Estudio de La Liturgia
Estudio de La Liturgia
Estudio de La Liturgia
Conjunto de prácticas establecidas que regulan en cada religión el culto y las ceremonias
religiosas.
"liturgia bizantina; liturgia cristiana; liturgia romana; la liturgia de la misa"
La Santa Misa es la fiesta de los cristianos en donde se glorifica a Dios y a su hijo Jesucristo. La
misa es considerada un acto sagrado por los feligreses católicos-cristianos. En la santa misa se
pone de manifiesto la Eucaristía, sacramento de la sangre y del cuerpo de Jesucristo con el pan y el
vino.
Forma, junto con la Liturgia Eucarística, los dos ejes centrales de la celebración de la Santa
Misa. La Liturgia de la Palabra es la parte que sigue a los ritos iniciales de la Eucaristía.
1. La proclamación de la Palabra
La proclamación de la Palabra se remonta a la historia del Pueblo de Israel. Durante varios
siglos, las leyes, costumbres, la alianza y las promesas de Dios a su Pueblo, así como las
tradiciones se fueron pasando oralmente de generación en generación. Con el destierro y la
crisis de valores, los israelitas percibieron la necesidad de poner por escrito todas las
tradiciones. Hacia el Siglo VI antes de Cristo, surgió la experiencia de la sinagoga. El pueblo
reunido escuchaba la Palabra de Dios, haciendo de la Palabra escrita y proclamada, una
palabra viva. Esa costumbre de las reuniones sinagogales fue transmitida a las primeras
comunidades cristianas (1), y continúan hasta ahora en nuestras celebraciones litúrgicas,
aunque bajo otro esquema. Lo que no ha cambiado es que en cada lectura, Dios habla a Su
Pueblo: “En diversas ocasiones y bajo diferentes formas, Dios habló a nuestros padres por
medio de los profetas, hasta que en estos días, que son los últimos, nos habló a nosotros por
medio de Su Hijo. (2)
El Concilio Vaticano II pidió que se abrieran los tesoros de la Sagrada Escritura para el
enriquecimiento espiritual del pueblo cristiano. (3) La Iglesia eligió los libros del Antiguo
Testamento para que fueran proclamados en el primer momento (primera lectura) para tener
un encuentro con fragmentos de la Ley Mosaica, episodios de la historia de Israel, de los
libros proféticos o de algunas frases de la sabiduría popular del pueblo elegido. Todos ellos
nos hablan del Mesías que los profetas esperaban. Después del salmo, sigue la proclamación
de los escritos de los apóstoles (segunda lectura), es decir, los primeros testigos de Cristo.
Con el título de “epístola” se designan las cartas que los apóstoles dirigen a las primeras
comunidades cristianas que se formaron y a través de ellas les exhortan, enseñan, amonestan
y dirigen para que no se pierda la fe que les han transmitido.
El número de lecturas varía de acuerdo al día, tenemos dos lecturas en los días de la semana,
tres lecturas los domingos y en las celebraciones especiales de la Vigilia Pascual o
Pentecostés podemos tener siete. La actitud correcta de cada uno de los cristianos que
escuchamos la Palabra de Dios debería ser la misma del profeta Samuel: “habla Señor, que
tu siervo escucha” (4) y al término de la proclamación, que no lectura propiamente dicha, los
cristianos unidos en asamblea responden “Te alabamos Señor” dando realmente gracias a
Dios que quiso de nuevo hablar a Su Pueblo con palabras de amor.
2. El Salmo
El Salmo es un elemento bellísimo de la liturgia de la Palabra que se conoce como
“responsorial” o “gradual”. Es una oración que fue escrita para cantarse y tiene por base el
libro de los salmos, que contiene 150 poesías cuyo autor es el pueblo de Israel en su conjunto
y que constituyen un legado para el pueblo cristiano. Existen varias formas de proclamarlo:
1) El salmista o un lector proclama los versículos del salmo y la asamblea responde la
antífona prevista en el leccionario, que es el libro litúrgico en varios volúmenes clasificados
según los ciclos de la liturgia, que contiene la Palabra de Dios. 2) El salmista canta la antífona
y proclama el salmo a lo que la asamblea responde recitando de memoria la antífona
intercalándola entre los versículos. 3) El salmista canta la antífona y la asamblea la repite.
Luego el salmista canta todo el salmo, canta nuevamente la antífona y la asamblea responde
repitiéndola.
¿Qué es el salmo?
En los salmos encontramos una manera de aprender a orar a través de la alabanza y la petición
a Dios. En la celebración de la liturgia, el salmo es la respuesta a la primera lectura; es como
si Dios nos diera sus propias palabras para responderle.
La proclamación del Evangelio, es decir, la Buena Nueva, debe ser el momento de mayor
gozo en la liturgia de la Palabra, pues las dos anteriores y el salmo, nos han preparado para
escuchar al mismo Cristo hablando a Su Pueblo. Cada domingo con la lectura de un párrafo
de alguno de los Evangelios, conocemos más a Cristo, el Señor. Oigámosle de pie en señal
de respeto, pues es el pensamiento y la palabra misma de Cristo lo que podemos escuchar.
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Los libros de los evangelios son cuatro y corresponden a lo que pusieron por escrito los
apóstoles San Mateo y San Juan, además de San Lucas, compañero de San Pablo y Marcos,
discípulo de Pedro.
Todas estas lecturas, lo mismo que el salmo responsorial se hacen desde el ambón, la mesa
de la Palabra de Dios y “Cuando se leen las sagradas Escrituras en la Iglesia, Dios mismo
habla a su pueblo, y Cristo, presente en su palabra, anuncia el Evangelio.» (5)
4. La homilía
El Concilio Vaticano y la Renovación de la Iglesia precisan lo que debe ser la homilía: una
conversación familiar por la que el pastor de almas alimenta a su rebaño y le ayuda a aplicar
en las circunstancias concretas de la existencia el mensaje del Evangelio. La homilía debe
revelarnos la voluntad de Dios, expresada en la Palabra, debe ayudar a tomar conciencia de
ella, explicando, anunciando, exhortando y animando a la comunidad reunida, pero siempre
aplicando el mensaje revelado a la vida diaria.
¿Qué es la homilía?
En los documentos del Concilio Vaticano II encontramos lo que la homilía es: «Aunque la
palabra divina en las lecturas de la sagrada Escritura se dirija a todos los hombres de todos
los tiempos y sea inteligible para ellos, sin embargo, su más plena inteligencia y eficacia se
favorece con una explicación viva, es decir, con la homilía, que viene así a ser parte de la
acción litúrgica»(6) y “,y goza también de una cierta presencia del Señor, como afirma el
papa Pablo VI: «(Cristo) está presente en su Iglesia que predica, puesto que el Evangelio que
ella anuncia es la Palabra de Dios y solamente se anuncia en el nombre, con la autoridad y
con las asistencia de Cristo…»(7). Escuchemos con atención la homilía, pues en ella es Cristo
Maestro quien está enseñando a Su Pueblo.