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Morfologia Historica PDF

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Tema 1: Introducción a la morfosintaxis histórica del español

1.1 Conceptos generales.

Morfología

La morfología estudia la forma de las palabras y más concretamente, la relación


existente entre el contenido gramatical y los diferentes segmentos en que, desde un
punto de vista, pueden ser divididas en palabras.

Las unidades básicas del análisis morfológico son los morfemas, que son las unidades
mínimas con significado en que podemos dividir una palabra:

1) Morfema léxico. Con significado pleno.

2) Morfemas gramaticales. Con contenido únicamente gramatical ( como


“femenino”, “plural”,”pasado”,etc). También sirven para indicar la categoría
gramatical de las palabras que se forman o para relacionar palabras.

Por ello existen dos subtipos de morfemas gramaticales:

a) Trabados o dependientes. Se unen a los morfemas léxicos.

· Facultativos: pueden aparecer pero no aparecen normalmente.


Ej Los llamados sufijos y prefijos recoger

· Constitutivos: Ej niño (morfema de género)

b) Libres. No se unen a los morfemas léxicos, sino que forman palabras


por sí mismas. (preposiciones, conjunciones, artículos, etc).

Los morfemas (léxicos o gramaticales) están formados por uno o más fonemas, pero no
pueden dividirse sin perder su capacidad de facilitar información léxica o gramatical.

Ej. Cant-a-ba-n

Morfema léxico/vocal temática/ tiempo, modo, aspecto/ morfema de persona y número

El análisis morfológico revela que en todas las lenguas las palabras se organizan en
grupos cerrados (o paradigmas). Ej. Bueno,buena,buenos,buenas (adj) /
Canto,cantas,canta,cantamos,cantáis,cantan (verbos)

La sintaxis

La sintaxis se ocupa de describir y establecer las reglas que rigen las combinaciones de
las palabras en las oraciones.
Entre esas reglas están las de concordancia. Ej. Esas palomas blancas.

Así, las reglas de las concordancia exigen que el núcleo del sujeto y el verbo coinciden
en número y persona (palomas y vuelan).

También es necesario que el sustantivo concuerde en género y número con los


determinantes y los adjetivos que lo acompañan (palomas con esas y blancas).

Morfosintaxis histórica

Desde el punto de vista histórico, resulta conveniente considerar ambas disciplinas en


conjunto; esto se debe a que el cambio morfológico y el sintáctico se encuentran
íntimamente relacionados.

Este tipo de análisis lingüístico, morfológico y sintáctico al mismo tiempo, recibe el


nombre de morfosintaxis.

La interrelación entre el cambio morfológico sintáctico se comprende muy bien si


consideramos que la información expresada en una determinada etapa por medio de
procesos morfológicos puede indicarse en una etapa posterior a través de recursos
sintácticos, y viceversa. Ej. Domus Petri.

Así, por ejemplo, en las lenguas romances terminó por confiarse a recursos sintácticos
( el orden de palabras, la concordancia de número y persona entre sujeto y verbo, la
presencia o ausencia de preposiciones, etc) la expresión de nociones como
sujeto,CD,CI,etc., que en los sustantivos, adjetivos y pronombres latinos se
encomendaban a los morfemas de caso (y número) que se combinaban con un morfema
léxico ( o radical).

(Latín) Caius Liviam Amat (Español) Cayo ama a Livia.

El latín y otras lenguas similares suelen calificarse como sintéticas, porque poseen un
gran número de morfemas trabados o dependientes (como los morfemas de caso,
desinencias verbales,etc).

Lenguas como el inglés, en que predominan los morfemas libres (palabras invariables)
suelen denominarse analíticas.

El español está a medio cambio entre los dos:

1) Es más sintético que el inglés ( particularmente en su sistema verbal)

2) Pero menos sintético que el latín ( ya que no posee el morfema de caso; solo
quedan algunos restos en el pronombre personal)
Esto se debe a que, en general, la evolución morfosintáctica que llevó desde el latín al
español (y las restantes lenguas romances) pueden ser caracterizadas como un proceso
mediante el cual unos recursos sintácticos pasaron a proporcionar la misma información
que otros morfológicos a los que progresivamente reemplazaron.

1.2. El cambio morfológico.

Se produce principalmente por la conjunción de dos fuerzas:

1) El cambio fonológico. A menudo el cambio fonológico tiende a romper la


unidad de los paradigmas. Esto se debe a que algunas formas de un determinado
paradigma cumplen los requisitos necesarios para que se produzca una
transformación, mientras que otras formas, carecen de ese factor condicional.

Dico/dí:ko:/ digo

Dicis/dí:kis/ dices

Dicit /díkit/ dice

Dicimus/dí:kimus/ decimos

Dicitus/dí:kitus/ decís

Dícunt/dí:kunt/ dícent- dicen

(En español no hay uniformidad en el paradigma español. La 1º persona del


singular es diferente debido a las condiciones fonológicas. El cambio fonológico
tiende a romper la uniformidad del paradigma).

El presente de indicativo del verbo latino “DICERE”, que posee idénticos


fonemas /k/ al final del morfema radical, sea cual sea, el elemento que aparezca
a continuación.

La /k/ latina se palatalizó en la última etapa del latín vulgar cuando iba seguida
de vocales palatales (i,e), y permaneció como velar delante de las vocales no
palatales (a,o,u). Teniendo en cuenta otros cambios, podemos predecir que:

1) La /k/ de “dico” de producir el fonema español velar sonoro /g/


(digo)
2) Mientras la /k/ de “dicis” evolucionará hasta el fonema español
interdental sordo / / (dices)

Las dos predicciones se revelan en este caso como acertada. El cambio fonológico ha
originado que la estructura del paradigma pierda coherencia. Allí donde el latín
presentaba un único fonema /k/, se ha introducido una alternancia entre dos distintos en
castellano. De esta manera, la semejanza entre miembros del mismo paradigma se ha
visto mermada.

2)Ajuste analógico. Sin embargo, por medio de la analogía a menudo se restaura o se


mantiene la similitud entre los componentes de un mismo paradigma, ya que a través de
este proceso, las formas relacionadas por su contenido gramatical llegan a asemejarse.

Verruculu(m) > berrojo > cerrojo

Existen claros ejemplos de analogía motivada gramaticalmente en el paradigma del


presente de indicativo de verbos como el latino “SENTIRE”. Normalmente la
secuencia /t/+ [j] de palabras como “SENTIO”, desembocará en español moderno en el
fonema / /

No hay relación para que se alcance ese resultado en formas como “SENTIS” que
carecen de yod.

Sentio > siento

Sentis > sientes

Sentit > siente

Sentimus > sentimos

Sentitis > sentís

Sentiunt > sentent > sienten

Sin embargo, el cambio fonológico natural /t/ + [j] no se produjo en el caso de


“SENTIO” (o si se produjo fue corregido antes de la aparición del español escrito)
como consecuencia de que “SENTIO”, “SENTIS” Y “SENTIT” poseen el mismo
significado temporal gramatical (presente de indicativo) la forma de la 1º persona ha
salvaguardado por analogía su semejanza con la de los demás miembros del paradigma,
de forma que el cambio fonológico se ha visto frenado o invertido.
La analogía puede funcionar también entre paradigmas diferentes. Ej. el presente de
subjuntivo de verbos como “PLICARE” más tarde “llegar”; nos muestra la esperada
palatalización de la /k/ intervocálica ante vocal palatal y posterior.

Transformación en / / en español, sino que conservó el fonema sonorizado más tarde


en /g/ por influencia de los restantes tiempos del paradigmas verbal.

Plico > llego

Plicas > llegas

Plicat > llega

Plicamus > llegamos

Plicatis > llegades > llegáis

Plicaut > llegan

Por todo ello, el cambio morfológico puede entenderse en parte como el resultado de la
lucha competitiva entre:

1) El cambio fonológico. Que normalmente actúa sin tener en cuenta el contenido


gramatical de las palabras a las que afecta y que conduce así a la ruptura de la
unidad de los paradigmas.

2) El ajuste analógico. Que mantiene o restaura la semejanza fonológica entre formas


relacionadas con el mismo contenido gramatical.

En un caso determinado de evolución morfológico es difícil predecir cuál de estas dos


fuerzas triunfará, en general suele aceptarse que el éxito de una sobre otra guarda
alguna relación aunque sea débil con la frecuencia de las palabras aceptadas, es decir,
cuánto más usual es un tipo de palabra menos probable es que sus segmentos se vean
afectados por la analogía y más probable resulta en cambio que muestre los afectos
destructivos del cambio fonológico.

En la historia del español encontramos otros tipos de cambio morfológico. Existen


palabras que han perdido su estatus independiente, que se han visto limitadas a un
papel auxiliar y que finalmente han acabado convirtiéndose en morfemas flexivos.

Ej. Cantare.

Futuro: Cantabo/Cantabis /Cantabat Nuestro futuro no proviene de aquí


Ej. Lo ocurrido con el presente de indicativo y el pretérito perfecto de indicativo del
verbo latino “habere”, que en el latín hablado se combinaron con el infinitivo para
crear un futuro y un condicional perifrásticos respectivamente.

En una etapa posterior se fundieron con el infinitivo y dieron lugar a palabras simples.

Futuro
Latín hablado Español medieval Español moderno

Cantare habeo Cantare Cantaré


Cantare habes Cantarás Cantarás
Cantare habet Cantará Cantará
Cantare habemus Cantaremos Cantaremos
Cantare habetis Cantaredos Cantaréis
Cantare habent Cantarán cantarán

Condicional
Latín hablado Español medieval Español moderno

Cantare habebam Cantaría/-ie Cantaría


Cantare habebas Cantarías/-ies Cantarías
Cantare habebat Cantaría/-ie Cantaría
Cantare habebamus Cantaríamos/-iemos Cantaríamos
Cantare habebatis Cantaríades/-iedes Cantaríais
Cantare habebant Cantarían/-ien Cantarían
Tema 2: El sustantivo

2.1. Rasgos generales

En latín los nombres (sustantivos y adjetivos) tenían su declinación sintética, es decir,


manifestaban las variantes propias de sus funciones sintácticas por medio de cambios en
la terminación de la palabra.

Las desinencias del nombre hacían referencia a tres valores:

1. El del género, en sus tres formas: masculino, femenino y neutro.

2. El del número, reducido a singular y plural, con residuos del DUAL y AMBO

3. El del caso, que indicaba la función sintáctica del nombre en la creación. Había
seis cosas en latín clásico (nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo y
ablativo), con algunos restos del instrumental y del indicativo.

Los nombres latinos se agrupaban en cinco casos o declinaciones.

¿Qué ocurrió en el paso del latín al castellano?

1) El español redujo las cinco clases a tres.

2) Conservó reajustado el morfema de número.

3) Suprimió el género neutro en los sustantivos.


4) Conservó algún resto del género neutro en los adjetivos y en los pronombres.

5) Perdió el sistema desinencial de los casos y lo sustituyó por el procedimiento


analítico de las preposiciones.

6) Eliminó los comparativos sintéticos y desarrolló los de carácter analítico.

Ej. (Latín) Petrus fortior Paulo est (Español) Pedro es más fuerte que Pablo.

Solo quedan algunas muestras de comparativos sintéticos en español: mejor, peor,


mayor, menor.

2.2 Causas de la pérdida de las desinencias causales en el sustantivo.

Se han aducido tres tipos de causas:

- Causas fonéticas. Fueron difundidas por los neográmaticos del siglo XIX. En el
latín hablado de la época posclásica se produjeron modificaciones fonéticas que
contribuyeron a borrar los límites entre determinadas cosas:

▪ Desaparición de la m final del ablativo singular.

▪ Desaparición de las diferencias de cantidad y de ciertas


distinciones de timbre en la vocal de la sílaba final.

Así se produjeron las siguientes confluencias:

1 declinación. Sonaban igual el nominativo-vocativo singular “rosa”, el


acusativo singular “rosa(m)” y el ablativo singular “rosa”.

2 declinación. También sonaban igual el acusativo singular “amicu(m)” y el


dativo-ablativo singular “amico” confluyó con ellos en determinados niveles
sociales y zonas geográficas el nominativo singular “amicu(s)”

Joseph Herman (el latín rulgaire) piensa que es erróneo suponer que la
desaparición del sistema casual sea consecuencia únicamente de los cambios
fonéticos.

De hecho, hay formas que se habían conservado a pesar de los cambios


fonéticos:
▪ La –i final se mantuvo en gran parte de la romania. El genitivo
singular “domini” (2ºdecl) y el dativo singular “consuli” (3ºdecl).
No tenían motivos para asimilarse a otras formas.

▪ En el plural, casi todas las distinciones eran fonéticamente


estables.

- Causas funcionales. Según Herman, factores de orden funcional volvían


caducas las distinciones casuales cuando no estaban amenazadas fonéticamente.

En ocasiones, la forma de la palabra por sí misma no era capaz de especificar


con absoluta claridad la función que el sustantivo desempeñaba.

Así, por ejemplo, “rosae” podía ser genitivo-dativo singular y nominativo-


vocativo plural. Para entender la función de “rosae” el agente necesitaba otras
pistas como el orden de las palabras, las desinencias verbales o las de otros
sustantivos, etc.

Además, existía otra ambigüedad: ciertos casos, especialmente acusativo y


ablativo, podían desempeñar varias funciones diferentes.

Ej. Paulus venit roman

Petrus fortior paulo est

El sistema de casos funcionaría razonablemente bien en la lengua escrita. Sin


embargo, probablemente presentaba problemas en la lengua hablada, ya que esta
necesita compresión inmediata para que la comunicación tenga lugar.

Hay evidencias de que el latín hablado recurría, desde los tiempos más
tempranos, o mecanismos complementarios, como las preposiciones, para
aclarar esa ambigüedad que no despejaban las confusas desinencias de los
sustantivos.

Ya en el teatro popular el Plauto y en escritores posteriores, como César y


Virgilio, encontramos ciertas funciones del sustantivo no se indican sólo con su
forma, sino también mediante la combinación de esta con una preposición. Esto
sucede a menudo con las funciones originalmente indicadas por el genitivo, el
dativo y el ablativo.

Así, por ejemplo, encontramos usos de la preposición “de” + ablativo en lugar


del genitivo sin preposición.
Dimidium de proeda (Plauto)

De normae templum (Virgilio)

Pauci de mostris (César)

En latín vulgar también triunfó la tendencia a sustituir el dativo por “ad” + acusativo.

Además, las preposiciones que podían unirse con acusativo y con ablativo se unían más
con acusativo (ej. “in”, “sub”) esto y la igualdad fonética de ambos casos hicieron que
las preposiciones que habitualmente regían ablativo terminarán por unirse con el
acusativo en latín vulgar.

Ej. Cum suos discentes

De patrem meum

En definitiva, en latín vulgar se confundieron algunos casos finalmente la declinación


quedó reducida a nominativo y acusativo, pero esta aposición duró poco.

- Causas sistemáticas. Fueron difundidas por los estructuralistas del S.XX. Con
las desinencias casuales son necesarias varias terminaciones para cada
declinación, mientras que con el uso de las preposiciones el mismo nexo indica
la función sintáctica sin que sea preciso que cambie la estructura del sustantivo.

Este cambio es favorecido por el principio de la economía lingüística, ya que el


número de preposiciones es limitado.

El uso de las preposiciones acabó por convertir en redundante el empleo de las


distinciones.

Conclusión: El número de los casos se redujo en latín vulgar en la mayor parte de la


Romania. Solo quedaron:

- El nominativo como caso recto (con sus funciones antiguas)

- El acusativo como caso oblicuo (con las funciones de acusativo, genitivo, dativo
y ablativo)

En castellano, al igual que en otras lenguas romances como el catalán, el portugués, el


sardo, el italiano y el retorromano, esta flexión bicasual desapareció antes de la época
literaria.

2.3 Confluencia de las formas nominativo-vocativo


1º declinación

NOM singular: -a -ae :NOM plural

AC singular: –am>-a/-as < -as AC plural

2º declinación

NOM singular: -us -i :NOM plural

AC singular: –um>-o/-os < -os :AC plural

3º declinación

NOM singular: -/-s -es :NOM plural

AC singular: –em>-e/-es < -es :AC plural

4º declinación

NOM singular: -us -us :NOM plural

AC singular: –um>-o/-os < -us :AC plural

5º declinación

NOM singular: -es -es :NOM plural

AC singular: –em>-e/-es < -es :AC plural

En los casos de los imparisílabos hay dos posibilidades de que termine en s o que no
acabe en s

Nominativo y acusativo se distinguían por su forma en el plural de la primera y segunda


declinación, pero se confundían en los demás plurales y en el singular de la primera
declinación.

Además tendían a confundirse en todos los otros singulares porque junto al nominativo
con s se usaba ya desde el latín arcaico otro nominativo sin s y porque en los sustantivos
imparisílabos de la tercera declinación se tendía a igualar la sílaba del nominativo con la
del acusativo.

Estos nuevos nominativos al perder la s se confundían también con los acusativos.


Contribuían a la confusión el osco,umbro y el celta ( lenguas o dialectos que se
hablaban en la península itálica) que hacían el nominativo plural de la primera y
segunda declinación en –as y en –os respectivamente.
Gracias sobre todo a las preposiciones, la distinción entre desinencias casuales de un
mismo número podía desaparecer sin que afectara a la comprensión. Pero la aparición
entre singular y plural contaba con las desinencias como únicos instrumentos.

Sustantivo imparisílabo: Cuando el nominativo singular no tenía las mismas


sílabas que el genitivo singular. Ej. Mens-mentis

Sustantivo parisílabo: Tienen el mismo número de sílaba el genitivo singular y el


nominativo singular. Ej. Hostis-hostis

1 declinación. Los casos nominativo y acusativo se fundieron fonéticamente.

Nom singular. ROSA

Ac singular. ROSAM Esta m se pierde > ROSA

Se da confluencia por la pérdida de la m en el acusativo singular.

Nom plural. ROSAE > ROSAS

Ac plural. ROSAS > ROSAS

Ya antes de la época imperial se usaba un nominativo plural terminado en –as

2 declinación. El nominativo y el acusativo también se fundieron.

Nom singular. DOMINU(S)

Ac singular. DOMINU(M)> DUEÑO

Nom/Ac plural. DOMINI DOMINOS > DUEÑOS

3 declinación. En el singular sería una coincidencia entre nominativo y vocativo por la


pérdida de la –s final del nominativo. En el plural no había diferencia entre nominativo
y acusativo.

Nom singular. NUBE(S)

Ac singular. NUBE(M)> NUBE

Nom/Ac plural. NUBES> NUBES

4 declinación. Por los cambios fonéticos la pérdida de los casos y la desaparición del
género neutro se confundió con la segunda declinación. Ya en latín clásico había
sustantivos que vacilaban entre la cuarta y la segunda declinación.
DOMUS-US / LAURUS-US (4 declinación)

DOMUS-I / LAURUS-I (2 declinación)

5 declinación. Gran parte de los sustantivos femeninos de la quinta pasaron a la primera


declinación. La primera tenía como fuente de paso con la quinta la existencia de formar
dobles desde el latín clásico.

LAURIES-EI / MATERIES- EI ( 5 declinación)

LUXURIA-AE / MATERIA – AE (1 declinación)

La tercera declinación recogió unos pocos sustantivos de la quinta.

SPECIES-EI

SPECIE(M)> ESPECIE

Cambios parciales que se producen:

Además hubo cambios parciales por la pérdida del género neutro y los cambios
fonéticos principalmente.

1) Los antiguos neutros en –us de la 3 declinación quedaron como los masculinos


en –o procedente de la 2 declinación, tras puesto el singular en plural.

PECTUS-ORIS // PECTUS> PECHOS (singular analógico “pecho”)

TEMPUS-ORIS // TEMPUS > TIEMPOS (singular analógico “tiempo”)

Se crea un singular nuevo en –o por su apariencia de plurales. La –s acabó por


identificarse como morfema de plural, creándose singulares analógicos.

2) Al perderse las consonantes latinas finales los neutros de la 3 declinación que


quedaron acabando en –o pasaron a masculino de la 2º.

CAPUT > CABO

Palabras patrimoniales:

Tradicionalmente se ha venido difundiendo la tesis de que fue el acusativo el caso que


en época tardía ocupó todas las posiciones posibles del sustantivo y por ello el que
constituye el origen formal de los sustantivos y adjetivos románicos.

Hoy se piensa más bien en un sincretismo de casos distintos que llevaría a un caso
oblicuo originado a partir del acusativo y del ablativo, pero capaz de desempeñar
cualquier función como complemento opuesto a un caso recto, procedente del
nominativo y que funcionaría como sujeto.
Salvo en ciertas zonas, tal distinción se perdería en época preliteraria, salvo el escaso
número de sustantivos en que podía mantenerse. El francés y el provenzal mantuvieron
la flexión bicausal (de dos casos) hasta el siglo XIV.

Los 5 paradigmas nominales del latín se reducen a 3 tipos de sustantivos en español con
oposición de género y número.

- Los terminados en –a ( procedente de la 1º y la 5º)

- Los terminados en –o ( procedente de la 2º y la 4º)

- Los terminados en –e o en consonantes ( procedente de la 3º)

Al desaparecer las diferencias de casos los valores que expresaban los casos serán
indicados por otros procedimientos:

- Uso de preposiciones

- Orden de elementos

- El uso de artículos

- La concordancia

2.4. Restos fonéticos de las formas casuales pérdidas.

La inmensa mayoría de los sustantivos en español proceden de la forma del acusativo


latino.

No obstante, una pequeña parte tiene su origen en otros casos latinos.

ABLATIVO. Hallamos supervivencias del ablativo solo con valor adverbial.

HAC HORA > agora, ahora

HOC ANNO > hogaño

LOCO > luego

TOTA VIA > todavía

El ablativo es el origen de los adverbios terminados en – mente.

BONA MENTE > BUENAMENTE.

No quedan restos del ablativo plural.

DATIVO. No hay supervivencias del dativo en los sustantivos de las lenguas romances.

GENITIVO. Se conserva restos del genitivo en:


- Ciertos topónimos que remontan a un nombre genérico más la dominación del
poseedor, patrón, etc. A veces, se perdió el nombre genérico:

CASTRUM SIGERICI > CASTROJERIZ

VILLA GOTHORUM > VILLATORO

SANCTI EMETERII > SANTANDER

- Algunos sintagmas petrificados:

COMES STABULI > CONDESTABLE

FILIU ECLESIAE > FELIGRÉS

FORUM IUDICUM > FUERO JUZGO

- Los días de la semana:

(DIES) MARTIS> MARTES

(DIES) IOVIS > JUEVES

(DIES) VENERIS > VIERNES

Los nombres de los días de la semana anteriores contagian la –s final a las


denominaciones de los otros dos días procedentes del genitivo:

2.5. El morfema de género.

Morfemas de sustantivo

El sustantivo presenta en español dos morfemas gramaticales constitutivos: el de género


y el de número.

Además de los matices semánticos que puedan contener, ambos morfemas tienen una
función básicamente gramatical: establecer concordancia con todos los elementos
(determinantes y adjetivos) que dependen del núcleo del SN.

Español

En cuanto al género, todos los sustantivos del castellano son masculinos o femeninos.

Se plantea el problema de si el morfema de género lleva consigo alguna diferencia


semántica. Tradicionalmente afirma que en los sustantivos de rasgo “animado” la
distinción de género se asoma a la de sexo; en los de rasgo “inanimado” salvo en ciertos
casos, la distinción no parece ser significativa.
Latín

En latín se distinguían tres géneros gramaticales: masculino, femenino y neutro.

En principio, la distribución estaba basada en una concepción animista que algunas


veces no se correspondía con la siguiente hipotética distinción: animado (masculino y
femenino) / inanimado (neutro)

Así, por ejemplo, las plantas se consideraban como femeninas por ser generadoras de
fruto, mientras que los frutos eran considerados inanimados y, por lo tanto,
gramaticalmente neutros.

Pirus-i (“perai”): femenino.

Pirum-i (“pera”): masculino.

En latín, género gramatical y género natural muchas veces no coincidían.

Así, por ejemplo, sustantivos como “focus” y “ventus” eran masculinos, mientras que
“aqua” y “terra” eran femeninas.

Sin embargo, todas ellas designan objetos asexuados o inanimados.

En realidad, el género gramatical no se reconocía por el examen del sustantivo mismo,


sino que era indicado, sobre todo, por la concordancia con los elementos adyacentes.

Bonus nauta (masculino)

Alta fagus (femenino)

Sin embargo, no siempre el adjetivo indicaba el género del sustantivo de una manera
clara, ya que había adjetivos como “atrax-cis” (de una terminación) que tenían la
misma forma para los tres géneros en el nominativo singular y otros como “fortis-e” (de
dos terminaciones) que tenía la misma forma para el masculino y el femenino.

En cuanto al género neutro, se caracterizaba por tener formas especiales en nominativo,


vocativo y acusativo, tanto en singular como en plural, pero en los restantes casos se
igualaba al masculino.

Por todo ello y porque la distinción de género correspondía a diferencias semánticas no


claramente sentidas por los latinos, había confusiones entre los 3 géneros.

Pérdida del neutro.

En el paso del latín al castellano se perdió el género neutro. Desde el S.I d.C. se fueron
resignando las antiguos sustantivos neutros a cualquiera de los otros dos géneros, bien
en virtud de su terminación o por algún motivo más particular.
El neutro se mantuvo en el sistema pronominal gracias a que se desarrolló un valor
“abstracto”, “genérico” o “colectivo”.

Paso al castellano.

El latín no contaba con terminaciones específicas para el género en los sustantivos.

En época tardía debió de darse un proceso de reanálisis morfológico, cristalizado luego


en las antiguas lenguas romances, por el que determinadas terminaciones se atribuyeron
a uno u otro género.

Esto dependió de que ciertas declinaciones tuvieran mayoría de sustantivos masculinos


o femeninos.

Así, los de la 1º declinación, en –a eran, en buena parte, femeninos. Por el contrario, los
de la 2º declinación, en –us eran; en su mayoría, masculinos.

Además, los adjetivos de 3 terminaciones (como “bonus-a-um”) muy numerosos,


reservaban la forma terminada en –a para concordar con los sustantivos femeninos y la
que acababa en –us (>o) para los masculinos (además de la terminación –um para los
neutros).

De este modo, la terminación –a quedó como característica del femenino y –o como


característica del masculino en grado algo menor.

Los otros finales se consideraron indiferentes (ya que la otra declinación que pervivió
más tiempo, la 3º declinación, no ofrecía mayoría en un género u otro, y en los
adjetivos, de una y dos terminaciones no había distinción formal entre masculino y
femenino)

Heterónimos.

En latín había varias parejas de heterónimos, cuya diferencia de género se establecía a


través de palabras distintas.

Pater/Mater

Frater/ Soror

Homo/Mulier

Aries/Avis

El castellano conservó algunas de estas parejas: padre/madre, hombre/mujer, toro/vaca.


Perdió algunas: hermano/ hermana sustituyó a frater/soror. Y ganó otras: caballo/yegua
sustituyó a equs/equa.
Conservación del género.

En el paso del latín al castellano lo más habitual es la conservación del género


etimológico latino.

Rosam (femenino) > rosa (femenino)

Oculum (masculino) > ojo (masculino)

No obstante, se han producido cambios que estudiaremos en dos grupos:

1) Acomodación del género a la forma. Los cambios de género en función de la


desinencia, son rasgos en los sustantivos animados, ya que en estos el género
depende habitualmente de su significado.

No obstante, encontramos en el siglo XIII masculinos en –a que adoptan


circunstancialmente concordancia femenina.

Las patriarcas

Las evangelistas

David la profeta.

Al ser, por lo general, sustantivos de origen culto mantendrán su género


etimológico, coincidente, a su vez, con el real. Por eso Berceo y Alfonso X el
Sabio sí los suelen emplear ya como masculinos.

Desde entonces ese tratamiento (conservación del género etimológico latino)


será el que reciban todos los cultismos masculinos en –a.

El pirata

El rapsoda.

Estos cambios de género son más normales en sustantivos inanimados, como los
helenismos terminados en –ta (masculinos en griego y en latín).

Ej .Cometa, planeta.

En castellano antiguo la acomodación al femenino fue general:

la cometa, la planeta.

El uso erudito de la época clásica (siglos XVI-XVII) logró imponer el masculino


en los dos casos.
Como seguía habiendo vacilación de género, esta se resolvió con una
diferenciación semántica.

El cometa “astro” / la cometa “juguete”

El planeta “astro” / la planeta “casulla”

Los nombres de árboles y plantas, generalmente femeninos en latín clásico, se


hicieron masculinos por acomodación a la forma.

Fraxinum (femenino) > fresno (masculino)

Ulmun (femenino) > olmo (masculino)

Pinum (femenino) > pino (masculino)

Lo mismo ocurrió con el nombre genérico arborem (femenino) > árbol


(masculino)

Con otras terminaciones los cambios de género no tienen motivos tan claros.

Así, los sustantivos abstractos en –or (calor, color, labor…) eran masculinos en
latín clásico, pero desarrollaron una tendencia hacia el femenino en el latín
vulgar de Galicia e Iberia (quizás, como dice Väänänen, para diferenciarse de
los concretos masculinos en –or: auctor, censor, suasor…)

La lengua culta ha impuesto el masculino en todos los abstractos terminados en


or, excepto en labor (> laborem)

Posiblemente la tendencia al femenino no triunfó por el deseo de establecer una


distinción genérica entre dos tipos de abstractos: amargor/ amargura, blancor/
blancura, dulzor/dulzura.

No obstante, aún hoy persiste la vacilación en calor y color.

La atracción formal actuó sobre los sustantivos neutros latinos.

Así, se hicieron masculinos los acabados en –um.

TEMPLUM > TEMPLO

CAELUM > CIELO

VINUM > VINO

También se hicieron masculinos los neutros terminados en –us.

PECTUS > PECHO(S)


TEMPUS > TIEMPO(S)

VINUM > VINO

En este caso se crearon nuevos singulares analógicos por su apariencia de


plurales: pecho,tiempo,cuerpo.

Los neutros acabados en –a por lo general fueron al masculino como género no


marcado: axiana, drama, diploma, dogma, dilema…

Algunos se vieron atraídos al femenino:

▪ De forma estable: cauma > calma

▪ De forma vacilante: clima > clima / schisma > cisma / phantasma


> fantasma

En los demás casos los neutros han ido sin que podamos explicar los motivos:

▪ Al masculino: Nomen > nombre/ alamen > alambre / examen >


enjambre

▪ Al femenino: Lumen > lumbre / legumen > legumbre / cochlear >


cuchara.

▪ O han vacilado: mare > mar / stamen > estambre / vimen >
mimbre.

En bastante casos pervivió en plural neutro terminando en –a que se reinterpretó como


femenino singular, aunque manteniendo a menudo el valor colectivo o plural derivado
de su origen.

LIGNA> LÚA

GESTA> GESTA

INTERNEA > EXTRAÑA

En algunos casos se oponen a las formas castellanas masculina y femenina, procedentes


del neutro latino en singular y en plural, respectivamente, en el sentido de concreto/
colectivo.

LIGNUM> LEÑO

LIGNA> LEÑA
Sobre este esquema se forman otros dobletes analógicos, no procedentes del neutro, en
los que, frente al masculino, el femenino designa la idea de pluralidad, colectividad,
tamaño mayor.

HORTUS-I (>Huerto)

*HORTA (analógico lat.vulg.) (>huerta)

FRUCTUS-US (> Fruto)

*FRUCTA (analógico lat.vulg.) (> fruta)

Es posible que este sea el origen del valor aumentativo que tienen femeninos como
caldera, haya, y cuba frente a los correspondientes masculinos caldero, hoyo y cubo
(género dimensional).

Otras veces el femenino indica la menor, como en barca/barco y poza/pozo.

También puede ocurrir que masculino y femenino indiquen realidades distintas.

Ej río/ría, punto/punta, velo/vela.

2) Acomodación de la forma al género. Se ha producido sobre todo en los


sustantivos animados, donde aparece necesaria una mejor distinción formal.
Estos cambios han consistido en:

a. Cambiar la terminación por otra más “regular”. Algunos nombres de


parentesco como “socrus” (femenino) y “nurus” (femenino), de la 4ª
declinación, habían pasado en latín tardío a la 1ª: Socra y nora, donde
proceden los resultados castellanos suegra y nuera.

Lo mismo ocurrió con los nombres de algunos animales que han variado
su terminación por mantener el género original.

PULEX (fem, 3ª decl) pasó a PULICA (1º decl) que originó la forma
castellana pulga.

GRUS(fem,3ª decl) pasó a GRUA (1ª decl), de donde procede grulla.

TURTUR (fem, 3 decl) pasó a TORTURA (1º dcl), que originó tórtola.

En otras ocasiones pueden cambiar tanto el género como la terminación.


Así, TALPA (1ºdecl) era tradicionalmente masculino, pero se hizo
femenino en el propio latín (por acomodación a la forma). En latín vulgar
se desarrolló analógicamente al masculino TALPUS (2ª decl), de donde
se explica la forma castellana topo.

TALPU(M) > taupo > topo

b. Crear formas propias para uno de los dos géneros, normalmente el


femenino. Así surgieron infanta y señora ya en el siglo XIII, y en
nombres de animales leona, tigra y cisna.

Después del siglo XIII, pero todavía en la Edad Media, se documentan


clienta, priora y superiora.

Más recientemente se crean médica y abogada.

De todos modos, han seguido siendo procedimientos muy habituales:

▪ Diferenciar los géneros mediante concordancia.

El / la artista.

▪ Emplear un único género para ambos sexos.

Avestruz, cigüeña, hormiga.

Hay dos sustantivos que, a pesar de su terminación, mantuvieron su género ordinario:


mano y día

- El género mano. Mano procede de MANUS (fem, 4ª decl). Esta palabra no


presenta vacilación de género en toda la historia de la lengua. La anomalía
( género femenino y terminación en –o) desaparece en los diminutivos: la
manita, la manecilla, etc, y en el aumentativo: la manzana.

- El género día. En latín clásico DIES (5ª decl) era masculino. Hubo alternancia
en singular con el femenino por analogía con dobletes ya existentes como
MATERIES/MATERIA y LUXURIES/LUXURIA, pero en plural seguía siendo
masculino. La palabra castellana día procede de la del latín vulgar *DIA (1ª
decl)

El mantenimiento de día como masculino es más extraño que el de mano como


femenino, ya que en latín clásico existió vacilación de género como en el primer
caso.

Se ha mantenido irregularidad (género masculino y terminación en –a) en el


diminutivo “el diita” y en el compuesto “mediodía” es posible que la
persistencia del masculino se haya visto favorecida por el frecuente uso
proclítico en el nombre de los días de la semana. Ej. el día martes.
Otra explicación que se ha dado es que “el día” ha conservado su masculino por
oposición a “la noche” (como la mano / el pie). De esto más de la oposición
semántica.

- Otros femeninos en –o y masculinos en –a. Los demás sustantivos (femeninos


en –o y masculinos en –a) se deben a influencia alta o extravagante. Es decir,
son palabras ajenas a la evolución espontánea desde el latín hasta el castellano.
En este grupo podemos incluir sustantivos como “la líbido”, “la seo”, “la nao”,
“el enigma”, “el drama”, “el diploma”, etc.

2.6 El morfema de número

Introducción.

La categoría del número ha sufrido variaciones en el paso del latín al castellano. Sus dos
miembros, singular y plural, se mantienen con el mismo contenido (los restos latinos del
dual,”duo”, “ambo”, ya en latín se trataban como plurales) Por otro lado, la exposición
del número deriva directamente de la latina.

Latín.

El latín no tenía marca específica para el número. Sólo presentaba desinencias distintas
de caso en singular y plural, pero sin que pudiera aislarse en esas terminaciones la parte
del número.

Nom sing. ROSA DOMINUS

Nom plu. ROSAE DOMINI.

Acus sing. ROSAM DOMINUM

Acus plu. ROSAS DOMINOS.

No obstante, uno de los casos más utilizados, el acusativo, terminaba en –s en plural


(ROSAS, DOMINOS, HOMINES) Además, en latín tardío reaparecen con fuerza
formas arcaicas y dialectales de nominativos plurales como “ROSAS” (frente a
“ROSAE”) y “DOMINOS” (frente a “DOMINI”) Estoy unido a que el nominativo
plural de la 3 decl. del latín clásico para el masculino y el femenino era en –es
(HOMINES,MULIERES), vino a aumentar de forma extraordinaria la presencia de la
terminación –s asumió la expresión de plural, y con este valor permaneció ya en
castellano.

Paso al castellano.

Debido a esto, singulares como los siguientes se consideraron como plurales en


castellano por su apariencia:
PECTUS > pechos
TEMPUS > tiempos
CORPUS > cuerpos
Por ello se crearon nuevas formas analógicas de singular: pecho, tiempo, cuerpo.

Alomorfo-es

Por otro lado, la evolución fonética eliminó vocales finales en castellano, en especial
-e, tras n,l,s,z,d, (fenómeno de la apócope)

De este modo surgió un alomorfo de plural, -es, utilizado cuando el sustantivo en


singular termina en consonante:

LEONE(M) > LEÓN LEONES > LEONES

DOLORE(M) > DOLOR DOLORES > DOLORES

En aloformo –es se utiliza de forma vacilante hoy cuando el singular termina en vocal
acentuada (se admiten bisturíes o bisturís, tabúes o tabús; sin embargo solo son
correctas sofás o dominós)

En castellano medieval eran mucho más frecuentes maravedís o marroquís que


maravedíes y marroquíes.

También vacilaban al formar el plural las palabras terminadas en diptongo con –y final,
como buey, rey y ley.

En el siglo XIII existía vacilación entre bueis y bueyes, reis y reyes, leis y leyes.

A finales de la Edad Media se imponen las seguidas formas, que son las que utilizamos
actualmente.

Hoy existen otros sustantivos terminados en diptongos con –y final que utilizan el plural
triunfante: ayer, convoyes, greyes, etc.

Sin embargo, muchas palabras extranjeras adaptadas al español hacen el plural en –s:
jeréis, escáis, espráis, poneis, etc.

Valores del número.


Los valores del número en español perpetúan los latinos. Así, en los nombres contables
el plural indica cantidad superior a la unidad: mujeres, perros, mesas. En los nombres no
contables (abstractos, colectivos, etc) el plural puede indicar:

1) Claves: los inicios de castilla.

2) Objetos. Hechos de determinada materia: óleo, hierros.

3) Acciones que participan en determinada calidad: en la lengua medieval.


“Saludes” (noticias de salud) “fer” (promesas de fidelidad).

El singular de los sustantivos puede tomar valor genérico: las reivindicaciones del
obrero, el hombre es mortal. Por todo ello, singular y plural pueden acabar con
significados distintos. Ejs.:

Letra (“grafía”)

Letras (“actividad literaria, humanidades”)

Arma (“instrumento para atacar o defenderse”)

Armas (“oficio militar, actividad militar”)

Celo (“cuidado,diligencia”)

Celos (“recelo, sospecha, inquietud”)

Luz (“agente que hace visibles los objetos”)

Luces (“inteligencia, ilustración, cultura”)

En ocasiones, singular y plural también pueden ser meras variantes expresivas: en


tiempo-tiempos de Felipe II.

Plurales polisémicos.

Desde sus primeras manifestaciones, el español posee plurales polisémicos: los reyes
puede significar “más de un rey”, pero también “el rey y la reina” (lo mismo ocurre con
los padres, los duques, etc.).

Este particular valor dual del plural se atribuyó a influencia del árabe, pero se ha
comprobado que ya se daba en latín. Asimismo está hoy presente en otras lenguas
romances.

Pluralia tantum

Los sustantivos que carecen de singular constituyen la clase de los pluralia tantum. Hay
muchos ejemplos: enseres, maitines, fauces, enrendederas, prismáticos, víveres…
En latín encontramos abundantes antecedentes: ANNALES, NUPTIAE, PENATES,
MANES…

Singularia tantum

Los sustantivos que carecen de plural se denominan singularia tantum. También existen
bastantes ejemplos: oeste, tez, cenit, caos, salud, sed, cariz…

Tema 3: El adjetivo

3.1 Rasgos generales

La historia morfológica del adjetivo es, en su mayor parte, idéntica a la del sustantivo.

Como el género, el número y el caso del adjetivo eran simples reflejos, por
concordancia, de los portados por el sustantivo, su trayectoria en el adjetivo fue también
un reflejo de la ya señalada para el sustantivo.

Únicamente en la gradación se producen cambios propios del adjetivo.

-Funciones sintácticas.

En español el adjetivo calificativo incide funcionalmente sobre el sustantivo.


Dependiendo de cómo se produzca esta incidencia pueden distinguirse:

1) Adjetivo atributivo o adjunto. Incide directamente sobre el sustantivo y se


encuentra dentro de un SN. Desempeña la función de adyacente del sustantivo.
Ej. Los caballos rápidos llegaron a la meta.

2) Adjetivo predicativo conexo. Incide indirectamente sobre el sustantivo a través


del verbo y se encuentra dentro de un SV. Puede desempeñar las funciones de:
- Atributo. Ej Los caballos son rápidos.

- Complemento predicativo. Ej. Los caballos llegaron rápidos a la meta.

-Posición del adjetivo.

Parecen haber cambiado las normas que rigen la posición del adjetivo calificativo
atributivo o adjunto respecto al sustantivo desde el latín clásico hasta el castellano.

En latín clásico lo normal era la anteposición del adjetivo (ej. SUMMA


PRUDENTIA). En el orden inverso adquiría un valor enfático o expresivo.

En latín vulgar, en cambio, lo habitual era la posposición de todo adjetivo no cargado


de expresividad o valoración.

En castellano el adjetivo antepuesto al sustantivo es también el que presenta especiales


valores significativos.

El orden no marcado es sustantivo + adjetivo, que es el que manifiesta, por lo general,


la función lógica del adjetivo: la de restringir la referencia del sustantivo.

Ej. Alçó su mano diestra (Poema de Mio Cid)

En castellano la anteposición del adjetivo puede indicar que la cualidad es inherente al


sustantivo.

Ej blanca nieve, verde hierba, mansas ovejas...

Por la actitud valorativa o afectiva que suele conllevar este orden y también por el deseo
de realzar la realidad, la anteposición es frecuente:

- En oraciones exclamativas. Ej ¡Bonita casa!

- En la expresión de las cualidades susceptibles de valoración subjetiva. Ej Tiene


mala fama.

Los adjetivos que poseen un significado próximo a los determinantes también se


anteponen.

Ej La próxima estación, la siguiente pregunta, la referida historia…

A veces adjetivo y sustantivo se unen para construir sintagmas estereotipados de sentido


único. En estos casos el orden suele ser fijo.

Ej el libre albedrío, la pura verdad…

Unos pocos adjetivos tienen un significado diferente según su posición.


Ej. Un hombre pobre / un pobre hombre.

3.2. Evolución de los tipos de adjetivos del latín al castellano.

-Clasificaciones. Podemos establecer las siguientes clasificaciones de adjetivos en


latín:

1) Atendiendo a la declinación. Pueden distinguirse dos tipos de adjetivos:

a) Los que siguen la 1ª y la 2ª declinación: BONUS,-A,-UM / NIGER,-GRA,-


GRUM

b) Los que siguen la 3ª declinación: FORTIS,-E/ PRUDENS,-NTIS

2) Atendiendo al número de formas que presenta el nominativo para la distinción


de género, pueden distinguirse:

a) Los que tienen tres terminaciones (una para cada género): BONUS,-A,-UM /
NIGER,-GRA,-GRUM / ACER, ACRIS, ACRE.

b) Los que tienen dos terminaciones (una para masculino-femenino y otra para
neutro): FORTIS (masc. –fem), FORTE (neutro) / TRISTIS (masc. –fem), TRISTE
(neutro)

c) Los que tienen una terminación (para los tres géneros): PAUPER,-RIS/
PRUDENS,-NTIS

Los adjetivos de dos terminaciones realizaban solo la oposición masc.-fem. (animado) /


neutro (inanimado).

Incluso los de una terminación distinguían dos formas en el acusativo singular:


PRUDENTEM / PRUDENS

También distinguían dos formas en el nominativo, vocativo y acusativo plural:


PRUDENTES / PRUDENTIA

Por otra parte, los adjetivos de tres terminaciones de la 3ª declinación (como ACER,
ACRIS, ACRE), que constituían un número reducido (13), solo distinguían el
masculino del femenino en el nominativo singular, si bien se confundían con
frecuencia. Ej. De confusión: ACRIS SOMNUS (masc.) ACER HIEMS (fem)

-Latín vulgar.
En latín vulgar se produce en el adjetivo una tendencia a regularizar los paradigmas
(como ocurría con el sustantivo)

La tendencia regularizadora provocará la extensión del tipo flexivo –US,-A, -UM,


debido probablemente a la mayor importancia que los hablantes concedieron a la
oposición masculino/femenino frente a la de animado/inanimado.

Esta hipótesis está confirmada por el hecho de que en ninguna lengua romance se ha
conservado la oposición animado/inanimado.

El Appendix Probi presenta muestras de la tendencia a regularizar los paradigmas del


adjetivo vulgar: ACRE NON ACRUM / TRISTIS NON TRISTUS / SACER NON
SACRUS

-Resultados en español.

No obstante, en español los adjetivos procedentes de la 3ª declinación latina presentan,


en general, un carácter más conservador que en otras lenguas y dialectos romances, pues
no admitieron tantas extensiones analógicas.

Así, en aragonés medieval se utilizaban tristo y trista, mientras que en español solo
existe triste; en italiano se emplean povero y povera, mientras que en español solo
tenemos pobre.

-El adjetivo en español.

El adjetivo deriva siempre del acusativo, sin que muestre restos de otros casos, como sí
ocurría con el sustantivo.

En cuanto al número, persiste la distinción singular/plural. La formación del plural


sigue las mismas pautas que en los sustantivos de contextura fónica semejante: buenos,
malas, jóvenes, fáciles…

-El género del adjetivo.

En cuanto al género, bastantes adjetivos latinos tenían la posibilidad de cambiar su


terminación en función del sustantivo al que acompañaban.

Ej. BONUS PUER; BONA PUELLA; BONUM TEMPLUM

La desaparición del género neutro del sustantivo provocará también la del adjetivo, si
bien se conserva el sentido neutro en los adjetivos sustantivados con lo.

Ej. Lo bueno, lo malo, lo fácil…


-Paso al castellano.

En general, los adjetivos latinos de tres terminaciones pasaron a tener dos en castellano,
los de dos terminaciones pasaron a tener una en nuestro idioma y los de una terminación
la mantuvieron.

1) Adjetivos latinos de tres terminaciones: BONUS, -A,-UM ; NIGER,-GRA,-UM

Los dos tipos de flexión se igualan en el acusativo: BONUM> bueno; NIGRUM>


negro; BONAM> buena ; NIGRAM > negra

Estos adjetivos de tres terminaciones son el origen de los adjetivos regulares en


cuanto al género en castellano: -o/-a, -os/-as.

Excepcionalmente, hay un reducido número de adjetivos latinos de tres


terminaciones que han pasado al castellano como invariables respecto al género:

DUPLUS,-A,-UM (doble); SIMPLUS, -A-UM (simple); FIRMUS,-A,-UM (firme);


LIBER, -RA,-RUM (libre)

Sin embargo, lo más habitual es la tendencia contraria: dotar de distinción genérica


entre masculino y femenino a los adjetivos que en latín no los diferenciaban.

Ej. Rudo, ruda (RUDIS,-E en latín)

Esta tendencia ha sido menos importante en castellano que en otras lenguas y


dialectos romances.

Los derivados españoles de los 13 adjetivos de la 3ª declinación del tipo –ER,-RIS,-


RE son invariables en cuanto al género, pues sus antecesores latinos distinguían
masculino y femenino solo en el nominativo singular ( y no siempre) Así ,el
acusativo singular terminaba en –REM para ambos géneros.

Ej SILVESTREM> silvestr.

Lat. Vulg. *ALECREM> alegre

2)Adjetivos latinos de dos terminaciones y de una terminación.

Producen como resultado adjetivos invariables en cuanto al género en castellano. EJ.


Fuerte (de FORTIS,-E), breve (de BREVIS,-E), prudente (de PRUDENS,-NTIS)…

Como excepción tenemos rudo, ruda (de RUDIS,-E).

-Creación de un femenino analógico.


Podemos distinguir tres grupos de adjetivos que crearon un femenino analógico en
español:

1) Los terminados en –or (< latín –OREM) En los orígenes del castellano eran
invariables en cuanto al género. Ej. Espada traidor (Poema de Mio Cid); alma
sentidor…

A partir del siglo XIV comienza la generalización de la terminación femenina en


–ORA (loadora, sabidora, traidora…).

En este proceso no afecta ni a los comparativos irregulares ni a otros adjetivos


introducidos por vía culta que presentan la terminación –ior del comparativo:
mejor, peor, mayor, menor, superior, inferior, anterior, posterior, interior,
exterior.

Solo se ve afectado algún adjetivo que se sustantiva: la superiora.

2) Los terminados en –on (< latín –ONEM) Como ocurría con los del grupo
anterior, no presentaban marca de género en los orígenes del castellano. Ej.
Gentes españones ( Poema de Fernán González)

A finales de la Edad Media ya se documentan ejemplos de la terminación


femenina en –ONA: ladrona, bretona…

3) Los terminados en –es (< latín –ENSEM) Ya desde el siglo XII se registran
casos como el siguiente: burgueses e burguesas por las finiestras son (Poema de
Mio Cid).

A finales de la Edad Media se impone la forma femenina en –esa, si bien todavía


en el siglo XVI quedan restos del adjetivo invariable en cuanto al género. Ej. La
leonés potencia; la provincia cartaginés…

Actualmente es obligatorio el femenino terminado en –esa en los gentilicios:


francesa, leonesa, cordobesa, portuguesa…

En otros casos hay vacilación: montés o montesa.

Incluso existe algún adjetivo que conserva la forma invariable: cortés.

-Apócope.

En algunos adjetivos, la apócope, habitual durante los siglos XII y XIII, acabó
perpetuándose. En casi todos se trata de la caída de la –o del masculino cuando precede
al sustantivo: buen hombre, mal ladrón (como ocurre también en ciertos determinantes
numerales o indefinidos: primer, tercer, algún).

En castellano medieval también se apocopa la forma femenina cuando el sustantivo


comienza por vocal.

Ej. El que en buen ora nació (Poema de Mio Cid)

En santo la apócope ( y posterior reducción a san) solo permaneció como título ante
nombre propio masculino: san José, san Francisco, san Antonio…

Son excepciones casos como santo Tomás y santo Domingo (porque los antropónimos
presentan una consonante dental inicial seguida de o).

En grande, que era invariable, durante la Edad Media la apócope de –e se daba ya ante
sustantivos de ambos géneros y con cualquier fonema inicial: grant recabdo; grand
iura…

En textos medievales se documenta la pérdida de la –e de grande incluso cuando el


adjetivo está pospuesto: el de la barba grant (Poema de Mio Cid)

Actualmente la variante apocopada solo se utiliza en posición prenominal: un gran


hombre; una gran mujer…

3.3.La gradación del adjetivo calificativo.

-Latín.

En latín como en castellano el adjetivo calificativo admite tres grados de significación:

▪ Positivo. Se presenta el adjetivo sin más

▪ Comparativo. En latín las siguientes construcciones

a) De superioridad. El procedimiento era de tipo sintético y


consistía en añadir desinencias específicas al adjetivo. (-ior
masc y fem ; -ius neutro). Ej. FORTIS-E > FORTIOR,
FORTIUS.

Existen algunos comparativos irregulares en los que se


produce un cambio de lexema (BONUS > MELIOR; MALUS
> PEIOR; MAGNUS > MAIOR; PARVUS > MINOR)

El segundo procedimiento era de tipo analítico. En latín


clásico se utiliza el adverbio “magis” y a partir de la época
imperial también “plus”. Era obligatorio el empleo de la
constitución analítica en adjetivos cuya terminación
fuera .eus, -ius, -uus.

Ej. IDONEUS MAGIS IDONEUS / DUBIUS MAGIS


DIBIUS / ARDUUS MAGIS ARDUUS.

b) De igualdad e inferioridad. En latín se utilizaba


exclusivamente el procedimiento de tipo analítico.

TAM…QUAM (igualdad) / MINUS…QUAM (inferioridad)

c) El segundo término de la comparación. Si aparece “QUAM”


va en el mismo caso que el primer término.

Ej. Sintética: PETRUS FORTIOR QUAM PAULUS EST


(nom)

Analítica: PETRUS MAGIS FORTIS QUAM PAULUS


EST (voc)

En la construcción sintética del comparativo de superioridad


si el primer término va en nominativo o acusativo, el segundo
puede ir en ablativo sin que aparezca “QUAM”.

Ej. PETRUS FORTIOR PAULO EST (ablativo singular)

La construcción con “QUAM” es obligatoria cuando el


segundo término es un adjetivo.

Ej. PETRUS PRUDENTIOR QUAM FORTIS EST.

▪ Superlativo: dos tipos: el absoluto y el relativo.

a) Absoluto. Expresa una cualidad poseída en el más alto grado sin


comparación y referencia a término alguno.

El primer procedimiento era de tipo sintético, es decir, mediante la adición


de desinencias (-issimus; -issima;-issimum). En casos especiales: -errimus
(CER+ ISIMUS), -illimus (LIL+ SIMUS) pauper pauperrimus.

Existían los siguiente superlativos irregulares ( BONUS OPTIMUS;


MALUS PESSIMUS; MAGNUS MAXIMUS; PARVUS
MINIMUS)

El segundo procedimiento era de tipo analítico y se utilizan adverbios como


“maxime”, “valde”, “ bene”, “multum” y “fortiter”. Como ocurría con el
comparativo, también en el superlativo es obligatorio el procedimiento
analítico para los adjetivos cuya terminación es –eus, -ius, -uus.

Ej. Maxime idoneus, maxime dubius, maxime arduus

b) Relativo. Expresa una cualidad poseída en alto grado, pero en relación con
un término que designa el conjunto del cual sobresale el individuo al que se
atribuye la cualidad.

- La forma del superlativo + genitivo plural:

CICERO ELOQUENTISSIMUS + acusativo plural

- La forma del superlativo + inter + acusativo plural:

CICERO ELOQUENTISSIMUS INTER ORATORES EST

- La forma del superlativo +”e” o “ex” + ablativo plural:

CICERO ELOQUENTISSIMUS EX ORATORIBUS EST.

-Español.

1) Comparativo.

a) de superioridad. En castellano se generaliza el procedimiento analítico con el


adverbio “más” y la conjunción “que” del procedimiento sintético utilizado. En latín
para el comparativo de superioridad solo han sobrevivido cuatros formas:

MELIAREN > MEJOR, PERIOREN > PEOR, MAIOREN > MAYOR, MINOREN >
MENOR

Además hay una serie de adjetivos que son en realidad prestamos cultos del latín
introducidos en el periodo medieval o post- medieval que presentan el morfema -IOR
del comparativo.

Son los siguientes: anterior, posterior, interior, exterior, superior e inferior. Además de
su significación locativa, pueden funcionar como comparativos de bueno y malo,
respectivamente la forma “señor” procedente “senior” ha perdido completamente su
noción de comparativo.

b) de igualdad y de inferioridad.

“TAM…QUAM” fue sustituido por “TAN…COMO”

“MINUS…QUAM” > “MENOS…QUE”


c) El segundo término de comparación. En castellano medieval y clásico es
posible que el segundo término de la comparación aparezca introducido por
la preposición “de”

“NON AVIE DEL MÁS RICO EN ESA VECINDAD”

En el español actual lo normal es que el segundo término de la comparación


de igualdad vaya introducido por la conjunción “como” y que el de la
comparación de superioridad e inferioridad vaya introducido por “que”. Esta
conjunción comparativa “que” parte de la conjunción latina “quam”, que en
su origen debió dar “ca”. Posteriormente se confundiría con la conjunción
“que” que parte de “quid” o con el pronombre relativo “que”, que viene de
“quem”. Hoy subsiste algún resto de la preposición “de” como introductora
del 2º término de la comparación cuando este es “la+adj”.

Ej. Es mayor de lo conveniente.

También debe usarse “de” en las oraciones afirmativas si después de “más”


figura un numeral.

Ej. Asistieron más de 300 personas

En las oraciones negativas puede emplearse “que” o “de”

2) Superlativo.

a) Absoluto.

- Procedimiento analítico (más de una palabra) adv. “muy” + adjetivo positivo.

Ej. Juan es muy alto / MULTUM > MUY

En castellano antiguo el superlativo absoluto puede formarse también con la partícula


“tan” seguida del adjetivo en grado positivo.

“fabló mio cid bien e tan mesurado”

No han dejado herencia en español las formas del superlativo absoluto latino con
“maxime” y con “valde”, pero sin con “Bene > bien”. A veces, se emplean otros
adverbios delante del adjetivo en grado positivo. Ej. “extraordinariamente bueno”

Otro procedimiento analítico de expresar el superlativo absoluto en español y que ya se


da desde los primeros textos del idioma consiste en anteponer el artículo determinado a
la forma del comparativo. Ej. Bueno mejor el mejor

A veces, en lugar del artículo determinado aparece otro determinante. Ej. “mi peor
enemigo”, “su mejor virtud”
- Procedimiento sintético.

▪ Superlativo cuyo lexema es diferente al del grado positivo del


adjetivo. Ej. MINIUM > MÍNIMO.

Estos adjetivos tienden a perder su valor de superlativo y se emplean como adjetivos en


grado positivo en construcciones analíticas.

▪ Superlativo creador por medio de la desinencia. Ej. –ÍSIMO y su


variante –EÍSSIMO.

Estos superlativos apenas fueron empleados en la Edad Media (hay un caso de


“dulcíssimo” en Gonzalo de Berceo) (También otro caso de “altíssimo”) (Estos dos
únicos superlativos se emplean hablando de Dios, por lo tanto, en un lenguaje muy
culto)

El uso de estos superlativos se incrementó durante el renacimiento por influencia culta,


pero decayó en siglos posteriores. Solo a partir de fines del siglo XIX su empleó se hace
abundante.

El carácter culto (no patrimonial) de estas formas sufijadas se demuestra por el hecho de
que frecuentemente el sufijo se aplica a la forma no evolucionada del adjetivo.

FORTIS-E FORTÍSIMO

ANTIQUIS ANTIQUÍSIMO

CRUDELIS CRUDELÍSIMO

PAUPER PAUPÉRRIMO

SACRATUM SACRATÍSIMO.

Tema 4: Los pronombres

4.1. Rasgos generales

La categoría del pronombre sufrió un amplio reajuste en el paso del latín al castellano.

Conservó sus funciones propias: referencia deíctica a elementos del contexto


lingüístico o “situacional” y posibilidad de determinación del sustantivo (esta última no
con todos los pronombres).

La categoría del pronombre mantuvo sus clases fundamentales (personales,


demostrativos, etc.), con la creación del artículo como una nueva forma de
determinante.
Sin embargo, dentro de cada uno de los grupos (o clases) de pronombres hubo notables
variaciones: pérdidas e incorporaciones de elementos, cambios de posición de las
estructuras, etc.

El resultado, no obstante, fue un sistema bastante parecido al latino: hasta tal punto esto
es así que algunos pronombres conservan restos del género neutro y del caso, dos
categorías que se perdieron en el resto del sistema nominal.

4.2. Los pronombres personales

Paradigmas en latín.

El latín clásico disponía de pronombres específicamente personales para la 1ª y para la


2ª persona. Para la 3ª debía servirse de cualquiera de los demostrativos.

Además, existía un pronombre reflexivo.

Pronombres específicamente personales:

1ª pna.sg. EGO

2ª pna.sg. TU

1ª pna.pl. NOS

2ª pna.pl. VOS

Pronombre reflexivo: SE

Pronombres específicamente personales:

Tienen variaciones de caso.

Singular:

Nom. EGO / TU

Acus. ME / TE

Gen. MEI / TUI

Dat. MIHI / TIBI

Abl. ME / TE

Pronombres específicamente personales:

Plural:
Nom. NOS / VOS

Acus. NOS / VOS

Gen. NOSTRUM o NOSTRI / VESTRUM o VESTRI

Los pronombres específicamente personales del latín no tenían diferencias de género.

Sí tenían diferencias de número. La distinción entre el singular y plural se indicaba


mediante el cambio de la raíz: EGO/ NOS, TU/VOS.

Parece que fue en época tardía cuando se produce la incorporación definitiva de las
formas de la 3ª persona en latín.

En el caso de la evolución del latín al castellano, fue ILLE, ILLA, ILLUD el


demostrativo que finalmente triunfó.

Este demostrativo latino se convirtió en el origen de los pronombres personales


españoles de 3ª persona.

Pronombre reflexivo:

Tiene variaciones de caso, pero no existe nominativo.

Acus. SE

Gen. SUI

Dat. SIBI

Abl. SE

No tiene diferencias de género ni diferencias de número.

Evolución al Castellano.

En castellano tenemos dos tipos de pronombres personales:

1) Formas tónicas o acentuadas.

2) Formas átonas o inacentuadas.

-Evolución al castellano (formas tónicas)

1) Formas tónicas o acentuadas. Pueden tener dos comportamientos: sujeto y término


de preposición.

Las formas que funcionan como sujeto proceden del nominativo, mientras que las
formas en singular con preposición proceden del dativo.
1ª y 2ª personas del singular.

Nominativo:
ĔGO > ĕo > *ieo > *ío > ió > yo (evolución propuesta por Menéndez Pidal)
ĔGO > ĕo > *ío > ió > yo (evolución propuesta por Lausberg)
TŪ > tú
Dativo:

MĬHĪ > MĪ > mí (la contracción en MĪ se produce en latín clásico)


TĬBĪ > tī > ti (la contracción en ti se produce en latín vulgar, a imitación de MĪ)

Mí y ti (procedentes del dativo latino) se usarán siempre con preposición en español.

Cuando la preposición es con, los pronombres mí y ti se funden con ella, formando una
sola palabra: conmigo, contigo.

Las formas del latín clásico MĒCUM y TĒCUM aparecen en documentos vulgares
como MĪCUM y TĪCUM, respectivamente.
El cambio se debe a que el castellano reservó las formas procedentes del acusativo
latino (me y te) para usos átonos, prefiriendo mí y ti para un uso tónico (como es el de
término de preposición).
CUM-MĪCUM > conmigo
CUM-TĪCUM > contigo
En castellano el orden de colocación de la preposición respecto al término regido es más
fijo que en latín: la preposición debe ir delante.
Hasta tal punto llega esta rigidez que en el caso de estos pronombres personales se
antepone de nuevo la preposición que va pospuesta.

Con el paso del tiempo se pierde conciencia de que la partícula pospuesta a estos
pronombres funciona como preposición. De ahí que la evolución fonética dé como
resultado –go.

· 1.ª y 2.ª personas del plural


Nominativo-acusativo:
NŌS > nos
VŌS > vos
Nos y vos fueron las formas usuales hasta el siglo XIV; a partir de entonces comienzan a
ser reemplazadas por nosotros, nosotras y vosotros, vosotras.
NŌS + ALTEROS, -AS > nosotros, -as
VŌS + ALTEROS, -AS > vosotros, -as
En el siglo XIV estas formas se encuentran en las obras de don Juan Manuel y del
Arcipreste de Hita (si bien ya hay algún ejemplo anterior en el XIII).
Durante los siglos XIV y XV, nosotros y vosotros tienen un claro valor enfático y
contrastivo, para poner la 1.ª o la 2.ª persona en contraste con otra. Ejs.:
“Sy pesa a vos otros, bien tanto pesa a mí” (Libro de buen amor).
“Nos somos nobles, que no vosotros” (Juan Rodríguez de la Cámara, Siervo libre).
En el siglo XVI se generalizan como formas únicas y pierden el valor enfático.

Dativo-ablativo:

Las formas plurales de dativo y ablativo, NOBIS y VOBIS, desaparecen.


Como ocurría en el singular, estas formas también podían llevar la preposición CUM
pospuesta en latín clásico: NOBISCUM y VOBISCUM.
En latín vulgar se tendió a construir todas las preposiciones con acusativo, olvidándose
el ablativo.
Así, NOBISCUM y VOBISCUM pasan a ser NŌSCUM y VŌSCUM, respectivamente.
Como ocurría con los pronombres personales de 1.ª y 2.ª personas de singular, en el
paso del latín al castellano se antepone de nuevo la preposición que iba pospuesta:
CUM-NŌSCUM > connosco
CUM-VŌSCUM > convosco
Existieron también otras formas como connusco y convusco.
Ninguna de estas variantes utilizadas en la Edad Media se conserva en español
moderno.
Antes de acabar la época medieval fueron sustituidas por las formas reestructuradas con
nosotros, con nosotras, con vosotros y con vosotras.
Pronombre reflexivo
- Carece de nominativo.
- No presenta diferencias de número: singular y plural coinciden.
Dativo
SĬBĪ > sī > sí
Se produce la misma contracción que en MĪ y tī.
Sí (procedente del dativo latino) se usará siempre con preposición en español.

Del mismo modo que los pronombres de 1.ª y 2.ª personas, el reflexivo también podía ir
unido a la preposición CUM en latín.
El clásico SĒCUM fue sustituido por SĪCUM en latín vulgar. El cambio se debe a que
el castellano reservó las formas procedentes del acusativo latino (como se) para usos
átonos, prefiriendo sí para un uso tónico (como es el de término de preposición).
CUM-SĪCUM > consigo
Ya hemos visto que en castellano el orden de colocación de la preposición respecto al
término regido es más fijo que en latín: la preposición debe ir delante. En el paso del
latín a nuestro idioma se antepone de nuevo la preposición que iba pospuesta.
· 3.ª persona del singular
En época tardía se produce la incorporación definitiva de las formas de 3.ª persona en
latín.
El demostrativo latino ILLE, ILLA, ILLUD se convirtió en el origen de los pronombres
personales españoles de 3.ª persona.
De ahí que dé como resultado formas variables y regulares en cuanto al género y al
número.
Los pronombres castellanos de 3.ª persona del singular proceden del nominativo latino.
Masculino: ĬLLE > él (forma apocopada que se impuso como general desde el siglo
XIII).
Femenino: ĬLLA > ella
Neutro: ĬLLUD > ello
· 3.ª persona del plural
Estos pronombres proceden del acusativo latino.
Masculino: ĬLLOS > ellos
Femenino: ĬLLAS > ellas

La 1.ª y 2.ª personas del singular tienen formas diferentes para los comportamientos de
sujeto y de término de preposición (yo/mí, tú/ti).
La 3.ª persona y el plural de la 1.ª y de la 2.ª tienen las mismas formas para ambos
comportamientos:
• 3.ª persona: él, ella, ello, ellos, ellas
• 1.ª persona del plural: nosotros, nosotras
• 2.ª persona del plural: vosotros, vosotras

Fórmulas de tratamiento

En un principio, la 2.ª persona del sistema pronominal latino presentaba solamente


distinciones de número:
- TU se utilizaba siempre como referencia a una persona, sin que tuviera trascendencia
su estatus sobre el hablante.
- VOS se utilizaba para dirigirse a más de una persona.
En la última etapa del latín, VOS pasa a emplearse, además, para el trato respetuoso en
singular.
En concreto, parece que empezó a usarse para dirigirse al emperador, pero se extendió
luego a otras dignidades a las que se debía respeto o un trato más formal
Este sistema en que vos mantenía un valor singular (respetuoso) y otro plural
(respetuoso y no respetuoso) continuó en los orígenes del castellano.
Así, en el Poema de Mio Cid, la gente se dirige al protagonista mediante el vos.
Ej.: “Çid, en el nuestro mal vos non ganades nada”.

En los orígenes del castellano y durante gran parte de la Edad Media, el sistema de
fórmulas de tratamiento es el siguiente:

No deferencial Deferencial
Singular tú vos
Plural vos vos

Sin embargo, a finales de la Edad Media vos ha ampliado el campo de referencia, pues
su empleo en las relaciones sociales le ha hecho perder buena parte de su valor
deferencial.
Hacia el siglo XV vos se ha aproximado tanto al informal tú que los hablantes se ven
obligados a construir nuevas fórmulas deferenciales de tratamiento a partir de
sustantivos abstractos como merced, señoría, etc.
La fórmula que tuvo mayor aceptación fue vuestra merced, junto con vuestras
mercedes; esta última extendía al plural la distinción entre el trato familiar y el
respetuoso, que hasta entonces se había restringido al singular.
En este mismo periodo, el plural vos, limitado al valor no deferencial por la creación de
vuestras mercedes, fue sustituido por vosotros.
Nosotros y vosotros se generalizan en el siglo XVI como formas únicas (si bien ya
venían utilizándose en los siglos XIV y XV).
Así pues, a comienzos del Siglo de Oro, el sistema de fórmulas de tratamiento se había
convertido en:
No deferencial Deferencial
Singular tú - vos vuestra merced
Plural vosotros vuestras mercedes

Durante el Siglo de Oro y el XVIII, la pugna entre tú y vos se resolvió a favor de tú en


toda la península y en aquellas zonas de América (Perú, Bolivia, México…) que
mantenían un contacto más estrecho con las transformaciones culturales que se
producían en España.
Al mismo tiempo, vuestra merced, que resultaba incómodo por su larguísimo cuerpo
fónico, sufrió una serie de reducciones (en un principio no aceptadas por el habla culta)
que dieron lugar a vuesa merced, vuesarced, voacé, vucé, vuced, vusted, etc., y
finalmente a usted (que queda a fines del siglo XVII como la forma de respeto en
español).
De la misma manera, vuestras mercedes se redujo hasta convertirse en ustedes
Como resultado de todo lo explicado anteriormente surge el sistema moderno de
tratamiento pronominal:
No deferencial Deferencial
Singular tú usted
Plural vosotros ustedes

En Andalucía occidental y en toda América se ha perdido la distinción entre las formas


plurales deferencial y no deferencial en favor del originariamente deferencial
ustedes, que hoy en día equivale en estas áreas al vosotros del estándar peninsular.

Además, en las distintas zonas de América la rivalidad ente tú y vos en el uso singular
no deferencial se ha resuelto de diferentes maneras:
- Prefirieron tú en México, Perú, Bolivia, islas del Caribe y casi toda Venezuela.
- Predominó vos en las áreas más “distantes” culturalmente de España: Argentina,
Paraguay, Uruguay y los países centroamericanos.
- En otros lugares, como Chile, Ecuador y Colombia, continuó la competencia entre los
dos elementos.

Simplificando la compleja situación de las formas no deferenciales del singular, el


sistema de tratamiento pronominal usado en el español de América puede
esquematizarse así:
No deferencial Deferencial
Singular tú - vos usted
Plural ustedes ustedes

Es necesario indicar que, sea cual sea el sujeto usado como forma de tratamiento no
deferencial en singular, tú o vos, el pronombre objeto (directo o indirecto) es te y los
posesivos asociados tu y tuyo.
Así, cuando vos es la forma de sujeto, expreso o no, hallamos construcciones como:
“(vos) te quedás aquí”; “(vos) indicame tu casa”; “(vos) siempre salís con lo tuyo”.

Evolución al castellano (formas átonas)


2) Formas átonas o inacentuadas
Las formas de 1.ª y 2.ª personas y del pronombre reflexivo proceden del acusativo
latino.
Las formas de 3.ª persona proceden del acusativo y del dativo.
· 1.ª y 2.ª personas del singular
Acusativo:
MĒ > me
TĒ > te
· 1.ª y 2.ª personas del plural
Acusativo:
NŌS > nos
VŌS > vos
Esta última forma empezó a reducirse a os en algún caso de enclisis verbal con el
imperativo (levantadvos > levantados > levantaos).
Os se propaga hasta hacerse general en el siglo XVI.

En latín las funciones de CD y CI eran desempeñadas por formas diferentes de los


pronombres de 1.ª y 2.ª personas. Ej.: acusativo MĒ (CD) / dativo MĬHĪ (CI).
En castellano ambas funciones (CD y CI) van a tener una forma de expresión única:
me, te, nos, os.
· Pronombre reflexivo
Acusativo:
SĒ > se
Se emplea la misma forma para singular y plural.
· 3.ª persona del singular
Hay formas diferentes para expresar las funciones de CD y CI.
Para diferenciar ambas funciones se toman las formas procedentes del acusativo y del
dativo latinos, respectivamente.
Acusativo:
Masculino: ILLUM > lo
Femenino: ILLAM > la
Neutro: ILLUD > lo
Dativo:
Masculino y femenino: ILLI > le

· 3.ª persona de plural


Acusativo:
Masculino: ILLOS > los
Femenino: ILLAS > las
Dativo:
Masculino y femenino: ILLIS > les

En la secuencia de dativo + acusativo surgió un sonido palatal en el dativo, quizás a


partir de una forma primitiva como *(e)li elo:
ILLI ILLU(M) > *(e)li elo > gelo > se lo
Gelo se propagó por analogía al plural. Así, en lugar de decirse les lo se dijo gelo (como
en singular).
Esta forma gelo prevalece hasta el siglo XIV, en que empieza a ser sustituida por la
moderna se lo.
En estos casos, se es una variante del dativo le (les). Se emplea solo cuando precede
inmediatamente a otro pronombre que empieza por /l-/. Es común al singular y al plural.
Ej.: “se lo dije”.

Leísmo, Laísmo y Loísmo

Las formas átonas de la 3.ª persona a veces tienen un uso no etimológico:


Leísmo: ILLI(-S) > le (les) como CD
Laísmo: ILLAM (-AS) > la (las) como CI
Loísmo: ILLUM (-OS) > lo (los) como CI
El uso no etimológico de estas formas pronominales aparece ya en textos de la Edad
Media.
Los fenómenos en cuestión representan una tendencia de la lengua a introducir en el
pronombre de 3.ª persona una diferenciación genérica (le para el masculino, la para el
femenino y lo para el neutro) a costa de la diferenciación casual.
Desde muy pronto se documentan ejemplos de leísmo: “Al bueno de Mio Çid en
Alcoçer le van çercar”; “Viédales exir e viédales entrar” (Poema de Mio Cid).
El laísmo y el loísmo están menos extendidos, pero también hay ejemplos medievales:
“la començó a dezir: por Dios…”; “para lo toller las armas” (Historia Troyana).

Apócope de los pronombres átonos

En castellano medieval, los pronombres personales átonos solían ser enclíticos, es decir,
formaban una sola unidad fonética con la palabra anterior, que era generalmente un
verbo (pero no de modo exclusivo).
Por ello, desde fines del siglo XI, la /-e/ de le, se, me y te podía perderse, como

cualquier otra /-e/ final, cuando la palabra sobre la que se apoyaba acababa en vocal.

Ejs.: “antes quel prendan”; “pagós Mio Çid”; “déxem ir en paz”; “veot
aguijar”.
Según Menéndez Pidal, la apócope de se, me y te fue cayendo en desuso desde fines del
siglo XIII. Sin embargo, la de le subsistió hasta finales de la Edad Media, aunque en
circunstancias mucho más limitadas que en lo antiguo.

Otras alteraciones de los pronombres átonos


En ocasiones se producía la asimilación entre la /–r/ del infinitivo y la /l-/ de los
pronombres de 3.ª persona: serville, tomallo, sufrillo…
Según Lapesa, estas asimilaciones estuvieron de moda en el siglo XVI entre andaluces,
murcianos, toledanos y gentes de la corte; después decayeron, aunque se utilizaron a
final de verso durante todo el siglo XVII por la facilidad con que procuraban rimas a los
poetas.

Otra asimilación habitual se producía entre la /-d/ del imperativo y la /l-/ del pronombre:
avello, prendello…

Sin embargo, en estos casos lo más habitual fue la metátesis: prestalde, dalde, teneldo…
Según Lapesa, “la lucha entre dalde y dadle, teneldo y tenedlo se prolongó hasta la
época de Calderón”.

4.3.Los pronombres posesivos

4.3.1. Antecedentes

En latín clásico tenían 3 posesivos de 1 solo poseedor.

MEUS / MEA / MEUM

TUUS / TUA / TUUM

SUUS/ SUA / SUUM

Estos posesivos se declinaban como Bonus,-a , -um.

Para los posesivos de varios poseedores, el latín clásico tenía:

NOSTER (1ªpersona) NOSTRA / NOSTRUM

VESTER (2ª persona) VESTRA / VESTRUM

VOSTER / VOSTRA / VOSTRUM (latín arcaico)

4.3.2. Evolución de los pronombres posesivos al castellano.

El español mantuvo dos series de formas. Según Méndez Pidal:

1) Formas largas o de pronombres sustantivos (tuyo, mío...)

2) Formas cortas o de adjetivo (mi, tu…)

· Pronombres posesivos de 1 solo poseedor.

1 Persona: Formas largas o de pronombres sustantivo.

Masculino singular y plural.


MEUM >meo >mieo > mío

MEOS > meo > mieos > míos

Femenino singular y plural.

MEAM > mea > mía

MEAS > meas > mías

1 persona: Formas cortas o de adjetivos

Masculino singular y plural.

Se utiliza en castellano medieval las mismas formas estudiadas para las formas largas o
de pronombre sustantivo. Mío (-s) / Mió (-s)

Femenino singular y plural.

Míe (-s) / mié (-s) / mi (-s)

Desde muy antiguo había confusiones entre las formas masculinas y femeninas.

En el último tercio del siglo XIII en Castilla se prefirieron las formas femeninas para
ambos géneros.

Según Méndez Pidal, la confusión de género se debe principalmente a que estos no se


expresaban mediante –o frente -a.

2 y 3 persona:Formas largas o de pronombre sustantivo.

Femenino singular y plural

TUAM > tua > túa > tuya

SUAM > sua > súa > suya

TUAS > túas > túas > tuyas

SUAS > súas > súas > suyas

Se da un fenómeno que no se da por etimología, sino por analogía.

Masculino singular y plural.

TUUM > tuo > too > to

SUUM > suo > soo > so

TUOS > tuos > toos > tos


SUOS > suos > soos > sos

2 y 3 persona: Formas cortas o de adjetivo

Masculino singular y plural: to (-s) / so (-s)

Femenino singular y plural: tue (-s) / tu (-s) / sue (-s) / su (-s)

Desde muy antiguo había confusiones entre las formas masculinas y femeninas.
Finalmente prevalecieron por completo las formas femeninas para ambos géneros.

Varios poseedores (1ª y 2ª persona)

Masculino singular y plural.

NOSTRUM > nuestro

VOSTRUM > vuestro

NOSTROS > nuestros

VOSTROS > vuestros

Femenino singular y plural

NOSTRAM > nuestra

VOSTRAM > vuestra

NOSTRAS > nuestras

VOSTRAS > vuestras

3ª persona: El español no tiene formas diferentes para aludir a uno o a varios poseedores
en la 3ª persona. ( tuyo / suyo forma larga), (su / tu forma corta)

4.3.3. Formas átonas con artículo

En Castellano medieval podemos encontrar construcciones como: “De los sos oios tan
fuertemiente lorando”

Era por secuencia claramente marcada, de especial valor afectivo, retórico o realzador
de la posesión.

El uso del artículo con formas átonas del posesivo se va perdiendo progresivamente a
partir del siglo XIV hasta que desparece completamente en el SXVI.

Solo se ha conservado dialectalmente o en textos arcaizante.

4.4. Los pronombres demostrativos


-Los demostrativos latinos y su tránsito a las lenguas romances

El sistema de los demostrativos latinos era algo complejo.Los pronombres propiamente


deícticos tenían tres grados:
HIC, HAEC, HOC
ISTE, ISTA, ISTUD
ILLE, ILLA, ILLUD
Existía un pronombre anafórico: IS, EA, ID
Además, el latín poseía dos pronombres de identidad: IDEM, EADEM, IDEM / IPSE,
IPSA, IPSUM
De los pronombres de identidad solo quedó IPSE. IS desapareció por su debilidad
fónica, lo que también eliminó a HIC.
La desaparición de HIC en el primer grado deíctico hace que ISTE se desplace del
segundo al primer grado, con lo que en esta etapa de la evolución tenemos un sistema
deíctico bimembre: ISTE / ILLE (con el refuerzo ECCE o *ACCU)
El sistema binario está en la base de la mayoría de las lenguas romances, pero las más
arcaizantes reconstruyeron el sistema ternario.
Así, el castellano eligió el heredero de IPSE para ocupar la posición intermedia, la
menos marcada (segundo grado deíctico).

-Evolución de los demostrativos al castellano.

Según Menéndez Pidal, los demostrativos españoles derivan del nominativo latino
singular y del acusativo plural.
Conservan el neutro singular, siempre como pronombre.
Primer grado deíctico
Singular:
• Masculino: ĬSTE > este
• Femenino: ĬSTA > esta
• Neutro: ĬSTUD > esto
Plural:
• Masculino: ĬSTOS > estos
• Femenino: ĬSTAS > estas

Segundo grado deíctico

Singular:

• Masculino: ĬPSE > ese

• Femenino: ĬPSA > esa


• Neutro: ĬPSUM > eso

Plural:

• Masculino: ĬPSOS > esos

• Femenino: ĬPSAS > esas

Tercer grado deíctico

Singular:

• Masculino: *ACCU-ĬLLE > aquel

• Femenino: *ACCU-ĬLLA > aquella

• Neutro: *ACCU-ĬLLUD > aquello

Plural:

• Masculino: *ACCU-ĬLLOS > aquellos

• Femenino: *ACCU-ĬLLAS > aquellas

En la Edad Media, el elemento de refuerzo *ACCU se extiende también a otros grados


deícticos. Así tenemos formas como: *ACCU-ĬSTE > aqueste / *ACCU-ĬPSE > aquese

También pueden reforzarse con ALTER pospuesto. De esta combinación resultan


formas en las que el primer elemento queda sin flexión:
ĬSTE-ALTERUM > estotro
ĬPSE-ALTERUM > esotro
*ACCU-ĬLLE-ALTERUM > aquellotro, quillotro, aquelotro
Todas estas formas comienzan a perderse en el XIV y desaparecen en el Siglo de Oro.

-Los pronombres de identidad

En latín clásico existían dos pronombres para expresar la identidad: ĬPSE e IDEM.
Ya en el siglo II d. C. ĬPSE reemplaza a IDEM en este uso. Además, como el
descendiente de ĬPSE va a servir para expresar el segundo grado deíctico en castellano,
habrá que recurrir a otros procedimientos para manifestar el valor que ĬPSE e IDEM
expresaban en latín clásico.
Distinguiremos dos procedimientos:
• 1.º) ĬPSE conservó su significado del latín clásico en algunos compuestos
arcaicos, que se encuentran en textos de los siglos XI al XIII: ĬLLE-ĬPSUM >
eleiso [eléšo] / SE-ĬPSE > sese / SĬBĪ-ĬPSE > sise / SUU(M)-ĬPSE > súyose /
ĬN-ĬPSE > enés / ĬN-ĬPSOS > enesos
2.º) El procedimiento que ha perdurado consiste en el refuerzo de ĬPSE mediante la
partícula MET, usada ya en latín sobre todo tras los pronombres personales: EGOMET
(‘yo mismo’) o EGOMET IPSE
Posteriormente esta partícula MET ya no funciona en forma enclítica al pronombre
personal, sino en forma proclítica a ĬPSE: MET-ĬPSE > medés / MET-ĬPSUM >
medipso > *meisso > misso (forma que solo aparece en la Primera Crónica General)

-Origen de mismo

La forma mismo que conservamos hoy procede del superlativo absoluto: MET-
ĬPSI(SSI)MUM (-AM, -OS, -AS) > *medĭpsĭmu (-a, -os, -as) > medesmo (-a, -os, -as)
> meesmo (-a, -os, -as) > meismo (-a, -os, -as) > mesmo y mismo (-a, -os, -as)

Hoy es usado con pronombres o artículos para señalar ‘identidad’: yo mismo, tú misma,
él mismo, vosotros mismos, ellas mismas, el mismo, las mismas…

4.5. El artículo

En latín clásico no existía, solo en la última época el latín vulgar sintió la necesidad de
un artículo como el griego.

Muchos autores piensan que el artículo se originó por el debilitamiento significativo que
existieron en algunos demostrativos.

El incremento del uso de los demostrativos especialmente de ILLE ante sustantivos


hizo que en muchos casos su función señaladora quedará reducida a la simple
determinación. En esta situación perdía el acento. Esto nos permite entender como
surgieron las formas y el contenido del artículo romance.

En general las lenguas y dialectos romances se fijaron en el derivado de ILLE, salvo en


Cerdeña, Gascuña, Ampurdán y Mallorca, donde prevaleció el de IPSE.

-Evolución del artículo

M. Pidal piensa que el singular procede del nominativo latino y el plural del acusativo.

Singular: Nominativo masculino ILLE > EL


El artículo es átono desde su origen. En el masculino “ll” paso a “l” por el carácter
átono, y la pérdida de la vocal final “e “. Al quedar “e “ seguida “ll” ante consonante
solo podía pronunciarse [l] en castellano, y así ocurrió desde muy pronto.

De aquí se extendió a la posición intervocálica.

Singular: Nominativo femenino: ILLA > ELA> LA/ EL

Se produce la abreviación en la , excepto ante nombres que empiezan por vocal,


especialmente si esta es “a”, con los cuales se abrevia en “ el “.

Posteriormente se admite la variante “el “solo cuando le sigue a tónica.

Singular

NOMINATIVO NEUTRO: ILLUD > ELO > LO

Plural

ACUSATIVO MASCULINO: ILLOS > ELOS > LOS

ACUSATIVO FEMENINO: ILLAS > ELAS > LAS

Se pierde la vocal inicial (no marcan flexión)

Por el mismo desgaste extraordinario de la partícula átona se perdió la primera sílaba


del pronombre, la que llevaba el acento cuando tenía su plena fuerza pronominal.

Solamente el nominativo masculino ILLE, por su “e” final caduca mantuvo la vocal
inicial.

En los demás casos, se conservó la sílaba final por llevar vocal más resistente y por
expresar flexión (la, lo) dice si es femenino y masculino.

En cuánto a la posición del artículo, en todas las lenguas romances excepto en el


Rumano aparece en posición proclítica, es decir, está subordinado a acentos de la
palabra que le sigue.
4.6. Los pronombres relativos e interrogativos

-Situación del latín clásico

Paradigma del pronombre relativo en singular:


Masculino Femenino Neutro
Nominativo QUI QUAE QUOD
Acusativo QUEM QUAM QUOD
Genitivo CUIUS CUIUS CUIUS
Dativo CUI CUI CUI
Ablativo QUO QUA QUO

Paradigma del pronombre relativo en plural:

Masculino Femenino Neutro


Nominativo QUI QUAE QUAE
Acusativo QUOS QUAS QUAE
Genitivo QUORUM QUARUM QUORUM
Dativo QUIBUS QUIBUS QUIBUS
Ablativo QUIBUS QUIBUS QUIBUS

Paradigma del pronombre interrogativo en singular:

Masculino Femenino Neutro


Nominativo QUIS, QUI QUAE QUID, QUOD
Acusativo QUEM QUAM QUID, QUOD

Las restantes formas del pronombre interrogativo del latín clásico son las mismas que
las del pronombre relativo, tanto en singular como en plural.

-Evolución y análisis de las formas castellanas

Desde el periodo preclásico latino, QUĪ fue sustituyendo al interrogativo QUIS, que se
perdió en latín vulgar, asumiendo QUĪ su función.
En el pronombre relativo, las formas masculinas invadieron el campo femenino y ya en
el siglo IV las formas femeninas desaparecen.
Por la misma época el neutro QUĬD reemplaza a QUOD.
Por las confusiones de género, número y caso, en latín vulgar de Hispania la flexión de
los pronombres relativo e interrogativo quedó reducida a fines del periodo imperial a los
siguientes miembros:
- Nominativo masculino QUĪ
- Acusativo masculino QUĔM
- Nominativo-acusativo neutro QUĬD

Estas tres formas se emplearon igualmente:


- Para el nominativo y para el acusativo.
- Para el masculino y para el femenino.
- Para el singular y para el plural.
La explicación de esto es que no se creyó necesario precisar el género y el número, ya
que estos iban especificados con claridad por el antecedente del relativo.
Del citado paradigma fusionado sobreviven en español tres miembros:
- QUĪ > qui
- QUĔM > quien
- QUĬD > que (según Urrutia Cárdenas; para otros autores, como García de
Diego y Corominas, que proviene de QUĔM, con pérdida de –M final y no
diptongación por ser proclítico en este caso)

Qui y quien se reservaron para designar personas, generalmente sin artículo ni otro
determinante.
Qui cayó en desuso a finales del siglo XIV, arrinconado por quien, que se generaliza en
el siglo XV.
Desde ese momento, quien sustituye completamente a qui en sus funciones.
Durante la Edad Media la forma quien era invariable.
En el siglo XVI se crea el plural analógico quienes.
No obstante, la mayoría de los escritores prefiere quien como plural por lo menos hasta
el siglo XVIII.
Ya en 1622 Ambrosio de Salazar calificaba como inelegante el plural quienes.
Que, invariable, sirve para personas y cosas. Podía ir precedido de artículo.
Ej.: “ella era la su muger la que tenía…”.
En español antiguo que sufre una serie de asimilaciones y fusiones con la vocal
siguiente: cal (que al), can (que han), ques (que es), etc.
Cuyo, cuya, cuyos, cuyas:
Proviene de un adjetivo relativo de posesión latino, CUIUS, -A, -UM, de mucho uso en
el latín jurídico y de gran extensión en el latín vulgar de Hispania y Cerdeña.
Del latín pasa al romance con formas variables y regulares en cuanto al género y al
número.
En castellano medieval y en los comienzos de la época moderna, cuyo, cuya, cuyos y
cuyas todavía podían funcionar como interrogativos. Ej.: “¿cúyo es?” (‘¿de quién es?’).
Este valor se ha perdido prácticamente, si bien Lapesa destaca su pervivencia en
determinadas zonas de Canarias y América.
QUALEM > cual
QUALES > cuales
El latín QUALIS, -E pierde su valor cualitativo (‘qué clase de’) y se convierte en
español en mero interrogativo o relativo.
En muchos contextos, cual y cuales sustituyen a los otros pronombres relativos e
interrogativos.
Actualmente, cuando estas formas se usan como pronombres relativos van precedidas
de artículo: el/la cual, los/las cuales.
En la Edad Media podían aparecer sin artículo: “a qual dizen Medina” (Poema de Mio
Cid).

4.7. Los pronombres indefinidos

-Sistema de los indefinidos

Los pronombres indefinidos sufrieron un amplio reajuste en la formación del


castellano.
Al sistema latino, complejo y no demasiado bien organizado, vino a sustituirle un
conjunto de formas, algunas heredadas y otras de nueva formación, que tampoco
llegaron a constituir un sistema estable y cerrado.

-Neutralizaciones de parejas

El castellano heredó solo unos cuantos pronombres (y adjetivos) indefinidos.


Fueron frecuentes las neutralizaciones de indefinidos latinos, parejas de las que solo
queda un miembro:
OMNIS / TOTUS
TOTUM > todo
QUIDAM / CERTUS
CERTUM > cierto
NEMO / NULLUS
NULLUM, -AM > cast. medieval nul y nulla (luego sustituidos por
ninguno y ninguna)
ALIUS / ALTER
ALTERUM > otro (pronombre que conoció las formas otri y otrién, junto
a los más raros otrie y otre)
La forma del castellano medieval al ‘otra cosa’ procede de la del latín arcaico ALID
(latín clásico ALIUD)

-Otros indefinidos

Otros indefinidos heredados del latín son:


ALIQUOD > algo
MULTUM > mucho
PAUCUM > poco
Los medievales nul y nulla fueron sustituidos por ninguno (< NEC UNUM) y ninguna
(< NEC UNAM), que se generalizan en el siglo XIV.
También fueron reemplazados por el descendiente de HOMINEM NATUM, que en latín
hispánico pasó a significar ‘cualquiera’.
En combinación con NON indicaba ‘nadie (en absoluto)’; este fue el sentido que
predominó finalmente, incluso en ausencia de NON.
Los orígenes del castellano ofrecen muestras de omne nado con el significado de
‘nadie’. Ej.: “non lo debe fazer omne nado”.
A final de la Edad Media encontramos nado con el mismo significado.
Ej.: “non es nado que lo pueda fazer”.

En la Edad Media nado rivaliza con nadi (procedente del nominativo plural latino
[HOMINES] NATĪ o de nado por analogía con qui y otri).
Después rivalizó con nadie, cuya sílaba final parece mostrar la influencia de quien o de
la pareja otri-otrie.
Nadie aparece hacia 1410, se generaliza en la segunda mitad del siglo XV y se mantiene
hasta hoy.
NIHIL fue desplazado por REM NATAM, que originariamente significaba ‘cualquier
cosa’ en el latín hablado.
En combinación con NON pasó luego a indicar ‘nada (en absoluto)’; este fue finalmente
el significado que prevaleció, incluso sin NON.
La elipsis de REM dio lugar a la forma nada, usada ya en el castellano medieval

Frente al escaso uso de su antecesor latino, el castellano uno (< UNUM) ha resultado
fructífero.

Ya hemos visto cómo UNUM, combinado con NEC (> nin), originó ninguno.

ALIQUIS se reforzó mediante su combinación con UNUS: ALIQUIS UNUS, en latín


vulgar ALICUNUS, de donde alguno.
Ninguno y alguno sufren apócope de la –o final ante sustantivo masculino en singular:
ningún niño, algún día.
En el siglo XV aparece alguién (así acentuado, como atestiguan las rimas del
Cancionero de Baena y Juan de Mena, entre otros).
Alguién sufrió un desplazamiento acentual a alguien por adaptación a algo, siguiendo el
modelo acentual de nadie junto a nada.
Según Menéndez Pidal y Corominas, alguién no pudo ser continuación del indefinido
latino ALIQUEM, sino una modificación de alguno por influencia de quien.
QUISQUE dejó su lugar en latín vulgar al helenismo CATA, procedente de la
preposición griega κατἁ.
Se generalizó mucho el uso de CATA UNUM, de donde deriva la forma castellana cada
uno.
CATA > cada

En lugar de QUILIBET y QUALISLIBET, en castellano se usan construcciones en las


que quien y cual se combinan con el presente de subjuntivo del verbo querer:
quienquiera y cualquiera.
TEMA 5: El verbo

5.1. Rasgos generales

Los verbos latinos se distribuían en 4 conjugaciones, cuyos infinitivos terminaban en:

1 conjugación -ARE AMARE


2 conjugación -ERE MONERE / DEBERE
3 conjugación -ERE REGERE / VENDERE
4 conjugación -IRE AUDIRE

Las conjugaciones más productivas para la creación de nuevos verbos eran la 1º y la 4º.

En latín vulgar de gran parte de Hispania (Península Ibérica) redujo a 3 el número de


conjugaciones, mediante la total confluencia de la 2º y 3º conjugación en latín (se
funden en una).

En castellano tenemos:

1 conjugación -AR 1 conjugación latina


2 conjugación -ER 2º y 3º conjugación
latina
3 conjugación -IR 4º conjugación latina
La confluencia de la 2º y 3º conjugaciones latinas empezó en el paradigma del presente
de indicativo. En el que las diferencias entre ambas se limitaban a:

1) Las últimas vocales.

2) El esquema acentual (hay determinadas formas que no coinciden)

-Comparación del presente de la 2º con el de la 3º conjugación.

Esquema acentual
Llano Esdrújulo
-ERE (2 conjugación) -ERE ( 3 conjugación)
DEBEO VENDO
DEBES VENDIS
DEBET VENDIT
DEBEMUS VENDIMUS
DEBETIS VENDITIS
DEBENT VENDUNT

La yod se perdió por analogía.

La 1º y 2º persona del plural (VENDIMUS, VENDITIS) se diferencian en el acento de


las formas correspondientes de presente de indicativo y subjuntivo de los restantes
verbos.

Esta fuerte presión analógica forzó a desplazar en ellas el acento a la penúltima sílaba.

En buena parte del latín vulgar de Hispania estas modificaciones junto con las
confusiones de las vocales en posición tónica y átonas final dieron lugar en los verbos
de las conjugaciones 2 y 3 al siguiente paradigma.

Paradigma en el latín vulgar de Hispania

/déBo/ /Béndo/
/déBes/ /Béndes/
/déBet/ /Béndet/
/deBémos/ /Béndemos/
/deBétes/ /Bendétes/
/deBén/ /Béndon/
La casi total igualdad de terminaciones fue suficiente para extender la igualdad a
aquellos casos en que la desinencia aún era diferentes. Ej. /Béndon/ > / Béden/

De la misma manera los infinitivos del tipo Béndere se transforma en VENDÉRE.

Además, el imperativo plural VÉNDITE, se comportó como la 2º persona del plural del
presente de indicativo y se transformó en /Bendéte/ confluyendo de esta manera con /
deBéte/

Como en estas dos clases de verbos las terminaciones de los demás paradigmas eran ya
comunes la confusión se hace completa, y se borra toda diferencia entre los
descendientes españoles “deber y vender”.

Todos los verbos en ARE que se han conservado se incluyen en la 1ª Terminación


española en AR. La cual se ha visto incrementada por la adicción de algunos verbos
procedentes de otras conjugaciones latinas.

TORRERE > turrar (quemar)

MINUERE > menguar

MEIERE > mear

Estos verbos han cambiado su modelo generalmente por la analogía que ejercían sobre
otros verbos, en ARE con los que guardaba cierta relación semántica.

TOSTARE >tostar

A este grupo se sumó también un grupo de palabras de origen Germánico.

RAPON > rapar

RAUBON > robar

También hay algunos arabismos: recamar, taracear, etc.

Y numerosos prestamos de otras fuentes, así como gran parte de los verbos creados en
el propio marco del español, a partir de sustantivos, adjetivos, etc.

-Segunda conjugación española

Los verbos latinos en –ERE y en ERE se han integrado en su mayoría en la segunda


conjugación española en –ERE. Ej. DEBERE > deber / VENDERE > vender

Esta clase no se ha mostrado productiva, solo ha incorporado TUSSIRE > toser y un


número relativamente pequeño de verbos derivados en –ecer. Ej. Ensordecer, agradecer,
etc.
Como veremos, esta clase a perdido verbos en favor de la 3º conjugación española.

-Tercera conjugación española

La tercera conjugación española en –ir está formada principalmente por los verbos que
proceden de la 4º conjugación latina (IRE) Ej. AUDIRE > oír

Al principio ofreció una rentabilidad algo mayor que la 2º conjugación española, pues
permitió algunas incorporaciones de procedencia Germánica.

Ej. WARNJAN > guarnir > suministrar > guarnecer

También afectó un considerable número de verbos que originariamente formaban parte


de los modelos latinos en –ERE y –ERE.

Fundamentalmente los verbos que cambiaron de conjugación fueron acabados en –eo o


–io. En la 1º persona del presente de indicativo y en –EAM o –IAM en el presente de
subjuntivo.

Esto fue así porque estas terminaciones se pronunciaban en el Latín hablado de la


misma forma que las propias de los verbos –IRE.

Sin embargo, no todos los verbos que presentaban estas características se desplazaron a
la 3º conjugación española. Ej. DEBEO, DEBERE > deber.

Entre los que sí cambiaron de conjugación figuran las siguientes:

-ERE > IR

COMPLEO, COMPLERE > CUMPLIR

FERVEO, FERVERE >HERVIR

LUGEO, LUGERE > LUCIR

PUTREO, PUTRERE > PUDRIR

RIDEO, RIDERE > REIR

ERE > IR

CONCIPIO, CONCIPIERE > CONCEBIR

FUGIO, FUGERE > HUIR

RECIPIO, RECIPIERE > RECIBIR

PARIO, PARERE >PARIR


Hay otros verbos que pasaron también a la 3º conjugación española aunque no
guardaban en el presente esa semejanza con los verbos en –IRE.

ERE > IR

DICO, DICERE > DECIR

PETO, PETERE > PEDIR

CONFUNDO, CONFUNDERE > CONFUNDIR

5.1. Rasgos generales

-Rasgos generales

En comparación con el sistema nominal, el sistema verbal se ha conservado bastante


bien en las lenguas romances, incluida la española.

A pesar de que las terminaciones de la pasiva latina se perdieron completamente, el


español ha heredado casi todos los morfemas que expresaban las nociones de persona,
número, aspecto, tiempo y modo

Además, el sistema verbal castellano se ha hecho, en ciertos aspectos, más complejo


que el latino.
Así, en español tenemos ciertos tiempos verbales que no existían en la conjugación del
latín clásico.

-Tiempos verbales en español no existentes en latín clásico.

Modo indicativo:
Pretérito perfecto simple: amé
Pretérito anterior: hube amado
Condicional simple: amaría
Condicional compuesto: habría amado

Modo subjuntivo:
Futuro simple: amare
Futuro compuesto: hubiere amado

5.2.

5.3. Morfemas verbales


-Persona y número

En los verbos latinos la persona y el número se expresaban a través de desinencias


sincréticas y así se expresarán también en los verbos de las lenguas romances.
Existen tres tipos de desinencias verbales de persona y número:
1) Desinencias generales. Afectan a todos los tiempos verbales, excepto al
imperativo y al pretérito perfecto de indicativo.
a) 1ªpersona del singular. Las desinencias generales han sufrido las siguientes
transformaciones:
-O > -o (se mantiene) Ej.: CANTO > canto
-M se pierde Ej.: CANTABAM > cantaba
2ª persona del singular.
-S > -s (se mantiene) Ej.: CANTAS > cantas
3 persona del singular.
-T se pierde Ej.: CANTAT > canta
-T sobrevive hasta el siglo XII Ej.: VENIT > vinet (Auto de los Reyes Magos)

1.ª persona del plural


-MUS > -mos Ej.: CANTAMUS > cantamos
La -s final se pierde al unirse el verbo al pronombre enclítico nos: vámonos,
salímonos…
2.ª persona del plural
-TIS > -des (en la etapa medieval) > -is (en la etapa moderna, por la pérdida de la -d- en
posición intervocálica) Ej.: CANTATIS > cantades > cantáis
Distinguiremos las formas originariamente llanas (ej.: cantades) y las originariamente
esdrújulas (ej.: cantárades).
Las formas medievales llanas (o paroxítonas) perdieron la -d- intervocálica ya durante
el siglo XIV, pero solo de modo ocasional.
El fenómeno se manifiesta con intensidad en los dos primeros tercios del siglo XV.
El hiato resultante se resolvió casi inmediatamente en una pronunciación
monosilábica:
a) Por vía de disimilación y reducción del hiato (ej.: -aes > -áis).
b) Por vía de asimilación (ej.: -aes > -ás).

Las desinencias afectadas fueron las siguientes:


-ades (pres. indic. de los verbos en -ar,pres. subj. de los verbos en -er, -ir ,ej.: cantades
> cantaes > cantáis / cantás)
-edes (pres. indic. de los verbos en -er,pres. subj. de los verbos en -ar,futuro imp.
indic.;ej.: cantaredes > cantarees > cantaréis / cantarés)
-ides (pres. indic. de los verbos en –ir;ej.: salides > *salíes > salís)
sodes (pres. indic. de se(e)r;ej.: sodes > soes > sois / sos)
En la diapositiva siguiente resumimos la cronología del grupo de las formas
originariamente llanas (o paroxítonas) de la 2.ª persona del plural.

Latín: CANTATIS
Orígenes del castellano: cantades
1400-1470: cantades, cantaes
1470-1550: cantaes, cantáis, cantás
1550-hoy: cantáis
A partir de mediados del siglo XVI el español peninsular utilizó las formas
disimiladas (cantáis, cantaréis, sois…), excepto cuando solo la asimilada era posible
(salís).
Sin embargo, en las zonas americanas de voseo se impusieron las formas asimiladas
que todavía se emplean: (vos) cantás, (vos) vendés…
Las formas medievales esdrújulas (o proparoxítonas) generalmente provienen de
formas latinas acentuadas en la penúltima sílaba que fueron modificadas en latín vulgar
para adecuarlas así al modelo de 1.ª-2.ª-3.ª personas del singular y 3.ª persona del plural.
Esto fue así ya que en estas formas verbales el acento recaía en la sílaba que seguía
inmediatamente a la raíz. Ej.:
CANTÁBAM
CANTÁBAS
CANTÁBAT
CANTABÁMUS > CANTÁBAMUS
CANTABÁTIS > CANTÁBATIS
CANTÁBANT

Se han visto afectados los siguientes tiempos verbales:


Pret. imp. indic. de los verbos en -ar: cantávades.
Pret. imp. indic. de los verbos en -er, -ir: temíades (también temíedes, -iedes).
Condicional simple (de todos los verbos): cantaríades (también cantaríedes, -iedes).
Pret. plusc. indic. de los verbos en -ar: cantárades.
Pret. plusc. indic. de los verbos en -er, -ir: temiérades.
Pret. imp. subj. de los verbos en -ar: cantássedes.
Pret. imp. subj. de los verbos en -er, -ir: temiéssedes.
Futuro imp. subj. de los verbos en -ar: cantáredes.
Futuro imp. subj. de los verbos en -er, -ir: temiéredes.

Las formas originariamente esdrújulas (o proparoxítonas) mantuvieron su -d- hasta el


Siglo de Oro.
Aunque empiezan a aparecer formas sin -d- ya en el siglo XVI (con la consiguiente
modificación de las vocales que quedaban en hiato, por disimilación [ej.: cantavais] o
por asimilación [ej.: cantavas]), son menos frecuentes que aquellas que la conservan.
Esta situación se mantiene hasta fines del siglo XVII, momento en que las formas con -
d- desaparecen.
A partir de entonces, en el uso peninsular solo persisten las variantes disimiladas
(cantavais), mientras que en las áreas americanas de voseo se prefirieron las
asimiladas (cantavas), idénticas a las de 2.ª persona del singular, que continúan hasta la
actualidad.
Por otro lado, en la península ibérica estas formas verbales terminaron por usarse
únicamente con valor de plural y, por tanto, se requería que mantuvieran una clara
diferencia respecto a la 2.ª persona del singular.
En cambio, en América se aplicaban también al singular, lo que permitía que se
confundieran, sin daños, con las formas originarias de la 2.ª persona del singular
heredadas del castellano medieval.
Así, p. ej., los antiguos cantavas (< CANTABAS) y cantávades (< CANTABATIS)
confluyen en cantabas en el continente americano.
La evolución de las formas esdrújulas (o proparoxítonas) puede resumirse en los
siguientes ejemplos:
CANTABATIS > cast. med. cantávades > cantabais (península), cantabas
(América)
CANTAVERATIS > cast. med. cantárades > cantarais (península),
cantaras (América)
3.ª persona del plural:
-NT > -n Ej.: CANTANT > cantan

2) Desinencias del imperativo

2.ª persona del singular:


Ej.: CANTĀ > canta
Las desinencias de las cuatro conjugaciones latinas eran -Ā (1.ª), -Ē (2.ª), -Ĕ (3.ª), -Ī
(4.ª).
En español solo hay dos terminaciones diferentes, ya que -Ē, -Ĕ, -Ī se confunden en
sílaba final de palabra en -e:
CANTĀ > canta
MOVĒ > mueve
VOLVĔ > vuelve
APERĪ > abre

En la Edad Media, la desinencia del imperativo era -i en aquellos verbos terminados en


-er y en -ir cuya raíz terminaba en e o en a. Ejs.: crey (creer), ley (leer), sey (seer), tray
(traer), vey (veer)…
La lengua moderna igualó estas formas con los verbos regulares de las mismas
conjugaciones: cree, lee, sé, trae, ve…
Los verbos en -er y en -ir frecuentemente perdían la –e en castellano medieval cuando
la raíz acababa en una consonante dental no agrupada o en una alveolar, igual que
sucedía en la 3.ª persona del singular del presente de indicativo. Ejs.: pon, tien, vien, sal,
faz, diz…
En estos casos de presente de indicativo, la lengua moderna ha optado finalmente por
conservar la -e, en parte por presiones analógicas: intento de mantener la semejanza
formal con aquellos verbos que no podían perder la -e debido a que su raíz terminaba en
grupo consonántico o en b, g, etc.: vuelve, rompe, debe, yergue…
Además ha contribuido a la conservación de -e el hecho de que la diferencia de modo se
marque específicamente por la oposición de -a (subjuntivo) frente a -e (indicativo) en la
sílaba final de los verbos de la 2.ª y 3.ª conjugaciones españolas.
Sin embargo, el imperativo no sufrió tan fuertes presiones analógicas y por ello algunas
formas singulares de uso frecuente han llegado hasta la actualidad sin -e final. Ejs.: pon,
ten, ven, sal, haz…

a) 2.ª persona del plural:


-TE > -d Ej.: CANTĀTE > cantad

La 2.ª persona del plural del imperativo latino se acentuaba en la penúltima sílaba, pero
resulta difícil precisar su evolución, ya que se documenta muy poco en los textos
medievales.
El castellano preliterario deja entrever formas como cantade (< CANTĀTE), que a
menudo perdía su -e y daba origen a cantad, solución predominante en las épocas
medieval y moderna.
No obstante, ese preliterario cantade fue también el antecesor (con caída de la -d y
asimilación áe > á) de un imperativo frecuente en el Siglo de Oro: cantá (igualmente
meté, salí), que sobrevive en el uso peninsular actual solo cuando va seguido del
reflexivo os (ej.: levantaos), pero que se ha convertido en el preferido en las áreas
americanas de voseo.

3) Desinencias del perfecto


1.ª persona del singular:
-Ī > -é, -í
CANTĀVĪ > CANTĀĪ > canté
DORMĪVĪ > DORMĪ > dormí, durmí > dormí
2.ª persona del singular:
-STĪ > -ste
CANTĀVISTĪ > CANTĀSTĪ > cantast(e)(s), -est(e)(s) > cantaste
DORMĪVISTĪ > DORMĪSTĪ > dormist(e)(s), durmist(e)(s) (junto a dormiest[e][s],
durmiest[e][s]) > dormiste
Como la desinencia -ste no lleva la -s final que caracteriza a la desinencia general, se le
añadió esporádicamente, diciéndose tomastes, dijistes…
Ya hay ejemplos de esta práctica vulgar en el siglo XVIII.
Actualmente la RAE rechaza la -s de las citadas formas verbales de 2.ª persona del
singular del pretérito perfecto simple.

3.ª persona del singular:


-T se mantiene hasta el siglo XII, quedando a partir de entonces como desinencia una -
o, la cual es etimológica en los perfectos débiles y analógica en los perfectos fuertes.
Ejs. de perfectos débiles:
CANTĀVIT > CANTĀUT > cantó
DORMĪVIT > DORMĪUT > dormió, durmió > durmió Ej. de perfecto
fuerte:
FECIT > fizo > hizo
1.ª persona del plural:
-MUS > -mos
CANTĀVIMUS > CANTĀMUS > cantamos, -emos > cantamos
DORMĪVIMUS > DORMĪMUS > dormimos, durmimos (junto a
dormiemos, durmiemos) > dormimos
2.ª persona del plural:
-STIS > -stes, que en el siglo XVII se generalizó como -steis (con i analógica de los
demás tiempos)
CANTĀVISTIS > CANTĀSTIS > cantastes, -estes > cantasteis
DORMĪVISTIS > DORMĪSTIS > dormistes, durmistes (junto a
dormiestes, durmiestes) > dormisteis
3.ª persona del plural:
-RUNT > -ron
CANTĀVĒRUNT > CANTĀRUNT > cantaron
DORMĪVĒRUNT > DORMĪRUNT > dormieron, durmieron > durmieron

-La voz pasiva


El latín clásico poseía formas pasivas sintéticas solo para los siguientes tiempos:
Pres. ind.: AMOR, AMARIS o –RE, AMATUR…
Pret. imp. ind.: AMABAR, AMABARIS o –RE, AMABATUR…
Fut. imp. ind.: AMABOR, AMABERIS o –RE, AMABITUR…
Pres. subj.: AMER, AMERIS o –RE, AMETUR…
Pret. imp. subj.: AMARER, AMARERIS o –RE, AMARETUR…
La pasiva del tema de perfecto se construía analíticamente en latín clásico mediante
la combinación del participio del verbo que se conjugaba (ej.: AMATUS) y algunas
formas del verbo ESSE ‘ser’. Ej.: AMATUS EST ‘él fue amado’ o ‘él ha sido amado’.
En latín vulgar estas formas analíticas se generalizaron a todos los tiempos, debido a
una reinterpretación del auxiliar: a AMATUS EST (por comparación con CARUS EST
‘él es querido’) se le atribuyó un valor de presente (‘él es amado’); AMATUS ERAT ‘él
había sido amado’ se entendió como ‘él era amado’, etc.
Ello obligó a que se incorporasen al uso nuevas formas como:
AMATUS FUIT ‘él fue amado’ o ‘él ha sido amado’
AMATUS FUERAT ‘él había sido amado’
El español ha heredado ese sistema totalmente analítico del latín vulgar (es amado,
era amado, fue amado…), si bien ha utilizado con mayor profusión otros tipos
alternativos para expresar la significación pasiva en lugar de la perífrasis ser +
participio.
Uno de ellos es la denominada pasiva refleja: “se venden melones” en lugar de “son
vendidos melones”.
Además, a lo largo de los últimos siglos ha llegado a especializarse ser + participio
como una pasiva de acción, frente a estar + participio, que ofrece un valor de estado
resultante.
Esta oposición está íntimamente relacionada con la distinción (que se da muy pronto en
la época moderna) entre los papeles asignados a ser y estar en las restantes
circunstancias.
Tema 6: El adverbio y los elementos de relación

6.1. Los adverbios

Los adverbios de cantidad más (< MAGIS) y menos (< MINUS) pueden funcionar
también como pronombres, posibilidad adquirida quizás por paralelismo con mucho (<
MULTUM), el cual actuó también sobre poco (< PAUCUM). En la Edad Media las
variantes muy y much se usaban solo ante adjetivos, al igual que tan (< TAM o
TANT[UM]).

Más frecuente aún puede considerarse la creación de adverbios a partir de la composición


de diversos elementos. Generalmente se trata de adverbios de tiempo y de lugar, que, al
igual que otros de su grupo, pueden ir regidos de preposición.

Combinaciones de adverbios son jamás (< IAM MAGIS) y los locativos aquí (<
ECCU[M] HIC) y acá (< ECCU[M] HAC).

Allí y allá parecen proceder de los adverbios ILLIC e ILLAC, respectivamente, con el
prefijo a- (< AD).

La más habitual es la secuencia de preposición + adverbio: de esta manera surgieron


afuera, assí, ayuso (‘debajo’), denante (< DE IN ANTE, disimilado luego en delante),
dentro (< DE INTRO), demás, depués y después, estonce(s) (< EX TUNC[E]) y entonce(s)
(< IN TUNC[E]).

En algún caso es posible la secuencia de adverbio + preposición: allende (< ILLINC +


de?) y aquende (ECCU[M] HINC + de?), ambos de frecuente empleo preposicional.

También se puede partir de preposición + sustantivo o adjetivo: arriba, abajo, apri(e)ssa,


depri(e)ssa y encima.

La secuencia de dos preposiciones consecutivas da lugar a atrás y detrás (con el


descendiente de TRANS).

Proceden de sintagmas latinos en ablativo: agora (< HAC HORA) y hogaño (< HOC
ANNO).

En español el único modo de formación regular de adverbios continúa siendo la adición de


-mente a los adjetivos.

En latín vulgar se creó un sufijo para los adverbios de modo a partir del sustantivo MENS,
MENTIS (‘mente, ánimo’). Al principio estas expresiones latinas eran complementos
circunstanciales en los que un sustantivo (en el caso ablativo) concordaba con un adjetivo
por el que estaba acompañado. Ej.: DEVOTA MENTE ‘con ánimo piadoso’.

Sin embargo, ya en textos del latín tardío hay indicios de que este sustantivo se desplaza al
estatus de sufijo, ya que se hace acompañar de adjetivos cuyo significado es incompatible
con el suyo literal. Ej.: LENTA MENTE solo puede entenderse en esa etapa con el
significado de ‘lentamente’, perdida la idea original de ‘mente, ánimo’.

Quedan huellas del antiguo estatus (en el que MENTE era una palabra autónoma) en el
modelo acentual de estos adverbios: a diferencia de cualquier otra palabra española,
presentan dos acentos de intensidad. Además, cuando aparecen juntos dos o más de los
citados adverbios, coordinados o yuxtapuestos, solo se añade -mente en el último. Ej.:
lenta y cuidadosamente.

En español medieval, la terminación -mente alternaba con -miente y -mientre, formas


modificadas tal vez por influjo de (do)mientre (< DUM INTERIM). Ejs.: fuertemiente,
fuertemientre.

También existió la combinación de un adjetivo con el germanismo guisa, que produjo


expresiones adverbiales en la época medieval: fiera guisa ‘audazmente’. No tuvo tanta
difusión como la construcción con -mente y desapareció a final de la Edad Media por el
olvido del sustantivo guisa.

6.2. Preposiciones

-Rasgos generales.

Las principales preposiciones latinas se conservaron y fueron utilizadas por el


castellano para manifestar las relaciones funcionales básicas.

-a
AD > a
Hacia, hasta y para recogieron parte de los valores de la latina AD.
Además de los valores heredados del latín, en español se utiliza a como marca de CD
personal y de CI.

-de
DE > de
La latina DE significaba ‘de, después de’.
En español amplió sus valores, absorbiendo los de AB y EX.
Podía combinarse con EX en el antiguo des (ej.: “des allí”), construcción que más tarde
solo encontramos en el más extendido desde.
-en
IN > en
La latina IN significaba ‘a, en’.
En castellano medieval, en continuó siendo compatible con expresiones de movimiento
(ej.: “allá las subíe en el más alto logar”, Poema de Mio Cid) y, por supuesto, con
expresiones “estáticas”.

En español moderno la preposición a ha desbancado a en en casi todos los casos en que


está implícita la idea de movimiento, excepto en ejemplos del tipo “entrar en casa”.
-por
Las preposiciones latinas PER y PRO conocieron en época tardía un proceso de
extensión semántica que llevó a su confluencia en algunas lenguas y dialectos
romances, entre ellos el castellano.
PER (‘por, durante, por medio de’) y PRO (‘delante de, en nombre de, en lugar de’) se
fundieron probablemente en el propio latín hablado.
De este modo se creó el medieval por, forma única que expresa casi todos los
significados de PER y PRO, así como los de OB y PROPTER (‘debido a’).
Sin embargo, en la Edad Media, ‘delante de’ se indicaba ya por medio de los
descendientes de ANTE: ante, desante (< DE EX ANTE), enante (< IN ANTE), denante
(< DE IN ANTE).
De esta última combinación deriva delante, por disimilación de consonantes nasales:
denante > delante. En castellano antiguo es común su uso como preposición (sin
aparecer acompañado de la preposición de).

-para
Además, para algunos valores de por, el castellano medieval recurría a la construcción
por a, escrita generalmente pora, que es normal hasta finales del siglo XIII, momento
en que es eliminada por la moderna para.
Este cambio pora > para puede deberse a la influencia de par (descendiente
independiente de PER), utilizado durante la Edad Media solo en juramentos y
exclamaciones. Ej.: “par Dios”.
A lo largo de los siglos, para ha ampliado su uso, invadiendo el terreno de otras
preposiciones, como hacia, por ejemplo.

-por
Por otro lado, por ha sufrido, en alguno de sus sentidos, la competencia de creaciones
nuevas, como a través de, recogida por primera vez en el Siglo de Oro (con la forma al
través de).
Otras preposiciones
Además se han conservado otras preposiciones latinas:
• ANTE > ante
• CONTRA > contra
• CUM > con
• INTER > entre
• SECUNDUM > segun(d), segunt (formas medievales con grupo
consonántico final)
Otras preposiciones
• SINE > sin
• SUB > so
• SUPER > sobre
• TRANS > tras
• CIRCA > cerca (este adverbio, al igual que su étimo latino, podía
funcionar también como preposición)
Otras preposiciones
Las demás preposiciones tienen orígenes muy variados.
Hasta tiene origen árabe (lo que es anómalo en la morfología del español); (h)ata o fata,
adta y fasta son las formas que en el siglo XIII tomó el préstamo árabe hatta.
Otras preposiciones
En otros casos se recurrió a la unión de preposiciones latinas o romances.
Ej. de latinas: DE + EX > des, luego desde.
Ej. de romances: por + a > pora.
Algunas preposiciones proceden de sustantivos y adjetivos:
CAPUT (sust.) > cab(e)
BASSU (adj.) > baxo > bajo
A veces las preposiciones procedentes de sustantivos y adjetivos iban seguidas por otra
preposición:
faz(e) a > fazia > hacia
cara a (frecuente en la Edad Media)

En la época medieval algunos adverbios como dentro, denante, etc. o locuciones como
en cima o por somo podían llevar un complemento con de (esta podía omitirse),
funcionando el conjunto como una preposición.

6.3.Las conjunciones

-Coordinantes

En el paso del latín al castellano se produjo una notable simplificación en las


conjunciones coordinantes.

En la coordinación copulativa “positiva” solo quedó el término de valor más general


en latín:
ET > e(t)
E(t) fue de empleo extraordinariamente abundante en castellano medieval (con forma y,
i ante otra e-: “y esso”; o con pronombre enclítico: “yl dixo”).
En el Siglo de Oro se fija la moderna y (e solo queda ante i- inicial).
En la coordinación copulativa “negativa” se utiliza:
- NEC > ni(n) (con n analógica de non en la época medieval)
- Ni(n) limitó su uso respecto de su étimo latino a la unión de dos elementos ya
negados: “Non vos osariemos abrir nin coger” (Poema de Mio Cid).
- Por otra parte, e(t) no(n) generalizó su uso.
- Para la relación adversativa se empleó:

- MAGIS > mas (muy frecuente, sobre todo, en la lengua jurídica)

Pero surgió del postclásico PER HOC ‘por esto, por tanto’ > ‘sin embargo’, sentido aún
habitual en castellano medieval.

Posteriormente pero adquirió el sentido de ‘pero’ y desplazó el empleo de mas a los textos
literarios.

Las adversativas absolutas o exclusivas se expresan desde los orígenes con si no(n).
Su significado primitivo era ‘excepto’: “nadi, sinon dos peones” (Poema de Mio Cid).
De ahí surgió el valor moderno, ya visible en la época medieval: “non se faze assí,
sino…”.

-Subordinantes

La conjunción subordinante de empleos más variados es que, procedente quizás del


interrogativo neutro QUID, que heredó en latín vulgar las funciones conjuntivas del
clásico QUOD.
Otro origen propuesto para que es el relativo QUEM en su uso átono.

Que, precedida de preposiciones, forma locuciones conjuntivas de sentidos variados:


- Temporal: hasta que
- Causal: porque
- Final: para que
- Modal: según que

Que, precedida de adverbios, forma también locuciones conjuntivas:


- Temporal: después que, mientras que
- Concesiva: como quier(a) que (medieval), aunque

Que se sumaba incluso a otras conjunciones:


- Adversativa: pero que
- Concesiva: maguer que (frecuente hasta el siglo XIV)
Hay pocas conjunciones subordinantes heredadas del latín:
QUIA > ca (conjunción causal medieval)
SI > si
QUANDO > cuando
lat. vulgar QUOMO > como
Maguer(a) procede del griego µακἁριε ‘feliz, bienaventurado’, usado en latín tardío
como expresión de deseo (‘ojalá’), valor del que se desplazó al concesivo en algunas
áreas románicas.
• Se utilizaba sobre todo con indicativo, decayendo su uso en los siglos XIV
y XV frente a aunque, puesto que y como quier(a) que (estas dos últimas
locuciones conjuntivas tuvieron valor concesivo durante la época
medieval).

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