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El Arte Egipcio

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Tema 1: Arte Egipcio

El arte egipcio comienza en torno al año 3300 a. de C. y se prolonga hasta el


332 a. de C. No obstante, en este largo devenir se pueden descubrir varias
etapas, en sintonía con los acontecimientos políticos:

- La unificación de Egipto: 3110-2665 A.C. Dinastías Tinitas I y II.


- Imperio Antiguo: 2755-2255 (dinastías III-VI)
- Imperio Medio: 2255-1570 (dinastías VII-XVII)
- Imperio Nuevo: 1570-1070 (dinastías XVIII-XX)

Características generales del arte egipcio:

Se trata de un arte al servicio del faraón y de la religión, un arte de


carácter teocrático, al igual que el sistema político, ya que el faraón era
también el líder religioso, el sumo sacerdote, el conocedor de la voluntad
de los dioses, e, incluso, en algunos periodos, el propio faraón es un dios.
En este marco la producción artística egipcia se desarrolla en dos
direcciones: una como exaltación del faraón, y otra como exaltación de la
vida del más allá. Teniendo esto en cuenta, las principales
características son:

- Es un arte de gran lujo, grandiosidad y monumentalidad, lo que se ha


dado en llamar “colosalismo”.
- Tiene un fuerte sentido de inmutabilidad, un sentimiento de
permanencia: es decir, durante su duración no acepta cambios ni
influencias a causa de su religión, que apenas varía, salvo durante el
reinado del hereje Akenatón (Amenofis IV) y su sucesor
Tutankamon, en el siglo XIV a. de C.
- Predominio de la piedra, del sistema adintelado, de la verticalidad,
copiándose las formas naturales (el loto, el papiro, las palmas),
dando origen a columnas lotiformes, papiriformes, o palmiformes. No
se utiliza la madera porque es escasa y de mala calidad.
- La técnica egipcia avanza y se funda en dos grandes logros: el
rodillo y el plano inclinado. En definitiva, todo el desarrollo científico se
basa en el triángulo egipcio.
- Egipto es un país agrícola y se encuentra supeditado a las crecidas
del Nilo, el cual tiene carácter divino, generando una costumbre social,
que es el deambulamiento de la religión egipcia por los alrededores del
Nilo, venerando sus aguas, y realizando todo su arte en relación al río.
El río y el valle del Nilo se vinculan y dependen de los astros y
fundamentalmente del sol, al que se la va a considerar uno de los
dioses supremos. De ahí que las principales manifestaciones artísticas
las encontremos junto al Nilo.
- La religión egipcia está organizada en torno al poder de manera que
solo puede ser representada por las clases aristocráticas,
eclesiásticas y por algunas
personas pertenecientes al pueblo siempre que estén vinculadas al
faraón, eso influye en el tipo de representaciones que encontramos.
- Hay un gran obsesión por la vida en el más allá, de ahí que se
embalsamen los cuerpos para que le sea más fácil al difunto llegar al
más allá. Esto repercute también en el arte, desarrollándose una
importante arquitectura funeraria, para tratar de proteger el cuerpo del
muerto para que no tenga percances en su viaje hacia el más allá.
También influye en la escultura con la reproducción del difunto, o su
doble llamado “Ka”, o en la decoración de los muros con pinturas que
ayuden al difunto en su viaje al más allá.

Imperio Antiguo

El Imperio Antiguo de Egipto, dominado por las dinastías III a VI, abarca los cinco siglos
comprendidos entre los años 2755 y 2255 a.C. Hacia el año 3100 a.C. el país se unificó
bajo el mando de poderosos caudillos del sur, pero la idea de un Egipto dividido en dos
zonas bien diferenciadas (Alto Egipto al sur y Bajo Egipto al norte) persistió durante
algún tiempo. Es la época conocida como tinita, dominada por las dinastías I y II, y en
ella destaca el rey Narmer (algunos historiadores lo identifican con el rey Menes),
artífice de la unificación y fundador de la I Dinastía. En la Paleta de Narmer (3100
a.C., Museo Arqueológico de El Cairo), en piedra tallada, se puede ver al propio faraón
portando la corona del sur y subyugando a las gentes del norte, con dos animales
entrelazados que significan la unificación de las dos zonas de Egipto bajo el mando
único del faraón.

 Arquitectura
Durante las primeras dinastías se construyeron importantes complejos funerarios para
los faraones en Abidos y Saqqara, a imitación de los palacios y templos (la tumba era
una síntesis de la noción de templo y de mansión privada). La gran cantidad de
cerámica, trabajos en piedra y tallas de marfil o huesos encontrados en estas tumbas
atestiguan el alto grado de desarrollo de esta época. Los jeroglíficos (escritura
mediante dibujos), forma de escribir la lengua egipcia, se encontraban por entonces en
su primer nivel de evolución, y ya mostraban su carácter de algo vivo, como el resto de
la decoración.

En la III Dinastía la capital se trasladó a Menfis y los faraones iniciaron la construcción


de pirámides, que sustituyeron a las mastabas como tumbas reales. El arquitecto,
científico y pensador Imhotep construyó para el faraón Zoser (c. 2737-2717 a.C.) el
conjunto de Saqqara; se trataba de una necrópolis integrada por una pirámide
escalonada de piedra y un grupo de templos, altares y dependencias afines. La gran
pirámide escalonada donde reposan los restos del faraón está compuesta de varias
mastabas superpuestas, y es el ejemplo más antiguo de arquitectura monumental
conservado en la actualidad; ilustra también una de las fases en el desarrollo de la
pirámide como tipología arquitectónica.

La arquitectura del Imperio Antiguo puede considerarse monumental, dado que la


caliza y el granito locales se utilizaron para la construcción de edificios y tumbas de
grandes dimensiones. Desarrollaron una extraordinaria técnica arquitectónica.
Empleaban bloques colosales de piedra, que se ajustaban a la perfección sin utilizar
argamasa. La bóveda era conocida pero no se empleaba en la arquitectura en piedra.
De los templos construidos durante este periodo apenas se conservan unos pocos
ejemplos.

El conjunto monumental de Gizeh, donde fueron enterrados los faraones de la IV


Dinastía, pone de manifiesto la destreza y habilidad de los arquitectos egipcios a la
hora de construir monumentos que han permanecido como una de las siete maravillas
del mundo, y muestran el esplendor de la civilización egipcia. Snefru emprendió la
construcción de la primera pirámide sin escalones.
ROMBOIDAL DE SNEFRU.

Keops fue su sucesor y artífice de la gran pirámide, que llegó a alcanzar en su


momento 146 metros de altura y está formada por cerca de 2,3 millones de bloques de
piedra con un peso medio, cada uno, de 2,5 toneladas. Su hijo Kefrén levantó una
pirámide menor, y Mikerinos fue el artífice de la tercera gran pirámide de este conjunto
monumental.
KEOPS, KEFRÉN Y MICERINOS.

El fin que se perseguía con las pirámides era preservar y proteger los cuerpos de los
faraones para la eternidad. Cada pirámide formaba parte de un conjunto en el que
figuraban un templo en el valle, un embarcadero y un corredor de comunicación entre
unos espacios y otros, así como también un espacio reservado para realizar los ritos
religiosos previos al enterramiento. Alrededor de las tres pirámides mayores de Gizeh
(Keops, Kefrén y Mikerinos) creció una necrópolis (ciudad de los muertos) integrada por
sepulcros denominados mastabas (en árabe mastabah, ‘banco de adobe’). De cubierta
plana y paredes inclinadas, recibieron ese nombre por su semejanza con las casas
egipcias de adobe en forma de pirámide truncada. Las mastabas fueron las tumbas de
los miembros de la familia real, altos mandos, cortesanos y funcionarios. Exteriormente
parece una pirámide truncada de planta rectangular que consta de una pequeña sala
denominada sirdab, donde se guardaba la estatua del difunto, considerada como un ser
vivo, y la falsa puerta que comunicaba el mundo de los muertos y de los vivos. Delante
de ella se depositaban las ofrendas y se realizaba el culto funerario. Bajo tierra se
encontraba la cámara sepulcral, a la que se accedía por un pasaje que se sellaba una
vez depositado el cadáver.
Frente a la relativa abundancia de restos monumentales de carácter funerario
conservados, apenas hay ejemplos de arquitectura doméstica y construcciones civiles
de las ciudades egipcias del Imperio Antiguo; puede suponerse su disposición sobre
calles bien trazadas y planificadas, tal y como se hizo en las necrópolis, pero la
utilización del adobe (ladrillos de barro mezclado con heno o paja y cocidos al sol) para
levantar los palacios y viviendas no ha permitido su conservación hasta nuestros días.
De este modo, los templos y tumbas, edificados en piedra y construidos con una clara
idea de eternidad, proporcionan la mayor y casi única información acerca de las
costumbres y forma de vida de los antiguos egipcios.

En esta etapa la capital se encuentra en Menfis y la arquitectura funeraria es la más


importante del período. Al comienzo de este período se desarrolla el tipo
constructivo llamado “mastaba”, que es un tronco de pirámide rectangular que
se asemeja a una casa y que reproduce el sistema más generalizado de
enterramientos. Se compone de dos partes, una de ellas al exterior, o sea, sobre la
superficie en la que se van a encontrar una o carias capillas denominadas “capillas
de las ofrendas” donde se situarán los alimentos y otros objetos para facilitar el viaje
al más allá del difunto, la segunda parte de la mastaba es subterránea y comunica
con la parte superior con una galería o pozo (seredab) que conduce a la cámara
funeraria. La cámara funeraria tiene decorado sus muros con pinturas, con
relieves escultóricos alusivos a la vida del fallecido, así mismo se encuentra en
esta cámara el difunto y su reproducción (Ka).

Las mastabas pueden aparecer bien separadas o en grupo formando un conjunto


urbanístico con sus calles regulares, lo cual recibe el nombre de necrópolis. En un
primer momento la mastaba es utilizada por los faraones, clases nobles y gente con
poder económico.

También en esta etapa van a surgir las pirámides, que van a ser de uso exclusivo del
faraón. Desde el punto de vista arquitectónico las pirámides no tienen fachadas, se
trata de edificios sin retorno, de construcciones para la eternidad cuya única
referencia es su vértice superior, su punta, que se dirige hacia el sol, hacia la
vida eterna, simbolizando la unión del dios Ra con el faraón. Metafóricamente es un
edificio que se encuentra encima de la muerte y en el que el cadáver del faraón
se va a ubicar generalmente de pie y debajo de la punta de la pirámide, para facilitar
la comunicación con el dios Ra.

LAS PIRÁMIDES solo se encuentran en el área geográfica del Bajo Egipto, en los
alrededores de la antigua capital. Cuando la corte se trasladó a Tebas se construyeron
aún algunas pirámides, pero pronto se adoptó el sistema de excavar las sepulturas en
la roca. Por consiguiente, las pirámides no son más que el modelo de tumba real típica
del Antiguo Imperio, y siempre tienen la misma inclinación o pendiente.
Los corredores que conducen a la cámara sepulcral son, en las pirámides, de una
acabada perfección y a veces en forma de bóveda. Pero tanto las cámaras sepulcrales
como los pasadizos que conducen a ellas, y los templos funerarios al pie de las
pirámides, son de paredes lisas, sin molduras, adornos ni pinturas; ni siquiera
inscripciones con jeroglíficos.

Las mastabas y las pirámides, los dos tipos de sepulcro de las primeras dinastías,
tienen la misma cámara sepulcral, escondida en el interior del monumento. La altura e
inclinación de las pirámides revela un conocimiento del misterioso problema de la
relación entre el círculo y el cuadrado. Este problema que apasionó a los antiguos, solo
puede resolverse por el conocimiento del número PI (3,1416) que expresa la relación
entre el radio de la circunferencia y su longitud.
La forma interior de la pirámide es compleja con el fin de crear los mayores
obstáculos posibles a los posibles violadores de tumbas.

No todas las pirámides son iguales, en su forma externa, sino que podemos
distinguir tres tipos principales:
- Pirámide de pendiente escalonada: consiste en la superposición de
mastabas, cada una de ellas más reducida a medida que subía,
simbolizaría la escalera para ir a dios. Un ejemplo es la de Sakkara,
mandada construir por el emperador Zoser.
- Pirámide de pendiente apuntada o de doble vertiente: en la que las
aristas tienen dos tipos de pendiente, una de la mitad hacia abajo y
otra de la mitad hacia arriba.
- Pirámide de pendiente recta. Es la clásica, y se asemeja a un
triángulo equilátero. Destaca el conjunto de Gizeh, formado por las
tres pirámides de Keops, Kefren y Mikerinos.

Todas las pirámides solían tener un templo al lado para que se


homenajeara al difunto.

Imperio Medio

Mentuhotep II, faraón de la XI Dinastía, reinó entre los años 2061 y 2010 a.C.,
y fue el primer faraón del nuevo Egipto unificado del Imperio Medio (2134-1570
a.C.). Creó un nuevo estilo o una nueva tipología de monumento funerario,
probablemente inspirado en los conjuntos funerarios del Imperio Antiguo. En la
orilla oeste de Tebas, al otro lado del Nilo, en el lugar denominado Dayr al-
Bahari, construyó un templo en el valle conectado por un largo camino real a
otro templo que se encontraba adosado a la ladera de la montaña. Formado
por una mastaba coronada por una pirámide y rodeado de pórticos a dos
niveles, los muros fueron decorados con relieves del faraón en compañía de
los dioses.

 Arquitectura

La arquitectura del Imperio Medio no está bien representada, dada la escasez


de ejemplos conservados. No obstante, una pequeña construcción vinculada a
Sesostris I (1962-1928 a.C.), faraón de la XII Dinastía, ha sido recuperada de
uno de los últimos pilonos (puertas monumentales) del templo de Karnak, para
el que se utilizaron sus ladrillos como material de relleno.

TEMPLO DE SESOSTRIS I O TEMPLO BLANCO.

Esta pequeña capilla puede considerarse como el ejemplo típico del estilo de
la época. Esencialmente cúbica en su diseño y construida bajo un riguroso
sistema de pilares y estructuras adinteladas, este pequeño edificio tiene una
pureza de líneas y unas proporciones tan equilibradas que le otorgan sin lugar
a dudas un carácter de eternidad. Los entrepaños están decorados con bellos
relieves del faraón y divinidades egipcias.
En esta época aparece un nuevo tipo de enterramiento, los hipogeos,
tumbas excavadas en la roca, utilizadas por la nobleza y clases
aristocráticas, y que suelen aparecer en grupo formando necrópolis. Los
hipogeos mejor conservados son los de Beni Asma en los que se da un
tratamiento especial a la entrada, adornándose con unas columnas
rematadas con un capitel en forma de paralelogramo que sostiene el sistema
adintelado de la puerta. Este tipo de columnas denominadas predóricas o
protodóricas son un antecedente claro de las columnas dóricas desarrolladas
en Grecia. El hipogeo o espeo se dispone en su interior de la misma forma
que las mastabas, o sea, hay unas primeras habitaciones como salas de
ofrenda para los objetos caducos, después un pozo o galería que conduce a
la cámara funeraria donde está el difunto, su doble o Ka y su ajuar. Los
muros están decorados con pinturas y relieves aludiendo a la vida de
ultratumba, a las necesidades elementales de la existencia y al difunto.
Los faraones, van a utilizas los “speos” o “hemispeos”. El más
importante hemiespeo de esta época es el que hizo la reina Hat-shep-shut
en Dehir-el-Bahari. Era un hemiespeo muy complicado con varias sucesiones
de terrazas, cada una de las cuales tiene una rampa de acceso y cada
rampa una columna. Debajo de cada terraza había habitaciones templarias
y en las últimas terrazas la decoración se multiplicaba para señalar el
acceso a los restos del faraón, todo ello produce un efecto colosal y grandioso.

Templos

El templo egipcio es un monumento que el faraón erige para alcanzar el favor de los
dioses. A él no tiene acceso el público, solamente el rey y los sacerdotes.

El templo se levanta sobre una plataforma de unos seis metros de altura y lo formaban
una avenida de esfinges, y varios pilonos o puertas monumentales, dando uno de ellos
entrada al recinto sagrado. En la gran mayoría de templos, el pilono de acceso estaba
precedido por unos colosos reales con la imagen el faraón; la sala hipetra o amplio
patio porticado; a ello cabía sumar la sala hipóstila, que albergaba la barca sagrada,
utilizada para transportar a la divinidad en procesión los días de su fiesta, y el recinto
sagrado, que contenía la estatua del dios. A cada lado de la puerta se levantaban los
obeliscos, piedras monolíticas de carácter decorativo. Los patios y las salas hipóstilas
solían repetirse. Algunos templos ocupaban grandes extensiones, como el de Karnak,
que medía en su totalidad 365 metros de longitud, mientras que las columnas de su
sala hipóstila alcanzaban los 23 metros.

Imperio Nuevo

La XIII Dinastía tuvo faraones débiles e ineficaces, alcanzándose un número de unos


50 en 120 años. El segundo periodo intermedio (XIII a XVII dinastías) fue de nuevo
para Egipto una época de gobierno dividido. Los hicsos, pueblos venidos del Asia
occidental, entraron en Egipto proclamándose a sí mismos faraones. Impusieron su
poder gracias a la utilización de caballos y carros de guerra. Esta circunstancia tuvo
una prolongada influencia, ya que los hicsos llevaron a Egipto nuevas tecnologías a la
vez que también proporcionaron una visión más amplia de su lugar en el mundo
mediterráneo. Una vez más, sin embargo, Tebas instigó la reunificación del país, los
extranjeros fueron expulsados y se restableció el poder central de la monarquía. El
Imperio Nuevo (1570-1070 a.C.) comenzó con la XVIII Dinastía, y fue una época de
gran poder, riqueza e influencia, como lo evidencia su importante comercio exterior y
sus conquistas en el extranjero.

 Arquitectura

Es en esta época cuando se desarrolla completamente el nuevo templo, teniendo


cada parte del templo su significación específica.

Antes del templo, pero formando parte de él, al lado del río Nilo, se sitúa una gran
avenida de esfinges o de carneros cuya misión es enfocar la dirección de los
sacerdotes que, llegando por el río sagrado en la barca sagrada, unen el río divino
al templo dedicado a Amón-Ra. A continuación de esta avenida vienen los
obeliscos, suelen ser uno o dos y es una pirámide muy estilizada, muy alta que tiene
que tiene el mismo significado simbólico de la pirámide respecto al dios Ra, cuyos
frentes están esculpidos con un relieve rehundido en el que se dibujan idiogramas
resaltando las virtudes del faraón y del dios al que se dedica. Después de los
obeliscos vienen los pilonos, que son dos pirámides truncadas que franquean el
acceso al templo. Cada uno de esos pilonos suele estar dedicado a uno o varios
dioses egipcios, especialmente a Isis (diosa de la fertilidad y la natalidad) y Neftis.

Luego viene la sala de las columnas que tiene un gran patio en el medio que está
abierto por la parte superior, esta sala se denomina sala hípetra, desde la que se
accede a una sala contigua que está repleta de columnas, llamada sala hipóstila.
Concluye en el fondo, en el santuario o residencia del dios, a la que sólo tiene
acceso el faraón y los altos cargos eclesiásticos y en la que se guardaba la figura
del dios y las riquezas del templo, esta disposición varía según las riquezas que
tuviese el faraón para hacer el templo. Entre los templos principales están el de
Luxor y el de Karnak, y de fechas más tardías son los de Ramsés II y su esposa
Nefertiti, destacando el de Abu-Simbel en el que se reproducen a la entrada, las
figuras del matrimonio y sus descendientes, mandado construir por Ramsés II.

Los faraones de las dinastías XVIII a XX fueron grandes constructores de arquitectura


religiosa. Tras el restablecimiento de la capital en Tebas la realeza divina de los
faraones se asoció al dios local Amón, que llegó a ser la divinidad suprema más
importante de Egipto y reinaba sobre los dioses secundarios. Casi todos los faraones
del Imperio Nuevo se preocuparon por ampliar y hacer nuevos añadidos en el conjunto
de templos de Karnak, centro del culto a Amón, convirtiéndose así en uno de los más
impresionantes complejos religiosos de la historia. El mayor de todos ellos es el de
KARNAK.

TEMPLO DE KARNAK
Sus gigantescos pilonos, la gran sala hipóstila, los vestíbulos plagados de columnas,
los obeliscos y las estatuas dispuestas en numerosos lugares, llevan directamente a
pensar en el poder y majestuosidad del faraón y el Estado de aquella época. Próximo a
este conjunto destaca también el templo de Luxor.

AVENIDA DE LAS ESFINGES: AMON EN KARNAK


TEMPLO DE LUXOR

Este templo es el monumento más destacable de la ciudad de Luxor. El templo de


Luxor está cerca del Nilo y en paralelo a la orilla del río. El Faraón Amenhotep III que
reinó entre 1390-53 a.C. construyó este hermoso templo, dedicado a Amón-Ra, rey de
los dioses, su consorte Mut, y su hijo Khons. Se debe fundamentalmente a la obra de 2
faraones, grandes constructores, Amenhotep III y Ramsés II. El primero construyó la
parte interior y Ramsés II el recinto exterior. No obstante, el templo tuvo tal importancia
que muchos otros faraones contribuyeron al engrandecimiento del recinto, con la
decoración, construcciones suplementarias, relieves o realizando diferentes cambios.
La longitud total del templo es de 260 metros y estaba dedicado a Amón, que en
concreto en Luxor tomaba la forma de Min bajo la denominación de Amón-Min. De
hecho la función principal del templo de Luxor era la procesión que una vez al año,
durante la celebración del Año Nuevo, se celebraba y en la que la imagen de Amón
salía de su recinto de Karnak para, a través de la avenida de las esfinges, visitar el
templo de Luxor. En la entrada están las famosas estatuas sedentes de Ramsés II
decoradas con imágenes de prisioneros que representan los 9 pueblos conquistados
por Egipto. La reina Nefertari aparece a cada lado del trono. A su lado había dos
obeliscos de 25m, pero hoy en día sólo podremos observar uno, ya que el otro está en
la plaza de la Concordia en París.

EL TEMPLO MAYOR DE ABU SIMBEL


Emplazado a orillas del río Nilo, en Egipto, al sur de la ciudad de Asuán, es uno de los
dos templos construidos en dicho lugar por orden del faraón Ramsés II hacia el año
1250 a.C. El templo está excavado en la roca hasta una profundidad de 55 m y la
entrada está flanqueada por cuatro estatuas de Ramsés, de más de 20 m de altura.
Alrededor de éstas hay otras más pequeñas que representan algunas de las muchas
esposas e hijos del faraón. El templo está dedicado a las grandes divinidades del
Egipto Antiguo ya que podemos apreciar sobre la entrada una figura con cabeza de
halcón que representa a Horus-Ra, el dios egipcio del Sol. La fachada del templo está
decorada con figuras y jeroglíficos, muchos de gran importancia histórica, como el que
aparece tallado sobre la puerta, que representa la unificación del Alto y el Bajo Egipto
bajo el mando único de Ramsés. Entre 1964 y 1968 ambos templos tuvieron que ser
desmontados en bloques y trasladados a un lugar más elevado con el fin de salvarlos
de su inmersión bajo las aguas de la nueva presa de Asuán.

SEMIESPEOS

De estos templos y tumbas, uno de los primeros y más insólitos fue el de la reina
HATSHEPSUT en Dayr al-Bahari, levantado por el arquitecto Senemut (muerto hacia el
año 1428 a.C.). Situado frente a los acantilados del río Nilo, junto al templo de
Mentuhotep II, de la XI Dinastía, y probablemente inspirado en él, porque ambos son
templos semiespeos, es decir, que parcialmente están construidos al aire libre y
parcialmente excavados en la roca. El templo es una extensa terraza con numerosas
capillas para los dioses y relieves representando los éxitos logrados por Hatshepsut a
lo largo de su reinado. Su disposición constituye una verdadera novedad: no se
despliega en patios sucesivos, como lo hacen los demás templos egipcios, sino, que
aprovechando las cortaduras del terreno, se levanta a distintos niveles en una serie de
terrazas rodeadas de columnatas que sirven de pórtico a las capillas abiertas en la
roca.

Se asciende a las terrazas por escaleras monumentales. Los pórticos de Deir el-Bahari
debían de preservar también la luz y del calor las habitaciones destinadas a la gran
reina, quién hizo perpetuar en los antepechos de las barandas de las terrazas las
campañas victoriosas de sus generales, y aún de ella misma, cuando, con aspecto
masculino, combatió al lado de su padre, el dios Amón.

LAS TUMBAS DEL VALLE DE LOS REYES

Fueron excavadas en el interior de la roca, en un esfuerzo —casi nunca conseguido—


por ocultar los sepulcros donde reposaban las momias de los faraones. Largos pasajes
y corredores, escaleras y cámaras funerarias fueron decorados con relieves y pinturas
de escenas de textos religiosos destinados a proteger y amparar el espíritu del difunto
para su próxima vida. el Valle de los Reyes comenzó a ser considerado como gran
necrópolis a partir de la dinastía XVIII, tiempo en el que fueron enterrados no solo
faraones sino también miembros de la familia real (reinas y príncipes) y grandes
personalidades.
El primer monarca que fijó allí su tumba fue Thutmosis I (1506-1494 a.C.). Se ha
discutido si su predecesor Amenofis I (1527-1506 a.C.) llegó o no a ser sepultado allí o
bien en Dra Abu el-Naga. Tras Thutmosis I lo harían numerosos reyes de las dinastías
XVIII, XIX y XX. Como es sabido Akhenatón (1364-1347 a.C.) se hizo enterrar en la
necrópolis de su nueva capital Akhetatón, hoy Tell el-Amarna.

Como en todas las épocas, la arquitectura doméstica y palaciega se hizo


fundamentalmente con materiales más baratos que la piedra, como el adobe. No
obstante, se han conservado los suficientes restos como para dar una idea aproximada
de la planificación de los palacios y sus múltiples estancias con pinturas y decoraciones
diversas en suelos, paredes y techos. Las viviendas de las clases privilegiadas
formaban amplios conjuntos urbanos integrados por edificios residenciales y para el
servicio. Ejemplos de casas modestas para los obreros pueden aún encontrarse,
agrupados junto a los pueblos, muchas veces como las del Egipto actual.

Escultura y Relieve

El relieve logra su efecto mediante el modelado, la luz y las sombras, mientras que la
pintura lo consigue con la línea y el color; pero las técnicas de la representación son
básicamente las mismas en una y otra, ambos se sirvieron también del color. El relieve
puede ser alzado o en hueco. En el relieve alzado se excava la superficie que rodea a
las figuras hasta una profundidad que puede alcanzar los cinco milímetros, de modo
que los personajes y figuras destacan sobre el fondo. En el relieve en hueco, hundido o
inciso, los perfiles de las figuras se graban en la superficie, que permanece, quedando
las figuras modeladas dentro de la misma. El relieve alzado se empleaba, por lo
general en los interiores, dejando para los exteriores el relieve en hueco, que destaca
más al sol. Hubo, sin embargo, variaciones de estilo en los distintos periodos; el relieve
en hueco resultaba también más barato.

Las principales construcciones religiosas y las mejores tumbas privadas estaban


decoradas con relieves. La pintura se empleó en las tumbas privadas, cuando la roca
de baja calidad hacía imposible el relieve, o bien para economizar o cuando la obra no
era permanente y la superficie que había que cubrirse no era la adecuada para la labor
de relieve, como en las casas privadas y en los palacios reales, construidos con
adobes. Pero, aunque la pintura ocupase un lugar secundario, existen numerosas y
magníficas obras pictóricas, cuyas técnicas estimularon a los artistas a trabajar con
mayor libertad en el relieve.

La abundancia de estatuas en tumbas y templos responde a necesidades rituales. La


función de las estatuas se deriva de la necesidad de que la imagen ayude al espíritu
del difunto a volver a la vida. Son el receptáculo de la energía vital del difunto, el KA, y
garantizan la otra vida en caso de que el cuerpo material desaparezca o se
descomponga. Las estatuas no son, pues, una simple copia de la persona
desaparecida. Mientras exista la estatua del difunto, pequeña o grande, la vida del
modelo se prolongará en su imagen. El KA podía viajar por el trasmundo, pero
necesitaba de una forma concreta real para seguir viviendo, cuando regresase de sus
viajes. La cabeza es la parte más importante para indicar al alma del difunto el lugar
donde debe depositarse. Sin embargo, no existe retrato, tal y como nosotros lo
entendemos, esto es, como fiel reproducción de los rasgos del representado. El serdab
es la cámara oculta, adyacente a la cámara mortuoria, reservada para la estatua-
soporte del KA. Se preservaba con el fin de protegerla ante contingencias externas que
pudiesen destruirla. Las estatuas también se colocaban en los templos para facilitar al
difunto el disfrute y participación en los rituales vivificadores, por eso el serdab tenía
una pequeña abertura a la altura de los ojos de la estatua, que permitía la observación
de las ceremonias desde la antecámara. Así se explica la proliferación de esculturas de
un mismo personaje en las diferentes dependencias sepulcrales, pues cada una de
estas representaciones debía cumplir con ritos funerarios diversos que exigían su
presencia.
Muchas de estas estatuas quedaban ocultas a los ojos de la gente, ya que no fueron
pensadas para ser contempladas. Ahora bien, para cumplir con su destino sacro era
condición indispensable la máxima perfección en la factura de la obra. La adecuación
entre la forma y función es el principio básico de toda la estatuaria egipcia. Para
conseguir la integración de estos fines se fijaron unas normas que debían respetarse
con absoluta fidelidad en todos los talleres de escultura. Esto explica, claramente, el
carácter normativo del arte egipcio.

Características

- Ley de la Frontalidad: se va a representar al personaje con


numerosas partes de su cuerpo frontales al espectador. Si es una
escultura de bulto redondo, la totalidad de ella adquiere esta ley, pero
si se trata de un relieve o pintura, sólo algunas partes son frontales
como el tronco y el ojo. Esta ley de la frontalidad obedece al
intento de representar cada cosa desde el ángulo más característico.
La cabeza se veía mucho más fácilmente de perfil, pero los ojos de
frente. Los hombros y el tórax aparecen de frente para verlos
completamente, pero los brazos y las piernas se perciben mejor de
lado. Los pies, curiosamente están vistos desde dentro, es decir con
el dedo gordo en primer término (tiene así dos pies izquierdos).
- La rigidez, son figuras hieráticas (rígidas, sin movimiento), sin gestos,
generalmente sin sensación de movimiento, creadas siguiendo esa
visión trascendente de la vida en el más allá.
- La simetría de manera que hay un equilibrio de volúmenes, masa y
formas en la repartición simétrica de los cuerpos.
- No valoración de la profundidad: Los egipcios no valoran la
profundidad, realizan sus obras siempre en dos dimensiones (alto y
ancho) y cuando quieren señalar profundidad, lejanía o perspectiva lo
hacen colocando las figuras en bandas superpuestas.
- Jerarquización: tanto en el tamaño como en los materiales, de forma
que las figuras principales son de mayor tamaño, y realizadas en un
material mejor.

Temas

Suelen ser habitualmente de tipo religioso, bien vinculados a la trascendencia


de la vida o bien sobre la búsqueda de la vida hacia la muerte. En menor
medida aparecen otros temas de carácter cortesano, e incluso algunos, los
menos, de carácter popular, aunque vinculados a la idea de la vida más allá.
La temática egipcia aparece repleta de símbolos: así Anubis es un perro-lobo
o chacal que simboliza al dios de la muerte. Los faraones al ser esculpidos se
les añade una simbología, si llevan el disco solar representa al dios Ra, si
llevan el halcón al dios naciente, si llevan una cobra representan la
protección o la destrucción.

Materiales

El arte egipcio utilizó prácticamente todo tipo de material para la escultura,


predominando los materiales duros por su permanencia, sobre todo la caliza
blanca y algunas piedras semipreciosas como el basalto, la ovidiana, ...
Estos materiales, en algunas ocasiones, se policromaban (se cubrían de
color). Cuando se policromaba una figura femenina, solía hacerse con el
color blanco o amarillo, mientras que la masculina lo era de color oscuro u
ocre. En algunas ocasiones, para dar mayor realismo a la representación,
se incluyen incrustaciones, sobre todo en los ojos.

El poder de la palabra

La palabra queda inmortalizada por medio de la escritura. Ésta posee carácter divino,
es un legado de los dioses. Las palabras poseen Mana que es la condición
sobrenatural que permite, a través de la lectura, que el difunto pueda hablar, esto es,
participar de la vida. De ahí, que en la estatuaria egipcia no se conciba el retrato como
copia mimética de la realidad. Lo que individualiza, lo que define un retrato como tal, es
la palabra, es el nombre inscrito en la misma escultura. La identificación de la persona
se produce, pues, precisamente mediante el epigrama y no a través de la adecuación
de las formas.

Los códigos de la representación en la estatuaria

Independientemente de su escala, desde las grandes estatuas colosales a las


pequeñas figuras votiva, todas responden a las mismas leyes de representación. Éstas
pueden reducirse a dos: la ley de frontalidad- las estatuas se construyen para ser vistas
desde un punto de vista frontal- y la ley de simetría axial -un eje vertical divide a la
figura en dos partes iguales-. Las estatuas representan los rasgos esenciales de las
figuras sin detenerse en puntos de vista distorsionadores, como podría ser un escorzo.
La ley de frontalidad exige la máxima claridad, no se narra ninguna historia y la figura
representada es atemporal.

Los escultores egipcios no iniciaban su labor trabajando directamente los bloques de


piedra. Previamente, preparaban las masas pétreas en prismas regulares y sobre cada
una de sus caras trazaban una cuadrícula que les servía de guía para la realización de
la figura. Ésta se dibujaba sobre dos lados del bloque, de frente y de perfil, aplicando
medidas exactas según un canon. La composición de la figura se convertía así en la
conjunción de dos planos imaginarios principales: uno vertical y otro horizontal. A partir
de esos dos planos perpendiculares se articulaban los volúmenes de las figuras. Pese
a encuadrarse dentro de unas leyes de representación rígidas, las formas escultóricas
están dotadas de una cierta gracia y encanto.

Materiales empleados en escultura

El gusto egipcio por los materiales perennes responde a la necesidad de que no se


destruya la estatua del difunto con el paso del tiempo. La piedra fue el material
preferido ya que su dureza garantiza la perdurabilidad a través del tiempo. Por otra
parte, la abundancia de piedra en Egipto facilitó el gran desarrollo de la estatuaria en
este tipo de material. Las canteras de Tura, cerca de Gizeh, y las de Asuán, al sur,
abastecieron continuamente los talleres de escultura.

Las piedras utilizadas habitualmente fueron caliza, esquisto, diorita, pizarra, basalto,
granito rojo (empleado en sarcófagos), obsidiana y pórfido.

La utilización de la madera y el metal fue menos frecuente. La madera se solía emplear


en las estatuas que acompañaban a las de piedra, mientras que el oro, abundante en
los depósitos aluviales del río, se utilizó con profusión en la decoración de los
sarcófagos.

La madera y la piedra caliza se policromaban, aplicando el color sobre una capa de


estuco que facilitaba la adhesión de la pintura. En algunas estatuas se incrustaba en
las órbitas oculares ojos de vidrio. Para conseguir mayor realismo la oquedad interior
se recubría, previamente con láminas de cobre. Ello acentuaba la sensación de viveza.

Modelos y Géneros Escultóricos. La Representación del Faraón

Convencionalmente hay dos tipologías para la representación de personajes de rango


divino: sedente o de pie. En el modelo de estatua sedente la figura se articula en
ángulos rectos formando un todo con los dos planos del bloque, uno vertical y otro
horizontal.

Los brazos se apoyan sobre los muslos o están cruzados sobre el pecho, sin espacios
vacíos entre los miembros y el tronco.
Las piernas se disponen en paralelo, con los pies desnudos, dejando a menudo
material pétreo entre ellas. La simetría de las masas volumétricas es absoluta. Impera
pues la simplificación de las formas con una auténtica regularidad geométrica. El
esquema de composición es el mismo para todas las estatuas sedentes. El asiento se
convierte en un plano abstracto, unido al cuerpo, lo que da rigidez a la figura. Se anula
así, cualquier referencia añadida a ella, a excepción de inscripciones jeroglíficas, que
proporcionan datos sobre el personaje representado. Escapan a estas normas los
escribas, quienes se representan sentados en el suelo con los brazos y las piernas algo
despegados del resto del cuerpo, pero conservando la simetría axial.

En la representación de los faraones y personas de rango social elevado los


personajes parecen atemporales. Los códigos escultóricos siguen además una estricta
aplicación de la policromía: el marrón rojizo para el hombre y el amarillo pálido para la
mujer. Los reyes aparecen representados con una serie de atributos que los
caracteriza.

Normalmente los monarcas muestran el torso desnudo, visten una falda plisada y
presentan la cabeza cubierta por la doble corona del bajo y el Alto Egipto.

Una de las estatuas que resume magníficamente el arquetipo escultórico de modelo


sedente pertenece al REY KEFREN DE LA IV DINASTÍA, de quién se han hallado
numerosas representaciones en diferentes materiales pétreos. La figura del rey está
protegida por las alas del dios Horus. Éste, en su forma de halcón abraza con sus alas
-desde la espalda- la cabeza del rey, en actitud de imposición del hálito divino. El rey se
consideraba el descendiente directo de Horus, el dios halcón hijo a su vez de Osiris. El
cuerpo forma un bloque unido al trono con los brazos sin despegarse del torso. En bajo
relieves están grabadas las flores del Alto y Bajo Egipto.
En el modelo de los personajes representados de pie, el cuerpo permanece erguido
con un reparto equitativo del volumen a ambos lados del eje. Generalmente, los brazos
están pegados a lo largo del tronco con los puños cerrados y el pie izquierdo
adelantado, en actitud de marcha. La estatua doble de NIMAATSED (Museo egipcio de
El Cairo), de la V Dinastía, es un excelente ejemplo de esta tipología. Representa por
duplicado al sacerdote Nimaatsed en piedra caliza policromada. Ambas figuras
comparten el bloque de piedra que sirve de pedestal y de fondo, siendo en verdad una
repetición de la misma figura en estricta simetría. La aplicación del color detalla algunas
características del personaje, como el fino bigote.

Otras Representaciones Escultóricas

Las personas que no tienen un rango divino, como los funcionarios y sirvientes, están
plasmados con mayor realismo. Aparece así, la escultura de género que representa
oficios o tipos concretos de personas, como los escribas y los grupos familiares. En
realidad, la escultura se refiere siempre a tipologías que encuadran las diferentes
categorías sociales y no a individualidades concretas.

Son paradigmáticas las figuras femeninas de sirvientas, realizadas en caliza


policromada de tamaño variado como el de LA MOLINERA (Museo Egipcio de El
Cairo), procedente de la V Dinastía. La sirvienta está arrodillada con un rodillo entre las
manos que utiliza como molino plano. La figura capta una acción y rompe por completo
los esquemas mencionados anteriormente.

El hecho de que se represente una persona perteneciente a un rango social inferior


permite plasmar una escena llena de vida y temporal. Desaparece, pues, la rigidez y el
carácter monumental. Otra figura, LA CERVECERA (M. El Cairo), perteneciente
también a la V dinastía, aparece representada de pie con el torso inclinado sobre un
gran recipiente para prensar la cebada. Son frecuentes, así mismo, los grupos
familiares, en particular la pareja de esposos, que pueden permanecer de pie o
sentados, aunque lo más común es que el hombre permanezca sentado y la mujer de
pie. A menudo, ambas figuras se cogen con las manos por la cintura.
La representación de niños no es tan habitual, aunque también aparecen en escenas
familiares, sobre todo durante el período de la reforma religiosa del faraón Amenofis IV,
quién introdujo importantes modificaciones en los temas y las normas escultóricas.

Uno de estos grupos familiares es el del enano SENEB, de la VI Dinastía. La pareja


aparece sentada. Los dos hijos de menor tamaño están delante, unidos a la pared
pétrea, en la zona que hubieran ocupado las piernas del padre de no tratarse de un
enano. Las diferentes expresiones, de tono grave en el rostro de Seneb, de dulzura en
la mujer, y de graciosa timidez en los niños, otorgan al conjunto un encanto indiscutible.

Hay un tipo de esculturas que sin llegar a ser exentas, casi son de bulto redondo. Se
trata de estatuas-relieve que se encuentran integradas en los muros de las mastabas e
hipogeos formando parte de la propia arquitectura. Las tipologías son las mismas,
sedentes o de pie; inicialmente estaban policromadas. En estos casos, la piedra se
cubría con una capa de estuco sobre la que, posteriormente, se aplicaba la pintura.

La belleza juvenil como símbolo de eternidad


El cuerpo humano es armonioso y, también, símbolo de vida y a la vez de eternidad.
Por ese motivo, las esculturas de las tumbas representan siempre un modelo joven.

El grado de idealización de las figuras es proporcional al rango que estas ocupan en la


escala social. Cuanto mayor sea la jerarquía del personaje representado más fidelidad
se observará hacia las normas. De ahí el que se encarne el esplendor corporal. Los
cuerpos de los faraones son por lo tanto, fuertes y bien proporcionados y presentan
además una armonía de formas que expresan el vigor juvenil.

La idea de juventud aparece magníficamente representada en la TRIADA DEL REY


MICERINO (M. El Cairo), dechado de belleza y perfección en piedra granítica. El rey,
que está representado de pie, avanza un poco para destacarse de las otras figuras
femeninas que le flanquean y que quedan en un plano posterior.

Las tres figuras son paradigmas de juventud y hermosura, especialmente los cuerpos
femeninos que están dotados de una sensualidad extraordinaria. Las formas se
modelan insinuando los volúmenes rotundos que hay bajo la transparencia del vestido.
Las figuras parecen avanzar en perfecto orden desde el plano del fondo. La simetría
ordena la representación en su conjunto y en cada una de sus unidades.

La escultura del Imperio Antiguo

Durante las primeras dinastías (época tinita), la estatuaria todavía no estaba


plenamente definida ni codificada. Se crearon ya, sin embargo, figuras que preludiaban
las características de la estatuaria egipcia clásica.

Los materiales más empleados son el marfil, la madera y también el barro esmaltado,
que son elementos más mórbidos que la piedra, lo que permite ejecutar formas más
atrevidas.

Los tipos que aparecen con mayor frecuencia son desnudos femeninos. Tratados con
sutileza, tiene las piernas juntas y los brazos extendidos a lo largo del cuerpo. Destaca
el triángulo púbico fuertemente inciso, característico símbolo de la fertilidad. Las
pequeñas figuras masculinas representan a los hombres de pie, con los brazos
adheridos a lo largo del cuerpo y un cinturón fálico como única prenda (Ashmolean
Museum. Oxford). Por último, las figuras que representan prisioneros arrodillados y
atados pueden sr independientes del soporte al que se adscriben.

Son esculturas de bulto redondo. También pueden estar incorporadas a algún mueble u
otros objetos como parte de la decoración.

Las figuras de animales alcanzan una ejecución mucho más audaz que la figura
humana, prolongando la tradición prehistórica en la que el animal era presentado con
asombrosa perfección y verosimilitud. Son graciosas figuritas realizadas en piedra o en
otros materiales (cerámica, marfil) que reproducen animales -simios, hipopótamos o
leones. Algunos de esto animales presentan actitudes amenazadoras con fauces
abiertas, pero la mayoría adoptan posturas graves y tranquilas. Este tipo de
representación se fue repitiendo a lo largo de las distintas dinastías, pues la manera de
plasmar la naturaleza y de establecer relación con ella fue una constante en la cultura
egipcia.

Las primeras representaciones del faraón


Una de las primeras piezas escultóricas reales, perteneciente a la época tinita, es una
diminuta figura de marfil portadora de la corona del Alto Egipto, que representa al
faraón en actitud de marcha. En el mismo período surgen ya los prototipos sedentes y
de pie, tallados en piedra caliza, en los que no hay separación entre la cabeza y los
hombros. Generalmente los dos pies suelen estar juntos. Si uno de ellos aparece
adelantado, entonces ambos quedan unidos por restos de la materia pétrea. Al
principio, las estatuas sedentes poseían rasgos majestuosos y muy expresivos, lo que
origina en el espectador una profunda impresión. Con el tiempo se produjo una
atenuación de estos rasgos, hasta plasmar la total serenidad que caracteriza los rostros
de las estatuas egipcias. A partir de la estatua del rey DJOZER, procedente del serdab
del complejo funerario de Saqqara (M. El Cairo), quedan establecidos plenamente los
códigos formales que regirán la escultura egipcia.

Es la primera escultura de tamaño natural en la que cristaliza la intención de la


búsqueda de la solemnidad. Ésta se expresa a través de la simplicidad de las formas.
Se establece el modelo ideal en posición sedente. La figura forma entonces un todo en
unión con los dos planos que le sirven de soporte, uno en la base de los pies y otro en
el tronco respaldo. Las extremidades inferiores están unidas, los brazos descansan uno
con la mano extendida sobre los muslos y el otro con el puño cerrado pegado al pecho.
La cabeza, con el tocado real y barba ceremonial, tiene un rostro de rasgos regulares,
una expresión inmutable, animada por ojos vítreos. Se puede decir que es uno de los
primeros intentos del arte egipcio por dominar el estilo de la representación humana.

La estatua del rey Kefren

ESFINGE DE GIZEH. La colosal figura de la esfinge, Kefrén, faraón de la IV dinastía,


de cabeza humana y cuerpo de león, de 70 metros de longitud y 20 metros de altura,
se levanta junto a las pirámides de Gizeh en el complejo funerario. Se trata de la figura
de un león agazapado con la cabeza del rey Kefrén que muestra el tocado real y la
barba ceremonial que personifican la figura poderosa del león. Para labrarla
aprovecharon un montículo de caliza de la llanura, que se completó con grandes
bloques, pero las arenas del desierto la cubren en su mayor parte, escondiendo un
santuario que en la época romana se improvisó en el seno del monstruo.

La estatua gigantesca mira hacia el este, el lugar por donde nace el dios Sol, y con
quién se identifica al rey. La esfinge simboliza, por lo tanto, el concepto de rey como
divinidad. Es también el protector de la tierra -rechaza los malos espíritus-, erigiéndose
en guardián permanente de la necrópolis de los monarcas. Las terribles mutilaciones
que ha sufrido, agrandan todavía más sus ojos, fijos, abiertos, que escrutan la aurora
de un horizonte más lejano que nuestro horizonte terrestre. Fue esculpido hacia el año
2800 a.C
Grupos familiares y escribas

Dentro de la uniformidad del arte egipcio se da una variedad de figuras, manifiesta en


las diferentes combinaciones de grupos de dos, tres o más personajes. Entre los
grupos familiares, en una mastaba de Meidum, se hallaron figuras sedentes en piedra
caliza, que representa a un matrimonio noble, los ESPOSOS RAHOTEP Y NOFRET.
Los cuerpos forman un bloque compacto con los pedestales y asientos en los que las
figuras aparecen labradas como un altorrelieve. Tal como es característico de la
escultura, los representados no se independizan del bloque de piedra; más bien
parecen surgir de él. Ambas figura están pintadas con los habituales códigos
cromáticos, el marrón para la piel masculina y el amarillo o rosado para la femenina.

LOS ESCRIBAS SENTADOS, son representaciones escultóricas que plasman un gran


realismo. Sin duda, dos de los más importantes son los escribas que datan de la V
dinastía. Uno de ellos se encuentra depositado en el M. del Louvre y otro en el M. de El
Cairo. La administración egipcia estuvo bien organizada desde sus comienzos y los
cargos de funcionarios dedicados a la administración eran numerosos. Entre los oficios
más reconocidos se encontraba el de escriba.
La persona que desempañaba este cargo debía saber escribir y dibujar al mismo
tiempo, lo que suponía un altísimo grado de especialización y reconocimiento social. En
las esculturas se representa a los escribas sentados en el suelo, con las piernas
cruzadas y con las manos ocupadas por una hoja de papiro y el estilo para dibujar. Son
estatuas de piedra caliza policromada, con los brazos despegados del tronco y una
expresión de recogida concentración y serenidad. Se ha conseguido una viveza
inquietante en la mirada, gracias a la incrustación de vidrio en los ojos.

En el conjunto de estatuas del Imperio Antiguo, tanto de faraones como de personas


sin rango, las posturas tranquilas y las actitudes sin tensión muscular alcanzan un
realismo sobrio en el estilo y en la expresión de los rostros, de un modelado
generalmente suave. La escultura de la V dinastía, conocida como EL ESCRIBA
SENTADO, que se conserva en el Louvre, fue descubierta en 1850 por el arqueólogo
Mariette, en una tumba de Saqqara. Representa al administrador KAI, del que aparece
otro retrato en la misma tumba. La escultura, que mide 53,5 centímetros, impresiona
por la profunda concentración que plasma. El rostro esboza una misteriosa sonrisa y
muestra una intensa mirada, que se acentúa debido a la incrustación de piedra dura.
Es la representación de un intelectual, cuya mano derecha está presta a escribir.
Probablemente, esta escultura era el doble del difunto y estaba destinada a asegurarle
la inmortalidad.
Las estatuas de madera de funcionarios de la corte ejemplarizan otra tendencia
escultórica en la que se permite la individualización de la figura. Por tratarse de
personas sin ringo noble, podían representarse sin plasmar la clásica rigidez que
caracterizaban las representaciones de ellos faraones o de personajes de la familia
real. Además, técnicamente el trabajo de la madera es muy distinto del de la piedra. La
madera permitía trabajar las distintas partes de la escultura por separado, para unirlas
posteriormente. De ahí el que este tipo de esculturas tuviesen un carácter menos
severo. Una de las más conocidas es la estatua de SHEIKH-el-BELED, conocida
popularmente como “El alcalde de la aldea”. Representa a un hombre maduro, de pie y
sujetando con un brazo una vara de sicomoro. Los ojos de vidrio acentúan aún más el
realismo de la figura y plasman los logros de esta particular tendencia escultórica.
La Escultura en el Imperio Medio

En este período no hay una unidad estilística estricta, sino que se aprecian diferentes
tendencias que optan por diversas expresiones expresivas. En el norte, en la zona del
Delta, se desarrolla un gusto hacia las formas clásicas e idealizadas, derivadas del
Imperio Antiguo, en las que se exalta la nobleza y serenidad de las figuras. Las
estatuas sedentes de SESOSTRIS I son representativas de esta tendencia; se trata de
figuras de piedra caliza que muestra un rostro juvenil.
Un poco más hacia el sur, en Menfis, se opta por un mayor realismo; y en la zona de la
capital tebana, en el sur del país se tiende a sintetizar ambas tendencias con
preferencia a mostrar la expresión del rostro, mientras el cuerpo permanece fiel a la
normativa del Imperio Antiguo, impasible y ajeno a cualquier rasgo temporal. Las
esculturas de los reyes se prodigan y se encuentran no sólo en las construcciones
funerarias, donde habían ocultas durante el Imperio Antiguo, sino también en el interior
de los templos y en el exterior de las edificaciones, al aire libre.

SESOSTRIS II:
AMENEMHET II:

Cambios artísticos

Respecto al período anterior han tenido lugar importantes cambios artísticos. La


expresión invariable del rostro con la mirada perdida en el infinito, que caracterizaba a
los reyes, se ha transformado en un ademán melancólico que abandona el hieratismo
intemporal. Los rostros de SESOSTRIS III y AMENEMHET III, expresan dichos estados
de ánimo.

Tal y como se aprecia en el rostro de SESOSTRIS III, de granito rosado y que se


conserva en el M. M. de Nueva York, la mirada ha perdido la nitidez y absoluta firmeza
que caracterizaba los rostros de los soberanos de antaño. Los párpados se agrandan y
caen, el ceño se frunce. Quizás los rostros expresan los cambios que se han producido
en las creencias religiosas. En este momento se ha perdido la garantía que ofrecía un
destino inmortal y de una vida terrena optimista., bajo la protección del dios RA.
Además, el vínculo entre el rey, hijo de Horus, y su pueblo ha cambiado. A partir de
este momento la autoridad se afirma través de acciones, como las conquistas de otros
territorios, y no solo por mediación de lo divino. Este espíritu de preocupación por lo
temporal es el que reflejan algunos rostros de faraones. Se realizan también esculturas
del rey que reproducen diferentes momentos de su vida, como se puede observar en
algunas estatuas de SESOSTRIS III (M. El Cairo). En ellas se mantiene el porte
majestuoso que caracteriza al soberano, pero su rostro plasma el paso de los años. En
otras figuras el semblante del monarca muestra pesadumbre y denota también la
preocupación por las contingencias de la existencia.

Durante el Imperio Medio proliferan las esculturas llamadas “esfinges”. Son figuras que
representan un cuerpo de león recostado y un rostro humano. Desde el Imperio
Antiguo, con la Gran Esfinge de Gizeh, la escultura de forma animal se había
individualizado al representar el rostro del faraón simbolizando el poder divino. Desde
entonces no se repite la hazaña escultórica en grandes dimensiones pero la tradición
se prolonga y este período aporta algunas variantes formales. La actitud de la figura es
de una gran serenidad y las formas son sobrias, definidas por líneas puras que
modulan robustos volúmenes, la esfinge de AMNEMHET II en granito rosa, (M.
Louvre), es un ejemplo magnífico. El tocado ceremonial sustituye a melena del león y
resalta aún más el rostro de suave modelado, en contraste con los planos geométricos
que le rodean. Cuatro esfinges de AMENEMHET III, en granito negro, muestran una
variedad formal que modela unas crines de león muy estilizadas, con orejas que
sobresalen de la cabeza. El rostro del faraón permanece ensimismado en su
majestuosidad.

Pequeñas tallas para las escenas cotidianas

Durante el Imperio Antiguo se inició un género nuevo de estatuaria menor que proliferó,
extraordinariamente, a lo largo del Imperio Medio. Son pequeñas tallas, entre 20-30
centímetros, labradas en madera policromadas, que representan sirvientes realizando
sus labores. Se trataba de estatuillas destinadas a las tumbas y consistían en modelos
reducidos, a modo de maquetas, de diferentes situaciones y actividades que se
desarrollaban en la vida cotidiana.

La escultura en el Imperio Nuevo

Durante el Imperio Nuevo, Egipto, a partir de las conquistas militares, entra


definitivamente en contacto con el mundo asiático, iniciándose unos estrechos vínculos
culturales que enriquecen la producción artística. El ímpetu constructor de este periodo
origina un gran desarrollo de la estatuaria. Se crean figuras descomunales, llamadas
COLOSOS, que se instalan en el exterior de los templos. Se les consideraba
intermediarios entre el mundo divino y el mundo terrenal. Los colosos siguen las
tipologías de la estatuaria egipcia, sedente o de pie, en cuyo caso portaba los atributos
clásicos del dios Osiris: brazos cruzados sobre el pecho con el flagelo y el báculo, el
manto talar y los pies juntos. Se solían instalar en grupos de dos o de cuatro.

Los colosos más conocidos se encuentran en Tebas, llamados desde la época griega
LOS COLOSOS DE MEMMÓN. Formaban parte del templo de Amenofis III, pero los
sucesores del faraón deshicieron el templo y han quedado aislados como un par de
titanes solidarios en medio del paisaje. Representan a Amenofis III sentado en el trono,
a los lados de las piernas hay pequeñas esculturas de figuras femeninas, que
representan a la esposa y madre del faraón.
LOS CUATRO COLOSOS que flanquean la entrada en el speo de Ramsés II en Abu
Simbel (en la frontera de Nubia) están tallados en la pared rocosa. Constituyen una
fachada gigantesca de veinte metros de altura, en la que el faraón sedente custodia la
entrada.

La estatuaria exenta

Tiene fundamentalmente la misma tipología que en el periodo anterior, aunque


participa de influencias asiáticas, visibles por el gusto por el detalle y la minuciosidad
con el que están tratados los ropajes y demás atuendos. De la reina Hatshepsut hay
numerosas estatuas procedentes del hipogeo de Deir el-Bahari. Entre las más
hermosas se encuentra la que se conserva en el Metropolitan Museum de Nueva York,
realizada en mármol blanco. En ella se aprecia el cuerpo femenino sin disimulo, con
volúmenes muy simplificados en planos geométricos y un rostro de suaves formas que
acentúa un cuidadoso pulimento de la piedra.

Las denominadas estatuas cubo


Durante este periodo se prodigará una nueva tipología llamada “estatua-cubo” por
similitud formal con esta estructura geométrica. Este tipo escultórico representa una
figura sentada con las rodillas levantadas y cubierta totalmente por un manto, del que
sobresalen tan sólo la cabeza, las manos y los pies. La cabeza es la única parte del
cuerpo realmente tallada con detalle.

- Tell-El-Amarna

Amenofis IV emprendió una reforma sobre la ortodoxia religiosa que sacudió los
cimientos del panteón egipcio. En una declaración de monoteísmo sin precedentes, el
faraón se adjudicó el epíteto de Akhenatón, prodigando toda su fe hacia Atón, el disco
solar, la fuerza que infunde fuerza a la tierra. Abandonó el culto a los demás dioses y
propuso la búsqueda de la verdad. Estos nuevos ideales se reflejaron inmediatamente
en el arte.
Akhenatón trasladó la capital al norte de Tebas y fundó la ciudad de Tell-el Amarna,
donde estableció el centro de culto a Atón. Allí se abrieron talleres artesanos en los que
se plasmó la nueva iconografía. El canon no se modificó radicalmente.

Se introdujeron una serie de cambios que acentuaban la expresividad en el rostro,


apartándose así del modelo de la “eterna juventud”. Akhenatón levantó en Karnak un
templo solar (actualmente desaparecido) en el que había un pórtico rodeado de pilares
con estatuas que lo representaban. De este conjunto de estatuas colosales se
conservan 28 ejemplares. El rostro del faraón se alarga y el cráneo adquiere una
deformación ovoide. Los ojos son oblicuos y almendrados, los labios sumamente
carnosos. El cuello representa una exagerada esbeltez y el pecho queda hundido. La
línea de la pelvis se rebaja de manera que el vientre cae pesado sobre ella. Las
extremidades, brazos y piernas, delgadas en comparación con el torso, dan sensación
de fragilidad. El resultado es una figura que desprende una aureola mística,
extrañamente deforme y de aspecto más humano que las estatuas de las épocas
anteriores.

El BUSTO DE LA REINA NEFERTITI: las exigencias del nuevo estilo se mantuvieron


también en la estatuaria de los altos dignatarios. Los principales rasgos conservados
fueron la longitud del cuello y la deformidad craneana. Estas dos características han
distinguido también uno de los bustos más conocidos y alabados de toda la escultura
egipcia, el de la reina Nefertiti.
Este busto de la consorte de AKHENATÓN es un retrato de piedra caliza policromada
con incrustaciones de vidrio en los ojos. Los rasgos elegantes de su cuello de cisne,
admirablemente esbelto, todavía se acentúa más con la tiara azul que corona la
cabeza. Los rasgos sensuales de los labios, pómulos, mentón y nariz confieren al
rostro una belleza sumamente estilizada. En este periodo la escultura afirma con
rotundidad la sensualidad del cuerpo femenino.
Tras la muerte de Akhenatón se reinstauró el culto a Amón, aunque algunos de los
nuevos matices introducidos por su doctrina se mantuvieron vigentes tal como se
aprecia en la tumba de su sucesor, Tutankamon. En ésta se han encontrado
numerosos objetos que responden todavía al estilo de Amarna. Entre ellos destacan
una serie de 4 estatuillas en madera policromada. Se trata de diosas guardianas de las
vísceras del difunto, cubiertas con túnicas ceñidas al cuerpo que dejan entrever las
formas femeninas.

Curiosamente estas estatuas tienen la cabeza vuelta hacia un lado, en señal de


solicitar respeto, actitud que se aparta de la estricta ley de frontalidad de la escultura
egipcia.

Las Artes Pictóricas


En Egipto la pintura se desarrolla sobre un gran número de superficies, en
la escultura, en los relieves, pero también se desarrolla en los muros, en
las miniaturas, incluso en losas de cerámica y en cerámicas de barro
cocido, la misma escritura es considerada como la iniciadora del arte
pictórico, pero sobre todo se desarrolla sobre el muro.
Se mantiene la ley de la frontalidad, el hieratismo, la rigidez, aquellos rostros
con la mirada perdida, ya que la temática, aunque es muy variada,
sigue estando relacionada con el más allá o con los poderes de la religión,
predominando por ello los temas religiosos, aunque ello no es obstáculo
para que haya temas naturalistas, costumbristas y temas festivos.
Se utiliza la técnica del fresco, las tonalidades son planas no señalándose
nunca ni matices ni gradaciones de color que señalen volúmenes o
profundidad, fundamentándose siempre en el dominio del dibujo que siluetea
las figuras y señala las partes de que se compone. Al igual que en el
relieve, en la pintura se desconoce la perspectiva y cuando quiere señalar
distintas escenas las coloca en bandas superpuestas, aunque siempre
aparecen elementos del paisaje que nos sitúan en un medio concreto y nos
sugiere un ámbito real. Los más importantes restos se han encontrado en las
tumbas y en las excavaciones realizadas en los palacios antiguos.
Durante este periodo la decoración de las tumbas privadas otorgó mayor
protagonismo a las figurillas en bulto redondo que representan los diferentes
oficios, dejando en el segundo plano el relieve y la pintura mural. No obstante,
en las tumbas rupestres de Beni Hasan hay magníficos conjuntos pictóricos,
entre los que aparecen representadas tribus semíticas. En ellas se describe
detalladamente las indumentarias, creando frisos como el de las mujeres de la
tumba de Knemhotep. Con el desarrollo de la arquitectura, el relieve adquiere
importancia en la decoración de los templos. Desde el reinado de Sesostris I
queda constancia de la aplicación de la técnica del relieve rehundido, inscritos
en los muros sagrados. El relieve policromado se utilizó habitualmente en la
decoración de sarcófagos, plasmando diversas secuencias en el desarrollo de
una acción, como muestra el sarcófago de Kawit (Museo El Cairo), realizado
en piedra caliza. En una escena se está ordeñando una vaca y en la contigua
la leche es degustada por la sacerdotisa Kawit, mientras su sirvienta la acicala.
La decoración pictórica en las tumbas rupestres presenta escenas más
complejas y dotadas de mayor dinamismo que en épocas anteriores. La
escena de la caza del pantano es una de las más importantes y está muy
representada en numerosas tumbas siguiendo el mismo esquema. La
composición muestra al noble en tres momentos diferentes de la caza,
destacando el contraste entre la representación preciosista de los animales y
la severidad de las figuras humanas. La observación de la naturaleza se
despliega con todo lujo de detalles en peces y aves. La composición
reproduce, con gran verosimilitud, la normativa de la representación egipcia
con el predominio absoluto del orden y la claridad de lo representado. Las
inscripciones que aparecen en la composición documentan los títulos del
difunto. Unos epigramas completan las aclaraciones sobre la escena,
detallando las oraciones y los días en los que se deben llevar los presentes a
la tumba.

Características Generales

- Canon de perfil: en pinturas y bajos relieves, las figuras se


representaban con el rostro, brazos y piernas de perfil, mientras que el
tronco y el ojo estaban dispuestos de frente.
- Jerarquía: la representación estaba reservada a las figuras
de dioses y faraones en las primeras épocas, posteriormente, también a
personajes notables. Las figuras más importantes eran más grandes que
las de los demás personajes, y mostraban actitudes hieráticas, ausencia
de expresividad, como signo de respeto. El tamaño tenía relación directa
con su importancia social, así vemos que el faraón es el personaje más
alto en las escenas familiares, donde sus mujeres, hijos, o enemigos son
más pequeños; el faraón representado en presencia de los dioses
generalmente es del mismo tamaño.
- Ausencia de perspectiva: no había profundidad sino posición de
figuras. El menor tamaño de algunas no significaba que estuvieran más
alejadas, sino que eran menos importantes, simbolizando así su
inferioridad.
- Colores planos: utilizando el color con tonalidades uniformes, pues no
se hacían graduaciones de color ni medios tonos.

La pintura y el relieve en el Imperio Medio

El Imperio Medio es el periodo histórico de máximo poder político, económico


y social. El faraón es al mismo tiempo soberano absoluto, jefe militar y héroe;
también representa la encarnación de la divinidad. Se conservan gran número
de pinturas murales, procedentes de las tumbas de la aristocracia tebana y de
los templos de los dioses, por lo que resulta la época mejor documentada de
todo el arte egipcio.

LOS BAJORRELIEVES DEL HIPOGEO DE HATSHEPSUT, EN DEIR-EL-


BAHARI, destacan sobre todo por su temática que nada tiene que ver con la
representación triunfal guerrera de los soberanos. La reina Hatshepsut llevó a
cabo una política pacifista, por lo que no aparece la temática bélica en estas
obras. Situadas en la segunda terraza del hipogeo, reflejan los intercambios
comerciales con el país de Punt, un territorio mítico situado en el sudeste de
Egipto, al que partieron expediciones en busca de hierbas aromáticas, ébano,
pieles y otros productos. El regreso a Egipto está representado en diferentes
frisos.

Durante la XVIII dinastía, la pintura adquiere una soltura y riqueza expresiva


extraordinaria. No en vano, la construcción de la necrópolis de la nobleza, en
las proximidades de Tebas, es paralela a la costumbre, iniciada por los
faraones en el Imperio Medio, de construir sus moradas eternas en las
profundidades del Valle de los Reyes y en el Valle de las Reinas.
Efectivamente, la proliferación de las tumbas permite el desarrollo de la pintura
sobre las paredes y los techos, recovadas con estuco, para uniformizar las
irregularidades y conseguir, así, una total adherencia del pigmento.
En las cámaras funerarias de los nobles, la pintura se convierte casi en un arte
autóctono, en el que se ponen a prueba los recursos acumulados por la
tradición. El contacto con los pueblos asiáticos introduce, además, nuevos
elementos, como el interés por el detalle y la afición por las formas
ornamentadas. Las formas se van estilizando y aumenta la impresión de
movimiento de los cuerpos, que son también más gráciles.

Hipogeo de Hatshepsut. Deir el Bahari.

Los colores se han enriquecido sutilmente. Ya no se extiende el pigmento en


una capa plana opaca, sino que las medias tintas crean gradaciones tonales
suaves, dejando paso a zonas translúcidas. El detalle invade la representación
con minuciosidad descriptiva en vestidos y peinados, pudiéndose apreciar
incluso las trenzas. En la tumba de Ramosé, uno de estos grupos está
representado con túnicas azuladas, recorridas por líneas sinuosas en sentido
longitudinal; las plañideras, profundamente compungidas alzan sus brazos al
cielo en señal de implorar a los dioses, mientras sus rostros muestran gruesas
lágrimas.
En la tumba del faraón Horembed, último de la dinastía XVIII, las figuras de las
divinidades, de gran tamaño, desfilan con la rigidez de las formas antiguas. La
policromía en tintas planas de vivos colores y la exuberancia ornamental cubre
totalmente muros y techos.

La reforma de Amarna: una nueva representación en el arte

La reforma religiosa impuesta los Amanofis IV acentúa la utilización de recursos


expresivos aplicados, sobre todo, en la representación de la realeza. El esquema
convencional de la figura (frente, perfil) se mantiene, introduciendo modificaciones
visibles en el canon. En la pintura que representa a la pareja AKHENATÓN Y
NEFERTITI CON SUS SEIS HIJAS (Museo de Oxford), las figuras tienen los cráneos
ovalados, los labios carnosos y no están representados estrictamente de perfil. En la
barbilla y el cuello aparecen pliegues, al igual que en la zona del vientre, que ya no es
lisa sino abultada, los músculos de las piernas han ganado volumen.

La gama cromática adquiere unas tonalidades radicalmente novedosas en esta escena


de tonos rojos que se extienden sobre el fondo y las figuras. Las tintas no son
absolutamente planas, el pigmento se intensifica en determinadas zonas como las
mejillas, para expresar volumen en degradación tonal. El gusto por el detalle se
mantiene en la decoración del fondo, con la descripción de los dibujos geométricos y
también en las joyas.

La naturaleza también recibe especial atención en los muros del palacio de la reina
Nefertiti en Tell-el Amarna. Se representan jardines llenos de plantas y hay un
estanque, en el que revolotean múltiples pájaros. Los pájaros se representan volando
libremente. El tono intimista que caracteriza a estas representaciones nunca había sido
plasmado con anterioridad.

Las Escenas de Lucha


En los templos, construidos para la gloria de las divinidades, se introducen también
escenas de exaltación de la realeza. Se incorporan composiciones de carácter histórico
en las que se relatan los acontecimientos importantes como el recibimiento de cortes
extranjeras y las hazañas heroicas de los faraones en lucha contra extranjeros. El arte
se hace eco de la seguridad y el orgullo del país. El tema del faraón en carro de
combate guiado por caballos es muy frecuente a partir de la XVIII dinastía.

Los faraones tutmósidas convierten los templos en colosales “pantallas” en las que se
inscriben grandes relieves para reafirmar el papel tutelar del rey. En el templo de Amón,
en Karnak, un gran relieve representa a Thutmosis III aniquilando a sus enemigos, con
gesto similar al que aparecía en la paleta de Narmer de la I dinastía.

Artes decorativas. La orfebrería. La cerámica y el vidrio. El mobiliario

 Destreza de los artesanos

Los artesanos egipcios, que trabajaban bajo la protección real, alcanzaron un altísimo
nivel en la fabricación de muebles, de objetos de adorno y de uso diario, y en la
decoración. Ciertas técnicas, como la del trabajo en metal, tenían su origen en
Mesopotamia, pero fueron perfeccionadas en suelo egipcio. Se dispuso de grandes
provisiones de cobre del Sinaí y de Nubia, pero los trabajos en hierro y bronce no
conocieron su máximo desarrollo hasta más tarde, puesto que los egipcios no tenían
ningún acceso directo a las minas de hierro y estaño.

Los ricos veneros de oro de Nubia y del desierto oriental de Egipto proporcionaron a los
faraones medios de intercambio comercial. Las caravanas iban y venían entre las
cortes de Egipto y Tebas y las ciudades principales de las potencias del oeste asiático;
cada uno de los reyes asiáticos ambicionaba el oro para embellecer sus palacios y
aumentar su prestigio, y cedía, a cambio, muebles taraceados, metales y piedras
preciosas. Probablemente, la materia decorativa conocida como mayólica egipcia fue
también un invento y importado del occidente asiático, aunque fuese fabricada en
Egipto desde épocas muy remotas.

El rico color azul, fue, en particular, solicitadísimo. Dicha sustancia consiste en una
sustancia de cuarzo pulverizado recubierta de un barniz brillante. Los artesanos
egipcios perfeccionaron también la fabricación de cristal opaco, que utilizaron
frecuentemente en joyería o decoración de muebles como sustitutivo del lapislázuli, la
turquesa o el jaspe.

En la cerámica, la rica decoración del periodo predinástico se reemplazó por bellas


piezas no decoradas, de superficies pulimentadas y dentro de una gran variedad de
formas y modelos destinados a servir de objetos para uso cotidiano. En la antigüedad,
la cerámica servía para los mismos propósitos para los que hoy utilizamos el cristal, la
loza, el metal, la porcelana o el plástico; en consecuencia, el abanico de posibilidades
abarca desde vasijas y recipientes para comer y beber hasta grandes envases y
contenedores de almacenaje o incluso depósitos o cubos para la fermentación de
bebidas.

Las joyas se hicieron en oro y piedras semipreciosas, incorporando formas y diseños


animales y vegetales. En toda la historia de las artes decorativas de Egipto hubo una
gran predilección por tales asuntos o motivos artísticos. Se han conservado pocos
ejemplos por lo que se refiere al mobiliario, pero la abundante presencia de los mismos
en las imágenes de las tumbas nos proporciona abundante información sobre el diseño
de sillas, camas, escabeles, sillones y mesas. Generalmente los diseños fueron
simples, sencillos, incorporando formas vegetales y garras de animales para rematar
los acabados inferiores de los muebles (patas de sillas y mesas, por ejemplo). No se
utilizaban clavos, sino que las piezas se unían mediante espigas y mortajas o se
pegaban. Destacan los cabezales rodeados de genios para proteger el sueño. El más
bello conjunto de muebles del Imperio Antiguo es el de la tumba de la reina Heteferes,
madre de Keops, que destaca por su grandiosidad y sobriedad.

El Imperio Medio fue también una época en la que se produjeron magníficos trabajos
en artes decorativas, en particular joyas realizadas en metales preciosos con
incrustación de piedras de colores. En este periodo aparece la técnica del granulado. El
barro vidriado alcanzó gran importancia para la elaboración de amuletos y pequeñas
figuras. Quizá lo más conocido fueron los hipopótamos de barro vidriado en color azul
decorados con pinturas de plantas acuáticas
Durante el Imperio Nuevo las artes decorativas, al igual que la pintura y la escultura,
alcanzan las más elevadas cotas de perfección y belleza. Los objetos de uso cotidiano
utilizados por la corte real y la nobleza fueron exquisitamente diseñados y elaborados
con gran destreza técnica. No hay mejor ejemplo para ilustrar esta afirmación que el
ajuar funerario de la tumba (descubierta en 1922) de Tut Anj Amón, donde con ricos
materiales —alabastro, ébano, oro, marfil y piedras semipreciosas— se crearon
múltiples objetos de consumada habilidad artística. La cerámica del Imperio Nuevo
ofrece también este mismo gusto decorativo, con sus superficies frecuentemente
pintadas con motivos vegetales. En esta época se produce el apogeo del vidrio, técnica
en la que los artesanos mostraron una gran originalidad. En general, y a tenor de los
restos conservados, se puede decir que los egipcios de esta época encontraron un
particular deleite en la riqueza ornamental y en los vivos colores de las pinturas y artes
decorativas.

MASTABA DE MEDIUM: FRISO DE LAS OCAS.


SARCÓFAGO DE KAWIT. IMPERIO ANTIGUO:

LA CAZA DEL PANTANO:

TUMBA DE MEMNA:
TUMBA EN DEIR EL MEDINA. LUXOR:

TUMBA DE RAMOSÉ:
FRESCO DEL VALLE DE LAS REINAS, NEFERTITI REALIZA OFRENDAS A IRIS:

LIBRO DE LOS MUERTOS:

MÁSCARA DE TUTANKAMON:

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