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SOCIEDAD ARGENTINA DE

MEDICINA ANTROPOLÓGICA

Marcos Meeroff

Medicina Integral
Salud para la comunidad

Diseño de tapa: Sebastián García


Diagramación: Mari Suárez

© 1999 Catálogos Editora


Av. Independencia 1860
1225 - Buenos Aires - Argentina
Tel. 5411 4381-5708 / Fax 5411 4381-5878
www.catalogosedit.com.ar

ISBN 950-895-071-4
Este material se utiliza con fines
exclusivamente didácticos

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723


IMPRESO EN ARGENTINA / PRINTED IN ARGENTINA

1
ÍNDICE

Dedicatoria y Agradecimiento ........................................................................................................... 2


Motivación .......................................................................................................................................... 3

PRIMERA SECCIÓN
MEDICINA ANTROPOLÓGICA................................................................................................... 6
Capítulo I. El Hombre Social ......................................................................................................................... 7
Capítulo II. Medicina: contenido, objetivos ................................................................................................. 11
Capítulo III. Evolución Histórica del Conocimiento Médico....................................................................... 18
Capítulo IV. Ciencia Única de la Persona - Base Científica de la Medicina Actual .................................... 27
Capítulo V. Enfermedad y Hombre Enfermo ............................................................................................... 33
Capítulo VI. Modelo Médico ....................................................................................................................... 40
Capítulo VII. Modelo Biomédico - Medicina Científico Natural................................................................. 43
Capítulo VIII. Propuestas Antirreducionistas Parciales ............................................................................... 55
Capítulo IX. Medicina Antropológica - Medicina de la Persona.................................................................. 65
Capítulo X. Limitar la Medicina?................................................................................................................. 79
Capítulo XI. Enfoques Antropológicos Discutibles ..................................................................................... 83
Capítulo XII. Medicinas que caben en el Modelo Antropológico ................................................................ 90
Capítulo XIII. Antimedicina....................................................................................................................... 102
Capítulo XIV. Médico Antropológico - Sus Características ...................................................................... 109
Capítulo XV. Formación de Médicos Antropológicos ............................................................................... 119
Capítulo XVI. Estado Actual del Cuidado de la Salud............................................................................... 127
Capítulo XVII. Estado Actual de la Medicina Asistencial ......................................................................... 142
Capítulo XVIII. Clima de Mejoras ............................................................................................................. 189
Capítulo XIX. Propuesta de Soluciones ..................................................................................................... 209
Bibliografía..........................................................................................................................227

SEGUNDA SECCIÓN
ÉTICA EN MEDICINA ................................................................................................................ 232
Capítulo I. Ética y Sociedad ....................................................................................................................... 233
Capítulo II. Análisis Histórico.................................................................................................................... 249
Capítulo III. Conceptos Básicos ................................................................................................................. 258
Capítulo IV. Normas Éticas en Medicina ................................................................................................... 262
Capítulo V. Enseñanza de la Ética. Actitudes Personales .......................................................................... 277
Capítulo VI. Códigos Deontológicos. Declaraciones Afines...................................................................... 283
Capítulo VII. Problemas Éticos en los Diversos Sectores del Accionar Médico........................................ 310
Capítulo VIII. Ética y Ecología .................................................................................................................. 342
Bibliografía..........................................................................................................................356

TERCERA SECCIÓN
CIENCIA Y TÉCNICA. ROL EN EL PROCESO SOCIAL
Capítulo I. Racionalidad............................................................................................................................. 359
Capítulo II. Ciencia y Técnica.................................................................................................................... 361
Capítulo III. Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico................................................................ 366
Capítulo IV. Ciencia, Filosofía y Epistemología........................................................................................ 372
Capítulo V. Aportes de Ciencia y Técnica al Desarrollo de la Sociedad.................................................... 375
Capítulo VI. Ubicación de Ciencia y Técnica en la Sociedad - Tecnocracia ............................................. 379
Capítulo VII. Tecnolatría............................................................................................................................ 386
Capítulo VIII. Tecnofobia .......................................................................................................................... 389
Capítulo IX. Técnica Humanizada - Tecnodemocracia.............................................................................. 402
Capítulo X. Futuro de la Sociedad.............................................................................................................. 412
Bibliografía..........................................................................................................................418

2
Capítulo XI

Enfoques Antropológicos Discutibles


“Como resultado de una serie de acontecimientos
diarios en los que fracasa el hombre en forma
inexplicable, y que perturban el curso uniforme de
la actividad cotidiana, todas las sociedades que
conocemos desarrollan ciertas modalidades de
comportamiento, destinadas a precaverse, por un
medio u otro, contra lo inesperado y controlar
mejor las relaciones del hombre en que vive”.
Baels y Hoijer

Reproducimos el contenido de un capítulo del libro “Ciencia, Técnica y


Humanismo”57 en el que bajo el título de “Otros enfoques de la Medicina” analizamos la
concepción antropológica con visión dualista, lo que a nuestra manera de pensar, desvirtúa
el contenido de la medicina antropológica, la que se funda, precisamente en lo opuesto,
monismo.
No podemos pasar por alto una concepción que diverge de la medicina tal como la
entendemos; es la que sostiene el conocido estudioso A. Jores38. Parte de una crítica de la
medicina científica natural que es altamente ilustrativa y en mucho coincide con la de todos
los que propugnamos el modelo antropológico. Por ejemplo:
“Al ocuparse de los pacientes, uno se esfuerza por poner entre paréntesis la persona,
por que la medicina como ciencia natural trata con objetos y no con sujetos. Esto se ve con
especial claridad en los historiales clínicos habituales, cuando se hace la historia médica
previa y se pregunta sólo por las enfermedades anteriores y por los síntomas de la
enfermedad actual, evitando toda pregunta sobre la biografía. De ahí que no se entere uno
del destino personal del paciente, de su situación profesional y doméstica. Todo se
desarrolla en una atmósfera objetiva, quizá benevolente, pero en el fondo fría... Así el
médico que ejerce en el hospital o en la clínica, casi siempre especialista por añadidura, no
se confronta con la realidad del enfermar humano.
“El enfermo nos ofrece no sólo un aspecto somático, sino también un aspecto
psíquico-espiritual que no puede ser captado con los métodos de las ciencias naturales”.
Pero va más lejos en el análisis del problema, al aceptar la participación operante de
lo mágico en el desarrollo del proceso mórbido:
“Nuestra razón sólo puede penetrar parcialmente en estas cosas. Lo mágico forma
parte de esas cosas que ya no comprendemos, que sólo podemos percibir como existentes.
En una forma suavizada, lo mágico desempeña aún hoy un papel considerable como medio
curativo que, incluso, se ha deslizado de incógnito en la medicina. Si decimos “en forma
suavizada” es para indicar que la sugestión y la hipnosis, todavía comprensibles,
desempeñan aquí el papel esencial... Con todo, las curaciones en la que lo mágico se
expresa con mayor fuerza siguen siendo las que se realizan aún hoy en la comunidad”.

3
Al respecto, Jores sostiene:
“El médico tiene que saber de magia. No debe obstinarse, a fuer de racionalista, en
negar su existencia. Lo mágico existe y el médico es, con más frecuencia de lo que se
supone, el iniciador de fantasías, mágicas, sugestivas. Para muchos hombres representa hoy
como ayer el tipo del salvador... Lo mágico juega un papel indudable en nuestra medicina y
debe ser aceptado y respetado por nosotros, médicos. Para utilizarlo conscientemente, por
lo demás, hay que estar prendido en alguna forma a lo mágico, todavía. Pero el hombre del
nuevo nivel de conciencia ya no lo está. Lo mágico necesita transformarse en religión. La
vivencia mágica y la vivencia religiosa están estrechamente emparentadas. Ambas se surten
de la experiencia humana de la dependencia de los poderes superiores. Lo mágico es nada
menos que una posibilidad humana.
“Los trastornos psíquicos serían más bien secuelas de procesos orgánicos. Este tipo
de pensamiento está muy difundido, pero es defectuoso y justamente es el que debe ser
superado sí la medicina no quiere estancarse en la situación que caracterizamos al
comienzo. El problema cuerpo-alma, como es característico del período mental, según
Gebser, es concebido en forma dualista como una oposición en el sentido de una conexión
casual recíproca. Hay un alma que actúa sobre el cuerpo y un cuerpo que actúa sobre el
alma. Esta concepción es falsa y lleva al error. Todos los autores que se han ocupado de
este tema en los últimos tiempos – para nombrar unos pocos tan sólo: Heyer, May,
Mitscherlich, Von Weiszäcker y muchos otros – coinciden siempre en afirmar que entre el
cuerpo y el alma no existe una conexión casual mecanicista, sino una unidad indisoluble
para nosotros; el cuerpo es una manifestación del alma aquí en este mundo; esto es, un
organismo vivo, es siempre la expresión de su interioridad, de su alma. Cuerpo y alma son
dos aspectos del mismo hombre unitario. Con esto cae por su base esa división de las
enfermedades en dos categorías, las de causas psíquicas y las de causas orgánicas.
“Con esto no queremos negar que existen dos tipos de causas, por más que casi
siempre están conectadas entre sí; pero cuando se presenta la enfermedad, desde este
momento y para siempre, es un acontecimiento psicosomático simultáneo.
“No se puede hacer una separación como la que se ha intentado. El que quiera ser
médico tiene que ocuparse también de la situación psíquica de su paciente. Tomar en serio
realmente la unidad cuerpo-alma y superar el dualismo supone reflexionar y repensar a
fondo todo el problema, que aquí no seguiremos analizando. Digamos tan sólo que
únicamente el que haya asimilado y concebido esta totalidad no enteramente
conceptualizada desde el punto de vista racional, encontrará el camino que conduce a la
nueva medicina. Teilhard de Chardin escribe en El fenómeno humano: “En el fondo de sí
mismo, el mundo viviente está constituido por la ciencia revestida de carne y hueso. De la
biosfera la especie, pues todo es una inmensa ramificación del psiquismo que se busca a sí
mismo a través de las formas. He aquí a donde nos conduce el hilo de Ariadna, si lo
seguimos hasta el fin”.
Pero, pese a considerar terminado el estudio del tema, dice a continuación:
“La unidad cuerpo-alma implica ciertamente también que todo lo espiritual y
psíquico, aunque se encuentre con forma no sustancial, tiene un relato corporal.
“El hombre vivencia y experimenta este mundo; lo padece, vivir es pasión, padecer.
No vivo, sino que soy vivido. Vivo en mí. La vida no es en modo alguno un proceso
racionalmente conceptualizable.
“Lo emocional, en otras palabras, lo psíquico, está siempre tras lo vivido, y es
decisivo para dominar este mundo. Lo racional tiene funciones auxiliares y posee más bien

4
el carácter de un mecanismo de control y corrección. Los componentes más importantes de
la vida se realizan en la esfera emocional, en la esfera que la medicina hasta ahora ha
puesto entre paréntesis, como detectable físicamente. Pero todo lo emocional es
simultáneamente somático también. No en vano la palabra “emoción” proviene de
“mover”, “moción”. Todos los sentimientos, todas las emociones, ponen algo en
movimiento o, mejor dicho, son ellas mismas movimiento. Pero el movimiento se realiza
en el ámbito del cuerpo”.
Y es Teilhard de Chardin44 quien pone los puntos sobre las íes:
“Entre los métodos histológicos y fisiológicos del análisis han dado ya todo lo que
podía esperarse de ellos. Para progresar más hay que orientar el esfuerzo en otra dirección.
Y ese camino conduce a la metafísica y por ello a la religión; el sentimiento no se puede
conceptualizar racionalmente”.
Un continuador de Teihlard de Chardin lo dice claramente. Se trata del abate J.
Guitton59 quien termina su libro (en el que dialoga con dos jóvenes investigadores) de esta
manera:
“A nosotros corresponde a cada instante hacer rodar en la dirección correcta; la
experiencia muestra que no vivimos en un mundo determinado; por el contrario, somos
libres y tenemos la facultad de cambiar en todo momento. Por eso, las partículas
elementales no son fragmentos de la materia sino, simplemente, los dados de Dios.
Podemos aprehender el universo como un mensaje expresado en un código secreto, una
suerte de jeroglífico cósmico que recién empezamos a descifrar. Pero ¿qué hay en ese
mensaje? Cada átomo, cada fragmento, cada mota de polvo existe en la medida en que
participa en un significado universal. Así se descompone el código cósmico: en primer
lugar, la materia; luego la energía y, finalmente, la información. ¿Hay algo más allá? Si
aceptamos la idea de que el universo es un mensaje secreto, ¿quién compuso dicho
mensaje? Si el enigma de ese código cósmico nos ha sido impuesto por su autor, ¿nuestra
tarea de desciframiento no forma acaso una suerte de trama, de espejo cada vez más claro,
en el cual el autor del mensaje renueva el conocimiento que tiene de si mismo? Dios no
juega a los dados, sino el hombre mismo y, por eso, a nosotros nos corresponde hacerlos
rodar en la dirección correcta”.
Nos recuerda a Henri Bergson, quien sostenía: “El universo es una máquina de
hacer dioses”.
En suma, todas las enfermedades son psicosomáticas y deben ser estudiadas en sus
diversas aspectos. Coexisten causas psíquicas y somáticas, siempre conectadas entre sí.
Hasta aquí, el acuerdo, pero llega el momento de puntualizar la diferencia. Nos manejamos
con racionalidad – resaltamos: racionalidad crítica – y por eso no conceptualizamos esa
unidad cuerpo-alma que sólo se percibe, se experimenta, para volver a las palabras de Jores.
En síntesis, aceptada la unidad cuerpo-psiquis, constituyendo el todo que es la
persona, la medicina antropológica, basada su labor en la racionalidad, estudia los procesos
mórbidos que padece el hombre, comprendiéndolo, según Baruk51, en cuanto una noción
concreta, real, viviente, sensible y emocionante. Por ese camino nos enfrentamos con
enfermedades, procesos y actitudes que necesitan ser estudiados con más amplitud y
profundidad, que son para Jores y Teilhard de Chardin misteriosos, efectos de milagros
que, como tales, escapan al juicio humano, aunque en determinado momento el mismo
Jores sostiene que, además de ser aceptado y respetado, el milagro puede ser usado
“conscientemente, siempre que esté prendido en alguna forma a lo mágico todavía”.

5
No cabe duda de que los médicos anotamos en nuestro quehacer episodios que
algunas mentes consideran curas milagrosas; eso ocurría con mucha mayor frecuencia en
época pretéritas, que al correr del tiempo han engalanado y exaltado, dando pie para que
ahora sean descriptas minuciosamente, aunque de a poco, al estudiarlas, se fueron
explicando y dejaron de ser tales milagros. De ahí surge la afirmación popular: “Ahora no
se producen milagros”.
Un ejemplo elocuente es el caso de Aldous Huxley61. Estaba perdiendo la vista en
forma acelerada. Los oftalmólogos ortodoxos sostenían que las propuestas de un doctor
Bates, consistente en una serie de ejercicios para aprender a ver, era absurda, pero Huxley
la aceptó. Y recuperó la visión. Se habló entonces de una cura milagrosa cuando, como lo
destacó el propio Huxley, consiste en una racionalización de los ejercicios para la motilidad
ocular.
Eso (precisamente por pensar y actuar racionalmente) implica la necesidad de
conocer la manera de pensar y reaccionar del enfermo y su entorno, especialmente el
familiar, ante el proceso mórbido. Lo veremos más adelante, al referirnos a la relación
médico paciente. Aquí sólo recordamos lo que dijimos al definir las características de la
medicina: “La medicina constituye una actividad del pensamiento que requiere el estudio
de diversos sistemas con distintos niveles de organización y, de allí, entonces, que los
métodos usados para entender los fenómenos que ocurren en estos niveles de complejidad
sean necesariamente diferentes, siendo algunos científicos y otros, probablemente, no”.
Agregamos que esta manera de actuar racionalmente, que concilia el método científico con
el humanismo, permite comprender enfermedades y actitudes que son aparentemente
independientes de los fenómenos socioculturales.
La polémica es más que vieja y no se vislumbra definición.
Dos síntesis de ambas posiciones pueden ser las siguientes Rattray Taylor62
sostiene: “Sobre un sistema interior nosotros construimos las filosofías, sin preocuparnos
de la validez de su proyección exterior, lo que constituiría la prueba científica. Sobre estos
frágiles datos queremos afirmar la existencia fuera de nosotros de un sistema homólogo
pero inmaterial, de una inteligencia quizá infinitamente superior, pero similarmente
eficiente, dotado de intención y de fines, y que se ocuparía por supuesto y muy
especialmente de nuestros pequeños asuntos. Lo único que subsiste de todo eso es que la
hipótesis de Dios es inútil para la ciencia y es independiente de ella, de donde resulta que su
concepción por el espíritu humano es estrictamente imposible fuera de lo humano”.
En cambio, P. Karli63 dice: “Hoy los científicos tomaron conciencia de que tiene
pocas posibilidades de explicar totalmente el hombre. El mundo y la relación del hombre
con el mundo. Tenemos entonces que elegir entre lo absurdo y el misterio. El creyente
acepta el misterio. El no creyente tiene que refugiarse en lo absurdo y arreglarse con eso,
porque la razón ya no le aporta todas las respuestas. Yo reitero ir del lado del misterio,
porque veo en ello más esperanza y más amor que del lado de lo absurdo. El absurdo no
puede generar esperanza, el misterio, sí”. Me reconozco entre los que eligen lo que Karli
llama absurdo, pero le doy el nombre exacto, desconocimiento, y recurro a la racionalidad y
por consiguiente, a la ciencia, para ampliar mi conocimiento del hombre y su relación con
el mundo.

6
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