Plaga Justiniana
Plaga Justiniana
Plaga Justiniana
Alumnas:
Farias Westrepp, Indira
Mendonca Botechia, Erika Luisa
Índice
Índice……………………….. página 1
Introducción ……………. página 2
Desarrollo……………….. páginas 3 a 9
Conclusión………………. páginas 2 a
Bibliografía………………. páginas 2 a
1
Introducción.
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Desarrollo.
I. Justiniano I, El Grande.
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enseñanza del derecho (Instituciones). Las leyes promulgadas por el propio Justiniano
después de la promulgación del Corpus Iuris Civilis (534) fueron recopiladas y añadidas
a aquél en las Novelas.
La importancia de estos códigos va más allá de lo que supuso de racionalización y de
reforzamiento del poder imperial en Bizancio: desde entonces constituyeron la base del
derecho imperial bizantino; pero fue también a través de ellos como se produjo la
recepción del derecho romano en Europa occidental a partir del siglo XII, sentando las
bases para una cultura jurídica común en gran parte de las naciones europeas actuales
(las que tienen un derecho civil de raíz romana).
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III. Contexto Medico durante Imperio Bizantino
a) La Medicina bizantina
Cuando el Imperio romano se desgajó en dos partes en el 330, surgió en la parte oriental
el llamado Imperio bizantino, que duró hasta 1453, año en que su capital Constantinopla
fue conquistada por los turcos. La lengua de ese imperio fue el griego bizantino, por la
cual llegaron sin problema las obras de la medicina clásica. La religión fue el
cristianismo y se llegó a asociar el poder civil con el religioso.
Desde el punto de vista socioeconómico ésta fue una sociedad señorial, agraria y
artesanal. Las grandes ciudades como Constantinopla y Alejandría fueron, además,
comerciales y urbanas, con grandes diferencias entre ricos y pobres.
Entre la masa popular que recurría a sus creencias, supersticiones, etc. había un grupo
de pensadores helenizados que se emplearon, sobre todo, en temas teológicos.
En esta sociedad hubo preocupación por la salud y hubo dos tipos de respuesta:
La de carácter técnico, la heredada de la tradición hipocrático-galénica,
La segunda de carácter popular proveniente de fuentes helénicas y orientales.
La separación entre ambas era menos neta que en el mundo clásico.
Los "centros de enseñanza" que se habían creado en etapas anteriores siguieron
funcionando, aunque, poco a poco, se fueron decantando hacia los estudios de tipo
teológico y jurídico. También continuaron las llamadas "escuelas médicas".
La asistencia también continuó dividida en medicina para ricos, para pobres y para
clases medias, pero ahora bajo la forma cristiana y bizantina. Los grandes médicos,
como Oribasio, que visitaban a los poderosos, atendían con espíritu benéfico y
caritativo también a pobres. Algunos de estos enfermos se cuidaban en los hospitales.
Hay que recordar que las personas de todos estos estratos, especialmente de los más
desfavorecidos, recurrían a prácticas mágico-religiosas.
Distinguimos dos etapas en la medicina de esta epoca:
1. Etapa alejandrina
La primera etapa, la Alejandrina (desde el comienzo hasta la conquista de Alejandría
por los árabes en 642, se caracteriza por la convivencia de médicos paganos y cristianos.
Entre éstos destacaron Oribasio, Alejandro de Tralles y los tres maestros del siglo VII:
Protospatario, Estéfano de Atenas y Pablo de Egina.
El primero de ellos, Oribasio, nació en Pérgamo en el año 325, se educó en Alejandría y
murió en Constantinopla en el año 400. Fue médico del emperador Juliano el Apóstata,
quien encabezó un intento fallido de retorno a la religión pagana, frente al avance del
cristianismo. Sufrió destierro. Sin embargo, tuvo gran prestigio; entre sus obras
destacan las Colecciones médicas, amplia recopilación de saberes anatomo-fisiológicos,
patológicos, clínicos y terapéuticos, basada fundamentalmente en la obra de Galeno, que
se han perdido en parte; un compendio de ellas o Synopsis; y un tratadito de
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farmacología, el Eupórista. Tuvo gran influencia en la medicina bizantina de los siglos
V y VI.
El período de esplendor de la medicina bizantina coincidió con el máximo poder
político y militar de Bizancio, en la época de Justiniano (siglo VI). Alejandro de Tralles
(525-605), hermano del arquitecto responsable del gran templo de Santa Sofía, fue el
máximo representante en el campo de la medicina. Acabó ejerciendo en Roma y llegó a
ocupar puestos oficiales. Murió a comienzos del siglo VII. Escribió un conjunto de once
libros sobre la patología y la terapéutica de las enfermedades internas. Utilizó
ampliamente la literatura médica anterior a él y, de forma especial, la de Galeno. Fue un
brillante observador clínico interesado en aprovechar su experiencia personal. Hace
alguna concesión a prácticas terapéuticas mágico-religiosas. Se reeditó varias veces en
el Renacimiento.
De los tres restantes, merece la pena destacar a Pablo de Egina (625-690), la última
figura formada en Alejandría, antes de su conquista. Destacó como cirujano y obstetra.
En su síntesis médica en siete libros, resumió de forma clara y ordenada los saberes
clásicos, especialmente los relativos a la cirugía y obstetricia, como hemos dicho. Su
obra se reeditó varias veces en el Renacimiento y constituyó el principal texto en el que
se basó la transmisión de la cirugía al mundo islámico. Con él concluye el periodo
alejandrino de la medicina de Bizancio. En resumen, podemos afirmar que se elaboraron
instrumentos didácticos que hicieron fácil y extensa la galenización de la medicina
medieval.
b) Etapa constantinopolitana
Entre los años 642 y 1453, Constantinopla fue la cabeza única de la medicina bizantina.
La situación política y económica hizo que los médicos de esta etapa superaran la obra
de recopilación y ordenación de la medicina griega llevada a cabo desde Oribasio a
Pablo de Egina. La obra médica pasó de la sinopsis didáctica al enciclopedismo. Se
acentuó el escolasticismo y se produjo una creciente decadencia. Sólo en su etapa más
tardía se elevó el nivel gracias a algunas obras. Entre éstas podemos citar las de Juan
Actuario (finales del XIII y comienzos del XIV), que trataban de terapéutica,
enfermedades mentales y la semiología de la orina.
En Bizancio no se reglamentó la titulación ni la enseñanza de la medicina, por lo que no
llegó a convertirse en una profesión en sentido estricto. A partir del siglo IV hubo
instituciones docentes de carácter superior, aunque no son equiparables a las
universidades de la Europa occidental.
Los hospitales sí alcanzaron un notable desarrollo. Estuvieron destinados para los
pobres y miserables, de acuerdo con la desigualdad socioeconómica de la asistencia que
el cristianismo "post-constantiniano" mantuvo.
IV. La peste Justiniana
La peste es la pandemia por excelencia, y en el imaginario colectivo se identifica con la
peste negra, que devasto el continente europeo en el siglo XIV. Sin embargo, otra
epidemia igualmente letal, pero menos conocida, mato a millones de personas casi un
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milenio antes: la peste de Justiniano, considerada la primera pandemia pestífera de la
cual se conservan fuentes escritas.
Llego de Etiopia, pero solo se tuvo conocimiento de ella cuando alcanzo la ciudad de
Pelusio, en Egipto en 541. Desde allí remonto la costa de Levante: el año siguiente
devasto Gaza, y en 542 ataco Jerusalén, Antioquia y Constantinopla, la capital
bizantina.
En este momento el reino de Justiniano se hallaba en un momento de gran esplendor. Lo
mismo gobernaba desde una metrópoli que tenia entre 500.000 y 800.000 habitantes un
campo ideal para una epidemia que termino desatando a mediados de la primavera.
La mayoría de las noticias que hoy conocemos a respecto de esta epidemia se deben al
historiador Procopio de Cesarea, que estaba en Constantinopla cuando llego la
enfermedad. Su descripción de la peste fue inspirada en el relato de la peste de Atenas
una vez que el mismo era lector de Tucidides, de esta manera Procopio se inspiro en
aquel texto e hizo una descripción analítica de la situación, sin caer en especulaciones
religiosas. En el relato describió con gran minuciosidad los síntomas del mal,
observando por ejemplo que los enfermos con bubones que crecían, maduraban y se
drenaban tenían mucha probabilidades de sobrevivir, mientras que si permanecían
turgentes y intactos el desenlace era mortal. Según este historiador, la peste matab entre
cinco y diez mil personas al dia una estimación quizás exagerada, pero que da una idea
del pánico creado cuando la situación se descontroló. Constantinopla era una ciudad
proyectada por los romanos, así que se daba mucha importancia al abastecimiento de
agua fresca y se había fijado la ubicación de las tumbas lejos del centro urbano. Pero se
vio impotente frente a la imprevista propagación del contagio.
Histeria colectiva
Uno de los problemas más acuciantes fue la retirada de cadáveres. Justiniano requisó
tumbas privadas para llenarlas a rebosar de cuerpos que habían sido amontonados en
fosas comunes, pero eso no fue suficiente y se empezó a excavar en todos los lugares
disponibles, llegando incluso a llenarse de cadáveres las torres de las murallas, desde
donde también se lanzaba a los muertos por los acantilados, esperando que la marea los
arrastrara. Cuando el viento soplaba, el hedor que impregnaba el aire era insoportable.
La vía Mese, la arteria principal de Constantinopla, de 25 metros de ancho, atravesaba
toda la ciudad desde la puerta Áurea hasta el Gran Palacio. Jalonada por numerosas
tiendas que vendían todo tipo de mercancías bajo los grandes pórticos, habitualmente
estaba atestada de gente, pero en aquellos días debía de parecer un escenario espectral:
desierta, con las tiendas cerradas y plagada de cadáveres que se pudrían bajo el sol
estival.
El propio Justiniano enfermó gravemente, hasta el punto de que circuló el rumor de que
estaba a las puertas de la muerte. En aquella situación de vacío de poder, su esposa, la
emperatriz Teodora, acusó a los generales Buzes y el gran Belisario –el hombre que
había derrotado a los vándalos en África y a los ostrogodos en Italia– de conspirar para
hacerse con el trono. Cuando Justiniano se recuperó (según las creencias de la época,
por un milagro), ambos perdieron sus cargos oficiales y Buzes fue encerrado dos años
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en una mazmorra, sin ver la luz del sol, mientras que Belisario fue desposeído de sus
bienes.
En contraste con la lucida descripción de los acontecimientos por parte de Procopio,
otros realizaron lecturas espirituales y apocalípticas de la peste, en las que se hablaba de
una enfermedad diabólica, que operaba como un acto de venganza de Dios, enfurecido
con los pecados de la población. Incluso creencias paganas reviveron en un intento de
poner remedio a la tragedia de modo que había personas que recurrían a la oniromancia,
que hace referencia a la interpretación de sueños y otros recurrían a los magos que
preparaban ungüentos con polvos procedentes de los sepulcros santos. Se dijo que el
historiador y obispo Gregorio de Tours curo a un muchacho haciéndole beber agua en la
que había mezclado cenizas extraídas de la tumba de San Julian Martir.
La peste no significaba solo muerte, sino también miedo e histeria. Juan de Efeso
observo lo que sucedía en su ciudad natal., Amida, en Siria done los habitantes cruzaban
las calles cacareando como gallinas o ladrando como perros; los niños merodeaban entre
las tumbas gritoneándose y mordiéndose uno a otros, profiriendo gemidos que sonaban
como trompetas. Los mas desesperados gritaban que solamente la intervención de los
apóstoles podría llegar a salvar la ciudad, mientras se refugiaban en las iglesias, donde
morían, exhaustos por la enfermedad.
La economía quedo desarticulada cuando el numero de muertos supero al de los vivos
en edad de trabajar. Los salarios se dispararon a causa de la escasez de la mano de obra,
lo que provoco una ola de inflación que duro decenios. Se adoptaran medidas de
emergencia para que el aparato administrativo del Imperio no quedase afectado y se
intentó llenar los vacíos legales causados por el aumento de muertes imprevistas, de
hecho el emperador promulgo una ley que estipulaba los derechos y deberes de los
herederos de quienes morían sin testamento, incluso en lo que respeta a la regulación de
las deudas contraídas de modo que la clase de banqueros y prestamistas suspiraron
aliviados.
Las consecuencias resultaron devastadoras para el Imperio: las tropas, que hasta
entonces eran unidas y motivadas, se vieron diezmadas y debilitadas por la enfermedad
y en pocos decenios se perdieron los territorios conquistados con tanto esfuerzo.
Además, los frecuentes desplazamientos del ejercito fueron, sin duda, un vehículo de
transmisión de la plaga. Esta se extendió por todo el Imperio desde Constantinopla, y
los puertos marítimos y fluviales se convirtieron en los puntos cruciales del contagio.
No es de extrañar que algunos historiadores hayan visto en los golpes aestados por la
epidemia una de las líneas divisorias entre la antiguidad moribunda y la naciente edad
media europea, pues el debilitamiento del imperio bizantino facilito el desarrollo de los
reinos barbaros de Europa.
Tras cuatro meses la peste perdió vigor y en otoño de 542 abandono Constantinopla. La
ciudad había perdido casi cuarenta por ciento de su población en los dos anos siguientes
la enfermedad acabo con la vida de cuatro millones de personas en todo el Imperio.
Durante los siglos posteriores, la peste volvió en oleadas generaciones pero sin
violencia inicial. El ultimo brote se desato en Napoles, en 767. Luego desapareció sin
razón aparente durante seis siglos, hasta su fatal regreso en 1347: era de la peste negra.
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Conclusión y Asociación a Peste
Bubónica en la actualidad…
En la Edad Media (siglo XIV) sucedió la mayor epidemia de todos los tiempos: la peste
negra, que azotó a casi un tercio de Europa (50 millones de personas). Lo que sucede
actualmente es que, en verdad, esta infección bacteriana mortal nunca desapareció.
El bacilo que la provoca se llama Yersinia Pestis. Las pulgas asociadas a las ratas y a
los roedores son las portadoras.
“La enfermedad no ha cambiado, pero nosotros sí. También somos más fuertes y
contamos con remedios que permiten curar la enfermedad cuando está en sus fases
iniciales", explica a la BBC David Wagner, investigador canadiense.
La peste aún existe en las poblaciones de roedores silvestres en todo el mundo. Esta
situación provoca brotes ocasionales.
Las personas pueden contraer la peste cuando son picadas por una pulga que porta la
bacteria. Hoy en día, se ha convertido en una peste de tipo neumónica o pulmonar. Sus
efectos son peores y su propagación más rápida. Es decir, una infección de los
pulmones que se propaga a través del aire.
DATO:
Los síntomas de la peste bubónica son fiebre y escalofríos, malestar general, dolor de
cabeza y muscular, convulsiones y una inflamación constante y dolorosa de los ganglios
linfáticos llamada bubón. Estos se presentan de 2 a 5 días después de la exposición a la
bacteria
En la actualidad…
Recientemente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha confirmado la muerte
de 195 personas por la peste bubónica y neumónica en Madagascar. Son, hasta el
momento, más de 2.267 casos.
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Aunque parezca increíble para esta época, el país africano recibe al año 400 nuevos
casos de esta epidemia, una infección de los ganglios linfáticos. Pero, ahora el brote es
más intenso.
Lo preocupante en estos momentos es que la OMS advirtió que aún podría haber nuevos
brotes y más graves. Además, se teme que se puede expandir la enfermedad a otros
países vecinos.
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Bibliografía utilizada:
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