La Libertad Sindical
La Libertad Sindical
La Libertad Sindical
1. GENERALIDADES.
La libertad sindical es uno de los derechos fundamentales del hombre, integrante de los
derechos sociales irrenunciables y componente esencial de las sociedades democrático-
pluralistas.
Libertad sindical es, así, un derecho histórico surgido del reconocimiento por parte del
Estado, del derecho de asociación, que posteriormente adquirió la calidad de uno de los
derechos fundamentales del hombre, otorgado a trabajadores, empleadores, y sus
respectivas organizaciones, consistente en el amplio derecho, en relación al Estado y las
otras partes, de constitución de organizaciones sindicales, en todos los niveles y ámbitos
territoriales, de afiliación y de no afiliación sindical, de militancia y acción, inclusive en los
locales de trabajo, generador de autonomía colectiva, preservado mediante su garantía
contra todo y cualquier acto destinado a impedir o a obstaculizar el ejercicio de los derechos
a él inmanentes, o de otros a él vinculados, Instituto nuclear del derecho del trabajo,
instrumentalizador de la efectiva actuación y participación democrática de los actores
sociales en las relaciones de trabajo, en todas sus esferas, económicas, sociales,
administrativas y públicas.
Por otra parte, se reconoce que la Libertad Sindical es un principio fundamental del derecho
del trabajo que no sólo permite constituir sindicatos, sino también la promoción de la
“actividad sindical” que comprende todas aquellas acciones tendientes a hacer efectiva la
coalición sindical.
Esta libertad parte de la base del reconocimiento del conflicto en las relaciones de trabajo,
así como del diálogo y de las posibilidades de convergencia entre los actores sociales.
Por último, cabe señalar que el rol que cumple el Estado frente a la Libertad Sindical, no es
de un sujeto pasivo, sino que debe tener una actividad prestacional que obre en dos sentidos
principales: la promoción de la acción sindical y la tutela efectiva de esa.
a) Libertad de constitución:
La norma constitucional dispone que “ninguna ley o disposición de autoridad pública podrá
exigir la afiliación a organización o entidad alguna como requisito para desarrollar una
determinada actividad, ni la desafiliación para mantenerse en éstos.” Asimismo, la libertad de
afiliación la reconoce el artículo 19 N°19 de la Constitución, al disponer:(...) “La afiliación
sindical será siempre voluntaria.”
Es voluntaria: Nadie puede ser obligado a afiliarse a una organización sindical para
desempeñar un empleo o desarrollar una actividad. Tampoco podrá impedirse su
desafiliación;
El artículo 3.1. del Convenio 87 de la O.I.T. dispone, en tal sentido, que las organizaciones
de trabajadores y de empleadores tienen el derecho de redactar sus estatutos y reglamentos
administrativos.
Como ya se ha señalado, uno de los requisitos básicos de todo Estatuto de una organización
sindical, se refiere a los requisitos para ser elegido dirigente sindical, respecto de los cuales,
la organización autónomamente deberá fijar, sin imposiciones legales como ocurría con
anterioridad a la vigencia de la Ley 19.759.
Derivado de la autonomía de los cuerpos intermedios para cumplir sus propios fines
específicos que consagra el artículo 1, inciso 3° de la Constitución. El artículo 19 N°19
de la Constitución, refuerza lo anterior al disponer que la ley contemplará los mecanismos
que aseguren la autonomía de las organizaciones sindicales.
En primer lugar el Artículo 1 Inciso 3º de nuestra Constitución se señala que “El Estado
reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura
la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines
específicos”, entendiéndose que las organizaciones sindicales y las asociaciones de
funcionarios son “grupos intermedios”, por lo cual mediante este artículo nuestra carta
fundamental reconoce y ampara dichas organizaciones y les garantiza que pueden perseguir
sus propios fines en forma autónoma.
Derivado, también al igual que la anterior, de la autonomía de los cuerpos intermedios para
cumplir sus propios fines específicos que consagra el artículo 1, inciso 3° de la
Constitución. El artículo 19 N°19 de la Constitución, refuerza lo anterior al disponer que
la ley contemplará los mecanismos que aseguren la autonomía de las organizaciones
sindicales, autonomía para constituirse, para funcionar y para disolverse.
Conclusiones
Todos los elementos indicados se enmarcan dentro del núcleo mínimo del derecho, por
contribuir de forma primordial al desenvolvimiento de la actividad sindical y como tal
constituyen límites concretos a respetar por el legislador que regule o complemente lo
concerniente a la libertad sindical, en virtud de lo dispuesto en el artículo 19 Nº26 de la Carta
Fundamental.
La Constitución de 1980 protege parte del núcleo de la libertad sindical, con el recurso o
acción de protección. Ésta podrá interponerse ante la respectiva Corte de Apelaciones, toda
vez que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales alguien sufra privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos establecidos en el artículo
19 N°19 de la Constitución, esto es:
a) Libertad de constitución:
Como una forma de garantizar tal libertad el artículo 7 del Convenio Nº 87 de la O.I.T.,
señala que la adquisición de la personalidad jurídica por las organizaciones de trabajadores
y empleadores, federaciones y confederaciones, no puede estar sujeta a condiciones que
limiten la libertad de constitución, reglamentación y disolución.
Derivada de la naturaleza misma de la libertad sindical. Consiste en que los sindicatos son
libres de elegir a sus representantes sin injerencia del Estado y con la única limitación de
respetar el principio democrático. Se encuentra reconocida expresamente en el artículo 3.1.
del Convenio 87 de la O.I.T., al disponer que “Las organizaciones de trabajadores y de
empleadores tienen el derecho (...)elegir libremente sus representantes...”
El artículo 4 del Convenio 87 de la O.I.T. dispone, en tal sentido, que las organizaciones
de trabajadores y de empleadores no estarán sujetas a disolución o suspensión por vía
administrativa, siendo extensivo dicho derecho a las federaciones y confederaciones de
trabajadores y empleadores en conformidad a lo indicado en el artículo 6 del Convenio ya
citado.
El Código del Trabajo reconoce la libertad de constitución (sin autorización previa) a los
trabajadores del sector privado y de las empresas del Estado, cualquiera sea su naturaleza
jurídica con la única condición de sujetarse a la ley y a los estatutos de las mismas. Se incluye
dentro de las últimas (empresas), aquellas dependientes del Ministerio de Defensa Nacional
o que se relacionen con el Gobierno a través de dicho Ministerio.
Pero también el legislador se ocupa de limitar el ejercicio de tal libertad, según se da cuenta
a continuación:
Trabajadores que no pueden constituir ni afiliarse a sindicatos, de acuerdo a las normas del
Código del Trabajo:
La prohibición se deriva de la norma del artículo 1° del Código del Trabajo que excluye a
ciertos trabajadores de la aplicación de tal ley. Lo anterior, es sin perjuicio que aquéllos se
sujetarán a las normas del Código del Trabajo en los aspectos o materias no regulados en
sus respectivos estatutos, siempre que ellas no fueren contrarias a estos últimos.
Por otra parte, el artículo 215 del mismo cuerpo legal, reafirma que no se puede condicionar
el empleo de un trabajador a la afiliación o a la desafiliación a una organización sindical,
prohibiendo que se impida o dificulte su afiliación.
c) Libertad colectiva de reglamentación:
Nuestro legislador reconoce el derecho de toda organización sindical de darse sus propios
estatutos, sin perjuicio de lo cual establece cierto contenido mínimo en orden a garantizar
normas mínimas de funcionamiento de la organización, así como el respeto de normas
democráticas al interior de la organización.
Requisitos que debe contener todo estatuto (art. 231 y ss. CT):
Cabe señalar que en forma primera la disolución de una organización procede por el
acuerdo de la mayoría absoluta de sus afiliados en asamblea extraordinaria citada en
conformidad a lo dispuesto en sus propios estatutos.
2.- D E R E C H O C O L E C T I V O D E L T R A B A J O
ORIGENES:
Los orígenes del derecho colectivo del trabajo se remontan a los de la Revolución Industrial,
sin la cual difícilmente se hubieran producido los factores fundantes del fenómeno sindical.
Los particulares caracteres de los cambios productivos y del mundo del trabajo en Gran
Bretaña, a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, posteriormente extendidos al resto de
Europa y más tardíamente a América Latina, configuran el contexto adecuado dentro del
cual se desarrollará el derecho del trabajo, especialmente el derecho colectivo.
Los abusos producidos por la falta de protección del trabajador son conocidos y
documentados por la literatura científica, que da cuenta de jornadas laborales diarias de
hasta quince horas, sin descanso semanal ni vacaciones, de trabajo de mujeres embarazadas
y de menores de pocos años de edad, en pésimas condiciones higiénicas y de seguridad, lo
que motivó revueltas y largas luchas de los obreros, que fueron violentamente reprimidas
por las autoridades.
Sin embargo, la sola existencia de estos abusos no hubiera bastado para el surgimiento del
sindicalismo. Un elemento esencial que se une a los abusos generalizados, es la
“colectivización del trabajo”, producido por la reunión masiva de trabajadores en las fábricas
o lugares de producción. Las razones de esta concentración, que deja atrás a las viejas
corporaciones, al artesanado y al trabajo agrícola, quizás colectivo, pero jamás masivo, son
de carácter tecnológico y económico.
Por ejemplo, en diversos quehaceres era imposible la producción en pequeña escala, como
ocurría en la industria del hierro con la laminación y la fundición de los materiales. Por otra
parte, en la industria cerámica, la división y subdivisión del trabajo produjo grandes
economías y determinó su concentración en un gran centro productivo.
Esta “colectivización del trabajo” permitió una lenta pero segura toma de conciencia, por
parte de los trabajadores, de sus necesidades e intereses comunes, y del poder colectivo.
Por otra parte, no existe acuerdo en cuanto a la existencia de organizaciones o agrupaciones
antecesoras de los sindicatos. Pareciera que las antiguas corporaciones medievales serían el
antecedente histórico de las agrupaciones de trabajadores.
Por otra parte, el desarrollo del sindicalismo en el siglo XX ha dado paso al denominado
sindicalismo orgánico, que acepta el orden social establecido y centra su acción en la
negociación colectiva, adquiriendo coherencia, creando sujetos e instrumentos típicos y
tomando conciencia de sí mismo, a diferencia del sindicalismo inorgánico, centrado en
objetivos de largo plazo como la acción revolucionaria.
Debemos recordar que la fuerte represión en contra del sindicalismo fomentó su vinculación
con posturas políticas extremas. Lo anterior es justificable, además, si se considera que
muchos sindicatos nacieron gracias al apoyo de corrientes políticas revolucionarias. No
obstante, con su pleno reconocimiento legal, el sindicalismo ha moderado sus pretensiones,
sin perjuicio de los ideales políticos de sus miembros y de la actuación política que en sí
implica la defensa de los intereses colectivos de los trabajadores.
La actividad sindical se ha fortalecido una vez abandonada la lucha de clases como postura
intransable. En el caso europeo, a través de acuerdos con los gobiernos y los empresarios,
el sindicalismo ha podido desarrollar su función tutelar de los trabajadores. Lo anterior no
implica la carencia de conflictos en las sociedades desarrolladas, sino que el conflicto es
encauzado por los sindicatos, como elemento positivo de toda sociedad pluralista y no
basada en la fuerza. Asimismo, la postura de los gobiernos ha sido de respeto a los sindicatos
y, en ciertos casos, de fomento al diálogo social. Por otra parte, ha sido esencial la
moderación de los empresarios y su actitud favorable respecto de los acuerdos con los
trabajadores.
En América Latina, no obstante, su tardío proceso de industrialización, el movimiento sindical
ha tenido un gran desarrollo.
El surgimiento del sindicalismo se ha visto retrasado en nuestro continente por múltiples
factores de diversa índole. En primer lugar, cabe señalar el retraso económico de nuestros
países, esencialmente agrarios y mineros hasta comienzos del siglo XX. Por otra parte, la
actitud hostil de los gobernantes, la fuerte represión a las manifestaciones obreras, la
intransigencia de los empleadores, la violencia de ciertas manifestaciones populares, la
excesiva influencia de los partidos políticos en la cúpula sindical, han sido factores que han
complotado en contra del crecimiento y desarrollo del sindicalismo en nuestro continente.
En un primer momento, superada la etapa mutualista, surge con fuerza el sindicalismo en
forma de “sociedades de resistencia”, que luchan por mejorar las condiciones de vida y
trabajo, representando el nuevo espíritu de la clase trabajadora, el de la “lucha de clases”,
como respuesta a las injusticias de que eran objeto los asalariados.
Una parte importante del movimiento obrero, paulatinamente, adquiere un contenido
marxista, ante la abierta oposición de los empleadores y la fuerte represión de los gobiernos.
Luego, con el reconocimiento legal del sindicalismo, éste se expande y adopta formas más
pragmáticas, ejerciendo un importante rol en la vida de los países americanos.
En América Latina es posible distinguir un sindicalismo de clase en países como Bolivia, Chile
o Perú y otro populista en Argentina, Brasil y México.
En países como Chile, el movimiento sindical ha tenido menor importancia que su par
europeo, en parte por las razones generales ya apuntadas y por el hecho de que la tutela
laboral se ha realizado por medio de leyes protectoras más que por la negociación colectiva,
sin perjuicio de algunas enmiendas legales que se han basado en contratos colectivos, como
fue el caso de la indemnización por años de servicio. Además, gran parte de la actuación
sindical a nivel supraempresa se ha orientado a presionar al Estado a fin de obtener leyes
laborales y previsionales.
La génesis del sindicalismo chileno fue relativamente autónoma del aparato estatal laboral,
antecediendo con mucho a su institucionalización jurídica. Es en el enclave minero donde
aparecerá el sindicalismo, en un contexto de exagerada explotación de la mano de obra y
donde el peón no logra adaptarse a las exigencias del patrón minero.
Ya en 1830 se producen las primeras manifestaciones huelguísticas de los obreros chilenos.
Entre 1890 y 1915 se presentan diversas manifestaciones, paros y protestas por parte de los
trabajadores. En 1890 se produce la primera huelga general en Chile. No obstante, el
desigual desarrollo económico observado en este período, centrado básicamente en la
explotación del salitre y en actividades asociadas al mismo, contribuyó a que no se produjera
una mayor extensión del sindicalismo.
Asimismo, se destacan los diferentes tipos de organización y estrategia existentes entre los
trabajadores, donde los urbanos organizados, por ejemplo, siempre intentaron convencer a
las autoridades de la racionalidad de sus demandas, indicando, tácitamente, que la violencia
provenía de otras partes.
Durante el resto del siglo XX, en los distintos gobiernos, el sindicalismo tuvo presencia
pública, con múltiples paralizaciones, movilizaciones y huelgas generales, especialmente en
este último caso desde 1955 a 1973. Además, hubo períodos importantes de declinación del
conflicto laboral a escala nacional, a veces por imposición de medidas represivas a los
actores sociales, o por acuerdos consensuados (como ocurrió desde 1990) o por falta de
fuerza o representatividad del sindicalismo.
Uno de los hitos importantes del sindicalismo chileno fue la fundación de la Federación
Obrera de Chile, FOCH, en 1909, cuya labor permitió el crecimiento del movimiento obrero
en nuestro país. Al interior de esta Federación se enfrentaron dos concepciones ideológicas
distintas, una moderada de inspiración cristiana y partidaria de un sindicalismo mutualista y
otra de contenido revolucionario e inspiración marxista. Esta división ideológica perdurará
en el sindicalismo chileno a través del siglo XX.
Posteriormente, se crea en 1919 una filial de la Industrial Workers of the World, ITT,
norteamericana, de orientación anarco-sindicalista y con menor presencia que la FOCH.
Es dable mencionar, asimismo, la Confederación de Sindicatos Blancos, formada en 1925 por
los trabajadores católicos.
En 1937 se crea la Confederación de Trabajadores de Chile, CTCH, organización central con
la finalidad de agrupar a todos los trabajadores del país.
En 1953, se crea la Central Única de Trabajadores, CUT, después de un fuerte período de
represión sindical.
Con posterioridad a 1973, durante el gobierno militar, la actividad sindical decrece
ostensiblemente, recuperándose en forma paulatina desde 1980.
En la actualidad, la tasa de sindicalización bordea el 12 % registrándose un leve descenso de
la afiliación y de la contratación colectiva. Existen varios sectores en los cuales la presencia
sindical es baja, como el informal, el terciario y parte de la actividad exportadora.
Asimismo, el peso político del sindicalismo registra un declive sensible, con una Central
Unitaria de Trabajadores, CUT, con baja capacidad de convocatoria a lo que se une el hecho
de que una parte importante de los sindicatos no se encuentran afiliados a la misma.
Se ha destacado la independencia del sindicalismo chileno frente al Estado, así como su
vinculación con los partidos de izquierda (sindicalismo clasista) con la finalidad de superar
al capitalismo imponiendo un régimen socialista. De hecho, entre 1956 y 1970, el
movimiento sindical atravesó su etapa de mayor politización, en gran parte debido a la lucha
entre la izquierda y la Democracia Cristiana.
No obstante, Salazar y Pinto precisan que no toda la cultura obrera responde a esta idea
clasista y que no siempre el espíritu de hostilidad primó en las relaciones obrero-patronales.
De hecho, muchas organizaciones que adhirieron al sindicalismo de clase quedaron más en
el discurso que en la acción directa.
Aunque la politización de las cúpulas sindicales ha sido una de las características del
sindicalismo chileno, a nivel de bases, la lucha sindical no tuvo una orientación
revolucionaria, siendo las principales preocupaciones de los directores y asociados la mejora
de las condiciones económicas y laborales del trabajador. Cuando los sindicatos han
encontrado receptividad a sus demandas, han tendido al gremialismo y a la apolitización.
Por el contrario, cuando se les han cerrado las puertas, el sindicalismo de clase ha sido la
opción de los trabajadores.
2º Si bien ambos emanan de la ley, la actividad del legislador es más rigurosa en el caso
del derecho individual, en razón de la debilidad del trabajador que actúa en forma aislada.
En el derecho colectivo el legislador da mayor amplitud y libertad a la asociación
profesional.
ACTORES.
La Empresa:
Referida desde el momento de la revolución industrial, donde se encuentra el germen
definitivo con variantes que se introducen en el tiempo.
Nuestra legislación no había recogido el concepto de empresa sino hasta la dictación del
D.L. 2.200 (1978) que dio una definición amplia que traspasa al código de 1987 y que recoge
el actual código del trabajo en su art. 3º.
El Estado.
Fija por medio de la legislación los principios y marcos generales sobre la base de los cuales
deben interactuar la empresa, el empleador y los trabajadores organizados, asumiendo roles
puntuales y acotados. Fiscaliza el cumplimiento de dicha legislación, particularmente en lo
referente a la Libertad Sindical..
1. Informal
El derecho colectivo nace sin reconocimiento legal, en ausencia de sanción legislativa.
Posteriormente logra ciudadanía legal lo que no impide que su autonomía originaria siga
manifestándose constantemente en su desarrollo.
Esta característica favorece una baja efectividad de las normas sindicales, muchas veces
inaplicadas. Por lo mismo, es un derecho que tiende a desarrollarse por medios
extranormativos.
Toda intervención legislativa en esta materia puede perseguir uno o más de los siguientes
objetivos:
a) Reconocer una situación de hecho, confirmando los procesos ya existentes;
b) Establecer una legislación limitativa del fenómeno colectivo, y
c) Sancionar una legislación de fomento de la actividad sindical.
En nuestro país la actividad legislativa se ha orientado más bien en la línea de a los dos
últimos objetivos enumerados.
Por otra parte, el grado de incumplimiento de los mandatos legales puede aumentar o
disminuir en relación a los siguientes factores: la fuerza y organización propia del
sindicalismo y el grado de intervención limitativa de la norma legal. Según sea la
combinación de ambos podremos distinguir diversos escenarios:
2. Instrumental
El derecho colectivo nace con un claro fin instrumental, en orden a tutelar al asalariado
individual y mejorar las condiciones individuales de trabajo y empleo.
En la actualidad este carácter instrumental se ha extendido, ya que la actividad sindical ha
expandido sus fronteras, representando intereses colectivos de sus asociados que son
difícilmente divisibles, más afines con el derecho público y la economía.
Además, el carácter instrumental se ha visto también reforzado porque el derecho colectivo
es garantía de libertad en las sociedades actuales, en el entendido de que los ciudadanos
que carecen de poder económico gozan de poca libertad y, aislados, carecen de fuerza frente
al Estado y los poderes económicos. Por ello, la libertad sindical, principio esencial del
derecho colectivo, constituye un presupuesto indispensable para que exista plena
democracia y goce de las libertades públicas y derechos fundamentales.
Por último, desde la perspectiva de las normas Estatales, podemos afirmar que las normas
positivas de derecho colectivo son instrumentales porque no buscan establecer normas
mínimas como las de derecho individual del trabajo, no se refieren directamente al
contenido de las relaciones laborales; sino que establecen las reglas instrumentales por
medio de las cuales los actores sociales en uso de su autonomía colectiva determinan las
condiciones de trabajo. En este sentido, el derecho colectivo se identifica con la noción de
derecho social como derecho de transacción, donde el ordenamiento jurídico más que
resolver el conflicto de derechos lo organiza. No obstante esta tendencia, cabe consignar
que determinados ordenamientos establecen límites a los contenidos que acuerden los
actores sociales o disponen contenidos obligatorios a la negociación colectiva, que
desfiguran el carácter instrumental de la normas Estatales de derecho colectivo.
3. Contingente
El derecho colectivo no está constituido por un sistema normativo rígido y autosuficiente.
Por el contrario, constantemente se ve influido por la actividad política y la economía.
Otros factores que promueven el carácter contingente del derecho colectivo son el
desarrollo cultural, la conciencia social y cívica, el grado de solidaridad de los trabajadores,
así como el reciente desarrollo de los procesos de integración y globalización.
El derecho colectivo es un derecho abierto a las realidades sociales, por medio de la
contratación periódica entre los actores colectivos. Incluso, en algunos ordenamientos, la
negociación colectiva asume un dinamismo y continuidad tal que podemos hablar de
negociación permanente.
4. Normativo
Todo derecho es normativo. Sin embargo, en el derecho colectivo la normatividad asume
especiales caracteres debido a que se reconoce eficacia normativa a las partes o actores
sociales, a través de los acuerdos colectivos, creando derecho objetivo en ciertos casos.
La contratación colectiva establece un ordenamiento que puede operar a nivel de
establecimiento, empresa, localidad, área de actividad y, en casos excepcionales, a nivel
nacional. Además, dichos ordenamientos pueden configurar a su vez una suerte de red
normativa coordinada en diversos niveles.
En nuestro continente encontramos experiencias en todos los sentidos. Por el contrario, en
nuestro país la contratación colectiva se ha centrado en la empresa o establecimiento.
5. De autotutela
El derecho colectivo legitima la autotutela, especialmente la huelga, como medio de presión
de los trabajadores a fin de que puedan negociar en un pie de igualdad con los empleadores.
En la actualidad, el derecho de huelga se encuentra en su máximo nivel normativo en los
países Occidentales, integrando el listado de derechos humanos esenciales, sin perjuicio de
los límites que puedan estatuirse a fin de impedir su uso abusivo.
Por su parte, el empleador puede recurrir al cierre patronal como medida de presión. En
todo caso, los ordenamientos no reconocen al cierre patronal la misma jerarquía que la
huelga, por diversas razones que expondremos en el capítulo respectivo.
CONCEPTO DE SINDICATO:
Éste último concepto fue modificado por don Manuel Alonso Olea, quién excluye a
las organizaciones de empleadores y señala que sindicato es: “Una asociación permanente
y autónoma sin fines de lucro de trabajadores por cuenta ajena para el progreso económico
y social de sus miembros, especialmente para mantenimiento y mejora de sus condiciones
de trabajo a través de la negociación colectiva”.
Para la O.I.T., sindicato es: "Una organización continua y permanente creada por
trabajadores para protegerse en su trabajo, a través del contrato colectivo y luchar por el
mejoramiento de sus condiciones de vida y forzar medios por los cuales los trabajadores
expresan sus puntos de vista sobre problemas de la sociedad."
El Código del año 1931 no definía el sindicato industrial, pero sí el profesional, lo que
establecía en su artículo 410 señalando: “Son sindicatos profesionales las asociaciones
formadas por personas que ejercen una misma profesión similares o conexos con el fin de
ocuparse exclusivamente del estudio, desarrollo y legítima defensa de los intereses comunes
de los asociados”.
Nuestro actual código no define sindicato, pero lo concibe como “Una asociación
de trabajadores ligados por un interés común que busca, ante todo, la representación,
defensa y promoción de sus intereses” (Thayer y Novoa)
6.- Libertad para su constitución: Emana de la CPR la libertad para crearla, ingresar y
egresar de ella.
El sindicato es como estos estamentos a los que se refiere la CPR y como tal tiene
sus propios fines específicos u objetivos.
Libertad sindical y convenio de 1987: En ese año Chile accede a un Convenio internacional
relacionado con la libertad sindical y dentro de los principios de ese Convenio, que hoy se
están directamente relacionados con la OIT, se encuentran el derecho de los trabajadores y
empleadores a:
1.- Constituirse en organizaciones que estimen conveniente sin autorización previa.
2.- Derecho de los mismos a afiliarse a diversas organizaciones con la sola limitación de
observar sus estatutos.
3.- Derecho a redactar libremente esos estatutos, elegir libremente a sus representantes,
organizar su administración, todo con abstención de la autoridad pública. Lo anterior sin
perjuicio de que la autoridad tenga una actitud tutelar para que, ante el quebrantamiento
de la ley intervenga.
El tercer período, que va de 1931 a 1973, fue de consolidación y desarrollo parcial del
sindicalismo según el sector.
Por una parte este fue un período de consolidación de la legislación del código de 1931 y,
por otro, de desarrollo parcial de algunos sectores del sindicalismo. En efecto, los
trabajadores públicos, desde una perspectiva legal, era un sector postergado de la actividad
sindical, sin perjuicio de que en los hechos el fenómeno sindical se diera en plenitud en esta
área. Por otra parte, los trabajadores agrícolas tuvieron pocas oportunidades de sindicación
hasta la aprobación de la ley de sindicación campesina, N.° 16.625, de 1967, que reemplazó
a la ley N.° 8.811 de 1947. Asimismo, los trabajadores del cobre, tuvieron su propio estatuto,
conocido como Estatuto de los Trabajadores del Cobre, con la dictación del decreto con
fuerza de ley N.° 303, de 1956, refundido por el decreto supremo 307, 1970.
En el Código del Trabajo de 1931 se distinguían dos tipos de sindicatos: los industriales y los
profesionales. Los primeros estaban constituidos por obreros y los segundos podían ser de
patrones, de empleados, obreros, mixtos (de obreros y empleados) o de independientes.
El sindicato profesional se constituía con un quórum mínimo de 25 personas de una misma
profesión, industria o trabajo, o profesión, industria o trabajos similares o conexos. En la
práctica se aceptó la común dependencia de un mismo empleador como criterio de
constitución.
La afiliación al sindicato profesional era voluntaria y su personalidad jurídica era concedida
por el Presidente de la República, quien además podía disolver la organización por decreto,
según ciertas causales.
Por su parte, el sindicato industrial podía constituirse en cualquier empresa que tuviere más
de 25 obreros, requiriendo un quórum mínimo del 55% del total de los obreros de la misma.
Se trataba de un sindicato de empresa, de afiliación obligatoria, ya que una vez constituido
se entendían afiliados ipso jure todos los obreros que tuvieren cumplidos 18 años y
laboraren en la empresa. En idéntica situación se encontraban los obreros que se
incorporaran posteriormente a la misma en virtud de un contrato de trabajo.
Este sindicato participaba en las utilidades empresa, por un monto que ascendía al 10% de
las utilidades líquidas con un tope de 6 % de los salarios pagados. Esta suma se repartía por
mitades entre el sindicato y los obreros. Al igual que el sindicato profesional, su personalidad
jurídica era concedida por el Presidente de la República, quien además podía disolver la
organización por decreto, según ciertas causales.
Cabe observar, que el establecimiento del sindicato industrial por parte de nuestro
legislador, claramente transgredía la libertad sindical y obedecía a un criterio conservador,
temeroso del accionar independiente de los sindicatos.
Además, los sindicatos industriales no podían federarse o confederarse para la defensa de
sus intereses y los sindicatos profesionales sólo podían constituir organizaciones de grado
superior si limitaban su ámbito a una misma profesión u oficio o a profesiones u oficios
similares o conexos.
Con la sola excepción de las normas de sindicación campesina, del año 1967, todo el sistema
de derecho colectivo orgánico contemplado por el Código del 1931 transgredía la libertad
sindical, especialmente por su excesivo reglamentarismo.
Por su parte, el contrato colectivo estaba regulado en los arts. 17 a 24 del Código de 1931.
Las partes del contrato colectivo eran uno o más patrones sindicados o no y uno o más
sindicatos de trabajadores. Se estatuía el monopolio sindical, ya que los trabajadores debían
organizarse sindicalmente para poder negociar colectivamente.
Se trataba de un contrato solemne, cuyas cláusulas se integraban a los contratos de trabajo
que se celebraran durante su vigencia, abarcando en forma expresa a los trabajadores que,
con posterioridad a su celebración, ingresaren al sindicato. Ningún sindicato podía hacer
efectiva una huelga mientras estuviere vigente un contrato colectivo que regulare las
condiciones de trabajo.
Por otro lado, la ley de sindicación campesina, N.° 16.625, de 1967, dispuso que las
convenciones colectivas celebradas por las organizaciones más representativas de
trabajadores y empleadores o por empleadores agrícolas individuales que tuvieran el
carácter de más representativos, podían extenderse total o parcialmente, por decreto
supremo, a todos los trabajadores o empresas agrícolas en determinadas regiones o zonas
o en todo el país. Para estos efectos, previamente se realizaba una negociación en una
comisión paritaria.
Por su parte, las actas de avenimiento, eran los acuerdos que ponían fin a un conflicto del
trabajo. Cabe destacar que, en la práctica, fueron muy escasos los contratos colectivos
celebrados directamente conforme los arts. 17 a 24 del Código de 1931, siendo lo normal el
planteamiento de un conflicto laboral vía un pliego de peticiones que finalizaba con un acta
de avenimiento o un fallo arbitral.
Aunque se exigía la existencia de un sindicato para celebrar un contrato colectivo, no regía
tal requisito para suscribir un acta de avenimiento. Si se trataba de un sindicato, dicha acta
de avenimiento se celebraba por escrito y constituía, en el fondo, un contrato colectivo, aun
cuando se hubiera pactado vía un conflicto colectivo y no por negociaciones directas.
En cuanto a la huelga, el Código de 1931 la reglamentó en su título II del libro IV, arts. 627
y ss., denominado “De la intervención de los sindicatos en los conflictos del trabajo”. Este
título hizo creer que sólo los trabajadores organizados podían declararse en huelga, pero la
jurisprudencia sostuvo una postura amplia.
El derecho de huelga no se contemplaba en las negociaciones colectivas sino sólo en los
conflictos colectivos de trabajo, cuando no se llegaba a acuerdo y no se acordaba arbitraje
por las partes.
En estos casos, se aprobaba la huelga en votación secreta de 2/3 partes del grupo
negociador o del sindicato, requiriéndose mayoría absoluta de los mismos para aprobarla.
Una vez acordada, su ejecución podía prorrogarse por otros 35 días a fin de continuar las
negociaciones.
La huelga suspendía los efectos del contrato individual, mantenía el fuero y el empleador no
podía contratar trabajadores reemplazantes.
Por su parte, el empleador podía decretar lock-out una vez agotados todos los
procedimientos y siempre que los trabajadores hubieren rechazado su proposición de
arbitraje. Por el contrario, podía haber huelga aunque el empleador aceptara el arbitraje, si
los trabajadores lo rechazaban.
Se contemplaba, además, el mecanismo de la reanudación de faenas, por orden del
Gobierno, cuando se estimaba que existían razones de orden social que justificaran este
mecanismo.
Luego, la ley N.° 17.074, de 1968, facultó al Presidente de la República para crear comisiones
tripartitas, con representantes de los trabajadores, empleadores y del Gobierno, destinadas
a fijar remuneraciones y condiciones de trabajo mínimas por rama de actividad. Más
adelante, el decreto ley N.° 670, de 1974, terminó el funcionamiento de las referidas
comisiones y estatuyó que por resolución conjunta de los Ministerios del Trabajo y Previsión
Social y de Economía, Fomento y Reconstrucción podían determinarse remuneraciones
superiores a las que indicaba (resultantes de los reajustes automáticos dispuestos en su
artículo 10), con relación a determinados grupos de trabajadores, zonas, empresas, áreas de
producción o ramas de actividad, cuando las condiciones de estas empresas, áreas o ramas
así lo justificaran. Además se contempló la formación de comisiones tripartitas consultivas
para estos efectos. Posteriormente, en 1977, por el decreto ley N.° 1.765 se modificó el
sistema reasignando con ciertas limitaciones facultades resolutivas a las comisiones
tripartitas (vigentes hasta 1979).
Otra gran novedad en este período es la constitucionalización del derecho colectivo, por
medio de la ley de reforma constitucional N° 17.398, de 9 de enero de 1971, que sustituyó
el N.° 14 del art. 10 de la Constitución de 1925, estableciendo el derecho a sindicarse en el
orden de sus actividades o en su industria o faena, y el derecho de huelga, todo ello en
conformidad a la ley. Asimismo, se estatuyó que los sindicatos y las federaciones y
confederaciones sindicales gozarían de personalidad jurídica por el solo hecho de registrar
sus estatutos y actas constitutivas en la forma y condiciones que determine la ley, y que los
sindicatos son libres para cumplir sus propios fines.
Se discute acerca del grado de profundidad de las reformas efectuadas, ya que para algunos
son más bien cosméticas y el Plan Laboral sobrevive en plenitud. Para otros, las reformas
han sido adecuadas a una sociedad moderna y libre, que tiene que equilibrar la tutela del
trabajador con el crecimiento y la eficacia económica.
En esta materia postulamos una tesis intermedia, en el sentido de que la actual legislación
transgrede en diversas materias el principio de libertad sindical, sin perjuicio de que las
reformas realizadas al Plan Laboral no son menores y han constituido un avance hacia la
plena consagración de la libertad sindical.
Por cierto, un hito relevante es la Ley 20.940 publicada en el Diario Oficial el 08 de octubre
de 2016 y que entré en vigencia el 01 de abril de 2017.
Ya vimos que cuando los trabajadores toman conciencia de sus necesidades comunes, de
que la acción colectiva les permite mejorar sus condiciones de trabajo y empleo, surgirá un
nuevo actor o sujeto de carácter colectivo, el sindicato.
Las vicisitudes del sindicato van de la mano con la libertad sindical. En un primer
momento, las agrupaciones de trabajadores son prohibidas, luego toleradas y finalmente
reconocidas por el derecho estatal. Lo que va a distinguir al sindicato de otras agrupaciones
o coaliciones es su vocación de organizar, en un frente común, fuerzas que tienen su origen
en la relación individual de trabajo.
La noción de sindicato es bastante amplia por las implicancias de un fenómeno social tan
extendido como el sindicalismo, centrándose en un criterio más bien funcional que orgánico,
en orden al objetivo sindical de representación de intereses profesionales colectivos, aunque
dicha representación sea asumida por agrupaciones transitorias, como ocurre en nuestro
ordenamiento, donde las coaliciones transitorias de trabajadores pueden negociar
colectivamente.
Idealmente el sindicato debe ser permanente, a fin de que pueda cumplir a cabalidad su
misión, ya que las agrupaciones transitorias son susceptibles de mayor influencia patronal y
su naturaleza temporal desprotege a los trabajadores que las componen. El principio de
libertad sindical implica que estas coaliciones transitorias sólo pueden operar cuando no
existe un sindicato permanente, como lo dispone la Recomendación de la OIT sobre
contratos colectivos, Nº 91, de 1951, la que da preeminencia a las organizaciones de
trabajadores por sobre las coaliciones de hecho, refiriéndose a los representantes de los
trabajadores no organizados solamente en el caso de ausencia de sindicatos permanentes.
Desde una perspectiva jurídico formal, sólo son sindicatos aquellos que la ley
denomina como tales. Sin embargo, el derecho colectivo del trabajo maneja una óptica
más amplia para poder abarcar en su totalidad al fenómeno sindical. En este contexto, lo
que caracteriza a una actividad como sindical es la representación y defensa de los
intereses profesionales y económicos de sus asociados y, en algunos casos, de toda una
categoría de trabajadores (o empresarios según la OIT), estén o no asociados. Dicha defensa
comprende tanto a la autonomía colectiva como a los mecanismos de autotutela, como por
ejemplo la huelga, situando al sindicato en su rol de fuente material y formal del derecho
del trabajo, material en cuanto grupo de presión y formal expresada en la negociación
colectiva.
Lo ideal es que los sindicatos sean permanentes, gocen de personalidad jurídica y se
encuentren reconocidos o fomentados por ley. No obstante, en la práctica, no podemos
cegarnos a la realidad social y limitarnos a lo que el legislador define como sindicato.
Nuestro legislador enumera los fines sindicales en los arts. 220, 267 y 284 del CT.
Por último, es interesante destacar que, desde una perspectiva jurídica, la excesiva
reglamentación descrita es innecesaria, bastando con tener presente la finalidad esencial
de los sindicatos, a saber, la representación y defensa de los intereses profesionales y
económicos de sus asociados. Sin embargo, en una óptica práctica, la extensa enumeración
que hace el CT tiene por objeto dejar en claro casi la totalidad de las finalidades sindicales,
sobre todo en una cultura jurídica en la cual ha primado la interpretación literal de la ley.
Además, la sobre reglamentación de fines sindicales da cuenta de la desconfianza del
legislador hacia las organizaciones de trabajadores, lo que no es una excepción en América
Latina.
Más allá del reglamentarismo, la interpretación de los preceptos estudiados debe estar
en concordancia con la libertad sindical consagrada en nuestro ordenamiento. No debe
olvidarse que los sindicatos son cuerpos intermedios y que, por ende, no sólo gozan de
libertad sindical sino de la autonomía que la CPR contempla respecto de los grupos
intermedios en su art. 1º inc. tercero.
Por otra parte, deberá considerarse lo señalado por la Corte Suprema en una de sus
sentencias, en orden a que “la autonomía de los grupos intermedios garantizada por la
Constitución permite a éstos incorporar a sus estatutos, escrituras o acuerdos, finalidades
propias y específicas no previstas en la ley”.
Por ejemplo, la representación individual de los trabajadores no asociados al sindicato
dentro de la empresa o lugar de trabajo, cumpliendo las normas generales, no debiera
producir problema alguno, más aún si el sindicato representa a sus afiliados en asuntos
idénticos.
Debemos destacar, por otra parte, que la negociación colectiva sólo se contempla como
finalidad para los sindicatos (incluidas las agrupaciones de trabajadores), federaciones
y confederaciones regulados por el CT. Por el contrario, las agrupaciones gremiales de
empleadores, centrales sindicales, y asociaciones de funcionarios de la administración del
Estado, no pueden negociar al tenor de nuestra legislación.
Lo anterior es de gran trascendencia ya que no constituye un olvido del legislador. En el
marco legal en estudio, dichas entidades no pueden negociar colectivamente, lo que en
definitiva les priva de su carácter “sindical”. Esta prohibición de negociar colectivamente es
inconstitucional ya que la libertad sindical es un derecho fundamental que no puede ser
afectado en su esencia.
Además, no podemos desconocer que las asociaciones de funcionarios en la práctica
negocian colectivamente desde hace años en nuestra nación. Asimismo, las organizaciones
de empleadores cumplen fines de representación sindical y han participado en diversos
acuerdos de concertación social tripartitos.
El negar abiertamente el derecho de negociación a diversas asociaciones representativas de
intereses colectivos laborales constituye un grave riesgo en materia de política social, ya que
se corre el peligro de que las negociaciones sean informales y las huelgas ilegales pueden
llegar a ser descontroladas. Algo de esto ocurre en nuestra realidad social, especialmente en
el sector público.
a) Organizaciones de Base
Tales sindicatos, a los cuales la ley define, son los siguientes (art. 216):
Por organizaciones de nivel superior entenderemos aquellas donde quien se puede afiliar
es una organización de base o una superior. El Código del Trabajo establece los siguientes
tipos de organizaciones de nivel superior:
c) Constitución de Organizaciones.
Constitución de sindicatos:
La constitución de los sindicatos tiene lugar en una asamblea que debe reunir los quórum
mínimos que exige la ley y que debe celebrarse ante un ministro de fe.
La Asamblea: Tendrá lugar con los trabajadores que concurran a la formación del
sindicato, quienes deberán en votación secreta aprobar los estatutos del sindicato y
elegir el directorio de la organización. De la asamblea se levantará acta, en la cual
constarán las actuaciones indicadas, la nómina de los asistentes, y los nombres y
apellidos de los miembros del directorio.
Los trabajadores que concurren a la constitución de un sindicato gozan del fuero laboral.
En el caso de los sindicatos de establecimiento de empresa o de un sindicato
interempresa, gozan de fuero laboral desde los diez días anteriores a la celebración de la
respectiva asamblea constitutiva y hasta treinta días de realizada, sin que este fuero pueda
exceder de 40 días. Tratándose de sindicatos de trabajadores transitorios o eventuales,
gozan del fuero hasta el día siguiente de la asamblea constitutiva y se les aplicará a su
respecto, lo dispuesto en el inciso final del artículo 243 del Código del Trabajo. Este fuero
no excederá de 15 días.
En todo caso, los trabajadores sólo podrán gozar del fuero de constitución en dos
oportunidades por cada año calendario.
Conforme lo dispone el artículo 224 del Código del Trabajo, desde el momento en que se
realice la asamblea constitutiva, los miembros de la directiva sindical mencionada en el inciso
tercero del artículo 235 del Código del Trabajo gozarán del fuero a que se refiere el artículo
243 del mismo cuerpo legal (desde la fecha de su elección y hasta 6 meses después de haber
cesado), fuero que cesará si no se efectuare el depósito del acta constitutiva dentro del plazo
legal.
(*) En tal evento, el quórum deberá ser completado en el plazo máximo de un año,
transcurrido el cual caducará la personalidad jurídica del sindicato por el sólo ministerio de
la ley.
(***) Para efectos del cómputo del número total de trabajadores de la empresa, se
descontaran aquellos impedidos de negociar colectivamente según el art. 305 CT, sin
perjuicio del derecho de estos trabajadores de afiliarse a una organización sindical.
Ministro de fe: Tal como dispone el artículo 218 del Código del Trabajo, respecto al acto
de constitución del sindicato, los trabajadores deberán decidir quién será el ministro de
fe, eligiendo alguno de los señalados en el primer inciso de tal norma. Por lo tanto, el
carácter de ministro de fe en la constitución de un sindicato puede recaer en un inspector
del trabajo, en un notario público, en un oficial del Registro Civil o en un funcionario de
la Administración del Estado que haya sido designado en calidad de tal por la Dirección
del Trabajo.
El ministro de fe actuante no puede negarse bajo pretexto alguno a certificar el acta original
de constitución del sindicato y las copias de los estatutos votados, debiendo, además
autorizar con su firma a lo menos tres copias del acta respectiva y de sus estatutos,
autenticándolas.
La Inspección del Trabajo podrá, dentro del plazo de noventa días corridos contados
desde la fecha del depósito del acta original de constitución del sindicato, formular
observaciones a la constitución del sindicato si faltare cumplir algún requisito para
constituirlo o si los estatutos no se ajustaren a lo prescrito por el Código del Trabajo.
El sindicato deberá subsanar los defectos de constitución o conformar sus estatutos a las
observaciones formuladas por la Inspección del Trabajo dentro del plazo de sesenta días
contados desde su notificación o, dentro del mismo plazo, reclamar de esas observaciones
ante el Juzgado de Letras del Trabajo correspondiente, bajo apercibimiento de tener por
caducada su personalidad jurídica por el solo ministerio de la ley. El directorio de las
organizaciones sindicales se entenderá facultado para introducir en los estatutos las
modificaciones que requiera la Inspección del Trabajo o, en su caso, el tribunal que conozca
de la reclamación respectiva.
El directorio deberá citar a los asociados a votación con tres días hábiles de anticipación a
lo menos.
De la asamblea, celebrada ante ministro de fe, se levantará acta en la cual constarán las
actuaciones indicadas en el inciso precedente, la acreditación de los acuerdos previos, la
nómina de los asistentes y los nombres y apellidos de los miembros del directorio.
Todos los miembros del directorio de una federación o confederación mantendrán el fuero
laboral por el que están amparados al momento de su elección en ella por todo el período
que dure su mandato y hasta seis meses después de expirado el mismo, aún cuando no
conserven su calidad de dirigentes sindicales de base. Dicho fuero se prorrogará mientras el
dirigente de la federación o confederación sea reelecto en períodos sucesivos.
La Inspección del Trabajo podrá, dentro del plazo de noventa días corridos contados
desde la fecha del depósito del acta original de constitución de la federación o
confederación, formular observaciones tanto a la constitución, si faltare cumplir algún
requisito para constituirlo, como a los estatutos, si estos no se ajustaren a lo prescrito por
el Código del Trabajo.
El directorio deberá citar a los asociados a votación con tres días hábiles de anticipación a
lo menos.
De acuerdo a lo dispuesto en el artículo 279 del Código del Trabajo: “Para constituir una
central sindical se requerirá que las organizaciones sindicales y las asociaciones de
funcionarios de la administración civil del Estado y de las municipalidades que la integren,
representen, en su conjunto, a lo menos un cinco por ciento del total de los afiliados a ambos
tipos de organizaciones en el país.”
A las centrales sindicales podrán afiliarse también organizaciones de pensionados que gocen
de personalidad jurídica, en la forma y con las prerrogativas que los respectivos estatutos
establezcan.
Ninguna organización podrá estar afiliada a más de una central sindical nacional
simultáneamente. La afiliación de una confederación o federación a una central sindical
supondrá la de sus organizaciones miembros.
Depósito:
La Dirección del Trabajo, en el plazo de cuarenta y cinco días hábiles, contados desde el
registro de los instrumentos señalados en el artículo 280 del Código del Trabajo, podrá
formular observaciones al acto de constitución o a los estatutos de la central, si estimare
que ellos no se ajustan a lo dispuesto en la ley.
La central sindical deberá subsanar los defectos de constitución o conformar sus estatutos
a las observaciones formuladas por la Dirección del Trabajo dentro del referido plazo,
contado desde su notificación. Si así no lo hiciere y no intentare el reclamo aludido en el
inciso siguiente, caducará su personalidad jurídica por el solo ministerio de la ley.
Copia del acta de esta asamblea se remitirá a la Dirección del Trabajo dentro de los quince
días siguientes a su realización. En caso contrario, deberá citarse a una nueva asamblea.
d) Fusión.
En cuanto al plazo para que las organizaciones sindicales acuerden la fusión, cabe señalar
que la ley no establece un término de tiempo para que se verifiquen las asambleas necesarias
para el proceso de fusión, pudiéndose, en consecuencia, considerar que no hay límite ni
plazo máximo de tiempo para que se desarrollen dichas asambleas, salvo el que pueda fijarse
en los estatutos al regularse la fusión del sindicato. Ahora, sin perjuicio de lo anterior, es
necesario precisar que el único límite temporal en la materia, vendrá determinado por la
verificación de la última asamblea de las organizaciones involucradas en el proceso de
fusión, ya que desde dicho momento comenzará a correr el plazo de diez días fijado por el
artículo 233 bis del Código del Trabajo, para la elección del directorio de la nueva
organización sindical, momento desde el cual puede considerarse constituida la nueva
entidad sindical resultado de la fusión respectiva.
Resulta plenamente exigible el requisito que la votación de la fusión se efectúe ante ministro
de fe, sin perjuicio de que, además, como señala expresamente el artículo 233 bis, las actas
de la asamblea en que se acuerde la fusión queden debidamente autorizadas ante ministro
de fe. En el evento que el acuerdo de fusión se haya efectuado en asambleas sin la presencia
de un ministro de fe, quién actúa como tal en la elección del directorio deberá proceder; en
primer lugar, a constatar si el acuerdo es a voluntad o no de la mayoría absoluta de la
asamblea y, en segundo lugar, a someter los estatutos a aprobación o rechazo de la misma,
y en último lugar a la elección del directorio de la nueva organización.
e) Directorio.
Directorio en Organizaciones Sindicales de Base
El Código del Trabajo reserva su capítulo IV, del Título I del Libro III, al Directorio Sindical,
pudiendo extraerse de aquél, lo siguiente:
Representación:
Número de directores:
Los sindicatos de empresa que afilien a menos de veinticinco trabajadores, serán dirigidos
por un Director, el que actuará en calidad de Presidente y gozará de fuero laboral. En los
demás casos, el directorio estará compuesto por el número de directores que el estatuto
establezca.
Fuero:
Si el sindicato afilia entre mil y dos mil novecientos noventa y nueve trabajadores, siete
directores, y
Si el sindicato está formado por tres mil o más trabajadores, nueve directores.
En el caso de los sindicatos de empresa que tengan presencia en dos o más Regiones, el
número de directores se aumentará en dos, cuando se encontrare en el caso precedente.
Los directores sindicales gozarán del fuero laboral establecido en la legislación vigente,
desde la fecha de su elección y hasta seis meses después de haber cesado en el cargo,
siempre que la cesación en él no se hubiere producido por censura de la asamblea sindical,
por procedimiento concursal de liquidación, por sanción aplicada por el tribunal competente
en cuya virtud deban hacer abandono del mismo, por renuncia del sindicato o por término
de la empresa. También termina el fuero de los directores sindicales cuando caduque la
personalidad jurídica del sindicato por aplicación de lo dispuesto ene le inciso 3º del art. 223
o en el inciso 2º del art. 227.
El mandato sindical durará no menos de dos años ni más de cuatro y los directores podrán
ser reelegidos. El estatuto determinará la forma de reemplazar al director que deje de tener
tal calidad por cualquier causa.
Los estatutos de los sindicatos constituidos por trabajadores embarcados o gente de mar,
podrán facultar a cada director sindical para designar un delegado que lo reemplace cuando
se encuentre embarcado, al que no se aplicarán las normas sobre fuero sindical.
Formalidades. Se debe distinguir entre las formalidades para la constitución y las que
deben contemplarse al momento de las siguientes elecciones de directorio.
Resultarán elegidos quienes obtengan las más altas mayorías relativas. En los casos en que
se produjere igualdad de votos, se estará a lo que disponga el estatuto y si nada dijere, se
procederá sólo respecto de quienes estuvieren en tal situación, a una nueva elección.
Fuero. Los Candidatos a directores de sindicatos de empresa, de establecimiento de
empresa, interempresa y de trabajadores transitorios o eventuales gozarán del fuero
desde que el directorio en ejercicio comunique por escrito al empleador o empleadores
y a la Inspección del Trabajo que corresponda, la fecha en que deba realizarse la elección
respectiva y hasta esta última. Dicha comunicación deberá practicarse con una
anticipación no superior a quince días de aquél en que se efectúe la elección. Si la
elección se postergare, el fuero cesará en la fecha en la que debió celebrarse aquélla.
Esta norma se aplicará también en las elecciones que se deban practicar para renovar
parcialmente el directorio.
En una misma empresa, los trabajadores podrán gozar de este fuero sólo dos veces durante
cada año calendario.
Deberán realizarse de manera simultánea en la forma que determinen los estatutos. Si éstos
nada dicen, se estará a las normas que determine la Dirección del Trabajo.
Los empleadores deberán conceder a los directores y delegados sindicales los permisos
necesarios para ausentarse de sus labores con el objeto de cumplir sus funciones fuera del
lugar de trabajo.
El marco legal para los permisos sindicales está contenido en los siguientes puntos:
Además, los empleadores podrán convenir con el directorio que uno o más de los
dirigentes sindicales hagan uso de licencias sin goce de remuneraciones por el
tiempo que pactaren.
Número de directores:
Al igual que en las organizaciones sindicales de base no puede ser inferior a dos años ni
superior a cuatro y debe estar especificado en los estatutos de la respectiva organización.
Tanto los requisitos como las formalidades para las candidaturas deben estar contempladas
en los respectivos estatutos.
- Centrales sindicales: Los estatutos deberán contemplar que la elección del cuerpo
directivo deberá hacerse en votación secreta ante un ministro de fe, garantizando la
adecuada participación de las minorías. Los representantes de las respectivas
organizaciones votarán en proporción directa al número de sus asociados.
El marco legal para los permisos está contenido en los siguientes puntos:
Número de horas de permiso sindical: En el evento que los directores no hayan optado
por hacer uso de la franquicia señalada en el punto anterior, tratándose de federaciones
o confederaciones podrán hacer uso de diez horas semanales de permiso por cada
director. En cambio los directores de las centrales sindicales tendrán derecho a permisos
sindicales de hasta veinticuatro horas semanales.
Lo anterior, no obsta que, acerca de las normas sobre permiso y pago de remuneraciones,
beneficios y cotizaciones previsionales de cargo del empleador puedan ser objeto de
negociación entre las partes.
f) La Asamblea General:
El Código del Trabajo en su artículo 255 reconoce dos categorías de asamblea general:
ordinarias y extraordinarias.
La asamblea general extraordinaria tiene lugar cada vez que lo exijan las necesidades
de la organización de acuerdo a las disposiciones estatutarias. Estas asambleas pueden
ser convocadas por el Presidente, por el Directorio o por el 20% de los socios del
sindicato.
Las asambleas deben realizarse principalmente fuera de las horas de trabajo y pueden
efectuarse en la sede sindical, entendiéndose por tal, para estos efectos, todo recinto dentro
de la empresa en que habitualmente se reúna la respectiva organización. Podrán, sin
embargo, celebrarse dentro de la jornada de trabajo las reuniones que se programen
previamente con el empleador o sus representantes.
En el caso de las organizaciones de nivel superior, la asamblea está constituida por los
dirigentes de las organizaciones afiliadas a ellas. Además, se rigen por normas similares a las
ya expuestas, en cuanto les sean aplicables.
g) El Patrimonio Sindical
Por las donaciones entre vivos o asignaciones por causa de muerte que se le hicieren;
La enajenación de bienes raíces deberá tratarse en asamblea citada al efecto por la directiva
Cuando se tratare de inmuebles adquiridos para el bienestar de los socios y sus familias, los
ex miembros del sindicato que tuvieran derecho al mismo beneficio deberán ser escuchados
en la asamblea extraordinaria a que se refiere el inciso anterior, en forma previa a la adopción
del acuerdo, dejándose constancia de ello por el ministro de fe correspondiente.
Las organizaciones sólo podrán recibir como pago del precio, en caso de enajenación, otros
inmuebles o dinero.
A los directores les corresponde la administración de los bienes que forman el patrimonio
del sindicato. Ellos deben responder solidariamente de su administración, sin perjuicio de la
responsabilidad penal.
Los bienes de las organizaciones sindicales deberán ser precisamente utilizados en los
objetivos y finalidades señalados en la ley y los estatutos.
Disuelta una organización sindical, su patrimonio pasará a aquella que señalen sus estatutos.
A falta de esa mención, el Presidente de la República determinará la organización sindical
beneficiaria.
Se pueden establecer cuotas extraordinarias, las cuales deben ser destinadas a financiar
proyectos o actividades previamente determinadas y deben ser aprobadas en una asamblea
mediante voto secreto por la mayoría absoluta de los socios.
Las cuotas serán recaudadas mediante el sistema que determine libremente la organización,
sin embargo, en el caso de sindicatos conformados por trabajadores dependientes, el o los
empleadores deberán deducir de las remuneraciones de sus trabajadores las cuotas
ordinarias y las extraordinarias, y depositarlas en la cuenta corriente o de ahorro de la o las
organizaciones sindicales beneficiarias, a simple requerimiento del presidente o tesorero de
la directiva de la organización sindical respectiva, o cuando el trabajador afiliado lo autorice
por escrito.
El empleador dispone del mismo plazo fijado para enterar las imposiciones o aportes
previsionales para entregar al sindicato las sumas que haya deducido de las remuneraciones
por concepto de cuotas sindicales. Si las descuenta y no las entrega oportunamente, deberá
pagarlas reajustadas en la forma que indica el artículo 63 del Código del Trabajo. En todo
caso, las sumas adeudadas devengarán, además, un interés del 3% mensual sobre la suma
reajustada, todo ello sin perjuicio de la responsabilidad penal.
Los dirigentes sindicales, de aquellos sindicatos con más de 50 socios, deberán depositar los
fondos del sindicato a medida que se perciban, en una cuenta corriente o de ahorro abierta
a nombre de la organización en un banco.
Contra estos fondos girarán conjuntamente el presidente y el tesorero, los que serán
solidariamente responsables.
Respecto a las cuotas que deberá pagar el sindicato base a la organización superior
respectiva, la asamblea, en votación secreta, fijará la cantidad que deberá descontarse de la
respectiva cuota ordinaria, como aporte de los afiliados a la o las organizaciones de superior
grado a que el sindicato se encuentre afiliado, o vaya a afiliarse. En este último caso, la
asamblea será la misma en que haya de resolverse la afiliación a la o las organizaciones de
superior grado.
El acuerdo a que se refiere el inciso anterior, significará que el empleador deberá proceder
al descuento respectivo y a su depósito en la cuenta corriente o de ahorro de la o las
organizaciones de superior grado respectivo, para lo cual se le deberá enviar copia del acta
respectiva. Las copias de dichas actas tendrán mérito ejecutivo cuando estén autorizadas
por un notario público o por un inspector del trabajo. Se presume que el empleador ha
practicado los descuentos, por el solo hecho de haber pagado las remuneraciones del
trabajador.
Los estatutos de las respectivas organizaciones, deben disponer las medidas de control al
ser ejercidas por la asamblea.
El Juez conocerá y fallará en única instancia, sin forma de juicio, con los antecedentes que
proporcione en su presentación el solicitante, oyendo al directorio de la organización
respectiva, o en su rebeldía. Si lo estima necesario abrirá un período de prueba de diez días,
la que apreciará en conciencia. La sentencia deberá dictarse dentro de quince días desde
que se haya notificado al presidente de la organización o a quien estatutariamente lo
reemplace o desde el término del período probatorio.
La sentencia que declare disuelta la organización sindical deberá ser comunicada por el Juez
a la Inspección del Trabajo respectiva, la que deberá proceder a eliminar a aquélla del
registro correspondiente.
Cautela así, el legislador, el que sólo en condiciones calificadas podrá disolverse un sindicato
por razones ajenas a la voluntad de sus afiliados y, en tales eventos (por incumplimiento
grave de las obligaciones que le impone la ley o por haber dejado de cumplir con los
requisitos necesarios para su constitución) únicamente permite que lo soliciten ante la
autoridad judicial, a la Dirección del Trabajo o a cualquiera de los socios. Queda, así,
completamente impedido el empleador de la facultad para solicitar la disolución de un
sindicato.
ASOCIACIONES DE FUNCIONARIOS
Esta ley no se aplica a las Fuerzas Armadas, a las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, a los
funcionarios de las empresas del Estado dependientes del Ministerio de Defensa Nacional o
que se relacionen con el Gobierno a través de éste, ni a los trabajadores de las empresas del
Estado que, de acuerdo con la ley, puedan constituir sindicato.