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Temas Sobre Tributacion Municipal en Venezuela PDF

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TEMAS SOBRE TRIBUTACIÓN

MUNICIPAL EN VENEZUELA

Adriana Vigilanza García, Leonardo Palacios Márquez,


Amalia C. Octavio, Abelardo A. Vásquez Berríos,
Ezra Mizrachi, Antonio Planchart Mendoza,
Betty Andrade Rodríguez, Juan Carlos Márquez Cabrera,
Wilmer Rosales Díaz, Carlos E. Weffe H.

Obras
Colectivas O C ®
Presentación: Juan Cristóbal C arm ona
Coordinación: Jesús Sol Gil
Asociación Venezolana
de Derecho Tributario
F undada en 1969

TEMAS SOBRE TRIBUTACIÓN


MUNICIPAL EN VENEZUELA

A d rian a V ig ila n z a G arcía • L eo n ard o P a la c io s


Márquez • Amalia C. Octavio • Abelardo A. Vásquez
Berríos • Ezra Mizrachi • Antonio Planchart Mendoza
• Betty Andrade Rodríguez • Juan Carlos Márquez •
Wilmer Rosales Díaz • Carlos E. Weffe H.

C o o rd in a d o r

JE SÚ S SOL GIL

FONDO
EDITORIAL

C aracas - 2005 L
ASOCIACION

Asociación Venezolana
de Derecho Tributario
Fu n d ad a en 1969

TEMAS SOBRE TRIBUTACIÓN


MUNICIPAL EN VENEZUELA

FONDO
EDITORIAL

C aracas - 2005
LO S ARTÍCULOS INCLUIDOS EN EL PRESENTE LIBRO, SON EN
SU CONTENIDO Y REDACCIÓN EXCLUSIVA RESPONSABILIDAD
DE SUS AUTORES.

TEMAS SOBRE TRIBUTACIÓN MUNICIPAL EN VENEZUELA

© Editado por
Asociación Venezolana de Derecho Tributario
Multicentro Empresarial del Este,
Edificio Miranda, Núcleo A, Piso 2, Oficina 26-A
Avenida Francisco de Miranda, Chacao, Caracas.
Telefax: 0212 264.33.09, 264.56.42 y 264.70.47
e-mail: tributario@avdt.org.ve, administración@avdt.org.ve
www.avdt.org.ve

Queda hecho el depósito de ley.


Depósito Legal: 1Í25220053404126

ISBN: 980-12-1581-X

Queda prohibida la reproducción parcial o total de este libro, por


medio de cualquier proceso reprográfico o fónico, especialmente
por fotocopia, microfilme, offset o mimeògrafo.
Esta edición y sus características gráficas son propiedad de la
AVDT.

Cubierta: G 22 Diseño Integral, C.A.


Diagramación e impresión: Editorial Torino

Impreso en Venezuela - Printed in Venezuela


CONSEJO DIRECTIVO
2005-2007

Principales

Juan Cristóbal Carmona Borjas


Presidente

José Andrés Octavio Leal


Vice-Presidente

José Rafael Belisario Rincón


Secretario General

Xabier Escalante Elguezabal


Tesorero

Adriana J. Vigilanza García


Vocal

Suplentes

Luis Fraga Pittaluga


Del Vice-Presidente

Massimo Melone Cenedese


Del Secretario

José Gregorio Torres Rodríguez


Del Tesorero

María Cristina Jiménez Lousa


Del Vocal
SUMARIO

Presentación
Juan Cristóbal Carmona Borjas................................................ 9

El Capítulo Tributario de la Ley Orgánica del Poder Públi­


co Municipal: Fundamentos Constitucionales y problemas
que le dieron origen
Adriana Vigilanza García............................................................ 13

La Autonomía Municipal en la perspectiva del Federalismo


Fiscal. La Armonización del Sistema Tributario como Lí­
mite al Ejecicio del Poder Tributario Local
Leonardo Palacios Márquez...................................................... 81

La Potestad Tributaria Municipal y la Competencia Reguladora


del Poder Nacional
Amalia C. Octavio....................................................................... 113

La Descentralización y sus Efectos en los


Tributos Municipales en Venezuela
Abelardo A. Vásquez Berríos..................................................... 135

Notas sobre el Origen y la Naturaleza de la Patente de


Industria y Comercio
Ezra M izrachi.............................................................................. 229

Reflexiones en Torno a la Base Imponible del Impuesto


sobre Actividades Económicas de Industria, Comercio,
Servicios o de índole Similar
Antonio Planchart Mendoza....................................................... 257
T em a s so b r e T ribu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

Tributación Municipal a los Hidrocarburos


Betty Andrade Rodríguez......................................................... 321

El Servicio Eléctrico y el Impuesto a las Actividades


Económicas Municipales
Juan Carlos Márquez................................................................. 383

Efectos de la Constitución de 1999, la Ley Orgánica de


Telecomunicaciones y la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal en los Límites de la Potestad Tributaria Muni­
cipal respecto de las Telecomunicaciones
Wilmer Rosales D íaz................................................................. 401

El Poder Sancionador Tributario de los Muncipios en


Venzuela
Carlos E. Weffe H....................................................................... 463

8
PRESENTACIÓN DE LA OBRA COLECTIVA
"TEM AS SOBRE TRIBUTACIÓN
M UNICIPAL"

El 22 de abril de 2005 fue sancionada por la Asamblea Na­


cional la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, con la que
el Parlamento, aunque con considerable retraso, dio cumplimien­
to a la obligación sobre él impuesta de aprobar la legislación que
desarrollara los principios constitucionales sobre el régimen
municipal.

La relevancia de dicho instrumento, dentro del campo objeto


de la Asociación Venezolana de Derecho Tributario, implicó su
participación activa desde la fase de la discusión de las primeras
versiones del proyecto que finalmente fue sancionado por la
Asamblea Nacional. Fue así como en fecha el 02 de agosto de
2004 se dirigió a la Comisión de Política Interior un completo
informe contentivo de las observaciones y sugerencias que
nuestra organización consideraba debían ser tomadas en cuenta
por los parlamentarios con miras a mejorar el contenido del
proyecto, aporte este que fue en buena medida considerado por
el Legislador.

El rol de la Abogada Adriana Vigilanza García, miembro


principal del Consejo Directivo de la AVDT, como asesora de la
Asamblea Nacional y a cuyo cargo estuvo el asistir a los parla­
mentarios en el desarrollo del Capítulo de la Ley relativo a la
materia tributaria, constituyó en este proceso motivo de gran
satisfacción para nuestra institución y con el cual consideramos
se logró un producto, que como cualquiera de esta naturaleza,

9
T em a s so bre T ributació n M u n ic ipa l en V en ez u ela

es perfectible, pero que sin lugar a dudas representa un avance


enorme en uno de los temas que mayores problemas ha suscita­
do a lo largo de la historia de la tributación en Venezuela.

La Asociación Venezolana de Derecho Tributario preocupa­


da como siempre por llevar a los tributaristas del país la infor­
mación más actual sobre el acontecer jurídico en la materia que
constituye su objeto, celebró los días 15 y 16 de junio de 2005,
un exitoso foro dirigido a discutir el instrumento legal sanciona­
do, concurriendo a dicho evento un importante número de
expositores y de público.

La misión de la AVDT no podía agotarse en la celebración


del referido foro, sino que debía perdurar en el tiempo a través
de la publicación de una obra en la que se reunieran los aportes
de los distinguidos expositores participantes en aquel encuen­
tro. Es así como, el Fondo Editorial de la AVDT se estrena bajo
su colección "Obras Colectivas", con esta primera publicación,
"Temas sobre Tributación Municipal", en la que se reúnen diez
valiosos trabajos de investigación de nuestros agremiados.

Adriana Vigilanza García, con la autoridad que deviene no


sólo de su trayectoria en el campo de la tributación municipal,
sino también de haber sido artífice del tratamiento finalmente
conferido a esa materia en la Ley, nos presenta el trabajo "Capí­
tulo Tributario de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal:
Fundamentos Constitucionales y problemas que le dieron ori­
gen", con el que podemos comprender en mejor medida, de
donde venimos y el porque de las acciones tomadas por el Le­
gislador.

Leonardo Palacios, en su condición de tributarista de larga


experiencia, también en el campo municipal, y de parlamenta­
rio, nos presenta el trabajo "La Autonomía Municipal en la pers­
pectiva del Federalismo Fiscal. La Armonización del sistema tri­
butario como Límite del Ejercicio del Poder Tributario Local",
en el que se efectúan importantes aportes sobre la coexistencia
equilibrada, por una parte, de la autonomía municipal y dentro

10
P resen tación

de ella, la tributaria y, por la otra, la de su armonización con el


ejercido de poder tributario por el resto de los niveles político-
territoriales.

"La Potestad Tributaria Municipal y la Competencia Regu­


ladora del Poder Nacional", presentado por Amalia Octavio,
aborda el muy controversial tema de la delimitación y diferen­
ciación entre la potestad tributaria y la regulatoria, que con la
Constitución de 1999, su desarrollo en la Ley Orgánica del Po­
der Público Municipal y recientes sentencias del Tribunal Su­
premo de Justicia, aunque aparentemente aclarado, sigue gene­
rando resistencia en su superación por parte de ciertos sectores
doctrinales.

Abelardo Vázquez Berríos, nos conduce a la evaluación de


los avances, lagunas y medidas necesarias, en lo que es el trata­
miento conferido a la tributación municipal como herramienta
y expresión de la descentralización.

Una autoridad en la materia, como lo es Ezra Mizrachi, nos


introduce en la temática del Impuesto a las Actividades Econó­
micas, refiriéndose a sus antecedentes, mediante una serie de
"Notas sobre el Origen y la Naturaleza de la Patente de Indus­
tria y Comercio".

Respecto de este mismo tributo, Antonio Planchart Mendoza


con su trabajo "Reflexiones en Tomo a la Base Imponible del
impuesto sobre Actividades Económicas de Industria, Comer­
cio, Servicios e índole Similar", nos pasea por los problemas más
frecuentemente registrados por la base imponible del tradicio­
nal Impuesto de Patente de Industria y Comercio, y las solucio­
nes e inconvenientes que el tratamiento conferido a ese elemen­
to técnico del tributo le ha dado la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal.

Betty Andrade Rodríguez, se adentra en el tema de la


"Tributación Municipal a los Hidrocarburos", al tanto que Juan
Carlos Márquez hace lo propio con la aplicación del impuesto a

11
T em a s so b r e T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ez u ela

las actividades económicas al servicio eléctrico, abordándose así


dos importantes sectores económicos, que no han dejado de ge­
nerar polémica.

No menos controversial ha sido la tributación municipal en


el sector de las telecomunicaciones, en esta oportunidad eva­
luado por Wilmer Rosales Díaz, en el que se ponen en evidencia
las dificultades que esta actividad registra al ser gravada con el
Impuesto a las Actividades Económicas.

Finalmente, Carlos Weffe delimita la competencia sanciona-


dora de los municipios como mecanismo indispensable para lo­
grar la efectiva recaudación de los tributos municipales y su re­
lación con el poder punitivo de la República.

Con esta obra colectiva, sin lugar a dudas, la AVDT conti­


núa su labor de promoción y desarrollo de la doctrina patria en
el campo del Derecho Tributario, misión esta en la que ha juga­
do papel decisivo la labor de coordinación de Jesús Sol Gil, a
quien reconocemos nuevamente su esfuerzo.

La AVDT se complace en poner a la disposición del mundo


tributario venezolano esta nueva obra, comprometida como
siempre a continuar ejecutando iniciativas de esta naturaleza,
que bajo el sello de nuestro Fondo Editorial contribuyan a la
divulgación de las posturas de los especialistas nacionales y ex­
tranjeros en tomo a temas de especial interés y actualidad.

Juan Cristóbal Carmona Borjas


Presidente del Consejo Directivo de la
AVDT

12
EL CAPÍTULO TRIBUTARIO DE
LA LEY ORGÁNICA DEL PODER PÚBLICO
MUNICIPAL: FUNDAMENTOS
CONSTITUCIONALES Y PROBLEMAS
QUE LE DIERON ORIGEN

A d r ia n a V ig ila n za G a r c ía *

I. INTRODUCCIÓN

A la doctrina nacional sobre descentralización fiscal se le ha


pasado por alto un dato importante que diferencia las condicio­
nes de financiamiento de los Municipios en Venezuela, al me­
nos frente al resto de los países de América Latina1. Se trata de
la atribución de tributos concretos a los Municipios en el pro-

* Abogado, UCV - Caracas, 1985.Especialista en Derecho Tributario, UCV -


Caracas, 1989. Maestría en Derecho Comparado, New York University, -
N.Y., 1994. (Becada por PDVSA). Años 1985 a 1988: Libre ejercicio profesio­
nal. Año 1988 Abogado Redactor. Legislación Económica (Grupo Lee). Años
1988 -1989. Asistente Fiscal I. Espiñeira, Sheldon & Asociados. Años 1989 -
1990. Abogado Corporativo. Estudio Bentata Abogados. Años 1991 - 1996:
Miembro del Departamento Legal de Lagoven, S.A., Asuntos Legales Inter­
nacionales. Enero 1997 - Marzo, 1998:Gerente Legal Nacional de BP Explo­
ración de Venezuela. Abril, 1998 a Diciembre 1999: Gerente Nacional de
Impuestos de BP Exploración de Venezuela. Año 2000. Presente. Abogado
Libre Ejercicio - V&V Especialistas Legales Asociados. Año 2001. Abogado
Contratado por la Oficina de Asesoría Económica y Financiera de La Asam­
blea Nacional para redacción del Proyecto de Ley Orgánica de Hacienda
Publica Estadal. Años 2003 y 2004. Abogado Contratado por la Asamblea
Nacional (Comisión Mixta para la elaboración del Proyecto de Ley Orgáni­
ca del Poder Público Municipal), para la redacción del Título sobre Hacien­
da Municipal. Profesora Imposición Municipal y Estadal - Postgrados Uni­
versidad Metropolitana y UCV. Profesora Régimen fiscal de Sociedades -
Postgrado en Derecho Mercantil - UCAB. Coordinadora de Comité de
Imposición Municipal de la Asociación Venezolana de Derecho Tributario.
Miembro de la Junta Directiva de la Asociación Venezolana de Derecho
Tributario. E-mail: adrianavigi@cantv.net
1 Con excepción de Brasil y Uruguay.

13
T em a s so bre T r ibu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

pió texto Constitucional, lo cual nuestra doctrina jurídica iden­


tifica con la existencia de "poder tributario originario"2 en ca­
beza de los Municipios. Esta atribución directa, no resulta nece­
sariamente negativa3 pero siempre que sea posible que una ley
nacional coordine y armonice la potestad tributaria de los Mu­
nicipios, en especial respecto del ahora mejor llamado "impuesto
sobre actividades económicas", porque, si bien es el que pro­
vee mayores recursos a los Municipios4, recae sobre el ingreso
bruto de individuos y corporaciones (no consulta la llamada
"capacidad contributiva" pues, independientemente de que la
actividad esté originando pérdidas, es gravable) y se causa por
el ejercicio de actividades económicas que muchas veces exce­
den una sola jurisdicción municipal.
La ausencia de normas de coordinación y armonización lo
que causa es un caos descomunal, como el que lamentablemen­
te existe en la actualidad, que no favorece ni a los Municipios ni
a los contribuyentes, ni al país en general. Los únicos "benefi­
ciados" seríamos los especialistas en el área, pues no nos damos
abasto para asistir en la solución de los innumerables y recu­
rrentes problemas que el actuar desarticulado de los Munici­
pios, en esta área, origina. Por lo demás, esa asignación también

2 Conocemos la moderna tendencia doctrinaria a evitar el empleo del voca­


blo "poder" tributario, por resultar antipático en democracias avanzadas,
en las cuales la relación "Estado-súbdito" cede y no se admite que esa sea
una relación entre un superior y un subordinado, sino que las relaciones
entre el Estado y los ciudadanos, en lugar de ser de "poder" son de "compe­
tencias". No obstante, por razones didácticas continuamos empleado el
término, muy usual en nuestro foro. Asimismo, nos hemos plegado a quie­
nes sostienen que no hay diferencias entre el empleo del vocablo "poder"
y el de "potestad", como expresión que implica la facultad de crear los
tributos y no sólo de recaudarlos.
3 En su conferencia magistral para la Unión Iberoamerciana de Municipalistas
("UIM"), de 2001, GABRIEL CASADO OLLERO interpretó esta atribución
como una garantía a la suficiencia financiera de los municipios.
4 "...En todo caso, el tema de la PIC es un tema de actualidad cuya discusión
debe abordarse con toda la seriedad y responsabilidad del caso. Si bien
pueden estarse cometiendo algunos excesos, ésta es la única fuente signifi­
cativa de recursos propios para los municipios venezolanos..." (GONZALEZ
DE PACHECO, 1998:104)

14
A d ria n a V igilan za G arcía

crea rigideces inconvenientes. Por ejemplo, la clásica recomen­


dación según la cual los impuestos con base tributaria móvil en
todo el territorio del país y los que tienen un fuerte potencial
redistributivo debe ser nacionales (estatales); los de base de
movilidad limitada, regionales y los de base fija, locales (DE
LA CRUZ, 1998: 37), es de inviable implementación en nuestro
país, precisamente por la asignación constitucional a los Muni­
cipios de todos sus tributos.
Pero esa atribución Constitucional de ingresos tributarios a
los Municipios no es sino el fruto de una evolución histórica
errática, entre los modelos de Estado "Federal" y el modelo
Unitario de de Estado ("centralizado"), cuyo resultado ha ter­
minado siendo una muy atípica forma de distribución del
poder tributario entre los tres niveles de gobierno que aquí
existen (Nacional, Estadal5 y Municipal). Por limitaciones de
espacio, no podemos referimos a los motivos de cada uno de los
Artículos en materia tributaria, de la vigente Ley Orgánica del
Poder Público Municipal6. Más bien, consideramos que nues­
tro aporte consistirá en explicar las razones históricas, políticas
y jurídicas detrás del actual entramado de fuentes de
financiamiento municipal y las razones que justifican el articu­
lado que propusimos incluir en ese texto legal, por haber sido
nosotros de la opinión de que no era ni deseable ni viable espe­
rar a una supuesta "Ley de Armonización y Coordinación del
Sistema Tributario", para comenzar a sancionar normas que
hicieran del sistema tributario municipal algo más cercano al
siglo XXI.
Afortunadamente, esta había sido también la interpretación
acogida por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Jus­
ticia, en importantísimas y recientes sentencias que fueron dic­

5 En Venezuela se acostumbra a emplear el término "estadal" para identifi­


car lo relativo al nivel intermedio de gobierno (los Estados). En otros
países de América Latina se acostumbra a emplear el término "estadual",
casi desconocido en nuestra doctrina y no acogido en nuestro derecho po­
sitivo.
6 Gaceta Oficial No. 38.204, del 8 de junio de 2005.

15
T em a s so b r e T r ibu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

tadas con ocasión del ejercicio del poder tributario por parte
de los Municipios respecto del impuesto sobre actividades
económicas (o como se lo conocía en la Constitución de 1961,
"Impuesto de Patente de Industria y Comercio"). Además, la
Sala Constitucional había instado al legislador nacional para
que armonizara en particular ese impuesto, como sigue:
"...Es necesario que la Asamblea Nacional ejerza la compe­
tencia prevista en el número 13 del artículo 156 de la Cons­
titución y con ello armonice la tributación local, al menos en
lo referido al impuesto más importante de todos, fuente prin­
cipal de ingresos municipales, como es el que grava las acti­
vidades lucrativas. Armonizar, y no excluir, es lo que debe
prevalecer en la materia. Los posibles excesos locales no se
pueden evitar a través de la negación del poder tributario de
las entidades menores, sino mediante el establecimiento de
determinados factores que permitan distribuir el poder en­
tre los diferentes municipios que tengan en principio dere­
cho a exigir el impuesto...No es labor de la Sala fijar esos
factores de conexión, por lo que se insiste en la posibilidad de
que la Asamblea Nacional lo haga, en ejercicio de sus potesta­
des co n stitu cio n a le s..." (Sentencia con su ltad a en:
www.tsj.gov.ve. Decisiones - Sala Constitucional).

Por ello, no estuvimos de acuerdo con quienes, al menos mien­


tras se discutía nuestra propuesta, pensaban que poner orden a
la tributación local en Venezuela atentaba contra la autonomía
municipal y daban al artículo 179.2 de la Constitución de 1999
una lectura que haría casi completamente inútil el contenido
del Artículo 156.13 de la Constitución, según el cual:
"Artículo 156: Es competencia del Poder Nacional (.. .)"..La
legislación para garantizar la coordinación y armonización
de las distintas potestades tributarias, definir principios,
parámetros y limitaciones, especialmente para la determi­
nación de los tipos impositivos o alícuotas de los tributos
estadales y municipales...''7(Resaltados nuestros).
7 No hemos encontrado ninguna explicación a este Artículo en los Diarios de
Debate de la Asamblea Nacional Constituyente, Tomos I y II. Podría ser
que esa explicación se encuentre en algún Tomo de esa obra que nos esté
faltando pero, lamentablemente, nos ha sido imposible su ubicación.

16
A d ria n a V igilan za G arcía

La "Fundación Cultura Municipalista" (entidad creada por


profesionales con el objeto fundamental de contribuir al desa­
rrollo y fortalecimiento del Municipio Venezolano), por ejem­
plo, opinó que nuestra propuesta del Capítulo que desarrolla­
mos bajo el título "De la Potestad Tributaria del Municipio" debía
ser rechazada pues negaba la posibilidad de que normativa
legal nacional regulase la tributación municipal pero sobre
todo, el impuesto sobre actividades económicas. Su rechazo
se basó en que, al asignar a los Municipios el tributo llamado
"impuesto sobre actividades económicas", la Constitución dice
"...los impuestos sobre actividades económicas de industria, co­
mercio, servicios o de índole similar, con las limitaciones estableci­
das en esta Constitución-...'': entonces, según interpretaban, se
debía asumir que sólo la Constitución puede prever limitacio­
nes a la potestad tributaria municipal respecto del impuesto
sobre actividades económicas.

Para nosotros, está claro que tal interpretación tergiversaría


el propósito del Constituyente, pues si el contenido del artículo
156.13 de la Constitución no se le puede aplicar al impuesto
sobre actividades económicas, de nada valdría haber incorpo­
rado ese artículo en la Constitución, ya que no existe tributo
municipal que con mayor urgencia requiera de normas de
armonización y coordinación, de parámetros y limitaciones
que establezca la ley nacional, que el impuesto municipal
sobre actividades económicas (ISAE). Cuando el Constituyente
se refirió al referido impuesto, "...con las limitaciones estableci­
das en esta Constitución...", debe entenderse que se refirió a las
limitaciones contenidas en el Artículo 183 del texto constitucio­
nal8, expresamente diseñado, precisamente, para indicar esas

8 "Artículo 183: Los Estados y Municipios no podrán:


1. Crear aduanas ni impuestos de importación, de exportación o de trán­
sito sobre bienes nacionales extranjeros o sobre las demás materias
rentísticas de la competencia nacional.
2. Gravar bienes de consumo antes de que entren en circulación dentro de
su territorio.
3. Prohibir el consumo de bienes producidos fuera de su territorio, ni
gravarlos en forma diferente a los producidos en él. Los Estados y

17
T em a s so b r e T ributació n M u n ic ipa l en V en ez u ela

limitaciones y en especial, en cuanto al alcance del "impuesto


obre actividades económicas", del cual sólo se encuentran ex­
cluidas las actividades económ icas de agricultura, la cría, la
p esca y la a c tiv id a d fo r e s t a l, y las que fueran " m ateria
rentística de la competencia nacional"9, debiéndose entender,
entonces, que todas las demás actividades económicas no lis­
tadas quedarían sujetas al referido impuesto y desechándose
la tesis de la existencia de exclusiones de actividades "im­
plícitas" en el texto Constitucional. No podría interpretarse,
en cambio, que lo que quiso el constituyente fue que el legisla­
dor nacional no pudiera ejercer su competencia armonizadora
respecto de ese tributo en particular. Eso sería, sencillamente,
absurdo. ¿Por qué pretender que el constituyente quiso hacer
que un único tributo municipal escapara de la competencia
armonizadora del legislador nacional?. Además, es imposible
que, mediante la creación de los demás tributos municipales,
como el "impuesto sobre inmuebles urbanos", o el de "juegos y
apuestas lícitas" o de una "contribución por mejoras" los Muni­
cipios pudieran violar las limitaciones que contiene el Artículo
183 de la Constitución. Esos otros tributos no necesitan, casi
ninguna "armonización" pues en muy pocas oportunidades
trascienden de una jurisdicción municipal determinada y el
Artículo 183 de la Constitución tiene que ver, básicamente con
evitar que los tributos locales entorpezcan el libre tránsito de
bienes. La armonización en los demás casos de tributos munici­
pales sería necesaria, en todo caso, para mitigar el "peso" de
alguno de esos tributos, cuando sobre la misma "materia
imponible" o el mismo "objeto", recaiga otro tributo, estadal o
nacional, como podría ser el caso del impuesto municipal sobre
juegos y apuestas lícitas, respecto de los otros varios tributos

Municipios sólo podrán gravar la agricultura, la cría, la pesca y la ac­


tividad forestal en la oportunidad, forma y medida que lo permita la
ley nacional"
9 Queremos aclarar que nosotros damos a esta expresión un significado mu­
cho más restringido que el resto de la doctrina. Para nosotros, sólo consti­
tuye materia de la competencia rentística de la Nación las actividades que
el Estado venezolano se reserva económicamente, tales como la explota­
ción de hidrocarburos.

18
A d rian a V igilanza G arcía

ideados "en tomo" al juego (el impuesto nacional sobre ganan­


cias fortuitas, el impuesto nacional sobre Bingos y Casinos, el
impuesto municipal sobre actividades económicas y el impues­
to sobre la renta de la actividad de operación del juego, aunque
de todos puede aceptarse que tienen "hechos generadores" di­
ferentes, sea en razón del sujeto pasivo o de la base imponible).

Esta fue la visión con la que actuamos cuando participamos


como uno de los miembros de la Comisión de Asesores de la
Comisión Mixta para la Elaboración del Proyecto de Ley Or­
gánica del Poder Público Municipal. Pero entonces, además
de tener que oponemos a la visión generalizada en la doctrina
acerca de la supuesta imposibilidad de que a los Municipios una
ley nacional pudiera proveerlos de normas básicas en esta ma­
teria, supuestamente por haber sido ese nivel de gobierno dota­
do de sus tributos por el propio texto Constitucional y contar así
con "poder tributario originario", también tuvimos que superar
otra matriz de opinión que surgió con la sanción de la Constitu­
ción de 1999, según la cual una única "Ley de Armonización y
Coordinación del Sistem a T ribu tario" abordaría la
racionalización del sistema tributario municipal10. Para noso­
tros, lo más indicado era incluir el desarrollo inicial de los tribu­
tos Constitucionalmente asignados a los Municipios, en la ley
llamada a sustituir la Ley Orgánica de Régimen Municipal, en
la cual se encontraba incluido tradicionalmente un Capítulo o
Titulo sobre Hacienda Municipal.

Afortunadamente, esta visión nuestra la encontramos ya plas­


mada en el Proyecto de Ley Orgánica del Poder Público Mu­

10 En este sentido opinó PALACIOS, quien escribió: "...La fijación del detalle
por parte del legislador local sólo procede en tanto y en cuanto se haya
dictado el ordenamiento jurídico previsto por la Constitución, es decir, la
legislación que 'desarrolle los principios...sobre el régimen local' condi­
ción sine qua non por (sic) su validez y eficacia. La legislación que desarro­
lla el régimen municipal en general es la Ley Orgánica de Régimen Muni­
cipal y, en particular, relativo al régimen municipal impositivo es la Ley
Orgánica de Armonización y Coordinación del Sistema Tributario..." (PA­
LACIOS, 2003: 794)

19
T em a s so bre T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ez u ela

nicipal que había sido aprobado en Primera Discusión ("Pro­


yecto Convergencia"11, como se lo conocía, por el nombre del
partido político que lo presentó a la Asamblea). Por lo demás,
queremos asimismo destacar que en esta visión nuestra de con­
seguir una racionalización del sistem a tributario municipal,
parece que no estábamos solos. En este sentido, con vigencia a
partir del 1 de enero de 1994, fue sancionada en Perú una "Ley
de Tributación Municipal"12, en cuyo artículo se lee:

"Artículo 1: Declárese de interés nacional la racionalización


del sistema tributario municipal, a fin de simplificar la ad­
ministración de los tributos que constituyan renta de los
Gobiernos Locales y optimizar su recaudación". (Resaltado
nuestro).

También la Constitución de Guatemala (de 1985, con refor­


mas de 1993) contiene una disposición que llama la atención
sobre la necesidad de normativa nacional para la tributación
Municipal, habiéndose previsto que el Congreso de la Repúbli­
ca debería emitir un Código Tributario Municipal13, ajustado

11 Entendemos que en la elaboración de este Proyecto, liderizado por el Dipu­


tado Juan José Caldera, participaron como asesores los abogados José
Guillermo Andueza, Elias Bittar y Juan Jacobo Escalona, Yosiris Rodríguez,
Héctor Hernández Manzano, Augusto Montiel, Iris Parra, Nelly Cuenca,
Neida Prada, y Yajaira Rodríguez entre otros (estas dos últimas, también
participaron en el Proyecto que quedó aprobado en Segunda Discusión,
junto con el Ing. William Cárdenas y las sociólogas Cira Romero y Luz
Aldazoro).
12 La citada Ley de Tributación Municipal es la que le asigna fuentes de
ingresos tributarios a los Municipios. En este sentido, el Artículo 3 señala
que "Las Municipalidades perciben ingresos tributarios por las siguientes
fuentes: a) Los impuestos municipales creados y regulados por las disposi­
ciones del Título II" y el Artículo 6 señala que "Los impuestos municipales
son, exclusivamente, los siguientes: a) El impuesto predial; b) Impuesto de
Alcabala; c) Impuesto al Patrimonio Automotriz; d) Impuesto a las Apues­
tas; e) Impuesto a los juegos y f) Impuesto a los Espectáculos Públicos".
13 Disposición Transitoria Final No. 9. Constitución de 1993. "Las corpora­
ciones municipales electas tomarán posesión de sus cargos e iniciarán el
período para el que fueren electas, el 15 de enero de 1986. El Congreso de
la República deberá emitir un nuevo Código Municipal, la Ley de Servicio

20
A d ria n a V igilan za G arcía

a los preceptos constitucionales, a más tardar, en el plazo de un


año a contar de la instalación del Congreso14. Por otro lado y
desde la óptica de una Estado mucho más federal que el nues­
tro, como lo es México, también existe una iniciativa de la legis­
latura del Estado de M éxico15 para sancionar un "Código Fi­
nanciero del Estado de México y sus Municipios"16y las razones
que se esgrimen en la Exposición de Motivos de esa iniciativa,
de alguna manera coinciden con aspectos presentes en el caso
venezolano, como lo son las incongruencias existentes entre di­
ferentes textos legales vigentes y la correlativa inseguridad jurí­
dica17.

Municipal, Ley Preliminar de Regionalización y un Código Tributario


Municipal, ajustado a los preceptos Constitucionales, a más tardar en el
plazo de un año a contar de la instalación del Congreso.
14 Según entendemos, en Guatemala los Municipios sólo pueden crear tasas
por el uso de sus bienes o la prestación de sus servicios. Asimismo, enten­
demos que el referido Código Tributario Municipal no ha sido sancionado
aún.
15 "Estado de México" entendido como el ente estadual. y no la "República de
los Estados Unidos de México".
16 Citado de trabajo presentado por el L.A.E. Alejandro Gumler, Tesorero
Municipal del Municipio de Tlalnepantla de Baz, para el VI Congreso
Iberoamericano de Municipalistas de la UIM, Santo Domingo, Octubre
2002.
17 La Exposición de Motivos de dicha iniciativa legislativa, de 1998, dispone:
"...a estructura jurídica del sistema financiero del Estado y sus Municipios,
basada fundamentalmente en once ordenamientos que son el Código Fis­
cal del Estado, la Ley de Hacienda del Estado, la Ley de Deuda Pública del
Estado, la Ley de Coordinación Fiscal del Estado, la Ley de Aportaciones
de Mejoras del Estado, la Ley de Catastro del Estado, la Ley de Planeación
del Estado y la Ley Orgánica del Presupuesto de Egresos del Estado; así
como el Código Fiscal Municipal, la Ley de Hacienda Municipal y la Ley
de Deuda Pública Municipal, debido a diversas reformas y adiciones que
han sufrido, perdió congruencia sistemática, por contener disposiciones
que se contradicen, se duplican o que por el transcurso del tiempo han
dejado de ser positivas, generando inseguridad jurídica.
Es necesario tener presente que en la época actual, la legislación tributaria
y financiera en el Estado ha tenido tres importantes reformas, la primera a
principios de los años setenta en la que se establecieron las bases de nues­
tro sistema tributario; la segunda como consecuencia de la expedición de
la Ley de Coordinación Fiscal en 1978, que modifica el Sistema Nacional de
Coordinación Fiscal, con lo que las Entidades Federativas autolimitan su

21
T em a s so b r e T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ez u ela

Por estar concientes de que nuestra propuesta era de alguna


manera "vanguardista", queremos dar un reconocimiento es­
pecial al Diputado Wilfredo Febres, por haber sido quien nos
propuso como asesores a la Comisión y con ello, quien nos per­
mitió la oportunidad de ser oídos en la Asamblea Nacional y al
Diputado Darío Vivas, quien, como Presidente de la Comisión
Mixta para la elaboración de la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal, estuvo bien dispuesto a escuchar nuestros plantea­
mientos y abocarse a su comprensión para posteriormente dar­
les forma normativa, asumiendo como suyo propio el gran com­
promiso de dar resolución a algunos de los fundamentales
problemas que planteamos existían en esta área. Igualmente,
queremos reconocer especialmente al Dr. Clemente Scotto, quien
como coordinador de los asesores de la Comisión (ahora Alcal­
de electo del Municipio Caroní del Estado Bolívar), colaboró in­
finitamente, no sólo en darle forma a nuestros planteamientos,
sino en que estos tuviesen la debida recepción en el seno de la
Comisión.

Consideramos pues que es imprescindible exponer en este


trabajo, aunque sea de manera somera, los que consideramos
eran los problemas principales que habían aquejado a la
tributación municipal en Venezuela, aunque debemos hacer esto
después de referimos a las causas históricas que a nuestro juicio
los explicaban, para ubicar a los lectores en el contexto que faci­
litará la comprensión de los novedosos artículos en la materia.

potestad tributaria para permitir la entrada en vigor del Impuesto al


Valor Agregado, a cambio de una mayor participación de los ingresos
federales; y la tercera, derivada de la reforma al artículo 115 Constitucio­
nal, por la que, las Entidades Federativas transfieren al municipio la fuen­
te de tributación basada en los impuestos inmobiliarios; reformas que de
una u otra manera han contribuido a la desactualización de los
ordenamientos que rigen la vida financiera del Estado y los municipios...".
Téngase presente que cuando en este texto se emplea la palabra "Estado"
es para referirse al nivel intermedio de gobierno, no a la República.

22
A d ria n a V igilanza G arcía

II. Origen histórico de la idea de poder tributario originario


en cabeza de los Municipios: ¿"Federalismo a tres nive­
les"?

La realidad venezolana de principios del siglo XIX parecía


ser la de que los Municipios establecían sus propios tributos,
con independencia de que ninguno de esos tributos les estuvie­
ran asignados en las Constituciones de la época. Esta es la con­
clusión a la que debemos llegar al leer algunos documentos,
aparte de las propias Constituciones, como es el singular decre­
to dictado por nuestro Libertador Simón Bolívar, en 182818. Del
texto de ese singular Decreto se evidencia que las Municipalida­
des de alguna manera se habían atribuido prerrogativas rentística
que al parecer no les correspondían, ni constitucional, ni legal­
mente. Disponía el referido Decreto lo siguiente:

" Considerando...
...Io Que las Municipalidades bajo su forma actual son una
verdadera carga para los ciudadanos y producen muy pocas
utilidades al público;...
...3o Que es absolutamente necesario reformar las Municipa­
lidades dándoles nueva organización, de modo que sean
más útiles con m enor gravamen de los ciudadanos y que
entretanto deben suspender a éstos de los perjuicios que ellas
les causan, cuya medida producirá también la ventaja de
que se conozcan con exactitud sus propios arbitrios, oído el
dictamen del Consejo de E sta d o -
Decreto:
...Art. 5o Las rentas municipales serán recaudadas y custo­
diadas previa la competente fianza por la persona o perso­
nas que los Gobernadores de las Provincias nombren para
Tesoreros...
...6o Durante el receso de las municipalidades los Goberna­
dores de las Provincias examinarán por sí o por medio de
personas de toda su confianza:

18 Decreto de fecha 17 de noviembre de 1828, consultado en Brewer-Carías,


(1985: 307).

23
T em as so b r e T ribu ta ció n M un ic ipa l en V en ezu ela

1. Cuáles son los ramos de propios y de arbitrios, unos y


otros con la debida separación.
2. Si se cobran o no, y si han producido lo que debieran.
3. Cuál ha sido su origen y si la inversión que se les deba es
o no legítima...
...6. De qué mejoras serán susceptibles los propios y arbitrios
de cada Municipalidad en la administración, manejo e in­
versión de sus rentas; las que propondrán al Gobierno Supre­
mo para que las decrete..." (Resaltados nuestros).

Muchos datos interesantes surgen del texto trascrito, entre


otros, que existía una gran anarquía en cuanto a cuáles tribu­
tos ("arbitrios") estaban siendo recaudados por los Munici­
pios, el origen de los mismos y el destino que se le estaba dando
a lo recaudado. Este fenómeno podría haber sido originado por
la manera en que se trasladó a América, o por lo menos a Vene­
zuela, el régimen municipal de la Península. Al respecto dijo
nuestro historiador GIL FORTUL, citado por ELIÉCER RUIZ,
lo siguiente:

"...Todas las circunstancias de la época concurren a hacer


de la ciudad el centro fundamental de relaciones humanas.
Establecidos a grandes distancias los unos de los otros, sin
comunicación casi, ni vínculos estables, los grupos huma­
nos concentrados en las ciudades desarrollan por lo mismo
una intensa vida municipal. Obligadas a proveer a la pro­
pia conservación y defensa, prácticamente liberadas de ór­
denes e instrucciones, ellas elaboran y sostienen, en con­
formidad el derecho peninsular e indicando (sic), la propia
organización política y social. Sólo la idea supersticiosa de
que son súbditos de una remota autoridad que gobierna
en nombre de Dios, puede recordarles que no gozan de
una absoluta libertad. Aún en los muy avanzados tiempos
en que el régimen colonial se ve obligado a construir unida­
des a d m in istra tiv a s y p o líticas co m o v irre in a to s,
gobernaciones, presidencias y capitanías generales, el cen­
tro de mayor importancia continúa siendo el municipio;
desde luego el asilamiento de las ciudades no permitía vín­
culos estrechos y constantes, ni siquiera con los gobernado­
res de provincia, que sólo ostentaban una mayor jerarquía,

24
A d ria n a V igilan za G arcía

pero m uy poca autoridad efectiva fuera de las ciudades


donde residían. Por tal modo, el hábito de gobernarse por sí
mismas dio a las ciudades-cabildos la importancia que, con
razón subrayan nuestros más calificados historiadores. Im­
portancia política por el nombramiento de sus propias auto­
ridades, aunque en ocasiones los cargos fuesen comprados
o venales; importancia financiera por el derecho a estable­
cer su régimen económico que choca y triunfa a menudo
contra los representantes de la monarquía y aun contra
autoridades de mayor jerarquía (...)Este fue el sentimiento
de autonomía que se apresuran a interpretar en su propio
beneficio los descendientes de los conquistadores, due­
ños de las fuentes económicas, es el origen de aquellas
poderosas oligarquías municipales españolas que asume
la representación del pueblo y repudian la monarquía cuan­
do la coincidencia del propio sentimiento nacional actúa en
ellos tan poderosamente que la continuación del vasallaje lo
consideran sencillamente intolerable..." Resaltados nuestros.
(RUIZ, 1998:28).

Como se observa, el sentimiento de una fuerte autonom ía


municipal, estrechamente ligada con la creación de "arbitrios"19
propios, estaba presente en los municipios de la colonia y sin
duda se transmitió en el tiempo, siendo la razón por la cual ha
quedado tan arraigada en el pensamiento nacional la idea de
un poder tributario originario en cabeza de los Municipios, po­
der que se resiste al sometimiento, en cualquier sentido, a lo que
disponga otra "autoridad". Ese sentimiento, proyectado al siglo
XX lo que ha ocasionado es que las "poderosas oligarquías mu­
nicipales españolas" dieran paso, por la ausencia de adecua­
das normas de control, coordinación y armonización, y de
voluntad política de imponerlo, a otras "poderosas oligarquías"
constituidas por quienes, prevalidos de convenios para la re­
caudación de tributos, terminan por atribuirse jugosas comisio­
nes, muchas veces desconectadas del esfuerzo recaudatorio y

19 Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, "arbi­


trio", en su sexta acepción, significa: "derechos o impuestos con que se
arbitran fondos para gastos públicos, por lo general municipales" (Resal­
tado nuestro).

25
T em a s so b r e T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ez u ela

que no habían tenido inconveniente en "compartir" con algu­


nas autoridades municipales20.

Afortunadamente, ya muchos Municipios del país han co­


menzado a contemplar en sus Ordenanzas los sistemas de
autoliquidación del impuesto, lo cual añade cierto grado de
transparencia, aunque no la garantiza del todo. Pasando al ex­
tremo opuesto, la ya vigente Ley Orgánica del Poder Público
Municipal, tal vez por conocer la realidad apuntada, eliminó
toda posibilidad de delegar la recaudación en particulares21.

En cualquier caso y volviendo a nuestra historia Constitucio­


nal, tenemos que en nuestras prim eras Constituciones, com o
veremos, no se encuentra referencia alguna al Municipio ni a la
autonom ía m unicipal y tampoco a la posibilidad de que los
Municipios creasen sus ingresos tributarios propios. Pero la rea­
lidad histórica muestra que los Municipios continuaron con la
"costumbre", establecida desde la época colonial, de procurar­
se sus propios recursos, incluyendo los de naturaleza tributaria.

Por otro lado, también es verdad que el primer texto Consti­


tucional latinoamericano en el cual se haya consagrado de

20 No consideramos que la contratación privada de la recaudación tributaria


y el establecimiento de un porcentaje de la recaudación como remunera­
ción, sea perjudicial, per se. Por el contrario, en el caso de algunos tributos
municipales, la posibilidad de contratar esos servicios es lo que hace facti­
ble su recaudación. Más bien, nuestra recomendación fue que la ley nacio­
nal contemplara las condiciones en las cuales podría ser contratada la re­
caudación de tributos municipales, incluyendo limitaciones a las
comisiones y también a las llamadas "obvenciones" (comisiones otorga­
das a los recaudadores que sí están en la nómina municipal) que se puedan
acordar. Aunque la ley prohibió la contratación privada de la recaudación,
nada dijo respecto de las llamadas obvenciones por lo cual consideramos
que no serían ilegales.
21 "Artículo 175 - Es competencia de los municipios la fiscalización, gestión y
recaudación de sus tributos propios, sin perjuicio de las delegaciones que
puedan otorgar a favor de otras entidades locales, de los Estados o de la
Nación. Estas facultades no podrán ser delegadas a particulares" (Resalta­
dos Nuestros).

26
A dria n a V igilan za G arcía

manera expresa la autonomía municipal, aunque de una ma­


nera que lució absurda a ciertos estudiosos de estos temas, tal
vez haya sido nuestra Constitución de 1857, según la cual "El
Poder Público se divide para su administración en Legislativo,
Ejecutivo, Judicial y Municipal (sic)..." (Artículo 6. Resaltado
nuestro). MOLES CAUBET, dijo al respecto, igualmente basa­
do en la obra de GIL FORTOUL, que la Constitución de 1857
"...introduce una iniciativa desconcertante nada menos que in­
ventando un nuevo poder soberano, sujeto de funciones sobe­
ranas, como los demás Poderes, el legislativo, el Ejecutivo y el
Judicial...La Constitución de 1857 se inspira directamente más
bien en la obra de Benjamín Constant, Cours de Politique
Constitutionnelle, (1817 - 1820). Constant, mejor hombre de
letras que tratadista político, pretende producir el equilibrio en­
tre libertad y autoridad -la clásica antinomia- con el contrapeso
de un cuarto Poder: el Poder Municipal...." (MOLES CAUBET,
1983: 500). BREWER-CARIAS da otra explicación al asunto y
ve en el reconocimiento del "Poder Municipal" una manio­
bra política en contra de los poderes de las Provincias. Al
respecto dice que "...La lucha del poder central contra las ape­
tencias regionales-federales-caudillitsas se pretendió resolver a
favor del poder central asfixiando el poder de las Provincias y
creando el Poder Municipal..." (BREWER-CARIAS, 1985: 53).
Resaltados nuestros.

En todo caso, en esa misma Constitución se estableció como


atribución de los Concejos Municipales "...Establecer impues­
tos municipales en sus respectivos cantones para proveer a sus
gastos y arreglar el sistema de recaudación e inversión..." (Artí­
culo 87 ordinal 5o). Sin embargo, incluso antes del imperio de
esa Constitución el Congreso Nacional decretó la "Ley sobre
Rentas Municipales"22, en la cual se había establecido clara­
mente no sólo cuáles podían ser esas rentas sino también, en
algún sentido, los parámetros y limitaciones bajo los cuales po­

22 La primera vez que se sancionó tal ley fue en el año 1821 (30 de septiem­
bre), que debía pagarse "...en cada lugar donde tenga establecimiento el
contribuyente..." (MIZRACHI, 1998: 21).

27
T em a s so bre T ribu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

dían ser creadas.23 De manera que aunque de la lectura asilada


de ese texto Constitucional podría haberse pensado que en la
creación de sus impuestos los municipios podían actuar sin aten­
ción a lo previsto en una ley nacional o estadal, eso no parecía
ser totalmente cierto.
En la Constitución de 1858 continúa la referencia al "Poder
Municipal" disponiéndose que "El Poder Público se divide en
Nacional y Municipal" (Artículo 9), pero al parecer se reconoce
una relación entre ese poder y el de las Provincias y es con res­
pecto de la "Legislaturas" de las Provincias que al parecer se
establecía el poder de crear tributos (Artículo 128 No. 11 y 129).
No aparece en esta Constitución referencia a la posibilidad
de los Municipios de crear impuestos, como aparecía en la
anterior Constitución, pero sí se pretendió imponer una fórmu­
la mixta entre poder local y poder central en la cual, al decir de
BREWER, "...salieron fortalecidas la Provincias...." (Brewer-
Carías, 1985: 56)
Con el triunfo de la Guerra Federal definitivamente se vio
disminuido el rol de los Municipios, al menos en el aspecto
tributario. Tal como se puede leer en el Diccionario de Historia
de Venezuela, editado por la Fundación Polar (aunque noso­
tros no diríamos "hasta" la primera Constitución del período
"federal", de 1864, sino incluso después):
"...hasta la Constitución federal de 1864, las municipalida­
des estuvieron muy disminuidas en sus funciones adminis­
trativas, de ordenación urbana y régimen económico. Fun­
ciones políticas propiamente no tenían. Las diputaciones
provinciales comenzaron a ocuparse de asuntos antes en
manos de los cabildos. Veamos varios ejemplos: la diputa­
ción de Carabobo resuelve sobre el arrendamiento de ejidos
(7 .1 2 .1 8 4 1 ), el sueldo de los secretarios m unicipales
(8.12.1843), las normas de la arquitectura civil (9.12.1843), el

23 La Constitución de 1857 fue sancionada el 17 de abril de 1857. La Ley del 25


de Mayo de 1857 puede ser leída en "Leyes y Decretos Reglamentarios de
los Estados Unidos de Venezuela". Tomo XV. Editorial Sudamericana S.A.
Buenos Aires, 1944. p.959.

28
A dria n a V igilan za G arcía

número de miembros de cada Concejo Municipal de la pro­


vincia (19.11.1844), y la tarifa de derechos municipales
(13.12.1844); la de Caracas, por su parte, se ocupa de los
impuestos municipales y de los mecanismos para su recau­
dación (29.11.1838), del alumbrado público (30.11.1838), de
los impuestos dirigidos a las industrias (5.12.1839), y de la
venta de bienes municipales, como por ejemplo del edificio
de la esquina del Principal junto con las canastillas y porta­
les de su frente, operación hecha a favor del Gobierno nacio­
nal (19.11.1840). La Constitución federal de 22 de abril de
1864 no menciona a las municipalidades y deja su organi­
zación y funcionamiento a las constituciones regionales.
Así, los estados dictan sus leyes orgánicas del poder muni­
cipal. Los jefes civiles de los distritos eran designados en
algunos Estados por el gobernador y en otros por el Concejo
Municipal. Es de esta forma como la Constitución del Esta­
do Carabobo del 20 de enero de 1883 establecía en su artícu­
lo 57 que el jefe civil del distrito lo elegiría el concejo de su
seno. En las constituciones federales se establecía el prin­
cipio de que era de la competencia de los Estados aquello
no atribuido a la Nación. Los Estados atribuían a su vez a
las municipalidades aquellas funciones de administración
lo ca l..." (Resaltados nuestros).

Esa ingerencia de los Estados sobre el régimen municipal,


incluyendo lo económico, se mantiene en la Constitución de 1881,
dentro del período de las Constituciones federales24, se dispuso
claramente que "...Los Estados de la Federación Venezolana se
obligan a: (...) 12. No prohibir el consumo de los productos de
otros Estados ni gravar la producción con impuestos generales
o municipales mayores que los que graven la que se produce en
la localidad..." (Artículo 13. Resaltado nuestro). De manera que
también para el Constituyente de 1881 la materia tributaria
municipal era asunto que competía a los Estados, con lo cual
no se puede afirmar que en ese período existiera una auténtica
potestad tributaria "originaria" en cabeza de los Municipios,
algo que nos parece que la gran mayoría de la doctrina jurídi­
ca patria en la actualidad "asumió" como si hubiese sido la

24 Este período comenzó con la Constitución de 1864.

29
T em a s so bre T ribu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

constante en nuestra historia. Respecto de esta Constitución,


el "Diccionario de Historia de Venezuela" antes citado, señala:

" ... El proyecto de Constitución de 13 de junio de 1891 dis­


ponía en su artículo 20 numeral 3o que los estados se obliga­
ban a establecer «ampliamente» en sus instituciones loca­
les el régimen municipal independizándolo de los poderes
generales del Estado. Luego, en la Constitución de 21 de
junio de 1893, por el artículo 13 («Bases de la Unión») nume­
ral 2o, se obligaban los estados a reconocer en sus respecti­
vas constituciones la autonomía de los municipios y su in­
dependencia del poder político del Estado, en lo concerniente
a su régimen económico y administrativo. La Revolución
Restauradora trajo su propia versión de la Constitución, que
se promulgó en 29 de marzo de 1901. Allí se repite la obliga­
ción de los estados de respetar la autonomía municipal en
su régim en económ ico y adm inistrativo, y su sistema
rentístico, pero, por primera vez, se les limita a que no po­
drán: a) Fijar impuestos a exportaciones, a los productos en
tránsito, al ganado y a los productos gravados por impues­
tos nacionales; b) prohibir el consumo de ganados, y c) crear
aduanas. Algún problema ha debido existir por el abuso de la
autonomía municipal para que la Constitución le limitara
expresamente sus atribuciones.. ."(Resaltados nuestros).

Aunque no negamos que "...algún problema ha debido exis­


tir por el abuso de la autonomía municipal...", lo cierto es que
nada de extraño tiene haber consagrado la "dependencia"
del régimen municipal (incluida la hacienda) de la legisla­
ción dictada por los Estados, pues ello no es más que una
consecuencia lógica de haberse adoptado la forma federal de
gobierno. En todos los Estados de origen auténticamente fe­
deral. el régimen municipal es materia que legislan los Esta­
dos y no el Poder Nacional. Así ocurre, en la actualidad, en los
EEUU, en Argentina y en México, por citar algunos casos. Por
eso, en todas las Constituciones de la primera etapa del "pe­
ríodo federal" (y no sólo "hasta" la Constitución de 1864, como
se señala en el citado "Diccionario de Historia de Venezuela")
desaparece toda referencia a los Municipios y a su autono­

30
A d ria n a V ig ila n za G arcía

mía y por supuesto, a los tributos Municipales, que serían


aquellos que les asignaran las Constituciones estadales.

Es sólo a partir de la Constitución de 1893 cuando reaparece


a nivel Constitucional la referencia a la "autonomía
municipal". Se dispuso en esa Constitución que los Estados que
formaban la Unión Venezolana se obligaban ".... A reconocer
en sus respectivas Constituciones la autonomía del Municipio
y su independencia del poder político del Estado en todo lo
concerniente a su régimen económico y administrativo" (Art.
13 No.2. Resaltado nuestro). Es en esa disposición constitucional
vemos el "germen inmediato" de la confusión que para nosotros
ha significado reconocer potestad tributaria originaria a los
municipios, en el marco de un Estado con supuesta forma federal.

Ahora bien, en la siguiente Constitución, de 1901, la redac­


ción del artículo atributivo de autonomía municipal cambió aún
más, e una manera significativa, al disponerse:

"Artículo 6 o: Los Estados que forman la unión Venezolana


(...) se obligan: 3o A reconocer en sus respectivas Constitu­
ciones la autonomía del Municipio y su independencia del
Poder Político del Estado, en todo lo concerniente a su régi­
men económico y administrativo; y en consecuencia, el
Municipio podrá establecer un sistema rentístico, sujetán­
dose a las disposiciones que contienen las bases 1 1 ,1 2 ,1 3
y 14, sin que se considere de modo alguno comprendido
en la obligación a que se contrae el número 28 de este
artículo..." (Resaltado nuestro).

Las bases 11, 12, 13 y 14 se referían a la imposibilidad para


los Estados (y desde entonces, para los Municipios) de imponer
contribuciones sobre los productos nacionales destinados a la
exportación (10); a no imponer contribuciones sobre los pro­
ductos nacionales destinados a la importación (11); de estable­
cer impuestos sobre los productos extranjeros gravados con de­
rechos nacionales o exentos de gravamen por Ley, ni sobre los
ganados, productos, efectos o cualquier clase de mercadería,
vayan o no de tránsito para otro Estado o que se transporten

31
T em as so bre T ribu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

por su territorio antes de ofrecerse al consumo en él (12); a no


prohibir el consumo de los productos de otros Estados, ni gra­
var su consumo, ganados, artículos y demás producciones con
impuestos mayores o menores de los que paguen sus similares
de la localidad (13) y a no establecer aduanas para el cobro de
impuestos de importación (14). Esto es, las típicas prohibiciones
que en la Constitución federal de los EEUU se acostumbran a
agrupar bajo la llamada "Commerce Clause"25.

Vemos en esa disposición Constitucional el claro "vuelco"


que dimos en relación con el modelo federal de gobierno, en
materia de reparto de poder tributario. Al disponerse en el texto
Constitucional que los Municipios podrán "establecer" su siste­
ma rentístico "sin más limitaciones que las que reconocen los
Estados de la Unión (bases 11,12,13 y 14)", se hizo una autén­
tica equiparación -o mejor dicho, una sustitución- de los Es­
tados de la Unión por los Municipios, en materia de potestad
tributaria originaria. Surge así el fundamento para que entre
nosotros se haya acuñado la expresión "federalismo a tres nive­
les"26 , aunque particularmente consideramos que lo que en rea­
lidad ocurrió fue que surgió una forma de Estado muy particu­
lar, el "E stad o fe d e r a liz a d o , a n ivel M unicipal" porque,
paradójicamente, en esa misma Constitución se imponía a los
Estados "...tener como única renta propia..." los rubros que ex­
presamente les atribuía el texto Constitucional, en el número 28
del Artículo 6 (justamente aquél que se les dijo a los Municipios
que no estaban en la obligación de respetar), colocándose a los
Municipios en la posición que debían tener los Estados, res­
pecto de la detentación de poder tributario, si de un Estado
federal se tratase27.

25 "...El Congreso tendrá el Poder...De regular el comercio con las Naciones


extranjeras, entre los distintos Estados y entre ellos y las Tribus Indias..."
(Traducción libre nuestra del Art. 1, parágrafo 8.3 de la Constitución de los
EEUU)
26 Esta expresión se la hemos escuchado a nuestro Profesor, Manuel Rachadell.
27 A los Estados, en efecto, se les privó de toda posibilidad de escoger otra
manifestaciones de riqueza a gravar, distinta de las que serían sus únicas
rentas propias (el "impuesto de tránsito", el total de los que produzcan las

32
A dria n a V ig ila n za G arcía

En definitiva, en la Constitución de 1901 se produce pues


una especie de "intercambio de roles tributarios" en atención
a lo que sería la regla tradicional en un Estado Federal. El Mu­
nicipio pasó a tener el tipo de poder tributario que en un Es­
tado Federal es propio de los Estados miembros, con lo cual
por lo menos cobraba sentido aplicarles las limitaciones al estilo
de la llamada "Cláusula de Comercio" norteamericana. Se debe
recordar que esas limitaciones sólo tienen sentido si el ente polí­
tico territorial está en capacidad de "diseñar" sus propios tribu­
tos y entonces, el texto Constitucional sirve para limitar pun­
tualmente, con restricciones específicas, ese poder.

La comentada norma fue mantenida en términos muy simi­


lares hasta la Constitución de 1925 donde ocurrió otro cambio
trascendental pues se limitó la autonomía municipal a la inde­
pendencia del poder político del Estado "...en lo concerniente a
su régimen adm inistrativo..." (sin referencia a lo económico,
como en anteriores oportunidades. Resaltado nuestro). Sobre la
Constitución de 1925, BREWER-CARÍAS dice:

"...La Constitución de 1925, formalmente, conservó la forma


federal del Estado e incluso estableció por primera vez en
forma expresa la distribución del Poder Público "entre el
Poder Federal, el de los Estados y el de los Municipios",
situación que perduró hasta la actualidad..." (BREWER-
CARÍAS, 1985: 88).

En cualquier caso, las referencias al "Poder Público Munici­


pal" hechas en el propio texto Constitucional desdibuja la que
supuestamente era nuestra forma de Estado pues en las Cons­
tituciones de Estados Federales, el régimen municipal es un
asunto que compete a cada Estado y que debe quedar definido
en sus propias Constituciones. Por ello -y en eso estamos de
acuerdo con BREWER-CARÍAS- de la Constitución de 1925
puede decirse que:

minas, los terrenos baldíos, y las salinas y el producto del papel sellado,
por lo tanto, se les privó del poder tributario originario entendido como
posibilidad de escoger otras manifestaciones económicas a gravar.

33
T em a s so b r e T ributación M u n ic ipa l e n V en ezu ela

"... realmente, marcó el inició del fin del de federalismo


en Venezuela...en esta Constitución de 1925 se ampliaron
considerablemente las materias reservadas al Poder Central
por los Estados de la Federación...todo lo relativo a la
organ ización , cobro e inversión de los im puestos de
estampillas, timbres fiscales, cigarrillos, tabacos, registro,
herencias, fósforos, aguardientes, licores y todo lo demás
que, con carácter de impuestos nacionales, estableciese la
ley, con lo cual quedó amplísimo el ámbito de la potestad
tributaria nacional...La Constitución de 1925 estableció por
primera vez, en el texto constitucional, la institución del
situado constitucional, com o un aporte anual que del
P resu p u esto N acion al debía h acerse a los E stad o s,
equivalente al 12 por 100 del total de ingresos por rentas, en
sustitución de la figura que existía anteriormente y que
consistía en la delegación que los Estados hacían al Poder
federal de ciertas materias para que éste distribuyera su
producto liquido entre los Estados...con este texto de 1925,
el régim en m u n icip al recib ió un am plio sop orte al
consagrarse, constitucionalmente, materias reservadas a las
M unicipalidades: "org an izar sus servicios de policía,
abastos, cementerios, ornamentación municipal, arquitectura
civil, alumbrado público, acueductos, tranvías urbanos y
demás de carácter municipal" (BREWER- CARÍAS, 1985:
88). Resaltados nuestros.

En la Constitución de 1936, la referencia a la independencia


del Municipio del poder político de los Estados "...en lo concer­
niente a su régimen administrativo..." permaneció pero se vol­
vió a agregar "...en todo lo concerniente a su régimen económi­
co y adm inistrativo..." (Resaltado nuestro). Otro cambio
significativo en la concepción de la "autonomía" Municipal ocu­
rrió en la Constitución de 1947, en la cual ya se dispuso de ma­
nera expresa que la autonomía municipal debía ser garantiza­
da "por la Nación". Se dijo en esa Constitución:

"Artículo 111: La nación garantiza la autonomía de las Mu­


nicipalidades, y en tal virtud:
a) Los Concejos Municipales no podrán ser intervenidos
en el ejercicio de sus funciones por las autoridades naciona­

34
A d ria n a V igilanza G arcía

les o estatales, y las ordenanzas, acuerdos o resoluciones


que ellos dicten no podrán ser vetados, ni en modo alguno
impugnados sino ante la autoridad judicial competente, en
los casos y mediante los trámites que señale la ley (...)
c) Toda autoridad respetará la autonomíafiscal de las Muni­
cipalidades y, en consecuencia se abstendrá de invadir la
competencia que corresponde a ésta para organizar y admi­
nistrar sus rentas y de recabar de dichas rentas todo o parte
de los ingresos que recaude la Municipalidad..." (Resalta­
dos nuestro)28.

Al referirse al texto Constitucional de 1947, BREWER-


CARÍAS escribe:

"...Este texto, en la historia constitucional del país, induda­


blemente que tiene un carácter revolucionario no sólo en
cuanto a técnica y expresión, sino en cuanto al contenido,
pues desarrolla ampliamente los derechos sociales, limita
los derechos económicos y establece el derecho al sufragio
universal, directo y secreto, con lo cual se inicia la democra­
cia participativa en Venezuela. En cuanto a la forma de Es­
tado, el texto de 1947, que luego sirvió de modelo al de
1961, estableció una correlación y balance entre los Pode­
res Nacionales (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) en forma
tradicional y conservó, a pesar del centralismo inmanente
de su texto, vestigios del régimen federal...En este esquema
de distribución vertical del Poder, la Constitución de 1947 si
bien conservó el nombre de Estados Unidos de Venezue­
la, eliminó el título inicial, que tenían las Constituciones
desde 1864, relativo a las "Bases de la Unión" y lo sustitu­
yó por un extenso título relativo al Poder de los Estados, en
el cual aún se conservan competencias sustantivas de éstos
en materia de desarrollo económico y físico. En cuanto al
Poder Municipal, la Constitución de 1947 destinó también
un desusado y extenso título a su regulación, con detalle
respecto del ámbito de la autonomía de los Concejos Muni­
cipales y de la competencia del Poder Municipal, la cual
también tenía un contenido más amplio que el actual, aún
cuando con previsión expresa, en muchos casos, respecto

28 (BREWER-CARÍAS, 1985: 897).

35
T em a s so bre T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

de que esa competencia debía ejercerse "con sujeción a las


leyes y reglamentos nacionales", con lo cual se limitaba
sustancialmente la referida autonomía del Poder M unici­
pal..." (BREWER-CARIAS, 1985.97). Resaltados nuestros.

Luego, la Constitución de 1953, correspondiente al período


de la dictadura del General Marco Pérez Jiménez, producto del
golpe militar de 1948, formalmente preservó la forma "federal"
de Estado y destinó capítulos específicos a regular a los Estados
y Municipios. Sin embargo, como dice BREWER-CARIAS, esa
Constitución:

"...cambió radicalmente el principio básico del federalismo


de 1864, que habían repetido todas las Constituciones pre­
cedentes hasta 1947, y que colocaba el poder residual en
los Estados. La Constitución de 1947, por ejemplo, en esa
tendencia atribuyó a los Estados competencia en "todo lo no
reservado expresamente por esta Constitución a las leyes
(sic), a la Nación o a las Municipalidades" y si bien se apar­
tó de la tradición constitucional que regulaba este poder re­
sidual, como una materia de reserva constitucional, permi­
tiendo en cambio que por ley se atribuyeran competencias al
nivel nacional, el principio del poder residual de los Esta­
dos siempre estuvo vigente29. La Constitución de 1953, al
contrario, cambió el nivel residual y se lo atribuyó al Poder
Nacional, al establecer como competencia de éstos "toda
otra materia que la presente Constitución no atribuya a los
otros Poderes", con lo cual, formalmente, se acabó con uno
de los últimos vestigios del federalismo. La Constitución
de 1953, además, abandonó la denominación de la Nación
como "Estados Unidos de Venezuela", que el texto de 1864
había impuesto y se adoptó la denominación contemporá­
nea de República de Venezuela..." (BREWER-CARÍAS,
1985: 100).

En la Constitución de 1961, primera Constitución de la era


democrática del siglo XX, se dio un paso novedoso, en cuanto a
29 Nosotros opinamos que, al menos en lo referente a poder tributario, no es
cierto que el poder residual estuvo siempre en cabeza de los Estados, en las
Constituciones anteriores a la de 1953.

36
A dria n a V igilanza G arcía

que fue la primera Constitución que en verdad se listaron los


tributos que correspondían a los Municipios, "con nombre y
apellido"30. Al asumirse la inclusión de ese "listado", debía con­
siderarse denegada toda posibilidad de que los Municipios crea­
sen tributos diferentes a los que le quedaron atribuidos de ma­
nera expresa en la Constitución, salvo por atribución posterior
que les hiciera la ley nacional. Así lo disponía el ordinal 6o del
artículo 31 del texto Constitucional de 196131. La potestad
tributaria residual expresa estaba en la Nación porque fue a ese
nivel del Poder Público a quien el texto Constitucional de 1961
(así como el de 1999) asignaba la competencia para "...La orga­
nización, recaudación y control de...los demás impuestos, ta­
sas y rentas no atribuidos a los Estados y a los Municipios,
que con carácter de contribuciones nacionales creare la ley...".
(Artículo 136, ordinal 8o). (Resaltados nuestros).

En esa Constitución permaneció, por supuesto, la consagra­


ción de la autonom ía municipal desde el texto Constitucional,
de la siguiente manera:

"Artículo 29: La autonomía del Municipio comprende:


1. La elección de sus autoridades;
2. La libre gestión en las materias de su competencia; y
3. La creación, recaudación e inversión de sus ingresos.
4. Los actos de los Municipios no podrán ser impugnados
sino por ante los órganos jurisdiccionales, de conformidad
con esta Constitución y las leyes". (Resaltado nuestros).

Ahora, bajo la Constitución de 1999, han ocurrido varios


cambios que nos parecen trascendentales en esto de perfilar
nuestra auténtica forma de Estado y que nos hacen concluir
que, desde el punto de vista de reparto de poder tributario, no
es la de un Estado Federal, como en los primeros tiempos se
entendió este modelo de Estado. Nosotros nos parecemos más
a un Estado Unitario, con una descentralización política que
puede ser más o menos acentuada, dependiendo de cuál sea la

30 Artículo 31 citado en la página 26 de este trabajo.


31 El artículo es citado en la página 26 de este trabajo.

37
T em a s so b r e T ribu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

visión del país que tenga la Asam blea N acional32. La califica­


ción que se hace de nuestro país como un Estado "federal des­
centralizado", en el artículo 4 de la Constitución de 1999, es un
pleonasmo33, pero es el natural resultado de la "mezcla" desar­
ticulada que la historia hizo de nuestra forma de Estado. Al
respecto, dice la Exposición de Motivos que:

"(...) En cuanto a la estructura del Estado venezolano, el di­


seño constitucional consagra un Estado Federal que se define
descentralizado para expresar la voluntad de transformar el
anterior Estado centralizado en un verdadero modelo federal
con las especificidades que requiere nuestra realidad (...) Re­
saltado nuestro.

Al referirse a la "retomada" institución del "Consejo Federal


de Gobierno"34, complementa:

32 En este sentido, podríamos estar de acuerdo con el autor argentino Jorge


Macón, para quien "...Colombia, unitaria, es más descentralizada que Venezue­
la, federal..." (MACON, 98: 2004)
33 Siguiendo en esto la tesis de Hans Kelsen, para quien el Estado federal es
la forma más perfecta de descentralización. No desconocemos el hecho de
que "descentralización" y "centralización", como dice GARCÍA PELAYO
(GARCÍA PELAYO, 1951:229), son conceptos ideales que no se dan puros
en la realidad histórica, pero ocurre que entre nosotros, se ha pasado por
alto que existen algunos principios básicos que inspiraron el modelo Fe­
deral original de reparto de poder tributario (EEUU) y que fueron acogi­
dos en nuestra primera Constitución y desechados en otras en las cuales se
adoptó el modelo "centralista", sólo que al final, terminamos mezclando
principios propios de estos modelos contrapuestos, sin clara conciencia de
ello, para arribar a la atípica asignación de poder tributario originario en
los Municipios.
34 En nuestra historia Constitucional, la Constitución de 1881 también pre­
veía la existencia de un Consejo Federal, dentro del Título denominado
"Del Poder General de la Federación". Dicho Consejo estaría "...compues­
to de un Senador y un Diputado, por cada una de las entidades políticas, y
de un Diputado más por el Distrito Federal (...) El Consejo Federal elige de
sus miembros al Presidente de los Estados Unidos de Venezuela (...) Es
nula de derecho y carece de eficacia la elección que para Presidente de los
Estados Unidos de Venezuela se haga en persona que no sea miembro del
Consejo Federal, así como la de los que hayan de suplirlo por faltas tempo­
rales o absolutas..." (BREWER-CARÍAS, 1985:493).

38
A dria n a V igilanza G arcía

(...) Es pues, un órgano producto de la/ase más avanzada del


federalism o cooperativo, superación histórica de lo que ha
sido denominado federalism o dual que entendía al Estado
com o p rod u cto de un p acto entre los distintos entes
políticoterritoriales los cuales tendrían una esfera de sobe­
ranía no delegada a la Unión y en principio, intangible a la
acción del Poder federal..." (Resaltado nuestro).

Nuestra crítica a ese razonamiento va dirigida a que la reali­


dad constitucional y legal venezolana demuestra que los "Esta­
dos de la Unión", desde hacía largo rato, no tenían "...una es­
fera de soberanía no delegada a la Unión...". Por ello, mal
podíamos evolucionar hacia un "federalismo cooperativo", que
significa que los Estados "ceden" poder frente un "centro", que
supuestamente estaba debilitado. Los que, en cambio, parecía
que sí tenían una "esfera de soberanía no delegada a la Unión",
eran los Municipios, con su flamante poder tributario origina­
rio. Tan "originario" se había concebido ese poder de gravar,
que se terminó sometiendo a los Municipios a las limitaciones
de no crear aduanas, ni gravar los productos que se produjesen
fuera de su jurisdicción con tributos distintos a aquellos que gra­
vasen los producidos dentro de su jurisdicción y a otras de simi­
lar naturaleza, que no tienen sentido sino cuando, en principio,
el poder tributario del ente sometido a esas restricciones, es ili­
mitado.

Las referidas limitaciones se mantienen hoy en la Constitu­


ción de 1999, pero en esta Constitución ha obrado un cambio
importante, con el reconcomiendo de la posibilidad de que el
legislador nacional dicte "parámetros, principios y limitacio­
nes"35, tanto a tributos municipales como a los estadales, lo cual
nos hace pensar que el sometimiento de los Municipios a esas
limitaciones ahora tiene aún menos sentido. Además, también
está claro ahora una nueva forma de concebir la autonomía
municipal. En el artículo 168, se dispuso:

35 Artículo 156.13. A esta norma nos referimos con mayor profundidad, más
adelante.

39
T em a s so bre T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezuela

"Artículo 168: Los Municipios constituyen la unidad políti­


ca primaria de la organización nacional, gozan de persona­
lidad jurídica y autonomía dentro de los límites de la Cons­
titución y de la ley. La autonomía municipal comprende:
1. La elección de sus autoridades.
2. La gestión de las materias de su competencia.
3. La creación, recaudación e inversión de sus ingresos (...)"
(Resaltados nuestros).

Como se observa, en la Constitución de 1999 -a diferencia de


lo contemplado en la Constitución de 1961- para la definición
o alcance de esa autonomía municipal también se hizo remi­
sión a la ley. Nosotros consideramos, por lo mismo, que el con­
cepto de autonomía, aún en lo económico o fiscal, no implica
cesión o reconocimiento de potestad tributaria originaria en el
Municipio, en el sentido que le dio nuestra doctrina al término,
como poder no sometido a directrices de ningún tipo, prove­
nientes de otro nivel políticoterritorial de gobierno. La auto­
nomía financiera -y por ende, tributaria- no es una manifes­
tación especial de la autonomía, capaz de escapar
completamente de ser delimitada por la ley nacional. Existe,
sí, la garantía para los Municipios de no ser privados, por ley
nacional, de sus tributos propios, porque ellos está listados en el
texto Constitucional, pero ello no significa que el legislador
nacional no pueda establecer algunos principios, parámetros
y limitaciones, para hacer posibles otros postulados constitu­
cionales, como lo sería el principio de la solidaridad
interterritorial y el de la justa distribución de las cargas públi­
cas, entre otros.

La interpretación contraria está tan arraigada en la mente


política y jurídica del país, que fue verdaderamente un gran
reto plantearnos cambiar esa concepción por una que, sin le­
sionar la autonomía municipal, permita nuestro desarrollo ar­
mónico como Nación, al menos en lo económico. Nosotros con­
cluimos que, gracias a la manipulación política o simplemente
al desconocimiento del tema, hemos estado obligados, en los
últimos años, a permitir que los tributos municipales queden

40
A driana V igilanza G arcía

regulados o "legislados" con alcance "nacional", sólo por deci­


siones jurisprudenciales y esto ha degenerado en una cantidad
tremenda de males, desde el más serio, la terrible inseguridad
jurídica para contribuyentes y municipalidades, por igual, has­
ta el surgimiento, ante las mayúsculas contradicciones que oca­
siona ese ejercicio "inarticulado" de poder tributario por parte
de los Municipios, de tesis que pretenden mermar el poder tri­
butario de los Municipios sobre la base de otras verdaderas "abe­
rraciones" jurídicas, todo lo cual, en lo único que han derivado,
es en una considerable congestión en la administración de justi­
cia y en mucha "presión fiscal indirecta", pues los contribuyen­
tes y los municipios no saben a qué atenerse. A continuación
describiremos algunas de esas "aberraciones", en alguna medi­
da aún presentes en el pensamiento jurídico-político de nuestro
país, pese que ya la Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia se ha encargado de irlas eliminando, a fin de que no
se nos tenga de "alarmistas" y se comprenda que no exagera­
mos al hablar de "caos".

III. Consecuencias que se derivan del la particular concep­


ción del Poder Tributario de los Municipios en Venezuela:
El gravamen a las actividades económicas interjuris­
diccionales:

Podríamos decir que el reconocimiento de poder tributa­


rio originario36 a los municipios venezolanos, tiene a su vez dos
vertientes: (i) la atribución a los Municipios de tributos específi-

36 Conocemos también la posición doctrinaria (CAZORLA PRIETO) según la


cual todos los ''poderes tributarios" son de la misma esencia pues todos
tienen un mismo origen -acuerdos político sociales- de un mismo funda­
mento político, social, económico e incluso jurídico y que sólo se diferen­
cian en su naturaleza jurídico - formal pues a veces se está ante una mani­
festación del poder legislativo y en el de otros entes territoriales inferiores-
Municipio y Provincia- estamos ante el poder normativo propio de estas
entidades (CAZORLA PRIETO, 176:1981). Sin embargo, creemos todavía
necesario emplear un término que nos permita identificar la posibilidad
de crear tributos que surge directamente del texto Constitucional pues sin
duda esto establece garantías y rigideces que no debe ser obviadas.

41
T em as so bre T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

eos, directamente por el texto Constitucional37 y (ii) el reconoci­


miento de rango legal a las ordenanzas Municipales38. Gracias
a la atribución de ingresos tributarios a los Municipios por el
texto Constitucional, obviamente se hace imposible que ellos sean
privados de esos ingresos tributarios Constitucionales, por obra
de una ley nacional. Una privación tal sería, se supone, incons­
titucional39. Pero de allí a pasar a concluir que ninguna ley pue­
de armonizar esa tributación, es desconocer el propio texto Cons­
titucional de 1999, en su Artículo 156, numeral 13.
Pero, como hemos dicho, la interpretación dominante entre
nosotros -con poquísimas excepciones-40 era que no sólo sería
37 Aparte del caso venezolano, en la Constitución de Uruguay de 1997 tam­
bién se observa que existe una asignación directa, en la Constitución, de
ingresos tributarios a los Departamentos. Según entendemos, el Estado de
Uruguay está dividido sólo en Gobiernos Departamentales (en su Consti­
tución no figura la palabra "Municipio"). Por esto, creemos poder concluir
que la asignación de ingresos tributarios por el texto Constitucional no es
idéntica a la que se encuentra en la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela pues entendemos que los Departamentos equivalen al nivel
intermedio de gobierno, es decir, a los Estados, en el caso venezolano, y no
a los Municipios.
38 Los instrumentos normativos del nivel Municipal de Gobierno se llaman
en Venezuela, "Ordenanzas", las cuales tienen reconocido Constitucional­
mente el mismo rango jerárquico que el de la "ley" nacional, a través de
varias disposiciones Constitucionales, tales como el Artículo 175 de la
Constitución, según el cual: "La función legislativa del Municipio correspon­
de al Concejo, integrado por concejales elegidos o concejalas elegidas..." y
el Artículo 336.2, el cual atribuye el conocimiento de las acciones de nuli­
dad por inconstitucionalidad de Ordenanzas, a la Sala Constitucional, acep­
tando que pueden ser actos dictados "...en ejecución directa e inmediata de
la Constitución...".
39 Veremos más adelante que este postulado no ha sido respetado siempre
por el legislador nacional.
40 Sólo el Profesor Ezra Mizrachi y la autora de este trabajo considerábamos
que se trataba de una errada interpretación del texto Constitucional de
1961. "...En contra de la opinión generalizada de la doctrina nacional y de
la sostenida por el autor, los Municipios no tienen potestad tributaria
originaria.." (MIZRACHI, 1998: 39) y "...Creer que los Municipios gozan
de poder tributario originario, como lo hemos definido, ha sido un error
histórico que ha traído gravísimas consecuencias, principalmente, un cons­
tante estado de inseguridad jurídica y desestímulo a las inversiones en
actividades inteijusridiccionales..." (VIGILANZA, 1999: 302).

42
A dria n a V igilanza G arcía

inconstitucional que el legislador nacional privara a los Munici­


pios de sus tributos Constitucionales, sino que también lo seria
que la legislación nacional asumiera elaborar cualquier tipo de
normativa que sirviera de base a la materia tributaria munici­
pal. Irónicamente, así lo habían asumido autores que después
no tenían pruritos en sostener la imposibilidad de que el Muni­
cipio gravara ciertas actividades económicas, bajo irnos supues­
tos casos de "no sujeción", no contemplados en la Constitución41.
Pero, sin temor a ser exagerados, justamente esa casi irracional
"protección" de las fuentes tributarias de ingresos Municipales,
es la causa de que la " autonomía municipal" haya degenerado,
al menos desde el punto de vista tributario, en una "anarquía
monumental"42, factor preponderante para hacer de nuestro país
un entorno tributario muy poco atractivo para las inversiones43.
Por esto, no nos extraña que VILLEGAS, al comentar la tesis
que de manera aislada sostiene GIULIANI en Argentina acer­
ca de la existencia de poder tributario originario en cabeza de
los Municipios, concluyó que reconocer tal cosa "tendría conse­
cuencias ca ó tica s” (VILLEGAS, 1992: 232). Afortunadamen­
te, en reciente sentencia del 03 de agosto de 2004, la Sala Cons­
titucional ya desechó ese casi "fanatizado" criterio, cuando
expuso:

41 Así se habían expresado, entre muchos otros, Humberto Briceño León


(BRICEÑO LEON, 1998: 5); Humberto Romero- Muci (Romero-Muci, 1996:
188); Ronald Evans (Evans 41:1998) y Mizrachi (Mizrachi 376:1972), aun­
que éste último cambió radicalmente su opinión, como ya apuntamos
(Mizrachi 39:1998); Eliezer Ruíz (153:1996 ) y Federico Araujo y Leonardo
Palacios (Araujo y Palacios 40:1995 y Palacios 349: 1994), entre otros.
42 Esa anarquía ha alcanzado su máxima expresión en relación con el tributo
hoy mejor llamado "impuesto sobre actividades económicas", antes mal
llamado "patente de industria y comercio", en la Constitución de 1961.
43 En efecto, ante los procesos de "Apertura Petrolera" y de "Apertura de las
Telecomunicaciones" a la inversión privada, a fin de atraer estas inversio­
nes, en el primer caso, Petróleos de Venezuela, S.A. aceptó, en los Conve­
nios de Servicios Operativos, "rembolsar" a las Operadoras y contratistas
los pagos que hicieran a los Municipios por concepto de "patente de indus­
tria y comercio" (bajo ciertas condiciones) y en el segundo caso, el legisla­
dor nacional optó, simple y llanamente, por la inconstitucional eliminación
de todo tributo municipal -y estadal- sobre esas actividades, como más
adelante comentaremos. Ambas "soluciones" nos parecen equivocadas.

43
T em as so bre T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

"...Para la Sala (...) no es correcto que ciertas empresas esca­


pen del poder tributario municipal, mientras que la mayoría
sí debe sujetarse a él. Si todos actúan en el territorio de un
ente local cualquiera, con lo que se aprovechan de sus obras
o de sus servicios, no hay motivo para justificar su inmuni­
dad. A estos efectos, poco importa -que es un aspecto al que
sí de importancia la parte demandante -que la actividad
desarrollada por la empresa exceda del territorio local. En
Venezuela, no existe tal límite, aunque en tales casos sí se
hace imprescindible que la legislación nacional de armo­
nización tributaria -ausente hasta el momento entre noso­
tros- determine unos parámetros a fin de moderar el poder
tributario local y evitar excesos impositivos..." (Caso: Nuli­
dad por Inconstitucionalidad del artículo 40 de la "Orde­
nanza sobre Patente de Impuesto de Industria, Comercio,
Servicio e índole Similar", dictada por el Concejo del Muni­
cipio San Cristóbal del Estado Táchira. Sentencia del 03-08-
2004).

Debemos describir ahora en qué consistían esos "excesos


impositivos" en los cuales había degenerado la tributación mu­
nicipal en Venezuela, por la ausencia de normas nacionales para
regularla:

Uno de los problemas más graves de la supuesta imposibili­


dad de que el legislador nacional dictara una legislación tributaria
básica, que tuviera que ser aplicada por todos los Municipios,
en el caso del impuesto sobre actividades económicas ("ISAE"),
por ejemplo, lo constituye la múltiple imposición sobre la mis­
mos ingresos (múltiple imposición Inter jurisdiccional) por au­
sencia de criterios para el reparto de esos ingresos (distribu­
ción de base imponible) entre todos los Municipios que sean
"tocados" por una actividad económica llevada a cabo por el
mismo contribuyente.

Como el ISAE tiene como hecho generador el ejercicio de


actividades económicas, de manera habitual, en una jurisdic­
ción municipal determinada y generalmente los Municipios es­
cogían como materia imponible los ingresos brutos que reporta­

44
A driana V igilanza G arcía

ría esa actividad,44 si la actividad se desplegaba por más de un


Municipio, como a menudo ocurre, los conflictos intermunici­
pales para la atribución a las jurisdicciones municipales del in­
greso gravable, era (y en alguna medida, continuarán siendo,
pese el Articulado de la LOPPM) fenomenales.

Esos problemas fueron los que, según explica BULIT GOÑI,


dieron lugar al denominado "Convenio Multilateral", celebra­
do entre las Provincias Argentinas45. Explica BULIT GOÑI que
"...la recta aplicación del nuevo impuesto (impuesto a las activi­
dades lucrativas) a las actividades interjurisdiccionales daba
lugar, inevitablemente, a una superposición impositiva. Tal
sujeto debía pagar el tributo a cada jurisdicción en que ejerciera
actividades y en cada una de ellas en proporción al mismo total
de ingresos brutos derivados de la actividad conjunta. El pro­
pósito principal del Convenio sería, pues, evitar estas
superimposiciones, por ser evidente que no hay actividad eco­
nómica capaz de soportar una agravación de este tipo, tenien­
do en cuenta además que las jurisdicciones no tendrían límite
tampoco en materia de alícuotas..." (BULIT GOÑI, 1992: 16)

Por la similitud entre los problemas que genera el impuesto


sobre ingreso a las actividades lucrativas (hoy impuesto al in­
greso bruto) en Argentina y nuestro hoy "impuesto sobre activi­
dades económicas" ("ISAE"), nosotros consideramos que esa
experiencia de derecho comparado sería de utilidad a la hora

44 Decimos generalmente porque precisamente uno de los elementos que se


había considerado manifestación de "autonomía" municipal, había consis­
tido en aceptar que cada legislador municipal podía escoger los elementos
constitutivos de los tributos municipales constitucionales, entre los que
está la materia imponible. Entonces, en algunos casos, ciertos Municipios
habían escogido como materia imponible del impuesto sobre actividades
económicas otra manifestación de riqueza distinta al ingreso bruto, como
el capital social de las empresas, por ejemplo.
45 En Argentina, el impuesto sobre actividades lucrativas, hoy impuesto al
ingreso bruto, está atribuido al nivel intermedio de gobierno, es decir, a
las llamadas "Provincias", que serían el equivalente a lo que en la RBV se
conoce como "Estados".

45
T em a s so b r e T r ibu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

de abordar el asunto de proveer de reglas de solución de los


conflictos de múltiple imposición interjurisdiccional, no en cuan­
to a la "herramienta" de un único "Convenio" inter-municipal,
cosa que consideramos sería inviable, teniendo en cuenta que
las 24 jurisdicciones que lo celebraron en Argentina, se eleva­
rían a 335 jurisdicciones municipales, que son las que existen en
nuestro país, sino en cuanto a la "filosofía" o fondo de las solu­
ciones aportadas por el Convenio, teniendo en cuenta que tam­
poco en nuestro país existían límites46 a las alícuotas del ISAE
que pueden cobrar los Municipios (salvo los que impondría el
principio de la "no confiscación", obviamente y ahora, los lími­
tes que la LOPPM impone en sólo tres casos de impuesto sobre
actividades económicas de telecomunicaciones, servicio eléctri­
co, agricultura, cría, pesca y actividad forestal). Cabe destacar
que BULIT GOGNI, al referirse al Convenio Multilateral, dice
que se trató "...de un acuerdo o convenio celebrado entre juris­
dicciones con poderes tributarios propios (las Provincias y la
Municipalidad de Buenos Aires), que tiene por objeto armoni­
zar o coordinar aspectos referidos a un gravamen que todos
esos fiscos han sancionado..."47 (Resaltados nuestros). En defi­
nitiva, el Convenio Multilateral no es un texto en el cual se
definan los diversos tributos Provinciales ni nada por el estilo.
Es un instrumento única y exclusivamente ideado para estable­
cer reglas de distribución de base imponible entre jurisdiccio­
nes con idénticos derechos a gravarla, atendiendo no sólo a la
jurisdicción donde se produce el ingreso, como hizo nuestra ju­
risprudencia y doctrina, como veremos, sino atendiendo tam ­
bién a las jurisdicciones en las cuales se ubique el "g asto”, por­
que en esas jurisdicciones también hay ejercicio de actividad
económ ica. Respecto de la regla general del Convenio, dice
BULIT GOGNI:

46 Y aún no existen, en el 99% de los casos, ya que la LOPPM sólo contempló


límites a la alícuota del ISAE para las telecomunicaciones y el servicio
eléctrico.
47 BULIT GOGNI, Enrique: "Convenio Multilateral". Editorial Depalma. Bue­
nos Aires, 1992. Página 12.

46
A d ria n a V ig ilan za G arcía

. .el Convenio reparte entre las distintas jurisdicciones en


que se ejerce una misma actividad por un mismo sujeto
conformando un único proceso económico, los ingresos
brutos totales que de ese modo se originan. Y efectúa ese
reparto, partiendo del mismo principio territorial a que se
ajusta el impuesto del cual trata, según el volumen de la
actividad cumplida en cada jurisdicción. 4) Para medirlo,
es decir, para que se pueda establecer cuál es el volumen de
la actividad cumplida en cada jurisdicción, el Convenio re­
curre, como principio general, a dos parámetros que pre­
sume lo traducen con razonable aproximación: los ingre­
sos y los gastos. El cincuenta por ciento de los ingresos brutos
totales a distribuir se atribuirían a las jurisdicciones en que
se hayan producido ingresos en proporción a cuántos de
ellos se hayan producido en cada una respecto de ese total;
y el cincuenta por ciento restante se atribuirá a las jurisdic­
ciones en que se hayan soportado gastos, también en pro­
porción a cuántos de ellos -siempre que sean gastos compu-
tables- se han soportado en cada una respecto del referido
total. 5) En ciertos supuestos, expresamente mencionados
por el Convenio como regímenes especiales, la distribu­
ción de base se realiza conforme a porcentajes fijos, sin
perjuicio de que ellos sean complementados por el criterio
general que recurre a ingresos y gastos. 6) Por este medio, el
Convenio suministra las pautas para establecer qué monto
de ingresos brutos, es decir, qué parte de los ingresos brutos
totales del sujeto, podrá gravar cada jurisdicción. A partir
de allí, termina la fundón del Convenio: si los grava o cómo
los grava, cuánto los grava, etc. serán cuestiones propias del
fisco respectivo, con las que nada tiene que ver el instrumen­
to del cual tratamos..." (BULIT GOGNI, 1992:22). Resalta­
dos nuestros.

La aplicación práctica de la parte general del Convenio arro­


jaría el resultado siguiente:

47
T e m a s s o b r e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V e n e z u e l a

Premisas Parte General


Convenio M ultilateral
Total Ingresos Brutos: Bs. 10.000.000,00

50% = B s. 5 .0 0 0 .0 0 0 ,0 0 50% = B s. 5 .0 0 0 .0 0 0 ,0 0
En jurisdicción donde se genera En jurisdicción donde se genera el

ingresos gasto
Fábrica Depósito Oficina Oficina
ventas ventas
25% 1.25 M 0% 0 M 50% 2.5 M 25% 1.25 M
7 5% 3.75 M 5% 0.25 M 1 0 % 0.50 M 10% 0.50 M
Bs. 5.000.000 Bs. 250.000 Bs. 3.000.000 B s.1.750.000
48

Pero el Convenio, tal como quedó expuesto de la cita a B U L IT


G O G N I, luego de establecer este principio general, dedica nor­
mas particulares para regular de forma distinta actividades eco­
nómicas específicas, probablemente porque se entiende que la
regla de distribución 50%(ingresos)/50%(gastos), no sería muy
equitativa, en esos otros casos. Entonces, en esas normas espe­
ciales, se establecen porcentajes de distribución fijos para cada
jurisdicción involucrada. Por ejemplo, el A rtícu lo 9 del Conve­
nio está dedicado al caso de las empresas de transporte de pasa­
jeros o cargas y dice:

"Artículo 9: En los casos de empresas de transporte de pasa­


jeros o cargas que desarrollen sus actividades en varias juris­
dicciones, se podrá gravar en cada una la parte de los ingre­
sos brutos correspondientes al precio de los pasajes o fletes
percibidos o devengados en el lugar de origen del viaje".

48 Cada cuad ro representa una jurisdicción M unicipal diferente. Los porcen­


tajes dentro de recu adros som breados representan los ingresos. Los por­
centajes libres representan los gastos.

48
A d r ia n a V ig il a n z a G a r c ía

Creemos que muchas críticas son fo r m id a b le s a esta norma.


Por ejemplo, colocar a la jurisdicción de origen del viaje como
aquella con derecho a gravar podría resultar en imposibilidad
de gravar el flete respectivo, cuando en ese lugar de origen el
vendedor no tuviera un establecimiento permanente al cual atri­
buir la venta del pasaje. Pongamos, por ejemplo, que un pasaje­
ro que piensa viajar desde la ciudad de Caracas hasta la ciudad
de Valencia, comprara su pasaje en unas oficinas de venta de
una empresa transportista ubicada en el Municipio Chacao, pero
ese pasajero decidera abordar el autobús correspondiente en el
Municipio Libertador, ¿cómo haría la empresa transportista para
atribuir el costo del pasaje al Municipio Libertador, si incluso
podría ocurrir que para ella no fuese siquiera factible conocer el
sitio donde el pasajero decidiera abordar el autobús, es decir, el
lugar del origen del viaje?. El propio B U L IT G O G N I le formula
críticas adicionales a ese artículo. Por esas razones, nosotros
preferimos no tomar este ejemplo para la norma que estableció
el factor de conexión para atribuir los ingresos en la actividad
de transporte. Por cierto, en Argentina, muy atrás en el tiempo
quedó la "inveterada polém ica" nuestra, acerca de que gravar
el transporte interjurisdiccional, como actividad económica, se­
ría inconstitucional en razón de la norma de la Constitución
Argentina, similar a nuestro actual Art. 183, según la cual los
Estados (o Provincias) o Municipios (entre nosotros) no pueden
gravar el comercio interjurisdiccional o crear impuestos al trán­
sito. Para nosotros, está claro que ese argumento no sería váli­
do, tampoco, bajo nuestras Constituciones, ni la de 1961 ni la
de 1999, pero tenemos que dejar la discusión de ese asunto para
otra ocasión. Por ahora, nos importa resaltar uno de los comen­
tarios del citado autor argentino respecto de lo atípico de esa
norma, en relación con el principio general del Convenio. Dice
al respecto B U L IT G O G N I:

" ...Y se presenta también una cuestión conceptual que ya


hemos insinuado, en cuanto ésta es la única norma del Con­
venio que, si bien evita superposiciones impositivas, no
asegura que ninguna de las jurisdicciones en que se desa­
rrolla actividad quede sin base (sic), ya que la atribuye en
su totalidad a una sola de ellas. En efecto: el transporte se

49
T em a s so bre T r ibu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

realiza entre una jurisdicción de origen, otras de tránsito y


otra de destino; y la norma le atribuye el total de la base a la
primera y nada de ella a las demás, lo que es atípico dentro
del Convenio. Obviamente, las jurisdicciones intermedias,
de tránsito o de mero paso, nada podrían pretender gravar,
pues a ello se oponen muy claras cláusulas constituciona­
les, ya que el gravamen operaría como derecho de tránsito o
como aduana interior, además de que el simple tránsito no
exterioriza movimiento de riqueza de la jurisdicción, si bien
requiere inversiones y servicios. Pero diferente es el caso de
la jurisdicción de destino, pues ella no es un elemento ca­
sual -com o las intermedias- sino determinante, tanto por lo
menos como la de origen, de la actividad cumplida y de la
localización física del transporte. No tenemos conocimiento
de que se haya analizado esta situación, por lo que se carece
de explicación acerca de por qué se alteró de tal modo el
proceder general del Convenio. Si existiera una simetría es­
tricta entre las idas y las vueltas, obviamente la simplicidad y
la equidad irían de la mano; pero como ella no es ciertamen­
te constatable, se puede afirmar que la simplicidad -logra­
da, sin duda- del sistema adoptado, es dable de afectar la
equidad de la distribución. Para asegurar esa equidad sin
afectar demasiado la simplicidad, la alternativa sería atri­
buir el 50% de los ingresos a la jurisdicción de origen del
viaje y el 50% restante a la de destino..." (BULIT GONGI,
1992: 114). Resaltados nuestros.

Del párrafo trascrito nos interesan las tres partes resaltadas:


En primer lugar, lo que se refiere a que en la norma se altera la
estructura base del Convenio porque se permite que alguna ju­
risdicción donde se cumple actividad económica, quede sin base.
En segundo lugar, que aunque BULIT GONGI dice que no se
sabe por qué se alteró en esa forma el Convenio, admite que con
la norma se logra "simplicidad", en sacrifico de la equidad. Esto
es lo que nosotros pregonamos pudiera ocurrir con las normas
sobre factores de conexión que propusimos y contiene la vigen­
te Ley Orgánica del Poder Público Municipal: en razón de pre­
servar cierta sim plicidad en el sistem a, en algunos casos pu­
diese estarse sacrificando la equidad; por ello, repetimos, se dejó
abierta la puerta a los convenios interjurisdiccionales o "acuer­

50
A d ria n a V igilan za G arcía

dos para la distribución de base", para permitir resultados más


equitativos que los que se conseguirían con la ley. Y en tercer
lugar, resaltamos la discusión tangencial que plantea la norma
porque, como está implícito en el comentario transcrito, que una
cosa es que sea Constitucional y se deba permitir el gravamen a
la actividad económica del transporte y otra distinta es que, si
se pretendiese gravar esa actividad en cada jurisdicción por
donde se "transita", el ISAE s í podría, según el referido autor,
convertirse en un impuesto al mero tránsito y se estaría violen­
tando la prohibición que en nuestra Constitución está prevista
en el Artículo 183.
Como hemos dicho, en Venezuela las "soluciones" a los
conflictos Inter. Municipales para la distribución de base
imponible (ingreso brutos) originados por actividades económicas
ejecutadas en varias jurisdicciones, las había venido aportando
la jurisprudencia de la extinta Corte Suprema de Justicia
("CSJ")49, en sentencias que puede decirse que parten del año
1976 (caso Diego Ventura, C.A., de 1976), extendiéndose toda
una década de manera reiterada y pacífica (Pfiser Corporation,
1978, E n sam bladora C arabobo, C.A., 1986 y D ixie Cup vs.
Distrito Federal, 1987)50. Pero todas esas sentencias estuvieron
referidas a la m ú ltip le im p o sició n sob re la s a c tiv id a d e s
industriales51. Resulta casi obvio anticipar que en esas sentencias
no podía la Corte dedicarse a establecer porcentajes de
atribución de base imponible y menos cuando las partes ni
siquiera la proveían de este tipo de análisis acerca de la necesidad
de "repartir" base en función a criterios distintos al del mero
lugar de imputación de ingresos. Por eso, en todas esas
sentencias, la CSJ sentó el principio según el cual el comercio de
bienes debía ser gravado en la jurisdicción en la cual se ubicara
49 Ahora, Tribunal Supremo de Justicia.
50 Extractos de estas sentencias se encuentran en ROMERO-MUCI,
Humberto: "Jurisprudencia Tributaria Municipal y la Autonomía Local
(1936 - 1996)". Tomo I. Editorial Jurídica Venezolana. Caracas, 1998.
51 La mayoría de la doctrina pasó por alto que la CSJ sólo se refirió al "co­
mercio de bienes, realizado por industriales" y no se refirió a las prestadores
de servicios, por ejemplo, al establecer el criterio del "establecimiento per­
manente".

51
T em as so bre T r ibu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

el "establecimiento comercial" del contribuyente (nótese que no


se hacía referencia a "establecimiento permanente", que sería
la terminología tributaria clásica), entendido como local que
implicara una presencia física de cierta permanencia por parte
del contribuyente, presumiéndose que sería allí donde se
perfeccionarían sus ventas. La expresión usual de la
jurisprudencia para fijar este criterio fue: " ...Lo determinante a
losfines de la imposición, no es que las ventas se realicen en jurisdicción
del legislador municipal que estableció el impuesto sino que se generen
en o d esd e el esta b le c im ien to c o m ercia l ubicado en dicha
jurisdicción...".52 Para la "im putación" de las ventas al
"establecimiento comercial", decían las sentencias citadas,
debían seguirse algunos criterios de imputación de ventas a un
territorio determinado, que term in ab an sien d o de orden
meramente contable y práctico, visto que sería inútil, agregamos
nosotros, pretender emplear el criterio jurídico-civil, que haría
necesario imputar la venta al lugar donde se perfeccionó el
consentimiento de las partes respecto del precio y del objeto
(recuérdese que el contrato de compraventa es "consensual"),
algo que puede ocurrir entre quienes estén en diferentes
jurisdicciones, en cuyo caso debería tenerse por perfeccionada
la venta en el lugar de recepción de la aceptación de la oferta,
según comenta la doctrina civilista53. Ninguna de las dos cosas

52 Caso Ensambladora Carabobo vs. Distrito (Municipio) Valencia. Corte


Suprema de Justicia, Sala Político Administrativa del 20 de marzo de 1986.
53 "...Cuando las partes o sus representantes se encuentran en un mismo
lugar y se comunican de modo que la oferta, revocación o aceptación
llegan a conocimientos de la otra parte, prácticamente, al ser emitidas, no
hay problema alguno para determinar el lugar y el momento de la forma­
ción del contrato. Cuando se encuentran en lugares distintos, pero las
comunicaciones llegan casi en el momento de su emisión (por ejemplo:
por medio del teléfono), el momento de perfeccionamiento del contrato
no ofrece dudas y el lugar del mismo es aquél donde se encuentre la
persona a quien se manifiesta la aceptación. Cuando los lugares son distin­
tos y los medios de comunicación implican intervalo entre la emisión de
la voluntad y la toma de conocimiento de ella, el lugar y momento de la
formación del contrato son el lugar y el momento en que se realiza la toma
de conocimiento de la aceptación..." GORRONDONA, José Luis: "Con­
tratos y garantías" (Derecho Civil IV). Universidad Católica Andrés Bello.
Caracas, 1990. páginas 167 y 168. Resaltados nuestros.

52
A d ria n a V igilanza G arcía

(lugar de manifestación del consentimiento o ligar de recepción


de la aceptación de la oferta) sería factible de determinar, al
menos en la mayoría de los casos, en razón de que en la
actualidad el comercio o ventas se lleva a cabo de manera
masiva. Como hemos dicho, la "imputación" entonces sería una
cuestión de hecho que habrá que resolver de manera particular
en cada caso, tomándose en cuenta aspectos tales como la forma
de facturar y de contabilizar las ventas y otros aspectos relevantes
a este fin54
Es de hacer notar que la máxima jurisprudencial que enten­
dió esa presencia física como la posesión de un local o una ofici­
na "desde" donde se realiza la venta, inmediatamente descartó
que la jurisdicción del " consumo" de los bienes (en la cual se
ubique el comprador), estuviese también legitimada para esta­
blecer el gravamen. Los Municipios, en cambio, acostumbraban
a considerar factor de conexión con su territorio, ambas cosas,
tanto el "establecimiento comercial" del vendedor, como lo que
ellos denominaban en sus Ordenanzas el "aprovechamiento del
mercado", es decir, el derecho de imposición fijado atendiendo
a la ubicación del consumidor o lugar de entrega de la mercan­
cía. Si la venta era interjurisdiccional, es decir, si los bienes co­
mercializados salían de una jurisdicción (de la industria) pero
eran entregados en otra (jurisdicción del comprador), evidente­
mente se daba una doble imposición sobre el mismo ingreso.
Consideramos nosotros que fueron las razones de orden prác­
tico las que llevaron a la jurisprudencia a tener que "presumir"
que el lugar donde se perfeccionaban las ventas era el lugar de
ubicación del "establecimiento comercial", pues el control del
exacto lugar de ocurrencia del consentimiento, fijado desde la
óptica de la legislación civil, sería de imposible determinación.
Pero también razones de "justicia tributaria" llevarían a una
conclusión similar pues, en principio, cada quien debe tributar
a la jurisdicción que esté en mayor capacidad de "retribuirle" la

54 Caso Ensambladora Carabobo vs. Distrito (Municipio) Valencia. Corte


Suprema de Justicia, Sala Político Administrativa del 20 de marzo de 1986.

53
T em a s sobre T r ibu ta c ió n M u n ic ipa l e n V en ezu ela

contribución, con servicios y esa jurisdicción sería aquella don­


de el contribuyente permaneciera físicamente, con continuidad.
Por ello, esa máxima fue recogida (con cierta sistematización y
el cambio de terminología de "establecimiento comercial" a "es­
tablecimiento permanente") en el Artículo 218 de la LOPPM,
según el cual:
"Artículo 218. La actividad industrial y de comercialización
de bienes se considerará gravable en un municipio, siem­
pre que se ejerza mediante un establecimiento permanente,
o base fija, ubicado en el territorio de ese municipio."

La norma trascrita es más novedosa de lo que en principio


podría pensarse, pues el problema de la múltiple imposición
interjurisdiccional no había sido solucionado enteramente por
la jurisprudencia. De hecho, aconteció que aquella misma juris­
prudencia contribuyó, en cierta forma, a mantener una situa­
ción de inequidad cuando consideró "...jurídicamente intrascen­
dente aunque técnicamente criticable..."55, el hecho de que, si el
comerciante era un industrial, es decir, producía él mismo los
bienes comercializados, y estando su industria ubicada en una
jurisdicción distinta a aquella en la cual se ubicase el estableci­
miento desde el cual comercializare sus propios productos, ter­
minara produciéndose un doble gravamen sobre idéntica rique­
za (el mismo ingreso bruto de un único contribuyente). En efecto,
había dispuesto la CSJ que en la jurisdicción en la cual se ubica­
ra la industria, la empresa sería gravada sobre el 100% del in­
greso reportado por la producción, ya que en esa jurisdicción el
contribuyente tendría la condición de "industrial", mientras que
en la otra (u otras) jurisdicción, la de la ubicación de un estable­
cimiento permanente ("EP") "desde donde" únicamente se ejer­
ciera la comercialización del producto, el mismo ingreso podría
ser gravado de nuevo, asumiendo que en esas jurisdicciones el
contribuyente tendría la condición de "comerciante", sólo que
en este caso no podría gravarse el 100% del ingreso en cada EP,
sino la proporción de ese ingreso que pudiera reputarse como

55 Caso Dixie Cup vs. Distrito Federal. Corte Suprema de justicia. Sala Políti­
co Administrativa. Sentencia consultada en original.

54
A driana V igilanza G arcía

"ventas" atribuibles a la actividad desplegada en cada EP (vo­


lumen de ventas o, como acostumbran a decir ciertas Ordenan­
zas, el "movimiento económico" facturado "desde" cada uno
de esos establecimientos comerciales)56. De hecho, la jurispru­
dencia tenía establecido que "...será necesario dividir la activi­
dad comercial de la empresa, de manera de imputar a cada sede
la actividad y, consecuencialmente, las ventas realizadas en la
localidad respectiva, en cuyo supuesto, el impuesto municipal
deberá pagarse en cada jurisdicción y por el monto de las ven­
tas imputables a la sede respectiva; esta imputación es también
una cuestión de hecho que habrá que resolver de manera parti­
cular en cada caso, tom ándose en cuenta aspectos tales como
la form a de facturar y de contabilizar las ventas, así como cual­
quier otro aspectos relevante a este fin..." (Resaltados nuestros).
Como se ha dicho, el criterio de imputación jurisprudencial en
realidad no tomaba en cuenta el lugar en donde se realizó la
venta, sino "desde" donde se realizó, bajo la "ficción" o pre­
sunción de que es lugar serta el EP con función com ercial. El
resultado de la máxima comentada, en el caso más grave imagi­
nable, en el que todo el inventario de una fábrica fuese vendido
"desde" oficinas ubicadas en jurisdicciones diferentes a la de la
fábrica, sería gráficamente el siguiente:
Municipios B, C, D
Comercio
Municipio A (Ventas) »

Industria
Base = 100% 30% ' S’
"desde donde‘

Base gravable del industrial: 200%


Resultado injusto para industrial

56 (Sentencia caso Ensambladora Carabobo vs. Distrito Valencia. Corte Su­


prema de Justicia, Sala Político Administrativa, del 20 de marzo de 1986.

55
T em a s so b r e T ribu ta ció n M u n ic ipa l e n V en ezu ela

Tal vez para "mitigar" esa doble o múltiple imposición, la


Corte Suprema de Justicia terminó por concluir que, en
cualquier caso, pese que en estas últimas jurisdicciones el
contribuyente sólo ejercía el "comercio" y no "la industria"
(asumiéndose, en esa manera de ver el problema, que el
industrial no sería, como en efecto sí lo es, un comerciante), la
alícuota con la cual debería ser pechado debía corresponderse
con la que aplicara a un industrial que tuviese ubicada su
industria en la jurisdicción en la cual, este otro industrial, lo
que supuestamente estaría ejerciendo sería sólo el comercio.
Esta regla surgió de la interpretación que hizo la Corte Suprema
de Justicia del entonces Artículo 34 de la Constitución, hoy
Artículo 183. De hecho, la sentencia a la que es atribuible esa
máxima, dispuso:

"...En síntesis, la recurrente es contribuyente en Maracay


por la industria que allí ejerce y la base de cálculo del im­
puesto que lo grava son las ventas, independientemente
de donde las efectúe. En cambio, es contribuyente en Cara­
cas por el comercio que ejerce acá y la base del impuesto
que lo grava son también las ventas, pero sólo las efectua­
das también acá (...) En cuanto a la determinación de la
tarifa aplicable, respecto de la cual la controversia estriba en
si debe aplicarse el porcentaje previsto en otros ramos no
especificados del cinco por mil (5/1000) sobre el monto de
ingresos brutos, ventas u otras operaciones, o del uno por
mil (1/1000) previsto para las industrias nacionales de otros
ramos (las empresas que los produzcan), se observa:

Sobre la determinación de la tarifa aplicable, en general la


jurisprudencia de la Sala ha señalado que dado el carácter
eminentemente territorial que tiene el gravamen, no ope­
ra la tarifa industrial para aquellas industrias situadas fuera
de los límites de la entidad cuya ordenanza pretende
aplicarse.. .Ahora bien, el criterio jurisprudencial anterior­
mente trascrito no entra a analizar la denuncia del recurren­
te en el sentido de que la aplicación de la tarifa comercial a
las industrias que producen fuera del municipio de que se
trata es contraria a la Constitución. Al respecto se observa
que, de conformidad con el artículo 34 de la Carta Magna,

56
A dria n a V igilan za G arcía

los municipios estarán sujetos a las limitaciones que se esta­


blecen en el artículo 18 de la misma, limitaciones entre las
cuales se encuentra la prohibición de gravar los bienes
producidos fuera de su territorio en forma diferente a los
producidos en él. Si bien es cierto que el impuesto denomi­
nado patente de industria y comercio no es un impuesto sobre
el bien, lo cual haría pensar, en principio, en la
inaplicabilidad de esta prohibición al impuesto denomina­
do patente de industria y comercio (el cual grava el ejercicio
de actividades comerciales o industriales), no es menos cier­
to que cuando se establecen tarifas diferentes para las in­
dustrias que producen y venden sus productos en jurisdic­
ción de un mismo municipio, y aquellas industrias que
producen en un municipio y venden desde otro, se crea la
situación de desigualdad que prohíbe el artículo 18, ordinal
3ode la Constitución...." (Caso Dixie Cup de Venezuela, C.A.
vs. Distrito Federal. Sentencia de la Sala Político Adminis­
trativa de la Corte Suprema de justicia, del 17-02-1987. Con­
sultada en copia del original. Resaltados nuestros).

Obviamente, en esas decisiones, todas de los años 80, no se


percató la Corte de la circunstancia de que se estaba en presen­
cia de un único proceso económico, ya que el industrial no pro­
duce bienes sólo para exhibirlos sino que en definitiva, lo que lo
anima es la posibilidad de venderlos, por lo cual es también, ob­
viamente, un "comerciante" y que la concreción de la venta no
es sino la etapa fin al de su único e indivisible proceso económi­
co, tratándose obviamente del mismo contribuyente (misma
persona física o jurídica).57

57 Lo insólito es que el propio contribuyente recurrente en aquel caso, tal vez


consciente de que no tendría la "suerte" de escapar de una doble imposi­
ción, no alegó nunca que su base imponible fuese distribuida entre todas
las jurisdicciones con establecimiento permanente, sino que alegó que no
se lo discriminara y que entonces, la jurisdicción en la cual tenía sus ofici­
nas de venta, le aplicase la alícuota de industrial (que era del 0.1%) y no la
de mero "comerciante" (que era del 0.5%). Nos preguntamos cuál habría
sido la decisión si la alícuota del industrial, en Caracas, hubiese sido supe­
rior a la alícuota del comerciante del mismo producto.

57
T em a s so b r e T ributació n M u n ic ipa l en V en ezu ela

Como se ve, el problema fundamental, que es el aceptar que


la jurisdicción de la industria peche el 100% de los ingresos,
aunque se produzca la venta de los productos de esa industria a
través de otros establecimientos permanentes ubicados en dis­
tintas jurisdicciones municipales y que, entonces, sea posible
que se vuelva a gravar el mismo ingreso, total o parcialmente
(dependiendo de cuánto se venda desde esos otros estableci­
mientos), no fue solucionado por la jurisprudencia. Hasta don­
de alcanzan nuestros conocimientos, la máxima "Dixi Cup" ja­
más fue revocada, es decir, al menos no por el máximo Tribunal
de la República58. Sin embrago, nosotros compartimos lo dicho
por el Magistrado Ponente en aquella sentencia, respecto de que
el impuesto sobre actividades económicas no es un impuesto
que recae sobre bienes y por tanto, la mayoría de las prohibicio­
nes del anterior Artículo 34 de la Constitución -hoy Artículo
183- no pueden ser aplicadas al analizar este tributo. Pero en­
tendemos que si los magistrados aceptaron ese argumento, en
aquella ocasión, fue para "mitigar" el efecto de doble imposi­
ción que necesariamente dieron por "aceptable" para los indus­
triales, asumiendo ellos, como parece que ahora también asu­

58 La única sentencia que conocemos que abordó de manera distinta el tema


fue dictada por la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo, caso
Inversiones Luvebras C.A. Sentencia del 29 de julio de 1999. Citada en
Ramírez & Garay, Tomo CLVI, pp. 168-169. Allí se dijo: "(...) Sin que ello
quiera decir que quien realice actividades industriales o comerciales en
varios municipios no deba pagar impuesto sobre patente de industria y
comercio en esos varios municipios, la Corte observa que la realización de
un mismo acto industrial o comercial no puede ser gravado con el impues­
to de patente de industria y comercio más de una vez. Por lo tanto, los
ingresos que sirvan para calcular la base imponible (elemento subjetivo)
no pueden ser incluidos en dicha base sino una sola vez, por lo que, al ser
unos incluibles en la base imponible en un municipio determinado, no
podrá aquél ser incluido en la base imponible de igual tipo en otros muni­
cipios. Inevitablemente, en ejercicio del comercio y en su dinámica, surgi­
rán dudas en ciertos casos para establecer en cuál municipios se originó o
a cuál debe atribuirse un determinado ingreso, siendo éstas, en la mayoría,
cuestiones de hecho que corresponderá dilucidar en cada caso concreto
(...) pero una vez determinado el municipio en cuya jurisdicción se produ­
jo la actividad, a los efectos del tributo, éste solo podía ser gravado por ese
municipio y no por otros..." Resaltados nuestros.

58
A d ria n a V igilan za G arcía

mió el legislador nacional, pero para optar por un resultado di­


ferente -como veremos- que la alícuota del industrial sería siem­
pre menor que la aplicable a los comerciantes del mismo pro­
ducto, en cualquier Municipio del país.

Ahora bien, tampoco puede pasarse por alto que pretender


extender la máxima sentada con respecto a la distribución de
base imponible entre jurisdicciones, atendiendo al volumen co­
mercializado "desde" establecimientos ubicados en cada una
de ellas (ignorando cualquier atención al lugar de generación
de los gastos), al caso de la actividad industrial, sin aceptar la
doble imposición que dieron por buena aquellas sentencias, trae­
ría aparejada otra inequidad, esta vez para con la jurisdic­
ción municipal de la ubicación de la industria. En efecto ¿cómo
aceptar que si el 100% del inventario industrial fuese traslada­
do a un local físico en otro Municipio "desde" donde se concer­
taran las ventas, la jurisdicción de la ubicación de la industria
quedase privada de toda base imponible?59. Gráficamente, el
resultado sería el siguiente:

. se tomará en cuenta lo declarado y


Municipio A pagado a otros Municipios..."

Municipios B, C, D
Vende
20%
Vende
Industria 50%
Base = 0 Vende
Resultado injusto para el Municipio 30%
de la Industria "desde donde"

59 Tal vez haya sido por ello que cierta parte de nuestra doctrina, excusa el
hecho de que un mismo ingreso bruto, producido por un mismo contribu­
yente, resulte gravado varias veces, por las distintas jurisdicciones por las
cuales se "despliegue" el proceso económico único de aquél, bajo el argu-

59
T em as so b r e T ribu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ez u ela

Como puede verse, esta otra "solución" al problema crearía


una situación de inequidad para la jurisdicción de ubicación de
la industria, si el "mercado" de la producción no estuviese ubi­
cado en esa misma jurisdicción o lo estuviese sólo en pequeña
medida, es decir, si las ventas se concretaran "desde" otras ju­
risdicciones municipales. La poca doctrina que se ocupó for­
malmente de opinar sobre este fenómeno, dispuso:
"(...) Se ha dado el caso de que algunos Municipios han
pretendido gravar a las empresas que fabrican y venden en
la misma jurisdicción, primero como industrias por la reali­
zación de su actividad fabril y luego como comercio, por la
venta de sus productos, lo que evidentemente constituiría una
doble imposición municipal. Sin embargo, estas empresas le­
galmente estarían obligadas solamente a tributar como in­
dustriales por el monto de sus ingresos brutos, por concepto
de los productos vendidos en dicha jurisdicción territorial.
Fábrica y ventas separadas: En este supuesto, la industria
en la jurisdicción donde tiene su establecimiento indus­
trial, deberá tributar de acuerdo al "mínimo tributable"
que señale el clasificador de la respectiva ordenanza por
lo que respecta a su actividad industrial, salvo que hubiere
realizado allí algunas ventas cuyo monto luego de aplicar la
alícuota o tarifa, exceda de dicho mínimo (...)" (Resaltados
nuestros. TORRES, Manuel y PLAZ, Rodolfo: "La Territo­
rialidad del impuesto sobre patente de industria y comercio
dentro del marco jurisprudencial venezolano". Revista de
Derecho Tributario No. 55. Asociación Venezolana de Dere­
cho Tributario. Caracas, 1991. Página 45).
Como se observa, la doctrina no reparó nunca en el hecho de
que sería en extremo contrario a la equidad el resultado sugeri­
do, esto es, que la jurisdicción de ubicación de la industria, ju­
risdicción en la cual se estaría llevando a cabo tal vez la parte
mentó de que ello no implica "doble tributación" sino "imposición múlti­
ple" y que se trata de supuestos diferentes. Nosotros no concordamos con
tal apreciación y además, hemos encontrado que lo que la doctrina euro­
pea de reconocida trayectoria identifica con "múltiple imposición" inter­
na, a veces acepada como "inevitable", es al caso de varios tributos distin­
tos, gravando el mismo objeto o manifestación de riqueza, que es algo
diferente.

60
A d ria n a V igilan za G arcía

más im portante del proceso económico, no recibiría nada por


concepto de impuesto de patente de industria y comercio (hoy,
"ISAE"), sino si acaso, el llamado "mínimo tributable", canti­
dad en muchos casos verdaderamente irrisoria. Parece que la
doctrina consideraba que sólo la etapa final de las "ventas" equi­
valdría al ejercicio de actividad económica (hecho generador) y
por tanto, que no se produciría hecho generador alguno en la
jurisdicción donde se llevase a cabo el proceso industrial, cuan­
do las ventas terminaran siendo atribuibles, en función de los
criterios contables y fácticos antes apuntados, a otras jurisdic­
ciones municipales. En otras palabras, sólo se estaría atendien­
do al lugar de generación contable del ingreso (ya que ni si­
quiera se podría sostener que se trataría de la generación
"jurídica" del mismo). Recuérdese que, en cambio, si se atiende
al criterio seguido en el citado Convenio Multilateral Argenti­
no, el resultado de no atribuir ingresos a la jurisdicción de ubi­
cación de la industria nunca sería posible, habida cuenta que,
con certeza, una parte im portante de los gastos (si no de los
ingresos) de un proceso industrial, se concretan en esa jurisdic­
ción (sueldos pagados a empleados de la fábrica, compras de
materia prima, depreciación de activos, por citar los que gene­
ralmente serían los más importantes), con lo que seguramente
una parte importante parte, de al menos el 50% de la base
imponible (los ingresos brutos atribuibles a la jurisdicción de
imputación de los gastos) quedaría atribuida a la jurisdicción
de la industria, como se ve en el gráfico anterior explicativo del
mecanismo general del Convenio Multilateral. De hecho, se­
gún los principios adoptados en el Convenio Multilateral, la
jurisdicción de la ubicación de industria resultaría de alguna
manera "privilegiada", en la mayoría de los casos, frente a la
jurisdicción del mero comercio, en el reparto de la base imponible
(ingresos brutos).
Este fenómeno de doble imposición versus ninguna o míni­
ma imposición en la jurisdicción de la ubicación de la industria,
tampoco fue abordado de manera conveniente, a nuestro jui­
cio, por quienes redactaron el Modelo de "Ordenanza sobre
Patente de Industria y Comercio" producido en el marco del

61
T em a s so b r e T ributació n M u n ic ipa l en V en ezu ela

"Proyecto de Asistencia para la Gestión de Ciudades Inter­


medias" ("PROGECI")60, en el cual se incluía un Artículo des­
tinado a solventar esta problemática, del tenor siguiente:

"Artículo 4: A los fines de esta ordenanza se considera que


la actividad comercial, industrial o económica similar es ejerci­
da en el Municipio_______ cuando una de las operacio­
nes o actos fundamentales que la determinan ha ocurrido
en su jurisdicción. A los fines de imputar a la jurisdicción
del Municipio la actividad económica ejercida generadora
de la obligación de pagar el impuesto y el movimiento eco­
nómico originado por ella, se tendrá en cuenta las siguien­
tes reglas: 1. Si quien ejerce la actividad tiene establecimien­
to o sede61 ubicado en el Municipio, aun cuando posea
agentes vendedores que recorran otras jurisdicciones muni­
cipales ofreciendo los productos objetos de la actividad que
ejerce, toda la actividad que se ejerza y el movimiento econó­
mico que genere, deberá referirse al establecimiento ubicado
en este Municipio y el impuesto municipal se pagará a éste.
2. Si quien ejerce la actividad tiene establecimiento o sede
ubicado en el Municipio, y además posee sedes o estableci­
mientos en otros municipios, o si tiene en estos empresas o
corresponsales62 que sirven de agentes, vendedores o de
representantes, la actividad realizada se dividirá, de ma­
nera de imputar a cada sede o establecimiento la actividad
y el movimiento económico generado en la jurisdicción
respectiva, y en el Municipio_______________ , el im­
puesto deberá pagarse por la actividad y sobre el monto del
movimiento económico imputado a la sede o sedes ubicadas
en esta jurisdicción. En este último caso, para la imputación

60 El referido Proyecto fue ejecutado bajo un Convenio de Cooperación Téc­


nica Venezolano-Alemana, con un acuerdo especifico de CORDIPLAN
(Oficina Central de Coordinación y Planificación de la Presidencia de la
República) y la GTZ (Sociedad Alemana de Cooperación Técnica) y publi­
cado en 1996.
61 Es curioso observar como en la norma se obvió atribuir el calificativo de
"comercial" o "permanente" al la palabra "establecimiento".
No se entiende la inclusión de "empresas corresponsales" ya que estas
serían otro contribuyente distinto y no es razonable aceptar que las "co­
rresponsales" sean quienes determinen la "territorialidad" o la jurisdic­
ción con derecho a gravar a otro contribuyente.

62
A d ria n a V igilan za G arcía

del ejercicio de la actividad y la determinación del monto


el movimiento económico correspondiente a la o las sedes
o establecimientos ubicados en este Municipio, se tomará
en cuenta la forma de facturar y contabilizar las operacio­
nes y otros aspectos relevantes a tal fin63.3. Cuando la acti­
vidad se realice, parte en la jurisdicción del Municipio
______ y parte en jurisdicción de otro u otros Municipios64,
se determinará la porción de la base imponible proveniente
del ejercicio de la actividad realizada en cada Municipio.
En este caso no se tomará en cuenta e movimiento econó­
mico declarado y el monto pagado por impuesto en otra u
otras entidades municipales, por concepto de patente de
industria y comercio generado en el ejercicio de la misma
actividad, todo lo cual se demostrará ante el órgano compe­
tente al momento de hacer la declaración prevista en esta
Ordenanza65 (Reasaltados nuestros).

Debemos hacer aquí un paréntesis para destacar que la pri­


mera parte de la citada norma es justamente el origen de la
problemática de la doble o múltiple imposición66. Es fácil an-

63 No hay dudas de que el Modelo PROGECI recoge la máxima


jurisprudencial, que mencionó criterios tales como lo relativo a tomar en
cuenta, para los fines de medir la base atribuible a la jurisdicción munici­
pal de que se trate, "...la forma de facturar y contabilizar las operaciones y
otros aspectos relevantes a tal fin...".
64 Suponemos que este numeral estuvo destinado a regular la territorialidad
de los "servicios" y por eso, cuando se dice "3. Cuando la actividad se
realice, parte en la jurisdicción del Municipio_______ y parte en jurisdic­
ción de otro u otros...", se debe traducir "...Cuando los servicios se reali­
cen en parte en una jurisdicción y en parte en otra...". De lo contrario, ese
numeral 3 estaría repitiendo lo ya dicho en el numeral 2.
65 MOUCHET CASA, Angel: "El Reto de los Tributos Municipales". PROGECI.
Caracas, 1996. En los proyectos de Ordenanzas modelos participaron tam­
bién: Amaldo González (Municipio Plaza), Nelly Cuenca de Ramírez (Mu­
nicipio Iribarren), Arquímedes Román (Municipio Valencia), Nelson
Herrera (Municipio Infante) e Isbelia de Malavé (Municipio Maturín). Una
redacción similar a la expuesta ya se encontraba incluida en la Ordenanza
sobre Patente de Industria y Comercio del Municipio Maturín, de 1992.
66 Antes de generalizarse la norma que el Modelo PROGECI patrocinó, lo
usual era conseguir en las Ordenanzas la primera parte de esa norma,
únicamente.

63
T em a s so b r e T ribu ta ció n M un ic ipa l en V en ezu ela

ticipar lo que ocurre con tal redacción. ¿Quién determina cuál


acto o cuál parte de un proceso económico único interjurisdic­
cional es "fundamental"?. Obviamente, si se entiende que el le­
gislador nacional no puede fijar cuál de todos esas posibles "cau­
sas" de la actividad económica debe fungir como "factor de
conexión" territorial fundamental, porque violaría la autono­
mía financiera municipal, entonces todos y cada uno de los
Municipios estaban en capacidad de determinar cuál es la ope­
ración o actuación "fundamental" en un proceso económico.
Con seguridad, esa "causa fundamental" terminaba siendo aqué­
lla que ocurría en su jurisdicción (como lo podría ser el consu­
mo ocurrido en su territorio), con lo cual un mismo ingreso po­
dría quedar gravado dos o más veces, por distintos Municipios,
como de hecho es lo usual que ocurra.

Por otra parte y volviendo al punto inicial, como la norma no


distingue entre un establecimiento dedicado a la industria (las
instalaciones industriales son obviamente un "establecimiento
permanente") y otro dedicado al comercio, en el supuesto que
estamos analizando, de un industrial que vende fuera de la
jurisdicción municipal donde esté ubicada la industria, aplicaría
la regla del numeral 2, por lo cual habría que "repartir" base
imponible sólo en función del establecimiento "desde donde" se
efectuaran las ventas. Esto permitiría el resultado injusto para
la jurisdicción de la industria, ya explicado en el gráfico anterior.

Adicionalmente, tampoco se comprende porqué después de


prever la regla de distribución de base cuando quien ejerza la
actividad tenga más de un establecimiento permanente y ellos
estén ubicados en diferentes jurisdicciones, se añada lo que en
apariencia sería otra regla, en el numeral 3, según la cual cuan­
do la actividad se realice, parte en la jurisdicción de un Munici­
pio y parte en la jurisdicción de otro u otros Municipios, se de­
terminará la porción de la base imponible proveniente del
ejercicio de la actividad realizada en cada Municipio. Para
nosotros, se trataría de la misma regla de distribución de base
prevista en el numeral 2 de la norma, a menos que el numeral 3
estuviese destinado a regular una "actividad económica" dis­

64
A dria n a V igilan za G arcía

tinta a la comercial, con lo cual este supuesto debería entender­


se destinado a regular o la actividad de servicios, porque sería
el único tipo de actividad que quedaría pendiente de regula­
ción, si asumimos que el numeral 2 está destinado a regular sólo
la actividad comercial (incluida la industrial), cosa que la nor­
ma no aclara pero que podría eventualmente deducirse, debido
al empleo de la herramienta "establecimiento o sede" en ese nu­
meral, término que fue el empleado por la jurisprudencia al re­
ferirse a la atribución de ingresos por "ventas".

Por lo demás, sólo para ese supuesto parece haberse dispues­


to que "... rio se tomará en cuenta el movimiento económico
declarado y el monto pagado por impuesto en otra u otras
entidades municipales, por concepto de patente de industria
y comercio generado en el ejercicio de la misma actividad,
todo lo cual se demostrará ante el órgano competente al mo­
mento de hacer la declaración prevista en esta Ordenanza...".
Entonces, por un lado no se entiende porqué es sólo en el caso
del numeral 2 que se hace referencia a lo pagado en otra juris­
dicción, ni tampoco se entiende el empelo o sentido del adver­
bio "no" en esa oración. En otras palabras, la forma en que está
redactada esa parte de la norma pudiera dar lugar a dos posi­
bles interpretaciones, que serían excluyentes una de la otra: Una
interpretación posible sería que, al decirse "no" se tomará en
cuenta es el ingreso atribuido a otra jurisdicción, ello significara
que el Municipio que pretendería el gravamen tendría que re­
nunciar a tomar como base lo declarado por el contribuyente a
la otra jurisdicción. Pero la otra interpretación posible sería jus­
tamente la contraria, es decir, que, el "no" se tomará en cuenta
debiera tenerse como que el Municipio que pretendiese el gra­
vamen no estaría obligado a excluir del cálculo de su impuesto
lo atribuido por el propio contribuyente a la otra jurisdicción.

Por todo lo comentado, a nosotros nos resultaba evidente que


la redacción de esa norma no era satisfactoria. Sin embargo,
para la fech a de la sanción de la Ley Orgánica del Poder Públi­
co Municipal la gran m ayoría de las Ordenanzas habían acogi­
do ese artículo, aunque resulta curioso constatar que en la in­

65
T em a s so b r e T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

mensa mayoría de los casos, excluyeron el adverbio de nega­


ción "no" en la redacción de lo que sería equivalente al numeral
2 antes trascrito. Por ejemplo, tanto en la "Ordenanza de Im­
puesto sobre Actividades Económicas de Industria, Comer­
cio, Servicio o de índole Similar del Municipio Sucre del Es­
tado Aragua" ("Cagua"), publicada el 28 de octubre de 2003,
como en la "Ordenanza sobre Patentes de Industria, Comer­
cio, Servicios y Similares del Municipio San Francisco del
Estado Zulia"67, publicada el 20 de diciembre de 1996, la redac­
ción del numeral 2 era la siguiente:

"... A los fines de determinar la realización del hecho impo­


nible, se tendrá en cuenta las siguientes reglas: (...) 2. Si quien
ejerce la actividad tiene establecimiento o sede ubicado en el
Municipio, y además posee sedes o establecimientos en otros
municipios, o si tiene en estos empresas o corresponsales
que sirven de agentes, vendedores o de representantes, la
actividad realizada se dividirá, de manera de imputar a cada
sede o establecimiento la actividad y el movimiento econó­
mico generado en la jurisdicción respectiva, y en el Munici­
pio Sucre, el impuesto deberá pagarse por la actividad y
sobre el monto del movimiento económico imputado a la(s)
sede(s) ubicadas en esta jurisdicción. En este último caso,
para la imputación del ejercicio de la actividad y la determi­
nación del monto el movimiento económico correspondien­
te a la(s) sede(s) o establecimientos ubicados en este Munici­
pio, se tomará en cuenta la forma de facturar y contabilizar
las operaciones y otros aspectos relevantes a tal fin." (Resal­
tado nuestro):

En las respectivas ordenanzas de dos municipios vecinos a


los anteriores, a saber, el Municipio Guacara68 del Estado
Carabobo (vecino a Cagua) y el Municipio Maracaibo (vecino

67 Esta ordenanza está derogada por la "Ordenanza que Crea y Regula el


Impuesto sobre Actividades Económicas del Municipio San Francisco del
Estado Zulia", publicada el 30 de octubre de 2002.
68 "Ordenanza de Impuestos sobre Las Actividades Económicas de Industria,
Comercio, Servicios o de índole Similar", publicada el 01 de noviembre de
2002.

66
A d ria n a V igilanza G arcía

de San Francisco), las normas "equivalentes", aunque simila­


res, presentan variaciones curiosas, (sin que cambie el resulta­
do), cuando dicen:

"Municipio Guacara: Artículo 7 (...) 3 Cuando la actividad


comercial se realice, parte en la jurisdicción del Municipio
Guacara y parte en jurisdicción de otro u otros Municipios,
se determinará la porción de la base imponible proveniente
del ejercicio de la actividad realizada en cada Municipio. En
este caso, no se declararán los elementos representativos
del movimiento económico, declarado en otra u otras enti­
dades municipales, por el ejercicio de la misma actividad,
lo cual generó el pago del Impuesto Sobre Actividades Eco­
nómicas en otras entidades municipales, todo lo cual se de­
mostrará ante la Administración Tributaria Municipal al
momento de hacer la declaración prevista en esta Orde­
nanza. Las actividades realizadas se contabilizarán en for­
ma separada de tal manera que se pueda imputar a cada
municipio la actividad y el movimiento económico genera­
do en la jurisdicción respectiva..." (Resaltados nuestros).

"Municipio Maracaibo69: Artículo 13: A los efectos de fijar


la base de cálculo del impuesto establecido en la presente
ordenanza, solamente serán deducibles del monto de los in­
gresos brutos u operaciones efectuadas: a) El monto de los
ingresos brutos u operaciones mercantiles realizadas por
contribuyentes sometidos a la presente ordenanza a tra­
vés de sucursales, agencias u oficinas debidamente esta­
blecidas fuera del municipio Maracaibo..." (Resaltados
nuestros).

Como se ve, aunque en algunos casos la redacción varía, en


todos ellos se ha querido significar lo mismo, es decir, que "sí"
debería "tom arse en cuenta" lo declarado y pagado en otros
Municipios, para el cálculo de la base imponible atribuible a una
jurisdicción, cuando la actividad económica la trascendiera. Lo

69 "Ordenanza sobre Licencia e Impuesto a las Actividades Económicas Co­


merciales, Industriales de Servicio y de índole Similar en Jurisdicción del
Municipio Maracaibo del Estado Zulia", publicada el 02 de enero de 2004.

67
T em as so bre T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

malo está en que no existía manera de determinar el alcance de


la expresión "deberá tomarse en cuenta" o sus equivalentes, es
decir, si con ello debía aceptarse que quedase a criterio del con­
tribuyente atribuir o distribuir su base imponle entre todas las
jurisdicciones municipales por las cuales se despliegue su activi­
dad económica, lo cual haría al momento de presentar su decla­
ración en cada una de esa municipalidades y tampoco estaba
claro si "tomar en cuenta" implicaba aceptar toda la disminu­
ción de base que resultase de tales declaraciones o si, por el con­
trario, ello se trataría de una "medición" subjetiva que quedaría
a juicio de la Administración Tributaria. De hecho, al menos
una Ordenanza que conocemos contempla esta posibilidad
como algo "estimable" por la propia autoridad administrado­
ra del impuesto. Se trata de la ordenanza del Municipio Sucre
del Estado Aragua en la cual se incluya un Artículo que dice:

"Artículo 1: (...) Parágrafo Segundo: La Administración Mu­


nicipal determinará la porción gravable de la base imponible
proveniente de operaciones que se realicen parte en jurisdic­
ción del Municipio Sucre y parte en jurisdicción de otros
municipios. En este caso podrá tomar en cuenta las cantida­
des declaradas y pagadas a esos municipios por concepto
de Impuestos sobre Industria y Comercio en razón de sus
operaciones, dando conocimiento de ello a la Administra­
ción Municipal"

Ahora bien, dado lo enrevesado del panorama jurisprudencial


y legal (Ordenanzas) expuesto y para poder conciliar los dos
intereses relevantes, el de evitar la doble o múltiple imposición
sobre un mismo contribuyente, por un lado y la completa o muy
marcada exclusión de base imponible para la jurisdicción in­
dustrial, por el otro, y además sin sobre complicar el sistema,
terminamos por concluir que la única alternativa relativamente
"justa" y sencilla de implementar, sería que el legislador na­
cional adoptara un criterio porcentual de distribución de base,
que fuese de uniforme aceptación por las jurisdicciones Mu­
nicipales, al estilo de la parte especial del "Convenio
Multilateral Argentino". La necesidad de que fuese el legisla­

68
A dria n a V igilan za G arcía

dor nacional el que estableciera tales criterios surgiría porque, a


diferencia del caso Argentino, en el que tales normas fueron
aprobadas por el consenso de las 24 Provincias que suscribie­
ron el Convenio Multilateral (dado que el impuesto a las acti­
vidades lucrativas, hoy impuesto al ingreso bruto, en Argenti­
na está atribuido al nivel intermedio de gobierno), sería
inviable que nuestros 335 Municipios llegaran a un acuerdo
sobre la manera de distribuir la base imponible. Por otro lado,
prever la regla general de atribución del 50% de los ingresos al
lugar de generación de los mismos (establecimiento permanen­
te) y el otro 50% restante, atribuible a la jurisdicción del gasto,
nos pareció que, si bien sería más equitativa, com plicaría so­
bre manera nuestro "sistema", principalmente porque habría
que descartar de un todo la regla de atribución de ingresos al
establecimiento permanente, inclusive para la jurisdicción de
las ventas, algo que en la mente jurídica del país constituía ya
casi un "dogma de fe" y había sido "respetado" hasta por la
actual Sala Constitucional del TSJ.

Por el cúmulo de aspectos que, como esperamos haber de­


mostrado, había que cubrir o enfrentar para lograr una distri­
bución equitativa de base imponible, nuestra propuesta para el
Capítulo Tributario de la LOPPM debía ser una norma que fue­
se "alertadota" del problema de la múltiple imposición, pero lo
suficientemente sencilla y similar a las máximas jurisprudencia­
les, como para que no fuese tildada de "escandalosa". Enton­
ces, aunque al principio nuestra propuesta sólo indicaba que en
el reparto de la base, los Municipios debían "privilegiar" a la
jurisdicción de la industria, frente a las jurisdicciones del co­
mercio (sin dar ningún criterio sobre lo que la frase "debe ser
privilegiada" significa, lo cual nos lució luego como inútil), op­
tamos por emular al Convenio Multilateral argentino, en el caso
de algunas industria particulares, y propusimos que la ley dis­
pusiese el porcentaje fijo de la base que se debería atribuir a la
jurisdicción de la industria y a la del comercio. Esos porcentajes
serían del "80% de los ingresos para la jurisdicción de la indus­
tria y el 20% restante para distribuir entre las jurisdicciones de

69
T em a s so b r e T ributació n M u n ic ipa l en V en ezu ela

ubicación de los "establecimientos o locales comerciales". Claro


está, no ignorábamos que tal regla podría resultar inequitativa,
en algunos supuestos, pero la consideramos el único mecanis­
mo viable de garantizar, desde la ley nacional, que no existiría
múltiple imposición.
El Artículo que presentamos a la Comisión que elaboró la
LOPPM en este particular, disponía:
"Artículo 214: Cuando se trate de un contribuyente indus­
trial que venda los bienes producidos en otros municipios
distintos al de la ubicación de la industria, deberá corres­
ponder un 80% de la base imponible a la jurisdicción de la
industria y un 20% deberá ser distribuido entre los munici­
pios en que se ubiquen los establecimientos donde se comer­
cialicen los bienes, en proporción a las ventas atribuibles a
esos establecimientos."
Sin embargo, este Artículo fue rechazado por los Alcaldes de
los Municipio del área metropolitana de Caracas, quienes con­
sideraron que sus jurisdicciones eran más "comerciales" que "in­
dustriales" y que por ello, verían mermados seriamente sus in­
gresos por concepto del ISAE, de aplicarse tal norma. En
sustitución, propusieron la siguiente norma:
"Artículo 221: (...) Cuando se trate de un contribuyente in­
dustrial que venda los bienes producidos en otros municipios
distintos al de la ubicación de la industria, el impuesto paga­
do por el ejercicio de actividades económicas en el munici­
pio sede de la industria, podrá deducirse del impuesto a
pagar en el municipio en que se realiza la actividad comer­
cial. En caso de que la venta se realice en más de un munici­
pio, sólo podrá deducirse el impuesto pagado por el ejerci­
cio de la actividad industrial proporcional a los bienes
vendidos en cada municipio. En ningún caso la cantidad a
deducir podrá exceder de la cantidad de impuesto que co­
rresponda pagar en la jurisdicción del establecimiento co­
mercial" (Resaltados nuestros).
La norma trascrita no contiene en verdad una medida para
evitar la múltiple imposición interjurisdiccional, en todos los

70
A drian a V igilan za G arcía

casos, sino que en algunos servirá tan solo para m itigarla, al


señalar que el importe del impuesto pagado en la jurisdicción
de la industria, sobre la base del 100% del ingreso reportado al
contribuyente en sus ventas (algo que debe sobre entenderse pues
no quedó expresamente dicho), podrá ser acreditado contra el
impuesto correspondiente a los Municipios del comercio, que
resulte de aplicar las alícuotas de los comerciantes a la porción
del ingreso atribuible a cada EP ubicado en la jurisdicción mu­
nicipal respectiva, en proporción a los ingresos o base imponible
atribuida a cada uno de esos EP.

Además, creemos que esta regla debe ser entendida como


descartando, aunque no se lo diga de manera expresa, la "máxi­
ma" jurisprudencial sentada en "Dixie Cup", según la cual se
había establecido que a un industrial debe serle aplicada siem­
pre la alícuota que le corresponda como industrial, aún en las
jurisdicciones donde sólo "realice" comercio. Decimos esto por­
que, aunque el legislador no descartó esa máxima, de manera
expresa, tampoco consagró la uniformidad en las alícuotas para
los industriales y además, porque pensar que, además de la
medida de armonización que está constituida por el crédito fis­
cal pagado en la jurisdicción de la industria, procedería tam­
bién la unificación de las alícuotas de la actividad comercial con
la alícuota aplicable en la jurisdicción de la industria, equival­
dría a haber consagrado "impuesto cero", en todos los caso,
para las jurisdicciones del comercio.

En efecto, como hemos dicho, la norma elimina la doble im­


posición pero sólo en los casos en que la alícuota en las juris­
dicción del comercio sea m ayor que la aplicable en la jurisdic­
ción de la industria. Porque cuando en la jurisdicción del
comercio la alícuota sea menor que la aplicable en la jurisdic­
ción de la industria, sí puede ocurrir que en la jurisdicción del
comercio el impuesto a pagar sea 0, incluso cuando una pro­
porción grande de los ingresos puedan ser imputada a “ventas
desde" la jurisdicción comercial. Veamos gráficamente, en el si­
guiente cuadro, ambos casos, esto es, el de una jurisdicción co­
mercial con alícuota superior a la aplicable al mismo industrial

71
T e m a s s o b r e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V e n e z u e l a

en la otra jurisdicción municipal, la de la industria, y el caso de


una jurisdicción comercial con alícuota inferior a la aplicable al
mismo contribuyente, en la jurisdicción de la industria:

Total de ingresos gravables: Bs. 10.000.000,00

COMERCIO INDUSTRIA
40% = Bs. 4.000.000 1 0 0 % = 1 0 .0 0 0 . 0 00,00

Bs. 4.000.000,00 X 0.5% |= B s. 20.000 - 40.000,00 = (20.000,00)

20 % Impuesto a pagar:
20% V en tas
= Bs. 100.000,00
B s . 8 .0 0 0 .0 0 0 X 1 %
Sim ón B olívar
A lícuota: 1.2% 40% = Bs.40.000,00
20% = Bs.20.000,00
Bs. 2 .000.000,00 X 1.2% = B s. 24.000 - 20.000,00 = 4.000,00

Como se observa del cuadro anterior, en el Municipio Simón


Bolívar, como la alícuota del comerciante es su perior a la alícuo­
ta del industrial, aplicable en el Municipio San Francisco, en­
tonces el Municipio Simón Bolívar recibirá Bs.4.000,00 de im­
p u esto . En cam b io , al M unicipio M aracaibo, a l c u a l e s
a t r ib u ib le e l 40% d e la b a s e i m p o n ib le (B s. 4 .0 00.000,00), n o le
t o c a r í a r e c ib ir n a d a d e i m p u e s t o , pues la alícuota del comer­
ciante en ese municipio, es m en or a la aplicable en la jurisdic­
ción de la industria (San Francisco). Obviamente, la norma sí
prohíbe categóricamente que, en una situación como la que, se­
gún el ejemplo dado, le ocurriría al Municipio Maracaibo, éste
debiera "reintegrar" al contribuyente los Bs. 20.000,00 que que­
darían en cifra negativa. Esto lo hace disponiendo que "...E n
ningún caso la cantidad a deducir podrá exceder de la cantidad
de impuesto que corresponda pagar en la jurisdicción del esta­
blecimiento com ercial..."

72
A d r ia n a V i g il a n z a G a r c ía

Por lo expuesto -y por nuestra participación en las discusio­


nes que lo motivaron- podemos afirmar que este artículo par­
te de la presunción de que, en todos los casos, la alícuota que
corresponderá aplicar al comerciante de determinado produc­
to, será superior a la que le corresponderá pagar como indus­
trial del mismo bien, en el otro Municipio. Reconocemos que
eso es algo que constituye una variable que escapaba del con­
trol, tanto del legislador nacional como también de los Munici­
pios. Recuérdese que la regla aplicará, precisamente, cuando la
industria esté ubicada en un M u n ic ip io d ife r e n t e a aquél en el
cual se ejerce el comercio. En verdad, haber pretendido que era
factible contemplar alguna fórmula que prohibiese a las juris­
dicciones industriales incrementar sus alícuotas para no ocasio­
nar el efecto descrito, habría sido absurdo e inconstitucional,
por discriminatorio, pues a los demás Municipios no se les ha­
bría impuesto la misma restricción. En este sentido, por los mo­
mentos sólo cabrá apelar al "buen criterio" de las jurisdicciones
industriales y al respeto al principio constitucional de la solida­
ridad ínter territorial, para que esos Municipios no impongan
alícuotas que sean, en promedio, superiores a las del comercio
del mismo bien, en las jurisdicciones municipales.

"Artículo 14: Cuando un contribuyente tenga su estableci­


miento industrial en una jurisdicción distinta del Munici­
pio San Francisco, pero comercialice los productos origina­
dos de esa a ctiv id a d in d u stria l a trav és de un
establecimiento(s) permanente(s) ubicado(s) en el Munici­
pio San Francisco, el ingreso bruto que se imputará al esta­
blecimiento permanente de la jurisdicción de San Francisco
será el correspondiente a las ventas generadas a través de
dicho establecimiento. En este caso se concederá, además,
un crédito por el impuesto de actividades económicas paga­
do a la jurisdicción de la industria, en proporción a las ven­
tas imputables al establecimiento permanente ubicado en el
Municipio San Francisco. En ningún caso el crédito por im­
puesto pagado en el Municipio sede de la industria podrá
exceder de la cantidad de impuesto que corresponda pagar
en San Francisco.

73
T em as so b r e T r ibu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

El referido crédito fiscal por el impuesto pagado en la juris­


dicción de la industria, será reconocido siempre que ese im­
puesto haya sido efectivamente pagado y en la oportunidad
en que se presente la declaración definitiva. A los fines del
reconocimiento de crédito fiscal por el impuesto pagado en
la jurisdicción de la industria, el contribuyente deberá con­
signar ante la Administración Tributaria, en la oportunidad
de la presentación de su declaración definitiva del impues­
to, copia de la declaración y comprobantes de pago del im­
puesto causado por la actividad industrial desplegada en la
otra jurisdicción.
En la declaración definitiva del Municipio San Francisco se
imputará contra el impuesto a pagar, en primer lugar, el
crédito fiscal originado por el impuesto pagado en el Muni­
cipio industrial y luego, los créditos que podrían existir por
los pagos hechos anticipadamente, por medio de la declara­
ción estimada. En ningún caso la cantidad a deducir por
concepto del impuesto pagado en la jurisdicción industrial
podrá exceder de la cantidad de impuesto que corresponda
pagar en el Municipio San Francisco."
y

Pese al apuntado resultado, en el que alguna jurisdicción pu­


diera quedar desprovista de impuesto, lo cierto es que nosotros
consideramos que no podía continuarse ignorando el problema
de la múltiple imposición interna, a nivel de la legislación nacio­
nal. Pero justamente a sabiendas de que, sea que hubiese que­
dado aprobada nuestra norma original (bajo cuya directriz al
menos habría siempre algún tributo que pagar a los Municipios
del comercio) o la que en definitiva privó, casi por imposición
de los M unicipios del área m etropolitana de Caracas, consis­
tente en otorgar créditos por el impuesto pagado a la jurisdic­
ción de la industria, podría llegarse a resultados poco equitati­
vos, fue por lo que insistimos en la necesidad de proveer de una
base legal cierta la celebración de Convenios de Distribución de
Base Imponible, y permitir que sean celebrados tanto entre ju­
risdicciones, como entre estas y los propios contribuyentes. De
hecho, la propia norma que los contempla contiene una especie
de "exposición de motivos" ad hoc, cuando dice:

74
A dria n a V igilanza G arcía

"Artículo 222. Los municipios, en aras de la armonización


tributaria y para lograr resultados más equitativos, podrán
celebrar acuerdos entre ellos o con los contribuyentes, a los
fines de lograr unas reglas de distribución de base imponible
distintas a las previstas en los artículos anteriores, en razón
de las especiales circunstancias que puedan rodear deter­
minadas actividades económicas. Esos Acuerdos deberán
formularse con claros y expresos criterios técnicos y econó­
micos. En todo caso, dichos acuerdos deberán privilegiar la
ubicación de la industria". (Resaltados nuestros).
t

Entonces, en los "Convenios de Atribución Anticipada de


Base Imponible", pueden los contribuyentes acordar con los
Municipios en los que su proceso económico único se desarrolle,
la proporción de sus ingresos brutos que será gravada por cada
uno de esos Municipios. No obstante, a fin de evitar decisiones
arbitrarias en la distribución de base, consideramos que era ne­
cesario aclarar que la distribución de base no podría ser arbitra­
ria sino obedecer a criterios "técnicos y económicos" acepta­
bles. Asimismo, consideramos necesario orientar a los legisladores
municipales respecto de cuáles serían esos criterios "técnicos y
económicos". Eso lo hicimos proponiendo la siguiente norma,
según la cual:

"Artículo 223. Se consideran criterios técnicos y económicos


utilizables a los fines de la atribución de ingresos a los mu­
nicipios en los cuales un mismo contribuyente desarrolle un
proceso económico único, entre otros, los siguientes:
1. El valor de los activos empleados en el municipio com­
parado con el valor de los activos empleados a nivel
interjurisdiccional.
2. Los salarios pagados en el municipio comparados con
los salarios pagados a nivel interjurisdiccional.
3. Los ingresos generados desde el municipio con los in­
gresos obtenidos a nivel interjurisdiccional".

75
T em a s so b r e T ribu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

V. Perspectivas de la tributación municipal en Venezuela:

1. La garantía a la autonomía municipal consistente en la


atribución de tributos a los Municipios, en el texto Consti­
tucional, debe ser preservada. No obstante, esa garantía
no puede transformarse en la negación de derechos y prin­
cipios constitucionales que protegen a los contribuyentes.
Además, de darse una reforma Constitucional, creemos
que debería ser estudiada la conveniencia de incluir o no
todos los tributos municipales, en el texto Constitucional.
2. Pese la natural reticencia ante los cambios, tendemos a
pensar que, apoyados en el artículo 156.13 de la Consti­
tución de 1999, podemos encaminamos por una nueva
era de la tributación Municipal venezolana, en la cual
se deberán superar los desequilibrios existentes, tanto res­
pecto de los contribuyentes como respecto de las jurisdic­
ciones municipales, dejando a un lado las "manipulacio­
nes" y "abusos" que aún hoy en día se pueden encontrar,
de ambas partes.
3. Las leyes que consagran transferencias intergubemamen-
tales hacia los Municipios (situado municipal, asignacio­
nes económicas especiales, aportes al Fondo Interguber-
namental para la Descentralización, a ser sustituido por
el "Fondo de Compensación Interterritorial"), no contie­
nen ni una sola garantía al efectivo traspaso de esos fon­
dos por parte del Ejecutivo Nacional. No existen sancio­
nes específicas para quienes obstaculicen esas
transferencias. Por ello, los Municipios -y los Estados-
pueden tener que enfrentar "chantajes" políticos para re­
cibir esas transferencias, con lo cual mantener tributos
asignados desde el texto Constitucional a esos entes políti­
co territoriales luce aún más necesario.
4. Pese las recomendaciones tradicionales acerca de que la
imposición sobre los bienes inmuebles debe corresponder
al nivel local de gobierno, no fue posible incluir en el Pro­
yecto de Ley Orgánica del Poder Público Municipal una

76
A d ria n a V igilanza G arcía

propuesta nuestra para el tributo que el artículo 156.14


de la Constitución denomina "impuesto sobre transac­
ciones inmobiliarias" y que ordena que sea creado por el
legislador nacional, pero asignada su recaudación al nivel
municipal. La negativa a su inclusión obedeció, a nuestro
juicio, a la impresión de que este tributo se inmiscuía con
la política del gobierno nacional sobre tierras ociosas y al
temor que manifestó la Contraloría General de la Repú­
blica acerca de posibles "efectos inflacionarios" de dicho im­
puesto. Nosotros consideramos que ambos argumentos son
errados puesto que el tributo que se había propuesto tan
sólo reproducía lo que había sido el impuesto sobre las
transacciones inmobiliarias que antes se encontraba pre­
visto en la Ley de Registro Público y que quedó tácita­
mente derogado con la sanción del Decreto-Ley de Re­
gistro Público y del Notariado70, simple y llanamente
porque en ese Decreto Ley fue "olvidado" el principio de
la legalidad tributaria y se asumió que el Ejecutivo Nacio­
nal, mediante Decreto, podía crear los tributos que antes
estaban previstos en la Ley de Registro Público, incluido el
de "transacciones jurídicas sobre inmuebles".

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79
LA AUTONOMÍA MUNICIPAL EN
LA PERSPECTIVA DEL FEDERALISMO
FISCAL. LA ARMONIZACIÓN DEL SISTEMA
TRIBUTARIO COMO LÍMITE AL EJERCICIO
DEL PODER TRIBUTARIO LOCAL

L e o n a r d o P a l a c io s M á rq uez*

I. INTRODUCCIÓN

La eficacia operativa y técnica del sistema tributario esta con­


dicionada a una serie de corolarios que exige por parte del legis­
lador un esfuerzo, dentro de lo que se ha denominado la
discrecionalidad intraconstitucional, a fin de conformar un or­
denamiento jurídico que propugne por la congruencia y siste­
matización de los distintos tributos y las finalidades que ellos
cumplen en la estructura fiscal, la transparencia de las normas
tributarias, su factibilidad y continuidad, así como la
economicidad o economía y comodidad de la administración
de las distintas especies tributarias que conforman el arbitrio
rentístico de cada una de las entidades políticos territoriales1.

Esa orientación en la racionalización del sistema tributario


va anejo al principio de seguridad jurídica, que a juicio de Peirano
y Whitelaw, constituye el motivo radical y primario de lo jurídi­

* Abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello. Esplecialista


en Derecho Tributario de la Universidad Central de Venezuela. Miembro
de la Asociación Venezolana de Derecho Financiero. Miembro de Número
y Ex-Secretario General de la Asociación Venezolana de Derecho Tributa­
rio. Profesor de Finanzas Públicas en la Universidad Central de Venezuela
y Derecho Financiero de la UCAB.
1 Cfr., Fritz Neumark, Principios de la Imposición, Instituto de Estudio Fis­
cales, Madrid, 1974.

81
T em a s so b r e T ribu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

co2 consagrado en nuestra Ley Fundamental de 1999, y que en


materia de Derecho tributario tiene importantes consecuencias,
entre las cuales, destaca la exigencia de que todo tributo, como
manifestación concreta y palpable del ejercicio del poder de
imposición, derive de ley expresa en los términos previstos en la
Constitución y en las leyes que la ejecutan3, que se mantenga el
proceso abierto de incentivos y protección al inversionista na­
cional y extranjero para que coadyuve con el proceso de protec­
ción y desarrollo de la economía nacional4, en establecer con1
claridad una explícita garantía de la propiedad y de los dere­
chos patrimoniales del contribuyente frente al ejercicio del po­
der de imposición5, y condiciones de estabilidad, permanencia
del ordenamiento jurídico tributario en el tiempo lo cual se tra­
duce en una seguridad jurídica como principio esencial y fun­
damental tutelado por el constituyente originario.

Así, el régimen socioeconómico de la República Bolivariana


de Venezuela se fundamenta en principios de justicia social,
democracia, eficiencia, libre competencia, protección del am­
biente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar el
desarrollo humano integral y una existencia digna y provecho­
sa para la colectividad, para lo cual el Estado, conjuntamente
con la iniciativa privada debe garantizar la seguridad jurídica,
tal como se desprende del artículo 299 constitucional.

Las reformas tributaria en Venezuela, la más de las veces, no


se han traducido en un programa maestro de simplificación de
la estructura impositiva, análisis de los efectos y consecuencia
de los tributos que se incorporan al sistema tributario sino que
han constituido la visión asistemática de especies tributaria que
atentan contra el factor de incertidumbre de la tributación, lle­

2 Juan Carlos Peirano Fació, James Whitelaw, Protección constitucional de


los contribuyentes en Uruguay, en Protección constitucional de los contri­
buyentes, Marcial Pons, Buenos Aires, 2000, p. 86.
3 Artículo 317 de la Constitución.
4 Artículo 316 de la Constitución.
5 Artículo 315 de la Constitución.

82
L eo n a rd o P a lacio s M a r q u ez

vando incluso, al interprete ya bien sea el Tribunal Supremo de


Justicia y la jurisdicción contenciosa tributaria, la Administra­
ción tributaria y los propios asesores de los contribuyentes a
aceptar ciertas desviaciones y distorsiones que, en el punto cen­
tral de discusión de en un caso en particular, prescinde de los
valores y principios fundamentales que deben informar el siste­
ma tributario6.

Más aún, podemos afirmar que las recientes reformas tanto


del Código Orgánico Tributario como de la legislación impositiva
consagratoria de cada una de los impuestos directos e indirec­
tos en Venezuela, así como las ordenanzas locales de contenido
tributario responden a las necesidades de las distintas entida­
des político territoriales, la República como los Municipios, de
revertir las decisiones que le han sido desfavorables dictadas
por el Tribunal Supremo de Justicia y la jurisdicción contencio­
so tributaria, dejando a un lado los corolarios e implicaciones
que derivan del principio de seguridad jurídica en el Derecho
tributario.

En tal sentido puede decirse, que en Venezuela en los últi­


mos años el principio de transparencia tributaria entendida en
su doble esfera: la certeza y la comprensibilidad de las normas
tributarias, tal como se refleja en distintos ordenamientos,
consagratorias de los tratados de acuerdos internacionales en
materia de derechos humanos7 y que recogen las propuestas y
orientaciones contenidas en informes de distintos misiones de
organismos internacionales y de destacados hacendistas para el
perfeccionamiento y racionalización del sistema tributario, se
ve seriamente lesionado, no sólo en el bloque de la legalidad

6 Vid. Leonardo Palacios Márquez, prólogo a Leyes venezolanas de conteni­


do tributario de Alejandro Ramírez van der Velde y otros, Torres, Plaz &
Araujo Abogados, 3ra. Edición, Caracas, 2001.
7 Vid., Los tratados y acuerdos internacionales sobre derechos humanos y
su preeminencia en el Derecho interno. Los derechos humanos como lími­
tes en las políticas de racionalización del sistema tributario en El Derecho
Público a comienzos del siglo XXI. Estudios en homenaje al profesor Alian
R. Brewer Carias, T. IH, Civitas, Madrid, 2003, pp. 3187 - 3229.

83
T em a s so bre T r ibu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

constituido por la totalidad de leyes de naturaleza impositiva


reglamentaciones y providencias que dentro del marco estricto
de la legalidad pueden producirse, sino porque y esencialmen­
te, las leyes que constituyen los marcos referenciales de la
tributación en los distintos niveles políticos territoriales, se des­
prenden de los principios básicos y esenciales que en forma de
sistema tributario constitucional y por que en algunos casos ta­
les instrumentos, como son por ejemplo, el Código Orgánico
Tributario y la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, desa­
rrollan estos principios de manera insuficiente, inapropiada o
tergiversada para favorecer un determinado sector en perjuicio
de lo que es el principio de igualdad, generalidad y seguridad
jurídica constitucionalmente consagrado.

Ante tal circunstancia, es fundamental e indispensable el pa­


pel de divulgación, conocimiento y estudio que pueda desarro­
llarse desde distintas ópticas para dar a conocer los principios
generales que constituyen el marco de referencia contendido en
leyes como la Ley Orgánica del Poder Público Municipal.

Por tal razón, resulta encomiable la labor que viene desarro­


llando la Asociación Venezolana de Derecho Tributario (AVDT)
no sólo como se refleja por la diversidad de foros jornadas y
tertulias para la actualización o divulgación del ordenamiento
jurídico tributario sino también por la intensa labor editorial
plasmada en obras colectivas que permiten un conocimiento
sistémico de las distintas especies tributarias que conforman la
estructura impositiva en Venezuela. Esta última obra referida
al régimen tributario municipal, conjuntamente con "Los 60 años
de Imposición a la Renta en Venezuela" y la "Imposición al Valor
Agregado en Venezuela" constituirán referencia bibliográfica
obligatoria para los estudiosos del Derecho tributario y para
aquellos que se inician en el estudio de esta importante rama del
Derecho Público.

Se nos ha encomendado desarrollar un tema preliminar, como


es el atinente a la autonomía municipal, esta figura subjetiva
organizativa escogida por el constituyente, a partir de la

84
L eo n a rd o P a lacio s M á rq u ez

consagratoria de un Estado Federal descentralizado orientado


a la configuración de relaciones intergubemamentales que re­
flejen los parámetros que configuran el denominado federalismo
fiscal.

El concepto de relaciones intergubemamentales (RIG), como


lo expresa José Luis Méndez, tiene dos dimensiones básicas: (i)
en primer lugar, hace referencia a relaciones que se establecen
entre distintas instancias u ordenes territoriales de gobierno, es
decir, entidades políticas con cierta autonomía. Tales relaciones
no son esencial o necesariamente jerárquicas, aún cuando pue­
den ser asimétricas; y (ii) la segunda dimensión se refiere a que
las relaciones no sólo se dan entre ordenes distintos de gobier­
nos sino también entre entidades gubernamentales al mismo nivel
territorial. El concepto se refiere entonces, a juicio del citado
autor, a relaciones o incluso a asociaciones que involucran dis­
tintos tipos de entidades subnacionales, locales etc.8

El Federalismo fiscal ha de entenderse como el complejo sis­


tema de relaciones que existen dentro de las distintas entidades
políticas territoriales dentro del proceso de ingresos y gastos
públicos, lo cual implica interrelaciones en un mismo nivel polí­
tico territorial, como por ejemplo, las que pudieran verificarse
entre los Municipios Los Taques y Carirubana del Estado Fal-
cón o entre los Municipios Baruta y Libertador del Distrito Ca­
pital, entre si, o entre alguno de ellos y otros niveles político
territoriales. En el primer caso se habla de relación o coordina­
ción horizontal entre las distintas haciendas, y en el segundo
caso de coordinación vertical o piramidal. Algunos autores,
como por ejemplo Musgrave, reserva el término de Federalismo
fiscal para la coordinación vertical.

En el campo del Federalismo fiscal como lo afirma Oates, es


especialmente útil la distinción, de dos fases, al mismo tiempo

8 José Luis Méndez, Estudio introductorio de la obra "Para entender las


relaciones intergubemamentales" de Deil S. Wright, Fondo de Cultura
Económica, México, 1997, p. 9.

85
T em a s so bre T r ibu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

lógicas y cronológicas como son la fijación de las reglas del jue­


go (fase constitucional) y la del análisis de los efectos de dicho
juego (fase funcional)9.
Nuestra modesta colaboración a esta obra colectiva, que
constituye un paso esencial y continuado del proceso de
divulgación del Derecho tributario en Venezuela que permite
una visión general del sistema tributario, pretende efectuar un
perfil de la autonomía municipal y la sistematización de los
limites que dimanan de la Constitución de 1999, especialmente
el que deriva de la armonización y coordinación en el ejercicio
del poder de imposición, que permite establecer las reglas de
juego, traducidas en principios que condicionan la creación de
tributos y su gestión, bajos la égida general de los principios de
integridad territorial, cooperación, solidaridad, concurrencia y
corresponsabilidad sobre los cuales se construye la adopción del
Estado federal descentralizado por parte del constituyente del
1999.
Partiendo de la premisa esencial de la supremacía en rango
de la Constitución sobre todas las normas del ordenamiento ju­
rídico y su naturaleza de la columna vertebral en la construc­
ción y validez de ese ordenamiento en su totalidad10, el que aco­
mete la interpretación del sistema normativo tributario debe
hacerlo en función a los principios y reglas constitucionales y en
correspondencia a los principios generales y específicos referen­
te a la tributación, a fin de garantizar no solamente la raciona­
lidad del sistema tributario sino la vigencia plena del bloque de
la legalidad con el objeto de lograr un equilibrio entre los intere­
ses del colectivo representados por el Fisco y el de los contribu­
yentes en el ejercicio pleno de su patrimonio y actividad econó­
mica, que integran las hipótesis de incidencia de los hechos
imponibles de las distintas especies tributarias.

9 Eugenio Domingo Soláns, Presentación a la edición española de la obra de


Wallace E. Oates, Federalismo fiscal, Institutos de Estudios de Administra­
ción Local, Madrid, 1977, p. XVIII.
10 Eduardo García Enterría, La Constitución como norma y el Tribunal Cons­
titucional, Civitas, Madrid, 1985, p.95.

86
L eo n a rd o P a lacio s M á rq u ez

Así, resulta importante conocer los mecanismos de armoni­


zación y coordinación previstos en la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal, los cuales constituyen una limitación a la
autonomía tributaria local y la verificación de los principios del
federalismo venezolano a que se refiere el articulo 4 de la Cons­
titución. La armonización y coordinación tributaria si bien cons­
tituye una garantía y limite a la autonomía de los entes meno­
res, nunca implica la desnaturalización o el vaciamiento de las
competencias que la integran11.

II. LA AUTONOMÍA MUNICIPAL EN LA CONSTITUCIÓN


DE 1999.

La autonomía local como figura subjetiva organizativa pro­


pia y consustancial a las entidades públicas de base territorial,
no es absoluta o ilimitada, sino relativa, limitada y fuertemente
condicionada.
Las entidades políticos territoriales resultantes de la distribu­
ción vertical del Poder Público, con fundamento al criterio fede­
ral y enmarcados en un esquema competencial propio a la for­
ma de estado señalado y a la adopción de la descentralización
como política nacional, les ha sido asignado una esfera
competencial propia, que se materializa mediante el ejercicio de
la personalidad jurídica constitucionalmente reconocida e
incardinada en el concepto de autonomía con distintos conteni­
dos: administrativa, organizativa, política y financiera, éste úl­
timo tanto en la vertiente del ingreso como del gasto.
La autonomía surge así como la condición organizativa me­
diante la cual el Municipio y demás entidades públicas organi­
zan la estructura administrativa destinada a la actividad
prestacional tendente a la satisfacción de las necesidades del
colectivo local, que son reflejo de la asignación de competencias

11 Humberto Romero-Muci, La distribución del Poder Tributario en la nueva


Constitución en la Tributación en la Constitución de 1999, Academia de
Ciencias Policías y Sociales, Caracas, 2001, p.30.

87
T em a s so bre T ribu ta c ió n M u n ic ipa l e n V en ezu ela

previstas en el ordenamiento jurídico y para cuyo financiamiento


cuenta con ingresos propios de distintas fuentes, entre ellas la
tributaria, caracterizada por la exigencia coactiva de las econo­
mías privadas de cantidades dineradas mediante la técnica de
la tipificación de obligaciones tributarias, las cuales nacen una
vez que se verifican los hechos imponibles o hipótesis de inci­
dencia sobre las cuales se construye la relación jurídica tributaria.
La creación y organización de los impuestos, tasas y contri­
buciones especiales, por tanto, no es un hecho jurídicamente
aislado o ilimitado, sino que por el contrario, debe responder a
los principios constitucionales de la tributación, concebidos como
límites expresos al poder de imposición y a la naturaleza de cada
especie tributaria.
Las limitaciones esenciales al ejercicio del poder tributario
son las siguientes:
1. La consagratoria con carácter vinculante y principio rector
de un sistema tributario con fines propios en función a los
fines y cometidos generales del Estado, individualmente con­
sagrado o como parte de un régimen particular.
En vinculación directa a lo expresado cabe destacar la nece­
saria y deseada flexibilidad entre el sistema tributario, los
regímenes económico, social y macroeconómico delineados
en la denominada Constitución Económica de nuestra Ley
Fundamental.
Esa flexibilidad implica que el establecimiento de cualquier
especie impositiva por parte una entidad pública de base te­
rritorial no debe interferir, obstaculizar o mediatizar la con­
secución de los fines o cometidos del Estado mediante la uti­
lización de herramientas o instrumentos de política pública,
sino que deben favorecerlas.
Tal desiderátum se convierte en mandato al legislador, el cual
detenta el poder tributario y a quien corresponde, en defini­
tiva, el establecimiento de las obligaciones de las prestacio­
nes dinerarias en que el tributo consiste.
L eo n a rd o P a lacio s M á rq u ez

El parámetro o criterio que permite concretar la flexibilidad


es la observancia y respeto al reparto competencial efectua­
do entre la distintas entidades y la vinculación entre el hecho
que genera la obligación de pago de impuesto y la magnitud
económica escogida como base de cálculo o imponible para
la determinación de la cuota o impuesto a pagar.

2. En consecuencia, la distribución o reparto de las materias


imponibles resulta una limitante importante, de primer or­
den al momento de la creación del tributo.
Esta limitante no sólo se observa por la denominación que se
otorgue a un tributo particular sino a la racional vinculación
de los distintos elementos que configuran el hecho imponible,
impidiendo que la mera forma en su definición oculte una
flagrante violación al reparto efectuado por el constituyente
de 1999.

3. La deseada armonización y coordinación del ejercicio del


poder tributario se convierte en una limitación directa o
explícita, no sólo por la interpretación sistemática de la Cons­
titución de la República sino por el establecimiento mediante
ley nacional orgánica de los parámetros, criterios y límites
cualitativos y cuantitativos que racionalice la estructura
impositiva existente mediante bases armónicas.
En efecto, el articulo 156 numeral 13 del Texto Fundamental
establece lo siguiente:

Artículo 156. Es de la competencia del Poder Público Nacio­


nal:
(...OMISSIS...)
13. La legislación para garantizar la coordinación y armoni­
zación de las distintas potestades tributarias; para definir
principios, parámetros y limitaciones, especialmente para
la determinación de los tipos impositivos o alícuotas de los
tributos estadales y municipales; así como para crear fon­
dos específicos que aseguren la solidaridad interterritorial.

89
T em a s so bre T ribu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

4. La creación de un tributo en particular debe exteriorizarse,


dentro de lo que podemos denominar legalidad formal, me­
diante un acto emanado por los órganos correspondiente
actuando como cuerpo legislador.
Así las cosas, la exigencia de la legalidad formal impone que
todos y cada unos de los elementos integradores del tributo
deben estar fijados e indicados en la ley u ordenanza tributaria
correspondiente.
Ese es el espíritu del constituyente plasmado en el articulo
317 de la Constitución de la República y reflejado en el orde­
namiento legal que lo adecúa o recoge en la Ley Orgánica del
Poder Público Municipal y el Código Orgánico Tributario,
los cuales en sus artículos 317, 162 y 3 respectivamente esta­
blecen lo siguientes:
Artículo 317 de la Constitución de la República:
Artículo 317. No podrá cobrarse impuesto, tasa, y contribu­
ción alguna que no estén establecidos en la ley, ni conceder­
se exenciones y rebajas, ni otras formas de incentivos fisca­
les, sino en los casos previstos por las leyes. Ningún tributo
puede tener efecto confiscatorio.
No podrán establecerse obligaciones tributarias pagaderas
en servicios personales. La evasión fiscal, sin perjuicio de
otras sanciones establecidas por la ley, podrá ser castigada
penalmente.
En el caso de los funcionarios públicos o funcionarías pú­
blicas se establecerá el doble de la pena. Toda ley tributaria
fijará su lapso de entrada en vigencia. En ausencia del mis­
mo se entenderá fijado en sesenta días continuos. Esta dis­
posición no limita las facultades extraordinarias que acuer­
de el Ejecutivo Nacional en los casos previstos por esta
Constitución.
La administración tributaria nacional gozará de autonomía
técnica, funcional y financiera de acuerdo con lo aprobado
por la Asamblea Nacional y su máxima autoridad será de­
signada por el Presidente o Presidenta de la República, de
conformidad con las normas previstas en la ley.

90
L eo n a rd o P alacio s M á rq u ez

Artículo 162 de la Ley Orgánica del Poder Público Munici­


pal:
Artículo 162.- El Municipio a través de ordenanzas podrá
crear, modificar o suprimir los tributos que le corresponden
por disposición constitucional o que les sean asignados por
ley nacional o estadal. Asimismo, los municipios podrán
establecer los supuestos de exoneración o rebajas de esos
tributos.
La ordenanza que cree un tributo, fijará un lapso para su
entrada en vigencia. Si no la estableciera, se aplicará el tri­
buto una vez vencidos los sesenta días continuos siguientes
a su publicación en Gaceta Municipal.

Artículo 3 del Código Orgánico Tributario:

Artículo 3. Sólo a las leyes corresponde regular con sujeción


a las normas generales de este Código las siguientes mate­
rias:
1. Crear, modificar o suprimir tributos; definir el hecho
imponible; fijar la alícuota del tributo, la base de su cálculo e
indicar los sujetos pasivos del mismo.
2. Otorgar exenciones y rebajas de impuesto.
3. Autorizar al Poder Ejecutivo para conceder exoneraciones
y otros beneficios o incentivos fiscales.
4.Las demás materia que les sean remitidas por este Código.
Parágrafo Primero: Los órganos legislativos nacional,
estadales y municipales, al sancionar las leyes que
establezcan exenciones, beneficios, rebajas y demás
incentivos fiscales o autoricen al Poder Ejecutivo para
conceder exoneraciones, requerirán la previa opinión de la
Administración Tributaria respectiva la cual evaluará el
impacto económico y señalará las medidas necesarias para
su efectivo control fiscal, asimismo, los órganos legislativos
correspondientes requerirán las opiniones de las oficinas
de asesoría, con las que cuenten.
Parágrafo Segundo: En ningún caso se podrá delegar la de­
finición y fijación de los elementos integradores del Tributo
así como las demás materas señaladas como de reserva le­
gal por este artículo, si perjuicio de las disposiciones conte-

91
T em a s so bre T r ibu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

nidas en el parágrafo tercero de este artículo. No obstante


cuando se trate de impuestos generales o específicos al con­
sumo, a la producción, a las ventas, o al valor agregado así
como cuando se trate de tasas o de contriciones especiales,
la ley creadora del tributo correspondiente podrá autorizar
para que anualmente en la ley de presupuesto se proceda a
fijar la alícuota del impuesto entre el límite inferior y el máxi­
mo que en ella se establezca.
Parágrafo Tercero: Por su carácter de determinación objeti­
va y de simple aplicación aritmética, la administración
tributaria nacional reajustará el valor de la unidad tributaria
de acuerdo con lo dispuesto en este Código. En los casos de
tributos que se liquiden en los períodos anuales, la unidad
tributaria aplicable será la que esté vigente durante por los
menos ciento ochenta y tres (183) días continuos del período
respectivo. Para los tributos que se liquiden por períodos
distintos al anual, la unidad tributaria aplicable será la que
esté vigente para el inicio del período.
Es importante destacar que la sola observancia de la legali­
dad formal no es suficiente para afirmar la constitucionalidad
de un tributo, es imprescindible además, que se observe el
reparto constitucional y la exigencia de flexibilidad o cohe­
rencia entre el tributo y las políticas públicas diseñadas y eje­
cutadas, todo lo cual podemos denominar como legalidad
material, sustantiva o esencial.
5. El tributo como límite obligacional al ejercicio del derecho de
propiedad (artículo 115 de la Constitución de la República)
debe comportar una cuota de sacrificio de los sujetos
imponibles racional y proporcional al disfrute de aquel dere­
cho, mediante la observancia de la prohibición de la
confiscatoriedad del tributo (artículo 317 del ejusdem)
La confiscatoriedad no sólo viola el derecho de propiedad
sino que adicionalmente lesiona el derecho de libertad de em­
presa, pues el tributo así configurado se convierte en escollo
a su realización pues afectaría uno o varios de los elementos
(organización, capital y trabajo) que delinean esa noción eco­
nómica.

92
L eo n a rd o P a la cio s M a r q u e z

La distorsión económica y vicio jurídico que representa la


confiscatoriedad no sólo se da por la irracionalidad de las
alícuotas o tipos impositivos y de las multas sino también por
tributación excesiva por solapamiento de un tributo local en
relación a uno nacional, o viceversa.

6. El parámetro de medición de la racionalidad cuantitativa del


tributo es la capacidad económica del contribuyente, que
permite determinar el sacrificio o aporte para el financiamien-
to de la actividad pública.
La Constitución de 1999 no sólo se limita a consagrar el añe­
jo principio de legalidad tributaria supra mencionado, sino
que adicionalmente en un plano sustancial, precisa el funda­
mento de la obligación tributaria, mediante la consagratoria
del principio de capacidad económica o contributiva, como
criterio vinculante de justicia en la creación y reparto del
poder de imposición.

La norma consagratoria del principio analizado no puede


ser calificado de programática pues por el mero hecho de
estar en la Constitución tiene un carácter vinculante que se
deduce del propio artículo 316 y de su interacción con el or­
denamiento constitucional.
En consecuencia, tal principio no indica una tautología va­
cía de contenido, sino un criterio de justicia preceptivo y
vinculante,12 el cual debe ser respetado por el órgano legis­
lativo nacional, estadal o local al crear el tributo correspon­
diente de acuerdo a la distribución competencial efectuada
por la Constitución o por las leyes y por la Administración
tributaria al momento de efectuar la determinación o desa­
rrollar la funciones operativas básicas de control y fiscaliza­
ción del tributo, so pena de ser antijurídica.

12 Francesco Mochetti, El principio de la capacidad contributiva en Tratado


de Derecho Tributario, T. I, Editorial Temis, Bogotá, 2001, p. 257

93
T em a s so bre T r ibu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

La exigibilidad de la capacidad económica implica la cohe­


rencia del conjunto de tributos exigidos y vigentes en la estruc­
tura fiscal, lo cual implica necesariamente la referencia a la ap­
titud subjetiva concreta del contribuyente en cuanto no
solamente basta la fuerza o fuente económica en cuanto a tal
sino la situación global del sujeto imponible, su aporte u orien­
tación empresarial proactiva a las políticas públicas. Tal circuns­
tancia implica que para tomar en consideración la capacidad
contributiva o económica de un sujeto pasivo deba tenerse pre­
sente no sólo la cuota impositiva propiamente dicha, sino las
rebajas a ésta producto de reducciones o rebajas concebidas como
incentivos o beneficios fiscales, incluyendo, la existencia de exen­
ciones o exoneraciones, como parte del ejercicio del poder de no
imposición o de incentivos que adelanta el Estado en el ámbito
de la flexibilidad activa del sistema tributario.

Lo expresado, tiene su asidero en la consagratoria de la obli­


gación en la exigencia del deber de coadyuvar con los gastos
públicos, lo cual es una manifestación del valor constitucional
de la solidaridad, el cual forma parte integrante de otros valores
constitucionales que influyen en la vigencia del principio de ca­
pacidad contributiva o económica. Así por ejemplo, como lo
señala la doctrina italiana las normas constitucionales que tutelan
el fomento de la economía privada u otras formas de libertad no
son ciertamente contradictorias sino complementarias respecto
del deber de solidaridad y pueden o deben armonizarse con la
calificación de la capacidad económica como capacidad contri­
butiva13.

13 Gianfranco Gaffuri, L'Attitudine alla contribuzione, Dott. A. Giuffre, Mila­


no, 1967, pp. 94 y sig.; y Roberto Cordeiro Guerra, Problemi in tema di
traslazione convenzionale dell'imposta, en Rass. Trib., T.1,1988, pp. 485-7.,
citado por Francesco Mochetti, op cit. 259.

94
L eo n a rd o P a lacio s M á rq u ez

III. LOS MECANISMOS DE ARMONIZACIÓN Y COOR­


DINACIÓN DEL SISTEMA IMPOSITIVO PREVISTOS
EN LA LEY ORGÁNICA DEL PODER PÚBLICO MU­
NICIPAL.

La concepción moderna del tributo en el marco de un Estado


liberal, como lo asienta Mann, estructurado al servicio de la li­
bertad, su defensa resulta plenamente justificada, en especial
cuando el Estado ha efectuado aportaciones esenciales para el
surgimiento y la existencia de bienes económicos susceptibles
de imposición14.
En este sentido, el impuesto desde el siglo XIX, no puede po­
ner en peligro la capacidad tributaria del contribuyente, obsta­
culizar la satisfacción de las necesidades esenciales, reducir la
producción de bienes, minorar la riqueza social y, en suma, aten­
tar contra la propia persistencia de los ingresos estatales15.
Esa concepción permite establecer la necesidad de buscar un
equilibrio entre los intereses del Estado y del ciudadano en su
condición de contribuyente, en la existencia de una permanen­
te capacidad de ganancia y en la satisfacción del lucro de los
sujetos pasivos. El Estado como entelequia colectiva requiere
mantener la fuente de sus ingresos, la perpetuación del poder
de imposición en sus conciudadanos y preservar la función
extrafiscal o de ordenamiento de los tributos que permiten apun­
talar las políticas públicas.
Así las cosas, cuando en normas constitucionales como la
prevista en el artículo 316 se habla de la "economía nacional",
esta idea lleva a la exigencia de productividad del impuesto re­
conocida por la doctrina alemana, a partir de mediados del si­
glo pasado, conforme al cual la política tributaria tenía como
14 Fritz Karl Mann, Steuerpolitische Ideale, citado por Paúl Kirchhof, La in­
fluencia de la Constitución alemana en su legislación tributaria en garan­
tía constitucionales del contribuyente, Tirant lo Blanch, Valencia, España,
1998, p. 31.
15 Karl Heinrich Rau, Grunsátze der Finanzwissenschaft, 1899, p. 38, citado
por Paúl Kirchhof, op. cit., p. 30.

95
T em a s so bre T ribu ta ció n M un ic ipa l en V en ezu ela

objetivo esencial el crecimiento de la productividad económica


nacional el incremento de la renta y la producción nacional lo
cual pudiera en un momento dado contrariar las figuras pro­
pias del Derecho tributario clásico.
Sin embargo, esa concepción de la política tributaria puso en
juego la necesidad de buscar una correspondencia entre las nor­
mas constitucionales, y por la otra, la necesidad de transformar
el tributo como un mecanismo de dirección y orientación al ser­
vicio de la economía nacional la cual ve al individuo como parte
de la misma e incluso pudiera aceptar en extremo perjuicios
individuales para la consecución de las metas económicas, lo
cual en última instancia sólo estaría permitida en tanto y en
cuanto el ordenamiento constitucional lo permita.
Las nociones clásicas en conjunción con la nueva concep­
ción de tributo, lleva de la mano a lo que representa la noción
del sistema tributario el cual, como lo asienta Andueza Acuña,
impone un análisis que abarca no solamente el aspecto jurídico
sino las incidencias económicas, financieras, sociales y políticas
del tributo, pues como lo señala el autor, para que puede ha­
blarse de un sistema tributario nacional es indispensable que
exista coordinación entre los distintos tributos para que de esta
manera el Estado pueda alcanzar los propósitos fijados para su
política económica, social y financiera16.
Antes de la sanción y puesta en vigencia en la Constitución
de 1999, era frecuente por razones históricas o por convenien­
cia política momentánea, como lo señala el citado autor, que el
sistema tributario incurriera en desarmonías que producirán
efectos contradictorios o negativos y que rompían con la coordi­
nación que debe existir entre los diversos tributos, para lo cual
se apelaba a los mecanismos o criterios de interpretación jurídi­
ca para evitar que se profundizaran esas interferencias y
desarmonías17.
16 José Guillermo Andueza Acuña, Limitaciones a la potestad tributaria a los
estados y municipios, en 20 años de doctrina de la Procuraduría General de
la República, 1962-1981, Tomo V, Caracas, 1984, p.305.
17 Ibidem.

96
L eo n a rd o P alacio s M árq uez

La Constitución de 1999, al igual que la de 1961, consagra


ciertos principios generales y específicos que orientan la labor
legislativa y la judicial en tomo a lo que corresponde al estable­
cimiento del tributo y a la revisión de la constitucionalidad y
legalidad por parte del Poder Judicial de aquellos actos
determinativos de tributos o de los actos normativos que consa­
gran las cargas impositivas en sus distintas especies.
La diferencia entre la Ley Fundamental de 1961 y la de 1999,
radica en la consagratoria explícita, por primera vez en Vene­
zuela, de un Estado Federal descentralizado que denota la exis­
tencia de distintas entidades públicas político territoriales con
autonomía tributaria que permiten el establecimiento y exigen­
cia de las economía particulares de contribuciones dineradas
para el mantenimiento de las cargas públicas la cual se hace
bajo la égida de una distribución competencial con un criterio
federativo o territorial.
El constituyente originario se vale de la armonización y coor­
dinación del sistema tributario para mantener el equilibrio y la
racionalidad de la imposición en criterios de progresividad, ca­
pacidad contributiva, desarrollo de la economía nacional y pro­
tección del nivel de vida de la población.
Surge así la armonización y coordinación como un límite
explícito y directo al ejercicio del poder de imposición tanto para
los estados como los municipios en función no sólo de garanti­
zar el derecho de propiedad y la debida consulta a la capacidad
contributiva de los sujetos pasivos que se encuentran frente a
los supuestos de incidencia o hechos generadores de las distin­
tas especies impositivas, sino también para favorecer la
estructuración de las políticas públicas signadas por la eficacia
y eficiencia en tomo a los resultados que apuntalen u orienten
los objetivos y cometidos del Estado, lo cual requiere de la he­
rramienta impositiva para coadyuvar en su consecución, reser­
vando de esta manera el desarrollo y protección de la economía
nacional, la generación y permanencia de los ingresos de fuente
tributaria y de respaldar la esencia de ordenamiento del sistema
impositivo.

97
T em a s so bre T ribu ta ció n M u n ic ipa l e n V en ezu ela

La armonización y coordinación del sistema tributario en ge­


neral, y en particular, en lo que atañe a la tributación local obede­
ció a distintas razones entre las cuales destacan, las siguientes:
a. Un acusado proceso de voracidad fiscal.
b. Trabas al desarrollo económico y social.
c. Otorgamientos de amplísimas facultades discreciona­
les a la Administración tributaria.
d. Deficiente conceptuación técnica de las distintas espe­
cies tributarias, y en especial, del denominado impues­
to de patente industria y comercio, ahora transforma­
do en impuesto a las actividades económicas.
La Constitución de 1999 en su artículo 179 numeral 2 esta­
blece que entre otros ingresos de fuente tributaria los munici­
pios tendrán "los impuestos sobre actividades económicas de
industria, comercio, servicios o de índole similar con las limita­
ciones establecidas en esta Constitución".
Las distorsiones y patologías que materializan una tributación
excesiva o irracional por parte de los municipios18, y que fue la
causa eficiente de las normas contenidas en la Ley Orgánica del
Poder Público Municipal son entre otras las siguientes:
a. Superposición en los efectos económicos con otros tri­
butos reservados al Poder Nacional, desdibujando la
esencia y razón de ser del principio de capacidad con­
tributiva única del contribuyente, que propugna por el
reconocimiento de las empresas como único centro de
imputación subjetiva de relaciones tributarias entre las
distintas entidades públicas de base territorial o des­
centralizadas funcionalmente.

18 Vid., Leonardo Palacios Márquez, Fundamentos Fiscales y de Hacienda


Pública Municipal en el marco de la Constituyente, Libro homenaje a José
Andrés Octavio, Asociación Venezolana de Derecho Tributario(AVDT),
Caracas, 1999, pp. 187-205.

98
L eo n a rd o P a lacio s M á rq u ez

b. Afectación al consumo del patrimonio y a la regula­


ción del capital.

c. Montos excesivos en las alícuotas o tipos impositivos de


la exacción analizada, que conlleva a una cuantía irra­
cional en el importe impositivo a pagar.
d. Ruptura de la razonable proporción entre la utilidad
que debe percibirse entre el negocio que se pretende
gravar, haciendo ilusorio el margen de razonabilidad
en la obtención de utilidades si se le compara con una
explotación normal sin distorsión impositiva alguna.
e. Desvinculación entre los elementos integradores del he­
cho imponible lo cual propicia la violación continua a
la esfera competencial del Poder Nacional y a una ex­
posición patrimonial excesiva de los agentes económi­
cos. Ello ocurra cuando en la magnitud económica es­
cogida por el legislador local como base imponible o de
cálculo del impuesto se incluyen ingresos que constitu­
yen manifestación de renta (sentido lato) y otros casos,
ingresos de naturaleza esencialmente civil que no tie­
nen correspondencia directa con las actividades comer­
ciales, industriales o de servicios que conforman la ma­
teria imponible del tributo, ocultando, por tanto, la
invasión a la esfera rentística del Poder Nacional, como
sucede, cuando se incluyen ingresos provenientes de
dividendos, intereses por colocaciones y ganancias de
capital, ventas de exportación y venta de activos fijos.
f. El desconocimiento de los factores de conexión cons­
truido sobre la base de la noción de establecimiento
permanente, desconociendo o manipulando de esta
manera el límite explícito o directo al poder de imposi­
ción como es el relativo a la territorialidad del tributo.

En igual sentido, y destacando la necesidad de modificacio­


nes a la concepción de la patente de industria y comercio se
pronuncia Evans Márquez, quien señala que esta modalidad de

99
T em as so bre T ribu ta c ió n M un ic ipa l en V en ezu ela

imposición es de un todo "insatisfactoria, que distorsiona el ac­


cionar de los agentes económicos, representa enormes costos de
administración tanto para los fiscos locales como para los pro­
pios contribuyentes y, dadas las múltiples arbitrariedades co­
metidas durante toda su existencia, se ha erigido en un factor
de riesgo demasiado elevado para los inversionistas nacionales
y extranjeros". Más aún, cuando se verifica según el citado au­
tor, la coexistencia de este tributo junto con el impuesto al valor
agregado, lo cual constituye una clara situación de doble y, en
muchos casos, múltiple tributación19.
Los distintos autores que han estudiado los temas vinculados
a las hacienda local, recalcando con este término la existencia
de varios niveles20 y el federalismo fiscal han puesto de relieve,
como lo indica Oates, la ineficiencias y esquemas distorsionados
de la incidencia de los distintos tipos de tributos locales para lo
cual encuentran como sustento de la armonización, minimizar
estas distorsiones, esto es, para un esfuerzo cooperativo que pro­
porcione un sistema de tributación que minimiza el exceso de
gravamen y que permita un patrón deseable de incidencia21.
En este sentido, Oates expresa que la armonización fiscal o
tributaria no implica uniformidad perfecta en los tipos y en las
formas de tributación entre las distintas jurisdicciones. Más bien
se refiere al desarrollo de sistemas de tributación que, sujetos a
los objetivos económicos de cada una de las jurisdicciones, sir­
van para promover una más eficiente asignación de recursos y
un patrón equitativo de incidencias22.
La coordinación y armonización del sistema impositivo pue­
de derivar de una legislación orgánica exclusivamente destina­

19 Ronald Evans Márquez, Introducción al régimen impositivo municipal


venezolano, Me Graw Hill, Caracas, 1998, p. XXV.
20 Vid., Gabriel Solé Villalonga, Las Haciendas locales en la Ley de bases del
estatuto. Consideración de sus distintos niveles, en Revista de Estudio de
la vida local, Instituto de Estudio de la Administración Local, N. 192, Ma­
drid, 1976, p. 725.
21 Wallace E. Oates, op. cit., pp.197-9.
22 Idem.

100
L eo n a rd o P a la cio s M á rq uez

da a tal fin, de mecanismos de armonización y coordinación


parcialmente consignados en una ley o de un articulado conte­
nido en una ley especial cuyo objeto sea el desarrollo de un régi­
men para una actividad concreta y particular23.

23 En este último supuesto de armonización y coordinación del sistema tri­


butario, hemos destacado la importancia que reviste la Ley Orgánica de
Telecomunicaciones como uno de los instrumentos, que con la naturaleza
ya acusada de ley orgánica, constituye la materialización y concreción de
la legislación necesaria para la armonización del sistema tributario, valor
esencial y fundamental sobre el cual se erige el Estado federal descentrali­
zado esbozado por el constituyente del 99.
El legislador orgánico del 2000, utilizando la técnica de delimitación y
asignación de competencias tributarias consistente de la limitación
principista estableció un supuesto de no sujeción calificada en cuanto a la
actividad de telecomunicaciones como eventual hecho generador o
imponible de impuestos estadales o municipales.
En efecto, el artículo 156 de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones copia­
do a la letra establece:
Artículo 156. De conformidad con la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, la actividad de Telecomunicaciones no estará
sujeta al pago de tributos estadales o municipales.
El referido precepto lejos de ser inconstitucional, se ajusta a los principios
y valores esenciales de nuestra Ley Fundamental, respectando el conteni­
do autonómico de las entidades locales y estadales, fuertemente condicio­
nadas por el bloque de la constitucionalidad, integrada por la Constitu­
ción misma y la legislación dictada en su ejecución. No otra es la justificación
del empleo y mención como causa de la limitación la referencia expresa a
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
La Ley Orgánica de Telecomunicaciones, como ley de armonización
impositiva del sector y como "marco legal de regulación general de las
telecomunicaciones" pretende, no sólo la unicidad del sistema tributario,
su racionalización y la integridad propia e inherente a un régimen federal,
sino que también busca salvaguardar el principio de capacidad económica
o contributiva de los sujetos pasivos que con su iniciativa organizativa y
financiera concurren con el Estado, bajo condiciones de eficiencia, libre
competencia, la promoción del desarrollo armónico de la economía nacio­
nal con el fin de generar, entre otras, fuente de trabajo, alto valor agregado
nacional, sustentabilidad, y permanencia del crecimiento de la economía a
través de la creación de un marco viable para un sector tan estratégico
como el de las telecomunicaciones.(véase Leonardo Palacios y Federico
Araujo, La inconstitucionalidad de gravar con impuesto a las actividades
económicas las telecomunicaciones en El Derecho constitucional y público
en Venezuela. Homenaje a Gustavo Planchart Manrique, T. II, Universidad
Católica Andrés Bello, Caracas, 2003, pp. 842 - 3

101
TEMAS SOBRE TRIBUTACIÓN MUNICIPAL EN VENEZUELA

En el caso de la tributación municipal, caracterizado por


abundantes distorsiones, una deficiente conceptuación técnica
y un proceso de contradicción y contraposición a la articulación
de las políticas nacionales se hizo mediante normas precisas y
específicas en la novísima Ley Orgánica del Poder Público
Municipal, que partió no sólo de la limitación explícita que deriva
de la consagratoria del artículo 156 numeral 13 supra trascrito,
sino de la esencia profundamente limitada y condicionada de la
figura subjetiva organizativa conocida como autonomía
municipal, la cual debe ser ejercida dentro de los límites de la
Constitución, de las normas que para desarrollar los principios
constitucionales establezcan las leyes orgánicas nacionales y por
las disposiciones legales que de conformidad con aquellas dicten
los estados, acorde con lo previsto en los artículos 168 y 169 de
la Constitución.

En este orden de ideas, Ley Orgánica del Poder Público Mu­


nicipal en el Capítulo V de la potestad tributaria del Municipio
del Título V de la Hacienda Pública Municipal establece una
serie de principios que, en algunos casos, desarrollan los esta­
blecidos por la Constitución 1999, y que sin duda alguna cons­
tituye el marco referencial de la tributación local en Venezuela.

Como antecedentes de las disposiciones y mecanismos de


armonización y coordinación previstas en la Ley Orgánica del
Poder Público Municipal debe tenerse presente no sólo los infor­
mes de la Misión Shoup sobre el Sistema Fiscal de Venezuela
elaborado en 1960 y el de la Comisión de Estudios de la Refor­
ma Fiscal de 1982, sino también el estudio y propuesta de refor­
ma de la Ley Orgánica de Régimen Municipal presentado el 08
de octubre de 1997 por el Consejo Nacional de Promoción de
Inversiones, (CONAPRI), acompañado con la respectiva Expo­
sición de Motivos y un documento elaborado por el Comité Le­
gal Tributario de esa institución bajo nuestra coordinación, titu­
lado "Adecuación de factores de tributación municipal a la
inversión privada"; así como el "Anteproyecto de Ley Orgánica
de Bases para la armonización y coordinación de las potestades
tributarias nacionales y municipales", papel de trabajo elabora­

102
L eo n a rd o P alacio s M á rq u ez

do por el equipo integrado por los especialistas Luis Querales,


Rafael Romero Pirela, Federico Araujo, Juan Carlos Garantón y
Leonardo Palacios, propuestas éstas últimas que la novísima ley
objeto de análisis colectivo en esta obra, recogió, de una manera
u otra, en su articulado.
En relación a estos informes y propuestas, Evans Márquez,
las justifica, afirmando que las mismas "deben ser vistas como
parte de una necesaria racionalización del sistema tributario
venezolano y no como medidas aisladas que buscan atacar a los
Municipios venezolanos y despojarlos de sus debidos ingresos
tributarios. Lo que se quiere, insiste el citado autor, es reexami­
nar el reparto actual de competencias tributarias entre los di­
versos entes territoriales, para reasignar las potestades de impo­
sición de acuerdo con una base más justa y equilibrada24 ".
El artículo 163 de la Ley Orgánica del Poder Público Munici­
pal establece la premisa general al establecer que "en la crea­
ción de sus tributos los municipios actuarán conforme a lo esta­
blecido en los artículos 316 y 317 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela."
Si bien esta premisa general es una repetición o remisión a
las disposiciones constitucionales, las cuales se imponen a par­
tir de su vigencia como un límite explícito y directo al ejercicio
de la autonomía municipal en cualquiera de sus contenidos
específicamente en lo relacionado a la parte tributaria, no es
menos cierto, que la importancia de la misma radica en el hecho
de que el legislador tuvo presente la necesidad de mantener una
visión general en lo que al sistema tributario se refiere en lo que
corresponde a la creación, modificación, supresión del tributo,
es decir, al ejercicio del poder de imposición por parte del Muni­
cipio teniendo presente los objetivos y cometidos esenciales a
que se refieren los artículos 316 y 317 de la Constitución.
Por tanto, la tributación local no solamente debe ser aquella
que deriva de la distribución competencial por parte del consti­

24 Ronald Evans Márquez, op. cit., passim.

103
T em a s so bre T r ibu ta ció n M u n ic ipa l en V en ezu ela

tuyente originario sino también del legislador al materializar un


poder tributario derivado.

La vigencia plena de la legalidad, exige que en la creación de


las distintas especies tributarias se observen de manera estricta
las limitaciones directas o explícitas al poder de imposición25,
que materialice una tributación racional evitando la patología
propia a la confiscatoriedad.

En otras palabras, evitar hacer nugatorio el ejercicio del de­


recho de la propiedad, que si bien fuertemente condicionado
por su función social y limitado por el ejercicio del poder de
imposición, este no puede hacer vacío tal derecho por la exis­
tencia de una tributación indebida o irracional.

La tributación municipal para garantizar su plena sujeción


al bloque de la constitucionalidad debe observar no sólo el prin­
cipio de legalidad26, la no confiscatoriedad27 y la consulta a la

25 Vid., Leonardo Palacios Márquez, Marco jurídico de la tributación local en


Venezuela, limitaciones directas o explícitas al Poder tributario munici­
pal, Prohombre, PH Editorial C.A., Caracas Noviembre 1996.
26 El principio de legalidad tributaria, previsto originariamente en el artícu­
lo 317 de la Constitución y desarrollado por los artículos 162 y 165 de la
Ley Orgánica del Poder Público Municipal, especifica el contenido míni­
mo necesario de las ordenanzas tributarias manteniendo el criterio de
aplicación supletoria de las disposiciones del Código Orgánico Tributa­
rio. Véase Leonardo Palacios Márquez, El Código Orgánico Tributario y la
Tributación local. Esbozo para la armonización del sistema tributario ve­
nezolano; y Adriana Vigilanza García Reflexiones en tomo a la aplicación
del Código Orgánico Tributario a los Estados y Municipios en Estudios
sobre el Código Orgánico Tributario de 2001, Asociación Venezolana de
Derecho Tributario, Caracas, 2002, pp. 119-175 y 175-225, respectivamente.
27 Este límite cuantitativo previsto en el articulo 163 de la Ley Orgánica del
Poder Público Municipal exige que los tributos municipales no podrán
tener efecto confiscatorio, lo cual es una mención no solamente repetitiva
y directa de las disposiciones de los artículos 316 y 17 sino que constituye
un avance en lo que corresponde, en algunos casos, al establecimiento de
límites en la alícuotas o tipos impositivos, mecanismos de deducción e
imputación en correspondencia con impuestos específicos al consumo del
Poder Nacional o de criterios y parámetros de definición de los factores de
conexión.

104
L eo n a rd o P alacios M á rq u ez

capacidad contributiva mediante la progresividad de la imposi­


ción, la propensión a favorecer y proteger la economía nacional
y garantizar la elevación de vida de la población, sino que
adicionalmente, debe incardinarse en los mecanismos de armo­
nización y coordinación previstos en la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal a saber:

1. Principio genérico de la armonización y coordinación de las


especies tributarias locales con las nacionales y estadales.

El artículo 162 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal


hace referencia a la fuente de los ingresos tributarios del
municipio los cuales pueden ser originarios y aquellos
derivados por transferencia, que dentro del proceso de
descentralización, se efectúan del poder nacional o estadal
al municipio, lo cual supone de suyo la armonización y
coordinación en ejercicio del poder de imposición en el caso
de los tributos previstos en el poder tributario originarios o
de mecanismos de colaboración y demás principios que
deriven de la consagratoria del Estado federal en los casos de
transferencia.

2. Principio de protección y desarrollo económico.

De acuerdo a este principio consagrado en el artículo 163 de


la Ley Orgánica del Poder Público Municipal los municipios
en la creación de sus tributos, tanto en su globalidad como
en los elementos que lo estructuran, no podrán "convertirse
en obstáculo para el normal desarrollo de las actividades eco­
nómicas", sino que por el contrario, deben orientarse para
no obstaculizar el armónico desarrollo económico, crear me­
canismos favorables y un ambiente positivo a los agentes eco­
nómicos que aliente el proceso de inversión, generación de
fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevación
del nivel de vida de la población, todo de conformidad con lo
previsto en los artículo 299 y 316 de la Constitución.

105
T em a s so bre T ribu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

3. Principio de evitación de la múltiple imposición ínterjuris-


diccional.
La múltiple imposición, también denominada « plurimposi-
ción» la cual es un fenómeno que se produce, como lo asien­
ta López Espadafor, como consecuencia que sobre una mis­
ma manifestación de riqueza incidan diversos impuestos en
un período impositivo o ante un mismo evento28.
Esta distorsión deriva de la existencia de varios entes territo­
riales, a los cuales se les ha atribuido poder impositivo, de
cuyo ejercicio pueden derivarse importantes desequilibrios
en el sistema tributario considerado unitariamente29; distor­
sión, que puede ser el producto de la existencia de dos o más
figuras tributarias, bien abierta, bien encubiertamente, que
recaigan sobre un mismo objeto imponible30, o de la manipu­
lación del elemento territorial del hecho imponible31 y del
abuso de la figura de retención o detracción anticipada de
impuesto por parte de las entidades locales32.
Este principio consagrado en el artículo 164 de la Ley Orgá­
nica del Poder Público Municipal se refleja y tiene su comple­
mento en los artículos atinentes a los factores de conexión
para las actividades industriales y comerciales objeto del im­

28 Carlos María López Espadafor, La doble imposición interna, Editorial Lex


Nova, Valladolid, 1999, p.13.
29 M. Gonzáles Sánchez, El principio de no confiscación y las haciendas loca­
les en El sistema económico en la Constitución Española, V. II, Ministerio
de Justicia, Madrid, 1994, p. 1543, citado por Carlos María López Espadafor,
op. cit., p.14.
30 M. Pérez de Ayala Becerril, El objeto del impuesto: La doble imposición y
el artículo 6.2 de la LOFCA en revista de Derecho Financiero y de Hacienda
Pública, N. 240, Madrid, 1996, p 394.
31 Vid., Federico Araujo Medina y Leonardo Palacios Márquez, El territorio
como ámbito de eficacia y validez de la tributación municipal venezolana,
Torres Plaz & Araujo, Caracas, 1998,
32 Vid., Leonardo Palacios Márquez y Oscar Moreán Ruiz, Límites Cuantita­
tivos de la responsabilidad de los agentes de retención en Boletín de To­
rres Plaz & Araujo, Enero/Febrero, Caracas, 1998, pp. 5-9.

106
L eo n a rd o P ala cio s M árq uez

puesto a las actividades económicas, para lo cual se adopta


el criterio de establecimiento permanente (artículos 218, 219,
220 y 221 ejusdem) y la previsión de factores especiales para
las actividades consistentes en transportes entre varios mu­
nicipios, prestación del servicio de energía eléctrica, telefonía
fija y móvil y los servicios de televisión por cable, internet y
otros similares (artículo 225); así como lo previsto en materia
de la base imponible conformada por los ingresos brutos de­
finitivamente definidos, mecanismos de deducción e impu­
tación y la exclusión de ciertos conceptos que permiten una
armonización con la tributación general y específica al con­
sumo propias al poder rentístico nacional (artículos 212, 213,
214, 215, 216, 217 y 223).

4. Principio instrumental para evitar la doble o múltiple impo­


sición y lograr una justa tributación.
Los municipios de conformidad con lo establecido en el artícu­
lo 164 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal po­
drán celebrar acuerdos entre ellos y con otras entidades polí­
tico territoriales con el propósito de obtener una armonización
y coordinación en el ejercicio de su poder de imposición y
evitar la doble o múltiple tributación interjurisdiccional.
Igualmente, los municipios podrán celebrar acuerdos entre
ellos ce conformidad con lo previsto en el artículo 222 de la
citada ley orgánica acuerdos entre ellos o con los contribu­
yentes, para definir reglas de distribución de base imponible
conformada por ingresos brutos obtenidos en distintas juris­
dicciones.

5. Límites a las alícuotas o tipos impositivos para ciertas activi­


dades económicas.
La Ley Orgánica del Poder Público Municipal establece lími­
tes a las alícuotas aplicables a la base imponible para la de­
terminación de la cuota impositiva por concepto de impues­
to a las actividades económicas:

107
T em a s so b r e T ributació n M u n ic ipa l en V en ezu ela

a. Actividades de agricultura, cría, pesca y actividad fores­


tal siempre que no se trate de actividad primaria: uno por
ciento (1%) (artículo 228).
b. Servicio eléctrico: dos por ciento (2%) (artículo 289).
c. Radio difusión sonora: cero coma cinco por ciento (0,5%)
(artículo 290).
d. Telecomunicaciones en general: uno por ciento (1%).

6. Principio de correspondencia entre la tasa y el servicio públi­


co municipal.
Los municipios, conforme a lo previsto en el artículo 166 de
la Ley Orgánica del Poder Público Municipal podrán crear
tasas con la ocasión de la utilización privativa de bienes de
su dominio público, así como por servicios públicos o activi­
dades de su competencia, cuando se presente cualquiera de
las circunstancias siguientes: (i) Que sean de solicitud o re­
cepción obligatoria por los usuarios, (ii) que no puedan reali­
zarse por el sector privado, por requerir intervención o ejer­
cicio de autoridad o por estar reservados legalmente al sector
público, (artículo 166 de la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal)

7. Principio de estabilidad y seguridad jurídica.


Los municipios a tener de lo dispuesto por el artículo 167 de
la Ley Orgánica del Poder Público Municipal podrán cele­
brar contratos de estabilidad tributaria con contribuyentes o
categoría de contribuyentes a fin de asegurar la continuidad
en el régimen relativo a sus tributos, en lo concerniente a
alícuotas, criterios para distribuir base imponible cuando sean
varias las jurisdicciones en las cuales un mismo contribuyen­
te desarrolle un proceso económico único u otros elementos
determinativos del tributo.

108
L eo n a rd o P a lacio s M á rq u ez

8. Principios de eficacia y eficiencia administrativa. Las relacio­


nes fiscales intergubemamentales en la vertiente de la ges­
tión tributaria.

Los municipios en la gestión del tributo y dentro del marco


del concepto de relaciones intergubemamentales, deben orien­
tarse por los principios sobre los cuales se erige el Estado Fe­
deral en Venezuela como son los principios de integridad te­
rritorial, autonomía, coordinación, cooperación, solidaridad
interterritorial y subsidiaridad.
De acuerdo a este principio la Administración tributaria lo­
cal y en relación de reciprocidad podrá, de conformidad con
lo previsto en el artículo 172 de la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal, celebrar acuerdos con otras administra­
ciones locales, estadales y nacionales y deberán permitir la
efectividad de la coordinación administrativa para lo cual
deberán:
a. Facilitarles información relevante para el mejor desempe­
ño de las funciones operativas básicas inherentes a la ges­
tión del tributo.
b. Cooperar y asistir de manera activa a las Administracio­
nes tributarias, municipales, estadales o nacionales.
c. Suministrar información estadística relacionada con la re­
caudación del tributo.
Asimismo, la Administración tributaria local podrá, conjun­
ta o coordinadamente con las administraciones tributarias
municipal, estadal o nacional elaborar planes de inspección,
de conformidad con el artículo 173 del Ley Orgánica del Po­
der Público Municipal.
Los municipios en sus contrataciones no podrán obligarse a
renunciar al cobro de sus tributos, así como tampoco podrán
comprometerse contractualmente a obtener la liberación del
pago de impuestos nacionales o estadales (artículo 168 de la
Ley Orgánica del Poder Público Municipal).

109
T em a s so bre T r ibu ta c ió n M u n ic ipa l en V en ezu ela

Finalmente, debe destacarse la obligación impuesta por el ar­


tículo 174 a todas las autoridades civiles, políticas, adminis­
trativas, militares, particulares de prestar su concurso para
la inspección, fiscalización, recaudación, administración y
resguardo de los ingresos municipales y a denunciar los he­
chos de que tuvieren conocimiento que pudiesen constituir
ilícitos tributarios contra la Hacienda Pública Municipal.

9. Prohibición de contratación de empresas particulares para


la gestión del tributo.
El artículo 175 de la Ley Orgánica del Poder Público Munici­
pal establece que los municipios sólo podrán proceder a la
contratación de empresas públicas o a la delegación de algu­
na de las funciones relativas a la gestión y recaudación del
tributo33 a las entidades públicas territoriales, prohibiendo
que tal contratación o delegación pueda efectuarse con parti­
culares, lo cual contraria lo dispuesto en el artículo 120 de
la derogada Ley Orgánica del Régimen Municipal34 y el ar­
tículo 121 numeral 10 del Código Orgánico Tributario35.
33 Vid., Leonardo Palacios Márquez, La gestión de los tributos locales: su
contratación administrativa en el ordenamiento jurídico venezolano. Es­
bozo para una gestión administrativa eficiente en Tributación Municipal
en Venezuela II, Prohombre, PH Editorial, Caracas 1998, pp. 45-89.
34 El artículo 120 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal copiado a la letra
establece:
Artículo 120. Los Municipios o Distritos podrán celebrar acuerdo entre sí
para la unificación de las tarifas de determinados impuestos, tasas o con­
tribuciones.
Así mismo los Municipios podrán contratar la recaudación de estos tribu­
tos con el Ejecutivo Nacional o Estadal, institutos autónomos o empresas
públicas, mixtas o privadas de reconocida solvencia, siempre y cuando
ello asegure una recaudación más eficaz y a menor costo. En estos Acuer­
dos se señalan las respectivas tarifas, sistemas de recaudación porcentaje
de comisión formas y oportunidad en que los Municipios recibirán el
monto de lo recaudado.
Lo dispuesto en esta norma no autoriza la celebración de contratos para
delegar en particulares, las competencias de fiscalización de los contribu­
yentes.
35 El artículo 121 numeral 10 del Código Orgánico Tributario copiado a la
letra establece:

110
L eo n a rd o P ala cio s M á rq u ez

Los principios generales así esbozados constituyen un inten­


to de sistematización de los mecanismos de armonización y
coordinación del sistema impositivo que no pueden dejarse a
un lado para el estudio del régimen tributario local y su co­
rrespondencia con los principios constitucionales de la
tributación.

Artículo 121. La Administración Tributaria tendrá las facultades, atribucio­


nes y funciones que establezcan la Ley de la Administración Tributaria y
demás leyes y reglamentos, y en especial:
(OMISSIS)
Suscribir convenios con organismos públicos y privados para la realiza­
ción de las funciones de recaudación, cobro, notificación, levantamiento
de estadísticas, procesamiento de documentos, y captura o transferencias
de los datos en ellos contenidos. En los convenios que se suscriban la
Administración Tributaria podrá acordar pagos o compensaciones a favor
de los organismos prestadores del servicio. Asimismo, en dichos conve­
nios deberá resguardarse el carácter reservado de la información utiliza­
da, conforme a lo establecido en el artículo 126 de este Código.

111
LA POTESTAD TRIBUTARIA MUNICIPAL
Y LA COMPETENCIA REGULADORA
DEL PODER NACIONAL

A m a l ia C. O c t a v io *

INTRODUCCIÓN

Las potestades tributarias y potestades reguladoras atribui­


das a los distintos entes político territoriales, han sido objeto de
diversos estudios doctrinarios y decisiones jurisdiccionales, par­
ticularmente, antes de la entrada en vigencia de la Constitución
de 1999, pues en ninguna norma de nuestra legislación, se ha­
bía hecho una referencia a las mismas, que permitiera estable­
cer si se trataba de dos cosas distintas, independientes una de la
otra, o si por el contrario, las potestades reguladoras llevaban
implícitas, de forma automática, potestades tributarias.

1. Disposiciones constitucionales que establecen las potes­


tades tributarias y potestades reguladoras.
Antes de entrar a analizar la norma antes transcrita, punto
focal de este estudio y sus consecuencias en el mundo jurídico,
particularmente en el campo del Derecho Tributario, conside­
ramos necesario hacer unas breves referencias a las normas cons-

* Abogada egresada de la Universidad Central de Venezuela. Curso de Es-


pecialización en Derecho Tributario, U.C.V. Curso de Postgrado en Dere­
cho Tributario, Universidad de Salamanca. Miembro de la Asociación
Venezolana de Derecho Tributario y Ex Miembro del Consejo Directivo.
Ex Conjuez del Tribunal Superior Segundo de lo Contencioso Tributario.
Profesora de Postgrado en Derecho Tributario, Universidad Fermín Toro,
Estado Lara. Socia del Escritorio Octavio, Domínguez, Márquez, Silva y
Asociados, antes José Andrés Octavio y Asociados desde 1980.

113
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

titudonales que establecen las distintas potestades y competen­


cias de los poderes nacional y municipal.

Las competencias del poder público nacional, están consa­


gradas en el artículo 156 de la Constitución, en treinta y tres
numerales, de los cuales hacen referencia a la materia tributaria
sólo los que a continuación transcribimos los cuales establecen:
"Artículo 156. Es de la competencia del Poder Público Na­
cional:
...omissis...
12. La creación, organización, recaudación, administración
y control de los impuestos sobre la renta, sobre sucesiones,
donaciones y demás ramos conexos, el capital, la produc­
ción, el valor agregado, los hidrocarburos y minas, de los
gravámenes a la importación y exportación de bienes y ser­
vicios, los impuestos que recaigan sobre el consumo de lico­
res, alcoholes y demás especies alcohólicas, cigarrillos y
demás manufacturas del tabaco, y de los demás impuestos,
tasas y rentas no atribuidas a los Estados y Municipios por
esta Constitución o por la ley.
13. La legislación para garantizar la coordinación y armo­
nización de las distintas potestades tributarias, definir prin­
cipios, parámetros y limitaciones, especialmente para la de­
terminación de los tipos impositivos o alícuotas de los
tributos estadales y municipales, así como para crear fon­
dos específicos que aseguren la solidaridad interterritorial.
14. La creación y organización de impuestos territoriales o
sobre predios rurales y sobre transacciones inmobiliarias,
cuya recaudación y control corresponda a los Municipios,
de conformidad con esta Constitución.
...omissis..."
En cuanto a los municipios, la Constitución, en el capítulo IV
del mismo titulo IV, que regula el poder público municipal, esta­
blece la autonomía de los municipios en cuanto a la creación,
recaudación e inversión de sus ingresos (artículo 168). Estos in­
gresos se encuentran señalados en el artículo 179, dentro del cual
señala los de naturaleza tributaria en los siguientes términos:

114
A m a l ia C . O c t a v io

"2. Las tasas por el uso de sus bienes o servidos; las tasas
administrativas por licencias o autorizaciones; los impues­
tos sobre actividades económicas de industria, comercio,
servicios, o de índole similar, con las limitaciones estableci­
das en esta Constitución; los impuestos sobre inmuebles
urbanos, vehículos, espectáculos públicos, juegos y apues­
tas lícitas, propaganda y publicidad comercial; y la contri­
bución especial sobre plusvalías de las propiedades genera­
das por cambios de uso o de intensidad de aprovechamiento
con que se vean favorecidas por los planes de ordenación
urbanística.
3. El impuesto territorial rural o sobre predios rurales, la
participación en la contribución por mejoras y otros ramos
tributarios nacionales o estadales, conforme a las leyes de
creación de dichos tributos.
5. El producto de las multas y sanciones en el ámbito de sus
competencias."

Es precisamente dentro de este capítulo de la Constitución


dedicado al poder público municipal, en el primer párrafo del
artículo 180, donde se establece la diferencia y a la vez la coexis­
tencia, de la potestad tributaria municipal y las potestades
reguladoras del poder nacional o estadal sobre determinadas
materias o actividades, en los términos siguientes.

"Artículo 180. La potestad tributaria que corresponde a los


municipios es distinta y autónoma de las potestades
reguladoras que esta constitución o las leyes atribuyan al
poder nacional o estadal sobre determinadas materias o ac­
tividades.
...omissis...."

2. La potestad tributaria municipal y la competencia


reguladora del poder nacional

De las normas constitucionales antes transcritas, trataremos


de extraer los dos conceptos que conforman el presente estudio:
potestad tributaria y potestad reguladora.

115
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

La potestad tributaria puede definirse como la facultad otor­


gada a un determinado ente público, por la Constitución o la
ley, de crear, organizar, recaudar, administrar y controlar tri­
butos.
En cuanto a la competencia reguladora o potestad reguladora,
como la denomina la Constitución, sería la facultad otorgada a
un determinado ente público, por la Constitución o la ley de
dictar normas, organizar y controlar determinadas materias o
actividades que le correspondan por su índole o naturaleza.
Observamos que no todas las materias cuya competencia es
atribuida al poder nacional, a través de los treinta y tres nume­
rales que conforman el artículo 136 de la Constitución, impli­
can potestad tributaria, es sólo en los numerales 12 y 14, subra­
yados, donde se le otorga potestad tributaria, exclusiva y
excluyente, sobre las materias allí señaladas, mientras que nu­
meral 13, también subrayado, le otorga competencia para regu­
lar, a través de la armonización, el ejercicio de la potestad
tributaria de los municipios. Esto, aunado al texto del primer
aparte artículo 180, indica con toda claridad, que la potestad
reguladora sobre algunas materias, reservada al poder nacio­
nal, no incluye de manera automática, potestad tributaria sobre
esas materias.
Como ya fue señalado, antes de la entrada en vigencia de la
actual Constitución, no existía ninguna disposición legal que
diferenciara y atribuyera autonomía a la potestad tributaria
municipal frente a la potestad reguladora de los demás entes
político territoriales, vale decir, que admitiera su coexistencia.
Ante esta ausencia de normativa y de definiciones teóricas
que permitieran distinguir una y otra, surgieron numerosas con­
troversias y han sido la doctrina y la jurisprudencia las encar­
gadas de establecer criterios al respecto.
Sin embargo, esta construcción de criterios no llegó a resol­
ver de manera definitiva el problema pues la doctrina estuvo
dividida y la jurisprudencia tampoco fue constante.

116
A m a l ia C . O c t a v io

De acuerdo a una parte importante de doctrina académica y a


diversas sentencias dictadas por los distintos órganos jurisdiccio­
nales que han tenido competencia sobre esta materia, la potestad
tributaria de los municipios, estaba limitada, no sólo por la potes­
tad tributaria originaria del poder nacional, atribuida por la Cons­
titución, sino también por las competencias reguladoras, igual­
mente atribuidas a éste por la misma Constitución.

Durante muchos años, prácticamente todo el siglo XX, con


muy pocas excepciones, se asimilaron potestades reguladoras y
tributarias, considerando las segundas consecuencias naturales
de las primeras, desde las Constituciones de 1914, 1936, 1953 y
1961, y aún después de promulgada la vigente, que incluye en
su texto la norma antes transcrita, se sostuvo este criterio.

Tanto así que el legislador dictó normas, como por ejemplo,


el artículo 156 de la Ley Orgánica de Telecomunicaciones, se­
gún el cual ni los Estados ni los Municipios podrán exigir el pago
de tributos por el ejercicio de dicha actividad, estableciendo así
que sólo la República está constitucionalmente facultada para
exigir impuestos a las empresas que se dediquen a ese sector.

Esta disposición implica, no sólo que no puede haber impues­


tos locales cuando existen impuestos nacionales específicos, sino
que existe un poder tributario implícito a favor de la República
para todas las materias sobre las cuales le corresponde legislar,
aún aquellas cuya potestad tributaria no les ha sido atribuida
por la Constitución.

Ahora bien, el numeral 13 artículo 156 de la Constitución,


antes transcrito, atribuye al Poder Nacional la competencia para
legislar en materia de coordinación y armonización de las dis­
tintas potestades tributarias, definir principios, parámetros y li­
mitaciones, de lo cual se puede colegir que, al establecer que la
actividad de telecomunicaciones no puede ser gravada con im­
puestos municipales ni estadales, el poder nacional ha hecho
uso de esta potestad de limitar, armonizar y coordinar la
tributación sobre esta actividad, al gravar todas las empresas

117
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

dedicadas a ella, con el tributo de carácter nacional previsto en


la Ley Orgánica de Telecomunicaciones.
La jurisprudencia, como ya señalamos, no ha sido constante
ni coherente, en el sentido de que no sólo hubo cambios de crite­
rio aplicados a las distintas materias, sino que en algunos casos,
como el de las telecomunicaciones, se negó la posibilidad de crear
tributos municipales, por ser materia de reserva del poder na­
cional, pero en otros casos, también de telecomunicaciones, se
admitió la posibilidad de que los municipios pudieran gravar
con la patente de industria y comercio, a las empresas dedica­
das a esta actividad. De igual forma, hubo decisiones según las
cuales, las empresas productoras de tabacos y licores, que de
acuerdo a la Constitución de 1961, además de ser de la compe­
tencia reguladora del poder nacional, tributación está atribuida
igualmente al poder central, podían ser gravadas con la patente
de industria y comercio, admitiendo así la coexistencia de am­
bos tributos.
Existen numerosas las sentencias que tratan este problema y
que sostienen criterios diversos. A continuación nos referiremos
a algunas de ellas.
i. Sentencia dictada el 28 de mayo de 1962 por sala
Político Administrativa de la Corte Suprema de
Justicia, en la cual acepta la legalidad del grava­
men municipal a empresas dedicadas a las tele­
comunicaciones, materia regulada por el poder
nacional. Señala dicha sentencia:
"(...) La competencia que al Poder Nacional otorga la Cons­
titución en lo relativo a telecomunicaciones se justifica, prin­
cipalmente, por razones de seguridad, control y estabilidad
del servicio y no por motivos económicos y financieros, que­
dando siempre a salvo el derecho de la Municipalidad en
cuanto a patentes industriales y comercialesf.. -)"1
1 Corte Suprema de Justicia. Sala Político Administrativa. Caso: Rafael An­
gel Camejo vs. Concejo Municipal del Distrito Boconó del Estado Trujillo.
Citada por ROMERO-MUCI, Humberto, Jurisprudencia Municipal y la
Autonomía Local. CARACAS, 1999, Tomo I., pp, 13 a 17.

118
A m a l ia C. O c t a v io

ii. Caso Cervecera Nacional, en sentencia de fecha


13 de diciembre de 1965, en la cual la Corte Su­
prema de Justicia declaró que, no obstante la re­
serva dada al poder nacional, para crear impues­
tos a la producción y consumo de licores, era
perfectamente posible que este impuesto coexis­
tiera con el impuesto municipal sobre patente de
industria y comercio, aduciendo que el hecho
imponible no es el mismo: la producción de lico­
res, en el caso del impuesto nacional específico
que la grava y la realización de actividades co­
merciales e industriales en un municipio.2

En este caso la Corte fue más allá, pues no solo se refiere a la


competencia del poder nacional, para regular y controlar, sino
que admite la concurrencia de las dos potestades tributarias.

i. Caso Rafael Badell y otros, en el cual, por senten­


cia dictada en fecha 17 de abril de 1996 por la
Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, en la
cual, dictaminó que los Municipios no podían gra­
var actividades que la Constitución reserva al
poder nacional. Dice así la referida sentencia:

"(...) la navegación, conforme a lo dispuesto en el ordinal


20° del ARTÍCULO 136 de la Constitución Nacional, es ma­
teria atribuida al Poder Nacional por lo que la creación de
impuestos sobre tal actividad compete igualmente a este
Poder por disposición constitucional (.. .)"3

iv. En el mismo sentido, la Corte Suprema de Justi­


cia en la conocida sentencia del caso Telcel Celu-
2 Corte Suprema de Justicia. Sala Político Administrativa. Caso: Compañía
Anónima Cervecera Nacional vs. Concejo Municipal del Distrito Federal.
Citada por ROMERO-MUCI, Humberto, op. cit.. Tomo I., pp, 464 a 468.
3 Corte Suprema de Justicia. Sala Político Administrativa. Caso: Rafael Badell
y otros vs. Ordenanza dictada Concejo Municipal del Distrito Vargas del
Distrito Federal. Citada por ROMERO-MUCI, Humberto, op. cit., Tomo I.,
pp, 55 a 66.

119
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

lar, de fecha 16 de julio de 1996, declaró que in­


vadía la competencia tributaria del poder nacio­
nal, conferida en la Constitución al pretender es­
tablecer un impuesto sobre industria y comercio
a la actividad comercial de explotación de telefo­
nía celular por tratarse de telecomunicaciones, asi­
milando de nuevo la competencia reguladora y
la potestad tributaria.4

Cabe destacar que este criterio, contrario al expuesto las pri­


meras decisiones antes citadas ( i y ii), fue reiterado en diversas
sentencias por la Corte Suprema de Justicia.

Todo esto ocurrió antes de entrada en vigencia de la Consti­


tución de 1999 y con ella, la disposición contenida en primer
párrafo del artículo 180. Esta disposición, viene resolver estas
divergencias, al dejar sentado, que la potestad tributaria de los
municipios, al ser distinta y autónoma de las potestades atribui­
das al poder nacional por el artículo 156 de la Constitución,
para regular ciertas materias, permite a aquellos, crear y regu­
lar los tributos, que le son atribuidos por la Constitución, aún
cuando graven materias reguladas por el poder nacional.

Dicho de otra forma: La competencia reguladora del poder


nacional sobre ciertas materias, atribuidas por el artículo 156 de
la Constitución, no implica potestad tributaria exclusiva o ex-
cluyente sobre las mismas, las materias cuya potestad tributaria
es exclusiva del poder nacional, son las contempladas en el nu­
meral 12 del referido artículo 156, es decir, que puede el munici­
pio gravar con los tributos cuya potestad les confiere el artículo
179 de la Constitución, materias cuya regulación corresponda
al poder central, salvo aquéllas cuya tributación ha sido atribui­
da al mismo y así lo han admitido tanto la doctrina como la
jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia.

4 Corte Suprema de lusticia. Sala Político Administrativa. Caso: Telcel Celu­


lar vs. Alcaldía del Municipio Maracaibo del Estado Zulia. Citada por
ROMERO-MUCI, Humberto, op. cit. Tomo l, pp. 525 a 529.

120
A m a l ia C . O c t a v io

En efecto, esta posibilidad de la coexistencia de la potestad


tributaria fue aceptada por las Quintas Jomadas Venezolanas
de Derecho Tributario, año 2000, que tenían como uno de sus
temas los aspectos tributarios en la Constitución de 1999. Sobre
este tema fue presentada por el Doctor José Rafael Belisario, una
interesante ponencia titulada "POTESTAD TRIBUTARIA DE
LOS MUNICIPIOS Y LAS POTESTADES REGULATORIAS DEL
PODER NACIONAL" la cual, se pronuncia claramente a favor
del criterio que acepta la autonomía de la potestad tributaria de
los municipios, frente a las potestades reguladoras del poder
nacional cuando expresa en sus conclusiones que el artículo 180
de la Constitución "establece con claridad que una cosa es la Potes­
tad Reguladora del Poder Nacional en las materias que le han sido
conferidas por la carta magna y otra la Potestad Tributaria de esta­
dos y municipios, de forma tal que la primera no podrá excluir a las
segunda cuando converjan en algunas materias, como por ejemplo,
las telecomunicaciones." 5
De las propuestas formuladas en esta ponencia, resultó apro­
bado por la asamblea de las Jomadas "recomendar a la Asamblea
Nacional, que, al dictar una ley de armonización tributaria, como
ésta que estamos estudiando, estableciera normas para evitar que los
tributos municipales que deban pagar los sujetos dedicados a activi­
dades cuya regulación legislativa compete al poder nacional sean exa­
gerados o puedan obstaculizar las políticas del poder nacional, con
lo cual quedo claramente admitida la procedencia del tributo
municipal, sobre materias cuya regulación compete al poder
nacional.6

3. Jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia, bajo la


vigencia de la Constitución de 1999.
No obstante la entrada en vigencia del al Constitución de
1999, y con ella, el artículo 180 tantas veces citado, fue necesa­

5 BELISARIO RINCON, José Rafael. V JORNADAS VENEZOLANAS DE DE­


RECHO TRIBUTARIO. AVDT, Caracas, 1999, pp. 405 a 444.
6 V JORNADAS VENEZOLANAS DE DERECHO TRIBUTARIO. AVDT, Ca­
racas, 1999. pp. 247 a 248.

121
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

rio que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia


se pronunciara respecto al alcance del mismo, lo cual hizo en
sentencia dictada en fecha 4 de marzo de 2004, al decidir sen­
dos recursos de interpretación interpuestos por el Alcalde del
Municipio Simón Bolívar del Estado Zulia, y un grupo de em­
presas del sector petrolero, acumulados en un solo expediente,
en relación a varias normas de la Constitución, entre ellas el
primer párrafo del artículo 180.

Esta decisión realiza un extenso análisis de las potestades


tributarias y reguladoras de los distintos entes político territo­
riales, que se explica por sí solo, para llegar a la misma conclu­
sión que las Quintas Jornadas Venezolanas de Derecho Tribu­
tario, es decir, admitió la procedencia del tributo municipal, sobre
materias cuya regulación compete al poder nacional.

Expresa al respecto la Sala Constitucional del Tribunal Su­


premo de Justicia:

^Interpretación de la primera parte del artículo


180 de la Constitución: Como se ha visto, no sólo el
artículo 304 ha sido motivo -ya rechazado por esta
Sala- para negar la tributación municipal a las acti­
vidades económicas. Otra razón se encuentra en el
artículo 156, que prevé las competencias del Poder
Nacional, toda vez que en algunos de sus numerales
se dispone que a ese nivel se asigna la "conservación,
fomento y aprovechamiento de los bosques suelos y
aguas" (numeral 16), así como "la legislación en mate­
ria naviera, de sanidad, vivienda, seguridad alimentaria,
ambiente, aguas, turismo y ordenación del territorio"
(numeral 23). Esos numerales no disponen expresa­
mente que exista una reserva tributaria nacional en
esos casos, sino sólo que existe una reserva legal na­
cional para la regulación de esas materias. Así, el
caso de autos se encuadra directamente en la polé­
mica -largamente sostenida acerca de la extensión
de las potestades reguladoras, las cuales para algu-

122
A m a l ia C . O c t a v io

nos abarcan los aspectos tributarios, mientras que


ello es negado por otros.
En esa discusión encuentra ahora lugar especial el
primer párrafo del artículo 180 de la Constitución,
según el cual:

"La potestad tributaria que corresponde a los Muni­


cipios es distinta y autónoma de las potestades
reguladoras que esta Constitución o las leyes atribu­
yan al Poder Nacional o Estadal sobre determinadas
materias o actividades".

Como se observa, parece desprenderse de ese artí­


culo que la discusión quedó definitivamente zanja­
da, a favor de la tesis de la separación de potestades.
La norma es clara al respecto: la potestad tributaria
que corresponde a los Municipios es distinta y autó­
noma de las potestades reguladoras atribuidas al
Poder Nacional o Estadal sobre determinadas mate­
rias o actividades. Con esa disposición se dejan a
salvo las potestades tributarias locales, que no de­
ben verse afectadas por lo que sólo sean potestades
nacionales de regulación. Por supuesto, ello obliga a
precisar, entre las potestades nacionales, cuáles son
las reguladoras. La Sala ha visto claridad en la nor­
ma, pero no lo ha visto así el apoderado de las cua­
tro empresas recurrentes, quien sostuvo que "con la
confusa redacción del artículo 180 de la Constitución se
ha pretendido hacer ver que los Municipios disponen de
potestades tributarias autónomas y distintas a las del
Poder Nacional, lo que ha permitido el resurgimiento de
la polémica referida a la gravabilidad de servicios pres­
tados en el Lago de Maracaibo, a través del impuesto
sobre actividades económicas".

Admitió el Alcalde accionante que "para la abruma­


dora mayoría” el artículo 180, primer párrafo, “es

123
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

ambiguo", pero cree que ha sido "la falta de preceden­


tes de esa disposición constitucional [lo que] ha generado
desconocimiento al respecto", por lo que recomendó
conocer "los antecedentes que [la] inspiraron", a partir
de lo cual "su significado [se haría] bastante obvio".
No entiende la Sala cómo puede afirmarse, ante nor­
ma tan clara, que su significado tiene una "confusa
redacción”. Tal vez no sea la mejor, pero no se presta
a equívocos, sobre todo a quienes conocen su origen.
Quizás personas inexpertas en la materia tributaria
ignoren que durante años, y salvo excepciones, doc­
trina y jurisprudencia unieron potestades regulado­
ras y tributarias, haciendo a las segundas como una
consecuencia natural de las primeras. Sin embargo,
a personas medianamente enteradas de la situación
no puede causarles confusión una norma que sólo
pretende dar una solución distinta a lo que se había
convertido en un criterio consolidado, sobre todo a
partir de la década de los noventa.
El propio Alcalde del Municipio Simón Bolívar del
Estado Zulia por momentos acepta que haya lugar a
la duda, a causa de que "la norma se refiere a unas
'potestades reguladoras' del Poder Nacional, expresión
ésta que no se emplea en ninguna otra parte del texto
Constitucional, ni tampoco tiene un significado teórico
determinado y ello impide su correcta interpretación y
aplicación y por ende implica que la norma pueda vol­
verse inoperante". Para eliminar esa incertidumbre,
el actor manifiesta la necesidad de que la Sala "acla­
re qué es lo que quiso decir el Constituyente de 1999, en
el primer párrafo del Artículo 180, al referirse a '...las
potestades reguladoras que esta Constitución o las leyes
atribuyan al Poder Nacional...' y por qué hubo el Consti­
tuyente de aclarar que 'la potestad tributaria que corres­
ponde a los Municipios es distinta y autónoma' de esas
'potestades reguladoras' del Poder Nacional".

124
A m a l ia C . O c t a v io

La Sala, por considerar que es el punto de partida


adecuado, basará la interpretación de la norma
contenida en el primer párrafo del artículo 180 de la
Constitución, en una breve reseña de los antecedentes
que llevaron a su previsión. Al respecto se observa:
La norma sobre la que versa este proceso constituye
una de las novedades constitucionales: la expresa
distinción entre potestades tributarias y potestades
reguladoras. La inclusión de esta disposición obede­
ció, sin duda, a la necesidad de eliminar una incerti-
dumbre que siempre existió en nuestro Derecho: el
alcance del poder normativo de la República y, en
mucho menor medida, de los estados, respecto de
las competencias municipales, en materia tributaria.
Como es sabido, los municipios cuentan en nuestro
ordenamiento con un poder tributario originario, a
la vez que la República goza de la exclusividad del
poder normativo en un buen número de materias,
enumeradas en el artículo 156 de la vigente Consti­
tución. Al vincular ambos aspectos la situación ha­
bía sido en muchos casos la siguiente: que los pode­
res normativos de la República han absorbido los
poderes tributarios locales.
Para la Sala, la previsión de la primera parte del ar­
tículo 180 de la Constitución podría haber sido in­
necesaria, si se hubiera entendido de manera pacífi­
ca la separación de potestades, pero lo cierto es que
no fue así. Por ello, no cree que sea como sostuvo el
Alcalde del Municipio Simón Bolívar: que se trata
de una verdad de Perogrullo. Podría serlo, pero no
lo ha sido. De hecho, un caso como el de autos de­
muestra la conveniencia de su incorporación en la
Carta Magna: si con norma tan clara hay aún du­
das, ¿qué podría haber ocurrido cuando prevalecía
la tesis de la amplitud de los poderes nacionales de
regulación?

125
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

Cualquiera que conozca la evolución de nuestra doc­


trina y jurisprudencia tributaria, en particular los
problemas presentados en determinadas áreas de
actividad económica, sabrá las razones que condu­
jeron al artículo 180 de la Constitución"(...)
Y concluye más adelante:
"De todos esos numerales es predicable el mismo
aserto: no deben confundirse potestades de regula­
ción con las de tributación. El Alcalde accionante, al
igual que lo hizo respecto del caso de las aguas, hizo
uso de la argumentación ad absurdum, a fin de de­
mostrar lo irrazonable que es unir nociones que de­
ben mantenerse separadas. Basta leer los nada me­
nos que 33 numerales del artículo 156 para eliminar
las dudas acerca de las supuestas competencias im­
plícitas: de ser ciertas, prácticamente no habría po­
der tributario estadal o municipal, debido a que la
República goza de un poder regulador amplísimo,
que abarca la casi totalidad de las materias o secto­
res de interés.
Es más: la Sala manifiesta la misma extrañeza que el
Alcalde del Municipio Simón Bolívar del Estado
Zulia, pues no encuentra la razón para negar la
tributación en algunas materias reguladas por el
Poder Nacional y no en otras. Bancos y seguros cons­
tituyen un ejemplo fácil. Se trata de dos sectores no
sólo regulados totalmente a nivel nacional, sino con­
trolados por órganos nacionales especializados, y en
ningún momento se discute la exigencia del tributo
local a las actividades lucrativas. Ello sucede en otros
casos, a la par que han ocurrido casos curiosos cita­
dos en el expediente, como el del impuesto munici­
pal a las naves.
Con esa premisa, vuelve la Sala a los dos numerales
del artículo 156 que interesan al caso de autos: el 16

126
A m a l ia C . O c t a v io

y el 23, ambos sobre aguas. Destaca al efecto la Sala


que aunque las empresas accionantes se dedican a
prestar servicios a la industria de los hidrocarburos,
en ningún momento alegaron esa materia particu­
lar para justificar su eximente de pago de tributos.
Todo el caso se ha basado en las aguas (acerca de si
la propiedad, el aprovechamiento y el poder de re­
gulación abarca los tributos exclusivos).
Tanto en el numeral 16 como en el 23 se observa que
no se hace mención alguna a la tributación sobre las
aguas, sino sobre su "conservación, fomento y aprove­
chamiento", así como a sus "políticas nacionales y le­
gislación". De esos términos el único que podría pres­
tarse a confusión es el de “aprovechamiento", pues
éste puede darse tanto por parte de quien hace uso
de las aguas como de la propia República, su pro­
pietaria, que exija tributos por ello. Ahora bien, debe
insistirse, para lo que se remite la Sala al apartado
correspondiente, que la presente causa no versa so­
bre "aprovechamiento" de aguas, sino sobre activida­
des realizadas en áreas cubiertas por aquéllas.
Como se observa, esos dos numerales del artículo 156
no incluyen potestades tributarias sino sólo
reguladoras y de administración de las aguas, por lo
que debe aplicarse el artículo 180 en la forma en que
se ha indicado: separando potestades, sin aceptar la
tesis de los poderes implícitos.
Se ha visto cómo esta Sala no sólo no tiene dudas
acerca del sentido y alcance del primer párrafo del
artículo 180 de la Constitución, sino que tampoco
las tiene acerca de su origen y justificación. En tal
virtud, la primera parte del artículo 180 de la Cons­
titución debe entenderse como la separación del po­
der normativo de la República y los estados respecto
del poder tributario de los municipios. De esta ma­
nera, aunque al Poder Nacional o estadal correspon-

127
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

da legislar sobre determinada materia, los munici­


pios no se ven impedidos de ejercer sus poderes tri­
butarios, constitucionalmente reconocidos. Lo ante­
rior, aplicado al caso de autos, implica que los
municipios pueden exigir el pago de los impuestos
sobre actividades económicas, aunque la regulación
de esa actividad sea competencia del Poder Nacio­
nal o de los estados, salvo que se prevea lo contrario
para el caso concreto. Así se declara." (,..)7

Cabe señalar que el pasado 17 de junio del presente año, en


solicitud de aclaratoria, formulada por el Municipio Maracaibo
del Estado Zulia, sobre el momento a partir del cual, es aplica­
ble la anterior sentencia la sala Constitucional declaró que las
normas interpretadas en la referida sentencia, se aplican desde
el mismo momento en que la Constitución entró en vigencia,
por cuanto: (...) El fallo, en ese caso, sólo sirvió para dar total certi­
dumbre acerca del alcance del poder tributario local y los límites del
Poder Tributario nacional, en vista de la controversia generada en su
aplicación práctica, pero no a causa de oscuridad ni ambigüedad de
las normas. Lo contrario sería desconocer el carácter vinculante de
las disposiciones supremas del ordenamiento jurídico y su
aplicabilidad inmediata''.8

4. La Ley Orgánica del Poder Publico Municipal.

La Ley Orgánica del Poder Público Municipal, vigente desde


el pasado de mayo del presenta año, constituye un claro ejercicio
de la potestad atribuida al poder nacional, por el numeral 13
del artículo 136 de la Constitución, para dictar la legislación

7 Tribunal Supremo de Justicia. Sala Constitucional. Recursos de interpreta­


ción interpuestos por Alcalde del Municipio Simón Bolívar del Estado
Zulia y BJ Services de Venezuela, C.A., Nimir Petroleum Venezuela B.V.,
Baker Hughes de Venezuela, S.A. y Servicios Halliburton de Venezuela,
S.A. Sentencia del 4-3-04. Consultada en original.
8 Tribunal Supremo de Justicia. Sala Constitucional. Aclaratoria de Senten­
cia del 4-3-04, antes citada, solicitada por el Alcalde del Municipio Simón
Bolívar del Estado Zulia. Consultada en original.

128
A m a l ia C. O c t a v io

destinada a coordinar y armonizar las distintas potestades


tributarias, definir principios, parámetros, alícuotas, etc., vale
decir, potestad reguladora del régimen tributario de los
municipios.
El Capítulo V del Título V, de dicha Ley (artículos 162 a 229)
desarrolla y regula la potestad tributaria atribuida a los munici­
pios por la Constitución, conforme a sus normas y principios
Igualmente contiene disposiciones que tienen por objeto la
armonización tributaria entre los distintos entes territoriales, y
regula de forma separada, cada uno de los ingresos tributarios
de los municipios previstos en el artículo 179 de la Constitución.
Cabe señalar que el numeral 6 de este artículo incluye como
ingresos de los municipios, "(...) los demás que determine la ley
(...)", estableciendo así la posibilidad de que sean previstos por
la ley, otros ingresos, aún de naturaleza tributaria, quedando
estos últimos sometidos a la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal, aun cuando no estés específicamente señalados en
ella.
Es precisamente en la normativa referida al impuesto sobre
actividades económicas, donde encontramos una disposición que
por su redacción, parece haberse inspirado en el primer pará­
grafo del artículo 180 de la Constitución, es el artículo 208, el
cual expresa:
"Artículo 208. Este impuesto es distinto a los tributos que
corresponden al poder nacional o estadal sobre la produc­
ción o el consumo específico de un bien, o al ejercicio de una
actividad en particular y se causará con independencia de
estos.
.. .omissis...

Decimos que parece inspirarse porque tiene una redacción


similar "es distinta y autónoma"; "es distinto y se causará con
independencia", pero la norma constitucional se refiere a la
potestad tributaria municipal y a la competencia reguladora del
poder municipal, diferenciando una de la otra y aceptando su
coexistencia, mientras esta norma de la Ley Orgánica del Poder

129
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Público Municipal permite la coexistencia de dos potestades


tributarias: nacional y municipal, aún cuando se trate sería la
producción o el consumo de determinados bienes o la realiza­
ción de ciertas actividades cuya tributación esté expresamente
reservada por la Constitución al poder nacional.

Esta norma es violatoria del artículo 183 de la Constitución,


el cual establece que los estados y los municipios no podrán: (...)
1. Crear aduanas ni impuestos de importación de exportación o
de tránsito sobre bienes nacionales o extranjeros, o sobre las
demás materias rentísticas de la competencia nacional..." (su­
brayado nuestro).

Resulta entonces evidente la inconstitucionalidad de la pri­


mera parte del artículo 208 de la Ley Orgánica del Poder Públi­
co Municipal, pues aplicación podría llevar a la creación, por
parte del municipio y aún del poder central, de tributos incons­
titucionales.

Además de incurrir en un evidente exceso legislativo, pues si


el constituyente, que con el artículo 180 quiso poner fin a la
controversia de larga data, relativa a potestad tributaria muni­
cipal y la competencia reguladora del poder nacional, hubiera
querido distinguir y declarar procedente la coexistencia de las
potestades tributarias, hubiese incluido en el referido artículo la
referencia a la potestad tributaria nacional frente a la munici­
pal, sobre las cuales también habían surgido controversias, y sin
embargo, no lo hizo, ni podía hacerlo en virtud de lo dispuesto
en el artículo 183 de la misma Constitución.

Si la Constitución atribuye de forma exclusiva a la nación, la


potestad exclusiva de establecer impuestos sobre la producción
o el consumo de determinados bienes o la realización de ciertas
actividades, no puede ley alguna autorizar a los municipios a
gravar con el impuesto sobre actividades económicas, la pro­
ducción o el consumo de dichos bienes, como tampoco puede el
Poder Nacional gravar con sus impuestos, actividades cuya

130
A m a u a C . O c t a v io

tributación ha sido atribuida a los Municipios por la constitu­


ción, a lo cual podría dar lugar la norma que comentamos.
En efecto, si a través de una ley, como la Ley Orgánica del
Poder Público Municipal, se establece que el impuesto sobre ac­
tividades económicas, es distinto a los tributos que correspon­
den al poder nacional o estadal sobre la producción o el consu­
mo específico de un bien, o al ejercicio de una actividad en
particular y se causa con independencia de estos, también sería
admisible que una ley nacional pretenda gravar con impuestos
nacionales, actividades cuya tributación es potestad de los mu­
nicipios.
Esta atribución de poder tributario que la Constitución con­
sagra a favor de cada uno distintos entes político territoriales, es
de carácter excluyente, vale decir, que su esfera de aplicación
no puede ser invadida por los demás. Así lo señala el Numeral
12 del Artículo 156, el Numeral 11 del Artículo 164 y el Nume­
ral 1 del artículo 183, ambos de la Carta Fundamental, los cua­
les limitan las potestades tributarias de cada uno de los poderes,
nacional, estadal y municipal, respectivamente, en los términos
siguientes:

"Artículo 156. Es de la competencia del Poder Público Na­


cional:
.. .omissis...
12. La creación, organización, recaudación, administración
y control de los impuestos sobre la renta, sobre sucesiones,
donaciones y demás ramos conexos, el capital, la produc­
ción, el valor agregado, los hidrocarburos y minas, de los
gravámenes a la importación y exportación de bienes y ser­
vicios, los impuestos que recaigan obre el consumo de lico­
res, alcoholes y demás especies alcohólicas, cigarrillos y
demás manufacturas del tabaco, y los demás impuestos, ta­
sas y rentas no atribuidas a los Estados y Municipios por
esta constitución y la lev." (Subrayado nuestro).
...om issis..."
"Artículo 164. Es de la competencia exclusiva de los Esta­
dos:

131
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

...omissis...
11. Todo lo que no corresponda, de conformidad con esta
Constitución, a la competencia nacional o municipal.
...omissis..."
"Artículo 183. Los estados y los Municipios no podrán:
.. .omissis...
1. Crear aduanas ni impuestos de importación, de exporta­
ción o de tránsito sobre bienes nacionales o extanjeros, o
sobre las demás materias rentísticas de la competencia na­
cional.
...om issis..."

Este carácter excluyente de los poderes tributarios asignados


a la Nación, los Estados y los Municipios, ha sido reconocido
por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia cuan­
do las actividades o materias sobre las cuales son ejercidos, se
encuentran específicamente determinadas o señaladas en el texto
constitucional. En efecto, en sentencia de fecha 22 de julio de
2003, es decir, bajo la vigencia de las actual Constitución, en el
caso C. A. Seagram de Venezuela, declaró la nulidad por
inconstitucionalidad e ilegalidad, de las disposiciones de la Or­
denanza de Impuestos sobre Patente de Industria y Comercio
del Municipio Simón Planas del Estado Lara, que establecían el
pago de dicho impuesto para la destilación, rectificación y mez­
cla de alcoholes y la elaboración de bebidas alcohólicas, por ser
el gravamen a dichos productos, materia reservada al Poder
Nacional.

Expresa la referida sentencia:

"De conformidad con lo expuesto, se evidencia que el


Municipio Simón Planas del Estado Lara, al crear en el
Clasificador de A ctividades Económ icas de la citada
O rd en an za, un im p u esto que g rav a la " Destilación ,
rectificación y mezcla de alcoholes. Elaboración de Bebidas
alcohólicas" y el "Mayor de Bebidas Alcohólicas", incurrió en
una flagrante inconstitucionalidad e ilegalidad por exceder

132
A m a l ia C. O c t a v io

los lím ites que le fueron im puestos por la entonces


Constitución de 1961, por la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela y por la Ley de Impuesto sobre
Alcohol y Especies Alcohólicas, usurpando funciones y
atribuyéndose competencias que no le son propias, por
corresponder exclusivamente a materia de reserva legal."9

De acuerdo al criterio expuesto por el Tribunal Supremo de


Justicia en la sentencia citada, el Municipio Simón Planas incu­
rrió en una transgresión a los límites que la Constitución esta­
blece a su potestad tributaria, al establecer un tributo sobre una
materia específicamente reservada al Poder Nacional, como pre­
tende ahora autorizar el referido artículo 208 de la Ley Orgáni­
ca del Poder Público Municipal.

La posibilidad de coexistencia del impuesto nacional especí­


fico sobre ciertas materias o actividades y el impuesto munici­
pal sobre actividades económicas, es contrario a las disposicio­
nes de la Constitución que atribuyen diferentes potestades
tributarias a cada una de las divisiones político territoriales y así
mismo contraría la norma que prohíbe la creación de tributos
sobre las materias cuya potestad tributaria ha sido atribuida al
poder nacional.

Bajo la premisa del artículo 208 de la Ley Orgánica del Poder


Público Municipal que comentamos, de que el impuesto a las
actividades económicas, es distinto a los tributos sobre la pro­
ducción o el consumo específico de un bien, o al ejercicio de una
actividad en particular, que corresponden a los otros entes polí­
tico territoriales e independiente de estos, podría afirmarse que,
el hecho de estar atribuida potestad tributaria al poder munici­
pal o estadal, sobre una actividad determinada, no impide que
el poder nacional cree tributos sobre ésta. Así podría pretender
gravar con el Impuesto al Valor Agregado, por citar un ejem-

9 Tribunal Supremo de Justicia. Sala Constitucional. Caso C. A. Seagram de


Venezuela vs. Municipio Simón Planas del Estado Lara. Sentencia del 22-7-
03. Consultada en original.

133
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

pío, a las apuestas lícitas o como en efecto lo hizo la última re­


forma de la ley que establece dicho impuesto la cual grava los
espectáculos públicos, lo cual constituye una clara
inconstitucionalidad, como bien se desprende de la jurispruden­
cia del Tribunal Supremo de Justicia, antes citada (caso Seagram
de Venezuela).

En efecto, si aplicamos el criterio expuesto por el Tribunal


Supremo de Justicia a la norma que grava con el Impuesto al
Valor Agregado los espectáculos públicos, si el Municipio Simón
Planas violó los límites que la Constitución establece a su potes­
tad tributaria, también es violatorio de los límites que la Consti­
tución establece a la potestad tributaria nacional, aplicar un tri­
buto sobre una materia reservada al Poder Municipal, en este
caso, los espectáculos públicos.

De acuerdo a la doctrina de nuestro máximo tribunal, acep­


tar la posibilidad de que cualquiera de los distintos poderes pueda
establecer tributos, sobre materias cuya tributación ha sido re­
servada a otro, como lo hace el artículo 208 de la ley Orgánica
del Poder Público Municipal, en su primer parágrafo, sería tan­
to como desconocer de manera absoluta, las normas constitu­
cionales que distribuyen las potestades tributarias entre los dis­
tintos entes político territoriales, lo cual nos permite afirmar que
la referida disposición, es a todas luces inconstitucional.

134
LA DESCENTRALIZACIÓN Y SUS EFECTOS
EN LOS TRIBUTOS MUNICIPALES
EN VENEZUELA

A bela rd o A . V á s q u e z B e r r îo s *

INTRODUCCIÓN

La descentralización fiscal se inserta dentro de la idea de que


frente a un Estado centralizado, se hace necesario establecer
mecanismos constitucionales para transferir competencias ex­
clusivas del poder central a los entes políticos territoriales con­
forme a la forma de Estado que asuma la Constitución. El pro­
ceso constituyente que resultó en la Constitución de 1999,
canalizaba las aspiraciones de transformación del Estado. La
definición de Estado Federal Descentralizado, se convertía en el
modo de concretizar tales aspiraciones. No obstante, al anali­
zar la conceptualización de Estado federal descentralizado en
su forma y contenido observamos que la realidad también re­
sultó distinta. El objeto del trabajo apunta a demostrar que si en
la forma se logro avances importantes, en el contenido material
fue insuficiente.

El verdadero federalismo fiscal que lleve implícito la descen­


tralización tributaria, que este contenida en un sistema federal
de estado, descansa en la atribución de potestades tributarias
originarias y explícitas a los municipios y estados.

* Abogado, economista, especialista en derecho financiero y tributario,


maestría en tributario, doctorado en ciencias jurídicas (pendiente por
concluir), profesor de pregrado y postgrado en la USM en derecho tribu­
tario, tributos estadales y municipales, actualización tributaria y dere­
cho constitucional.

135
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

El análisis se fundamenta en la interpretación de la Constitu­


ción de 1999 y en el estudio de la doctrina tributaria nacional e
internacional, en cuanto a las competencias exclusivas de los
distintos entes políticos territoriales, en especial la que corres­
ponden a los municipios de la federación, sin dejar de mencio­
nar a los estados de la federación, ya que el análisis resultaría
incompleto. Venezuela es un Estado Centralizado fiscalmente.
Los Municipios de la federación con escasas potestades
tributarias originarias, ninguna residuales y pocas importantes
potestades tributarias derivadas. En el caso de los estados, sin
potestades tributarias originarias, ninguna residuales y escasas
derivadas. La descentralización fiscal se debe activar a través
de las modificaciones constitucionales para establecer el con­
cepto real de Estado federal y/o a través de la legislación co­
rrespondiente.

El Estado descentralizado significa que ante un concepto de


Estado centralizado, existen mecanismos funcionales a través
de los cuales se pueden transferir competencias exclusivas del
Poder Central hacia otros poderes políticos territoriales. Se parte
del principio de que en un núcleo existe una concentración de
competencias y que de éste se traspasan a la periferia aquellas
que el núcleo considera pertinente para favorecer los objetivos
del Estado. Si se concibe a la descentralización como política de
Estado, se posibilita que el núcleo central ceda determinadas
funciones para cumplir con tal política. Ejemplo, se parte del
principio de que se debe acercar el gobierno al pueblo, o de que
se hace necesario redimensionar el concepto de democracia, es
posible que a través de los modos de transferencia, se canalicen
competencias a la periferia para cumplir con los objetivos
políticos deseados. El concepto de descentralización es entonces
una noción funcional y no estructural u orgánica. Esto incluye
las competencias tributarias.

El Estado Federal es un concepto orgánico y estructural, se


refiere a la organización político territorial como estructura de
un Estado; adquiriendo la forma de poder público dividido ver­
ticalmente. Es por antonomasia lo opuesto al Estado Central o

136
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

Unitario. El Estado federal apunta hacia la distribución vertical


del poder público, estableciendo niveles políticos territoriales,
tales como Nación-Estado-Municipio. A cada nivel político te­
rritorial le corresponde un órgano con plena personalidad jurí­
dica, autonomía política, administrativa, legislativa y financie­
ra y tributaria. Tales autonomías comportan funciones
constitucionales propias y que se ejercen con plenitud.

La Constitución de 1999, construye un Estado con forma fe­


deral descentralizada, uniendo dos conceptos de naturaleza
jurídica diferentes. Esto no significa que el concepto federal no
comporte la descentralización. Es más, el concepto de federa­
ción implica la existencia de un Estado descentralizado en lo
funcional, pero su base no se encuentra en la transferencia de
funciones del núcleo a la periferia, sino en la asignación consti­
tucional de funciones en una estructura orgánica creada
territorialmente con forma federal. El desarrollo del tema se cen­
tra en demostrar como el proceso constituyente que se materia­
liza en la Constitución de 1999, sólo significa que existe un con­
cepto federal de Estado de modo limitado, tanto por las exiguas
competencias tributarias a los entes municipales, repitiendo lo
contenido en la Constitución de 1961, sumando las competen­
cias tributarias previstas en la Ley Orgánica de Régimen Muni­
cipal, y desaprovechando una oportunidad histórica para defi­
nir un mejor sistema tributario en los tres niveles territoriales.
Los tributos originarios escasos y discutibles en su asignación,
los derivados dependiendo de la legislación nacional y estadal
y, el residual, inexistente en los Municipios y con posibilidades
reducidas de transferencias.

I. El Problema De La Descentralización

La Constitución de un Estado es el pacto social que acuerdan


todos los pobladores en un territorio. La misma expresa el senti­
miento de nación y sus cláusulas servirán de instrumento jurí­
dico para la armonización social. Si no existiese este pacto so­
cial, se entroncaría una comunidad desarticulada, donde
establecería su imperio la anarquía, el desorden social, la ven­

137
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

ganza privada y el caos. La nación es un concepto anterior al


estado, surge de la intrincada relación de seres humanos que se
asemejan en la raza, su idioma, sus credos, su cultura, sus que­
haceres y costumbres y en especial, el sometimiento de un pue­
blo a un sentimiento de pertenencia a una patria y a una comu­
nidad. En la evolución humana y social, surge de la misma
entraña de cada nación la necesidad de acordarse en formas de
vida que le garantizarán su sobrevivencia. Sienten los poblado­
res y así concluye la vida nómada, el deseo de un territorio, que
lo cercan y lo hace suyo; asumen, la necesidad de un gobierno
que establezca el orden, imponga la justicia y les dé seguridad.
A la nación se le suman los conceptos de territorio y gobierno, y,
así surge el estado.

El Estado, como organización social superior que se funda­


menta en una población, asentado en un territorio y con un
poder que le garantiza un orden, no tiene una sola forma. En la
evolución humana, el Estado ha asumido en el tiempo diferen­
tes modos, que expresan un sistema político con relaciones de
dependencia y sujeción. En su estructura y composición, el Es­
tado, se ha manifestado de diferentes formas, conforme ha sido
la naturaleza social de los pueblos en que se ha manifestado. El
Estado, es esencia y sustancia, él es en sí mismo desde que apa­
reció en el indeterminado tiempo. Su manera de organizarse,
las estructura que lo constituyen, la distribución de sus poderes,
la definición de sus funciones y competencias, han caracteriza­
do diferentes formas de estado. Este, como unitario, confedera­
do, federal, centralizado, descentralizado, entre otras forma his­
tóricas que ha venido adoptando.

Dentro del contexto anterior, la forma de estado que ha asu­


mido la República desde su fundación hasta nuestro tiempo, ha
variado según la dominación política que en los diferentes tiem­
pos históricos se han entronizado en el país. La evolución histó­
rica y conceptual de las diferentes formas del Estado venezola­
no, ha estado vinculada igualmente a la evolución constitucional.
Se puede aseverar sin lugar a dudas que las diferentes formas
que ha asumido el estado venezolano desde sus orígenes hasta

138
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

este siglo XXI, se han vinculado indefectiblemente a las diferen­


tes constituciones que han regido a la República desde nuestra
fundación.

En el inicio de la República, la constitución de 1811, consa­


gró una primera forma federal, que según el propio Libertador
se le puede atribuir la caída de la primera República; al efecto,
señala Brewer-Carías (1999)
(....) en ese contexto se constituyó la República Federal de
1811. Fue por tanto, el poder local federal que ese texto
consagró, el que marcó el inicio de un sistema de gobierno
descentralizado en Venezuela, en el cual, el poder alojado
en las Provincias-Ciudades, siendo el gobierno central una
entelequia. A esta debilidad del poder central, el propio
Libertador atribuyó la caída de la primera República de
1812. (p. 599)

En 1819, por la determinante influencia del Libertador, se


consagró en la Constitución, un fuerte poder central y se divi­
dió la República en provincias. En 1864, después de finalizada
la guerra federal con el tratado de coche de mayo de 1863, Juan
Crisòstomo Falcón, convocó a una Asamblea Constituyente, la
cual sancionó en marzo de 1864 ima nueva constitución nacio­
nal, estableciendo en la misma los idearios políticos que fueron
proclamados por los impulsores de la guerra federal. Esta Cons­
titución 1864 consagra la descentralización de las provincias en
términos más extensos que la derogada de 1858, definía un go­
bierno político, de administración y de justicia y cuanto con­
cierne a los negocios municipales, constituyen reservas o atribu­
ciones de los nuevos estados. Hasta tal extremo se llevó la
tendencia autonomista que según Oropeza (1985)
(...) ni el Ejecutivo Nacional ni los de los Estados, pueden
tener intervención armada en las contiendas domésticas de
un Estado: sólo les he permitido ofrecer sus buenos oficios
para dar aquellas ima solución pacífica. Era el reconoci­
miento legal de las viejas manifestaciones de la autarquía
política que significó en todas las épocas de nuestra historia
el régimen federativo, (p. 97)

13 9
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

El debate histórico en Venezuela sobre el concepto federalis­


ta de la forma de estado, como lo acabamos de mencionar tiene
su origen con el inició de la República. En este mismo sentido,
en el debate constituyente de 1999 afirmó el Constituyente
Olavarría (1999)

Reproducimos hoy el más antiguo, el más importante, el más


complejo y el menos resuelto de todos los debates constitu­
cionales de la historia de Venezuela. Ese debate se planteó
en 1811; se replanteó en 1819; se replanteó en 1830; se
replanteó en 1864; se canceló en los primeros años de la
dictadura gomecista; y se volvió a replantear en la Constitu­
ción del año 1961. (p. 15)

El prolegómeno que plantea la tesis en estudio, constituida


por la inveterada lucha entre federalismo y centralismo, esta
inscrita en la evolución de las formas de estado en Venezuela y
en el desarrollo de tales formas en la evolución constitucional
de la República. Analizar el tema de la descentralización en el
marco de la constitución de 1999 y estudiar sus efectos en los
ingresos de los Municipios y de los estados en esta primera par­
te del siglo XXI, necesariamente implica, conocer el marco de la
evolución constitucional de las formas políticas que ha adopta­
do el estado Venezolano en el transcurso de su evolución histó­
rica. Por eso el autor ha comenzado, con un breve análisis, si­
tuado en tres (3) momentos históricos de la vida republicana, el
primero con el nacimiento de la República en la constitución de
1811, el segundo momento con la Constitución de 1819 bajo el
influjo del Libertador y, el tercero, en el momento posterior in­
mediato de la guerra de la federación con la consagración de la
constitución de 1864.

Con el nacimiento de la República, nace un Estado cuya in­


fluencia proviene de una realidad política heredada de años de
colonialismo español, donde el municipio y las provincias se
constituían en la base de la organización política, sólo articulada
con la existencia de una Capitanía General de Venezuela. El
nacimiento de la República de Venezuela, expresada en la cons­

140
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

titución de 1811, como el primer momento histórico, no se esca­


pa de esta realidad heredada, pero sometida a la ilusión de la
forma federal americana. El segundo momento, constituido por
la constitución de 1819, se trata de establecer una forma de Es­
tado centralizado que garantizará la segunda República, por
eso el empeño del Libertador de constituir un gobierno fuerte,
centralizado, que permita la integración de una República indi­
visible y central, bajo una sola autoridad, considerando además
que los legisladores de 1811 se habían dejado deslumbrar por la
felicidad americana atribuida a su forma de gobierno federal,
como así lo señala el Libertador Simón Bolívar en su discurso
ante el Congreso de Angostura en 1819, lo cual fue recogido
por Oropeza (1985)
El ejemplo de los Estados Unidos, por su peregrina prospe­
ridad, era demasiado lisonjero para que no fuese seguido. El
primer Congreso en su Constitución Federal más consultó el
espíritu de las provincias que la idea sólida de formar una
República indivisible y central. Aquí cedieron nuestros le­
gisladores al empeño inconsiderados de aquellas provin­
cias, seducidos por el deslumbrante brillo de la felicidad del
pueblo americano, pensando que las bendiciones de que goza
son debidas exclusivamente a la forma de gobierno y no al
carácter y costumbres de los ciudadanos (p. 47)

El tercero, el postulado político de los propulsores del ideario


federal, materializado en la Constitución de 1864, cuya conno­
tación fundamental era lo social y lo reivindicativo, pero que
utilizaban el argumento de la federación y el poder para los
estados para satisfacer las pretensiones de las propias oligar­
quías de las provincias que ya no aceptaban el ejercicio del go­
bierno por una oligarquía conservadora y centrista. Se afirma
que en el sustrato de las formas de estado, sean éstas centralis­
tas, federalistas, descentralizadora, lo que siempre ha estado
presente es la lucha por el poder político de grupos interclases
con pretensiones creadoras y excluyentes.

El problema se reduce a demostrar que la descentralización,


como forma de Estado, está vinculada a una concepción políti­

141
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

ca. Una forma de estado implica un sistema político. De un ori­


gen local-federal, a un tránsito histórico por un estado centra­
lista en 1819, sucesivamente hacia sólo en la forma a un estado
federal como sucedió en 1864 y, con posterioridad a la forma de
estado federal y federal descentralizado conforme a dos mo­
mentos de la historia contemporánea contenido en la Constitu­
ción de 1961 y la Constitución de 1999, nos expresa de manera
inequívoca que toda forma de estado es reflejo de luchas políti­
cas de clases contrapuestas que terminan materializándose en
el pacto social que los pueblos asumen como Constitución de
Estado. La naturaleza jurídica de la forma de estado se expresa
en su contenido político. La tríada, población, territorio y go­
bierno (o poder), adquiere forma jurídica creando una comuni­
dad jurídica denominada estado y, éste es lo que se conoce como
ente político. El elemento político se relaciona directamente y en
su esencia a la manera como se distribuye el poder. Una vez que
la clase política dominante asume el control del gobierno, influ­
ye y materializa en todos los sectores del estado su ideario polí­
tico, impregnando la estructura organizacional y competencial
con tales propuestas al poder público.

En el transcurso evolutivo de la historia, el modo como se


distribuye el poder público, sea en un sentido vertical y
horizontal, siempre ha estado influenciada por el contenido
político-ideológico de la clase política que asume el poder. La
Constitución de 1961, estableció de una manera sui-generis la
distribución del poder público en un sentido horizontal y vertical.
La distribución vertical del poder público, se expresa en una
forma federal según los términos de la propia Constitución,
definiendo un poder público nacional, referido a la República,
pero no indica un poder público estadal o un poder público
municipal expresamente, sino que la alusión a los conceptos de
estado y municipio está contenida en el Título sobre la República,
su territorio y su división política. Por esta razón se ha afirmado
en la doctrina constitucional que el contenido federal en la
constitución de 1961, hace sólo referencia a un sistema híbrido
federal.

142
A bela rd o A . V á s q u e z B e r r ío s

En la doctrina constitucional Venezolana, se ha definido que


el poder público se divide en dos (2) sistemas de distribución: la
distribución horizontal y la distribución vertical del poder pú­
blico. Ésta última alude al concepto de distribución del poder
público como organización político territorial. La distribución
vertical del poder público, implica que el poder público se ex­
presa en órganos políticos territoriales en un sentido estricta­
mente jerárquico de distribución vertical, haciendo alusión a los
tres niveles políticos territoriales: la nación, los estados y los
municipios. Se establecen en la Constitución de la República de
Venezuela de 1961, los conceptos de distribución vertical del
poder público; en este sentido, Araujo (1994)

La expresión 'poder público' en la Constitución, alude a la


distribución vertical del poder dentro de un sistema federal
que, en nuestro caso, provoca la existencia de tres niveles
territoriales: El poder nacional, los Estados y las estructuras
municipales (p. 112)

Se establece una relación directa entre el poder público y la


estructuración de un poder publico en expresión territorial. De
aquí el concepto de distribución vertical del poder público con
la existencia de niveles territoriales con competencias definidas
constitucionalmente. Señala, igualmente Brewer Carias (1985)

La Constitución de 1961, siguiendo los principios del


constitucionalismo moderno, establece dos sistemas de dis­
tribución del poder: por un lado, un sistema de distribución
horizontal del poder; y por otro lado, un sistema de distribu­
ción vertical del poder (...). Sin embargo, nos olvidamos que
la verdadera base que esta en esa idea del Poder Público, es
la distribución vertical del poder, dentro de un sistema, en
nuestro caso, federal, que provoca la existencia de tres nive­
les territoriales: el Poder Nacional, el Poder de los Estados y
el Poder Municipal (p. 355)

La descentralización, en su contenido político y administra­


tivo, es un concepto contrario a la centralización. Como el
federalismo frente al estado unitario. El contenido del estado

143
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

unitario se relaciona con la centralización y lo mismo sucede en


los conceptos de federalismo y descentralización; las formas de
estado unitario y federales son extremas, el primero en su forma
más pura comporta una total centralización del poder, el se­
gundo significa plena autonomía política, administrativa y ju­
risdiccional sin afectar la integridad del estado federal. En el
sistema constitucional de 1961 y de 1999, no existe ni una for­
ma totalmente centralista ni una forma totalmente federal. Existe
un híbrido federalista que ha sido producto de las negociacio­
nes políticas de las clases que controlan el poder frente a las
posiciones extremas del centralismo o del federalismo. Esto se
encuentra totalmente retratado en lo contenido de los artículos
2 y 4 de las constituciones de 1961 y 1999 respectivamente. Al
efecto señala, Casado (1978)

El artículo 2 de la Carta Fundamental señala que 'la Repú­


blica de Venezuela es un estado federal en los términos con­
sagrados. ..' en sus disposiciones. Esta última expresión com­
prensiva de la más heterodoxa idea que del federalismo
pueda tenerse, se refleja lógicamente en la organización de
las competencias, (p. 417)

Se trata de que el sistema federal de estado, es un híbrido sui-


generis en la Constitución de Venezuela de 1961 que se repite
en la Constitución de 1999, más el agregado de descentraliza­
do, que la hace más particular en la doctrina constitucional. Se
puede afirmar que este híbrido federalista es una forma
heterodoxa del concepto federal de estado.

Lo anterior constituye uno de los graves problemas que ha


confrontado en el tiempo el desarrollo constitucional venezola­
no: la no-existencia de un verdadero proceso descentralizador.
Las luchas de poder inveteradas en el tiempo del centralismo
versus el federalismo, ha originado que en la constitución de
1999 como en la de 1961, no se haya producido el desarrollo de
un verdadero sistema federal y de un sistema descentralizador,
aspecto éste que será demostrado más adelante.

144
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

El prolegómeno consiste en que, una verdadera federalismo


y la descentralización en el caso de Venezuela no existen, en
virtud de que siempre ha estado limitado por el espejismo per­
manente de la disolución de la República y la necesidad de no
perder poder el gobierno central. Sigue siendo una realidad ac­
tual y que no fue resuelta en el proceso constituyente de 1999.
Señala, Araujo (1994), en el trabajo sobre los Cambios en el Ré­
gimen Político Territorial mencionado que: "De la distribución
vertical del poder se origina un principio fundamental: La des­
centralización política o descentralización territorial. La fede­
ración, como forma del Estado, es siempre un sistema de des­
centralización político territorial del poder", (p. 113).

En este mismo sentido, el sistema federal como sistema de


descentralización político territorial, lo define Araujo (1994)

Este sistema federal es un sistema descentralización políti­


co territorial, donde cada uno de los niveles de distribución
vertical del poder tiene una autonomía política territorial
que va más allá de la autonomía administrativa que puede
haber en un sistema de descentralización no política, es de­
cir limitada a la autonomía administrativa. La consecuen­
cia fundamental de un sistema de descentralización territo­
rial es la autonomía política con todas sus consecuencias:
los diversos niveles territoriales tienen sus propias compe­
tencias, eligen sus propias autoridades y tienen la autono­
mía que la Constitución consagra para el ejercicio de esas
competencias, (p.113)

Se asume plenamente este criterio en el plano teórico con­


ceptual; sin embargo, como realidad está expresada de manera
limitada en la Constitución de 1999. Esta limitación se observa
cuando se le pretende dar respuestas a las interrogantes siguien­
tes: ¿Por que se define el estado, como estado federal descentra­
lizado y, cuál es su alcance y contenido establecido en el marco
de la Constitución de 1999 sobre las competencias atribuidas al
poder público municipal y estadal para desarrollar un verdade­
ro proceso descentralizador con base a materias sustantivas o
materiales asignadas a tal poder?; ¿Existe realmente una auto­

145
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

nomía financiera y tributaria de los Municipios y los Estados?;


¿Han sido efectivos los efectos de la descentralización en los in­
gresos de los Municipios y los estados en el caso de los tipos de
impuestos?; ¿Por qué se define un Estado Federal Descentrali­
zado y, no existe un Asamblea Nacional bicameral, donde los
entes estadales estén representados territorialmente en una cá­
mara senatorial, quien es la que define la representación fede­
ral?. Estas son, entre otras preguntas a la que debe darse res­
puesta, en estas circunstancias históricas o a futuro.

Las preguntas planteadas se relacionan directamente con la


temática, tanto en lo general como en lo específico, se trata de
una situación real que en los tiempos políticos actuales se tor­
nan particularmente importante, no sólo por los efectos en la
realidad económica y social que vive la República; se trata de
dar respuestas a la sociedad, y que fue argumento en el proceso
Constituyente. Ciertamente de la distribución vertical del poder
público, se desprende la forma federal del estado y la descen­
tralización político territorial del poder, de manera que confor­
me a esta distribución, el poder público se divide en poder pú­
blico público nacional, en poder estadal y poder municipal, con
sus respectivos órganos, la República, los Estados y los Munici­
pios. El pacto social, que se expresa en la Constitución del Esta­
do, es resultado en el caso Venezolano del proceso constituyen­
te de 1999. En la discusión constituyente, se planteo el
prolegómeno entre federalismo, centralismo y descentralización.

El análisis de las motivaciones del constituyente en la cons­


trucción de un estado federal descentralizado es un problema
fundamental que afecta la existencia venezolana de este tiem­
po; se basa en la realidad de la gente, en sus efectos económicos-
sociales y en la cercanía del poder al pueblo. La vigencia del
análisis adquiere relevancia debido a que el proceso constitu­
yente de 1999, de carácter supraconstitucional que vivió la Re­
pública, aparentemente término un tiempo político y, esto es
así, no sólo en la apariencia sino también en su materialidad; el
proceso se llevo el final del siglo XX y es en la alborada del siglo
XXI, donde surge una nueva Constitución, que si bien asume el

146
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

problema en cuanto a la forma en un grado avanzado de con­


sagración sobre la distribución vertical del poder público toda­
vía le faltaba asumirlo en el fondo y en su contenido.

Es necesario determinar si en su contenido los Municipios y


en general los Estados federados, asumieron competencias que
le garanticen una verdadera autonomía político territorial, ad­
ministrativo, financiero y fiscal. La discusión que se produjo con
relación a la definición contenida en el artículo 2 de la Constitu­
ción de 1961, tiene plena vigencia en la Constitución de 1999,
en cuanto a la forma de estado como fue consagrada en el artí­
culo 4 del texto constitucional. En efecto, el artículo 4, define al
estado con forma federal en los términos consagrados en esta
Constitución. En este agregado, se encuentra la limitación fun­
damental al concepto de un verdadero estado federal. Se decla­
ra el estado federal pero inmediatamente se le ponen límites que
se consagran en los términos de la propia Constitución. Con­
cepto que va más allá de lo contradictorio, porque responde a
una filosofía política de las clases dominantes en Venezuela. Es
la vieja discusión de federalistas y centristas. Sobre este mismo
aspecto, indica Rondón de Sansó (2000)
El otro concepto que nos parece contradictorio,- ya lo era en
la Constitución del 61, es el de señalar que la naturaleza
federal se adapta a los términos consagrados en texto cons­
titucional. La relatividad de la calificación hace inútil la exis­
tencia de la misma. Era innecesario que el Estado se califi­
que como federal, para luego establecer una normativa que
se aleja del modulo aludido. En consecuencia es incorrecta,
a nuestro modo de ver, la calificación que de la forma del
Estado se hace en el artículo 4 de la Constitución, (p. 49)

La realidad política y constitucional en Venezuela es que, el


problema de definir a Venezuela como un verdadero estado fe­
deral, no-solo en la forma sino en su contenido es todavía un
problema no resuelto ni aún en el marco de la Constitución de
1999. Si el elemento fundamental que estructura al Estado como
federal, es su distribución vertical del poder público o en su ele­
mento estructural-orgánico, vinculado a la organización políti­

147
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

co territorial, se pudiese decir que conforme al texto constitucio­


nal el problema de la forma del estado federal se encuentra re­
suelto. En efecto, la forma significó un avance en la constitución
de 1999 con respecto a la de 1961. En el texto constitucional
actual se consagra una definición clara sobre la distribución
vertical del poder público, así tenemos un poder público nacio­
nal, uno estadal y otro municipal, es decir, tres (3) niveles políti­
cos territoriales, la nación, los estados y los municipios, los cua­
les fueron definidos explícitamente y con sus atribuciones y
competencias.

En la Constitución de 1999, se cubre la forma federal de esta­


do, en lo que se refiere a las definiciones expresas de los tres
niveles políticos territoriales. Pero, si se profundiza en el conte­
nido y no en la forma, se puede encontrar que la situación de
definición de Venezuela como un verdadero estado federal y,
además, descentralizado, no es tan cierto como se atribuye en el
elemento formal, sobre todo en el nivel intermedio de la federa­
ción, que es precisamente el de los estados federados; en el caso
de los Municipios, éstos resultaron privilegiados como unidad
política primaria de carácter territorial. Y, esto tiene que ver con
las atribuciones y competencias que le fueron establecidas en el
proceso constituyente de 1999 a los Municipios y los estados, y,
que así quedaron consagrados en la carta magna. Competen­
cias, sobre todo en el campo financiero y tributario, que se vin­
cula con los ingresos que le corresponden a los municipios y los
estados; y, del ejercicio de sus potestades tributarias. De mane­
ra que el problema de la definición de Venezuela como un esta­
do federal en los términos que se encuentra establecido en el
artículo 4 de la Constitución, es un problema aún no resuelto.
Ya lo señalaba el constituyente Olavarría (1999)

La razón por la cual ese debate se plantea y se replantea una


vez más, es porque Venezuela no ha sido nunca ni puede ser
jamás un Estado Federal. El término 'federal' tiene una con­
notación muy clara en la ciencia política. Implica el pacto de
estados soberanos que declinan su soberanía individual­
mente para constituir un Estado Federal. Ese fue el caso de

148
A bela rd o A . V á s q u e z B e r r ío s

las 13 colonias inglesas de la América del Norte que hicie­


ron un pacto federal en Filadelfia en el año 1789. Ese ha sido
el caso de países que siendo la unidad de una compleja di­
versidad histórica, como el caso de España que es un con­
glomerado de nacionalidades En Venezuela no existe esa
diversidad; no existía en 1810 cuando se iniciaron los acon­
tecimientos de 19 de abril. Las provincias que pactaron una
unión federal en la primera Constitución nuestra, no eran
imas provincias que tenían unos viejos antecedentes histó­
ricos de diferenciación (...) La nacionalidad Venezolana se
formó alrededor del municipio y de la ciudad y eso sí es
viejo, y eso si es importante, y eso si tiene raíces históricas
que se remontan al mismo inició de la formación de los pue­
blos ibéricos de la península de España, a partir del siglo XI.
(p-16)

La definición contenida en el artículo 4 de la Constitución de


1999, lo que hace es redundar el problema de definición de Ve­
nezuela como Estado federal, cuando se le agrega el término de
descentralizado. El concepto federal significa en principio des­
centralización, autonomía plena en lo político, normativo, ad­
ministrativo, financiero y tributario y también desprenderse
parcialmente de soberanía en función del estado federal. Lo que
implica que todo estado federal es per se descentralizado. La
definición de forma de estado contenida en el artículo 4 en el
texto constitucional significó un profuso debate en la Asamblea
Constituyente. El dilema surge como consecuencia de que esta­
ba de más la definición de estado federal descentralizado. Sólo
bastaba que se definiera Estado Federal y que se hubiese asumi­
do en la Constitución en su contenido la existencia de un verda­
dero estado federal y, no en los términos que define el mismo
texto constitucional. Con respecto a la definición constitucional
del artículo 4, indica Rondón de Sansó (2000)
El enunciado pareciera una contradicho in terminis, en dos
de sus elementos a saber: 1. Señala que se trata de un estado
federal y al mismo tiempo descentralizado. Ahora bien, todo
estado federal es descentralizado. La forma federal del esta­
do se da cuando en el mismo existen una serie de entidades
territoriales periféricas que poseen su propia autonomía, e

149
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

incluso, una soberanía que parcialmente delegan en la unión


o poder central (...) Ahora bien, estado descentralizado sig­
nifica que existe un núcleo gubernativo cuyas funciones se
han desconcentrados en entes periféricos, que adquieren una
personalidad jurídica propia. Si se analiza en este sentido,
no puede acumularse la noción de estado federal con la de
estado descentralizado. Sería lo mismo que hablar de estado
federal centralizado. La aparente anomalía radica en que se
están fundiendo dos conceptos de diferentes naturaleza e
identidad, pertenecientes a ámbitos conceptuales diferen­
tes. La noción de estado federal, que se contrapone a la de
estado central o unitario, alude a la división político territo­
rial. El co n cep to de d escen tralizació n es una figura
organizativa que no describe lo orgánico sino lo funcional,
al referirse a la delegación de funciones del poder central en
los poderes periféricos, (p. 49)

Se hizo referencia a las diversas formas de estado, frente al


centralismo o unitario el federalismo; el centralismo o el unita­
rismo, significa concentración y centralización; el federalismo
contiene la autonomía política territorial, significa también des­
centralización. Si se entienden estos conceptos en sus verdade­
ros significados, se comprenderá porque resulta contradictoria
la definición del artículo 4 de la Constitución con respecto a
que: La República Bolivariana de Venezuela es un Estado fede­
ral descentralizado en los términos consagrados en esta Consti­
tución (...). La federación lleva implícita la descentralización,
pero la descentralización no conlleva la federación. La federa­
ción estructura la organización política territorial, dándoles pleno
poder a los miembros de la federación constituidos por los tres
niveles territoriales de poder con sus propias competencias, fa­
cultades, funciones y atribuciones.

La descentralización es, esa es su naturaleza jurídica, la de­


legación y transferencias de competencias, atribuciones, facul­
tades y funciones de un estado centralizado a otros niveles go­
bierno en lo político territorial. Pero este es el eterno drama de la
forma de estado que hemos asumido durante toda nuestra evo­
lución política y constitucional, un híbrido sui generis estado

150
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

federal y ahora descentralizado en los términos que lo consagra


la propia Constitución. Normativas que se desarrollan contra­
dictoriamente con lo que ha constituido siempre una definición
ortodoxa de estado federal.

Un auténtico concepto de estado federal (descentralizado)


es un modo que vincula directamente a la población con el elec­
tor soberano, sobre la cual emerge la forma del poder y de go­
bierno. Un verdadero estado federal acerca el ciudadano a una
verdadera democracia, es la junta del soberano con sus repre­
sentantes que ejercen el poder, pero también significa, que la
definición de competencias y potestades atribuidas a los órga­
nos políticos territoriales, permiten y facilitan este concepto de­
mocrático.

Es en el desarrollo democrático, cuando éste se profundiza,


que se puede avanzar en los procesos de descentralización fren­
te al ejercicio centralista del poder. O, cuando surge de un pro­
ceso democrático y constituyente, mediante el cual se pueda
impulsar el concepto federalista. De manera que, sea definido el
estado en la forma federal o federal descentralizada e indepen­
dientemente de las contradicciones e incongruencias concep­
tuales en la teoría constitucional, lo verdaderamente importan­
te es que la autonomía de los poderes locales e intermedios en lo
político, administrativo, normativo, financiero y tributario, per­
mitan que se materialice en la creación de unas verdaderas ba­
ses democráticas que acerquen el poder al ciudadano; y, que le
permitan resolver sus problemas cotidianos a través de la pres­
tación de servicios y el cumplimiento de los fines del estado. A
este efecto, señala Brewer-Carías (1999)
Por ello, en todas las sociedades democráticas contemporá­
neas, paralelamente al desarrollo del municipalismo y del
gobierno local, se han organizado niveles de Poder Público
descentralizado, de carácter intermedio en el territorio ubi­
cados entre el Poder Central (Nacional) y el Poder Local
(Municipal) (...) la descentralización es un fenómeno propio
de la democratización y una condición de sobrevivencia y
perfeccionamiento de las democracias, (pp. 158-159)

151
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

El contenido de la autonomía que constituye el elemento bá­


sico que sustenta la solución directa de los problemas que gene­
ra la actividad y las funciones que deben desarrollar los poderes
públicos locales e intermedios y la prestación de servicios públi­
cos que se vinculan a la gente, es la autonomía financiera y den­
tro de ésta, la tributaria. De modo que, la forma en que se conci­
ba a la federación y la descentralización, tendrá efectos
inmediatos sobre la actividad financiera y tributaria y, dentro
de éstas la del comportamiento de los ingresos públicos de los
Municipios y los estados. Esto nos lleva, además del contenido
conceptual de la descentralización en sus temas políticos, admi­
nistrativos, normativos, financieros y tributarios, entre otros
análisis a la determinación, si dentro del marco de la Constitu­
ción de 1999, existe una verdadera descentralización financie­
ra, fiscal y tributaria. Es la relación de la descentralización con
el tema de los ingresos, soporte definitivo y medular para acer­
car las realizaciones del poder al ciudadano.

Se requiere analizar si en el concepto federal descentraliza­


do, con respecto al contenido normativo competencial en la
Constitución de 1999, se tradujo en un mecanismo efectivo de
asignación de competencias tributarias originarias, para un au­
tónomo proceso financiero de los municipios y los estados. La
verdadera autonomía y su núcleo esencial para que esta se ma­
terialice, no consisten en transferirle competencias políticas o
administrativas o normativas a los Municipios y los estados,
consiste en que además de transferirles las anteriores compe­
tencias, efectivamente se dote a los entes inferiores de un real y
efectiva autonomía financiera y tributaria. ¿Se estableció un
federalismo fiscal o es posible la descentralización fiscal en el
marco de la Constitución de 1999?; ¿Están previstos mecanis­
mos para una verdadera descentralización financiera que asig­
ne a los Municipios y los estados de eficientes ingresos públi­
cos?; a estas pregunta se debe dar respuestas, donde se
demuestre sí verdaderamente se ha dotado de autonomía finan­
ciera a los niveles inferiores de la distribución vertical del poder
público.

152
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

El núcleo del problema consiste en determinar si la asigna­


ción de competencias exclusivas, concurrentes y residuales y las
normas de descentralización facilitan el proceso descentraliza-
dor aunado a la voluntad política del legislador y del poder cen­
tral. Con respecto a este último aspecto, se señala lo siguiente:
(...) la sustancia federal del Estado Venezolano es mera forma
que encubre una realidad centralizada, evidenciada en el pro­
gresivo vaciamiento de las competencias estadales en aras del
Poder Nacional (...). (Carmona, 2000, p. 310).

La búsqueda de una mayor descentralización financiera, ha


sido política del estado, así fue señalado en el Plan de Moderni­
zación del Sistema Tributario Venezolano en 1994, dentro de
los programas de modernización con organismos financieros
multilaterales; política definida en su oportunidad por el Minis­
terio de Hacienda (1991)

En el corto plazo, la estrategia de modernización tributaria


está centrada principalmente en la Administración Central.
Sin embargo, no por ello se desconoce la importancia de las
finanzas regionales. El proceso de descentralización políti­
ca iniciado con la elección de los gobernadores y alcaldes
debe ser complementado con el desarrollo de una mayor
autonomía financiera de las regiones. En el campo tributa­
rio , ello sign ifica fo rta le ce r las fuentes p ro p ias de
financiamientos, a la par que la capacidad administrativa
para recaudar más eficientemente (...) (p. 27).

La descentralización en su contenido político, comienza en


Venezuela con la elección directa de los gobernadores y, en el
ámbito local con las reformas que se introdujeron en la Ley Or­
gánica de Régimen Municipal, que entre otros aspectos, consa­
gró los órganos ejecutivos del poder local diferenciándolo del
poder legislativo municipal y que se materializó posteriormente
en la elección directa de la figura del alcalde como jefe del po­
der ejecutivo.

153
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

II. Poder, Potestades y Competencias Tributarias

2.1. Poder, Potestades y Competencias Tributarias de los


Órganos Políticos Territoriales

Se ha discutido en la doctrina si existen distinciones entre el


poder y la potestad tributaria, por una parte y, por la otra, sí
también existen diferencias entre la potestad tributaria y las com­
petencias tributarias. A tales efectos, y, a pesar de que una gran
mayoría de autores no establecen distinciones entre poder y
potestad tributaria y, en muchos casos se utilizan ambos con­
ceptos en forma indistinta, lo cierto es que, la naturaleza jurídi­
ca de ambas Instituciones Jurídico-Política-Tributaria es
sustancialmente distinta. En este sentido, indica Plazas Vega,
Mauricio A. (1995)

El poder tributario tiene su fundamento en el poder de impe­


rio, en virtud del cual, en interés de los asociados, el Estado
queda investido de la facultad de imponer reglas de forzoso
acatamiento en el orden interno, (p. 274)

Compartimos el criterio del autor arriba mencionado; cuan­


do el Estado impone reglas de forzoso acatamiento, lo hace con
fundamento al principio de que el Estado tiene como misión
garantizar su propia existencia, la integridad de su territorio,
resguardarse como nación en su cultura, sus costumbres y con­
tribuir con las necesidades públicas, aquél requiere de recursos
financieros de todos los miembros de la organización estatal a
los efectos de garantizar la integridad como Estado; por una
razón de imperio detrae de sus asociados los recursos en forma
forzosa a través de la figura de tributos. Entre otros autores que
identifican al poder tributario con potestad tributaria, se encuen­
tra Villegas, Héctor (1992): (...) La potestad tributaria (o poder
tributario) es la facultad que tiene el Estado de crear
unilateralmente tributos, cuyo pago será exigido a las personas
sometidas a su competencia tributaria espacial, (p. 186).

Otras opiniones asumen que los conceptos de poder tributa­

154
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

rio, potestades tributarias y competencias tributarias significan


lo mismo, tal como lo apunta Rodríguez Lobato, Raúl (1986)

La potestad tributaria del Estado es el poder jurídico del


Estado para establecer las contribuciones forzadas,
recaudarlas y destinarlas a expensar los gastos públicos. El
poder tributario es exclusivo del Estado y éste lo ejerce, en
primer lugar, a través del Poder Legislativo, pues en obser­
vancia del principio de legalidad este poder expide las leyes
que establecen los tributos y que deben contener los elemen­
tos esenciales de los mismos; en segundo lugar, a través del
poder ejecutivo, pues este debe aplicar la ley tributaria y
proveer en la esfera administrativa para su cumplimiento y
en ocasiones, cuando esta facultado por la ley, debe dirimir
las controversias entre la Administración y el gobernado
que surge con motivo de la aplicación de la ley impositiva; y,
finalmente, a través del poder judicial, cuando este dirime
las controversias entre la Administración y el gobernado
sobre la legalidad o la constitucionalidad de la actuación de
dichos poderes, es decir, el Administrativo o ejecutivo y el
legislativo, (p. 6-8)

Considero necesario establecer en principio, la distinción en­


tre poder tributario y potestad tributaria, el primero como una
manifestación de la voluntad coactiva y despótica del estado
pero también ligado a su existencia y supervivencia y el segun­
do como una facultad jurídica constitucional para crear
unilateralmente los tributos. El poder tributario es un poder co­
activo y de imperio que establece una relación de sujeción de los
individuos a la voluntad política del Estado, este poder entraña
un poder destructivo y detractivo de la riqueza de los ciudada­
nos. La potestad tributaria como facultad jurídica constitucio­
nal limita el poder tributario al establecerse como asignación
constitucional para crear tributos asignados a los entes políticos
territoriales en los Estados de derecho constitucionales. Señala
sobre el poder tributario del Estado, Altamirano (2004)
Para tener una clara magnitud de la trascendencia del ejer­
cicio del poder tributario del Estado, cabe considerar la ma­
gistral y gráfica síntesis acuñada (...) en el célebre preceden­

155
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

te "Me. Culloch vs. Maryland", quien expresó que "el poder


de imponer involucra el poder de destruir". Nuestra CSJN
recogió ese pensamiento estableciendo que "la facultad de
establecer impuestos es esencial e indispensable para la exis­
tencia del gobierno, pero ese poder cuando es ilimitado en
cuanto a la elección de la materia imponible o a la cuantía
envuelve necesariamente la posibilidad de destruir que lle­
va en su entraña, desde que existe un límite más allá de cual
ninguna cosa, persona o institución tolerará el peso de un
determinado tributo", (p. 303).

El poder tributario expresa un derecho de imperio del Estado


para crear tributos y su fundamento está en la soberanía políti­
ca del pueblo, mientras que la potestad tributaria es la facultad
jurídica constitucional que le asigna al Estado la capacidad para
crear tributos. El poder tributario es un derecho inmanente a la
soberanía estatal, la potestad tributaria es la expresión constitu­
cional de ese poder de imperio del estado para crear tributos.
Parte de la doctrina tributaria Venezolana comparte el criterio
expuesto, en este sentido, expresa Mízrachi, Ezra (2000)
El poder tributario (así sin calificativos) está vinculado ínti­
mamente a la soberanía y se concreta en la distribución de
potestades tributarias, bien en un marco constitucional, o en
uno legal, entre las entidades político-territoriales que inte­
gran el Estado. Por ello, preferimos utilizar el término poder
tributario para referimos a esta dimensión de imperium, in­
herente a la soberanía, y reservar el término potestad
tributaria para aludir a las atribuciones que, con mayor o
menor grado de autonomía, son ejercidas por las entidades
territoriales, (p. 227)

Se trata de distinguir ambos conceptos, en virtud de que cada


órgano político territorial esta investido de poder tributario y se
sobreentiende que en consecuencia debe otorgársele potestades
tributarias. El poder tributario es inmanente a cada órgano po­
lítico territorial y su consecuencia es que la Constitución debe
materializar ese poder en facultades jurídicas de creación de
tributos. El Poder tributario se transforma en potestades
tributarias cuando se establece en facultades jurídicas para la

156
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

creación de tributos, constituye la facultad jurídica constitucio­


nal para creación de impuestos por los distintos entes políticos
territoriales. Sobre este último punto, indica Mizrachi, Ezra
(2000): (...) Al concretarse en una formulación constitucional, el
poder tributario se transforma en potestad (o potestades)
tributarias, organizado bajo principios de coordinación, o de
subordinación, dentro del marco general de la distribución de
tareas entre los entes políticos territoriales.(...) (p. 227).

Sobre las conceptualizaciónes estudiadas por Mizrachi com­


partimos absolutamente tales criterios; en este sentido expresa
aunque en forma parcial Vigilanza, Adriana (2000)

Antes de seguir ahondando en el tema, debemos aclarar que


por poder o potestad tributaria entendemos, como Mizrachi,
la facultad o la posibilidad jurídica de crear tributo y exigir
co n trib u cio n es o m ás técn ica m en te, trib u to s, sin
condicionamientos impuestos por un poder superior, dis­
tintos a los que imponga la propia Constitución y, por ende,
con las posibilidades de escoger las manifestaciones de ri­
queza que se estima más adecuada o conveniente para es­
tructurar el impuesto, (p. 252)

Debemos establecer una distinción fundamental entre los ins­


titutos políticos jurídicos tributarios entre el poder tributario y
las potestades tributarias ya que si forman parte de una misma
esencia, su naturaleza jurídica es diferente, existe una relación
de continente-contenido, de genero-especie, pero como uno es
la coacción despótica el otro es la facultad constitucional que se
da como pacto social los asociados del Estado. El Estado en cual­
quiera de sus formas está investido de poder tributario, pero no
significa que este poder se traduzca en potestades tributarias sí
así no es establecido y materializado en la Constitución de ese
Estado. O, puede otorgársele potestades tributarias y éstas es­
tán subordinadas a un ente o poder superior, limitándolas en su
contenido creador. Cierto es que, cuando determinadas potes­
tades tributarias están sometidos a poderes políticos superiores,
lo que se traduce en la realidad es una limitación al poder tribu­

157
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

tario del ente inferior y que el ejercicio de las mismas sólo de­
pende del contenido constitucional.

Entendemos el poder tributario como el poder coactivo o de


imposición de la que está investido el Estado, en cualquiera de
sus manifestaciones, para exigir potencialmente y en cualquier
momento contribuciones forzosas sin que exista la voluntad de
aceptación por parte de los exigidos. En cambio, se entiende
como potestades tributarias las facultades jurídicas constitucio­
nales de creación de tributos y en especial la especie impuesto.
Así mismo, podemos definir como competencia tributaria la atri­
bución de gobierno, administración, recaudación y control fis­
cal de los tributos. El sujeto titular del poder tributario son los
órganos políticos territoriales (la Nación, los Estados y los Mu­
nicipios); el sujeto titular de la potestad tributaria es quien tiene
la función legislativa o función de creadora de los tributos, el
poder legislativo de cada órgano territorial y el sujeto activo de
las competencia tributaria es el poder ejecutivo de cada ente
político territorial.

En virtud de que en el análisis de este trabajo, le va a dar


significación al estudio de las potestades tributarias en coexis­
tencia al concepto creación, es importante establecer una dis­
tinción entre la potestad tributaria como facultad jurídica crea­
dora del tributo y el nacimiento de la relación jurídica tributaria
una vez creado el tributo. Por el ejercicio de la potestad tributaria,
surge la relación jurídica tributaria y, en consecuencia se esta­
blece una vinculación con la competencia tributaria como acti­
vidad de gobierno. La relación jurídica tributaria es una rela­
ción de derecho y no de poder, que subsiste urna vez creado el
tributo, mientras que la potestad tributaria se agota en el acto
creador de tal tributo. El ejercicio de la potestad como facultad
jurídica se materializa en la ley tributaria creadora del tributo,
que establece la relación jurídica entre un ente público acreedor
y un potencial deudor. El acto de creación se funda en una rela­
ción de derecho como facultad jurídica constitucional y no en la
relación de dominio. Al efecto, señala Jarach, Dino (1985)

158
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

La teoría que sostiene la naturaleza de relación de poder se


funda, consideramos, sobre una equivocación de carácter
doctrinario e ideológico, y también sobre la falta del análisis
dogmático de las instituciones tributarias. Esta actitud,
a nuestro juicio es contraria a la naturaleza del estado de
derecho, en la que el Estado como persona jurídica, se coloca
en el ámbito de derecho, máxime en el derecho tributario, en
el que en virtud del principio de legalidad o de reserva legal,
precisamente, por una evolución histórico-constitucional,
los intereses estatales no pueden hacerse valer sino a través
del instrumento de la ley (p. 373)

De esto resulta fundamental que en un estado de derecho


constitucional no sólo se definen las potestades tributarias como
facultad creadora de los tributos por ley, sino el señalamiento
de las competencias tributarias de cada órgano político territo­
rial, en cuanto a las definiciones explícitas de las distintas rela­
ciones de poder y de derecho, fundamentales en un estado cons­
titucional. Por otra parte, la potestad tributaria y la competencia
tributaria, significan conceptos diferentes. La potestad tributaria
es la facultad constitucional para crear tributos que le corres­
ponden a un órgano político territorial. Es la asignación consti­
tucional que le corresponde al órgano capaz de crear tributos,
llámese nación, estado o municipio. La competencia tributaria
es la medida de la jurisdicción territorial donde se ejerce la fa­
cultad para crear, organizar la actividad tributaria y cumplir la
función de gobierno y administración tributaria. Se observa cla­
ramente la distinción de potestad y competencia tributaria, cuan­
do se le da respuesta a que órganos les corresponde ejercer la
potestad tributaria y la competencia tributaria.

Sí la potestad tributaria es la facultad que le corresponde a


los entes políticos territoriales para crear tributos y, sólo se pue­
den crear por ley, obviamente, el sujeto activo de la potestad
tributaria la tiene el órgano legislativo correspondiente a cada
ente político territorial. En cambio, la competencia tributaria
entendida como la facultad de regular y organizar la tributación,
ejercer el control fiscal y efectuar la recaudación tributaria, el
sujeto activo de la competencia tributaria es el poder ejecutivo

159
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

en cada nivel político territorial. Visto lo anterior, y definidos en


sus límites relativos y sinuosos en la doctrina los conceptos de
poder tributario, potestad tributaria y competencias tributarias,
es necesario indicar que la más reciente doctrina sobre el dere­
cho tributario expresa la asunción del concepto poder tributa­
rio o poder de imposición como objeto esencial del derecho tri­
butario. En efecto, señala el D' Amati, Nicola (2001)

Con todo, no debe olvidarse que recientes contribuciones


sistemáticas han colocado al llamado poder de imposición
como objeto de estudio del derecho tributario, configurán­
dolo también como el elemento capaz de asegurar la unidad
y autonomía del mismo sistema. Sin embargo, a diferencia
de la doctrina tradicional, los autores más actuales recono­
cen la unidad del derecho tributario "en el conjunto de nor­
mas que atañen al ejercicio del poder de imposición de los
entes públicos y a las relaciones, a los derechos y a las obli­
gaciones que se derivan de la respectiva tutela, (p. 59)

Precisamente, el estudio de la tributación municipal como


expresión del poder o las potestades tributarias municipales, nace
de un conjunto de normas jurídicas de rango constitucional que
le dan forma, unidad y sistematicidad al sistema tributario ve­
nezolano. Es en la Constitución de 1999, donde se regula el po­
der fiscal de los Municipios y de los otros entes políticos territo­
riales. Este poder de imposición se convierte en objeto de estudio
del derecho constitucional; asumiendo la carta magna sancio­
nada por el pueblo en 1999, en una Constitución fiscal, donde
se analiza el poder tributario, las potestades tributarias y las
competencias tributarias.

El ejercicio de la potestad tributaria la ejercen los poderes


legislativos en cada nivel de tributación y, las competencias
tributarias la ejercen los poderes ejecutivos de los mismos nive­
les territoriales de tributación. Esto es sumamente importante,
porque nuestro texto constitucional consagra normas, donde se
combinen potestades y competencias tributarias entre los dife­
rentes niveles políticos territoriales. De modo que la Constitu­

160
A bela rd o A . V á s q u e z B e r r ío s

ción establece normas que asigna potestades tributarias para


crear un determinado tipo impositivo a la nación y otorgar la
competencia (recaudación) a los estados o municipios. Esta si­
tuación es lo que ha creado distorsiones e incongruencias con­
forme a la definición de un concepto de federalismo tributario
en Venezuela, pero sirve de base para la descentralización
tributaria.

2.2. El Poder Tributario y las Potestades Tributarias en la


Constitución de 1999

El diseño constitucional que define nuestra forma de Estado,


conforme lo establece el artículo 4 de la Constitución, es que
Venezuela es un Estado Federal Descentralizado en los térmi­
nos que se consagra en la propia constitución. Si relacionamos
esta definición de Estado Federal Descentralizado, con el artí­
culo 136 de la misma Constitución, se encontrará que según los
términos a que se refiere el contenido del artículo 4 en concor­
dancia con el referido artículo Constitucional, es que la forma
federal se expresa en la distribución municipal, estadal y nacio­
nal en un contexto político-territorial. Es la consagración de la
distribución vertical del poder público, en poder público muni­
cipal cuyo órgano es el Municipio, en poder público estadal cuyo
órgano es el Estado Federado y el poder público nacional cuyo
órgano es la Nación o la República. La definición en la constitu­
ción de tres niveles político territoriales, concebidos como órga­
nos del poder público de carácter territorial, sirve de base para
que la propia constitución le asigne competencias exclusivas a
cada poder público político-territorial y también competencias
exclusivas y concurrentes en la materia tributaria.

Los tributos constituyen parte de la hacienda pública. Existe


una estrecha relación de poder público-hacienda pública, defi­
nidos los conceptos de ambas categorías se encontrará la pro­
funda relación de hacienda pública y con el concepto de distri­
bución vertical del poder público. Sobre este aspecto, señala
Brewer Carias (1985)

161
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Por ello la Hacienda Pública está constituida por la Hacien­


da de todos los órganos que ejercen el Poder Público, y con­
forme al mencionado sistema de distribución del poder, por
la hacienda de la República, es decir, la hacienda de pública
nacional; por la hacienda de los estados, es decir, la hacien­
da pública estadal; y por la hacienda de los municipios, es
decir, la hacienda pública municipal: Por ello, la hacienda
pública no tiene realidad práctica, sino a través de la ha­
cienda pública nacional, la hacienda pública estadal y la
hacienda pública municipal (p. 371).

Se observa que el autor establece la interrelación de hacienda


pública y poder público sólo a través de la distribución vertical
del poder público, en virtud de que es en este poder donde se
consagra el concepto político territorial de poder; y, sobre todo
en el caso venezolano conforme a la definición constitucional
de 1961 y sostenida y ampliada en la Constitución de 1999, al
efecto Brewer Carias (1985)
Esta noción de la hacienda publica integrada por la hacien­
da publica nacional, la de los estados y la municipal, que
corresponden exactamente a la distribución vertical del po­
der publico en Poder nacional, Estadal y Municipal, es una
innovación de la Constitución vigente. Innovación que por
lo demás, se hacía necesaria debido a la confusión existente
en esta materia en las Constituciones anteriores (p.371)

La Constitución de 1961, no consagró formalmente el con­


cepto de distribución vertical de poder público en tres niveles
políticos-territoriales, ya que sólo define explícitamente al po­
der público nacional, mientras que en el título I de la República,
define su Territorio y su División Política, donde se establecen
normas constitucionales sobre los estados y municipios. En cam­
bio, la Constitución de 1999, asume tal conceptualización cons­
titucional de distribución vertical del poder público, pero elimi­
na el concepto de hacienda pública. Ciertamente se produjo un
avance en el derecho constitucional al consagrar explícitamen­
te los tres niveles de poder público territorial (poder público
nacional, poder público estadal y poder público municipal), sin
embargo fue eliminado el concepto de hacienda pública; por lo

162
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

que éste concepto, al menos en la Constitución, no se encuentra


en su contenido relacionado con el concepto de distribución
político-territorial. No obstante, se asume que las categorías de
hacienda pública en el nivel nacional y municipal existen en
cuanto conceptos fiscales, aunque no este expresamente defini­
da en las normas constitucionales. En cuanto, al concepto de
hacienda pública estadal se hace una breve referencia.

Por el contrario, existe una relación sustantiva entre el con­


cepto de distribución vertical del poder público y el sistema tri­
butario venezolano traducido en tres niveles de tributación; éste
es consecuencia de la distribución política territorial y si
específicamente lo vinculamos a los tipos o rentas tributarias,
encontraremos tres niveles territoriales de rentas: rentas
tributarias nacionales, estadales y municipales, que coinciden
con la distribución territorial del poder público, es decir el Po­
der Nacional, Poder Estadal y Poder Municipal. Existe una rela­
ción objetiva entre la distribución vertical del poder público y
los tipos tributarios nacionales, estadales y municipales, en vir­
tud de lo cual nos encontramos con tres niveles de tributación
política-territorial. En este caso, el concepto de competencias
constitucionales se refiere a las atribuciones y funciones que le
corresponden al poder municipal, estadal y nacional. Es dentro
de estas atribuciones competenciales que se han definido potes­
tades y competencias tributarias en los tres niveles políticos te­
rritoriales, creando tres niveles de tributación que constituyen
lo que podríamos denominar sistema tributario venezolano.

Ha señalado parte de la doctrina que el poder tributario es


inmanente al Estado, se hace referencia al Estado-Nación; este
derecho de imperio de crear tributos le corresponde al Estado
por estar investido de soberanía política. Esto significa, que de
acuerdo con parte de esa doctrina, en nuestra constitución sólo
se le asigna poder tributario originario al Estado-Nación, es a
éste órgano al que le corresponde sólo la facultad para crear
tributos, cuestión que está en discusión en la doctrina. Si obser­
vamos el artículo 156 numeral 12 de la Constitución, se indica
que es de la competencia del poder público nacional la creación

163
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

de impuestos, tasas y contribuciones, y, si lo comparamos con


las otras competencias que le corresponden a los estados y a los
municipios, no observamos en los artículos 164 y 179 de la Cons­
titución, la misma inclusión del concepto de creación de impues­
tos, tasas y contribuciones. El poder tributario significa en este
caso que el órgano superior de los tres niveles políticos territo­
riales, o sea la nación, no tiene por encima de él, ningún otro
poder al que se subordine.

No obstante, la situación no es aparentemente tan sencilla.


La existencia de tres niveles de poder público y concomitante
tres niveles de tributación, conforme al concepto de mixtura fe­
deral de estado que consagra nuestra constitución, tanto el po­
der municipal como el poder estadal están dotados de poder
tributario, aún cuando se encuentran subordinados a la nación
como ente político superior de carácter territorial. La relativa y
limitada autonomía tributaria municipal y estadal no se des­
prende de la inexistencia del poder tributario de los municipios
y de los estados, sino de las limitadas potestades tributarias asig­
nadas constitucionalmente y expresadas en las atribuciones y
competencias para generar ingresos propios. Así los estados son
entidades autónomas y tienen personalidad jurídica plena e
igualmente los municipios se constituyen en la unidad política
primaria de la organización nacional y está dotada de autono­
mía y personalidad jurídica plena pero con relativa autonomía
financier a-tributar ia.

La Constitución le asigna la facultad de creación de tributos


a la nación, mientras que a los municipios y los estados, la
facultad de crear tributos no proviene del concepto de creación
de forma explícita, si no que se deriva del concepto de autonomía
de la que están dotados. Es por eso que, en el caso de los
municipios, se menciona que la autonomía comprende, entre
otras materias, la creación, recaudación e inversión de sus
ingresos; mientras que, a los estados no aparece la definición
del contenido de la autonomía ni que comprende. A los estados,
la facultad de crear tributos deriva de las competencias que le
son asignadas en la Constitución pero sometidas a restricciones

164
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

en las mismas normas constitucionales y aún más subordinadas


a la nación.

Los órganos políticos territoriales se clasifican en tres niveles,


uno superior constituido por la Nación y dos entes políticos te­
rritoriales inferiores, uno intermedio que es el estado y otro pri­
mario que es el municipio. La soberanía política territorial le
corresponde a la nación, mientras que los entes inferiores tienen
sólo autonomía política, administrativa, legislativa y limitada
en cuanto a lo fiscal. Se puede afirmar que existe una distinción
entre el concepto de soberanía de la que está investida la nación
y el concepto de autonomía de la que están investidos los esta­
dos y los municipios. Estos últimos no tienen independencia te­
rritorial y además su autonomía se encuentra limitada por la
Constitución de la República y otras leyes. En la definición de la
mixtura federal descentralizada, es lo que permite que la Na­
ción, los Estados y los Municipios estén investidos de poder tri­
butario, como poder de imposición-coactivo, para exigir contri­
buciones forzosas. El poder tributario o poder fiscal es inmanente
al concepto de Estado en cualesquiera de sus manifestaciones
como distribución vertical del poder público, donde el Estado,
contiene los tres niveles de tributación: Nación, Estados de la
Federación y como Municipios. Es el Estado en las distintas ex­
presiones del poder público y, por tanto están investidos de ese
poder coactivo o forzoso.

Este derecho de imperio se regula en la Constitución y, al


establecer tres niveles político territoriales como forma de poder
público, les corresponde el Ius Imperium para crear tributos.
No obstante, la misma constitución según la definición mixta de
federación, faculta a la Nación un poder tributario originario y
explícito, mientras que a los municipios y estados, a través de
sus competencias un poder tributario limitado y restringido, con
el objeto de que puedan obtener sus rentas tributarias como in­
gresos de los estados y municipios. De manera que, los Munici­
pios aún cuando están investido de poder tributario, la Consti­
tución le señala límites a sus potestades tributarias como facultad
jurídica constitucional para crear tributos.

165
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

La doctrina ha establecido una división de las diferentes po­


testades tributarias: en originarias, derivadas y residuales. Si
existe una diferencia entre poder tributario y potestad tributaria
y se atribuye a la nación el poder tributario originario, significa
esto que se excluye a los municipios de poder tributario origina­
rio, teniendo sólo potestades tributarias derivadas; el punto es
determinar si la potestad tributaria de la cual están investidos
los Municipios puede ser originaria, derivada o residual. Es im­
portante estudiar que clase de potestades tributarias fueron asig­
nadas a los Municipios conforme a la Constitución de 1999.
Asunto éste que se delimitará más adelante.

El poder tributario como derecho de imperio del Estado para


crear tributos y así sustraer legalmente parte de la propiedad y
riqueza de la sociedad, debe ser ejercido jurídicamente y no ar­
bitrariamente; por lo que tal poder sólo puede regularse en las
cartas constitucionales en un estado de derecho. Si el Estado se
da una forma federal descentralizada, es en la Constitución
donde se definen las competencias exclusivas tributarias. Estas
incluyen la regulación del poder y las potestades tributarias. La
Constitución de 1999, le otorgó poder y potestad tributaria ori­
ginaria a la Nación y, si bien los municipios tienen potestades
tributarias originarias, éstas se encuentran limitadas en la pro­
pia Constitución. En una relación genero a especie, poder y po­
testad tributaria, los municipios pueden estar investido de po­
der tributario, pero no significa que la Constitución que regula
ese poder, le haya asignado a los municipios y los estados potes­
tad tributaria originaria sin limitaciones.

III. Las Competencias Tributarias Municipales y su distribu­


ción constitucional

3.1 El Municipio.

Consideremos mediante un análisis sistèmico el estudio del


municipio, en este sentido, debemos hacer referencia al texto
constitucional en sus artículos 4, 136, 157, 168, 169, 170, 171,
172 y 173, por una parte y, por la otra, la aún vigente Ley Orgá­

166
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

nica de Régimen Municipal en sus artículos 1/ 2 y 14; de aquí


concluimos que el municipio constituye la unidad política pri­
maria de la organización político-territorial de la nación y que
las condiciones que determinan la existencia de un municipio
son una población no menor de dos mil quinientos habitantes
que constituye el vinculo asociativo, un espacio territorial deter­
minado que es su asiento permanente, la existencia de un orden
jurídico por la cual se rige y la capacidad económica que indi­
que la generación de recursos financieros suficientes, entre otras
consideraciones.
El Municipio establece relaciones de coordinación y
concurrencia con los Estados al que pertenece, ya que éste es el
que determina su creación y organización a través de la división
política territorial del estado, también ejecuta relaciones de
subordinación en virtud de las disposiciones constitucionales y
legales.
Es precisamente en la Constitución donde se define sus com­
petencias o atribuciones exclusivas y concurrentes. El Munici­
pio constituye la unidad política primaria de la organización
nacional, entendiendo ésta como la distribución político territo­
rial y tiene personalidad jurídica, lo que lo constituye en un su­
jeto de derechos y deberes y con capacidad para obrar y actuar
jurídicamente.
Siguiendo el tipo de análisis que hemos considerado, de con­
formidad con los artículos 168, 174, 175 y 179 de la Constitu­
ción y los artículos 2, 3, 4, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 75, 84 y 92 de la
Ley Orgánica del Poder Público Municipal, el Municipio se en­
cuentra investido de autonomía dentro de los límites constitu­
cionales y legales; la misma comprende la elección de sus auto­
ridades, la gestión de las materias de su competencia y la creación,
recaudación e inversión de sus ingresos, entre otros aspectos.
Se trata de una autonomía política que se define en la Cons­
titución y en su ley orgánica sobre el Municipio; una autonomía
administrativa constituido por el manejo propio y sin injerencia
de la administración, o sea, el cumplimiento de sus funciones de

167
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

gobierno y administración que le corresponden al Alcalde; una


autonomía normativa o jurídica, constituida por el proceso de
formación de sus propias leyes locales, cumpliendo así una fun­
ción legislativa, que en el caso de la materia tributaria conforme
a disposiciones del Código Orgánico Tributario vigente, son ver­
daderas leyes locales cuya denominación son Ordenanzas; así
mismo, lo indica la ley de régimen municipal: Una autonomía
financiera y tributaria donde se definen las competencias
tributarias pero sometida a los límites que la propia constitu­
ción establece.

3.2 Las Competencias Tributarias

El estudio de las Competencias Exclusivas asignadas a cada


poder público contenida en la Constitución de 1999, nos conduce
al análisis de las diferentes competencias tributarias. Se trata de
conocer el contenido de las diferentes competencias exclusivas,
concurrentes y residuales, dentro de éstas, específicamente las
de contenido tributario. Tales competencias exclusivas vistas
desde la distribución de las potestades tributarias y de las
competencias tributarias como función legislativa y de gobierno
y que se encuentran definidas constitucionalmente. En el caso
de nuestro trabajo, la que corresponden especialmente como
competencias exclusivas del Poder Público Municipal, serán
analizadas conforme al texto de la Constitución en sus artículos
178 y 165 aparte único, en un análisis o interpretación restrictiva
y subjetiva, ya que se trata de conocer el sentido y el alcance de
las motivaciones del constituyente de 1999. En su ley orgánica
actual, el tema de las competencias es tratado en los artículos 36
y 37.

3.2.1. Distribución Constitucional de las Competencias


Tributarias.

Al establecerse la distribución de competencias exclusivas al


poder municipal, estadal y nacional, la Constitución de 1999,
las definió de las siguientes maneras: Al poder público nacio­
nal, se le asignó competencias exclusivas en materia tributaria

168
A bela rd o A. V á sq u ez B er r I o s

de forma explícita, es decir, incluyendo la potestad tributaria


originaria, en los artículos 12 (tributos nacionales) y 14 (impuestos
territoriales y de transacciones inmobiliarias); y, de forma im­
plícita en los artículos 15 (tributos aduaneros), 16 (tributos en
materia de minas, hidrocarburos, tierras baldías, bosques, sue­
los, aguas y otras riquezas), 26 (régimen de puertos y aeropuer­
tos) y 28 (régimen de telecomunicaciones), entre otras y, las com­
petencias residuales o potestades tributarias residuales las
establecidas en el artículo 156 numeral 12 en su parte final. Al
poder público estadal, dentro del régimen de sus competencias
exclusivas, en materia tributaria, se les asignó en los artículos 3
(tasas y tributos asignados), 4 (ramos tributarios propios), 5 (en
el régimen de minerales no metálicos, salinas, ostrales y admi­
nistración de tierras baldías), 7 (ramos de papel sellado, timbres
y estampillas) y las establecidas en los artículos 8 (servicios pú­
blicos estadales), 9 (vías terrestres estadales) y 10 (aprovecha­
miento de carreteras y autopistas nacionales, puertos y aero­
puertos de uso comercial en coordinación con el Ejecutivo
Nacional). En las competencias concurrentes: las materias que
puedan ser referidas conforme al artículo 183 Constitucional.

Es parte del objeto de este trabajo, el estudio específico de las


competencias que la Constitución le atribuye al poder público
municipal. En lo que se refiere a las competencias definidas en
el artículo 178 de la Constitución, no aparecen en forma explíci­
ta las competencias tributarias municipales. Es en el artículo 179
constitucional, donde se establecen los ingresos municipales y,
dentro del mismo concepto de ingresos, se definen en el nume­
ral 2 las tasas, impuestos y contribuciones a la que tienen dere­
cho los municipios. En el artículo 179 numeral 2 de la Constitu­
ción está contenido los seis tipos impositivos básicos del
municipio, esto son el impuesto sobre actividades económicas
de industria, comercio, servicios o de índole similar, el impuesto
de propiedad inmobiliaria, el impuesto sobre vehículos, el de
espectáculos públicos, juegos y apuestas lícitas, propaganda y
publicidad comercial. En este mismo artículo, las tasas por el
uso de sus bienes y servicios y las administrativas por licencias o
autorizaciones; así como las contribuciones especiales sobre

169
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

plusvalías de las propiedades debidos a cambios de uso y de


intensidad. En el artículo 156 numeral 14 en concordancia con
el artículo 179 numeral 3, se le asigna la recaudación y control
del impuesto territorial rural o sobre predios rurales; de modo
igual, el artículo 156 numeral 14 constitucional le asigna al
municipio la recaudación y control del impuesto sobre las
transacciones inmobiliarias, pero no aparece mencionado como
ingresos del municipio en ninguno de los numerales del artículo
179 constitucional; en el artículo 179 numeral 3, le corresponde
al municipio la participación en las contribuciones por mejoras
y otros ramos tributarios nacionales o estadales, los cuales se
consideran como competencias concurrentes, además de lo que
se encuentra establecido en el artículo 183 en su parte final.

En resumen, en cuanto a los tipos tributarios, encontramos


que los impuestos están contenidos en los artículos 179 numera­
les 2 y 3 y el artículo 156 numeral 14 de la Constitución. Las
tasas se hace referencia en el artículo 179 numeral 2 y las contri­
buciones por cambios de uso o de intensidad y participación
por mejoras en el artículo 179 numerales 2 y 3 constitucional.
Asimismo, podemos diseñar una clasificación arbitraria de los
ingresos municipales contenidos en la Constitución como com­
petencias exclusivas y concurrentes, de modo que con funda­
mento en el artículo 179 constitucional, los podemos clasificar
de la manera siguiente: I. Ingresos No Tributarios: como los in­
gresos provenientes de su patrimonio, de sus ejidos y bienes, los
del situado constitucional, transferencias y subvenciones nacio­
nales o estadales, el producto de las multas. II. Ingresos Tributa­
rios: Tasas por el uso de bienes y administrativas; Impuestos
sobre actividades económicas, de inmuebles urbanos, vehícu­
los, juegos y apuestas lícitas y propaganda y publicidad comer­
cial; y, contribuciones especiales de plusvalía por cambios de
uso e intensidad de las propiedades en planes urbanísticos. Par­
ticipación en tributos nacionales por actividades agrícolas, cría,
pesca y forestal. Recaudación y control del impuesto territorial
rural y de transacciones inmobiliarias.

170
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

Al señalar la distribución constitucional de competencias


tributarias, éstas se han expresado en forma sistémica. Se debe
recordar que las competencias exclusivas de los poderes públi­
cos en su distribución vertical, como atribuciones constitucio­
nales asignadas a los distintos órganos políticos territoriales, in­
cluyen las competencias exclusivas en materia tributaria, pero
éste concepto debe entenderse de forma distinta cuando se defi­
nen las potestades tributarias y las competencias tributarias. A
través del establecimiento de competencias constitucionales en
materia tributaria, es que se incluyen que tipo de potestades
tributarias tiene los entes políticos territoriales y la definición de
las competencias tributarias atribuidas a los órganos ejecutivos
que contienen tales entes políticos territoriales.

En el caso de estudio, se puede observar que la distribución


constitucional de competencias exclusivas tributarias que corres­
ponden a los tres niveles político territoriales (nación, estados y
municipios), éstos poseen diferentes tipos de potestades
tributarias (originarias, derivadas y residuales) y sus respecti­
vas competencias tributarias (funciones de gobierno y adminis­
tración).

Necesariamente, la potestad tributaria lleva implícita la com­


petencia tributaria, aún cuando los sujetos activos sean distin­
tos; la diferencia es en el titular como sujeto activo de ambas
categorías jurídicas constitucionales. En el primer caso, es el
poder legislativo, en el segundo, el poder ejecutivo. El poder
público nacional, tiene potestades tributarias originarias, potes­
tades tributarias derivadas y potestades tributarias residuales y
combina potestades tributarias originarias con competencias
tributarias que le corresponden a los entes territoriales inferio­
res. Ejemplo es el caso del poder público nacional, al tener po­
testad tributaria originaria, en el caso de la creación del impues­
to sobre la renta lleva implícito las competencias tributarias con
respecto a este impuesto, es decir, tiene la facultad para crearlo
y además organizarlo, recaudarlo y controlarlo fiscalmente. Pero
en el caso del impuesto territorial o sobre predio rural y las tran­
sacciones inmobiliarias, tiene las potestades tributarias para

171
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

crearlos pero no las competencias tributarias de recaudación de


estos impuestos ya que le corresponde al poder público munici­
pal. El poder público estadal y el poder público municipal con­
tienen potestades tributarias y competencias tributarias, que
están sometidas a discusión en la doctrina si son originarias,
derivadas o residuales.

3.2.2 Competencias exclusivas, concurrentes y resi­


duales de los Municipios.

La Constitución Nacional (1999), establece en el artículo 178


las competencias constitucionales exclusivas que le correspon­
den al Municipio, expresamente están definidas en una forma
descriptiva y en una enumeración taxativa, entre éstas la de
gobierno y administración de sus intereses, la gestión de las
materias que se le asignen, por vía de leyes nacionales en mate­
rias económicas locales, servicios públicos domiciliarios, inquili­
nato, mejoramiento de las condiciones de vida local en áreas
como: ordenación territorial y urbanística, patrimonio históri­
co, vivienda local, turismo, ornato, recreación, vialidad urbana,
circulación y tránsito, transporte público, espectáculo público,
publicidad comercial, ambiente y saneamiento ambiental, aseo
urbano y domiciliario, salubridad y atención primaria de salud,
infancia, adolescencia, educación preescolar, integración fami­
liar, discapacidad, desarrollo comunitario, cultura, seguridad
en la prevención y protección, servicio de agua potable, electri­
cidad y uso doméstico, aguas blancas y servidas, justicia y paz,
policía municipal y cementerios, entre otras. Una primera limi­
tación lo constituye que tales competencias no menoscaban el
ejercicio de la nación y los estados para intervenir en las mismas
si así son definidas por la ley nacional o estadal.

Además no se observa en forma explícita en el artículo co­


mentado competencias en materia tributaria. Cierto es que ese
artículo hace referencia al artículo 174 en cuanto al gobierno y
administración y al numeral 2 del artículo 168 en cuanto a la
gestión de las materias de su competencia, pero no hace alguna
referencia a la materia de ingresos y recursos. En este sentido

172
A bela rd o A . V á s q u e z B e r r ío s

debe señalarse al numeral 3 del artículo 168 y relacionarlo con


los artículos 179, 180 y 183 constitucional.

Con relación a las competencias concurrentes, la Constitu­


ción expresa que los estados de la federación podrán descentra­
lizar y transferir a los Municipios servicios y competencias que
gestionen, con la condición de que tengan capacidad para pres­
tarlos. Igualmente podrán concurrir en la administración de
ingresos dentro de estas competencias concurrentes. Es de ob­
servar, que le corresponderá a la ley nacional en materia muni­
cipal, regular este aspecto, definiendo las materia que podrán
ser normadas en forma concurrente. En el actual proyecto de
Ley Orgánica del Poder Público Municipal que está para segun­
da discusión en la Asamblea Nacional, se establecen las diferen­
tes materias en que concurre el Municipio con los otros poderes
políticos territoriales, incluyendo normas de coordinación y ar­
monización tributaria con tales entes territoriales.

El Municipio está dotado de competencias residuales, cuan­


do se establece en el numeral 8 del artículo 178, que le corres­
ponden al Municipio las demás que le atribuyan esta Constitu­
ción y la ley; siendo el caso de aquellas que no correspondiéndole
a la nación o a los estados, tales materias puedan ser asumidas
por los entes locales; y de competencias asignadas, como es el
caso de determinadas materias que regulando la nación o los
estados, se le transfieran a los Municipios, en fundamento al
principio de descentralización y de concurrencia contenido en
los artículos 157, 158 y 165 constitucional.

En el tema de las llamadas competencias concurrentes, no


son definidos en su contenido en el texto constitucional. Ésta ha
sido la manera como el Centralismo, siempre ha definido al Es­
tado como forma federal y ahora descentralizada. Se establece
la forma pero no el contenido y, la manera de expresarlo, es a
través de cómo se establecen las diferentes competencias exclu­
sivas de los Municipios y, luego como se definen las competen­
cias concurrentes.

173
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Al estudiar las competencias exclusivas de los Municipio en


el ámbito tributario, como órgano político territorial inferior
dentro de la estructura política-territorial, lo primero que se debe
considerar es el término de exclusiva, el cual, según el dicciona­
rio El pequeño Larousse (1996), significa: Privilegio por el que
alguien el único autorizado para algo (...) o Que excluye o pue­
de excluir. Único, sólo, excluyendo a cualquier otro (...). Resulta
que, conforme al artículo 178 constitucional, el concepto de ex­
clusiva en materias sustantivas-originarias tributarias, asigna­
das a los Municipios, ni siquiera constituyo una mera forma, ya
que no existen en el referido artículo tales competencias. Al con-
ceptualizar cada una de las competencias exclusivas en materia
tributaria que le corresponde a los Municipios, no existe tal ex­
clusividad sino que aparecen expresadas como tipos de ingre­
sos que le competen al municipio. Planteamiento que se corro­
bora, cuando se analizan los ingresos de los Municipios, que se
encuentran establecidos en el artículo 179 de la Constitución de
1999. De modo que para determinar la existencia de competen­
cias tributarias originarias que le corresponden al Municipio,
conforme a la Constitución, tenemos que relacionar el artículo
179 numeral 2 y 3 con el artículo 168 numeral 3 que se refiere a
la creación y recaudación de los ingresos municipales.

IV. La Potestad tributaria municipal: limitaciones o restric­


ciones constitucionales. La potestad tributaria y las po­
testades reguladoras de la nación, los estados y los mu­
nicipios. El principio de Coordinación y Armonización
de las potestades tributarias.

4.1 La Potestad tributaria municipales: limitaciones o res­


tricciones constitucionales.

En cuanto a las potestades tributarias la doctrina establece


una división metodológica de las potestades tributarias, en ori­
ginarias, derivadas y residuales. Esta clase de potestades
tributarias nos permiten determinas si los diferentes entes polí­
ticos territoriales están dotados de estas distintas potestades
tributarias, ya definidas como facultad jurídica constitucional

174
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

para crear tributos. Es en la propia Constitución donde se defi­


nen como competencias exclusivas tales potestades tributarias,
indicando que tipo de facultades creadoras de tributos le asigna
la Constitución a los Municipios, a los estados y a la nación. En
el caso de los municipios, la potestad tributaria tiene su génesis
en el artículo 168 numeral 3 y 179 numeral 2 de la Constitución
y es corroborada como poder tributario en el artículo 1 del Có­
digo Orgánico Tributario. Del análisis constitucional se puede
afirmar que los municipios tienen potestad tributaria originaria
según se observa en el artículo 179 numeral 2 del texto constitu­
cional, potestades tributarias derivadas del análisis de otros ar­
tículos como el 179 numeral 3 y el 183 en su numeral 2 y en su
parte final.
Esta claro que en el caso de los Municipios existe potestad
tributaria originaria, aunque sometida a limitaciones como lo
veremos más adelante. Estas limitaciones contenida en la pro­
pia Constitución, a pesar de sentencia No. 406 de fecha 08 de
marzo de 2002, de la Sala Constitucional, caso Constructora
Pedeca, C. A., la cual señalo en que consiste el poder tributario
originario de los municipios; en este sentido y conforme a los
artículos 168 y 169 constitucional, la Sala definió la siguiente
doctrina judicial:
(...) de las disposiciones (...) se evidencia que los Municipios
tienen, dentro de su competencia material y espacial, un
poder tributario originario que les permite regular lo relati­
vo a la materia tributaria municipal, siendo las disposicio­
nes que dicte de aplicación preferente a la normativa del
Código Orgánico Tributario.
Así los Municipios se encuentran facultados para dictar, en
relación con los ingresos que la Constitución les asigna, la
normativa que regula lo concerniente a la creación, modifi­
cación y supresión de sus tributos, la definición del hecho
imponible, la determinación de la materia o acto gravado, la
cuantía del tributo, el modo, término y oportunidad en que
éste se cause y se haga exigible, las obligaciones de los con­
tribuyentes, los procedimientos constitutivos, los recursos
administrativos de impugnación y las sanciones correspon­
dientes. (...).

175
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

No es el caso de los estados de la federación que carecen de


potestades tributarias originarias, pero que no es tema especifi­
co de este estudio.

Las Constituciones democráticas establecen limitaciones o


restricciones al poder tributario del Estado, cualquiera sea la
forma de estado; señalando expresamente como se reparten las
diferentes potestades tributarias en los entes políticos territoria­
les en el caso de los estados con forma federal, definiendo prin­
cipios jurídicos constitucionales tributarios que guardan todo el
sistema tributario, señalando el principio de la territorialidad o
jurisdicción y en el caso venezolano, indicando un principio de
abstención o prohibición a los estados y municipios, tal como lo
indicaremos posteriormente.

A) En cuanto al reparto de las potestades tributarias, la cons­


titución Venezolana establece tres niveles políticos territoriales
de tributación, señalando como potestades de carácter origina­
rio con respecto al poder nacional y al poder municipal, no así
con respecto a los estados. Pareciera esto conforme al espíritu
del artículo 136 constitucional, que cuando distribuye vertical­
mente el poder público, ésta se inicia jerárquicamente mencio­
nando al poder municipal, luego al poder estadal y por último
al poder público nacional. En la intención del constituyente de
1999, estaba el hecho de dar prioridad e importancia jerárquica
a los municipios, pero al definir sus competencias exclusivas no
incorpora la tributaria, señalándola sólo como tipos de ingresos
municipales y asumiendo el carácter originario conforme al ar­
tículo 168 numeral 3 al referirse a la creación y recaudación de
sus ingresos.

La definición de una estructura de estado federal conforme


al texto de la Constitución depende de diversas circunstancias
históricas y, de esta evolución podemos observar que la estruc­
tura federal puede partir de la periferia al centro o, viceversa.
La forma como se ha concebido la organización del Estado en
cuanto a su estructura federal y sus implicaciones dentro del
concepto de poder público territorial, ha servido de base para

176
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

establecer una relación entre la hacienda pública y el reparto


político-territorial o entre este reparto y la construcción de dife­
rentes niveles de poder tributario. En este sentido, señala Giuliani
Fonrouge, Carlos M. (1993)

En la Argentina el poder tributario de los entes de gobierno


está determinado por la Constitución Nacional. A diferen­
cia de lo que ocurre en otros países con evolución del centro
a la periferia, aquí ocurre a la inversa, como en Estados Uni­
dos: tiene lugar de la periferia al centro (...). El poder tributa­
rio es ejercido por cada ente de gobierno -Nación, provincia,
municipalidades- en la esfera territorial de su jurisdicción
(...) (p. 303)

Una de las formas como se establece una restricción o límite


al ejercicio del poder tributario del Estado, es a través de la defi­
nición constitucional de potestades tributarias asignadas a cada
ente político territorial, conforme a la estructura federal que la
Constitución nacional asuma, sea del centro a la periferia o vi­
ceversa. En el caso venezolano se establece una división política
territorial de tres niveles acompañada en forma expresa de tres
niveles de poder tributario. Cada órgano -Nación, Estado, Mu­
nicipio- está dotado de poder tributario, lo que no significa que
éstos estén dotados de potestades tributarias en las mismas con­
diciones constitucionales. La Constitución es el único instrumento
creado por el hombre, en la cual, de alguna manera se le esta­
blecen restricciones al poder tributario. Sí el Estado, como en
nuestro caso, asume una forma federal en los términos consa­
grados en la constitución y, este se compone en tres entes políti­
cos territoriales, a cada ente del Estado dentro de su ámbito te­
rritorial le corresponderán sus respectivas restricciones
constitucionales.

El reparto de potestades tributarias contenidas en la Consti­


tución, señalan un límite al ejercicio del poder tributario en cada
nivel político-territorial, indican los tipos de potestades tributarias
que le corresponden al Estado en sus distintas expresiones del
poder público, poniéndole restricciones al ejercicio de la juris­

177
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

dicción territorial, dentro del ámbito de competencias que le


corresponden a tales órganos. Dentro del reparto de potestades
tributarias asignadas a los Municipios se definen las restriccio­
nes constitucionales del poder tributario de los mismos. En el
reparto estudiaremos más adelante sus componentes origina­
rios, derivados y residuales.

B) En cuanto a los principios constitucionales y la definición


de los mismos dentro del concepto constitucional de sistema tri­
butario, la incorporación sistèmica de los mismos constituyo un
avance constitucional; algunos de tales principios se encontra­
ban ya establecidos en la Constitución de 1961, pero éstos y la
incorporación de otros nuevos en la forma descrita informan
todo el sistema, obligando a los tres niveles de tributación su
observancia. El acatamiento de los mismos abarca a todo el sis­
tema tributario, incluyendo a los tres niveles de tributación po­
lítico-territorial y, en consecuencia obliga a los diferentes legis­
ladores municipales, estadales y nacionales en el momento de
crear y dictar las respectivas leyes tributarias. Tales principios
constitucionales quedaron expresamente contenidos en los artí­
culos 316 y 317 de la Constitución.

En la Constitución de 1999, aparece por primera vez el título


VI sobre el Sistema Socioeconómico y dentro del capitulo II sobre
el régimen fiscal y monetario, se encuentra la sección segunda:
del sistema tributario. Esto significa que las normas
constitucionales referidas a los preceptos que regulan el sistema
tributario, abarcan los tres niveles de tributación territorial. El
contenido principista sobre el sistema tributario obliga a todas
las personas y los órganos de los poderes público en los diferentes
entes políticos-territoriales, conforme lo establece el principio de
la supremacía constitucional definido en el artículo 7 del texto
constitucional. Estas limitaciones constitucionales al ejercicio del
poder tributario y que se consagran como principios
constitucionales se refieren a todo el sistema tributario. Cuando
el poder público municipal dentro de sus facultades jurídicas
para crear o establecer tributos desarrollan sus funciones
legislativas (artículo 175 de la Constitución), éstas se encuentran

178
A belard o A. V á sq u ez B e r r ío s

sujetas a los principios constitucionales contenidos en los


artículos 316 y 317 de la constitución.

Del artículo 316 constitucional se derivan los siguientes prin­


cipios: Principio de la Justicia Tributaria, el Principio de la Ca­
pacidad contributiva o Capacidad Económica, el Principio de
la Progresividad, el Principio de la Protección de la Economía
Nacional, el Principio de la Elevación del Nivel de Vida del Pue­
blo y El principio de Eficiencia de la Recaudación. Del artículo
317 emanan los siguientes principios constitucionales: El Princi­
pio de la Legalidad Tributaria, el Principio de la No Confisca­
ción, el Principio de los Impuestos no son pagaderos en Servi­
cios Personales, El Principio de la Penalidad Tributaria, el
Principio de Certeza Tributaria y el Principio de la Autonomía
Funcional de la Administración Tributaria.

Los principios contenidos en los referidos artículos constitu­


cionales abarcan a todo el sistema tributario y son de obligato­
rio acatamiento de los órganos políticos territoriales, incluyen­
do obviamente a los Municipios. De modo que, el poder
legislativo municipal integrado por el Consejo Municipal en el
momento de legislar sobre el establecimiento de tributos deberá
aplicar tales principios en la estructura material del tributo; es
decir, en todos aquellos elementos integradores sustantivos de
la obligación tributaria.

El artículo 317 constitucional, establece el principio de la le­


galidad tributaria, que constituye el núcleo jurídico constitucio­
nal que limita el ejercicio coactivo del poder tributario. La natu­
raleza jurídica del tributo, en cuanto a la relación jurídica
tributaria, contenida en sus elementos sustanciales o integradores
que le dan vida y definición al tributo, se funda en el principio
de legalidad y, en tal razón es materia de reserva legal. La fun­
ción legislativa creadora de tributos de los municipios debe su­
jetarse al precepto de la constitución que se refiere a la legalidad
tributaria. El principio de la legalidad tributaria es la base del
estado de derecho constitucional de los Estados democráticos
modernos ya que es la manifestación concreta como se restringe

179
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

la voluntad arbitraria del Estado al afectar nuestro derecho de


propiedad y la riqueza de los particulares. Constituye la medu­
la democrática para la aplicación de los tributos y alcanza rele­
vancia universal con la Revolución Francesa, como lo afirma
Spisso, Rodolfo R. (2000)

Referirse al principio de la legalidad es hablar de uno de los


principios básicos surgidos de la Revolución Francesa, que
impulsó la sustitución de un sistema basado en una socie­
dad clasista por un ordenamiento jurídico sustentado en la
igualdad de todos los hombres ante la ley (...) si bien pode­
mos encontrar la formulación teórica del principio en Adam
Smith, quien predicó que "los ciudadanos de cualquier Es­
tado deben contribuir al sostenimiento del gobierno, en cuan­
to sea posible, en proporción a sus respectivas aptitudes, es
decir, en proporción a los ingresos que disfruten bajo la pro­
tección estatal", con la Revolución Francesa adquirió pro­
yección Universal, (p. 323)

En los estados constitucionales, este principio constituye nú­


cleo esencial de la actividad tributaria del Estado. La actividad
legislativa municipal, debe realizarse con fundamento a este prin­
cipio y, su violación constituye un elemento contrario a la consti­
tución y la ley, faltando de este modo a la reserva legal que con­
tiene la actividad creadora de los tributos y siendo objeto de
impugnación mediante acción popular por inconstitucionalidad
para solicitar la nulidad absoluta de las leyes tributarias locales
conforme al control concentrado de la constitucionalidad.. El
principio de legalidad tributaria, señala los límites a la activi­
dad legislativa municipal en la formación de todos los elemen­
tos integradores del tributo. Y, aún cuando la definición consti­
tucional sólo refiere a un principio general, y que no es más
especifico en cuanto a los elementos sustantivos del tributo, lo
cierto es que la ley y la doctrina marcan la pauta, para que al
momento de desplegarse la actividad legislativa municipal crea­
dora de impuestos. Todos los elementos integradores o
sustantivos y los formales deben ajustarse al principio de legali­
dad tributaria.

180
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

El Código Orgánico Tributario (2001), en su artículo 3 desa­


rrolla en el rango legal el principio de la legalidad tributaria y,
la reserva legal se observa nítidamente en el parágrafo segundo
del artículo 3 del mencionado Código Tributario. En coordina­
ción con el anterior artículo existe el artículo 2, parágrafo se­
gundo, que establece la definición de leyes tributarias, en este
sentido (...) A los efectos de este Código se entenderán por leyes
los actos sancionados por las autoridades nacionales, estadales
y municipales actuando como cuerpos legisladores (...). Igual­
mente, en el Código Orgánico Tributario (2001) en su artículo 1,
en su segundo aparte se indica:

(...) Las norm as de este código se aplicarán en forma


supletoria a los tributos de los estados y municipios y de­
más entes de la división político territorial. El poder tributa­
rio de los estados y municipios para la creación, modifica­
ción, supresión o recau d ación de los tributos que la
Constitución y las leyes le atribuyan, incluyendo el estable­
cimiento de exenciones, exoneraciones, beneficios y demás
incentivos fiscales, será ejercido por dichos entes dentro del
marco de la competencia y autonomía que le son otorgadas,
de conformidad con la Constitución y las leyes dictadas en
su ejecución.

Se manifiesta que el poder tributario de los municipios es re­


conocido por el legislador nacional en el rango legal. La aseve­
ración legal que indica el poder tributario de los estados y muni­
cipio, es una manifestación inequívoca a favor de nuestra tesis
de que todos los entes políticos territoriales tienen poder tribu­
tario, lo que no significa que necesariamente estén investidos de
potestades tributarias, como lo he señalado con anterioridad.

C) El principio de la territorialidad se desprende de la defini­


ción político-territorial en tres niveles de los tributos y que igual­
mente nos acerca al principio de la jurisdicción, vinculándose
con el reparto de las potestades tributarias, elemento determi­
nante en la obligación de los sujetos pasivos en el conocimiento
de los distintos niveles de tributación y sobre que tipos
impositivos están obligados y sobre el alcance de la potestad

181
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

legislativa del Estado en la creación de tributos y de la adminis­


tración tributaria para exigir el cumplimiento de las obligacio­
nes tributarias.

D) En cuanto al principio de abstención o de prohibición con­


tenido en el artículo 183 de la Constitución, se observa una pro­
hibición a los municipios y a los estados, cuando se trata de
ejercer sus potestades tributarias. Constituye una prohibición a
los municipios gravar en forma explicita a las aduanas, crear
impuestos de importación y exportación, de tránsito de bienes
nacionales y extranjeros y también la de gravar las demás mate­
rias rentísticas que le competen a la nación. Igualmente estable­
cer gravámenes sobre bienes de consumo antes de que entren
dentro del territorio de los municipios, ni gravar los bienes de
consumo producidos fuera del territorio municipal y estadal en
forma distinta a los bienes producidos en el territorio de tales
entes. La otra limitación es que los municipios podrán gravar
las actividades económicas relativas a la agricultura, la cría, la
pesca y forestal pero sólo en la oportunidad y forma de que lo
defina la ley nacional respectiva.

El principio de abstención limita la potestad tributaria de los


municipios en cuanto a las materias rentísticas señaladas; la in­
hibición o restricción constitucional prevista es absolutamente
clara en cuanto al impedimento de los municipios de crear adua­
nas o crear impuestos de importación y exportación debido a
que tales actividades son exclusivas del poder nacional. Un as­
pecto relevante es el de los gravámenes sobre bienes de consu­
mo antes de que entren dentro del territorio de los municipios;
en este caso por imperio en contrario, los municipios pueden
gravar los bienes de consumo cuando entren dentro del territo­
rio de los mismos.

Sobre las limitaciones constitucionales tributarias se debe rea­


lizar un análisis doctrinario, en virtud de que las mismas consti­
tuyen verdaderas restricciones constitucionales del poder tribu­
tario, esto en razón de que las mismas son fundamentales en los
estados democráticos. Frente a un orden despótico, existente en

182
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

las sociedades antiguas y aún en épocas más reciente antes y


después de la Revolución Francesa, el poder de imposición del
Estado, se manifestaba de forma violenta contra los ciudada­
nos. Se consideraba que sólo debían pagar impuestos los que
pertenecían a las clases inferiores de la sociedad. A partir de la
consagración de principios universales de igualdad, libertad y
las concepciones democráticas-liberales, el poder de imposición
del Estado se invistió de un ropaje jurídico constitucional, tal
como señala Valdés Costa, Ramón (1992)
La regulación jurídica del tributo en sus aspectos funda­
mentales está predeterminada por las circunstancias histó­
ricas y el orden jurídico de cada Estado. Los principios apli­
cables y las soluciones concretas son, pues, relativos. Frente
a la universalidad del fenómeno económico-financiero de la
detracción de riquezas en forma coactiva por el Estado para
satisfacer las necesidades de la sociedad, el derecho tributa­
rio , en su co n cep ció n a c tu a l, com o ram a ju ríd ica
individualizada dentro de la unidad del derecho, al mismo
nivel jerárquico que las demás ramas, con base a la división
de las funciones legislativas, administrativa y jurisdiccio­
nal y en el principio del respeto a los derechos individuales,
aparece como un fenómeno localizado en el Estado de dere­
cho del siglo XX, democrático y liberal, (p. 103)

Es en el estado de derecho donde el poder tributario del Esta­


do, regulado con una especie de camisa de fuerza constitucio­
nal, sigue siendo un poder coactivo, pero su naturaleza jurídica
es distinta, no deviene de un poder despótico sino de un poder
constitucional. Se trata de la construcción de un concepto jurí­
dico de tributo, como lo señala Guiliani Fonrouge, Carlos M
(1993)
(...) Las doctrinas netamente publicistas aparecen en Alema­
nia vinculadas con la teoría orgánica del Estado y en Italia
en las obras de Ranelletti, Cammeo y Romano, quienes ex­
plican el tributo como una obligación unilateral, impuesta
coercitivamente por el Estado en virtud de su derecho de
soberanía o del poder de imperio: tal es el concepto aceptado
por la moderna doctrina del derecho financiero y, según lue­
go veremos, por la Corte Suprema de nuestro país. (p. 284)

183
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

El ejercicio del poder fiscal o poder tributario del estado, se


limita a través de restricciones o prohibiciones que colocan una
especie de malla o camisa de fuerza a la voluntad despótica que
por naturaleza es inherente al Estado. El Estado en ejercicio de
ese poder, podría asumir conductas arbitrarias que son restrin­
gidas por normas y principios constitucionales al momento de
crear los tributos. Por otra parte, tales preceptos sólo se consa­
gran en las Constituciones estatales, escritas o no, porque éstas
normas constituyen el techo o la cúspide de la pirámide de todo
el ordenamiento jurídico y todas las personas y poderes de los
Estados están obligados a someterse a tales disposiciones. Al efec­
to, señala Giuliani Fonrouge, Carlos M (1993)

Existen dos órdenes de limitaciones al poder tributario: uno


de carácter general, que corresponde a los principios jurídi­
cos de la tributación y que en nuestro país han sido incorpo­
rados al texto de la Constitución nacional, por lo que asu­
men el carácter de principios constitucionales de orden
general; otro derivado de la organización política de los Es­
tados (también de naturaleza constitucional) y de su coexis­
tencia en el orden internacional, que se vincula con el pro­
blema de la doble imposición, el cual, en consecuencia, puede
asumir carácter intranacional o internacional, (p. 333)

En un orden democrático, donde se garantizan los derechos


humanos individuales -tanto en la Constitución de 1999 como
en tratados internacionales sobre derechos humanos como es el
caso del Pacto de San José-, la aplicación de los tributos sobre el
derecho de propiedad de los particulares, deben estar limitados
y restringidos con fundamento, también, en respeto de los dere­
chos y garantías de los ciudadanos. Sobre este aspecto, distin­
gue Borjas Hernández, Leopoldo (2000)

Por lo tanto, la existencia de las potestades tributarias espe­


ciales, entre otras potestades especiales, que, como se dijo
antes, son una derivación de la potestad de imperio que ejer­
ce el Poder Publico, demuestra que ésta ultima ha dejado de
ser aquella potestad, de carácter absoluto, que pudo haber
tenido en algún tiempo, para convertirse en una de carácter

184
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

limitada. Y el primer límite que se pone a esa potestad de


imperio del Poder Publico, está constituido por los derechos
y garantías contenidos en la Constitución, y por todos aque­
llos otros que, aunque no figuren expresamente entre ellos,
sean inherentes a la persona humana (Artículo 50 de la Cons­
titución, -artículo 22 de la Constitución de 1999-). Por esta
razón se puede afirmar que así como hay un binomio, gasto
publico -tributo, de carácter financiero; así, también, hay
otro binomio, derechos y garantías constitucionales- potes­
tad tributaria, éste de naturaleza legal. Este es el fundamen­
to constitucional que informa al nuevo derecho tributario y
que puede identificarse en los siguientes principios consti­
tucionales tributarios, (p. 48)

En la Constitución de 1999, se encuentran normas y princi­


pios que regulan y limitan el ejercicio del poder tributario de los
Estados y, se consagran a través de competencias que implican
potestades y competencias tributarias a los distintos entes polí­
ticos territoriales (nación, estados y municipios). En una inter­
pretación doctrinaria, podríamos reafirmar que la clasificación
de las limitaciones o restricciones constitucionales que contiene
la Constitución de 1999 con respecto a los Municipios, es de la
siguiente manera: reparto de potestades tributarias municipa­
les; principios constitucionales que informan todo el subsistema
de tributación municipal, entre estos el limite formal o principio
de la legalidad y la reserva legal; limitación material o de la ca­
pacidad contributiva y el elemento quàntico de la tributación; el
principio de abstención o prohibición de las potestades
tributarias de los estados y municipios y el principio de coordi­
nación y armonización de las potestades tributarias. La clasifi­
cación arbitraria que hemos diseñado de las limitaciones al po­
der tributario de los Municipios, también es perfectamente válida
como limitaciones generales al poder tributario de la Nación y
los estados, de modo que tales limitaciones están constituidas
por normas y principios constitucionales que abarcan a todo el
sistema tributario venezolano. Estas limitaciones constituciona­
les se encuentran contenidas en la Constitución fiscal de 1999
conforme a un enfoque sistèmico en los artículos 179, 168 nu­
meral 3, 316, 317 y 183 constitucional.

185
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

4.2. Las potestades tributarias y las potestades regula­


doras de la nación y los estados. En cuanto a la dis­
tinción constitucional contenida en el artículo 180
de la carta magna, que define una potestad tributa­
ria especial y distinta a las potestades reguladoras
que le corresponden a la nación y los estados. De
modo que, uno de los aspectos constitucionales más
importante de la tributación municipal contenido en
el texto constitucional es el referido artículo 180 de
la Constitución de 1999, que establece lo siguiente

La potestad tributaria que corresponde a los Municipios es


distinta y autónoma de las potestades reguladoras que esta
Constitución o las leyes atribuyan al Poder Nacional o Estadal
sobre determinadas materias o actividades. Las inmunidades
frente a la potestad impositiva de los Municipios, a favor de los
demás entes políticoterritoriales, se extiende solo a las personas
jurídicas estatales creadas por ellos, pero no a concesionarios ni
a otros contratistas de la Administración Nacional o de los
Estados.

La disposición constitucional ratifica el concepto de potestad


tributaria que tienen atribuida los municipios y establece una
distinción entre tal potestad y la potestad reguladora que le
corresponde a la nación y a los estados. Se trata de distinguir
conceptualmente la facultad jurídica de crear tributos o ejercer
el poder de imposición del municipio y la regulación de las
materias que le corresponden al poder nacional y estadal. Lo
anterior nos lleva a la conclusión que, independientemente de
las materias sean reguladas por la nación o los estados, es decir,
el ejercicio xde la potestad reguladora sobre el régimen,
organización, ^administración, aprovechamiento y fomento de
tales materias, el municipio podría establecer su régimen
impositivo conforme a la asignación tributaria constitucional,
aún independientemente de la potestad reguladora le competa
a la nación o a los estados. No es materia de nuestro trabajo el
tema planteado, pero no se puede dejar de mencionar, porque
de alguna forma se expresa que los municipios tienen una

186
A bela rd o A . V á sq u ez B e r r ío s

especial potestad tributaria que a todo evento es distinta a las


materia que le corresponde regular a la nación y los estados.

4.3 Sobre el Principio de Armonización y Coordinación


de las potestades tributarias, lo podemos encontrar
en el artículo 156 numeral 13 de la Constitución,
donde se establece la competencia del poder nacio­
nal de legislar sobre la coordinación y armonización
de las distintas potestades tributarias relativas a los
tributos estadales y municipales. Una primera ob­
servación que se señala es la constitucionalización
del concepto de potestad tributaria atribuido a los
municipios y estados; de la misma manera fue esta­
blecida en el rango legal, tal como ha sido estableci­
do en forma expresa en el Código Orgánico Tributa­
rio como ya indicamos anteriormente. El concepto de
potestad tributaria de los Municipios es un concep­
to constitucional, aparece en la Constitución de 1999
en los artículos 180 y 156 numeral 13 y, legal, con­
forme al vigente Código Orgánico tributario, en el
que se incorpora de modo expreso. Estableciéndose
una identidad de los conceptos poder tributario y
potestades tributarias.

Ciertamente y sobre lo cual no podría haber discusión es lo


relativo a la filosofía política que implican los principios y nor­
mas constitucionales como restricciones constitucionales al ejer­
cicio del poder arbitrario y destructivo de la tributación. Tam­
poco, se podrá discutir que los límites al poder de imposición
del Estado en cualquiera de sus manifestaciones políticos terri­
toriales constituyen una garantía para la libertad económica de
los particulares.

En un sistema tributario donde existen tres niveles de


tributación político territorial, se hace necesario definir normas
que regulen y eviten los efectos económicos distorsionantes de
la tributación y hasta de la imposición doble o múltiple interna.
Las asimetrías y distorsiones determinadas por distintos tipos

187
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

tributarios o impositivos, generan situaciones económicas nega­


tivas y atentan contra el principio de protección de la economía
nacional, esto por efecto de un sistema múltiple de imposición o
de una hacienda multijurisdiccional, los cuales se deben corre­
gir a través de la armonización tributaria. Los efectos negativos
sobre la economía, la libre circulación de bienes y servicios in­
terna, el incremento de la presión inflacionaria que afecte el ni­
vel de vida de la población, la presión tributaria desmedida, los
efectos sobre las decisiones de inversión, el desplazamiento de
capitales de irnos a otros estados y municipios por la voracidad
fiscal, son entre otras distorsiones que afectan el libre y positivo
desenvolvimiento económico de la nación, los estados y munici­
pios si no se corrigen las asimetrías impositivas. Asimetría ésta
que resulta de la aplicación indiscriminada de impuestos con
parámetros desproporcionados y disimétricos.

Los objetivos de la armonización tributaria interna o extema


tiene como objeto evitar la doble o múltiple imposición y la pre­
sión tributaria indebida, permitiendo corregir tales asimetrías
que existan en el sistema de tributación y permita la libertad
económica. Se trata de una relación ganar-ganar entre el Esta­
do y los particulares. En la Constitución de 1999, en el artículo
156 numeral 13, se consagra lo que he denominado el principio
de la coordinación y armonización de las potestades tributarias
de los estados y municipios, que en principio tiene como propó­
sito, la corrección de las asimetrías tributarias y los efectos
distorsionantes y perversos del ejercicio del poder tributario que
puedan derivarse en la creación de diversos tipos impositivos
por los municipios.

El artículo 156 numeral 13 constituye una novísima disposi­


ción para corregir las desviaciones internas del sistema tributa­
rio. A tales efecto se destaca su importancia y sobre esto señala,
Romero-Muci (2001)
Así las cosas, las innovaciones constitucionales más impor­
tantes en la estructura del sistema tributario son las siguien­
tes: En primer lugar, las dirigidas a garantizar la armoniza­

188
A bela rd o A . V á sq u ez B e r r ío s

ción y la coordinación de las distintas potestades tributarias,


tanto por lo que respecta a los tributos propios entre los dis­
tintos niveles políticos-territoriales, como los tributos cedi­
dos por el Poder Nacional a los Estados y Municipios", (p.
27 y 28)

Se entiende que constituye una garantía constitucional para


lograr una verdadera coordinación y armonización de las dis­
tintas potestades tributarias de los estados y municipios. El refe­
rido autor indica que tal garantía constituye una limitación al
ejercicio de la autonomía tributaria de los estados y municipios.
Expresa Romero-Muci (2001)

En nuestra opinión, la garantía jurídica de la armonización


y coordinación tributarias constituye una limitación a la auto­
nomía tributaria de los entes menores, concreción de los princi­
pios de "unidad" o de "integridad territorial", por un lado y, de
otro, de "concurrencia" que proclama la Constitución Boliva-
riana ex -artículo 4, para asegurar que el Sistema Tributario-
que no es exclusivo del Poder Nacional-, se oriente efectivamente
a la protección de la economía nacional y a la elevación del ni­
vel de vida del población, como también lo manda la propia
Constitución en su artículo 316. (p. 29)

No es posible discrepar de este criterio, no sólo por lo bien


expuesto, sino por su contenido argumental.

No obstante y, a pesar de lo planteado anteriormente, soy


del criterio de que el contenido del mencionado artículo nos plan­
tea un problema que no se puede soslayar. Es mi criterio que al
poder nacional se le otorgó una supremacía que puede traer
riesgos a la autonomía municipal si el estado nación hace uso
indebido de ella. Se le otorgó a un Estado ontológicamente cen­
tralista y de concentración desmedida de competencias exclusi­
vas en un poder central, de una facultad constitucional que per­
mitirá que la nación pueda establecer limites indebidos al ejercicio
de las potestades tributarias de los estados y municipios y, sobre
todo en virtud de la injerencia innecesaria que la puede ejercer

189
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

a través de las definiciones de determinados parámetros sobre


los elementos sustantivos y determinativos de la obligación
tributaria, cuando esta sea creada por leyes estadales y munici­
pales. La Constitución de 1999, consagra una norma que sirve
de base, para una posible limitación desmedida que el poder
nacional podrá ejercer contra las potestades tributarias de los
estados y municipios. Se trata de lo que hemos definido como el
principio de la coordinación y armonización de potestades
tributarias, contenido en el artículo 156 numeral 13 del texto
constitucional

Artículo 156: Es de la competencia exclusiva del Poder Pú­


blico Nacional:
Numeral 13: La legislación para garantizar la coordinación
y armonización de las distintas potestades tributarias; para
definir principios, parámetros y limitaciones, especialmen­
te para la determinación de los tipos impositivos o alícuotas
de los tributos estadales y municipales (...)

Asumo el criterio de que la consagración de la referida nor­


ma constitucional, podría constituirse en una limitación severa
del poder nacional en la regulación de las potestades tributarias
que le corresponden a los estados y los municipios; se hace ne­
cesaria la coordinación y armonización de las potestades
tributarias entre los tres niveles de tributación, pero la forma
como quedo redactado el artículo 156 numeral 13, en sí mismo
constituye urna interferencia en la definición de los elementos
integradores del tributo que corresponde a los estados y munici­
pios. Podía haberse pensado en un sistema de coparticipación
fiscal o en una ley de coordinación sobre los tributos concurren­
tes, de participación o asignados como mecanismo que previ­
niera la doble o múltiple imposición, la exagerada presión
tributaria de los tres niveles territoriales, la indebida voracidad
fiscal de los potenciales entes federales y los municipios. Así se
evitaría lo que destaca Spisso, Rodolfo R. (2000)
El ejercicio concurrente de facultades tributarias por parte
de la Nación, las provincias y sus municipalidades impone
la indispensable coordinación, so pena de desnaturalizar el

190
A belard o A. V á sq u ez B e r r ío s

programa constitucional. (...) A ello responden nuestro régi­


men federal, la división vertical del poder entre la Nación y
las provincias, y la horizontal entre éstas y sus municipali­
dades (...). Sin menoscabo de ello, el ejercicio concurrente de
facultades tributarias por la Nación, las provincias y sus
municipalidades, sin una indispensable coordinación en­
tre ellas, puede transformar una estructura constitucional
ideada en resguardo de libertad individual en un engendro
perverso, en el cual el empleo múltiple de determinadas fuen­
tes tributarias por diversos planos de gobierno, que suelen
desentenderse de la intensidad o presión global del conjun­
to de los tributos, conlleve a la destrucción de la riqueza
nacional, (p. 97)

Se trata en definitiva de una indispensable coordinación en­


tre los tres niveles de tributación (Nación, estados y municipios)
como lo denota Spisso, Rodolfo R., en la cita anterior y, no de
una intervención al punto de que una ley nacional defina los
parámetros y otros elementos sustantivos de las obligaciones que
le corresponden a los estados y municipios definir con funda­
mento a su supuesta autonomía tributaria. Se supone que existe
un reparto de potestades tributarias, cada ente estatal y munici­
pal goza de autonomía jurídica y tributaria, se asume que existe
una autonomía política-territorial que define poderes tributa­
rios a cada ente territorial y, sin embargo además de las limita­
ciones señaladas y analizadas, también, para cerrar con broche
de oro, se establece que el poder nacional a través de una "ley
de coordinación y armonización de potestades tributarias" les
puede a los estados y municipios definir otros principios o repe­
tir los mismos de la Constitución, establecer, y es lo más grave,
parámetros y limitaciones en la determinación de tipos
impositivos o alícuotas a los tributos estadales y municipales.

La forma como fue redactado el artículo 156 numeral 13 de


la Constitución, constituye una restricción constitucional del
poder nacional en el poder tributario de los municipios; no pue­
de ser que una ley nacional le defina a los municipios como va a
aplicar sus propios parámetros, como es el caso de la determi­
nación de tipos impositivos y alícuotas y, como se van a definir

191
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

los principios, parámetros y limitaciones. Sobre la determina­


ción de los tipos impositivos del Municipio, éstos se encuentran
definidos en la Constitución.

No se trata que no se le pongan límites al poder municipal en


la creación de sus tipos impositivos, lo que debió es buscarse un
modo distinto de frenar la voracidad fiscal de los municipios,
asignando limitaciones explícitas en la constitución, cuando ta­
les entes fijen los principios, normas, parámetros o alícuotas en
la creación de los tributos asignados constitucionalmente. Es
conforme a la naturaleza de la potestad tributaria, la definición
de los elementos integradores de la obligación tributaria, esta es
su esencia, de modo que si se le atribuye a un poder extraño la
definición de los elementos obligacionales que le corresponden
naturalmente a otros poderes, lo que significa es una evidente
desnaturalización de las potestades tributarias asignadas a los
mismos.

Si a los municipios se les asigno constitucionalmente una


autonomía tributaria y dentro de sus potestades la creación ori­
ginaria o derivada de los tributos, tal actividad creativa esta sujeta
a los principios que informan el sistema tributario y, en el caso
de dudas, sobre el ejercicio indebido de tales potestades munici­
pales, se debieron incluir garantías en la constitución que limi­
tarán los elementos integradores del tributo dentro de las com­
petencias exclusivas de los municipios; de modo que le pusieran
límites al ejercicio de las potestades tributarias de los menores
entes, pero no que el poder nacional legislara sobre las potesta­
des tributarias de tales entes estatales y menos aún en la defini­
ción de tipos impositivos o alícuotas y sobre los parámetros que
definen la obligación tributaria.

Sobre este concepto de supremacía señala Vigilanza (2003)

Tal novísima disposición Constitucionales tal vez el más


importante dato que abona a favor de la opinión que en tra­
bajos previos hemos ofrecido, en el sentido de que, al menos
en lo tributario, la República Bolivariana de Venezuela res­

192
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

ponde más bien a un modelo de Estado Unitario con descen­


tralización política. Que a un modelo federal. Habida cuen­
ta de que esa norma sin duda consagra una "supremacía"
del Poder Nacional sobre la tributación estadal y municipal.
En efecto, de la referida norma se desprende la posibilidad
de que sea el Poder Nacional el que pueda imponer "princi­
pios, parámetros y limitaciones" a los otros dos niveles de
gobierno restantes, (p. 10)

Considero que tal afirmación es válida y asumo igualmente


su criterio de que tal supremacía no debe verse como un obstá­
culo para la descentralización. Pero éste no es el problema, el
asunto es que un Estado, cuya naturaleza es centralista y, don­
de siempre ha imperado el centralismo y la resistencia política
frente a una voluntad verdaderamente federal, que tal disposi­
ción podría convertirse en un elemento más para sostener el
concepto centralista frente al federalismo y que se use como
herramienta efectiva para limitar innecesariamente las potesta­
des tributarias de los municipios y los entes intermedios de la
federación descentralizada.

Los Municipios pueden legislar arbitrariamente, establecien­


do los elementos de la obligación tributaria, definiendo alícuotas
exageradas y creando efectos negativos en la economía y en la
vida de la población, pero esto normalmente pasa por la forma
que se definen las competencias tributarias de los entes políticos
territoriales menores. Si el poder nacional, al momento de legis­
lar sobre la coordinación y armonización de las potestades
tributarias de los municipios y los estados, define con claridad,
transparencia y sin menoscabar la autonomía tributaria de los
municipios y los estados, los tipos tributarios asignados como
competencias exclusivas o concurrentes, se definen claramente
los principios, parámetros y limitaciones que servirán para la
creación de tributos, municipales, seguramente será beneficioso
para el sistema tributario y para los contribuyentes, pero eso
está por verse.

193
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

V. Las Potestades Tributarias O riginarias, Derivadas y


Residuales de los municipios

Las potestades explícitas u originarias se refieren a la po­


testad jurídica de crear tributos en forma directa por parte del
ente y sin sometimiento a ningún otro poder. Se trata de asigna­
ción de potestades en forma clara, manifiesta y evidente, de
modo que la asignación constitucional para crear tributos sea
expresa y nominal. Las potestades tributarias implícitas, se re­
fieren a potestades tributarias sobreentendidas, tácitas, cuyo
contenido sea supuesto. Se trata de potestades tributarias
innominadas, que no aparecen expresamente, remitiéndose la
facultad para establecerlas a una ley nacional o estadal y sobre
la base de unas competencias concurrentes o residuales. Son las
denominadas potestades tributarias derivadas o residuales y tie­
nen el carácter de indirectas.
Dentro de esta concepción, las explícitas se refieren a potes­
tades tributarias originarias y las implícitas a las potestades
tributarias derivadas y residuales; distinción esta de originarias,
derivadas y residuales como las clasifica la doctrina tributaria,
en virtud de la importancia que tienen a los efectos de las distin­
tas funciones de los poderes públicos, como en efecto lo señala
Giuliani Fonrouge, Carlos M. (1993)
No hay abundar en consideraciones para demostrar la tras­
cendencia del poder tributario, que es tan "necesario para la
existencia y prosperidad de la nación, como para el ser na­
tural el aire que respira" (C.S. de Estados Unidos. Apud Paúl,
Ob. Cit., p. 660), por lo cual todo los organismos que cum­
plan funciones de gobierno tienen o se atribuyen la facultad
de establecer y recaudar contribuciones. Esto ha conducido
a examinar la naturaleza de esos entes jurídicos y, con mu­
cha frecuencia, a establecer la existencia de categorías de
potestad tributaria: es así como se habla de poder originario
y poder delegado o poder derivado según la doctrina Suiza.
(p. 305)

La clasificación doctrinaria de potestades tributarias origi­


narias, derivadas y residuales, son asumida constitucionalmen-

194
-iciaxcio;: y e r e z o l a h a d e d e r e c h o t r i b u " ..
A b^La rd o A . V á sq u ez B errío s

te y, su análisis e interpretación es fundamental para establecer


y definir el tipo de sistema tributario que asume un Estado. Las
potestades tributarias originarias están referidas a la forma ex­
plícita como el ente político territorial crea el tributo y por deno­
minación expresa, ejerciendo sus facultades jurídicas sin some­
timiento a ninguna otra soberanía.

Soberanía que está limitada en la propia Constitución, don­


de se definen con nombre y apellido los tipos impositivos o tri­
butarios. Mientras que, las potestades tributarias derivadas, se
asumen en forma genérica e implícita, no dependiendo su crea­
ción de una asignación expresa de la Constitución. En este caso,
el ente u órgano puede a través de una ley establecer el tributo y
en ausencia de nominalidad; es decir, donde no se indica el nom­
bre y apellido del tipo de tributo, sino que se delega a una ley,
pero además sometido el ente a la voluntad interventora de un
órgano político territorial superior como es el Estado-Nación.
La potestad tributaria residual, establece unas facultades jurídi­
cas tributarias que se asignan a un ente político territorial sólo
en el caso de que no les correspondan a los otros entes. Es un
residuo fiscal, que faculta al ente creador si los otros no lo tienen
asignados constitucionalmente.

En la doctrina, tal modo de distribución de potestades


tributarias y de la hacienda, dependiendo del peso de las com­
petencias asignadas se le ha otorgado particular importancia y
un extenso estudio, a tales efectos señala Jaramillo, Esteban
(1960)
La Hacienda de los grupos secundarios presentan también
entre sí diferencias sustanciales, según el rango que ocupen
en la jerarquía política y administrativa del Estado. La Ha­
cienda del Departamento, la Provincia, el Cantón o el Esta­
do Federal, tiene características propias, que la distinguen
de la Hacienda comunal o municipal. La órbita financieras
de estas entidades se mide por la mayor o menor extensión
de los servicios públicos que están llamados a prestar: un
servicio de naturaleza enteramente general, que interesa a
todos los que viven dentro del Estado, debe ser, por su índo-

195
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

le misma, privativo del gobierno central; un servicio de ca­


rácter intermedio, que aprovecha a los que habitan en terri­
torios más extensos que el del municipio y menos espacioso
que el de la nación, cae de ordinario bajo la jurisdicción del
Estado Federal, Departamento, Provincia o Cantón, y por
último, una función pública en que tienen el mayor interés
los que pueblan la Comuna, debe ser desempeñada por la
entidad municipal (...) (p. 529)

En las discusión constituyente de 1999, el constituyentista,


asumió el concepto doctrinario expresado por Esteban Jaramillo,
ya que se evidencia de las actas de debate que determinados
miembros de la Asamblea, privilegiaron al municipio frente a
los estados de la federación, no sólo en la asignación de amplias
materias de servicios públicos sino en los tipos financieros tribu­
tarios atribuidos, este privilegio se afirmaba en la idea del muni­
cipio como centro de la descentralización; en efecto señalaba
Aristóbulo Isturiz (Octubre-Noviembre 1999)

Este ha sido el debate estos dos años: el problema entre el


centralismo y el federalismo; el problema entre la descentraliza­
ción entre un Estado Federal o un Estado Unitario Centraliza­
do.! Este ha sido el debate! Por eso el planteamiento del nuevo
federalismo que responde más a reconocer que históricamente
hemos sido caracterizados como un Estado federal sin serlo en
la realidad (...) pero nos planteamos por un Estado central fuer­
te, y reconocer el municipio como el nuevo espacio político: un
municipio fuerte; y la descentralización tiene un sentido si sus
beneficios llegan a la gente: Por eso, el municipio debe ser el
epicentro de la descentralización, (p. 20)

Se pone de manifiesto en la Constitución de 1999, lo discuti­


do y aprobado en el debate constituyente; así la nación y los
municipios les fueron atribuidos una muy y amplia gama y va­
riedad de materias competenciales y las relativas a la materia
tributaria en el ámbito municipal holgada en cantidad y cuali­
dad sustantiva. La Constitución de 1999, le asigno los tres tipos
de potestades tributarias a la Nación. A los estados de la federa­

196
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

ción sólo le asignó potestades tributarias derivadas y está en


discusión en el foro jurídico tributario si tiene potestad tributaria
originaria, no teniendo potestades residuales.

En cuanto a los municipios, están dotados de potestades


tributarias originarias y derivadas y, con ausencia de facultades
residuales para crear tributos. Al relacionar el concepto de po­
der tributario y potestad tributaria, con el concepto de creación;
se observa en el contenido de las competencias exclusivas, que
la constitución sólo establece el término creación como compe­
tencias tributarias de la Nación (artículo 156 numeral 12 de la
Constitución), pero no aplica el mismo término para los estados
y en el caso de los municipios se señala en el artículo 168 nume­
ral 3 de la Constitución, el concepto de creación y recaudación
de sus ingresos; en este caso, se entiende que cuando se plantea
la creación de ingresos, se refiere expresamente a la facultad de
los municipios para crear los tributos o impuestos más
específicamente, tal como los define las competencias tributarias
contenidas en el artículo 179 numeral 2 de la carta magna.

Entre las potestades tributarias originarias tenemos los im­


puestos sobre actividades económicas de industria, comercio,
servicios o de índole similar; los impuestos de inmuebles urba­
nos, vehículos, espectáculos públicos, de propaganda y publici­
dad comercial, juegos y apuestas lícitas; las contribución espe­
cial sobre plusvalía de las propiedades generadas por cambios
de uso o de intensidad y aprovechamiento generados en los cam­
bios de ordenación urbanísticas y las tasas por el uso de sus
bienes y las tasas administrativas por licencias o autorizaciones.
En cuanto a sus potestades tributarias derivadas, las que corres­
ponden al impuesto territorial rural, el impuesto sobre transac­
ciones inmobiliarias, la participación en las contribuciones por
mejoras nacionales o estadales y los impuestos que puedan es­
tablecer en las actividades forestales, la agricultura, la cría y la
pesca conforme a la ley nacional y los impuestos al detai o con­
sumo dentro de su territorio.

197
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

VI. Avance de la Descentralización Tributaria Municipal. Su


Factibilidad Constitucional.

El proceso constituyente de 1999, pudo haber significado una


oportunidad histórica para dar un nuevo sentido al concepto
federal de Estado, el resultado fue positivo en la forma y con
poco avance en el contenido. De aquí la justificación de la des­
centralización, que se convierte en un mecanismo jurídico para
conservar la concepción centralista de Estado y de algún modo
evidenciar un sentido democrático de distribución del poder y
de cercanía al pueblo. Este concepto tuvo efectos directo en el
sistema tributario territorial, sobre todo en el ámbito del poder
estadal y menos en el municipal. Se debía haber aprovechado la
oportunidad histórica para establecer una efectiva y real des­
centralización del sistema tributario, como así lo señala Ramírez
Van Der Velde y otros (2000)

(...) la Asamblea Nacional Constituyente desaprovecho una


oportunidad única para erigir, con rango constitucional un
verdadero sistema tributario en el que, por fin, y a diferencia
de lo que ocurría en la Constitución de 1961, se establecie­
ran parámetros congruentes de armonización de los pode­
res fiscales de cada uno de los tres niveles políticos-territo­
riales (República, Estados y Municipios) existentes en
nuestro régimen federal. (...) no hubo un avance en lo que al
proceso de descentralización se refiere, estancamiento en el
caso de los estados es mas que patente. En definitiva, nos
hallam os ante un texto constitucional que, en m ateria
tributaria, y especialmente desde el punto de vista de la dis­
tribución de competencias, no se corresponde con el avance
que en Venezuela se ha experimentado en esta disciplina en
los últimos tiempos (..). (p. 63)

El concepto de federación fiscal, necesariamente se debía


manifestar en una asignación de competencias exclusivas en
materia de tributos con suficiente importancia quántica y con la
definición de verdaderas potestades tributarias originarias y
explícitas. Éste es el modo para establecer un verdadero sistema
de distribución tributario-territorial, cuyas características fue­

198
A belard o A. V á sq u ez B e r r ío s

ran originarias, explícitas, suficientes y productivas. La defini­


ción de las competencias originarias, como es el caso de los seis
impuestos municipales contenidos en el artículo 179 numeral 2,
son básicamente las únicas potestades tributarias originarias
asignadas a los municipios en la constitución; el resto de los tri­
butos, llámese tasas o contribuciones son escasas y limitadas.
En cuanto a las competencias concurrentes tributarias, éstas se
corresponden con el poder nacional y no se observan con el poder
estadal. Las mencionadas competencias deberán ser reguladas
por leyes sancionadas por el poder nacional y sometidas a prin­
cipios de interdependencia, coordinación, cooperación,
corresponsabilidad y subsidiaridad. Le corresponderá así al po­
der nacional definir las competencias concurrentes y de que for­
ma el ente municipal podrá participar en su regulación.

Existía la posibilidad real de producir cambios profundos en


el concepto federal del Estado. Las condiciones y la factibilidad
para los cambios constitucionales eran un hecho político acep­
tados por todos, pero los que tenían la responsabilidad de defi­
nirlos no profundizaron en su contenido material.

No se aprovecho la oportunidad constituyente en 1999, para


consagrar el federalismo fiscal en Venezuela; no obstante se
dejaron rendijas para la descentralización fiscal, aunque muy
limitadas como se verá mas adelante conforme al texto de la
Constitución. El proceso constituyente se convirtió en hito his­
tórico en cuanto a cambios sustanciales para la democracia, la
progresividad de los derechos humanos, la institucionalidad
jurídica-política, la ruptura institucional de un sistema que ve­
nía agonizando, pero le falto audacia en el ámbito federalista,
sólo adoptando medidas tímidas en la materia fiscal y
específicamente tributaria.

A) Federalismo o Descentralización Tributaria.

Los problemas del sistema tributario venezolano histórica­


mente se han caracterizado por la dependencia de la renta fis­
cal petrolera, por las definiciones de la política tributaria que se

199
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

han desarrollado en el país, el número y la complejidad de las


normas legales y del ordenamiento jurídico tributario sustanti­
vo, lo enrevesado y la deficiencia de las estructuras administra­
tivas tributarias, lo engorroso de los procedimientos adminis­
trativos, la inaplicación en algunos casos de los principios
tributarios en la creación de los tipos impositivos y en el ámbito
municipal, las desviaciones y asimetrías en los parámetros y
alícuotas de los impuestos municipales.

Surge así la idea de modernizar el sistema tributario con el


objeto de superar tales distorsiones y construir un sistema
impositivo lógico, racional y progresivo. Los resultados han sido
escasos y sobre todo por la violación del principio de la justicia y
la progresividad del sistema tributario. Para modernizar el
sistema tributario es necesario considerar no sólo los aspectos
del sistema tributario que le compete al poder nacional. Los
efectos de las distorsiones sobre la economía de la sociedad
expresada en los precios y costos, surgen de la aplicación de
impuestos nacionales, estadales y municipales. La modernidad
tributaria implica la consideración de dos aspectos: 1) la
simplificación de los tipos tributarios, normas jurídicas sencillas,
una estructura administrativa simple y cómoda y tributos
progresivos, equitativos, eficientes y neutrales de todo el sistema
tributario; y, 2) la descentralización fiscal y tributaria o el
federalismo fiscal y tributario.

Plantear el problema de federalismo o descentralización


tributaria y fiscal, debe partir del conocimiento de ambas nocio­
nes. En primer lugar, se debe considerar si se trata de descentra­
lización fiscal o federalismo fiscal; ambas constituyen nociones
distintas que expresan la acción del Estado dirigida a integrar
un plan estratégico nacional para lograr la modernidad del Es­
tado; por esta razón se hace necesario distinguir la descentrali­
zación fiscal-tributaria del federalismo fiscal- tributaria.

La descentralización fiscal-tributaria, se entiende como la


actividad de transferencias de competencias exclusivas que rea­
liza el poder nacional a los poderes estadales y municipales en

200
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

materia fiscal y tributaria. Se trata de una forma centralista del


Estado-Nación, que parte de sus competencias exclusivas, le
transfiere por los medios que define la Constitución a los entes
políticos territoriales inferiores.

El federalismo fiscal-tributario se define como la asignación


de competencias fiscales y tributarias exclusivas a las regiones
autonómicas, denomínese estados-provincias o municipios. Es
la forma de estado federal, donde constitucionalmente se defi­
nen competencias exclusivas de poder tributario para los entes
políticos territoriales que la integran, sin intervención de un poder
nacional que supedite o subordine a los entes de la federación.

Establecidas ambas nociones y, analizado nuestra forma fe­


deral descentralizada de estado, que constituye un híbrido fe­
deral, encontramos que en la Constitución de 1999, se creó una
mixtura de federalismo y descentralización, de la que no esca­
pan las competencias tributarias y fiscales. Esto, lo observamos
en los artículos 4, 136, 157, 158, 156 numerales 13 y 14, 164
numerales 10 y 11, 165, 167 numeral 5 y 6, 179 numeral 3 y 183
de la Constitución de 1999.

La forma federal descentralizada en los términos consagra­


dos en la Constitución de 1999, como ha sido anteriormente
estudiado, se refiere a la constitución de un poder público mu­
nicipal, estadal y nacional, cuyos órganos son el municipio, el
estado y la nación. El concepto de federación implica descen­
tralización; en nuestro caso, el estado federal descentralizado
define principios de descentralización sobre materias fiscales de
la competencia nacional con el objeto de promover la misma y
como fundamento, conforme a la Constitución, de una política
nacional para profundizar la democracia.

La modernización del sistema tributario, según nuestra rea­


lidad constitucional, necesariamente pasa por la consagración
de la descentralización fiscal-tributaria. Ante la ausencia de un
federalismo fiscal, el mecanismo de la descentralización
tributaria adquiere relevancia política: En un sistema centrali­

201
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

zado de poder, la transferencia de competencias a los entes lo­


cales que signifiquen la prestación de servicios públicos debe
estar acompañadas de los suficientes recursos financieros que
permitan la prestación eficiente de tales servicios. Este es el nú­
cleo de la discusión sobre federalismo o descentralización.

El Estado federal constituye un sistema político territorial


donde se conjuga una República como un todo y dentro de ella
la existencia de provincias, estados o localidades con autono­
mía política, administrativa y financiera e integrados territorial­
mente. La federación implica descentralización, donde conver­
gen atribuciones y funciones propias y concurrentes de los
diferentes entes políticos territoriales que forman la República.
Refiere Rondón de Sanso (2000)

La forma federal de estado se da cuando en el mismo existen


una serie de entidades territoriales periféricas, que poseen
su propia autonomía, e incluso, una soberanía que parcial­
mente delegan en la unión o poder central, constituyendo
tal delegación la exclusión de realizar determinados actos
que debiliten la unión creada. El federalismo puede tener
distintos grados de acuerdo con la naturaleza de las faculta­
des delegadas. En el estado federal cada una de las uniones
es territorial y mantiene en principio sus propios poderes de
gobierno, es decir, el Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judi­
cial, sin que ello impida la existencia de estos mismos pode­
res en la sede que representa el gobierno federal, (p. 49)

La forma federal tributaria apunta hacia la radicación efecti­


va de competencias tributarias en los territorios de la federa­
ción, es decir que sea explícita en su contenido tributario, inde­
pendientemente que existiesen competencias o potestades
tributarias concurrentes. La descentralización fiscal apunta por
el contrario, hacia la centralización de potestades tributarias en
un poder nacional y, que a través de normas constitucionales,
se establecen principios de descentralización fiscal dentro del
concepto de descentralización administrativas, con el objeto de
transferir competencias exclusivas de ese poder central hacia
las entidades federales o municipales. En su trabajo sobre viabi­

202
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

lidad de la descentralización fiscal, haciendo mención a Padrón-


Amaré, Oswaldo, expone Carmona Borjas, Juan Cristóbal (2000)

El federalismo fiscal, (....) apunta al carácter originario de los


poderes que cada nivel territorial puede ejercer para la ob­
tención de recursos financieros en forma autónoma. La des­
centralización, en cambio, no supone necesariamente la ti­
tularidad de poderes tributarios originarios en las unidades
ejecutoras, lo que supone es concertación tanto a nivel de
definición de cometidos, como a los niveles de ejecución u
financiamiento, el cual, en consecuencia puede fundarse en
la asignación de recursos en forma concertada por parte de
quien ejerce el poder tributario originario, es decir, el Poder
Nacional, (p. 310-311)

Expresa tal afirmación la distinción objetiva de lo que po­


dríamos entender como federalismo fiscal y descentralización
fiscal. En la Constitución de 1999, se intento en la forma consa­
grar un federalismo fiscal cónsono con la definición de Estado
Federal Descentralizado, pero en lo material-sustantivo, no se
profundizó lo suficiente en cuanto a las atribuciones constitu­
cionales tributarias para los estados de la federación, mientras
que en el caso de los municipios, el constituyente de 1999, si
profundizó la asignación de competencias tributarias desde el
concepto federal, no sólo al asignar los tributos que ya tenían
los municipios en la Constitución de 1999, sino al
constitucionalizar dos tipos de impuestos que contiene la Ley
Orgánica de Régimen Municipal. Tímidamente, se avanzó sólo
en lo formal en la híbrida estructura federal fiscal venezolana,
para dotar a la nación y los municipios de asignaciones
tributarias con rango constitucional en forma explícita pero no
así a los estados.

La descentralización constituye un modo como el estado cen­


tral puede transferir competencias que le son exclusivas a la
nación a los demás entes políticos territoriales. Se constituye en
el medio como se puede disminuir la centralización; se parte del
principio que el estado está muy centralizado y se hace necesa­
rio reducir la dependencia del estado central a través de políti­

203
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

cas públicas que permitan acercar el gobierno al pueblo. El po­


der central transfiere funciones administrativas o financieras
exclusivas o concurrentes con un propósito político sin afectar
la estructura y el control que tiene el poder central.

La claridad de los conceptos de estado federal y de estado


descentralizado, sirven de base en el área tributaria para que se
asuman los propósitos del federalismo fiscal o descentralización
fiscal. Del análisis de los distintos tipos de potestades tributarias,
sean éstas originarias, derivadas y/o residuales, se observa que
en el caso de Venezuela, se sigue teniendo una estructura cen­
tralista del poder fiscal. En lo formal, una estructura fiscal fede­
ral con posibilidades de seguir operando por la vía de la descen­
tralización fiscal. Como indica Carmona Borjas, Juan Cristóbal
( 2000 )

Lo h a sta ahora e x p u e sto p erm ite so sten er, que


independientemente de la estructura multijurisdiccional
adoptada por el Estado venezolano, en virtud de la que
pretende calificársele como Federal, desde el punto de vista
fiscal y específicamente tributario, no cabe duda de que sigue
siendo un Estado centralizado, aunque con posibilidades
de irse descentralizando.
Tal intención del constituyente, se evidencia en la consagra­
ción en la Carta Magna de una serie de opciones que po­
drían al menos acercamos a dicho propósito, alternativas
éstas que han de ser igualmente analizadas a los fines de
determinar el grado de autonomías financiera que a través
de ellas podrían alcanzar los estados, esta vez por la vía de
la descentralización fiscal (...) (p. 321)

Se puede asumir el criterio de que en la Constitución se con­


sagro una estructura multijurisdiccional de potestades
tributarias, pero excluyendo un verdadero concepto de
federalismo fiscal por virtud de ausencia de contenido material
o sustantivo de los tributos asignados en la Constitución; inclu­
yendo además la escasa importancia quántico - recaudatoria de
los tributos asignados constitucionalmente. El concepto de
federalismo fiscal se orienta a desarrollar los poderes tributarios

204
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

de los entes menores de la federación que materializados en


potestades tributarias asignadas constitucionalmente, éstas ten­
gan un carácter originario. En una real estructura fiscal federal
los municipios y los estados le dan cabida a potestades tributarias
originarias para asegurarse de los suficientes recursos financie­
ros con el objeto de desarrollar sus competencias constituciona­
les sustantivas o materiales. El federalismo fiscal significa que
los entes municipales y estadales tengan potestades tributarias
originarias y derivadas en forma exclusiva no sujetas a la inje­
rencia de otros órganos políticos territoriales.

B) Revisión de la Constitución de 1999 y la Opción de la des­


centralización fiscal

El principio de interdependencia fiscal, el principio de coor­


dinación fiscal, el principio de cooperación fiscal, el principio
de corresponsabilidad fiscal, el principio de concurrencia fiscal
y el principio de subsidiaridad fiscal se vinculan directamente a
la estructura vertical de poder público.

Cada principio tiene su propio contenido; los principios de


coordinación, cooperación y concurrencia fiscal que correspon­
de a los tres niveles de tributación, permitirán de acuerdo como
sea asumido por el legislador ordinario, resolver el enredo cons­
titucional de potestades y competencias tributarias atribuidas a
los tres niveles en forma concurrente. Las potestades tributarias
le corresponden a un ente y las competencias tributarias a los
otros entes territoriales, ejemplos, lo encontramos en el artículo
156 numeral 14 referido a los municipios, en el artículo 183 en
su parte final que afecta a los estados y municipios y el artículo
179 numeral 3 cuando se refiere a que los Municipios tienen
ingresos que provienen de la participación en la contribución
por mejoras y otros ramos tributarios nacionales o estadales.

El principio de Corresponsabilidad fiscal, es una garantía que


asegura la responsabilidad fiscal de los tres niveles territoriales
de tributación; mientras unos entes tienen las potestades para
crear el tributo otros entes tienen las competencias para

205
T e m a s s o b r e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

adm inistrar y recaudar tales tributos. El principio de


corresponsabilidad fiscal será la base de sustentación en el
desarrollo de las potestades y competencias tributarias cuando
la legislación de coordinación tributaria sea sancionada para
definir los ámbitos tributarios en cada caso; propósito
indispensable a pesar de las observaciones relacionadas con el
principio de coordinación y armonización fiscal y tributaria.
En cuanto al principio de interdependencia fiscal, será nece­
sario analizar si éste será la base de sustentación que permita
mantener una relación de dependencia entre los distintos nive­
les de tributación territorial, además de establecer una relación
de subordinación constitucional y legal evidente de los munici­
pios y los estados frente al poder nacional. Quedará para el prin­
cipio de la subsidiaridad fiscal, el apoyo que el poder nacional le
preste tanto al poder municipal como a los estados en el ámbito
de la tributación.
El prolegómeno de la descentralización administrativa-fiscal-
tributario, no consiste en la de dotar de potestades tributarias
derivadas o residuales y de competencias a los municipios y los
estados a través de la legislación nacional, éste asunto lo facilita
y factibilizan los mecanismos constitucionales y están sujetos a
sus principios.
El problema lo constituyo la perdida de oportunidad históri­
ca para armar un verdadero federalismo fiscal. La descentrali­
zación fiscal jamás resolverá el problema de fondo: La existen­
cia de un estado federal fiscal que no corresponde al concepto
de Estado federal descentralizado, ni en su forma ni en su con­
tenido.
Diseñar el estado federal con auténtica autonomía tributaria
pasa por asignar tributos que no dependan del ejercicio del po­
der nacional, como es nuestro caso. Sin embargo, la descentrali­
zación fiscal es una opción viable dentro del contexto actual de
la Constitución de 1999 y, que la misma servirá como alternati­
va para que los municipios y los estados puedan proveerse de
recursos financieros.

206
A belard o A. V á sq u ez B e r r ío s

C) Autonomía Tributaria de los Municipios.


Una estrategia de modernización tributaria implica el esta­
blecimiento de un federalismo tributario que facilite la existen­
cia de una verdadera finanzas municipales. Se trata de conce­
bir imas verdaderas finanzas locales que involucren la autonomía
tributaria en la asignación de potestades tributarias originarias
y explícitas, no supeditadas ni subordinadas al poder nacional
y sólo con los límites que establezca la Constitución. Los objeti­
vos de la autonomía tributaria de los entes federales menores,
deben orientarse al desarrollo constitucional de fuentes propias,
originarias y explícitas de ingresos tributarios; a la constitución
de administraciones tributarias municipales y regionales que
operen bajo principios de simpleza, eficiencia, suficiencia, pro­
ductividad y comodidad; y, la definición de una legislación
tributaria sustantiva y adjetiva municipal y estadal sencilla, sim­
ple y clara.
La autonomía fiscal de los municipios y de los estados, se
relaciona con la administración eficiente de sus bienes, con la
cobertura suficiente de sus ingresos fiscales propios y con un
manejo del gasto racional y proporcional a sus ingresos públicos.

D) Principios Constitucionales de la Descentralización.


Señala Rondón De Sanso (2000) en su Análisis de la
Constitución Venezolana de 1999 una contradictio in terminis,
en el concepto de Estado Federal Descentralizado ya que son
implícitos entre sí. Cierto es que el término descentralización va
implícito en el federación, aunque el primero es un concepto
funcional-administrativo y el segundo un concepto orgánico-
estructural.
Las normas constitucionales que definen la descentralización
y establecen sus principios están definidos en los artículos 157 y
158.
Artículo 157: La Asamblea Nacional, por mayoría de sus
integrantes podrá atribuir a los Municipios o a los Estados
determinadas materias de la competencia nacional, a fin de
promover la descentralización.

207
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Artículo 158: La descentralización como política nacional,


debe profundizar la democracia, acercando el poder a la
población y creando las mejores condiciones, tanto para el
ejercicio de la democracia como para la prestación eficaz y
eficiente de los cometidos estatales.

Definido el Estado con forma federal descentralizada en los


términos que consagra la Constitución, el desarrollo de tales tér­
minos se funda en la consideración de tres entes políticos terri­
toriales municipio, estados y República que corresponden a tres
clases de poderes públicos con carácter poHtico-territorial expli­
cados conforme al artículo 4 y el artículo 136 constitucional. El
concepto de descentralización, se explica por el contenido de
los artículos 157 y 158 constitucional.

Los principios que sustentan el proceso descentralizador, son


los de integridad territorial, cooperación, solidaridad, concurren­
cia y corresponsabilidad. Tales preceptos deben regir la forma
federal descentralizada con el objeto de evitar la desintegración
territorial de la nación y garantizar la integración como unidad
político nacional, independientemente de las existencias de en­
tes territoriales dotados de autonomía y personalidad jurídica
plena. Los otros principios que sustentan la descentralización
son de naturaleza política, ejemplo, profundizar la democracia,
acercar el poder a la población, crear las mejores condiciones
para el ejercicio de la democracia; y, de naturaleza administra­
tiva, como es el de la prestación eficaz y eficiente de los cometi­
dos estatales.

El principio de la integridad territorial tiene como propósito


la preservación de la unidad como República Bolivariana de
Venezuela, garantizar la existencia como Estado-Nación. La
descentralización debe apuntar hacia un modelo de mayor de­
mocracia política que garantice efectivamente la prestación de
los servicios que requiere la gente, se trata de una autonomía,
que por lo menos en el Municipio tiene mayores niveles de evi­
dencia, pero que no se manifiesta con relación a los estados
miembros de la federación. Definitivamente, en el texto de la

208
A bela rd o A . V á s q u e z B e r r ío s

Constitución se privilegio al Municipio en lo que respecto a sus


definiciones competenciales. Los principios de Cooperación y
solidaridad se fundan en la necesidad que tienen los distintos
entes políticos territoriales de acordarse, dentro del ámbito de
sus competencias exclusivas y concurrentes, para cumplir los
fines propios del Estado como una unidad de intereses y res­
ponsabilidades comunes.

Los principios de concurrencia y corresponsabilidad, plan­


tean el principio de contribución y la obligación de los entes
políticos territoriales en el desarrollo de sus competencias cons­
titucionales. Se trata de la contribución y la responsabilidad co­
mún que obliga a los diferentes entes políticos territoriales a de­
sarrollar los diferentes cometidos estatales.

Los principios constitucionales que rigen el estado federal


descentralizado en Venezuela, constituyen el fundamento del
principio de colaboración que debe existir entre los diferentes
poderes públicos y, que está consagrado en el artículo 136 único
aparte: (....) Cada una de las ramas del poder público tiene sus
funciones propias, pero los órganos a los que le incumbe su ejer­
cicio colaborarán entre sí en la realización de los fines del Esta­
do. El principio de colaboración encierra los conceptos de co­
operación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad. De
manera que existe una sobreabundancia de principios constitu­
cionales que rigen los poderes públicos que tratan lo mismo. Al
efecto, señala Rondón de Sanso (1999)

En el artículo, el constituyente desarrolla su tendencia a


enunciar principios rectores del Estado. Ya hemos visto que
desde el Preámbulo y a todo lo largo de los artículos anterio­
res, se han venido enunciando con exuberancia, sin sobrie­
dad alguna, principios a los cuales se someten las institu­
ciones reguladas por la norma fundamental.

En el caso del artículo 4 se habla de los principios de integri­


dad territorial, cooperación, solidaridad, concurrencia y
corresponsabilidad (...). (p. 49-50)

209
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

Igualmente, Rondón de Sanso (1999), realiza en la obra co­


mentada una interpretación de tales principios, al efecto indica

(...) Vamos a interpretar el significado de estos principios a


la luz de la existencia de un Estado Federal tal como lo cali­
fica el prenombrado artículo. Por lo que atañe al principio
de integridad territorial alude a las cesiones de territorio
entre estados. El principio de cooperación se refiere a la re­
producción de lo establecido en el artículo 136 único aparte,
que se refiere a la estructura del poder público, aplicable a
las ramas territoriales y que se traduce en consecuencia
como (.... ). Los principios de solidaridad, concurrencia y
corresponsabilidad, debe enfocarse en común, porque alu­
den a la forma en la cual los estados asumen la responsabi­
lidad de los impuestos, (p. 50)

A pesar de su abundancia, la inclusión de tales principios


como normas de rango constitucional son fundamentales, en
virtud de que permiten regular en forma coherente y básica, la
actividad que desarrollan los diferentes entes políticos territo­
riales estatales. Existe una responsabilidad compartida en los
cometidos del Estado, independientemente de su asignación fe­
deral. El asunto es que en el caso de los municipios y en especial
en los estados, éstos se encuentran disminuidos en sus cometi­
dos, en virtud de las escasas asignadas a los Municipios, no obs­
tante su primacía frente a los estados y, las pocas asignadas a
los estados.

En la asignación de materias generales, los Municipios fue­


ron primados frente a los entes intermedios de la federación.
Ésta fue prácticamente urna sola posición doctrinal que se sus­
tento en la Asamblea Nacional Constituyente y, todos los
asambleístas coincidieron.

V II. Importancia, Eficiencia y Eficacia de los Impuestos Mu­


nicipales

Para poder efectuar un análisis de la importancia y eficien­


cia de los impuestos municipales debemos abordarlo desde la

210
A belard o A . V á s q u e z B e r r ío s

perspectiva constitucional enfatizando los tipos impositivos asig­


nados constitucionalmente a los municipios. El tributo por ex­
celencia, como expresión del poder coactivo del Estado, es el
impuesto. Se trata de un instrumento jurídico político donde se
manifiesta el carácter despótico de ese poder, al crearse un im­
puesto, no se le consulta a la sociedad si se puede crear o no; se
trata de un tributo que se funda en la necesidad del estado de
proveerse de recursos financieros de terceros para que cumpla
los fines propios del Estado y donde no existe una relación di­
recta de la exacción y la actividad de servicios que realiza el
Estado. La naturaleza del impuesto es política y su finalidad
económica, de forma que es el tributo por excelencia, precisa­
mente de los estados de derecho y constitucionales. Las tasas y
las contribuciones, son tributos que en su naturaleza jurídica
presentan otras consideraciones. La tasa hace referencia a la
relación de servicios que presta en forma divisible el Estado y la
contraprestación que recibe por la solicitud individual del servi­
cio. Las contribuciones, se establecen como tributos que exige el
Estado a los individuos o grupos sociales como una
contraprestación por los beneficios individuales o colectivos que
reciben.

A) La Importancia Jurídica, Política y Económica de los Im­


puestos de los Municipios

En el desarrollo de líneas estratégicas de acción por parte del


Estado, se ha indicado que en fundamento al federalismo fiscal
o la descentralización fiscal se constituyen mecanismos de mo­
dernización tributaria y por ende del propio Estado. Esto revela
que dentro del concepto federal se incluya la autonomía políti­
ca, legislativa, administrativa y financiera, dentro de ésta últi­
ma la autonomía tributaria, núcleo esencial de una real autono­
mía municipal. Nada se hace con que se establezcan normas
constitucionales que indiquen autonomía política, o legislativa
o administrativa o de servicios públicos, si a los municipios no
se les dota de real autonomía financiera y en especial la
tributaria.

211
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

Crear un sistema de finanzas municipales y regionales, cons­


tituye un propósito estratégico dentro de la transformación del
Estado. Si se quiere construir un verdadero Estado Federal Des­
centralizado, el eje fundamental del concepto federal reside en
la autonomía financiera y, dentro de ésta, la autonomía
tributaria, especialmente su especie los impuestos. De aquí la
importancia estratégica de dotar a los municipios y a los esta­
dos de un sistema tributario originario con tipos impositivos
explícitos y con suficiente importancia cuantitativa en sus efec­
tos recaudatorios.

No sólo es el impuesto, el tributo más importante por su na­


turaleza jurídica o política, sino el económico, que por excelen­
cia genera los mayores recursos financieros. La importancia
política, económica y jurídica de los impuestos en general, radi­
ca en la naturaleza del impuesto como instrumento jurídico-
político por excelencia; se trata de una institución política que
es inherente a la existencia del estado como organización social,
a tales efectos indica Valdés Costa, Ramón (1996)

El impuesto es, sin dudas, el tributo típico en la correcta


acepción del termino, es decir, el que representa mejor el
género confundiéndose prácticamente con él. Es también el
mas importante de las finanzas contemporáneas y el que
presenta mayor interés científico, razones por las cuales no
es de extrañar que la doctrina le preste atención preferente.
CP-103)

La afirmación de Valdés Costa, sirve de base, entre otras,


para considerar que el caso de los tributos municipales y
estadales, es a los impuestos donde tiene que apuntar una in­
vestigación de esta naturaleza. Por otra parte, la especie de im­
puestos que expresa la forma más perfecta del ejercicio del po­
der coactivo del Estado en un concepto despótico, no puede
significar arbitrariedad del Estado.

En los estados constitucionales de derecho, el poder tributa­


rio se manifiesta en potestad o facultad jurídica para crear los

212
A belard o A. V á sq u ez B e r r ío s

impuestos. Para evitar la conducta despótica y el ejercicio arbi­


trario del poder tributario, los estados de derecho consagran en
las Constituciones el reparto de las potestades tributarias en ni­
veles políticos territoriales asignándoles a sus órganos la facul­
tad para crear tales impuestos, pero sometidos a principios que
informan todo el sistema tributario, para evitar en su creación
que la imposición sea contraria a la existencia del propio siste­
ma social. De modo que el fundamento donde se arraiga la im­
portancia jurídica-constitucional de los impuestos es, conforme
al propio texto constitucional.

Se trata de asignar impuestos con suficiencia recaudatoria y


cobertura de gastos necesarias para que los entes federales cum­
plan sus fines y satisfagan necesidades colectivas; esta dotación
de tipos impositivos necesariamente debe cumplir condiciones
políticas, jurídicas y económicas esenciales para lograr materia­
lizar los principios de suficiencia y cobertura. En el reparto de
potestades tributarias, donde se le asignaron competencias a los
entes federales, se le dio más importancia a los municipios que a
los estados de la federación y, se expresa en forma evidente en
la asignación constitucional de los distintos tipos de impuestos.

B) Los Tipos Impositivos Municipales

Dentro de la clasificación de los tributos municipales como


genero manifestamos que entre sus especies tenemos a los im­
puestos municipales, las tasas municipales y las contribuciones
municipales. Debido a la importancia política, jurídica y econó­
mica de los impuestos, es el tema analizar en este capitulo. Se
trata de buscar en el contenido de competencias exclusivas del
poder público municipal, que tipos impositivos fueron asigna­
dos en el proceso constituyente. Tipos impositivos que atienden
a la clasificación arbitraria señalada con anterioridad en cuan­
to al concepto doctrinal, pero con base al desarrollo de la Cons­
titución de 1999.

Los tipos de impuestos de pertenencia exclusiva al municipio


están contenidos en el artículo 179 numeral 2 de la Constitu­

213
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

ción y, como hemos visto antes, éstos son: el impuesto sobre ac­
tividades económicas de industria, comercio, servicios o de ín­
dole similar, el de inmuebles urbanos, vehículos, espectáculos
públicos, juegos y apuestas lícitas y propaganda y publicidad
comercial. Existe además dos tipos de impuestos que serán crea­
dos por ley nacional y cuya recaudación le corresponderá a los
municipios y son el impuesto territorial rural y el impuesto so­
bre transacciones inmobiliarias.

Aprovechare esta oportunidad, para afirmar que con respecto


al impuesto sobre actividades económicas de industria, comer­
cio, servicios o de índole similar mencionado, se le debe denomi­
nar definitivamente impuesto sobre las actividades económicas,
ya que es una especie de eufemismo no llamar este impuesto
como de actividades económicas cuando realmente lo es. Al cla­
sificar las actividades económicas, además del sector primario
tenemos al sector secundario o industrial y el sector terciario o
de comercio y servicios y además se le agrega lo de índole simi­
lar al sector servicios; es decir, no se escapa al municipio la fa­
cultad de gravar todas las actividades económicas, salvo el sec­
tor primario de la economía , el cual también puede ser gravada
en cuatro subsectores (agricultura, cría, pesca y forestal) con­
forme a ley nacional. El impuesto a las actividades económicas
establecido en la Constitución como atribución exclusiva del
Municipio, constituye el más importante desde el punto de vista
cuantitativo y, viene a sincerar el problema planteado sobre el
antiguo impuesto sobre patente de industria y comercio. En cuan­
to a la importancia recaudatoria de los cinco tipos de impuestos
municipales mencionados, es escasa y, en el caso de los impues­
tos territorial rural y el impuesto sobre transacciones inmobilia­
ria sólo se podrá conocer en el tiempo sus efectos recaudatorios.

El municipio tiene igualmente como ingresos tributarios a las


tasas conforme al numeral 2 del artículo 179, son tipos genéri­
cos de ingresos que corresponden al uso de sus bienes y a las
licencias y autorizaciones municipales, cuya importancia
recaudatoria es mínima en el componente de ingresos públicos
de los municipios.

214
A belard o A. V á sq u ez B e r r ío s

En el caso de las contribuciones, la situación es menos impor­


tante desde sus efectos recaudatorio. Por una parte el constitu­
yente de 1999, eliminó dentro de las competencias exclusivas
del municipio, las contribuciones por mejoras, que están conte­
nidas en la Ley Orgánica de Régimen Municipal como tipo de
ingresos tributarios del municipio. La Constitución de 1999, in­
corporó en el artículo 179 numeral 3 que los municipios podrán
participar de las contribuciones por mejoras de la nación y de
los estados, pero no aparece como un tipo de ingresos tributa­
rios que los municipios puedan crear. En su lugar creo constitu­
cionalmente un nuevo tipo de contribución especial por plusvalía
en los cambios de usos y de intensidad por ordenación urbanís­
tica, sólo se conocerá en el tiempo, la importancia recaudatoria
y la eficiencia de este tipo de contribuciones.
C) Eficiencia-Eficacia en la Recaudación y los principios cons­
titucionales de la tributación
El proceso constituyente de 1999 en materia tributaria cum­
plió su objetivo en lo formal-constitucional y en su contenido lo
logra en forma escasa. Esta realidad con respecto a los estados y
en menor grado con relación a los Municipios. La consagración
de una estructura formal de distribución territorial del poder
público en municipal, estadal y nacional evidencia un avance.
Al revisar el contenido de las asignaciones constitucionales con
respecto al reparto de potestades tributarias a los municipios y
los estados de la federación y de las materias conferidas a los
mismos, nos encontramos con una realidad constitucional don­
de en forma tímida se materializa un proceso federal descentra-
lizador. La eficiencia-eficacia de la recaudación se mide como
una relación de costos - beneficios públicos, costos de dos natu­
raleza, la que le corresponde a la sociedad en la actividad de
detracción y costos que le corresponden a la administración para
realizar la actividad recaudatoria, por una parte y, por la otra,
beneficios, que son igualmente de dos tipos, la que recibe la so­
ciedad o comunidad y la que obtiene la propia administración.
Para estudiar la eficiencia del sistema tributario podemos se­
ñalar lo que al efecto plantea Rúan Santos, Gabriel (2001)

215
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

Los principios de la tributación en la Constitución de 1999


pueden ser agrupados en tres bloques, de acuerdo con la
naturaleza de los valores y de las normas que les dan con­
sistencia y sin que ello signifique disminuir la importancia
de algunos de los postulados agrupados, lo cual se hace con
el objeto de facilitar su estudio. Dichos bloques podrían ser
identificados con la justicia, la legalidad y la eficiencia
tributaria, (p. 83)

Con respecto a los principios jurídicos, estos constituyen los


elementos formales-constitucionales que rigen el sistema tribu­
tario; éstos informan todo el sistema e instituyen preceptos obli­
gatorios cuando los órganos de los entes territoriales legislan en
materia tributaria. La Constitución de 1999 estableció una agru­
pación de principios en los artículos 316 y 317 que rigen la crea­
ción de los impuestos y las competencias administrativas de los
mismos. Es interesante el análisis sobre el bloque de la eficiencia
tributaria, en virtud de que la administración de los tributos se
vincula entre otros elementos a los costos en que incurre el go­
bierno, sea municipal, estadal o nacional, en su recaudación. La
productividad y la eficacia tiene que ver con la relación entre
costos de recaudación e ingresos recaudados. La productividad-
eficacia-efectividad se vincula a la suficiencia-cobertura.

Lo anterior es obvio, porque si el Estado necesita recursos


para financiar su gasto y cumplir sus fines, es necesario que
exista la suficiencia de tales recursos para cubrir los gastos pú­
blicos pero incurriendo en bajos costos de recaudación y admi­
nistración. Se requiere productividad, eficiencia y efectividad
por parte del estado para lograr la recaudación suficiente de
impuestos para cubrir sus gastos fiscales.

Se trata de lograr, por una parte, un cumplimiento tributario


de parte de los obligados y, por otra dependiendo de la magni­
tud e importancia del impuesto, que la administración logre su
propósito. En el segundo caso, el cumplimiento se logra si existe
una administración tributaria eficaz, lo cual no se puede con­
fundir con una administración tributaria eficiente. Si combina

216
\

A belard o A . V á s q u e z B e r r ío s

costos de recaudación bajos y si es capaz de ejercer un control


sobre el incumplimiento, estamos ante un sistema tributario efi­
ciente eficaz y productivo. Por supuesto, también depende de la
enumeración de tributos asignados como competencias explíci-
tas-originarias y de la cuantía gravable de la misma. De la efi­
ciencia-eficacia y la importancia cuantitativa surge la producti­
vidad en la recaudación.

La administración tributaria debe actuar con eficiencia y, a


tales efectos está regida por principios administrativos y econó­
micos que si bien pueden ser extrajurídicos, terminan convir­
tiéndose en preceptos jurídicos constitucionales, como es el caso
del contenido en nuestra Constitución de 1999 que el precitado
autor denomina el bloque de la eficiencia tributaria, a tales efec­
tos señala Rúan Santos (2001):

En el bloque de la eficiencia se deben incluir todas aquellas


reglas destinadas a propiciar la mejor recaudación de los
tributos, en tanto que estos son los medios indispensables
para que el Estado pueda satisfacer las necesidades colecti­
vas a través del gasto público, instrumento principal de la
redistribución de la riqueza social entre los ciudadanos. Es
por ello que la norma del artículo 316 de la Constitución de
1999 hace descansar la justa distribución de las cargas pú­
blicas en un "sistema eficiente de la recaudación de los tri­
butos". (p 83 - 84)

La construcción de una administración tributaria eficiente


significa un sistema eficiente-efectivo en la recaudación de los
tributos, este valor constitucional conduce que las futuras ad­
ministraciones municipales y estadales tributarias deben cum­
plir la función de gobierno y administración tributaria con: nor­
mas simples y fáciles de instrumentar, con instrumentos y
formularios administrativos que signifiquen trámites sencillos,
suficientes recursos humanos y materiales y, una descentraliza­
ción de las actividades administrativas. La efectividad y eficien­
cia de la administración tributaria municipal pasa por la simpli­
ficación de las normas sustantivas y procedimentales, adecuados
métodos de control fiscal, atención prioritaria a los contribu­

217
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

yentes asumiéndolos en la condición de clientes, aplicación efi­


ciente de los recursos humanos y materiales, trámites sencillos y
simples, formularios también sencillos, excelentes registros de
contribuyentes, programas de creación de conciencia tributaria
que eleve la cultura del pago tributario en la población y que
signifiquen educación ciudadana para explicar la devolución
de los tributos en obras efectivamente realizadas y construidas
y una infraestructura física de la administración tributaria de­
cente y acogedora.

El resultado por parte de la administración tributaria, es el


logro de sus metas recaudatorias. Tratar de establecer una
relación administrativa eficiente en la recaudación significa una
razonable proporción entre las variables ingresos tributarios-
costos administrativos, que redunde en una ecuación positiva
entre: Suficiencia-Cobertura Vs Productividad-Eficiencia-
Eficacia.

Estos componentes deben ser razonablemente expresados en


una relación (...) costo individual y colectivo de la recaudación
y el rendimiento económico y social de los tributos (...), como
bien lo indica Rúan Santos (2001)

La eficiencia tributaria, como nuevo valor constitucional,


exige una relación razonable entre el costo individual y co­
lectivo de la recaudación y el rendimiento económico y so­
cial de los tributos. Este valor de naturaleza técnica conduce
entonces a que el legislador deba dotar a la Administración
Tributaria de instrumentos adecuados para el logro de sus
objetivos; que se le garantice un estatuto autónomo (técnico,
funcional y administrativo); que se forme profesionalmente
a su personal; que existan políticas objetivas de fiscaliza­
ción; que se destierre la partidización civil o militar de los
cuadros administrativos; que se reduzcan la ineficiencia en
los procedimientos, las cuales sólo aumentan la presión in­
directa y las molestias en el contribuyente; y sobre todo, que
se respeten los principios técnicos aportados por la ciencia
tributaria. ( p. 83)

218
A bela rd o A . V á s q u e z B e r r ío s

La eficiencia en la recaudación tributaria de los estados de­


penderá de la conjunción de diversos elementos tales como: la
potencialidad en la generación de ingresos de los tributos asig­
nados constitucionalmente (elemento enumeración-cuantitati­
vo), una administración tributaria eficiente y eficaz con una
productiva relación ingresos-costos, normas simples y sencillas,
tramitaciones administrativas no complejas y atención adecua­
da al contribuyente. Todos estos elementos dependen de la vo­
luntad política legislativa y de la voluntad administrativa mu­
nicipal y estadal.

El potencial de ingresos tributarios de los municipios y los


estados estará constituido por la relación It = f (Trme. x Cec x
Eqi), donde (It) son los ingresos tributarios, (f) es una función,
(Trme) son tributos de los municipios y los estados y (Cec) es la
capacidad económica del contribuyente y (Eqi) la importancia
cuantitativa o quántica de los impuestos asignados.
Descriptivamente, la potencialidad económica de los ingresos
tributarios es una relación ecuacional donde los ingresos
tributarios de los entes locales e intermedios, están en función
de los tributos municipales y estadales asignados por la
Constitución y los descentralizados, la capacidad económica de
los contribuyentes de esos estados y la importancia quántica o
cuantitativa de los impuestos asignados. Esta es una relación
cuantitativa, que expresa que el potencial y monto de los ingresos
obtenidos por la recaudación de los municipios y de los estados
será igual a los tributos asignados, la capacidad contributiva de
los contribuyentes y el elemento quántico de los impuestos.

La eficiencia-eficacia de la recaudación del sistema tributa­


rio municipal y estadal va a estar afectada por el potencial de
ingresos (It), no así por el resto de las variables de eficiencia-
eficacia. Si establecemos que Er = f ( It +ATe+ Pi+ Ns+ TAs+
ACo), según la cual la eficiencia de la recaudación es una fun­
ción que depende del potencial de ingresos generados por los
tipos tributarios (It), una administración tributaria eficiente
(ATe), la productividad de los ingresos (Pi), normas jurídicas
simples (Ns), trámites administrativos sencillos (Tas) y adecua­

219
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

da atención al contribuyente (ACo), concluiremos que todas las


variables salvo (It), dependen del poder legislativo y ejecutivo
de los municipios y de los estados. Le corresponderá a éstos agu­
dizar la imaginación y el intelecto en la construcción eficaz de
sus sistemas tributarios.

VIII. Propuestas para un nuevo Federalismo Fiscal-Tributa­


rio
Como ya ha sido señalado con anterioridad, el constituyente
de 1999, no supo aprovechar en su plenitud la oportunidad cons­
tituyente para establecer una forma de estado federal
concomitantemente con un verdadero sistema tributario que
apalancará a los municipios y los estados de la federación y que
estableciera un real Estado Federal venezolano, al respecto, ya
lo hemos mencionado con Ramírez Van Der Velde (2000)
(...) las normas que regulan la tributación estadal y munici­
pal, debemos señalar que un enfoque global del tema nos
lleva a priori a una conclusión desafortunada: la Asamblea
Nacional Constituyente desaprovechó una oportunidad
única para erigir, con rango constitucional, un verdadero
sistema tributario (...) (p.63)

Este planteamiento que es asumido en este trabajo, constitu­


ye elemento sustancial en todo nuestro análisis. Se ha demos­
trado con suficiente evidencia el vaciamiento, no totalmente en
los municipios sino en el caso de los estados de competencias
tributarias originarias y propias para los entes federales y, que
además se han agravado por las facultades de coordinación y
armonización tributaria que fueron atribuidas al poder nacio­
nal. Tales facultades de coordinación y armonización, tal como
fue analizado, pudieran constituir, dependiendo de los intere­
ses políticos de por medio, invasiones que podrá ejercer el poder
nacional sobre las potestades tributarias que le corresponden a
los municipios y estados.

Lo primero que debemos plantear es que la cuestión es fun­


damentalmente política pero también es económica y social. El

220
A belard o A. V á sq u ez B e r r ío s

problema consiste ahora, en como abordar hacia el futuro, los


cambios constitucionales o legislativo, dentro de un contexto de
alto grado de centralización y concentración del poder en el
gobierno central. Será necesario la apertura de la discusión po­
lítica; pensar con visión de futuro cuales cambios se podrán abor­
dar para construir un sistema fiscal-tributario que dote eficaz y
eficientemente de recursos financieros a los municipios y esta­
dos, sin interferencias e invasiones de potestades tributarias en­
tre los entes, sino definidos explícitamente en el texto de la Cons­
titución. Se trata de establecer tres niveles territoriales de
tributación bien definidos que no signifiquen una carga excesi­
va para los sujetos pasivos de las obligaciones tributarias.

Se hace necesario replantear el concepto de federación. Las


propuestas para establecer un sistema más armónico en nues­
tro sistema tributario no son nuevas, de hecho durante el proce­
so constituyente se paso por alto aportes con fundamentos
doctrinarios y jurisprudenciales que no fueron tomados en cuen­
ta, tal como se señala en el trabajo de Van Der Velde y Otros
(2000)

(...) la Asamblea Nacional Constituyente, al redactar el pro­


yecto de Constitución que fue aprobado por los venezolanos
el 15 de diciembre de 1999, en parte por la premura con la
que fue elaborado, y en parte por el desconocimiento y so­
berbia de muchos de sus miembros, pasó por alto los esfuer­
zos doctrinarios y jurisprudenciales de muchos años, y las
recomendaciones de expertos y de grupos especializados,
como la AVDT, que, de haber sido escuchadas, habrían des­
embocados en un resultado mucho más satisfactorio que el
verdaderamente alcanzado, (p. 63)

La propuesta de la AVDT, señalaba la asignación de compe­


tencias tributarias a los entes de la federación con base a las
materias atribuidas, por los servicios que prestasen, recargos sobre
impuestos al consumo de bienes y servicios, recargos al impues­
to sobre la renta o al impuesto sobre el ejercicio de actividades
económicas y de potestades derivadas de competencia nacio­
nal, tasas por servicios y usos de sus bienes; de esta forma se

221
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

establecían competencias tributarias exclusivas, concurrentes con


la nación y los municipios y las asignadas para recaudar de tri­
butos nacionales. Esta propuesta que no fue acogida por el cons­
tituyente de 1999, me parece insuficiente en el contexto de un
federalismo fiscal pero mucho más avanzada de lo que se apro­
bó finalmente en la Constitución de 1999.
La propuesta para un nuevo federalismo fiscal-tributario pasa
necesariamente por una profunda reforma del Estado y el con­
cepto de descentralización. La definición de un federalismo fis­
cal-tributario necesariamente implica referirse a los estados y
municipios. Es concebir un sistema de tres niveles de tributación
(Nación, Estados y Municipios) donde los elementos del sistema
funcionen como tal. Se trata de crear un sistema fiscal que sea
palanca de las finanzas estadales y municipales, ya que sobre
estos dos entes políticos territoriales son la esencia del federalismo.
En este sentido, un nuevo federalismo fiscal-tributario debe plan­
tearse la atribución de verdaderas competencias sustantivas-
materiales a los municipios y los estados, inscritas en la presta­
ción de servicios públicos que deban garantizarse efectivamente
no sólo con los recursos transferidos vía poder nacional, sino
con los recursos originarios de cada ente local y regional.

IX. Conclusiones y Recomendaciones

9.1 Conclusiones

Primero: Independientemente de la denominación de Estado


Federal Descentralizado, establecido en el artículo 4 de la Cons­
titución de 1999, que permite estructurar un Estado con una
distribución vertical del poder público Nación-Estado-Munici­
pio y sus correspondientes niveles de tributación, Venezuela si­
gue siendo un Estado centralizado fiscalmente, con una enu­
meración amplia de competencias tributarias en la Nación y
primando al Municipio con respecto a los estados en las asigna­
ciones tributarias

Segundo: Con relación a los entes federales, el reparto de


potestades tributarias originarias es escaso y, discutible el con­

222
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

cepto de originario, con ninguna potestad tributaria residual y


con exiguas y poco importantes potestades tributarias deriva­
das. La poca asignación de potestades originarias y las
inexistentes potestades residuales a los entes federales no per­
mite conceptualizar al Estado venezolano bajo un esquema de
federalismo fiscal-tributario.

Tercero: Existe una clara incongruencia y una vaciedad del


concepto federación fiscal y descentralización fiscal con la asig­
nación de competencias tributarias materiales-sustantivas a los
municipios y muy escasas a los estados.

Cuarto: Las restricciones constitucionales tributarias a la que


está sometida el sistema tributario municipal, no sólo nacen del
reparto de potestades tributaria, ni de los principios constitu­
cionales que informan el sistema, o de los limites prohibitivos
que corresponden a los municipios, sino la sujeción de los entes
locales e intermedios a un principio de coordinación y armoni­
zación de potestades tributarias que será definida por legisla­
ción nacional y que tendrá la facultad de ponerle límites en cuan­
to a los parámetros y otras definiciones vinculadas a los
elementos integradores o sustantivo de los tributos municipales
y estadales.

Quinto: La Constitución de 1999, en cuanto a competencias


tributarias de los municipios, se limitó a incluir competencias
tributarias contenidas en la Constitución de 1961 y a
constitucionalizar las competencias derivadas de la Ley Orgá­
nica de Régimen Municipal. Es evidente que existió un sesgo
tributario constitucional a favor de la nación.

Sexto: Entre el federalismo fiscal y la descentralización fiscal,


el esquema constitucional de Venezuela apunta a fortalecer la
autonomía fiscal-tributaria de los entes menores por la vía de la
descentralización fiscal y no por el concepto orgánico de
federalismo fiscal. Este modo, permitirá que a través de legisla­
ciones nacionales de base, los municipios y los estados puedan
fortalecerse de alguna forma fiscalmente. Pero ese fortalecimien­

223
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

to siempre dependerá del gobierno central y sus necesidades de


financiamiento. El proceso de descentralización fiscal, en este
sentido, estará sometido a principios de interdependencia, inte­
gridad territorial, coordinación, cooperación, solidaridad, con­
currencia y corresponsabilidad.

Séptimo: El artículo 157 numeral 13 de la Constitución, que


contiene la competencia exclusiva del Poder Nacional, para dictar
la legislación que garantice la coordinación y armonización de
las potestades tributarias de los estados y municipios, donde se
definirán principios, parámetros y limitaciones sobre la deter­
minación de los tipos impositivos o alícuotas, constituye una
verdadera limitación de las potestades tributarias de los muni­
cipios y estados. Esto se manifestará si se incurre en el estableci­
miento de principios, parámetros, definición de elementos
sustantivos, determinativos y alícuotas de la obligación
tributaria, que conforme a la autonomía legislativa de tales en­
tes locales les correspondería legislar y que deberían ser exclusi­
va de la función legislativa de los municipios y de los estados.

9.2 Recomendaciones:

Primero: El proceso de descentralización fiscal-tributario y la


construcción de un sistema de finanzas locales y estadales con
un sistema tributario nacional, sólo es posible si el legislador
activa los artículos 157 y 158 de la Constitución de 1999 y en
fundamento a la voluntad política en procura de democratizar
al país, delegar y transferir a los entes locales e intermedios nue­
vas asignaciones tributarias. La conformación de un conjunto
de instrumentos legales debe partir de la reforma de la Ley Or­
gánica de Régimen Municipal, ahora denominada correctamente
Ley Orgánica del Poder Público Municipal con normas que se
refieran a la coordinación y armonización tributaria; la nueva
Ley Orgánica de Hacienda Pública Estadal; La ley de Coordina­
ción y Armonización de Potestades Tributarias; las leyes espe­
ciales de Agricultura, Cría, Pesca y Actividad Forestad con de­
finiciones impositivas que se le asignen a los municipios y los
estados, la Ley Orgánica de Telecomunicaciones donde se reco­

224
A bela rd o A. V á sq u ez B e r r ío s

nozca el principio contenido en el artículo 180 constitucional,


entre otras legislaciones.

Segundo: Independientemente que, la descentralización fis­


cal se logre en función de establecer un sistema tributario local y
estadal, con carácter originario, derivado y residual; lo cierto, es
que el verdadero federalismo fiscal se logrará cuando se atribu­
yan potestades tributarias originarias a los municipios y los es­
tados y, esto significa modificaciones a la Constitución de la
República Bolivariana de 1999.

Tercero: Le corresponderá a los municipios de la federación


y por supuesto a los estados, interrelacionarse, además del Esta­
do-Nación, con organismos internacionales, a objeto de buscar
alternativas para apuntalar y apalancar los procesos de descen­
tralización. Obvio, que no se trata de una diplomacia paralela
ni los entes menores tienen facultades explícitas para acordar o
convenir contratos con entes extranjeros ni para realizar opera­
ciones de crédito público; no obstante, tampoco se prohíbe en la
Constitución que los estados y municipios, puedan materializar
determinadas relaciones directas e indirectamente, tales como
suscribiendo convenios de cooperación técnica, cartas de inten­
ción, transferencias de donaciones, y tecnologías, asesorías tecno-
científicas, convenios con empresas privadas, Organizaciones
no gubernamentales, agencias de cooperación. Todas estas al­
ternativas permitidas en un mundo global, son caminos para
que los entes locales puedan mejorar los procesos descentraliza-
dores.

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228
NOTAS SOBRE EL ORIGEN
Y LA NATURALEZA DE LA PATENTE
DE INDUSTRIA Y COMERCIO 1

E z r a M iz r a c h i *

En la casi totalidad de los trabajos publicados en Venezuela


sobre el impuesto señalado en el epígrafe encontramos dos sor­
prendentes afirmaciones. La primera, atribuida a Villegas, quien
a su vez cita a Jarach como fuente, que la Patente de Industria y
Comercio "... se remonta a la época medieval. En esos tiempos
los señores feudales o los soberanos otorgaban una carta-paten­
te -así se a denominaba- que consistía en una autorización para
que el súbdito ejerciera determinada actividad, ya sea un co­
mercio, una industria o un oficio."2 La segunda, que este tributo

* El autor (Caracas, 1938) es Abogado (Universidad Central de Venezue­


la,1961), con curso de especialización en Derecho Administrativo (Univer­
sidad de Paris, 1962-1964). Profesor de la cátedra de Derecho Administrati­
vo, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, U.C.V., Profesor-fundador
Curso de Especialización en Derecho Tributario, en el Centro de Estudios
de Post-Grado U.C.V. Ha publicado, entre otros, los siguientes estudios:
"Los ingresos tributarios de la Municipalidad del Distrito Federal"; "Na­
turaleza, régimen jurídico y efectos del recurso de interpretación previsto
en la Ley de Carrera Administrativa" (1975); "Efectos y ejecución de la
sentencia del Juez Contencioso Administrativo" (1979); "El concepto de
funcionario público en la Ley contra el Enriquecimiento Ilícito de Funcio­
narios o Empleados Públicos" (1980); "La planificación en Venezuela: 1958-
1988" (1990); "La Patente de Industria y Comercio" (1998); "Potestades
tributarias de los entes político-territoriales" (2000.)
1 Aunque la vigente constitución sustituyó el nombre tradicional de este
gravamen por el de impuesto a las actividades económicas, preferimos
conservar el primero, por las razones que se expondrán más adelante.
2 Villegas, Héctor. Curso de Finanzas, Derecho Financiero y Tributario. 5a
edición DEPALMA, Buenos Aires, 1992, p. 699.

229
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

es un impuesto indirecto porque, en opinión del autor citado,


no consulta en forma directa la capacidad contributiva del suje­
to pasivo, por una parte y, por la otra, puede ser trasladado al
consumidor de los bienes o servicios.

Otros autores, como Bulit Goñi, justifican el uso de la trasla­


ción como criterio para distinguir los impuestos directos de los
indirectos, acudiendo a la intención del legislador antes que a la
efectiva traslación del tributo: "La imposibilidad práctica de tras­
lación en determinado caso, puede hacer que un gravamen indi­
recto deje de operar como tal, pero no que deje de serlo.", lo que
pone de manifiesto la poca utilidad de este criterio para califi­
car a un tributo como directo o indirecto.3

La técnica de las autorizaciones y licencias corresponde mas


a las monarquías absolutas, que se van consolidando tras la des­
aparición del régimen feudal, cuya principal característica era
la sujeción de las personas a la tierra -salvo en las ciudades- en
las que la obligación de prestar servicios personales, de cumpli­
miento directo o por equivalente, es sustituida por la de pagar
cantidades de dinero.

En dichos estados, denominados, también, "de policía" era


necesaria una licencia para el ejercicio de cualquier actividad4,
pero de ello no se puede inferir que el impuesto de patente de
industria y comercio nació como una tasa, y luego se transfor­
ma en impuesto, al desaparecer, o perder importancia, el carác­
ter autorizatorio o concesional, como sostuvo el maestro Jarach
en una temprana obra.5
3 Bulit Goñi, Enrique. Impuesto sobre los Ingresos Brutos. DEPALMA. Bue­
nos Aires. 1986, p. 38.
4 Sobre el Poder de Policía, véase Mayer, Otto. Derecho Administrativo
Alemán. DEPALMA. Buenos Aires. Tomo n, pp. 3 y ss (Traducción del
original francés de 1904)
5 La prohibición constitucional de la doble imposición. Jurisprudencia Ar­
gentina. Tomo III. 1944, p. 850. Citada en la Enciclopedia Jurídica Omeba.
Tomo XXI. Ancalo S.A. Buenos Aires, 1975. p. 629. La opinión de Jarach
parece mas una conjetura que el resultado de una averiguación histórica, y
está mas matizada que la cita indirecta que aparece en Villegas. El texto es

230
EzraM iz r a c h i

Otra era la situación en las ciudades medievales, en las que el


ejercicio del comercio al menudeo era objeto de regulaciones
municipales, y el de la industria requería la pertenencia a un
gremio, como señala Pirenne en su estudio -hoy clásico- sobre
historia medieval, publicado en 19336. Señala el autor citado
que, si bien el origen de los gremios está en la libre asociación de
los trabajadores urbanos, fueron las reglamentaciones de los
poderes públicos de las villas las que confirieron carácter
monopólico a las distintas profesiones, acordando a cada grupo
de artesanos el derecho de reservar a sus miembros el ejercicio
del oficio al que se dedicaban. "Son, pues, esencialmente, grupos
privilegiados, tan ajenos como es posible a la libertad industrial.''7

1. La Patente y las Cartas - Patentes.

No hemos encontrado ningún otro autor -salvo quienes ci­


tan a Jarach, directa o indirectamente- que comparta la afirma­
ción bajo análisis, que parece derivar de una confusión entre el
sentido tradicional de esa palabra, y la nueva acepción que apa­
rece en Francia en 1791, utilizada por la Asamblea Nacional
para designar un impuesto directo, que sustituía a otro impues­
to directo del "anden régime". No hemos logrado consultar la
obra de Jarach citada por Villegas -e l Curso Superior de Dere­
cho Tributario, Tomo 2 - para verificar el sustento bibliográfico

el siguiente "El desarrollo histórico del instituto permite ver un cierto


carácter de tasa, que es el que pudo dar lugar a dudas o a confusiones. En
efecto, la patente, como la licencia, fueron orginariamente tributos que
gravan al acto de la concesión administrativa para ejercer un determinado
comercio, industria o profesión; el tributo estaba así vinculado con un
servicio administrativo que, en el sentido jurídico, hacía la función de
causa del tributo. Mas tarde el elemento de la concesión administrativa
desapareció por completó o perdió importancia frente al cambio de la
función financiera de la patente, y a la importancia que asumió un nuevo
elemento, como principio directivo del tributo, esto es, el principio de la
capacidad contributiva. La patente, aunque originariamente una tasa, tie­
ne ahora como causa jurídica exclusiva o predominante la capacidad con­
tributiva; es, pues, un impuesto en el sentido financiero y jurídico."
6 Pirenne, Henri. Historia Económica y Social de la Edad Media. Fondo de
Cultura Económica. Séptima edición en español. México 1960. pp. 124 y ss.
7 Op. cit. p. 133.

231
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

de la citada explicación, que es repetida por tributaristas lati­


noamericanos.
La Ley sobre "Contribution des Patentes" (02-03-1791) no
creó un nuevo impuesto, sino una nueva técnica tributaria -la
determinación por indicios objetivos- para establecer la cuantía
de uno de los existentes para aquella fecha: la "taille (sisa o occisa)
personnelle", que pesaba sobre el tercer estado, pues la nobleza y
el clero no estaban gravados8. La eliminación de la determina­
ción directa, con base en declaraciones obligatorias verificadas
por un agente real, fue una de las reivindicaciones llevadas a los
Estados Generales de 1789, así como la abolición de la presta­
ción pecuniaria debida a los dueños de las tierras que explota­
ban los campesinos, denominada "taille seigneuriale", que susti­
tuyó progresivamente a la obligación de prestar servicios
personales al señor feudal, a partir del siglo XII.9
En Francia, durante el antiguo régimen, existían tanto im­
puestos directos como indirectos, algunos de los cuales lograron
perdurar. Entre los directos, la "taille (sisa o accisa) personnelle",
que gravaba las rentas de la tierra laborable, de la industria, el
comercio y los oficios; y la "taille réelle", percibida sobre las tie­
rras de labor, según el catastro.10
La ya mencionada opinión, usual en autores iberoamerica­
nos, sobre el origen de la Patente, parece derivar, como señala­

8 Un tributo similar, del que también estaba exenta la nobleza, se conocía en


España con el nombre de "pecho".
9 Sobre la relevancia de los impuestos y de los derechos señoriales entre las
causas de la Revolución Francesa, véase Furet, François. Pensar la Revolu­
ción Francesa. Petrel S.A. Barcelona, 1980. pp. 118 y ss.
10 Autin, Jean. Initiation aux Finances Publiques. Les Cahiers de L'institut
International D'administration Publique. Paris, 1971. pp. 202-203. Otros
impuestos directos eran la capitación, los décimos y los diezmos, contri­
bución en especie que correspondía a la Iglesia. Los impuestos indirectos
eran: La Gabela (gabelle), sobre la sal, conocida por su impopularidad, las
ayudas (aides), sobre las bebidas, las Traites (en la acepción de "carta de
porte"), sobre la circulación de bienes, tanto interior como exterior, ante­
cesoras de los derechos de aduana y de Octroi, y sobre la transmisión de la
propiedad, a título gratuito u oneroso.

232
EzraM iz r a c h i

mos, de tina confusión entre la palabra "patente", en su prime­


ra acepción, que es una elipse de la expresión "cartas patentes",
cuyo uso está datado desde 1595 -fecha muy posterior al final
de la edad media-, y la tercera acepción de esa palabra, docu­
mentada a partir de 1791.
En idioma francés, las acepciones de dicho vocablo son: I o
(1595) Escrito emanado del rey o de un cuerpo, que establece
un derecho o un privilegio. 2o (1736) Mar. patente de salubri­
dad o patente. Documento relativo al estado sanitario de un
navio. 3o (1791) Impuesto directo anual, al cual esta sujeta toda
persona que ejerza, en Francia, una profesión no comprendida
en las excepciones legales.11 No conocemos a partir de cuales
fechas están documentadas las diversas acepciones del indica­
do vocablo en idioma español. En el Diccionario de la Real Aca­
demia12 no se incluye tal información, y en el Diccionario de
Corominas la palabra patente es mencionada en su acepción
original "manifiesto, perceptible" -documentada en el siglo XVII-
, bajo la entrada "paila".13
El primero de los Diccionarios citados señala dentro de las
acepciones de "patente", las siguientes: "4. f. Título o despacho
real para el goce de un empleo o privilegio"; y "9. documento
expedido por la hacienda pública, que acredita haber satisfecho
determinada persona la cantidad que la ley exige para el ejerci­
cio de algunas profesiones o industrias." Nótese que en la últi­
ma de las acepciones citadas no existe nada que permita afir­
mar que se trate de un permiso o licencia para el ejercicio de
una profesión o industria.
Durante la Colonia el vocablo "patente", también como elip­
se de "carta-patente", fue utilizado con el mismo sentido que en
Francia. Un ejemplo de ello eran las "patentes de composición

11 Le Petit Robert. Dictionnaire Alfabétique & Analogique de la Lange


Française. LE ROBERT. Paris, 1981.
12 Vigésima primera edición. 1992.
13 Joan Corominas y José A. Pascual. Diccionario Crítico Etimológico Caste­
llano e Hispánico. Gredos. Madrid. 1981. Volumen IV. pg. 340.

233
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

de pulperías", mediante las cuales el Gobernador o sus tenien­


tes podían autorizar la apertura de establecimientos comercia­
les adicionales al máximo fijado por los Ayuntamientos, "pa­
gando por vía de composición en cada año de treinta a cuarenta
pesos",14 "aunque, por abuso, los funcionarios cobraban mu­
cho mas (de 100 a 600 pesos), independientemente del derecho
de alcabala.15
Lo que caracteriza a la ley francesa de 1791 es la sustitución
de la técnica impositiva para la determinación de la taille
personnelle: en lugar de la valuación directa de la utilidad, que
daba pié a confrontaciones entre perceptores reales y contribu­
yentes, se acudió a la preconizada por cameralistas del siglo
XVIII: utilizar elementos objetivos, por lo general,
exteriorizaciones, para estimar la importancia de la actividad, y
su probable rendimiento.16
Un punto de partida para indagar el origen del tributo que
nos ocupa lo ofrece la Enciclopedia Británica:
En la edad media muchos de los impuestos antiguos especial­
mente los de carácter directo, desaparecieron y dieron paso a
una variedad de servicios obligatorios y a un sistema de "ayu­
das" (muchas de ellas bajo forma de obsequios o regalos). Los
principales impuestos indirectos eran gravámenes al tránsito
y a las ventas en los mercados. En las ciudades, el concepto
desarrollado fue una obligación que afectaba a todos los resi­

14 Don José de Limonta. Libro de la Razón General de la Real Hacienda del


Departamento de Caracas. Academia Nacional de la Historia. Caracas.
1962. pp 60-62. En nuestro trabajo sobre la Patente de Industria y Comercio
incurrimos en el anacronismo de llamar a este pago tasa, aplicando cate­
gorías tributarias que serían construidas siglos mas tarde. El vocablo "com­
posición" tiene, entre otras acepciones, la de " 2. ajuste, convenio entre dos
o mas personas" (DRAE) lo que remite al derecho privado. Por el contra­
rio, la Alcabala era un verdadero impuesto, como los que gravaban las
ventas en la antigüedad grecolatina.
15 Arellano Moreno, Antonio. Orígenes de la Economía Venezolana. Edicio­
nes de la Biblioteca. Universidad Central de Venezuela. Caracas, 1982.
16 Mizrachi, Ezra. La Patente de Industria y Comercio. FUNEDA. Caracas,
1998.

234
EzraM iz r a c h i

dentes: el peso de los impuestos sobre ciertos alimentos y bebi­


das era compartido entre los consumidores y los productores y
comerciantes. Durante la última parte de la edad media, algu­
nas ciudades germanas e italianas introdujeron muchos im­
puestos directos: de capitación para los pobres y sobre la renta
neta u, ocasionalmente, el ingreso bruto, para los ricos. (El
impuesto sobre la renta era administrado mediante declara­
ción jurada ante una comisión cívica).17

En el Capítulo relativo a las villas y el renacimiento de la vida


urbana, Pirenne señala que la más urgente de las necesidades
de aquéllas era la de defender a los mercaderes y sus bienes:
"No existe villa alguna, en la Edad Media, que no haya sido fortifica­
da." Y continúa:
Las finanzas urbanas. Para cubrir los gastos exigidos por la
necesidad permanente de fortificarse, se tuvieron que crear
recursos. ¿En dónde se podían tomar estos, sino en el mismo
cuerpo de la burguesía? ya que estaban interesados por igual
en la defensa común, todos sus miembros tuvieron por igual la
obligación de contribuir a los gastos. La cuota de cada cual se
calcula proporcionalmente, y esto es una gran novedad. Vino,
en efecto, a sustituir al tributo señorial, arbitrario y percibido
en el interés exclusivo del señor, una prestación relacionada
con las posibilidades de los contribuyentes y que tenía por objeto
la utilidad general de tal modo que el impuesto recobra su
naturaleza pública, que había perdido durante la época feudal18.
Los impuestos objetivos a las utilidades nacen en las ciuda­
des medievales como resultado del desagregación del impuesto
al patrimonio, que era una forma tributaria mas adecuada para
gravar la riqueza en aquéllas, antes que la renta de la tierra. La
razón de separar el valor del patrimonio en el de cada uno de
los objetos que lo constituían fue doble: de una parte, prevenir
la evasión, buscando elementos objetivos que permitieren pres­

17 The New Encyclopaedia Britannica. Dècima quinta edición. Volumen 28,


p. 409. Quinquagèsima edición. Chicago. 1988
18 Op. cit. p. 46

235
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

cindir de la declaración del contribuyente; por la otra, tomar en


consideración por separado el rendimiento de cada objeto pro­
ductor de renta.19
La técnica francesa de valoración indiciaría fue recibida en
la República de Colombia en la ley del 11 de mayo de 1826,20
para sustituir la utilizada en el impuesto denominado "contri­
bución directa", establecido por Ley de 30 de septiembre de
19 Bickel, Wilhelm. Impuestos Objetivos a las Utilidades. En: Tratado de fi­
nanzas, cit. Tomo II. pp. 399-400. Dada la dificultad de consultar la obra
citada, la transcribimos in extenso "Aunque particularmente en Italia y Fran­
cia Meridional restos del sistema tributario romano parecen haber perdurado du­
rante siglos, ofreciéndose como puntos de partida de la economía de la tardía Edad
Media, el moderno gravamen objetivo a las utilidades, en el resto de Europa, se
formó de nuevo hacia el fin de la Edad Media y sin conexión con instituciones
antiguas sino sobre la base de la constituciónfeudal y del orden comunal en la tardía
Edad Media.
Esto rige en especial para Alemania. Los tributos del derecho feudal proce­
dían allí -como en otros países- más bien del derecho privado que del
derecho público y no pueden ser llamados todavía verdaderos impuestos;
pero se transformaban en parte en tales cuando el mismo Estado feudal
medioeval evolucionó de una unión de personas al "Estado institucional
territorial" (MAYER) de la época moderna.
En el nordeste alemán, donde las ciudades tenían papel muy secundario, el
impuesto territorial ha constituido por mucho tiempo el impuesto princi­
pal del sistema tributario, y los impuestos a los edificios y profesionales
fueron agregados recién mucho mas tarde. Distinto era en el sur y el oeste
de Alemania, en donde se hallan desde los siglos 12 y 13 en las ciudades
impuestos generales al patrimonio, mas adecuados a la capacidad contri­
butiva de cada ciudadano que la simple imposición sobre la renta del
suelo. Estos impuestos de las ciudades todavía en la Edad Media eran
imitados también en los territorios principescos. Al comienzo solo fueron
recaudados con motivos extraordinarios; pero a medida que aumenta la
demanda financiera de los Estados se convierten, poco a poco, en tributos
regulares. Simultáneamente se comprueban, siempre en mayor grado, la
deficiencia de la técnica impositiva que favorece la evasión de impuesto -
tasación sobre la base de libres declaraciones juradas de los contribuyen­
tes- y la desconsideración por la desigual capacidad beneficiaria de cada
componente patrimonial. Por eso, desde el siglo XVI se produce un proce­
so de desintegración (SCHANZ) del impuesto al patrimonio, su disgrega­
ción en una serie de gravámenes sobre utilidades ligadas a determinados
objetos individuales fácilmente imponibles.
20 Cuerpo de Leyes de la República de Colombia. 1821-1827. Universidad
Central de Venezuela. Caracas, 1961. p. 332.

236
E zraM iz r a c h i

182121 que, en opinión del Dr. J. M. Siso Martínez, se inspiró en


el impuesto sobre la renta creado en la Inglaterra de comienzos
del siglo XIX, para afrontar los gastos causados por las guerras
napoleónicas22

La ley de 1826 se aparta, como se dijo, de la determinación


directa de la base imponible, una de las causas de los "...graves
inconvenientes para recaudar la contribución directa en su parte in­
dustrial" (Ley, Considerando I o), y acude, para la fijación del
impuesto, a dos criterios: el tipo de actividad y, dentro de éstas,
la importancia del establecimiento, a los que distribuye en tres,
cuatro o cinco clases, con la indicación del monto del impuesto
que corresponde a cada una.

Naturalmente, la distinción entre clases de industrias -en­


tendido dicho término como actividad productiva- se hacía aten­
diendo a los factores objetivos que señala Meisel: rentabilidad
promedio, importancia de la localidad donde sea ejercida, nú­
mero de empleados, entre otros, criterios que no son explicitados
en la ley, como tampoco lo eran en la contribución de patentes
francesa, sino que son utilizados para la fijación de cada cuota
tributaria, en una fase previa a la presentación al Parlamento
del proyecto de ley:
el impuesto francés a actividades lucrativas (contribution des
patentes), ejemplo para numerosos gravámenes de esta índole,
renuncia conscientemente a fijar el rendimiento por declaracio­
nes; trata de averiguar la base impositiva según características
externas (clase de actividad, importancia de la localidad, can­
tidad de empleados, etc.). Precisamente la suerte de esta ley
con mas de 30 reformas durante un siglo, demuestra la impo­
sibilidad de una justa gravación sobre la base de un sistema de
exteriorizaciones (Sisteme indiciaire).23

21 loe. cit. p. 67
22 Siso Martínez J. M. Prólogo al Cuerpo de Leyes de la República de Colom­
bia, cit., p. xix.
23 Meisel, Frank. Técnica Impositiva. En: W. Gerlof y F. Neumark (ed.) Trata­
do de Finanzas. Tomo II. El Ateneo. Buenos Aires, 1961. p. 351.

237
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

El sistema fiscal español ofrece un ejemplo de determinación


por caracteres, la del impuesto a las actividades económicas
(IAE), que la doctrina de ese país califica como directo. El hecho
imponible es "el mero ejercicio en territorio nacional de actividades
empresariales, profesionales o artísticas, se ejerzan o no en local de­
terminado y se hallen o no especificadas en las tarifas del impuesto".
Con esta técnica se somete a gravamen:

no el beneficio efectivo obtenido por el sujeto pasivo sino el be­


neficio de susceptible obtención, es decir, el rendimiento medio
presunto a nivel sectorial de quienes ejerzan la misma activi­
dad, lo que se desprende de la presunción de que toda actividad
en su concepción genérica produce un beneficio y que se ha de
tributar por él, con independencia de la cuantía del rendimien­
to cierto obtenido por el sujeto pasivo24

Para la ordenación y cuantificación del hecho imponible, en


las tarifas del IAE se clasifican las actividades en rúbricas, a las
cuales se atribuye una cuota fija de impuesto, en el caso de las
actividades artísticas y profesionales, o los módulos necesarios
para calcularlo, en el de las actividades empresariales. La cuota
de impuesto puede ser nacional, provincial o municipal, bien
por prescripción obligatoria, bien por estar permitido optar en­
tre la cuota municipal, la provincial o la nacional: si un contri­
buyente tiene locales en mas de un Municipio, puede solicitar
ser gravado con la cuota provincial, y si su actividad abarca
más de una provincia, con la nacional.

Los módulos que se tom en consideración son, simplifi­


cando, la cantidad de trabajadores afectos a la producción de la
empresa y el tiempo trabajado; la potencia instalada (kW), la
superficie computable del o de los locales destinados a la activi­
dad productiva, que son afectados con coeficientes de correc­
ción, entre otros, la población de derecho de la localidad, para
las cuotas municipales. A cada módulo se asigna un monto en

24 Poveda Blanco, Francisco. Los Impuestos Municipales. Tecnos. Madrid,


2000. p. 88.

238
E zraM iz r a c h i

pesetas. En el caso de artistas y profesionales, a la cuota fija se


añade lo que corresponda al local en el que se ejerza la activi­
dad, en su caso.

2. La traslación del impuesto: una petición de principio.

La creación de un gravamen general al consumo a través de


un impuesto al volumen de negocios, que ocurre en Alemania e
Italia a finales, e inmediatamente después, de la primera guerra
mundial, así como la sustitución de la técnica indiciarla
tradicional por declaraciones de los ingresos brutos obtenidos
durante un determinado período ha llevado, en nuestra opinión,
a que la mayoría de los autores suramericanos califique a la
patente de industria y comercio como impuesto indirecto, bien
con el criterio de la traslación, bien con el de la capacidad
contributiva.

Como apunta Jarach, ninguno de los criterios utilizados para


distinguir entre impuestos directos e indirectos es satisfactorio.
En cuanto a la traslación, acota que no hay impuestos que por
su sola naturaleza sean trasladables, o no. Son excepcionales
los casos en que el impuesto es realmente soportado por el con­
tribuyente de jure (capitación; gravámenes a las trasmisiones a
título gratuito; impuestos extraordinarios al patrimonio; entre
otros), pues la traslación depende de muchos factores, indepen­
dientes de la voluntad del contribuyente, por lo que calificar a
un impuesto como directo o indirecto "...trae como consecuencia
que no se pueda determinar a ciencia cierta si, cuándo y cómo los
impuestos se trasladan."25 Continúa el autor citado:

Tampoco rescata su validez la distinción entre impuestos di­


rectos e indirectos, si se deja liberado al criterio del legislador
el juicio sobre la trasladabilidad o no de los impuestos y se
definen como directos aquellos que según el legislador con co­
brados de unos sujetos con la intención -y la opinión- de que

25 Jarach, Dino. Finanzas públicas y derecho tributario. Ia edición. Camgallo.


Buenos Aires. 1983 p. 262.

239
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

serán soportados por ellos mismos, mientras que son indirec­


tos aquellos que el legislador impone a los contribuyentes de
jure con la presunción y la tácita o expresa autorización legal
que los trasladen sobre otros. Es evidente que este criterio su­
pera los obstáculos que se oponen al criterio de la traslación,
pero se reduce -nuevamente- a un aspecto meramente formal,
por cuanto las presunciones del legislador pueden estar muy
lejos de la realidad.
Una importante advertencia merece el criterio de calificación
que estamos examinando. Es muy común escuchar o leer de un
determinado impuesto: es directo, ergo no es trasladable o vi­
ceversa: es indirecto ergo es trasladable. Trátase de una evi­
dente petición de principio. La trasladabilidad, supuesta o com­
probada, hace que el impuesto se clasifique entre los indirectos.
La aserción de que los impuestos por ser indirectos son
trasladables o que por ser directos no lo son, es falaz, tanto mas
si se adopta como criterio de clasificación otro que no sea el de
la traslación.

La traslación del impuesto es un fenómeno que es analizado


por la ciencia de las finanzas, al estudiar los efectos de los tribu­
tos, en un país y una época determinados; pero también es un
mecanismo utilizado por el legislador tributario por razones de
comodidad de recaudación, obligando al pago del tributo a per­
sonas que no serían los destinatarios reales del gravamen, como
sucede en los impuestos a las ventas cobrados en una fase ante­
rior al consumo. Es necesario, por tanto, atender a la
estructuración técnica del impuesto para determinar si la inten­
ción del legislador fue gravar a personas diferentes de las obli­
gadas al pago del tributo, pero sin olvidar que éste puede ser
trasladado, o no, pues, como se señaló anteriormente, se trata
de una cuestión de hecho, resultado de variables económicas
que escapan a los contribuyentes.26

26 Sobre la traslación del impuesto véase Arena, Celestino. Finanza Pública.


UTET. Turín. 1963. Tomo II. pp. 160 y ss; Cosciani, Cesare. Principios de
Ciencia de la Hacienda. Editorial de Derecho Financiero. Madrid. 1960. pp.
355 y ss.

240
E zra M iz r a c h i

Si, como sostienen algunos autores, lo importante es la natu­


raleza del impuesto y no la efectiva traslación de éste, se sustitu­
ye la realidad económica por un postulado formal: la voluntad
del legislador, lo que lleva a la petición de principio que señala
Jarach."27

El criterio de la capacidad contributiva -impuestos directos


son los que gravan manifestaciones directas de la capacidad
contributiva; indirectos, los que atienden a manifestaciones
indirectas de dicha capacidad- tampoco escapa a la crítica del
autor citado, pues la afirmación tiene como presupuesto -no
explicitado- la traslación, incurriendo en la ya indicada
inconsistencia lógica.28 Si el contribuyente de impuesto sobre la
renta, o de la patente, agregamos, logra trasladar el impuesto,
es evidente que no se consultó su capacidad contributiva en forma
directa; y a la inversa, si el impuesto a las ventas no llega a ser
trasladado, afecta directamente la renta o el patrimonio del
contribuyente de jure, y no la manifestación indirecta de
capacidad contributiva que pretendía gravar el legislador: el
consumo.29

Las críticas arriba señaladas no excluyen el reconocimiento


de la utilidad de la distinción en el ámbito de la ciencia de las
finanzas, siempre que se analice por separado los efectos econó­
micos de cada impuesto en concreto, salvo que se trate de calcu­
lar el ingreso nacional a valores de mercado. Sólo una de las
finalidades que enumera Jarach tiene relevancia jurídica, y ello
solamente en Argentina: "Para la asignación de las potestades
tributarias a la Nación y a las provincias...”, objeto de controver­
sias jurídicas que se añadieron a las de naturaleza financiera.30
Como es conocido, la Constitución Argentina que adoptó la
forma federal de Estado (1853) distribuyó el poder tributario
entre Estados (Provincias) y Nación, atendiendo a la fuente del

27 Jarach, loe. cit, p. 262


28 loe cit, p. 263
29 loe cit, p. 263
30 loe. cit, p. 264

241
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

tributo. Los impuestos indirectos corresponden tanto a la Na­


ción como a las Provincias que no hayan hecho delegación ex­
clusiva de facultades, salvo los de aduana, reservados a aquélla,
en forma permanente; los directos, a las Provincias, en forma
permanente y, en supuestos determinados y de manera tempo­
ral, a la Nación.31 La contradicción entre la realidad tributaria y
las cláusulas constitucionales, al delegar las Provincias no sola­
mente la recaudación de impuestos directos, sino también la le­
gislación sobre éstos, mediante leyes denominadas de "coparti­
cipación", fue resuelta con la reforma constitucional de 22 de
agosto de 1994.
En Venezuela no tiene relevancia constitucional la clasifica­
ción de los impuestos en directos e indirectos -y, en consecuen­
cia, el concepto de traslación- pues el mecanismo para la distri­
bución del poder tributario entre República, Estados y
Municipios, en la Constitución vigente, es la asignación de con­
cretos tributos a los entes territoriales menores, bien directamen­
te, bien mediante ley nacional.32
Las críticas a la traslación se refieren a su uso como criterio
de distinción entre los impuestos directos e indirectos, mas no
como herramienta para determinar si, y bajo qué condiciones,
un impuesto puede ser trasladado. Así, Villegas adhiere a la
observación empírica de que cualquier impuesto, con escasas
excepciones, puede ser trasladado, lo que pareciera incongruente
con el uso de ese criterio para distinguir entre impuestos direc­
tos e indirectos.33
En lo que toca a los impuestos objetivos a las utilidades, Bickel
señala que la traslación no tendría lugar solamente si no se gra­
vasen los márgenes de beneficio del empresario, lo cual no es
posible, en la práctica, en la imposición por caracteres, "que al­
31 Villegas, op.cit. pp. 215-218
32 Sobre este punto, véase: Vigilanza Adriana. El Poder Tributario antes y
después de la Constitución de 1999. Mizrachi, Ezra. Potestades Tributarias
de los entes político-territoriales. En: V Jomadas Venezolanas de Derecho
Tributario. LIVROSCA Caracas. 2000.
33 loe. cit, pp 79-80

242
E zraM iz r a c h i

canzan utilidades meramente ficticias o, en el mejor de los casos, pro­


medios elaborados, es demasiado primitiva para responder a tal su­
puesto y para no conducir a fenómenos de traslaciónZ'34

No es infrecuente que un mismo fenómeno económico sea


utilizado por el legislador con propósitos fiscales diferentes. El
ingreso bruto es uno de ellos: puede ser utilizado tanto para
gravar la renta, con ocasión de su ingreso al patrimonio del con­
tribuyente, o cuando es aplicada al consumo.
Conforme a lo expuesto, en uno y otro caso será posible la
traslación -o la no traslación- del impuesto, aunque la inten­
ción de legislador haya sido gravar la renta gastada, cuando el
tributo fuere recaudado en una fase anterior a la compra del
bien por el consumidor final. Será la técnica tributaria que se
utilice la que facilitará, o tratará de impedir, la traslación del
impuesto.35

Otro caso en el que el legislador utiliza herramientas de la


ciencia de las finanzas para el diseño de un tributo lo encontra­
mos en el impuesto al valor agregado, denominación criticada
por Cosciani, quien acota que el valor agregado es uno de lo<=
métodos de cálculo de la renta nacional (los otros son la valora­
ción de los bienes terminados, y el cálculo de la remuneración
de los factores de la producción). El tributo grava, en opinión de
Cosciani, el producto nacional neto, llamado también producto
interno neto, y no el mayor valor.36

Al método de cálculo del producto interno neto mediante la


sustracción del mayor valor que los bienes y servicios adquieren
en cada etapa del proceso productivo, corresponde la técnica
tributaria dirigida a precaver los efectos en cascada en los im­
puestos plurifásicos al consumo, que son impuestos a la renta
gastada. Por el contrario, al método de cálculo de la renta na­

34 loe cit, p. 420


35 Sobre los conceptos de renta "ganada" y "gastada", véase Einaudi, Luigi.
Principios de Hacienda Pública. 4a edición. Madrid. 1955. pp 202 y ss.)
36 Cosciani, Cesare. El Impuesto al Valor Agregado. DEPALMA. Buenos Ai­
res. 1969. pp. 61 y ss.

243
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

cional mediante la suma del valor de las remuneraciones de los


factores de la producción, corresponde la técnica tributaria del
impuesto a la renta ganada.

3. La patente de industria y comercio: ¿un impuesto a las ven­


tas?
La generalidad de los autores iberoamericanos consultados,
incluyendo los venezolanos, opinan que este impuesto es "indi­
recto", pero sin calificarlo en forma expresa como un gravamen
al consumo. Entre nosotros, el primer autor que identificó en
forma correcta el origen y naturaleza de este impuesto, en nues­
tro conocimiento, fue Brewer-Carías.37
Luego de citar la ley francesa de 1791, el autor citado hace
referencia al método indiciarlo para la determinación del im­
puesto: "...la extensión del local en el cual se realizaba la explo­
tación (...) el número de sus empleados y obreros, o (...) la canti­
dad de productos elaborados o materias primas invertidas. Por
consiguiente, el impuesto no afectaba el producto verdadero sino
un producto presunto"38
En Argentina, Giuliani Fonrouge ha criticado la opinión de
algunos autores, para quienes "...el hecho imponible está cons­
tituido por el ejercicio de la actividad lucrativa y que el ingreso
solo proporciona la medida del impuesto, de modo que este últi­
mo no debe tomarse en cuenta para la calificación del tributo."
(Resaltado en el texto).39
La argumentación de Giuliani no es muy convincente. En
primer lugar, "que la naturaleza jurídica financiera de un im­
puesto no depende de las palabras de la ley o la denominación
que se le atribuya, sino que, como dijo la Corte Suprema en un

37 Brewer-Carías, Alian. "Comentarios sobre el Impuesto Municipal de Pa­


tente de Industria y Comercio". Revista de Derecho Público N° 6. Editorial
Jurídica Venezolana. Caracas. 1981.
38 Loe. cit. p. 201
39 Giuliani Fonroge, Carlos M. Derecho Financiero. DEPALMA. Buenos Ai­
res. 1962. Volumen II. pp. 843-844.

244
E zra M iz r a c h i

viejo fallo, es necesario examinar la realidad de las cosas; princi­


pio completado mas tarde con el concepto que debe investigarse
la forma en que efectivamente incide el impuesto sobre los actos u
operaciones afectados...." (Resaltado en el texto)40
Sin embargo, el autor citado no lleva a la práctica los princi­
pios de interpretación que enuncia, sino que afirma que este
impuesto, "en su concepción y estructura esencial, es una adap­
tación del Umsatzsteuer y del impuesto italiano, especialmente
del primero...",41 a pesar de que los antecedentes de este tributo,
y su calificación como impuesto directo son, en Europa, de vieja
data.
El gravamen -continúa- "no afecta los equivalentes de las
transacciones en si y por si, sino en cuanto se vinculan con una
actividad empresaria y, por tanto profesional y autónoma, refi­
riendo el requisito de la autonomía a la voluntad del sujeto,
mediante la actividad económica. Lo anterior no significa "que
en el régimen Italiano el objeto del impuesto esté constituido,
únicamente, por el ingreso obtenido, pues también se relaciona
con la autonomía de una actividad económica..."42
El corolario de las afirmaciones transcritas -que recuerdan
las utilizadas por la doctrina europea respecto de los impuestos
objetivos a las utilidades- es sorprendente: "cuando media ven­
ta de productos o mercaderías, constituye un impuesto a las
ventas..." pero "allí donde hay actividad empresaria o profesio­
nal que se traduce en ingresos por prestación de servicios o rea­
lización de tareas, importa un gravamen al rédito bruto ..."43.
No hay explicación del porqué si el ingreso es resultado de la
venta de mercancías el impuesto es indirecto, pero si las tran­
sacciones tienen por objeto servicios, se está gravando el rédito
bruto del prestador, un impuesto directo.

40 Loe. cit. p. 844.


41 Loe. cit. p. 844
42 Loe. cit. pp. 844-845.
43 Loe. cit. p. 845.

245
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

En Venezuela, el profesor Romero-Muci opina que se trata


de un impuesto a las ventas, al consumo, y al efecto afirma que:
"sin desconocer las dificultades de caracterización que impli­
can estas formas rudimentarias de imposición -típico de los im­
puestos de producto-" se trata de "una forma arcaica de impo­
sición al consumo, independientemente que el hecho imponible
se verifique o diseñe normativamente en referencia al ejercicio
de una actividad lucrativa comercial o industrial."

Se trata de un impuesto al consumo pues, "a pesar de su


diseño indiciario y de que históricamente estuvo vinculado a un
propósito de gravar la utilidad del contribuyente, no queda hoy
residuo de este propósito, particularmente, porque ni siquiera el
impuesto en comentarios se acredita al impuesto sobre la renta
(como lo hace el impuesto al activo empresarial)". La materia
gravable es el consumo porque "ni la renta ni el capital pueden
constituir materia gravable de los tributos municipales, por es­
tar atribuidos en forma expresa al dominio tributario del poder
nacional (...) con las excepciones expresas de los tributos a los
impuestos sobre inmuebles urbanos y las patentes de vehícu­
los..."44

La argumentación del profesor Romero Muci es inconsisten­


te, tal vez porque el punto es abordado en forma incidental, en
notas al pié de página. En primer lugar, no existen "dificultades
de categorización"; basta consultar la doctrina alemana, espa­
ñola, italiana o francesa para calificar correctamente a la pa­
tente de industria y comercio; en tanto que la afirmación de que
no queda ningún residuo del propósito de gravar la utilidad del
contribuyente es eminentemente subjetiva, no susceptible de ser
validada o invalidada.

No es cierto, por otra parte, que los impuestos sobre la renta


graven necesariamente un neto. En los sistemas mixtos, como el

44 Romero Muci, Humberto, El establecimiento permanente como criterio


de vinculación territorial del Poder Tributario Municipal en el Impuesto
sobre Patente de Industria y Comercio, p. 146. Revista de Derecho Tributa­
rio. Enero, febrero y marzo 1.999.

246
EzraM iz r a c h i

adoptado en la ley de 1943, coexisten impuestos proporcionales


-que gravan las rentas en forma diferencial, en razón de su ori­
gen, con deducciones diseñadas para cada una de las fuentes, o
sin deducciones-, con un impuesto sobre la renta neta global,
con tarifa progresiva.. Los impuestos cedulares se causaban y
debían ser cancelados independientemente de la no existencia
de renta global gravable.

En cuanto al impuesto a los activos empresariales, se trata de


un impuesto a las utilidades, calculado con un método indiciario:
la rentabilidad presunta de los activos aplicados a la producción
del ingreso.45 Que este impuesto pueda ser deducido del impuesto
sobre la renta del ejercicio no es elemento relevante para su
calificación como gravamen directo, pues la deducción
dependerá, en la práctica, de la existencia de renta gravable en
el ejercicio, o en los posteriores a los que la ley permita el traslado.

El argumento derivado de la prohibición constitucional a los


Municipios de gravar el capital y la renta, por estar ello reserva­
do al Poder Nacional, tampoco es útil para calificar a la patente
como impuesto directo, o indirecto, puesto que también se po­
dría afirmar que la patente de industria y comercio está igual­
mente comprendida en la excepción a que alude el autor, res­
pecto de los impuestos sobre inmuebles urbanos y automóviles.

Si la patente tuviera como objeto gravar el consumo, ¿cómo


explicar la tesis defendida por el autor, y la generalidad de los
que sostienen la misma calificación de la patente: que debe ex­
cluirse de la base de cálculo del impuesto -los ingresos brutos-
el producto de la venta de desechos y bienes de uso, como han
decidido algunos tribunales tributarios?46

45 Sobre los sistemas de impuesto sobre la renta, véase Jarach, Dino. Finan­
zas Públicas. 2a edición. Cangallo Buenos Aires. 1978. pp. 363 y ss. Véase
igualmente Gota Losada, Alfonso. Tratado de Impuesto sobre la Renta.
Editorial de Derecho Financiero. Madrid. 1971. Tomo I, pp. 69 y ss.
46 Luego de redactadas estas "notas", la Asamblea Nacional aprobó en se­
gunda discusión el Proyecto de Ley Orgánica del Poder Público Municipal,
que incluye una normativa bastante detallada sobre el Impuesto a las

247
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

No es sostenible que solamente el gravamen a la renta neta


pueda ser calificado como impuesto sobre la renta. Han existi­
do, y existen, impuestos a las utilidades, que no admiten, o limi­
tan severamente, las deducciones, y cuya cuantía es calculada
bien sobre el ingreso bruto, o sobre el capital invertido, o de
manera presuntiva, como hemos expuesto anteriormente. Al
respecto, véase la información aportada por Ronald Evans, en
su estudio sobre la patente de industria y comercio47.
La opinión del profesor Romero Muci coincide con las razo­
nes expuestas en la parte motiva de sentencias que declararon
la nulidad de gravar con la patente a las botillerías, porque se
estaba pechando la venta de licores, reservada constitucional­
mente al Poder Nacional; o a las telecomunicaciones, objeto tam­
bién de impuesto nacional, entre otros casos, criterio que fue
modificado por el Máximo Tribunal, a partir de 1962, en sen­
tencias reiteradas y pacíficas -a las cuales no hace referencia el
autor- que han decidido que la patente de industria y comercio
no grava el capital, ni las ventas, ni los ingresos brutos, sino el
beneficio hipotético que deriva del ejercicio de una actividad.48

Actividades Económicas, que recoge gran parte de la doctrina judicial ela­


borada a partir de 1962, y que no deja ninguna posibilidad de duda sobre
la naturaleza de este impuesto. Así, el artículo 209 del proyecto excluye de
la base imponible: el impuesto al valor agregado o similar, lo cual era
innecesario; los ajustes meramente contables del valor de los activos, en
cumplimiento de la normas sobre ajuste por inflación; el producto de la
enajenación de bienes integrantes del activo fijo sin que, a diferencia de la
ley española, sea necesario que el bien hubiere formado parte de aquél
durante un lapso de tiempo determinado; y el producto de la enajenación
de un fondo de comercio, de manera que haga cesar los negocios de su
dueño.
47 Evans Márquez, Ronald. Introducción al Régimen Impositivo Venezola­
no. McGraw-Interamericana. Caracas. 1998. pp. 73 y ss.
48 Que la patente gravaba las utilidades de los establecimientos comerciales
o industriales era opinión común, mucho antes de las sentencias citadas.
Así, un contribuyente, por carta de 4-04-1917, se quejó al General J. V.
Gómez por el hecho que la junta de clasificación incrementó la patente en
un 50%, lo cual fue confirmado por la junta de apelaciones. Ahora bien, dos
empleados de la Gobernación, designados al efecto, examinaron los libros
de la empresa de un período de 10 años, hasta 1916, y consignaron en su
informe: "por las demostraciones que preceden se comprueba que el mo­

248
EzraM iz r a c h i

Para una mejor comprensión de las doctrinas judiciales en


conflicto, es conveniente señalar que la Constitución de 1925
había añadido una nueva prohibición a los Estados: crear im­
puestos "...sobre las demás materias rentísticas que constituyan
impuestos federales" (art. 17, 4o, 3, a); extendida a las Munici­
palidades por el artículo siguiente (ordinal 3o) y, simétricamente,
atribuía a la competencia federal "la organización, cobro e in­
versión de los impuestos de estampillas o timbres fiscales, ciga­
rrillos, (...) "y todos los demás que con el carácter de impuestos
nacionales estableciere la ley", (art. 15, 17).

La prohibición que estableció la Constitución de 1925 para


los Estados y Municipalidades fue esgrimida para demandar la
nulidad, por inconstitucionalidad, de Ordenanzas que grava­
ban actividades pechadas con un impuesto nacional, como las
botillerías49, elaboración de tabaco50, telecomunicaciones51 y
otras, con el argumento de la existencia de un impuesto nacio­
nal o, simplemente, que aún en la hipótesis "...de que en la Ley
Orgánica del Ramo no estuviesen pechados específicamente los
expendios de licores, los Concejos municipales tampoco podrían
establecer gravámenes legítimos sobre los aguardientes y licores
ni sobre las demás especies que constituyen arbitrios rentísticos
nacionales, porque, reservado constitucionalmente a la compe­
tencia federal todo lo relativo al punto, los Estados y las munici­
palidades que tal hicieren incurrirían en usurpación de faculta­
des y atribuciones" 52

vimiento de El Aserradero hasta el año del incendio de 1914 iba en progre­


sión ascendente; y que, en estos últimos años apenas han alcanzado las
ventas a la mitad de los que eran en los 3 años anteriores de 1912 a 1914 (...)
resultando, por lo tanto disminuidos los rendimientos del negocio en esa
misma proporción." Carta de M. A. Matos, en: Los hombres del Beneméri­
to. Acta científica venezolana. Caracas. 1986, Tomo n, pp. 173 a 175.
49 Sentencia de la Sala Política y Administrativa de la Corte Federal y de
Casación, de 26 de octubre de 1938.
50 Sentencia de la misma Sala, de 24 de noviembre de 1938. Para la sentencia
citada, y otras, véase Mizrachi, Ezra. Los ingresos Tributarios de la Muni­
cipalidad del Distrito Federal, cit. pp. 31 y ss.
51 Corte Federal, 16 de junio de 1953.
52 Sala Política y Administrativa, sentencia de 26 de octubre de 1938.

249
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

A partir de 1962,53 la jurisprudencia del Tribunal Supremo


cambia radicalmente: declara constitucional gravar con patente
a las empresas radioemisoras, con base en la distinción entre la
actividad lucrativa como hecho generador del impuesto, y la
base imponible -los ingresos brutos - que no son sino indicios de
la magnitud del "producto hipotético de las actividades
gravadas".
Aunque la sentencia citada no utiliza el vocabulario de la
técnica tributaria, la frase transcrita apunta a la naturaleza de
la patente de industria y comercio: un impuesto objetivo a las
utilidades que derivan de las actividades lucrativas, medidas
sobre base presunta.
La consecuencia de calificar este impuesto como gravamen
al consumo sería la inconstitucionalidad de cobrarlo a quienes
produzcan, distribuyan o vendan bienes objeto de impuestos
específicos nacionales, con base en la prohibición del numeral
primero, in fine, del artículo 183 de la Carta Magna: cobrar im­
puestos "sobre las demás materias rentísticas de la competencia
nacional." Adicionalmente, con la entrada en vigor de un im­
puesto general al consumo, habría que concluir en que queda­
ron derogadas todas las ordenanzas sobre patente de industria
y comercio.
Pero además, la tesis que rechazamos plantea un problema
de interpretación constitucional de primordial importancia: si
la materia gravada es el consumo, ¿cuál sería el municipio com­
petente para ello: el de origen o el de destino de la mercancía o
servicio?, pues los numerales segundo y tercero del ya citado
artículo 183 prohíben a estados y municipios gravar el consumo
de bienes antes de que entren en circulación en su territorio, o
gravarlos en forma diferente a los producidos en él.
Aún cuando el Constituyente de 1947 modificó la formula­
ción tradicional de la primera de las citadas prohibiciones, sus­

53 Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, sentencia del


28-05-62.

250
E zraM iz r a c h i

tituyendo la expresión "antes de ser ofrecidos al consumo", por


la frase "entren en circulación en su territorio", opinamos que
la restricción continúa referida al consumo, en otros términos, a
las ventas al menudeo pues, ante la prohibición de crear adua­
nas, ¿cómo determinar el momento en que los bienes "entran en
circulación" en el territorio de un concreto estado o municipio?

La prohibición que se comenta apareció en la constitución de


1864, como consecuencia de la forma federal adoptada para la
organización del Estado, si bien sujeta la aplicación de aquélla a
la existencia de un gravamen nacional54, o de una exención del
impuesto, añade la Constitución de 1881.

Como hemos señalado, si la patente de industria y comercio


es un impuesto al consumo -a las ventas- es necesario pronun­
ciarse sobre si un municipio puede gravar los consumos que sean
efectuados fuera de su territorio o, dicho en otros términos, si
pueden sustraerse al principio de territorialidad, cuya necesa­
ria consecuencia es que las normas que están autorizados a crear
no pueden surtir efectos en otros municipios.

La territorialidad, como hemos sostenido en otro lugar55, es


una limitación constitucional a la potestad que tienen estados y
municipios para crear y estructurar los tributos que les están
asignados constitucional o legalmente. En este orden de ideas,
sólo podría ser gravable el consumo efectuado en el territorio
del municipio, pues los productos despachados por el fabrican­
te, distribuidor o mayorista a otras jurisdicciones rara vez en­
trarán en circulación en el municipio de origen.

54 Artículo 13, 5. Las otras prohibiciones que pueden englobarse bajo la de­
nominación "cláusula comercial", son las contenidas en otros numerales
del artículo 13: no restringir con impuestos ni de otra manera la navega­
ción en ríos y demás aguas navegables, que no hayan exigido canalización
artificial (4); gravar los efectos y mercancías de tránsito para otro Estado
(6); establecer aduanas para cobro de impuestos, pues solo habrá las nacio­
nales (14) prohibir el consumo de los productos de otros estados, ni gravarlos
con impuestos diferenciales (19).
55 La Patente de industria y comercio. FUNEDA. Caracas. 1998. pp. 69 y ss.

251
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

4. La potestad para crear tributos municipales.

Como ya hemos señalado, solamente a partir de 1947 la po­


testad de los Municipios para crear tributos adquiere rango cons­
titucional; en las anteriores, la autonomía municipal era consa­
grada en forma indirecta, mediante la obligación que asumían
los Estados de respetar la autonomía de las Municipalidades, en
lo económico y administrativo.56

Antes de la Constitución federal de 1864, y salvo el breve


paréntesis de la Constitución de 1857, las rentas municipales,
que incluían impuestos al consumo y a las actividades, eran
objeto de leyes nacionales, que autorizaban la creación de di­
chos tributos y rentas. La primera de ellas, de 1830, que sustitu­
yó a la ley colombiana de 11 de abril de 1825, gravaba también
a las actividades profesionales.57

La Ley de Rentas Municipales de 14 de octubre de 1830 fue


modificada en 1838, 1839, 1846, 1857 y 1859; y las normas de
contenido tributario, incorporadas a la Ley Orgánica del Poder
Municipal, de 20 de enero de 1862. En esta última, la enumera­
ción casuística de las actividades gravadas es sustituida por la
siguiente cláusula general: "Son Rentas Municipales los dere­
chos que se imponen por los Concejos I o Sobre todas las indus­
trias, artes y profesiones en ejercicio, no exceptuadas especial­
mente."58

Tal vez la relevancia que tuvo el Municipio para los redacto­


res de la Constitución de 1947 -recuérdese la importancia polí­
tica que adquieren los Concejos en la transición democrática,

56 Véase: Vigillanza, Adriana. El Poder Tributario antes y después de la Cons­


titución de 1.999. Mizrachi, Ezra. Potestades tributarias de los entes políti­
co-territoriales. loc.cit.
57 Las profesiones liberales eran gravadas con la Contribución Industrial o
de Patente.
58 Art. 14. Esta previsión es el fundamento de las normas que aparecen en las
leyes de ejercicio profesional, que las eximen de este impuesto.

252
EzraM iz r a c h i

bajo el gobierno del General Eleazar López Contreras- llevó a


otorgar rango constitucional a la potestad de los municipios para
crear tributos. Así, el artículo 112 del citado texto constitucional
confirió a éstos competencia para:

5 o Organizar y administrar sus rentas, que están constituidas


por los ingresos provenientes de los siguientes ramos:

a) Patentes sobre la industria, el comercio y toda clase de


vehículos;
b) Impuestos y contribuciones sobre inmuebles urbanos y
espectáculos públicos.

Es manifiesto, en nuestro criterio, que ninguna Constitución


ha otorgado a los municipios potestad para "crear tributos", la
cual comprende tanto la elección de la materia gravable como
la del vínculo de conexión entre ésta y la persona que será el
sujeto pasivo del impuesto, sino concretos impuestos, conocidos
desde el inicio de la vida republicana, no susceptibles de ser
modificados en forma tal que desvirtúe la configuración técnica
de aquéllas.

Ejemplos de estas conductas son la manipulación de la terri­


torialidad, adoptando la doctrina de la equivalencia de causas
para someter a impuesto a quienes no tienen establecimiento en
jurisdicción del municipio, o bien la de retener el impuesto a
proveedores radicados fuera de éste o, en fin, la categoría "con­
tribuyente transeúnte" resultado de la perversión de la figura
del "contribuyente temporal", aquél que se establece por el tiem­
po necesario para ejecutar una obra en el municipio.

B I B L IO G R A F Í A

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255
REFLEXIONES EN TORNO
A LA BASE IMPONIBLE DEL IMPUESTO
SOBRE ACTIVIDADES ECONÓMICAS
DE INDUSTRIA, COMERCIO, SERVICIOS
O DE ÍNDOLE SIMILAR

A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za*

A la memoria de mis abuelos,


Antonio Planchart Burguillos y Josefina Cuervo de Planchart

I. INTRODUCCION

Luego de una espera de más de cinco años y de una declara­


toria de inconstitucionalidad de la omisión del Poder Legislati­
vo, pronunciada por la Sala Constitucional del Tribunal Supre­
mo de Justicia1, finalmente fue publicada, en Gaceta Oficial N°
38.204, de fecha 8 de junio de 2005, la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal, cuyo texto viene a sustituir a la Ley Orgáni­
ca de Régimen Municipal y a desarrollar las disposiciones cons­
titucionales atinentes al funcionamiento de los Municipios. Den­
tro del catálogo de normas contenidas en este novísimo

Abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (2000), men­


ción Summa Cum Laude. Especialización en Derecho Tributario, Universi­
dad Central de Venezuela (trabajo especial pendiente). Asociado del Escri­
torio Torres, Plaz & Araujo. Miembro de la Asociación Venezolana de
Derecho Tributario (AVDT).
1 A partir de un recurso de interpretación interpuesto por la "Asociación
Civil Maracaibo Unido", decidido mediante sentencia del 27 de mayo de
2004, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de justicia declaró, en
fallo del 6 de noviembre de 2003, la inconstitucionalidad de la omisión de
la Asamblea Nacional en lo que respecta al dictado de la Ley Orgánica del
Poder Municipal. En esa oportunidad se le concedió al Poder Legislativo
un plazo de tres (3) meses para sancionar la ley, el cual transcurrió con
creces,, hasta que fue aprobada la Ley en a finales de mayo de 2005.

257
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

instrumento legal ocupan lugar preeminente las que se refieren


a la materia impositiva y, por sobre todas las cosas, las que tie­
nen que ver con el Impuesto sobre Actividades Económicas, su­
cesor de la tradicional Patente de Industria y Comercio. Estas
disposiciones relativas al régimen tributario entrarán en vigen­
cia el Io de enero de 2006, fecha para la cual los Municipios
tendrán que haber adecuado sus Ordenanzas a lo dispuesto en
esta nueva Ley.

La aparición del mencionado instrumento nos obliga inme­


diatamente a analizar la conveniencia de sus normas y a eva­
luar las potenciales consecuencias de su aplicación, aunque ha­
cerlo antes de su entrada en vigencia pueda llevarnos a
conclusiones que luego, con el devenir del tiempo, lleguen a lu­
cir prematuras. De un examen global de las disposiciones de
carácter tributario contenidas en la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal podemos afirmar que, independientemente
de los defectos que podamos notar en algunas de ellas, las mis­
mas tienen la bondad de positivizar por primera vez una canti­
dad de principios que anteriormente, en el mejor de los casos,
habían sido recogidos por la jurisprudencia. En otras palabras,
se trata de un primer intento -por demás perfectible- de poner
orden en una materia en la que hasta ahora reinaba el caos y en
la que siempre se ha observado la interacción, frecuentemente
anárquica, de dos actores con intereses contrapuestos y de un
tercero que ha tratado, a veces sin mucha fortuna, de establecer
el equilibrio.

Por un lado, encontramos al Municipio, ávido de recursos


que necesita para prestar los servicios que le competen y que en
muchos casos no son suficientes. Esta situación, calificada por
algunos como "voracidad fiscal", es el resultado de concebir un
proceso de descentralización sobre bases financieras débiles. Con
esto no queremos declaramos enemigos de dicho proceso, pues­
to que, por el contrario, consideramos que es imprescindible
acercar el poder al ciudadano y dejar en manos de las autorida­
des locales la gestión de muchos asuntos cuyo manejo ha resul­
tado poco eficiente en manos del nivel central. Pero así como no

258
A n t o n io P l a n c h a r t M en d oza

puede esperarse que los Estados y los Municipios asuman com­


petencias sin contar con fuentes de ingresos suficientes para eje­
cutarlas, tampoco puede admitirse la obtención de dichos in­
gresos a través de transgresiones a los principios básicos de la
tributación y en el contexto de un sistema tributario mal conce­
bido, en el que no existe una visión de conjunto que permita
integrar armónicamente las potestades fiscales de los entes polí­
tico-territoriales que en él conviven.

Porque en el otro extremo encontramos al contribuyente,


quien sin duda está obligado a hacer aportes destinados al sos­
tenimiento de las cargas públicas (artículo 133 de la Constitu­
ción), incluyendo las del Municipio, pero está llamado a hacerlo
en la medida de sus aptitudes económicas, de su capacidad con­
tributiva, sin que la misma pueda verse rebasada hasta llegar a
los límites de la confiscación2. En este punto debemos detener­
nos para hacer énfasis en que para nosotros el principio de ca­
pacidad contributiva no es un mero postulado programático
recogido por el Constituyente como mandato genérico dirigido
al legislador, sino una verdadera garantía para el ciudadano,
llamada a proteger su patrimonio contra una eventual imposi­
ción abusiva por parte de los entes que detentan potestad
tributaria3. Y esta capacidad contributiva es una sola, y bajo esa

2 Aunque el desarrollo del tema de la confiscatoriedad no constituye el


punto central de este estudio, debemos hacer referencia, como dato curio­
so de gran importancia, el contenido de una reciente sentencia de la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 15 de junio de
2004 (caso "Cámara de Turismo del Estado Nueva Esparta -CATENE-"),
en la que se le da una interpretación de avanzada a este principio constitu­
cional, cuando se afirma que un impuesto es confiscatorio no sólo cuando
produce una detracción sustancial del patrimonio del contribuyente, sino
cuando la imposición es ilegítima.
3 Es por ello que consideramos desacertadas las decisiones de la Sala Políti­
co-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia en las que, con base en
una visión netamente formalista del principio de capacidad contributiva,
se concluye que el rechazo de la deducción del gasto por el incumplimien­
to de los deberes del agente de retención en materia de Impuesto sobre la
Renta no vulnera lo establecido en el artículo 316 de la Constitución de
1999 (ver, entre otras, la sentencia dictada en fecha 25 de junio de 2002, caso
"Mecánica Venezolana, C.A., MECAVENCA").

259
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

idea debería estructurarse el sistema tributario venezolano, pues


más allá de todos los planteamientos y discusiones alambicadas
que existen en la doctrina y la jurisprudencia sobre el hecho
generador, la base imponible, la concurrencia de potestades
tributarias y la doble imposición, el contribuyente, el ciudadano
común, el empresario, siente que sobre la riqueza de la cual dis­
pone, considerada globalmente, recaen una serie de tributos que
-de manera desordenada- producen una alta presión fiscal que
acarrea, a su vez, efectos distorsionantes en la economía.

En el medio de estos dos polos en tensión ha estado


tradicionalmente el Poder Judicial, como instancia llamada a
resolver los conflictos que se plantean entre los sujetos de derecho
que hacen vida en el ordenamiento jurídico venezolano. Si
evaluamos en forma global la tarea que han desempeñado los
órganos jurisdiccionales que han hecho pronunciamientos en
materia de Patente de Industria y Comercio/Impuesto a las
Actividades Económicas, tenemos que concluir que el balance
es irregular y no ha contribuido lo suficiente en la fijación de
criterios claros que permitan conseguir un adecuado equilibrio
entre los Municipios y los contribuyentes. Sin embargo, para no
pecar de injustos, hay que reconocer que ha sido la jurisprudencia
la que ha logrado instituir algunos parámetros básicos de
armonización, como la tesis del establecimiento permanente, que
se mantiene hasta hoy de manera pacífica, salvo en lo que
respecta a algunas distorsiones como la figura del contribuyente
transeúnte.

Ante la ausencia de uniformidad en la jurisprudencia (algo


materialmente imposible) y frente a la necesidad de definir unas
reglas de juego que permitan disminuir la conflictividad en la
relación Municipio-contribuyente, resulta de capital importan­
cia la aparición -aunque sea tardía- de la Ley Orgánica del Po­
der Público Municipal, en la cual se establecen algunas reglas
de armonización en el ejercicio de la potestad tributaria de los
entes locales, destacando el reconocimiento que hace el legisla­
dor, en el artículo 163 de dicha Ley, de que los tributos munici­
pales no pueden generar efectos de carácter confiscatorio, ni

260
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o z a

propender a la múltiple imposición interjurisdiccional. En su


debe, sin embargo, encontramos normas que transgreden las
prohibiciones contenidas en el artículo 183 de la Constitución
(especialmente, la enunciada en el numeral 1), pues la Ley, en
su artículo 208, declara que el Impuesto sobre Actividades Eco­
nómicas podrá recaer sobre aquellas actividades incididas por
tributos asignados al Poder Nacional, añadiendo, sin embargo,
un pronunciamiento de buenas intenciones al ordenar a los
Municipios ponderar los efectos de la aplicación concurrente de
tributos.

Hemos escogido desarrollar para esta obra colectiva el tema


de la base imponible del impuesto in comento por la importancia
que tiene en la estructura del tributo y por los álgidos conflictos
que ha generado. No nos proponemos hacer una exégesis de las
normas pertinentes de la Ley Orgánica del Poder Público Muni­
cipal, sino examinar la adecuación técnica del régimen estable­
cido en este instrumento y en qué términos quedan resueltos -
de ser el caso- algunos problemas medulares que se habían
presentado en el pasado en cuanto a la determinación de la base
de cálculo de la Patente de Industria y Comercio/Impuesto so­
bre Actividades Económicas.

II. EL CONCEPTO DE BASE IMPONIBLE Y SU VINCULA­


CIÓN CON EL HECHO GENERADOR DEL TRIBUTO

A pesar de que a primera vista luce innecesario comenzar


este estudio con disquisiciones en tomo a los conceptos funda­
mentales de hecho generador y base imponible, pues los mis­
mos pertenecen a lo más elemental de la Teoría General del Tri­
buto, en el caso de la Patente de Industria y Comercio/Impuesto
sobre Actividades Económicas de Industria, Comercio, Servi­
cios e Indole Similar, cualquier recordatorio en lo que respecta a
estas dos instituciones -especialmente en lo tocante a su vincu­
lación- jamás resulta inútil, pues parece mentira que -en algu­
nas oportunidades- se haga un manejo tan inadecuado de ellas
en la formulación, interpretación y aplicación de las ordenan­
zas municipales.

261
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

Emprender una revisión general del concepto de base


imponible y su conexión con la figura del hecho generador nos
obliga a tener en cuenta que detrás del tributo hay una reali­
dad económica que existe por sí misma antes de que el legisla­
dor elabore cualquier formulación jurídica en tomo a ella. En
efecto, el tributo debe necesariamente recaer sobre una mani­
festación de riqueza que ya se halla presente y que resulta co­
nocida en el mundo antes de que se construya una categoría
tributaria destinada a recaer sobre tal manifestación. Es indis­
cutible que los conceptos de renta, venta, patrimonio, entre
muchos otros, son fenómenos que poseen una acepción eco­
nómica que precede a las construcciones que se plasman en la
ley como elementos configuradores de un gravamen que inci­
da sobre tales conceptos.

Cuando el legislador, ya sea por atribución del Poder Consti­


tuyente o porque detenta potestad tributaria originaria -y tiene
entonces la posibilidad de escoger libremente la materia grava­
da4- crea un tributo y define los elementos esenciales que for­
man parte del mismo, está trabajando sobre una realidad que
posee vida propia fuera del ámbito fiscal. Esta situación impone
ab initio algunos condicionamientos lógicos que no pueden ser
soslayados cuando esa realidad es trasladada del campo
extratributario para ser convertida en presupuesto de hecho que
da lugar al nacimiento de la obligación tributaria. Ergo, cuando
la Constitución, en su artículo 156, numeral 12, le asigna al Po­
der Nacional la potestad para gravar la renta, el legislador debe
formular el impuesto de manera tal que recaiga sobre un con­
cepto que se acerque en lo posible al económico, aunque se ad­
mitan ciertas decisiones de política fiscal que de algún modo
podrían no hacer coincidir con toda exactitud la categoría
impositiva con la realidad extratributaria5.

4 Debemos observar que la significación que le damos a la expresión "po­


testad tributaria originaria" se aparta de la doctrina tradicional. Ver más
adelante, en el desarrollo de este estudio, la explicación que damos en este
sentido, la cual coincide con la tesis postulada por el profesor Ezra Mizrachi.
5 Con esto no queremos decir que para determinar el nacimiento de la
obligación tributaria haya que atender al fenómeno económico, puesto

262
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

Pues bien, la ley define el hecho imponible, el cual constitui­


rá, con ciertas variantes, la plasmación jurídica del concepto
económico previo, y la realización de este hecho dará lugar al
nacimiento de la obligación tributaria. Sin embargo, a pesar de
que el acaecimiento del hecho generador constituye el eje del
Derecho Tributario -al menos en los términos como éste se conci­
be en Venezuela y en otros ordenamientos latinoamericanos-,
no basta con definir el supuesto cuya verificación concreta dará
lugar al nacimiento de la obligación tributaria. En este sentido,
de nada serviría que la ley se limitara a señalar que la realiza­
ción de un hecho, acto o conjunto de actos da lugar al naci­
miento de la obligación tributaria si no se define dónde y cuán­
do se entiende ocurrido tal hecho (elemento espacial y temporal),
quiénes lo ejecutan (elemento subjetivo) y, muy especialmente,
cómo se cuantifica ese hecho para llevarlo a una expresión mo­
netaria (elemento cuantitativo).

En el caso de los tributos variables (aquellos que no consisten


en un importe fijo) es necesario atribuirle una valoración econó­
mica al hecho generador y es aquí donde entra en juego el con­
cepto de base imponible, para cuya definición tomaremos pres­
tadas las palabras del eminente catedrático español Ferreiro
Lapatza, quien la caracteriza como "...la dimensión o magni­
tud de un elemento del presupuesto objetivo del hecho imponible
que se juzgue como determinante de la capacidad contributiva
relativa"6 (subrayado fuera del texto).

No se nos escapa que algunos estudiosos pondrían reparo al


concepto anteriormente ofrecido, particularmente en lo que res­
que una vez "juridificado" éste en la formulación del hecho imponible,
adquiere una dimensión propia (cfr. al respecto lo señalado por QUERALT,
Juan Martín, LOZANO SERRANO, Marcelo y otros en la obra "Curso de
Derecho Financiero y Tributario", p. 292).
6 Cfr. FERREIRO LAPATZA, José Juan. "Curso de Derecho Financiero Espa­
ñol", Volumen I, p. 413. El profesor Ferreiro distingue entre los conceptos
de capacidad contributiva absoluta y relativa, atribuyendo al primero la
determinación que hace el legislador en cuanto a la aptitud de cierta cate­
goría de sujetos para contribuir con el sostenimiento de las cargas públicos
y describiendo el segundo la medida concreta de esa capacidad.

263
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

pecta a la calificación de la base imponible como un elemento


del hecho generador, pues sabido es que un importante sector
de la doctrina (representado por autores tan renombrados como
Berliri, Sainz de Bujanda y Villegas) mantiene la tesis según la
cual el elemento cuantificador no forma parte del presupuesto
de hecho de la norma tributaria7.

No obstante el respeto que nos merece la opinión de tan des­


tacados representantes de la doctrina, consideramos que la base
imponible es un elemento que forma parte integral del presu­
puesto de hecho de la norma tributaria, pues sostener lo contra­
rio puede llevar a la peligrosa conclusión de que la base es un
simple parámetro para determinar la cuantía del impuesto, con
lo cual existe el riesgo de que se pierda la necesaria vinculación
que debe existir entre los elementos objetivo y cuantitativo del
tributo.

Ahora bien, hay que destacar que, aún los autores que nie­
gan que la base imponible sea un elemento integrante del presu­
puesto de hecho, subrayan la relación de congruencia que debe
darse entre el parámetro cuantificador y el supuesto escogido
por el legislador para dar origen a la obligación tributaria. La
posición de Villegas es ejemplar en este sentido, pues luego de
señalar que es necesario colocar cada concepto en su lugar,
manifiesta que es fundamental "...acentuar la necesidad de que
el elemento cuantificante sea adecuadamente coherente con el
hecho imponible...", añadiendo que "...tal adecuación es esen­
cial, so pena de distorsionar el tributo" y que "...para que eso
sea razonablemente cierto, el legislador debe encontrar una con­
gruente vinculación entre la acción del destinatario legal del tri­

7 Villegas niega que el elemento cuantificante sea "... un elemento integrativo


del hecho imponible, según piensa autorizada doctrina. En tal sentido es
correcto el pensamiento del sutil Sainz de Bujanda: el elemento cuantificante
no es constitutivo del hecho imponible. Es un mero instrumento de
cuantificación de la obligación tributaria sustancial. Pero de ninguna ma­
nera podría sostenerse que forme parte del presupuesto del nacimiento de
la obligación tributaria sustancial..." (cfr. aut. cit. "Curso de Finanzas,
Derecho Financiero y Tributario", p. 288).

264
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

buto previamente hipotetizada en la norma, y el importe de tri­


buto que debe pagar ante la realización de esa acción. Por eso
no debe ser escaso el esfuerzo legislativo encaminado a que la
transformación de cada realización del hecho imponible, en una cifra
pecuniaria determinada, se produzca en la forma más justa y ra­
zonable que sea posible" (cursivas del autor)8.

Ferreiro Lapatza -ya vimos que para este autor sí hay una
integración del elemento cuantitativo en el presupuesto de he­
cho- también hace énfasis en la relación lógica que deben man­
tener el hecho imponible y la base de cálculo como mecanismo
para determinar la capacidad contributiva9 y Jarach hace otro
tanto cuando indica que no es posible desconocer que "...la base
imponible constituye un elemento del presupuesto de hecho de
la obligación, que en su conjunto abarca todos los aspectos sub­
jetivos, objetivos, cuantitativos, espaciales y temporales que la
Ley define en forma expresa o implícita"10.

No queremos cerrar esta breve reseña doctrinaria sin referir­


nos a la opinión del catedrático español José Luis Pérez de Ayala,
quien en su obra "Las ficciones en el Derecho Tributario" le otor­
ga una importancia capital a la base imponible, señalando que
"...es un concepto legal en el que el legislador expresa una di­
mensión valorativa del hecho imponible, para su aplicación ul­
terior cuando este último se realice como hecho jurídico concre­
to. Quiere decirse, por tanto, que el concepto de base imponible
ha de contener siempre elementos que, según la naturaleza de
las cosas, sean elementos que, concurran a, y estén presentes

8 Cfr. VILLEGAS, Héctor, ob. cit., p. 288.


9 Ferreiro expresa que "... la base es siempre la dimensión o magnitud de un
elemento integrante del hecho imponible, pues, en pura lógica, si el tribu­
to se paga en relación con la base imponible, si no hay base imponible no
hay cuota, no nace la obligación tributaria. Para que nazca la obligación
tributaria es necesario que se dé el hecho imponible en todas sus partes
completamente, y una de sus partes o elementos necesarios para que nazca
la obligación tributaria es aquél cuya magnitud se toma como base" (vid.
aut. cit., ob. cit., p. 413).
10 JARACH, Dino. "Curso Superior de Derecho Tributario", p. 177.

265
TEMAS SOBRE TRIBUTACIÓN MUNICIPAL EN VENEZUELA

en, la realización concreta del hecho imponible, para todos los


casos, y caso por caso. Si no, el concepto legal de la base imponible
sería sencillamente inaplicable"11. El planteamiento de Pérez de
Ayala, sin embargo, no se agota allí, pues además de la con­
gruencia que se le exige a la base imponible con respecto al he­
cho generador, este autor indica que la base imponible debe
acercase en la mayor medida posible al elemento natural de
valoración del fenómeno que el legislador ha estimado relevan­
te para darle forma jurídica y vertirlo en la formulación del he­
cho generador del tributo. En tanto no exista esa coincidencia,
se habrá producido una ficción en la definición de la base
imponible12.

En resumen, se asuma o se contradiga la posición según la


cual la base imponible es un elemento que forma parte del pre­
supuesto de hecho de la norma tributaria, hay que reconocer
que entre ambos conceptos ha de existir, necesariamente, una
relación de congruencia que se traduce en que la dimensión eco­
nómica escogida para cuantificar la obligación tiene que ser un
reflejo de algún aspecto del hecho generador, al punto que esa
concatenación debe ser susceptible de producirse -en términos
ideales- no sólo poniendo como referencia la definición pura­
mente jurídica planteada por el legislador, sino la realidad
extratributaria recogida y "juridificada" en dicha definición.

Como corolario de lo anterior, si la comentada relación no


está presente y se materializa un divorcio absoluto entre el he­
11 PEREZ DE AYALA, José Luis. "Las ficciones en el Derecho Tributario", pp.
96-97.
12 Al respecto, Pérez de Ayala dice lo siguiente: " ...cuando en la ley fiscal se
definen unos elementos valorativos del hecho imponible se está elaboran­
do un concepto jurídico sobre unos elementos de los que también existe un
concepto técnico-natural. Y en la medida que los elementos valorativos
definidos por el concepto legal de la base imponible no puedan conside­
rarse técnicamente, y según la naturaleza de las cosas, aptos para realizar
una valoración de los hechos imponibles en su dimensión extratributaria,
o no tributaria, el Derecho tributario está creando un concepto de valor
como verdad jurídica, pero que no es una verdad 'natural'. No coincide con
el valor 'natural'" (vid. ob. cit., p 98).

266
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

cho generador y la base de cálculo del impuesto, se hace necesa­


rio ir más allá de la definición puramente descriptiva del presu­
puesto de hecho y el intérprete se ve obligado a escudriñar, a
través de un análisis crítico del elemento cuantitativo, cuál es la
manifestación de riqueza que realmente se está gravando a tra­
vés del tributo equívocamente estructurado13.

Un ejemplo sencillo -aunque probablemente extremo-, nos


permite comprender fácilmente lo hasta ahora señalado. Como
lo indicáramos antes, la Constitución le atribuye al Poder
Nacional la potestad en materia de Impuesto sobre la Renta
(artículo 156, numeral 12). Pues bien, es obvio que fuera del
ámbito fiscal existe un concepto económico de renta, entendida
como enriquecimiento o ganancia obtenida por una persona
natural o jurídica. Ahora bien, el legislador recoge en la norma
tributaria una definición de renta que puede acercarse con mayor
o menor fortuna a esa realidad (normalmente la política fiscal y
las necesidades de control llevarán a algún grado de separación
entre el concepto jurídico y el económico). La pregunta que habría
que plantear es ¿cuál ha de ser la base imponible del tributo?.
Evidentemente, una expresión numérica que mida cuál ha sido
el enriquecimiento obtenido por el contribuyente. Esa es la
respuesta lógica en un esquema de aplicación cabal de la doctrina
que propugna la congruencia entre hecho generador y base
imponible. Sin embargo, bajo un escenario en el que se admita
la posibilidad de divorciar ambas categorías y en el que se
conciba la base de cálculo como un mero parámetro matemático,
el legislador tendría la opción de escoger los ingresos brutos o
las ventas como dimensiones cuantificadoras del impuesto, pues
mal que bien éste recaería sobre magnitudes económicas,
independientemente de que permitan o no establecer con certeza
si el sujeto pasivo ha visto incrementada su riqueza. ¿Es
admisible una situación como la descrita?. La respuesta ha de
ser, enfáticamente, negativa, pues el hecho imponible "renta"
debe ser traducido cuantitativamente sobre la base de elementos

13 Ver, al respecto, lo señalado por Ezra MIZRACHI en su obra "La Patente


de Industria y Comercio", p. 33.

267
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

que permitan determinar cuál ha sido el enriquecimiento


generado por el contribuyente.

¿Por qué, entonces, ha sido tan difícil que se aplique concien­


zudamente esta doctrina en materia de Patente de Industria y
Comercio/Impuesto sobre Actividades Económicas?. Creemos
que hay varias razones. La primera es que en el caso del Im­
puesto sobre la Renta es relativamente fácil identificar desde el
punto de vista cuantitativo cuál es la dimensión económica del
tributo, pues hay una plena coincidencia entre el hecho genera­
dor y el objeto del impuesto, mientras que en el caso del mencio­
nado tributo municipal esa medición no es tan inmediata, pues
¿cómo dar expresión numérica al ejercicio de actividades lucra­
tivas de industria y comercio?. Pero el problema no termina allí.
La situación se agrava (y puede empeorar bajo el régimen esta­
blecido en la Constitución vigente) cuando no ha habido total
claridad en cuáles son los hechos que dan lugar a la aplicación
del gravamen, pues los Municipios han tratado, con bastante
frecuencia, de ir más allá de lo permitido constitucionalmente y
han intentado lo imposible por convertir este tributo en un im­
puesto sobre actividades "a secas", cosa que naturalmente ha
implicado la inclusión en la base imponible de elementos que,
por definición, deberían estar fuera del alcance del impuesto.

La jurisprudencia en materia de Patente de Industria y Co­


mercio (a trasladarse a su sucesor, el Impuesto sobre Activida­
des Económicas de Industria, Comercio, Servicios o de índole
Similar) está marcada por la tendencia a separar el hecho gene­
rador de la base imponible, legitimando de esa manera situacio­
nes en las cuales no solamente se produce una invasión a la
potestad tributaria de la República, sino una imposición arbi­
traria sobre el patrimonio del contribuyente afectado. Y la gran
tragedia que surge de esa jurisprudencia es que hasta ahora no
han surgido fallos en los que se haga un análisis serio del tema,
con excepción del famoso voto salvado del Magistrado Luis
Henrique Farías Mata respecto de la decisión adoptada por la
Corte Suprema de Justicia en Pleno mediante sentencia del 14

268
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

de diciembre de 1983 (caso "Becoblohm Puerto Cabello, C.A. y


otros"), en el cual se abordó el punto con honda precisión.

El contenido de esta famosa decisión de la antigua Corte Su­


prema de Justicia es bien conocido. La mayoría sentenciadora
estimó, entre otras cosas, que no se configuraba una violación al
principio de irretroactividad de la ley cuando se aplicaba una
nueva Ordenanza a las operaciones ocurridas antes de su en­
trada en vigencia, generadoras de los ingresos señalados como
base imponible del tributo, pues dichas operaciones no eran las
que causaban el impuesto y sólo servían de referencia para el
cálculo del mismo.

Frente a esta no muy acertada conclusión el Magistrado Luis


Henrique Farías Mata salvó su voto, con base en una magnífica
argumentación que sería mezquino intentar resumir en unas
pocas líneas, tal es su densidad e importancia. Basta decir, sin
embargo, que el disidente condenó duramente la separación entre
hecho imponible y base de cálculo, destacando que si fuera cier­
to que no hay relación entre esos dos elementos, "...sería impo­
sible al Juez constitucional inquirir cuál es el verdadero hecho
generador en casos como los citados, en los cuales, bajo la cu­
bierta de un impuesto o tasa, se establece un tributo prohibido a
las Municipalidades o, en general, cuando la voluntad conteni­
da en la declaratoria del hecho generador no coincida con la
realidad recogida en la base imponible...".

Casi se ha convertido en un lugar común analizar el mencio­


nado voto salvado cuando se escribe sobre imposición munici­
pal. Lamentablemente tiene que ser así, porque más allá de la
innegable calidad del razonamiento plasmado por el Magistra­
do Farías Mata, lo cierto es que han transcurrido más de veinte
años desde su aparición y nos atrevemos a decir que no ha habi­
do, ni antes ni después, una sola decisión que haya analizado el
tema de manera tan seria y contundente. Esta circunstancia hace
que este voto salvado se haya convertido en una especie de isla
en medio de la nada, característica que antes que mermar su

269
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

valor, lo ha incrementado. Así, una de las grandes paradojas de


la jurisprudencia tributaria municipal venezolana es que uno
de los textos considerados como referencia para la doctrina está
contenido, no en la parte motiva de una decisión, sino en la
justificación de un voto disidente.

Es verdad que se han dictado sentencias que de alguna ma­


nera recogen el criterio de la necesaria congruencia entre el he­
cho generador y la base imponible. A algunas nos referiremos
más adelante, cuando toquemos algunos aspectos particulares
en tomo a los cuales gira el tema de la base de cálculo del Im­
puesto sobre Actividades Económicas. De hecho, Farías Mata
reseña algunas en el voto salvado en comentarios, para demos­
trar que no ha sido doctrina pacífica de nuestro Máximo Tribu­
nal el considerar la separación radical entre hecho y base
imponible14. Pero se trata de decisiones que no tocan el fondo
del problema con visión de globalidad. Ejemplo reciente de este
tipo de pronunciamiento lo podemos encontrar en una senten­
cia dictada por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia en fecha 11 de noviembre de 2004 (caso "Polímeros del
Lago, C.A. y otros), al resolver un recurso de nulidad por
inconstitucionalidad interpuesto contra la Ordenanza sobre
Fundación del Cuerpo de Bomberos del Distrito Miranda del
Estado Zulia, en cuyo texto se preveía un tributo que debían
cancelar los contribuyentes de la Patente de Industria y Comer­
cio sobre la base del monto pagado por concepto de este último
impuesto, con el fin de sostener la prestación del servicio de bom­
beros. En este fallo la Sala Constitucional efectuó un análisis
que podríamos calificar como dual, pues señaló que si se catalo­
gara el tributo como una contribución, la misma carecería de
sustento constitucional, mientras que de tratarse de una tasa,
en el supuesto que el Municipio prestara efectivamente el servi-
14 Farías Mata se refiere a varias sentencias de la Corte Suprema de Justicia,
de fechas 25 de enero de 1965 y 26 de enero de 1966 (ambas en materia de
Impuesto Inmobiliario Urbano), 18 de noviembre de 1965 y 26 de julio de
1972 (en las que hubo un análisis sobre la prohibición de gravar el ganado
en pie) y 30 de agosto de 1982 (de nuevo en tomo al Impuesto Inmobiliario
Urbano).

270
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

c íode bomberos, existiría habilitación constitucional para crearla,


pero no podría emplearse la base imponible escogida por el Con­
cejo Municipal en este caso, ya que esos ingresos corresponden
al impuesto sobre actividades, pero no pueden vincularse al pago
por un servicio prestado por el Municipio15.

Al leer fallos como el anteriormente mencionado de la Sala


Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, nos viene a la
mente una afirmación muy interesante contenida en el voto sal­
vado de Farías Mata, que permite dar una explicación adicional
al manejo errático que se ha hecho del tema en materia de Pa­
tente de Industria y Comercio/Impuesto sobre Actividades Eco­
nómicas. Señalaba el mencionado jurista que a partir de la revi­
sión de algunas decisiones de la Corte Suprema de Justicia se
observaba que la tendencia a divorciar el hecho generador de la
base imponible se manifestaba al pretenderse la justificación de
la coexistencia de la Patente de Industria y Comercio con un
impuesto nacional que incidía sobre una actividad específica,
situación que se revertía al analizar la constitucionalidad de otros
tributos que, disfrazados como tasas, recaían sobre materias
rentísticas reservadas al Poder Nacional.

Nosotros nos aventuramos a añadir que esa aparente dicoto­


mía en el tratamiento jurisprudencial de la vinculación entre

15 La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia señaló literal­


mente lo siguiente: "... [la] tasa no podría ser sólo exigida a los contribu­
yentes del impuesto sobre actividades económicas ni mucho menos po­
dría tener como base de cálculo los ingresos que sirven para determinar
ese impuesto. Si un servicio como el de bomberos está destinado a la
colectividad en general, implicaría una desigualdad intolerable que sólo
pagasen la tasa correspondiente quienes sean contribuyentes del impues­
to a las actividades lucrativas y no el resto de la población, como si el
riesgo de incendio o de cualquier eventualidad de las atendidas por los
bomberos sólo existiera en las empresas, comercios y, en general, los
lugares en los que se ejerce una actividad económica. Asimismo, carecería
de sentido que el monto de la tasa dependiese de los ingresos de esos
contribuyentes; de esos ingresos sí depende el impuesto a sus actividades.
pero no el pago por el servicio prestado por el Municipio" (subrayado
nuestro).

271
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

hecho generador y base imponible es el resultado de la deficien­


te configuración técnica del impuesto municipal que grava las
actividades comercio-industriales, la cual se mantiene, en cierta
forma, en la nueva Ley Orgánica del Poder Público Municipal.
Y es que llevar a su aplicación más rigurosa los principios que
hemos comentado hasta ahora nos conduciría a afirmar -sobre
esto volveremos luego- que es completamente inadecuado que
el Impuesto sobre Actividades Económicas tenga por base
imponible los ingresos brutos. Más aún, somos del criterio de
que se trata de un tributo que no debería estar en manos de los
Municipios, ya que en el mundo moderno la actividad comer­
cial se ha hecho cada vez más compleja en sus alcances territo­
riales y tal fenómeno constituye un caldo de cultivo propicio
para que se produzca una superimposición de las pretensiones
tributarias de diversas Municipalidades (lo cual, en cierto medi­
da, pretende ser resuelto por la nueva Ley, veremos con qué
grado de éxito), en detrimento de la capacidad económica del
contribuyente. Recordemos en tal sentido la propuesta hecha
por la Asociación Venezolana de Derecho Tributario (AVDT)
en el Anteproyecto de Título Constitucional del Sistema Tribu­
tario, que planteó la posibilidad de despojar a los Municipios de
la competencia en materia de impuesto sobre actividades con el
fin de asignársela a los Estados bajo ciertas condiciones previa­
mente establecidas por el Poder Nacional, previéndose, parale­
lamente, mecanismos de redistribución del producido del im­
puesto entre los entes locales. Estamos conscientes de que esta
no sería una decisión política fácil, pero bien valdría la pena
intentar poner orden en el sistema tributario.

II I. E L C O N C E P T O D E A U T O N O M ÍA M U N IC IP A L Y E L
A L C A N C E D E LA P O T E S T A D T R IB U T A R IA D EL
M U N IC I P IO

Luego de revisar la doctrina y jurisprudencia atinente a la


vinculación entre hecho generador y base imponible, lógico se­
ría pasar a un estudio más detenido del tema, haciendo referen­
cia específica a dichos elementos vistos desde el punto de vista

272
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

concreto de la Patente de Industria y Comercio/Impuesto sobre


Actividades Económicas de Industria, Comercio, Servicio e In­
dole Similar. Sin embargo, consideramos que merece la pena
retardar ese análisis para acometer otro que luego resultará ca­
pital para la comprensión de los problemas puntuales que se
presentan en relación con la base imponible del tributo in co­
mento. Nos referimos, por supuesto, a la autonomía municipal y
al alcance de la potestad tributaria de los entes locales.

No tenemos duda de que la equivocada comprensión del con­


cepto de autonomía municipal ha sido la fuente principal de la
mayoría de los conflictos que se han suscitado respecto de los
entes locales. En no pocas oportunidades las autoridades muni­
cipales han pretendido entender la noción de autonomía como
libertad plena y absoluta de gestionar a su arbitrio los asuntos
comprendidos dentro de los límites del territorio que se halla
bajo su competencia. Pero esta concepción tan amplia está ba­
sada, evidentemente, en premisas falsas. Autonomía y sobera­
nía no son instituciones jurídicas equivalentes16.

En efecto, la autonomía municipal es un concepto de alcan­


ces mucho más limitados, que busca preservar la gestión de las
autoridades locales y evitar la injerencia directa de la Adminis­
tración Central, por una parte, pero conservando, por la otra,
las ideas de unidad y coordinación imprescindibles en un Esta­
do Federal, que requiere el reconocimiento de la sujeción del
Municipio a los postulados erigidos por la Constitución y a los
parámetros generales establecidos en la legislación nacional y
estadal. En tal sentido, por más que se reconozca la importan­
cia del desarrollo local y se catalogue al Municipio como la uni­
dad política primaria de la organización nacional, no se puede

16 Guardando las obvias distancias que imponen los diferentes regímenes de


organización del Estado, es interesante ver, en tal sentido, las declaracio­
nes que sobre este tema hiciera el Tribunal Constitucional Español en
sentencias del 2 de febrero y 14 de julio de 1981, señalando que la autono­
mía es un poder limitado, que no es soberanía. El texto completo de esta
decisión puede ser consultado en www.uc3m.es/uc3m/inst/BC/
RTC 1981 25 1100001000.pdf

273
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

perder de vista que se trata de entes que se encuentran integra­


dos a una estructura política de mayores dimensiones, en la cual
se mueven intereses que van mucho más allá de ámbito munici­
pal y que podrían verse obstaculizados por acciones aisladas de
los entes menores.

Por fortuna, la jurisprudencia venezolana ha sido bastante


clara en lo que a la interpretación de la autonomía de los Muni­
cipios se refiere. Hasta en una fecha tan lejana como 1937 pode­
mos ubicar decisiones en las que se coloca en su justo lugar este
concepto. Efectivamente, la Sala Política y Administrativa de la
Corte Federal y de Casación, mediante sentencia fechada el 2
de diciembre de ese año17, dictó una decisión de enorme impor­
tancia, la cual sería recogida cincuenta y dos años más tarde
por la Corte Suprema de Justicia en Pleno, cuando en fallo del
13 de noviembre de 1989 (caso "Heberto Contreras Cuenca") se
pronunció sobre una acción de inconstitucionalidad contra el
artículo 93 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal de 1978,
destacando que el concepto de autonomía municipal tenía ca­
rácter relativo y obligaba al Municipio a ajustarse a los princi­
pios y limitaciones establecidas en la Constitución y las leyes
nacionales y estadales18. Esta jurisprudencia fue reivindicada

17 En esta sentencia, la Corte Federal y de Casación afirmó que "...las Muni­


cipalidades, como partes integrantes que son de los Estados Federales que
han venido suscribiendo las Bases de la Unión, renunciaron implícitamen­
te a aquel concepto colonial de la autonomía de los Municipios, y adopta­
ron de manera expresa el que surge de la Constitución, esto es, una auto­
nomía que no puede ir más allá de lo que rectamente se desprenda de las
normas del derecho positivo constitucional, o lo que es lo mismo, no se
trata de un gobierno libre dentro del Estado, sino de un Poder regulado
por el Constituyente, y por el Legislativo ordinario" (subrayado nuestro).
18 En este célebre fallo, la Corte Suprema de Justicia hizo un análisis de las
distintas manifestaciones de la autonomía municipal, destacando que la
intención del Constituyente de 1961 no fue "...la de consagrar la autono­
mía municipal con carácter absoluto sino relativo, es decir, dentro del
marco de los principios y limitaciones establecidos en la propia Constitu­
ción y en las leyes orgánicas nacionales y en las leyes estadales habilitadas
para desarrollar el contenido de las normas constitucionales, debiendo
esas leyes conservar y respetar ciertos 'principios generales ineludibles'
establecidos en el Texto Fundamental. Luego, el ámbito de esa autonomía

274
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

cuando ya bajo la vigencia de la Constitución de 1999, la Sala


Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, mediante sen­
tencia del 6 de julio de 2000 (caso "Cervecería Polar del Centro,
C.A. vs. Ordenanza de Contribución por Consumo de Cerveza
con Contenido Alcohólico del Municipio San Carlos del Estado
Cojedes"), volvió a analizar los alcances de la autonomía muni­
cipal, declarando que ésta se encuentra sometida a los mismos
límites a los que aludía la Constitución de 1961, entre ellos "...
los que se deriven de las competencias que en materia tributaria
ostentan las otras personas político territoriales que conforman
el modelo federal del Estado Venezolano".

Así pues, la autonomía municipal, como concepto recogido


anteriormente en el artículo 29 de la Constitución de 1961 y
actualmente consagrado en el artículo 168 del Texto Fundamen­
tal de 1999, posee un contenido específico y está sujeta a restric­
ciones y parámetros establecidos en la Constitución y las leyes.
En este aspecto, la redacción de la norma constitucional vigente
es mucho más contundente, pues de manera explícita se señala
que los Municipios "...gozan de personalidad jurídica y auto­
nomía dentro de los límites de esta Constitución y de la ley"
(subrayado nuestro).

Son varios los aspectos englobados dentro de la noción de


autonomía municipal, pero a los efectos del tema tratado en el
presente estudio nos interesa únicamente la variante financiera
de la autonomía municipal, esto es, la creación, recaudación e
inversión de los ingresos locales y, más concretamente, de aque­
llos ingresos que poseen naturaleza tributaria. Es así como en el
ejercicio de su potestad tributaria, el Municipio está sujeto, en
primer lugar, a una serie de limitaciones explícitas, recogidas
por el artículo 183 de la Constitución de 1999, formuladas como
una serie de prohibiciones dirigidas a los Estados y a los Munici­

sólo podría ser delimitado con la interpretación unitaria de la red norma­


tiva de referencias, sin que pueda afirmarse que alguna de las disposicio­
nes constitucionales se basta a sí misma para dar un cabal concepto de la
autonomía municipal, por más esencial que ella sea".

275
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

pios y que son el resultado de decisiones políticas del Constitu­


yente, dictadas por la necesidad de preservar la forma federal
del Estado venezolano y de garantizar la unidad de la Repúbli­
ca desde el punto de vista económico19.

Hay un segundo gran grupo de limitaciones, que son califi­


cadas por la doctrina20 como implícitas. Se trata de disposicio­
nes constitucionales que no contienen prohibiciones u órdenes
expresas para los Municipios, pero a las que éstos se encuentran
indudablemente sometidos en el ejercicio de su potestad
tributaria. Aquí entran a operar, por ejemplo, los principios fun­
damentales de la tributación, enunciados en los artículos 316 y
317 del Texto Fundamental: reserva legal, capacidad contribu­
tiva, interdicción de los efectos confiscatorios del tributo, prohi­
bición de establecer tributos pagaderos en servicios personales,
así como una variada gama de derechos constitucionales que

19 Bajo la Constitución vigente les está vedado a los Estados y a los Munici­
pios: (i) crear aduanas o impuestos de importación, de exportación o de
tránsito sobre bienes nacionales o extranjeros, o sobre las demás materias
rentísticas de la competencia nacional, (ii) gravar bienes de consumo antes
de que entren en circulación dentro de su territorio y (iii) prohibir el
consumo de bienes producidos fuera de su territorio, ni gravarlos en for­
ma diferente a los producidos en él. Había en la Constitución de 1961
(artículo 18, aplicable a los Municipios de conformidad con el artículo 34
ejusdem) una cuarta prohibición que tenía que ver con la creación de im­
puestos sobre el ganado en pie o sobre sus productos o subproductos,
eliminada en el Texto Fundamental vigente, y una quinta, dirigida única­
mente a los Municipios (artículo 34), que les impedía gravar los productos
de la agricultura, la cría y la pesca de animales comestibles con otros
impuestos que los ordinarios sobre detales de comercio. Esta quinta pro­
hibición ha sufrido modificaciones en el texto de 1999 y actualmente está
planteada como una restricción de carácter relativo que afecta tanto a los
Estados como a los Municipios, pues a pesar de que se les permite gravar
esos productos, pueden hacerlo únicamente en la oportunidad, forma y
medida que lo disponga la legislación nacional (punto regulado para el
caso de los Municipios por los artículos 228 y 229 de la Ley Orgánica del
Poder Público Municipal).
20 Sobre este tema en particular remitimos al análisis detallado que efectúa
ROMERO-MUCI, Humberto, en el estudio previo de su libro "Jurispru­
dencia Tributaria Municipal y la autonomía local (1936-1996)", intitulado
"Alcance de la autonomía tributaria del Municipio", pp. XCI-CXXX.

276
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

resultan afectados por la creación de impuestos, tasas y contri­


buciones y cuyo núcleo esencial debe ser respetado por los entes
dotados de potestad tributaria (propiedad, libertad económica,
no retroactividad, entre otros).

A raíz de la entrada en vigencia de la Constitución de 1999


nos atrevemos a postular la existencia de un tercer grupo de
restricciones, las cuales, si bien no se derivan directamente del
Texto Fundamental, son consecuencia de lo previsto en el artí­
culo 156, numeral 13 ejusdem. Estamos hablando de las limita­
ciones que surgen del ejercicio, por parte del Poder Nacional, de
las potestades de armonización y coordinación de las compe­
tencias tributarias de los Municipios. Se trata de una experien­
cia que aún se encuentra en estado muy incipiente21, aunque la
publicación de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal
supone un avance (aunque todavía muy tímido) en lo que res­
pecta a esta materia.

De este complejo entramado de normas que definen las limi­


taciones a la autonomía tributaria del Municipio, así como del
análisis comparativo de las disposiciones constitucionales de
reparto del Poder Tributario entre la República, los Estados y
los Municipios, hay que concluir, inexorablemente, que sólo al
Poder Central le es atribuida potestad tributaria originaria. Nos

21 Aunque estamos en desacuerdo con algunas conclusiones a las que llega la


autora, recomendamos respecto a este tema la lectura del trabajo publica­
do por Adriana VIGíLANZA GARCIA en la Revista de Derecho Tributario
N° 99, el cual tiene por título "Menú para la armonización y coordinación
de la potestad tributaria de Estados y Municipios. Algunas reflexiones". Se
trata de un interesante intento de sistematizar las pocas manifestaciones
del desarrollo de la potestad de armonización otorgada al Poder Nacional
por la Constitución de 1999, como el caso del artículo 156 de la Ley Orgá­
nica de Telecomunicaciones, las frustrantes previsiones de la Ley de Ar­
monización y Coordinación de Competencias de los Poderes Públicos
Nacional y Municipal para la prestación de los Servicios de Distribución
de Gas con fines Domésticos y Electricidad y de la Ley Especial de Asocia­
ciones Cooperativas, así como el de los artículos 50 y 51 de la Ley General
de Puertos.

277
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

adherimos así a la tesis propuesta por Ezra Mizrachi22 -a la cual


se han sumado otros autores, como Adriana Vigilanza23- , se­
gún la cual se entiende que la potestad tributaria originaria es la
posibilidad de que un ente escoja la manifestación de riqueza
gravada y el vínculo que determinará la relación entre dicho
ente y quien fungirá como sujeto pasivo de la obligación
tributaria. Esta concepción se aparta, evidentemente, de la doc­
trina tradicional que califica la potestad originaria como aque­
lla que deviene directamente de la Constitución, y la derivada
como aquella que es atribuida por la ley.

Ahora bien, aún aquellos que prefieran mantenerse apega­


dos a la clasificación tradicional deben admitir que, bajo la Cons­
titución vigente, sólo al Poder Nacional le está permitido crear
otros tributos distintos a los que el Texto Fundamental le atribu­
ye expresamente en su artículo 156, numeral 12. Los demás en­
tes políticos-territoriales, esto es, los Estados y los Municipios,
cuentan con determinadas fuentes de ingresos tributarios que
les son asignadas por el Constituyente y que configuran listas
cerradas o numerus clausus, que únicamente pueden verse am­
pliadas si el Poder Nacional les asigna, por vía de ley, nuevas
fuentes tributarias, como lo prevén los artículos 167, numeral
55, y 179, numeral 6, de la Constitución de 1999, o si produce la
transferencia de competencias a la que alude el artículo 157
ejusdem (equivalente al artículo 137 de la Constitución de 1961).

En efecto, luego de una larga evolución histórico-normativa,


magníficamente reseñada por Mizrachi en su obra "La Patente
de Industria y Comercio", así como en la ponencia presentada
en las V Jomadas Venezolanas de Derecho Tributario, la potes­
tad tributaria residual quedó exclusivamente en manos de la
República, a través de un proceso del cual la Constitución de

22 Vid. MIZRACHI, Ezra. "La Patente de Industria y Comercio", p. 39 y "Po­


testades tributarias de los entes político-territoriales", en el Libro de las V
Jomadas Venezolanas de Derecho Tributario, pp. 226-232.
23 VIGILANZA GARCIA, Adriana. "El Poder Tributario antes y después de la
Constitución de 1999", en el Libro de las V Jornadas Venezolanas de Dere­
cho Tributario, pp. 251 y ss.

278
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

1999 no es más que la acabada culminación. Si bajo la vigencia


de la Constitución de 1961 algunos todavía podían albergar
dudas -meramente teóricas- sobre la existencia de una potes­
tad tributaria residual de los Estados, el Texto Fundamental vi­
gente zanja cualquier posibilidad de discusión cuando en su
artículo 156, numeral 12, luego de enunciar cuáles son los im­
puestos que son de la competencia del Poder Nacional (i.e. im­
puesto sobre la renta, sobre sucesiones, donaciones y demás ra­
mos conexos, impuestos sobre el capital, la producción, el valor
agregado, entre otros), establece que corresponde a la Repúbli­
ca la creación, organización, recaudación, administración y con­
trol de "...los demás impuestos, tasas y rentas no atribuidas a
los Estados y Municipios por esta Constitución o por la ley"24.
Esta declaración significa, ni más ni menos, que cualquier tribu­
to teóricamente concebible, distinto de los ya asignados expre­
samente por la Constitución a la República, los Estados y los
Municipios, le corresponde al Poder Nacional, o lo que es lo
mismo, pertenece a las materias rentísticas atribuidas a éste.

La consecuencia lógica de lo anterior es que a los Estados y a


los Municipios les está vedado crear tributos distintos a los que
la Constitución (y eventualmente la ley) sitúa bajo su potestad,
pues si así lo hicieren, estarían invadiendo la esfera competencial
del Poder Nacional y transgrediendo, por tanto, la prohibición
erigida en el artículo 183, numeral 1, del Texto Fundamental de
1999.

Sobre este particular y para entender hasta dónde llegan las


dimensiones de esa prohibición, consideramos que es importan­
te distinguir entre dos situaciones (ambas alcanzadas por la res­
tricción in comento):

24 Consúltese, entre otros, el artículo de Juan Cristóbal CARMONA BORJAS,


publicado en la Revista de Derecho Tributario N° 97, que lleva por título
"Balance de los primeros treinta meses de vigencia de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela en el ámbito tributario".

279
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

a. Está claro que los Estados y los Municipios, al no poder


escoger libremente la manifestación de riqueza gravada, se en­
cuentran sujetos a un impedimento absoluto en lo tocante a la
creación de impuestos y contribuciones que tengan un hecho
generador que difiera de las figuras tributarias asignadas por la
Constitución o, en todo caso, por la ley. En el caso de las tasas el
radio de acción de estos entes es un poco más amplio, pues la
formulación constitucional les da cierta libertad para determi­
nar cuáles son las tasas que pueden recaudar, con la necesaria
aclaratoria de que siempre deberán tener como causa la efecti­
va prestación de servicios -divisibles, añadimos nosotros- por
parte del sujeto activo del tributo. La jurisprudencia ha sido
bastante pacífica en lo que a este punto se refiere -a pesar de lo
que a nuestro juicio constituyen equivocaciones en lo que res­
pecta a la competencia de timbre fiscal de los Estados y del Dis­
trito Metropolitano de Caracas25- y existen numerosos pronun­
ciamientos judiciales que así lo demuestran. Entre los más
recientes, dos de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia que ya hemos citado antes en el presente estudio: el
de fecha 6 de julio de 2000 (caso "Cervecería Polar del Centro,
C.A."), en el que se declaró la nulidad de la Ordenanza de Con­
tribución por Consumo de Cerveza con Contenido Alcohólico
del Municipio San Carlos del Estado Cojedes, en virtud de que
se trataba de un impuesto -y no de una contribución, como la
denominó el legislador municipal- no atribuido a los Munici­
pios por el Texto Fundamental o la ley, el cual, además, invadía

25 En nuestra humilde opinión, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo


de Justicia efectuó un análisis errado de los alcances de la competencia de
los Estados y del Distrito Metropolitano de Caracas en materia de timbre
fiscal, al no percibir que el papel sellado y los timbres móviles son meros
instrumentos de recaudación y no tributos desde el punto de vista sustan­
tivo. Este error de apreciación llevó a que se admitiera el cobro por parte
de dichas entidades del impuesto del 1x1000 sobre pagarés y letras de
cambio y, lo que es más grave, de tasas causadas por la prestación de
servicios ejecutados por órganos del Poder Nacional (sentencia de fecha 18
de marzo de 2003, caso "Rodolfo Plaz Abreu y otros vs. Ordenanza de
Timbre Fiscal del Distrito Metropolitano de Caracas"), así como del im­
puesto de salida del país (sentencia de fecha 17 de jimio de 2003, caso
"British Airways P.L.C. vs. Ley de Timbre Fiscal del Estado Vargas").

280
A n t o n io P l a n c h a r t M en d oza

la competencia del Poder Nacional de gravar el consumo de


licores, alcoholes y especies alcohólicas; y el de fecha 11 de no­
viembre de 2004 (caso "Polímeros del Lago, C.A. y otros), en el
cual la Sala señaló que si se calificara como contribución el tri­
buto creado por la Ordenanza sobre Fundación del Cuerpo de
Bomberos del Distrito Miranda del Estado Zulia para el
financiamiento del servicio, el mismo sería inconstitucional, al
no corresponder a ninguna de las contribuciones asignadas por
la Constitución a los entes locales26.

b. No obstante, a nuestro juicio, el alcance de esta prohibi­


ción no se agota en un mero impedimento para los Estados y
Municipios de crear tributos distintos a los establecidos expre­
samente en la Constitución. Hay una segunda manifestación
del límite constitucional bajo estudio, que requiere un análisis
mucho más complejo, pues se traduce en que aún en el marco
de un supuesto desarrollo de las competencias que le hayan sido
deferidas constitucionalmente a los Estados y a los Municipios,
hay que atender a la configuración técnica del tributo para de­
terminar si el mismo responde efectivamente a la finalidad del
Constituyente, o si, por el contrario, bajo una categoría tributaria
aparentemente legítima se oculta otra que escapa de la potestad
de dichas entidades.

Este segundo aspecto abre un universo enorme de proble­


mas, que no siempre han sido tratados adecuadamente por la
jurisprudencia, especialmente la dictada en materia de Patente
de Industria y Comercio. Al analizar el elemento objetivo del
hecho generador entra en operación un asunto que ha ocasio­
nado muchísimos conflictos y que seguramente los seguirá pro­
duciendo, el cual llama al intérprete a responder esta interro­
gante: ¿existen actividades que a pesar de su naturaleza
comercial o industrial no están sujetas a la Patente de Industria
y Comercio/Impuesto sobre Actividades de Industria, Comer-

26 En efecto, el artículo 179 de la Constitución de 1999 solamente le asigna a


los Municipios las contribuciones por plusvalía (numeral 2) y las contribu­
ciones por mejoras que se creen conforme a la ley nacional (numeral 3).

281
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

c í o , Servicios e Indole Similar, por constituir materias cuyo gra­

vamen corresponde al Poder Nacional?. Este es un problema


demasiado espinoso como para tratar de formular una solución
en algunas pocas líneas. Solamente diremos que aunque el artí­
culo 180 de la Constitución de 1999 no permita mantener la
tesis según la cual la atribución de competencia regulatoria al
Poder Nacional apareja consigo una reserva de carácter tribu­
tario (cuya aplicación extrema era sin duda absurda), a nuestro
juicio se mantiene incólume la prohibición que impediría al
Municipio someter a imposición el ejercicio de alguna actividad
si ello se traduce en la invasión de aquellas competencias que el
Texto Fundamental atribuye al Poder Nacional en su artículo
156, numeral 1227. Es por ello que el ejercicio de la competencia
en materia de impuesto a las actividades lucrativas no puede
realizarse de tal manera que el tributo se convierta en un grava­
men a la renta, a las ventas, al capital, a las actividades de ex­
plotación de hidrocarburos -por mencionar algunos ejemplos-
o a algún otro concepto que no estando reservado expresamen­
te por la Constitución sea, por vía residual, sujeto por la Repú­
blica a un impuesto que incida sobre una actividad específica
(como lo sería el caso de las telecomunicaciones, las cuales, en
nuestro criterio, se mantendrían excluidas del Impuesto sobre

27 Por esta razón consideramos que en la sentencia dictada en fecha 4 de


marzo de 2004 por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
(caso "Alcalde del Municipio Simón Bolívar del Estado Zulia y otros"), a
través de la cual se pretendió agotar la interpretación del encabezamiento
del artículo 180 de la Constitución, se crean más dudas que las que se
resuelven. En este fallo, a pesar de que pueden encontrarse atisbos que
sirven para construir una respuesta negativa, no se aclara de manera con­
tundente si la actividad de explotación de hidrocarburos está sujeta o no al
impuesto sobre actividades económicas, pues los sentenciadores emplea­
ron una redacción un tanto sinuosa que en nada ayuda a determinar los
alcances del pronunciamiento. En igual sentido, se desecha la tesis conte­
nida en la sentencia de la Sala PoUtico-Administrativa de la Corte Supre­
ma de Justicia, de fecha 16 de julio de 1996 (caso "Telcel Celular, C.A."),
pero no se aclara si es válida o no la que permite considerar que las teleco­
municaciones están excluidas del tributo municipal en virtud de la exis­
tencia de un impuesto específico a la actividad que comparte la misma
base imponible (los ingresos brutos).

282
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

Actividades Económicas de Industria, Comercio, Servicios o de


índole Similar, no en virtud de la norma contenida en el artícu­
lo 156, numeral 28, de la Constitución de 1999, sino porque el
Poder Nacional ha establecido en el artículo 147 de la Ley Orgá­
nica de Telecomunicaciones, un impuesto específico a la activi­
dad que, además, comparte la base imponible que usualmente
los Municipios emplean para calcular el mencionado tributo a
las actividades lucrativas).

Este es uno de los puntos en los que diferimos radicalmente


de la solución acogida por la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal. En el artículo 208 del mencionado instrumento se
indica que el Impuesto sobre Actividades Económicas es distin­
to a los tributos que corresponden al Poder Nacional o Estadal
sobre la producción o el consumo específico de un bien, o al
ejercicio de una actividad en particular y se causará con inde­
pendencia de éstos, recomendándosele a los Municipios ponde­
rar la incidencia del tributo nacional o estadal en la actividad
económica de que se trate. Se trata de una norma que a nuestro
de modo de ver convierte en letra muerta la prohibición conte­
nida en el artículo 183, numeral 1, de la Constitución de 1999,
que impide a los Municipios invadir las competencias rentísticas
del Poder Nacional.28 La única utilidad de esta limitación que­
daría reducida a revisar el nomen iuris del tributo creado por un
Municipio y determinar si se trata de un impuesto asignado a la
República, lo cual es equivalente a decir que la limitación care­
cería de sentido.

28 Sobre este particular, Félix Hemández-Richards indica que ",. .el peor error
que quizás exista es interpretar el artículo 180 en forma aislada y sobre
todo ignorando la existencia del artículo 183 de la Constitución de 1999
que es una de las principales barreras que contiene la Constitución preci­
samente para evitar la doble o múltiple imposición y para impedir una
presión fiscal exagerada sobre los ciudadanos y agentes económicos, como
podría ser la existencia dos niveles de gobierno con potestades de gravar
al mismo tiempo los ingresos brutos, es decir, la misma base imponible a
un mismo contribuyente" (cfr. aut.cit., "La potestad tributaria para gravar
los ingresos brutos de las telecomunicaciones", en I Jomadas de Derecho
Tributario de las Telecomunicaciones, p. 220.

283
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Ahora bien, no es este el tema que queremos destacar, pues


lo que nos interesa en este caso es lo que tiene que ver con el
análisis del elemento cuantitativo del tributo, cuya revisión tam­
bién debe realizarse para determinar si el legislador estadal o
municipal ha desnaturalizado o no la fuente asignada por la
Constitución o la ley nacional. En este análisis encontrará
especialísima relevancia la congruencia entre el hecho genera­
dor y la base imponible, pues en caso de que no haya correspon­
dencia entre estos dos conceptos, se habrá producido, de segu­
ro, la invasión a la esfera competencial de alguno de los otros
entes dotados de potestad tributaria (normalmente la Repúbli­
ca es la que termina viéndose afectada). A este aspecto, enfoca­
do al caso específico del Impuesto a las Actividades Económicas
de Industria, Comercio, Servicio e Indole Similar, dedicaremos
las páginas que siguen.

IV. EL HECHO GENERADOR Y LA BASE IMPONIBLE EN


EL IMPUESTO SOBRE ACTIVIDADES ECONÓMICAS
DE INDUSTRIA, COMERCIO, SERVICIOS O DE IN­
DOLE SIMILAR

El impuesto que la Constitución de 1961 denominaba Paten­


te de Industria y Comercio (artículo 31, ordinal 3o) vino a ser
sustituido a partir de 1999 por un tributo de nombre altisonan­
te, llamado Impuesto sobre Actividades Económicas de Indus­
tria, Comercio, Servicios e Indole Similar, consagrado en el artí­
culo 179, numeral 2, de la Constitución vigente. Lo único bueno
que a nuestro juicio tiene esta nueva denominación es que aca­
ba definitivamente con una tesis construida a partir de la inter­
pretación literal del Texto Fundamental anterior -carente, a
nuestro modo de ver las cosas, de perspectiva histórica-, según
la cual el término Patente aludía únicamente a una tasa que
debían pagar quienes se establecieran en el Municipio para de­
sarrollar una actividad industrial o comercial, pero que no ha­
bilitaba al ente local a exigir una exacción por el ejercicio de
dicha actividad. Esta tesis, que sepamos, nunca encontró eco en

284
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

la jurisprudencia y sólo puede mencionarse hoy día como mera


curiosidad doctrinaria29.
Es inexcusable, sin embargo, que hayan transcurrido más de
cinco años desde la entrada en vigencia de la Constitución de
1999 hasta el momento en que el legislador nacional sancionó la
Ley Orgánica del Poder Público Municipal. No solamente por­
que existía un mandato del propio Texto Fundamental que lla­
maba a la Asamblea Nacional a que dictara la normativa del
régimen municipal dentro del plazo de un (1) año contado a
partir de su instalación (el cual fue incumplido con creces, al
punto que la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justi­
cia declaró la existencia de una omisión legislativa), sino por la
importancia del tema y las confusiones generadas por el cambio
de denominación del impuesto y la aparición de una norma como
la contenida en el artículo 180 de la vigente Constitución, pun­
tos que hacían pensar que se había concretado una extensión
en los alcances del gravamen municipal.
No obstante, tomando prestado el refrán popular, podemos
decir que "más vale tarde que nunca" y ya disponemos, pues,
de un nuevo cuerpo normativo, la Ley Orgánica del Poder Pú­
blico Municipal, que a pesar de las deficiencias de las que pueda
adolecer, viene a llenar un importante vacío y a intentar resol­
ver problemas que hasta ahora solo habían encontrado solu­
ción a través de la jurisprudencia, con todas las imperfecciones
que tal situación podía traer consigo.
Dedicaremos las próximas páginas una revisión somera de las
disposiciones de la Ley que se vinculan con el hecho generador y
la base imponible del Impuesto sobre Actividades Económicas.
Se trata, quizás, de un análisis prematuro, puesto que las normas
atinentes al régimen tributario todavía no han entrado en vigen­
cia y a veces es difícil predecir cuál va a ser la conducta asumida

29 Esta tesis fue defendida por Nelly CUENCA DE RAMÍREZ en la ponencia


"Método para resolver los problemas por doble imposición municipal",
prestada en las II Jomadas Venezolanas de Derecho Tributario y recogida
por un importante sector de la doctrina nacional.

285
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

por los operadores jurídicos (contribuyentes y Municipios) una


vez que tales normas comiencen a aplicarse. Sólo el tiempo será
capaz de mostramos cómo se desarrollarán las cosas y cuál será
el impacto real de este novísimo instrumento legal.

1. EL HECHO GENERADOR DEL IMPUESTO SOBRE


ACTIVIDADES ECONÓMICAS DE INDUSTRIA,
COMERCIO, SERVICIO O DE ÍNDOLE SIMILAR,
COMO NECESARIO PUNTO DE PARTIDA PARA
LA DETERMINACIÓN DE SU BASE IMPONIBLE

El elemento central del presupuesto de hecho que hacía na­


cer la obligación tributaria por concepto de Patente de Indus­
tria y Comercio era el ejercicio de una actividad industrial o
comercial en el territorio del Municipio. No se trataba, pues, de
un impuesto destinado a gravar cualquier actividad de natura­
leza económica, sino que se circunscribía a esas dos categorías:
la industria y el comercio. Cualquier otra ampliación efectuada
por el legislador municipal, tendente a sujetar a imposición ac­
tividades que no fueran susceptibles de ser encuadradas en al­
guna de esas dos categorías debía ser tenida como inconstitu­
cional, por violar el principio de legalidad tributaria, aunque la
jurisprudencia no siempre fue consistente en este sentido. De
esta manera, se permitió -equivocadamente- que los Munici­
pios dictaran Ordenanzas en las cuales no se hacía alusión a la
mera realización de actividades industriales y comerciales, sino
que también incluían los servicios y, lo que es más grave, un
cuarto grupo representando por la muy ambigua expresión de
"actividades de índole similar"30, que en la mayoría de los casos

30 Esta categoría de actividad, no contemplada por la Constitución de 1961,


fue admitida por la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de
Justicia, mediante sentencia del 30 de jimio de 1966, en el caso "Price
Waterhouse & Co", en la que se afirmó -erróneamente- que "existe un
tercer orden de actividades que sin ser propiamente industriales ni comer­
ciales, ni estar tampoco cumplidas por comerciantes o industriales, deben
pagar la patente por el simple hecho de que en razón de su objeto, orienta­
do por el lucro o la utilidad, guardan analogía o semejanza con las opera­
ciones que se cumplen en el campo industria o comercial".

286
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

no tenía otro objetivo que permitir aplicar el tributo sobre ope­


raciones que ni remotamente podían ser alcanzadas por el mis­
mo (obtención de dividendos, ganancias de capital, entre otras)31.

Partiendo de tales premisas, puede resultar algo inquietante


que la Constitución de 1999 haya empleado, en su artículo 179,
numeral 2, la expresión "Impuesto sobre Actividades Económi­
cas de Industria, Comercio, Servicio o de índole Similar", pues­
to que, a primera vista, pareciera conducir a una legitimación
de las intenciones perseguidas por los Municipios en lo tocante
a la ampliación del hecho generador del tributo. Sin embargo,
la racionalidad debe imponerse en la búsqueda de la inteligen­
cia de la norma, pues de interpretarse, como lo han hecho algu­
nos Concejos Municipales al dictar las nuevas Ordenanzas, que
el Constituyente quiso establecer un tributo que gravara cual­
quier actividad u operación de contenido económico, se pon­
dría de manifiesto una falta de coherencia entre el artículo 179,
numeral 2, del Texto Fundamental y otras disposiciones consti­
tucionales, como la que prohíbe a los entes locales invadir las
materias rentísticas atribuidas al Poder Nacional (artículo 183,
numeral 1, ejusdem).

Por ello, superadas algunas decisiones aisladas en las que se


señaló sin mayor análisis que el impuesto incidía cualquier acti­
vidad de naturaleza lucrativa, consideramos acertada la posi­
ción asumida por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo
de Justicia en fallo del 12 de diciembre de 2002 (caso "Compa­
ñía Venezolana de Inspección, S.A. COVEIN"), la cual, de mo-

31 En tal sentido, el tributarista venezolano Ronald EVANS dice que "...la


inclusión de los servicios y otras actividades residuales (en el caso de la
Patente de Industria y Comercio) es claramente inconstitucional, pues ya
hemos indicado que ni los servicios profesionales independientes ni los
dependientes están dentro del ámbito de la potestad constitucional de
los Municipios. Si acaso, se puede admitir dicha inclusión si la ordenanza
se concentrara en fijar el gravamen sobre actividades de servicios de
naturaleza mercantil, como, por ejemplo, la mera construcción de obras"
(EVANS, Ronald. "Introducción al Régimen Impositivo Municipal Vene­
zolano", p. 93).

287
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

mentó, debe ser considerada la sentencia líder en esta materia,


pues es la única que hasta la fecha ha efectuado un análisis más
o menos detallado de los alcances de la nueva denominación
del impuesto.

En esta sentencia, la Sala Constitucional del Tribunal Supre­


mo de Justicia se pronunció sobre el recurso de nulidad por
inconstitucionalidad interpuesto por una empresa prestadora
de servicios de ingeniería a la industria petrolera, cuya activi­
dad pretendía ser gravada por el Municipio Bolívar del Estado
Anzoátegui, concluyendo que es necesario afirmar, "...en ra­
zonable interpretación restrictiva del sentido literal posible de
la norma, y al mismo tiempo coherente con el resto del ordena­
miento jurídico vigente, que cuando el artículo 179, numeral 2,
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
establece la posibilidad para los Municipios de gravar la activi­
dad económica generada con motivo de la prestación de servi­
cios, les confiere a éstos potestad tributaria originaria para pe­
char solo a aquellas derivadas del ejercicio o desempeño de
actividades económicas de naturaleza mercantil, interpretación
que resulta reforzada, en atención a la conexión de las palabras
entre sí, por la propia norma constitucional cuando ésta advier­
te también son susceptibles de imposición las actividades eco­
nómicas 'de índole similar' a las de industria o de comercio, para
lo cual, forzosamente, tienen que revestir carácter mercantil y
no civil" (subrayado nuestro)32.

32 Las motivaciones históricas, económicas y sistemáticas ofrecidas por la


Sala para fundamentar esta decisión son las siguientes: . .(I) que por razo­
nes históricas y económicas, las Constituciones y las leyes nacionales han
considerado sólo a las actividades económicas de naturaleza mercantil
como susceptibles de ser pechadas por vía del impuesto de patente sobre
industria y comercio, hoy llamado impuesto a las actividades económicas;
(II) que sólo son actividades económicas de naturaleza mercantil, y por
tanto susceptibles de ser objeto del referido impuesto, aquellas activida­
des subsumibles en los artículos 2 y 3, en concordancia con el 200, del
Código de Comercio; y (III) que los servicios profesionales prestados con
motivo del ejercicio de alguna de las denominadas profesiones liberales
(ingeniería, arquitectura, abogacía, contaduría, etc) son actividades econó­
micas de naturaleza civil, no subsumibles en alguna de las disposiciones

288
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

La Sala Constitucional ha sido, pues, muy clara al señalar


que el impuesto al que alude el artículo 179, numeral 2, no gra­
va cualquier actividad económica, sino que se centra en aque­
llas que posean carácter industrial, comercial, de servicio o de
índole similar, debiendo hacerse la aclaratoria, respecto de los
dos últimos grupos mencionados, que siempre habrá de tratar­
se de una actividad de naturaleza mercantil para que pueda
considerarse susceptible de gravamen por parte del Municipio.
En nuestro criterio, esta interpretación debe ser respetada y se­
guida por todos los Tribunales de la República, pues se trata de
la delimitación de los alcances de una norma constitucional y
resulta, por tanto, vinculante para cualquier órgano jurisdiccio­
nal, a tenor de lo dispuesto en el artículo 334 de la Constitución
de 199933.

Ahora bien, la Ley Orgánica del Poder Público Municipal no


parece haber recogido esta interpretación de la Sala Constitu­
cional del Tribunal Supremo de Justicia, pues en la definición
del hecho generador del tributo se hace referencia a la realiza­
ción de cualquier actividad lucrativa en el territorio del Munici­
pio. Así, el artículo 207 de la Ley señala que "...el hecho imponible
del impuesto sobre actividades económicas es el ejercicio habi­
tual, en la jurisdicción del Municipio, de cualquier actividad
lucrativa de carácter independiente, aún cuando dicha activi­
dad se realice sin la previa obtención de licencia, sin menoscabo
de las sanciones que por esa razón sean aplicables" (subrayado
nuestro).
legales del Código de Comercio antes referidas, que se rigen por lo dis­
puesto en el Código Civil o en leyes especiales, y que, por tanto, no son
susceptibles de ser objeto de imposición alguna por constituir, a pesar del
ánimo de lucro que evidencian, supuestos de no sujeción en atención al
objeto civil a que responden" (subrayado nuestro).
33 En el contenido de esta decisión se basa la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia cuando posteriormente, mediante fallo del 15 de julio
de 2003 (caso "Humberto Bauder, Rodolfo Plaz y otros"), declaró suspen­
dida, por vía de medida cautelar innominada, la aplicación del Grupo XXI
del Clasificador de Actividades de la Ordenanza sobre Actividades Econó­
micas del Municipio Chacao del Estado Miranda, mediante la cual dicho
ente pretende gravar el ejercicio de profesiones liberales.

289
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Esta caracterización del hecho imponible se ve complemen­


tada por la descripción que el legislador hace, en el artículo 211,
de las actividades sobre las cuales recae el impuesto (industria,
comercio y servicios). En esta descripción, sobre todo en lo que
se refiere a los servicios, no se observa una intención clara de
excluir aquellas actividades que carecen de naturaleza mercan­
til, motivo por el cual aparentemente existe una contradicción
entre la interpretación que hiciera la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia y la definición del hecho imponible
del Impuesto sobre Actividades Económicas contenida en la
nueva Ley Orgánica del Poder Público Municipal. En tal senti­
do, con el ánimo de no extendemos en demasía sobre este tema,
nos limitaremos a destacar que si bien el carácter vinculante de
las interpretaciones constitucionales de dicha Sala sólo está di­
rigido explícitamente a los órganos jurisdiccionales y no a otras
ramas del Poder Público, lo cierto es que a fin de cuentas, si se
presenta un conflicto en la aplicación de la Ley, será a los Tribu­
nales a quienes tocará resolverlo y en ese proceso estarán suje­
tos indefectiblemente a lo establecido por la Sala Constitucio­
nal, a menos que esta última modifique su propio criterio.

Establecido lo anterior, conviene referimos a algunos elemen­


tos adicionales que resultan importantes en la caracterización
del hecho generador del Impuesto sobre Actividades Económi­
cas, desarrollados por la doctrina y la jurisprudencia, y afortu­
nadamente plasmados en la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal.

En primer lugar, hay que saludar con beneplácito la men­


ción expresa que el artículo 207 de la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal hace de la habitualidad como rasgo esencial
de la actividad gravada, pues el concepto mismo de actividad
contiene implícita la noción de estabilidad en el tiempo. En otras
palabras, el impuesto no recae sobre actos u operaciones aisla­
das. Aquí nos permitimos hacer una pequeña digresión sobre la
importancia que adquieren, en este sentido, la licencia que tra­
dicionalmente han otorgado los Municipios para autorizar el
ejercicio de la actividad y su inmediata relación con el clasifica­

290
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

dor que contienen las Ordenanzas de Patente de Industria y


Comercio/Impuesto sobre Actividades Económicas. En no po­
cas oportunidades se dijo que la Patente de Industria y Comer­
cio era un impuesto que gravaba el ejercicio de la actividad en
sentido abstracto y que los diferentes códigos del clasificador de
la Ordenanza, en los cuales se distinguía cada actividad, atri­
buyéndole una alícuota determinada, solamente tenían por ob­
jeto modular la cuantía del impuesto. Esta última afirmación es,
para nosotros, una verdad a medias. En efecto, y aunque mu­
chos podrían no estar de acuerdo con este criterio34, considera­
mos que la clasificación que haga el Municipio de la actividad
del contribuyente en el momento de otorgarle la licencia consti­
tuye un elemento fundamental en la configuración del tributo y
no es tan sólo un parámetro referencial para su cuantificación.
Permítasenos ofrecer algunos ejemplos para aclarar lo que que­
remos decir. Si asumimos la tesis de que toda actividad indus­
trial, comercial o de servicio considerada en abstracto es sus­
ceptible de calificada como hecho imponible, es obvio, como
veremos de seguidas, que muchas actividades que no deberían
ser sometidas al impuesto serían alcanzados por éste, pues lo
relevante sería tan sólo el rasgo de transformación, de
intermediación en el cambio o de prestación de hacer que revis­
tiera esa actividad. Pero en nuestra opinión, y sin que ello auto­
rice a pensar que el tributo se ha disgregado en una serie de

34 De hecho, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia sostiene


la posición contraria, cuando manifiesta, en sentencia de fecha 4 de febrero
de 2004 (caso "Garzón Hipermercado"), que "en realidad los municipios
ni siquiera tienen necesidad de establecer distinciones entre actividades,
pues ellos no gravan cada actividad concretamente considerada, sino los in­
gresos que en general sea capaz de generar. Sin embargo, por justicia
tributaria, cada ordenanza incluye una diferenciación, a través de los lla­
mados clasificadores, con la intención de fijar alícuotas más altas o más
bajas según el sector de que se trate. Esos clasificadores, entonces, sólo
sirven para distinguir las alícuotas de cada actividad. Por ello, la actividad
de que se trate no se grava por estar en un código específico del clasifica­
dor: se grava por ser actividad económica desarrollada en el Municipio; el
clasificador regula el porcentaje del ingreso bruto que debe ser tomado en
cuenta para el cálculo del impuesto". Huelga decir que estamos en total
desacuerdo con este criterio.

291
T e m a s s o b r e T r ib u t a c ió n M u n i c i p a l e n V e n e z u e l a

impuestos específicos, en el caso del Impuesto sobre Activida­


des Económicas de Industria, Comercio, Servicio e Indole Simi­
lar es importante atender a cuál es el contenido de la actividad
concreta del contribuyente, pues en primer lugar, si esa activi­
dad se llama "explotación de hidrocarburos", "producción de
bebidas alcohólicas", "fabricación de cigarrillos" o "telecomu­
nicaciones", ni siquiera debería ser incluida en el clasificador de
la Ordenanza, por más que se pueda apreciar un contenido in­
dustrial o de servicio de cada una de ellas (mantenemos este
criterio, a pesar de que vimos anteriormente que el legislador,
de manera inconstitucional y si tener en cuenta la prohibición
contenida en el artículo 183, numeral 1, del Texto Fundamen­
tal, ha establecido como principio que pueden someterse al tri­
buto municipal las actividades cuya gravabilidad ha sido asig­
nada a otros niveles político-territoriales, fundamentalmente al
Poder Nacional). Y si la actividad se llama "elaboración de za­
patos", será el ejercicio de esa actividad autorizada en la licen­
cia la que constituirá el hecho imponible, de tal manera que si
esa empresa que fabrica zapatos decide vender unas acciones
que posee en otra compañía o si vende unos desperdicios a los
que puede sacar cierto provecho económico, esas operaciones,
al no ser clasificables dentro del concepto de "elaboración de
zapatos" y al haber sido ejecutadas aisladamente, escapan de
la potestad tributaria del Municipio35.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta en la concepción


del hecho generador de este impuesto es la finalidad lucrativa
de la actividad. Este punto generó conflictos que no siempre

35 En este punto invocamos lo sostenido por Mizrachi, quien destaca que


"...la habitualidad en la patente de industria y comercio, tiene importancia
para determinar cuántos y cuáles rubros son explotados en su estableci­
miento, pues dicho gravamen recae sobre cada una de las actividades que
se realicen en el establecimiento, atendiendo al 'Clasificador de activida­
des' anexo a las ordenanzas (...)". El citado autor continúa indicando que
"...esta noción de habitualidad permite, además, determinar de manera
correcta los ingresos brutos gravables como vimos anteriormente, pues
los ingresos de carácter eventual o accidental no pueden ser índices la
capacidad contributiva del contribuyente" (vid. aut. cit., op. cit., p. 94).

292
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

fueron resueltos adecuadamente por la jurisprudencia36, por lo


que resulta positivo que en el artículo 207 de la Ley Orgánica
del Poder Público Municipal se haga referencia al lucro como
elemento fundamental de la actividad incidida por el impuesto
y se refuerce tal previsión en el artículo 20937, en el cual se defi­
nen las condiciones que permite calificar a una actividad como
carente de fin lucrativo y considerarla no sujeta al gravamen
municipal. En definitiva, estas actividades, examinadas en abs­
tracto, pueden ser susceptibles de producir ganancias para quien
las ejerza, pero por las características del objeto del ente que las
realiza, la intención lucrativa está ausente, por cuanto los in­
gresos obtenidos serían encaminados a una finalidad benéfica,
de asistencia social, cultural, entre otras.

El otro elemento capital en la configuración del impuesto es


su carácter territorial. Los problemas en la determinación del
factor de conexión entre el territorio del Municipio y la activi­
dad gravada han dado origen a una muy rica jurisprudencia
que, con gran esfuerzo, culminó en la construcción de la tesis
del establecimiento permanente38, según la cual lo relevante para
que un Municipio sujete una actividad al impuesto es que la
misma sea ejercida en o desde un establecimiento permanente
ubicado en su espacio territorial. Esta jurisprudencia, como lo
dijéramos anteriormente, se ha mantenido pacíficamente du­
rante los últimos veinte años, aunque con algunas distorsiones

36 Ver, entre muchas otras, la sentencia dictada por la Corte Suprema de


Justicia en Pleno, de fecha 23 de julio de 1986, en el caso "Oriente Entidad
de Ahorro y Préstamo".
37 Artículo 209 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal.- "Para que
una actividad pueda ser considerada sin fines de lucro, el beneficio econó­
mico obtenido de la actividad deberá ser reinvertido en el objeto de asis­
tencia social u otro similar en que consista la actividad y en el caso de
tratarse de una persona jurídica, que ese beneficio no sea repartido entre
asociados o socios".
38 La tesis del establecimiento permanente es uno de los grandes aportes de
la jurisprudencia municipal. Muchas son las sentencias que han tocado el
tema. La más conocida, sin duda alguna, es la que dictara la Sala Político-
Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia en fecha 20 de marzo de
1986 (caso "Ensambladora Carabobo, C.A.").
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

indeseables, representadas por la progresiva admisión de la va­


lidez de la figura del contribuyente transeúnte.

No obstante, en fecha reciente la Sala Constitucional del Tri­


bunal Supremo de Justicia dictó una sentencia en la que se in­
trodujeron algunas variantes en los criterios de territorialidad,
las cuales causaron cierta preocupación. En efecto, en fallo del
9 de octubre de 2003 (caso "Shell Internationale Petroleum
Maatshcappij B.V."), dicha Sala señaló que el criterio del esta­
blecimiento permanente como sede física en o desde la cual se
realiza la actividad tiene relevancia en el caso del ejercicio de la
industria o del comercio, pero no en el caso de los servicios, para
el cual lo fundamental sería el lugar donde los mismos se ejecu­
tan, exigiéndose, sin embargo, cierto grado de permanencia y
estabilidad a pesar de la ausencia de una infraestructura.

De cierta manera, el lector desprevenido podría concluir que


fue este el criterio acogido en la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal. Sin duda, queda claro -ver artículo 218- que las ac­
tividades industriales y comerciales sólo pueden ser gravadas
en la medida en que se ejerzan mediante un establecimiento
permanente o base fija ubicada en el territorio del Municipio.
En el caso de la prestación de servicios y construcción de obras
se postula un principio que pudiera lucir distinto, pero que al
final constituye una variante más de establecimiento permanen­
te, pues el artículo 220 de la Ley indica que estas actividades
"...serán gravables en la jurisdicción donde se ejecute la obra o
se preste el servicio, siempre que el contratista permanezca en
esa jurisdicción por un período superior a tres meses, sea que se
trate de períodos continuos o discontinuos, e indistintamente
de que la obra o servicio sea contratado por personas diferentes,
durante el año gravable. En caso de no superarse ese lapso o si
el lugar de ejecución fuese de muy difícil determinación, el ser­
vicio se entenderá prestado en el Municipio donde se ubique el
establecimiento permanente". En definitiva, aún en estos casos,
se requiere de una presencia física del contribuyente en el Mu­
nicipio, superior a tres (3) meses, por lo que no todo servicio
prestado en el territorio del ente local será gravable, como pu­

294
A n t o n io P l a n c h a r t M en doza

diera haberse derivado -erróneamente- del fallo de la Sala Cons­


titucional que mencionáramos anteriormente.

Así pues, luego de este somero análisis de los elementos que


configuran el Impuesto sobre Actividades Económicas de In­
dustria, Comercio, Servicio e Indole Similar, podríamos concluir
que su hecho generador está constituido por el ejercicio habi­
tual y con ánimo de lucro de una actividad industrial, comer­
cial o de servicios (de necesario contenido mercantil, como lo ha
destacado la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justi­
cia, a pesar del silencio de la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal), debiendo mediar siempre la presencia física del con­
tribuyente en el territorio del Municipio, ya sea a través de un
establecimiento permanente (en el caso de la industria del co­
mercio) o la permanencia del sujeto pasivo por un período su­
perior a tres (3) meses (en el supuesto de los servicios o de la
construcción de obras).

2. CO N SIDERACION ES GENERALES SO BRE LA


BASE IMPONIBLE DEL IMPUESTO SOBRE ACTI­
VIDADES ECONÓMICAS DE INDUSTRIA, CO­
MERCIO, SERVICIO O DE ÍNDOLE SIMILAR

Nos detuvimos en la delimitación del hecho generador del


tributo pues el mismo debe servimos de punto de partida en
nuestro análisis de los aspectos específicos de su base imponible,
si queremos hacer honor al argumento según el cual los
elementos objetivo y cuantitativo del presupuesto de hecho de
la norma tributaria deben hallarse en perfecta relación de
congruencia.

Como lo reseña Mizrachi39, durante mucho tiempo los Mu­


nicipios, en épocas anteriores a la vigencia de la Constitución
de 1961, emplearon el método de imposición por caracteres para
el cálculo del tributo destinado a gravar localmente las activida­

39 Véase la exposición que hace dicho autor en su obra "La Patente de Indus­
tria y Comercio", pp. 19 y siguientes.

295
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

des lucrativas. Este mecanismo implicaba acudir a ciertos sig­


nos externos (tipo de negocio, importancia del lugar donde se
ejerce, superficie ocupada, cantidad de obreros empleados, nú­
mero de habitantes de la localidad, entre otros) para determi­
nar la importancia económica de la actividad y así asignarle un
valor monetario a la cuota tributaria.
No obstante, los Municipios fueron abandonando progresi­
vamente esta forma de cuantificación del impuesto y se orienta­
ron cada vez más a emplear los ingresos brutos como base
imponible del mismo, conservando -como se mantiene hasta
hoy- algunas actividades a las que se les asigna un tributo de
carácter fijo y estableciendo el denominado mínimo tributable.
El problema del abandono del sistema de imposición por ca­
racteres es que se pierde, como lo señala Mizrachi, la solución
que dicho sistema aportaba de antemano para la adecuación
entre el hecho generador y la base imponible, pues la cuota del
tributo era asignada de acuerdo con indicios externos vincula­
dos con la naturaleza de la actividad40, de modo que en un régi­
men como el actualmente vigente en Venezuela, en el cual se
prohíbe a los Estados y a los Municipios establecer gravámenes
sobre las materias rentísticas pertenecientes al Poder Nacional,
este mecanismo indiciario no supondría ningún riesgo de inva­
sión de la esfera sometida a la potestad tributaria de este último.
Sin embargo, emplear signos externos como elementos
orientadores en la cuantificación del tributo también tiene sus
inconvenientes, pues como lo destaca Bickel, "...la imposición
por caracteres es imposición de utilidades ficticias; en el mejor
de los casos, de utilidades término medio; con frecuencia, sólo
utilidad presunta. Esto es soportable si las cuotas son relativa­
mente bajas, de suerte que las desigualdades de la carga no lle­
guen a ser demasiado pesadas, y si las situaciones económicas
gravadas se mantienen más o menos uniformes y constantes, en
cuanto al tiempo"41. Prueba de esta dificultad es que en Espa­

40 Vid. aut. cit., op. cit., p. 55.


41 BICKEL, Wilhelm. "Impuestos objetivos a las utilidades", citado por
MIZRACHI, Ezra, en "La Patente de Industria y Comercio", p. 16.

296
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

ña, donde aún se mantiene la utilización de indicios para la


determinación del Impuesto sobre Actividades Económicas, se
han sucedido numerosas reformas tendentes a buscar criterios
más equilibrados y justos en la técnica de valoración de las acti­
vidades42.

Quizás motivados por la complejidad de erigir un sistema


funcional de imposición por caracteres y con base en un argu­
mento, en principio lógico, que en 1926 privó en España para
establecer el volumen de ventas como base imponible de la con­
tribución de utilidades, según el cual se fabrica para vender, se
comercia para vender y se prestan servicios para obtener lu­
cro43, los Municipios venezolanos adoptaron los ingresos brutos
como elemento central para la cuantificación de la Patente de
Industria y Comercio, situación que hasta ahora se mantiene
respecto del Impuesto sobre Actividades Económicas de Indus­
tria, Comercio, Servicio e Indole Similar. Esta decisión, sin em­
bargo, involucra dos grandes problemas, ya que (i) es necesario
establecer un parámetro de mínima congruencia entre el hecho
generador (ejercicio de determinada actividad) y los ingresos
gravados, de suerte que no todos los proventos obtenidos por el
contribuyente podrían ser objeto de gravamen, sino los vincula­
dos con el giro de negocios desarrollado y (ii) cuando aparece
en escena un impuesto general a las ventas, visto que el tributo
municipal y el nacional pasan a recaer sobre la misma manifes­
tación de riqueza, se produce un fenómeno de doble imposición
económica que genera distorsiones que no se pueden ignorar.

Este último aspecto se ha intentado ocultar en muchas


oportunidades cuando se afirma tajantemente que el hecho ge­
nerador del tributo es, en este caso, el ejercicio de la actividad y
no la obtención de ingresos brutos o la realización de operacio­
nes de venta. Si bien tal afirmación es correcta desde el punto

42 Consúltese en este sentido la reseña histórica que hace Joan PAGES I


GALTES en su "Manual del Impuesto sobre Actividades Económicas", pp.
13-33.
43 Vid. aut. cit., op. cit, p. 21.

297
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

de vista técnico, no podemos dejar a un lado el estudio y análi­


sis de cuál es la manifestación de riqueza que resulta gravada
con el impuesto.

Los autores Carlos María Giuliani Fonrouge y Susana


Navarrine, en su obra "Impuesto a los Ingresos Brutos", al ana­
lizar en Argentina la evolución y funcionamiento del tributo
que hoy día posee tal nombre y que antes se denominó impues­
to a las actividades lucrativas (el cual guarda cierta similitud
con nuestra Patente de Industria y Comercio/Impuesto sobre
Actividades Económicas), hacen repetido énfasis en este asun­
to, indicando que "...la disociación entre 'actividad' y 'produci­
do de esa actividad' no tiene fundamento jurídico, porque aqué­
lla no es una entidad con vida propia en la zona de los conceptos,
ya que no puede desprenderse de su contenido. Son insepara­
bles y no pueden ser objeto de disociación"44. Reseñan estos
autores que en el año 1974, el gobierno argentino anunció que
las provincias debían renunciar al impuesto a las actividades
lucrativas porque se había sancionado el Impuesto al Valor
Agregado. Es decir, se reconocía que era un problema real la
coexistencia de ambos gravámenes. Y si bien posteriormente se
instituyó el impuesto de patente y luego, a partir de 1975, el
impuesto a los ingresos brutos (que, a pesar de su denomina­
ción, continúa siendo un impuesto sobre las actividades), los
esfuerzos por disminuir los efectos distorsionantes del tributo
han encontrado diversas expresiones en Argentina, como lo son
los convenios multilaterales, las leyes de coparticipación federal
y otras decisiones políticas como el "Pacto Federal para el Em­
pleo, la Producción y el Crecimiento", suscrito en 1993 por el
Presidente de la Nación y los gobernadores de las Provincias.

En Venezuela, por el contrario, no se han materializado has­


ta ahora esfuerzos en este sentido -veremos si la aparición de la
Ley Orgánica del Poder Público Municipal rinde algún fruto-, a
pesar de advertencias como las que Rodolfo Plaz hiciera en

44 GIULIANI FONROUGE, Carlos María y NAVARRINE, Susana. "Impuesto


a los Ingresos Brutos", p. 22.

298
A n t o n io P la n ch art M en d o za

198945, acerca de la incompatibilidad entre la Patente de Indus­


tria y Comercio y el Impuesto General a las Ventas cuya pronta
aprobación se anunciaba (la cual no llegó a materializarse sino
hasta 1993). Dicho autor, en una ponencia presentada en el
marco de las III Jornadas Venezolanas de Derecho Tributario,
destacó la necesidad de acudir al análisis de la implicaciones de
la identidad en base imponible de ambos tributos y llegó a la
conclusión de que una vez que comenzara a aplicarse el im­
puesto nacional a las ventas, los Municipios no podrían seguir
considerando los ingresos brutos como elemento para la
cuantificación de la Patente de Industria y Comercio. Plaz cita­
ba como sustento de este criterio el contenido del Informe Final
presentado en 1983 por la Comisión de Estudio y Reforma del
Sistema Fiscal Venezolano, en el cual se señalaba que "...de lle­
garse a adoptar un impuesto general a las ventas, se deberá pres­
tar especial atención a su necesaria coordinación con las paten­
tes municipales de industria y comercio, debido a que estas
constituyen una forma rudimentaria de tributación sobre las
ventas o ingresos brutos" (subrayado nuestro).

Los argumentos anteriores son una muestra de lo inconve­


niente que resulta considerar, en términos generales, los ingre­
sos brutos como base imponible del Impuesto sobre Actividades
Económicas de Industria, Comercio, Servicio e Indole Similar
(antigua Patente de Industria y Comercio). Ahora bien, en la
evolución del tributo puede identificarse la utilización de distin­
tas "metodologías" para establecer la base imponible.

El método que en nuestro país podríamos calificar como


"tradicional" en la configuración de la base imponible del tributo
en referencia es aquél en el que se emplean, como índice de
valoración de la actividad, los ingresos brutos obtenidos durante
el período económico inmediatamente anterior al ejercicio
gravable. El problema de esta modalidad es el que señala Farías

45 Véase, en el libro correspondiente a dichas Jornadas, la ponencia de


Rodolfo PLAZ ABREU, intitulada "El IVA y la Patente de Industria y Co­
mercio", pp. 219-229.

299
T em a s so b r e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Mata en el voto salvado de la sentencia de la Corte Suprema de


Justicia en Pleno, de fecha 14 de diciembre de 1983 (caso
"Becoblohm Puerto Cabello, C.A."): se produce una desconexión
en el tiempo entre la actividad gravada y la magnitud económica
considerada para su cuantificación. Pero a pesar de ello,
consideramos que esta es la alternativa menos perniciosa entre
todas las que se inclinan a utilizar los ingresos brutos como base
de cálculo del impuesto, ya que, como lo indica Mizrachi, bajo
este contexto todavía es posible entender que el tributo no recae
directamente sobre el ingreso bruto, sino que éste se utiliza como
un índice para presumir cuál será la utilidad probable generada
por el ejercicio de la actividad en el período subsiguiente. En el
manejo de esta modalidad hay dos aspectos de carácter temporal
que no siempre fueron cuidados: (i) el respecto al principio de
irretroactividad de la ley (de manera tal que las reformas
normativas que acometían aquellos Municipios que tomaban
como base imponible los ingresos del año anterior como índice
de medición del impuesto no podían traducirse -como ocurrió
con frecuencia- en la aplicación de las nuevas Ordenanzas a
fenómenos ocurridos antes de su entrada en vigencia, con la
excusa -carente de toda validez- de que una cosa es la actividad
gravada y otra los ingresos utilizados como base de cálculo) y
(ii) el no caer en la tentación de pretender gravar los ingresos
obtenidos en el año en el que el contribuyente notificaba el cese
de sus actividades, error en el que con frecuencia incurrieron
las Municipalidades, sin darse cuenta de que esos ingresos no
estaban vinculados a hecho imponible alguno y que no puede
nacer la obligación tributaria sin que se haya materializado tal
hecho46.________
46 Esta forma de actuar de las autoridades municipales fue censurada, inclu­
so, por la varias veces citada decisión de la Corte Suprema de Justicia en
Pleno, de fecha 14 de diciembre de 1983 (caso "Becoblohm Puerto Cabello,
C.A.") y posteriormente, por otras sentencias, como las dictadas el 14 de
noviembre de 1994, por el Tribunal Superior Primero de lo Contencioso
Tributario (caso "Distribuciones Importaciones Cosbell, C.A. vs. Munici­
pio Baruta del Estado Miranda") y el 16 de febrero de 2000, por el Tribunal
Superior Primero (Accidental N° 6) de lo Contencioso Tributario (caso
"Cindu de Oriente, S.A."). Bajo estas circunstancias, el Municipio debe
comprender que la última obligación tributaria que realmente debe satis-

300
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

No fue este el mecanismo acogido por la Ley Orgánica del


Poder Público Municipal. Por el contrario, la solución por la que
opta el legislador consiste en positivizar la práctica relativamente
reciente -y cada vez más extendida- de emplear como base
imponible los ingresos obtenidos durante el ejercicio gravable,
previéndose, en algunos casos, la presentación de una declara­
ción estimada. Esta circunstancia se desprende claramente del
primer aparte del artículo 207 de la Ley, en el que se indica que
"...el período impositivo de este impuesto coincidirá con el año
civil y los ingresos gravables serán los percibidos en ese año, sin
perjuicio de que puedan ser establecidos mecanismos de decla­
ración anticipada sobre la base de los ingresos brutos percibidos
en el año anterior al gravado y sin perjuicio de que pueda ser
exigido un mínimo tributable consistente en un impuesto fijo,
en los casos en que así lo señalen las ordenanzas". Por si queda­
ra alguna duda, el artículo 212 ejusdem vuelve sobre el tema, al
disponer que "....la base imponible del impuesto sobre activida­
des económicas está constituida por los ingresos brutos efecti­
vamente percibidos en el período impositivo correspondiente por
las actividades económicas u operaciones cumplidas en la juris­
dicción del Municipio o que deban reputarse como ocurridas en
esa jurisdicción de acuerdo con los criterios previstos en esta
Ley o en los Acuerdos o Convenios celebrados a tales efectos".

La adopción de este método es, en nuestra opinión, inconve­


niente, pues ya no es posible sostener que el ingreso bruto es un
índice presuntivo para medir la utilidad probable que arrojará
el ejercicio de la actividad (como sucede con el "método tradi­
cional"). Por el contrario, este mecanismo conduce, ni más ni
menos, a que el impuesto recaiga sobre el beneficio efectivo de­
rivado del ejercicio de la actividad. En otras palabras, se produ­
ce una mutación en la naturaleza del impuesto, cuyo objeto pasa
a ser el ingreso bruto. Este fenómeno puede tener alcances dis-

facer el contribuyente es la correspondiente a las actividades materializa­


das en el ejercicio gravable transcurrido antes del cese de operaciones, las
cuales se cuantifican con base en los ingresos del período económico ante­
rior a ese ejercicio.

301
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

tintos dependiendo de hasta dónde lleve el Municipio el con­


cepto de ingreso bruto gravable. En el mejor de los casos, si el
Municipio se limita a considerar los ingresos derivados del ejer­
cicio de la actividad habitualmente realizada, como a nuestro
modo de ver lo postula la nueva Ley, el Impuesto sobre Activi­
dades Económicas se habrá transformado en un primitivo im­
puesto a las ventas de carácter acumulativo; en el peor escena­
rio, si el ente local pretende someter al gravamen todos los
ingresos percibidos por el contribuyente, sin distinguir su ori­
gen, como ha ocurrido frecuentemente (aunque esta práctica
no debería continuar, de cara a lo dispuesto en la Ley Orgánica
del Poder Público Municipal) el tributo se habrá convertido en
una rudimentaria forma de imposición a la renta, en la que se
grava al sujeto con base en una magnitud (el ingreso bruto) que
sirve de punto de partida al legislador nacional para erigir el
Impuesto sobre la Renta. En las dos hipótesis se habrá configu­
rado una clara transgresión a la prohibición de crear impuestos
las materias rentísticas asignadas a a la República, pues en un
caso el Municipio estaría gravando las ventas y en el otro, la
renta47.
47 Lamentablemente, observamos que ha habido escasa comprensión de es­
tos argumentos, falta no sólo imputable a los Municipios, sino también a
la jurisprudencia. Solamente conocemos una sentencia en la que se haya
declarado la inconstitucionalidad de alguno de los dos últimos mecanis­
mos comentados: la dictada el 28 de marzo de 2000 por el Tribunal Supe­
rior Noveno de lo Contencioso Tributario (caso "Cargill de Venezuela,
C.A."), en la cual hubo un pronunciamiento contra el mecanismo de ajuste
de la declaración previsto en la entonces vigente Ordenanza de Patente de
Industria y Comercio del Municipio Sucre del Estado Miranda, por
traducirse en una forma de imposición a la renta. Otras sentencias que han
tenido la oportunidad de tocar el tema se han conformado con hacer aná­
lisis superficiales que han servido para justificar estas formas de
desnaturalización del impuesto. Entre las más recientes, la de fecha 2 de
julio de 2003, dictada por el Tribunal Superior Noveno de lo Contencioso
Tributario (a cargo de otro Juez), en la que, de manera evidentemente
contraria al fallo anterior de ese mismo órgano jurisdiccional, se concluye
que el mecanismo de ajuste de la declaración anticipada es una mera ope­
ración aritmética establecida en la Ordenanza de Patente de Industria y
Comercio del Municipio Sucre del Estado Miranda para cuantificar el im­
puesto, por lo que el Tribunal "...no encuentra violación de normas cons­
titucionales, relativas a la usurpación por parte del Municipio de compe­

302
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

Aunque hubiese sido preferible, por las razones antes expues­


tas, abandonar la utilización de los ingresos brutos como base
imponible del Impuesto sobre Actividades Económicas y pasar
-con todos los inconvenientes prácticos que ello traería consi­
go- a mecanismos como el empleado en el ordenamiento espa­
ñol, hay que reconocer, sin embargo, que la Ley Orgánica del
Poder Público Municipal hace importantes precisiones al defi­
nir qué ha de entenderse por ingreso bruto en el contexto del
tributo bajo análisis. Así las cosas, es de capital importancia
destacar el contenido del artículo 213 de la Ley in comento, se­
gún el cual "...se entiende por ingresos brutos, todos los
proventos o caudales que de manera regular reciba el contribu­
yente o establecimiento permanente por causa relacionada con
las actividades económicas gravadas, siempre que no se esté
obligado a restituirlo a las personas de quienes hayan sido reci­
bidos o a un tercero y que no sean consecuencia de un préstamo
o de otro contrato semejante".

La plasmación en una norma jurídica positiva de los princi­


pios que se derivan del artículo citado constituye uno de los avan­
ces más significativos que la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal trae consigo en materia de Impuesto a las Activida­
des Económicas, y un reflejo de la doctrina que postula la con­
gruencia entre hecho generador y la base imponible. Lo funda­
mental de esta disposición es que restringe el concepto de ingreso

tencias reservadas al Poder Nacional, ni aquellas que establecen la


progresividad tributaria"; y la de fecha 4 de febrero de 2004, dictada por la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia (caso "Garzón
Hipermercado"), en la que se intentó una diferenciación formal entre el
hecho generador del Impuesto sobre la Renta y el del Impuesto sobre
Actividades Económicas, sin que a nuestro juicio se llegara de manera
satisfactoria al fondo de las implicaciones que tiene el uso de los ingresos
brutos como base imponible del tributo municipal. Sin embargo, en esta
última decisión encontramos un pronunciamiento que paradójicamente
pone de manifiesto que los argumentos que hemos expuesto en los párra­
fos precedentes son ciertos, al indicar la Sala Constitucional que cuando el
impuesto municipal hace "...hincapié en la real utilidad el hecho genera­
dor parece desplazarse de lugar, dejando de ser el ejercicio de actividades
económicas para convertirse en la generación de provechos".

303
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

bruto a aquellos proventos que el contribuyente reciba de ma­


nera regular (por interpretación en contrario/ quedan excluidas
las cantidades que se perciban de modo accidental), lo cual se
ve reforzado cuando se afirma que este ingreso es el obtenido
por causa relacionada con la actividad económica gravada. En
otras palabras, no todo ingreso que obtenga el contribuyente
será relevante a los efectos de la determinación de la base
imponible del tributo, pues sólo habrán de considerarse aque­
llos que se deriven de manera directa de la actividad que consti­
tuye hecho generador del impuesto, esto es, el ejercicio de la
industria, el comercio o la prestación de un servicio. Para defi­
nir esa habitualidad jugará un papel preponderante la licencia
concedida por el Municipio para iniciar actividades, pues en
principio (salvo que se demuestre lo contrario) deberá conside­
rarse que las operaciones económicas habituales serán aquellas
indicadas en dicha licencia (evidentemente, si hay una infrac­
ción por parte del contribuyente, por el ejercicio de actividades
no autorizadas o la realización de las mismas sin ningún tipo de
licencia, la Administración Tributaria deberá, en su investiga­
ción, determinar de oficio cuál es esa actividad).

En este orden de ideas, los Concejos Municipales deben de­


sistir de cualquier intento de trasladar a sus ordenanzas el con­
cepto de ingreso bruto contenido actualmente en el artículo 16
de la Ley de Impuesto sobre la Renta, pues ese concepto ha sido
construido teniendo en mente un tributo de naturaleza y alcan­
ces distintos, cuyo objeto es gravar el enriquecimiento global del
contribuyente, sin tener en cuenta, como principio general, la
actividad que lo genera. En cambio, en el Impuesto sobre Acti­
vidades Económicas la fuente que origina el ingreso empleado
como índice cuantitativo es esencial, ya que el hecho generador
del tributo es el ejercicio de una actividad y no la obtención del
ingreso (a pesar del fallo en que a nuestro juicio cometió el legis­
lador al recoger la práctica de tomar como base imponible del
tributo los ingresos percibidos durante el ejercicio gravable).

Bajo estas premisas, los funcionarios de las Administracio­


nes Tributarias locales deben abandonar la frecuente práctica

304
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

de basar las fiscalizaciones en una comparación entre las De­


claraciones Juradas de Ingresos Brutos presentadas al Munici­
pio y el contenido de las Declaraciones de Impuesto sobre la
Renta e Impuesto al Valor Agregado, pues ello induce a conflic­
tos innecesarios, visto que por las razones antes explicadas, es
evidente que la información reflejada en cada una de ellas dife­
rirá de la que debe presentársele al Municipio. De igual modo,
debemos señalar que la utilización por parte del legislador, en el
artículo 212, de la expresión . .los ingresos brutos efectivamente
percibidos..." es signo inequívoco de que la base imponible está
conformada, exclusivamente, por aquellos ingresos realmente
cobrados o recibidos por el sujeto pasivo, lo cual impide cual­
quier pretensión de los Municipios de gravar aquellos ingresos
simplemente causados, por aplicación de reglas de disponibili­
dad que son propias del Impuesto sobre la Renta pero comple­
tamente ajenas a la imposición municipal.

Para cerrar estos comentarios generales sobre la base impo­


nible del Impuesto sobre Actividades Económicas, debemos alu­
dir al contenido de los artículos 216 y 217 de la Ley Orgánica
del Poder Público Municipal, en los cuales se enumeran, respec­
tivamente, supuestos que no forman parte de la base imponible
y deducciones que se permite hacer de los ingresos brutos a los
fines de la determinación del tributo. No pretendemos hacer una
exégesis de cada supuesto (a algunos haremos referencia espe­
cífica en la siguiente sección del presente estudio), pero sí nos
interesa advertir algo: si bien nos parece positiva la mención de
estos rubros que deben excluirse de la base imponible, es funda­
mental comprender que ese catálogo no agota todos los proven­
tos que en un momento dado han de considerarse como no su­
jetos al gravamen. En otras palabras, se trata de una lista
enunciativa (numerus apertus) y no taxativa (numerus clausus),
de manera que los Municipios deben atender siempre a la ca­
racterización global que hace de la base imponible el artículo
213 de la Ley, y examinar cuidadosamente la vinculación entre
el ingreso y la actividad ejercida por el contribuyente. Así, a
título de ejemplo, una empresa que se dedique a la fabricación
de refrescos no deberá incluir en la base imponible del impues­

305
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

tos los ingresos constituidos por dividendos obtenidos en virtud


de la participación accionaria en otra compañía, pues a pesar
de que este supuesto no está mencionado explícitamente en los
artículos 216 y 217 de la Ley, se trata de cantidades percibidas
por una causa distinta a la actividad comercio-industrial ejerci­
da por la contribuyente.

V. ALGUNOS PROBLEMAS ESPECÍFICOS EN LA DE­


TERMINACIÓN DE LA BASE IMPONIBLE DEL IM­
PUESTO

La parte final de este estudio la dedicaremos a pasar revista


a algunos problemas específicos que han dado lugar a conflic­
tos entre los contribuyentes y los Municipios, en relación con el
tema de la base imponible, examinando cuál ha sido (si es el
caso) la solución aportada por la Ley Orgánica del Poder Públi­
co Municipal. Lamentablemente, limitaciones de espacio nos
impiden abordarlos todos y con el detalle que quisiéramos. Sin
embargo, nos damos por satisfechos con hacer una breve refe­
rencia a los que consideramos más álgidos.

1. LA SEPARACIÓN ENTRE ACTIVIDAD INDUS­


TRIAL Y COMERCIAL Y SU INCIDENCIA EN EL
TRATAMIENTO DE LA BASE IMPONIBLE

Uno de los problemás graves que tradicionalmente se ha


presentado en la determinación del elemento cuantitativo de la
Patente de Industria y Comercio (hoy Impuesto sobre
Actividades Económicas) es el que se origina cuando un
contribuyente realiza su actividad industrial en el territorio de
un Municipio y vende parte de esos productos en ese Municipio
y parte en otras jurisdicciones o, peor aún, no ejerce actividad
comercial en el Municipio donde fabrica, sino que vende la
totalidad de la producción a través de establecimientos ubicados
en otras localidades.

306
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

La típica conducta asumida hasta ahora por el Municipio


donde se desarrolla la actividad fabril es pretender gravar al
contribuyente sobre la base de la totalidad de los ingresos obte­
nidos, independientemente del lugar donde se haya realizado
la comercialización de los productos. Ello sin importar que esos
ingresos hayan sido computados por cada Municipio donde se
desarrolla la actividad comercial (incluido, si es el caso, el pro­
pio Municipio donde se realiza la actividad industrial, pero esta
vez por el ejercicio del comercio), en la proporción en que sean
imputables al correspondiente establecimiento permanente.

Desafortunadamente, la jurisprudencia se encargó de ben­


decir este modus operandi de los Municipios, en abierto detri­
mento de la capacidad económica del contribuyente y, nueva­
mente, sobre la base de consideraciones formalistas que se
apartan de la lógica. Así pues, en sentencia de fecha 5 de agos­
to de 1976 (caso "Diego Ventura, C.A. DIVENCA"), la Sala
Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia con­
cluyó que el contribuyente que fabrique sus productos en un
Municipio y luego se disponga a venderlos en otros debía prác­
ticamente resignarse a que en el primero se le gravaran la tota­
lidad de los ingresos brutos y en cada uno de los demás se
sometieran a imposición las porciones correspondientes a la
actividad desplegada en cada uno de ellos, redondeando el
análisis con esta consideración: "...no puede decirse con pro­
piedad que se trata de un caso de doble tributación, por más
que el cálculo del impuesto municipal se haga en ambos casos
sobre la base del volumen de venta de la empresa. En efecto
para que exista doble tributación es necesario que se trate del
pago repetido del mismo impuesto, no como en este caso del
pago a autoridades municipales distintas de impuestos muni­
cipales también diferentes, calculando uno sobre las ventas
totales de la empresa o mejor sobre el valor de su producción y
el otro sólo sobre las ventas que se hacen en una determinada
ciudad o Distrito...". Este criterio fue ratificado, aunque con
ciertas matizaciones en cuanto a la tarifa que debía ser aplica­
da, en otra decisión de esa misma Sala, dictada el 17 de febre­
ro de 1987 (caso "Dixie Cup de Venezuela").

307
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Creemos que el tratamiento que dieron a este tema las deci­


siones antes citadas es inadecuado. Cuando una persona reali­
za una actividad industrial, es obvio que luego ocurrirá un se­
gundo paso en la lógica de su giro de negocios: la venta del
producto manufacturado. Nadie en su sano juicio se dedica a
una actividad de transformación sin tener como objetivo la
comercialización de los bienes resultantes del proceso (si pensa­
mos hipotéticamente en un supuesto contrario, estaríamos pro­
bablemente en un escenario de autoconsumo que sería irrele­
vante a los fines del impuesto que estamos tratando, pues la
operación carecería de intención lucrativa). Al respecto,
Mizrachi48 indica que "...basta el sentido común para concluir
en que la venta del producto es el eslabón final de la actividad
industrial, y que comerciante es el que compra para vender",
mientras que Parra Pérez critica la tesis avalada por la jurispru­
dencia diciendo que "...no tiene asidero alguno ni en la doctri­
na ni en el derecho positivo, puesto que el industrial productor
no comercia con sus propios bienes, ya que el comercio es de
por sí una actividad de intermediación y distribución entre el
productor y el consumidor final. No se trata, pues, de dos acti­
vidades distintas sino de dos fases o etapas de la misma activi­
dad (,..)"49.

Consideramos, entonces, que la justificación ofrecida por la


jurisprudencia para convalidar la actuación de los Municipios
carece de sentido. Para nosotros es indudable que ocurre un
supuesto de doble o múltiple imposición que produce una afec­
tación excesiva sobre la capacidad económica del contribuyen­
te, afectación que debe ser, por mandato constitucional, comba­
tida por los órganos jurisdiccionales.

En este contexto, resulta tremendamente positivo que en la


Ley Orgánica del Poder Público Municipal haya reconocido la

48 MIZRACHI, Ezra. "La Patente de Industria y Comercio", p. 7.


49 PARRA PÉREZ, Jaime. "La armonización tributaria en el marco de dere­
cho tributario venezolano y la integración andina", en Revista de Derecho
Tributario N° 53, p. 20.

308
A n t o n io P l a n c h a r t M en doza

necesidad de establecer reglas de armonización destinadas a


preservar la posición del contribuyente frente a un fenómeno
de indeseable múltiple imposición interjurisdiccional. Sin em­
bargo, creemos que el mecanismo escogido no fue el más idóneo
para los intereses de los Municipios. En una de las versiones que
llegó a circular del Proyecto de la Ley Orgánica del Poder Públi­
co Municipal se manejaba una solución en la que los ingresos
brutos totales del contribuyente eran objeto de una distribución
a forfait entre el Municipio donde se realizaba la actividad in­
dustrial (al cual le correspondía gravar el 80% de los ingresos) y
los Municipios donde se ejerciera el comercio (quienes tendrían
que repartirse el 20% restante en forma proporcional al volu­
men de ventas obtenido en cada uno de ellos). Tenemos enten­
dido que los representantes de algunas Municipalidades se que­
jaron por considerar que esta metodología era lesiva para los
intereses económicos de sus entidades y aparentemente ello
motivó a buscar una modalidad distinta, que fue la plasmada
en el artículo 221 de la Ley Orgánica del Poder Público Munici­
pal, según la cual el contribuyente tendrá derecho a acreditar el
monto del impuesto pagado en la localidad donde se ejerce la
industria (calculado aparentemente, aunque no lo dice la norma,
sobre la totalidad de los ingresos gravables obtenidos por el con­
tribuyente) al impuesto determinado en cada Municipio donde
se realiza el comercio, en proporción a los bienes vendidos.

La elección hecha por el legislador nos parece muy poco afor­


tunada, pues como lo intentaremos probar a través de un ejem­
plo práctico (aplicando alícuotas previstas en Ordenanzas que
efectivamente existen), el método de acreditación, tal como está
concebido en la nueva Ley, puede llevar a que los Municipios
donde se ejerce el comercio vean sensiblemente reducidos los
ingresos que aportan algunos contribuyentes, pudiendo llegar­
se al extremo de que nada tengan que pagar.

El ejemplo que hemos preparado nos lleva a imaginamos el


caso de una empresa que fabrica y comercializa muebles. La
compañía tiene sus talleres en el Municipio Sucre del Estado
Miranda y vende los muebles a través de dos tiendas propias,

309
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

ubicadas en los Municipios Chacao y Baruta, de ese mismo Es­


tado. La compañía genera, para un período impositivo, ingre­
sos brutos por la cantidad de Bs. 500.000.000,00, de los cuales
Bs. 300.000.000 (el 60%) corresponde a las ventas realizadas en
Chacao, mientras que los restantes Bs. 200.000.000,00 (el 40%)
se derivan de la actividad comercial desarrollada en Baruta. Las
alícuotas aplicables en cada localidad son (i) Sucre (fabricación
de muebles de madera): 1,22%; Chacao (venta de bienes mue­
bles al detai): 1,25% y Baruta (detai de muebles y sus acceso­
rios): 0,60%. En el cuadro que se presenta de seguidas distingui­
mos (considerando las alícuotas reales previstas en la Ordenanza
vigente de cada Municipio) entre los resultados a los que se lle­
garía conforme al artículo 221 de la Ley versus la consecuencia
a la que se habría arribado dé conservarse la distribución a forfait
contemplada originalmente.

Según artículo 221 de la LOPPM Según la distribución 80%-20% que pro­


puesta en una de las versiones del Pro­
yecto

Municipio Sucre (localidad de la Municipio Sucre (localidad de la


industria) industria: 80% de los ingresos)
Bs. 500.000.000x1,22% = Bs. 6.100.000 Bs.500.000.000x80%xl,22%=Bs. 4.880.000

Municipio Chacao (60% del comercio! Municipio Chacao (60% del comercio')
Bs. 300.000.000x1,25% = Bs. 3.750.000 Base imponible:
Impuesto acreditable: Bs. 500.000.000x20%x60%=Bs. 60.000.000
Bs. 6.100.000x60% = Bs. 3.660.000
Impuesto a pagar: Impuesto a pagar:
Bs. 3.750.000-Bs.3.660.000 = Bs. 90.000 Bs. 60.000.000x1,25%=Bs. 750.000

Municipio Baruta (40% del comercio! Municipio Chacao (40% del comercio!
Bs. 200.000.000x0,60% = Bs. 1.200.000 Base imponible:
Impuesto acreditable: Bs. 500.000.000x20%x40%=Bs. 40.000.000
Bs. 6.100.000x40% = Bs. 2.440.000
Impuesto a pagar: Impuesto a pagar:
Bs. 1.200.000-2.440.000 = Bs. 0 Bs. 40.000.000x0,60%=Bs. 240.000

Total impuestos pagados por el Total impuestos pagados por el


contribuyente contribuyente:
Bs. 6.190.000 Bs. 5.870.000

310
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

La comparación de los resultados que arrojan los dos escena­


rios es elocuente. A pesar de que en el escenario que fuera re­
chazado (distribución 80%-20%) el contribuyente pagaba,
globalmente, una cantidad de impuestos ligeramente menor, bajo
el otro esquema la inequidad en la distribución del ingreso entre
los Municipios es evidente, pudiendo darse el caso de que si un
Municipio prevé una alícuota menor a la que contempla la loca­
lidad de la industria, el ingreso percibido por la jurisdicción donde
se realiza el comercio será igual a cero. Esto nos lleva a concluir
que la solución acogida por el legislador llevará a una escalada
de aumentos en las alícuotas destinadas a gravar las activida­
des comerciales, con todos los inconvenientes que este tipo de
conducta trae para el desarrollo de la economía. Existe, sin em­
bargo, una norma constitucional que muchas veces ha sido ig­
norada por las Municipalidades, como lo es el numeral 3 del
artículo 183 del Texto Fundamental vigente, que prohibe a los
Estados y a los Muncipios gravar los bienes producidos fuera de
su territorio en forma diferente a como se gravan los produci­
dos dentro de su jurisdicción. La disposición equivalente de la
Constitución de 1961 llevó a la Sala Político-Administrativa de
la antigua Corte Suprema de Justicia a concluir, en sentencia
del 17 de febrero de 1987 (caso "Dixie Cup de Venezuela"), que
los Municipios no podían sujetar el ejercicio del comercio a una
alícuota distinta a la prevista para el desarrollo de la industria
en su territorio. Este criterio es perfectamente aplicable al orde­
namiento constitucional vigente, motivo por el cual el problema
generado para los Municipios por el artículo 221 de la Ley Or­
gánica del Poder Público queda sin una solución técnica satis­
factoria.
De este modo, aunque creemos que definitivamente era
necesario establecer un mecanismo para proteger al
contribuyente del fenómeno de doble o múltiple imposición
interjurisdiccional que con frecuencia se ha presentado hasta
ahora, la distribución de los ingresos que se deriva del artículo
221 de la nueva Ley no es equitativa. Para quien escribe estas
líneas, la esperanza de establecer un esquema más equilibrado
de reparto del ingreso se encuentra en el artículo 222 de la Ley,

311
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

en cuyo texto se contempla la posibilidad de que los Municipios


celebren acuerdos entre ellos o con los contribuyentes, para
establecer reglas de distribución de la base imponible distintas a
las establecidas en el artículo 221. El tiempo dirá si esta es una
solución factible y si los entes locales logran ponerse de acuerdo
para resolver esta situación.

2. LOS INGRESOS OBTENIDOS POR VENTAS DE


EXPORTACIÓN, COMO MAGNITUDES EXCLUI­
DAS DE LA BASE IMPONIBLE

En nuestra opinión, y a pesar de que se trata de un rubro que


no ha sido mencionado expresamente por el artículo 216 de la
Ley Orgánica del Poder Público Municipal, no debe albergarse
ningún genero de dudas acerca de la necesidad de excluir, de la
base imponible del impuesto municipal en referencia, aquellos
ingresos obtenidos por la realización de ventas de exportación,
pues aunque dichas ventas puedan calificarse como una activi­
dad comercial, las mismas escapan del radio de acción del Mu­
nicipio, visto que la regulación del tráfico internacional de mer­
cancías es un asunto que ha de estar exclusivamente en manos
del Poder Nacional, de modo que es éste el único que puede
establecer políticas, directrices y cargas de índole tributaria des­
tinadas a afectar las actividades de importación y de exporta­
ción. La Constitución es muy clara cuando en su artículo 156
no solamente reserva a favor de la República el régimen del co­
mercio exterior (numeral 15), sino los gravámenes a la importa­
ción y exportación de bienes y servicios (numeral 12), lo cual ha
de conectarse con el objetivo de las prohibiciones contenidas en
el artículo 183, concretamente con la señalada en su numeral 1,
que expresamente impide a los Municipios crear impuestos que
recaigan sobre dichas operaciones de comercio internacional.

Aquí se impone una interpretación teleológica de las men­


cionadas normas constitucionales, sin que pueda recurrirse a
artificios que distingan entre el ejercicio de la actividad econó­
mica y el gravamen de los bienes. Ya esa alambicada diferencia­
ción ha sido abandonada en otras decisiones judiciales cuyo es­

312
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

píritu puede ser perfectamente trasladado a este caso50. Lo que


hay que tener en cuenta es que no debe permitírsele a los Muni­
cipios establecer gravámenes que puedan encarecer la coloca­
ción de productos nacionales en el extranjero, cosa que ocurri­
ría si se les habilita para incluir los ingresos por ventas de
exportación en la base imponible del Impuesto sobre Activida­
des Económicas.

La jurisprudencia, sin embargo, no ha tenido demasiadas


oportunidades de pronunciarse de manera directa sobre esta
materia, lo cual es extraño, visto que se trata de un conflicto
muy común entre contribuyentes y Municipios. Entre las deci­
siones que han hecho un pronunciamiento centrado sobre este
asunto, podemos mencionar la sentencia del Tribunal Superior
Cuarto de lo Contencioso Tributario de la Región Capital, de
fecha 10 de enero de 2000 (caso "Venezolana de Exportaciones
Agrícolas, C.A."). Y a nivel administrativo, un insólito y admi­
rable reconocimiento que hiciera el Municipio Santa Rita del
Estado Zulia del error que significaba incluir las ventas de ex­
portación en la base de cálculo de la Patente de Industria y Co­
mercio, mediante Resolución 02-97 de fecha 23 de mayo de 1997,
actitud que debería servir de ejemplo para otras Municipalida­
des que se empeñan en sostener la posición contraria.

3. EL CASO DE LOS COMISIONISTAS, AGENTES Y


CONCESIONARIOS

A pesar de que los criterios para la medición de la actividad


de los comisionistas, agentes y concesionarios no deberían con­
tinuar representando un problema, la realidad nos indica otra
cosa, y es por ello que resultaba necesaria la aclaratoria que hace

50 Nos referimos, por ejemplo, al fallo de la Sala Político-Administrativa del


Tribunal Supremo de Justicia, dictado en fecha 17 de febrero de 1987 (caso
"Dixie Cup, C.A."), en el cual se afirma que si las prohibición contenida en
el artículo 18, ordinal 3o, de la Constitución de 1961 fuera solamente apli­
cable a los impuestos sobre bienes, carecería de sentido, motivo por el cual
debe extenderse a los impuestos que indirectamente gravan los bienes,
como el caso de la Patente de Industria y Comercio.

313
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

el único aparte del artículo 213 de la Ley Orgánica del Poder


Público Municipal, al indicar que los agentes, corredores y de­
más contribuyentes que perciban comisiones o remuneraciones
similares sólo podrán ser gravados por el monto de los honora­
rios, comisiones o remuneraciones percibidas . Estamos hablan­
do de sujetos que, revestidos de personalidad jurídica, realizan
en su propio nombre la colocación en el mercado de bienes y
servicios fabricados o prestados por un tercero, a cambio de una
comisión pactada contractualmente. Estos sujetos perciben la
totalidad del precio del bien o servicio, pero es obvio que el be­
neficio real de su actividad está constituido por la comisión, pues
el resto del ingreso debe ser entregado a ese tercero.

Los Municipios, en una actitud incomprensible, han intenta­


do desconocer esta situación, ya sea por la vía de los hechos o a
través de la plasmación de normas especiales en las Ordenan­
zas, a los fines de gravar al comisionista, agente o concesionario
sobre la base del total del ingreso percibido, esto es, incluyendo
tanto el monto de la comisión como las cantidades que han de
entregarse al sujeto productor de los bienes o prestador del ser­
vicio. Las justificaciones son tan variadas como erróneas: apli­
cación -por demás improcedente- del mecanismo de descono­
cimiento de las formas, supuesta inoponibilidad de los contratos
frente al Municipio y todo un catálogo de excusas que preten­
den ocultar lo fundamental, esto es, que en la mayoría de los
casos se trata de negocios con verdadera sustancia económica,
los cuales pretenden ser ignorados por las autoridades locales
para ampliar los alcances de la potestad tributaria más allá de
los límites permitidos por el principio de territorialidad. Sin
embargo, el referido artículo 213 de la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal constituirá un freno a este tipo de preten­
sión, pues recoge el criterio asentado en numerosas decisiones
judiciales que han declarado, con meridiana claridad, que en
estos casos el Municipio debe contentarse con gravar el monto
de la comisión percibida, pues éste es el único factor económico
que puede vincularse a la actividad del contribuyente, en vista
de que el resto del ingreso debe ser restituido a un tercero que,

314
A n t o n io P l a n c h a r t M endoza

en la mayoría de los casos, posee su establecimiento en otra lo­


calidad. Por mencionar algunas, encontramos las sentencias
dictadas por la Sala Político-Administrativa de la Corte Supre­
ma de Justicia, en fechas 14 de diciembre de 1983 (caso
"Becoblohm Puerto Cabello, C.A.") y 4 de agosto de 1986 (caso
"Distribuidora Polar de Oriente, C.A."), la de fecha 4 de marzo
de 1985 (de nuevo en un caso correspondiente a "Distribuidora
Polar de Oriente, C.A."), emitida por la Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo y, más recientemente, la del Tribu­
nal Superior Octavo de lo Contencioso Tributario, de fecha 26
de febrero de 2004 (caso "C.A. Cars") y, muy importante, la del
19 de febrero de 2004, dictada por la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia (caso "Caribe Motor, C.A. y otros
vs. Ordenanza sobre Patente de Industria y Comercio y/o Ser­
vicios de Indole Similar del Municipio Puerto Cabello del Esta­
do Carabobo").

4. LOS DIVIDENDOS, INTERESES Y OTRAS REN­


TAS PASIVAS COMO ELEMENTOS EXCLUIDOS
DE LA BASE IMPONIBLE DEL IMPUESTO

Con fundamento en una errónea concepción de la verdade­


ra naturaleza del Impuesto sobre Actividades Económicas de
Industria, Comercio, Servicio e Indole Similar es frecuente que
las Municipalidades pretendan incluir, dentro de la base de cál­
culo del tributo, aquellos ingresos obtenidos por la percepción
de dividendos generados por la tenencia de acciones en otras
compañías, así como de intereses derivados de colocaciones en
Bancos y otras instituciones financieras, por mencionar solamente
dos ejemplos de frutos civiles. Estos ingresos son irrelevantes a
los efectos de la determinación de la base imponible de la exac­
ción municipal bajo análisis, pues no son el resultado de una
actividad industrial, comercial o de servicio, sino que constitu­
yen rentas pasivas susceptibles de originar un enriquecimiento
cuya gravabilidad está reservada al Poder Nacional a través del
Impuesto sobre la Renta. Cualquier intento del Municipio de
actuar en contra de este criterio sería inconstitucional, por vio­
lar la prohibición establecida en el artículo 183, numeral 1, de la

315
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Constitución de 1999, en concordancia con el artículo 156, nu­


meral 12, ejusdem.

Como lo indica Oswaldo Anzola51, a los Municipios les está


vedado considerar estos ingresos como elemento para medir, en
términos cuantitativos, la magnitud de la actividad industrial,
comercial o de servicio realizada por el contribuyente y, mucho
menos aún, para calificar como sujeto pasivo del impuesto a
aquellas personas que se hayan limitado a obtener este tipo de
rendimiento en el territorio de la Municipalidad, pues, se insis­
te, estamos ante fenómenos económicos que en momento algu­
no pueden calificarse como hechos generadores del impuesto.
Entre las sentencias que se han pronunciado sobre la improce­
dencia de esta clase de pretensión de las administraciones
tributarias locales encontramos las dictadas en fechas 30 de ju­
nio de 1982, por la Corte Suprema de Justicia en Pleno (caso
"Gregorio Ramón Pigna")52; 14 de enero de 1992, por el Tribu­
nal Superior Primero en lo Civil, Mercantil y Contencioso Ad­
ministrativo de la Región Capital (caso "Corimon, C.A.") y 25
de julio de 1997 (caso "Cervecería Polar del Centro, C.A.").

51 ANZOLA, Oswaldo. "La Patente de Industria y Comercio su aplicación


sobre el ingreso bruto representado por dividendos", en Revista de Dere­
cho Público N° 42.
52 En este importante fallo, nuestro Máximo Tribunal declaró que "...las mu­
nicipalidades no pueden aplicar el impuesto sobre cualquier ingreso deri­
vado por un contribuyente, independientemente de la fuente del mismo,
por lo que cualquier pretensión de gravar los dividendos, intereses por
colocaciones, ganancias en cambio, ganancias de capital, y cualquier otra
forma de fruto civil o manifestación de renta es improcedente e ilegal. Tal
pretensión, además, constituye una violación al principio constitucional
previsto de las limitaciones establecidas en el artículo 18, aplicable por el
artículo 34 de la Constitución de la República al ejercicio de la actividad
municipal, puesto que estarían colocando en una situación de doble impo­
sición al contribuyente e invadiendo la esfera competencial tributaria del
Poder Nacional, por cuanto constituye hechos generadores y manifesta­
ciones rentísticas y reservadas al Poder Nacional por el artículo 136, ordinal
8o de nuestra Constitución Nacional, lo cual ha dado pie desde el año 1943
al establecimiento del Impuesto sobre la Renta...".

316
A n t o n io P l a n c h a r t M en d o za

Aunque el artículo 216 de la Ley Orgánica del Poder Público


Municipal no menciona estos supuestos dentro de los conceptos
que están excluidos de la base imponible, hemos de insistir que
tal omisión no puede llevar a concluir que se trata de magnitu­
des gravables, toda vez que no cumplen con el principio esta­
blecido en el artículo 213, que exige una vinculación directa entre
la actividad considerada como hecho imponible y el ingreso a
incluir dentro de la base imponible.

5. LOS INGRESOS OBTENIDOS POR OPERACIO­


NES QUE NO CONSTITUYEN ACTIVIDADES
HABITUALES DEL CONTRIBUYENTE

Hemos repetido hasta lá saciedad que la base imponible del


Impuesto sobre Actividades Económicas sólo puede estar inte­
grada por los ingresos brutos derivados del ejercicio de la indus­
tria, el comercio y los servicios de naturaleza mercantil (esto es,
de las actividades que configuran el hecho generador del tribu­
to). Así pues, aquellos ingresos cuyo origen se encuentre en ope­
raciones aisladas, que no puedan conectarse con el giro de ne­
gocios habitual del contribuyente, carecen de relevancia para el
cálculo del impuesto municipal, tal como se desprende con me­
ridiana claridad del artículo 213 de la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal. Estamos de nuevo ante las consecuencias de
la aplicación de la tesis que propugna la necesaria congruencia
entre el hecho generador y la base imponible. En este apartado
entran un interminable número de posibilidades que sólo pue­
den ser definidas en forma casuística. Como ejemplos, podemos
mencionar la venta de activos fijos (mencionada expresamente
dentro de las exclusiones a que se refiere el artículo 216 de la
Ley), la cesión de acciones, la comercialización de desechos o
chatarra, entre muchos otros supuestos que han sido avalados
por decisiones jurisprudenciales como la dictada por el Tribu­
nal Superior Segundo de lo Contencioso Tributario, en fecha 30
de marzo de 1998 (caso "Forwest de Venezuela, C.A.").

317
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

V I. REFLEXIÓN FINAL

La Ley Orgánica del Poder Público Municipal constituye, en


nuestra opinión, un importante avance en el campo de la
tributación local. A pesar de las deficiencias que podamos ver
en ella (deficiencias que ojalá sean corregidas en reformas pos­
teriores), tenemos 1^ esperanza de que sus normas tengan la
bondad de disminuir la conflictividad entre los Municipios y los
contribuyentes, permitiendo el desarrollo de una relación edifi­
cada sobre bases más justas y racionales. De no lograrse este
efecto positivo, continuarán materializándose situaciones como
la descrita en la sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, de fecha 6 de julio de 2000, las cuales
"...atentan contra el desarrollo económico del país, ya que las
mismas afectan la seguridad jurídica e inciden directa e
ilegítimamente en la esfera patrimonial de inversionistas nacio­
nales y extranjeros, cuyo ejercicio de actividades económicas
contribuye al progreso del país generando fuentes de empleo y
riqueza, realidades éstas, a las que los distintos Poderes de la
estructura constitucional venezolana deben favorecer". En es­
tas palabras de nuestro Máximo Tribunal se encuentra encerra­
da la clave para comprender el problema, pues es imposible lo­
grar el desarrollo económico sobre un modelo impositivo que
propenda a la destrucción de la riqueza, en abierta contraposi­
ción a la finalidad última del sistema tributario, que no es otra
que la protección de la economía nacional y la elevación del
nivel de vida de la población, tal como lo prevé el artículo 316
de la Constitución de 1999.

Caracas, julio de 2005.

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la Constitución de 1999", en V Jomadas Venezolanas de Derecho
Tributario, Caracas, 2000.
_________________________ "Menú para la armonización y coordi­
nación de la potestad tributaria de Estados y Municipios. Algunas
reflexiones", en Revista de Derecho Tributario N° 99, abril-mayo
junio 2003, Asociación Venezolana de Derecho Tributario (AVDT).
VILLEGAS, Héctor. "Curso de finanzas, derecho financiero y tributario",
Ediciones Depalma, 5aedición, Buenos Aires, 1992.

320
TRIBUTACIÓN MUNICIPAL
A LOS HIDROCARBUROS

B etty A ndrade R o d r íg u e z *

1.- Introducción.

Tradicionalmente se han planteado diversas discusiones acer­


ca de la posibilidad o imposibilidad de que los Municipios gra­
ven con el hoy denominado Impuesto a las Actividades Econó­
micas a las actividades relacionadas con la industria y el comercio
de los hidrocarburos. La base de la discusión se centraba en la
determinación del alcance de la potestad tributaria reservada al
Poder Nacional, al señalar que a éste le correspondería el grava­
men de las actividades de minas e hidrocarburos, abocándose
la doctrina a la precisión de dicha afirmación.

La modificación relativamente reciente de la legislación


reguladora de la materia en cuestión, así como la reforma cons­
titucional efectuada, podrían determinar un nuevo análisis acer­
ca del alcance de la discusión en comentarios, al establecerse
nuevos presupuestos en cuanto al ejercicio de la actividad en
referencia.

Abogado Summa Sum Laude egresada de la Universidad Católica Andrés


Bello (1996). Especialista en Derecho Tributario de la Universidad Central
de Venezuela (2001). Cursante del Doctorado en Ciencias, Mención Dere­
cho de la Universidad Central de Venezuela. Profesora de la Cátedra Im­
posición Municipal de la Universidad Central de Venezuela. Profesora en
Imposición Estadal y Municipal del Programa de Asesor Tributario del
Instituto de Desarrollo Profesional del Colegio de Contadores Públicos
del Distrito Capital y del Estado Miranda.

321
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

A los fines de poder efectuar el análisis de la materia bajo


estudio, comenzaremos por efectuar un somero recuento del
funcionamiento de la industria de los hidrocarburos, para lue­
go considerar las distintas aproximaciones doctrinales acerca
de su gravamen por los entes municipales. Posteriormente, es­
tudiaremos el contenido de la vigente Ley Orgánica de Hidro­
carburos y de la Ley Orgánica de los Hidrocarburos Gaseosos, a
la luz de la materia en cuestión, para finalizar con el posible
tratamiento de las distintas formas de operación de la industria
y comercio de dicho recurso.

2.- Evolución histórica del tratamiento legal de la actividad


de hidrocarburos en Venezuela.

Al referimos a la actividad de hidrocarburos, queremos ha­


cer entender con ello las distintas fases de la cadena de produc­
ción y comercialización del petróleo, el asfalto natural y el gas
natural, asociado o no, así como sus derivados. No obstante, la
precisión de este concepto se hará más adelante, una vez agota­
do el recuento histórico de la legislación existente en la materia,
ya que ello resultará fundamental para la determinación de la
aplicación del Impuesto sobre Patente de Industria y Comercio
a la actividad de hidrocarburos.

El 24 de octubre de 1829 el Libertador Simón Bolívar decretó


que las minas de cualquier clase pertenecían a la República, ré­
gimen que se mantuvo hasta 1864. Como uno de los anteceden­
tes al tratamiento legal de las minas e hidrocarburos podemos
apreciar en primer término la Resolución del 29 de abril de 1832,
declarando que en materia de minas rige la ordenanza renueva
España de 1783, en lo relativo al régimen de propiedad sobre
las minas. Posteriormente, en materia tributaria tenemos que el
11 de mayo de 1840 el Senado y la Cámara de Representantes
de la República de Venezuela dictaron un Decreto exceptuan­
do de todo impuesto por ocho años los productos de minas, to­
mando en consideración " Que la industria minera está todavía
renaciente en Venezuela, y que el producto líquido del único estable­
cimiento en acción, que actualmente en ella existe, desalienta a sus

322
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

propios empresarios, para continuar en él, y a los demás para entrar


en análogas empresas", por lo cual decretó que "los productos de
todas las minas de metales y carbón mineral, quedan exentos de todo
derecho nacional y municipal por el espacio de ocho años"1.

En 1854 se dicta la Ley Ia del Código de Minas de 1854 y que


trata sobre la propiedad de las minas, dejando sin efecto el De­
creto de 1832. En este última Ley se establece que las minas no
podrían ser beneficiadas sino por un acto de concesión dictado
por el Ejecutivo Nacional. Quedaban exceptuados de toda con­
cesión los terrenos auríferos de la Provincia de Guayana, que
podrían explotarse con autorización del Poder Ejecutivo según
el reglamento que se dictare y pagando las cantidades corres­
pondientes. De esta forma, se establecen limitaciones a la explo­
tación de las minas, en tanto ésta sólo sería posible previo el
otorgamiento de una concesión del Estado. El Estado es, por
esencia, el propietario de las minas, siendo imposible la explota­
ción sin la concesión, mediante la cual el Poder Ejecutivo daría
la propiedad de la mina, entrando ésta a formar parte del patri­
monio del sujeto adquirente2.

Posteriormente se dicta la Ley 2a del Código de Minas de 1854


que trata de los actos que deben preceder a la solicitud de con­
cesión de una mina y la Ley 3a del Código de Minas que trata de
las Concesiones. En esta Ley se dispone que los productos de
minas que se exploten en Venezuela quedan exentos de todo
derecho nacional y municipal, incluso el de peaje, por un lapso
de veinte años a contar de la publicación del referido texto le­
gal. Las Leyes Cuarta, Quinta, Sexta, Séptima y Octava del Có­

1 Colección Leyes y Decretos de Venezuela. Caracas. Serie República de Vene­


zuela. Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales. 1982.
Tomo 1. p. 572.
2 Así lo aclara el Decreto del 4 de enero de 1855 que Reglamenta las Leyes
del Código de Minas Numero 909 al 916. De igual forma, en dicho Decreto
se dispone que la concesión de una mina se entendería hecha con la condi­
ción de tener en actividad el beneficio o laboreo de ella (Cfr. Colección
Leyes y Decretos de Venezuela. Ob. Cit. Tomo 3. p. 245).

323
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

digo de Minas comprendieron la regulación de la policía admi­


nistrativa sobre el ejercicio de las actividades en referencia.

Estas Leyes fueron derogadas por la Constitución de 1864,


en la cual se atribuyó la administración de los recursos natura­
les a los Estados que forman parte de la Unión. Con fundamen­
to en esta normativa, el Estado de Nueva Andalucía otorgó una
concesión para el otorgamiento de la explotación de minas, a
cambio del pago de regabas y de la provisión de ciertos servicios
públicos a favor de la comunidad3. No obstante, en 1881 se vuel­
ve a establecer que la propiedad de las minas correspondería a
la Nación, atribuyéndose a la Federación la administración de
éstas para que fuesen regidas por un sistema de explotación
uniforme, según lo establecía el ordinal 15 del artículo 13 del
Texto Fundamental en cuestión. A partir de este momento, la
administración de las minas corresponderá al Poder Nacional y
no a los entes menores -aún cuando en alguna etapa se declara­
rá a los entes menores como propietarios de la mina, pero sin
derecho a su administración, según veremos de seguidas-, como
previamente había ocurrido.

Con posterioridad, se encuentra como otro antecedente de la


explotación de la actividad la fundación en 1882 de la "Compa­
ñía Petrolia del Táchira", la cual estableció una planta de
refinación con capacidad de 15 barriles diarios, obteniendo ga­
solina, kerosene, gasoil y otros residuos, empresa considerada
como la pionera en lo relativo a la explotación de los hidrocar­
buros. No obstante, es claro que no es sino hasta comienzos del
siglo XX que se crean regulaciones específicas aplicables en ma­
teria de hidrocarburos, en la cual paulatinamente se va perfi­
lando que su explotación corresponderá al Estado y a los parti­
culares designados, sin que estos últimos tengan derecho per se,
a obtener permisos para la explotación del recurso.

3 Cfr. R a m írez U z c á te g u i, Antonio: Derecho Petrolero: Notas Fundamentales y


Conceptos Básicos en: Temas de Derecho Petrolero. Caracas. Me Graw Hill.
1998. p. 3.

324
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

El 27 de junio de 1918 se dictó la Ley de Minas en la cual se


establece que la explotación de las minas de petróleo, asfalto,
betún, brea, ozoquerita, nafta, carbón (hulla, antracita, lignito)
y demás minerales combustibles, se haría por administración
directa del Ejecutivo Federal o a través de arrendatarios, sin que
en ningún caso pueda el Ejecutivo conceder derechos reales so­
bre dichas minas. Las contraprestaciones a ser pagadas por el
otorgamiento del derecho eran denominadas cánones, sin em­
bargo, se establece asimismo un impuesto de explotación sobre
el valor mercantil del mineral. El arrendamiento se regiría por
Decretos Reglamentarios que debería dictar el Ejecutivo Fede­
ral, como en efecto ocurrió al dictarse los Decretos Reglamenta­
rios del Carbón, Petróleo y Sustancias Similares del 9 de octubre
de 1918 y del 17 de marzo de 1920, en donde se ordena el esta­
blecimiento de las secciones de la República a las cuales se apli­
cará el sistema de explotación por medio de arrendatarios pre­
via licitación.

En la Ley de Minas dictada el 26 de junio de 1920 se estable­


ció expresamente que la regulación de los hidrocarburos, minas
y demás sustancias minerales combustibles se regirían por una
ley especial separada. Es así como el 30 de junio de 1920 se dictó
la primera Ley que reguló especialmente la materia de hidro­
carburos denominada “Ley sobre Hidrocarburos y Demás Mine­
rales Combustibles", la cual regía la exploración y explotación de
los yacimientos de hidrocarburos y los de carbón (hulla, antracita,
lignito) y los demás combustibles análogos. Se entendía por hi­
drocarburos "todas las formaciones subterráneas de petróleo, asfal­
to, betún, ozoquerita y resinas fósiles y los gases desprendidos de
tales formaciones". De acuerdo con el texto legal, el derecho de
explorar en el subsuelo los hidrocarburos dependería del otor­
gamiento del permiso correspondiente por el Ejecutivo Federal
y el de explotarlos de la suscripción con el Estado de contratos
especiales de explotación, siendo que el derecho preferido para
la firma de estos contratos correspondía a aquél que detentase
el derecho de exploración. Quedaba claro en esta legislación que
el otorgamiento del derecho de explotación no implicaba el re­
conocimiento de la propiedad sobre la mina, la cual correspon­

325
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

día a la Nación. La Ley establece una serie de cargas económi­


cas a cargo del contratista, derivadas del otorgamiento del de­
recho de concesión, denominadas cánones de explotación, cuya
naturaleza correspondería efectivamente a la de una regalía y
no a la de un tributo, por tratarse de una contraprestación por
el goce de un bien del Estado.

El artículo 55 de la Ley estableció una exención general a las


actividades de hidrocarburos -la cual ya se encontraba conteni­
da en el Decreto Reglamentario de 1920-, al decir: "Los Contra­
tistas, aunque sujetos a los impuestos de papel sellado, estampillas y
demás de carácter general que establece la Ley, quedarán exentos de
cualesquiera otros que se refieran especialmente a explotaciones mi­
neras, que pudieran hacer más onerosas las obligaciones asumidas
por aquéllas"4. Mediante esta disposición se estaría establecien­
do una exención a los impuestos específicos que se creen en
materia de hidrocarburos, siéndole aplicables a los contratistas
la totalidad de los impuestos generales previstos en la legisla­
ción, incluyendo estadales y municipales.

La Ley de 1920 fue reformada el 16 de junio de 1921, mante­


niendo las bases anteriores sin modificación fundamental. La
regulación contenida en el artículo 55 permanece, efectuándose
cambios menores para aclarar el sentido de su redacción.

El 9 de junio de 1922 fue reformada nuevamente la Ley sobre


Hidrocarburos y demás Minerales Combustibles, disponiéndo­
se que todo lo relativo a la exploración, explotación, manufac­
tura, refinación y transporte de hidrocarburos se declara de uti­
lidad pública. El otorgamiento de los derechos en cuestión sería
otorgado por medio de concesiones, sin que ello implique el re­
conocimiento de derechos de propiedad sobre los yacimientos.
Como puede evidenciarse, la totalidad de las fases que com­
prenden la cadena de comercialización de los minerales, pue­
den calificarse como actividad de hidrocarburos. En esta nor­
mativa se califica a las contraprestaciones que deberán pagarse
4 Cfr. Colección Leyes y Decretos de Venezuela. Ob. Cit. Tomo 43. p. 845.

326
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

por el otorgamiento de la concesión como impuestos, califica­


ción que resulta cuestionable según veremos más adelante al
efectuar el análisis de la Ley de Hidrocarburos de 1943.

En relación con la obligación de pago por parte de los conce­


sionarios de otros tributos, establece el artículo 38 de la Ley lo
siguiente: "Además de los impuestos establecidos en los artículos
anteriores, todos los concesionarios pagarán los impuestos generales,
tales como el papel sellado y timbres fiscales y otros semejantes, pero
no estarán sujetos a pagar patentes ni otros impuestos que graven
directamente sus Empresas, ni a satisfacer por los impuestos mismos
que en esta Sección se fijan, sumas mayores que las que se dejan de­
terminadas". Amén de establecer una cláusula de estabilidad fis­
cal, en este dispositivo se establece una exención a los impuestos
municipales que pretendan aplicarse sobre la actividad en refe­
rencia.

En todo caso, es claro que el otorgamiento de derechos de


explotación siempre conllevará el de comercialización de los
hidrocarburos explotados y de hacer suyo el producido, salvo
las restricciones o pago de contraprestaciones establecidos en la
legislación.

En la Constitución de 1925 se establece en su artículo 15, que


los Estados convenían en reservar a la competencia federal todo
lo relativo -entre otras materias- a las minas. Según esta dispo­
sición "Cada Estado conserva la propiedad de dichos bienes respecto
a los que se encuentran en su jurisdicción, pero la administración de
todos ellos correrá a cargo del Ejecutivo Federal, que la ejercerá con­
forme lo determinen las respectivas leyes.... En estas se establecerá
que... la renta de las minas ingresará al Tesoro Nacional". De esta
forma, aún cuando la propiedad de las minas fue teóricamente
atribuida a los Estados, el ejercicio efectivo del derecho de pro­
piedad recaía, en todo caso, en el poder central, en tanto era
éste quien tenía la posibilidad efectiva de disponer y disfrutar
los proventos de dichos bienes. Este régimen se mantiene hasta
la Constitución de 1945.

327
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

La Ley de Hidrocarburos y Minerales Combustibles de 1938


fue la primera que previo la posibilidad de que la actividad fuese
ejercida directamente por el Estado, disponiendo su ejercicio por
el Ejecutivo Federal o mediante las concesiones que éste otorgue.

Durante el régimen de Isaías Medina Angarita se implemento


una reforma petrolera en la cual se introdujeron los principales
actos legislativos reguladores del ejercicio de la industria en el
país. Entre éstos, la Ley de Hidrocarburos de 1943 declaró como
de utilidad pública e interés social todo lo relativo "a la explora­
ción del territorio nacional en busca de petróleo, asfalto, gas natural
y demás hidrocarburos, a la explotación de yacimientos de los mis­
mos, cualquiera que sea su origen o colocación; a la manufactura o
refinación, transporte por vías especiales y almacenamiento de las
sustancias explotadas, y a las obras que su manejo requiera, se decla­
ra de utilidad pública y se regirá por las disposiciones de la presente
Ley". Con ello, la totalidad de las operaciones antes indicadas,
calificarían como actividad de hidrocarburos. En relación con
las posibilidades de explotación de la actividad, la Ley previo
que ésta podía hacerse directamente por el Ejecutivo Nacional,
por concesionarios y por Institutos Autónomos y Empresas del
Estado. Estos últimos podían celebrar convenios o constituir
empresas mixtas que fuesen favorables para los intereses del
Estado.

Asimismo, estableció la obligación de que las empresas


concesionarias fuesen sujetos pasivos del Impuesto sobre la Renta
por el despliegue de sus operaciones propias. Allí se estableció
asimismo el denominado impuesto a la explotación, que efecti­
vamente revestía la naturaleza de un ingreso patrimonial de la
República, en tanto que regaba por el otorgamiento de cesiones
de derechos de propiedad sobre bienes del Estado, como es el
caso del petróleo. No se trataba propiamente del establecimien­
to de una obligación legal a cargo de los particulares para con­
tribuir a la satisfacción de las necesidades colectivas, elementos
característicos de los tributos, sino de una simple retribución
por el derecho de uso de un bien perteneciente a un tercero.

328
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

Con respecto a la gravabilidad de la actividad de hidrocar­


buros con los tributos municipales, la Ley de Hidrocarburos de
1943 estableció que: "Además de los impuestos establecidos en los
artículos anteriores, los concesionarios pagarán todos los impuestos
generales, cualquiera que sea su índole, y también pagarán por los
servicios que les sean prestados las tasas, contribuciones y retribucio­
nes legales; pero no estarán sujetos a pagar patentes ni otros impues­
tos que graven especialmente sus empresas o los productos de las
mismas, fuera de los previstos en esta Sección, ni a satisfacer por
éstos cantidades mayores que las establecidas en ella. / Los derechos
que se consignan en este artículo se considerarán inherentes a la con­
cesión y no podrán menoscabarse ni alterarse mientras ella subsis­
ta". Esta disposición fue interpretada por la jurisprudencia de
la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia,
la cual consideró que en tanto la Patente de Industria y Comer­
cio constituía un tributo general aplicable sobre el ejercicio de
una actividad, era perfectamente posible su exigibilidad a los
concesionarios de actividades de hidrocarburos, quedando ex­
cluida únicamente la tributación específica que recayese sobre
dichos ramos, potestad que en todo caso correspondía al Poder
Nacional5.

En la Constitución de 1947 se regula por primera vez separa­


damente las minas de los hidrocarburos, pero incluyendo un
régimen de propiedad similar al previsto hasta la Constitución
de 1945. En efecto, en el artículo 121 se dispone que los Estados
tendrán competencia para administrar sus bienes propios, esta­
bleciendo como excepciones las de minas e hidrocarburos, cuya
administración correspondería al Poder Nacional. En dicho ins­
trumento se establecía, en forma similar a la norma actualmen­
te vigente, que la Ley podría establecer un sistema de asignacio­
nes económicas especiales en beneficio de los Estados en cuyo

5 Sentencia de la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justi­


cia, caso Compañía Anónima Creóle Petroleum Corporation vs. Concejo
Municipal del Distrito Guacara del Estado Carabobo de fecha 14 de enero
de 1970. Cfr. R omero-M uci, Humberto: Jurisprudencia Tributaria Municipal.
Editorial Jurídica Venezolana. Caracas. 1997. Tomo II. pp. 202 y ss.

329
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

territorio se encuentren situados dichos bienes. La Constitución


de 1953 elimina cualquier referencia a los Estados como propie­
tarios de los hidrocarburos, indicando en su artículo 60 que se­
ría competencia del Poder Nacional la administración de las
minas y los hidrocarburos. No obstante, ni en este texto ni en la
Constitución de 1961, se estableció claramente quién era el pro­
pietario de los hidrocarburos, lo cual fue interpretado por la
doctrina bien en el sentido de la tradición, atribuyéndosela a los
Estados, bien como interpretación de que el derecho de admi­
nistración conllevaba el derecho de propiedad. En todo caso,
según hemos dicho, con independencia de a quién correspon­
diese el título formal, todo lo relativo a las actividades en refe­
rencia correspondía al Poder Nacional, sin que los Estados tu­
viesen potestad efectiva sobre dichos bienes.

Ahora bien, aún cuando era posible de acuerdo con la Ley


de 1943 que el Estado desplegase directamente la actividad de
hidrocarburos, es solamente en 1960 cuando se crea la primera
empresa estatal petrolera, para el ejercicio de esta actividad en
concurrencia con el sector privado, empresa denominada Cor­
poración Venezolana de Petróleo (CVP). Una de las razones
fundamentales para su constitución fue la decisión del Estado
en el año anterior de no otorgar más concesiones, siendo nece­
saria la utilización de mecanismos a través de los cuales pudie­
ra sustituirse paulatinamente el ejercicio de la actividad por el
sector privado6. Como otra razón para esta actuación, el Ejecu­
tivo hizo valer la importancia de la industria petrolera para el
país, hasta el punto de que se convertía en una razón de seguri­
dad su ejercicio por una empresa estatal.

La Constitución de 1961 estableció la posibilidad de que el


Estado se reservara la explotación o ejercicio de determinadas
industrias o servicios por razones de interés nacional, en el en­
tendido de que el ejercicio de dicha potestad era absolutamente
discrecional y dependía de las políticas gubernamentales fija­

6 Cfr. B o s c á n de R u e d a , Isabel. La Actividad Petrolera y la Nueva Ley Orgáni­


ca de Hidrocarburos. Caracas. Funeda. 2002. p. 63.

330
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

das en un momento determinado. La forma en la cual se efec­


tuase dicha reserva también dependería de lo que fuese estable­
cido por el Estado en la legislación dictada con tal propósito,
pudiendo comprender la creación de personas jurídicas, la adop­
ción de formas asociativas y otras estructuras que permitiesen
al Estado mantener el control de las actividades respectivas. En
efecto, el artículo 97 de dicho Texto Fundamental estableció que:
"El Estado podrá reservarse determinadas industrias, explotaciones
o servicios de interés público por razones de conveniencia nacional y
propendrá a la creación y desarrollo de una industria básica pesada
bajo su control".

En ejercicio de dicha potestad, en 1971 se dictó la Ley que


Reserva al Estado la Industria del Gas, por lo cual éste pasaba a
ser explotado directamente por la Nación, concretamente por
la Corporación Venezolana del Petróleo.

De igual forma, el 31 de diciembre de 1975 se dictó la Ley


Orgánica que Reserva al Estado la Industria y Comercio de los
Hidrocarburos, por la cual se reservó al Estado el ejercicio de la
actividad en referencia. Esta ley no se limitó simplemente a la
reserva del ejercicio de la actividad, sino asimismo a su nacio­
nalización, en el entendido de que comprende no sólo la exclu­
sión de los particulares de la posibilidad de ejercerla, sino tam­
bién la transferencia de propiedad de los bienes invertidos en su
ejecución. La transferencia de los bienes que eran propiedad de
las petroleras privadas se efectuó mediante expropiaciones
extrajudiciales, en donde todas las partes convinieron en el va­
lor atribuido a los mismos7.

La regulación del comercio de los derivados de los hidrocar­


buros se efectuó en forma separada a la Ley de Hidrocarburos,
así como de la Ley que Reserva al Estado la Industria y Comer­
cio de los Hidrocarburos. En efecto, en fecha 22 de julio de 1973

7 Cfr. A c e d o P a y a r e s , Germán: La Industria Petrolera Tributaria y su Fiscalización


en Materia Tributaria, en: IV Jomadas Venezolanas de Derecho Tributario.
Caracas. Livrosca. Segunda Edición, pp. 6 y ss.

331
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

fue publicada la Ley que Reserva al Estado la Explotación del


Mercado Interno de los Productos Derivados de los Hidrocar­
buros, la cual permaneció vigente luego de la promulgación de
la Ley que Reserva al Estado la Industria y Comercio de los Hi­
drocarburos, en tanto no colidiese con esta última. En aquél ins­
trumento legal se dispone la reserva al Estado como servicio de
interés público y por razones de conveniencia nacional, de la
explotación del mercado interno de determinados productos
derivados de hidrocarburos, tales como combustibles, gases de
petróleo licuado (GPL), aceites, lubricantes, grasas, solventes,
ligas para sistemas de frenos, fluidos para sistemas hidráulicos,
petrolatos, parafina y asfaltos. La reserva comprendía las acti­
vidades de importación, de transportación, suministro, almace­
namiento, distribución y expendio de los mencionados produc­
tos en el Territorio Nacional. En dicha legislación se determina
que los productos antes indicados son artículos de primera ne­
cesidad, por lo cual la fijación de sus precios corresponderá al
Ejecutivo Nacional. Las actividades reservadas serían ejercidas
a través de la Corporación Venezolana del Petróleo o por perso­
nas privadas, mediante la suscripción de los convenios respecti­
vos, previo otorgamiento del permiso correspondiente por el
Ministerio de Minas e Hidrocarburos.

La regulación de la actividad de hidrocarburos quedó reser­


vada al Poder Nacional, de acuerdo con lo señalado en el nu­
meral 10 del artículo 136 de la Constitución de 1961, por lo cual
le estaba vedado a los Estados y Municipios dictar cualquier
clase de normativa a través de la cual se pretendiese condicio­
nar la forma de ejercicio de dicha actividad. De esta forma, la
potestad para regular la actividad estaba excluida de los entes
menores, debido a la distribución de competencias efectuadas
en el propio Texto Fundamental, asignación que era propia de
tal distribución y no del hecho de que la industria estuviese re­
servada al Poder Nacional por mandato legislativo.

Con respecto al gravamen de la actividad de hidrocarburos


propiamente dicha, la Constitución de 1961 estableció en su
artículo 136, numeral 8 que sería competencia del Poder Nacio­

332
B etty A ndrade R o d r íg u e z

nal "La organización, recaudación y control... de las contribuciones...


de minas e hidrocarburos", quedando en principio excluida cual­
quier posibilidad de tributación de los Estados y Municipios so­
bre los ingresos obtenidos por el ejercicio de dicha actividad.
Así lo estableció el artículo 7 de la Ley que Reserva al Estado la
Industria y Comercio de los Hidrocarburos, al señalar que los
proventos de las empresas de hidrocarburos no estarían sujetos
a impuestos estadales ni municipales.

Por su parte, el 11 de septiembre de 1998 fue dictada la Ley


Orgánica de Apertura del Mercado Interno de la Gasolina y
Otros Combustibles derivados de los Hidrocarburos para uso
en Vehículos Automotores, que reformó ampliamente la Ley que
Reserva al Estado el Comercio Interno de los Hidrocarburos de
1973. También, en el año 1999 se dictó la Ley Orgánica de Hi­
drocarburos Gaseosos, aplicable en lo relativo a la exploración y
explotación del gas no asociado, así como las actividades de
transporte, recolección, almacenamiento, comercialización tanto
del gas asociado como no asociado.

La Constitución de 1999 reservó nuevamente al Poder Na­


cional todo lo relativo a la tributación en materia de hidrocar­
buros -sobre lo cual tendremos oportunidad de profundizar más
adelante-. El 1 de enero de 2002 entró en vigencia la Ley Orgá­
nica de Hidrocarburos, que derogó todas las disposiciones ante­
riores en la materia, salvo la Ley Orgánica de Hidrocarburos
Gaseosos, constituyéndose en el instrumento legislativo funda­
mental actual sobre la actividad en referencia.

3 .- P r in c ip a le s p o s ic io n e s d o c tr in a le s y ju r is p r u d e n c ia le s
a c e rca d e la trib u ta c ió n m u n ic ip a l e n m a te ria d e h id ro ­
c a rb u ro s .

A los fines de aproximarnos al análisis de las disposiciones


vigentes en la materia en referencia, consideramos prudente sin­
tetizar lo que ha constituido la posición primordial acerca de la
aplicación de tributos municipales a las entidades que desplie­
gan la actividad de hidrocarburos, bajo la vigencia de la Ley

333
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

que Reserva al Estado la Industria y Comercio de los Hidrocar­


buros así como la derogada Ley de Hidrocarburos, puntuali­
zando desde ya, algunos aspectos de la legislación vigente.

Como sabemos, el Impuesto sobre Patente de Industria y


Comercio es un tributo que grava el ejercicio de actividades co­
merciales e industriales en jurisdicción de un Municipio deter­
minado y con un cierto carácter de permanencia. Así, por regla
general dicho tributo se aplicará sobre el ejercicio de las activi­
dades de tal naturaleza, salvo que existan supuestos expresos
que excluyan su gravamen. Tal ha sido el caso de la disposición
contenida en el numeral 8 del artículo 136 de la Constitución de
1961, el cual, al reservar al Poder Nacional el gravamen de la
actividad de hidrocarburos, estaría excluyendo de la tributación
municipal este género de actividades.

Lá Corte en Pleno de la antigua Corte Suprema de Justicia


así lo dispuso al señalar que: "No existe duda entonces, en cuanto
a que lo relacionado con el régimen y administración de las minas e
hidrocarburos, es materia reservada al Poder Nacional, debiendo in­
cluirse dentro de esa atribución lo relacionado al régimen tributario
que les resulta aplicable, ya que si bien la primera de las normas
citadas (numeral 10 del artículo 136 de la Constitución de 1961) es
en tal medida general que podría acarrear alguna duda acerca de si
ese ámbito sólo debe comprender el plan de explotación de estos re­
cursos, es lo cierto que la norma anteriormente citada (numeral 8 del
artículo 136 de la Constitución de 1961), no deja dudas en cuanto a
que esta reserva incorpora la regulación del régimen tributario apli­
cable a esas actividades"8 (Interpolado nuestro).

Sentencia de la Corte en Pleno de la antigua Corte Suprema de Justicia de


fecha 17 de agoto de 1999, caso: acción de nulidad por inconstitucionalidad
de las cláusulas primera, segunda, cuarta, sexta, décima, decimoséptima y
vigésimaprimera del artículo 2o del Acuerdo del Congreso de la República
aprobado en fecha 4 de julio de 1995, publicado en la Gaceta Oficial de la
República de Venezuela N° 35.754, de fecha 17 de julio de 1995, que autori­
zó la celebración de los convenios de asociación para la exploración a
riesgo de nuevas áreas y la producción de hidrocarburos bajo el esquema
de ganancias compartidas. Asimismo, indica esta decisión lo siguiente:

334
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

De esta forma, en principio estaría excluido de la tributación


municipal el ejercicio las actividades de hidrocarburos, hacién­
dose necesario la delimitación de los aspectos que quedan com­
prendidos en dicha actividad.

a) Exploración y Explotación de los Hidrocarburos.

Una de las delimitaciones más relevantes efectuadas es aquélla


que determinaba la aplicación de tributos municipales sobre el
ejercicio de actividades derivadas de la celebración de contratos
operativos o asociaciones estratégicas bajo la Ley Orgánica que
Reserva al Estado la Industria y Comercio de los Hidrocarburos.
De acuerdo con lo dispuesto en dicho instrumento legal, las
actividades reservadas debían ser ejercidas por el Ejecutivo Na­
cional y por entes propiedad exclusiva del Estado. Asimismo,
era posible para el Estado celebrar convenios para que los parti­
culares prestasen servicios relacionados a industria petrolera
nacional. De igual forma, en determinadas circunstancias ex­
cepcionales, el Estado podía celebrar convenios de asociación
para el despliegue de ciertas actividades. A continuación pasa­
mos a sintetizar las bases de los convenios en referencia:

a.l) Convenios Operativos.


Por regla general, la Ley que Reserva al Estado la Industria y
Comercio de los Hidrocarburos estableció que el Estado ejercería

“Por lo demás, reservada la regulación sobre dicha industria en razón del interés
nacional que reviste esa actividad al ser uno de los pilaresfundamentales en que se
sostiene nuestra economía, es lógico que la regulación en la materia esté también
circunscrita al ámbito nacional por los mencionados numerales décimo y octavo del
artículo 136. De este modo, es indefectible concluir que toda la regulación en la
materia, lo que incluye desde luego su tratamientofiscal, debe quedar plasmada en
una Ley nacional y, por tanto dictada por el Congreso según los extremos dispues­
tos en el artículo 162 y siguientes de la Constitución. En definitiva, no es posible
que los Municipios extiendan su potestad tributaria a actividades que correspon­
den a materia rentística reservada al Poder Nacional. Por el contrario, y abundando
en lo antes expuesto, el propio texto constitucional al definir los límites a que debe
sujetarse esa unidad política -el Municipio- señala las materias rentísticas de la
competencia nacional".

335
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

directamente la actividad en referencia, a través de Petróleos de


Venezuela, S.A., pudiendo celebrar Convenios Operativos para
la mejor realización de sus funciones. La celebración de estos
contratos no requería aprobación previa por parte del legislador.

Con base en ello, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) y


sus filiales celebraron una serie de contratos de esta naturaleza,
a los fines de lograr la reactivación de determinados campos
que habían sido productivos pero que habían sido abandona­
dos debido al agotamiento de producción mediante las técnicas
de las cuales se disponía antiguamente.

En este tipo de contratos se establece que la empresa contra­


tista deberá realizar, por cuenta de la contratante, todas las ac­
tividades que son necesarias para la rehabilitación de los cam­
pos. En este caso, la contratista realiza todos los gastos a su propio
riesgo, y las facilidades y equipos invertidos en la rehabilitación
pasan a ser propiedad de la contratante a la finalización del
contrato. A cambio de estas actividades, la contratista percibe
honorarios de operación, procediendo asimismo el reembolso
de los costos y gastos de los activos en referencia, denominados
honorarios de capital9. Aquí no se estarían creando derechos
reales de los contratistas sobre los yacimientos explotados, que­
dando claro que la propiedad del crudo correspondía a la em­
presa estatal contratante.

Con relación al gravamen de este tipo de actividades, la ma­


yoría de la doctrina20 y la jurisprudencia han dejado sentado
que los contratistas de la industria de hidrocarburos sí están
sujetos al Impuesto a las Actividades Económicas (antes Impues­
to sobre Patente de Industria y Comercio). El fundamento de

9 Cfr. M o r e n o de R tv a s, Aurora: La Participación del Estado Venezolano en la


Explotación de la Riqueza Petrolera, en: Temas de Derecho Petrolero, ob. cit. p.
111 .
10 Al respecto podemos revisar los trabajos de M o r e n o de Rivas, Aurora: ob.
cit. p. 116 y A n z o l a , Oswaldo: Régimen Impositivo Aplicable a las Asociaciones
Petroleras. La Participación Municipal. I Jomadas de Derecho de Oriente "La
Apertura Petrolera". Caracas, 1997, pp. 107 y ss.

336
DEDERECHO i.JEw

esta posición reside en el hecho de que el contratista de una


empresa de hidrocarburos es efectivamente un simple prestador
de servicios con independencia de las especiales condiciones que
reúna su beneficiario o receptor. De allí, lo relevante a los efec­
tos de la calificación de la actividad y su gravamen con el tribu­
to municipal en comentarios, es la naturaleza de dicha activi­
dad, de tal forma que de tratarse de la prestación de servicios o
la venta de bienes -distintos, en principio, a los hidrocarburos,
dichas actividades estarán sujetas al gravamen en cuestión.

No obstante, es conveniente resaltar que actualmente el go­


bierno discute la posibilidad de cambiar la calificación de los
convenios operativos a los efectos de su gravamen con el Im­
puesto sobre la Renta, sosteniendo que la realidad económica
de los contratos permitiría afirmar que el operador sería efecti­
vamente un explotador de la actividad de hidrocarburos, en
tanto estaría asumiendo el riesgo de la actividad, siendo que el
cobro de la contraprestación por sus servicios estaría de alguna
forma condicionada al valor de los precios del petróleo. De esta
forma, la administración pretendería aplicar lo dispuesto en el
artículo 16 del Código Orgánico Tributario, que le facultaría a
revestir de realidad económica lo establecido en los contratos
celebrados, determinando que el operador ejecutaría la activi­
dad de hidrocarburos en condiciones similares a como lo haría
PDVSA.

De ser esta interpretación admisible, ello resultaría lógica­


mente en la imposibilidad de que los Municipios exigiesen a los
operadores el pago del Impuesto a las Actividades Económicas.
Ello por cuanto, según hemos afirmado, el gravamen a la activi­
dad de hidrocarburos quedaría reservada al Poder Nacional,
por disposición constitucional expresa. Es necesario destacar que,
en nuestro entender, no sería posible sostener la multiplicidad
de caracterizaciones de los contratos, dependiendo del ente po­
lítico territorial acreedor del tributo cuyo pago pretende exigir­
se. El artículo 316 de la Constitución vigente establece la obliga­
ción de que el sistema tributario se ajuste a la capacidad
contributiva de los administrados, concepto que debe ser enten-

337
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

dido necesariamente, como la obligación de garantizar que to­


dos los tributos se pongan en funcionamiento de una forma ar­
mónica, vale decir, el reconocimiento de que la capacidad con­
tributiva es una sola y que la realidad de las operaciones
desplegadas por los contribuyentes también lo es. La armoniza­
ción del sistema tributario implica la conciliación de las posicio­
nes y pretensiones de tributación, tratando al receptor de la
norma como uno solo y no pretendiendo su caracterización ais­
lada en atención al sujeto acreedor del tributo. Por ello, el cam­
bio de la calificación de los convenios operativos por parte del
Poder Nacional, tendrá incidencia directa en la pretensión de
los Municipios del cobro del tributo bajo análisis, incluyendo la
legitimación de los operadores para solicitar el reintegro de las
cantidades que se consideren indebidamente pagadas.

Algún sector de la doctrina, como sería el caso del maestro


Florencio C o n t r e r a s Q u i n t e r o , ha sostenido que los contratistas
de la industria petrolera se encuentran excluidos del gravamen
municipal. La base de esta posición se fundamenta en la exis­
tencia del principio de inmunidad tributaria. Como sabemos, la
inmunidad tributaria implica la imposibilidad de aplicar grava­
men alguno sobre determinados entes o derechos. Una de las
manifestaciones típicas de la inmunidad tributaria es la que se
atribuye a los entes político-territoriales, al indicar que no es
posible para cada uno de ellos ejercer su poder tributario sobre
los restantes. Ello fundamentado en dos razones: por una parte,
en tanto los entes públicos no detentan capacidad contributiva,
debido a que la totalidad de sus ingresos están asociados a un
fin determinado, relativo a la satisfacción de las necesidades
colectivas y, por otra parte, por cuanto el pretender que un ente
político-territorial puede ejercer su poder tributario sobre los
restantes, entorpecería el ejercicio de las funciones propias de
los últimos, en tanto éstos deberían invertir una porción del pre­
supuesto asignado para el cumplimiento de sus fines a la satis­
facción de tributos, quedando reducida de esta forma la posibi­
lidad de cumplimiento de las funciones encomendadas al ente
pagador del impuesto respectivo. Sobre la base de estas consi­
deraciones, C o n t r e r a s Q u in t e r o sostiene que la inmunidad tri-

338
B e t t y A n d r a .d e R o d r íg u e z

butaria no se extiende solamente a los entes político-terribria-


les, sino a las personas estatales creadas por éstos, en tanto ons-
tituyen instrumentalidades del Estado, destinadas a la satifac-
ción de sus potestades propias11. Por ello, las empresas del Esado
estarían excluidas, en principio, de tributación municipal Tal
sería el caso de PDVSA, la cual, por estar principalmente ataca­
da a la obtención de recursos para el cumplimiento de las labres
encomendadas al Estado, se considera un instrumento utiliado
por éste para la satisfacción de las necesidades colectivas.

Visto lo anterior, C o n t r e r a s Q u in t e r o considera que las :on-


tratistas de la industria petrolera son asimismo entes inrmnes.
Ello por cuanto la pretensión de que recaiga sobre éstos elgra-
vamen municipal, implicaría que económicamente dcha
tributación sería soportada por el ente inmune (PDVSA), entan-
to una vez pagado dicho impuesto por la contratista, ésa lo
trasladaría a su contratante en la factura respectiva emiida,
como parte de su estructura de costos. Lo resultaría, en e en­
tender del autor, en que el sujeto efectivamente gravado ería
PDVSA y no el contratista, caso que sería imposible por traarse
de un ente inmune12.

11 Para Florencio C o n t r e r a s Q u in te r o , "el Estado y las Entidades Públicas ciadas


por él, tanto en la Constitución Políticia como en la legislación subordinda, ya
territoriales, ya institucionales ofuncionales, gozan de una inmunidadfiscal ue les
es inmanente, pues ningún hecho imponible se les puede atribuir; es decirlo es
que aquéllos estén 'exentos', menos aún 'exonerados', de toda incidencia tribtaria,
sino que están 'inmunes' a ella. Y sin que sea necesario - repetimos- la conagra-
ción expresa de tal inmunidad. Ya Bielsa decía que la 'inmunidad del Estdo en
ordenfiscal', 'es consecuencia natural de su carácter político y jurídico', puesno es
un organismo económico'; y que 'además, en el Estado no se produce ehecho
imponible como acrecentamiento de riqueza o expresión de capacidad econóiica'"
( C o n t r e r a s Q u in te r o , Florencio. La Industria Nacionalizada del Peróleo
ante la Tributación Municipal y su Incidencia. Revista de la Facultd de
Ciencias Jurídicas y Políticas N° 100. Universidad Central de Veneuela.
Caracas. 1996. p. 59)
12 Esta posición implicaría que de existir una inmunidad tributariay no
impositiva, tanto los entes político-territoriales, las personas estatalesrrea-
das por éstos y sus contratistas estarían excluidos de cualquier clae de
tributación y no sólo de la aplicación del Impuesto sobre Patente de Ldus-

339
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Esta posición no ha encontrado mayor asidero en la doctrina


y la jurisprudencia, hasta el punto de que la reforma constitu­
cional llevada a cabo en 1999 estableció claramente en su artí­
culo 180 que la inmunidad tributaria se extendía a los entes
político-territoriales y a las personas estatales creadas por éstos,
pero declaró expresamente que no se prolongaba a sus contra­
tistas, prestadores de servicios y otros similares. De esta forma,
el propio Texto Constitucional estaría estableciendo la solución
ante la posición antes planteada, específicamente con respecto
a la gravabilidad municipal de los contratistas del Estado.

a.2) Convenios de Asociación.

De igual forma, la Ley que Reserva al Estado la Industria y


Comercio de los Hidrocarburos previo que en casos especiales y
cuando conviniese al interés público, el Estado o los entes de su
propiedad podrían celebrar convenios de asociación con entes
privados, siempre que en dichos convenios, que deberían cele­
brarse por tiempo determinado, se garantice que aquéllos ten­
gan una participación tal que permita su control sobre la activi­
dad, siendo necesario para la suscripción de los convenios la
autorización de las Cámaras Legislativas en sesión conjunta.

tria y Comercio, lo cual habría sido resuelto por la disposición constitucio­


nal vigente contenida en el artículo 180 de la Carta Magna.
Sobre este particular, creemos que la posición anterior parte de una con­
fusión entre la definición de los sujetos pasivos del tributo con los efec­
tos económicos derivados de la tributación. En efecto, con el Impuesto
sobre Patente de Industria y Comercio -centro del trabajo que nos pro­
ponemos-, se estaría gravando al sujeto que desarrolla la actividad econó­
mica respectiva, quien está obligado a soportar el tributo. No obstante,
aún con relación a los tributos directos -como es el caso del que analiza­
mos-, es común que se produzca la traslación de los efectos económicos
que éstos producen, al formar parte de la estructura de costos relativa al
ejercicio de su actividad. Por ello, la incidencia de la tributación es un
elemento económico, no tributario, propio del funcionamiento del co­
mercio que, por no tener naturaleza propiamente fiscal o jurídica, no re­
vestiría relevancia para excluir de tributación a determinados entes. Dis­
tinta podría ser la posición con relación a los tributos indirectos, como es
el caso del Impuesto al Valor Agregado, en donde el contribuyente de
facto es efectivamente el sujeto incidido.

340
B etty A ndrade R o d r íg u e z

En este contexto, se entendía que se satisfacía el requisito del


control por parte del Estado de las actividades desplegadas, no
sólo mediante la titularidad de la mayoría de las acciones de las
entidades constituidas a tales propósitos, sino mediante la adop­
ción de cualesquiera otros mecanismos que fuesen idóneos a tal
fin, como podía ser la creación de acciones preferidas o la inclu­
sión en los convenios respectivos de cláusulas en tal sentido13.

De acuerdo con dicha norma quedaba claro que sólo era po­
sible para un particular realizar las actividades de hidrocarbu­
ros en nombre propio -y no como simple prestador de servicios
al Estado- previa celebración de un convenio de asociación. Di­
chos contratos pueden agruparse en asociaciones estratégicas y
convenios de ganancias compartidas.

(i) Asociaciones Estratégicas.

Nos referimos aquí a las asociaciones estratégicas propiamente


dichas como aquéllas por las cuales el Estado y un particular
convienen en asociarse, para la explotación del crudo, lo cual

13 Así lo estableció la Corte en Pleno en su decisión de fecha 23 de abril de


1991 al considerar que la Ley se refiere "de una manera general a 'convenios de
asociación con entes privados, con una participación tal que garantice el control por
parte del Estado y con una duración determinada' en lugar de 'empresas mixtas,
que es una especie de asociación, pero no la única, y donde su control se obtiene por
vía accionaria... lo determinante es el control del convenio, que es una noción más
jurídica que económica o patrimonial, y por ello se refiere a 'participación' sin
calificarla de ninguna manera". La doctrina cita como uno de los ejemplos
aplicables el caso del proyecto Hamaca, en los siguientes términos: "En el
caso del proyecto Hamaca, por ejemplo, se estableció en el Convenio una categoría de
votos, que garantiza a Corpoven que las decisiones fundamentales y significativas
relacionadas con las actividades de la asociación, no podrán ser adoptadas sin el voto
favorable de lafilial; asíen los proyectos de Conoco/Maraven (Petrozuata) y Maraven,
Total, Norsk Hydro y Statoil (Sincor), se previo el régimen de acciones privilegiadas
que le aseguran a lasfiliales, el control del proyecto. Por último, en el caso que nos
ocupa, el de los convenios de asociación para la exploración a riesgo, se establecieron
'acciones doradas', para asegurarle al Estado, el control de la actividad" (G r aterol ,
María Carolina: El Impuesto sobre Patente de Industria y Comercio en los
Esquemas de Participación del Estado Venezolano en la Apertura Petrole­
ra. En: Temas de Derecho Petrolero. Ob. cit. p. 146).

341
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

podá derivarse de la creación o no de un ente con personali-


dadjurídica. Básicamente comprende la celebración de conve­
nios de asociación para la explotación del crudo extra-pesado
en L Faja Petrolífera del Orinoco, como es el caso del Convenio
ente Maraven, S.A. y Conoco Inc. para la explotación y mejo-
raniento de petróleos extrapesados en Zuata, Estado
Anaátegui, el Convenio entre Maraven, S.A., Total, S.A., Statoil
y Nirsk Hydro para la explotación y mejoramiento de petróleos
extapesados en Zuata, el Convenio entre Corpoven, S.A.,
Atlartic Richfield Co., Phillips Petroleum Company y Texaco
Ine >ara la explotación y mejoramiento de crudos extrapesados
en Tamaca y el Convenio entre Lagoven, S.A., Mobil
Conoration y Veba Oel AG para la explotación y mejoramien­
to efe crudos extrapesados en el área de Cerro Negro14.

fimbién se pretendió la celebración de este tipo de convenio


par< la explotación y comercialización del gas natural, concre­
tamente para la exploración y explotación de campos de gas
costi afuera, ubicados al norte del Estado Sucre, tal y como es el
case del convenio suscrito entre Lagoven, S.A., Shell Gas Vene-
zuea B.V., Exxon Venezuela LNG y Mitsubishi Corporation,
deruminado Proyecto Cristóbal Colón. Para el desarrollo de este
provecto se constituyó la empresa Sucre Gas, S.A. en 1994. En
199Í el proyecto se difiere y en el 2000 se puso fin al acuerdo de
asodación, estando actualmente en gestiones su reactivación
baje la nueva denominación de Proyecto Mariscal Sucre.

Iste tipo de convenios también ha sido aprovechado para la


indistria de la orimulsión, como es el caso de aquél aprobado -
mas aún no implementado- por el Poder Legislativo entre
Bitúnenes del Orinoco, S.A., filial de PDVSA; Conoco Orinoco
Inc. Statoil Venezuela, S.A. y el Consorcio Nacional de Inver-
sioies Yandis, C.A., con el propósito de la explotación del

14 v los efectos de una explicación detallada de estos proyectos puede


onsultarse: M oreno , José Ignacio: Estado Actual de la Aplicación de la Política
e Apertura Petrolera Asociaciones Estratégicas Establecidas, en: I Jomadas de
lerecho de Oriente. Funeda. Caracas. 1997. pp. 61 y ss.

342
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

bitumen natural en la Faja del Orinoco y la construcción de tres


módulos de producción y emulsificación del bitumen para la
elaboración de la orimulsión.

En estos casos, en tanto la totalidad de las empresas


involucradas en el proyecto estarían realizando actividades de
hidrocarburos, éstas se encontrarían excluidas del gravamen
municipal.

(ii) Asociaciones de Ganancias Compartidas.

El esquema de ganancias compartidas fue concebido para la


explotación, exploración, producción y comercialización con­
junta de crudos livianos y medianos por el Estado y los particu­
lares. En este esquema se prevé que la etapa de exploración sea
desarrollada por el particular exclusivamente por su propia
cuenta y riesgo. Si la exploración arrojaba la inexistencia de
yacimientos, el inversionista privado asumía la totalidad de las
pérdidas. Si el proyecto era viable, se celebraba un consorcio
con PDVSA o una de sus filiales, por el cual la entidad pública y
privada compartirían las ganancias y pérdidas derivadas de la
explotación y comercialización del crudo. Para la ejecución de
la actividad, debería constituirse una entidad que fungiría como
Operador, que actuaría bajo la figura de un convenio de opera­
ción entre los inversionistas privados y PDVSA o su filial.

En el caso de los convenios de ganancias compartidas no se


plantearían conflictos en cuanto a la aplicación del tributo mu­
nicipal durante la fase de exploración. Ello tanto por el hecho
de que en esta etapa no se generarían ingresos sobre los cuales
aplicar el tributo, como por el argumento jurídico de que la ex­
ploración del crudo es actividad de hidrocarburos y, en conse­
cuencia, su gravamen ha sido reservado al Poder Nacional.

Con relación a los Convenios de Asociación en general -tan­


to las asociaciones estratégicas como las ganancias comparti­
das- durante la explotación y comercialización del crudo, las
actividades desarrolladas por los inversionistas y PDVSA o su

343
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

filial estarían excluidos del gravamen municipal, por tratarse


propiamente de la explotación de la actividad de hidrocarbu­
ros. Ello en tanto dichos inversionistas son propiamente dueños
del crudo, bien sea porque su titularidad la ostente directamen­
te cada una de las empresas asociadas o bien porque su titulari­
dad corresponda a la sociedad utilizada como vehículo para
concretar la asociación.

De esta forma, en aquellos casos en los cuales se cree una


nueva sociedad mercantil que explotará el crudo en nombre y
por cuenta propia, queda claro que dicha sociedad se estará
dedicando a la actividad de hidrocarburos, en virtud de lo cual
los ingresos producidos estarán excluidos del gravamen muni­
cipal, según hemos visto. En este caso, los accionistas percibirán
el producido de la actividad desplegada vía decreto de dividen­
dos, los cuales están excluidos del gravamen municipal por tra­
tarse de ingresos de naturaleza eminentemente civil, según lo
ha establecido en forma reiterada la jurisprudencia patria.

Por otra parte, si la asociación se produce bajo la figura de


una operación mancomunada, esto es, que cada uno de los
inversionistas, estatales o no, se asocian para la explotación y
comercialización del crudo, pero sin constituir a tal propósito
una persona jurídica que ejecute dicha actividad en su propio
nombre y cuenta, se entenderá que cada uno de los asociados
desarrolla la actividad de hidrocarburos, por lo cual los ingre­
sos por ellos obtenidos no son objeto de gravamen municipal.

Ahora bien, se plantea una duda en relación con el grava­


men de los ingresos obtenidos por el Operador utilizado por las
operaciones mancomunadas. En efecto, el Operador se consti­
tuye en un vehículo utilizado por la asociación formada por las
entidades públicas y privadas para la coordinación del objeto
propio de dicha asociación, la ejecución de las actividades
operativas del convenio y el control de su ejecución contable y
financiera. De esta forma, aún cuando jurídicamente constitu­
ye una figura jurídica separada, éste forma parte efectiva de la
asociación formada y su existencia es fundamental para su ope­

344
B etty A ndrade R o d r íg u e z

ración apropiada. De allí que podría sostenerse que el Opera­


dor, aún cuando es un prestador de servicios a las empresas
explotadoras del crudo, no estaría sujeto al gravamen munici­
pal, en tanto es económicamente parte del modelo utilizado para
el desarrollo de la actividad específica.

Así, tal y como lo establece el Código Orgánico Tributario, en


la interpretación de las normas jurídicas, así como de las figuras
adoptadas para el desarrollo de una actividad, deberá prevale­
cer el fondo sobre la forma, tanto en lo que favorezca al Estado
como en lo que lo perjudique. De acuerdo con ello, la califica­
ción fiscal de un determinado hecho de relevancia económica
requerirá el análisis del verdadero sustrato de tal hecho, por lo
cual deberá obviarse la forma asumida para precisar el verda­
dero fin perseguido con la operación ejecutada. Con base en
tales fundamentos, es posible determinar que si la figura del
Operador es propia de la celebración de los convenios de ga­
nancias compartidas, constituyéndose en un vehículo obligato­
rio para la ejecución de dicho convenio, las actividades por él
desarrolladas deben calificarse como actividades de hidrocar­
buros y, en consecuencia, se encontrarían excluidas del grava­
men municipal en cuestión.

No obstante, es importante destacar que Aurora M o r e n o d e


ha mantenido la posición contraria, al sostener que el
R iv a s 15
Operador sí se encuentra sujeto al Impuesto sobre Patente de
Industria y Comercio. De igual forma, Oswaldo A n z o l a 16 ha
indicado que, en principio, el Operador es un prestador de
servicios a los inversionistas, al igual que ocurre en el caso de los
contratos de operación, por lo cual los ingresos por estos
percibidos estarían sujetos al Impuesto a las Actividades
Económicas.

La diferencia entre una u otra concepción radicaría en el


hecho de considerar si el Operador efectivamente está prestando

15 M o r e n o d e R ivas , A u r o ra : o b .c it. p . 1 2 2 .
16 A n z o la , Oswaldo. Ob. cit. p . 136.

345
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

servicios independientes a los inversionistas, que puedan


considerarse como una actividad económica distinta de la de
estos últimos. Tal y como lo apreciamos, el Operador usualmente
constituye urna persona jurídica creada con el propósito exclusivo
de administrar y ejecutar determinadas instrucciones que son
impartidas por los inversionistas, sin que posea recursos propios
para el desarrollo de las actividades encomendadas, siendo que
el financiamiento de los servicios y obras a ser ejecutadas se
derivará del requerimiento que haga el propio Operador a los
inversionistas. El Operador, entonces, se encarga de centralizar
las operaciones que deberán ser realizadas para la ejecución de
la actividad de hidrocarburos, mediante la utilización de los
recursos de los inversionistas y en ejecución de las instrucciones
por éstos impartidos. Es por ello que podría considerarse que
más que tratarse de un prestador de servicios independiente, es
un mero vehículo utilizado por los inversionistas para coordinar
las actividades que corresponden a cada uno de ellos.

Así, pudiera sostenerse que la naturaleza de la actividad des­


plegada por el Operador no es exactamente igual que aquélla
desplegada por el prestador de servicios en el convenio de ope­
ración. En efecto, en el convenio de operación el contratista uti­
liza sus recursos propios para la ejecución de determinados ser­
vicios previamente especificados, en donde los factores de capital
y trabajo se encuentran concentrados principalmente en dicho
contratista para la ejecución de una actividad económica pro­
pia, relativa a la prestación de los servicios correspondientes.
No obstante, en el caso del Operador en la operación manco-
mimada, dicho ente concentra los esfuerzos de los inversionistas,
para que con los recursos por ellos provistos ejecute determina­
dos servicios de acuerdo con las instrucciones por aquéllos im­
partidos, confundiéndose prácticamente la actividad del Ope­
rador con la desplegada por los inversionistas.

b) Comercialización de los hidrocarburos. Expendio de gasolina.

La jurisprudencia patria ha emitido diversos pronunciamien­


tos en relación con la posibilidad de que los Municipios graven

346
B e it y A ndrade R o d r íg u e z

con impuestos municipales la comercialización de hidrocarbu­


ros, incluyendo el combustible, reconociendo mayoritariamente
la legitimidad de dicho gravamen.

En efecto, en primer término la Sala Político Administrativa


de la Corte Federal y de Casación en decisión de fecha 11 de
febrero de 1937, caso Rodolfo G. Rincón17, se pronunció acerca
de la constitucionalidad de la inclusión en la Ordenanza sobre
Patentes de Industria y Comercio del Distrito Federal del ramo
de industria y comercio para los expendidos de gasolina y sus
similares, cuya base de cálculo se determinaría a razón de tres
céntimos de bolívar por cada litro que se expenda. Sobre este
particular, la Sala consideró que del análisis de la base de cálcu­
lo del tributo y la manera en la cual éste sería implementado -en
tanto se permitiría su traslado directo al consumidor-, podía
afirmarse que el Consejo Municipal creó en realidad un impuesto
al consumo de gasolina, bajo la falsa afirmación de que se trata­
ba de un Impuesto sobre Patente de Industria y Comercio. Así,
la Sala consideró que por cuanto el consumo de gasolina era
gravado por un tributo nacional, existiendo una prohibición a
los Municipios de crear tributos en materias rentísticas de los
otros poderes, la norma en cuestión se encontraba viciada de
nulidad por inconstitucionalidad. De esta decisión podría des­
prenderse una aceptación tácita de la Sala en el sentido que los
Municipios graven con la Patente de Industria y Comercio las
actividades de expendio de gasolina, en tanto éste sea el tributo
efectivamente creado. Lo que la Sala sanciona no es la preten­
sión de gravamen municipal de este tipo de actividades, sino la
creación de tributos cuya competencia no le corresponde a los
entes menores, bajo la supuesta afirmación de que se trata de
materias a éstos atribuidas.

Posteriormente, la Sala Político Administrativa, en decisión


de fecha 13 de diciembre de 1965 estableció una distinción en­
tre el gravamen a la producción, circulación y el consumo de
determinados bienes cuya potestad correspondía al Poder Na­
17 Cfr. R o m ero -M u ci, Humberto: ob. cit. pp. 19 9 y ss.

347
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

cional y el impuesto general que recaía sobre el ejercicio de una


actividad, cuyo gravamen le era atribuido a los Municipios. Así,
la Sala estableció que los tributos en referencia podían coexistir,
en tanto ambos estaban fundamentados en distintas causas, ya
que uno pretendía el establecimiento de un gravamen específi­
co, entendemos, al consumo y el otro la tributación del ejercicio
de una actividad comercial o industrial18. Dicha decisión fue
analizada por la misma Sala en decisión de fecha 14 de enero
de 1970, caso Compañía Anónima Creóle Petroleum Corporation
vs. Concejo Municipal del Distrito Guacara del Estado Carabobo19,
en la cual consideró que la Ley de Hidrocarburos establecía un
impuesto al consumo de productos refinados de hidrocarburos,
cuyo hecho generador era la venta o puesta en circulación para
su uso del territorio nacional, siendo que el concesionario esta­
ba implícitamente autorizado para trasladarlo al consumidor
final, con lo cual, se evidenciaban las diferencias existentes con
la Patente de Industria y Comercio que se trataba de un im­
puesto al ejercicio de una actividad. De esta forma, entiende la
Sala que no existe prohibición alguna para que el legislador
municipal establezca tributos por el ejercicio de la actividad de
comercialización de hidrocarburos.

Asimismo, este mismo órgano, en decisión de fecha 16 de


junio de 1962, igualmente en el caso Creóle Petroleum Corporation,
S.A. vs. Acta de la Junta de Clasificación de Patentes de Industria y
Comercio N° 651 de fecha 5 de febrero de 1960 del Consejo Munici­

18 En efecto, el texto de la decisión en referencia establece textualmente lo


siguiente: "En consecuencia, cuando el poder nacional grava con un impuesto -
especial un producto, -licores, alcoholes, cigarrillos, sal, derivados del petróleo,
etc; y él Poder Municipal grava con un impuesto -general las actividades lucrati­
vas- industriales o comerciales; cualquiera que sea su objeto, que puede ser o no tal
producto, no se produce la doble imposición, porque, fundamentalmente, no existe
identidad de causa entre uno y otro impuesto, pues, en el primer caso, el hecho
generador del impuesto es la producción, la circulación o el consumo de un género
específicamente determinado, mientras que, en el segundo, es el ejercicio de la
actividad industrial o comercial y porque, por ello mismo, no siempre existe identi­
dad de sujeto pasivo, por lo cual, a la vez tampoco puede hablarse, en rigor, de que
exija un mismo impuesto". (Cfr. R o m e r o M u c i, Humberto: ob. cit. p . 2 0 5 ).
19 Cfr. R o m e ro -M u ci, Humberto, ob. cit. p p . 2 0 3 y ss.

348
B etty A ndrade R o d r íg u e z

pal del Distrito Bolívar del Estado Zulia, reiteró su criterio en el


sentido de que las municipalidades podían gravar con la Paten­
te de Industria y Comercio las actividades de comercialización
de productos derivados de hidrocarburos20.

Como puede apreciarse, las decisiones antes citadas funda­


mentan la posibilidad de aplicar el gravamen municipal a la
comercialización de hidrocarburos en el hecho de que el grava­
men específico a la producción y al consumo es distinto del gra­
vamen al ejercicio mismo de la actividad, siendo posible la su­
perposición de ambos tributos. Aún cuando no se efectúan
mayores consideraciones en las decisiones en referencia, ello pa­
recería fundamentarse en la redacción del numeral 8 del artícu­
lo 136 de la Constitución de 1961. En efecto, de acuerdo con
esta norma, quedó reservado al Poder Nacional el gravamen
sobre la producción y consumo de determinados bienes como es
el caso de los licores y cigarrillos. Asimismo, dicha norma reser­
varía a este Poder el gravamen de las minas y los hidrocarburos,
sin que fuese muy clara de su redacción la extensión de la reser­
va en tal materia. En efecto -y sin ánimos de adentrarnos en
una exposición que haremos más adelante acerca del sentido de
la disposición en referencia- de acuerdo con dicha norma co­
rrespondería al Poder Nacional "La organización, recaudación y
control de... las contribuciones que... recaigan sobre la producción y
consumo de bienes que total o parcialmente la ley reserva al Poder
Nacional, tales como las de alcoholes, licores, cigarrillos, fósforos y
salinas; las de minas e hidrocarburos". La ubicación dentro de la
relación en referencia del gravamen sobre minas e hidrocarbu­
ros, seguidas de tma enumeración de bienes reservados al Po­
der Nacional, pero separados de ésta por un punto y coma, ha

20 Aún cuando en este último caso la Sala declara la nulidad parcial del Acta
de Clasificación impugnada, ello ocurre en tanto la pretensión de la Muni­
cipalidad era subsumir las actividades desplegadas por Creóle Petroleum
Corporation en el rubro correspondiente a ventas al detai de derivados de
crudo, cuando quedó demostrado en el proceso que la totalidad de las
ventas se hacían al mayor. No obstante, la Sala no niega la posibilidad
objetiva de que el tributo municipal sea aplicado sobre la venta de dichos
derivados.

349
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

dado lugar a múltiples discusiones acerca de si la reserva com­


prendía cualquier gravamen que incidiese sobre la actividad o
solamente los denominados impuestos específicos que recayesen
sobre la misma. La decisión de la Sala sería tendente a pronun­
ciarse a favor de la primera de las posiciones expuestas, lo cual
permitiría la coexistencia de los tributos específicos nacionales
con los municipales. Sin embargo, esta posición podría haber
decaído como consecuencia de la reforma constitucional de 1999,
según tendremos la oportunidad de analizar infra.

4.- Actividades propias de la Industria de Hidrocarburos.


a) Industria Petrolera.
Tradicionalmente se han considerado actividades propias de
la industria petrolera a la exploración, explotación, transporte,
almacenamiento, refinación y comercialización del crudo "las
cuales conforman un conjunto de actividades verticalmente integra­
das que nacen del mismo pozo petrolero y terminan con la entrega
del producto definitivo al consumidor final"21. Isabel B oscán D e
R uesta es aún más clara en este particular, al indicar que: "El
negocio de los hidrocarburos abarca un conjunto de actividades de
una gran variedad dentro de las cuales se identifican algunas esen­
ciales, constantes, conformadoras de lo que en la práctica se denomi­
na industria petrolera y que como tales son tratadas desde el punto
de vista estadístico y técnico por las autoridades e instituciones de los
diversos países que se ocupan de su análisis y control. Estas son las
actividades de exploración, explotación, manufactura o refinación,
almacenamiento, transporte y comercialización interna o externa de
los hidrocarburos"22.
A los fines de facilitar la comprensión de las materias que
comprenden la reserva en referencia, es necesario delimitar el
concepto de cada una de ellas. En este sentido, se entiende por
exploración al conjunto de operaciones necesarias para la bús­

21 R a m írez U z c á te g u i, Antonio. Ob. Cit. p. 5.


22 B o s c á n de R u e s ta , Isabel: La Actividad Petrolera y la Nueva Ley Orgánica de
Hidrocarburos. Funeda. Caracas. 2002. p. 13.

350
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

queda de recursos naturales. La explotación está constituida por


las operaciones que son necesarias para traer a la superficie el
hidrocarburo. Por su parte, el transporte está constituido por los
actos a través de los cuales se llevan los hidrocarburos a los si­
tios de almacenamiento o de consumo y el almacenamiento im­
plica la retención de los hidrocarburos en el suelo o subsuelo. La
refinación constituye el conjunto de operaciones que son necesa­
rias para la separación y transformación de los elementos del
hidrocarburo para obtener productos que estén integrados por
dicho componente. Por último, la comercialización está compren­
dida por el mercado interno y externo de los hidrocarburos.
Dentro del mercado interno quedan comprendidas " las activi­
dades de suministro, distribución y expendio, así como las de trans­
porte y almacenamiento que le son inherentes"23.

La Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y Co­


mercio de los Hidrocarburos pretendió el ejercicio en forma ex­
clusiva y excluyente por el Estado de todas las actividades de
hidrocarburos, entendiendo como tales la exploración del sue­
lo, la explotación de yacimientos de petróleo, asfalto y otros hi­
drocarburos, su manufactura, refinación, transporte, almace­
namiento, comercio interior y exterior y las obras que su manejo
requiera -dando con ello lugar a la expropiación de los bienes
que para 1975 estaban en manos de la industria privada-. De
esta forma, el propio legislador de 1975 calificó a la totalidad de
las actividades en referencia como de hidrocarburos.

De igual forma, el Acuerdo del Congreso de la República


aprobado en fecha 4 de julio de 1995 y publicado en la Gaceta
Oficial de la República de Venezuela N° 35.754, de fecha 17 de
julio de 1995, que autorizó la celebración de los Convenios de
Asociación para la Exploración a Riesgo de nuevas áreas y la
producción de hidrocarburos bajo el esquema de Ganancias
Compartidas, consideró como actividades de hidrocarburos: "las
actividades relacionadas con la exploración y explotación de yaci­
mientos de hidrocarburos, con el transporte por vías especiales, al­
23 B o s c á n de R u e s ta , Isabel, ob. cit. p. 15.

351
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

macenamiento y comercialización de la producción obtenida en las


Areas, y con las obras que su manejo requiera".
La Ley Orgánica de Hidrocarburos, indica en su artículo 2
que: "Todo lo relativo a la exploración, explotación, refinación, in­
dustrialización, transporte, almacenamiento, comercialización, con­
servación de los hidrocarburos, así como lo referente a los productos
refinados y a las obras que la realización de estas actividades requie­
ra, se rige por el presente Decreto Ley". Asimismo, la exposición
de este instrumento legal indica que: "Este Decreto Ley compren­
de a todos los hidrocarburos y las actividades que sobre ellos se reali­
zan: exploración, explotación, refinación, industrialización, transpor­
te, almacenamiento comercialización y conservación de los
hidrocarburos, así como las obras que la realización de estas activida­
des requiera. No obstante, se excluye de su aplicación lo referente a
los hidrocarburos gaseosos, los cuales por sus características, se ri­
gen por su propia Ley Orgánica, la cual, sin embargo debe
interpretarse y aplicarse armónicamente con este Decreto con Fuerza
de Ley Orgánica de Hidrocarburos, conforme a las reglas de la inter­
pretación analógica".
De acuerdo con dicho instrumento legal, es posible calificar
la actividad de hidrocarburos en: A) reservadas al Estado, que
comprende (i) actividades primarias, esto es, la explotación en
busca de yacimientos de hidrocarburos, su extracción en estado
natural, su recolección, transporte y almacenamiento iniciales,
las cuales quedan reservadas al Estado, y (ii) la comercialización
externa e interna de los hidrocarburos naturales; y B) activida­
des de gestión concurrente con el sector privado, referidas a (i)
refinación de hidrocarburos naturales -destilación, purificación
y transformación de hidrocarburos naturales-, (ii) comercio ex­
terno e interno de hidrocarburos derivados no excluidos, (iii)
comercio interior de hidrocarburos destinados al consumo co­
lectivo y (iv) industrialización de hidrocarburos refinados.

b) Industria del gas.


El gas natural constituye una mezcla de hidrocarburos, ge­
neralmente gaseosos que se encuentran en formaciones subte­

352
B etty A ndrade R o d r íg u e z

rráneas y compuesto principalmente por metano, así como etano,


propano y butano. También puede presentar impurezas como
agua, nitrógeno, ácido sulfúrico, helio, etc., los cuales son remo­
vidos antes de la venta del gas. Este gas puede presentarse aso­
ciado al crudo, como parte del mismo o encontrarse como una
capa arriba del mismo, o no asociado, esto es, en yacimientos
únicos de gas. Como puede apreciarse, al tratar esta materia,
estamos también refiriéndonos a un hidrocarburo, resultando
aplicables las consideraciones efectuadas en el presente trabajo.

En lo relativo a su tratamiento legal, éste variaba dependien­


do de si se trataba de gas asociado o no. Hasta 1971, los conce­
sionarios disponían libremente del gas asociado para su
comercialización, mientras que los yacimientos puros de gas eran
sellados. El comercio de gas era entonces realizado en concu­
rrencia con el Estado, a través de la Corporación Venezolana
del Petróleo y con ciertos Municipios, que también realizaban la
actividad de transporte distribución y venta del gas doméstico e
industrial.

El 26 de agosto de 1971 se publicó la Ley que Reserva al Esta­


do la Industria del Gas Natural, con el propósito de garantizar
un mayor aprovechamiento del gas, toda vez que para esa épo­
ca el gas era principalmente reinyectado, utilizado como mate­
ria prima para unos pocos proyectos o empleado como gas do­
méstico y comercial, procurándose con la reserva lograr su
licuefacción, así como su empleo en un mayor número de pro­
yectos industriales, como sería el caso de la industria del hierro.
De acuerdo con dicho instrumento, la explotación del gas aso­
ciado, por ser inherente a la explotación del crudo, permanecía
en manos de los concesionarios, pero el gas explotado debía ser
entregado al Estado en las condiciones que éste determinase.
Sin embargo, se estableció en el artículo 13 de la Ley que el Eje­
cutivo Nacional determinaría todo lo relativo al gas que para su
entrada en vigencia fuese tratado en plantas de gasolina de gas
natural, destinado a otros tratamientos industriales o a otros
negocios jurídicos por parte de los concesionarios. De esta for­
ma, tal y como lo estableció la doctrina y la jurisprudencia, la

353
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Ley de Reserva no pretendió establecer efectivamente una re­


serva de la industria a favor del Estado, sino procurar la
optimización del producto, evitando su desperdicio, en virtud
de lo cual, se previo la posibilidad de respetar los convenios exis­
tentes hasta la fecha a favor de los concesionarios24.

El 23 de septiembre de 1999 fue publicada la Ley Orgánica


de Hidrocarburos Gaseosos, que derogó la Ley que Reserva al
Estado la Industria del Gas, sujetando a su regulación la explo­
ración y explotación del gas no asociado, así como la recolec­
ción, almacenamiento y utilización tanto del gas asociado como
del no asociado, su procesamiento, industrialización, transpor­
te, distribución y el comercio exterior, y las actividades que se
ejecuten en dicho sector. Igualmente quedan sujetos a lo esta­
blecido en dicha regulación, lo referente a los hidrocarburos lí­
quidos y a los componentes no hidrocarburados contenidos en
los hidrocarburos gaseosos, así como el gas proveniente del pro­
ceso de refinación del petróleo.

Las actividades en este sector, de acuerdo con las disposicio­


nes de la Ley, pueden ser ejercidas por el Estado, a través de
entes de su propiedad o por el sector privado nacional o extran­
jero, con o sin participación del Estado venezolano. En el caso
del sector privado, el ejercicio de dicha actividad estará sujeto
al otorgamiento de la Ucencia o permiso correspondiente.

Queda claro, en cualquier caso, que el ejercicio de las activi­


dades que se encuentran reguladas en la Ley Orgánica de Hi­
drocarburos Gaseosos califica como actividad de hidrocarbu­
ros, por lo cual, le resultaría apUcable el mismo tratamiento fiscal
que le correspondería a este tipo de operaciones.

24 Así lo estableció la sentencia del 23 de abril de 1991 dictada por la Corte


Suprema de Justicia en Pleno, que decidió el recurso de nulidad contra los
artículos 2 y 5 de la Ley de Reserva de Gas, el artículo 3 de la Ley de
Hidrocarburos y el artículo 5 de la Ley de Nacionalización. La referencia y
comentarios pueden apreciarse en BosC án de R u e s ta , Isabel. Ob. cit. p. 70.

354
B etty A ndrade R o d r ig u e z

c) Algunas consideraciones especiales.


(i) Actividad Petroquímica.

Es necesario aclarar que históricamente no se ha considera­


do como parte de la industria petrolera lo relativo a la industria
petroquímica. En efecto, si bien es claro que la manufactura y la
refinación sí forman parte de esta actividad, no es así en el caso
de la fabricación de productos en donde uno de sus componen­
tes es el hidrocarburo. Ello en tanto legislativamente la
petroquímica no se ha considerado parte de los procesos de con­
cesión que han permitido la explotación de la actividad de hi­
drocarburos. En cuanto a las delimitaciones técnicas, la manu­
factura y refinación implican la obtención de productos que
tienen como materia prima los diferentes hidrocarburos, a tra­
vés de dos métodos: la división física de los componentes del
crudo por destilación, en virtud de que éstos tienen diferentes
puntos de ebullición y condensación y el segundo, un proceso
químico en el cual se transforman unas sustancias en otras, lo­
grando la obtención, fundamentalmente de hidrocarburos más
ligeros. El resultado de esta actividad es la producción de gaso­
lina, gases, kerosene, gasoil, etc.
Por su parte, la petroquímica implica la fabricación de pro­
ductos que incluyen hidrocarburos, pero que son diferenciables
de los anteriores, en tanto se trata de la producción de determi­
nados bienes en cuyo proceso intervienen principalmente deri­
vados de crudo y gas natural, para la producción de otros bie­
nes diferentes. De esta forma, la industria petroquímica utiliza
derivados como el gas metano, etano, propano y butano, que
son transformados en etileno, propileno, butileno y aromáticos,
sub-productos que pueden constituir a su vez materia prima
para la fabricación de otros25.

Lo relevante a estos efectos es aclarar que la delimitación de


las actividades que componen la industria petrolera, excluye,

25 P a d r ó n , Carlos Eduardo: Proceso de Apertura Petrolera, en: Temas de Dere­


cho Petrolero, ob. cit. p. 23.

355
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

por razones técnicas y legislativas, todas aquellas actividades


relacionadas con la industria petroquímica, sin que pueda afir­
marse, en este sentido, que todo aquello que en su composición
utilice hidrocarburo es, por ello, actividad de tal naturaleza.

(ii) Comercialización de hidrocarburos.

En lo relativo al comercio de los hidrocarburos, ya hemos


señalado que la legislación posterior a 1975 la ha calificado como
actividad de hidrocarburos. No obstante, la Ley de Hidrocarbu­
ros de 1943 no la incluía dentro de las actividades calificadas
como de "utilidad pública e interés social". Es implícito que el
derecho de explotar, refinar y manufacturar debe conllevar el
de la comercialización del crudo. Tal y como hemos indicado, la
regulación del comercio interno de los hidrocarburos se efectuó
en forma separada de la legislación que regulaba el resto de la
actividad petrolera, estando regida por la Ley que Reserva al
Estado la Explotación del Mercado Interno de Hidrocarburos,
la cual establecía que todo lo relativo al almacenamiento, trans­
porte, distribución y expendio de los productos derivados de los
hidrocarburos podría hacerse por los particulares, previo el otor­
gamiento de un permiso por el Ministerio de Energía y Minas y
la celebración de convenios con las filiales de PDVSA.

Ahora bien, la legislación vigente en materia de hidrocarbu­


ros ha dejado claro que la comercialización de los hidrocarbu­
ros constituye propiamente actividad de hidrocarburos. La Cons­
titución de 1999 establece en su artículo 156, numeral 1626, que
será competencia del Poder Nacional todo lo relativo al régimen
y administración de las minas e hidrocarburos, que incluye la

26 Esta disposición indica que es competencia del Poder Nacional: "El régimen
y administración de las minas e hidrocarburos, el régimen de las tierras baldías, y la
conservación, fomento y aprovechamiento de los bosques, suelos, aguas y otras
riquezas naturales del país. / El Ejecutivo Nacional no podrá otorgar concesiones
mineras por tiempo indefinido. / La Ley establecerá un sistema de asignaciones
económicas especiales en beneficio de los Estados en cuyo territorio se encuentren
situados los bienes que se mencionan en este numeral, sin perjuicio de que también
puedan establecerse asignaciones especiales en beneficio de otros Estados".

356
B etty A ndrade R o d r íg u e z

competencia para legislar sobre las actividades que se lleven a


cabo en la materia.

De esta forma, la comercialización de los hidrocarburos que­


daría calificada legislativamente como actividad de hidrocar­
buros. Asimismo, en el artículo 60 de la Ley califica como servi­
cio público las actividades de almacenamiento, transporte,
distribución y expendio de los productos derivados de los hi­
drocarburos que hayan sido señalados por el Ministerio de Ener­
gía y Petróleo mediante Resolución.

En este sentido, conviene efectuar el análisis de la Resolución


recientemente dictada por el Ministerio de Energía y Petróleo
contentiva de las Normas para Regular la Actividad de Venta de
Combustibles destinados a la Exportación desde las Plantas de Dis­
tribución ubicadas en el Territorio Nacional, hacia los Departamen­
tos de la Goajira y del Norte de Santander en Colombia, publicadas
en la Gaceta Oficial N° 38.144 del 10 de marzo de 2005. Esta
Resolución es dictada con fundamento en lo establecido en el
artículo 156, numeral 16 de la Constitución, al cual antes he­
mos hecho referencia, así como de acuerdo con lo dispuesto en
los artículos 8, 60, 63 y 66 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos.
La primera de las normas legales citadas establece la potestad
del Ministerio de Energía y Minas de formular, regular y seguir
las políticas y la planificación, realización y fiscalización "de las
actividades en materia de hidrocarburos”, incluyendo estudios de
mercado y análisis y fijación de sus precios. Así, el Ministerio de
Energía y Minas, al dictar la Resolución en referencia, estaría
confirmando que la comercialización de combustible calificaría
como actividad de hidrocarburos y más aún, como un servicio
público, de acuerdo con lo señalado en el artículo 60 de la Ley27.

27 Artículo 60 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos: "Constituyen un servicio


público las actividades de suministro, almacenamiento, transporte, distribución y
expendio de los productos derivados de los hidrocarburos, señalados por el Ejecutivo
Nacional conforme al artículo anterior, destinados al consumo colectivo interno. El
Ejecutivo Nacional, por órgano del Ministerio de Energía y Minas,fijará los precios
de los productos derivados de los hidrocarburos y adoptará medidas para garantizar
el suministro, la eficiencia del servicio y evitar su interrupción. En lafijación de los

357
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

En efecto, el Ministerio en los considerandos de la Resolución en


referencia establece que: "en el orden normativo descrito se decla­
ran las actividades de comercialización de los hidrocarburos y otros
productos de sus derivados como un servicio de utilidad pública, so­
cial y de interés colectivo...." Haciéndose "indispensable adoptar
las medidas que coadyuven a fortalecer la regulación, control, vigi­
lancia y seguimiento de las políticas, planificación, fiscalización de
las actividades desarrolladas por las Estaciones de Servicio y demás
expendedores, que adquieran, posean, transporten, almacenen, ven­
dan, ofrezcan, suministren o comercialicen hidrocarburos y otros pro­
ductos de sus derivados". De esta manera, se considera como ac­
tividad de hidrocarburos la comercialización tanto en el mercado
interno como externo de dicho producto y sus derivados, que­
dando calificadas como tales las operaciones realizadas por las
estaciones de servicio y cualesquiera otros expendedores. Por
ello, la calificación de la actividad no quedaría reducida única­
mente a la venta del crudo efectuada directamente por los suje­
tos que lo explotan o refinan, sino asimismo a la venta, aún al
detai que se efectúe de dichos productos o sus derivados.
Cabe destacar, no obstante, que el artículo 214 de la Ley Or­
gánica de Régimen Municipal dispone que: "De conformidad con
los artículos 183 y 302 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, las actividades económicas de ventas de productos pro­
venientes de la manufactura o refinación del petróleo ejecutada por
una empresa del Estado, no estarán sujetas al pago de impuestos
sobre actividades económicas, no quedan incluidos aquellos produc­
tos que se obtengan de una transformación ulterior de bien manufac­
turado por la empresa del Estado".
La norma en referencia puede ser objeto de diversas inter­
pretaciones: (i) que se está declarando la inmunidad tributaria
de las actividades desplegadas por las empresas del Estado, con

precios el Ejecutivo Nacional atenderá a las disposiciones de este Decreto Ley y a las
previsiones c¡ue se establezcan en su Reglamento. Estos precios podrán fijarse
mediante bandas o cualquier otro sistema que resulte adecuado a losfines previstos
en el presente Decreto Ley, tomando en cuenta las inversiones y la rentabilidad de
las mismas".

358
B etty A ndrade R o d r íg u e z

lo cual la concepción sobre esta institución es amplísima o, al


menos, derivaría en la comprensión de la industria de hidrocar­
buros como propia de los fines del Estado, (ii) de aceptarse la
interpretación anterior, que se declara que, en principio, las ac­
tividades de venta de crudo están sujetas a gravamen munici­
pal, salvo que sean desarrolladas por empresas del Estado, (iii)
no obstante, llama la atención el hecho de que el fundamento
de la norma repose en el artículo 183 de la Constitución y no en
su artículo 180, que consagra la inmunidad fiscal, por lo cual el
legislador debió haber tenido en cuenta la caracterización de la
actividad como hidrocarburos, cuyo gravamen correspondería
al Poder Nacional y (iv) de ser ello así, la actividad de comercia­
lización estaría excluida de tributación municipal, con indepen­
dencia del ente que la ejerza, constituyéndose en una simple
ratificación de la no sujeción de la actividad al gravamen muni­
cipal. Lo que sí quedaría incluido en la tributación municipal
por la redacción de la norma, sería la industria petroquímica,
con base a los mismos criterios desarrollados y con independen­
cia del órgano que la ejerza.

5.- Potestad tributaria de los Municipios para gravar la acti­


vidad de Hidrocarburos.

Corresponde ahora efectuar un análisis de las disposiciones


constitucionales y legislativas vigentes que permitirían determi­
nar si los Municipios tienen la potestad de gravar la actividad
de hidrocarburos.

La Constitución de 1961, según hemos dicho, establecía, en


su artículo 136, numeral 8, que era competencia del Poder Na­
cional "La organización, recaudación y control de los impuestos a la
renta, al capital y a las sucesiones y donaciones; de las contribuciones
que gravan la importación, la de registro y timbre fiscal y las que
recaigan sobre la producción y consumo de bienes que total o parcial­
mente la ley reserva al Poder Nacional, tales como las de alcoholes,
licores, cigarrillos, fósforos y salinas; las de minas e hidrocarburos y
los demás impuestos, tasas y rentas no atribuidos a los Estados y a
los Municipios, que con carácter de contribuciones creare la ley". La

359
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

disposición anterior, en los términos en los cuales se encontraba


redactada, generó diversas discusiones acerca de su interpreta­
ción. En un primer término, se consideró que las minas e hidro­
carburos formaban parte de la enumeración efectuada sobre el
gravamen de la producción y consumo de bienes reservados al
Poder Nacional, por la posición que ocupaban en la norma, con
lo cual, era teóricamente posible sostener la aplicación del Im­
puesto sobre Patente de Industria y Comercio a las actividades
de hidrocarburos, en tanto el gravamen específico a un bien, no
excluía el gravamen municipal a la actividad asociada a dicho
bien28. No obstante, otra posición llamó la atención acerca de la

28 Aún cuando tradicionalmente la jurisprudencia ha declarado que la potes­


tad de la Nación de establecer tributos a la producción y consumo de
determinados bienes, como es el caso de los licores y cigarrillos, no exclu­
ye la tributación municipal sobre la actividad, hoy este aspecto pareciera
no ser tan claro, cuando la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia en un fallo reciente dejó sentado que la atribución de potestades en
este sentido al Poder Nacional sí excluía de tributación municipal a la
actividad respectiva. En efecto, en decisión de fecha 22 de julio de 2004, en
el caso Seagram de Venezuela, S.A., dicha Sala sentó lo siguiente:
"La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, establece en
el numeral 12 del artículo 156, lo siguiente:
... De lo anterior podría considerarse que los Municipio si estarían facultados
para crear algún tipo de tributos respecto al alcohol y especies y alcohóli­
cas, en virtud de que la Constitución enuncia de manera muy escasa cual es
el impuesto regulado en esta materia, a saber, el consumo."
Pero visto que esta potestad tributaria de los Municipios ha sido un tema
muy controvertido a través de los años y objeto de distintos criterios
jurisprudenciales, tomaremos el más reciente de estos, sentado por esta
Sala Constitucional en sentencia n° 285 del 4 de marzo de 2004 el cual
resolvió un recurso de interpretación interpuesto respecto al primer apar­
te del artículo 180 de la Constitución, y dispuso lo que sigue:
"...la primera parte del artículo 180 de la Constitución debe entenderse
como la separación del poder normativo de la República y los estados
respecto del poder tributario de los municipios. De esta manera, aunque al
Poder Nacional estadal corresponda legislar sobre determinadas mate­
rias, los municipios no se ven impedidos de ejercer sus poderes tributa­
rios, constitucionalmente reconocidos (...), salvo que se prevea lo contra­
rio para el caso concreto (...)" (Resaltado y Negrillas de la Sala).
Pues bien, en el caso que nos ocupa, alcohol y especies alcohólicas, se
observa que el 21 de junio de 1985, fue publicada en la Gaceta Oficial n°
3.574 Extraordinario, la Ley de Impuesto sobre Alcohol y Especies Alcohó­
licas, y la misma establece en sus artículos 1, 2 y 3, lo siguiente:

360
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

existencia de un punto y coma previa a la referencia de las mi­


nas e hidrocarburos en la norma en cuestión, con lo cual se esta­
ría separando la contribución a la producción y el consumo de
materias reservadas, de la contribución sobre las minas e hidro­
carburos, lo cual debía comprender todos los renglones de la
actividad, por lo cual, no era posible a los Municipios exigir el
pago del Impuesto sobre Patente de Industria y Comercio por el
ejercicio de dicha actividad.

En la Constitución de 1999 se pretende aclarar la confusión


anterior, al cambiar la ubicación de los elementos en referencia.
En efecto, la redacción actual de la norma, contenida en el artí­
culo 156, numeral 12 de la Constitución, dispone que es compe­
tencia del Poder Nacional "La creación, organización, recaudación,
administración y control de los impuestos sobre la renta, sobre suce­
siones, donaciones y demás ramos conexos, el capital, la producción,
el valor agregado, los hidrocarburos y minas, de los gravámenes a la
importación y exportación de bienes y servicios, los impuestos que
recaigan sobre el consumo de licores, alcoholes y demás especies alco­

"Artículo 1: El alcohol etílico y las especies alcohólicas de producción


nacional o importadas, destinadas al consumo en el país, quedan sujetas al
impuesto que establece la Ley.
El Ejecutivo Nacional queda autorizado para aumentar o disminuir me­
diante decreto reglamentario y hasta en un cincuenta por ciento (50%) los
impuestos establecidos en los artículos 10,11,12 y 13 de esta Ley, para lo
cual deberá solicitar la aprobación previa de las Comisiones de Finanzas
del Senado y de la Cámara de Diputados" (Resaltado de la Sala).
"Artículo 2: El ejercicio de la industria y del comercio del alcohol etílico y
especies alcohólicas quedan gravados con los impuestos que establece esta
Ley" (Negrillas y resaltado de la Sala)
"Artículo 3: La creación, organización, recaudación y control de los im­
puestos sobre alcohol y especies alcohólicas quedan reservados totalmen­
te al Poder Nacional" (Negrillas y resaltado de la Sala).
Tal como se desprende de los artículos citados, el espíritu, propósito y
razón del legislador al dictar la Ley de Impuesto sobre Alcohol y Especies
Alcohólicas, fue mantener dentro de la competencia del Poder Nacional
todo lo concerniente a la "regulación" y "potestad tributaria" sobre alco­
hol y especies alcohólicas, lo que excluye de manera incuestionable la
posibilidad de que un Municipio pueda crear impuestos relativos al ejerci­
cio de la industria y el comercio en estas materias, pues ello excedería el
límite de competencia concedido en la Carta Magna".

361
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

hólicas, cigarrillos y demás manufacturas del tabaco, y los demás


impuestos, tasas y rentas no atribuidas a los Estados y Municipios
por esta Constitución y la Ley".
Como puede apreciarse, en esta última disposición se modi­
fica el orden de la enumeración de las materias cuya tributación
es atribuida al Poder Nacional, quedando claro que sólo este
ente podría crear impuestos en materia de hidrocarburos y mi­
nas, por lo cual, sólo él podría pretender la tributación sobre la
actividad de hidrocarburos.
La exclusividad del Poder Nacional para gravar la materia
de hidrocarburos puede determinarse asimismo del contenido
del artículo 183 de la Constitución de 1999, numeral 1, que es­
tablece como prohibiciones de los Estados y Municipios: " Crear
aduanas ni impuestos de importación, de exportación o de tránsito
sobre bienes nacionales o extranjeros, o sobre las demás materias
rentísiticas de la competencia nacional". De esta forma, la
tributación de las materias atribuidas a la Nación corresponde­
rá exclusivamente a ésta, quedando excluida la injerencia fiscal
de los otros entes político-territoriales en dichas materias.
La doctrina tradicionalmente al analizar la disposición con­
tenida en el numeral 10 del artículo 136 de la Constitución de
1961, por la cual se atribuía al Poder Nacional la regulación de
la actividad de hidrocarburos, consideraba que dicha disposi­
ción era asimismo fundamento de la reserva del poder tributa­
rio en esta materia a la Nación. Así, razonaba que la posibilidad
de que sólo el Poder Nacional dictase normativas para regular
dicha actividad, se refería a la normativa de todos los aspectos
de la misma, incluyendo la materia tributaria.
La Constitución de 1999 insistió nuevamente, en su artículo
156, numeral 10 en atribuir al Poder Nacional la competencia
sobre el " régimen y administración de las minas e hidrocarburos, el
régimen de las tierras baldías, y la conservación, fomento y aprove­
chamiento de los bosques, suelos, aguas y otras riquezas naturales
del país". Asimismo, se incorporó una nueva disposición por la
cual el constituyentista aclara que no debe confundirse la atri­

362
B etty A ndrade R o d r íg u e z

bución de competencias para regular una determinada activi­


dad con la tributación sobre dichas materias. Así, dispone el
artículo 180 de la Constitución que: "La potestad tributaría que
corresponde a los Municipios es distinta y autónoma de las potesta­
des reguladoras que esta Constitución o las leyes atribuyan al Poder
Nacional o Estadal sobre determinadas materias o actividades". De
acuerdo con esta normativa, quedaría claro que el hecho de que
en el artículo 156 de la Constitución se atribuya a la Nación una
serie de competencias para regular un número casi infinito de
materias, no implica la exclusión del gravamen por los entes
menores de dichas actividades, dentro del ámbito de sus com­
petencias.
Así, el Municipio podrá cobrar el Impuesto a las Actividades
Económicas sobre las actividades que se ejerzan dentro de su
jurisdicción y dentro de los límites impuestos por la Constitu­
ción y las leyes, sin que el hecho de que el Poder Nacional dicte
normas para regular determinadas materias excluya, por sí, la
tributación por el ente menor. La potestad de regular determi­
nadas materias implica la posibilidad de delimitar legislativa­
mente los términos en los cuales dichas actividades serán ejerci­
dos, establecer normas especiales para el control y fiscalización
del cumplimiento de las pautas legislativas, fijar determinadas
condiciones para el ejercicio de dicha actividad y otras especifi­
caciones semejantes, lo cual nada tiene que hacer con la posibi­
lidad de que las instituciones que ejerzan las actividades regula­
das contribuyan a la satisfacción de las necesidades colectivas,
mediante el pago de los tributos correspondientes a los respecti­
vos entes públicos29.

29 La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia ya se ha pronun­


ciado acerca de la interpretación de la primera parte del artículo 180 de la
Constitución, en el caso BJ Services, S.A. de fecha 4 de marzo de 2004, al
indicar:
"Como se observa, esos dos numerales del artículo 156 no incluyen potestades
tributarias sino sólo reguladoras y de administración de las aguas, por lo que debe
aplicarse el artículo 180 en laforma en que se ha indicado: separando potestades, sin
aceptar la tesis de los poderes implícitos. Se ha visto cómo esta Sala no sólo no tiene
dudas acerca del sentido y alcance del primer párrafo del artículo 180 de la Consti­
tución, sino que tampoco las tiene acerca de su origen y justificación. En tal virtud,

363
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

La verdadera limitación al ejercicio del poder tributario mu­


nicipal sobre las actividades de minas e hidrocarburos no se
encuentra contenida en el numeral 16 del artículo 156 del Texto
Fundamental, sino en lo dispuesto en la misma norma, en su
numeral 12 y en el artículo 183 de la Constitución, en tanto
reservan al Poder Nacional específicamente todo lo relacionado
con la tributación en materia de hidrocarburos.

En nuestro parecer, existirían razones políticas que funda­


mentarían suficientemente la adjudicación a la República del
poder de tributar sobre la materia de hidrocarburos al Poder
Nacional, de acuerdo con lo previsto en el numeral 12 del artí­
culo 156 de la Constitución, tantas veces citado. En primer tér­
mino, en tanto, de acuerdo con lo previsto en el artículo 12 de la
Constitución de 1999, los yacimientos de hidrocarburos son pro­
piedad del Estado, en virtud de lo cual cabría sostener -desde la
perspectiva política-, que el producto del desarrollo de dicha
actividad debería corresponder al ente propietario de los recur­
sos que dieron origen a ello. En segundo término, el hecho de
que la industria de los hidrocarburos se constituya como una de
las principales fuentes de ingresos de la Nación, deriva en la
necesidad de que ésta tenga el control sobre el incentivo o
desincentivo de las actividades desplegadas, de la adecuada
presión fiscal que debe ejercerse sobre las mismas, de la correcta
inversión del producto de dichos recursos y de la adecuada dis­
tribución de dichos proventos entre todos los Estados de la fede­
ración, sean éstos petroleros o no. Es por ello que la Constitu­
ción previo en su artículo 156, numeral 16, el establecimiento de
asignaciones económicas especiales en beneficio de los Estados

la primera parte del artículo 180 de la Constitución debe entenderse como la sepa­
ración del poder normativo de la República y los estados respecto del poder tributa­
rio de los municipios. De esta manera, aunque al Poder Nacional o estadal corres­
ponda legislar sobre determinada materia, los municipios no se ven impedidos de
ejercer sus poderes tributarios, constitucionalmente reconocidos. Lo anterior, apli­
cado al caso de autos, implica que los municipios pueden exigir el pago de los
impuestos sobre actividades económicas, aunque la regulación de esa actividad sea
competencia del Poder Nacional o de los estados, salvo que se prevea lo contrario
para el caso concreto. Así se declara".

364
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

en cuyo territorio se encuentren situados los yacimientos de pe­


tróleo, sin perjuicio de que también puedan establecerse asigna­
ciones especiales en beneficio de otros Estados.
Otra razón que se ha hecho valer para concentrar en manos
del Poder Nacional el poder tributario sobre la actividad de hi­
drocarburos, es que el ejercicio de la actividad en referencia es
cautivo, en el entendido de que sólo puede desplegarse en el
territorio en el cual se encuentren los yacimientos cuya explota­
ción ha sido autorizada. En virtud de ello, se ha afirmado que
los Municipios en cuyo territorio son desplegadas dichas activi­
dades, tienden al establecimiento de tarifas impositivas extre­
madamente elevadas, lo cual operaría en desmedro del incenti­
vo del ejercicio de la actividad, así como en la merma de la
recaudación impositiva que correspondería a la Nación, en tan­
to es posible la deducción, a los efectos del cálculo del Impuesto
sobre la Renta, de lo pagado en concepto de tributos estadales y
municipales. Así, al considerarse a la actividad petrolera como
altamente rentable, los Municipios podrían hacer para sí más
de lo que necesitan para el cumplimiento de sus fines, en des­
medro de aquéllos en cuyo territorio no se encuentren pozos
petroleros.
Las razones anteriores son efectivamente de política legisla­
tiva, a ser tomadas en consideración a los efectos de la distribu­
ción de los poderes tributarios entre los distintos entes político-
territoriales. Estas razones coadyuvarían a la interpretación de
las disposiciones ya vigentes, pero en ningún caso podrían ser
utilizadas, por sí mismas, como fundamento para excluir de la
tributación municipal a las actividades en referencia. Ello debe­
rá derivarse expresamente de una disposición que se encuentre
incluida en nuestro Texto Fundamental, que, en nuestra opi­
nión, devendría de la interpretación conjunta de las normas
contenidas en el numeral 12 del artículo 156 y en el numeral 1
del artículo 183 de la Constitución.
Es necesario hacer notar, no obstante, que para la fecha en la
cual es preparado el presente trabajo se encuentra en espera de
decisión por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de

365
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Justicia, un recurso de interpretación interpuesto por la empre­


sa Shell Venezuela, S.A., de los artículos 156, numerales 12, 13,
16 y 32; 179, numeral 2; 180; 183, numeral 1; y 302 de la Cons­
titución30, en el cual se pretende determinar el alcance de la
tributación municipal sobre la materia en referencia. Para los
recurrentes, la disposición contenida en el numeral 12 del artí­
culo 156 de la Carta Magna hace claro que el constituyentista
quiso reservar al Poder Nacional todo lo relativo a la creación,
administración y recaudación de los tributos que recaigan sobre
la materia de hidrocarburos. Esta reserva exclusiva al Poder
Nacional también podría desprenderse de la lectura del artículo
302 del Texto Fundamental que debía ser interpretado conjun­
tamente con lo dispuesto en el artículo 12 ejusdem, de los cuales
se evidenciaría la reserva al Estado de los yacimientos de hidro­
carburos y mineros y el interés manifiesto de la Nación de man­
tener el control sobre todos los aspectos del desarrollo de la acti­
vidad en todos sus niveles, cualquiera sea el ente que los ejerza
previo el otorgamiento de la autorización respectiva. Asimis­
mo, destaca que en el numeral 16 del articulo 156 de la Consti­
tución establece un sistema de asignaciones económicas espe­
ciales en beneficio de los Estados en cuyos territorios se
encuentren los bienes en referencia, forma a través de la cual se
produciría la distribución del producido de la explotación de
los hidrocarburos entre los distintos entes político-territoriales y
no a través de la atribución de potestades tributarias sobre és­
tas. La reserva del Poder Nacional se derivaría también de lo
dispuesto en dicha norma, en tanto la atribución de la regula­
ción de una materia debe entenderse que comprende la
tributación sobre la misma.

Continúa la exposición efectuada por los recurrentes consi­


derando que mediante la Ley Orgánica de Hidrocarburos el
Poder Nacional habría reservado para sí la tributación sobre
dicha materia, en tanto establece en su artículo 48 los impuestos

30 El recurso de interpretación en referencia fue admitido por la Sala Consti­


tucional del Tribunal Supremo de Justicia en su decisión de fecha 18 de
agosto de 2003, caso Shell Venezuela, S.A

366
B etty A ndrade R o d r íg u e z

que deben pagarse sobre la actividad, sin perjuicio de aquéllos


otros que sean previstos en leyes nacionales.

Según lo indican los recurrentes, existe una confusión entre


las distintas disposiciones que regulan la materia en la Consti­
tución, en tanto mientras el numeral 12 del artículo 156 de la
Constitución atribuye al Poder Nacional lo relativo a la
tributación de la actividad en referencia, en el numeral 2 del
artículo 179 se atribuye una potestad amplia para gravar las
actividades económicas, de industria, comercio, servicios y de
índole similar, sin aparente limitación, lo cual quedaría confir­
mado por lo señalado en el artículo 180 de la Carta Magna que,
en su entender, implicaría la posibilidad de que el Municipio
crease tributos en materias rentísticas reservadas al Poder Na­
cional, aún cuando el artículo 183 establecería una prohibición
en sentido contrario.

De acuerdo con los razonamientos antes expuestos, la Sala


deberá pronunciarse en su decisión definitiva, como lo estable­
ciese en la admisión del recurso interpuesto, sobre lo siguiente,
lo cual será de interés para aportar una decisión jurisprudencial
a la materia aquí controvertida:

"- Si los Municipios están imposibilitados (en virtud del artículo


183, numeral 1) de exigir el impuesto sobre actividades económicas
(previsto en el artículo 179, numeral 2) a las empresas dedicadas al
sector de los hidrocarburos, en razón de uno o varios de los siguientes
cuatro motivos: a) la reserva impositiva nacional contenida en el
numeral 12 del artículo 156; b) la reserva legislativa nacional del
régimen y administración de los hidrocarburos, consagrada en el
numeral 16 de ese artículo 156; c) la propiedad nacional de los
hidrocarburos reconocida por el artículo 12; y d) la reserva a favor de
la República de la industria de los hidrocarburos, efectuada por el
artículo 302, todos de la Constitución de 199931.

31 En nuestra opinión, la Sala Constitucional ya se ha pronunciado a la fecha


acerca de lo indicado en los tres últimos literales en referencia. En efecto,
en la decisión dictada por dicho organismo en fecha 4 de marzo de 2004,

367
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

- Si las empresas que actúan, por contrato, en un sector econó­


mico estratégico y reservado al Estado, como es el de los hidrocarbu­
ros, están beneficiadas por la inmunidad que prevé la segunda parte
del artículo 180 de la Constitución.

- Si los Municipios están limitados a consagrar el impuesto a las


actividades económicas, previsto en el numeral 2 del artículo 179, al
caso de las industrias y comercios".

Ahora bien, según hemos destacado, es nuestra opinión que


efectivamente los Municipios están impedidos de pretender el
gravamen de las actividades de hidrocarburos. Ello en tanto la
atribución de potestades tributarias en este sentido al Poder
Nacional es evidente del sólo análisis del numeral 12 del artícu­
lo 156 de la Constitución, máxime si tomamos en consideración
la modificación efectuada entre los dos preceptos equivalentes
contenidos en el texto vigente y en la Constitución de 1961. De
allí, la reserva del poder tributario en la materia al Poder Nacio­
nal resultaría cónsona con lo dispuesto en las restantes disposi­
ciones del Texto Fundamental.

Así, la disposición contenida en el numeral 2 del artículo 179


de la Constitución, por medio de la cual se atribuye a los Muni­
cipios la potestad de crear tributos sobre las actividades econó­
micas de industria, comercio, servicios y de índole similar no

caso B} Services, S.A., se ha aclarado el contenido de la disposición prevista


en el artículo 180 de la Constitución, aclarando que son diferenciables las
potestades reguladoras de una actividad de las potestades tributarias, sin
que sea admisible que una excluya a la otra. De igual forma, en dicha
decisión se determina que el hecho de que la Nación detente el dominio
sobre determinados bienes no excluye la tributación sobre los mismos,
por lo cual, la atribución de la propiedad de los hidrocarburos a la Nación
no implica, per se, que éstos no se encuentren sujetos a tributación munici­
pal. No obstante, no ha emitido la Sala aún pronunciamiento acerca de la
interpretación del numeral 12 del artículo 156 de la Constitución y su
concordancia con lo dispuesto en el numeral 2 del artículo 179 de dicho
texto, así como tampoco acerca de la extensión de la inmunidad tributaria,
habiéndose limitado únicamente a efectuar pronunciamientos generales
en este sentido.

368
B etty A ndrade R o d r íg u e z

puede ser interpretada en forma aislada, en tanto es claro que


la autonomía de los Municipios está sujeta a las limitaciones
previstas en el Texto Fundamental, así como en las leyes que
sean dictadas en desarrollo del mismo, según lo dispone el artí­
culo 168 ejusdem, al indicar que: "Los Municipios constituyen la
unidad política primaria de la organización nacional, gozan de per­
sonalidad jurídica u autonomía dentro de los límites de la Constitu­
ción y de la ley”.

Por ello, la delimitación de las competencias del Poder Muni­


cipal no puede reducirse a la lectura aislada de la disposición
correspondiente, sino a su interpretación dentro del Texto Cons­
titucional considerado como un todo, a fin de lograr su com­
prensión armónica. De allí entonces que es claro que, por regla
general, el Municipio podrá pretender el pago del Impuesto a
las Actividades Económicas sobre las actividades que sean des­
plegadas en su territorio, salvo las limitaciones que sean estable­
cidas en el Texto Fundamental, como podría ser el caso de la
reserva del gravamen de una determinada actividad al Poder
Nacional, tal y como ocurre en el caso de la materia de hidro­
carburos.

A los fines de precisar la extensión de dicha atribución de


competencias, es necesario determinar el alcance de la noción
"actividad de hidrocarburos", lo cual hemos pretendido hacer
en el punto anterior. De acuerdo con lo que hemos podido
observar, esta actividad comprende todas las etapas relacionadas
con la producción y comercialización de dicha actividad, esto
es, la exploración, explotación, refinación, industrialización,
transporte, almacenamiento, comercialización y conservación
de los hidrocarburos, así como lo relativo a los productos
refinados.

Conforme a lo que hemos sostenido hasta aquí, en principio


el gravamen de todas estas actividades estaría reservado al Po­
der Nacional, al encontrarse directamente vinculadas con la
materia de hidrocarburos, insistimos, en virtud de lo señalado
en el numeral 12 del artículo 156 de la Constitución de 1999,

369
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

que atribuye a este poder las potestades en materia tributaria.


No obstante, a los fines de profundizar el análisis de la materia,
creemos conveniente efectuar un análisis de dichas actividades
en virtud del órgano que las ejerce.

En primer término, partimos de las actividades primarias


-relativas, según hemos dicho, a la exploración en busca de los
yacimientos de los hidrocarburos, su extracción en estado natu­
ral, su recolección, transporte y almacenamientos iniciales-. El
despliegue de estas actividades se encuentra reservado al Esta­
do, concretamente a la República, de acuerdo con las disposi­
ciones legales en referencia. En este contexto, cabe preguntar­
nos si, amén de la exclusión de la actividad del gravamen
municipal por su reserva tributaria al Poder Nacional, podría­
mos estar en presencia de un supuesto de inmunidad tributaria.

Tal y como hemos señalado, la inmunidad tributaria supone


la imposibilidad de un ente público de exigir el pago de un tri­
buto a un sujeto determinado, fundamentalmente en virtud de
que el mismo carece de capacidad contributiva, entorpece el ejer­
cicio de una actividad de interés general o afecta el ejercicio de
un derecho. En este ámbito y según adelantamos antes, se ha
considerado inmunes a los entes político-territoriales y a las per­
sonas jurídicas estatales creadas por ellos, de acuerdo con lo
recogido hoy en el artículo 180 de la Constitución de 1999. La
razón para tal protección, según lo ha indicado la doctrina, re­
sidiría en el hecho de que estos entes carecerían de capacidad
contributiva, en tanto la totalidad de los proventos por éstos
obtenidos, estarían destinados a la satisfacción de las necesida­
des colectivas. Así, se considera que la intervención de otros entes
políticoterritoriales en la captación de parte de los ingresos de
los otros, impediría o limitaría el cumplimiento de las funciones
públicas asignadas a éste.

Así, en principio, la posibilidad de que una empresa del Esta­


do alegue ser inmune a los tributos municipales, dependerá, en
principio, de que ésta se encuentre realizando funciones públi­
cas que son necesarias para el mantenimiento mismo del Esta-

370
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

do. Si atendemos a las propias citas efectuadas por Florencio


C o n t r e r a s Q u in t e r o , pudiéramos concluir que la inmunidad de

las denominadas instrumentalidades del Estado, esto es, de las


personas jurídicas creadas por los entes políticoterritoriales y
otras figuras utilizadas por éstos, estaría orientada en dos posi­
ciones: (i) aquéllos que aceptan la posibilidad de dicha
tributación, en tanto la misma no sea de tal forma excesiva que
constituya un entorpecimiento a su acción32, (ii) aquéllos que
las limitan a lo que constituirían los supuestos más evidentes, en
donde pueda afirmarse sin lugar a dudas que el tributo recaería
sobre una actividad gubernamental33 y (iii) aquéllos que nega­
rían la posibilidad de tributación prácticamente ante cualquier
forma de instrumentalidad del Estado34. En este último supues­
to, en el cual adscribimos la posición del maestro C o n t r e r a s
Q u in t e r o , la regla general será que todas las instrumentalidades
del Estado deberán considerarse inmunes, por regla general, salvo
que una norma legal releve de dicha inmunidad a determina­
dos entes, por razones que podrían ser de justicia, equidad, etc.
En este contexto sería posible afirmar que las empresas del Esta­
do son inmunes de toda forma de tributación, pero que sería
posible, por razones de oportunidad, equipararlas a las empre­
sas privadas y sujetarlas a la misma tributación que correspon­
de a estas últimas.

32 Tal sería el caso de la posición expuesta por Carlos M. G iuliani F onrouge al


comentar la decisión dictada por la Corte Suprema de la Nación argentina,
en la cual se consideró válida la exigencia por las provincias del pago de
tributos a los medios o instrumentos del Estado, en la medida en la cual
éstos sean módicos y no constituyan un entorpecimiento a su función (Cfr.
C on treras Q uintero , Florencio. Ob. cit. p. 73).
33 Tal es el caso de la posición de A d ro gué citada por C ontreras Q uintero ,
quien consideró que la inmunidad procedía cuando el tributo afectase de
manera directa la actividad gubernamental, pero no en forma incidental o
hipotética (Cfr. Contreras Quintero, Florencio. Ob. cit. p. 74).
34 Esta última posición se fundamentaría en la sentencia dictada por el juez
Marshall en el año 1819, en el caso Me. Culloch vs. The State of Maryland y
según la cual se consideró inmune de tributación al Second United State
Bank, institución financiera federal, en tanto ésta operaba como un real
instrumento del gobierno central.

371
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

Personalmente creemos que la inmunidad tributaria de las


instrumentalidades queda reducida a aquellos entes que se en­
cuentren ejecutando actividades que tengan, al menos, relación
directa con la acción del gobierno. De esta forma, en la medida
en la cual una empresa del Estado se comporte como un agente
económico más, que se aboque al despliegue de actividades eco­
nómicas mediante la realización de inversiones y la organiza­
ción de los factores capital y trabajo para dichos fines, es posible
afirmar, en principio, que dicha empresa, aún perteneciendo a
la organización estatal, no estaría llevando adelante actuacio­
nes de carácter gubernamental. No obstante, en la medida en la
cual dichas empresas se dediquen a la prestación de servicios
públicos esenciales, existirían razones para sostener que el obje­
to de dichos entes sí guarda relación directa con los fines del
Estado, máxime en la concepción del Estado democrático, so­
cial, de justicia y de derecho, en el cual se justifica cada vez con
mayor énfasis la intervención estatal en la satisfacción de las
necesidades colectivas, en búsqueda de la mejora de las condi­
ciones de vida de la sociedad que está llamada a tutelar.

Se trataría, entonces, de la delicada labor de delimitación de


lo que constituirían actuaciones orientadas a la satisfacción di­
recta de los fines del Estado. En la medida en la cual podamos
afirmar que el ente respectivo está abocado al cumplimiento de
tales fines, será posible sostener que éste se encuentra inmune
de toda tributación. De igual forma, si el órgano respectivo se
encuentra desplegando actividades de derecho privado en las
mismas condiciones y características en las cuales lo haría un
particular, dicho ente no debería, por razones de justicia
tributaria, considerarse inmune de tributación. De esta forma,
aún cuando la actividad desplegada por el ente público pudiera
ser eventualmente lucrativa, lo que pone de manifiesto su fun­
ción pública es el hecho de que ésta pretenda satisfacer, de al­
guna forma, una necesidad colectiva.

Así planteadas las cosas, cabe determinar en el caso concreto


si, amén del hecho de que las actividades de hidrocarburos se
encuentran excluidas del gravamen municipal, es posible soste­

372
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

ner que cuando éstas sean desplegadas por empresas del Esta­
do, existiría una razón adicional para sostener tal exclusión. Ello
dependerá de la calificación que hagamos de la actividad des­
plegada por dichos entes, a la luz de los fines que debe perse­
guir el Estado venezolano. En este sentido, debemos concretar
si la actividad desplegada se encuentra orientada a la satisfac­
ción de las necesidades colectivas, siendo que de ser positiva la
respuesta, será posible afirmar que la misma se encuentra ex­
cluida de la tributación municipal.

A estos fines, procedemos al análisis de algunas de las dispo­


siciones contenidas en la Ley Orgánica de Hidrocarburos. El
artículo 6 del instrumento legal en referencia indica el destino
que deberá asignarse a los fondos que se obtengan provenientes
de la actividad de hidrocarburos, considerando que: " Los ingre­
sos que, en razón de los hidrocarburos reciba la Nación propendrán a
financiar la salud, a la educación, a la formación de fondos de estabi­
lización macroeconómica y a la inversión productiva, de manera que
se logre una apropiada vinculación del petróleo con la economía na­
cional, todo ello en función del bienestar del pueblo".

La última de las normas citadas establece el destino que debe


asignarse a los ingresos que "en razón de los hidrocarburos reciba
la Nación", los cuales podrían ser de distintas fuentes: (i) patri­
moniales: (a) aquéllos que se perciban directamente, como con­
secuencia del despliegue de la actividad directamente por em­
presas del Estado y que formen parte de las arcas de la Nación
en virtud del pago de dividendos y, (b) los que provengan del
pago de las regalías previstas en la Ley; y (ii) extrapatrimoniales:
los que se deriven del pago de los tributos aplicables por la ex­
plotación de la actividad, bien por las empresas estatales, bien
por las empresas privadas que se encuentren autorizadas a la
realización de dicha actividad. Según entendemos, ambos tipos
de ingresos deberán ser destinados a los fines previstos en la
norma en referencia.

Ahora bien, según la tesis sostenida por Florencio C o n t r e r a s


Q u in t e r o , las actividades petroleras desplegadas por empresas

373
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

estatales se encuentras excluidas de tributación municipal, fun­


damentándose en el hecho de que éstas tienen a su cargo la
obtención de los recursos necesarios para la satisfacción de las
necesidades colectivas. La posición del autor puede ser sinteti­
zada en el siguiente extracto: "... pudiera pensarse, razonando a
contrario sensu, que el ejercicio por el Estado, de la industria y del
comercio de los hidrocarburos, dado al afán de lucro que normalmen­
te mueve tales actividades, es 'un simple negocio', como lo era cuan­
do lo realizaban los concesionarios particulares; y no la realización de
'uno de los fines del Estado', a saber, 'la satisfacción de las necesida­
des colectivas, sino 'la ocasión o el medio de obtener una ganancia'.
Sin embargo, en nuestra opinión, es erróneo razonar así. En efecto,
dadas las características tan especiales de la economía financiera del
Estado Venezolano, la gestión oficial del negocio petrolero, para de­
cirlo elípticamente, constituye la realización de 'fines del Estado'. El
negocio petrolero, realizado por el Estado entre nosotros, es el 'ins­
trumento' o 'medio' creado por él mismo para la 'satisfacción de ne­
cesidades colectivas', de la inmensa mayoría de las 'necesidades co­
lectivas', podríamos decir. Tanto es ello así, que la gestión del negocio
petrolero aporta, aproximadamente, al Estado, el setenta por ciento
(70%) de su Presupuesto de Ingresos, los cuales, a través de la ges­
tión financiera del Estado, se transforman en gastos públicos, con los
cuales se atiende, directa o indirectamente, si no todas, al menos en
su mayoría, como dijimos, las 'necesidades colectivas'"35.

De acuerdo con esta tesis, una disposición como la inserta en


el artículo 6 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos sería suficien­
te para sostener que la actividad de hidrocarburos está destina­
da a la satisfacción de las necesidades colectivas, en tanto el
producto de lo recaudado deberá invertirse en el financiamiento
de la salud, la educación, la formación de fondos de estabilidad
económica y la inversión productiva. Por ello, los entes que se
encuentren desplegando dichas actividades estarían excluidos
de toda forma de tributación.

35 C o n t r e r a s Q u in te r o , Florencio. Ob. cit. pp. 129-130.

374
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

En nuestra opinión, no obstante, el hecho de que la empresa


petrolera estatal constituya una de las principales fuentes de
ingresos de la República, no es suficiente, por sí, para conside­
rar que a través de ésta se satisfacen las necesidades colectivas.
Como lo vemos, si ésta fuese fundamentación suficiente para
sostener la inmunidad del ente en cuestión, también lo sería para
declarar como inmune a cualquier otra industria o comercio del
Estado dedicados a actividades claramente lucrativas, en tanto
el producto obtenido por dicha gestión también debería estar
destinado al cumplimiento de los fines del Estado, ya que no es
posible para este último el obtener proventos para su
enriquecimientos propio.

Ahora bien, siendo que la definición y delimitación de lo que


constituyen necesidades colectivas y de los fines del Estado co­
rresponde a cada uno de los entes político-territoriales y, en es­
pecial, a la República, podría considerarse que la calificación de
la actividad de hidrocarburos como esencial a los fines del Esta­
do Venezolano podría derivarse de lo dispuesto en el artículo 5
de dicho instrumento. En efecto, esta norma establece la direc­
ción gubernamental que deberá darse a las actividades de hi­
drocarburos, sosteniendo que: "Las actividades reguladas por este
Decreto Ley estarán dirigidas a fomentar el desarrollo integral, orgá­
nico y sostenido del país, atendiendo al uso racional del recurso y a la
preservación del ambiente. A tal fin se promoverá el fortalecimiento
del sector productivo nacional y la transformación en el país de mate­
rias primas provenientes de los hidrocarburos, así como la incorpo­
ración de tecnologías avanzadas". De lo anterior sería posible sos­
tener que la República, al definir las funciones que tenía a su
cargo, entre éstas, el desarrollo integral de la Nación, así como
los medios que emplearía a tal fin, consideró a las actividades
de hidrocarburos como esenciales para la consecución de aqué­
llos. De allí entonces que sería el propio legislador venezolano
quien habría calificado a la actividad en referencia como fun­
damental para la "satisfacción de las necesidades colectivas",
en virtud de lo cual, los entes públicos llamados a su ejecución,
calificarían como instrumentalidades del gobierno, inmunes, por
tal razón, de la tributación municipal.

375
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

En el caso concreto también cabe considerar la situación en


la cual se encuentran las compañías prestadoras de servicios a
la industria petrolera. Según lo que hemos apuntado supra, por
regla general debe entenderse que el hecho de que determina­
dos sujetos presten servicios a la industria petrolera no los ex­
cluirá, por ese sólo hecho, del gravamen municipal. Por un lado,
el prestador del servicio, que explota el crudo o colabora con un
tercero en la realización de actividades relacionadas, no se en­
cuentra ejecutando directamente actividades de hidrocarburos,
por lo cual, la actividad económica que realiza no será, en prin­
cipio, de aquéllas cuya tributación se encuentra reservada al
Poder Nacional. Por otra parte, de acuerdo con lo que ha aclaro
el artículo 180 de la Constitución, la colaboración que terceras
personas puedan prestar a la industria petrolera no es una ra­
zón para considerar que dichos sujetos se encuentran excluidos
del gravamen municipal, por ser entes inmunes a la tributación.

Ahora bien, existen ciertos casos que conviene considerar


en los cuales sería posible sostener que la prestación de deter­
minados servicios a la industria petrolera, en virtud de sus cua­
lidades específicas, sí se encontraría excluido del gravamen mu­
nicipal. Tal sería el caso de la prestación de servicios
profesionales, como sería el caso de la ingeniería, la contadu­
ría, la medicina, etc. En efecto, la Sala Constitucional del Tri­
bunal Supremo de Justicia en sentencia de fecha 12 de diciem­
bre de 2002, caso Compañía Venezolana de Inspección (COVEIN),
C.A. -la cual, en nuestro criterio, al interpretar preceptos cons­
titucionales es de carácter vinculante, tal y como lo dispone el
Artículo 335 de la Constitución de 199936- , al efectuar una
interpretación de la extensión de la potestad tributaria muni­
cipal en materia de Impuesto a las Actividades Económicas,
consideró que éstas sólo se extendían a las actividades de in­
dustria, comercio y servicios, en tanto fuesen calificables como

36 Artículo 335 de la Constitución de 1999: "Las interpretaciones que establezca


esta Sala Constitucional sobre el contenido o alcance de las normas y principios
constitucionales son vinculantes para las otras Salas del Tribunal Supremo de
Justicia y demás tribunales de la República".

376
B e i t y A n d r a d e R o d r íg u e z

actividades mercantiles. De esta forma, la decisión excluyó cla­


ramente de la tributación municipal a las actividades de ca­
rácter civil, como serían, según ésta lo dispone, los supuestos
de ejercicio de profesiones liberales37.

37 Establece la decisión en cuestión textualmente lo siguiente: "Las considera­


ciones previas permiten a la Sala arribar a las siguientes conclusiones: (I) que por
razones históricas y económicas, las Constituciones y las leyes nacionales han con­
siderado sólo a las actividades económicas de naturaleza mercantil como suscepti­
bles de ser pechadas por vía del impuesto de patente sobre industria y comercio, hoy
llamado impuesto a las actividades económicas; (II) que sólo son actividades econó­
micas de naturaleza mercantil, y por tanto susceptibles de ser objeto del referido
impuesto, aquellas actividades subsumibles en los artículos 2 y 3, en concordancia
con el 200, del Código de Comercio; y (III) que los servicios profesionales pres­
tados con motivo del ejercicio de alguna de las denominadas profesiones
liberales (ingeniería, arquitectura, abogacía, contaduría, etc) son activi­
dades económicas de naturaleza civil, no subsumibles en alguna de las
disposiciones legales del Código de Comercio antes referidas, que se rigen
por lo dispuesto en el Código Civil o en leyes especiales, y que, por tanto,
no son susceptibles de ser objeto de imposición alguna por constituir, a
pesar del ánimo de lucro que evidencian, supuestos de no sujeción en aten­
ción al objeto civil a que responden.
Al hilo de las consideraciones históricas, económicas y jurídicas preceden­
tes, la Sala considera, en razonable interpretación restrictiva del sentido
literal posible de la norma, y al mismo tiempo coherente con el resto del
ordenamiento jurídico vigente, que cuando el artículo 179, numeral 2, de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece la
posibilidad para los Municipios de gravar la actividad económica genera­
da con motivo de la prestación de servicios, les confiere a éstos potestad
tributaria originaria para pechar solo a aquellas derivadas del ejercicio o
desempeño de actividades económicas de naturaleza mercantil, interpre­
tación que resulta reforzada, en atención a la conexión de las palabras
entre sí, por la propia norma constitucional cuando ésta advierte también
son susceptibles de imposición las actividades económicas "de índole si­
milar" a las de industria o de comercio, para lo cual, forzosamente, tienen
que revestir carácter mercantil y no civil.
Así las cosas, podrán los Municipios gravar únicamente aquellos servicios
cuya prestación implique el desarrollo de una actividad económica de
naturaleza mercantil por parte de la persona natural o jurídica que brinde
tales asistencias, quedando excluidas del hecho generador del impuesto
municipal contemplado en el numeral 2 del artículo 179 del Texto Consti­
tucional, todas aquellas actividades económicas de naturaleza civil, como
las desempeñadas con motivo del ejercicio de profesiones liberales como
la ingeniería, la arquitectura, la abogacía, la psicología, la contaduría, la
economía, entre otras, por constituir un supuesto de no sujeción al referi-

377
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

De acuerdo con lo señalado en la decisión dictada por la Sala


Constitucional, las actividades que involucren el ejercicio de las
profesiones liberales, quedarán excluidas de tributación con el
Impuesto a las Actividades Económicas, en virtud de lo cual,
ciertas empresas prestadoras de servicios a la industria petrole­
ra, podrán encontrarse no sujetas a dicho tributo, pero en vir­
tud de la naturaleza misma de la actividad desplegada y no en
atención al ente receptor de los servicios respectivos, como erró­
neamente pareciera haberse concebido hasta la fecha. De esta
forma, todos los servicios relacionados con la ingeniería del pe­
tróleo se encontrarían excluidos de tributación municipal, por
las razones antes señaladas38.
do tributo según las motivaciones precedentes, de manera tal que mantie­
nen plena vigencia todas las disposiciones legales que excluyen la imposi­
ción de tributos a actividades económicas (antigua patente de industria y
comercio) al ejercicio de las profesiones cuyos servicios son naturaleza de
naturaleza civil. Así se declara...
Tal regulación mercantil permite afirmar que todos los demás actos o
negocios jurídicos cuyo objeto sea valorable económicamente, que no pue­
dan ser subsumidos en ninguno de los dispositivos legales antes referidos,
bien porque no sean actos objetivos de comercio, bien porque no sean rea­
lizados por comerciantes, o bien porque aun siendo comerciante el sujeto que la
realiza cae en alguna de las excepciones contenidas en el artículo 3, son de natura­
leza esencialmente civil, y por tanto se encuentran regulados por las disposiciones
del Código Civil publicado en Gaceta Oficial N° 2970, Extraordinaria, del 26 de julio
de 1982, como es el caso de las actividades realizadas confines de lucro que
tienen su causa en la prestación de un servicio profesional brindado con
motivo de la celebración de un contrato de mandato, de servicios o de
obras (artículos 1.630 y ss., y 1.684 y ss), que es el caso de los contratos
profesionales que celebran las personas, naturales o jurídicas, legalmente
autorizadas para prestar servicios en el campo de la ingeniería, la arqui­
tectura, la abogacía, la psicología, la contaduría, la economía, entre otras,
a cambio de una contraprestación a la que se denomina honorarios" (Re­
saltado nuestro).
38 A estos efectos cabe citar la decisión dictada por el Tribunal Superior Quin­
to de lo Contencioso Tributario en el caso Maersk Drilling Venezuela, C.A.,
en fecha 27 de julio de 1999, en la cual consideró que: "... los ingresos
derivados de la rehabilitación de pozos petroleros no pueden ser gravados por el
Impuesto sobre Patente de Industria y Comercio, porque es evidente que la activi­
dad desarrollada no responde al concepto de actividad mercantil propiamente dicha,
ya que es de ingeniería de petróleo, a través de ingenieros, técnicos y demás emplea­
dos calificados, lo que en consecuencia no encuadra en el supuesto de mercantilidad
previsto en la normativa tributaria municipal".

378
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

Tal y como lo apreciamos no todos los servicios estarán ex­


cluidos del gravamen municipal, sino únicamente aquéllos que
sean susceptibles de ser calificados como actividades civiles y
que, en consecuencia, están fuera del marco de tributación per­
mitido a las Municipalidades en la materia, de acuerdo con lo
sentado por la sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia. En este sentido, es necesario considerar
que la misma Sala ha dictado decisiones en las cuales ha consi­
derado que servicios prestados a la industria petrolera sí se en­
cuentran gravados con el Impuesto a las Actividades Económi­
cas, lo cual eventualmente podría ser erigido como argumento
para sostener la sujeción de dichas actividades al gravamen en
comentarios. Tal ha sido el caso de la sentencia dictada por la
misma Sala Constitucional en fecha 9 de octubre de 2003, en el
caso Shell Internationale Petroleum Maatschappij B.V., en la cual
consideró a la prestación de servicios a la industria petrolera
como gravable con el tributo en referencia39. En este caso, a di­
ferencia de la materia que hasta aquí hemos tratado, consideró
que la empresa prestadora del servicio estaba obligada al pago
del Impuesto a las Actividades Económicas ante el Municipio
en cuyo territorio se ejecutaba la actividad económica respecti­
va. El punto en discusión, entonces, era sobre el aspecto territo­
rial del impuesto y no sobre la naturaleza de la actividad some­
tida a gravamen. En consecuencia, en nuestra opinión, dicha
sentencia no podrá tomarse como referencia a los efectos de
determinar la sujeción de los servicios prestados a la industria
petrolera al tributo en comentarios.

39 El tema en discusión en esta sentencia se refería a la constitucionalidad de


la figura del contribuyente transeúnte, sobre lo cual la Sala consideró que en
relación con la prestación de servicios, el elemento territorial del hecho
imponible debía definirse por el lugar en el cual éste era ejecutado, con
independencia de la localización del establecimiento permanente de la
empresa. En este sentido, consideró que la ubicación del establecimiento
permanente era un aspecto relevante a los efectos de la determinación del
aspecto territorial del tributo en los supuestos de realización de activida­
des comerciales, pero no ante supuestos de prestación de servicios, en
cuyo caso debía atenderse al lugar efectivo de su ejecución.

379
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

En nuestra opinión, la Ley Orgánica del Poder Público Mu­


nicipal no resolvió el punto bajo análisis, en tanto determina la
sujeción al impuesto municipal de los servicios independientes,
entendidos como aquellas actividades que comportan obliga­
ciones de hacer, sea que predomine la labor física o la intelec­
tual. En el caso de los servicios profesionales, conforme a la ju­
risprudencia, éstos califican como actividades civiles, estando
regulados por el Código Civil y la ley de ejercicio respectiva,
situación no contemplada en la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal. Además, aún en el supuesto de que el punto estuvie­
se resuelto, quedaría por considerar la eventual inconstitucio-
nalidad de la norma, por contradicción con el criterio dictado
por la Sala Constitucional, en el supuesto de entender que la
norma contenida en la Ley Orgánica sí regula el gravamen de
los servicios profesionales.

En cuanto a las actividades de gestión concurrente con el


sector privado, como es el caso de la refinación de hidrocarbu­
ros naturales, el comercio interno y externo de hidrocarburos
derivados (salvo aquéllos que expresamente se reserve el Ejecu­
tivo Nacional), el comercio interno de hidrocarburos destinados
al consumo colectivo interno y la industrialización de los hidro­
carburos refinados, éstas califican como actividad de hidrocar­
buros, por lo cual estarán excluidas del gravamen municipal en
cuestión, sin importar la entidad del sujeto que las desarrolle,
sea público o privado, todo ello fundamentado en las disposi­
ciones constitucionales a las cuales nos hemos referido.

6.- Conclusiones.

De acuerdo con todo lo antes señalado, podemos concluir


que la actividad de hidrocarburos se encuentra excluida de la
aplicación del Impuesto a las Actividades Económicas, en vir­
tud de disposición expresa constitucional que reserva al Poder
Nacional el gravamen de dicha actividad. La redacción conte­
nida en el numeral 12 del artículo 156 de la Constitución de
1999 es lo suficientemente clara para evidenciar que la reserva

380
B e t t y A n d r a d e R o d r íg u e z

al Poder Nacional es plena en todo lo relativo con la tributación


a la actividad de hidrocarburos.

La definición de lo que constituye materia de hidrocarburos


vendrá dada tanto por lo que tradicionalmente haya sido com­
prendido como tal, como por las definiciones y especificaciones
contenidas en la legislación nacional. La aplicación de estos cri­
terios permite sostener que constituyen actividades de hidro­
carburos la exploración, explotación, almacenamiento, trans­
porte, comercialización, industrialización, refinación y
conservación de los hidrocarburos, en virtud de lo cual, su eje­
cución por entes estatales o no se encuentra excluida de la
tributación municipal en cuestión.
EL SERVICIO ELÉCTRICO
Y EL IMPUESTO A LAS ACTIVIDADES
ECONÓMICAS MUNICIPALES

J uan C arlo s M á rq u ez*

1. Introducción

El servicio eléctrico en el territorio nacional está constituido


por las actividades de generación, transmisión, gestión del Sis­
tema Eléctrico Nacional, distribución y comercialización de po­
tencia y energía eléctrica. (Artículo 1 de LOSE1). Todas estas
actividades deben ser realizadas bajo los principios de equili­
brio económico, confiabilidad, eficiencia, calidad, equidad, soli­
daridad, no-discriminación y transparencia, a los fines de ga­
rantizar un suministro de electricidad al menor costo posible y
con la calidad requerida por los usuarios.

Para lograr la materialización de los principios rectores del


sistema, el Estado regulará la prestación del servicio conside­
rando el uso racional y eficiente de los recursos, la utilización de
fuentes alternas de energía, la debida ordenación del territorio,
la preservación del medio ambiente y la protección de los dere­
chos de los usuarios.

Ahora bien, además de la regulación propia del servicio y del


régimen de derechos y deberes de los usuarios del sistema, so­

* Profesor de Derecho Administrativo de la UCV. Miembro de la Asocia­


ción Venezolana de Derecho Tributario (AVDT) y de la Asociación Vene­
zolana de Derecho Financiero (ASOVEDEFI).
1 La abreviatura LOSE significa Ley Orgánica del Servicio Eléctrico.

383
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

breviene concomitantemente la regulación tributaria que ejerce


el Estado en cabeza de sus distintas manifestaciones político-
territoriales. En particular, en lo relativo al ejercicio de la potes­
tad tributaria nos encontramos ante una diversidad de tributos
que no siempre tienen como titular de su cobro al mismo nivel
de Poder Público.

En efecto, frente a tributos de fuente nacional como Impues­


to Sobre la Renta, a los Activos Empresarias, al Valor Agrega­
do, etc., también resultarían aplicables, en principio, a las acti­
vidades del servicio eléctrico, tributos municipales como el
Impuesto a las Actividades Económicas. Esta situación parece
quedar reforzada constitucionalmente a través del artículo 180
mediante el cual, el Constituyente declaró que la potestad
tributaria de los Municipios es distinta y autónoma de las potes­
tades reguladoras atribuidas al Poder Nacional.

Partiendo de la distinción ya acotada entre potestades mera­


mente reguladoras del servicio y las exclusivamente tributarias,
si la LOSE pretende que la prestación del servicio se logre con
sujeción a los principios de solidaridad, eficiencia y, en particu­
lar, transparencia, se hace necesario armonizar los distintos
ámbitos de competencia tributaria, atribuidos a los órganos del
Poder Público Nacional y Municipal como lo prevé el artículo
156, numeral 13 de la Constitución de 1999.

Este trabajo pretende elaborar una propuesta para la delimi­


tación del ejercicio de la potestad tributaria Municipal sobre las
actividades que conforman el servicio eléctrico en el territorio
nacional. En particular, se circunscribe a la aplicación del Im­
puesto a las Actividades Económicas, sobre las actividades de
generación, transmisión, distribución y comercialización de ener­
gía eléctrica. A los efectos del presente trabajo y como quiera
que las actividades de distribución y comercialización no po­
seen diferencia alguna que justifique su tratamiento tributario
por separado, por ser ambas actividades de venta a consumido­
res finales (domiciliarios o no), serán analizadas bajo el supues­
to genérico de actividades de suministro.

384
J u a n C arlo s M árquez

Así las cosas, analizaremos en primer lugar la configuración


constitucional del Impuesto a las Actividades Económicas y,
posteriormente, se evaluará su posible aplicación a cada una de
las actividades que conforma la prestación del servicio eléctrico
en el territorio nacional.

2. Análisis Constitucional del Impuesto a las Actividades


Económicas

La distribución vertical del poder que implica la descentrali­


zación política da siempre origen a varios sujetos de Derecho
Público, la República, los Estados y los Municipios, que son el
centro de imputación de todas las actuaciones del Estado en los
tres niveles. Ahora bien, dentro de las potestades del Estado nos
interesa destacar fundamentalmente la potestad tributaria, que
ha sido definida como el poder de establecer impuestos o prohi­
biciones de naturaleza fiscal, es decir, el poder que tiene el Esta­
do para dictar normas jurídicas de las cuales nace o puede na­
cer a cargo de determinados individuos o determinadas
categorías de individuos, la obligación de pagar un impuesto o
de respetar un límite tributario.

En esta forma, la potestad tributaria como cualquier otra


potestad pública o estatal, es atributo esencial de la soberanía y
tiene su fundamento en ella; el Estado en su actividad fiscal ac­
túa como poder, es decir, con atribuciones y autoridad para eje­
cutar en último término coactivamente sus funciones relativas
al establecimiento, ordenación y recaudación de las contribu­
ciones en dinero.

La Potestad Tributaria Municipal se encuentra claramente


delimitada en el artículo 179 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, publicada en Gaceta Oficial Nro. 5.453
Extraordinario del 24 de marzo de 2000, al establecerse lo si­
guiente:

385
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

"Los Municipios tendrán los siguientes ingresos:

1. Los procedentes de su patrimonio, incluso el producto


de sus ejidos y bienes.
2. Las tasas por el uso de sus bienes o servicios; las tasas
administrativas por licencias o autorizaciones; los im­
puestos sobre actividades económicas de industria, co­
mercio. servicios, o de índole similar, con las limitacio-
nes establecidas en esta Constitución: los impuestos
sobre inmuebles urbanos, vehículos, espectáculos pú­
blicos, juegos y apuestas lícitas, propaganda y publici­
dad comercial; y la contribución especial sobre plusva­
lías de las propiedades generadas por cambios de uso o
de intensidad de aprovechamiento con que se vean fa­
vorecidas por los planes de ordenación urbanística.
3. El impuesto territorial rural o sobre predios rurales, la
participación en la contribución por mejoras y otros ra­
mos tributarios nacionales o estadales, conforme a las
leyes de creación d e dichos tributos.
4. Los derivados del situado constitucional y otras trans­
ferencias o subvenciones nacionales o estadales.
5. El producto de las multas y sanciones en el ámbito de
sus competencias y las demás que les sean atribuidas.
6. Los demás que determinen la ley".

(Subrayado nuestro).

La Constitución de 1961 definía a los impuestos sobre activi­


dades económicas como el impuesto de patente de industria y
comercio, el cual constituía la licencia que confería a una em­
presa desarrollar actividades dentro de un Municipio y un im­
puesto, en principio a los ingresos brutos derivados de la explo­
tación de actividades comerciales e industriales. Del análisis de
la actual norma constitucional se observa la ampliación del es­
pectro de estas actividades, al incluir a las actividades económi­
cas de servicios o de índole similar.

386
J uan C arlo s M árquez

En consecuencia, los Municipios poseen la Potestad Tributaria


consagrada en la Constitución y en la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal2 (en adelante LOPPM) y no tienen potestad
para crear ni recaudar ningún otro tributo que pueda afectar
materias de la competencia del Poder Público Nacional, el cual
tiene una potestad tributaria genérica, pues de conformidad con
el Numeral 12 del Artículo 156 de nuestra Carta Magna, además
de los tributos expresamente señalados allí, también son de su
competencia "los demás impuestos, tasas y rentas no atribuidas
a los Estados y Municipios por esta Constitución o por la Ley".

No obstante, la cláusula de potestades implícitas a favor del


Poder Público Nacional, éste no puede desconocer que la potes­
tad tributaria de los Municipios es distinta y autónoma de las
potestades reguladoras atribuidas a él por la Constitución y las
leyes, al punto que el artículo 208 de la Ley Orgánica del Poder
Público Municipal, desarrolló el dispositivo 180 de la Constitu­
ción para el caso particular del impuesto municipal a las activi­
dades económicas estableciendo que:

"Artículo 208. Este impuesto es distinto a los tributos que


corresponden al Poder Nacional o Estadal sobre la pro­
ducción o el consumo específico de un bien, o al ejercicio
de una actividad en particular y se causará con indepen­
dencia de éstos. En estos casos, al establecer las alícuotas
de su impuesto sobre actividades económicas, los munici­
pios deberán ponderar la incidencia del tributo nacional o
estadal en la actividad económica de que se trate.
Este impuesto se causa con independencia de los tributos
previstos en legislación general o la dictada por la Asam­
blea Nacional."

A estos efectos, consideramos relevante exponer el alcance


de este tributo y las obligaciones de los contribuyentes con el

2 La Ley Orgánica del Poder Público Municipal fue publicada en la Gaceta


Oficial N° 38.204 del 8 de junio De 2005, justo nantes de la publicación del
presente trabajo.

387
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Fisco Municipal. En tal sentido y como mencionamos anterior­


mente, dentro de la organización político-territorial del Estado
venezolano, nos encontramos con los Municipios, los cuales son
la unidad política primaria que gozan de autonomía relativa
más no absoluta, desde el punto de vista funcional, político y
administrativo, por lo que en materia tributaria, tienen potesta­
des otorgadas por la Constitución de la República para la crea­
ción, recaudación y administración de los tributos entre los cua­
les se encuentra el impuesto sobre actividades económicas.

Estas potestades deben ser ejercidas dentro de los límites de


la propia Constitución y las leyes nacionales, por ende este im­
puesto debe estar establecido por las ordenanzas para que los
Municipios puedan exigir a los contribuyentes el pago del tribu­
to, esto en virtud del Principio de Reserva Legal previsto en el
artículo 317 de la Constitución Nacional.

En consecuencia de acuerdo al Artículo 3 del Código Orgá­


nico Tributario3, en concordancia con el Artículo 162 de la Ley
Orgánica del Poder Público Municipal, dichas ordenanzas de­
ben regular con apego a los Principios Generales del Derecho
Tributario, la definición del hecho imponible, la fijación de la
alícuota tributaria, la base de cálculo, la definición de los sujetos
pasivos así como las exenciones u otros beneficios fiscales.

3. El Impuesto sobre Actividades Económicas en las Orde­


nanzas Municipales (Una aproximación teórico-práctica)4
3.1. Hecho imponible (aspectos materiales, espaciales y
temporales)

El hecho generador del Impuesto a las Actividades Económi­


cas es, según el artículo 207 de la LOPPM, el ejercicio habitual,
3 El Código Orgánico Tributario vigente fue publicado en Gaceta Oficial
No. 37.305 del 17 de octubre de 2001
4 A los efectos de este trabajo hemos analizado las Ordenanzas del Munici­
pio Chacao, Baruta y Sucre del Estado Miranda; Libertador del Distrito
Capital y Valencia del Estado Carabobo.

388
J uan C arlo s M árquez

en la jurisdicción del Municipio, de cualquier actividad lucrati­


va de carácter independiente, aún cuando dicha actividad se
realice sin la previa obtención de licencia, sin menoscabo de las
sanciones que por esa razón sean aplicables. Según el texto le­
gal, el comercio eventual o ambulante también estará sujeto al
impuesto sobre actividades económicas.

En consecuencia, las actividades gravadas buscan un fin lu­


crativo, beneficiándose el Municipio a través del cobro de este
impuesto y los comerciantes o empresarios a través del aprove­
chamiento territorial y económico de su actividad lucrativa den­
tro del ente político territorial. Sobre este particular, el artículo
209 de la LOPPM es muy preciso al señalar lo siguiente:

"Artículo 209. Para que una actividad pueda ser conside­


rada sin fines de lucro, el beneficio económico obtenido de
la actividad deberá ser reinvertido en el objeto de asisten­
cia social u otro similar en que consista la actividad y en el
caso de tratarse de una persona jurídica, que ese beneficio
no sea repartido entre asociados o socios."

La Sala Político Administrativa de la extinta Corte Suprema


de Justicia, en fecha 20 de abril de 1970 en el caso Sudamtex de
Venezuela, C. A. Vs. Junta de Apelaciones prevista en la Orde­
nanza sobre Patente de Industria y Comercio del Distrito Fede­
ral, distinguió los elementos que debían tomarse en considera­
ción para definir la actividad lucrativa que es gravada por este
impuesto, señalando lo siguiente:

"...el tributo municipal denominado Patente de Industria


y Comercio no grava las ventas, ni los ingresos brutos ni el
capital, sino el ejercicio de una actividad lucrativa en ju­
risdicción de una Municipalidad; ventas, ingresos brutos,
capital u operaciones son otros tantos índices de la capa­
cidad contributiva de los sujetos obligados...". (Tomado
de Humberto Romero-Muci, Jurisprudencia Tributaria
Municipal, Tomo II, p. 128).

389
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

La generalidad de las ordenanzas municipales definen como


hecho generador de este tributo, el ejercicio en o desde la juris­
dicción del Municipio respectivo de una actividad industrial,
comercial, de servicio o de índole similar con fines de lucro o
remuneración, agregando ahora el artículo 211 de la LOPPM,
lo que debe entenderse por cada una de estas actividades.

En efecto, el artículo 211 de la LOPPM establece que a los


efectos del impuesto a las actividades económicas se considera:
a. Actividad Industrial: Toda actividad dirigida a producir,
obtener, transformar, ensamblar o perfeccionar uno o va­
rios productos naturales o sometidos previamente a otro
proceso industrial preparatorio.
b. Actividad Comercial: Toda actividad que tenga por obje­
to la circulación y distribución de productos y bienes, para
la obtención de ganancia o lucro y cualesquiera otras de­
rivadas de actos de comercio, distintos a servicios.
c. Actividad de Servicios: Toda aquella que comporte, prin­
cipalmente, prestaciones de hacer, sea que predomine la
labor física o la intelectual. Quedan incluidos en este ren­
glón los suministros de agua, electricidad, gas, telecomu­
nicaciones y aseo urbano, entre otros, así como la distri­
bución de billetes de lotería, los bingos, casinos y demás
juegos de azar. A los fines del gravamen sobre actividades
económicas no se considerarán servicios, los prestados bajo
relación de dependencia.

En conclusión, se deduce que el concepto de actividades eco­


nómicas in genere se manifiesta en sus distintas modalidades,
entre ellas actividades industriales, comerciales y de servicios.

En cuanto al elemento territorial de esta imposición pode­


mos afirmar que, una vez que se han constituido actos concre­
tos de una actividad calificada como industrial, comercial, de
servicio o de índole similar, es condición para que nazca la obli­
gación tributaria que las actividades se haya realizado en la ju­

390
J uan C a rlo s M árquez

risdicción de un determinado Municipio, para que en efecto se


constituya el hecho imponible de este impuesto.

Con respecto a esta precisión de la territorialidad del impuesto


sobre actividades económicas, nuestra jurisprudencia, en dis­
tintos casos ha señalado que es necesaria la presencia del sujeto
pasivo en jurisdicción de un Municipio a través de un estableci­
miento y que, por lo tanto, es éste elemento el que determina la
territorialidad. En particular, en una reciente sentencia de la
Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en el caso
Alcalde del Municipio Simón Bolívar y otros de fecha 04/03/
04, señalo lo siguiente:

"...si una empresa tiene un establecimiento permanente


en un Municipio, aunque desarrolle una actividad en otro
lugar, en principio puede válidamente ser gravada por el
Municipio del establecimiento permanente....

...la aceptación de dicho factor de conexión <se refiere al


establecimiento permanente> no significa pretender des­
conocer el lugar donde efectivamente se ejecuta una acti­
vidad económica como el más relevante a los fines de re­
conocer poder tributario a un Municipio."

No obstante, la novísima Ley Orgánica del Poder Público


Nacional viene a cambiar un poco la situación planteada, per­
mitiendo extender la potestad tributaria de los Municipios a los
casos de los contribuyentes transeúntes, siempre, a partir de fac­
tores de conexión que no serán objeto de estudio en el presente
trabajo. Sin embargo, el artículo 220 de la LOPPM define el es­
tablecimiento permanente como: una sucursal, oficina, fábrica,
taller, instalación, almacén, tienda, obra en construcción, insta­
lación o montaje, centro de actividades, minas, canteras, insta­
laciones y pozos petroleros, bienes inmuebles ubicados en la ju­
risdicción; el suministro de servicios a través de máquinas y otros
elementos instalados en el Municipio o por empleados o perso­
nal contratado para tal fin, las agencias, representaciones de
mandantes ubicadas en el extranjero, sucursales y demás luga­

391
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

res de trabajo mediante los cuales se ejecute la actividad, en


jurisdicción del Municipio.

Asimismo, las instalaciones permanentes construidas para


la carga y descarga ordinaria y habitual en embarcaciones con
destino a los trabajos o servicios a ser prestados en el mar terri­
torial o en otros territorios pertenecientes a una entidad federal
pero no ubicados dentro de una jurisdicción municipal deter­
minada, se consideran establecimientos permanentes de quie­
nes los empleen para la prestación de tales servicios.

En materia de prestación de servicios de suministro de elec­


tricidad, el artículo 225 de la LOPPM establece específicamente
que la alocación de los ingresos brutos de los contribuyentes
dedicados a esta actividad comercial, se atribuirán a la jurisdic­
ción donde ocurra el consumo a los efectos de su gravalidad.
Obviamente, sin perjuicio de aplicar en los demás casos los fac­
tores de conexión previstos en la Ley Orgánica.

Otro elemento que debe considerarse para que se verifique el


hecho imponible de este tributo, es la habitualidad en el ejerci­
cio de la actividad comercial o industrial, punto que profundi­
zaremos más adelante.

3.2. Base Imponible

La base imponible constituye el elemento sobre el cual se cuan-


tifica la obligación tributaria, es decir, es el monto sobre el cual
se calcula el impuesto a pagar, mediante la aplicación de una
alícuota fija o tarifa. Las Ordenanzas sobre Actividades Econó­
micas analizadas, establecen que la base imponible para el cál­
culo del impuesto, será el monto de los ingresos brutos percibidos
durante el ejercicio fiscal en el cual ocurra el hecho generador
del impuesto.

De su parte, el artículo 212 de la LOPPM establece que la


base imponible del impuesto sobre actividades económicas está
constituida por los ingresos brutos efectivamente percibidos en

392
J uan C a rlo s M árquez

el período impositivo correspondiente por las actividades eco­


nómicas u operaciones cumplidas en la jurisdicción del Munici­
pio o que deban reputarse como ocurridas en esa jurisdicción
de acuerdo con los criterios previstos en la Ley o en los Acuer­
dos o Convenios celebrados a tales efectos.
Debe entenderse por ingresos brutos según el propio artículo
213 de la LOPPM, todos los proventos o caudales que de mane­
ra regular reciba el contribuyente o establecimiento permanen­
te por causa relacionada con las actividades económicas grava­
das, siempre que no se esté obligado a restituirlo a las personas
de quienes hayan sido recibidos o a u n tercero y que no sean
consecuencia de un préstamo o de otro contrato semejante.
En el caso de agencias de publicidad, administradoras y co­
rredoras de bienes inmuebles, corredores de seguro, agencias de
viaje y demás contribuyentes que perciban comisiones o demás
remuneraciones similares, se entenderá como ingreso bruto sólo
el monto de los honorarios, comisiones o demás remuneracio­
nes similares que sean percibidas.
Como podemos observar, de conformidad con lo establecido
en la LOPPM, la base imponible del impuesto a las actividades
económicas es el monto de los ingresos brutos, producto del ejer­
cicio de actividades económicas en la jurisdicción del respectivo
Municipio.
En conclusión, serán ingresos brutos a los fines de determi­
nar la base imponible del tributo de actividades económicas,
aquellos que resulten como una contraprestación, retribución,
pago o precio que derive del ejercicio de actividades económi­
cas de industria, comercio, servicios o de índole similar grava­
das en la jurisdicción de cada Municipio, las cuales para estar
sujetas a imposición deben constituir una actividad habitual del
contribuyente.
Tampoco nos adentraremos en las particularidades estable­
cidas en la LOPPM sobre la base imponible de este impuesto,
por ser tal labor excesiva de este trabajo.

393
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

4. Actividades no gravables por el Impuesto a las Activida­


des Económicas

En principio, hemos afirmado que toda actividad industrial


o comercial ejercida en forma habitual sería susceptible de ser
gravada con el Impuesto a las Actividades Económicas. Ahora
bien, esta afirmación sería incompleta si no es matizada y preci­
sada a la luz de las competencias que resultan propias del Mu­
nicipio y, en consecuencia, susceptibles de gravamen por el mis­
mo en ejercicio de su poder tributario.

Señala el artículo 178 de la Constitución de 1999 que son de


la competencia del Municipio el Gobierno y Administración de
sus intereses y la gestión de las materias que le asignen la Cons­
titución y las leyes Nacionales, en cuanto concierna a la vida
local, en especial la promoción y desarrollo económico y social,
la dotación y prestación de los servicios públicos domiciliarios,
la aplicación de la política referente a la materia inquilinaria
con criterios de equidad, justicia y contenido de interés social y
la promoción de la participación y el mejoramiento en general
de las condiciones de vida de la comunidad.

Seguidamente, el artículo 178 señala que las actuaciones que


corresponden al Municipio en la materia de su competencia no
menoscaban las competencias nacionales o estadales que se de­
finan en la Ley conforme a la propia Constitución. Siendo que
la Constitución utilizó como criterio atributivo de competencias
municipales el hecho práctico y concreto de que las mismas con­
ciernan a la vida local, resulta perentorio analizar si toda activi­
dad, aun cuando sea ejercida en o desde un Municipio, concier­
ne al interés del mismo o al interés nacional.

Obviamente no podemos reconducir el tema planteado a la


nunca bien ponderada discusión en Derecho Público, sobre con­
ceptos jurídicos indeterminados y, en consecuencia, navegar por
el mar de la especulación teórica del significado de la expresión
"vida local". No obstante, lo que sí puede efectuarse es un aná­
lisis de las materias que tanto la Constitución como la Ley Orgá­

394
J u a n C arlo s M árquez

nica del Poder Público Municipal atribuyen como contenido de


la referida expresión. En primer lugar, señala el antes referido
artículo 178 constitucional, que las materias que conciernen en
especial a la vida local son las siguientes:
1. Ordenación territorial y urbanística; patrimonio históri­
co; vivienda de interés social; turismo local; parques y jar­
dines, plazas, balnearios y otros sitios de recreación; ar­
quitectura civil, nomenclatura y ornato público.
2. Vialidad urbana; circulación y ordenación del tránsito de
vehículos y personas en las vías municipales; servicios de
transporte público urbano de pasajeros.
3. Espectáculos públicos y publicidad comercial, en cuanto
concierne a los intereses y fines específicos municipales.
4. Protección del ambiente y cooperación con el saneamien­
to ambiental; aseo urbano y domiciliario, comprendidos
los servicios de limpieza, de recolección y tratamiento de
residuos y protección civil.
5. Salubridad y atención primaria en salud, servicios de pro­
tección a la primera y segunda infancia, a la adolescencia
y a la tercera edad; educación preescolar, servicios de in­
tegración familiar del discapacitado al desarrollo comuni­
tario, actividades e instalaciones culturales y deportivas.
Servicios de prevención y protección, vigilancia y control
de los bienes y las actividades relativas a las materias de la
competencia municipal.
6. Servicio de agua potable, electricidad y gas doméstico, al­
cantarillado, canalización y disposición de aguas servidas;
cementerios y servicios funerarios.
7. Justicia de paz, prevención y protección vecinal y servi­
cios de policía municipal, conforme a la legislación nacio­
nal aplicable. 8. Las demás que les atribuya la Constitu­
ción y la ley.

395
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Interesa destacar el ordinal 6 el cual se refiere a la competen­


cia del Municipio en materia de servicio eléctrico domestico.
Véase que el constituyente sólo permite la competencia munici­
pal en lo que reputa como servicio público doméstico, esto es,
no autoriza la actuación de Municipio en aquellas actividades
del sistema eléctrico que supongan un ámbito de afectación na­
cional. De su parte, el artículo 56 de la LOPPM concreta lo que
debe reputarse como intereses locales previendo que los Muni­
cipios podrán promover toda clase de actividades y prestar cuan­
tos servicios públicos contribuyan a satisfacer las necesidades y
aspiraciones de la comunidad en las siguientes materias:
1. La ordenación territorial y urbanística; el servicio de ca­
tastro; el patrimonio histórico; la vivienda de interés so­
cial; el turismo local; las plazas, parques y jardines; los
balnearios y demás sitios de recreación; la arquitectura civil;
la nomenclatura y el ornato público.
2. La vialidad urbana, la circulación y ordenación del trán­
sito de vehículos y personas en las vías municipales y los
servicios de transporte público urbano.
3. Los espectáculos públicos y la publicidad comercial en lo
relacionado con los intereses y fines específicos del Muni­
cipio.
4. La protección del ambiente y la cooperación en el sanea­
miento ambiental; la protección civil y de bomberos; y el
aseo urbano y domiciliario, incluidos los servicios de lim­
pieza, recolección y tratamiento de residuos.
5. La salubridad y la atención primaria en salud; los servi­
cios de protección a la primera y segunda infancia, a la
adolescencia y a la tercera edad; la educación preescolar;
los servicios de integración familiar de las personas con
discapacidad al desarrollo comunitario; las actividades e
instalaciones culturales y deportivas; los servicios de pre­
vención y protección, vigilancia y control de los bienes; y
otras actividades relacionadas.

396
J u a n C arlo s M árquez

6. Los servicios de agua potable, electricidad y gas domésti­


co: de alumbrado público, alcantarillado, canalización y
disposición de aguas servidas: de mataderos, cementerios,
servicios funerarios, de abastecimiento y mercados.
7. La justicia de paz; la atención social sobre la violencia con­
tra la mujer y la familia, la prevención y protección veci­
nal y los servicios de policía municipal, conforme a la le­
gislación nacional aplicable.
8. La organización y funcionamiento de la administración
pública municipal y el estatuto de la función pública mu­
nicipal.
9. Las demás relativas a la vida local y las que le atribuyan la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y
las leyes nacionales y estadales.

Reitera de esta manera el ordinal 6 del artículo 56 de la


LOPPM que sólo las actividades referidas a la distribución y venta
de la electricidad son competencia del Municipio en tanto que
las califica como domésticas, lo cual nos lleva a preguntamos si
es posible sostener la potestad tributaria de los entes locales so­
bre otras actividades diferentes a estas. Antes de entrar a anali­
zar cada actividad eléctrica en concreto, es preciso recordar que
no se trata de reconducir la presente discusión a la distinción
entre potestades regulatorias del Poder Nacional y tributarias
del Poder Municipal.

En efecto, el artículo 180 de la Constitución de 1999 estable­


ce que la potestad tributaria que corresponde a los Municipios
es distinta y autónoma de las potestades reguladoras que esta
Constitución o las leyes atribuyan al Poder Nacional o Estadal
sobre determinadas materias o actividades. No negamos que
exista potestad regulatoria del Poder Nacional sobre las activi­
dades de distribución y venta de electricidad, lo que negamos es
que las actividades de otra naturaleza (generación y transmi­
sión) conciernan a la vida local y en consecuencia, sean compe­
tencia del Municipio.

397
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Debemos recordar que la potestad tributaria no es ilimitada


y que la misma debe ejercerse en el marco de la Constitución y
la Ley, tal y como expresamente lo señala el artículo 179
constitucional cuando señala: "los Municipios tendrán los
siguientes ingresos: 1. Los procedentes de su patrimonio, incluso
el producto de sus ejidos y bienes. 2. Las tasas por el uso de sus
bienes o servicios; las tasas administrativas por licencias o
autorizaciones; los impuestos sobre actividades económicas de
industria, comercio, servicios, o de índole similar, con las
limitaciones establecidas en esta Constitución y la le v ..."
Partiendo de una interpretación sistemática de las normas
constitucionales y legales, tenemos que el Municipio sólo podría
gravar las actividades industriales y comerciales que fueran
inherentes a la "vida local", lo contrario negaría tanto la
existencia de poder tributario como de competencia regulatoria
alguna en términos generales.

5. Gravabilidad de las actividades industriales y comercia­


les relacionadas con el servicio eléctrico.

La organización y funcionamiento del sistema eléctrico vene­


zolano está previsto en la Ley Orgánica del Servicio Eléctrico, la
cual viene a ser la regulación económica administrativa de obli­
gatorio cumplimiento para los operadores incorporados a ese
sector de actividad industrial y comercial. En otras palabras, la
LOSE es el marco regulatorio que rige la actividad de los opera­
dores del servicio eléctrico y establece las reglas para la presta­
ción del servicio a los consumidores y usuarios del mismo.

La LOSE adoptó un modelo regulatorio ajustado al concepto


del "nuevo servicio público"5, para lo cual modificó la posición
tradicional del Estado en las actividades económicas de interés
general como la eléctrica, e introdujo el factor competencia en
aquellos sectores o áreas de la actividad que podrían ser libra­
das a las fuerzas del mercado.

5 Sobre este particular véase a Juan Miguel de la Cuetara en El Nuevo Servi­


cio Público, Editorial COMARES, España, 2000.

398
J u a n C arlo s M árquez

Entre otras medidas o principios regulatorios, nos interesa


destacar en esta oportunidad el llamado "desempaquetamiento"
de las actividades que conforman el servicio de energía eléctri­
ca, el cual consiste en la posibilidad real y jurídica de separar las
distintas fases o ciclos que supone el servicio público, a los efec­
tos de regular en forma particular e individualizada cada uno
de ellos, potenciando el libre mercado y la competencia en aque­
llas fases o ciclos que por su naturaleza económica son suscepti­
bles a la autorregulación del mercado.
En materia eléctrica, el servicio quedó fraccionado en tres
fases o ciclos, a saber: la generación, la transmisión y el suminis­
tro. No obstante, en nuestro país el suministro adopta dos for­
mas denominadas comercialización y distribución, a partir del
tipo de consumidor y consumo a que hagamos referencia.
En primer lugar, la actividad de generación es definida en el
artículo 12 del Reglamento de la LOSE como aquella que consis­
te en la producción de potencia y energía eléctrica por cual­
quier medio o en la prestación de servicios complementarios di­
rigidos a asegurar las condiciones adecuadas de calidad,
confiabilidad y seguridad del suministro, tales como control de
frecuencia, potencia reactiva, reserva de generación y potencia
de arranque y unidades de generación.
De otra parte, la actividad de transmisión se define en el ar­
tículo 15 ejusdem, como la transformación y transporte de ener­
gía eléctrica mediante el uso de la red de transmisión nacional.
En particular, ésta actividad deberá realizarse según el articulo
28 de la LOSE, bajo los principios rectores de unidad de servicio
eléctrico de todo el territorio nacional.
En ambas actividades resulta de primordial aplicación los
principios de unidad y eficiencia, toda vez que su ámbito de
aplicación afecta al sistema como un todo. Es decir, tanto la
generación como la transmisión son actividades que interesan
al ámbito nacional, por cuanto en el caso de la generación, la
electricidad producida por lo general no se consume en la loca­
lidad donde tenga su asiento la empresa generadora, sino mu­

399
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

chos kilómetros más allá y, a veces, hasta es imposible determi­


nar con precisión el ámbito de suministro de una determinada
planta. En el caso de la transmisión, es necesario entender a la
red como una unidad y, en tal sentido, su desarrollo en el terri­
torio nacional, no puede ser parcelado y fraccionado localmen­
te. Esta interpretación queda ratificada cuando el legislador
obliga a separar las líneas de transmisión de las de distribución
y venta.
Sólo en el caso de la actividad de distribución, definida por el
artículo 22 del Reglamento de la LOSE, como el transporte, trans­
formación y entrega de electricidad a los usuarios del servicio
eléctrico, mediante líneas e instalaciones diferentes a las utiliza­
das en la actividad de transmisión, estamos ante actividades
propias de la "vida local", que si pueden ser susceptibles de frac­
cionamiento y municipalización. En tal sentido, no aplicaría el
concepto de establecimiento permanente en los supuestos de las
actividades de generación y transmisión, pues ambas activida­
des no son propias a la "vida local" y por ello están excluidas de
la potestad tributaria del Municipio.
Sólo las actividades de suministro pueden quedar gravadas
por el Impuesto a las Actividades Económicas y ser objeto del
ejercicio de la potestad tributaria local. Creemos que ésta inter­
pretación no tiene una clara fundamentación constitucional, en
tanto que no establece nada la Carta Magna en relación a que
actividades o servicios comerciales o industriales deben ser re­
putados como municipalizables y cuales no. Sin embargo, del
propio Texto Fundamental podemos concluir -esto si muy cla­
ramente- que sólo las actividades inherentes a la vida local pue­
den ser objeto de gravamen Municipal.
En consecuencia, en el marco del actual régimen regulatorio
del servicio eléctrico, las actividades de generación y transmi­
sión escaparían a la noción de ámbito local, lo que inhabilitaría
al Municipio para hacer recaer el tributo en cuestión sobre las
empresas dedicadas a estas actividades dentro del servicio eléc­
trico nacional.

400
EFECTOS DE LA CONSTITUCIÓN DE 1999,
LA LEY ORGÁNICA
DE TELECOMUNICACIONES Y
LA LEY ORGÁNICA DEL
PODER PÚBLICO MUNICIPAL
EN LOS LÍMITES DE LA POTESTAD
TRIBUTARIA MUNICIPAL RESPECTO DE
LAS TELECOMUNICACIONES

W il m e r R osa les D ía z * 1

1. Introducción

Entre los temas fundamentales que han sido objeto de mayor


discusión por la Doctrina tributaria en materia municipal y que
ha generado más jurisprudencia contradictoria, están los relati­
vos a la definición de los límites de la potestad tributaria muni­
cipal, y entre ellos destacan aquellos producto de las potestades
tributarias exclusivas y excluyentes del Poder Nacional; concre­
tamente resalta el tema de la gravabilidad municipal de la acti­
vidad de prestación de servicios de telecomunicaciones, el cual
ha sido objeto de gran interés por la complejidad e importancia
económica del sector.

Las interrogantes inherentes a la gravabilidad municipal de


las telecomunicaciones, se habían considerado clarificadas en

* Abogado y Licenciado en Contaduría Pública egresado de la ULA. Culmi­


nó estudios de especialización en derecho financiero en la UCAB y de
maestría en derecho internacional privado y comparado en la UCV. Certi­
ficado de aptitud de XIV Curso de Postgrado en Derecho Tributario (Parte
General) de la Universidad de Salamanca. Profesor de cursos de extensión
profesional de la UNIMET.
1 El presente trabajo ha sido desarrollado tomando como base el trabajo espe­
cial de grado, para optar al grado de Especialista en Derecho Financiero.

401
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

la práctica por la tendencia reiterada de la jurisprudencia, lo


que había disminuido el interés académico en el tópico y enti­
biado el debate doctrinario.
Con la entrada en vigencia de la Constitución de 1.999, de la
Ley Orgánica de Telecomunicaciones de 2.000 y de la Ley Or­
gánica del Poder Público Municipal de 2.005, se incorporan una
serie de principios y normas que alteran los argumentos esgri­
midos hasta ahora en la discusión doctrinaria y en la posición
jurisprudencial.
La Constitución de 1.999 contempla una serie de conceptos
tendentes al fortalecimiento del Poder Público Municipal, los
cuales han generado un conjunto de cambios, entre los que se
puede destacar: redacción significativamente diferente para
definir la potestad tributaria municipal; formulación de normas
que definen y deslindan las nociones de potestad tributaria
municipal y potestad reguladora nacional, los cuales jugaron
un rol protagónico en la doctrina y la jurisprudencia que trató
el tema de la gravabilidad de las telecomunicaciones por parte
de los municipios.
La distinción de la potestad reguladora y la potestad tributaria
plantea la posibilidad de que ciertas actividades estén sujetas a
la regulación del Poder Público Nacional y a pesar de ello sea
otra instancia del Poder Público, vg. el Poder Público Munici­
pal, el que tenga atribuida la potestad tributaria sobre la misma,
sin que el Poder Público Nacional pueda invadir o afectar esas
potestad con base en su carácter de representante de la Sobera­
nía del Estado y superior jerárquico jurídico absoluto en todas
la áreas que el constituyente consideró medulares para la inte­
gridad política del territorio nacional.
La distinción entre los conceptos de potestad reguladora,
potestad tributaria y soberanía haría pensar que no existe prác­
ticamente ninguna inherencia por parte del Poder Público Na­
cional en el ejercicio de la Potestad Tributaria Municipal más
allá del control jurisdiccional; no obstante, la Constitución de
1.999 introduce expresamente el concepto de "potestad armo-

402
W il m e r R o sa les D ía z

nizadora", según el cual el Poder Público Nacional tiene atri­


buida la competencia coordinadora y armonizadora de los im­
puestos municipales, lo cual le atribuye expresamente la posibi­
lidad de limitar a los municipios en el ejercicio de su potestad
tributaria a fin de lograr la coexistencia de los regímenes tribu­
tarios locales sin que perjudiquen a la economía nacional pero
sin vulnerar el concepto de autonomía municipal, lo cual pare­
ciera contradecir las distinciones anteriores que pretenderían
fortalecer la potestad tributaria de los estados y municipios frente
al poder soberano regulador del Poder Público Nacional y su
superioridad jurídica.

La aparente contradicción antes expuesta, genera escenarios


confusos en tomo a cuál es el límite de la facultad armonizadora
del Poder Público Nacional, cuyas interpretaciones han ido des­
de asumirla como una mera facultad para dictar lincamientos o
políticas fiscales hasta entender que se trata de la facultad de
excluir de gravabilidad municipal, por vía de Ley, ciertas activi­
dades o manifestaciones de riqueza genérica o expresamente
atribuidas por la Constitución al Poder Público Municipal.

La confusión adquiere dimensiones mayores en la atribución


de potestades tributarias al Poder Público Nacional, la cual ha
incluido el concepto de Potestad tributaria residual, que ven­
dría a ser como una atribución genérica de potestad tributaria
sobre toda actividad o manifestación de riqueza que no haya
sido expresamente reconocida a otra instancia del Poder Públi­
co, lo cual, dado el carácter genérico de la principal actividad
sujeta a gravamen municipal "actividades económicas", ha ge­
nerado discusiones destinadas a precisar si en el ejercicio de esta
potestad tributaria residual del Poder Público Nacional se pue­
de excluir ciertas actividades o manifestaciones de riqueza del
ámbito de gravabilidad de los municipios.

La problemática antes expuesta encuentra un excelente ex­


ponente en el área de la Telecomunicaciones, por cuanto la Cons­
titución de 1.999 en su artículo 156, expresamente atribuye al
Poder Público Nacional el régimen de las telecomunicaciones.

403
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

Adicionalmente, el poder tributario atribuido al Poder Públi­


co Nacional le asigna la competencia para "La creación, orga­
nización, administración y control" de los impuestos sobre una
importante cantidad de manifestaciones de capacidad contri­
butiva, asociadas a la ocurrencia de transacciones económicas
y finalmente la generación de ganancias, así como la tenencia y
transferencia de patrimonio, lo cual obviamente ocurre en aque­
llos entes dedicados a prestar esas actividades, tanto por la ge­
neración de valor agregado en la explotación de redes de teleco­
municaciones y en la prestación de los diferentes tipos de servicios
de telecomunicaciones, como por la necesidad de
infraestructuras para establecer la red y de equipos terminales
para prestar el servicio.

No obstante, se extiende el alcance de Potestad Tributaria


del Poder Nacional y gravar al ejercicio de la actividad de
telecomunicaciones, adicionalmente a todas las anteriores
manifestaciones de capacidad contributiva constitucionalmente
establecidas, a través de la promulgación de un Capítulo de la
Ley Orgánica de Telecomunicaciones que expresamente excluye
a la Potestad Tributaria Municipal; estas normas encuentran
antecedentes en una sentencia de la Sala Político Administrativa
(Julio 1966) que marcó una tendencia de la jurisprudencia en
los últimos años según la cual, sin mayores análisis, se afirmó
que como consecuencia de que el numeral 22 del artículo 136 de
aquella Constitución de 1.961 indicaba la competencia del Poder
Nacional sobre la actividades de correo y telecomunicaciones,
esta actividad económica sólo podía ser sometida a impuestos
por el Poder Público Nacional, asumiendo a priori que la potestad
para establecer el régimen de una actividad por parte del Poder
Nacional, incluía la potestad tributaria sobre la misma.

De otra parte, la entrada en vigencia de la Ley Orgánica de


Telecomunicaciones del 2000, incorpora importantes cambios
al apuntar hacia la liberalización del sector de las telecomuni­
caciones. Entre ellos se puede resaltar: la despublificación de la
actividad; la inclusión de disposiciones que permiten la iniciati­
va privada en el sector; y un menor intervencionismo por parte

404
W il m e r R o sa les D ía z

del Estado. Todo ello cambia la caracterización jurídica de la


actividad de prestación de servicio de telecomunicaciones con­
templada en la Ley de Telecomunicaciones de agosto de 1940,
que entendía a esta actividad como un servicio público cuya
titularidad era reservada al Estado, lo cual fue fundamental en
el análisis doctrinario y jurisprudencial de la gravabilidad del
sector por parte de los municipios.

Aquella tendencia jurisprudencial parecía agotar la discu­


sión en tomo a la gravabilidad municipal sobre la actividad eco­
nómica de prestación de servicio de telecomunicaciones; sin
embargo, la Constitución de 1999 introdujo nuevos elementos a
la discusión, a saber: i) la distinción expresa de la potestad
reguladora del poder nacional de la potestad tributaria del po­
der municipal (artículo 180); ii) y la atribución a los municipios
de potestad tributaria otorgándoles una competencia para crear
impuestos sobre actividades económicas de industria, comer­
cios servicios o de índole similar (artículo 179, numeral 2); iii) la
facultad del Poder Público Nacional de garantizar la coordina­
ción y armonización de las distintas potestades tributarias de
estados y municipios; lo cual, junto con la Ley Orgánica de Te­
lecomunicaciones del 2000, generó un escenario legal nuevo,
distinto y muy confuso en el cual la jurisprudencia no había
aportado soluciones aclaratorias, habiéndose limitado a mante­
ner la postura antes referida.

Además del problema de interpretación jurídica que presen­


tan las normas constitucionales y legales y la poca orientación
que ofrecen sentencias escuetas, existe un tema igualmente
controversial relacionado con las características operativas de
la actividad de prestación de servicios de telecomunicaciones.

Así se tiene que una primera aproximación a la actividad de


prestación de servicios de telecomunicaciones, genera la per­
cepción que por tratarse de una actividad cuya esencia es ga­
rantizar la comunicación entre un emisor y un receptor del
mensaje a través del uso de redes alámbricas o inalámbricas, se
trata de un servicio cuya prestación comúnmente trascenderá

405
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

los límites territoriales de las jurisdicciones municipales. Sin


embargo, se acota que el hecho imponible del impuesto a las
actividades económicas es la mera realización de una actividad
económica, en este caso de una prestación de servicio a cambio
de una contraprestación, mediante un establecimiento perma­
nente ubicado en jurisdicción de un municipio, más no la co­
municación entre dos o más personas a través de redes o el apro­
vechamiento del espectro radioeléctrico, en cuyo caso sí sería
necesario que ambas personas en comunicación y todos los ins­
trumentos utilizados estuviesen dentro de la jurisdicción de un
mismo Municipio.

El problema radica en que el concepto de establecimiento


permanente manejado por el derecho tributario internacional y
que ha sido usado por quienes estudian la tributación local, es
muy amplio, y en sus variadas calificaciones entran la mayoría
de los medios diseminados por el país, dispuestos para prestar
el servicio de telecomunicaciones, tales como: centrales telefóni­
cas, oficinas de venta y atención al público, equipos de transmi­
sión, etc.; lo que significa para el impuesto a las actividades eco­
nómicas un mayor nivel de complejidad por la necesidad de
distribuir la base imponible que cuantifica la obligación tributaria
entre varios establecimientos permanentes ubicados en distin­
tas jurisdicciones municipales, a riesgo de generar un previsible
problema de múltiple tributación a falta de consenso entre los
municipios que garantice a los contribuyentes la aplicación del
impuesto a las actividades económicas una sola vez, sobre la
base de un criterio justo y unívoco de imputación de base
imponible a cada establecimiento permanente.

Esta confusa situación constitucional, legal y operativa refe­


rente al trato tributario que deben tener las empresas dedicadas
a la prestación de servicios de telecomunicaciones, tiene graves
implicaciones tanto para las empresas del sector como para los
municipios y para el órgano del Poder Público Nacional encar­
gado de regular el sector.

406
W il m e r R o sa les D ía z

Las empresas de telecomunicaciones, debían trabajar con la


incertidumbre de una eventual decisión del Tribunal Supremo
de Justicia en la que se interprete que sus actividades sí están
sujetas a la imposición municipal, agravada por la posibilidad
de que esa competencia no sea ejercida de una manera razona­
ble por parte de los municipios, que en primer lugar, garantice
evitar el previsible problema de múltiple tributación al darse en
suma la imposición de varias cargas tributarias locales sobre un
mismo ingreso, dada la falta de consenso entre los municipios
en un criterio justo y unívoco de imputación de los ingresos a
cada uno de los establecimientos permanentes involucrados en
la realización de la actividad económica; y en segundo lugar
que evite el posible efecto confiscatorio que causaría el estableci­
miento de alícuotas excesivas que además atenten contra la in­
versión y desarrollo del sector.

Por otra parte, los municipios, ven mermada su viabilidad


política y económica, la cual se sustenta en la disponibilidad
suficiente de recursos a través de un margen de autonomía, otor­
gado constitucionalmente, para obtener recursos propios a tra­
vés de los tributos y cumplir con sus funciones de la mejor ma­
nera, que en el caso de la actividad de telecomunicaciones goza
de una particular relevancia dada la dimensión económica del
sector. Esto también afecta a la nación, si se considera que los
recursos tributarios municipales son un factor clave para apos­
tar a una profundización democrática a través del fortalecimiento
de la descentralización, dado que sufragar las cargas públicas
locales con contribuyentes locales trae como consecuencia inape­
lable el ejercicio de una corresponsabilidad fiscal que resultará
en el acercamiento del gobierno local con su población.

Este problema de incertidumbre jurídica y de previsibles pro­


blemas de múltiple y excesiva tributación municipal a las tele­
comunicaciones es atacado fundamentalmente por tres vías dis­
tintas por la Ley Orgánica del Poder Público Municipal (2005):
mediante el establecimiento de alícuotas máximas; por vía de
creación de ficciones legales que definen factores de conexión
para la imputación de ingresos y por vía de presunciones que

407
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

proponen metodologías de determinación de las distintas obli­


gaciones tributarias con los distintos municipios en función del
análisis de ciertas variables financieras y operacionales de cada
negocio.

Esta Ley Orgánica del Poder Público Municipal (2005), pone


sobre el tapete un asunto que inspira a estudiosos del derecho
tributario como el profesor Pérez de Ayala, como es el tránsito
del derecho tributario entre el iusnaturalismo y el constructivismo
jurídico, siendo el constructivismo jurídico fundamentalmente
defensor de que el derecho construye la verdad y no la descubre
-en este caso se encuentran las "ficciones legales" que asumen
reglas de imputación de capacidad contributiva por municipios-
y el iusnaturalismo en esencia defensor de que el derecho es un
instrumento de justicia -lo cual detectamos en la Ley cuando se
ofrecen soluciones a casos concretos de múltiples establecimien­
tos permanentes inspiradas en criterios diversos contenidos en
las "presunciones de ley"- ; todo lo cual que se erige sobre un
problema aun más fundamental, como es la aparente incompa­
tibilidad entre principios pacíficamente aceptados por el dere­
cho tributario moderno, como lo son el principio de coactividad
jurídica con el de finalidad financiera y el principio de legalidad
con capacidad contributiva.

La Ley Orgánica del Poder Público Municipal (2005) consti­


tuye un primer intento que si bien no ofrece soluciones definiti­
vas significa un gran avance al exponer el problema, dada la
evidente gravabilidad municipal de las telecomunicaciones, a la
jurisprudencia, los operadores jurídicos y los estudiosos del de­
recho tributario, para continuar en la labor de ofrecer una segu­
ridad jurídica y una solución justa a este novedoso asunto.

Esta novedosa situación legislativa en tomo a las telecomu­


nicaciones revitaliza el debate y genera la necesidad urgente de
llevar a cabo un estudio jurídico profundo e integral que ayude
a definir la gravabilidad municipal de los servicios de telecomu­
nicaciones y sus condiciones.

408
W il m e r R o sa les D Iaz

No es propósito de este estudio presentar la descripción y


análisis de los impuestos nacionales a que está sujeto el ejercicio
de la actividad de prestación de servicio de telecomunicaciones,
por lo que no haremos referencias al Impuesto al Valor Agrega­
do, Impuesto sobre la Renta, Impuesto a los Activos Empresa­
riales y Tributos Aduaneros, y a su impacto en el análisis siste­
mático de las normas tributarias contenidas en la Constitución,
Ley Orgánica de Telecomunicaciones y la Ley Orgánica del Po­
der Público Nacional. Del mismo modo, tampoco se procura
reseñar e interpretar la totalidad de los impuestos municipales
a que podrían estar sujetos los entes dedicados a prestar el ser­
vicio de telecomunicaciones, por lo cual se obvia la referencia al
impuesto a la propiedad inmobiliaria urbana, a la publicidad
comercial, etc. La naturaleza y amplitud de estos impuestos y la
complejidad que caracteriza el tema de las telecomunicaciones,
hace que su análisis requiera ser objeto de trabajos especiales.

Como consecuencia de la investigación legislativa y


jurisprudencial así como del análisis de conceptos jurídicos no
contenidos en este trabajo, se acepta la gravabilidad de las
telecomunicaciones por el impuesto municipal a las actividades
económicas y la inconstitucionalidad de los impuestos
contemplados en los artículos 147,148,151,152, 156 y 217 de la
Ley Orgánica de Telecomunicaciones, sin entrar a analizar el
instrumento pertinente para corregir la actual situación de
inseguridad jurídica a que están sometidos los entes dedicados a
prestar servicio de telecomunicaciones, los municipios, la Comisión
Nacional de Telecomunicaciones y el Tesoro Nacional, lo cual
debería ser objeto de estudios que continúen el presente trabajo.

El análisis se estructuró sobre los límites constitucionales del


Impuesto Municipal a las Actividades Económicas sobre los ser­
vicios de telecomunicaciones y las bases teóricas sobre la forma­
ción del concepto de justicia tributaria y su exaltación a efectos
de identificar los límites a la tributación municipal de las teleco­
municaciones, con referencia diferenciada a las características
jurídicas y operativas de los servicios de telecomunicaciones,
sobre estas características se construye la propuesta final del

409
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

trabajo, sin menoscabo de otros límites revisados como el prin­


cipio de legalidad y de no invasión de potestades tributarias
nacionales.

El aporte contenido en estas páginas representa una propues­


ta cargada de mensajes constructivos orientados robustecer los
modernos conceptos traidos por la Ley Orgánica de Telecomu­
nicaciones y continuar la tan ansiada búsqueda de seguridad
jurídica tributaria pretendida por la Constitución y la Ley Or­
gánica del Poder Público Municipal.

2. Límites constitucionales del Impuesto Municipal a las Ac­


tividades Económicas sobre los servicios de telecomunica­
ciones

De antemano se debe señalar que se admite la posición del


profesor Mizrachi, E.(1998), cuando señala que:

En el caso de los Municipios, las prohibiciones no están


dirigidas a deslindar el ámbito material dentro del cual pue­
den ejercer su potestad tributaria, sino a condicionar el ejer­
cicio de la de (sic) organizar los tributos que la Constitución
- o las leyes- les asignan: Patente de Industria y Comercio
(p. 45).

De esta manera, hay tributos enunciados con nombre propio


en la Constitución y sobre los cuales no puede presentarse duda
alguna sobre la potestad de los Municipios para exigirlos. Cual­
quier disposición legal o sublegal que los niegue o desconozca
en cualquier forma sería violatoria de la Carta Magna.

De modo que la respuesta a la interrogante: ¿Qué limitaciones


constitucionales condicionan o impiden el sometimiento del las
actividades de telecomunicaciones al Impuesto a las Actividades
Económicas?, lo que requiere es distinguir los límites o
condiciones para el ejercicio de la potestad tributaria municipal,
que podrían afectar la gravabilidad de las telecomunicaciones,
tratándose de un impuesto sobre el ejercicio de toda actividad

410
W il m e r R o sa les D ía z

que consista en la realización de un conjunto de operaciones o


tareas de administración eficaz y razonable de bienes y de tiempo
en la ejecución de actividades para la obtención de riqueza.

Vale decir que el ejercicio de cualquier actividad realizada


con el fin de obtener riqueza, está dentro del ámbito material de
ejercicio de la potestad tributaria municipal de acuerdo con la
atribución constitucional, y luego a ser desarrollado como he­
cho imponible por las Ordenanzas Municipales al definirlo como
presupuesto generador de obligaciones tributarias, en otras pa­
labras, en principio, la Ordenanzas podrían y deberían definir
que, configurado en la realidad el ejercicio de cualquier activi­
dad económica y acreditada su vinculación con el municipio de
que se trate, nace para el ente ejecutor de la actividad de teleco­
municaciones la relación jurídica tributaria con el municipio,
debiendo cumplir con todas las consecuencias de esta relación,
entre ellas el pago del tributo; no obstante, por tratarse de una
relación que nace como consecuencia de un hecho jurídico, es
decir, un hecho que por voluntad de la Ley -Ordenanza- pro­
duce efectos jurídicos, ésta está inmersa en el ordenamiento ju­
rídico que parte de la Constitución, la cual define condiciones o
límites al ejercicio de la potestad tributaria municipal.

Romero-Muci, H. (1997) propone una clasificación de las li­


mitaciones constitucionales del ejercicio de la potestad tributaria
municipal, la cual contempla:

I. Limitaciones Directas:
i. Limitación derivada de la prohibición de entrabamiento
de la circulación física de bienes entre los Municipios:
"los Municipios no podrán: 1.Crear aduanas ni impues­
tos de importación, de exportación o de tránsito sobre
bienes nacionales o extranjeros"(art. 183 C.N.);
ii. Limitación derivada de la prohibición de invasión de
competencias rentísticas de la República y de los Esta­
dos: "los Municipios no podrán: 1.Crear aduanas ni im­
puestos (...) sobre las demás materias rentísticas de la
competencia nacional." (art. 183 C.N.);

411
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

iii. L im itación d eriv a d a de la p roh ib ición de trato


discriminatorio: "los Municipios no podrán: (...) 3.Prohi-
bir el consumo de bienes producidos fuera de su territo­
rio, ni gravarlos en forma diferente a los producidos en
él." (art. 183 C.N.);

iv. Limitación derivada de la prohibición de explotación fis­


cal: "los Municipios no podrán (...) 2. Gravar bienes de
consumo antes de que entren el circulación dentro de su
territorio." (art. 183 C.N.);

v. Limitación en la posibilidad de crear impuestos sobre la


agricultura, la cría, la pesca y la actividad forestal: "Los
Estados y Municipios sólo podrán gravar la agricultura,
la cría, la pesca y la actividad forestal en la oportunidad,
forma y medida que lo permita la ley nacional"(art 183
C.N.).

II. Limitaciones Indirectas:

i. Limitación derivada del principio de legalidad tributaria:


"N o podrán cobrarse impuestos, (...) que no estén esta­
blecidos en la Ley" (art. 317 C.N.).

ii. Limitación derivada del principio de consideración de


la capacidad contributiva y de igualdad ante la Ley: "El
sistema tributario procurará la justa distribución de las
cargas públicas según la capacidad económica del o la
contribuyente" (art. 316 C.N.);

iii. Limitación derivada del principio de no confiscación:


"Ningún tributo puede tener efecto confiscatorio" (art.
317C.N .);

iv. Limitación derivada de la prohibición de obligaciones


tributarias pagaderas en servicio personales: "N o podrán
establecerse obligaciones tributarias pagaderas en servi­
cios personales"(art. 317 C.N.).

De la revisión de estas limitaciones se obtiene que sólo cuatro


ameritan análisis detallado, pues las demás en nada afectan el
asunto de la gravabilidad de las telecomunicaciones.

412
W il m e r R o sa les D ía z

3. Limitación derivada del principio de justicia tributaria,


consideración de la capacidad contributiva, de no con­
fiscación y de igualdad tributaria

La Constitución (1999) contempla tres normas que contie­


nen lo que probablemente sean los valores superiores más
resaltantes del sistema tributario venezolano, los cuales limitan
el ejercicio de las potestades tributarias por parte de los diferen­
tes niveles y órganos del Poder Público, por cuanto estas nor­
mas establecen las bases materiales o sustantivas del comporta­
miento de los poderes públicos y de las personas acordes con
estos valores y principios superiores, los cuales están llamados a
conducir con el convencimiento de sus virtudes y a encauzar
con la fuerza de su autoridad, al Poder y la Sociedad.

Estas normas son los artículos 133, 316 y 317 de la Constitu­


ción, a saber:
- Toda persona tiene el deber de coadyuvar a los gastos
públicos mediante el pago de impuestos, tasas y contribu­
ciones que establezca la ley.
- El sistema tributario procurará la justa distribución de las
cargas públicas según la capacidad económica del o la
contribuyente, atendiendo al principio de progresividad,
así como la protección de la economía nacional y la eleva­
ción del nivel de vida de la población; para ello se susten­
tará en un sistema eficiente para la recaudación de los
tributos.
- (...) Ningún tributo puede tener efecto confiscatorio.

De estos postulados constitucionales, se distinguen la consa­


gración del principio de igualdad tributaria, el principio de con­
sulta a la capacidad contributiva y el principio de no
confiscatoriedad, todos ellos enmarcados dentro de un funda­
mental valor de justicia tributaria.

Se omite deliberadamente la primera parte del artículo 317


referida al principio de legalidad tributaria, el cual será analiza­

413
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

do más adelante, por considerar que este principio poco tiene


que ver con los tres anteriores, pues como nos lo describe magis­
tralmente el catedrático Pérez de Ayala, J. (2001), al orientar en
las reflexiones del "ilustre bordelés" sobre la distinción entre la
legalidad y la justicia de los impuestos:

En rigor, hay que concluir en que para Montesquieu la ley


no garantiza el contenido justo del tributo. Por lo tanto, esta
justicia hay que buscarla en las circunstancias que han sido
examinadas en un lugar anterior de este trabajo, a saber: que
el tributo se recaude para financiar gastos públicos útiles a
la sociedad y los ciudadanos; que se establezca sobre, y exija
solo a, quienes tienen capacidad para pagarlo; y en fin, que
la técnica utilizada para definir el importe de las prestacio­
nes tenga únicamente en cuenta la diferencia de capacida­
des. Son, utilizando de nuevo la terminología tradicional de
las causas, la "causa final", la "causa material", la "causa
formal" del impuesto las que definen la justicia del Impues­
to, en sí; de tal forma que el principio de reserva de ley, que
atribuye al poder legislativo la potestad de establecer los
tributos y regular los elementos objetivos (qué se grava), sub­
jetivos (a quién se grava) y cuantitativos (en cuanto se les
grava), sólo se refiere a la causa eficiente, que se traduce en
la exigencia de que la obligación tributaria sea una obliga­
ción ex lege de Derecho Público, pero no determina si la
misma tiene un fundamento ético, o de justicia fiscal, o care­
ce de él, la ley solo asegura la legitimidad del tributo y de la
obligación tributaria. No su causa justa.(p. 34).

El principio fundamental de la justicia como valor ético rec­


tor del Poder y la Sociedad, lo encontramos desde el preámbulo
de la Constitución (1999), el cual señala:

(...) el fin supremo de refundar la República para establecer


una sociedad dem ocrática, participativa y protagónica,
multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal
y descentralizado, que (...); asegure el derecho a la vida, al
trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la
igualdad sin discriminación ni subordinación alguna; (re­
saltado añadido).

414
W il m e r R o s a l e s D ía z

Además de la referencia expresa a la justicia como principio


rector del sistema tributario contenido en el citado artículo 316,
se observan numerosas referencias a la justicia como valor su­
perior en varias disposiciones constitucionales, a saber:

Artículo 1. La República Bolivariana de Venezuela (...) fun­


damenta su patrimonio moral y sus valores de libertad, igual­
dad, justicia y paz internacional,...
Artículo 2. Venezuela se constituye en un Estado democráti­
co y social de Derecho y de Justicia, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su ac­
tuación, la vida, la libertad, la justicia,...
Artículo 3. El Estado tiene como fines esenciales (...), la cons­
trucción de una sociedad justa y amante de la paz,...
Artículo 112. (...) El Estado promoverá la iniciativa privada,
garantizando la creación y justa distribución de la riqueza,
Artículo 257. El proceso constituye un instrumento funda­
mental para la realización de la justicia. (...) No se sacrifica­
rá la justicia por la omisión de formalidades no esenciales.
Artículo 299. El régimen socioeconómico de la República
Bolivariana de Venezuela se fundamenta en principios de
justicia social,...
Artículo 326. La seguridad de la Nación se fundamenta en
la corresponsabilidad entre el Estado y la sociedad civil para
dar cumplimiento a los principios de independencia, demo­
cracia, igualdad, paz, libertad, justicia,... (resaltados añadi­
dos).

Resulta indiscutible que la justicia es un valor superior de la


carta magna y en consecuencia es un principio rector de las
relaciones jurídicas, entre ellas la relación jurídica tributaria,
señalando expresamente: "Artículo 316. El sistema tributario
procurará la justa distribución de las cargas públicas..." (resal­
tado añadido).

Se prefiere adoptar la sistemática cuatripartita en que coinci­


den la Summa Teológica y la doctrina escolástica de Santo To­
más y el pensamiento de la justicia del impuesto que representa
Montesquieu, a la bipartita que ofrece Ranelletti. Así, se procu­
rará discernir si la aplicación de este impuesto encuentra aside­

415
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

ro o por el contrario vulnera el concepto de justicia tributaria,


concretizado a través de la revisión de: la causa final, la causa
formal y la causa material, de este impuesto.

En referencia a la causa final, se entiende que un impuesto es


justo en la medida en que el ulterior empleo de los fondos obte­
nidos estén ceñidos al bien común, es decir, a lo verdaderamen­
te necesario y útil en la satisfacción de las necesidades de los
ciudadanos que pagan los impuestos y no a gastos públicos ex­
cesivos justificados más en desenfrenos de quien ejerce el go­
bierno que en verdaderas urgencias del colectivo.

Escapa de los límites de este trabajo y de la especialidad del


autor realizar un análisis crítico de las políticas públicas -o la
falta de ellas- y la eficiencia de los gastos públicos municipales
en el logro de su objetivo de satisfacción de necesidades del co­
lectivo, para a través de éste asumir una posición en tomo a la
justicia o injusticia del cobro del impuesto a la actividades eco­
nómicas por parte de los municipios; por lo cual, sólo se hará
referencia a los valores fundamentales que la Constitución con­
sagra, considerándolos éticamente valiosos, no sólo por la fuer­
za de la autoridad que se desprende del hecho de tratarse del
gran "Contrato Social", sino por la virtud que se deriva de las
oportunidades que dan al desarrollo del individuo y al mejora­
miento de su calidad de vida.

La Constitución, en la concreción de su valor superior de se­


paración de poderes, asigna al Municipio funciones políticas o
de gobierno; legislativa; administrativa con sus actividades cen­
trales: normativa, de servicio público, de fomento, de policía y
jurisdiccional, en relación con la vida local; paralelamente, in­
corpora a los Municipios en el proceso de transferencia de com­
petencias (descentralización strictu sensu) y de servicios (des­
centralización lato sensu) del Poder Público Nacional, haciendo
eco de la intención manifiesta en la Exposición de Motivos de
alejarse de los elementos centralizadores contenido en la Cons­
titución precedente, en este sentido señala: "el diseño constitu­
cional consagra un Estado Federal que se define como descen­

416
W il m e r R o sa les D ía z

tralizado, para expresar la voluntad de transformar al anterior


Estado centralizado en un verdadero modelo federal con las
especificidades que requiere nuestra realidad" .

De lo cual se desprende que, el constituyente, en su condi­


ción de representante de la voluntad popular, de órgano políti­
co que definió los valores que deben orientar a la sociedad y al
poder, pareciera estar convencido de la conveniencia de dar
poder a los municipios para procurar la satisfacción de las ne­
cesidades de la población, por ser éstas las entidades públicas
que más cerca están de los individuos y por tanto, que más efi­
caces podrían ser en la acción de cubrirlas.

No se puede más que coincidir con el constituyente dada la


virtud de los valores que concretiza y considerar que las funcio­
nes del municipio, sumado a la tangibilidad de su cumplimien­
to y a una mayor posibilidad de control político en caso de fra­
caso gubernamental, sobradamente justifica la aplicación del
impuesto a las actividades económicas.

En referencia a la causa formal, se entiende que un impuesto


tiene forma justa en la medida en que se exija a los sujetos pasi­
vos con igualdad, de modo que cada individuo sea llamado a
participar en los gastos públicos según su capacidad, lo cual
exige que el impuesto debe distribuirse en atención a la aptitud
económica de pagarlo, de cada individuo; para ello, la eficien­
cia impone agruparlos en conjuntos y definir una misma carga
tributaria a cada grupo con características similares.

En la misma aproximación analítica, se juzga que un impuesto


es justo, sólo si la medición y agrupación de los individuos en
atención a su aptitud económica trae consigo un adecuado ín­
dice de medición de esta aptitud, lo que conlleva a analizar si el
impuesto goza de justificación o causa material, la cual se en­
tiende como la selección adecuada de la materia imponible, en­
tendida como el elemento económico sobre el cual se asienta el
impuesto, una vez que un contribuyente realiza una acción o
incurre en una situación asociada a esa materia imponible que

417
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

constituye el hecho generador de la obligación tributaria; todo


lo cual constituye los elementos cualitativos de la obligación
tributaria que determinan su campo de aplicación, y caracteri­
zan su naturaleza jurídica.

No obstante, se asume que la calificación de adecuada o no


de la materia imponible no debe depender únicamente de su
precisión en la capacidad de medir la aptitud económica de un
grupo, sino que debe tomar en consideración las características
de los elementos cuantitativos de la obligación tributaria, es de­
cir, la valoración de la materia imponible a través de la
escogencia de la base imponible y de la tarifa que se le aplique a
ésta.

En otras palabras, se estima que un impuesto gozará de jus­


tificación formal y material en la medida en que la materia
imponible gravada permita definir correctamente grupos
homólogos de contribuyente en cuanto a su capacidad econó­
mica y a su vez permita determinarles obligaciones de pago acor­
des con ésta, a través de la selección de una base imponible y
una tarifa que valore, los más preciso posible, su aptitud de pago
específica.

De este principio de justicia dirigido a lograr que todas las


personas coadyuven a sufragar los gastos públicos en la medida
de sus posibilidades económicas, se deriva otro principio, rela­
cionado tan íntimamente con aquel que tienden a confundirse,
este es: el principio de igualdad tributaria.

Ayuda a distinguir los conceptos justicia e igualdad tributaria,


la significación de justicia en su acepción "conmutativa", según
la Real Academia Española (2001), al definirla como: "La que
regula la igualdad o proporción que debe haber entre las cosas,
cuando se dan o cambian unas por otras", para concluir que el
principio de justicia tributaria, a través de los elementos que la
componen, regula el principio de igualdad tributaria.

418
W il m e r R o sa les D ía z

Si bien el principio de igualdad tributaria está orientado a


descubrir la desigualdades de tipo económico a fin de satisfacer
a la justicia tributaria, e impedir un trato igual a desiguales, esto
no debe obnubilar el entendimiento del principio fundamental
de igualdad, el cual ha sido indiscutidamente aceptado por la
jurisprudencia patria considerándolo trasgredido según se des­
prende de la Sentencia del Tribunal Supremo de Justicia de 20
de Febrero de 2001, caso Mamad Kamvar: "cuando se trata de
forma desigual a los iguales"; y fue considerado de gran impor­
tancia por el constituyente, al incluir en el Preámbulo constitu­
cional como una de los valores fundamentales, junto con el de
justicia, señalando:
(...) el fin supremo de refundar la República para establecer
una sociedad dem ocrática, participativa y protagónica,
multiétnica y pluricultural en un Estado de justicia, federal
y descentralizado, que (...); asegure el derecho a la vida, al
trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la
igualdad sin discriminación ni subordinación alguna

Además de la referencia expresa en el Preámbulo, encontra­


mos referencias a la igualdad como valor superior en los artícu­
los 1 y 2, a saber:
- La República Bolivariana de Venezuela (...) fundamenta
su patrimonio moral y sus valores de libertad, igualdad,
justicia y paz internacional,
- Venezuela se constituye en un Estado democrático y so­
cial de Derecho y de Justicia, que propugna como valores
superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación,
la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad.

La prohibición expresa a cualquier trato desventajoso a una


persona frente a otra que esté en una situación semejante, la
encontramos en el artículo 21 de la Constitución, el cual señala:

Artículo 21. Todas las personas son iguales ante la ley; en


consecuencia:
1. No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza.
El sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en

419
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

general, tengan por objeto o por resultado anular o me­


noscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condicio­
nes de igualdad, de los derechos y libertades de toda
persona.

El principio de igualdad tributaria ha evolucionado en su


concepto en lo que respecta a la igualdad desde el punto de
vista económico, o sea, la igualdad ante las cargas fiscales, y a la
introducción de otros principios vinculados a la evolución de
los conceptos sobre justicia tributaria, tales como capacidad con­
tributiva, progresividad y razonabilidad. Las constituciones con­
temporáneas, especialmente a partir de la Constitución de Ita­
lia de 1946, determinan el concepto haciendo referencia a la
capacidad contributiva como regla adecuada para lograr la
igualdad en la ley.

La Constitución reconoce únicamente que la igualdad es ante


la ley. Es decir, que jurídicamente se está frente a un concepto
relativo, de modo que no se puede pensar en una igualdad ab­
soluta y habrá de interpretársele según las diferentes circuns­
tancias. Orienta la Corte Suprema de la Argentina, en el caso
Don Eugenio Díaz Vélez con La Provincia de Buenos Aires refe­
rido por Gabino Ziuli (1997), cuando ha expresado que no es la
nivelación absoluta de los hombres lo que se ha proclamado,
aspiración quimérica y contraria a la naturaleza humana, sino
su igualdad relativa, propiciada por urna legislación tendiente a
la protección en lo posible de las desigualdades naturales.

La igualdad de los contribuyentes frente a la ley no es una


igualdad aritmética que supondría una imposición matemática
igual en su quantum para cada uno de los habitantes, sino por
aplicación del principio general de la igualdad de los habitantes
ante la ley, la igualdad de tratamiento frente a la igualdad de
situaciones o circunstancias, lo cual supone que a situaciones o
circunstancias desiguales corresponden tratamientos desigua­
les; al respecto, García Belsunce (1982) expresa que: Esto trae el
problema de determinar cuando las circunstancias o situacio­
nes previstas por el legislador como desiguales son razonables

420
W il m e r R o sa les D ía z

en su fundamentación para justificar un tratamiento desigual


frente a la ley tributaria.

Por ello se asevera que la pretensión del valor de la justicia


tributaria dirige al principio de igualdad tributaria, y su bús­
queda a través de los principios de consulta de la capacidad
contributiva y el de no confiscatoriedad de los impuestos, los
cuales responden y a la vez definen al principio de igualdad
tributaria, estando todos ellos íntimamente relacionados entre
sí, toda vez que la obligación de que todo impuesto deba medir
la capacidad económica del contribuyente se debe a la necesi­
dad que éste pueda soportar el pago de los mismos sin llegar a
configurarse el fenómeno de la confiscación, y la medición de la
capacidad contributiva a objeto de determinar la carga tributaria
tiene por principal función dar un trato igual -o al menos seme­
jante a los sujetos pasivos considerando su capacidad económi­
ca distinta, lo cual en esencia configura el concepto de la igual­
dad tributaria, de igual trato entre iguales.

Se ha podido apreciar que el principio de capacidad econó­


mica o capacidad contributiva y en general el conjunto de los
criterios sobre el reparto de la carga tributaria, están emparen­
tados con el principio de igualdad. Así lo ha entendido el Tribu­
nal Constitucional de España en su sentencia del 20 de Febrero
de 1989, al establecer que la relación entre el principio general
de igualdad consagrado en el Art. 14 de la Constitución Espa­
ñola y los principios rectores del sistema fiscal tales como la ca­
pacidad económica, progresividad y la no confiscatoriedad que
se especifican en el Art. 31° de la Constitución Española, está
incorporada en este último precepto, que menciona también
entre dichos principios el de igualdad.

Las consideraciones anteriores llevan a analizar la evolución


legislativa que le configuró a las telecomunicaciones una natu­
raleza jurídica de actividad privada que en poco lo diferenciaba
del resto de las actividades económicas; de lo que en principio,
sin entrar propiamente analizar el principio de igualdad
tributaria y la aptitud económica para el pago de impuesto por

421
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

parte de los entes dedicados a prestar servicio de telecomunica­


ciones, se podría concluir que si se asume el concepto de igual­
dad, no cabe duda que toda persona que presta actividades eco­
nómicas en un municipio debe colaborar con los gastos públicos
del mismo, incluyendo a quienes se dediquen a prestar el servi­
cio de telecomunicaciones; lo contrario, sería otorgar un trato
preferencial a los entes dedicados a esta actividad y en conse­
cuencia un trato discriminatorio y desigual a los demás entes
dedicados a otras actividades económicas, lo cual significaría
una trasgresión flagrante al principio de igualdad y justicia, y
en concreto al artículo 133, el cual prevé: "Artículo 133. Toda
persona tiene el deber de coadyuvar a los gastos públicos me­
diante el pago de impuestos, tasas y contribuciones que esta­
blezca la ley."

La trasgresión al principio de que "toda persona tiene el de­


ber de coadyuvar", a través de la exclusión de un sector favore­
cido de personas dedicadas a una actividad económica específi­
ca, como las telecomunicaciones, significaría una enorme
desigualdad en la que sólo algunos sectores, como los industria­
les y comerciantes, sufragan la totalidad de las cargas públicas
locales, ellos solos, a pesar del mandato constitucional "a to­
dos" de contribuir con las cargas públicas.

En estos mismos términos se manifiesta la Sala Constitucio­


nal del Tribunal Supremo de Justicia en la sentencia (Nro. 285)
del 03 de agosto de 2004, cuando señala:

Los Municipios, por tanto, deben ver garantizados por to­


dos los medios sus ingresos tributarios, y debe tanto el legis­
lador como el juez respetarlos, pues con ello se respetan los
mandatos constitucionales. Sólo una exclusión expresa po­
dría negar el impuesto municipal sobre ciertas actividades
lucrativas, como podría ser el caso de lo que establece el
número 12 del artículo 156 de la Carta Magna, que para
nada menciona el caso de las empresas de telecomunicacio­
nes.
(...)

422
W il m e r R o sa les D ía z

Para la Sala, son razones de justicia e igualdad las que ade­


más exigen esta solución, al no ser correcto que ciertas em­
presas escapen del poder tributario municipal, mientras que
la mayoría sí debe sujetarse a él. Si todos actúan en el territo­
rio de un ente local cualquiera, con lo que se aprovechan de
sus obras o de sus servicios, no hay motivo para justificar su
inmunidad.

A la luz de las ideas expuestas anteriormente, tal desigual­


dad sólo podría justificarse en previsiones constitucionales
relativas al resguardo de ciertas actividades para ciertos ni­
veles del Poder Público, lo cual no ocurre con las telecomu­
nicaciones o consideraciones relativas al concepto de igual­
dad tributaria.

Se omite deliberadamente el análisis de los principios de jus­


ticia e igualdad tributaria del impuesto a las actividades econó­
micas frente a los elementos cuantitativos de la obligación
tributaria, es decir, cuan justo resulta la selección del ingreso
bruto como base imponible y las alícuotas que generalmente se
aplican a la misma, pues se encuentra que estos elementos en
nada distinguen a las telecomunicaciones del resto de las activi­
dades económicas, por lo que este análisis entraría más en el
marco de un estudio general de la justicia de este impuesto, lo
cual escapa de los límites de este trabajo; no obstante, es menes­
ter señalar que el impuesto municipal a las actividades econó­
micas utiliza el método indiciario para la determinación de la
obligación tributaria al seleccionar a los ingresos brutos como
base imponible, lo cual se aleja del principio de justicia tributaria
al ser el ingreso bruto inadecuado para medir la riqueza y en
suma la capacidad contributiva de los contribuyentes, sólo se
logra atenuar sus efectos económicos y prevenir la confiscación
mediante el establecimiento de alícuotas porcentuales relativa­
mente bajas.

Los precedentes señalamientos conducen a analizar la acti­


vidad de explotación de las telecomunicaciones a fin de identifi­
car las circunstancias que la caracterizan y si las mismas justifi­
can un trato desde el punto de vista tributario distinto al previsto

423
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

para el ejercicio de cualquier otra actividad económica, todo


ello como afirma Confieras (1969) con el objeto de garantizar el
cumplimiento del principio de igualdad tributaria que es un
dogma que se encuentra subsumido dentro del principio de la
justicia tributaria, el cual se refiere a que los impuestos deben
ser justos.

El análisis de la actividad de prestación de servicios de las


telecomunicaciones abarca tanto su aspecto jurídico como ope­
rativo, a fin de obtener una dimensión verdadera de la activi­
dad y el efecto que sobre ella ejerce la aplicación de impuesto
municipal a las actividades económicas.

4. Características jurídicas de la actividad de prestación de


servicios de telecomunicaciones.

La exclusión de las telecomunicaciones de la potestad


tributaria municipal y en consecuencia del deber de coadyuvar
con los gastos públicos locales a través del pago del Impuesto a
las Actividades económicas, sólo podría justificarse en conside­
raciones de justicia tributaria, por lo que se debe analizar qué
factores de los que hemos visto como "causas" de los impuestos
y que ayudan a estudiarlos y calificarlos como "justos" o "injus­
tos", obligan a hacer un trato diferenciado al sector dedicado a
la prestación de servicios de telecomunicaciones, en aras preci­
samente de preservar la justicia que se le debe presumir -dada
su previsión constitucional- al impuesto a las actividades eco­
nómicas.

En referencia a la causa formal, es menester precisar que la


aptitud para pagar el impuesto municipal a las actividades eco­
nómicas, fue atribuida por ese impuesto a todas aquellas perso­
nas dedicadas a realizar una actividad en la cual obtuviesen
beneficios patrimoniales, considerándose iguales a todas ellas.

Para ello se seleccionó como hecho imponible, el ejercicio de


actividades económicas, concepto muy amplio cuya revisión

424
W il m e r R o sa les D ía z

justifica anáfisis más detallados y que obviamente abarca la pres­


tación de servicio de telecomunicaciones, al igual que a las acti­
vidades industriales, comerciales y de servicios; de este modo se
consideró, que todas aquellas personas que realizaran activida­
des económicas y obtuviesen beneficios patrimoniales por ello,
dentro de la jurisdicción de un municipio, gozaban de aptitud
para pagar el impuesto; estimándose así la causa material de
este impuesto a las actividades económicas, de un modo que en
absoluto permite distinguir característica alguna de la activi­
dad de telecomunicaciones que la diferencie del resto.

Por lo que una vez que un contribuyente realiza la acción de


acometer una actividad de industria, comercio o servicio -in ­
cluido el servicio de telecomunicaciones-, incurre en una situa­
ción asociada a esa materia imponible que constituye el hecho
generador de la obligación tributaria.

Todo lo anterior compone los elementos cualitativos de la


obligación tributaria del impuesto a las actividades económicas,
define su amplio alcance a toda actividad de índole económico,
y lo caracteriza como un impuesto de carácter real y general, al
recaer sobre una manifestación objetiva de riqueza, prescindien­
do de considerar la situación económica de la persona o enti­
dad en su conjunto, y ser uniforme sin discriminación en contra
o a favor de ninguna actividad.

Esta última característica encuentra justificación adicional


en el principio de generalidad de los impuestos, el cual encuen­
tra consagración en el principio de legalidad tributario, que será
analizado posteriormente, ya que al deber estar los impuestos
consagrados en leyes, éstos, además de tener que provenir de
los representantes del pueblo y cumplir ciertas garantías y for­
malidades para su entrada en vigor, deben afectar por igual a
todas las personas que se encuentren en semejantes situaciones,
lo cual ocurre con las actividades de prestación de servicio de
telecomunicaciones respecto a las actividades industriales, co­
merciales y demás servicios, en tanto que actividades económi­
cas todas ellas.

425
T em as so br e T R iB U T A aóN M u n ic ip a l e n V en ezuela

Es significativo recalcar que los sujetos que realizan activida­


des de prestación de servicio de telecomunicaciones, están obli­
gados a pagar todos los impuestos nacionales, aplicables a los
industriales, comerciantes y otros prestadores de servicios, ade­
más de otros impuestos específicos del sector, como vimos antes.

El análisis realizado sobre la justificación del impuesto muni­


cipal a las actividades económicas ha girado únicamente en tor­
no a los aspectos caracterizadores del servicio de telecomunica­
ciones y del impuesto a las actividades económicas; sin embargo,
no debe descuidarse que el sistema tributario es un todo y el
conjunto de impuestos que lo integra ejerce una carga única y
global, por lo que si bien estas cargas producto de otros impues­
tos no justifican la no aplicación del impuesto a las actividades
económicas, estos sí deben ser considerados en la determina­
ción de los elementos cuantitativos del mismo.

En este sentido está orientada la Ley Orgánica del Poder Pú­


blico Municipal (2005), cuando por una parte establece clara­
mente en el ya citado artículo 215 que para "el caso de activida­
des económicas sometidas al pago de regalías o gravadas con
impuestos al consumo selectivos o sobre actividades económi­
cas específicas, debidos a otro nivel político territorial, los muni­
cipios deberán reconocer lo pagado por esos conceptos como
una deducción de la base imponible del impuesto sobre activi­
dades económicas, en proporción a los ingresos brutos atribuibles
a la jurisdicción municipal respectiva."; y por otra parte se esta­
blece en el artículo 290 un rígido control a la injusticia que pu­
diese derivarse del desenfreno de los municipios al establecer
que "En el caso del impuesto sobre actividades económicas de
radiodifusión sonora, la alícuota del impuesto sobre actividades
económicas no podrá exceder del cero coma cinco por ciento
(0,5%) y en los demás casos de servicios de telecomunicaciones,
la alícuota aplicable no podrá exceder del uno por ciento (1%)
hasta tanto la ley nacional sobre la materia disponga otra alí­
cuota distinta.", y respecto de esa "ley nacional" que podrá dis­
poner una alícuota distinta, la misma ley señala en el último
párrafo del citado artículo 215 que " el Ejecutivo Nacional po­

426
W il m e r R o s a l e s D ía z

drá proponer, para su inclusión en la Ley de Presupuesto Anual,


tanto las alícuotas del impuesto sobre actividades económicas
como las aplicables por impuestos a consumos selectivos o sobre
actividades económicas específicas que correspondan al nivel
nacional o estadal de Gobierno, a fin de lograr una mejor armo­
nización entre los dos tipos de tributos."
De modo que el régimen jurídico aplicable a las telecomuni­
caciones no justifica su exclusión del impuesto municipal a las
actividades económicas pero sí una consideración especial en la
determinación de sus elementos cuantitativos: alícuotas y base
imponible.

5. Características operativas de la actividad de prestación de


servicios de telecomunicaciones.

La revisión de las características operativas de la actividad


de prestación de servicios de telecomunicaciones, arroja una serie
de elementos que la distinguen del resto de las actividades eco­
nómicas y que resultan relevantes para la determinación del
impuesto municipal a las actividades económicas.
Se considera que un impuesto tendrá justificación formal y
material en la medida en que la materia imponible gravada per­
mita definir correctamente grupos homólogos de contribuyente
en cuanto a su capacidad económica y a su vez permita deter­
minarles obligaciones de pago acordes con ésta, a través de la
selección de una base imponible y una tarifa que valore, los más
preciso posible, su aptitud de pago específica.
Una primera aproximación a la actividad de prestación de
servicios de telecomunicaciones, genera la percepción que por
tratarse de una actividad cuya esencia es proporcionar "comu­
nicación" entre un emisor y un receptor del mensaje a través
del uso de redes alámbricas o inalámbricas, se trata de un servi­
cio cuya prestación comúnmente trascenderá los límites territo­
riales de las jurisdicciones municipales y por ende también será
"trascendida" su potestad tributaria.

427
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Sin embargo, debe acotarse que el hecho imponible del im­


puesto a las actividades económicas es la mera realización de
una actividad económica mediante un establecimiento perma­
nente ubicado en jurisdicción de un municipio y no es la provi­
sión del servicio de comunicación entre dos o más personas a
través de redes, en cuyo caso el concepto, perfeccionado en un
área determinada de terreno, requeriría que ambas personas en
comunicación por esta vía y los medios requeridos para lograrla
estuviesen físicamente dentro de la jurisdicción de un mismo
municipio para que éste pudiera gravarlo, dado el principio de
territorialidad del impuesto; sin embargo, siendo el hecho
imponible la realización de una actividad económica, basta con
que en ella se ejecute en un establecimiento permanente ubica­
do en urna jurisdicción municipal para que resulte gravable, de
hecho se encuentra que muchas actividades distintas de la tele­
comunicaciones utilizan recursos provenientes o establecimien­
tos ubicados fuera de la jurisdicción del municipio y no por eso
se condiciona su sometimiento a imposición municipal.

Sobre este aspecto, resulta orientador el señalamiento


contenido en la sentencia (Nro. 285) del 04 de marzo de 2004 de
la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia , al
afirmar:

Debe recordarse que, en materia tributaria municipal, cons­


tituyó un avance jurisprudencial la introducción de la figu­
ra del establecimiento permanente, la cual significó un cese
o mitigación de la múltiple imposición interna sobre activi­
dades inter jurisdiccionales, precisamente porque esa no­
ción lleva aparejada la consecuencia de que lo que termina
por ser relevante no es, en todos los casos, el Municipio en el
cual se ejerce la actividad, sino aquél desde donde ella se ejer­
ce, entendido esta última expresión como atributiva de po­
testad impositiva a la jurisdicción en la cual el contribuyen­
te fije una presencia física estable, desde donde ejerza la
actividad (el 'establecimiento permanente')

De manera que si una empresa tiene un establecimiento en


un Municipio, aunque desarrolle actividad en otro lugar, en

428
W il m e r R o sa les D ía z

principio puede válidamente ser gravada por el Municipio


del establecimiento permanente.
(...)
Reitera la Sala el criterio sostenido en sentencia del 6 de
octubre de 2003, en el sentido de que la aceptación de dicho
factor de conexión no significa pretender desconocer el lu­
gar donde efectivamente se ejecuta la actividad económica
como el más relevante a los fines de reconocer poder tributa­
rio a un Municipio, frente a otros que también lo disputen,
pues cuando ese lugar pueda ser atribuido a una jurisdic­
ción municipal determinada y, de la misma manera, el ejer­
cicio de la actividad no deje dudas acerca del lugar donde se
la está ejecutando -e n el caso de ciertos servicios o construc­
ción de obras, por ejemplo- ese lugar de la ejecución de la
actividad deberá ser el primordial a la hora de atribuir dere­
cho de imposición a un municipio determinado.

De modo que el problema de la posible injusticia que sufri­


rían las personas que se dedican a la prestación de servicios de
telecomunicaciones no estriba en su incompatibilidad con ele­
mentos esenciales del impuesto a las actividades económicas
como la definición de su materia imponible o su base imponible;
ni siquiera, con uno de sus principios rectores, como el de terri­
torialidad, sino en la mera definición de criterios de imputación
de base imponible a los distintos establecimientos permanente
generalmente ubicados en más de una jurisdicción municipal.

La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en


la sentencia (Nro. 1453) del 03 de agosto de 2004, intenta orien­
tar sobre la aplicación del concepto de establecimiento perma­
nente al caso concreto de las telecomunicaciones:

A estos efectos, poco importa -q u e es un aspecto al que sí da


importancia la parte dem andante- que la actividad desa­
rrollada por la empresa exceda del territorio local. En Vene­
zuela no existe tal límite, aunque en tales casos sí se hace
imprescindible que la legislación nacional de armonización
tributaria -ausente hasta el momento entre nosotros- deter­
mine unos parámetros a fin de moderar el poder tributario
local y evitar excesos impositivos.

429
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Es necesario, pues, que la Asamblea Nacional ejerza la com­


petencia prevista en el número 13 del artículo 156 de la Cons­
titución, y con ello armonice la tributación local, al menos en
lo referido al impuesto más importante de todos, fuente prin­
cipal de ingresos municipales, como es el que grava las acti­
vidades lucrativas.
Armonizar, y no excluir, es lo que debe prevalecer en la ma­
teria. Los posibles excesos locales no se pueden evitar a tra­
vés de la negación del poder tributario de las entidades me­
nores, sino mediante el establecimiento de determinados
factores que permitan distribuir el poder entre los diferentes
municipios que tengan en principio derecho a exigir el im­
puesto. Algo similar a lo ocurrido, si bien ello fue por vía
jurisprudencial, con la figura del establecimiento permanen­
te, que sirvió para precisar a qué municipios correspondería
gravar. No es labor de la Sala fijar ahora esos factores de
conexión, por lo que se insiste en la posibilidad de que la
Asamblea Nacional lo haga, en ejercicio de sus potestades
constitucionales.

La sentencia sólo marca el punto de partida "gravabilidad


de las telecomunicaciones" pero no indica el camino, salvo la
necesidad de una armonización legislativa que no excluya tal
gravabilidad, por lo cual se impone analizar el criterio de deter­
minación de establecimientos permanentes, factores de conexión
de ingresos a esos establecimientos y metodologías de determi­
nación de las distintas obligaciones tributarias con los distintos
municipios.
El concepto de establecimiento permanente manejado por el
derecho tributario internacional y la adaptación que de éste ha
hecho la doctrina municipalista, es muy amplio, y en sus varia­
das calificaciones se abarca a muchos de los medios necesarios
para prestar el servicio de telecomunicaciones, los cuales están
dispersos por el territorio nacional, tales como: centrales telefó­
nicas, oficinas de venta y atención al público, lo que plantea un
alto nivel de complejidad al impuesto a las actividades econó­
micas por la necesidad de distribuir la base imponible entre va­
rios establecimientos permanentes ubicados en distintas juris­
dicciones municipales o de ubicación indeterminable.

430
W il m e r R o sa les D ía z

El derecho tributario internacional ha estudiado prolijamente


la figura del establecimiento permanente, su análisis rebasa los
límites de este trabajo, pero puede decirse que su existencia se
determina evaluando la instalación fija a través de dos tamices
fundamentales: primero, tiene o no personalidad jurídica pro­
pia? En caso de respuesta positiva no será un establecimiento
permanente sino una empresa domiciliada en el país; y ii) tiene
capacidad de generar renta? En caso de respuesta positiva muy
probablemente será un establecimiento permanente.

La primera pregunta no tiene gran relevancia para la deter­


minación de qué debe entenderse por establecimiento perma­
nente a los fines del impuesto municipal a las actividades eco­
nómicas, pero la segunda sí puede aportar luces en este aspecto,
al considerar como establecimiento permanente toda base fija
con capacidad para producir ingreso; por lo que la mera colo­
cación de una antena, el paso de un tendido de cables o redes
inalámbricas, o cualquier equipo de transmisión, redes, etc. no
calificaría como establecimiento permanente a menos que se
consideren con capacidad para generar ingreso. Sin embargo,
la propia Ley Orgánica del Poder Público Municipal (2005), es­
tablece en su artículo 220 lo que a objeto de este impuesto debe
considerarse establecimiento permanente señalando que

"Se entiende por establecimiento permanente una sucursal,


oficina, fábrica, taller, instalación, almacén, tienda, obra en
construcción, instalación o montaje, centro de actividades,
minas, canteras, instalaciones y pozos petroleros, bienes
inmuebles ubicados en la jurisdicción; el suministro de ser­
vicios a través de maquinas y otros elementos instalados en
el municipio o por empleados o personal contratado para
tal fin, las agencias, representaciones de mandantes ubica­
das en el extranjero, sucursales y demás lugares de trabajo
mediante los cuales se ejecute la actividad, en jurisdicción
del municipio.",

por lo que luce inevitable que sea la jurisprudencia la que estime


la existencia de establecimientos permanentes en los casos de

431
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

"instalaciones o montajes" con la mera función de transmisión


de mensajes.

El previsible problema de múltiple tributación que surge al


darse en suma la imposición de varias cargas tributarias locales
sobre un mismo ingreso, dada la falta de consenso entre los
municipios que garantice a los contribuyentes del sector de tele­
comunicaciones la aplicación del impuesto a las actividades eco­
nómicas una sola vez sobre la base de un criterio unívoco de
imputación de base imponible a cada uno de los establecimien­
tos permanentes, es atacado por dos vías distintas por la Ley
Orgánica del Poder Público Municipal (2005), por vía del esta­
blecimiento de ficciones legales que definen factores de conexión
para la imputación de ingresos y por vía de presunciones que
proponen metodologías de determinación de las distintas obli­
gaciones tributarias con los distintos municipios en función del
análisis de ciertas variables financieras y operacionales de cada
negocio.

En cuanto a las ficciones legales que definen los factores de


conexión para la imputación de ingresos a cada establecimiento
permanente, la Ley Orgánica del Poder Público Municipal (2005),
contiene en su artículo 225 que "la atribución de ingresos entre
jurisdicciones municipales se regirá por las normas que a conti­
nuación se disponen, en los siguientes casos:(...)3. El servicio de
telefonía fija se considerará prestado en jurisdicción del munici­
pio en el cual esté ubicado el aparato desde donde parta la llama­
da. 4. El servicio de telefonía móvil se considerará prestado en
jurisdicción del municipio en el cual el usuario esté residenciado,
de ser persona natural o esté domiciliado en caso de ser persona
jurídica. Se presumirá lugar de residencia o domicilio el que apa­
rezca en la factura correspondiente. 5. Los servicios de televisión
por cable, de Internet y otros similares, se considerarán prestados
en la jurisdicción del municipio en el cual el usuario esté residen­
ciado, de ser persona natural o esté domiciliado, en caso de ser
persona jurídica. Se presumirá lugar de residencia o domicilio el
que aparezca en la factura correspondiente."

432
W il m e r R o s a l e s D ía z

Quedan sin regulación expresa algunos casos complejos, pero


su resolución podrá hacerse por vía de interpretación analógica,
otros más sencillos como el caso de las tarjetas de prepago de
comunicación por telefonía celular, cuya venta es hecha al usua­
rio final por vía de un intermediario -kiosco, abasto, etc.- en
cuyo caso la factura de la empresa de telecomunicación estará
referida al domicilio del intermediario, incluso cuando el inter­
mediario realice la venta al consumidor final a través de vende­
dores ambulantes.

Estas ficciones se complementan con la obligación de las


empresas de telecomunicaciones de llevar una contabilidad muy
sofisticada que permita llevar a cabo tal criterio de imputación,
previste el artículo 224 de la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal (2005) el cual señala que "Los contribuyentes están
obligados a llevar sus registros contables de manera que quede
el ingreso atribuible a cada una de las jurisdicciones municipa­
les en las que tengan establecimiento permanente, se ejecute una
obra o se preste un servicio y a ponerlos a disposición de las
administraciones tributarias locales cuando les sean requeridos".
Sin embargo, la complejidad y variabilidad del negocio de teleco­
municaciones y su reflejo en la facturación y contabilidad hace
previsible el surgimiento de desacuerdos entre las empresas
prestadoras del servicio de telecomunicaciones y las autoridades
municipales -los cuales podría fundamentarse en errores conta­
bles propios de metodologías complejas o simplemente en la fa­
cultad del fisco de rechazar las formas legales en búsqueda de la
realidad económica - que harán necesario acudir a las presun­
ciones que definen la proporción de actividad económica realiza­
da en cada jurisdicción municipal para solucionar los casos con­
cretos, bien sea en sede administrativa o jurisdiccional.

En cuanto a las presunciones que proponen metodologías de


determinación de las distintas obligaciones tributarias con los
distintos municipios., la Ley Orgánica del Poder Público Muni­
cipal (2005), contiene en sus artículos 221, 222 y 223 las tres
variable fundamentales para presumir la proporción de activi­

433
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

dad realizada en cada municipio, las cuales son aplicables a las


empresas de telecomunicaciones por cuanto usualmente pres­
tan servicios y venden aparatos, y plantean que la imputación
puede ser guiada según: el nivel de comercialización que se lo­
gre en cada establecimiento permanente, la proporción de ser­
vicios que se despliegue en cada municipio y criterios técnicos
de distribución de ingresos, costos en salarios o nivel de activos.

El Artículo 221 señala que

"Cuando las actividades de comercialización se ejecuten a


través de varios establecimientos permanentes o bases fijas,
los ingresos gravables deberán ser imputados a cada esta­
blecimiento en función de su volumen de ventas.

Si se trata de servicios prestados o ejecutados en varias juris­


dicciones municipales, los ingresos gravables deberán ser
imputados a cada una de ellas, en función de la actividad
que en cada una se despliegue.(...)

En el caso de servicios que sean totalmente ejecutados en


jurisdicción diferente a aquellas, en la cual el prestador ten­
ga un establecimiento permanente destinado a funcionar
exclusivamente como sede de administración; al municipio
en el cual se ubique la sede de administración, le correspon­
derá establecer un mínimo tributario fijado en función de
criterios de los servicios prestados por el municipio a ese
establecimiento permanente".

Por su parte el artículo 223 señala que "Se consideran crite­


rios técnicos y económicos utilizables a los fines de la atribución
de ingresos a los municipios en los cuales un mismo contribu­
yente desarrolle un proceso económico único, entre otros, los
siguientes:

1. El valor de los activos empleados en el municipio compa­


rado con el valor de los activos empleados a nivel
interjurisdiccional.

434
W il m e r R o s a l e s D ía z

2. Los salarios pagados en el municipio comparados con los


salarios pagados a nivel interjurisdiccional.

3. Los ingresos generados desde el municipio con los ingre­


sos obtenidos a nivel interjurisdiccional"; lo cual, dado que
cada uno de estos tres elementos muy probablemente dará
un resultado diferente -entre ellos y respecto de las ficcio­
nes legales antes mencionadas- deja absolutamente en
manos de la jurisprudencia la búsqueda de la justa atribu­
ción de los ingresos a cada municipio, en cada caso con­
creto, orientado por los criterios -que son muy amplios-
esbozados entre las ficciones legales y las presunciones de
ley.

Esta normativa planteada por la Ley Orgánica del Poder


Público Municipal (2005), pone sobre el tapete un asunto que
inspira a estudiosos del derecho tributario como el profesor Pérez
de Ayala, como es el tránsito de este derecho tributario entre el
iusnaturalismo y el constructivismo jurídico, siendo el
constructivismo jurídico fundamentalmente defensor de que el
derecho construye la verdad y no la descubre -en este caso se
encuentra en las "ficciones legales" que asumen reglas de im­
putación de capacidad contributiva por municipios- y el
iusnaturalismo en esencia defensor de que el derecho es un ins­
trumento de justicia -cuando se ofrecen soluciones a casos con­
cretos de múltiples establecimientos permanentes inspiradas en
criterios diversos contenidos en las "presunciones de ley"- todo
lo cual que se erige sobre un problema aun más fundamental,
como es la aparente incompatibilidad entre principios pacífica­
mente aceptados por el derecho tributario moderno, como lo
son el principio de coactividad jurídica con el de finalidad fi­
nanciera y el principio de legalidad con capacidad contributi­
va. La coactividad jurídica plantea que sólo incurriendo en el
hecho imponible y existiendo los elementos de base imponible
se está en la obligación de pagar impuestos, por lo cual nadie
está obligado a pagar de encontrar un vía que le evite incurrir
exactamente en el supuesto de hecho al usar alguna conocida o

435
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

innovadora economía de opción, lo cual es contrario a la finali­


dad financiera del impuesto según el cual la es imperativo que
todos contribuyan con las cargas públicas; lo cual está apareja­
do con el problema entre el principio capacidad contributiva y
el principio de legalidad, ya que la capacidad contributiva ge­
nerada en un mismo tipo de actividad económica es casi indivi­
dual e irrepetible -estrictamente hablando- dependiendo de la
productividad y competitividad de cada quien, ello justifica el
esquema planteado por el iusnaturalismo que busca la justicia
en cada caso concreto guiado por algunos criterios, como los
planteados en la presunciones antes expuestas, y por soluciones
precedentes; no obstante, el principio de legalidad estricto como
consecuencia del constructivismo jurídico, usa conceptos y fic­
ciones legales para lograr que la coactividad además de jurídica
sea fáctica, dentro del paradigma del hecho imponible pero ig­
norando la capacidad contributiva individual real, por lo cual
la coactividad fáctica lograda riñe con la justicia tributaria y
además suele implicar una alta discrecionalidad de funciona­
rios y legisladores.

Profundizar y plantear alternativas a esta problemática es­


capa de los límites de este trabajo y deberá ser objeto de estudio
y reflexiones de los estudiosos de derecho tributario, pero dejar
de plantearlos sería una ligereza visto el evidente contraste que
se encuentra en las soluciones ofrecidas por la Ley Orgánica del
Poder Público Municipal (2005).

Adicionalmente, todos estos criterios para evitar imputar in­


gresos entre diversos establecimientos permanentes están suje­
tos a acuerdos de distribución que logren las autoridades muni­
cipales, tal como lo indica el propio artículo 212 cuando finaliza
acotando "de acuerdo con los criterios previstos en esta Ley o
en los Acuerdos o Convenios celebrados a tales efectos", cuya
previsión legislativa se encuentra el el artículo 222 el cual señala
que "Los municipios, en aras de la armonización tributaria y
para lograr resultados más equitativos , podrán celebrar acuer­
dos entre ellos o con los contribuyentes, a los fines de lograr

436
W il m e r R o sa les D ía z

unas reglas de distribución de base imponible distintas a las pre­


vistas en los artículos anteriores, en razón de las especiales cir­
cunstancias que puedan rodear determinadas actividades eco­
nómicas. Esos Acuerdos deberán formularse con claros y
expresos criterios técnicos y económicos. En todo caso, dichos
acuerdos deberán privilegiar la ubicación de la industria".

De modo que las soluciones concretas sobre este tema no


pueden pronosticarse, ya que dependerá de muchos factores
económicos, técnicos y hasta políticos que los tribunales debe­
rán ir resolviendo.

Como se evidencia del análisis de las características operativas


de la actividad de prestación de servicios de telecomunicacio­
nes y la reciente legislación que la aborda, éstas sí justifica un
trato especial desde el punto de vista de la norma tributaria, en
lo que a imputación de base imponible a un establecimiento per­
manente se refiere ya que la participación de redes y de varios
equipos e instalaciones dispersadas en más de un municipio re­
quiere un criterio unívoco que garantice que la aplicación del
impuesto a las actividades económicas observe los principios de
consulta de la capacidad contributiva, no confiscatoriedad de
los impuestos y de igualdad tributaria. La Ley Orgánica del Po­
der Público Municipal (2005) constituye un primer intento que
si bien no ofrece soluciones definitivas significa un gran avance
al exponer el problema, dada la evidente gravabilidad munici­
pal de las telecomunicaciones, a la jurisprudencia, los operado­
res jurídicos y los estudiosos del derecho tributario, para conti­
nuar en la labor de ofrecer una seguridad jurídica y una solución
justa a este novedoso asunto.

El propio Tribunal Supremo en la citada sentencia (Nro. 1453)


del 03 de agosto de 2004 ya destacaba la necesidad de una legis­
lación armonizadora que imponga este criterio justo y unívoco,
sin dejar de mencionar que la necesidad de un criterio de impu­
tación referido al establecimiento permanente fue dado "por vía
jurisprudencial", con lo cual no cierra la posibilidad de que esto

437
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

ocurra de nuevo para el caso de las telecomunicaciones. Ello


queda muy claro cuando al final de la misma sentencia afirma:

Por lo expuesto, la Sala desestima la presente demanda, si


bien insta a la Asamblea Nacional a armonizar el tributo a
que se refiere esta decisión. Asimismo, Mientras persista la
situ ación de in e xisten cia la legislación n acion al
armonizadora, exhorta a las entidades locales a estudiar
con seriedad el problema, a fin de evitar la fijación de
alícuotas que resulten excesivas.

En este mismo sentido se encontró una disposición conteni­


da en la Ordenanza sobre Actividades Económicas del Munici­
pio Chacao del Estado Miranda (2003), que refleja la conciencia
de algunos municipios sobre los posibles problemas de múltiple
imposición municipal sobre el servicio de telecomunicaciones y
la intención de evitar el fenómeno, al señalar:

Artículo 38: A los fines de determinar la realización del he­


cho generador de este impuesto en la jurisdicción del Muni­
cipio Chacao, se tendrán en cuenta las siguientes reglas:
1. Si quien ejerce la actividad tiene establecimiento perma­
nente o base fija en jurisdicción del Municipio Chacao,
aún cuando posea agentes o vendedores, que recorran
otras jurisdicciones Municipales ofreciendo los produc­
tos objetos de la actividad que ejerce. En este caso, toda
actividad que ejerza y el movimiento económico que ge­
nere, deberá referirse al establecimiento o base fija ubica­
da en este Municipio, y el impuesto municipal se pagará
a éste.
2. Si quien ejerce la actividad, la realiza parte en el Munici­
pio Chacao mediante un establecimiento permanente o
base fija y parte en jurisdicción de otro Municipio a tra­
vés de un establecimiento permanente, se determinará la
porción de la base imponible proveniente del ejercicio de
la actividad realizada en cada jurisdicción municipal.
Parágrafo Único: A efectos de atribuir el ingreso del contri­
buyente dedicado a la actividad de telecomunicaciones por
la transmisión de señales eléctricas o visuales y por la ex­

438
W il m e r R o s a l e s D ía z

plotación de todo sistema de comunicación, el ejecutivo


municipal dictará el reglamento respectivo.
Artículo 112: El reglamento a que se refiere el Parágrafo Úni­
co del artículo 38, será dictado por el Ejecutivo Municipal
atendiendo las normas establecidas en la Ley de Armoniza­
ción Tributaria, mientras tanto, la actividad de servicio de
telecomunicaciones no será gravada con el impuesto esta­
blecido en la presente Ordenanza y los prestadores de tales
servicios no estarán obligados de cumplir con los deberes
formales contenidos en la misma.

Todas las normas municipales y nacionales precedentes e la


Ley Orgánica del Poder Público Municipal (2005) han sido de­
rogadas expresamente por esta ley, por lo cual su referencia solo
sirve para analizar las ideas y sus aportes al desarrollo de solu­
ciones.

6. Limitación derivada del principio de legalidad tributaria.

Otra de las limitaciones constitucionales que podría condi­


cionar el ejercicio de la potestad tributaria de los Municipios
sobre las Telecomunicaciones a través de la aplicación del Im­
puesto a las Actividades Económicas, está constituida por el
principio de legalidad tributaria, de allí que interese precisar, en
primer lugar, en qué consiste el aludido postulado.

El principio de legalidad tributaria atiende al postulado


"Nullum tributum sine lege" enunciado también por la doctrina
inglesa y norteamericana como “No taxation without
representation", y el mismo consiste en la exigencia de que la
creación del tributo debe necesariamente establecerse mediante
ley. En otras palabras que sólo la ley puede establecer la obliga­
ción tributaria y, por lo tanto, sólo la ley debe definir cuáles son
los supuestos y los elementos de la relación tributaria; y al refe­
rirse a elementos y supuestos, es decir, es la ley la que debe defi­
nir los hechos imponibles en su acepción objetiva y también en
la esfera subjetiva, o sea, cuáles son los sujetos pasivos de la

439
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

obligación que va a nacer. Debe ser la ley la que establezca el


objeto y la cantidad de la prestación, o sea el criterio con que
debe valuarse la materia imponible para aplicar luego el im­
puesto en un monto determinado, y es también la ley la que
debe definir este monto.

Este principio de legalidad tributaria tiene origen constitu­


cional, y se observa en la Constitución venezolana a través de la
expresa atribución a los Municipios potestad tributaria, al seña­
lar que "Los Municipios tendrán los siguientes ingresos: (...)2.(-.-),los
impuestos sobre actividades económicas" (art. 179 C.N.); así como
en la expresa consagración constitucional del principio de lega­
lidad tributaria al señalar que "No podrán cobrarse impuestos,
(...) que no estén establecidos en la Ley" (art.317 C.N.).

Paralelamente, el ordenamiento constitucional admite, que


sólo por ley puedan regularse determinadas materias, que es lo
que se conoce como el principio de la reserva legal. Dicho prin­
cipio ha sido apreciado por la Sala Político-Administrativa del
Tribunal Supremo de Justicia en Sentencia (Nro. 1237) como la
garantía que gozan todas las personas de que sólo los órganos
que tienen atribuida la competencia legislativa, establecida de
manera exclusiva y excluyente por el Texto Fundamental, pue­
dan regular determinadas materias que, de ordinario, aparecen
estrechamente vinculadas con derechos y garantías constitucio­
nales. Asimismo, ha dispuesto la propia Sala Constitucional en
Sentencia (Nro. 2.345) que la figura de la reserva legal viene
dada por la consagración a nivel constitucional de determina­
das materias que, debido a la importancia jurídica y política
que tienen asignadas, sólo pueden ser reguladas mediante ley,
desde el punto de vista formal, y que ello excluye la posibilidad
de que tales materias sean desarrolladas mediante reglamentos
o cualquier otro instrumento que no goce de dicho rango legal.

Acudiendo al Derecho Comparado se puede referir la Sen­


tencia (Nro. 83/1984) del Tribunal Constitucional Español, con­
forme a la cual:

440
W il m e r R o sa les D ía z

Este principio de reserva de ley entraña, en efecto, una ga­


rantía esencial de nuestro Estado de Derecho, y como tal ha
de ser preservado. Su significado último es el de asegurar
que la regulación de los ámbitos de libertad que correspon­
den a los ciudadanos dependa exclusivamente de la volun­
tad de sus representantes, por lo que tales ámbitos han de
quedar exentos de la acción del ejecutivo y, en consecuencia,
de sus productos normativos propios, que son los reglamen­
tos. El principio no excluye, ciertamente, la posibilidad de
que las leyes contengan remisiones a normas reglamenta­
rias, pero sí que tales remisiones hagan posible una regula­
ción independiente y no claramente subordinada a la Ley,
lo que supondría urna degradación de la reserva formulada
por la Constitución en favor del legislador.

El principio de reserva legal constituye entonces una de las


garantías genéricas esenciales que inspiran el Estado de Derecho,
y se traduce en la exigencia de que sólo por ley puedan adoptarse
determinadas regulaciones y así aparece formulado a lo largo
del articulado constitucional: "Artículo 38 (nacionalidad), 49
numeral 6 (legalidad de las penas), 70 (participación ciudadana),
87 (establecimiento y restricción de derechos laborales), 105
(colegios profesionales y ejercicio de profesiones tituladas), 144
(estatuto de la función pública), 318 (política monetaria)"

La Constitución (1999) en su artículo 175 atribuye la compe­


tencia para dictar leyes locales al Concejo Municipal al señalar:
"La función legislativa del Municipio corresponde al Concejo, inte­
grado por los concejales".

De lo anterior se desprende que en el ámbito municipal el


principio de legalidad tributaria se cumple a través de las Orde­
nanzas y el ente a quien corresponde la función legislativa a
través del dictamen del referido instrumento es el Concejo, de
manera que se debe concluir que el cumplimiento del principio
de legalidad tributaria por parte de los Municipios en el ejerci­
cio de sus potestades fiscales se verifica a través de la
promulgación de la Ordenanza correspondiente, que a nivel local
constituye el instrumento al que se reserva la regulación de los

441
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

tributos municipales, y de la especificación, en sus disposicio­


nes, del hecho económico de relevancia jurídica y en general de
la situación que hace exigible la obligación tributaria, valga de­
cir: los elementos cuya concurrencia configuran el hecho gene­
rador del impuesto (ejercicio habitual de actividades económi­
cas, territorialidad, finalidad de lucro), la base imponible del
mismo, la identificación de los sujetos obligados.

En suma, cuando el Municipio pretende incidir, a través de


la regulación formal y aplicación del referido tributo, dentro de
la esfera jurídico-patrimonial de quienes se han definido como
sujetos pasivos del mismo, y a quienes la propia Constitución
impone el deber de contribuir con los gastos públicos, está res­
petando, sin duda, la estructura tributaria del Estado Venezo­
lano y cumpliendo con el aludido principio de legalidad
tributaria.

Por otra parte, el artículo 156 de la Constitución, reserva a la


ley nacional el régimen de varias áreas, incluyendo al sector de
las telecomunicaciones, sin que ello signifique la atribución de
potestades tributarias, como ya se ha expuesto, pero sí garanti­
za que debido a la importancia jurídica y política de esas áreas,
sólo podrán ser reguladas mediante ley, desde el punto de vista
formal, excluyendo implícitamente la posibilidad de que sean
reguladas mediante otro instrumento que no goce de dicho ran­
go legal.

Las anteriores anotaciones adquieren especial relevancia fren­


te a decisiones como la pronunciada por la sentencia (Nro. 1519)
de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, rati­
ficada el 6 de diciembre del mismo año 2000 (casos: CANTV vs.
Municipio Valencia del Estado Carabobo y CANTV vs. Munici­
pio San Cristóbal del Estado Táchira). En el referido fallo la Sala
expuso que:

(...) los Municipios gozan de una potestad tributaria consti­


tucional, que se encuentra limitada y debe ejercerse de acuer­
do a los previsto en la propia Constitución y las leyes. Por

442
W il m e r R o sa les D ía z

ello, la creación y aplicación del impuesto mediante la Orde­


nanza Municipal de Impuesto sobre Patente de Industria,
Comercio, Servicio e Indole Similar (...) específicamente el
contenido en el artículo 40 (...) en el Código Ul.I.1.21 del Cla­
sificador de las Actividades Económicas, referentes a la acti­
vidad de las 'Empresas de Teléfonos y Telefonía', a las cua­
les le corresponde una alícuota impositiva del 2.00% anual
(...) no se encuentra dentro de las potestades asignadas a los
entes municipales ni en la Constitución de 1961 ni tampoco
en el Texto Fundamental vigente; motivo por el cual, esta
Sala Constitucional considera que la creación, determina­
ción y posterior exigencia del referido tributo, podría consti­
tuir una infracción al principio de la reserva legal previsto
actualmente en el artículo 156 numerales 12,28 ,32 y 33 de la
vigente Carta Fundamental en materias de gravamen relati­
vo a la actividad de las telecomunicaciones.(sic)

Como ha podido apreciarse de la trascripción parcial de la


aludida decisión jurisprudencial, en criterio de la Sala Constitu­
cional el principio de reserva legal constituye un límite al ejerci­
cio de las potestades tributarias atribuidas a los Municipios y
dicho límite, en materia de telecomunicaciones, aparece consa­
grado en numerales del artículo 156 constitucional conforme a
los cuales se atribuye al Poder Público Nacional la legislación
relativa a las materias de la competencia nacional, reservándo­
se "entre otras" a dicho Poder "El régimen del servicio de co­
rreo y de las telecomunicaciones".

Pero atendiendo justamente a las aportadas definiciones de


los principios de reserva legal y legalidad tributaria, resulta in­
eludible señalar que lo expuesto en el comentado fallo de la Sala
Constitucional es, desde todo punto de vista, una desafortuna­
da apreciación que parte del hecho de interpretar de manera
errónea el principio de reserva legal y su efecto sobre el princi­
pio de legalidad tributaria a que están sometidos los munici­
pios, cual es la exclusión de potestad tributaria a los municipios.

El principio de reserva legal, contenido en el artículo 156 de


la Constitución, implica que sólo los órganos que tienen atribui­

443
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

da la competencia legislativa podrán regular determinadas


materias, es decir, para el caso concreto de las telecomunicacio­
nes, que sólo órganos con competencia legislativa -del Poder
Nacional, claro está- podrán ordenar esta actividad mediante
un texto legal que indique las formas en que debe realizarse, los
sujetos que pueden hacerlo, las obligaciones y derechos de és­
tos, los límites de la participación pública y privada, el control o
supervisión que el Estado debe ejercer, y en fin, el ordenamiento
de todos aquellos elementos que definen y constituyen la activi­
dad de telecomunicaciones; normando de este modo la génesis
y ejercicio de la actividad de prestación de servicios de teleco­
municaciones; vedando la posibilidad de que cualquier otro ni­
vel del Poder Público (Estadal o Municipal) u otro órgano del
Poder Nacional (Ejecutivo, etc.) suplante el rol reservado por la
Constitución al legislativo.

En materia tributaria, el principio de reserva legal se concre­


ta y se traduce en el principio de legalidad tributaria, el cual
plantea que la obligación tributaria sólo puede definir los su­
puestos y elementos de la relación tributaria mediante ley, tal y
como lo exige el artículo 317 constitucional cuando dispone que
"No podrá cobrarse impuesto, tasa ni contribución alguna que no
estén establecidos en la ley (...)"; en consecuencia, dicha materia
sólo podrá ser intervenida o modificada a futuro por normas
del mismo rango (leyes formales), y tal ley debe provenir de lo
que Casás (1999) denomina el "órgano depositario de la voluntad
general', esto es, del ente a quien le está constitucionalmente atri­
buido el ejercicio de la función legislativa, en el nivel político-
territorial de que se trate. Lo cual nada tiene que ver con las
disposiciones y criterios expuestos en la comentada decisión del
29 de noviembre de 2000.

Estas conclusiones sirven de soporte a la constitucionalidad


del gravamen municipal a las telecomunicaciones que la Ley
Orgánica del Poder Público Municipal (2005) desarrolla en los
términos expuestos anteriormente.

444
W ilm e r R o s a le s D ía z

7. Limitación derivada de la prohibición de invasión de com­


petencias del poder público nacional.

Partiendo del hecho que en un minucioso análisis de las nor­


mas constitucionales, la potestad reguladora del Poder Público
Nacional es distinta de su potestad tributaria -hecho que nues­
tro análisis minucioso de las normas constitucionales confirma
pero cuyo desarrollo exhaustivo rebasaría los límites de esta
publicación- y que la potestad tributaria exclusiva del Poder
Público Nacional está contenida exclusivamente en los numera­
les 12 y 14 del artículo 156 de la Constitución.

Lo que significa que la Constitución de 1999 generó cambios


del régimen tributario del Poder Nacional, al disociar la reserva
legal sobre ciertas áreas de la potestad tributaria exclusiva sobre
la producción y consumo de los bienes relativos a las mismas.

Igualmente, se acepta que el Poder Público Municipal tiene


atribuido expresamente de modo específico la potestad tributaria
de gravar a toda actividad económica -aceptación que respon­
de a nuestro análisis minucioso de las normas constitucionales
pero cuyo desarrollo exhaustivo rebasaría los límites de esta
publicación- y que este impuesto lejos de pretender actualizar
la terminología de la Constitución de 1961, contempla un im­
puesto desarrollado en otros países que, como señala Checa
González, C. (2000), grava "la ordenación por cuenta propia
de medios de producción y de recursos humanos o de uno de
ambos, con la finalidad de intervenir en la producción o distri­
bución de bienes o servicios"(p. 132).

De lo cual se podría concluir a priori que el caso concreto de


las telecomunicaciones, en su evidente carácter de "actividad
económica" sí es gravable por el Poder Público Municipal.

Sin embargo, los representantes judiciales de la Empresa


CANTV en su recurso alegaron que "(...) el numeral 22 del
artículo 136 de la Constitución de 1961 reservó toda la materia

445
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

de telecomunicaciones al Poder Nacional. "En su criterio, se trata


de "una reserva general, referida al establecimiento y explota­
ción del sistema de telecomunicaciones" y que "debe entender­
se como una competencia exclusiva que abarca todo lo relacio­
nado a la legislación, reglamentación, ejecución, organización
y supervisión con exclusión de cualquier otra instancia o enti­
dad pública de base territorial, a las cuales por tal reserva, se
encuentran impedidas de ejercer cualquier tipo de regulación
de naturaleza normativa, o de control administrativo". Desta­
caron al efecto los recurrentes que la propia Ley de Telecomuni­
caciones emplea el término «sistema", el cual sería "equivalente
al utilizado por el constituyente originario en la redacción del
numeral 10° (sic) del artículo 136 de nuestra Carta Magna con­
cerniente al 'régimen' y 'administración' de las minas e hidro­
carburos, (...) lo cual abarca todo tipo de regulación y control
administrativo, organizativo y de naturaleza tributaria". Asi­
mismo, agregó la parte actora que el ordinal 8o del articulo 136
del Texto Fundamental de 1961, permitía al Poder Nacional crear
tributos en materias que no se hubieren atribuido ni a Estados
ni a Municipios. Según expusieron, la "simple lectura del nu­
meral (sic) 8o del artículo 136 pone de manifiesto que el consti­
tuyente originario reservó, en forma exclusiva, bajo la técnica
de competencia exclusiva residual, los tributos en materia de
telecomunicaciones a la esfera competencial del Poder Nacio­
nal, condicionada a la existencia de una ley formal que reserve
total o parcialmente al Poder Nacional, la tributación que recaiga
sobre los servicios de telecomunicaciones, tal como sucede en
materia de alcoholes, licores, cigarrillos, fósforos y salinas (...)".

Cabe destacar, que asumir la posición contraria a las conclu­


siones antes expuesta e interpretar que el Poder Público Nacio­
nal tiene la competencia de crear impuestos y tasas distintos de
los listados en los numerales 12 y 14, y como consecuencia de
ello puede crear, mediante ley, impuestos por el ejercicio de cier­
tas actividades económicas e incluso que puede "prohibir" que
el Poder Público Municipal ejerza la potestad tributaria que le
fue atribuida por la Constitución para gravar el ejercicio de to­
das las actividades económicas, bien con base en la reserva del

446
W il m e r R o sa les D ía z

ya citado numeral 8 del artículo 136 de la Constitución de 1961


(régimen modificado por la Constitución vigente) o bien con base
en la competencia residual prevista en el numeral 12 del artícu­
lo 156 de la Constitución actual, que contempla para el Poder
Nacional los demás impuestos, tasas y rentas no atribuidas a los
Estados y Municipios por esta Constitución o por la ley."-, no sólo
ignora todos los principios de separación de poderes, que
prolijamente desarrolla la Constitución y la expresa separación
de potestad tributaria y reguladora contenida además de ma­
nera expresa en el artículo 180 y de manera implícita en todo el
Título IV "DEL PODER PÚBLICO", sino que además vaciaría
de contenido la autonomía municipal, mediante la atribución al
Poder Público Nacional -por vía de esta errada interpretación-
de la competencia para excluir de la potestad tributaria munici­
pal a todas aquellas actividades sobre las que el Poder Público
Nacional tiene competencia regulatoria según el largo listado
del artículo 156, lo cual abarca prácticamente toda la actividad
civil y mercantil incluyendo por supuesto sectores como la acti­
vidad bancaria y de seguros.

Esta grave afirmación lejos de ser producto de una imagina­


ción fértil, se desprende de la lectura de los numerales del artí­
culo 156 de la Constitución (1999), en la cual se destacan las
actividades a las que este artículo les prevé idéntico tratamiento
que al sector telecomunicaciones, así se tiene:

Artículo 156. Es de la competencia del Poder Público Nacio­


nal:
(..).
11. La regulación de la banca central, del sistema moneta­
rio, del régimen cambiario, del sistema financiero y del
mercado de capitales; la emisión y acuñación de la mo­
neda.
(...)
16. El régimen y administración de las minas e hidrocarbu­
ros; el régimen de las tierras baldías;y la conservación,
fomento y aprovechamiento de los bosques, suelos
aguas y otras riquezas naturales del país.

447
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

26. El régimen de la navegación y del transporte aéreo, te­


rrestre, marítimo, fluvial y lacustre, de carácter nacio­
nal, de los puertos, aeropuertos y su infraestructura.
(-)
28. El régimen del servicio de correo y de las telecomunica­
ciones, así como el régimen y la administración del es­
pectro electromagnético.
29. El régimen general de los servicios públicos domicilia­
rios y, en especial, electricidad, agua potable y gas.
(...)
32. La legislación en materia de derechos, deberes y garan­
tías constitucionales; la civil, mercantil, penal, peniten­
ciaria, de procedimientos y derecho internacional pri­
vado; la de elecciones; la de expropiación por causa de
utilidad pública y social; la de crédito público; la de
propiedad intelectual, artística e industrial; la del pa­
trimonio cultural y arqueológico, la agraria; la de inmi­
gración y poblamiento; la de pueblos indígenas y terri­
torios ocupados por ellos; la del trabajo, previsión y
seguridad sociales; la de sanidad animal y vegetal; la
de notarías y registro público;la de bancos y la de segu­
ros; la de loterías, hipódromos y apuestas en general; la
de organización y funcionamiento de los órganos del
Poder Público Nacional y demás órganos y demás ins­
tituciones nacionales del Estado; y las relativas a todas
las materias de la competencia nacional.
33. Toda otra materia que la presente Constitución atribu­
ya al Poder Público Nacional, o que le corresponda por
su índole y naturaleza.

Como puede observarse, la interpretación según la cual la


potestad reguladora o la potestad tributaria residual del Poder
Nacional significa, que sin ningún límite, el Poder Nacional po­
drá gravar con carácter de exclusividad todas las áreas sobre
las cuales tiene competencia reguladoras, implicaría que el Po­
der Público Nacional puede excluir de la potestad tributaria de
los municipios, prácticamente cualquier actividad económica.

El contrasentido que la aceptación de esta interpretación sig­


nifica respecto del fortalecimiento de la autonomía municipal y

448
W il m e r R o sa les D ía z

del espíritu descentralizador de la Constitución vigente, no de­


bería requerir mayor abundamiento, pero la evolución
jurisprudencial ha inducido a la incertidumbre.

En una sentencia referida por Mizrachi, E.(1998) sobre caso


Rafael Angel Camejo en acción de nulidad contra Ordenanza
del Concejo Municipal del Distrito Boconó del Estado Trujillo
(28/05/1962), en la cual "se decidió que la actividad de teleco­
municaciones podía ser gravada con la Patente de Industria y
Comercio, aún cuando estaba sujeta a un gravamen nacional."
(p. 47).

Aquella sentencia de 1962, contenida en Romero-Muci, H.


(1997), con mucha rigurosidad analítica y con conceptos claros
sobre los objetivos de la potestad reguladora y los de la potestad
tributaria, afirmó, lo siguiente:

La Constitución y las leyes definen las atribuciones del Po­


der Público y a ellas debe sujetarse su ejercicio con arreglo a
las funciones propias que cada una de sus ramas corres­
ponde, bajo pena de nulidad de los actos provenientes de
toda autoridad usurpada.
(...)
La función económica que en el orden comercial e industrial
cumplen los particulares con fines especulativos, es una cues­
tión que está dentro del ámbito indiscutible de la actividad
tributaria del Municipio.
La competencia que al Poder Nacional otorga la Constitu­
ción en lo relativo a Telecomunicaciones, se justifica, princi­
palmente. por razones de seguridad, control y estabilidad
del servicio y no por motivos económicos financieros, que­
dando siempre a salvo el derecho de la Municipalidad en
cuanto a patentes industriales y comerciales, las cuales se
hayan excluidasfse refiere a las Telecomunicaciones! de la
disposición constitucional que establece la competencia del
Poder Nacional en materia impositiva, fundada en la decla­
ración del artículo 136. ordinal 8°. de la Constitución Nacio­
nal.
(...)

449
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Los argumentos expuestos, conducen a la conclusión gene­


ral de que sí puede gravarse con una patente municipal de
industria y comercio la actividad lucrativa cumplida en la
explotación del servicio telefónico. En consecuencia, al ela­
borar el Concejo Municipal la Ordenanza de Rentas Muni­
cipales y del Distrito que establece un impuesto a las empre­
sas de teléfonos, lo hizo actuando dentro de sus facultades
constitucionales que le atribuyen autoridad para crear y re­
caudar sus ingresos, entre los cuales cuentan los provenien­
tes de las patentes de industria y comercio, conforme a lo
previsto en los artículo 29 y 31 de la Constitución Nacional
(paréntesis y subrayado añadido)(pp. 13 -17).

Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia en Sala Político


Administrativa, treinta y cuatro años más tarde, sin la misma
rigurosidad analítica, modificó ese criterio mediante la sentencia
del caso Telcel Celular contra la Alcaldía del Municipio
Autónomo Maracaibo del Estado Zulia(16/7/1996), donde se
afirmó:

De lo anterior se desprende una primera conclusión y es que


ni la actividad de telecomunicaciones, ni ninguna otra de
las comprendidas dentro de las atribuciones del Poder Na­
cional puede admitir regulación directa o inmediata a tra­
vés de textos normativos subalternos a la Lev. En otros tér­
m inos, no pueden ni deben los órganos ejecutivos y
legislativos estadales o municipales mediante sus actos tí­
picos y propios invadir tales esferas de actuación por haber
sido éstas expresa y precisamente reservadas al órgano le­
gislativo nacional. En el caso concreto debe entenderse que,
al formar parte de las telecomunicaciones, la emisión, trans­
misión o recepción de ondas radioeléctricas con tecnología
celular, como un servicio con fines específicos en todo el
territorio nacional, tal como se dispone en el contrato de
concesión suscrito entre el accionante y la República, por
órgano del Ministerio de Transporte y Comunicaciones, es y
debe ser regido, en todas sus implicaciones, - como por ejem­
plo. régimen de concesiones .tributario, entre otros- por una
Ley nacional.

450
W il m e r R o s a l e s D ía z

Ahora bien, estando reservada la actividad antes menciona­


da al ámbito de la Ley y al Poder Nacional como también lo
ratifican los artículos 1 y 4 de la Ley de Telecomunicaciones,
resulta incontestable afirmar que toda su regulación, inclu­
yendo la determinación del pago de tributos, asi como el
régimen para su imposición, debe igualmente quedar plas­
mada en el texto legislativo (subrayado añadido).

De esta manera, se igualó la exclusividad de regulación directa


de un contrato de concesión a la exclusividad de la potestad
tributaria, concluyendo la sentencia que la potestad tributaria
está incluida en la potestad de regulación directa, sin ninguna
explicación ni análisis al respecto, lo cual es contrario a lo
establecido en el texto constitucional y sólo podría justificarse
en la excepción planteada en reserva que contenía el numeral 8
del artículo 136 de la Constitución de 1961 al señalar: "Artículo
136. Es de la competencia del Poder nacional: ... 8 . (...) las
contribuciones (...) sobre la producción y el consumo de bienes
que total o parcialmente la ley reserva al Poder Nacional".

La Sala Constitucional de Tribunal Supremo de Justicia


retoma el criterio de 1962, con argumento adicionales actuali­
zados a las nuevas normas constitucionales, mediante la sen­
tencia (Nro. 1453) del 03 de agosto de 2004, al señalar:

No puede desconocer la Sala que los Municipios pueden


gravar cualquier actividad económica que se desarrolle en
su jurisdicción, salvo que lo prohíba expresamente la Cons­
titución, que no es el caso de autos. No existe norma consti­
tucional alguna que asigne la tributación al sector de las
telecomunicaciones a la República.
(...)
Los Municipios, por tanto, deben ver garantizados por to­
dos los medios sus ingresos tributarios, y deben tanto el le­
gislador como el juez respetarlos, pues con ello se respetan
los mandatos constitucionales. Sólo una exclusión expresa
podría negar el impuesto municipal sobre ciertas activida­
des lucrativas, como podría ser el caso de lo que establece el
número 12 del artículo 156 de la Carta Magna, que para

451
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

nada menciona el caso de las empresas de telecomunicacio­


nes. Ese numeral contiene una atribución residual de poder
tributario a la República, pero no es aplicable al caso de
autos, pues se basa en la inexistencia de poder tributario
local. Como se ha visto, en este caso sí existe poder local -el
impuesto a las actividades económicas-, por lo q ue no pue­
de la República refugiarse en una competencia residual.

De estas breves referencias, se evidencia que no ha existido


una postura jurisprudencial unívoca que contradiga la conclu­
sión antes expuesta, según la cual la actividad económica de
explotación de las telecomunicaciones no ha sido reservada como
"materia rentística del Poder Nacional" y en consecuencia está
sometida al Impuesto a las Actividades Económicas.

Sin embargo, se estima en el caso concreto de las telecomuni­


caciones que se confirma la conclusión a priori que, en su evi­
dente carácter de "actividad económica" sí es gravable por el
Poder Público Municipal, ya que si bien la Constitución ha teni­
do el celo de reservar fiscalmente algunas áreas o actividades
económicas al Poder Público Nacional, reservándole de modo
exclusivo la potestad tributaria sobre las mismas, de manera
expresa, ello no es así con las telecomunicaciones, o dicho de
otro modo las telecomunicaciones no forman parte de las "ma­
terias rentísticas del Poder Nacional"(num.l, art.183 C.N.).

La conclusión a priori acerca de la gravabilidad municipal de


las telecomunicaciones, no necesariamente sería válida si la
tributación por esta actividad estuviese prohibida expresamen­
te por otras normas constitucionales o no se compadece, incluso
de modo implícito con cualquier principio constitucional tribu­
tario o incluso con alguna norma específica referente a la asig­
naciones de potestades tributarias a otros niveles del poder pú­
blico, concretamente al Poder Público Nacional.

En este sentido, el voto salvado del Magistrado Pedro Rondón


Haaz estableció que La sentencia que antecede se fundamenta
en el único argumento, según se dijo ya, de distinción entre las

452
W il m e r R o sa les D ía z

potestades de regulación y de tributación que se desprende del


artículo 180 de la Constitución, argumento de la decisión que
anteriormente se transcribió. Para quien disiente ese argumento
es irrelevante para la solución del caso de autos, pues el proble­
ma nodal no es que un ente político-territorial tiene la potestad
de regulación de determinada materia (en este caso telecomuni­
caciones) mientras que otro cuenta con la potestad de tributación
sobre la misma. La discusión fundamental se refiere a la distri­
bución de la competencia tributaria entre la República y los
Municipios respecto de la actividad de telecomunicaciones (ar­
tículos 179 y 156, 12 de la Constitución de 1999). En efecto, el
contenido del artículo 180 constitucional no es fundamento, en
modo alguno, para que se sostenga que los Municipios pueden
gravar las actividades de telecomunicaciones. El hecho de que
la potestad tributaria municipal sea autónoma de las potesta­
des reguladoras de los demás entes político-territoriales no quiere
decir que el Municipio puede pechar todas las actividades eco­
nómicas que su libre arbitrio así lo disponga. Es evidente que
esa norma ha de analizarse a la luz de los límites de la potestad
tributaria municipal.

Es precisamente por ello que se aborda el análisis a través de


la revisión de la Constitución y no se encuentra ninguna exclu­
sión expresa de las telecomunicaciones de la potestad tributaria
municipal sobre la actividades económicas, tan sólo en el nume­
ral 12 del artículo 156 se señala que las actividades económicas
relacionadas con hidrocarburos, minas, importación y exporta­
ción de bienes y servicios (num.12, art.156 C.N.), están expresa­
mente atribuidas como "materias rentísticas del Poder Nacio­
nal", debido a esta atribución expresa y a la limitación derivada
de la prohibición de invasión de competencias rentísticas del
Poder Nacional y Estadal: "los Municipios no podrán: 1.Crear
aduanas ni impuestos (...) sobre las demás materias rentísticas
de la competencia nacional."(art.l83), estas actividades econó­
micas están excluidas constitucionalmente de la potestad
tributaria municipal sobre la realización de actividades econó­
micas; sin embargo, ni este numeral ni ninguna otra norma con­

453
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

templa disposición alguna de este tenor referida al sector de te­


lecomunicaciones; asimismo, no se encontró ninguna norma que
contemple algún principio constitucional o disposición alguna
que de modo implícito excluya a las telecomunicaciones del gra­
vamen municipal, al contrario -como se ha venido destacando
a lo largo de este trabajo y se seguirá viendo- varias normas y
principios constitucionales se oponen de manera categórica a
tal sustracción, de lo cual se concluyó que en la Constitución de
1999 el ejercicio de la actividad económica de prestación de ser­
vicio de telecomunicaciones no ha sido reservada como "mate­
ria rentística del Poder Nacional" ni en ningún modo ha sido
excluida de la gravabilidad municipal y en consecuencia está
sometida al Impuesto a las Actividades Económicas.

Conclusiones

1. El artículo 156 de la Constitución condensa la soberanía


del Estado ejercida a través de las funciones atribuidas al
Poder Público Nacional y las materias sobre las cuales tiene
potestad tributaria exclusiva contenidas los numerales 12 y
14, sin que la competencia reguladora asociada al ejercicio
de sus funciones en determinada área implique la potestad
tributaria exclusiva sobre la misma y viceversa.

2. El capítulo "Del Poder Público Municipal" de la Constitu­


ción somete el ejercicio de las funciones de los Municipios a
las condiciones establecidas en disposiciones legales nacio­
nales o estadales, dejando a salvo el ejercicio de su potestad
tributaria al someterla únicamente a las limitaciones esta­
blecidas en la Constitución.

3. En el nuevo régimen contemplado en el numeral 12 del ar­


tículo 156 de la Constitución, se logran dos objetivos: a) se
mantiene una diáfana separación de la potestad reguladora
y la potestad tributaria al referirse en este numeral única­
mente a las potestades tributarias sin incluir ningún ele­
mento que pudiese confundirla o igualarla con la vasta

454
W il m e r R o sa les D ía z

potestad reguladora; b ) se elimina la dominación de la re­


serva legal o potestad reguladora del Poder Nacional sobre
la potestad tributaria del Poder Municipal, en el caso de la
producción de bienes sometidos a regulación por el Poder
Nacional.

4. El artículo 180 confirma tanto la autonomía e inviolabili­


dad de la potestad tributaria originaria del Poder Público
Municipal, al señalarlo de modo explícito, como la sobera­
nía del Estado ejercida a través de la potestad reguladora
del Poder Público Nacional al señalar de modo implícito
que todas las demás materias que son competencia de los
Municipios están absolutamente sometidas a lo que esta­
blezcan las leyes nacionales y las disposiciones legales
estadales.

5. La Constitución hace una atribución específica al Poder Pú­


blico Municipal de la potestad de gravar todo ejercicio de
actividades económicas en el territorio de su jurisdicción,
sin más limitaciones que las contenidas en ella misma, por
lo que cualquier restricción establecida en cualquier ley es
violatoria de la Constitución.

6. La potestad tributaria municipal sólo puede ser afectada


por el Poder Legislativo Nacional a través de la limitación
cuantitativa de sus alícuotas velando por los principios tri­
butarios contemplados en la Constitución, regulación de
tipos impositivos y principios de manera que se facilite la
convivencia armónica de los impuestos de distintos muni­
cipios, definiendo aspectos como el establecimiento perma­
nente, la base fija y el factor de conexión preponderante
para casos complejos, como los plantea la nueva Ley Orgá­
nica del Poder Público Municipal, pero nunca excluyendo
alguna potestad tributaria como se plantea en la Ley Orgá­
nica de Telecomunicaciones.

7. La actividad económica de explotación de las telecomuni­


caciones no ha sido reservada como "materia rentística del

455
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Poder Nacional" y en consecuencia está sometida al Im­


puesto a las Actividades Económicas.

8. El cumplimiento del principio de legalidad tributaria por


parte de los Municipios en el ejercicio de sus potestades fis­
cales se verifica a través de: i) La promulgación de la Orde­
nanza correspondiente, que a nivel local constituye el ins­
trumento al que se reserva la regulación de los tributos
municipales, y ii) La especificación, en sus disposiciones,
del hecho económico de relevancia jurídica y en general de
la situación que hace exigible la obligación tributaria, valga
decir: los elementos cuya concurrencia configuran el hecho
generador del impuesto (ejercicio habitual de actividades
económicas, territorialidad, finalidad de lucro), la base
imponible del mismo, la identificación de los sujetos obliga­
dos.

9. La reserva legal a que se refiere el artículo 156 (exceptuan­


do los numerales 12 y 14), es la garantía de que sólo los
órganos que tienen atribuida la competencia legislativa po­
drán regular determinadas materias, lo cual nada tiene que
ver con el principio de legalidad tributaria y menos aún
con la posibilidad de exclusión de potestad tributaria a los
municipios.

10. Las telecomunicaciones se conciben en la nueva Ley de Te­


lecomunicaciones como "actividades económicas" suscep­
tibles de ser explotadas por los particulares, tal posibilidad
da lugar a la apertura de la competencia, tanto en la infra­
estructura como en la prestación de la actividad, y la reali­
zación de la actividad económica de prestación de servicio
de telecomunicaciones está sujeta al Impuesto a las Activi­
dades Económicas, pues el hecho generador de éste está
constituido por el ejercicio habitual, en o desde la jurisdic­
ción municipal, de una o varias de las actividades econó­
micas de industria, comercio, servicios o de índole similar.

456
W il m e r R o s a l e s D ía z

11. La exclusión de la gravabilidad de las telecomunicaciones


del impuesto municipal podría encontrar una justificación
en el régimen anterior de reserva al Estado del mencionado
sector, pues en definitiva se trataba de una actividad cuya
titularidad correspondía al Estado y que si bien podía ser
eventualmente ejercida por particulares no existía un dere­
cho como tal a su desarrollo por la iniciativa privada sino
que ello sólo ocurría por voluntad de la propia Administra­
ción a través de las técnicas del permiso y la concesión; pero
a la luz de la evolución legislativa que demandó el avance
tecnológico de las telecomunicaciones (que ha modificado
el régimen de las mismas, su naturaleza jurídica, la inter­
vención estatal, y ha introducido importantes cambios en
materia de iniciativa privada y libre competencia), tal ex­
clusión no se justifica, toda vez que ahora nos encontramos
-expresamente- frente a una actividad, si bien de interés
general, susceptible de ser explotada libremente por los par­
ticulares (sin perjuicio del poder de policía que ejerce el ente
regulador) como cualquier actividad comercial, industrial
o de servicios.

12. La participación de redes y de varios equipos e instalacio­


nes dispersadas en más de un Municipio y la falta de acuerdo
entre los Municipios sobre la imputación de ingresos a los
establecimientos permanentes dedicados a la prestación del
servicio de telecomunicaciones sí condiciona el ejercicio de
la potestad tributaria municipal sobre las telecomunicacio­
nes, al punto de requerir un criterio unívoco que garantice
que la aplicación del Impuesto a las Actividades Económi­
cas observe los principios de justicia, consulta de la capaci­
dad contributiva, no confiscatoriedad de los impuestos y
de igualdad tributaria. En este sentido, es a través de la
potestad armonizadora otorgada al Poder Nacional que el
ordenamiento jurídico venezolano deberá proveer las nor­
mas necesarias para la coordinación de los impuestos mu­
nicipales sobre la actividad de telecomunicaciones, tanto
en la definición del criterio de imputación de ingresos bru­

457
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

tos a los establecimientos permanentes del sector, como la


determinación de su alícuota máxima, tal como se plantea
en la nueva Ley del Poder Público Municipal.

La nueva Ley del Poder Público Municipal no resuelve de­


finitivamente el problema, constituye un importante pri­
mer paso y sirve la mesa para que el problema sea atendido
por esa pléyade de hombres y mujeres que conforman el
grupo de estudiosos del derecho tributario y encargados de
la delicada labor de su aplicación cotidiana y les estimule a
continuar en el estudio para la disolución de este y otros
complejos problemas de la tributación municipal, para que
el futuro inmediato no tenga las sombras de individualis­
mo y miopía voluntaria del pasado, y se edifique cierta y
definitivamente sobre bases de ética profesional, responsa­
bilidad social e integridad intelectual y de ese modo demos­
trar que la profesión de abogado significa ciertamente, como
lo indica el artículo 2 de la Ley de Abogados " dedicación
al estudio de las disciplinas que impliquen la defensa del
derecho, de la libertad y de la justicia", para que de ese
modo pueda efectivamente afirmarse, como continua el
artículo, con dignidad e inconmovible orgullo nacionalista
que el ejercicio de la abogacía "No puede considerarse como
comercio e industria".

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460
W il m e r R o sa les D ía z

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461
EL PODER SANCIONADOR TRIBUTARIO
DE LOS MUNICIPIOS VENEZOLANOS

C arlo s E. W effe H.*

Introducción

Es ya lugar común afirmar que el Municipio es el ente más


importante de nuestra organización territorial1. En efecto, éste

Abogado egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (1997). Espe­


cialista en Derecho Tributario egresado de la Universidad Central de Ve­
nezuela (2003). Doctorado en Ciencias, Mención Derecho, de la Universi­
dad Central de Venezuela (en curso). Profesor de la Cátedra "Determinación
Tributaria" en el Curso de Especialización en Derecho Tributario de la
Universidad Central de Venezuela. Fue Profesor de la Cátedra "Legislación
Penal Tributaria" en el Curso de Especialización en Derecho Tributario de
la Universidad Fermín Toro. Fue Profesor del Curso "Ilícitos Tributarios" en
la Coordinación de Extensión de la Escuela Nacional de Administración y
Hacienda Pública (ENAHP-IUT). Fue Asistente de la Cátedra "Derecho Fi­
nanciero" en el pre-grado de la Universidad Católica Andrés Bello. Autor
del libro "El Ilícito Tributario: Naturaleza Jurídica" (2004). Autor, entre otros
artículos, de "La Verificación y los Derechos de los Contribuyentes en el Procedi­
miento Penal Tributario", trabajo galardonado con Mención Honorífica del
Premio "Dr. Marco Ramírez Murzi" a la investigación en Derecho Tributa­
rio, entregado por la Asociación Venezolana de Derecho Tributario (2005).
Miembro de la Asociación Venezolana de Derecho Tributario y de la Aso­
ciación Venezolana de Derecho Financiero. Conferencista.
1 "Con razón establece el artículo 168 de la constitución 'que el Municipio constituye
la unidad política primaria y autónoma dentro de la organización nacional', porque
ese postulado hunde sus raíces en los orígenes institucionales y políticos de la
nación. El Municipio cumple, en efecto, durante el régimen colonial y la República
un papel defundamental importancia. Toda la vida política y social de las primeras
comunidades venezolanas se concentra en los núcleos de población que los conquis­
tadores fundan con el nombre de villas y ciudades. Y como no conocieron otra
organización que la que habían visto y vivido en la Metrópolis, trasladaron a Amé­
rica el único régimen del cual tenían conocimiento" A rism endi A gu a n a , Alfredo;

463
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

constituye "la unidad política primaria de la organización nacio­


nal", y goza "de personalidad jurídica y autonomía"2 dentro de los
límites de la Constitución y de la ley, cuestión que implica po­
testad para la elección de sus autoridades, la gestión de las ma­
terias de su competencia y la creación, recaudación e inversión
de sus ingresos. La autonomía3 de los Municipios ha sido, desde
antiguo, punto de enconados enfrentamientos de la doctrina;
normalmente, es esta la ocasión en la que se encuentran dos
grupos claramente diferenciados, cuyas motivaciones sean, pro­
bablemente, las que señala O r t e g a W e f f e :
"Tal vez ello se deba -desde la óptica m unicipal- a las con­
notaciones de mecanismo de auto-defensa que evoca la pa­
labra 'autonomía'; lo que hace inevitable pensar en un nivel
superior de decisión, frente al cual - y a veces, en contra del
cu al- debe resguardarse la propia esfera de acción, la ac­
ción autónoma.

Desde la óptica nacional -comienza a hacerse patente en el


debate, la óptica estadal- la palabra connota una esfera de
acción distinta y distante, amenazadora de las necesarias a)
armonización en la actuación de los distintos niveles del
Poder Público; y b) coherencia en las políticas de desarrollo
económico nacional"4

Derecho Constitucional. Tomo I. 3a Edición corregida y actualizada. Edicio­


nes de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Cen­
tral de Venezuela, Caracas, 2004, p. 404.
2 Artículo 168, Constitución.- "Los Municipios constituyen la unidad política
primaria de la organización nacional, gozan de personalidad jurídica y autonomía
dentro de los límites de esta Constitución y de la ley".
3 Gramaticalmente, la autonomía es la "potestad que dentro de un Estado tienen
municipios, provincias, regiones u otras entidades, para regirse mediante normas y
órganos de gobierno propios", cuestión que es predicable respecto de los Mu­
nicipios venezolanos atendiendo a la dicción del artículo 168 de la Consti­
tución, y a su vez comprende la "Condición de quien, para ciertas cosas, no
depende de nadie". R ea l A cadem ia E spañola ; Diccionario de la Lengua Española,
22a Edición, consultado en http: / / www.rae.es /. 6 de abril de 2005.
4 O rtega W effe , Jesús J; Autonomía Tributaria de los Municipios. Material inédi­
to del Foro "Armonización y Racionalización de la Tributación Municipal:
un Reto para el Desarrollo", llevado a cabo en el Salón Manache del Hotel
Maremares, Puerto la Cruz, 18 de julio de 1997, p. 1.

464
C a r lo s E. W e f f e H.

La discusión sobre el alcance de la capacidad jurídica de


obrar5 del Municipio ha sido base fecunda para el desarrollo del
Derecho Constitucional Tributario en nuestro país, que debe
buena parte de sus construcciones doctrinales y jurisprudenciales
al estudio de los delicados problemas que presenta el reparto
del Poder Tributario entre los entes políticos de base territorial
que componen a la República; al punto que las opiniones se di­
viden, claramente, entre quienes admiten6 y quienes niegan7 po­
der al Municipio para crear tributos.

5 M oles C aubet apunta que la autonomía, propiamente dicha, "se ofrece siempre
como el 'status' jurídico de un sujeto de Derecho Público, determinativo de una
manera de ser que afecta a sus posibilidades de obrar. En este sentido constituye
una capacidad legal no ordinaria -como la soberanía, que es un atributo necesario-
sino derivada, o sea, conferida por la Constitución o Ley", lo que es reductible "al
ejercicio de poderes calificados -de distintos órdenes- que versan únicamente sobre
determinadas materias. El número mayor o menor de poderes y materias marca la
extensión de la autonomía", cuestión que no se limita a la autonomía
normativa, ya que como dice M oles C aubet "algunos tratadistas, desorientados
por la raíz etimológica de la palabra -'autos', 'nomos'-, destacan únicamente la
autonormación (Santi Romano, Zanobini, Forsthojf), sin tener en cuenta que ésta
es tan sólo la autonomía normativa, una de las posibles, una de las tantas". M oles
C aubet , Antonio; "Los Límites de la Autonomía Municipal" en Estudios de
Derecho Público. Compilado por Oswaldo A costa -H oen icka . Ediciones del
Instituto de Derecho Público de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas
de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1997, pp. 235 y 236.
6 Ver C o n teera s Q uintero , Florencio; Disquisiciones Tributarias. Ediciones de
la Facultad de Derecho de la Universidad de Los Andes, Mérida, 1969, p.17;
R o m e r o - M u c i , Humberto; "Alcance Constitucional de la Autonomía
Tributaria del Municipio", en jurisprudencia Tributaria Municipal y la Auto­
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Ediciones de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 2001, p.
36; E v a n s M árquez , Ronald; Introducción al Régimen Impositivo Municipal Ve­
nezolano. McGraw Hill, Caracas, 1998, pp. 39 y 51; y A lfonzo P arad isi , Juan
Domingo; El Poder Tributario y los Derechos y Garantías Constitucionales como
límites a su ejercicio. Ediciones Torres, Plaz & Araujo, Caracas, 2004, p. 13,
entre otros.
7 Ver M izrachi C ohén , Ezra; La Patente de Industria y Comercio. Ediciones de la
Fundación Estudios de Derecho Administrativo, Caracas, 1998, p. 39;
M izrachi C ohén , Ezra; "Potestades tributarias de los entes político-territo­
riales", en V Jomadas Venezolanas de Derecho Tributario: Aspectos Tributarios

465
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Sin embargo, la disputa no se ha quedado en la determina­


ción del alcance de la autonomía tributaria de los entes locales.
Son varias las clases de autonomía que se atribuyen al Munici­
pio, que además de la fiscal comprenden las autonomías política,
normativa, organizativa y administrativa8, ninguna de las cuales
ha estado exenta de polémica. En lo tributario, además de la
posibilidad jurídica del Municipio para crear, recaudar e inver­
tir sus ingresos por medio de disposiciones de variada índole, la
polémica respecto de la autonomía municipal se extiende a la
posibilidad jurídica del Municipio de ejercer ciertas facetas del
íus puniendi, o derecho general del Estado a perseguir y castigar
las conductas contrarias al Derecho Tributario formal y mate­
rial9.

Ardua ha sido la discusión, en nuestro medio, respecto de la


posibilidad jurídica del Municipio en Venezuela de perseguir y
castigar las conductas antijurídicas relacionadas con la vulne­
ración de bienes jurídicos vinculados a los tributos, si bien limi­
tadas a la vertiente legislativa del concepto10. Resumidamente,
las posiciones se dividen entre quienes afirman y quienes niegan
al Municipio esta posibilidad, polémica que sube de punto cuan­
do se tiene presente que, de un lado, el numeral 32 del artículo

en la Constitución de 1999. Ediciones de la Asociación Venezolana de Dere­


cho Tributario, Caracas, 2000, pp. 235 y 236; y V igilanza G arcía , Adriana;
"El Poder Tributario antes y después de la Constitución de 1999", en V
Jornadas Venezolanas de Derecho Tributario: Aspectos Tributarios en la Constitu­
ción de 1999. Ediciones de la Asociación Venezolana de Derecho Tributario,
Caracas, 2000, pp. 292 y 293.
8 Cfr. M o le s C a u b e t; L os Límites... pp. 236 a 239; y R am írez v a n d e r V e ld e ,
Alejandro, B a u te C a r a b a l l o , Pedro y P l a n c h a r t M e n d o z a , Antonio; Análisis
del Régimen Tributario en la Nueva Constitución. Ediciones Torres, Plaz &
Araujo, Caracas, 2000, pp. 83 y 84.
9 Como posible emanación de las autonomías normativa y financiera del Mu­
nicipio.
10 O en otras palabras, circunscritas a determinar si el Municipio puede tipifi­
car o no ilícitos tributarios, dejando de lado las restantes aristas que com­
ponen la noción de ius puniendi, a saber, la Ejecutiva y la Judicial. Al respec­
to, ver el desarrollo infra.

466
C a rlo s E. Weffe H.

156 de la Constitución11 reserva al Poder Federal la legislación


en materia penal, y que por ello, de otro lado, el Código Orgáni­
co Tributario12 establece -artículo 79- una reserva especial de la
materia penal tributaria a sus disposiciones, lo que implica que
la tipificación y sanción de las conductas específicas que vulne­
ran los bienes jurídicos objeto de tutela del Derecho Penal Tri­
butario es -en principio- de la reserva exclusiva, ya no de la ley
formal, sino del Código Orgánico Tributario como ley marco de
la tributación en Venezuela. Ello plantea naturales dudas acer­
ca de, por una parte, el alcance de la autonomía del municipio
en lo relativo a la tipificación, persecución y castigo de conduc­
tas antijurídicas tributarias que comprenden, de una forma u
otra, tributos municipales y, por la otra, respecto de la
aplicabilidad o no del referido Código en tales casos.

En este sentido, cabe preguntarse: ¿tienen los Municipios ius


puniendi en lo tributario? En caso de ser afirmativa la respuesta,
¿cuál es el alcance del poder sancionador tributario de los Mu­
nicipios venezolanos? Finalmente, dada la importancia del Có­
digo Orgánico Tributario en la materia y, especialmente, la re­
serva que dicho cuerpo normativo se atribuye de la materia penal
tributaria ex artículo 79, es igualmente válido cuestionarse el
alcance de la aplicación del Código Orgánico Tributario a los
ilícitos tributarios municipales.

11 Artículo 156, Constitución.- "Es de la competencia del Poder Público Nacional:


[...] 32.- La legislación en materia de derechos, deberes y garantías constituciona­
les; la civil, mercantil, penal, penitenciaria, de procedimientos y de derecho interna­
cional privado; la de elecciones; la de expropiación por causa de utilidad pública o
social; la de crédito público; la de propiedad intelectual, artística e industrial; la del
patrimonio cultural y arqueológico; la agraria; la de inmigración y poblamiento; la de
pueblos indígenas y territorios ocupados por ellos; la del trabajo, previsión y segu­
ridad sociales; la de sanidad animal y vegetal; la de notarías y registro público; la de
bancos y la de seguros; la de loterías, hipódromos y apuestas en general; la de
organización y funcionamiento de los órganos del Poder Público Nacional y demás
órganos e instituciones nacionales del Estado; y la relativa a todas las materias de la
competencia nacional".
12 Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 37.305, del 17
de octubre de 2001.

467
T em a s so bre T r ibu ta c ió n M un ic ipa l en V en ezu ela

Así, el objetivo que nos hemos trazado será el de definir el


alcance de la potestad del municipio para ejercer el ius puniendi
en lo tributario, de la forma más sencilla posible13. Al contrario
de lo que constituye la práctica al momento de analizar el pun­
to que nos ocupa14, no limitaremos nuestras reflexiones al mero
estudio de la posibilidad del Municipio de tipificar ilícitos tribu­
tarios, sino que, por el contrario, haremos referencia a todas las
formas que puede revestir el poder de penar del Estado; para así
desentrañar el alcance y naturaleza del poder sancionador que,
en lo tributario, podrían tener los Municipios venezolanos. El
estudio de esta posibilidad no es mero ejercicio académico de
retórica, pues como apunta M o le s C a u b e t " [ s \iempre que está en
juego el ejercicio de poderes autonómicos se promueve inevitablemente
un análisis de autonomía misma; es decir, de su formulación concre­
ta, lo cual conduce a calificar, en definitiva, su naturaleza y cualidad
así como su especie, materia y grado"15.

El estudio se dividirá, a estos fines, en tres grandes partes. La


primera, que comprende la autonomía municipal, busca preci­
sar -a grandes rasgos- el ámbito de los poderes del Municipio
mediante la determinación del alcance de su autonomía, lo que,
en definitiva, responderá a la interrogante de si la autonomía
municipal, tal como se la entiende en Venezuela, comprende el

13 Pues com o dice el físico alemán Albert E in s t e in , "Si tu intención es describir


la verdad, hazlo con sencillez y la elegancia déjasela al sastre", ya que "[1\a mayoría
de las ideas fundamentales de la ciencia son esencialmente sencillas y, por regla
general pueden ser expresadas en un lenguaje comprensible para todos". En h ttp :/
/ w w w l2.brinkster.com /belverdecinca /d eto d o / albert.html. 25 de jimio
de 2005.
14 Cfr. M o r e n o d e R iv a s , Aurora; "L a Infracción Tributaria", en XXI Jomadas
"J.M. Domínguez Escovar" - El Sistema Tributario Venezolano. Ediciones del
Instituto de Estudios Jurídicos del Estado Lara, Barquisimeto, 1996, pp. 165
a 171; V ig il a n z a G a r c ía , Adriana; "L a Potestad Sancionadora, en Materia
Tributaria, de Estados y Municipios", en VI Jornadas Venezolanas de Derecho
Tributario: Impuesto sobre la Renta e Ilícitos Tributarios. Ediciones de la Asocia­
ción Venezolana de Derecho Tributario, Caracas, 2002, pp. 389 a 427, y
R a m ír e z v a n d e r V e ld e , B a u t e C a r a b a l l o y P l a n c h a r t M e n d o z a ; Análisis... pp.
97 a 101.
15 M o l e s C a u b e t ; L o s Límites... p. 231.

468
C a r lo s E. W e f f e H.

ejercicio -aún parcial- del derecho general del Estado a casti­


gar. La segunda, que se encarga del ius puniendi, describe en
forma básica la naturaleza y formas del derecho de punición
del Estado, así como su justificación racional; fundamentos con
los cuales -tercera parte- podremos desentrañar las cuestiones
antes identificadas, emitir nuestra opinión sobre el particular y
nuestras conclusiones. No es este -aclaremos- un estudio ex­
haustivo sobre el punto, ni, evidentemente, tiene pretensiones
de verdad absoluta16; asumiremos como axioma, junto a uno de
nuestros más admirados hombres de ciencia, el físico alemán
Albert E i n s t e i n , que "[l]o importante es no dejar de hacerse pregun­
tas''17, pues "quien se considera a sí mismo como un juez de la ver­
dad y el conocimiento, es destruido por la risa de los dioses"18.

1.- Autonomía y Municipio.

a) Notas definidoras.

Tradicionalmente, la autonomía se ha identificado con la


posibilidad de auto-normación del ente político de base territo­
rial de que se trate, en nuestro caso del Municipio. En este senti­
do, L a r e s M a r t í n e z entiende que es de la esencia de la autono­
mía "la aptitud del ente de que se trate para darse las normas jurídicas
que rijan su actuación", por lo que califica al Municipio como
autónomo, pues "aún cuando los preceptos fundamentales del régi­
men municipal emanan del constituyente y de las leyes nacionales y
del Estado, es lo cierto que los Municipios están dotados de la potes­
tad de dictar normas, aunque sobre objetos restringidos y con eficacia

16 Al punto que constituye una completa reformulación de nuestra posición


sobre el punto. Al respecto, cfr. W effe H., Carlos E; "Breves anotaciones
sobre la parte general del Derecho Penal Tributario en el Código Orgánico
Tributario de 2001", en Revista de Derecho Tributario N° 95, Ediciones de la
Asociación Venezolana de Derecho Tributario, Caracas, 2002, pp. 118 a
121 .
17 En http://www.frasedehoy.com/call.php?file=frases mostrar&frase id=2961.
25 de junio de 2005.
18 En http://www.kombu.de/einst-sp.htm. 25 de junio de 2005.

469
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

limitada a su propio territorio"19, concepto al que parece suscribir


T i n o c o R i c h t e r 20. En un sentido algo más amplio, H e r n á n d e z R o n
entiende que el concepto de autonomía "es comprensivo de los
poderes de legislación y administración a la vez"21, siendo entida­
des autonómicas "aquellas entidades públicas que dictan sus leyes,
eligen sus autoridades y se gobiernan por sí mismas, sin intervención
de otro poder, aun cuando su creación y origen procede a su vez de
una entidad mayor, sin la que aquélla no podría existir"; mas, sin
embargo, al aplicar el concepto antes mencionado a los Munici­
pios -a quienes expresamente califica como autónomos-
H e r n á n d e z R o n entiende como autonomía municipal "[\]a facul­
tad que tienen las Municipalidades de dictar por sí mismas las nor­
mas jurídicas por las que han de regirse", de lo que se sigue que,
para él, la autonomía municipal se reduce a la auto-normación
en las materias de su competencia, con los límites señalados por
la Constitución y la ley.

Igualmente, esta parece ser la opinión de S a n t i R o m a n o , de


acuerdo con la interpretación que de su tesis hace R o n d ó n d e
S a n s ó . Según esta última, del planteamiento de aquél "emergen
dos notas esenciales que hoy en día la doctrina sostiene en forma
unánime. Son ellas: en primer lugar, que el significado jurídico pro­
pio de autonomía es el de autonomía normativa y en segundo lugar,
que la noción alude al poder normativo que el ordenamiento jurídico
soberano reconoce o atribuye a los ordenamientos derivados. De allí
que, autonomía jurídicamente hablando, es autonormación de los en­
tes no soberanos", si bien la venezolana identifica una tercera
característica fundamental del concepto, de mayor relevancia -
a su juicio- que las anotadas, pues califican, en definitiva, dicho

19 L a re s M a r tín e z , Eloy; Manual de Derecho Administrativo. 7a Edición, revisada


y puesta al día. Ediciones de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de
la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1988, p. 582.
20 T in o c o R ic h t e r , César; Teoría de la Administración y del Derecho Administrativo.
Ediciones del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Eco­
nómicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1970,
p. 692.
21 H e rn á n d e z R o n , J. M .; Tratado Elemental de Derecho Administrativo. 2aEdición,
Tomo I. Editorial Las Novedades, Caracas, 1943, pp. 253 y 337.

470
C a r lo s E . W e ffe H.

poder; las normas emanadas del sujeto autónomo se equiparan


a las del sujeto soberano, "en el sentido de que son integrativas o
componentes del ordenamiento general", y no simplemente pro­
ducto de éste, por lo que reconoce a los Municipios autonomía
de primer grado, frente a los grados inferiores que ocupan, por
ejemplo, las Universidades o el Consejo Nacional de Universi­
dades22.

Por otra parte, existe una concepción más amplia de autono­


mía, que a la denominada autonomía normativa -básicamente,
a la que reconducen la noción integral de autonomía las opinio­
nes ya citadas- agregan otras dimensiones de auto-gobierno,
como serían la autonomía fiscal, la económica, la administrativa y
la organizativa, como es el caso de M o l e s C a u b e t 23. Para el ilustre
profesor español, la autonomía "se ofrece siempre como el 'status'
jurídico de un sujeto de Derecho Público, determinativo de una ma­
nera de ser que afecta a sus posibilidades de obrar. En este sentido
constituye una capacidad legal no originaria [...]
sino derivada, o
sea, conferida por la Constitución o Ley", capacidad jurídica que
es reductible, en definitiva, al ejercicio de poderes calificados
sobre determinadas materias, cuya extensión determinará el al­
cance de la autonomía, y teniendo como cualidad inmanente la
exclusividad, esto es, la preterición de cualquier otro poder "que
de alguna manera condicione -al menos ordinariamente- sus deci­
siones, salvo por la vía jurisdiccional"24. Por su parte, B i e l s a en­
tiende a la autonomía como la facultad del ente político territo­
rial de darse sus propias instituciones y -a fortiori- de gobernarse
por ellas, "pero según algunas normas preexistentes", de manera
que un ente autónomo "no puede constituirse sino por las reglas

22 R ond ón de S ansó , Hildegard; Teoría General de la Actividad Administrativa:


Organización - Actos Internos. 2a Edición. Ediciones Conjuntas de la Facul­
tad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezue­
la y la Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1986, pp. 131,132 y 135.
23 "[A]Igunos tratadistas, desorientados por la raíz etimológica de la palabra -'autos',
'nomos'-, destacan únicamente la autoformación (Santi Romano, Zanobini,
Forsthoff), sin tener en cuenta que ésta es tan sólo la autonomía normativa, una de
las posibles, una de las tantas". M o le s C a u b e t; L os Límites. . . p . 236.
24 M o le s C a u b e t; Los Límites... p. 235.

471
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

preexistentes de la Constitución nacional", ni puede "darse 'su' cons­


titución sino de acuerdo con presupuestos 'jurídicopolíticos' dados"25,
mientras que E n tre n a C u esta considera que el término "autono­
mía" es empleable como capacidad general de autodetermina­
ción y como autonormación, si bien a esta última acepción atri­
buye la fuerza esencial del concepto de forma que lo acerca a la
definición del primer sector doctrinal mencionado26.

De lo expuesto, y a pesar de la clara multivocidad del térmi­


no, es posible aventurar una definición de autonomía que com­
prenda -al menos- los aspectos fundamentales que interesan a
nuestros efectos; así, autonomía será la capacidad jurídica de ac­
tuación del ente público no soberano que le permite el ejercicio de las
materias de su competencia sin responder jerárquicamente a las di­
rectrices de un ente distinto, y cuya forma normal de expresión es la
ley. Así, podrá hablarse de autonomía normativa, fiscal, econó­
mica, administrativa u organizativa, en la medida que la acción
del ente autónomo se oriente en el sentido dado por los adjeti­
vos citados.

b) Autonomía Municipal. Excursus histórico.

Apunta con acierto H ernández R on que el Municipio es "una


sociedad natural nacida antes que la ley; por eso el legislador no ha
podido crearla"27, términos que reproduce Tinoco R ich ter al indi­
car que "la comunidad municipal es anterior al Estado y tiene una
existencia real e independiente de su reconocimiento por parte de
aquél"28, lo que hace a la organización municipal tan antigua
como la historia. Célebres son las Ciudades-Estados de la Anti­

25 B ielsa , Rafael; Estudios de Derecho Público. Tomo III (Derecho Constitucio­


nal). Librería Editorial Depalma, Buenos Aires, 1952, p. 7.
26 "[L]a autonomía se predica tan sólo de los entes públicos menores y se define como
la potestad atribuida a tales entes de constituir su propio Ordenamiento, mediante
la promulgación de normas que pasan a formar parte del Ordenamiento jurídico
estatal" E n trena C u esta , Rafael; Curso de Derecho Administrativo. T Edición,
Editorial Tecnos, Madrid, 1966, p. 144.
27 H ernández R on ; Tratado... p . 3 2 9 .
28 T inoco R ichter ; Teoría... p . 6 8 7 .

472
C a r lo s E. W e f f e H.

güedad, de las cuales surgió la noción de polis, heredada de


Grecia y fundamento de nuestra actual ciencia política, como
manifestación de las formas de gobierno del burgo. Tal noción
se mantuvo en Roma, donde recibieron el nombre de Munici­
pios aquellas ciudades libres que, a pesar de caer bajo el domi­
nio de las legiones del Imperio, se gobernaban por sus propias
leyes y costumbres, llegando a gozar del derecho de ciudadanía
que, en tiempos de C a r a c a l l a , se extendió a todos los habitan­
tes del Imperio29. Si bien el Municipio -según H ern ánd ez R o n -
desaparece en España durante las dominaciones visigoda y
musulmana, es lo cierto que fue la conciencia particular de cada
uno de los villorrios que le constituyeron los que permitieron
construir la nación española, al punto de afirmar que "España
fue una confederación de repúblicas, más bien municipales que feuda­
les. Y si había sido formada por una verdadera yuxtaposición de na­
cionalidades independientes, cada una de éstas había sido formada, a
su vez, por una yuxtaposición de ciudades"30.

Esa inclinación a la vida política local tendría expresión, tan­


to en la España del Medievo por medio del Concejo -surgido en
la Reconquista- como en la América Española, bajo la figura
del Ayuntamiento. En España, y como consecuencia de los fue­
ros otorgados a los Concejos desde 1020, el otorgado por A lfo n ­
so V a la ciudad de León,

"[l]as ciudades disfrutaban de cierta autonomía: nombra­


ban sin intervención de nadie su Concejo, es decir, su propio
Gobierno; ejercían jurisdicción civil y criminal, sin más limi­
tación en ciertos negocios que el recurso de alzada ante la
Corona; aplicaban sus leyes y disponían de fuerzas propias
para ejecutarlas. El fuero era propiamente un Código que
tenía tanto de civil y penal como de administrativo y políti­
co, conteniendo en sus páginas disposiciones de interés que
modificaban profundamente las leyes generales"31

29 H e rn á n d e z R o n ; Trutado... p . 3 3 0 .
30 H e rn á n d e z R o n ; Trutado... p . 3 3 0 .
31 H e rn á n d e z R o n ; Tratado... p . 331.

473
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

En América, ya desde el Siglo XVI el Ayuntamiento era sinó­


nimo de unidad básica de la organización política colonial ve­
nezolana, y como tal se le calificaba como "órgano de la autono­
mía municipal"32. Como tal célula, el Ayuntamiento fue
adquiriendo importancia política notable, especialmente como
la primera de las instituciones coloniales españolas que signifi­
có, aún indirectamente, la asunción por los criollos de las fun­
ciones de gobierno, incluso frente a autoridades distintas a las
de la Península como la de la Audiencia de Santo Domingo.
Son paradigmáticos los hechos que reseña G il F o r t o u l al res­
pecto; el primero, la propia composición del Ayuntamiento de
Caracas para 1594, donde por merced especial de S.M. el Rey
un caballero vizcaíno, que a la sazón contaba con 74 años, de
nombre Simón de B o l ív a r , poseía en dicho Ayuntamiento curul
vitalicio, con carácter de regidor y contador de la Real Hacien­
da33; el segundo, la lucha del Ayuntamiento de Caracas para
obtener del Rey -en 1676- el derecho para sus Alcaldes de go-

32 En efecto, según G il F orto u l : "[d]esde los primeros años de la conquista, los


españoles imitan en América la organización gubernativa de la Península. El Go­
bernador representa directamente la autoridad del Rey; el Ayuntamiento es órgano
de la autonomía municipal; el clero ejerce la potestad espiritual conforme al Patrona­
to; los tribunales de Inquisición velan por la integridad de lafe católica; el juez de
residencia es delegado de las Audiencias Judiciales; el misionero encarna, en medio
de los indios, la dualidad político-religiosa, que es característica de la monarquía
española", con lo que es posible caracterizar al Ayuntamiento como la base
fundamental y autónoma de la organización política de la entonces colo­
nia. G il F ortoul , José; Historia Constitucional de Venezuela. 4a Edición, Tomo
I (La Colonia - La Independencia - La Gran Colombia). Ediciones de la
Dirección de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educación, Caracas,
1953, p. 113.
33 Al punto que puede distinguirse en ello cierta intervención de los Ayunta­
mientos en la inspección y gestión de los tributos coloniales, como vere­
mos luego. A este respecto, V ivas R am írez anota que D. Simón de B olív ar El
Viejo, por el ejercicio de su cargo de contador real, fue penado en más de
1.300.000 maravedíes (94.700 pesos de oro) por irregularidades adminis­
trativas, "lo queforzó a la Real Hacienda a rematarle dos casas con techos de teja y
balcones en Caracas, un barco y una hacienda con once esclavos y todos los imple­
mentos necesarios para la producción". V ivas R a m írez , Fabricio; La Hacienda
Real en Venezuela. Serie Historia para Todos N° 12, Ediciones de Historia­
dores, S.C., Caracas, 1995, pp. 10 y 11.

474
C a r lo s E. W e f f e H.

bemar la Provincia de Venezuela en el caso de vacar el puesto


de Gobernador de dicha Audiencia34; y el tercero, la resistencia
del Ayuntamiento de Caraballeda a la pretensión del Goberna­
dor Luis de R o j a s , de elegir a los alcaldes -dos, según las regula­
ciones de la época- obviando la competencia que para ello te­
nían los regidores como miembros del Cabildo, ante lo cual éstos
protestaron y no reconocieron la elección, "y como el Gobernador
los mandase prender y llevar a la capital, todos los vecinos abando­
naron la ciudad, mudándose a vivir unos en Caracas y los más en
Valencia"35. En este sentido, la preeminencia que, tempranamen­
te, adquirió el Ayuntamiento en la vida colonial fue tal que, como
dato curioso, G i l F o r t o u l reseña los conflictos de índole judicial
en los que el cuerpo hizo valer -en una exitosamente, en la otra
fallida- su importancia y valía como centro político de la vida
del burgo36.

34 En 1556, el Gobernador, de apellido V i l la c i n d a , testó concediendo el dere­


cho a los Cabildos de la Provincia de Venezuela de gobernarla, en sus
jurisdicciones respectivas, a partir de su muerte y hasta se nombrara por el
Rey el sustituto. Con el objeto de extender la concesión del Gobernador
fallecido, el Cabildo de Caracas comisionó a D. Sancho B r ic e ñ o , " trujillano,
insinuante y de grandes capacidades", para obtener del Rey la gracia en co­
mentarios, lo que obtuvo mediante Real Cédula del 8 de diciembre de
1560. A la muerte del Gobernador D. Francisco D á v ila de O r e jó n , en 1675, el
Cabildo -ante la pretensión de la Audiencia de Santo Domingo de que se
reconociese al Gobernador interino por ella nombrado- nombró inme­
diatamente un nuevo Diputado ante el Rey, con la comisión de obtener la
ratificación -e incluso la ampliación- de la Cédula de 1560, obteniendo
rotundo éxito, como se desprende del texto de la Real Cédula del 18 de
septiembre de 1676: “En el porvenir y por cualquiera que sean los motivos de
vacancia del cargo de Gobernador de la Provincia de Venezuela, los Alcaldes de la
Villa de Caracas gobernarán toda la Provincia, con los mismos derechos y prerroga­
tivas que los titulares, sin que la Audiencia de Santo Domingo pueda, bajo ningún
pretexto ni motivo, nombrar Gobernador ad-interim". H e rn á n d e z R o n ; Tratado...
pp. 335 y 336.
35 G i l F o r t o u l ; Historia... Tomo I, pp. 114 y 116.
36 La primera es la siguiente: "Era antigua costumbre que los domingos de Minerva
asistiesen siempre a la iglesia principal el Gobernador y todo el ayuntamiento:
ocurrió en cierto domingo de 1623, que la procesión empezara antes de hallarse en
sus puestos las altas personas del Muy Ilustre Ayuntamiento. Montáronse en
cólera-, dieron orden para que sus bancos se trasladasen a la iglesia de San Francis­
co, y acusaron al cabildo eclesiástico ante la Audiencia de Santo Domingo. La

475
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

La evolución del Ayuntamiento colonial en el actual Munici­


pio devino en una mutación de su carácter eminentemente ad­
ministrativo y subsidiario del gobierno central, como era en Es­
paña, al de una institución netamente americana, de estructura
parlamentaria donde se daba -en ausencia de un poder central
autónomo de mayor peso, al menos hasta 177737 e incluso des­
pués de esa fecha- la vida política propia de toda sociedad, don­
de fue forjándose, al calor de las disputas para obtener -preci­
sam ente- autonomía frente a la Real Audiencia de Santo
Domingo y del Virreinato de Santa Fe de Bogotá, la idea de in­
dependencia política de España. Así lo describe G il F o r t o u l 38:
"En la historia de la Colonia y en la revolución de Indepen­
dencia los Ayuntamientos adquieren mayor importancia que
en la metrópoli, hasta convertirse en institución peculiar­
mente americana. Órgano al principio de los conquistado­
res y pobladores, únicos dueños de la tierra y amos de todo,
fueron poco a poco, convirtiéndose en especie de 'parlamen­
tos', donde, si bien predominaba la voz del Gobernador o
Capitán General, representante ejecutivo de la Corona, se
oía también el eco de una aspiración, confusa primero, des­
pués sonora, a establecer otra organización nacional o crio­
lla. En las postrimerías del régimen puramente español, cuan­
Audiencia sentenció que tenía razón, y solo entonces volvieron bancos, alcaldes y
regidores al lugar privilegiado que les correspondía" La segunda, es la siguiente:
"... de acuerdo el Ayuntamiento y el Gobernador Francisco Núñez Meleán en
armarle camorra al obispo, lo acusaron ante la Audiencia de haber asistido a lafiesta
del Domingo de Ramos seguido de innumerables caudatorios y pajes. Mala la hubie­
ron. La Audiencia sentenció que el prelado podía llevar en los actos públicos cuan­
tos pajes y caudatorios quisiera" G i l F o r t o u l ; Historia..., Tomo I, pp. 122 y 123.
37 Según Real Cédula de 8 de septiembre de 1777, el Rey C a r l o s III constituyó
la denominada Capitanía General de Venezuela, germen de la actual Re­
pública y que se constituyó mediante la sujeción de las Provincias de
Guayana, Maracaibo, Cumaná, las Islas de Margarita y Trinidad a la auto­
ridad central de la Provincia de Venezuela, especialmente en el régimen
administrativo, militar y hacendístico, con lo que se configuró -por prime­
ra vez desde el 3 de agosto de 1498, fecha de arribo del Almirante C o ló n a
las costas de Macuro- un gobierno central único para los territorios que
hoy componen a la República. El texto de la Real Cédula de marras puede
consultarse en http: / / www.analitica.com/bitblioteca/venezuela/
real cédula 1777.asp , 15 de febrero de 2005.
38 G i l F o r t o u l ; Historia..., Tomo I, p. 115.

476
C a r lo s E. W e f f e H .

do a fines del Siglo XVIII y comienzos del XIX aparece y se va


rápidamente propagando el movimiento revolucionario, se
verá que los Ayuntamientos, a semejanza de los parlamen­
tos europeos en frente del monarca, reivindican prerrogati­
vas nuevas, se alza contra el Poder Ejecutivo, se arrogan de
hecho el Gobierno local, y admiten en su seno representan­
tes del 'pueblo', de los 'pardos', ya constituyendo así la pa­
tria libre".

Si esa era la situación en lo político, en lo financiero los Ayun­


tamientos no parecían gozar de autonomía alguna. Prestando
crédito -ante la ausencia de otras fuentes- a la enumeración de
G il F o rto u l, la tributación en Venezuela durante la Colonia es­
taba totalmente centralizada por funcionarios reales dependien­
tes de la Corona, quienes recaudaban los quintos reales, un tri­
buto del 20% de los metales y las perlas obtenidos mediante la
explotación minera; la alcabala, forma rudimentaria de imposi­
ción al consumo que gravaba con el 2% toda transmisión onero­
sa de propiedad; el almojarifazgo, primitivo impuesto de impor­
tación y exportación con tasas diferenciales de acuerdo con el
tipo de mercancía y el lugar de procedencia o destino; el estanco,
que recaía sobre una parte de la producción de determinados
productos, como por ejemplo sal, azogue, solimán o sublimado
corrosivo, naipes, papel sellado y tabaco; y la media anata, for­
ma primitiva de imposición a la renta sobre el 50% del enrique­
cimiento obtenido en el primer año de ejercicio de todos los ofi­
cios y cargos no eclesiásticos39. Más detalladamente, los tributos
coloniales durante el Siglo XVI fueron el almojarifazgo, que se
cobraba a razón del 7,5% ad valorem sobre las introducciones,
aplicadas a toda mercadería de ropa y telas, herramientas en
general, ganado mayor y menor, esclavos negros y mantenimien­
tos de origen animal y vegetal; comisos y rescates, que gravaban
las actividades relativas al trueque con los indígenas; quinto de
esclavos, que se aplicaba a los indígenas tomados como esclavos
en "justa guerra", recaudándose a razón del 20%; los quintos de
oro, referido al aprovechamiento de minas o tesoros indígenas,
cuya explotación fue cedida por el Rey en concesión40.
39 G il F ortoul ; Historia..., Tomo I, pp. 130 y 131.
40 V ivas R am írez ; La Hacienda Real... pp. 5 y 6.

477
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

A partir de 1551, con la mudanza de la Caja Principal de


Hacienda a Borburata, el quinto de esclavos y el rescate con
indígenas desaparecieron, pero aparecieron tributos como los
comisos y descaminos, que recaían sobre los bienes decomisados
tras intentos de comercio ilícito, en una forma rudimentaria de
aplicación del principio del non olet41 y del remate aduanero;
derechos de esclavos, tributación a la importación de esclavos; el
diezmo, cuya recaudación y administración fuere cedida por el
Papa A l e ja n d r o VI en 1501 a los Reyes Católicos, a cambio de la
propagación de la fe y la erección de iglesias; quinto de perlas,
por la introducción de perlas sin quintar; y con la mudanza
definitiva a Caracas, en 1578, aparecería el tributo de bienes de
difunto, que más que un tributo a las sucesiones eran ingresos de
fuente patrimonial, mediante el procedimiento de yacencia. En­
tre los años de 1594 y 1600 fueron incluidos la alcabala, ya des­
crita; la composición de extranjeros, tributación para aquellos su­
jetos que hubieren ingresado sin licencia -sin visa- al territorio;
composición de tierras, que se refería a la venta de tierras que no
habían sido ocupadas ni repartidas, luego de determinadas las
destinadas para ejidos y baldíos de la ciudad; encabezamiento de
negros y mulatos, por manumisión y libertad de esclavos; rema­
tes y almonedas, subastas públicas de bienes pasados a la admi­
nistración real por aprehensiones al contrabando, condenas
penales por delitos de corrupción, etc.; renta de indios, conve­
nios particulares con el Gobernador por trabajos temporales de

41 Refiere A r a ú jo F alcáo que el dicho non olet proviene del emperador roma­
no V espa sia n o . Éste creó un impuesto sobre las cloacas o mingitorios públi­
cos, y ante la reprimenda de su hijo Trro, el César, impasible, contestó que
el dinero no tiene olor, por lo que poco importa su origen. Comenta
finalmente A r a ú jo F alcáo que “claro está que en su versión actual las expresio­
nes han perdido el contenido cínico de la anécdota, para impregnarse de elevado
sentido ético, cual es de procurar afectar igualmente la capacidad económica del
contribuyente, sin falsos preconceptos o ingenuos pruritos de sentimentalismo
ridículo en cuanto a la licitud de la actividad que constituya el hecho generador del
tributo". Legislativamente, el principio del non olet está consagrado en el
artículo 15 del Código Orgánico Tributario. A r a ú jo F alcáo , Amílcar de; El
Hecho Generador de la Obligación Tributaria. Traducción del original portu­
gués de Carlos M. G iuliani F o n ro ug e . Ediciones Depalma, Buenos Aires,
1964, p. 65, en pie de página.

478
C a r lo s E. W e f f e H.

los indígenas; y las ventas de oficios, imposición sobre la adquisi­


ción de algunos cargos públicos42.

En la primera mitad del Siglo XVII, se incorporaron a la ya


extensa tributación colonial los siguientes tributos: las Bulas de
Santa Cruzada, que eran documentos por los cuales la Iglesia
otorgaba privilegios, gracias e indultos; las demoras y
aprovechamiento de indios, por alquiler de trabajo indígena;
demoras y tributos de negros y mulatos, por libertad de esclavos;
donativos al Rey, a semejanza del modelo medieval alemán43,
para contribuir a los gastos de la Armada del Sur; juicios de
residencia, a guisa de los actuales aranceles judiciales, en causas
abiertas por penas impuestas a funcionarios reales; mesada y
media anata, ya descritos; y papel sellado. Con la definitiva creación
de la Intendencia de Ejército y Real Hacienda, en 1776, ésta
reglamentó el estanco del tabaco, así como las licencias para
tiendas, bodegas y pulperías, donde lo impositivo quedó en manos
del Intendente44, y en definitiva quedaron como fuentes regulares
de ingresos para el Fisco las aduanas de la laguna, gravamen que
se recaudaba en los puertos del Lago de Maracaibo; la alcabala
de mar, tributo aduanero a la entrada, salida y cabotaje; la alcabala
de tierra, tributo a la producción; el almojarifazgo-, el alcance de
cuentas, déficit presentados por los fiscales; el aprovechamiento
de indios; la Armada de Barlovento, aplicada a las importaciones;
la Avería, cobrados para gastos del Tribunal de Consulado y
fomento de la agricultura; los bienes de difunto; las Bulas de Santa
Cruzada; los comisos; la composición de extranjeros, de indios y de
42 V ivas R a m írez ; La Hacienda Real... p p . 11 a 19.
43 Cfr. K ruse , Heinrich Wilhelm; Derecho Tributario (Parte General). 3 a Edición,
traducción del original alemán por Perfecto Y ebra M a rtul -O rtega y Miguel
I zquierdo -M a c ía s P icavea . Editoriales de Derecho Reunidas, Madrid, 1978,
p. 48.
44 M izrachi encuentra en estas regulaciones -las de la "única contribución real,
industrial y comercial", cobrada desde comienzos del Siglo VII en Valencia,
Aragón y Cataluña "y que por Real Cédula de 10 de octubre de 1749, se ordenó
aplicar en las 22 provincias de la Monarquía, para sustituir las rentas provinciales
existentes" la génesis del impuesto sobre patente de industria y comercio,
hoy impuesto sobre actividades económicas. M izrachi C ohén ; La Patente...
p. 20.

479
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

tierras; las patentes de corso -otro antecedente del impuesto sobre


actividades económicas-; los depósitos varios, bienes en litigio
declarados a favor del Rey; los derechos de esclavos; los diezmos;
Gallos, consistentes en las rentas derivadas del otorgamiento de
licencias para estos juegos públicos, y que quizá constituya
antecedente de los tributos municipales a los espectáculos
públicos y a las apuestas lícitas; las Lanzas, derechos causados
por títulos nobiliarios; la media anata de oficios, de buques y de
tierras; la mesada eclesiástica; el papel sellado; las penas de cámaras;
los quintos de indios y de minas; las salinas, impuesto a la
extracción de sal; la Tafia, tributo a la producción de aguardiente
de caña; el tributo de indios, tributación a las rentas provenientes
del trabajo de los indígenas; y la vacante eclesiástica, consistente
en la administración de sueldos obispales, ante la vacancia del
Obispo45.

Un primer indicio de actividad financiera de los Ayuntamien­


tos se tiene, en la época colonial, por vía indirecta. A partir de
1560, los oficios del factor y veedor, por lo general investidos en
un único funcionario real, desaparecieron de la Administración
de la Hacienda Real, por lo que desde entonces el gobernador,
previa autorización del Rey, intervino en las deliberaciones con
el tesorero y el contador respecto de la inversión de los fondos
reales, firmando con ellos todo tipo de acuerdos públicos46; lo
cual, tomando en cuenta que a partir de 1556 los Ayuntamien­
tos asumían el interinato de la Gobernación, mientras vacase el
cargo, permite especular que ello permitió a los Concejos, aún
de forma temporal, la administración de los ingresos reales de
la Provincia; mas, sin embargo, en los tributos que -posterior­
mente- se identificarían como típicos de los municipios, como
por ejemplo la contribución por patente, las patentes de corso, los
Gallos, etc., era la Real Hacienda la que tenía asignada la admi­
nistración y recaudación de tales ingresos, limitando la incipiente
autonomía de los Ayuntamientos a la mera autonomía política.

45 V ivas R am írez ; La Hacienda Real... pp. 21 a 31.


46 V ivas R am Irez ; La Hacienda Real... pp. 7 y 8.

480
C a rlo s E . W effe H.

El movimiento separatista precursor de la Independencia no


podía ser la excepción a esta situación, si bien en lo financiero
los Ayuntamientos fueron pronto apoderados, aún en proyec­
to, de amplias potestades, más propias de un Estado compo­
nente de una Federación que de una ciudad, villorrio o pueblo.
Así, las Ordenanzas de la conspiración de Manuel G ual y José
María E spaña, de 1797, "en el nombre de la Santísima Trinidad y
de Jesús, María y Josef, Amén" proclamaron como base popular
de la insurrección a la por ellos denominada "Junta Gubernati­
va", compuesta de un número de individuos representativos de
la localidad respectiva, para que tomaran el control del gobier­
no, especialmente en los ramos militar, de rentas y de adminis­
tración de justicia47; la Proclamación a los Pueblos habitantes del

47 El Artículo 6o de las Ordenanzas de 1797 señalaba, a la letra, lo siguiente.


"En seguidas se procederá por edictos a la deposición de todos los empleados en
rentas, ramo militar y administración de Justicia actual y ala combinación del
Pueblo en lugar i hora señalada. Para el nombramiento de una Junta Gubernativa
interina, compuesta de más o menos número de Yndividuos según la población i
circunstancias de cada lugar. Solamente podrán ser elegidos por Yndividuos de esta
Junta aquellos vecinos hacendados, que de antemano hubieran dado pruebas nada
equívocas de su constante patriotismo, amor a los Pobres é instrucción en la materia
de Gobierno"-, y el artículo 9o establecía, igualmente, que "Las Juntas Guber­
nativas se harán cargo de todas las oficinas i papeles concernientes á los fondos i
Rentas públicas; tomarán cuenta a los empleados en estos ramos i la darrán después
a la Junta Gral: será privativo de las referidas Juntas Gubernativas, el recoger ó
poner de nuevo los que juzgaren a propósito, moderar los sueldos y celar su conduc­
ta", e igualmente será de su competencia, según el artículo 10° "nombrar
sujetos de conocido desinterés i probidad que recauden i lleven cuenta y razón de
los diezmos hasta que la Junta arregle este punto". Por su parte, el artículo 16
pone al cuidado de las Juntas Gubernativas "establecer la mejor policía en sus
respectivos Pueblos, de fomentar por todos los medios posibles la agricultura, in­
dustria, artes y comercio i con más expecialidad de las sementeras todas aquellas
cosas de primera necesidad, a fin de que en ningún tiempo, ni los Pueblos ni los
exercitos carezcan de lo necesario diariamente", y el artículo 17 señala “Además
de los expresados objetos tomarán cuantas providencias juzguen de luego conve­
nientes para asegurar más y más el acto de la Yndependencia que será declarada en
el lugar de N, para cuyo efecto desde ahora se señala como lugar más proporcionado,
y se comboca y combida a todas las Provincias, Comandancias, Corregimientos &- á
qe dentro del término de dos meses contados desde la publicación de estos artículos,
embien sus Diputados con amplios poderes para la declaración de la Yndependencia,
establecimiento del Gobierno Gral. interino del Estado, y particular de cada Pueblo
y Provincia" Cit. en G il F ortoul ; Historia..., Tomo I, pp. 159 y 160.

481
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Continente Americo-Colombiano del General Francisco de M ir a n ­


da, durante la invasión de la Vela de Coro, en 1806, ponía en
cabeza de los Cabildos y Ayuntamientos todas las funciones ci­
viles y administrativas propias del gobierno, así como la obliga­
ción de enviar diputados al primer Congreso -aunque
provisorio- de la apenas proyectada Colombeia48; y en otro pro­
yecto del Generalísimo, del que G il F o r t o u l acusa conocimiento
y que fuera remitido, sin llegar nunca a su destino, al Marqués
d e l T o r o , señala que " las autoridades españolas serán sustituidas

por los cabildos y ayuntamientos de las diferentes ciudades, los que


agregarán al número de sus miembros un tercio escogido entre los
indios y la gente de color de la provincia"49. Este mismo proyecto
dispone que los Cabildos serán formados por " cierto número de
ciudadanos del distrito, a quienes designarán los ciudadanos activos,
y compondrán un cuerpo de electores para la representación provin­
cial", y entre sus deberes principales -cuestión que atañe sobre­
manera al punto que nos ocupa- se encuentran "la policía y ad­
ministración interna de las ciudades"50.

48 Dice la referida Proclamación, en su artículo II, lo siguiente: "Los Cabildos y


Ayuntamientos en todas las Ciudades, Villas y lugares exerceran en el Ínterin
todas lasfunciones de govierno, Civiles, Administrativas y Judiciales con responsa­
bilidad, y con arreglo a las Leyes del país: y los curas párrocos y de misiones
permanecerán en sus respectivas Yglesias y Parroquias sin alterar el exercicio de
sus sagradas funciones". Por su parte, el artículo III indicaba lo siguiente:
"Todos los Cabildos y Ayuntamientos embiaran uno, ó dos Deputados al qüartel
general del Exercito, afin de reunirse allí un govierno Provisorio que conduzca en
tiempo oportuno a otro General y Permanente, con acuerdo de toda la Nación"
Finalmente, el artículo VII disponía: "Los depositarios del Tesoro publico lo
pondrán inmediatamente á disposición de los Cabildos y Ayuntamientos, quienes
nombrarán a sugetos aptos para el manejo, y para suplir al Exercito Colombiano
quanto sea necesario a su manutención y operaciones; no solamente en dinero, sino
también en Provisiones, Vestuario, Frutos, Carruages, Muías, Caballos & C" Cit.
en G il F ortoul ; Historia..., Tomo I, pp. 177 y 178.
49 G il F o r t o u l ; Historia..., Tomo I, p. 188. El texto completo del proyecto se
encuentra en G i l F o r t o u l , José; Historia Constitucional de Venezuela. 4a Edi­
ción, Tomo II (Reconstitución de la República - La Oligarquía Conserva­
dora). Ediciones de la Dirección de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de
Educación, Caracas, 1954, p. 331 a 339.
50 G il F orto u l ; Historia..., Tomo II, p. 334.

482
C a r lo s E. W e f f e H.

Los sucesos de Bayona del 6 de mayo de 1808, donde C a r l o s


IV y Femando de B o r b ó n , quien luego pasaría a la historia con
el nombre de F e r n a n d o VH abdicaron sus derechos a la Corona
de España a José B o n a p a r t e , hermano de Napoleón, serían -ade­
más de catalizadores de la reacción de Ultramar contra la Me­
trópoli- indicativos del estado de autonomía política que en la
propia Península se proyectaba para los Ayuntamientos y de­
más divisiones políticas de las entonces Indias Occidentales. La
Constitución de Bayona puesta en vigor por José igualaba en
derechos a las Colonias con España, declarándolas en un todo
parte del reino e incluso asignado al Ayuntamiento de Caracas
un diputado en las Cortes51; y de otro lado, la Junta Central
Gubernativa del Reino declaró, primero el 22 de mayo de 1809
y después el 29 de enero de 1810, a las Colonias como parte del
Reino, y procedió a designar diputados a la Junta según decreto
de 14 de febrero de 1810, escogidos por los Ayuntamientos de
sus capitales52.

51 En efecto, el artículo 87 de la Constitución de Bayona establece que "[l]os


reinos y provincias españolas de América y Asia gozarán de los mismos derechos
que la Metrópoli", y en este sentido el artículo 92 eiusdem llega al punto de
atribuir al Ayuntamiento de Caracas representación de un diputado en las
Cortes, así como uno más a la Provincia de Venezuela, de los 22 que com­
pondrían, según ese texto, el Poder Legislativo de B onaparte . Cfr. E spaña ,
Reino de; Constitución de Bayona. Consultada en http:/ /club.telepolis.com/
erbez/1808.htm. 23 de febrero de 2005.
52 G il F ortoul ; Historia..., Tomo I, pp. 193 y 194. Notable es, a este respecto, la
cita del Decreto de 14 de febrero de 1810: "Desde este momento, españoles
americanos, os veis elevados a la dignidad de hombres libres; no sois ya los mismos
que antes, encorvados bajo un yugo mucho más duro mientras más distantes esta­
bais del centro del poder; mirados con indiferencia, vejados por la codicia y destrui­
dos por la ignorancia. Tened presente que al pronunciar o escribir el nombre del
que ha de venir a representaros en el Congreso Nacional, vuestros destinos ya no
dependen ni de los Ministros, ni de los Virreyes ni de los Gobernadores; están en
vuestras manos", declaración que serviría de fundamento, aún parcial, a los
sucesos del 19 de abril de 1810. La reunión del Cabildo de Caracas de esa
fecha, según el Acta, tiene por propósito "atender a la salud pública de este
pueblo que se halla en total orfandad, no sólo por el cautiverio del Señor D. Fernan­
do Séptimo, sino también por haberse disuelto la Junta que suplía su ausencia en
todo lo tocante a la seguridad y defensa de sus dominios invadidos por el Emperador
de los franceses, y demás urgencias de primera necesidad, a consecuencia de la
ocupación casi total de los reinos y provincias de España, de donde ha resultado la

483
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

La toma de Aranjuez por las tropas de M arat, y la constitu­


ción del Consejo de Regencia del Reino -noticia llegada a La
Guaira la tarde del 18 de abril de 1810- sería el desencadenante
de la reacción autonómica de la hasta entonces Capitanía Ge­
neral con la sesión de Cabildo del día siguiente, constitutiva de
la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de F ernando
VII y que daría a la autonomía municipal el carácter romántico,
si se quiere, con que se le califica desde estonces; al punto que se
atribuye a ésta el inicio de la gesta emancipadora53. Sin embar­
go, como agudamente anota G il F ortoul54, la independencia de
España produciría -paradójicamente- la subsecuente debilita­
ción de la figura del Ayuntamiento como centro de la vida polí­
tica de la naciente República, a favor del gobierno central, con
la consecuencial disminución de su esfera de autonomía, cues­
tión que, quizá en alguna medida, se refleja en la propia Decla­

dispersión de todos o casi todos los que componen la expresada junta, y por consi­
guiente el cese de sus funciones". Y en una cierta aplicación del principio de
representatividad del gobierno, añade -refiriéndose a la constitución de la
Junta de Regencia y reafirmando la autonomía del Ayuntamiento frente a
aquélla- "Y aunque, según las últimas o penúltimas noticias derivadas de Cádiz,
parece haberse sustituido otra forma de gobierno con el título de Regencia, sea lo
que fuese de la certeza o incertidumbre de este hecho, y de la nulidad de su forma­
ción, no puede ejercer ningún mando ni jurisdicción sobre estos países, porque ni
ha sido constituido por el voto de estosfieles habitantes, cuando han sido ya declara­
dos, no colonos, sino partes integrantes de la Corona de España, y como tales han
sido llamados al ejercicio de la soberanía interina". B rew er -C arías , Alian R; Las
Constituciones de Venezuela. Ediciones de la Academia de Ciencias Políticas
y Sociales. Caracas, 1997, p. 261 a 263.
53 En el Estudio Preliminar de su compilación constitucional, B rew er - C arías
concuerda con lo aquí expuesto en lo relativo al esquema federal formal
adoptado finalmente por el constitucionalismo venezolano desde 1811:
"...si bien hubo, indudablemente influencia de la Constitución norteamericana en
la configuración federal de la Constitución de 1811, como lo reconoció el propio
Libertador, la adopción de laforma federal fue básicamente una consecuencia de la
autonomía local y de los Cabildos o Ayuntamientos coloniales, según el esquema
heredado de España y arraigado en Latinoamérica en el momento de la independen­
cia". B rew er -C arías ; Las Constituciones... p. 101 en pie de página.
54 Opina G il F orto ul que "los poderes regionales apenas existían de nombre al
declararse la Independencia, y cuando el Congreso nacional adopta el sistemafede­
ralista, lo hace sin consultar previamente a los Estados que iban aformar la Confe­
deración" G il F ortoul ; Historia..., Tomo I, p. 254.

484
C arlo s E. W effe H.

ración de Independencia, cuando ésta se refiere a la participación


política de los criollos en la Colonia, por medio de los Ayunta­
mientos, como una forma de voz pasiva, degradada "por el des­
potismo de los Gobernadores"55

Declarada la Independencia, fue tarea fundamental de las


Constituciones Provinciales regular los aspectos organizativos
de las ya llamadas "Municipalidades". En este sentido, G il F o r t o u l
señala que la Constitución de la Provincia de Trujillo, de 2 de
septiembre de 1811, establecía la existencia de un "Cuerpo Mu­
nicipal o de Cabildo", que se compone de 5 miembros, y de lo cual
se evidencia la existencia de competencias de policía administra­
tiva en cabeza de los Municipios -esto es, ejercicio de potestad
sancionatoria- en los siguientes términos:

"El 'Cuerpo municipal o de cabildo' se compone de cinco


individuos, a saber: dos alcaldes ordinarios, un juez de po­
licía cívica, otro de vigilancia pública (que interviene en lo
que sea contrario 'a la religión, buenas costumbres, patria y
sistema venezolano' y un síndico personero. Cada cabildo
nombra un maestro de primeras letras con sueldo anual de
doscientos pesos: la instrucción primaria es gratuita para
los pobres, y los pudientes pagan cuatro reales por mes. Se
dispone además que el convento de San Francisco de Trujillo
mantenga un religioso que abra escuela pública de latini­
dad" 56

Por su parte, el " Código Constitucional del Pueblo Soberano de


Barcelona Colombiana", de 1812, divide su territorio en partidos
capitulares, en cuyas ciudades se encuentra ubicado un " Cuer­

55 "Para sofocar y anonadar los efectos de nuestra representación, cuando se vieron


obligados a concedérnosla, nos sometieron a una tarifa mezquina y diminuta y
sujetaron a la voz pasiva de los ayuntamientos, degradados por el despotismo de los
gobernadores, la forma de la elección; lo que era un insulto a nuestra sencillez y
buena fe, más bien que una consideración a nuestra incontestable importancia
política". B rew er -C arIas ; Las Constituciones... p . 2 7 6 .
56 G il F ortoul ; Historia..., Tomo I, p. 2 7 8 , y Tomo II, p. 4 7 5 . El texto completo
de la Constitución puede hallarse en G il F ortoul ; Historia..., Tomo II, pp.
418 a 487.

485
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

po Municipal", compuesto de dos corregidores de primera y se­


gunda nominación y seis regidores, nombrados cada año por el
respectivo colegio electoral, cuyas funciones, entre otras, com­
prenden lo relativo a abastos públicos, rentas, alumbrado, ca­
minos y policía menor57. Asimismo, la Constitución de la Provin­
cia de Caracas de 1812 otorga amplia autonomía a los
Municipios, incluyendo la atribución -negada durante la Colo­
nia- de los ingresos provenientes de las licencias o patentes, gé­
nesis del impuesto sobre patente de industria y comercio, así
como las regulaciones administrativas de espectáculos públicos
y apuestas lícitas, el poder tributario sobre los carruajes y bes­
tias de servicio, antecedente de la patente de vehículos, la potes­
tad -fundamental para nuestro estudio- de “imponer penas lige­
ras que no sean injuriosas ni infamatorias", e incluso podría
encontrarse un antecedente de los mecanismos especiales de re­
forma pro descentralización a que hoy se refiere el artículo 157 de
la Constitución58; mas, sin embargo, la autonomía normativa
de los Municipios está claramente mediatizada, como se deriva
de la necesaria aprobación de la aprobación de la Legislatura
Provincial para la entrada en vigencia de las Ordenanzas. Como
dice G il F o r t o u l :

"Las atribuciones de las Municipalidades comprenden: 'la


conservación de las propiedades públicas que hubiere en el
distrito; todo lo concerniente a las fuentes y aguas públicas
de las poblaciones; el aseo y buen orden de sus calles y pla­
zas; la limpieza de los desaguaderos; el alumbrado, rondas
y patrullas de las noches para quietud y seguridad del ve­
cindario; la construcción y reparo de puentes y obras públi­
cas necesarias o útiles; el establecimiento y superintendencia
de las escuelas de primeras letras, y otras de literatura que
puedan procurarse; el alivio de los pobres, la salubridad
pública, precaviendo los estragos dañosos a la salud de los
ciudadanos; la seguridad y sanidad de las cárceles y prisio­

57 G il F orto u l ; Historia..., Tomo I, p. 281.


58 Artículo 157, Constitución.- “La Asamblea Nacional, por mayoría de sus inte­
grantes, podrá atribuir a los Municipios o a los Estados determinadas materias de la
competencia nacional, afin de promover la descentralización"

486
C a r lo s E. W e f f e H.

nes, con cuyo objeto elegirán uno o dos individuos de su


seno que visiten las casas de prisión y cuiden que los presos
no sufran los rigores y malos tratamientos que la ley no ha
prescrito; la conservación de los pesos y medidas que fije la
Legislatura para las ventas; la regulación del peso y calidad
del pan, y de otras cosas que son de primera necesidad para
el abasto y subsistencia del pueblo; las licencias para los
pulperos y revendedores, cuyo importe no podrá ceder en
beneficio de ningún particular sino de los fondos de la Mu­
nicipalidad; la abolición y persecución de los juegos prohi­
bidos, que disipan el tiempo y arruinan la fortuna de los
ciudadanos; la licencia, restricción, regulación y orden de
los espectáculos y diversiones públicas, y de los trucos, bi­
llares y otros lugares de pasatiempo; la apertura, conserva­
ción, reparo y mejora de los caminos públicos; la navega­
ción de los ríos; la subsistencia del fluido vacuno; y todo lo
demás que fuere necesario para llevar a efecto estos objetos;
bien que la Legislatura podrá ampliar y restringir por leyes
particulares la jurisdicción de las Municipalidades, según
lo juzgare conveniente' Pueden además imponer penas lige­
ras que no sean injuriosas ni infamatorias, y establecer con­
tribuciones moderadas 'sobre los carruajes y bestias de ser­
vicio que transitan por los caminos y (sic) los arruinan y
deterioran, o sobre las personas sin propiedad, que nada
contribuyen para las cargas del Estado y gozan de todas las
ventajas del orden social"59

Sin embargo, conocida es la escasa -por no decir nula- in­


fluencia práctica de las Constituciones Provinciales, e incluso
de la Constitución Federal para los Estados de Venezuela de
1811 en la conformación de la República, que bien pronto -y
por largo tiempo- se vio regulada por el Derecho de la Guerra,
donde cualquier forma de autonomía de las entidades locales
era poco menos que una entelequia, y donde los antes podero­
sos Ayuntamientos dieron paso a un brusco y doloroso proceso
de unificación política, del que saldrían unos Municipios -o
Municipalidades, en la terminología de la época- severamente
debilitados, frente a sus pares de la Colonia.

59 G i l F o r t o u l ; Historia..., T o m o I, p p . 2 8 5 y 2 8 6 .

487
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Ahora bien, las condiciones prácticas del ejercicio del poder


de los Municipios -o Cantones- durante la Guerra de Indepen­
dencia, aunado a las condiciones propias del territorio y de la
idiosincrasia propia de los colombianos tenía por obvia conse­
cuencia la extensión de facto de la autonomía municipal sobre
la base de los vacíos de la legislación central, e incluso aprove­
chando algunas de las facultades que en su favor consagraba el
ordenamiento. G i l F o r t o u l apunta a este respecto la posibilidad
de los Cantones de diferir -teóricamente- hasta nuevo aviso la
ejecución de cualquier orden o reglamento del poder central, en
cuatro casos: (i) cuando la orden era opuesta a la Constitución60;
(ii) cuando no había sido comunicada por el Ministro de Estado
respectivo, o podía dudarse prudentemente de su autenticidad;
(iii) cuando evidentemente se había obtenido con engaño o ex­
pedido contra alguna ley; y (iv) cuando se juzgaba que de su
cumplimiento resultarían graves males que el Gobierno no hu­
biese podido prever61. Ilustrativo es, a este punto -y a pesar de
no tratarse de la aplicación concreta de estas regulaciones- lo
que G i l F o r t o u l señala respecto de los conflictos del Marqués
d e l T o r o , Intendente de la Provincia de Venezuela, para la eje­

cución del nombramiento de Francisco de B a r r u t l a como juez


político del Cantón de Caracas y el conflicto generado respecto
de la ejecución del Decreto mediante el que el Vicepresidente,
General en Jefe Francisco de Paula S a n t a n d e r , ordenaba el alis­
tamiento general de los ciudadanos entre 16 y 50 años, así como
la disputa entre los mismos actores respecto del Decreto de Cons­
piradores, del 17 de marzo de 1825, cuestiones que llevaron a
G il F o r t o u l a señalar lo siguiente:

"Obsérvese que este espíritu de independencia de la muni­


cipalidad de Caracas, imitado después por otras, revela que
renació bajo la República la tradición de los Ayuntamientos
60 Una forma bastante curiosa de control constitucional por órganos de la
Administración, que en nuestros días ha sido reconocida en la Sentencia N°
760/2003, del 4 de diciembre, del Tribunal Superior Primero de lo Conten­
cioso Tributario con Asociados, con ponencia del Conjuez Dr. Luis O rtiz
Á lvarez , caso Sociedad de Fabricación y Venta de Automóviles, S.A. (Sofaven) v.
República, consultada en original.
61 G il F ortoul ; Historia..., Tomo I, p. 509.

488
Carlos E. W effe H.

españoles, siempre celosos de sus atribuciones, y órganos a


menudo del progreso político en América. Pero semejante
actividad de los cuerpos municipales, tan vivaz al princi­
pio, irá debilitándose, hasta desaparecer por completo en
muchas partes, a pesar que el sistema federal se implanta en
la Constitución" 62

Con ello, a pesar de que el artículo 155 de la Constitución de


Colombia de 1821 -de Cúcuta- atribuía al Congreso el definir el
número, límites, atribuciones y cuanto conduzca a la mejor ad­
ministración de los Cabildos o Municipalidades63, es posible es­
pecular -con base en la información suministrada por el celebé­
rrimo historiador- que la autonomía municipal, al menos durante
la vigencia de la Colombia bolivariana, se verificó de facto, mas
no de derecho; cuestión que El Libertador terminó de un plu­
mazo con la asunción de poderes dictatoriales -por disposición
del Decreto Orgánico de 27 de agosto de 1828- y concretó, res­
pecto de las Municipalidades, mediante el Decreto de Supre­
sión de éstas, del 17 de noviembre del mismo año64. Dicho De­
creto estableció, en su artículo 5o, la competencia de los
Gobernadores para que éstos libren "los gastos ordinarios muy
precisos para la policía y administración de cada Cantón”, como
parte de la regulación del destino de las rentas municipales, y el
artículo 7o atribuye a los Jefes Políticos "y los de Policía, donde los
haya" las competencias municipales en su conjunto, " las que
desempeñarán por sí o por sus agentes, siempre que por otras dispo­
siciones no se hallen encargadas a una autoridad diferente".
Disuelta Colombia, y dictada la Constitución del Estado de
Venezuela de 1830, llama la atención respecto del tema que nos
ocupa que, en ejecución del artículo 179 de la Constitución, de

62 G il F o rto ul ; Historia..., Tomo I, pp. 579 a 588.


63 Artículo 155, Constitución de 1821.- "Subsisten los cabildos o municipalidades
de los cantones. El Congreso arreglará su número, sus límites y atribuciones y
cuanto conduzca a su mejor administración" B rew er -C arías ; Las Constituciones...
p. 391.
64 El texto de ambos Decretos puede consultarse en B rew er -C ar Ias ; Las Consti­
tuciones... pp. 407 a 412. Cfr. el análisis de G il F ortoul ; Historia..., Tomo I,
pp. 646 y 647.

489
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

acuerdo con el cual la ley nacional establecerá las atribuciones


de los Concejos Municipales, que deberán crearse en las cabece­
ras de cantón65, la Ley de 14 de octubre de 1830, dictada por el
Congreso Constituyente de Venezuela66, establece las rentas
municipales y su destino sobre la base de que "sin rentas munici­
pales no pueden los pueblos ni las diputaciones provinciales prom o­
ver la policía interior y exterior con arreglo al sistema de gobierno
centro-federal establecido por la Constitución", en razón de lo cual
el numeral 19 del artículo 2o atribuye a los Concejos, como in­
gresos propios, "el producto de [...] las multas que se impongan por
los gobernadores, jefes de cantón y jueces de paz, por faltas o trans­
gresiones de las ordenanzas de policía, y las demás que no tengan
otro destino señalado por la ley", el cual se invertirá, ex artículo 6,
numeral 10, a "cuanto mire a la policía rural y urbana".
Por su parte, el ordinal 4o del artículo 2o de la Ley de 5 de
mayo de 1838 sobre rentas municipales -que deroga a la ante­
rior- define como rentas municipales a "las multas que se impon­
gan por los gobernadores, jefes políticos, alcaldes parroquiales y jue­
ces de paz por faltas o transgresiones de las ordenanzas de policía, y
las demás que no tengan otro destino por la ley"67; mas, sin embar­
go, el artículo 14 -que regula lo atinente a la inversión de los
ingresos del Concejo- no refiere en modo alguno a la policía
rural y urbana, como sí lo hacía la Ley de 1830, cuestión que
ratifican los artículos 2o, ordinal 4o y 9o de la Ley de27 de abril
de 183968, así como los artículos 2o, ordinal 4o y 8o dela Ley de 5
de marzo de 184669, si bien el artículo 2o limitaba el poder de
65 Artículo 1 7 9 , Constitución de 1 8 3 0 .- "Se establecerán Concejos municipales en
las cabeceras de cantón, cuyas atribuciones, duración yforma de elección designará
la ley y la Diputación provincial respectiva el número de sus miembros". B rew er -
C arías ; Las Constituciones... p . 4 5 6 .
66 Ley de 1 4 de octubre de 1 8 3 0 estableciendo las rentas municipales y su
destino, consultada en Leyes y Decretos de Venezuela (1830-1840). Tomo I.
Serie República de Venezuela, Biblioteca de la Academia de Ciencias Polí­
ticas y Sociales, Caracas, 1 9 8 2 , pp. 9 5 y 96.
67 Leyes y Decretos... Tomo I, p p . 4 8 9 a 4 9 1 .
68 Leyes y Decretos... Tomo I, p p . 5 1 9 a 5 2 1 .
69 Ley de 5 de marzo de 1 8 4 6 sobre rentas municipales, en Leyes y Decretos de
Venezuela (1841-1850). Tomo II. Serie República de Venezuela, Biblioteca de
la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 1 9 82, pp. 2 8 5 a 287.

490
C a r lo s E. W e f f e H.

imposición de multas por parte de los Concejos "siempre que


ninguna de ellas tenga aplicación especial por ley", y el artículo 8o
regulaba -nuevamente- el gasto de los Concejos destinándolo a
"cuanto mire a la policía urbana y rural".

No obstante, bueno es recordar que de conformidad con el


numeral 16 del artículo 161 de la Constitución de 1830, es fun­
ción de las Diputaciones Provinciales -órgano legislativo de las
Provincias- el "formar los reglamentos que sean necesarios para el
arreglo y mejora de la policía urbana y rural, según lo disponga la
ley, y velar sobre su ejecución", siendo que la forma idónea de
manifestación de la voluntad de la Diputación Provincial para
el ejercicio de la competencia que constitucionalmente le ha sido
atribuida es la de la Ordenanza, de acuerdo con el artículo 162
eiusdem70. Así, como desde ya puede verse, el poder de tipificación
de las conductas ilícitas castigables -aún indirectamente- por
los Concejos Municipales estaba reservada no a un órgano del
Cantón sino a uno distinto, propio de la Provincia.

La Constitución de 1857 incorpora por primera vez, consti­


tucionalmente hablando, al Poder Municipal como una de las
formas de división del poder público en Venezuela, tal como lo
preconiza su artículo 6°71. En este sentido, el artículo 85 de la
Constitución consagra el ejercicio del Poder Municipal "por los
Concejos municipales de las cabeceras de cantón y demás funciona­
rios y corporaciones parroquiales que designe la ley", y sus atribu­
ciones son ejercidas con autonomía "del gobierno de las provin­
cias", para lo cual el artículo 87, ordinal 2o eiusdem señala a los
Concejos el poder para "formar los reglamentos que sean necesa­
rios para el arreglo y mejora de la policía urbana y rural, según lo
disponga la ley, y velar sobre su ejecución". Sobre esa base, recién
promulgada la Constitución de 1857, el Congreso dicta la Ley

70 B re w e r-C a rIa s ; Las Constituciones... p. 455.


71 A r tíc u lo 6°, C o n s titu c ió n de 1857.- "El Poder público se divide para su adminis­
tración en Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Municipal. Cada uno de estos poderes
ejercerá las atribuciones que le señalan la Constitución y las leyes, sin excederse de
sus límites". B r e w e r-C a ría s ; Las Constituciones... p . 467.

491
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

de 25 de mayo de 1857 sobre rentas municipales72, que en el


ordinal 4o del artículo 2o establece como rentas municipales "las
multas que se impongan por el Jefe municipal del cantón, Concejo
municipal y jefes de parroquia", y el numeral 10 del artículo 7o
imputa el gasto del Concejo al que sea "indispensable para la po­
licía urbana y rural", con lo que -al menos en apariencia- se man­
tuvo el régimen imperante desde 1830, hasta quedar derogada
por la Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 1864.
En este sentido señala G il F ortoul lo siguiente:
"A los tres poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, se agre­
ga ahora un 'Poder Municipal'. Innovación que tendía a dos
fines aparentemente contradictorios: el uno, consecuencia
de la tradición boliviana, que prefirió siempre el sistema
unitario o centralista de las Constituciones de Angostura y
Cúcuta, en lugar del federalismo de 1811; el otro, que procu­
raba conservar en parte el compromiso centro-federal de 1830,
reemplazando la autonomía efectiva de las Provincias con
la autonomía teórica de los Municipios. De hecho, la apa­
rente contradicción vino a resolverse en el predominio del
elemento centralista, pues suprimidas las Diputaciones Pro­
vinciales, no se pasaron sus atribuciones políticas a los con­
cejos municipales, y las atribuciones económicas que a éstos
les señaló la ley del 25 de mayo de 1857 no difieren
sustancialmente de las que determinaba la ley de 1838. Au­
tónomos podían ser los municipios, en cuanto a asuntos no
políticos de interés local -esto solamente se les acordó en
1857-, lo mismo bajo el régimen federalista que bajo el régi­
men unitario" 73
Ahora bien, la Constitución de 1858 confunde al poder de la
Provincia y del Municipio en uno solo, con abrumadoras mues­
tras de autonomía, si entendemos que el poder de las Provincias
es ahora, formalmente, Poder Municipal. El artículo 122 lo defi­
72 Ley de 25 de mayo de 1857 sobre rentas municipales, en Leyes y Decretos de
Venezuela (1851-1860). Tomo III. Serie República de Venezuela, Biblioteca
de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 1982, pp. 576 a
578.
73 G il F orto ul , José; Historia Constitucional de Venezuela. 4a Edición, Tomo m
(La Oligarquía Liberal). Ediciones de la Dirección de Cultura y Bellas Artes
del Ministerio de Educación, Caracas, 1954, pp. 78 y 79.

492
C a r lo s E. W e f f e H.

ne, al señalar que el Poder Municipal "se ejercerá por una Legisla­
tura y un Gobernador en la provincia; por un Consejo y un Jefe mu­
nicipal en los cantones, y por los demás funcionarios y corporaciones
que establezca la Legislatura provincial" 74; el ordinal 4o del artícu­
lo 128 atribuye a las Legislaturas Provinciales el poder de "orga­
nizar los cantones y parroquias en su gobierno y administración", el
ordinal 7o les permite "crear y suprimir cantones y parroquias, de­
marcar sus límites y dirimir toda controversia que se suscitare entre
ellos sobre su demarcación y atribuciones" y -más importante a
nuestros fines- el ordinal 9o atribuye a las Legislaturas el poder
de "dictar leyes en todos los ramos de policía urbana, rural y correc­
cional", cuestiones que llevan a G il F ortoul a reflexionar del si­
guiente modo:
"En principio, la autonomía local es amplísima [... ] Las atri­
buciones de las Legislaturas se extienden a todo lo económi­
co y político que la Constitución no reserve expresamente al
Poder Nacional [...] Dentro de cada Provincia quedó tam­
bién reconocida la autonomía de los Cantones, por medio de
Concejos Municipales encargados de la administración lo­
cal. La importancia de semejante reforma la explicó Toro el 7
de agosto, diciendo: 'La Constitución del despotismo es muy
fácil: establezco mandatarios; mando, obedecen: esta es la
Constitución de Venezuela actualmente; Gobernadores, sim­
ples Gobernadores dependientes directamente del Poder Eje­
cutivo (¿alude a la Constitución reaccionaria de 1857?). La
forma que propone la comisión es más complexa; es la forma
que asegura las libertades públicas, dando a las localidades
mayores (Provincias) Gobernadores independientes y cuer­
pos legislativos, y subdividiéndose en otras inferiores (Can­
tones) con autoridades propias. Esto es complicado; pero es
precisamente lo que da garantías de libertad, pues no olvi­
demos que la sencillez en la forma conduce al despotismo"75
Con la Guerra Federal, y formalmente a partir de abril de
1864, fecha de publicación de la Constitución, los Concejos des­
aparecen de la vida republicana venezolana, al punto que, como
señala A rismendi, "[l]a Constitución de ese año y las posteriores hasta

74 B rew er -C arías ; Las Constituciones... p . 4 9 7 .


75 G il F orto ul ; Historia..., Tomo ni, p . 124.

493
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

1893 ni siquiera mencionan al Municipio, sin duda, preocupadas so­


lamente de la quimera autonómica de los Estados"76. No es sino hasta
1893, con la Constitución de ese año, que en las Bases de la
Unión el ordinal 2o del artículo 13 los Estados se obligan "A
reconocer en sus respectivas Constituciones la autonomía del Muni­
cipio y su independencia del poder político del Estado en todo lo con­
cerniente a su régimen económico y administrativo", con lo que
ahora, constitucionalmente, se da decidido empuje a la autono­
mía municipal, especialmente en su autonomía financiera y
organizativa. Es ilustrativo, a este respecto, el Acuerdo de la Alta
Corte Federal del 27 de junio de 1894, que declara insubsistentes
-deroga- varios artículos de la Constitución del Estado Los An­
des por colidir con la Constitución, en cuyo considerando 13
señala:
"Que el artículo 65 de la supradicha Constitución de Los
Andes que da a los Concejos Municipales la facultad de
elegir Jefes Civiles de los Distritos de adentro o fuera del
seno de la corporación, y el 67 que hace a dichos Jefes Civiles
agentes de los referidos Concejos, pugnan con la disposi­
ción del 66 de la misma Ley, que declara a dichos funciona­
rios, agentes inmediatos del Presidente del Estado y con el
compromiso 2o del artículo 13 de la Constitución Federal,
por el cual están obligados los Estados a reconocer en sus
respectivas Constituciones la autonomía del Municipio y su
independencia del Poder Político del Estado, en todo lo con­
cerniente a su régimen económico y administrativo, y es cla­
ro que el doble sometimiento de los Jefes Civiles del Distrito,
al Cuerpo Municipal y al Jefe del Poder Político, produce
necesariamente la confusión de poderes públicos que deben
hallarse separados y ejercer sus funciones, cada uno, en la
órbita que le determina la ley" 77
Criterio que la Alta Corte Federal ratifica en el Acuerdo de la
Alta Corte Federal del 9 de junio de 1897, por el cual se declara
76 A rism en di A gu ana ; Derecho Constitucional... Tomo I, p. 407.
77 Acuerdo de la Alta Corte Federal, de 17 de junio de 1894, que declara
insubsistentes varios artículos de la Constitución del Estado Los Andes
por colidir con la Constitución Nacional, en Leyes y Decretos de Venezuela
(1894-1896). Tomo XVIII. Serie República de Venezuela, Biblioteca de la
Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 1990, p. 141.

494
C a r lo s E. W e f f e H.

la colisión existente entre el artículo 86 de la Constitución del


Estado Zulia y la base 2a del artículo 13 de la Constitución78, así
como en decisión del 17 de febrero de 1897, por la cual se decla­
ra la colisión existente entre el artículo 71 de la Constitución del
Estado Zamora y el ordinal 2o del artículo 13 de la Constitución,
en los siguientes términos:
"[...] que por la forma absoluta en que está concebida la dis­
posición de la base 2a del artículo 13 de la Constitución Na­
cional, como por la naturaleza misma del principio en que se
funda, no es posible admitir la más ligera relación, ningún
punto de contacto, entre el Poder político que ejerce el Estado,
y las funciones y atribuciones de los Concejos Municipales
como Corporaciones encargadas de organizar y dirigir el ré­
gimen económico y administrativo del Municipio [...]
Que siendo esto así, es evidente que el artículo 71 de la Cons­
titución del Estado Zamora, al constituir a los Jefes Civiles de
Distrito en ejecutores de las órdenes de los Concejos Munici­
pales, cuando al mismo tiempo son órganos y agentes pro­
pios del Poder político del Estado, si bien no vulnera en su
letra la base 2adel artículo 13, Constitución Nacional, colide
con ella en su esencia y en el hecho de modo que ese doble
carácter de los Jefes Civiles del Distrito, como agentes del po­
der Político del Estado y del Poder Municipal, no se conforma
bien con la autonomía del Municipio, o por lo menos, con sus
intereses económicos y administrativos que, aún admitiendo
siempre la mayor suma de rectitud y buena fe, se resentirían
de la intervención de una autoridad extraña [...]
Que siendo el Municipio la unidad federal, y su autonomía
la base fundamental de las Repúblicas democráticas, nunca
serán bastante exquisitas las precauciones que se adopten
para preservar esa autonomía de toda invasión, y ponerla a
cubierto de todo lo que pueda quebrantarla o deprimirla" 79

78 Leyes y Decretos... Tomo XVIII, pp. 469 y 470.


79 Acuerdo de la Alta Corte Federal, de 17 de febrero de 1897, por el cual se
declara la colisión existente entre el artículo 71 de la Constitución del
Estado Zamora y la base 2a del artículo 13 de la Constitución Nacional, en
Leyes y Decretos de Venezuela (1897). Tomo XX. Serie República de Venezue­
la, Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas,
1990, pp. 27 y 28.

495
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

De otro lado, el artículo 20 de la Ley Orgánica del Distrito


Federal, de 2 de julio de 1900, califica al Municipio del Distrito
Federal como "autónomo en todo lo relativo a su régimen adminis­
trativo y económico, y en consecuencia, ejerce la soberanía por dele­
gación del pueblo, y por el órgano de los funcionarios y autoridades o
corporaciones que establecen sus leyes", en lo relativo -ordinal 2o-
a "la creación, recaudación, administración e inversión de sus ren­
tas", así como -ordinal 3o- a "la policía del mismo, en todos sus
ramos", lo que estará a cargo del Concejo Municipal, de acuer­
do con el artículo 21; y el artículo 28, especialmente importante
a nuestros fines, atribuye al Concejo la potestad de "dictar las
leyes, ordenanzas, acuerdos y resoluciones que reglamenten el ejerci­
cio de la soberanía que ejerce el Municipio en todos los ramos que se
expresan en la Sección I a de este Título". En este sentido, los artí­
culos 31 al 33 de la Ley atribuyen al Gobernador del Distrito, así
como a los Prefectos, Jefes de Parroquias e Inspectores de Poli­
cía, la competencia para arrestar hasta por tres días, e imponer
multas hasta de quinientos bolívares "a los que desobedezcan sus
órdenes o le falten al debido respeto, sin perjuicio de someterlos a
juicio, si así lo pidiere la gravedad de la falta"80, todo lo cual queda
ratificado por la Ley Orgánica del Distrito Federal del 30 de
junio de 1915, en sus artículos 27, ordinales I o y 2o, 33, ordinal
2o y, en lo relativo a las atribuciones del Gobernador, Jefes de
Policía, Inspectores de Policía y Prefectos, los artículos 5o,
ordinales 7o y 13, así como el artículo 1881.

Constitucionalmente hablando, la Carta Fundamental de


1901 repite el esquema de la Constitución de 1893, ya comenta­
do. Concretamente, el ordinal 3o del artículo 6 señala como Base
de la Unión de los Estados -y consecuencial compromiso entre

80 Ley Orgánica del Distrito Federal, del 2 de julio de 1900, en Leyes y Decretos
de Venezuela (1900). Tomo XXIII. Serie República de Venezuela, Biblioteca
de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 1992, pp. 119 y
120 .
81 Ley Orgánica del Distrito Federal, del 30 de junio de 1915, en Leyes y
Decretos de Venezuela (1915). Tomo XXXVIII. Serie República de Venezuela,
Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas, 1994,
pp. 536 a 543.

496
C a r lo s E. W e f f e H .

ellos- a reconocer como principio de su organización interna la


autonomía del Municipio y su independencia del Poder Político
del Estado, en todo lo concerniente a su régimen económico y
administrativo, con lo que consecuencialmente -y por primera
vez en la Constitución- se reconoce autonomía tributaria al
Municipio, al dársele la potestad para "establecer un sistema
rentístico, sujetándose a las disposiciones que contienen las bases 11,
12, 13 y 14, sin que se considere de modo alguno comprendido en la
obligación a que se contrae el número 28 de este artículo"82, cuestio­
nes que se resumen en las ya clásicas limitaciones directas al
poder tributario de los Municipios hoy contenidas en el artículo
183 de la Constitución de 1999, probablemente heredadas de
las limitaciones explícitas al poder de imposición municipal con­
tenidas en las Leyes de Rentas Municipales de 1830, 1838, 1846
y 1857, ya reseñadas. Este concepto de autonomía municipal se
repite en los artículos 7o, ordinal 3o de la Constitución de 1904;
12, ordinal 3o de la Constitución de 1909; 5o, ordinal 3o del Esta­
tuto Constitucional Provisorio de 1914,19, ordinal 4o de la Cons­
titución de 1914; 19, ordinal 4o de la Constitución de 1922; 14 y
18 de las Constituciones de 1925, 1928, 1929 y 1931; y 6o, 14 y
18 de las Constituciones de 1936 y 194583. Del esquema pro­
puesto se deduce, tal como señala H ernández R on comentando
la Constitución de 1936, que

"[...] la actividad administrativa de las Municipalidades se


desenvuelve (según clasificación de Royo Villanova) en esta
triple dirección: a) Administración jurídica: policía urbana y
rural, seguridad de las personas y propiedades, vigilancia y
guardería; b) Administración social: servicios municipales re­
ferentes al arreglo y ornato de la vía pública, comodidad e
higiene del vecindario, fomento de sus intereses morales y
materiales; y c) Administración financiera, ya de los bienes
(aprovechamiento, cuidado, conservación), ya de los recur­
sos (determinación, repartimiento, recaudación, inversión y
cuenta de los arbitrios e impuestos.

82 B rew er - C arías ; Las Constituciones... p. 669.


83 Vid. por todos B rew er -C arías ; Las Constituciones... pp. 693 a 972.

497
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

Como vemos, es amplio el radio de acción de las Municipa­


lidades y numerosos los fines de interés comunal que les
incumbe satisfacer. Y no podía ser de otra manera: las Muni­
cipalidades mismas, mejor que nadie, son las llamadas a
remediar las necesidades locales, con mayor conocimiento,
con mayor prontitud y con criterios especiales" 84

Amplitud en el alcance de la autonomía municipal que, sin


embargo, limita enfáticamente la Sala Política y Administrativa
de la Corte Federal y de Casación, en sentencia del 2 de diciem­
bre de 1937, en los siguientes términos:

"No podría admitirse en el caso de esta solicitud la aplica­


ción de criterios impregnados del concepto tradicional o his­
tórico de autonomía municipal que pudiéramos haber here­
dado de España; porque al implantarse desde nuestra
emancipación política, el régimen constitucional, las Muni­
cipalidades, como partes integrantes que son de los Estados
Federales que han venido suscribiendo las Bases de la Unión,
renunciaron implícitamente aquel concepto colonial de la
autonomía de los Municipios, y adoptaron de manera ex­
presa el que surge de la Constitución, esto es, una autono­
mía que no puede ir más allá de lo que rectamente se des­
prenda de las normas del derecho positivo Constitucional, o
lo que es lo mismo, no se trata de un gobierno libre dentro del
Estado, sino de un Poder regulado por el Constituyente, y
por el Legislativo ordinario.
Aunque desde el punto de vista sociológico puede afirmarse
que la autonomía municipal es emanación del pueblo, ante­
rior a los preceptos constitucionales de cualquier país, es lo
cierto que en derecho positivo venezolano, se le considera
como emanada exclusivamente de la Constitución, porque
es ésta, la que distribuye el Poder Público entre el Poder Fe­
deral, el de los Estados y el Municipal (Artículo 50) y les
señala sus respectivos límites, valiéndose de la definición
de atribuciones y facultades (Artículo 41). Por lo tanto, esta
autonomía municipal, restringida por la Ley Fundamental
de la República a precisas y limitadas atribuciones, no pue-

84 H ernán dez R o n ; Tratado... p. 341.

498
C a r lo s E. W e f e e H .

de ser absoluta, sino muy relativa, en el sentido de que aún


en el uso de las competencias y atribuciones que le han sido
otorgadas, debe guardarse muy bien el Concejo de no rivali­
zar con el Poder Federal, no debiendo sus actos, por sus
efectos en la ley económica de la oferta y de la demanda, es la
fijación, por cualquier Concejo Municipal, de un precio lími­
te a las ventas de cualquier artículo, sea o no de primera
necesidad.
Para invalidar doctrinas de autores adversas a su punto de
vista, el Síndico Procurador sostiene que nuestra organiza­
ción municipal difiere de la Argentina en que, 'mientras en
Venezuela por el Pacto Fundamental, el Municipio goza de auto­
nomía, de libertad de gobernarse por sus propias leyes y sin suje­
ción a ningún otro poder, dentro de las materias y con las limita­
ciones que también señala la Constitución, en la Argentina, con un
régimen más federal, son las Provincias las que organizan los
Municipios'

El párrafo preinserto encierra un grave error. Es verdad que


autónomo es el Cuerpo que se rige por la ley que él mismo se
ha dado; pero precisamente por ello, la autonomía munici­
pal en Venezuela no es genuina autonomía, porque aquí
tampoco las Municipalidades hacen su Ley. Ésta le da el
Poder Legislativo Nacional en la llamada Ley Orgánica del
Distrito Federal, y el Poder Legislativo de los Estados; y am­
bos Poderes a su vez, para dictar sus respectivas Leyes Or­
gánicas, tienen que someterse a las restricciones que para tal
autonomía municipal establece la Constitución, limitándola
a lo estrictamente relativa al régimen económico y adminis­
trativo; sólo en esto consiste la independencia municipal
respecto del Poder Federal (Artículo 6). Resulta, pues, que
nuestra autonomía está doblemente subordinada a otros
Poderes, en cuanto a la Ley que por ella se rige.
Para el caso, el efecto jurídico es el mismo toda vez que cuan­
to la Ley Orgánica de una municipalidad emana del Estado
Federal, por mandato de la Constitución, o cuando emana
del Estado regional a que la municipalidad pertenezca, como
sucede también en nuestras municipalidades de provincia;
se da la misma consecuencia de no regirse la municipalidad
por la ley que ella se ha dado, sino por la que otro poder le

499
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

impone, y esta circunstancia excluye la idea de verdadera


autonomía que, por definición, es darse su propia Ley".85

La Constitución de 1947 significó un cambio de paradigma


en la regulación constitucional de la autonomía municipal. Si
bien el contenido material de la autonomía municipal quedó
prácticamente inalterado, al punto que desde 1904 puede de­
cirse que la autonomía municipal está configurada del modo en
que lo está hoy en día86, fue más explícita la norma constitucio­
nal respecto del alcance y límites de la autonomía conferida al
Municipio. En efecto, los artículos 5 y 109 ratifican a favor del
Distrito Federal, el goce de la autonomía correspondiente a los
Municipios del país al igual que el artículo 6 de la Constitución
de 1945; el artículo 111 consagra limitaciones al poder de la
República y de los Estados para interferir en la autonomía mu­
nicipal mediante cualesquiera actos; y el artículo 112, especial­
mente importante para nuestros fines, indica con toda preci­
sión las competencias de los Municipios, del siguiente modo:

"Es de la competencia del Poder Municipal: [...]


5. Organizar y administrar sus rentas, que están constitui­
das por los ingresos provenientes de los siguientes ra­
mos:
a) Patentes sobre la industria, el comercio y toda clase
de vehículos;
b) Impuestos y contribuciones sobre inmuebles urbanos
y espectáculos públicos;
c) Venta, arrendamiento o explotación de ejidos y de­
más bienes propios, sin perjuicio, en lo referente a la
enajenación de ejidos, de lo dispuesto en el Artículo
119 de esta Constitución;

85 Sentencia de la Sala Política y Administrativa de la Corte Federal y de


Casación del 2 de diciembre de 1937, con ponencia del Magistrado Dr.
Pedro A r ism endi L., en el caso Gobernador del Distrito Federal, en acción de
nulidad por inconstitucionálidad contra Resolución del 18 de agosto de 1937 dictada
por el Concejo Municipal del Distrito Federal, en R om ero -M uci; Jurisprudencia...
Tomo I, pp. 18 a 20.
86 L a r es M artínez ; MflnuflL.pp. 584 a 586.

500
C a r lo s E. W e f f e H.

d) Derechos de aferición, acueductos, cementerios, alum­


brado público y otros servicios municipales;
e) El producto de las penas pecuniarias que impongan
las autoridades municipales en ejercicio de sus atri­
buciones legales, y el de las que, en virtud de leyes
especiales, se destine al fisco municipal, cualesquie­
ra que sea la autoridad que las imponga;
f) La parte del situado constitucional que le correspon­
da conforme al Artículo 238 de esta Constitución; y,
g) Las demás de carácter municipal" (Destacado nues­
tro)87

Es ese el fundamento de la enumeración de competencias


municipales que, desde entonces, ha realizado nuestro
constitucionalismo. La Constitución de 1953 atribuye a los Mu­
nicipios -o mejor dicho, a sus Concejos- la cualidad de autóno­
mo "en lo que concierne al régimen fiscal, económico y administrati­
vo de la Municipalidad, sin otras restricciones que las establecidas
por esta Constitución", de acuerdo con lo previsto en el artículo
18; se les reconoce personalidad jurídica en el artículo 19, e igual­
mente "no pueden ser intervenidas en el ejercicio de sus funciones, y
en Ordenanzas, Acuerdos y Resoluciones sólo podrán impugnarse
por ante la autoridad judicial competente", según la misma dispo­
sición; y el artículo 21 realiza la enumeración de marras en los
siguientes términos:

"Es de la competencia de las Municipalidades:


1. Organizar con sujeción a las leyes y reglamentos nacio­
nales sus servicios de abastos, acueductos, aferición de
pesas y medidas, alumbrado público, arquitectura civil,
asistencia social, cementerios, educación, mataderos, or­
namentación municipal, transportes urbanos y demás
de carácter municipal;
2. Fomentar y encauzar el urbanismo con arreglo a normas
que establezca la ley, en coordinación con los organis­
mos técnicos nacionales;
3. Dictar la Ordenanza que ha de regir la administración
de sus ejidos y bienes propios, en la cual se establecerá

87 B rew er -C arías ; Las Constituciones... pp. 1.005 y 1.006.

501
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

que los primeros son inalienables e imprescriptibles, sal­


vo para construcciones y para fines de reforma agraria;
4. Organizar y administrar sus rentas e ingresos, prove­
nientes de los siguientes ramos:
a) Patentes sobre la industria, el comercio y los vehícu­
los;
b) Los productos de la venta, arrendamiento o explota­
ción de ejidos y de bienes propios;
c) Servicios públicos municipales;
d) El producto de penas pecuniarias que impongan las
autoridades municipales y el de las que en virtud de
leyes especiales se destinen al fisco municipal;
e) Inmuebles urbanos y espectáculos públicos." (Desta­
cado nuestro)88
Y por su parte, la Constitución de 1961 entiende a los
Municipios -p or primera vez en forma expresa en el
constitucionalismo venezolano- como "la unidad política primaria
y autónoma dentro de la organización nacional", con personalidad
jurídica plena ex artículo 25, cuya organización -de acuerdo
con el artículo 26- "se regirá por esta Constitución, por las normas
que para desarrollar los principios constitucionales establezcan las
leyes orgánicas nacionales y por las disposiciones legales que en
conformidad con aquellas dicten los Estados", y cuya autonomía
comprende, de acuerdo con el artículo 29, (i) la libre elección de
sus autoridades: (ii) la libre gestión de las materias de su
competencia; (iii) la creación, recaudación e inversión de sus
ingresos; y (iv) la inimpugnabilidad de los actos municipales por
ante autoridades gubernativas estadales o federales. El artículo
30 de la Constitución en comentarios define como de la
competencia municipal la "policía municipal", donde se inserta
el artículo 31 cuando señala que:
"Los Municipios tendrán los siguientes ingresos:
1. El producto de sus ejidos y bienes propios;
2. Las tasas para el uso de sus bienes o servicios;
3. Las patentes sobre industria, comercio y vehículos, y los
impuestos sobre inmuebles urbanos y espectáculos pú­
blicos;
88 B rew er -C ar Ias ; Las Constituciones... p. 1.047.

502
C a r lo s E. W e f f e H.

4. Las multas que impongan las áutoridades municipales,


y las demás que legalmente les sean atribuidas;
5. Las subvenciones estatales o nacionales y los donativos; y
6. Los demás impuestos, tasas y contribuciones especiales
que crearen de conformidad con la ley" (Destacado nues­
tro)®

De lo que se sigue, siguiendo para ello el criterio de la Sala


Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia del 13
de noviembre de 1989 -y cuyo texto, por la claridad de su enun­
ciado, asumiremos como conclusión de este acápite- que

"1.- La Constitución atribuye autonomía política a los Muni­


cipios en el ámbito local, siempre que su ejercicio no interfie­
ra en el ámbito de competencia de las otras ramas del Poder
Público. En efecto, a los Municipios corresponde elegir a sus
autoridades, las cuales darán la orientación fundamental o
gobierno a cada una de las entidades municipales. Sin em­
bargo, según lo señala el artículo 25 de la Constitución, la
representación de los Municipios la ejercerán los órganos
que determine la Ley Nacional y el régimen electoral aplica­
ble será establecido por el legislador nacional, según lo pres­
crito en el ordinal 24° del artículo 136 ejusdem.
2- La Constitución confiere autonomía normativa limitada a
las Municipalidades, entendida ella no como el poder sobe­
rano de darse su propia ley y disponer de su existencia, sino
como el poder derivado de las disposiciones constituciona­
les de dictar normas destinadas a integrar el ordenamiento
jurídico general, en las materias de la competencia local,
incluso con respecto a aquellas que son de la reserva legal;
circunstancia ésta que ha dado lugar a que la jurispruden­
cia de este Supremo Tribunal haya otorgado carácter de 'le­
yes locales' a las Ordenanzas Municipales. En cuanto al
valor de esas fuentes de derecho emanadas de los Munici­
pios, en algunos casos se equiparan a la Ley Nacional, su­
puestos en los cuales se da una relación de competencia,
mientras que en otros debe subordinarse a las leyes nacio­
nales y estadales, supuestos en los cuales se da una relación

89 B rew er -C arías ; Las Constituciones... p. 1.074.

503
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

de jerarquía normativa, todo ello según lo predispuesto en el


texto constitucional.
3.- La Constitución atribuye autonomíafinanciera y tributaria
a los Municipios dentro de los parámetros estrictamente se­
ñalados en su artículo 31, con las limitaciones y prohibicio­
nes prescritas en los artículos 18,34 y 136 del mismo texto
constitucional, derivadas de la competencia del Poder Na­
cional, a fin de garantizar la autosuficiencia económica de
las entidades locales. No obstante, la Constitución sujeta a
la Ley Nacional y a las leyes estadales el aporte que reciben
las Municipalidades, por intermedio de los Estados, del Po­
der Nacional, al cual se denomina Situado Constitucional.
Por lo que respecta a los límites de la autonomía tributaria
municipal, su ejercicio debe supeditarse a los principios de
la legislación reglamentaria de las garantías constituciona­
les, que corresponde al Poder Nacional, ya que la legalidad
tributaria es una garantía ligada al surgimiento mismo del
Estado de Derecho.
4.- En materia de organización, la Constitución deja escaso
margen a las Municipalidades para el ejercicio de la autono­
mía, por cuanto establece con carácter mandatario en su ar­
tículo 26 que la organización de los Municipios se regirá por
la Constitución, por las Leyes Orgánicas Nacionales dicta­
das para desarrollar las normas constitucionales y por las
leyes estadales que se dicten en conformidad con las nor­
mas superiores mencionadas. A lo cual se agrega que, según
lo previsto en el artículo 27 ejusdem, podrá la ley nacional
establecer 'diferentes regímenes para la organización, go­
bierno y administración de los Municipios, atendiendo a las
condiciones de población, desarrollo económico, situación
geográfica y otros factores de importancia'. Estos han sido,
precisamente, los cometidos asignados por la Constitución
a la Ley Orgánica de Régimen Municipal, con lo cual ha
dejado al legislador nacional la posibilidad de regular la
organización de las entidades locales de modo flexible, es
decir, desde los principios básicos hasta el detalle de la com­
posición orgánica y funcional, según la ponderación y valo­
ración de oportunidad que tuviere el Poder Legislativo Na­
cional.
5.- La Carta Magna otorga igualmente personalidadjurídica y
autonomía administrativa a los Municipios, con arreglo a lo

504
C a r lo s E. W e f f e H.

previsto en sus artículos 25 y 29, ordinales 2oy 3o. En efecto,


con la personalidadjurídica les da patrimonio independien­
te y les confiere la posición jurídica inherente a la titulari­
dad patrimonial, tanto por lo que respecta a la esfera de los
derechos como a la de las obligaciones, y en tal sentido el
manejo de sus bienes e ingresos es también de su competen­
cia, como lo confirma el artículo 30 constitucional. Además
de la personalidad jurídica, la Constitución garantiza a los
Municipios 'la libre gestión en las materias de su competen­
cia', así como también, 'la creación, recaudación e inversión
de sus ingresos', con lo cual asegura el ejercicio indepen­
diente de la función administrativa que corresponde a los
Municipios, tanto en su ámbito interno como frente a los
ciudadanos y a la colectividad.
La 'libre gestión' garantiza a los Municipios la no interfe­
rencia de otros poderes en la administración de sus bienes y
asuntos y la exclusión de la relación de jerarquía o depen­
dencia administrativa frente a las autoridades nacionales y
estadales. Es por ello que 'los actos de los Municipios no
podrán ser impugnados sino por ante los órganos jurisdic­
cionales, de conformidad con la Constitución y las leyes',
según lo que dispone el aparte de su artículo 29. De manera
que la autonomía administrativa, al que la Constitución de­
nomina como 'libre gestión', se equipara a la no subordina­
ción o independencia de los Municipios en su actividad
administrativa. [... ]
En conclusión, la forma en que la Constitución vigente regu­
la la autonomía de los Municipios hace difícil la delimita­
ción de su concepto de manera global y absoluta, porque esa
tarea queda sujeta a la interpretación del entramado de nor­
mas constitucionales y legales destinadas a regular los di­
versos atributos de la autonomía local, como ha quedado
expuesto.
Así también, se debe concluir que los Municipios no gozan
de la 'plena libertad' para la inversión de sus ingresos, como
pretende el recurrente, porque esa plenitud no parece ser la
característica general de la 'libre gestión' que garantiza la
Constitución a los Municipios en las materias de su compe­
tencia, pues se trata más bien de una libertad condicionada,
no sólo por las limitaciones que directamente impone el cons­
tituyente sino por todas aquellas que pueden imponer el

505
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

legislador nacional y los legisladores estadales al ejercicio


de la autonomía municipal, de acuerdo con las normas de la
propia Constitución y dentro de los límites por ella indica­
dos" 90

c) Autonomía Municipal. Régimen actual.

Básicamente, el régimen autonómico municipal no sufrió


mayores modificaciones a propósito de la promulgación de la
Constitución de 1999, respecto de su antecesora de 1961. Como
señalan R a m ír e z v a n d e r V e l d e , B a u t e C a r a b a l l o y P l a n c h a r t
M e n d o z a 91, " [ 1 ] o s criterios anteriormente citados, si bien se refieren
a ordenamientos constitucionales que ya no se encuentran vigentes,
resultan en un todo aplicables bajo el régimen contemplado en la nue­
va Constitución”, criterio que ratifica A r is m e n d i cuando atribuye
a la Constitución de 1999, junto con la Constitución de 1961,
ventaja sobre sus predecesoras al restituir "la terminología a su
antiguo y real significado"92. En efecto, la Exposición de Motivos
de la Constitución, al comentar el Capítulo correspondiente al
Poder Municipal, indica que éste "[s]e inicia con una norma de
caracterización del Municipio, en la cual se incluye el reconocimiento
expreso de la autonomía municipal con la definición del contenido
mínimo que corresponde a esa cualidad esencial, así como la garan­
tía, jurisdiccional de la misma. Se incorpora una declaración general
sobre la participación como elemento consustancial con la naturaleza
del gobierno y la administración municipal"93.

Veamos. El artículo 168, ya citado, define al Municipio como


"la unidad política primaria de la organización nacional", en razón
90 Sentencia de la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia del 13 de no­
viembre de 1989, con ponencia de la Magistrada Dra. Josefina C alcaño de
T e m e l t a s ., en el caso Heberto Contreras Cuenca, en acción de nulidad por
inconstitucionalidad contra el artículo 93 de la Ley Orgánica de Régimen Munici­
pal, en R om ero -M uci; Jurisprudencia... Tomo I, pp. 25 a 29.
91 R am írez van der V elde , B aute C araballo y P la nchart M endoza ; Análisis... p .
85.
92 A rism en d i A gu a n a ; Derecho Constitucional... Tomo I, p. 408.
93 Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 5.453 Extraor­
dinario, del 24 de marzo de 2000.

506
C a r lo s E. W e f f e H.

de lo cual le reconoce "personalidad jurídica y autonomía dentro


de los límites de la Constitución y de la ley". Esta autonomía com­
prende (i) la elección de sus autoridades; (ii) la gestión de las
materias de su competencia; (iii) la creación, recaudación e in­
versión de sus ingresos; y (iv) la inimpugnabilidad de sus actos
por ante autoridades gubernativas de los Estados o de la Repú­
blica. La organización de los Municipios, según la dicción del
artículo 169, "se regirá por esta Constitución, por las normas que
para desarrollar los principios constitucionales establezcan las leyes
orgánicas nacionales, y por las disposiciones legales que de conformi­
dad con aquellas dicten los Estados". Sus competencias, ex artículo
178, comprenden "el gobierno y administración de sus intereses y
la gestión de las materias que le asigne esta Constitución y las leyes
nacionales, en cuanto concierne a la vida local, en especial la ordena­
ción y promoción del desarrollo económico y social, la dotación y
prestación de los servicios públicos domiciliarios, la aplicación de la
política referente a la materia inquilinaria con criterios de equidad,
justicia y contenido de interés social, de conformidad con la delega­
ción prevista en la ley que rige la materia, la promoción de la partici­
pación, y el mejoramiento, en general, de las condiciones de vida de
la comunidad"-, y entre sus ingresos destaca, en el numeral 5 del
artículo 179, "[e]Z producto de las multas y sanciones en el ámbito
de sus competencias y las demás que les sean atribuidas".
Con ello, se ratifica -respecto del ordenamiento jurídico vi­
gente en Venezuela desde 1999- el criterio de la Corte Suprema
de Justicia respecto del contenido y alcance de la autonomía
municipal bajo el imperio de la Constitución de 1961, ya citado
extensamente en páginas anteriores, y en definitiva se afirma
que la autonomía municipal no ha sufrido variaciones a este
respecto en el régimen hoy vigente. Así lo ha declarado el Tribu­
nal Supremo de Justicia, en Sala Constitucional, en diversas
decisiones, como la N° 1337/2000 del 8 de noviembre94; la N°
94 Sentencia N° 1337/2000, del 8 de noviembre, de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Dr. Iván R in ­
cón U rda neta , caso Instituto de Beneficencia Pública y Bienestar Social Del Esta­
do Táchira -Lotería del Táchira- v. Municipio Girardot del Estado Aragua, en
http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon /noviem bre/1337-081100-00-
1986.htm. 9 de julio de 2005.

507
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

1585/200095 y la N° 1586/200096, ambas del 19 de diciembre; la


N° 1535/2003 del 10 de junio, en cuyo texto se señala que "[c]on
los cambios sufridos en la Constitución de 1999, se mantiene en vi­
gencia los límites de la autonomía tributaria municipal" a los que se
refería la sentencia de la Corte Suprema de Justicia97; y la N°
886/2004 del 13 de mayo98.

En definitiva, desde el punto de vista histórico es posible atri­


buir al Municipio, aún parcialmente, el ejercicio de alguna esfe­
ra del poder punitivo general del Estado, o ius puniendi, en lo
tributario. En efecto, las regulaciones constitucionales y legales
analizadas indican, con toda claridad, que el Municipio puede,
cuando menos, imponer multas "en ejercicio de sus atribuciones
legales", además de las que, en virtud de leyes especiales, "se
destine al fisco municipal, cualesquiera que sea la autoridad que las
imponga", utilizando la dicción de la Constitución de 1947, base
de la regulación constitucional sobre la materia desde entonces;
e igualmente el artículo 114 de la Ley Orgánica de Régimen
Municipal99 -hasta hace muy poco vigente- establecía la obliga­

95 Sentencia N° 1585/2000, del 19 de diciembre, de la Sala Constitucional del


Tribunal Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Dr. Héctor
P eña T o rrelles , caso Iván Darío Badell v. Municipio Francisco de Miranda del
Estado Guárico, en http: / / www.tsj.gov.ve / decisiones /scon /diciembre /
1585-191200-00-1237.htm. 9 de jubo de 2005.
96 Sentencia N° 1586/2000, del 19 de diciembre, de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Dr. Héctor
P eñ a T o rrelles , caso Iván Darío Badell v. Municipio Bolívar del Estado Yaracuy,
en http:/ / www.tsj.gov.ve/decisiones/ scon/diciembre/1586-191200-00-
1239.htm. 9 de julio de 2005.
97 Sentencia N° 1535/2003, del 10 de junio, de la Sala Constitucional del Tri­
bunal Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Dr. Jesús Eduardo
C abrera R om ero , caso Iván Darío Badell v. Municipio Junín del Estado Táchira, en
http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/junio/1535-100603-00-0697.htm.
9 de julio de 2005.
98 Sentencia N° 886/2004, del 13 de mayo, de la Sala Constitucional del Tribu­
nal Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Dr. Jesús Eduardo
C abrera R om ero , caso Iván Darío Badell v. Municipio Iribarren del Estado Lara,
en h ttp ://w w w .tsj.gov.ve/d ecision es/scon/m ayo/886-130504-03-
1015%20%20.htm. 9 de julio de 2005.
99 Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 4.109 Extraordinario, del
15 de junio de 1989.

508
C a r lo s E. W e f f e H.

ción, para el Legislativo del Municipio, de incluir en las orde­


nanzas tributarias la indicación de " las penas y sanciones perti­
nentes", cuestión que ratifica el numeral 4 del artículo 165 de la
novísima Ley Orgánica del Poder Público Municipal100 al poner
en cabeza del Municipio el establecimiento del régimen "de in­
fracciones y sanciones", limitado por la cuantía de las penas se­
ñaladas en el Código Orgánico Tributario.

Ahora bien, ¿en qué consiste ese poder que, mediante la ter­
minología en comentarios, pone la Constitución y la ley en ca­
beza del Municipio? En la segunda parte, deberemos estudiar -
como anunciáramos- la naturaleza y formas del derecho de
punición del Estado, así como su justificación racional en el es­
tado federal; fundamentos con los cuales -tercera parte- podre­
mos desentrañar las cuestiones objeto de nuestro análisis.

2 - El ius puniendi.

a) N otas definidoras.

Axiomáticamente es posible afirmar, con J im é n e z d e A s ú a , que


homines non requirunt rationes carum rerum quas semper vident,
esto es, no son necesarias razones para aquello que siempre ha
sido evidente; mas, sin embargo, debemos señalar con el maes­
tro español que "no basta que [el ius puniendi] haya existido siem­
pre para que se le estime como justo"101. Así, resulta indispensable
adentramos en la justificación filosófica del derecho que, desde
su constitución, ha exhibido el Estado para castigar a quienes,
con su accionar consciente y libre, han transgredido el orden
social expresado en el Derecho.

Desde el punto de vista del psicoanálisis, es posible funda­


mentar el derecho de punición del Estado en la necesidad de

100 Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 38.204, del 8 de


junio de 2005.
101 J iménez d e A súa , Luis; Tratado de Derecho Penal. Tomo II (Filosofía y Ley Penal).
4a Edición actualizada. Editorial Losada, S.A, Buenos Aires, 1954, p. 13.

509
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

represión extema de los instintos antisociales mediante el displacer


-pena- asociado a la satisfacción de la pulsión102 -necesidad in­
terna de conducta- ilícita103. En palabras del padre del psicoa­
nálisis, el austríaco Sigmund F reud:

"Ateniéndonos ahora a la experiencia clínica que la prácti­


ca psicoanalítica nos ofrece, vemos que la satisfacción de la
pulsión reprimida será posible y plácente en sí, pero incon­
ciliable con otros principios y aspiraciones. Despertaría,
pues, placer en un lugar y displacer en otro. Por tanto, sería
condición indispensable de la represión el que el motivo de
displacer adquiera un poder superior al del placer produci­
do por la satisfacción. El estudio psicoanalítico de la neuro­
sis de transferencia nos lleva a concluir que la represión no
es un mecanismo de defensa originalmente dado, sino que,
por el contrario, no puede surgir hasta después de haberse
establecido una precisa separación entre la actividad
anímica consciente y la inconsciente. Su esencia consiste ex­
clusivamente en rechazar y mantener alejados de lo consciente a
determinados elementos. Este concepto de la represión tendrá
su complemento en la hipótesis de que antes de esta fase de
la organización anímica serían los restantes destinos de las
pulsiones -la transformación en contrario y la orientación

102 Resumidamente, la esencia de la pulsión se encuentra en su origen interno,


esto es, parte del propio individuo, siendo ineficaz la fuga para su supre­
sión y su naturaleza biológica, constituyéndose así en estímulos internos
para el despliegue de una conducta dada mediante el mecanismo placer-
displacer, desarrollado por el psicoanálisis; de forma tal que, como lo
señala Sigmund F reud , " [ s ] z consideramos la vida anímica desde el punto de vista
biológico, se nos muestra la 'pulsión' como un concepto límite entre lo anímico y lo
somático, como un representante psíquico de los estímulos procedentes del interior
del cuerpo que arriban al alma y como una magnitud de la exigencia de trabajo
impuesta a lo anímico a consecuencia de su conexión con lo somático". F reu d ,
Sigmund; "Las Pulsiones y sus Destinos", en Los Textos Fundamentales del
Psicoanálisis. Selección de textos de Arma F r eu d . Traducción del original
alemán por L. L ópez B allesteros y R. R e y . Altaza, Barcelona, 1993, p. 252.
103 y es en la calificación de ilicitud de la pulsión criminal, como de licitud de
la reacción del Estado mediante el ejercicio de su poder-deber de punición,
que el ius puniendi encuentra el fundamento deóntico que caracteriza en
sustancia al Derecho.

510
C a r lo s E. W e f f e H.

contra el propio sujeto- lo que regiría la defensa contra las


pulsiones" (Destacado nuestro)104

En este sentido, será fundamento del derecho de punición la


necesidad de crear barreras a las pulsiones que, de forma
atentatoria contra la pacífica vida en común, son susceptibles
de gobernar la conducta humana; en otras palabras, el ius
puniendi no es otra cosa que el derecho a la represión externa
del comportamiento humano lesivo del interés del grupo. En
otras palabras, igualmente desde la base del psicoanálisis y del
análisis de F r e u d , lo explica J im é n e z d e A s ú a :

"El Psicoanálisis nos ha revelado la raíz profunda del casti­


go. Éste se debe en primer término al deseo colectivo de expia­
ción. Sigmund Freud, al hacer el estudio del tabú lo puso de
manifiesto y después lo desarrollaron sus discípulos,
Alexander y Staub, Reik, Wittels, etc. Freud, señalando el
parentesco entre la expiación y el sadismo, así como la iden­
tidad del criminal y de sus perseguidores, dice: 'Cuando un
individuo ha conseguido satisfacer un deseo reprimido, to­
dos los demás miembros de la colectividad deben experi­
mentar la tentación de hacer otro tanto; para reprimir esta
tendencia es necesario castigar la audacia de aquel cuya
satisfacción se envidia, y sucede además, con frecuencia,
que el castigo mismo proporciona a los que lo imponen la
ocasión de cometer a su vez, bajo el encubrimiento de la
expiación, el mismo acto impuro. Es este uno de los princi­
pios fundamentales del orden penal humano y se deriva,
naturalmente, de la identidad de los deseos reprimidos en el
criminal y en aquellos que se hallan encargados de vengar a
la sociedad ultrajada'.

La pena injusta subleva el resto de libertad que al hombre le


queda incluso en las tiranías; pero, por modo inverso, la
lenidad causa también acciones delictivas: cuando el mal­
hechor escapa a una pena merecida, también se subleva

104 F r eud , Sigmund; "La Represión", en Los Textos Fundamentales del Psicoanáli­
sis. Selección de textos de Anna F reud . Traducción del original alemán por
L. L ó pez B a llesteros y R. R e y . Altaza, Barcelona, 1993, pp. 646 y 647.

511
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

nuestro espíritu de justicia. Esta fundón expiatoria de la pena


no queda bien ilustrada si no insistimos en la relación que
existe entre el super-yo y las autoridades exteriores. Aquel
clamor porque el delito sea expiado, se explica de este modo:
el super-yo se ha formado precisamente a expensas del ello,
mas no sin tremendos conflictos y constantes angustias; esa
parte adaptada a la vida social de cada hombre, es por de­
más lábil; el impulso ancestral es tan vigoroso que el super-
yo necesita para conservar su fuerza represiva el auxilio con­
tinuado de las autoridades exteriores. Por eso el yo reclama
la pena en cada infracción del derecho para poder aplacar
las tribulaciones que le producen los instintos revelados con­
tra la vigilancia del super-yo. Como el mal ejemplo de los
delincuentes produce efectos de seducción sobre los instin­
tos reprimidos, aumentando su empuje, el yo necesita que el
super-yo se robustezca y para eso precisa el apoyo de las
personas que ejercen la autoridad y que representan el mo­
delo del super-yo"105

Obviamente, un modelo como el apenas esbozado supone la


aceptación de una estructura externa al hombre que pueda im­
poner el modelo considerado como correcto, al cual la pulsión
morbosa se opone, y que requiere -como modelo del super-yo al
que se refiere Jim é n e z d e A s ú a - la fijación previa, estricta y escri­
ta106 de las normas de conducta -contenido deóntico- que, com­
paradas con la pulsión exteriorizada, fundamentan la acción
exterior del Estado, garante natural del orden social, para casti­
gar la acción criminosa, restablecer el equilibrio social dañado,
regenerar a quien ha obrado en contravención con lo socialmen­
te requerido y prevenir la repetición de la conducta disvaliosa,
sea por su autor o por otros.

En efecto, cualquier forma de Estado, independientemente


de la teoría que se siga respecto de su origen, ostenta como ca­
racterística fundamental el monopolio del castigo, entendido éste
como la posibilidad de actuación del Estado tendiente al resta­
blecimiento de la paz social quebrantada por la transgresión de
105 Jim énez de A sú a ; Tratado... p . 15.
!06 Fundamentos del principio de reserva legal punitiva.

512
C a r lo s E. W e f f e H .

las normas de convivencia -prescripciones de contenido jurídi­


co- por medio de la imposición, previo un debido procedimien­
to, de una sanción al sujeto que con su accionar ha vulnerado el
ordenamiento que le prohibía un determinada conducta, sea
ésta activa u omisiva. Ahora bien, debe insistirse: ¿existe para el
Estado un pretendido derecho a castigar?; y de existir, ¿cuáles
son sus fundamentos y límites?.

Las respuestas a estas preguntas fueron la base de la monu­


mental construcción dogmática que dio nacimiento, desde me­
diados del Siglo XVIII, al Derecho Penal liberal y garantista cuya
influencia, con sus bemoles, aún disfruta la mayoría de la civili­
zación occidental hoy en día. Ahora, como bien señala Jim é n e z
de A sú a:

"A primera vista parecería superfluo preguntar si hay dere­


cho a penar, ya que desde hace muchos siglos, el organismo
colectivo que hoy denominamos Estado descargaba sobre los
infractores los más tremendos castigos. Homines non requirunt
rationes carum rerum quas semper vident. El derecho de penar ha
seguido las vicisitudes de la norma de cultura, y cuando ésta,
en los siglos pasados, permitía las mayores crueldades, la
pena iba acompañada de bárbaros sufrimientos"107

Sin embargo, es precisamente la idoneidad y la necesidad de


ese derecho ilimitado e indiscutido al castigo lo que lleva a los
pensadores de la Ilustración a cuestionar su existencia y límites,
aun cuando por medio del desarrollo de ideas más amplias que,
por su amplitud, se veían condenadas a quedar " ocultas para
quienes tuviesen interés en ocultar su existencia", o bien "aparecían
vinculadas a casos muy concretos" 108.

Sobre esta base, y desarrollando en este punto las ideas de

107 Jim énez de A sú a , Luis; La Ley y el Delito. Principios de Derecho Penal. 13a Edi­
ción, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1984, p. 40.
108 T om ás y V a lie n t e , Francisco; Introducción al libro de B e c c a r ía , Cesare; De los
delitos y de las penas. Traducción del original italiano por Francisco T om ás y
V a lie n t e . Ediciones Aguilar, Madrid, 1982, p. 16

513
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

M o n t e s q u ie u , el Marqués de B e c c a r ía concibe al llamado por la

dogmática penal clásica ius puniendi como aquella porción del


poder del Estado que cede cada uno de los integrantes del gru­
po social -en el sentido de R o u s s e a u - con el propósito de que
aquél protegiese a cada uno de los individuos de la transgresión
de la paz del grupo por parte de alguno de sus individuos, o
incluso de agentes extraños. De esta idea, B e c c a r ía extrae el lla­
mado principio de mínima intervención como característico del
Derecho Penal, con fundamento en que la actuación del poder
punitivo del Estado, como poder delegado y contingente, debe
utilizarse sólo en caso de extrema necesidad, pues todo lo de­
más es abuso y no justicia; es hecho, no ya derecho. Así lo dijo el
célebre lombardo:
"No hay que esperar ningún beneficio duradero de la políti­
ca moral si esta no está fundada sobre los sentimientos inde­
lebles del hombre. Cualquier ley que se desvíe de estos en­
contrará siempre una resistencia contraria, que vencerá al
fin; de la misma manera que una fuerza, aunque sea míni­
ma, vence si es aplicada continuamente a cualquier violento
movimiento comunicado a un cuerpo.
Consultemos el corazón humano y en él encontraremos los
principios fundamentales del verdadero derecho del sobe­
rano a castigar los delitos.
Ningún hombre ha hecho donación gratuita de parte de la
propia libertad en atención al bien público; tal quimera solo
existe en las novelas. Si fuese posible, cada uno de nosotros
querría que los pactos que vinculan a los otros no nos vincu­
lasen a nosotros; cada hombre se hace a sí mismo centro de
todas las combinaciones del universo.
La multiplicación del género humano, pequeña por sí mis­
ma, pero muy superior a los medios que la estéril y abando­
nada naturaleza ofrecía para satisfacer las necesidades que
cada vez más se interponían entre ellos, reunió a los prime­
ros salvajes. Las primeras uniones hicieron que necesaria­
mente se formasen otras para resistir a las primeras; y de
este modo el estado de guerra se trasladó del individuo a las
naciones.
Las leyes son las condiciones con que hombres indepen-

514
C arlo s E . W effe H.

dientes y aislados se unieron en sociedad, fatigados de vivir


en un continuo estado de guerra y de gozar una libertad
convertida en inútil por la incertidumbre de conservarla.
Sacrificaron una parte de ella para gozar la restante con
seguridad y tranquilidad. La suma de todas estas porciones
de libertad sacrificadas al bien de cada uno constituye la
soberanía de una nación, y el soberano es el legítimo deposi­
tario y administrador de ellas. Mas no bastaba con formar
este depósito; era necesario defenderlo de las usurpaciones
privadas de cada hombre en particular, quien trata siempre
de quitar del depósito no solo la propia porción, sino tam­
bién la de los otros. Se requerían motivos sensibles que bas­
taran para desviar el ánimo despótico de cada hombre de su
intención de volver a sumergir las leyes de la sociedad en el
antiguo caos. Estos motivos sensibles son las penas estable­
cidas contra los infractores de las leyes. Digo motivos sensi­
bles porque la experiencia ha hecho ver que la masa no adopta
principios estables de conducta, ni se aleja de aquel princi­
pio universal de disolución que se observa en el universo
físico y en la moral, sino por motivos que inmediatamente
impresionan los sentidos, y que se ofrecen continuamente a
la mente para compensar las fuertes impresiones de las pa­
siones parciales, que se oponen al bien universal; ni la elo­
cuencia, ni las declamaciones, ni siquiera la más sublime
verdad son bastantes para frenar por mucho tiempo las pa­
siones excitadas por las vivas impresiones de los objetos
presentes.
Fue, pues, la necesidad la que constriñó a los hombres a
ceder parte de la propia libertad: es, pues, cierto que cada
uno no quiere poner de ella en el depósito público más que
la mínima porción posible, la que baste para inducir a los
demás a defenderlo. La agregación de estas mínimas porcio­
nes posibles constituye el derecho de penar; todo lo demás
es abuso y no justicia; es hecho, no ya derecho"109

Así, el ius puniendi es entendido por B e c c a r ía como la suma


de las delegaciones particulares que cada uno de los ciudada­
nos hace en el Estado de su potestad, entendida como derecho

109 B eccaría ; De los Delitos.. pp. 71 a 73.

515
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

individual, de vengar las violaciones que de su paz haga cual­


quier persona. En términos similares percibe C h io s s o n e al dere­
cho de castigar, pues en su opinión " por razones derivadas del
concepto mismo del Derecho, que 'es principio del orden' o 'elemento
orgánico de las sociedades', extraemos de nuestro patrimonio jurídi­
co los derechos penales que no ejercemos sólo en virtud de la cesión
ficticia que de ellos hacemos a la persona jurídica del Estado, quien,
ejerciéndolos, defiende la sociedad de los ataques nocivos del hecho
punible", de lo que concluye que la expuesta "es la fundamentación
jurídica del Derecho Penal, del derecho que tiene el Estado para im­
poner castigos a los infractores de la ley"110
Por su parte J i m é n e z d e A s ú a , en agudo análisis
metodológicamente inspirado en H e g e l , concluye que el Estado
tiene, efectivamente, derecho a castigar las transgresiones de
sus ciudadanos al orden social imperante, ya no únicamente
sobre la base de la venganza pública y del sufrimiento inducido
por la pena, que canaliza así los instintos ancestrales del hombre:
la retribución, la venganza y el sadismo, sino sobre el sostén de
la necesaria restitución de la paz social, combinada con la
educación, rehabilitación y reinserción social del sujeto que, con
su hacer consciente y libre, ha quebrantado el equilibrio del
grupo111, con lo que en definitiva deberemos decir junto con
F e r n á n d e z C a r r a s q u il l a que el ius puniendr.

"se refiere a la facultad o potestad que el Estado tiene para


castigar el crimen, si ella es o no un derecho y en qué sentido;
cuál sería su fundamento, etc. Este es un tema que sin razón
se ha abandonado a la filosofía del derecho penal, junto con
el de la esencia y los fines de la pena y la justificación de
ésta. En verdad, el llamado derecho penal subjetivo no es
otra cosa que una potestad derivada del imperio o soberanía
estatal. Según el momento en que se desenvuelva, el ius
puniendi puede revestir la forma de una potestad represiva
(momento legislativo), de una pretensión punitiva (momen­

110 C h iossone , Tulio; Manual de Derecho Penal Venezolano. Ediciones de la Facul­


tad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezue­
la, Caracas, 1992, p. 15.
111 J im énez de A súa ; Tratado..., pp. 14 a 16.

516
C arlo s E . W effe H.

to judicial), o de una facultad ejecutiva (momento ejecutivo o


'penitenciario')" (Destacado nuestro)112

Así las cosas, si tomamos como premisa que el ius puniendi no


es sino una potestad, entendida como aquel poder jurídico de
injerencia del Estado en la esfera jurídico-subjetiva de los parti­
culares sustentados en la necesidad de satisfacción de un inte­
rés general protegido por el Derecho -el bien jurídico violado
por el hecho punible113-, siguiendo en ello a W e l z e l 114, pareciera
entonces natural reconocer, junto con R o x in , que si bien el Dere­
cho se divide "en los tres grandes campos del Derecho civil, el Dere­
cho público y el Derecho penal, con ello se desmembra e independiza
el Derecho penal del Derecho público en sentido estricto por razones
tradicionales y por su especial significación; pero ello no cambia para
nada su pertenencia sistemática al Derecho Público en sentido am­
plio"115.

Es en este sentido, de prevención general de la sociedad frente


a la acción criminal, que entiende al ius puniendi el padre del
funcionalismo, el alemán Günther J a k o b s , para quien "es necesa­
ria una expectativa de que todos mantengan en orden su círculo de
organización, para que no se produzcan efectos exteriores mediante
los que podrían resultar dañados otros"116, orden que está enco­

Juan; Derecho Penal Fundamental. 2a Edición, Vol. I.


112 F e rn á n d e z C a r r a s q u i l la ,
Temis, Bogotá, 1998, p. 13.
113 Vid. W e f fe H, Carlos E; "La Verificación y los Derechos de los Contribu­
yentes en el Procedimiento Penal Tributario", en VII Jornadas Venezolanas
de Derecho Tributario (El Contencioso Tributario - Facultades de la Administra­
ción Tributaria y Derechos y Garantías de los Contribuyentes). Ediciones de la
Asociación Venezolana de Derecho Tributario, Caracas, 2004, p. 313.
1 1 4 W e l z e l , Hans; Derecho Penal Alemán - Parte General. 11a Edición. Traducción
del original alemán por Juan B u sto s R am írez y Sergio Y á ñ e z P é re z . Editorial
Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1970, pp. 11 a 21.
115 R o x in , Claus; Derecho Penal. Parte General. Tomo I. Traducción del original
alemán y notas por Diego-Manuel L u z ó n P e ñ a , Miguel D íaz y G a r c ía C o n lle d o
y Javier d e V ic e n te R em esal. Civitas, Madrid, 1999, p. 43.
116 Jak o b s, Günther; Derecho Penal. Parte General (Fundamentos y Teoría de la Im­
putación). 2a Edición corregida. Traducción del original alemán por Joa­
quín C u e ll o C o n t r e r a s y José Luis S e r r a n o G o n z á le z de M u r i l lo . Marcial
Pons, Madrid, 1997, p. 11.

517
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

mendado fundamentalmente al Estado a través del ius puniendi,


conceptualizado -en definitiva- como el poder jurídico de ac­
tuación del Estado, derivado de su imperium que le permite de­
finir, perseguir y castigar las conductas que atentan contra un
ordenamiento jurídico determinado, con el fin de asegurar el
ordenado funcionamiento de la sociedad dentro de los
parámetros del Estado Social de Derecho y de Justicia, según la
concepción que del ius puniendi maneja la Sala Constitucional
del Tribunal Supremo de Justicia117.

b) M omentos de configuración.
Siguiendo en ello a F e r n á n d e z C a r r a s q u il l a 118, es posible dis­
tinguir tres momentos de configuración -o dicho de otro modo,
tres modos de caracterización- del ius puniendi, a saber: (i) legis­
lativo, o potestad represiva; (ii) judicial, o pretensión punitiva; y
(iii) ejecutivo, o penitenciario.

b.l. Legislativo.
El momento legislativo, o potestad represiva, es el primero de
ellos. En él, el Estado crea las normas que tipifican en forma
previa, escrita y estricta -legalidad- los hechos punibles y sus
consecuencias, noción que se identifica con la reserva legal, en
nuestro caso penal tributaria. Como ya desarrolláramos en una

117 En este sentido, ver Sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en Sala
Constitucional N° 915/2005, del 20 de mayo, con ponencia del Magistrado
Dr. Francisco C arrasquero L ó pez , caso Kennedy Manuel Sánchez Urdaneta,
consultada en http: / / www.tsj.gov.ve /decisiones /scon /mayo /915-200505-
04-2186.htm. 18 de julio de 2005.
118 El ius puniendi, a juicio de F ernán dez C arrasquilla , "se refiere a lafacultad o
potestad que el Estado tiene para castigar el crimen, si ella es o no un derecho y en
qué sentido; cuál sería su fundamento, etc. Este es un tema que sin razón se ha
abandonado a lafilosofía del derecho penal, junto con el de la esencia y losfines de la
pena y la justificación de ésta. En verdad, el llamado derecho penal subjetivo no es
otra cosa que una potestad derivada del imperio o soberanía estatal. Según el mo­
mento en que se desenvuelva, el ius puniendi puede revestir la forma de una
potestad represiva (momento legislativo), de una pretensión punitiva (momento
judicial), o de una facultad ejecutiva (momento ejecutivo o 'penitenciario')".
F ernán dez C arrasquilla ; Derecho Penal... p. 13.

518
C a r lo s E. W e f f e H.

oportunidad anterior119, es propio señalar que la ley penal se


erige en garantía de libertad para los ciudadanos respetuosos
del Derecho, e igualmente constituye la base de la integridad de
los derechos del delincuente una vez acaecido el hecho puni­
ble120. Sin embargo -para que tales garantías tengan un susten­
to efectivo-, la proposición que así se enuncia requiere desdo­
blarse en varias acepciones, o puntos de vista desde los cuales
quedan debidamente salvaguardadas las garantías ciudadanas
frente al potencial abuso del Estado. Estas condiciones se resu­
men -sumariamente- en el carácter previo, estricto y escrito de la
ley penal.

En primer lugar, la ley penal debe ser previa a los hechos que
pretenden ser juzgados bajo su imperio, toda vez que de ello
depende, en buena medida, el cumplimiento de los fines de la
norma punitiva, en función garantista, preventiva y represiva,
tanto general como especial; o dicho en otras palabras, como
mecanismo de advertencia al eventual infractor del alcance del
displacer -la pena, en la terminología de Freud- que le acarrea­
ría la realización de la conducta prohibida, así como de límite
material al ejercicio del poder punitivo por parte del Estado, en
cualesquiera de sus manifestaciones.

En segundo lugar, la ley penal debe ser estricta para cumplir


con las finalidades de ultima ratio del Derecho Penal. En efecto,
el carácter estricto de la ley penal sirve fundamentalmente como
límite al ejercicio del ius puniendi por parte del Legislador y del
Juez, en lo atinente a la aplicación retroactiva de las normas
punitivas, la creación de tipos deliberadamente abiertos o inde­
terminados o a la creación por vía de la integración analógica, de

119 W e ffe H., Carlos E; "Leyes Penales en Blanco en el Derecho Penal Tributa­
rio Venezolano", en VI Jomadas Venezolanas de Derecho Tributario - Impuesto
sobre la Renta e Ilícitos Tributarios. Ediciones de la Asociación Venezolana de
Derecho Tributario. Caracas, 2002, pp. 333 a 387.
120 Gráficamente, se ha dicho que el principio nullum crimen, nulla poena sine
lege es "garantía de libertad para quienes no infringen la norma -nullum crimen
sine lege- y que se presenta, además, como la Charta Magna del delincuente -
nulla poena sine lege-." Vid Iim énez de A sú a ; Tratado... p. 380.

519
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

nuevos tipos penales que imposibiliten la función de prevención


a que se refiere el carácter previo de la ley penal, ideas que pue­
den resumirse, al igual que la de la ley previa, en la noción de
certeza.

Finalmente, la norma penal exige, para su validez constitu­


cional, su consagración en urna ley formal -ley escrita-, lo cual
dota de significado material al principio de reserva legal en
materia punitiva. La exigencia de ley formal para el estableci­
miento de los tipos punibles y las sanciones que llevan apareja­
das surge como consecuencia del orden democrático de dere­
cho, en donde las limitaciones a la libertad del hombre deben
venir, naturalmente, del órgano que por su conformación
pluralista puede conciliar las posiciones diversas en pro del bien
individual y colectivo, salvaguardando así el derecho de las mi­
norías, limitando el ius puniendi del Estado al mínimo indispen­
sable y respetando la esencia del Derecho Penal como ultima
ratio a emplear frente a la desobediencia de las leyes121. Así, el
nullum crimen, nulla poena sine lege scripta garantiza -en princi­
pio, y salvo las genuflexiones en las que pueda incurrir el Legis­
lativo frente al Ejecutivo- la construcción de un orden penal
justo y equilibrado, donde el derecho punitivo no sería utiliza-
ble como instrumento de persecución política, y de donde la
criminalización de cualquier conducta vendrá dada, al menos
en teoría, por la representación del colectivo. Utilizando térmi­
nos familiares al Derecho Tributario, puede decirse que el prin­
cipio en comentarios equivale a decir que no hay penalización
sin representación, en evidente paralelismo con el principio de
reserva legal tributaria.

Llevando las reflexiones a nuestra disciplina, es posible -e

121 Este es el principio de necesidad o de economía en el Derecho Penal, expre­


sado en el aforismo latino nulla lex poenalis sine necessitatis -no hay ley
penal sin necesidad-. A este respecto, es particularmente ilustrativo el
desarrollo que respecto del Derecho Penal Tributario hace D ía z , Vicente
Oscar; Criminalización de las Infracciones Tributarias. Ediciones Depalma, Bue­
nos Aires, pp. 33 y ss.

520
C a r lo s E. W e f f e H.

incluso imperativo- predicar la aplicabilidad de todas estas


acepciones del principio de reserva legal punitiva al campo del
Derecho Penal Tributario122. En efecto, más que una regulación
propia de una rama determinada del Derecho, el principio de
reserva legal punitiva -en cualquiera de sus significados, antes
desarrollados- constituye garantía fundamental del ser humano,
sea cual sea el orden en que sea susceptible de aplicación. En
este sentido, la ley penal tributaria deberá ser previa al hecho
que se pretende sancionar, estricta en cuanto a la precisión de
su contenido y a la imposibilidad de integración analógica en su
interpretación y escrita en su método de formación y publicidad,
cuestión que debe predicarse no sólo respecto de la división
horizontal del poder público, sino también vertical, con lo que las
consideraciones previamente esbozadas deben igualmente
aplicarse al supuesto en que el Municipio tipifique -si es que ello
es posible, como veremos posteriormente- ilícitos tributarios.

h.2. Judicial.

En segundo lugar, el ius puniendi se descompone en un mo­


mento judicial, o de pretensión punitiva. Se identifica, funda­
mentalmente, con la pretensión del Estado, por medio del ejer­
cicio de la acción penal123, que tienden al desarrollo de la serie
de actos que -en materia tributaria- tienden a la concreción de la
pretensión punitiva del Estado, con el objeto de individualizar la pena
prevista en la norma en el sujeto que, por su accionar transgresor de
la norma tributaria, se ha hecho acreedor a ella, o bien el cauce
procedimental legalmente establecido que permita determinar la co­

122 Al respecto, cfr. B o r g e s V e g a s , Carmen Luisa; Principios Penales en el Código


Orgánico Tributario (Legalidad, Bien Jurídico, Culpabilidad y Pena en la Parte
General de las Infracciones). Ediciones de la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Políticas de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1999, p. 40 y ss.,
e igualmente N ie to , Alejandro; Derecho Administrativo Sancionador. 2o Edi­
ción ampliada, Editorial Tecnos, Madrid, 1996, p. 199 y ss.
123 Que corresponde al Ministerio Público en todos los casos, con las precisio­
nes contenidas en los artículos 24 a 26 del Código Orgánico Procesal Penal.
Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 5.558 Extraor­
dinario, del 14 de noviembre de 2001.

521
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

misión de un ilícito tributario y la responsabilidad -pena- que por tal


causa deba recaer en el sujeto pasivo del tributo violador del Derecho
Tributario Sustantivo o Formal, según sea el caso124, con lo que, en
definitiva, el Estado declara si un hecho determinado es
subsumible en la tipificación punitiva, e impone la pena corres­
pondiente.

b.3. Ejecutivo.

Por último, en el momento ejecutivo o penitenciario del ius


puniendi, ya tipificado el ilícito en el momento legislativo, ya acae­
cido en el plano de la realidad el hecho así objetivado, ya ejerci­
da la acción penal, declarada la subsunción de uno en el otro de
forma típica, antijurídica y culpable e impuesta, por el órgano
competente, la pena correspondiente, corresponde al Estado
aplicar la pena así impuesta al sujeto infractor.

Como bien puede verse, a cada momento del ius puniendi


corresponde un poder jurídico correspondiente del Estado, que
incide en la esfera de los derechos subjetivos particulares para
la definición, persecución y castigo de conductas antijurídicas;
por lo que, en consecuencia, al hablar del poder sancionador de
los Municipios la exposición no deberá limitarse -si bien es la
arista del ius puniendi que ofrece más conflictos- al desarrollo
del eventual poder sancionador legislativo del Municipio, sino
que cuando se habla de poder sancionador de los Municipios
debe analizarse su existencia desde uno cualquiera de los tres
momentos antes señalados, cuestión que -con las limitaciones
propias de un estudio de este tipo- enfrentaremos en las líneas
que siguen. Precisamente por ello, dejaremos deliberadamente
el análisis del momento legislativo del ius puniendi para el final,
analizando previamente el momento judicial y el ejecutivo, que
son los que presentan menor problemática. >

124 Weffe H, Carlos E; "Constitución y Proceso Penal Tributario", en Revista de


Derecho Tributario N° 100, órgano divulgativo de la Asociación Venezolana
de Derecho Tributario, Caracas, julio a septiembre de 2003, p. 223.

522
C a r lo s E. W e f f e H .

3.- El poder sancionador de los Municipios venezolanos.

a) Judicial.

Como todos los poderes del Municipio en Venezuela, el po­


der sancionador judicial de éste tiene su fundamento en la auto­
nomía municipal, suficientemente desarrollada en capítulo ante­
rior, y que constituye, como bien puede verse, el fundamento
básico de todas las atribuciones de poder sancionador a los
Municipios, como en el punto que nos ocupa resulta palmaria­
mente evidente de la evolución constitucional y legal de la figu­
ra en comentarios.

Así, y tal como se dijo, la autonomía municipal comprende -


ex artículo 168 de la Constitución- la gestión de las materias de
su competencia y la creación, recaudación e inversión de sus
ingresos, cuestión que ratifica el artículo 4 de la Ley Orgánica
del Poder Público Municipal al señalar como de la competencia
del Municipio "gestionar las materias de su competencia”, así como
el "crear, recaudar e invertir sus ingresos". En este sentido, el
artículo 179, numeral 5 de la Constitución, e igualmente el artículo
140, numeral 5 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal
atribuyen al Municipio, como ingreso propio "el producto de las
multas y sanciones en el ámbito de sus competencias y las demás que
les sean atribuidas", con lo que la imposición de penas pecuniarias
constituye un ramo de ingresos del Municipio.

Por su parte, el artículo Io del Código Orgánico Tributario


dispone su aplicación supletoria a los tributos de los Estados,
Municipios y demás entes de la división político territorial; por
lo que, en ausencia de una norma expresa que regule el punto
respecto de los Municipios, debe entenderse aplicable el artículo
93 del Código Orgánico Tributario, de acuerdo con el cual:

"Las sanciones, salvo las penas restrictivas de libertad, se­


rán aplicadas por la Administración Tributaria, sin perjui­
cio de los recursos que contra ellas puedan ejercer los contri­
buyentes o responsables. Las penas restrictivas de libertad y

523
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

la inhabilitación para el ejercicio de oficios y profesiones


sólo podrán ser aplicadas por los órganos judiciales compe­
tentes, de acuerdo al procedimiento establecido en la ley pro­
cesal penal"

Cuestión que ratifica el articulo 545 del Código Penal125, cuan­


do señala lo siguiente:

"Las disposiciones del presente libro no excluyen ni limitan


las atribuciones que, por leyes municipales u otras especia­
les, competan a los funcionarios y corporaciones de la Ad­
ministración Pública, para dictar ordenanzas de policía y
bandos de orden público, así como para corregir gubernati­
vamente las contravenciones o faltas, en el caso que su re­
presión les esté encomendada por las mismas leyes"

Así las cosas, resulta evidente que el Municipio tiene atribui­


do im s puniendi en lo tributario, en su cariz judicial; esto es, el
Municipio declara si un hecho determinado es subsumible en la
tipificación punitiva, e impone la pena correspondiente. Esta la­
bor, por su naturaleza, corresponde a la Administración
Tributaria Municipal, en ejercicio de la llamada potestad
sancionatoria de la Administración126; toda vez que, al menos
desde 1945, el ejercicio de la función jurisdiccional, por medio
de Tribunales de Justicia, corresponde únicamente al Poder Fe­
deral127. Ello no obsta, sin embargo, a que el Poder Judicial in­
tervenga en el proceso en comentarios: así, el principio de uni­
versalidad del control judicial de los actos administrativos, que

125 Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 5.768 Extraor­


dinario, del 13 de abril de 2005.
126 Vid W e ffe ; La Verificación... pp. 311 a 317; e igualmente P e ñ a S o líS , José; La
Potestad Sancionatoria de la Administración Pública Venezolana. Colección de
Estudios Jurídicos N° 10, Tribunal Supremo de Justicia. Caracas, 2005, pp.
50 a 75.
127 Según el numeral 31 del artículo 156 de la Constitución, corresponde al
Poder Federal "La organización yh administración nacional de la justicia, del
Ministerio Público y de la Defensorio del Pueblo", en virtud de lo cual el artículo
253 eiusdem señala que "La potestad de administrar justicia emana de los ciuda­
danos y ciudadanas y se imparte en nombre de la República por autoridad de la
ley" (Destacado nuestro).

524
C arlo s E. W effe H.

constitucionalmente está consagrado respecto de los Municipios


en los artículos 168 y 259 de la Constitución, así como el dere­
cho de acceso a la justicia que estatuye el artículo 26 eiusdem,
garantizan la necesaria participación del Juez en el proceso de
individualización de la pena, si bien a esta última manifesta­
ción del poder punitivo del Estado, al ser propia de la Federa­
ción en nuestro sistema, no pueda calificársele -en tanto lleva­
da a cabo por el Juez- como ejercicio del ius puniendi por parte
de los Municipios. De tal manera, será la Administración
Tributaria Municipal a quien competerá la declaración del acae­
cimiento en el plano de la realidad del ilícito tributario munici­
pal de que se trate y su subsunción en la norma que lo tipifica,
así como la imposición de la referida pena, en los términos que lo
señala el artículo 93 del Código Orgánico Tributario.

En resumen, la Administración Tributaria Municipal ostenta


el ius puniendi para declarar la comisión de ilícitos tributarios
municipales, e imponer penas distintas a las privativas de libertad.
Ello en función d e la imposibilidad para la Administración, por
su propia naturaleza, de imponer este tipo de penas; así como
por dos razones adicionales. La primera, radica en que las nor­
mas atributivas de competencia al Municipio en esta materia,
ya señaladas, sólo atribuyen a éste la posibilidad de declarar e
imponer penas pecuniarias, como bien puede verse de su texto.
La segunda, derivada de la aplicación del Código Orgánico Tri­
butario en este punto -supletoria, al menos- supone que la Ad­
ministración Tributaria, ex artículo 93, únicamente tiene enco­
mendadas para sí la declaratoria de responsabilidad penal
tributaria y la imposición de la pena -pecuniaria- correspon­
diente.

b) Ejecutiva.

El momento ejecutivo o penitenciario del ius puniendi implica


que el Estado -en este caso el Municipio- aplica la pena previa­
mente impuesta al sujeto infractor. Esta función, por idénticos
fundamentos que en el caso anterior, recae igualmente sobre la
Administración Tributaria Municipal.

525
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

En efecto, la autonomía municipal comprende igualmente, se­


gún los artículos 168 y 179, numeral 5 de la Constitución, la
gestión de las materias de su competencia y la creación, recau­
dación e inversión de sus ingresos, cuestión que ratifica el artícu­
lo 4 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal al señalar
como de la competencia del Municipio "gestionar las materias de
su competencia", así como el "crear, recaudar e invertir sus ingre­
sos". En este sentido, el artículo 179, numeral 5 de la Constitu­
ción, e igualmente el artículo 140, numeral 5 de la Ley Orgánica
del Poder Público Municipal atribuyen al Municipio, como in­
greso propio "el producto de las multas y sanciones en el ámbito de
sus competencias y las demás que les sean atribuidas", con lo que la
recaudación de penas pecuniarias constituye, claramente, un ramo
de ingresos del Municipio.

En ese sentido se inscribe la definición que de las multas, como


penas pecuniarias, hace el Código Penal en su artículo 30:

"La pena de multa consiste en la obligación de pagar al


Fisco del respectivo estado, o a las Rentas Municipales del
Distrito Metropolitano de Caracas en sus casos o al Fisco
Nacional si el juicio se inició en un territorio federal, la can­
tidad que conforme a la ley determine la sentencia.
Si el juicio ha sido por falta, la multa será en beneficio del
respectivo Fisco Municipal"

Así, como bien puede verse, las penas de multa derivadas de


la comisión de faltas, tipificadas por el Poder Federal, son de la
exclusiva recaudación de los Municipios; de lo que resulta eviden­
te, combinando lo dicho con las disposiciones de la Constitución
y de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal ya ampliamen­
te comentadas, que el Municipio tiene atribuido ius puniendi en lo
tributario, en su cariz ejecutivo; esto es, el Municipio ejecuta la pena
previamente impuesta por la misma Administración, de acuerdo
con lo expuesto al tratar el matiz judicial del ius puniendi. Esta
labor, igualmente, corresponde a la Administración Tributaria
Municipal, en ejercicio de la potestad sancionatoria de la Admi­
nistración, como emanación del principio de ejecutoriedad de los

526
C a r lo s E. W e f f e H.

actos administrativos128 y que nuevamente, en lo tributario, di­


mana de los artículos Io y 93 del Código Orgánico Tributario, al
permitir a la Administración Tributaria Municipal la aplicación
de penas distintas a las privativas de libertad.
En definitiva, la Administración Tributaria Municipal puede
ejecutar las penas distintas a las privativas de libertad derivadas
de la comisión de ilícitos tributarios municipales, por dos vías:
(i) por la remisión que, de la ejecución de las penas correspon­
dientes a las faltas, hizo el artículo 30 del Código Penal; o bien
(ii) por la ejecución de las penas impuestas por ella misma, en
ejercicio del poder sancionador judicial, o de pretensión puniti­
va, que ostenta el Municipio en los términos antes anotados.

c) Legislativa.
De acuerdo con el artículo 49, numeral 6 de la Constitución,
"[e]/ debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y
administrativas; en consecuencia: [...] 6.- Ninguna persona podrá
ser sancionada por actos u omisiones que no fueren previstos como
delitos, faltas o infracciones en leyes preexistentes", cuestión que
constituye el fundamento del cariz legislativo del poder sancio­
nador del Estado. El carácter legal de la disposición tipificadota
de ilícitos, de acuerdo con el artículo 202 de la Constitución,
corresponde al "acto sancionado por la Asamblea Nacional como
cuerpo legislador", lo que -tan superficialmente visto- pudiera
inducir al lector poco avisado a considerar inviable la posibili­
dad jurídica de tipificación de conductas ilícitas, en cualquier

128 Según el artículo 8 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos


(Gaceta Oficial de la República de Venezuela N° 2.818 Extraordinario, del
Io de julio de 1981), "[l]os actos administrativos que requieran ser cumplidos
mediante actos de ejecución, deberán ser ejecutados por la Administración en el
término establecido. Afalta de este término, se ejecutarán inmediatamente", lo que
ratifica el artículo 79 eiusdem cuando indica que "[1]a ejecuciónforzosa de los
actos administrativos será realizada de oficio por la propia administración, salvo que
por expresa disposición legal deba ser encomendada a la autoridadjudicial". Dicha
disposición legal no existe en el presente caso, por lo que será la Adminis­
tración Tributaria Municipal quien ejecute las sanciones por ella misma
impuestas.

527
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

materia, por el Municipio, al no contar con un instrumento nor­


mativo de rango legal.

Nada más alejado de la realidad. El artículo 54 de la Ley


Orgánica del Poder Público Municipal señala, con paladina cla­
ridad, el rango legal de las Ordenanzas, como principales actos
del Poder Legislativo Municipal, receptando así lo que ha veni­
do siendo la clara tendencia de la jurisprudencia129:
"El Municipio ejercerá sus competencias mediante los si­
guientes instrumentos jurídicos:

129 En la Sentencia del Tribunal Supremo de Justicia en Sala Constitucional N°


928/2002, del 15 de mayo, con ponencia del Magistrado Dr. Antonio G arcía
G arcía , se ratificó el criterio -brevemente abandonado- del rango legal de
las Ordenanzas Municipales, en los siguientes términos: "Observa la Sala
que, en realidad, el citado numeral 2 del artículo 336 prevé tres supuestos de actos
cuya nulidad puede declarar este órgano jurisdiccional: Constituciones y leyes
estadales; Ordenanzas; y cualquier otro acto emanado de los órganos deliberantes
de Estados y Municipios dictados en ejecución directa e inmediata del Texto Funda­
mental. La coma, como signo de puntuación, lo que hace es separar el primer
supuesto (Constituciones y Leyes estadales) del segundo (Ordenanzas), quedando
en último lugar el caso de los actos distintos a los anteriores, pero que también
emanan de cuerpos deliberantes estadales o municipales y también sean ejecución
directa e inmediata de la Constitución. Así, la precisión acerca de la necesidad de
ejecución directa e inmediata del Texto Fundamental sólo se realiza respecto de
estos últimos actos, puesto que se presupone respecto del resto. Esta conclusión es
más acorde con el propio texto constitucional, pues la existencia de la coma separan­
do "las Constituciones y leyes estadales" de "las ordenanzas municipales y demás
actos de los cuerpos deliberantes estadales y municipales dictados en ejecución
directa e inmediata de la Constitución", no puede hacer que las ordenanzas queden
excluidas en ciertos casos de la competencia de esta Sala, mientras que toda Cons­
titución y ley estadal sí quedaría bajo su control, sin necesidad de precisar si dichas
disposiciones estadales ejecutan de manera directa e inmediata la Constitución. Esa
interpretación crea una desigualdad entre actos estadales y municipales no querida
por la Constitución, puesto que, como es bien sabido, nuestro régimen político se
basa en la distribución del Poder Público en tres niveles territoriales claramente
diferenciados, con poderes propios, y que cuentan todos con reconocimiento consti­
tucional y hace que ella sea la encargada de decidir las acciones intentadas contra los
actos de mayor rango. En efecto, un análisis de la naturaleza de las Ordenanzas
permite concluir que su rango es siempre equivalente al de la ley, pues el poder del
Municipio para dictarlas deriva directamente de la Constitución, al igual que ocu­
rre con el poder de los Estados para dictar sus Constituciones o para legislar en las
materias de su competencia. De esta manera, de la Constitución se derivan los

528
C a r lo s E . W e ffe H.

1.- Ordenanzas: son los actos que sanciona el Concejo Mu­


nicipal para establecer normas con carácter de ley munici­
pal, de aplicación general sobre asuntos específicos de inte­
rés local. Las ordenanzas recibirán por lo menos dos
discusiones y en días diferentes, deben ser promulgadas por
el alcalde o alcaldesa y ser Publicadas en la Gaceta Munici­
pal o Distrital, según el caso, y prever, de conformidad con
la ley o si lo ameritare su objeto, la vacatio legis a partir de su
publicación. Durante el proceso de discusión y aprobación
de las Ordenanzas, el Concejo Municipal consultará al al­
calde o alcaldesa, a los otros órganos del Municipio, a los
ciudadanos y ciudadanas, a la sociedad organizada de su
jurisdicción, y atenderá las opiniones por ellos emitidas"

De tal manera, el instrumento legislativo por excelencia del


Municipio -la Ordenanza- es el medio idóneo para cumplir -de

poderes normativos estadales y municipales, por lo que los actos que se dicten con
base en ellos deben entenderse como ejecución directa e inmediata del Texto Funda­
mental, así existan leyes nacionales (o estadales, en el caso de los municipios), a las
que deban someterse. Esto último es relevante, pues en ello se encuentra el origen
de la difícil precisión del rango de las Ordenanzas. La confusión parte de la exigencia
constitucional de que las normas relativas a los municipios se atengan a las disposi­
ciones contenidas en la ley nacional dictada sobre la materia (que es, en la actuali­
dad, la Ley Orgánica de Régimen Municipal). Sin embargo, observa esta Sala que
aunque lafacultad legislativa de los Municipios está limitada por la legislación que
se dicte en la materia, su ejercicio es siempre ejecución directa de competencias que
han sido atribuidas por la propia Constitución de la República, por lo que el rango de
las Ordenanzas es siempre necesariamente legal, y así lo declara deforma expresa.
En fin, observa la Sala que lo que ha pretendido el artículo 336, en su numeral 2, es
atribuirle el conocimiento de las demandas contra las Constituciones y Leyes estadales
y contra las Ordenanzas, pero también contra todo acto emanado de los órganos
deliberantes estadales y municipales dictados en ejecución directa e inmediata de la
Constitución, para ser consecuente, así, con la conceptuación que ha efectuado de la
jurisdicción constitucional. Debe destacar esta Sala que lo que la guió para sostener
que existen Ordenanzas cuya nulidad no le correspondía declarar fue la necesidad
de respetar y mantener él novedoso esquema constitucional e impedir que actos
sublegales lleguen al conocimiento de esta instancia. Ahora, revisado nuevamente
el problema y precisado el rango de las Ordenanzas, la conclusión debe ser otra, sin
que cambien, por supuesto, los principios que se han reiterado en la jurisprudencia
nacida con posterioridad a la entrada en vigencia de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela. Así se declara" Consultada el 19 de julio de 2005 en
http://www.tsj.gov.ve/decisiones/scon/mayo/928-150502-00-1693.htm.

529
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

ser el caso- con los requisitos que impone el artículo 49 de la


Constitución, en lo atinente a la reserva legal penal tributaria, y
que se resumen, como ya se ha expuesto, en el carácter previo,
estricto y escrito de la ley penal, condiciones que -con holgura-
pueden ser cumplidas por las Ordenanzas; no es ese el proble­
ma. Por el contrario, a pesar de que el Municipio cuenta con el
instrumento formal para hacer valer, con el cúmulo de garan­
tías a él anejas, el principio de reserva legal penal tributaria en
los términos antes señalados, el principal problema que enfren­
ta la delimitación del ius puniendi de los Municipios en materia
tributaria es, precisamente, la de determinar la existencia y al­
cance del poder del Municipio en Venezuela para crear, esto es,
tipificar ilícitos tributarios. El problema tiene su fundamento,
básicamente, en lo dispuesto en el artículo 156, numeral 32 de
la Constitución, de acuerdo con el cual:
"Es de la competencia del Poder Público Nacional: [...]
32.- La legislación en materia de derechos, deberes y garan­
tías constitucionales; la civil, mercantil, penal, penitencia­
ria, de procedimientos y de derecho internacional privado
[...]" (Destacado nuestro).
A partir de la disposición citada, se dividen las opiniones res­
pecto de la posibilidad jurídica del Municipio de tipificar ilícitos
tributarios entre quienes admiten y quienes niegan al Municipio
tal aptitud. Para unos, lo penal en los términos de la Constitu­
ción se limita al establecimiento de delitos y faltas stricto sensu,
siendo el criterio diferenciador entre estas y otras categorías de
hechos ilícitos la consecuencia jurídica que por su realización se
impone al sujeto: pena privativa de libertad, por lo que -aten­
diendo a las limitaciones del Municipio para imponer y ejecutar
tales penas, según lo expuesto anteriormente- es lógico atribuir
a éstos competencia para crear sus fuentes de ingresos por mul­
tas, según los artículos 179, numeral 5 de la Constitución y 140,
numeral 5 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal. Para
otros, lo penal se extiende, en razón de su naturaleza, a todo
hecho típico, antijurídico y culpable, con independencia de si la
sanción aneja a la conducta por imperio de la norma es de na­
turaleza pecuniaria, privativa de libertad o de cualquier otra

530
C arlo s E. W effe H.

índole, por lo que -reservada corno está la competencia al Poder


Federal ex artículo 156, numeral 32 de la Constitución- no pue­
de el Municipio, sin grave invasión de las competencias de la
República, tipificar ilícito tributario alguno; así, es el alcance del
término "penal” en la Constitución el problema, y no otra cosa.
Adriana V ig il a n z a G a r c ía ha realizado el análisis más reciente
del punto, siendo que -en su opinión- el Municipio tiene poder
para tipificar ilícitos tributarios por la naturaleza administrativa
que atribuye al ilícito fiscal. Para ella, la pretendida diferencia
entre ilícitos penales e ilícitos "administrativos" resulta indis­
pensable, “si se quiere atribuir algún poder de sancionar a Estados y
Municipios [...] porque entre nosotros, dado el particular enfoque de
nuestro Constituyente, parece que existen sanciones que pueden crear
e imponer Estados y Municipios, los cuales, hay que recordar, care­
cen de Poder Judicial propio, y otras que sólo puede crear el Poder
Legislativo Nacional". Axiomáticamente, V ig il a n z a asume la exis­
tencia de un poder de tipificación de ilícitos tributarios en cabe­
za de los Estados y Municipios, fundamentado en que el Cons­
tituyente de 1999 "ubica el 'poder de sancionar' dentro de los 'ingresos'
de los Estados y Municipios", de lo que V i g i l a n z a deduce "que
tanto Estados como Municipios al menos pueden crear sanciones pe­
cuniarias" 130.
Así, para V ig il a n z a es posible preconizar, aún sobre la base
de la identidad ontològica de los ilícitos penales y los "adminis­
trativos" -que como vimos, niega rotundamente-, un alcance
diferente para el poder sancionador de la República, entendido
como el poder penal a que hace referencia el numeral 32 del
artículo 156 de la Constitución y la que llama "policía adminis­
trativa"131, no solamente "para saber cuál debería ser el órgano idó­
neo para aplicar la sanción o si debemos tener en cuenta los princi­

130 V igilanza G arcía ; La potestad... p . 390.


131 "Es posible sostener que aún y cuando exista unidad ontològica entre lo sancionatorio
administrativo (asimilando este poder con el quefacultaría a Estados y Municipios
a imponer sanciones) y lo sancionatorio penal, la Constitución no pretende hacer
una 'reserva exclusiva' de es [sic] mismo y único ius puniendi, a favor del Poder
Nacional, de tal suerte que habría una competencia concurrente entre Nación,
Estados y Municipios, en esa materia" V igilanza G a r cía ; La potestad... p. 403.

531
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

pios del derecho penal en su aplicación, sino para saber cuáles sancio­
nes están al alcance del legislador' Estadal y Municipal"132, o dicho
en otros términos, la asunción del poder sancionador como una
competencia aneja a la competencia material de gestión admi­
nistrativa -en nuestro caso, la inspección y recaudación de los
tributos municipales133.

En este sentido, V ig il a n z a interpreta el artículo 31, ordinal 4o


de la Constitución de 1961, de acuerdo con el cual eran ingresos
del Municipio "las multas que impongan las autoridades municipa­
les y las demás que legalmente le sean atribuidas", en el sentido de
que la posibilidad de imposición de penas pecuniarias lleva apa­
rejada, implícitamente, la factibilidad de su creación; cuestión
que ratificaría el artículo 168 de la Constitución al establecer,
como elemento esencial de la autonomía del Municipio, la com­
petencia de creación de sus ingresos, entre los cuales se encuen­
tran las penas pecuniarias ex artículo 179, numeral 5 de la Cons­
titución. Por otro lado, la posición de V i g i l a n z a encontraría
fundamento -en su opinión- en que

"sostener que la reserva nacional de la 'materia penal' im­


posibilita a Estados y Municipios para crear y sancionar
cualquier tipo de ilícito, se trata de una tesis para la cual no
conocemos defensor, ni en la jurisprudencia nacional ni en
la doctrina nacional o extranjera y tampoco se corresponde
con la realidad nacional, en la cual imperan muchas Orde­
nanzas que crean supuestos de infracciones y sanciones no
previstos en la legislación nacional o al lado de ella".

De lo que V ig il a n z a concluye que

132 V igilan za G arcía ; La potestad... p. 392.


133 Vid. en el mismo sentido N ieto ; Derecho Administrativo... p. 23. Textual­
mente, el maestro español señala lo siguiente: "En definitiva, contra viento y
marea hay que afirmar que el Derecho Administrativo Sancionador es, como su
mismo nombre indica, Derecho Administrativo engarzado directamente en el Dere­
cho público estatal y no un Derecho Penal vergonzante; de la misma manera que la
potestad administrativa sancionadora es una potestad aneja a toda potestad atribui­
da a la Administración para la gestión de los intereses públicos"

532
C a r lo s E. W e f f e H .

"no es posible sostener que Estados y Municipios carezcan


de toda potestad de sancionar, sobre la base de la asigna­
ción al Poder Nacional de competencia en lo penal"134.
Ahora bien, ¿cuál es esa "potestad de sancionar" atribuida a
los Municipios? En la opinión de V ig il a n z a , ésta deriva, en su
naturaleza, alcances y limitaciones, del poder de policía admi­
nistrativa, el cual, siguiendo a L e ja r z a , es calificable como "una
actividad de mantenimiento del orden público, que ejercen todos los
órganos del Estado en sus tres niveles político-territoriales y que tie­
ne su fundamento específico en el reparto de competencia nacional-
estadal y municipal que establece nuestra Carta Fundamental"135, y
dentro del cual V i g il a n z a encuadra a la tipificación, persecu­
ción y castigo de conductas ilícitas en materia tributaria, más
concretamente dentro de la llamada policía administrativa espe­
cial136, dirigida a finalidades preventivas generales respecto de
la porción de la sociedad que manifiesta, en su carácter de suje­
tos pasivos tributarios, capacidad contributiva. De tal manera,
para V ig il a n z a es claro que "a Estados y Municipios no les está
dado crear penas privativas de la libertad pero sí pueden establecer
otras sanciones como las de suspensión de licencias o clausuras de
establecimientos, en materia tributaria"137, con base, nuevamente,
en la summa divisio entre ilícitos -y sanciones- penales y "admi­
nistrativos". Así lo expone:
"Por ello y pese lo dicho por el TSJ, pensamos que para lle­
gar a algún resultado práctico en este tema, debe ser por la
vía de argumentar que la diferencia entre ilícitos penales e
ilícitos administrativos, que necesariamente se acepta en
nuestro país, estriba meramente en la sanción que quede
asignada por el legislador nacional a un acto ilícito determi­
nado"138.
134 V ig ila n z a G a r c ía ; La potestad... p. 398.
135 L e ia r z a , Jacqueline; La Actividad de Policía Administrativa. Cuadernos de la
Cátedra Fundacional Alian R. Brewer-Carías de Derecho Público de la
Universidad Católica del Táchira N° 4. Editorial Jurídica Venezolana. Ca­
racas, 1997, p. 27.
136 V ig ila n z a G a r c ía ; La potestad... p. 409.
137 V ig ila n z a G a r c ía ; La potestad... p. 412.
138 V ig ila n z a G a r c ía ; La potestad... p. 422.

533
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

Finalmente, respecto de la aplicación de penas distintas de


las pecuniarias, como sería el caso de las penas restrictivas o
limitativas al ejercicio de derechos económicos del infractor
(clausura), entiende V i g i l a n z a que, toda vez que la "abrumadora
mayoría" de la doctrina atribuye a esta sanción un carácter
contravencional, es esa razón suficiente para desechar la crítica
del sector que, por argumento a contrario, V i g i l a n z a califica como
minoritario; esto es, el que ve en la pena de clausura una limita­
ción a la libertad económica que excede del ámbito de las san­
ciones "administrativas"-, y concluye, en definitiva, señalando lo
siguiente:

"Según el estado actual del derecho nacional, podemos de­


cir que los Estados y Municipios pueden establecer supues­
tos de ilícitos tributarios y sus respectivas sanciones, de
manera diferente a lo que contemple el legislador nacional,
excepto cuando el ilícito haya sido castigado con pena pri­
vativa de libertad, por ese legislador, en cuyo caso, tal ilícito
sale de la esfera del poder sancionatorio de los referidos
entes politicoterritoriales y queda sancionado según lo dis­
puesto en el COT, el cual en ese particular debe ser aplicado
de manera principal"139.

A semejantes conclusiones arriba, mediante formas comple­


tamente diferentes, L u z a r d o B a p t i s t a . Para el zuliano, la aplica­
ción supletoria del Código Orgánico Tributario a los tributos
municipales, ex artículo 1, implica que las normas que tipifican
ilícitos y sanciones en el Código "se aplicarán a la parafiscalidad y
a la tributación estadal y municipal, si no hubiese disposiciones es­
peciales al respecto"140. En este sentido, considera L u z a r d o que, si
bien el ordinal 24° del artículo 136 de la Constitución de 1961 -
hoy numeral 32 del artículo 156- reservaba al Poder Federal la
legislación penal, el ordinal 2o del artículo 60 de la Constitución
de 1961 -hoy numeral 6 del artículo 49- establecía el principio
de reserva legal punitiva como privativo de la ley, en el sentido

La potestad. .. p. 422.
139 V igilan za G arc Ia ;
Rodolfo; Las Infracciones y Sanciones en el Derecho Tributario
140 L uzardo B aptista ,
Venezolano. S/E, Maracaibo, 1997, p. 72.

534
C a r lo s E. W e f f e H.

de ley federal anteriormente anotado, y que el artículo 26 de la


Constitución de 1961 -hoy artículo 169- establecía que la orga­
nización de los Municipios se regiría por las normas que para
desarrollar los principios constitucionales establezcan las leyes
orgánicas nacionales, es el caso que el artículo 114 de la Ley
Orgánica de Régimen Municipal -hoy numeral 4 del artículo
165 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal- "expresa­
mente autoriza a los Municipios a establecer sanciones a sus nor­
mas"141. Lo dicho, concatenado con la disposición del artículo
547 -hoy artículo 545- del Código Penal, ya citado, y de acuer­
do con el cual las faltas previstas en ese Código no limitan las
potestades punitivas de tipificación de conductas ilícitas por "le­
yes municipales u otras especiales", lleva a la necesaria conclusión
de que el Municipio sí puede tipificar ilícitos tributarios, sancio-
nables únicamente con penas pecuniarias ex artículo 31, ordinal
4o de la Constitución de 1961 -hoy numeral 5 del artículo 179-
aún cuando L u z a r d o , en afirmación que creemos contradicto­
ria con su desarrollo anterior, indica que el poder sancionador
del Municipio está directamente vinculado con el alcance de su
poder tributario142.

La jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia tomó


partido, desde la Sentencia de la Sala Constitucional N° 307/
2001, del 6 de marzo, ratificada por la Sentencia de la misma
Sala N° 1394/2001 del 7 de agosto143, ambas con ponencia del
Magistrado Dr. Antonio G a r c ía G a r c ía , así como por la Senten­
cia de la Sala Político Administrativa N° 864/2002, del 19 de
junio, con ponencia del Magistrado Dr. Hadel M o s t a f á P a o l in i 144,
141 L uzardo ; Las Infracciones... p . 75.
142 "Por lo tanto, pensamos que la potestad tributaria de los Estados y de los Munici­
pios, debe entenderse en un sentido prudentemente amplio, no limitada al mero
establecimiento de un impuesto". L uzardo ; Las Infracciones... p . 75.
143 Sentencia N° 1394/2001, del 7 de agosto, de la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Dr. Antonio
g a rcía G arcía , caso Fiscal General de la República v. Ordenanza de Policía del
Estado Bolívar, en http: / / www.tsj.gov.ve / decisiones / scon / marzo /307-
060301-00-0833%20.htm. 20 de julio de 2005.
144 Sentencia N° 864/2002, del 19 de junio, de la Sala Político Administrativa
del Tribunal Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Dr. Hadel

535
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

por la tesis de acuerdo con la cual los Municipios venezolanos sí


tienen atribuido poder para tipificar ilícitos tributarios. La posi­
ción del Máximo Tribunal tiene fundamento, básicamente, en
la distinta naturaleza -aunque idéntico origen- que atribuye a
los ilícitos penales y a los "administrativos", dentro de los cua­
les ubica a los ilícitos tributarios y que derivan, en su conjunto,
del ius puniendi, así como por la existencia, en cabeza del Muni­
cipio, de un poder tributario que le legitima a crear -a juicio de
la Sala- las penas aplicables para el supuesto de incumplimien­
to de las normas tributarias materiales y formales creadas por el
Municipio, e igualmente por la atribución constitucional al
Municipio de penas pecuniarias como ramo de ingresos muni­
cipales. En palabras de la primera de las decisiones aludidas:

"siendo el derecho sancionador sustantiva y adjetivamente,


una p arte especial del derecho adm inistrativo, debe
presumirse que el órgano competente para establecer el régi­
men sancionatorio relacionado con una específica activi­
dad estatal (vgr. Patentes de Industria y Comercio), será áquel
que ostente la competencia para legislar sobre dicha mate­
ria.
A tal efecto, se observa que los municipios ostentaban de
conformidad con la Constitución de 1961, así como de con­
formidad con la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, la competencia para legislar en materia de
patentes de industria y comercio. Lo anterior se desprende
en el ordenamiento constitucional vigente de las normas que
de seguidas se transcriben.
Por una parte, se encuentra el artículo 168 de la Constitu­
ción de la República Bolivariana de Venezuela, en el cual se
establece el alcance de la autonomía municipal en los térmi­
nos siguientes: [... ]

Asimismo, en el artículo 179 eiusdem se establece el catálogo


de los ingresos que corresponde a los entes locales, y en sus
numerales 2 y 5 se dispone expresamente: [...]

M ostafá P a o u n i , caso Cartera de Inversiones Venezolanas, C.A. v. Municipio


Chacao del Estado Miranda, en http://www.tsj.gov.ve/decisiones/spa/ju-
nio / 00864-190602-01-0215.htm. 20 de julio de 2005.

536
C a r lo s E. W e f f e H.

Así las cosas, estima esta Sala que siendo que constitucio­
nalmente se le han conferido a los municipios potestades
legislativas en materia de tributos sobre actividades econó­
micas de industria, comercio, servicios, o de índole similar,
y que dentro de sus ingresos se establece expresamente el
producto de las multas y sanciones obtenidas en el ámbito
de sus competencias, no puede presumirse en esta etapa
procesal que el Municipio San Joaquín del Estado Carabobo
haya invadido las competencias del Poder Nacional, por
cuanto el mismo tenía una potestad tributaria originaria, y
se desprende que el objeto de las sanciones establecidas a
las infracciones tributarias en la Ordenanza sobre Patente
de Industria y Comercio del Municipio San Joaquín del Es­
tado Carabobo persigue la efectiva recaudación de los tribu­
tos, puesto que se establecen sanciones como multas, sus­
pensión o cancelación de la Patente de Industria y Comercio,
y el cierre temporal o clausura del establecimiento.
En este orden de ideas, partiendo de la premisa de que el
Derecho sancionador corresponde a la rama sustantiva y
adjetiva del Derecho administrativo en cualquiera de sus
ramas especiales -en el caso de autos, la rama tributaria-,
considera esta Sala Constitucional en esta sede cautelar, que
por cuanto el Municipio San Joaquín del Estado Carabobo
tenía la competencia para legislar en materia de patente de
industria y comercio, también ostentaba tal competencia
para establecer un régimen sancionatorio que asegurase su
recaudación, estima esta Sala que la tutela cautelar solicita­
da respecto de la totalidad del régimen sancionatorio esta­
blecido en la Ordenanza sobre Patente de Industria y Co­
mercio del Municipio San Joaquín del Estado Carabobo, no
puede ser acordada. Así se decide"145.

Por su parte, Raúl Gustavo M á r q u e z B a r r o s o asume como


axioma la primacía del Poder Federal en lo atinente a la

145 Sentencia N° 307/2001, del 6 de marzo, de la Sala Constitucional del Tribu­


nal Supremo de Justicia, con ponencia del Magistrado Dr. Antonio garcía
G arcía , caso Cervecería Polar del Centro, Alimentos Heinz y Canteras Cura v.
Municipio San Joaquín del Estado Carabobo, en http://www.tsj.gov.ve/deci-
siones / scon / marzo /307-060301 -00-0833%20.htm. 20 de julio de 2005.

537
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

tipificación de ilícitos tributarios, negando -en principio- toda


competencia sobre el poder de especie a los Estados y Munici­
pios. En efecto, para M á r q u e z " [ 1 ] o s aspectos relacionados con la
tributación y el castigo ante el ilícito tributario responden en la es­
tructura constitucional a una competencia exclusiva y excluyente del
Poder Nacional, la cual a nuestro modo no fue atendida de acuerdo a
las necesidades estadales y municipales", de acuerdo con el nume­
ral 32 del artículo 156 de la Constitución, lo que, en sus pala­
bras, significa que "el Poder Nacional obtiene por la estructura cons­
titucional, el monopolio de la legislación sancionadora, la cual incluye
la materia penal, esto implica que en lo que se refiere a las facultades
legislativas de corte sancionador, quedan excluidos los Estados y los
Municipios"146. En desarrollo de su tesis, M á r q u e z señala la con­
tradicción de la teoría -la inexistencia, a su entender, de nor­
mas atributivas de ius puniendi legislativo al Municipio- con la
práctica -la creación y aplicación, por parte del Municipio, de
normas municipales que tipifican ilícitos tributarios, cuestión que
intenta explicar mediante el reconocimiento de dos niveles de
sancionabilidad -esto es, tipificación- de ilícitos tributarios, se­
mejantes a los indicados por V ig il a n z a , lo que supone, en su
opinión, la inaplicabilidad del Código Orgánico Tributario a los
delitos tributarios:

"Podemos llegar a una conclusión final en lo que respecta a


este tema y establecer que estamos frente a un sistema en el
cual se crean y aplican sanciones pecuniarias a nivel muni­
cipal, en convivencia con la reserva del Poder Nacional de
tipificar y sancionar con penas privativas de libertad, lo cual
nos hace pensar que podría existir una diferenciación de
autonomías o un sistema mixto de sanciones, aceptando la
doble tendencia dentro del sistema sancionador, al coexistir
un nivel penal tributario nacional y un nivel tributario pe­
nal limitado al hablar de los Municipios [...]

Raúl Gustavo; "Autonomía municipal e ilícitos tributa­


146 M á rq u ez B arroso ,
rios. Aportes para su unificación y mejoras" en Revista de Derecho Tributario
N° 92, Ediciones de la Asociación Venezolana de Derecho Tributario, Ca­
racas, 2002, p. 28.

538
C a r lo s E. W e f f e H.

Ya desde su inicio los legisladores quisieron respetar la au­


tonomía municipal, que se deriva de la gestión de sus ingre­
sos y del poder tributario de los municipios, pero sin saber,
al excluir en su primer párrafo a los estados y municipios, se
estaría interpretando que las normas contenidas en el Códi­
go no son aplicables sino en la medida que suplan y en
cuanto sean aplicables a los municipios, pero si el munici­
pio no puede establecer penas privativas de libertad, cómo
se cubre la deficiencia de castigar ante una falta de un siste­
ma penal tributario"147.

De otro lado, Aurora M o r e n o d e R tva s ha sido, hasta el mo­


mento, la defensora más acérrima de la unidad de la regulación
punitiva fiscal en cabeza del Poder Federal, negando toda par­
ticipación en el poder sancionador de marras a los Municipios.
En su opinión, la referencia a la legislación penal que contenía
el numeral 24 del artículo 136 de la Constitución de 1961, idén­
tico en su contenido al hoy numeral 32 del artículo 156 de la
Constitución de 1999, significa que la competencia en la mate­
ria del Poder Federal "abarca no sólo el ilícito común, sino también
cualquier legislación que tenga por objeto reprimir los hechos u omi­
siones antijurídicas incluyendo en ellos el ilícito tributario"1*8. Como
fundamento de su tesis, M o r e n o d e R iv a s sostiene que la peculia­
ridad que muestra la organización política de la República -
una "federación centralizada", ex artículo 2 de la Constitución
de 1961 y 4 de la Constitución de 1999, a pesar de que esta
última se proclama como "federación descentralizada", siem­
pre "en los términos de esta Constitución"- concentra en el Poder
Federal la mayoría de las potestades normativas, entre ellas la
referida al Derecho Penal en su conjunto, lo cual incluye, natu­
ralmente, al ilícito tributario149 como conducta típica, antijurídica
y culpable cuya consecuencia jurídica es una pena con finalida­
des preventivas y represivas y no meramente indemnizatorias.

147 M árquez ; Autonomía municipal... p. 32.


148 M oren o de La Infracción... p . 1 6 5 .
R iva s ;
149 Vid. W effe H., Carlos E; El Ilícito Tributario: Naturaleza Jurídica. Paredes Edi­
tores, Caracas, 2004, pp. 117 a 136.

539
T em as so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

En este sentido, M o r e n o d e R iv a s niega con énfasis la existen­


cia de poder sancionador legislativo alguno en cabeza de los
Municipios, toda vez que dicho poder está plenamente diferen­
ciado del poder tributario de los Municipios, por lo que la exis­
tencia del uno no implica la tenencia, por el ente político territo­
rial, del otro; en consecuencia, dado que el Municipio no tiene
-a su juicio- atribuida por el ordenamiento competencia alguna
en la materia, debe entenderse entonces que la reserva legal en
materia penal tributaria corresponde en Venezuela, únicamen­
te, a la República. Dicho en sus palabras,

"Pues bien, cualquiera que sea la posición adoptada [res­


pecto del alcance del mecanismo de descentralización pre­
visto en el artículo 137 de la Constitución de 1961, hoy artí­
culo 157 de la Constitución, como forma de atribución a los
Municipios de poder sancionador legislativo en lo tributa­
rio], no se puede exagerar la pretendida flexibilidad de la
Constitución hasta el extremo de considerar que la potestad
penalizadora de los estados o m unicipios en m ateria
tributaria aún no estándoles atribuida expresamente por la
ley, les deviene de su poder tributario, esto no puede ser así
porque ambas materias están reguladas por principios de
reserva legal diferentes y es la propia Constitución la que
expresamente dispone la centralización de la potestad de
tipificar y sancionar hechos ilícitos.
Si el derecho represivo está concentrado constitucionalmen­
te en el Poder Nacional, y si admitimos que la sanción
tributaria tiene un carácter represivo y no reparador o
indemnizatorio, tenemos que concluir que en Venezuela no
está parcelada en los distintos niveles del Estado la potes­
tad san cion atoria [legislativa] del ilícito trib u tario "
(Interpolado nuestro)150.

Sobre este fundamento, M o r e n o d e R i v a s niega el carácter de


norma atributiva del ius puniendi legislativo al Municipio del
artículo 114 de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, hoy ar­
tículo 165 de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal, por

150 M o r e n o d e R iv a s; La Infracción... p . 166.

540
C a r lo s E. W e f f e H.

su hipotética inconstitucionalidad, toda vez que éste "no puede


exceder los límites de la potestad normativa tributaria que confiere la
Constitución a los municipios, pues el artículo 31 de ésta cuando
hace referencia a las multas como ingresos municipales, lo hace en el
sentido de la competencia de los municipios para aplicar sanciones
tributarias [ius puniendi judicial] y en el sentido del derecho al in­
greso del producto de las penas pecuniarias que la ley asigne con
destino a dicho Fisco M unicipal [ius puniendi ejecutivo]"
(interpolado nuestro). En este sentido, para M o r e n o d e Rivas la
inclusión de la posibilidad de establecer mediante Ordenanza
las "penas y sanciones pertinentes" a las que se refería la Ley Or­
gánica de Régimen Municipal habilita a los Municipios para
establecer medidas de carácter indemnizatorio, no punitivo; se­
ría el caso, por ejemplo, de los recargos por mora, ya que "[s]¿ en
el sentido o la intención de la norma es otra, estaría en abierta contra­
dicción con el artículo 136 de la Constitución y el 17 del Código
Orgánico Tributario"151, de lo que se sigue -en su opinión- la re­
serva legal exclusiva y excluyente, en materia penal tributaria,
del Código Orgánico Tributario.

A conclusiones similares arriban R a m ír e z v a n d e r V e l d e , B a u t e


C ara ballo y P l a n c h a r t M e n d o z a . Para ellos, la reserva exclusiva
y excluyente de la tipificación penal tributaria deriva, fundamen­
talmente, de la naturaleza penal del ilícito tributario, así como
de la necesaria extensión de los principios fundamentales del
Derecho Penal al -llamado- Derecho Administrativo Sanciona-
dor, lo que les hace pensar "que es necesario ampliar el alcance de
la reserva al Poder Nacional de aquellas normas de tipo sancionatorio
que, sin ser puramente penales en su tipología tradicional, sí respon­
den a un carácter represivo, y no, como lo señalan algunos,
indemnizatorio"152. A mayor abundamiento, R a m í r e z v a n d e r
V e l d e , B a u t e C a r a b a l l o y P l a n c h a r t M e n d o z a defienden la posi­
ción -que ya, prima facie, rechazáramos- de acuerdo con la cual
la reserva legal en materia punitiva a que se refiere el numeral 6

151 M oreno de R iv a s ; La Infracción... pp. 169 y 170.


152 R am írez v a n d e r V e ld e , B a u te C a r a b a l l o y P l a n c h a r t M e n d o z a ; Análisis... p.
100 .

541
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ez u ela

del artículo 49 de la Constitución se limita, exclusivamente, a la


ley entendida en el sentido que a la expresión le da el artículo
202 eiusdem, esto es, el acto sancionado por el Poder Legislativo
Federal como cuerpo legislador, de lo que deducen, en conse­
cuencia, que "lo autorizado por el artículo 179, numeral 5 de la
Constitución, es la imposición de multas [ius puniendi judicial] por
parte de las autoridades municipales, pero nunca su creación, por lo
que en el caso de las infracciones tributarias, la penalidad aplicable
debe ser siempre alguna de las previstas por el Código Orgánico Tribu­
tario"153 (Interpolado nuestro).

En una oportunidad anterior154, tomamos partido por la teo­


ría de acuerdo con la cual los Municipios venezolanos no po­
seen ius puniendi, en su aspecto legislativo. Como fundamento
de nuestra tesis, sostuvimos que el monopolio de la materia pu­
nitiva es del Poder Federal, ex artículo 156, numeral 32 de la
Constitución, sin que en modo alguno fuere el poder tributario
que poseen Estados y Municipios la fuente de legitimación de
un pretendido ejercicio del poder sancionador en su aspecto le­
gislativo. Ello quedaba ratificado, en nuestra opinión de enton­
ces, por la clara diferenciación que el artículo 30 del Código
Penal hace entre la potestad para tipificar ilícitos y la competen­
cia para recaudar penas pecuniarias por la comisión de ilícitos
de cualquier índole, inclusive los tributarios, de lo que se seguía
que la atribución de las multas como ramo de ingresos del Muni­
cipio, de acuerdo con el artículo 179, numeral 5 de la Constitu­
ción, se limitaba a la mera imposición de las multas y la recauda­
ción de tales ingresos, en aplicación de las normas que, por la
reserva legal especial penal tributaria que ostenta el Código Or­
gánico Tributario de acuerdo con su artículo 79, estableciera el
Poder Federal; nuestra tesis, en definitiva, se sustentó en la na­
turaleza penal del ilícito tributario, lo que a las claras la identifi­
caba con la reserva al Poder Federal ampliamente comentada.

153 R am írez van der V elde , B aute C araballo y P la n ch art M endoza ; Análisis... p .
101 .
154 vVefff.; Breves anotaciones... p p . 118 a 121.

542
C a r lo s E. W e f f e H.

Sin embargo, es propicia la ocasión para someter a revisión


nuestro criterio previo, de m anera de constatar su auténtica
validez científica. Es precisamente esa una de las necesidades
fundamentales de labores como las que nos ocupan, pues como
señaláramos anteriormente, citando a E in s t e in , para quien pre­
tende hacer ciencia lo importante es no dejar de hacerse preguntas.

Veamos. Un punto en común de todos los criterios que se


han apenas esbozado al respecto es, incuestionablemente, el de
atribuir fuerza decisiva a la categorización doctrinal de los ilícitos
tributarios como ilícitos penales o "administrativos", sea en uno
u otro sentido. Esto es, todas las opiniones citadas coinciden en
atribuir a la naturaleza jurídica del ilícito tributario valor fun­
damental, a la hora de resolver el problema que nos ocupa. Así,
y partiendo de su adscripción a la tesis penalista respecto de la
naturaleza jurídica del ilícito tributario, es natural que M o r e n o
d e R tv a s y nosotros, en mayor grado, y R a m ír e z v a n d e r V e l d e ,

B a u t e C a r a b a l l o y P l a n c h a r t M e n d o z a , en menor medida, ha­


yan negado al Municipio la posibilidad de tipificar ilícitos tribu­
tarios en tanto y en cuanto una competencia de este calibre se
identifica, fácilmente, con la reserva legal que a favor del Poder
Federal estatuye el numeral 32 del artículo 156 de la Constitu­
ción. En este mismo sentido, tomando en consideración que
V ig il a n z a G a r c ía , L u z a r d o Ba r t is t a y M á r q u e z B a r r o s o -este úl­
timo aparentemente- toman partido por la naturaleza adminis­
trativa o mixta del ilícito tributario, es igualmente natural que
éstos reconozcan poder sancionador al Municipio en la medida
en que dicha competencia es distinta de la penal strido sensu
reservada a la República, por imperio de la norma ya tantas
veces indicada, valoración ratificada, como hemos visto, por la
jurisprudencia.

En este sentido, de la posición que cada uno de los nombra­


dos toma respecto de la naturaleza jurídica del ilícito tributario
se desprende, además de lo dicho, el hecho de aceptar o negar
el poder sancionador legislativo de los Municipios venezolanos
con fundamento en el supuesto carácter conexo del poder san­
cionador al poder tributario del ente local, así como reconocer o

543
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezu ela

no el poder de marras al Municipio con base en normas que le


atribuyen ramos de ingresos, como lo son el numeral 5 del artícu­
lo 179 de la Constitución y el numeral 5 del artículo 140 de la
Ley Orgánica del Poder Público Municipal.

No obstante, creemos que es necesario -a los fines de dar


adecuada solución al problema- enfrentarle desde una óptica
diferente a la que, como hemos visto, ha presidido la discusión
en la doctrina. En efecto, debe tenerse presente que el objeto de
disputa no es, como todas las posiciones -e incluso nosotros, en
primera instancia- parecieran haber entendido, la naturaleza del
ilícito tributario, sino la adecuada interpretación de normas constitu­
cionales atributivas de competencia, como lo son los artículos 156,
168 y 179 de la Constitución; y, consecuencialmente, de las nor­
mas legales -esparcidas en la Ley Orgánica del Poder Público
Municipal y en el Código Penal- que desarrollan las competen­
cias que, constitucionalmente, han sido atribuidas en este pun­
to a la República y a los Municipios. Así -insistimos- el proble­
ma fundamental a dilucidar estriba en el alcance del vocablo
"penal", contenido en el numeral 32 del artículo 156 de la Consti­
tución, independientemente de si el sentido que la Constitución
dio al término coincide o no con la posición particular de cada
quien respecto al problema de la naturaleza jurídica del ilícito
tributario, pues no siempre -y la experiencia lo confirma- el
Constituyente o el Legislador utilizan las palabras con el senti­
do más propio técnicamente.

Así las cosas, los mecanismos de interpretación constitucio­


nal son de insustituible ayuda para desentrañar la razones que
llevaron al Constituyente a repartir las potestades del Estado -
sus poderes jurídicos de actuación- del modo que aparece plas­
mado en la Carta Fundamental.

Uno de las formas básicas de interpretación constitucional


es, sin lugar a dudas, la interpretación histórica, como parte de
la interpretación sistemática propia de toda Constitución, y que
consiste en "un análisis del proceso de creación del texto a interpre­
tar, ya que interesa conocer la opinión de quien creó la ley. Su volun­

544
C a r lo s E. W e f f e H.

tad se constituye, pues, como elemento histórico de la interpretación"155


Ahora bien, no debe entenderse la interpretación histórica limi­
tada únicamente al momento inmediato anterior al de la norma
que se pretende analizar -en nuestro caso, el proceso constitu­
yente de 1999- sino que, en determinados casos, especialmente
cuando la regulación bajo estudio sea de larga data, resulta par­
ticularmente importante constatar cuál es la voluntad histórica
de la Constitución, reflejada en el modo en el que ha estatuido
las competencias -en nuestro caso- de la República y de los
Municipios respecto a la tipificación de ilícitos tributarios.

En este sentido, el más somero estudio de la evolución


constitucional venezolana -cuya síntesis ocupa buena parte del
presente trabajo- refleja, sin lugar a dudas, que la Constitución
siempre ha utilizado el término "penal" como sinónimo de
Derecho Penal stricto sensu. esto es. el tipificado en el Código
Penal. En efecto, tanto las normas constitucionales atributivas
de competencia al Poder Federal para legislar en materia penal,
como las normas constitucionales atributivas de competencia al
Poder Municipal en materia de sanciones, evidencian a las claras
que, históricamente, la Constitución ha diferenciado entre una
categoría de ilícitos susceptibles de ser tipificados por el Poder
Federal y otra categoría susceptible de creación por el Poder
Municipal.

Veamos. El artículo 87, numeral 1 de la Constitución de 1830


-primer antecedente del numeral 32 del artículo 156 de la Cons­
titución- estableció en cabeza del Poder Legislativo Federal la
competencia para formar los códigos nacionales156, entre los
cuales estaba, evidentemente, el Código Penal. La Constitución
de 1858, por su parte, aseguró similar competencia al Legislati­
vo en su artículo 64, ordinal 1°157; y otro tanto hizo el Decreto de
12 de agosto de 1863, fijando las atribuciones del Gobierno Ge­

155 C anosa U sera , Raúl; Interpretación Constitucional y Fórmula Política. Centro de


Estudios Constitucionales, Madrid, 1988, p. 101.
156 B rew er -C ar Ias ; Las Constituciones. .. p. 446.
157 B rew er -C ar Ia s ; Las Constituciones. .. p. 491.

545
T em a s so br e T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

neral y las de los Estados luego de la Guerra Federal158, cuando


en el artículo I o asignó al Poder Federal la competencia para
dictar las leyes y decretos de interés general en lo criminal. Igual­
mente, el ordinal 22° del artículo 13 y el ordinal 6o del artículo
43 de la Constitución de 1864159 atribuyeron competencia al
Poder Federal para formar el Código Penal único, con base en
la delegación que de su poder hicieron los Estados a la Unión,
fórmula que se repitió en las Constituciones de 1874,1881,1891,
1893, 1901, 1904 y 1909.

Es a partir de la Constitución de 1914 que se registra el pri­


mer antecedente de la redacción del actual artículo 156, nume­
ral 32 de la Constitución; el ordinal 16° del artículo 19, al esta­
blecer las Bases de la Unión, comprometió a los Estados "a tener
todos una misma Legislación sustantiva, civil, mercantil y penal, así
como la de procedimiento"160 (subrayado nuestro), en razón de lo
cual el ordinal 3o del artículo 58 eiusdem atribuyó al Legislativo
Federal la competencia para "sancionar los Códigos y las Leyes
Nacionales con arreglo a esta Constitución"161, fórmula que igual­
mente se repite en la Constitución de 1922. Una forma más aca­
bada -parecida a la actual- y que sustituye en un todo a las
anteriores, sin alterar en modo alguno su sentido, se encuentra
en el ordinal 4o del artículo 15 de la Constitución de 1925, cuya
redacción y ubicación se repite en las Constituciones de 1928,
1929, 1931, 1936 y 1945, esta última con algunos añadidos, de
acuerdo con el cual los Estados dejan a la competencia del Po­
der Federal

"L a Legislación que regirá en toda la República en materia


civil, mercantil, penal y de procedimiento; acerca de bancos,
instituciones de créditos, previsión social, sanidad, conser­
vación y fomento de los montes, las aguas y las demás rique­
zas naturales del país; trabajo, marcas de fábrica, propiedad

158 B rew er -C ar Ias; Las Constituciones. .. p. 511.


159 B rew er -C arías ; Las Constituciones... pp. 518 y 522.
160 B rew er -C arías ; Las Constituciones... p. 754.
161 B rew er -C arías ; Las Constituciones... p. 760.

546
C a r lo s E. W e f f e H.

literaria, artística e industrial, registro público, expropiación


por causa de utilidad pública, inmigración, naturalización,
expulsión y admisión de extranjeros, y la legislación regla­
mentaria de las garantías que otorga esta Constitución" (Des­
tacado nuestro)162.

En la Constitución de 1947 se adoptará, en definitiva, el mo­


delo que hoy sigue nuestro constitucionalismo, que será el de
trasladar el contenido del ordinal 4o del artículo 15 de las ahora
inexistentes Bases de la Unión a las competencias propias del
Poder Federal; en efecto, el ordinal 25° del artículo 138 define
como de la competencia del Poder Nacional "[l]a legislación re­
glamentaria de las garantías que otorga esta Constitución; la legisla­
ción civil, mercantil, penal y de procedimientos, y la relativa a todas
las materias de la competencia nacional" (Subrayado nuestro)163,
esquema que repetirán, finalmente, los artículos 59, ordinal 6o
de la Constitución de 1953; 136, ordinal 24° de la Constitución
de 1961 y 156, numeral 32 de la Constitución de 1999.

Este brevísimo recuento señala, a las claras, que histórica­


mente el calificativo "penal" del poder de legislar conferido al
Poder Federal por el hoy numeral 32 del artículo 156 de la Cons­
titución ha significado siempre reserva a dicha rama del Poder
Público para el dictado del Código Penal, y en ningún modo
supone una atribución competencial en el sentido que, jurídica­
mente. posee el término. Así, salta a la vista el equívoco, no sólo
de quienes -como nosotros, en su momento- defienden la tesis
de la negación absoluta de poder sancionador legislativo al Mu­
nicipio con base en la naturaleza penal de la infracción fiscal, en
tanto y en cuanto la norma atributiva de competencia no se
refiere a la materia penal como, desde el punto de vista técnico-
jurídico, había entendido esa porción de la doctrina; sino que el
breve análisis anotado pone de bulto, igualmente, el grave equí­
voco de quienes defienden la tesis de la atribución de ius puniendi
para tipificar ilícitos tributarios a los Municipios, pues lo hacen

162 B rew er -C arías ; Las Constituciones... p. 807.


163 B rew er -C ar Ias ; Las Constituciones... p. 1.010.

547
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

sobre la errada base de la supuesta separación -inexistente, en


nuestro criterio- entre ilícitos penales e ilícitos "administrativos".
Si bien la Constitución, como hemos visto, califica únicamente
como penales los tipos y las penas previstos en el Código Penal,
ello no supone per se una distinción en lo relativo a la esencia de
la ilicitud; debe recordarse, a este respecto, que más que tomar
posición sobre la naturaleza de la infracción fiscal, la Constitu­
ción -por medio de las normas en comentarios- está repartiendo
competencias verticalmente, sin que ello suponga, insistimos, dife­
rencia alguna respecto del carácter único del ilícito tributario.

Por su parte, y en obsequio de la brevedad, no insistiremos


en el análisis que de la evolución histórica de la competencia
municipal en este punto se hiciera en el primer acápite: baste
decir aquí que, tal como lo evidencian las Leyes de Rentas Mu­
nicipales dictadas desde 1830 y hasta 1857, antes comentadas,
así como las normas constitucionales y legales vigentes desde,
por lo menos, 1900, evidencian a las claras que el poder sancio-
nador del Municipio, al menos constitucionalmente hablando,
comprende una faceta legislativa, combinada con la simple recau­
dación de penas pecuniarias atribuidas a éste por el Poder Fe­
deral con base en normas legales como las del artículo 30 del
Código Penal.

En efecto, tomando como ejemplo la Constitución de 1947 -


base del desarrollo ulterior de nuestro constitucionalismo en el
punto- el literal e) del numeral 5 del artículo 112 atribuía a los
Municipios, como ingresos propios, "[e]Z producto de las penas
pecuniarias que impongan las autoridades municipales en ejercicio
de sus atribuciones legales, y el de las que, en virtud de leyes especia­
les, se destine al fisco municipal, cualesquiera que sea la autoridad
que las imponga", competencia que, con variantes de redacción,
se corresponde con el hoy numeral 5 del artículo 179 de la Cons­
titución. De ello puede verse, con claridad, la consagración de
dos supuestos diferentes como competencias del Municipio:

(i) Las penas que imponga el Municipio en ejercicio de sus atribucio­


nes legales, esto es, aplicación de los tipos que en razón de

548
C a r lo s E. W e f f e H.

normas constitucionales y legales, haya creado el Municipio,


atribución que, a nuestro juicio, hacen tanto el numeral 3 del
artículo 168 de la Constitución, cuando señala como de la
competencia del Municipio la creación de sus ingresos, como
la interpretación concatenada de los artículos 169 de la Cons­
titución -d e acuerdo con el cual la organización de los Muni­
cipios se rige por la Constitución y "por las normas que para
desarrollar los principios constitucionales establezcan las leyes or­
gánicas nacionales", 165, numeral 4 de la Ley Orgánica del Po­
der Público Municipal, que ordena a los Municipios estable­
cer en sus Ordenanzas tributarias "[e]Z régimen de infracciones
y sanciones" y 545 del Código Penal, el cual reconoce expresa­
mente la existencia de la posibilidad de punición por medio
de leyes municipales164, regulación que se encuentra, incluso,
en el reciente Proyecto de Código Penal del Tribunal Supremo
de Justicia165; y

(ii) Las penas que recaude el Municipio en razón de la atribución


del ingreso derivado del ejercicio de la potestad punitiva por
parte de otro de los entes políticos de base territorial, como por
ejemplo el supuesto que consagra el artículo 30 del Código
Penal, ya citado.

Lo dicho lleva necesariamente a la conclusión, por vía de una


interpretación sistemática de las normas hoy vigentes, y que son
un reflejo de la situación histórica de nuestro país desde, prácti­
camente, su constitución como República, de que la atribución
de autonomía al Municipio para crear sus ingresos, en concor­
dancia con el establecimiento de multas como ingresos munici­
pales, señala a las claras la posibilidad al Municipio de tipificar -
esto es, crear- ilícitos tributarios y establecer sus penas, con la

164 "Las disposiciones del presente Libro no excluyen ni limitan las atribuciones que,
por leyes municipales u otras especiales, competan a losfuncionarios y Corpora­
ciones de la Administración Pública, para dictar Ordenanzas de Policía y bandos de
orden público, así como para corregir gubernativamente las contravenciones o
faltas, en el caso que su represión les esté encomendada por las mismas
leyes" (Destacado nuestro).
165 T ribun al S u prem o de J usticia ; Proyecto de Código Penal. Ediciones del Tribunal
Supremo de Justicia, Caracas, 2004, p. 478.

549
T em as so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

limitación natural que deriva, de la interpretación dada al tér­


mino "penal", de la interdicción de la consagración, en Orde­
nanzas municipales, de penas privativas de libertad.

Igualmente, es necesario destacar que la potestad legislativa


del Municipio, en los términos señalados, encuentra limitación
en el propio numeral 4 del artículo 165 de la Ley Orgánica del
Poder Público Municipal, de acuerdo con el cual "[1]as multas
por infracciones tributarias no podrán exceder en cuantía a aquéllas
que contemple el Código Orgánico Tributario", limitación que en­
cuentra asidero constitucional en el artículo 168, como parte de
las limitaciones a la autonomía municipal derivadas del desa­
rrollo de principios constitucionales -a nuestro juicio, los princi­
pios de razonabilidad y no confiscación de las penas- por las
leyes orgánicas nacionales -Ley Orgánica del Poder Público
Municipal, en este caso.

4.- A plicabilidad del Código Orgánico Tributario a los ilícitos


tributarios municipales.

De lo expuesto, no parece necesario señalar que, en nuestra


opinión y dada la atribución constitucional y legal de poder san-
cionador a los Municipios venezolanos en sus tres facetas, y con
las limitaciones estudiadas anteriormente, el Código Orgánico
Tributario es aplicable de forma supletoria, de acuerdo con su
artículo I o, a los ilícitos tributarios municipales. En este sentido,
la reserva legal especial penal tributaria del Código Orgánico
Tributario, de acuerdo con lo previsto en su artículo 79, com­
prende -a nuestro juicio- únicamente reserva al Código de la
tipificación de los ilícitos tributarios Nacionales. Sin embargo -y
no como consecuencia de su consagración o no en el Código
Orgánico Tributario- sino -ahora sí- por su naturaleza eminen­
temente penal, somos de la opinión de que los principios genera­
les del Derecho Penal Tributario, estén o no consagrados en el
Código Orgánico Tributario, son aplicables de manera principal
o directa a los ilícitos tributarios municipales.

550
C a r lo s E. W e f f e H.

5.- Conclusiones.

1. En nuestra opinión, los Municipios sí tienen ius puniendi en lo


tributario, mas este poder no tiene un alcance pleno, que abar­
que todas las facetas o momentos del ius puniendi, en los tér­
minos anteriormente señalados.

2. En su faceta Legislativa, el Municipio tiene potestad plena. En


este sentido, el Municipio puede crear con carácter previo,
estricto y escrito leyes penales tributarias, limitadas única­
mente respecto de las penas tipificables, tanto en su cualidad,
por la interdicción de las penas privativas de libertad, reser­
vadas al Poder Federal por medio del numeral 32 del artículo
156 de la Constitución, como por su cantidad, en función del
tope impuesto, ex artículo 168 de la Constitución en desarro­
llo de los principios constitucionales de razonabilidad y no
confiscación de las penas, por el numeral 4 del artículo 165
de la Ley Orgánica del Poder Público Municipal.

3. En el aspecto Judicial del ius puniendi, la potestad del Munici­


pio en Venezuela puede ser catalogada como mixta, en el
sentido de que la Administración Tributaria Municipal pue­
de declarar la comisión de ilícitos tributarios municipales, así
como imponer las penas correspondientes, junto con los Tri­
bunales de Justicia, integrantes del Poder Federal.

4. Igualmente, desde la perspectiva Ejecutiva del poder sancio-


nador general del Estado, es posible catalogar la interven­
ción del Municipio como mixta, en tanto y en cuanto com­
parte la competencia para la aplicación de la pena
previamente impuesta con los Tribunales de Justicia.

5. En nuestra opinión y dada la atribución constitucional y le­


gal de poder sancionador a los Municipios venezolanos en
sus tres facetas, y con las limitaciones estudiadas anterior­
mente, el Código Orgánico Tributario es aplicable de forma
supletoria, de acuerdo con su artículo Io, a los ilícitos tributa­
rios municipales. En este sentido, la reserva legal especial pe­

551
T em a s so bre T r ib u t a c ió n M u n ic ip a l e n V en ezuela

nal tributaria del Código Orgánico Tributario, de acuerdo


con lo previsto en su artículo 79, comprende -a nuestro jui­
cio- únicamente reserva al Código de la tipificación de los
ilícitos tributarios Nacionales. Sin embargo -y no como conse­
cuencia de su consagración o no en el Código Orgánico Tri­
butario- sino -ahora sí- por su naturaleza eminentemente
penal, somos de la opinión de que los principios generales del
Derecho Penal Tributario, estén o no consagrados en el Có­
digo Orgánico Tributario, son aplicables de manera principal
o directa a los ilícitos tributarios municipales.

Caracas, julio de 2005.

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bre d el año dos m il cinco en los talleres de Editorial
T orin o , C alle el B u en P a sto r E d if. U rb asa 2d o. P iso
L o ca l 2-A , B o leíta N o rte. T eléfo n o s: (212) 239.76.54,
235,24.31. En su com posición se em plearon tipos de la
fam ilia Book Antiqua. Para la tripa se usó papel Bond
20. D e esta edición se im prim ieron m il ejem plares.
ASOCIACION

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