El Pensamiento
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El Pensamiento
Funciones
El pensamiento analítico es un pensamiento razonable y reflexivo acerca de un problema, que se
centra en decidir qué hacer o en qué creer y la relación existente entre ese problema y el mundo en
general.
El rasgo distintivo de este tipo de pensamiento es que divide el objeto de estudio o problema en
partes más pequeñas que son identificadas, categorizadas y analizadas por separado para obtener una
respuesta o solución, trasladándola o aplicándola al todo.
Según la teoría cognitiva, existen varios tipos de pensamiento (como el pensamiento crítico,
el pensamiento creativo, el deductivo, el inductivo, etcétera), y el pensamiento analítico es uno de
ellos.
A manera de ejemplo, se proponen dos casos prácticos muy comunes en la vida diaria: un vehículo en
el taller mecánico y un ejecutivo de atención al cliente de una empresa de teléfonos celulares.
3-Recopilar información: saber desde cuándo presenta la falla, cómo funcionaba (el vehículo o el
celular) antes de presentar la falla, qué fue lo último que se hizo con él, si existen otros problemas en
paralelo, cuándo fue la última vez que se hizo mantenimiento/servicio, etc.
4-Plantear los puntos de vista: el ruido del motor es típico de problemas de carburación; también
podría ser un problema eléctrico/el celular es viejo; la batería tiene un tiempo acotado de vida útil; el
botón de encendido podría estar dañado.
6-Pensar en las implicaciones: si se arregla el carburador también hay que cambiar las bujías/si se
coloca una batería nueva y persiste el problema, habrá que cambiar el botón de encendido.
8-Las conclusiones razonables deben ser precisas, con suficiente evidencia, relevantes: el
carburador estaba en pésimas condiciones/la batería y el botón de encendido del celular estaban bien,
pero el cliente no sabía prenderlo.
Si bien las conclusiones se basan en evidencias, esto no significa necesariamente que estas evidencias
sean exactas, suficientes o absolutas. El mero hecho de reflexionar sobre esto lleva a profundizar en el
proceso del pensamiento analítico.
Así, a la hora de afrontar un problema, cada sujeto puede o debe -según las circunstancias y las metas que persiga-
optar por una forma u otra de razonamiento: reflexivo, lógico, crítico, sistémico, analógico, creativo, deliberativo, práctico
o analítico.
Ahora bien, ¿qué diferencia al pensamiento analítico del resto de procesos cognitivos? En este sentido, Matthew
Lipman, en El lugar del pensamiento en la Educación, entiende esta forma de razonamiento como un “pensamiento muy
hábil y responsable que conduce a un juicio correcto, debido a que se basa en el contexto, se apoya en criterios y se corrige
a sí mismo”.
Esta forma de razonamiento consiste en una división de una misma realidad en partes más pequeñas, claramente
diferenciadas y homogéneas. El pensamiento analítico nos ayuda, según Moya Otero, a ‘encuadrar’ o ‘cuadricular’ la
realidad para poder llegar a pensarla mejor. El objetivo, por tanto, es descomponer un asunto en secciones más
asequibles para lograr las mejores conclusiones, lo que lo convierte en una técnica muy útil en el ámbito empresarial,
dada la complejidad de los problemas.
NORMAS DE APLICACIÓN DE LA
METODOLOGÍA
Para ello, a la hora de desarrollar el pensamiento analítico, las personas deben guiarse por las siguientes pautas a la hora
de buscar una solución a un problema o hecho:
1. Definir el propósito. ¿Qué queremos lograr? El primer paso del proceso consiste en determinar cuál es nuestro
propósito u objetivo, es decir, lo que deseamos lograr y los motivos e intenciones que nos impulsan.
2. Exponer la pregunta. Debemos plantear una serie de preguntas claras y precisas sobre el problema y todos los
aspectos inherentes al asunto.
3. Recopilar información. Para dar respuesta a estas cuestiones, es necesario que recojamos todos los hechos,
datos, evidencias y experiencias posibles. Las personas somos reacias a reconocer los problemas, por lo que la
pregunta o problema real suele estar escondido u oculto. Como señala la guía mencionada, “necesitamos valor
intelectual para traer los problemas y asuntos reales a la superficie”.
4. Prestar atención a las inferencias. Las inferencias, según Elder y Paul, son “interpretaciones o conclusiones a
las que llegamos a partir de una evidencia lógica sobre hechos implícitos”. Ahora bien, debemos prestar atención
a la información que falta sobre un asunto, especialmente la que pueda originar autoengaño o contradicciones,
pues solemos buscar la información que sustenta nuestras creencias y obviar aquella que las pone en duda.
5. Verificar las suposiciones. Para llegar a conclusiones libres de injerencias personales, es esencial analizar las
creencias que damos por sentado y que operan en el subconsciente y cerciorarnos de que están justificadas
también por una evidencia sólida.
6. Clarificar los conceptos. Del mismo modo, también debemos reflexionar y razonar sobre las ideas, principios o
hipótesis que empleamos para dar sentido a cualquier hecho, pues el origen de los fallos en el proceso se
produce, en general, por basarse en suposiciones falsas.
7. Comprender el punto de vista. ¿Cuál es nuestra forma de ver el problema? Cada persona percibe la realidad
bajo su perspectiva, y el pensamiento analítico requiere de un esfuerzo por ser consciente de cuál es la nuestra y
qué otros puntos de vista existen sobre el mismo asunto, para evitar distorsiones. “Una de las características del
pensador crítico es su capacidad para entrar dispuestamente en cada y cualquier punto de vista, y luego cambiar
su punto de vista, cuando la evidencia lo amerite”, señala el trabajo.
8. Pensar en las implicaciones. Se trata de adelantar qué consecuencias -posibles y probables- va a provocar
nuestra decisión una vez que se ejecute, tanto de forma directa como colateral.