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Fundamentos Filosóficos de La Modernidad

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-LA MODERNIDAD-

Montse Díaz Pedroche


Ajustes y comentarios: Juan Carlos Sarmiento Reyes

CONTEXTO FILOSÓFICO

La Filosofía Moderna se desarrolla en un abierto enfrentamiento con la cultura y los ideales del
Medioevo. La primera contestación a la concepción religiosa del mundo vigente en la Edad Media
se produjo con el Humanismo Renacentista, con su visión antropocéntrica del hombre y del
universo. Junto con el Humanismo Renacentista y de forma aún más decisiva que éste, el desarrollo
de la ciencia acabó por arruinar los sistemas filosóficos medievales, aportando una nueva imagen
del universo: heliocéntrica y mecanicista. Copérnico primero, Galileo y Kepler, después, y, por
último, Newton, trajeron una nueva ciencia, una NUEVA METODOLOGÍA CIENTÍFICA en la que la
matematización ocupa un lugar fundamental.

Unido al ABANDONO DE LA CIENCIA Y LA FILOSOFÍA MEDIEVALES, el pensamiento moderno trajo


la afirmación radical de la AUTONOMÍA DE LA RAZÓN. La razón se constituye en principio supremo,
no sometido a ninguna instancia ajena a ella misma (tradición, fe, etc.), desde la cual se fundamenta
el conocimiento y se pretende responder a las cuestiones filosóficas supremas acerca del Hombre,
la Sociedad y la Historia.

El Racionalismo es la primera corriente filosófica que impulsa a Europa hacia la Modernidad,


corriente inaugurada por Descartes y a la que pertenecen, entre otros, Spinoza, Malebranche y
Leibniz. Los DOS RASGOS que CARACTERIZAN A LA MODERNIDAD que son, como acabamos de
señalar, AUTONOMÍA DE LA RAZÓN Y PRESENCIA DE LA CIENCIA MODERNA, se cumplen por
primera vez en el Racionalismo de un modo pleno: de una parte, la razón se constituye en el
principio supremo y único en el que se fundamenta el saber; de otra, son las matemáticas las que
ejemplifican el ideal de saber que se pretende instaurar.
En el siglo XVII comienza la Filosofía Moderna con Descartes. La figura de Descartes como iniciador
de un nuevo período en el pensamiento occidental ha sido exaltada por Hegel con las siguientes
palabras:

Con Descartes entramos ... en una filosofía propia e independiente, que sabe que procede
sustantivamente de la razón y que la conciencia de sí es un momento esencial de la verdad. Esta
filosofía erigida sobre bases propias y peculiares abandona totalmente el terreno de la teología
filosofante, por lo menos en cuanto al principio, para situarse del otro lado ... Este pensamiento ...
se afirma y se hace fuerte como tal, relegando a un segundo plano y rechazando como ilegítima la
exterioridad muerta de la autoridad.

Estas entusiastas palabras de Hegel ponen de manifiesto dos cosas:

1. Que Descartes inaugura una nueva época de la filosofía


2. Que esta nueva época se caracteriza por la autonomía absoluta de la razón. Es cierto que la
llegada del Averroísmo (islamismo) a Occidente provoca en la filosofía medieval del siglo XIII
una conmoción que hace que el problema de la autonomía de la razón se convierta en una
cuestión crucial para los pensadores medievales. Sin embargo, en ningún momento llegó el

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pensamiento medieval a afirmar la plena autonomía de la razón (quizás, Guillermo de
Ockham) que siempre quedó supeditada, de un modo u otro, a la autoridad de la fe religiosa.

Así, la autonomía de la razón proclamada por la filosofía moderna implica, negativamente, que su
ejercicio no sea coartado por ninguna instancia ajena a la razón misma, sea ésta la tradición, la
autoridad o la fe religiosa. Positivamente, la autonomía de la razón implica que ésta es el tribunal
supremo a quien corresponde juzgar acerca de lo verdadero y lo conveniente, tanto en el ámbito
del conocimiento teórico como en el ámbito de la actividad moral y política.

Junto a la autonomía de la razón, otra característica fundamental de la filosofía moderna es la


CONCIENCIA DE RUPTURA. Los filósofos del siglo XVII estaban absolutamente convencidos de que
pisaban el umbral de una nueva época, consideraban que la Historia de la Filosofía no había sido
más que un cúmulo de teorías contrapuestas y una absoluta falta de acuerdo entre los filósofos, no
existiendo ninguna teoría que pudiera ser admitida de modo general. Por eso, los filósofos
modernos, especialmente los del siglo XVII, tienen clara conciencia de que hay que empezar de
nuevo a hacer filosofía. Se percibe en esta época un ambiente de estreno, de novedad; había que
estrenar una nueva edad, pero había que estrenarla tratando de evitar los errores del pasado. Así,
esta CONCIENCIA DE NOVEDAD, acompañada de una RÍGIDA ACTITUD DE PRECAUCIÓN FRENTE AL
ERROR, es posiblemente la más clara manifestación de lo que hemos denominado CONCIENCIA DE
RUPTURA.

Otra característica básica de la modernidad filosófica es su IRRENUNCIABLE PREOCUPACIÓN


METÓDICA. Los filósofos modernos, tanto los del siglo XVII como los del XVIII, sentían una auténtica
desazón cuando se enfrentaban con la filosofía que la historia anterior les había legado. Frente a
otras disciplinas en las que se había producido un progreso en el conocimiento (La Matemática
desde Euclides, La Física con Copérnico y Galileo) la Filosofía parecía que no avanzaba, a lo largo de
la historia se habían ido sucediendo teorías que se contradecían entre sí y eso a pesar de ser una de
las disciplinas más antiguas. Los pensadores de esta época creen que esto se había debido a que no
se había utilizado un método adecuado. Por ello, estos filósofos van a empezar por poner de
manifiesto cuál debe ser el método adecuado de conocimiento. Están convencidos de que se
estrena un nuevo saber y a este saber le hace falta un traje nuevo, un nuevo método. Es cierto que
el método de conocimiento que se va a proponer no va a ser el mismo en todos los casos; no
obstante, todos los filósofos modernos van a coincidir en la necesidad de plantear un nuevo método
para el conocimiento filosófico.

Otra característica importante de la modernidad es el RECHAZO DEL SABER HISTÓRICO. Los


pensadores de esta época afirmarán que no debemos preocuparnos por lo que los antiguos hayan
dicho, sino por intentar resolver nosotros mismos los problemas. Hay que abandonar el saber que
podríamos llamar “de memoria” para instalarse en un “saber de la razón”; ya no procede discutir
sentencias como había hecho la Edad Media, o examinar textos como había acostumbrado a hacer
el Humanismo, sino que hay que aplicar la razón al análisis de los problemas. No se trata de enseñar
o demostrar un saber heredado sino de inventar el que la nueva época exige.

Los autores de esta época, si se permite la expresión, son unos “camaleones”, ocultan sus bases. Es
una época con un sentido y una valoración de la originalidad extraordinaria; de hecho, cada nuevo
autor cree que la verdadera filosofía empieza con él. De ahí la conciencia de ruptura y el rechazo del
saber histórico que caracteriza a todos los filósofos modernos. Ruptura y rechazo no sólo a la cultura
de la Edad Media, sino también a la cultura humanista porque es una cultura libresca que no

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pretende avanzar en el saber sino recuperar el saber perdido, lo cual no sirve para los que ahora
tienen espíritu de estreno.

Otro rasgo que caracteriza al pensamiento moderno es que HACE DEL PROBLEMA DEL
CONOCIMIENTO EL PROBLEMA FUNDAMENTAL DE LA FILOSOFÍA. Es verdad que a lo largo de la
historia de la filosofía ha habido una manifiesta preocupación por el problema del conocimiento,
pero hasta antes de la modernidad este problema aparecía subordinado a la resolución de otros
problemas filosóficos cuya solución se consideraba prioritaria. En la época moderna, por el
contrario, el problema del conocimiento es considerado como un problema cuya solución ha de ser
anterior a la solución de cualquier otro problema filosófico y a cualquier otro análisis de la realidad;
antes de hablar de las cosas, tenemos que saber qué valor tiene nuestro conocimiento sobre ellas,
si las podemos conocer con objetividad ...

En la Filosofía Antigua y Medieval se da, en el tema del conocimiento, un realismo acrítico que
consiste en no poner en duda, sino más bien dar por supuestas la objetividad y certeza del
conocimiento humano. No se plantea el problema de la naturaleza y los límites del conocimiento
para explicarla. Los antiguos y medievales presuponían la correspondencia entre lo conocido por el
‘sujeto’ y la realidad externa al ‘sujeto’ que conoce; el objeto tenía primacía frente al sujeto, siendo
el objeto el que se imponía a un sujeto pasivo. En la modernidad, en cambio, se cuestiona la certeza
y objetividad del conocimiento humano, así como la naturaleza y límites del mismo, pasando así del
objetivismo ingenuo al subjetivismo trascendental.

En la modernidad, a la hora de explicar los procesos de conocimiento, es el sujeto el que tiene


primacía frente al objeto. La Filosofía Moderna es una filosofía de la conciencia, de la reflexión, del
yo; el sujeto se vuelve sobre sí mismo dejando de ser recipiente pasivo de los estímulos del mundo
externo y convirtiéndose en legislador activo de los procesos de conocimiento. Antes el lugar
privilegiado desde el cual se explicaba la realidad era el objeto, ahora es el sujeto. Es decir, se pasa
de una filosofía del ser a una filosofía del representar, una filosofía de la conciencia y de la reflexión;
porque ahora el pensamiento no recae directamente sobre las cosas –como ocurría en la filosofía
anterior, sino que recae sobre las ideas. Por ello, entramos en una filosofía que se caracteriza por
ser una filosofía crítica.

El racionalismo y el empirismo serán sintetizados en el apriorismo kantiano, según el cual el sujeto


aporta las estructuras y el mundo los datos para construir los objetos de conocimiento entre ambos.
La razón, sin embargo, no solo tendrá pretensiones de conocimiento científico (razón pura), sino
pretensiones serias de libertad y justicia (razón práctica), sin dejar de lado el placer de lo bello (razón
estética). La modernidad habrá de buscar en la ilustración, impulsado por el enciclopedismo, no solo
la universalización del conocimiento, sino principalmente la autonomía de la razón frente a
cualquier atadura que le impida pensar por sí misma. Su mayoría de edad consistirá justamente en
esta conquista. El reto será cómo ser libre, crítico, autónomo sin que ello implique revelarse contra
el mandato político necesario en todas las naciones estados nacientes. La revolución francesa, en
nombre de estos ideales se enfrentará finalmente a un gobierno monárquico que parece impedir
sus sueños. ¿A qué costo se hará? ¿Se pondrá en peligro los propios ideales que profesan los
revolucionarios de esta época?

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