El Arte Egipcio
El Arte Egipcio
El Arte Egipcio
Imperio Antiguo
El Imperio Antiguo de Egipto, dominado por las dinastías III a VI, abarca los cinco siglos
comprendidos entre los años 2755 y 2255 a.C. Hacia el año 3100 a.C. el país se unificó
bajo el mando de poderosos caudillos del sur, pero la idea de un Egipto dividido en dos
zonas bien diferenciadas (Alto Egipto al sur y Bajo Egipto al norte) persistió durante
algún tiempo. Es la época conocida como tinita, dominada por las dinastías I y II, y en
ella destaca el rey Narmer (algunos historiadores lo identifican con el rey Menes),
artífice de la unificación y fundador de la I Dinastía. En la Paleta de Narmer (3100
a.C., Museo Arqueológico de El Cairo), en piedra tallada, se puede ver al propio faraón
portando la corona del sur y subyugando a las gentes del norte, con dos animales
entrelazados que significan la unificación de las dos zonas de Egipto bajo el mando
único del faraón.
Arquitectura
Durante las primeras dinastías se construyeron importantes complejos funerarios para
los faraones en Abidos y Saqqara, a imitación de los palacios y templos (la tumba era
una síntesis de la noción de templo y de mansión privada). La gran cantidad de
cerámica, trabajos en piedra y tallas de marfil o huesos encontrados en estas tumbas
atestiguan el alto grado de desarrollo de esta época. Los jeroglíficos (escritura
mediante dibujos), forma de escribir la lengua egipcia, se encontraban por entonces en
su primer nivel de evolución, y ya mostraban su carácter de algo vivo, como el resto de
la decoración.
El fin que se perseguía con las pirámides era preservar y proteger los cuerpos de los
faraones para la eternidad. Cada pirámide formaba parte de un conjunto en el que
figuraban un templo en el valle, un embarcadero y un corredor de comunicación entre
unos espacios y otros, así como también un espacio reservado para realizar los ritos
religiosos previos al enterramiento. Alrededor de las tres pirámides mayores de Gizeh
(Keops, Kefrén y Mikerinos) creció una necrópolis (ciudad de los muertos) integrada por
sepulcros denominados mastabas (en árabe mastabah, ‘banco de adobe’). De cubierta
plana y paredes inclinadas, recibieron ese nombre por su semejanza con las casas
egipcias de adobe en forma de pirámide truncada. Las mastabas fueron las tumbas de
los miembros de la familia real, altos mandos, cortesanos y funcionarios. Exteriormente
parece una pirámide truncada de planta rectangular que consta de una pequeña sala
denominada sirdab, donde se guardaba la estatua del difunto, considerada como un ser
vivo, y la falsa puerta que comunicaba el mundo de los muertos y de los vivos. Delante
de ella se depositaban las ofrendas y se realizaba el culto funerario. Bajo tierra se
encontraba la cámara sepulcral, a la que se accedía por un pasaje que se sellaba una
vez depositado el cadáver.
Frente a la relativa abundancia de restos monumentales de carácter funerario
conservados, apenas hay ejemplos de arquitectura doméstica y construcciones civiles
de las ciudades egipcias del Imperio Antiguo; puede suponerse su disposición sobre
calles bien trazadas y planificadas, tal y como se hizo en las necrópolis, pero la
utilización del adobe (ladrillos de barro mezclado con heno o paja y cocidos al sol) para
levantar los palacios y viviendas no ha permitido su conservación hasta nuestros días.
De este modo, los templos y tumbas, edificados en piedra y construidos con una clara
idea de eternidad, proporcionan la mayor y casi única información acerca de las
costumbres y forma de vida de los antiguos egipcios.
También en esta etapa van a surgir las pirámides, que van a ser de uso exclusivo del
faraón. Desde el punto de vista arquitectónico las pirámides no tienen fachadas, se
trata de edificios sin retorno, de construcciones para la eternidad cuya única
referencia es su vértice superior, su punta, que se dirige hacia el sol, hacia la
vida eterna, simbolizando la unión del dios Ra con el faraón. Metafóricamente es un
edificio que se encuentra encima de la muerte y en el que el cadáver del faraón
se va a ubicar generalmente de pie y debajo de la punta de la pirámide, para facilitar
la comunicación con el dios Ra.
LAS PIRÁMIDES solo se encuentran en el área geográfica del Bajo Egipto, en los
alrededores de la antigua capital. Cuando la corte se trasladó a Tebas se construyeron
aún algunas pirámides, pero pronto se adoptó el sistema de excavar las sepulturas en
la roca. Por consiguiente, las pirámides no son más que el modelo de tumba real típica
del Antiguo Imperio, y siempre tienen la misma inclinación o pendiente.
Los corredores que conducen a la cámara sepulcral son, en las pirámides, de una
acabada perfección y a veces en forma de bóveda. Pero tanto las cámaras sepulcrales
como los pasadizos que conducen a ellas, y los templos funerarios al pie de las
pirámides, son de paredes lisas, sin molduras, adornos ni pinturas; ni siquiera
inscripciones con jeroglíficos.
Las mastabas y las pirámides, los dos tipos de sepulcro de las primeras dinastías,
tienen la misma cámara sepulcral, escondida en el interior del monumento. La altura e
inclinación de las pirámides revela un conocimiento del misterioso problema de la
relación entre el círculo y el cuadrado. Este problema que apasionó a los antiguos, solo
puede resolverse por el conocimiento del número PI (3,1416) que expresa la relación
entre el radio de la circunferencia y su longitud.
La forma interior de la pirámide es compleja con el fin de crear los mayores
obstáculos posibles a los posibles violadores de tumbas.
No todas las pirámides son iguales, en su forma externa, sino que podemos
distinguir tres tipos principales:
- Pirámide de pendiente escalonada: consiste en la superposición de
mastabas, cada una de ellas más reducida a medida que subía,
simbolizaría la escalera para ir a dios. Un ejemplo es la de Sakkara,
mandada construir por el emperador Zoser.
- Pirámide de pendiente apuntada o de doble vertiente: en la que las
aristas tienen dos tipos de pendiente, una de la mitad hacia abajo y
otra de la mitad hacia arriba.
- Pirámide de pendiente recta. Es la clásica, y se asemeja a un
triángulo equilátero. Destaca el conjunto de Gizeh, formado por las
tres pirámides de Keops, Kefren y Mikerinos.
Imperio Medio
Mentuhotep II, faraón de la XI Dinastía, reinó entre los años 2061 y 2010 a.C.,
y fue el primer faraón del nuevo Egipto unificado del Imperio Medio (2134-1570
a.C.). Creó un nuevo estilo o una nueva tipología de monumento funerario,
probablemente inspirado en los conjuntos funerarios del Imperio Antiguo. En la
orilla oeste de Tebas, al otro lado del Nilo, en el lugar denominado Dayr al-
Bahari, construyó un templo en el valle conectado por un largo camino real a
otro templo que se encontraba adosado a la ladera de la montaña. Formado
por una mastaba coronada por una pirámide y rodeado de pórticos a dos
niveles, los muros fueron decorados con relieves del faraón en compañía de
los dioses.
Arquitectura
Esta pequeña capilla puede considerarse como el ejemplo típico del estilo de
la época. Esencialmente cúbica en su diseño y construida bajo un riguroso
sistema de pilares y estructuras adinteladas, este pequeño edificio tiene una
pureza de líneas y unas proporciones tan equilibradas que le otorgan sin lugar
a dudas un carácter de eternidad. Los entrepaños están decorados con bellos
relieves del faraón y divinidades egipcias.
En esta época aparece un nuevo tipo de enterramiento, los hipogeos,
tumbas excavadas en la roca, utilizadas por la nobleza y clases
aristocráticas, y que suelen aparecer en grupo formando necrópolis. Los
hipogeos mejor conservados son los de Beni Asma en los que se da un
tratamiento especial a la entrada, adornándose con unas columnas
rematadas con un capitel en forma de paralelogramo que sostiene el sistema
adintelado de la puerta. Este tipo de columnas denominadas predóricas o
protodóricas son un antecedente claro de las columnas dóricas desarrolladas
en Grecia. El hipogeo o espeo se dispone en su interior de la misma forma
que las mastabas, o sea, hay unas primeras habitaciones como salas de
ofrenda para los objetos caducos, después un pozo o galería que conduce a
la cámara funeraria donde está el difunto, su doble o Ka y su ajuar. Los
muros están decorados con pinturas y relieves aludiendo a la vida de
ultratumba, a las necesidades elementales de la existencia y al difunto.
Los faraones, van a utilizas los “speos” o “hemispeos”. El más
importante hemiespeo de esta época es el que hizo la reina Hat-shep-shut
en Dehir-el-Bahari. Era un hemiespeo muy complicado con varias sucesiones
de terrazas, cada una de las cuales tiene una rampa de acceso y cada
rampa una columna. Debajo de cada terraza había habitaciones templarias
y en las últimas terrazas la decoración se multiplicaba para señalar el
acceso a los restos del faraón, todo ello produce un efecto colosal y grandioso.
Templos
El templo egipcio es un monumento que el faraón erige para alcanzar el favor de los
dioses. A él no tiene acceso el público, solamente el rey y los sacerdotes.
El templo se levanta sobre una plataforma de unos seis metros de altura y lo formaban
una avenida de esfinges, y varios pilonos o puertas monumentales, dando uno de ellos
entrada al recinto sagrado. En la gran mayoría de templos, el pilono de acceso estaba
precedido por unos colosos reales con la imagen el faraón; la sala hipetra o amplio
patio porticado; a ello cabía sumar la sala hipóstila, que albergaba la barca sagrada,
utilizada para transportar a la divinidad en procesión los días de su fiesta, y el recinto
sagrado, que contenía la estatua del dios. A cada lado de la puerta se levantaban los
obeliscos, piedras monolíticas de carácter decorativo. Los patios y las salas hipóstilas
solían repetirse. Algunos templos ocupaban grandes extensiones, como el de Karnak,
que medía en su totalidad 365 metros de longitud, mientras que las columnas de su
sala hipóstila alcanzaban los 23 metros.
Imperio Nuevo
Arquitectura
Antes del templo, pero formando parte de él, al lado del río Nilo, se sitúa una gran
avenida de esfinges o de carneros cuya misión es enfocar la dirección de los
sacerdotes que, llegando por el río sagrado en la barca sagrada, unen el río divino
al templo dedicado a Amón-Ra. A continuación de esta avenida vienen los
obeliscos, suelen ser uno o dos y es una pirámide muy estilizada, muy alta que tiene
que tiene el mismo significado simbólico de la pirámide respecto al dios Ra, cuyos
frentes están esculpidos con un relieve rehundido en el que se dibujan idiogramas
resaltando las virtudes del faraón y del dios al que se dedica. Después de los
obeliscos vienen los pilonos, que son dos pirámides truncadas que franquean el
acceso al templo. Cada uno de esos pilonos suele estar dedicado a uno o varios
dioses egipcios, especialmente a Isis (diosa de la fertilidad y la natalidad) y Neftis.
Luego viene la sala de las columnas que tiene un gran patio en el medio que está
abierto por la parte superior, esta sala se denomina sala hípetra, desde la que se
accede a una sala contigua que está repleta de columnas, llamada sala hipóstila.
Concluye en el fondo, en el santuario o residencia del dios, a la que sólo tiene
acceso el faraón y los altos cargos eclesiásticos y en la que se guardaba la figura
del dios y las riquezas del templo, esta disposición varía según las riquezas que
tuviese el faraón para hacer el templo. Entre los templos principales están el de
Luxor y el de Karnak, y de fechas más tardías son los de Ramsés II y su esposa
Nefertiti, destacando el de Abu-Simbel en el que se reproducen a la entrada, las
figuras del matrimonio y sus descendientes, mandado construir por Ramsés II.
TEMPLO DE KARNAK
Sus gigantescos pilonos, la gran sala hipóstila, los vestíbulos plagados de columnas,
los obeliscos y las estatuas dispuestas en numerosos lugares, llevan directamente a
pensar en el poder y majestuosidad del faraón y el Estado de aquella época. Próximo a
este conjunto destaca también el templo de Luxor.
SEMIESPEOS
De estos templos y tumbas, uno de los primeros y más insólitos fue el de la reina
HATSHEPSUT en Dayr al-Bahari, levantado por el arquitecto Senemut (muerto hacia el
año 1428 a.C.). Situado frente a los acantilados del río Nilo, junto al templo de
Mentuhotep II, de la XI Dinastía, y probablemente inspirado en él, porque ambos son
templos semiespeos, es decir, que parcialmente están construidos al aire libre y
parcialmente excavados en la roca. El templo es una extensa terraza con numerosas
capillas para los dioses y relieves representando los éxitos logrados por Hatshepsut a
lo largo de su reinado. Su disposición constituye una verdadera novedad: no se
despliega en patios sucesivos, como lo hacen los demás templos egipcios, sino, que
aprovechando las cortaduras del terreno, se levanta a distintos niveles en una serie de
terrazas rodeadas de columnatas que sirven de pórtico a las capillas abiertas en la
roca.
Se asciende a las terrazas por escaleras monumentales. Los pórticos de Deir el-Bahari
debían de preservar también la luz y del calor las habitaciones destinadas a la gran
reina, quién hizo perpetuar en los antepechos de las barandas de las terrazas las
campañas victoriosas de sus generales, y aún de ella misma, cuando, con aspecto
masculino, combatió al lado de su padre, el dios Amón.
Escultura y Relieve
El relieve logra su efecto mediante el modelado, la luz y las sombras, mientras que la
pintura lo consigue con la línea y el color; pero las técnicas de la representación son
básicamente las mismas en una y otra, ambos se sirvieron también del color. El relieve
puede ser alzado o en hueco. En el relieve alzado se excava la superficie que rodea a
las figuras hasta una profundidad que puede alcanzar los cinco milímetros, de modo
que los personajes y figuras destacan sobre el fondo. En el relieve en hueco, hundido o
inciso, los perfiles de las figuras se graban en la superficie, que permanece, quedando
las figuras modeladas dentro de la misma. El relieve alzado se empleaba, por lo
general en los interiores, dejando para los exteriores el relieve en hueco, que destaca
más al sol. Hubo, sin embargo, variaciones de estilo en los distintos periodos; el relieve
en hueco resultaba también más barato.
Características
Temas
Materiales
El poder de la palabra
La palabra queda inmortalizada por medio de la escritura. Ésta posee carácter divino,
es un legado de los dioses. Las palabras poseen Mana que es la condición
sobrenatural que permite, a través de la lectura, que el difunto pueda hablar, esto es,
participar de la vida. De ahí, que en la estatuaria egipcia no se conciba el retrato como
copia mimética de la realidad. Lo que individualiza, lo que define un retrato como tal, es
la palabra, es el nombre inscrito en la misma escultura. La identificación de la persona
se produce, pues, precisamente mediante el epigrama y no a través de la adecuación
de las formas.
Las piedras utilizadas habitualmente fueron caliza, esquisto, diorita, pizarra, basalto,
granito rojo (empleado en sarcófagos), obsidiana y pórfido.
Los brazos se apoyan sobre los muslos o están cruzados sobre el pecho, sin espacios
vacíos entre los miembros y el tronco.
Las piernas se disponen en paralelo, con los pies desnudos, dejando a menudo
material pétreo entre ellas. La simetría de las masas volumétricas es absoluta. Impera
pues la simplificación de las formas con una auténtica regularidad geométrica. El
esquema de composición es el mismo para todas las estatuas sedentes. El asiento se
convierte en un plano abstracto, unido al cuerpo, lo que da rigidez a la figura. Se anula
así, cualquier referencia añadida a ella, a excepción de inscripciones jeroglíficas, que
proporcionan datos sobre el personaje representado. Escapan a estas normas los
escribas, quienes se representan sentados en el suelo con los brazos y las piernas algo
despegados del resto del cuerpo, pero conservando la simetría axial.
Normalmente los monarcas muestran el torso desnudo, visten una falda plisada y
presentan la cabeza cubierta por la doble corona del bajo y el Alto Egipto.
Las personas que no tienen un rango divino, como los funcionarios y sirvientes, están
plasmados con mayor realismo. Aparece así, la escultura de género que representa
oficios o tipos concretos de personas, como los escribas y los grupos familiares. En
realidad, la escultura se refiere siempre a tipologías que encuadran las diferentes
categorías sociales y no a individualidades concretas.
Hay un tipo de esculturas que sin llegar a ser exentas, casi son de bulto redondo. Se
trata de estatuas-relieve que se encuentran integradas en los muros de las mastabas e
hipogeos formando parte de la propia arquitectura. Las tipologías son las mismas,
sedentes o de pie; inicialmente estaban policromadas. En estos casos, la piedra se
cubría con una capa de estuco sobre la que, posteriormente, se aplicaba la pintura.
Las tres figuras son paradigmas de juventud y hermosura, especialmente los cuerpos
femeninos que están dotados de una sensualidad extraordinaria. Las formas se
modelan insinuando los volúmenes rotundos que hay bajo la transparencia del vestido.
Las figuras parecen avanzar en perfecto orden desde el plano del fondo. La simetría
ordena la representación en su conjunto y en cada una de sus unidades.
Los materiales más empleados son el marfil, la madera y también el barro esmaltado,
que son elementos más mórbidos que la piedra, lo que permite ejecutar formas más
atrevidas.
Los tipos que aparecen con mayor frecuencia son desnudos femeninos. Tratados con
sutileza, tiene las piernas juntas y los brazos extendidos a lo largo del cuerpo. Destaca
el triángulo púbico fuertemente inciso, característico símbolo de la fertilidad. Las
pequeñas figuras masculinas representan a los hombres de pie, con los brazos
adheridos a lo largo del cuerpo y un cinturón fálico como única prenda (Ashmolean
Museum. Oxford). Por último, las figuras que representan prisioneros arrodillados y
atados pueden sr independientes del soporte al que se adscriben.
Son esculturas de bulto redondo. También pueden estar incorporadas a algún mueble u
otros objetos como parte de la decoración.
Las figuras de animales alcanzan una ejecución mucho más audaz que la figura
humana, prolongando la tradición prehistórica en la que el animal era presentado con
asombrosa perfección y verosimilitud. Son graciosas figuritas realizadas en piedra o en
otros materiales (cerámica, marfil) que reproducen animales -simios, hipopótamos o
leones. Algunos de esto animales presentan actitudes amenazadoras con fauces
abiertas, pero la mayoría adoptan posturas graves y tranquilas. Este tipo de
representación se fue repitiendo a lo largo de las distintas dinastías, pues la manera de
plasmar la naturaleza y de establecer relación con ella fue una constante en la cultura
egipcia.
La estatua gigantesca mira hacia el este, el lugar por donde nace el dios Sol, y con
quién se identifica al rey. La esfinge simboliza, por lo tanto, el concepto de rey como
divinidad. Es también el protector de la tierra -rechaza los malos espíritus-, erigiéndose
en guardián permanente de la necrópolis de los monarcas. Las terribles mutilaciones
que ha sufrido, agrandan todavía más sus ojos, fijos, abiertos, que escrutan la aurora
de un horizonte más lejano que nuestro horizonte terrestre. Fue esculpido hacia el año
2800 a.C
Grupos familiares y escribas
En este período no hay una unidad estilística estricta, sino que se aprecian diferentes
tendencias que optan por diversas expresiones expresivas. En el norte, en la zona del
Delta, se desarrolla un gusto hacia las formas clásicas e idealizadas, derivadas del
Imperio Antiguo, en las que se exalta la nobleza y serenidad de las figuras. Las
estatuas sedentes de SESOSTRIS I son representativas de esta tendencia; se trata de
figuras de piedra caliza que muestra un rostro juvenil.
Un poco más hacia el sur, en Menfis, se opta por un mayor realismo; y en la zona de la
capital tebana, en el sur del país se tiende a sintetizar ambas tendencias con
preferencia a mostrar la expresión del rostro, mientras el cuerpo permanece fiel a la
normativa del Imperio Antiguo, impasible y ajeno a cualquier rasgo temporal. Las
esculturas de los reyes se prodigan y se encuentran no sólo en las construcciones
funerarias, donde habían ocultas durante el Imperio Antiguo, sino también en el interior
de los templos y en el exterior de las edificaciones, al aire libre.
SESOSTRIS II:
AMENEMHET II:
Cambios artísticos
Durante el Imperio Medio proliferan las esculturas llamadas “esfinges”. Son figuras que
representan un cuerpo de león recostado y un rostro humano. Desde el Imperio
Antiguo, con la Gran Esfinge de Gizeh, la escultura de forma animal se había
individualizado al representar el rostro del faraón simbolizando el poder divino. Desde
entonces no se repite la hazaña escultórica en grandes dimensiones pero la tradición
se prolonga y este período aporta algunas variantes formales. La actitud de la figura es
de una gran serenidad y las formas son sobrias, definidas por líneas puras que
modulan robustos volúmenes, la esfinge de AMNEMHET II en granito rosa, (M.
Louvre), es un ejemplo magnífico. El tocado ceremonial sustituye a melena del león y
resalta aún más el rostro de suave modelado, en contraste con los planos geométricos
que le rodean. Cuatro esfinges de AMENEMHET III, en granito negro, muestran una
variedad formal que modela unas crines de león muy estilizadas, con orejas que
sobresalen de la cabeza. El rostro del faraón permanece ensimismado en su
majestuosidad.
Durante el Imperio Antiguo se inició un género nuevo de estatuaria menor que proliferó,
extraordinariamente, a lo largo del Imperio Medio. Son pequeñas tallas, entre 20-30
centímetros, labradas en madera policromadas, que representan sirvientes realizando
sus labores. Se trataba de estatuillas destinadas a las tumbas y consistían en modelos
reducidos, a modo de maquetas, de diferentes situaciones y actividades que se
desarrollaban en la vida cotidiana.
Los colosos más conocidos se encuentran en Tebas, llamados desde la época griega
LOS COLOSOS DE MEMMÓN. Formaban parte del templo de Amenofis III, pero los
sucesores del faraón deshicieron el templo y han quedado aislados como un par de
titanes solidarios en medio del paisaje. Representan a Amenofis III sentado en el trono,
a los lados de las piernas hay pequeñas esculturas de figuras femeninas, que
representan a la esposa y madre del faraón.
LOS CUATRO COLOSOS que flanquean la entrada en el speo de Ramsés II en Abu
Simbel (en la frontera de Nubia) están tallados en la pared rocosa. Constituyen una
fachada gigantesca de veinte metros de altura, en la que el faraón sedente custodia la
entrada.
La estatuaria exenta
- Tell-El-Amarna
Amenofis IV emprendió una reforma sobre la ortodoxia religiosa que sacudió los
cimientos del panteón egipcio. En una declaración de monoteísmo sin precedentes, el
faraón se adjudicó el epíteto de Akhenatón, prodigando toda su fe hacia Atón, el disco
solar, la fuerza que infunde fuerza a la tierra. Abandonó el culto a los demás dioses y
propuso la búsqueda de la verdad. Estos nuevos ideales se reflejaron inmediatamente
en el arte.
Akhenatón trasladó la capital al norte de Tebas y fundó la ciudad de Tell-el Amarna,
donde estableció el centro de culto a Atón. Allí se abrieron talleres artesanos en los que
se plasmó la nueva iconografía. El canon no se modificó radicalmente.
Características Generales
La naturaleza también recibe especial atención en los muros del palacio de la reina
Nefertiti en Tell-el Amarna. Se representan jardines llenos de plantas y hay un
estanque, en el que revolotean múltiples pájaros. Los pájaros se representan volando
libremente. El tono intimista que caracteriza a estas representaciones nunca había sido
plasmado con anterioridad.
Los faraones tutmósidas convierten los templos en colosales “pantallas” en las que se
inscriben grandes relieves para reafirmar el papel tutelar del rey. En el templo de Amón,
en Karnak, un gran relieve representa a Thutmosis III aniquilando a sus enemigos, con
gesto similar al que aparecía en la paleta de Narmer de la I dinastía.
Los artesanos egipcios, que trabajaban bajo la protección real, alcanzaron un altísimo
nivel en la fabricación de muebles, de objetos de adorno y de uso diario, y en la
decoración. Ciertas técnicas, como la del trabajo en metal, tenían su origen en
Mesopotamia, pero fueron perfeccionadas en suelo egipcio. Se dispuso de grandes
provisiones de cobre del Sinaí y de Nubia, pero los trabajos en hierro y bronce no
conocieron su máximo desarrollo hasta más tarde, puesto que los egipcios no tenían
ningún acceso directo a las minas de hierro y estaño.
Los ricos veneros de oro de Nubia y del desierto oriental de Egipto proporcionaron a los
faraones medios de intercambio comercial. Las caravanas iban y venían entre las
cortes de Egipto y Tebas y las ciudades principales de las potencias del oeste asiático;
cada uno de los reyes asiáticos ambicionaba el oro para embellecer sus palacios y
aumentar su prestigio, y cedía, a cambio, muebles taraceados, metales y piedras
preciosas. Probablemente, la materia decorativa conocida como mayólica egipcia fue
también un invento y importado del occidente asiático, aunque fuese fabricada en
Egipto desde épocas muy remotas.
El rico color azul, fue, en particular, solicitadísimo. Dicha sustancia consiste en una
sustancia de cuarzo pulverizado recubierta de un barniz brillante. Los artesanos
egipcios perfeccionaron también la fabricación de cristal opaco, que utilizaron
frecuentemente en joyería o decoración de muebles como sustitutivo del lapislázuli, la
turquesa o el jaspe.
El Imperio Medio fue también una época en la que se produjeron magníficos trabajos
en artes decorativas, en particular joyas realizadas en metales preciosos con
incrustación de piedras de colores. En este periodo aparece la técnica del granulado. El
barro vidriado alcanzó gran importancia para la elaboración de amuletos y pequeñas
figuras. Quizá lo más conocido fueron los hipopótamos de barro vidriado en color azul
decorados con pinturas de plantas acuáticas
Durante el Imperio Nuevo las artes decorativas, al igual que la pintura y la escultura,
alcanzan las más elevadas cotas de perfección y belleza. Los objetos de uso cotidiano
utilizados por la corte real y la nobleza fueron exquisitamente diseñados y elaborados
con gran destreza técnica. No hay mejor ejemplo para ilustrar esta afirmación que el
ajuar funerario de la tumba (descubierta en 1922) de Tut Anj Amón, donde con ricos
materiales —alabastro, ébano, oro, marfil y piedras semipreciosas— se crearon
múltiples objetos de consumada habilidad artística. La cerámica del Imperio Nuevo
ofrece también este mismo gusto decorativo, con sus superficies frecuentemente
pintadas con motivos vegetales. En esta época se produce el apogeo del vidrio, técnica
en la que los artesanos mostraron una gran originalidad. En general, y a tenor de los
restos conservados, se puede decir que los egipcios de esta época encontraron un
particular deleite en la riqueza ornamental y en los vivos colores de las pinturas y artes
decorativas.
TUMBA DE MEMNA:
TUMBA EN DEIR EL MEDINA. LUXOR:
TUMBA DE RAMOSÉ:
FRESCO DEL VALLE DE LAS REINAS, NEFERTITI REALIZA OFRENDAS A IRIS:
MÁSCARA DE TUTANKAMON: