Vih e Infecciones Urinarias
Vih e Infecciones Urinarias
Vih e Infecciones Urinarias
Roberto Ojito
Docente
Riohacha, La Guajira
14/10/2019
VIH UN ENEMIGO SILENCIOSO
¿QUE ES EL VIH?
El sida es una enfermedad humana que progresa hacia la falla del sistema inmune, lo que
permite que se desarrollen infecciones oportunistas y cánceres potencialmente mortales. Sin
tratamiento, se estima que la sobrevida promedio después de la infección de VIH es de nueve
a once años; dependiendo en el subtipo de VIH. La infección por VIH ocurre únicamente a
través de los siguientes fluidos de personas infectadas: sangre, semen, flujo vaginal, líquido
preseminal o leche de lactancia. Dentro de estos fluidos corporales, el VIH está presente tanto
como partículas libres y virus dentro de células inmunes infectadas.
El VIH infecta células vitales en el sistema inmune humano como las células T
helper (específicamente células CD4+), macrófagos y células dendríticas. La infección por
VIH puede llevar a niveles bajos de células T CD4+ a través de varios mecanismos, incluidos
la piroptosis de células T infectadas inutilizadas, apoptosis (muerte programada) de células
no infectadas próximas, muerte viral directa de las células infectadas y muerte de las células
T CD4+ por los linfocitos citotóxicos CD8 que reconocen a las células infectadas. Cuando el
número de células T CD4+ disminuyen bajo un nivel crítico, se pierde la inmunidad celular y
el organismo se vuelve progresivamente más susceptible a las infecciones oportunistas.
¿Cuáles son las vías de transmisión del virus?
El VIH sólo se puede transmitir a través del contacto entre fluidos corporales que poseen una
alta concentración viral. El virus no se transmite de manera casual. De acuerdo con los CDC
(Centros para el control y la prevención de enfermedades) de Estados Unidos, no se han
encontrado casos en que abrazos, besos secos o saludos con las manos hayan sido causantes
de infección. El virus ha sido aislado en la saliva, las lágrimas, la orina, el semen, el líquido
preseminal, los fluidos vaginales, el líquido amniótico, la leche materna, el líquido
cefalorraquídeo y la sangre, entre otros fluidos corporales humanos.
Las tres formas de transmisión son:
Sexual (relaciones sexuales sin protección). Por relaciones sexuales orales, vaginales
o anales sin protección en el contacto de secreciones infectadas con la mucosa genital,
rectal u oral de la otra persona. Por este motivo, se considera el VIH como
una infección de transmisión sexual.
Sanguínea (por sangre). Por contacto con sangre al compartir jeringas para la
utilización de drogas inyectables u otros elementos para el consumo, así como otros
elementos corto-punzantes como los usados durante la realización
de piercings, tatuajes y escarificaciones. La transmisión también se puede producir
por transfusiones de sangre o productos derivados de la sangre no controlada, lo que
ha afectado particularmente a personas hemofílicas en los inicios de la epidemia. La
transmisión sanguínea también puede producirse en personas trabajadoras de la salud
que se exponen accidentalmente.
Perinatal (de persona gestante a hijo). La transmisión puede ocurrir durante el
embarazo, el parto o la lactancia. Actualmente es posible controlar la transmisión por
esta vía para lo que un aspecto clave es el conocimiento del diagnóstico de la persona
gestante para poder tomar las medidas necesarias tanto en la planificación previa al
embarazo como desde el inicio del embarazo para la administración de
tratamiento antirretroviral especialmente indicado para estas situaciones. En el
momento del parto puede indicarse cesárea pero también es posible la realización de
un parto vaginal. Se suprime la producción de leche, y con ello la lactancia, e incluso
se da tratamiento antirretroviral al recién nacido.
Pruebas Screening
Las técnicas inmunoenzimáticas (EIA) son las más empleadas debido a su metodología
relativamente simple, alta sensibilidad, nivel de automatización y diseño para realizar un gran
número de tests de forma simultánea. En principio se basaron en la utilización de lisados
víricos (ensayos de primera generación), y fueron de enorme utilidad para conocer el alcance
de la epidemia de SIDA en los primeros años y establecer las primeras medidas preventivas.
Posteriormente fueron sustituidas por EIA que utilizaban antígenos más específicos
obtenidos por recombinación genética o mediante síntesis (ensayos de segunda generación)
utilizando EIA indirectos o competitivos.
Estas técnicas tenían una mejor especificidad pero planteaban problemas de sensibilidad en
el diagnóstico de la infección aguda, debido a que detectaban la seroconversión de seis a doce
semanas después de producirse la infección. Para resolver esta cuestión se han diseñado
técnicas que detectan en una misma prueba anticuerpos de distinta clase (IgG, IgM ó IgA)
mediante un diseño de tipo sándwich o de inmunocaptura, utilizando como antígenos
proteínas recombinantes o péptidos sintéticos específicos del VIH-1 (a veces asociados con
otros específicos del VIH-2). De este modo se consigue reducir el periodo ventana a tres
semanas (ensayos de tercera generación)
Pruebas de Confirmación
Las muestras positivas en la prueba de screening requieren ser confirmadas con un test muy
específico, empleándose el Western blot (WB), la inmunofluorescencia indirecta (IFI) o la
radioinmunoprecipitación (RIPA). El WB es el método recomendado y permite discriminar,
por la aparición de bandas reactivas, frente a qué antígenos víricos se dirigen los anticuerpos
presentes en la muestra. La interpretación del WB se puede realizar según diversos criterios
aunque el más aceptado es el de la OMS que exige la presencia de al menos dos bandas de la
envoltura. La muestra negativa implica una ausencia de bandas reactivas y cualquier
situación intermedia se interpreta como reacción indeterminada.
Técnicas Moleculares
Aunque el diagnóstico de la infección por el VIH debe establecerse mediante la detección de
anticuerpos específicos del virus, puede ser conveniente la utilización de técnicas
moleculares basadas en el reconocimiento de fragmentos del genoma del virus. Estas
situaciones especiales se producen en casos de hipogammaglobulinemia, infección perinatal,
infección silente o infección por variantes del virus que pueden escapar a la detección con
las técnicas habituales serológicas, como son el VIH-2 y el subtipo O del VIH-1. La reacción
en cadena de la polimerasa (PCR) es el método de elección para el diagnóstico molecular de
la infección por el VIH. Puede aplicarse directamente a la detección de ADN provírico a
partir de células del paciente, o bien mediante una reacción de retrotranscripción previa (RT-
PCR), realizada habitualmente en plasma, cuando la diana que se pretende localizar son las
partículas de ARN vírico. Su utilización es imprescindible para el diagnóstico de VIH en los
niños recién nacidos de madres seropositivas y en los pacientes con patrones serológicos
atípicos. La conveniencia de utilizar técnicas moleculares en el screening de donantes es
discutida aunque es indudable que reduce aún más el periodo ventana previo a la
seroconversión, de forma que podría diagnosticarse a un paciente infectado tan solo una
semana después de su contacto con el virus. Con una aplicación diagnóstica enfocada a
bancos de sangre se ha desarrollado recientemente un método basado en amplificación
mediada por transcripción (TMA) que detecta de forma simultánea desde 100 copias/ml de
VIH-1 y virus de la hepatitis C, con una sensibilidad y especificidad >99,5%
VIH y su relación con Infecciones Urinarias
Los pacientes neutropénicos tienen el grave riesgo de sufrir infecciones, tanto más cuanto
menor es el recuento de neutrófilos. En un 80% los gérmenes aislados pertenecen a la flora
del paciente (piel, orofaringe, tracto intestinal) y con gérmenes muy resistentes: P.
aeruginosa, S. aureus, hongos. La incidencia de ITU está muy condicionada por el uso de
sondas y la duración del cateterismo; dado que muchos pacientes en esta situación
permanecen asintomáticos se les deben realizar cultivos sistemáticos de orina para su
detección.
En los pacientes VIH la ITU más frecuente es la ITU grave por E. coli pero con respuesta
habitualmente satisfactoria a un tratamiento de 2 semanas de duración. También pueden
desarrollar infección renal por Mycoplasma y diversas infecciones del tracto genital por
gérmenes no habituales.
Los pacientes VIH positivos también son propensos a las infecciones del tracto urinario. La
incidencia de infecciones del tracto urinario en la población con VIH está claramente
relacionada con la infección y la función inmune, determinada por el recuento de linfocitos
CD4 +. Como lo confirman los estudios observacionales, la incidencia de diversas
infecciones bacterianas en pacientes infectados por el VIH, incluidas las infecciones del
tracto urinario, está inversamente relacionada con el recuento de linfocitos CD4 +. Por lo
tanto, es interesante observar que, aunque la amplia introducción de la terapia antirretroviral
ha reducido drásticamente la morbilidad relacionada con el SIDA, las infecciones que no
definen el SIDA siguen siendo un problema clínico importante y frecuente. Esto puede
deberse a una mayor frecuencia de enfermedades no relacionadas con el VIH en la población
con VIH, como diabetes y alteración del metabolismo de la glucosa, cirrosis hepática y
síndrome metabólico.
En nuestro estudio uno de cada cuatro de los pacientes observados tenido urocultivo positivo
y el patógeno más común era E . coli (58,2%), seguido por E . faecalis (12.8%). Hemos
identificado que casi un tercio de los pacientes tenían infecciones del tracto urinario con
patógenos no típicos.
En el estudio de Schonwald et al. Entre 96 pacientes con VIH, la tasa de prevalencia de
infecciones del tracto urinario entre los pacientes con VIH / SIDA en Zagreb fue alta
(41%). Los enterococos fueron los aislamientos más frecuentes en este estudio, mientras
que Escherichia coli se aisló con mayor frecuencia en 314 controles no infectados por el VIH
.
Comparable a nuestros hallazgos en el estudio de la India de 350 pacientes VIH-positivos, se
observó infección urinaria sintomática en un 24,3% de los casos y E . coli fue el agente
etiológico más común de infección del tracto urinario. Los otros aislamientos
fueron Staphylococcus aureus (5%), Klebsiella pneumoniae (4%), Enterococcus
faecalis (2%), Pseudomonas aeruginosa (1%), Proteus spp . (1%) y Staphylococcus
epidermidis (1%)
Posible Asociación del VIH y ITU
Los pacientes con infección del tracto urinario eran más propensos a ser mujeres (51.8% vs.
22.1%, p <0.0001), infectadas por otro modo que no sea homosexual (80.1% vs. 50.7%, p
<0.0001), con un recuento de CD4 + de linfocitos del nadir más bajo (139 frente a 221 células
/ μl, p <0,0001) y un nivel basal de ARN del VIH inferior (4,02 frente a 4,35 copias de
registro / ml, p = 0,01). También eran menos propensos a ser positivos para el ARN del VHC
(26,9% frente a 49,2%, p = 0,01) y tenían niveles de ARN del VHC comparables (6,01 frente
a 5,99 copias de registro / ml, p = 0,47). La tasa de infecciones urinarias fue mayor en
pacientes que se registraron antes / en 2007 (82.3% vs. 56.1% p <0,0001)
Caso Clínico
Distribución de Líquidos
S S N 0.9% 1500 CC PARA 24h