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Animus Domini

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ACTOS POSESORIOS

PRESUNCiÓN DE "ANIMUS DOMINI"

LUIS M. VALIENTE NOAILlES (H.)(l)

La Ley. t. 115-909

SUMARIO:I. Introducción.- n. Código Civil francés.- III. Código


Civilargentino.- IV.Jurisprudencia.- V.Conclusiones.

I. Introducción
No porque se reitere en nueva oportunidad ni por aparentar que su
estudio y dilucidación es tremendo problema, deja de ser verdadera la
afirmación, de que en la consideración de les derechos reales es una
compleja figura la posesión y que siempre constituyó tema de inevitables
controversias doctrinarias y aun de vehementes comentarios, inbuídos
de afán combativo.
No hay duda que la posesión -que bien se la calificara de cuasi-do-
minio por lo que de contacto y similitud tiene en su exteriorización con
tal derecho y que por el mismo motivo, también pudo llamársela presun-
ta propiedad-, ofrece amplio campo a disquisiciones jurídicas y en oca-
siones ante tan vieja institución, las opiniones que en el punto se vierten
y se suceden a través del tiempo, no hacen sino realidad el antiguo ada-
gio: non nova, sed nova.
Efectivamente: no cosas nuevas, sino dichas en forma nueva. Nosotros
no somos excepción. Pero simplifiquemos para allanar ei camino, recor-
demos que es clásica la distinción en la integración de la posesión de dos
elementos, el corpus y el animus (materialidad e intención, respectiva-
mente, factores no disociados y que íntimamente se ligan) y en el estudio
de ambos, ocupan un lugar destacado Savigny e Ihering, antítesis de casi
toda la doctrina posesoria.
El primero de los nombrados, se remite al estudio de/corpus en los
viejos y siempre actuales textos del derecho romano y al considerar la

I (1) Docente de Práctica Forense en el Departamento de Enseflanza Práctica en


la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires.
114 LUIS M. VALlENTF NOAllLES (ti.)

adquisición de la posesión, sucesivamente menciona los conceptos del


"contacto inmediato". de la "posibilidad física", de la "doctrina de la cus-
todia" y si bien no da una definición de tal elemento, expresa que en la
aprehensión de cosas inmuebles "no es la acción de andar la que consti-
tuye para nosotros la posesión del fundo, sino la proximidad inmediata

i que nos pone en estado, no sólo de sentar en cualquier ocasión los pies
sobre parte del fundo, sino también de obrar en este conforme a nuestra
voluntad"(2).
Ihering -que acertadamente incluye la posesión en el derecho de
cosas, por aparecer como una relación inmediata de la persona con la

I
cosa-o manifiesta respecto al corpus, que "por exterioridad del domi-
nio entiendo el estado normal externo de la cosa, bajo el cual cumple
el destino económico de servir a los hombres. Ese estado toma. según
la diversidad de las cosas, un aspecto exterior diferente; para las unas,

I se confunde con la detención o posesión física de la cosa; para las otras.


no. Ciertas cosas se tienen originariamente bajo la vigilancia personal o
real; otras quedan sin protección ni vigilancia"(3).
Afirma luego, que quien determinó con mayor exactitud el concepto
del corpus -mejor aún que los estudiosos- es el hombre comlÍn. toda
vez que es el destino económico de la cosa la que aclara si existe o no
posesión.
Con relación al Wlil/IIIS, Savigny no sólo destaca la relevancia de este
elemento. sino que sostiene, que "cualquier detentación para poderse
modificar en posesión. debe ejercerse con intención no sólo que haya re-
tención, sino también voluntad de que la haya"(4).
Ese ánimo, conocido como allimllsdomilli o allimllsremsilJihalJelldi,
corresponde a quien trata la cosa como si fuera el propietario. autorizado
para ello en razón de su derecho y sin reconocer o admitir a otro preten-
sión alguna. es, corno si se actuara sobre una cosa que fuera propia man-
teniéndola para una determinada finalidad. Tal en síntesis su doctrina
,...
subjetiva, de la "voluntad concreta".
Por oposición Ihering enuncia su doctrina objetiva. donde la pose-
sión es la regla y quien tiene algo en su poder siempre está amparado
por la ley, en tanto que la misma excepcionalmente niega protección. al
tratarse de simple tenencia y se concisa esa exposición en estas palabras
(2) Savigny, Francisco C. De, "Tratado de la Posesión, seglÍn los principios del
Derecho Romano" (versión castellana de la 6a edición). Imp. de la Sociedad I.iteraria
y Tipográfica. Madrid. 1845. p. 116, núm. 15.
(3) Ihering, Rodolfo, "la Posesión: El fundamento de la protección poseso-
ria" (versión castellana de A. Posada). Edit. Reus, Madrid. 1926, p. 207.
(4) Op. cit., p. 56, núm. 9.
ACTOS f'OSESORI05 115

del aulor: "La distinción entre posesión y tenencia, no se funda en la vo-


luntad de poseer; no nace de ella, pues es exactamente la misma en el
tenedoryen el poseedor. En uno y otro existe el corpus y el an/mus, y si el
primero tiene, no la posesión, sino la simple tenencia, el fundamento de
esto está. según la teoría objetiva, en el hecho de que. movido por moti-
vos prácticos, el derecho en ciertas relaciones ha quitado los efectos de
la posesión, al concurso perfectamente realizado. de las condiciones de
esta última"(5).
Esbozadas a grandes líneas las dos principales teorías. podemos en-
cauzamos en el análisis de las disposiciones de nuestro Código Civil y
echar las bases para el desarrollo del tema, considerando si la simple
ejecución de actos posesorios, presume el an/mus. En otras palabras, si
se acredita que se posee para sí y a título de dueiio en nuestro derecho,
cuando sólo se detenta el corpus mediante los citados actos.

11,Código Civil Francés


Es un antecedente de interés, que nos obliga a su remisión, atento el
régimen que tal legislación impusiera y que a título ilustrativo y a efectos
de cotejarlo con el sistema de nuestro derecho, impol}e una breve acota-
ción.
Si en el tema que nos ocupa, sólo tomamos en consideración el Clni-
musremsibilzabend/, el problema se torna complejo, pues en tal caso la
existencia o no de la posesión queda sujeta a la oculta voluntad e inten-
ción del que pretende erigirse o dice ser poseedor. pero tal supuesto en
el derecho francés se simplifica. toda vez que en el Código Napoleón se
recurrió hábilmente al sistema de presunciones legales y dos de sus pre-
ceptos condensan todo problema y toda solución: teniéndose el corpus se
presume el Cln/lIll1s.
En la obra que redactaran Portalis, Tronchet, Biget de Préaumeneu y
Maleville. se dispuso que "se presume siempre poseer para sí y a título
de propietario, mientras no se haya probado que se ha comenzado a po-
seer por otro" (art. 2230) y seguidamente se estableció que "cuando se ha
comenzado a poseer por otro, se presume siempre poseer por el mismo
título, si no se prueba lo contrario" (art. 2231).
Por la primera disposición, como pone de relieve Bonnecase. "la po-
sesión no sólo hace que se presuma la propiedad, sino que conduce a
(5) Op. cit., "La Posesión: La voluntad en la posesión con la critica del método
jurídico reinante'; p. 305.
t
116 LUIS M. VAlIENH NOAILlES IH.)

ésta, como veremos al estudiar la usucapión"(6) y en igual sentido, refe-


rida esa presunción a la posesión para prescribir, también se inclinaron
con anterioridad Aubry y Rau (7),a quienes Vélez Sarsfield cita en la nota
al ar!. 4003.
Se deduce que las normas precedentemente transcriptas y en par-
ticular la cilada en primer término hacen sobrentender que quien está
poseyendo lo hace para sí y en su propio nombre a título de dueño y no
para un tercero, excepto que lo contrario de demuestre, máxime cuando
es lo corriente en la vida del hombre en sociedad, la libre disposición de
su patrimonio, en cambio que él haga tal cosa con los bienes de otro, es
algo fuera de lo común. En ese caso, teniéndose el corpus no se indaga
sobre el allimusdomilli, se tiene la posesión como expresión de dominio,
salvo que una prueba opuesta, acredite que se está en posesión a nombre
de otro.
Por lo contrario, si se dejase sometido al criterio personal del sujeto
establecer cuando es poseedor o no, sería permitirle, siguiendo lo que
algún jurista sostuviera, que se levante con la tenencia y que se vaya a
dormir con la posesión.
Es evidente que esa presunción legal. logra una finalidad, dar segu-
ridad posesoria a quien está de hecho en la posesión de un bien y es del
caso por la importancia que ello implica, citar estas palabras de Ihering,
que ya al comienzo adelantáramos: "Este texto (se refiere al arto 2230)
aventaja en lo tocante a la vida práctica, a todo lo que la literatura ha
producido en nuestro siglo acerca de la distinción entre,a posesión y la
tenencia. De una plumada ha salvado una dificultad, contra la cual se
había estrellado durante siglos la práctica del derecho común; pudo de-
cirse que es un hecho salvador en los dominios de la posesión"(8).
Con ello se eludió la imposible prueba de la intención. Con ello se
evita penetrar en la recondidez psicológica de quien posee, para intentar
descubrir vanamente lo que a la observación directa resulta inaccesible.

III. Código Civil Argentino


Estimamos para arribar a una conclusión, que debemos partir de las
vigentes disposiciones de nuestro derecho, sujetándonos al texto legal
y no caer en simples suposiciones, de lo que querría haber dicbo el co-
dificador si no hubiese prescindido de talo cual fuente. Aclaremos, no
(6) Bonnecase, julien, "Elementos de Derecho Civil" (traducción de j. M. Cajiea),
Ed. Cajiea, México, 1945, t. 1.p. 637, núm. 605.
(7) Aubry, C.. y Rau. c., "Cours de Droit Civil Fran~aise'; Marchai, Billard y Cia.,
4' ed., Paris, 1869, t. 11.p. :J71, núm. 217.
(8) Op. cit., "La Posesión: La voluntad en la posesión ..:: p. 398.

r
ACTOS POSESORIOS 117

dudamos de la suma ilustración que a veces tales antecedentes aportan,


pero en la disyuntiva, nos circunscribimos a la redacción de las normas
a considerar como expresión del derecho vigente, a la realidad de la vida
de relación, sus vinculaciones jurídicas y sus efectos legales, siendo aspi-
ración -de ser posible- alcanzar la fluidez y claridad de exposición de
un Colmo, de un Prayones.
Concretándonos al tema, es notorio que Vélez Sarsfield ha recono-
cido como antecedentes principales deltÍt. n, del Libro III de su código,
entre otros, en primertérmino a Savigny, un tanto a Freitas, bastante a la
doctrina francesa, algo al Código Civil francés y un poco al de Austria.
Si procedemos a la lectura de disposiciones de nuestro código, que
más adelante consignaremos, fácil será deducir cual ha sido la fuente y si
a ello agregamos estas palabras de Savigny, disiparemos la más mínima
duda: "Toda adquisición reposa sobre un acto Corporal (corpusfactum)
acompañado de una voluntad determinada (animus.) El hecho debe de
ser de tal naturaleza que ponga al que ha de adquirir la posesión en esta-
do de tratar la cosa según su voluntad y con exclusión de cualquier otro,
esto es, en disposición de ejercer el derecho de propiedad. La voluntad
debe tener por objeto considerar la cosa realmente como propia"(9).
La inclinación hacia la doctrina subjetiva -lógico efecto de la teoría
en boga- hace sentir su influencia y al trasladarse a nuestro derecho,
aun mejorada en muchos aspectos por Vélez Sarsfield, le hace factible al
código de las objeciones que se le formularan con mayor o menor éxito a
la primera, toda vez que el animus, elemento que a la voluntad se somete
no puede exteriorizarse y su existencia como apreciáramos en el Código
Civil francés, se salva con la presunción legal de que la posesión material
le hace sobrentender.
Pero nuestro codificador no incorporó ese sistema a nuestra legisla-
ción y así resulta en principio de los arts. 2351, 2:173 y 4015.
Por el primero de ellos, se dice claramente que en la posesión es ne-
cesario tener una cosa bajo nuestro poder "con inlención de someterla al
ejercicio de un derecho de propiedad", la segunda norma expresa que la
posesión de la cosa se adquiere por la aprehensión "con/a inlención de
tenerla como suya" y en la última disposición se determina que se pres-
cribe la propiedad de inmuebles por su posesión treintai\al "con ánimo
de tener la cosa para sí".
Está presente como requisito ineludible, el animusdomini.
(9) Op. cit., p. 111, núm. 13.
118 LuiS M. VALIENTE NOAIllES (H.)

¿Pero es absoluto este principio? Entendemos que no, y no es la pri-


mera oportunidad que hacemos presente que en derecho no hay normas
absolutas y que en el Código Civil argentino, a preceptos que aparentan
una inmutable rigidez, se oponen numerosas excepciones. Yalo hizo no-
tar Fornieles (10) al considerar los diversos supuestos que burlan la re-
gla delnemoplus iUfis contenida en el arto 3270, también Rezzónico (11)
cuando enseña la forma en que funciona tácitamente el pacto comisario,
pese a la prohihición que encierra el art. 1204 y nosotros hemos enume-
rado los diversos casos de obligaciones reales que admite el código, con-
tra la categórica afirmación del art. 497 (12).
No es absoluto, por tanto, el principio, así por ejemplo, Lafaille (13)
admite que la sola existencia del corpus presume la del animus, en cier-
tos supuestos, y sostiene que en el CÓdigodicha presunción resulta de la
"causa possesionis" que deriva del título (art. 2353), por medio también
de la prueba del corpus (art. 2384) y en virtud de la interversión del títu-
lo (art. 2458).
Por su parte Salvat (14),manifiesta que esa presunción surge con toda
evidencia de tres disposiciones, la que permite adquirir el dominio de las
cosas sin dueño por la simple aprehensión (art. 2375), cuando se efectúan
actos posesorios (art. 2384) y cuando se presume que el poseedor actual,
posee desde la fecha del título traslativo de propiedad (art. 4003).
Conjugando los citados casos de presunción del animus, resultaría
consagrada a criterio de dichos autores, por los arts. 2353, 2375, 2384,
2.58 Y 4003 del código, circunscribiéndonos nosotros a estudiar la emer-
gente del arto 2384 que legisla sobre actos posesorios y que sin embargo
al decir de Legón (15), no son ellos reveladores o presuntivos de la exis-

• tencia del animus .

• Nuestra posición es contraria, sostenemos que quien acredita la de-


tentación de la cosa, que ella se encuentra bajo su poder, que material-
mente la somete, no tiene que demostrar el animusdomini, pues los ac-
tos posesorios de que la hace objeto están probando la posesión y dicho
(10) Fornieles, Salvador, "Cuestiones de Derecho Civil: Reivindicación contra el
adquirente de buena fe'; Ed. Jurisprudencia Argentina, Buenos Aires, 1944, p. 47.
(11) Rezzónico, Luis M., "Estudio de los Contratos en Nuestro Derecho Civil'; Ed.
Alea, Buenos Aires, 1950, p. 214.
(12) Valiente NoaiJIes, l.uis M., "Obligaciones Reales enel Código Civil Argentino';
Ed. Depalm3, Buenos Aires, 1961, p. 55 Y siguientes.
(13) LafaiJIe, Héctor, "Tratado de los Derechos Reales'; Cia. Argentina de Editores,
Buenos Aires, 1943. t. 1,p. 130, núms. 150 a 152.
(14) Salvat, Rayrnundo, "Tratado de Derecho Ci,;1 Argentino: Derechos Heales';
actualizado por ~'lanllel L Argañaráz, Ed.Tea, Buenos Aires, 1961, t. J, p. 27, núm. 26.
(15) Legón, Fernando. "Tratado de los Derechos Reales en el Código y en ~a
Heforma': v, Abeledo, editor, Buenos Aires, 1942, t.1lI, p. 128. .-
ACTOS POSESORIOS 119

ánimo, ya que la misma y la propiedad se muestran juntas y al efectuar


los citados actos, se está revelando el derecho indicado. Es que los actos
posesorios, exteriorizan al materializarse. la disposición de la cosa por
el sujeto.
Agreguemos lambién, que en nuestra opinión, la prueba del animus
no la exige nuestro Código Civil en forma independiente. ya que se pre-
sume en quien ejecuta los indicados actos. Tal vez aquí, por hacerse cier-
la. podamos intercalar esta afirmación de Ilibiloni. "la posesión no es
cuestión de (/nimlls, es de poder efectivo, rear(l6).
Esos aclos materiales que llevan a la adquisición de la posesión -y a
los cuales se refiriera el codificador también en el ar\. 2380- se ha soste-
nido. no hacen deducir el animusdomini y la jurisprudencia ha sido en-
contrada en el puma, particularmente en casos de reivindicación. donde
algunos fallos reconocían la viabilidad de la acción deducida, pues. pese
a que los demandados demostraban la realización de actos posesorios,
no acreditaron su intención de haber actuado como aUlémicos propieta-
rios. con ánimo de poseer. al decir de los juzgadores.

IV. Jurisprudencia
Esa diversidad de criterios en los fallos de nuestros tribunales, que en
tema precedeme mencionáramos, se motiva en la circunstancia de que
mientras algunas sentencias reconocían la sola realización de actos po-
sesorios como reveladores de una posesión efectiva, otras exigían ade-
más. que se probara por el interesado que se había ejercido una posesión
{/nilllusdom in i.

Entre aquellas que han sostenido tal criterio, podemos recordar algu-
nas, en las que se ha dicho que "los actos de cultivo del fundo, si pueden
justificar y acreditar el corpus posesorio. no son suficientes para acredi-
tar el ánimo o la intención de realizarlos como dueño exclusivo en forma
indudable y convincente" (Rev.LALEY,\. 6, p. 322 [fallo 2284]). que "para
admitir que la posesión es a título de propietario, es necesario que el ani-
lIlusdolllini resulte establecido con claridad" (Rev. LA LEY,\. 15. p. 1104
[fallo 7931]);o bien que "la ocupación de la tierra. su cultivo, la percep-
ción de los frulOs, son hechos externos comunes a toda posesión y no
prueban el mlÍlIlusdolllini" (J. A., \. 5, p. 489).
Otros fallos pronunciados en similar sentido, se registran en Rev.
LA LEY,\. 53. p. 569 (fallo 25.966); \. 99. ps. 276 (fallo 45.015) y 755 (fallo
45.225); t. 100,p. 715 (fallo 45.529) y j. A., \. 5, p. 93).
(l6) Bibiloni, luan A.• "Reforma del Código Civil (Anteproyecto)'; Ed. Kraft Ltda .•
Buenos Aires. 1939, t. \l, p. 32, nota al arto 2317.
120 LUIS M. VALIENTE NOAILlES (H.)

En cambio se ha dicho en sentido opuesto, que "al tenedor, basta


demostrar que él tiene el corpus de la posesión, para tener a su favor la
presunción del animus" (Rev. LA LEY,t. 78. p. 249 [fallo 36.796]), que la
"propiedad y la posesión, generalmente, coexisten juntas y los actos po-
sesorios no son otra cosa que la manifestación del derecho de dominio. y
quien afirma que la detentación del corpus, que es el elemento externo de
la relación posesoria, no constituye posesión, sino simple tenencia dehe
probarlo" (Rev. LA LEY, t. 99, p. 166 [fallo 44.964]), o que "toda relación
posesoria se presume que lo es animusdomini, quien afirma lo contrario,
debe probarlo" (J. A., 1959-IlI, p. 169).
De igual modo se han pronunciado otras sentencias registradas,
por ejemplo, en Rev. LA LEY,t. 45, p. 409 (fallo 22.021); t. 61, p. 580 (fallo
29.274); t. 77, p. 325 (fallo 36.404); t. IDO, p. 690 (fallo 45.516); ¡. A., t. 45,
p. 99, Y 1942-IV,p. 56.
Por esta última corriente, y de conformidad al régimen de nuestro
código, nos inclinamos y diremos seguidamente por qué fundamentos.

V.Conclusiones
En primer término recordemos que el codificador enumera como ac-
tos posesorios en el arto 2384 la cultura de inmuebles, la percepción de
los frutos, el deslinde, la construcción o reparación que en ellas se haga
y, en general, su ocupación, de cualquier modo que se tenga, bastando
hacerla en alguna de sus partes.
Esta enumeración no es taxativa ni limitativa; es, por el contrario,
enunciativa; y a ella pueden agregarse todos aquellos actos que la juris-
prudencia declaró posesorios, como ser: realizar plantaciones, colocar
alambradas, efectuar una tasación, la diligencia de mensura practicada
para atribuirse un terreno (no para saber su ubicación), la siembra y co-
secha, la explotación de bosques o de campos en provecho propio.
Se ha declarado, en cambio que no asume el carácter de acto pose-
sorio, el simple relleno de pozos de un campo ni el decreto de autoridad
competente que ordena una mensura (mientras ésta no se concrete) ni
la constitución de hipoteca que es simple acto de disposición jurídica y
no material, tampoco el comisionar a un tercero la venta de un lote ni el
pago de impuestos, aunque esto último merecerá un párrafo aparte.
En realidad, cada supuesto requiere que la prueba del acto posesorio
se adecue a la naturaleza del inmueble sobre el cual se ejerce, debiendo
ser analizado en cada circunstancia conforme a las características del
bien.

j
ACTOS POS,SORIOS 121

En segundo lugar, cabe destacar que los actos posesorios no cons-


tituyen, en síntesis, otra cosa que la manifestación del derecho de do-
minio, debiendo ser inequívocos y exteriorizarse, consistiendo en actos
materiales que impliquen una relación de hecho entre la persona y la
cosa, pues siendo el ejercicio de la posesión, tendrán que revelar la de-
pendencia física de esa cosa respecto de alguien. Cuando se ejecutan en
forma real y efectiva, de un modo continuo e ininterrumpido, están de-
mostrando que la posesión se ha ejercido a título de dueño.
No puede negarse entonces que la realización de los actos que la
ley expresamente indica y la jurisprudencia reconoce, prueban el corpus
y revelan, mientras una prueba en contra no acredite una tenencia, que
media en ellos animusdomini. Se saca de tal modo a la luz de las relacio-
nes jurídicas una intención que de otra manera pudo ser en las sombras
cambiante, según voluntad del sujeto.
Por tanto, como excepción al régimen que por los arts. 2351, 2373 Y
4015 implantara Vélez Sarsfield, surge que la ejecución de los actos pose-
sorios representan una presunción legaljuristantum, que prueba la exis-
tencia de la plena posesión y en tal materia, el llamado animusdomini
se acredita por los mismos, resultando errónea la jurisprudencia cuya
prueba exigiera expresamente.
Por último, no debe olvidarse el lugar que al arto 2384 asignara el co-
dificador en su obra, pues precisamente lo ubicó en el tít. 11,dentro del
cap. 1,que lleva por encabezamiento "De la adquisición de la posesión",
lo que es factor importante, pues revela que la sola ejecución de dichos
actos lleva ínsitamente a la adquisición de la posesión, sin necesitarse
demostración alguna del elemento intencional.
Quien entra a un campo, lo ocupa, lo cultiva, cosecha sus frutos, etc.,
¿qué intención?, ¿qué allimus tiene que demostrar? Sostenemos que es
suficiente que una cosa llegue a la potestad de una persona en virtud de
los actos que ejecuta, para que exista posesión. Existiendo el corpus, el
animus es su consecuencia.
Tocaba a su fin la preparación de este comentario, cuando hemos te-
nido la satisfacción de leer en reciente publicación un fallo de la Cámara
Nac. Civil, sala F, donde el tribunal se pronunciara por la doctrina que
expusimos, diciendo que "en nuestro código civil el allilllus posesorio se
acredita valiéndose del corpus ... Los hechos que caracterizan el corpus
acreditan al mismo tiempo la posesión. Si se realizan actos posesorios se
presume el allilllus" (Rev. LALEY,t. 111,p. 516, hilo 50.767).
Ese es el régimen del Código Civil argentino; sin embargo el requisito
.- de probar el allimus ha sido introducido respecto de la prescripción ad-
122 LUIS M. VALIENTE NOAI[[ES (H.I

quisitiva -como acción, no como defensa-por la ley 14.159y su modifi-


catorio, el decreto-ley 5756/58 (Adla, XII-A, 24; XVIII-A, 916),al imponer
al ocupante la obligación de acreditar con las boletas correspondientes
el pago de impuestos.
Sobre ello dijimos en estas mismas páginas: "Personalmente cree-
mos que el cumplimiento de una obligación impositiva no es un acto po-
sesorio, en primer término, por no estar comprendida entre los supues-
tos mencionados en el art. 2384 del Cód. Civil ni surgir del espíritu de la
obra de Vélez 5arsfield, habiéndolo entendido así la jurisprudencia. En
segundo lugar, porque cualquiera puede hacer efectiva la misma por sí o
por un tercero sin tener posesión o dominio alguno, y, finalmente, puede
ocurrir -porque ya ha ocurrido- que se abonen los impuestos sesen-
ta días antes de iniciar el pertinente juicio para adquirir el dominio por
prescripción, lo que resta toda seriedad al mismo (17).
En la forma expresada se han pronunciado con antelación algunos
fallos (Rev. LALEY,t. 98, p. 690 [fallo 4266-5J; l. A., t. 32. p. 789) recordan-
do que los pagos de impuestos no implican actos posesorios, sólo son
reveladores del ánimo de poseer, sólo justifican el animusremsibihaben-
di y aún así -como sostuviéramos-, para probar la exteriorización del
citado animus son inocuos cuando al oblarse los gravámenes se ejecuta
el pago en un solo acto, cuando debieron haber sido satisfechos en los
respectivos vencimientos durante el transcurso del tiempo.

(17) Valiente Noallles, Luis M., "El decreto-ley 5756/58, modificatorio del régi-
men procesal para prescribir, estatuido por la ley 14.159'; Rev. LA LEY,t. 91, p. 974.

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