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Neologismo

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La singularidad del neologismo

Como sucede en muchos otros ámbitos del saber, también el período fun-
dacional de la psicopatología se caracterizó por una riqueza descriptiva y heu-
rística incomparable. La obra tardía de Esquirol –en especial sus estudios sobre
las alucinaciones– orientó el estudio de la patología mental hacia la construc-
ción de la semiología clínica, terreno fecundo sobre el que habrían de erigirse
los edificios nosológicos y las parcelas nosográficas. La investigación de las
alucinaciones llevada a cabo por Baillarger y Séglas culminó, a principios del
siglo XX, con la descripción de las locuras discordantes (Chaslin), el
Automatismo Mental (Clérambault) y las psicosis alucinatorias crónicas
(Ballet). Próximo a este polo xenopático de la psicosis –correspondiente gros-
so modo al grupo de las esquizofrenias de Bleuler– se halla el de las formas
delirantes de la locura, el cual atrajo el interés de los psicopatólogos sobre todo
por algunos trastornos del lenguaje, entre los que el neologismo ocupó el lugar
más destacado.
De resultas de todas estas indagaciones sobre las alteraciones del lenguaje en
los alienados (Séglas, al final de su vida, consideró las alucinaciones como una
patología del «lenguaje interior»), sin proponérselo, la psicopatología aportó
numerosas pruebas para poner en entredicho la visión tradicional del lenguaje
como exclusivo instrumento destinado a la comunicación. Lo cierto es que las
experiencias testimoniadas por los locos apuntaban hacia una concepción muy dis-
tinta, pues más bien el hombre parecía un instrumento o un medio a través del cual
el lenguaje hablaba. En este contexto germina la obra de Freud, en la cual el
inconsciente, el sujeto dividido, la pulsión y el determinismo patogénico del len-
guaje en la constitución del síntoma se articulan y desarrollan hasta conformar una
nueva psicología patológica y una nueva clínica. En este sentido, damos la razón
a Foucault cuando afirma que «[…] toda la psiquiatría del siglo XIX converge
realmente en Freud […]»1.
Del interés suscitado por el neologismo da perfecta cuenta el texto de
Morselli que a continuación presentamos. Enrico Morselli (Módena, 1852;
Génova, 1929), primero director del manicomio de Macareta y más tarde de las
clínicas psiquiátricas de las Universidades de Turín y Génova, contribuyó al desa-
rrollo de la psiquiatría italiana mediante la fundación de algunas revistas especia-
lizadas y la publicación de varias obras de especial interés, principalmente
Antropologia generale (1888), Manuale di semiotica delle malattie mentali (1896)

1 M. FOUCAULT, Historia de la locura en la época clásica, tomo 2, México, F.C.E., 1976 [1964], p.
261.

Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2008, vol. XXVIII, n.º 102, pp. 359-363, ISSN 0211-5735.
(98) 360 Los neologismos Los neologismos 361 (99)
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA

y La psicoanalisi (1926)2. Interesado en múltiples campos (psicopatología, neuro- tado de procesos automáticos») y los activos («creados voluntariamente»); en el
logía, antropología, filosofía, parapsicología), su pensamiento se enmarca en las caso de estos últimos, los neologismos pueden consistir en términos completa-
directrices positivistas, haciendo gala de incuestionables dotes para la observación mente nuevos o también en palabras ya existentes a las que el trastornado confie-
clínica. Su contribución a la semiología del neologismo se nutre y hace eco de las re un sentido distinto al habitual: «Carentes de sentido para todos menos él,
descripciones más preclaras sobre la materia, en especial las de Tanzi, a las que adquieren una significación especial cuando se les encuentra su clave»6.
aporta una sistematización y visión de conjunto. Hoy en día, el estudio del neologismo continúa poniendo en evidencia la dis-
El interés por los neologismos de los alienados se remonta, cuando menos, a tancia que separa entre sí las dos formas con que uno puede abordar el fenómeno
mediados del siglo XIX. Es frecuente la mención de una publicación de Ludwig de la locura. Quien tome la psicosis como una enfermedad mental con un correla-
Snell (1817–1892) sobre las alteraciones de la forma de hablar y la formación de to neuroanatómico considerará el neologismo como una muestra más del déficit
nuevas palabras en los delirios alucinatorios (Wahnsinn), estudio que aporta la pri- psíquico que se le adjudica al proceso mórbido. Por contra, si la pericia del clíni-
mera visión sistemática de los neologismos3. A la hora de definir el neologismo del co admite en la perturbación psicótica la concurrencia de cierta forma «creacio-
loco, Snell advierte que ese término conviene tanto a las palabras inventadas como nista» de afrontar las experiencias inefables que salen al paso en el curso de la psi-
a aquéllas que, aún estando presentes en acervo coloquial, se les dota de una sig- cosis, entonces descubrirá en el neologismo, del mismo modo que en el delirio,
nificación inédita, por completo ajena a la que le atribuye el resto de los mortales. ese «personalismo» que envuelve individualmente cada locura, esa invención que
Que los alienados inventen nuevas palabras o que atribuyan a las ya existentes una dibuja el día a día de cada psicótico. A continuación expondremos las ideas fun-
significación singular, sólo puede suceder –sostiene Snell– porque sus experien- damentales por las cuales debe considerarse que el neologismo encarna en sí
cias, sentimientos e ideas no son precisamente comunes. En algunos casos, las mismo la estructura singular de la relación que el psicótico mantiene con el len-
palabras inventadas surgen directamente de alucinaciones, cuya presencia inquie- guaje, o viceversa.
ta sobremanera a los enfermos hasta que, introduciendo algún tipo de significa- El término neologismo procede de los vocablos griegos neos, «nuevo» y
ción, logran cierta tranquilidad4. logos «palabra», «discurso», «habla», «razón», y hace referencia a cualquier pala-
Muchas fueron las contribuciones al neologismo del loco surgidas tras el bra de nuevo cuño que no exista con anterioridad en la lengua en la que surge.
estudio de Snell. De entre todas, destacan con luz propia las elaboradas por Como fenómeno psicopatológico no deja lugar a dudas, pues de inmediato se
Eugenio Tanzi (1856-1934) y Jules Séglas (1856-1939). Tanzi destacó el papel incluye entre las alteraciones del lenguaje propias de la psicosis. No obstante, la
preponderante que adquiere el neologismo en los delirios crónicos, usando para creación de palabras nuevas no es exclusivo de lo patológico; al contrario, es tam-
ello expresiones tan bellas como las que siguen: el neologismo «es como el centi- bién un fenómeno frecuente de la cultura. A través de los neologismos culturales
nela perdido de un delirio que se esconde y huye», «es la flor y nata de la ideación la lengua cambia, evoluciona, se adapta y renueva, cosa que no sucede a partir del
delirante»; «palabra solemne, inolvidable, original como el delirio al que pertene- neologismo delirante. Los primeros surgen al amparo de cierto sentido comparti-
ce»5. Por su parte, Séglas distinguió dos tipos de neologismo: los pasivos («resul- do por un conjunto de la sociedad, lo que permite que se difundan con un signifi-
cado «común» para todos. En cambio –he aquí el punto donde reside todo el inte-
rés que el neologismo psicótico aporta a la comprensión de la locura– a diferencia
2 No parece haber gustado mucho a Freud esta monografía de Morcelli, como prueba la carta que le
envió el 18 de febrero de 1926. En ella se lamenta Freud de las «grandes reservas» con que acepta el psicoaná-
lisis, aunque confía en la contribución que aportará al público italiano. Cf. S. FREUD, Correspondencia de
Sigmund Freud, tomo V (1926-1939: El ocaso de una época. Los últimos años), Madrid, Biblioteca nueva, 2002, 6 J. SÉGLAS, Des troubles du langage chez les aliénés, París, Rueff, 1892, p. 51. Véase también
p. 53. J. SÉGLAS, «Séméiologie des affections mentales», en G. Ballet (dir.), Pathologie Mentale, París, Gustave Doin,
3 L. SNELL, «Ueber die veränderte Sprechweiss und die Bildung neuer Worte und Ausdrücke im 1903, pp. 130-270. Aparte de la distinción entre neologismos activos y pasivos, de especial interés es la clasifi-
Wahnsinn», Allgemeine Zeitschrift für Psychiatrie, 1852, IX, pp. 11-24. cación propuesta, desde un enfoque lingüístico, por Lantéri-Laura y Del Pistoia entre neologismos fonológicos
4 De esta inquietud sobrevenida por la presencia de la significación enigmática que acompaña la apari- (el significante neológico no procede del léxico en uso sino que se construye mediante analogía, aglutinación o
ción de la alucinación se hace eco Kussmaul, evocando la descripción de Snell (cf. A. KUSSMAUL, Les troubles combinaciones de ambos mecanismos) y neologismos semánticos (los que confieren un significado absoluta-
de la parole, París, Baillière, 1884, p. 280). mente personal, aunque el término neológico sea una palabra preexistente); véase G. LANTÉRI-LAURA y L. DEL
5 Véase E. TANZI, «I neologismi degli alienati in rapporto col delirio cronico», Rivista sperimentale di PISTOIA, «Les néologismes sémantiques», L’Évolution Psychiatrique, 1968, 33, pp. 651-686; G. LANTÉRI-LAURA
Freniatria, 1889, t. XV, fasc. IV, p. 15 y ss.; 1890, t. XVI, pp. 1-35; y E. TANZI, Trattato delle malattie mentali, y L. DEL PISTOIA, «Pathologie du langage chez l’adulte», Encycl. Méd. Chir., Psychiatrie, 37130-C10, París, Édi-
Milán, 1905. tions Téchniques, 1988.
(98) 360 Los neologismos Los neologismos 361 (99)
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA

y La psicoanalisi (1926)2. Interesado en múltiples campos (psicopatología, neuro- tado de procesos automáticos») y los activos («creados voluntariamente»); en el
logía, antropología, filosofía, parapsicología), su pensamiento se enmarca en las caso de estos últimos, los neologismos pueden consistir en términos completa-
directrices positivistas, haciendo gala de incuestionables dotes para la observación mente nuevos o también en palabras ya existentes a las que el trastornado confie-
clínica. Su contribución a la semiología del neologismo se nutre y hace eco de las re un sentido distinto al habitual: «Carentes de sentido para todos menos él,
descripciones más preclaras sobre la materia, en especial las de Tanzi, a las que adquieren una significación especial cuando se les encuentra su clave»6.
aporta una sistematización y visión de conjunto. Hoy en día, el estudio del neologismo continúa poniendo en evidencia la dis-
El interés por los neologismos de los alienados se remonta, cuando menos, a tancia que separa entre sí las dos formas con que uno puede abordar el fenómeno
mediados del siglo XIX. Es frecuente la mención de una publicación de Ludwig de la locura. Quien tome la psicosis como una enfermedad mental con un correla-
Snell (1817–1892) sobre las alteraciones de la forma de hablar y la formación de to neuroanatómico considerará el neologismo como una muestra más del déficit
nuevas palabras en los delirios alucinatorios (Wahnsinn), estudio que aporta la pri- psíquico que se le adjudica al proceso mórbido. Por contra, si la pericia del clíni-
mera visión sistemática de los neologismos3. A la hora de definir el neologismo del co admite en la perturbación psicótica la concurrencia de cierta forma «creacio-
loco, Snell advierte que ese término conviene tanto a las palabras inventadas como nista» de afrontar las experiencias inefables que salen al paso en el curso de la psi-
a aquéllas que, aún estando presentes en acervo coloquial, se les dota de una sig- cosis, entonces descubrirá en el neologismo, del mismo modo que en el delirio,
nificación inédita, por completo ajena a la que le atribuye el resto de los mortales. ese «personalismo» que envuelve individualmente cada locura, esa invención que
Que los alienados inventen nuevas palabras o que atribuyan a las ya existentes una dibuja el día a día de cada psicótico. A continuación expondremos las ideas fun-
significación singular, sólo puede suceder –sostiene Snell– porque sus experien- damentales por las cuales debe considerarse que el neologismo encarna en sí
cias, sentimientos e ideas no son precisamente comunes. En algunos casos, las mismo la estructura singular de la relación que el psicótico mantiene con el len-
palabras inventadas surgen directamente de alucinaciones, cuya presencia inquie- guaje, o viceversa.
ta sobremanera a los enfermos hasta que, introduciendo algún tipo de significa- El término neologismo procede de los vocablos griegos neos, «nuevo» y
ción, logran cierta tranquilidad4. logos «palabra», «discurso», «habla», «razón», y hace referencia a cualquier pala-
Muchas fueron las contribuciones al neologismo del loco surgidas tras el bra de nuevo cuño que no exista con anterioridad en la lengua en la que surge.
estudio de Snell. De entre todas, destacan con luz propia las elaboradas por Como fenómeno psicopatológico no deja lugar a dudas, pues de inmediato se
Eugenio Tanzi (1856-1934) y Jules Séglas (1856-1939). Tanzi destacó el papel incluye entre las alteraciones del lenguaje propias de la psicosis. No obstante, la
preponderante que adquiere el neologismo en los delirios crónicos, usando para creación de palabras nuevas no es exclusivo de lo patológico; al contrario, es tam-
ello expresiones tan bellas como las que siguen: el neologismo «es como el centi- bién un fenómeno frecuente de la cultura. A través de los neologismos culturales
nela perdido de un delirio que se esconde y huye», «es la flor y nata de la ideación la lengua cambia, evoluciona, se adapta y renueva, cosa que no sucede a partir del
delirante»; «palabra solemne, inolvidable, original como el delirio al que pertene- neologismo delirante. Los primeros surgen al amparo de cierto sentido comparti-
ce»5. Por su parte, Séglas distinguió dos tipos de neologismo: los pasivos («resul- do por un conjunto de la sociedad, lo que permite que se difundan con un signifi-
cado «común» para todos. En cambio –he aquí el punto donde reside todo el inte-
rés que el neologismo psicótico aporta a la comprensión de la locura– a diferencia
2 No parece haber gustado mucho a Freud esta monografía de Morcelli, como prueba la carta que le
envió el 18 de febrero de 1926. En ella se lamenta Freud de las «grandes reservas» con que acepta el psicoaná-
lisis, aunque confía en la contribución que aportará al público italiano. Cf. S. FREUD, Correspondencia de
Sigmund Freud, tomo V (1926-1939: El ocaso de una época. Los últimos años), Madrid, Biblioteca nueva, 2002, 6 J. SÉGLAS, Des troubles du langage chez les aliénés, París, Rueff, 1892, p. 51. Véase también
p. 53. J. SÉGLAS, «Séméiologie des affections mentales», en G. Ballet (dir.), Pathologie Mentale, París, Gustave Doin,
3 L. SNELL, «Ueber die veränderte Sprechweiss und die Bildung neuer Worte und Ausdrücke im 1903, pp. 130-270. Aparte de la distinción entre neologismos activos y pasivos, de especial interés es la clasifi-
Wahnsinn», Allgemeine Zeitschrift für Psychiatrie, 1852, IX, pp. 11-24. cación propuesta, desde un enfoque lingüístico, por Lantéri-Laura y Del Pistoia entre neologismos fonológicos
4 De esta inquietud sobrevenida por la presencia de la significación enigmática que acompaña la apari- (el significante neológico no procede del léxico en uso sino que se construye mediante analogía, aglutinación o
ción de la alucinación se hace eco Kussmaul, evocando la descripción de Snell (cf. A. KUSSMAUL, Les troubles combinaciones de ambos mecanismos) y neologismos semánticos (los que confieren un significado absoluta-
de la parole, París, Baillière, 1884, p. 280). mente personal, aunque el término neológico sea una palabra preexistente); véase G. LANTÉRI-LAURA y L. DEL
5 Véase E. TANZI, «I neologismi degli alienati in rapporto col delirio cronico», Rivista sperimentale di PISTOIA, «Les néologismes sémantiques», L’Évolution Psychiatrique, 1968, 33, pp. 651-686; G. LANTÉRI-LAURA
Freniatria, 1889, t. XV, fasc. IV, p. 15 y ss.; 1890, t. XVI, pp. 1-35; y E. TANZI, Trattato delle malattie mentali, y L. DEL PISTOIA, «Pathologie du langage chez l’adulte», Encycl. Méd. Chir., Psychiatrie, 37130-C10, París, Édi-
Milán, 1905. tions Téchniques, 1988.
(100) 362 Los neologismos Los neologismos 363 (101)
HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA

del fenómeno cultural, el sentido que habita el neologismo delirante se aleja total- alguna vez con un delirante «neologista» sabrá que, para el propio psicótico, el
mente de cualquier forma de comunión social, es decir, el sentido que le acompa- neologismo contiene en una sola palabra toda la significación de su locura. Sin
ña es lo más «personal», «íntimo» y «privativo» que nuestro entendimiento pueda embargo, tal como sucede con la experiencia de la certeza, la significación que
alcanzar7. No es otra, sino ésta, la singularidad que debe ser captada en el neolo- acompaña al neologismo no remite más que a la significación en sí. De este modo,
gismo. Y para ahondar más aún en el tema, recurriremos a lo que la doctrina laca- el fenómeno del neologismo impulsa la invención de un significante para esa sig-
niana ha logrado condensar a partir de la lingüística y la tradición psicoanalítica nificación enigmática, o bien la transferencia a una palabra preexistente de todo lo
que le precede. que remite a dicha significación inefable. ¿A dónde nos conduce lo dicho? Pues a
Inspirada en la lingüística de Saussure8, la obra de Jacques Lacan se cons- reconocer que el neologismo asume una finalidad parecida a la que Freud descu-
truye a partir de los cimientos que proporcionan las reglas con que se ordena la brió en el delirio, esto es, la de conferir cierta contención y cierta estabilidad sub-
palabra en el lenguaje. En este sentido, toda la teoría sobre la subjetividad desple- jetiva a la deriva que supone la entrada en la psicosis.
gada por Lacan transita en torno a la distinción que establece entre significante y De forma resumida, cuanto hemos tratado de resaltar respecto a un fenóme-
significado, es decir, entre la desnudez de la letra y el sonido de la palabra, y el no psicopatológico tan singular como es el neologismo es que, frente a las teorías
sentido al que puede remitir ésta. Si la cuestión del lenguaje interesa aquí es, pre- herederas del degeneracionismo decimonónico, el psicoanálisis ofrece una visión
cisamente, por la excepción que comporta el problema del neologismo frente a las distinta del trastorno del lenguaje. Si las primeras sólo advierten en dicho fenó-
reglas con que se estructura el discurso del común de los mortales. Entendiendo meno la confirmación verbal del error que se le supone al psicótico, las elabora-
que el significado emerge como efecto de la articulación entre un significante y ciones freudianas y lacanianas nos orientan para apreciar en el neologismo un
otro significante, es decir, de la operación significante propiamente dicha, el neo- signo más tanto de la ruptura como de la reconstrucción que se produce entre suje-
logismo del psicótico supone una ruptura del discurso «común»9. Para demostrar- to y lenguaje, en esa experiencia solitaria que convenimos en denominar psicosis
lo, no es necesario más que escuchar lo que el loco nos puede ofrecer sobre su o locura.
experiencia. Y éste nos dice que, ni en las palabras de uso cotidiano, ni el cotidia- De esa singularidad se hizo también eco Enrico Morselli cuando, al final de
no uso de las palabras encuentra la manera de nombrar ese insondable que supo- sus comentarios, observó que las creaciones neológicas de los alienados no se
ne la experiencia psicótica. Nos parece que la quintaesencia de la psicosis, en su comparten entre ellos, aunque vivan durante muchos años en el mismo mani-
momento germinal, está vinculada de forma consustancial a la experiencia de la comio. Cosa bien distinta es la que se advierte en las prisiones, donde los nuevos
certeza, esto es, de la convicción de estar concernido o aludido por una significa- términos inventados por los criminales acaban incorporándose al vocabulario
ción al mismo tiempo plena y enigmática10. De acuerdo con esto, podemos decir general de la jerga con la que se comunican. Para el neologismo del alienado vale
que el neologismo encierra algo de la estructura tan particular de la experiencia aquella máxima de Suetonio: «Tú, César, puedes darle la ciudadanía a un hombre,
psicótica, en la que el lenguaje se impone desnudo de significación, pero signifi- pero no a una palabra».
cando un absoluto que apunta al corazón de la subjetividad. Quien haya hablado
José María Álvarez y Juan de la Peña
7 J. LACAN, El Seminario de Jacques Lacan. Libro 3. Las psicosis, 1955-1956, Buenos Aires, Paidós,
1981. En este seminario dedicado a las psicosis, en el que se da especial importancia a la presencia de neologis-
mos en el discurso psicótico, Lacan insistió en este punto crucial donde el discurso delirante se separa radical-
mente de toda forma de discurso popular: «Con relación al significante, en su carácter material, el delirio se dis-
tingue precisamente por esa forma especial de discordancia con el lenguaje común que se llama neologismo»
(p. 52).
8 F. DE SAUSSURE, Curso de lingüística general, Barcelona, Akal, 1980.
9 «Respecto de la significación, se distingue justamente [...] porque la significación de esas palabras no
se agota en la remisión a una significación [...] Antes que poder ser reducida a otra significación, significa en sí
misma algo inefable, es una significación que remite ante todo a la significación en cuanto tal» (J. LACAN, Ibid,
p. 52).
10 Estos aspectos se desarrollan y argumentan en J. M.ª ÁLVAREZ, La invención de las enfermedades
mentales, Madrid, Gredos, 2008, pp. 505-570.
(100) 362 Los neologismos Los neologismos 363 (101)
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del fenómeno cultural, el sentido que habita el neologismo delirante se aleja total- alguna vez con un delirante «neologista» sabrá que, para el propio psicótico, el
mente de cualquier forma de comunión social, es decir, el sentido que le acompa- neologismo contiene en una sola palabra toda la significación de su locura. Sin
ña es lo más «personal», «íntimo» y «privativo» que nuestro entendimiento pueda embargo, tal como sucede con la experiencia de la certeza, la significación que
alcanzar7. No es otra, sino ésta, la singularidad que debe ser captada en el neolo- acompaña al neologismo no remite más que a la significación en sí. De este modo,
gismo. Y para ahondar más aún en el tema, recurriremos a lo que la doctrina laca- el fenómeno del neologismo impulsa la invención de un significante para esa sig-
niana ha logrado condensar a partir de la lingüística y la tradición psicoanalítica nificación enigmática, o bien la transferencia a una palabra preexistente de todo lo
que le precede. que remite a dicha significación inefable. ¿A dónde nos conduce lo dicho? Pues a
Inspirada en la lingüística de Saussure8, la obra de Jacques Lacan se cons- reconocer que el neologismo asume una finalidad parecida a la que Freud descu-
truye a partir de los cimientos que proporcionan las reglas con que se ordena la brió en el delirio, esto es, la de conferir cierta contención y cierta estabilidad sub-
palabra en el lenguaje. En este sentido, toda la teoría sobre la subjetividad desple- jetiva a la deriva que supone la entrada en la psicosis.
gada por Lacan transita en torno a la distinción que establece entre significante y De forma resumida, cuanto hemos tratado de resaltar respecto a un fenóme-
significado, es decir, entre la desnudez de la letra y el sonido de la palabra, y el no psicopatológico tan singular como es el neologismo es que, frente a las teorías
sentido al que puede remitir ésta. Si la cuestión del lenguaje interesa aquí es, pre- herederas del degeneracionismo decimonónico, el psicoanálisis ofrece una visión
cisamente, por la excepción que comporta el problema del neologismo frente a las distinta del trastorno del lenguaje. Si las primeras sólo advierten en dicho fenó-
reglas con que se estructura el discurso del común de los mortales. Entendiendo meno la confirmación verbal del error que se le supone al psicótico, las elabora-
que el significado emerge como efecto de la articulación entre un significante y ciones freudianas y lacanianas nos orientan para apreciar en el neologismo un
otro significante, es decir, de la operación significante propiamente dicha, el neo- signo más tanto de la ruptura como de la reconstrucción que se produce entre suje-
logismo del psicótico supone una ruptura del discurso «común»9. Para demostrar- to y lenguaje, en esa experiencia solitaria que convenimos en denominar psicosis
lo, no es necesario más que escuchar lo que el loco nos puede ofrecer sobre su o locura.
experiencia. Y éste nos dice que, ni en las palabras de uso cotidiano, ni el cotidia- De esa singularidad se hizo también eco Enrico Morselli cuando, al final de
no uso de las palabras encuentra la manera de nombrar ese insondable que supo- sus comentarios, observó que las creaciones neológicas de los alienados no se
ne la experiencia psicótica. Nos parece que la quintaesencia de la psicosis, en su comparten entre ellos, aunque vivan durante muchos años en el mismo mani-
momento germinal, está vinculada de forma consustancial a la experiencia de la comio. Cosa bien distinta es la que se advierte en las prisiones, donde los nuevos
certeza, esto es, de la convicción de estar concernido o aludido por una significa- términos inventados por los criminales acaban incorporándose al vocabulario
ción al mismo tiempo plena y enigmática10. De acuerdo con esto, podemos decir general de la jerga con la que se comunican. Para el neologismo del alienado vale
que el neologismo encierra algo de la estructura tan particular de la experiencia aquella máxima de Suetonio: «Tú, César, puedes darle la ciudadanía a un hombre,
psicótica, en la que el lenguaje se impone desnudo de significación, pero signifi- pero no a una palabra».
cando un absoluto que apunta al corazón de la subjetividad. Quien haya hablado
José María Álvarez y Juan de la Peña
7 J. LACAN, El Seminario de Jacques Lacan. Libro 3. Las psicosis, 1955-1956, Buenos Aires, Paidós,
1981. En este seminario dedicado a las psicosis, en el que se da especial importancia a la presencia de neologis-
mos en el discurso psicótico, Lacan insistió en este punto crucial donde el discurso delirante se separa radical-
mente de toda forma de discurso popular: «Con relación al significante, en su carácter material, el delirio se dis-
tingue precisamente por esa forma especial de discordancia con el lenguaje común que se llama neologismo»
(p. 52).
8 F. DE SAUSSURE, Curso de lingüística general, Barcelona, Akal, 1980.
9 «Respecto de la significación, se distingue justamente [...] porque la significación de esas palabras no
se agota en la remisión a una significación [...] Antes que poder ser reducida a otra significación, significa en sí
misma algo inefable, es una significación que remite ante todo a la significación en cuanto tal» (J. LACAN, Ibid,
p. 52).
10 Estos aspectos se desarrollan y argumentan en J. M.ª ÁLVAREZ, La invención de las enfermedades
mentales, Madrid, Gredos, 2008, pp. 505-570.

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