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Políticas de Seguridad UNAM

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Políticas de Seguridad

Unidad 5: La seguridad comunitaria

1. ¿Cuál es la visión comunitaria?


En las unidades anteriores se han desarrollado los principales esquemas de
análisis institucionales y socioeconómicos culturales vinculados con la
causalidad de la problemática de seguridad. Se ha tomado posición a favor
de un modelo multicausal y multiactoral que va acompañado por la
participación de la sociedad civil en la producción de las nuevas políticas de
seguridad. Esta presencia, que en adelante llamaremos participación
comunitaria, es el valor agregado imprescindible para comprender y
desarrollar modernas políticas de seguridad.

1.1. La visión comunitaria


Al hacer aquí su presentación queremos ser muy precisos en cuanto a su
definición. Existe una primera visión de la participación ciudadana como
simplemente complementaria del accionar policial (mejor información, mayor
eficacia en la aplicación de recursos, mayor confianza en la presencia policial).
El concepto de participación comunitaria que proponemos va mucho más allá
de ese nivel. Nuestra visión es que es la propia sociedad la que debe dar
respuesta a una pregunta fundamental: ¿qué tipo de seguridad pretendemos
construir?

La propuesta de este curso es una clara opción por construir “una seguridad
con la comunidad. No sobre la comunidad, con su fatal secuela de
autoritarismo. No para la comunidad dónde, tarde o temprano, las fuerzas de
seguridad terminan ubicándose fuera de la comunidad, convirtiéndose de
hecho en un organismo con su propia dinámica, percibida como ajena y
muchas veces hostil a los intereses del conjunto. Se trata en definitiva de la
creación de espacios de participación y control social. Porque la seguridad ha
dejado de ser un tema exclusivamente policial. Es una construcción

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comunitaria donde el compromiso, la participación y el control social son el
reaseguro”. (Participación y control social. Secretaría de Seguridad, GPBA,
1998)

1.2. ¿De qué hablamos cuando hablamos visión comunitaria? La


comunidad definiendo la agenda local de seguridad.
El punto que estamos desarrollando es el verdadero valor agregado de la
Visión Comunitaria. Nadie duda en estos momentos que la comunidad
(entendiendo por tal desde las organizaciones civiles hasta el simple vecino)
debe participar en la resolución de la problemática de seguridad. La pregunta
es si debe participar como simple colaborador o como creador de la política
de seguridad.

Quienes creen que la problemática de la seguridad se soluciona con una


mayor eficacia en el funcionamiento del binomio policial–judicial consideran
a la participación ciudadana en un rol de colaboración subordinado a la
función policial para mejorar su eficiencia (suministro de información
calificada y rol de seguridad vecinal).

La visión comunitaria, por el contrario, coloca al ciudadano en el centro de la


construcción de una política de seguridad. No sólo colaborando con el sistema
institucional sino también definiendo su agenda a nivel local y controlando la
aplicación de ella.

Lo que busca la participación ciudadana no es un rol de mejora en los


sistemas de represión, sino profundizar el sistema democrático creando
espacios que permitan la resolución de los conflictos.

Comprender la diferencia entre estas dos visiones y la capacidad


transformadora de la sociedad civil en la temática de seguridad, es sustancial
para la definición de una política moderna que garantice en forma conjunta
un nivel óptimo de seguridad y libertad y permita, al mismo tiempo, la
legitimación del sistema institucional.

A efectos de una mayor claridad en cuanto a las dos formas de encarar la


participación vamos a definirlas como Participación Comunitaria Amplia
(ciudadano como creador de la política de seguridad) y Participación
Comunitaria Restringida (ciudadano como colaborador de una política de

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seguridad) y vamos a comparar las diferencias (y semejanzas) entre las dos
visiones. Aclaremos también que definimos dos categorías extremas.

En la práctica real de la Participación Comunitaria ninguno de los modelos


existe en estado puro, sino que se combinan elementos de ambos esquemas
en número variable.

1.3. ¿Cómo estamos debatiendo los argentinos?


La aplicación cotidiana por el Estado de los instrumentos de seguridad, sus
aciertos y desaciertos y su eventual reforma, han dado pie a una intensa
discusión que no se reduce a los organismos públicos directamente
involucrados sino que constituye uno de los debates transversales que
comprometen a la sociedad en su conjunto.

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Decimos que la seguridad necesita un debate transversal por cuatro razones:

1. Afecta a todos los sectores de la sociedad (multisocial).

2. Se origina en una serie de causas (multicausal).

3. Requiere una respuesta que combine diversos sectores del estado


(multiagencia).

4. Su solución combina las respuestas del Estado y la sociedad civil


(comunitaria).

2. Construyendo la seguridad comunitaria


En los últimos años se ha evidenciado un cambio en la forma en que se encara
la prevención del delito en el mundo. La responsabilidad por la prevención y
el control del crimen se ha ampliado, desde la esfera gubernamental hasta
los ciudadanos. En el centro de estos cambios, Dammert (2005) identifica
tres conceptos que se encuentran en la base de las políticas de prevención
modernas: prevención, comunidad y asociación.

“La prevención puede ser definida como “las políticas, medidas y técnicas,
utilizadas fuera de los límites de sistema de justicia penal, y dirigidas a la
reducción del daño producido por aquellas acciones definidas como delitos
por el Estado” (Van Dijk, 1990). Estas políticas se han consolidado como una
estrategia eficaz y eficiente en la disminución del delito. De esta manera, las
medidas que buscan prevenir el incremento de dichos factores (por ejemplo
consumo de alcohol y porte de armas) son consideradas centrales en la
disminución no sólo de los delitos sino también de la sensación de inseguridad
ciudadana.

En segundo término, el concepto de comunidad entendido como los


residentes de una vecindad determinada, unidos por lazos de afinidad y por
el interés de hacer efectivas las normas que han acordado se ha convertido
en uno de los más utilizados en políticas públicas. Especialmente en el área
de la prevención del delito, el interés por la comunidad se puede explicar a
partir de las diversas posturas que explican la relación entre delito y
comunidad. Así por ejemplo, la consolidación de una comunidad participante
es vista como un proceso ligado a la disminución de los delitos y de las
oportunidades para cometerlos, a la defensa frente a los extraños o a la

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formación de un espacio social homogéneo y por ende seguro. A pesar de la
excesiva amplitud de su conceptualización, no se puede desdeñar su
importancia y centralidad en las políticas públicas así como su profunda
vinculación con la prevención del delito.

Finalmente, la asociación se presenta como una estrategia de acción


necesaria para poder enfrentar el delito. La literatura pone énfasis en la
formación de asociaciones entre diversas agencias estatales (Crawford, 1997)
de manera de abordar el fenómeno desde la perspectiva de su control, pero
también de la disminución de las oportunidades para que el delito aumente.
Estas asociaciones, como se ha dicho, comprenden muchas veces a la
comunidad y a los organismos públicos en la búsqueda de mejoras al
problema delictual, lo que lleva a a que la comunidad se involucre en el diseño
y desarrollo de las iniciativas preventivas”.

Este llamado a la participación se ha hecho evidente en dos estrategias


gubernamentales: la reforma policial y la consolidación de espacios de
participación comunitaria.

3. La actividad policial e iniciativas de reforma

3.1. Análisis de la actividad policial en el debate norteamericano.

El análisis de la actividad policial comienza a realizarse en EEUU en el mismo


momento en que se inicia un proceso crítico al modelo profesional burocrático
centralizado. Tal como lo señalamos, el accionar policial aparecía como muy
claramente definido para esa matriz: luchar contra los delincuentes mediante
la aplicación de Sin embargo, una serie de detallados estudios realizados
entre los '60 y los '80 por diversos organismos académicos señalaron que el
porcentaje de las actividades de las patrullas policiales que incluía delitos
penales y aplicación de la ley era porcentualmente minoritario.

James G. Wilson (1968) indicó que sólo el 10% de las llamadas recibidas por
el Departamento de Policía de Siracuse (New York) ofrecía la oportunidad de
aplicar la ley. Albert Reiss (1971) encontró que la policía de Chicago sólo
clasificaba como “penales” al 17% de las llamadas recibidas. Richard
Lundman (1980) estudió la labor de cinco departamentos de policía diferentes
y encontró que solamente el 30% del tiempo de sus patrulleros comprendían

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la aplicación de la ley. Stephen Mastrofski (1983) informó que el 29% de los
incidentes manejados por patrulleros de 24 departamentos involucraban
delitos penales.

Según a J.J. Fyfe et all (Administración de la Policía, Mc Graw Hill, 1997) “los
verdaderos organismos encargados de la justicia penal (Tribunales y
Correcionales) interactúan exclusivamente con personas que han sido
acusadas de un delito, que fueron víctimas de un delito o que han sido
testigos de un delito.

Sin embargo, salvo los casos de policías con asignaciones especiales, los días
laborales de los policías incluyen contacto con una amplia gama de personas
que no tienen ninguna relación con la delincuencia. Entre ellos están los
automovilistas que necesitan información, los infractores de tránsito, los
niños perdidos, los enfermos y los accidentados, los dueños de casas o
comercios que se preocupan por grupos de muchachos escandalosos, los
miembros de familias que establecen discusiones a gritos y todos los demás
que llaman a la policía solicitando ayuda o son las causas de tales llamados.
Cuando la policía establece contacto con estas personas y sus problemas, su
trabajo tiene poco que ver con la delincuencia o la aplicación de la ley”.

La visión tradicional de la policía como organismo encargado de la justicia


penal es muy estrecha y no toma en cuenta el hecho de que la mayor parte
de la labor de la policía no tiene que ver con la delincuencia ni con la aplicación
de leyes penales. Sin duda, ningún otro organismo combate la delincuencia
como lo hace la policía, pero la delincuencia, la imposición de la ley y la
justicia penal sólo representan una parte del papel que aquella desempeña.

3.2. Análisis de una experiencia municipal española

Vamos a analizar en este apartado, a la Guardia Urbana (GU) de L'Hospitalet


de Llobregat. Esta ciudad es la segunda de Cataluña, después de Barcelona,
y una de las veinte primeras de España en cuanto a población.

Este es un modelo policial basado en un sistema de comunicaciones que


permite una estructura en red, que combina la asignación centralizada de
servicios (Sala de Mando) con su ejecución descentralizada (patrullas).

El núcleo de la propuesta de la GU consistió en combinar los sistemas de

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patrullajes disuasorios (típicos de las policías del modelo de la eficiencia
burocrática) con un sistema policial de proximidad (típicos de las policías de
tipo comunitario o COPPS).

Organización de la Guardia Urbana.

La GU está estructurada con un escalafón jerárquico típico de oficiales,


suboficiales y agentes. Operativamente, está organizada en tres secciones:

• Recursos, Apoyo y Demarcaciones. Esa división combina una


estructura transversal de servicios internos, comunes a la totalidad de
la GU, con una estructura de prestación de servicios de doble base,
funcional y territorial.

• Servicios Internos. Sección de Recursos (soporte técnico transversal),


Gabinete Técnico, Departamento de Personal y Formación, Parque
Móvil, Material y Almacén. Son estructuras de apoyo a la conducción y
a la prestación de los servicios.

• Servicios Externos de Base Funcional. Sección de Apoyo (Servicios


policiales rutinarios o previsibles). Departamento de Vigilancia,
Circulación y Seguridad Ciudadana. Custodia de edificios, parques e
instalaciones municipales, regulación del tránsito en horas pico en
puntos preestablecidos de la ciudad, diligencias judiciales, otros.

• Servicios Externos de Base Territorial. Sección de Demarcaciones.


Servicio policial de patrullas y atención a las eventuales demandas
directas.

Actividad de la GU.

El eje fundamental de la prestación de servicios lo constituye la Sección de


Demarcaciones. Sintéticamente está formada por patrullas policiales con
coordinación centralizada (Sala de Mandos) y despliegue territorial.

Patrullas. La actividad de la GU está organizada en base a la figura de


“policía de sector” (cumple funciones de patrullaje, dentro de la misma área,
especializándose en su problemática).

Objetivo. El objetivo de las patrullas es combinar la presencia disuasoria y


la respuesta rápida con el conocimiento de la zona y la capacidad preventiva.

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Según las características del servicio se combinan patrullas a pie y
motorizadas (motonetas, motos, cuadriciclos, automóviles, camionetas,
grúas).

División Territorial. La ciudad se divide en dos zonas (Norte – Sur,


utilizando como divisoria la línea del ferrocarril que atraviesa la ciudad) y
cada zona se subdivide en seis sectores. Los sectores coinciden, salvo alguna
excepción, con distritos municipales y, en todos los casos, con demarcaciones
barriales. Retengamos ese dato: para determinar la base territorial del
servicio se busca hacerlo coincidir con la divisoria administrativa municipal y
con la identificación de convivencia ciudadana (barrio). En principio se busca
mantener al mismo personal patrullando y estableciendo relaciones de
comunicación y confianza con el vecindario (base para un sistema de policía
de proximidad). Cada Zona tiene la siguiente asignación de personal: un
sargento (coordina la Zona), seis cabos (coordinan el Sector), cuarenta y
ocho agentes (ocho agentes por sector). Las patrullas funcionan en tres
turnos de ocho horas. Turno mañana (6 a 14), turno tarde (14 a 22) y turno
noche (22 a 6). Los dos primeros con el personal descripto y el tercero con el
personal reducido en un 25%.

Optimización de recursos. Calculando el porcentaje de policías asignados


al servicio de patrullas (patrulleros, supervisión, central de comunicaciones,
más el personal rotativo que cubre feriados, francos, otros) podemos asumir
que alrededor del 70% del personal de la GU está vinculado a ese servicio. Si
consideramos que al menos la mitad del personal restante cubre las
actividades de apoyo (custodias públicas, tránsito, otros) llegaríamos a que
más o menos un 90% del personal está dedicado específicamente a tareas
de seguridad y mayoritariamente en relación directa con el público.

El funcionamiento de las patrullas. El mecanismo de funcionamiento de


las patrullas se basa en una red de comunicación centralizada en una Sala de
Mando. En ésta se encuentra el oficial que actúa como Jefe de Operaciones.
Es allí donde se recibe el 100% de las operaciones de servicios (ya sean
requeridos por un ciudadano, un patrullero u otra agencia policial). Y desde
allí se determina el curso a seguir y se destinan los efectivos a realizarla.

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Prioridades. Las prioridades que se establecen ante las llamadas son de
cuatro tipos: peligro (prioridad 1, la más alta), urgente, importante y rutina
(prioridad 4). Información requerida. Particular atención merece el cuarto
paso de la secuencia operativa de la Sala de Mando (ficha informativa). Se
trata realmente de tomar una serie de datos que incorporados a una base de
datos, permiten calcular la eficacia del servicio policial.

Políticas de seguridad de la GU.

Hasta aquí hemos estudiado un modelo policial basado en un sistema de


comunicaciones que permite una estructura en red, y que combina la
asignación centralizada de servicios (Sala de Mando) con su ejecución
descentralizada (patrullas).

Hemos tratado de inferir el tipo y la calidad de sus prestaciones analizando


las características y el origen de su demanda, sus prioridades, tiempos de
respuesta, tiempo dedicado al servicio, otros. Sin embargo, esos datos pese
a ser enormemente valiosos, son insuficientes. Para tener una imagen
completa del funcionamiento de la Guardia Urbana es necesario saber cuál es
la política de seguridad que sustenta este modelo organizativo.

El núcleo de la propuesta de la GU consistió en combinar los sistemas de


patrullajes disuasorios (típicos de las policías del modelo de la eficiencia
burocrática) con un sistema policial de proximidad (típicos de las policías de
tipo comunitario o COPPS).

Para lograr ese objetivo desarrollaron al máximo las posibilidades que le


brinda su peculiar estructura en red, asociando el patrullaje con la
constitución (dentro de las patrullas) de grupos asignados siempre al mismo
territorio (que recordemos coincide con un distrito municipal y una base
barrial). Este personal se convierte en verdadero “especialista” de una zona
concreta. Estos grupos fueron bautizados como Equipos de Policía de Barrio”
y evolucionaron desde un inicial programa de especialistas antidroga.
Conceptualmente se fundan en la idea de Círculos de Calidad, de la moderna
administración de empresas, donde grupos de trabajadores discuten
libremente, con cierta flexibilidad jerárquica, sobre cómo mejorar su tramo
en el proceso de producción. Estos equipos gozan ahora de un cierto nivel de

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autonomía en cuanto a la planificación y aplicación de su actividad.

En palabras de Manuel Martín Fernández, Jefe de la GU y Jesús Solores


Arroytía, Coordinador de Seguridad Ciudadana de L´Hospitallet de Llobregat
en el Informe sobre Equipos Policiales de Barrio “Uno de los principales
elementos de una policía profesional es la participación en la intervención con
la colectividad. La característica fundamental de cualquier profesión es la
producción de algo que responda a las necesidades previas de la población.
En el caso de la Policía se hace más imprescindible la integración, ya que el
servicio a prestar surge de la propia comunidad. Durante años, y siguiendo
una filosofía de integración, se popularizó la figura del Guardia de Barrio.
Policía integrado y conocedor de la comunidad y de la problemática de un
barrio. Las asociaciones vecinales reclaman habitualmente esa figura, para
tener cerca a quien transmitir los problemas existentes y para, en definitiva
sentirse más seguros".

"Pero el Guardia de Barrio tiene el grave inconveniente de precisar gran


cantidad de agentes para poder cubrir de forma adecuada todos los barrios
de la ciudad. Una solución que permite mantener esa filosofía es agrupar
varios agentes en una zona geográfica amplia, constituyendo los Equipos
Policiales de Barrio. Estos equipos de agentes son asignados de forma
permanente, bajo la dirección de un mando, a sectores fijos de la ciudad,
cuyas zonas van patrullando de manera programada y con más movilidad. El
equipo intercambia información entre todos sus miembros, lo que permite
una integración en la zona, como debía estarlo el Guardia de Barrio individual.
La dinámica del trabajo es que los propios agentes y mandos, a partir de
reuniones periódicas y discusiones sobre los diferentes aspectos sobre el
servicio a prestar y la problemática existente en los barrios, fijen su propio
proyecto de trabajo y lo vayan modificando en función de los resultados
obtenidos”.

3.3. Nuevo modelo policial y filosofía de policía comunitaria

Señalamos a continuación las características del nuevo modelo policial:

 Deberá adscribirse al modelo de seguridad ciudadana, el cual plantea


un cambio estructural en la relación del Estado con la sociedad:

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protección de las personas, respeto a los derechos humanos, ejercicio
de la ciudadanía y participación social, solución pacífica de problemas,
fortalecimiento de las instituciones y obtención de impactos duraderos
en el mediano y largo plazos.

 Adscribirse a un modelo de prevención de las violencias y la


delincuencia, que sea coherente con los objetivos de cohesión social y
calidad de vida de las personas y las ciudades, y no a uno de disuasión
de los delitos (más patrullas y más armas).

 Asumir la perspectiva de los derechos humanos como un eje


transversal de la actividad policial. Esta perspectiva se deberá
considerar en la definición de objetivos y en los estándares de
actuación como instrumentos normativos y deontológicos.

 Fortalecer la transparencia policial y la rendición de cuentas.

 Desmilitarizar y democratizar a la policía: configurarla como una


institución civil que debe refundarse colocando como valores
principales una esencia civilista y una capacidad para resolver
conflictos con participación ciudadana.

 Redefinir la integración de principios, valores y normas sobre su rol


constitucional, vinculado a la defensa de los derechos humanos, la ley,
el orden y la seguridad, así como a la vocación de servicio, a la
promoción de la cohesión social, la cultura de la legalidad y la cultura
de paz.

 Se requieren políticas públicas que dignifiquen a la policía.

 La reforma policial debe contar con el respaldo y aceptación de los


miembros de la organización policial en la que se llevará a cabo el
proceso.

 El nuevo modelo policial deberá considerar la prevención del delito, así


como la inteligencia policial y de contención.

 Es necesario el desarrollo de una política contundente de coordinación


intrainstitucional y con otras instituciones de seguridad y policiales que
permita la creación de espacios de análisis estratégico donde sea

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posible reformular los problemas comunitarios y lograr precisión,
eficiencia y profesionalismo en el tratamiento.

La denominación de filosofía de policía comunitaria toma sentido al plantear


un cambio profundo en el pensamiento policial convencional, pues este
modelo va más allá de la gestión tradicional de la seguridad (autoritaria,
aislada de la sociedad) y busca construir instituciones modernas
(democráticas, eficientes y abiertas al control ciudadano).

Por eso, la finalidad es que este cambio filosófico se materialice en un camino


para replantear la cultura policial. Esta reinvención del hacer y ser policía
tiene efectos en los siguientes ámbitos:

 Alienta la cooperación comunitaria. Motiva a los ciudadanos a


participar en actividades de la policía, caminatas por calle, conciliación
entre vecinos, etc. La colaboración y comunicación entre las dos
esferas (social y seguridad) requiere de inmersión a la comunidad y un
liderazgo compartido por ambas.

 Reconoce, fortalece y emplea las redes sociales existentes en


la comunidad. Esto se logra al generar alianzas con grupos
organizados en la sociedad para tener mejor comunicación y
desarrollar actividades que fortalezcan los lazos y la seguridad en el
barrio.

 Provee soluciones. Genera metodologías de participación colectiva


para, en conjunto con la sociedad, mejorar las condiciones de vida de
la comunidad.

 Provee vías efectivas para la profesionalización de las actividades


de seguridad.

 Analiza información estadística de la situación en la comunidad de


intervención (población: hombres, mujeres, jóvenes, ancianos, etc.)
para desarrollar programas pertinentes y que además sean incluyentes
ante las diferencias (género, edad, origen indígena, nacionalidad, entre
otras).

 Mejora el marco de gestión institucional de los cuerpos

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policiales para la colaboración y la asociatividad con la
comunidad. La acción de policía comunitaria se legitima con la
participación de los ciudadanos en las tareas de coproducción de la
seguridad en sus comunidades.

3.4. Aspectos estratégicos claves de la policía comunitaria

Descentralización de las funciones policiales.

La policía comunitaria debe tener cierta autonomía para la toma de


decisiones, ya que deben organizarse grupos de trabajo con la comunidad,
sugerir soluciones a los problemas del barrio e implementar estrategias y
programas flexibles y eficientes.

Reorientar las actividades de patrullaje.

El modelo de patrullaje en vehículos o motocicletas debe realizarse de una


manera estratégica, diseñado a la luz de la identificación de problemas
comunitarios. Se argumenta que el patrullaje a pie o en bicicleta genera
reconocimiento de la ciudadanía hacia los policías y de éstos hacia la
población y sus necesidades. El patrullaje motorizado aleatorio no tiene la
eficacia necesaria para detener a los criminales. Se requiere que la policía
comunitaria tenga contacto directo con la población, que hable con las
personas sobre sus actividades, que pregunte sobre los servicios de
emergencia solicitados, que analice dicha información y genere estrategias
eficaces.

Fortalecimiento del compromiso y la responsabilidad policial hacia la


comunidad.

Conocer a la población y al barrio donde se trabaja es fundamental para


establecer relaciones de colaboración.

Se requiere compromiso para que la relación policía-comunidad cambie y se


mejoren las condiciones de vida y seguridad de la población. Los policías
pueden orientar una nueva forma de relación con la comunidad, lo cual tendrá
resultados favorables para los gobiernos locales, las instituciones de
seguridad y la propia comunidad.

Es importante mencionar que también se requiere apertura por parte de las

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instituciones de seguridad y de los policías comunitarios, ya que establecer
relaciones con la comunidad y con otras instituciones o grupos de ciudadanos
organizados genera una mayor exposición a críticas por parte de la población.
En este sentido, los policías deben ser responsables de su labor y estar
abiertos a los posibles cuestionamientos por parte de la ciudadanía.

4. ¿Qué puede hacer la comunidad? Participación comunitaria en la


prevención del delito

Dentro del nuevo paradigma preventivo predominante en las políticas de


seguridad, de Europa desde los años 80 y de América Latina desde mediados
de los 90, se ha incorporado la idea de la seguridad como bien público y se
ha reconocido la centralidad de la participación comunitaria.

Los diferentes enfoques de participación pueden ser organizados de acuerdo


a dos coordenadas: la definición de quién participa y el tipo de participación
comunitaria.

En el primer enfoque participativo (Quién participa) se identifican dos tipos:


directo e indirecto. El primero se refiere a iniciativas donde participan los
vecinos de forma directa, mientras que el segundo hace mención a iniciativas
donde la participación se hace a través de los “dirigentes” de la comunidad.

En el segundo enfoque (tipo de participación) encontramos activos y pasivos


de acuerdo a la forma en que se considera la participación de la comunidad.

Las iniciativas de prevención comunitaria desarrolladas se vinculan a cuatro


ámbitos:

 Relación policía-comunidad: se refiere diversas iniciativas que


buscan involucrar a la comunidad en las políticas locales de seguridad.

 Organización comunitaria de seguridad: éstas reúnen a diversos


ciudadanos que buscan disminuir potenciales problemas locales
vinculados con la inseguridad.

 Trabajo en espacios públicos: son medidas de prevención


situacional cuyo objetivo puede ser mejorar la iluminación, los espacios
verdes, etc, con rol activo de la comunidad en su realización.

 Asociación público-privado: programas comunitarios de prevención

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(drogas, resocialización de presos, capacitación laboral) en base a
asociaciones público-privadas.

“La participación de la comunidad en iniciativas de prevención de la violencia


y el delito es, sin duda, un avance importante en la redefinición de políticas
de seguridad en el marco de un Estado de derecho. Sin lugar a dudas, la
apertura hacia nuevos actores en la definición e implementación de iniciativas
de prevención puede permitir la consolidación de capital social a nivel local.
De esta manera, su impacto puede ser medido no sólo en términos de la
efectiva disminución de la violencia y la criminalidad, sino también en el
aumento del interés ciudadano y su involucramiento en iniciativas locales.
Adicionalmente, tiene el potencial para mejorar la percepción ciudadana
sobre las principales instituciones vinculadas con la temática (policía y
justicia).” (DAMMERT, 2005)

A continuación daremos algunos ejemplos de incorporación de la participación


en las políticas de seguridad. En nuestro espacio VIRTUAL podremos
compartir otros ejemplos que ustedes deberán buscar y analizar.

4.1. De los Foros de Seguridad a los Foros Vecinales.

En la provincia de Buenos Aires, los Foros de Seguridad, tienen su base en la


Ley Nº 12.154, Ley Provincial de Seguridad Pública. El sistema de seguridad
definido por la ley cuya finalidad es "la formulación, gestión, implementación
y control de las políticas de seguridad pública" (artículo 4º) se basa en la
interacción de todo el sistema político administrativo formal (ejecutivo,
legislativo, policial) con una estructura participativa: los Foros de Seguridad.
Esta estructura participativa se organiza sobre bases territoriales ampliadas:

Los Foros vecinales: Su ámbito de actuación corresponde al de una


Comisaría y está formado por las organizaciones o entidades comunitarias no
gubernamentales que actúen en ese ámbito territorial, sobre la base de un
registro realizado por las municipalidades correspondientes, mediante
convocatoria pública en la cual se garantice la representatividad de las dichas
organizaciones. Las funciones del Foro Vecinal son:

• "Entender e intervenir en las cuestiones atinentes a la seguridad


pública vecinal.

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• Evaluar el funcionamiento y las actividades de la Policías de la provincia
y de los prestadores del servicio de seguridad privada en su ámbito de
actuación.

• Formular sugerencias y propuestas y solicitar informes a los titulares


de Comisarías.

• Intervenir en los planes de prevención de actividades y hechos


delictivos o vulneratorios de la seguridad pública y en los planes de
mantenimiento de la situación de la seguridad pública desarrollados
por las Comisarías correspondientes a su ámbito de actuación.

• Derivar inquietudes y demandas comunitarias y formular propuestas al


Foro Municipal que corresponda.

• Informar y asesorar a los vecinos acerca de toda cuestión o asunto


atinente a la seguridad pública en el ámbito vecinal.

• Invitar a autoridades o funcionarios públicos provinciales y/o


municipales con actuación en su ámbito territorial, para tratar
cuestiones y asuntos atinentes a la seguridad pública del ámbito
vecinal". (artículo 16)

Los Foros Municipales: El segundo nivel de la estructura lo constituyen los


Foros Municipales, cuyo ámbito de funcionamiento coincide con la jurisdicción
territorial de cada municipio de la provincia de Buenos Aires. Estos Foros
Municipales están compuestos por el Intendente, representantes del Consejo
Deliberante, de instituciones religiosas y de las organizaciones comunitarias
y sectoriales de carácter municipal. Las convocatorias a los Foros serán
públicas, y donde no se hubiesen constituido, el Ministerio de Justicia y
Seguridad de la provincia podrá convocarlos por sí (a requerimiento del
Intendente). Sus funciones son similares a las de los Foros Vecinales.

Los Foros Departamentales: Los Foros departamentales corresponden a


los dieciocho Departamentos Judiciales que existen en la provincia. Están
integrados por los Defensor Municipales de la Seguridad que actúen en el
Departamento, el Fiscal de Cámara Departamental, cuatro Legisladores
Provinciales, los Intendentes que integran el Departamento y representantes
del Colegio de Abogados, Asociación de Magistrados, Cámaras Empresarias,

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Sector Agrario, Colegios Profesionales, Organizaciones Gremiales y
Religiosas. Sus funciones son equivalentes a las de los Foros antes
mencionados pero vinculadas al nivel de su ámbito.

El Consejo Provincial de Seguridad Pública: Por encima de la estructura


de Foros la Ley crea un Consejo cuya misión es colaborar con el Ministerio de
Justicia y Seguridad en la elaboración de planes, proyectos y propuestas e
implementación de políticas de seguridad pública. Este Consejo Provincial de
Seguridad Pública está formado por el Ministro de Justicia y Seguridad, que
lo preside (recordemos que en este momento las funciones de justicia y
seguridad están divididas en dos Ministerios) y por el Ministro de Gobierno,
el Secretario General de la Gobernación, los Secretarios del Ministerio de
Justicia y Seguridad, dos Diputados, dos Senadores y el Procurador General
de la Suprema Corte.

Esta forma de organización crea una estructura de participación comunitaria


sustentada en una representatividad de base. Por otro lado, los dos niveles
organizativos subsiguientes cambian su tipo de representatividad. Pasamos
de Foros que son ámbitos caracterizados por la presencia dominante de las
organizaciones vecinales a otros dos niveles que aluden a otro tipo de
representatividad.

4.2. El Departamento Judicial de San Martín y la mediación y


conciliación penal

El Departamento Judicial de San Martín aplica un programa de mediación y


conciliación penal. Según sus características parte de las causas que ingresan
a las Fiscalías como presuntos delitos son derivadas a un Centro de Atención
a la Víctima. Allí los denunciantes reciben atención por parte de un equipo
multidisciplinario formado básicamente por psicólogos y abogados. La víctima
puede optar por impulsar la acción penal o buscar resolver el conflicto
mediante la mediación. La opción a la mediación es siempre voluntaria. El
programa se encuentra vinculado con organizaciones gubernamentales y no
gubernamentales del distrito a efectos de contar con una gama de
posibilidades y alternativas que ayuden a resolver el conflicto.

4.3. Comités vecinales para la convivencia en Medellín

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Esta ciudad, azotada por la violencia, definió una estrategia que incluye la
movilización comunitaria para planificar, coordinar, manejar y realizar un
seguimiento en un marco de promoción de la paz a través de la creación de
estos comités. En estos espacios se generaron iniciativas de formación de
promotores e inspectores sociales con el objeto de formar líderes que
encabecen los esfuerzos de cada barrio. La estructura de los comités consiste
en un líder comunitario, un inspector (enlace entre la comunidad y los
organismos no gubernamentales), un promotor social (enlace entre
comunidad y municipio), un sacerdote (apoyo espiritual) y ONG de la
comunidad. Además del trabajo realizado en cada uno de los barrios se
conforma una red de comités que facilita el intercambio de experiencias,
sistematiza la información y coordina las actividades entre las comunidades.

Así mismo, se crea un Centro para Mediación y Resolución de Conflictos,


encargado del trabajo con los grupos armados, así como las campañas de
desarme y difusión con la juventud. Finalmente, se generan unidades de
apoyo productivo, cuyo objetivo es optimizar la asignación de recursos entre
los barrios y proporcionar recursos a las comunidades comprometidas que
carecen de los mismos.

4.4. Programa Comuna Segura en Chile

Este programa de prevención comunitaria del delito tiene componentes


diversos entre los que se destaca la conformación de un Consejo de Seguridad
Ciudadana a nivel local. Con relación a la participación de la comunidad el
principal mecanismo generado para este fin es el financiamiento de proyectos
de prevención propuestos, elaborados e implementados por las instituciones
y organizaciones de la comunidad (juntas de vecinos, clubes de adultos
mayores, clubes deportivos, entre otros). En cada una de las comunas
elegidas para participar en el programa se elabora un diagnóstico que permite
identificar las necesidades y prioridades de inversión en seguridad.
Especialmente, se ha vinculado con iniciativas de prevención situacional
(mejora, remodelación y apropiación del espacio público, así como instalación
de mecanismos de vigilancia barrial) y en menor medida con prevención
social. Los proyectos se financian por un periodo de un año y se buscan
mecanismos de asociación con organizaciones públicas y privadas para lograr

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su posterior sostenibilidad.

BIBLIOGRAFÍA

ZÚÑIGA, Liza (2007): “Participación comunitaria y prevención del delito:


experiencias de América Latina y Europa”. En DAMMERT, L. y
ZÚÑIGA, L. Seguridad y violencia. Desafíos para la ciudadanía.
Santiago de Chile, FLACSO.

DAMMERT, Lucía (2005): “Prevención comunitaria del delito en América


Latina: desafíos y oportunidades”. En Desafíos, vol. 13, julio-
diciembre 2005, pp.124-156. Universidad del Rosario, Bogotá.

INSTITUTO PARA LA SEGURIDAD Y DEMOCRACIA (2013) Policía


Comunitaria. Conceptos, métodos y escenarios de aplicación.
México, Programa para la Convivencia Humana. Disponible en
http://www2.congreso.gob.pe/sicr/cendocbib/con4_uibd.nsf/7A9A
DDCC923BC03C05257F45005F29E6/$FILE/POLICIA_COMUNI.pdf

PEGORARO, Juan (2002). “Las políticas de seguridad y la participación


comunitaria en el marco de la violencia social”. En BRICEÑO-LEÓN,
Roberto (comp.). Violencia, Sociedad y Justicia en América Latina.
Buenos Aires, FLACSO. Disponible en:
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20101109032656/2pegor
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APENDICE
Tolerancia Cero / Policía Comunitaria ¿falso debate?

1. Presentando la Tolerancia Cero.


Pocas cosas son tan peligrosas, cuando buscamos solucionar un problema, como las recetas
simplificadoras. Desde hace algunos años el concepto de “Tolerancia Cero” ha ocupado el
centro del debate en torno al problema de la seguridad. La impactante fórmula está vinculada
directamente a la experiencia de William Bratton, el Comisionado de Policía de la ciudad de
Nueva York, que a mediados de la década de los noventa obtuvo importantes resultados en la
tarea de controlar el delito en esa ciudad.
La política de Tolerancia Cero o también llamada de “Ventanas Rotas” (Broken Windows) fue
presentada como la persecución policial sobre las faltas menores, para impedir que éstas
puedan derivar en crímenes mayores.
“Parecíamos casi un país del Tercer Mundo por el desorden que había en las calles: con tanto
grafitti, mendigos, enfermos mentales, alcohólicos y drogadictos, con subtes que daban miedo,
los neoyorquinos sentían que habían perdido las esperanzas de que hubiera alguna solución”
(William Bratton, Conferencia en Buenos Aires, La Nación 01/12/98).
“En New York nadie quiere que se tome alcohol en la calle, ni que haya pintadas en las paredes;
la gente teme al mendigaje agresivo y a los limpiavidrios, y no tolera la prostitución” (William
Bratton, reportaje del diario La Nación 06/12/2000).
Esta visión, así como un marcado desinterés por las causas sociales que pueden causar el delito,
redujo la propuesta a un problema de decisión política y mano dura.
“La causa del delito es el mal comportamiento de los individuos, no es consecuencia de
condiciones sociales” (William Bratton, Charla en Buenos Aires con Vecinos Porteños. La Nación
18/01/2000).
“Llamativamente, el ex-Comisionado desechó la desocupación como uno de los factores
susceptibles de acentuar la criminalidad” (Editorial "Seguridad: el ejemplo neoyorkino". La
Nación 02/12/98).
Presentada así, Tolerancia Cero fue acusada de ser simplemente una forma de criminalizar la
pobreza “En realidad Criminólogos, Juristas y Jefes de Policía coinciden que Rudolf Giuliani
(Alcalde de Nueva York durante la gestión de Bratton) pagó un pesado tributo financiero y cívico
por la baja de criminalidad: elevación masiva del presupuesto y del número de efectivos de las
fuerzas policiales, escalada de las denuncias por abuso y violencias policiales, crecimiento
continuo de la cantidad de personas detenidas y encarceladas, desconfianza y temor creciente
en la población de los barrios pobres y notable deterioro entre las comunidades afroamericanas
e hispanas con la Policía”. (Löic Wacquant: Las cárceles de la miseria. L.W. es investigador del
Centre de Sociologie Europeenne del College de France y profesor Asociado de la Universidad
de California – Berkeley).
Es que las fórmulas reduccionistas y el facilismo no suelen ayudar a comprender la realidad ni,
mucho menos, a modificarla. “La retórica acerca de lo sucedido en Nueva York se centra en una
noción simple de Tolerancia Cero.
Cualquiera sea la naturaleza de las reformas, el eje parece totalmente centrado en la agresión,
en la brutalidad en el trato, en la “respuesta rápida”, en los allanamientos, las redadas y los
arrestos. En allanar edificios de departamento (hacer una vertical) y arrestar a todos los que no

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pueden justificar su presencia en el lugar” (Charles Polliard. Tolerancia Cero. ¿Y mañana, qué?
Versión en castellano. Revista Milenio Nº 3. Buenos Aires, 1999. Ch. P. es el Jefe de Policía del
Valle del Támesis – Inglaterra).
2. Analizando a la Tolerancia Cero
Después de presentar un concepto tan controvertido trataremos de estudiarlo en detalle. Toda
receta infalible se basa en tres reglas: es científicamente prestigiosa, es simple de aplicar, es
inevitable; veremos cómo se aplica este principio a la Tolerancia Cero.
• ¿Qué es y qué consecuencias tiene la teoría de las “Ventanas Rotas”? (regla del prestigio
científico)
• ¿Qué es lo que realmente hizo William Bratton en Nueva York? (regla de la
simplificación).
• ¿Qué alternativa se han planteado en otras ciudades de EEUU? (regla de la
inevitabilidad).
2.1. ¿Qué es y qué consecuencias tiene la teoría de las “Ventanas Rotas”? (regla del
prestigio científico)
En general, los promotores de Tolerancia Cero suelen mezclarla en su discurso con otro principio
llamado de "Ventana Rotas". No es casual que se trate de identificarlos. "Ventanas Rotas" es
uno de los pilares del moderno pensamiento policial en EEUU, desarrollado por George Kelling
y James O. Wilson en 1982. Es heredero de la idea de la existencia de “Lugares Criminógenos”
propuesta por algunas escuelas de urbanismo, que consideran que ciertos medioambientes
facilitan la marginalidad e, indirectamente, la comisión de delitos (un caso típico de esta teoría
sería Fuerte Apache en provincia de Buenos Aires). “La esencia de 'Ventanas Rotas' es que si las
transgresiones civiles menores (como ebriedad, mendicidad, comportamientos que ocasionen
desórdenes, grafittis, suciedad, y similares) no son registradas y controladas, producen una
atmósfera en la comunidad y en la calle que convoca a delitos más serios.” (C. Pollard. op. cit.).
Esto se sintetiza en la idea de que si a un vecindario descuidado, con “ventanas rotas” y otras
propiedades en mal estado y sin reparar, se le suma un comportamiento desordenado que
avanza sin control, surge un ciclo delictivo que se desarrolla y se retroalimenta. La idea es la de
una suerte de “círculo vicioso” donde los mejores elementos del vecindario lo abandonan
buscando otros vecindarios en lugar de mejorarlo, y serán sucesivamente reemplazados por
grupos marginales, cuya presencia acelerará el proceso, y así, reiteradamente.
El principio de "Ventanas Rotas" no dice en ningún momento cómo se debe enfrentar esa
situación. La consecuencia de que a una situación como la descripta sólo puede solucionársela
con una política policial que enfrenta el delito de bajo nivel con una aplicación despiadada e
intransigente de la ley es absolutamente arbitraria. Por el contrario, este tipo de problemática
parece apuntar mucho más a la aplicación de tácticas flexibles en colaboración con otros
agentes sociales y con la participación comunitaria.
De hecho, Kelling y Wilson, en su trabajo, proponen exactamente eso. Argumentan que la
táctica adecuada para detener la degradación de una comunidad y mantener su calidad de vida
es el patrullaje a pie. Describen a un policía barrial de patrulla permanente en la misma zona,
profundo conocedor de su barrio y estrechamente vinculado con su comunidad, que aplica, con
discrecionalidad, una suerte de tolerancia sensata o intolerancia selectiva según lo
recomienden las circunstancias.
“La gente en las calles se puede dividir entre propios y extraños. Los propios incluyen tanto a las
personas decentes como a los ebrios y los sin techo que siempre estuvieron allí y conocen su

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lugar.
Los extraños eran, bueno, extraños y se les observaba con sospecha y hasta en algunas
ocasiones se los trataba con aprensión. El patrullero, llamémosle Kelly, sabía quienes eran los
lugareños y ellos lo conocían a él. Kelly consideraba que su trabajo era vigilar a los extraños y
asegurar que los propios de mala reputación respetaran una cantidad de reglas informales pero
tácitas. Los ebrios y adictos podían sentarse en los escalones, pero no recostarse. Las personas
podían beber en las calles laterales, pero no en las intersecciones principales. Las botellas debían
estar dentro de bolsas de papel. Estaba estrictamente prohibido hablar, molestar o pedir dinero
a la gente que se encontraba en las paradas de autobuses... Si un extraño merodeaba, Kelly
podía preguntarle sobre sus medios de subsistencia y a qué se dedicaba, se le pedía que siguiera
su camino si daba respuestas que no eran satisfactorias. Las personas que violaban las reglas
informales, especialmente si molestaban a las personas que estaban en las paradas de
autobuses eran arrestados por vagancia. Además se le pedía a los adolescentes ruidosos que
mantuvieran silencio”. (Broken Windows, James O. Wilson y George L. Kelling, Atlantic Monthly,
marzo de 1982).
Esta discrecionalidad policial también presenta sus problemas (excesiva autonomía del agente
de barrio) pero en la medida en que interactúe con grupos organizados de la comunidad estas
posibles arbitrariedades son controlables y/o modificables. Por otro lado, esta actividad policial
por sí sola no será suficiente para mantener la calidad de vida de una comunidad si no está
combinada con diversos agentes sociales y los grupos comunitarios locales. Es evidente también
que en algunos lugares el grado de deterioro social y el nivel de inseguridad sea tal que
imposibiliten este tipo de accionar policial. Recordemos que estamos analizando una policía
comunitaria, barrial o de proximidad que corresponde a un determinado nivel de la
problemática de seguridad. Niveles más altos requieren soluciones y respuestas de mayor
complejidad operacional.
En síntesis, parece quedar claro que es incorrecto derivar la política de Tolerancia Cero de la
matriz de "Ventanas Rotas", en la medida que ésta apunta mucho más a fundamentar la acción
de una Policía Comunitaria.
2.2. ¿Qué es lo que realmente hizo William Bratton en Nueva York? (regla de la
simplificación).
Un atento análisis de la gestión de William Bratton en la Policía de Nueva York indica que fue
mucho más compleja de lo que aparenta la “versión simplificada”. Aumento de personal: se
comenzó incorporando 7.000 agentes al NYPD lo que representaba en ese momento un
aumento de efectivos del 20%. En la práctica dicho aumento fue mucho mayor, pues fue
acompañado con la asignación a cubrir servicio de calle de gran parte del personal que hasta el
momento se dedicaba a tareas administrativas y que fue reemplazado por civiles. Se suele hacer
referencia que el NYPD tiene unos 40.000 efectivos. Esta cifra corresponde a los agentes
uniformados. Si consideramos que a ellos deben sumársele unos 15.000 civiles y más de 3.000
policías especiales (tránsito, edificios públicos, subterráneos) estamos hablando de un total de
casi 60.000 efectivos.
Presupuesto. El presupuesto de la NYPD ronda los U$S 3.500.000.000. Es interesante hacer
notar que las finanzas municipales tienen serios problemas y que el crecimiento de su
presupuesto está casi congelado. Sin embargo, si lo analizamos siguiendo su ritmo de
crecimiento, a mediados de los ´90 (gestión Bratton) crecía a un ritmo de 0,3% anual, salvo en
el área policial donde crecía proporcionalmente 18 veces más. Como dato referencial pensemos
que 3.500.000.000 es superior al presupuesto total del Gobierno de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.

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Reforma organizacional. Se llevaron a cabo importantes medidas de reforma en sus estructuras
y líneas de responsabilidad. Aumentó el poder, y paralelamente la responsabilidad, de los
Comandantes de Precinto (Comisarios) ampliando los recursos bajo su mando y el acceso a la
información.
Informática. La informática es un punto clave en la transformación operativa de la NYPD.
Por un lado, como instrumento de centralización de la información delictual lo que le permite
realizar y actualizar los llamados “mapas del delito” (ubicación geográfica de las frecuencias
delictuales) para establecer las zonas conflictivas y reprogramar su sistema de patrullas y su
despliegue de fuerzas.
Por otro lado, como instrumento de control interno, el COMPSTAT Report o la Reunión del
COMPSTAT.
Es un sistema complejo que combina la base informática con datos estadísticos para establecer
indicadores de control de la gestión policial. Semanalmente se establece un índice basado en
una serie de delitos tipo (homicidios, robos, hurtos, otros). Esos resultados semanales se
comparan con los de la semana anterior y con los de igual semana del año anterior, se
determina así el aumento o reducción de los delitos y se compara contra una media que es
previamente fijada para cada uno de los 76 precintos. Una vez por semana el Jefe de Policía y
sus funcionarios jerárquicos se reúnen con los Jefes de los Precintos en que se han señalado
mayores desviaciones negativas (se trata de una reunión de unas 200 personas). Allí los Jefes
de los precintos cuestionados explican públicamente las causas de sus problemas e informan
sobre las medidas rectificatorias propuestas (pueden pedir asesoramiento o ayuda extra). Si la
tendencia no se modifica en un plazo determinado, la Jefatura del Precinto es removida.
Este mecanismo de control estadístico supone una gran presión sobre los mandos y ha sido muy
criticado. Se le llama internamente “el juego de los números” y parecen existir problemas entre
las cifras declaradas y las reales. “Ha existido una gran presión en la NYPD por resultados
basados en estadísticas surgidas de un estilo de dirección intransigente y despiadado
representado por las reuniones del COMPSTAT. Si bien es esencial tener procesos efectivos que
puedan servir para que los comandantes operativos puedan registrar sus estadísticas, existen
grandes riesgos y peligros si se las exagera”. (C. Pollard op.cit.).
Policía comunitaria. La NYPD desarrolla una serie de actividades que denomina "policía
comunitaria", pero constituye más una serie de tareas especializadas que la visión de servicio
general que hemos descripto. Las principales son:
• Equipos por precinto que se especializan en relaciones con grupos étnicos o minorías
específicas (usan otro uniforme y actúan casi como trabajadores sociales);
• Consejos de Vecinos o grupos de vecinos que se reúnen en forma no orgánica y variable
en cada precinto para actuar como portavoces de requerimientos específicos;
• Departamento de Relaciones con la Comunidad: es una estructura reciente de base civil
paralela a la policial, formada por personal especializado en tareas sociales y de
mediación de conflictos; existe un delegado de dicho departamento cada dos precintos.
Al margen existen más de medio centenar de programas diversos de relaciones con la
comunidad que varían desde ligas deportivas infantiles hasta programas de información escolar.
En síntesis la política aplicada por la NYPD es mucho más compleja que la simple mano dura
contra los delitos de poca monta. En la práctica constituye un gran esfuerzo organizativo,
acompañado de un importante sustento presupuestario y un conjunto variado de tácticas.

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2.3. ¿Qué alternativa se han planteado en otras ciudades de EEUU? (regla de la
inevitabilidad).
La política de Tolerancia Cero no es la única alternativa de política policial aplicada
exitosamente. De hecho, los casos testigo utilizados en EEUU apuntan hacia otros modelos.
Si bien nadie pone en duda la reducción general de los delitos en Nueva York (al margen de
alguna desconfianza en las estadísticas que produce el método COMPSTAT), debemos tener en
cuenta que esa reducción se produce en el marco de una tendencia generalizada a la baja del
delito en todo los EEUU. Entre 1990 y 1996 el índice de delitos en EEUU en las ciudades de más
de 250.000 habitantes cayó una media de 16%. Los criminólogos norteamericanos consideran
diversas causas que se combinan para explicar esta tendencia:
• Disminución de la tasa de desempleo (la media actual de un 5 % es una de las más bajas
de la historia norteamericana).
• Reducción del crack en el mercado de la droga (el crack se vinculaba a situaciones de
extrema violencia).
• Modificación de la estructura demográfica (se ha reducido la cantidad de jóvenes
vinculados a la comisión de delitos).
Las estadísticas de Nueva York se encuentran, sin embargo, largamente por sobre la media
nacional: entre 1990 y 1996 el delito cayó un 47 %.
No obstante, esos resultados excepcionales tampoco son únicos en Nueva York, sino que se
repiten en varias de las grandes ciudades norteamericanas.
En Boston por ejemplo, con una política absolutamente diferente de la de Tolerancia Cero, el
delito cayó entre 1991 y 1998 un 76 %.
Uno de los casos más interesantes es el de la ciudad de San Diego, California, en la cual entre
1993 y 1996 los homicidios se redujeron un 41%, los robos con violencia un 36% y los hurtos y
robos de coches un 40%. Tomando como base el año ´90, la tendencia a la baja alcanzaba en
1996 al 50%.
La política de seguridad de la ciudad de San Diego fue diseñada sobre un programa de base
local, con policías locales, dirigidos a la coordinación y al manejo de acciones que atendieran a
prioridades comunitarias. El esfuerzo fue puesto en resolver problemas a largo plazo, por medio
de un trabajo común con otras agencias y organizaciones. En palabras de su Jefe de Policía
Jeremy Sanders “el estilo de San Diego consiste en trabajar con las comunidades, implementar
un acercamiento extensivo y holístico (multicausal) que combina la aplicación de la ley con una
mayor cantidad de programas de prevención y de intervención no sólo públicos sino privados,
antes de pretender soluciones rápidas y cortoplacistas”.
Tengamos en cuenta que el proyecto de San Diego basó la transformación de su fuerza policial
en la integración con la comunidad sobre la base de la política llamada de “neighborhood
policing” (actividad policial de los vecinos). Se buscó organizar a grupos de ciudadanos para
colaborar con la policía y actuar como difusores de las políticas de prevención. El voluntariado
integra a un millar de ciudadanos a un sistema llamado V.I.P. (Volunteers In Policing)
organizados en diversas áreas que cumplen actividades de ayuda a las víctimas, patrullas de
barrios y casas desocupadas y luego de una capacitación específica prestan auxilio en casos de
personas desaparecidas, accidentes, otros.
Para más información puede consultarse la página de la Policía de San Diego:
www.sannet.gov/police. Los programas de tipo comunitario constituyen una importante

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apuesta para la reforma del sistema de seguridad norteamericano. De hecho, más del 90% de
las comisarías estadounidenses recibieron algún tipo de fondos federales orientados hacia
actividades de community policing. Estas medidas se aplican no sólo para municipios de
mediano tamaño como San Diego, sino también para ciudades de gran número de habitantes.
El programa de Estrategia Alternativa de la Policía de Chicago, CAPS, está considerado uno de
los más exitosos, pues “la ciudad de Chicago ha desarrollado sensiblemente la implicación de la
gente en la seguridad de los barrios. Prácticamente cada residente conoce la existencia del
programa de policía de comunidad; los que participan lo consideran eficaz. La participación en
las reuniones se mantiene en un nivel elevado incluso en los barrios más pobres y más
peligrosos” ("Community policing en Chicago, years five and six: an interim report". Institute for
Policy Research, Evanston Illinois: www.nwu.edu/IPR.). Se calcula que en los últimos cuatro
años han participado en él unos 250.000 ciudadanos.
De cualquier manera, diversas organizaciones de derechos civiles han manifestado su
preocupación por el redireccionamiento de fondos tradicionalmente destinados a programas
sociales, hacia las nuevas actividades de policía comunitaria. Señalan lo que consideran una
preocupante tendencia a responder a demandas sociales desde estructuras policiales o de
seguridad.
(...)"Pero la policía no tiene ni vocación ni interés en satisfacer las exigencias sociales y
comunitarias de las ciudades estadounidenses. Su principal misión (la tranquilidad de las calles
y sus métodos de entrenamiento no las habilitan para realizar este tipo de tareas)” (Erik
Klinenberg). La visión crítica de este profesor de sociología de la Universidad norteamericana de
Northwestern Illinois, se sintetiza en su artículo "Patrullas Amigables en Chicago", Le Monde
Diplomatique en español Nº 23).
En síntesis, el modelo de Tolerancia Cero no es el único modelo aplicable en estos momentos
por la policía norteamericana. Se debe tener en cuenta la existencia de factores económicos y
sociales que crean un marco favorable a la reducción del delito, y la aplicación de otras políticas
que parecerían tener un menor costo social y apuntar a una resolución más de fondo de las
problemáticas de seguridad.
3. Conclusión general
Tolerancia Cero no es una receta simple ni milagrosa. Ha mejorado la seguridad en la ciudad de
Nueva York en el marco de un descenso general del crimen en toda la nación, probablemente
vinculado no sólo a la actividad policial, sino a otra serie de causas (económicas, sociales,
demográficas) en una proporción difícil de determinar.
Se ha basado en una importante reestructuración administrativa y operacional, así como en un
gran incremento presupuestario y de personal.
Ha sido severamente cuestionada, no sólo por organismos civiles y comunitarios, sino también
por expertos judiciales y policiales.
Se le señala como defectos su alto costo en tensión social, que se paga con las minorías étnicas,
y el aumento de las demandas por abusos policiales.
Pero quizás la crítica más grave sea el no atacar la causa de los problemas sino trabajar
solamente sobre sus síntomas. Esa técnica aparece como proponiendo únicamente un modelo
táctico y no estratégico.
Otras ciudades norteamericanas han obtenido resultados estadísticamente equivalentes pero
con un accionar menos agresivo, combinado con una participación ciudadana que parece
garantizar no sólo efecto sino, también, compromiso.

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