Teoria Política Dewey
Teoria Política Dewey
Teoria Política Dewey
y
M etateoría
METAPOLÍTICA VOL. 5/NÚM. 19/pp. 11-31
La democracia como
cooperación reflexiva
John Dewey y la teoría de la democracia del presente *
AXEL HONNETH **
* Traducción de Carlos Emel Rendón y Sergio Muñoz, para Estudios Políticos de la Universidad de Antioquía, Colombia.
** Profesor de la Universidad Goethe de Frankfurt y uno de los animadores más importantes de la nueva Teoría Crítica. El
autor agradece a Pieter Niesen y, como siempre, a Hans Joas, las observaciones críticas, las continuas sugerencias y los
útiles comentarios.
1
Con esta caracterización de la situación me asocio, de cierta manera, al diagnóstico habermasiano en el cual el liberalismo
y el republicanismo son concebidos como los dos paradigmas hoy predominantes de una teoría del Estado de derecho
democrático (J. Habermas, Faktizität und Geltung, Frankfurt/M., 1992, cap. VI, pp. 342 y ss. Versión castellana: Madrid,
El circo (Jazz), (detalle), 1943, Matisse.
Trotta, 1998); si se añaden a estas dos alternativas el concepto de procedimiento de la democracia desarrollado por Habermas,
resulta entonces la imagen que he puesto como fundamento de dos posturas democráticas radicales, las cuales intentan
defender hoy, desde dos lados contrapuestos, una idea normativamente sustancial de la formación democrática de la volun-
tad frente a una comprensión liberal de la política. Por supuesto, tales formaciones unificantes de conceptos —liberalismo,
republicanismo, procedimentalismo— conllevan siempre el peligro de una simplificación excesiva: fácilmente se pierden
de vista las diferencias y limitaciones, con las cuales se intenta respectivamente en las distintas posiciones debilitar es-
tereotipaciones apresuradas. Cuán difícil es, además, clasificar determinados autores en las posiciones conscientemente
estilizadas, lo pone de manifiesto precisamente la postura obstinada de Ingeborg Maus: aquí es desarrollada, partiendo de
un concepto normativo de los derechos subjetivos, que se entienden en el sentido liberal como rechazantes del Estado, una
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idea de la participación de base democrática, la cual, ciertamente, comparte con el republicanismo la orientación empática
por la participación directa, pero no quiere vincular a ésta con las exigencias éticas de la disposición individual de participa-
ción (Cfr., por ejemplo, de I. Maus, “Naturrecht, Menschenrecht und politische Genechtigkeit”, en Dialektik, 1994, pp. 9-
18; “Freiheitsrechte und Volkssouveranitat”, en Rechtscheorie, vol. 26, pp. 507-562). El modelo de democracia desarrollado
por mí con ayuda de la concepción madura de Dewey, contiene, por supuesto, indirectamente también una crítica a la
posición representada por Ingeborg Maus.
2
En lo sucesivo, cuando haga referencia al modelo de la democracia “procedimental”, me estoy refiriendo, por supuesto,
sobre todo al concepto desarrollado por J. Habermas, Faktzität und Geltung, op. cit.; cfr., además a continuación: S. Benhabib,
“Ein deliberatives Model democratischer Legitimitat”, en Deutsche Zeitschrift für Philosophie, núm. 1, 1995, pp. 3-29.
Cuando en lo sucesivo haga referencia al modelo de la democracia “republicano”, tendré presente, sobre todo, el modelo de
la democracia desarrollado indirectamente por H. Arendt, Über die Revolution, Munich, 1973; en cierto modo también a
continuación: M. Sandel, Liberalismus oder Republikanismus, Wien, 1995. Que yo no represente aquí la teoría de la “socie-
dad civil” como una postura independiente de un modelo radical democrático está relacionado con el hecho de que sus
representantes, según mi convicción, oscilen notoriamente entre procedimentalismo y republicanismo. Consultar para esto
las indicaciones en A. Honneth, “Fragen der Zivilgesllschaft”, en Desintegration, Bruchstúcke einer soxiologischen
Zeitdiagnose, Frankfurt/M., 1994, pp. 80-89.
3
Para estas diferencias cfr.: S. Benhabib, “Modelle de offentlichen Raum. Hannah Arendt, die liberale Tradition und Jürgen
Habermas”, en Selbst im Kontext, Frankfurt/M., 1995, pp. 96-130.
4
Cfr. J. Habermas, op. cit.
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5
Consultar para esto, por ejemplo, R. Forst, Kontexte der Gerechtigkeit, Frankfurt/M., 1994, cap. III.2.
6
J. Habermas, op. cit., pp. 349 y ss.
7
Para estas diferencias, cfr. R. Forst, op. cit., cap. II.3.
8
Para el contexto biográfico, histórico y teórico consultar las dos nuevas obras estándar: R.B. Westbrook, John Dewey and
American Democracy, Ithaca y Londres, 1991; S.C. Rockefeller, John Dewey, Religious Faith and Democratic Humanism,
Nueva York, 1991.
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una comunidad que se organiza a sí mis- Dewey concibe la democracia como una
ma.9 Por otra parte, la teoría de la demo- forma reflexiva de la cooperación colecti-
cracia procedimental no tiene ningún va, puede entonces —tal es en resumidas
inconveniente para apoyarse en la concep- cuentas mi tesis— reunir los dos elemen-
ción de Dewey, debido a que en ella la tos de la deliberación racional y de la
orientación por procedimientos radicales comunidad democrática en su concep-
de solución de problemas juega un papel ción, los cuales, en la situación actual de la
incomparablemente más grande, que en teoría de la democracia, están apartados
otros modelos de la opinión pública de- uno de otro en dos posiciones contrapues-
mocrática.10 Un presupuesto de mi tesis, tas. Quiero, en primer lugar, presentar la
según la cual la teoría de la democracia teoría de la democracia del joven Dewey
de Dewey contiene una tercera alternati- en la que se empieza a perfilar la idea del
va para la comprensión política del libe- origen de la esfera de la cooperación so-
ralismo, debe consistir, según esto, en cial; dependiendo todavía fuertemente de
probar la inconveniencia de estas dos Hegel y en un sorprendente paralelo con
formas de acaparamiento: en ellas se dis- el joven Marx, la idea de la autoadminis-
cute —así deseo mostrarlo indirectamen- tración democrática es deducida aquí de
te— sólo una de las dos partes de la teoría manera tan directa de las premisas de una
de Dewey, cuya síntesis integra en una división cooperativa del trabajo, que la
única concepción lo principal de su posi- esfera central de un establecimiento po-
ción. Naturalmente, para poder compren- lítico de la libertad comunicativa per-
der cómo piensa conjuntamente Dewey manece sin ser mencionada (I). En un
en su concepción los procedimientos re- segundo paso, quiero mostrar cómo Dewey,
flexivos y la comunidad política, y cómo siguiendo sus trabajos epistemológicos,
articula la idea de una liberación demo- llega poco a poco a aquella concepción
crática con la representación de fines procedimental de la opinión pública de-
colectivos, se requiere ante todo el escla- mocrática que encuentra una forma madu-
recimiento de una premisa, mediante la ra en su libro The Public and its Problems;
cual se distancia radicalmente de las otras lo que hoy en día ante todo resulta inte-
versiones de una teoría de la democracia: resante en este modelo maduro, así lo quiero
a diferencia del republicanismo y del pro- exponer, es el hecho de que los procesos
cedimentalismo democrático, Dewey se de la formación democrática de la volun-
orienta en su empresa de establecer los tad son concebidos como el medio racio-
principios de una amplia concepción de la nal, con los cuales una sociedad integrada
democracia, no según el modelo de la de- cooperativamente intenta solucionar sus
liberación comunicativa, sino según el propios problemas (II). Al hacer resaltar
modelo de la cooperación social. Es esta la conexión interna entre cooperación y
idea la que servirá de guía para mi inten- democracia he llegado al punto que me
to de una reconstrucción: puesto que permite, en un último paso, introducir la
9
Cfr., por ejemplo, las reflexiones en A. Ryan, John Dewey and the High Tide of American Liberalism, Nueva York, 1995,
pp. 358 y ss.
10
Cfr., por ejemplo, las diferentes referencias a Dewey en: J. Habermas, op. cit., pp. 211 y 369.
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Para esta contraposición de los modelos individualistas y comunicativos de la libertad personal cfr.: A. Wellmer,
“Freiheitsmodelle in der modernen Welt”, en Endspiele: Die unversöhnliche Moderne, Frankfurt/M., 1993, pp. 13-53.
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Cfr. H. Arendt, “What is Freedom?”, en Between Past and Future, Harmondsworth, 1997, pp. 173-196; de la misma
autora: Vita activa oder Vom Tätigen Leben, Stuttgart, 1960, en particular cap. II y V; J. Habermas. “Volkssouveränität als
Verfahren”, en Faktizität und Geltung, op. cit., pp. 600-631; del mismo autor: Faktizität und Geltung, op. cit., cap. III.
13
J. Dewey, “The Ethics of Democracy”, en The Early Works, Carbondale and Edwardsville, 1969, pp. 227-249. La obra de
Dewey la citaré, como no se indique otra cosa, en lo sucesivo según la edición de las obras completas que apareció en
Carbondale and Edwardsville; utilizaré las siguientes abreviaturas: EW: The Early Works, 1882-1898; MW: The Middle
Works, 1899-1924; LW: The Later Works, 1925-1953.
14
Ibid., pp. 229 y ss.
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del problema del orden social, aquel con- contribuyen a la conservación de la so-
cepto de la democracia que Hobbes había ciedad. Si la convivencia social se repre-
desarrollado con su construcción contrac- senta según dicho modelo, entonces, para
tualista. En principio, para Dewey, con la Dewey, ciertamente, resultan determina-
explicación de un tal parentesco, se prue- das consecuencias no sólo con respecto
ba que la democracia no puede llegar a al concepto de la autonomía personal,
ser entendida instrumentalmente como un sino también en relación con el concepto
principio numérico de la formación del del gobierno político; ambos conceptos
orden estatal; la idea de que la vida social tienen que ser pensados como relaciona-
debe realizarse con anterioridad a la for- dos entre sí, porque con la existencia de
mación de la unidad política sin ninguna la cooperación social existe una forma
asociación previa entre los individuos, es de bien común compartido, cuyas perso-
para Dewey completamente irreal, una nificaciones contrapuestas tienen que pen-
mera ficción.15 De ahí que, en la segun- sarse como la libertad individual y política
da parte de su artículo, invierta en cierta estatal. Cada miembro de la sociedad re-
forma el sentido de la pregunta, al inten- presenta una “personificación vital” —a
tar explorar la comprensión de la demo- vital embodiment17— de los fines socia-
cracia que debe resultar bajo el presupuesto les, en tanto coopera con la división del
de una previa intersubjetividad de la vida trabajo mediante su propia actividad en
social. la conservación de la sociedad; de ahí que
El concepto de sociedad con el cual a cada miembro de la sociedad le corres-
Dewey se guía para este proyecto de una ponde no sólo una parte de la libertad po-
teoría alternativa de la democracia, está sibilitada socialmente, sino que también,
aún, como todos sus escritos juveniles, como particular, dispone de la soberanía
bajo la fuerte influencia de Hegel; así, plena mediante la cual todos en común,
aquella intersubjetividad, en cuyo marco como un pueblo, se convierten en los por-
se realiza siempre la vida social, debe ser tadores soberanos del poder. No sin orgu-
representada según el modelo de un “or- llo, Dewey muestra que esta idea, de una
ganismo social” en el cual cada indivi- personificación de la soberanía popular
duo coopera mediante su propia actividad en cada ciudadano particular, representa
en la reproducción de la totalidad.16 El el aporte central con el cual ha contribuido
primer hecho, a través del cual es caracte- la Revolución americana a la historia de las
rizada toda forma de sociedad, consiste en ideas políticas: “and this is the theory, often
la existencia de la cooperación; bien sea crudely expressed, but none the less true
de una manera desorientada o no planifi- in substance, that every citizen is a so-
cada, aquí los individuos se relacionan vereign, the American theory, a doctrine
entre sí en la medida en que realizan fun- which in grandeur has but one equal in
ciones de acuerdo con la división del tra- history, and that its fellow, namely, that
bajo, las cuales, tomadas en conjunto, every man is a priest of God”.18
15
Ibid., pp. 231 y ss.
16
Para el contexto teórico muy apropiado: R.B. Westbrook, op. cit., parte primera, cap. 2 (pp. 33-57); cfr., también, A.
Ryan, op. cit., cap. 3.
17
J. Dewey, The Ethics of Democracy, op. cit., p. 237.
18
Idem.
17
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22
Ibid., pp. 243 y ss.
23
A este elemento de la temprana teoría de la democracia corresponde el concepto positivo de la libertad, el cual Dewey ha
intentado desarrollar simultáneamente como un ideal de la autorrealización en su ética influenciada por T.H. Green. J.
Dewey, “Outline of a critical Theory of Ethics” (1891), en EW, pp. 239-388; cfr., además, J. Welchman, Dewey’s Ethical
Thought, Ithaca y Londres, 1995, cap. 1 y 3.
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24
J. Dewey, The Ethics of Democracy, op. cit., pp. 244 y ss.
25
Para el ideal de la democracia del joven Marx consultar críticamente: E. Michael Lange, “Verein freier Menschen,
Democratie, Kommunismus”, en E. Agehrn y G. Lohmann (ed.), Ethik und Marx. Moralkritik und normative Grundlagen
der Marxsichen Theorie, Königstein/Ts., 1986, pp. 102-124; una crítica muy convincente del concepto marxista democrá-
tico en un sentido amplio la suministra: R. Zimmermann, Utopie–Raitonalität-Politik, Zu Kritik, Rekonstruktion und
Systematik einer emanzipatorischen Gesellschaftstheorie bei Marx und Habermas, Freiburg, 1985.
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26
Con relación a este déficit de la temprana teoría de la democracia de Dewey, cfr., por ejemplo, A. Ryan, op. cit., cap. 3.
27
J. Dewey, “The Public and Its Problems” (1927), en LW, vol. 2, pp. 235-372; en lo sucesivo citaré según la traducción
recién aparecida: “Die Öffentlichkeit und ihre Probleme”, Bodenheim, 1996.
28
Aquí pienso sobre todo en J. Dewey, “Human Nature and Conduct” (1922), en MW, vol. 14, en particular parte III y IV. (La
traducción alemana apareció con el desorientador título: J. Dewey, Psychologische Grundfragen der Erziehung, Munich,
1974); pero cfr., también, J. Dewey, “Democracy and Education” (1961), en MW, vol. 9.
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29
Cfr. J. Dewey, “Human Nature and Conduct”, op. cit., parte IV (conclusión); cfr., también, J.E. Tiles, Dewey, Londres,
1988, pp. 210 y ss.
30
J. Dewey, “Die Öffentlichkeit und ihre Probleme”, op. cit., p. 128.
22
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31
Cfr, por ejemplo, J. Dewey, “How do we Think” (1910), en MW, vol. 6 (traducción alemana: Wie wir denken, Zurich,
1915); del mismo autor: “Philosophy and Democracy”, en MW, vol. 11, pp. 41-53.
32
J. Dewey, “Die Öffentlichkeit und ihre Probleme”, op. cit., p. 175. En conexión con estas reflexiones de Dewey, H.
Putnam desarrolló posteriormente también una “epistemological justification of democracy”. “A Reconsideration of Dewey
an Democracy”, en Renewing Philosophy, Cambridge, Mass., 1992, pp. 180-200.
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33
Para una más extensa explicación cfr.: H. Joas, “Die politische Idee des amerikanischen Pragmatismus”, en I. Fetscher y
H. Muenkler (ed.), Pipers Handbuch der Politischen Ideen, Munich y Zurich, 1978, pp. 611-620; R. Schmalz-Bruns,
Reflexive Demokratie. Die demokratische Transformation moderner Politik, Baden-Baden, 1995, pp. 214 y ss.
34
J. Dewey, “Die Öffentlichkeit und ihre Probleme”, op. cit., p. 29.
35
Ibid., p. 72.
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36
E. Durkheim, Über soziale Arbeitsteilung, Frankfurt/M., 1988 v.a. Drittes Buch (pp. 421 y ss.); la manifiesta cercanía
entre Dewey y Durkheim en este punto, apenas ha sido considerada hasta ahora según mi conocimiento de la literatu-
ra secundaria. En el caso de Westbrook no se menciona en absoluto a Durkheim, en el de Rockefeller sólo en su libro sobre
la religión; una excepción destacada la constituyen aquí las referencias ocasionales de Ryan, op. cit., pp. 112 y 359. Para las
dificultades internas de la postura normativa de Durkheim en su libro sobre la división del trabajo, las cuales resultan
también interesantes con miras a la solución de Dewey, cfr. C. Sirrianni, “Justice and the Division of Labour: A Reconsideration
of Durkheim´s Division of Labour in Society”, en Sociological Review, núm. 17, 1984, pp. 449-470.
37
J. Dewey, “Lo público y sus problemas”, op. cit., p. 128. Este pasaje pone nuevamente de manifiesto la cercanía con
respecto al concepto de Durkheim de los grupos profesionales como asociaciones intermediarias; para el concepto de
Durkheim cfr. Über soziale Arbelitsteilung, op. cit., prólogo a la segunda edición (pp. 41 y ss).
38
J. Dewey, “Lo público y sus problemas”, op. cit., p. 130.
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tivo en la misma forma en que es un ser tar un medio o instrumento, sino sólo fi-
político”.39 nalidad en sí, en Dewey la respuesta es
Dewey puede formular desprevenida- evidente: porque la opinión pública de-
mente semejante aseveración debido a mocrática constituye el medio a través del
que, en su opinión, la conformación de la cual la sociedad intenta tratar y solucio-
comunidad, necesaria para una democra- nar sus problemas, su instalación y con-
cia vital, no tiene que cumplirse dentro de figuración depende por completo de
la esfera política, sino, prepolíticamente, criterios de solución racional del proble-
dentro de las estructuras de una división del ma. Dewey llega incluso a concebir el
trabajo susceptible de ser experimentada proceso público de formación de la vo-
como cooperación; y aquí, en las obras luntad como un fenómeno general, en el
entrelazadas de los grupos y asociacio- cual, de acuerdo a criterios de racionali-
nes que se relacionan mutuamente a tra- dad de las decisiones tomadas, se decide
vés de la división del trabajo, el pluralismo siempre acerca de cómo deben estar cons-
fáctico de las orientaciones por valores, tituidos organizativamente cada uno de
resulta, por supuesto, funcionalmente los órganos estatales e interconectados
provechoso sólo porque cuida de la for- entre sí en sus funciones.41 Con una tal
mación de un gran número de intereses y descripción teórico-racional de los pro-
destrezas. Empero, también Dewey tiene cedimientos democráticos, Dewey se
que poder suponer para su idea de la co- aproxima sin duda al modelo democráti-
munidad de la cooperación, en un segun- co que Habermas ha desarrollado en los
do plano más elevado, una orientación últimos años en forma de una teoría del dis-
individual por un bien conjuntamente com- curso; pero también de este modelo se
partido; pero éste puede entenderse como diferencia aquel de Dewey en dos aspec-
aquella meta a la que otro particular tie- tos, que puedo interpretar sólo como ven-
ne que poder referirse en el sentido de un tajas de su planteamiento.
valor de nivel superior, mientras pueda b) También Habermas hace empezar
concebir su actividad como contribución la democracia allí donde Hannah Arendt
en un proceso de cooperación.40 fija su lugar legítimo: a saber, en aquel
Sin embargo, Dewey también va más umbral en el cual, más allá de la esfera
allá de las estrechas fronteras que le es- del trabajo social, se abre el ámbito de
tán impuestas al republicanismo, al lo- una praxis intersubjetiva, en la que los
grar un modelo de procedimiento de la ciudadanos tienen que discutir y regular
opinión pública democrática. Mientras públicamente sus asuntos comunes. Den-
que en Hannah Arendt, por ejemplo, no tro de esta esfera de la opinión pública
está claro de acuerdo con qué debe re- constituida políticamente, los procedi-
gularse la forma institucional de la for- mientos democráticos deben cuidar de
mación intersubjetiva de la opinión en que cada particular pueda hacer uso de su
particular, ya que ella no debe represen- autonomía legalmente concedida, parti-
39
Ibid., p. 121.
40
Un análisis valioso de las presuposiciones normativas de las actividades cooperativas lo suministra: M.E. Bratman,
“Shared Cooperative Activity”, en The Philosophical Review, vol. 101, núm. 2 , 1992, pp. 327-341.
41
J. Dewey, “Die Öffentlchkeit und ihre Probleme”, op. cit., p. 73.
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42
Cfr. J. Habermas, Faktizität und Geltung, op. cit., cap. III, IV y IX; del mismo autor: “Kampf um Anerkennung in
democratischen Rechtsstaat”, en Die Einbezihung des Anderen, Frankurt/M., 1996, pp. 237-276.
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43
Cfr., por ejemplo, A. Wellmer, “Bedingungen einer democratischen Kultur”, en A. Honneth, Endspiele: Die unversöhnliche
Moderne, op. cit., pp. 54-58; R. Bernstein, “The Retrieval of the Democratic Ethos”, en Cardozo Law Review, vol. 17,
núms. 4-5, 1996, pp. 1127-1146.
44
J. Habermas, Faktizität und Geltung, op. cit., cap. VII; cfr., también, A. Honneth, “Replik auf Beiträge zu einem Symposium
der Cardozo Law School”, en A. Honneth, Die Einbeziehung del Anderen, op. cit., pp. 309-398, en particular pp. 310 y ss.
45
Veo tendencias a revivir una idea “social” tal de democracia radical por ejemplo en: J. Cohen y J. Rogers, “Secondary
Associations and Democratic Governance”, en Politics & Society, vol. 20, núm. 4, 1992, pp. 393-472.
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