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Rocha

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[Relatos ancestrales]1

I Literatura Camëntsá

El viento2
1. Ocurría que un mes antes de la conmemoración de todos los Fieles Difuntos pasaba
un vendaval por esta región arrasando los maizales y frijolares de las sementeras.
2. Un damnificado anciano sentía gran pesar por el arrasamiento anual del campo
sembrado.
3. Lloró amargamente por los desastres y principió a pensar entre sí: «Estoy trabajando
sin esperanzas de ninguna cosecha, por lo cual siempre habrá una carestía alarmante».
4. Al llegar la noche se acostó y mientras reposaba soñó: un hombre haraposo pasaba
de largo por el aire, escuchándose al mismo tiempo el murmullo de un arroyo.
5. Al pasar frente a la persona damnificada le dijo:
–Cada año busco agua en esta región para mitigar la sed, pero no la encuentro. 6.
Cuando escucho un lejano sonido de alguna cascada me dirijo a esa dirección, pero
tampoco la hallo. 7. Dios me predestinó para tener una sed violenta, con la cual he de
sufrir hasta la consumación de los siglos. Sin embargo, ando por todo el mundo en busca
del líquido, pero no lo encuentro. 8. Vosotros os lamentáis por la destrucción de los
sembrados y, por ende, por la insuficiencia alimenticia. Pero yo tengo más carestía, no
por comida sino por agua. 9. Vosotros en cambio tenéis agua disponible en el suelo y en
la época de escasez del maíz tenéis otros frutos de la tierra que podéis cosechar para
preparar alimentos. 10. Yo como suelo andar por el aire, las chamizas me deshilachan
el vestido y las peñas me golpean violentamente, pero hasta el presente momento no he
podido encontrar ni una sola gota de agua en ninguna parte.
11. Habiéndole contado esa historia el andrajoso prosiguió su viaje por el aire y el
soñador se despertó.
12. Él se acordaba tan bien del relato del harapiento que, andando el tiempo, el soñador
refería lo visto y oído a los niños, a la familia, en las reuniones sociales, contando que
anteriormente el viento era una persona de larga cabellera y vestida de andrajos.
(Juajibioy, 1989: 43-44)

1 La presente selección de textos indígenas se toma para el Taller Experimental en la Maestría en


Artes Integradas con el ambiente, abril 2017, del libro Antes el amanecer del investigador Miguel
Rocha Vivas (Ministerio de Cultura 2006).
2 Un sueño individual convertido en tradición mítico-literaria de la comunidad. El sueño es

momento y lugar de encuentro y revelación, ya que las cosas se ven como son, aunque de
diferente manera (los encuentros en sueños son muy comunes en las narraciones de los wayuu
y los ette). Este es el típico relato de una comunidad de raíces agrícolas. La deidad harapienta es
un personaje que se reitera en los relatos indígenas de los Andes centrales y septentrionales.
Cuento del volcán Patascoy3
1. Aproximándose un temblor de tierra en esta región, un perro de caza ayudaba a sus
amos a coger un cerdo en la ciénaga.
2. [Ya] en casa, las señoras que guisaban la carne de cerdo no se acordaron de servirle
el caldo al perro. Cuando este entró en la cocina, en vez de hacerle participar del delicioso
líquido, le echaron agua hirviente. Esta mala acción le causó tanto sentimiento que lo
convirtió al instante en un hablante, sin cambio de [su] naturaleza canina.
3. Entonces el mamífero doméstico, pensando en la mala acción de los dueños de la
casa, tuvo una idea para hablar y dijo:
4. Mis amos se volvieron tacaños, pero se arrepentirán de sus hechos al sentir un
terremoto en este lugar.
5. Solo él tenía conocimiento del cercano fatal acontecimiento. Por lo cual determinó irse
a otra parte.
6. En el curso del camino se encontró con una persona conocida, a quien le informó del
inminente suceso catastrófico.
7. En verdad al día siguiente se efectuó la erupción del volcán Patascoy, acompañada de
un terrible temblor de tierra. La gente sintió como si alguien la hubiera levantado
súbitamente del suelo, haciéndola caer al instante en el mismo punto.
8. En la última erupción volcánica del Patascoy ocurrió algo peor. El terremoto fue
espeluznante. La tierra se partió en una y en otra parte; la gente que cayó al vacío
desapareció para siempre.
9. De las cavidades del suelo brotaba agua turbia, convirtiéndolas pronto en sitios
pantanosos.
10. Las piedras volcánicas que cayeron en Balsayaco represaron el río Putumayo. Poco
a poco fue formándose una laguna. El río, como no tenía corriente, empezó a retroceder.
11. En ese tiempo, la comunidad habitaba casi la mitad del Valle de Sibundoy. Los
sobrevivientes de los desastrosos efectos huyeron a la parte alta del Valle, cercana al
lugar escogido para edificar la iglesia de Dios. Como en ese ámbito no pasaba el sismo,
construyeron sus viviendas para dedicarse a sus labores agrícolas.
(Juajibioy, 2008: 55-57)

3 Los animales pueden sentir los temblores y terremotos antes que las personas. En el manuscrito
de Huarochirí, un clásico mítico-literario en quechua de los Andes centrales (actual Perú), es una
llama quien anticipa el diluvio o desbordamiento del mar. En ambos relatos los animales son
maltratados por sus dueños y tras el maltrato pueden hablar; pero si en el Huarochirí la llama
tratada de perro anuncia el fatal suceso a su amo, aquí el perro se va sin decir nada a los suyos
y le confía el anuncio a una «persona conocida». La falta castigada es la ausencia de reciprocidad,
un principio andino fundamental. No compartir la comida puede desencadenar fatales
consecuencias, como en los relatos de «Nuestro Señor». Por otro lado, este cuento explica un tema
de importancia central entre los camëntsá: el origen de La Cocha y su asentamiento en el
territorio que actualmente ocupan.
La ardilla y la comadreja4
La ardilla y la comadreja pusieron una olla de comida en el fogón sin prenderle fuego.
Viendo que no hervía pronto, empezaron a decir:
–Hierve olla sin candela, hierve olla sin candela, hierve olla sin candela –pero la olla
nunca hirvió porque no había fuego en este mundo.
Un día la ardilla dijo:
–¿Dónde encontraremos fuego para cocinar este alimento? Pues tengo un hambre
violenta. Pero se me ocurre una idea: subiré a la parte más alta de un árbol milenario
desde el cual pueda ver quizás alguna casa humeante.
El retozador mamífero subió al instante a la cima de un árbol y efectivamente divisó una
vetusta casa en medio de la selva. Rebosante de alegría bajó de inmediato y se dirigió
hacia allá en compañía de la comadreja.
Al llegar a la rústica vivienda entraron en ella. Había mucha lumbre en ese lugar.
En el sitio donde estaba el fuego había una viejaza soñolienta sentada, la cual no
permitía ningún acceso a la hoguera.
La ardilla y la comadreja empezaron a bailar con grandes risotadas alrededor del fuego,
pero la vieja ni siquiera levantaba los párpados para observar la escena de las visitantes.
Por fin el bullicio de las danzantes motivó una mirada que distrajo a la vieja del cuidado
de la lumbre.
La ardilla, aprovechando esa oportunidad, sacó algunos tizones y huyó con ellos. La
comadreja hizo lo mismo.
La vieja salió persiguiéndolas para arrebatárselos, pero solamente pudo recoger algunos
carbones caídos durante la huida de los mamíferos.
Los dos animales esparcieron lumbre en todas las montañas existentes y al instante se
incendiaron las hojarascas de la selva en considerables extensiones.

4 En el erudito lenguaje de Alberto Juajibioy, uno de los mitos más arcaicos: el del robo del fuego.
La ardilla y la comadreja forman la mitológicamente clásica pareja de tricksters o astutos héroes
truculentos y burlones, quienes tienen su equivalente centroandino en personajes como Cuniraya
y Huatiacuri. En numerosos relatos de las selvas suramericanas la pareja de héroes la conforman
dos gemelos huérfanos que vengan la muerte de sus padres (la madre, especialmente); en el
contexto general de las literaturas indígenas, la más famosa dupla es la de Hunahpú e
Ixbalamque, los gemelos fantásticos del Popol vuh.
El guardián o guardiana del fuego es una de las más importantes deidades mesoamericanas
(buenos ejemplos son las cerámicas escultóricas de zapotecas, aztecas y mayas), y en Colombia
prehispánica se destaca, con forma masculina, en la iconografía tulato (Tumaco, La Tolita). La
ardilla y la comadreja se comportan como chamanes por el uso que hacen del lenguaje, por su
capacidad de prever, por sus gestos y movimientos extraordinarios, pero sobre todo por su
búsqueda del fuego, elemento chamánico por excelencia.
Desde aquel día, gracias a la diligencia de estos dos animalejos, el fuego apareció sobre
la tierra para beneficio de todos los hombres.
(Juajibioy, 1987: 97-98)
II Literatura inga

Ambi uasca samai5


Aliento de ambi uasca
En el tiempo primigenio toda la Tierra estuvo a oscuras. Ya estaba poblada de todos los
seres, incluido el hombre, pero este carecía de inteligencia y erraba a tientas buscando
alimentos. Realizando esta tarea los hombres tropezaron con el bejuco del yajé, lo
partieron justo por la mitad y le dieron a probar a las mujeres y ellas tuvieron la
menstruación.
Cuando ellos lo probaron se quedaron extasiados viendo cómo el pedazo que les sobró
empezó a crecer y a trepar hacia el cielo. Poco a poco, las sombras tomaron contorno y
las siluetas empezaron a dar pequeños destellos, y vieron que el yajé penetraba una flor
inmensa que al ser fecundada se transformó en el Sol. De allí bajaron los hijos del Sol,
cada uno tocando una melodía distinta con sus flautas y tambores y cada melodía se
transformó en un color distinto. Cuando llegaron a la tierra se dispersaron y cada uno
depositó la luz y el color en cada ser.
Y cuando el mundo estuvo totalmente iluminado, toda esa sinfonía de colores y música
hizo brotar el entendimiento en todos los hombres, creándose así la inteligencia y el
lenguaje.
(Jacanamijoy, 1998)

La raposa6

5 Ambi uasca (o ambiwasca) es un tipo de yajé. Samai (o samay) es «aliento de vida» así como
«respiración» (e incluso «descanso», «respiro»); lo cual nos evoca el soplo curativo del médico
yajecero. El presente mito, que es compartido por los ingas del Caquetá y del Alto y Bajo
Putumayo, nos transporta al tiempo de los orígenes, a la llamada «edad oscura» cuando no existía
el Sol ni la inteligencia, los hombres eran nómadas y al parecer vagaban por la selva, pues se
topan con el bejuco del yajé, que al ser partido por la mitad inaugura la fertilidad cíclica femenina.
El yajé se convierte en modelo de reproducción al crecer a los ojos de los hombres para fecundar
una gran flor que se convertirá en el Sol (la flor de andakí, identificada con la flor del borrachero).
Reaparecen entonces los alegres y musicales hijos del sol –que el narrador del Valle describía
antes en «La gente del Sol»–. La dispersión de los hijos del Sol es otro motivo recurrente en las
literaturas indígenas de América. Los inga y los camëntsá renuevan su origen solar en sus
desbordantes fiestas de colores y música de flautas y tambores. El atun puncha inga y el
bëtscanaté o clestrinye camëntsá se celebran al final de la cosecha del maíz y antes de la nueva
siembra: cuando los hombres han dejado de errar a tientas en procura de los alimentos y celebran
su pacto inteligente con la tierra; especialmente con el maíz, símbolo solar por excelencia.
6 Tres temas son de destacar aquí: la explicación mítica sobre la cola de la raposa o zorra, la

competencia de los depredadores y la rebelión doméstica o natural. La rebelión implica la invasión


de un hábitat humano por parte de animales indómitos. La raposa presenta un comportamiento
que no se debe tener, como lo ejemplifican numerosos relatos ingas. El relato revela ciertas
jerarquías y leyes, incluso entre los animales salvajes. Es evidente la relación de los animales
Un hombre se fue a ver su sementera porque estaba perdiendo choclos y calabazas
tiernitas. Mientras estaba cuidándola aparecieron cuatro animales y entraron en su
casa. Un oso, un tigre, un león y una raposa: cuatro compañeros.
Al verlos, el hombre pensó: «Si huyo ahora ellos me perseguirán». Entonces se escondió
en medio de unas leñas que había arrimado allí.
Los animales entraron en la casa y empezaron a hablar:
–Después de calentarnos con esta candela, podemos andar. Hasta nosotros estábamos
andando en pura selva. ¡Aquí calentémonos con el fogón!
Luego, cuando estaban ya sentados, atizaban el fogón y conversaban. El oso decía:
–Aquí haremos una buena comida. Asaremos y comeremos algo aquí.
Así conversaron largo tiempo, sin resolver nada. Al final, después de mucho tiempo y
cuando ya era de noche, el tigre le dijo al oso:
–Tengo visto un marrano grande que está amarrado no muy lejos. Iremos a traerlo.
–Bueno –le contestó–. ¡Vamos rápido! Ese hombre ha de estar durmiendo como un
muerto. Luego lo asaremos y nos lo comeremos.
Corrieron contentos, aunque el hombre oyó todo lo que dijeron. Después de muy poco
tiempo regresaron trayendo un marrano grande, el cual tiraron al lado del fogón.
Empezaron a chamuscarlo, le abrieron el estómago y después de sacarle las tripas las
pusieron a un lado. Luego lo asaron y empezaron a comérselo. El oso se comió dos
piernas, pero el tigre, comenzando con la cabeza, se comió toda la cabeza y las otras dos
piernas también.
Después le dijo al león:
–¡Oiga, señor! ¿Usted no tiene algo visto para comer? ¡Vaya a traer algo y prepare su
comida!
Entonces el león le respondió y desapareció apresuradamente en el monte; pero después
de muy poco tiempo apareció otra vez, llevando a la espalda un carnero bastante grande,
que tenía por los cuernos. Este carnero lo tiró al lado del fogón, lo chamuscó y le sacó
las tripas, las cuales puso en un rincón. Luego, después de asarlo, empezó a comérselo,
comenzando con la cabeza. Se satisfizo con comer la mitad.
Después de eso, el león le dijo a la raposa:
–¡Oye! ¿Tú no tienes visto algo que comer? ¡Ve a traer algo para comer!
–¡Déjela dormir así, de cobardía! –dijeron los otros.
Al oír esto, la raposa también desapareció corriendo.
–¡Vamos a ver qué traerá! ¿Qué nos mostrará? –dijeron los otros.

indómitos con la noche, el inconsciente y, en suma, con las fuerzas a las que el hombre todavía
teme: el hombre solo aparece en la mañana. A su vez los animales temen a la luz, símbolo de la
consciencia, la identidad definida y, en este caso, de la dominación del hombre –en la figura del
patrón–. El exceso de sueño es sancionado por el narrador.
Después de solamente un rato, la raposa llegó llevando dos gallinas ponedoras, las
cuales peló amontonando las plumas. Después de asarlas empezó a comer y, al quedar
satisfecha, se había comido ambas.
Luego dijeron:
–¡Ahora durmamos, ya que todos hemos comido!
Entonces se voltearon, uno a este lado del fogón, otro al otro lado. Al voltearse la raposa
empezó a roncar.
Cuando ya amanecía, el oso dijo:
–Ahora viene el patrón. ¡Miren! El hombre va a cogernos aquí. ¡Levántense rápido! –
gritando así, se levantó y le dio un golpe al tigre.
Inmediatamente el león también se levantó, y todos salieron rápidamente y
desaparecieron afuera. Solamente la raposa se quedó, dando ronquidos sonoros y
durmiendo como si estuviera muerta. Los otros la dejaron y se fueron, diciendo:
–¡Que algo le suceda para que aprenda lo que pase, por su propia tontería!
Cuando era ya de día el hombre pensó: «¡Voy a cogerla por la cola y voltearla un poquito
en el fogón hasta chamuscarla un poquito, para que tenga algo que contar!». Entonces
la cogió por la cola y, aullando todo el tiempo, la volteó en la mitad del fogón. Cuando la
había chamuscado suficientemente para atemorizarla, la soltó.
Entonces la raposa desapareció muy aprisa con las chispas del fogón todavía en su piel,
y se perdió en un rincón de la sementera.
Después de unos tres días, los animales se encontraron otra vez. Entonces la raposa les
dijo a los otros:
–¡Oigan! ¡Qué clase de malvados son ustedes! ¿Por qué se fueron sin avisarme, sin
despertarme? ¡Miren lo que me pasó… me quemé aquí! ¿Qué clase de demonio había
allá? Solamente escapé por ser guapa. Estaba al punto de asarme y comerme.
Al oír esto, los otros se pusieron a reír.
–¡Cierto es que tú eres más guapa que nosotros! ¿Pero no fue este demonio un hombre?
–No lo creo –les dijo.7
Se dice que desde el tiempo cuando la raposa se quemó, nunca le ha crecido otra vez el
pelo en la cola.
(Chasoy, 1991: 53-55)

7 En realidad, como la raposa había estado durmiendo, no se había dado cuenta de quién la
quemó. (Nota del original).
III Literatura misak-guambiana

Primero era la tierra y las lagunas8


Primero era la tierra y las lagunas… grandes lagunas. La mayor de todas era la de
Piendamú, en el centro de la sabana, del páramo; como una matriz, como un corazón.
El agua es vida. Primero era la tierra y el agua. El agua no es buena ni es mala; de ella
resultan cosas buenas y cosas malas. El agua es vida, nace en las cabeceras y baja en
los ríos hasta el mar y se devuelve, pero no por los mismos ríos, sino por el aire, por la
nube. Allá arriba con la tierra y el agua, estaba él-ella. Era el Pishimisak, que también
ha existido desde siempre: todo blanco, todo bueno, todo fresco. Del agua nació el arco
iris que alumbra todo con su luz; allí brillaba, el Pishimisak lo veía alumbrar. Dieron
mucho fruto, dieron mucha vida. El agua estaba arriba, en el páramo. Abajo se secaban
las plantas, se caían las flores, morían los animales. Cuando bajó el agua todo creció y
floreció; retoñó toda la hierba y hubo alimentos aquí. Era el agua buena. Antes en las
sabanas del páramo, el Pishimisak tenía todas las comidas, todos los alimentos; él-ella
es el dueño de todo.
(Portela, 2000: 59)

Allá, en las alturas, era el agua9


Primero era la tierra… y eran las lagunas, grandes lagunas. La mayor de todas era la de
Nupisu, Piendamú, en el centro de la sabana, del páramo, como una matriz, como un
corazón; es Nupirrapu, que es un hueco muy profundo. El agua es vida.
Primero eran la tierra y el agua. El agua no es buena ni es mala. De ella resultan cosas
buenas y cosas malas.
Allá, en las alturas, era el agua. Llovía intensamente, con aguaceros, borrascas,
tempestades. Los ríos venían grandes, con inmensos derrumbes que arrastraban las

8 Los misak-misak, más conocidos como guambianos, se consideran hijos del agua. En el
comienzo el agua estaba arriba con Pishimisak, un ser andrógino que vive en lo alto, como otras
deidades andinas. Mientras el agua estaba arriba –acaparada de cierta forma, no había vida
abajo. Cuando el agua bajó hubo vida. Un tema central en la oraliteratura misak-guambiana es
el descenso cósmico de dones, caciques, cacicas y poderes. Las sabanas del páramo, salpicadas
con lagunas de agua fría, evocan la tierra original, son la tierra original. En el páramo están las
plantas medicinales, las plantas que refrescan y purifican. En el páramo viven los seres que
cuidan la naturaleza, e inmediatamente debajo viven los guambianos, sus hijos. El narrador nos
ofrece una imagen mítica del surgimiento de la vida.
9 Versión casi idéntica pero complementaria a la anterior. El agua esculpió las montañas y

guaicadas. Las avalanchas desatadas cíclicamente son de grandes proporciones. El seco mundo
de abajo y el húmedo mundo de arriba se conocen al ritmo del agua; la vida surge de aquel
matrimonio sobrenatural... Los elementales y estratos se remueven con fuerza, al tiempo que
Pishimisak es testigo del aroiris (arco iris), cuya tenue luz alumbraba la tierra original. Las
lagunas son como matrices de las que se desprenden gota a gota los fundamentos de la vida,
hasta fundirse en el mar. Nótese que es el movimiento opuesto al de las literaturas chibchas de
la Sierra Nevada de Santa Marta, en cuyas narraciones el mar estuvo primero y luego, con el
descenso del agua, quedaron las lagunas.
montañas y traían piedras como casas; venían grandes crecientes e inundaciones. Era
el agua mala. En ese tiempo estas profundas guaicadas y estas peñas no eran así, como
las vemos hoy, todo esto era pura montaña; esos ríos las hicieron cuando corrieron hasta
formar el mar.
El agua es vida. Nace en las cabeceras y baja en los ríos hasta el mar. Y se devuelve,
pero no por los mismos ríos sino por el aire, por la nube. Subiendo por las guaicadas y
por los filos de las montañas alcanza hasta el páramo, hasta las sabanas, y cae otra vez
la lluvia, cae el agua que es buena y que es mala.
Allá arriba, como la tierra y el agua, estaba él-ella. Es Pishimisak, a la vez masculino y
femenino, quien también ha existido desde siempre, todo blanco, todo bueno, todo
fresco. Del agua nació Kɵsrɵmpɵtɵ, aroiris que iluminaba todo con su luz; allí brillaba,
Pishimisak lo veía alumbrar.
Dieron mucho fruto, dieron mucha vida. El agua estaba arriba, en el páramo. Abajo se
secaban las plantas, se caían las flores, morían los animales. Cuando bajó el agua todo
creció y floreció, retoñó toda la hierba y hubo alimentos aquí. Era el agua buena.
(Dagua et ál., 1998: 52-53)

Conejoimpa urututukpa10
El sapo y el conejo
Na kan chikosron treek purayaikwan portrap.
Chukosron conejo kan tul pip tsup tokaik maropik kon tan. Inchape urututukmerane
conejope trenchipik kon tan:
–Yupe nato tsumik kon cha. Nimpe yugutrimpe ampamik kon– cha. Inchen urututukpe
trenchipik kon tan:
–Nampe chu waramik chikar ker– cha. Inchen conejope trenchipik kon tan:
–Trupe, kwayap polpasrkun cha, aper, moik mas yap porsratashchap– cha. Inchen
urututukpe trupa isuik pasrapik kon tan. Kakente conejope mas yab porsrapik kuimpa…
(Barnes, 1993: 16).

El sapo y el conejo11
Conejoimpa urututukpa

10 Versión original de la primera parte de «El sapo y el conejo».


11 En la oraliteratura pijao el conejo se impone a animales devoradores como el tigre, la serpiente,
la guala y el caimán. Aquí el astuto conejo es vencido por el pequeño sapo, menos grande pero
más inteligente (lo pequeño prevalece). En este contexto narrativo, por cierto, el conejo parece
representar al colono, quien trata de apropiarse ventajosa e individualmente de la tierra; los
sapos serían los misak-guambianos, que por separado saltan corto, mientras que a través del
alik (minga o trabajo comunitario) dan saltos largos: «abarcan mucho terreno».
Voy a contarles una historia.
Cierto día un conejo delimitó un terreno en forma de un cuadrado y se dirigió a varios
sapos diciendo:
–Este lugar solamente me pertenece a mí y ustedes tienen que desalojarse de aquí.
Entonces uno de los sapos contestó:
–Pero nosotros no tendremos dónde vivir.
El conejo, a su vez, le respondió:
–Hagamos una competencia de saltos para ver quién puede dar el salto más largo.
El sapo salió muy triste porque sabía que el conejo, por naturaleza, podía saltar más
que él. Sin embargo, después de pensarlo mucho, el sapo fue a la casa del conejo y le
preguntó de qué manera sería la competencia.
El conejo le contestó:
–¡Vamos a ver quién puede dar los saltos más largos en el terreno!
El conejo lo propuso así porque sabía que el sapo no podía dar saltos largos.
El sapo finalmente se puso de acuerdo con el conejo, pero agregó:
–Perfecto, pero cuando estemos en la competencia, le propongo que gritemos cada vez
que lleguemos a una esquina del terreno.
El conejo aceptó y se despidieron hasta empezar la competencia.
El sapo a su vez fue a hablar con tres de sus amigos y contándoles todos los detalles les
pidió que se instalaran en las tres esquinas del terreno. Cuando todo estaba listo,
empezó la competencia.
El conejo y el sapo comenzaron a correr, y al poco rato el primero de los sapos gritó antes
de que el conejo llegara a la primera esquina, y en igual forma lo hizo el segundo y el
tercero. Cada vez que el conejo estaba por llegar a una esquina se oía el grito del sapo
y, lógicamente, después de correr tanto, el pobre conejo no pudo más y de repente cayó
muerto por el terrible cansancio. Los sapos se alegraron mucho y dijeron:
–Hemos ganado la competencia. El terreno es nuestro y aquí podemos vivir no solo los
cuatro, sino todos los sapos de este lugar. A partir de hoy, ya nadie podrá desalojarnos
de este sitio.
Y estando muy contentos agregaron:
–Si logramos vivir en armonía unos con otros, podremos vivir para siempre en este lugar.
Y así lo hicieron.
(Barnes, 1993: 16-18)
IV Literatura nasa

T’iwe n’hi’ yu’i nasayak12


El origen de la tierra y el hombre
En los primeros tiempos no había tierra, ni gente, solo existía Ks’a’w Wala, «Gran
Espíritu». Este espíritu era a la vez masculino y femenino; así se reproducía a sí mismo
y de ahí otros espíritus como el Ekthe’, «Sabio del espacio»; el Trueno, T’iwe Yase,
«Nombrador de la tierra»; Weet’ahn, «El que deja las enfermedades en el tiempo»; el K’lum,
«Duende que controla el ambiente»; el Daat’i, «Espíritu de control social»; S’i, «Espíritu
de la transformación»; Tay, «el Sol»; A’te, «la Luna»; Weh’a, «Viento de la atmósfera». Esos
son los hijos mayores de Ks’a’w Wala, «Gran espíritu». Los hijos mayores se reprodujeron
y originaron las plantas, los animales, los minerales y crearon a un hijo especial llamado
Nasa, el «Ser humano» (gente).
Todos estos espíritus mayores y menores vivían unidos, tenían un solo idioma, el nasa
yuwe (lengua páez), y sabían muchas cosas; unos eran cantores, otros artesanos, otro
chamanes, consejeros, músicos y agricultores, entre otros.
Antes Ks’a’w Wala tenía una casa grande; allí vivía con los demás espíritus mayores. Los
hijos mayores deambulaban permanentemente por todas partes porque no tenían lugar
fijo dónde vivir. Un día Ks’a’w Wala les dijo que tenían que construir su propio hogar
donde vivir cada uno; entonces estos se transformaron en personas e hicieron sus casas
en diferentes lugares por separado. En un comienzo vivieron en conflicto; Tay «Sol» con
sus rayos los quemaba, y el agua lo inundaba todo. Al ver esto Ks’a’w Wala los orientó
para que se unieran en uno solo y así formaran un solo hogar; así lo hicieron, y al unirse
continuaban reproduciéndose en animales, hombres, vegetales, minerales, machos y
hembras, para que continuaran reproduciéndose y generando más vida. Como la tierra

12 Aquí el cosmos nasa se organiza en cuatro casas o niveles –algunos narradores señalan tres–
: la casa del Gran Espíritu (Ks’a’w Wala), la casa de los hermanos mayores, la casa de los hijos
menores, y la casa de los yu’khipmenas (tapanos). El principio rector es la dualidad, excepto para
Ks’a’w Wala, quien es hembra y macho como el Pishimisak de los guambianos. En los orígenes
está solo el Gran Espíritu, ser andrógino primordial quien se «reproduce» a sí mismo como en los
excepcionales relatos uitoto. En esta imagen del cosmos nasa prevalecen el trueno, el Sol, la
Luna, el viento y otros espíritus mayores, como el Duende (denominación mítica europea que en
este contexto representa a seres guardianes de la naturaleza, especialmente del páramo, en cuyas
cimas están las grandes lagunas y las plantas medicinales). Los seres vivos serían los hijos de
los espíritus mayores –que evocan a los antiguos nasa–, quienes antes vivían por separado y en
conflicto, aunque más tarde unieron fuerzas por consejo del Gran Espíritu, formando así un solo
hogar. El sol que antes quemaba, y el agua que antes inundaba, podrían aludir a las arquetípicas
fases de destrucción y recreación de la tierra, tan clásicas en otras cosmovisiones (azteca, maya,
etcétera). Para los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta la tierra original era muy blandita
debido a que había estado cubierta de agua; y en la oraliteratura nasa, las piedras fueron vitales
para que la tierra tomara consistencia y los derrumbes cíclicos no acabaran incesantemente con
la vida. Según muchos narradores, Santo Tomás sostiene la tierra, el K’dul y el Meweh se
remontan al supramundo, el S’uita desciende con facilidad al inframundo y el the’wala (chamán)
media con sus saberes especiales entre las diferentes casas.
era débil, gelatinosa, entonces las piedras hembras y machos se juntaron y se
reprodujeron para que la tierra fuera más firme… De esta manera se formaron cuatro
casas y cuatro caminos: la casa principal del Ks’a’w Wala, la casa de los hijos mayores
y la casa de los hijos menores, en donde vivían los nasa, los animales, los vegetales, y la
casa de los yu’khipmenas, los tapanos (hombres sin rabo), los que viven bajo la tierra.
El K’dul, «Cóndor», el Meweh, «Rey de los gallinazos», el S’uita «Armadillo» y el The
«Médico», entre otros, conocen el camino para llegar a las cuatro casas, porque entienden
el idioma para comunicarse con los seres que viven allí.
(Osorio, 1994: 21-22)

El sueño13
K’s’aw
Vinimos de la otra tierra cuando en un sueño nuestros abuelos nos dieron cuerpos. Su
deseo era darnos una casa grande y para ello trajeron el espíritu del agua y el espíritu
de la piedra, el espíritu del aire y el espíritu del fuego, en el sol.
Soñando mucho, y aconsejándonos, fuimos surgiendo los volcanes y los nevados, las
lagunas y los ríos, los desiertos, la luna, las estrellas y todas las especies.
Debe existir la sabiduría y por eso hay gallinazos, debe existir el poder y por eso hay
cóndores, debemos ser ágiles y por eso hay lagartijas. En cada especie los abuelos nos
muestran los dones. Todos tenemos dones, para hacer así nuestras vidas.
Así mismo debe haber entendimiento, y nosotros no sabíamos cómo hacerlo, pues no
sabíamos transformarnos. Chocábamos y nos hacíamos daño, hasta que surgió algo que
nos fue enseñando cómo vivir juntos sin destruirnos. Siempre en sueños hemos recibo
el conocimiento que nos permite ser y cambiar. En sueños sabemos si estamos enfermos,
si va a ir bien la siembra, si alguno de nosotros tiene sabiduría para aconsejarnos a los
demás.
Fueron estos sueños los que evitaron que el viento siguiera tirándonos lejos cuando se
acercaba, que el sol viviera creando desiertos en la Tierra. Para cada cosa que vive, el
sueño nos ha enseñado a tener cuido.
Ahora los médicos, las parteras, las personas con quienes hablamos mucho, nosotros
mismos, sabemos que donde hay algo grande, también existe lo pequeño, que donde hay

13 Soñar es como pensar creando, aconsejando, organizando. Soñar es como el pensamiento de


minga: colectivo y beneficioso para todos. Este texto, filosófico y literario a la vez, fue recreado a
partir de las respuestas de mayores y niños nasa. Me parece un complemento perfecto para la
narración mítica anterior. A comienzos del siglo XX, cuando poco o nada se entendía en Occidente
sobre la naturaleza de los sueños, algunos investigadores señalaron que el mito era el sueño de
los pueblos. La afirmación no era incorrecta pero iba por mal camino: el camino de la
interpretación del mito como materia fantasiosa y pueril. El sueño también es esencial en el
estudio, comprensión y disfrute de la literatura wayuu.
algo fuerte, existe también algo débil. El sueño nos dice cómo. El sueño transmite para
los hombres la armonía.
(Sánchez, 1996: s/p).

Juan Tama14
Cuentan los que sí saben contar historias que hace tanto pero tanto tiempo, era la época
en que el mundo no estaba tan contaminado y en que el hombre era un ser superior y
amante de la naturaleza. En esa época, por uno de esos tantos días y noches bellas, se
encontraban varias personas reunidas disfrutando de la noche, cuando de pronto vieron
que allá a lo lejos muy por encima del cielo se cayó una estrella y a gran velocidad se
estrelló contra el pico de la cordillera, precisamente esa que llamamos «Alto de Tama», y
todos a coro dijeron:
–Bajó la estrella anunciada, pero todavía le falta tomar figura humana; ha de estar
creciendo en la selva.
Inmediatamente los médicos tradicionales empezaron a idearse la manera de coger al
cacique y se la pasaban noches enteras haciendo ritos y volvieron a anunciar la venida
del cacique cuando faltaban como cinco meses; de la fecha exacta no me acuerdo porque
es que de eso hace mucho, lo que sí me contaron muy bien fue que los médicos no

14 Como el Wiracocha o el Tunupa de los Andes centrales, Juan Tama tiende a constituirse en
una escala topo-astronómica, con unos valores precisos en la geografía sagrada, que ritualizan
las peregrinaciones de autoridades tradicionales, la salida y puesta del sol, y los planetas y las
estrellas. En otras versiones se indica que Venus brillaba en el momento de producirse la
avalancha que traería a Juan Tama. Aquí la estrella choca contra el alto de Tama, por donde sale
el sol en junio (seguramente el solsticio), según estudios de Rappaport. Se trata de un nacimiento
cósmico: Juan Tama desciende de lo alto para imponer orden y justicia en un mundo nasa
flanqueado casi al mismo tiempo por todos sus enemigos históricos –en ese sentido también
podría leerse la misión de recuperación y defensa que se propuso un raro héroe nasa
contemporáneo: Quintín Lame–.
Al igual que ocurre con otros héroes andinos, Juan Tama aparece y retornará en el agua. La
laguna en donde se hunde –como un astro en el horizonte– marca un límite con el territorio de
los misak o guambianos. Las lagunas han estado asociadas con antiguos rituales que tal vez
incluyeron «el sacrificio de niños» y la obtención de oro. El nacimiento de Tama encarna la vuelta
del héroe. De hecho, es anunciado por los chamanes y esperado por la gente. En sus manos trae
oro, y viene envuelto en el serpentino y deslumbrante chumbe. La serpiente, cual río o cual
chumbe, simboliza su renacimiento y retorno. Las madres que mueren por amamantarlo sugieren
el sacrificio que propicia su desarrollo en el mundo.
Juan Tama es un héroe re-civilizador, pues nace con el fin de recuperar, defender e incluso
aumentar el territorio (ya sea con la boleadora, típica de Lliban, o con las escrituras) que es el
fundamento de la identidad indígena. El héroe de las muchas madres no es un mensajero de los
tiempos primordiales, cuando el mundo debía hacerse y configurarse, como en los mitos de las
sierras nevadas del Cocuy y Santa Marta; este héroe nace para recomponer y reconfigurar la
«civilización» nasa, y su figura es la de un agresivo guerrero que se planta firme a defender con
su vida tierra e identidad. Las supuestas leyes que deja impactan por su etnocentrismo,
incomprensible quizá para quien no se ha visto amenazado por la exterminación cultural. La «no
violencia» de los nuevos tiempos nasa sugiere nuevas corrientes que bajan de lo alto.
comieron sal un mes completo, y que ya en la víspera empezó a caer un fuerte invierno;
fue tanta la lluvia que la quebrada de Pátalo se creció. Pero con todo y eso la multitud
salió a recibir al cacique, el agua no fue impedimento para mandar a preparar una buena
chicha y mote en caso de triunfo. Momentos más tarde la región era azotada por una
tormenta eléctrica de gran magnitud, pero con todo y eso la multitud se agolpaba a lado
y lado del río. De un momento a otro en medio de la tormenta se escuchó un ruido que
venía como avanzando, era una piedra enorme que pasaba abriendo el paso, detrás un
remolino de musgo y sobre él, en su parte más seca venía un niño envuelto en un
chumbe brillante que era de luz como el arco iris; de cabecera traía un libro con sus
leyes y a un lado un polvo muy fino que hasta donde se tiene noticia era oro, pero no un
oro cualquiera: era un oro muy fino.
Muchos trataron de atraparlo pero la fuerza de la corriente era más rápida, los de arriba
no pudieron, los del medio tampoco y por poco se les escapa a los últimos; suerte que
estos ya tenían experiencia en el asunto, que de no, el mundo habría sido distinto y no
se habría contado esta historia.
Los médicos estaban convencidos [de] que un ser como este venido de las estrellas no
podía tener sangre, y por esto debería estar bien alimentado, y confiaron su crianza a
una india joven, pero este niño tenía un hambre atroz y le succionaba hasta la sangre.
Fácilmente se puede imaginar y comprobar que la india no duró mucho, a pesar de que
estaba bien dotada de unos grandes instrumentos de alimentación.
Después de la india siguieron otras mujeres de todas las edades y colores, y a todas se
les hizo la advertencia: nunca dejen el niño en el suelo. Llegó un momento en que no se
podían destinar más mujeres para alimentar al niño, así que decidieron alimentarlo con
leche de vaca hasta que pudo alimentarse con otras comidas. Pasó el tiempo, el niño se
convirtió en un joven cacique y todo el pueblo escuchaba atento su voz, y con ella dirigió
los trabajos comunitarios, orientó al pueblo y dio a conocer su mensaje de lucha.
Construyó su casa en uno de los cerros y fundó allí su pueblo al que hoy llamamos
Vitoncó; desde allí dirigió la lucha del pueblo Nasa. De estos tiempos de lucha cuentan,
joven, que el joven cacique viajó a España montado en un cometa y fue hasta allí para
tratar el asunto de la tierra; y en estas disputas y con todo el sudor indígena construyó
los resguardos.
Por estos tiempos inmemoriales ya estaban los guambianos, que en ese entonces eran
un poco agresivos, y Juan Tama los enfrentó, pero fue retado por el cacique Calambás
a quien Juan Tama enfrentó con la condición que si él ganaba le quitaría su apellido y
ubicaría a los guambianos en los cañones de Piendamó; pero que si ganaba el cacique
guambiano, tendría derecho a imponer sus condiciones. Fue una pelea limpia en donde
el guambiano no tuvo otra solución que resignarse a su derrota; es por eso que desde
ese día se llamó Juan Tama Calambás. Cuentan también que por esos días los médicos
anunciaron la persecución a muerte contra Juan Tama por parte de los pijaos, y es que
esos médicos de entonces eran unos verdaderos profetas, eran capaces de situar
exactamente al enemigo y de anunciar el momento del ataque; su premonición fue tan
exacta y tanta la confianza de los pijaos en su ataque sorpresa que en el momento de la
llegada dijeron:
–Como ya estamos tan cerca bailemos –por eso es que La Troja quedó así de plano hasta
hoy, y es que al que no me crea lo invito a que visite esta planada.
Llegó el momento crucial cuando quienes cuidaban a Juan Tama dijeron:
–Se vinieron al ataque.
Juan Tama con esa serenidad que lo caracterizaba, serenidad que solo la da la sabiduría,
mandó a traer la boleadora, pero el delegado cuando llegó por ella solo se encontró con
una serpiente y de las bravas, tuvo miedo y se devolvió. Juan Tama le dijo:
–Esa misma es. Ve y tráela.
Mientras esto sucedía se acercaban más y más los pijaos, cada minuto que pasaba eran
metros que ganaban los pijaos con su grito de ataque. Una vez que Juan Tama tuvo la
boleadora en sus manos, le dio dos vueltas y la soltó, esta se fue haciendo un ruido
como el del trueno y cayó una granizada tan fuerte que solo se salvó un pijao, que al
verse solo se devolvió cantando muy triste.
Al final Juan Tama señaló a los nasa las siguientes leyes:
No pasar la tierra a manos de extraños.
Los nasa deben ser invencibles.
No mezclar su sangre con otras sangres.
No pelear entre la misma gente.
Defenderse y responder ante cualquier agresión.
Cuando Juan Tama murió fue llevado a la laguna que lleva su nombre, para no dejarse
alcanzar de los españoles. Así es.
(Plaza, 1994: 10-12)
V Literatura pasto

1. Dos versiones de creación y destrucción

Creación15
Antes no había mundo, no había nada. Entonces dijo Dios:
–Críe el mundo, con el cielo, la Tierra y el firmamento.
Eso fue un ratico, en un chulla día. Después dijo Dios:
–Críe la Luna, críe el Sol.
Y como en la Tierra no había nada dijo:
–Críen yerbas, animales y hombres.
(Cortés y Pantoja, 1989: Introducción)

Destrucción16
Cuando se acabe el mundo, tres soles caerán sobre la Tierra. Caerán el Sol, la Luna y
las estrellas; y todo el mundo, una sola llamarada. Las llamaradas subirán hasta el cielo,
y los aljibes y los charcos hervirán como olla de mote.
(Cortés y Pantoja, 1989: Introducción)

2. Narraciones pachakuti
La danza de las perdices17
Que en cierto tiempo vivían dos viejas indias de esas poderosas. Esas dos mujeres se
hicieron pájaros y apostaron bailando; bailando fueron apostando. Apostaron dónde
quedará Tumaco, para dónde voltea la temperatura, para dónde corría el oro, para dónde
vuela la riqueza… Sabía decir mi papá que dezque allí se pusieron; pues verá: no me
acuerdo si es el viejo o la vieja, se pusieron allí y dijeron dónde quería quedar. Que tire

15 Cielo y tierra, sol y luna, plantas, animales y hombres, todos lucen aquí cual siete principios
básicos de la Creación. La idea de un Dios único y el concepto de Creación no son muy comunes
en los Andes, en donde el mundo frecuentemente «estaba predispuesto» aunque tuvo que ser
animado por los dioses y héroes civilizadores.
16 El mote es una preparación de maíz hervido. El fin del mundo por el fuego es una idea presente

en muchas mitologías. El fuego no solo es destrucción, también es transformación. La caída de


los astros da la impresión de que el mundo, tal y como lo concebimos, es tan solo un escenario.
17 En una danza se juega el sentido del mundo. El juego simétrico de las deidades, marca, con la

caída de la flor, la posición de la costa y la cordillera. Abajo quedaron los afrodescendientes y la


riqueza del mar; arriba quedaron los pastos y la austeridad de la montaña. El juego cósmico de
los dioses es un tema en otras tradiciones del mundo, y de particular predilección en el arte
hindú.
el jazmín, que escupa. Que si el uno volteaba la cara para acá o la negra voltiaba la cara
para acá, quedaba Tumaco para acá y que si el blanco volteaba la cara para abajo que
quedaba esto, como decir esto de aquí de Muellamués, para abajo. Pero entonces allí
como quesque fue de que la… vieja voltió la cara para abajo y el hombre voltió la cara
para acá.
Cuando desque pues cerraron los ojos y se pegaron entre sí. Bueno… ¡ya! Cuando la
vieja, pues, se confundió y se dio cuenta que, pues, ella voltió la cara para abajo. Ella
no se dio cuenta, sino es que se dio cuenta cuando la cara voltió para abajo, cuando
dijeron «¡ya!», dijeron entreambos. Entonces, cuando el uno la cara para acá y el otro
quedó la cara para abajo, entonces que dijo que el que voltiara la cara para acá se
volvería negro y se llenaría esto mar de agua, si voltea la mujer la cara para acá. Y que
no voltió la cara para acá; la mujer voltió la cara para abajo, se hizo para abajo el mar y
se hizo Tumaco, se voltió ella la cara negra, ella. Por eso es que quedó la cara para abajo
mirando para abajo, y el otro como quedó la cara para acá, él sí salió para acá, porque
para acá no había agua. En cambio la que quedó para abajo, la vieja esa, ya no pudo
pasar porque se llenó el mar de agua… Y en realidad, yendo del lado de abajo se la ve la
cara, se la ve la boca, la boca grande se la ve; la nariz se la ve; el sombrero grande,
faldudo, copetón para arriba, y la faldota se ve. De acá es que no se ve mucho pero de
abajo sí se ve bonito eso…
(Mamián, 1990: 113)

El encanto del Chispas con el Guamgas18


Ese es el encanto del Chispas con el Guamgas… Porque ha habido un encanto, del uno
y del otro. Ha habido un encanto de allá y de acá.
Porque la tradición es que los encantadores venían hasta aquí… Que en ese tiempo el
río ha volteado la creciente de piedras de la planada de Guachucal para acá, porque ha
estado ganando el Chispas trayendo el río por acá por Guamuez. Pero que entonces el
Guamgas, que venía de allá de Mallama, que había estado para voltear el río, entonces
que salió el uno y el otro tocando el tambor. El uno golpió el tambor de allá y el otro le
contesta. Metidos en un canasto, vueltos tigres, así lucharon, pero no se sabe que cuál
es que ganó; eso sí, la tierra dezque se arrebozaba como terremoto. Y como así había
sido el compromiso de ellos, que se cambiara todo. Porque antes, lo que había sido para

18 Avalanchas y terremotos se asocian al pachakuti, un concepto quechua y aimara que implica


regreso y retorno, así como revolcón del mundo en grandes proporciones. Lo de arriba queda
abajo y lo de abajo arriba. Los pobres quedan ricos y los ricos pobres. El tiempo también muta.
El Chispas y el Guamgas inauguran un nuevo tiempo y espacio por medio de su lucha como
tigres. Los chamanes o encantadores suelen transformarse en felinos y el canasto mismo, donde
luchan, es un objeto asociado con la transformación. Los dos tigres simbolizan fuerzas opuestas
y complementarias que reconfiguran el mundo. Guamuez y Mallama son asentamientos andinos
mientras que Barbacoas está ubicado más abajo, hacia el Pacífico, en una zona habitada
mayormente por afrocolombianos.
abajo, Barbacoas, había sido para acá. Por eso ha sido la riqueza que ha quedado para
allá. Qué ricos fuéramos si se hubiera volteado para acá lo que conforme es Barbacoas…
(Mamián, 1990: 111)

El Guangas y el Chispas19
Un brujo de ahí de este lado, ahora es el cerro Monopamba y de aquí de este lado el
cerro del Gualcalá.
Entonces me contaba la mayor que esos cerros son los caciques o los hechiceros. El del
lado de acá, Gualcalá, que se llamaba Chispas y el de acá, Puerres, se llamaba Guangas.
Entonces querían encantarse los pueblos, las aldeas del brujo del Chispas y el otro
también al contrario, como también era pudiente, entonces fue cuando se desafiaron a
duelo. Que tenían que verse en piedra el uno y el otro, y así fue como avanzaron con la
ayuda de los demás hechiceros que habían.
En primer lugar que le venció el de acá, el Chispas de Túquerres al Guangas, entonces
fue cuando el brujo quedó convertido en cerro, los otros cerros pequeños que hay eran
las torres de los bohíos más grandes que ha habido.
Pero, entonces, luego los seguidores del Guangas también conjuraron al demonio o a
quién más sería, para convertirlo en tal como quedó el jefe de ellos.
Entonces dicen de que tiempo corre –decía la abuela– que cada día más allá, los días de
mañana se les ha de ir más rápido, más corto, porque hay mucha gente; que hayan sido
como hayan sido condenados, pero fueron hechuras de Dios, entonces esa gente que
mantienen esos espíritus andan volando y que los cuerpos están ahí encantados. Que
por eso que cada día los días habían más largos y que las almas claman que haya juicio
y al haber juicio se verá a quien corresponde su parte.
Eso contaban de la existencia de los cerros.
(Osejo y Flores, 1997: 180)

19 Un texto de elementos muy sincréticos. Las consideraciones católicas son evidentes. El


Guangas (Guamgas) y el Chispas vuelven a enfrentarse por la supremacía, pero no pueden
destruirse, pues ambos tienden a un equilibrio tenso que requiere de las partes. La lucha entre
cerros es otra constante andina, como se puede notar en los relatos recogidos por Escalante y
Valderrama (1997) en el Cañón del Colca, al sur de Perú. Aquí se trata de dos chamanes-caciques
o huacas-curacas. El Chispas es el cerro Gualcalá de Túquerres mientras que el Guangas es el
cerro Puerres (¿Monopamba?). Es probable que las victorias y derrotas se alternen según
consideraciones cíclicas que están fuera del alcance del narrador.
VI Literatura yanacona

Antes del diluvio, la tierra fue plana20


Antes del diluvio, la tierra fue plana. Los habitantes de antaño eran seres diferentes, se
alimentaban de vapor, se llamaban tapanos, porque no tenían ano; todavía hay una
cueva con una puerta grande que conduce a donde viven estos seres. El diluvio formó
luego las cresamentas; se hicieron los huecos y las montañas, los cerros y las peñas. El
agua debajo de la tierra formó los ríos. La que contiene las nubes y cae llovida en
invierno, mas la que brota de las peñas y de otros lugares, salen todas debajo de la
tierra, pues eso es lo que hay allá; por eso cuando se hace un aljibe sale agua.
De los viejos indios, antiguos o antepasados, cuentan que eran gigantes y adoraban el
Sol, la Luna y las estrellas. Estos no tenían al principio vivienda fija. Vivían huyendo de
los antropófagos caribes, que habitaban el valle de Las Papas, por ello su vivienda fue
transitoria.
Otros dicen que los caribes salían de la montaña de Santa Rosa, en ciertas épocas, y
atacaban a los del valle de Las Papas, a los guachiconos y a todos los que allí vivían.
Cuando llegaban los caribes, los indios se tenían que esconder cordillera adentro, hacia
lo más frío. Eran guerreros los antiguos pero también debieron ser artesanos.
Un día empezó a llegar una gente incivilizada que se llevaba a la fuerza, para el páramo,
a media noche, a los naturales que en ese entonces vivían en las montañas. Los ponían
a cocer el maíz, a cocinar el trigo para toda la gente que traían (negros del África) y
embarazaban a las mujeres; por eso es que hay algunos indios descendientes de esos
negros de antes, unos que tienen el pelo churimbo (crespo).
La población empezó a defenderse de las colonizaciones. Los indígenas que ocupaban
los terrenos desde donde hoy es colegio para arriba, construyeron una fortaleza, un
amurallado de piedra con puertas de madera a la entrada y salida del pueblo. Las
mujeres que se casaban con los blancos (o sea los ya mestizados) eran rechazadas. Los
mestizos estaban ocupando ya las tierras desde la fortaleza hacia abajo.
(Hernández, 1993: 36-37)

20 El movimiento del agua imprime vida a la tierra. El aspecto gigantesco de los hombres
primordiales responde a su condición original; lo primario está menos fragmentado y, en cierta
forma, intacto. Los tapanos también son seres primordiales, pero son pequeños y habitan en el
mundo de abajo; no comen, puesto que tampoco defecan; se alimentan de vapor como si fueran
espíritus (un héroe nasa y otro camëntsá cumplían ya en otros relatos la función de destaparles
el ano a los tapanos: gente sin rabito y mujeres de piel negra, respectivamente). Debajo de la
tierra hay agua, como en las concepciones cósmicas de los coyaimas-natagaimas del sur del
Tolima. De hecho, grupos del conjunto tribal Pijao habitaron antiguamente en la cordillera
Central, y como en el caso de los nasa y los guambianos, parecieran referirse a los pijaos cuando
se quejan del acoso de «caribes antropógafos». En todo caso, el texto está retocado, acomodando
quizás una especie de secuencia cronológica desde los orígenes hasta la invasión de los españoles.
La referencia a la fortaleza de piedra es única, y podría conectarse con el probable pasado incaico
de los yanakunas mitmakunas.
Una culebra con copete de oro21
Y en esta época que se acerca la Semana Santa la gente pues le teme mucho (laguna de
Santa Marta, en la comunidad de Moral), como por el lado y lado hay caminos, tratan
de no pasar sobre todo por la noche, porque dizque ven animales bastantes deformes,
vacas... y una culebra con copete de oro… como de oro que brilla resalta demasiado.
(Portela, 2000: 84)

Habían de haber centellazos y granizaos22


Eso hará unos veinte siglos que esto ha sido montaña arisca que por aquí no ha habido
nadie, nadie, pero nadie… lo que la había encontrao… que tenía unas vaquitas y se le
venían aquí a la laguna, que toda la plaza ha sido laguna, laguna brava… ella la veía en
medio de esa laguna… se fue recogiendo el agua hasta que se pudo apegar a ella y cogió
la Virgen… la llevaba a la casa y al otro día no le amanecía; se venía de noche… la última
vez le había hecho revelar que si no la traía aquí habían de haber centellazos y granizaos
como una naranja de grandes. Ya había hecho el ranchito de paja al pie de la laguna…
de allí ya habían regao la novedad a todos los españoles y a la cristiandá, ya lo
desencantaron y fueron derrumbando la montaña. Ella era encantada, por eso de allí
nadie la movió, tuvieron que hacerle capilla encima de la laguna.

21 La culebra con copete también aparece en la literatura nasa, a veces como culebra voladora.
Su cualidad aurífera la caracteriza como deidad lacustre, pues la laguna es de cierta forma un
espejo del cielo, y por tanto del Sol. La serpiente es símbolo del rayo. Los animales deformes y las
vacas implicarían fuerzas latentes que duermen en la laguna y salen de noche, cuando todo
cambia. Para muchas comunidades indígenas la Semana Santa también representa un momento
de inversión cósmica: el catolicismo se debilita y salen a flote las antiguas fuerzas reprimidas,
perseguidas o simplemente olvidadas. Las vacas fueron traídas por los españoles y, como las
vírgenes, se ven atraídas por las lagunas; incluso salen de las lagunas.
22 Las vírgenes de los relatos andinos son caprichosas y testarudas. Cuando quieren quedarse

nadie las puede mover, y si las llevan pesan mucho o regresan por su cuenta, durante la noche.
Si quieren irse se hacen trasladar, anunciando terribles consecuencias.
Las estatuas parecen poseer vida propia –es el caso de la patrona argentina, la Virgen de Luján–
. Aquí la Virgen está asociada con el territorio bravo y atrae el ganado como si se tratara de una
dueña de los animales. La virgen se revela en la mitad de una laguna y precede a la aparición de
los españoles, desde cuyo tiempo se desencanta y derrumba la montaña. Amenazando con
«centellazos y granizaos», ella es tan impulsiva y vengativa como las deidades atmosféricas de los
misak-guambianos: es una deidad indígena con apariencia católica, de allí que se le haga su
capilla encima de la laguna. Por cierto: en el fascinante páramo de las Papas, territorio sagrado
de los yanaconas o yanakunas, la laguna más importante se llama La Magdalena.

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