Políticas de Seguridad UNAM
Políticas de Seguridad UNAM
Políticas de Seguridad UNAM
La propuesta de este curso es una clara opción por construir “una seguridad
con la comunidad. No sobre la comunidad, con su fatal secuela de
autoritarismo. No para la comunidad dónde, tarde o temprano, las fuerzas de
seguridad terminan ubicándose fuera de la comunidad, convirtiéndose de
hecho en un organismo con su propia dinámica, percibida como ajena y
muchas veces hostil a los intereses del conjunto. Se trata en definitiva de la
creación de espacios de participación y control social. Porque la seguridad ha
dejado de ser un tema exclusivamente policial. Es una construcción
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comunitaria donde el compromiso, la participación y el control social son el
reaseguro”. (Participación y control social. Secretaría de Seguridad, GPBA,
1998)
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seguridad) y vamos a comparar las diferencias (y semejanzas) entre las dos
visiones. Aclaremos también que definimos dos categorías extremas.
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Decimos que la seguridad necesita un debate transversal por cuatro razones:
“La prevención puede ser definida como “las políticas, medidas y técnicas,
utilizadas fuera de los límites de sistema de justicia penal, y dirigidas a la
reducción del daño producido por aquellas acciones definidas como delitos
por el Estado” (Van Dijk, 1990). Estas políticas se han consolidado como una
estrategia eficaz y eficiente en la disminución del delito. De esta manera, las
medidas que buscan prevenir el incremento de dichos factores (por ejemplo
consumo de alcohol y porte de armas) son consideradas centrales en la
disminución no sólo de los delitos sino también de la sensación de inseguridad
ciudadana.
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formación de un espacio social homogéneo y por ende seguro. A pesar de la
excesiva amplitud de su conceptualización, no se puede desdeñar su
importancia y centralidad en las políticas públicas así como su profunda
vinculación con la prevención del delito.
James G. Wilson (1968) indicó que sólo el 10% de las llamadas recibidas por
el Departamento de Policía de Siracuse (New York) ofrecía la oportunidad de
aplicar la ley. Albert Reiss (1971) encontró que la policía de Chicago sólo
clasificaba como “penales” al 17% de las llamadas recibidas. Richard
Lundman (1980) estudió la labor de cinco departamentos de policía diferentes
y encontró que solamente el 30% del tiempo de sus patrulleros comprendían
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la aplicación de la ley. Stephen Mastrofski (1983) informó que el 29% de los
incidentes manejados por patrulleros de 24 departamentos involucraban
delitos penales.
Según a J.J. Fyfe et all (Administración de la Policía, Mc Graw Hill, 1997) “los
verdaderos organismos encargados de la justicia penal (Tribunales y
Correcionales) interactúan exclusivamente con personas que han sido
acusadas de un delito, que fueron víctimas de un delito o que han sido
testigos de un delito.
Sin embargo, salvo los casos de policías con asignaciones especiales, los días
laborales de los policías incluyen contacto con una amplia gama de personas
que no tienen ninguna relación con la delincuencia. Entre ellos están los
automovilistas que necesitan información, los infractores de tránsito, los
niños perdidos, los enfermos y los accidentados, los dueños de casas o
comercios que se preocupan por grupos de muchachos escandalosos, los
miembros de familias que establecen discusiones a gritos y todos los demás
que llaman a la policía solicitando ayuda o son las causas de tales llamados.
Cuando la policía establece contacto con estas personas y sus problemas, su
trabajo tiene poco que ver con la delincuencia o la aplicación de la ley”.
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patrullajes disuasorios (típicos de las policías del modelo de la eficiencia
burocrática) con un sistema policial de proximidad (típicos de las policías de
tipo comunitario o COPPS).
Actividad de la GU.
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Según las características del servicio se combinan patrullas a pie y
motorizadas (motonetas, motos, cuadriciclos, automóviles, camionetas,
grúas).
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Prioridades. Las prioridades que se establecen ante las llamadas son de
cuatro tipos: peligro (prioridad 1, la más alta), urgente, importante y rutina
(prioridad 4). Información requerida. Particular atención merece el cuarto
paso de la secuencia operativa de la Sala de Mando (ficha informativa). Se
trata realmente de tomar una serie de datos que incorporados a una base de
datos, permiten calcular la eficacia del servicio policial.
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autonomía en cuanto a la planificación y aplicación de su actividad.
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protección de las personas, respeto a los derechos humanos, ejercicio
de la ciudadanía y participación social, solución pacífica de problemas,
fortalecimiento de las instituciones y obtención de impactos duraderos
en el mediano y largo plazos.
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posible reformular los problemas comunitarios y lograr precisión,
eficiencia y profesionalismo en el tratamiento.
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policiales para la colaboración y la asociatividad con la
comunidad. La acción de policía comunitaria se legitima con la
participación de los ciudadanos en las tareas de coproducción de la
seguridad en sus comunidades.
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instituciones de seguridad y de los policías comunitarios, ya que establecer
relaciones con la comunidad y con otras instituciones o grupos de ciudadanos
organizados genera una mayor exposición a críticas por parte de la población.
En este sentido, los policías deben ser responsables de su labor y estar
abiertos a los posibles cuestionamientos por parte de la ciudadanía.
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(drogas, resocialización de presos, capacitación laboral) en base a
asociaciones público-privadas.
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• Evaluar el funcionamiento y las actividades de la Policías de la provincia
y de los prestadores del servicio de seguridad privada en su ámbito de
actuación.
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Sector Agrario, Colegios Profesionales, Organizaciones Gremiales y
Religiosas. Sus funciones son equivalentes a las de los Foros antes
mencionados pero vinculadas al nivel de su ámbito.
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Esta ciudad, azotada por la violencia, definió una estrategia que incluye la
movilización comunitaria para planificar, coordinar, manejar y realizar un
seguimiento en un marco de promoción de la paz a través de la creación de
estos comités. En estos espacios se generaron iniciativas de formación de
promotores e inspectores sociales con el objeto de formar líderes que
encabecen los esfuerzos de cada barrio. La estructura de los comités consiste
en un líder comunitario, un inspector (enlace entre la comunidad y los
organismos no gubernamentales), un promotor social (enlace entre
comunidad y municipio), un sacerdote (apoyo espiritual) y ONG de la
comunidad. Además del trabajo realizado en cada uno de los barrios se
conforma una red de comités que facilita el intercambio de experiencias,
sistematiza la información y coordina las actividades entre las comunidades.
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su posterior sostenibilidad.
BIBLIOGRAFÍA
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APENDICE
Tolerancia Cero / Policía Comunitaria ¿falso debate?
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pueden justificar su presencia en el lugar” (Charles Polliard. Tolerancia Cero. ¿Y mañana, qué?
Versión en castellano. Revista Milenio Nº 3. Buenos Aires, 1999. Ch. P. es el Jefe de Policía del
Valle del Támesis – Inglaterra).
2. Analizando a la Tolerancia Cero
Después de presentar un concepto tan controvertido trataremos de estudiarlo en detalle. Toda
receta infalible se basa en tres reglas: es científicamente prestigiosa, es simple de aplicar, es
inevitable; veremos cómo se aplica este principio a la Tolerancia Cero.
• ¿Qué es y qué consecuencias tiene la teoría de las “Ventanas Rotas”? (regla del prestigio
científico)
• ¿Qué es lo que realmente hizo William Bratton en Nueva York? (regla de la
simplificación).
• ¿Qué alternativa se han planteado en otras ciudades de EEUU? (regla de la
inevitabilidad).
2.1. ¿Qué es y qué consecuencias tiene la teoría de las “Ventanas Rotas”? (regla del
prestigio científico)
En general, los promotores de Tolerancia Cero suelen mezclarla en su discurso con otro principio
llamado de "Ventana Rotas". No es casual que se trate de identificarlos. "Ventanas Rotas" es
uno de los pilares del moderno pensamiento policial en EEUU, desarrollado por George Kelling
y James O. Wilson en 1982. Es heredero de la idea de la existencia de “Lugares Criminógenos”
propuesta por algunas escuelas de urbanismo, que consideran que ciertos medioambientes
facilitan la marginalidad e, indirectamente, la comisión de delitos (un caso típico de esta teoría
sería Fuerte Apache en provincia de Buenos Aires). “La esencia de 'Ventanas Rotas' es que si las
transgresiones civiles menores (como ebriedad, mendicidad, comportamientos que ocasionen
desórdenes, grafittis, suciedad, y similares) no son registradas y controladas, producen una
atmósfera en la comunidad y en la calle que convoca a delitos más serios.” (C. Pollard. op. cit.).
Esto se sintetiza en la idea de que si a un vecindario descuidado, con “ventanas rotas” y otras
propiedades en mal estado y sin reparar, se le suma un comportamiento desordenado que
avanza sin control, surge un ciclo delictivo que se desarrolla y se retroalimenta. La idea es la de
una suerte de “círculo vicioso” donde los mejores elementos del vecindario lo abandonan
buscando otros vecindarios en lugar de mejorarlo, y serán sucesivamente reemplazados por
grupos marginales, cuya presencia acelerará el proceso, y así, reiteradamente.
El principio de "Ventanas Rotas" no dice en ningún momento cómo se debe enfrentar esa
situación. La consecuencia de que a una situación como la descripta sólo puede solucionársela
con una política policial que enfrenta el delito de bajo nivel con una aplicación despiadada e
intransigente de la ley es absolutamente arbitraria. Por el contrario, este tipo de problemática
parece apuntar mucho más a la aplicación de tácticas flexibles en colaboración con otros
agentes sociales y con la participación comunitaria.
De hecho, Kelling y Wilson, en su trabajo, proponen exactamente eso. Argumentan que la
táctica adecuada para detener la degradación de una comunidad y mantener su calidad de vida
es el patrullaje a pie. Describen a un policía barrial de patrulla permanente en la misma zona,
profundo conocedor de su barrio y estrechamente vinculado con su comunidad, que aplica, con
discrecionalidad, una suerte de tolerancia sensata o intolerancia selectiva según lo
recomienden las circunstancias.
“La gente en las calles se puede dividir entre propios y extraños. Los propios incluyen tanto a las
personas decentes como a los ebrios y los sin techo que siempre estuvieron allí y conocen su
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lugar.
Los extraños eran, bueno, extraños y se les observaba con sospecha y hasta en algunas
ocasiones se los trataba con aprensión. El patrullero, llamémosle Kelly, sabía quienes eran los
lugareños y ellos lo conocían a él. Kelly consideraba que su trabajo era vigilar a los extraños y
asegurar que los propios de mala reputación respetaran una cantidad de reglas informales pero
tácitas. Los ebrios y adictos podían sentarse en los escalones, pero no recostarse. Las personas
podían beber en las calles laterales, pero no en las intersecciones principales. Las botellas debían
estar dentro de bolsas de papel. Estaba estrictamente prohibido hablar, molestar o pedir dinero
a la gente que se encontraba en las paradas de autobuses... Si un extraño merodeaba, Kelly
podía preguntarle sobre sus medios de subsistencia y a qué se dedicaba, se le pedía que siguiera
su camino si daba respuestas que no eran satisfactorias. Las personas que violaban las reglas
informales, especialmente si molestaban a las personas que estaban en las paradas de
autobuses eran arrestados por vagancia. Además se le pedía a los adolescentes ruidosos que
mantuvieran silencio”. (Broken Windows, James O. Wilson y George L. Kelling, Atlantic Monthly,
marzo de 1982).
Esta discrecionalidad policial también presenta sus problemas (excesiva autonomía del agente
de barrio) pero en la medida en que interactúe con grupos organizados de la comunidad estas
posibles arbitrariedades son controlables y/o modificables. Por otro lado, esta actividad policial
por sí sola no será suficiente para mantener la calidad de vida de una comunidad si no está
combinada con diversos agentes sociales y los grupos comunitarios locales. Es evidente también
que en algunos lugares el grado de deterioro social y el nivel de inseguridad sea tal que
imposibiliten este tipo de accionar policial. Recordemos que estamos analizando una policía
comunitaria, barrial o de proximidad que corresponde a un determinado nivel de la
problemática de seguridad. Niveles más altos requieren soluciones y respuestas de mayor
complejidad operacional.
En síntesis, parece quedar claro que es incorrecto derivar la política de Tolerancia Cero de la
matriz de "Ventanas Rotas", en la medida que ésta apunta mucho más a fundamentar la acción
de una Policía Comunitaria.
2.2. ¿Qué es lo que realmente hizo William Bratton en Nueva York? (regla de la
simplificación).
Un atento análisis de la gestión de William Bratton en la Policía de Nueva York indica que fue
mucho más compleja de lo que aparenta la “versión simplificada”. Aumento de personal: se
comenzó incorporando 7.000 agentes al NYPD lo que representaba en ese momento un
aumento de efectivos del 20%. En la práctica dicho aumento fue mucho mayor, pues fue
acompañado con la asignación a cubrir servicio de calle de gran parte del personal que hasta el
momento se dedicaba a tareas administrativas y que fue reemplazado por civiles. Se suele hacer
referencia que el NYPD tiene unos 40.000 efectivos. Esta cifra corresponde a los agentes
uniformados. Si consideramos que a ellos deben sumársele unos 15.000 civiles y más de 3.000
policías especiales (tránsito, edificios públicos, subterráneos) estamos hablando de un total de
casi 60.000 efectivos.
Presupuesto. El presupuesto de la NYPD ronda los U$S 3.500.000.000. Es interesante hacer
notar que las finanzas municipales tienen serios problemas y que el crecimiento de su
presupuesto está casi congelado. Sin embargo, si lo analizamos siguiendo su ritmo de
crecimiento, a mediados de los ´90 (gestión Bratton) crecía a un ritmo de 0,3% anual, salvo en
el área policial donde crecía proporcionalmente 18 veces más. Como dato referencial pensemos
que 3.500.000.000 es superior al presupuesto total del Gobierno de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires.
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Reforma organizacional. Se llevaron a cabo importantes medidas de reforma en sus estructuras
y líneas de responsabilidad. Aumentó el poder, y paralelamente la responsabilidad, de los
Comandantes de Precinto (Comisarios) ampliando los recursos bajo su mando y el acceso a la
información.
Informática. La informática es un punto clave en la transformación operativa de la NYPD.
Por un lado, como instrumento de centralización de la información delictual lo que le permite
realizar y actualizar los llamados “mapas del delito” (ubicación geográfica de las frecuencias
delictuales) para establecer las zonas conflictivas y reprogramar su sistema de patrullas y su
despliegue de fuerzas.
Por otro lado, como instrumento de control interno, el COMPSTAT Report o la Reunión del
COMPSTAT.
Es un sistema complejo que combina la base informática con datos estadísticos para establecer
indicadores de control de la gestión policial. Semanalmente se establece un índice basado en
una serie de delitos tipo (homicidios, robos, hurtos, otros). Esos resultados semanales se
comparan con los de la semana anterior y con los de igual semana del año anterior, se
determina así el aumento o reducción de los delitos y se compara contra una media que es
previamente fijada para cada uno de los 76 precintos. Una vez por semana el Jefe de Policía y
sus funcionarios jerárquicos se reúnen con los Jefes de los Precintos en que se han señalado
mayores desviaciones negativas (se trata de una reunión de unas 200 personas). Allí los Jefes
de los precintos cuestionados explican públicamente las causas de sus problemas e informan
sobre las medidas rectificatorias propuestas (pueden pedir asesoramiento o ayuda extra). Si la
tendencia no se modifica en un plazo determinado, la Jefatura del Precinto es removida.
Este mecanismo de control estadístico supone una gran presión sobre los mandos y ha sido muy
criticado. Se le llama internamente “el juego de los números” y parecen existir problemas entre
las cifras declaradas y las reales. “Ha existido una gran presión en la NYPD por resultados
basados en estadísticas surgidas de un estilo de dirección intransigente y despiadado
representado por las reuniones del COMPSTAT. Si bien es esencial tener procesos efectivos que
puedan servir para que los comandantes operativos puedan registrar sus estadísticas, existen
grandes riesgos y peligros si se las exagera”. (C. Pollard op.cit.).
Policía comunitaria. La NYPD desarrolla una serie de actividades que denomina "policía
comunitaria", pero constituye más una serie de tareas especializadas que la visión de servicio
general que hemos descripto. Las principales son:
• Equipos por precinto que se especializan en relaciones con grupos étnicos o minorías
específicas (usan otro uniforme y actúan casi como trabajadores sociales);
• Consejos de Vecinos o grupos de vecinos que se reúnen en forma no orgánica y variable
en cada precinto para actuar como portavoces de requerimientos específicos;
• Departamento de Relaciones con la Comunidad: es una estructura reciente de base civil
paralela a la policial, formada por personal especializado en tareas sociales y de
mediación de conflictos; existe un delegado de dicho departamento cada dos precintos.
Al margen existen más de medio centenar de programas diversos de relaciones con la
comunidad que varían desde ligas deportivas infantiles hasta programas de información escolar.
En síntesis la política aplicada por la NYPD es mucho más compleja que la simple mano dura
contra los delitos de poca monta. En la práctica constituye un gran esfuerzo organizativo,
acompañado de un importante sustento presupuestario y un conjunto variado de tácticas.
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2.3. ¿Qué alternativa se han planteado en otras ciudades de EEUU? (regla de la
inevitabilidad).
La política de Tolerancia Cero no es la única alternativa de política policial aplicada
exitosamente. De hecho, los casos testigo utilizados en EEUU apuntan hacia otros modelos.
Si bien nadie pone en duda la reducción general de los delitos en Nueva York (al margen de
alguna desconfianza en las estadísticas que produce el método COMPSTAT), debemos tener en
cuenta que esa reducción se produce en el marco de una tendencia generalizada a la baja del
delito en todo los EEUU. Entre 1990 y 1996 el índice de delitos en EEUU en las ciudades de más
de 250.000 habitantes cayó una media de 16%. Los criminólogos norteamericanos consideran
diversas causas que se combinan para explicar esta tendencia:
• Disminución de la tasa de desempleo (la media actual de un 5 % es una de las más bajas
de la historia norteamericana).
• Reducción del crack en el mercado de la droga (el crack se vinculaba a situaciones de
extrema violencia).
• Modificación de la estructura demográfica (se ha reducido la cantidad de jóvenes
vinculados a la comisión de delitos).
Las estadísticas de Nueva York se encuentran, sin embargo, largamente por sobre la media
nacional: entre 1990 y 1996 el delito cayó un 47 %.
No obstante, esos resultados excepcionales tampoco son únicos en Nueva York, sino que se
repiten en varias de las grandes ciudades norteamericanas.
En Boston por ejemplo, con una política absolutamente diferente de la de Tolerancia Cero, el
delito cayó entre 1991 y 1998 un 76 %.
Uno de los casos más interesantes es el de la ciudad de San Diego, California, en la cual entre
1993 y 1996 los homicidios se redujeron un 41%, los robos con violencia un 36% y los hurtos y
robos de coches un 40%. Tomando como base el año ´90, la tendencia a la baja alcanzaba en
1996 al 50%.
La política de seguridad de la ciudad de San Diego fue diseñada sobre un programa de base
local, con policías locales, dirigidos a la coordinación y al manejo de acciones que atendieran a
prioridades comunitarias. El esfuerzo fue puesto en resolver problemas a largo plazo, por medio
de un trabajo común con otras agencias y organizaciones. En palabras de su Jefe de Policía
Jeremy Sanders “el estilo de San Diego consiste en trabajar con las comunidades, implementar
un acercamiento extensivo y holístico (multicausal) que combina la aplicación de la ley con una
mayor cantidad de programas de prevención y de intervención no sólo públicos sino privados,
antes de pretender soluciones rápidas y cortoplacistas”.
Tengamos en cuenta que el proyecto de San Diego basó la transformación de su fuerza policial
en la integración con la comunidad sobre la base de la política llamada de “neighborhood
policing” (actividad policial de los vecinos). Se buscó organizar a grupos de ciudadanos para
colaborar con la policía y actuar como difusores de las políticas de prevención. El voluntariado
integra a un millar de ciudadanos a un sistema llamado V.I.P. (Volunteers In Policing)
organizados en diversas áreas que cumplen actividades de ayuda a las víctimas, patrullas de
barrios y casas desocupadas y luego de una capacitación específica prestan auxilio en casos de
personas desaparecidas, accidentes, otros.
Para más información puede consultarse la página de la Policía de San Diego:
www.sannet.gov/police. Los programas de tipo comunitario constituyen una importante
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apuesta para la reforma del sistema de seguridad norteamericano. De hecho, más del 90% de
las comisarías estadounidenses recibieron algún tipo de fondos federales orientados hacia
actividades de community policing. Estas medidas se aplican no sólo para municipios de
mediano tamaño como San Diego, sino también para ciudades de gran número de habitantes.
El programa de Estrategia Alternativa de la Policía de Chicago, CAPS, está considerado uno de
los más exitosos, pues “la ciudad de Chicago ha desarrollado sensiblemente la implicación de la
gente en la seguridad de los barrios. Prácticamente cada residente conoce la existencia del
programa de policía de comunidad; los que participan lo consideran eficaz. La participación en
las reuniones se mantiene en un nivel elevado incluso en los barrios más pobres y más
peligrosos” ("Community policing en Chicago, years five and six: an interim report". Institute for
Policy Research, Evanston Illinois: www.nwu.edu/IPR.). Se calcula que en los últimos cuatro
años han participado en él unos 250.000 ciudadanos.
De cualquier manera, diversas organizaciones de derechos civiles han manifestado su
preocupación por el redireccionamiento de fondos tradicionalmente destinados a programas
sociales, hacia las nuevas actividades de policía comunitaria. Señalan lo que consideran una
preocupante tendencia a responder a demandas sociales desde estructuras policiales o de
seguridad.
(...)"Pero la policía no tiene ni vocación ni interés en satisfacer las exigencias sociales y
comunitarias de las ciudades estadounidenses. Su principal misión (la tranquilidad de las calles
y sus métodos de entrenamiento no las habilitan para realizar este tipo de tareas)” (Erik
Klinenberg). La visión crítica de este profesor de sociología de la Universidad norteamericana de
Northwestern Illinois, se sintetiza en su artículo "Patrullas Amigables en Chicago", Le Monde
Diplomatique en español Nº 23).
En síntesis, el modelo de Tolerancia Cero no es el único modelo aplicable en estos momentos
por la policía norteamericana. Se debe tener en cuenta la existencia de factores económicos y
sociales que crean un marco favorable a la reducción del delito, y la aplicación de otras políticas
que parecerían tener un menor costo social y apuntar a una resolución más de fondo de las
problemáticas de seguridad.
3. Conclusión general
Tolerancia Cero no es una receta simple ni milagrosa. Ha mejorado la seguridad en la ciudad de
Nueva York en el marco de un descenso general del crimen en toda la nación, probablemente
vinculado no sólo a la actividad policial, sino a otra serie de causas (económicas, sociales,
demográficas) en una proporción difícil de determinar.
Se ha basado en una importante reestructuración administrativa y operacional, así como en un
gran incremento presupuestario y de personal.
Ha sido severamente cuestionada, no sólo por organismos civiles y comunitarios, sino también
por expertos judiciales y policiales.
Se le señala como defectos su alto costo en tensión social, que se paga con las minorías étnicas,
y el aumento de las demandas por abusos policiales.
Pero quizás la crítica más grave sea el no atacar la causa de los problemas sino trabajar
solamente sobre sus síntomas. Esa técnica aparece como proponiendo únicamente un modelo
táctico y no estratégico.
Otras ciudades norteamericanas han obtenido resultados estadísticamente equivalentes pero
con un accionar menos agresivo, combinado con una participación ciudadana que parece
garantizar no sólo efecto sino, también, compromiso.
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