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ASHBERY, John

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JOHN ASHBERY (Rochester, Nueva York; 28 de julio de 1927 - Hudson, Nueva York; 3 de septiembre

de 2017) fue un poeta, escritor, profesor universitario y periodista estadounidense. Considerado el


máximo exponente de la llamada Escuela de Nueva York (comenzó sus andanzas como crítico de arte
para terminar siendo, de manera casi involuntaria, el máximo exponente de la misma), alcanzó la gloria
poética en 1975 con Autorretrato en espejo convexo, que le supuso el Premio Pulitzer y le convirtió en
el más vendido en los Estados Unidos en el siglo XX -no obstante no ser de lectura “fácil”, pues como
señalara Stephen Burt, poeta y profesor de Harvard, comparándolo con T. S. Eliot: «de la última figura
viva de la poesía anglosajona, la mitad de los poetas en idioma inglés piensan que es un gran modelo y
la otra mitad lo cree incomprensible»-. En cualquier caso, ya en vida fue consagrado como el poeta en
inglés más importante de su generación y uno de los hitos de la poesía estadounidense: el crítico Lang-
don Hammer, de la Universidad de Yale, escribió en 2008: «No hay figura tan grande en la poesía esta-
dounidense en los últimos 50 años como John Ashbery..; y ningún poeta estadounidense ha tenido un
vocabulario más amplio, más diverso, ni Whitman, ni Pound»; y Harold Bloom escribió que estaba «des-
tinado a formar parte de la insigne y reducida estela de poetas que incluye a Walt Whitman, Emily Di-
ckinson, Wallace Stevens y Hart Crane»; pero ya cuando era todavía casi un desconocido, W. H. Auden
comentó que, tras leerlo por primera vez y no haber entendido nada, se abandonó en una segunda
lectura que concluyó celebrando el hallazgo de que “sólo es merecedor del título de poeta quien sepa
regresar a las regiones de lo sagrado…, de Rimbaud a Ashbery”; y Paul Auster dijo de él que «pocos
poetas poseen hoy día su misteriosa habilidad para socavar nuestras certidumbres, para articular tan
plenamente las zonas más ambiguas de nuestra conciencia»
Hijo de una profesora de biología y de un agricultor, se crio en una granja cerca del lago Ontario y fue
educado en el internado masculino, donde leyó a poetas como W. H. Auden y Dylan Thomas, y comen-
zó a escribir poesía él mismo, a la par que descubrió su homosexualidad al acometer un frustrado poe-
ma de amor sobre un compañero. Su primera vocación fue ser pintor y de los once a los quince años
acudió a clases semanales en el museo de arte de Rochester. Estudió en la Universidad de Harvard gra-
duándose cum laude en 1949, y luego obtuvo una maestría en la de Columbia en 1951, doctorándose
en Harvard con una tesis sobre W. H. Auden.
Durante algunos años fue director de la edición europea del diario Herald Tribune, para lo cual marchó
a París, donde estuvo viviendo unos diez años, ejerciendo también en ese tiempo de crítico de Art In-
ternational (1960-65) y de corresponsal en París de Art News (1963–66); además, ttradujo al inglés la
mayor parte de la poesía surrealista francesa y algunos libros de Arthur Rimbaud, Max Jacob, Pierre
Reverdy y Raymond Roussel. A su vuelta a los Estados Unidos ejerció de crítico de arte en las revistas
The New Yorker y Newsweek y fue editor de Partisan Review. Durante 1963, Ashbery conoció a Andy
Warhol en una lectura de poemas y, cuando regresó a Nueva York a finales de 1965, fue recibido con
una gran fiesta en la Factory warholiana. A principios de los setenta Ashbery comenzó a enseñar en la
Universidad de Brooklyn y fue elegido miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias; y
desde entonces, no dejó de ganar premios, presentar lecturas y trabajar con graduados y estudiantes
universitarios en muchas otras instituciones: fue poeta laureado del estado de Nueva York desde 2001
hasta 2003, y vivió entre Nueva York y la ciudad de Hudson, a riberas del río del mismo nombre, en el
condado de Columbia, con su pareja.
Autor de más de una veintena de libros de poesía, ha sido distinguido con numerosos premios y reco-
nocimientos, entre los que se cuentan el Premio Pulitzer de 1976 por su libro Autorretrato en un espejo
convexo; el Premio Nacional del Libro, el Bollingen, el Lenore Marshall; además ha sido el primer poeta
de lengua inglesa en ganar el Gran Premio de las Bienales Internacionales de Poesía de Bruselas, y en
1992 obtuvo en Italia el premio Feltrinelli de poesía internacional.
Ashbery realiza su obra artística principalmente en un ámbito meditativo, en el que intenta hacer con-
fluir el lenguaje y los estilos contemporáneos, a menudo derivados del mundo de las comunicaciones
ola cinematografía y del espacio coloquial corriente, manteniendo siempre una correlación con el mun-
do urbano neoyorquino que le proporciona el trasfondo a su articulación poética. «La principal preocu-
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pación del poeta», escribió «es dar vida a la obra de arte de tal manera que resulte imposible intentar
explicarla». Un acercamiento que iba más allá de lo racional. Como en el arte abstracto, del que sus
versos eran una refracción, como en la música vanguardista post-Schoenbergiana, como la música alea-
toria de su compatriota John Cage: todo comienza en un plano puramente sensorial del que se salta
imperceptiblemente a lo emocional; la comprensión, si es que llegaba, lo hacía después, pues para
Ashbery no había mejor definición de poesía que la que formuló John Cage: “No tengo nada que decir y
lo estoy diciendo y eso es poesía.
En El juramento de la pista de frontón (The tennis court oath, 1962), considerado el poemario más com-
plejo de toda su producción, pone las bases de lo que será toda su poesía posterior: la auto-referencia,
la explicación del poema en sí mismo o, como en su poética, lo dice el autor: “la experiencia de la expe-
riencia”. Ashbery es puro estilo: cambios de registro constantes, conciencia múltiple, distorsión de la
sintaxis, fragmentación, etc, son algunos de los elementos que el autor utiliza para conseguir la difícil
interrelación entre el lector y el texto. Ejemplo de todo lo dicho puede ser el poema “Europa”, com-
pendio de escritura vanguardista canónica.
Tres poemas (1972), compuestos por los tres extensos poemas en prosa “El nuevo espíritu”, “El siste-
ma” y “El recital”, supone un viraje poético en el que, sirviéndose de los recursos básicos del poema en
prosa (repeticiones sintácticas, imágenes, asociaciones libres, recurrencias, etc), plantea la necesidad
de un espíritu de reforma y novedad; en el primer poema en prosa, a través de párrafos a modo de
estrofas que constituyen bloques de autorreferencia constante; el renacimiento del ser humano, a tra-
vés de la palabra, hacia la felicidad que se mantiene latente, pero que debe ser actualizada con la duda,
es el eje del segundo; y el enfrentamiento básico entre posibilidad y materia, individuo y colectividad,
representación y vida, definen el tercer texto-poema. El espíritu del conjunto es el de una vida que se
dibuja como un espacio de conciencia total similar al que pintó Juan Ramón Jiménez en Espacio.
En el mencionado Autorretrato en espejo convexo (1975), el libro más conocido del poeta, basándose
(sólo tangencialmente) en el cuadro homónimo del Parmigianino, se analiza la mirada, el aire, lo que
existe detrás de la mirada. Una voz que va haciendo pausas, invocando a Francesco (el pintor) nos habla
del alma encerrada en la imagen, al tiempo que de la futilidad de lo reflejado. El discurso del poema
pretende introducir diversas voces, diversas perspectivas, de modo que formen un conglomerado de
palabras y, como el ser humano, un mosaico dialógico: el mundo lo diseña la mirada, los recuerdos, las
relaciones; es como si el autor nos quisiera mostrar cómo somos imágenes de una imaginación que no
es la nuestra,
Otros libros destacables serán Una ola (1984) y Secretos chinos (2002), que continúan en la indagación
existencial; hasta llegar al poemario más reciente, Un país mundano (2007), en el que, continuando con
los rasgos de estilo que le son característicos, se explica el momento a través del lugar y, sobre todo, a
través de las palabras, vehículo del aluvión sin sentido que constituye la poesía pero en el que se desci-
fran jirones de vida.

CERO POR CIENTO

Bueno, di que no tiene título, pero


no pienses que te quedarás fuera:
El título lo encontrará con la misma certeza
de un misil termodirigido que colisiona
con un asteroide. Abajo, ejércitos
y océanos de taxis se apretujarán sin quererlo.
El título siempre gana.
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Versión de Rodrigo Círigo (rev. de la UNAM Punto en Línea, n° 57; AGO-SEPT, 2015).

EL REY VIRGEN

Ellos saben mucho más y mucho menos,


“detalles inocentes” y cosas por el estilo. Era tiempo
de hospedar o callarse. La claymation1 está tan pasada de moda,
pensó el rey. El virus de la acuarela
desvió a miles.

Algo me dice que leerás esto en un tren


que atraviesa a trompicones la Georgia rural, sacudiéndote el sueño
de los ojos, mientras el conductor pasa
cargando un bollo. Nos mudaremos hoy,
hoy en el sofá.
Versión de Rodrigo Círigo (rev. de la UNAM Punto en Línea, n° 57; AGO-SEPT, 2015).

POEMA

El sol viaja todo el día,


luego se oculta.

Vamos a usar tus zapatos,


pues ya casi son viejos.

Desde su regazo inescrutable,


un pollo con una pata de madera da su cara al mundo.

Toda esta gente corre en círculos.


Me pregunto qué hacen en tiempo real.

Versión de Rodrigo Círigo (rev. de la UNAM Punto en Línea, n° 57; AGO-SEPT, 2015).

IDEA DE STEVE

Qué mal que la idea que tengo de él


se base en alguien más, llamado Matt
(otro nombre ordenado), que me caía gordo
sólo porque alguna vez pensé
que me despreciaba, lo que nunca creí realmente. (¡Uy!)
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Esto se pone complicado, como siempre.

Dejemos a Steve en el inicio de un sueño,


donde pertenece, y pertenece también a otros
que se burlarán de él y poco a poco empezarán a odiarse
por hacer eso. Él era una buena persona, y además
no merecía nuestra atención incesante, aunque
las calcomanías de su defensa indicaran otra cosa. Susan era distinta.
¿Quién marca el teléfono y se adentra en la nieve, más allá
de donde la masa de individuos puede llegar? Ahora está callada,
ella también.

Versión de Rodrigo Círigo (rev. de la UNAM Punto en Línea, n° 57; AGO-SEPT, 2015).

EL CUARTEL DE LAS JIRAFAS

Prueba esto, pero sólo por un rato.


Si funciona, podrá decirse que no perdiste nada,
que es lo que significa ganar. ¿Quién puede imaginarse
qué te trajo a los tribunales? ¿Qué bella habilidad?
El trágico, incuestionable, divertido amor de la juventud
espanta a todos. Me pongo mis pantalones
encima de mis calzones. ¿Aún no pasa la noche?
No en realidad. Mi servicio expira en cinco meses.
Entonces estaremos juntos siempre.

Versión de Rodrigo Círigo (rev. de la UNAM Punto en Línea, n° 57; AGO-SEPT, 2015).

EL QUE AMA Y HUYE

La mala noticia es que el barco aún no llega;


la buena noticia es que aún no zarpa.
Lo siguen cargando nativos con sombreros cónicos
sobre sus cabezas. Aquí vienen los transistores,
plátanos, durián (fruta que, se dice, tiene olor nocivo),
mamilas, fotocopiadoras y recuerditos,
¡unos tan gloriosos! Nada útil, excepto llaveros,
relicarios que necesitan adornarse, una pelota para meterle vida.

Sin embargo, es difícil no imaginarse la pérdida.


Pienso, aunque no puedo estar seguro,
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que todo esto se está sumando a mi cuenta.
¡Ay de nosotros! Nunca vamos a pagar,
aun así, ni en un millón de años.
Todo es promesa.

Demasiado tarde, actuamos fuera de las rimas necesarias,


tipos honestos, temerosos de Dios, que exhiben el trasero,
ansiosos por aceptar la mano que el destino les deparó
y jugar con ella. Ahora, la tristeza café es la librea
correcta para cuando salimos. Es importante
encontrar una copia de la reproducción y enviársela
o revendérsela, “y con leche”.
Eso era lo más agradable que tenían, feliz cumpleaños.

¿Por eso recibiste un mandato?


Porque me gusta más aquí, cerca del centro.
Te sientas en el sofá.
Toma un vaso de algo.
Vas a oír una ciudad.

Versión de Rodrigo Círigo (rev. de la UNAM Punto en Línea, n° 57; AGO-SEPT, 2015).

FIN

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