Historia de Las Relaciones Entre Iglesia y Estado PDF
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Sidney Z. Ehler
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Del libro: Historia de las relaciones entre Iglesia y Estado, (tr. del ing. Dolores
Sánchez Alen), Madrid, Editorial Rialp, 1966, (Cap. I, pp. 25-40;
Cap. 111, pp. 41 -59) . [Libros de Bolsillo Rialp No. 37].
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HISTORIA DE LAS RELACIONES
ENTRE IGLESIA Y ESTADO
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fue el más alto potentado político de la cristiandad y que como tal poseía mente en los campos militares del Norte, defendiendo la frontera contra
plenos poderes para decidir las cuestiones a él sometidas. A partir de la los bárbaros. En estas circunstancias, puede comprenderse fácilmente que la
herejía de Arriano, en el siglo IV, quedó establecida una especie de ley, tá- actitud del episcopado occidental hacia el Estado fuese distinta de la adop-
citamente aceptada·en Oriente, por la que se reconocía al emperador como tada por los obispos orientales. Con menos disensiones dogmáticas y mucha
máxima autoridad en materia religiosa. Los obispos se avinieron a ello más independencia, la Iglesia occidental no vacilaba, si llegaba la ocasión,
sencillamente porque alguien tenía que ser quien dijera la última palabra en desafiar osadamente al poder temporal. Dos ejemplos, ambos de amplias
en sus disputas. Por otra parte, el emperador se sentía muy complacido de consecuencias para el futuro, vienen a demostrarlo:
imponer su autoridad en este terreno, con el ancestral espíritu romano En la segunda mitad del siglo Iv, uno de los padres más prominentes
de autocracia imperial. Es éste el verdadero origen, más que ningún otro, de de la Iglesia primitiva, San Ambrosio, era obispo de Milán. En esta ciudad
lo.que hoy llamamos cesaropapismo, que vino a convertirse en un severo solían tener la Corte los emperadores de Occidente en aquella época, por
control del poder secular bizantino sobre la Iglesia, no sólo en los asuntos lo que la sede episcopal se mantenía en regular contacto con el supremo
temporales, sino también en los puramente espirituales. La política centra- poder secular. Naturalmente, no dejaban de producirse ciertos choques,
lizada y estable de Oriente servía bien a estos propósitos. En el Imperio pero en ellos no mostró San Ambrosio precisamente un espíritu de sumisión.
Bizantino, Constantinopla era un verdadero centro, tanto político como reli- Por el contrario, su firme actitud en defensa de la autonomía de la Iglesia,
gioso. Allí tenían su residencia permanente el emperador y el patriarca del ius sacerdotale, hizo de él el primer campeón de la Iglesia que con gran
de Constantinopla, el ambicioso jefe del episcopado oriental. Dado que el consistencia ideológica y resultado práctico trazó la línea de demarcación
emperador mantenía al patriarca, así como a todo el episcopado bizantino, entre la jurisdicción espiritual y la temporal.
bajo su supervisión, ejerciendo una influencia decisiva en su elección y des- El arrianismo estuvo bien arraigado en Milán hasta el reinado de Teodo-
titución, toda la Iglesia se hallaba bajo el control del Estado, tanto en los sio I, cuyo edicto del año 380 descargó un duro golpe sobre él en todo el
asuntos doctrinales como en los nombramientos jerárquicos. Así, pues, este mundo romano. Durante el período de ascendiente arrianista, el gobierno
sistema trajo consigo la absoluta supremacía del poder temporal sobre el imperial, obrando bajo presión de los cismáticos, requirió a San Ambro-
espiritual. sio para que entregara su basílica episcopal a los sacerdotes arrianos. Negóse
En Occidente, las condiciones eran muy diferentes. El progreso del cris- a ello el santo, y para justificar su negativa desarrolló la tesis de que "los pa-
tianismo era allí mucho más lento. El grueso de los cristianos se concen- lacios se hallan bajo la jurisdicción de la autoridad secular, pero no las iglesias",
traba en el área donde naciera el cristianismo, esto es, en el Medio Oriente y que "las cosas divinas están fuera del poder del emperador". San Ambro-
helenizado, siendo relativamente pequeño el número de fieles repartidos sio ganó la batalla y conservó su iglesia. Otra victoria suya fue aún más
por las provincias occidentales. Además, en occidente existían pocos cismas, resonante. Tuvo lugar en 390, bajo el emperador Teodosio I, quien, devoto
y las herejías griegas, exceptuando el arrianismo, encontraban allí poco eco. cristiano y católico, había hecho de su religión la religión oficial del Esta-
Por consiguiente, la Iglesia era mucho más compacta en Occidente que en do por el edicto del año 380. Por una razón trivial, habíanse producido
Oriente. A ello coadyuvaba asimismo el hecho de q'ue el poder central no ciertos alborotos en la ciudad de Salónica, en los que un alto oficiál de la
fuera tan potente en Occidente ni tuviera una verdadera capital. Aunque provincia perdió la vida. El emperador dispuso severas represalias que
el Imperio se llamaba romano, Roma había dejado de ser la capital del causaron la muerte a varios miles de ciudadanos de Salónica, a todas luces
Imperio mucho antes de que Constantino transfiriese el centro guberna- inocentes. Aunque no era ésta la primera, ni la última, ni siquiera la mayor
mental a su nueva ciudad del Bósforo. Desde la época de la división del Im- de las matanzas en los anales de la administración provincial romana, causó
perio, los emperadores de Occidente vivían en Milán, en Ravena, o simple- una viva impresión en la opinión pública. El obispo de Milán consideró el
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asunto como un grave caso de conciencia. Lanzando la máxima de que ocupas el lugar de más alta dignidad sobre la raza humana, así y todo debes
"incluso el emperador está dentro de la Iglesia, y no sobre la Iglesia", impu- someterte fielmente a aquellos que tienen a su cargo las cosas divinas y
so una penitencia pública a Teodosio por su injusto acto. Grande fue el defenderlos con objeto de lograr tu salvación. Sabes que en lo que concier-
asombro del poderoso imperator, el último en la historia que gobernó todo ne a la recepción y reverente administración de los Sacramentos, debes obe-
el mundo romano, ante la inusitada pretensión del obispo. Pero finalmente, decer a la autoridad eclesiástica, más que controlarla. Así, pues, en tales
ante la inflexible amenaza de excomunión, acabó sometiéndose, y deponien- materias has de someterte al juicio eclesiástico, en lugar de tratar de do-
do su orgullo imperial confesó y se arrepintió de su pecado públicamente en blegarlo a tu propia voluntad."
la basílica milanesa. Ciertamente, no puede hallarse en estas palabras ni el menor asomo
Todo aquello que se realizaba en las catacumbas, sólo tardó unas cuantas de servilismo a un cesaropapismo. Por el contrario, con ellas se recuerda
décadas en hacerse a la luz de la legalidad. _al emperador que no es más que un miembro de la Iglesia, como cualquier
Nuestro segundo,ejemplo nos lleva a los finales del siglo V, umbral de otro seglar, y que, por tanto, ha de obedecer a los sacerdotes en las cosas
la Edad Media. Otro obispo italiano, el obispo de Roma, también se alzó divinas. "La Iglesia es y seguirá siendo obediente -añade Gelasio en la
en defensa de la Iglesia contra el poder secular. Fue San Gelasio, el papa misma carta- a las leyes seculares en asuntos materiales, pero, en cambio,
Gelasio I, cuyo pontificado pasó por momentos realmente difíciles. En 493, exige que tanto el emperador como su gobierno se sometan a las leyes di-
al comienzo de su pontificado, Italia y Roma cayeron bajo la arrolladora vinas administradas por ella."
oleada de los invasores bárbaros, los ostrogodos. Eran éstos cristianos, aunque Esta fue la primera exposición resumida de lo que estaba destinado a
primitivos, pero como resultado de las anteriores divisiones de la Iglesia, ser la doctrina básica de la Iglesia Católica en sus relaciones con el Estado. Fue
se habían convertido al arrianismo. Así, el papa vino a quedar sometido formulada a fines del siglo V, dieciocho años después de la caída del Impe-
a un régimen no sólo bárbaro, sino también herético. Por otro lado, en el rio Romano de Occidente, o, de acuerdo con el cómputo histórico de los tiem-
Imperio Oriental iba tomando auge otra importante herejía, el monofisismo. pos, dieciocho años después de iniciarse la Edad Media. Desde entonces
Por consiguiente, las relaciones entre el obispo de Roma y Const~ntinopla estos principios han sido más detallados y su forma presente puede expre-
eran bastante tirantes, aunque los romanos de buena gana habrían acep- sarse como sigue: hay dos sociedades perfectamente delimitadas, la Iglesia
tado la ayuda del emperador contra los ostrogodos. Sin embargo, a pesar y el Estado. Cada una de ellas tiene sus propias jerarquías y leyes. Al Estado
de esta difícil y sombría situación, el obispo de Roma alza su voz contra el incumbe proveer a las necesidades exteriores que requiere el bienestar hu-
emperador de Oriente en términos realmente impresionantes. Tanto es así, mano, mientras que a la Iglesia le corresponde ocuparse del aspecto espi-
que después de San Ambrosio, Gelasio I fue el principal creador de los prin- ritual de este bienestar, infundiendo la gracia en las almas de los hombres.
cipios fundamentales en que desde entonces se ha mantenido la Iglesia Iglesia y Estado deben colaborar, y generalmente así lo hacen. Pero en caso
Católica en sus relaciones con el Estado. de conflicto entre ambos, la Iglesia ha de in.sistir en que sean respetadas las
La formulación de los mismos está contenida en una carta que envió leyes divinas, puesto que su propósito y sus fines son superiores al mero
en 494 al emperador de Constantinopla Anastasio I, reprochándole su bienestar temporal de los ciudadanos del Estado.
ayuda a los monofisitas. "Hay dos poderes, augustísimo emperador-dice No se requiere ningún análisis profundo para identificar en esta versión
el papa Gelasio en su carta-, por los que está regido este mundo: la sagra- sociológicamente modernizada los puntos esenciales de la doctrina de Ge-
da autoridad pontificia y el poder real. De ellos, el primero es mucho más lasio, que tiene actualmente una antigüedad de más de mil cuatrocientos
importante, ya que ha de rendir cuentas incluso de los reyes y de los hombres años, doctrina que a pesar de los siglos debe seguir mereciendo el respeto
ante el Tribunal Divino. Pues ya sabes, clemente hijo Nuestro, que aunque a que se hizo acreedora por la valentía con que fue enunciada por prime-
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ra vez. Y esto ocurrió en una cristiandad regida por tres formidables cala- los ~strogodos, en el siglo VI acabó, por último, convertida en una pequeña
midades: los bárbaros, los cismáticos y el cesaropapismo bizantino. Bajo y lepna parte del Imperio Bizantino. Pero una parte tan distante y tenue,
esta influencia conjugada fue surgiendo una diferenciación entre el Occiden- que quedaba abandonada a su suerte cada vez que surgían peligros, tales
te y el Oriente cristianos, y el obispo de Roma puede considerarse como el como los dos ataques contra ella perpetrados por los lombardos en los siglos
intrépido portavoz del episcopado occidental en el punto más importante VII y VIII. Esta decadencia constante de la posición civil de Roma quedaba
de este proceso. Pero no fue únicamente esto. compensada, sin embargo, por la creciente elevación de su obispo. Una larga
Los orígenes de su primacía en la Iglesia de Cristo habían sido más bien serie de papas contribuyeron a ello, algunos de los cuales figuran entre los
modestos. Cuando el cristianismo fue legalmente reconocido por el Imperio hombres más ilustres de su tiempo -como León I y Gregario I, merece-
Romano, Roma, según datos de la época, tenía el menor número de cris- dores de los epítetos de Santo y Magno, respectivamente-; otros no fueron
tia~os de todas las ciudades importantes del Imperio. En toda la mitad occi- más que humildes serví servorum Dei~ pero todos ellos tuvieron conciencia de
dental de éste se calcula que sólo diez por ciento de la población era cris- su.alta misión y de la responsabilidad de su puesto en la Iglesia. El hecho
tiana. Tenemos de esto una prueba implícita en el hecho de que el primer de que ningún monarca residiese en Roma fue, sin duda, algo que favore-
Concilio Ecuménico de la Iglesia fue casi asunto exclusivo de Grecia. 1 Sin ció la.ascensión de los obispos hasta el grado de máxima eminencia. Roma
embargo, a pesar de esta desventaja inicial, sería en Roma, abandonada por era dueña de sí misma, al igual que sus obispos, que podían mantener una
el poder secular en beneficio de otras capitales, y en Occidente, desprecia- duradera y ortodoxa línea de dogmas plenamente respetados en toda la cris-
do por los orientales, donde el extraordinario destino de la Sede Romana tiandad. Su independencia les permitió quedarse al margen de las herejías
alcanzaría su prodigiosa plenitud de continuidad y de gloria. El prestigio griegas e imponer, por medios espirituales, su autoridad doctrinal y su ju-
sobrenatural que a su primer representante dio el Fundador de la Iglesia risdicción canónica a todo el episcopado occidental. Asimismo pudieron
con las palabras: "Te llamarás Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia", hacer de la Iglesia de Roma un centro de intensa actividad misionera evan-
así como el mágico efecto que la palabra "Roma" tenía sobre el mundo por gelizando a España, lnglaterra,Alemania y Europa Central. Y aparte de todos
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ella creado, hicieron que se aceptara desde el primer momento la primacía estos factores, fueron capaces de dar forma a la idea de una Iglesia universal
del obispo de Roma sobre los otros obispos cristianos. En el año 381 d. de que abarcase todos los Estados y naciones, pero libre de toda influencia políti-
J. C., al Segundo Concilio Ecuménico celebrado en Constantinopla-también ca o cesaropapista, como era el ca·so en la órbita oriental de Bizancio.
esta vez prácticamente griego- no le quedó más que aceptar la preeminen- Durante este tiempo· había ido cambiando gradualmente el aspecto de la
cia del obispo de Roma en primer lugar, siguiendo en segundo lugar la del Europa occidental. Entre la mu1titud de reinos bárbaros surgió una podero-
obispo de Constantinopla. sa tribu, los francos, que pronto oscurecieron a todos los otros e impusieron su
Siguieron cuatro siglos de humillaciones y sufrimientos para la antigua poderío a Occidente. Fueron éstos los únicos entre los bárbaros que adop-
ciudad imperial. Después de verse saqueada por los vándalos y subyugada por taron el cristianismo católico, ya a fines del siglo v, durante el pontificado de
Gelasio 1, y cuando todos los otros pueblos teutónicos eran paganos o arrianos.
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De 228 obispos que estamparon sus firmas en el Credo Niceno, promulgado por el Primer Concilio Y no sólo lo adoptaron, sino que hicieron de él el nervio ideológico y fun-
Ecuménico de Nicea, en 325, sólo cinco representaban al Occidente no griego. España, Galia, Panonia, damental de su superioridad sobre los otros teutones. En el transcurso de
Cartago e Italia enviaron un solo obispo cada una. El obispo de Italia era el de Calabria; el obispo de
Roma no asistió al Concilio, pero estuvo representado por dos legados. El resto eran orientales, casi to-
unas pocas generaciones, su talento militar creó un vasto y vigoroso imperio.
dos de habla griega. Asimismo, todos los Primeros Concilios Ecuménicos de la Iglesia se celebraron en El catolicismo era el común denominador en la esfera espiritual y cultural,
Oriente, desde el Primero de Nicea hasta el Octavo Concilio General, que se reunió en Constantinopla así como la fuerza motriz de la expansión hacia el Oriente pagano y de la
en 869. El Primer Concilio Ecuménico que se celebró en Occidente fue el de Letrán, en 1123, después
de que el Concordato de Worms (1122) puso fin a la Lucha de las Investiduras.
defensa contra la amenaza musulmana del Sur.
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Era, pues, natural que bajo estas condiciones Roma, al verse en peligro de encantado de verse relegado únicamente a hacer oración mientras Carloma _
ser conquistada por los lombardos en 752 y abandonada una vez más por el e: b " . g
no se a1ana a en mcrementar el conocimiento de la fe católica" en sus vastos
emperador de Oriente, pidiera ayuda a la nueva y católica potencia de Occi- dominios, ya que la tendencia de los primeros carolingios en relación con la
dente. Ante la inactividad del gobierno bizantino para defender su ciudad, el Iglesia puede resumirse como sigue: legislación teocrática del Estado en ma-
obispo de Roma se hizo cargo del destino de la misma. En Quierzy, Francia, teria espiritual y temporal; adaptación de la religión a la administración del
el papa Esteban III, escapado de Italia, concluyó en 754 su famoso pacto Imperio, como parte de éste, y empleo del clero en la administración un clero
con el jefe franco Pipino el Breve, por el que el pontífice accedió a coronarle naturalmente, nombrado y controlado por ellos. ' '
rey, sancionando con su autoridad espiritual la deposición de la preceden- Esta tendencia, no obstante, se veía mitigada por varios motivos. La fi-
te y degenerada dinastía. A cambio de ello, un ejército franco descendió gura extraordinaria de Carlomagno, profundamente piadoso y puesto a
a Italia, derrotó a los lombardos y el ducado de Roma y otros territorios prue~a tanto en la difusión como en la defensa del cristianismo, hizo que la
italianos hasta entonces pertenecientes a Bizancio, fueron puestos bajo la Iglesia contemporánea se mostrase benévola con las transgresiones hechas
administración del papa y el protectorado del rey franco. Así, pues, en 754, ~ su esfera. Además, el Imperio de Carlomagno nunca llegó a estar centra-
mediada la Edad oscura, fue creado el Estado Pontificio para conservar la lizado hasta el extremo de residir el emperador en la misma ciudad que
independencia política de los papas en estrecha colaboración con la prime- el papa Ytener, por tanto, sometido a éste a su dominante supervisión. Por el
ra potencia católica de la época. contrario, el acuerdo de Pipino fue enteramente respetado por su hijo y el pa-
Otra fecha histórica de esta asociación es el año 800, cuando Carlomagno, pado conservó su autonomía en el Estado romano, llamadoPatn'monium
hijo de Pipino, fue coronado emperador de Occidente en Roma por el papa Petn~ aun después de convertirse Carlomagno en rey de los lombardos y en
León III. Sin embargo, bajo este gran dominador la asociación llegó a ser dueño de casi toda Italia. Por último, tampoco duró largo tiempo este cesa-
demasiado estrecha y a adoptar un marcado aspecto de teocracia secular ropapismo impuesto por Carlomagno. Su supremacía sobre la Iglesia fue un
rayana en cesaropapismo, puesto que el gobierno franco tomó la costumbre fen~meno aislado; sus sucesores no tuvieron fuerza ni ocasión para seguir
de legislar en materia religiosa por medio de leyes generales llamadas capitu- s~ e1emplo. Poco después de su muerte, el inmenso Imperio empezó a de-
laría. Se conserva una carta de Carlomagno al papa León III, que constituye clmar, cayendo en la desintegración y en la anarquía. Durante este proceso
un claro y rudo documento expresivo de esta tendencia. "Nos corresponde a la Iglesia, asimismo en decadencia, pasó de un extremo a otro. Despué;
nosotros - escribía Carlomagno en 796--, con la ayuda divina, defender por de una ~osis excesiva de autoridad por parte del Estado de Carlomagno, se
la fuerza de las armas a la Santa Iglesia de Cristo contra los asaltos del exterior encontro ante un Estado con escaso poder político e incapaz de mantener el
perpetrados por los paganos y las depredaciones de los infieles, así como incre- orden ni la paz. Sobrevino, pues, una nueva "barbarización" del continente
mentar el conocimiento de la fe católica. Y a Vos os corresponde, Santí- de la que tanto el Estado com~ la Iglesia sólo pudieron escapar después d~
simo Padre, ayudar a nuestros ejércitos elevando a Dios vuestras manos, como largos sufrimientos y con la ayuda del feudalismo, una organización social
Moisés, a fin de que por vuestra intercesión, y guiado por Dios, el pueblo radicalmente nueva.
cristiano alcance en todo tiempo y lugar la victoria sobre los enemigos de Su Así, pues, la Edad oscura, pese a su despectiva denominación, produjo,
Santo Nombre, y el nombre de Nuestro Señor Jesucristo pueda ser glorificado al fin Yal cabo, importantes y esperanzadores resultados. Ella dividió al
en el mundo entero." cristianismo en Iglesia Oriental e Iglesia Occidental, y el divergente con-
Lo de las manos "elevadas hacia Dios, como Moisés", como única tarea cepto de las relaciones Iglesia-Estado fue una de las principales causas de esta
asignada al papa, constituía una inquietante proposición. No sabemos cómo diferenciación. En Occidente, el obispo de Roma fue elevado a la máxima
el papa respondería a esta carta, pero sí que no se mostraría precisamente jerarquía de la Iglesia. En los últimos tiempos, la Edad oscura presenció
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la asociación del pontificado romano con la monarquía franca, asociación les en el gobierno interior de la Iglesia. Libertas ecclesiae fue el "slogan" de los
creadora de Europa, ya que fue la cruz romana y la espada franca las que reformadores, y bajo él reclamaron la liberación del tutelaje e influencia del
dieron forma y límites a Europa por muchos siglos. Aparte unas cuantas poder secular en todos los niveles de la organización eclesiástica.
añadiduras periféricas posteriores, en el norte y centro del continente, la me- Este esfuerzo produjo sus frutos. Una serie de saludables medidas intro-
dieval res publica christiana se extendería hasta los límites de la influencia ducidas por ellos en la Iglesia vinieron a constituir, bajo el nombre de "Refor-
política franca y la obediencia espiritual al papa señalados en la Edad Oscura. ma Gregoriana", uno de los más gloriosos capítulos de la historia del cristia-
En este territorio, claramente separado del área oriental de la cristiandad nismo. En ella se disponía el celibato eclesiástico; una reforma monástica, y
bizantina, fue la Edad oscura la que puso los cimientos de la subsiguiente y la elección de papa quedaba de la exclusiva incumbencia de un Colegio Car-
gloriosa era de la Europa medieval, la.de la caballería, las Cruzadas, las órdenes denalicio. Pero esto no era todo. Quedaba por resolver la gran cuestión de la
religiosas, la filosofía escolástica y las catedrales góticas. injerencia feudal en el nombramiento de los dignatarios de la Iglesia: obispos,
abades y el bajo clero, problema de difícil solución para los reformadores.
En algunos países, en Alemania particularmente, la organización feudal
PREDOMINIO DE LA IGLESIA se hallaba de tal modo entrelazada con la Iglesia, que su separación impli-
EN LA SOCIEDAD FEUDAL caba un trastorno incalculable en el funcionamiento de la maquinaria gu-
bernamental. U na obstinada resistencia del poder secular a la libertas ecclesiae
En el siglo XI, cuando el continente europeo se debatía ansiosamente en bus- era, pues, de esperar. Pero los reformadores de la Iglesia no cejaron y se pro-
ca de una nueva organización basada en el sistema feudal, el estado de la dujo un verdadero conflicto entre la Iglesia y el Estado, conocido en la historia
Iglesia era muy precario. En Italia, el papado había caído presa de las intrigas como la Lucha de las Investiduras.
locales en la corrupta sociedad de la aristocracia romana. En toda Europa, El Estado en cuestión era el Sacro Imperio Romano, en el que los reyes
la Iglesia, despojada de su caudillaje, y desorganizada, se hallaba expuesta a la de Alemania habían resucitado la dignidad imperial del Occidente de Europa.
brutalidad y tentaciones del mundo secular. Existía el peligro de que se feuda- El emperador oponente de Gregario VII era Enrique rv, rey de Alemania,
lizara por completo y los obispos se convirtieran en meros barones con títulos quien, por extraño que parezca, no era emperador. Y con esto tocamos un
episcopales; de que los reyes considerasen al clero como subordinados suyos, importante punto revelador de la posición del papado en la Edad Media.
y de que se otorgaran prebendas y beneficios al mejor postor. Todo esto ya Cuando Carlomagno resucitó la dignidad imperial, fue coronado por el papa
estaba sucediendo y no en pequeña escala. Además, existía una tendencia a en Roma, y cuando Otón el Grande la resucitó por segunda vez, fue asimis-
hacer hereditarios los beneficios eclesiásticos, ya que gran número de clérigos mo coronado por el pontífice en la Ciudad Eterna. Estos dos precedentes
estaban casados y tenían hijos sin ningún recato. establecieron una ley a lo largo de toda la Edad Media: la de que nadie
Surgieron ciertos movimientos de reacción contra este estado de cosas. podía ser emperador a menos que fuese coronado por el papa en Roma.
Pero sólo se produjo un verdadero y saludable cambio a la formación en No es difícil darse cuenta, pues, del enorme prestigio que tal prerrogativa
Roma de un grupo de enérgicos reformadores encabezados por el cardenal otorgaba al papado, ya que eran los papas quienes a fin de cuentas decían
Hildebrando, quien en 1073 fue elegido papa con el nombre de Gregario VIL la última palabra en el nombramiento máximo de la persona con mayor
La desmaterialización de la Iglesia fue su principal objetivo. Para alcan- poder de la cristiandad. Considerado el asunto desde este punto de vis,ta,
zarlo, este grupo se propuso acabar con los dos peores males: el casamien- Enrique rv, el adversario del papa Gregario, nunca llegó a ser emperador,
to de los clérigos y la simonía. Por simonía se entendía la venta de beneficios ya que jamás fue coronado por ningún papa legítimo. Sí fue coronado en
eclesiásticos, y en general cualquier intervención de las autoridades feuda- Roma, pero por un antipapa nombrado con tal fin por el propio Enrique
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IV Por consiguiente, aunque generalmente los libros de historia le llaman también que el poder espiritual puede juzgar al poder temporal, condenar-
emperador, esta denominación es incorrecta. Pero una inexactitud como lo si lo merece, y castigarlo, si es necesario. Una vez llegado a estas con-
esta puede ser cómoda para describir una disputa entre dos instituciones, pa- clusiones, no tardó el papa e_n pasar a los hechos en el caso de Enrique rv.
pado e imperio, sacerdotium et imperium. Así, pues, seguimos este camino Erigiéndose en juez del emperador, le juzgó, le encontró culpable y no
trillado de los libros de texto y también le llamamos emperador. titubeó en imponerle el castigo. Hombre animoso y decidido, a Gregorio
El proceso exterior de la Lucha de las Investiduras es un lugar común no le satisfacían las medias tintas. Puesto que Enrique IV había sido halla-
de conocimientos históricos. Es de todos sabido que hubo una gran lucha do altamente culpable en el ejercicio de su poder temporal, el pontífice dictó la
entre el papa y el emperador; que el papa tenía partidarios en Alemania e más severa sentencia: el rey quedaba depuesto de su trono.
Italia; que excomulgó al emperador; que Enrique IV se rindió en Canossa, Ahora bien, esto era algo muy distinto de la excomunión, que es una
pero que más tarde esta guerra volvió a encenderse con mayor violencia y pena puramente eclesiástica. Efectivamente, la referida sentencia era una revo-
medios militares. Todo esto es verdad. Pero menos conocido que estos acon- lucionaria desviación de las leyes públicas europeas. Y como tal, tuvo un
tecimientos épicos es el fondo ideológico del conflicto, que fue lo que le hizo gran éxito. Desde luego, no depuso del trono a Enrique Iv, aunque levan-
tan amargo y violento. Para comprender este fondo es preciso traer a la me- tó contra él una formidable oposición en Alemania e Italia. La enconada
moria al papa Gelasio y su doctrina, mencionados en el capítulo anterior. En lucha entre Gregorio y Enrique acabó sin llegar a resolverse. Gregorio
la doctrina gelasiana había dos puntos principales. El papa exponía clara- murió en el exilio y Enrique murió excomulgado. Y la Lucha de las Inves-
mente al emperador (en este caso el de Oriente, Anastasio I) que incluso al tiduras terminó mucho después de la muerte de ambos, en 1122, por el
emperador se le podían imponer penas eclesiásticas, como a cualquier otro Concordato de Worms. Pero el verdadero triunfo de la desviación iniciada
miembro de la Iglesia, y que los dos poderes, espiritual y secular, son dis- por Gregorio consistió en el hecho de que la Iglesia, purificada y pletóri-
tintos, pero no iguales; que el poder espiritual es de mayor categoría y superior ca de dinamismo gracias a la Reforma Gregoriana, echó mano del preceden-
al secular, porque su fin es el de guiar a los hombres a su salvación. te creado por Gregorio VII, lo transformó en principio y en un período de dos
Gregorio VII hizo amplio uso de esta teoría en la Lucha de las Investidu- generaciones sucesivas lo introdujo en el sistema de la ley pública europea.
ras. En cuanto al primer punto, no vaciló en aplicar una pena eclesiástica, el Así, la Lucha de las Investiduras vino a ser el origen de la llamada jurisdic-
anatema, a Enrique N, siendo el primer hombre de Iglesia que tuvo el valor ción jerárquica de los papas en la Edad Media.
de hacer tal cosa. Bajo el cesaropapismo del Imperio de Oriente, resultaba La jurisdicción jerárquica se basaba en la doctrina del papa Gelasio,
totalmente inverosímil que un obispo se atreviera a excomulgar al emperador. ampliada y perfeccionada por el papa Gregorio VII. Era la tesis de dicha.
En el Imperio de Occidente, ya hemos hablado de San Ambrosio de Milán. doctrina que el Poder de la Iglesia era institucionalmente superior al poder
Pero este santo sólo amenazó con excomulgar al emperador (Teodosio I), secular de los reyes y, por consiguiente, el papa, el más alto representante
mientras que Gregorio VII pronunció el anatema, y con gran efecto, por del poder espiritual, encarnaba una autoridad superior a la de todos los reyes,
cierto, ya que por el mero hecho de su excomunión Enrique IV perdió una representantes del poder temporal. Y siendo superior el papa a éstos, podía
buena parte de ayuda en todo el Sacro Imperio Romano. erigirse en juez suyo, y si los encontraba culpables de faltas graves come-
En cuanto al segundo punto de la doctrina gelasiana, Gregorio VII no se tidas en el ejercicio de su poder secular podía condenarlos e incluso deponer-
contentó con hacer uso de la doctrina tal como era, sino que la completó. los de su trono, si era preciso. Como muestra de ideología legal, la doctrina
Su modo de pensar era el siguiente: los dos poderes, el espiritual y el secular, constituía una atrevida innovación, y se requería gran energía para inculcar-
son distintos, pero no iguales, puesto que el espiritual es superior al otro. la en las mentes contemporáneas. Pero a la Iglesia no le faltaba la necesaria
Por tanto, si esto es así, la referida superioridad lógicamente debe implicar energía. Desde la época de Gregorio VII hasta el final de la Edad Media muchos
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papas hicieron uso de la jurisdicción jerárquica contra una larga sucesión de Bajo estas condiciones, este tipo de jurisdicción pontificia, tan vigoro-
emperadores y reyes. El papa Pascual II la utilizó con el emperador Enri- samente defendido por unos como impugnado por otros, venía a ser una
que V; Alejandro III, contra Federico Barbarroja; lnocencio III, contra el especie de fenómeno legal, una jurisdicción sui generis. Cada vez que se
emperador Otón IV y Juan Sin Tierra, rey de Inglaterra; Inocencio N, contra aplicaba en casos de importancia, invariablemente provocaba un serio con-
el emperador Federico II; Bonifacio VIII, contra Felipe el Hermoso, rey de flicto entre la Iglesia y el Estado con toda su secuela de controversias, po-
Francia; Juan XXII, contra el rey de Alemania Luis de Baviera; e igualmen- lémicas y disturbios políticos. Sin embargo, por lo general los papas man-
te hubo muchos otros casos similares que afectaron a monarcas europeos de tuvieron su superioridad en el transcurso de la Edad Media feudal (aunque
menor importancia. en ciertos casos se llegó a un acuerdo, corno en la Lucha de las Investiduras,
La serie es realmente impresionante, ya que viene a demostrar la asi- a la que puso fin el Concordato de Worms). Mantuvieron su superioridad en
duidad con que los papas empleaban el sistema jerárquico, así como el enorme el sentido de que, en términos generales, consiguieron imponer los princi-
poder dinámico de la Iglesia medieval después de la Reforma Gregoriana. pios de la doctrina jerárquica a la cristiandad occidental como parte de una
Para aplicar la jurisdicción jerárquica se necesitaba un gran vigor y dina- ley que gobernaba su organización internacional, aunque estos principios se
mismo, tanto ideológico como políticamente. Su aplicación no era cosa fácil. vieron violentamente impugnados, a veces, por los acusados sometidos a
Todos los monarcas arriba enumerados eran poderosos caudillos que no se juicio. Más que nada, este triunfo elevó a los pontífices a la encumbrada po-
sometían sin resistencia a las exigencias papales de juzgarlos y quizá de sición de jueces y caudillos del mundo medieval católico. lnicióse así una
despojarlos del trono. Ninguno de ellos reconoció fácilmente la inferiori- era de supremacía del poder espiritual sobre el temporal, de la Iglesia sobre el
dad de su poder secular, arguyendo que eran reyes Dei gratia, por la gracia de Estado, que duraría hasta el final de la Edad Media. 2
Dios, y que su autoridad emanaba de Dios, lo mismo que la autoridad es- Entre las muchas razones que pueden hallarse para explicar el persua-
piritual de la Iglesia. Así, pues, sostenían que siendo su poder diferente y sivo poder de la doctrina papal, hay dos que destacan entre todas. La pri-
estando separado del de la Iglesia, sólo ante Dios tenían que responder de mera es que la doctrina jerárquica se funda en las Sagradas Escrituras, y
sus actos. Echaron mano para ello de ciertos pasajes del Evangelio que, inter- consideramos innecesario subrayar lo que en la devota Edad Media signifi-
pretados con el simbolismo medieval, podían corroborar su tesis. De estos caba la autoridad evangélica. Un argumento apoyado en un texto de los
pasajes sacaron toda una teoría, la teoría de las dos espadas, cristalizada en Evangelios era, en cualquier terreno, incluso en el legal, lo más fuerte que
ciertos versículos de las Sagradas Escrituras en que se habla de las dos es- podía hallarse. La Iglesia, para defender su superioridad sobre los poderes
padas poseídas por los Apóstoles. Siendo la espada el símbolo corriente del seculares, siempre utilizaba el argumento de que era ella a quien de forma
poder medieval, las reyes basaron más de un argumento en el Evangelio
para respaldar su punto de vista de que los dos poderes, representados por 2
Esta superioridad era también un fenómeno sui generis. Ninguno de los monarcas feudales
de la serie arriba enumerada perdió realmente el trono como consecuencia directa de la disposición
las dos espadas, eran independientes uno de otro y que el poder espiritual
papal. Sin embargo, Enrique IV estuvo a punto de perderlo en Canossa, y la caída de los güelfos
no debía injerirse en el temporal. con Otón rv, así como la de los Hohenstaufen con Federico II, se debió principalmente a la acción
Además, en todos los casos los reyes denunciaron la parcialidad de la jerárquica pontificia.Juan Sin Tierra de Inglaterra prefirió no enfrentarse con el papa y se sometió
tan pronto se vio amenazado con ser depuesto, pasando a ser vasallo de la Santa Sede. Los conflic-
jurisdicción jerárquica papal, señalando que los hechos que promovían su tos del papa con Enrique Vy Federico I, Barbarroja, terminaron por un acuerdo satisfactorio para
aplicación eran, por lo general, ofensas hechas a la Iglesia, por lo que el ambas partes. Estos diversos resultados, en general favorables al papado, demuestran las diferentes
papa, representante de la misma, era juez y parte al mismo tiempo, lo cual era formas en que actuaba la superioridad pontificia. Fue en el siglo XIV cuando la eficacia de la doctrina
jerárquica empezó a decrecer, como puede verse en los casos de Felipe el Hermoso de Francia y Luis
totalmente incompatible con los principios de la justicia. de Baviera, de los que se trata en el próximo capítulo.
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decisiva le habían sido encomendados las tareas y los poderes concernien- decretaban la deposición de los reyes culpables declaraban a los vasallos libres
tes a la salvación de los hombres. Para ello sacaba a relucir el famoso pasaje de juramento de obediencia a su derrocado soberano. En algunos casos de
del Evangelio en que Jesucristo dice a San Pedro: "Te entregaré a ti las importancia, esta liberación demostró ser un arma muy eficaz. De este modo
llaves del Reino de los Cielos; y cuanto tú ates en la tierra será atado en el el "poder de las llaves" y el de "atar y desatar", basado cada uno de ello:
Cielo; y cuanto desates en la tierra, será desatado en el Cielo." en un texto evangélico que no podía ser negado ni discutido, se combinaba
Pueden discernirse dos elementos jurídicos en este pasaje. "Te entregaré para prestar a la doctrina jerárquica una fuerza sobrenatural muy difícil
las llaves del Reino de los Cielos", significaba que otorgaba a San Pedro el de contrarrestar.
derecho a abrir y cerrar las puertas del Cielo, o en otras palabras, autoridad Otro importante motivo para la fuerza persuasiva de la doctrina jerár-
para juzgar a todos los hombres (incluidos los reyes) en lo que respectaba a la quica era que ésta no permanecía estática. Después de Gregorio VII, la Iglesia,
vida eterna. De este derecho, los reformadores gregorianos extrajeron otro que, imbuida del espíritu del santo, continuó su expansión. La doctrina grego-
según ellos, era inherente al derecho de abrir o cerrar los Cielos. Sostenían lo riana fue ampliándose y perfeccionándose. San Bernardo de Claraval la
siguiente: "San Pedro, y después el papa, su sucesor, tienen competencia para extendió considerablemente, de modo que la referida doctrina absorbió
juzgar a todos los.hombres en lo concerniente a la vida eterna. Si esto es así, la ya mencionada teoría de las dos espadas. Se basaba esta teoría en un ver-
cuánto más no podrá juzgar a todos los hombres en lo que respecta a su vida sículo del Evangelio de San Lucas (22, 38) relativo a cómo Nuestro Señor,
terrenal, que para todo cristiano es sólo la preparación para una vida futura y antes de dirigirse al Monte de los Olivos después de la última Cena, fue infor-
mucho menos importante que esta última." Una vez admitida, esta interpre- mado por los apóstoles de que tenía dos espadas con ellos: "Señor, considera
tación procuraba una excelente base para imponer la jurisdicción sobre todo que aquí hay dos espadas", él replicó: "Es bastante".
poder temporal, ya que autorizaba al papa a juzgar a todos los hombres, los En esta breve expresión, difícil de comprender meramente a través del
reyes incluidos, por cuantos actos cometieran en su vida terrena, tratárase de texto bíblico, los pensadores medievales habían empezado a ver un pro-
cuestiones personales o políticas. Este era el primer elemento jurídico conte- fundo significado simbólico ya desde los tiempos de Carlomagno. Y de una
nido en el pasaje anterior. manera general habían venido a coincidir en dos cosas: que las dos espadas
El segundo quedaba encerrado en las palabras: "Y cuanto tú ates en mencionadas por los apóstoles simbolizaban los dos poderes, el espiritual y
la tierra ... " Estas palabras otorgaban a San Pedro un ilimitado poder de el temporal; y que Jesús quiso dar en su respuesta a los apóstoles un pro-
atar y desatar, o de establecer y anular cualquier relación entre los hombres, fundo concepto concerniente a los dos poderes y a su modo de gobernar a
la humanidad. El emperador Enrique rv, y después de él otros emperadores,
incluidas aquellas basadas en la ley secular. Los reformadores gregorianos
interpretaban este pasaje del Evangelio como una expresión de voluntad
no tardaron en darse cuenta de la importancia política de esto para la prácti-
divina de que los dos poderes habían de ser independientes uno de otro.
ca aplicación de su doctrina jerárquica. Observaron que el poder monár-
En el siglo XII, sin embargo, San Bernardo de Claraval dio a estas palabras
quico del Estado feudal se apoyaba en contratos bilaterales de vasallaje entre
el significado de que Nuestro Señor confiaba ambas espadas a la Iglesia, con
el rey y sus vasallos inmediatos. Por consiguiente, una sentencia papal di-
lo que confería a ésta absoluto poder en el mundo; pero San Bernardo enseñó
solviendo estos lazos entre un rey jerárquicamente condenado y sus vasallos
al mismo tiempo que la Iglesia debía abstenerse de hacer uso directo de la
sería un poderoso medio de coacción moral, capaz de reforzar las senten-
espada temporal, que se tiñe necesariamente de sangre humana. 3
cias de la jurisdicción jerárquica. En realidad, era una invitación a los vasallos
a que repudiasen al rey condenado y lo reemplazasen con otro. No iba a de-
3
jarse en desuso tan valioso medio. A partir de la Lucha de las Investiduras Existen dos citas entresacadas de documentos oficiales que pueden servir para discernir clara-
mente las razones en que se basaban ambas partes. La primera procede de una carta circular dirigida
no cesaron los papas de pronunciar sentencias que al mismo tiempo que por Enrique N de Alemania a los obispos alemanes en 1076, en plena Lucha de las Investiduras, y
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Inmediatamente, los polemistas de la Iglesia empezaron a propagar Otro efecto importante de la doctrina de San Bernardo se relacionaba
la doctrina de San Bernardo como inseparable del sistema jerárquico esta- con la posición internacional, o mejor dicho, supernacional, del papado. Si
blecido por Gregorio VII. Sostenían que Nuestro Señor otorgó todo poder los promotores de esta doctrina dijeron que todo poder le fue conferido a
en la tierra a la Iglesia, la cual lo posee de tal modo que ejerce el poder es- la Iglesia, en la práctica esto quería decir que el papa tenía poder absoluto
piritual directamente, al tiempo que deja, o mejor dicho, cede, el ejercicio como jefe supremo y representante de la Iglesia. Significaba que el papa
del poder temporal a los reyes. Pero si cede este poder a los reyes se reserva, era el originario poseedor de todo poder en el mundo. Así, en la teoría de
en cambio, el derecho a supervisarlo y a intervenir - por medio de la ju- las dos espadas expuesta por San Bernardo y sus seguidores, se delinea ya la
risdicción jerárquica- en caso de abuso del mismo.
silueta de la famosa concepción de la plenitudo potestatis, plenitud del poder
Verdaderamente esta doctrina era de largo alcance y hubo de ser mitigada,
pontificio. De acuerdo con la versión eclesiástica de la teoría de las dos es-
tanto más cuanto que sus promotores no pretendían que la Iglesia contro-
padas, el papa poseía, en principio, poder absoluto en el mundo, pero delega-
lase o supervisase todos los actos gubernamentales de cada rey. Suponían
que normalmente el poder_secular sería ejercido de manera satisfactoria ba el poder temporal en los reyes, sujeto aquél a su supervisión general y
desde el punto de vista de la Iglesia. Su insistencia, pues, se centraba más ocasional intervención.
bien en el principio del origen de los dos poderes, del que se podían extraer El gradual desarrollo de estas ideas requirió cierto tiempo. Empezó con
argumentos convincentes en caso de necesidad. Pero aún así la teoría era San Bernardo en la primera mitad del siglo XII. Al final de éste y a principios
bastante amplia. En primer lugar, era una notable perfección de la doctri- del XIII, Inocencio III, uno de los papas más grandes de la Edad Media, da
na jerárquica. Hasta entonces, como hemos visto, los monarcas, cuando un formidable impulso a las ideas jerárquicas y las lleva a la práctica en múl-
eran requeridos por la justicia jerárquica, generalmente objetaban que su tiples formas. La expresión plenitudo potestatis, que pronto se incorporó a
poder era aparte del de la Iglesia, que Dios se lo había otorgado directa- la ley europea, fue una noción familiar y general debida a él en gran parte.
mente y que sólo ante Él eran responsables. Por lo que la Iglesia no debía Por último, en los comienzos del siglo XIV, esta ideológica evolución culmi-
intervenir. Para decidir el conflicto, echaban mano de la misma teoría de las nó bajo otro gran papa, Bonifacio VIII. A él se debe una notabilísima expo-
dos espadas, explicada a su manera. Pero ahora su teoría quedaba deshecha
sición de la doctrina jerárquica, concisa, comprensible y autorizada, ya que
por la moderada interpretación de la misma.
emana del propio papa. Esta exposición fue puesta de manifiesto a través
de la conocida bula Unam sanctam, lanzada contra Felipe el Hermoso de
la segunda pertenece a la bula Unam sanctam, publicada por el papa Bonifacio VIII en 1302, cuando
Francia en 1302, durante el conflicto entre ambos relativo al estado legal
el papado se hallaba en el ápice de su prestigio jerárquico. El rey Enrique IV decía en su carta: "el
santo mandato de Dios --despreciado por el papa Gregorio VII-, según el cual la monarquía y el del clero francés. Prestemos atención a las palabras de este documento, en
sacerdocio no deben estar en manos de uno solo, sino como dos que son, en manos de dos. El propio las que se trasluce la poderosa energía de la Iglesia medieval.
Salvador lo insinuó así simbólicamente en su Pasión, para significar la suficiencia de dos espadas.
Cuando le dijeron: 'Señor, que aquí hay dos espadas', él replicó: 'Es bastante'. Por esta suficiente "Nos enseñan las palabras del Evangelio que en la Iglesia y en su poder
dualidad quería dar a entender que una espada espiritual y otra carnal debían ser empuñadas de~tro hay dos espadas, una espiritual y otra temporal. Pues cuando los apóstoles
de la Iglesia, a fin de amputar con ellas todas las cosas dañinas; con la espada sacerdotal, para que
dijeron 'Señor, aquí hay dos espadas' --quiere decir en la Iglesia, puesto que
el rey, por amor de Dios, fuera obedecido; con la espada real, para que los enemigos exteriores
de Cristo fueran vencidos y que en el interior todas las gentes obedecieran al clero. Así lo enseñó son los apóstoles quienes hablan- , el Señor no contestó que eran dema-
Él y del mismo modo nos enseñó que este amor debe ser recíproco entre ambos, de manera que el siadas, sino bastantes. Y aquel que niegue que la espada temporal esté en
rey no se vea privado de la honra que se debe al clero, ni éste de la debida al rey." A tenor de este
concepto se deduce la mutua independencia y colaboración. Un tono distinto, el de la supremacía y
poder de Pedro, ha entendido mal la palabra del Señor cuando dice: 'Mete
la correspondiente subordinación a ella, se desprende de la bula de Bonifacio VIII. La parte más tu espada en la vaina'. De donde se deduce que ambas están en poder de la
sobresaliente se cita más adelante, al final del presente capítulo.
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Iglesia, esto es, la espada espiritual y la material;4 una, para ser empuñada
realmente por la Iglesia; la otra, para la Iglesia. La primera, por el sacerdote;
la última, por la mano de reyes y caballeros, pero con la aquiescencia del
sacerdote, pues es preciso que una espada esté por encima de la otra, como . LA FILOSOFÍA ESCOLÁSTICA
lo está la autoridad espiritual sobre la temporal. Pues cuando el apóstol
dice: 'No hay poder que no emane de Dios y todos (los poderes) que existen,
están por Él decretados', éstos no habrían sido creados a menos que una espa-
Josef Pieper
da estuviera por encima de otra y la inferior, digámoslo así, fuera contenida
por la otra para ser guiada a la ejecución de ilustres hazañas. -Debemos
reconocer que el poder espiritual aventaja a cualquier poder terrenal en
dignidad y nobleza, ya que las cosas espirituales están por encima de las
temporales. -Pues es verdad comprobada que el poder espiritual es el que
ha de designar al poder temporal, y juzgarlo, si éste no es bueno. Así se
verifica la profecíá de Jeremías referente a la Iglesia y al poder de la Iglesia:
'He aquí que te he colocado hoy sobre las naciones y los reinos .. .'".
Estas palabras, así como toda la bula Unam sanctam, pueden ser con-
sideradas como la culminación de la teoría jerárquica, como el ápice de la
soberanía de la Iglesia medieval sobre el Estado feudal. Pero una cumbre
es algo a lo que primero se sube y de lo que luego se desciende. Así ocurría
en este caso; una vez alcanzada la cumbre, era inevitable el descenso. La
cuesta abajo del prestigio de la Iglesia no tardó en iniciarse después de
la promulgación de la bula Unam sanctam. En realidad, empezó con el ver-
dadero conflicto Iglesia-Estado, entre Bonifacio VIII y Felipe IV de Francia,
conflicto que dio origen a la bula. Una vez iniciado el descenso, siguió éste
un curso lento, pero implacable, hasta que tres cuartos de siglo más tarde un
fatal suceso vino a provocar irreparables estragos en todo el sistema jerár-
quico. Fue el Gran Cisma, seguido de su ideológico vástago, el Movimien-
to Conciliar.
' La lógica del argumento extraído de las palabras sagradas: "Mete ru espada en la vaina", puede
interpretarse bien con ayuda de la siguiente cita de una obra del papa Inocencio IV (1243-1254): "Las
dos espadas de la doble administración (temporal y espirirual) están en manos de la Iglesia fiel. Aquel
que no esté en el seno de esta Iglesia (por ejemplo, los excomulgados o los herejes) no puede poseer D el libro: Filosofía medieval y mundo modemo, (tr. del al. de Ramón Cercós),
ninguna. Ni ninguna de las dos puede ser sustraída a la legal posesión de San Pedro. Pues Nuestro
Madrid, Rialp, 1973, (Cap. I, pp. 17-29; Cap. VII, pp. 122-131;
Señor no dijo al apóstol: 'Tira esa espada', sino 'Mete de nuevo ru espada en la vaina', o en otras palabras,
'De aquí en adelante no ejerzas este derecho (el poder temporal) por ti mismo'. Al decir tu espada, es Cap. VIII, pp. 132-133, 138-143; Cap. XII, pp. 182-195. Tabla
que ésta pertenece a San Pedro, y a nadie más." cronológica, pp. 197-201).
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