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Tonto 19
HISTORIA
DE LOS REYES CATÓLICOS
ESCRITA POR
TOMO 1.
SEVILLA:
M.DCCC.LXX.
le- A " AL/_,C)
EJEMPLAR NÚM
PRÓLOGO.
XVI
venían con él ciertos gentiles hombres de los suyos muy atavia-
dos, é ansí llegó á facer reverencia al Rey, é anduvo un rato fes-
tejando á todos encima de su caballo, é saltando á un cabo é á
otro muy concertadamente mirándole todos los grandes é toda la
gente, é á todos pareció bien é desto Sus Altezas ovieron mucho
placer, é ansí vinieron fasta las tiendas reales donde los señores
reyes, é su fija fueron bien aposentados, é las damas y señoras
que las acompañaban en este viaje.»
CAPÍTULO I.
CAPÍTULO H.
DÉ LA DIVISION QUE OVO EN GRANADA
ENTRE LOS MOROS.
CAPÍTULO III.
CAPÍTULO VI.
CAPÍTULO VII.
DEL PRONÓSTICO DEL REINADO DEL REY D. FERNANDO
EL CATÓLICO EN CASTILLA.
CAPiTULO VIII,
CAPITULO IX.
DEL LINAJE DE LA REINA DONA ISABEL.
CAPÍTULO X.
Muerte del
Rey D. Enri-
Murió el Rey D. Enrique corno dicho es, é su
que IV de Cas- hermano en Castilla en Madrid á 12 dias de Di-
tilla en iz de
Diciembre de ciembre de 1474, estando en Segovia la Princesa
1474-
Doña Isabel, y el Rey D. Fernando estaba en aquel
tiempo en Aragon, é Rodrigo de Ulloa vino con la
nueva cierta á Segovia el dia de Santa Lucía, é la
Princesa Dona Isabel se cubrió de luto é fizo los
llantos que convenian hacer por el Rey su herma-
no, é fuese á la iglesia de San Miguel, é allí fueron
los pendones del Rey D. Enrique, é los de la misma
Ciudad, bajos é cubiertos de luto; é allí despues de
fechos los autos del luto, y oficios é misas y ose-
quias, hicieron un cadahalso, y la alzaron por
Reina de Castilla é de Leon, á la Princesa Doña
Isabel, é luego el mayordomo Cabrera le entregó
los alcázares de la ciudad, é le dió las llaves de
ellos, é le entregó las varas de la justicia, é dió
los tesoros del Rey D. Enrique su hermano, cuyo
mayordomo él era; y ella se lo mucho agradeció,
y le volvió las varas y llaves que las tuviese é mi-
nistrase por ella. É el Rey D. Fernando vino den-
de á quince dias, y entró por la puerta de S. Martin,
donde todos los caballeros y grandes de Castilla que
allí estaban con la Ciudad é clerecía é cruces le
salieron á recibir, é confirmó los privilejios de
Segovia, é allí lo alzaron por Rey de Castilla é de
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Leon: é de los grandes de Castilla que fué público
placerles de su reinar y buenaventura, que luego
se demostraron, fueron el Arzobispo de Toledo D.
Alonso Carrillo, que era hombre de muy varonil
corazon, é interesal, é muy rico, é tenia muchas
fortalezas é ciudades, villas y lugares, así de su
casa corno de la corona real, é muchos parientes.
Este fué el mas principal en su casamiento. La pú-
blica fama era en aquel tiempo, que él le habia ca-
sado é dado todo el favor de su ayuntamiento,
aunque despues dió la vuelta é le fué enemigo. É
fué el Almirante D. Alonso Enríquez, é el Conde de
Treviño Duque de Najera, D. Pedro Manrique,
é el Condestable D. Pedro de Velasco Conde de
Haro, el Duque del Infantado D. Diego de Men-
doza, é otros muchos: empero eran muchos los
llamados é pocos los escojidos, porque muchos se
mostraban en parte, mas rió en todo, porque esta-
ban de secreto á viva quien vence.
Así comenzaron á reinar en Castilla el Rey D.
Fernando é la Reina Doña Isabel, dejando aquellos
pocos dias del mes de Diciembre de 1474 años á
fuera, desde el comienzo del año del nacimiento de
nuestro Señor Jesuchristo de 1475 años; habiendo
en Castilla otra parcialidad en sus contrarios tan
grande ó mayor que la suya, que querían meter al
Rey D. Alonso de Portugal. Ya es dicho en las co-
sas que atrás son escritas del Rey D. Enrique, co-
mo en su segunda mujer manifestó su impotencia,
por lo cual ella se dió á mal recaudo, é fué fama
pública que se empreñó de un caballero el mas pri-
vado del Rey su marido, é parió una hija á quien
Tomo i. 3
34
llamaron Do ña Juana, la cual siempre se crió con
aquella sospecha de no ser hija del Rey y por tal
la juraron los grandes de Castilla cuando depusie-
ron al Rey D. Enrique, que no era su hija; é así
lo hicieron pregonar por toda Castilla con las otras
cosas é tachas que á el Rey pusieron, é afirmando
esto. La dicha Reina Doña Juana, segunda mujer
del dicho D. Enrique, dió de sí muy mal ejemplo
cá se empreñó é parió dos fijos de otro caballero
de sangre real, continuo de su casa, é esto parece
que lo causó la desventura del Rey su marido por
no poder haber acceso á ella, é por no ser celoso de
su casa e honra; cá muchas veces acaece á muy
nobles dueñas pecar en esta cuitada humanidad de
ser forzadas, ó tomadas la primera vez en lugar
donde no se pueden defender y por conservar su
honra callan, é á esto dan causa los maridos ó pa-
dres ó hermanos ó señores de casa, que se confian
no mirando de quién ni cómo. Caí saludable cosa
es á los hombres con buen juicio ser celosos y rece-
losos. Deciim en aquel tiempo que siendo niño el
Rey D. Enrique que le fué fecho mal, ó obo tal li-
sion de que se causó su impotencia. É esto sabe Dios
si fué así ó si no.
Con esta doncella, llamada la Princesa Doña
Juana, hija del Rey, se alzaron ciertos grandes de
Castilla contra el Rey D. Fernando, para la casar
con el Rey D. Alonso de Portugal, allegándose á la
cláusula del testamento del Rey D. Enrique, que
diz que decia que la dejaba por su hija heredera.
É los primeros que se mostraron é manifesta-
ron con la dicha doncella Doña Juana, fueron el
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Marqués de Villena, D. Diego Pacheco, que la tuvo
en su poder, é sus primos el Maestre de Calatrava
D. Rodrigo Giron é su hermano D. Alonso Tellez Gi-
ron conde de Urueáa, hijos del Maestre de Calatrava
D. Pedro Giron, y D. Alonso de Estúáiga, Conde
de Béjar y Duque de Arévalo, que entónces se lo
llamaba, é tenia; é de estos cuatro pendia la mi-
tad de Castilla é eran muy grandes Se mores cada
cual de ellos, é con ellos habia otros muchos de-
clarados, é otros no del todo declarados, é otros
habia á quien vence; é en esto pasó alguna parte de Afio de 1475.
los primeros meses del dicho arlo de 1475 é las par-
cialidades de los caballeros no cesaban, cada uno
buscando favores é haciendo ligas, unos declarán-
dose por una parte, otros por otra, otros dilatán-
dose tiempo, no queriendo declararse, porque es-
peraban la entrada del Rey de Portugal.
CAPÍTULO XI.
CAPÍTULO XII.
CARTA AL ARZOBISPO.
CAPITULO XIII.
SEGUNDA CARTA.
CAPÍTULO XIV.
OTRA CARTA .
C eA c A L RE Y 'D. cA L O n(,.S O .
CAPÍTULO XV..
CAPÍTULO XVI.
CAPITULO XVII.
CAPÍTULO XVIII.
CAPÍTULO XIX.
CAP] UL O X X
DE BÚRGOS.
CAPITULO XXI.
DE CASTRONUIVO Y CANTALAPIEDRA,
CAPÍTULO XXII.
CAPÍTULO XXIII.
CAPÍTULO XXIV.
CAPíTULO XXV.
CAPITULO XXVI.
CAPÍTULO XXVII.
CAPÍTULO XXVIII.
CAPÍTULO XXIX.
CAPÍTULO XXX.
CAPÍTULO XXXI.
CAPÍTULO XXXII.
Sevilla
de 1478.
En treinta días del mes de junio del ano suso-
dicho de mil cuatro cientos setenta y ocho arios,
entre las diez é once horas del dia parió la Reina
Doña Isabel ua hijo Príncipe heredero, dentro en
el Alcázar de Sevilla. Fueron presentes á su parto
Oficiales y
Ministros. por mandado del Rey, ciertos oficiales de la ciudad,
los cuales fueron estos: Garci Tellez, é Alonso Pe-
rez Melgarejo, é Ferrando de Abrego, é por servi-
cio Juan de Pineda. Fué su partera con quien parió,
La partera:
una mujer de la ciudad que se decia la Herradera,
su nombre. vecina de la Feria. Dieron por ama al Príncipe á
Doña María de Guzman, tia de Luis de Guzman
Señor de la Algava, mujer de Pedro de Ayala veci-
no de Toledo. Ficieron muy grandes alegrias en la
ciudad tres días de dia y de noche, así los ciudada-
En g de Ju- nos como los cortesanos.
lio el bautis-
mo en la Igle- En jueves nueve días de julio del dicho arlo, en
sia mayor, y
su adorno. Santa María la mayor en la pila suya, bautizaron
g5
al Príncipe muy triunfalmente, cubierta la capilla
de la pila del bautismo de muchos paños de broca-
dos, y toda la Iglesia y pilares de ella adornada de
muchos paños de raso: bautizolo el Cardenal de Bautízale el
España Arzobispo que era de la misma ciudad D. Arzobispo s po de
CAPÍTULO XXXIII.
CAPÍTULO XXXIV.
CAPITULO XXXV.
CAPITULO XXXVI.
CAPÍTULO XXXVII.
CAPÍTULO XXXIX.
DE LA PELEA QUE OVO EL CONDE DE FERIA, É EL
MAESTRE EN XEREZ, É DE COMO EL CONDE FUÉ
VENCIDO.
CAPÍTULO XL
Sevilla ario
Partió de Sevilla el Duque de Medina D: En- de 1475 en g
de enero, la
rique, en 9 de enero del dicho arlo de 1475, con salida con la
gente de Se-
dos mil de á caballo gente muy lucida, é peones villa.
los que quiso llevar, á tomar el Maestradgo de
Santiago. Iban con él la flor de la caballeria de
Sevilla y su tierra, y por capitanes muchos de los
mas nobles é generosos, entre los cuales iba D.
Martin fijo del Conde de Cabra yerno del Conde
de Arcos, y Martin Alonso de Montemayor nieto Capitanes.
del Conde D, Pedro Ponce, y el Mariscal Fernan
Darias de Saavedra, é otros muchos: la cual gente
iban de guerra y de fiesta, que el dicho Sr. Duque
llevaba muy gran capilla de cantores, con muchas
trompetas é cheremías, é sacabuches, é músicas
acordadas, é niños cantores de la iglesia mayor, é
muchos arreos de vestimentos y ornamentos. É
llegando á Aracena, supo la nueva del desbarato
del Conde de Feria, é allí vino el Conde; é dende
partieron con toda la hueste, é fueron á Xerez, é
defendióseles; é desque vieron que la villa é for-
taleza estaban á tal recaudo, que con muchos tiros
de pólvora, y saetas, é con mucha gente se defen-
dia, fuéronse por Burguillos á Zafra, é dende en-
traron así poderosamente en el Maestradgo por los
TOMO u 8
114
Santos; é dende á Rivera, é la fortaleza de Rivera,
les dió el Alcaide de Tordesillas donde se detuvie-
ron algunos dias, é recaudaron lo que pudieron de
la resulta de la mesa maestral. É dende vinieron
á Fuente de Cantos, donde eso mesmo el Duque
cobró de las rentas lo mas que pudo, é se detuvo
algunos dias, donde la villa de Fuente de Cantos,
é las otras villas todas, é lugares de por allí reci-
Daños que
hicieron. bieron muchos danos en sus personas é haciendas,
que les tornaron é robaron aquellas gentes de guer-
ra muchos ganados, bueyes, y vacas, y obejas, y
ovo hatos de ochocientas obejas é otros de menos,
en que ni una no dejaron, que todas las comieron
sin las pagar, é muchas bestias caballos, é asnos;
é muchas alhajas de casas que les robaban, é ropas
que muchos malos hombres de la hueste robaron
é hurtaron, y enviaban á cargas á Sevilla, por los
caminos atraviesas de los gollisos de zufre; lo cual
fué visto, é manifiesto. De esto los Seofes Duque
y Conde no eran sabidores, ni les placia de ello;
empero como la gente era mucha, desmandábanse,
y los malos y ladrones habian lugar de emplear
sus deseos. Despues de allí haber estado algunos
dias toda la hueste, partióse el Conde para Medina
á combatir las torres y el Duque fué á dar vista á
Llerena, donde el Maestre estaba; é pasó por cerca
de la villa su gente muy bien reglada é acaudalla-
da; é no llevaba ya tanta como habia traido, que
algunos se habian despedido viendo que no eran
menester, é por los grandes gastos. El Maestre se
asomó entre las almenas á mirar las batallas, é
tuvo bien cerradas las puertas de la villa, que por
15
X
CAPÍTULO XLI.
CAPÍTULO XLII.
CAPÍTULO XLIII.
CAPITULO XLIV.
CAPÍTULO XLV.
CAPÍTULO XLVI.
CAPÍTULO XL VII.
CAPITULO XL VIII.
CAPÍTULO XLIX.
CAPÍTULO L
CAPÍTULO I.I.
CAPÍTULO LII.
CAPITULO LIII.
CAPÍTULO LIT'.
CAPÍTULO LIT.
CAPÍTULO LVL
CAPITULO LVII.
Arlo dei 182. Viérnes primero dia del mes de Marzo año su-
sodicho de 1482 que fué un dia despues de la toma
de Alhama, acaeció que los caballeros de Utrera
que quedaron en guarda de la tierra, los cuales fue-
ron cuarenta y ocho, todos los mas ancianos, mas
viejos que mozos, los cuales sabida la nueva que
entraban los moros, que como tenian á Zahara, no
eran sentidos muchas veces fasta que corrian; é
por esto fuéronse á Bornos, llevando por Capitan
al Alcaide de Utrera, Gomez Mendez de Sotoma-
yor, é juntáronse con algunos caballeros muy po-
cos que ahí estaban é con algunos peones, é estan-
do en Bornos el dicho viérnes de mañana, amane-
cieron los dichos moros de Ronda é de su tierra
sobre ellos, los cuales eran doscientos y sesenta
de á caballo los que allí vinieron, é algunos peones,
é el yeonajewdejáronlo en la Sierra, é corrieron el
15g
campo de Somos é de Espera, é de Sevilla, é re-
cojieron cuanto ganado hallaron, é los pastores que
pudieron haber, en que llevaban once mil cabezas
poco mas ó menos, íbanse poco á poco con ellas
que como no habia gente que eran idos á Alhama
no habia quien se lo contradijese. É desque esto
vieron los christianos que estaban en Borros los
cuarenta y ocho de Utrera é diez de á caballo del
mismo lugar, é de Arcos seis de á caballo, de Es-
pera otro de á caballo, que fueron todos setenta
y dos de á caballo con los Alcaides de Utrera
Sotomayor, é Matheo Sanchez Alcaide de Bornos,
todos los mas hombres viejos canos, salieron á tre-
cho de los moros con obra de treinta peones y fué-
ronse en pos de ellos fasta el cerro que dicen el
Lomo del Judío á dos leguas de Bornos; é allí los
moros desque vieron tan poca gente, habido su con-
sejo, diciendo que tambien los podrian llevar corno
la Cabalgada, volvieron sobre ellos pensando que
les fuirian; é los christianos desque los vieron ve-
nir, ficiéronse un cuño y apretáronse, é pusieron
los peones á. un. cabo, y esrorzáronse los unos con
los otros, diciendo unos á otros que todos ficiesen
como buenos que Dios, é la Virgen Santa María é
el Apóstol Santiago les ayudarian; y los Alcaides
ambos eran hombres esforzados, y es L:orzaron mu-
cho la gente é pusiéronla en órden, y apretáronse
mucho todos, puestas sus lanzas de encuentro; y
los moros viniéronse para ellos, y queriendo en-
contrarse soltaron los moros tres espingardas á ca-
ballo facia los christianos, é non les ficieron daño;
arremetieron los unos con los otros diciendo los
16o
christianos Santiago, é rompieron los unos en los
otros; los peones se estuvieron quedos fecho adarbe
con las puntas de sus lanzas que les non pudieron
entrar; é volvióse la pelea; mas los christianos ho-
radaron luego la batalla de los moros andando muy
apretados, é acaudillados, é dieron vuelta otra vez
sobre ellos, derribando é matando muchos. Los
peones desque vieron derribados muchos moros,
comenzaron de matar é ayudar á los suyos. Los
moros como vieron tantos caidos de ellos é los
christianos en su vigor, comenzaron de huir ven-
cidos, é muertos, é desbaratados; los christianos si-
guieron el alcance gran rato, é fueron muertos mas
de cien moros y cautivos no mas de tres, é mu-
rieron cuatro christianos, tres de Utrera, y uno de
Arcos; y volvieron todo el ganado que llevaban los
moros, é cojieron el campo en que ovieron noventa
caballos é muchas armas, é volvieron toda la presa
que los moros llevaban, é tornaron con mucha hon-
ra á sus casas, é repartieron la presa por todos los
que allí se hallaron y pelearon. Este año fué Juan
de Vera, fijo del Comendador Diego de Vera en-
viado á Granada por Embajador, é estando en la
Alhambra ovieron unos moros disputa de cosas de
Hecho sin- la té, é un moro Venzerraje, dijo que nuestra Se-
gular de Juan
de Vera sien- ñora la Virgen María, no quedó Virgen despues
do Embaja- que parió á Nuestro Señor Jesuchristo, y Juan de
dor en Gra-
nada. Acto de
cathólico y ca-
Vera dijo que mentia, y lo hirió con la espada en
ballero chris-
tiano.
la cabeza, é el Rey D. Fernando se lo agradeció
mucho é le dió mercedes.
161
CAPÍTULO LVIII.
CAPÍTULO LIX.
CAPÍTULO LX.
Ario de 1483.
En el mes de Marzo de 1483, años entraron á
correr tierra de moros por Antequera el Maestre
de Santiago D. Alfonso de Cárdenas, é el Marqués
de Cádiz, é D. Alonso de Aguilar, é Juan de Vera
Los caballe- é el Adelantado del Andalucía, é el Conde de Ci-
ros, é cabos
que fueron á fuentes Asistente de Sevilla que sucedió despues de
correr tierra
de moros, y el la muerte del virtuoso Señor Diego de Merlo, é
Conde de Ci-
fuentes Asis- Juan de Robles, Corregidor é Alcaide de Jerez, é
tente de Se-
villa. recojieron la gente en Antequera, é falláronse con
mas de tres mil de á caballo é con pocos peones,
segun fueron menester para la tierra donde iban.
El consejo del Marqués era de combatir á Almojía,
é el Maestre no quiso sino que fuesen á destruir los
Diferentes
pareceres es lugares del Ajarquía, para lo cual habian sido muni-
del Maestre
de Santiago dos é allegados, é para dar vista á Málaga, é ()vieron
y el del Mar-
qués de Cádiz division en el concierto de la entrada á causa que
sobre esta en-
trada. el Maestre tenia adalides que habian sido moros, é
decíanle de una manera, faciéndole muy llana y sin
peligro la entrada. El Marqués tenia tambien sus
adalides tornadizos, entre los cuales uno era Luis
65
Amar uno de los que le dieron á Montecorto, é fa-
cia la entrada por allí muy peligrosa; y en fin si-
guieron todos la voluntad del Maestre, é dejaron
el fardaje en Antequera, é todos los que tenian fla-
cos caballos. Partieron de Antequera los dichos se-
ñores con pocos menos de tres mil de á caballo, y
obra de mil peones; é entraron en la Ajarquía de
Málaga comenzando de correr, é quemar lugares,
é matar é robar, un jueves de mañana víspera de
S. Benito á veinte dias de Marzo, fasta la tarde que 20Entrada en
de Marzo.
se apellidó toda la tierra de los moros sobre ellos;
la tierra era muy fragosa y áspera de muchos colli-
zos é lomas, é barrancos, é dieron los moros en la
batalla de la rezaga é ficieron mucho daño á saeta-
das desde arriba de aquellos barrancos como los
caballeros no podian dar vuelta sobre ellos, y así
mataban é desbarataban mucha gente á cada paso,
de manera que se erró en los christianos; é ovo tan
mal acuerdo é tan gran desmán, que no tenian va-
lor para pelear los mas de ellos temiendo la grita
de los moros, é las infinitas saetas que cada uno
les echaban. El Marqués por guarecer la gente de
la rezaga, quedó atajado aquella noche que no pudo
llegar ni pasar á la gran batalla del Maestre y de
los otros señores, y allí por amparar la rezaga le
mataron el caballo, é quedó con fasta cincuenta de
á caballo atajado, é habia muchos moros entre él Vese en gran
é la otra gente, é estuvo gran parte de la noche allí, peligro
Marqués de
el
CAPÍTULO LX.I.
otros esforzáronse, puesto caso que eran muy pocos bra Conde de Ca-
y el Alcai-
en comparacion de tantos moros, se esforzaron unos de de los don-
lret os con mmuy
celes er
con otros. Y el Rey de Granada y su hueste esta- númer o
de ndtee i(ésa r -
ban en un llano, y como los christianos asomaron
por los cabezos, no podian bien juzgar si eran po- christianos .
cos ó muchos, é comenzaron á desmayar por el so-
nido de las trompetas de cada parte, y el Conde por
su cabo con su gente bien cogida rompió por me-
dio de los moros, y no menos hizo el Alcaide, aun-
1 72
que tenia muy poca gente, por la otra parte; é des-
que los moros se vieron cometidos por dos partes,
pensaron que toda Castilla estaba allí, é comenza-
ron á fuir como cobardes é cortados, no mirando
la honra de su Rey toda la peonaje; y de la gente
de á caballo algunos, é otros, recibieron ferozmente
los primeros encuentros en que los christianos derri-
baron muchos de ellos, corno ellos usan cabalgar
corto, ficieron por cada parte entrada é salida en
ellos, é desbaratáronlos, é estonce comenzaron to-
dos á fuir, y los christianos á los seguir, é den-iban-
do, é matando en ellos hasta el rio de Guadajenil,
el cual iba estonce crecido, é no lo podian pasar
salvo por ciertos vados; é de los que allí llegaron
muchos se metieron á el agua é fueron ahogados;
así que orilla del rio fueron muchos muertos á lan-
zadas, é muchos ahogados en el rio, en tal manera
Escaparon que de todos los moros así de á caballo como de
muy pocos
moros de los á pié, escaparon muy pocos en esta batalla y al-
que vinieron.
cance á lo que se pudo ver; es á saber: fueron muer-
tos é presos todos los setecientos de á caballo que
no escaparon, salvo algunos pocos que ovieron lu-
gar de pasar el rio, é otros escondidos; é fueron
muertos é presos siete mil peones poco mas ó me-
nos. Así que se estragó y pereció casi toda la hues-
te de los moros que habian entrado, entre los cua-
les el Rey moro fué preso; y el Alatar viejo Alcaide
Fué preso
el Rey moro, de Lora, que era un esforzado y nombrado moro,
y el Alcaide
de Lora fué fué muerto y ahogado en el rio que nunca jamás
muerto.
pareció ni entre los muertos pudo ser conocido; era
hombre de mas de sesenta años, el cual habia fecho
desde su mocedad guerra á los christianos. É habida
1 73
la victoria, los christianos cojieron el campo, don-
Recojen el
de _ ovieron muy gran cabalgada é riquezas; pri- campo los
christianos, y
meramente, el Rey moro cautivo con otros caba- los despojos
lleros moros, muchos y de grande rescate, é otros de lor.
mucho va-
CAPÍTULO LXII.
CAPITULO LXIII.
CAPÍTULO LXIV .
CAPÍTULO LXV.
CAPÍTULO LXVI.
CAPÍTULO LXVII.
CAPITULO LXVIII.
195
intitular Duque de Cádiz é Marqués de Zahara den- Enqué for-
de en adelante, y él en cuantas cartas firmaba, nun- tlillsarturra
ma y qué tí-
CAPÍTULO LXIX.
CAPITULO LXX.
DE LA GRAN TALA.
197
CAPÍTULO LXXI.
CAPÍTULO LXXII.
3DYVID9AZA
Di¿Vi/LIJIASAIA
199
pues me certificó un fraile romano de Senior S. Fran-
cisco, que en el letrel de la sepultura aun han fa-
llado que era una donéella fija de Q. Curcio phi-
lósopho que fué en tiempo del Gran Alexandro,
trescientos años, y mas antes del, nacimiento. de
Nuestro Redemptor, el cual disputó con Alexandro
reputándole su cobdicia, así como dice el Especulo
natural..
CAPÍTULO LXXIII_
CAPÍTULO LXXIV.
Año: de 1484.
En el mes de septiembre del dicho año de mil
cuatrocientos ochenta y cuatro, sacó el Rey D. Fer-
Viene el nando su hueste y fué sobre Setenil, é envió delan-
Marqués Du-
que de Cádiz te al Marqués Duque de Cádiz por cercador, el cual
á poner el
cerco. amaneció una mañana sobre la villa v cercóla de
todas partes, de manera que no pudo entrar uno,
ni salir otro; é túvola cercada ocho dias, fasta que
el Rey llegó con el artillería, é con él algunos Gran-
des de Castilla; é asentados los tiros combatieron
la Villa é no la podian mucho empezar, porque los
tiros no la podian empecer ni cojer; é ovo alguna
murmuracion contra el Marqués entre los caballe-
ros diciendo que no habia dado buen consejo al
Rey que cercase á Setenil en tal tiempo sobre invier-
no, que creian que la no podria ganar, y fué á su
noticia, y luego aquel dia en la noche quiso poner
las lombardas debajo de los muros é á raiz de la
puerta de Setenil, é tiraron, é ficieron tanto daño,
que luego los moros ficieron partido, é así en quin-
ce dias que la tuvo cercada el Rey D. Fernando
tomó á Setenil, é los moros se dieron á partido que
les dejasen ir con lo suyo, é ansí se lo aseguró, é los,
Ríndese y
con qué par- envió á Ronda con gente del real é con el Marqués,
tidos.
fasta que los puso en salvo, y el Rey se tuvo en
este cerco por muy bien aconsejado é servido del
20I
Marqués Duque de Cádiz, é le tuvo en mucho ser-
vicio el consejo, é gran trabajo, é mucha diligencia
que puso noche y dia, que no cesaba mientras el
cerco duró. É sacaron de Setenil veinte y cuatro
cautivos christianos que fueron redimidos en esta
victoria. Fizo el Rey adobar lo derribado de la vi-
lla y fortaleza, é guarnecióla de gente y manteni-
mientos y armas, é dejó por Alcaide de ella á
D. Francisco Enriquez, hermano del Almirante, é Alcaide, que
dó D. Fran-
del Adelantado, é volvióse en Castilla con mucha cisco Enri-
quez.
honra.
CAPÍTULO LXX y.
Cártama. Yunquera.
Coin. El Burgo.
Benamaguis. La ciudad de Ronda.
Fadala. Venaoxan.
El Haurin. Monte corto.
Campanillas. Audita.
Esquinillas. Cagracalima.
Guaro. Hasnalmara.
Monda. Archite.
Locaina. Obligue.
Benalmadayna. Benaocaz.
Casarabonela. Cardela.
1\110 de 1485.
En el dicho año de 1485 arios en el mes de Agos-
to, despues de haber reposado la gente algunos dias
del trabajo de la entrada primera, el Rey sacó su
hueste para ir sobre Moclin é Illora, é envió de-
lante por cercador al conde de Cabra, é con él á
Martin Alonso de Montemayor é otros caballeros
para que cercasen á Moclin. Una madrugada acae-
ció, que estaban allí el Rey que habian alzado en
Granada los moros, Muley Baudili Alzagal, y aunque
lo supo el conde no se le dió nada por ello, ni qui- dePelea el con-
de Cabra
so aguardar mas gente, é comenzóse la batalla an- yendo á cer-
car á Moclin
tes que amaneciese, é huyó la gente al conde, é Illora, con el
Rey de Gra-
quedó con muy pocos fasta la mañana; é desque barato nada, y des-
de los
vido el mal recaudo, ovo de volver las espaldas á christianos.
CAPITULO LXXVIII.
CAPÍTULO LXXIX.
y trabose la pelea con los moros, los dichos ingle- Salen los
moros á de-
ses,y ciertos hombres de las montañas que habian fender á Loja.
venido con el Duque del Infantado, y con el Du-
que de Nájera de los que acá dicen lacayos é viz-
cainos; é corno el Conde de Escalas vido la pelea,
dijo, que pues la pelea estaba trabada y los moros
se defendia.n, que quería pelear á uso de su tierra,
y descabalgó del caballo, armado en blanco, y con Pelea el Con-
una espada ceñida, é una hacha de armas en las ádesudeusanza. Escalas
CAPÍTULO LXXX.
CAPITULO LXXXI.
CAP1TULO LXXXIL
CAPÍTULO LXXXIII.
236
tie nda é estancia del Marqués; é habia una estan-
Salida de los
moros del cas- mas cercana al castillo, que aquella noche
tillo deGa ibera_- los
alfaroá s s escuderos de ella habían mudado y acercado
tancias del
Marqués. hác i a Gibra-alfaro, é la gente de ella estaba muy
cansada, que no habia dormido, ni descansado dos
dias habia. É con este despecho de aquel estancia
que se les acercaba, se creyó que los moros orde-
nasen de salir á pelear por allí; é el estancia del
Marqués estaba arriba mas afuera casi un tiro de
ballesta; é el Marqués corno vido los moros salir,
apercibióse para ir allá, é los moros arremetieron
con la estancia é dieron en los christianos, é los
Huyen los . .
christianos, y ch r is t ianos dieron á huir los de aquella estancia y
anímalos el
Marqués, y pe- de otras cercanas á ella; é arremetió á pié muy bien
ligros en que
J su armado, dando grandes voces, desque vido que to-
guion.
dos huian, diciendo: «vuelta, hidalgos, vuelta, hi-
dalgos, que yo soy el 1VIarqués, á ellos, á ellos, no
temais:" é iba su bandera ante él. É desque los es-
cuderos que huian vieron al Marqués con su gente
y bandera, cobraron esfuerzo é volvieron sobre los
moros é pelearon muy fuertemente los unos con
los otros, é la bandera del Marqués en medio en
lo mas áspero de la pelea, la cual estuvo muy
cerca de ser perdida, si el mesmo Marqués con
su persona, y los que lo guardaban no los socor-
riese. En fin, los moros fueron vencidos y volvie-
Muertos y ron fuyendo é se metieron en Gibra-alfaro, é fueron
heridos,
de ellos feridos y muertos mas de cuatrocientos, y
de los christíanos murieron luego mas ,de treinta
hombres, y fueron feridos mas de trescientos; é.
fué ferido el Sr. D. Diego Ponce de Leon, de una
saetada, que erá hermano del Marqués, y los mo-
237
ros vencidos. El Marqués flizo proveer las estan-
cias susodichas cercanas á Gibra-alfaro, de gente,
é ballesteros, é espingarderos ; é estando allí en
una de aquellas estancias, los moros de la forta-
leza tiraban muchos tiros de espingarda allí, y de
ballestas; é pareció que desde el castillo lo cono-
cieron, é tiraron una espingardada al Marqués, de
la cualpareció que Dios milagrosamente lo quiso irborsaasne„n mi-te
guardar, que le dió en el adarga que ante sí te- ueln‘lvttiarrocijileésdl
un
nia por medio de los cordones, é dióle la pelota espingarda.
en la barriga por bajo de las corazas, é paró en
el sayo, que ninguna cosa le firió ni empeció. Fué Heridos
hombres de
ferido tambien el Sr. D. Luis Ponce, su yerno, cuenta.
aquel dia, é el alcaide de Utrera Garci Gomez
de Sotomayor, é el alcaide de Atienza y otros
muchos escuderos honrados. Entre los que mu-
rieron é fueron feridos, el mas daño que recibie-
ron fué cuando dejaron las estancias, que si se tu-
vieran é no fuyeran, no recibieran tanto daño, pues
tenian el socorro tan cerca, é el Marqués se lo re-
putó á muy mal aquella huida, é si no fuera por su
esfuerzo todo aquel real de sobre Gibra-alfaro des-
barataran. En esta pelea trujeron los moros por
principal capitan á Abramneta, que era un muy
esforzado moro, el cual allí fué herido.
238
CAPÍTULO LXXXIV.
CAPÍTULO LXXXV,
Por solicitud
del Dordux el
Vista esta respuesta por los moros de Málaga,
Rey les conce-el Dordux, ántes que entregase las fortalezas, fué é
de las vidas, y
franqueza al vino muchas veces á el Rey é á la Reina, é ganó,
Dordux, y 40
que puesto caso que todos los moros fuesen escla-
casas para que-
dar por mude-
empero que el Rey les asegurase la vida á
jares, y se hace VOS,
g
la entree at .(5y
a
todos, é fuéle otorgado. M s ganó, con ayuda de
quién
ménos Gibra- ruegos de caballeros, perdon para sí, y para cua-
alfaro.
renta casas de sus parientes, que quedasen libres
é francos en la ciudad con todo lo suyo por mu-
dejares; y así le fué concedido, é quedaron. En
esto así concertado, luego el Dordux entregó al Rey
las fortalezas é torres, é aljimas, é sobre puertas
de la ciudad, dejando á Gibra-alfaro, que lo tenia
el Cegrí. É el Rey mandó á pregonar, que cual-
quiera que tomase cosa de los moros ó les faciese
desaguisado, muriese por ello, é envió su guion é
la cruz de la Cruzada, é el pendon de las herman-
249
dades, acompañados de muchos caballeros é muy
armados, despues de haber tomado rehenes del
Dordux, á tomar las fortalezas de Málaga. É des-
que vido, empinados sobre las mas altas torres su
gente señorear las fuerzas de la ciudad, dió muchas Dan gracias
Dios
rl por la
gracias al Señor nuestro Dios y agradecióle mucho victoria.
la victoria grande que allí le habia dado. É la
Reina é la Infanta, con sus dueñas é damas é toda
la campaña real, hincadas de rodillas en tierra,
presentaron á nuestro Señor é á la Vírjen Santa
María gloriosísima muchas oraciones é alabanzas,
y al Apóstol Santiago. É eso mesmo hicieron to-
dos los devotos christianos del real. É los Obispos
é clerecía que allí se hallaron, cantaron Te Deum
laudamus é Gloria in excelsis Deo.
Fué este dia que la ciudad se entregó Sábado 18 fueAcercada
8 de MayMayo
,y
dias andados del mes de Agosto, año susodicho de de se entregó al is
187 Agosto de
nuestro Señor Jesuchristo de 148 7 años. Habia esta-
do cercada desde siete dias andados de Mayo: ansí
el Rey la tuvo cercada tres meses é once dias, fasta
que la entregaron como dicho es. E luego el Rey
mandó á pregonar por toda la ciudad entre los mo-
ros, que cada uno con lo suyo estuviesen seguros
en sus casas, é fizo entre ellos poner muy grandes
guardas por las calles é puertas, porque ninguno Lo liueesselquehizo se
no se fuese, ni ninguno los agraviase, ni los eno- ydióloslacautivos
c
ciudad,
jase, ni tornase lo que tenían. É luego demandó los salidercr de
cautivos cristianos que en Málaga estaban, é fizo bar e sc, que fu el--
ron 600.
poner una tienda cerca de la puerta de Granada,
donde él é la Reina é la Infanta, su fija, los recibie-
ron, y fueron entre hombres y mujeres los que allí
los moros les trajeron fasta seiscientas personas; é
25o
á la puerta por dó salieron estaban muchas per-
sonas con cruces é pendones del real, é fueron en
procesion con ellos fasta donde estaba el Rey y la
Reina atendiéndolos. É llegando donde sus Altezas
estaban, todos se humillaban é caian por el suelo,
é les querian besar los piés, é ellos no lo consen-
tian, mas dábanles las manos, é cuantos los veian
daban loores á Dios, é lloraban con ellos con ale-
gría; los cuales salieron tan flacos y amarillos con
la gran hambre, que querian perecer todos, con
los hierros, é adovones á los piés, é los cuellos é
barbas muy cumplidos. É desque besaron los piés
al Rey y á la Reina, loaron todos á Dios, mucho,.
rogándole por la vida y acrecentamiento de sus,
Altezas. É luego el Rey les mandó. dar de comer
é de beber, é les mandó. desherrar, é los manda-
ron vestir é dar limosnas, para despensa de cada
uno donde quisiese ir, y así futé fecho y cumpli-
do. É en estos cautivos habia personas de grandes
rescates que estaban rescatados; é habia personas
que habia diez, é quince é veinte . años que esta-
ban cautivos, é otros ménos. 1
É desque el Cegrí, alcaide. de Gibra-alfaro, vído
El Cegri. la ciudad tomada, demandó partido, é el Rey no le
CAPÍTULO LXXXVI.
CAPÍTULO LXXXVII.
CAPÍTULO LXXXVIII.
CAPÍTULO LXXXIX.
CAPÍTULO ETC.
CAPÍTULO XCI.
CAPÍTULO XCH.
ci
ga udades y lu-
rcs. 1489, dia de la gloriosa Santa Bárbara, é los mo-
ros de guerra é los gandules se fueron; é de los de
la ciudad los que se quisieron ir con lo suyo, é los
naturales é vecinos dende salieron con lo suyo á los
arrabales, é quedaron allí por estonce. É en el par-
tido de Baza entró Guadix é Almería, é toda la tier-
ra del dicho Rey moro; é toda se la otorgó de dar
y entregar, é toda entró en el partido de Baza. É
puesta en muy gran recaudo la ciudad é la forta-
leza de gente christiana, é con muchas armas é
mantenimientos, el Rey despidió mucha de la gente
del gran real de las comunidades, dejando las que
habia menester para lo que le quedaba de hacer
CAPÍTULO XCHL
CAPÍTULO XCIV.
CAPÍTULO XCV.
CAPÍTULO XC VI.
nada.
conquista contra los moros de Granada, envió des-
de Sevilla sus mensajeros á la ciudad de Granada,
é á los caudillos é rebiento de ella, amonestán-
doles, que le entregasen la ciudad, é le trajesen to-
281
das las armas que en ella tenian á tierra de chris-
tianos, y que si esto facian, que él lo faria muy
bien con ellos, é les faria bienes y mercedes, como
facia á los otros que se le hablan dado; donde nó,
lo contrario haciendo, que les destruirla los panes
é viñas, é frutos, é les faria cruel guerra; é esto en-
vió el Rey á decir al rejimiento de Granada, y no
al Rey, porque el Rey Muley Baudili, prisionero
del Rey D. Fernando, puesto caso que estaba en
Granada en el Albaicin, é le tenian por su Rey,
despues que cerraron las puertas á Muley Baudili,
su tio, porque huyó de Velez, y no la descercó,
ni él se fiaba de ellos, ni ellos de él, y creyóse
que muchas veces vivia con mucho temor entre
ellos, é no los podia sojuzgar; y muchas veces lo
hubieran matado, sino fuera por miedo del Rey
D. Fernando. É vista la embajada del Rey D. Fer-
nando, en Granada los moros fueron por ello muy
tristes, y respondieron, que ántes morirían, que no
dar la ciudad y otras cosas que no convenian al
servicio de Dios ni pro de Castilla. Enviaron al
alguacil de Granada, Aben-Gomix, con la confir-
matoria respuesta á Sevilla, al Rey é la Reina, Traen al Rey lí
de lo cual el Rey ovo un enojo; é invocó toda puesta cl ae er sa
la gente de Extremadura é maestradgo, é An- tnaai da ad,eéeltal eyáslua
dalucía, é partieron de Sevilla un hules á diez tierra.
de Mayo, él, é la Reina, é la Princesa de Portu-
gal, é la Reina quedó en Mochin, é el Rey é el
Príncipe, é todos los caballeros é gente, fueron á
la Vega de Granada, y sus comarcas, donde es-
tuvieron diez ó doce dias talando, é faciendo mal é
dallo en los bienes é hacienda de los moros, donde
282
les talaron panes, viñas, huertas, é habales; é vino
á esta tala el caudillo de Baza, vasallo del Rey D.
Fernando, con ciento cincuenta de á caballo, y
eso mesmo vino con él el alguacil de Baza, é des-
que besaron las manos al Rey é al Príncipe, fué-
ronse á poner en los mas peligrosos pasos de la
tala, donde hicieron mucho servicio al Rey, que
ellos tornaron la torre de Roma, que está dos le-
guas de Granada, por una muy gentil arte. Toma-
ron ciertos moros de ellos una mañana ciertas re-
ses, é dos christianos maniatados, é fuéronse para
Ardid conq
se tomó la toirle la torre, diciendo que traian cabalgada, que les
re de Roma.
abriesen, que no habia donde ir á guarecerse sino
allí; é como los de la torre conocieran que eran
moros, abrieron é saliéronlos á recibir, y ellos es-
tonce tornáronles la torre, con cuanto en ella es-
taba, y á ellos enviáronlos libres á Granada, porque
todos eran moros, é de esto ovo el Rey muy gran
placer, é fizo mucho pertrechar aquella torre, é
puso en ella guarnicion.
El Rey moro Muley Baudili Alzagal, de Gra-
nada asimismo, vino allí como vasallo del Rey, á
servir con doscientos de á caballo. Los moros de
Granada pusiéronse á defender su ciudad, y salie-
ron fuera muy gran cantidad, é pusiéronse muy
cerca de la ciudad, 'é no pudieron escusar la tala,
salvo muy poco de lo que estaba muy cercano, é
allí ovo escaramuzas, de que murieron algunos de
ambas partes.
Los que fueron Fueron en persona á esta guerra é tala los Gran-
á esta tala, y el
Arzobispo de des de Castilla siguientes: Los Arzobispos de Tole-
Sevilla. do é Sevilla, Duque de Medina-Sidonia, Marqués-
283
Duque' de Cádiz, Conde de Cabra, Conde de Urena,
Duque de Escalona, Marqués de Villena, al cual fi-
rieron los moros muy mal en un brazo, al pasar
de una acequia, de que quedó lisiado; D. Alonso
de Aguilar, los Adelantados de Andalucía é Murcia, Arma el Rey D.
Fernando ca-
el Comendador mayor Cárdenas, é otros muchos ballero al Prín-
cipe D. Juan, y
Señores y Condes, en presencia de los cuales el quenes fueron
Príncipe D. Juan fué armado caballero en la vega sus padrinos.
de Granada por el Rey D. Fernando, su padre; fue-
ron sus padrinos los Duques de Cádiz é Medina-
Sidonia.
Basteció el Rey esta vez el castillo de Alhendin,
que estaba por él, y lo tenia un alcaide moro, y
entregóselo estonce, el cual lo habia tenido desde
un dia despees de la toma de Baza, é dejó el Rey
esta vez un capitan que lo defendiese, con doscien-
tos hombres. É esto fecho, el Rey volvió por don-
de habia quedado la Reina, é la Princesa de Por-
tugal, é dende se vinieron á Córdoba.
Dejó el Rey esta vez en la frontera de Granada
por. Capitan general á. D. Fadrique de Toledo, muy Capitan gene-
noble señor
señor , hermano del Duque de Alba. en la fron-
tent, quiénes.
284
CAPÍTULO XCVII.
CAPÍTULO XC VIII.
CAPÍTULO XCIX.
CAPÍTULO C.
CAPÍTULO CI..
CAPÍTULO CH.
Tomo I. 20
3o6
CAPITULO CHI.
308
pudo ser, que algun gran sefior ó Rey, de los que
han tenido aquellas santas reliquias en guarda, la
quitase algo de lo que entró en el santo costado
y glorioso, para más devocion, así como hizo un
Emperador de Grecia, que hizo una barbada para
el freno de su caballo, en que gastó uno de los
clavos con que nuestro Redemptor fué clavado en
la Cruz, é sojuzgó é ganó muy grandes tierras é
reinos, é tuvo que por virtud de aquel freno lo ha-
bia Dios hecho victorioso, segun cuenta Mosen Juan
de Mandavilla; y el dicho fierro es de esta hechura
y tamaño de la lanza, á lo que parecia, la mitad de
la verdadera Cruz en que nuestro Redemptor pade-
ció: é era fasta estonces, que fué enviado al Papa
como he dicho, el fierro de la lanza con que el
caballero firió el costado de nuestro Redemptor
despues de haber espirado, é una de sus ropas
sin costura, é la esponja, é el vaso con que le
dieron á beber el hiel y vinagre, cuando estaba en
la Cruz, é una parte de la corona con que nuestro
Redemptor fué coronado, é la Cruz, é uno de los
clavos, é otras muchas reliquias; é eso mesuro
está en Constantinopla, el cuerpo de Sra. Santa
Ana, madre de nuestra Sra. Santa María, que lo
fizo traer allí Santa Elena, é yace el cuerpo de S.
L-Cicas é otros muchos cuerpos santos.
Muerte de Ino- Murió el Papa Inocencio VIII. desde á poco
c2ociccie VIII.
14 despues de haber recibido el santo fierro,
en el afio de 1492, á veinte y siete de Julio; é crea-
ron Papa los Cardenales al Vice-canciller, Carde-
Creacion del nal Arzobispo de Valencia, el cual se llamó Ale-
di>rarv Alejan- jandro VI; fuéle muy contrario el Cardenal Ad-
30g
vincula Sancti Petri, en la eleccion, y aun des-
pues en algunas cosas.
CAPÍTULO CIV.
CAPÍTULO C V.
CAPÍTULO C V/.
CAPÍTULO CVIII.
CAPITULO CIX.
Ario de 1492.
En el nombre del muy alto Dios nuestro Seíor.
Visto por los cathólicos christianísimos Rey é Rei-
na, el muy gran daño procedido de la endurecida
opinion y perpétua ceguedad de los judíos, y como
de allí habian su nudrimento la herética prave-
dad mosaica; estando en el cerco de Granada el
Edicto de los año de 1492, mandaron y ordenaron, que á todos
Reyes catób- los judíos de toda España, é todos los reinos de
cos estando so-
bre el cerco de ella, les fuese predicado el Santo Evanjelio é te
Granada.
cathólica, é doctrina christiana, é que los que qui-
siesen se convertir é baptizarse, permanecieran en
sus reinos, asi como sus vasallos, con todo lo suyo,
y los que no se quisiesen convertir, que dentro de
seis meses se fuesen é partiesen de sus reinos, é
so pena de muerte no volviesen más á ellos, é
que llevasen todo lo suyo, ó lo vendiesen en lo
que quisiesen, salvo no sacasen oro ni plata. E
salido este edicto é mandado en todas las sinago-
gas, é plazas, é iglesias, por los sabios varones
de España les fué predicado el Santo Evanjelio é
doctrina de nuestra Santa Madre la Iglesia, é pro-
bado por sus mismas escrituras, como el Mesías
que aguardaban era nuestro Redemptor Jesuchristo,
que vino en el tiempo convenible, el cual sus an-
tepasados con malicia ignoraron, y todos los otros
que despues de ellos vinieron, nunca quisieron dar
el oído á la verdad, antes engañados por el falso
333
libro del Talmud, teniendo la verdad ante sus ojos
y leyéndola en su Ley cada dia, la ignoraban, em-
briagados así los sábios de ellos como los simples,
por el edicto y doctrina de Revase é de Ravina,
que compusieron el dicho Talmud. Y porque se-
pais de qué manera y en qué tiempo fué fecho el
dicho descomulgado Talmud, los que no lo habeis
leido, me pareció ser bien en este lugar poner el
capítulo siguiente, sacado del Fascículunz tempo-
ruin, que dice así:
»Talnzud JUC1007'11771, quod sonat apud eos Doc-
trina, cisca hcec témpora auno CCCC. á duobus
summis Rabbis S. Rabina, et Rabase, líber utique
grandis et inaior decena Biblis, in quo sunt inexe-
crabilia inendatia, turpia facta abominabília con-
tra legenz Dei, contra legem naiurce, contra legenz
scriptanz. Videntes nanzque Judei legein suain quo-
tidi deficere, et fidem christianam proficere in
toto orbe etiam cuan gloria temporaliuin, hi duo
deceptores, iizstinguarumt quatenlis hunc librum
conzponerent, et taras que Moysii scriptus firmari,
adhibercnt fidem, prohiberent que, sub pena mortis,
nequis aliquid negaret de his qux in ea continen-
tur. Facturo est ita ad suain infelicem execratio-
nein et S1101'11111 perpétuani danznationem. Ne autein
sinzplices habeant ocasionem recedendi a tanta falsi-
tati, innuerunt eis,ut interrogati de dificilibus, res--
ponderent: «Nos hect non intelligiinus, sed Rabbi
nostri poterunt respondere vabis." Sic tradditi sunt
in reprobuin sensum, ut plus bis nugis creddant,
quanz Moyse, ala Christo, veruin tainein piltres ín
diversis nzundi partibus conversis crebro leguntur,
334
et aliqui pro fide magna fecerunt, et utilissima
scripta reliquerunt."
Que quiere decir en nuestro lenguaje castellano:
«El libro de los judíos, llamado Talmud, suena
«acerca de ellos doctrina; fué compuesto cerca de
«aquellos tiempos , en el año del Nacimiento de
«nuestro Redernptor Jesuchristo de cuatrocientos
«años, de dos grandes Rabies, llamados el uno Ra-
«base, y el otro Rabina, y fué ciertamente un libro
«grande, mayor que diez Biblias, en el cual hay
«mentiras muy oscuras, y abominables cosas de lo-
«cura, contra la ley de Dios, y contra la ley de na-
«tura, y contra la ley de escriptura. Viendo los ju-
«dios en aquel tiempo ya dicho, amenguarse , y
«crecer la ley christiana en todo el mundo, y aun
«con gloria de bienes temporales, buscaron estos
«dos engañadores, conviene á saber, Rabina y Ra-
«base, para que compusiesen este libro, y tan co-
«mo á los libros de Mo y sen, y defendieron, so pena
«de muerte, que ninguno negase cosa alguna de lo
«que en él era escripto, y fué así compuesto para
«su ceguedad y perpetua pena, mal aventurada de
«los suyos; y porque no hubiesen los simples oca-
«sion de apartarse de su ceguedad, mandáronles,
«que cuando fuesen preguntados de algunas cosas
((dificultosas, que respondiesen: Nosotros no en-
«tendemos eso, mas nuestros Rabies vos respon-
«ponderán;" é de esta manera fueron caidos en re-
«probado entendimiento, creyendo más á las men-
«tiras de este libro, que no á Moysen y á Christo.
«Empero muchas veces se lee muchos de ellos
«ser convertidos en diversas partes del mundo.
335
«Otro sí ficieron grandes cosas por la fé, é des-
«pues de sus dial dejaron escripturas muy pro-
«vechosas."
É cebados con la dicha descomulgada doctri-
na del Talmud los judíos que en aquel tiempo
-vivían en EspAa, aunque ante los ojos vian el
destierro y la perdicion suya, aunque requeridos
fueron y amonestados por las dichas predicacio-
nes y amonestamientos, siempre quedaron perti-
naces é incrédulos, y aunque de fuerza dieron el
oido , nunca de grado recojieron en el coca; ole
cosa que les aprovechase, ántes quitados de oir
la preclicacion evanjélica, les predicaban sus Ra-
bies la contraria, é los esforzaban y ponían es-
peranzas vanas, y les decían, que supiesen por
cierto que aquello venia por parte de Dios, que
los quería sacar de cautivos, y llevarlos á la tierra
de promision s y que en esta salida verían como
Dios hacia por ellos muchos milagros, y los saca-
ria de España ricos y con mucha honra, segun
lo esperaban, que si en la tierra ()viesen alguna
fortuna siniestra, que en entrando en la mar
verian como Dios era su guiador, como habia fecho
á sus antepasados en Ejipto. Los judíos ricos ha-
cían la costa de la salida de los judíos pobres, y
usaban los unos con los otros en aquella parti-
da de mucha caridad; ansí que en ninguna ma-
nera se quisieron convertir, salvo algunos, muy
pocos, de los más necesitados. Comunmente en-
tre los judíos, así simples como letrados, en aquel
tiempo, hablan opinion y creian todos, do quiera que
habitaban, que ansí corno con mano fuerte y brazo
336
estendido y mucha honra y riquezas, Dios por
Moysen habia sacado el otro pueblo de Israel de
Ejipto milagrosamente; que así de estas partidas
de Espada habian de volver ellos y salir con mu-
cha honra y riquezas, sin perder nada de lo suyo
á poseer la santa tierra de promision, la cual con-
fesaban haber perdido por sus grandes é abomina-
bles pecados, que contra Dios sus antepasados
habian fecho; de lo cual en esta salida todo á la
contra de lo que esperaban les acaeció; como ellos
negaces y enemigos de la verdad fuesen; ca en. la
otra salida que salieron del cautiverio de Ejipto,
por mandado de Ntro. Señor, que era su valedor
y los quería bien, en pago de los trabajos é ma-
jamientos que los ejipcios les habian dado é les
debian , les mandó robar á Ejipto seguramente,
é los robaron cuando quisieron salir para ir al de-
sierto, donde Dios los mandó; diciendo que habian
de volver, demandaron prestadas joyas de oro, é
plata, é seda, é paños, é otras cosas á los ejip-
cios, que les prestaron, segun dice el capítulo XII
del Exodo, y estonces muy bien cupo, ca ellos eran
buenos é humildes, y creian en Dios soberano y
eterno, criador del cielo y de la tierra; los ejipcios
eran malos y gentiles é idólatras, y ahora por la
contra, los judíos eran malos y descreidos, é idó-
latras, y no fijos de Israel, salvo fijos de Canaám,
y de perdicion, y los christianos son buenos é fi-
jos de Dios, de ley de bendicion y de obediencia,
é pueblo de Dios, é fijos de Israel, pues que del
pueblo de Israel ovieron comienzo de salvacion,
é ovieron ley, é conocieron é recibieron el Mesias
337
verdadero, que los redimió, que fué Ntro. , Re-
demptor Jesuchristo , Dios y hombre, que Dios
habia prometido enviar é envió, el cual ellos por su
malicia no conocieron é recibieron los que estonce
eran, ni quisieron dar el oido á sus grandes mi-
lagros é maravillas que fizo, antes con malicia lo
persiguieron é mataron; y el yerro hecho, nunca se
arrepintieron, ni quisieron creer la verdad, ni por
la muchedumbre de los milagros de los Apóstoles
y discipulos de Jesuchristo, que eran de su linaje,
por lo cual Dios los guardó para que se conocie-
sen y arrepintiesen, y recibiesen la santa doctrina
de el su Santo Mesias, que les envió, que era Ntro.
Redemptor Jesuchristo, cuarenta años, y en cabo
de los cuarenta años, viendo nuestro Señor corno
era pueblo rebelde, incrédulo y duro de cerviz y
sin provecho, envió sobre ellos la su íra, é del
Emperador de Roma Vespasiano, é Tito su hjo,
que destruyeron á Jerusalen y á toda su comarca,
y mataron un cuento y cien mil judíos, é ven-
dieron ochenta mil, é cautivaron é prendieron toda
la tierra de ellos, é trujeron á Roma é todas sus
tierras muchos cautivos, é de todos aquellos ochen-
ta mil vendidos, é de los otros cautivos é des-
terrados, vinieron á Francia y á España muchos
en muchas veces, que se libertaron por diversas
maneras, é modos, de donde estos que este tiem-
po eran vivos procedieron, así en linaje como en
contumacia; de los cuales se fallaron en los reinos
de Castilla treinta mil vasallos y más, que eran
treinta mil casas y más; de lo cual escribió Rabí
Mair al Rabi mayor D. Abrahan Señor, su suegro,
r rONIO I. 22
338
1 labia en por verdad supiese, que desterraba el Rey y la
Castilla treinta
mil familia.; Reina treinta y cinco mil vasallos, que eran treinta
treinta y cinco
mil. y cinco mil casas de judíos. É de los Rabies que yo
baptizé á la vuelta que volvieron de allende, que
fueron diez 6 doce, é de uno que era muy agudo
Certificase el
autor de lo mis- á natura, que llamaban Zentollo, que era de Vi-
mo,deun )udío
que baptizó, toria, al cual yo puse nombre Tristan Bogado, fui
llamado Zen-
tollo, que era yo certificado que habia en Castilla más de trein-
de Vitoria, á ta mil judíos casados, y que habla en Aragon seis
quien puso
nombre Tris- mil casados, esto se entiende con Catalu ñ
tan. a y Va-
lencia, en que habla más de ciento y sesenta mil
sus
nre nroarseis ánimas, al tiempo que el Rey y la Reina dieron
mil , y en todos la sentencia que los que no quisiesen ser christia-
ciento sesenta
mil ánimas. nos que fuesen desterrados de Espa-ia para Siem-
pre. En el tiempo del edicto de los seis meses
Venden sus ha- vendieron é malbarataron cuanto pudieron de sus
ciendas á pre- haciendas, é aparejaron su viaje los chicos y los
c ios muy bajos
grandes, mostrando grande esfuerzo y esperanza
de haber próspera salida é cosas divinas; y en
todo ()vieron siniestras venturas; cá ovieron los
christianos sus faciendas muy muchas, é muy ri-
cas casas y heredamientos por pocos dineros, y
andaban rogando con ellas, y no hallaban quien
se las comprase, é daban una casa por un asno, y
una viña por un poco pairo ó lienzo, porque no
podian sacar oro ni plata; empero es verdad que
sacaron infinito oro é plata escondidamente, y en
Sacan oro y
plata, escondí- en especial muchos cruzados é ducados abollados
do, en qué for-
m algunos de con los dientes, que los. tragaban é sacaban en los
el los.
vientres, é en los pasos donde habian de ser bus-
cados, é en los puertos de la tierra é de la mar,
y en especial las mujeres tragaban más, cá á
339
persona le acontecia tragar treinta ducados de
una vez.
CAPÍTULO CXI.
CAPÍTULO CX.11.
CAPÍTULO CXIII.
jd o
y con la pobre-
za que volvian zos y llenos de piojos, muertos de hambre e muy
los udíos ,uye
f
CAPÍTULO CXIV.
CAPÍTULO CXV.
CAPÍTULO CX VI.
CAPÍTULO CXVIL
CAPÍTULO CX
Capitulos. Páginas.
DE BIBLIÓFILOS ANDALUCES.
XXIX
Nota de copyright :
3. Al reutilizar o distribuir la obra, tiene que dejar bien claro los términos de
la licencia de esta obra.
Universidad de Sevilla.
Biblioteca de la Facultad de Derecho.
Javier Villanueva Gonzalo.
jabyn@us.es