Sustantivo Morfología Histórica
Sustantivo Morfología Histórica
Sustantivo Morfología Histórica
1. EL CAMBIO GRAMATICAL.
1.1 La gramaticalización
Ahora bien, que es la gramatizacion para Azofra es: “Un proceso de gramaticalización es
aquel mediante el cual una estructura sintagmática, que opera en el nivel oracional, se
convierte en una unidad gramatical, es decir, en una forma de un paradigma.” (Azofra Sierra,
2009, p. 20) entonces se dice que la gramaticalización es un proceso de cambios.
El cambio morfosintáctico es algo evidente en la historia de lengua pero para ello tubo que
ver algunos elementos para que esto ocurriera para Penny el cambio morfosintáctico” se
produce principalmente por la conjunción de dos fuerzas el cambio fonológico y el ajuste
analógico” (Penny, 1993, p. 111) así se puede ver que el cambio fonológico es de mucha
importancia para el cambio morfosintáctico ya que la estructura del paradigma pierde
coherencia y la analogía operar igualmente entre paradigmas diferentes así pues : “ el cambio
morfológico puede entenderse en parte como resultado de la lucha competitiva entre el
cambio fonológico y el ajuste analógico” (Penny, 1993, p. 112) está dos fuerzas se
relacionan para el cambio morfológico.
Ejemplos
(Penny, 1993, p. 113)
se observa que solo tenia siete terminaciones diferentes, al igual que sucede
normalmente con los restantes sustantivos latinos así: “A causa de ello, en ocasiones la forma,
por si misma no era capaz de especificar con absoluta claridad el papel que el sustantivo
desempeñaba” (Penny, 1993, p. 113). Esto significaba que las personas necesitaban de otras
pistas como el orden de las palabras, las desinencias verbales u otros sustantivos. Lo anterior
podía funcionar cuando se escribía, ya que en una segunda lectura se podía resolver lo que
daba confusión, pero en el habla esto era diferente ya que la oyente tenía que tener una
comprensión inmediata para que la comunicación tuviera lugar.
en el caso de los neutros latinos estos se adaptarán según sea su terminación a asi lo
afirma Azofra, 2009 : “Los neutros latinos se adaptan al género masculino o
femenino, en función de su terminación, y crean formas de plural analógicas: los del
tipo TEMPLUM o TEMPUS se hacen masculinos (templo, tiempo) y crean un plural
analógico en -s (templos, tiempos); los plurales en -A como LIGNA o FOLIA se
reanalizan como femeninos (leña, hoja) y crean también un plural analógico
(leñas, hojas) p. 3
En el español cambia, este se va a mostrar más conservador con respecto al latín, en los
cultismos la persistencia del género etimológico hace que se conserven según Azofra Sier,
como:
masculinas en -a (el poeta, el problema), aunque en otros casos opera la analogía (el
fantasma). Sin embargo, aunque la conservación etimológica del género haya sido
mayoritaria en el léxico incorporado por distintas vías de transmisión, ha habido en
todas las épocas una fuerte tendencia a acomodar la forma al género, especialmente
en sustantivos referidos a seres animados. Así, han cambiado su terminación de
acuerdo con el género palabras como SOCRU (fem) > suegra (de ahí el masculino
analógico suegro), o NURU > nuera. También hay grupos de adjetivo” p. 37
Hay ocasiones en el que el genero y el numero pasan los límites de lo morfológico y se usan
para expresar diferencias semánticas a si lo dice Azofra, sierra: “Así arte y artes, arma y
armas, letra y letras son palabras que se oponen por su significado, no por la diferencia
morfológica del número. Más frecuente es el caso de los pares en que es el género el
responsable de diferencias semánticas: el cometa / la cometa, el orden / la orden, el velo / la
vela, etc.” (Azofra, 2009,p.37). En la época reciente se ha mencionado un uso de un lenguaje,
aduciendo que determinados sustantivos y adjetivos, empleados en masculino y femenino,
aluden a realidades muy diferentes, fruto de prejuicios sociales: zorro / zorra, lagarto / lagarta,
honrado / honrada.
Como ya se había mencionado en el capitulo anterior de los tres géneros que poseía el
sustantivo latino se perdió el neutro, aunque se conservara en la categoría pronominal. Por lo
demás, el género gramatical en los sustantivos depende fundamentalmente de causas
históricas, pues responde con bastante fidelidad al género etimológico. Según Azofra, Sierra
la expresión morfológica preferida en español es: “ -o para el masculino (terminación de los
sustantivos de la 2.ª declinación, mayoritariamente masculinos) y -a para el femenino
(terminación común a la mayor parte de los femeninos latinos, agrupados en la 1.ª
declinación)” (Azofra, 2009, p. 65) así pues, se ha operado en este caso un reanálisis de las
terminaciones latinas: así una piedra o una pieça frente a el mundo, el senyorio o los griegos
en nuestros textos. Las palabras que no tenían estos finales se adscriben a uno de los dos
grupos por razones fundamentalmente etimológicas; el género de los sustantivos terminados
en -e y en consonante puede ser tanto masculino como femenino, también dice:
Veamos los ejemplos en los textos: son masculinos los terminados en -ol (marmol) y
-ar (lugar); son femeninos los acabados en -dad (çiudat) y también muerte; vacilan
los terminados en -or (amor), pero se prefiere el masculino, sobre todo en la lengua
literaria. La tendencia a utilizar terminaciones específicas es tan fuerte que a lo largo
de la historia se crean numerosas formas analógicas, como señora; en el texto, esta
palabra presenta todavía la forma original (femenino en -or: la mia senor); la analogía
puede haber actuado también para adecuar la forma al género en bosquos (por
bosques) p.65.
6. LOS NUMERALES
6.1 los numerales cardinales
(doscientos, por ejemplo, rehecho analógicamente sobre dos, a pesar del medieval
dozientos). Se pierde la diferenciación entre MILLE (un millar) y MILIA (varios
millares); se conserva mil, que era el derivado del invariable MILLE. En el numeral
dos se conservó la forma femenina duas, dues hasta el siglo XIII; después se
generalizó la forma masculina dos para ambos géneros (p.62).
De los ordinales latinos, muchos se han conservado como elementos nominales: siesta (<
SEXTA), ochavo (< OCTAVU), cuaresma (QUADRAGESIMA) o diezmo (< DECIMU):
“La mayoría de los ordinales son resultados cultos. Existió un sufijo, -eno, que era
distributivo en latín, con el que se formó noveno38, que desplazó a nono, y que también
aparece en los medievales sesseno, seteno y ocheno. Posteriormente, se reponen por influjo
culto las formas de los ordinales latinos (sexto, séptimo, octavo…).” (Azofra, 2009, p. 62).
aunque el castellano usa comun mente numerales cardinales a los que confiere carácter de
ordinales, especialmente de undécimo en adelante (ej: Benedicto dieciséis, en vez de
Benedicto decimosexto); esto hace que las personas se sientan inseguras al momento de usar
las ordinales que están por encima de decimo y por ende comenten errores un ejemplo de
consiste en utilizar los fraccionarios en -avo en vez de los ordinales (*Vive en el catorceavo
piso, en vez del correcto Vive en el decimocuarto piso).