Las Medidas Cautelares Personales en El Proceso Penal Peruano
Las Medidas Cautelares Personales en El Proceso Penal Peruano
Las Medidas Cautelares Personales en El Proceso Penal Peruano
Arsenio Or Guardia* **
SUMILLA: I. Consideracin inicial. II. Lineamientos generales sobre la crisis del proceso penal y de la respuesta correctiva del Estado. III. Modelos de coercin personal 3.1. El modelo garantista, 3.2. El modelo eficientista, 3.3. El modelo preventivista radical. IV. Naturaleza y finalidad de la coercin personal. V. Principios 5.1. Principio de necesidad, 5.2. Principio de legalidad, 5.3. Principio de proporcionalidad, 5.4. Principio de prueba suficiente, 5.5. Principio de provisionalidad. VI. Opcin poltico criminal. VII. Aspectos problemticos de las medidas de coercin personal. 7.1. Motivacin de la coercin personal, 7.2. Aplicacin temporal de la ley procesal penal en materia de coercin personal, 7.3. El peligro procesal, 7.4. Plazo de la prisin provisional, 7.5. Detencin domiciliaria. VIII. Reflexin final. I. CONSIDERACIN INICIAL Un Estado se legitima, entre otros factores, por la realizacin de los derechos fundamentales. Tal objetivo no slo se logra con su reconocimiento expreso en la Constitucin, sino tambin con que stos sean observados al dictar las leyes que regulan las limitaciones a la libertad (las leyes penales: de corte sustantivo, procesal y de ejecucin) y con su pertinente aplicacin por parte de quienes detentan el poder para hacerlo: los jueces. Y es que es en el marco del proceso penal donde se puede observar con mayor claridad el grado de injerencia del Estado sobre la libertad de las personas, ya sea para asegurar la viabilidad del proceso o para garantizar la ejecucin de la sentencia. En esa medida, la coercin personal constituye un instrumento, hasta el da de hoy, necesario para alcanzar los fines del proceso penal (y con ello, del Derecho penal en su conjunto)1, aunque su
* Profesor de Derecho Procesal Penal en la Pontificia Universidad Catlica del Per. Presidente del Instituto de Ciencia Procesal Penal. Asociado del Estudio Or Guardia. ** El presente trabajo recoge, en gran medida, lo expuesto por el autor el da 18 de mayo de 2006 a propsito del evento denominado Derecho Penal en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional 1 MAIER, Julio. Derecho Procesal Penal. Tomo I. Editores Del Puerto, Buenos Aires, 2001, p. 510 y ss. Sostiene lo siguiente: Debe quedar claro que una de las caractersticas principales de la coercin es que, en s, no es un fin en si misma, sino que es slo un medio para asegurar otros fines, que en este caso son los del proceso. Por eso no tienen estas medidas carcter de sancin, ya que no son penas, sino medidas instrumentales, que se conciben como formas de restriccin imprescindibles para neutralizar los peligros
determinacin y aplicacin se ve limitada por aquel marco bsico de principios reconocidos en las normas constitucionales. La actual (dira permanente) crisis del proceso penal en nuestro pas se explica fundamentalmente por el modo en que el Estado, a travs de su rgano legislativo y judicial, ha tutelado la libertad. Los problemas que emergen del tratamiento estatal de la coercin personal no slo pueden ser abordados desde una visin dogmtica, sino tambin valorando aspectos prcticos. Por ello, con el presente trabajo pretendo, adems de realizar un contraste entre los modelos y principios de la coercin personal, exponer la forma en que sta se aplica en la realidad jurdico penal peruana (legislativa y jurisprudencial). II. LINEAMIENTOS GENERALES SOBRE LA CRISIS DEL PROCESO PENAL Y DE LA RESPUESTA CORRECTIVA DEL ESTADO Desde una perspectiva funcional, el Derecho busca resolver un problema social2. As, en estricto, la existencia del proceso penal se funda en su capacidad de organizacin social a travs de la (re) solucin de conflictos derivados de hechos calificados o no como criminales3. En nuestro pas, el proceso penal actual no constituye un medio adecuado para alcanzar tal objetivo: es un modelo colapsado que no satisface las expectativas sociales ni cumple las exigencias del artculo 44 de la Constitucin; disposicin que establece que es deber primordial del Estado garantizar la plena vigencia de los derechos humanos y proteger a la poblacin de las amenazas contra su seguridad4.
que puede tener la libertad de la persona que lleven a que se impida el descubrimiento de la verdad, por una parte, y la actuacin de la ley sustantiva, por la otra. 2 BERGALLI, Roberto. Sistema penal y problemas sociales. Tirant lo Blanch. Valencia, 2003, p.32 y ss. 3 Ya sea sancionando hechos criminales o absolviendo imputaciones carentes de fundamentos. O tambin, aunque se haya cometido un hecho criminal, la sancin puede resultar no necesaria (por ejemplo, cuando haya prescrito la accin penal o cuando resulte pertinente la aplicacin del principio de oportunidad). 4 Como lo expresara el Juez de la Corte Interamericana de DDHH, Sergio Garca Ramrez, en el despacho de la justicia penal --o de la injusticia penal-- existe un amplio contingente de violencias slo comparables, acaso, con las consumadas por los delincuentes: existe un curso paralelo entre la historia del crimen y la de las reacciones ideadas para combatirlo, generalmente bajo el nombre de justicia penal Voto Razonado. Caso Fermn Ramrez vs. Guatemala. Sentencia del 20 de junio de 2005. Asimismo, el Tribunal Constitucional ha sostenido en la Sentencia recada en el Expediente N 3771-2004-HC/TC (Caso Cornelio Snchez), que Frente a la endmica morosidad que caracteriza a buena parte de los jueces y superiores tribunales de justicia nacionales y el abuso de jurisdiccin que ello podra suponer, no se puede seguir apelando al consabido sentido de responsabilidad de los magistrados del Poder Judicial, sino que deben ser pasibles de la responsabilidad penal que les corresponda, por sus conductas jurisdiccionales inadecuadas que propician el retardo judicial. (F.J. N 28)
Entre las medidas que se han venido asumiendo para corregir esta penosa situacin del proceso penal, tenemos: en el plano legislativo, la publicacin de un nuevo Cdigo Procesal Penal (Decreto Legislativo 957 de 29 de julio de 2004); en lo judicial, la emisin de interesantes sentencias por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Repblica (muchas de ellas con efecto vinculante), as como la realizacin de plenos jurisdiccionales; y, por ltimo, en el mbito constitucional, la emisin de elogiables resoluciones que dict el Tribunal Constitucional. A todas ellas me referir, de forma resumida, en las siguientes lneas. En primer lugar la reforma procesal penal. Han sido varios los intentos de reforma al proceso penal5; actualmente estamos asistiendo a la aplicacin paulatina- del nuevo Cdigo Procesal Penal iniciado en julio de este ao en el Distrito Judicial de Huaura (conforme a la Ley 28671 del 30 de enero de 2006). Es importante que este nuevo orden rituario trascienda de la simple formulacin legal, y as contrastar su viabilidad prctica. En el mbito judicial las Cortes Superiores y la Corte Suprema han establecido importantes criterios para la aplicacin de diversas instituciones del proceso penal a travs de los Plenos Jurisdiccionales, entre ellos: En el Pleno Jurisdiccional de 1997 (Arequipa) donde se determin, entre otros, que el mandato de detencin es procedente slo cuando se cumplan los tres requisitos exigidos por el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal6, y que en caso se enervan alguno de estos requisitos se sustituye por la comparecencia. Asimismo se estableci que la prolongacin del plazo de la detencin preventiva est condicionada al cumplimiento de a) especial dificultad o especial prolongacin de la investigacin; y b) ausencia de peligro de que el procesado pueda sustraerse a la accin de la justicia. En el Pleno Jurisdiccional de 1998 (Ica) se acord, entre otros temas, la no exigencia del pago de la caucin para excarcelar al imputado o levantar las rdenes de captura dictadas en su contra. Asimismo se acord proponer la modificacin del proceso sumario a fin de instaurar el juicio oral.
Al respecto, vid OR GUARDIA, Arsenio. Panorama del proceso penal peruano. En: Suplemento Especial del Diario Oficial El Peruano del 14 de julio de 2004. 6 Los requisitos par dictar mandato de detencin preventiva, segn el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal modificado por Ley 28726 (Publicado el 8 de mayo de 2006), son 1) Que existen suficientes elementos probatorios de la comisin de un delito que vincule al imputado como autor o partcipe del mismo, 2) Que la sancin a imponerse o la suma de ellas sea superior a un ao de pena privativa de libertad o que existan elementos probatorios sobre la habitualidad del agente del delito y 3) Que existen suficientes elementos probatorios para concluir que el imputado intenta eludir la accin de la justicia o perturbar la accin probatoria. Hasta antes de la modificatoria, y al momento de acordado el Pleno Jurisdiccional, el inciso 2 del artculo 135 del Cdigo Procesal Penal deca lo siguiente: 2) Que la sancin a imponerse sea superior a cuatro aos de pena privativa de libertad.
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En el Pleno Jurisdiccional de 1999 (Iquitos) se trataron temas relacionados a la usurpacin y ministracin provisional, ejecucin penal, delios contra la libertad sexual, la reparacin civil y el ejercicio privado de la accin penal. En el Pleno Jurisdiccional de 2000 (Chiclayo) se acord que el principio de proporcionalidad de la pena es un lmite a la potestad punitiva del Estado que consiste en el juicio de ponderacin entre la carga coactiva de la pena y el fin perseguido por la conminacin legal. As tambin se acord que la revocacin del mandato de detencin previsto en el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal es distinta a la libertad provisional del artculo 182 del Cdigo Procesal Penal, aun cuando ambas tienen el mismo efecto de excarcelar al procesado7. En el Pleno Jurisdiccional de 2004 (Trujillo) se acord, entre los aspectos ms relevantes, que el plazo razonable de la detencin preventiva resulta razonable en tanto se consoliden con la actividad probatoria los supuestos que sustentan el mandato de detencin, caso contrario el juez de oficio, debe variar dicha medida por ser favorable al imputado; que el arresto domiciliario slo es una restriccin en comparecencia no equiparable a la detencin preventiva; y asimismo, el tiempo del arresto domiciliario no se deber computar para reducir la pena privativa de la libertad impuesta. De otro lado, la desvinculacin de la correlacin entre acusacin y sentencia constituye una modificacin de la calificacin jurdico penal. La posibilidad que tiene la Sala para plantear la modificacin de la calificacin jurdica del hecho objeto de la acusacin es hasta antes de la sentencia, debiendo observarse plenamente la contradiccin. Tambin se abordo el tema de la prueba prohibida y prueba ilcita, y otros ms.
Asimismo la Corte Suprema ha emitido valiosas sentencias que constituyen precedentes vinculantes, como las siguientes: Recurso de Nulidad N 1766-2004 (21 de septiembre de 2004) respecto del artculo 5 de la Ley 281228 Ley que regula la terminacin anticipada del proceso en caso de confesin sincera. En esta sentencia se dej en claro que la ley en referencia regula dos instituciones distintas, la
El ltimo prrafo del artculo 135 del Cdigo Procesal Penal establece que El Juez penal podr revocar de oficio el mandato de detencin previamente ordenado cuando nuevos actos de investigacin pongan en cuestin la suficiencia de las pruebas que dieron lugar a la medida. Por su parte el artculo 182 del Cdigo Procesal Penal seala: El procesado que se encuentra cumpliendo detencin podr solicitar libertad provisional, cuando nuevos elementos de juicio permitan razonablemente prever que: 1) La pena privativa de libertad a imponrsele no ser mayor de cuatro aos, o que el inculpado est sufriendo una detencin mayor a las dos terceras partes de la pena solicitada por el Fiscal en su acusacin escrita, 2) Se haya desvanecido la probabilidad de que el procesado eluda la accin de la justicia o perturbe la actividad probatoria, 3) Que el procesado cumpla con la caucin fijada o, en su caso, el insolvente ofrezca fianza personal. 8 Publicado el 16 de diciembre de 2003.
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conclusin anticipada de la instruccin (artculos 1 a 4) y la conclusin anticipada del juicio oral (artculo 5). Recurso de Nulidad N 224-2005 (21 de abril de 2005) respecto a los lmites del Tribunal de Instancia para modificar la calificacin jurdica del hecho objeto del proceso penal, que necesariamente importan el respeto a los principios acusatorio y de contradiccin o ms, concretamente, del derecho de conocimiento de los cargos-, y el pleno cumplimiento del artculo 285-A del Cdigo de Procedimientos Penales, introducido por el Decreto Legislativo Nmero 959 (Publicado el 17 de agosto de 2004). Recurso de Nulidad N 948-2005 (7 de junio de 2005) donde se estableci que la confesin sincera del imputado no constituye un factor para fijar la cuanta de la reparacin civil. sta se determina en funcin al dao ocasionado por el delito. Recurso de Nulidad N 1538-2005 (20 de junio de 2005) respecto a la no exigencia del agraviado, tras la sentencia firme de condena, de constituirse en parte civil para intervenir en el proceso o en la etapa de ejecucin a los efectos de que se cumpla con satisfacer la reparacin civil que se ha fijado.
En el mbito constitucional: el Tribunal Constitucional ha emitido sentencias que asumen correctivos respecto a instituciones del proceso penal. El tema no es del todo pacfico, pero nos ayuda a delimitar los mrgenes por los que debe discurrir el ius puniendi estatal. Por ejemplo, a travs de los procesos constitucionales (Hbeas Corpus, Amparo, Acciones de Inconstitucionalidad), el Tribunal Constitucional ha precisado con acierto que: a. La tutela constitucional no solamente comprende a la detencin, sino tambin a otras medidas menos aflictivas como por ejemplo la comparecencia, el impedimento de salida del pas, cuando stas se dictan sin cumplir los presupuestos legales necesarios. As: en la medida en que el mandato de comparecencia proviene de un proceso penal irregular por las razones antes sealadas, el acto reclamado tambin constituye una amenaza cierta e inminente al derecho a la libertad del beneficiario. (Sentencia recada en el Expediente N 1011-2000-HC/TC. Caso Franciso Errzuris Talavera. F. J. N 3. Publicada el 5 de febrero de 2002). b. El debido proceso es una institucin que comprende tanto su aspecto formal como sustantivo. Al respecto, el Tribunal Constitucional ha reconocido la dimensin sustantiva del debido proceso, en algunos casos sin hacer referencia expresa al tema, por ejemplo en la sentencia recada en el Expediente N 1091-2002-HC/TC (Caso Vicente Silva
Checa. F. J. N 8. Publicada el 16 de agosto de 2002) en donde se expres que En la medida en que la detencin judicial preventiva...es en esencia una medida cautelar...la validez de su establecimiento a nivel judicial, depende de que existan motivos razonables y proporcionales que la justifiquen. En otros casos la referencia ha sido explcita, as por ejemplo en la sentencia recada en el expediente N 1223-2003AA/TC (Caso Carlos Guffanti Medina. F.J. N 3, literal d. Publicada el 3 de diciembre de 2003) donde se expuso que aunque no se est pronunciando respecto de la procedencia del recurso de casacin interpuesto, ya que tal merituacin slo ha de corresponder a las autoridades jurisdiccionales competentes, considera que una decisin sancionatoria, como la aplicada inobjetablemente, desnaturaliza la idea de un debido proceso, entendido ya no slo en trminos formales, sino tambin sustantivos. Adems, el Tribunal Constitucional ha reconocido que el debido proceso comprende a la etapa pre-judicial, esto es, a la investigacin policial y fiscal; as expuso que la exigencia de su efectivo respeto (del debido proceso) no solo tiene que ver con la necesidad de garantizar a todo justiciable determinadas garantas mnimas cuando este participa en un proceso judicial, sino tambin con la propia validez de la configuracin del proceso, cualquiera que sea la materia que en su seno se pueda dirimir, como puede ser la actividad investigatoria que desarrolla el fiscal penal en sede prejurisdiccional. (Sentencia recada en el expediente N 2521-2005-PHC/TC. Caso Csar Gonzales Arribasplata. F. J. N 5. Publicada el 16 de enero de 2006). c. Ha afirmado el principio acusatorio en sus diversas expresiones; por ejemplo cuando exige la precisin de la imputacin y la modalidad especfica del tipo penal aplicado en el auto de apertura de instruccin. Que la imprecisin u omisin sobre estos aspectos implica una afectacin del principio acusatorio y del derecho de defensa (Sentencia recada en el expediente N 8125-2005-PHC/TC. Caso Jeffrey Immlet y otros.F.J N 11 y ss., publicada el 25 de enero de 2006. Expediente N 8123-2005-PHC/TC. Caso Jacob Gurman. F.J. N 34 y ss, publicada el 15 de mayo de 2006. Expediente N 3390-2005-PHC/TC. Caso Margarita Toledo Manrique. F.J. N 14, publicada el 11 de agosto de 2005). Asimismo, cuando se ratifica la titularidad de la accin penal a cargo del Ministerio Pblico y expone que en caso el fiscal decida no acusar, y dicha resolucin sea ratificada por el Fiscal Supremo (en el marco del proceso ordinario) o por el Fiscal Superior (para las situaciones ventiladas en el proceso sumario), al haber el titular de la accin penal
desistido de formular acusacin, el proceso penal debe llegar a su fin. (Sentencia recada en el Expediente N 2005-2006-PHC/TC. Caso Enrique Umbert Sandoval. F. J. N 6 y ss. Publicado el 17 de marzo de 2006). Se consagra el principio acusatorio cuando se exige la necesaria correlacin entre la acusacin y sentencia, estableciendo que su trasgresin implica indefensin (Sentencia recada en el Expediente N 1939-2004-HC/TC. Caso Ricardo Gmez Casafranca. F. J. N 17. Publicada el 17 de octubre de 2005). d. Reconoce el derecho constitucional de prueba, que aunque no es un derecho autnomo, se encuentra directamente relacionado al derecho al debido proceso, constituye un derecho bsico de los justiciables producir la prueba relacionada con los hechos que configuran su pretensin o su defensa. Segn este derecho, las partes o un tercero legitimado en un proceso o procedimiento, tienen el derecho a producir la prueba necesaria con la finalidad de acreditar los hechos que configuran su pretensin o defensa (Sentencia recada en el expediente N 6712-2005-PHC/TC. Caso Magali Medina Vela. F. J. N 15 y ss. Publicada el 20 de enero de 2006). e. Da contenido al principio de ne bis in idem procesal de manera clara en la sentencia recada en el expediente N 8123-2005-HC/TC (Caso Jacob Gurman. F. J. N 25), segn esta sentencia: En su vertiente procesal, tal principio significa que nadie pueda ser juzgado dos veces por los mismos hechos, es decir, que un mismo hecho no pueda ser objeto de dos procesos distintos o, si se quiere, que se inicien dos procesos con el mismo objeto. Con ello se impide, por un lado, la dualidad de procedimientos (por ejemplo, uno de orden administrativo y otro de orden penal) y, por otro, el inicio de un nuevo proceso en cada uno de esos rdenes jurdicos (dos procesos administrativos o dos procesos penales con el mismo objeto, por ejemplo). Desde esta vertiente, dicho principio presupone la interdiccin de un doble proceso penal por la misma conducta. Lo que pretende es proteger a cualquier imputado del riesgo de una nueva persecucin penal, con abstraccin del grado alcanzado por el procedimiento, simultnea o sucesiva por la misma realidad histrica atribuida.
III.
De acuerdo a la importancia que una sociedad (o sus legisladores o jueces) concede a los valores de libertad o de seguridad, surgen tres modelos de coercin personal: garantista, eficientista y preventivismo radical. 3.1. El modelo garantista El modelo garantista, denominado tambin modelo liberal, se basa en la idea de que el ejercicio del poder penal, en cualquiera de sus manifestaciones, debe tener lmites. Este modelo, explica Alberto Binder, se caracteriza por tomar decisiones de autolimitacin y se basa en los principios de legalidad y certidumbre, es decir en la idea de que el ejercicio de la poltica criminal debe ser racional y limitado9. Luigi Ferrajoli10 el ms importante representante del Garantismo, expone que ste constituye un parmetro de racionalidad, de justicia y de legitimidad de la intervencin punitiva que naci como una rplica al creciente desarrollo de la divergencia que exista en diferentes latitudes entre los principios establecidos en la Constitucin y la legislacin penal ordinaria, la jurisprudencia y las prcticas administrativas o policiales. En esa lnea nos dice Ferrajoli que Garantismo designa a un modelo normativo de derecho que en el plano poltico supone una tcnica de tutela capaz de minimizar la violencia y de maximizar la libertad y en el plano jurdico el Garantismo implica un sistema de vnculos impuestos a la potestad punitiva del Estado en garanta de los derechos de los ciudadanos. Por lo tanto, es garantista todo sistema penal que se ajusta normativamente a tal modelo y lo satisface de manera efectiva. En el plano normativo el referente ms importante del modelo garantista lo encontramos en la Convencin Americana de Derechos Humanos y en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos que consagran una serie de garantas procesales que constituyen a su vez el marco ms importante de lmites al ejercicio del poder penal. En resumen, el modelo garantista se basa en la idea de que el ejercicio del poder penal, en cualquiera de sus manifestaciones, debe tener lmites. Constituye un parmetro de racionalidad, de justicia y de legitimidad de la intervencin punitiva. En lo que a coercin personal respecta, el modelo garantista se caracteriza por a) Reconocer la supremaca del derecho a la libertad;
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BINDER, Alberto. Poltica criminal de la formulacin a la praxis. Ad hoc. Buenos Aires, 1997, p. 36. FERRAJOLI, Luigi. Derecho y Razn. Trota. Madrid. 1989. p. 852.
b) Propugnar medidas alternativas a la prisin provisional; c) Afirmar que sta tiene nicamente fines procesales, que slo el peligro de fuga justifica su adopcin, y que la peligrosidad procesal no se presume; y, d) Sostener que la potestad persecutoria es limitada. 3.2. El modelo eficientista Este modelo, de corte autoritario, se caracteriza fundamentalmente por subordinar el valor libertad al principio de autoridad, desconociendo la idea de lmites al poder penal. En un modelo autoritario de persecucin penal se sustituyen valores consagrados constitucionalmente como derechos fundamentales y se convierte su observancia y cumplimiento en prcticas excepcionales. As, bajo la justificacin de las situaciones de emergencia o polticas coyunturales los derechos fundamentales a la libertad y a la presuncin de inocencia se vuelven relativos y se opta (decisionismo) por medidas que no slo los pervierten, sino que se convierten en reglas de procedimiento. Este modelo se caracteriza por lo siguiente: a) Una inversin de valores, pues la libertad pasa a ser la excepcin, y la detencin preventiva se convierte en anticipo de pena. b) Una instrumentalizacin de los operadores del derecho, ya que en este modelo los jueces abandonan su tradicional e imperativo deber de garantizar la defensa de los derechos fundamentales y asumen una funcin persecutoria y parcializada, ajena a su funcin suprapartes. c) Una preocupante carencia de coherencia intrasistmica, pues resulta altamente probable que un determinado modelo penal de emergencia se d en el marco de una Constitucin con una slida y elocuente declaracin de principios, con la obligada referencia a los tratados internacionales, los mismos que proclaman la libertad como regla y la excepcionalidad de la detencin. d) Al hacer referencia a la legislacin de segundo orden (cdigos, leyes especiales, etc.) encontramos que sta modifica y subvierte en la prctica la poltica criminal principista contenida en la Constitucin, con la consiguiente aplicacin de la detencin como una prctica
regular. De modo que no slo encontramos una falta de coherencia intrasistmica en el sistema penal, sino adems una legislacin abiertamente inconstitucional. e) El desdibujamiento de la potestad persecutoria, pues en un modelo eficientista se faculta la coercin a rganos diferentes, pudindose afectar la libertad no slo por los jueces, sino tambin las posibilidades de afectacin por parte de la Polica. f) El fomento de los juicios paralelos representados por las versiones que ofrecen los medios de comunicacin. g) La contemporizacin con los insistentes discursos mediticos y sociales de que en el proceso penal se reconoce demasiados derechos al incriminado, y no a la vctima y a la sociedad, y que por esta razn se avanza muy poco o fracasa cualquier esfuerzo de lucha contra una creciente criminalidad. h) La flexibilizacin del respeto a la libertad ante las necesidades coyunturales de la inseguridad ciudadana. Por lo general el marco legal que regula estos procedimientos establece lmites, pero como bien seala Binder11 la idea de lmite cumple una funcin cosmtica o decorativa, porque en cualquier momento, si el poder lo decide, tales lmites pueden ser sobrepasados. Ahora bien, Cmo se manifiesta este modelo? Las manifestaciones de esta posicin se dan en los siguientes niveles: a) Plano de la interpretacin judicial.- Una manifestacin de este modelo puede encontrarse en algunas resoluciones judiciales y del Tribunal Constitucional que justifican la coercin que incide en las "actitudes y valores morales del procesado", como si el derecho penal estuviera en condiciones de instituir o fijar un estndar de "moralidad" oficial, que al no ser atendido u observado por el justiciable autorice su encarcelamiento preventivo. (Vase la Sentencia recada en el
11 Quien sostiene adems que el modelo eficientista se caracteriza por: el desdibujamiento de la potestad persecutoria, pues en este modelo se faculta la coercin a rganos diferentes, pudindose afectar la libertad no slo los jueces, sino tambin las posibilidades de afectacin por parte de la Polica. Adems, por el fomento de los juicios paralelos representados por las versiones que ofrecen los medios de comunicacin. As tambin por la contemporizacin con los insistentes discursos mediticos y sociales de que en el proceso penal se reconoce demasiados derechos al incriminado, y no a la vctima y a la sociedad, y que por esta razn se avanza muy poco o fracasa cualquier esfuerzo de lucha contra una creciente criminalidad. Por ltimo, por la flexibilizacin del respeto a la libertad ante las necesidades coyunturales de la inseguridad ciudadana. BINDER, Alberto. Ob. cit. p. 35 y ss.
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expediente N 298-2003-HC/TC Caso Thayron Loza Munrriz. F. J. N 7. Publicada el 21 de agosto de 2003). b) Plano legislativo, por ejemplo las sucesivas leyes12 que han aumentado el plazo de detencin preventiva desde 12 meses segn el texto original del Cdigo Procesal Penal de 1991, hasta 15 y posteriormente a 18, con posibilidad de ser prolongado a 36 meses, y en algunos casos, por interpretacin jurisprudencial, a 72 meses. Adems se han presentado proyectos de ley que han propuesto extender el plazo hasta 108 meses (9 aos)13. 3.3. El modelo preventivista radical Este modelo busca la seguridad a cualquier costo, sobre la base de argumentos que sostienen que la actuacin del Estado y del sistema de justicia penal debe estar dirigido, antes que nada, a evitar, cuanto ms temprano mejor, la posibilidad siquiera de preparacin de un delito. Expresin de esta posicin son las duras medidas que se implementan cuando se trata de criminalidad violenta, como el terrorismo internacional. No resulta exagerado advertir el enorme riesgo de que una poltica de coercin caracterizada por la "tolerancia cero"14 se instrumente con
12 As la ley N 25824 (Publicada el 10 de noviembre de 1992) ampli el plazo de detencin preventiva de 12 meses para procesos ordinarios (que estableca el texto original del artculo 137 del Cdigo Procesal Penal) a 15 meses. Luego por ley N 27553 (Publicada el 14 de noviembre de 2001) se ampli este plazo a 18 meses. Finalmente por ley N 28105 (Publicada el 21 de noviembre de 2003) se facult al Juez para que de oficio pueda prolongar el plazo de la detencin. 13 Cfr. Proyecto de ley N 8038/2003 propuesto por el seor congresista Carlos Ferrero. La exposicin de motivos del proyecto seala que La aadidura un plazo igual a aquellos sealados en el prrafo anterior, segn corresponda, aclara el tema: En principio, las detenciones duran 9 y 18 meses. Por el primer prrafo, algunos casos pueden ascender a 27 y 54 meses. Por disposicin del segundo prrafo, las detenciones que no hayan sido ampliadas segn el primer prrafo podrn ascender a 18 y 36 meses, respectivamente. Las que ya hubiesen sido triplicadas, podrn duplicarse a 54 y 108 meses. Esta opcin legislativa atenta contra los principios de proporcionalidad y de excepcionalidad de la detencin pues convertira a la misma en una medida permanente durante todo el proceso posible de extenderse inclusive hasta en 9 aos. 14 Algunos antecedentes de la tolerancia cero se remontan al debate tpico de los setenta sobre la ley y el orden. La estrategia de tolerancia cero vino a representar una ruptura con el fatalismo de lo que sola llamarse el nada funciona. No importa por qu se delinque lo importante es hacer valer la ley, y quien la transgreda se tendr que atener a las consecuencias o en otras palabras, la vieja y conocida frmula de guerra sin cuartel a la delincuencia se transfigur lingsticamente para convertirse en una frase ms sutil (tolerancia cero) que trata de convencer a los ciudadanos de que es algo positivo que ayudar a recobrar las calles ahora ganadas por la delincuencia. La tolerancia cero es una ideologa sobre el delito que abreva de principios morales y despliega una serie de conocimientos criminolgicos de carcter gerencial. Rudolph Giuliani a quien se seala como su autor, pblicamente ha sealado que el nombre no refleja lo que en realidad se realiz en Nueva York. l prefiere utilizar el nombre de el enfoque de las ventanas rotas. William Braton, el primer comisionado de Giuliani se ha distanciado tambin del nombre, siempre que se refiere a la experiencia neoyorquina, lo hace refirindose a las reformas policiales en las que particip omitiendo utilizar el trmino en s mismo. La razn de este distanciamiento del trmino tolerancia cero tiene que ver, suponemos, con las crticas que se hicieron a la estrategia, bsicamente orientadas a sealar la brutalidad policaca que acompa su desarrollo y a las constantes demandas por violacin a los derechos humanos, particularmente de grupos tnicos minoritarios y grupos sociales marginados, lo que
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facilidad en pases con instituciones democrticas dbiles, plagados de desigualdades que estimulan la intranquilidad, cuando no la convulsin social. Una de las manifestaciones de este modelo, muy presente y caracterstico en el Per de los ltimos aos, es el fenmeno de la emergencia penal. La emergencia es un concepto ligado a la idea de crisis, de brevedad, de excepcionalidad, y tal vez tambin de imprevisibilidad15. El modelo de emergencia por definicin constituye una respuesta inmediata a un determinado problema social que se presenta tambin de manera imprevista y que genera una gran afectacin al inters pblico, gran alarma social y alto grado de inseguridad ciudadana. En lo que al proceso penal se refiere el modelo de emergencia privilegia, como no poda ser de otro modo, los valores de orden pblico y seguridad ciudadana en desmedro del valor libertad. Son manifestaciones de un modelo de emergencia penal, la legislacin antiterrorista dictada en la dcada del 90, entre ellos los Decretos Leyes 25475, 25659, 25708 y 25880. Resulta ilustrativo citar las consecuencias del atentado del 11 de septiembre de 200116. Pinsese por ejemplo en la denominada Acta Patritica 17 aprobada un mes despus del atentado a las torres gemelas, que contiene una serie de normas que inciden directamente en la afectacin de derechos fundamentales y que tiene relacin con normas de proceso penal, por ejemplo se autoriza al gobierno a vigilar y espiar organizaciones e individuos bajo cualquier sospecha; a realizar cateos sin previa autorizacin, obtener datos financieros, mdicos y personales de cualquier individuo, asimismo se autoriza a los agentes de la CIA o el FBI a exigir y obtener de los bibliotecarios norteamericanos, un listado de los libros que lee cualquier persona sospechosa, pueda acceder a los sitios web por los que navega en internet, o leer el texto de los correos electrnicos que enva
mereci a la estrategia la etiqueta de racista o polica para los pobres. En: Mario Arroyo. Evaluando la estrategia Giuliani: La poltica de cero tolerancia en el Distrito Federal. Centro Internacional de Estudios sobre Seguridad (CIES) Mxico, Mayo, 2003. http://repositories.cdlib.org/cgi/viewcontent.cgi?article=1016&context=usmex 15 VASSALLI, Giuliano. Emergencia criminal y sistema penal. En: Derecho Penal Hoy, Del Puerto, 1995, p. 427. 16 El mayor atentado terrorista de la historia de los Estados Unidos, que culmin con la destruccin de las Torres Gemelas de Nueva York, de otro edificio aledao y de parte del Pentgono, en Washington. 17 El Acta patritica es un documento de 119 pginas y 128 secciones que fue redactado, pas por todos los sub comits y comits, y fue finalmente aprobado por la Cmara y el Senado en menos de dos semanas. Se sabe tambin que la inmensa mayora de los legisladores que lo aprobaron ni siquiera lo haban ledo. Su nombre completo es Acta del 2001: Uniendo y fortaleciendo a los Estados Unidos al dotarlo de las herramientas adecuadas para interceptar y obstruir al terrorismo, conocido por las siglas en ingls de USAPA y fue puesto en vigencia desde el 26 de octubre de 2001.
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o recibe desde computadoras puestas al servicio de los usuarios en estas instituciones18. Ahora bien, revisados los modelos de coercin existente, la pregunta que surge es a qu modelo se adhiere el sistema peruano. Si tuviramos que ceirnos al aspecto constitucional, especficamente en el artculo 1 que reconoce a la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad como el fin supremo de la sociedad y del Estado, el artculo 2 inciso 24 que reconoce el derecho a la libertad y seguridad personales, el artculo 2 inciso 24 literal e que establece la presuncin de inocencia, el artculo 43 que configura la calidad de Estado democrtico, as como el artculo 44 que establece como deber primordial del Estado el respeto de los derechos y la seguridad y los Tratados internacionales sobre Derechos Humanos de los que el Per es parte, diremos que el nuestro es un modelo garantista, en tanto est acorde a los postulados que ste exige; sin embargo la legislacin de segundo orden (por ejemplo algunas disposiciones de represin al terrorismo y corrupcin de funcionarios) y la jurisprudencia emitida por algunos rganos jurisdiccionales (por ejemplo aquellos casos de prolongacin excesiva de la detencin preventiva o detencin domicilia) hacen que el modelo constitucional pierda sentido y se convierta en uno de corte mixto. A ello hay que agregar, que la diversidad de criterios asumidos por los diferentes actores, sean estos legisladores, jueces o acadmicos, hacen por ejemplo que el actual proceso penal est regulado por 3 cdigos (Cdigo de Procedimientos Penales aprobado en 1939 y vigente desde 1940, el Cdigo Procesal Penal de 1991 y el Cdigo Procesal Penal de 2004), lo mismo sucede en el tema de la coercin personal, ms an donde existen leyes que regulan algunas de sus formas (Ley N 27379 Ley de procedimientos para adoptar medidas excepcionales de limitacin de derechos en investigaciones preliminares y la ley N 27934 Ley que regula la intervencin de la Polica y el Ministerio Pblico en la investigacin preliminar del delito). IV. NATURALEZA Y FINALIDAD DE LA COERCIN PERSONAL Respecto a la naturaleza y finalidad de la coercin personal en la doctrina no existe criterio uniforme. Sin embargo, para un mejor entendimiento resulta necesario tratar juntos la naturaleza y finalidad de la coercin. Conforme expone Asencio Mellado, respecto a la prisin provisional, la razn del estudio conjunto es evidente: Si los fines que se asignan a una medida cautelar exceden a los que son consustanciales a este tipo de resoluciones, la medida perder su naturaleza
18 Segn un artculo de la periodista Susan Hilldreth publicado en el San Francisco Chronicle el 29 de mayo de 2002. en una biblioteca de Santa Fe, New Mxico, un usuario que usaba una computadora de la biblioteca y participaba en una sesin de chat, fue arrestado, esposado e interrogado por haber enviado comentarios burlones sobre el presidente Bush
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cautelar y pasar a convertirse en otra cosa, en otra figura cuyos contornos sern siempre imprecisos y, en la mayora de los casos, de difcil encaje en el sistema de valores que inspira el sistema democrtico19. La naturaleza de la coercin es procesal, de orden cautelar, en tanto sirve para asegurar la presencia del imputado al mismo; no es posible utilizarla como pena, ni tampoco como medida de seguridad o para aplacar sentimientos colectivos de venganza. Ejemplos de desnaturalizacin de la coercin los podemos encontrar en las constantes dilaciones del plazo de la detencin preventiva. En el caso Walter Chacn Mlaga20 la Primera Sala Penal Especial de la Corte Superior de Justicia de Lima prolong la prisin preventiva a un ao luego de cumplir el plazo mximo legal establecido de 3 aos, argumentando el peligro de sustraccin de la accin de la justicia que implicara la existencia de una acusacin fiscal, las condiciones personales del agente, en especial los vnculos sociales que ostenta (Expediente N 04-2001, del 16 de enero de 2004). Son tambin manifestaciones de esta tendencia de desviacin las detenciones con fines retributivos o preventivos (especiales o generales), propios del derecho material; o considerar criterios tales como la alarma social, la peligrosidad del imputado, la repercusin social del hecho o la necesidad de impedir que el imputado cometa nuevos delitos. La incongruente apreciacin y aplicacin de las medidas de coercin producen confusin. Hay quienes como Odon Sanguin21, Alberto Bovino22 y Sebastin Foglia23 reconocen desde ya el lmite invisible entre ambos campos (naturaleza penal y procesal de la coercin), ms an cuando de por medio se encuentra un plazo excesivo y una excusa intrascendente, en desmedro de la presuncin de inocencia. En cuanto a la finalidad de la coercin personal existen dos tendencias. De un lado las denominadas medidas de proteccin provisional expuesta, entre otros, por el profesor Csar San Martn Castro, para quien estas medidas tienen por finalidad evitar determinadas actuaciones perjudiciales que el imputado podra realizar durante el transcurso del proceso de declaracin24. La segunda postura considera que las medidas de coercin personal tienen por finalidad asegurar la presencia del imputado al proceso cuando de por medio exista peligro procesal,
ASENCIO MELLADO, Jos Mara. Derecho Procesal Penal. Tirant Lo Blanch. Valencia. 2004. p. 204 El ex ministro del Interior en el gobierno fujimorista y ex comandante del Ejrcito, General (r) Walter Chacn Mlaga procesado por el delito de enriquecimiento ilcito, junto a varios de sus familiares, por supuestamente presentar un desbalance patrimonial 21 ODONE SANGUIN. La prisin provisional y derechos fundamentales. Tirant Lo Blanch. Valencia. 2003. 22 BOVINO, Alberto. Contra la inocencia. Publicado en www.derechopenalonline.com (junio de 2006). 23 FOGLIA, Sebastin. Prisin preventiva. Crisis, discrecionalidad y selectividad. Publicado en www.derechopenalonline.com (junio de 2006). 24 SAN MARTN, Csar. Derecho Procesal Penal. Tomo II. Segunda Edicin. Lima, 2003. p. 1073.
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esto es, cuando de por medio exista riesgo de fuga o de obstruccin a la actividad probatoria. Esta ltima postura es la asumida por Florencio Mixan Mass, Alberto Binder25, entre otros; as como por el Tribunal Constitucional en la sentencia recada en el expediente N 2342-2005-PHC/TC (Caso Rosa Mara Contreras Serrano. F. J. N 7. Publicada el 15 de agosto de 2005), expres que La detencin preventiva constituye una de las formas constitucionales de garantizar que el procesado comparezca a las diligencias judiciales. En el mismo sentido lo expresado en la sentencia recada en el expediente N 0298-2003-HC/TC (Caso Thayron Loza Munrriz. F. J. N 3. Publicada el 21 de agosto de 2003) en la que el Tribunal Constitucional expone que La detencin provisional tiene como ltima finalidad asegurar el xito del proceso. No se trata de una medida punitiva, por lo que, mediante ella, no se adelanta opinin respecto a la culpabilidad del imputado en el ilcito que es materia de acusacin, por cuanto ello implicara quebrantar el principio constitucional de presuncin de inocencia. Se trata de una medida cautelar, cuyo objetivo es resguardar la eficiencia plena de la labor jurisdiccional.. En este aspecto merece ser resaltada la sentencia recada en el expediente N 00010-2002-AI/TC (Caso Marcelino Tineo Silva y ms de 5,000 ciudadanos. F. J. N 140. Publicado el 4 de enero de 2003) que declar la inconstitucionalidad en parte de los decretos leyes N 25475, N 25659, N 25708 y N 25880 sobre terrorismo, cuando expone, respecto a la obligacin de dictar detencin al momento de abrir proceso que, segn ese punto de vista, la detencin judicial preventiva ya no constituira una medida cautelar que deba dictarse cuando se ponga en riesgo la actividad probatoria o el resultado mismo del proceso penal, sino, en realidad, una medida de seguridad, susceptible de dictarse teniendo en consideracin la gravedad del delito materia de investigacin, que, en el caso de la disposicin impugnada, es el delito de terrorismo. La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha sostenido que la prisin preventiva es una medida cautelar. Expresa al respecto: De lo expuesto en el artculo 8.2 de la Convencin se deriva la obligacin estatal de no restringir la libertad del detenido ms all de los lmites estrictamente necesarios para asegurar que no impedir el desarrollo eficiente de las investigaciones y que no eludir la accin de la justicia, pues la prisin preventiva es una medida cautelar, no punitiva. (SCIDH, Asunto Surez Rosero, prr. 77, 12.11.1997). El nuevo Cdigo Procesal Penal de 2004 dispone en su art. 253, inciso 3 que la prisin provisional se aplicar cuando fuera absolutamente indispensable para prevenir, segn los casos, los riesgos de fuga, de ocultamiento de bienes o de insolvencia sobrevenida, as como para impedir la obstaculizacin de la averiguacin de la verdad y evitar el peligro de reiterancia delictiva. V. PRINCIPIOS
Para Alberto BINDER la medida de coercin slo tiene justificacin en caso de peligro de fuga. Introduccin al Derecho Procesal Penal. Ad Hoc. Buenos Aires, 1999. pp. 198 y ss
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La coercin personal limita un derecho fundamental reconocido como un valor superior del ordenamiento jurdico, esto es, la libertad; su regulacin normativa y la actuacin jurisdiccional no debe ser una tarea emprica y refleja; debe guiarse por los principios de la coercin. En esta oportunidad nos ocuparemos slo de algunos de ellos. 5.1. PRINCIPIO DE NECESIDAD Por el principio de necesidad entendemos que las medidas coercitivas slo se impondrn en la medida que sean estrictamente necesarias para los fines del proceso. El principio de necesidad armoniza con la Constitucin en cuanto ste tutela la presuncin de inocencia (artculo 2.24 e) y con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos que en su artculo 9 inciso 3 establece que la libertad es la regla y la detencin es la excepcin. La coercin personal, en los ltimos aos en nuestro pas se ha apartado del esquema constitucional y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos. Estas expresiones las podemos encontrar tanto en el plano legislativo como jurisprudencial, como vemos a continuacin a. En el plano legislativo: en este mbito existe una marcada tendencia de afectar el principio de necesidad. Ello no slo puede demostrarse con la maleabilidad normativa de los criterios de aplicacin de las medidas de coercin personal (ampliacin de los plazos de detencin preventiva26 y la posibilidad de aplicarlo retroactivamente, por citar dos ejemplos), sino tambin en el marco del Derecho penal sustantivo. b. En el plano judicial: Son frecuentes los mandatos de detencin o su continuidad que obedecen a criterios ajenos a los fines procesales. As podemos citar los siguientes ejemplos: Prolongacin de la detencin preventiva hasta por 48 60 meses (Caso Eduardo Calmell Del Solar27. Sentencia recada en
El artculo 137 del Cdigo Procesal Penal que establece el plazo de duracin de la detencin preventiva estableca en su versin original el plazo de 12 meses para los procesos ordinarios y 9 para los sumarios, posteriormente con el decreto ley N 25824 de 10 de noviembre de 1992 el plazo de la detencin preventiva en los procesos ordinarios se ampli a 15 meses, luego mediante Ley N 27553 de 14 de noviembre de 2001 se ampli a 18 meses admitindose la posibilidad de duplicar el plazo en caso de delitos cometidos en agravio del Estado 27 El seor Eduardo Calmell Del Solar estaba siendo procesado por delito de peculado, cuando el Tribunal Constitucional, en una demanda de Hbeas Corpus, decide que sin perjuicio de precisar que en la actualidad el recurrente se encuentra en calidad de no habido, el Tribunal se remite a su doctrina jurisprudencial segn la cual, tratndose de una medida cautelar de prisin preventiva, dictada en casos de delitos complejos, como es el caso del demandante, el plazo mximo de duracin es de 30 meses,
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el expediente N 290-2002-HC/TC. F. J. N 6. Publicado el 4 de junio de 2003) Detencin domiciliaria sin posibilidad de salir a trabajar o estudiar (Caso Hctor Chumpitaz y el de los hermanos Moiss y Alex Wolfenson28). Impedimento de salida del pas o detencin domiciliaria ilimitado (Caso Laura Bozzo quien estuvo 36 meses con arresto domiciliario sin que se hubiera emitido sentencia29), Entender como criterio de peligro procesal los vnculos familiares o profesionales (Caso Alejandro Rodrguez Medrano30). Una lectura detenida de los casos antes mencionados nos llevar a la conclusin de que algunos magistrados confunden su rol y equivocan su posicin supra-partes en desmedro del imputado. En muchos casos se impone medidas de coercin sin necesidad. Hay que tener en consideracin que incluso la menos aflictiva significa ya una invasin a la esfera personal de quien se ve seleccionado por el aparato estatal31. No es
susceptible de prolongarse por uno igual, motivo por el cual debe desestimarse la pretensin en tal extremo. Es decir, que sobre el plazo de 15 meses, vigente en ese entonces como tiempo mximo de detencin preventiva, se poda duplicar y sobre ella prolongar por un tiempo igual, lo que daba un total de 60 meses con detencin preventiva, sin sentencia. 28 Estas tres personas estaban siendo procesadas y se les haba impuesto detencin domiciliaria, sin embargo no se les permita salir a trabajar. El seor Hctor Chumpitaz era regidor de la Municipalidad de Lima y a su vez entrenador de ftbol en una academia deportiva, respecto a los hermanos Wolfenson, ellos eran propietarios de diario. En ambos casos se les impidi, en primera instancia salir a trabajar, so pretexto de existir peligro procesal. 29 En el caso de la seora Laura Bozzo, la Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema estableci que al no existir un plazo para la detencin domiciliaria, esta se tena que aparejar al mximo fijado para la detencin preventiva, esto es, de 18 meses prolongado a 36. As, en base a esta resolucin, la Tercera Sala Penal Especial (Expediente N 31-2002) otorg, al vencerse el plazo de 36 meses, la libertad a la seora Bozzo, quien continu asistiendo al juicio oral en esa calidad. 30 El seor Alejandro Rodrguez Medrano fue magistrado supremo del Per, procesado por la justicia penal especializada en delitos de corrupcin de funcionarios. En la sentencia recada en el Expediente 1567-2002-HC/TC, el Tribunal Constitucional expuso que el peligro procesal se configura principalmente con las actitudes y valores morales del procesado, su ocupacin, sus bienes, sus vnculos familiares y todo otro factor. (F.J. No. 6) 31 Es ms, la medida de comparecencia simple tambin implica una medida de coercin procesal en cuanto importa una limitacin a la libertad individual del imputado. La restriccin de la libertad consiste en la obligacin de presentarse ante el magistrado en el lugar, da y hora establecido. As: GIMENO, SENDRA, Vicente; CONDE-PUMPIDO, Tourn y GARBER LLOBREGAT, Jos. Los Procesos Penales. Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Criminal, con formularios y jurisprudencia. Tomo 4, Barcelona, 2000, p.3. Sostienen que la citacin "para ser odo" tiene una doble naturaleza: de un lado, es un acto coercitivo de comunicacin con el imputado, quien bajo el apercibimiento de ser detenido, se le emplaza para que acuda al Juzgado en un da determinado; de otro lado, el cumplimiento de esa citacin permite la declaracin espontnea del imputado, no tanto para la averiguacin del hecho y su autora, cuanto para posibilitar su exculpacin frente a una imputacin determinada, por lo que ms que un acto de
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posible imponer una medida restrictiva de la libertad cuando no existen los mnimos elementos ni la necesidad de la misma. Otras manifestaciones de esta tendencia sobrelimitadora de la libertad personal son las siguientes: a. Custodia policial en la detencin domiciliaria. A julio de 2005 eran 78 procesados los que sufran esta medida de coercin, lo cual implicaba el resguardo a cargo de 260 policas32. b. La detencin de personas que han cumplido con prestar su declaracin instructiva, que han participado en todas las diligencias que les haban programado, que han colaborado en cuanta diligencia se les ha llamado, sin que existan ms pruebas que actuar y que no haya peligro procesal. c. Los impedimentos de salida del pas que se imponen o se prolongan sin ninguna real necesidad de limitar el derecho de locomocin; tanto ms si como en algunos casos se dicta contra procesados residentes en el extranjero o cuyo trabajo implica el desplazamiento fuera del pas. d. Cuando luego de haberse cumplido el plazo mximo de detencin preventiva, sin existir peligro procesal, se les ordena detencin domiciliaria. e. Las rdenes de detencin basadas nicamente en la gravedad de la pena sin atender a las circunstancias concretas del caso f. En aquellos casos de exceso de detencin domiciliaria, como por ejemplo cuando no se otorga la libertad por exceso de detencin so pretexto de resguardar los intereses de la sociedad o por un supuesto deber judicial de velar por la seguridad ciudadana. g. Asimismo, existen casos donde las resoluciones judiciales responden a juicios mediticos, influenciados por la prensa. h. Cuando no se permite las salidas para trabajar o estudiar a quien tiene orden de detencin domiciliaria.
investigacin, nos encontramos ante un acto de defensa, que, si triunfa, puede permitir que el imputado sea desvinculado de la instruccin mediante su no procesamiento. 32 Ver: El Comercio 15 de julio de 2005, p. A8
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i. En este mismo orden, parece innecesario poner como limitacin el no concurrir a lugares de dudosa reputacin, como si alguien pudiera establecer con precisin cules son estos lugares33. Estas medidas suelen emplearse por costumbre o inercia, como si la labor del Juez fuera automtica e irreflexiva. A lo antes mencionado debe agregarse la influencia negativa meditica que muchas veces desnaturaliza la finalidad de la coercin, imponiendo como aspiracin ciudadana las detenciones prolongadas sin reparar en la razonabilidad y necesidad de la medida. Lamentablemente, algunos jueces condicionan su actuacin a las expectativas y exigencias de la prensa. La prensa debe formar la conciencia social, basada en valores positivos, no en criterios de venganza o de represin desmedida34. Somos testigos de cmo algunos periodistas increpan y sancionan a ciudadanos como si aqullos fueran fiscales o jueces. En otras oportunidades, reprochan la actuacin de algn Magistrado por otorgar la libertad a un ciudadano o simplemente por no haber respondido a sus reclamos. Pretender que la actuacin judicial se encuentre supeditada a las exigencias o cuestionamientos de la prensa, supone no slo una clara intromisin en sus funciones, sino el desborde del normal desarrollo de un Estado de Derecho. 5.2. PRINCIPIO DE LEGALIDAD El principio de legalidad35 de las medidas de coercin personal tiene sustento constitucional en el artculo 2 numeral 24 literal b, conforme al cual no est permitida forma alguna de restriccin de la libertad personal, salvo en los casos previstos por la ley. Esta norma constitucional debe interpretarse de
33 Si bien el artculo 143 del Cdigo Procesal Penal de 1991, vigente en esta parte, no dispone textualmente esta regla de conducta, el Juez la impone recurriendo a lo previsto en el literal 3 de esta disposicin cuando establece el Juez podr imponer alguna de las alternativas siguientes: 3)de no concurrir a determinados lugares. 34 BINDER, Alberto. La importancia y lmites del periodismo judicial. En: Justicia Penal y Estado de Derecho. Ad Hoc. Buenos Aires. 1993. pp. 270 y 271. Sostiene que el periodista debe evitar caer en maniobras que respondan a las campaas de sensacin de inseguridad o las campaas de la ley y el orden. En Latinoamrica existe una tendencia muy fuerte a generar entre la poblacin una sensacin de inseguridad continua; se trasmite el mensaje de que todos estamos en peligro, de que en cualquier momento las ciudades van a ser invadidas por los delincuentes que habitan en los cinturones de la pobreza y que, por tanto, tenemos que encerrarnos en nuestras casas y poner candados y rejas por todos los lados, transformndolas en pequeos castillos feudales. Frecuentemente la prensa comete el tremendo error de prestarse a este juego. En Latinoamrica estamos hartos de este tipo de discurso porque, cada vez que viene alguien con mano dura, quedamos peor que como estbamos antes. Si no estn alerta, pues, frente a este tipo de maniobras, el periodismo judicial puede convertirse en un canal de polticas ms nefastas de nuestra sociedad. 35 En la actualidad empieza a ganar cuerpo la idea de que el tradicional principio de legalidad debe extenderse al mbito procesal, pudiendo denominarse, como lo hizo la doctrina francesa, principio de legalidad de la represin o de la persecucin penal, aplicables a supuestos esenciales en la relacin como ocurre con la fijacin de lmites respecto a los cuales los poderes pblicos pueden recurrir a las medidas de coaccin. Vase ODON SANGUIN. Ob cit. pp. 350 - 351.
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acuerdo a los parmetros que fija la propia Constitucin, especialmente, cuando en su artculo 2 numeral 24 literal f, que establece que la detencin se produce por orden judicial o flagrancia. Por tanto, al Juez no le estar permitido inventar medidas cautelares, sino, por el contrario, elegir, segn el caso concreto, dentro del elenco que la ley estipula, la restriccin ms conveniente, eficaz y, en cuanto sea posible, la menos aflictiva para los derechos del imputado. Las restricciones a la libertad son tasadas, deben estar debidamente establecidas en la ley. Por tanto, las modalidades que puedan asumir, as como el plazo que debe durar y el procedimiento del cual debe estar revestido deben estar previamente determinados. Este principio puede ser vulnerado cuando se ordena una medida de coercin personal desatendiendo los requisitos que la ley establece para su imposicin; as por ejemplo cuando se ordena detencin preventiva sin tener en consideracin el cumplimiento copulativo de los 3 requisitos establecidos en el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal, sobre todo cuando se omite el peligro procesal. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha tenido oportunidad de pronunciarse sobre este principio en el caso Cesti Hurtado cuando expuso que nadie puede ser privado de la libertad personal sino por las causas, casos o circunstancias expresamente tipificadas en la ley (aspecto formal), pero, adems, con estricta sujecin a los procedimientos objetivamente definidos por la misma (aspecto material)36. A su vez, el Tribunal Constitucional ha establecido de manera categrica que de conformidad con el artculo 2, inciso 24), literal "f" de la Constitucin, la detencin de una persona slo procede bajo dos circunstancias: por un lado la existencia de un mandato judicial escrito y motivado y, por otro, en el supuesto de flagrancia de delito. Esta norma constitucional debe ser interpretada de manera teleolgica, vale decir, como prescripciones garantistas con la finalidad de tutelar el derecho a la libertad individual; desde tal perspectiva, resulta inconstitucional la habilitacin de cualquier supuesto no contemplado bajo las dos circunstancias antes mencionadas (Sentencia recada en el expediente N 1318-2000-HC/TC. Caso Cornelio Lino Flores. F. J. N 2. Publicada el 13 de abril de 2001) Es importante tener en consideracin que este principio no slo exige la positivizacin de la facultad de coercin sino que sta se realice atendiendo a las garantas previstas en la ley. En este esquema Cmo entender la Ley
Caso Gangaram Panday, Sentencia de 21 de enero de 1994. Serie C No. 16, prr. 47. Argumento citado por la Corte en el Caso Cesti Hurtado. Sentencia del 29 de septiembre de 1999 Serie C. N 56.
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2793437 que permite la detencin sin flagrancia?. Considero que esta ley resulta disfuncional con el esquema garantista de la coercin, ya que se convierte en una herramienta de represin de corte autoritario que exige los mismos requisitos para la imposicin de detencin preventiva o comparecencia, aun cuando no medie flagrancia y durante la etapa de investigacin preliminar. Si ya se tienen los elementos previstos en el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal, sera mejor proceder cuando antes a la apertura de instruccin. Podemos citar como ejemplo de vulneracin de este principio, las denominadas retenciones o puestas a disposicin policial, ambos de claro carcter inconstitucional. Al respecto el Tribunal Constitucional ha expuesto que la conduccin compulsiva de cualquier persona a un local policial y su retencin en esta sede sin que exista contra ella mandato escrito y motivado del juez o la circunstancia de comisin de flagrante delito, constituye un atentado contra la libertad individual en estricta aplicacin de lo dispuesto en el artculo 2 inciso 24) acpite "f" de la Constitucin Poltica del Estado (Sentencia recada en el expediente N 849-2000-HC/TC. Caso James Louis King. F.J. N 5 y 6. Publicada el 3 de agosto de 2001). En igual sentido, declar que la detencin por mera sospecha policial carece de legitimidad constitucional (Sentencia recada en el expediente N 1324-2000-HC/TC. Caso Florencio Chvez Abarca. F. J. N 2 f. Publicada el 27 de marzo de 2001)38. Finalmente, debe tenerse en consideracin que el principio de legalidad cobra sentido, tambin, respecto a la finalidad de las medidas de coercin personal. Tal como lo hemos apreciado stas tienen fines procesales, de orden cautelar, por tanto no ingresan en este criterio los supuestos que intentan justificar la detencin preventiva en base a la alarma social, reincidencia o habitualidad del agente, ya que estas de por s llevan implcito una finalidad de orden penal.
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Por el principio de proporcionalidad debe entenderse la equivalencia entre la intensidad de la medida de coercin y la magnitud del peligro procesal. Como expone Odone Sanguin39 el principio de proporcionalidad funciona como el presupuesto clave en la regulacin de la prisin provisional en todo Estado de Derecho, y tiene la funcin de conseguir una solucin del conflicto entre el derecho a la libertad personal y derecho a la seguridad del individuo, garantizada por las necesidades ineludibles de una persecucin penal eficaz. En este orden, se cuestionan las detenciones impuestas que resultan inadecuadas para un fin concreto, habiendo otras medidas menos gravosas que pueden servir para el correcto desarrollo del proceso. Ingresan en el examen de este principio el plazo de duracin de las medidas de coercin, cuando stas son ilimitadas o excesivas. Cabra analizar tambin, los casos que no obstante ser de menor entidad delictiva, por ejemplo el delito de difamacin, hurto simple o el delito de daos, se impone una orden de detencin; ms an si con la ley N 28726. que modifica el artculo 135 inciso 2 del Cdigo Procesal Penal, el legislador ha aadido la habitualidad del agente como uno de los elementos que puede tomar en cuenta el Juez para disponer un mandato de detencin. Al hacerlo de manera alternativa ( o que existan elementos probatorios sobre la habitualidad del agente) algunos operadores podran interpretar que en los casos de habitualidad el Juez ya no atendera a la gravedad del delito desde el punto de vista de la pena probable, sino a la mera condicin o caractersticas del autor. Considero, entonces, que resulta desproporcionado que ante delitos de menor gravedad o poca daosidad social se restrinja la libertad ambulatoria de los procesados, por cuanto ello implica desconocer los efectos crimingenos de las privaciones de libertad de corta duracin, la desnaturalizacin de una medida excepcional de naturaleza procesal, as como la entronizacin de la detencin como verdadero anticipo de pena. 5.4. PRINCIPIO DE PRUEBA SUFICIENTE La primera exigencia legal para fundar un mandato de detencin est contenida en el art. 135, Inc. 1). En l se prescribe que, deben existir suficientes elementos probatorios de la comisin de un delito que vincule al imputado como autor o participe del mismo. Efectivamente, para dictar mandato de detencin o comparecencia con restricciones se requiere principio de prueba (fumus boni iuris) tanto sobre el hecho imputado, cuanto
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sobre la vinculacin del mismo con el procesado. La suficiencia probatoria no se refiere nicamente a un criterio cuantitativo, sino fundamentalmente cualitativo. Sobre esta materia, nuestro ordenamiento procesal ha tenido variaciones positivas. Mediante la ley N 2722640 se modific el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal en dos aspectos: - Se dispuso que no constituye elemento probatorio suficiente la condicin de miembro de directorio, gerente, socio, accionista, directivo o asociado cuando el delito imputado se haya cometido en el ejercicio de una actividad realizada por una persona jurdica de derecho privado. - El texto original aluda solamente a que el imputado, en razn de sus antecedentes y otras circunstancias, tratase de eludir la accin de la justicia o perturbar la actividad probatoria, mientras que la ley modificatoria estableca que deben existir suficientes elementos probatorios para concluir que el imputado intente eludir la accin de la justicia o perturbar la actividad probatoria. No constituye criterio suficiente para establecer la intencin de eludir a la justicia, la pena prevista en la ley para el delito que se le imputa. Esta modificacin implica que el Juez no puede realizar un juicio subjetivo de peligro procesal, sino valorar suficientes elementos probatorios, que le permitan hacer ese juicio de peligro. Adems de ello, la ley N 27226 introduce la posibilidad de que el Juez Penal pueda revocar de oficio el mandato de detencin previamente ordenado cuando nuevos actos de investigacin pongan en cuestin la suficiencia de las pruebas que dieron lugar a la medida En contraste con lo antes expuesto, por ejemplo, en algunos casos la justicia nacional ha denegado la libertad de una persona en base al principio de presuncin de culpabilidad, a pesar de reconocer que no existen medios probatorios que avalen la medida de coercin (Expediente N 31-2002.Z, Caso Laura Bozzo. Primera Sala Penal Especial de Lima). Se debe precisar que, primigeniamente, esta presuncin de culpabilidad fue establecida en el Cdigo de Enjuiciamiento en Materia Criminal de 186341. En
Ley que modifica el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal, publicada el 17 de Diciembre de 1999. El artculo 70 del Cdigo de Enjuiciamiento en Materia Criminal de 1863 expresaba en las causas en que tiene la obligacin de acusar el Ministerio Fiscal, se decretar por precaucin, la captura y detencin de los procesados reos, siempre que haya cuerpo de delito e indicios de culpabilidad. En ese mismo sentido, el artculo 71 expona si de las primeras diligencias del sumario resultare presuncin fundada de
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este Cdigo se haca referencia al mandato de captura y detencin por precaucin de los presuntos reos siempre que exista cuerpo de delito e indicios de su culpabilidad. Asimismo, prescribi la presuncin de culpabilidad como exigencia para que el Juez ordenase la continuacin de la detencin cuando de las primeras diligencias del sumario as lo demostrara. Similar disposicin se repiti con el Cdigo de Procedimientos en Materia Criminal de 192042 que prescribi la detencin definitiva durante la instruccin en caso se la presuma culpabilidad y en el Cdigo de Procedimientos Penales de 1939 que, en su versin original, se refera a la presuncin de culpabilidad como elemento suficiente para dictar la detencin43. Tambin, pueden citarse como afectaciones al principio de prueba suficiente los casos de detencin atendiendo a la sola declaracin del coimputado o sobre la base de una colaboracin eficaz sin corroboracin. 5.5. PRINCIPIO DE PROVISIONALIDAD Las medidas de coercin personal son provisionales, se cumplen por determinado plazo (artculo 137 del Cdigo Procesal Penal). Adems se encuentran sometidas a la clusula rebus sic stantibus, de modo que su permanencia o modificacin en tanto perdura el proceso declarativo estar siempre en funcin de la estabilidad o el cambio de los presupuestos que hicieron posible su adopcin inicial44. Segn el Tribunal Constitucional, una vez investigados los hechos, el contenido garantizado de los derechos a la libertad personal y a la presuncin de inocencia exige que se ponga fin a la medida cautelar, pues de lo contrario, su mantenimiento tendra que considerarse como una sancin punitiva, incompatible con su naturaleza cautelar y con los derechos antes enunciados45. El mantenimiento de la medida de coercin debe concordar con el principio de proporcionalidad. Ello significa que se debe mantener en la medida
culpabilidad, mandar el juez que contine la detencin: en caso contrario, podr decretar la libertad del detenido. 42 El artculo 62 del Cdigo de Procedimientos en Materia Criminal de 1920 expresaba Si evacuada la instructiva o en su caso las primeras diligencias pedidas por el Ministerio Fiscal, el Juez presume la culpabilidad del acusado, dictar orden de detencin definitiva que durar toda la instruccin, salvo el caso de libertad provisional, bajo caucin o fianza. 43 El artculo 79 del Cdigo de Procedimientos Penales aprobado en 1939, vigente desde 1940, estableca El Juez instructor puede dictar orden de comparecencia o detencin al que presume culpable. 44 SAN MARTN CASTRO, Csar. Derecho Procesal Penal. Tomo II. Editorial Grijley. Lima, 2003. p. 1080. 45 Sentencia recada en el expediente N 791-2002-HC/TC (Caso Grace Mary Riggs Brousseaut. F. J. N 10. Publicada el 7 de Octubre de 2002)
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estrictamente necesaria y proporcional con los fines que constitucionalmente se persigue con su dictado. De acuerdo con el artculo 9 inciso 3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos, la restriccin de la libertad fsica de una persona sometida a un proceso, slo puede deberse a la necesidad de asegurar "la comparecencia del procesado al acto del juicio, o en cualquier otro momento de las diligencias procesales y, en su caso, para la ejecucin del fallo"46. En este aspecto, cabe preguntarse, Por qu el trato con dureza al imputado cuando es objeto de exceso de detencin, y antes bien, no se analiza el cumplimento de las obligaciones del Estado para impedir esa situacin?; como si el desenvolvimiento del proceso dependiera exclusivamente del imputado. No tiene acaso el Estado el deber de procesar a una persona dentro de un plazo razonable?. Resulta ms grave an justificar la ampliacin de la coercin cuando el imputado utiliza los recursos que su derecho de defensa le permite (impugnar, recusar, deducir medios de defensa tcnico, etc.), entendindolos como manifestaciones de dilacin maliciosa. Al respecto, en la sentencia recada en el expediente N 2915-2004-HC/TC (Caso Tiberio Berrocal Prudencio. F. J. N 26. Publicada el 25 de noviembre de 2004), el Tribunal Constitucional expuso que en lo que respecta a la valoracin de la actividad procesal del detenido a efectos de determinar la razonabilidad del plazo, es preciso distinguir el uso regular de los medios procesales que la ley prev y la falta de cooperacin mediante la pasividad absoluta del imputado (muestras ambas del ejercicio legtimo de los derechos que el Estado Constitucional permite) de la denominada "defensa obstruccionista" (signo inequvoco de la mala fe del procesado, y, consecuentemente, recurso repudiado por el orden constitucional). En este mismo caso (F. J. N 30), el Tribunal Constitucional estableci que no podra generar perjuicios para el procesado la repetida presentacin de recursos que tengan por objeto la reevaluacin de la pertinencia y suficiencia de las razones que, prima facie, legitimaron el dictado del mandato de detencin en su contra. Y es que dicha evaluacin constante constituye un deber del juez penal, incluso en circunstancias en las que no medie una solicitud de parte, de manera tal que, desde el mismo instante en que se desvanece la pertinencia de los motivos que sirvieron de fundamento para el dictado de la medida, sta debe ser revocada. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha establecido que las condiciones de un pas, sin importar que tan difciles sean no liberan a un
Sentencia recada en el expediente N 10912002-HC/TC ( Caso Vicente Silva Checa. F.J. N 14. Publicada el 16 de agosto de 2002)
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Estado Parte en la Convencin Americana de sus obligaciones legales establecidas en este Tratado, salvo en los casos que ella misma establece47. Asimismo, no se puede entender cmo el sustento y justificacin para mantener a una persona detenida ms de 36 meses sea la gravedad del delito, sin atender a las cuestiones procesales y personales del imputado. Peor an cuando se desconocen factores como la suficiencia probatoria o un elemento tan esencial, como es el peligro procesal. VI. OPCIN POLTICO CRIMINAL En las dos ltimas dcadas en nuestro pas se han producido y procesado fenmenos delictuales muy graves, como es el caso del terrorismo, la criminalidad patrimonial violenta (asaltos y secuestros) y la criminalidad de la corrupcin funcional. La persecucin de estos delitos ha tenido influencia decisiva en la actividad legiferante y en la forma en que los jueces expiden sus resoluciones. Justamente, cuando la potestad punitiva del Estado se desborda es que los jueces deben delimitar a trminos razonables y constitucionales el ejercicio del poder penal. La persecucin de los delitos mencionados, de clara connotacin pblica y sobre todo meditica, desnaturaliz, a menudo, los principios de la coercin, tanto en el plano normativo como aplicativo. Se produjo un desborde de la poltica criminal del Estado en la represin de estos delitos. A manera de ejemplo podemos citar las siguientes leyes: a) Decreto Ley N 25745. Ley que establece la penalidad para los delitos de terrorismo y los procedimientos para la investigacin, la instruccin y el juicio (Publicado el 5 de mayo de 1992): Esta disposicin prevea la prohibicin de la libertad para los delitos de terrorismo.
47 Sentencia del 25 de noviembre de 2005 recada en el caso de Wilson Garca Asto y Urcesino Ramrez Rojas detenidos en 1995 y 1991, respectivamente, por la Polica sin orden judicial y sin encontrarse en una situacin de flagrancia. Fueron incomunicados y su investigacin, procesamiento y juzgamiento fue llevado a cabo por fiscales y jueces "sin rostro" conforme a las disposiciones del Decreto Ley N 25475 de 5 de mayo de 1992, y con serias limitaciones e impedimentos para ejercer su derecho de defensa. Los seores Garca y Ramrez fueron condenados a penas privativas de libertad de veinte y veinticinco aos, respectivamente, como presuntos autores del delito de terrorismo. En razn a la sentencia recada en el expediente N 010-2002-AI/TC, los procesos en su contra fueron anulados, volviendo a ser procesados. Sin embargo, la Comisin consider que algunas de las violaciones cometidas en el primer juicio subsistan en el nuevo proceso y aadi que si bien el Estado haba modificado la legislacin antiterrorista a partir del ao 2003, en el presente caso dichas modificaciones no haban reparado las violaciones sufridas por las presuntas vctimas sino que por el contrario, haban significado su subsistencia.
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b) Decreto Ley N 25708. Normas sobre los procedimientos en los juicios por delitos de traicin a la patria (Publicado el 2 de septiembre de 1992): Dispuso que en los casos de traicin a la patria se aplicara el proceso sumario establecido en el Cdigo de Justicia Militar para los juicios en el teatro de operaciones, donde el Juez tena que expedir sentencia en un trmino mximo de 10 das. Asimismo, estableci restricciones para la procedencia del recurso de nulidad. c) Decreto Legislativo N 895 Ley de Terrorismo Agravado (Publicado el 26 de mayo de 1998): Esta disposicin tipific el delito de terrorismo agravado y la competencia. Asimismo estableci en su artculo 7 literal c que durante la instruccin no procede, sin excepcin alguna, ningn tipo de libertad d) Decreto Legislativo N 897 Ley de Procedimiento Especial para la investigacin y juzgamiento de los delitos agravados que tipifica el Decreto Legislativo N. 89648 (Publicado el 26 de mayo de 1998): Respecto a las medidas cautelares, no proceda la concesin de libertad alguna, con excepcin de la libertad incondicional, asimismo los secuestros e incautaciones permanecan en custodia del Ministerio del Interior. e) Ley N 28726 Ley que incorpora y modifica normas contenidas en los artculos 46, 48, 55, 440 y 444 del Cdigo Penal, y el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal (Publicada el 9 de junio de 2006): que incorpora la reincidencia y habitualidad en el Cdigo Penal. Asimismo, modifica el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal estableciendo como mnimo de pena probable 1 ao, para imponer detencin preventiva. Paradjicamente, estas leyes, de corte represivo, se dieron en un contexto garantista, configurndose una yuxtaposicin de modelos. Por un lado, el Cdigo Procesal Penal de 1991 regula un mecanismo de coercin personal sustentado en la necesidad y racionalidad procesales; del otro, en los ltimos aos se han ido acumulando normas prohibitivas de excarcelacin, como por ejemplo el artculo 13 literal a de la Ley N 25475 (Delitos de terrorismo) que estableca Formalizada la denuncia por el Ministerio Pblico, los detenidos sern puestos a disposicin del Juez Penal quien dictar el Auto Apertorio de Instruccin con orden de detencin, en el plazo de veinticuatro horas, adoptndose las necesarias medidas de seguridad. Durante la instruccin no procede ningn tipo de libertad, con excepcin de la Libertad Incondicional
48 El Decreto Legislativo N 896 Ley contra los delitos agravados (Publicado el 26 de mayo de 1998), modific los artculos 108 (homicidio), 152 (secuestro), 173 (violacin sexual de menor de 14 aos), 173 A (violacin sexual de menor de 14 aos seguida de muerte), 188 (robo), 189 (robo agravado) y 200 (extorsin) del Cdigo Penal.
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Al final, lo que result fue una expansin de la legislacin de emergencia que preponder el valor eficacia a travs del empleo de mecanismos intimidatorios (la pena) o la flexibilizacin de las garantas mnimas del debido proceso. Sin embargo, la inconsistencia de estas leyes de endurecimiento penal hizo que fueran objeto de serias crticas, a tal punto que la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Sentencia N 52, Serie C, Caso Castillo Petruzzi y otros vs. Per declar que las normas internas que hacen aplicable a civiles la justicia militar son violatorias de los preceptos de la Convencin Americana. Por ello el Estado debe adoptar las medidas apropiadas para reformar dichas normas y asegurar el goce de los derechos consagrados en la Convencin a todas las personas que se encuentran bajo su jurisdiccin, sin excepcin alguna (Prrafo 222)49. Por su parte, el Tribunal Constitucional declar inconstitucionales las leyes de seguridad ciudadana (Sentencia en el expediente N 005-01-AI/TC50. Caso Decreto Legislativo N 895 y otras disposiciones. Publicada el 17 de noviembre de 2001) as como las leyes antiterroristas (Sentencia recada en el expediente N 010-2002-AI/TC51. Caso Marcelino Tineo Silva y ms de 5,000 ciudadanos. Publicada el 4 de enero de 2003). Actualmente se vienen realizando nuevos juicios por anulacin de los efectuados bajo las leyes declaradas inconstitucionales, lo cual ha venido a agravar el problema de la
En tal sentido declar la invalidez, por ser incompatible con la Convencin Americana sobre Derechos Humanos, del proceso en contra de los ciudadanos chilenos Jaime Francisco Sebastin Castillo Petruzzi, Mara Concepcin Pincheira Sez, Lautaro Enrique Mellado Saavedra y Alejandro Luis Astorga Valdez y ordena que se les garantice un nuevo juicio con la plena observancia del debido proceso legal, que haban sido procesados en el Estado peruano por un tribunal sin rostro perteneciente a la justicia militar, y condenados a cadena perpetua bajo el cargo de ser autores del delito de traicin a la patria conforme al Decreto Ley N 25659. 50 En esta sentencia el Tribunal Constitucional declar fundada la accin de inconstitucionalidad y estableci la inconstitucionalidad, por la forma, de los Decretos Legislativos N.os 895 y 897, en sus disposiciones an vigentes (a ese momento), y, adems y complementariamente, la inconstitucionalidad, por el fondo, de los artculos 1, 2, literal a), numeral 6), 6, incisos b), c) y d), 7, incisos a), b), c), e), f), g), i), primer y tercer prrafo, e inciso j) y del artculo 8 del Decreto Legislativo N. 895, del artculo 2 de la Ley N. 27235, de los incisos a), b), c), f) y g) del artculo 1 del Decreto Legislativo N. 897. 51 En esta sentencia el Tribunal Constitucional declar fundada en parte la accin de inconstitucionalidad interpuesta y, en consecuencia: declar inconstitucionales el artculo 7 (delito de apologa) y el inciso h) del artculo 13. (imposibilidad de recusar a magistrados) del Decreto Ley N. 25475 as como la frase con aislamiento celular continuo durante el primer ao de su detencin y luego y En ningn caso, y bajo responsabilidad del Director del establecimiento, los sentenciados podrn compartir sus celdas unipersonales, rgimen disciplinario que estar vigente hasta su excarcelacin del artculo 20 (lugar de ejecucin de penas y visitas) del Decreto Ley N. 25475. Tambin es inconstitucional el inciso d) del artculo 12.(incomunicacin absoluta del detenido) del mismo Decreto Ley 25475. Asimismo, son inconstitucionales los artculos 1, 2 (delito de traicin a la patria), 3 (pena en delito de traicin a la patria), 4 (competencia militar), 5 y 7 del Decreto Ley N. 25659. Tambin la frase o traicin a la patria del artculo 6 del mismo Decreto Ley N. 25659 y los artculos 1, 2 y 3 del Decreto Ley N. 25708; los artculos 1 y 2 del Decreto Ley N. 25880. Finalmente, son tambin inconstitucionales los artculos 2, 3, y 4 del Decreto Ley N. 25744.
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sobrecarga procesal que ya afectaba al Poder Judicial y sobre todo al erario pblico que tiene que asumir los costos de los nuevos procesamientos. En la mayora de los casos estas justificaciones sobredimensionaron los beneficios que se obtendran con la limitacin o postergacin del derecho a la libertad, pero el resultado no fue la reduccin de los delitos, pero s la degradacin del proceso. El fenmeno es particularmente preocupante cuando de por medio existe un delito que conmociona a los medios y, con ellos, a la opinin pblica. En estos casos se llega a ordenar detencin por la simple alarma social, que con todo lo importante que pudiera ser, no es suficiente para limitar el derecho a la libertad. La ley N 28726 que modifica el inciso 2 del artculo 135 del Cdigo Procesal Penal estableciendo en su nuevo texto como requisito de la detencin que la sancin a imponerse o la suma de ellas sea superior a un ao de pena privativa de libertad o que existan elementos probatorios sobre la habitualidad del agente. El artculo 46 C del Cdigo Penal incorporado por la referida norma, configura la habitualidad en los siguientes trminos Si el agente comete un nuevo delito doloso, ser considerado delincuente habitual, siempre que se trate al menos de tres hechos punibles que se hayan perpetrado en un lapso que no exceda de cinco aos. La habitualidad en el delito constituye circunstancia agravante. El juez podr aumentar la pena hasta en una mitad por encima del mximo legal fijado para el tipo penal. Nos preguntamos, cmo puede seguirse apostando por el endurecimiento del sistema penal, si toda la legislacin anterior no dio resultados positivos. Es ms, cmo puede existir coherencia si de un lado existe una saturacin penitenciaria donde 23,318 internos que representan el 68% de la poblacin carcelaria no tienen condena52 y, del otro, se aumentan las penas (por ejemplo, en los casos de hurto simple) disminuyndose los mrgenes para permitir una detencin preventiva. En primer lugar, justificar la detencin desde una ptica de ejemplaridad y prevencin especial nos conduce a los fines de la pena, que de por s son ajenos a las medidas cautelares. Adems, admitir el criterio de la habitualidad como presupuesto de la detencin equivale a aceptar la presuncin de culpabilidad como fundamento. Recordemos que nuestro Derecho penal es un derecho penal de acto, y por tanto la personalidad peligrosa no puede constituir indicio de culpabilidad.
52 Segn datos oficiales del INPE, la poblacin penal para febrero de 2006 est compuesta por el 63% de hombres procesados, el 5% de mujeres procesadas, el 30% de hombres sentenciados y el 2% de mujeres sentenciadas. Datos en www.inpe.gob.pe.
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El recurso a las soluciones penales de carcter excepcional no es un instrumento exclusivo de las sociedades totalitarias, sino que forma parte de la estrategia adoptada por algunos gobiernos democrticos para hacer frente a las agresiones que en su opinin ponen en riesgo los principios bsicos de una determinada colectividad, reaccin que suele venir justificada apelando a un cualificado y persistente estado de necesidad. Cuando la respuesta del Derecho penal convencional resulta insuficiente para asegurar el ejercicio de la libertad o no sirve para evitar que se realicen conductas que amenacen bienes jurdicos de gran trascendencia social entonces se recurre a minimizar las garantas propias del Derecho penal liberal. Cuando sucede ello, se crea otro orden social: la de los individuos (o de enemigos en palabras de Jakobs)53 a quienes se les aplica reglas (materiales y procesales) ajenas al Derecho penal ordinario (por ms que formalmente se incluyan en los cuerpos normativos tradicionales). La reafirmacin de la ausencia de un claro plan poltico criminal acorde a los valores democrticos resulta evidente. No niego que exista un inters social en las reformas (por lo menos as quiero creerlo), pero dicho fin no puede quebrar las bases de un Estado protector de la dignidad del ser humano. VII. ASPECTOS PROBLEMTICOS COERCIN PERSONAL DE LAS MEDIDAS DE
7.1. MOTIVACIN DE LA COERCIN PERSONAL Las medidas de coercin personal tienen por objetivo resguardar la eficiencia del proceso, por tanto su imposicin debe cumplir el requisito de motivacin que debe importar un anlisis minucioso del caso con observancia de los principios que rigen la coercin personal. La motivacin deriva del artculo 139 inciso 5 de la Constitucin y est regulada, respecto a la detencin preventiva, en la Resolucin Administrativa 111-20023-CE-PJ del 25 de septiembre de 2003, la misma que establece que los mandatos de detencin deben ser motivados respecto a cada uno de los requisitos concurrentes de: prueba suficiente, pena probable y peligro procesal
53 El Derecho penal del enemigo, es un concepto puesto en el tapete de la discusin acadmica, por Gunther Jakobs, en la ponencia que present en un Congreso realizado en Berln en 1999, la que llev el ttulo de Die deutsche Strafrechtswissemschaft vor der Jahrtausendendenwende and Ausblick - 2000.
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El Tribunal Constitucional, ha confirmado que dos son las caractersticas que debe tener la motivacin de la detencin judicial preventiva. En primer lugar, tiene que ser suficiente, esto es, debe expresar, por s misma, las condiciones de hecho y de derecho que sirven para dictarla o mantenerla. En segundo lugar, debe ser razonada, es decir que en ella se observe la ponderacin judicial en torno a la concurrencia de los aspectos que justifican la adopcin de la medida cautelar, pues de otra forma no podra evaluarse si es arbitraria o injustificada. Por ello, de conformidad con el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal, es preciso que se haga referencia a los presupuestos legales que determinan la imposicin del mandato de detencin, y a las caractersticas y la gravedad del delito imputado, as como de la pena que se imponga. Del mismo modo, deber tenerse en cuenta las circunstancias concretas del caso y personales del imputado. (Sentencia recada en el expediente N 1084-2005-HC/TC. (Caso Artemio Ramrez Cachique. F.J. N 15 y 16. Publicada el 5 de enero de 2006). A pesar de todo, es en la prisin preventiva en que se incurre en las mayores insuficiencias en la motivacin de las resoluciones en el proceso penal. Como anota Perfecto Andrs Ibez: en estos casos la motivacin podra ser sustancialmente eludida en la prctica mediante el empleo de motivaciones tautolgicas, apodcticas o aparentes, o incluso a travs de la rutinaria repeticin de determinadas frmulas reiterativas de los textos normativos, en ocasiones reproducidas mecnicamente en trminos tan genricos que podran adaptarse a cualquier situacin54. Muchas veces los jueces expiden resoluciones que dan por satisfechas la motivacin de la detencin invocando que en el caso concreto se cumplen los requisitos del artculo 135 del Cdigo Procesal Penal, sin mencionar en qu consisten estos. A ello debemos aadir que muchas veces se pretende dar cumplimiento a esta exigencia constitucional, con argumentos remisivos a las sentencias del Tribunal Constitucional, a la jurisprudencia de la Corte Suprema, a los dictmenes fiscales o citando prrafos de autores sobre la materia. Considero que la jurisprudencia y la doctrina pueden ser elementos valiosos para asumir la determinacin, pero no deben sustituir la argumentacin. La motivacin de las resoluciones alcanza a los dictmenes, denuncias o acusaciones del Ministerio Pblico, pues un debido ejercicio de la accin penal tambin debera estar adecuadamente motivado. No hay que perder de vista que precisamente son denuncias y acusaciones indebidas o insuficientemente motivadas las que originan procesos que muchas veces son
54 Citado por SANGUIN, Odone. Ob. Cit. p. 547.
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archivados despus de una onerosa carga para el Estado y de muchas aflicciones para los sujetos procesales. Resulta importante determinar tambin los alcances de los fallos de los jueces constitucionales cuando encuentran que el mandato de detencin, materia de hbeas corpus, no est motivado. Considero que en este supuesto se debe declarar la nulidad de la resolucin cautelar, tal como lo establece artculo 12 de la Ley Orgnica del Poder Judicial cuando prescribe que todas las resoluciones () son motivadas, bajo responsabilidad, con expresin de los fundamentos en que se sustentan (). Asimismo, el artculo 122 del Cdigo Procesal Civil que sanciona con nulidad la infraccin de la garanta de motivacin de resoluciones judiciales55. Sobre este particular, los pronunciamientos del Tribunal Constitucional han sido variados. As por ejemplo en los casos Jos Dellepiani Massa (Sentencia recada en el expediente N 1753-2003-HC/TC. Publicada el 4 de febrero de 2005) y Alex Wolfenson Woloch (Sentencia recada en el expediente N 27122002- HC/TC), a pesar de advertirse la carente o deficiente motivacin, se orden al rgano jurisdiccional emplazado que corrigiera la deficiencia y dictara una nueva resolucin suficientemente razonada, sin declararse nula la resolucin que estableca la medida cautelar impuesta al recurrente. Posicin distinta fue la asumida por el Tribunal Constitucional en el caso Jeffrey Immelt y otros, donde adopt una decisin diferente y evolutiva, cuando estableci que el incumplimiento de la garanta de la motivacin genera como consecuencia la anulacin del auto que impone la medida de coercin. En base a la inexistencia del marco de imputacin que causaba indefensin, el Tribunal Constitucional declar fundada la demanda de habeas corpus y, lo ms importante, declar nulo el auto de apertura de instruccin que contena el mandato de detencin impuesto a los beneficiarios de esta demanda, en consecuencia, se dispuso la suspensin de las rdenes de captura dictados contra todos los afectados (Sentencia recada en el Expediente N 8125-2005-PHC/TC. Publicada el 25 de enero de 2006). Esa misma posicin jurisprudencial ha sido ratificada por el Tribunal Constitucional en la Sentencia recada en el Expediente N 8123-2005-HC/TC. (Publicada el lunes 15 de mayo de 2006). Como observamos, la garanta de la motivacin de las medidas de coercin, por menos relevante que pareciera el mandato (por ejemplo, en caso de que se ordene el impedimento de salida del pas) requiere necesariamente de una fundamentacin, bajo sancin de nulidad. No es posible aceptar que se ha
55 Artculo 122 del Cdigo Procesal Civil: Las resoluciones contendrn 4) La expresin clara y precisa de lo que se decide u ordena, respecto de todos los puntos controvertidos La resolucin que no cumpla con los requisitos antes sealados ser nula.
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vulnerado el derecho y a la vez permitir una correccin manteniendo la medida. Porque, tal como lo ha expuesto el Tribunal Constitucional tratndose de la detencin judicial preventiva, la motivacin en la adopcin o el mantenimiento de la medida es un requisito indispensable, pues slo de esa manera ser posible determinar si una decisin judicial es arbitraria, o no, y evaluar si el juez penal ha obrado de conformidad con la naturaleza excepcional, subsidiaria y proporcional de la detencin judicial preventiva (Sentencia recada en el expediente N 1084-2005-HC/TC (Artemio Ramrez Cachique. F.J. N 14. Publicada el 5 de enero de 2006). Considero que el Juez debe cumplir a cabalidad su deber de motivar las resoluciones judiciales, especialmente la que dispone la detencin y cualquier medida de coercin personal, en tanto afecta la libertad de un ciudadano. La libertad por ser un valor supremo debe ser resguardada en sus mximas expresiones, es por ello que no se puede dejar de exponer las razones que existen para limitarla o restringirla. Omitir esta tarea, implica una actuacin irresponsable del Juez. 7.2. APLICACIN TEMPORAL DE LA LEY PROCESAL PENAL EN MATERIA DE COERCIN PERSONAL La aplicacin temporal de la ley procesal penal ha sido un tema muy debatido con motivo de determinar la ley aplicable para imponer la detencin preventiva o fijar el plazo de la misma. Sobre la aplicacin temporal de la ley procesal penal existen dos principios: la regla del Tempus comissi delicti y la regla del Tempus regit actum. La primera de ellas referida a que las normas procesales aplicables son aquellas que se encuentran establecidas, mediante ley, con anterioridad a la comisin del delito; la segunda se refiere a que las normas aplicables son aquellas que se encuentran vigentes al momento de la realizacin del acto procesal. En la doctrina, las posiciones son diversas. Entre quienes postulan la extractividad benigna de las normas procesales se encuentran, Fairn Guilln para quien si una nueva ley procesal penal, concede ms garantas al sujeto pasivo vinculado, acusado, incluso recin condenado lo lgico es aplicarla retroactivamente. Lo que no puede hacerse es lo contrario; admitir una retroactividad de la ley in peius del sujeto pasivo (por tratarse de un nuevo proceso con menos garantas, menos recursos, etc.)56. Para Luis Jimnez de Asa Como principio general, las leyes de organizacin, competencia y procedimiento que se modifiquen en bien de la justicia, pueden ser
En: Doctrina General del Derecho Procesal. Hacia una teora y ley procesal generales, Librera Bosch. Barcelona. 1990. p. 68
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retroactivas. En particular, en cuanto a organizacin judicial y competencia, es necesario, no obstante, que observemos el caso excepcional de que se creen tribunales especiales o comisiones ad hoc. Estas jams podrn tener efectos retroactivos ni ultractividad. En orden a la accin para perseguir el delito, hay que atender a lo favorable al reo; Tampoco sern retroactivas las nuevas disposiciones sobre pruebas, salvo en lo favorable, si afectan a elementos del tipo o si versan sobre culpabilidad o intencin, y menos todava si una prueba til al reo se suprime. No hay inconveniente en que el rito sea retroactivo, salvo si refluye contra la defensa del reo. Y, finalmente, no podrn ser retroactivas aquellas leyes que supriman un recurso, pero s las que lo creen57. En esta misma lnea, Alberto Binder manifiesta lo siguiente: Observamos que de nada servira que el Estado dijera que nadie podr ser encerrado en una crcel si previamente no se ha establecido el delito por el cual se condena y si no se realiza previamente un juicio, si luego la ley procesal penal puede ser modificada a antojo del legislador, dndose efecto inmediato a una nueva modalidad de juicio y de proceso de la cual resultara eventualmente, una condena, para el profesor argentino La irretroactividad de la ley procesal es una manifestacin ms muy importante- del intento comn de ponerle frenos al Estado para evitar que las personas sean encarceladas por motivos distintos de la comisin de un hecho punible. () Por lo tanto el principio garantista fundamental consiste en la irretroactividad de la ley procesal. () La ley procesal penal es irretroactiva cuando altera el sentido poltico criminal del proceso penal58. En la postura contraria, esto es, quienes admiten la retroactividad de la norma procesal tenemos a Maurach, para quien La prohibicin de retroactividad slo rige para aquellas normas que fijan las consecuencias jurdicas de un hecho cometido59. En ese mismo orden Jescheck, quien sostiene que En el actual Derecho, la prohibicin de retroactividad no rige para los preceptos procesales, y por tanto, tampoco es aplicable a los presupuestos del proceso60. Por su parte, Garca Rada, afirma que En el procedimiento, no puede hablarse de retroactividad, pero los realizados conforme a la ley anterior conservan su validez y surten sus efectos legales en forma completa61. Finalmente, Csar San Martn sostiene que La retroactividad benigna siempre ha sido entendida desde la lgica del castigo y la pena estatal, nunca desde el proceso. La retroactividad de la ley ms benigna slo esta
En: La Ley y el Delito, Principios de Derecho Penal, Abeledo Perrot. Editorial Sudamericana. Tercera edicin. Buenos Aires. 1958. p. 158 58 BINDER, Alberto. Introduccin al Derecho Procesal Penal. Ob cit. pp. 151 y ss 59 MAURACH, Reinhart. Derecho Penal. Parte General. Tomo I. Astrea, Buenos Aires, 1994, p.197 60 JESCHECK y TOMAS WEIHEND. Tratado de Derecho Penal. Parte General. Editorial Comares. Universidad de Granada. Espaa. 2002. p. 186. 61 Manual de Derecho Procesal Penal. Octava edicin. Lima 1984. p. 17
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proclamada respecto de las leyes penales, esto es, normas sancionadoras, ms no aquellas que restringen derechos individuales o fundamentales62 Para determinar los efectos de la ley penal es necesario acudir a los principios generales, los mismos que son reconocidos - dentro de un Estado de Derecho - como garantas del individuo: "el principio de la irretroactividad" (se prohbe aplicar de manera retroactiva la ley penal desfavorable), prevista en el artculo 103 de la Constitucin, y "el principio de favorabilidad" (se debe de aplicar de manera retroactiva una ley penal favorable), previsto en el artculo 139 inciso 11 de la Constitucin. Lo polmico del tema se centra en determinar si esta ltima excepcin alcanza a la ley procesal penal cuando ella es una ley restrictiva de derechos fundamentales. Adems, no hay que olvidar que el artculo 137 del Cdigo Procesal Penal, no debe de ser interpretado de manera aislada, sino en concordancia con el artculo IX del Ttulo Preliminar del cdigo en referencia que establece lo siguiente: La Ley procesal penal es de orden pblico y se aplica en el territorio nacional desde el comienzo de su vigencia, inclusive para lo que resta del proceso por un delito cometido con anterioridad y cuya sentencia no ha quedado firme, siempre que se trate de disposiciones ms favorables al imputado. De esta manera se consagra el principio de favorabilidad en la aplicacin de la ley procesal penal, desde que se declara que la aplicacin a lo que resta del proceso se supedita a que se trate de disposiciones ms favorables al imputado63. Al respecto, la Comisin Interamericana de Derechos Humanos en el Informe N 83/00 que resuelve el caso 11.688 (Alan Garca-Per) del 19 de octubre de 2000, ha establecido que (considerando 46): (...) El principio de retroactividad de la ley penal permisiva o favorable en materia penal, y a contrario sensu, la garanta de la no retroactividad de la ley restrictiva o desfavorable, abarca por igual tanto a los preceptos sustantivos como los adjetivos o de procedimiento que afecten cuestiones de derecho sustantivo. Esa extensin de la denominada garanta contra leyes ex post a materia procesal penal, que actualmente se predica en el sistema procesal moderno, ha sido el producto de la evolucin del Derecho Penal y Procesal Penal. Para desarrollar el tema de la aplicacin temporal de la ley procesal penal es necesario diferenciar las leyes de organizacin del proceso, es decir, aquellas que regulan el mero transcurso formal del proceso y las leyes que aunque se apliquen durante el proceso, restringen derechos fundamentales. A las
62 SAN MARTN CASTRO, Csar. Gaceta Jurdica (Actualidad Jurdica); 2002 Agosto, Tomo 105; Lima Per. pp 15 36 63 Vase CASTILLO ALVA, Jos Luis. La aplicacin favorable de la Ley en materia penal. El problema de la Ley N 27770. En Actualidad Jurdica 123/2004. Editorial Gaceta Jurdica. Lima. 2004, p.30.
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primeras les rige el principio en virtud del cual las normas procesales son aquellas vigentes al momento de realizacin del acto procesal. A las segundas, en cambio, le rige el principio de la ley vigente al momento de la comisin delictiva. El tratamiento de la aplicacin temporal de la ley procesal penal se hizo debatible con la promulgacin de leyes que ampliaban el plazo de la detencin preventiva, de 12 a 15 meses, luego a 18 y finalmente las posibilidades de hasta 36 72 meses64. Una de las leyes que mayor cuestionamiento origin fue la ley N 27553, pues en la Disposicin Transitoria nica se estableca que ella se aplica a los procedimientos en trmite, a pesar de constituir una norma ms restrictiva, al extender los plazos establecidos para configurar el exceso de detencin y provocar la excarcelacin. El valor supremo de la libertad, debe estar por encima del inters del Estado, tal como lo ha expuesto el Tribunal Constitucional en la sentencia recada en el expediente N 873-2000-HC/TC (Caso Luis Alberto Heraldo Jaramillo. F. J. N 5. Publicada el 19 de enero de 2001) cuando afirma que en toda interpretacin normativa se debe anteponer la persona al Estado: No puede dejar de relevarse que cuando el artculo 137 del Cdigo Procesal Penal, otorga la libertad por exceso de detencin, lo que ofrece en realidad es un paliativo a la eventual injusticia ocasionada por la lentitud o ineficiencia en la administracin de justicia, optando por el mal menor de que un culpable salga libre, frente al mal mayor de que un inocente permanezca encarcelado en espera de su tarda absolucin definitiva. En tales circunstancias es obvio hacer prevalecer que el derecho de todo individuo a ser juzgado en un tiempo razonable, es una forma de anteponer la persona al Estado, tal cual lo proclama el art. 1 de la Constitucin. Algunos operadores de la justicia penal interpretaron el concepto de "salvo en materia penal", a que hace referencia el artculo 103 de la Constitucin65, restringindolo al campo del derecho penal sustantivo, posibilitando la aplicacin retroactiva de una norma procesal ms aflictiva al imputado. Las consecuencias de esta interpretacin resultan demasiados peligrosas si atendemos que lo que busca nuestra Constitucin es dar el marco adecuado a fin de abandonar el criterio inquisitivo que tenemos del proceso penal, buscando alcanzar uno de corte ms garantista. Esta situacin se agrav cuando el Tribunal Constitucional, en su momento, no asumi una posicin clara con respecto a la retroactividad o ultractividad
Ver pie de pgina 12 del presente documento. Constitucin del Per: Artculo 103: () La ley desde su entrada en vigencia, se aplica a las consecuencias de las relaciones y situaciones jurdicas existentes y no tiene fuerza ni efectos retroactivos; salvo, en ambos supuestos, en materia penal cuando favorece al reo().
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de la ley procesal penal66. En este sentido, cmo se entiende que el Tribunal Constitucional peruano haga suya la posicin de la retroactividad de la ley procesal penal cuando perjudica al procesado bajo el argumento que la referencia a ley penal en la Constitucin, slo se refiere a la de carcter sustantiva y no procesal, as por ejemplo en la sentencia recada en el expediente N 2496-2005-PHC/TC (Caso Valencia Gutirrez. F. J. N 12 y 13. Publicada el 3 de junio de 2005), donde estableci como precedente constitucional Con relacin a la aplicacin de las normas penales, en la aplicacin de normas procesales penales rige el principio tempus regit actum, que establece que la ley procesal aplicable en el tiempo es la que se encuentra vigente al momento de resolverse (FJ N 12). Siendo ello as, resulta de aplicacin al caso de autos, el artculo 1 de la Ley N. 27553, que desde el 13 de noviembre de 2001 modifica el artculo 137. del Cdigo Procesal Penal, estableciendo que el plazo de detencin en el proceso penal ordinario tiene una duracin mxima de 18 meses; que se duplicar en caso de que el proceso sea por los delitos de terrorismo, trfico de drogas, espionaje u otro de naturaleza compleja seguido contra ms de diez imputados (FJ N 13); . En otra sentencia, establece que Si bien la nica disposicin transitoria de la citada ley establece que ella ha de aplicarse "a los procedimientos en trmite", dicha disposicin debe interpretarse de conformidad con la Constitucin y, en particular, con el principio de irretroactividad de las normas establecido en el artculo 103 de la Norma Fundamental, aplicable a hiptesis penales cuando la
Cabe mencionar algunas sentencias: "No puede aplicarse (Ley 27553) a los casos de personas cuya detencin ya cumpli el plazo original establecido por el art.137 CPP en su versin derogada (15 meses) sin que fuera prorrogado judicialmente, antes del 14/11/02, fecha de entrada en vigencia de la Ley 27553, pues tales personas ya haban adquirido previamente el derecho de excarcelacin...tampoco puede aplicarse la nueva ley a los casos en que al 14/11/02, exista un auto de prrroga de la detencin fijndola en 15 meses ms, y no en 18. Lo contrario significara una aplicacin retroactiva de una disposicin penal, que perjudicara al imputado..." Sentencia recada en el Expediente N 365-02-HC/TC. (Caso Walter Barraza Surez. F. J.N 1. Publicada el 13 de diciembre de 2002). "No habiendo transcurrido el Plazo Mximo de detencin al que se ha hecho referencia en el fundamento jurdico anterior, esto es, los 30 meses que prev el art. 137 del CPP, modificado por el DL 25824, disposicin legal que en este caso resulta aplicable en virtud del principio de ultractividad benigna en la aplicacin temporal de la ley penal..." Sentencia recada en el expediente N 321-02-HC/TC. (Caso Robert Rosas Garca. F.J.N 4. Publicada el 19 de enero de 2003). "Segn la sentencia se trata de un procesado por trfico de drogas que se encuentra ms de 24 meses detenido, sin haber recibido sentencia de primer grado o existir prrroga de detencin. Al declarar fundado el hbeas corpus, el TC indica que una vez constatado el transcurso del plazo de 15 meses y que no existe mandato de prrroga de detencin, la judicatura a cargo debi disponer la libertad del procesado"66. Sentencia recada en el expediente N 798-02-HC-TC. (Caso Carlos Vega Ardila. F. J. N 3 a 5. Publicada el 17 de septiembre de 2002). "...en consecuencia, no habiendo transcurrido el plazo mximo de detencin al que se ha hecho referencia en el fundamento jurdico anterior, esto es, los 36 meses, la pretensin debe desistimarse..." Sentencia recada en el expediente N 330-02-HC/TC. (Caso James Ben Okoli. F. J. N 4. Publicada el 22 de septiembre de 2002). "...si la accin judicial del accionante recin se ha ejecutado desde el 11 de abril del 2001, aplicable al caso de autos la norma procesal vigente en dicho momento, esto es, el Decreto Ley 25824, cuyo texto establece que el plazo de la detencin no durar ms de 15 meses prorrogables a 30 meses en los procedimientos especiales..." Sentencia recada en el expediente N 2166-02 (Caso Luis Delgado Arenas. F. J. N 2. Publicada el 18 de marzo de 2003).
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nueva ley no favorece al imputado. Esto implica: a) que el nuevo y ms amplio plazo de detencin no puede aplicarse a los casos de personas que cumplieron el plazo original de detencin establecido en el art. 137 del Cdigo Procesal Penal en su versin derogada (quince meses), sin auto de prrroga de detencin, antes del catorce de noviembre del dos mil uno, fecha de entrada en vigencia de la citada ley N 27553, pues tales personas haban ya adquirido previamente el derecho de excarcelacin, b) que tampoco puede aplicarse la nueva ley a los casos en que, al catorce de noviembre del dos mil uno, exista un auto que prorrogaba la detencin fijndola en quince meses ms, y no en dieciocho. Lo contrario significara una aplicacin retroactiva de una disposicin penal, que perjudicara al imputado...". (Sentencia recada en el expediente N 309-2002-HC-TC (Caso Roberto Pomape Chvez. F. J. N 1. Publicada el 16 de agosto de 2002). En este contexto, considero que la aplicacin retroactiva de la norma procesal penal en desmedro de los derechos fundamentales del procesado y al amparo de una interpretacin restrictiva del principio de retroactividad benigna de la ley penal previsto en el artculo 103 de la Constitucin, supone una perniciosa afectacin al modelo garantista de coercin personal. 7.3. EL PELIGRO PROCESAL El presupuesto ms importante de la coercin personal es el peligro procesal. As lo ha establecido el Tribunal Constitucional en la sentencia recada en el expediente N 1091-2002-HC/TC (Caso Silva Checa. F. J. N 15. Publicada el 16 de agosto de 2002) "[...] el principal elemento a considerarse en el dictado de [una] medida cautelar debe ser el peligro procesal que comporte que el procesado ejerza plenamente su libertad locomotora, en relacin con el inters general de la sociedad para reprimir conductas consideradas como reprochables jurdicamente. En particular, el peligro de que el procesado no interferir u obstaculizar la investigacin judicial o evadir la accin de la justicia". Respecto al contenido y amplitud del peligro procesal, podemos sealar tres posturas. La primera de ellas, de corte restrictivo, considera que el peligro procesal solamente comprende el peligro de fuga. En efecto, la tendencia ms reciente ha cuestionado la legitimidad del peligro de entorpecimiento de la actividad probatoria como presupuesto de la detencin. Esta posicin se sustenta adems en el hecho de que la Convencin Americana de Derechos Humanos (en su artculo 7, numeral 5) slo autoriza la restriccin anticipada de la libertad del imputado para asegurar su comparecencia al juicio, y por el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos (en su artculo 9 numeral 3) que autoriza las medidas cautelares exclusivamente para asegurar la comparecencia del acusado en el acto del juicio o en cualquier otro
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momento de las diligencias procesales. Al respecto, expresa Alberto Binder que el entorpecimiento de la investigacin no puede constituir un fundamento para el encarcelamiento de una persona porque el Estado cuenta con innumerables medios para evitar la eventual accin del imputado. Es difcil creer que el imputado puede producir por s mismo ms dao a la investigacin que el que puede evitar el Estado con todo su aparato de investigacin: la polica, los fiscales, la propia justicia 67. La segunda postura que puede denominarse intermedia, considera que el peligro procesal se compone tanto del peligro de fuga como del peligro de obstaculizacin de la accin de la justicia o actividad probatoria. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha sealado respecto al contenido del peligro procesal de fuga que: se reconoce a cinco elementos valorativos: 1) gravedad del delito; 2) naturaleza y caracteres del mismo; 3)circunstancias del delito vinculadas a la individualizacin de la pena; 4 ) circunstancias del imputado referidas a su personalidad, condiciones de vida, antecedentes-; y 5) conducta anterior y posterior del delito: moralidad, domicilio, profesin, recursos relaciones familiares, lazos de todo orden con el pas en el que es procesado, intolerancia ante la detencin o contactos internacionales (SSTEDH, Asuntos B; del 28 de marzo de 1990, prrafo 44; Letellier, del 27 de noviembre de 1991, prrafo 43; y Stgmuller del 10 noviembre de 1969, prrafo 15). Siguiendo esa lnea, la Comisin Interamericana de Derechos Humanos ha sealado, respecto del peligro de entorpecimiento, que se requiere que tal peligro sea concreto y no abstracto (Informe 2/97 Prrafo 33). El Tribunal Europeo de Derechos Humanos es ms especfico, pues seala que el contenido del peligro de entorpecimiento de la actividad probatoria ha de derivar de la realizacin por parte del imputado de conductas determinadas que develen su intencin de suprimir la prueba (STEDH, Asunto Wenhoff, del 27 de junio de 1968, prrafo 14). Este mismo Tribunal ha indicado que si se trata de pruebas materiales el imputado ha de tenerlas en su poder o deben estar a su disposicin de forma indirecta a travs de terceros vinculados. Si se trata de pruebas personales, el imputado debe tener una determinada capacidad razonable de influencia respecto de los testigos, peritos o imputados (STEDH, Asuntos Tomasi, del 27 de agosto de 1992, prrafo 92/95; asunto Kemmache, del 12 de diciembre de 1991, prrafos 46/47; asunto Letellier, del 27 de noviembre de 1991, prrafos 37/38). Finalmente, existe una tercera tendencia (legislativa y jurisprudencial) propia del modelo de prevencin radical de incorporar nuevos supuestos de peligro
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procesal, como por ejemplo: la reiterancia, la gravedad de la pena, criterios personales del procesado, factores morales o cuestiones de orden pblico, etc. Consideramos que esta postura contradice el modelo constitucional y la opcin poltica criminal asumida desde el Cdigo Procesal Penal de 1991, por las siguientes consideraciones. Justificar la medida de coercin sobre la base de la gravedad de los hechos incriminados, supone atribuirle a sta un carcter ajeno a su naturaleza cautelar. Ejemplo de esta desnaturalizacin de la coercin la encontramos en la Resolucin N 29 (Sala Penal Especial- Anticorrupcin del 03 de mayo de 2001) que impone una medida de coercin personal afirmando lo siguiente: Teniendo en cuenta la gravedad de los hechos incriminados y las dimensiones sociales, que los mismos han adquirido... se torna necesario imponrsele al encausado la medida de Impedimento de Salida del Pas.. Al respecto el Tribunal Constitucional ha establecido con acierto que Si ese fuera el sentido, esto es, que la detencin judicial preventiva se ha de ver legitimada slo en atencin a la naturaleza reprochable y las consecuencias socialmente negativas del delito de terrorismo, sta sera violatoria del principio de presuncin de inocencia, pues como lo ha expresado la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, la justificacin de la detencin de una persona en base a la peligrosidad o a la naturaleza del delito, "podra incluso considerarse (como) que se le impone un castigo anticipado, sin que el juez competente se haya pronunciado an sobre su culpabilidad. Asimismo, esta situacin puede dar origen a la aplicacin arbitraria y desviada de la prisin preventiva, con fines distintos a los previstos en la propia ley. Informe N. 02/97, prrafo 51" (Sentencia recada en el expediente N 010-2002-AI/TC. F. J. N 126). Respecto a la imposicin de una medida de coercin personal atendiendo al peligro de reiteracin delictiva, considero que constituye un grave error que atenta contra los fines de las medidas cautelares. Este supuesto est contenido en una exhortacin del Tribunal Constitucional, en la sentencia recada en el expediente N 010-2002-AI/TC cuando estableci que: adems de las razones previstas en el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal, el legislador puede introducir otras razones adicionales para decretar la detencin judicial preventiva. En particular, las que tiene que ver con el riesgo de la comisin de nuevos delitos o, excepcionalmente, con la finalidad de preservar el orden pblico. No obstante, el Tribunal Constitucional, citando a la Comisin Interamericana de Derechos Humanos (Informe 02/97, prrafo 32) consider que no debe olvidarse que cuando las autoridades judiciales evalan el peligro de reincidencia o comisin de nuevos delitos por parte del detenido, deben tener en cuenta la gravedad del crimen. Sin embargo, para justificar la prisin preventiva, el peligro de reiteracin debe ser
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real y tener en cuenta la historia personal y la evaluacin profesional de la personalidad y el carcter del acusado. Para tal efecto, resulta especialmente importante constatar, entre otros elementos, si el procesado ha sido anteriormente condenado por ofensas similares, tanto en naturaleza como en gravedad". A propsito de ello la ley N 28726 que incorpora al Cdigo Penal dos agravantes genricos: la reincidencia (artculo 46 B) y la habitualidad (artculo 46 C)68. La reincidencia constituye una vieja figura incluida ya en el artculo 10 del Cdigo Penal de 186369 y reproducida en el Cdigo de 192470. El Cdigo Penal de 1991 proscribi la reincidencia, sin embargo, el legislador lo restableci para los casos de terrorismo, conforme se estipula en el artculo 4 del Decreto Legislativo N 921 (el Decreto Ley N 25475 tambin la regulaba). Es cierto que la reincidencia constituye una agravante presente en las legislaciones de varios pases (Espaa, Italia, Argentina, entre otros.) y que en doctrina se han realizado varios ensayos tendientes a fundar su existencia: unos basados en la mayor culpabilidad, otros en la mayor capacidad criminal, otros, en la mayor peligrosidad del sujeto, otros en la actitud del sujeto que insiste en la desobediencia de las normas penales, otros en que es causa de agravacin del injusto, etc71. Sin embargo, el rechazo a esta forma de agravacin es doctrina dominante72 (en Alemania se suprimi esta agravante en 1986).
68 Ambos conceptos se entienden como expresin del llamado delincuente habitual al que haca referencia Edmund Mezger. Para l es delincuente habitual un individuo que, como consecuencia de una inclinacin intema, existente por predisposicin natural o adquirida con la prctica, infringe reiteradamente el derecho y tiende a infringirlo nuevamente. El delincuente habitual es "peligroso" y la repeticin de hechos punibles es probable. Se puede esperar que el delincuente perturbar considerablemente en el futuro el ordenamiento jurdico. Ver: MEZGER, Edmund. Tratado de Derecho Penal Alemn. Traducido de la 2 Ed. alemana por J.A. Rodrguez Muoz, Madrid, T. II, 1957. 69 Se estableca. Artculo 10: son circunstancias agravantes: inciso 14. Ser culpable reincidente en delito de la misma naturaleza, o consuetudinario, aunque sea en otros de diversa especie. 70 As lo prescriba el Cdigo Penal de 1924: "Es reincidente el que despus de haber sufrido en todo o en parte una condena de pena privativa de la libertad, impuesta en sentencia nacional o extranjera, incurre, antes de pasar cinco aos, en otro delito tambin con pena privativa de la libertad". 71 Cfr. SERRANO GOMEZ. "La reincidencia en el Cdigo Penal. En: Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, 1976, p. 71-72. Tambin GONZLEZ-CUELLAR GARCA. Comentarios a la legislacin penal. Tomo II. Edersa. Madrid. 1983. pp. 23 y ss. 72 QUINTERO OLIVARES se muestra abiertamente a favor de la eliminacin de la reincidencia como circunstancia agravante, si bien reconoce que atendiendo a razones poltico-criminales, "ningn pas est en condiciones sociales de aceptar la irrelevancia de la reincidencia, an a conciencia de que el recurso agravado a la crcel no va a ser de especial utilidad para reducir la criminalidad" Ver ms: Parte General del Derecho penal. Aranzadi, Navarra, 2005, p.728. Ya advierte GRACIA MARTN que "pena y medida, culpabilidad y peligrosidad, retribucin y prevencin son conceptos contrapuestos e incompatibles". En: "Culpabilidad y prevencin en la moderna reforma penal espaola". Actualidad Penal 1993 p.568. Igualmente CEREZO MIR: "Es opinin unnime en la moderna ciencia del Derecho Penal espaola que la peligrosidad no puede servir nunca de fundamento a una agravacin de la pena sino que puede dar lugar nicamente a la aplicacin de medidas de seguridad." en "Consideraciones poltico-criminales sobre
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Considero inconstitucional la institucin de la reincidencia [y la habitualidad] pues atentan contra el principio de resocializacin de las penas consagrado en el artculo 139 inciso 22 de la Constitucin (se trastoca la idea de la resocializacin como deber del Estado para convertirse en un deber del condenado), y el de presuncin de inocencia pues comporta una presuncin de peligrosidad que agrava la pena prescindiendo de actividad probatoria alguna. Por lo dems, el Tribunal Constitucional ha declarado que ninguna de las finalidades preventivas de la pena podra justificar que exceda la medida de la culpabilidad en el agente (Sentencia recada en el expediente N 0192005-AI/TC. Caso Arresto Domiciliario: Ley N 28568. Fu. J. N 41. Publicada el 21 de julio de 2005). La reincorporacin de la reincidencia por el legislador, sin embargo, no constrie al Juez a que las aplique en todos los casos y sin excepciones. Esta institucin asume, pues, un carcter facultativo. Eso se desprende del verbo empleado por el legislador: El Juez podr. Finalmente, pero no por ello menos importante, debemos tener en consideracin la modificacin del artculo 69 por la ley N 28730 (Publicada el 9 de mayo de 2006), cuando al incorporar el ltimo prrafo establece que La reincidencia deja sin efecto la cancelacin de los antecedentes penales, judiciales y policiales, hasta el cumplimiento de la nueva pena. Con lo cual se est desconociendo la naturaleza de la rehabilitacin y el cumplimiento ntegro de la condena. Aunado a ello, a partir de la sentencia recada en el expediente N 010-2002AI/TC, se ha discutido la legitimidad de la incorporacin de la alteracin del orden pblico como presupuesto para ordenar la detencin. Esta sentencia del Tribunal Constitucional insina la inclusin de orden pblico como presupuesto de la detencin: en todos los casos en que se invoque la preservacin del orden pblico para mantener a una persona en prisin preventiva, el Estado tiene la obligacin de probar en forma objetiva y concluyente que tal medida se justifica exclusivamente con base en esa causal (F. J. N 145)73. Considero que la alteracin del orden pblico no justifica plenamente un diseo constitucional de la coercin personal; hace recaer en el procesado una
el Borrador de Anteproyecto de nuevo Cdigo Penal Parte General de octubre de 1990" en "Presupuestos para la Reforma Penal". Universidad de la Laguna, 1992. Tambin MUOZ CONDE, Francisco."Monismo y dualismo en el Derecho Penal Espaol. En: "Estudios Penales y Criminolgicos" VI, 1983. Universidad de Santiago de Compostela. 1983. p. 218. 73 Citando el Informe N. 02/97 (prrafos 36 y 37) de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, el Tribunal Constitucional concluye que, en cualquier caso, esta posible extensin de los motivos de justificacin de la detencin judicial preventiva, a fin de ser considerados judicialmente, previamente requieren ser incorporados a la legislacin nacional, por expresa exigencia del artculo 7. numeral 2 de la Convencin Americana sobre Derechos Humanos, segn se ha dicho.
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situacin que no depende de su conducta; el orden pblico debe ser preservado por el Estado. El orden pblico es un concepto indeterminado que recurrentemente es invocado por los medios de comunicacin para encubrir el endurecimiento del sistema penal. Tambin en la indicada sentencia el Tribunal Constitucional, citando el Informe 02/97 de la Comisin Interamericana de Derechos Humanos, consider como criterio vlido para ponderar la existencia de peligro procesal la historia personal, la evaluacin de la personalidad y el carcter del acusado (F. J. N 143). De acuerdo a la opcin ideolgica de nuestra Constitucin una medida de coercin no puede justificarse en aspectos subjetivos, propios de la esfera personal del imputado. Una medida de coercin basada en criterios personales, implica desnaturalizar el carcter cautelar y excepcional de estas medidas. Adems, si este supuesto de peligro procesal fuera vlido, la pregunta que surge es quin define qu parte de la historia personalse sanciona y cual no. A ello hay que agregarle el carcter resocializador que pregona la Constitucin. Otro de los supuestos previstos por el Tribunal Constitucional para determinar el peligro procesal consiste en la apreciacin de los valores morales del procesado, su ocupacin, los bienes que posee, vnculos familiares y otros que, razonablemente, le impidan ocultarse o salir del pas o sustraerse de una posible sentencia prolongada (Sentencia recada en el expediente N 1567-2002-PHC/TC (Caso Rodrguez Medrano. F. J. N 6)). Este intento de justificar el peligro procesal, se enmarca dentro de un derecho penal de autor, proscrito por el ordenamiento jurdico nacional. Otras sentencias del Tribunal Constitucional para justificar la detencin preventiva o su prolongacin resultan preocupantes, en cuanto se exponen como argumentos, la no admisin de cargos, la no colaboracin con la justicia, las declaraciones contradictorias o atentar contra la viabilidad del sistema democrtico. Podemos citar los siguientes: En la sentencia recada en el expediente N 1091-2002-PHC/TC (Caso Silva Checa. F.J. N 11. Publicada el 16 de agosto de 2002), se afirma: No se afecta la libertad fsica del recurrente, pues el actor obstaculiz la investigacin judicial al ocultar hechos relevantes para culminar con xito el proceso penal que se le sigue. En ese sentido, el Tribunal Constitucional considera que existe base objetiva y razonable que justifica la decisin de la emplazada para no variar el mandato de detencin en su contra.. Esta argumentacin lesiona el derecho a la no autoincriminacin; tanto ms si se tiene en cuenta que la supuesta omisin se refera a hechos que en el caso
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citado no eran materia de la imputacin fiscal y del auto de apertura de instruccin. Otro tanto ocurre en la sentencia recada en el expediente N 1567-2002HC/TC, en el cual el Tribunal Constitucional expone lo siguiente Si bien es cierto que no es obligacin del recurrente tener que demostrar su inocencia, pues sta parte de una presuncin constitucional que, en todo caso, debe ser desvirtuada por la parte acusadora dentro del proceso judicial, tambin es cierto que ello no implica que el acusado tenga derecho a mostrar una actitud reacia al esclarecimiento de la causa. Por el contrario, todo procesado est en la obligacin de colaborar con la justicia cada vez que dicha colaboracin sea requerida, en la medida en que ello no importe una afectacin del derecho constitucional a la no autoincriminacin (Caso Rodrguez Medrano. F. J. N 7). En otro caso, si bien se trataba de una detencin domiciliaria, en la sentencia recada en el expediente N 376-2003-HC/TC (Caso Laura Bozzo), el Tribunal Constitucional expuso que el peligro procesal se configura al existir profundas inconsistencias en las sucesivas declaraciones Si bien todo procesado goza del derecho fundamental a la no autoincriminacin, una de cuyas manifestaciones incluso autoriza al inculpado a guardar un absoluto silencio y la ms imperturbable pasividad durante el proceso, en el correcto supuesto de que debe ser la parte acusatoria la encargada de desvanecer la inocencia presunta, ello no le autoriza para que mediante actos positivos se desve el camino del aparato estatal en la bsqueda de la verdad dentro del proceso (F. J. N 8 y 9). Otro ejemplo lo constituye la sentencia recada en el expediente N 15672002-HC/TC (Caso Rodrguez Medrano) en la que el el Tribunal Constitucional expuso como criterio la puesta en riesgo de la viabilidad de sistema democrtico, al sealar que: La medida judicial que restringe la libertad ambulatoria del accionante, subyace una valoracin judicial de los hechos que son materia del proceso penal y la repercusin de los delitos por los cuales se le juzga, no slo en lo que atae a la afectacin de determinados bienes jurdico-penales, sino incluso, y lo que es ms grave, a la puesta en riesgo de la viabilidad del sistema democrtico (F. J.N 10). Considero que el peligro procesal comprende tanto el peligro de fuga como el de entorpecimiento de la investigacin, pero atendiendo a un criterio de razonabilidad y proporcionalidad. El entorpecimiento de la actividad probatoria debe ser una conducta claramente obstaculizadora; por tanto no se debe considerar en ella el ejercicio de los medios de defensa regular que el imputado tiene. Asimismo, para la configuracin del peligro procesal no debe comprenderse factores ajenos como son: el carcter personal del imputado,
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vnculos personales, familiares y profesionales, etc.; argumentos que no corresponden a un debido proceso garantista. 7.4. PLAZO DE LA PRISIN PROVISIONAL El derecho a que la detencin preventiva no exceda de un plazo razonable forma parte del ncleo mnimo de derechos reconocido por el sistema internacional de proteccin de los derechos humanos y, por tanto, no puede ser desconocido. El contenido del derecho a que la detencin preventiva no exceda de un plazo razonable se expresa en el adecuado equilibrio entre los dos valores que se encuentran en contrapeso al momento de aplicar la medida: por una parte, el deber del Estado de garantizar sentencias penales justas, prontas y plenamente ejecutables; y, por otra, el derecho de toda persona a la libertad personal y a que se presuma su inocencia, mientras no se declare judicialmente su culpabilidad74. La Comisin Interamericana de Derechos Humanos considera que el plazo razonable de la detencin preventiva no puede ser establecido en abstracto, sino que se debe hacer un anlisis de qu es lo razonable a la luz de los hechos especficos correspondientes a cada caso (Informe 12/97, prrafos 19 y 22; Informe 12/96, prrafos 69 y 70). Por ello, la referida razonabilidad no puede derivar del solo hecho de que el plazo en juego se ajuste a lo que prescriba la ley. En ese sentido se ha pronunciado el Tribunal Constitucional cuando establece que no es posible que en abstracto se establezca un nico plazo a partir del cual la prisin provisional pueda reputarse como irrazonable. Ello implicara asignar a los procesos penales una uniformidad objetiva e incontrovertida, supuesto que es precisamente ajeno a la grave y delicada tarea que conlleva merituar la eventual responsabilidad penal de cada uno de los individuos acusados de la comisin de un ilcito. Este criterio es compartido, por ejemplo, por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos al referir que el plazo razonable (...) no puede traducirse en un nmero fijo de das, semanas, meses o aos, o en varios perodos dependiendo de la gravedad del delito" (Caso Stogmuller. Sentencia del 10 de noviembre de 1969, prrafo 4). La imposibilidad de establecer un plazo nico e inequvoco para evaluar la razonabilidad o irrazonabilidad de la duracin de la prisin preventiva, no impide el establecimiento de criterios o pautas que, aplicadas a cada situacin especfica, permitan al juez constitucional determinar la afectacin del derecho constitucional a no ser privado de la libertad preventivamente ms all del tiempo razonablemente necesario (Sentencia recada en el expediente
Ver: Expediente 2915-2004-HC/TC. Caso Federico Tiberio Berrocal Prudencio. Publicado en el Diario Oficial El Peruano el 6 de diciembre de 2004.
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N 2915-2004-PHC/TC (Caso Federico Berrocal Prudencio. F: J. N 14 a 17. Publicada el 25 de noviembre de 2004). Los convenios internacionales se abstienen de establecer los plazos mximos concretos que deben durar la prisin provisional. La frmula empleada es acudir a la expresin "plazo razonable" para delimitar el tiempo que una persona puede estar sometida a prisin antes de haber sido condenada. As, el Convenio Europeo para la Proteccin de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales dispone en su artculo 5 inciso 3 que "toda persona detenida preventivamente o internada.... tendr derecho a ser juzgada en un plazo razonable o a ser puesta en libertad durante el procedimiento"75. El problema que se plantea consiste en delimitar qu se entiende por "plazo razonable". En ese sentido, la Convencin Americana de Derechos Humanos ubica este tema en 2 acepciones: a. Plazo razonable de la detencin: Toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por ley para ejercer funciones judiciales y tendr derecho a ser juzgada dentro de un plazo razonable o ser puesta en libertad, sin perjuicio de que contine el proceso. (artculo 7 inciso 5) b. Plazo razonable del proceso: Toda persona tiene derecho a ser oda, con las debidas garantas y dentro de un plazo razonable, por un Juez o Tribunal competente, independiente e imparcial... (artculo 8 inciso 1) La Comisin Interamericana de Derechos Humanos (Caso 11.245. Informe N 12/96. Jorge A. Jimnez vs Argentina, de 1 de marzo de 1996) ha establecido que ambos artculos persiguen el propsito que las cargas que el proceso penal conlleva para el individuo no se prolonguen continuamente en el tiempo y causen daos permanentes. Sin embargo, seala la Comisin, ambas disposiciones no son idnticas en sus referencias. En el plazo razonable de la detencin, la especificidad del artculo 7 inciso 5 radica en el hecho que un individuo acusado y detenido tiene derecho a que su caso sea resuelto con la debida prioridad, en forma expeditiva y conducido con diligencia especial. Adems, su objetivo es limitar el tiempo de detencin y no que la causa sea juzgada en un lapso breve. De otro lado, el plazo razonable para la duracin del proceso previsto en el artculo 8 inciso 1 debe medirse con relacin a una serie de factores tales como la complejidad del caso, la conducta del inculpado y la diligencia de las autoridades competentes en la
75 En esa misma lnea el Tribunal Constitucional Espaol en la STC 41/96 de 12 de marzo afirma que toda situacin de prisin provisional que supera dicho plazo razonable vulnera directamente el derecho a la libertad protegido por el art. 17.4 in fine de la Convencin Europea y hace nacer un deber imperativo de poner en libertad al encausado".
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conduccin del proceso. En suma, la duracin de un proceso penal podra ser considerada razonable, ms no la de la prisin preventiva dispuesta en ese mismo proceso. En ese mismo sentido se ha pronunciado el Tribunal Constitucional en la sentencia recada en el expediente N 2915-2004-PHC/TC (Caso Berrocal Prudencio. F. J. N 7. Publicada el 25 de noviembre de 2004), el Tribunal declar que es necesario precisar que el derecho a la razonabilidad del plazo de la prisin preventiva es distinto tanto en su contenido como en sus presupuestos del derecho a la razonabilidad del plazo del proceso en su totalidad. Hasta antes de la entrada en vigencia del artculo 137 del Cdigo Procesal Penal de 1991 no exista un lmite para la duracin de la detencin preventiva, lo cual ocasionaba que a menudo los procesados sufrieran detenciones sin condena por muchos aos. Esta forma de administrar la coercin era una clara violacin a la presuncin de inocencia y al plazo razonable, consagrados en la Constitucin de 1993 y en los Convenios Internacionales a los cuales est vinculado el Per. La regulacin del plazo de la detencin preventiva en el artculo 137 del Cdigo Procesal Penal guarda relacin con los principios de la coercin y es una legislacin que corresponde a un Estado Democrtico de Derecho; responde a una opcin garantista de respeto al debido proceso y a los derechos humanos. Los problemas que se presentaron en la aplicacin del artculo 137 fueron los siguientes: a. No obstante, la excesiva duracin de la prisin preventiva, resultaba imposible que los procesados fueran liberados, por cuanto el Estado no quera dar una imagen de ineficiencia al ordenar la libertad de los detenidos. b. La situacin de los internos que al haberse declarado nulos sus procesos y pese al tiempo extremadamente prolongado de sus detenciones, razn por la cual deban ser excarcelados, sin embargo, el Estado no admita liberar a los procesados por delito de terrorismo. Pretendiendo solucionar los problemas antes mencionados, el Estado promulg las siguientes normas: El Decreto Ley N 25824 (Publicado el 9 de noviembre de 1992) que ampli de 12 a 15 meses el plazo de detencin para los procesos ordinarios. Por su parte la ley N 27553 (Publicada el 13
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de noviembre de 2001) ampli la duracin de la detencin preventiva de 15 a 18 meses, siempre y cuando se cumplan los requisitos previstos en el artculo 135 del Cdigo Procesal Penal, asimismo se ampli la duplicidad automtica de la detencin en caso el Estado fuera la parte agraviada; agregando que cuando se trate de procesos complejos o se hubiere declarado la nulidad, no se considerar el tiempo transcurrido hasta la fecha del nuevo auto de apertura de instruccin; que en los casos en que se declare la nulidad de los procesos seguidos en fueros diferentes, el plazo se computa desde la fecha en que se dicte el nuevo auto de detencin y que una vez condenado en primera instancia el inculpado, la detencin se prolongar hasta la mitad de la pena impuesta, cuando sta hubiera sido recurrida. Finalmente, se promulg la Ley 28105 (Publicada el 21 de noviembre de 2003) que permiti la prolongacin del plazo de detencin preventiva de oficio. En el plano jurisprudencial, se han expuesto las siguientes soluciones para evitar la excarcelacin por exceso de detencin, as por ejemplo en la sentencia recada en el expediente N 290-2002-PHC/TC (Caso Calmell Del Solar. F. J. N 6. Publicado el 4 de junio de 2003), se reconoce peligrosamente que la duplicidad opera autnomamente a la prolongacin, es decir que en un caso es posible duplicar la detencin y adems prolongarla. El motivo de estas decisiones parte de una interpretacin equivocada de las denominadas dilaciones indebidas, por cuanto el procesado tiene todo el derecho a impugnar, deducir medios de defensa tcnica, solicitar postergaciones de diligencias, aportar pruebas, etc; sin que stas generen menoscabo al proceso. Finalmente, debemos exponer que en algunos casos los procesos se acumulan sin justificacin suficiente. Este tipo de acumulaciones implica que un procesado, con una imputacin simple resulte involucrado en un mega proceso con gran cantidad de imputados. En estos casos, el imputado en procesos no complejos resulta perjudicado por la demora del proceso acumulado. 7.5. DETENCIN DOMICILIARIA Dentro de las diferentes medidas coercitivas personales la detencin domiciliaria es la ms grave despus de la prisin provisional. As lo reconoci el Tribunal Constitucional en el caso Bueno Acea, que por lo dems es el
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primer caso conocido de detencin domiciliaria76, al sealar que dicha medida despus de la detencin es una de las ms aflictivas dentro de la escala coercitiva que prev nuestro ordenamiento legal razn por la cual la necesidad de su aplicacin y el plazo de su duracin debe dosificarse considerando la existencia de peligro de fuga u obstruccin probatoria por parte del procesado (Sentencia recada en el expediente N 066-2000HC/TC. F. J. N 6. Publicada el 16 de junio de 2000). Este mismo criterio fue luego reiterado en los casos Laura Bozzo Rotondo (Sentencia recada en el expediente N 376-2003-HC/TC) y Hctor Chumpitaz Gonzales (Sentencia recada en el expediente N 1565-2002-HC/TC). No obstante, el tratamiento que en la prctica judicial se le ha dado a esta medida de coercin personal dista mucho de lo establecido en el artculo 143 del Cdigo Procesal Penal. Los errores que en esta institucin se han producido son varios. As tenemos por ejemplo los casos de detencin domiciliaria con la necesaria custodia policial, lo cual ocasiona una disminucin en la tarea de seguridad ciudadana. Tambin pueden citarse los casos de prohibicin para salir a trabajar o estudiar, desconocindose con ello otros derechos fundamentales. Si bien la norma no establece este supuesto, es posible sostener su procedencia. As, lo reconoci el Trigsimo Cuarto Juzgado Penal de Lima (Expediente N 02798. Caso Romn Bueno Acea) en el que se dispuso el permiso de trabajo bajo la consideracin de que la detencin domiciliaria en ningn caso determina el enclaustramiento total del justiciable en su morada, pues su apartamiento de un espacio con barrotes no es el elemento diferenciador de su reclusin efectiva. En esa misma orientacin la resolucin emitida por la Cuarta Sala Penal de la Corte Superior de Justicia de Lima, en el Expediente 12-2001 (Caso Pedraza Barreda) en el que se estableci que la detencin domiciliaria no se debe contraponer a los dems derechos constitucionales que no han sido limitados, como es el derecho a trabajar libremente garantizado as por la Constitucin Poltica.
76 En el caso Bueno Acea se aplic por primera vez la detencin domiciliaria, conforme a los trminos del art. 143 del Cdigo Procesal Penal de 1991. En efecto mediante resolucin del 30 de marzo de 1998 la Sala de Apelaciones de Procesos Sumarios con Reos en Crcel de la Corte Superior de Justicia de Lima revoc el mandato de detencin impuesto contra dicho ciudadano espaol e impuso en su lugar la detencin domiciliaria (Exp. 435-98-A). Esta medida se prolong desde esa fecha hasta el 12 de abril de 2000 en que el Tribunal Constitucional declara fundada la accin de habeas corpus que dispone la cesacin de esa medida coercitiva y en consecuencia su libertad. Con anterioridad a este caso solo conocemos el voto singular del vocal Talavera Elguera (Julio de 1997) en cuyo Considerando Quinto sealaba que, a fin de compatibilizar el derecho del encausado a la libertad y el derecho del Estado de asegurar la presencia del mismo al proceso penal, dada la gravedad del hecho instruido, es menester optar por un estado intermedio de goce de la libertad, como es la detencin domiciliarala que le es aplicable al caso por tratarse de un imputado que adolece de incapacidad fsica. (Expediente 164-97, Sala Penal Superior Corporativa, Lima, 03 de julio de 1997.)
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Otro de los problemas aplicativos de la detencin domiciliaria es el relacionado a su plazo. Si bien el Cdigo Procesal Penal no establece cunto tiempo debe estar una persona con detencin domiciliaria, se entiende que por un criterio de proporcionalidad y provisionalidad, sta debe durar mientras persistan los elementos que le dieron lugar, o hasta que surjan nuevos elementos que hagan variar su situacin, en especial el peligro procesal. En el Caso Bueno Acea el Tribunal Constitucional declar fundada la accin de habeas corpus estableciendo que la necesidad de su aplicacin [de la detencin domiciliaria] y el plazo de su duracin debe dosificarse considerando la existencia de peligro de fuga u obstruccin probatoria por parte del procesado (Sentencia recada en el expediente N 066-2000HC/TC. F. J. N 6). Adems, el plazo previsto para la detencin preventiva, constituye un referente necesario para determinar el plazo de la detencin domiciliaria. En el caso Villanueva Chirinos (Sentencia recada en el expediente N 731-2004HC/TC) el Tribunal Constitucional ha fijado pautas generales de ndole cualitativo para la limitacin temporal de la detencin domiciliaria que son del caso anotar. Seala el Tribunal que tomando en cuenta lo dispuesto en el inciso 8 del artculo 139 de la Constitucin, y, a fin de salvar este vaco legal, el Tribunal considera importante resaltar dos premisas: a)la existencia del plazo mximo, no resulta el nico criterio determinante para constatar que una detencin deviene en desproporcionada y arbitraria luego de vencido el plazo, pudiendo tornarse en tal, inclusive antes del cumplimiento del mismo cuando por ejemplo, desaparezcan las razones que motivaron el propio mandatob)la inexistencia de un plazo mximo legal, de ninguna manera puede admitirse como justificacin vlida para la permanencia de una medida restrictiva de derechos, de forma indefinida, arbitraria y desproporcionada, debiendo ms bien ser valorado en cada caso, segn los elementos de juicio objetivos existentes Indica asimismo esta sentencia que el exceso de detencin domiciliaria puede verificarse en cada caso concreto atendiendo a una serie de elementos, dentro de los cuales, la existencia de un plazo mximo como referente derivado del principio de proporcionalidad slo es uno de ellos y no el nico determinante Finalmente, el Tribunal Constitucional establece dos criterios con carcter vinculante: 1) Peligrosidad Procesal y, 2) La razonabilidad. (F. J. N 13 y 14. Publicada el 31 de mayo de 2005) Tratamiento diferente merece el supuesto de acumulacin de los das de detencin domiciliaria y detencin preventiva para obtener la libertad por exceso de detencin, segn los plazos fijados en el artculo 137. As, el Tribunal Constitucional ha establecido en la sentencia recada en el expediente N 2717-2002-HC/TC. (Caso Arbul Seminario. F. J. N 2. Publicado el 22 de mayo de 2003) que no es posible acumular el plazo de la detencin domiciliaria al plazo de la detencin preventiva para efectos de establecer si
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ha vencido, o no, el plazo mximo de detencin del artculo 137 del Cdigo Procesal Penal. Primero, porque dicho plazo slo es aplicable a la detencin preventiva; y, segundo, porque, tal como ha establecido este Tribunal en el Caso Berrocal Prudencio (Sentencia recada en el expediente N 2915-2002HC, F. J. N 18 a 31) en relacin con la detencin judicial preventiva, en criterio que, mutatis mutandis, es aplicable a la detencin domiciliaria, para determinar si existe, o no, afectacin del derecho a que la libertad personal no sea restringida ms all de un plazo razonable, no es un elemento determinante la fijacin de un plazo legal, sino el anlisis de ciertos criterios a la luz de cada caso concreto. Estos criterios son: a) la diligencia del juez en la merituacin de la causa; b) la complejidad del asunto; y c) la conducta obstruccionista del imputado. Por ltimo, a propsito de la ley N 28568, que modificaba el artculo nico del artculo 47 del Cdigo Penal referido al abono de la detencin preliminar, preventiva y domiciliaria para el computo del descuento de la pena privativa de libertad; el Tribunal emiti una sentencia normativa de trascendental relevancia (Sentencia recada en el expediente N 0019-2005-PI/TC. Caso Arresto Domiciliario. Publicada el 21 de julio de 2005). En dicha sentencia, el Tribunal Constitucional expuso que en modo alguno puede sostenerse que la detencin preventiva y la detencin domiciliaria tengan la misma incidencia sobre la libertad personal, pues con ello se estara afectando el principio de igualdad. Adems, que la homologacin de un da de detencin domiciliaria por un da de privacin de libertad vaca de contenido la finalidad preventivogeneral de la pena privativa de libertad, pues reduce irrazonablemente la posibilidad de que genere un suficiente efecto intimidatorio. Adems, y lo que es ms grave, desvirta la posibilidad de que la sociedad afiance su confianza en el orden penitenciario constitucional, pues se observar con impotencia cmo delitos de naturaleza particularmente grave son sancionados con penas nimias, o absolutamente leves en relacin al dao social causado. La norma resulta tambin contraria a la finalidad preventivo-especial de la pena, pues al permitir que el delincuente conciba el arresto domiciliario como una limitacin de la libertad personal idntica a la pena privativa de libertad, debilita e incluso descarta toda posibilidad de que internalice la gravedad de su conducta. Esto resultar particularmente evidente en el caso de delitos de corrupcin, en los que los beneficios generados por la comisin del delito aparecern como significativamente superiores a la gravedad de la pena impuesta como consecuencia de su comisin. La tendencia a la reiteracin de esta conducta es, pues, un peligro inminente para la sociedad. La decisin del Tribunal Constitucional es adecuada, en cuanto no es viable homologar la detencin domiciliaria a la prisin preventiva; sin embargo, considero que debe existir un descuento de la pena que, atendiendo a los criterios de proporcionalidad y razonabilidad. Si bien los efectos de ambas
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medidas no son los mismos (en lo psicolgico, como en el nivel de intensidad aflictiva), sin embargo, el perjuicio a la libertad personal es el mismo. VIII. REFLEXIN FINAL Un modelo democrtico se caracteriza por entender que la restriccin a la libertad de la persona ha de adoptarse a travs de un procedimiento previamente determinado, en el que se respeten los derechos que la propia Constitucin consagra. Sin embargo, conforme se ha observado, la respuesta que en los ltimos aos ha ofrecido el legislador y el juez peruano al problema de la criminalidad y, por tanto, el tratamiento que ha realizado de la prisin provisional y otras medidas restrictivas de la libertad, se ha caracterizado por alejarse de las funciones que estas medidas deben atender. Esta realidad denota la ausencia de una clara voluntad poltica de desarrollar un proceso penal acorde con un Estado Social y Democrtico de Derecho, el mismo que impone no slo el deber estatal de resolver problemas sociales, sino tambin que en dicha tarea se respeten los derechos fundamentales. Ante esto, quienes nos encontramos vinculados al estudio del proceso penal tenemos, en primer lugar, la obligacin de exponer las bases dogmticas de las instituciones que conforman esta rama jurdica (tarea necesaria) y tambin, nos encontramos obligados a confrontar tales ideas con la realidad, ejercicio que consideramos indispensable para superar su actual crisis normativa y jurisprudencial. Lima, junio de 2006.
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