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Contrato de Transaccion

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Contenido

CONTRATO DE TRANSACCIÓN............................................................................................................. 1
Transacción ..................................................................................................................................... 1
Contrato de transacción .................................................................................................................. 1
Definición propuesta por Rafael Rojina Villegas ......................................................................... 1
Análisis de los elementos de la definición propuesta. ................................................................ 2
Por virtud de la transacción, las partes se hacen recíprocas concesiones.................................. 3
Incertidumbre jurídica................................................................................................................. 5
Elementos esenciales del contrato de transacción: consentimiento y objeto ............................... 8
Consentimiento. .......................................................................................................................... 8
Objeto.......................................................................................................................................... 8
Jurisprudencia ............................................................................................................................... 14
La transacción en el derecho del trabajo ...................................................................................... 18
Bibliografía .................................................................................................................................... 19

CONTRATO DE TRANSACCIÓN
Transacción
La Real Academia Española define a la transacción como «acción y efecto de transigir» y, por
extensión, «trato, convenio, negocio».
Transigir, se define como «consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero, a
fin de llegar a un ajuste o concordia, evitar algún mal, o por mero espíritu de condescendencia».
También como «ajustar algún punto dudoso o litigioso, conviniendo las partes voluntariamente en
algún medio que componga y parta la diferencia de la disputa».
En su acepción cotidiana, la palabra transacción se emplea para designar toda clase de
convenciones. Se transige diariamente, en muchos ámbitos; por ejemplo, se habla en este sentido
de las transacciones de la Bolsa, de transacciones financieras, de la industria o del comercio, etc.
Pero en su sentido jurídico, si bien en cuanto al fondo hay identidad en la definición, la palabra
transacción tiene un alcance bastante más restringido, puesto que lo enfoca a un acto jurídico
cuya finalidad es resolver mediante concesiones recíprocas, un asunto dudoso o litigioso.

Contrato de transacción
Definición propuesta por Rafael Rojina Villegas
La transacción es un contrato por virtud del cual las partes, haciéndose recíprocas concesiones,
previenen una controversia futura o determinan una presente, con el objeto de evitar la
incertidumbre jurídica en cuanto al alcance de sus prestaciones y derechos o los resultados
aleatorios de un juicio presente o futuro, o de la ejecución de una sentencia.

En el Código Civil vigente se da una definición incompleta de la transacción, por cuanto que se dice
en el artículo 2944: "La transacción es un contrato por el cual las partes, haciéndose recíprocas
concesiones, terminan una controversia presente o previenen una futura".

La parte que omite esta definición, consistente en la incertidumbre en cuanto al alcance de los
derechos y obligaciones materia de una transacción o en el temor en cuanto a los resultados de un
litigio presente o futuro, o de la ejecución de una sentencia es esencial para caracterizar tanto al
consentimiento como al objeto en este contrato.

Análisis de los elementos de la definición propuesta.


La transacción es un contrato

Existen dos formas de transacción: extrajudicial y judicial.

En la transacción extrajudicial se previene una controversia futura, no presenta problema jurídico


respecto a su caracterización como contrato, es decir, aplicamos todo el sistema de la contratación
en cuanto a los elementos esenciales y de validez y en lo que se refiere a la inexistencia, nulidad
absoluta nulidad relativa y rescisión de los contratos.

La transacción judicial tiene por objeto dar término a una controversia presente, esta forma
suscita problemas importantes para su caracterización como contrato, de aquí que el legislador
haya querido resolver esta cuestión jurídica estableciendo categóricamente que la transacción aun
la judicial, es contrato.

Los problemas que interesan a la transacción judicial como contrato se refieren principalmente a
la nulidad y a la rescisión por cuanto que la transacción judicial equivale a sentencia ejecutoriada y
tiene la fuerza de la cosa juzgada.

Ahora bien, la cosa juzgada es inatacable, en tanto que la transacción judicial puede impugnarse si
existen causas de nulidad, o puede obtenerse su rescisión por incumplimiento funcionando aquí la
condición resolutoria tácita que existe en los contratos bilaterales. El artículo 2953 establece: "La
transacción tiene respecto de las partes, la misma eficacia y autoridad que la cosa juzgada, pero,
podrá pedirse la nulidad o la rescisión de aquélla en los casos autorizados por la ley". Se ve
precisado el legislador a declarar que la transacción, aun teniendo el valor de la cosa juzgada, está
sujeta a la nulidad o a la rescisión en los casos previstos por la ley justamente para mantener el
carácter contractual de esta institución jurídica independiente de su aspecto procesal o de sus
características equivalentes a la cosa juzgada. Los artículos 2844, 2953 y demás relacionados con
la nulidad y rescisión de las transacciones nos autorizan a establecer que este contrato no sólo se
nulifica o rescinde por las causas expresadas categóricamente en el capítulo de las transacciones,
sino también por las causas generales de nulidad o de rescisión de todo contrato.
En este aspecto, se ha dudado si la aplicabilidad de la nulidad y de la rescisión, autorizada por el
artículo 2953, sólo existe para los casos previstos en el capítulo de transacciones cuando el
legislador expresamente faculta para pedir la nulidad o la rescisión o bien si todas las causas de
rescisión y de nulidad que autoriza la ley, son aplicables al contrato de transacción.

En el artículo 2953 se emplea esta expresión: "Podrá pedirse la nulidad o la rescisión en los casos
autorizados por la ley".

No dice: en los casos autorizados por este capítulo de aquí que sea jurídico sostener que todo el
sistema de nulidades y de rescisión es aplicable a las transacciones, confirmándose así el primer
elemento de la definición, en el sentido de que la transacción es un contrato a pesar de sus
efectos equivalentes a la cosa juzgada.

Por virtud de la transacción, las partes se hacen recíprocas concesiones.


En el Código Civil de 1884 el articulo 3151 decía: "La transacción es un contrato por el que las
partes dando, prometiendo o reteniendo algo, terminan una controversia presente o previenen
una futura".

El código en vigor prefiere emplear el término de concesiones recíprocas.

En el Código de 1884 se determinaba el contenido de las concesiones recíprocas que puede ser: de
dar, de prometer o de retener; es decir, caben las obligaciones de dar, de hacer o de no hacer,
dentro de las concesiones recíprocas que se hagan las partes y esto tiene importancia
fundamental para las obligaciones de dar, por cuanto a los efectos de la transacción.

En el artículo 2961 se establece que el efecto de la transacción es simplemente declarativo y


certificativo pero no es transmisivo; así lo dice el artículo 2961: "Por la transacción no se
transmiten sino que se declaran o reconocen los derechos que son el objeto de la diferencias
sobre que ella recae.

La declaración o reconocimiento de esos derechos no obliga al que lo hace, a garantizarlos ni le


impone responsabilidad alguna en caso de evicción ni importa un titulo propio en qué fundar la
prescripción".

Por una parte en la definición misma de la transacción, según el concepto del Código Civil anterior,
que debemos considerar admitido en el vigente, la transacción puede tener por objeto
obligaciones de dar, es decir, las partes, en sus recíprocas concesiones, se dan algo en sentido
jurídico, o sea, se transmiten el dominio, uso o goce de bienes determinados o se hacen
restitución de cosas ajenas o pago de cosas debidas.

Por otra parte un precepto expreso nos dice que la transacción no puede tener efecto transmisivo
(lógicamente tampoco puede tenerlo constitutivo), y sólo tiene un efecto declarativo o de
reconocimiento.
Esto ha originado la cuestión de saber si la transacción, cuando las partes se dan algo, implica
transmisión de dominio, de uso o de goce, y si podemos aplicar por analogía el sistema de la
compraventa y del arrendamiento para este contrato bilateral oneroso.

El artículo 261 1 al decir que la transacción no es transmisiva se funda en lo siguiente: parte de un


estado de incertidumbre jurídica, por tanto, los derechos objeto de transacción son disputados.

No hay absoluta seguridad de que sean derechos que correspondan en definitiva a una de las
partes.

Por ejemplo, si se disputa sobre la propiedad y se admitiese el efecto transmisivo entonces se


prejuzgaría sobre la certidumbre del derecho, porque una de las partes, a pesar del carácter
dudoso del mismo se ostentaría como titular y lo transmitiría y la otra, que pretende tener el
derecho, reconocería implícitamente que no le correspondía.

Esto no simplemente interesa a la posición que adopte una de las partes frente a la otra para
atribuirse el derecho sino a las consecuencias jurídicas que se presentarían si se admitiera que una
de ellas tenía definitivamente el derecho y la otra lo adquiría por virtud de la transacción.

Podría haber evicción y entonces el enajenante respondería de la misma, en tanto que en la


transacción no se responde por esa causa justamente porque quien haga la concesión de
prescindir de un derecho disputado no puede considerarse para los efectos legales como
enajenante del mismo.

El artículo 2959 dice: "En las transacciones sólo hay lugar a la evicción cuando en virtud de ella da
una de las partes a la otra alguna cosa que no era objeto de la disputa y que, conforme a derecho,
pierde el que la recibió". Sólo puede haber evicción en la transacción cuando se refiera a cosas que
no fueron objeto de la disputa, pero si se refiere a ellas, entonces no hay evicción, justamente
porque no hay un efecto traslativo ni menos aún constitutivo.

Por la misma causa, declara el artículo 2961: "La declaración o reconocimiento de esos derechos
no obliga al que lo hace a garantizarlos, ni le impone responsabilidad alguna en caso de evicción, ni
importa un título propio en que fundar la prescripción".

Desprendemos de este concepto que por virtud de la transacción no se aplica el sistema de la


cesión de derechos que obliga al cedente a garantizar los derechos cedidos; Tampoco el sistema
de la compraventa que obliga al enajenante a prestar la evicción.

El contrato de transacción tampoco puede servir de título de prescripción adquisitiva. Como el que
concede un derecho no puede ostentarse en definitiva como titular del mismo, la transacción por
sí misma no puede servir de base para la prescripción adquisitiva, con respecto a la cosa o al
derecho, justamente el ánimo de los que transigen implica duda y no puede transformarse por
virtud de la transacción en animus domini; no se puede tener concepto de propietario cuando
existe la duda y, además porque la transacción no surte efectos contra terceros sino entre las
partes.
Tomando en cuenta estas consecuencias de la transacción a efecto de coordinar el artículo que la
define y a su vez determinar los efectos no transmisivos o constitutivos del contrato podemos
hacer este distingo: las recíprocas concesiones a que se refiere el segundo elemento de la
definición, pueden referirse a derechos o bienes disputados o a derechos o bienes no disputados,
pero que se agregan como prestaciones accesorias del contrato.

En cuanto a los derechos o bienes disputados, no hay propiamente obligaciones de dar, traslativas
de dominio ni menos constitución de derechos, pero, respecto a los bienes o derechos no
disputados que la ley permite que se agreguen a una transacción como parte accesoria, las
recíprocas concesiones sí tienen efectos translativos o constitutivos de propiedad para que se
aplique el régimen de las obligaciones de dar, se responda de la evicción y el enajenante garantice
los derechos transmitidos.

Esta interpretación queda autorizada en el artículo 2959 al distinguir bienes o derechos objeto de
disputa, en donde no hay evicción, y bienes y derechos que no son materia de disputa y en los que
existe la obligación de responder de la evicción.

Continuando en el análisis de este segundo elemento, conviene establecer que toda transacción
para que exista jurídicamente debe implicar recíprocas concesiones, es decir, si una de las partes
concede todo lo que la otra exige en un litigio, o podría exigir en una controversia futura, no hay
transacción, sino un reconocimiento expreso de derechos, aun cuando se le dé el nombre de
transacción y se celebre como convenio judicial para concluir un pleito o bien como convenio
extrajudicial para evitar un litigio futuro.

Incertidumbre jurídica.
En este contrato, la ley parte de la base de una incertidumbre en la existencia, exigibilidad, alcance
o naturaleza de los derechos que son objeto de una disputa o que pueden serlo y esta
incertidumbre exige, para terminar ese estado que haya una reciprocidad en las concesiones; que
cada parte pierda y obtenga algo. Si hubiese un reconocimiento total de derechos y en su caso de
obligaciones, aun cuando se terminare una controversia o se evitara una futura, habría un simple
contrato declarativo y faltaría el elemento esencial característico en la transacción, que consiste
en la incertidumbre jurídica.

En esta reciprocidad de concesiones que exige la ley es en donde propiamente podemos encontrar
el objeto específico. Por su naturaleza misma, va a referirse a cualquier contrato o situación que
genere derechos y obligaciones, pero que exista duda en cuanto a su alcance naturaleza o
exigibilidad.

El fin específico de toda transacción, determinado categóricamente en ley consistente en terminar


una controversia presente o prevenir una futura. Por esto la transacción tiene las mismas
finalidades que la sentencia: concluir un estado de incertidumbre jurídica mediante la creación de
una situación de derecho definitiva; de aquí que la ley equipare los efectos de la transacción a los
de la cosa juzgada. Sin embargo, esta equivalencia no es absoluta y propiamente deben
distinguirse las transacciones judiciales mediante convenio ante el juez para dar término a una
controversia presente, de las extrajudiciales para evitar una controversia futura.

En la clasificación que hicimos de los contratos aludimos a aquellos cuya finalidad es jurídica,
incluyendo la transacción, el compromiso en árbitros, el antecontrato y el mandato
representativo. Hicimos ver que en estos cuatro contratos no hay finalidad económica relativa a la
adquisición de una riqueza, a la transmisión del uso o goce de los bienes o a la prestación de
servicios.

Cada operación es distinta y se persigue en cada una de ellas una finalidad jurídica. En la
transacción y en el compromiso en árbitros, la finalidad consiste en evitar controversias presentes
o futuras. A su vez la transacción se distingue del compromiso en que por la primera queda
solucionada la controversia, en tanto que por el compromiso sólo se establece el medio o
procedimiento para que el árbitro dé fin a una controversia presente o futura.

El cuarto elemento de la definición, que aún nos resta analizar, no está comprendido en el
concepto que nos da el Código Civil.

Consiste este elemento en la incertidumbre jurídica a que ya nos hemos referido o bien, en el
temor a los resultados de un litigio, por esto decimos, la transacción es un contrato por virtud del
cual las partes, haciéndose recíprocas concesiones, terminan una controversia presente o
previenen una futura con el fin de evitar la incertidumbre jurídica en cuanto a sus derechos y
obligaciones, o por el temor en el resultado de un litigio o en la ejecución de la sentencia ya
dictada.

La incertidumbre jurídica puede existir como situación subjetiva u objetiva, de buena o de mala fe.
La ley en todos estos casos admite que se elimine esa incertidumbre a través de la transacción y
haciéndose las partes recíprocas concesiones.

Existe incertidumbre jurídica desde el punto de vista subjetivo cuando independientemente de la


solución del derecho objetivo ambas partes o una de ellas tiene duda respecto al alcance,
exigibilidad o naturaleza de sus derechos y obligaciones. Basta esa creencia como cuestión interna,
a pesar de la solución dada en la ley, para que pueda ya cumplirse este elemento esencial en la
transacción y, por lo tanto, para que la manifestación de voluntad dependa de esa situación
subjetiva. Tiene importancia distinguir esta primera forma de la incertidumbre en virtud de que no
podría invocarse después como error de derecho la ignorancia de la solución categórica que diese
la ley.

Claro está que si hay de plano una falsa idea respecto de la solución jurídica del caso, que
constituya el motivo determinante de la voluntad, de tal suerte que de haber conocido el
contratante o ambos esa solución, no hubieran celebrado la transacción, sí habrá error de derecho
que nulificará el contrato: pero si independientemente de la solución establecida en el derecho
objetivo, existe el temor como situación subjetiva o la duda en cuanto al alcance de los derechos y
obligaciones (por esa posibilidad que siempre existe en el derecho, a pesar de la claridad de un
caso, cuando la ley sea interpretada en forma diferente), esta transacción será válida: se habrá
cumplido ese requisito de incertidumbre y no habrá error de derecho.

La incertidumbre puede ser objetiva, en el sentido de que la solución propuesta en el derecho sea
dudosa, o bien, porque ante las lagunas de la ley pueda crearse esa duda cuando el derecho
objetivo no resuelva el caso concreto. Habrá un error de derecho, cuando se declare como motivo
determinante de la voluntad en la transacción, que por existir una laguna de la ley y, por lo tanto,
la falta de criterio objetivo para resolver el caso las partes se hacen recíprocas concesiones, si
posteriormente se demuestra que no hubo laguna en la ley, que por error de derecho se creyó que
el caso no estaba solucionado, pero que la disposición respectiva da una solución categórica a la
materia objeto de transacción, entonces si se cumplirán los requisitos señalados para el error de
derecho.

Por último, la incertidumbre jurídica puede derivarse de buena o de mala fe en las partes
contratantes, es decir, de buena fe puede existir una duda fundada en cuanto al alcance de los
derechos o a la naturaleza y vigibilidad de las obligaciones; de mala fe puede existir por una de las
partes aparente duda en cuanto al alcance de sus derechos, no obstante que sepa que en rigor
están perfectamente determinados por la norma jurídica o por el contrato respectivo.

Al existir duda respecto de una parte en cuanto a la exigibilidad o alcance de sus derechos la mala
fe de la otra parte no podría, dada la indivisibilidad de la transacción evitar los resultados de ésta.
La indivisibilidad de las transacciones es una característica esencial que no permite nulificar
parcialmente una transacción y en parte declararla válida, o bien referir los efectos de una
transacción a los derechos de una parte y no a los de la otra justamente por la reciprocidad de
concesión es esencial en la transacción. Por esto basta la incertidumbre de una de las partes para
que exista transacción, aun cuando la otra sólo aparente un estado de incertidumbre, no podría
perjudicarse al que de buena fe procedió por virtud de cierta duda en el alcance de sus derechos
invocando después la otra parte que su situación subjetiva no fue la de duda en cuanto al alcance
de su situación; por esto basta con que una de las partes tenga ese estado de incertidumbre y por
lo tanto sea de buena fe para que la transacción exista y surta sus efectos jurídicos. También
puede haber transacción por temor en cuanto a los resultados de un litigio.

No es menester que se presente la incertidumbre desde el punto de vista de la indeterminación en


el alcance de los derechos en su exigibilidad o en su naturaleza: basta con que el motivo
determinante de la voluntad sea el temor a los resultados de un litigio, el cual puede depender de
muchas causas, desde la inmoralidad del juez que va a fallar, hasta la cuestión técnica del
problema planteado. Es decir, la doctrina, al caracterizar la transacción no parte de una verdadera
incertidumbre jurídica, sino de un hecho (por esto que expresan los juristas norteamericanos en el
sentido de que una sentencia judicial jurídica siempre es algo imposible de determinar con certeza
absoluta en cuanto a que caben múltiples soluciones en el caso concreto por las diferentes
interpretaciones de la ley, por las lagunas del derecho o por los problemas y tesis jurídicas que
existan), y entonces, este temor es suficiente para que pueda haber una transacción y se cumpla
este motivo determinante de la voluntad.
También puede existir temor en cuanto a los resultados en la ejecución de una sentencia firme
siendo suficiente para la validez de la transacción, según se desprende del artículo 2958 al
permitir, a contrario sensu, la transacción sobre un asunto decidido por sentencia irrevocable que
fuere conocida por los interesados.

Elementos esenciales del contrato de transacción: consentimiento y


objeto
Consentimiento.
Es indispensable para que exista transacción, que las partes tengan el ánimo de eliminar la
incertidumbre jurídica o bien, los resultados de un litigio. Las respectivas manifestaciones de
voluntad de los que transigen deben tener, por consiguiente, este ánimo que forma parte del
consentimiento lo que vendría a ser que procedan haciéndose concesiones recíprocas ante el
temor de causa dentro del concepto moderno: el fin o motivo determinante de la voluntad de los
que contratan.

En el consentimiento debemos distinguir el caso abstracto que cualquier contrato, el cual se define
como el simple acuerdo de voluntades sin darle ningún contenido del caso concreto en un
contrato determinado, en el cual la manifestación de voluntad va ligada a un cierto contenido que
forma parte esencial de él. No existe transacción si la manifestación de voluntad no va animada
del deseo de eliminar la incertidumbre jurídica o los resultados peligrosos de una controversia
presente o futura. Cuando las partes sin ese propósito simplemente se hacen recíprocas
concesiones terminando una controversia o previniendo un litigio futuro pero sin tener
incertidumbre jurídica o temor a los resultados de un litigio propiamente no existe
consentimiento para la transacción.

Objeto
Este segundo elemento esencial tiene en la transacción una importancia excepcional. Podemos
decir que es un contrato en el cual toda una regulación específica se ha dedicado a determinar lo
que Kelsen llama "el ámbito material del contrato". Las reglas generales que conocemos para el
objeto en los contratos, sufren derogaciones o modalidades a propósito de la transacción. Desde
luego la transacción puede referirse a cosas, a derechos o a prestaciones de hacer o de no hacer.
Cuando la transacción se refiere a cosas, tenemos que aplicar todas las normas generales en
cuanto a la posibilidad física y jurídica de las mismas. Lo mismo cuando la transacción se refiere a
derechos, es decir, a bienes incorporales en donde también existen requisitos de posibilidad
jurídica.

Cuando la transacción recaiga sobre hechos positivos o negativos, aplicamos también las normas
referentes a la posibilidad física y jurídica de los mismos. Además de estas normas generales, el
objeto en las transacciones lo podemos determinar estableciendo las siguientes bases:

1. La transacción sólo puede recaer sobre derechos patrimoniales renunciables:


2. La transacción no puede recaer sobre los derechos inherentes al estado civil de las
personas

3. La transacción no puede referirse a la responsabilidad penal, ni en lo que toca a la


acción penal, ni en lo que se refiere al delito, dolo o culpa futuros: ni, actualmente, en lo
que incumbe a la reparación del daño cuando éste forma parte de la sanción pública por
ser consecuencia de un delito.

1. La transacción sólo puede recaer sobre derechos patrimoniales renunciables.

Esta afirmación se deriva del sistema mismo de la ley. No hay una declaración expresa en tal
sentido, pero podemos, aplicando las reglas generales de los contratos y las especiales de la
transacción, concluir delimitando a los derechos patrimoniales renunciables, el objeto de este
contrato.

Los derechos no patrimoniales no son materia de la contratación jurídica en la mayoría de los


casos. Esto no quiere decir que el contrato de plano no pueda tener por objeto, derechos extra
patrimoniales. Kelsen explica que, en rigor la materia extra patrimonial no puede declararse a
priori excluida del contrato. Si es verdad que los derechos positivos refieren principalmente a
cuestiones patrimoniales la materia de sus contratos; pero no hay determinación alguna que
impida o prohíba definitivamente que los derechos de orden extra patrimonial se excluyan del
contrato: más bien el sistema de ley coincide en excluir del contrato determinados derechos, por
ejemplo, lo políticos en su sentido amplio, tanto relativos a la ciudadanía como a la nacionalidad.
Podemos decir: el estado político de las personas en su doble manifestación de ciudadanía y de
nacionalidad, no puede ser materia de contrato y, consecuentemente de transformación.

El estado civil o de familia, también de tipo extra patrimonial no es materia de contrato. La ley no
lo declara de una manera general pero sí para las transacciones. El artículo 2948 del Código Civil
establece: "No se puede transigir sobre el estado civil de las personas, ni sobre la validez del
matrimonio". Fuera de estos casos la ley ya no excluye del contrato otros derechos de orden no
patrimonial. Por esto, en principio, se puede afirmar la posibilidad de que por virtud de contrato
se originen intereses jurídicos de tipo espiritual es decir formas de conducta, principalmente como
prestaciones de hacer o de no hacer que no tengan valorización en dinero pero que impliquen una
satisfacción de orden espiritual para los contratantes. Es sobre todo en los contratos de prestación
de servicios, en donde estos pueden traducirse en satisfactores espirituales del acreedor. No hay
razón para prohibir este alcance no económico del contrato. Problema distinto es lo relativo al
incumplimiento de la prestación, que si se transforma en un equivalente en dinero a través de los
daños y perjuicios que podrá exigir el perjudicado. También es cuestión distinta la de que la
contraprestación sea valorizable en dinero: aquí el contrato tendrá entonces una prestación de
tipo espiritual y una contraprestación de tipo patrimonial. Considerando el contrato en su
conjunto, tiene un interés mixto, patrimonial y moral. En la transacción podemos considerar que
aun cuando recaiga sobre acciones de dar, de hacer o de no hacer, la ley toma en cuenta el interés
patrimonial porque excluye sistemáticamente cuestiones que no tengan alcance pecuniario al
referirse al estado civil de las personas al determinar que sí puede haber transacción en cuento a
los efectos patrimoniales del estado civil sin que la transacción determine o atribuya un cierto
estado.

También podemos derivar esta idea del sistema seguido en cuanto a que no puede haber
transacción respecto a la acción penal, y a la responsabilidad por delito, dolo o culpa futuros. Más
aún la ley prohíbe la transacción respecto a la responsabilidad civil por delito, dolo o culpa futuros.
También en un precepto se alude al carácter renunciable de los derechos que está vinculado
generalmente con su carácter patrimonial.

La transacción deberá recaer sobre derechos renunciables. No es que la transacción implique,


según hemos explicado, una transferencia de los derechos, o bien una extinción de los mismos. Su
alcance es declarativo, para eliminar una extinción jurídica: pero siempre ha resultado objetivo
semejante a la enajenación misma, de aquí que la doctrina asimile, para ciertos efectos, la
transacción con la enajenación. Por ejemplo para la capacidad sólo pueden transigir los que
puedan manejar. Para las formalidades de la transacción cuando se refiere a bienes inmuebles
debe seguir las formas del contrato traslativo de inmuebles. Por esto el derecho objeto de
transacción debe ser un derecho renunciable. El artículo 2955 dice: "Cuando las partes, están
instruidas de la nulidad del título, o la disputa sobre esa misma nulidad, pueden transigir
válidamente, siempre que los derechos a que se refiere el título sean renunciables". No obstante
que el precepto se refiere a un caso de nulidad, cabe inferir las reglas de que el derecho debe ser
renunciable para que exista la capacidad en la transacción, supuesto que sólo pueden transigir los
que pueden enajenar.

2. La transacción no puede recaer sobre los derechos inherentes al estado civil de las personas.
Conviene primero recordar qué es lo que la ley entiende por "estado civil"; éste implica un
conjunto de cualidades de la persona física en relación con la familia, al cual se atribuyen
consecuencias jurídicas. La persona física puede estar en relación con la familia por virtud del
matrimonio, del divorcio o del parentesco consanguíneo, por afinidad o por adopción. También la
persona física puede estar en relación con la nación o el Estado, en cuyo caso tiene una situación
jurídica especial denominada "estado político", que comprende la ciudadanía y la nacionalidad.
Esta situación de la persona en relación con la familia o con el Estado, no puede ser objeto de
transacción. Se trata, en primer lugar, de derechos no patrimoniales y generalmente, de derechos
irrenunciables. De aquí que la ley considere que las consecuencias jurídicas inherentes al estado
civil de las personas no pueden modificarse mediante un contrato, ni tampoco las personas
pueden hacerse recíprocas concesiones en cuanto a su estado civil mediante la transacción. Hay
estados civiles que dependen de un acto voluntario, por ejemplo, el estado civil de hijo natural por
reconocimiento del padre; pero hay estados civiles que dependen de una situación que toma en
cuenta el derecho y que es indispensable de la voluntad.

Supongamos el estado civil inherente al parentesco; puede éste ser por adopción y entonces el
estado civil está determinado por un acto voluntario; pero en el parentesco consanguíneo el
estado civil es independiente de la voluntad, se refiere a un hecho natural. Aun cuando el estado
civil puede determinarse por un acto jurídico, como sucede en el matrimonio y en la adopción, o
por una sentencia como ocurre en el divorcio y en la nulidad del matrimonio, no puede
modificarse en cuanto a sus consecuencias para atribuir o negar un estado, mediante contrato, y
menos aún se puede transigir en cuanto al mismo porque esto equivaldría a que estados jurídicos
inciertos quedasen, por voluntad de las partes, determinados.

Como el estado va a surtir efectos respectos de terceros, encontramos aquí la inconveniencia de


que las partes contratantes modifiquen su estado civil. Además, hay un interés de orden público
en todos los supuestos que determinan el estado civil, el matrimonio, el parentesco y el divorcio
mismo. El artículo 2948 establece: "No se puede transigir sobre el estado civil de las personas, ni
sobre la validez del matrimonio". Es principio general en el derecho de familia que las facultades
relacionadas con el estado civil son irrenunciables; pero puede haber consecuencias de tipo
primordial en donde sí cabe la enajenación, la renuncia o la transacción. Ahora bien, cuando el
contrato recae sobre las consecuencias patrimoniales de un estado civil, no implica el
reconocimiento del estado y por lo tanto, si se transige sobre los efectos patrimoniales, las partes,
al transigir, no se atribuyen un determinado estado. Dice en este sentido el artículo 2949: "Es
válida la transacción sobre los derechos pecuniarios que de la declaración de estado civil pudieran
deducirse a favor de una persona: pero la transacción en tal caso, no importa la adquisición del
estado".

La transacción no puede referirse a cuestiones de nulidad inherentes al estado civil de las


personas, y principalmente al estado matrimonial.

Las cuestiones de nulidad inherentes al estado civil de las personas, aun cuando pueden ser objeto
de incertidumbre jurídica y, por lo tanto, la disputa o litigio entre las partes interesadas, no
pueden transigirse ya que el contrato implicaría el desconocimiento de un cierto estado. Sí puede
haber consecuencias patrimoniales en relación con la nulidad de un determinado estado civil y,
entonces, la ley permite que en esas consecuencias, sin prejuzgar en cuanto a la validez o nulidad
del estad, las partes puedan transigir.

3. La transacción no puede referirse a la responsabilidad penal, ni en lo que toca acción ni en lo


que se refiere al delito, dolo culpa futuros.

En este sentido el artículo 2950 estatuye: "Sera nula transacción que verse:

1. Sobre delito, dolo y culpa futuros.. ." El artículo 2947 agrega: "Se puede transigir sobre la acción
civil proveniente de un delito, pero no por eso se extingue la acción pública para la imposición de
la pena, ni se da por probado el delito". Este precepto es suficientemente claro para determinar el
alcance de la transacción sólo en cuanto a la responsabilidad civil proveniente de un delito, pero
no en cuanto a la acción penal. Hemos dicho que el Código Penal al considerar que la
responsabilidad civil proveniente de un delito, forma parte de la sanción pública, propiamente ha
sacado del patrimonio de los particulares y de su capacidad jurídica de posibilidad de transigir
sobre la responsabilidad civil proveniente de un delito, no obstante que lo diga de una manera
expresa el artículo 2947 del Código Civil. Tomando en cuenta la modificación del Código Penal
(respecto a la responsabilidad penal proveniente del delito como sanción pública). Solo cabe que
la transacción verse sobre la responsabilidad civil derivada de hecho ilícito que no sea delito. El
Código Civil en vigor determina una serie de hechos ilícitos por culpa o dolo que no constituyen
delito y que sin embargo, implican responsabilidad civil, es decir, que son fuentes de obligaciones.
En este aspecto si cabe la transacción. Respecto a la fracción 1 del artículo 2950, que prohíbe la
transacción sobre delito, dolo y culpa futuros, debe entenderse que lo que se prohíbe es hacerse
recíprocas concesiones sobre la responsabilidad penal por delito, dolo o culpa futuros. Hay una
redacción impropia en el precepto. No tiene sentido decir que no puede haber transacción sobre
delito. La ley quiere prohibir la inmoralidad indiscutible que se presentaría en el contrato cuando
de antemano las partes modificasen las consecuencias de un delito futuro, admitiendo la
posibilidad de que si se realizara ese delito, no obstante las consecuencias civiles y penales, éstas
quedaran modificadas para el infractor. Propiamente es a lo que alude la fracción 1 del artículo
2950; en tanto que el artículo 2947 prohíbe la transacción ya sobre la acción penal del delito
realizado. En la fracción 11 del artículo 2950 se prohíbe la transacción sobre la acción civil que
nazca de un delito o culpa futuros. Permite el legislador la transacción sobre la acción civil de un
delito ya realizado. .. .como hemos dicho que esto ha quedado modificado en el Código Penal.
Pero dentro del sistema del Código Civil, si es cierto que se puede transigir sobre la acción civil que
nazca de un delito realizado, no se puede transigir sobre la acción civil del delito futuro, porque
implica una inmoralidad colocarse en esa posibilidad para establecer determinadas consecuencias
en el orden civil.

La transacción no puede recaer sobre derechos intransferibles. Sin embargo, la transacción puede
referirse a derechos intransferibles si el objeto de la misma no va a implicar una transferencia total
o parcial de esos derechos. Las recíprocas concesiones de toda transacción pueden referirse no a
la transferencia del derecho sino a determinar la validez del mismo, su alcance, sus efectos, y
entonces sí cabe que exista la transacción para esclarecer estos aspectos de un derecho
intransferible. En cambio, cuando la transacción pretende recaer sobre un derecho en su totalidad
para transferirlo de una a otra de las partes, su misma naturaleza intransferible impedirá que la
transacción se realice. Tenemos como ejemplos de derechos que no pueden ser materia de
transacción los siguientes: el derecho de alimentos, el derecho del socio, el derecho del tanto, el
derecho de preferencia en la venta y los derechos de uso y habitación. En todos estos casos la ley
caracteriza a esas facultades jurídicas como intransferibles. El derecho de alimentos depende de la
calidad misma de la personas, por tanto, no se puede transigir sobre él: en cambio, la transacción
puede recaer sobre las consecuencias económicas de ese derecho, es decir, sobre las pensiones
alimenticias ya causadas, pero no sobre la facultad, como posibilidad presente o futura; de exigir
alimentos. En el artículo 2950 se dice: "Será nula la transacción que verse: . . .V. Sobre el derecho
de recibir alimentos". Y el articulo 2051 agrega: "Podrá haber transacción sobre las cantidades que
ya sean debidas por alimentos". El artículo 321 en materia de alimentos nos dice: "El derecho de
recibir alimentos no es renunciable, ni puede ser objeto de transacción". Hemos visto que el
efecto de las transacciones es simplemente declarativo, que por disposición expresa las
transacciones no tienen un efecto traslativo o constitutivo de derechos; dice el artículo 2961 en
este sentido: "Por la transacción no se transmiten, sino que declaran o reconocen los derechos
que son objeto de las diferencias sobre que ella recae". Por este motivo, cuando el derecho en sí
es intransmisible hay ya una imposibilidad jurídica de que pueda ser materia de transacción. Por
otra parte, la transacción no tiene efecto transmitivo.

Se podría objetar diciendo: como la transacción no tiene efecto traslativo, el derecho puede ser
materia de transacción, pues no va a recaer sobre la transferencia, sino sobre otros aspectos del
derecho. La objeción es cierta si la transacción desde un principio se refiere sólo a las
consecuencias de un derecho disputado que lo consideramos como intransferible; pero carece de
fundamento si merced a las concesiones recíprocas se pretende atribuir la calidad misma del
derecho a una de las partes, cuando justamente existe duda o incertidumbre respecto a su
existencia. Si por virtud de la transacción convertimos una situación dudosa en cierta, y atribuimos
un derecho que es intransferible por su esencia, a uno de los contratantes, entonces la transacción
estará operando una verdadera translación de derechos. Y este sería el objeto de transigir sobre el
derecho de alimentos, sobre el derecho del socio, sobre el derecho del tanto. etc. La disputa en
estas transacciones radica en la existencia misma del derecho y consecuentemente en definir si se
atribuye a una de las partes o a la otra. De aquí que no se admita la transacción sobre el derecho
de alimentos, porque en realidad sería aplicar o atribuir este derecho a una de las partes:
indirectamente constituiría una transferencia del derecho. Para el derecho del socio dice el
artículo 2684: "La calidad de socio es intransferible". Esta calidad no puede ser objeto de
transacción. Se discute, por ejemplo, la calidad de socio entre dos personas: no podrá atribuirse
esta calidad por una transacción entre aquellos que disputan, porque el que permite o concede
que el otro ostente como socio le está transfiriendo los derechos o calidad que cree tener, y desde
este punto de vista pretende lograr un efecto que la ley no reconoce. También el derecho del
tanto, como derecho inherente al copropietario, es intransferible. Solo puede ejercitar este
derecho el copropietario Y, además, no puede transferirse independientemente de la calidad de
copropietario; cuando la calidad de copropietario pasa a otro sujeto, pasa con el derecho del
tanto: pero no puede el copropietario cederlo y mantener la calidad de copropietario. Por
consiguiente, no puede haber transacción sobre el derecho del tanto. Sí puede haberla sobre el
derecho del copropietario que supone el del tanto, porque dicha calidad es transferible a
diferencia de la del socio, que no lo es. El derecho de preferencia como modalidad establecida en
la venta, es decir, la facultad correspondiente al vendedor para ser preferido en la venta que
realice el comprador, es también intransferible, y desde este punto de vista no puede ser objeto
de transacción porque solo se atribuye al vendedor, y él no puede enajenarlo o transmitirlo. El
artículo 2308 así lo declara: "El derecho adquirido por el pacto de preferencia no puede cederse, ni
pasa a los herederos del que lo disfrute". Ni siquiera por virtud de la muerte es transferible este
derecho. Por último, los derechos de uso y de habitación se caracterizan como intransferibles, no
pueden enajenarse, dice la ley, a diferencia del derecho de usufructo que sí es susceptible de
enajenación. El artículo 1002 estatuye: "El usufructuario puede gozar por sí mismo de la cosa
usufructuada. Puede enajenar, arrendar y gravar su derecho de usufructo, pero todos los
contratos que celebre como usufructuario terminarán con el usufructo". De esta manera podemos
decir: los derechos de uso y de habitación no pueden ser objeto de transacción porque es un
derecho enajenable transferible. Estas observaciones nos hacen la liga estrecha que hay entre la
posibilidad de transigir y la posibilidad de enajenar. La doctrina por esto adopta los principios de
que "son derechos transigibles los derechos enajenables": que "la capacidad para transigir es la
misma para enajenar", y que "las formalidades en la transacción deben ser las mismas que se
exijan en la enajenación". Parece que existe una contradicción entre estos principios que
equiparan la transacción con la enajenación y el artículo 2961 del Código Civil que establece que la
transacción sólo tiene efecto declarativo, que no implica una transmisión de derechos. En verdad,
aun cuando la ley categóricamente establece que la transacción no implica transmisión de
derechos, la doctrina sistemáticamente ha sostenido que la transacción implica en el fondo una
enajenación, es decir, una forma de transmisión de derechos. Propiamente la ley no quiere
desconocer el efecto real de las transacciones cuando un derecho pasa ya en forma definitiva a
una de las partes y la otra prescinde de él ante la disputa, y merced a cierta concesión que se le
hace, por ejemplo, en dinero o en cosas; lo que la ley desconoce es el efecto de transmisión para
considerar a una de las partes como enajenante en cuanto a esas responsabilidades y a Ia otra,
como adquirente para sus derechos. Esta es propiamente la finalidad de la ley al decir que la
transacción no transmite derechos, si admitiera una enajenación en todas sus consecuencias, una
de las partes seria enajenante y la otra adquirente, y entonces habría lugar a la evicción, a la
responsabilidad por vicios y defectos ocultos, y a todas las obligaciones del vendedor, justamente,
como la situación es discutible, como hay disputa, como cada parte cree tener el derecho, no
podría resolverse la transacción en el sentido de que aquél que justifique su situación, después
tiene todas las obligaciones, considerándolo como si hubiera enajenado. Habría además una
contradicción: para los efectos de la transacción sacrifica su derecho, acepta ya no ser titular del
mismo y permite que la otra parte se ostente como titular; en cambio, para los efectos de la
enajenación sí reportará todas las responsabilidades de un vendedor. Es en este punto en donde la
ley, por un principio elemental de justicia, considera que en la transacción no existen esas
responsabilidades y que no hay propiamente un efecto traslativo; pero no puede desconocerse
que si la transacción tiene ya el valor de cosa juzgada, uno de los contratantes queda con el
derecho y otro prescinde de él, habrá recíprocas concesiones desde otro punto de vista; por
ejemplo, merced a ese sacrificio se pagará una suma de dinero, y en este aspecto sí hay
propiamente una enajenación cuyo origen es distinto. En cuanto al derecho, no se admite que
pase de una parte a otra; la duda nos impide hacer esta afirmación. Pero no para los efectos
futuros de considerar definitivamente a una de las partes como titular del derecho que antes era
materia de disputa. Para estos efectos se requiere que se tenga la capacidad de enajenar para
tener la de transigir: que sólo los derechos enajenables sean susceptibles de transacción, y que se
cumplan las formalidades inherentes a la enajenación que se realice. Habría una contradicción
cuando no se tuviera la capacidad para enajenar, porque aun cuando es cierto que hay disputa,
eliminada por el momento la duda, debe suponerse que aquel que concede tiene capacidad para
conceder; no podrá, por ejemplo, transigir el tutor sin consentimiento del juez, el apoderado si no
tiene facultad para realizar actos de dominio o el menor emancipado respecto de bienes
inmuebles o derechos reales inmobiliarios en los cuales exista disputa.

Jurisprudencia
TRANSACCIÓN, NATURALEZA JURÍDICA DE LA.- La transacción es un contrato bilateral y oneroso
que se rige por las reglas generales de los contratos, en lo que no esté expresamente previsto para
ella; y la renuncia general de derechos por virtud de la misma, sólo puede extenderse a los que
tienen relación con la disputa sobre la que ha recaído; por lo que, cuando una de las partes deja de
cumplir con ella, la otra tendrá el derecho de exigir su cumplimiento o la rescisión del contrato, y
en uno y en otro casos, el pago de daños y perjuicios. La transacción tiene, respecto de las partes,
la misma eficacia y autoridad de la cosa juzgada, y cuando se celebra, las personas que en dicho
contrato intervienen, están obligadas a lo expresamente pactado y a todas las consecuencias que
según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso o a la ley, y su validez y cumplimiento no
pueden dejarse al arbitrio de las partes; pero cuando dicho contrato es oneroso, la duda sobre
circunstancias accidentales del mismo, debe resolverse en favor de la mayor reciprocidad de
intereses. Amparo civil directo 3524/31.-Compañía Bancaria de Fomento y Bienes Raíces de
México, S.A.-1o. de agosto de 1932.-Unanimidad de cinco votos.-La publicación no menciona el
nombre del ponente. Semanario Judicial de la Federación, Quinta Época, Tomo XXXV, página 1788,
Tercera Sala.

TRANSACCIÓN. PRODUCIDO EL ACUERDO DE VOLUNTADES FORMATIVO SE GENERA UNA REGLA


INDIVIDUAL VINCULANTE, A LA CUAL LOS OTORGANTES DEBEN SOMETERSE (LEGISLACIÓN DEL
ESTADO DE JALISCO).

Si conforme al Código Civil para el Estado de Jalisco, actualmente abrogado, se celebra un contrato
de compraventa que da origen al litigio que se pretende concluir con el convenio celebrado entre
los contendientes, en los términos del artículo 2871, de ese mismo ordenamiento, debe concluirse
que si la ley y la doctrina semejan la transacción a un contrato, cabe decir que producido el
acuerdo de voluntades formativo se genera una regla individual a la cual los otorgantes deben
someterse como a la ley misma, pues el cumplimiento de los contratos no está sujeto a la voluntad
de una sola de las partes; principio que no es otro que el común que rige la normativa contractual,
del cual deviene su fuerza vinculante, y por consiguiente le son aplicables a las transacciones las
reglas de los contratos en lo que hace a su cumplimiento y responsabilidad y de esa fuerza
obligatoria proviene la posibilidad de exigir compulsivamente su cumplimiento.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL TERCER CIRCUITO.

Amparo directo 1087/98. Juan Amilcar Valdez. 18 de junio de 1998. Unanimidad de votos.
Ponente: Carlos Arturo González Zárate. Secretario: Arturo García Aldaz.

TRANSACCIÓN PARA PREVENIR UNA CONTROVERSIA FUTURA EN MATERIA DE


ARRENDAMIENTO. ES EJECUTABLE EN LA VÍA EJECUTIVA, SIN QUE SEA NECESARIA SU
HOMOLOGACIÓN CUANDO LAS FIRMAS DE LOS OTORGANTES ESTÉN AUTENTICADAS Y SE TRATE
DE DERECHOS PERSONALES (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE JALISCO).

El artículo 2634, fracción I, del Código Civil del Estado de Jalisco establece que la transacción para
prevenir una controversia futura sobre derechos personales (hipótesis en la que se ubica el
arrendamiento) se formaliza mediante escrito en el que estén autenticadas las firmas de los
otorgantes; además, conforme al numeral 2641 de dicho Código, la transacción tiene la misma
eficacia y autoridad que la cosa juzgada respecto de las partes. En congruencia con lo anterior, se
concluye, en primer término, que para lograr la ejecución de la transacción indicada es innecesaria
su homologación, en tanto que si bien ésta otorga firmeza y vigor al acto jurídico, estas cualidades
derivan de una prevención expresa de la ley; y en segundo, que estos contratos son ejecutables a
través de la vía ejecutiva -y no de la de apremio, pues de acuerdo con el artículo 477 del citado
código adjetivo, ésta sólo procede para lograr la ejecución de transacciones celebradas para
resolver controversias presentes-, ya que participan de la misma naturaleza que los documentos a
que se refiere la fracción IV del artículo 642 del Código de Procedimientos Civiles del Estado de
Jalisco.

Contradicción de tesis 72/2007-PS. Entre las sustentadas por los Tribunales Colegiados Tercero y
Quinto, ambos en Materia Civil del Tercer Circuito. 7 de noviembre de 2007. Mayoría de tres
votos. Disidentes: Juan N. Silva Meza y Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Ponente: José de
Jesús Gudiño Pelayo. Secretario: Miguel Bonilla López.

Tesis de jurisprudencia 167/2007. Aprobada por la Primera Sala de este Alto Tribunal, en sesión de
fecha catorce de noviembre de dos mil siete.

Nota: En términos de la resolución de 12 de marzo de 2008, pronunciada por la Primera Sala de la


Suprema Corte de Justicia de la Nación en el expediente de aclaración de sentencia en la
contradicción de tesis 72/2007-PS, se aclaró la tesis de jurisprudencia antes transcrita para quedar
redactada como aparece en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época,
Tomo XXVII, junio de 2008, página 333.

TRANSACCIÓN JUDICIAL. NO LA CONSTITUYE EL CONTRATO EN EL QUE LAS PARTES NO SE


HACEN RECÍPROCAS CONCESIONES (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE JALISCO).

Los artículos 1321, 1322 y 1323 del Código Civil del Estado de Jalisco,(1) establecen que si los
términos de un contrato no dejan duda sobre la intención de los contratantes, se estará al sentido
literal de sus cláusulas; así como que la generalidad de los términos del contrato debe entenderse
respecto de las cosas y casos sobre los que los interesados se propusieron contratar; y que los
contratos deben interpretarse de manera global para que surtan sus efectos legales en forma
integral. En ese sentido, el hecho de que las partes se refieran a un acto jurídico con el título de
"transacción", formalizado en escritura pública y se cubrieron los aranceles e impuesto
correspondientes, no conlleva a que realmente se trate de esa figura jurídica, pues debe atenderse
a la verdadera intención de los contratantes y si éstos no se hicieron recíprocas concesiones -sólo
pactaron que en caso de incumplimiento de pago de rentas se procedería a la ejecución forzosa
para obtener el monto de las mismas, así como la devolución de la posesión material del
inmueble- no se cumplió con el requisito indispensable de la transacción judicial que dispone el
artículo 2633 del ordenamiento en cita,(2) pues la forma que las partes quisieron darle al
documento, no tiene el alcance de variar su propia naturaleza jurídica.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL TERCER CIRCUITO.


Amparo directo 413/2014. Grupo Inmobiliario y Constructor Jess Mar, S.A. de C.V. 23 de octubre
de 2014. Unanimidad de votos. Ponente: Carlos Arturo González Zárate. Secretario: Vicente de
Jesús Peña Covarrubias.

___________________

1. Código Civil del Estado de Jalisco: "Artículo 1321. Si los términos de un contrato son claros y no
dejan duda sobre la intención de los contratantes, se estará al sentido literal de sus cláusulas.—Si
las palabras parecieren contrarias a la intención evidente de los contratantes prevalecerá ésta
sobre aquéllas."

"Artículo 1322. Cualquiera que sea la generalidad de los términos de un contrato, no deberán
entenderse comprendidos en él cosas distintas y casos diferentes de aquéllos sobre los que los
interesados se propusieron contratar."

"Artículo 1323. Los contratos deben interpretarse de manera global y para que surtan sus efectos
legales en forma integral, por ello, si alguna cláusula admitiere diversos sentidos, deberá
entenderse en el más adecuado para que produzca efecto."

2. Código Civil del Estado de Jalisco: "Artículo 2633. La transacción es un contrato por el cual las
partes, haciéndose recíprocas concesiones, terminan una controversia presente o previenen una
futura."

Esta tesis se publicó el viernes 26 de junio de 2015 a las 09:20 horas en el Semanario Judicial de la
Federación.

TRANSACCIÓN. FINALIDAD, EFECTOS Y OPORTUNIDAD PARA SU CELEBRACIÓN EN PROCESO DE


JURISDICCIÓN VOLUNTARIA O JUICIO.

Los artículos 2944 a 2963 del Código Civil para el Distrito Federal regulan la figura de la transacción
a la que atribuyen el carácter de un contrato por el cual las partes haciéndose recíprocas
concesiones, terminan una controversia presente o previenen una futura y establecen ciertos
casos en que no hay lugar para transigir, como cuando se trata de los ascendientes y los tutores
respecto de las personas que tienen bajo su potestad o bajo su guarda, a no ser que sea necesaria
o útil para los intereses de los incapacitados y previa autorización judicial; tampoco se puede
transigir sobre el estado civil de las personas, ni sobre la validez del matrimonio; pero sí se puede
sobre la acción civil proveniente de un delito, aunque no por eso se extingue la acción pública para
la imposición de la pena, ni se da por probado el delito; es válida cuando recae sobre los derechos
pecuniarios que de la declaración del estado civil pudieran deducirse a favor de una persona, pero
ello no importa la adquisición del estado. También será nula cuando verse sobre delito, dolo y
culpa futuros; sobre la acción civil que nazca de un delito o culpa futuros; sobre sucesión futura;
sobre una herencia, antes de visto el testamento, si lo hay; y, sobre el derecho de recibir
alimentos, aunque la autoriza sobre las cantidades que ya sean debidas por alimentos. En ese
sentido, con las salvedades anotadas, la transacción tiene, respecto de las partes, la misma
eficacia y autoridad que la cosa juzgada; pero podrá pedirse la nulidad o la rescisión de aquélla en
los casos autorizados por la ley. Es un instrumento útil para evitar o poner fin a dispendios o
controversias que puede producir un litigio presente o futuro. Para que exista la transacción
judicial no es necesario que exista un juicio iniciado, porque atento a su naturaleza, sirve para
prevenir una controversia presente, o una futura, de ahí que si en los medios preparatorios a juicio
las partes determinan llegar a una transacción sobre una cuestión que guarda relación con el juicio
principal que se entablará, ya sea que se trate del objeto principal o uno que esté vinculado con él,
y es sancionado judicialmente con su aprobación, ese acto jurídico tiene, respecto de las partes, la
misma eficacia y autoridad que la cosa juzgada; y, podrá solicitarse su ejecución en la vía de
apremio. Se parte de la base de que cuando las partes realizan una transacción para resolver un
pleito presente o evitar un conflicto futuro, se encuentran conformes con los términos
presentados porque existe certeza en el alcance, naturaleza, cuantía, validez y exigibilidad de
derechos ya definidos en esa transacción; sus efectos se consideran como cosa juzgada, razón por
la cual no podrá ser materia de modificación, y excepcionalmente, aunque esté aprobada
judicialmente, podrá ser rescindida y anulada de la misma manera que en un contrato, pero
siempre deberá encontrarse establecido en la ley o en el contrato de transacción. La circunstancia
de que las partes hayan realizado una transacción dentro de un procedimiento de medios
preparatorios a juicio, que tuvo por objeto prevenir la controversia futura que derivaría
posiblemente de ese juicio principal a instaurarse, no afecta su validez ni su vinculatoriedad para
las partes, porque tal eventualidad procesal no se encuentra prohibida en el procedimiento y sí
está reconocida por el orden jurídico como un medio a través del cual pueden resolverse las
controversias.

TERCER TRIBUNAL COLEGIADO EN MATERIA CIVIL DEL PRIMER CIRCUITO.

Amparo en revisión 152/2010. Antonio Romero Reyes y otra. 3 de junio de 2010. Unanimidad de
votos. Ponente: Neófito López Ramos. Secretario: José Luis Evaristo Villegas.

Nota: Por ejecutoria del 11 de mayo de 2016, la Primera Sala declaró inexistente la contradicción
de tesis 248/2015 derivada de la denuncia de la que fue objeto el criterio contenido en esta tesis,
al estimarse que no son discrepantes los criterios materia de la denuncia respectiva.

La transacción en el derecho del trabajo


ACEPTACIÓN DE LA TRANSACCIÓN EN ESTA RAMA DEL DERECHO

El principal cuestionamiento que se le ha realizado a la transacción en la disciplina laboral deriva


del principio de irrenunciabilidad que rige en esta rama del derecho.

Sin embargo la transacción ha sido admitida por la doctrina tradicional del derecho del trabajo. En
algunos países las normas laborales hacen referencia expresa a la transacción y le señalan sus
límites y requisitos. En otros, los requisitos de la transacción se desprenden del alcance que la ley
le dio al principio de irrenunciabilidad. Mientras que en otras legislaciones, si bien las normas
laborales no contienen disposiciones sobre la transacción, la doctrina y la jurisprudencia laboral la
admiten, siguiendo la posición de la doctrina laboral tradicional.
Bibliografía
Por el Lic. Rafael Rojina Villegas, La transacción

http://sjf.scjn.gob.mx/SJFSist/Documentos/Tesis/914/914095.pdf

https://es.slideshare.net/LorenaGonzlezFranco/contrato-de-transaccin

http://historico.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/revnot/cont/12/dtr/dtr3.pdf

https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/3/1090/28.pdf

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