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Violencia de Género

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Resumen

Si bien las violaciones de los derechos humanos afectan tanto a los hombres como las mujeres, su
impacto varía de acuerdo con el sexo de la víctima. Los estudios sobre la materia permiten afirmar
que toda agresión perpetrada contra una mujer tiene alguna característica que permite
identificarla como violencia de género. Esto significa que está directamente vinculada a la desigual
distribución del poder y a las relaciones asimétricas que se establecen entre varones y mujeres en
nuestra sociedad, que perpetúan la desvalorización de lo femenino y su subordinación a lo
masculino. Lo que diferencia a este tipo de violencia de otras formas de agresión y coerción es que
el factor de riesgo o de vulnerabilidad es el solo hecho de ser mujer. La violencia de género puede
adoptar diversas formas, lo que permite clasificar el delito, de acuerdo con la relación en que ésta
se enmarca y el ejercicio de poder que supone, en las siguientes categorías: violación sexual e
incesto, asedio sexual en el trabajo y en las instituciones de educación, violencia sexual contra
mujeres detenidas o presas, actos de violencia contra las mujeres desarraigadas, tráfico de
mujeres y violencia doméstica.

Las propuestas que se plantean se basan en el carácter irreductible de los derechos de las mujeres,
en la obligación del Estado de protegerlos y garantizarlos, y en la convicción de que el respeto de
los derechos humanos también es una condición esencial para el desarrollo de nuestros países y el
pleno ejercicio de los derechos ciudadanos de toda la población. Se plantea, asimismo, la
necesidad de analizar el tema de los derechos humanos y de la violencia de género desde una
perspectiva que ofrezca posibilidades de cambios culturales estructurales que conlleven el respeto
de los derechos de las mujeres y cuestionen la inevitabilidad de la violencia en las relaciones de
género.

La violencia contra la mujer

La mujer, como todo ser humano tiene derecho a vivir, desarrollarse y disfrutar de una vida plena,
sana, y libre de violencia. Tanto la sociedad como el Estado deben garantizar este derecho.
Aunque la violencia contra las mujeres puede ser perpetrada en los más variados ámbitos: las
calles, el lugar de trabajo, las instituciones públicas y privadas; es en el hogar donde se ejerce
mayormente, y donde frecuentemente es encubierta por considerarse como "un espacio privado"
donde las instancias reguladoras del derecho deciden no involucrarse.
La violencia contra la niñez y la mujer en la República Dominicana

A pesar de que en los últimos años se ha trabajado mucho en sensibilizar a la sociedad sobre la
importancia de denunciar los actos de violencia, existen escasas estadísticas que midan con
exactitud la incidencia de la violencia contra la niñez y la mujer en el país. La mayoría de estos
actos de violencia siguen ocurriendo sin formar parte de las estadísticas oficiales; menos aún, si
éstos ocurren en el hogar o en el lugar de trabajo de aquellos que sufren la violencia, y son
encubiertos como costumbres o prácticas rutinarias. Ejemplo de ésto lo revela la Encuesta
ENHOGAR 2006, donde el 37.7% de los entrevistados dijo castigar con golpes a sus hijos cuando
éstos se "portan mal".El Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de
los Niños, Niñas y Adolescentes (Ley 136-03) en sus artículos 386 y siguientes penaliza la violencia.
También insta a la sociedad a denunciar el abuso en su contra, como parte de los principios
fundamentales de dicha Ley. (art.14).La Procuraduría General de la República en su informe sobre
feminicidios en el país, desde enero a septiembre del presente año se produjeron 128
feminicidios, lo que equivale a un impresionante aproximado de 15 asesinatos de mujeres
mensualmente. Más claramente, 1 mujer es asesinada cada 2 días.Es preocupante el número de
niñas, niños y mujeres víctimas de violencia, a pesar de la penalización de los actos de violencia
descritos tanto en la Ley 24-97 contra la violencia intrafamiliar, como en la Ley 136-03. Esta
situación está alejada del cumplimiento no sólo de las leyes nacionales sino de importantes metas
y acuerdos internacionales, entre los cuales se puede citar el tercer Objetivo de Desarrollo del
Milenio, que es promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer.En el país
diversas organizaciones trabajan a favor de proteger y garantizar los derechos de la niñez, la
adolescencia y la mujer, en el entendido que la violencia ejercida contra niños, niñas y mujeres no
tiene ningún tipo de justificación y debe ser erradicada desde sus raices, a fin de garantizar el
derecho de toda persona a una vida libre de violencia.

Entre los avances que citó la entidad para prevenir y trabajar en contra de los feminicidios y la
violencia, se encuentran la realización de charlas y cursos sobre violencia de género a nivel
nacional, programas de capacitación del personal del sistema de atención a víctimas de violencia
de género, así como a los proveedores de salud y agentes de la Policía Nacional para la detección y
atención de potenciales casos de violencia.

La PROCURADURÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA (PGR) detalló que dentro de las acciones del plan
también se fortaleció la Línea Vida (809-200-1202), con cobertura nacional y extensión de horarios
24 horas, los 365 días del año. “Esta ampliación del servicio del Centro de Contacto Línea Vida
condujo a la contratación de 28 nuevos colaboradores, entre los que se encuentran, operadores,
psicólogos, supervisores y personal administrativo”, indicó la entidad.
Sostuvo que ello ha permitido que a través de la Línea Vida se hayan respondido en este último
año un total de 11,712 llamadas, correspondientes a denuncias y llamadas de orientación,
permitiendo salvar vidas.

Además de las denuncias correspondientes a los casos de violencia de género, intrafamiliar y


delitos sexuales, mediante este mecanismo se reciben denuncias de otros delitos que son
remitidos a las jurisdicciones correspondientes, contribuyendo así con el fortalecimiento del
combate de la delincuencia y el crimen.

«Día Internacional de la mujer 2019: ¿hacia dónde va República Dominicana?» es la sexta versión
del Informe Día Internacional de la Mujer elaborado por el Observatorio Político Dominicano
(OPD). Actualmente, la mujer es más de la mitad de la población mundial y la historia de
desigualdad ha generado que estas se consideren como un grupo vulnerable. En República
Dominicana, las organizaciones feministas y sus simpatizantes han logrado que paulatinamente las
problemáticas de las mujeres sean visibilizadas e incluidas en la agenda gubernamental. A pesar de
que las cifras desfavorables hacia las mujeres disminuyen lentamente, aún permanecen en
números altos. El documento permite reflexionar sobre la situación de las mujeres y niñas en el
país desde seis áreas de análisis: educación, pobreza y desigualdad, mercado laboral, salud,
violencia y participación política, con datos que abarcan desde 2013 hasta 2018. Esto con la
intención de observar sus avances y retrocesos, y la funcionalidad o no de las políticas públicas
implementadas para disminuir las problemáticas que afectan a más de la mitad de la población
dominicana.

La muerte de aproximadamente 130 mujeres en una fábrica de Nueva York dio origen al Día
Internacional de la Mujer Trabajadora, también conocido como Día Internacional de la Mujer. Este
evento es recordado cada 8 de marzo desde 1975, cuando fue proclamado por la Asamblea
General de las Naciones Unidas (ONU). Desde entonces, todos los años a escala mundial, las
organizaciones feministas, defensoras y defensores de los derechos de las mujeres y simpatizantes
realizan actividades que buscan el respeto, la igualdad y equidad entre las personas.

La historia de desigualdad que continúa generando discriminación hacia las mujeres, ha


profundizado circunstancias que las afectan directamente por su condición femenina. La lucha de
estas lleva décadas y a pesar de los avances, es mucho lo que falta para que realmente, se
reconozcan y respeten los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas. La fecha es propicia
para reflexionar y poner en contexto la situación de la mujer, grupo que representa a más de la
mitad de la población mundial.

En República Dominicana, de acuerdo con las estimaciones y proyecciones de la Oficina Nacional


de Estadísticas (ONE), para 2019 la población total se estima en 10,358,320 habitantes: 5,174,343
hombres y 5,183,997 mujeres, es decir, el 50.1 % de la población del país sería femenina. El 2018
representó un año de progresos y retrocesos para las mujeres, especialmente, en términos de
educación, empleo, salud, violencia y participación política.

Día Internacional de la mujer 2019: ¿Hacia dónde va República Dominicana? es la sexta versión del
Informe Día Internacional de la Mujer elaborado por el Observatorio Político Dominicano (OPD)
iniciativa de la Fundación Global Democracia y Desarrollo (FUNGLODE). El objetivo principal del
estudio es presentar un balance de avances y retrocesos de la mujer en el país. El texto analiza la
evolución de la población femenina hasta 2018, desde seis tópicos: educación, mercado laboral,
pobreza y desigualdad, salud, violencia de género y feminicidios, y participación política.

1. Mujer y educación

La educación es uno de los elementos esenciales para el desarrollo del ser humano, reconocido
como un derecho fundamental que no debe ser restringido, suspendido ni limitado. En vista de
esto, en República Dominicana el presupuesto destinado a educación fue incrementado a partir de
2012, logrado en mayor medida, por las presiones y reclamos de las organizaciones de la sociedad
civil.

En el período 2016-2017 el total de matrícula estudiantil en el país era de 2,749,144: 1,392,563


niños y 1,356,581 niñas. Estas cifras representaban el 51 % y el 49 %, respectivamente, para los
niveles inicial, básico y secundario. Los porcentajes son similares a los observados en el período
2014-2015, cuando se registraron 33,682 niños y niñas menos que en 2016-2017. Con respecto a
la situación en el nivel superior, para 2018, la matrícula universitaria se concentró en 598,799
personas: 64 % mujeres y 36 % hombres 36; esto es 36,132 estudiantes más que en 2017.

A pesar de que la tasa de matriculación bruta por nivel desde hace varios años se ha centrado en
el aumento de las adolescentes y universitarias, existen otros elementos utilizados por el
Ministerio de Educación de la República Dominicana (MINERD) para evaluar el avance educativo:
cobertura, eficiencia, culminación y equidad. La evaluación de estos aspectos permitiría identificar
razones por las que unos muestran mejor posición que los otros.

Con respecto a la asistencia escolar, esta es diferenciada entre los estudiantes considerando su
sexo y edad. Las estadísticas muestran que la presencia de las niñas en las escuelas es mayor hasta
los nueve años, a partir de los 10 y hasta los 17, se reduce y la asistencia masculina es mayor (ver
Tabla 1). De acuerdo con las cifras aportadas por la Encuesta Nacional de Hogares con Propósitos
Múltiples (ENHOGAR-2017), el descenso puede explicarse por diversos factores, entre estos, el
embarazo y el trabajo doméstico.
El documento plantea que el 25.7 % de las encuestadas afirmó no asistir a una institución
educativa porque debía trabajar; el 18.2 % porque debía realizar las labores domésticas de su
hogar y el 3.4 % por embarazo.

En términos de finalización de los estudios, la tasa neta de culminación1 femenina en el nivel


primario aumentó de 43.6 % (2015-2016) a 55.5 % (2016-2017). Sin embargo, la tasa masculina se
redujo en 4.7 puntos porcentuales: de 49.6 a 44.9 %. En el nivel secundario, la tasa de culminación
aumentó para ambos sexos, aunque la masculina se mantuvo por debajo de la femenina: 2.1 y 3.1
puntos porcentuales, respectivamente.

De igual forma, en la eficiencia2 el porcentaje de promovidos es mayor en las niñas y adolescentes


(93 %) que en los niños y adolescentes (89 %). Con relación a los últimos, para 2016-2017 se
observó que fueron más propensos a la reprobación y el abandono escolar. En cambio, en los
niveles de educación para adultos y secundario las cifras de promoción tienden a reducirse, con el
consecuente aumento de abandono y reprobación en ambos sexos.

Uno de los niveles donde las mujeres resaltan en matriculación y culminación es el universitario.
Conforme las estadísticas del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCyT), al
2018 se estima que ingresaron 127,419, de las que el 62 % es mujer y el 37 % hombre. Esto
representa un índice femenino de 175 %. Es decir, por cada 100 hombres inscritos, 175 son
mujeres. Con respecto a los egresados, es importante precisar que el 64 % fue femenino y el 36 %
masculino.

Otro aspecto para destacarse refiere a los datos emitidos por el Ministerio de Economía,
Planificación y Desarrollo (MEPyD) en 2017 sobre la tasa de analfabetismo. Esta tasa en su mayoría
es femenina (6.9 %), mientras que la masculina culminó con 6.6 %. A pesar de esta disparidad, la
tendencia apunta hacia una reducción de la brecha, debido en parte, a la creciente incursión de
mujeres y niñas en las escuelas y universidades.

2. Mercado laboral: ¿cómo avanza la mujer en República Dominicana?

En oposición a las estadísticas publicadas que evidencian el incremento de las niñas y adolescentes
en los distintos niveles educativos. Así como, las cifras de mujeres que ingresan y culminan alguna
carrera profesional, esto no se corresponde con la realidad laboral de esta parte de la población.

2.1. Participación
La tasa global de participación y ocupación femenina3en el mercado laboral ha incrementado en
los últimos años. Aun así, persisten las brechas en detrimento del sexo femenino, lo cual se
expresa en las disparidades en el acceso a empleos de calidad, desempleo y remuneraciones
percibidas.

En 2015 y 2017 la ocupación femenina incrementó en 1 %, a diferencia de la desaceleración en la


tasa de ocupación de los hombres, que disminuyó en la misma proporción. En cambio, en 2016 y
2018 las tasas se mantuvieron constantes para ambos sexos; aun así, los hombres presentan cifras
mayores que las mujeres en términos de ocupación a través de los años. En 2018, se destaca un
aumento en la tasa de los hombres de 1 %, mientras que en las mujeres se observó una
disminución de 1 %.

Con relación al desempleo tanto femenino como masculino, la disminución es evidente en el


período de análisis de esta investigación (2015-2018). A finales de 2015, la tasa de desocupación
masculina se ubicó en 4.6 %, mientras que la femenina casi la duplicó, con 9 %. Al último trimestre
de 2017, la variación se mantuvo en 3.6 % para los hombres y 7.3 % para las mujeres. Esto quiere
decir, que la tasa de desempleo se redujo un punto porcentual para los hombres de 2015 a 2017 y
1.7 para las mujeres.

Violencia de género y feminicidios: fenómeno que no se detiene en República Dominicana

Desde hace varios años uno de los temas que más preocupación genera es la violencia,
especialmente, aquella dirigida a mujeres y niñas. En los últimos años el aumento en los casos de
violencia de género ha sido permanente. Esto permite asegurar que las acciones, programas y
mecanismos implementados no son suficientes para erradicar el legado del sistema machista y
patriarcal establecido en el país.

De acuerdo con la Procuraduría General de la República (PGR), en 2017 las denuncias por violencia
de género e intrafamiliar, y por delitos sexuales fueron 65,199, mientras que en 2018 aumentaros
a 78,242 denuncias, es decir, un incremento de 20 %, respecto al año anterior. De las denuncias
registradas en 2018, solo en 17,502 (22 %) se otorgó una orden de protección.

En el caso de los feminicidios, las estadísticas publicadas por la misma entidad indican que en
2017, 107 mujeres fueron víctimas mortales de sus parejas o exparejas, en tanto en 2018 se
cometieron 83 feminicidios íntimos, representando esto una disminución del 22.4 % (24).
Con respecto a esto, el documento Feminicidios en la República Dominicana durante 20187 –
cuaderno inédito del OPD–, a través de la recolección y sistematización de los casos presentados
en los medios impresos y digitales se contabilizaron preliminarmente 93 feminicidios. De estos, el
71 % corresponde a feminicidios íntimos y el 67 % de las víctimas se encontraba entre los 14 y 35
años. Estas cifras indican que hubo una reducción de 17 % con respecto al año 2017.

De igual forma, la disminución de los feminicidios presentadas por la PGR difiere a la del OPD. En
el primer caso la cifra de 2017 a 2018 se redujo en 22 %, mientras que en el segundo lo hizo en 17
%. Esta diferencia se debe a las diversas metodologías y conceptos empleados en la recopilación
de la información y la clasificación de ambas instituciones.

Consideraciones finales

Durante años la lucha de las organizaciones feministas y las mujeres se ha orientado a la exigencia
del reconocimiento de los derechos y la equidad entre los hombres y mujeres. Históricamente, los
roles estereotipados establecidos hacia estas últimas provocaron que sus necesidades y
problemáticas fuesen relegadas a segundo plano. En las últimas décadas, la agenda política global
ha colocado los temas de género como prioridad para reducir o eliminar la desigualdad,
considerando asuntos esenciales como la educación, la salud, el desempleo, la pobreza, la
participación política y social. Así como, el creciente aumento de la violencia por razones de
género.

En términos educativos, es evidente la inclusión y el aumento sostenido de la población femenina.


No obstante, en el país persisten fenómenos como la deserción escolar y el embarazo en la
adolescencia, que aleja a esta población de sus objetivos. Estas barreras, acompañadas de la
inexistencia de sistemas y protocolos de salud sexual y reproductiva, también limitan la capacidad
de reducir la desigualdad de género en el país.

Debido a esto, la agenda social y económica debería orientarse a un esfuerzo integrado de todo el
sistema a la erradicación de los factores que hacen persistentes las disparidades de género en
diversos escenarios como el mercado de trabajo. En este último aspecto, la cualificación de la
población femenina en los años recientes no se muestra retribuida por una mayor equidad del
salario o el acceso de la mujer a empleos de calidad. Es por esto, que se requiere una vigilancia
cercana por parte de las entidades públicas correspondientes para que el mercado laboral, lejos
de funcionar como un sistema de discriminación, lo haga como un mecanismo de inclusión.

En términos de salud, a pesar de la ligera reducción en la cantidad de mujeres que en el proceso


de dar la vida la pierden y de embarazadas adolescentes atendidas en centros de salud pública, es
importante precisar que las cifras continúan siendo altas. Esto evidencia la falta de efectividad que
tienen las acciones de políticas públicas del país y la ausencia de una educación sexual y
reproductiva de calidad en el sistema de educación. Un dato interesante que vincula ambos
fenómenos hace referencia al hecho de que, en su mayoría, las muertes maternas se observan en
grupos de mujeres jóvenes, incluidas menores de 14 a 17 años, mismo grupo que se ve afectado
en el 61 % por los feminicidios y la violencia de género.

Estos datos plantean que el riesgo para las mujeres no solo se observa por su sexo y las
deficiencias del sistema, sino que se incrementan cuando se vinculan otros indicadores como la
edad y la pobreza. Un elemento que debe rescatarse en torno a esto es que la forma en que se
combate la desigualdad es generando mecanismos integrales y transversales que respondan a las
problemáticas que generan otras situaciones. En este sentido, la educación es esencial para
combatir el sistema patriarcal y machista, y de construir los roles de género que limitan y
discriminan a una parte importante de la población. Esto conlleva la necesidad de evaluar con
perspectiva de género las iniciativas legislativas que emana el Congreso Nacional. Igual el tema de
las cuotas de género aplicadas en otros países como una política transitoria y que en República
Dominicana se ha planteado como una acción de discriminación positiva permanente.

Finalmente, los principales retos en términos de género para este 2019, continúan siendo la falta
de políticas públicas integrales que disminuyan la cantidad de mujeres desempleadas o en
empleos vulnerables, el creciente y sostenido número de feminicidios, las muertes maternas, la
violencia de género y los embarazos en adolescentes.

Cuatro feminicidios y una sobreviviente de las heridas fue el saldo del primer día del 2020, que
sigue la racha de muertes de mujeres del último día del 2019 que se selló con dos para completar
al menos 80 el año pasado.

Las primeras víctimas del machismo este año ocurrieron en San José de Ocoa, en Los Mameyes de
Santo Domingo Este, en Río San Juan y en Puerto Plata. Una quinta mujer fue herida a puñaladas
en Sosúa, pero sobrevivió a la agresión.

Cuatro mujeres mueren en un solo día a manos de sus parejas sentimentales

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La República jueves, 02 de enero de 2020

Cuatro mujeres mueren en un solo día a manos de sus parejas sentimentales

El primer día del año 2020 ha marcado un récord de feminicidios al registrarse cuatro y un quinto
intento de muerte. ARCHIVO
Willy Ortiz | Ricardo Santana | Teonilda Gómez | Laura Castillo

Cuatro feminicidios y una sobreviviente de las heridas fue el saldo del primer día del 2020, que
sigue la racha de muertes de mujeres del último día del 2019 que se selló con dos para completar
al menos 80 el año pasado.

Las primeras víctimas del machismo este año ocurrieron en San José de Ocoa, en Los Mameyes de
Santo Domingo Este, en Río San Juan y en Puerto Plata. Una quinta mujer fue herida a puñaladas
en Sosúa, pero sobrevivió a la agresión.

En Ocoa, la Policía Nacional detuvo a Julio Franco Villar luego de que mató de varias puñaladas a
Yajaira Jiménez, en la carretera Padre Billini.

Según la Policía, Franco Villar tumbó de una motocicleta a la mujer de la que estaría enamorado, la
acuchilló y huyó, pero fue capturado en El Limón, a seis kilómetros de la ciudad de Ocoa. Jiménez
residía en la calle Duvergé, sector La Vigía.

Los Mameyes

En Los Mameyes, Santo Domingo Este, fue asesinada una venezolana solo conocida como Nelsin, a
manos del raso de la Policía Jesús Ferreras Cuello, quien luego se intentó suicidar de un disparo,
pero sobrevivió y está ingresado en un hospital.

Río San Juan

En otro feminicidio, en este caso ocurrido en Río San Juan, provincia María Trinidad Sánchez, fue
asesinada la señora Angelita Sánchez, de 46 años, también a manos de su pareja, Juan Luis Peralta,
de 34 años, quien fue detenido por la Policía.

Puerto Plata
En el sector La Regola, Puerto Plata, cayó asesinada la señora Cleury de Olmo (La Berby), de 27
años, por lo que la Policía persigue a su marido Andy García, de 37.

El feminicida estranguló a la mujer y luego huyó.

La dama era nativa de Sabana de la Mar y, según versiones de vecinos del lugar, ambos tenían al
menos un año y medio unidos sentimentalmente tras conocerse por Facebook.

Informes de algunas personas indican que García, que es nativo de la comunidad El Mago, de
Yásica, provincia Puerto Plata, ingería bebidas alcohólicas en horas de la noche del 31 de
diciembre en un centro de diversión y que a su pareja alguien le contó que se encontraba bailando
y compartiendo con otra mujer.

Las versiones señalan que la mujer se presentó al lugar, donde discutió con su marido y que tras la
intervención de varios de los presentes, ella optó por regresar a su casa.

Vecinos del barrio ensanche Eduardo Brito revelaron que en horas de la mañana de este miércoles
una amiga suya llamó a La Berby porque una ventana de la humilde vivienda que compartía con su
pareja se encontraba abierta, pero no respondió. Luego hallaron su cadáver.

Otra herida en Sosúa

En el sector Maranatha, de Sosúa, el haitiano William Pierre atacó a puñaladas a su mujer,


identificada como Audrina, cuya nacionalidad se desconoce.

CIFRAS

1,295 En 14 años.

Según las estadísticas de la Procuraduría General de la República, de enero a noviembre de los


años 2005-2019 en la República Dominicana se registraron en total de 1,295 feminicidios.
121 En el año 2008.

De esa cantidad, 90 se produjeron en el año 2005; 93 en el año 2006, y, posteriormente, en el año


2007 fueron reportados 86, en tanto que 121 en el año 2008; 79 en 2009; mientras que en el 2010
se produjo un aumento a 86 casos, continuando el aumento de las cifras a 116 en el 2011.

La República Dominicana está en los primeros lugares en tasa de feminicidios en América Latina.
En este texto se ofrecen datos estadísticos y se aborda la débil respuesta de la sociedad y del
Estado dominicanos ante esta problemática. Se propone priorizar la prevención, contrarrestando
el imaginario machista y la cultura patriarcal en todos los ámbitos, especialmente en las escuelas,
y educando en una nueva masculinidad a fin de desmontar progresivamente los viejos
estereotipos que perpetúan la desigualdad entre hombres y mujeres, esa desigualdad que está
detrás de la violencia de género en todas sus manifestaciones.

Mujeres asesinadas, hijos huérfanos, familias desgarradas, víctimas potenciales aterrorizadas y


una sociedad que mira tibiamente hacia otro lado. El feminicidio, el asesinato de mujeres a manos
de hombres por el simple motivo de que estos creen tener algún derecho sobre ellas, constituye
una verdadera lacra, aunque no es más que el último eslabón de una larga cadena de control,
amenazas, maltrato y abuso.

Se ha comparado este crimen con la punta de un iceberg. Como solo vemos esta, nos damos
siempre de bruces con esa enorme masa gélida de violencia cotidiana (emocional, física, sexual…)
que tiene como aglutinante el machismo y la cultura patriarcal. Una verdadera montaña oculta de
desigualdad y prejuicios basados en el género que no retrocede y que parece congelar también a
la sociedad y al Estado, que reaccionan con demasiada lentitud y a menudo indiferencia ante esta
problemática.

Para muestra, un ejemplo. En el vecindario donde vivo, situado en un barrio residencial de Santo
Domingo, se han registrado en dos ocasiones en los últimos meses escenas de gritos, golpes y
llantos. Las protagonizaban personas distintas y no era difícil adivinar lo que ocurría. Algunas
vecinas reaccionamos desde la seguridad de nuestras casas increpando a los agresores, y los
episodios se saldaron con sendas llamadas al 911. Una empleada doméstica intentó quitar hierro
al asunto aludiendo a «pleitos de marido y mujer», o sea, encasillándolo dentro del ámbito
privado.

En un caso desconozco lo que ocurrió, pero en el otro, después de más de media hora y varias
llamadas apremiantes al 911, llegaron dos policías en un motor que se marcharon a los pocos
minutos. El agresor debió encontrar de una u otra manera su comprensión… Y quienes
intervinimos tuvimos que escuchar los insultos de este: nos voceó palabras irrepetibles y lanzó
objetos en dirección a nuestros apartamentos. Hasta el espectador menos avisado tendría que
deducir que los policías que acuden en estos casos deberían tener algún tipo de capacitación (al
parecer se están realizando algunos esfuerzos en este sentido), e incluso que deberían ser mujeres
para experimentar más empatía hacia las víctimas.

Posteriormente, mientras investigaba este tema, supe que el Ministerio de la Mujer tiene desde
noviembre de 2018 un código abreviado (*212) de su línea de emergencia que funciona las 24
horas, pero todavía ese código y otros números de dicho Ministerio no han calado en la población,
por lo que se necesita un mayor esfuerzo para promoverlos.

Estadísticas demoledoras

La República Dominicana está en los primeros lugares en tasa de feminicidios en América Latina,
que de por sí es la región del mundo donde estos asesinatos son más frecuentes. De acuerdo a la
Procuraduría General de la República, en 10 años (de 2005 a abril de 2015) han ocurrido en el país
1033 feminicidios. Sin embargo, esta cifra contabiliza solo los íntimos (aquellos cometidos por la
pareja o expareja) y excluye los no íntimos (mujeres asesinadas por otros familiares, violaciones
por desconocidos con resultado de muerte, etc.), que se consideran como simples homicidios.

Según el concepto de feminicidio manejado por la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL) y la organización cívica Participación Ciudadana, que agrupa los íntimos y los no íntimos,
en el período 2005-2018 se produjo un promedio de 188 feminicidios por año. Siguiendo este
mismo criterio, en el período 2011-2016 el país ocupó un vergonzoso tercer lugar en materia de
feminicidios en toda América Latina.[1]

La abogada María Jesús Pola Zapico, que lleva décadas ocupándose de esta problemática,
sospecha que el promedio anual en la República Dominicana supera la cifra de 200, pues considera
que ni la Policía Nacional ni el INACIF, que son las fuentes utilizadas por la Procuraduría General de
la República, tienen las condiciones científicas que se requieren para el adecuado registro de estos
crímenes.

Y si nos detenemos en la violencia física sin resultado de muerte, un alto porcentaje de las mujeres
dominicanas de entre 15 y 49 años afirma haberla sufrido. Nada menos que el 26%, según la
Encuesta Demográfica y de Salud (Endesa) 2013.

La perspectiva de género
La violencia ejercida contra las mujeres se ha querido relacionar a menudo con el alcoholismo, el
consumo de drogas, incluso con la salud mental. Pero lo que permite explicar el fenómeno es la
perspectiva de género, que se puede definir como el enfoque que hace visibles las relaciones de
poder que existen entre hombres y mujeres. La palabra género, a diferencia de la palabra sexo,
alude a una construcción cultural de lo que significa ser hombre y ser mujer en una determinada
sociedad.

La escritora y feminista italiana Dacia Maraini lo ha explicado con sencillez contundente en una
entrevista al periódico español El País: «[…] una cierta cultura masculina no acepta la idea de que
la mujer sea libre, y quiere humillarla. El feminicidio es siempre igual. Tienes una pareja, y por lo
que sea ella dice que se va. Entonces sale a la luz el sentimiento de la posesión. […] Los hombres
entran en una crisis tal que se convierten en asesinos […] Y aumentan los asesinatos porque
aumenta la autonomía de las mujeres. […] Antes se callaban, no hacía falta matarlas».[2]

Hasta hace poco, en las sociedades occidentales la mujer vivía en un plano de total subordinación
y dependencia respecto al hombre, situación que persiste en numerosos países del mundo (ya
sabemos cómo se las gastan los fundamentalistas religiosos). Y esa misma sumisión era,
paradójicamente, la que contenía la sangría de crímenes que se produce hoy cada vez que muchas
mujeres intentan sacar la cabeza.

De hecho, según Endesa 2013 existe una relación entre violencia y empleos remunerados en la
República Dominicana, pues el porcentaje de mujeres con empleos remunerados que
manifestaron haber sufrido violencia supera en un 10% al de las mujeres sin empleo (el 38.6%
frente al 28.3%). El Departamento de Investigaciones de la Oficina Nacional de Estadística (ONE)
interpreta así este dato: «Es posible que esto suceda como respuesta a una percepción de
amenaza hacia el acostumbrado control y aislamiento ejercido por ellos y hacia los roles
tradicionales de género, en tanto las mujeres empleadas y remuneradas tienen mayor
oportunidad de hacerse independientes y salir de relaciones violentas».[3]

Otra relación significativa que pone de relieve Endesa 2013 es la que existe entre el nivel
educativo del hombre y la violencia. A menor nivel educativo de este, mayor probabilidad de que
ejerza violencia sobre su pareja. Y otro dato muy revelador: las mujeres más educadas que sus
parejas tienen mayor probabilidad de sufrir violencia que aquellas cuyas parejas tienen un nivel
similar o más elevado.[4] De nuevo la masculinidad tradicional amenazada queriendo imponerse a
toda costa.
La politóloga Rosario Espinal contextualizaba así en 2012 los feminicidios: «En un contexto
socioeconómico como el dominicano, de bajo nivel educativo, bajos salarios, consumo extendido
de alcohol y drogas, y la propagación de armas de fuego, se ha producido un aumento general de
la violencia social, y las mujeres son un blanco de ataque específico de los hombres machistas. […]
El hombre machista, incapaz de manejar su inseguridad y su rabia con autocontrol, se convierte en
sujeto de alto riesgo contra las mujeres».[5]

Y la desigualdad de género, que hace que las mujeres sean vulnerables a la violencia, se amplifica
cuando se le suma la desigualdad económica, el bajo nivel educativo o el factor racial, lo que, en
un país como la República Dominicana, supone una verdadera losa que impide avanzar a muchas
mujeres de esos estratos sociales.

Las denuncias

La violencia de género es el delito más denunciado en el país (a pesar del enorme su registro
existente, pues muchos de estos casos no se traducen en denuncias, como también lo documenta
Endesa 2013). En 2017 se sometieron, según datos de la Procuraduría General de la República,
59,391 denuncias de violencia de género y 5,808 de delitos sexuales, y se emitieron 17,148
órdenes de protección. Pero solo el 4% de las denuncias llegó a los juzgados y apenas el 2%
terminó con una sanción penal.[6]

Hasta el año 2012, cuando una mujer recibía una orden de protección, tenía que enfrentarse en
muchos casos al amargo trago de entregarla personalmente al agresor debido a la falta de
personal especializado. Esta anomalía se ha corregido en los últimos años y se ha prohibido dicha
práctica, así como la entrega de citaciones u órdenes de arresto por parte de las víctimas. Pero las
órdenes de protección se quedan a menudo en letra muerta pues no existen mecanismos de
seguimiento, y en no pocos casos contribuyen a aumentar la ira del agresor.

La legislación y la débil respuesta del Estado

Desde finales del siglo pasado, se han ido aprobando en el mundo leyes para proteger a las
mujeres, denominadas «de primera generación». En una etapa posterior, han aparecido las leyes
«de segunda generación», que imponen mayores sanciones, hacen hincapié en la prevención y en
la atención y reparación a las víctimas, o eliminan la posibilidad de conciliación entre víctima y
agresor.
La República Dominicana solo cuenta con una ley de primera generación, que es del año 1997 y
fue muy importante en su momento. En la actualidad tenemos dos proyectos legislativos que
corresponden a dos enfoques muy diferentes de la violencia de género y de la mujer. Uno de ellos
lo presentó el senador Félix Bautista y ya ha sido aprobado en el Senado. Según diferentes
entidades como el Ministerio de la Mujer, Participación Ciudadana, el Centro de Estudios de
Género del Intec y los distintos colectivos que defienden los derechos de las mujeres, aunque este
proyecto tipifica el delito de feminicidio y endurece las penas, supone en ciertos aspectos un
retroceso respecto al marco legal existente y adolece de graves deficiencias, entre ellas, que limita
el feminicidio al ámbito íntimo y a las víctimas colaterales, y que carece de un abordaje integral de
la problemática.

Desiree del Rosario, del Centro de Estudios de Género del Intec, hace hincapié en que dicho
proyecto se centra en lo punitivo y no en la prevención: «Si consideramos que en un porcentaje
alto los agresores se suicidan, cuál es la mirada de la parte judicial, cómo se trabaja con huérfanos
de feminicidios, cómo se desmontan esos imaginarios que son los que sostienen la violencia hacia
las mujeres». En este mismo sentido, afirma que se transfiere la responsabilidad principal a la
Procuraduría, en lugar de hacerlo al Ministerio de la Mujer, «que es la entidad pública encargada
de la rectoría de las políticas destinadas a eliminar la discriminación fundada en el género».

Otro proyecto más abarcador fue sometido en la Cámara de Diputados por la diputada Magda
Rodríguez. Se trata del «Proyecto de ley que crea el sistema integral para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra las mujeres», el cual goza de un mayor consenso entre la sociedad
civil y está más en sintonía con las convenciones internacionales.

Además de las carencias legislativas, las diferentes entidades y organizaciones que se han ocupado
del tema han identificado en el país una serie de debilidades. En primer lugar, un sistema de
información precario que dificulta la visibilización del problema y, por tanto, no contribuye a la
prevención. No existe un registro único y confiable que contabilice a todas las víctimas, por lo que,
como ha expresado María Jesús Pola, «estamos contando muertas mal contadas», aludiendo a
que muchas muertes no se investigan desde una perspectiva de género.[7] Por otro lado, falta un
presupuesto específico que permita, si no detener, al menos contener estos delitos.

En el año 2017, el Gobierno dominicano empezó a reaccionar. Y lo hizo lanzando el Plan Nacional
contra la Violencia de Género, que pretende coordinar los esfuerzos de las diferentes entidades,
contempla acciones de prevención y la capacitación de fiscales, policías y personal sanitario, y
aumenta las unidades de atención a las víctimas, entre otras medidas. Dada su reciente aplicación,
todavía es pronto para valorar su alcance, pero sin duda supone un paso de avance en el abordaje
de la problemática (aunque las organizaciones que defienden los derechos de las mujeres se
muestran escépticas ante el porcentaje de reducción de los feminicidios que le atribuye la
Procuraduría).
El tratamiento en la prensa

«Envían a prisión hombre acusado de matar concubina en Bonao». Este titular corresponde a una
noticia publicada recientemente en un periódico dominicano con la que me tropecé mientras
preparaba este texto. «¿Concubina?» Ese término un tanto anticuado y hasta peyorativo oculta
dos palabras, mujer y madre. Hay que llegar al subtítulo para saber que la «concubina» es la
madre de los dos hijos del presunto victimario. Se trata de un titular carente no ya de perspectiva
de género, sino de perspectiva humana y hasta periodística. Porque lo relevante aquí es que se le
acusa de matar a una mujer que es la madre de sus hijos, mientras que el estatus legal de la pareja
es una mera anécdota irrelevante.

Los medios de comunicación tienden a carecer de una perspectiva de género al tratar los
feminicidios. A menudo recurren al sensacionalismo y se centran en detalles que nada aportan, en
lugar de proporcionar información que ayude a la prevención.

En un estudio sobre el tratamiento del tema en la prensa dominicana realizado en 2015 por
Gabriela Read y Virginia Antares Rodríguez, se destaca «la falta de informaciones que puedan
resultar útiles a personas en situación de riesgo […] o al público lector en general. En ninguna de
las noticias se publica el número telefónico de la línea de emergencia para mujeres del Ministerio
de la Mujer, ni contactos de otras instituciones que ofrecen apoyo a mujeres víctimas de violencia
[…] Tampoco se ofrecen lineamientos que ayuden a reconocer cuándo una persona se encuentra
en una relación de violencia y qué es recomendable hacer en esa situación».[8]

Es necesario sensibilizar a los redactores de estas noticias pues la prensa puede jugar un rol
importante en la prevención. «Cada pieza sobre una agresión machista es una oportunidad para
hacer pedagogía», se afirma en una de las recomendaciones sobre comunicación de género de la
organización Oxfam Intermón y el medio español La Marea.

Educar en la igualdad y en una nueva masculinidad

Para atajar el problema de raíz es preciso empezar a educar en la igualdad y contrarrestar el


imaginario machista en todos los ámbitos. Este es un proceso de largo aliento. La violencia de
género es estructural y solo se puede combatir desde la base. A la hora de desmontar estereotipos
y conductas basados en la inferioridad, en la subordinación o en la cosificación de las mujeres,
juegan un papel fundamental las familias, las escuelas y las iglesias, estas últimas a menudo
renuentes al enfoque de género, que es el único que permite combatir la desigualdad que se
traduce en violencia y asesinatos.

Urge una campaña coherente a través de los medios de comunicación y las redes sociales que
promueva una nueva masculinidad. En un país donde las distintas instituciones estatales gastan
tantos millones en promocionarse, podrían usarse esos recursos para educar y concienciar a la
población a fin de erradicar esta lacra. Urge también incluir en el currículum educativo contenidos
que prevengan la violencia de género, así como en el de determinadas carreras como Medicina o
Derecho, pues los profesionales de esas áreas deben tener sensibilidad y empatía para contribuir
al abordaje del problema.

Miedo, indiferencia, tolerancia, impunidad

Escenas de violencia de género como las que describí al principio de estas páginas son demasiado
comunes. Todos conocemos a mujeres que las han sufrido en algún momento, y eso, aunque
parezca paradójico, en vez de movilizarnos, nos insensibiliza de alguna manera y nos paraliza.
Estos casos ilustran la complejidad del problema y los diferentes actores y actitudes que
intervienen en un caso de violencia de género. El terror de la víctima y el temor más difuso de
quienes intentan intervenir, anticipando posibles represalias. La indiferencia o la tolerancia. La
impunidad tras la intervención de la autoridad. De todo eso se alimentan los feminicidios y la
violencia machista.

Y todavía hay otro miedo, muy generalizado y a la vez soterrado: es el que experimentamos todas
las mujeres al pensar que, en algún momento, podríamos pasar a engrosar la lista, pues, por el
simple hecho del género, ya somos candidatas a sufrir agresiones de familiares, de conocidos o de
desconocidos. Todo conspirando para mantener el orden existente, caracterizado por las
relaciones desiguales de poder entre hombres y mujeres.

Nota. Este trabajo debe mucho a las explicaciones de María Jesús Pola Zapico y de Desiree del
Rosario, expertas en el tema, así como a los informes elaborados por entidades como el Centro de
Estudios de Género de INTEC, Participación Ciudadana, Oxfam Internacional y la Oficina Nacional
de Estadística.

Clara Dobarro es licenciada en Geografía e Historia, con especialidad en Historia de América, por la
Universidad Complutense de Madrid. Cursó un posgrado en Procesos Editoriales en la Universidad
Oberta de Catalunya y una maestría en Comunicación en la Universidad de Barcelona. Se dedica a
la edición.
Notas

[1] Participación Ciudadana (2019), La violencia de género en la República Dominicana. Un


enfoque desde las estadísticas provistas por el Estado dominicano entre 2005-2018.

[2] «Antes las mujeres se callaban, no hacía falta matarlas» (Dacia Maraini, entrevistada por Iñigo
Domínguez), El País, 7 de mayo de 2019.

[3] ONE (julio de 2014), «Mujeres víctimas de violencia por parte de sus parejas o exparejas en
República Dominicana, datos de la ENDESA 2013», Boletín mensual, año 6, n.o 70.

[4] ONE (septiembre de 2014), «Algunos factores asociados a la violencia conyugal en República
Dominicana, ENDESA 2013», Boletín mensual, año 6, n.o 72.

[5] Rosario Espinal (2012), «Crisis de la masculinidad machista», Hoy, 10 de julio.

Causa de los feminicidios “la manzana de la discordia”

El Paradigma progresista de la Ideología de Genero “el hombre heterosexual es un ser malvado


por naturaleza y el resto del colectivo es su victima” a este se le señala como un delincuente en
potencia ,incentivando una Hoguera de odio colectivo, con falsas denuncias de feminicidio con el
firme propósito de que el estado penetre en lo mas intimo de la vida de las persona su familia.

A la mujer se le pretende cambiar el grillete de opresión del macho por la Esclavitud Mental de
esta ideología que como la culebra en el mito Biblico del Paraiso se le dice: “ tu te creas a ti misma
y yo te voy a ayudar hacerte como a mi me interesa que seas. ¡Despertad! , Si tu te creas a ti
misma y defines lo que es bueno y malo para ti , tu mayor enemigo seria un Dios que te da una
naturaleza y te dice lo que eres .Por su parte el hombre ajeno a este intento de cambio de
paradigma se encuentra inmerso en la cultura de la Ethica ,Religiosa y en consecuencia no es
manipulable, siendo esto un verdadero incordio para los enemigos de la familia y la Fe religiosa.
Cuando la esposa de este le dice: de ahora en adelante “como yo me creo a mi misma lo bueno y
lo malo lo decido yo” no tengo que serte fiel , tengo el control absoluto sobre mi cuerpo ,decido
sobre lo que es malo o bueno en materia de sexualidad, tampoco tengo que darte hijos, porque
ello socaba mi libertad y si en el noviazgo ella tuvo la percepción de alguna infravaloración por
parte de los familiares de el , ella le dice a partir de ahora no me humillare ante ti, ni hare mas los
oficios domesticos; todo lo que la libera es admitido social y legalmente incluyendo mi derecho a
abortar y a usar los anticonceptivos para evitar un embarazo no deseado dentro o fuera del
matrimonio.

El hombre en su intento de entender la realidad se siente estafado y frustrado con poca capacidad
para mediar en conflitos , monta en cólera al sentirse traicionado; en nuestra cultura semejante
comportamiento lo hiere en su Roll de hombre y las discusiones en vez de mediar algún familiar
que lo haga entender que toda mujer debe tener tiempo para si misma ¿ si se puede ser feliz no
habiendo vivido tu propia vida y habiendo vivido para los demas ?o la consulta de un psicólogo
especialista en resolver conflictos, terminan en un cuartel donde no existe el principio de igualdad
ante la Ley, lo que implica no prejuzgar y no buscar explicaciones para la conducta de las personas
según el sexo que tenga porque esto es una violación a las reglas elementales de convivencias
humana, ante esa situación , se le priva de su libertad para entonces, este solo piensa en vengarse
por semejante afrenta. El ministerio publica incapaz de tener los mecanismos de resolución de
conflictos efectivos recurren a bajar los Standares de necesidad de las pruebas para condenar a los
hombres ya que lo que se propicia es la criminalizacion del hombre sin averiguar si este tenia
antecedentes delictivos, se le niega todo derecho a replica y si agregamos la corrupción que existe
en la justicia como en las demás instituciones del Estado, la suerte de esa pareja esta hechada y lo
demás es Historia.

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