara la demanda.
NOTAS
1. Editor Fabio Rodríguez A. Bergamo University Press.
2. Ver Capítulo 5.
3. El arqueólogo Ignacio Alva aprobó el año 2013 el Diplomado en
Industrias creativas y negocios Inclusivos del Fondo para el logro de los
ODM. Programa Conjunto ICI- UNESCO. USAT-Chiclayo.
4. Francisca Hernández , 1994. Síntesis, Madrid.
5. Jordi Padró, 2000.
6. Paisaje Culturales en los Andes, Memoria narrativa, casos de estudio,
conclusiones y recomendaciones de la reunión de expertos, Perú, mayo
1998. E. Mujica, ed.Unesco-Patrimonio Mundial.
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