3 Alejandra - Quintana - Martinez - 2006 PDF
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Y TRADICIÓN
ANIBALJUUO
JULIO DE 2006
Patricia Jaramillo, Directora
Escuela de Género
Facultad de Ciencias Humanas
Universidaad Nacional de Colombia
28 de junio, 200Ó
De mi consideración,
Cordialmente,
gaitas v tambores entrevistados/as en San jacinto. Ovejas y Bogota, del estudio de los
mitos de la Sierra Nevada de Santa Marta y los Zenues. y de establecer relaciones entre el
contexto musical costeño con las obras más representativas de la musicología de género en
occidente, encontré que. más que ser las cómodas denominaciones a las que se refieren de
Las construcciones sociales del género, inmortalizadas a través de los mitos e ideologías
objetiva.
Palabras Clave
Musicología, género, gaitas macho y hembra, San Jacinto, Ovejas, Bogota
A b stract:
According to ordinary life testimonies o f men and women, interpreting gaitas and drums in
San Jacinto, Ovejas and Bogotá, the cultural myths o f the Sierra Nevada de Santa Marta
and Zenues, and, by establishing relations between the musical costeño context with the
most representative musicological works in the West, I found that, far away from being
comfortable denominations like some researchers had assumed, behind the allocation of
the names macho (male) and hembra (female) given to the gaitas and drums in the
Colombian Atlantic Coast, there is an ancestral musical context that justifies and
perpetuates the relations and bipolar rolls of gender and the exclusion of the women in
music.
feminine symbolism dominates the melodic contents o f music. In this manner, the gaita
hembra and the alegre (or female drum) move and fascinate - like women do when they
dance, being the center o f attention and the gaita macho and the llamador (or male drum)
bring support through a steady beat in a masculine, rational and objective way.
The work is structured in five chapters: In the first one, I define the basic theory and
conceptual frame, in the second chapter, I describe the social and cultural context of San
Jacinto and Ovejas; the third chapter contains a survey and description of obstacles that
often come across women in their incursion into gaitas music; in the fourth chapter, I
attempt to respond to the question: 6Why they are called gaitas and drums male and
female7 and in the final chapter I raise strategies in order to break the bipolar model (man-
Key words.
Musicology, gender, male and female gaitas, San Jacinto, Ovejas, Bogotá.
GÉNERO, PODER Y TRADICIÓN
Al baile de la gaita el caimán le repica
Educación sexuada............................................................................ 66
Falta de oportunidades y apoyo.......................................................71
Los músculos de la crítica musical................................................. 78
Los excesos del ron vs. la incursión de las mujeres en la música
.................................................................................................86
Las tradicionales reglas de los festivales: un ejercicio del poder
masculino............................................................................................. 98
Atracción fatal................................................................................... 103
Cambios y permanencias a través de las experiencias vividas .... 105
Exclusiones de sexo y g énero............................................................ 119
Estrategias para combatir el dominio masculino.......................... 123
No todos los hombres y mujeres son iguales.................................. 128
Bibliografía
Principal ..................................................................................207
De referencia ...........................................................................213
4 todas v todos, gracias.
A los hombres y mujeres entrevistados/as, colegas con quienes escribí esta tesis; Felipe Pérez
Uribe, por ser cómplice del no sueño en las largas jomadas y Dor su apoyo técnico-afectivo;
Susana Friedmann, por su confianza, apoyo y gratos encuentros; Lucy Álvarez, quien de
manera íntegramente desinteresada -sin conocemos previamente- me resaló todo su
conocimiento y su tiempo; Eduardo Otero, quien me introdujo en los estudios de género y
cuya asesoría y préstamo de torres de libros fue imprescindible; Sonia Marcela Duran -la
maestra que me reveló los secretos de Word-, por repartir su tiempo entre el recién llegado
Pedro y los pormenorizados y acertados comentarios; Alba Suescún, sin cuya colaboración
profesional en los múltiples quehaceres domésticos hicieron posible mi dedicación a la tesis;
Juan Sebastián Ochoa, mi primer colaborador y acompañante en la travesía a Ovejas;
Esperanza y Jimena González, mensajeras que hicieron posible tener libros insospechados; a
todas las compañeras de maestría y a los tres arriesgados compañeros, con quienes construí
el proyecto en medio de las clases y los bares a los me acompañaron a hacer trabajo de
campo; mis maestras, mujeres excepcionales que seguirán luchando; las musicólogas de
género, que espero conocer pronto, cuyas pioneras investigaciones sirvieron de base para mi
trabajo; entre ellas, Laura Viñuela, con quien intercambié e-mails en búsqueda de las
mujeres en la música popular y cuyo libro, La perspectiva de género y la música popular:
dos nuevos retos para la musicología, representó una luz en medio de un panorama nacional
desértico; Guillo y Ana, porque su invaluable amistad me obligó a salir del encierro
académico en el que me consumí durante dos años; mi papá, por su incesante apoyo y por ser
un hombre inmejorablemente afectuoso, que al desafiar los tradicionales roles masculinos me
enseño a creer; mi mamá, por ser la mujer brillante y feminista que a través de su cariñosa
entrega e intachable humanidad seguirá inspirando mi lucha por la equidad.
A usted, por leerme; espero que la experiencia de descubrir las siguientes páginas sea tan
apasionante como fue para mi el escribirlas.
I
La dimensión del género
en la música
(Introducción)
La música está form ada p o r construcciones de género y sexualidad -no solo en el contexto
de la ópera o la música programática, sino también en algunos de los conceptos y
procedimientos más fundamentales-
Susan McClary
Uno de los problemas fundamentales en la investigación de música popular en nuestro país, además de la
desconocim iento del efecto ejercido por las relaciones y roles de género bipolares sobre la
vida cotidiana, profesional, musical y social en general; un desconocimiento que no solo se
aplica a la m anera de abordar el estudio de las diferentes disciplinas sino al ejercicio mismo
Cuadro de Aníbal Lajud, pintor sanjacintero. Foto tomada durante el Festival de gaitas en San Jacinto, el 13
de agosto de 2005.
M cCLARY, Susan. Feminine Endings. Gender, Music and Sexuality Minnesota: University of Minnesota
Press, 1991, p. 9.
publicidad, la docencia y la práctica musical inspiró mi entrada a los estudios de género y la
realización de este escrito.
El interés surge, sin saberlo, al terminar la carrera de Publicidad, una disciplina que aún hoy
(después de doce años de graduada), sigue estando dominada por una mirada patriarcal y
superficial que desconoce la perspectiva de género, la realidad social de nuestro país y sus
protagonistas: hombres y mujeres de diferentes etnias, razas, religiones, ideologías,
profesiones, edades y opciones sexuales. La publicidad sigue basándose en el chispazo
sorpresivo de algún creativo hombre (porque no creen en la creatividad de las mujeres, al
igual que en la música se percibe la composición como una cualidad masculina como
veremos en el cuarto capítulo), que termina reduciendo el universo consumista a modelos
irreales del ser hombre y el ser mujer.
Al entrar a estudiar música y ver que siglo tras siglo, mientras nos adentrábamos en la
historia de la música solo se hacía referencia a los grandes teóricos y las magistrales obras de
compositores europeos, mi pregunta insistente durante toda la carrera fue: ¿y las mujeres?.
Además de no obtener respuestas, adquirí la mal acreditada fama de feminista (porque
sabemos que por el solo hecho de preguntar por las mujeres, buscar la equidad y la
reivindicación, pasamos a ser un grupo subversivo que amenaza con romper el orden
patriarcal), fama que todavía, antes como estudiante y ahora como docente, sigue causando
resiste n c ia
Además de descubrir la historia oculta de las mujeres, me interesé por desenmascarar los
significados de género ocultos detrás de las notas, dado que en las clases de Literatura y
Materiales de la Música el análisis se centra -todavía- en describir la forma, los elementos
motivicos, rítmicos y armónicos de una obra; análisis que cifra3 mas no descifra los
elementos culturales discursivos implícitos en los elementos descritos. En la música barroca,
por ejemplo, el análisis formal se justifica en la media en que es un período estrechamente
ligado al desarrollo de las matemáticas, haciendo de la música un evento claramente
sistemático y regulado en el que un análisis cifrado revela la exploración de las nuevas
implicaciones tonales. Al llegar al período romántico, siglo XIX, cifrar ya no tenía sentido;
el rubato (o ritmo robado) que buscaba evadir la rigidez, las síncopas y apoyaturas que
desplazan los tempos, los saltos melódicos que buscaban una elocuencia en la expresión, las
modulaciones cromáticas, la fascinación por los motivos pequeños y las miniaturas para
piano, y especialmente la sonoridad inexplicablemente femenina, hicieron que me motivara,
aún más, por estudiar los significados intrínsecos de género (masculino y femenino) que se
atribuyen culturalmente a las melodías, ritmos, formas, textos, instrumentos e intérpretes.
De esta primera inquietud romántica nace el artículo “Un acercamiento femenino al lenguaje
musical romántico”, un estudio de las miniaturas para piano del siglo XIX alemán y sus
cualidades musicales desde una perspectiva de género. Encontré que por diferentes
acontecimientos históricos y variables sociales, como la revolución francesa, la revolución
industrial y el nacimiento del socialismo y el feminismo, se genera una crisis de lo que se
reconoce como masculino y se propaga un ideal virginal burgués, aspectos que van a
generar, lo que denominé, la feminización del siglo XIX. En medio de este contexto se da
origen a las miniaturas para piano, a la valoración de la música instrumental como absoluta
(tras un período histórico conflictivo que veía como soberano el significado literal y racional
de la poesía y el texto, en contraposición al carácter abstracto y subjetivo de la música
\m i t denomina al proceso de describir el movimiento armónico de una obra mediante el uso de letras y/o
números
instrumental), y a una estética y técnica asociadas a las cualidades del género femenino,
expresadas en composiciones tanto de hombres como de mujeres:
[...] Dirigir la atención hacia las miniaturas para piano y motivos pequeños,
asociado a su vez con lo infantil y subjetivo de lo femenino, hace parte de la
búsqueda romántica de intimidad y privacidad, de la exploración de lo
femenino, en contraste a la crisis de lo monumental y público, de lo
masculino del clasicismo Vs
En medio de este recorrido por la música romántica integro un grupo de música popular,
reencontrándome con las gaitas y tambores, machos y hembras, e inevitablemente surge la,
aparentemente inocua pregunta: ¿por qué se llaman gaita y tambor macho y hembra?; para
intentar responderla entro a la Maestría de Estudios de Género de la Universidad Nacional de
Colombia, dando como resultado el presente estudio. Para empezar es importante conocer
qué se entiende por género.
4 DAHLHAUS, Carl. Between Romanticism and Modernism, University o f California Berkeley, 1980, p. 52.
Hay <|Lie tener en cuenta que lo pasivo, pequeño, privado, infantil e irracional de lo femenino no es
dcnicr rtono a i este contexto, por el contrario es tomado por los músicos y artistas del siglo XIX como un reto o
herramienta de genialidad al tener que abordar ingeniosa y espectacularmente los formatos pequeños.
QUINTANA. Alejandra. “Un acercamiento femenino al lenguaje musical romántico”. En: Revista Universitas
Humanística, Pontificia Universidad Javeriana. Julio-Diciembre de 2004, No. 58, p. 129.
Qué es el género
Dentro de la música de gaitas y tambores se encuentran dos asignaciones, macho y hembra,
que definen los roles musicales de cada instrumento y de sus instrumentistas; en estas
asignaciones se inmovilizan las bipolaridades mujer-hombre, femenino-masculino. Ser
hombre o mujer, en el marco de esta investigación, se refiere a los dos sexos biológicos
tradicionales asignados, o impuestos por la cultura, porque sabemos que el sexo bipolar es
una construcción cultural que niega la multiplicidad de maneras de ser hombre o mujer . El
género, femenino o masculino, es también una fabricación cultural que no es propia de la
naturaleza biológica pero que socialmente se atribuye a cada uno de los dos sexos
tradicionales; y en los conceptos hembra y macho se condensan los dos niveles descritos, el
aspecto biológico y el cultural: macho = hombre-masculino, hembra = mujer-femenina,
concepciones que hacen parte de un pensamiento mítico-colectivo como veremos en el
cuarto capítulo.
Para Joan Scott “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en
las diferencias que distinguen los sexos y [...] una forma primaria de las relaciones
7 Marta Lamas en su artículo "Cuerpo: Diferencia Sexual y Género , en: Debate Feminista. Ciudad de México:
Aflo 5, vol. 10, septiembre 1994, p. 10, propone, además de los dos vcxon biológicos principales, cinco
combinaciones que hacen dudar de una realidad biológica y pensar en una rcalida.i simbólica o cultural que
construye las categorías de género: “Hombres (personas que tienen dos testículos); mujeres (personas que
tienen dos ovarios); personas hermafroditas o herms (en las cuales aparecen al misino tiempo un testículo y un
ovario); hermafroditas masculinos o merms (personas que tienen testículos, pero que presentan otros caracteres
sexuales femeninos); hermafroditas femeninos o ferms (personas con ovarios, pero con caracteres sexuales
masculinos)”.
Afiche del quinto Festival Nacional de Gaitas en Ovejas. Página «leí Festival Nacional de gaitas Francisco
Llirene. http://www.festivaldegaitas.com/ovejas/ovejasiitml
significantes de poder”9. Retomando esta definición, el género es entendido como un término
relaciona] que involucra las representaciones de lo femenino y lo masculino, una categoría
contextual basada en relaciones de desequilibrio (poder-subordinación) dadas por un tejido
histórico y no por una naturalización asignada y biológica. Al ser una construcción
simbólica, o un conjunto de simbolismos culturales creados, que se ve interpretada en el
quehacer cotidiano y profesional, el género proporciona nuevas perspectivas y
aproximaciones para el estudio de música. De este interés surge la musicología feminista en
los años setenta.
Musicología de género
En 1955 la American Musicological Society definió la musicología como “un campo de
conocimiento que tiene por objeto la investigación del arte musical en tanto fenómeno físico,
psicológico, estético y cultural”. Ha habido redefiniciones y diferencias teóricas al respecto y
hoy en día, por una parte, se habla de musicologías, metodologías y acercamientos
disciplinarios distintos que buscan estudiar las conductas, la simbología de las producciones
sonoras, los intercambios culturales y las relaciones sociales en tom o a la música. Por otra
parte, tenemos la etnomusicología, una ciencia hermenéutica del comportamiento musical
humano que fusiona antropología y musicología en búsqueda de las raíces y transculturación
de la llamada música “étnica” o “folclórica”. Alan Merriam la define como el estudio de la
música en la cultura:
En otras palabras: opino que la música puede ser estudiada no sólo desde el
punto de vista de los músicos y los humanistas, sino también a través de las
ciencias sociales (...), el estudio de la música como aspecto universal de las
actividades humanas. Nuestra comprensión básica de la música de cualquier
persona depende de la comprensión de la cultura de esa persona, el lugar que
ocupa la música y su rol.10
La música es entendida, entonces, como una actividad cultural creativa propia de los estudios
antropológicos al hacer parte de las prácticas y comportamientos de los seres humanos. En
un principio la etnomusicología hacía referencia al estudio de culturas aisladas poco
masificadas o asimiladas como aborígenes pero hoy en día se entiende como "un método de
9 SCOTT. Juan. “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, en: AMELANG, et. Al. Historia y
Género• 1.a< mujeres en la Europa moderna v contemporánea. Valencia, Alfons el Magnámm. Institució
Valenciana H cstudis i investigacio, 1990, p. 289.
MERRIAM, Alan P , "Definitions o f «comparative musicology» and «ethnomusicology»: an historical-
theoretical nerspective", Ethnomusicology. No. 21 (1977), p. 192.
estudio que busca logros concretos de formas concretas y que es aplicable a cualquiera de los
variados sistemas musicales del mundo”.11 En este sentido, y tras una sene de
planteamientos nuevos y comentes teóricas, se encuentran coincidencias entre los dos
enfoques y hoy en día es difícil establecer una diferencia radical entre musicología y
etnomusicología, ya que ambas se acercan al estudio de la música como una construcción
social que refleja las prácticas, comportamientos sociales y sus simbolismos.
I
Posteriormente, en los años setenta empieza a gestarse el campo de la
musicología feminista, haciéndose pública hasta principios de los
años noventa con Diane Peacock Jezic, Judith Tick, Karin Pendle
( Women & Music) o Carol Neuls-Bates, musicólogas anglosajonas
que empiezan a rescatar del oscurantismo a las mujeres en la historia
de la música. A finales de los noventa se realizan investigaciones
como las de Susan McClary (Feminine Endings. Music, Gender and
Sexuality), Marcia Citron, (Gender and the Musical Canon), Ruth A.
Solie, (Musicology and Difference. Gender and Sexuality in Music Scholarship), Lucy
(Música Género y Educación) y la más reciente investigación realizada por Laura Viñuela
Suárez, autora del libro La perspectiva de género y la música popular. Dos nuevos retos
para la musicología. Estas investigaciones van desde el rescate histórico de las mujeres en la
música, el estudio de la música erudita y las academias como entes androcéntncos que
imponen estéticas, áreas y reglas que alienan, restringen y subyugan lo femenino, hasta la
relación existente entre los cuerpos de hombres y mujeres con los instrumentos (femeninos o
masculinos) y los significados otorgados a los sonidos que emiten.
Al ser tan pocas las investigaciones de música popular y género en Latinoamérica, los
estudios anglosajones resultaron ser de gran utilidad, estableciendo relaciones que, aunque
en principio parezcan lejanas (como entre el rock inglés y la música de gaitas y tambores)
coinciden con las experiencias vividas por las mujeres en nuestro país.
11
más crítica y enriquecedora de la music(a/o)logia que rompa definitivamente
con la hasta entonces versión única y monocorde del discurso musical.13
El estudio, entonces, busca entender las asignaciones de género dadas a los instrumentos a
partir de su contexto sociocultural. Desde esta mirada, en el siguiente capítulo empezaré por
describir la cotidianidad de los pueblos gaiteros, de los festivales y los roles de hombres y
mujeres; en el tercer capítulo me centraré en develar las experiencias de las mujeres en su
incursión en la música de gaitas y tambores y, a partir del entendimiento de la cotidianidad y
de la participación de hombres y mujeres, entraré a describir los mitos en los que ven
reveladas las relaciones y roles de género tradicionales y los simbolismos otorgados a los
instrumentos y sus roles musicales.
1 "Género, musicología y música popular”, International Association for the Study o f Popular Music. 1ASPM.
www .iaspmespana.net/laura.htm
* Los Montes de Maria están ubicados en la parte central de los Departamentos de Bolivar y Sucre en el Caribe
colombiano, e integrados por municipios de ambos departamentos, entre ellos San Jacinto (Bolívar) y Ovejas
(SucreV
simbolismos deshistorizados que se remontan a la antigüedad grecorromana y que otorgan
cualidades femeninas o masculinas a la fenómeno musical.
Por otro lado, encontramos los acordes y candencias masculinas o femeninas. El teórico del
siglo XVI Guioseffo Zarlino en su tratado Le institutiom harmomche (1558), imprime un
carácter subjetivo a los acordes mayor y menor sugiriendo que el acorde mayor es
masculino, racional y consonante (justamente porque es natural) y el menor surge del acorde
natural a través de una ordenación matemática, cualidad que lo hace impcrfectolh. Por su
parte, Susan McClary, en su libro Feminine Endings (cadencias o finales femeninos), nos
recue>da que en el Harvard Dictionary o f Music definen las cadencias de la siguiente
manera:
COMO 111, (jiov.inni La música en la cultura griega y romana. Madrid. Turner Libros, 1999.
16 FUBINI, Enrico Ijj Estética Musical desde ¡a Antigüedad hasta el sig h XX. Madrid' Alianza, 1988.
Citado en McCLARY, Susan, p. 9. Traducción del fragmento realizado por mi.
La normalidad o el punto de referencia es lo masculino y de él se deriva y/o se juzga lo
femenino -de la misma manera que Eva nace de una costilla de Adán-, una Eva que, además,
es de naturaleza romántica, término que de manera insistente se atribuye al ser mujer.
!fi Acerca de la división genenzada de los instrumentos se hará referencia a k> largo del even lo. tomando como
base las investigaciones realizadas por Green y Lecpen: GREEN. Lucy Música, tpnent y mhtro\ um. Madrid:
Morata, 2001, p 25; y LEPF'ERT, Richard. ”SoctaI Order and the Domestic Consumption o f Music" En:
BREWER, John. The Consumption o f Culture, 1600-1800. Lomlon, New York: Routledge, 1995.
19 Afiche del onceavo Festival Nacional de Gaitas en Ovejas. Página del Festrwl Nacional de gaitas Francisco
Llirene. http://www.festivaldegaitas.com/ovejas/ovejas.html
20 BERMÚDEZ, Egberto Instrumentos musicales de Colombia. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia,
1985, p. 23.
;.E1 hecho de que la asignación no haya sido “referida directamente” basta para dejar de lado
ia importancia de la denominación macho y hembra? En el lenguaje kogi, sigi significa
hombre y bunzi mujer y en su paso a las culturas campesinas de Ovejas y San Jacinto su
nombre es transformado a macho y hembra respectivamente pero guardan la misma relación.
La cultura Kogi, al igual que los diferentes pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta,
sexúan y/o generizan los objetos, hamacas, flechas y hasta los techos e interiores de sus
casas-.
Para los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta, existe una estrecha relación entre el
cosmos, la tierra (fauna y flora), la arquitectura de sus viviendas y objetos ceremoniales, con
el diseño de los cuerpos de hombres y mujeres. Para estos pueblos, el cuerpo humano debe
mantener una simetría directa con todo lo que lo rodea para, de esta manera, salvaguardar la
armonía del cosmos y el universo.
La asignación macho y hembra dada a las gaitas ha sido percibida como un evento trivial,
llegando a calificar las asignaciones de sexo y género dadas a los instrumentos como una
“cómoda denominación”. Ellie Anne Duque, musicóloga colombiana, escribe lo siguiente al
resaltar la importancia del libro de su colega Egberto Bermúdez -precisamente haciendo
alusión al párrafo que anteriormente citamos del libro Los Instrumentos musicales en
Colombia-:
Kankarua: nombre que reciben las cosas ceremoniales entre los ikas. kojris -la llaman también cansamaria-
V wiwas. En ellas el mamo (la autoridad suprema) trasmite a las nuevas generaciones los conocimientos
m ilenarios. A la Kankurua principal no pueden ingresar mujeres” . (Hugo Patemina)
P \TfWNiNA, Hugo, [.os pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta: Una visión desde el cuerpo,
el territorio y la enfermedad. En: VIVEROS V1GOYA, Mara y GARAY AR1ZA, Gloria (comp.). Cuerpo,
inferencias y desigualdades, Bogotá: Centro de Estudios Sociales, CES, 1999. P. 274.
15
habitan la Sierra Nevada, cuestiona la cómoda denominación macho / hembra
que durante tantos años ha sido de común aceptación 23
En primer lugar, la denominación macho y hembra, como vimos, obedece a una estructura de
pensamiento milenaria íntimamente relacionada con la percepción del cuerpo y el género; en
segundo lugar, la tendencia a otorgar este tipo de acepciones a los instrumentos no es una
práctica exclusiva de nuestro país; es una tendencia que se puede rastrear en mitos
fundacionales desde las culturas pre-cristianas y en diferentes sociedades del mundo -como
veremos en el cuarto capítulo-, simbología que obedece no a una escogencia arbitraria sino a
la necesidad universal de trascender la vida a través del arte; precisamente por esta cualidad
legendaria, que encierra toda una concepción histórica del ser, es que otorgar sexo y/o género
a los objetos e instrumentos “ha sido de común aceptación”; todo aquello que es reconocido
socialmente como común obedece a la institución de prácticas frecuentes y cotidianas que
son reconocidas como propias de una sociedad y precisamente por ser recurrentes, y
comunes, han servido de base para sendos estudios antropológicos, sociológicos, históricos,
musicológicos y etnomusicológicos. En tercer lugar, evadir la importancia de la acepción
macho y hembra dada a los instrumentos es elidir la trascendencia de las construcciones
socio-culturales e histórico-míticas propias de los estudios antropológicos y musicológicos y
hace parte del desconocimiento académico general de la musicología de género, campo que
se viene desarrollando de manera progresiva desde los años setenta en las academias
anglosajonas como vimos y que precisamente rescata la importancia de la perspectiva de
género en los estudios musicales.
Además de los enfoques que evaden la denominación macho y hembra dada a los
instrumentos y la exclusión de las mujeres en la música popular, el único estudio reciente
que se ha realizado respecto a la participación de las mujeres en la música colombiana ha
sido el de Bertha Quintero, titulado De las mujeres en la salsa a la salsa de las mujeres.
Sonido con perspectiva de género. Más que un enfoque desde la perspectiva de género -
porque para la autora género es lo mismo que sexo, asumiendo que las mujeres son
femeninas y los hombres masculinos por naturaleza-, se trata de una recopilación muy
valiosa de historias de vida de las mujeres integrantes del grupo de salsa Caña Brava,
23 DUQUE, Ellie Anne. “Sobre las cosas que suenan” Biblioteca Luis Ángel Arango, Boletín Cultural y
Bibliográfico, Número 9, Volumen XXIII, 1986.
http.'7www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boieti'4/bo!9/co<iashtm
nos atrincheremos en explicaciones estrictamente formales, más lejos estaremos de admitir si
quiera la posibilidad de otras lecturas, de género o de cualquier otro tipo.”26
* McCLARY, Susan. Op. cit. p. 20. Citado en: VIÑUELA, Laura. La perspectiva de género y la música
popular: dos nuevos retos para la musicología. Oviedo: KRK, 2003, p. 26.
cotidianidad, refleja identidades en donde hay intérpretes (hombres o mujeres), instrumentos
(machos o hembras), roles musicales (armónico, melódico o rítmico) y temáticas en los
textos que revelan cómo son percibidas, experimentadas y expuestas las relaciones e
imaginarios de género entre hombres y mujeres en las sociedades costeñas estudiadas (San
Jacinto y Ovejas) y en su proceso de transculturación a Bogotá.
Cuando decidí hacer esta investigación quise centrarme en encontrar los orígenes de la
acepción macho y hembra de las gaitas y tambores, estudiar su simbolismo, los mitos
indígenas, la historia y orígenes de estos nombres, de su forma, quiénes interpretan esta
música y en dónde y cómo es la cotidianidad de los pueblos en dónde se practica. Realicé un
primer acercamiento a libros y artículos referentes a la música de gaitas y tambores y
encontré que la documentación, además de ser muy escasa y no académica en su mayoría,
pasa de largo las designaciones de macho y hembra y no incluye la participación de las
mujeres en ella, resultando ser poco útil para la investigación. Este impacto inicial me llevó a
continuar con libros que narraran la cotidianidad de hombres y mujeres en la Costa Atlántica
y encontré un excelente material en La historia doble de la Costa de Fals Borda, pero
todavía faltaba algo. En este momento desértico
fui a Ovejas, al festival de gaitas y tambores
Francisco Llirene, en octubre de 2004, y en el
trabajo de campo, filmando, tomando fotos y
especialmente sentándome a conversar en las
entradas de las casas y puestos de artesanía, con
hombres y mujeres, con profesoras y profesores
de las escuelas de gaitas, con intérpretes,
artesanas y campesinos, descubrí en sus vivencias lo que estaba buscando: un universo donde
la cotidianidad sexuada asigna los nombres de macho y hembra a las gaitas y tambores,
donde, a costa del sacrificio personal y profesional de las mujeres, han nacido y se han
formado los grandes maestros que viajan por todo el mundo, de quienes se escribe, se hacen
documentales y son los modelos a seguir para las siguientes generaciones de gaiteros y
tamboreros.
19
Como el objetivo de la investigación era examinar las causas de actitudes, significados,
motivaciones, representaciones y participación de hombres y mujeres, que llevan a la
acepción y roles de género en la música de gaitas (o al contrario), el estudio es de perfil
cualitativo, de carácter inductivo, flexible y humanista, permitiendo, de esta manera, un
acercamiento e interpretación desde una perspectiva de género. En este punto es importante
aclarar que no se hará énfasis en las descripciones técnicas de los instrumentos ni en la
historia de la música de gaitas y tambores porque los pocos libros que se han escrito hacen
referencia a ello28.
20
ocultando el papel de las mujeres y su contribución a la música, dejando un vacío que es
necesario llenaT
Por otra parte, hice treinta entrevistas semiestructuradas de final abierto a hombres y mujeres
intérpretes de gaitas y tambores, cantantes y compositores/as que integran agrupaciones de
Los Montes de María, Barranquilla, Bucaramanga y Bogotá, indagando en un imaginario
colectivo, en un significado común, haciéndome a una idea del problema por medio de
preguntas abiertas esbozadas a partir de las temáticas a investigar. Además, realicé tres
entrevistas de grupo para recoger las experiencias y opiniones colectivas de hombres y
mujeres ya que, por lo general, cuando se encuentran en grupo, narran anécdotas comunes,
cuentan chistes o salen a relucir los imaginarios cotidianos que se tienen respeto a ser
hombre o mujer en medio de una música asociada a la parranda y el ejercicio del poder
masculino.
ROBERTSON, Carol. “Poder y ecnero en las experiencias musicales de las muieres”. en: Las culturas
Musicales. Lecturas de etnomusicología. CRUCES, Francisco y otros (comp.), Madrid: Trotta, 2001, p. 386.
( all ir 1 Robertson es desde 1979 catedrática de la Universidad de Maryland y directora de estudios de
postrado en Etnomusicología. Ha sido presidenta de la Society for Ethnomusicoloev v asesora de varios
provectos internacionales de investigación y difusión ctnomusicológica. p. 386.
21
Todas ias culturas reconocen en la música una forma particular de p o tif
pouer que Dueae Donerse en Dracnca meaiame la comunicación -*~
sobrenatural. la curación o la abstracción de principios sociales complejos en el
acto observable dei performance.
[...] Estas asociaciones del poder con el género v la música conectan tan
estrechamente estos fenómenos que proporcionan un foro ideal para la
exploración de la performance como una vía de acceso universal a valores
sociales y a los procesos a través de los cuales los roles de género funcionan
entre la estabilidad y el cambio.
En la música de gaitas y tambores el quehacer musical hace parte del ejercicio de control
masculino y, a través del quehacer musical y su división sexual, de las temáticas y las
asignaciones de género dadas a los instrumentos, se expresan los valores sociales a los que se
refiere Robertson y la concepción que se tiene de lo femenino y lo masculino, del ser hombre
y del ser mujer.
La antropóloga Marcela Lagarde, por su parte, se refiere al poder político del género, teoría
que concuerda con la situación vivida por las mujeres en su incursión a la música:
El género es una condición política que hace que por el solo hecho de ser
mujeres o de ser hombres las personas podamos ejercer ciertas formas de poder
o no ejercer ciertas formas de poder.32 ... la clave perversa patriarcal está en
esa forma de desarrollo en que el desarrollo de los otros ha llamado a las
mujeres a omitir su propio desarrollo. Esa es la clave perversa: que los otros se
desarrollen aún a costa de una m ism a” 33 desarrollen aún a costa de una
misma ” 34
22
En la música de las regiones estudiadas, los gaiteros y tamboreros han podido ejercer la
música de manera profesional a costa de la realización personal y profesional de las mujeres;
y sí éstas intentan entrar, se encuentran con una serie de obstáculos físicos y simbólicos que
van desde las consecuencias de la bebida de ron por parte de los hombres, hasta la critica
sesgada de los jurados como veremos en el tercer capítulo.
Por otra parte se encuentra el poder simbólico de las b ¡polaridades de género, expresadas en
los nombres de los instrumentos y sus roles musicales. Al contrario de las relaciones de
poder cotidianas entre hombres y mujeres donde lo masculino atribuido a los hombres
representa el punto de referencia opuesto desde donde se construye y se juzga a las mujeres
femeninas (Lo Otro y lo Mismo a los que se refiere Simone de Beauvoir), en los significados
intrínsecos de la música el simbolismo femenino, encarnado en la gaita hembra, ejcrcc el
poder y es el elemento líder de la agrupación, relación que se describirá en el cuarto capítulo.
La música de gaitas y tambores posee identidades impuestas por una serie de construcciones
simbólicas legitimadas que alienan y restringen a través de una máscara bipolar de
cualidades de género, características que son el resultado de un proceso de deshistorización -
en palabras de Pierre Bourdieu-, que no solo marca la perpetuación ficticia de una
desigualdad de sexos y géneros, sino que define y organiza la percepción de mundo:
35 Festival de Gaitas de San Jacinto, 13 de agosto de 2005. Un grupo de gaiteros y tamboreros presentándose
frente los jurados.
Está claro que en la historia lo eterno sólo puede ser el producto de un trabajo
histórico de eternización. En otras palabras, para escapar por completo al
escencialismo no sirve de nada negar las permanencias y las invariantes que
forman una parte incontestable de la realidad histórica; es preciso reconstruir
la historia del trabajo histórico de deshistorización o, si se prefiere, la historia
de la (re)creación continuada de las estructuras objetivas y subjetivas de la
dominación masculina que se está realizando permanentemente, desde que
existen hombres y mujeres, y a través de la cual el orden masculino se ve
reproducido de época en época.36
* BOURDIEU, Pierre. 1.a Dominación Masculina. Barcelona: Editorial Anagrama, 2000, p. 105.
La autora se refiere al performance como el acto de interpretar música en un contexto público o ritual.
38 ROBERTSON, Op cit. p. 383-384.
La música afecta de múltiples maneras a mujeres y hombres, a través del significado que las
sociedades asignan a las diferentes expresiones sonoras y a sus protagonistas. Pero para
entender los significados intrínsecos asignados a los roles musicales, instrumentos y las
temáticas es indispensable estudiar el contexto, porque en la historia de la música, al igual
que en cualquier otra expresión artística, los significados estéticos no han sido constantes y
dependen de su entorno.
Los estetas de la música, por ejemplo, hablan del cambio de paradigma estético musical
durante el siglo XIX, lo que llamarán la “inversión completa de los supuestos estéticos
básicos” 9. Antes del romanticismo primaba la música vocal sobre la instrumental por revelar
un sentido claro, literal, un significado inmediatamente inteligible; durante este siglo la
aparente falta de concepto y significado de la música instrumental, antes subyugada, se
convierte en un logro estético, la música instrumental absoluta va a ser “el arte por el arte” de
la que habla Karl Philipp Moritz40, resaltando precisamente su autosuficiencia:
Por otra parte, K.C.F Krause (1781-1832) piensa que la música es cambiante y condensa la
historia del individuo y la humanidad, por lo tanto:
El desarrollo (espiritual, político, religioso) de los pueblos tiene que ver mucho
con la caracterización y 'desarrollo de la música como arte social’, lo cual
exige una consumación más pura, más libre y más alta de todas las relaciones
sociales'1' [... ] Toda intuición, todo pensamiento, despierta un determinado
sentimiento, provoca un estado de ánimo determinado y por ello también una
disposición musical.13
Para Krause, la música es un estado de ánimo que refleja, a través de la historia, los cambios
en la realidad social; así carezca de significado las sociedades le adjudican uno. De igual
manera, para Susanne Langer, “La música no es la causa o la cura de sentimientos, pero si
“ DAl HAl S C arl / .1 idea de la música absoluta. Idea Books. Barcelona, 1999, p. 10.
4U MORITZ. Carl Philipp. Escritos de estética y poética. Tubinga: Hans-Joachim Schrimpf, 1962, p. 3.
41 DALHAUS, p. 10.
42 PINlt I A Ricardo. “Entre el alma y el mundo: el pensamiento musical de K.C.F Krause”. En: CRUZ
CR111 Juan (cd) La realidad musical. Pamplona: Ediciones Universidad deNavarra, S. A, 1998, p. 447-448.
43 Ibid., p. 452.
su expresión lógica. No está necesariamente derivada de los afectos o construida para ellos;
pero... se acerca de ellos”44
Leonard B. Meyer, por su parte, escribe sobre las diferencias entre los que apoyan un
significado absoluto de la música en donde el proceso, la sucesión de notas y acordes,
designan un significado y los que hablan del significado referencial, que comunica o hace
referencia a imágenes, conceptos, experiencias y estados de ánimo. Meyer resuelve el dilema
diciendo:
A partir de estas enunciaciones, los significados macho y hembra expuestos en este escrito
son los otorgados por las personas entrevistadas a partir de la idea que tienen de las
relaciones y roles de género tradicionales y del peso de los relatos míticos. Es importante
recordar que los simbolismos no son estáticos y pueden tener diversos significados
dependiendo de la cultura estudiada; en consecuencia, la música es un cuerpo sonoro
cambiante que no solo devela la ordenación bipolar del género, femenino/masculino, dentro
de una determinada cultura sino que hace parte de ella y, en el caso del presente escrito,
pertenece además a un género reconocido como tradicional, folclórico o popular, que,
precisamente por buscar una reconocimiento ancestral perpetúa los simbolismos de genero.
44 LANGER, Susannc. Philosophy in a New Key. Tercera edición. Cambridge, MA: Harvard University Press,
1956, p. 218.
MEYER, Leonard. Emotion and Meaning in Music. Chicago: University of Chicago Press, 1956, p. 30.
Las ambigüedades de la clasificación musical: ¿popular, tradicional, folclórica o erudita?
Por su parte, Bruno Nettl en su libro Música Folklórica y tradicional de los continentes
occidentales48, resalta varios aspectos a identificar en la llamada la música tradicional,
puntos que coinciden con la estética de la música estudiada:
46 Cuadro de Aníbal Lajud, pintor sanjacintero. Foto tomada durante el Festival de gaitas en San Jacinto, el 13
de agosto de 2005.
NETTL, Bruno. Música Folklórica v tradicional de los continentes occidentales, Madrid: Alianza Música,
1985, p 12.
48 Ibid., p. 12-19
generaciones, por ejemplo, continúan interpretando las mismas canciones de los viejos
gaiteros y temen introducir temáticas nuevas, a excepción de los grupos de fusion; en
consecuencia, la originalidad no es un factor trascendente sino amenazante, más aún si
se trata de la nueva incursión de las mujeres en un espacio tradicionalmente masculino.
Es transmitida por tradición oral, de generación en generación, sin una notación de tipo
académico. Este tipo de enseñanza es propia de la música de gaitas y tambores de la
Costa; los maestros, por lo general hombres, enseñan la adecuada interpretación de los
instrumentos y las características propias de los diferentes aires por medio de la
imitación o el seguimiento cuidadoso por parte de alumnos y alumnas, de los
movimientos realizados por el maestro, o a través de grabaciones.
Tiende a ser antigua y moderna a la vez, sin poder establecer un período claro de
nacimiento, pero a la vez, al ser transmitida por tradición oral, está sujeta a cambios y
transformaciones estilísticos que, dependiendo de la cultura, son más imperativos o casi
imperceptibles. En la música de gaitas y tambores, mientras la cultura kogi, a la que se le
atribuye su nacimiento, mantiene el formato de solo dos gaitas (a veces con intervención
de caja o tambor) interpretando aires instrumentales para rituales específicos, en Ovejas
y San Jacinto las agrupaciones están conformadas por dos gaitas y dos tambores, machos
y hembras, una tambora y voz, e interpretan nuevos aires y textos referentes a su
cotidianidad.
Se relaciona con una cultura específica. En este punto surge la asociación con el
término folclórico, un estilo que refleja las características internas o estética propia de
una cultura, pueblo o nación, siendo este el caso de la música de gaitas y tambores.
En cuanto a la música popular, Juan Pablo González se refiere a ella como un fenómeno
urbano, masivo, mediatizado y modernizante’*^, pero como cualquier expresión artística o
4g “En la VIII Conferencia Anual de la Asociación Argentina de Musicología (AAM) sobre procedimientos
analíticos (Mendoza, 1994), Gerard Béhague planteaba que una de las mayores dificultades que enfrentan los
estudios sobre música popular es la falta de consenso sobre lo que justamente se entiende o debe entenderse por
"música popular" (1998: 306). En efecto, se tratará de una música de moda, aunque las modas también lleguen
a otras expresiones artísticas; de una música mediatizada, aunque la música folclórica este llegando a serlo; de
una música masiva, aunque Chopin llegue a millones de auditores o de una música urbana, al igual que
cualquier sinfonía. ¿Qué es música popular, entonces? Aunque muchos hayan dejado de preguntárselo, no
pretenderé evadir el problema básico de la delimitación de nuestro campo de estudio, y es preferible arriesgar
una definición que pasar por encima de ella.
Entenderemos como música popular urbana una música mediatizada, masiva y modernizante. Mediatizada en
las relaciones música/público, a través de la industria y la tecnología; y música/músico, quien recibe su arte
principalmente a través de grabaciones. Es masiva, pues llega a millones de personas en forma simultanea,
globalizando sensibilidades locales y creando alianzas suprasociales y supranacionales. Es moderna, por su
28
social calificada como popular su definición es ambigua. Nestor García Canclini resalta esta
cualidad híbrida de lo popular al escribir:
Vemos entonces una relación muy cercana entre lo popular, el folclor y la tradición; García
Canclini intenta resolver este dilema al escribir'
relación simbiótica con la industria cultural, la tecnología v las comunicaciones, desde donde desarrolla su
capacidad de expresar el presente, tiempo histórico fundamental para la audiencia juvenil que la sustenta.”
GONZALEZ R , Juan Pablo. “Musicología popular en América Latina: síntesis de sus logros, problemas y
desafios”. Rev. music, chil.. [online], ene. 2001, vol.55, no. 195 [citado 20 Mayo 2006], p.38-64. Disponible
en la World Wide Web: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci arttext&pid=S0716-
27902001019500003&lng=es&nrm=iso. ISSN 0716-2790.
50 GARCIA CANCLINI, Néstor. Culturas Híbridas. Estrategias para entrar v salir de la modernidad. México:
Grijalbo, 1989, n. 193.
51 Ihid., p. 195.
52 KARTOUMI, Margareth. “Procesos y resultados del contacto entre culturas musicales: una discusión de
terminología y concentos11, Universidad de Chile, Departamento de Pregrado.
www.plataforma.uchile.cl/fg/semestre2/2002/artchile/modulol/clase2/doc/texto.doc.
7Q
Los Montes de María y más adelante a Bogotá, se generan una serie de cambios e
hibridaciones en cuanto a los espacios y escenarios, los instrumentos utilizados, los y las
intérpretes y las simbologías otorgadas al fenómeno sonoro.
Volviendo a la correspondencia entre música popular, tradicional y erudita, lo que está mas o
menos claro es la relación contraria existente entre la música tradicional y popular con la
llamada música erudita, un proceso mediante el cual se crean un grupo de elementos que
escapan al entendimiento del común, ya que es selecta, especializada, académica y requiere
un nivel metodológico y académico homólogo al científico, razón por la cual suele ser
exaltada por el bagaje necesario para su creación y su grado de sabiduría y erudición. “Los
músicos académicos contemporáneos tienden a concentrarse en el grado en que una pieza
musical es única y en la complejidad de su estructura [ . .I'*5'
Decía que la relación es mas o menos clara ya que con el auge de la música de gaitas y
tambores, algunas universidades colombinas como la del Atlántico o la Academia Superior
de Artes de Bogotá (ASAB), ya están integrando el estudio de esta música a sus programas,
han construido gaitas en distintos materiales para poder controlar su afinación e introducirla
en un conjunto orquestal y se han escrito libros respecto a la enseñanza académica de música
de gaitas y tambores. Así como el jazz paso de ser una música popular, discriminada por el
elemento étnico, a ser erudita por medio de un proceso de blanqueamiento y su entrada a la
academia, de igual manera a la música de gaitas y tambores le podría ocurrir algo similar.
En este difícil intento de clasificación cabe mencionar una definición descrita por el experto
en semiótica musical Philip Tagg en una entrevista realizada por Guilherme de Alencar Pinto
en la que insinúa de manera acertada la problemática del género en la música,:
Dentro del estudio realizado de la música de gaitas y tambores, más que buscarle un espacio
al objeto de estudio dentro de la música popular, tradicional o folclórica, se entenderá la
tradición en la música como un arraigo, un anhelo de transparencia casi romántico que, al
querer mantener una fidelidad hacia el pasado ancestral y mítico, termina perpetuando las
bipolaridades simbólicas de género y la exclusión de las mujeres en la práctica musical y en
los festivales tradicionales
51 ALENCAR PINTO, Guilherme. “La normalidad es loca y extraña”, Brecha, No.26, 30 de julio de 2004.
31
II
Un tiempo realmente mágico
San Jacinto y Ovejas
Para estos pueblos costeños el tiempo parece que no corriera; son poblaciones donde el
campesino y las artesanos trabajan más de las horas establecidas legalmente y sin embargo
la economía fam iliar apenas alcanza para la subsistencia [...] Al estar allí, en estas tierras
de lo ‘mágico maravilloso ’, se crea la sensación de estar viviendo en el siglo pasado por sus
relaciones feudales de producción 6
Lucía Garzón
Veinte años después de que la mujer oculta detrás de los Gaiteros de San Jacinto describiera
su experiencia tras haber vivido en este pueblo en el año 1985, Lucía Garzón nos retrata una
región que -aún ahora, en pleno siglo XXI-, pareciera seguir estática en medio del realismo
m ágico'7 enaltecido por García Márquez, y revelado en las temáticas de las canciones de la
música de gaitas, textos que se irán filtrando a lo largo del siguiente escrito.
55 Mujeres viendo pasar las agrupaciones durante ia alborada; San Jacinto 13 de agosto de 2005.
GARZON, Lucia. “Gaitas y Tambores de San Jacinto”, Nueva Revista Colombiana de Folclor, Bogotá, Vol.
1, Núm. 2, 1987, p. 76. Lucia Esperanza Garzón Castañeda, nace en Bogotá en 1960 y cursa dos años de
Pedagogía Musical en al Universidad Pedagógica Nacional; se retira de ésta por no ofrecer alimento a sus
intereses en el estudio de la música colombiana. Después de terminar arquitectura en 1985, parte a San Jacinto
a vivir durante un año en el pueblo Viviendo allí decide aportar a la gestión de difundir a los gaiteros en
Bogotá y después en el país; durante casi dos años trabaja en esta área de gestión cultural y además escribe un
par de artículos para la revista Colombiana de Folclor a partir de su experiencia.
Durante su estadía en San Jacinto aprende a construir los instrumentos y a ejecutarlos, Al encontrar resistencias
y problemas en su estadía en este pueblo, parte hacia Suramérica durante un año y medio para investigar un
poco mas de las raíces negras en América; estuvo en Brasil por 8 meses, donde conoció a Mamour Mamadou
Ba, músico, danzarín y príncipe de una tribu Masai de Senegal, continuador del saber de los tambores y difusor
cultural en este país. Con él ha realizado gestión cultural y giras para difundir su música y la dignidad de los
pueblos negros desde África hasta América. Después gestiona un centro cultural en La Serena Chile, donde
residió por 10 años y allí integra el grupo Palenque, por cerca de 5 años, difundiendo las músicas
afrocaribeñas en este país. Hoy, continúa tocando y hace parte de la fundación gaiteros de San Jacinto.
“El realismo mágico, es una característica propia de la literatura latinoamericana de la segunda mitad de
siglo XX que funde la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos, no tanto para reconciliarlos
En los llamados Montes de María. Sucre, una reeión situada en medio de las altas colmas
aue se extienden hasta la Serranía de San Jacinto en Bolívar: esta uoicauo no sol©
sino San Jacinto, ambos pueblos de tradición gaitera; además están San ünofre (que también
hace oarte de los Montes de María) y Guacamaya! en el Magdalena. En esta investinación
nos concentraremos en los pueblos en los que se realizan anualmente los festivales de gaitas
y tambores más representativos de Colombia: San Jacinto y Ovejas, poblaciones que. a
través de sus fiestas a los santos - sumergidas dentro de la tan nombrada tri-etnia (indígenas,
esüañoles/as v africanos/as)-, confiesan herencias y conservación de prácticas que
inmortalizan bipolaridades en las relaciones v roles de eénero.
«ar» cxsecríir su aparente discordancia, ei reto chic esto supone rara ia noción común de la ‘realidad’
lleva implícito un cuestionamiento de la ‘verdad’ que a su vez puede socavar de manera deliberada el texto v
las palabras, v en ocasiones, la autoridad de la propia novela."
Realismo mágico: http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/memorias/textocontexto/coronel/maei.htm.
de la mañana en una esquina de la plaza, trabaja hasta las nueve o diez de la noche, se va a
tomar con los amigos hasta las doce o una de la mañana y después se va a su casa que queda
a una cuadra de la plaza, rutina que repite los siete días de la semana. Frente al vendedor
pasan mujeres con sus hijos e hijas tomados de la mano, camino a la tienda a comprar las
cosas para la comida; más adelante, las y los adolescentes inundan las esquinas desde
temprano por grupos sexuados, en plan de conquista. Hombres a un lado, con sus mejores
pintas, de pantalón largo y camisa, y mujeres al otro, con ropa ceñida y blusas escotadas;
cuando empieza a anochecer ya están intercambiando saludos, comiendo fritos con jugo,
bebiendo ron y disfrutando del festival.
En la plaza está ubicada la tarima en donde harán la presentación los grupos invitados al
festival, alrededor instalan casetas donde se vende cerveza, aguardiente y ron, y se oye
vallenato a todo volumen, provocando una mezcla de géneros: gaitas y vallenato al tiempo
(géneros, ambos, de la Costa Atlántica, que coinciden en el predomino de hombres en las
agrupaciones y sus temáticas de adulación o diatriba a las mujeres). La tarima está decorada
con pancartas que resaltan a los patrocinadores, Aguardiente Antioqueño y Ron Medellin y
destacan la actividad artesanal del pueblo con carteles tejidos de las asociaciones de
artesanas; hasta se encuentra un cartel en medio de la plaza que dice “Apoya las Fiestas en
San Jacinto, Armada Nacional”. Todo se paraliza y todos y todas participan cuando se trata
de las fiestas que alimentan la cultura popular.
58 Mujeres vendiendo sus artesanías alrededor de la plaza durante el Festival de San Jacinto; 14 de agosto de
2005.
E l festival de mi tierra (bis)
De gaita alegra al pueblo
Vamos olvida esta guerra
Y que venga la paz de nuevo (bis)
Frente a la tarima, las sillas para el público se organizan de adelante hacia atrás, por estrato,
desde los grandes terratenientes y forasteros que vienen de ciudades como Cartagena y
Barranquilla - y se distinguen por su prepotencia al caminar y el uso de sombrero vueltiao-,
solos o acompañados de sus elegantes señoras que llevan abanico y también sombrero, hasta
los y las habitantes comunes de San Jacinto y Ovejas que se suben en los techos de las casas
y de la parroquia para poder ver el festival.
En este universo de la plaza, en donde transcurre la vida de estos pueblos, está ubicado el
punto cardinal de la cultura popular: la iglesia, el alma del pueblo. Al igual que en siglos
pasados, donde la iglesia no solo era un centro espiritual sino una especie de salón comunal
que servía para divulgar y realizar prácticamente cualquier evento académico o social de la
58 Hombre ebrio que deja la botella al lado de la branda para bailar con el sonido de los gaiteros que tocan en la
plaza. San Jacinto, 14 de agosto de 2005.
60 Pico y placa es una medida instaurada por el ex-alcalde de Bogotá Antan as Mockus para limitar la
circulación de automóviles dependiendo de su número de placa durante las horas de mayor congestión
vehicular, o las llamadas horas pico.
comunidad, en estos pueblos de la Costa Atlántica la iglesia es un centro cultural y hasta
político. En el festival de gaitas y tambores en San Jacinto, por ejemplo, se realizó en la
iglesia el lanzamiento del libro Mochuelos cantores de los Montes de María la Alta II, de
Numas Gil Olivera. El autor firmó autógrafos e instaló un stand al lado del pulpito para
vender su libro; el alcalde se dirigió a la audiencia no solo para resaltar la trascendencia de la
temática expuesta en la obra lanzada sino para referirse a asuntos de inversión social en el
pueblo, y Los gaiteritos del Sena (una agrupación de niños y una niña de San Jacinto)
cerraron el evento con una intervención musical al frente del altar.
Los festivales son una institucionalización de las antiguas ruedas de gaitas que los
campesinos de pueblos como San Jacinto y Ovejas, entre otros en la costa atlántica, hacen
dentro de las celebraciones de las fiestas patronales. A estas ruedas de gaita -q u e ya no se
realizan tan a menudo- llegan músicos de distintas partes a tocar durante toda la noche, los
gaiteros y tamboreros ocupan el centro de la rueda mientras que alrededor van bailando las
parejas y las mujeres no paran de cocinar; estas ruedas son pagadas por los dueños de las
casas donde se hacen, por el alcalde, por personas adineradas de los pueblos o por cada uno
de los y las asistentes que llevan ron para los músicos. Los festivales, entonces, están
inspirados en celebraciones religiosas tradicionales que, desde siglos atrás, buscan adorar a
sus santos/as y dioses/as con grandes banquetes, bailes y alcohol. Aunque los carnavales y
festividades nacidos de la devoción popular han sido una constante en casi todas
civilizaciones a lo largo de la historia y en la misa España, los españoles, al llegar a América,
tratan de apaciguar el espíritu rumbero de la gente de la Costa Atlántica y ven sus
61 Foto tomada desde el techo de la iglesia del pueblo de San Jacinto, la noche de la final del Festival de Gaitas,
el día 14 de agosto de 200S.
36
manifestaciones de religiosidad popular como actos casi diabólicos en los que, en vez de
sentarse a rezar, de ser una época de reflexión y de contemplación divina, la manera de
venerar a sus dioses -e n el caso del festival de Ovejas a San Francisco de Asís por ejemplo-
es demostrando la alegría de estar vivos, de poder bailar, tomar y gozar.
En el artículo “El bien y el mal: música, alcohol y mujeres", Sergio Navarrete nos recuerda
que:
82 Los Gaiter¡tos de San Jacinto tocando en la plaza antes de iniciar el Festival en Ovejas, 14 de octubre de
2004.
63 NAVARRETE PELLICER, Sergio. “El Bien y el Mal: música alcohol y mujeres”, Latín American Music
Review, Vol. 22, Núm. 1, Spring/Summer 2001, University o f Texas Press, p. 66 -68.
una moneda encima de pequeños cuadros con imágenes coloridas, si la moneda cae dentro de
uno de ellos la persona se queda con él. de lo contrario pierde la plata. Las agrupaciones
infantiles de música de gaitas y tambores pasean y juegan por todo el pueblo, alejados de las
casetas donde permanecen los adultos tomando; se apropian de espacios como el centro de la
plaza durante el día, rodeados de madres, profesores y visitantes que observan con
fascinación su versatilidad y talento.
San Jacinto y Ovejas son poblaciones donde no es habitual la práctica plena de la privacidad,
todos y todas se conocen; la vida transcurre en la plaza, en el campo y en sus casas, no en los
edificios propios del crecimiento de las ciudades construcciones que encierran y aíslan
motivando la individualidad-. El clima caliente saca la vida privada a través de las puertas de
las casas que permanecen abiertas, hay que salir a recibir aire y dejar que entre. El andén se
convierte en una extensión de las casas, en ella sus habitantes se sientan en mecedoras o se
acuestan en hamacas a ver gente pasar y a conversar un rato con los y las caminantes, en
compañía de un buen vallenato o hasta de música rap. El anonimato es una cualidad propia
de las ciudades, estos pueblos todavía viven la magia de una vida comunal, en casas donde
conviven generaciones enteras, algunas en medio de puertas improvisadas de tela y baños
con baldes gigantescos llenos de agua. Son poblaciones que viven la vitalidad de la fuerza
del trabajo familiar más que individual, donde las agrupaciones de música de gaitas y
tambores están conformadas por primos, tíos, hijos y padres, y las microempresas artesanales
las integran madres, hijas y sobrinas.
Fals Borda nos relata cómo en estas poblaciones costeras todavía “sigue vivo el ethos del
campesino práctico y dejado”*” , que tiende a quedarse en sus pueblos -a l punto de no llegar
a conocer el mar-, o, si emigran, vuelven al hogar materno; comportamiento que genera un
arraigo y lucha por la tierra y el mantenimiento de la tradición. Las mujeres “permanecen en
los campos” [...], “siguen responsabilizadas de la reproducción social y económica: el
levante de buen número de hijos y el cuidado de los ancianos”" . Hombres y mujeres viven
un tiempo y un espacio que perpetúa comportamientos, que vive de las fiestas para celebrar a
los santos, del ron. de las grandes familias, del descanso en una hamaca mientras se mira
pasar el tiempo, de las mujeres en las cocinas y de vivir el día a día, en el presente.
U
El tiempo tiene otra dimensión, es el tiempo de los eventos, de los sucesos, de las vivencias,
de las fiestas, de la llegada de forasteros crueles o exóticos; tiempo de artesanía, agricultura,
ganadería y tabaco; tiempo de santos, bailadoras y entierros con procesiones de música de
gaitas y tambores; tiempo de hombres y tiempo de mujeres; tiempo en el que:
Espacios sexuados
La cultura de goce y “manera dejada”
retratada por escritores, historiadores,
músicos y poetas como mágica hace
referencia a una cotidianidad de hombres,
mientras la magia de las mujeres es opacada
y cercada en el espacio doméstico -com o lo
indica Fals Borda-,
La vida privada de estos hombres y mujeres, sus vivencias más íntimas y frívolas, son
difíciles de detectar; en las entrevistas, al sentirse objetos de estudio, proyectan una vida
ideal más que real, pero observando las reincidencias en sus jomadas se puede desdibujar
algo de su cotidianidad. “Lo cotidiano está formado por pequeños hechos que apenas quedan
marcados en el tiempo y en el espacio”ftS, es un conjunto de actividades que separadamente
son anécdotas pero, al ser actos recurrentes o secuenciales, constituyen la vida cotidiana. Una
vida que está conformada por hombres y mujeres, a quienes la cultura concede espacios
diferenciados: una cotidianidad privada asignada a las mujeres y una pública concedida a los
10
hombres. Pero la división privado-público no significa que las mujeres permanezcan aisladas
o encerradas y los hombres expuestos, indica que hay roles asociados a lo doméstico y a la
reproducción y otros relacionados con la producción y el manejo oficial o gubernamental,
por ejemplo. Para el sociólogo Pierre Bourdieu:
En los festivales de gaitas, por ejemplo, los hombres son los organizadores oficiales del
festival, los intérpretes, compositores, jurados y locutores, los que deben poseer la técnica y
la capacidad crítica requeridas para tener el poder de dominar la organización y los
instrumentos, juzgar su interpretación y dirieir al público v lo DÚblico. Las muicres, por su
pane, son las encargadas de los servicios sociales y domésticos: ser las asistentes de los
jurados - llevarles los formularios y el agua-, encargarse de la alimentación de los grupos
participantes, organizar las casas donde se hospedarán; ser las anfitrionas ideales que hagan
sentir a los y las visitantes a Ovejas o San Jacinto como en casa o, más bien, como en la
madre casa, atendidos/as personalmente por sus progenitoras. Vemos, entonces, que privado-
femenino v público-masculino no es una dicotomía que este directamente relacionada con
encierro-femenino y libertad-masculina, sino con los roles cotidianos asociados a las dos
esferas
40
En el estudio realizado en 1987, Madresolterismo y estructuras familiares en dos sectores de
¡a Costa Atlántica, Maria del Carmen Campo v Carmen Martínez, nos muestran una
cotidianidad en donde la tendencia, heredada de generación en generación, continúa siendo
el madresolterismo. mujeres que asumen una maternidad con ausencia del padre y
colaboración de la abuela. Dentro de sus descripciones de la estructura familiar costeña se
observan similitudes con las poblaciones visitadas para el presente estudio.
Aunque las autoras reiteran que las relaciones de género pueden variar dependiendo de la
región y época, hacen énfasis en la tradicional existencia de familias extensas en la Costa,
donde prima el madresolterismo y el poder de las mujeres en el espacio privado:
Dentro de los sistemas cultural y social de la fam ilia extensa se detecta una
clara diferenciación en los roles de género, con una marcada división sexual en
las conductas permitidas: al hombre se le asigna la función productiva y a la
muier la reproductiva, esta última con una excesiva valoración de la
m a te r n id a d E n ta n to el h o m b re desarrolla sus distintos roles en c o n d ic ió n de
individuo, a la mujer se le asigna un rol en función del grupo: de sus padres,
como hija; de su cónyuge como esposa; de sus hijos como madre. [...]
" CAMPO OVTRDO. Mariela del Carmen v MARTTNRZ CARABALLO. Carmen. Madresolterismo v
estructuras familiares en dos sectores de la Costa Atlántica (Córdoba v Magdalena). Medellin: Universidad
Pontificia Bolivariana, Facultad de Trabajo Social, departamento de Formación Avanzada, 1987, p. 45.
71 Ibid. n. 46
72 Ibid.. n. 39.
41
Según la sociología del conocimiento, la división entre privado-femenino y público-
masculino se empieza a gestar desde la socialización primaria, en la educación impartida en
los hogares y escuelas, y especialmente en el proceso de asimilación de las prácticas
cotidianas desde la primera infancia: ¿quién hace la comida?, ¿quién realiza el trabajo
doméstico?, ¿quién sale a trabajar en la agricultura?, ¿quién se queda hasta tarde tomando
ron?, ¿quién interpreta música de gaitas?, ¿qué hacen los
hombres?, ¿qué hacen las mujeres?, ¿cómo se visten los
niños?, ¿cómo se visten las niñas?, roles que se van
asimilando y tienden a perpetuarse de generación en
generación.
Por otra parte, la antropóloga chilena Sonia Montecino afirma que en las culturas de América
Latina la identidad de género se produce en el cruce de variables múltiples y simultáneas
(edad, etnia, clase, cultura, tiempo y espacio singulares) con una “memoria cultural” n común
que asocia lo femenino con la madre sacrificada o sagrada y lo masculino con el padre
ausente o con el hijo, lo que constituye una “experiencia ontológica” '6 que se transmite por
vía generacional y que se articula mediante experiencias compartidas por una colectividad.
Fuller critica el emblema de la masculinidad según Montecino porque, para ella, la visión de
una madre sagrada y sacrificada v un hombre ausente, es dualista y unívoca; para Fuller, el
marianismo-machismo debe ser matizado teniendo en cuenta sus gradaciones y
ambigüedades, va que estas categorías son cambiantes dependiendo del contexto. Aunque
coincido con Fuller en que no se puede tipificar una manera unívoca de ser mujer y hombre,
el modelo expuesto Dor Montecino. aue evoca una esDecie de “memoria cultural” en donde
la mujer es sacrificada y el hombre ausente, se ajusta a las condiciones específicas y al
contexto cotidiano de hombres y mujeres de Ovejas y San Jacinto, modelo que ratifica el
estudio de Madresolterismo y estructuras familiares en dos sectores de la Costa Atlántica:
M FULLER. Norma. “En tomo a la Pluralidad Marianismo-Machismo”. en: ARANGO. Luz Gabriela: LEÓN.
Magdalena y viveros. Mara (editoras). Lo femenino v ¡o masculino: Estudios sobre las Identidades de Género
en América Latina, Bogotá. Universidad de los Andes, 1994, p. 262.
75 MONTF.CTNO, Sonia. "Identidades de Género en América Latina: Mestizajes. Sacrificios v
Simultaneidades . en: ARANGO, Luz Gabriela (comp ). Género e Identidad. Ensavo sobre lo femenino v lo
masculino, Bogotá: Tercer Mundo, 1995, p. 273.
76 Ihid
71 CAMPO OVIEDO. Op cit.. p. 40-41.
41
De igual forma, y corroborando la tendencia de las culturas latinas, Sergio Navarrete
describe la cotidianidad de los K’iche’ Achi de Rabinal Baia Veraoaz. Guatemala: encomro a
hombres que tienen varías mujeres y se ausentan de su casa, y a mujeres que piensan que
teniendo varios hijos van a mantener a sus maridos a su lado. Situación similar a la vivida en
las regiones estudiadas y que sustenta la teoría de Sonia Montecino sobre las coincidencias
en las relaciones de género en Latinoamérica:
Dentro de las experiencias compartidas por la colectividad latina, la división sexual del
trabajo entre productivo-masculino v reproductivo-fcmcnino no es tan ciara. En San Jacinto
y Ovejas tal división impide que las mujeres puedan dedicarse a la interpretación de música
de gaitas y tamboras a nivel profesional. Mientras los hombres están involucrados en el
trabajo productivo, las mujeres, además de ser las encargadas de hacer el mercado, preparar
la comida, mantener la casa limpia, ordenada y cuidar a niños y niñas (o el llamado rol
reproductivo), trabajan haciendo artesanías, cocinando fritos para vender en la plaza, o
trabajando en las tabacaleras para poder sobrevivir (o rol productivo); son mujeres presentes
en el hogar, sacrificadas, cuyas actividades se realizan, de manera predominante, en el
espacio privado: la casa. El rol reproductivo es entonces entendido como una labor
naturalizada realizada por mujeres esposas, madres y amas de casa. En este sentido Caroline
Moser se refiere al llamado triple rol": trabajo productivo, reproductivo y comunitario:
El trabajo femenino incluye no solo el trabajo 'reproductivo ’ (el dar a luz y las
responsabilidades de la crianza de los hijos), necesario para garantizar la
manutención y reproducción de la fuerza laboral’ sino, además, ‘el trabajo
44
productivo’, en actividades generadoras de ingreso. Implica además trabajo
‘com unitariodesarrollado en el ámbito local. *
II
Los hombres, por su parte, son padres ausentes y públicos, y cuando están en sus casas, en el
espacio privado, realizan actividades relacionadas con la fuerza masculina mas no con las
labores reproductivas. Son “agricultores y campesinos, dedican su tiempo al trabajo de las
‘rozas’82 cultivando ñame, yuca, tabaco, árboles frutales, etc., cuando han logrado obtener
tierras; en caso contrario jomalean a los ganaderos de las sabanas bolivarienses. En la casa
participan en la consecución de la leña para el fogón, mantenimiento de los animales y
montando la cabeza de las hamacas (actividad artesanal masculina)”83, e interpretando
música de gaitas en la plaza o de pueblo en pueblo. Estas divisiones de roles nos muestran
una “memoria cultural” costeña en donde hay madres sacrificadas (marianismo) y hombres
ausentes (machismo - que así estén presentes en el hogar, tienden a realizar labores para
machos)', madres que -durante el festival84- bailan y cantan, y padres que interpretan y
componen (lo veremos con detenimiento en el tercer capítulo); madres que cocinan y
hospedan y padres que beben y tocan con sus amigos en la plaza.
W MOSER, Carolina. “Ajuste desde la base: mujeres de bajos ingresos, tiempo y triple rol en Guayaquil”, en:
HERRERA, Gioconda (comp.). Estudios de Género, Quito: FLASCO, 2001, p. 262.
81 Las mujeres con sus hijos e hijas están esperando a que empiece la alborada. San Jacinto, 14 de agosto de
2005.
1(2“Rozas” se le dice a los cultivos en estas regiones de los Montes de María.
83 GARZON, Lucía. “Gaitas y Tambores de San Jacinto”, Nueva Revista Colombiana de Folclor, Bogotá, Vol.
l,Núm . 2, 1987, p. 76.
84 Es importante recordar que el estudio de campo de la investigación se realizó dentro del marco de los
festivales, lo que signiñca que la percepción de los roles y relaciones de género están permeadas por un
ambiente festivo que puede no coincidir con la cotidianidad y vida privada de los y las habitantes de San
Jacinto y Ovejas. Habría que realizar un estudio etnográfico de largo plazo que busque estudiar a profundidad
estos aspectos.
45
las mujeres en la música de gaitas y tambores y las significaciones de género otorgadas a los
r H5
instrumentos como veremos en el cuarto capítulo.
Oye, Celestina
Vamo a gozó (bis)
Dejá un rato la cocina
Que tenemos que bailó (bis)
En la casa de José Alvarez (el gaitero más reconocido de Ovejas), por ejemplo, se estaban
quedando doce gaiteros que venían a participar en el festival, y las hijas -o Celestinas- de
“Joche” eran las encargadas de atenderlos con su reconocida y afamada amabilidad
caritativa. Mientras “Joche” estaba sentado en una mecedora en medio del patio, hablando
con los visitantes, sus hijas corrían de lado a lado terminando de recoger los restos del
desayuno para empezar a hacer el almuerzo. “No puedo ir al festival porque tengo que
85 “No solo deben mantener su fluidez y significación simbólica los términos ‘público’ y ‘privado’ o
‘masculinidad’ y ‘feminidad’, sino también los más concretos con los que se relacionan: ‘hombres’ y
‘mujeres’. No pueden interpretarse estos términos como si sólo designaran a dos grupos sociológicamente
diferentes en una única relación de poder. No todos los hombres tienen los mismos tipos de poder -racial, de
clase, religioso y demás variantes- sobre todas las mujeres. Por la misma razón, las mujeres de un grupo social
pueden tener ciertos tipos de poder sobre los hombres del mismo grupo, así como mucho más poder sobre los
hombres de un grupo diferente”. GREEN. Op cit., p. 25.
Asistencia a entrevista realizada por Ana Maria Ochoa a los Auténticos Gaiteros de San Jacinto, el día 24 de
junio de 2005 en Bogotá.
46
En la casa de José Álvarez (el gaitero más reconocido de Ovejas), por ejemplo, se estaban
quedando doce gaiteros que venían a participar en el festival, y las hijas - o Celestinas- de
“Joche” eran las encargadas de atenderlos con su reconocida y afamada amabilidad
caritativa. Mientras “Joche” estaba sentado en una mecedora en medio del patio, hablando
con los visitantes, sus hijas corrían de lado a lado terminando de recoger los restos del
desayuno para empezar a hacer el almuerzo. “No puedo ir al festival porque tengo que
atender a los visitantes. Por ejemplo, yo no la puedo dejar a usted sola, tengo que atenderla, y
a cada rato llega gente a la casa”,87 decía “Joche” sentado en su mecedora.
Esta división de roles es resaltada por Nancy Fraser y Linda Gordon bajo el nombre
“Contrato versus Caridad”; mientras el contrato -asociado al rol productivo- busca equidad y
justa remuneración, la caridad -relacionada con el rol reproductivo- parece ser voluntaria,
desigual y no remunerada. Las autoras nos recuerdan que durante el siglo XVIII en Estados
Unidos:
87 Entrevista al gaitero “Joche” Álvarez. Realizada en Ovejas, el sábado 16 de octubre en la casa de la familia
Álvarez.
* Casa de Joche Álvarez en Ovejas, 16 de octubre de 2004.
CAMPO OVIEDO. Op cit., p. 53.
47
totalmente fuera del circuito del intercambio [...] Así, mientras el contrato tenia
connotaciones tales como intercambio igual, beneficio mutuo, egoísmo,
racionalidad y masculinidad, la caridad adquirió, por contraposición las de
desigualdad, donación unilateral, altruismo, sentimiento y a veces feminidad’'’.
La caridad atribuida a las mujeres se puede rastrear en la Costa a principios del siglo XX con
la afamada bailarina María Barilla (1887-1940), a la que los gaiteros han compuesto varias
canciones. Además de resaltar su gran carácter y talento, los relatos exaltan su vocación
caritativa: “Tuvo actos de humanitarismo, comprensión social y espíritu público y nunca se
negó a hacer un favor: se le conoció despojarse de sus ropas para vestir a otras personas, y
gustaba de cuidar a los enfermos. Así mismo le retribuían con regalos de mangos, bagres y
otras comidas y elementos”1'1
El trabajo invisible, privado y caritativo de las mujeres, dado su carácter de propiedad o bien
del marido, sigue representando, no solo un gran impedimento para su entrada a la música
de gaitas, sino un trabajo de más de ocho horas no remunerado y devaluado, sin el cual los
hombres no podrían dedicarse a la música.
FR ASRR. Nancy v GORDON. Tina. “Contrato Versus Caridad. Una reconsideración ente ciudadanía civi! v
ciudadanía social”. Contextos No 02, Lima: Programa de Estudios de Género/ Pontificia Universidad Católica/
Facultad de CCSS, 1997, P 10
Vl FALS BORDA. Op cit. p. 133A
48
voluntarias en hospitales y orfanatos, en la parroquia, haciendo obras sociales, en hogares
comunitarios, en sus casas con labores domésticas y de crianza, haciendo artesanías y
cocinando, entre muchas otras labores asociadas al rol reproductivo.
Por otra parte, en San Jacinto no está bien visto que las mujeres vivan solas; deben vivir con
sus esposos o compañeros, con sus hijos e hijas, con sus padres v/o madres; deben estar con
alguien que las cuide. Estas tipificaciones en los roles de género hacen que cualquier cambio
o trasgresión sea visibilizada, criticada y hasta sancionada socialmente, como le sucedió a
Lucía Garzón, una mujer que trasgredió el modelo de mujer sanjacintera:
Me fui para allá, arrendé una casita y empecé a vivir, cosa que causó de todos
modos rasquiña en el pueblo porque allá las mujeres no tienen derecho a vivir
solas; como te decía yo, o somos putas, o somos guerrilleras o somos
misioneras v yo no catalogaba en ningún perfil, no hacía ninguna de las tres
cosas, entonces fue un poco difícil. Sin embargo fue muy bueno porque ellos [los
Gaiteros de San Jacinto] fueron mucho respaldo, ellos de todos modos, aunque
no son gente poderosa en la economía, sí tienen un estatus por ser músicos. Un
estatus que es doble estatus, son músicos valorados porque son los aue saben v
conocen el mundo y son reconocidos, pero también son subvalorados porque
son los borrachínes, los que se pierden, los que dejan a las mujeres solas.
En este relato podemos observar varios puntos importantes que revelan las relaciones y roles
de género entre hombres y mujeres en estas poblaciones: a las mujeres todavía se les niegan
derechos fundamentales y si los trasgreden son juzgadas por la sociedad; los hombres, por su
parte, tienen fama de borrachínes y padres ausentes.
4Q
Estaba buscando a Alfredo Ricardo Guerrero, gaitero de Ovejas, quien me citó por la mañana
para tomarle fotos a una figura precolombina de una mujer tocando gaita hembra. La esposa
de Alfredo Ricardo estaba lavando ropa mientras veía participar a su hijo en el Festival por
televisión; la hija, sentada en una de las mesas en las que sirven las tTes comidas para los y
las visitantes, estaba jugando con el hijo de una prima que tiene dos años; me senté al lado de
ella esperando al señor Guerrero; empezamos a hablar de la fama machista de los hombres
costeños y ella me dijo que no era cierto, que los hombres y mujeres en Ovejas trabajaban
por igual y los hombres ayudaban a las mujeres en las labores domésticas. En medio de la
conversación llegó la prima corriendo y, casi sin poder respirar, le dijo “tu marido está
desesperado porque no apareces y no tiene almuerzo, que le va tocar hacerse un plátano
porque tiene que ir a tocar”VJ; ella salió inmediatamente.
Mujeres y hombres trabajan para aportar a la economía familiar pero las mujeres son las
encargadas, además, del rol reproductivo. Entre las mujeres se colaboran para cuidar a hijos
e hijas, para cocinar, atender a visitantes y sus puestos de artesanías; los hombres, mientras
tanto, salen a trabajar, a beber, y durante el festival, están día y noche en la plaza.'0
En medio de una cultura costeña en donde predomina tradicionalmente el ejercicio del poder
masculino y en la que hay habitantes que no conocen el mar, que no han viajado a otras
ciudades, y mucho menos a otros países, es difícil que mujeres y hombres sean concicntes de
la división bipolar de las relaciones y roles de género, a través del establecimiento de
coincidencias y/o diferencias con otras culturas; que los hombres piensen en colaborarle a
sus mujeres en las labores domésticas y de reproducción para que ellas, por ejemplo, puedan
tener el tiempo de tocar una gaita o un tambor, o que las mujeres deseen ejercer su
autonomía o empoderarse, término que Catherine Moser define como “la capacidad de
incrementar su propia autoconfianza y su fuerza interna f_1, el derecho de determinar sus
sn
opciones en Ja vida y de influenciar la dirección del cambio, a través de la habilidad para
obtener el control sobre los recursos materiales v no materiales’”
La mayoría de mujeres que viven o tienen que permanecer en San Jacinto u Ovejas (por
imposibilidades económicas por ejemplo) están sujetas a las restricciones de su cultuTa y
pareciera que no son conscientes de la importancia de incrementar su auto-confianza y
afirmar su derecho a la autonomía e independencia para, en el caso de las mujeres artistas,
ejercer la interpretación y composición de música de gaitas y tambores de manera
profesional (este punto lo veremos en el siguiente capítulo).’"
91 ROWLANDS, Jo. “Empoderamiento y mujeres rurales en Honduras: Un modelo para el desarrollo” en:
LEON, Magdalena (ed.). Poder y empoderamiento de las mujeres, Bogotá: Tercer Mundo, 1997, p. 216.
" El hacer concientes a otras/os de su realidad social, ha peñerado controversias en el mundo académico. /Es
necesario que hombres y mujeres de San Jacinto y Ovejas sean conscientes del machismo con el que conviven
desde una visión forastera v académica-? /Tu conciencia o conocimiento, ñor ejemplo, del estado de
subordinación de las mujeres en estos pueblos representaría una ventaja o una desventaja para la cotidianidad
de las mujeres, quienes parecen están acostumbradas a ella? ¿Por qué y para qué ser concientes?...
Ismael A. Correa Díaz Granados, historiador cienacuero. en su artículo “Mito. Levenda e Historia de el
Caimán Cienaguero” (El Heraldo, Barranauilla. Domingo 7 de marzo de 1999) cuenta que:
“[...] El emblema protector de ‘Los Cimillas' era un ‘Caimán’ que tenía aprisionada entre sus mandíbulas un
ramo de la flor de la ‘batatilla’. que abundaba en los cenaeales, caños, lacunas v nos de esta cálida v húmeda
región 1... | Con estos antecedentes mitológicos se aprecia mejor la veneración por los caimanes que inclusive
fueron un “Tótem”, al considerarlos encamación. Creían que poseían poderes sobrenaturales del ancestro.
Surge la “Leyenda” que es la narración del ‘Mito’, lo imaginativo y lo real es confuso.
En cuanto a la historia de la danza y baile del Caimán Cienaguero, sin duda alguna adquirió vida y
nrotaconismo: con los nombres v apellidos de los personajes principales que aparecen en el relato folclórico
del intelectual y poeta cienaguero Darío Torregroza Pérez (DTP) que sostiene que con documentos y datos que
se encontraban en un viejo baúl en una vivienda del barrio ‘Cachimbero’, que “un memorable 20 de enero, día
de San Sebastián”, un truno de danzantes procedentes del vecino Municipio de “Pueblo Viejo”, se encontraban
parrandeando, en el barrio “Cachimbero”, a orillas del mar frente al rancho de Miguel Bojato, que vivía con su
mujer, Ana Carmela Urielcs, y dos hijas, Tomasita y la media hermana Juanita.
Comenta Torregroza Pérez oue desde el día anterior celebraban el cumpleaños de Tomasita, en medio de la
resaca marina y el aroma tropical de tabaco (‘Cachimba’), ron, pescado frito y café; por tal motivo desde las
nr)meras horas de la mañana dispuso Boiato aue Tomasita podía ir al mercado acompañada de Juanita a
comprar licor y comidas necesarias para prolongar el festín acostumbrado.
r . 1 El entusiasmo era desbordante, ñero sucede que poco más o menos a las tres de la tarde el vieio Miguel
estaba preocupado e intranquilo por la prolongada demora de sus hijas en regresar del mercado.
De pronto llega Juanita y el angustiado padre pregunta: ‘ /,Mi hijita linda. Dónde está tu hermana? La
M
leyenda, es coqueto, mujeriego y le encantan las mujeres jóvenes, porque, como dice el
popular merengue de Toño Fernández, “La Maestranza” (ver anexo 2), el himno de los
gaiteros:
En este texto podemos percibir (además de las descripciones de Fals Borda en su libro
Historia doble de la Costa, en los libros y cuentos del Nobel García Márquez y, mejor aún,
en las vivencias narradas por las propias mujeres) que los hombres de la Costa tienen fama
de mujeriegos, borrachínes y machistas, pero especialmente de ser hombres ausentes que
abandonan su hogar para buscar nuevos rumbos. Este realismo de los hombres costeños.
aparentemente mágico para los literatos, se ve revelado en el relato de Encarnación
González, esposa de Toño Fernández, el gaitero del que más se ha escrito y más canciones ha
inspirado por ser un excelente intérprete y compositor, modelo a seguir para las siguientes
generaciones de gaiteros. Encarnación habla de él:
Me quedé triste cuando Toño se fu e para Europa y yo con seis hijos al pie. Se
fu e mi compañero [...] a los tres meses de haberse ido mandó $3.000
/ colombianos]. Pagué lo que debía y con lo demás di de comer a mis hijos y
para mis gastos. Durante los cuatro años que estuvo por alia giró tres veces.
f-J
Seguidamente lo montaron en una amplia troja de varas de mangle para llevar al caimán en hombros hasta la
vivienda de Bojato en medio de dos filas paralelas de acompañantes y danzantes.
En ese folklórico recorrido con el caimán ‘en andas’, una multitud de curiosos preguntaban sobre lo que había
pasado. Bojato que iba delante del musical cortejo, en medio de Ana Carmela y Juanita, cuando dejaban de
tocar los tínicos instrumentos v se paraban los danzantes, aconsolados gritaba: "Hoy día de San Sebastian,
cumple años Tomasita, este maldito Caimán se ha comido a mi hijita”
Un instante después con un airado ademán volvía a cantar el estribillo: El caimán se la llevó. El caimán se la
comió”.
http://www.elheraldo.com.co/revistas/dominical/99-03-07/noti4.htm
Me quedé triste cuando Toño se fu e para Europa y yo con seis hijos al pie. Se
fu e mi compañero [...] a los tres meses de haberse ido mandó $3.000
[colombianos]. Pagué lo que debía y con lo demás di de comer a mis hijos y
para mis gastos. Durante los cuatro años que estuvo por allá giró tres veces.
[...]
Toño me abandonó porque se ausentó y las cosas que están lejos, como estuvo
él, desterrándose de mí, son un abandono. Todo el mundo habló de los que se
fueron a Europa, pero nunca han hablado de las verdes y las maduras que
tuvimos que pasar las que nos quedamos. [...]
Después de que él se fue, trabajé en todo lo que yo podía hacer para ganar el
sustento de mis hijos. [...] Me operaron de la vesícula biliar y Toño me dejó
así.[...J Luís era amigo de Toño y me mandó a decir que pidiera fía o lo que
quisiera y que cuando no pudiera vender los bollos o envueltos de maíz se los
llevaran a él. [...] Se lo juro por mi madre muerta que mis hijos, durante la
ausencia de Toño, nunca se acostaron sin comer. ‘
100 GIL OLIVERA, Numas Armando, Mochuelos cantores de los Montes de María la Alta II. Toño Fernández
La Pluma en el Aire, Bogotá: Kimpres Ltda., 2005, p. 119-121.
iov Auténticos Gaiteros de San Jacinto-, bar Casa de citas, 17 de junio de 2005.
Coro:
Como fu e Toño Fernández
Juan Lara y Mañe Mendoza
Y otros artistas grandes
Que han hecho mi tierra fam osa
Fragmento de la cumbia “Mi Santo Patrono” de Rafael Castro Fernández
La mala reputación de los gaiteros -hombres ausentes para Sonia Montecino- de “dejar a sus
mujeres solas” (Lucía Garzón), hace que niños y niñas crezcan sin una figura paterna
cómplice, y que las mujeres, al tener que ejercer el triple rol, pierdan la libertad de crear y
ser músicas profesionales. Además, la identidad de los hombres y gaiteros de San Jacinto y
Ovejas está asociada al hombre caimán, hombres que tiene varias mujeres y gran cantidad de
hijos e hijas, hombres que durante su ausencia toman trago. Pero, a pesar de ser una
identidad reconocida, abandonar a su familia puede costarles la vida, como le sucedió al
gaitero Juan Lara, amigo entrañable de Toño Fernández, con quien viajó a Europa.
Lucía Garzón, durante su estancia en San Jacinto, conoció a Juan Lara cuando ya estaba
moribundo, le llevó comida y hasta trató de buscarle un asilo en Bogotá, pero ya era muy
tarde para un hombre que, por haber negado a la familia, murió solo:
Juan Lara fu e un hombre muy tenaz [...] E l hombre fu e un hombre gozón, como
todos los costeños, porque hay que empezar p o r ¿qué es un hombre costeño?
[...] había vivido con varias mujeres, había tenido varios hijos y cuando fu e a
Europa, que lo llevaron a Checoslovaquia y estuvo en España y luego en Rusia,
llegó para acá y un día en una fiesta estando en la calle dijo: "yo no tengo hijos
ni tengo m ujer”, en pleno San Jacinto, y eso le significó que los hijos y la mujer
se enteraran porque es un pueblo chiquito y de ahí lo abandonaron, nunca más,
ya el viejo estaba viejo y hubo un resentimiento muy duro de haberlos negado
f- l
54
postrado y su hermano iba cada dos días a darle alimentación, esas eran las
condiciones de él. no se bañaba, no había nadie que lo cuidara ‘
Para Fals Borda, “en la región sinuana había una organización precolombina en la cual no
existía el machismo, donde regía una concepción particular de la sexualidad, el erotismo y
las relaciones entre los individuos muy distinta de la que aportaron los españoles. Nuestro
machismo parece provenir más de éstos que de aquellos” '" ’. El machismo costeño se
derivaría, para Fals Borda, de las tendencias coloniales de explotación de hombres y mujeres
indígenas durante el siglo XVIII y perpetuadas hasta el siglo XIX con la “compra de
doncellas” para el abuso sexual; de esta historia colonial “proviene que el hombre costeño,
en general, pueda medir su machismo por el número de hijos (ojalá varones) que haya
engendrado en cualquier número de mujeres, muchas veces sin asumir ninguna
responsabilidad.” ' 1”
Matthew Gutmann y Norma Fuller sugieren que el machismo no es una condición para
etiquetar las masculinidades ya que las identidades tienen sentido solo en relación con otras
identidades y nunca están firmemente establecidas porque se entrecruzan con variables como
la etnia, la clase y el contexto histórico, por ello, y aunque todavía continúan los debates
académicos en torno al nacimiento del machismo, lo único que podemos advertir es que
predominó en el continente latinoamericano (con la consecuente influencia del cine
mexicano y la imagen del charro como protagonista106), en un período específico entre 1940
y 1950 v que todavía subsiste en diferentes regiones colombianas.
Durante mi asistencia a los festivales pude percibir -com o ya había sugerido- un tipo de
machismo en el que los hombres son ausentes y viven en la plaza. En San Jacinto y Ovejas,
las casas y calles están llenas de niños y niñas, de adolescentes y de madres solteras que
tienen dificultad en que los hombres asuman su responsabilidad paterna. En la casa que me
hospedé durante el Festival de Gaitas de Ovejas vivía una familia conformada por la abuela,
el abuelo y la hija mayor con sus dos hijos adolescentes, uno de ellos con su esposa y la hija
de tres años. Un domingo acompañé a la hija mayor hasta Tolú para exigirle al padre que
respondiera económicamente por uno de sus dos hijos -cada uno de Dadres distintos-; el
hombre, que vivía al frente del mar, la recibió de mala gana y prácticamente le tiró la puerta
en la cara. Nos sentamos en la arena a ver el mar, en medio de un silencio cómplice que
terminó en el pronto regreso a Ovejas; al otro día, ella se levantó muy temprano, junto con su
madre de setenta años, para ir a trabajar armando tabacos.
Las historias de Juan Lara y Toño Fernández ejemplifican la vida de estos primeros gaiteros
de mediados del sielo XX y de los hombres comunes de estas regiones, realidades que
afectan tanto a mujeres como a hombres. Por una parte se encuentran los hombres a quienes
106 El charro nace en México en los años cuarenta cuando se estaba construyendo el concepto de estado-
nacion v de esta manera el charro es un icono de identidad nacional, al it?ual oue el hombre caimán es el iconr
de la C osta. Para ahondar en el tema del machismo en América Latina, leer: GUTMANNN, Matthew “El
machismo” y FIJI I FR Norma. “Reflexiones sobre el machismo en América Latina”, en: VALDÉS, Teresa y
OLAVARRÍA, José (eds.), Masculinidades y equidad de genero en América Latina, Chile; FLACSO, 1998.
parece no afectarles tener hijos e hijas a quienes no ven ni responden por ellos/as, pero por
otro están aquellos -com o gaiteros v tamboreros- para ios que reoresenia un aun.
desprendimiento el tener que estar lejos del pueblo y la familia por tener que buscar sustento,
como veremos al fina] del siguiente capítulo.
Coro:
Av! Llora tu. llora tú
Av! Llora tú que yo no puedo (bis)
Ay! Le diie a la bogotana
Av! Che que sov sanjacintero (bis)
Coro
También recuerdo de Cali
Por sus muieres tan bellas
Cuando estuve en Manizales
En Armenia y en Pereira
Coro
(Igual, pero caleñita en vez de bogotana)
Coro
(Igual, pero antioqueñita en vez de bogotana)
108 Grupos esperando frente a la tarima en la plaza de San Jacinto, 13 de agosto de 2005.
otra y le dio un cucharazo de palo en la espalda. Dicen que quedó tendido en el piso y los
amigos lo llevaron de urgencia a la clínica “a partir de ahí, todos en las casas empezaron a
comprar cucharas de plástico” 109. Las historias varían en el sitio en que se dio el cucharazo,
pero todas coinciden en ser causadas por la infidelidad -sospecha o realidad- de los hombres
y los celos generados en las mujeres.
Los Auténticos Gaiteros de San Jacinto contaban que ir con las novias o esposas a los toques
representa un problema porque, si se les acercan mujeres para bailar, lo más seguro es que se
sus mujeres se pongan bravas por celos, “es meior no llevarlas”, decía Nicolás Hernández'
La matrona costeña es exaltada por Fals Borda en su capitulo “La amachada conquista del
S inú”, resaltando la labor de las mujeres cacicas durante los siglos XVII v XVIII.
especialmente la figura de la española Francisca Baptista de Bohórquez, única mujer
“Conquistadora” en Colombia: “señora de Flamencos, Pablos y Chuchurubi. redentora de los
Dueblos de San Sebastián de Urabá. Momil y Sabaneta” 1' . Para el autor:
109 Entrevista a Juan Sebastián Ochoa, profesor de música de la Universidad Javeriana, realizada el 19 de enero
de 2006 en Bogotá.
110 Asistencia a entrevista realizada por Ana Maria Ochoa a los Auténticos Gaiteros de San Jacinto, el día 24
de iunio de 2005 en Rorotá
111 Entrevista a Nicolás Hernández, director de Ijjs Auténticos Gaiteros de San Jacinto. Realizada el 17 de
diciembre de 2004 en Bogotá.
112 FAI.S BORDA. Op c i t . n 33 v 32 A.
113 En el siglo XIX la lev de vientres libres otorga libertad a los hijos e hijas de esclavos/as.
114 FALS BORDA, p. 32 A.
La idea que Fals Borda resalta positivamente de la matrifocalidad en los siglos XVII y
XVIII, madres y abuelas lideres que son “el centro de la vida familiar y económica”, resulta
ser una situación preocupante que se deriva directamente de la evasión de responsabilidades
proDia del machismo costeño. Una escenario que de manera viciosa Dermanece
inmortalizado cinco siglos después y que refuerza y halaga la perpetuidad de los múltiples
roles asumidos por las mujeres de estas regiones, como motores de crianza y sostén
económico, doméstico y moral. Cabe entonces preguntarse: ¿las mujeres que fueron líderes
eran solteras y no tenían hiios para poder conquistar territorios libremente y ejercer un
liderazgo? ¿tenían un hombre al lado que se encargaba de las labores reproductivas y
domésticas mientras ellas viajaban, o sus madres y hermanas suplían ese rol?
La reiterada subordinación y falta de apoyo vivida por las mujeres en la Costa Atlántica
genera una primera reacción en Montería, el 7 de febrero de 1919, cuando la colozalera
Juana Julia Guzmán funda la Sociedad de Obreras Redención de la Mujer, “primer gran
despertar de la mujer en Colombia para modificar su vida de sumisión y explotación en la
sociedad machista” 115, una explotación que, como sugieren Gutman y Fuller, depende de la
etnia y la clase: “Queríamos redimimos nosotras mismas, porque esas mujeres eran muy
martirizadas. De coger las blancas a las pobres sirvientas y darles calderetazos y tirarles
leche caliente encima. Nos organizamos con reuniones los martes para que siquiera
aprendieran a defenderse” 116, decía Juana Julia. Según las descripciones de Fals Borda, esta
sociedad concentró sus esfuerzos en defender a las mujeres de situaciones de abuso a
servidumbres por parte de las altas esferas de la sociedad y ayudó a fundar una Escuela
Obrera, una Biblioteca Popular y un Hospital Socialista, apoyando a la Sociedad de Obreros
y Artesanos (instituida el 22 de abril de 1928), acciones trascendentes para el futuro de
Montería, pero aue continúan afianzando el papel caritativo y de explotación de las mujeres:
¿Quiénes atendían la biblioteca, el hospital y la escuela?, y, al igual que en el caso de las
cacicas, ¿quién se hacía cargo de sus familias mientras ellas hacían obras sociales?, ¿la labor
de las mujeres era reconocida económicamente?, si era así, ¿a las mujeres les pagaban lo
mismo que a los hombres? Todo parece indicar que, dado el vago contexto de las luchas
feministas a principios del siglo XX en Colombia y la escasa documentación y accesoria a la
que podían acceder estas mujeres, la Sociedad de Obreras Redención de la Mujer se
Las experiencias de los hombres y especialmente de las mujeres de San Jacinto y Ovejas, en
pleno siglo XXI, son ejemplo de que los intentos de principios del siglo XIX tuvieron pocos
frutos; viven en un tiempo y espacio congelados donde prevalece el oscurantismo musical de
las mujeres, mujeres luchadoras que, sin tener muchas de ellas el apoyo de sus parejas,
trabajan arduamente para sostener a sus familias, criarlas y además tener el tiempo para
hacer obras de caridad, voluntariados y colaborar en los festivales. El tiempo de ellas se
convierte en un tiempo realmente mágico, que se expande más allá de la duración de un día y
una noche; es el tiempo para los demás, un tiempo - y un cuerpo- que oculta la realidad de
las mujeres.
Transculturación en Bogotá
La Capital representa lugar ideal para poder
sobrevivir de la música, un centro cultural al que
aspiran llegar la mayoría de artistas ya que, con el
auge de la música de gaitas en lo últimos diez años,
los gaiteros encuentran varias actividades para
recibir ingresos - oportunidades que no se
presentan en sus pueblos- como son: dar clases,
construir instrumentos, hacer talleres en
universidades, tocar en bares, viajar por diferentes
regiones del país y hasta del mundo y tener la
oportunidad de poder grabar un CD con su
música119. La migración rural hacia Bogotá,
117 La acción o discriminación positiva es una propuesta que busca, especialmente en la construcción de los
planes de desarrollo, “el establecimiento de medidas temporales que, con el fin de lograr la igualdad de
oportunidades en la práctica, permitan mentalizar a las personas o corregir algunas situaciones que son el
resultado de las prácticas o de sistemas sociales discriminatorios.” OSBORNE, Raquel. “Acción positiva , en:
AMOROS, Celia. 10 Palabras Clave sobre Mujer, Navarra: Verbo Divino, 1995, p. 251.
118 Exposición de hamacas en San Jacinto, 13 de agoto de 2005.
119 “Esto generó una intensa ola de migraciones, que a partir de 1996 empezó a poblar de gaiteros costeños la
ciudad de Bogotá. Así, cuando en 1998 había solo un grupo (Bajeros de la Montaña), en el 2004 ya hay cinco
generada no solo por la situación de guerra vivida en el país sino por las oportunidades que
encuentran en la Capital, los y las artistas, de poder vivir de la música, ha derivado en la
propagación no solo de la música de gaitas y tambores sino de otras manifestaciones
artísticas en Bogotá.
Una amiga mía, la del tambor alegre, era novia de un gaitero costeño, pero
terminaron y el man terminó con una costeña, se entienden más con una
costeña, porque los genios y el carácter son muy distintos, además que uno no
se la deja montar tan fácil y ellos son muy montadores.
A las esposas de ellos, las mujeres dicen ellos, nada, vo las veo en la casa, ellas
son cocinando y ellos tocando, v las llevan siemore a los toaues pero, eso si, en
la cocina. f... j Por ejemplo, cuando tocan en la Mediatorta ellas van pero que
yo sepa, que trabajen no, porque siempre que llegamos ahí están y la mayoría sí
son costeñas, o se las traen o las consiguen acá pero son costeñas. Lo que te
digo, con la tamborera no lograron cuadrar su genio porque me parece que
cniDos. Esto ouiere decir oue se Dasó de aproximadamente seis músicos eaiteros costeños en 1999. a treinta en
el 2004, algunos de ellos con su mujer e hijos. Esto sin contar a la gente de Cartagena v Barranquilla que
también se ha venido. Teniendo en cuenta la repercusión que esto ha tenido y el prestigio de los músicos que
llegaron, consideramos que esta miirración. así no sea tan numerosa, es de suma importancia. Como va se diio,
los mejores gaiteros y tamboreros de la tradición sanjacintera de gaita (con excepción de la mayoría de los
viejos) están en Bogotá: Juancho Fernández, Freddys Arrieta, Orlando Yépez, Damián Bosio, Francis Lara,
José Plata Vásciuez. Guálber Rodríguez. Javier Fernández. Rafael Castro. Gabriel Torregrosa. por solo
mencionar a los más sobresalientes. Teniendo en cuenta que todos ellos hacen parte de grupos musicales,
podemos afirmar que la práctica musical profesional de gaita se ha quintuplicado en Bogotá en los últimos seis
años.”. En: ROJAS. Juan Sebastián. "Ahora hav más eaiteros en fío fio tá aue en San Jacinto”. La tradición v
las identidades en Bogotá en tiempos de globalización a través de la música tradicional de gaita. Tesis de
i*rado r>ara obtener el título de antropólogo en la Universidad Nacional de Colombia, febrero de 2005. p. 51
120 En Ovejas y Carmen de Bolívar se cultiva el tabaco negro tipo "Cubita” desde finales del siglo XIX.
ellos imponen mucho: “ las cosas son a s í”, son muv protectores, muy celosos v
d ken aue las muieres son las celosas, entonces se la pasaban peleando entonces
le dijo: ‘no mijito, v á y a s e zJ
La cotidianidad del machismo costeño -descrito en páginas anteriores- es tan fuerte que
pareciera que algunos de los gaiteros de Los Montes de María solo pueden entablar una
relación con mujeres de su misma región, manteniendo, de esta manera, las tradiciones
heredadas de sus pueblos y perpetuando la imagen de los primeros gaiteros como Toño
Fernández y “Juancho” Lara. Precisamente las mujeres de la Costa que llegan a Bogotá
hablan de las diferencias que encuentran entre los hombres costeños y los Bogotanos:
Los costeños no es que sean machistas sino que les da como pena, como miedo
demostrar lo que sienten. No se si es temor de sentirse como débiles o no se,
pero sí tienen como un recelo a demostrar los sentimientos, ellos quieren y todo
pero no lo demuestran. En cambio los bogotanos son como más abiertos.
Los costeños son muy, muy machistas y envidiosos, súper envidiosos; si ven que
alguien está mejor entonces ahí va es malo, nunca dicen algo como bueno. Por
ejemplo un señor nos dijo dizque: ‘ustedes que van a tocar si son mujeres ’ y yo
le dije: ‘y si tocamos usted qué nos d a ? ’. ‘Pues les p a g o ’. ‘Ah, bueno...'
Empezamos a tocar y el tipo se quedó con la boca abierta: “dizque, ah. bueno ”,
le tocó pagamos y ahí p a ’ elante.‘¿J
La prevención de los costeños de "demostrar lo que sienten", debido a una tradición que
impone el modelo de un hombre macho aue no llora y es viril, está directamente relacionado
con el temor de sentir amenazada su hombría frente a una mujer que llegue a demostrar
virtuosismo. Y, aunque haya músicos de la Costa que llevan muchos años viviendo en
Bogotá en medio de una cultura en donde las relaciones entre hombres y mujeres son más
equitativas -sin ser las ideales-, las agrupaciones de integrantes costeños siguen estando
conformadas por hombres, el ron continúa siendo un elemento que no puede faltar y el
hombre caimán simplemente cambia de clima. Lo que ha cambiado un poco es que algunos
van con sus mujeres a los toques, pero en las entrevistas a gaiteros jóvenes se pudo percibir
que todavía existe cierta prevención de ir con sus mujeres o hijas a las parrandas, como
121 E n tre v ista a Carolina Castillo, directora del etudo Sambumbia. Realizada el 8 de octubre de 2005, en
Bogotá.
12‘ Entrevista a Leidy Laura Villalba Fernández, toca el llamador en Las Amaxonas. Realizada el 24 de julio de
2005. en Bogotá.
123 Entrevista a Kellv Rojas, alegrera y directora del grupo Las Amaxonas. Realizada el 13 de junio de 2005,
en Bogotá.
veremos en el siguiente capítulo, poraue temen aue sus armaos se soorenassT;
Por otra Darte, las relaciones de género entre hombres y mujeres de la Capital son distintas.
Las agrupaciones de gaiteros y gaiteras son integradas, por lo general, por estudiantes
universitarios/as de distintas carreras y profesionales de la música, personas jóvenes que
tienen una visión distinta de las relaciones; mujeres y hombres son más independientes,
trabajan y/o estudian, pero no se pueden contener frente la incursión del contexto costeño de
la música de gaitas y tambores como veremos en el siguiente capítulo, v la imagen
latinoamericana de una mujer sacrificada y un hombre ausente descritos por Montecino,
también tratarán de silenciar las expresiones artísticas de las mujeres bogotanas.
I ll
Mujeres de las gaitas y tambores
Yo sueño con volver a tarima nuevamente, sí, porque esto lo llevamos en la sangre, nosotras
escuchamos el tambor y ya nos ponemos en seguida... ja, ja, ja, tarareamos, ‘oye esa
tambora vamos a cantar, Candelaria, Candelaria, Candelaria vida mía y ahí nos ponemos
a bailar, eso va en la sangre, nos mueve, como que la nostalgia nos mueve el cuerpo, la
emoción nos invade todo...125
Teresa Álvarez
La nostalgia expresada por Teresa Álvarez -al igual que la de otras mujeres entrevistadas- es
por la tristeza de no haber podido continuar interpretando música de gaitas; siente que su
vocación es la percusión, y la emoción la invade cuando oye esta música, pero la
cotidianidad, la costumbre y la tradición heredada de su pueblo, la alejaron de ese sueño. Un
sueño tradicionalmente masculino que, a través de los abrumadores relatos que veremos en
este capítulo, evidencia una resistencia social a adoptar cualquier manifestación pintada de
femenino que llegue a apaciguar la virilidad de la música de gaitas y tambores. “Todo sitio
construido por la música implica nociones de diferencia, de límites sociales, culturales,
étnicos y de género. También organiza jerarquías de orden político y moral [...] La música,
sabemos, es una de las formas menos inocentes de reforzar o de resistir categorías de
dominación o dominio”.126
124 Gaiteras del grupo Lumbalú tocando en la plaza de Ovejas, 15 de octubre de 2004.
125 Entrevista a Teresa Álvarez, intérprete de llamador. Realizada en Ovejas, el sábado 16 de octubre en la casa
de la familia Alvarez.
126 FRIEDMANN, Susana. “El cuerpo, el goce, la mujer y la música”, En otras palabras. Mujeres, Cuerpos y
Prácticas de sí. No. 9, Editada por el Grupo Mujer y Sociedad. Programa de Estudios de Género de la
Universidad Nacional de Colombia, Corporación Casa de la Mujer de Bogotá. Agosto-diciembre de 2001, p
22 .
Los roles de hombres y mujeres en Ovejas y San Jacinto y la división sexual del trabajo
entre productivo y reproductivo permea todos los esDacios cotidianos, hasta llegar a definir
la participación de hombres y mujeres en la música de gaitas y tambores. La música, a través
de las temáticas tratadas, de los miembros que conforman los grupos, de los horarios y su
contexto, de los nombres asignados a las gaitas y tambores y a los sonidos que emanan,
perpetúa simbolismos y prácticas cotidianas de dominación masculina que desplazan a las
mujeres de la interpretación y composición. Es así como Viñuela describe esta problemática:
“Una mujer que pretenda desarrollar una actividad fuera del espacio doméstico tendrá que
enfrentar las críticas que, inconscientemente o no, descalificarán su trabajo debido a las
implicaciones sexuales de la asociación mujer- esfera pública”. ^
Este capítulo es una compilación que recoge los testimonios de las mujeres de las gaitas y
tambores, testimonios recogidos a lo largo de dos años en San Jacinto, Ovejas y Bogotá.
Estos relatos nos develan la problemática entre mujer esfera pública y privada descrita por
Viñuela y el poder a manos de lo masculino sugerido por Friedmann, circunstancias que no
solo se ven evidenciadas en los pueblos costeños estudiados sino -con algunas variaciones-
en las agrupaciones de mujeres en la Capital, experiencias comunes que se irán describiendo
y que representan un material invaluable que sentará las bases para la pregunta que
trataremos de responder en el siguiente capítulo: ¿Dor qué se apellidan gaita y tambor macho
y hembra?
Educación sexuada
La escuela es un terreno vital para la producción y reproducción de la práctica
y del significado /.../ La clase de música en las escuelas puede iluminar
algunos de los procesos involucrados en la construcción de la identidad
individual, marcada por el género, a través de la misma experiencia musical. ,¿a
127 VIÑUF.LA. Op cit.. p. 32. Laura Viñuela es Doctora en Musicoloca de la Universidad de Oviedo en
España. Su libro hace un muy detallado recuento de los libros y artículos anglosajones e ingleses más
representativos de las investigaciones en musicología y sociología con perspectiva de género.
128 GREEN. Op cit.. p. 27.
aprendida por medio de esquemas tipificadores y expuesta a través de la creación y práctica
musical.
El hilo conductor parte de las fam ilias de origen, que desde los abuelos
diseccionaron una actitud abierta de gusto por la música y el arte en general.
La fam ilia extensa, con características de matriarcado, independientemente de
la situación socioeconómica, muestra abuelas y madres poseedoras de un
129 Joche Átvarez con un grupo de alumnuos en Catapraz, 1998. Foto suministrada por Teresa Álvarez.
130 Basada en el libro BERGER, Peter y LUCKMANN, Thomas. La construcción social de la realidad,
Amorrortu: Buenos Aires, 2003.
carácter muy fuerte, generalmente intérpretes de instrumentos y cantantes, que
marcaron generaciones futuras de mujeres. 131
La división sexual de roles entre hombres y mujeres, donde los hombres se forman con una
identidad expuesta, pública, y las mujeres con una identidad privada y doméstica, está tan
sedimentada e institucionalizada que se da a todo nivel, desde la cotidianidad mundana hasta
la participación en la música de gaitas y tambores. La interpretación sexuada hace parte de
este proceso de intemalización y de violencia simbólica, gestados durante la socialización
primaria y perpetuados en la secundaria, en donde tradicionalmente los grupos están
conformados solo por hombres y las mujeres aparecen esporádicamente bailando, cantando,
tocando llamador o gaita macho como veremos en el siguiente capítulo. En San Jacinto y
Ovejas, por ejemplo, los hombres son los protagonistas de la música instrumental, haciendo
presentaciones en distintas celebraciones, viajando a festivales, atrayendo mujeres y
bebiendo ron, mientras las mujeres se quedan en sus regiones cuidando a hijos e hijas,
bailando y haciendo artesanías o trabajando en el tabaco para poder subsistir.
133 McCLARY. Susan. Feminine Endinos Gender Mttsic and Sexiialitv. Minnesota: Universitv of Minnesota
Press, 1991, p. 21. Este libro de McClarv, investigadora anglosajona pionera en la musicología feminista, fue
publicado en 1991 y contiene “una colección de artículos escritos por la autora entre 1987 y 1989 que estudian
un amplio espectro de músicas desde la perspectiva de género. Es una obra de referencia para la musicología
feminista porque, aplicando a la música la teoría v crítica feministas desarrolladas en otros ámbitos, tarta de
establecer una metodología específica, a la vez que pone de manifiesto los problemas que supone este tipo de
estudios. McClarv estudia las construcciones de genero v sexualidad presentes en la música o en los discursos
relativos a ella v a las estrategias discursivas empleadas por las muieres músicas. Partiendo de una crítica a la
teoría de la música y a la musicología tradicional por su aproximación excesivamente formalista y
estructuralista, aue pasa por alto cuestiones sociales v políticas. McClarv pretende ampliar los objetivos del
análisis musical aprovechando los avances de la teoría feminista en disciplinas como el cine o la literatura”.
Síntesis expuesta en VTÑIJF.LA. On cit.. P 22.
“ ROBERTSON. Op. cit., p 409.
Falta de oportunidades y apoyo
Varias de las mujeres entrevistadas en Ovejas y San
Jacinto alguna vez tocaron gaitas o tambores y
conformaron grupos con los que participaron en
festivales, pero desistieron de la vida musical, a su
pesar, por falta de apoyo, o al no tener una pareja con
quien dividir el trabajo asignado a la esfera privada.
Con pareja o soleteras, trabajan y tienen que asumir
las responsabilidades domésticas y de crianza,
labores que no dejan tiempo para la música. Y las
mujeres que tienen pareja tampoco tienen el tiempo
necesario para ensayar y salir a tocar porque también
asumen los roles tradicionales y trabajan; la
contratación de sus parejas generalmente es esporádica, mal paga, o parte de los recursos
son desviados hacia la compra de ron, y ellas tienen que entrar en el rebusque para dar de
comer a hijas e hijos.
La condición de abandono vivida por las mujeres de San Jacinto y Ovejas se suma a una
lista de escenarios que impiden que las mujeres puedan dedicarse de manera activa y
profesional a la interpretación y composición de música de gaitas y tambores. A varias
mujeres de estos pueblos tuve que entrevistarlas mientras caminaba tras ellas porque estaban
cocinando, lavando ropa o atendiendo a invitados, razones por las cuales fue necesario
interrumpir en muchas ocasiones. Una de las mujeres entrevistadas es Teresa Álvarez, hija
de uno de los gaiteros más reconocidos de Ovejas, “Joche” Álvarez; ella recuerda cuando
tenía su grupo de gaiteras y se desintegró:
71
Las integrantes del grupo tuvieron que dejar la música, y Teresa, una mujer soltera que
tendría la libertad de dedicarse a la música y que quiso continuar porque sabe que la música
de gaitas y tambores le apasiona, se quedó en su casa siendo la mano derecha de su padre y
atendiendo a sus hermanos -familia de gaiteros-:
Lucía Garzón, quien vivió en San Jacinto un año, en 1985, creó los primeros talleres en el
pueblo para empezar a difundir la música de gaitas y tambores y fue manager de Los
Auténticos Gaiteros de San Jacinto, contaba su experiencia vivida durante ese año,
especialmente las maniobras que tenía que inventar para que las familias de los gaiteros
recibieran dinero y éstos pensaran en mejorar sus condiciones de vida en vez de gastarse la
plata bebiendo:
Se la pasaban con novias y en rumba, porque ellos tenían acá [en Bogotá] todas
las novias, conquistaban a todas, además les afloraban en todas las fiestas
mujeres, que encarretadísimas porque pues además artistas. Entonces pues era
muy tenaz, por eso decidí yo, y esa fu e la condición que les puse: ‘la m itad de la
137 Entrevista a Teresa Álvarez, intérprete de llamador. Realizada en Ovejas, el sábado 16 de octubre en la casa
de la familia Álvarez.
138 Grupo Las Diosas de la Gaita en el Festival de Ovejas de 1989. Canta la Negra Grande de Colombia y
Teresa Alvarez interpreta el Llamador.
Entrevista a Teresa Álvarez.
plata se las doy aquí en Bogotá y la otra mitad en San Jacinto cuando lleguen
eso causó molestia total porque no importaba si era un peso o un millón de
pesos, era lo mismo, la mitad se las daba allá ¿para qué? Para el efecto de que
y 77 . t i r r • »* i
p u t íu rrieriuó iiv g tit ú ü i g u ü iüó n iu jtiié S y u i ü j u i n i í i u , p u t ijuc- c-SO e / u íü tf u c
uno veía, o sea, la calidad de vida de ellos bien o mal allá vivían como
campesinos y pues no iban a aguantar pero el problema era con los hijos y con
la familia; entonces uno como mujer se sentía identificado era con ellas, con el
problema de ellas, y de los niños porque yo, vor ejemplo, iba a tocar con
algunos de ellos y estábamos en la tienda y la mamá mandaba al niñito. Ellos
me invitaban a tomar, pues yo era la cachaca que llegaba y me querían hacer
homenaje ¿no?; entonces yo llegaba y estaba tomando cerveza con ellos, y
llegaba la chiquita de una vez y decía “papi, mi mami manda pa 'que le de pa ’
una libra de arroz ”, ‘no tengo ’, y él me estaba invitando a tomar cerveza y tenía
Dara la cerveza Dero no para llevar arroz para la casa. Con todas esas cosas
uno empieza con una contradicción muy tenaz, porque uno como mujer se está
ahí sintiendo parte de, pero uno está jugando en otro papel, entonces fue toda
una dificultad, y esa fue la principal tarea p o r la cual yo me puse a manejar
digamos a los gaiteros, a manejar esa parte comercial, para ver cómo ellos
podían mejorar su calidad de vida. Y de ahí surgió entonces el empezar a hacer.
Ese año vinimos tres veces fa Bogotá]; uno arregló su casa por ejemplo ese año
fue, una maravilla porque Gabriel hizo su casa nueva; Juancho reparó su casa
aue se estaba cayendo porque era de bareque; el otro hizo un baño, se vieron
mejorías en su calidad de vida y eso fue muy chévere porque hubo una
rentabilidad bastante alta, porque además veníamos 20 días, no gastábamos
tanto, estábamos acá, conseguíamos una casa dónde conseguíamos un cuarto,
colchones, una persona que cocinaba y economía, y no gastar tanto, no estar
comiendo en restaurantes y acumulando ahí para cuando se devolvieran
repartir la plata.""
Han pasado veinte años desde que Lucía Garzón vivió esta experiencia como manager
(siendo algo poco común porque la mayoría de grupos de gaiteros están dirigidos por
hombres). Gracias a ella varios gaiteros mejoraron su calidad de vida y las familias no
quedaron desamparadas, pero su interés por ayudar a las mujeres fue percibida como
trasgresora, un escenario con el que no pudieron lidiar los gaiteros ni ella, y Lucía tuvo que
dejar la dirección del grupo. Veinte años después, todavía se viven situaciones como estas,
especialmente con los gaiteros jóvenes. Ellos vienen a Bogotá a buscar trabajo porque saben
que la música de gaitas está en pleno auge, terminan quedándose y yendo esporádicamente a
visitar a sus familias, bajo la dirección de hombres que esperamos tengan la misma
conciencia de Lucía Garzón (al final de este capitulo veremos que esto ha cambiado un poco
con el proceso de transculturación en la ciudad de Bogotá).
71
A la falta de oportunidades y de parejas que les colaboren, se suma la falta de apoyo por
parte de entidades patrocinadoras y si lo consiguen suelen encontrarse con engaños y
estafas, situación recurrente en las entrevistas realizadas. Carolina Castillo, directora del
grupo de gaiteras Sambumbia, relata cómo rebuscaban Dlata para Doder ir a participar en los
festivales y contó que en un toque en La Mediatorta de Bogotá la plata destinada para ellas
se la robaron-
La primera vez que fuimos íal Festival de Gaitas en Oveiasl, lo patrocinó todo
el colegio pero ya la segunda nos tocó a nosotras y fue todo el año tocando en
las calles, en buses, recogiendo plata para el transporte, para iodo lo de
nosotras, eso si fue con la uñas que sacamos eso f ...f
A nosotras sí nos han tumbado, no se si p o r ser mujeres o porque éramos muy
chiquitas. Esa vez que hicimos lo de La Mediatorta, el Instituto Distrital tenía un
presupuesto para cada grupo y nada, nos llamó y nos contactó, que es el
productor de f... ], ya lo conocíamos y dijo: ‘niñas que hay tal cosa ’, y nosotras
de una, ‘bacano ’, eso era en el 2000, 2001, ‘p ero no hay p la ta D ijim o s , ‘no
im p o r ta c o n tal de tocar, al menos el transporte, ‘bueno listo D e sp u é s llamó y
dijo que no iban a dar ni siquiera transpone, nos miramos y no, vámonos de
una. y acá en Bogotá. Y Adriana, la que fue la tamborera, la que te digo que fue
la directora del grupo un tiempo, ella fue al Instituto a conversar con una amiga
del Instituto y dijo: ‘y que hubo ¿si les salió el cheque?'. Entonces dijo: ‘¿cuál
cheque? Resulta que el presupuesto para la agrupación había sido como de un
millón trescientos y no nos los dieron, el señor se los robó.1*1
Las experiencias narradas por estas mujeres que entran a conformar, o más bien, tratan de
integrarse al mundo de las gaitas y tambores, nos revelan las dificultades por las que tienen
que pasar tanto las mujeres como los hombres, en un país donde el oficio del ser artista no es
valorado. También narran historias en las que perciben que por ser muieres les pagan menos
y hay una la resistencia cultural frente a su participación; pareciera que existe una especie de
control social inconsciente que trata de mantenerlas alejadas de la música como veremos
ahora
Entrevista a Carolina Castillo, directora del erruno Sambumbia. Realizada el 8 de octubre de 2005 en
Boeotá.
74
Falta de dinero para comprar el equipo necesario, fa lta de espacio para poder
ensayar, fa lta de tiempo para dedicarse a tocar un instrumento, a componer o a
dar conciertos. Estos impedimentos materiales, que en muchos casos son
también aplicables a los hombres, están marcados en el caso de las mujeres p o r
las restricciones ideológicas.142
La entrada de las mujeres a la música también está marcada, además, por las trabas
encontradas no solo en la industria musical androcéntrica sino también en las redes
informales. En el caso colombiano, la etnomusicóloga Ana María Ochoa resalta que la
música popular funciona a través de redes informales"40, siendo géneros populares que no
están necesariamente asociados a las estructuras de la industria: venden CD ’s en festivales y
graban en estudios caseros con recursos nrooios o patrocinados por investigaciones
musicológicas. Dentro de la industria o fuera de ella, el dominio masculino sigue primando
y, en el caso de la música de gaitas y tambores de la Costa Atlántica, el monoDolio está a
manos de los directos descendientes -hombres- de los grandes gaiteros.
A la falta de apoyo y patrocinio por parte de la industria musical y las redes informales, se
suman las investigaciones académicas. Por ejemplo, cuando se realiza un estudio de música
popular colombiana que busca rescatar la música de gaitas y tambores, los o las
investigadoras/es se concentran en buscar rastros de los viejos gaiteros, de Toño Fernández,
los Hermanos Lara, Batata, y entrevistan a Los gaiteros de San Jacinto, o al maestro Sayas,
entre otros, v les colaboran patrocinando la grabación de un CD, para que estos materiales
tan valiosos no se pierdan en la historia. Pero casi ninguna mujer ni agrupaciones de mujeres
que incursionan en este género musical, o a cualquier género popular colombiano - aparte
de Maité, detrás de la fama de Carlos Vives-, han recibido este tipo de apoyo, y mucho
146 Este tipo de producción no es visible en los mercados formales sino que se da a través de redes informales
de intercambio creativo. En Colombia, ñor eiemolo. eran narte de la nroducción discoeráfíca asociada a
músicas de una región, se hace visible en el contexto de los festivales de música folclórica. Los músicos que se
presentan en dichos festivales llevan sus discos a vender allí, discos que no se conseguirían en una
di seo tienda La circulación erabada de las música locales por tanto no está exclusivamente asociado a las
estructuras de la industria. OCHOA. Ana María. Músicas locales en tiempos de globalización Enciclopedia
Latinoamericana de Sociocultura y Comunicación. Bogotá: Norma, 2003, p. 20.
76
menos han sido un foco de interés académico -hasta ahora- porque, como afirmaba Vihuela,
“inconscientemente o no. descalifican su trabaio". De leual manera oasa con ci accrcamrc*-
académico hacia la literatura, artes pláticas, visuales, en el cine o en cualquier manifestación
artística, las muieres artistas latinoamericanas reconocidas a nivel nacional o internacional,
son muv pocas.
A pesar de que para las mujeres es difícil recibir apoyo, las redes informales de intercambio
pueden ser una ventaja. El grupo Sambumbia, Las Amaxonas v Lum balú"' por ejemplo, con
sus propios recursos, con el apoyo de sus familias, novios, o las ayudas dadas a las
agrupaciones conformados en las universidades, han podido participar en festivales y grabar
sus CD’s-
Bueno, antes, el grupo siempre trabajaba solo: una de las muchachas de!
y yo éramos las encargadas de dirigir el grupo, de la parte musical,
administrativa v todo eso. pero va consideramos que no, cada uno tiene su
trabajo. Ahora tenemos a un director musical aue es el director de este nuevo
CD que va a salir ahora a finales de agosto. E l director se llama Amel Torres,
mi novio, que es músico, y el manager es el dueño de una organización cultural
de aquí de Bogotá que se llama Cultura Vital, se llama Mauricio García.
Entonces él es ahora nuestro representante.'"
Las pocas agrupaciones de mujeres que han logrado ingresar en la música de gaitas y
tambores han podido grabar su música y viajar gracias a sus conexiones personales, a los
avances de ia tecnología que facilitan la realización de una producción musical en cualquier
14' Lynette Carolina Calderón describe los orígenes e integrantes de su grupo. “Lumbalú UTS (Unidades
Tecnológicas de Santander) se inició en septiembre del 2003. con su director Adalberto Osnino. v con la avuda
del Rector de las UTS Víctor Raúl Castro Neira. Lumbalú ha participado de el festival de la canción inédita por
la paz, quedando dentro de los grupos seleccionados para grabar en un CD la canción con la cual participaron
aue tiene por titulo Juego de U-Manos, v es una mezcla entre cumbia v merengue de caita: en el festival de
gaitas de Ovejas, Sucre, Francisco Liirene del 2004, llegando hasta la semifinal, y recibiendo un trofeo de
reconocimiento como grupo destacado, este premio fue la primera vez que lo entregaron; y era porque era el
festival #20: festival de gaita en Cantaaallo. sur de Bolívar, que se realizo en enero del 2005, comnitiendo con
grupos reconocidos de Barrancabermeja como Gaimara. Cartagena, Barraco de Loba v demás, ocupando el
primer puesto; festival de gaitas de Ovejas 2005, llegando también a la semifinal; festival de gaitas de San
Jacinto Bolívar 2005, ocupando el segundo puesto, a tener en cuenta que los anteriores festivales se
participaron en ia categoría de aficionados y con grupos mixtos o de solo hombres nunca con grupos de solo
mujeres..
Sus integrantes scin:
- Gaita hembra: Mónica Roció Martínez luna, bumanguesa
- Gaita macho: Isabel Cristina Lleras, bumanguesa
- Tambor alet?re: Lvnette Carolina Calderón Benavides, birmanguesa el 2005. después Jennifer, barranqtteña
- Tambora: Vuli Natalia Castro Betancur, paisa
Llamador: Carolina Mutis, bumanguesa
Cantadora: Yurani Solano, bumanguess”
Entrevista a Kelly Rojas, aleprera y directora del grupo Las Amaxonas. Realizada el 13 de junio de 2005 en
Bogotá.
77
lugar, con un computador y un micrófono, a la colaboración
de las personas allegadas o a las productoras independientes
en Bogotá. Gillian G. Gaar, en su libro S h e’s a Rebel. The
History o f Women and Rock and Roll149, se refiere a la
situación ventajosa de las mujeres roqueras que graban con
productoras o disqueras pequeñas, caso que es similar al de
las mujeres gaiteras: “en las compañías independientes hay
más mujeres en situación de igualdad y más grupos mixtos, lo
que es al a vez causa y consecuencia de que los estereotipos
sobre las mujeres operen en menor medida en ese ámbito”.150
A pesar de que constituyan una gran ventaja las redes informales, el control sobre la
producción formal la siguen manteniendo los hombres; los novios, amigos o profesores son
los que generalmente las representan, y escogen, por ejemplo, qué repertorio debe estar en el
CD y cuál no (y la tendencia es a no incluir las composiciones de las integrantes y
privilegiar las canciones tradicionales de los gaiteros reconocidos, como veremos en el
siguiente capítulo), un ejercicio de poder semejante al de los críticos profesionales de arte,
de quienes puede depender el futuro musical o literario de un artista.
149 GAAR, Guillian G. She's a Rebel. The History o f Women and Rock and Roll. Seattle, Washington: Seal
Press, 1991. “Este libro se reclama la visibilidad de las mujeres en la música y se denuncian los problemas
específicos de género que éstas deben enfrentar en la industria discográfica”. Síntesis en VIÑUELA. Op cit.,
p.102.
"ibid.. p.103.
151 Caráltula del libro de Gaar. Powell’s Books. http://www.powells.com/cgi-bin/biblio?isbn=1580050786
Bogotá, por segundo año consecutivo obtuvo
Gustavo González.
Pero bastó que empezaran a tocar para que todos los pronósticos se
desvanecieran entre el aire fresco de Los M ontes de María. Interpretando un
tema inédito 'Somos Porro las seis bogotanas silenciaron a la plaza de Ovejas
con sus prim eros acordes. La tambora, el llamador y el alegre no solo sonaban
a tempo, sino que lo hacían con un ritmo arrollador que pronto dejó en silencio
la plaza. [...] Había sucedido lo imposible. Las seis bogotanas habían
profanado el territorio sagrado de la g a ita ".154
152 Grupo Sambumbia de Bogotá en el Festival Nacional de Gaitas Francisco Llirene en Ovejas, 1998, año en
el que ganaron el tercer puesto en la categoría Gaita Larga Aficionado. En el siguiente año ocupan el mismo
puesto y ganan en la categoría Canción Inédita.
53 Habría que preguntarse, si su interpretación fue tan buena como asegura la crítica, ¿por qué obtuvieron el
primer puesto en Canción Inédita y no en Gaita Larga Aficionada? ¿Si la composición hubiera sido autoría de
una de las integrantes y no de su director, habrían ganado el primer puesto?. En primer lugar si obtienen el
primer lugar en Gaita Larga Aficionada, según el reglamento, podrían competir en Gaita Larga Profesional el
siguiente año, y parece que esto es una situación que el festival prefiere evitar. En segundo lugar, la
composición es percibida culturalmente como masculina, por ser un acto racional y objetivo que no es propio
del género femenino, de esta manera, una obra compuesta por un hombre pero interpretada por mujeres no
representa una acción trasgresora, más bien es entendida como una manera innovadora de trascender la
genialidad masculina. Sobre el tema se hablará con mayor detenimiento en el capítulo IV.
154 McCAUSLAND SOJO, Ernesto. “Asalto de Porro en Ovejas”. El Heraldo, Barranquilla, octubre de 1999.
Desde la mirada de un público y un grupo de periodistas acostumbrado a ver en la “tarima
sagrada” figuras de hombres, v de un jurado - integrado por hombres- que, queriéndolo o no,
el primer elemento que van a observar es el sexo de sus integrantes (hombres o mujeres), las
agrupaciones de mujeres se enfrentan a una crítica cargada de acento masculino que, dadas
las construcciones bipolares de género atribuidas de manera unívoca a cada sexo, las juzgan
desde su posición de mujeres femeninas (por que se asume que toda muier porta cualidades
de género femeninas) que están trasgrediendo las normas sociales, o mas bien, las normas
patriarcales.
Lucy Green, en su libro Música, género y educación, se refiere a la crítica que se hace de las
mujeres que incursionan en la música como una mirada que se encuentra bajo “las
acusaciones de feminidad” 155; por el solo hecho de ser mujeres, son relegadas de la
interpretación, composición y, más aun, de la dirección de una agrupación (por las
implicaciones de poder que conlleva el acto conducir o dominar un grupo de personas). La
aparente falta de técnica, fuerza y liderazgo musical de las mujeres hace que no sean
juzgadas de manera imparcial y que prácticamente no tengan salvación: si llegan a cometer
algún error al presentarse en tarima la causa es su feminidad (“tenían que ser muieres”); si
llegan a tocar igual o mejor que los hombres son percibidas como una excepción a la regla; y
si, peor aún, se dedican a la música de gaitas y tambores de manera profesional, son mujeres
que están abandonando sus quehaceres domésticos y su rol reproductivo, además de
representar una amenaza a al dominio masculino en los festivales.
Marcia Citron en su libro Gender and the Musical Canon. además de hacer una profunda
crítica al androcentrismo en la composición de música erudita y/o académica, y a los
cánones o reglas que la encasillan, se refiera a las implicaciones de poder que tiene la crítica
musical, realizada mayoritariamente por hombres:
80
percibidas como deficientes en esa área. No pueden controlar el conocimiento.
[...] E l resultado está en que han habido muy pocas mujeres críticas. 156
Lo preocupante en el caso de la música de gaitas y tambores es que todo parece indicar que
el criterio de los jurados no está basado en el conocimiento sino en la condición física, en ser
hombre-fuerte o ser mujer-débil o lo que interpretaríamos con el estudio de Marcia Citron
como “la facultad epistemológica de consentir fuerza física -que realmente es simbólica-, en
otros”.
156 CITRON. Op cit.,, p.182 (fragmento traducido por mí). “El trabajo de Citron es un estudio monográfico
sobre la noción de canon desarrollada en la música culta occidental a partir del siglo XIX. La autora investiga
los procesos que influyen en la formación y perpetuación del canon musical y su efecto negativo sobre la
participación de las mujeres en la música. Al igual que McClary, utiliza el método de reconstrucción para
poner de manifiesto los mecanismos culturales y sociales que dan a una noción construida la apariencia de
natural’”. Síntesis de Laura Vifluela, p. 30.
157 Grupo Lumbalú en el Festival de Gaitas de San Jacinto, 13 de agosto de 2005.
«1
alegre está tan sedimentado que no es posible pensar en la reencarnación de un gran maestro
sn una muier ae aparente naturaleza débil.
En la música de gaitas y tambores, el maestro con quien se estudia marca una técnica y
estilo específicos v el alumno termina siendo la reencarnación de su maestro y hereda su
reputación; cuando se hace la presentación de un grupo se hace énfasis en quién fue el tutor
o de quién es pariente, y enfatizan que son orgullosamente de Ovejas o San Jacinto, tierras
de gaiteros. En el festival de San Jacinto, al presentarse el grupo infantil Los gaiteritos de
San Jacinto el cantante hizo la siguiente presentación para introducir, como usualmente se
hace en cualquier grupo musical, la improvisación de cada uno de los integrantes y las
integrantes:
Las pocas agrupaciones de mujeres que han participado en los Festivales de Gaitas y
Tambores, como Las Diosas de la gaita (1989, agrupación de Ovejas) y Sambumbia (1998,
Bogotá) han desistido de participar en los festivales de gaitas por falta de apoyo y porque
sienten que San Jacinto y Ovejas son pueblos que nunca les darán la oportunidad de ganar el
primer puesto en gaita profesional. Lumbalú (2003-2006), es el único que sigue luchando;
el grupo lleva dos años participando porque quieren pasar de aficionado a profesional y para
lograrlo tiene que participar varios años de manera consecutiva. Las historias descritas por
las integrantes de estos grupos nos muestran una sociedad que, a partir de los estereotipos
construidos de lo femenino y masculino, excluye a las mujeres. Lidon Castillo, fundadora
del grupo Las Amaxonas, narra su experiencia en el Festival de Gaitas de Ovejas en el 2001
y luego en el 2003 cuando los jurados le respondieron que les “faltaba fuerza”:
15s Presentación en tarima de Los saiteritos de San Jacinto en el Festival de Gaitas en Agosto de 2005.
81
La gente del jurado me dijo lo mismo, que era p o r fa lta de fuerza, porque dicen
ellos que muy poco califican las voces, que le ponen atención es a la gaita, pero
yo dije: ¿para qué fuerza si para la fuerza está el micrófono [...]. E l error de él
fu e haberme dicho a m í fuerza!!!!!, porque si él me dice a mí, no, es que les falta
mucha técnica, que se notaba que no se sabían los temas, que no estaban
acopladas [...] Entonces cuando él me dice
a m í ‘les hace fa lta fu e rza ’, yo le dije:
‘entonces nunca ganaremos, nunca
ganaremos, ni tampoco me voy a esmerar
en venir de nuevo porque si tu me pides
fuerza, fuerza no es, tu me puedes pedir
técnica, me puedes pedir afinación, me
puedes pedir que me apegué más a la
tradición, a las melodías de la gaita, pero
fuerza no me pidas porque yo no tengo un
grupo de machos, yo tengo un grupo es de
mujeres, mujeres, o si no, disfrazo unos
hombres o me consigo unas mujeres muy
masculinas que imiten a los hombres y que
toquen duro y eso no es la gracia ’, entonces
él se quedó así [hace cara de asombro]
[...]. ‘Entonces mejor cambien las
condiciones del concurso y digan: no
aceptamos mujeres en el festival de gaita,
porque nunca van a ganar p o r fuerza, o
pongan aparte grupos de mujeres y grupos de hombres porque si ustedes no
consideran que las mujeres pueden tocar a la par de un hombre entonces no
acepten que mujeres se inscriban en el fe stiva l’.160
La crítica por parte de los jurados está claramente relacionada con lo descrito por Lucy
Green en su libro Música, género y educación respecto a las orquestas sinfónicas en Estados
Unidos que tenían mujeres intérpretes, los jurados: “escuchaban los significados intrínsecos
a través del perfil de la feminidad y, en parte, juzgaban los significados intrínsecos en
159 Lidon Castillo, integrante del grupo Las Amaxonas en el bar Las Vascas en Bogotá, septiembre de 2005.
160 Entrevista a Lidon Castillo, cantante y guarachera del grupo Las Amaxonas. Realizada el 17 de julio de
2005 en Bogotá.
relación con su concepción de feminidad” 161; en el caso de los jurados de los festivales de
gaitas, una mujer interoretando eaitas o tambores va en contravía del ideal de feminídáte
esperado de las muieres de la Costa.
Dada la discriminación de las mujeres por parte de los jurados en Estados Unidos se optó
por solicitar, desde 1930, que al audicionar para entrar a formar parte de una orquesta se
hiciera detrás de una pantalla o cortina, evitando, de esta manera, la discriminación racial o
de género, pero hoy en día todavía no es una práctica generalizada, “lo que solo puede
interpretarse como una prueba más de que hay que ver el intérprete antes de que se
considere conveniente juzgar la actuación; en consecuencia, como siempre, el perfil de
exhibición cuenta en el juicio, aunque se niegue vigorosamente”.162 ¿Qué pasaría si las
muieres participantes en los festivales de gaitas, y diferentes concursos de música popular en
nuestro país, hicieran la misma la misma exigencia?, probablemente pasaría lo mismo.
Dejé de último al alegre, o tambor hembra, porque sobre este instrumento sí que recae el
imaginario de la fuerza; el alegre es el que repica, el instrumento al que se le reconoce
mayor virtuosismo entre la percusión. Generalmente está ubicado en la parte de atrás, en
medio de los otros instrumentos, y llama la atención por la vitalidad e impulso necesarios
para su interpretación; potencia que pueden desarrollar tanto hombres como mujeres; pero la
ternura, fragilidad y delicadeza impuestas culturalmente a las mujeres, y la dureza, fuerza y
berraquera atribuidos a los hombres, hace que, una mujer tocando alegre, represente un
choque al ideal de los hombres y hasta al de las mismas mujeres.
Las mujeres alegreras entrevistadas, contaban que sus profesores de música - todos
hombres-, alumnos, alumnas, madres y padres, trataban de persuadirlas de no escoger la
interpretación de este instrumento o hacían comentarios que buscaban intimidarlas:
84
hacerlo, ¿cómo se les ocurre que una mujer va a tocar tambor alegre?, o sea,
no, eso no se puede, que nada más cante y listo lo que siempre han dicho.
El mito de la delicadeza, exteriorizado en las suaves manos que deben tener las mujeres (y
soportado por la infinidad de cremas para mujeres que se pueden encontrar en el mercado),
sumado a la musculatura propia de los hombres machos165, crean mundos musicales
sexuados e instrumentos femeninos o masculinos -como veremos en el siguiente capitulo-.
Esta división sexual de la música hace que, no solo profesores y amigos sino que hasta las
mismas madres, se aterren y no entiendan por qué sus hijas eligieron tocar alegre:
163 Kelly Rojas, integrante del grupo Las Amaxonas; bar Las Vascas, Bogotá, septiembre de 2005.
M Entrevista a Kelly Rojas, alegrera y directora del grupo Las Amaxonas. Realizada el 13 de junio de 2005 en
Bogotá.
165 Además de la creencia infundada de la pérdida de feminidad al tocar un tambor, es tal la imposición cultural
de roles masculinos y femeninos que hay mujeres, como Bertha Quintero, que creen que se necesita una fuerza
masculina para tocar un tambor, y, más preocupante aún, que hay maneras de interpretar femeninas y
masculinas, afirmaciones que contribuyen a la perpetuación de las bipolaridades de género y a la justificación
de la exclusión y explotación de las mujeres en la escena musical: “Las características físicas del cuerpo
femenino, dadas las condiciones sociales y culturales no han permitido desarrollar plenamente músculos de
determinadas partes del cuerpo, afectando la disposición para tocar determinados instrumentos y alcanzar
determinados sonidos.
El oñcio del músico, además de requerir de talento, estudio y disciplina, implica también el desarrollo de una
buena resistencia física y largas horas de entrenamiento. Los parámetros propuestos desde la familia y las
instituciones educativas en cuanto al ejercicio que deben desarrollar las mujeres en las practicas de educación
física, les han impedido el desarrollo de algunos músculos, que sólo fortaleciéndolos desde la niñez,
facilitarían una buena interpretación de ciertos instrumentos musicales. [...]
La fuerza muscular de sus extremidades superiores, al no ejercitarse adecuadamente con las barras, o lagartijas,
desde la infancia, impide el desarrollo de brazos fuertes que se requiere sobretodo en las percusiones para dar
buen sonido y conseguir una resistencia física”. [...]
Se concluye que lo femenino en la música es la forma como se expresa el sonido, la actitud con que se
interpreta y ejecuta un instrumento, como expresividad espiritual. El sonido en si mismo puede tener diversos
resultados de calidad en hombres y mujeres, pero la disposición, la presencia y su proyección en público son
diferentes. Las músicas instrumentistas le llegan a los oyentes, de una manera en la cual el erotismo, la
sensualidad y la coquetería, aparecen, marcando una diferencia.” En QUINTERO. Op cit.,, p .138-139.
«<
parecía bueno el folclor, además que me veía tocando en la calle y ella como:
‘NO!!!!!, perdí mi h ija \166
‘Que las manos, que se te van a poner horribles, que los cayos’, que no se qué,
‘que no me gusta!!!!! pero ya se acostumbró.167
A este temor de las madres, de que sus hijas extravíen su feminidad, se suma el temor aún
mayor, de abuso y acoso sexual, en medio de un universo que es plenamente masculino, que
perciben como machista y se nutre del ron.
lñ6 Entrevista a Janni Benavides, intérprete de gaita hembra en el grupo La Rueda. Realizada el 13 de
diciembre de 2005 en Bogotá.
167 Entrevista a Leidy Laura Villalba Fernández, toca el llamador Las Amaxonas. Realizada el 24 de julio de
2005 en Bogotá.
I6RTarima del Festival de Gaitas en San Jacinto, agosto de 2005.
no podría existir ni el festival y mucho menos la música de gaitas y tambores. En el artículo
titulado “Algunos elementos característicos de conmntos v festivales de eaita en ia ctima
caribe colombiana” Jorge Morales escribe el siguiente párrafo estableciendo una clara
relación entre el género masculino v el consumo de alcohol. Por otra parte, insinúa que las
mujeres no participan en la música de gaitas y tambores precisamente porque no beben y,
además, no tocan instrumentos:
Los gaiteros entrevistados aseguran que el ron es indispensable para tocar, no en exceso
porque un gaitero borracho “no funciona”, pero los ayuda a desinhibirse. Los Auténticos
Gaiteros de San Jacinto sienten que hay una diferencia al tocar cuando toman o no toman
ron. Dues esta bebida los anima y libera. Cuando le propusieron a Toño García hacer Darte
87
de la agrupación, él no quiso por temor; Nicolás Hernández le dijo: “si te tomas dos tragos
puedes tocar” ... “A lo que me tomé cuatro tragos me acordé... y después de otros cuatro fui
aclarando y los compañeros dijeron que podía seguir con ellos”170, contaba Toño.
1 0 Asistencia a entrevista realizada por Ana Maria Ochoa a los Auténticos Gaiteros de San Jacinto, el día 24
de junio de 2005 en Bogotá.
71 Los Auténticos Gaiteros de San Jacinto', bar Casa de Citas, 17 de junio en Bogotá. Toño García es el primero
de izquierda a derecha.
172 Sería necesario hacer una investigación más profunda sobre la vida privada de hombres y mujeres en San
Jacinto y Ovejas fuera del marco o de los festivales para poder saber cuales son las tendencias en el consumo
de alcohol, quienes toman más, en dónde, en qué ocasiones... Lo que pude percibir en mi visita a estos pueblos
fue que el alcohol representa un elemento cotidiano tanto para hombres como para mujeres pero mientras las
mujeres toman en las puertas de sus casas o dentro de ellas, en fiestas y reuniones familiares, los hombres lo
hacen en la plaza y los bares. Matthew Gutmann en su libro Ser hombre de verdad en la ciudad de México. Ni
macho ni mandilón, cuenta que “En cumpleaños, días festivos y cuando visitan amigos, hombres y mujeres
toman juntos, y, por lo general, consumen las mismas bebidas, a veces en las mismas cantidades, aunque es
más frecuente que los hombres tomen más que las mujeres y que haya más mujeres que se abstengan por
completo. A menudo, se le da el permiso de beber en las reuniones familiares a los adolescentes mayores,
mientras que a los niños más pequeños se les ofrecen traguitos de cerveza o cuba. En las celebraciones más
importantes y prolongadas -como bautizos, fiestas de quince años y bodas, por ejemplo- algunos hombres, y
con frecuencia algunas mujeres, beben hasta emborracharse, lo que puede terminar, dependiendo de quién esté
involucrado, en violentas expresiones que revelan pleitos que se habían fermentado durante mucho tiempo o
bien en tiernas situaciones confesionales. GUTMANN. Op cit., p. 257.
173 Ibid, p .266.
Según la investigación de Gutmann, estas situaciones recurrentes hacen que el consumo de
alcohol se asocie a la violencia masculina. Así mismo, es común ver en los festivales peleas
callejeras (aunque los organizadores han tomado medidas que han disminuido los conflictos)
v acosos contra las mujeres por parte de los hombres borrachos, situaciones que han sido
estudiadas por antropólogos/as en diferentes regiones latinoamericanas, quienes coinciden
en observar las mismas tendencias v consecuencias que llegan hasta a justificar la violencia
por los efectos del alcohol:
En cierto grado, para explicar esas violentas explosiones mucha gente emplea
argumentos culturalmente aceptados como ‘los que pernetuaron la acción
estaban borrachos, p o r lo tanto no eran responsables de sus actos’. En este
sentido, el alcohol es considerado una fuente elemental de violencia tanto
doméstica como de otro tipo. Es decir, mucha gente no cree en los
aparentemente directos argumentos somáticos contra la noción de que el
consumo del alcohol necesariamente conduce a la violencia, y esta fa lta de
credibilidad general contribuye a establecer una relación real y material entre
alcohol y violencia. El que las explicaciones tenga carácter cultural y no
químico no las hacen menos válidas.'
En San Jacinto y Ovejas los y las habitantes son conscientes de la estrecha relación entre
violencia v alcohol, pero parecen ocultarla, especialmente las personas que visitan los
pueblos durante el festival. Un día llegué al sitio donde me estaba hospedando en Ovejas a
las 2:00 a.m., hora promedio en la que terminan las jornadas del festival, la señora de la casa
me preguntó si alguien me había acompañado; al responderle negativamente abrió sus ojos y
me dijo en tono fuerte: “jamás vuelva a hacer eso de venirse sola por esas calles... y
tampoco se fíe de los hombres que se ofrezcan a acompañarla”, pregunté por qué y no me
respondió. Desde ese día, le dio la orden a su nuera de acompañarme de la plaza a la casa v
de la casa a la plaza, así quedara a escasas dos cuadras. Después, mientras presenciábamos
las presentaciones en tarima, la nuera me contó que en un festival, una forastera -como yo-
se perdió, dos hombres se ofrecieron a acompañarla y la llevaron por un camino oscuro
donde no había nadie, no dijo nada más.
Sobre los lugares socialmente asignados a los hombres y a las mujeres, y especialmente
sobre los peligros que éstas corren en determinados espacios, Laura Viñuela escribe: “Las
calles han sido siempre para las mujeres un espacio hostil en el que no pueden actuar con
«¡Q
libertad debido al peligro potencial de ser atacadas sexualmente. Otros símbolos
«uocuiruraies como el alcohol o las drogas tienen connotaciones semejantes, va que implican
una pérdida de control que puede conducir a situaciones peligrosas.” 1°
£1 consumo de bebidas alcohólicas en exceso ha sido una tradición masculina; para las
hombres, en el contexto costeño, estar bajo el efecto del alcohol puede representar, no solo
la vía para realizar una buena interpretación en el caso de los gaiteros, sino una excusa para
poder demostrar la tan anhelada virilidad: pelear como lo hacen los machos de verdad v
acosar a las mujeres como el tradicional hombre caimán. Para las mujeres, por el contrario,
la pérdida de control con el alcohol representa dejar de hacer parte del ideal de mujer que
espera la sociedad; una mujer (evadiendo las múltiples maneras de ser hombre o mujer) que
centra sus quehaceres en el espacio doméstico v esté en pleno control de sus facultades para
poder cumplir con su rol reproductivo, de lo contrario será tildada de libertina, irresponsable
v hasta prostituta.
Si para los gaiteros el ron les ayuda a desinhibirse y tocar mejor -a ser más profesionales-
una de las primeras reglas para hacer parte de agrupaciones de mujeres, como Las Amaxonas
por ejemplo, es no beber alcohol. Consideran que si toman no tocan bien, además de ser un
acto irresponsable porque para ellas la interpretación de música de gaitas es como cualquier
profesión, y en el trabajo no se toma; para algunas agrupaciones de hombres, por el
contrario, la interpretación hace Darte de la tradicional parranda v dentro de ella es
imprescindible la bebida. Para tocar bien y demostrar su virtuosismo, las mujeres prefieren
que ninguna de las integrantes consuma bebidas alcohólicas antes de tocar; sin embargo es
paradójico que a pesar de ser más responsables y estar lo suficientemente sobrias para
interpretar sus instrumentos, los hombres no confían en su profesionalismo por el simple
hecho de ser mujeres. Para las Amaxonas, por ejemplo, la irresponsabilidad en el alcohol por
parte de los grupos de hombres hace que los gaiteros regalen su trabajo:
Unos gaiteros llamaron a mi novio para que fuera a tocar con ellos, entonces k
dijeron: “recomiéndame a alguien para que toque la tambora ”, él: ‘bueno listo,
les recomiendo a Kelly Rojas, ta, ta, t a ' ‘no, no, pero un hombre . entones a él
le dio rabia y dijo: ‘mira, ella toca mejor que muchos hombres que conozco, así
que esa es la única persona que te puedo recomendar’, ‘ah, bueno, listo’.
Entonces como que averiguaron de mi, empezaron a averiguar como para estar
Qn
seguros. Fui con otras dos muchachas y las otras iban cantando y yo fu i tocando
percusión; cuando yo llegué el señor que nos contrató decía: ‘ven acá, ¿tu
desde cuando tocas?, tu eres de Amaxonas y tal, es que me dijeron que ibas a
tocar y uno aquí como que mujeres no se las aguanta' Y esa noche nos pusimos
a tocar y claro, a las dos horas todos los gaiteros estaban borrachos y uno ahí,
pa ‘elante, pa ’elante, bueno, listo vamos a tocar, ya se acabó el toque y no,
como están borrachos siguen regalando su trabajo, vamos a seguir tocando,
dennos una botella, y yo por lo menos no estoy para esas cosas (risas) para
nada... Como que la mujer es un poquito más organizada en esas cosas,
entonces de pronto a uno le puede ir un poco mejor.176
El día que acompañé a Las Amaxonas a tocar en el restaurante Las Vascas, en Bogotá,
pidieron una botella de agua para cada una. En los sitios donde van a tocar siempre les
regalan alcohol ya que el consumo de las bebidas alcohólicas por parte de los músicos es
una tendencia no solo en la música de gaitas y tambores sino en el folclor en general, en los
carnavales y festivales. Pero, para Las Amaxonas como vimos, interpretar música de gaitas y
tambores requiere la responsabilidad propia de cualquier trabajo, ellas no toman cuando
trabajan y más bien acumulan las botellas para las fiestas de fin de año:
Í W í
V botellas, impresionante, no hubo necesidad
de comprar nada de trago; porque
nosotras decíamos no, esto es un trabajo,
un trabajo normal, es un trabajo, si tu
fc* T f trabajas en una oficina no puedes llegar a
tu oficina borracha (risas) es lógico,
entonces nosotras siempre hemos dicho
176 Entrevista a Kelly Rojas, alegrera y directora delestas
grupo son las reglas,Realizada
Las Amaxonas. ta, ta, elta.13 Yde entonces
junio de 2005 en
Bogotá. '■ ese es el problema, a la gente le gusta el
177 Gupo Las Amaxonas en el bar Las' Vascas; Bogotá, septiembre
ron, le gustadetomar,
2005. porque si no toman no
m Ibid. tocan bien, y es como lo contrario p o r lo
que por lo menos a mi me pasa, si yo tomo
no toco bien, y me ha pasado, por ejemplo
En las entrevistas realizadas a las agrupaciones de mujeres (Lumbalú, Las Amaxonas,
Sambumbia y La Bogotana), se percibe que la concepción del consumo de alcohol es
distinto para hombres y para mujeres, tanto en la presentación en los pueblos como en los
bares de Bogotá, se hace evidente que el exceso de alcohol sigue representando una amenaza
a su seguridad. Kelly Rojas y Lidon Castillo, integrantes de Las Amaxonas y Las Bogotanas,
contaban que el temor al acoso por parte de los borrachos las obliga a andar en grupo tanto
en los festivales como cuando salen en la madrugada de los toques en Bogotá; permanecen
juntas, se protegen entre ellas, no se despegan de su profesor, de sus amigos o van
acompañadas de sus novios:
Pues, en esos festivales normalmente nos faltan al respeto, eso lo agarran mejor
dicho a uno, y más que todo, bueno a mi nunca me ha pasado y siempre le ha
pasado a una muchacha que es muy voluptuosa y es muy llamativa, p o r eso
entonces siempre uno está descuidado y a ella siempre la agarran.
Pues, normalmente yo como que digo, si tu volteas hacia atrás y te vas a pegar a
alguien que no sabes que fue esa persona, porque ponle tu que son cinco o
siente hombres detrás de ti... no sabes quién fue, entonces puedes ¿buscarte una
pelea o algo así?, v a nosotras nos pasa que cuando vamos a un festival
tenemos como el anillo de seguridad de ciertos amigos que nos protegen, pilas
que tal... Yo últimamente ya no porque a uno lo conocen y saben que no v listo
pero si, casi siempre los hombres son tenaces y también piensan que como que
uno es muy fácil también como dicen... ‘los hombres músicos son perros
entonces las mujeres... también’ (risas). Pero siempre, más o menos se han
estrellado con nosotras. Dorque somos serias, cada una tiene sus intereses
El anillo de seguridad utilizado por estas mujeres, además de buscar la protección de los
amigos, es mantener la distancia, hacerse respetar o hacerse las locas para evitar problemas
y peleas entre borrachos, o acudir a las personas mayores, líderes del grupo que, por su
experiencia, saben qué hacer en esas situaciones. Tanto en los grupos de hombres como de
mujeres, la edad marca un liderazgo y los y las integrantes de mayor edad son quienes
dirigen los grupos. En las agrupaciones de hombres ellos son los que reparten el ron, en las
de mujeres ellas son las que saben qué hacer frente al acoso. No importa si es en San
Jacinto, Ovejas o Bogotá, si es en tarima, entre el Dublico o en un bar prestigioso de la
Capital, la tendencia al acoso es muy frecuente, a las mujeres alguna vez las han tocado o les
ha tocado lidiar con un borracho pesado:
179 Entrevista a Kelly Rojas, aleerera v directora del grupo Las Amaxonas. Realizada el 13 de junio de 2005 en
Boeotá
o-»
En los bares que son mas bien sitios de tomar trago, muchas personas han visto
la cuestión más del lado cultural, les ha encantado [se refiere a Bogotá]; como
también hay hombres que piensan que vamos a divertirlos tocando y también
divirtiéndolos de otra forma, pero después de tocar yo siempre les he dicho a
ellas que además de la parte musical uno tiene que comunicarse con el público
hablando, siendo cordial, la admiración que de pronto uno despierta a veces
llega a que lo quieran besar en el cachete. O sea, para mi un beso en la mejilla,
un abrazo, un beso en la mano, una flor, eso es bonito, pero ya querer besarme
en la boca o querer tocarme, u otra cosa, ya eso no, en otras ocasiones hubo
intentos pero y a uno sabe manejar eso, de pronto los primeros años el grupo era
de niñas muy jóvenes y yo era la que espantaba esas situaciones, después ellas
fueron aprendiendo a manejar esa situación.180
Además de tener que evadir a los acosadores, las mujeres que entran a la música de gaitas y
tambores tienen que convencer a los hombres de los festivales y patrocinadores que no solo
van a bailar y cantar, que tienen las mismas capacidades de los hombres para interpretar los
instrumentos de la música de gaitas y tambores.
Estos hombres, de los que huyen las mujeres, también son concientes de la realidad en la
que viven y por ello prefieren no llevar a sus hijas y esposas a presentaciones en los
festivales, por temor a que, bajo los efectos del ron, se presenten abusos:
*° Entrevista a Lidon Castillo, cantante y guarachera del grupo Las Amazona. Realizada el 17 de julio de 2005
en Bogotá.
181 Nicolás Hernández, director de Los Gaiteros de San Jacino en el bar Casa de Citas de Bogotá el día 17 de
junio de 2004.
182 Entrevista a Lucía Garzón. Realizada el 22 de diciembre de 2004 en Bogotá.
Oí
estar en medio -y bajo el cuidado- de hombres que beben ron, hace que las mujeres reciban
«3co aDovo Dor parte de sus í amilias en su incursión en la música de caitas v tambores.
Hace años hubo aquí un grupo de gaitas de puras niñas pero va eso se aca h '
no entraban niñas a los grupos de gaitas a las escuelas, supongo aue Duede ser
que las mamas, nuestras abuelas, no querían dejar las niñas porque dónde hav
tanto varón les da miedo que les vaya a pasar algo, pero ya uno está más
abierto a la cuestión, al baile, a la gaita y las deja.103
Hace diez años no se veían mujeres en los grupos de gaitas y tambores en San Jacinto y
Ovejas, ahora hay niñas tocando gaita macho o hembra, llamador y alegre en las escuelas, en
medio de grupoa de niños; ellas siempre están acompañadas de sus madres o tías, y cuando
estas niñas crecen y llegan a la adolescencia, el temor de madres y padres frente a la
inseguridad vuelve a reinar y las futuras música de alejan de su sueño. Así la situación haya
cambiado y parezca haber disminuido el abuso a las mujeres, todavía hav resistencia por
parte de las familias. Por esta causa, en los festivales se ven niñas en lo grupos entre seis y
doce años o mujeres que están terminando sus carreras y, si hay alguna adolescente, está
bajo medidas extremas de seguridad.
Las mujeres músicas no son las únicas víctimas del ron, ellas representan solo una parte de
un universo donde las mujeres constantemente tienen que defenderse frente a los abusos del
ron. Glenda Gamero fue presidenta de los dos primeros festivales de gaitas en Ovejas, 1985-
86. v duró cuatro años en la secretaría general y, al igual que Lucía Garzón, tuvo que
renunciar dada la exclusión y las agresiones a las que se tuvo que enfrentarse:
Me tocó acuellarlos. cogerlos por el cuello y abrirles los ojos ‘¡Yo también
tengo pantalones! ’ [gritando]. A mi me tocó duro, muy duro, yo sola contra los
hombres. Por ejemplo, nosotros teníamos los viernes de gaita, los inventamos, y
eso era espectacular. A partir de julio, hasta octubre, eran viernes de gaita
antes del festival, entonces cuando venían esas cuestiones, que nos mandaban
mucho ron de degustación, entonces era la pelea, es que vo no quiero saber
nada de eso, ‘¿ Ustedes quieren que yo tome? Yo no soy hombre, yo no tomo ron,
tómenselo, pero eso si, con orden ’. Un día uno de ellos se me encaró, uno de
los.... Y lo puse en su sitio le dije ‘¡Tu que me levantas la mano y yo te mato!',
pero así tenía que defenderme y los demás muchachos ‘¡seño no!!!!'. Me decían,
‘¡no lo haga!!! ’. Dije: ‘no, es que yo aquí tengo pantalones, soy la presidenta y
183 Entrevista a Sara García, profesora de pre-escolar. Realizada el 18 de octubre de 2004 en Ovejas.
tengo pantalones; y sin embargo estuve dos años en la presidencia y decidí que
ya era imposible’.184
En los festivales, así como en la cotidianidad de estos pueblos, el alcohol se asocia con un
ambiente festivo o con la idea de ahogar las penas y disfrutar con los amigos, sin embargo
también está ligado a las peleas, abusos y excesos. “La función que tiene el alcohol de
relajar tensiones y desinhibir [...] contribuye a la vulnerabilidad generada en este contexto
social. Pero lo que transforma el evento social es una situación peligrosa que promueve
conflictos y accidentes, es la percepción misma de los participantes sobre la música y el
alcohol [...]” 185. Estas situaciones son los que temen las familias y las mismas mujeres que
ansian entrar a la música de gaitas y tambores.
La preocupación por el consumo por parte de los integrantes de las agrupaciones derivó en
que “hubo un vació generacional en la interpretación de la música de gaitas [,..]”188. A hijos
e hijas de la generación de Toño Fernández les era casi prohibido tocar gaitas para no seguir
Tomar en los festivales es una manera de celebrar y rendir homenaje al Santo Patrono (San
Jacinto o San Francisco de Asís) pero, a su vez, está asociado a la parranda. Juan Sebastián
Ochoa, profesor de la Universidad Javeriana, contaba que en su experiencia grabando al
maestro Savas fue indispensable la botella de ron porque: “para el viejo tocar es parranda,
no se puede disociar, él no toca profesionalmente, no es por plata, es por parranda y
parranda es ron, o trago. Entonces nosotros molestamos mucho porque decimos que esa
grabación nos costó dos botellas de ron v dos taxis” 191.
Esta historia nos remonta a los prim eros gaiteros, a quienes les pagaban con ron, los
invitaban a parrandas, fiestas, entierros v a otros pueblos a tocar:
Ah /con nostalgia], en esa época se salían los gaiteros del campo; entonces se
venían a una cantina que hubiera por ahí, se ponían a tocar y entonces ahí
am anecían llenos de tierra todos embarrados, borrachos y tocando, eso era.
Ahora no, ahora esta música tiene ya otro precio, en aquella época se tocaba
por ron ya hoy no. ya hoy la gente le dice por cuánto me tocas una noche y uno
1,9 Entrevista a Juan Sebastián Ochoa. profesor de música de la Universidad Javeriana. realizada el 19 de enero
de 2006 en Boeotá.
1,0 Asistencia a entrevista realizada por Ana Maria Ochoa a los Auténticos Gaiteros de San Jacinto, el día 24
de junio de 2005 en Boeotá.
191 Entrevista a Juan Sebastián Ochoa, profesor de música de la Universidad Javeriana, realizada el 19 de enero
de 2006 en Boeotá.
le dice, eso vale tanto. Decían: ‘hey, hey, hey, tengo allá una comida y tengo
ron, ¿vamos? ’ bueno, pues esperen y se iba la gente.192
Así ya no sea frecuente el pago con ron a los gaiteros y tamboreros, se mantiene la tradición,
siempre se toman un roncito antes de tocar. Con la llegada de éstos a Bogotá los dueños de
los bares ya saben que tienen que tener una botella para cuando lleguen y hasta los grupos
oriundos de Bogotá han heredado la tradición.
Los hombres bogotanos que integran un grupo de gaitas y tambores heredan la costumbre de
tomar ron para desinhibirse y tocar mejor los instrumentos pero también introducen el toque
del interior al tomar cualquier bebida alcohólica, como aguardiente o whisky, o recurrir a
alucinógenos como la marihuana, aspecto del que se quejaba Nicolás Hernández, director de
Los auténticos gaiteros de San Jacinto, ya que contaba que los gaiteros jóvenes de la Costa
tomaban las prácticas de los jóvenes bogotanos, censurando el consumo de alucinógenos
pero no del alcohol. La asociación entre la práctica musical, y artística en general, con el
consumo de alcohol y drogas ha sido una constante, ser músico o música hace que
inmediatamente se lo/a inscriba dentro de la rebeldía y libertad propias del ser artista, y
también con el ser mujeriego u hombreriega. Kelly Rojas, mujer Barranquillera alegrera del
grupo Las Amaxonas, se refiere a la reputación que tienen por ser músicas: “Casi siempre
los hombres son tenaces, piensan que como que uno
es muy fácil, también como que dicen: los hombres
músicos son perros entonces las mujeres...
*194
también.
07
2005, por ejemplo, el único grupo de mujeres que participó fue Lumbalú, integrado por un
•<re, de universitarias de Bucaramanga. Dero no hubo nineuna muier de estos Dueblos
tocando gaitas o tambores en las aeruoaciones locales.
' a Ovejas como a los 15 años a oarticipar en el festival, en 1992. pero con
otro grupo de mujeres. Se llamaban Caña Pan y era un grupo organizado por
un profesor que se llama Gustavo González, que es de Los Amerindios. Nos fue
muy mal, nos fue o ¿simo, lo único que faltó fue un tomatazo... tocamos un tema
a tres gaitas hembras, cuando hicimos eso casi nos matan.1yJ
Al hecho de atreverse a romper con el formato tradicional, utilizando tres gaitas hembra, se
suma el hecho de ser una agrupación de mujeres que, de por sí, ya representan un elemento
trasgresor frente a la hegemonía masculina en el escenario.
La función social de los festivales es resaltar y preservar los rasgos originales, o auténticos
de las diferentes expresiones musicales propias de nuestro país, como los festivales de gaitas
y tambores, el festival del porro, de marimba, de música llanera, del bambuco, entre muchos
o tro s F.l a n h e lo ro m á n tic o He m a n te n e r la tra d ic ió n a tra v é s He lo s fe stiv a le s te rm in a
195 Entrevista al eruno La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Bogotá. María Carolina Cortés,
directora del erupo.
qs
mujeres de ellos. El antropólogo colombiano Carlos Miñana escribe lo siguiente al respecto
de la función de los festivales:
w MIÑANA, Carlos. “Entre el folklore y la etnomusicologia. 60 aflos de estudios sobre la música popular
tradicional en Colombia”. A Contra Tiempo, Revista de música en la cultura. No.l 1, 2000. ISSN 0121-2362,
P-37.
197 Reglamento del Festival Nacional de Gaitas Francisco Llirene, Ovejas, 2004.
consciente o inconscientemente, -al igual que la mayoría de la literatura- la no participación
de mujeres, una constante a largo de todo el reglamento y de cualquier texto académico.
Nombran a quiénes pueden participar en las agrupaciones de gaitas utilizando artículos
masculinos; a la manera de vestir, describiendo el uniforme de hombre gaitero; y hasta cómo
debe ser el comportamiento de los hombres, sabiendo que es tradicional el consumo de ron y
su exceso ocasiona con trecuencia peleas o agresiones hacia los jurados u otras
agrupaciones.
Esta exclusión hace que las agrupaciones de mujeres que participan tengan que crear sus
propias reglas:
ion
San Jacinto y Ovejas-, con un muy buen nivel, aspirando poder pasar a la categoría
profesional pero, como vimos, los argumentos de los jurados se concentran en la fuerza para
justificar la exclusión de las mujeres.
Si bien es común oír a los jurados exaltar la participación de las agrupaciones de mujeres y
la calidad en su interpretación, las ubican en un segundo o tercer puesto. Lidon Castillo, del
grupo Las Amaxonas, cuenta lo que le respondieron los jurados cuando les planteó el
interrogante:
Darle el primer puesto a una agrupación de mujeres en la categoría Gaita Larga Aficionada
significaría que pueden entrar a participar en Gaita Larga Profesional al mismo nivel que las
agrupaciones de hombres y, por los antecedentes que hemos descrito, pareciera que esta es
una situación que quieren evitar. Los jurados optan por seguir “'motivándolas” con segundos
200 Entrevista a Lidon Castillo, cantante y guarachera del eruoo Las Amazona. Realizada el 17 de julio de 2005
en Bogotá.
101
y terceros puestos antes de reconocer su profesionalismo y dejar de lado el criterio de ser
hombre o mujer para juzgar la adecuada interpretación y ganar un primer puesto.
Esta problemática es también abordada por Bertha Quintero en su investigación sobre las
mujeres en la salsa: la autora detalla las historias de vida de las integrantes del grupo
bogotano Caña Brava y María Esperanza Mojica, flautista del grupo, escribe la compleja
situación causada por la falta de tiempo al tener que asumir los roles tradicionales:
La condición de ser mujer en esta sociedad es una limitante para ser buen
músico pero no el hecho de ser mujer. La música popular reafirma la diferencia
de hombres v mujeres, es más m achistaf
El artículo séptimo del reglamento, coincidiendo con el relato de María Esperanza, reafirma
la exclusión de las agrupaciones de mujeres de Los Montes de María v de las integradas por
universitarias de ciudades como Barranquilla, Bucaramanga y Bogotá, ya que al tener que
in'»
estudiar para sacar adelante su carrera profesional, tampoco tienen el tiempo para vivir de la
•viUKtca
Los festivales y sus reglas, o cánones, obstaculizan de manera directa la participación de las
mujeres. Marcia Citron se refiere a los criterios androcéntricos que ha impuesto ía socieuau
musical occidental, llegando a establecer una manera apropiada de hacer música y participar
en ella. Citron critica las reglas compositivas que han sido creadas por un grupo masculino
academicista que excluye y hasta minimiza a las mujeres y lo femenino. La definición que
hace la autora del canon en la composición se ajusta, en el marco de esta investigación, a las
normas v tradiciones que promueven los festivales v sus reglamentos:
En el caso de los festivales, a medida que la música llamada fusión resulta ser una tendencia
importante en el ámbito folclórico del país y las mujeres van entrando en ese mundo
masculino, la imposición de cánones que se autoperpetúan se convierte en una herramienta
indisnensable para el mantenimiento de la congelada tradición. Estas medidas revalidan la
reproducción de esquemas tipificadores que siguen percibiendo la participación de las
muieres como una excepcionalidad que no pasa de ser eso, un elemento esporádico, y hasta
decorativo, que llama la atención del público v los participantes.
Atracción fa ta l
Al entrevistar a las mujeres intérpretes de música de gaitas, todas coincidían en que, al llegar
a participar a los festivales, o a tocar en fiestas privadas y bares, por ser mujeres son el
centro de atracción. Los hombres se acercan a hacerles preguntas, a atenderlas y terminan
pidiéndoles el teléfono. El día de la alborada " en el festival de Ovejas del 2004, Lumbalú
202 CITRON, Marcia. Gender and the Musical Canon, Cambridge Press University, 1993. p 15. En:
V1ÑUELA. Laura. La perspectiva de género v la música popular: dos nuevos retos para la musicología.
Oviedo: KRK, 2003.
203 En los festivales de caitas de San Jacinto v Ovejas existe la tradición de que, para dar inicio al festival,
todos los grupos participantes deben dar una vuelta al pueblo tocando a manera de procesión al amanecer, a
esto se le llama alborada. Generalmente los integrantes, visitantes v habitantes del pueblo han tomado durante
mi
era el único grupo de solo mujeres; contaban asombradas que tenían a muchos hombres
alrededor de ellas, les regalaban agua, las animaban, les bailaban alrededor, les decían
piropos, mientras los otros grupos no eran tan asediados:
Gillian G. Gaar en su libro S h e ’s a Rebel. The History o f Women & Rock and Roll, hace una
reflexión al respecto y concluye reiterando que: “Uno de los problemas es la tendencia a
considerar a los grupos de chicas o a las mujeres músicas como una novedad, lo que implica
‘excepcionalidad’. De esta forma nunca se establecerá un sentido de continuidad en la
participación de las mujeres en la música popular.”206 En la música de gaitas y tambores ha
habido continuidad en la participación de las mujeres pero todo el peso de la tradición, del
machismo y el sexismo que rodea este género no permiten que la persistencia sea una
variable para su plena aceptación. La razón: el cuerpo -aspecto que se tratará con más
detalle en el cuarto capítulo-,
el día anterior para poder aguantar la larga caminata y no duermen para empatar con la alborada. Es una
parada en la que casi todos están borrachos.
04 Entrevista a Lynette Calderón, integrante del grupo Lumbalú, el 18 de octubre de 2004,4n Ovejas.
205 Alborada en Ovejas, 15 de octubre de 2004.
206 VIÑUELA. Op cit., p.103. Se refiere al libro GAAR, Guillian G. She’s a Rebel. The History o f Women y
Rock and Roll, Seattle, Washington: Seal Press, 1991.
Las mujeres entrevistadas cuentan que obtienen privilegios solo por el hecho de pertenecer
al llamado sexo femenino; Carolina Lloreda del grupo La Bogotana cuenta que “de todas
maneras ser mujeres genera mucha suerte, tenemos los mejores hospedajes y nos atienden
como reinas.”"'" Pero las atenciones y privilegios que rescatan como positivos son
generados por ser apreciadas como cuerpos que atraen, que encantan con sus movimientos y
figura y, como veremos en el siguiente capitulo, resulta ser una atracción fatal va que la
carga de la simbología del cuerpo femenino hace que no hayan podido ejercer su derecho a
la libre interpretación, situación que no solo se percibe en Los Montes de María sino
también en Bogotá, resultando ser una atracción fatal.
207 Entrevista al cruno La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Boeotá. Carolina Lloreda.
percusionista del erupo.
20HQUINTERO. Op cit.. p.141.
|0 *
A lo largo de este capítulo veremos testimonios tanto de mujeres que coinciden en encontrar
los mismos obstáculos: la educación sexuada, la falta de apoyo, los músculos de la crítica
musical y los abusos del ron. Las mujeres de Bogotá también cuentan que ha sido difícil
para ellas buscar patrocinio: en los colegios las estimulaban a tocar instrumentos femeninos
-piano en vez de la percusión por ejemplo-; han subestimado su profesionalismo para la
interpretación y conformación de grupos de gaitas y tambores por el hecho de ser mujeres en
un espacio masculino; se han sentido acosadas por hombres borrachos en los festivales y
bares en Bogotá (como cuenta Maria José Salgado, integrante de La Bogotana cuando
subiéndose a la tarima en un festival le “mandaron la mano”209), y su participación depende
de si son casadas o solteras, si tienen o no hiios e lujas y de su nivel académico y formación.
En la investigación realizada por Bertha Quintero Medina, todas las historias de vida
coinciden en ser mujeres que tuvieron la oportunidad de estudiar un carrera universitaria y
de pertenecer a familias que las apoyaron al igual que las mujeres de las gaitas y tambores, y
las integrantes de grupos de rock anglosajones. Maria Esperanza Mojica narra su experiencia
durante los años ochenta en Bogotá:
De las compañeras del colegio ninguna estudió una carrera y mucho menos en
la Universidad Nacional donde yo estudié. En mi caso las cosas fueron un poco
distintas pues nuestros padres estudiaron allá, por lo que tuvimos acceso a
muchas cosas, v a mucha información, f...J
Las integrantes de los grupos de gaitas en Bogotá son en su mayoría mujeres solteras,
universitarias y profesionales que precisamente porque no tienen responsabilidades maternas
tienen el tiempo y los horarios para poder dedicarse a la música. Las pocas mujeres que
tienen hijos o hijas cuentan con el apoyo de sus esposos y familia o -al igual que las mujeres
de Los Montes de María- buscan opciones para poder conciliar el ser instrumentistas y
madres a la vez
209 Entrevista al crupo La Bomtana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Boeotá. Maria José Saleado,
percusionista v gaitera, también integrante del grupo Curupira (única mujer del grupo}.
210 QUINTERO. Op cit., p. 96.
IftA
Dentro del grupo de mujeres que reciben apoyo de sus maridos se encuentra Ester Rojas
Rodríguez, estudiante de bajo jazz en la Universidad Javeriana e integrante del grupo La
Bogotana:211 “A mi no me ha tocado tan duro, afortunadamente, porque mis papás son
músicos y a mi marido le enloquece la música, por él hubiera sido tamborero, entonces no
ha habido problema.”212 Gracias al apoyo del marido y su familia, está terminando su carrera
profesional como instrumentista y tiene el tiempo para ensayar e ir a presentaciones con La
Bogotana. Pero este es un caso aislado y afortunado por pertenecer a una familia de músicos
y músicas que se ayudan mutuamente, porque la realidad de la mayoría de mujeres madres,
tanto de Bogotá como de Los Montes de María, es el tener que asumir una maternidad sin el
apoyo suficiente. María José Salgado, por ejemplo, es madre de una niña de cuatro años v
ha tenido que llevar su hija a conciertos porque no encuentra quien la cuide:
2,1 La Bogotana es una agrupación de mujeres que nació en el año 2002 por un interés común de explorar la
música colombiana, “La historia es muy bonita”, relata María Carolina Cortés, directora del grupo. “Se le
ocurrió a un amigo que se llama Samir, toca clarinete. El nos conocía por aparte a varias de las mujeres que
tocábamos algún instrumento y nos dijo que por qué no hacíamos un grupo de solo mujeres. Entonces nos
presentó un día en la Media Torta a María José, a otra tamborera que había, a una cantante que se llamaba
Tania y a Paola que estaba interesada más en gestionar cultura. Y ese día empezamos a tocar, a ver qué
podíamos tocar y qué nodíamos montar. Desnués conocimos a una bailarina que fue la que nos hizo llegar al
festival de Bullereneue en Puerto Escondido. Y fue la primera vez aue un grupo de mujeres, además blancas,
fueran a un festival. Entonces auedamos ahí registradas en la historia del oueblo v todo”.
212 Entrevista al grupo La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006. Ester Rojas Rodríguez, intérprete de
bajo.
2,3 “Curunira nace en Bogotá en enero del año 2.000. Su producción artística es una fusión de la música
tradicional colombiana de las costas Pacífica. Atlántica y de los Llanos Orientales como Gaita, Chalupa,
Fandango, Puya, Champeta, Currulao y Joropo, con ritmos urbanos contemporáneos como el Jazz, el Rap, el
Rock y el Funk.
El nombre Curupira es atribuido a un ser mitológico de la tribu Ticuna del Amaxonas, personaje de baja
estatura que tiene sus pies al revés y que su misión es confundir con sus huellas a quienes tengan malas
intenciones.
La trayectoria de este grupo de ocho músicos, abarca diversas presentaciones tales como: Festival Jazz al
Parque 2001 y 2002,1 Festival de Música y Danza Afrolatinoamericana de Esmeraldas, Ecuador en el 2002; I
Festival Gaita al Gaitán en el 2002, representantes por Colombia en el Festival de Músicas y Danzas del
Mundo, y en la Feria del Libro del Zócalo de México en el año 2003. En el 2005 se presentó con la Fundación
BAT Colombia en el Lanzamiento del 27° Festival del Mono Núñez.
Su contacto con otras culturas v su gran versatilidad, hace que la agrupación investigue las diversas
manifestaciones musicales de nuestro país, redescubriendo su riqueza rítmica y brindándole un nuevo color.
Integrantes: Juan Sebastián Monsalve (director), Jorge Sepúlveda (tambora), David Cantillo (cantante), Iván
Altafulla (euitarra), Richard Amedo (percusión), María Saleado (percusión v gaitas), Andrés Salazar
(percusión v gaitas), Urian Sarmiento (gaitas, marimba y percusión)”. Tomado de: Fundación BAT Colombia.
http://www.fundacionbat.com.co/ler_festival bat la.php.
107
abuelos, o el papá, nos separam os hace com o dos años. Eso es im portante
porque una cosa es tener hijos dentro de una fa m ilia, con papá, un hogar, y otra
cosa es tener un hijo y separarse. Yo estoy en el otro grupo, en el guerrero; y o
he tenido que tocar con ella m ontada atrás, o que Curupira tolere que tenga a
mi hija de tres meses a l lado ensayando, y llore, y tenga que p a ra r p a ra darle
leche [ ...] Ya tiene cuatro, cada vez es m ás fácil, a m edida que crecen, con un
bebé eso es terrible. Digamos, en un concierto no tenía quién la cuidara y m e
tocó dejarla a l lado en el piso, una locura ’ 4
María José cuenta que fue difícil “enfrentarse a abrir esos espacios” para que los integrantes
de su grupo entendieran que estaba viviendo una nueva etapa en su vida y no podía seguir
los mismos horarios ni la continuidad de los ensayos por el hecho de ser madre,
circunstancias que no llegan a cuestionarse las agrupaciones de solo hombres porque, por lo
general, mientras ellos ensayan, van a festivales y conciertos, sus mujeres asumen las
responsabilidades reproductivas. Clara Lloreda, de La Bogotana, contaba que cuando fue
integrante del grupo femenino Candela, “ellas llevaban a los niños y los ponían a dormir en
los estuches de los teclados y de la guitarra”216. Las mujeres se colaboran entre ellas y
buscan salidas para conciliar el ser músicas y madres a la vez, llevan a los y las bebes a los
ensayos o utilizan cargadores en la espalda mientras ensayan.
Así como María José cargaba a su hija mientras tocaba gaita o tambor o acude a “los
abuelos” en Bogotá, en San Jacinto y Ovejas la solución que también han encontrado
algunas mujeres para vivir de la música de gaitas de manera profesional ha sido acudir a la
familia, particularmente a sus madres. Las pocas mujeres de Los Montes de María que
: 1 Entrevista al grupo La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Bogotá. Maria José Salgado,
percusionista y gaitera, también integrante del grupo Curupira (única mujer del grupo).
215 María José es la única mujer de la agrupación. Foto tomada de: Fundación BAT Colombia.
http://www.fundacionbat.com.co/ler_festival_bat_la.php.
“,6 Entrevista al grupo La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Bogotá. Clara Lloreda, percusionista
e integrante de grupos femeninos como Caña Brava y Candela.
integran grupos de gaitas en estos pueblos (una o dos entre más de 400 hombres
participantes) son por lo general solteras, no tienen responsabilidades maternales o. si las
tienen -siendo madres solteras en su mayoría-, dejan a sus hijos e hijas con la abuela, como
tradicionalmente se hace en la Costa. Estas circunstancias hacen que puedan seguir el ritmo
nocturno y viajar con los gaiteros a festivales en otras ciudades. Raquel Jaramillo, mujer de
26 años, madre soltera de Arjona, Bolívar, contaba que dejó al hijo con su abuela para
poder ir a participar en el Festival de Gaitas de San Jacinto y la cantadora Rosa Emilia
Hernández, de El Paso, Cesar, -quien en ese momento cantaba con Los Auténticos Gaiteros
de San Jacinto- contaba que ella puede viajar por todo el país y ha ido hasta Venezuela
gracias a que es madre soltera -p o r lo tanto no tiene un hombre “que la moleste”- y su
madre cuida al hijo que ya tiene 15 años:
Mi hijo está con mi mamá en El Paso, vive en El Paso y estudia en E l Paso y soy
madre soltera... v puedo cantar así porque estoy cantando de un lado para otro
y no aguanta, como decimos nosotros p o r allá. [...] Los hombres sí que
molestan para la salida. Por ejemplo, yo me vine aquí ¿yo llevo cuántos días de
estar aquí?, como desde el 4 de noviembre, ahora me voy después del 24 y me
regreso a El Paso, ni permanezco aquí ni permanezco allá, pasan los días y de
un lado a otro [...]. Algunas de mis amigas me dicen Rosa, chévere tu que estás
caminando, cuando de pronto, no, que me llamaron para ir a Bogotá, todo el
mundo contento. ‘Ah, que chévere Rosa ’. Cuando la primera vez que vine acá
eso se llenó la casa; que cómo era esto, que quiénes eran los muchachos, que
cómo se habían comportado conmigo, que cuántas mujeres había... y eso eran
'¡tú sola!? ’ , y yo les decía, ‘s í ’, a veces salimos tres o cuatro de la madrugada,
‘¿Rosa?!!!’. ‘Sí frisas/ y qué?, no, ellos son chéveres, los señores son chéveres,
yo la paso bien ’. ‘Ah!!!!!! Rosa vé, llévame ’, y yo, ‘no se puede ’. ‘Qué chévere,
a mi me gustaría estar así como tu, que chévere que conozcas, que conozcas
mucha gente’. Uno en este cuento conoce muchas personalidades, yo he
conocido a muchas personas para qué, acá en Bogotá, y entonces ellas se
sientan y dicen: ‘vé a mi si me gustaría estar como tu ’; les digo: ‘bueno,
ruéguenle a Dios para que me vaya así bien todos los d ía s' ''
Esta entrevista revela la lógica tradicional y cotidiana de la división entre roles femeninos y
masculinos. Para Rosa, mujer de 44 años, las soluciones para seguir “caminando” en su arte
son: no tener un hombre al lado que la cuestione o le prohíba viajar y cantar por todo el país
y dejar a su madre la crianza del hijo. Rosa es una de las pocas mujeres de La Costa que ha
podido hacer realidad sus sueños a costa de alejarse de su familia y dejar la responsabilidad
a su madre
217 Entrevista a Rosa Emilia Hernández, cantante. Realizada el día 17 de diciembre de 2004 en Bogotá.
lo o
Por otro lado, en la reacción de las amigas de Rosa vemos que el nivel de aislamiento v falta
de ODortunidaues de ias muieres en esias oooiaciones es muv aito. io n muteres uuc
hijos e hijas desde muy jóvenes y que, así sean felices de ser madres y lleven una vida
relativamente tranauiia. viviendo el día a día. sueñan con conocer el mundo, realizarse
Drofesionalmente v salir del encierro doméstico.
Varias de las mujeres de Ovejas, Barranquilla, Bucaramanga y Bogotá han terminado con
sus novios o no tienen relaciones estables porque sus parejas no aceptan la vida nocturna de
los toques y que se la pasen ensayando:
No pues, siempre con problemas con los hombres: Vv aué haces CGTt ti’ ^
y que no se qué. Un día estaba tocando y me llamó el susodicho, ‘¿y qué estás
haciendo? Para que nos veamos’, no. estoy tocando, ‘A h!!!!!!!! entonces
quédate con tu flauta, ojalá no vengas más ’. A veces, me iba a recoger o alguna
cosa. Pero por todo eso se acabó la relación; le daba rabia, yo no me podía
demorar, los hombres son muv celosos en eso. Y más si son costeños."0
Pero la renuencia de las parejas hacia el trabajo de las mujeres en la música de gaitas y
tambores parece ser una tendencia de los hombres costeños más que de los de Bogotá.
Carolina Castillo, por ejemplo, tiene un novio de Bogotá y músico como ella que no ve
ningún problema en que Carolina tenga su agrupación de mujeres. Los hombres de la Costa,
por el contrario, parecen desconfiar del comportamiento masculino en el que han crecido y
temen que sus muieres sean admiradas por un público en el que acechan las camaradas;
parece ser tan evidente, para ellos, la naturaleza acosadora de los hombres, que los músicos
costeños que residen en Bogotá, quienes por estar en otro contexto y compartir el mismo
2,8 Entrevista a Leidv Laura Villalba Fernández, toca el llamador en Las Amaxonas. Realizada el 24 de julio de
2005 en Bogotá.
universo que sus novias músicas deberían tener una actitud más abierta, también se resisten
y, como dice Kelly, se preocupan más:
Lógico, o sea, se preocupa más y como que siempre quieren estar como
pegados, yo no se p o r qué, pero entonces yo le digo: ‘hey, estamos en un medio
musical, o sea, así como él tiene sus admiradoras pues uno también tiene sus
admiradores y pues uno ¿qué puede h a c e r ? U n a vez nos pasó una cosa, que
estábamos en una presentación en el Jorge Eliécer Gaitán y había un grupo del
Pacífico presentándose y nosotras estábamos con una amiga que acababa de
llegar de Barranquilla, entonces el grupo se estaba presentado y estaba el
cantante. Una de las muchachas, que estaba con nosotras, se subió a la tarima a
bailar con el muchacho y le dio un beso en la boca; entonces yo me eché a reír y
yo dije: ‘que tal que por ahí esté la novia’ y claro, cuando él se bajó dijo: ‘p o r
ahí se subió una vieja a darme un beso ’ y ese muchacho estaba más asustado
porque la novia estaba afuera; y yo: ‘p ero ¿qué pasa?, eso no tiene nada’ y él:
‘¿como así K elly?'. si, o sea uno que puede hacer, nada. Y él: ‘si un día de estos
te pasa a ti... ’ Preciso, a la semana pasó. Yo estaba tocando en Sopó y se me
vienen unos militares encima y yo... ajá ¿que puedes hacer?, nada, no puedes
hacer nada, ellos tienen que aceptarlo igual, esa es la vida [...] Mientras uno
esté en el medio musical tiene que saber que siempre va a haber gente que se va
a acercar a ti, y más que todo, por ejemplo, los borrachos, cuando uno está en
un lugar comienzan a acercarse y a hablarle a uno, muy de cerca, pero es que,
lo que te digo, uno muy decentemente lo que hace es: ‘no señor, que pena ’ y
9 Entrevista a Kelly Rojas, alegrera y directora del grupo Las Amaxonas. Realizada el 13 de junio de 2005 en
Bogotá.
220 Yurani Jazmín Lora, intérprete de macho en la agrupación Los Gaiteritos de San Jacinto; Festival de Ovejas,
13 de agosto de 2004.
U1
Jacinto, niña de 11 años, integrante del grupo Los Gaiteritos del Sena, e intérprete de gaita
macho; ella ha participado en ambos festivales y siempre la acompaña su madre.
Las pocas mujeres adultas que se ven en los festivales son de Bucaramanga, Barranquilla,
Cartagena o Bogotá y todas son jóvenes, universitarias, entre diez y ocho y veintiséis años,
que vienen representando a las instituciones académicas donde estudian. Son mujeres que
han tenido la oportunidad de hacer una carrera (Licenciada en música, Licenciada en
Ciencias Sociales, Publicista, Técnica en danzas, Licenciada en Lenguas Modernas,
Bacteriología, Abogada, entre otras), que han recibido el apoyo de su familia en su incursión
en la música, o son hijas de madres solteras, que han salido de sus pueblos para buscar
suerte en Bogotá. Leidy Villalba Fernández, integrante del grupo Las Amaxonas, es de
Corozal pero vivió gran parte de su vida en Ovejas, donde aprendió a tocar gaita hembra, y
ahora reside en Bogotá; su mamá la dejó en Ovejas con el abuelo y la abuela y se vino a
trabajar, buscando un mejor futuro para ella y su hija. Cuando Leidy terminó el colegio, la
mamá la trajo a Bogotá y ahora está estudiando derecho:
221 Leidy Laura Villalva en el bar Las Vascas en Bogotá; septiembre de 2005.
222 Entrevista a Leidy Laura Villalba Fernández, toca el llamador en Las Amaxonas. Realizada el 24 de julio de
2005,en Bogotá.
son géneros reconocidos como populares en sus contextos y coinciden en tener las mismas
problemáticas de las mujeres que incursionan en espacios masculinos. Bayton encontró que:
Las mujeres de la música de gaitas y tambores, tanto de la Costa como del interior, son
concientes del contexto machista en el que han sido formadas y cuestionan su educación
sexuada. Los siguientes relatos de mujeres músicas nos muestran que, a pesar de que la
formación y educación sexuada ha sufrido grandes cambios, todavía se siguen perpetuando
estereotipos que moldean comportamientos y vivencias. Un relato es de Maria Esperanza
Moiica, integrante del grupo bogotano de salsa Caña Brava -en los años noventa-, que
coincide con el relato de Leidy Villalba Fernández, mujer ovejera, percusionista del grupo
Las Amaxonas -en el 2005-/
Maria Esperanza:
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........ -....i 7'f.-.- - •- - - 1 i r .. ti* .. . . . . . . i. i. i .
LUULI Ú tj t i C IÍC ÍÜ C HÜ t- ÍO i j ÍÍ4ÓjíÁFtÍÍÍÍii¿t LO//C * UÍ/W» UC (Ü J
comportamientos de hombre y mujer. Mi abuelito, que estaba pensionado y se la
pasaba en la casa, siempre quiso que las mujeres de la casa ayudáramos a los
hombres a arreglar el cuarto, pues ellos no debían tender las camas, ni entrar
en la cocina. Nunca estuvimos de acuerdo, lo que se convertiría en un alegato
permanente f ... ]
Mi abuela siempre decía: ‘y o tuve ocho hijos, por eso me tocaba la rabadilla de
pollo’, ella repartía todo, le quedaba lo último, siempre fue así, los demás
primero que ella 224
223 Comentario sobre el libro: BAYTON, Mavis. Frock Rock. Women Performing Popular Music, Oxford
University Press. Oxford v New York, 1998 Fn: VTÑUFLA. Op cit.. p. 92-93.
224 QUINTERO. Op cit., p. 95.
MI
Leidy:
Tenso cfue preguntarle a mi papá aue ¿por qué?. ¿por aué me decía que poraue
mi hermano era hombre y yo mujer no podía hacer ciertas cosas?. Debe ser que
a él lo criaron en una finca, cortando monte, porque mi abuelito tenía una finca
y entonces echándole comida a las gallinas, y claro, eso es una frustración,
cuando él se vino para Barranquilla, a la ciudad, empezó a hacer todo lo que
nunca hizo, a tomar... Los abuelos desde hace mucho tiempo son muy
machistas. muchísimo, y a él lo criaron así, él siempre vio que sus hermanas
eran así, entonces... Pero ya mi papá cambió mucho, yo creo que las
generaciones han cambiado a los padres, ya él, de pronto, a mis primitos que
llegan a la casa ya no les dice eso que eso es de macho o de hembra; ya no, ha
cambiado todo, de pronto él se ha dado cuenta de eso. no se. Ya él a mi no me
dice: “es que tu hermano y tu.... Al contrario, él me dice Colombia, tu eres
más libre que Colombia, te vas pa ’ todas partes y mi hermano es el que se la
pasa en la casa y yo ando viajando ''
Vemos entonces, que las experiencias de las mujeres en su incursión a la música siguen
dependiendo, en gran medida, de la libre formación v posición crítica frente a la educación
tradicional. Pero así estas mujeres provengan de familias liberales, donde padre y madre
apoyan la educación libre de su hija, el mayor temor sigue siendo la mala reputación de los
gaiteros o de los borrachos que acechan entre el público (nuevamente haré un paralelo entre
dos experiencias de las mujeres de Caña Brava y Las Amaxonas):
Kelly Rojas:
Mi mamá me decía que no iba a tener futuro en eso: 'mira, que puede ser
peligroso, los hombres, te pueden hacer algo, la envidia es tenaz, tenaz
impresionantemente’. De todo el medio musical, me parece, siempre hay
envidias y así, como que siempre mi madre me decía: ‘tienes que tener mucho
cuidado, eso no te va a llevar a n a d a ’. Pero lo más loco fue que vo le dije:
‘madre, a mi me ofrecieron una beca por mérito musical, si he viajado y he
conocido muchos pueblos de Colombia es por mérito musical, es por la m úsica'
y ella: ‘oye si, como que si
María Esperanza:
El público que asistía a nuestras presentaciones siempre fue muy numeroso pero
muchas veces hartísimo, los borrachos eran espantosos, nunca veían nada, sólo
querían agarrar a la cantante, o a las que tuvieran cerca 2¿l
Las gaiteras y tamboreras son mujeres de carácter, apasionadas por la música, que saben lo
difícil que resulta entrar a un universo musical masculino; es precisamente por ello que se
225 Entrevista a Leidv Laura Villalba Fernández, toca el llamador en Las Amaxonas. Realizada el 24 de julio de
2005,en Bogotá.
226 Entrevista a Kelly Rojas, alecrera v directora del grupo Las Amaxonas. Realizada el 13 de junio de 2005 en
Bogotá.
227 QUINTERO. Op cit.. p. 96.
! 14
esfuerzan por estudiar y demostrar que pueden, pero, además, buscan estar bien
acompañadas, para evitar situaciones molestas. Por ejemplo, en San Jacinto y Ovejas, si
llegan a hacer parte de una agrupación donde ellas son las únicas mujeres es porque han
averiguado y saben que los integrantes no toman, son responsables y respetuosos, de lo
contrario no aceptan. Kimberly Yáñez, estudiante de segundo semestre de Bacteriología en
la Universidad de San Buenaventura, machera del grupo Canto Negro de Cartagena y
ganadores en la modalidad gaita profesional en el Festival de Gaitas de Ovejas del 2004,
habla de sus compañeros:
228 Kimberly Yáñez interpretando la gaita macho en el Festival de Ovejas del 2004.
229 Entrevista a Kimberly Yañez Mercado, machera del grupo Canto Negro de Cartagena. Realizada el 18 de
octubre en Ovejas.
asignado a las mujeres. En muchos casos, a las mujeres que integran estas agrupaciones
masculinas en la Costa se les asigna el papel honorario de madres del grupo, son las que los
levantan a tiempo, vigilan que se comporten bien y hasta cuidan sus enfermedades, rol que
desempeña Raquel Jaramillo, cantante de su agrupación:
Raquel Jaramillo:
Uno de los compañeros tenía como un
dolor y lo llevamos al hospital, entonces
se nos alargó más el sueño, y todos ahí,
en las bancas esperando; yo entré con él,
como soy la única mujer me hago cargo
de todo. “Raquel, que me duele aquí,
hazme un masajito ”, como la mamá. Y yo
regaño, p a ’ qué: ‘Qué hacen esa mano de
zapatos ahí regados, me los ponen
ahí!!!!*231
Las mujeres deben ser entonces -o más bien les exige el inconsciente colectivo- organizadas,
responsables, responder por el trabajo reproductivo y preferiblemente no deben tomar.
También se espera de las mujeres un adecuado comportamiento y abstinencia de alcohol;
mientras el consumo por parte de las agrupaciones de hombres y las equivocaciones son
percibidas como naturales, o propias del ser músico, en las agrupaciones de mujeres son
duramente juzgadas. Se espera que, si entran a competir en un campo masculino,
demuestren que son mejores que los hombres, que son tan buenas que pueden remplazar un
papel interpretativo tradicionalmente masculino y, además, que sean dignas representantes
del ser femenino-maternal: delicadas, juiciosas, tiernas y suficientemente responsables, y no
tomar, para dar buen ejemplo a sus futuros hijos e hijas. Rocío Medina, estudiante de
230 Raquel Jaramillo, cantante de una agrupación de hombres durante el Festival de San Jacinto; agosto de
2005.
231 Entrevista a Raquel Jaramillo, cantante de un grupo de gaiteros. Realizada el 13 de agosto de 2005, en San
Jacinto.
232 QUINTERO, Op cit.,, p. 97 .
H *
Percusión Sinfónica en el conservatorio de la Universidad Nacional de Bogotá, cuenta su
exDeriencia al rcsnecír
Un músico de jazz, que yo creo que es más toma trago con los de su grupo...
una vez llegamos con tufo nos trató súper mal: ‘qué, ¡ya están borrachas! ’. Y
nos hizo sentir uff, como si fuéramos una manada de borrachas. ¿Tú crees que
él le va decir eso a Joe Madrid? ¿O a otro grupo de músicos con esa
confianza? / JJ
Ellas saben que si ejercen las mismas libertades de los hombres son juzgadas y hasta puede
ser motivo de que no las contraten para tocar, por ello una de las estrategias que asumen es
la de ser más comprometidas que los hombres, cualidad que puede representar una ventaja
frente a las agrupaciones masculinas. Por ejemplo Las Amaxonas cobran más que los
gaiteros porque ellas mismas se atribuyen una responsabilidad que garantiza que lleguen a
tiempo, no tomen y estén más preparadas:
A nosotras nos llaman para otros grupos y uno se siente raro, pero igual, uno va
a tocar, entonces, por ejemplo, a uno lo llaman pero uno se da cuenta que aquí
el músico se ha hecho que como que lo traten mal siempre y en Barranquilla es
peor. Nosotras nos hemos dado cuenta que por ser mujeres nos tratan mejor,
solo por el hecho de ser mujeres, pero también p o r al responsabilidad y la
seriedad, o sea, uno le pone un precio a lo que uno hace, a su trabajo y listo y
de ahí no baja. Nosotras éramos de las que... el trabajo de nosotros cuesta
tanto, ‘ahí no, pero no sé quiensito nos lo deja a tanto"... ‘ah bueno, entonces
contrátelos a ellos después otra vez llamaban: ‘bueno les damos no se cuanto ’,
" ’no, tanto y tan, ta n ” ‘ y así, hasta nosotras no teníamos nada para comer
(risas) pero hasta que ya lo llaman a uno y listo porque se dan cuenta que les va
mejor con nosotras. Y hoy en día hemos preferido no salir a tocar tanto porque
no están pagando lo que es, hay mucha gente que se está regalando ' "
Así haya mujeres responsables y profesionales, que toquen mucho mejor que los gaiteros y
lleven varios años participando en los festivales, ninguno de los grupos de mujeres de
Bucaramanga, Barranquilla y Bogotá ha pasado a la categoría Gaita Larga Profesional; si
una mujer gana, como el caso de Kelly -la machera del grupo Canto Negro de Cartagena en
el festival de gaitas de Ovejas en el 2004-, es porque integra un grupo conformado por cinco
hombres y ella es la única mujer (que además interpreta un instrumento que no es líder
dentro de la agrupación como veremos en el cuarto capítulo). El impedimento de no recibir
Entrevista al grupo La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Bogotá. Rocío Medina, percusionista
del grupo.
Entrevista a Kelly Rojas, alegrera y directora del grupo Las Amaxonas. Realizada el 13 de junio de 2005 en
Bogotá.
117
el justo reconocimiento por su trabajo hace que las mujeres no ejerzan la interpretación de
música de gaitas y tambores como profesión. Buscan otras alternativas porque “no están
pagando lo que es” (Kelly Rojas), y, más aún, porque no han tenido el apoyo suficiente
cuando son madres o el patrocinio necesario para poder vivir de la música. Por el contrario,
para la mayoría de agrupaciones de hombres de Los Montes de María que residen en
Bogotá, representa su modus vivendi, viven de y para la música, porque, además, cubren
todos los espacios, dan conciertos en bares, fiestas privadas y diferentes escenarios, elaboran
los instrumentos, los interpretan, dictan clases y realizan talleres en sus casas y
universidades sin ser, en su mayoría, músicos profesionales.
Coro:
Como fu e Toño Fernández
Juan Lara y Mañe Mendoza
Y otros artistas grandes
Que han hecho mi tierra fam osa...
235 Presentación de una agrupación frente a los jurados en San Jacinto, agosto de 2005.
118
Exclusiones de sexo y género
El endiosamiento de los primeros gaiteros de la Costa y la escasa participación de las
mujeres en esta música, nos devela, de manera insistente y alarmante, la trascendencia que
tiene ser hombre o mujer en la música de gaitas y tambores, tanto en la Costa como en el
interior. Es tal la construcción social dicotómica de lo femenino y lo masculino, que llega a
manipular y hasta a coartar el derecho a la interpretación y el acceso al conocimiento. Rocío
Medina, integrante del grupo La Bogotana relata lo difícil que es acercarse a un maestro
para pedirle consejo:
Eso con ios maestros es un i ¿o. Porque uno va a ios jestivales a gozar pero
también va a aprender. Entonces yo he sentido muchas veces que es diferente
cuan cío se acercan tos hombres a un maestro y cuando se acerca uno. xo
también estoy detrás de ellos para que me enseñen, consciente de que ellos son
tiGTTiurcs y yo ¡najcr, y cjuc scgUFc¡fT¡€fti£ ins van a cctiar ios perros, pero lo íctico
que hacer, tengo que acercármele. Uno siente mucho eso: ‘maestro, yo quiero
aprencter ... y el chevere, pero oye, nenes novio, tienes esposo . i yo: si, si
maestro, pero es que yo quiero tocar y aprender' Le toca a uno como pilotear
id sitUociOri para tío pasar ícunpoco por grosera y perder Ci co/tioao, cmoftccs
es difícil**'.
una vez nos esiaoatnos presentando en Puerto Escondí ¿tu y tkc dice el
presentador: ‘¿qué se siente venir de Bogotá y abrir las piernas para tocar un
tambor?... y vean como se remanga ella para colocar el tambor!!! Hay Dara
escoger, hay de iodo, morenas, ruoias, caoeuo liso, crespo, ¿cómo la desean.',
¿cómo la quieren?, aquí las dejamos con La Bogotana ’.~JJ
231 Entrevista al grupo La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Bogotá. Rocío Medina, estudiante de
percusión sinfónica en la Universidad Nacional de Colombia, percusionista del grupo.
GREEN. Op c.it.. p. 52.
233 Entrevista al grupo La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Bogotá. Andrea Jaramillo Muñoz,
estudiante de Antropología en la Universidad Nacional d Colombia, percusionista del grupo.
1 19
La segunda postura: aceptarlas dentro de un grupo de hombres pero tienden a limitarlas al
canto, al baile o a interpretar instrumentos por los cuales no sienten mayor afecto. Por
ejemplo, muchas mujeres entrevistadas en San Jacinto y Ovejas, sabiendo tocar
perfectamente gaita hembra o alegre, las llaman a integrar un grupo de hombres como
cantantes o intérpretes de llamador y muy rara vez pueden volver a su instrumento dentro de
una agrupación masculina, porque, como veremos en el sexto capítulo, existe la idea de que
los instrumentos más difíciles de tocar son el alegre y la gaita hembra y, por ello, deben ser
interpretados por machos, por maestros que dominan la técnica.
Hace veinticinco años, en 1981. Fostina Dixon, una instrumentista estadounidense de jazz,
relataba una situación similar a la vivida por la percusionista colombiana Andrea Jaramillo
en el 2005:
Aún exisie cierta desaprobación activa hacia una, si se trata de una mujer; no es
general, pero psicológicamente aun hay algo... Los chicos aun pueden tratar de
« . • * • »»
a e s p r e c i a n c , t t a c e v q u e p a r e z c a q u e t ig p u e d e s c o n t o a o . / ís i, a u n q u e s e a n u n a
Entrevista a¡ grupo La tingo tana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Boeotá. Andrea Jaramillo Muñoz,
estudiante de Antropología en la Universidad Nacional d Colombia, percusionista del grupo. Ella relata una
experiencia estudiando percusión en la Universidad Nacional
120
'..¿érareie buena, lo haces ‘muv bien para ser una chica'. Por ianio, tienes que
-r r una imero rere excepctonai.
A pesar de presentarse este tipo de situaciones recurrentes, en pleno siglo XXI en Bogotá,
aunque todavía no existe una verdadera equidad en cuanto a la participación de las mujeres
en la música, hay casos que revelan cambios afortunados en el imaginario de los géneros en
comparación a la situación de las mujeres de Los Montes de María. Maria José Salgado,
integrante de La Bogotana y percusionista del grupo de hombres Curupira nos cuenta que
no se ha sentido excluida creativamente por el hecho de ser la única mujer en la agrupación:
“la discriminación no ha existido, han sido muy abiertos, en la metodología, en los estados
de ánimo, en los problemas, en las formas de relacionarse, de componer, en todo’KJU.
Aunque vimos que Maria José tuvo problemas de apoyo cuado fue madre -situación que
desafortunadamente no es solo propia de las mujeres músicas sino de la mayoría de mujeres
en nuestro país-, el hecho de pertenecer a un grupo de músicos que han viajado y vivido en
otros países y que han sido educados y permeados por contextos donde se evidencia la
búsqueda de nuevas formas de convivencia más equitativas, exploración de sonidos y
fusión, hace que la situación de Maria José sea privilegiada. De esta misma manera
agrupaciones como La Rueda ' . integrada por hombres y mujeres, develan nuevas
relaciones y cambios en los roles de género.
171
comienzo, comportamientos y requisitos para ejercer el oficio, que jam ás se le
ha exigido a los hombres [...]
El recorrido por las vivencias de las mujeres músicas de Los Montes de María, Barranquilla,
Bucaramanga y Bogotá, de las mujeres anglosajonas en el rock y las mujeres en la salsa en
Bogotá, nos expone un panorama neurálgico, donde las mujeres tienen que enfrentarse
constantemente a situaciones en las que el ejercicio del poder masculino las excluye y
subestima su capacidad creadora e interpretativa. Frente a esta serie de impedimentos, las
mujeres que son conscientes de la exclusión -porque muchas de ellas todavía no lo son-
buscan alternativas y estrategias buscando la equidad en su participación.
238 Janni Benavides tocando con su esposo en el Planetario Distrital de Bogotá, con la agrupación La Rueda en
diciembre de 2005.
239 QUINTERO. Op cit., p.137.
240Ibíd, p 139.
Estrategias para combatir el dominio masculino
Susan McClarv. en su libro Feminine Endings. Music. Gender and Sexuahty, iras ccmfm«r
una serie de artículos que describen la situación marginal de las muieres en diferentes
contextos musicales, nos revela las estrategias discursivas que éstas desarrollan para poder
enfrentar el medio:
141 Comentario a proposito del libro de McClarv. en: VTÑUF.LA. On cit r>. 29.
242 Ibid., p. 89.
nosotras salíamos a un festival y cuando nosotras llegábamos, bueno, todo el
mundo nos miraba y listo, y pensábamos: ‘Ah, porque somos mujeres y ta l’,
No!!!, resulta que todos estaban diciendo: ‘¿si ves?, esa muchacha que está allá
ella es la novia de tal otra ’, nos hicieron las parejas, entre todas, y hasta dijeron
que una del grupo tenía un pene, o sea, Dios!!!!.'4'
La irrupción de las mujeres en este tipo de música es un acto trasgresor, hace parte de la
dificultad en la aceptación de lo diferente. El aparente cambio de identidad -d e femenino a
masculino- por incursionar en un mundo de hombres, genera crisis, porque se afecta la
estabilidad de las relaciones tradicionales de poder y la heteronormatividad. Aceptarlo sería
cuestionar las nociones de género, sexualidad y orientación sexual hegemónicas, implica
aceptar que hay múltiples sexualidades que no se adaptan a las categorías dicotómicas. Así,
la entrada de las mujeres a la música de gaitas y tambores atenta contra el modelo
hegemónico y la opción es marginarlas. Desde el modelo patriarcal, excluir a las mujeres, u
otros tipos de masculinidad o feminidad distintas, representa un mecanismo de defensa para
conservar la heteronormatividad y el androcentrismo y sexismo musical.
43 Entrevista a Kelly Rojas, alegrera y directora del grupo Las Amaxonas. Realizada el 13 de junio de 2005 en
Bogotá.
244 Harvard University Press http://www.hup.harvard.edu/catalog/REYSER.html
245 REYNOLDS, Simon y PRESS, Joy. The Sex Revolts. Gender, Rebellion and Rock and Roll. Cambridge,
Massachusetts: Harvard University Press, 1995. Laura Vifluela describe este libro como un estudio de los
estereotipos femeninos existentes en las grandes figuras del Rock como Rolling Stones, Beatties, Iggy Pop,
Bob Dylan, Sex Pistols, etc., estereotipos que “desafortunadamente son los mismos de siempre: virgen, madre,
prostituta, etc.-, demostrando, como ya apuntaran Frith y McRobbie en 1978, que la supuesta rebeldía presente
en el rock es eminentemente masculina y está construida por oposición a lo femenino”, basándose en las letras,
actitudes, publicidad y escritos de prensa. En Laura Vifiuela, p 103.
proceso de la creación de la identidad (Patty Smith). Estas cuatro opciones no
son comportamientos estancos, las mujeres pueden fluctuar entre ellos o
desarrollar más de uno a la vez 246
El campo musical en el que se mueven las mujeres de las gaitas y tambores también necesita
de estrategias que busquen romper con la bipolaridad musical, en medio de una cultura
dominada por el mantenimiento de la tradición, circunstancia que hace que ni los mismos
gaiteros tengan muchas opciones de cambiar o innovar (a no ser de tratarse de la música
llamada fusión que se realiza en Bogotá)247; se interpreta el repertorio tradicional, con los
instrumentos tradicionales (aunque la inclusión de la tambora es relativamente nueva, ya
hace parte del formato consolidado), con el vestido tradicional y los integrantes tradicionales
(solo hombres). En medio de estas reservas, donde no mantener los hábitos acostumbrados
representa una trasgresión, la única salida que han encontrado las mujeres es la estrategia de
la imagen: o resaltan su condición de mujeres femeninas, manteniendo la tradición en su
manera de vestir, utilizando la blusa y la pollera típicas, flores en la cabeza y maquillaje, o
adaptan su feminidad a la tradición masculina, vistiendo el característico traje de los gaiteros
con un toque femenino: pantalón y camisa blanca pero no utilizando la camisa larga por
fuera o pantalón con corte de hombres sino con pantalones ajustados y camisetas con diseño
femenino; una cinta roja o de colores en la cintura, o pañoleta roja en el cuello al igual que
los gaiteros; sombrero negro en vez de vueltiao y sandalias para reemplazar las tradicionales
abarcas o sandalias. Lidon Castillo, integrante del grupo Las Amaxonas, se refiere a la
dificultad que genera escoger entre una estrategia que resalte la feminidad o una que tienda a
opacarla:
125
No les han inculcado que ellas deben mantener su feminidad. De pronto no son
lesbianas, pero no son femeninas. Y eso en una tarima no se ve bien, porque yo
aquí he tenido la oportunidad de ver un video de una muchacha que es la
sobrina de Tito Puente que toca cinco congas, y esa niña lleva las uñotas así
[muestra las uñas largas], su maquillaje perfecto, blower, peinado y un vestido,
porque se pone su vestido, toca sus congas y es una muchacha tocando unas
congas. Entonces, si yo veo un grupo y veo a una persona y no se si es hombre o
es mujer, no me parece que sea un grupo de mujeres y eso es lo que de pronto
está pasando ahora 248
Peter Mercer-Taylor, en su articulo “Songs from the bell jar: autonomy and resistence in the
music o f The Bangels”250, resalta los problemas por los que tuvo que pasar esta agrupación
48 Entrevista a Lidon Castillo, cantante y guarachera del grupo Las Amazona. Realizada el 17 de julio de 2005
en Bogotá.
249 Amulfa Beatriz Zaragoza cantando frente a los jurados en San Jacinto, agosto 2005.
126
estadounidense, en medio de una época en la que el rock era prácticamente exclusivo de los
hombres. Su estilo musical y estético no era proDio de la feminidad tradicional v trasera s-
la virilidad y temáticas oropias de este género musical:
Vemos que, a pesar de tratarse de casos de una cultura anglosajona, aparentemente disímil a
la nuestra, las barreras y estrategias de las mujeres parecen, de manera desafortunada y
alarmante, ser comunes. Todo parece indicar que el sexismo se da en géneros musicales en
los que predomina la dominación masculina y la incursión de las mujeres a las agrupaciones
típicamente conformadas por hombres es excepcional y atrayente pero, a la vez, no es
plenamente aceptada. Hasta en ciudades como Bogotá, en donde la aparente civilidad
debería revelar una equidad y aceptación hacia las agrupaciones de gaitas integradas por
mujeres, también parece inmortalizar las prácticas sexistas en la música.
Frente a la permanencia de estas prácticas sexistas, las estrategias que surgen entre las
mujeres de la Costa v el interior para entrar a la música de gaitas y tambores están enfocadas
a ocultar o rescatar los imaginarios creados alrededor del ser mujeres: o exaltan su
feminidad como estrategia que atrae para, a partir de ahí, mostrar su virtuosismo, o la
encubren para que sean aceptadas como mujeres que poseen el talante masculino, “ ¡pero
dale Simona, dale, como con barraquera, dale como si fueras un macho!”"**. le decía un
profesor a su alumna esperando que sacara su lado masculino para interpretar el alegre. Las
trabas que encuentran las mujeres músicas representan no solo un freno al derecho de libre
" MERCFR-TAYLOR. Peter. “Songs from de hell ,ar: autonomy and resistente in the music of The
Bancels”, Popular Music, vol. 17/2, Cambrige: Cambridge University Press, 1998. El libro es un estudio sobre
el grupo norteamericano The Bangcls, su identidad y experiencia como mujeres.
VIÑUELA. Od cit.. t>.107.
252 Entrevista al grupo La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Bogotá. Andrea Jaramillo Muñoz,
estudiante de Antropología en la Universidad Nacional d Colombia, percusionista del grupo. Ella relata una
experiencia estudiando percusión en la Universidad Nacional: “El maestro daba clases allá de tambora.
Entonces había una compañera mía que entró junto conmigo y varias mujeres y hombres, había de todo, como
equilibrada, tu sabes que en la Nacional hay mucha mente abierta. Entonces el profesor es cartagenero,
entonces Simona, mi amiga, una vez todas pasamos a la tarima con el tambor a tocar lo aue él nos enseñaba. El
maestro la cogió y le dijo gritando: ¡pero dale Simona, dale, como con barraquera, dale como si fueras un
macho, y la trató...! se lo dijo de una forma súper agresiva y Simona salió y no volvió nunca a la clase”.
C7
expresión sino que hacen parte un embalaje político que impide el desarrollo autónomo de la
ciudadanía (punto en el que se ahondará en el quinto capítulo).
Del mismo modo, a pesar de que los testimonios nos muestran la supervivencia de hombres
machos, borrachines, que abusan de las mujeres y no desean asumir su rol paterno ni
compartir escenario con el sexo débil, también hay gaiteros y tamboreros que las han
apoyado y han sido sus maestros:
243 Inttérprete de tambora frente a los jurados en San Jacinto, agosto de 2005.
128
For ejemplo, en ios pueblos, con la gente que puede que no sea músico, nos
hemos encontrado con cosas bellísimas: con mujeres que al principio nos
miraban así raro y después nos gritaban ‘el otro año voy a tocar tambor como
tú p a ’ que nos encontremos (con acento costeño]. Ha habido hombres y señoras
ya de oirá generación y pensamiento, que se han acercado a nosotras y nos han
brindado cariño, que han sido guías, maestros que se sienten como orgullosos.
E l Santa Lucía, en la casa dei señor donde nos estábamos quedando un día
salimos y nos cogió de gancho, él iba en medio de todas, orgulloso caminaba
por toda la calle y a todo el mundo le decía lo que éramos gaiteras. Es que el
mundo artístico allá y acá en la ciudad es difícil así seas mujer o no seas mujer,
ser mujer le da un ingrediente más pero sí tiene su cuestión, hay mucha
competencia
Así como estas mujeres se han sentido acosadas y excluidas por el medio, de igual forma
han recibido apoyo y afecto por parte de sus maestros y mujeres de los pueblos que ven en
ellas a mujeres profesionales con excelente nivel.
Por otra parte, el contexto y coyuntura de la música de gaitas -como una expresión popular
artística que no es bien remunerada ni apoyada - hace que para hombres y mujeres sea
difícil ejercer la música de manera profesional en este país. Por ejemplo, los viejos gaiteros,
por no tener una estabilidad económica en sus pueblos, tienen que venir a Bogotá, dictar
clases y talleres, dar conciertos y hacer instrumentos, teniendo que dejar a sus compañeras
de vida, hijos e, hijas, mandarles dinero cuando puedan y visitar a su familia una o dos veces
al año.
Los integrantes de Los Auténticos Gaiteros de San Jacinto, Nicolás Hernández y Toño
García, por ejemplo, llegando a la vejez -tienen 75 años- ya dejaron esa vida juerguista
heredada de Toño Fernández y extrañan a la familia que se quedó en el pueblo, les mandan
semanalmente la plata que puedan y van aproximadamente cada tres meses a visitar a sus
familias. Así quieran estar junto a su familia, especialmente cuando sienten que están
llegando al final de sus vidas la situación es muy difícil ya que al no tener una pensión que
asegure su futuro, deben seguir trabajando en Bogotá, ciudad que les ofrece ingresos que no
lograrían en su pueblo. Toño García contaba, con melancolía en su mirada, que su mujer
está enferma y necesita operarla de los ojos pero no puede ir a verla porque está ahorrando
plata para poder traerla a Bogotá: “Ahora mismo me llamaron y me dijeron que estaba
* Entrevista al urupo l.a Rnsntana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Rogotá. Maria Carolina Cortés,
directora del grupo.
179
sufriendo, que bien sea que la pueda enviar acá o llevarla por lo menos a Cartagena que es el
centro donde están los especialistas, ver lo que puede hacerse." '
Es distinta la situación del hombre caimán, joven, a la del hombre que ya está envejecido y
añora el calor de hogar y morir junto a su mujer, en su pueblo. Estos escenarios cotidianos
contribuyen a esclarecer la existencia de múltiples maneras de ser hombres y mujeres,
músicos y músicas, masculinidades y feminidades cambiantes que dependen del contexto, de
su historia y de la edad. En Bogotá, por ejemplo, la cotidianidad de los hombres que
interpretan música de gaitas es distinta a la de los hombres de San Jacinto y Ovejas: son
hombres que estudian o trabajan, que no viven necesariamente de la música, viven con sus
mujeres en Bogotá y hasta tocan juntos/as en las agrupaciones; para estas agrupaciones el
consumo de alcohol no tiene la misma significación que para los gaiteros de los pueblos o
toman otras opciones más citadinas como las drogas alucinógenas. En fin, no se puede
generalizar ni afirmar que todos los hombres actúan de la misma manera; además los
hombres de San Jacinto, por ejemplo, pueden actuar en su pueblo de una manera y en la
ciudad de otra, haciendo parte, este comportamiento, de las masculinidades y feminidades
múltiples.
Tanto hombres como mujeres se ven afectados y afectadas por los roles tradicionales de
género. Por ello hace falta realizar una historia de hombres y mujeres de las gaitas y
tambores, de sus familias, su cotidianidad y vida privada, sus vivencias, frustraciones y
deseos para poder entender, con mayor precisión, comportamientos y fenómenos sociales
que se ven representados en las prácticas musicales.
No todos los hombres ni mujeres son iguales. Matthew Gutmann. en su investigación sobre
los hombres en Ciudad de México, después de encontrar en Santo Domingo hombres y
mujeres que consumen alcohol, “mujeres que son adúlteras y hombres que participan en el
trabajo doméstico”, concluye que:
El simple hecho de que ciertos valores o prácticas sean estimados por ios
hombres no es suficiente para considerarlos viriles o atributos masculinos
unitarios. Tampoco etiquetamos necesariamente como viriles las prácticas que
muchas mujeres y algunos hombres pueden respetar (o despreciar) en los
hombres, pues algunos de estos valores y prácticas pueden ser considerados de
n o
K'-Jo similar cuando se ios asocia con mujeres. ¿Cuál es. nos preguntamos, ei
w nero * de categorías como valor, consumo de carne, elocuencia, hazaña
sexual, vello corporal, donaire y consumo de alcohol ? Todos están mas o menos
asociados con identidades específicas de género en contextos históricos y
culturales en particular. '
Es necesario romper con el modelo bipolar a través del arte, variar el reconocimiento de las
dicotomías construidas socialmente (como lo femenino-débil-subordinado y lo masculino-
fuerte-dominante), darle un reconocimiento político a lo privado para, de esta manera,
romper la barrera entre las dos esferas y géneros a través de la igualdad en la participación
de las mujeres en la música y los hombres en la vida doméstica y el rol reproductivo.
ni
¿Por qué se apellidan gaita y tambor
macho y hembra?
En el recorrido que hemos realizado vemos que por el solo hecho de ser hombres o mujeres
se nos asigna, o más bien se nos impone socialmente, un rol musical y social, femenino o
masculino. Mientras los hombres mantienen el monopolio de la interpretación de música de
gaitas -concebida como masculina-, las mujeres, en pueblos como San Jacinto y Ovejas,
bailan y se desempeñan en labores domésticas y reproductivas -concebidas como
femeninas- o luchan por el reconocimiento de su talento musical y la equidad en la
participación.
De igual manera, apellidar a las gaitas y tambores macho o hembra hace parte de esta
construcción social que también sexúa y dota de género los objetos a partir de las prácticas
cotidianas y tradiciones culturales. Recordemos que los términos macho y hembra contienen
las asignaciones de género bipolares concedidas popularmente a los sexos, lo que significa
257 Cuadro de Aníbal Lajud, pintor sanjacintero. Foto tomada durante el Festival de gaitas en San Jacinto, el 13
de agosto de 2005.
258 Laura Viñuela comenta los aportes de McClary. VIÑUELA. Op cit.,, p. 26.
que en ellos se fusionan las categorías de sexo y género: macho es igual a hombre-masculino
(fuerte, racional y objetivo) y hembra a mujer-femenina (débil, corporal y subjetiva).
En el estado de Falcón en Venezuela, por ejemplo, hay un par de flautas a las que se les
llama tura macho y tura hembra y entre los Tule (Cuna) de Panamá y del Darién
colombiano se les llama kamsuit macho y hembra. Los instrumentos de percusión son
también muy variados, en España encontramos las postizas o castañuelas compuestas de dos
partes: macho y hembra; en la música de marimba del pacífico colombiano están los
cununos macho y hembra; en la salsa, hay bongó macho y hembra, en fin, podríamos seguir
nombrando instrumentos de viento y percusión en diferentes países y grupos indígenas,
exponiendo una tendencia a generizar los instrumentos que parece ser universal. Hasta en
“la Huasteca de San Luis Potosí existen músicos que clasifican por género la madera de
cedro rojo. Herrera Silva se refirió a un relato de un viejo sonero, Juan Rodríguez, quien dijo
que ‘la madera hembra es cerrada y la madera macho es porosa”.260
En la antigüedad griega celebraban las fiestas a Dionisio con dos aulos o flautas,
instrumentos que Luís Antonio Escobar sugiere eran reconocidos como macho y hembra:
239 Y hasta podemos ver cables donde, al igual que en el coito, la terminación del cable hembra constituye una
cavidad receptora de la terminación saliente del cable macho.
260ALTAMARINO, Liliana. Instrumentos musicales de la región de Huasteca.
http://www.cnca.gob.mx/cnca/nuevo/diarias/221099/festhuas.html.
261 ESCOBAR, Luis Antonio. “La música en Cartagena de Indias. Las gaitas macho y hembra”. Página de
Internet, Biblioteca Luís Ángel Arango: www.lablaa.org/blaavirtual/musica/muscar/gaitas.htm
Dada la tendencia histórica a atribuir rasgos humanos o de animales a los instrumentos, es
natural que se piense aue a ios pares de auios los denominaban macho v hembra pero esta
atribución no es muy certera.
En primer lugar, en la antigüedad griega había tres tipos de aulos: el parthenioi para ser
interpretado por las muieres, el paidikoi por hombres y el íeleioi por adultosiUi, y su
diferencia correspondería a lo que en la actualidad conocemos como soprano, tenor y bajo
respectivamente; de los registros agudos o graves, propios de las voces de hombres o
mujeres, dependía la asignación sexuada dada a los tres tipos de aulos. Esta asociación hace
parte de la tendencia a otorgar significados a los sonidos o apariencia de los instrumentos
según su relación con la fisonomía y especificidades humanas. De esta manera, el
instrumento con registro más agudo, el parthenioi, probablemente era el adecuado para las
mujeres por contener una sonoridad similar a su voz; el paidikoi para los hombres jóvenes
con una voz varonil, de tenor; y el teleioi para los hombres adultos, respetados por el poder
que les otorga la edad y su tono grave al hablar.
En segundo lugar, cada uno de estos aulos podía o no estar acompañado de una pareja del
mismo registro dependiendo del tipo de celebración y sonoridad esperada (dos parthenioi,
dos paidikoi y dos teleioi. amarrados por una phorbeia o venda para mantener las parejas de
aulos juntas). Las figuras encontradas de aulistas -o intérpretes de aulos- tocando dos
instrumentos, con el mismo número de orificios y con las manos prácticamente en la misma
posición, pareecn indicar que la utilización de dos aulos al tiempo no estaba relacionada con
la idea de representar una pareja macho y hembra sino que era necesario tener un par de
ellos para obtener los microtonos característicos de la estética musical griega¿OJ (como no
era posible lograr distancias mínimas entre los agujeros en un mismo aulos para obtener
sonoridades de microtonos debían utilizar dos instrumentos).
Aunque no hay suficiente documentación que nos conduzca a concluir que a la pareja de
aulos en la antigüedad griega se les asignaba una simbología macho y hembra, el hecho de
Yvffi muv roeos los textos académicos aue se pueden encontrar sobre los instrumentos en la antigüedad
griega, como el clásico The History of Musical Instruments, de Curt Sachs. En una página de Internet encontré
nueva información sobre el aulos y, aunque no hay referencia al autor o autora de la página, ni datos de su
procedencia académica, es una páeina que por su contenido y justificación teórica resulta ser convincente v de
gran ayuda para la investigación
THE AULOS (AULOJ T1BIAF' http://www.swentelomania.be/3ncient/hoboe.html
263 Ihid
H4
nombrar los tres aulos de acuerdo a la diversidad de individuos, ratifica la necesidad
multicultural de atribuir cualidades humanas y animales a objetos inanimados.
Los mitos buscan describir el contexto en el cual han sido creadas las diferentes sociedades,
suelen relatar cómo fue el momento de concepción, las aventuras y desventuras de sus
protagonistas, expresando, a través del lenguaje en el que son narrados y la manera en que
son transmitidos (transmisión oral, visual o escrita), las vivencias, creencias, valores,
maneras de vestir, actuar y reaccionarse frente a ciertos fenómenos o situaciones, y hasta se
La perpetuación y respeto hacia los mitos hace que a través de ellos se legitime una tradición
y que prácticamente representen un mecanismo de control social que perdura sin cambios en
el tiempo. Esta perpetuidad de los contenidos míticos ratifica no solo la bipolaridad de
género sino los significados y simbolismos dados a los objetos, fenómenos y partes del
cuerpo.
Para el contexto de esta investigación Simone de Beauvoir resulta ser de vital importancia
ya que conceptualiza los mitos desde lo femenino y masculino de la cultura En su libro El
segundo sexo. Los hechos y los mitos, la escritora y pensadora francesa describe de qué
manera se asientan los discursos de la biología, el psicoanálisis y el materialismo histórico a
través de la mitología mediterránea occidental, construyendo a la mujer y lo femenino como
el "Otro” en oposición al “'Mismo”; representando este último el punto de referencia desde el
hombre y lo masculino:
La mayor parte de los mitos tienen raíces en la actitud espontánea del hombre
respecto a su propia existencia v al mundo que ocupa, pero la superación de la
experiencia hacia la Idea trascendente es un paso deliberado de la sociedad
patriarcal con fin es de auto justificación. [...] A través de las religiones, las
tradiciones, el lenguaje, los cuentos, la canciones, el cine, los mitos penetran
hasta las existencias más d u r a m e n te sometidas a las realidades materiales. 261
2ti' BRAIJVOTR, Simone. El segundo sexo. Los hechos y los mitos. Vol. I, Madrid: Cátedra, sexta edición,
2002, p. 358.
H6
Todo mito implica un Sujeto que proyecte sus esperanzas y sus temores hacia un
cielo trascendente [...] Siempre es difícil describir un mito: no se deja atrapar
ni delimitar; ronda las conciencias sin afirmarse nunca frente a ellas como un
objeto definitivo. Es tan ondulante, tan contradictorio, que a primera vista
nunca se capta su u n idad'
Mircea Eliade. por otra parte, se refiere a los mitos fundacionales en los que también
encontramos la resonancia de los géneros a través de la cosmovisión humana. En este
sentido, el mito fundacional engloba una serie de realidades simbólicas y normativas que
parten de un principio de creación que hay que respetar y promulgar:
Lo que era evidente en ios tres continentes -co m o en el europeo- eran algunos
grandes temas comunes a todas las culturas: unos mitos fundacionales en los
que pueden existir o bien los dos sexos ju n to s —en la fo rm a de hermafrodita- o
bien separados -e n las llamadas parejas primordiales, ya sean hombre y m ujer
o bien hermanos- y unos ritos de iniciación típicos de la pubertad que darían
paso al hombre y a la mujer adultos' '.
En los mitos fundadores, por ejemplo, encontramos una simbología de género en la que el
éxito de la creación depende de que tanto hombres como mujeres sean consecuentes con los
roles masculinos y femeninos respectivamente; de lo contrario significaría un atentado
contra la naturaleza, impidiendo que se produzca un proceso de creación exitoso. ’ Entre
los Kogi de la Sierra Nevada hay un mito en el que narran de qué manera la Madre estuvo a
punto de obstaculizar el proceso creador por asumir un rol que no le correspondía:
m Ibid, p. 227.
111 COMBALIA, Victoria (comn ). El Primer Eros, América, A/rica v Oceania. Victoria Combalía, Barcelona:
Lunwere Editores, S.A, 2004, p 21. I'm el libro participan Mario Vargas Llosa, Javier Lentini y Philippe
Peltier, entre otros.
J Pensamiento no muy lejano a la idea de familia nuclear propuesta por la religión católica, que ve como
subversiva cualquier otra conformación, por ejemplo entre parejas del mismo sexo y/o género.
agua ella misma, a cocinar y a lavar ropa. A sí estaba bien. A sí sus hijos la
respetaban 274
La concurrencia de mitos fundadores, donde, para que pueda existir y sobrevivir una
comunidad se necesita del complemento hombre-mujer, coincide con los mitos de los grupos
indígenas de nuestro país, mitos que, a su vez, justifican la asignación de macho o hembra a
los instrumentos:
Los mitos de origen vienen acompañados de sonidos e instrumentos que son imprescindibles
durante el proceso de creación y que, a su vez, reflejan la bipolaridad construida de género.
De esta manera, a las flautas se les atribuye una simbología fálica por su forma cilindrica y
preferiblemente las mujeres no deben interpretarlas por tratarse de un instrumento que no es
propio de su actuar femenino. El poeta, investigador y profesor de la Universidad de Sucre,
Julio Sierra Domínguez, comenta el siguiente mito de los Kogi:
274 REICHEL-DOLMATOFF, Gerardo. Los kogi de Sierra Nevada de Santa Marta. España: Bitzoc, Palma de
Mallorca, 1996, p.l 18.
275 Afiche doceavo Festival de Gaitas, Ovejas, Sucre. Página del Festival Nacional de gaitas Francisco Llirene.
http://www.festivaldegaitas.com/ovejas/ovejas.html
276 Folleto: La música de la vida: Instrumentos rituales. Banco de la República: Museo del Oro, 1991.
I 70
sexuales. Cuando los hombres se habían ido, las mujeres sacaron las flautas
para verlas, las tuvieron en sus manos y las tocaron con sus dedos; pero al
tocar luego sus propios cuerpos les crecieron pelos en el pubis y debajo de las
axilas, lugares que antes no tenían pelo 277
El que las mujeres toquen los instrumentos masculinos significa un despertar sexual. A las
flautas se les atribuye un carácter sexual masculino y el hecho de sumergirlas en el agua (en
el momento en el que los hombres las esconden en el puerto) simboliza el coito entre
hombres y mujeres ya que el agua representa la madre naturaleza.278 Carol Roberston, al
analizar mitos de la cultura selk’nam de La Tierra del Fuego encuentra que la asociación
entre las flautas y el simbolismo fálico hace parte del ejercicio del poder masculino:
Robertson sugiere que el simbolismo fálico otorgado a las flautas hace parte de una trama
social en la que, dado el poder otorgado a la interpretación y composición, se restringe a las
mujeres el acceso al conocimiento musical para, de esta manera “mantener a cada individuo
en su lugar” y controlar la vida de las mujeres como parte de una tradición que las confina al
277 Artículo “El rito mágico de las gaitas” de Julio Sierra Domínguez, citado por: TERREROS, Adriana.
Cumbia. Bullerengue, Gaita, Porro y Puya: Cinco ritmos folclóricos de la Costa Atlántica desarrollados con
doce jóvenes del sector urbano como alternativa para el progreso de su formación integral. Bogotá:
Universidad Pedagógica Nacional. Facultad de Bellas Artes, Programa de Pedagogía Musical, 2001, p .13-16.
278 “La madre es el agua y es el espíritu [...] el principio material es el agua, un océano primitivo indiferenciado
del universo y del dios creador; una instancia generatriz, prolífica.” GÓMEZ CARDONA, Fabio. La mujer en
la literatura kogi. El simbolismo de lo femenino en la literatura y la cultura kogi. Cali: Universidad del Valle,
2001?, p. 60.
279 Ceily Gonzalez, integrante de Las Amaxonas; septiembre 2005.
280 ROBERTSON, Op cit.,, p 387-388.
281 Ibid, p. 389.
140
espacio privado. Este escenario coincide con la situación de las mujeres en la música de
gaitas y tambores, pareciera que todos los obstáculos descritos en el tercer capítulo hicieran
parte de un control social que busca excluir a las mujeres a través de la reiteración y
glorificación de los mitos y tradiciones.
Pero también hay mitos entre los Kogi y los Uitoto del Amaxonas que coinciden en narrar
que la flauta fue inicialmente una mujer que, tras su muerte, se convierte en instrumento de
viento: “los iniciados, tienen como instrumento principal el reibacui (flauta de pan) de la
cual se dice que era una mujer que se convirtió en él y que vive de boca en boca, de baile en
balie”28". La forma de la flauta de pan, conformada por varios tubos cilindricos, al no
simbolizar un solo falo, se relaciona con la genitalidad de las mujeres -al igual que las
formas curvas y triangulares dentro de la cultura kogi-, un instrumento que todos los
hombres quieren poseer.
El anterior mito nos muestra la cualidad ondulante de los relatos legendarios, cambios que se
adecúan a los comportamientos y/o normas que cada sociedad quiere construir o imponer:
así. los instrumentos de viento pueden representar un pene prohibido a las mujeres, al
tiempo que simboliza una mujer que todos quieren poseer y tener de boca en boca. Estas
variables míticas nos dan pistas del porqué hay tan pocas mujeres tocando gaitas en las
agrupaciones en los festivales, para ellas puede aplicar el mito del instrumento fálico que las
puede corromper y para los hombres el de una mujer voluptuosa que todos quieren poseer.
Fálicos o voluptuosos, los mitos reflejan las construcciones sociales del género. Los roles y
relaciones de género se perpetúan, creando patrones de comportamiento -a través de
historias míticas y de la tradición oral y visual- que no solo se ven revelados en la
cotidianidad sino en la designación de nombres sexuados y/o generizados a los objetos. En
la cultura Kogi. los recipientes de cerámica, las terminaciones de los techos de las casas -en
forma de embudo-, las mochilas, los calabazos para cargar agua, las trampas para animales y
los instrumentos hechos de caracoles, o de forma oval o esférica como las ocarinas, entre
muchos otros objetos, representan el útero, o la vagina en el caso de las puertas y la placenta
en el caso de las hamacas; las flechas, machetes, instrumentos de viento cilindricos, bastones
a' VF.PFZ. Benjamín Investigaciones sobre antropología de la música grupos Uitoto. [Bogotá?]: Banco de ¡a
República. Fundación Para las Investigaciones Arqueológicas Nacionales ; Museo del Oro, 1980 p. 204.
141
para cavar la tierra y el huso para hilar algodón, representan el pene28j. Las acepciones
nacen, entonces, de la costumbre indígena de otorgar una simbología de género a los
objetos, lugares donde habitan, vestimentas y hasta a los animales.
En el reconocido libro Los Kogi de la Sierra Nevada, Gerardo Reichel-Dolmatoff nos cuenta
que los gusanos y aves simbolizan el pene"”'’, simbología que se ve incorporada en las gaitas,
ya que para los habitantes de la Sierra estos instrumentos (tanto el macho como la hembra)
tienen forma de pájaro. El hecho de que las suarras, chuanas, carrizos, kuisis o gaitas sean
asociadas en estas culturas a una forma fálica representa un elemento substancial a la hora
de definir quién debe interpretarlas: por personificar dos grandes objetos fálicos. no es
correcto que las mujeres interpreten este instrumento (predisposición que, como vimos en la
introducción, generó durante el barroco el impulso hacia la interpretación de laúd, virginal y
canto por parte de las mujeres - y no los instrumentos de viento-, por ser actividades que
contribuían a desarrollar el ideal de feminidad'"''3). Para ser mujeres dignas es necesario ser
femeninas, mantener el decoro y no hacer una exhibición en público que ponga en duda su
honorabilidad con insinuaciones de tipo sexual; para los hombres significa la ratificación de
su virilidad, el dominio de su instrumento: “Las mismas cualidades de la interpretación
instrumental que, en el caso de la mujer, interrumpen su feminidad, en el del varón afirman
hasta cierto punto su masculinidad”.286Este punto se desarrollará con mayor detalle cuando
se entren a describir las cualidades femeninas y masculinas de cada instrumento en este
capítulo.
“Casas: Todas las casas representan el útero de la Madre universal. El ápice de la casa ceremonial
representa la vagina: las puertas de las casas se designan como 'bocas’. Cerámica: todos los recipientes de
barro representan el útero. Sus fragmentos se colocan en el ápice de la casa ceremonial como ofrendas para
fomentar la fertilidad de la tribu. Si el ápice consiste en una olla, como es el caso de las casas de vivienda, ésta
se debe perforar antes de colocarla, acto que corresponde a la desfloración o al coito. Mochilas: las mochilas o
redes de ñque o algodón representan el útero o la placenta. La continua manufactura de estos objetos por parte
de las mujeres se considera como actitud mágica para aumentar la fertilidad. Una mujer soltera que teja
mochilas en frente de un hombre, invita a éste al coito. Calabazos: Los grandes recipientes de agua que
consisten en un calabazo ahuecado se interpretan tanto como útero y como 'fruto' de la Madre en el sentido de
feto envuelto en la placenta. Hamacas: Las hamacas de los hombres se interpretan como placenta I I"
REICHEL-DOLMATOFF, Op cit., p. 73-74.
ilta “Las aves simbolizan igualmente el pene aunque se habla menos de este simbolismo que en ei caso de ios
gusanos'. Una categoría especial forman las aves de pico dominante tales como el tucano, la garza, el
pelícano, el carpintero o el tominejo y las aves de color rojo. [.. .]" Ibíd, p. 76.
' Para mayor información leer: LEPPERT. Richard. “Social Order and the Domestic Consumption o f Music"
En: BREWER, John. The Consumption o f Culture. 1600-1800. London, New York: Routledge. 1995.
286 GREEN. Op cit., p. 60.
I4T
Así como para los Kogis un pájaro simboliza un pene, para los Kankuamos. también de la
Sierra Nevada, las gaitas representan una pareja de pájaros. Evelio Roarisucz. issigsrw
Kankuamo. pintó en el tablero de la ONIC (Organización Nacional de Indígenas
Campesinos) las dos gaitas, para mostrarme el incuestionable parecido con una pareja de
pájaros, con cabeza y pico - forma dada por la conformación de la cera y la pluma de pato-,
y su dibujo estaba acompañado de la siguiente explicación:
J íí “ambre macho v hembra viene del canio de los vájaros: ¿no ha oído el canio
e los pájaros?, la páiara va haciendo la melodía y el macho responde con dos o
tres notas, igual que en las gaitas. Todo en el mundo va por parejas, fíjese no
más en las oareias entre animales, los burros v los oáiaros. el uno no nuede
estar sin el otro 2S7
Para los Kankuamos y otros grupos indígenas, las gaitas macho y hembra simbolizan el
canto de los pájaros y las parejas originarias; la hembra es la que hace la melodía y atrae al
macho con su canto, mientras el pájaro macho la acompaña, tipificaciones de roles que van a
verse reflejados en lo que para los y las intérpretes de gaitas y tambores hace parte del
complemento musical, “el macho va llenando los huecos que deia la hembra”.
Estos mitos en donde por una parte las gaitas representan un elemento fálico que no debe ser
interpretado por las mujeres y por otra una pareja de pájaros macho y hembra, hace parte de
la condición ondulante de los mitos a la que se refiere Beauvoir. Son tan versátiles que hasta
podemos encontrar pistas que sugieren la interpretación sexuada de las gaitas, la hembra
para las mujeres y la macho para los hombres. En 1989, entre los cerros de Vilú y Almagra
en el municipio de Ovejas, se encontró una figura de 3,5 cms de una mujer tocando gaita
hembra y. aunque todavía existen dudas de la veracidad de esta fígura’,,,, para los ovejeros y
2"' Entrevista a Evelio Rodríguez, Secretario General de los Kankuamos. Realizada el 20 de diciembre de
2005. Dada la situación de violencia que están viviendo los indígenas Kankuamos. Evelino estaba temeroso de
concederme la entrevista v por lo tanto prefrió que no lo grabara, pero fui anotando sus apasionadas
explicaciones y hasta me leyó sus poesías. Muchas de ellas se perdieron, junto con fotos de los Kogis y libros,
cuando “la guerrilla llegó v lo quemó todo.”
288 Alfredo Ricardo Guerrero gaitero de Ovejas- tiene escondida en su casa la figura y, aunque han ido de
universidades como la del Atlántico y la Nacional a estudiarla, todavía no sabemos si se trata de una figura
ancestral: “nosotros hemos conversado con mucha gente de la Universidad del Atlántico para hacerle un
estudio, pero usted sabe que eso despierta muchos celos. Entonces me pidieron la figura para ellos llevársela y
estudiársela; pero es un patrimonio de la comunidad, patrimonio de Ovejas, un patrimonio de Colombia... que
TU) se puede__; entonces quedamos en eso. Después vinieron de ia Universidad Nacional y le lomaron unas
placas, un estudio, pero yo les preguntaba acerca de determinar el tiempo, la edad; dijeron que no, que eso no
era necesario, esta es una figura única, ¿quien va a imitar esto? Es una figura única, que existe solamente una.
No es necesario eso." Entrevista ai gaitero Alfredo Ricardo Guerrero Realizada el 16 de octubre de 2004 en ei
festival de gaitas en Ovejas, Sucre.
14}
ovejeras la existencia de esta pieza es prueba fehaciente de la tradición gaitera precolombina
en este pueblo. En el festival de gaitas Francisco Llirene (en octubre de 2004) el músico
Alfredo Ricardo Guerrero me llevó a su casa para mostrarme la pieza y, después de esperar
casi media hora mientras Alfredo entraba a su cuarto a buscarla, salió con una caja de
fósforos llena de algodón y dentro de ella la figura de una mohán, o hechicera, indígena
Zenú. El libro en el que se relata la historia de esta figura nunca se publicó pero su autor,
Manuel Huertas Vergara, escribió un artículo titulado “Chuana, la gaita de América” en el
que describe la pieza encontrada:
Hugo Patemina en su artículo “Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta:
Una visión desde el cuerpo, el territorio y la enfermedad”, describe unas sociedades en
donde el cuerpo define la estructura v ordenación de los lugares donde habitan y da forma y
función simbólica a los objetos. “De algún modo, el cuerpo para ellos es un universo en
miniatura, interconectado y complejo”^ :
Para los pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta, el cuerpo y sus partes están
relacionadas con las construcciones arquitectónicas, con la tierra y sus componentes -fauna y
flora-, y con los objetos ceremoniales y cotidianos. La armonía del cosmos debe estar en
perfecta concordancia con la armonía del cuerpo, por ello, los sitios donde habitan y los
objetos de la vida cotidiana, deben representar un solo cuerpo en el que se condense la
simetría y el orden del universo con el equilibrio de los cuerpos de hombres y mujeres.
Los mitos de origen y la asignación de los nombres macho v hembra están directamente
relacionados. Todo ser vivo u objeto, que haga parte del universo en el que vivimos, se
concibe a partir de un acto de procreación en el que intervienen el cuerpo de un hombre y el
cuerpo de una mujer, cuerpos que cargan con todo el peso de las simbologías de género. De
esta manera, las parejas de instrumentos, gaitas y tambores macho y hembra, simbolizan el
‘ PATERNíNA, Huyo “Los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa ivíarta: una visión desde e!
cuerpo, el territorio y la enfermedad”, fin: VIVEROS VIGOYA, Mara y GARAY ARIZA, Gloria (comp.).
Cuerpo, diferencias y desigualdades, Bogotá: Centro de Estudios Sociales, CES, 1999. p. 273.
293 íhia. p. 274.
294 REICHEL-DOLMATOFF, Op cit..., p. 191.
145
“acto intencional de procreación”; cada uno de estos instrumentos encarnan cuerpos de
hombres y muieres a los cuales se les atribuve roles de eénero femeninos o masculinos cí?m>:
se explicará mías adelante. A continuación veremos cómo San Jacinto, Ovejas, y más
adelante B oeotá^J. heredan las acepciones macho y hembra y le dan su propia significación
de acuerdo a las relaciones y roles de género experimentadas en sus sociedades.
146
[La identidad nacional y la música popular fueron] transformadas al cabo de
varias décadas, moviéndose de estereotipos ‘eurófilos’ a ‘tropicales’; sin
embargo la tropicalidad fu e apropiada y rearticulada en form as particulares
que mantuvieron ciertos aspectos de la identidad colombiana blanqueándolos y
enraizada en la tradición auténtica y también en lo progresivo y moderno297.
97 WADE, Peter. Música, raza y nación: música tropical en Colombia. Traducido por Adolfo González.
Bogotá: Vicepresidencia de la República, Departamento Nacional de Planeación, 2002, p. 15.
298 Los Bajeros de la Montaña en la Mediatorta: Bogotá, diciembre de 2005.
>.n
alte antes no se identificaba con tai tipo de m anifestaciones musicales. En
narte, esto es lo que ha ocurrido en Bogotá [...I
ROJAS. Op qú d 44.
300 Ihid. p. 65.
j01 “El primer cambio que se ha notado es que, aunque muchas veces se afirma que todavía falta mucho
conocimiento entre ios bogotanos, va nay m inos que tienen de plañía a gaiteros y otros integrantes de origen
Capitalino [...]; tocar “comercialmente”; es decir, con el formato incompleto, para así disminuir el número de
integrantes y redam ar mayores honorarios per capita [...] Aquí también se evidencian cambios obvios en la
sonoridad dei conjunto; para empezar, no hav iiamador, io que a ia hora de tocar ritmos lentos como ia gaita
corrida y el porro deja un gran vacío, difícil de llenar. Por otro lado, la paita hembra tiene que hacer más cosas,
pues al no estar acompañada por el macho, hay ciertas frases que deben prolongarse, también para evitar los
huecos en la parte melódica [...] tal vez el cambio de comportamiento más imporianie dehido al íransplaníe
hacia Bogotá, es la incursión generalizada de esta música en tarimas v escenarios. En su contexto original, la
música de gaita se interpreta en parques, casas, o en los patios de éstas, como medio para la diversión y el
regocijo durante ia narranda. Es en ios festivales cuando se comienza a ver esta música en una tarima, aunque
de todas maneras seguía manteniendo su comportamiento original. Aquí en Bogotá tenemos una forma
diferente de entender la música, pues estamos acostumbrados al concepto de ‘concierto’, con las implicaciones
que este tiene: un programa, un intermedio, un escenario, que los temas tengan principios v finales ciaros, que
las intervenciones de solistas improvisadores no sean demasiado largas, etc. Aunque también es común la
práctica música! de gaita por fuera de los escenarios, éstos so n s in lugar a duda, uno tie ios espacios más
importantes en la difusión v visibilización de la tradición musical de gaita en Bogotá.” Ibid. p. 88-89.
dependiendo del entorno socio-cultural, recontextualizando situaciones y rituales302. Para
este autor, la mitología es a las sociedades llamadas primitivas lo que la ideología es a las
sociedades modernas. 303
302 Para ampliar el tema de los mitos leer: LÉVI-STRAUSS, Claude. Antropología estructural, Eudeba, Buenos
Aires, 1969; del mismo autor: Mito y Significado. Madrid: Alianza, 1997.
303 LÉVI-STRAUSS, Claude, Antropología estructural, Buenos Aires: Eudeba 1969, p. 189.
304 Grupo Lumbalú de Pereira (distinto al Lumbalú de mujeres) dictando una conferencia sobre cómo afinar las
gaitas; Ovejas 15 de agosto de 2004.
305 Para Simone de Beauvoir la situación de la mujer es una resultante de una historia generadora de discursos
patriarcales estructurados bajo ideas biologístas, freudianas, materialistas y míticas que configuran a la mujer
en la categoría del "otro", como no-sujeto, objeto intrascendente opuesto al hombre que se constituye como el
sujeto trascendente. “Hay tres factores que concurren en la opresión de la mujer -ontológico, biológico y
cultural- el factor decisivo es el cultural: el hombre pone en cuestión su vida para alcanzar otra metas, otros
valores-fines que son para él superiores, como el poder, la riqueza, el reconocimiento de otros clanes o tribus.
Así realiza su trascendencia en un reino puramente humano. La mujer, atada a la especie por su función
reproductora, se limita a dar vida, algo que en esa cultura no es un valor; por eso no alcanza la plenitud de lo
humano, es la Otra. Y, por esta razón, la cuestión de la liberación será también una cuestión de cultura, es
decir, de valores.” En: BEAUVOIR. Op cit., p 21.
306 SCOTT Op c i t . p 286.
149
Después de observar de qué manera se pasa de los mitos a la parodia de ellos, v de indagar
mitos aue nos revelan las motivaciones aue iievan a una cultura a nomorar sus instrument* •
macho y hembra, nos trasladamos a San Jacinto y Ovejas, poblaciones en donde la música
de eaitas y tambores representa un patrimonio cultural que es incentivado a través de sus
festivales. En Bogotá, al igual que en estas regiones, se presenta una especie de
transculturación de mitos, donde cada quien expone sus propias versiones o propone una
nueva a partir de sus vivencias y relaciones dentro de una sociedad y con el otro sexo.
Pareciera que los mitos se transforman pero mantienen la misma base de pensamiento en
torno a una pareja originaria cuya mayor virtud es que el hombre es masculino y la mujer
femenina. En San Jacinto. Ovejas y Bogotá realicé entrevistas en donde la pregunta obligada
fue: ¿Por qué se llaman macho y hembra? Las respuestas fiieron fascinantes.
El proceso era contrario al del mito fundacional en donde la pareja originaria inspira las
denominaciones macho y hembra; a partir de estas acepciones las personas entrevistadas
crean sus propios mitos, los imitan con nuevas versiones o no encuentran ninguna analogía.
Algunas personas respondían con razones de tipo funcional: la hembra tiene cinco huecos y
el macho tiene dos, sin encontrar ninguna relación con las acepciones de género, escenario
que resulta lógico si tenemos en cuenta, en primer lugar, que son muy pocas las personas
familiarizadas con las culturas indígenas a las que se les atribuye el nacimiento de música de
gaitas como la Kogi. una cultura que enaltece la fauna v la flora a través de sus objetos y
mitos; en segundo lugar, si la bipolaridad construida de género no es plenamente conciente
en las diferentes sociedades (y además poco reconocida por muchos campos académicos en
nuestro país, entre ellos los estudios musicales), no podemos esperar que todas las respuestas
estén dirigidas hacia un análisis con perspectiva de género, no tendrían por qué hacerlo,
simplemente perciben en primer instancia la diferencia física entre los dos instrumentos.
Pero, además de encontrar respuestas de tipo físico, fue sorprendente encontrar muchas otras
que coinciden en conferir roles de género y formas genitales a las gaitas. Carlos Arturo
Rendón. alegrero del grupo de hombres Lumbalú se refiere a ellas diciendo:
150
La cabeza tiene una form a un poco entre pene y vagina y dicen pues que tiene
mucho parecido, y tal vez está inspirada en eso [...]. Usted la ve y tiene form a de
palo por un lado y usted la voltea acá y tiene su vagina y todo, hermosa, hay unas
muy Jindas, preciosas in
En las entrevistas realizadas, la oposición entre masculino y femenino resultó ser una
constante, los argumentos estaban guiados a explicar la evidente complementariedad que,
para hombres y mujeres, es propia de la naturaleza humana, revelando, una vez más, el
307 Entrevista a Carlos Arturo Rendón, alegrero del grupo Lumbalú (de solo hombres porque hay otro integrado
por mujeres que lleva el mismo nombre). Realizada el 19 de octubre de 2004 en el festival de gaitas en Ovejas,
Sucre.
308 Toflo Fernández. Página Los Gaiteros de San Jacitno. http://www.tamborygaita.com/tono.html
309 BOURDIEU. Op cit., p 20.
poder de los esquemas tipificadores de género que se perciben como universales e
inmortales. A continuación veremos tres testimonios, el primero de Maria Carotina < nrtc"
directora del erupo de mujeres La Bogotana, el segundo de Hernando Muñoz, director del
erupo de hombres Lumbalú de Pereira v el tercero de “Joche” Alvarez, vieio gaitero de
Oveias:
María Carolina:
Entre los seres humanos siempre se ha dado el balance entre masculino y
femenino, y hacen chistes y comparaciones; que las mujeres tienen más huecos
que los hombres entonces la hembra tiene cinco huecos y el macho solo dos;
que el llamador es macho porque va marcando y el alegre hembra porque es el
aue repica, el alegre, femenino untarnos. Tiene que ver con la lógica de los seres
i „ 310
humanos
ti'em Qfido
Lo que yo tengo entendido, que le preguntaba a alguien de aquí era: no es que
el macho Hama y la fntijcT viene, o sea, si h qttibre propone y la intijer dispone
En esta música la hembra es la que alegra, y como dicen acá, sin hembra no hay
parranda, sin hembra no hay alegría, entonces es como por ahí la cosa, como
eso, el proponer, o sea, el hombre no puede estar solo, le hace el amor y la
mujer le alegra la vida, es un poco eso.J‘ ‘
jocne '
Nosotros acá le llamamos el matrimonio, la hembra v el macho. ¿por aué?
Porque tenemos lo hembra cjiie es la cjne lleva la nota y el macho va rellenando
el vacío que deja la hembra, entonces ahí va la nota completa
Las tres narraciones, aunque de regiones, edades y sexos distintos, coinciden en buscar
correspondencias, afinidades o complementos que justifiquen la bipolaridad a partir de
relaciones de tipo físico, sexual o de género. Conceder cualidades humanas a los
instrumentos y sus roles musicales parece algo inofensivo, pero estos significados otorgados
por una sociedad, que dan vida a objetos y hechos sonoros, en la cotidianidad encasillan a
hombres y mujeres en determinados roles v le dan vida a un mundo que se autoconcede el
poder de determinar quien interpreta qué instrumentos, qué género musical, quien dirige,
quien compone, quien canta o quien baila, procurando mantener el cimentado equilibrio
"" Entrevista ai erupo La Bogotana. Realizada ei 20 de enero de 2006 en Boeotá. Maria Carolina Cortés,
directora del gruDO.
311 Entrevista a Hernando Muñoz, director del grupo Lumbalú. Realizada el 19 de octubre de 2004 en el
festiva! de gaitas en Ovejas, Sucre.
3:2 Entrevista al gaitero “Joche” Álvarez. Realizada en Ovejas, el sábado 16 de octubre de 2004 en la casa de la
familia Álvarez.
15?
colectivo entre lo femenino y lo masculino. Pero este equilibrio también depende de las
concepciones que se tengan respecto al cuerpo.
Dada la multiplicidad de significaciones fijadas sobre los cuerpos, es importante exaltar que
éste hace parte de una imposición cultural, al igual que la música, y que, como tal, la
percepción de los cuerpos de hombres y mujeres, la forma sexuada atribuida a los
instrumentos y roles musicales, dependen de la idea de cuerpo que tenga cada cultura.
En el caso de las gaitas, su significado, en una cultura originaria como la Kogi, hace parte de
la división sexuada dada a los objetos, resaltando los genitales y formas de hombres y
mujeres y haciendo una división de roles y relaciones de género. Pero estos cuerpos no son
únicos ni universales. Para Patricia Magli: ‘Tenem os en realidad varios cuerpos [...]. Existe
un cuerpo biológico, un cuerpo anatómico, un cuerpo antropológico, un cuerpo histórico. Y
cada uno de esos cuerpos, a su vez, no es un objeto estático, inteligible de una vez para
siempre. Incluso el cuerpo biológico ha cambiado a través de la historia... ” 313 En
consecuencia, dentro de la música de gaitas y tambores encontramos cuerpos de
instrumentos, macho y hembra, asignados de acuerdo a la simbología dada a su forma (pene
y/o vagina); cuerpos sonoros descritos a partir de los sonidos emanados de cada instrumento:
rol motívico dominante -femenino- y el rol acompañante -masculino-; y cuerpos de
hombres y mujeres intérpretes que, como veremos a continuación, a partir del simbolismo
del cuerpo del instrumento y del cuerpo sonoro, se define quién los debe interpretar.
313 Citado en. DUBY, Georges y PERROT, Michael. Historia de las mujeres. La Edad Media. Madrid:
Taurus, 1992, p. 606.
314 Foto tomada por Joche Alvarez en 1997 en Corferias.
1c->
uno o dos orificios en la extremidad inferior -dependiendo de la región-, se sostiene con la
mano izquierda y con la derecha se toca la maraca, combinación (gaita macho-maraca) que
acompaña sirviendo de complemento a la gaita hembra. La gaita corta o machihembrada315
mide aproximadamente 40 cm., tiene seis orificios y su nombre nace porque se dice que
combina los roles musicales de la gaita macho y hembra, con ella se interpretan los mismos
ritmos que en los pares de gaitas316. El llamador macho o mayor (tambor) es pequeño y lleva
el tempo, mientras que el alegre hembra es más grande, tiene independencia rítmica y
acompaña a la gaita hembra. Las agrupaciones están conformadas entonces por gaita macho
y hembra, tambor macho y hembra, tambora317 y cantante, para un total de seis intérpretes.
Después de esta descripción puramente técnica pasemos a una narración más poética que
nos introduce en la elocuente pero poco explorada relación entre la asignación macho y
hembra dada a los instrumentos y los roles y relaciones de género entre hombres y mujeres
dentro de las agrupaciones, simbologías que de manera unívoca asignaron los hombres y las
mujeres entrevistadas/os en Ovejas, San Jacinto y Bogotá:
3,5 Se dice popularmente que la gaita corta o machihembrada condensa en ella los roles de la gaita macho y
hembra pero no se hará mayor referencia a ella por tratarse de un instrumento que no es primordial dentro de la
conformación tradicional de la música de gaitas y tambores, aunque se toca en los festivales y en agrupaciones
de la Costa y Bogotá, las agrupaciones suelen mantener el formato de dos gaitas, dos tambores, tambora y
cantante, para un total de seis instrumentistas.
316 “En la tradición musical de gaita existen cinco aires básicos, que son los que se interpretan más
frecuentemente. Para cada uno de estos aires existe una innumerable cantidad de piezas, que son reconocidas
invariablemente como pertenecientes a un ritmo particular. Sin embargo, dependiendo de la región, un tema
puede ser interpretado ya sea en un aire o en otro, dependiendo de la tradición local. Estos aires son: la gaita
corrida, la cumbia, el porro, la puya y el merengue”. ROJAS, Op cit.,. p. 36.
317 Al igual que la gaita corta, la tambora no es un instrumento que sea característico de la conformación
ancestral de las agrupaciones, es introducida (al igual que el canto, porque sus orígenes son puramente
instrumentales) por Toño Fernández alrededor de 1957. Hoy en día, especialmente en los festivales, se discute
la pertinencia de este instrumento en las agrupaciones, por no pertenecer a la tradición que quieren rescatar,
pero la mayoría de agrupaciones la utilizan.
318 TRIARTE, Patricia. “¡Ganaron las gaitas!”. Cromos, No. 129, Octubre 28 de 1991, p. 69.
154
La gaita hembra y el alegre son descritos como mujeres alegres, pasionales, que, por su
naturaleza femenina, pueden desbocarse en cualquier momento; mientras la gaita macho y el
llamador son retratados como hombres cuya misión es contener a las hembras, dado su
atributo racional masculino.
Para establecer la relación entre los imaginarios de género y los instrumentos a lo largo de
este capítulo, se tomaran los conceptos de “significado evocado” de Lucy Green y los
aspectos simbólico y normativo del género descritos por Mara Viveros. El concepto
utilizado por Lucy Green, el “significado evocado” , hace referencia a que “la música esboza
o delinea metafóricamente gran cantidad de factores contextualizadores y
simbólicos”319;“los significados evocados consisten en connotaciones o asociaciones que se
derivan de la postura y del uso de la música en un contexto social.”320 De esta manera, los
mitos descritos contienen significados evocados que repercuten en la asignación macho y
hembra dada a los instrumentos. A su vez, dentro de este significado evocado, en el contexto
del estudio de la música de gaitas y tambores, podemos encontrar dos de las cuatro
321
propiedades que atribuye Mara Viveros al género : el aspecto simbólico y el aspecto
normativo:
Tomando como base las propuestas de Viveros y Green, dentro de la música de gaitas y
tambores existe un significado evocado que, como lo describe Green, “esboza o delinea
metafóricamente gran cantidad de factores contextualizadores y simbólicos” y dentro de este
significado encontramos el nivel simbólico y normativo. A continuación entraremos a
describir estos elementos a partir de los mitos descritos y a los testimonios recogidos a lo
largo de dos años en contextos como San Jacinto, Ovejas y Bogotá.
“ Ibid..
323 El tambor alegre es el grande y el llamador el pequeño. Tambores de Joche Alvarez: Ovejas, agosto 2004.
324 ABADIA MORALES, Guillermo. Instrumentos de la música folklórica de Colombia, Bogotá: Col cultura,
1981, p.19.
156
Es como en los bailarines, si tu te das cuenta, una gaita hembra está haciendo lo
que una mujer como bailarina está haciendo y una gaita macho está haciendo lo
mismo que el hombre, va ahí abajito, muy despacito, acompañándola, porque
es lo que siempre hacen los machos, acompañar a la mujer. [...]
Normalmente dicen algo gracioso, el tambor alegre se llama tambor hembra
porque es el que habla más, como las mujeres, que nos las calla nadie y porque
son las que alegran todo cuando llegan 3~5
Esta relación corporal con las mujeres la podemos percibir desde tiempos ancestrales. Si
hacemos un recorrido por la historia, para Platón, en la antigüedad greco-romana, la
diferencia entre macho y hembra concierne a la materia y el cuerpo; en el Apocalipsis, la
tentación mas grande es el cuerpo femenino, encamado en una serpiente seductora; para
Herrard de Landsberg en el siglo XII, en la Escalera de las virtudes las mujeres ocupan los
escalones más bajos porque encarnan la tentación y hacen que muchos hombres desciendan
escalones por embrujar con sus cuerpos; la castidad femenina, antes que la masculina,
aparece en el siglo XIII327; y si continuáramos con una exhaustiva revisión histórica de la
visión del cuerpo de las mujeres encontramos que ha sido un testimonio cargado de una
325 Entrevista a Kelly Rojas, alegrera y directora del grupo Las Amaxonas. Realizada el 13 de junio de 2005 en
Bogotá.
326 Entrevista al grupo La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Bogotá. Maria Carolina Cortés,
directora del grupo.
327 Para más detalles sobre el tema, ver: KNIBEHLER, Yvonn e."Cuerpos y Corazones”. En: DUBY, Georges,
MICHELLE Perrot. Historia de las Mujeres. El siglo XIX. V.4. Madrid: Taurus, 2000.
157
simbología marcada por el poder: el poder de lo masculino-racional sobre lo femenino-
material y a su vez del poder seductor del cuerpo femenino.
La facultad mágica contenida en la música, al igual que las melodías seductoras de la gaita
hembra o el repique del alegre, ha sido una potestad de la que mucho se ha escrito a lo largo
de la historia, especialmente el otorgarle a la música cualidades del género femenino. La
música, al igual que las mujeres, encarna un cuerpo femenino que encanta y embruja, y
precisamente la palabra música nace de las musas griegas:
328 Aunque al alegre también se el atribuyan cualidades femeninas y fascinantes, la gaita hembra es la
protagonista del conjunto por tener el liderazgo melódico que acompaña con repiques el alegre.
” 9 COMBALIA, Op.cit., p. 29.
330 REICH, Nancy. European composers and Musicians, ca. 1800-1890. En: BOWNERS, Jane. TICK, Jane,
edit. Women Making Music. The Western Art Tradition, 1150 - 1950. University o f Illinois: Urbana and
Chicago, 1986. p. 248.
331 QUINTANA, p .129.
158
El poder seductor concedido a la música y el significado femenino que se le otorga,
ejemplifican la construcción de un imaginario que hombres y mujeres han llegado a
defender y preservar, un símbolo expresado a través de las alegóricas canciones que se
refieren a la cumbia, al porro, a la tambora y a los paisajes que cantan a las mujeres
cautivadoras, simbolismos que las mismas mujeres ayudan a ratificar:
332 Afiche del décimo quinto Festival Nacional de Gaitas en Ovejas. Página del Festival Nacional de gaitas
Francisco Llirene. http://www.festivaldegaitas.com/ovejas/ovejas.html
333 Entrevista a Janni Benavides, intérprete de gaita hembra. Realizada el 15 de diciembre de 2005, en Bogotá.
159
[masculino],334Para Richard Leppert “la música es inevitablemente del cuerpo”335 y para
Bourdieu:
Vemos como a la música, al mismo tiempo que se le concede una naturaleza seductora e
instintiva, un acto irracional equivalente a lo que podríamos llamar lo inconsciente y mágico
de lo femenino, también se le confiere racionalidad, un acto objetivo, metódico y hasta
matemático. La relación entre el género femenino y la música ha sido un tema que ha
generado diversas discusiones entre las musicólogas feministas. Para McClary, la
corporalidad adjudicada a la música ha derivado en la construcción de una simbología
femenina en torno a ella:
Lucy Green critica esta postura de McClary por sugerir que la música es plenamente
femenina, olvidando que ella misma habla de las cualidades cerebrales o racionales que
también se le atribuyen a ésta: “McClary abre una brecha demasiado grande cuando señala
que [...] la música corre el riesgo de que se la considere como un asunto plenamente
femenino. Desde luego, si es cerebral y, a la vez, tiene que ver con el cuerpo, tendrá tanto
Entonces vemos cómo a la gaita hembra y al tambor alegre se les atribuye una simbología de
género femenino por el movimiento motívico y la alegría que encaman, pero, a su vez,
ocupan niveles distintos dentro de las agrupaciones: mientas la gaita hembra es la líder por
llevar la melodía, el tambor alegre está supeditado a los motivos que ella imponga y, al ser
un instrumento de percusión, cumple un papel acompañante que, aunque es indispensable
dentro de la agrupación, su papel no es protagónico. Estos roles revelan la existencia de una
fusión entre la simbología de género femenina otorgada al rol melódico-sugestivo y el poder
técnico, la destreza, fuerza y el talento nato o heredado, propios de la normatividad del ser
hombre; socialmente se espera que tanto los instrumentos de viento como los de percusión
sean interpretados por hombres: la gaita hembra por requerir destreza técnica y el tambor
alegre por demandar aparente fuerza. A continuación veremos el relato de la cartagenera
Kimberly Yánez, intérprete de gaita macho, refiriéndose a las cualidades masculinas del
alegre y una descripción de Bertha Quintero sobre las experiencias del grupo Caña Brava
respecto a la interpretación de instrumentos de viento:
Kimberly:
También en cierta forma, reconociendo nuestros ancestros y nuestros antepasados, el
tambor alegre ha sido un medio de expresión del hombre porque anteriormente cuando
los africanos peleaban con sus hijos y con sus mujeres ellos descargaban la rabia que
sentían en ese momento con el tambor; se iban lejos de la casa a tocar, allá tocando y
tocando fueron sacando armonías, fueron sacando melodías, fueron sacando bases y así
339 Palabras del profesor Wilmer Arias Córdoba en una video grabación sobre la música de gaitas y tambores
suministrada por el maestro Jaider Emestillo, realizada en BarTanquilla en el año 2000.
comenzó; por eso se la pasa repicando y la fuerza física del hombre o de la persona que
está tocando también es muy fundam ental en eso.340
Bertha:
Unos instrumentos más que otros fueron mejor aceptados p o r el público cuando las
mujeres los interpretaban en el escenario. Los vientos y las percusiones presentaron
mayores resistencias en la audiencia. Tocar la trompeta, el trombón o el saxofón, por las
posiciones que implica su ejecución, como en el mantenerlos en la boca, realizando una
fuerza que hincha la cara y el cuello, transformaban la imagen ideal estética del rostro
de una mujer, dándole muchas veces interpretaciones de doble sentido.
340 Entrevista a Kimberly Yaftez Mercado, machera del grupo Canto Negro de Cartagena. Realizada el 18 de
octubre en Ovejas.
341 QUINTERO. Op c it., p 137-138.
Negrito cabeza e cera
De semilla coloró
Si en este puerto no pica
En el otro picará
Además de ser, las gaitas, instrumentos fálicos, soplarlos representa un atentado contra la
estética esperada de las mujeres ya que altera o, más bien, deforma su rostro. Lucy Green se
refiere a este mismo aspecto recordando que en 1904, en un número de la publicación
Musical Standard, basado en una serie de entrevistas a directores de orquestas de Nueva
York, resaltan fragmentos que rechazan la participación de mujeres en las orquestas:
342 Afiche del sexto Festival Nacional de Gaitas en Ovejas. Página del Festival Nacional de gaitas Francisco
Llirene. http://www.festivaldegaitas.com/ovejas/ovejas.html
En poco tiempo, los hombres descubrirán que están siendo desplazados paso a
paso y con éxito en otra esfera más p o r el sexo débil... cada vez tendrán
preparados menos puestos de trabajo que les esperen
(Musical Standard, 2 de abril de 1904)343
En la salsa, la música erudita y la música de gaitas y tambores parece suceder lo mismo; los
hombres -y hasta las mismas mujeres- se resisten a aceptar la interpretación de ciertos
instrumentos de viento344 y de percusión por parte de las mujeres. Se espera que si hay
mujeres en escena, salgan arregladas, maquilladas y que atraigan al público exaltando su
feminidad a través de su manera de vestir, de bailar, de cantar y de seducir con sus sonrisas
y miradas al público (como lo veremos más adelante al detallar el elemento corporal
asociado a las mujeres a través del canto y el baile), pero no “destrozando su aspecto”
femenino al soplar un instrumento que, además, tiene connotaciones fálicas, o utilizar sus
delicadas manos para golpear duro a un tambor.
Otra de las variables, además de los aspectos simbólico y normativo que sexúan y generizan
la práctica musical, es, al igual que la reacción de los hombres frente a la incursión de las
mujeres en las orquestas de Nueva York, un temor hacia la pérdida de oportunidades
laborales (como ocurrió en el siglo XIX con la incursión de las mujeres en las fábricas). La
situación laboral de los músicos y músicas es muy difícil en nuestro país, y más aún
tratándose de un género que ha cobrado auge en los últimos años, no solo con la gran
cantidad de gaiteros que se han trasladado de la Costa a Bogotá buscando oportunidades345
sino con el surgimiento de grupos locales, especialmente en universidades, conformando así
una gran población que entra a competir por tocar en bares, tabernas, fiestas privadas,
teatros, etc. Si a la lucha por sobrevivir, en medio del crecimiento de agrupaciones
intérpretes de música de gaitas y tambores, se suma la irrupción, nada habitual, de las
Vemos entonces que, mientras la gaita hembra y el tambor alegre contienen una simbología
de género femenina y son los instrumentos principales entre los vientos y percusión (por
representar su interpretación mayor técnica y complejidad), son interpretados por hombres.
Más adelante en este capítulo veremos la división sexual en la interpretación de música de
gaitas y tambores; por ahora continuaremos con la representación de las propiedades
simbólicas y normativas del género en la gaita macho y el llamador.
167
Al igual que en la gaita macho, que va diciendo “si, no, si, no”, como lo interpreta Carlos
Arturo Rendón, el llamador o tambor macho cumple el mismo papel dentro de los
instrumentos de percusión, acompaña al alegre hembra. El llamador es el encargado de
conservar un ritmo estable y mantener el orden, si el llamador se pierde el grupo se desvía.
No repica como lo hace el alegre y al igual que la gaita macho -y tomando las palabras de
Abadía Morales para su descripción de la gaita macho-, su labor se “limita” a marcar el
tempo. Pero por ser el instrumento que indica el tempo a seguir, sobre él recae la
responsabilidad de mantener acompasado el grupo, su valor simbólico no radica en la
destreza y fuerza requerida como en el caso del tambor hembra sino en la responsabilidad
rítmica y orgánica que representa.:
352 Instrumentos folclóricos de Colombia / Patronato Colombiano de Artes y Ciencias. Fundación Joaquin
Piñeros Corpas, Bogotá : Colegio Máximo de las Academias Colombianas, 2003, p. 40.
353 Intérprete de alegre, Casa de Citas; Bogotá, agosto de 2005.
354 BERMÚDEZ, Egberto. “El poder de los sonidos. El lugar de la música en la ideología de los Kogi y
Sicuani”, Revista Javeriana. Vol. 118, No. 586, Jul. 1992, p 58.
168
Pero, así como hay tambores para ser interpretados por hombres, hay instrumentos de
percusión que dentro de la cultura Kogi son exclusivos para las mujeres. Egberto Bermúdez,
en su libro Los instrumentos musicales en Colombia, se refiere a dos tipos de tambores:
“tambores utilizados por los hombres (de dos membranas y sistema de tensión con arcos) y
aquellos de las mujeres (una membrana y fondo abierto) [...]”355, estos últimos son llamados
kukui y son utilizados dentro de rituales considerados femeninos. Mientras los hombres
interpretan sus tambores o cajas con las manos, las mujeres interpretan los kukui con
baquetas, marcando una diferencia en el contacto que se debe tener con los instrumentos: los
hombres tocan su instrumento como machos, pegándole fuertemente al cuero del tambor, las
mujeres deben hacerlo de manera distinta, femenina, representada en el roce de las baquetas
sobre el cuero. Por otra parte, en la descripción vemos que las formas de los instrumentos
para hombres y mujeres son distintos, siendo el kukui de las mujeres el que tiene fondo
abierto -como sus genitales-, al igual que el llamador. Esta relación entre el llamador y un
instrumento para ser interpretado por mujeres también fue mencionada en las entrevistas:
“Al llamador se le dice así porque anteriormente, entre los indios Kogi, las mujeres
llamaban a sus esposos con el llamador para que vinieran ya, que supieran que la comida
estaba lista y todo eso.”356
A partir del anterior análisis podemos plantear dos ilaciones: hay instrumentos de percusión
que, dentro de la cultura Kogi, requieren la fuerza y destreza de un superhombre -como es el
virtuosismo atribuido al alegre en la música de gaitas y tambores-, por ello deben ser
interpretados por hombres, con sus propias manos; el kukui, por su parte, al requerir una
interpretación más sencilla y tener una orificio que simboliza la vagina, puede ser
interpretado por éstas.
Dentro de la música de los Kogi, grabada por Bermúdez en la Sierra Nevada de Santa
Marta357, encontramos unos cantos de mujeres que van acompañados por el kukui; el autor
se refiere a esta grabación diciendo (Anexo 2, corte 1).
En la audición (Anexo 2, corte 2)se puede escuchar la intervención de la caja haciendo giros
y repiques de una manera improvisada y, para los roles que han introducido las agrupaciones
358 BERMUDEZ, Egberto. Schivaldaman. Música de la Sierra Nevada de Santa Marta. Gobernación de la
Guajira y Secretaría de Asuntos indígenas, 1994.
359 Karol Ojeda, grupo Las Amaxonas.
m Ibid.
170
campesinas de Los Montes de María a través del llamador y el alegre, parecería ser
independiente o estar desarticulada como lo sugiere Egberto Bermúdez. En la siguiente
audición (Anexo 2, corte 3) el conjunto de gaitas está acompañado por dos cajas que hacen
ambas el mismo rol disociado, frente a las actuaciones definidas de las gaitas macho y
hembra.
Estos puntos nos indican que la utilización de llamador y alegre, y su designación macho y
hembra, es un fenómeno propio del paso de la música de gaitas indígena a las culturas
campesinas mestizas; en consecuencia, los campesinos de Bolívar y Córdoba, denominan al
alegre hembra y al llamador macho por encontrar similitudes con los roles realizados entre
la gaita hembra y la gaita macho, no por el papel rítmico realizado por las cajas, y mucho
menos por la utilización de éstas en las agrupaciones (vimos que son de uso esporádico),
escenario que devela un claro vínculo con el peso de la tradición mítica ya descrita.
Encontramos una diferencia entre la música de gaitas de la Sierra Nevada de Santa Marta y
la música de gaitas y tambores interpretada en Los Montes de María y Bogotá; en la primera
-especialmente la de los Kogi-, las gaitas actúan sin acompañamiento percusivo, por lo
tanto, la asignación de roles de género bipolares no incluyen a los tambores; en la segunda,
la designación macho o hembra dada a los instrumentos de percusión se deriva de la
tradición mítica bipolar de la Sierra contenida en las gaitas. En lo que coinciden ambas
171
manifestaciones es en consentir una cualidad líder y protagónica a la gaita hembra y un rol
acompañante a la gaita macho.
Por otra parte, los aspectos simbólico y el normativo del género son cambiantes; mientras en
la cultura Kogi el kukui es interpretado por las mujeres con baquetas, en celebraciones
femeninas, el llamador dentro de la música de gaitas y tambores es similar en su forma al
kukui pero es interpretado por hombres al tratarse de una agrupación concebida como
masculina.
Respecto a este último punto, la relación entre gaita hembra y alegre como instrumentos
dirigentes y la gaita macho y el llamador como acompañantes en las agrupaciones de gaitas
y tambores de San Jacinto, Ovejas y Bogotá, hace que el nivel de importancia o la habilidad
que demandan defina quienes interpretan qué instrumentos. Por un lado, tenemos la
primacía del simbolismo femenino tanto en las gaitas como en los tambores y por el otro, en
el aspecto normativo, el protagonismo de los hombres como intérpretes de los instrumentos.
Esta división hace parte del orden esperado por las diferentes culturas que, para Carol
Robertson, se expresa a través de la división de roles entre hombres y mujeres, los
simbolismos de género otorgados a cada sexo y el dominio de ciertos símbolos, objetos e
instrumentos:
Sabemos que toda cultura intenta clasificar y definir su entorno y para lograrlo
debe conseguir crear determinadas asociaciones que den significado a cierta
idea de orden. Parece inevitable que una cantidad notable de esas asociaciones
esté basada en atributos del género. No las asociaciones en sí, sino el valor que
se asigna a éstas, constituye una fuente de tensiones en las interacciones entre
géneros. En los grupos masculinos el poder se controla a menudo mediante la
posesión o acumulación de objetos de poder (falos, dureza, instrumentos de
viento o tambores, fuerza corporal, inmunidad a emociones que puedan indicar
debilidad). En el caso de las mujeres el poder se relaciona normalmente con
posesiones espirituales que corresponden a su género (pasaje vaginal a las
fuentes de la vida, continuidad espiritual de los linajes por nacimiento,
suavidad, canción, flujo de la sangre, acceso expresivo a las sensaciones, fuerza
para soportar las pérdidas con entereza). E l modo en que estos diversos
atributos se temen y/o respetan constituyen parte del ‘estilo ’ de una cultura y
afectan a las dinámicas de poder, autoridad y control. [... Las dinámicas de
control social y del cambio están siendo continuamente ‘p uestas en escena ’, y
los músicos son portavoces privilegiados para darlas a conocer.361
173
Lucy Green, en su estudio sobre la educación y escogencia de áreas en música por parte de
hombres y mujeres en Inglaterra, encontró que, aunque los estereotipos han cambiado y se
encuentra mayor equidad, todavía hay instrumentos cuya simbología masculina o femenina
determina su escogencia por parte de hombres y mujeres, y áreas como la composición y
dirección que están claramente dominadas por estudiantes hombres.
Hombres y mujeres juegan papeles distintos dentro del campo musical, situación que nos
remite a las teorías de Pierre Bourdieu en La distinción y Respuestas. Por una antropología
reflexiva. Bourdieu se refiere al poder desde las luchas que ejercen los agentes por dominar
el capital simbólico de un campo determinado, luchas que se ven reflejadas en la
interpretación de música de gaitas y tambores. Los/as agentes, o jugadores/as, requieren de
apuestas, estrategias y creencias (o Illusio) para ocupar posiciones dominantes. En el campo
de la música, los jugadores y jugadoras son músicos y músicas que apuestan en el juego de
la interpretación y luchan por obtener un capital simbólico contenido en quien demuestre
mayor destreza, como indicador de una distinción que los y las posiciona en el escenario
musical. El capital simbólico contenido en quién interpreta determinados instrumentos,
machos o hembras, deja entrever una lucha por parte de los hombres de no dejar escapar el
poder simbólico contenido en la interpretación de gaitas y tambores, y de las mujeres por
poseerlo.
El monopolio en la interpretación instrumental por parte de los hombres hace parte del peso
histórico de las construcciones de género, en donde la concepción de lo femenino o
masculino, como esencia de mujeres y hombres respectivamente, ha determinado qué
instrumentos son apropiados para cada sexo. Ya habíamos observado en la introducción que
instrumentos como el piano y el violín han sido asociados a la delicadeza femenina e
instrumentos de percusión o de grandes tamaños como la batería y el contrabajo, a la fuerza
masculina. En la música de gaitas y tambores, la interpretación es percibida como un
atributo masculino, por requerir destreza técnica, domino y fuerza, características que, para
la cultura costeña e inclusive la bogotana, no concuerdan con el ideal de feminidad; el baile
y el canto, por ser actuaciones corporales, propias de la naturaleza femenina, son
actividades permitidas y/o aceptadas para las mujeres como veremos más adelante.
174
Dadas las relaciones y roles de género cotidianas y el poder de los mitos que exaltan la
bipolaridad femenino-masculino, se excluye a las mujeres de las agrupaciones de gaitas y
tambores, otorgando protagonismo a los hombres. Si una mujer logra entrar a conformar un
grupo junto con hombres -n o como cantante ni bailadora como tradicionalmente se espera
sino como instrumentista-, los roles son definidos de acuerdo a si se es hombre o mujer o al
virtuosismo requerido y la jerarquía de los instrumentos dentro de las agrupaciones; en otras
palabras, las mujeres tocan los instrumentos aparentemente fáciles -llam ador y gaita
macho365- y los hombres los simbólicamente difíciles -alegre y gaita hembra.
Vimos en el tercer capítulo cómo, a través de los diferentes testimonios, las mujeres
coinciden en que, tras la falta de apoyo y resistencia por parte de las agrupaciones de
hombres, decidieron integrar un grupo solo de mujeres con el fin de interpretar cualquier
instrumento. Por otro lado, se encuentran las pocas mujeres que integran un grupo junto con
hombres, tocando llamador o gaita macho en el caso de los festivales o cualquier otro
instrumento en las pocas agrupaciones mixtas de Bogotá. Este escenario, en donde la
participación de las mujeres en la música de gaitas y tam bores es muy escasa, es similar,
aunque parezca lejano, a la situación de las mujeres que integraban orquestas sinfónicas a
principios y mediados del siglo XX en Inglaterra, y todavía en varias orquestas del mundo,
según el estudio de Lucy Green.
Green com para la situación de las pocas m ujeres intérpretes en medio de una orquesta
sinfónica integrada por hom bres con la escasa participación de éstas en la m úsica ja zz en el
siglo XXI en Inglaterra, escenarios en los cuales se percibe la participación de las mujeres
Una intérprete sentada en un sitio, sobre todo cuando esté en minoría, debe
com portarse y, en realidad debe ser com o ‘uno de los hom bres ’ E s más, dentro
de un equipo constituido en gran p a rte p o r hombres, que se esfuerzan p a ra
realizar un trabajo delicado que supone una coordinación m otriz p recisa y el
control de la tecnología, la participación de una m inoría de m ujeres representa
un desplazam iento que va m ás allá de los limites del entorno fem enino,
dom éstico y, com o tal, es una intrusión.
365 Es importante aclarar que la interpretación de la gaita macho, al estar acompañada por una maraca, no es
fácil de interpretar pero simbólicamente se le otorga mayor virtuosismo y protagonismo a la hembra por tener
el liderazgo melódico.
En pocas palabras, el sometimiento de la instrumentista a la colectividad, sus
reducidas oportunidades de una exhibición virtuosa, su demostración de un
control motor preciso al form ar equipo con los hombres y su abandono de la
esfera privada para introducirse en un dominio masculino influye de manera
negativa en las posibilidades de que afirme su fem inidad en la orquesta. Como
consecuencia de estos factores, el potencial interruptor del instrumento en el
canto interpretativo constituye para la mujer intérprete orquestal un obstáculo
más importante que para la solista [...]
176
un instrumento en una agrupación de hombres, además usualmente las únicas de la
agrupación, toca la gaita macho o el llamador, en ningún caso les es permitido interpretar
los instrumentos considerados principales o difíciles, evitando, de esta manera, la amenaza a
la preeminencia masculina a través de la exhibición de virtuosismo por parte de las mujeres:
“Cuanto mayor sea el nivel de tecnología que interviene en la interpretación instrumental de
las mujeres, más interruptora es esa interpretación con respecto a las interpretaciones
patriarcales de la feminidad. ”369 Susan McClary y Robert Walser en su libro Start making
Sense\ Musicology Wrestles with Rock (1988), se refieren a este mismo punto descrito por
Green:
En una cultura como la costeña, donde los hombres se cobijan bajo el manto de una
masculinidad viril -m acha-, representada en el dominio de los instrumentos, la
interpretación por parte de las mujeres, a la vez que “pone en cuestión la caracterización
tradicional de la identidad femenina”, pone en cuestión la tradicional identidad masculina.
Probablemente por ello es que las pocas agrupaciones de mujeres que participan en los
festivales siguen ocupando segundos puestos en la categoría Gaita Larga Aficionado, para
evitar que, al ganar el primer puesto, se les de la oportunidad de competir como iguales en la
categoría Gaita Larga Profesional -la más importante del festival-, donde sólo llegan los
grandes hombres gaiteros.
Existe la idea de que la entrada de las mujeres en la interpretación de música popular es más
fácil que en la música erudita por el nivel académico y técnico requerido pero, como hemos
podido observar, la incursión en la música popular puede ser aún más difícil por el valor
simbólico del cuerpo. El grupo de salsa Caña Brava, por ejemplo, tuvo que pasar por
enfrentamientos con las disqueras porque, además de querer imponerles un material a
177
comercializar, por el hecho de ser mujeres buscaban que su imagen fuera sensual y
atrayente, más que buscar calidad y profesionalismo en la interpretación:
El cuerpo sensual que el mercado musical quiere explotar también hace parte de las razones
que daban varios de los gaiteros entrevistados frente a la no participación de las mujeres en
la música de gaitas y tambores. Estos afirman que una mujer en el grupo representa para
ellos un elemento incómodo, distractor y hasta conflictivo por generar pleitos entre los
hombres al querer entablar relaciones amorosas con ella. Esta cualidad corporal seductora
atribuida a las mujeres, sumada al peligro que representa una mujer intérprete para el
dominio masculino, resultan ser elementos determinantes a la hora de aceptar o no a una
mujer en una agrupación de hombres.
Habíamos visto la percepción que tienen los hombres costeños de las mujeres como
elementos distractores, este escenario en el que la presencia de una mujer resulta ser
perturbadora para los integrantes del grupo no está muy alejado del testimonio dado por un
director en 1946 al justificar el haber despedido a varias mujeres de las orquestas en Estados
Unidos después de que los músicos retomaron a su país tras la Segunda Guerra Mundial:
“las mujeres en las orquestas sinfónicas constituyen un elemento incómodo... si una
intérprete no es bien parecida, los caballeros de la orquesta no quieren tocar a su lado. Si lo
es, no pueden”372. La comparación que se ha venido haciendo entre música erudita y música
179
embargo, se sigue percibiendo socialmente como una interrupción de la feminidad por parte
de las mujeres intérpretes. Lucy Green, en su libro Música, género y educación, Lucy Green,
después de hacer un recorrido por la música erudita y popular anglosajona, recuerda que
hasta principios del siglo XX (por la percepción interruptora de la feminidad ya
mencionada), no se aceptó plenamente la participación de las mujeres en las orquestas de
música profesional erudita374.
374 “Desde el siglo XVI hasta el XIX, no se permitió que las mujeres tocaran en orquestas con hombres. Los
puestos ordinarios de todas las orquestas eran coto de los varones desde el primer momento y, el en caso de la
máxima categoría, esta situación prevaleció hasta la década de 1910 y, en algunos casos, se prolongó hasta los
años treinta y posteriores. Las mujeres empezaron a figurar como miembros de orquestas masculinas durante la
última parte del siglo XIX y sólo si tocaban el arpa [...] A parte de este papel, las mujeres sólo aparecían en la
tarima frente a una orquesta masculina, como solistas profesionales, principalmente de piano o de violín [...].
Resultaba menos aceptable la intérprete femenina perteneciente a una orquesta que la solista instrumental ¿Por
qué?
[...] la razón, particularmente evidente en la primera década del siglo XX, fue proteger los puestos laborales
de los hombres. Hasta 1904, en los Estados Unidos, era legal que la Musicians' Unión excluyera a las mujeres
de las orquestas controladas por el sindicato. Sin embargo, cuando el sindicato se afilió a la American
Federation o f Labor, ya no pudo mantener esa postura [...] En respuesta a lo que constituía una nueva
amenaza de que las mujeres ingresaran en las orquestas masculinas, produjo una evidente resurrección de lo
que Tick [...] describe como la ideología de la debilidad femenina propia del siglo XIX.” GREEN. Op cit., p
70-71.
375 GREEN. Op cit., p. 81. Esta teoría de Green se complementa con el siguiente fragmento: “La interpretación
instrumental de las mujeres es potencialmente interruptora de dos maneras: puede interrumpir nuestras
construcciones patriarcales de feminidad, de sentido común, implantando unos perfiles nuevos y abrasivos de
180
Este párrafo nos introduce al cuerpo, entidad cuyo peso simbólico recae sobre las mujeres y
que termina siendo definitivo a la hora de percibir su actuación en la música y de permitir o
no la participación de éstas en el arte musical como veremos a continuación.
Creo que el gran fantasma, es la idea de un cuerpo social que estaría construido
por la universalidad de las voluntades. Ahora bien, no es el consenso el que hace
aparecer el cuerpo social, es la materialidad del poder sobre los cuerpos mismos
de los individuos [...]. En efecto nada es más material, más físico, más corporal,
que el ejercicio del poder... ”377
El ejercicio del poder sobre los cuerpos y actuaciones de hombres y mujeres, mediado por
las construcciones sociales del género, hace que dependiendo de la percepción cultural que
se tiene de éstos se impongan comportamientos y roles en la práctica musical.
Lucy Green resalta el canto como un área en la que las mujeres se han desempeñado desde
hace siglos ya que “con independencia de que se introduzca o no en la esfera pública, [el
canto] reproduce y afirma en gran medida las definiciones patriarcales de feminidad”378:
la exhibición, y puede interrumpir nuestra percepción de los significados musicales intrínsecos insertando esos
perfiles en el filtro de la masculinidad a través del cual solemos escucharlos” p. 61
376 Afiche del décmo Festival Nacional de Gaitas en Ovejas. Página del Festival Nacional de gaitas Francisco
Llirene. http://www.festivaldegaitas.com/ovejas/ovejas.html
377 FOUCAULT, Michael. Microfisica del poder. Madrid: La Piqueta, tercera edición, 1992, p. 104-105.
378 GREEN. Op cit..,p. 36.
181
de la feminidad. [...] Conviene señalar cuatro aspectos concretos de la
exhibición vocal de las mujeres que la hacen particularmente afirmativa de la
feminidad: En primer lugar: [...] La voz es un instrumento musical cuyos
mecanismos de producción de sonidos carecen de relaciones intrínsecas con
algo que esté fuera del cuerpo. [...] al tratarse de una cualidad propia de su
cuerpo, no constituye una amenaza. [...] La cantante, en su autoposeción y su
capacidad de seducir, está investida con un poder que queda fuera del alcance
de quienes la contemplan, que se convierte en una amenaza que solo puede
incrementar el temor potencial y, por tanto, la agresión. [...]. En esta posición
típicamente contradictoria, con la seguridad de la voz incorporada y el peligro
de la seducción, se afirma la feminidad. La segunda manera de afirmar las
definiciones patriarcales de la fem inidad que encierra el canto tiene que ver con
la ausencia de la tecnología de mismo. En el patriarcado, se interpreta que el
hombre tiene el control de la naturaleza mediante el domino de la tecnología y
la mujer form a parte de la naturaleza que controla el hombre 379
Como el poder simbólico de las mujeres está encarnado en su cuerpo, el movimiento de éste
y la voz que emana naturalmente de él son actuaciones que no amenazan la feminidad (como
si lo es la interpretación y, como veremos en el siguiente título, la composición): en sus
cuerpos se forma una nueva vida, con ellos amamantan y arrullan, con sus brazos y con su
voz. A su vez, si estas capacidades son utilizadas por fuera de los límites de la maternidad o
del espacio privado y son exhibidas en publico, como una expresión artística que busca
atraer y conquistar a un público, la presentación de una mujer en público representa una
amenaza a la visión privada de lo femenino. Nuevamente, la acusación de feminidad
representa una carga prácticamente sin escapatoria.
E l origen del canto en el caso de los Kogi, está directamente ligado a la Madre
Universal uno de cuyos nombres, Sibalaneumañ (o Shivaldaneumang) es
traducida como ‘madre del canto ’ o ‘de los cantos antiguos' Además de ser la
madre de los cantos también lo es de los bailes y ‘dejó como memorias cantos y
danzas' En consecuencia, el nacimiento del canto y del baile está ligado al
182
concepto de ‘m adre', el cual es esencial en la configuración de la sociedad
y 380
_____ ■
Kogi
La aprobación mítica del dominio corporal en las mujeres, a través del canto y el baile, hace
parte, no solo del poder otorgado por su capacidad de procrear sino a las posibilidades
expresivas que emanan de él; entonces, las mujeres no solo terminan siendo madres de la
naturaleza sino madres del canto y del baile.
Pero, a pesar de la existencia de una tradición mítica e ideológica que permite a las mujeres
adentrarse en el canto y el baile, en las agrupaciones de gaitas y tambores tradicionales de
los pueblos de San Jacinto y Ovejas, los hombres interpretan instrumentos, componen,
dirigen y hasta cantan:
Nuevamente la tradición sexuada excluye a las mujeres hasta del rol para el que, según los
mitos, fueron creadas. Cuando el aire es puramente instrumental el liderazgo es ejercicio por
la gaita hembra, cuando el aire es cantado el protagonismo motívico y melódico pasa a ser
del cantante, y la hembra repite o adorna la voz líder. Este papel dirigente dentro de una
agrupación de hombres hace que la interpretación vocal por parte de una mujer represente
una amenaza a la supremacía masculina; ella tomaría el control sobre cinco hombres y
parece que es algo que los hombres quieren evitar. Carol Robertson sugiere, al igual que
con el simbolismo fálico, una trama social en la que, a través de los mitos y creencias en los
que se resalta el ejercicio del poder masculino, se restringe el acceso de las mujeres a la
380 BERMUDEZ, Egberto. “EL poder de los sonidos. El lugar de la música en la ideología de los Kogi y
Sicuani”, Revista Javeriana. Vol. 118, No. 586, Jul. 1992, p .57.
381 Entrevista a Lidon Castillo, cantante y guarachera del grupo Las Amazona. Realizada el 17 de julio de 2005
en Bogotá.
183
práctica musical, incluso el canto, en pro de un deseado equilibro que ordena los roles y
relaciones entre hombres y mujeres:
Otro de los mitos es el de la mujer bailadora, la que encanta con su movimiento, magia que
quieren poseer los hombres, al no representar ningún tipo de peligro hacia la dominación
masculina -com o si lo es el canto-, por el contrario, adorna el virtuosismo instrumental y la
trascendencia compositiva.385 Dentro de los festivales hay concursos de baile en los que sí
participan gran cantidad de mujeres y niñas en la categoría de parejas y grupos; el mito de la
Este tipo de entornos en los que las agrupaciones son integradas solo por hombres son
reincidentes no solo en los géneros populares colombianos ya mencionados -como el
vallenato-, sino también en distintos géneros musicales del mundo. En el llamado rock
pesado, por ejemplo (que cubre gran cantidad de géneros del rock), la masculinidad se
ratifica a través de una agrupación de solo hombres que se comportan de manera masculina
y a veces hasta violenta y cuyas temáticas se refieren a las mujeres como objetos o agentes
que reprimen la masculinidad.
386 Entrevista a Kelly Rojas, alegrera y directora del grupo Las Amaxonas. Realizada el 13 de junio de 2005, en
Bogotá.
387 GREEN. Op cit.., pié de página, p. 36.
185
Como, desafortunadamente, los estudios sobre música y género en Latinoamérica están poco
explorados, las investigaciones y estudios de caso realizados en Estados Unidos e Inglaterra
desde los años setenta resultan ser útiles para encontrar puntos de encuentro o desencuentro
en la manifestación de relaciones y roles de género a través de la música; más aún,
tratándose de investigaciones referentes a músicas populares que, aunque en muchos casos
difieren de las nuestras, desenmascaran coincidencias que, al igual que en los mitos, revelan
la permanencia de estereotipos bipolares en donde lo masculino se construye en oposición a
lo femenino. Este es el caso del estudio realizado por Davis Bayton sobre el Cock Rock o
Rock Pene, un género musical que se caracteriza por la representación de una sexualidad
masculina explícita y agresiva, encontrando que:
En el ‘cock rock ’ las mujeres son consideradas una restricción para la libertad
masculina, ya que son el significante de lo doméstico, de un espacio limitado.
Esta libertad, expresada a través de una sexualidad explícita, se salvaguarda
entonces bajo una identidad grupal masculina basada en la exclusión de las
m u jeres.
*>38¿
Aunque los grupos de gaiteros no tengan una imagen fálica agresiva como los grupos de
cock rock, y a pesar de que la comparación resulte odiosa, ambas agrupaciones representan,
de manera distinta, un conjunto de machos que buscan reafirmar su masculinidad; en el caso
de los gaiteros y tamboreros, a través de la exclusión de las mujeres hasta de los roles
musicales considerados femeninos como el canto y por medio del dominio de los
instrumentos, el ron, la composición y las temáticas tratadas como veremos a ahora.
Como las esferas de la naturaleza y del cuerpo han estado asociadas con la
fem inidad y divorciadas de la masculinidad, y dado que el canto lleva consigo la
exhibición evocada del cuerpo sin una tecnología interruptora, el escenario de
la cantante, que deja en su sitio esta asociación, afirma la fem inidad [...]
Cuando las mujeres empiezan a componer, es dificil que el cuerpo intervenga de
alguna manera en la actividad, porque la composición supone una exhibición
metafórica del poder de la mente. Este poder cerebral entra en conflicto con las
interpretaciones patriarcales de la feminidad, hasta el punto de que, cuando lo
aprovechan las mujeres, provoca una amenaza contra el orden sexual,391
1X7
con patrones prácticamente fijos para cada ritmo. La interpretación, a pesar de ser del
cuerpo, necesita de un virtuosismo que traduzca y dilucide metódicamente el pensamiento e
intención de la composición, ya sea por medio de un hombre o una mujer pero buscando la
trascendencia de la racionalidad masculina a través de un cuerpo femenino. En esta relación
encontramos la paradoja de la subjetividad científica de la que habla la filósofa Evelyn Fox
Keller, lo subjetivo de la objetividad, “el despliegue de una subjetividad que fue
sistemáticamente impulsada a borrarse a si misma por la lógica de la representación
científica. Una subjetividad que no es individual sino colectiva.”393, que traducido a
términos musicales, se refiere al proceso metódico objetivo de la composición que no puede
subsistir sin un cuerpo sonoro subjetivo que lo haga trascender.
Cuando apodamos ‘duras ’ a las ciencias objetivas en tanto que opuestas a las
ramas del conocimiento más blandas (es decir, más subjetivas), implícitamente
estamos invocando una metáfora sexual en la que por supuesto ‘dura’ es
masculino y ‘blanda ’ es femenino. ‘Feminización ’ se ha convertido en sinónimo
de sentimentalización. Una mujer que piensa científica u objetivamente está
pensando ‘como un h o m b r e a la inversa, el hombre que asigna un
razonamiento no racional, o no científico, está argumentando ‘como una
. 394
mujer
393 FOX KELLER, Evelyn. Reflexiones sobre Género y Ciencia. Capitulo cuatro: Género y Ciencia. España:
Ediciones Alfons el Magnánim, 1989, p. 148.
394 Ibid., p 85.
188
consiguiente, una mujer que compone esta pensado “como hombre”; el baile y el canto, al
no requerir aparentemente estudio ni utilización de tecnología, son funciones blandas, un
cantante sería entonces considerado “maricón”, como efectivamente encontró Green en su
estudio: hombres y mujeres de una escuela en Inglaterra coincidieron en valorar el canto
como un acto de mujeres:
Con frecuencia, los cantantes populares tienen que luchar con las alusiones
sexuales de carácter general y, aún más, con los ambientes femeninos que [...]
rodean la actuación del cantante. Algunos cantantes buscan la form a de
capotear las potenciales acusaciones de feminidad. Muchos tratan de
trasformarlas en su propio beneficio, aprovechándose de la espectacularidad
del escenario, mientras que otros responden afirmando visiblemente su
machismo en la vida fuera del escenario, que ellos mismos se encargan de dar a
la publicidad.395
Vemos entonces inestabilidad en las identidades de género dentro del universo simbólico de
la música. La multiplicidad de simbolismos de género otorgados a los y las instrumentistas
no fueron explicitados en las entrevistas, pero en el análisis de éstas, en la asistencia a los
festivales y distintos bares en Bogotá, se encontraron coincidencias entre lo encontrado por
Green en Inglaterra y la música de gaitas y tambores.
189
constante desde un principio cantar a la cotidianidad, al contacto con la naturaleza y a los
pájaros en el siguiente canción se manifiestan en conjunto varios de los elementos descritos:
Coro:
No te pongas brava
Que esas cosas son charadas (bis)
Coro
Coro
Coro
Coro
338 Imagen del décimo cuarto Festival de Gaitas en Ovejas, pintado sobre un muro en la Sede del Festival,
octubre de 2004.
Coro
Los mensajes expuestos en los textos reflejan claramente los simbolismos asociados a lo
masculino, siendo canciones con las que las mujeres no pueden sentir mayor identificación,
más que percibirse como objetos de deseo; a veces elogiadas y a veces burladas397. Estas
canciones tradicionales vienen siendo interpretadas desde hace más de treinta años en todo
el país y en ámbitos internacionales y, así haya nuevas agrupaciones jóvenes y mixtas del
interior, que tienen sus propias composiciones con temáticas variadas, el público y el
comercio musical siguen exigiendo las canciones tradicionales de los viejos gaiteros. Este
folclorismo y tradicionalismo exacerbado no permite que representaciones de música
popular como la de gaitas y tambores sean libremente reinterpretadas, la única opción es a
través de la fusión.
La talla del marfil, la fundición del metal y la composición de música son otras
tareas que requieren la selección o la ‘ordenación’ p o r parte del espíritu
protector. Estas profesiones son ejercidas p o r los hombres, aunque algunas
mujeres componen sin la legitimación del espíritu sagrado. Los informantes
masculinos afirman que las mujeres no componen... aunque las mujeres no
tienen ningún reparo en mostrar sus composiciones a quien quiera oírlas. La
carencia de la protección sobrenatural para la composición femenina evita que
397 En el estudio realizado por Simon Frith y Angela McRobbie “Rock and Sexuality” “Los autores pretenden
poner de manifiesto la forma en que los estereotipos que operan en el rock funcionan en la construcción de las
identidades de género [...], las posibilidades de identificación respecto a los mensajes del rock son más
numerosas para los chicos que para las chicas. La producción y difusión del rock están dominadas por los
hombres, lo que explica que los modelos de masculinidad que se ofrecen sean más variados.” En: VIÑUELA.
Op cit., p. 76.
101
las mujeres traten tópicos que pertenecen al ámbito público, tales como la
brujería, el linaje o la autoridad m
Este dominio temático que, según Robertson, busca coartar la libre expresión de las mujeres,
por temor a que lleguen a contradecir o resistir “la autoridad” o el orden social, también se
ve revelado en la música de gaitas y tambores. Las composiciones son de hombres y las
temáticas siguen siendo masculinas, hasta las agrupaciones de mujeres también interpretan
las canciones de los viejos gaiteros de San Jacinto y Ovejas, reproduciendo los estereotipos
arcaicos -femeninos y masculinos-, de estos pueblos de la Costa. Las pocas canta-autoras,
por su parte, tienden también a reproducir los estereotipos femeninos y masculinos dentro
del culto a los viejos gaiteros y a la conservación de la tradición. Amulfa Beatriz Zaragoza
participó en el festival de San Jacinto del 2005 en la categoría Canción Inédita con una
canción de su autoría; en ella habla de la necesidad de mantener la tradición ancestral,
resaltando el papel de Toño Fernández y refiriéndose a la cumbia como una mujer, al igual
que en “Yo me llamo cumbia”:
Coro
H ay papito, no te lo voy a dar,
Hay papito, no te lo voy a dar,
Cariñito, no te lo voy a dar,
Un besito, chiquitico, no te lo voy a dar,
No te lo voy a dar.
Coro
No te lo voy a dar...
Indio descarado,
No te lo voy a dar
Coro
Ni ¡o crea s...400
400 Canción filmada durante un concierto de Las Amaxonas en el restaurante Las Vascas de Bogotá, en
septiembre de 2005.
401 “El papel de cantautora es relativamente poco amenazador para las mujeres y, en muchos sentidos, afirma
las ideas tradicionales de feminidad” . GREEN. Op cit., p.109.
persiste un temor fundado por parte de las mujeres hacia la composición402; sienten que por
el solo hecho de ser mujeres sus manifestaciones artísticas van a ser juzgadas y rechazadas
por la crítica musical, y es cierto.
En el libro Gender and the Musical Canon, Marcia Citron cuestiona la postura de la critica
musical: “La autoridad ejercida por los críticos hombres tiene implicaciones sobre las
mujeres compositoras, quienes se pueden sentir objetivadas por la subjetividad
patriarcal’'.4 1 Si los críticos o jurados de los festivales de gaitas se enfrentan con un grupo
de mujeres o con la composición de una mujer -casos que se han presentado en la categoría
Canción Inédita pero son eventuales- es inevitable que la recepción y crítica esté sesgada por
el solo hecho de ser manifestaciones tradicionalmente masculinas interpretadas por mujeres.
Cuando escuchamos a una mujer que canta o toca algún instrumento y cuando oímos la
música que ha compuesto o improvisado, no sólo escuchamos los significados
intrínsecos de la música, sino que también tomamos conciencia de su postura discursiva
en un nexo de género y sexualidad. Desde esta postura, su fem inidad entra a form ar
parte de los perfiles de la música. 404
402 Bertha Quintero también se refiere al tema en el caso de la salsa: “Seguíamos con el propósito de tocar
temas inéditos, situación que difícilmente se logró p o r la ausencia de composiciones a l interior del grupo, a
excepción de unos pocos compuestos por Maria del Carmen Alvarado y Marieta Zumaque, nos tocó recurrir
siempre a temas de otro músico como Nicolás Cristancho (Makabí) o Gustavo García (El Pantera), Gustavo
Castellar, Ronaldo Sánchez, entre otros” . QUINTERO. Op cit., p.124.
403 CITRON. Op cit., p.182 (fragmento traducido por mi)
404 GREEN. Op cit., p 26.
194
V
Música y resistencia de género
(Conclusión)
A partir de los testimonios y cotidianidad de los hombres y las mujeres entrevistadas/os, del
estudio de los mitos y de establecer relaciones con las investigaciones más representativas
de la musicología de género en occidente, encontramos que, más que ser las cómodas
denominaciones a las que se refieren de manera superficial los pocos textos académicos
realizados por investigadoras e investigadores de nuestro país, detrás de la asignación de los
nombres macho y hembra dada a las gaitas y tambores en la Costa Atlántica colombiana hay
todo un contexto y entramado histórico que, al querer posicionar una música como
tradicional, a partir del arraigo a un pasado ancestral, personifica un lenguaje que justifica y
perpetúa las relaciones y roles de género bipolares y la exclusión de las mujeres.
Observamos que las construcciones sociales del género, inmortalizadas a través de los mitos
e ideologías contextúales, determinan los roles de hombres y mujeres en la música de gaitas
y tambores, los nombres de los instrumentos y los roles musicales de cada uno. Los hombres
dominan el quehacer musical, la interpretación y composición, y el poder simbólico de lo
Pudimos percibir una visión generizada de las prácticas cotidianas y musicales: las mujeres,
al ser observadas como hembras maternales que viven en medio del triple rol (en el caso de
San Jacinto y Ovejas por ejemplo), quedan confinadas al espacio doméstico y la sociedad
interpreta esta no participación como falta de talento en las mujeres, piensan que no tienen la
disposición para la música, la fuerza simbólica para tocar el alegre, la genialidad para
componer o interpretar un instrumento y mucho menos de dirigir un grupo; los hombres, por
su parte, al ser construidos socialmente como machos, fuertes, geniales musicalmente y poco
paternales, se adentran plenamente en el arte musical dejando de lado las responsabilidades
reproductivas.
Durante al investigación, al preguntar por qué no hay mujeres en los grupos de gaitas y
tambores, se tiende a mantener la creencia, tanto en hombres como en mujeres, de que no
participan porque no están interesadas en ella, porque sienten poco gusto por la
interpretación y la práctica musical, tornando una realidad impuesta y prejuiciosa de
exclusión en un problema propio del desinterés aparente de las mujeres. Jutta Marx nos
muestra, por ejemplo, que hasta la aparición de la segunda ola feminista y los Women’s
Studies se suponía que “la escasa presencia de las mujeres en los niveles de decisión política
era una consecuencia tanto del desinterés de las mismas en asuntos públicos como de la
deficiencia de su saber y actuar político”407; esta creencia también hace parte del imaginario
colectivo musical, como lo expone María Carolina Cortés del grupo La Bogotana:
407 MARX, Jutta. “ Mujeres, participación política y poder” , en: Capacitación política para mujeres: género y
cambio social en la Argentina actual. Feminaria: Buenos Aures, 1994, p. 123.
machismo el mismo, a m o w s que llegue un citadino y haga que las cosas
cambien 408
El rol reproductivo está asentado y naturalizado en San Jacinto y Ovejas bajo una
“dominación tradicional, dónde la obediencia se basa en la autoridad y la costumbre” 409
(Weber); mientras los hombres ejercen la interpretación de música de gaitas, viajan,
participan en festivales y viven de la música, sus mujeres se quedan en los pueblos
asumiendo los roles reproductivos, domésticos y, en muchos casos, productivos, porque,
como vimos, trabajan haciendo artesanías y cocinando fritos para sobrevivir y parecen no
ser conscientes de la subordinación en la que las ha recluido el poder de una tradición.
Aunque haya mujeres talentosas, que les apasione tocar algún instrumento y quieran vivir de
la música -com o vimos en la entrevista a Teresa Álvarez, integrante del primer grupo de
mujeres gaiteras, Las Diosas de la Gaita- no tienen mayores opciones o no son conscientes
de su realidad410; y si logran integrar un grupo y participar en el festival, el grupo de poder
consolidado -los gaiteros, tamboreros y jurados de los festivales- descalifican y excluyen de
manera directa las capacidades interpretativas y compositivas del grupo marginal, las
mujeres. Esta excusión ha llevado a que las mujeres, tanto de Los Montes de María como
del interior del país, dejen de tocar los instrumentos que desean por asumir los roles que
míticamente han sido asignados a las mujeres, cantar o bailar; y, si deciden ser autónomas en
su arte y conformar una agrupación de músicas gaiteras y tamboreras, deben interpretar las
canciones de los viejos gaiteros porque el peso de la tradición no permite innovar y mucho
menos componer temáticas referentes al ser mujeres. Para poder ejercer la música
libremente han optado por interpretar distintos géneros, no solo música de gaitas y tambores
sino bullerengue (que tradicionalmente es música de mujeres cantadoras), currulao, cumbia
en formatos distintos al de gaitas, chalupa, etc., o han tomado el camino de la fusión donde
,IM! Entrevista al grupo La Bogotana. Realizada el 20 de enero de 2006 en Bogotá. María Carolina Cortés,
directora del grupo.
409 Max Weber se refiere al poder como la “probabilidad de imponer la propia voluntad en una relación social
contra cualquier tipo de resistencia” y lo divide en tres categorías: dominación racional-legal, dominación
tradicional y dominación carismática. Citado en: ARCHENTI, Nélida. “ Las mujeres, la política y el poder. De
la lógica del príncipe a la lógica de la acción colectiva” en: Maffia, Diana y Kuschnir, Clara (comp.).
Capacitación política para mujeres, género y cambio social en la Argentina actual. Feminaria: Buenos Aires,
1994, p. 5.
" u Las labores domésticas y de crianza han sido, y seguirán siendo, indispensables para la supervivencia de los
futuros y futuras ciudadanas/os; personas que trabajarán para y/o por un Estado que, de manera perversa, evade
la responsabilidad de asumir estos invaluables costos que a muchas mujeres les cuesta su realización personal y
profesional y las confina al espacio privado, a ser madres omnipresentes, restringiendo el ejercicio de su
libertad.
todo está permitido, mezclando guitarras eléctrica, bajo, gaitas y tambores como en el caso
del grupo La Bogotana.
En el proceso de transculturación a Bogotá, no son muchos los cambios que se gestan. Los
viejos gaiteros de Ovejas y San Jacinto, radicados en la Capital, siguen manteniendo sus
rasgos ancestrales, las mismas canciones tradicionales (por significar además una entrada
económica segura), el monopolio en la educación e interpretación, el mismo formato (gaita y
tambor macho y hembra, tambora y voz) y la resistencia frente a la incursión de las mujeres
en la música, al igual que en sus pueblos. Las nuevas generaciones de agrupaciones costeñas
que participan en los festivales o son residentes en Bogotá tienden a ser un poco más
abiertos en la aceptación de mujeres dentro de las agrupaciones pero, si llega a haber una,
debe interpretar llamador o gaita macho por tratarse de instrumentos que son acompañantes
mas no líderes. En cuanto a las jóvenes generaciones de mujeres y hombres universitarios/as
o profesionales de Barranquilla, Bucaramanga y Bogotá son un poco más liberales,
existiendo agrupaciones mixtas, como La Rueda de Bogotá, donde hombres y mujeres
aparentemente participan por igual pero sigue primando una división sexuada en la que los
hombres interpretan los instrumentos virtuosos y dirigen, y las mujeres son cantadoras y
bailadoras.
Dice Haslstead:
Se presenta a Ruth Gipps en unos términos bastante ridículos: de ello se deduce
que esta mujer, cuya función primordial es la de ama de casa, es sólo una
compositora con dedicación parcial. Ruth Gipps, tenía entontes 25 años; ya
había terminado 50 obras y, entre ellas, dos sinfonías; su primera composición
la publico cuando tenía 8 años. En el Royal College o f Music, ha obtenido todos
los premios de composición [...] Esta información, preocupantemente frívola,
da a entender al lector que Gipps es una aficionada y que sus intentos de
composición no serán demasiado competentes.
(J. Halstead, 1995 f...J)4n
Dados los obstáculos encontrados por las mujeres en la música de gaitas y tambores, por el
solo hecho de poseer un cuerpo que pone en tela de juicio la hegemonía musical de cuerpos
masculinos, las mujeres han optado por hacer agrupaciones solo de mujeres en las que
puedan tener la libertad de ejercer cualquier rol. Aún así, ante la insistente resistencia socio-
cultural frente a una agrupación de hembras interpretando música de gaitas, han optado por
la fusión, tocando diferentes géneros y estilos musicales, luchando por encontrar espacios en
los que puedan ejercer el derecho a la libre interpretación.
413 AUGE, Marc. ¿Por qué vivimos? Por una antropología de los fines. Barcelona: Gedisa, 2004, p 67.
414 “ Lo personal es político” es una frase que acuñan las feministas liberales de los años sesenta y setenta,
lideradas por Betty Friedan, filósofa, ideóloga y periodista que murió recientemente, el 4 de febrero del 2006.
Cuestionan el confinamiento de las mujeres al espacio doméstico y la labor invaluable que realizan las mujeres
en la reproducción y crianza futuros y futuras ciudadanas/os, sugiriendo que el Estado puede y debería ingresar
en la escena doméstica.
200
mutuamente; están, por el contrario, en mutua tensión y por diversas razones
[...] la idea de ciudadanía como expresión de una voluntad general ha tendido a
imponer una homogeneidad de los ciudadanos/as4,5
El primero, la vulnerabilidad, se define como una situación que, sin ser elegida de manera
autónoma, limita el acceso al desarrollo personal; la vulnerabilidad, en el caso del quehacer
musical, se centra en la exclusividad del rol reproductivo asignado a las mujeres, labor
naturalizada que, en vez de entrar en un proceso de reevaluación que busque pasar del
reconocimiento a la valoración y colaboración en el papel asignado a las mujeres, las
confina al espacio doméstico y las aleja de su realización artística. El enfoque del desarrollo
humano416 percibe una mayor vulnerabilidad por parte de las mujeres que de los hombres,
aspecto que Clarine Clert intuye como peligroso:
415 YOUNG, Ms. "Vida política y diferencia de grupo: una crítica del ideal de ciudadanía universal", en:
Perspectivas feministas en teoría política, ed. C. Castells, Barcelona: Paidós, 1996, p 99. Para mayor
información sobre ciudadanía femenina ver VARGAS, Virginia. “Reflexiones en tomo a los procesos de
autonomía y la construcción de una ciudadanía femenina en la región” . Feminismo en transición, transición
con femenino. Memoria del Foro internacional sobre Ciudadanía y Reforma del Estado. México: Grupo de
educación, 1996.
416 Frente a al enfoque de un desarrollo humano hegemónico que parte de la existencia de un sujeto universal,
miembro de cualquier organización social, individuo que, en acción coordinada con otros sujetos que buscan
un orden social racional y poseen los mismos valores universales e igualdad de capacidades, busca la
generación de progreso surgen nuevos modelos reaccionarios de desarrollo humano y sostenible como son el
MED y el GED. El enfoque MED (Mujer en el desarrollo), “cuya lógica subyacente era que la mujer constituye
un recurso no aprovechado susceptible de aportar económicamente al desarrollo” (MOSER, 1998), critica los
intereses individuales derivados de la visión de un sujeto único para el desarrollo hegemónico, asumiendo la
exclusión de la mujer en éste. Para GED existen deferencias y desigualdades no solo entre clases, etnias,
hombres y mujeres sino entre las mismas mujeres y categorías de género, por ello “La concentración en el
género antes que en la mujer exige mirar más allá de la categoría ‘mujer’ puesto que esa no es sino una parte
de la historia- hacia la mujer en su relación con el hombre, y hacia el modo como son socialmente construidas
las relaciones entre esas categorías. Hombres y mujeres desempeñan roles distintos en la sociedad, y sus
diferencias de género son moldeadas por determinantes ideológicas, históricas, religiosas, étnicas, económicas
y culturales (Whitehead, 1979).” [...] Por tanto las categorías sociales diferencian las experiencias de
desigualdad de las de subordinación dentro de las sociedades.” (MOSER, 1998) A manera de conclusión, los
dos enfoques reconocen la necesidad de instaurar no solo un modelo de desarrollo particular sino modelos de
desarrollos que vayan acorde con la diversidad y multiculturalismo de la sociedad humana.
mercado laboral o el sistema desigual de acceso a servicios básicos de
calidad”417.
E l género es una condición política que hace que p o r el solo hecho de ser
mujeres o de ser hombres las personas podamos ejercer ciertas form as de poder
o no ejercer ciertas form as de poder 419 ... la clave perversa patriarcal está en
esa form a de desarrollo en que el desarrollo de los otros ha llamado a las
mujeres a omitir su propio desarrollo. Esa es la clave perversa: que los otros se
desarrollen cún a costa de una misma ” 420
417 CLERT, Clarine. “ De la vulnerabilidad a la exclusión: Género y conceptos de desventaja social”, en:
Género y pobreza, Nuevas Dimensiones. Santiago de chile: ISIS Internacional, 1998, Ediciones de las Mujeres
no.26, p. 48.
418 Ibid, p 49.
419 LAGARDE, Marcela. “Género y feminismo, desarrollo humano y democracia”. En: Seminario -Taller
Género y planeación. Nuevos desafíos para el desarrollo con equidad. Memorias, Sinergia. Opciones Gráficas
editores Uda, 2000, p.12.
n o Ibíd p 17.
202
ciudadanos porque trabajan en pro del reconocimiento de una identidad que les garantice
entrar en los planes de desarrollo a través de la perpetuación de las músicas tradicionales,
mientas las mujeres, a pesar de conformar muchas de ellas asociaciones de artesanas que
generan más ingresos que las agrupaciones de gaitas, son reconocidas como ciudadanas por
ser madres, esposas y cuidadoras, sin las cuales los gaiteros no podrían librarse de sus
responsabilidades paternas para viajar tranquilamente con sus gaitas. En palabras de Anne
Phillips, los hombres se incorporan a la ciudadanía “básicamente, en calidad de soldados
[músicos] y de trabajadores, mientras las mujeres lo hicieron fundamentalmente como
madres”.421
Mientras para los hombres ser gaiteros significa desempeñar un trabajo acreditado y pago,
para las mujeres el ser gaiteras simboliza el abandono de sus labores tradicionales, dejar de
ser las mujeres virtuosas o las Sofías de Rousseau. La cultura patriarcal de éstas regiones
interrumpe el potencial creador de las mujeres “celebrando su feminidad a costa de su
desarrollo como ser humano7,422 y como músicas.
421 PHILLIPS, Anne. “Deben las feministas Abandonar la Democracia Liberal?”, en: CASTELLS, C (comp).
Perspectivas Feministas en Teoría Política , Capitulo 3, Paidos: Buenos Aires, 1996, p. 6.
422 MOLINA PETIT, Cristina. “ La ideología del sitio de la mujer” , en: Dialéctica feminista de la ilustración.
Anthropos: Madrid, 1994, p.186.
203
La problemática responde de igual forma a las “barreras personales” de las que habla Diana
Maffia; para ella “Nadie demanda lo que no sabe que le corresponde”423. Debido a la
educación y a la “dominación tradicional” vivida en San Jacinto y Ovejas, las mujeres
cercanas a las gaitas no son conscientes de los derechos que les corresponden como
ciudadanas, del derecho a expresar su individualidad y autonomía a través de la música, del
derecho a dejar los imaginarios del espacio doméstico para componer, interpretar y viajar
tocando gaitas, del derecho a dejar el “contrato sexual” al que se refiere Carol Pateman y
“apropiarse y dar direccionalidad a la propia vida”424.
Pero esta no es una realidad vivida solo por las mujeres de Los Montes de María-, así las
mujeres logren integrar un grupo y sean universitarias y profesionales que no tienen
responsabilidades maternas y que, como Maria Carolina Cortés -directora del grupo La
Bogotana- son conscientes y luchan contra los frenos del poder masculino, las
construcciones de género continúan obstaculizando su camino hacia el ejercicio profesional
de la música. Los roles y relaciones de género tradicionales -e l ser femenino y o masculino-
inscritos en el ser ciudadano o ciudadana representan el mayor freno a la plena participación
de las mujeres en la música de gaitas y el ejercicio de la paternidad por parte de los hombres.
Florence Thomas sugiere que para lograr una verdadera democracia -y en el caso del
resultado de esta investigación, para lograr que las mujeres puedan desarrollarse
musicalmente- es necesario empezar por “el patio de atrás”, hacer una verdadera reflexión y
acción que busque compartir entre hombres y mujeres el rol reproductivo. En la práctica
musical es necesario que hombres y mujeres entiendan que para que las mujeres puedan
participar activamente en la música de gaitas y tambores y que los hombres puedan asumir
responsablemente su papel de padres y esposos, necesitan de colaboración y apoyo mutuo.
423 MAFIA, Diana. “Ciudadanía Sexual. Aspectos personales, legales y políticos de los derechos reproductivos
como derechos humanos” , Feminaria. Año XIV, No 26/27. Buenos Aires, 2001, p .2.
42' VARGAS, Virginia. “Reflexiones en tomo a los procesos de autonomía y la construcción de una ciudadanía
femenina en la región”, en: Feminismo en transición, transición con femenino. Memoria del Foro
internacional sobre Ciudadanía y Reforma del Estado. Grupo educación: México, 1996, p. 3.
204
Un primer paso es la realización de investigaciones como la presente que revelen las
construcciones de género bipolares insertadas en la práctica musical y en los significados
intrínsecos de los sonidos e instrumentos para, de esta manera, generar poco a poco una
conciencia colectiva que se resista a las imposiciones socio-culturales:
Otra estrategia para enfrentar la tradicional lógica de las relaciones musicales es incluir de
manera activa a las mujeres en la interpretación y composición. Marcia Citron también hace
una propuesta frente a esta situación de exclusión que viven las mujeres en la música:
Esta propuesta puede representar un primer paso pero “si estamos hablando de género y
democracia, estamos hablando de una nueva dialéctica de las relaciones ente hombres y
mujeres y no servirá de gran cosa redefinir una identidad femenina si una nueva identidad
masculina no le corresponde.”427
Empezar por la recuperación de las contribuciones musicales hechas por las mujeres en
nuestro país para afirmar una tradición musical de mujeres colombianas, promover una
educación musical equitativa -libre de divisiones sexuadas-, buscar un afidamento entre ellas
para contribuir a la divulgación y promoción de sus creaciones, concretar políticas
culturales que contribuyan a la inclusión de las mujeres no solo en la música de gaitas y
tambores sino en otros géneros tradicionales y eruditos como intérpretes, compositoras y
¿Qué piensan hombres y mujeres respecto a la situación excluyente vivida por las
mujeres en la música? ¿Son concientes de ello? ¿Son concientes de las construcciones
de género bipolares expuestas en la música? ¿Les interesa contribuir a la promoción de
una participación equitativa?
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ANEXO 1
Asalto de porro en Ovejas
La Plaza de Ovejas quedó muda cuando las p rofesor G o n zález Patencia com enzó a lle v a r .«
vio subir a tarima, cargando pesadam ente tam- w * alum nas o tos Festivales- El cam ino hí* *••»<
h o res y gaitas. Eran seis muchachos blancas co inflo 11— ‘iio tr o p ie z a . K l año pasado no sí? ¡e^
mo hojus.de papel, que vestían atuendos blan- Por p o r m it ió p r e s e n w w o n un festival folclóñcif'ba.»
eos: parecían disfrazadas de ángeles para uim- ERNESTO jo el argu m en to de qu e "esos tam bores no so:«
siísión .vtiernno de un colegio di: Bogotá. McCAUSLAMD para cachacos”
P e ra no. L a s in te g ra n tes d el gru po S a m
SOJO Hasta que llegó I 999. lo flam a n te versióünú»
bum bia se aprestaban a p resen tar?« en la ta ri m ero 15 d e un fes tiv a l que s e lla logrado i ropo-
ma sagrada dei D ecim oquinto Festival de (Jai n er como el más im portante del folclor, con uno
ras, en Ovejas. Sucre. Lo qu e equ ivale a decir que m agn ifica organización, it cargo de H éctor Cíai’-
estaban en m edio dei C a ribe feb ril o hirviente, co Poro bastó que e in p e za ru tia tocar para que b i cía. y con el apoyo d e im portantes intelecto,<»tes
mo entrom etidas en un F estiva l que aglutin a a la dón los malos pronósticos se desvan ecieran cutre de la región. como Julio G on zález O liv era y Jc®é
élite de los tam bores, e l baile. Sas gaitas y todo el a ¡re fresco d e los M on tes d e M aría . 1n terp retando llam ón Mercado,
ese patrim onio alrocaribe. un tema in édito. "Sbm iw P orro", fas seis bogotanos
silenciaron a la plaza d e O veja s ctjn sus prim eros Ki pasado lunes festivo, cuan dose-am m eíófií
A llí, en la sesión de in vitad o s especiales, ob acordes. L a tam bora, el llam ad or y el a l«g r e nos*»- veredicto del jurado, hubo sorpresas. “ El Di a ble,"
serván dolas con descon fian za y escepticismo, es lo sonaban a tiempo, sino qu é lo ¡la tía n con un r it Encarnación, d e 70-años. había sido derrotado
taban los patriarcas d e es ta música: el g a ite ro En- mo arrollad or que pronco dejó en sifen cio a la pla por prim era v ez y por un alum no suyo. Fernan
riqu e A rias, quien con cien años cum plidos aún za: ta ga ita irradiaba su fina m elodía can notos pr¡> do Vargas, del grupo MHIusón, le. había ganado
in terp reta la gaita casi com o en sus añoa mozos risas, im p regn ad as dei s en tim ien to del porro: la al monstruo. El diablo lucia desconcertado. N o lu
y a traviesa las lomas tie O v eia s todos los días p a mii-ma c an ta n te y gaitera. M om ea M abei, proyec podía creer. P ero pronto halló- resignación. "P or
ra ir a buscar una o lla d e leche que le re g a la un taba uti s en tim ien to de noches-do-fogatas y talvi- lo. menos fue un alum no m ío', se ¡e oyó decir.
com erciante: M a n a Isab el “ f « i Bizca” de lo Rosa, coTuna.voz.edueadjt.y con ten id a-p ero salpicada de * ?
legen daria bailadora-de 92 años a la que se le e s em oción, que com plem entaba con. un preciso y g ar P e ro la gran sorpresa del vered icto corrió por
taba dedicando esa edición d ei festival; “ El D ia boso golpe de caitern. ¡c u e n ta d e ias seis m u ch ach a» bogotanas. En
blo" Encarnación. con¡ sus manos in m ensas cíe ra fren tad as a los colosos del folclor, ganaron el p ri
cim o d e plátanos, que golpean e l tam b or alegre £ f grupo-im rabum b», in te g ra d «-p o r aíumnaii m er lu gar en canción inédita y el tercero en ga i
com o si quisieran re ve n ta rlo a pedazos, y llevaba d«JeolegioO>inn>I»>s*»ni*.'K!de B ogoiá. había a tra ta la rga. El público recibió el fa llo con un es-
a ñ o s -in v ie t»e i»e ¡ Festival-. En fin, esa noche-, sá- vesado en ilota, medio, país pan» e star en Ovejas. trueudoao aplauso. H ab ía sucedido lo imposible,
tiHilo l& d e octubre de 1999, se aglutin aba a llí ti> Perú en su equ ip aje no lleva ba n n i u r a prenda de Las seis bogotanas habían profanado e í territo
do lo que vale y pesa de este frondoso árbol d el im provisación: estaban p rep arad as para ganar. La rio sagrado de la gaita.
folclor. Algún borracho fu e categórico con su es cosa e ra en serio.
cepticismo: "U> que faltaba, A h ora los cachacos Felicitado y homenajeado a su regreso a lio-
socan caita". Au n qu e por sus a p e llid o » muchos p ie n s a « qtie- gota, después de dem ostrar que el ritm o no es
araics tros o v e Loros, el profesor. G u stavo G on propiedad ¡«e lu s iv a de nadie, oí Profesor Gon
V esas seis ninas, que responden a ¡os muy z á le z fa le n c ia n ació en e l H u d a . Este educador zá lez Falen cia estaba ayer radiante de alegría.
nogoranos nombres d e M om ea .Mabel L ó p ez. C a nato. normado en p ed n sogia m usical; os el a r tífi Pero para él no es una profanación d el territorio
rolina ("astillo. Adriana T erreros, Diana M arti- ce de la herejía cu ltu ral. D esde h oce d ie z años es ca ribt* y así lo explica: "eso es como d ecir que só
nc?, lionny Fernanda B en avides y A n gélica C e ca n d a lizó a las m o n jiía * <Jt*í c o le g io cuando co lo ic » europeos pueden tocar música clásica".
se«:«. pretendían p resentarse a llí con su alm a tle m enzó a eii.-eñat- tam bora en -u clase d e música.
Chapiueru a cuestas. L a peculiar cáted ra term in ó por im pooersti y el emecaust-'a: Hotniiii1.com
Artículo publicado en el periódico EL HERALDO, Barranquea. 1999.