Crítica Star Wars
Crítica Star Wars
Crítica Star Wars
El tiempo ha demostrado ser un factor determinante para Star Wars, tanto para los que
participan de forma activa en la franquicia como para los que la vivimos como espectadores.
Con el tiempo, aquel inesperado éxito de taquilla setentero se ha demostrado un referente
indispensable para infinidad de cineastas y artistas de todo calado. El paso de los años hizo que
la opinión generalizada sobre las precuelas cambiase en no pocas ocasiones, de la decepción
inicial al placer culpable, instalándose a última hora en un inesperado: “al menos fueron lo que
George Lucas quiso”.
El tiempo, en esta ocasión por su falta, ha marcado también la pauta de la primera fase de
Disney dentro de la saga. J.J. Abrams fue el primero en bajarse del barco al descubrir que el
calendario de tres estrenos en cinco años era tan acelerado como inamovible. Esas prisas
fueron las responsables del despido que motivó su regreso y, seguramente, sean la causa de
todo lo que no termine de estar bien pensado, rodado o montado en el tríptico sobre Rey y
Kylo del mismo modo que, con toda seguridad, la urgencia por firmar las críticas de este título,
mostrado unas horas antes de la fecha legal de publicación de reseñas, hará que envejezcan
mal. Esta incluida, por supuesto.
Y es que da igual lo mucho que debatamos estas primeras horas -o meses, o años- sobre las
acciones y el destino de sus personajes, sus charcas argumentales o su ruptura con según qué
cánones. Esto es una trilogía de Star Wars contemporánea, creada para llevar al cine a los
convencidos, independientemente de su opinión al respecto, pero, sobre todo, para
enganchar a la generación a la que pertenece: una que todavía no puede dar su opinión pero
que, muy probablemente, defenderá lo que ha supuesto para ellos cuando comiencen a ser
escuchados dentro de un par de décadas.
Y lo podrán hacer con contundencia porque, entre otras cosas, en su aventura han visto crecer
a los personajes encarnados por Daisy Ridley y Adam Driver, dos de las creaciones más
interesantes del universo galáctico. Fueron presentados en Star Wars: El despertar de la
Fuerza, una obligada y efectiva vuelta a los orígenes, y conocimos su conflicto en Star Wars:
Los últimos Jedi, la valiente apuesta por la aventura de ficción espacial que, sin duda, ha
marcado la pauta de Star Wars: El ascenso de Skywalker.
J.J. Abrams no debe estar tan a disgusto con el trabajo de Rian Johnson como parte del fandom
lleva insistiendo dos años. Pese a retomar algunos de sus temas olvidados, no duda en abrazar
la capacidad de su colega para atreverse a avanzar y no quedarse en un mero subrayado.
Gracias a ello, este fin de ciclo espiritual logra hacernos vibrar con piezas conocidas como
hizo el episodio VII, realizando movimientos con la atrevida creatividad del VIII.
Podemos caer en la tentación de seguir pensando en este título fuera del lugar que le
corresponde y lamentarnos por no haber visto una versión de esta película con un año más de
producción, otorgando cuatro meses extra a las fases de escritura, rodaje y montaje que,
posiblemente, nos hubiesen otorgado un producto más redondo. También nos dolerá si nos
paramos a pensar en cómo hubiese sido esto con Leia como maestra presente de Rey pero, de
nuevo, el tiempo jugó a nuestra contra y nos quitó a Carrie Fisher demasiado pronto. Todo
esto nos atribulará en divertidas discusiones que darán igual cuando sus verdaderos dueños,
los futuros defensores de Star Wars: El ascenso de Skywalker, nos hablen de ella cuando el
tiempo, por fin, les de la razón.