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Obras de Teatro

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LO ABSURDO DEL AMOR

18 Minutos de Lectura

Obra de teatro ambientada en la sala de un apartamento, donde se vivirán situaciones inesperadas.

SINOPSIS:
Sara es una mujer que pasa por un mal momento en su matrimonio, lo que la hace tomar ciertas decisiones, una de ellas es pedirle ayuda a su
amigo Camilo.

PERSONAJES:
Sara, Camilo y Andrea.

Suena música, en el escenario está sentada Sara con una maleta al lado, Juan está de pie acicalándose frente al espejo.
JUAN: (De pie frente al espejo) Si tan solo supieras cuantas veces quise hacer lo que estás haciendo.
SARA: (Caminando a la radio) ¿Que, levantarte y apagar la música?
JUAN: (Sonrisa) No me refería a eso.
SARA: (Interrumpiendo) Si yo sé a qué te refieres, no tienes que restregarme a toda hora en la cara que hasta lo más sencillo te cuesta hacer.
JUAN: Me refiero a lo que estás haciendo Sara, eso de querer irte de aquí, porque me imagino que la maleta significa eso.
SARA: Si, pero como puedes ver aun no me he ido, no quiero que digas que me fui sin darte la oportunidad de hablarme.
JUAN: Hablarte, hablarte de que, la verdad, no sé qué quieres decir.
SARA: Es normal que no sepas de qué estoy hablando, más bien dime ¿Qué piensas hacer con todo esto?
JUAN: Con tu maleta o contigo, mira no te entiendo nada, pensé que te irías.
SARA: Pensaste mal, sabes perfectamente que es lo que menos quiero.
JUAN: Entonces, ¿Para qué estas con esa maleta?
SARA: Pensé que me dirías algo como, “no te vayas por favor”.
JUAN: Como sabes que es lo que quiero, ¿acaso estas dentro de mí?
SARA: ¿Sabes cuánto tiempo llevo queriendo que esto se arregle?
JUAN: No más Sara, nunca comprendiste lo que quería para esta relación.
SARA: No y tu si comprendiste mucho, a ver, ¿Cuándo carajo fue la última vez que me comprendiste?
JUAN: Todo lo vuelves un misterio, ¿Vas a empezar?, si no lo haces tú yo lo hago.
SARA: (Risa) ¿En serio lo harías?
JUAN: Alguien tiene que tomar la iniciativa.
SARA: (Caminando hacia la silla quedándose de pie) ¿Tú lo harás? No me digas, porque hasta donde se los huevos te los pusieron de adorno,
porque intentas convencerme de que siempre tengo la culpa de todo, que soy la indiferente de la relación, o más bien ¿porque te empeñas en
querer escudarte con tu “intelectualidad barata”?
JUAN: Espera Sara que eso es lo que menos me importa hacer contigo, y otra cosa, eso de los “huevos” está demás que lo digas.
SARA: No, fíjate que no, te nombro los huevos porque es lo único que has aprendido a cocinarme desde que nos casamos, ¿O se te olvida
cuantas veces te curé el brazo cuando te quemaste intentando hacerme algo diferente a eso?
JUAN: ¿Y de esa manera crees que me harás reflexionar?
SARA: La reflexión no debería salir de una persona a la que no le has dado la importancia.
JUAN: Eres mala, aunque sé que en el fondo, muy en el fondo escondes algo bueno (Risas).
SARA: (Aun de pie) ¡Oye! Muchas gracias por lo poco que me corresponde, es más ¿Sabes qué? Me sentaré a escuchar un poco más de tu
diálogo mañanero.
JUAN: Tu como siempre tan sarcástica.
SARA: Y tu como siempre tan igualito a mi suegro, que por cierto nunca pude conocer.
JUAN: Oye, mi papá no tiene nada que ver en esto, es más por lo menos yo tuve papá.
SARA: Y yo por lo menos tuve una madre que no me jodió la vida mientras crecía, yo fui criada por una madre que tuvo pantalones para sacarnos
adelante sin la ayuda de un padre, tanto así que se dio el lujo de quedarse sola, y no por falta de hombres, sino por falta de huevos en los hombres.
JUAN: ¿Tú no te cansas de ser tan…….?
SARA: Y tú por fin te estás dando cuenta que no soy tan mierda, ¿cierto?
JUAN: (Mirándola) Siempre con las malas palabras, créeme Sara que eso a cualquier hombre le fastidia, incluso hasta el portero del edificio, que
por cierto me ha contado en varias ocasiones que cuando bajas con tus amigas a acompañarlas hasta el lobby, sales con un sinfín de malas
palabras arrabaleras como haciéndote notar.
SARA: Bueno, no sabía que eran tan buenos amigos tú y el portero, López o Mesa, bueno no sé cuál de los dos morbosos de mierda es el
chismoso pendejo y confianzudo que solo espera que yo medio voltee de despedir a mis amigas para querer comérselas.
JUAN: Bueno pero es problema de él si quiere comérselas, tal vez alguna de tus amigas le ha dado motivos para verlas de la forma como las mira.
SARA: Quien carajo te crees para decir esa clase de cosas, ¿o es que conoces muy bien a mis amigas para decir eso? O tal vez me equivoco y las
conoces muy bien.
JUAN: No sé de qué estás hablando, mejor me callo y sigo con lo mío.
SARA: Eso, sigue obviando todo lo que te digo, es para lo único que sirves, además de hablar mierda y hacerte el desentendido, quien te ve con
esa cara bonita de mosquito muerto.
JUAN: Ya por favor, no más, aburres a cualquiera.
SARA: (Lo mira fijamente con ganas de matarlo)
JUAN: Espera Sara no es para que me mires así, sabes que me estas agotando.
SARA: (Acercándose un poco a Juan) Así como tú a mí, me agotó tu frialdad e indiferencia, cuanto tiempo llevo pidiéndote que tengamos otro
perro, en vez de tener un bebé.
JUAN: (Mirándose al espejo) Ya sabía que este sermón tenía un objetivo, hablar de pendejadas, sabes que eso no va a pasar.
SARA: (Interrumpiéndolo) Pues sabes que tampoco va a pasar eso de parir y tener un hijo, para qué carajo quieres verme embarazada (se acerca
un poco mas) ¿acaso quieres verme gorda, melancólica, vomitando y con estrías?
JUAN: Sabes que no Sara, si te cuidas durante el embarazo no tendrás todo eso que dices.
SARA: Siempre con tu poder de convencimiento, porque me haces esto, sabes que no estoy preparada aún, tener un hijo es una gran
responsabilidad.
JUAN: (Acercándose a Sara) No mi amor no digas eso, no lo veas así tan malo, mira que la idea es tener un motivo más para trabajar, imagínate
salir tú, yo y el bebé.
SARA: No Juan, por favor mejor hablemos de otra cosa.
JUAN: De que Sara, ¿de que no quieres repetir la misma historia de tu mamá por el miedo que te deje con tu hijo?
SARA: (Interrumpiéndolo) Pues no y punto Juan, ya te lo dije sabes que no estoy preparada y fue algo que habíamos hablado antes de casarnos.
JUAN: (Alejándose y tomando un vaso de agua y un libro de la otra silla) Ay Sara mi amor, no te das cuenta que eres mujer………
SARA: ¿Y qué pasa con eso?
JUAN: Que solo naciste para eso, para ser mamá.
SARA: Eres un manipulador de lo peor.
JUAN: No lo tomes a mal Sara, eres la mujer que cualquier hombre quisiera tener, bonita, profesional, buen sueldo, sucia en la cama y hasta
buena cocinera.
SARA: Lástima no poder decir lo mismo y quedarme corta.
JUAN: (Revisando su celular) mmmm..
SARA: (Suspirando) No juan, no solo nací para traer hijos, sino que también nací para amar y ser amada, en este caso amarte demasiado,
compartir y vivir contigo una vida de pareja en donde podamos conocernos más, luchar juntos y tener la total libertad de decidir cuándo ser mamá,
porque aunque no lo creas he leído mucho del tema, y además también deseo poder arreglar nuestra relación, que aunque hallamos caído en la
maldita monotonía, la cual nos confunde y no sabemos si queremos llegar o irnos, dormir o despertar………..quiero amarte.
JUAN: (Mirándola, aplaudiendo y riéndose) Sara mi amor que lindo mini monólogo el que acabas de regalarme, créeme que no pensé que tenías
ese talento para el arte dramático……….
SARA: En serio crees que es un monólogo, como puedes decirme eso Juan, ¿Sabes cuánto tiempo llevo queriéndote decir todo esto?
JUAN: Ay ya Sara! come mierda.
SARA: (Sorprendida) Pues fíjate HOY NO QUIERO COMERTE.
JUAN: Óyeme cómo has aprendido de tus amigas, las Pu….dientes amigas que tienes.
SARA: Ya sabía que tocarías nuevamente el tema de mis amigas.
JUAN: Las nombro porque sé que te gusta ser como ellas.
SARA: Hablas de Andrea en especial, ¿La que te tiraste aquí en nuestro apartamento, en nuestra cocina el día que vino a visitarme en mi post
operatorio?
JUAN: (Sorprendido) ¿Tu como sabes eso?
SARA: Ahora si te importa, ¿Que creíste, que no me di cuenta de ese agotamiento con el que llegaste cuando me trajiste el vaso de agua?
JUAN: ¿Sara por favor que tiene que ver eso en estos momentos?
SARA: O del maldito condón que encontré en la caneca de la basura.
JUAN: (Acercándose) Amor perdóname.
SARA: Que te perdone, estás loco Juan, eres un puto enfermo sexual, que aun sabiendo que es mi amiga, te la comiste aquí en nuestro
apartamento.
JUAN: Querrás decir mi apartamento, te recuerdo que este apartamento lo compré.
SARA: No pues gracias por sacarme en cara que es solo tuyo, ¿acaso eso te da derecho de hacer en tu apto lo que quieres?
JUAN: Ay mira no más, además me sorprende que aun sigas teniendo de amiga a Andrea a pesar de saber lo que ella me hizo.
SARA: ¿Me hizo?
JUAN: Si, así como escuchas, me hizo, porque aquí donde tú me ves yo me resistí, y ella insistió muchas veces, y bueno ya sabes el desenlace de
la historia, por eso te digo ¿para que la sigues teniendo de amiga?
SARA: Será porque tal vez no he tenido los suficientes ovarios para decirle lo puta que es, porque aunque no lo creas aun la quiero como una
hermana (casi llorando) ella fue la única que me defendió en el colegio de todo el bulling que me hacían las demás, fue la única que me
comprendió cuando mi primer novio me rompió el corazón.
JUAN: Que bueno enterarme de que tu primer novio te rompió el corazón, será porque no le diste nada a cambio por todo el tiempo que tuvo que
pasar a tu lado.
SARA: Que sabes tú de eso, si ni siquiera te lo he contado
JUAN: Lo sé porque llegaste virgen al matrimonio, y estoy seguro que te dejo por eso.
SARA: Si Juan, fue por eso, y lo hice porque siempre soñé llegar virgen al matrimonio, ¿no te diste cuenta que hasta lo más preciado de una mujer
YO te lo entregue?
JUAN: Claro que me di cuenta, sino hubieras sido virgen tal vez no estaría contigo.
SARA: Maldito machista.
JUAN: Y tu una mujer que vive solo del pasado, ya ese tema de Andrea deberíamos acabarlo que me tiene harto, ¿Además que tiene que ver todo
eso?
SARA: Tiene mucho que ver, como crees que me siento cada vez que voy al club y me miran como una estúpida más, o escucho por los pasillos
como la gente murmura de como utilizaste el libro de Kamasutra que yo te regale el día de tu cumpleaños, dizque para ponerlo en práctica
conmigo, y lo terminaste usando con Andrea.
JUAN: Lo siento Sara perdóname, en serio no pensé que sabias todo eso.
SARA: ¿Lo sientes? ¿En dónde lo sientes? ¿En tu pene o en tu corazón cada vez que me haces el amor y piensas en ella? No me subestimes
Juan, no sabes de lo que soy capaz.
JUAN: Ay! no más con eso Sara, lo siento, Andrea tira mejor que tú, y ya era hora de que te enteraras también de eso.
SARA: (Tirándole la maleta) Imbécil amor de mierda, porque me sigues hiriendo de esta manera.
JUAN: Porque naciste para eso Sara, se te olvidaba (risas)
SARA: (Se acerca y le pega una cachetada) Eres increíble Juan, cuantas veces más me vas a seguir humillando con tus palabras, es que no te
parece suficiente con haber matado mi amor, mi autoestima y hasta Lupe, mi perra que traje como mucho amor a esta relación cuando nos
casamos, creíste que no me iba a enterar que la mataste, que porque eras alérgico a los animales, y en realidad eres un maldito manipulador que
solo se jacta de sus triunfos y de “felicidad vacía”.
JUAN: (Sorprendido) No sé qué decirte Sara.
SARA: (Alejándose en crescendo) Que mierda vas a decirme, si ni siquiera eso puedes hacer, tú y tú bendita crianza! te mataron en vida y no te
permitieron tener más sensibilidad por la gente que te ama.
JUAN: (Con voz entrecortada) Perdóname Sara en serio, sé que me pasé, pero quiero que sepas que no quise herir tus sentimientos, yo solo
quería ayudarte (sobándose y sentándose en la silla).
SARA: (Acercándose) Ayudar en destruirme más, para luego venir como si nada.
JUAN: Cálmate por favor.
SARA: Que mierda quieres que me calme, no ves que mataste todo de mi (arrebatándole el vaso) dame esa mierda (toma) es justo todo esto
Juan, ¿que ni siquiera yéndome y diciéndote todo esto das tu maldito brazo a torcer?
CAMILO: (Camilo deja de interpretar a Juan) Ya Sara por favor que soy yo tu amigo Camilo.
SARA Y CAMILO: (Quedan congelados)
VOZ EN OFF: No solo es arrepentirse y ya, arrepentirse de manera genuina es lo que nos da la oportunidad de reconocer nuestros errores y no
volver hacerlo. Mientras, destruimos con palabras ofensivas a esa persona que muere lentamente y descubre que tal vez cree que sirve solo para
eso, y es por eso que la vida es más dura de lo que imaginamos, sabiendo que luchamos sin ningún segundo de descanso, pero en mi caso ha
sido todavía mucho peor, echándolo todo por tierra por culpa de mi error. Me arrepiento de haberte perdido vida mía, fruto de la torpeza y de la
desidia, sin haber aprendido realmente a valorarte, como tantas veces tú trataste de recordarme lo importante que eres para mí y sé que tardaré en
recuperarte, pero lo haré.
SARA: (Acercándose a Camilo) Discúlpame Cami.
CAMILO: Por Dios Sara que te pasó, estabas fuera de ti.
SARA: Perdóname Camilo, lo siento mucho, solo sentí la necesidad de desahogarme, no sabes cuánto tiempo llevo pensando cómo hacer para
decirle todo esto a Juan (llorando)
CAMILO: (Acercándose) Tranquila amiga yo te entiendo.
SARA: (Soltándose) ¿Te pegué muy duro?
CAMILO: Claro que sí, me moviste hasta los sentimientos que ya había perdido.
SARA: Me hiciste recordar cómo me habla Juan, es más, jamás había sentido tantas ganas de divorciarme de él como hoy.
CAMILO: Ya veo que estas muy decidida, lo pude notar en tu mirada y con tu cachetada.
SARA: Perdóname amigo, en serio, para mí no es fácil tener que recurrir a ti para tomar mis decisiones (levantándose) no ha sido fácil Camilo,
Juan me ha maltratado psicológicamente por mucho tiempo.
CAMILO: Ya amiga tranquila.
SARA: Sabes de qué me enteré, eso de querer tener un hijo es simplemente para reclamar la herencia que le dejó su padre, al escribir que si Juan
se casaba y se convertía en papá, todo pasaba a ser de él.
CAMILO: Que mal nacido, me arrepiento haberte ayudado para que lo conocieras esa noche en la fiesta de Andrea.
SARA: Tranquilo amigo, si hubiera sabido que él era esa clase de hombre no me hubiera casado con él.
CAMILO: Yo te entiendo amiga y créeme que esos hombres así los huelo a kilómetros de distancia (caminando hacia el espejo).
SARA: Amigo lo siento por ponerte en estas, de verdad que no era mi intención hacerte pasar por esto.
CAMILO: Tranquila amiga, a mí me paso algo parecido hace un tiempo.
SARA: Como así amigo, ¿yo porque no me enteré?
CAMILO: No te preocupes, fue en un momento de mi vida en donde me enceguecí por Albert, un hombre que me pintó el mejor paisaje.
SARA: Pero cuéntame ¿Qué pasó?
CAMILO: (Suspirando) Nada amiga, solo que me hizo creer en el amor después de muchos años, sabes que para mí no ha sido fácil contarle al
mundo que soy homosexual, hasta del antiguo edificio me echaron que porque el administrador no quería homosexuales en su edificio, que porque
los niños se iban a convertir en gay si me veían entrar o salir.
SARA: (Abrazándolo) Ya amigo aquí estoy para apoyarte y acompañarte en este momento, más bien cuéntame más del tal Albert, ¿Hace cuánto
terminaron, cuánto duraste con él?
CAMILO: Ay amiga es una larga historia, Albert y yo nos conocimos cuando fue a solicitar un crédito al banco donde trabajo, desde ese día dije
que quería ese hombre para mi vida, apuesto, educado, respetuoso y muy simpático, es más, jamás pensé que le gustaban los hombres.
SARA: ¿Y que pasó?
CAMILO: ¿Que pasó? que ya todo terminó, solo duramos ocho meses, y terminamos por algo que no quisiera hablar.
SARA: Te entiendo amigo, sino quieres contarme tranquilo.
CAMILO: (Mirándola y entrando en llanto) No amiga, necesito contar y soltar esto que me tiene atragantado.
SARA: Calma amigo, cuéntame entonces.
CAMILO: (Alejándose) Era casado Sara.
SARA: ¿Que, como así?
CAMILO: Si amiga, era casado y me lo ocultó por todo ese tiempo, no me preguntes como lo hizo.
SARA: Está bien no tienes que contarme.
CAMILO: O tal vez si se cómo lo hizo, dejó que yo me enamorara de él como nunca lo había hecho por alguien, de una manera tan pura y
apasionada, de una manera desenfrenada y “genuina”, de genuino solo tenía su puto pene de 18 centímetros, que además si sabía cómo utilizarlo
ese hijo de puta, un hombre que me hacía sentir valorado e importante, y todo eso ¿para qué?, para después mandarme a la mierda, porque para
eso si no tuvo amor ni tacto.
SARA: (Interrumpiéndolo) Ya amigo cálmate, tú tampoco hables así, ese tal Albert no merece ni una lágrima tuya, ni mucho menos que pienses en
cosas feas ahora mismo.
CAMILO: (Mirándola y acercándose a ella) Sabes que sí, tienes toda la razón, no sé cómo sufrimos tanto por unos hombres que no valen nada, ni
siquiera mirarlos, aunque se derritan de lo papasitos.
SARA: Así se habla amigo.
CAMILO: Terminamos, o bueno me termino hace dos meses.
SARA: El mismo tiempo que llevo planeando divorciarme de Juan.
CAMILO: Si amiga, hace dos meses.
SARA: Ya no más, arriba ese ánimo y arriba esa cabeza que tú eres un gran ser humano, y mereces alguien mejor que él.
CAMILO: Tienes razón, no más, más bien dime como lo hice, ¿Como estuvo mi actuación de tu esposo juan? ¿Me sirvieron los dos semestres de
arte dramático? (ríe)
SARA: (Acariciándole la cara) Espectacular mi vida, lo hiciste muy bien, (alejándose) lo único que me preocupa es que no se si pueda sacar
fuerzas cuando lo tenga al frente y decirle todo lo que siento y poder divorciarme por fin (triste).
CAMILO: Amiga claro que si lo harás, sé que eres capaz de esto y mucho más.
SARA: ¿Porque lo dices tan convencido?
CAMILO: Por esto (suena el timbre) Llegó.
SARA: ¿Quién, Juan?
CAMILO: No mi amor, ese debe estar revolcándose con otra amiga tuya, ya verás quien es. (Camilo sale de escena para abrir la puerta, luego de
unos segundos entra con alguien)
CAMILO Y ANDREA: (Entrando)
ANDREA: Hola amiga, Cami me dijo que querías hablar conmigo de algo importante, y bueno me dijo que viniera a su apartamento.
SARA: ¿Yo?
CAMILO: Si tú, así que ahí las dejo, me serviré el ultimo poquito de trago que me queda como reserva. (Sale de escena)
ANDREA: (La saluda de beso) Como estas amiga, tiempo sin verte, ¿cómo va todo?
SARA: (Sorprendida) Bien, creo que todo bien.
ANDREA: (Sentándose) Me alegra mucho amiga, y bueno que querías contarme, por cierto por ahí vi que Juan monto una foto de ustedes donde
se ven muy lindos!
SARA: ¿Eso hizo?
CAMILO: (Entrando a escena, a Andrea) Ay ya nena por favor, que eres una puta de mierda, una zorra bien cara de las que se acuesta con
cualquiera, hasta con los esposos de las amigas.
ANDREA: (Levantándose) Que pasa Cami porque me hablas así, ¿Sara amiga que está pasando?
Camilo, Andrea y Sara quedan congelados mientras suena audio de risas, jugueteos, besos, palabras sexuales y demás.
SARA: (Vuelve y se acerca a Andrea) Lo sé todo.
ANDREA: Como así Sara, ¿De qué hablas?
CAMILO: Sara por dios, mírale esa boca por donde salen sus palabras de “que pasa amiga” es la misma boca que le chupa el pene a Juan.
SARA: (Se acerca y le pega una cachetada) Lo sé todo “amiga”
ANDREA: (Cae al suelo)
CAMILO: Siéntelo perra, eso no se le hace a una amiga.
SARA: Así es.
Andrea, eso no se le hace a nadie.
ANDREA: Sara, perdóname, él era el que me buscaba.
SARA: Ahórrate tus excusas (empieza a llorar) no sé si pueda hacer todo lo que me propuse.
CAMILO: Claro que sí, yo sé que si lo harás (abrazándola)
ANDREA: (Levantándose) Si, lo hice porque me gusto siempre, y no podía quedarme con las ganas de comérmelo.
SARA: (Se abalanza a Andrea, camilo la detiene)
CAMILO: Tranquila amiga, es el veneno que transpira por su boca, la misma boca que chupa cuanto pene se le atraviesa.
ANDREA: Partida de estúpidos, creyendo en el amor puro y verdadero, esto es lo absurdo del amor.
CAMILO: Sabes que amiga, vamos, te invito a cine.
SARA: (Sorprendida y casi congelada) A cine?
CAMILO: Si amiga vamos, no termines contaminándote de esta zorra, ah por cierto Andrea, gracias por querer comerte a Kevin, lo supe todo, mi
amor el si es homosexual, pedazo de ninfómana.
SARA: ¿Con Kevin?
CAMILO: Si mi amor, pero ya no hablemos de eso, ah mira! aquí está el libreto que me pusiste a estudiar para hacerme pasar por Juan y
divorciarte de él. Lo absurdo del amor, deberías hacer una obra de teatro, y ya no me digas más Juan que puedo volverme un “hombre”
SARA: Y qué hacemos con esta?
CAMILO: Tranquila mi vida, ya tengo todo planeado, (a Andrea) nena el portero viene en cinco minutos para sacar la verdadera basura.
Salen de escena y se oscurece el escenario.
FIN
La amistad de las avestruces
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Eve
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Descripción: Esta es la historia de dos avestruces que un día no se pudieron poner de acuerdo y estuvieron a punto de dejar de ser amigas.
Personajes: Avestruz 1, Avestruz 2, Ratón
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ACTO ÚNICO
Se abre el telón, mostrando a dos avestruces en extremos apuestos del escenario. Las dos se miran de reojo y se hacen gestos de disgusto con la
cabeza, quedándose de brazos cruzados en sus correspondientes lugares. De pronto, un ratón entra en escena.
Ratón: Buenos días, señoras avestruces. ¿No creen que hace una mañana muy bonita?
Avestruz 1 (malhumorada): ¿Bonita? ¿Qué tiene de bonita?
Avestruz 2: Era una mañana perfecta hasta que tuviste que echarlo todo a perder.
Avestruz 1: ¿Yo? ¿Si fuiste tú la que no se ponía de acuerdo!
Avestruz 2: Pero si yo ya te había dicho lo que íbamos a hacer hoy, ¡fuiste tú la que no quiso aceptar!
Avestruz 1: ¿Y por qué tenemos que hacer siempre lo que tú digas? ¡Ya estoy cansada de que seas tan mandona!
Avestruz 2: ¡Mandona es tu abuela!
Las dos avestruces empiezan a quejarse a gritos, provocando que el ratón se tape los oídos.
Ratón: ¡Señoras, señoras, por favor! ¡Que así no van a llegar a nada! ¿Pues qué pasó? Yo recuerdo que ustedes eran las mejores amigas.
Avestruz 1: Éramos, ¡eso se acabó!
Avestruz 2: ¡Sí! No puedo ser amiga de alguien tan… tan…
Avestruz 1: ¿Tan qué? ¿Eh? ¡Dilo!
Avestruz 2: ¡Tan quejumbrosa! ¡Eso!
Ratón: ¿Pero cuál es el problema? No puede ser que por nada se hayan enfadado tanto, si ayer todavía eran tan amigas.
Avestruz 1: Ay señor ratón, es que estábamos decidiendo que íbamos a hacer hoy y yo le sugerí ir al arroyo. ¡Es que estoy harta de estar en este
prado, todos los días es lo mismo!
Avestruz 2: Pero si a ti te encanta el prado.
Avestruz 1: Sí, ¡pero de vez en cuando me apetece hacer algo diferente!
Ratón: ¿Y por qué no va usted sola un ratito al arroyo?
Avestruz 1: ¿Yo sola? ¡Pero nunca he ido sola a ninguna parte! Siempre vamos juntas a todos lados.
Avestruz 2: Pues yo ya te dije que no te voy a acompañar, ¡odio mojarme!
Ratón: Vaya, tanto problema por un asunto tan minúsculo. Creí que ustedes sí valoraban la amistad.
Avestruz 1: Pero claro que la valoro.
Avestruz 2: Y yo también.
Ratón: Entonces, ¿no creen que no vale la pena discutir por una decisión tan sencilla?
El ratón se dirige hacia la segunda avestruz.
Ratón: Señora avestruz, ¿no cree que por una vez podría darle gusto a su amiga y probar algo diferente? ¿Cómo se sentiría si el día de mañana no
volvieran a verse?
Avestruz 2: Yo… me sentiría muy mal.
Las avestruces se miran con pena y se acercan.
Avestruz 2: Perdona por ser tan orgullosa, amiga. Es verdad que nunca escucho tus ideas; no me gusta mucho el arroyo, pero te acompaño si
quieres.
Avestruz 1: Te lo agradezco, amiga. Y discúlpame tú también por las cosas que te dije.
Ambas se abrazan para reconciliarse.
Ratón: ¿Ya ven? No hay tesoro más grande que la amistad, por eso siempre debemos cuidar a nuestros amigos.
Avestruz 1: Gracias, señor ratón. ¿Quiere acompañarnos?
Ratón: Bueno, ya que insisten, ¡me encantaría!
Los tres animales salen de escena.
FIN
Una segunda oportunidad
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Eve
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Descripción: Ramiro es un joven delincuente que no tiene esperanza alguna, hasta que conoce al padre Arriaga, quien le enseña a creer en él.
Personajes: Ramiro, Padre Arriaga, Celador
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PRIMER ACTO
En una celda de prisión, yace un adolescente lleno de tatuajes, malhumorado y encogido en un rincón. El celador llego y toca los barrotes con su
macana.
Celador: ¡Oye tú! Levántate, tienes visita.
Ramiro: ¿Quién? Creí que mi familia ya nunca vendría a verme.
El celador abre la reja y deja pasar a un hombre con hábito.
Celador: Adelante, padre Arriaga. Aunque no sé para que pierde el tiempo, este tipo de muchachos son incorregibles.
Ramiro: ¿Quién es usted?
Padre Arriaga: Soy Hernán, Hernán Arriaga y estoy visitando varias correccionales de menores para llevarles la palabra del Señor.
Ramiro: Vaya basura, Dios no existe. Por lo menos no para las personas como yo.
Padre Arriaga: Dios existe para quienes son capaces de abrirle su corazón, no importa los errores que hayan cometido en el pasado, ¿sabes?
Ramiro (irónico): Sí, claro.
Padre Arriaga (sonríe): Entiendo como te sientes, Ramiro. Has sufrido mucho y has tomado malas decisiones. Pero ya verás como después de que
hablemos estos días, encontrarás que lo que digo tiene sentido.
Ramiro: Buena suerte con eso.
SEGUNDO ACTO
Ahora, el padre Arriaga y Ramiro se encuentran sentados en su celda, leyendo la pequeña Biblia del sacerdote.
Ramiro: ¿Usted de verdad cree que yo pueda cambiar, padre?
Padre Arriaga: Ya lo estás haciendo, hijo mío.
Ramiro: Lastimé a mucha gente. Siento que quiero empezar de nuevo, pero no sé ni por donde comenzar. Antes de hablar con usted, ya había
dado todo por perdido.
Padre Arriaga: Tome. (Le entrega la Biblia). Creo que he hecho un buen trabajo al llegar hasta ti, pero hay otros chicos que me necesitan. Cada vez
que quieras encontrar respuestas, lee este libro. Y no te olvides que Dios cuida de todas sus criaturas.
El padre Arriaga sale de la celda y Ramiro se queda pensativo.
TERCER ACTO
Tiempo después, el padre Arriaga se encuentra caminando por un parque, con su Biblia bajo el brazo y un bastón en la mano. Se ve más viejo, a
juzgar por las canas que hay en su cabello. Se sienta en un banco para leer y un joven pasa corriendo cerca de él. Lleva puesto una sudadera con
capucha, por lo que no se le ve el rostro.
El chico se detiene al verlo, se quita la capucha y sonríe.
Ramiro: ¿Padre Arriaga?
Padre Arriaga: ¿Nos conocemos, muchacho?
Ramiro: ¡Claro que sí! ¿Cómo voy a olvidarme de la única persona que me fue a visitar a la cárcel cuando no tenía nadie? Nunca pude darle las
gracias como era debido.
Ramiro se saca una pequeña Biblia de debajo de la sudadera y se la muestra.
Ramiro: Es la que me regaló, gracias a sus enseñanzas enmendé mi camino. Estoy estudiando y todos los días me levanto con mucha fe. Creer de
nuevo en Dios me ha ayudado a encontrar mi paz interior.
Padre Arriaga (contento): ¡Me da mucho gusto, Ramiro!
Ramiro lo abraza y los dos sonríen.
Ramiro: Gracias, padre. Gracias por recordarme que Dios siempre cuida de nosotros.
FIN
El amor tras las apariencias
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Eve
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Descripción: Delia es una chica superficial que rechaza a Antonio por ser feo, ¿logrará surgir el amor entre ambos al final?
Personajes: Delia, Marisa, Antonio
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 El llamado de la sangre
PRIMER ACTO
En el pasillo escolar, Delia y Marisa platican animadamente. Delia es una chica muy guapa, de largo cabello y que viste uniforme de porrista, al
igual que su amiga.
Marisa: ¿Y ya sabes que vas a hacer este fin de semana?
Delia: Estaba pensando que podríamos salir con Gerardo y sus amigos. ¡Ay Marisa, él es tan guapo!
Un chico con gafas y frenos se acerca a Delia.
Antonio: Hola, Delia.
Delia lo mira con fastidio.
Delia: ¿Qué quieres, Antonio? ¿No ves que estoy ocupada?
Antonio: La profesora dijo que hoy ibas a empezar tus tutorías de matemáticas conmigo. Dijo que andabas muy mal en la materia.
Delia: Es verdad, lo había olvidado. Si no apruebo esa tonta materia no podré seguir en el equipo de porristas.
Marisa: Ni modo amiga, ¡te toca aguantarte una hora con el feo!
Las dos echan a reír mientras Antonio pone los ojos en blanco.
Antonio: Te espero en la biblioteca. (Sale de escena).
SEGUNDO ACTO
Antonio y Delia se encuentran sentados en una mesa de la biblioteca, mientras él le explica unas ecuaciones.
Antonio: Y así es como puedes resolver cualquier ecuación. Este método es el más sencillo.
Delia: Guau Antonio, explicas mejor que la maestra.
Antonio: Bueno, gracias. Primera cosa amable que escucho de ti.
Delia: Bueno Antonio, tienes que aceptar que la verdad si eres un poco feo. Es una lástima porque en realidad, me caes muy bien y si eres muy
listo.
Antonio: Osea que si fuera más guapo, ¿dejarías de meterte conmigo? Que superficial eres.
Delia: Pero tampoco lo digas así, tampoco soy tan mala contigo. Solo hago unas bromas de vez en cuando para divertirme, ¡apuesto que en el
fondo hasta tú te diviertes!
Antonio: Debo irme, tengo cita con el dentista. No olvides repasar tus ejercicios.
TERCER ACTO
Marisa y Delia platican de nuevo, cuando un chico muy bien parecido se les acerca.
Antonio: Delia, traigo los ejercicios que te corregí.
Delia: ¿Antonio? ¡Qué te hiciste! ¡Te ves guapísimo!
Antonio: Solo me quite los frenos, el dentista dice que ya no los necesito.
Marisa: ¿Y tus gafas?
Antonio: Estoy usando lentes de contacto, quería probar algo nuevo. Bueno, nos vemos esta tarde en la biblioteca.
Mientras se aleja, las chicas lo miran embobadas.
Marisa: ¿Viste que guapo se puso Antonio? ¡No sé como no nos dimos cuenta antes!
Delia: Guapo, inteligente y buena onda… ay Marisa, creo que me he enamorado.
Marisa: ¿Así de repente?
Delia: No… yo creo que siempre me gustó Antonio, pero no quería aceptarlo por su físico. Sin embargo ahora me doy cuenta… él es un chico muy
valioso. ¡Y yo que había estado burlándome de él todo el tiempo!
Delia corre hacia el lado del escenario por el que se fue Antonio.
Marisa: ¿Dónde vas?
Delia: ¡A disculparme con él! A lo mejor acepta tener una cita, ¡deséame suerte!
Delia sale corriendo de escena.
Marisa: Creo que es verdad eso que dicen de que el amor, te llega cuando menos lo esperas.
FIN
Un paquete para Laura
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Eve
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Descripción: Obra corta de horror. Laura recibe un paquete que está a punto de cambiarle la vida.
Personajes: Laura, Joel, Desconocido
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 Mensajes del destino
 El payaso de la mecedora
PRIMER ACTO
Laura, un ama de casa normal, entra en el escenario a su sala de estar sosteniendo un paquete en sus manos, extrañada. Mira la tarjeta.
Laura: Que raro… no dice quien manda este paquete. (Lo sacude). ¿Qué será?
Joel, su esposo, entra por el otro lado.
Joel: Mi amor, buenos días.
Laura: Buenos días.
Ambos se besan de buen humor.
Joel: ¿Y eso?
Laura: Alguien lo dejó en el buzón… la tarjeta solo pone «Para Laura».
Joel: Ábrelo.
Laura: ¿Y si es algo malo?
Joel: Parece inofensivo.
Juntos, abren el paquete y miran el interior. Laura palidece.
Laura: ¿Qué es esto, Dios mío? ¡¿Qué clase de broma de mal gusto es esta?!
Saca de la caja una camisa de niño y llora. Joel la mira desconcertado.
Joel: No puede ser…
Laura: ¡Es igual a la de él! ¡Es la misma! ¡La misma!
Joel: Calma mi amor, debe ser una broma de mal gusto.
Laura: ¡¿Pero cómo supieron?! ¡¿Cómo?!
Joel toma la prenda y la tira al suelo, para luego abrazar a su esposa. Laura llora en su pecho desconsoladamente.
Joel: Descuida, todo está bien… daré aviso a la policía.
SEGUNDO ACTO
Esa noche, en su dormitorio, Laura se encuentra nerviosa. Joel intenta tranquilizarla.
Joel: Amor, ya avisé a la policía y prometieron que estarían al pendiente.
Laura: Es que no entiendo como alguien podría averiguarlo. Hace un año que nos mudamos aquí… y hace tanto tiempo de aquello… mi pobre
niño…
Laura se echa a llorar de nuevo y Joel la consuela.
Joel: Laura, tú no tienes la culpa de nada. Fueron esos malditos que lo secuestraron, los que… (a Joel se le quiebra la voz y se contiene para no
llorar). Tenemos que volver a superar esto.
Un ruido sobresalta a la pareja.
Laura: ¿Qué fue eso?
Joel: Creo que alguien intenta entrar… quédate aquí, iré a ver.
Joel sale del escenario y Laura solloza. La habitación se encuentra en penumbra. Escucha un golpeteo en la ventana y al voltear, un relámpago
ilumina el exterior y ella ve el rostro de un hombre enmascarado en la ventana, sonriéndole. Laura grita de terror y las luces se apagan.
Joel (voz fuera de escena): ¿Laura? ¡Laura!
Joel se queda en silencio un segundo y después grita también.
TERCER ACTO
Laura y Joel se encuentran atados en el piso de su habitación. Frente a ellos, el hombre de la máscara sostiene un cuchillo.
Desconocido: Creían que nunca les llegaría la hora.
Joel: ¡¿Qué quiere de nosotros!?
Desconocido: Solo hacer justicia por lo que le pasó a ese pobre niño.
Laura: ¡Nuestro hijo fue secuestrado!
Desconocido: Eso es lo que le hicieron creer a todo el mundo, ¿no?
Joel: ¿Quién eres tú?
Desconocido: ¿No me reconocen? (Se quita la máscara). Yo vivía al lado de ustedes. Escuché cuando mataron al niño y como se deshicieron del
cádáver.
Laura: ¡Fue un accidente!
Desconocido: Ese pequeño no merecía morir así… hoy lo vengaré.
La pareja grita de terror y las luces vuelven a apagarse.
FIN
La imagen perfecta
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Eve
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Descripción: Juliana está obsesionada con el cuerpo perfecto, ¿a qué extremos llegará su delirio? Una obra de teatro sobre los
trastornos alimenticios.
Personajes: Juliana, Alejandra, Mamá
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 El peso ideal
 La fe de Tamara
PRIMER ACTO
Juliana se encuentra en su habitación, mirando una revista. Es una adolescente con bastante sobrepeso, vestida con ropa muy holgada
y una expresión triste en el rostro.
Juliana (suspirando): Nunca voy a poder ser como estas chicas… me siento tan fea a veces…
En ese momento, entra en su habitación Alejandra, su prima. Una joven delgada, de largo cabello rubio y muy hermosa.
Alejandra: ¿Otra vez mirando revistas, cerdita? Por eso no bajas de peso, te la pasas aquí encerrada.
Juliana: ¿Qué quieres, Alejandra?
Alejandra: Solo pasaba a ver como estabas, primita. Y ya veo que sigues igual de gorda que siempre.
Juliana se levanta y trata de salir del cuarto, pero Alejandra la toma de la muñeca y la obliga a pararse frente al espejo.
Alejandra: ¡Estás asquerosa! Mira nada más esta grasa, estas lonjas. (Le pellizca un rollito). ¡Qué horror! ¡Qué vergüenza que seamos
familia!
Juliana (desesperada): ¡¿Y qué quieres que haga?! ¡Si por más que trato no puedo bajar de peso! ¡Soy un monstruo!
Alejandra: Así es, eres un monstruo. Y por eso, ya sabes que hacer.
Juliana sale corriendo fuera de escena. Se oyen sonidos de vómito, dando a entender que está devolviendo el estómago. Alejandra
sonríe satisfecha y se va.
SEGUNDO ACTO
En una sala de estar, Juliana está sentada cabizbaja y su madre frente a ella, regañándola.
Mamá: ¡Juliana, no puedes seguir así! ¡Es la tercera vez esta semana que te sorprendo vomitando! ¡Dijiste que ibas a hacer un
esfuerzo por estar bien!
Juliana: ¡No puedo, mamá! ¡¿No lo ves?! ¡Yo solo quiero ser perfecta!
Mamá: ¡Esa maldita obsesión te está atrofiando la cabeza!
Juliana: ¡No es una obsesión! ¡Alejandra me lo ha dicho, mamá! ¡Estoy gorda! ¡¿No lo ves?! ¿No lo ves?!
La madre abre sus ojos con espanto.
Mamá: Pero Juliana, ¿de qué estás hablando? Sabes bien lo que pasó con tu prima.
Juliana la mira con los ojos llenos de lágrimas, sin comprender.
Mamá: ¿No lo recuerdas? Alejandra murió el año pasado. No pudo vencer la batalla contra la anorexia.
Juliana: No, no es cierto… no puede ser cierto… ¡no es verdad!
Mamá: Hija mía, por favor, recuérdalo. Recapacita. (La abraza y las dos lloran). Si sigues destruyéndote de esta manera, tú vas a
terminar igual. No quiero perderte, hija.
Juliana: Lo siento, mamá, perdóname. Es que no puedo evitarlo, siento que odio lo que soy.
TERCER ACTO
La madre de Juliana entra en su habitación, llevando una bandeja con un sándwich y un té.
Mamá: Hija, es hora de… ¡oh, por Dios!
La bandeja se le cae de las manos al ver a su hija en el suelo. Hay un frasco de pastillas a su lado y ella está inmóvil. Vemos ahora que
en realidad, Juliana siempre fue delgada, pues antes traía puesta una botarga. El espejo de su habitación está roto. Su madre se
arrodilla a su lado, llorando con desesperación.
Mamá: ¡Me lo prometiste, Juli! ¡Me lo prometiste! Para mí tú eras perfecta tal cual eras, hija.
FIN
La cura milagrosa
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Eve
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Descripción: Juanito tiene a una madre muy enferma en casa. Después de ser generoso con un mendigo, se da cuenta de que con su fe, todo es
posible.
Personajes: Juanito, Mamá, Mendigo
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 El juguete roto
 La fe de Tamara
 Mamá... Papá... soy gay
PRIMER ACTO
Juanito se encuentra en la habitación de su madre, quien está en la cama con un semblante muy enfermo.
Juanito: Mamá, ¿te sientes mejor?
Mamá: Ay hijito, todavía no me puedo levantar y ya llevó muchos días así. El doctor me dijo que iba a mejorar con las medicinas… pero la verdad
es que yo sigo sintiéndome muy cansada.
Juanito asiente con tristeza.
Juanito: Mamá, pero yo sé que te vas a recuperar, solo debemos mantener la esperanza.
La madre sonríe tristemente.
Mamá: Esperanza es lo que más me falta, hijo mío. Ojalá alguien me la devolviera. (Se remueve en la cama). Anda, sal a jugar un rato mientras
intentó dormir. Tal vez así me sienta mejor.
Juanito sale de la habitación.
SEGUNDO ACTO
Juanito se encuentra en el portal de su casa, jugando con un cochecito. Un viejo mendigo entra en escena. Va vestido con ropa estrafalaria y un
sombrero que le cubre gran parte de la cabeza.
Mendigo: Buenos días, hijito.
Juanito: Buenos días.
Mendigo: No quiero molestar, ¿pero no podrías regalarme un vaso de agua? Tengo mucha sed.
Juanito: En un momento vuelvo.
El niño entra tras bambalinas a través del falso portal de casa y regresa con un vaso de agua.
Juanito: Tome, esta muy fresca.
Mendigo: Muchas gracias, hijo mío.
El anciano se bebe el agua con prisa y algo de esfuerzo.
Juanito: ¿Está enfermo, señor?
Mendigo: No es nada de lo que preocuparse, hijo. Aun estoy entero, gracias a Dios.
Juanito: Mi mamá si está enferma, apenas y se puede levantar de la cama.
Mendigo: ¿Y estás muy triste por ella?
Juanito: Sí.
Mendigo: Entonces déjame darte esto. (Saca un rosario de su bolsillo y se lo entrega). ¿Sabes? Nada imposible si tienes fe en Dios y en la vida.
Cuando estoy en un problema, siempre recuerdo esto. Hoy recé y tú fuiste amable conmigo. Eso es un verdadero milagro. Verás como tu mamá se
pondrá bien.
Juanito: ¡Muchas gracias, señor!
TERCER ACTO
Juanito ahora está dentro de su casa, en la habitación de su madre. Ella le sonríe cuando entra y él se acerca con el rosario en sus manos.
Juanito: Mira mamá, lo que me ha regalado ese señor de la calle.
Mamá: Pero Juanito, ¿has estado hablando con desconocidos? Tú sabes que eso no se hace.
Juanito: Lo siento, mamá. Es que era muy viejo y se veía muy sediento. Además me dio esto por ser amable con él.
Le entrega el rosario.
Mamá: Es muy bonito, realmente es precioso.
Juanito: Él me dijo que cuando uno tiene fe, todo es posible. ¿Quieres que recemos juntos?
Mamá: Es una buena idea.
El niño toma su mano y los dos se ponen a rezar brevemente. Luego, la madre se toca la cabeza extrañada.
Juanito (asustado): Mami, ¿qué pasa? ¿Te sientes mal?
Mamá: Al contrario… de pronto me han vuelto las fuerzas para levantarme. Me siento mejor que nunca. (Lo abraza). Tenías razón, hijito. Yo creo
que alguien nos está cuidando desde el cielo.
FIN
Claveles Rosas
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Eve
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Descripción: Tras años de abandono, Amalia regresa para buscar a sus dos hijos para pasar en su compañía sus últimos meses de vida. ¿Serán
capaces de perdonarla?
Personajes: Amalia, Gerardo, Cristina
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 Saber perdonar
 La dama vestida de blanco
PRIMER ACTO
Gerardo y Cristina, dos hermanos adultos, se encuentran en la sala de estar de su apartamento, cuando alguien toca a la puerta.
Cristina: ¿Esperas a alguien, hermano?
Gerardo: No, es domingo. (Se levanta de su sillón y va a abrir la puerta).
Quien ha tocado es una mujer madura, de cabellos grises y que va envuelta en un abrigo. Se la ve algo pálida.
Amalia: Hola Gerardo, hijo.
Gerardo: ¿Qué haces aquí?
Amalia: He venido a hablar con ustedes.
Gerardo: No tenemos nada de lo que hablar contigo, ni Cristina ni yo.
Cristina se pone de pie y va junto a su hermano.
Gerardo: Te fuiste hace muchos años y dejaste claro que no te importábamos, ¿no? No tienes nada que hacer aquí.
Amalia: Sé lo que le dije a tu padre, era muy joven y estaba confundida. Pero quisiera explicarles…
Cristina: Mamá, es mejor que te vayas.
Amalia agacha tristemente la cabeza. Luego, saca una tarjeta de su bolso.
Amalia: Entiendo. Si cambian de opinión, búsquenme en esta dirección por favor.
Se retira y cierran la puerta.
SEGUNDO ACTO
Cristina y Gerardo vuelven a encontrarse en la sala de estar, hablando seriamente.
Cristina: ¿Qué crees que quiera decirnos?
Gerardo: No me interesa.
Cristina: Tal vez sea importante-
Gerardo: Cristina, ¡esa mujer nos abandonó hace años! ¿Ya no te acuerdas?
Cristina: Sí, me acuerdo. Pero tampoco me olvidó de los buenos recuerdos que tuvimos con ella…
Las luces del escenario se desvanecen ocultando a la pareja de hermanos, para alumbrar a un niño y una niña que entran, corriendo y riendo. Son
ellos de jóvenes.
Pequeña Cristina: ¡Mamá! ¡Mamá!
Amelia vuelve a entrar en escena, esta vez usando un vestido que la hace ver más joven y sin canas en el cabello.
Pequeño Gerardo: ¡Mira lo que hemos traído para ti, mamá! Son claveles rosas, los recogimos en el jardín.
Amelia: Muchas gracias, cariño.
Amelia se agacha para recoger las flores y abrazarlos a ambos.
Amelia: Ustedes son lo más importante para mí, lo saben, ¿verdad? Los amo a los dos. Más que a nada en esta vida.
Las luces del escenario se desvanecen por completo.
TERCER ACTO
Amelia se encuentra sola en una habitación de hotel, mirando una fotografía de sus hijos. Suspira con tristeza. Alguien toca a la puerta. Son
Gerardo y Cristina.
Cristina: Queremos escuchar lo que tienes que decirnos, mamá.
Amelia: Antes que nada, sé que nada de lo que diga será suficiente para que me perdonen por irme como me fui. Los abandoné cuando más me
necesitaban y me siento arrepentida por eso. Ojalá pudieran perdonarme algún día.
Gerardo (frustrado): Mamá, solo dinos que quieres de nosotros.
Amalia suspira.
Amalia: Mi médico me detectó cáncer el año pasado. He estado en tratamiento por meses, pero no ha dado los resultados esperados. Dice que
solo me quedan algunas semanas de vida.
Cristina y Gerardo se miran con sorpresa.
Amalia: Me siento sola y antes de marcharme, me gustaría estar cerca de ustedes… si me dan la oportunidad.
Sus hijos la abrazan.
FIN
Billete premiado
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Eve
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Descripción: Al perder un billete de lotería premiado, Ana y Mónica tratan de recuperarlo saliendo con un chico muy desagradable.
Personajes: Ana, Mónica, Rigoberto
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 El favor de un viejo amigo
 El premio gordo
PRIMER ACTO
Mónica está en el sofá escuchando atentamente la radio, con una expresión de ansiedad en el rostro.
Locutor: Y he aquí los números ganadores del sorteo de 20,000 dólares… cuatro… seis… diez… dos… repito, cuatro, seis, diez,
dos…
Mónica abre los ojos con sorpresa y salta del sofá, pletórica.
Mónica: ¡Sí! ¡Sí! ¡Es nuestro número! (Saltando y corriendo por todo el apartamento) ¡Ganamos, ganamos!
Ana entra en ese momento con expresión fastidiada.
Ana: ¿Pero se puede saber qué te pasa, Mónica? ¿A qué viene todo este escándalo? Yo he pasado menuda noche, ese chico con el
que salí es un pesado. (Se desploma en el sofá). ¿Y bien?
Mónica: ¿Y bien? ¡Pues que nos hemos ganado 20,000 dólares, Ana! ¡El billete que compramos salió premiado!
Ana (feliz): ¡No lo creo!
Se toman de las manos y saltan.
Mónica: ¿Dónde dejaste el billete?
Ana: Está en el bolso, espera que… ¿eh? ¡Mi bolso! ¡No! (Se pega en la frente). ¡Me lo olvidé en el coche de ese insoportable de
Rigoberto!
Mónica: ¡¿Qué?! ¡Pues ahora lo recuperas!
SEGUNDO ACTO
Mónica y Ana están preparando la mesa.
Mónica: ¿Segura que esto funcionará?
Ana: Sí, le invité a cenar para disculparme por ser tan borde con él y me dijo que vendría a devolverme mi bolso. Ahora tenemos que
fingir ser amables con ese pesado.
Mónica: ¿Tan desagradable es?
Ana: No te imaginas.
Alguien toca la puerta. Ana acude a abrir y entra Rigoberto, un tipo con una mueca presuntuosa que lleva un pequeño bolso en la
mano.
Rigoberto: Veo que recapacitaste y decidiste disculparte por la pésima cita de anoche.
Ana: Sí, sí, perdón, dame mi bolso. (Le arrebata el bolso y busca frenéticamente). ¡¿Qué?! ¡No está!
Rigoberto: ¿Buscabas esto? (Alza el billete premiado en la mano).
Mónica: ¡El billete!
Ana: ¡Dánoslo!
Rigoberto: Si quieren este billete de vuelta, tendrán que ser muy amables conmigo. (Se sienta en el sofá y sube los pies a la mesa).
¿Qué hay de cenar? Tengo hambre.
Ana y Marion se miran incómodas.
TERCER ACTO
Los tres jóvenes están sentados a la mesa, donde Rigoberto come como si no lo hubiera hecho en días. Las chicas se miran con
fastidio.
Ana: Bien, ya comiste, ya bebiste y hemos sido muy hospitalarias contigo, ¿nos das el billete?
Rigoberto: No sé, este es mucho dinero… tendrían que convencerme de compartirlo con ustedes.
Mónica: ¡Oye, que nosotras compramos ese billete, parásito!
Rigoberto: Con que parásito, ¿eh? Pues ya está, me quedó con el billete. Adiós, brujas.
Se para de la mesa y las chicas tratan de detenerlo. Mónica agarra el billete y se lo intenta arrebatar hasta que se rompe.
Rigoberto: ¡No!
Ana: ¡¿Qué hiciste?!
Mónica: ¡Mi dinerooooo!
Rigoberto: ¡Maldición! Bueno, se lo merecen por ser unas arpías, ¡me largo!
Mónica: ¿Ah, no! ¡Tú no te vas de aquí antes de que yo haga esto! (Agarra una sartén de la estufa y lo golpea con él hasta que cae
inconsciente).
Ana: ¡Mónica!
Mónica: Tenías razón, era un pesado.No tendré mi dinero, pero le di su merecido.
FIN
Una confesión original (3Minutos de Lectura)

Descripción: Mateo quiere decirle a su mejor amiga que está enamorado de ella, ¿logrará confesarle su amor durante una
caminata por el parque?
Personajes: Valeria, Mateo, Vendedor de helados
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 La fe de Lucía
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ACTO ÚNICO
Se abre el telón mostrando la hermosa escenografía de un parque primaveral. Hay también una banca y un farol en medio
del escenario. Dos personas aparecen en escena, charlando. Son Valeria y Mateo. La primera ríe y mira hacia todos lados,
distraída. El segundo se ve nervioso, pues de tanto en tanto juega con el cuello de su camisa y frota sus manos.
Valeria: Vamos a sentarnos, que quiero observar un rato el rato.
Mateo: ¡Sí, sí! Vamos. (Valeria se sienta y él, a sus espaldas, comienza a murmurar para sí mismo, haciendo
gesticulaciones). Esta es la buena Mateo, hoy se lo dices sí o sí.
Valeria: ¿Vienes a sentarte?
Mateo: ¡Sí, sí! (Se sienta junto a ella, temblando).
Valeria: Que día tan bonito que está haciendo hoy, que bueno que me invitaste a caminar por aquí.
Mateo: ¿Verdad? Es que mira, yo tenía una cosa importante que decirte.
Valeria: ¿Ah sí? ¿Y de qué se trata?
Mateo: Pues sí, es que… es que es algo que no me podía callar más, ¿sabes? Digo, tú y yo hemos sido amigos tanto
tiempo, y ya ves que luego uno no quiere confundir las cosas, y bueno…
Un hombre entra en escena, llevando un carrito de helados.
Vendedor: ¡Helados, helados! Lleve sus helados.
Valeria: ¡Ay, se me entojó uno! Con el calor que hace.
Mateo: Sí, yo te lo compro, ya sé cual te gusta. (Dirigiéndose al vendedor). Me da uno de chocolate y otro de vainilla, por
favor.
Vendedor: Uy joven, solo tengo de limón.
Mateo: Vale pues, dos conos de limón.
Vendedor: No tengo conos, solamente vasos.
Mateo (exasperado): Bueno, ¡pues en vaso! Deme lo que tenga, hombre.
Vendedor: Pero no se moleste joven, que su novia va a pensar que es usted de cuidado.
Mateo: No es mi novia… aún.
Vendedor: Ah, hombre con suerte, se va a declarar. Mire nada más que pillo.
Mateo: ¿Me puede dar los helados ya, por favor?
Vendedor: Perdón, solo quería hacer más amena la plática.
El vendedor le sirve los dos helados. Mateo le paga y él se aleja, despidiéndose con la mano.
Vendedor: ¡Suerte con la confesión!
Mateo se tropieza al sobresaltarse por el grito del hombre y tira los helados.
Mateo: ¡No! ¡Maldita sea! ¡Oiga, vuelva aquí!
Valeria: ¿Confesión? ¿De qué confesión estaba hablando ese hombre?
Mateo: ¡Maldición, soy un tonto! Prácticamente le pagué a ese metomentodo por nada. ¡Tonto, tonto!
Valeria (riendo): Pero Mateo, ¿qué te pasa? Si solo son helados. Si quieres, cuando el vendedor vuelva a dar una vuelta
invito yo.
Mateo: ¡No! Así no tenían que ser las cosas, se suponía que iba a ser perfecto.
Valeria: ¿El qué?
Mateo (nervioso): Pues… este… este… decirte que…
Valeria: ¿Que te gusto desde hace mucho tiempo y que te gustaría que seamos novios?
Mateo: ¿C-cómo… cómo dices?
Valeria se levanta riendo y lo abraza.
Valeria: Sí eres un tonto, ¿crees que no me había dado cuenta? Pero está bien, acepto. Tú también me gustas.
Lo besa y el telón se cierra.
FIN
Narciso y su reflejo
3 Minutos de Lectura

Descripción: Obra infantil basada en el mito de Narciso, un joven bello y vanidoso que se enamoró de su propio reflejo.
Personajes: Narciso, Eco, Narrador
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 El murciélago vanidoso
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PRIMER ACTO
Aparece un joven apuesto en el escenario, peinándose con presunción.
Narrador: Hace muchos siglos vivió en la Tierra un joven llamado Narciso, hijo del río Cefiso y de Liriope, la ninfa de las
aguas. A sus dieciséis años su belleza era tal, que prácticamente todos los hombre y mujeres caían rendidos a sus pies.
Narciso: ¡Qué bello soy! Realmente soy más hermoso que cualquier mortal o dios viviente.
Narciso continúa acicalándose con gran arrogancia.
Narrador: Pero poco sabía él que lo más importante no era la belleza física, sino los sentimientos puros. Y estaba a punto
de descubrirlo.

SEGUNDO ACTO
Narrador: Cerca de Narciso vivía Eco, una hermosa ninfa que al encontrarse con él a la distancia, cayó profundamente
enamorada de su belleza.
Eco aparece en el escenario, vestida con una túnica blanca y flores. De pronto, ve a Narciso que como de costumbre está
peinando sus cabellos y hace una mueca de embeleso.
Narrador: A partir de ese instante, Eco comenzó a acudir al lugar todos los días para mirar a su amado, que ni siquiera se
percataba de su presencia. Hasta que un día, ella resolvió confesarle sus sentimientos.
Eco recoge una rosa roja y se acerca con timidez al joven.
Eco: Tú no me conoces, pero yo a ti te he visto cada día por estos parajes. Y te amo, te amo con todo mi corazón. Por
favor, te ruego que aceptes este presente y mi cariño sincero.
Le extiende la rosa pero Narciso solo la mira con desprecio.
Narciso: ¿Pero qué dices, chiquilla? ¿Cómo piensas que yo podría fijarme en alguien como tú? Eres bonita, pero no lo
suficiente para estar a mi altura. ¡Vete! ¡Vete y no me importunes más con estas tonterías!
Eco se aleja impresionada, se derrumba en el suelo y comienza a llorar.
Narrador: Fue tan grande la pena de Eco, que con el tiempo su cuerpo se marchitó hasta transformarse en rocas a la orilla
del río. Solo quedó de ella su voz, que siempre contestaba a los viajeros repitiendo cuanto decían dese el horizonte.

TERCER ACTO
Narrador: Observaron los dioses la arrogancia de Narciso y el triste destino de la pobre ninfa, y quisieron castigar al
muchacho. De modo que algo increíble pasó al día siguiente, cuando él pasó junto al río para bañarse como de costumbre.
Antes de meterse en el agua se quedó mirando su reflejo y entonces, enloqueció.
Narciso se arrodilla y se queda pasmado al mirar el agua.
Narciso: ¡Pero que joven tan bello! ¡Qué hermoso! ¿Quién será? ¡Debo… debo alcanzarlo!
Narciso se inclina de más en el agua hasta caer y perderse bajo la superficie.
Narrador: Y así, Narciso se ahogó como castigo a su crueldad y vanidad. Y la voz de Eco, la ninfa enamorada, fue la única
que lloró su muerte. Ahora saben amigos míos, que no deben ser tan superficiales como este pobre muchacho. Pueden
ser bellos por fuera, pero vale más que lo sean por dentro, pues un día su belleza se apagará.
FIN
El premio gordo
3 Minutos de Lectura

Descripción: Un hombre llega a casa para decirle a su esposa que se va con otra, sin sospechar que ella también le tiene
una sorpresa.
Personajes: Enrique, Marisela, Presentador de la lotería
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PRIMER ACTO
Marisela se encuentra en la sala de estar de su casa, con un billete de lotería en las manos. Está sentada frente al
televisor y mira con ansiedad, mientras desde el aparato resuena la voz del presentador.
Presentador: Y los números del premio gordo de la lotería son 21… 34… 55…
Marisela (mirando su billete): ¡Ay Dios mio, Dios mío! No lo puedo creer…
Presentador: 46… 98…
Marisela: ¡Por Dios Santísimo!
Presentador: Y 75.
Marisela (saltando del sofá): ¡Siiiiiií!
Presentador: Felicidades al afortunado ganador de 20 millones de pesos. Dentro de poco podremos conocer a otro nuevo
rico de «El Premio Gordo de San Nicolás».
Marisela: ¡Soy rica! ¡Soy rica! (Comienza a saltar por toda la casa) ¡Soy ricaaaaaaa!
Marisela observa el billete con una sonrisa y se lo guarda bien en el bolsillo del pantalón.
Marisela: Lo feliz que se va a poner Enrique cuando se entere de esto, por fin podremos comprarnos la casa en la playa
que siempre quisimos. Será mejor que prepare una cena especial para darle la noticia.
SEGUNDO ACTO
Marisela pone la mesa con esmero, enciende unas velas y acomoda las servilletas. Su marido, Enrique, entra en ese
mismo instante.
Marisela: ¡Qué bueno que llegas, amor! ¡Tengo una noticia que darte!
Enrique: Para, escúchame, antes yo también tengo que decirte algo. Quiero el divorcio.
Marisela: ¡¿Qué?! Pero Enrique, ¿qué dices? Después de todos estos años…
Enrique: Exactamente. Estoy cansado, Marisela. Ya hemos estado suficiente tiempo juntos y nada es lo mismo. He
conocido a una chica más joven.
Marisela (furiosa): ¡Sinvergüenza! ¡¿Cómo puedes decirme esto?!
Enrique: Pues así. Lo siento mucho Marisela, pero ya he decidido irme con ella. (Saca unos papeles de su portafolios). Me
tomé la molestia de preparar los trámites del divorcio, solo tienes que firmar. ¡Y ni creas que me vas a quitar un centavo
más de lo que puse ahí! Con lo que te voy a pasar de pensión será más que suficiente.
Marisela mira el papel enojada y luego, levanta una ceja.
Marisela: Está bien, Enrique. Hagamos esto sin conflicto. (Firma el papel). Siempre supe que eras un canalla pero no lo
quise ver.
Enrique: Por favor, no empecemos con reclamos ahora. (Firmando también). ¿Qué es lo que ibas a decirme?
Marisela: Gané 20 millones de pesos en la lotería.
Enrique (sorprendido): ¡¿Qué?!
Marisela: Iba a decírtelo con esta cena romántica, pero ya que te me adelantaste con lo del divorcio. Aunque ahora que lo
pienso, que bueno que lo hiciste. Con mi fortuna y tu pensión voy a darme una vida de reina, y quien sabe, tal vez también
me consiga un modelito nuevo. (Le arrebata los papeles).
Enrique: Marisela… espera… me he equivocado…
Marisela: ¡Ah no! Me voy derechito al juzgado y después a la lotería. Chao.
Enrique: Marisela… ¡Marisela, por favor! (Sale detrás de ella y sus gritos se pierden tras el escenario).
FIN
Los padres de Laura
5 Minutos de Lectura

Nos encontramos en el salón comedor de una casa muy modesta, donde una niña de unos cinco o seis años se encuentra sentada cómodamente
frente a la tele mientras ve su serie de dibujos animados preferida. La estancia está en penumbra, podemos ver el rostro hipnotizado de la niña
gracias al resplandor de la tele. Se acerca la hora de la cena, y los padres de Laura están preparando comida en la cocina, completamente en
silencio. De repente, un plato se rompe al caer al suelo causando un gran estruendo.
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 Un paquete para Laura
 El miedo a la muerte
Luis: (Con rabia)
– ¡Vaya hombre!, se me ha resbalado de las manos mientras fregaba y ha ido a parar directamente al suelo de la cocina, no te preocupes, yo me
encargo de recoger los restos.
Sara: (Con despecho)
– ¡Faltaría más!, estoy cansada de hacer yo sola todas las tareas de la casa y de que cuando me ayudes a desgana siempre acabes armando un
gran estropicio.
Luis: (Con el ceño fruncido y los trozos del plato roto entre sus manos)
– ¿Encima de que te ayudo lo mejor que puedo me lo echas en cara? ¡qué injusto!
Sara:
– Ya me conozco yo demasiado tus accidentes ¿por qué será que siempre que me ayudas en algo rompes alguna cosa con tus manazas? ¡diría
que lo haces aposta para que al final no te pida ayuda nunca más!
Luis:
– Lo hago lo mejor que puedo, y me parece un ataque muy gratuito que me digas eso ¡ encima de todo lo que hago por ti y por esta familia!
Sara: (Mientras ordena el armario de la cocina)
– ¡No quiero oírte más, déjalo! a partir de ahora, y al igual que siempre yo me encargaré de todo. Me levanto por la mañana para ir al trabajo, y
cuando regreso a casa, aún tengo que trabajar más ¡esto no puede ser!
Narrador: (Vemos como la pareja se queda en silencio, Luís termina de recoger los trozos del plato roto, y sale de la cocina dando un fuerte
portazo.
Mientras en el salón, Laura ha estado escuchando la discusión y ha bajado el volumen de la televisión.)
Laura: (Apesadumbrada y soltando un largo suspiro)
– Ya están discutiendo otra vez, creo que voy a subir a mi habitación a leer un rato…
Narrador: (Vemos como Laura baja del sofá dando un brinco, apaga la televisión con el mando a distancia, y se dirige a su habitación.
Han pasado unos días, y nos encontramos ahora en el salón de la misma casa, donde la pareja de Sara y Luís vuelve a discutir acaloradamente)
Sara: (Con lágrimas en los ojos)
– ¡ Simplemente no lo puedo soportar más!, ya no soy feliz con esta vida, no soy feliz a tu lado. Lo mejor sería que pensáramos en pasar una
temporada cada uno por su lado.
Luís: (Enfadado)
– ¡Esa es tu solución para todo, alejarte de los problemas!, ¿qué haremos con Laura, como se lo diremos?
Narrador: (Vemos como Laura se encuentra en el quicio de la puerta de su habitación, y con expresión triste escucha de nuevo la discusión de sus
padres)
Laura: (Hablando con su oso de peluche)
– Me pone tan triste ver así a papá y mamá, no sé que hacer para ayudarles, yo solo quiero que volvamos a estar todos siempre contentos como
cuando fuimos el año pasado de vacaciones a visitar a tía Corina.
Narrador: (Laura, acompañada de su oso de peluche camina despacio hacia el salón, donde en silencio se queda viendo a sus padres discutir)
Luís: (Gritando)
– ¡Está bien!, lo único que quieres es que te diga que siempre tienes la razón ¡tú nunca te equivocas, doña perfecta!
Sara: (Suspirando e hipando debido a las lágrimas que inundan su rostro)
– ¡Eso es!, lo único que quiero es eso ¡simplemente es que tú nunca quieres dar tu brazo a torcer, sobre todo cuando más te equivocas!
Laura: (Apareciendo de repente, con los ojos rojos de llorar)
– ¡Ya basta!, los adultos nunca os cansáis de gritar y de levantar la voz ¿así como vais a hacer las paces de una vez?, desde hace un tiempo
jamás hacemos las cosas que hacíamos antes, ¡no salimos juntos! tan solo tengo ganas de estar triste. Mamá, dale un beso a papá y pídele
perdón, tú siempre te enfadas por todo, ¡pero no tenemos la culpa! y papá, abraza a mamá y dile que la quieres, ella está siempre muy cansada y
preocupada.
Narrador: (El matrimonio se mira sorprendido y avergonzado, abrazándose en silencio durante largo rato)
Luís: (Emocionado y con lágrimas en los ojos)
– Laura tiene tanta razón, deberíamos olvidar los problemas que nos separan, intentar reforzar todo lo que nos une ¡somos una familia!
Sara:
– Lo sé, llevamos demasiado tiempo discutiendo por las mismas tonterías, parece mentira que nuestra preciosa hija haya tenido que ser la única
capaz de abrirnos los ojos. Nuestra pequeña se hace mayor.
Luís:
– Ven aquí Laura, gracias por enseñarnos que lo único que conseguimos así es hacernos daño una y otra vez, a partir de ahora tan solo
buscaremos la felicidad del otro.
Narrador: (Vemos como la familia se abraza en silencio durante un largo rato)
El cazador cazado
3 Minutos de Lectura
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 En la fiesta de disfraces
 Rescatando la navidad

Leo: (Caminando con una sonrisa en la cara, que transmite felicidad y entusiasmo)
– ¡Jo! no veas todo el esfuerzo que he tenido que hacer para poder ahorrar tanto dinero ¡cada vez que lo pienso! pero ahora que ha
llegado el día de ver los frutos de tanto ahorro ¡estoy más que impaciente!

Kevin: (Mirando a su amigo de una manera cómplice)


– ¡Lo sé!, además no te creas que a mí me ha costado poco, he tenido que renunciar a muchos caprichos pequeños, pero créeme
que la espera valdrá la pena¡ por fin vamos a conseguir nuestra propia consola X-Station 2 !

Leo:
– ¡Ya!, además ¿has visto ese nuevo juego que van a sacar dentro de poco? ¿el de peleas?, créeme que será lo próximo para lo que
voy a ahorrar.

Kevin:
– ¿Te refieres a Combate Letal 3? yo también he visto los anuncios y va a ser francamente brutal, lo único malo es que vamos a
necesitar un par de meses para poder conseguir el juego entre los dos.

Leo: (Parándose en seco y mirando a su compañero)


– Por cierto, ¿te has acordado de traer el dinero, no? ¡porque eres un despistado!

Kevin: (Sacando unos cuantos billetes del bolsillo y mostrándoselos a su amigo)


– Claro que sí, ¿por quién me tomas?

Narrador:
Mientras los dos chicos caminan hablando tranquilamente por la calle, un extraño les sigue muy de cerca los movimientos
de los dos muchachos y presta mucha atención al dinero que uno de ellos acaba de sacar de su bolsillo.

Extraño: (acercándose por la espalda a los chicos)


– ¡Muchachos! eh, escuchadme: No he podido evitar prestar atención a vuestra conversación, hoy es vuestro día de
suerte, pues mi sobrino tiene una consola como la que queréis comprar casi como nueva, que ya no utiliza. Os la podría
dejar a muy buen precio, y así os podríais comprar la videoconsola y ese juego nuevo del que habláis. ¿Os interesa?

Narrador:
Leo y Kevin intercambian una mirada de complicidad, pues sospechan cuales son las intenciones del siniestro
desconocido.

Leo: (Haciéndose el inocente)


– ¡Caray, sí! ¿podríamos quedar aquí en una media hora?, así usted puede traer la consola mientras nosotros le
esperamos.

Desconocido:
– De acuerdo, nos vemos aquí en unos minutos.

Narrador:
Cuando el desconocido se aleja, vemos cómo uno de los chicos saca un teléfono móvil de bolsillo y se pone a hablar, al
cabo de unos minutos cuelga.

Leo: (Sonríe triunfante)


– Cuando ese espabilado vuelva, va a tener el placer de conocer a mi padre: ¡ a ver si cree que a él podrá engañarle tan
fácilmente como a nosotros!
Kevin:
– ¡Sí!, algo me dice que nos espera una tarde muy larga y entretenida…
Una visita al médico
3 Minutos de Lectura

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 El secreto de Ángela
 El miedo a la muerte
 Lazos rotos

Nos encontramos en la sala de espera de un hospital, aquí reina el silencio a excepción de toses y estornudos que se escuchan casi
sin cesar. La puerta de la consulta se abre para llamar a otro paciente.

Enfermera: (De pie junto a la puerta de la consulta y hablando en voz alta)


– ¿José Luís Rodríguez, por favor? entre a la consulta si es tan amable.

José Luís: (José Luís se levanta de su asiento y se dirige a entrar en el interior de la consulta con paso lento. Una vez allí se sienta
de nuevo)
– Hola, buenos días.

Médico: (Sentado tras un largo escritorio repleto de papeles y grandes libros, el médico observa por encima de sus gafas a su
paciente)
– Hola José Luís, dígame: ¿Qué es lo que le sucede hoy?

José Luís: (Muy nervioso y frotándose las manos)


– Pues verá, hace días que no me siento bien, nada bien. Siento como una inquietud que no me deja vivir, tengo los nervios a flor de
piel. También, sufro de constantes jaquecas, he pasado los últimos días acostado. Y debido a todo el tiempo que he pasado tumbado
se me ha entumecido una rodilla. ¿Qué es lo que me recomienda, Doctor?

Médico: (Mientras sigue mirando a José Luís muy fijo por encima de sus pequeñas gafas)
– De manera que dice usted, que siente ansiedad, nervios, y unas constantes jaquecas que por estar acostado le han derivado en
molestias en su rodilla. ¿Podría indicarme cuál de las rodillas es la que está afectada?

José Luís: (Agitándose en su asiento mientras se toca con las manos las rodillas)
– Pues ahora que lo dice creo que son las dos, definitivamente sí. Siento entumecimiento en ambas. Temo que no podré volver a
andar correctamente en toda mi vida: ¡Ay, doctor ayúdeme!.

Médico: (Se ha quitado las gafas, ha sacado un pañuelo de su bolsillo, y las limpia cabizbajo mientras se queda en silencio)
– De manera que ahora son las dos rodillas dice usted, ¿cierto? Dígame, ¿siente un dolor punzante también en el dedo gordo del pie?

José Luís:
– ¡Uy, sí, sí! ya lo creo, muy punzante además.

Médico: (Se coloca de nuevo las gafas y se aclara la garganta para hablar mientras mira fijamente a los ojos a José Luís)
– Mire, José Luís, viene usted a mi consulta todas las semanas quejándose siempre de dolencias absurdas, ya hemos hablado en
muchas ocasiones acerca de su problema: es usted un hipocondríaco. Relájese y no tema nada, por que usted no está enfermo.
Déjeme que le recete unos tranquilizantes para poder controlar esos nervios.
El conejito que se burlaba de todo
3 Minutos de Lectura
Eve
3 Minutos de Lectura
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Descripción: En el bosque, los animales están a punto de celebrar la fiesta de Navidad. ¿Pero por qué el conejo no ha sido invitado?
Personajes: Conejo, Ardilla, Zorro, Ciervo
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 El gatito desobediente
 El Conejo de Pascua
PRIMER ACTO
Se abre el telón mostrándonos a un Conejo en escena, muy aburrido. él bosteza y mira alrededor, desdeñoso.
Conejo: ¡Qué aburrimiento! Como no pase algo emocionante pronto, voy a morirme del asco.

Entra en escena la ardilla, agitando la mano para saludar.


Ardilla: Hola Conejo, ¿no has visto de casualidad alguna nuez por aquí?
El conejo la mira y luego se ríe de mala manera.
Ardilla: ¿Qué pasa?
Conejo: No me había dado cuenta, ¡qué dientes tan grandes y chuecos tienes!
Mientras el Conejo se sujeta el estómago de la risa, la ardilla sale de escena, muy ofendida. Entra el ciervo después de ella, luciendo
una bufanda muy colorida.
Ciervo: ¿Qué tal, Conejo? ¿Te gusta mi nueva bufanda?
Conejo: ¿Eso? ¡Qué mal gusto! Pareces un payaso.
El Conejo ríe una vez más en tanto el Ciervo sale de escena, con la nariz en alto y una expresión muy molesta. Entra en escena el
Zorro, saludando afablemente.
Zorro: ¿Cómo estás, Conejo? ¿Quieres ir a recoger bayas?
Conejo: ¿Bayas? ¿Contigo? No gracias, eres tan malo cazando que no creo que puedas ni siquiera coger una simple fruta.
El Zorro lo mira enojado y va tras sus compañeros, mientras el Conejo ríe y ríe.
SEGUNDO ACTO
El zorro, la ardilla y el ciervo están decorando el bosque para hacer una fiesta navideña.
Ardilla: ¡Qué bonito va a quedar todo! Ya quiero que sea Navidad.
De pronto, el conejo entra en escena sonriendo socarronamente.
Conejo: ¡Una fiesta! ¡Qué bien, ya estaba empezando a aburrirme!
Zorro (mirándolo con desdén): Tú ni siquiera estás invitado.
Conejo: ¿Y por qué no? ¡Todo mundo sabe que soy el alma de la fiesta!
Ciervo: Pues de esta no, después de como nos trataste esta mañana, creo que sales sobrando.
Ardilla: Vete Conejo, no queremos discutir contigo.
Los animalitos le dan la espalda para seguir decorando y el Conejo se aleja hacia un rincón del escenario, pensativo.
Conejo: ¿De verdad me habré portado tan mal con mis amigos? ¡Chispas! Esta será la primera vez que pase la Navidad solo… ay no.

Desanimado, el Conejo sale de escena arrastrando los pies.


TERCER ACTO
El conejito, arrepentido, entra en escena llevando un pastel mientras los otros animalitos lo miran con el ceño fruncido.
Ciervo: ¿Y ahora qué quieres?
Conejo: Vengo a pedirles una disculpa por ser tan burlón, no quería ofenderlos. Me siento muy solo y hoy que es Navidad, me
gustaría pasarla con ustedes. Si me dejan.
Zorro: No lo sé, fuiste muy malo con nosotros.
Ardilla: Vamos amigos, no hay que ser así. Después de todo, Navidad también se trata de perdonar, ¿lo recuerdan?
Los animales se miran entre ellos y luego sonríen.
Zorro: Tienes razón, Ardilla. Te perdonamos, Conejo, pero tienes que prometer que serás bueno de ahora en adelante.
Conejo: Así será, amigos míos. Feliz Navidad.
Ciervo: ¡Feliz Navidad, Conejo!
Los cuatro amigos se abrazan una vez que el Conejo deja su pastel en la mesa y entonces, se sientan a la mesa para cenar, riendo.
FIN
Y TODO POR UN TORNILLO !!
10 Minutos de Lectura - Aldo BacchiAldo Bacchi

Personajes:
Claudio: Ferretero. Jóven de unos 40 años, con carácter a prueba de todo, hasta lo de atender a una mujer que no sabe lo que quiere.
Débora: La clienta. 35 años. Demuestra no tener apuro, pero trata de cumplir su objetivo.
La obra comienza en una ferretería. El ferretero está atendiendo a un señor, y detrás de él, espera Débora.

CLIENTA
(Mientras espera a ser atendida canta un tango) Y a mi que me importa, que diga la gente, que paso la vida en un mostrador. (lo mira al ferretero,
dedicándoselo).
FERRETERO
(La mira serio, procede a atenderla) Buenas tardes, (tratando de ser gentil) que dia fresco, no?.
CLIENTA
Y como no va a ser fresco si es de hoy !! (se rie)
FERRETERO
(Sonrie levemente acompañando) Que anda buscando, señora ?
CLIENTA
Un tornillo
FERRETERO
De que medida?
CLIENTA
(Detalla con los dedos) Así de largo y así de ancho.
FERRETERO
De esa manera es medio difícil señora, porque no trae una muestra.
CLIENTA
Y que muestra le voy a traer, si lo vengo a comprar, es porque no lo tengo.
FERRETERO
¿Y no tiene otros de esa medida?
CLIENTA
A ver si nos entendemos. Ud. se piensa que si tuviera otros, lo vendría a comprar?. Si yo necesito solamente uno, y lo tendría, no estaría aquí
perdiendo el tiempo, tratando de explicarle a alguien que no entiende, o que no quiere entender. Y además, por lo que dijo, pienso que Ud. es un
inconsciente. Se imagina si viene mi jefe y me pide algo, y le contesto, traiga una muestra de lo que quiere. (se larga a reir, y deja de hacerlo
lentamente). Por eso, siempre pienso que los ferreteros tienen un patrón de conducta, como mínimo inaceptable, que tienen sus ideas atornilladas
y no las dejan salir.
FERRETERO
Lo que tenemos los ferreteros, es demasiada paciencia, (irónico) deberíamos ser adivinos!!
(Se da vuelta para buscar algo parecido a lo que le pide. Habla en voz baja). Esto es para volverse loco!!. (Vuelve con una caja y busca).
CLIENTA
No hable bajito porque lo escucho igual. Es inaceptado decir “loco”. Hoy en dia, con los derechos humanos actualizados, Ud. debería saber que la
palabra loco, expresa una agresión, propia de gente que desprecia a sus semejantes. Además, se debe evitar decir las cosas como se decían
tiempo atrás, y en todo caso decir, persona con las facultades mentales alteradas.
FERRETERO
(Irritado) Esta bien señora, entonces me estoy volviendo ¡persona con las facultades mentales alteradas!…… A propósito señora…
CLIENTA
Es lo que yo pensaba, hace las cosas a propósito.
FERRETERO
(Firme) No señora, le estaba diciendo, a propósito, Ud. que edad tiene?
CLIENTA
Estoy cerca de los 40 !!.
FERRETERO
(Socarrón, quiere vengarse) Si, del segunto tiempo !!.
CLIENTA
(Sarcástica) Que simpático !!. No se si se dio cuenta, pero yo no me voy de acá, sin el tornillo que vine a buscar !!
FERRETERO
Bueno, pero no hagamos de esto un escándalo ¡
CLIENTA
Como?. Ud. menosprecia la importancia de un tornillo?
FERRETERO
No, pero ….
CLIENTA
Que si no fueran tan importantes los tornillos, los ingenieros no los usarían. Porque si hay alguien a quien no se le puede llamar idiota, es a un
ingeniero, y Ud. con la afirmación que acaba de hacer, así los está titulando. Quien se cree Ud. Que construyó la torre Eiffel, ¡ un ingeniero ¡ ¿ y
nunca pensó que se podría derrumbar como una casita de naipes, si desestimara un tornillo?
FERRETERO
Noo, eso sería imposible !!
CLIENTA
Ah, esa es la importancia que le da Ud. a un tornillo, será por eso que justo el que vengo a buscar, no lo tiene. Claro a Ud. no le importan los
tornillos, un tornillo más o menos, es lo mismo. Además, si no tiene lo que busco, le podría decir “ a usted le falta un tornillo “, y eso sabe que
significa, que Ud. está loco. Y entonces incurriría en dos posibles certezas, una que realmente esté loco, y otra, que es un pésimo ferretero, ya que
no tiene lo que debería tener. Y que Ud. no tenga lo que vengo a buscar, es como mínimo impresentable, pero ser atendido por un loco !!…. Yo no
se si Ud. se dio cuenta, donde nos estamos metiendo por la falta de un tornillo?, y eso porque Ud. no está consustanciado, en materia del respeto
por los derechos del hombre.
FERRETERO
(Sarcástico y sonriente) Bueno, Ud. es una mujer !!
CLIENTA
Cuando digo (resalta) ¡hombre!, hablo en general, (remarcando) señor !!.
FERRETERO
Entonces, cuando dijo derechos del hombre, debió haber hablado con propiedad, y decir, los derechos de todos !!.
CLIENTA
Veo que Ud., tiene un problema, para cada solución. Además, lo suyo es totalmente incomprensible, falto de toda coherencia y conocimiento social,
y ya me percaté, que con toda esta chachara, lo único que pretente es desviarme del tema, y hacerme olvidar del tornillo (recalca) que no tiene !!.
(Un cliente que espera detrás, le habla al ferretero) Falta mucho ?.
FERRETERO
(Con voz firme) Bueno señora, acabemos acá !!
CLIENTA
(Perpleja) Como dijo ?.
FERRETERO
Que… terminemos acá, tengo gente esperando. Algo más necesita ?.
CLIENTA
(Risueña) Algo más, como si me hubiera dado algo hasta ahora !!. (dice suave)
Necesito veneno para las ratas.
FERRETERO
(Trae un tarro) Este es muy bueno para las ratas ¡
CLIENTA
En realidad, yo no necesito que sea bueno, necesito que sea malo para las ratas.
FERRETERO
(Irritado) Lo quiere o no lo quiere ?.
CLIENTA
(Mirando el producto) Cuanto sale, esto ?.
FERRETERO
(Mira lista de precios) Doscientos setenta y cinco.
CLIENTA
Que ?, con esa plata soborno a todas las ratas, y seguro se van de casa !!.
FERRETERO
(Exasperado, levanta la voz) Lo va a llevar, o no lo va a llevar ?.
CLIENTA
Y claro, no me voy a venir con las ratas a la ferretería !!.
Pausa breve.
CLIENTA
Bueno, ¿ y con el tornillo, que hacemos ?
FERRETERO
Otra vez con el tornillo?, ¡ porque no le dice a su marido, que venga el a comprarlo ¡
CLIENTA
(Presumida) Porque mi marido se encuentra en el exterior, y solamente a Ud. se le puede ocurrir, hacerlo venir para comprar un tornillo ¡.
FERRETERO
Y bueno, entonces mándele un mail y se lo encarga.
CLIENTA
Ah si, ¿ y la medida ?
FERRETERO
Muy simple, (describe con los dedos) así de largo y así de ancho (se rie). Pausa Breve
FERRETERO
(Haciéndose el simpático) que casualidad, ¡ mi esposa también está en el exterior¡ ¿no se habrán ido juntos, no ?. (se le acerca, para que no
escuche el resto) Ud. Es muy bonita. Desde que entró, no dejo de admirar su belleza (remarca) ¡ y simpatía ¡.
CLIENTA
(Se pone nerviosa) Heee….. ¿donde está el veneno?.
FERRETERO
(Rogándole) ¡ No me deje así ¡,… mire, se me ocurrió algo. Como los dos estamos solos, le propongo compartir un momento agradable, más tarde.
CLIENTA
(Lo mira sugestivamente)
FERRETERO
(Le sigue hablando bajo) A las 19 cierro el negocio, Ud. me espera en la esquina, y vamos al bar de la estación de servicio a tomar algo, y por
sobre todo, a conocernos, a saber más de nosotros.
CLIENTA
(Sonriente) No se, no se, cóbrese….lo pienso, lo pienso. (Le abona, y antes de retirarse, le hace una sonrisa cómplice).
(A las 19.05 el ferretero está firme en la estación de servicio. 19.10 aparece ella. Pantalones blancos ceñidos al cuerpo y una blusa, que permite imaginar dos muy
buenas razones, para haberla invitado. Ella se muestra distendida, más normal que en la ferretería. Se saludan).
FERRETERO
Nos podemos tutear ?
CLIENTA
Por supuesto, yo soy Débora ¡
FERRETERO
¿ Con acento en la é ?.
DEBORA
Si ¡
FERRETERO
Claro, si no sería Debora (Risas). Yo soy Claudio, y mientras te esperaba, ¿ no me tomes por loco eh?, se me ocurrió proponerte algo inusual, algo distinto.
DEBORA
(Sonriendo y desconfiando) Que cosa ?.
CLAUDIO
Como es casi nochecita, ¿ que te parece si pasamos por la casa de comidas, compramos algo liviano, y vamos a la plaza de enfrente de la estación, que tiene
mesitas y es un lugar tranquilo ?. ¿ que te parece ?.
DEBORA
Bueno, probemos. (Van a la casa de comidas, eligen tres empanadas y una lata de cerveza cada uno. Ya en la plaza, conversan por un rato acerca de sus vidas,
hasta que a Claudio le empieza a picar el bichito del amor. Se sienta al lado de ella, le pasa la mano por encima del hombro, y sin mediar palabra, le da un beso en
la boca. Ella lo acepta, cierra los ojos, y le confiesa que dado el tiempo que su esposo se encuentra afuera,
hace dos meses que no tiene sexo. Claudio lo procesa rápidamente y le propone, en forma delicada y con la excusa de no exponerse en público, llevarla a un lugar
reservado).
DEBORA
Bueno,….es que no sé ¡
CLAUDIO
No tenés ganas ?
DEBORA
No es que no tengo ganas…
CLAUDIO
(La toma del brazo y la lleva hacia el auto, y una vez en el.) Quería decirte que estás hermosa, y además totalmente distinta a cuando estabas en el negocio. Así
me gustas aún mucho más.
DEBORA
Si, … no se como decirte…. pero…. la abstinencia me tiene medio mal (se ríe). Ahora me tomé un relajante. (Dentro del hotel alojamiento, Claudio se recuesta en la
cama, con las manos debajo de la cabeza, y reflexiona).
CLAUDIO
No puedo creer donde estoy, y con semejante bombón.
DEBORA
(Con pudor) Ah yo tampoco…que vas a pensar de mí ¡.
CLAUDIO
En estos lugares, te aseguro que mi fuerte no es pensar ¡ (con romanticismo) solo pienso recorrer todo tu cuerpo…con mi encendida boca. ( Se sacan la ropa ).
(Hay música suave muy romántica de fondo, y Claudio comienza con lo prometido, abstrayéndose del exterior y concentrado en su cometido. Débora cerró sus
ojos, y no los abrió por media hora, presa de placer) Breve pausa.
CLAUDIO
Por tu culpa, casi se me gastan los labios !! (Risa). No te gustaría, que el fin de semana nos vayamos al campo ?.
DEBORA
Al campo?, que vos tenés un campo ?.
CLAUDIO
Si, y vos no sabés lo hermoso que es !!.
DEBORA
Ay si, no tenés idea de cuanto hace que no voy al campo, a ver las plantas, las flores!. Que hermoso, si, quiero ir…. y tenés ganado ?.
CLAUDIO
Tengo ganado, empatados y algunos perdidos (se rien).
DEBORA
Ay que loco !!. Mi amor, que rato hermoso me hiciste pasar. Ya soy otra, me cambió el carácter… soy una mujer feliz !!.
CLAUDIO
Que bueno, pero no me contestaste lo del campo!
DEBORA
Y… tenés una casa ahí ?.
CLAUDIO
Si, estilo colonial, no es de lujo, pero muy pintorezca ¡
DEBORA
(Melosa) Que lindo, quiero ir, ah¡, ¡ dos dias encerrados en una casa colonial !.
CLAUDIO
Pero… no vas a conocer el campo ?.
DEBORA
Acaso… no tiene ventanas la casa ?.
(Por una hora más, continúan ensimismados y disfrutando apasionadamente de su encuentro. Luego se duchan y proceden a retirarse, subiendo al auto. En el viaje
de vuelta, ella viaja recostando su cabeza sobre el hombro de Claudio)
CLAUDIO
Yo disfruté mucho de tu compañia, por eso, mañana tomo una determinación, y te prometo, te consigo tu tornillo.
DEBORA
Ay, no seas ridículo, realmente hay que estar loco para hacerse problemas por un tornillo!!.
FIN
EL CELULAR DE DIOS
3 Minutos de Lectura
Grecia
3 Minutos de Lectura
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Personajes
Víctor
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 La capilla enterrada
 De que me sirve, ganar el mundo
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Maestra
Madre
¿De qué trata?
Trata acerca de la madre de Víctor una mujer que muere y este se deprime totalmente, hasta que encontró una buena señal.
Érase una vez, había un niño llamado Víctor el cual su madre había muerto. Por ello, no quería comer, ni siquiera hablar con sus
amigos. Sus calificaciones empezaron a bajar.
Maestra: ven Víctor, es el momento de salir al recreo y necesitas comer. Vamos a la cafetería.
Víctor: Está bien maestra, pero antes me lavaré las manos.
Maestra: Ok está bien.
Sin embargo, el niño en lugar de llegar a la cafetería se dirigió al patio y vio que no había nadie en el lugar. Después de sentarse,
agachó su cabeza y empezó a llorar por su madre. De repente se encontró un celular.
Víctor: ¿Qué será esto?
Víctor tomó el celular y entonces de pronto empezó a soñar.
Víctor: Y está sonando ¿qué debo hacer? ¿será que contesto?
El pequeño contestó el teléfono y fue entonces cuando escuchó una voz que le parecía muy conocida. ¿Será que eres tú mamá? No
lo dejo de creer.
Madre: Sí Victor, soy yo, tu madre.
Víctor: ¡Eso no puede ser verdad! Tu te has ido.
Madre: Lo siento hijo mío. Jesús me ha llamado y como te vio triste me dio permiso un momento para hablar contigo y darte una
explicación para que te calmes.
Víctor: Madre, te entiendo y te quiero mucho. Mi hermana y yo te hemos extrañado mucho. Seguramente, verás que mi padre
también ha estado muy triste. Se la pasa hablando de ti.
Madre: Lo sé y yo también los he extrañado estas horas que no he estado con ustedes, pero es algo que no pude decidir por mí
misma.
Víctor: Mamá pero no quiero estar más solo. Es imposible para mí.
Madre: No es tiempo de que te sientas solo, tienes mucho por hacer de tu vida y por la de tu hermana. Yo sé que estás preocupado
pero debes mantenerte firme y ser sensible.
Víctor: Está bien, mamá. ¿Cómo sabes que pienso en ti antes de rezar y dormirme?
Madre: Si, hijo mío. Sabes que aquí donde estoy no estoy sola, estoy junto a tus abuelos y todos nos mantenemos muy felices,
cuidándolos. Tu perrito Shaki también lo tenemos aquí con nosotros.
Víctor: Mamá y ¿Dios se encuentra junto a ti?
Madre: Claro hijo, el siempre está con todos nosotros y también con ustedes.
Víctor: ¿de verdad estás bien?
Madre: Claro hijo mío, por eso Dios me dio permiso para poder hablar contigo solo este momento y hacer que calmes un poco tu
tristeza. Aunque no me puedas ver, yo siempre estaré frente a ti, cuidándote.
Víctor: Samanta y papá estarán muy felices cuando les cuente que hablé contigo. Les daré este teléfono para que hables con ellos
también.
Madre: No Víctor, no es así, no puedes contarles lo que hablamos a ellos porque sería algo que no entendería, entonces este sería
nuestro secreto.
Víctor: Está bien mamá, será nuestro secreto pero entonces me quedaré con este teléfono para que puedas llamarme de vez en
cuando.
Madre: Solo quiero pedirte que seas un niño siempre obediente, feliz, estudiar y vivir tu vida amando a tu hermana y tu padre. Eso
solo me haría feliz.
Desastre a la carta
3 Minutos de Lectura

Descripción: Guión corto de comedia. Jonás es un hombre muy ocupado que va a comer a un nuevo restaurante. Pero su
visita, desafortunadamente, lo dejará con hambre.
Personajes: Jonás, Mauricio

ACTO ÚNICO
Jonás, un hombre de negocios muy importante y vestido de traje, entra en un restaurante y ocupa una mesa. El lugar esta
vacío, lo que a él no parece molestarle.
Jonas: ¡Camarero!
Un chico vestido de mesero se acerca hasta él.
Mesero: Buenas tardes, señor. Mi nombre es Mauricio, seré quien lo esté atendiendo esta tarde.
Jonás: Estupendo. Tráeme para empezar un vaso de whisky en las rocas, me vendrá bien un aperitivo antes de comer.
Mauricio: No tenemos whisky, señor.
Jonás: ¿Brandy, entonces? ¿Una copita de ron?
Mauricio: Solo tenemos agua de naranja y de horchata.
Jonás: ¿Cómo? Pero creí que este era un restaurante de categoría.
Mauricio: Es que acabamos de abrir, señor. Apenas estamos organizándonos.
Jonás: Ya. Tráeme un agua de naranja, pues. Y de comer… (toma el menú), tomaré la pasta con champiñones y el pato
lacado bañado en salsa con vegetales.
Mauricio: No tenemos champiñones, así que la pasta sería sola. Y en vez de pato, podemos darle pollo rostizado.
Jonás: ¿Es qué esto es una burla?
Mauricio: Para nada, señor. Como le dije, estamos organizándonos. Usted disculpará.
Jonás (suspirando): Muy bien, tráeme eso. Pero que sea pronto, por favor, pues tengo una reunión de negocios dentro de
una hora.
Mauricio: Enseguida, señor.
Se retira y Jonás se pone a mirar su teléfono. Se acomoda en la silla y mira a su alrededor. Pasado un momento observa
su reloj y con mucha impaciencia, levanta la cabeza como buscando algo.
Jonás: Bueno, que lento es este muchacho, ¡hace veinte minutos que le pedí mi comida y todavía nada!
Mauricio vuelve a aparecer en escena.
Jonás: ¡Vaya! Se puede saber porque están tardando tanto.
Mauricio: Disculpe señor, ya viene su comida. (Deja un vaso de refresco de limón en la mesa)
Jonás: ¿Y esto? Te había dicho que agua de naranja.
Mauricio: Es que se nos acabó y solo nos queda refresco de limón.
Jonás: Pero si tú me dijiste que solo ten… pfff, ¡olvídalo! Apresúrense con mi comida por favor.
Jonás bebe un sorbo de refresco mientras el mesero se retira. Poco después llega con un plato lleno de chorizo.
Mauricio: Provecho, señor.
Jonás (enfadado): ¿Pero qué clase de broma es esta? ¿No que me ibas a traer pollo rostizado? ¿O también se les
terminó?
Mauricio: Pues sí.
Jonás: Que falta de organización, ¡es la última vez que vengo aquí! Si no fuera porque tengo tanta hambre y muchísima
prisa.
Jonás, enojado, comienza a comerse el chorizo. Mauricio se retira y minutos después, vuelve con una plato de sopa.
Jonás: Su sopa, señor.
Jonás: No pedí ninguna sopa, ¡además esa es la entrada y yo voy terminando el plato fuerte!
Mauricio: Vale, si no la quiere, yo… ¡ay! (Se tropieza y derrama la sopa caliente sobre Jonás).
Jonás: ¡Semejante inepto! Decidido, ¡es la última vez que vuelvo a aparecer por aquí!
Se retira muy disgustado y con la camisa chorreando de sopa.
Mauricio: ¡Qué tenga buen día, señor! Espero que haya disfrutado la comida.
FIN
El televisor
6 Minutos de Lectura

Historia enviada por Ricardo Elias Caffo (lector del blog)

Yo siempre fui una persona miedosa, siempre tuve miedo. Primero a quedarme solo de niño, luego a la oscuridad, dormí con mi mama hasta los 12
años creo. Y creía siempre que el demonio se me iba a meter por entre mis sabanas. A veces pienso que sufría de esquizofrenia, o cualquier otro
mal. Veía en las noches colgadas de mi techo cabezas que me miraban sonriendo, caras de payasos y sentía sonidos de moscas en mis oídos. O
aveces sentía que mi cama se me movía de golpe. Y salía corriendo con el corazón en la boca. Mi infancia fue traumatizante.

Yo les juro que no creo en fantasmas. Me volví Ateo, porque preferí no creer en dios para no creer en el demonio. Ni en los espíritus. Y siempre vivi
toda mi vida negando la existencia de fantasmas, de duendes o de cualquier fenómeno paranormal que no sea explicado primera por la ciencia. Me
hice científico para poder creer y confiar en solo lo que se puede ver. Nunca vi un fantasma. Lo juro. Pero siempre vivi escuchando testimonios a mi
alrededor sobre eso. Historias de terror, y juegos de miedo. Pero yo me volví duro, reacio a cualquier evento de miedo. Era fanático de las películas
de terror, me las veía todas cuando salía en cartelera. Y siempre que podía buscar en cable películas de terror también las veía. Ahora ya no tengo
miedo es cierto, pero nunca entendí porque siendo niño me gustaban tanto las historias de terror, y de ahí no podía dormir. Nose porque de niño me
gustaba ver películas de terror si de ahí no iba poder dormir, y no se porque leía historias de terror… si corría el riesgo de nunca poder dormir.

Esta historia es real. y yo les juro que nunca pensé contarla. Pero ya no puedo mas. Pero no te preocupes no eres el primero, ni serás el ultimo que
la lee. O quizás si…

Yo era de las personas que dormía con el televisor prendido. Y mas que todo era porque me gustaba “sentirme acompañado”, o cuando estaba solo
también escuchaba música. Siempre venia televisión. Y cuando amanecía la apagaba. Todo estuvo bien hasta el día aquel… ese día que…. En serio
preferiría no contarla.

 ¡DILO!

Escucharon esa voz. Quien no tiene un televisor en casa, yo nunca pensé que fuese así. ese día abrí mis ojos en la madrugada, creo que no había
dormido bien, seguro comí muy tarde.. el asunto es que desperté. Cosa que nunca pasa, siempre escuche el dicho que decía, nunca te despiertes
en la madrugada porque las almas están tras de ti. Me senté en mi cama, y me sobe los ojos. Sentía un una pequeña sensación de frío. Pero no era
una sensación de baja temperatura, sino como si me estuvieran respirando al lado, un viento helado, algo desolado. Comencé a tiritar y ese viento
paso por todo mi cuerpo, recorriendo venas, quedándose aferrado a mi cerebro.

Mire entre la oscuridad y ahí estaba el televisor. No era muy grande, pero para mi cuarto pequeño estaba bien, ese televisor que yo había dejado
prendido estaba ahora apagado. Dije que extraño. Mire bien el televisor y vi como una lucecita blanca salía del medio, de pronto se encendió y salió
la cara de una vieja, con pelo lacio y largo, peinándose… nunca olvidare ese rostro. Y cuando la mire me sonrió. De pronto sonó un sonido así como
cuando se prende el televisor y desapareció y el televisor volvió a quedar negro. Salí corriendo de mi cuarto y me fui para el baño. Me moje la cara
varias veces, simplemente no podía creer lo que estaba viendo. Pensé quedarme en el baño hasta que amanezca, pero resolví al final que seria
absurdo, así que decidí regresar a mi cuarto. Entre con mucho cuidado, repitiendo en mi cabeza, una otra vez… porque diablos vi eso, no puede ser
verdad, que era eso… nunca hubiera dormido con la televisión prendida.

Mi cuarto estaba vacío, y la televisión apagada. Entonces decidí acostarme y continuar durmiendo, cuando de pronto se volvió a prender el televisor.
Apareció otra vez esa anciana diciendo hola…! Desde la pantalla… con una sonrisa y unos ojos negros, no tenia dientes. Yo no atine hacer otra cosa
que taparme rápidamente, de pronto siento que me comienzo atorar, sentía como unas cosas raras en mi boca. Y cuando veo, mi almohada estaba
llena de pelos, de pelos blancos de cabellera, eran canas… como el de la señora de la televisión. Comencé atorarme con los pelos y no podía
pararme de mi cama. Comencé a revolcarme en mi propia cama, desesperado porque me estaba atorando con los pelos de la vieja. No sabia, y
hasta ahora no puedo explicarme que paso. En fin, seguí revolcándome hasta que de pronto, toda mi cama estaba llena de cabellos blancos, como
en el suelo de una peluquería llena de pelos… de pronto se volvió a encender la televisión otra vez… esa imagen en blanco y negro con la vieja
sonriendo, mirándome con esos ojos de muerto… pero esta vez estaba sin pelo, estaba completamente calva. Y levanto la mano y me señalaba a
mi, y me decía: tu, tu y me señalaba su cabeza…sin pelos. Comencé a temblar a decir… lárgate. Déjame en paz. De pronto se prendió la luz. Mire
estrepitosamente al techo, el foco estaba prendido. Cuando regrese mi vista hacia la televisión ya no había nada, todo estaba apagado.

Corrí desesperado hacia el cuarto de mis papas. Cuando entre ellos dormían, se escuchaban ronquidos, levante la mirada en la punta de la cama,
la vieja sentada, otra vez saludándome sonriendo sin dientes, y señalándome su cabeza sin pelos. y diciéndome: tu ..! se me escapo un suspiro,
sentía que me ahogaba. Grite papa, mama, pero cuando los mire, ellos estaban también con sus ojos abiertos, sin pelo y me miraban como muertos
y señalaban con sus manos, mientras la anciana se acercaba a mi. diciendo tu…!

Cerré los ojos, los apreté fuerte y no me acuerdo mas. Hasta ahora, que estoy aquí, solo triste, y con mucho miedo. Atrapado, detrás del televisor. Y
solo cuando tu duermes yo aparezco, ya sea como una vieja o duende para decirte: tu ..! tu…! … señalándote. Porque luego de leer esta historia,
ya sabes que tu tienes que entrar para yo salir.

Nos vemos cuando tengas miedo, y prendas tu televisor.

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