Taller de Lectura Crítica
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TEXTO 1.
Los jueces de línea ayudan, pero no mandan, miran de afuera. Solo el árbitro
entra al campo de juego; y con toda razón se persigna al entrar, ni bien se asoma
ante la multitud que ruge. Su trabajo consiste en hacerse odiar. Única unanimidad
del fútbol: todos lo odian. Lo pifian siempre, jamás lo aplauden. Corre y jadea sin
descanso entre los veintidós jugadores; al final, la multitud lo recompensa
exigiendo su cabeza.
A veces, raras veces, alguna decisión del árbitro coincide con la voluntad del
hincha, pero ni así consigue probar su inocencia. Los derrotados pierden por él y
los victoriosos ganan a pesar de él. Coartada de todos los errores, explicación de
todas las desgracias, los hinchas tendrían que inventarlo si no existiera. Durante
más de un siglo vistió de luto. ¿Por quién? Por él. Ahora disimula con colores.
Texto 2.