Cuadernos de Un Mamífero Erik Satie
Cuadernos de Un Mamífero Erik Satie
Cuadernos de Un Mamífero Erik Satie
C U AD ER N O S DE U N M A M ÍF E R O
ERIK SATIE
CUADERNOS
DE UN MAMÍFERO
Ilustraciones de
CHARLES M A R T IN
Traducción de
M. CARMEN LLERENA
BARCELO NA I 999 EL A C A N T IL A D O
Publicado por:
EL A C A N T I LA D O
is b n : 84-930657-1-4
depósito legal : b . 14.847 - 1999
La ilustración de la cubierta
es una autocaricatura dibujada en una carta
dirigida a Jean Cocteau en 1917
Advertencia 15
DESCRIPCIONES A U T O M Á T IC A S 17
CROQUIS Y C A R A N T O Ñ A S DE U N GRAN
H O M B R E DE M A D E R A I9
E M B R I O N E S SECOS 20
CAP ÍTULO S QUE P U E D E N GIRARSE H A C IA
CUALQUIER LADO 22
VIEJOS CEQUÍES Y VIEJAS CORAZAS 24
LA I N F A N C I A DE K O -Q U O 26
TRES N U E V A S PIEZAS I N F A N T IL E S 27
PEQUEÑAS DECLARACIONES IN F A N T ILE S 28
C H IQ U IL L A D A S PINTORESCAS 30
PEGADILLOS IN O PO RTUNO S 32
DEPORTES Y DIVERSIONES 33
LOS G L Ó B U L O S A B U R R I D O S 53
HORAS SECULARES E IN S T A N T Á N E A S 54
LOS T R E S V A L S E S D I S T I N G U I D O S
D EL PRECIOSISTA D E L IC A D O 56
REC UERDOS SOSAINAS 59
ENSUEÑO ACERCA DE UN PLATO 6o
PE N Ú LTIM O S PENSAMIENTOS 61
S O N A T IN A BUR OC RÁTIC A 63
FALSO N O C T U R N O 65
ESTAMPAS POPULARES 66
IN D IC A C IO N E S DE C AR ÁCTER 67
USPUD 77
III. P A R A IN T E R P R E T A R
LA T R A M P A DE M E D U S A 9I
IV . P A R A C A N T A R
NOTAS A L TE X TO 131
V ID A Y O B R A D E E R IK S A T IE
C O M E N T A D A P O R E L M IS M O S E Ñ O R 159
B IB L IO G R A F ÍA 179
INTRODUCCIÓ N
7
ocasiones y he sentido, con alegría, su picadura irónica
mente helada.»
A semejanza de lord Brummell, que no consideraba
su elegancia perfecta más que si nadie la percibía, al su
prim ir toda complacencia subjetiva—«yo me llamo», de
cía, «Erik Satie, como todo el mundo»—hizo que desta
cara su singularidad.
9
las en voz alta al público durante la ejecución de la obra
musical, a lo que Satie se opuso completamente, no sólo
para salvaguardar una relación privilegiada y exclusiva
con su intérprete, sino también, y sobre todo, para evitar
una superposición pleonástica de la música y las pala
bras.
En efecto, siempre defendió la independencia mutua
del lenguaje literario y la expresión musical, incluso en
las melodías con letra para cantar. En este caso, optó en
general por enfrentar sistemáticamente al sentimiento
romántico o dramático que expresaba la letra, una músi
ca de la que se desprendía una imperturbable serenidad.
También en los títulos de sus partituras se permitió
Satie fantasías verbales que sorprendieron a algunos
por su carácter burlesco, más conforme al espíritu de
los cancioneros de Monmartre que a los usos de la mú
sica clásica. No obstante, del mismo modo que las ines
peradas indicaciones de carácter, estos títulos de tono
histrionico suelen apuntar, de forma críptica, a las par
ticularidades de orden estrictamente musical de la com
posición que anuncian. Así, el título Piezas en forma de
pera, que tanto ha hecho— y no siempre en sentido posi
tivo— en favor de la fama de nuestro compositor, encie
rra una doble vertiente: por un lado, ataca a los poires
(peras, que en argot vale «simples») que no son capaces
de reconocer una forma musical si no se inscribe en una
convención establecida, y por el otro alude a la peonza,
el juguete «en forma de pera» tan en voga entre los n i
ños de la época de Satie, que da vueltas sobre sí misma
tan incansablemente como la música de estas Piezas.
Cuando Satie dedicó algunas de sus obras «a un pe
rro», sin duda recordaba el prefacio de Gargantúa en
que Rabelais invitaba al lector que se escandalizaba por
IO
■i
sus títulos chistosos a que fuese más allá de las aparien
cias, tomando ejemplo del perro que, a pesar del aspecto
poco prometedor de un hueso, lo husmea, hurga en él, lo
roe y no lo deja hasta que extrae de él la médula.
ii
contexto musical. En cualquier caso, si nuestro lector
encuentra el medio de escuchar al tiempo las músicas co
rrespondientes, la experiencia le resultará de lo más pro
vechosa.
ORNELLA VOLTA
o. V.
12
I. P A R A N O SER L E Í D O
ADVERTENCIA
A cualquiera:
Prohíbo leer en voz alta el texto durante el trans
curso de la ejecución musical. Todo incum pli
miento de esta observación levantará mi justa in
dignación contra el petulante.
No se conceden privilegios.1
ER IK SATIE
I
DESCRIPCIONES AUTOM ÁTICAS2
I. DE UN N A V ÍO
II. DE UNA L IN TE R N A
17
III. DE UN CASCO
Ya llegan.
¡Cuánta gente!
¡Magnífico!
Y ahora los tambores.
El coronel es aquel hombretón que va solo,
pesado como una marrana,
ligero como un huevo.
18
I
CROQUIS Y CARANTOÑAS
DE UN GRAN HOMBRE DE MADERA3
ESPAÑAÑA
O
EMBRIONES SECOS4
I. DE H O LO TU R IA
Sale de mañana.
Llueve.
El sol está entre las nubes.
Suave ronroneo. ¡Un peñasco precioso!
Qué buena vida.
Regresa de noche.
Llueve.
Ya no hace sol.
¡Y ojalá no salga nunca más!
Suave ronroneo burlón.
Pues sí que era un peñasco precioso. Y muy
viscoso.
No me haga reír, brizna de musgo:
me hace cosquillas.
No tengo tabaco. Menos mal que no fumo.
20
II. DE E D R IO F T A L M O S
III. DE PO DO FTALM O S
A la caza.
Persecución.
Un consejero.
Tiene razón.
Para encantar a la presa.
¿Qué es?
El consejero.
El consejero.
21
CAPÍTULOS QUE PUEDEN GIRARSE
H A C IA CUALQUIER L A D O 5
I. LA QUE HABLA D E M A S IA D O
«Déjame hablar.
Escúchame.»
Interior de buena gente.
Las bellezas de la existencia y de los grandes almacenes.
La mujer le dice a su marido:
«Me apetece un sombrero de caoba maciza.
La señora Fulana de Tal tiene un paraguas hecho de hueso.
Déjame hablar.
La señorita Mengana se va a casar con un hombre
que está seco como un cuco.»
«Déjame.»
«Pues escúchame.»
El muere extenuado.
22
II. EL TRANSPO RTADO R DE PEDRUSCOS
23
VIEJOS CEQUÍES Y VIEJAS CORAZAS6
Acaricia su oro.
Lo cubre de besos.
Abraza una vieja saca.
Se mete diez m il francos de oro en la boca.
Toma una moneda de oro y le habla en voz baja.
Tontea un poco.
Es el más feliz de los hombres.
Se sumerge en su cofre, de cabeza.
Sale completamente entumecido.
24
III. LA DERROTA DE LOS C IM B R O S
( p e s a d il l a )
Lluvia de jabalinas.
Retrato de Mario.
Boiórix, rey de los Cimbros.
Está apenado.
Los dragones de Villars.
La coronación de Carlos X.
2.5
LA IN F A N C IA DE KO -Q UO 7
(R E C O M E N D A C IO N E S MATERNAS)
I. NO TE BEBAS EL C H O C O LA T E
CON LOS D ED O S
Eres insoportable.
No me pises.
Contigo hay que tener una paciencia de caballo.
26
[TRES NUEVAS PIEZAS IN FA N TILE S ]
EL T E R R IB LE G O LFILLO
Su madre le reprende.
El osa reírse.
Ella le dice que es malo.
El osa reírse.
Ella le dice que se quedará sin mermelada.
El osa reírse, pues es incorregible.
LA N I Ñ I T A BUENA
Es muy lista.
Quiere a su muñeca.
Le habla con dulzura.
¡Qué niñita tan buena!
Su muñeca también la quiere mucho,
¡qué ojos más grandes tiene!
Es porque le gustaría hablar.
27
PEQUEÑAS DECLARACIONES
IN FA N TILE S 5’
28
III. VALS DEL CHOCOLATE
CON ALMENDRAS
29
C H IQ U ILLA D A S PINTORESCAS10
I. BREVE P R E LU D IO DEL D ÍA
Despertarse bien.
Comportarse bien.
Peinarse bien.
Mirarse bien.
Portarse bien.
Pasearse bien.
Encontrarse bien.
II. NANA
30
III. MARCHA DE LA LARGA ESCALERA
31
!•
PECADILLOS INOPORTUNOS
Eso no se hace.
Si lo ve Nuestro Señor, se pondrá furioso.
Es algo que no hay que hacer nunca,
a menos que alguien os lo diga.
32
D E P O R TE S Y D IV E R S IO N E S 12
H u ra ñ o y m alhum orado
(escrito p o r la mañana, en ayunas)
EL C O LU M P IO
LA CAZA
34
LA C O M E D IA IT A L IA N A DEL ARTE
35
EL DESPERTAR DE LA N O V IA
Llega el cortejo.
G uitarras hechas de sombreros viejos.
¡Levántese!
U n perro baila con su prom etida.
3<S
G A L L IN IT A C IE G A
Busque, señorita.
Q uien la ama está a dos pasos.
Q ué p álido está: le tiem blan los labios.
¿Se ríe usted?
É l se sostiene el corazón con las dos manos.
Pero usted pasa sin darse cuenta.
37
LA PESCA
38
EL «Y A C H T IN G »
39
EL BAÑ O DE MAR
40
D
3
\^L_
EL C A R N A V A L
¡Cae confeti!
H a y una máscara melancólica.
U n p ie rro t se las da de listo.
Llegan unos dom inós flexibles.
Todos se agolpan para verlos.
«¿Son guapas?»
41
EL GOLF
42
EL PULPO
E l p u lp o está en su caverna.
Se d ivie rte con un cangrejo.
L o persigue.
Se le ha atragantado.
D espavorido, se pisa los pies.
Bebe un vaso de agua salada para recuperarse.
Esa bebida le sienta m uy bien
y le cambia las ideas.
43
E l pesaje.
C om pra del programa.
«V einte y veinte.»
A las cintas.
Salida.
Esos que se escabullen.
Los perdedores (narices arriba y orejas caídas).
44
LAS C U A T R O ESQ U IN AS
45
I
46
«Sí tie n e u ste d bue n estóm ago,
no se m areará m ucho.
Le parecerá que se cae de un andamio.
Y a verá lo c u rio s o que resulta.
¡C uidado! N o cambie u ste d de color.»
«M e siento indispuesta.»
«Eso demuestra que necesita usted divertirse.»
47
EL TAN G O PERPETUO
48
EL T R IN E O
¡Q ué f r í o !
«Señoras, las narices bajo las píeles.»
E l trin e o se desliza.
E l paisaje tiene m ucho frío
y no sabe dónde meterse.
49
EL F LIR T
50
LOS FU EG O S A R T IFIC IA LE S
51
p
EL TE N IS
«Play?»
« Y es»
E l buen sacador.
«¡Q ué piernas más bonitas tiene!»
«Tiene una nariz estupenda.»
Servicio p erdid o .
Game!
52
LO S G L Ó B U L O S A B U R R ID O S 13
M IR A D A
C A N A LIZA C IÓ N
53
HORAS SECULARES E INSTANTÁNEAS14
I. OBSTÁCULO VENENOSO
54
II. CREPÚSCULO M A T IN A L
(DE M E D IO D ÍA )
III. E N LO Q U E C IM IE N TO S G R A N ÍT IC O S
I. SU C I N T U R A
56
II. SU B I N Ó C U L O
57
Hr
58
REC U ER D O S S O S A IN A S 16
GARABATO
PELO
59
ff
E N S U E N O A C E R C A D E U N P L A T O 17
6o
P E N Ú L T IM O S P E N S A M IE N T O S 19
I. ID IL IO
¿Qué veo?
E l arroyo está m uy m ojado
y los bosques inflam ables y secos como palos.
Pero tengo el corazón encogido.
Los árboles parecen grandes peines mal hechos;
y el sol tiene, cual una colmena, hermosos rayos
dorados.
Mas m i corazón tiene frío en la espalda.
La luna ha reñido con sus vecinos;
y el arroyo está empapado hasta los huesos.
II. ALBORADA
61
III. M E D IT A C IÓ N
62
S O N A T IN A B U R O C R Á T IC A 19
I. ALLEGRO
Ya ha salido.
Va alegremente a su despacho «gavilándose».
Mueve la cabeza contento.
Le gusta una guapa dama m uy elegante.
Tam bién le gustan su portaplum as,
sus mangas de lu strin a verde y su g o rrito chino.
Da grandes zancadas:
se p re c ip ita a las escaleras que sube a cuestas.
¡Qué ventolera!
Sentado en su sillón
está fe liz y lo demuestra.
II. ANDANTE j¡
!:
R eflexiona sobre su ascenso. t
T al vez obtenga un aumento
sin necesidad de ascender. il.
63
III. VIV AC A
64
FALSO NOCTURNO
L a noche es silenciosa.
L a m e la n co lía es enorm e.
E l fuego fa tu o p e rtu rb a el tra n q u ilo paisaje.
¡Q u é p e lm a !
Es el v ie jo fu e g o fa tu o
que ta n to necesitaba v e n ir.
Volvam os a n u e stro ensueño, p o r favor.
65
[E S TA M P A S P O P U L A R E S ]”
PABLO Y V IR G IN IA
R O B IN S O N CRUSOE
DON Q U IJO TE
66
UK
IN D IC A C IO N E S D E C A R Á C T E R 22
A flo te
A la napolitana
A b ra la cabeza
A ca ricia d o r
Aconséjese atentamente
A c rib illa d o
Acum ulativam ente
I
A d o p ta r aire falso
A fectando demasiada im portancia
A firm a tiv o
A gita d o
i
Alegrem ente
A legría moderada
A lto
A m in o ra r con am abilidad
A m in o ra r con bondad
A m in o re mentalm ente
A m p lia n d o la cabeza
A m pliarse
A m p líe su im presión
A m p lio de miras
A paciblem ente
Apague
A rru lle
Atentam ente
Atrase despacio, sin ambages
Atrase una hora
Bailando
Bajamente
Bastante alerta
67
Bastante encendido
Bastante frío
Beba
Blanco
B ru ta l
Caeremoniosus
Caiga hasta el d eb ilita m ien to
Calmado sin le n titu d
Calmado y profundam ente suave
Cante
Cante seriamente
Casi invisib le
Claustralm ente
Como un animal
Como un ruiseñor con d o lo r de muelas
Como una suave p etició n
Con asombro
Con ceremonia
Con convicción y una tristeza rigurosa
Con deferencia
Con dos manos
Con el ra b illo de la mano
Con el ra b illo del pensamiento
Con energía
Con entusiasmo
Con fascinación
Con fuerza
Con la cabeza
Con la mano en el corazón
Con le n titu d
Con más soltura
Con mucha seriedad y una gravedad cortés
Con m ucho cuidado
68
Con precaución y lento
Con sencillez
Con ternura
Con tristeza
Con tristeza y fatalidad
Con un candor recatado pero conveniente
Con un p ro fu n d o o lvid o del presente
Con una gran bondad
Con una justa cólera
Con una ligera in tim id a d
Con una sana superioridad
Con una tím id a devoción
Con una tím id a piedad
Concentrarse en la renuncia
Convencer
Corpulentus
C orra
Cuidadosamente
De cuerpo
De lejos
D e lejos y con a bu rrim ie n to
D e lo alto de usted mismo
D e manera que obtenga un hueco
De dientes afuera
De un soplo
De una manera m uy p a rticu la r
De reojo y contenido p o r adelantado
Despegado sin aridez
D eterm inado
D o b le cuidadosamente
D o b le lentam ente
Em papar
Empaparse
69
En blanco e in m ó v il
En el gaznate
En el más p ro fu n d o silencio
En la boca del estómago
En las costillas
En llamas
E n lo m ejor
E n pleno pecho
E ngordar
E nigm ático
Epotus
Establecerse
Esté como encendido
E vite toda exaltación sacrilega
Exaltado
Fisiognóm ico
Flotando
Fríamente
Fuera y doloroso
Graciosamente
G randioso
G uiñando el ojo
H ábilm ente
Haga como yo
H ip ó crita m e n te
Ig n o ra r la p ro p ia presencia
lllu so riu s
Im ita tivu s
Im pasible
Im p o rta n te
Ind udable
In fle x ib le
Interrogue
7o
In tim id a r
Invitarse
Irónicam ente
La cabeza entre las manos
La espalda encorvada
La mano sobre la cabeza de su alma
Lacado como un chino
Lágrim as en los dedos
Latoso
Lechuguino
L e n to y doloroso
L e n to y grave
L e n to y triste
L ig ero
L ig ero , pero decente
Los huesos secos y lejanos
Lla no
L le n o de su tilid ad , hágame caso
L lévelo más lejos
L lo re como un sauce
M a cile n to de cuerpo
Más blanco
Más íntim am ente
Más pesado todavía, si es posible
M elancólico
M irá n d o lo dos veces
M irándose de lejos
M ism a afirm ación pero más in te rio r
M isterioso y tie rn o
M oderado y m uy a bu rrido
Modestamente
M o ve r hacia dentro
Muévase
71
M uy a b u rrid o
M uy afectuoso
M uy blanco
M uy confuso
M uy conveniente
M u y c ristia n a m e n te
M u y p erdid o
M u y re lu c ie n te
M u y sinceramente silencioso
M u y turco
N aturalm ente
Necesariamente
N egligentemente
N e g ru zco
N o cambie de fisonom ía
N o coma demasiado
N o demasiado sangriento
N o hable
N o pierda el n orte
N o salga
N o se atorm ente
N o se engría
N o sude
N o tosa
N o trague
Noblem ente
N octurnam ente
Nocturnus
Obedecer
O bligatoriam ente
Opacus
O scuro
Paedagogus
72
Palidezca
P álido y hierático
Para m ira r de cerca, no más
Paso a paso
Paululum
Perm anezca (poco) ju s to d elante de usted
Pesado
P o r c o m p le to
P o sitiva m e n te
P ostu le uste d m ism o
Preciosamente
Provéase de clarividencia
Q ue su e m o ció n sea suave
Quédese atónito
Rasque
R ebote someramente
Rehuya el sonido
Respire
Retire la mano y métasela en el b o lsillo
Sabiamente
Seco como un cuco
Ser visib le un momento
Seriamente pero sin lágrimas
Siga sin perder el conocim iento
Siga recto
Sin grandiosidad
Sin irrita rs e
Sin lustre
Sin m aldad
Sin nada de poesía
Sin o rg ullo
Sin ostentación
Sin pestañear demasiado
73
Sin prisas
Sin que el dedo se ponga colorado
Sin ru id o , vuelva a hacerme caso
Sin tem blar demasiado
Sobre la lengua
Sobre terciopelo am arillecido
Solo, durante un instante
Sonría
Súbase sobre sus dedos
Subitus
Substantialis
Supersticiosamente
Tan tra n q u ilo
T em blar como una hoja
T ie rn o
T riste
U n poco caliente
U n poco cocido
U n poco rococó pero lento
Valientem ente fá c il y com placientem ente so lita rio
Váyase
Vea
V erdaderamente
V irtu o so
Viscoso
V isib le p o r un instante
74
II. PARA D E C LA M A R
[t
U S P U D 23
PERSONAJE Ú N IC O
E S P IR ITU A LID A D E S
77
VERDADERA FO R M A C IÓ N G E N E A LÓ G IC A
DE LA F A M IL IA DE LA QUE P R O V IE N E USPUD
D E D IC A T O R IA
J. P. C O N T A M IN E D E L A T O U R +
E R IK S A T IE + +
78
PRIMER ACTO
U n desierto.
79
Uspud, asom brado, coge arena y se fro ta los ojos con ella.
L u e g o a rro ja p iedras a la v is ió n .
Las piedras se co n vie rte n en globos de fuego que exp lo ta n
con estruendo; el ú ltim o y más grande desprende llamas.
A l m ism o tie m p o se oye el enorm e fra g o r de un tru e n o ;
las estatuas caen, m o vie n d o las m andíbulas.
C u a n d o se vu e lve a le va n ta r, le ha c re c id o la b a rb a y sus
cabellos han encanecido.
■% 8o
SANTOS Y B IE N A V E N T U R A D O S ,
AM IG O S DE LA F A M IL IA DE USPUD
D E D IC A T O R IA
J. P. C O N T A M IN E D E L A T O U R +
E R IK S A T IE + +
SEGUNDO ACTO
E l m ism o decorado.
U spud vestido de am arillo y con gorro de astracán.
U spud reflexiona profundam ente acerca del paganismo.
Q uiere adorar las estatuas, pero éstas se transform an y
adquieren sucesivamente cabezas de perro, de chacal, de
tortuga, de cabra, de pez, de lince, de tigre-lobo, de buey,
de becada de mar, de u n ico rn io , de cordero, de antílope,
de horm iga, de araña, de ñu, de serpiente, de agutí, de ma
cho cabrío azul, de babuino, de cuculu, de cangrejo, de al-
batros, de pacre, de avestruz, de topo, de secretaria, de
to ro viejo, de oruga roja, de bondad, de pagos, de jabalí,
de cocodrilo y de búfalo.
83
C O M P E N D IO de De profundis
J. P. C O N T A M IN E D E L A T O U R +
E R IK S A T IE + +
D E D IC A T O R IA
A la diseccionada, in m ó v il y preparatoria
Santa C apilla de París,
sacrilegiada hace poco.
E R IK S A T IE + +
J. P. C O N T A M IN E D E L A T O U R +
TERCER ACTO
85
U sp u d ansia hallar la m uerte y se hace un o v illo dentro
del tonel, entre los clavos, y se revuelca;
sale completamente tum efacto y lamenta seguir con vida.
Una perra negra con un cuerno de oro en la frente
pasa seguida de sus cachorrillos, que tienen cara de ne
gro y cola de caballo; U spud tom a los cachorrillos, los
desgarra con sus manos y riega la tie rra con la sangre;
U spud llo ra lágrimas de ira y se revuelca encima. La perra
se pone a aullar; llegan otras perras con sus proles; todos
se arrojan sobre U spud y lo desgarran. Aparece un C ris
to en el espacio; se oye una música celestial; y U spud
m uere devorado m ientras grita: «¡Soy m á rtir!»
E R IK S A T IE + +
J. P. C O N T A M IN E D E L A T O U R +
J. P. C O N T A M IN E D E L A T O U R +
E R IK S A T IE + +
J. P. C O N T A M IN E D E L A T O U R +
+ E R IK S A T IE + +
86
J
ALGUNAS A T E S TA C IO N E S
87
Jacques Necker, banquero y antiguo m in istro .
E R IK S A T IE ++
J. P. C O N T A M IN E D E L A T O U R +
88
III. P AR A IN T E R P R E T A R
L A T R A M P A D E M E D U S A 24
P E R S O N A L ID A D E S
E S C E N A I
baja.
Ya hace dos meses que estoy con el asunto... y esto
92
no avanza... ¿Por qué? M e lo pregunto m uy en serio...
Cambiando de idea-. M i a dm inistrador acabará este
trabajo: mis ojos sufren demasiado... P ierdo vista.
93
reconozco su voz! ¿Ha cambiado usted de voz?... Seca
mente: Señora, aquí no es el estanco... ¿De qué carnice
ría de caballo habla?... ¿Un caballo se ha instalado de
bajo de su cama?... Déle patadas en el trasero... Nada
más fácil.
¡Vamos! ¡Vaya!... ¡Se ha vuelto a cortar!...
¡Ha cortado usted al caballo!... ¡N o reconozco la
voz del caballo! Furioso: ¡N o!...
Resignado: ¡Renuncio!...
94
í
DANZA DEL MONO N.° I
J^u)---- jC
n .° 1
Póngase a la sombra"
E S C E N A II
M E D U S A , ASTO LFO
96
Frisette?... Q uiero m ucho a Frisette... Eso demuestra
m i gran corazón.
a s t o l f o : ¿Acaso no es su hija?
m e d u s a : Frisette es m i h ija de leche. ¡A h! Es una larga
historia. N o voy a contársela: no com prendería usted
nada... Y o tam poco, p o r lo demás. ¿No siente frío en
la espalda?...
Sorpresa de a s t o l f o
N o se quede ahí...
medusa se levanta, se dirige hacia a s t o l f o : ¡Váyase!...
Si se queda más tiem po, me enfadaré...
97
DANZA DEL MONO N .° 2
El mono
puede no
seguir
bailando
medusa: Ese chaval es bastante raro.
Entrada de frisette
ESCENA IV
MEDUSA, ASTOLFO
io o
i
t'
DANZA DEL MONO N. 3
ESCENA V
MEDUSA, POLICARPO
102
' ESCENA VI
MEDUSA, ASTOLFO
103
DANZA DEL MONO N . ° 4
MAZURKA
iI
ESCENA V II
Se dirige a l escritorio.
Entrada de p o l i c a r p o . Tiene una expresión feroz.
Te quedarás solo.
Y o en tu lugar sentiría vergüenza y me mataría a
bastonazos en las piernas.
105
Está m uy entregado a mí... Criados así ya no se en
cuentran.
L e v i nacer... aunque tenía ve in ticin co años.
a s t o l f o : ¿Por qué le tutea?
m e d u s a : Una sim ple manía... N o se lo cuente a nadie...
P olicarpo fu n d ó un im p o rta n te sindicato hace catorce
años... U n día que yo tenía alucinaciones— y sufría
hasta el p u n to de no saber dónde meterme— , P o lica r
po me ofreció entrar en su sindicato, cosa que me ha
ría m uchísim o bien, aseguraba él... U n mes más tarde,
estaba curado... y calvo.
E n agradecim iento, me v i obligado, de acuerdo
con los estatutos del sindicato secreto, a otorgar una
cierta lib e rta d , una cierta manga ancha al hermano
P olicarpo en la ejecución de su servicio. P olicarpo se
había convertido en m i hermano... Es bastante c u rio
so, ¿verdad? Sin que yo lo sospechara, las alucinacio
nes me habían hecho socialista gracias a P olicarpo.
Como todas las naturalezas débiles, abusa.
¡C h itó n !... i C h itó n !... Si se lo dice a m i hija, a ella le
dolerá la cabeza... le dolerá mucho...
E l m édico no quiere que le duela la cabeza... ¡N o
q u ie re !
E l d o cto r G a llin o g ro es un hom bre te rrib le ... ¡te
rrib le !
m e d u s a abre los brazos y levanta la voz: ¡Tiene una b a rri
ga así de gorda! ¡U n h o rro r!... ¿Entiende usted?
106
tiene cuatro años? ¿A su edad, y en traje de marinero?
¡Váyase!
Empuja a a s t o l f o . Creo que le acaban de llam ar...
Q uizá sea p o r sus contribuciones... ¡Váyase!
107
DANZA DEL MONO N . ° 5
Un poco vivo
n.° 5
ESCENA V III
MEDUSA, POLICARPO
109
DANZA DEL MONO N . ° 6
POLKA
r p l t? u / cJ-tgF
n .° 6
m e d u s a : L o he subyugado.
A parición de astolfo.
astolfo, atónito.
n i
m ento, se parece usted a V o lta ire , D ios m ío... Tam
bién tiene las piernas torcidas.
Si yo muriese, ¿qué haría usted?
ASTOLFO, sin mucha convicción: M e vestiría de negro y
asistiría a su entierro, señor.
m e d u s a : Entonces, ¿usted me quiere? Lo estrecha
paternalm ente: Abráceme... Más fuerte... ¡Más!
Le sería d ifíc il pasar sin m í, ¿verdad? ¿Piensa us
ted en m i felicid ad , sólo en m i felicidad?
II2
Abrazan a l mono.
m e d u s a hincha el pecho exageradamente. Se ha
rehecho.
CUADRILLA
Á A %
í T J 5 US. Fin
f f ■> T
TELÓ N
IV . PARA CANTAR
(
TRES P O E M A S D E A M O R 15
[,Salmodiando]
POEMA DE A M O R N .° I
POEMA DE AMOR N .° 2
ii 7
POEMA DE AMOR N . ° 3
T u gala es secretilla
O h, dulce barbianilla
M i lin d a alegrilla
Fuma con boquilla.
¿Podré yo alcanzar
su conquista total?
T u gala es secretilla
O h, dulce barbianilla.
118
m
SÓ C R ATES ,26 drama sinfónico
[Leyendo]
I. RETRATO DE SÓCRATES
(EL b a n q u e t e )
119
La única diferencia, Sócrates,
que hay entre Marsias y tú,
es que tú, sin instrum entos,
sencillamente con palabras,
consigues el mismo efecto...
Y o al menos, amigos míos, si no fuera p o r el tem or
de pareceros
totalm ente borracho,
os daría testim onio bajo juram ento del efecto
e xtrao rd in a rio
que sus palabras me han causado
y me causan todavía.
A l escucharle, siento
m i corazón p a lp ita r con más fuerza que si tuviera
la manía danzante de los coribantes;
sus palabras me hacen derram ar lágrimas, y veo .
que gran cantidad de gente siente las mismas emociones.
Tales sensaciones despierta
en m í y en m uchos otros la fla u ta de este sátiro...
Só c r a t e s : Acabas de hacer m i elogio:
me toca ahora a m í hacer el del que está a m i derecha.
120
II. A ORILLAS DEL ILI SO (FEDRO)
I2I
Só c r a t e s : Pero no es aquí, sino dos o tres estadios más
abajo,
donde se atraviesa el río...
H a y incluso un altar consagrado a Bóreas...
f e d r o : N o me había dado cuenta.
Pero dime, Sócrates,
¿crees que es cierto ese m ito fabuloso?
Só c r a t e s : Si yo dudase,
como los sabios,
no me sentiría demasiado confuso;
podría andarme con sutilezas y decir
que el viento del norte
la p re c ip itó contra unas rocas cercanas
m ientras jugaba con Farmacea,
y que tal m uerte dio lugar a la creencia
de que la había raptado Bóreas;
o bien podría decir que cayó del peñasco del Areópago,
pues es a llí donde muchos sitúan la escena...
Pero, a tod o esto, ¿no es ése el árbol al que me llevabas?
f e d r o : E l mismo.
Só c r a t e s : P or Juno,
¡qué lugar tan encantador para reposar!
¡Q ué plátano tan a lto !
Y este agnocasto cuyas ramas enlazadas
form an una hermosa sombra,
¿no se d iría que está en plena flo ra ció n para p erfu m a r el
aire?
Además, ¿acaso hay algo más bello
que las fuentes que b rotan bajo el plátano,
y cuyo frescor atestiguan nuestros pies?
Este lugar parece consagrado
a alguna n in fa y al río A queloo,
a juzgar p o r estas figuras y estatuas.
122
D is fru ta del aire
que aquí se respira:
¿Hay algo más suave y delicioso?
Su claro s ilb id o veraniego acompaña
al coro de las cigarras.
Pero sobre todo me gusta la hierba tu p id a de este
prado, cuya ligera pendiente nos perm ite
echarnos y reposar cómodamente la cabeza.
Q ue rido Fedro, no podías haberme guiado mejor.
123
(ya la conoces)
tras él, con uno de sus hijos en brazos...
Entonces Sócrates, incorporándose,
dobló la pierna que le acababan de soltar,
se la fro tó con la mano y nos dijo:
« ¡Q ué extraña cosa, amigos míos,
es lo que los hom bres llam an placer,
y qué sorprendentem ente está unido
al d o lo r, al que se supone c o n tra rio !...
¿Acaso no es a través del gozo y el sufrim iento
como el cuerpo subyuga y encadena el alma...?
D ifíc ilm e n te podría persuadir a los demás
de que no me parece una desgracia la situación en que
me hallo,
pues no sabría persuadiros de ello n i a vosotros...
M e consideráis pues, al parecer, m uy in fe rio r a los cisnes
p o r lo que respecta a las dotes adivinatorias.
Los cisnes, cuando presienten que van a m o rir,
cantan aquel día todavía m ejor
que lo han hecho jamás,
llenos de gozo porque van al encuentro del dios del que
son siervos.»
124
C ritó n le siguió,
y Sócrates nos p id ió que le esperásemos.
Cuando vo lvió a entrar, se sentó en el lecho y
no le quedó tiem po de decirnos gran cosa:
el siervo de los Once entró casi al mism o tiem po y,
acercándose a él,
le dijo: «Sócrates,
espero no tener que re p ro cha rte lo m ism o que a los
demás:
cuando les tra n sm ito la orden de los magistrados de
beber el veneno,
se vuelven contra mí, me m aldicen;
pero a t i siempre te he considerado el más valiente,
el más tra n q u ilo y el m ejor de todos los que han venido
a esta cárcel, y ahora sé bien
que no estás enojado conmigo,
sino contra quienes son causantes de tu desgracia,
a los que tú conoces bien.
Y a sabes el recado que te traigo:
adiós,
trata de soportar con resignación
lo que es inevitable.»
Y , rom piendo a llo ra r, d io media vuelta y se re tiró .
Sócrates, m irán d olo, le dijo:
«Recibe tú tam bién m i adiós:
haré lo que dices.»
Y , volviéndose a nosotros,
observó: «N otad
la honestidad que hay en ese hom bre;
todo el tiem po que he pasado aquí
ha acudido a verme con frecuencia y ha charlado conmigo.
Era el m ejor de los hombres; y ahora,
¡me llo ra tan de corazón!
I2 5
Así que vamos, G ritó n, obedezcámosle de buena gana,
que me traigan el veneno,
si está tritu ra d o , y si no que lo tritu re él m ism o...»
G ritó n hizo una señal al esclavo que estaba a su lado.
E l esclavo salió
y, tras demorarse un rato, regresó con el que
debía darle el veneno,
que traía tritu ra d o en una copa.
A l verle, Sócrates
le preguntó: «M uy bien, amigo;
¿qué debo hacer?
Pues eres tú quien ha de decírm elo.»
«Nada más», le d ijo el hom bre, «que pasearte
cuando hayas bebido,
hasta que sientas las piernas pesadas,
y luego acostarte en tu lecho;
el veneno actuará p o r sí solo.»
Y al tiem po le tendió la copa...
Sócrates se llevó la copa a los labios y la bebió
con una tra n q u ilid a d y una suavidad maravillosa.
Hasta ese m om ento, casi todos habíamos sido capaces
de contener las lágrimas;
pero al verle beber y después que hubo bebido,
no fuim os ya dueños de ellas.
Tam bién a m í, a pesar de todos mis esfuerzos, las
lágrimas se me escaparon, tan abundantes que me
cubrí con el m anto
para llo ra r p o r mí;
ya que no era la desgracia de Sócrates la que lloraba,
sino la mía, al pensar en el amigo que iba a perder...
Entonces Sócrates, que estaba paseando, d ijo que sentía
las piernas más pesadas
y se tum bó boca arriba, como había ordenado el hom bre.
12 6
A l mismo tiem po, el mismo hom bre
que le diera el veneno, se aproxim ó
y, tras exam inar unos m inutos sus pies y sus piernas,
le aferró los pies con fuerza, y le preguntó si los sentía:
él d ijo que no.
Le aferró entonces las piernas;
y subiendo de este m odo,
nos m ostró cómo su cuerpo se enfriaba y se volvía rígido.
Tocándole, nos d ijo que cuando el frío
alcanzase el corazón, Sócrates nos dejaría...
Entonces, descubriéndose el rostro, Sócrates dijo:
« C ritó n , debemos un gallo a A sclepio;
no olvides pagar esa deuda...»
Poco después hizo un m ovim iento convulsivo,
entonces el hom bre le descubrió completamente:
tenía la m irada in m ó vil.
C ritó n , al verlo, le cerró la boca y los ojos...
Así fue, Equécrates, la muerte de nuestro amigo...
del más sabio y el más justo de todos los hombres.
127
NOTAS AL TEXTO
a
i. N ota al margen de la edición o rigin al de Heures seculaires et
instantanées, para piano, « ju n io -ju lio de 1914». París, E. De-
mets, 1917, que M ax Eschig retom ó más tarde, como todas
las obras de Satie publicadas en p rim e r lug ar p o r Demets.
E l poeta catalán José P a tricio C ontam ine de L a to u r,
amigo inseparable de la ju ve n tu d de E rik Satie, contó
cómo éste, ju b ilo s o ante su descubrim iento, decidió un
buen día rem plazar en sus com posiciones, a p a rtir de en
tonces, las indicaciones de m o vim ie n to habituales {lento,
grave, pianissim o...) p o r expresiones de su inve nció n (sin
o rg ullo; con sorpresa; aún más blanco, si es posible...) que,
en lug ar de referirse a la técnica del intérprete, le in d ic a rí
an el estado de ánim o más p ro p ic io para tra n s m itir las ver
daderas intenciones del com positor.
Después de vincularse, a finales de 1912, al pianista ca
talán R icardo Viñes— el m ayor in té rp re te de música con
tem poránea en el París de la época— y establecer con él un
lazo de sólida co m p licid ad , Satie a finó aún más su voca
b u la rio , elaborando m inuciosam ente las supuestas « in d i
caciones de carácter», donde el gusto p o r el absurdo con
vivía con el h u m o r poético (sobre terciopelo am arillecido,
de dientes afuera, lacado como un chino...).
Poco a poco estas «indicaciones» iban a desarrollarse
hasta a d q u irir la dim ensión de breves relatos que, bajo la
apariencia de sainetes, daban, en realidad, la clave de las
alusiones musicales contenidas en las p artitura s corres
pondientes.
Viñes, de tem peram ento m ístico y abierto a la co m u n i
cación su b lim in a l, respondió perfectam ente a la expecta
tiva del com positor. O tro s pianistas, en cam bio, im presio-
nados p o r el lado in s ó lito , decididam ente hum orístico , de
los textos que había in tro d u c id o en los pentagramas, tu
vieron la idea de em plearlos para m ejorar el efecto sobre
el a u d ito rio leyéndolas en voz alta durante la ejecución
m usical. Según el te stim o nio de D arius M ilh a u d , el m ism o
A rn o ld Schoenberg hizo durante un concierto de música
francesa en Viena. Pero si bien estas prácticas p u d ie ro n
llegar a suscitar la sim patía y a veces la h ila rid a d de la sala,
p rovocaron invariablem ente la cólera de Satie, que no so
p ortaba que se alterara la a udición de su música, p o r m u
cho que fuera con sus p ro p io s textos.
D eclaró pues, de una vez p o r todas, que aquellas in d i
caciones «eran— y debían seguir siendo— un secreto entre
el in té rp re te y él».
2. Según la edición o rig in a l de Descriptions automatiques
(Descripciones autom áticas), para piano, « a b ril de 1913».
Ib id e m , 1913.
A pesar de p od er leerse— y aquí m ism o se dem uestra—
con independencia de su c o n te xto m usical, com o des
crip cion es de situaciones o de atmósferas especiales, las
« in dicaciones de carácter» de este tr íp tic o emplean un
vo ca b u la rio que se adecúa al tema tratado en cada una de
las tres partes.
Adem ás, en la p rim e ra p arte, Sur un vaisseau {De un
navio), que evoca un paseo p o r m ar, el supuesto «cabe
ceo» del barco refleja, de hecho, el balanceo del ragtim e
que esboza la p a rtitu ra .
En la segunda parte, Sur une lanterne {De una linterna),
Satie in v ita al pianista a reservar sus efectos, recomendán
dole que «no encienda todavía», m ientras que, en la terce
ra parte, Sur un casque {De un casco), donde se trata de un
desfile m ilita r, la ejecución del pianista debe im ita r al coro
nel de quien se habla y ser en consecuencia, sucesivamente,
«pesado como una m arrana» y «ligero gomo un huevo».
N o obstante, lo que im p o rta saber es que los títu lo s de
132
las tres partes— este n avio , esta lin te rn a , este casco— fu e
ron escogidos en alusión a las músicas preexistentes, de
otros autores, que constituyen la m ateria p rim a de sus
p artitura s. Estos títu lo s son, de hecho, el resultado de
simples asociaciones de ideas— un p ro ce d im ie n to que ju s
tific a el adjetivo «autom áticas», a trib u id o a estas Descrip
ciones más de diez años antes de la invención de la escritu
ra automática p o r parte de los surrealistas.
En efecto, De un navio se llam a así para in d ica r al p ia
nista la «cita» a que deberá a lu d ir en su in terpretación de
la canción in fa n til Maman, les p ’ tits bateaux ont-ils des ja m
bes? (Mamá, ¿los barquitos tienen piernas?)-, De una lin te r
na evoca la m elodía revolucionaria Dansons la carmagnole
(Bailemos la carmañola) que se cantaba en la época en que
las farolas de las calles parisinas servían sobre to do para
colgar a los aristócratas; m ientras que De un casco debe su
nom bre a sus dos fuentes musicales: la m archa m ilita r En
avant (Adelante) y Général Lavine, eccentric, de Debussy.
3. E x tra c to de la e dición o rig in a l de Croquis et agaceries d ’un
gros bonhomm e en bois (Croquis y carantoñas de un gran
h om bre de m adera), para piano, «junio-agosto de 1913».
Ib id e m , 1913.
Este tríp tic o lo constituyen las partes: I. Tyrolienne
tu rq ue (Tirolesa turca)-, I I . Danse maigre (á la maniere de
ces messieurs) (Danza flaca, a la manera de esos señores)-,
I I I . Espadaña. Este títu lo quiere ser una caricatura a la
España de C habrier.
A u nq u e p a rtic ip a n del vo ca b u la rio h a b itu a l del com
p o s ito r (véase supra, pp. 67-74), las «indicaciones de ca
rácter de las dos prim eras partes no alcánzan aquí la d i
m ensión de pequeños recitados y no tienen, p o r o tro lado,
más que una relación lim ita d a con los temas sugeridos p o r
los título s: apenas se encuentra un «tres ture» (m uy tu rco )
para la T yrolienne turque, y «sec comme un coucou» (seco
como un cuco) para la Danse maigre.
133
En cambio, las indicaciones de la tercera parte, Espada
ña, componen, en su conjunto, un sabroso «cuadro de géne
ro» que evoca una Francia hispanizante, al m odo que la ilu s
traron obras como la Pavana para una infanta difunta (1912)
de M aurice Ravel, o la Puerta del vino (1913) de Debussy.
Son precisam ente Ravel y Debussy «esos señores» cuyo
exotism o Satie ataca aquí, ta l como dice. A lu d e más espe
cialm ente a Debussy, pues siem pre lo consideró un «gran
hom bre», al que p o r o tro lado reprocha (com o d ijo en va
rias ocasiones) una cierta fa lta de fle x ib ilid a d — de ser, en
suma, de alguna form a, «de madera».
Para hacer com prender m ejor a su amigo que es a él a
quien ataca, Satie dedica Espadaña a su hija, C laude-Em m a
Debussy, a quien llam an C houchou. Y sin duda para e vi
ta r que su amigo R icardo Viñes se ofenda al p on er él en
e ntred icho la m oda de España que p ro life ra en la música
francesa, dedica las dos prim eras partes del tríp tic o a los
sobrinos del pianista, H e rn a n d o y E lv ira Viñes— unos n i
ños en aquella época, al igu al que C houchou.
E l ú ltim o verso del poema « A la d isposición de usted»
está en castellano ya en el o rig in a l francés, así com o los
térm inos «peluquero», «Puerta», «alcalde» y «Plaza».
C on el títu lo T yrolienne turque— en que se b u rla de la
M archa turca del austríaco M o z a rt— da a entender que,
más que la boga de España, Satie deplora toda obra que,
en lug ar de apoyarse en una experiencia directa, se funda
en conocim ientos aproxim ados, en el préstam o de modas
y estilos, convertidos ya en clichés; que le son ajenos. A
p ro p ó sito de una obra de A lfre d o Casella, som etida a la
in flu e n c ia del p rim e r Stravinsky, e scribirá a H e n ry P ru -
niéres, el 3 de a b ril de 1918: «¿Es intelige ncia d e s c rib ir v i
siones latinas con m edios eslavos? ¿ C o n fu n d ir el cielo de
Ita lia con el cielo de Rusia? ¿Vestir a los rom anos de cosa
cos? Sin embargo, es lo que hace nuestro q u e rid o Case-
lía.» (M a n u scrito autógrafo, col. p a rticu la r.)
134
4- Según la edición o rig in a l de Em bryons dessechés (E m b rio
nes secos), para piano, « ju n io -ju lio de 1913». Ib id e m , 1913.
E ncargó aquí Satie a una fauna m arina poco c o n o c i
da, y aun así m uy real, la tarea de señalar a su in té rp re te
las citas m usicales que s e .d iv irtió in se rta n d o en su p a r ti
tu ra .
Si la h o lo tu ria se observa «en la bahía de S aint-M alo»
se debe a que recuerda en esta parte del tríp tic o la m elo
día— célebre en la época— de la rom anza M on rocher de
S aint-M alo ( M i roca de S aint-M alo) de Gustave Lem oine y
Loi'sa Puget.
Los llan tos de los e d rio fta lm o s anuncian p o r su parte
la Marcha fú nebre de C hopin. E l a u to r hace aquí un juego
de palabras «autom ático»: ils se m ettent tous ä pleurer i
pauvres bétes, sugerido p o r la frase hecha étre bete ä ple u
rer, ser de un to n to que da lástim a.
En cuanto al «consejero» que in c ita a los p odoftalm os
— y al m ism o tie m p o al pianista— a am inorar, no hace más
que encarnar el aria A h ! Ne courez done pas comme-qa
(¡A h ! Pues no corra tanto) de la opereta La Mascotte (La
Mascota), de E d m o n d A u d ra n , que hace entonces precisa
m ente su aparición.
5. Según la edición o rig in a l de Chapitres tournés en tous sens
(Capítulos que pueden girarse hacia cualquier lado), para p ia
no, «agosto-septiem bre de 1913». Ib id e m , 1913.
Satie inventa los sainetes que intercala aquí entre los
pentagramas a p a rtir del in c ip it de melodías conocidas
que tom a al pie de la letra, sin im p o rta rle su contexto o r i
ginal y desviándolas incluso de su verdadero sentido. A la
desviación lite ra ria corresponde una desviación m usical
sim étrica.
Así, en la p rim e ra parte de este tríp tic o , La que habla
demasiado, se recuerda p o r ejem plo el aria Ne parle pas,
Rose, je t ’en supplie (No hables más, Rosa, te lo suplico) de
la opereta Les dragons de V illa rs (Los dragones de V illars)
135
de A im é M a illa rt. Para evocar esta aria, Satie nos describe
a una m ujer m uy estúpida que abrum a con su verborrea a
su p o b re m arido , m ientras que a la Rose de la opereta se
le suplicaba que no hablase en el sentido de que no reve
lase un secreto.
Para ilu s tra r el aria Vive la paresse! {¡V iva la pereza!),
extraída de la opereta R ip de R obert Planquette, Satie
describe a un h om bre abrum ado p o r el peso de las e no r
mes piedras que ha de tran sp o rta r, que sin embargo no
son más que piedras pómez (cuya extrem a ligereza es de
todos conocida).
En cuanto al lam ento de los «prisioneros», a algunos
siglos de distancia el uno del o tro (el p ro fe ta b íb lic o Jonás
en el vien tre de la ballena y el aventurero Jacques-H enry
L atu de en las cárceles de L u is X V ), se m odela sobre la m e
lod ía de Nous n ’irons plus au bois {N o volveremos a l bos
que), canto de co rro in fa n til que Debussy había citado ya
en Jardins sous la p lu ie {Jardines bajo la lluvia)-, para re
co rd arlo, Satie dedicó este fragm ento a Em m a Debussy,
esposa de su amigo.
6. Según la edición original de V ieux Sequins & V ieilles C ui
rasses {Viejos cequíesy viejas corazas), «septiembre de 1913».
Ibidem, 1913.
E l tema de la Ronde du veau d ’or {Ronda d el becerro de
oro) del Fausto de G o u n o d está ilustrad a aquí p o r el d e li
rio del m ercader de oro, enamorado de sus «viejos cequíes».
La Danza acorazada sigue el ritm o de la m archa m ilita r
A u x champs.
En La derrota de los C im bros (pesadilla), Satie p re te n
de d e scrib ir la confusión m ental de un abuelo que, dando
una lección de h isto ria a su n ie to , confunde la v ic to ria del
general rom ano M a rio sobre los C im bros en V illa rs , en el
101 a.C., con la de F elipe el H erm oso sobre los flamencos
en M ons-en-Pévéle, en 1304. Para expresar esta c o n fu
sión, se superpone la m elodía de dos canciones infan tile s,
136
M arlborough s’en va-t-en guerre (M arlborough se fu e a la
guerra) y Le bon r o i Dagobert a mis sa culotte ä I ’envers (E l
bueno d el rey Dagoberto se puso e l calzón a l revés), y a n ti
cipa así, algunos de John Cage.
7. Según el m anuscrito autógrafo de un tríp tic o para peque
ños pianistas, La infancia de Ko-Q uo, fechado el «27-28 de
septiem bre de 1913». L o n d o n , Peters (en preparación). En
este tríp tic o el diálogo im a gin ario entre una m adre y su
h ijo esconde alusiones irónicas a ciertos com positores con
temporáneos. U n claro ejem plo lo encontram os en el m o
m ento en que su música recuerda a la de Debussy, el co m
p o s ito r, que aquí se id e n tific a con un n iñ o , «se quema la
lengua», o cuando alude a un «m ariscal», a través del cual
evoca la m úsica de Ravel, de la cual Satie d irá un día que
«conserva su m ilita rid a d incluso en lo civil» .
E l títu lo de cada una de las partes, N o te bebas e l cho
colate con los dedos, N o te soples en los oídos y N o te metas
la cabeza bajo el brazo, son m etáforas para expresar la i r r i
ta ción de la crítica académica a causa de las libertades que
se tom a la m úsica m oderna, que com para, aquí, a un n iñ o
desobediente.
8. Según el m anuscrito autógrafo de piezas sin títu lo , d esti
nadas a los niños, que se p u b lic a ro n póstum am eñte bajo el
títu lo de Trois nouvelles enfantines ( Tres nuevas piezas in
fa n tile s ), M a x Eschig, 1972 (cota M S 9612, B ib lio th é q u e
N atio na le de France, D ép artem ent de la M usique, que in
dicarem os a p a rtir de ahora con la sigla B N F -M U S , MS
9612; septiem bre de 1913). D e la segunda de estas tres p ie
zas, Berceuse (Canción de cuna), sólo tenemos el títu lo , sin
n in gú n te xto que lo acompañe.
9. Según la edición o rig in a l de la antología Enfantines (In
fa n tile s ), i, «20 de o ctub re de 1913», París, E. Dem ets, 1914
[1 9 1 Ó ].
137
intérpretes. En el te xto , el re to rn o de una misma idea m u
sical se señala generalm ente con la re p e tició n de un m is
m o adjetivo o de una situación com parable.
10. Según la e dición o rig in a l de Enfantines (In fa n tile s ), n, «22
de o ctub re de 1913». Ib id e m , 1914 [1916].
11. Según la edición o rig in a l de Enfantines (In fa n tile s ), m ,
«2 6 de o ctub re de 1913». Ib id e m , 1914 [1911?].
12. Según la edición o rig in a l de Sports & Divertissem ents (De
portes y diversiones), «marzo-m ayo de 1914», París, Lucien
V ogel [1923].
Para este álbum , que debía a lternar las p a rtitu ra s de
E r ik Satie con los dib ujo s de Charles M a rtin , el p in to r
h izo en 1914 una p rim era serie de aguafuertes, que p u b li
camos aquí.
N ada demuestra que Charles M a rtin y E r ik Satie se
consultaran m utuam ente o que trabajaran en colabora
ción; al co n tra rio , parece más bie n que cada uno actuó p o r
su cuenta a p a rtir de unos temas convenidos y que se p ro
pusieron co n fro n ta r luego, en la e dición, sus respectivas
experiencias, de manera s im ila r a lo que harían, a p a rtir de
los años setenta, John Cage y M erce C unningham con los
ballets para los que uno com pondría la música y el o tro la
coreografía, sin establecer en com ún más que el títu lo y la
duració n de sus obras y sin d escu brir la parte del o tro has
ta el día del espectáculo, delante del p ú b lic o .
N o obstante, en el caso de Satie y Charles M a rtin , el es
ta llid o de la P rim era G uerra M u n d ia l alteró el proyecto,
pues in te rru m p ió la elaboración del álbum justo a la m itad.
Después de la guerra, Charles M a rtin consideró superados
sus antiguos dibujos y compuso una nueva serie, que se
editaría «ilum inada», es decir, coloreada, p o r Jules Saudé.
P o r aquel entonces, Charles M a rtin ya había p o d id o
ver las planchas grabadas de los m anuscritos de E rik Satie
en 1914, y ciertos in d icio s dem uestran que tra tó , al menos
en algunos casos, de arm onizar sus d ib ujo s con las p a rti-
138
turas, estim ulado sin duda p o r los efectos «visuales» que
nuestro co m p osito r o btu vo al disponer, p o r ejem plo, las
notas del Baño de m ar de m odo que evocasen el m o v i
m ie nto de las olas, o las de E l g o lf de manera que su girie
ran la imagen de una pelota al elevarse.
Para el álbum Deportes y Diversiones— destinado a una
edición de lu jo en la que se in c lu iría la re p ro du cción fa c
sím il de las p a rtitu ra s autógrafas— , Satie esmeró la p re
sentación de su m anuscrito, que p o r o tro lado nunca deja
ba de ser m eticulosa y decorativa.
Con ello realzó aún más la paradoja a causa de la que
tan vivam ente su frió , p o r la cual los com positores se ven
obligados a expresarse p o r m edio de una fo rm a — la form a
gráfica— que no llegará jamás como ta l a sus oyentes.
Tras un Prefacio (véase in fra , p. 169) y una C oral que
desanima m aliciosam ente a los que se apresurarían a b us
carle una in te rp re ta c ió n , el álbum Deportes y D iversiones
presenta fre n te a fren te , p o r parejas, veinte d ib u jo s de
Charles M a rtin y veinte instantáneas musicales de E r ik
Satie.
Los relatos «para no ser leídos» que, según su costum
bre en esta época, nuestro co m p osito r in tro d u jo en los
pentagramas, tienen menos relación con el tem a-pretexto
enunciado en el títu lo que con las citas musicales sembra
das p o r las p artitura s.
A l adoptar el to n o de ir a contarnos las hazañas fraca
sadas de una ju ve n tu d snob y m elancólica, Satie llam a en
realidad nuestra atención sobre las asociaciones sonoras
inesperadas que nos propone.
Fue sin duda el e d ito r V ogel quien estableció los temas
que habían de tra ta r ta nto el p in to r como el m úsico. Satie,
in v ita d o a inspirarse en la cerem onia de una boda (sin p re
cisar si la considera un deporte o una d iversión), opta p o r
el m om ento m atin al en que los parientes y amigos de la
novia acuden a despertarla y fe lic ita rla . E l m o tiv o de su
139
elección es fru to , en realidad, del deseo de hacer co ha bi
ta r en su p a rtitu ra la m archa m ilita r del R eve il (Toque de
diana) y la cancioncilla in fa n til Frére Jacques, dormez-vous,
dormez-vous? {H erm ano Jaime, ¿duerme usted? ¿duerme
usted?) aunque no se trate en este caso n i de soldados n i
de monjes.
A p rin c ip io s del año 1 9 1 4 , cuando el p a trio tis m o b e li
cista hace p articu la rm e n te evidente en Francia, con los re
sultados de todos sabidos, las Carreras de caballos evocan
en Satie nada menos que La marsellesa. N o obstante, ú n i
camente se sirve de este e s trib illo exaltante para acom pa
ñar el fracaso lam entable de los jugadores que han p e rd i
do sus apuestas...
En cuanto a F lir t, fue la pieza A u cla ir de la lune, mon
a m i P ie rro t {En un claro de luna, amigo P ierrot) la que le
vin o a las m ientes para sugerir al pretendiente rechazado
que se escape a la luna, con el fin de h u ir de la situación
embarazosa en la que se ha m e tid o al cortejar a una dama
desdeñosa.
Resulta im p ro b a b le que el oyente de nuestro días pue
da apreciar en toda su p ro fu n d id a d la sabrosa mezcla que
hace Satie en estos fragm entos de com binaciones a rm ó n i
cas sofisticadas y de e strib illo s populares, deb id o a la im
p o s ib ilid a d de reconocer estas ú ltim as, que no circu lan ya,
como antes, «de boca en boca».
A pesar de mantenerse prodigiosam ente actual en el
co n ju n to de su obra p o r la calidad de su re fle x ió n , de sus
in tu icio n e s fulgurantes y de sus realizaciones crípticas,
Satie sufre hoy sin duda las consecuencias de haberse d ir i
gido, m uy oportunam ente, a un p ú b lic o que, antes de la
d ifu sió n generalizada de la rad io y la televisión, se p ro ve
ía de su p ro p io m edio sonoro, tocaba al piano fa m ilia r las
tonadas que le apetecía escuchar y canturreaba p o r la ca
lle — sobre to d o si pertenecía a las capas populares— las
canciones de co rro in fa n tile s, las romanzas célebres y las
140
arias de opereta en boga, que form aban parte de un p a tr i
m onio colectivo p o r entonces m uy vivo.
A l m a n ip u la r estas célebres tonadas para doblegarlas a
sus propias com binaciones armónicas sofisticadas— un
poco a la manera de los chansonniers de M o n tm a rtre , que
adaptaban esas mismas melodías a sus p ro pio s textos, ins
pirados en la actualidad— , Satie abrigaba con toda segu
rid a d la ilu sió n de alcanzar así un p ú b lic o más am plio. Sus
oyentes, que habrían tom ado confianza desde el p rin c ip io
ante aquellos m otivos tan fam iliares, p odrían seguirle a
contin ua ció n más a sus anchas— esperaba él— p o r los de
rroteros que les proponía, y que de o tro m odo les habrían
resultado insó litos y peligrosos.
Nada induce a creer que este deseo de Satie fuese satis
fecho m ientras vivía. Y m ucho menos lo será en una época
como la nuestra, en que la m em oria colectiva ha p e rd id o
los referentes con que contaba nuestro com positor.
Nos queda sólo esperar que algunos de entre noso
tro s— no exclusivam ente m ovidos p o r una preocupación
arqueológica, sino p o r una verdadera necesidad de reen
co ntrar su h isto ria y sus raíces'— se empleen en la recons
titu c ió n de esta m em oria desaparecida, que podría, p o r
o tro lado, revelarse provechosa para m ucho más que la
com prensión de estas o brilla s de Satie.
13. Según los borradores autógrafos inacabados de antología
G lobules ennuyeux (Los glóbulos aburridos ), que habría
debido com prender tres partes, Regard, Superficie, Cana
lisatio n (M ira d a , Superficie, Canalización) [m ayo de 1914].
B N F -M U S , M S 9627(10)
14. Según la e dición o rig in a l de Heures seculaires & instanta-
nées (Horas seculares e instantáneas), op. cit.
N o se ha id e n tific a d o a ciencia cierta al «sir W illia m
G ra n t-P lu m o t» a quien Satie dedica «agradablemente»
esta antología. ,
Algunos han creído ver en él al crítico m usical H e n ry
141
G a u th ie r-V ílla rs, llam ado W illy , con quien Satie m antuvo
una feroz contienda e pistolar durante largos años, antes
de reconciliarse con él precisam ente a p rin c ip io s del vera
no de 1914.
Con la ayuda de diversos «negros» (a veces p re s tig io
sos), W illy firm ó , a lo largo de una prolongada carrera, no
solamente un núm ero considerable de crónicas, sino abun
dantes romans de gare, y a d q u irió con ello el renom bre de
un e scrito r p ro lífic o que en efecto podría m uy bie n des
crib irse como un «G rand, o grant, P lum ot», es decir, un
«gran plum ote».
O tro candidato a esta dedicatoria es W illia m Shakes
peare, y el títu lo de «sir» no im plicaría el reconocim iento
de su condición de baronet (no lo era) sino un homenaje, en
su lengua, a este dram aturgo, cuyo renom bre im perecede
ro — que tam bién pod ría definirse, si se desea, com o «una
co ntin ua in m o v ilid a d » — p erdu ra a través de los siglos.
Satie p u d o constatar personalm ente la persistencia de
esta celebridad, desde sus p ro p io s comienzos en Le Chat
N o ir, donde una de las figuras más admiradas era precisa
m ente «el gran W ill» , hasta el m om ento m ism o en que
com puso estas Horas seculares e instantáneas, pues Edgar.
Várese acababa de in v ita rle a colaborar en la m úsica para
una adaptación de E l sueño de una noche de verano (véase
in fra , p. 170).
En cuanto a la «bondad» de L u is X I, celebrada en esta
misma d edicatoria, no puede más que ser fru to del gusto
p o r la antífrasis (¿suficiente para p on er en cuestión la sin
ceridad del hom enaje a « sir W illia m » ? Está p o r ver...),
pues se da el caso de que este rey de Francia ha conserva
do, a través de los siglos, la rep uta ción de una notable
crueldad.
En el o rig in a l, i l s’ennuie ä m o u rir de rire, frase en la
que se fu n d e n las expresiones s’ennuyer a m ou rir, a b u rrir
se m ortalm ente, y m o u rir de rire , m orirse de risa.
142
E l te xto de H oras seculares e instantáneas, fantasía so
bre la re la tivid a d del tie m p o y la fo rm a a rb itra ria de tra ta r
esta noción que tienen los hom bres, subraya la extrañeza
de algunas convenciones— «la una» p o r «las trece», la
hora «legal» que se opone a la hora «solar»— y recuerda el
em pleo im p ro p io del tie m p o en las locuciones, como la
caída de la noche— en francés, l ’heure du berger, lite r a l
m ente «la hora del pastor»— que la poesía bucó lica id e n
tific a para siempre con el m om ento p ro p ic io a los amantes.
En el te x to Crepúsculo m a tin a l encontram os un juego
de palabras in tra d u c ib ie (dice que el sol prepara un gran
golpe, un coup de soleil, que significa «insolación») que se
retom a en el poema siguiente (el reloj tam bién se prepara
para dar una campanada, el coup de treize heures, es decir
la «de las trece»).
15. Según la edición o rig in a l de Trois valses distinguées du
précieux dégoüté (Los tres valses distinguidos d el preciosis
ta delicado), « ju lio de 1914», París, R ouart & L e ro lle , 1916.
Salabert la retom a más tarde, como todas las obras de Sa
tie publicadas en p rim e r lug ar p o r R ouart & L erolle.
E l «preciosista delicado» al que se refiere este tríp tic o
es M au rice Ravel, a uto r entre otros de los Valses nobles y
sentimentales.
A pesar de deber a Ravel su p ro p io «redescubrim ien
to», al p rin c ip io de los años diez (véase in fra , p. 165), Satie
aceptaba a regañadientes la declaración de su d iscípu lo de
hallarse en deuda con él. En efecto, el hecho de que no se
le considerase más que un «precursor» de Ravel no le en
tusiasmaba demasiado y, p o r o tro lado, su p ro p ia búsque
da incansable de lo esencial y de lo auténtico le hacía sen
t ir a m il leguas de distancia del que se definía a sí m ism o
como «naturalm ente a rtific ia l» .
Satie tam poco apreció que Ravel, creyendo re n d irle
homenaje, describiese una de sus propias com posicio
nes— Les entretiens de la belle et de la béte (Las conversa-
143
dones de la bella y la bestia)— como «la cuarta gimnope-
dia».
Justam ente para dem ostrar que Ravel no había enten
d id o nada (el preciosista delicado «ha p e rd id o la funda
del b in ó cu lo » ), in tro d u jo Satie en el segundo Vals una cita
de su p rim e ra G im nopedia, aunque con un tem po m ucho
más m arcado que el tem po «lento» de orige n — el m ism o
te m p o m arcado, p recisam ente, de los E n tre tie n s de la
belle et de la bete.
Para hacer más clara su idea, añade a la cabeza de este
fragm ento una cita de C icerón que trata de la convenien
cia de que los púberes eviten desnudarse. Recordemos que
Ravel era «púber» cuando conoció a Satie y que la palabra
griega Gimnopedia significa, literalm ente, «niño desnudo».
A n tic ip a n d o con iro n ía las críticas que su b u rla de Ra
vel podía re p orta rle , Satie encabezó la p rim era parte de
los Valses con una cita de L a Bruyére contra los in v e n to
res de chistes.
N o es en absoluto cierto que los «chistes» de Satie fu e
ran estudiados y com prendidos a fo nd o. E l p ú b lic o y la
crítica se contentaban p o r lo general con juzgarlos como
«extravagancias» y con frecuencia los encontraban tam
bié n «fuera de lugar» en un contexto de m úsica clásica.
Sin embargo, nuestro co m p osito r sólo contaba con estas
p rivate jo ke s como m edio de consolar su soledad.
16. Según los borradores autógrafos inacabados de Recuerdos
sosainas [n ovie m b re de 1914], que tenían que com prender
tres partes: Barbouillage, R oil, Recrudescence (Garabatos,
Pelo, Recrudecim iento) [n o vie m b re de 1914]. B N F -M U S ,
MS 9615(3).
17. Según el b o rra d o r inacabado de la pieza Ensueño acerca
de un p la to [¿marzo de 1915?] B N F -M U S , MS 9615(3)
18. Según la edición o rig in a l de Penúltim os pensamientos,
«agosto-octubre de 1915». París, R ouart & L erolle, 1916, des
pués Salabert.
144
Son frecuentes, en los textos de Satie de esta época, las
alusiones a las relaciones sentim entales de un viejo y una
joven (véase tam bién, in fra , Trois poémes d ’am oür (Tres
poemas de amor, p. 169-170). Podría verse en ello una re
ferencia autobiográfica que no obstante ningún docum ento
ha p o d id o apoyar hasta ahora. C on to do , un poema apa
sionado dedicado a Satie p o r la joven poetisa H e n rie tte
Sauret en L ’o e il de veau (1912) y o tro poema de la misma,
p ub lica d o en La rose rouge después de la guerra, en que
relata un am or secreto que, «en el o toñ o de 1914», la llevó
a recluirse «en un re fu g io in s ó lito de paredes frías..., un
cuarto lejano, extraño, de o tro m undo...», podrían p ro
p o rcio n a r ciertos in d icio s en los que, no obstante, nuestra
discreción n a tu ra l nos im p id e p ro fu n d iza r.
E xiste en el o rig in a l un juego de palabras cuando dice
Tindigestion de vers blanc, ya que vers blancs son simples
gusanos o versos blancos (versos libres en poesía).
19. Según la e dición o rig in a l de Sonatina burocrática, « ju lio
de 1917», París, S. C hapelier, más tarde P h ilip p o y a c o n ti
nuación C om bre. Véase in fra p. 171.
E l títu lo de la tercera parte, Vivache (Vivaca), es un jue
go de palabras entre «vivace» y «vache» (vaca). La alusión al
«aire peruano recogido en la baja Bretaña de un sordom u
do» pone en juego al fo lk lo ris ta francés L o u is -A lb e rt B our-
gault-D ucoudray, a quien Lem oine había p ublicado en 1885
una antología de Trente mélodies populaires de Basse-Bre-
tagne, y que era sin duda responsable tam bién, al menos en
parte, del interés p o r la música griega que manifestaba el
joven Satie, gracias a otra de sus antologías, Trente mélodies
populaires de Gréce et d’O rient, publicada en 1877.
L o u is -A lb e rt B o urg au lt-D u cou dray fue profesor de h is
to ria de la música en el conservatorio nacional de París a
p a rtir de 1878, el mismo año en que Satie dejó la institución .
20. Según los borradores autógrafos del p rim er Nocturno [agos
to de 1919]. B N F -M U S , MS 9609(2).
145
Este breve te xto no se to m ó en cuenta para la edición
de esta obra. P o r o tro lado, n in gú n nuevo te x to «entre l í
neas» fig u ra rá a p a rtir de ahora en las p a rtitu ra s para p ia
no de Satie.
Causa de este viraje o bien sim ple coincidencia, en este
m ism o año, 1919, D ia g h ile v descubrió en una b ib lio te c a
ita lia na los Pechés de ma vieillesse (Pecados de m i vejez),
de G io acch in o Rossini— iné dito s en esa época— , donde
menudean las indicaciones de carácter descabelladas, in
ventadas p o r el co m p osito r hacia la m ita d del siglo x ix y
que, aunque reflejaran un talante m uy d iferen te al de E rik
Satie, p u d ie ro n causarle la sensación poco agradable de
no haber sido el in ic ia d o r de una p rá ctica de la que se sen
tía más bie n orgulloso.
21. Hem os agrupado bajo este títu lo un p royecto de tríp tic o
que Satie anotó en septiem bre de 1920 inspirándose en
tres novelas clásicas: Pablo y V irgin ia de B ernardin de Saint-
P ierre, Robinsón Crusoe de D a n ie l D efoe y D on Q u ijo te
de Cervantes, los tres largam ente celebrados en las estam
pas populares del siglo x ix .
Para las dos prim eras partes, Satie com puso dos d e li
ciosos poemas en prosa. Para la tercera parte, u tiliz ó en
cam bio un extracto del poema L ’Isolem ent (M é dita tion s,
I) de A lphonse de Lam artine.
C uando, más tarde, abandonó este p royecto de tr í p t i
co, em pleó los mismos versos de L am artine para su Elegía
a la memoria de Claude Debussy, com puesto en d iciem bre
de 1920 «en recuerdo de una amistad de tre in ta años, afec
tuosa y llena de adm iración».
A u nq u e te rm in ó en desavenencia, la relación de Satie y
Debussy fue m uy intensa, y cada uno representó para el
o tro un in te rlo c u to r p rivile g ia d o . «Si no tuviese a D e
bussy», escribió un día nuestro co m p osito r a su p ro p io
herm ano, «no sé qué haría para expresar m i pobre pensa
m iento.» Los versos de L am a rtin e expresan perfectam en-
146
te el desconsuelo p o r la pérdid a irre pa ra ble de su amigo.
22. Hem os puesto aquí, p o r orden alfabético, sin más d is tin
ción, las llamadas «indicaciones de carácter» que Satie in
tro d u jo en los pentagramas de sus p artitura s. Com o mues
tran algunas listas de sus cuadernos, la fo rm u la c ió n de las
indicaciones destinadas a una obra determ inada precede a
su com posición; estas expresiones, cuyo o bjeto era d e te r
m in a r una cierta atmósfera general, se adaptaban más ta r
de al desarrollo de la pieza m usical.
Alineadas una a co ntin ua ció n de la otra, componen
una extraña letanía que nos transporta de inm ed iato al
im a gin ario tan p a rtic u la r de E rik Satie.
23. Según el m anuscrito autógrafo de Uspud, redactado ente
ramente de la mano de Satie, que intercaló el te xto en su
p a rtitu ra , añadiendo además, de manera in te rm ite n te , d o
cumentos h ete ró clitos, tales como un intercam bio de co
rrespondencia entre él m ism o y J. P. C ontam ine de L a to u r,
o dos filíp ica s, una d irig id a p o r Satie al C onservatorio N a
cional de M úsica y de D eclam ación de París (véase in fra ,
p. 159), la o tra d irig id a p o r C ontam ine de L a to u r «contra
sus enemigos repugnantes y con bocio». Este m anuscrito
está redactado en cincuenta y dos páginas de un cuaderno
de música rectangular, 16 x 25,5 cm, de cubiertas verde os
curo, com prado en la «Papelería-Encuadernaciones H .
L a rd , M aison L ard -E sn a u lt, fundada en 1795, 25 rue Fey
deau.» C ol. p a rticu la r.
Si b ie n el lib re to de Uspud se a tribuye en este m anus
c rito únicam ente a C ontam ine de L a to u r, m ientras que a
E r ik Satie sólo se le acre dita com o a u to r de la «m úsica
sagrada en tres actos», el te stim o nio del p ro p io C o n ta m i
ne de L a to u r nos pone al co rrien te de que tam bién el l i
b re to se b en efició de su m utua colaboración (cf. J. P. C o n
tam ine de L a to u r, E rik Satie in tim e , en Comcedia, 3, 5 y 6
de agosto de 1925).
A u nq u e esté ca lifica do de «ba lle t» — y en este caso de
147
« ballet cristiano»— , U spud fue ideado para el teatro de
sombras, y más en concreto para el de l ’Auberge du Clou,
d irig id o en esta época p o r M ig u e l U tr illo i M o rliu s .
E l te stim o nio de C ontam ine de L a to u r, que cuenta
cómo la p rim era lectura p ú b lica de esta obra se hizo ante
los asiduos a este cabaret, queda co rro b o ra d o p o r las ca
racterísticas mismas del lib re to , que pone en escena a un
«personaje único», rodeado, eso sí, de unas apariciones
fantasm agóricas que sólo un espectáculo de sombras pue
de p ro d u c ir.
E l argum ento, que crea suspense y acum ula efectos de
h o rro r, parece pensado expresamente para la voz de un
presentador como los que existían en la época en todos los
teatros de sombras dignos de este nom bre.
C om o se hará más tarde para acom pañar el cine m udo,
un piano o un a rm onio ofrecía el com entario m usical en
este tip o de espectáculos. Se sabe que U tr illo disponía de
un arm onio, lo que explica que la p a rtitu ra de U spud, es
crita para teclado, inclu ya aquí y allá indicaciones de «ar
pas» y «flautas» sin más detalle, y que aluden con toda se
g u rid a d a los registros que en un arm onio están situados
debajo del teclado.
Si se tom a en consideración el interés de Satie p o r la
independencia recíproca de los diversos m edios de e xpre
sión artística, no es de extra ña r que el relato p ro fu n d a
m ente dram ático de U spud se co nfron te con una música
que sorprende más bie n p o r su serenidad e in m o v ilid a d .
E l te x to de U spud está casi enteram ente in s p ira d o en
las T entaciones de San A n to n io de F lau be rt, que en esta
época (1892) era el lib ro de cabecera de E rik Satie y que
in s p iró asimismo un m em orable espectáculo de sombras
de H e n ri R iviére en Le C hat N o ir y una d iv e rtid a fa n ta
sía— tam bién para las sombras— de M ig u e l U tr illo . En
esta ú ltim a , p re fig u ra n d o el fin a l de S im ón d e l desierto de
L u is B uñuel, el erem ita acosado p o r el d ia b lo , encarnado
148
para la ocasión p o r un filó s o fo epicúreo, acababa p o r se
g u irle y colgar los hábitos (cf. Santiago Rusíñoí, E l reino
de las sombras, en La Vanguardia, 31 de m arzo de 1892. Re
e ditado en S. R., Desde e l M o lin o , Barcelona, L ’Aveng,
1894).
En contraste con la obra de F la u b e rt y sus diversas
adaptaciones, el Uspud de C ontam ine y Satie destaca p o r
la ausencia to ta l de alusiones eróticas.
La lectura de Uspud a los amigos del Auberge du C lou
suscitó la p e rp le jid a d de todos, y Satie apostó con ellos
que lograría p ro p o n e r su «ballet» a la Ó pera de París. En
efecto, o b tu vo una audiencia con el d ire c to r de esta in s ti
tu ció n , nada menos que bajo la amenaza de n n duelo— au
diencia a la que siguió un rechazo cortés— , y p ud o decir,
e incluso hacer im p rim ir desde entonces, que Uspud había
sido efectivam ente «presentado»— si bien no representa
do— en la Ó pera.
Gracias a una colecta de sus amigos y conocidos, Satie
consiguió p u b lica r una versión edulcorada de este p rim er
re frito en un fo lle to , ilustrado p o r cuatro fragmentos m usi
cales, que tenía la p articularidad, sin duda p o r prim era vez
en la historia de la tipografía, de estar impreso p or entero en
caja baja. Suzanne Valadon, con quien p o r entonces m ante
nía relaciones (véase infra, p. 161-162), d ib ujó para la cubier
ta los perfiles de los dos autores inscritos en un m edallón.
Dos años más tarde, Satie editaría un segundo fo lle to ,
titu la d o tam bién Uspud, aunque m enor que el p rim e ro ,
pues com prendía únicam ente los cuatro fragm entos de la
p a rtitu ra , sin el texto.
Para la cu bierta de esta segunda edición em pleó de
nuevo el m edallón d ib u ja d o p o r V aladon, aunque, como
en el in te rva lo había ro to con su amiga, se preocupó, eso
sí, de s u p rim ir su firm a .
24. Según el m anuscrito autógrafo de La trampa de Medusa,
redactado (¿en 1921?) en veintinueve fo lio s de un cuader-
149
no de escuela marca O m n iu m , escritos solamente p o r el
anverso, 22 x 17 cm, cubierta malva. París, G alería Louise
L e iris, A rch ivo s D . H . K ahnw eiler.
Parece ser que Satie co ncibió esta obra— que anticipa
el teatro dadaísta de los años veinte e incluso el teatro del
absurdo de los años cincuenta— a finales del siglo pasado,
en la época en que colaboraba con el h um orista de M o n t
m artre Jules D ép aq uit. D e b ió de tratarse entonces de una
obra en cinco actos.
L a retom ó en 1913 para una representación p a rtic u la r
en casa de los padres de uno de sus amigos— el com posi
to r y c rític o A le xis R oland M anuel Lévy, llam ado R oland
M an ue l— y la red ujo considerablem ente, como tenía p o r
costum bre cuando volvía a un antiguo trabajo. H iz o en
tonces de ella una obra en un acto.
En atención a los actores que debían representarla, Sa
tie v o lv ió a copiar para la ocasión el papel de cada uno p o r
separado, pues juzgó innecesario que sus intérpretes co
nocieran la to ta lid a d de la obra antes de in te rp re ta rla . E l
encadenam iento del diálogo sería así puram ente m ecáni
co, sin dejar espacio a las interpretaciones psicológicas.
Después de o lv id a r su m anuscrito de 1913 en un ta x i,
Satie, que p o r fo rtu n a había conservado un b o rra d o r, se
v io o bliga do a re c o n s tru irlo enteram ente en 1921, cuando
se le presentó la o p o rtu n id a d de representar la obra en
p ú b lic o (en el T héátre M ich e l, durante una sesión de tea
tro b u fo , organizada p o r P ie rre B e rtin , que in c lu ía asi
m ism o obras de M a x Jacob, Cocteau y R adiguet) y de p u
b lica rla , gracias al m archante de cuadros cubistas H e n ry
K a hn w eiler, quien d irig ía entonces las exposiciones y las
publicaciones de la G alería Sim on, ilu stra d a con tres gra
bados en co lo r de Georges Braque.
Este segundo m anuscrito constituye la fuente de nues
tra edición.
F ie l al p rin c ip io según el cual la música nunca debe su-
150
perponerse a las palabras, Satie compuso, para esta «co
m edia lírica » , siete «bailecitos» que co n stitu iría n una es
pecie de in te rm e d io s a los diálogos.
Se supone que ha de lle va r estos bailes a escena un
m ono m ecánico, «disecado con mano maestra», que el b a
rón M edusa— protagonista de la obra— ha hecho fa b ric a r
para su distracción. Sin duda, se tra ta de una encarnación
del inconsciente, que no se desata más que cuando el d o
m in io de la conciencia falla; en efecto, el m ono baila ú n i
camente cuando el barón d o rm ita . E l n om bre que Satie
d io al m ono— -Jonás, que tom a del p ro fe ta b íb lic o p ris io
nero en el v ie n tre de la ballena, de manera semejante al
subconsciente, que se cobija en el in te rio r de cada in d iv i
duo— parece c o n firm a r esta id e n tific a c ió n . Es interesante
a puntar que en el m om ento en que fue escrita esta pieza
(1913), los estudios de F re u d sobre el subconsciente to d a
vía no habían sido divulgados en Francia.
E n tre las diversas situaciones convencionales que tie
nen lug ar a lo largo de la obra, destaca el c o n flic to — que
anuncia la lucha de clases— entre un amo y su criado. E l
criado, que reclama su derecho a la igualdad fren te a su
amo, responde al n om bre del santo p ro te c to r de los r u i
dos, P o lica rp o — en una época en la que los fu tu rista s ita
lianos reivind icab an precisam ente la in tro d u c c ió n de r u i
dos en la m úsica clásica. A lgunos años más tarde, Satie
s u friría en su p ro p ia p ie l este tip o de re ivin d ica ció n a p ro
p ósito del b a lle t Parade. C on su iro n ía h a b itu a l, declaró
entonces que la m úsica que había com puesto para el b a lle t
no era más que un « fon do para los ruidos» im puestos p o r
el lib re tis ta Jean Cocteau (véase in fra , p. 170-171).
En cuanto al n om bre del personaje p rin c ip a l de la
obra, el barón M edusa, Satie lo e lig ió con toda certeza a
causa de las medusas en ta nto que animales m arinos p e r
tenecientes a la clase de los «acalefos»— lo que le p e rm iti
rá un juego de palabras de lo más sig n ifica tivo , que será
151
una verdadera p ro fesió n de fe. A l hacer que el barón M e
dusa, reincidente en los lapsus linguae, fin ja equivocarse al
declarar que pertenece a la fam ilia de los «acéfalos», Satie re i
vin d ica en realidad su p ro p ia pertenencia a la categoría de
los seres sin cabeza, que colocan el in s tin to p o r delante de
los conocim ientos a d q u irid o s y rechazan sistem áticam en
te el cartesianismo y sus condicionam ientos racionales.
25. Según el m anuscrito autógrafo de Trois poémes d ’am our
{Tres poemas de am or), redactado p o r Satie algunos años
después de la com posición de esta obra («octubre de
1914»), y dedicado a una de sus intérpretes, la mezzo Jane
B a th o ri: B ib lio th é q u e N a tio n a le de France, D epartem ent
de la M usique, archivos Jane B a th ori.
A Satie, enfrentado a las convenciones aritm éticas como
a todas las convenciones en general, se le o c u rrió al p rin c i
p io in v e rtir los números del segundo y tercer poema (véase
infra , p. 169-170), pero finalm ente tuvo que renunciar a ello
en el m om ento de la p ub lica ció n de la obra, m uy p ro ba ble
mente ante la presión del e d ito r (Rouart & Lerolle, 1917).
A l e scrib ir él m ism o las letras para estas tres melodías,
Satie se d iv irtió , una vez más, engañando al oyente super
fic ia l o distraído. E n efecto, si bie n la le tra describe aquí el
corte jo que un h om bre poco agradable, viejo con toda se
g u rid a d y calvo p o r añadidura, dedica a una joven y h e r
mosa dama, la música p o r su parte se in sp ira en el canto
gregoriano de Pascua, Victim ae paschali lau de s..
En lug ar de cantarlos, habría pues que salm odiar estos
Poemas, como si se tratase de letanías.
En una nota in é d ita de estos cuadernos (véase in fra ,
p. 170), Satie da a entender que el verdadero p ro p ó s ito de
estas melodías no es celebrar un am orío ocasional, sino «el
am or del amor», es decir, el am or de D ios.
La le tra no solamente carece de toda relación con la
música a la que acompaña— como ocurre a m enudo con
nuestro co m p osito r— , sino que tiene aquí, según las re-
152
V
153
a uto r— ob je ts trouvés, en cie rto sentido. Escogió tres d iá
logos de P latón, E l Banquete, Pedro y Fedón, y seleccionó,
de los tre in ta y nueve capítulos del p rim e ro , cuatro fra g
m entos del capítulo tre in ta y dos y otros dos, sacados res
pectivam ente de los capítulos tre in ta y tres y tre in ta y
ocho. D e l m ism o m odo, de los sesenta y cuatro capítulos
de Fedro, p riv ile g ió dos extractos del cuarto ca pítulo y
uno del q u in to , m ientras que, de entre los sesenta y siete
capítulos del Fedón, to m ó cuatro fragm entos del tercer
capítulo, uno del tre in ta y tres, dos del tre in ta y cinco, tres
del tre in ta y ocho, dos del sesenta y cinco y, para acabar,
un fragm ento del sesenta y siete.
A l lim ita rse a u n ir estos fragm entos de los tres d iá lo
gos, d istin g u ie n d o su procedencia y conservando su o r
den de sucesión o rig in a rio , sin añadir una sola palabra de
su cosecha, Satie o b tu vo un tríp tic o en tres partes que
pretendía m ostrar, a la manera de los antiguos retablos,
tres aspectos de la personalidad y el destino del filó s o fo .
En la p rim era parte nos presenta su retra to; en la segunda
parte, su estilo de vida, sim bolizado p o r un paseo a lo la r
go de un río en compañía de un joven discípu lo ; en la te r
cera parte, su manera estoica de m o rir.
Para no p erde r nunca de vista la distancia que nos se
para— a nosotros, oyentes del siglo x x — de la A n tig u a
G recia, Satie no centró su obra directam ente en el m ism o
Sócrates, sino en el lib r o de P la tón que p erpetuó su re
cuerdo. A fin de que esta d istin c ió n no se olvidase jamás,
recom endó a los cantores que «leyeran»— rítm icam ente—
su te xto , y llegó a presentar su «dram a s infón ico » en una
lib re ría (el 21 de m arzo de 1919, en la M aison des A m is des
Livres de A d rie n n e M o n n ie r).
Para subrayar más todavía esta especie de «distan-
dación » ante litte ra m respecto al tema e im p e d ir toda id e n
tific a c ió n de los intérpretes con los personajes— el filó s o
fo y sus discípulos— , Satie p id ió además que el rep arto se
154
confiara preferentem ente a voces de m ujer: cuatro sopra
nos, si era posible, a fin de obtener ínfim as variaciones de
m atiz en una misma blancura.
La princesa, que tenía una reputación de adepta de
Lesbos que las buenas costum bres de la época aconseja
ban no ostentar, se opuso a la solución que p roponía nues
tro co m p osito r, tem iendo que Socrates se confundiese con
un espectáculo de travestís. A u n así, durante la prim era
a udición de la obra en su salón, en que la p a rtitu ra se con
fió p o r entero a ja n e B a th o ri, acompañada p o r v e in tic in c o
m úsicos, Satie no se abstuvo de anunciar a los estupefac
tos invita do s, sin tem or de ir r ita r a su mecenas, que la
obra que iba n a escuchar en boca de una sola in té rp re te se
había escrito para cuatro voces.
La música de Sócrates, «blanca e in m ó v il como la A n ti
güedad», no sufre, a lo largo de to d o el relato dram ático
que la acompaña, ninguna alteración de carácter em ocio
nal. Así, la m uerte trágica e injusta del filó s o fo retum ba—
y es todavía más desgarradora— como la detención p ro
gresiva de un mecanismo que se descarga.
A l d e fin ir Sócrates com o un «dram a sinfónico»— un
drama transm utado en sinfonía— , E r ik Satie quiso sin
duda in s is tir una vez más en su p ro fu n d a convicción de
que la música se halla más p ró xim a al m un do de las ideas
platónicas que a los lam entables sufrim ientos humanos.
155
V ID A Y OBRA DE E R IK S A T IE ,
159
sí; confieso que trabajé mucho allí; y creo que los ilustres per
sonajes que fueron allí antes que yo no perdieron tiempo. Se
intercambian en ese lugar ideas que sólo pueden ser prove
chosas— con la condición de pasar desapercibidos.
Sin em bargo, para da r muestras de m o ra lid a d y darm e un
aire respetable, digo : jóvenes, no vayáis al café, escuchad la
voz grave de un h o m b re que ha p e rd id o a llí dem asiado tie m
p o , a su parecer— ¡pe ro que no lo lam enta, el m u y m o n stru o !
{Penibles exemples {Ejemplos Penosos), en Catálogo, n° 5, oc
tu b re de 1922)
160
de la Rosacruz que tienen lugar en la G alería D urand-
Ruel, durante una exposición de p in tu ra sim bolista.
La Orden rechaza todo virtuosism o y considera que el ins
trum entista, cualquiera que sea, debe lim itarse a ser el cele
brante extasiado de las obras maestras. (Advertencia al m ar
gen del programa de la Primera Velada Rosacruz, 1892)
161
E l 14 del mes de enero del año de gracia de 1893, que era sá
bado, comenzó m i relación amorosa con Suzanne Valadon,
que tuvo fin el martes 20 del mes de ju n io del mismo año.
E l lunes 16 del mes de enero de 1893, m i amiga Suzanne Va
ladon vino po r prim era vez en su vida a este lugar, y lo hizo por
últim a vez el sábado 17 de ju n io del mismo año. (Cartel colga
do en la pared de su habitación, 6 me C ortot, en 1893)
162
(E rik Satie por Conrad Satie, en Le Coeur, ii, io de junio de
1895)
163
1899 Satie com pone la música de escena de una pantom im a
del h um orista de M o n tm a rtre Jules D é p a q u it, Jack in
the Box. Tras su m uerte, D erain com pondrá un b allet
para D ia g h ile v con esta música.
164
Estaba harto de oírme reprochar una ignorancia que yo
creía tener, en efecto, puesto que las personas competentes la
señalaban en mis obras...
Heme aquí, en 1908, con un documento que me concede el
títu lo de contrapuntista. M i prim era obra de este género es
una Coral y Fuga a cuatro manos. M e han insultado mucho en
m i pobre vida, pero nunca fu i tan despreciado. ¿Qué he ido a
hacer con D ’Indy? ¡Antes había escrito cosas de un encanto
tan profundo! ¿Y ahora? ¡Qué lata! ¡Qué pesadez!... (Carta a
Conrad Satie, 17 de enero de 1911)
165
Unos amigos me piden con frecuencia que tenga la gentile
za de precisarles algunos detalles acerca de este traje ecuestre.
¿En qué consiste exactamente? ¿Chaqueta? ¿Riding coat?
¿Botas o pantalón con trabilla?
E l caballero, ¿lleva sombrero?, ¿casco?, ¿gorra? ¿Cómo es
su corbata?
Pero yo he querido hablar de uno de los trajes del propio
caballo. Éste, p o r ejemplo: dos varales sujetos a un coche de
cuatro ruedas... (Notas autógrafas encontradas po r P. D . Tem-
plier)
1 66
tie, po r A. L. [A lfre d Leslie], Boletín de la Agencia E. Demets,
diciem bre de 1913)
1913 Para una velada en casa de los padres de uno de sus jóve
nes amigos, el com positor y crítico Roland M anuel, escri
be una obra de salón, Le Piége de Méduse (La trampa de
Medusa), con siete interm edios musicales intercalados,
que debía b a ila r un m ono disecado. É l m ism o toca al p ia
no los interm edios, tras «preparar» su piano con hojas de
papel entre las cuerdas, con el p ro pó sito de obtener un
sonido tan «disecado» como se supone que lo está el
m ono bailarín.
167
parodia el exotismo hispanizante de sus amigos Ravel y
Debussy...; E m bryons dessechés (Em briones secos de ho
lotu ria , de edrioftalm os y de podoftalm os.)
Esta obra es absolutamente incomprensible, hasta para mí.
Su augusta profundidad me sorprende siempre. La escribí a
pesar mío, impulsado por el Destino.
Sin embargo, no tendré ninguna indulgencia con los que la
desdeñen. Que lo sepan. (Notas autógrafas encontradas por P.
D. Templier)
168
1914 Satie e m p re n d e este año la c o m p o s ic ió n de una o b ra para
v io lín y p ia n o , Choses vues a dro ite & ä gauche (sans lu
nettes) (Cosas vistas a derecha e izquierda (sin gafas)) en
tres partes: C oral hipócrita, Fuga a tientas, Fantasía mus
cular.
M is corales igualan a las de Bach, con una diferencia: que
son más escasas y menos pretenciosas. (A l margen de Choses
vues..., Rouart, Lerolle, 1917)
169
No, estos poemas son poemas de amor... del Am or; son pági
nas plácidas y sencillas en las que se ve toda la ternura de un
hombre virtuoso, muy decente en sus maneras.
Podéis escuchar sin temor.
Su número es de tres: el prim ero lleva p o r títu lo Poema de
A m or n° i ; el títu lo del segundo es un poco menos glorioso, Po
ema de A m o r n° 3; en cuanto al tercer poema, su títu lo es toda
vía más modesto: Poema de A m o r n° 2.
V oy a cantároslos yo mismo, con una sola cuerda vocal, tal
como se practicaba, en tiempos antiguos, en la corte de nues
tros buenos viejos reyes del x i i , del d istrito x n . (Borrador au
tógrafo)
170
H e compuesto un fondo para ciertos ruidos que el lib re tis
ta juzga indispensables para describir la atmósfera que en
vuelve a sus personajes. (Según Jean Cocteau, «Petite C hroni-
que...», en Nord-Sud, ju n io -ju lio de 1917)
171
Nos llevamos todos muy bien.
N o tenemos ni Presidente, n i Tesorero, n i A rchivista, ni
A dm inistrador.
N o tenemos tesoro, p o r lo demás... Y nos resulta muy có
modo. (Notas autógrafas encontradas por P. D . Tem plier)
172
p u ls o de Jean C octe a u . E l lib e lo E l g a llo y e l a rle q u ín , de
este ú ltim o , que m a g n ific a la estética de n u e s tro c o m p o
s ito r, es el evan g e lio d e l g ru p o . S atie es el ú n ic o que se
m u e stra re tic e n te .
173
La excéntrica b a ila rin a C aryathis (fu tu ra escritora
con el n om bre de Elise Jouhandeau) baila, en un recital,
L a b e lle e x ce n triq u e (La b e lla e xcé n trica ), «fantasía se
ria» que Satie compuso especialmente para ella.
La bella excéntrica es una pa risin a de París. A u n q u e a p un
te vagamente unos pasos de shimmy, sigue siendo parisina...
(C arta autógrafa a C aryathis, 12 de mayo de 1921)
174
E r ik Satie, que había d ecidid o v iv ir en este pequeño
m u n ic ip io de las afueras de París.
A p e tició n de D iag hilev, Satie com pone la música de
los recitativos hablados del Médécin m algré lu í (M édico
a la fuerza) de Charles G ounod.
Para mí, componer como Gounod es pan comido... (Carta
a Darius Milhaud, 19 de agosto de 1923)
...lo cual no es más tonto que componer como Ravel...
(Carta a Igor Stravinsky, 15 de septiembre de 1923)
175
¿La música de Relache? Describo a unos personajes que se
van de picos pardos. Para ello me he servido de temas popula
res.
Estos temas son profundam ente «evocadores»... Sí, muy
«evocadores», incluso «especiales»...
Los «timoratos» y otros «moralistas» me reprocharán el
empleo de estos temas. N o pienso preocuparme po r la opinión
de esa gente.
Los «asnos» reaccionarios me lanzarán sus rayos. ¡Puaj i ...
N o tolero más que a un juez: el público.
É l reconocerá estos temas y no se sorprenderá en absoluto
de oírlos... ¿No es «humano»?
N o quisiera que se ruborizara un cangrejo, n i un huevo.
Que se retiren los que teman estas «evocaciones».
M e daría vergüenza a lte ra r las aguas tra n q u ila s y pacíficas
de su sereno candor... Soy dem asiado amable para desear de
sagradarles. {La Dame, n o v ie m b re -d ic ie m b re de 1924)
E R IK S A T IE
176
B IB L IO G R A F ÍA
E r ik s a t i e , Lepiége de Méduse, comedia líric a de E r ik Satie
1979 y 1989.
— , Satie seen through his letters, tra d u cid o del francés p o r M i
chael B u llo c k . In tro d u c c ió n de John Cage. L ondres y Nueva
Y o rk , M a rio n Boyars, 1989 y 199$.
— , Satie et la danse, París, Plum e, 1992.
— , Satie/Cocteau: les malentendus d ’une entente, París, Le
castor astral, 1993.
— , E r ik Satie, bibliographie raisonnée, A yu n ta m ie n to de A r-
cueil, 1995.
— , E rik Satie, París, Hazan, 1997.
— , E rik Satie honfleurais, H o n fle u r, E d itio n s de la Lieutenan-
ce, 1998.
179
ESTA E D IC IÓ N
DE «C U A D E R N O S DE U N M A M ÍF E R O » ,
DE E R IK S A T IE , A CAR GO DE O R N E L L A V O L T A ,
SE H A T E R M I N A D O D E I M P R I M I R ,
EN CAPELLADES,
E N EL M ES DE A B R IL
DE M IL N O V E C IE N T O S N O V E N T A Y N U E V E .