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4 Castells - La Cuestión Urbana - Capítulo 10

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10 DEL ESTUDIO DEL ESPACIO AL ANALISIS

DE “LA CIUDAD” : EL SISTEMA URBANO

I. LA DELIMITACIÓN TEÓRICA DE LO URBANO

Si bien hemos trazado, a través de breves análisis históricos


y algunos ejemplos concretos, un campo de estudio de la estruc­
tura del espacio, sigue existiendo una completa ambigüedad en
lo que respecta a la delimitación de lo urbano.
A un primer nivel, se podría juzgar este problema como pu­
ramente académico y atenerse a un análisis de la estructura y
de los procesos de organización del espacio, fuese cual fuese
su contenido. Se podría, efectivamente, organizar el conjunto de
la temática alrededor de la relación específica con el espacio de
una estructura social dada, tanto si este espacio es “urbano” como
si no, una vez constatadas la vaguedad y relatividad histórica de
los criterios concernientes a lo urbano174.
Ahora bien, abandonándose a este pragmatismo de sentido
común, no se hace más que evitar el problema ocultando tras él
una falsa evidencia: el espacio. Pues ¿qué es el espacio? Cual­
quiera que sea la perspectiva teórica que se adopte, se tendrá
que aceptar que todo espacio se construye y que, por consiguien­
te, la no delimitación teórica del espacio tratado (por ejemplo,
llamándole espacio urbano o espacio de intercambio, etc.), equi­
vale a remitirlo a una delimitación culturalmente prescrita (por
tanto ideológica). Al ser el espacio físico el despliegue del conjun­
to de la materia, un estudio “sin a priori” de toda forma y mani­
festación “espaciales” volvería a establecer una historia de la ma­
teria. Mediante esta reducción a lo absurdo apuntamos a destruir
la evidencia de este “espacio” y a recordar este postulado epis­
temológico elemental: la necesaria construcción, sea teórica, sea
ideológica (cuando es “dato”) de todo objeto de análisis.
Si esto es así, la famosa especificidad “espacial” de la estructura
social no es más que la expresión “evidente” de una especificidad
relativa a una de las instancias fundamentales de la estructura
social o a sus relaciones. Es precisamente este problema teórico,

174 Para una discusión más amplia de estos problemas de delimi­


tación teórica, remitimos a nuestros artículos “Y a-t-il une sociologie
urbaine?” Sociologie du travail, núm. 1, 1968, y “Théorie et idéologie
en sociologie urbaine”, Sociologie et Sociétés, núm. 2, 1969.
278 Manuel Castells

connotado por los debates sobre la definición del espacio o la deli­


mitación de lo “urbano”, lo que hay que examinar. En el fondo
no es algo muy diferente de la discusión sobre la delimitación de
una formación social, pues nunca han sido suficientes las fronteras
políticas para establecer un criterio de especificidad (por ejemplo,
¿quién hubiese pretendido seriamente, antes de 1962, que Argelia
formara parte de la “formación social” francesa?).
Por último, por especificidad, no se trata de proponer un mun­
do aparte, sino de señalar la eficacidad históricamente determinada
de una cierta delimitación, con todas las articulaciones e interac­
ciones a establecer entre tal subconjunto y la estructura social
donde está inserto.
Plantear la cuestión de la especificidad de un espacio, y en
concreto, del “espacio urbano” equivale a pensar las relaciones en­
tre los elementos de la estructura social, en el interior de una
unidad definida en una de las instancias de la estructura social.
Más concretamente, la delimitación de “lo urbano” connota una
unidad definida o bien en la instancia ideológica, o en la instancia
político-jurídica, o en la instancia económica.
Lo urbano-unidad ideológica es la posición más generalmente
extendida y resumida en las tesis de la cultura urbana y sus va­
riantes. La ciudad como forma específica de civilización: he aquí
un primer criterio de delimitación, a la vez social y espacial,
cuya falta de fundamento científico y sobreentendidos ideológicos
hemos demostrado (cf. supra, segunda parte, “La ideología ur­
bana”).
Lo urbano-unidad del aparato político-jurídico ha sido, en efec­
to, el fundamento de la existencia de “la ciudad” en determinadas
coyunturas históricas, sea la polis griega o las ciudades medievales,
centradas en el estatuto jurídico de los “burgueses”. Incluso ac­
tualmente, el municipio o su equivalente, aparecen en ciertas so­
ciedades o en ciertos casos, como una delimitación que posee su
propia lógica social. Sin embargo, en el capitalismo avanzado y
particularmente en las regiones metropolitanas, se constata una
casi completa inadecuación entre estas fronteras políticas y la
especificidad de su contenido social, ya que esta especificidad se
define cada vez más al nivel de lo económico. Y no es por casua­
lidad, pues todo ocurre como si las unidades espaciales se definie­
ran en cada sociedad según la instancia dominante, característica
del modo de producción (político-jurídica en el feudalismo, econó­
mica en el capitalismo).
¿Lo urbano, unidad económica? De acuerdo, pero hay que pre­
guntarse, además, si el proceso connotado corresponde al conjunto
del proceso de trabajo o a uno de sus elementos, y a cuál. Ahora
bien, a pesar de los brillantes análisis efectuados por Jean Rémy
El sistema urbano 279

en este sentido175, no parece que “la ciudad” o una “región urbana”


sean una delimitación significativa a nivel del conjunto del sistema
económico: efectivamente, nos enfrentamos con una estructura
compleja, en términos de monopolios (relación de propiedad) y
sectores de producción (relaciones técnicas) o, si se la mira dia-
crónicam ente, en términos de ciclos y fases.
Ahora bien, entre los dos elementos fundamentales del proceso
económico —los medios de producción y la fuerza de trabajo— la
búsqueda de una especificidad del primero remite mucho más a
lo que se ha llamado los problemas regionales, o sea, a la dispo­
sición de los diferentes elementos técnicos de la producción, habi­
da cuenta de los recursos naturales y productivos y de los movi­
mientos de capitales. El “problema regional” se situaría, en nuestra
opinión, en la bisagra de esta especificidad, y de las fisuras deja­
das en una formación social por las contradicciones en el proceso
histórico de su constitución.
Por el contrario, “lo urbano” nos parece que connota directa­
mente los procesos relativos a la fuerza de trabajo de modo dife­
rente que en su aplicación directa al proceso de producción (pero
no sin relaciones, puesto que toda su reproducción está marcada).
El espacio urbano se convierte así en el espacio definido por
una cierta porción de la fuerza de trabajo, delimitada, a un tiempo,
por un mercado de empleo y por una unidad (relativa) de su exis­
tencia cotidiana. Se puede pensar, por ejemplo, en la dificultad de
establecer la unidad de una región urbana como elemento produc­
tivo (pues los flujos económicos forman una red continua), mien­
tras que el mapa de migraciones alternantes sirve, por lo general,
para delimitar un área urbana. “Lo urbano”, en tanto que conno­
tación del proceso de reproducción de la fuerza de trabajo, y el
“espacio urbano”, como contribuyendo a expresar las unidades
articuladas de un proceso tal, son ambas nociones que nos per­
miten —a nuestro entender— el abordar teóricamente las cues­
tiones que acabamos de plantear.
Una vez dicho esto, estas precisiones conciernen únicamente
a las bases teóricas sobre las que conviene establecer las fronteras
de las unidades estudiadas, sin abandonarse al falso “dato” espa­
cial. Sea cual sea esta frontera, nos volvemos a encontrar en el
interior de la unidad considerada, el conjunto de los elementos de
la estructura espacial, especificados con respecto a su despliegue
espacial y combinados según las leyes generales del modo de pro­
ducción. No es indiferente, sin embargo, el saber respecto a qué
instancia se opera esta especificación, puesto que origina dos pro­
blemáticas estrechamente ligadas:
175 I. Remy, La ville phénomène économique, Les Editions Ouvrières,
Bruselas, 1966.
280 Manuel Castells

1. La repartición espacial de cada elemento de la estructura


social, que forma parte, a un nivel muy general, de una teoría de
las formas. Existirá de este modo un espacio ideológico, un espa­
cio institucional, un espacio de la producción, del intercambio, del
consumo (reproducción), todos ellos en continua transformación
producida por la lucha de clases.
2. La constitución de unidades espaciales que combinan de
manera específica el conjunto de los procesos que acabamos
de citar, en el interior de un determinado proceso. Proponemos la
siguiente hipótesis: en las sociedades capitalistas avanzadas, el
proceso que estructura el espacio es el referente a la reproduc­
ción simple y ampliada de la fuerza de trabajo; el conjunto de
las prácticas llamadas urbanas connotan la articulación del pro­
ceso con el conjunto de la estructura social.
Semejante definición produce efectos particulares en la com­
binación de los elementos de la estructura social, en las unida­
des (espaciales) de tal proceso. Las “unidades urbanas” serían
en el proceso de reproducción lo que las empresas son en el
proceso de producción, con tal de no pensarlas tan sólo como
lugares, sino como causa de efectos específicos sobre la estructura
social (del mismo modo, por ejemplo, que las características de
una empresa [unidad de producción] afectan a la expresión y a
las formas de las relaciones de clases que se manifiestan en ella).
Para pensar precisamente estas relaciones internas y sus arti­
culaciones con el conjunto de la estructura, proponemos el con­
cepto de sistema urbano.
II. EL SISTEMA URBANO
Por sistema urbano se entiende la articulación específica de
las instancias de una estructura social en el interior de una uni­
dad (espacial) de reproducción de la fuerza de trabajo.
El sistema urbano organiza el conjunto de las relaciones ya
enunciadas entre los elementos de la estructura espacial, relacio­
nes que señalaremos de nuevo muy brevemente. Se define por:
1. El conjunto de las relaciones entre los dos elementos fun­
damentales del sistema económico y el elemento que deriva de ello.
—■Elemento P (Producción): medios de producción espe­
cíficos.
— Elemento C (Consumo): fuerza de trabajo específica.
El elemento no-trabajo aparece como un efecto necesario
del sistema económico en la producción, que se divide en tres
productos:
• Reproducción de los medios de producción.
• Reproducción de la fuerza de trabajo.
• Apropiación del producto por el no-trabajo.
pj sistema urbano 2S1

— Estratificación social a nivel de la organización social (sis­


tema de distribución).
— Funcionamiento de las instituciones (aparatos políticos e
ideológicos).
— A nivel de las estructuras esto puede volver también a la
reproducción de los medios de producción y/o de la fuerza de
trabajo, o elemento I (Intercambio) entre P y C, en el interior
de P, en el interior de C, y con otras instancias.
2. Elemento G (Gestión). Llamamos gestión la regulación de
las relaciones entre P, C e I en función de las leyes estructurales
de la formación social, o sea, en función de la dominación de una
clase. Es la especificación urbana de la instancia política lo que
no agota las relaciones entre esta instancia y el sistema urbano.
3. Elemento S (Simbólica), que expresa la especificación de
lo ideológico a nivel de las formas espaciales, sin que pueda com­
prenderse en sí mismo, sino en su articulación con el conjunto del
sistema urbano.
Sin embargo, decir que el elemento consumo especifica la
reproducción de la fuerza de trabajo, o el elemento producción,
la reproducción de los medios de producción a nivel de la unidad
urbana, remite a una problemática demasiado extensa para tra­
ducirla directamente en proposiciones explicativas. Hay, pues,
que descomponer estos elementos, estableciendo su estructura
interna.
El análisis interno de cada elemento del sistema urbano, para
no permanecer a nivel de intuición, debe poner en práctica un
mismo principio. Las especificaciones no tienen que introducir
nuevos elementos respecto a los ya definidos teóricamente. Di­
remos, por tanto, que cada elemento se descompone en sub-ele-
mentos definidos por la refracción sobre él de otros elementos
(incluido él mismo) y/o otras instancias de la estructura social.
Esto se verá más claro cuando pongamos en práctica este prin­
cipio y demos, en cada caso, ejemplos concretos (recordemos que
los ejemplos no tienen más que un valor indicativo, pues nunca
un concepto coincide con la realidad).

A) Consumo
El elemento consumo expresa, a nivel de la unidad urbana,
el proceso de reproducción de la fuerza de trabajo. Haremos,
pues, la distinción entre reproducciones simple y ampliada de la
fuerza de trabajo, y distinguiremos en la reproducción ampliada
la refracción de los tres sistemas, económico, político-jurírico
e ideológico.
282 Manuel Castells

Ejemplo
Reproducción simple de la fuerza de C1 Vivienda y equipamiento ma­
trabajo. terial mínimo (alcantarillado,
vertederos, etc.).
Reproducción ampliada de la fuerza
de trabajo.
• Ampliación en el interior del C2 Espacios verdes, contaminación,
sistema económico (reproduc­ ruido, etc. (medio ambiente).
ción biológica).
• Ampliación del sistema institu­ C3 Equipamiento escolar.
cional (político-jurídico) (desa­
rrollo de las capacidades de
socialización) (aparatos ideoló­
gicos del Estado).
• Ampliación del sistema ideoló­ C4 Equipamiento socio-cultural.
gico (fuera de los AIE).

B) Producción

Distinción fundamental a hacer entre los instrumentos de tra­


bajo y objeto de trabajo (materia prima principalmente) de una
parte, y de otra, la articulación de la producción con las otras
instancias.
Ejemplo
— Elementos internos — Instrumentos de — Fábricas.
al proceso de tra­ trabajo (Pl)
bajo.
Objeto de trabajo — Materias primas.
(P2)
— Relación entre el (P3) — Medio ambiente in­
proceso de trabajo dustrial (medio téc­
y la instancia eco­ nico).
nómica en su con­
junto.
— Relación entre pro­ (P4) — Gestión, informa­
ceso de trabajo y ción (oficinas).
otras instancias.

C) Intercambio

El elemento intercambio, por definición, puede descomponerse


en otros tantos subelementos como transferencias posibles existen
El sistema urbano 28:

en el interior o entre los elementos e instancias de la estructura


social en relación a una unidad urbana dada:

Transferencia Sub­
elementos Ejemplo

Producción -» Consumo 11 Comercio y distribución


Consumo -* Producción 12 Migraciones alternantes
(transportes urbanos)
Producción -* Producción 13 (Transportes mercancías)
(órdenes y gestión)
Consumo -* Consumo 14 Circulación
(movilidad residencial)
Consumo Ideológico 15 Emisión de información,
espectáculos, etc.
Producción -» Ideológico 16 Monumentos
Consumo -» Político I7 Centros decisionales
Producción -* Político 18 Centros de negocios.

D) Gestión
El elemento gestión articula el sistema urbano con la instan­
cia política y regula las relaciones entre el conjunto de sus ele­
mentos. Se define, pues, por su posición en una doble dicotomía
global/local (representando el conjunto del sistema político o liga­
do a las condiciones locales) y se basa bien en uno de los ele­
mentos del sistema urbano, o bien en el conjunto (específico/gene-
ral). Lo que determina cuatro subelementos posibles:
Local Global

Específico Gl G3
Agencia urbana Organismo de
(basado en 1 elemento). planificación

General G2 G4
Municipalidad Delegación de la
(basado en las relaciones autoridad cen­
entre los elementos) tral.
(Gobernador).

E) Simbólica
Se trata de la especificación de la instancia ideológica al nivel
de las formas espaciales de la unidad de consumo colectiva (la
expresión “formas” se toma en su más amplio sentido).
Manuel Castells

La simbólica tomará particulares configuraciones según la im­


portancia relativa de los diferentes elementos y lugares de la
ideológica. Esta se caracteriza por un doble efecto: al nivel de
las prácticas, un efecto de desconocimiento-reconocimiento-comu­
nicación; al nivel de las instancias estructurales, un efecto de
legitimación (marca del espacio, por ejemplo, en nuestro caso).
Por otra parte, la instancia ideológica, en tanto que productora
de mensajes, comporta lugares de emisor, de receptor y de re­
transmisor. La combinación de estos dos efectos con sus dife­
rentes lugares tiene que permitir establecer sub-elementos de la
simbólica más adecuados a la captación de la complejidad formal
de todo conjunto urbano.

F) Subelementos y sistema de lugares

Esta descomposición interna de cada elemento permite acer­


carse a situaciones concretas en la medida en que se especifica
mucho más el análisis. Pero si se localiza el lugar de una con­
tradicción falta, además, que ésta pueda expresarse socialmente
por distribución diferencial de estos elementos en los agentes-
soportes. Hay, pues, que definir de nuevo, en el interior de cada
subelemento, lugares entre los que se repartan los soportes, según
su posición en la estructura social. Son precisamente estas dife­
rencias de lugares ocupados por los agentes-soportes, las que ex­
plican prácticas sociales contradictorias y permiten transforma­
ciones en el sistema urbano, que es preciso no sólo descomponer
en subelementos, sino diferenciar, precisando, en el interior de
cada subelemento, niveles y roles.
Así, por ejemplo, en C1 (Viviendas):

Niveles

— Huésped
— Inquilino
Roles — Copropietario
— Inquilino
En P3 (Zona industrial):

— Articulación de la industria
con el: medio natural (agua, espacio)
Roles comunicaciones (red de transportes)
medio
técnica (interdependencias industriales).
gl sistema urbano 285

Las relaciones que mantienen entre ellos y con la estructura


social los diferentes subelementos del sistema urbano, sus fun­
ciones y sus niveles, definen la coyuntura del sistema urbano. La
inserción de los agentes-soportes en la trama estructural así cons­
tituida definirá las prácticas sociales urbanas, las únicas reali­
dades significativas para nuestra investigación.
Las reglas del funcionamiento del sistema urbano son fáciles
de determinar, pues no hacen más que especificar las reglas ge­
nerales del modo de producción. Así, en el capitalismo el sistema
urbano es un sistema dominante: en el plano de los elementos,
es el elemento P (medios de producción) y, en el plano de las
relaciones, la relación de propiedad más que la de la apropiación
real. Dicho esto, el esquema se complica cuando hay que repro­
ducir la lógica al nivel de los subelementos y, sobre todo, cuan­
do hay que abordar no ya el funcionamiento (reproducción) del
sistema, sino su transformación. Pues hay que estudiar entonces
el encadenamiento de las contradicciones, o sea, el paso de un
desfase parcial a la condensación de las oposiciones en una con­
tradicción principal que, encarnada en los enfrentamientos de
las prácticas sociales, hace surgir nuevas reglas estructurales, im­
posibles de deducir del simple mecanismo de funcionamiento y de
su reproducción ampliada.
Efectivamente, el sistema urbano no es más que un concepto
y en tanto que tal, no tiene otra utilidad que la de aclarar prác­
ticas sociales, situaciones históricas concretas, tanto para com­
prenderlas como para extraer de ellas leyes. Si nuestra construc­
ción en términos de estructura urbana permite pensar situaciones
sociales, no puede captar el proceso social de su producción
sin una teorización de las prácticas a través de las cuales se rea­
lizan estas leyes estructurales; esto exige la introducción de los
agentes sociales, y la ligazón específica entre el campo estruc­
tural que acabamos de trazar, la problemática de las clases socia­
les y la de la escena política, a través del análisis, a la vez, del
sistema institucional y de su puesta en cuestión por movimientos
sociales. Puesto que no existe estructura social sin contradiccio­
nes, o sea, sin lucha de clases, el análisis de la estructura del
espacio prepara y exige el estudio de la política urbana.

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