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II blanca
12
2009
JULIO-DICIEMBRE
EDITORIAL
PORRÚA
ARGENTINA 15 www.iidpc.org
MÉXICO, 2009
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional,
número 12 (julio-diciembre 2009), primera edición: 2009
Copyright © 2009
EDUARDO FERRER MAC-GREGOR
Tzinal 211,
col. Jardines del Ajusco, Tlalpan,
14200, México, DF
Derechos reservados
ISSN 1870-8390 12
Presidente Honorario
Héctor Fix-Zamudio
Presidente Ejecutivo
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Director
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Núm. 12, julio-diciembre 2009 revidpc@gmail.com
CONSEJO EDITORIAL
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Presidente
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dart Campos †, Osvaldo Alfredo Gozaíni, Juan Carlos Hitters, Augusto M. Morello †, Rodolfo L. Vigo
(Argentina); José A. Rivera Santiváñez (Bolivia); Carlos Barbosa Moreira, Paulo Bonavides, José Afonso
da Silva, Ivo Dantas, Ada Pellegrini Grinover, André Ramos Tavares (Brasil); Humberto Nogueira Alca-
lá, Raúl Tavolari Oliveros (Chile); Ernesto Rey Cantor (Colombia); Rubén Hernández Valle (Costa Rica);
Hernán Salgado Pesantes (Ecuador); Arne Mavčič (Eslovenia); José Almagro Nosete, Perfecto Andrés
Ibáñez, Manuel Aragón Reyes, Ignacio Borrajo Iniesta, José Luis Cascajo Castro, Faustino Cordón Mo-
reno, Francisco Fernández Segado, Javier García Roca, Vicente Gimeno Sendra, Jesús Gonzalez Pérez,
Javier Jiménez Campo, Luis López Guerra, Juan Montero Aroca, Andrés de la Oliva, Javier Pérez Royo,
Pablo Pérez Tremps, Francisco Rubio Llorente, Pedro de Vega (España); Douglass Cassel, Michel Ros-
enfeld, Martin Shapiro (Estados Unidos); Louis Favoreu † (Francia); Mario Aguirre Godoy, Jorge Mario
García Laguardia (Guatemala); John Anthony Jolowicz (Inglaterra); Mauro Cappelletti†, Luigi Ferrajoli,
Luca Mezzetti, Lucio Pegoraro, Giancarlo Rolla, Giuseppe de Vergottini, Gustavo Zagrebelsky (Italia);
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rez, Cipriano Gómez Lara †, Manuel González Oropeza, José de Jesús Gudiño Pelayo, Mario Melgar
Adalid, José de Jesús Orozco Henríquez, José Ovalle Favela, José Luis Soberanes Fernández, Diego Va-
ladés, Salvador Valencia Carmona, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea (México); Iván Escobar Fornos (Ni-
caragua); Arturo Hoyos (Panamá); Jorge Silvero Salgueiro (Paraguay); Carlos Blancas Bustamante, Fran-
cisco Eguiguren Praeli, César Landa Arroyo, Valentín Paniagua Corazao †, Marcial Rubio Correa (Perú);
Krystian Complak (Polonia); Jorge Prats (República Dominicana); Héctor Gros Espiell † (Uruguay);
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COMITÉ CONSULTIVO
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Coordinador
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(Argentina); Virgílio Afonso da Silva, Antonio Gidi (Brasil); Andrés Bordalí Salamanca (Chile); Alexei
Julio Estrada, Diego E. López Medina, Hernán A. Olano García, Néstor Osuna Patiño (Colombia);
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Figueruelo Burrieza, Pablo Gutiérrez de Cabiedes Hidalgo de Caviedes, Víctor Moreno Catena, Joan
Oliver Araujo, Miguel Revenga Sánchez, Fernando Rey, Pedro Serna, Javier Tajadura Tejada, Carlos Vidal
Prado (España); Toni Fine (Estados Unidos); Alfonso Celotto, Tania Groppi (Italia); César Astudillo,
José Antonio Caballero Juárez, Miguel Carbonell, Hugo A. Concha, Edgar Corzo Sosa, Ma. Macarita
Elizondo Gasperín, Héctor Fix Fierro, Gumesindo García Morelos, Sergio López Ayllón, Carlos F. Na-
tarén, Salvador O. Nava Gomar, Alberto Saíd, Rubén Sánchez Gil, José María Serna de la Garza, Fernan-
do Silva García (México); Boris Barrios González (Panamá); Luis Lezcano Claude (Paraguay); Edgar
Carpio Marcos, Eloy A. Espinoza-Saldaña, Gerardo Eto Cruz, Carlos Hakansson Nieto, José F. Palomi-
no Manchego, Elvito A. Rodríguez Domínguez (Perú); Eduardo G. Esteva Gallicchio (Uruguay); Alber-
to Baumeister Toledo, Jesús Ma. Casal (Venezuela).
INSTITUTO IBEROAMERICANO
DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
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Osvaldo Alfredo Gozaíni (Argentina)
Luis Lezcano Claude (Paraguay)
Pablo Pérez Tremps (España)
Ernesto Rey Cantor (Colombia)
VIII blanca
Contenido
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIII
Eduardo Ferrer Mac-Gregor
Clásicos
Doctrina
Análisis jurisprudencial
Varios
X Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional
Ceremonia de inauguración
Héctor Fix Fierro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 389
Juan Vergara Gotelli . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 391
Jorge Carpizo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 393
Ceremonia de clausura
Diego Valadés. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 399
Domingo García Belaunde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 403
Memoria de eventos
Convocatoria
Reseñas bibliográficas
sistema jurídico colombiano (Manuel Quinche); y una exposición crítica acerca del
estado actual que guarda la jurisdicción constitucional boliviana, tras la promulgación
de la nueva Constitución de ese país el pasado 7 de febrero de 2009 (José Antonio
Rivera).
El contenido de la sección Análisis jurisprudencial se ve notablemente ampliado con
respecto al que ha tenido en números anteriores. En esta ocasión se analiza uno de los
asuntos más estridentes en la opinión pública de los que se ha ocupado la Suprema
Corte mexicana, en materia de investigación por presuntas violaciones graves a garan-
tías individuales: el caso “Lydia Cacho”. Su estudio se aborda desde la perspectiva de
la “prueba ilícita” (Francisco Ibarra), y desde la distinta óptica de la interpretación
constitucional a la luz de las distintas posiciones que mantuvieron los ministros de la
Corte en el debate de ese polémico caso (Francisco Vázquez).
En la misma sección se ofrece un examen retrospectivo del llamado caso “Te-
mixco”, a propósito de una emblemática sentencia de controversia constitucional
emitida por la propia Suprema Corte de México hace poco más de una década (Rubén
Sánchez). Finalmente, como resultado de unas reuniones académicas organizadas por
la Fundación Konrad Adenauer y el Instituto Mexicano de Derecho Procesal Consti-
tucional, se ha considerado oportuno publicar la relatoría de tres de ellas: la relativa al
conocido caso “Castañeda” ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (que
culminó en la primera sentencia condenatoria de esa Corte en contra del Estado mexi-
cano en agosto de 2008); una segunda, en torno a la obligatoriedad de la jurispruden-
cia internacional en el ámbito interno; y una tercera, en que se debatieron los proble-
mas éticos a los que se enfrenta el juez constitucional.
En el apartado de Estudios y documentos legislativos se incluye un análisis crítico, en
clave de réplica, a una iniciativa de reforma al artículo 107 de la Constitución federal
mexicana, que ha sido defendida por la Procuraduría Fiscal de la Federación en mate-
ria de amparo contra leyes fiscales (Enrique Calvo y Carl E. Koller). Seguidamente, se
publica una iniciativa de reforma más generalizada a las bases constitucionales del
juicio de amparo mexicano, y que fue aprobada por el pleno de la Cámara de Senado-
res el pasado 10 de diciembre de 2009, quedando pendiente de análisis por la Cámara
Baja en el siguiente periodo de sesiones de 2010. Dicha reforma, no obstante sus cla-
roscuros, recoge modificaciones largamente esperadas por la comunidad jurídica y
que, de concretarse el procedimiento de reforma constitucional respectivo, supondrá
los cambios más profundos al régimen jurídico del juicio de amparo mexicano en los
últimos veinticinco años. Debe advertirse, sin embargo, que esta reforma no está
exenta de críticas al haber excluido de la declaratoria general de inconstitucionalidad
(que tal reforma introduce) a las normas fiscales, y al haber elevado la votación nece-
saria para dicha declaración erga omnes a ocho votos, entre otras cuestiones relevantes.
En la sección Varios se ha considerado oportuno incluir las intervenciones orales
que tuvieron lugar en las ceremonias de inauguración y clausura del X Congreso Ibero-
Presentación • XV
Nota preliminar
La primera vez que Hans Kelsen se enfrentó sistemáticamente al problema teóri-
co del control jurisdiccional de la Constitución, fue a raíz de su famosa ponencia so-
bre “La garantía jurisdiccional de la Constitución” que presentó primero en Viena, y
luego en París, en el Instituto Internacional de Derecho Público, en octubre de 1928.
La versión francesa debida a su discípulo Charles Eisenmann es la que se publicó en
1928 y luego en 1929, a partir de las cuales tuvo amplia difusión y de la que han parti-
do todas las versiones existentes a otros idiomas, incluyendo el castellano.
Sin embargo, la agitada vida de Kelsen lo llevó pronto a salir de Austria y a iniciar
un amplio periplo europeo que terminó, por asi decirlo, cuando llegó a los Estados
Unidos en 1940 y en donde vivió hasta su muerte acaecida en 1973. En dicho país pasó
temporadas en diversos centros universitarios para finalmente dedicarse a la docen-
cia permanente en la Universidad de California, en su campus de Berkeley. Fue en-
tonces que tuvo que asumir en forma directa la existencia y el funcionamiento de otra
familia jurídica, el common law, distinta a la romanista de la que él provenía y en la
cual se había formado. Y si bien es cierto que tenía conocimiento de ella, el trato coti-
diano en el país lo hizo estudiar más detenidamente el sistema y sobre todo cómo
calzaba o no con sus estudios previos, hechos sobre bases distintas. Fruto de ese re-
planteo teórico es su gran obra Teoría general del Derecho y del Estado, publicada en
inglés en 1945, bajo el auspicio de la Universidad de Harvard y traducida con poste-
rioridad a varios idiomas (la excelente traducción castellana debida a Eduardo García
Máynez eliminó, lamentablemente, un importante anexo y un útil repertorio biblio-
gráfico que figuran en la edición original).
Pero Kelsen, estando como profesor visitante en el Wellsley College, aprovechó la
oportunidad para estudiar el control constitucional tal como funciona en los Estados
Unidos, bajo el nombre genérico de “judicial review” y compararlo con el sistema aus-
triaco, que en esa época era el único referente sobre el modelo concentrado, no obs-
tante que había sido eliminado en aquel momento y solo renacería con fuerza tras la
Segunda Guerra Mundial.
El breve texto que Kelsen preparó en aquel entonces fue publicado en inglés en
1942, y de ahí se han hecho también las traducciones existentes, pues no se conocen
los originales ni tampoco otro idioma en el cual lo hubiera escrito o aprobado. El texto
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional 3
núm. 12, julio-diciembre 2009, pp. 3-17.
4 • Hans Kelsen
es breve, sencillo y además muy claro sobre lo que piensa el autor, que termina incli-
nando su opinión sobre la superioridad, por lo menos teórica, del modelo concentra-
do que él contribuyó a crear y del que fue su teórico más solvente.
La primera vez que este breve ensayo se publicó en castellano, fue en 1993, y apa-
reció en Lima como traducción mía. Y luego se reprodujo en diversos lugares. En esta
oportunidad, he revisado nuevamente toda la traducción realizada entonces y le he
introducido numerosas variantes y mejoras, que creo que afinan el texto sustancial-
mente, si bien Kelsen fue aquí muy claro y sin muchos rebuscamientos. A Luis Elgue-
ra debo agradecer sus valiosas sugerencias para mejor precisar ciertos pasajes.
Los datos bibliográficos son los siguientes:
a) El texto original se publicó en The Journal of Politics, vol. 4, mayo de 1942, núm.
2, pp. 183-200. El título es el siguiente: “Judicial Review of Legislation. A Comparative
Study of the Austrian and the American Constitution”. A continuación se agrega el
nombre del autor, seguido de la siguiente frase: Wellsley College, en donde Kelsen se
encontraba en aquel momento.
b) La versión en italiano fue publicada con el siguiente título: “II controllo di cos-
tituzionalitá delle leggi. Studio comparato delle costituzioni austriaca e americana”. El
ensayo se encuentra incluido en el volumen siguiente: Hans Kelsen, La giustizia costi-
tuzionale, Giuffré editore, Milano, 1981, traducción de Carmelo Geraci y prólogo de
Antonio La Pergola (pp. 301-313).
c) La traducción al francés es la siguiente: “Le contròle de constitutionnalité des
lois. Une étude comparative des Constitutions autrichienne et américaine”. Traducci-
ón de Louis Favoreu. Publicado en la Revue française de Droit Constitutionel, num. 1,
1990 (pp. 17-30).
d) La traducción al portugués es la siguiente: “O controle judicial da constitucio-
nalidade (Um estudo comparado das Constituiçôes austríaca e americana”, en Hans
Kelsen, Jurisdiçâo Constitucional, Editora Martins Fontes, São Paulo 2003. Traducción
de Eduardo Brandâo (pp. 299-319).
La primera traducción al castellano tiene la siguiente ficha:
“El control de constitucionalidad de las leyes. Análisis comparado de las constitu-
ciones austriaca y norteamericana”. Publicada en Ius et Veritas, Lima, núm. 6, junio de
1993, pp. 81-90. Traducción de Domingo García Belaunde.
Este mismo texto fue reproducido en las publicaciones siguientes:
i) Dereito, editada por la Facultad de Derecho de la Universidad de Santiago de
Compostela, vol IV, núm 1, 1995, pp 213-231, con nota introductoria de Francisco Fer-
nández Segado.
ii) El Derecho, Buenos Aires, lunes 14 de febrero de 1994, pp. 1-5, con nota de pre-
sentación de Germán J. Bidart Campos.
4
El control de la constitucionalidad de las leyes *
Hans Kelsen
I
La Constitución austriaca que aquí se analiza, es la del 1º de octubre de 1920, tal
como estaba en vigor hasta el 1° de enero de 1930. En aquel día, el texto de la Consti-
tución fue oficialmente publicado por decisión del Canciller austriaco en el Bundesge-
setzblatt für die Republik österreich (la Gaceta Oficial en donde se publican obligatoria-
mente las leyes). Todas las reformas posteriores no serán consideradas aquí, porque
fueron promulgadas bajo un régimen semifascista y tenían la tendencia de restringir
el control democrático de la constitucionalidad de las leyes.
La Constitución austriaca vigente en 1920-30, estableció garantías para asegurar
la constitucionalidad, no solo de las leyes, sino también de los reglamentos. Estos úl-
timos eran normas jurídicas generales sancionadas por los órganos administrativos y
no por el Parlamento, o sea, el órgano legislativo. En Austria, como en otros países de
la Europa continental, estos reglamentos desempeñaron un papel más importante
que en los Estados Unidos. Había dos clases de reglamentos: los basados en las leyes,
cuya función era ejecutar las leyes, permitiendo su aplicación; y reglamentos que,
como las leyes, eran sancionados directamente “sobre la base de la Constitución”, vale
decir, expedidos en lugar de las leyes. La importancia de los reglamentos se debe a la
singular posición que ocupan las autoridades administrativas en los sistemas jurídi-
cos de la Europa continental. Allá éstas tienen, en su capacidad de órganos aplicado-
res de leyes, el mismo rango que los tribunales. El acto administrativo tiene en princi-
pio el mismo efecto jurídico que una decisión judicial. Además, las autoridades
administrativas, especialmente las más altas como el jefe de Estado y los ministros,
tienen el poder para expedir normas jurídicas generales, y estas normas, los regla-
mentos administrativos, tienen el mismo efecto legal que las leyes. Por lo tanto, las
autoridades administrativas no solo son órganos que aplican las leyes, sino que tam-
bién crean Derecho y tienen una competencia que tiene el mismo carácter que la de
los órganos legislativos.
Los reglamentos expedidos “directamente sobre la base de la Constitución” pue-
den ser inconstitucionales del mismo modo que las leyes. Los reglamentos expedidos
“sobre la base de las leyes” serán ilegales si es que no concuerdan con la ley. Desde
que la Constitución prevé que los reglamentos expedidos sobre la base de las leyes
tienen que guardar concordancia con éstas, la promulgación de un reglamento ilegal
será una violación de la Constitución. La ilegalidad de reglamentos promulgados so-
bre la base de leyes, será de una inconstitucionalidad indirecta.
En tal sistema jurídico, el control de constitucionalidad de los reglamentos es aun
más importante que el que se aplica a las leyes, pues el peligro de que los órganos
administrativos excedan los límites de su poder de crear normas jurídicas generales,
es mucho mayor que el peligro de una ley inconstitucional.
Tan pronto como los órganos administrativos de los Estados Unidos, en el curso
de su actual evolución política y económica, hayan logrado una posición jurídica si-
milar a los órganos administrativos de la Europa continental, el problema de la cons-
titucionalidad de los reglamentos desempeñará un papel mucho más importante en
este país, de lo que ha sido hasta ahora.
II
dad de una ley1 y que, por tanto, un órgano puede aplicar la ley porque la considera
constitucional, mientras que otro puede negarse a aplicarla basándose en su alegada
inconstitucionalidad. La ausencia de una decisión uniforme en torno a la cuestión
sobre cuándo una ley es constitucional —por ejemplo, si es que la Constitución es
violada o no— es un gran peligro para la autoridad de la Constitución.
Antes de que la Constitución de 1920 entrara en vigencia, los tribunales austria-
cos tenían la facultad de verificar la constitucionalidad de las leyes solo en lo referente
a la correcta publicación de éstas. El poder de los tribunales para apreciar la legalidad
y la constitucionalidad de los reglamentos, sin embargo, no estaba restringido. El con-
trol constitucional de las leyes era por lo tanto posible solo dentro de límites muy es-
trechos. Ensanchar esta institución fue una de las metas de la reforma constitucional
de 1920. No se consideró aconsejable conceder a cada tribunal el poder ilimitado de
apreciar la constitucionalidad de las leyes. El peligro arriba mencionado, de la falta
de uniformidad en cuestiones constitucionales, era demasiado grande; porque en
Austria, al igual que en otros países de Europa continental, las autoridades adminis-
trativas no tenían poder para verificar la constitucionalidad de las leyes y por lo tanto
estaban obligadas a aplicar una ley aun si una corte, por ejemplo, la Corte Suprema
(Oberster Gerichtshof) hubiera declarado una ley como inconstitucional. Se debe agre-
gar que en Austria, como en muchos otros países europeo-continentales, había otros
tribunales además de los ordinarios, especialmente administrativos, que ocasional-
mente tenían que aplicar las mismas leyes que los tribunales ordinarios. Por tanto, no
estaba descartada una contradicción entre tribunales administrativos y tribunales or-
dinarios. El hecho más importante sin embargo, es que en Austria las decisiones de la
corte ordinaria más alta, la llamada Oberster Gerichtshof, en relación a la constitucio-
nalidad de una ley o un reglamento no tenían fuerza obligatoria sobre los tribunales o
jueces de inferior jerarquía. Estos últimos no estaban prohibidos de aplicar una ley
que la Oberster Gerichtshof hubiera previamente declarado inconstitucional y que se
hubiera, por tanto, negado a aplicarla en un caso concreto. La misma Oberster Geri-
chtshof no estaba obligada por la regla del stare decisis. En consecuencia, la misma ley
que la Corte había declarado inconstitucional en un caso dado, podría ser declarada
constitucional por la misma Corte y ser aplicada en otro caso distinto. Por estas razo-
nes, una centralización del control constitucional de las leyes era altamente deseable
en salvaguardia de la autoridad de la Constitución.
La Constitución austriaca de 1920 en sus artículos 137-148, estableció esta cen-
tralización, reservando el control constitucional de las leyes a una corte especial, el
llamado Tribunal Constitucional (Verfassungsgerichtshof). Al mismo tiempo, la Cons-
titución confirió a este Tribunal el poder de anular la ley que hubiera encontrado in-
constitucional. No siempre era necesario anular la ley completa, si la provisión in-
constitucional podía ser separada del resto del articulado de la ley. En esta hipótesis,
el Tribunal podía anular solo esta provisión. La decisión del Tribunal invalidando la
1
La palabra “ley” será usada en adelante en un sentido amplio, incluyendo también a los reglamen-
tos, salvo que se efectúe una expresa distinción entre ambos.
8 • Hans Kelsen
ley o una parte de ella, lo era no solo para el caso concreto, sino en general para todos
los casos futuros. Tan pronto como la resolución judicial entraba en vigencia, la ley
anulada dejaba de existir. La resolución judicial del Tribunal de anular era efectiva en
principio solo ex nunc; no tenía —con una excepción de la cual hablaré más adelan-
te— fuerza retroactiva. Esta fuerza retroactiva difícilmente podría ser justificada, no
solo por las consecuencias críticas de todo efecto retroactivo, sino especialmente por-
que la decisión concernía a un acto del legislador constitucional y éste también esta-
ba autorizado para interpretar la Constitución, aun cuanto estuviese sometido en este
aspecto al control judicial. Mientras el Tribunal no declare inconstitucional una ley, la
opinión del legislador, expresada en su acto legislativo, tiene que ser respetada.
La regla por la cual la decisión del Tribunal Constitucional que anula una ley no
tiene fuerza retroactiva, tenía sin embargo, una excepción. La ley anulada por el Tri-
bunal no debía aplicarse a aquello que motivó el control constitucional y la subsi-
guiente anulación de la ley. Como este caso ocurrió antes de la anulación, ésta tenía
con respecto a este caso, un efecto retroactivo.
La sentencia de anulación se torna efectiva el día de su publicación, a menos que
el Tribunal provea una prórroga. Esta prórroga no podía exceder de un año (art. 140,
pár. 3) y permitía al Parlamento reemplazar la ley cuestionada por una nueva y cons-
titucional, antes que la anulación sea efectiva. Si el caso que dio ocasión al control
constitucional de la ley fuera decidido antes de que la anulación entrara en vigencia,
la ley anulada tendría que ser aplicada a este caso. Entonces, la anulación no tendría
efecto retroactivo con respecto a este caso tampoco.
La decisión del Tribunal Constitucional por la cual una ley era anulada, tenía el
mismo carácter que una ley que abroga otra ley Era un acto de legislación negativa.
Puesto que la Constitución confería al Tribunal Constitucional una función legislati-
va, esto es, una función que en principio estaba reservada al Parlamento, la Constitu-
ción austriaca de 1920 preveía que los miembros del Tribunal Constitucional fueran
elegidos por el Parlamento, a diferencia de los otros jueces, que eran nombrados por
la Administración. El Parlamento austriaco estaba, de conformidad con el carácter
federal de la Constitución, compuesto por la Cámara de Diputados (Nationalrat) y por
el Senado (Bundesrat). En ese sentido, el Presidente, el Vice-Presidente y la mitad de
los jueces del Tribunal eran elegidos por la Cámara Baja, mientras que la otra mitad lo
era por el Senado (art. 147). Esta forma de constituir el Tribunal, fue aceptada para
que éste fuera lo más independiente posible de la Administración. Esta independen-
cia era necesaria porque el Tribunal tenía el control sobre los distintos actos de la
Administración, especialmente el control judicial de los reglamentos expedidos por el
jefe de Estado, el Primer Ministro y los demás Ministros, y el poder de expedir estas
normas era de la mayor importancia política. Por un mal uso de este poder, la Admi-
nistración podría fácilmente suprimir el Parlamento y así eliminar la base democráti-
ca del Estado.2
2
La utilización abusiva del artículo 48 de la Constitución de Weimar, que autorizaba al Gobierno a
promulgar reglamentos, fue el camino a través del cual el carácter democrático de la República fue des-
El control de la constitucionalidad de las leyes • 9
III
Aunque los tribunales en los Estados Unidos solo tienen el poder para negarse a
aplicar una ley que ellos declaran inconstitucional en un caso concreto, el peligro de
una práctica contradictoria por los órganos que aplican las leyes, no es aquí tan gran-
de como lo fue en Austria antes de que se estableciera el Tribunal Constitucional. En
primer lugar, puesto que en este país (los Estados Unidos) no hay órganos administra-
tivos que sean independientes de los tribunales, la fuerza vinculante de un acto admi-
nistrativo (especialmente, una orden, un decreto, etc.) depende en última instancia
de la decisión de un tribunal al cual el individuo involucrado en el acto administrativo
puede apelar. Además, no hay tribunales administrativos distintos de los ordinarios.
En tercer lugar, las decisiones de la Corte Suprema son obligatorias para todos los
demás tribunales.
En la medida que los tribunales norteamericanos se consideran atados a las sen-
tencias de la Corte Suprema, una decisión de esta Corte negándose a aplicar una ley
en un caso concreto por ser inconstitucional, tiene prácticamente el mismo efecto
que la anulación general de la ley. Pero la regla del stare decisis no es un principio ab-
soluto. No está claro hasta qué punto se la reconoce como válida. Sobre todo se asume
que no es válida en el caso de una interpretación de la Constitución. “Las cuestiones
constitucionales siempre están abiertas a la investigación”.3 Por tanto, es posible que
la Corte Suprema declare constitucional a una misma ley en un caso e inconstitucio-
nal en otro caso y viceversa. Lo mismo es cierto en cuanto concierne a otros tribuna-
les. Y, de hecho, tales situaciones han ocurrido.4 No se excluye tampoco la posibilidad
de que un tribunal inferior, particularmente una corte de un Estado, decida la cues-
truido en Alemania, y preparó el ascenso del nacional-socialismo al poder. Es de notar que la semifascis-
ta Constitución austriaca de 1934 fue sancionada por un reglamento del Gobierno (Vdg. v. 24. abril, 1934,
B.I. 239).
3 O.V. y S.K.R.R. v. Morgan County, 53, Mo. 156 (1873).
4 Por ejemplo: Denney v. State, 144 Ind. 503, 42 N.E. 929 (1896); McCollum v. McConnoughy, 141
Iowa 172, 119 N.W. 539 (1909).
10 • Hans Kelsen
tión de la constitucionalidad de una ley sin tener en cuenta un caso llevado ante la
Corte Suprema y que la Corte Suprema en otro caso, analizando la misma ley, adopte
una decisión distinta. Entonces el principio de res iudicata hace imposible al otro tri-
bunal adaptar su decisión anterior a la de la Corte Suprema.
Es también objeto de controversia si la ley que la Corte Suprema ha declarado
inconstitucional tiene que ser considerada nula ab initio. Tal interpretación de la de-
cisión de la Corte Suprema significaría que esta decisión anula la ley en general y con
fuerza retroactiva, de manera tal que todos los efectos que la ley tuvo antes, son abo-
lidos. Dentro de un sistema de Derecho positivo no hay nulidad absoluta. No es posi-
ble caracterizar como nulo a priori (nulo ab initio) un acto que se presenta a sí mismo
como un acto jurídico. Solo es posible la anulación de un acto; el acto no es nulo, es
solo anulable. Porque afirmar que un acto es nulo no es posible sin otra decisión: res-
ponder a la pregunta de quien es competente para establecer la nulidad del acto. Des-
de que el ordenamiento jurídico —para evitar la anarquía— da facultades a ciertas
autoridades para decidir si un acto es nulo, esta declaración siempre tiene un carácter
constitutivo, no declarativo. El acto es “nulo” solamente sí la autoridad competente lo
declara nulo. Esta declaración es una anulación, una invalidación. Antes de esta de-
claración el acto no es nulo, porque ser “nulo” significa que jurídicamente no existe. Y
un acto debe existir legalmente, para que pueda ser objeto de juicio por la autoridad.
La anulación puede ser retroactiva; y el ordenamiento jurídico puede autorizar a cada
persona para declarar la nulidad del acto, vale decir, anular el acto con fuerza retroac-
tiva. Pero normalmente solo ciertos órganos de la comunidad jurídica están autoriza-
dos para establecer la “nulidad” de actos que se presentan a sí mismos como actos
jurídicos.
En la práctica, resulta imposible considerar una ley promulgada por un legislador
constitucional como absolutamente nula o “nula ab initio”. Solo los tribunales tienen
el poder de decidir la cuestión de si una ley es inconstitucional. Si otra persona se
niega a obedecer una ley promulgada por el legislador porque cree que la ley es in-
constitucional, está actuando bajo el riesgo de que el tribunal competente considere
su conducta ilegal, si los jueces consideran que la ley es constitucional. Desde un
punto de vista legal, solo la opinión de los jueces es la decisiva. Por lo tanto, la ley debe
ser considerada válida mientras no sea declarada inconstitucional por un tribunal
competente. Tal declaración tiene, por lo tanto, siempre un carácter constitutivo, no
declarativo. Pero el acto por el cual un tribunal declara inconstitucional una ley,
puede, de acuerdo con la Constitución abolir la ley con fuerza retroactiva. En este
caso, la decisión judicial tiene, como lo hemos señalado antes, el carácter de un acto
legislativo. Los actos legislativos con fuerza retroactiva son, sin embargo, difícil-
mente compatibles con la prohibición de la Constitución norteamericana, de acuerdo
a la cual ninguna ley ex post facto será aprobada. Pero esta interpretación que excluye
la teoría “nula ab initio” no es generalmente aceptada.
Sin embargo, las personas que consideran una ley inconstitucional, e inician un
proceso judicial con el propósito de lograr una decisión judicial que declare inconsti-
tucional esa ley, muy a menudo rehúsan obedecer la ley antes de que la sentencia sea
El control de la constitucionalidad de las leyes • 11
dictada. Hacen esto confiados en que la sentencia tendrá efecto retroactivo. Incluso el
Gobierno reconoce esta actitud que es sumamente cuestionable desde un punto de
vista jurídico; el Gobierno mismo toma en cuenta el eventual efecto retroactivo de una
decisión judicial que declare inconstitucional una ley. Este fue, por ejemplo, el caso de
un proceso que comprometía la constitucionalidad de la Public Utility Holding Com-
pany Act de 1935, cuya constitucionalidad fue cuestionada en un gran número de pro-
cesos judiciales. Las disposiciones de la ley fueron de hecho ignoradas por las partes
interesadas desde el primer momento en que la ley entró en vigencia, mucho antes de
que la cuestión constitucional fuera decidida por los tribunales. ¿Cuál fue la actitud
del Gobierno durante este tiempo? El 9 de octubre de 1935, la Comisión de Valores y
Cambios
promulgó su Regla 4 bajo el Holding Company Act, para que las empresas tenedoras de
acciones puedan registrarse bajo la ley y a la vez reservar todos sus derechos constitucio-
nales o legales y además que si esta reserva fuera considerada no válida, los registrados
puedan escoger que su registro fuera considerado nulo. El 21 de noviembre de 1935, el
Ministro de Justicia (Attorney General) dio la orden a sus procuradores en todo el territorio,
para que no intentasen poner en vigencia las provisiones penales de la ley hasta que su
constitucionalidad fuera asegurada. El mismo día, el Director General de Correos notificó
a todos los directores de correos que las compañías holding del Sector Público que no se
registraran, tendrían sin embargo, el derecho de continuar usando los servicios de correos
hasta que la Corte Suprema hubiera finalmente determinado la validez de la ley.5
Estas medidas fueron justificadas por la intención del Gobierno “de reducir al
mínimo el gravamen del efecto retroactivo de una posible decisión final a favor de la
constitucionalidad de la ley”.6 Se aplica un efecto retroactivo incluso a una decisión
judicial que declara que una ley es constitucional. Esto significa que la opinión de
cualquier persona concerniente a la constitucionalidad de una ley sancionada por el
legislador, puede tener algún efecto legal sobre la validez de esta ley, si el particular
cuestiona la constitucionalidad de esta ley en un proceso, y aun si tiene como resultado
que la ley sea declarada constitucional. Es muy difícil definir con exactitud el efecto le-
gal que tiene el hecho de que un particular cuestione la constitucionalidad de una ley
en un juicio, en especial, el efecto legal sobre su validez durante el tiempo previo a la
sentencia. La sola demanda judicial no invalida ni confirma la validez de la ley. Lo
único que podemos decir es que cualquier litigio en el cual se cuestiona la constitu-
cionalidad de una ley, crea un período de duda e incertidumbre concerniente a la
validez de la ley y a sus efectos jurídicos. Esto es, desde el punto de vista de la técnica
jurídica, nada satisfactorio.
Al no existir en la Constitución una provisión clara, todas las cuestiones concer-
nientes al efecto de una ley inconstitucional pueden ser respondidas de formas con-
5
Chester T. Lane, “The Litigation involving the Constitutionality of the Public Utility Holding Com-
pany Act of 1935”, ponencia leída en la Reunión Anual de la Asociación Norteamericana de Ciencia Política
(American Political Science Association), diciembre 30, 1941.
6
Ibid.
12 • Hans Kelsen
tradictorias. Evitar esta incertidumbre fue una de las razones que llevaron a la centra-
lización del control jurisdiccional de la ley en Austria e investir en el Tribunal
Constitucional, la competencia para abolir la ley inconstitucional en general, y no
solo para un caso concreto. La práctica actual en los Estados Unidos tiene el mismo
objetivo, pero lo persigue por medios jurídicamente imperfectos.
La diferencia más grande entre la Constitución norteamericana y la austriaca ra-
dica en el procedimiento por el cual una ley es declarada inconstitucional por el órga-
no competente. De acuerdo a la Constitución de los Estados Unidos, el control cons-
titucional solo es posible en el curso de un proceso, cuya meta principal no es
necesariamente la declaración de la inconstitucionalidad o de la constitucionalidad
de una ley.
Esta cuestión solo puede presentarse incidentalmente, cuando una parte sostie-
ne que la aplicación de una ley en un caso concreto es una violación ilegal de sus in-
tereses, porque la ley es inconstitucional. Por lo tanto, en principio solamente la vio-
lación del interés de un particular pone en movimiento el procedimiento del control
constitucional. El interés en la constitucionalidad de la legislación es, sin embargo, un
interés público que no necesariamente coincide con el interés privado de las partes
interesadas.
Es el interés público el que merece la protección de un proceso específico, en
conformidad con su carácter especial. Las desventajas que resultan por la falta de tal
proceso son ampliamente reconocidas en la literatura jurídica norteamericana.7 La
Ley del 24 de agosto de 1937 “para proveer la intervención del Gobierno de los Esta-
dos Unidos, en apelación directa a la Corte Suprema Federal y la regulación de la
expedición de injunctions* en algunos casos referentes a la constitucionalidad de le-
yes del Congreso, y para otros propósitos” también reconoce el interés público en el
control jurisdiccional de las leyes; pero solo alcanza a las leyes federales. Esta Ley
concede al Gobierno federal el derecho de intervenir en cualquier acción entre parti-
culares y convertirse en una de las partes para la presentación de pruebas y para argu-
mentar sobre la cuestión constitucional, cada vez que la constitucionalidad de cual-
quier ley del Congreso que afecte el interés público, sea traída a discusión. La ley
concede al Gobierno el derecho de recurrir ante la Corte Suprema de una sentencia
por la cual una ley federal es declarada inconstitucional y busca acelerar las decisio-
nes finales de la Corte Suprema en tales casos. Finalmente, la Ley de 1937 busca im-
pedir la concesión de injunctions por un solo juez para detener la aplicación de una
ley del Congreso sobre la base de que su inconstitucionalidad ha sido alegada.8 Pero
todo esto está previsto por la Ley de 1937 solamente para defender la validez de las
leyes sancionadas por el Congreso, para hacer más difícil una decisión judicial por la
7
Cfr. Oliver P. Field, The Effect of an Unconstitutional Statute, Minneapolis, 1935.
*
Órdenes o mandatos judiciales similares a las medidas cautelares de los sistemas romanistas.
(N. del T.).
8
Alexander Holtzoff, “The Judiciary Act of 1937”, ponencia leída en la Reunión Anual de la Asocia-
ción Norteamericana de Ciencia Política (American Political Science Association), diciembre 30, 1941.
El control de la constitucionalidad de las leyes • 13
cual una ley federal es declarada inconstitucional, pero no para promover la anula-
ción de leyes inconstitucionales.
A la desventaja de que el control de constitucionalidad pueda operar solo inci-
dentalmente, lo que quiere decir, en el curso de un proceso que sirve principalmente
para otros propósitos, hay otra desventaja que está conectada con el carácter federal
de los Estados Unidos. El Gobierno federal puede iniciar un proceso legal contra un
Estado en el curso del cual la constitucionalidad de una ley de ese Estado puede ser
disputada. Pero los Estados, aunque pueden ser enjuiciados por el Gobierno federal,
no pueden enjuiciar a este último. Un Estado que desea que una ley federal sea decla-
rada inconstitucional, puede lograr esto solamente por un rodeo legal, quiere decir,
por una acción contra un funcionario federal; y además el interés del Estado como
parte demandante debe ser más que un simple interés político o constitucional —por
ejemplo, el Estado debe ser propietario o tener un interés en asuntos que son res com-
munes, etcétera.
Fue especialmente la experiencia constitucional de los Estados Unidos, la que
influenció en la forma como se ha regulado esta cuestión en la Constitución austriaca.
De acuerdo a esta Constitución se abrieron dos caminos que conducen a un control
constitucional; uno indirecto y otro directo. Primero, una parte privada podía sostener
en el curso de un procedimiento administrativo que uno de sus derechos concedidos
por la Constitución había sido violado por un acto administrativo, porque este acto a
su vez estaba basado en una ley inconstitucional. La demanda podía ser presentada
ante el Tribunal Constitucional, pero solo después de que el caso hubiera seguido
todas las etapas del proceso administrativo hasta agotarlo. El Tribunal decidía la cues-
tión de la inconstitucionalidad de la ley solo incidentalmente. Pero el Tribunal insti-
tuía este proceso por propia decisión y solo si tenía dudas sobre la constitucionalidad
de la ley. Los particulares solo pueden sugerir el control de constitucionalidad; no
tienen el derecho de exigirlo.
En los procesos ante los tribunales, la cuestión de la constitucionalidad de las le-
yes fue tratada de un modo diferente al de los reglamentos. La inconstitucionalidad
de los reglamentos podía ser alegada por una de las partes en cualquier proceso judi-
cial, pero el control constitucional se llevaba a cabo solamente si el tribunal tenía du-
das respecto a la aplicabilidad de la norma reglamentaria. El tribunal tenía que des-
continuar este proceso en este supuesto y dirigirse al Tribunal Constitucional para la
anulación del reglamento. El proceso ante el Tribunal Constitucional estaba dedicado
únicamente a esta cuestión.
La inconstitucionalidad de las leyes podía ser demandada solamente ante el
Oberster Gerichtshof (Corte Suprema) o ante la Verwaltungsgerichtshof (Corte Admi-
nistrativa), porque solamente estas cortes podían interrumpir un proceso y recurrir al
Tribunal Constitucional para la anulación de la ley, si es que dudaban de su constitu-
cionalidad. La Corte Suprema y la Corte Administrativa procedían ex officio. Ellas no
estaban obligadas a acceder a las respectivas peticiones de las partes.
Desde que el Tribunal Constitucional también tenía asuntos que decidir distintos
a la constitucionalidad de leyes y reglamentos, este Tribunal también podía desconti-
14 • Hans Kelsen
nuar el trámite procesal en tales asuntos, si es que tuviese dudas respecto de la cons-
titucionalidad de la ley o del reglamento que tenían que ser aplicados a dichos casos.
La interrupción del proceso procedía a fin de habilitar al Tribunal en un proceso es-
pecial para verificar la constitucionalidad de la ley o el reglamento respectivo.
En todos estos casos en los cuales el control constitucional era obtenido en forma
indirecta, los tribunales habilitaban ese procedimiento ex officio. Las partes podían
solamente llamar la atención de los jueces sobre el problema de la constitucionalidad
de las leyes o de los reglamentos. No tenían derecho a exigir tal proceso. Era exclusi-
vamente el interés público protegido por los tribunales y no el interés privado de las
partes, lo que era decisivo desde el punto de vista del proceso.
Si el Tribunal Constitucional declaraba que la ley sometida a su revisión era in-
constitucional, la Corte que planteó la solicitud para la revisión o el Tribunal Consti-
tucional mismo, no podían aplicar la ley en el caso que diera motivo para la anulación
de esta ley. En este ejemplo, la anulación tenía fuerza retroactiva, como ya lo hemos
señalado. Esta fuerza retroactiva, excepcionalmente otorgada al proceso de anula-
ción, era una necesidad técnica, porque sin ella, las autoridades encargadas de la apli-
cación de la ley (es decir, los jueces de la Corte Suprema y de la Corte Administrativa,
respectivamente) no hubieran tenido un inmediato y en consecuencia, suficiente y
convincente interés en provocar la intervención del Tribunal Constitucional. Las au-
toridades que hacen la solicitud al Tribunal Constitucional para el control constitu-
cional de una ley, tenían que saber que su solicitud, si es que lograba anular la ley,
tenía un efecto inmediato sobre su propia decisión en el caso concreto en el cual ellos
interrumpieron el proceso para obtener la anulación.
El camino directo que llevaba al control constitucional de las leyes era el siguien-
te: La Constitución autorizaba al Gobierno Federal para pedir al Tribunal Constitu-
cional la anulación de una ley estatal o reglamento decretado por una autoridad ad-
ministrativa de un Estado; y los gobiernos de los Estados estaban asimismo autorizados
a hacer tal demanda para la anulación de una ley federal o de un reglamento sancio-
nado por una autoridad administrativa de la Federación. Esta solución del problema
se debía al carácter federal de la República austríaca. Por razones políticas fue nece-
sario reconocer que la Administración federal y las administraciones de los Estados
tenían la misma igualdad con respecto al control constitucional de las leyes. De acuer-
do a la Constitución austríaca, las leyes federales no podían entrar en vigencia, excep-
to con la colaboración de la Administración federal, y con la promulgación de la ley
por el Presidente, pero sin la interferencia de la Administración de los Estados. Del
mismo modo, las leyes de los Estados no podían entrar en vigencia sin la colaboración
de la Administración del respectivo Estado, pero podían hacerlo sin la interferencia de
la Administración federal. Por tanto, era superfluo concederle a la Administración fe-
deral el derecho de cuestionar la constitucionalidad de las leyes federales y a las ad-
ministraciones de los Estados la posibilidad de plantear la constitucionalidad de las
leyes de los Estados. La Administración federal tenía que negarse a promulgar cual-
quier proyecto de ley votado por el Parlamento federal si es que ella consideraba este
proyecto de ley como inconstitucional. El hecho de que una ley federal entrara en vi-
El control de la constitucionalidad de las leyes • 15
IV
Cuando la Constitución de 1920 se elaboraba, otros dos métodos para poner en
movimiento el control de constitucionalidad de las leyes fueron discutidos. El prime-
ro fue concederle a cada ciudadano el derecho de hacer una petición directa al Tribu-
nal Constitucional, que así quedaba obligado a examinar la validez de la ley. Era una
especie de actio popularis en cuestiones constitucionales. La segunda posibilidad era
la de crear en el Tribunal Constitucional la oficina de un Procurador General a cargo
de la protección de la Constitución. Su función hubiera sido la de examinar todas las
leyes federales y estatales y someter a la consideración del Tribunal Constitucional
aquéllas de dudosa constitucionalidad. Ninguno de estos dos métodos fue aceptado.
Con respecto a la protección de las minorías, una tercera posibilidad se puede men-
cionar: a saber, la propuesta de conceder a una minoría el derecho de plantear la
constitucionalidad de la ley adoptada por la mayoría, mediante una demanda presen-
tada al Tribunal Constitucional.
Finalmente, quisiera mencionar dos dispositivos de la Constitución austríaca que
posiblemente pueden ser de interés para los juristas norteamericanos. Cuando una
ley es anulada en los Estados Unidos, surge la cuestión respecto a la situación legal
creada por dicha anulación con relación al asunto que estaba regulado por la ley anu-
lada. Debemos distinguir dos posibilidades: la primera es que la ley anulada ha regula-
do una materia que en el momento que la ley entró en vigencia, no estaba todavía le-
galmente regulada. Por ejemplo: una ley que prohíbe la producción y venta de ciertos
equipos de radio ha sido anulada. Antes que esta ley entrara en vigencia, la produc-
ción y venta de equipos de radio no estaba reglamentada por ninguna norma. Las
personas estaban completamente libres en este aspecto. La segunda posibilidad es
que la ley anulada haya reemplazado a una ley anterior, o a una norma del common
law que regulaba el mismo asunto. Por ejemplo, una ley por la cual la producción y
venta de equipos de radio estaba prohibida, pero sancionada con penas muy leves. En
el primer caso, la anulación de la ley tiene el efecto de restablecer el estado legal que
existió antes de que la ley fuera abrogada. Pero esto no es así en el segundo caso. Aquí
la situación legal que existió antes de la aprobación de la ley anulada, por ejemplo, la
ley anterior regulando la producción y venta de ciertos equipos de radio, no es auto-
máticamente restituida. La ley anterior, o la previa norma del common law, han sido
derogadas por la última norma, que a su vez fue anulada. Pero esta ley no es, como
hemos señalado, nula ab initio sino solo invalidada por una decisión de la Corte Su-
prema. Por medio de la anulación de la última ley que prohibía la producción y venta
16 • Hans Kelsen
9
Por ejemplo, el Presidente de la Corte Suprema (Chief Justice) Hughes en Chicot County Drainage
Distritic v. Baxter State Bank, 308 U.S. 371 (1940). La mejor formulación del problema puede encontrarse
en: Wellington et al. Petitioners, 16 Pick. 87, Mass., 1834, en la p. 96: “Puede sin embargo, ponerse en duda
que un acto formal de legislación, en estricta propiedad, sea declarado nulo; parece ser más consistente
con la naturaleza del asunto y con los principios aplicables a casos análogos, tratarlos como anulables”.
El control de la constitucionalidad de las leyes • 17
10
Art. 138, pár. 2 de la Constitución, pár. 53-56 de la Ley de 18 de diciembre de 1925, BGBI,
n. 454.
11
Cfr. Felix Frankfurter, “Advisory Opinions”, en Encyclopedia of the Social Sciences,
vol. 1, New York, 1927, pp. 475-478.
18 blanca
Doctrina
20 blanca
El Tribunal Constitucional
y el control de la reforma constitucional*
Jorge Carpizo
*
Agradezco a mis colegas, a quienes menciono en orden alfabético, Astudillo, César; Carpizo,
Enrique; Corzo, Edgar; Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, y García Belaunde, Domingo, las sugerencias y
observaciones que realizaron a este ensayo. Los errores que puedan encontrarse en el mismo son respon-
sabilidad exclusiva del autor. Asimismo, agradezco a la Sra. Isabel Cacho la transcripción del manuscrito,
su dedicación y su habitual eficiencia.
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional 21
núm. 12, julio-diciembre 2009, pp. 21-67.
22 • Jorge Carpizo
gobierno; sí, pero a excepción de todas las demás que la historia ha conocido, debido
a que resultaron peores. Es decir, la democracia es la menos mala de todas las formas
de gobierno que el hombre ha construido.
2. El distinguido jurista inglés John-Anthony Jolowicz, en 1984, aseveró que al
parecer el periodo histórico en el cual era necesario justificar la propia existencia de la
revisión judicial de las leyes había finalizado, y que actualmente los esfuerzos deben
dirigirse a fortalecer esa revisión en contra de sus enemigos —los gobiernos hosti-
les— y a mejorar su operación práctica.1
Me parece que ahora los gobiernos hostiles a la jurisdicción constitucional son,
cuando menos en los dichos, pocos. Por el contrario, de 1984 a nuestros días, más y
más Constituciones incorporan la institución de tribunales y cortes constitucionales
como pieza esencial del orden constitucional, de la defensa de la Constitución y de la
protección de los derechos humanos, lo cual se comprueba con lo acontecido en los
países de Europa del Este, América Latina e incluso en Asia y África.
No obstante, indispensable es reforzar y superar cuestiones que acontecen en su
“operación práctica”, así como resolver antiguos problemas, que no representaban
mayor importancia pero que actualmente sí la tienen, y algunos nuevos.
3. La jurisdicción constitucional se integra por el conjunto de garantías constitu-
cionales que la propia Constitución establece para reintegrar “el orden fundamental
infringido o violado por los órganos del poder”.2
En principio, el tribunal constitucional, sin importar la denominación que reciba,
es el instrumento de la jurisdicción creado para conocer y decidir en última instancia
sobre los conflictos de interpretación de la ley fundamental a través de las garantías
constitucional-procesales. El tribunal goza de jerarquía superior respecto a los órga-
nos constituidos secundarios y debe tener asegurada su independencia para que real-
mente defienda a la Constitución.3
1
JOLOWICZ, John-Anthony, “Summary of Discussion”, en Le contrôle jurisdictionnel des lois. Légitimité,
effectivité et développements récents, editado por Louis FAVOREU y J. A. JOLOWICZ, París y Aix-en-Provence,
Economica y Presses Universitaires d’ Aix-Marseille, 1986, p. 14.
2
FIX-ZAMUDIO, Héctor, “Las garantías constitucionales en el derecho mexicano”, en Revista de la
Facultad de Derecho, Culiacán, Sinaloa, 1967, tomo II, núm. 3, p. 179. FIX-ZAMUDIO, Héctor y VALENCIA
CARMONA, Salvador, Derecho Constitucional Mexicano y Comparado, México, Editorial Porrúa y UNAM-Insti-
tuto de Investigaciones Jurídicas, 2003, pp. 180, 192-197.
3
FAVOREU, Louis, Los tribunales constitucionales, Barcelona, Editorial Ariel, 1994, p. 13, define al
tribunal constitucional como “una jurisdicción creada para conocer especial y exclusivamente en materia
de lo contencioso constitucional, situada fuera del aparato jurisdiccional ordinario e independiente tanto
de éste como de los poderes públicos”. FERRER MAC-GREGOR, Eduardo, Ensayos sobre Derecho Procesal
Constitucional, México, Editorial Porrúa y CNDH, 2004, p. 37, define al tribunal constitucional como el
“órgano jurisdiccional de mayor jerarquía que posee la función esencial o exclusiva de establecer la inter-
pretación final de las disposiciones de carácter fundamental”, definición que se encuentra dentro del
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 23
7
NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto, “Consideraciones sobre la Jurisdicción Constitucional en
América y Europa”, en Anuario Iberoamericano de Justicia Constitucional, Madrid, Centro de Estudios Políti-
cos y Constitucionales, 2000, núm. 4, pp. 278-279. TOVAR TAMAYO, Orlando, La jurisdicción constitucional,
Caracas, Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, 1983, p. 87. HENAS HIDRÓN, Javier,
Panorama del Derecho Constitucional colombiano, Bogotá, Editorial Temis, 1998, pp. 74-80.
8
RESTREPO PIEDRAHITA, Carlos, Constituciones de la Primera República Liberal: 1855-1885. Constitu-
ciones Federales, Antioquía-Bolívar, Bogotá, Colombia, Universidad Externado de Colombia, 1985, tomo
III, pp. 288-290. GARCÍA BELAUNDE, Domingo, El derecho procesal constitucional en perspectiva, México, Edi-
torial Porrúa y Imdpc, 2008, pp. 153 y 154.
9
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, La Constitución como norma y el tribunal constitucional, Madrid,
Civitas, 1981, p. 196.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 25
10
Citado por FAVOREU, Louis, op. cit., nota 3, p. 149.
11
CARPIZO, Jorge, “Algunas reflexiones sobre el poder judicial federal y sobre las relaciones inter-
nacionales de México”, en Legislación y Jurisprudencia, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídi-
cas, año II, volumen II, 1982, pp. 561-566, y en El Derecho, la Universidad, la Diplomacia y el Arte, México,
Editorial Porrúa y UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2001, pp. 137-140. CARPIZO, Jorge y
FIX-ZAMUDIO, Héctor, “La necesidad y la legitimidad de la revisión judicial en América Latina. De-
sarrollo reciente”, en op. cit. nota 1, pp. 140-145. CARPIZO, Jorge, Temas constitucionales, México, Editorial
Porrúa y UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2003, pp. 181-222.
26 • Jorge Carpizo
12
CUEVA, Mario de la, Apuntes de derecho constitucional, México, edición mimeográfica, 1965, p. 35.
HELLER, Hermann, Teoría del Estado, México, Fondo de Cultura Económica, 1963, p. 306.
13
SÁNCHEZ VIAMONTE, Carlos, Los derechos del hombre en la Revolución Francesa, México, UNAM,
1956, p. 21.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 27
14
CARPIZO, Jorge, Estudios constitucionales, México, Editorial Porrúa y UNAM-Instituto de Investi-
gaciones Jurídicas, 2003, p. 573.
15
MONTESQUIEU, Charles de Secondat, De l’esprit des lois, Oeuvres Complétes, París, Gallimard, 1949,
tomo II, pp. 396 y 397.
28 • Jorge Carpizo
16
CAPPELLETTI, Mauro, op. cit., nota 4, p. 113.
17
GUASTINI, Riccardo, Estudios de teoría constitucional, México, Fontamara y UNAM, 2001, pp. 80
y 81.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 29
18
VIGO, Rodolfo Luis, “Directivas de la interpretación constitucional”, en Interpretación Constitucional,
Eduardo FERRER MAC-GREGOR (coordinador), México, Editorial Porrúa UNAM-Instituto de Investiga-
ciones Jurídicas, 2005, tomo II, pp. 1350-1353. Peter HÄBERLE se refiere al tribunal constitucional como
un tribunal social; es decir, como el tribunal de toda la sociedad, véase, El Tribunal Constitucional como
Tribunal Ciudadano. El recurso constitucional de Amparo, Querétaro, Qro., FUNDAp, 2005, pp. 67-72.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 33
19
PEGORARO, Lucio, “Tribunales constitucionales y revisión de la Constitución”, en Pensamiento
Constitucional, Lima, Perú, Pontificia Universidad Católica del Perú, Escuela de Graduados, 1999, p. 227.
20
CARPIZO, Jorge, Concepto de democracia y sistema de gobierno en América Latina, México, UNAM-Insti-
tuto de Investigaciones Jurídicas, 2008, p. 100. Defino a la democracia como “el sistema en el cual los
gobernantes son electos periódicamente por los electores; el poder se encuentra distribuido entre varios
órganos con competencias propias y con equilibrios y controles entre ellos, así como responsabili-
dades señaladas en la Constitución con el objeto de asegurar los derechos fundamentales que la propia
Constitución reconoce directa o indirectamente”. Al respecto véanse LIJPHART, Arend, Modelos de democra-
cia. Formas de gobierno y resultados en treinta y seis países, Barcelona, España, Ariel Ciencia Política, 2000, p. 13.
KELSEN, Hans, Esencia y valor de la democracia, México, Editora Nacional, 1980, pp. 30 y 31, 35, 45. BOBBIO,
Norberto, El futuro de la democracia, México, Fondo de Cultura Económica, 1992, pp. 14, 15, 29-31 y 136.
SARTORI, Giovanni, Teoría de la democracia, Madrid, Alianza Universidad, 1988, t. I: El debate contemporá-
neo, pp. 98, 259 y 260. SALAZAR UGARTE, Pedro, La democracia constitucional. Una radiografía teórica, México,
Fondo de Cultura Económica y UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2006, pp. 136-139.
21
CARPIZO, Jorge, Temas constitucionales, op. cit., nota 11, pp. 188-191. CARPIZO, Jorge, Concepto de
democracia…, op. cit., nota 20, pp. 142-144. Véase FAVOREU, Louis, op. cit., nota 3, pp. 29 y 30.
34 • Jorge Carpizo
22
LANDA, César, Tribunal Constitucional y Estado Democrático, Lima, Perú, Pontificia Universidad
Católica del Perú, 1999, pp. 367-371.
23
KELSEN, Hans, “La Garantía Jurisdiccional de la Constitución”, en Anuario Jurídico, México,
UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1974, tomo I, p. 493.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 35
del Congreso reside el cuerpo electoral que está facultado a cambiar su espíritu al cambiar
sus miembros.
Pero si la Corte Suprema llegara alguna vez a estar compuesta de hombres impruden-
tes o corrompidos, la confederación tendría que temer a la anarquía o a la guerra civil…
Ahora bien, mientras más necesario es que un poder sea fuerte, es más preciso darle
extensión e independencia. Cuanto más extenso e independiente es un poder, más peli-
groso es el abuso que se puede hacer de él. El origen del mal no está en la constitución
de ese poder, sino en la constitución misma del Estado que necesita la existencia de tal
poder.24
V. La interpretación constitucional
24
TOCQUEVILLE, Alexis de, La democracia en América, México, Fondo de Cultura Económica, 1963,
pp. 147 y 148.
25
CARPIZO, Jorge, “La interpretación constitucional en México”, en Boletín Mexicano de Derecho
Comparado, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, año IV, núm. 12, 1971, pp. 386-402.
26
Ibidem, p. 385.
27
FERRER MAC-GREGOR, Eduardo (coordinador), Interpretación constitucional, dos tomos, México,
Editorial Porrúa y UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2005, tomo I, 730 pp., y tomo II, 731-
1428 pp. FIX-ZAMUDIO, Héctor, “Algunos aspectos de la interpretación constitucional en el ordenami-
ento mexicano”, en Revista Jurídica Veracruzana, Xalapa, Órgano del Tribunal Superior de Justicia del Es-
tado de Veracruz, 1970, núm. 4, pp. 9, 15-16 y 28. Los estudios de José Juan MORESO, “Conflictos entre
principios constitucionales” y de Luis Prieto SANCHÍS, “Neoconstitucionalismo y ponderación judicial”,
en CARBONELL, Miguel (ed.), Neoconstitucionalismo (s), Madrid, Editorial Trotta y UNAM, 2003, 286 pp.
MORBIDELLI, G., “Introduzione al diritto e all’interpretazione”, en MORBIDELLI, G., PEGORARO, L.,
REPOSO, A., VOLPI, M., Diritto costituzionale italiano y comparato, Bolonia, Monduzzi Editore, 1995, pp. 34-40.
CARBONELL, Miguel, Los derechos fundamentales en México, México, UNAM y CNDH, 2004, pp. 122-132.
CARMONA TINOCO, Jorge Ulises, La interpretación constitucional, México, UNAM-Instituto de Investiga-
ciones Jurídicas y CNDH, 1996, pp. 191-205.
36 • Jorge Carpizo
28
GUASTINI, Riccardo, op. cit., nota 17, p. 159.
29
ARAGÓN REYES, Manuel, “La justicia constitucional en el siglo XX. Balance y perspectivas en el
umbral del siglo XXI”, en La ciencia del derecho durante el siglo XX, México, UNAM, 1998, p. 199. Del mismo
autor, Constitución y control del poder. Introducción a una teoría constitucional del control, Bogotá, Universidad
Externado de Colombia, 1999, pp. 86-101. ASTUDILLO, César, Del control formal al control material de la re-
forma constitucional. Un análisis desde el modelo de Constitución actual, Madrid, Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, 2002, memoria de investigación, p. 106. Véase GASCÓN ABELLÁN, Marina, “La teoría
general del garantismo: rasgos principales”, en Garantismo. Estudios sobre el pensamiento de Luigi Ferrajoli,
edición de Miguel CARBONELL y Pedro SALAZAR, Madrid, Editorial Trotta y UNAM-Instituto de Inves-
tigaciones Jurídicas, 2005, pp. 33-36.
30
Véase ZAGREBELSKY, Gustavo, El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, Madrid, Trotta, 2007, pp.
137-144. ASTUDILLO, César, op. cit., nota 29, p. 111.
31
Véanse GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, op. cit., nota 9, p. 230. ZAGREBELSKY, Gustavo, op. cit.,
nota 30, pp. 116-126.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 37
3. En ocasiones, los derechos, los principios e incluso los valores pueden entrar
en conflicto entre sí. Entonces, el tribunal constitucional establece una jerarquía axio-
lógica entre ellos, con lo cual unos primarán sobre los otros, unos se aplicarán y otros
“se harán a un lado”. Dicha jerarquía es “móvil”, lo cual expresa que es posible que en
diferente caso concreto se proceda en forma diversa con esos derechos, principios o
valores.32 A dicha técnica se le denomina ponderación.
4. Otra técnica que diversos tribunales constitucionales han creado y utilizan es la
del principio de razonabilidad, basado en el principio de igualdad y no discrimina-
ción, del cual han derivado el principio de que los casos iguales deben ser tratados de
la misma forma o manera, y los casos diversos, en forma o manera diferente.
Así, lo que hay que esclarecer es qué casos son iguales de aquellos que no lo son;
es decir, qué distinciones son razonables y cuáles no y, por tanto, son discriminatorias.
Las distinciones o clasificaciones establecidas por el legislador deben ser razona-
bles, o sea, deben ser buenos argumentos o justificaciones. Por este camino, “según el
principio de razonabilidad, una distinción es justificada cuando está justificada”, lo
cual implica un juicio de valor. Entonces, el tribunal constitucional revisa discrecional-
mente las determinaciones discrecionales del legislador.33
5. Entre los diversos métodos y técnicas de la interpretación constitucional, me
refiero únicamente a uno más, que utilizan varios tribunales constitucionales, el
principio de proporcionalidad, cuyas características son: la relación que existe entre
la decisión y su finalidad, o sea la relación medio fin; la idoneidad y la necesidad de la
disposición obedecen en gran parte a las circunstancias en que se ha tomado, por lo
cual puede verse influenciada por el transcurso del tiempo y por los hechos; la dispo-
sición objeto de control no necesita ser la más proporcionada posible, sino únicamen-
te que no sea desproporcionada; es decir, lo que se prohíbe es que la norma o acto sea
excesivo, y se refiere a las medidas restrictivas de los poderes públicos.
González Beilfuss otorga una caracterización del principio de proporcionalidad,
32
GUASTINI, Riccardo, op. cit., nota 17, pp. 182 y 183. MORESO, José Juan, “Conflictos entre prin-
cipios constitucionales” en Neoconstitucionalismo (s), op. cit., nota 27, pp. 100-110. ALEXY, Robert, “Los
derechos fundamentales en el Estado constitucional democrático”, en la misma obra de Neoconstituciona-
lismo (s), pp. 32-37.
33
GUASTINI, Riccardo, op. cit., nota 17, pp. 53 y 54. Véanse los interesantes ensayos, principalmen-
te las páginas mencionadas, incluidos en FERRER MAC-GREGOR, Eduardo (coord.), Interpretación constitu-
cional, op. cit., notas 18 y 27, tomo I: CANOSA USERA, Raúl, “Interpretación constitucional y voluntad
democrática”, pp. 243-259. CARMONA TINOCO, Jorge Ulises, “Algunos aspectos sobresalientes de la in-
terpretación judicial constitucional”, pp. 307-314. COMANDUCCI, Paolo, “Modelos e interpretación de la
Constitución”, pp. 485-491. GARCÍA BELAUNDE, Domingo, “La interpretación constitucional como
problema”, pp. 615-621. HÄBERLE, Peter, “Métodos y principios de la interpretación constitucional”,
pp. 687-700.
38 • Jorge Carpizo
que él mismo califica de insuficiente pero que es clara y adecuada para las finalidades
que persigo en este inciso; afirma que:
el principio de proporcionalidad constituye un parámetro de control relacional y relativo,
en que necesariamente tienen entrada elementos fácticos y temporales, que es aplicable
a cualquier actuación de los poderes públicos que incida negativamente en un bien jurídico
constitucional susceptible de restricción, y que tiene un contenido básicamente negativo,
en el sentido de prohibir los regímenes jurídicos que no guarden una mínima relación de
proporcionalidad respecto a la finalidad perseguida por los mismos.34
El principio de proporcionalidad persigue proveer soluciones para resolver ade-
cuadamente los conflictos entre los derechos fundamentales y el interés general, a
través de un razonamiento que contrasta intereses jurídicos opuestos para poder de-
terminar si una medida restrictiva está justificada o es adecuada —no excesiva— res-
pecto al fin que se persigue.35
6. No cabe duda alguna que la cuestión de la interpretación constitucional se ha
colocado como uno de los grandes temas de la Teoría constitucional por las conse-
cuencias que lleva consigo. Está íntimamente ligada a cuestiones de la más alta im-
portancia constitucional: el principio de supremacía constitucional, la defensa de los
derechos humanos, los pesos y contrapesos entre los poderes, los límites constitucio-
nales de éstos, la justicia y la jurisdicción constitucionales, el control constitucional de
leyes y actos de autoridad, la rigidez de la norma constitucional y las funciones del
tribunal constitucional.
Como asenté párrafos atrás, desde 1971 me pronuncié por una interpretación
constitucional de índole finalista o axiológica, misma que continúo defendiendo y más
con los argumentos y desarrollos que se han presentado en las últimas décadas.
No obstante, hay que ser muy cuidadosos: el tribunal constitucional, reitero, no
puede usurpar las funciones del poder constituyente ni del órgano revisor de la Cons-
titución. En consecuencia, no debe crear normas ni principios que no sean suscepti-
bles de reconducirse a la Ley Fundamental, pero sí puede deducir principios implíci-
tos de los expresamente asentados, tales como dignidad humana, libertad, igualdad,
seguridad jurídica, justicia social, Estado de bienestar, etcétera.
Asimismo, el tribunal no puede desconocer y necesita equilibrar su interpretación
de los principios con otras finalidades que cualquier orden jurídico persigue: la certeza
y la seguridad jurídica, y jamás desconocer que es un órgano político, que conoce de
34
GONZÁLEZ BEILFUSS, Markus, El Principio de Proporcionalidad en la Jurisprudencia del Tribunal Cons-
titucional, Madrid, Thomson, Aranzadi, 2003, pp. 98-109; la definición se encuentra en p. 101.
35
BERNAL PULIDO, Carlos, “El principio de proporcionalidad en el control de las medidas estata-
les ambientales de efecto equivalente en el derecho comunitario europeo”, en Revista Derecho del Estado,
Bogotá, Universidad Externado de Colombia, núm. 9, 2000, pp. 110 y 112.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 39
asuntos políticos, pero que es un tribunal, y que como tribunal únicamente puede re-
solver con metodología y técnicas jurídicas.
Tampoco puede ignorar el contexto social y político en que se encuentra. No es
lo mismo un país democráticamente consolidado que uno que se encuentra en transi-
ción democrática. No es lo mismo un país políticamente estable y socialmente equili-
brado que uno con divisiones y diferencias políticas y sociales muy profundas.
Más allá de los límites que el tribunal tiene como cualquier órgano de poder, re-
sulta muy importante que sepa autolimitarse, es decir, el self-restraint; que el activismo
judicial no sea desbordado, que aplique con prudencia las técnicas de la interpretación
constitucional, que jamás pretenda usurpar funciones que la Constitución atribuye a
otros órganos, que siempre tenga presente que está interpretando la Constitución, no
creando una filosofía o moral constitucionales. En otras palabras, que tenga muy pre-
sente el criterio de Otto Bachof respecto al tribunal alemán: “La Corte ha necesita-
do conquistar su actual posición con mucho trabajo y contra muchas resistencias. Que
lo haya logrado radica, y no es la menor de las razones, en que con sabia autolimita-
ción haya entendido correctamente cómo trazar las fronteras entre derecho y políti-
ca”.36 Suscribo totalmente este pensamiento de Bachof.
1. Como ya asenté, todo poder constituido tiene y debe tener límites. El único
poder, en principio, jurídicamente ilimitado es el poder constituyente, e incluso éste,
si persigue construir una Constitución democrática, no puede desconocer ni infringir
el derecho internacional de los derechos humanos. Todo poder constituido debe ser
susceptible de ser controlado para que se aseguren las libertades de las personas.
Ahora me refiero a los límites del órgano revisor de la Constitución, tema que la
doctrina ha explorado con profundidad aunque no existe unanimidad al respecto.
Después examino los límites del tribunal constitucional.
2. De lo expresado en este ensayo resalta que el órgano revisor de la Constitución
está subordinado a quien lo creó -el poder constituyente- y a su expresión de voluntad
plasmada en la Constitución como un conjunto de normas.
En consecuencia, el órgano revisor de la Constitución tiene límites que se derivan
de la propia Constitución. Estos pueden contemplarse desde varios ángulos. El más
36
BACHOF, Otto, “Nuevas reflexiones sobre la jurisdicción constitucional entre derecho y política”,
en Boletín Mexicano de Derecho Comparado, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, año XIX,
núm. 57, 1986, p. 844.
40 • Jorge Carpizo
importante y el que me interesa resaltar para el propósito de este ensayo es el que los
divide en límites expresos e implícitos.37
Los límites expresos son aquellos principios que la propia Constitución señala,
sin ambigüedad alguna, en forma explícita y directa, que son intocables, que no se
pueden reformar ni alterar. A estas normas suele denominárseles cláusulas pétreas,
intangibles o de intangibilidad. La razón de su existencia responde a factores históri-
cos o a que el poder constituyente decidió subrayar cuáles son los principios funda-
mentales, materiales, esenciales o supremos, como se les quiera denominar, sobre los
que descansa todo el orden constitucional. El hecho de que se les mencione no signi-
fica que sólo ellos tengan ese carácter, en virtud de que de ellos o de diversos precep-
tos constitucionales se derivan necesariamente otros: son las cláusulas o principios
implícitos.
Cláusulas pétreas ya se localizan en la Constitución noruega de 1814, al señalar
que las modificaciones constitucionales jamás deberán contravenir los principios de la
Constitución. En Francia, en 1884, se estableció que estaba prohibida la modificación
de la forma republicana de gobierno.38 En América Latina nuestro constitucionalismo,
tanto en el siglo XIX como en el XX, conoció la existencia de cláusulas de intangibili-
dad, pero es con las Constituciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial que esta
corriente se consolida. Resulta común citar que el artículo 139 de la Constitución ita-
liana protege la forma republicana de gobierno de cualquier alteración; caso idéntico
acontece con la Constitución francesa de 1958. El artículo 79.3 de la Ley Fundamen-
tal de Alemania señala que es inadmisible toda modificación que afecte la distribución
territorial de la Federación en Estados, la cooperación de éstos en la legislación, o los
principios consignados en los artículos 1 y 20 que se refieren a la dignidad del pueblo
y de la persona, la inviolabilidad e inalienabilidad de sus derechos, el principio de la
aplicación inmediata de los derechos fundamentales, la estructura federal, el Estado
democrático y social, el reconocimiento de que todo poder público dimana del pueblo
y el dogma de la división de poderes. El artículo 288 de la Constitución de Portugal
parece interminable en su propósito de petrificar los principios fundamentales.
Resulta lógico desde el ángulo jurídico que un poder constituido, como el órgano
revisor de la Constitución, no pueda tocar ni alterar las normas de intangibilidad, de-
bido a que entonces estaría desconociendo al poder constituyente y usurpando facul-
tades que no le han sido atribuidas sino, al contrario, expresamente prohibidas.
37
Véanse CARBONELL, Miguel, Constitución, reforma constitucional y fuentes del derecho en México, México,
Editorial Porrúa y UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2000, pp. 243-244. LOEWENSTEIN,
Karl, Teoría de la Constitución, Barcelona, Ediciones Ariel, 1964, pp. 188-195. VANOSSI, Jorge Reinaldo A.,
Teoría Constitucional. Teoría Constituyente, Buenos Aires, Ediciones Depalma, vol. I, 1975, pp. 186-194.
38
MIRANDA, Jorge, “Le contrôle et les limites de la révision de la Constitution”, en Annuaire Inter-
national de Justice Constitutionnelle, Aix-en-Provence, Economica, 2004, XX, p. 450.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 41
Héctor Fix-Zamudio, al referirse a las cláusulas pétreas, expresa con razón que en
consecuencia, las generaciones futuras estarían impedidas de modificar esas normas;
entonces, la Constitución escrita resultaría intangible, lo cual no deja de ser ilusorio.39
En el pensamiento de Fix-Zamudio, Biscaretti di Ruffia y García Belaunde se
encuentra la idea francesa, manifestada en el artículo 28 de la Declaración de los De-
rechos del Hombre y del Ciudadano de 1793 en el sentido de que las generaciones
pasadas y presentes no pueden encadenar a las futuras. Textualmente dicho artículo
especificó: “Un pueblo tiene siempre el derecho a revisar, reformar y cambiar su cons-
titución. Una generación no puede imponer sus leyes a las generaciones futuras”.
Las anteriores nociones no son antagónicas, sino implican dos planos diversos: el
poder revisor de la Constitución no puede jurídicamente reformar ni alterar el conte-
nido de una cláusula pétrea, porque estaría destruyendo la Constitución que lo creó;
quien sí lo puede hacer es el poder constituyente. No obstante, las cláusulas pétreas
pueden ser superadas más allá de cualquier frontera jurídica, y no necesariamente en
forma violenta o revolucionaria, sino pactada por las diversas fuerzas sociales y polí-
ticas, y que el nuevo proyecto de Constitución se someta a la consideración del pueblo
a través de un referendo.40 Los ejemplos históricos recientes son numerosos. Empero,
insisto, el órgano revisor de la Constitución no puede alterar la cláusula pétrea.
Jorge Miranda señala que el órgano revisor de la Constitución tampoco puede
desconocer el derecho internacional convencional sin exponer al país a sanciones,
pero especialmente el derecho comunitario -se refiere al de la Unión Europea-, debido
a que es un límite tal que infringirlo constantemente puede incluso plantear la posibi-
lidad de la expulsión del país de dicha Unión.41
3. El órgano revisor de la Constitución tiene como función reformar, adicionar y
actualizar, no sustituir o destruir, la Constitución. Si lo hiciera estaría ocupando el
papel del poder constituyente soberano. Como bien lo expresa Pedro de Vega, los
principios y valores legitimadores de todo el ordenamiento constitucional:
tendrán por fuerza que configurarse como zonas exentas al poder de revisión, y adquirir,
por tanto, el indudable carácter de límites materiales implícitos a toda operación de refor-
ma. Proceder de otra manera, y otorgar al poder de reforma… la facultad de modificar
totalmente el ordenamiento conduce a consagrar un despropósito que si, jurídicamente,
repugna a la lógica global del Estado constitucional, políticamente representa una decla-
39
FIX-ZAMUDIO, Héctor, Estudio de la Defensa de la Constitución en el Ordenamiento Mexicano, México,
Editorial Porrúa y UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2005, p. 51. BISCARETTI DI RUFFIA,
Paolo, Introducción al derecho constitucional comparado, México, Fondo de Cultura Económica, 1996, pp. 550-560.
GARCÍA BELAUNDE, Domingo, op. cit., nota 8, p. 267.
40
CARPIZO, Jorge, Estudios constitucionales, op. cit., nota 14, p. 574. SÁCHICA, Luis Carlos, Esquema
para una teoría del poder constituyente, Bogotá, Editorial Temis, 1978, pp. 39 y 40.
41
MIRANDA, Jorge, op. cit., nota 38, p. 445.
42 • Jorge Carpizo
ración vacía, inaplicable y sin sentido… es claro que cualquier intento de modificación de
los valores básicos que componen la fórmula política, a través del mecanismo de la refor-
ma, implicaría no la simple sustitución de unos artículos por otros, sino la creación de un
régimen político diferente y el establecimiento de un nuevo sistema constitucional…
Cuando no se admite ningún tipo de límites a la reforma, es evidente que el neutralismo
axiológico y el indiferentismo ideológico que subyacentemente acompañan al concepto
de Constitución, permiten considerar como legalmente válida cualquier operación de re-
visión, con tal de que se cumplan los trámites formalmente establecidos. Incluso el cam-
bio de régimen político, y la destrucción de la Constitución material existente, podrían
presentarse como fenómenos deducibles del ejercicio más estricto de legalidad.42
Luego, el problema es conocer cuáles son esos principios, valores y materias
que individualizan y fundamentan todo el orden constitucional y que el órgano re-
visor no puede tocar. Se puede sostener que los límites implícitos son aquellos a los
cuales la Constitución no se refiere de manera expresa, pero que pueden inferirse de
su núcleo legitimador, básicamente de los principios y valores que la construyen y la
sostienen.
En otras palabras, al documento que estructura los órganos de poder, los organi-
za y señala sus competencias se le suele llamar Constitución. Es algo así como com-
probar que toda persona posee una constitución física, pero una Constitución demo-
crática implica necesariamente el establecimiento de una serie de principios y valores
para ser tal, como la noción de soberanía popular, el reconocimiento y protección real
de los derechos humanos y la división de poderes.
De la noción de democracia se desprenden otros principios tales como: el sufra-
gio universal; elecciones periódicas, libres, objetivas y equitativas; el control del poder;
laicismo; responsabilidad de los funcionarios y transparencia en la función pública.
Ahora bien, cada poder constituyente incorpora a la Constitución material princi-
pios que le son esenciales y que son fruto de su historia y de su devenir y realidad
políticas, como pueden ser el sistema federal, la separación Estado-iglesias o el princi-
pio de no-reelección del titular del poder ejecutivo.
Para conocerse y comprenderse a uno mismo como persona auxilia contemplar a
las demás. Así, para conocer y comprender cuales otros principios suelen integrar la
Constitución material de una democracia, aunque no se encuentren en forma expresa,
es útil repasar aquellos que sí enumeran expresamente otras Constituciones como la
alemana y la portuguesa, cuyas cláusulas pétreas incluyen abundantes principios o
valores fundamentales, para contemplar si éstos lo son también en un determinado
orden jurídico de acuerdo con su evolución político-constitucional.
42
VEGA, Pedro de, La reforma constitucional y la problemática del poder constituyente, Madrid, Tecnos,
1985, pp. 285 y 293. Véase SCHMITT, Carl, Teoría de la Constitución, México, Editora Nacional, 1961, pp. 30
y 31.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 43
43
CARPIZO, Jorge, La Constitución mexicana de 1917, México, Editorial Porrúa y UNAM-Instituto de
Investigaciones Jurídicas, 2000, pp. 268 y 269. Véase VEGA, Pedro de, op. cit., nota 42, pp. 170-173, 220-
221 y 236-237. SCHMITT, Carl, op. cit., nota 42, pp. 119-131.
44
Véanse ROSS, Alf, Sobre el derecho y la justicia, Buenos Aires, Eudeba, 1963, pp. 76-83. Del mismo
autor, “Sobre la autorreferencia y un difícil problema de derecho constitucional”, El concepto de validez y
otros ensayos, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1969, pp. 47-81. VANOSSI, Jorge Reinaldo
A., op. cit., nota 37, pp. 236-245. CARBONELL, Miguel, op. cit., nota 37, pp. 248 y 249. MIRANDA, Jorge, op.
cit., nota 38, pp. 453 y 455. VEGA, Pedro de, op. cit., nota 42, pp. 277 y 281-283.
44 • Jorge Carpizo
45
GUASTINI, Riccardo, op. cit., nota 17, p. 246.
46
LANDA, César, op. cit., nota 22, pp. 233 y 234. Véase BREWER CARÍAS, Allan R. “Modelos de
revisión constitucional en América Latina”, en Boletín de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas,
2004, núm. 141, pp. 153-156. Este artículo realiza un amplio e interesante panorama de la cuestión de la
reforma constitucional en América Latina, pp. 115-156.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 45
47
Véanse La Corte Interamericana de Derechos Humanos. Estudios y Documentos, San José, Costa Rica,
Instituto Interamericano de Derechos Humanos, s/f, 339 pp. BUERGENTHAL, Thomas, “Implementa-
tion in the Interamerican Human Rights System”, en International Enforcement of Human Rights, BERN-
HARDT, F. y JOLOWICS, J. A., (eds.), Berlín-Heidelberg, Springer Verlag, 1987, p. 69. NIETO NAVIA, Ra-
fael, Introducción al sistema interamericano de los derechos humanos, Bogotá, Editorial Temis e Instituto Intera-
mericano de Derechos Humanos, 1993, pp. 56-74. BERGER, Vincent, Jurisprudence de la Cour Européenne des
Droits de l’Homme, París, Sirey, Dalloz, 2004, 818 pp. CLEMENTS, Luke, MOLE Nuala, SIMMONS, Alan,
European Human Rights. Taking a Case under the Convention, Londres, Sweet & Maxwell, 1999, 383 pp. BIA-
VATI, Paolo, “L’efficacia diretta delle sentenze della Corte Europea dei Diritti dell’Uomo”, en La Ciencia
del Derecho Procesal Constitucional. Estudios en homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus cincuenta años como investigador
del derecho, Eduardo FERRER MAC GREGOR y Arturo ZALDÍVAR LELO DE LARREA (coords.), México,
UNAM-Instituto de Investigaciones Jurídicas et al., tomo IX, 2008, 699-709 pp.
48
CAPPELLETTI, Mauro, op. cit., nota 4, pp. 82-84 y 110-111.
46 • Jorge Carpizo
49
TRIBE, Lawrence H., American Constitutional Law, Mineola, Nueva York, The Foundation Press,
1978, pp. 50 y 51. GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, op. cit., nota 9, pp. 201 y 202.
50
ASTUDILLO, César, “La guerra de las cortes”, Nexos, México, 2008, vol. XXX, núm. 366,
pp. 58-60.
51
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, op. cit., nota 9, pp. 168-170. BLACK, JR., Charles L., The People
and the Court. Judicial Review in a Democracy, Nueva York, The Macmillan Co., 1960, pp. 56-68. PRITCHETT,
Herman C., Congress versus the Supreme Court: 1957-1960, Minneapolis, University of Minnesota Press,
1961, pp. 8-10.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 47
dimiento generalmente consiste en que una cámara legislativa acusa y la otra juzga. No
es un procedimiento frecuente, pero su sola existencia constituye una advertencia y
una prevención útiles. Por desgracia, también se le ha utilizado en forma errónea para
subordinar o castigar la actitud independiente de magistrados no gratos al poder po-
lítico como aconteció en Perú, en la década de los noventa, con la destitución de tres
magistrados del tribunal constitucional, en razón de una sentencia discutible, pero sin
que existiera infracción constitucional tipificada, y por el hecho de haber ejercido el
control difuso en contra de la ley que permitía la reelección constitucional, supuesto
en el cual dicho control no procede en ese país.
El segundo control se refiere a que generalmente la designación de los magistra-
dos del tribunal constitucional se encuentra en manos de los órganos políticos. En
consecuencia, es un nombramiento de índole política en el cual intervienen motiva-
ciones partidistas e ideológicas. Por tanto, las comparecencias, antes del probable
nombramiento, desempeñan una importante función de control. Las nuevas designa-
ciones pueden alterar el sentido de los votos de los magistrados y así cambiar la ma-
yoría de aquéllos, con lo que se está indirectamente influyendo en la propia jurispru-
dencia del tribunal.
d) Claro que estoy a favor de controles y límites a cualquier órgano del poder, in-
cluido el tribunal constitucional. No obstante, si analizamos con cuidado los controles
enumerados son de un peso extraordinario, en virtud de que su uso habrá de ser excep-
cional: una reforma constitucional o un juicio de responsabilidad política no acontece
todos los días ni son fáciles de instrumentar. No existen controles “normales” para el
tribunal constitucional. Hay que tener en cuenta que hablo de controles, de equilibrios
del poder, no de medidas que lo debiliten o lo neutralicen, y entonces no pueda cum-
plir con las importantísimas funciones que la Constitución le atribuye y que justifican
su propia existencia.
Es por la razón anterior que no me parece adecuado aplicar a los jueces, menos a
los magistrados constitucionales, la institución de la revocación del mandato, como
acontece en algunos sistemas a nivel local, y como se supone que sucedía en la Unión
Soviética.
la interpretación que hay que armonizarlas; el órgano revisor actualiza la obra del
propio poder constituyente en lugar de que la realice el poder constituyente del pre-
sente; el órgano revisor puede superar la resolución del tribunal constitucional a través
de una reforma constitucional; puede modificar y alterar la estructura, competencia e
integración del propio tribunal constitucional; en diversos casos fue el órgano revisor
el que creó al tribunal constitucional.
2. La tercera posibilidad, la relación entre esos dos órganos constituidos prima-
rios no es de jerarquía sino de competencia. La cuestión se resolvería con aparente
facilidad si así lo expresara la Constitución, pero generalmente no es el caso.
En consecuencia, hay que considerar que cada uno de esos órganos constituidos
primarios debe concretarse a ejercer las funciones que expresamente le indica la Consti-
tución, y como en esta posibilidad se parte del supuesto del silencio de la Ley Funda-
mental al respecto, la conclusión es que el tribunal constitucional no se encuentra fa-
cultado para controlar la “constitucionalidad” de una reforma constitucional.
3. No obstante, existe una corriente que considera que el tribunal constitucional,
a pesar de que la Constitución sea omisa al respecto, sí puede realizar ese control de
constitucionalidad, cuando menos en el aspecto procedimental, e incluso otra corrien-
te sostiene que también respecto al fondo de la reforma.
4. Otto Bachof se planteó la cuestión de si existen normas constitucionales in-
constitucionales y respondió que sí, en virtud de que normas contenidas en la ley
fundamental pueden ser contrarias a un derecho supralegal, ya sea éste preestatal,
supraestatal, metapositivo o natural. Para dicha afirmación se basa en jurisprudencia y
doctrina alemanas.
Bachof afirma que la admisión de normas constitucionales inconstitucionales
presupone un determinado concepto de Constitución y la existencia de un derecho
constitucional material con función integradora que puede encontrarse fuera del texto
constitucional. En esta forma, no existe duda alguna que el derecho metapositivo se
positiviza y pertenece a la Constitución.
Este distinguido tratadista germano señala, de acuerdo con su criterio, las diversas
posibilidades de normas constitucionales inconstitucionales (inválidas).52
La exposición de Bachof resulta un interesante ejercicio teórico, pero incorrecto
por las siguientes razones: la Constitución construye un sistema armónico que otorga
unidad a todo el orden jurídico; para preservar esta unidad y la supremacía de la nor-
ma constitucional es que existe la judicial review, si no fuera así, ésta saldría sobrando;
si dentro de una misma Constitución surge una aparente contradicción entre sus nor-
52
BACHOF, Otto, ¿Normas constitucionales inconstitucionales?, Lima, Palestra Editores, 2008, pp. 21, 43,
51-53 y 71. Bachof se basa para fundamentar su postura en una sentencia del tribunal constitucional de
Baviera del 24 de abril de 1950, pp. 29 y 30, y en diversos autores alemanes que examina, tales como
IPSEN, GREWE, KRÜGER y GIESE, pp. 36-39.
50 • Jorge Carpizo
53
HAURIOU, Maurice, Principios de Derecho Público y Constitucional, Madrid, Editorial Reus, s/f, p. 334.
54
LINARES QUINTANA, Segundo V., Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional Argentino y Com-
parado, Buenos Aires, Editorial Alfa, 1953, tomo II, pp. 145 y 146. De la p. 143 a la 163 de esta obra se
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 51
contiene una buena síntesis de la doctrina sobre el problema de la constitucionalidad de la reforma con-
stitucional hasta 1953.
55
GARCÍA BELAUNDE, Domingo, op. cit., nota 8, p. 271.
56
LINARES QUINTANA, Segundo V., op. cit., nota 54, pp. 159 y 160. VANOSSI, Jorge Reinaldo A.,
op. cit., nota 37, p. 218.
57
BIDART CAMPOS, Germán J., Manual de derecho argentino, Buenos Aires, Ediar, 1972, p. 81.
58
BONAVIDES, Paulo, “O art. 45 da Constituiçao Federal e a inconstitucionalidade de normas
constitucionais”, en Revista da Faculdade de Direito da Universidades de Lisboa, Lisboa, 1995, vol. XXXVI,
pp. 5-34.
52 • Jorge Carpizo
59
Véase NOGUEIRA ALCALÁ, Humberto, op. cit., nota 7, pp. 281 y 282.
54 • Jorge Carpizo
60
VEGA, Pedro de, op. cit., nota 42, p. 261.
61
ASTUDILLO, César, op. cit., nota 29, p. 168.
62
MIRANDA, Jorge, op. cit., nota 38, p. 456.
63
ASTUDILLO, César, op. cit., nota 29, p. 174.
64
PEGORARO, Lucio, op. cit., nota 19, p. 264.
65
CONSTANT, Benjamín, Curso de política constitucional, Madrid, Taurus, 1968, pp. 14 y 15.
56 • Jorge Carpizo
constitucionales deben quedar en sus manos, debido a que es él quien conoce el con-
tenido material implícito de la Constitución y los límites que éstos configuran, así
como la verdadera, única y absoluta valoración de los principios constitucionales. En
consecuencia, el tribunal constitucional sólo tendría un contrapeso: la destrucción del
orden constitucional y la edificación de uno nuevo por parte del poder constituyente,
y dadas las circunstancias de conflicto entre órganos políticos del poder, el nuevo
orden constitucional difícilmente podría ser edificado a través de medios pacíficos.
Tal vez exagero en los argumentos al intentar ser claro.
3. El tema de la presunta inconstitucionalidad de normas constitucionales tampo-
co es algo nuevo en el campo jurisdiccional. Este tema se le planteó a la Corte Supre-
ma americana en relación con las enmiendas XVIII y XIX. Dicho tribunal decidió que
el asunto controvertido implicaba cuestiones políticas (political questions) y, en conse-
cuencia, no justiciables.
La jurisprudencia americana sigue firme en cuanto a los asuntos de fondo, aunque
va abriendo las puertas respecto a cuestiones de procedimiento (matters of procedure).66
4. El asunto es de tal trascendencia que la construcción constitucional de los ór-
ganos constituidos y limitados adquiere vigor en este caso: el tribunal constitucional
únicamente puede tener y ejercer una facultad de tal naturaleza si expresamente se la
señala la Constitución, y entonces queda claro que es un poder jerárquicamente supe-
rior al órgano revisor de la Constitución, con todas las consecuencias jurídicas y polí-
ticas que de ello se derivan.
Si la Constitución no le otorga dicha facultad expresamente y el tribunal se la atribu-
ye a través de una interpretación, a) estaría sobrepasando su competencia como órga-
no constituido y usurpando funciones que no le corresponden; b) en lugar de proteger
y ser el guardián de la Constitución, la estaría vulnerando y quizá creando una crisis
constitucional y política sin que exista quién la pueda resolver a través de medios jurí-
66
VANOSSI, Jorge Reinaldo A., op. cit., nota 37, pp. 219 y 220: La Corte Suprema de Estados Uni-
dos en el caso Coleman v. Miller, en 1939, resolvió que el efecto del “rechazo previo de una enmienda por
un Estado y el intervalo de tiempo en el cual los Estados podían ratificar una enmienda, eran cuestiones
no justiciables” por tratarse de cuestiones políticas. “…en materia de validez es famoso el caso Luther v.
Borden, con motivo de la rebelión de Dorr en Rhode Island —en el siglo pasado (XIX)— en que la Corte
Suprema declaró cuestión política la consideración de la validez de una reforma”, véanse también las
pp. 221-233. VEGA, Pedro de, op. cit., nota 42, pp. 258 y 259. LINARES QUINTANA, Segundo V., op. cit.,
nota 54, pp. 149 y 151, afirma que “En 1871, la Suprema Corte de los Estados Unidos, al decidir el caso
White v. Hart, determinó que la apreciación de la validez de una reforma de la Constitución federal era
una cuestión política extraña a su órbita de decisión. En los autos Dodge v. Woolsey, fallados en 1885, el
juez Campbell, de dicho tribunal, al disentir se remitió, aprobándola, a la doctrina de la political question
expuesta por la Corte en el citado caso Luther v. Borden. Como ha podido verse, durante el siglo XIX pre-
valeció en la jurisprudencia de la Suprema Corte norteamericana el criterio de que la apreciación de la
constitucionalidad de una enmienda constitucional era una cuestión política sobre la que no correspondía
pronunciarse”.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 57
dicos. Desde luego, todo depende de qué país se trate y de las circunstancias; c) se
quiebra la idea de que los órganos constituidos son poderes limitados que sólo pueden
actuar de acuerdo con su competencia constitucional.
Por tanto, no es aceptable la tesis de que el tribunal no necesita facultad expresa
para poder controlar la materia de una reforma constitucional. A mayor abundamien-
to hay que destacar que d) no resultaría lógico que la Constitución le otorgue al tribu-
nal múltiples funciones y fuera omisa en relación con una tan importante como ésta,
que incluso define la jerarquía entre los órganos constituidos primarios.67
En síntesis, el tribunal constitucional es órgano constituido y como tal sólo debe
ejercer las facultades expresas que la Constitución le señala, es un órgano limitado, no
debe usurpar funciones de otros órganos ni equipararse al poder constituyente, aun-
que algunos lo hagan en la realidad y, desde luego, la Constitución obliga a todos los
poderes públicos, incluido el tribunal. Si no, a través de facultades implícitas, el tribu-
nal se convertiría en el poder de los poderes, incontrolado, ilimitado y supremo. Ade-
más, reitero, el tribunal generalmente no es el único, ni siempre el último, garante de
la Constitución.
No desconozco que existe una tendencia actual en la cual diversos tribunales
constitucionales, más allá de sus facultades expresas, se han atribuido el control de las
reformas constitucionales, como acontece en Perú.68
Desde luego que si la Constitución atribuye al tribunal constitucional esa facultad
de control respecto a la materia de la reforma constitucional, obviamente sí podrá
realizarlo, como en Chile, cuyo artículo 82, inciso 2, dispone que resolverá “las cues-
tiones sobre constitucionalidad que se susciten durante la tramitación (el subrayado es
mío) de ley o reforma constitucional y de los tratados sometidos a la aprobación del
Congreso”. Nótese que es durante la tramitación, con posterioridad no, y únicamente
a requerimiento del presidente de la República, de cualquiera de las cámaras o de una
cuarta parte de los legisladores, y siempre que sea formulado antes de su promulga-
ción, y el tribunal goza de plazos fijos y precisos para resolver.
A pesar de existir norma expresa, considero que una disposición de tal naturaleza
rompe el esquema constitucional de pesos y contrapesos, y se crea un órgano incon-
trolado, aunque la prevención chilena “durante la tramitación” y antes de la promul-
gación debe meditarse con cuidado. Una reflexión adicional: es probable que el tribu-
nal chileno, en razón de su organización y atribuciones, sea uno de los menos fuertes
en América Latina, a pesar de poseer la mencionada facultad del artículo 82, inciso 2.
Esta cuestión delicada no conduce a un callejón sin salida; actualmente el Dere-
cho Comparado nos ofrece instituciones e ideas que pueden preservar ese mecanismo
esencial del constitucionalismo: el equilibrio entre los poderes, los pesos y contrape-
67
PEGORARO, Lucio, op. cit., nota 19, pp. 236-240.
68
GARCÍA BELAUNDE, Domingo, op. cit., nota 8, pp. 262-267.
58 • Jorge Carpizo
sos, y que un poder no quede sin control alguno, en razón de que puede peligrar la
libertad de las personas.
5. Otra pregunta: ¿puede el tribunal constitucional controlar “la constitucionali-
dad” del procedimiento de la reforma constitucional?
En principio pareciera que sí. El argumento y fundamento sería que si se violó el
procedimiento que la Constitución señala para la reforma se puede considerar que
esos vicios imposibilitan que las normas en cuestión sean parte de la Constitución. O,
en otras palabras, dicha reforma no es realmente tal por la existencia de vicios de pro-
cedimiento, debido a que se violaron las reglas que la propia Constitución establece
para su actualización, para su modificación.
No obstante, el tribunal constitucional como órgano constituido no puede ejercer
tal facultad si la Constitución no se la atribuye expresamente. Es la misma idea de que
un delito no se corrige cometiendo otro delito.
Varias Constituciones otorgan expresamente esta facultad al tribunal constitucional.
La Constitución de Bolivia de 1967, reformada en 1995, faculta, en su artículo
120, inciso 10, al tribunal constitucional para conocer y resolver: “Las demandas res-
pecto a procedimientos en la reforma de la Constitución”. No está de más recordar
que, en 2001, el tribunal constitucional de ese país declaró inconstitucional un proyec-
to de “Ley de Convocatoria a Asamblea Constituyente”, al contestar la consulta que
el presidente del Congreso le había planteado.69
La Constitución de Colombia de 1991 faculta, en el ya citado artículo 241, inci-
so 1, a la Corte Constitucional para decidir sobre las demandas de inconstitucionali-
dad de las reformas constitucionales, cualquiera que sea su origen, interpuestas por los
ciudadanos, pero exclusivamente por vicios de procedimiento en su formación. En-
tiendo que se refiere tanto al referendo como al órgano revisor. El inciso 3 del propio
artículo lo faculta de igual manera respecto a los referendos sobre leyes, las consultas
populares y plebiscitos del orden nacional, y en el caso de estos últimos sólo por vi-
cios de procedimiento en su convocatoria y realización.
El artículo 141, 2 de la Constitución de Moldavia faculta al tribunal constitucional
a examinar los proyectos de reforma constitucional sometidos al Parlamento, si lo
solicitan cuando menos cuatro jueces. En estos casos, generalmente dicho examen se
concreta a vicios del procedimiento o a que no se traspasen los límites expresos esta-
blecidos por la propia Constitución para la reforma constitucional.
Importante es insistir que el tribunal constitucional sólo podrá conocer sobre los
vicios del procedimiento de reforma constitucional si está facultado expresamente por
la Constitución para ello, en razón de que es un órgano constituido primario, de facul-
69
LÓPEZ GUERRA, Luis y AGUIAR, Luis (eds.), Las Constituciones de Iberoamérica, Madrid, Unión
Iberoamericana de Colegios de Abogados e Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, 2001, p. 51.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 59
tades limitadas, que únicamente puede actuar a través de facultades expresas.70 Ade-
más, es aplicable el argumento esgrimido en cuanto al fondo: es una facultad de espe-
cial importancia y no parece lógico que si el poder constituyente quería concedérsela
al tribunal, hubiera sido omiso al respecto. Recuérdese que se trata de la atribución a
un órgano constituido primario, y que si la Constitución no señala jerarquía entre esos
órganos primarios ésta no puede existir, circunscribiéndose esta cuestión a un asunto
de competencia.
6. El distinguido jurista italiano Lucio Pegoraro71 propone una tipología de la par-
ticipación de los tribunales constitucionales en relación con el procedimiento de re-
forma constitucional. Además de los casos y situaciones ya mencionados en este ensa-
yo, el profesor Pegoraro se refiere a otros, entre los que destaco los siguientes tipos:
a) el tribunal constitucional está facultado para presentar proyectos de reforma
constitucional. En este sentido, el artículo 281 de la Constitución de Ecuador de 1979,
reformada en 1998, y el artículo 308 de la Constitución de Panamá de 1972, reforma-
da en 1994 (su Suprema Corte es una especie de tribunal constitucional).
b) El tribunal constitucional examina si alguna cláusula de un proyecto de acuerdo
o compromiso internacional es contraria a la Constitución; si lo es, ese acuerdo o
compromiso no se puede ratificar, sino hasta después de la correspondiente reforma
constitucional. Así, el artículo 54 de la Constitución de Francia (es atribución del Con-
sejo Constitucional, que se parece cada día más a un tribunal constitucional); el artícu-
lo 162, párrafos 2 y 3 de la Constitución de Ecuador de 1979. Lo mismo establece el
artículo 146, inciso b de la Constitución de Rumania de 1991, revisada en 2003, aun-
que en este caso la revisión no tiene que ser previa a la ratificación.
En la Unión Europea, el tratado de Maastricht ha obligado a la revisión de diver-
sas Constituciones, como es el caso del artículo 23 de la Ley Fundamental alemana
que permite la intervención del tribunal constitucional si de un tratado o acuerdo con
la Unión se deriva una modificación de la mencionada Ley Fundamental para dirimir
controversias entre la federación y las entidades federativas.
c) Intervención del tribunal constitucional en los procedimientos provisionales de
la formación de la Constitución.
Emblemática a propósito es la experiencia de Sudáfrica, en donde la Constitution Act, 1993
establecía, en combinación con el Protocolo 4, un detallado mecanismo para la adopción
del texto final. Esta preveía la elección de una Asamblea constituyente con el deber de
aprobar la Constitución definitiva, que debía estar conforme a treinta y cuatro Constitucio-
nal Principles enunciados en el citado Protocolo. En el sentido del Art. 71, apdo. 2, el res-
70
En sentido contrario a mis argumentos, para el caso español, véase ARAGÓN REYES, Manuel,
Estudios de Derecho Constitucional, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998, pp. 201
y 202.
71
Véase la nota 67.
60 • Jorge Carpizo
peto de tales principios debía ser certificado por el Tribunal Constitucional, el cual efecti-
vamente declaró que no todas las disposiciones del bill aprobado por la Asamblea
constituyente eran conformes. Enmendado el texto, el Tribunal Constitucional lo aprobó
por decisión de 5 de diciembre de 1996, consintiendo la entrada en vigor de la nueva
Constitución de la República de Sudáfrica.
7. Como puede verificarse, el universo del tribunal constitucional en relación con
la reforma constitucional es inmenso y la tendencia es que continúe ampliándose.
Como ejemplo señalo la mencionada Constitución de Rumania, en la cual el tribunal
incluso puede decidir ex-officio respecto a las iniciativas para revisar la Constitución
(artículo 146, a). Téngase en cuenta que los tipos mencionados constituyen facultades
expresas atribuidas al tribunal constitucional. Asunto diverso es si se considera que
dichas atribuciones son adecuadas o no.
Todo lo expuesto con anterioridad es sólo un síntoma de los tiempos. Desde que
nació el constitucionalismo moderno se ha desarrollado una lucha tremenda por ase-
gurar que el proceso del poder se desarrolle por los cauces constitucionales que parti-
cularizan a la democracia, con sus dos grandes vertientes: los contrapesos y controles
al poder y la garantía del respeto a los derechos humanos.
Ante cada problema y fracaso de la democracia, ésta regresa por sus fueros con
mayor vigor y vitalidad. Una de las instituciones que debe su fortalecimiento y expan-
sión a los horrores de la Segunda Guerra Mundial es el tribunal constitucional y,
últimamente, el retorno al sistema democrático de muchos de los países de Europa
del Este que se encontraban en la órbita de la Unión Soviética, y a la desintegración
de ésta.
No obstante, hay que recordar, y la historia lo confirma, que ningún poder cons-
tituido debe ser ilimitado o incontrolado, porque tiende al abuso en detrimento de las
libertades de las personas.
1. Los temas que plantean tanto la reforma constitucional como el tribunal cons-
titucional son múltiples, y algunos de especial delicadeza política, jurídica y social. El
tribunal constitucional difícilmente podrá impedir cambios y reformas, incluso si im-
plican la ruptura y el quiebre del orden constitucional para crear uno nuevo cuando
así lo decide el poder constituyente o quien tiene la fuerza para imponerse, más allá
del marco constitucional y sobre la voluntad del poder constituyente.
Téngase en cuenta, aunque es una perspectiva política, que además existen múlti-
ples ejemplos de sustituciones, cambios y transiciones constitucionales que son real-
mente una revolución, pero cuyas características estriban en que para crear la nueva
Constitución, la base jurídica partió de la Constitución que se estaba destruyendo y
sirvió de puente para el orden constitucional que nacía, y todo aconteció en forma
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 61
72
Por ejemplo, la actual Constitución de México es de 1917 y su título original fue “Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos que reforma la del 5 de febrero de 1857”. La actual Constitu-
ción fue aprobada por un Congreso Constituyente, figura que no contemplaba la ley fundamental del
siglo XIX, pero los diputados constituyentes fueron electos conforme a ésta. A pesar de que se dijo que
la actual Constitución era una reforma de su antecesora, se había discutido y aprobado una nueva Cons-
titución. Véase CARPIZO, Jorge, La Constitución mexicana…, op. cit., nota 43, pp. 110-114.
62 • Jorge Carpizo
mejor que garantice imparcialidad, ajeno a las luchas partidistas, integrado general-
mente con personalidades de prestigio, cuya independencia se percibe asegurada.
Lo anterior es cierto en algunos países, en otros no tanto, en virtud de que la ac-
tuación de algunos magistrados deja mucho que desear y sus conductas y criterios son
muy controvertidos. En muchos casos más que jurídicos son ideológicos.
En dicha tendencia se convierte al tribunal constitucional en el árbitro último de
las controversias políticas, porque se considera que no existe otro árbitro mejor. Se le
transforma en una especie de poder neutro de acuerdo con las ideas de Benjamín
Constant, como ya afirmé.
Supongamos que el tribunal es impoluto, pero si se le sobrecarga con funciones
no-jurisdiccionales de naturaleza política se le puede involucrar en las luchas políticas
y partidistas. Mi criterio es que hay que ser muy cuidadoso al momento de otorgarle
esa clase de facultades, como son, entre otras, las siguientes: verificar las circunstan-
cias para que se declare un interinato en el cargo del jefe de Estado; opinar sobre la
propuesta para retirar del cargo al jefe de Estado; interferir en las atribuciones de las
comisiones permanentes del Congreso; resolver sobre las inhabilidades constitucio-
nales o legales de un Ministro de Estado; participar en los ceses de los legisladores;
funciones de asesoramiento a otros órganos del Estado; expresar su criterio sobre las
medidas de emergencia; constatar la muerte o la incapacidad de los candidatos a la
jefatura del Estado; decidir la extradición de ciudadanos extranjeros, comprobar las
circunstancias de la disolución del parlamento por parte del presidente; presentación
de iniciativas legislativas o de reformas constitucionales; emitir opinión sobre las leyes
vetadas por el presidente alegando motivos de inconstitucionalidad; decidir las acusa-
ciones sobre la legalidad en la elección del presidente y vicepresidente.
Así como el siglo XIX fue el siglo de los parlamentos o asambleas, el siglo XX lo
fue de los órganos ejecutivos, pareciera que el XXI se está inclinando por los tribunales
constitucionales, no por el poder judicial, en virtud de que dichos tribunales, por la
naturaleza de sus funciones, se encuentran fuera de la órbita de ese poder y poseen
una jerarquía superior a él.
En algunos países se considera que el tribunal constitucional es un “curalotodo”,
un “resuelvelotodo”, una panacea política, y no es así. Es un tribunal integrado por
seres humanos, con virtudes y defectos, a quienes no hay que permitirles enamorarse
del enorme poder del cual gozan. Si existe un poder ilimitado e incontrolado, peligran
las libertades. Hay que profundizar en el tema de los controles del tribunal constitu-
cional, más allá del enamoramiento juvenil, casi apasionado, que algunos países tienen
por el tribunal constitucional, y que se plasma en sus Constituciones.
En el derecho constitucional también existen modas. En la actualidad una de ellas
es la del tribunal constitucional, que es el instrumento más eficaz para la defensa de la
Constitución y de los derechos humanos, pero no hay que sobrecargarlo de funciones
y atribuciones que lo pueden atrofiar, menos configurarlo sin control alguno.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 63
73
Aunque como ya he afirmado en este mismo ensayo, tal concepción está cambiando, en virtud
de aspectos diversos como el derecho internacional de los derechos humanos.
74
La Constitución francesa de 1958, en su artículo 11, dispone: “El Presidente de la República
podrá, a propuesta del Gobierno durante los periodos de sesiones o a propuesta conjunta de las dos
Cámaras, publicada una u otra en el Boletín Oficial, someter a referéndum cualquier proyecto de ley so-
bre organización de los poderes públicos, sobre reformas relativas a la política económica o social de la
nación y a los servicios públicos que la desarrollen, o encaminados a la ratificación de un tratado que, sin
ser contrario a la Constitución, pueda afectar el funcionamiento de las instituciones…”.
El artículo 89 de la misma Constitución indica que: “La iniciativa de la reforma de la Constitución
64 • Jorge Carpizo
corresponderá tanto al Presidente de la República, a propuesta del Primer Ministro, como a los miembros
del Parlamento.
El proyecto o la proposición de reforma deberá ser votado por las dos Cámaras en términos idénti-
cos. La reforma será definitiva después de aprobada por referéndum.
No obstante, el proyecto de reforma no será sometido a referéndum cuando el Presidente de la Re-
pública decida someterlo al Parlamento convocado en Congreso; en este caso, el proyecto de reforma
será aprobado sólo si obtiene una mayoría de las tres quintas parte de los votos emitidos. La Mesa del
Congreso será la de la Asamblea Nacional…”. Véase RUBIO LLORENTE, Francisco y DARANAS PELÁEZ,
Mariano (eds.), Constituciones de los Estados de la Unión Europea, Barcelona, Ariel, 1997, pp. 235 y 248.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 65
posible, se esperaría a las siguientes elecciones nacionales. En todo caso esta decisión
estaría en manos del poder revisor de la Constitución.
En esta forma se protegerían los principios y valores fundamentales de la Consti-
tución conforme con las bases esenciales del orden constitucional: el principio de
supremacía, la distinción entre poder constituyente y constituidos limitados, los pesos
y contrapesos y los controles entre los poderes.
7. Respecto al control de vicios del procedimiento de la reforma constitucional,
por los argumentos ya expresados, el tribunal constitucional sólo puede ejercer tal
función si la Constitución expresamente se la atribuye.
Asimismo, ya señalé el argumento que compatibiliza esta función con la teoría
constitucional. Sólo agrego que el tribunal no debe anular la reforma, sino únicamen-
te ordenar que se subsanen y reparen los vicios del procedimiento. Si ello no fuera
posible, en virtud de que esos vicios son generalizados y extremadamente graves, el
tribunal puede ordenar que dicho procedimiento comience de cero, pero sin pronun-
ciamiento alguno sobre el fondo de la reforma.
8. En todo caso, esta especie de control de la constitucionalidad de la reforma
constitucional debe ser previo a su promulgación, no después, por las siguientes razo-
nes: a) es ilógico que una Constitución pueda contener normas inconstitucionales, lo
cual acontecería en una visión de derecho natural, pero no jurídica; b) en caso de apa-
rentes contradicciones y lagunas entre normas constitucionales, hay que armonizarlas
a través de la interpretación, que es precisamente la labor esencial del tribunal consti-
tucional, y sería al momento de resolver un caso concreto; c) se lesionaría el principio
de supremacía constitucional, en virtud de que dentro de la Constitución habría nor-
mas que no son supremas, y que ni siquiera son constitucionales; d) se dañaría la segu-
ridad jurídica con la posibilidad de que normas contenidas en la Constitución puedan
ser consideradas inconstitucionales; la certeza constitucional se volvería una ficción,
con efectos negativos para todo el orden jurídico, y e) si se considera que ciertas nor-
mas no caben en la Constitución, lo procedente es el inicio de un procedimiento de
reforma constitucional.
Son diversas las Constituciones que señalan el control previo de tratados interna-
cionales, así como de diversas categorías de leyes, como el señalado artículo 61 de la
Constitución francesa; con mayor razón se justifica un dictamen del tribunal constitu-
cional tratándose de reformas constitucionales. Algunos autores están de acuerdo con
dicho control previo.75
75
Véase ALÁEZ CORRAL, Benito, Los límites materiales a la reforma de la Constitución Española de 1978,
Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, pp. 389 y 390: “…Desde el momento en
el que se comienza la gestación de esta norma de reforma constitucional —sea en infracción o no de las
normas sobre reforma constitucional— hasta el momento en el que se la reconoce como tal, es posible
el control de los actos que conducen al resultado final. Este último, o bien es considerado una infracción
66 • Jorge Carpizo
en cuyo caso no será reconocido como una norma de reforma constitucional, o bien se considera como
tal reforma, en cuyo caso sólo resta la posibilidad de desvelar en sede meramente científico-teórica el
carácter revolucionario de dicha creación normativa…”.
El Tribunal Constitucional y el control de la reforma constitucional • 67
Por su propio peso cae que la garantía procesal constitucional para solicitar el
dictamen al tribunal constitucional, en los casos a los cuales he aludido en el apar-
tado IX y en éste, por tratarse de un análisis abstracto de constitucionalidad, no de un
asunto individual, debe corresponder a uno de los instrumentos específicos que las
Constituciones crean para dicha clase de análisis. En otras palabras, garantías proce-
sal-constitucionales como el amparo no sería la adecuada, debido a que si los efectos
de la sentencia son de carácter particular, y no erga omnes, se daría el absurdo de que si
se logra resolución favorable, los mismos preceptos constitucionales no se aplicarían
a unas cuantas personas y sí a todas las demás.76
76
CÓRDOVA VIANELLO, Lorenzo, “Jueces y reforma”, en el periódico El Universal, 15 de octubre
de 2008, p. A17.
68 blanca
Problemas éticos del juez constitucional*
Juan Díaz Romero
SUMARIO: I. Influencia de la ética sobre la conducta del juez. II. La influencia obje-
tiva de la ética en la función de juzgar. III. La inexcusable obligación que el juez
tiene de convencer razonablemente de su sentencia mediante argumentación.
Las cuestiones éticas del juez, y más específicamente del juez constitucional, se ubican
dentro del más ancho campo de la ética aplicada,1 materia dentro de la cual se estudia,
esencialmente, la aplicación que los principios éticos tienen en la práctica de las acti-
vidades humanas.
La reflexión sobre dicha aplicación respecto del quehacer judicial —desde mi
punto de vista—, conduce a determinar que la ética tiene, sobre el juez, una influencia
muy marcada de dos modos diferentes:
1° Influencia subjetiva, que se da sobre la conducta personal del juez.
2° Influencia objetiva, que opera dentro de la función misma de juzgar.
I. Influencia de la ética
sobre la conducta del juez
*
Ponencia presentada en el desayuno-debate sobre problemas de derecho procesal constitucional
convocado por el Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional y la Fundación Konrad Ade-
nauer (4 de marzo de 2009).
1
CASANUEVA REGUART, Sergio, Ética Judicial. Bases para la Construcción de una Ética Judicial, Porrúa,
México, 2006, p. 113. DE URBANO CASTRILLO, Eduardo, Ética del Juez y Garantías Procesales, Consejo
General del Poder Judicial, Madrid, 2005, p. 23.
2
CORTINA, Adela, El Quehacer Ético. Guía para la Educación Moral, Aula XXI, Santillana, Madrid,
1996, p. 52.
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional 69
núm. 12, julio-diciembre 2009, pp. 69-76.
70 • Juan Díaz Romero
3
Ibid, p. 53.
4
CAMPS, Victoria y CORTINA, Adela, Las Éticas Aplicadas, en la Aventura de la Moralidad, Carlos
Gómez y Javier Muguerza, Alianza Editorial, Madrid, 2007, p. 461.
Problemas éticos del juez constitucional • 71
De entre las múltiples aristas de esta compleja corriente sólo habrá de aludirse, en
esta ocasión, a una tendencia que parece haber tenido marcado influjo en la ética apli-
cada, y que es el impulso que le dio para que penetrara de manera abierta y clara den-
tro de las organizaciones de los grupos sociales y aun de los órganos del Estado.
A partir de su aparición y con motivo de sus múltiples seguimientos, la ética ha
salido del claustro interno del hombre y se atreve a penetrar en todos los espacios y
lugares donde la gente común y corriente vive y trabaja.
Este “andar de la ética por la calle” tuvo en el utilitarismo un nuevo aliento que
reforzó su paso hasta espacios insospechados en aquellos días de su nacimiento, ya
que por su evolución, en la actualidad, pone un fuerte acento en la rectoría de las ac-
tividades y trabajos humanos, puesto que con diferentes nombres los principios éticos
se aplican en las ciencias médicas y biológicas, en las ciencias de la comunicación, en
las ciencias jurídicas, en la judicatura y aun en la órbita empresarial, sin que parezca
que haya alguna actividad humana que sea ajena a la ética.
3. Y aquí es donde aparece el tercer ingrediente de la ética aplicada, derivado del
pensamiento aristotélico, retomado por Tomás de Aquino.
La ética de las virtudes juega un papel fundamental en la ética aplicada, siendo
esto tan evidente que basta, para demostrarlo, el simple examen de los principios mo-
rales que acogen las normas rectoras que tienden a perfeccionar cualquier profesión
o actividad humana; cualesquiera que sean las reglas éticas que se analicen, sea en
ciencias médicas, en biotecnología, en práctica sanitaria, en ciencias jurídicas, en cien-
cia y práctica políticas, etc., etc., siempre se encontrará la aplicación de las virtudes,
con diferente énfasis o acento de unas y otras según el telos de cada ocupación o diná-
mica, pero nunca faltarán la prudencia, la templanza, la fortaleza y la justicia de la
ética clásica.
En suma, por lo que se lleva dicho, podría decirse que en la ética aplicada que
despunta en la actualidad, confluyen armónicamente y de manera principal las tres
corrientes mencionadas, a saber, la kantiana, la utilitarista y la clásica.
Obvio es, por tanto, que la ética aplicada haya llegado también al quehacer judi-
cial; a México llegó por varios caminos y desde diferentes cumbres internacionales:
Caracas en 1999; Santa Cruz de Tenerife en 2001; Cancún en 2002; San Salvador en
2004. En agosto de ese mismo año de 2004 fue aprobado en la Ciudad de México el
Código de Ética del Poder Judicial de la Federación; en Santo Domingo, República
Dominicana se aprobó en 2006 el Código Iberoamericano de Ética Judicial, con una
excelente Exposición de Motivos de Manuel Atienza y Rodolfo Luis Vigo.
Hay otras compilaciones de reglas éticas, pero limitándonos al Código de Ética
del Poder Judicial Federal, se ve que éste desarrolla cinco principios: independencia,
imparcialidad, objetividad, profesionalismo y excelencia, advirtiendo que éstos sólo
pueden operar con plenitud dentro de un sistema político democrático.
72 • Juan Díaz Romero
Hay otra forma en que la moral puede trascender a la función judicial, respecto
de la cual es más difícil que obtenga el aplauso unánime; dicha forma tiene que ver con
la determinación de si es correcto o plausible que las normas o principios morales
influyan en el criterio jurídico al dictar una resolución judicial. Aquí ya no se trataría
de un influjo moral subjetivo sobre el juez, sobre su conducta, sino de una influencia
sobre la función misma de juzgar, en la interpretación y en la argumentación.
La norma moral ¿Es una presencia indeseable a la hora de dictar sentencia? ¿O
debe reservársele un asiento a la mesa como invitado habitual?
Robert Alexy señala al respecto lo siguiente: “Positivistas y no positivistas coinci-
den primeramente en que el derecho tiene una estructura abierta y, en segundo lugar,
en que los casos que caen en el ámbito de apertura del derecho positivo frecuente-
mente son decididos sobre la base de fundamentos morales…”, pero más adelante hace esta
precisión: “El positivismo se transforma en no-positivismo sólo cuando se acepta que
la inclusión de principios y argumentos morales en el derecho es necesaria y no simplemente
contingente”.5
Esta exposición se limitará a una referencia superficial de las dos posturas que en
la actualidad y con mayor relevancia externan su pensamiento al respecto: Aquella que
marca una tajante separación entre moral y derecho, limitando la concepción de éste
a la creación formal, por parte del Estado, de las normas coactivas, a su desarrollo
lógico y a su consiguiente aplicación, sin contaminación externa de normas morales;
5
ALEXY, Robert, “Derecho y Moral” en Interpretación Constitucional, Eduardo Ferrer Mac Gregor
(coord.), Porrúa, México, 2005, p. 4.
Problemas éticos del juez constitucional • 73
y la que postula que el derecho tiene un contenido en el que son relevantes las normas
morales que los aplicadores del derecho no sólo pueden, sino que deben tomar en
consideración, guiándose por valores, principios o derechos humanos.
Dentro de la primera línea de pensamiento hay coincidencia en señalar como
prototipo al positivismo jurídico, cuyo más brillante expositor fue Hans Kelsen, con
una lógica formal tan precisa que le valió una gran influencia en todo el mundo.
La prueba de fuego del positivismo jurídico fue el establecimiento en Europa, en
la primera mitad del siglo XX, de sistemas jurídico-políticos irreprochables desde el
punto de vista formal pero cuyo contenido fundamental, espigado de prejuicios, anti-
valores, discriminaciones y supremacía absolutista, provocó invasiones, persecuciones
y genocidios que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial; después de ésta, el
iuspositivismo ya no fue el mismo; empezó a declinar, fortaleciéndose en contraparti-
da el iusnaturalismo, ahora con un nuevo rostro: el de humanismo. “La ligazón entre
derechos humanos y derecho natural la sintetiza Fernández Galiano expresando que
el nuevo nombre del derecho natural son los derechos humanos”.6
En un ensayo que Mauro Barberis titula “Neoconstitucionalismo, Democracia e
Imperialismo de la Moral”, señala que: “La aparición del neoconstitucionalismo pue-
de hacerse coincidir con el ataque al positivismo jurídico capitaneado en los años se-
tenta por Ronald Dworkin…”; y a continuación:
…con la crítica formulada por Dworkin a Herbert Hart, y en concreto con el argumento
de los principios hace su aparición en el panorama filosófico-jurídico una posición que
muestra el principal rasgo distintivo del neoconstitucionalismo respecto al iuspositivismo
y al iusnaturalismo: La idea de que el Derecho no se distingue necesaria o conceptualmen-
te de la moral, en cuanto incorpora principios comunes a ambos.7
Posiblemente, desde un punto de vista muy general, podría señalarse que desde
entonces y durante el último tercio del siglo XX, la concepción del derecho ha visto
una transformación trascendente que siendo difícil de sintetizar, no estaría muy aleja-
do de los siguientes puntos, entre otros:
a) La consolidación de la Constitución como Norma Máxima protectora de los
derechos humanos de los gobernados, además de la función que siempre se le ha re-
conocido de ordenamiento básico de la estructura y sistema político.
b) La concepción de que el derecho no es simple forma, esto es, un continente
vacío obligatorio por sí mismo independientemente del tipo de deberes que imponga,
sino que debe estar cualificado con deberes provenientes de otros sistemas conduc-
tuales, principalmente de orden moral o axiológico.
6
VIGO, Rodolfo Luis, De la Ley al Derecho, Ed. Porrúa, México, 2005, p. 145.
7
BARBERIS, Mauro, en Neoconstitucionalismo (s) (Miguel Carbonell, ed.), UNAM-Editorial Trotta,
Madrid, 2003, p. 260.
74 • Juan Díaz Romero
8
BARBERIS, Mauro, “Neoconstitucionalismo, Democracia e Imperialismo de la Moral”, op. cit.,
p. 263.
9
ROBERT, George P., “Estados Unidos: Ley Natural, Constitución y Teoría Práctica del Control
Judicial de la Constitucionalidad”, en Las Razones del Derecho Natural, Renato Rabbi-Baldi (coord.), 2ª ed.,
Ed. Ábaco, Buenos Aires, 2008, p. 475.
10
Tomado de Robert ALEXY, en Perfecto ANDRÉS IBÁÑEZ y Robert ALEXY, Jueces y Ponderación
Argumentativa, UNAM, México, 2006, p. 3.
Problemas éticos del juez constitucional • 75
11
PRIETO SANCHÍS, Luis, “Neoconstitucionalismo y Ponderación Judicial”, en Neoconstitucionalis-
mo(s), (Miguel Carbonell, ed.) UNAM-Trotta, Madrid, 2003, p. 151.
76 • Juan Díaz Romero
12
TENA RAMÍREZ, Felipe, La Ética del Juez, Serie Ética Judicial, SCJN, México, 2006, pp. 17-18.
La recepción del Sondervotum en Alemania
Francisco Fernández Segado
I. Introducción:
La progresiva recepción del instituto
del dissent en los sistemas de civil law
Una institución procesal de notable interés con la que nos encontramos en ciertos
países al abordar las decisiones constitucionales es la universalmente conocida como
la dissenting opinion, que, según los países, recibe denominaciones bien diferentes: voto
particular, opinione dissenziente, Sondervotum o voto de vencido, por referirnos tan sólo a al-
gunas de ellas. La trascendencia de su acogida o rechazo es grande, pues no cabe ig-
norar que se trata de un instituto bivalente que aun cuando presenta una naturaleza
jurídico-procesal, ofrece unos perfiles políticos indiscutibles.
Es opinión absolutamente común, como reconocen la mayoría de los compara-
tistas,1 que la publicidad de las opiniones disidentes de los jueces representa la tradi-
ción inglesa recepcionada en los países de common law y después en los de la Com-
monwealth, pero no corresponde por el contrario a los países del llamado Derecho
continental europeo. Pudiéndose aceptar esta idea como punto de partida, se ha de
precisar de inmediato que la misma no puede ser absolutizada, no ya porque hoy mu-
chos países con un sistema jurídico de civil law cuentan en su ordenamiento con este
instituto, y el caso alemán es paradigmático, sino porque incluso históricamente en-
1
GORLA, Gino, “Le opinioni non ‘segrete’ dei giudici dissenzienti nelle tradizioni dell´Italia preu-
nitaria”, en Il Foro Italiano, Anno CVII, Volume CV, Roma, 1982, pp. 97 y ss.; en concreto, p. 97.
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional 77
núm. 12, julio-diciembre 2009, pp. 77-119.
78 • Francisco Fernández Segado
contramos matizaciones significativas respecto de esa regla general; así, por ejemplo,
la tradición germánica de discutir y expresar su opinión en público por parte de los
miembros de un tribunal.
En cualquier caso, existen argumentos perfectamente identificados que explican
la que bien podríamos considerar como preferencia de los sistemas de common law por
las dissenting opinions.
En primer término, en los sistemas de civil law se impondrá históricamente la
concepción burocrática del juez, con lo que ello vendrá a entrañar de generalización
del secreto y de unidad de la motivación a efectos de imputar la sentencia al colegio.
La impersonalidad de la sentencia impedirá que trascienda al exterior toda manifesta-
ción de disenso producida en el interior del órgano judicial. Frente a ello, la tradición
de la magistratura inglesa, del King´s Bench, conducía a las llamadas seriatim opinions, o lo
que es igual, a opiniones individuales pronunciadas singularmente,2 tradición lógica-
mente recepcionada en los Estados Unidos, por lo menos en un primer momento,
propiciando una filosofía constitucional que en este punto concreto Nadelmann ha
calificado de no secret.3
En segundo término, la preferencia de los sistemas de common law por las dissenting
opinions se debe también a la particular estructura de sus normas jurídicas y al rol que
en relación a ellas juega la jurisprudencia y, de modo especial, la fundamentación de
las sentencias. En los sistemas de civil law, el Derecho se encuentra codificado y, por lo
mismo, vertebrado en un sistema orgánico de reglas precisa y rigurosamente formula-
das; por todo ello, la motivación de una decisión judicial opera en el ámbito de este
conjunto de normas cuya existencia no está controvertida. La motivación, dirá Sere-
ni,4 consiste en un conjunto de silogismos que, partiendo de reglas fácilmente verifi-
cables, tiene por objeto dar una justificación lógico-jurídica a la decisión de un caso
concreto. Por el contrario, en los sistemas de common law, en los que el Derecho no se
halla codificado, el juez, ante un caso concreto, debe con frecuencia entregarse a la
delicada y compleja función de búsqueda de las reglas jurídicas vigentes (“finding the
2
GINSBURG ha compendiado con claridad la diferenciación entre la tradición británica de las se-
riatim y la continental europea , ejemplificada en Francia y Alemania, de las sentencias colegiadas o cor-
porativas: “In contrast to the British tradition of opinions separately rendered by each judge as an individual,
the continental or civil law traditions typified and spread abroad by France and Germany call for collec-
tive, corporate judgments. In dispositions of that genre, disagreement is not disclosed. Neither dissent
nor separate concurrence is published. Cases are decided with a single, per curiam opinion generally follow-
ing a uniform, anonymous style”. GINSBURG, Ruth Bader, “Speaking in a judicial voice”, en New York
University Law Review, Volume 67, number 6, December 1992, pp. 1185 y ss.; en concreto, p. 1189.
3
NADELMANN, Kurt H., “Disqualification of Constitutional Court Judges for Alleged Bias?”, en
Jahrbuch des Öffentlichen Rechts der Gegenwart, Band 19, 1970, pp. 323 y ss.; en concreto, p. 328.
4
SERENI, Angelo Piero, “Les opinions individuelles et dissidentes des juges des tribunaux inter-
nationaux”, en Revue générale de droit international publique, 1964, pp. 819 y ss.; en concreto, pp. 827-828.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 79
law”); quiere ello decir que el juez, antes de interpretar la regla, debe de buscarla. Es
evidente que el juez de common law desarrolla esta función creadora más consciente e
intensamente que el de un sistema de civil law. Así las cosas, los dissents cumplen una
función que se relaciona con la que es propia de la motivación en tales sistemas jurí-
dicos. El juez de common law viene obligado a invocar con mucha mayor frecuencia que
su homólogo de los sistemas europeo-continentales principios generales que aún no
han alcanzado el estadio de la sistematización y rígida enunciación en forma escrita.
En tal contexto, los dissents encuentran su principal justificación en la posibilidad de
que sean enunciadas (y en su día aplicadas) reglas diferentes de las que se invocan en
la fundamentación de la sentencia.
El devenir histórico ha propiciado, sin embargo, una evolución en este punto, de
tal forma que la implantación del instituto del dissent en algunos países de la Europa
continental está lejos de ser una utopía, siendo, bien al contrario, una realidad percep-
tible en varios países, no obstante lo cual algunos sectores de la doctrina norteameri-
cana, hace no muchos años, seguían entendiendo que en este bloque de países el dissent
era un anatema,5 en sintonía —se afirmaba— con las decisiones per curiam de los tri-
bunales, en los que su presidente habla en nombre de la Corte, entendida como un
todo único, lo que, en último término, se considera tributario de la impersonalidad e
inexorabilidad de la ley. De tener alguna validez tal discurso, hoy, habría de circunscri-
bir sus efectos a Francia y a algunos otros países que siguen la rígida concepción fran-
cesa, pero ni tan siquiera valdría para otros países, como Italia, en los que la no admi-
sión del instituto no ha de equipararse en absoluto a un visceral rechazo del mismo.
Es cierto que las decisiones judiciales características de los países de la Europa
continental, de Derecho codificado, siguen respondiendo al carácter sustancialmente
burocrático de la función jurisdiccional por ellos acogida,6 fruto de la encomienda de
la administración de justicia a un cuerpo de funcionarios públicos, lo que se traduce,
como antes dijimos y subraya generalizadamente la doctrina,7 en que la sentencia apa-
rezca como un acto oficial atribuido al órgano; impersonal, si proviene de un órgano
colegiado; unitario y deliberado en secreto en el seno del propio órgano, rasgos que se
reiteran en buen número de órganos de la justicia constitucional europea. Pero siendo
5
Así, entre otros, VOSS, Edward C., “Dissent: Sign of a Healthy Court”, en Arizona State Law
Journal, Volume 24, 1992, pp. 643 y ss.; en concreto, p. 645.
6
Como escribiera FORSTHOFF, la historia del sistema judicial alemán es, sobre todo, historia del
Estado, o mejor, de la Administración. El cuerpo judicial alemán surgió en el transcurso del siglo XVIII
como una parte de los funcionarios del Estado caracterizada por su no sometimiento a ningún tipo de
indicaciones y por su inamovilidad. FORSTHOFF, Ernst, El Estado de la sociedad industrial, Instituto de Es-
tudios Políticos, Madrid, 1975, p. 217.
7
Entre otros muchos autores, ANZON, Adele, “Forma delle sentenze e voti particolari. Le espe-
rienze di giudici costituzionali e internazionali a confronto”, en Politica del Diritto, Anno XXV, nº 2, Giu-
gno 1994, pp. 229 y ss.; en concreto, pp. 230-231.
80 • Francisco Fernández Segado
ello así, la realidad nos muestra un amplio fenómeno de recepción del instituto proce-
sal del voto particular en numerosos países de civil law: Alemania, desde 1970, España,
Portugal, Polonia, Hungría, Eslovenia, Croacia y Bulgaria, entre otros, son ejemplos
de ello. Por lo demás, tal recepción en modo alguno ha provocado reacciones de re-
chazo en la cultura jurídica continental,8 aunque ciertamente no puedan olvidarse los
significativos rechazos austriaco, francés y belga, como también los de las primeras
generaciones de jueces constitucionales alemanes e italianos, marcando al efecto Mor-
tati, en cuanto juez de la Corte costituzionale, un punto de inflexión, al convertirse en
uno de los más decididos defensores de la recepción en sede jurisdiccional constitu-
cional del instituto del dissent.
Este hecho de la recepción en sistemas judiciales de países de civil law de un insti-
tuto procesal característico de los países de common law es una muestra más de la pro-
gresiva relativización de las diferencias entre los antaño contrapuestos sistemas jurídi-
cos. No nos vamos a detener con detalle en esta cuestión, pero sí creemos de interés
hacer algunas reflexiones adicionales.
Un dato significativo de la aludida aproximación entre esos sistemas es el de que
la regla stare decisis, que, como es bien sabido, entraña la vinculación jurisprudencial del
precedente, ha quedado en el sistema norteamericano bastante relativizada, por lo
menos en las cuestiones constitucionales, pues es en ellas donde la dinámica social
impacta más fuertemente, y otro tanto podría decirse de Inglaterra desde el conocido
Practice Statement de 1966,9 a lo que habría de añadirse, desde la perspectiva europeo-
8
De ello se hace eco LUTHER, Jörg, “L’esperienza del voto dissenziente nei paesi di lingua tede-
sca”, en Politica del Diritto, Anno XXV, nº 2, Giugno 1994, pp. 241 y ss.; en concreto, p. 257.
9
Para captar la trascendencia de esta relativización del principio stare decisis, nos bastará con recor-
dar que un autor tan relevante en su época como Arthur GOODHART, en 1934, consideraba que tal
doctrina (“the doctrine of the binding precedent”) era de tal importancia que de ella podía decirse que
suministraba “the fundamental distinction between the English and the Continental legal method”, o
como el propio autor decía en un Apéndice del mismo trabajo, “I have placed the chief emphasis on the
binding precedent which, as I have suggested, is the distinctive feature of the common law system”.
GOODHART, Arthur L., “Precedent in English and Continental Law”, en The Law Quarterly Review, Vol. L,
1934, pp. 40 y ss.; en concreto, pp. 42 y 64, respectivamente. Bien es verdad que en tiempos muchos más
recientes, dos comparatistas tan importantes como los alemanes ZWEIGERT y KÖTZ, refiriéndose a la
teoría del efecto vinculante de las decisiones prejudiciales (“die Lehre von der bindenden Wirkung prä-
judizieller Entscheidungen”), o lo que es lo mismo, a la doctrina del stare decisis, rechazaban, o por lo
menos cuestionaban abiertamente, el punto de vista formulado casi medio siglo atrás por GOODHART.
Aún considerando la visión de GOODHART, todavía hoy, aún plausible (“dieser Standpunkt auch heute
noch plausibel”), entenderán los citados autores que, por lo que más arriba se ha dicho, la trascendencia
de tal doctrina como elemento diferencial entre los dos grandes sistemas jurídicos carece de toda impor-
tancia práctica en la realidad. De ahí que se manifestaran en favor de la tesis de la aproximación cada vez
mayor de uno y otro sistema. Existe fundamento —dirán— en la suposición (“zu der Annahme”) de que
opuestos puntos de vista (“entgegengesetzten Ausgangspunkten”) en cuanto al common law y al civil law, y
La recepción del Sondervotum en Alemania • 81
continental, que la codificación del Derecho no ha impedido que los jueces tengan
una cierta capacidad creativa, particularísimamente acentuada en el caso de los Tribu-
nales Constitucionales, que, por ejemplo, al hilo de las sentencias interpretativas, esta-
blecen auténticos precedentes vinculantes, asumiendo un verdadero rol normativo.
La circunstancia antes mencionada en relación con el principio stare decisis contri-
buye a explicar que los jueces norteamericanos, como revela de modo inequívoco la
trayectoria de la Supreme Court, se hallan lejos de haber quedado inmovilizados por el
vínculo supuestamente paralizador de un hipotético precedente inamovible. Todo lo
contrario. Con una perspectiva histórica , no puede caber duda acerca del notable
efecto dinamizador del Derecho que ha desempeñado la jurisprudencia de la Supreme
Court, en el bien entendido de que en ese dinamismo ha jugado un rol extraordinaria-
mente trascendente el instituto del dissent. Recordemos, a título de ejemplo, el conoci-
do dissent del Justice James Iredell (quien fuera Associate Justice en la Corte Suprema entre
1790 y 1799, antes por tanto de la llegada a la misma del gran Chief Justice John Mars-
hall) en el caso Chisholm vs. Georgia (decidido el 18 de febrero de 1793 por cuatro votos
frente a uno, el de Iredell en dissent), que está en el origen de la reforma constitucional
plasmada en 1795, sólo dos años después, en la Undécima Enmienda.
A la par, la actividad bien alejada de la aplicación mecánica y pasiva del Derecho
desempeñada por los jueces continentales y, particularísimamente, por los Tribunales
constitucionales, otorga, también en estos sistemas jurídicos, un especial interés al
instituto procesal del dissent. Es cierto, desde luego, que la consagración del principio
de publicidad de las opiniones disidentes en algunos sistemas de civil law no ha supues-
to ni mucho menos una recepción integral de la concepción personalizada del juez de
la tradición del common law,10 hallándose aún presente la concepción orgánica a que
también respecto a sus métodos jurídicos y técnicos, poco a poco (“allmählich”) tienden a aproximarse.
ZWEIGERT Konrad y KÖTZ, Hein Einführung in die Rechtsvergleichung auf dem Gebiete des Privatrechts, Band I
(Grundlagen), 2. neubearbeitete Auflage, J.C.B. Mohr (Paul Siebeck), Tübingen, 1984 (1ª edición de
1971), pp. 299 y ss. Aunque efectuando ciertos matices al razonamiento de los precedentes autores, que
va demasiado lejos, justamente en el libro de homenaje al primero de ellos, también Cappelletti concuer-
da en lo fundamental: “A powerful ‘convergence of trends’ —escribe— between the Civil Law and the
Common Law is certainly apparent, and I have myself analyzed several of its aspects on various occasio-
ns”. CAPPELLETTI, Mauro, “The Doctrine of Stare Decisis and the Civil Law: A Fundamental Difference
– or no Difference at All?”, en Festschrift fürKonrad Zweigert zum 70. Geburtstag, herausgegeben von Herbert
BERNSTEIN, Ulrich DROBNIG und Hein KÖTZ, J.C.B. Mohr (Paul Siebeck), Tübingen, 1981, pp. 381 y ss.;
en concreto, p. 381.
10
Vale la pena recordar algunas reflexiones del gran Decano de Harvard y uno de los más grandes
juristas norteamericanos, Roscoe POUND, quien tras condensar la diferencia entre los dos grandes siste-
mas jurídicos en estos términos: “Roman law and by derivation Continental law is characteristically ad-
ministrative. The Anglo-American common law is characteristically judicial”, se hacía eco del contraste
entre los jueces en Inglaterra, Norteamérica y los antiguos Dominios británicos y el muy inferior presti-
gio de aquéllos en los sistemas continentales. “In the English or the American Who´s Who —escribía
82 • Francisco Fernández Segado
antes nos referíamos. Pero en nada obsta tal circunstancia al hecho evidente de que el
instituto que nos ocupa tiende a ser considerado como un elemento si no propiamen-
te natural, pues es obvio que la expresión del dissent no dimana de la estructura de la
sentencia, sino de una norma específicamente habilitante, sí desde luego recurrente,
particularmente en el ámbito de la justicia constitucional.
Por lo demás, en pocos ámbitos científicos o jurisdiccionales de los países de civil
law se sigue sosteniendo el principio de impersonalidad e inexorabilidad de la ley, y
mucho menos de la Constitución. Como hace medio siglo dijera Calamandrei,11 el
jurista no es un conservador de viejas fórmulas fuera de uso, una suerte de conserva-
dor de un museo de anticuallas, sino un vivo y vigilante intérprete de los tiempos, que
tanto mejor se adecua a su función cuanto mejor siente las exigencias humanas de la
historia, traduciéndolas en fórmulas apropiadas de ordenada convivencia. Dicho de
otro modo, el Derecho no declina, sino que se adecúa. A ello habría que añadir que si
ningún cuerpo legislativo, por completo que pudiera imaginarse, podría ser autosufi-
ciente, mucho menos lo puede ser la Constitución, que con frecuencia reenvía a no-
ciones delineadas en diferentes textos normativos subordinados a ella misma.12
A todo ello bien puede añadirse que el control de constitucionalidad abandona el
cuadro de funciones tradicionales del Estado porque acumula en sí elementos diver-
sos en los que, como dice Cheli,13 al rigor formal requerido para la técnica del juicio
se une la libertad de elección que caracteriza la individualización de aquellos princi-
pios y valores que pueden afirmarse a través del juicio. En el fondo, la actividad inter-
pretativa parece manifestarse como una fusión de determinación (o predetermina-
ción) y libertad. Y si ello puede predicarse con carácter general de toda actividad
hermenéutica, con mayor razón puede sostenerse de la interpretación constitucional,
que en cuanto revela una más acentuada tendencia a manifestarse como interpreta-
ción ad finem, puede considerarse, como indica Cappelletti,14 como una actividad ten-
dencial (y acentuadamente) discrecional.
POUND— one will find the names of the judges of the higher courts. In the equivalent Continental books
one will scarcely ever find the name of a judge”. POUND, Roscoe, “A comparison of systems of law”, en
University of Pittsburgh Law Review, Vol. X, number 3, March 1948, pp. 271 y ss.; en concreto, p. 271.
11
CALAMANDREI, Piero, “La funzione della giurisprudenza nel tempo presente”, en Rivista trime-
strale di Diritto e procedura civile, Anno IX, nº 2, Giugno 1955, pp. 252 y ss.; en concreto, p. 253.
12
Para ZAGREBELSKY, el grado de libertad de que gozan los intérpretes es directamente propor-
cional al grado jerárquico del texto normativo a considerar. ZAGREBELSKY, Gustavo, “Appunti in tema di
interpretazione e di interpreti della Costituzione”, en Giurisprudenza Costituzionale, Anno XV, 1970, fasc. 2,
pp. 904 y ss.; en concreto, p. 913.
13
CHELI, Enzo, Il giudice delle leggi (La Corte costituzionale nella dinamica dei poteri), Società editri-
ce Il Mulino, nuova edizione, Bologna, 1999, p. 15.
14
CAPPELLETTI, Mauro, “L’attività e i poteri del giudice costituzionale in rapporto con il loro fine
generico” (Natura tendenzialmente discrecionale del provvedimento di attuazione della norma costitu-
La recepción del Sondervotum en Alemania • 83
zionale), en Scritti giuridici in memoria di Piero Calamandrei, vol. terzo, CEDAM, Padova, 1958, pp. 83 y ss.;
en concreto, p. 151.
15
IGARTUA SALAVERRÍA, Juan, “Voto particular vs. tesis de la única solución correcta”, estudio
introductorio a la obra de Francisco Javier EZQUIAGA GANUZAS, El voto particular, CEC, Madrid, 1990,
pp. 11 y ss.; en concreto, p. 54.
16
Sobre estos lejanos antecedentes históricos, puede verse el trabajo sobre la publicación de los
dissents de los jueces de la minoría del Juez del Tribunal Constitucional (Bundesverfassungsgericht, BVerfG):
FEDERER, Julius “Die bekanntgabe der abweichenden Meinung des überstimmten Richters”, en Juristen-
zeitung, 1968, pp. 511 y ss.; en concreto, pp. 512-513.
17
HEYDE, Wolfgang, Das Minderheitsvotum des überstimmten Richters, Bielefeld, 1966, p. 81. Cit. por
Jörg LUTHER: “L´esperienza del voto dissenziente...”, op. cit., p. 261, nota 4.
84 • Francisco Fernández Segado
18
NADELMANN, Kurt H., “The Judicial Dissent. Publication v. Secrecy”, en The American Journal of
Comparative Law, Vol. 8, 1959, pp. 415 y ss.; en concreto, p. 426.
19
HEYDE, Wolfgang, “Dissenting opinions in der deutschen Verfassungsgerichtsbarkeit”, en Jahr-
buch des Öffentlichen Rechts der Gegenwart, Band 19, 1970, pp. 201 y ss.; en concreto, p. 204.
20
En tal sentido, COHN, E. J., “Dissenting Opinions in German Law”, en The International and
Comparative Law Quarterly, Vol. 6, London, 1957, pp. 540 y ss.; en concreto, p. 540.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 85
21
ROELLECKE, Gerd, “Sondervoten”, en Festschrift 50 Jahre Bundesverfassungsgericht, Herausgegeben
von Peter BADURA und Horst DREIER, Erster Band, Mohr Siebeck, Tübingen, 2001, pp. 363 y ss.; en
concreto, p. 366.
22
PESTALOZZA, Christian, Verfassungsprozessrecht (Die Verfassunsgerichtsbarkeit des Bundes und
der Länder), C.H. Beck´sche Verlagsbuchhandlung, 3. Auflage, München, 1991, p. 413.
23
Nos remitimos en este punto a otro trabajo de nuestra autoría. Cfr. FERNÁNDEZ SEGADO,
Francisco, La Justicia Constitucional; una visión de Derecho Comparado, tomo I (Los sistemas de justicia consti-
tucional. Las ‘dissenting opinions’. El control de las omisiones legislativas. El control de ‘comunitarie-
dad’), Editorial Dykinson, Madrid, 2009, pp. 488 y ss.
24
Así, LUTHER, Jörg, “L’esperienza del voto dissenziente nei paesi di lingua tedesca”, op. cit.,
pp. 242-243.
86 • Francisco Fernández Segado
propia opinión discrepante sea comunicada conjuntamente con la decisión. Con todo,
la Ley institutiva del Staatsgerichtshof exige que el Reglamento esté orientado de con-
formidad con los ordenamientos procesales alemanes y prevé de modo expreso una
obligación de secreto en relación a la discusión y votación de las decisiones del Tribu-
nal. Ello no obstante, recuerda Friesenhahn,25 que el Tribunal de Bremen publicó en
dos casos muy controvertidos políticamente los dissents de sus miembros. Quizá el más
polémico fuera aquel en el que el órgano jurisdiccional regional abordó la situación de
los parlamentarios comunistas en el Landtag (Parlamento del Land) del Estado de Bre-
men y en el Stadtrat (Consejo municipal) de la ciudad de Bremen, tras la Sentencia del
Bundesverfassungsgericht (en adelante BVerfG) de 17 de agosto de 1956, por la que el
Tribunal Constitucional Federal (BVerfG) declaró inconstitucional al partido comunis-
ta. La decisión del Bremische Staatsgerichtshof de 5 de enero de 1957 fue saludada al otro
lado del Atlántico con cierto alborozo, interpretándose que con ella llegaba el institu-
to del dissent a los tribunales germanos.26 Ciertamente, dos Sondervoten fueron publici-
tados en relacionada a la mencionada sentencia, suscrito cada uno de ellos por dos
diferentes grupos de tres jueces cada uno.
El 26 de noviembre de 1957, el presidente del Tribunal Constitucional de Baviera,
Josef Wintrich, que poco tiempo después alcanzaría la Presidencia del BVerfG, decla-
raba en un discurso que la praxis de los votos disidentes no había dado lugar a ningún
inconveniente ni había producido una minusvaloración de la autoridad del Tribunal.27
Bastantes años después, en 1982, obviamente ya institucionalizado el Sondervotum
a nivel federal, el Land de Hamburgo consagraba legalmente este mismo instituto en
relación al Tribunal Constitucional del propio Land.
25
FRIESENHAHN, Ernst, La Giurisdizione Costituzionale nella Repubblica Federale Tedesca, Giuffrè Edi-
tore, Milano, 1973, p. 141. Puede verse asimismo en la versión original de este texto, “Die Verfassungsge-
richtsbarkeit in der Bundesrepublik Deutschland”, en la obra Verfassungsgerichtsbarkeit in der Gegenwart,
Herausgegeben von Herman MOSLER, Carl Heymanns Verlag KG, Köln/Berlin, 1962, pp. 89 y ss.; en
concreto, p. 189.
26
Cfr. al efecto, AMRAM, Philip W., “The Dissenting Opinion Comes to the German Courts”, en
The American Journal of Comparative Law, Vol. 6, 1957, pp. 108 y ss.
27
De ello se hace eco HEYDE, Wolfgang, “Dissenting Opinions in der Deutschen Verfassungs-
gerichtsbarkeit”, op. cit., p. 211.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 87
28
ROELLECKE, Gerd, “Sondervoten”, op. cit., p. 366.
29
NADELMANN, Kurt H., “Non-Disclosure of Dissents in Constitutional Courts: Italy and West
Germany”, en The American Journal of Comparative Law, Vol. 13, 1964, pp. 268 y ss.; en concreto, p. 271.
30
Cfr. al efecto NADELMANN, Kurt H., “Das Minderheitsvotum im Kollegialgericht—Bekannt-
gabe oder Geheimhaltung?” (versión alemana del artículo en inglés, “The Judicial Dissent. Publication v.
Secrecy”, op. cit.), en Archiv des öffentlichen Rechts, Band 86, Heft 1, Juli 1961, pp. 39 y ss.; en concreto, p. 56.
31
En la República de Weimar fue específicamente prohibida la formulación de votos disidentes
por el párrafo segundo del Art. 8 de la Geschäftsordnung des Staatsgerichtshofs, de 20 de septiembre de 1921,
órgano previsto por el Art. 108 de la Constitución del Reich de 1919, que venía a ejemplificar, por las
competencias que asumía, la tradicional concepción germana de la jurisdicción constitucional como
cauce de resolución de conflictos entre órganos supremos (Organstreit), que llega a nuestros días. Cfr. al
88 • Francisco Fernández Segado
ten fue rechazada, bien que, como antes se dijo, por muy escasa mayoría (“mit knapper
Mehrheit”).
Hemos aludido precedentemente, de modo muy sumario, a los argumentos en
que se fundó el rechazo de la institucionalización del instituto procesal del dissent. Nos
haremos eco ahora con un mayor detalle de los mismos en la referencia que al respec-
to hace Von Mehren. La argumentación tiene el valor de ser sintomática de un deter-
minado estado de opinión en torno al tema.
It was incompatible with the authority of the courts —escribe el citado autor—32 and
good relations between the judges... The proposal would lead to Byzantinism and to the
seeking of publicity. It would foster vanity and disputatiousness. As few decisions would
be unanimous, dissenting opinions would become the rule. The development of law and
of legal science will be fostered by careful reflections in libraries, but not through violent
discussions following expressions of polemically motivated dissenting opinions. The
court faces the outside world as a single authority, whose decisions are the decision of the
court. A court´s principal function is to decide the individual case justly and to uphold the
authority of the laws, not to provoke scientific discussions over legal questions.
Como puede apreciarse, el argumento nuclear esgrimido en contra del instituto
del Sondervotum era el ya tópico de que debilita la autoridad del tribunal y de sus deci-
siones, frente a lo que de poco valor se consideraba el hecho de que contribuyera a
fortalecer el debate científico, aunque implícitamente se admitiera que así sucedía.
También Nadelmann pondría el acento en la importancia del mantenimiento de la
autoridad de los jueces como principal argumento frente al cambio legislativo propug-
nado por la minoría parlamentaria: “Die Erhaltung ‘der Autorität’ des Gerichts ist das
Leitmotiv der Gegner einer Anderung”.33 Con todo, si éste fue el más importante
“debe” colocado en la cuenta de resultados de la pretendida reforma, en el “haber” de
una hipotética introducción del instituto no sólo se situó el dato de que la misma
contribuyera a favorecer el debate científico, sino también, y en íntima conexión con
lo anterior, el de que las dissenting opinions podían “assist materially in the development
of a body of constitutional law”.34
La cuestión parecía zanjada, por lo menos para la doctrina. McWhinney era
bastante rotundo en su apreciación:35 “the Federal Constitutional Court is, in the full
efecto, VOLPE, Giuseppe, L´ingiustizia delle leggi (Studi sui modelli di giustizia costituzionale), Giuffrè Editore,
Milano, 1977, p. 166.
32
VON MEHREN, Arthur, “The Judicial Process: A Comparative Analysis”, en The American Journal
of Comparative Law, Vol. 5, 1956, pp. 197 y ss.; en concreto, p. 208, nota 42.
33
NADELMANN, Kurt H., “Das Minderheitsvotum im Kollegialgericht...”, op. cit., p. 58
34
VON MEHREN, Arthur T., “Constitutionalism in Germany—The First Decision of the New Cons-
titutional Court”, en The American Journal of Comparative Law, Vol. I, 1952, pp. 70 y ss.; en concreto, p. 92.
35
MCWHINNEY, Edward, “Judicial Restraint and the West German Constitutional Court”, en Har-
La recepción del Sondervotum en Alemania • 89
tradition of continental jurisprudence, an anonymous tribunal, for not only are its
members in general free from the spotlight of personal publicity that so often plays
on the individual Justices of the United States Supreme Court, but also as a formal
matter the court´s work is depersonalized and collective”. Y tras ello, más adelante
añadía que las separate opinions, independientemente de que fuesen concurring o dissenting,
no estaban permitidas, y sólo una opinion, que presumiblemente había de representar
el consenso oficial, era publicada en cada caso. Von Mehren no se situaría muy lejos
de esta apreciación. A su juicio, “it is perfectly clear that the German judge is today
under such a duty of silence”.36
No obstante tan rotundas posiciones, no faltaron posturas, ciertamente minorita-
rias, que defendieron otro punto de vista. Tal sería el caso de Geiger, posteriormente
Juez del BVerfG, quien, en un comentario sobre la Ley del Tribunal Constitucional
(BVerfGG) publicado muy tempranamente,37 defendía la interpretación de que la pu-
blicación de los dissents no estaba prohibida por el texto legal, lo que, desde luego, no
dejaba de ser cierto, visión que dejaba abierta la puerta a tal publicación, lo que, como
veremos más adelante, a la postre terminó sucediendo, por lo menos en algún caso
puntual.
Una cierta paradoja se iba a suscitar respecto del Tribunal Supremo Federal (Bun-
desgerichtshof), órgano que había sucedido al Reichsgericht de Weimar, y que iba a actuar
en relación con este instituto procesal de igual forma que el órgano que le había pre-
cedido. En la Comisión del Reichstag que deliberaba sobre el Código Judicial para la
Alemania unificada de Weimar, tuvo lugar un fuerte alegato en favor de que los jueces
que se mostraran disidentes respecto de la resolución de la mayoría pudiesen revelar
su voto. Se adujo en apoyo de tal tesis la experiencia inglesa, pero la propuesta fracasó
finalmente. Al carecer el mencionado Código de una específica previsión imponiendo
el secreto a los jueces, el mantenimiento del mismo se consideró como parte del deber
profesional del juez (“die den Richtern die Geheimhaltung auferlegt”).38 A su vez, al
no disponer ningún precepto que un Sondervotum no podía ser depositado en las actas
del proceso, el Reichsgericht weimariano decidió establecer por sí mismo una disposi-
ción de tal género en su reglamento interno. Por su parte, el Bundesgerichtshof de la
Bonner Grundgesetz, siguiendo los pasos de su predecesor, hizo justamente lo mismo,
incorporando en el Art. 10 de su Reglamento interno (Geschäftsordnung des BGH), de 3
vard Law Review, Vol. 75, 1961-1962, pp. 5 y ss.; en concreto, pp. 6-7.
36
VON MEHREN, Arthur,“The Judicial Process: A Comparative Analysis”, op. cit., pp. 197 y ss.; en
concreto, p. 208.
37
GEIGER, Gesetz über das Bundesverfassungsgericht (Textausgable), 1951, pp. IX y XXI. Del propio
autor, Gesetz über das Bundesverfassungsgericht (Kommentar), 1952. Cit. por Kurt H. NADELMANN: “Non-
Disclosure of Dissent in Constitutional Courts: Italy and West Germany”, op. cit., p. 271, nota 17.
38
NADELMANN, Kurt H., “Das Minderheitsvotum im Kollegialgericht...”, op. cit., p. 55.
90 • Francisco Fernández Segado
de marzo de 1952, una disposición análoga. Ello entrañaría que se ignorara la frecuen-
cia con la que se formulaban opiniones divergentes (abweichende Stellungnahmen), pues
todo se hallaba cubierto por el secreto.
II. El problema del que venimos ocupándonos estaba lejos de considerarse re-
suelto. La ocasión para su reviviscencia sería la reforma de la Ley federal sobre el es-
tatuto de los jueces. La cuestión del secreto del voto fue objeto de un gran debate,
ocasionalmente, incluso acalorado, por lo que esta discusión parlamentaria vino a ac-
tuar como revulsivo del problema. Los críticos del sistema crecieron, pero no faltaron
las respuestas de quienes rechazaban cualquier innovación. En este marco contextual,
en la primera lectura del proyecto de ley, en la Comisión correspondiente del Bundes-
tag, se aprobó por una holgada mayoría de 12 votos a favor frente a tan sólo 4 en
contra la introducción de los Sondervoten en los Tribunales Constitucionales federal y
de los Länder. Entre quienes votaron a favor se hallaban no sólo diputados de la opo-
sición socialdemócrata, sino asimismo de la mayoría democristiana del Canciller Ade-
nauer. Incluso, una propuesta para la introducción del mismo instituto procesal en los
Tribunales federales supremos suscitó un empate a 8 votos en la Comisión. Una pro-
puesta para admitir los dissents en todo tipo de tribunales fue rechazada por 12 votos
en contra y sólo 2 a favor, al margen ya de 2 abstenciones.
Con anterioridad a la segunda lectura parlamentaria del texto legal, la Comisión
procedió a oir al presidente del BVerfG, Gebhardt Müller, así como a los presidentes
de los Tribunales federales supremos y a representantes de la Asociación alemana de
Jueces. El común denominador de estas intervenciones fue inequívoco: rechazo sin
paliativos del dissent. “The Chief Judges, —diría Nadelmann—39 speaking for them-
selves and not for their courts, opposed in the strongest terms admission of the
published dissent. No judges favoring the proposition were heard”. Como resultado
de ello, en el debate del texto legal en segunda lectura hubo claros cambios de posi-
cionamiento; algunos de los diputados que se habían mostrado favorables al Sondervo-
tum señalaron que no querían llevar la cuestión más allá, decantándose por un debate
más meditado del asunto en el futuro. Así las cosas, la previsión inicial del texto gu-
bernamental —que ignoraba el instituto analizado— terminó normativizándose en la
Deutsches Richtergesetz de 8 de septiembre de 1961, estableciéndose que el juez no habla-
ría acerca de las incidencias de la deliberación ni de la votación, ni tan siquiera después
de que su servicio como juez hubiese terminado.
La prescripción legal a que acabamos de referirnos no iba a ser tampoco determi-
nante, pues no cabe olvidar que se hallaba prevista en una ley dedicada a los miembros
de las jurisdicciones ordinarias, y es claro que el BVerfG se regía por las propias. Tam-
39
NADELMANN, Kurt H., “Non-Disclosure of Dissents in Constitutional Courts: Italy and West
Germany”, op. cit., p. 273.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 91
40
Cfr., en particular, NADELMANN, Kurt H., “Non-Disclosure of Dissents in Constitutional
Courts...”, op. cit., p. 274.
41
HEYDE, Wolfgang, Das Minderheitsvotum des überstimmten Richters (Tesis Doctoral), Bonn, 1964,
p. 148. Cit. por Kurt H. NADELMANN: “Non-Disclosure...”, op. cit., p. 274, nota 40.
42
ZIERLEIN, Karl-Georg, “Erfahrungen mit dem Sondervotum beim Bundesverfassungsgericht”,
en Die Öffentliche Verwaltung, 34. Jahrgang, Februar 1981, Heft 3, pp. 83 y ss.; en concreto, pp. 85-86.
43
COLE, Taylor, “The Bundesverfassungsgericht, 1956-1958: An American Appraisal”, en Jahrbuch
des Öffentlichen Rechts der Gegenwart, Band 8, 1959, pp. 29 y ss.; en concreto, pp. 45-46.
92 • Francisco Fernández Segado
ves a la publicación de las dissenting views, a las que miraban con buenos ojos (“look
with great favor”), aunque matizaba a continuación, que los mismos jueces veían tam-
bién argumentos para el mantenimiento del status quo. El propio autor, en las mismas
fechas, aunque en otro lugar,44 había mostrado su posición por entero proclive al in-
stituto al señalar que “the anonymity attached to the method of making decisions and
the absence of dissenting opinions may offer protection from public criticism of the
partisan and incompetent judge”.
En 1963, un artículo del Präsident des Bundesgerichtshofes, Bruno Heusinger,45 acen-
tuaba la polémica, al señalar que debían hacerse rigurosas reflexiones (“Ernster Über-
legung”), al menos respecto a las instancias judiciales de revisión, en relación a la in-
troducción de una apertura del dissent (“das offene dissenting vote”).46 Más adelante,
el propio autor aducía que la publicidad de las dissenting opinions doblegaría la petrifica-
ción (“beugen... der Versteinerung”).
La controversia parlamentaria, como asimismo la existente en el interior del pro-
pio Tribunal Constitucional, de la que era revelador el debate plenario precedente-
mente mencionado, pero de la que también habrá pruebas fehacientes en el interior
de cada uno de los dos Senaten, e incluso entre esas mismas Salas, como se verá más
adelante, iba a tener su correlato en el notable debate científico que se iba a ir acen-
tuando en la década de los sesenta. En los últimos años, escribía Nadelmann en 1964,47
la discusión sobre la publicación de las dissenting opinions, por lo menos en los Tribuna-
les supremos y en el BVerfG, ha llegado a ser muy considerable. Idéntica era la apre-
ciación de Zierlein, para quien en la literatura de cierto rango (“In der Literature
wurde”) se había iniciado abiertamente en los años sesenta una abundante discusión
en torno al Sondervotum.48
Ejemplos de esa literatura jurídica en torno al instituto procesal analizado los
encontramos en el Archiv des öffentlichen Rechts, en cuyo número correspondiente al año
1961 (volumen 86) dos artículos, uno de Nadelmann49 y otro de Zeidler,50 se ocupa-
ban del problema. Este último autor era muy claro cuando señalaba que después de
diez años de existencia del Tribunal y tras la consolidación de la institución, debía de
44
COLE, Taylor, “Three Constitutional Courts: a comparison”, en The American Political Science Re-
view, Vol. LIII, No. 4, December 1959, pp. 963 y ss.; en concreto, p. 969.
45
HEUSINGER, Bruno, “Überlastung der Zivilsenate des Bundesgerichtshofes und Mittel zur Ab-
hilfe”, en Zeitschrift für Zivilprozess, 76. Band, Heft 5/6, Dezember 1963, pp. 321 y ss.
46
Ibidem, p. 338.
47
NADELMANN, Kurt H., “Non-Disclosure of Dissents in Constitutional Courts...”, op. cit., p. 271.
48
ZIERLEIN, Karl Georg, “Erfahrungen mit dem Sondervotum beim Bundesverfassungsgericht”,
op. cit., p. 84.
49
NADELMANN, Kurt H., “Das Minderheitsvotum im Kollegialgericht...”, op. cit., pp. 39 y ss.
50
ZEIDLER, Karl, “Gedanken zum Fernseh-Urteil des Bundesverfassungsgericht”, en Archiv des
öffentlichen Rechts, 86. Band, Heft 4, Januar 1962, pp. 361 y ss.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 93
someterse a discusión la problemática que nos ocupa sine ira et studio. Los partidarios
de los votos divergentes (abweichenden Votums), añadía Zeidler,51 reenvían a la praxis de
la Supreme Court, mientras que sus oponentes se remiten a la tradición alemana. Ello
no obstante, los argumentos esgrimidos por unos y por otros son mucho más abun-
dantes y diversos, como también muestra el propio autor,52 al igual que otros sectores
de la doctrina.53
En 1966, como ya tuvimos oportunidad de mencionar, aunque fuera sólo de
modo tangencial, Wolfgang Heyde publicaba su Tesis Doctoral, que había sido defen-
dida poco más de tres años antes en la Universidad de Bonn.54 Los argumentos a que
recurre el autor en apoyo del instituto eran ponderados, evitando la irritación innece-
saria de los opositores al mismo, presentándosenos a veces de modo muy abierto y en
otras ocasiones más solapadamente.55
El debate en cuestión no era peculiar tan sólo de Alemania, sino que se presenta-
ba como una discusión científica de más largo alcance, a la que aludían Cappelletti y
Adams cuando escribían: “Doctrinal movements in favor of publicizing the dissen-
ting opinions of constitutional judges are, however, gaining strength in Italy and Ger-
many”.56 En similar dirección y por las mismas fechas, Nadelmann efectuaba con gran
seguridad un pronóstico inequívoco: “Sooner or later, open dissents will be admitted,
perhaps first in the constitutional courts”.57 Este autor llevaba a cabo bastante más
que un pronóstico al poner de relieve inmediatamente después que lo que él denomi-
naba “the right to the open dissent” había sido correctamente vinculado con la defen-
sa de la democracia. La progresiva expansión del sistema democrático presuponía por
lo mismo, en coherencia con tal razonamiento, la generalización de este instituto.
Y por supuesto, el debate en torno a este instrumento procesal no puede circuns-
cribirse a los años mencionados. Ya en 1952, justamente al año siguiente a la aprobación
51
Ibidem, p. 368.
52
Ibidem, pp. 366-369.
53
Entre la literatura jurídica de los años sesenta cabe destacar asimismo el trabajo publicado por el
Profesor de Tübingen, siendo ya juez constitucional, RUPP, Hans G., “Zur Frage der Dissenting Opi-
nion”, en Die Moderne Demokratie und ihr Recht. Festschrift für Gerhard. Leibholz zum 65. Geburtstag, Herausge-
geben von K. D. BRACHER, Ch. DAWSON, W. GEIGER und R. SMEND, J.C.B. Mohr (Paul Siebeck), Tü-
bingen, 1966, Zweiter Band, pp. 531 y ss.
54
HEYDE, Wolfgang, Das Minderheitsvotum des überstimmten Richters (Schriften zum deutschen und
europäischen Zivil-, Handels- und Prozessrecht), Verlag Ernst und Werner Gieseking, Bielefeld, 1966.
55
NADELMANN, Kurt H., “Review” de la obra de HEYDE, Wolfgang, Das Minderheitsvotum des
überstimmten Richters, en American Journal of Comparative Law, Vol. 15, 1966-1967, pp. 382 y ss.; en concreto,
p. 383.
56
CAPPELLETTI, Mauro y CLARKE ADAMS, John, “Judicial Review of Legislation : European Ante-
cedents and Adaptations”, en Harvard Law Review, Vol. 79, 1965-1966, pp. 1207 y ss.; en concreto, p. 1214,
nota 22.
57
NADELMANN, Kurt H., “Non-Disclosure of Dissents...”, op. cit., p. 276.
94 • Francisco Fernández Segado
58
“Ich bin an sich durchaus für Sondervoten und würde es begrüssen” (Estoy absolutamente
junto a los Sondervoten para que llegue a dárseles la bienvenida). En tan rotundos términos se manifiesta
SCHÄTZEL, Walter, en “Prozessuale Fragen des Bundesverfassungsgerichts”, en Archiv des öffentlichen Re-
chts, 78. Band, Heft 2, 1952, pp. 228 y ss.; en concreto, p. 236.
59
La sentencia puede verse parcialmente, tal y como se hace constar cuando se menciona que se
transcribe una parte de ella (“Teilurteil”), en Entscheidungen des Bundesverfassungsgerichts, 20. Band, J.C.B.
Mohr (Paul Siebeck), Tübingen, 1967, pp. 162 y ss.
60
En una resolución (Beschluss) de 23 de abril de 1969, relativa a la justiciabilidad de las decisiones
de gracia (“Justitiabilität von Gnadenentscheidungen”), esto es, de aquellas que conceden el indulto, la
Sala Segunda (des Zweiten Senats) siguió el mismo ejemplo. Puede verse esta resolución en Entscheidungen des
Bundesverfassungsgerichts, 25. Band, J.C.B. Mohr (Paul Siebeck), Tübingen, 1969, pp. 352 y ss.
61
ROELLECKE, Gerd, “Sondervoten”, en Festschrift 50 Jahre Bundesverfassungsgerich, Herausgegeben
von Peter BADURA und Horst DREIER, Erster Band, Mohr Siebeck, Tübingen, 2001, pp. 363 y ss.; en
concreto, p. 363. En realidad, este autor lo único que hace con la referida valoración es seguir las posicio-
nes expresadas muchos años atrás por otros sectores de la doctrina germana, como sería el caso de
La recepción del Sondervotum en Alemania • 95
La Primera Sala (der Erste Senat) no hizo uso inmediato de tal facultad, a diferencia
de la Segunda (der Zweite Senat), que ya hizo público el resultado de la votación de una
sentencia de 11 de abril de 1967, menos, pues, de dos meses después del acuerdo del
Pleno. Recuerda Heyde62 que a partir de ese momento la Segunda Sala siempre haría
públicos los resultados de las votaciones de las sentencias celebradas en su seno, lo
que podía entenderse claramente, como señalaba Forsthoff,63 como un primer paso
hacia la introducción de lo que el autor alemán denominaba el dissenting vote.
El importante Plenum celebrado el 23 de junio de 1967, dando un paso más en la
dirección de la institucionalización del Sondervotum, se pronunció favorablemente a
la introducción del dissent por una mayoría de nueve jueces frente a seis.64
Cuanto acaba de exponerse creemos que contribuye a explicar el por qué la cues-
tión del dissent recabó una atención prioritaria por parte de la Deutschen Juristentag.
Friesenhahn, antiguo juez del BVerfG, que ya en su conocido libro sobre la jurisdic-
ción constitucional en la República Federal se había pronunciado, a nuestro entender,
favorablemente respecto de la institucionalización del Sondervotum,65 fue uno de los
expositores de la mencionada Asamblea, aduciendo que la opinión disidente afectaba
más bien a las convicciones que a la razón, lo que hacía difícil a los partidarios de una
u otra posición convencer a los que no compartían su punto de vista. También inter-
vendría en la Asamblea Konrad Zweigert, antiguo Juez del BVerfG y en ese momento
director del Max-Planck-Institut de Hamburgo, quien, lisa y llanamente, propondría la
introducción del Sondervotum en todos los tribunales del país. No faltarían voces opues-
tas a ello, como la del juez federal Rudolf Pehle.66
67
WALTER, Christian, “La pratique des opinions dissidentes en Allemagne”, en Cahiers du Conseil
constitutionnel, nº 8, octobre 1999 à février 2000, (estudios monográficos en relación al tema “Contribution
au débat sur les opinions dissidentes dans les juridictions constitutionnelles”, coordinado por Dominique
ROUSSEAU), pp. 1 y ss. del texto conseguido a través de la dirección electrónica del Conseil constitutionnel
(http://www.conseil-constitutionnel.fr); en concreto, p. 3.
68
Cabe recordar también que el Juez del BVerfG Hugo BERGER, al hilo de la Asamblea del Juristen-
tag, en un trabajo en el que se preguntaba acerca de si era recomendable la publicación de las opiniones
discrepantes de los jueces que no habían logrado la mayoría, iba a considerar que tal publicación, para la
gran masa de resoluciones judiciales, de las instancias intermedias e inferiores, aparecía como poco rea-
lista, pero que, sin embargo, no se podía decir otro tanto respecto de las instancias más elevadas. Más
adelante, BERGER iba a señalar que las convicciones jurídicas básicas (“Die grundsätzliche Rechtsüber-
zeugung”) de las distintas personalidades de los jueces, en relación a los grandes conceptos de la Consti-
tución, se encontraban mejor en primer plano, lo que significaba la publicidad del dissent. BERGER, Hugo,
“Empfiehlt sich die Bekanntgabe abweichender Meinungen überstimmter Richter?”, en Neue Juristische
Wochenschrift, 21. Jahrgang, Heft 21, 22 Mai 1968, pp. 961 y ss.; en concreto, p. 966.
69
“Die Politik griff den Vorschlag des Juristentages —escribe ROELLECKE— sofort auf ”. ROEL-
LECKE, Gerd, “Sondervoten”, op. cit., p. 367.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 97
indicación del nombre del juez disidente, bien con o sin indicación de la relación nu-
mérica de los votos.70
V. El BVerfG, como se acaba de ver, tuvo un muy significativo rol en la evolución
legal alemana respecto a este instituto, pero su intervención, lejos de circunscribirse a
las tomas de posición desencadenadas a raíz de la sentencia dictada en el caso Der
Spiegel, podría considerarse que arranca de mucho más atrás. Podemos recordar a este
respecto algunos momentos significativos.
El primer antecedente puede remontarse al pronunciamiento del Tribunal Cons-
titucional sobre el Tratado Europeo de Defensa.71 El 30 de enero de 1952, cuando los
perfiles del Tratado, cuya idea inicial se había generado por el Gobierno francés, se
hallaban ya delimitados, 144 parlamentarios del Partido Socialdemócrata (SPD), un
número suficiente para satisfacer la exigencia del párrafo segundo del Art. 93.1 de la
Grundgesetz (un tercio de los componentes del Bundestag), solicitaba al Tribunal Cons-
titucional que se pronunciara preventivamente (vorbeugende Normenkontrolle) en el senti-
do de que la participación de alemanes en fuerzas militares sin una previa reforma de
la Ley Fundamental era inconstitucional. Tras la firma de los Tratados por el Canciller
(mayo de 1952), la demanda fue modificada en el sentido de que se prohibiera su ra-
tificación por la Asamblea Federal.
El 30 de julio de 1952, el primer Senat rechazó la petición con fundamento en que
el control de constitucionalidad se llevaba a cabo tan sólo respecto a leyes aprobadas
formalmente por el Parlamento. Unos días antes del fallo, el 10 de junio, el Presidente
Federal, Theodor Heuss, requería al BVerfG para que dictara una opinión consultiva
(advisory opinion, Gutachtenverfahren) en relación a si el Tratado en cuestión era compati-
ble con la Grundgesetz, solicitud que se apoyaba en las previsiones de la BVerfGG, que
yendo más allá de lo establecido por la Ley Fundamental, autorizaba, entre otros, al
Presidente Federal para solicitar un pronunciamiento de este tipo.
El 9 de diciembre de 1952, el Tribunal hizo pública una resolución de su Pleno en
la que consideró que el pronunciamiento del Plenum dictado en una opinión consultiva
era vinculante para los dos Senaten (Salas), lo que entrañaba la vinculatoriedad de la
resolución para las posteriores decisiones que cada una de las dos Salas pudieran dic-
tar en conflictos de atribuciones sobre la misma cuestión.
El 10 de diciembre, el Presidente Federal, que había sido objeto de duras críticas
por parte de miembros del Gobierno Federal, al entender que con su demanda había
70
FRIESENHAHN, Ernst, “Die Verfassungsgerichtsbarkeit in der Bundesrepublik Deutschland”, en
Verfassungsgerichtsbarkeit in der Gegenwart, herausgegeben von Herman MOSLER, Carl Heymans Verlag
K.G., Köln/Berlin, 1962, pp. 89 y ss.; en concreto, pp. 188-189.
71
Una detenida exposición del tema puede verse en LOEWENSTEIN, Karl, “The Bonn Constitu-
tion and the European Defense Community Treaties. A Study in Judicial Frustration”, en Yale Law Jour-
nal, Vol. 64, 1954-1955, pp. 805 y ss.
98 • Francisco Fernández Segado
72
Contemplada inicialmente la solicitud de opiniones consultivas por el Art. 97 de la BVerfGG, una
Ley de 21 de julio de 1956, de reforma de la precedente, derogó el Art. 97, quedando por lo tanto supri-
mido este procedimiento, ciertamente discutible según el tipo de normas objeto de la consulta.
73
LOEWENSTEIN se mostraría crítico al respecto: “the resolution of the Court that a plenary advi-
sory opinion is binding on both Senates is subject to grave legal doubts”. LOEWENSTEIN, Karl, “The
Bonn Constitution and the European Defense Community Treaties...”, op. cit., p. 812.
74
RUPP, Hans G., “Judicial Review in the Federal Republic of Germany”, en The American Journal
of Comparative Law, Vol. 9, 1960, pp. 29 y ss.; en concreto, p. 45.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 99
IV. La reforma
de la Bundesverfassungsgerichtsgesetz
(BVerfGG) de 1970 y la ulterior regulación
reglamentaria de las opiniones discrepantes
(Abweichende Meinungen)
75
El Juez Willi GEIGER haría público que había escrito 14 votos disidentes secretos. Y en 1979,
Ernst FRIESENHAHN publicaba su dissent secreto, presentado precisamente en la Konkordatsurteil.
76
NADELMANN, Kurt H., en su “Review” de la obra de Wolfgang HEYDE, op. cit., p. 384.
77
LUTHER, Jörg, “L´esperienza del voto dissenziente nel Bundesverfassungsgericht”, en la obra
100 • Francisco Fernández Segado
meta por muchos deseada, sin que hubieren llegado a transcurrir dos décadas de la
vida del Tribunal.
El Gobierno de la gran coalición (CDU-CSU/SPD), poco tiempo después de la
Asamblea celebrada por la Deutschen Juristentag, preparaba un proyecto de ley de refor-
ma de la BVerfGG. El posterior cambio de Gobierno impidió su aprobación, pero el
nuevo Gobierno socialdemócrata/liberal lo retomó, presentándolo al Bundestag, en
cuya Comisión de asuntos legislativos fueron oídos varios jueces del Tribunal, mani-
festándose unos a favor y otros en contra de la normativización del instituto. El de-
bate parlamentario reprodujo los argumentos favorables y contrarios que ya se habían
aducido en la Asamblea celebrada en Nuremberg, si bien, finalmente, el proyecto era
aprobado por unanimidad el 2 de diciembre de 1970, entrando en vigor el día 25 del
mismo mes.
Tras la reforma, en el Art. 30 de la Ley del Tribunal se introducía un nuevo apar-
tado segundo del siguiente tenor: “Podrá un juez consignar un voto particular (“in
einem Sondervotum”) para reflejar su opinión discrepante (“abweichende Meinung”)
en la deliberación (“in der Beratung”) respecto a la resolución o a su fundamentación
(“zu der Entscheidung oder zu deren Begründung”), y el voto particular deberá incor-
porarse como anejo a la resolución. Las Salas (“Die Senate”) podrán expresar en sus
resoluciones la proporción de los votos (“das Stimmenverhältnis”) registrados. El
Pleno del Tribunal Constitucional Federal decidirá una regulación procesal (“eine Ver-
fahrensordnung”) más detallada (“Das Nähere regelt”)”.78 El último inciso sería con
posterioridad sustituído, en el sentido de remitir la regulación más detallada del insti-
tuto al pertinente Reglamento (“Das Nähere regelt die Geschäftsordnung”).
Digamos, ante todo, que la Ley vino a clarificar la terminología anteriormente
utilizada, que no era en exceso nítida.79 El precepto legal deja efectivamente claro que
la expresión “Abweichende Meinung” alude al contenido, mientras que el término
“Sondervotum” identifica la forma procesal del instituto.
La institución tendría una utilización fulgurante, pues el 4 de enero de 1971 ya se
depositaba el primer Sondervotum, suscrito por los Jueces Geller, Schlabrendorff y
Rupp, respecto de una sentencia que rechazaba un recurso contra una ley de reforma
de la ley de interceptaciones telefónicas, depositada el 15 de diciembre de 1970, esto
L´opinione dissenziente, a cura di Adele ANZON, Giuffrè Editore, Milano, 1995, pp. 259 y ss.; en concreto,
pp. 275-276.
78
En su dicción original, posteriormente objeto de alguna modificación, el precepto quedaba así
redactado: “Ein Richter kann seine in der Beratung vertretene abweichende Meinung zu der Entschei-
dung oder zu deren Begründung in einem Sondervotum niederlegen; das Sondervotum ist der Entschei-
dung anzuschliessen. Die Senate können in ihren Entscheidungen das Stimmenverhältnis mitteilen. Das
Nähere regelt eine Verfahrensordnung, die das Plenum des Bundesverfassungsgerichts beschliesst”.
79
Análogamente, ROELLECKE, Gerd, “Sondervoten”, op. cit., p. 365.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 101
80
La sentencia de la Sala Segunda (Urteil des Zweiten Senats), de 15 de diciembre de 1970, puede
verse en Entscheidungen des Bundesverfassungsgerichts, 30. Band, J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), Tübingen, 1971,
pp. 1 y ss.; los “Sondervoten”, en pp. 33 y ss. Este voto particular, suscrito por tres Jueces, estaba detalla-
da y extensamente fundamentado, hasta el extremo de que ocupaba justamente una extensión igual a la
mitad de la que abarcaba la sentencia.
81
El texto actualizado del Geschäftsordnung des Bundesverfassungsgerichts, de 15 de diciembre de 1986,
en la versión publicada el 7 de enero de 2002, puede verse en LECHNER, Hans y ZUCK, Rüdiger, Bundes-
verfassungsgerichtsgesetz. Kommentar, 5. Auflage, Verlag C.H. Beck, München, 2006, pp. 713 y ss.
82
Este texto es nuestra traducción de la versión italiana que del texto alemán recoge Jörg LUTHER,
en “L´esperienza del voto dissenziente...”, op. cit., pp. 247-248.
83
Bundesverfassungsgerichtsgesetz. Kommentar, razonado por (“begründet von”) Theodor MAUNZ, y
continuado por Bruno SCHMIDT-BLEIBTREU, Franz KLEIN, Gerhard ULSAMER, Herbert BEIHGE y
Klaus WINTER, C.H. Beck´sche Verlagsbuchhandlung, München, Dezember 1993, Artículo 30, p. 10.
102 • Francisco Fernández Segado
84
LUTHER, Jörg, “L´esperienza del voto dissenziente...”, op. cit., p. 248.
85
MAHRENHOLZ, Ernst-Gottfried, “Das richterliche Sondervotum”, en W. HOPPE, W. KRAWIETZ
y M. SCHULTE, Rechtsprechungslehre, Köln/Berlin, 1992, pp. 167 y ss.; en concreto, p. 169. Cit. por Christian
WALTER: “La pratique des opinions dissidentes en Allemagne”, op. cit., p. 4.
86
SCHLAICH, Klaus y KORIOTH, Stefan, Das Bundesverfassungsgericht. Stellung. Verfahren. Entscheidun-
gen, 5. Auflage, Verlag C. H. Beck, München, 2001, p. 38.
87
PESTALOZZA, Christian, Verfassungsprozessrecht, 3. Auflage, C. H. Beck´sche Verlagsbuchhand-
lung, München, 1991, p. 292.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 103
88
El texto de este Reglamento puede verse en ÖHLINGER, Theo y HIESEL, Martin, Verfahren vor
den Gerichtshöfen des öffentlichen Rechts, Band I (Verfassungsgerichtsbarkeit), Manzsche Verlags- und Univer-
sitätsbuchhandlung, Wien, 2001, pp. 629 y ss.
89
LECHNER, Hans y ZUCK, Rüdiger, Bundesverfassungsgerichtsgesetz, Kommentar, 4. Auflage, C. H.
Beck´sche Verlagsbuchhandlung, München, 1996, p. 182.
90
Críticamente al respecto se ha manifestado Theodor RITTERSPACH: “Gedanken zum Sondervo-
tum”, en Festschrift für Wolfgang Zeidler, herausgegeben von FURST, HERZOG und UMBACH, Berlin/New
York, 1987, pp. 1379 y ss. Cit. por Jörg LUTHER: “L’esperienza del voto dissenziente nel Bundesverfas-
sungsgericht”, op. cit., p. 264.
104 • Francisco Fernández Segado
lución (“und kann an der bindenden Wirkung der Entscheidung nicht teilnehmen”).91
Como se afirma en el comentario dirigido por Maunz,92 la resolución del Tribunal está
siempre tan sólo en el tenor de la sentencia que es asumida por la mayoría. Ello no
obstante, los rasgos de la reglamentación permiten hablar, a juicio de Anzon,93 de que
el Sondervotum no se presenta como algo intrínsecamente diverso de la sentencia.
Quizá convenga añadir que el principio de publicidad de los Sondervoten no ha
quebrado ni mucho menos el principio del secreto de las deliberaciones de los miem-
bros del colegio judicial. Como dice Geiger,94 ello encuentra su razón de ser en que
con tal principio de secreto se pretende asegurar el libre y sereno desarrollo de la dis-
cusión en el interior del órgano judicial. Formalmente, ello es cierto, pero qué duda
cabe que la publicidad de las posiciones disidentes relativiza notablemente la sustancia
del mencionado principio.
91
LECHNER, Hans y ZUCK, Rüdiger, Bundesverfassungsgerichtsgesetz. Kommentar, 5. Auflage, Verlag
C.H. Beck, München, 2006, p. 168.
92
Bundesverfassungsgerichtsgesetz. Kommentar, begründet von Theodor MAUNZ, op. cit., Art. 30, p. 10.
93
ANZON, Adele, “Forma delle sentenze e voti particolari. Le esperienze di giudici costituzionali e
internazionali a confronto”, en Politica del Diritto, Anno XXV, nº 2, Giugno 1994, pp. 229 y ss.; en concre-
to, p. 233.
94
GEIGER, Willi, “Die abweichende Meinung beim Bundesverfassungsgericht und ihre Bedeutung
für die Rechtsprechung”, en Die Freiheit des Anderen, 1981, p. 462. Cit. por Adele ANZON: “Per l’introdu-
zione dell´opinione dissenziente dei giudici costituzionali”, en Politica del Diritto, Anno XXIII, nº 2, Giug-
no 1992, pp. 329 y ss.; en concreto, p. 337.
95
FROMONT, Michel, “Les méthodes de travail des juridictions constitutionnelles. Allemagne”, en
Annuaire International de Justice Constitutionnelle, VIII, 1992, pp. 163 y ss.; en concreto, p. 170.
96
Pueden recordarse las tres sentencias sobre el controvertido tema de la despenalización del
aborto, la sentencia sobre los crucifijos en las escuelas bávaras o las referentes a la reforma del derecho
de asilo. En todas ellas, de gran relevancia, se presentaron Sondervoten.
97
SIMON, Helmut, “La Jurisdicción Constitucional”, en BENDA, MAIHOFER, VOGEL, HESSE y
HEYDE, Manual de Derecho Constitucional (versión española de la obra Handbuch des Verfassungsrechts der
Bundesrepublik Deutschland, Walter de Gruyter & Co., Berlin, 1994), Marcial Pons, Madrid, 1996, pp. 823
y ss.; en concreto, p. 845.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 105
98
Tras la llamada “Revolución constitucional”, cuya fecha suele fijarse, un tanto convencionalmente,
el 29 de marzo de 1937, día en que la Supreme Court aprueba por cinco votos contra cuatro la trascendental
sentencia dictada en el caso West Coast Hotel Company v. Parrish, que técnicamente suponía el overruling de
la criticable doctrina sentada en el Adkins case, esto es, en el célebre caso Adkins v. Children’s Hospital, de-
cidido el 9 de abril de 1923, y políticamente entrañaba el triunfo del Presidente Roosevelt sobre la Supre-
me Court, tras años de un encarnizado enfrentamiento, y contra lo que razonablemente se hubiera podido
prever, al propiciar Roosevelt en los años sucesivos, a través de la renovación progresiva de la Corte, una
muy superior homogeneidad de ésta, lo cierto es que el número de dissents no ha hecho sino crecer.
Las estadísticas son inapelables y PRITCHETT lo corrobora cumpidamente cuando escribe: “The
statistics show, in fact, that from a quantitative point of view at least, the reorganized Supreme Court has
become by far the most badly divided body in the history of that institution”. PRITCHETT, C. Herman,
“The coming of the new dissent: the Supreme Court, 1942-1943”, en The University of Chicago Law Review,
Vol. 11, 1943-1944, pp. 49 y ss.; en concreto, p. 49.
Nos haremos de algunos datos estadísticos ofrecidos por uno de los mejores conocedores del insti-
tuto del dissent. Según ZOBELL, si en 1937 el porcentaje de nonunanimous opinions había alcanzado el 27 por
100, en 1938 ya llegaba al 34 por 100; en 1942, al 44 por 100; en 1943, al 58 por 100; en 1946, al 64 por 100;
en 1948, al 75 por 100, y en 1952, al 78 por 100. ZOBELL, Karl M., “Division of opinion in the Supreme
Court: a history of judicial desintegration”, en Cornell Law Review, Vol. 44, 1958-1959, pp. 186 y ss.; en
concreto, p. 205.
Por nuestra parte, atendiendo a los datos que ofrece la Harvard Law Review, que a partir de su volu-
men 64 (1950-1951), comenzó a publicar una utilísima sección dedicada a las estadísticas de la Supreme
Court, hemos elaborado unos cuadros estadísticos anuales que, comenzando en 1949, llegan hasta el año
2004 (Cfr. al efecto, FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco, La Justicia Constitucional: una visión de Derecho compa-
rado, op. cit., tomo I, pp. 349-353). Asimismo, hemos confeccionado un cuadro en el que periodificamos
tales datos estadísticos por decenios y por etapas de la Corte que atienden a la figura del Chief Justice
(Ibidem, p. 354). Reflejaremos ahora, muy sintéticamente, algunos de esos datos. En el período 1981-1989,
el porcentaje de full opinions unánimes fue tan sólo del 23,4 por 100; en el período 1990-1999, del 32,2 por
100, y en el período 2000-2004, ese porcentaje se elevó al 33,7 por 100. Quiere ello decir que, grosso modo, en
el cuarto de siglo analizado, no más de un 30 por 100 de las full opinions de la Corte Suprema norteameri-
cana se han adoptado por unanimidad, contando el 70 por 100 restante con algún dissent o concurrence.
99
WALTER lo ha puesto claramente de relieve. Cfr. al efecto, WALTER, Christian, “La pratique des
opinions dissidentes en Allemagne”, op. cit., p. 3.
106 • Francisco Fernández Segado
100
Cfr. al efecto ZIERLEIN, Karl-Georg, “Erfahrungen mit dem Sondervotum beim Bundesverfas-
sungsgericht”, en Die Öffentliche Verwaltung, 34. Jahrgang, 1981, pp. 83 y ss.; en concreto, en la p. 89 puede
verse el cuadro primero (Übersicht 1) relativo a los “Veröffentliche Sondervoten zu Entscheidungen des
BVerfG”, esto es, referente a los Sondervoten publicados respecto de las resoluciones del Tribunal.
101
Hemos atendido al respecto a los siguientes tres volúmenes: Registerband zu den Entscheidungen des
Bundesverfassungsgerichts, Band 51-60 (J.C.B. Mohr - Paul Siebeck, Tübingen, 1983); Band 61-70 (J.C.B.
Mohr - Paul Siebeck, Tübingen, 1987), y Band 71-80 (J.C.B. Mohr - Paul Siebeck, Tübingen, 1990).
La recepción del Sondervotum en Alemania • 107
(Urteil und Beschluss); en 38 de ellas hubo uno o más votos discrepantes, lo que se tra-
duce en un porcentaje de un 5,45 por 100, cifra ciertamente reducida.
De modo sin embargo un tanto sorprendente, en nuestro análisis del período que
inicia la decisión de 27 de enero de 2004 y cierra la de 11 de marzo de 2008 (decisiones
comprendidas en los volúmenes 111 a 120 de la antes mencionada colección),102 los
datos han variado significativamente. En los poco más de cuatro años cubiertos, el
Tribunal ha dictado un total de 123 decisiones, 19 de las cuales han contado con uno
o más Sondervoten, lo que entraña un porcentaje del 15,44 por 100, casi tres veces su-
perior al período precedentemente analizado. Este porcentaje, curiosamente, se
aproxima mucho al equivalente español del período que media entre los años 2000 y
2006.103
No faltan autores que relativizan el recurso a las estadísticas. Tal es el caso de
Roellecke, quien finaliza su análisis de la “Sondervoten-Praxis”,104 señalando que uno
puede continuar con las estadísticas, pero lo cierto es que hasta el momento en que él
escribe (2001), y siempre a su juicio, ninguna pauta o regla operativa o dogmática utili-
zable (“keine operationablen oder dogmatisch verwertbaren Regeln”) han producido.
II. Otro aspecto de interés a destacar en relación al instituto analizado es el hecho
de que los votos disidentes no han provocado fenómenos de especial protagonismo
entre los jueces constitucionales.105 No han faltado jueces especialmente discrepantes,
como sería el caso, por poner algún ejemplo, de la bien conocida Jueza Wiltraut Rupp-
102
Hemos atendido al efecto al Registerband zu den Entscheidungen des Bundesverfassungsgerichts, Band
111-120, Mohr Siebeck, Tübingen, 2009; la relación de abweichende Meinungen, en pp. 15-17.
103
Según los datos que hemos calculado personalmente, atendiendo a las sentencias dictadas en
todo tipo de procedimientos por el Tribunal Constitucional español, en el año 2000, el porcentaje de
sentencias con votos particulares fue de un 17,0 por 100; en el 200l, de un 15,0 por 100; en el año 2002,
de un 11,3 por 100; en el 2003, de un 13 por 100; en el 2004, de un 20,4 por 100; en el 2005, de un 17,8
por 100, y en el año 2006, de un 18,9 por 100. Totalizando los siete años, nos encontramos con que el
Tribunal dictó en ese período un total de 1.983 sentencias, de ellas 328 incluyendo algún voto particular,
lo que se traduce en 16,5 por 100 del total. Cfr. al efecto, FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco, La Justicia
Constitucional: una visión de Derecho comparado, op. cit., tomo I, pp. 435 y ss. Salvo alguna excepción, como
aconteció en 1981, año en que el porcentaje de sentencias constitucionales que incluían algún voto par-
ticular llegó a ser de un 23,8 por 100, como regla general, ese porcentaje ha sido bastante más bajo. Y así,
por ofrecer un dato significativo, para el período 1981-1994, LUATTI señala que se formularon opiniones
discrepantes en un total de 245 sentencias sobre un montante global de 2.854, lo que, porcentualmente,
significa un 8,5 por 100. LUATTI, Lorenzo, Profili costituzionali del voto particolare (L´esperienza del Tribuna-
le Costituzionale spagnolo), Giuffrè Editore, Milano, 1995, pp. 311 y ss.
104
ROELLECKE, Gerd, “Sondervoten”, op. cit., pp. 380-381.
105
Así lo constata ANZON, Adele, “Forma delle sentenze e voti particolari. Le esperienze di giudici
costituzionali e internazionali a confronto”, en Politica del Diritto, Anno XXIII, nº 2, Giugno 1992, pp. 209
y ss.; en concreto, p. 233. Este artículo también puede verse publicado en la obra L´opinione dissenziente, a
cura di Adele ANZON, Giuffrè Editore, Milano, 1995, pp. 429 y ss.
108 • Francisco Fernández Segado
von Brünneck, pero ha habido una generalizada actitud de self restraint, no sólo en
atención al dato cuantitativo, sino también desde la perspectiva argumentativa de los
Sondervoten, que han procurado evitar toda polémica.
Bien es verdad que en 1996, en su intervención ante la Asamblea del Deutschen
Juristentag, celebrada en la ciudad de Karlsruhe, sede del Tribunal, Isensee veía una
señal de alarma en el modo de redactar algunos votos particulares, pues, a su juicio, lo
que podía ser válido y aún “refrescante” para un artículo científico o académico, podía
no serlo para un Sondervotum, en cuanto que el juez que disiente tiene una particular
obligación de lealtad en relación con la institución a la que pertenece. Desde este pun-
to de vista, la crítica de Isensee no deja de arrojar zonas de sombra sobre la, por lo
demás, prestigiosísima institución del BVerfG. Sus palabras no dejan lugar a duda. Es
alarmante —escribe el Profesor de Bonn—106 la crítica que experimenta el Tribunal
Constitucional Federal (“Alarmierend ist dagegen die Kritik”) en sus propias filas. El
Juez perdedor o que queda en minoría (“Unterlegene Richter”) aprovecha el voto
particular para, en realidad, hacer una crítica de la mayoría de la Sala (“Senatsmehr-
heit”) o de la propia Sala (“Senat”). Para Isensee, es evidente que el sentido del Sonder-
votum tan sólo puede ser una forma de manifestar una opinión divergente, pero no una
crítica tan dura a la resolución (“nicht aber einen Verriss der Entscheidung”), ni caren-
te por completo de imparcialidad.
Es verdad, sin embargo, que en los últimos tiempos el Tribunal alemán, en temas
especialmente controvertidos, se ha pronunciado por unanimidad. Buen ejemplo de
ello lo encontramos en las sentencias relativas a la integración europea, al Tratado de
Maastricht, a la constitucionalidad de la moneda única, al reparto de ingresos entre los
Länder, cuestión esta última, innecesario es decirlo, de especialísima importancia en un
sistema federal y, por lo demás, particularmente polémica en Alemania. En fin, inne-
cesario es añadir que la autoridad del Tribunal no se ha visto en modo alguno afectada
de resultas de los Sondervoten presentados.
En cuanto a la influencia de los dissents sobre la evolución posterior de la jurispru-
dencia del propio Tribunal, que en Estados Unidos ha sido más que notable, propi-
ciando buen número de overruling, lo cierto es que el BVerfG no ofrece casos tan evi-
dentes como en Norteamérica, no obstante lo cual, algunos relevantes autores, como
es el caso de Schlaich y Korioth,107 han llegado a hablar de que, de alguna manera, los
Sondervoten llevan consigo una fuerza normativa (“eine ‘normative Kraft’”), lo que no
puede entenderse, creemos, sino en ese sentido de proyección de futuro, pues, en ri-
gor, es obvio que los votos particulares carecen de eficacia jurídica. En cualquier caso,
106
ISENSEE, Josef, “Bundesverfassungsgericht-quo vadis?”, en Juristen Zeitung, 51. Jahrgang, 22. No-
vember 1996, pp. 1085 y ss.; en concreto, p. 1087.
107
SCHLAICH, Klaus y KORIOTH, Stefan, Das Bundesverfassungsgericht. Stellung. Verfahren. Entscheidun-
gen, 5. Auflage, Verlag C. H. Beck, München, 2001, p. 40.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 109
un sector de la doctrina ha puesto de relieve que en algunos casos, pocos pero signi-
ficativos, el dissent en el interior del Tribunal, combinado con la posición de la doctri-
na científica, ha determinado posteriores cambios jurisprudenciales.108 Cabe añadir
que, en Alemania, el peso de la doctrina científica sobre la propia evolución de la ju-
risprudencia es elevado, lo que explica que la acción combinada de la doctrina y de
algunas posiciones disidentes de la mayoría pueda terminar propiciando overruling
jurisprudenciales.
Anzon, con ajustadas palabras, ha sintetizado la valoración que suscita la praxis de
este instituto en Alemania, significando que “l’esperienza concreta ha dimostrato in-
fondati sia gli entusiasmi sia le pessimistiche previsioni iniziali”,109 opinión, como ten-
dremos oportunidad de constatar, bien semejante a la expresada por algún autor ale-
mán algunos años después.
108
LUTHER, Jörg, “L´esperienza del voto dissenziente nel Bundesverfassungsgericht”, op. cit., p. 270.
109
ANZON, Adele, “Per l´introduzione dell´opinione dissenziente dei giudici costituzionali”, op. cit.,
p. 340.
110
GECK, Wilhelm Karl, “Wahl und Status des Bundesverfassungsrichter”, en Handbuch des Staats-
rechts der Bundesrepublik Deutschland, Herausgegeben von Josef ISENSEE und Paul KIRCHHOF, Band II
(Demokratische Willensbildung—Die Staatsorgane des Bundes), C. F. Müller Verlag, Heidelberg, 1987,
pp. 697 y ss.; en concreto, pp. 733-734.
110 • Francisco Fernández Segado
111
FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco, La Justicia Constitucional: una visión de Derecho comparado, op. cit.,
tomo I, pp. 228 y ss.
112
STERN, Klaus, Das Staatsrecht der Bundesrepublik Deutschland, Band II (Staatsorgane, Staatsfunktio-
nen, Finanz- und Haushaltsverfassung, Notstandsverfassung), C.H. Beck´sche Verlagsbuchhandlung,
München, 1980, p. 1043.
113
PESTALOZZA, Christian, Verfassungsprozessrecht, (Die Verfassungsgerichtsbarkeit des Bundes und
der Länder), 3. völlig neubearbeitete Auflage, C.H. Beck´sche Verlagsbuchhandlung, München, 1991, p.
292.
114
ROELLECKE, Gerd, “Sondervoten”, op. cit., p. 378.
115
HÄBERLE, Peter, “Los derechos fundamentales en el espejo de la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional Federal alemán. Exposición y crítica”, en Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Granada, 3ª época, nº 2, 1999, pp. 9 y ss.; en concreto, pp. 14-15. Asimismo, en “La jurisdicción constitu-
La recepción del Sondervotum en Alemania • 111
hemos separado de los demás, las posiciones doctrinales en torno al instituto son,
como ya se ha dicho, básicamente proclives al mismo. En una rápida y necesariamen-
te limitada aproximación a ellas, las agruparemos diferenciando los argumentos insti-
tucionales; aquellos otros atinentes a la situación sujetiva del juez; los referentes a la
aplicación judicial del Derecho y, en fin, los argumentos relativos a la cultura jurídica.
A) Entre los argumentos institucionales puede, en primer término, situarse el que
vincula el dissent con los standards democráticos. A este respecto, Heyde ha conside-
rado116 que los Sondervoten se corresponden con una exigencia de nuestro tiempo hacia
un aumento de los puntos de vista democráticos (“demokratischer Gesichtspunkte”).
Y ello, innecesario es decirlo, por cuanto el dissent provee cauces legítimos de expre-
sión del desacuerdo. Por otro lado, un principio fundamental en los sistemas demo-
cráticos es el de los checks and balances. No debe extrañar por ello mismo que algunos
autores hayan visto en el dissent, en cuanto instituto llamado a evitar la sensación de
infalibilidad que sin él podrían tener las sentencias dictadas en sede constitucional,
una cierta manifestación de aquel principio,117 o, como en Alemania escribiera Pesta-
lozza,118 un poder de contrapunto (“Das Sondervotum als Kontrapunkt macht”), o lo
que es igual, de contrapeso, de equilibrio.
La publicidad y transparencia de las decisiones judiciales a que coadyuva el voto
particular es otro argumento institucional que también ha encontrado adherentes en-
tre la doctrina germana. Como se afirma en la obra que fundara Maunz,119 caso de que
en una resolución no se emita ningún Sondervotum, no será entonces reconocible si ha
habido contradicción (“Widerspruch”) respecto a la sentencia (“Urteil”) o a su funda-
mentación (“Begründung”) dentro de las Salas (“innerhalb des Senats”). Desde esta
amplia perspectiva, la publicación de los dissents, como bien apuntara Heyde,120 sirve
121
PESTALOZZA, Christian, Verfassungsprozessrecht, op. cit., p. 293.
122
ROELLECKE, Gerd, “Sondervoten”, op. cit., p. 382.
123
TRAYNOR, Roger J., “Some open questions on the work of State appellate Courts”, en The Uni-
versity of Chicago Law Review, Vol. 24, 1956-1957, pp. 211 y ss.; en concreto, p. 218.
124
HEYDE, Wolfgang, “Dissenting opinions in der deutschen Verfassungsgerichtsbarkeit”, op. cit.,
p. 218.
125
MORTATI, Costantino, “Le opinioni dissenzienti dei giudici costituzionali ed internazionali”, en
Problemi di Diritto pubblico nell´attuale esperienza costituzionale repubblicana (Raccolta di Scritti - III), Giuffrè
Editore, Milano, 1972, pp. 847 y ss.; en concreto, pp. 869-870.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 113
za”. En una dirección muy próxima se iba a manifestar, como antes anticipábamos,
Schlaich,126 que aún admitiendo que el Sondervotum sacrifica ciertamente algo de la
colegialidad, entendía que, ello no obstante, no debilita la autoridad de la sentencia
constitucional, tesis reiterada (“Das Sondervotum... es schwächt aber nicht die Auto-
rität der Gerichtsentscheidung”) en la ya clásica obra del propio autor y de su discípu-
lo, el Prof. Korioth, sobre el BVerfG,127 que complementan con la reflexión de que el
Sondervotum se limita a exteriorizar que la discusión jurídica de los problemas constitu-
cionales sigue abierta.
B) Un segundo bloque de argumentaciones atiende a la situación subjetiva del
juez, y de modo muy particular, a la garantía de su independencia y libertad. Ya en
Estados Unidos Stephens, tiempo atrás, consideró que la función de las concurring and
dissenting opinions no quedaba confinada a su influencia en el desarrollo del Derecho;
bien al contrario, “they help to preserve the necessary independence of judges”.128
En cuanto que la independencia personal (“Persönliche Unabhängigkeit”), como
bien ha escrito Geck,129 en un sentido amplio, es, finalmente (“letzlich”), la libertad
interior (“die innere Freiheit”) para decidir en una resolución sólo lo que se cree justo
(“richtig”) según la ley y el Derecho (“nach Gesetz und Recht”) , es evidente, añadi-
ríamos ya por nuestra cuenta, que el dissent no sólo es una garantía de la independen-
cia, y por ello mismo de la libertad del juez, sino que, más allá de ello, resulta positivo
para su propia personalidad y contribuye a revalorizar su dignidad. En este sentido,
Heyde ha entendido130 los Sondervoten como algo positivo para la propia personalidad
del juez (“positiv auf die Richter persönlichkeit”), reflexión que se ha de conectar con
aquella otra que mantiene el mismo autor, de que este instituto garantiza más la liber-
tad de las convicciones judiciales (“Freiheit der richterlichen Überzeugung”).
C) El tercer bloque argumental tiene que ver con la aplicación judicial del Dere-
cho. Un primer argumento es el de que el dissent contribuye al dinamismo de la juris-
prudencia y del Derecho. Heyde se manifestó en esta dirección, al sostener131 que los
Sondervoten hacen unas considerables aportaciones a la evolución del Derecho consti-
tucional (“Beitrag zur Fortentwicklung der Verfassungsrecht”). En la misma direc-
126
SCHLAICH, Klaus, “Corte costituzionale e controllo sulle norme nella Repubblica Federale di
Germania”, en Quaderni Costituzionali, Anno II, nº 3, Dicembre 1982, pp. 557 y ss.; en concreto, p. 564.
127
SCHLAICH, Klaus y KORIOTH, Stefan, Das Bundesverfassungsgericht. Stellung. Verfahren. Entscheidun-
gen, op. cit., p. 37.
128
STEPHENS, Richard B., “The function of concurring and dissenting opinions in courts of last
resort”, en University of Florida Law Review, Vol. V, 1952, pp. 394 y ss.; en concreto, p. 410.
129
GECK, Wilhelm Karl, “Wahl und Status der Bundesverfassungsgericht”, op. cit., p. 731.
130
HEYDE, Wolfgang, “Dissenting opinions in der deutschen Verfassungsgerichtsbarkeit”, op. cit.,
p. 225.
131
HEYDE, Wolfgang, “Dissenting opinions in der deutschen Verfassungsgerichtsbarkeit”, op. cit.,
p. 217.
114 • Francisco Fernández Segado
ción, Heusinger entiende132 que la apertura, esto es, la publicidad de los dissents (“Offe-
ne dissenting votes”) doblega la petrificación (“der Versteinerung”). En fin, también se
ha visto en el instituto que venimos analizando una válvula con la función propia de
este aparato,133 que puede regular la circulación del flujo jurídico, por así denominarla.
La viabilización de una lectura plural de la Constitución a través del instituto del
dissent es otra reflexión reconducible a este bloque argumental. La pérdida de la místi-
ca certeza de la ley ha sido puesta de relieve comúnmente por los defensores del ins-
tituto, al margen ya de recordarse que el Derecho no es una ciencia exacta. En este
sentido, Carter razonaba hace más de medio siglo134 que al no ser el Derecho una
ciencia exacta, en un grupo compuesto por tres, cinco, siete o nueve personas, con
diferentes orígenes, experiencias, creencias, filosofías políticas, económicas y sociales,
no se puede esperar que piensen de la misma forma. Más aún, que piensen de la mis-
ma forma no es un objetivo válido para ser alcanzado. “The law can not, and must
not, stand still while the rest of the world moves on”.
En una sociedad moderna, donde la vocación y la madurez democráticas son
sentimientos radicados en la conciencia popular, el argumento de la certeza del Dere-
cho pierde gran parte de su fuerza, pues, como significa Amato,135 en tal sociedad, la
opinión pública es un complejo de ideas y de orientaciones en conflicto que se vincu-
lan a la heterogeneidad del propio agregado social. No es inadecuado recordar aquí al
considerado como “the great dissenter”,136 el gran Justice Oliver Wendell Holmes,
quien pusiera de manifiesto cuán ilusoria era la búsqueda de la certeza del Derecho
por parte de los juristas. Holmes mostró un inequívoco escepticismo frente a los dog-
mas y las opiniones dogmáticas. “No hay sola proposición general que valga lo más
mínimo”, escribía en una carta dirigida a su amigo el Profesor inglés Frederick Pollock
132
HEUSINGER, Bruno, “Überlastung der Zivilsenate des Bundesgerichtshofes und Mittel zur
Abhilfe”, en Zeitschrift für Zivilprozess, 76. Band, Heft 5/6, Dezember 1963, pp. 321 y ss.; en concreto,
p. 338.
133
ZEIDLER habló en Alemania, antes de que se institucionalizara el Sondervotum, de “la válvula de
los votos discrepantes” (“das Ventil des abweichenden Votums”). ZEIDLER, Karl, “Gedanken zum Fer-
nseh-Urteil des Bundesverfassungsgerichts”, en Archiv des öffentlichen Rechts, 86. Band, 1961, pp. 361 y ss.;
en concreto, p. 118.
134
CARTER, Jesse W., “Dissenting Opinions”, en Hastings Law Journal, Vol. 4, 1952-1953, pp. 118 y
ss.; en concreto, p. 119.
135
AMATO, Giuliano, “Osservazioni sulla ‘dissenting opinion’”, en la obra Le opinioni dissenzienti dei
giudici costituzionali ed internazionali, a cura di Costantino MORTATI, Giuffrè Editore, Milano, 1964, pp. 21
y ss.; en concreto, pp. 22-23.
136
Así lo reconocen, entre otros muchos, Karl M. ZOBELL, en su clásico y documentadísimo tra-
bajo “Division of opinion in the Supreme Court: a history of judicial desintegration”, en Cornell Law
Review, Vol. 44, (Ithaca, New York), 1958-1959, pp. 186 y ss.; en concreto, p. 202.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 115
en 1919.137 Nadie, dirá otro gran Associate Justice, Cardozo,138 combatió más eficazmen-
te que él la represión de una fórmula y la tiranía de los tópicos y de las etiquetas (“the
tyranny of tags and tickets”).
A partir de las premisas que preceden, se comprende que amplios sectores de la
doctrina reivindiquen la bondad del dissent como instrumento que coadyuva muy po-
sitivamente a esa lectura plural del ordenamiento desde la luz que le proporcionan los
principios y valores constitucionales. En tal dirección se sitúan en Alemania Schlaich
y Korioth, para quienes la introducción del Sondervotum es la expresión, a nivel de or-
ganización procesal, del pluralismo inequívocamente presente en muchos sectores del
Derecho constitucional, bien bajo el perfil metodológico, bien como resultado de la
interpretación constitucional (“Pluralismus in Methode und Ergebnis der Verfassung-
sinterpretation”).139 En similar dirección, Luther entiende140 que el dissent responde a
una exigencia objetiva de dar expresión procesal a la idea de desarrollo de la Consti-
tución, garantizando no sólo la estática de sus decisiones, sino también su dinámica y,
con ella, su carácter abierto.
La mejora de la calidad de la argumentación y de la propia jurisprudencia es otro
argumento muy reiterado por quienes apoyan el instituto que nos ocupa, y también
reconducible a este bloque. Esta consideración está muy extendida. El actual Justice de
la Supreme Court Antonin Scalia escribió hace no muchos años:141 “The most impor-
tant effect of a system permitting dissents and concurrences is to improve the major-
ity opinion”. Este punto de vista ha encontrado numerosos adeptos entre la doctrina
alemana.
En la importante obra que dirigiera Maunz, se aduce que quien esgrime un voto
particular no es ningún mal perdedor, sino que documenta en primer lugar la calidad
e intensidad de la argumentación interna del Tribunal (“die Qualität und Intensität der
gerichtsinternen Argumentation”), y además, más detalladamente y con más meticu-
137
Carta de HOLMES a Sir Frederick POLLOCK, fechada el 26 de mayo de 1919. Puede verse en
Holmes-Pollock Letters, Vol. 2º, 2ª ed., 1961, p. 13. Cit. por Bernard SCHWARTZ: “The Judicial Ten: America´s
Greatest Judges”, en Southern Illinois University Law Journal, Vol. 4, 1979, pp. 405 y ss.; en concreto, p. 423,
nota 136. Hay una versión española de este trabajo con el título, Los diez mejores jueces de la Historia norte-
americana, Cuadernos Civitas, Madrid, 1980.
138
CARDOZO, Benjamin Nathan, “Mr. Justice Holmes”, en Harvard Law Review, Vol. XLIV, 1930-
1931, pp. 682 y ss.; en concreto, p. 688.
139
SCHLAICH, Klaus y KORIOTH, Stefan, Das Bundesverfassungsgericht. Stellung. Verfahren. Entschei-
dungen, op. cit., p. 37.
140
LUTHER, Jörg, “L´esperienza del voto dissenziente nel Bundesverfassungsgericht”, en la obra
L´opinione dissenziente, a cura di Adele ANZON, Giuffrè Editore, Milano, 1995, pp. 259 y ss.; en concreto,
p. 277.
141
SCALIA, Antonin, “Remarks on Dissenting Opinions”, en la obra L´opinione dissenziente, a cura di
Adele ANZON, Giuffrè Editore, Milano, 1995, pp. 411 y ss.; en concreto, p. 422.
116 • Francisco Fernández Segado
142
Bundesverfassungsgerichtsgesetz. Kommentar, begründet von Theodor Maunz, op. cit., Art. 30, p. 7.
143
Ibidem, Art. 30, p. 10.
144
HEYDE, Wolfgang, “Dissenting opinions in der deutschen Verfassungsgerichtsbarkeit”, op. cit.,
p. 218.
145
WALTER, Christian, “La pratique des opinions dissidentes en Allemagne”, op. cit., p. 4.
146
SCHLAICH, Klaus y KORIOTH, Stefan, Das Bundesverfassungsgericht. Stellung. Verfahren. Entscheidun-
gen, op. cit., p. 39.
147
MILLGRAMM, Karl-Heinz, Separate Opinions und Sondervotum in der Rechtsprechung des Supreme Court
und des Bundesverfassungsgerichts, 1985, pp. 65 y ss. Cit. por Christian WALTER: “La pratique des opinions
dissidentes en Allemagne”, op. cit., p. 5.
148
FEDERER, Julius, “Die Bekanntgabe der abweichenden Meinung des überstimmten Richters”,
op. cit., p. 521.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 117
buen número de jueces constitucionales muy positivo para la vida interna del propio
órgano y para el fruto de su trabajo. Ello aparecería corroborado si se tiene presente
el rol protagonista, al que ya se ha hecho detenida referencia, del propio Tribunal
Constitucional alemán en la recepción del instituto en el ordenamiento jurídico ger-
mano-federal.
Ya con la experiencia de más de cuatro lustros de vigencia del Sondervotum, Si-
mon149 pudo hacer una equilibrada ponderación del mismo, de la que entresacaba dos
argumentos de especial relevancia en su defensa: de un lado, el principio del pluralis-
mo, pues el voto particular se presenta como una forma especial de la pluralista pro-
tección de minorías, operando además en este marco plural como un importante
elemento de autocrítica, tanto más necesario cuanto que la institución no se halla bajo
el control de ningún otro poder. De otro lado, ni la solidaridad entre los magistrados
constitucionales, ni la autoridad de las sentencias del BVerfG parecen haber sufrido
demasiado. Todo lo contrario, por lo menos en lo que atañe a la autoridad de las deci-
siones dictadas en sede constitucional, que, a juicio del propio autor, en los casos
controvertidos, se ha visto reforzada, acentuándose su grado de aceptabilidad y el
respeto hacia el Tribunal, al ponerse de relieve que se trata de un órgano que no se
inhibe de entrar a debate y que muestra a los perdedores que sus posiciones no dejan
por ello de mantenerse incorporadas al espectro de lo defendible.
Todavía mucho más recientemente, Weber150 ha puesto de relieve que, aún faltan-
do en los Sondervoten una cierta homogeneidad en su causa, estilo y propósito (“eine
gewisse Einheitlichkeit aus Anlass, Stil und Absicht”), sin embargo, apenas se puede
negar que con el objetivo de una interpretación constitucional plural (“im Sinne einer
pluralistischen Verfassungsinterpretation”), exteriorizan de forma transparente los
argumentos esenciales (“die wesentliche Argumente”). La conclusión del mencionado
autor es bien positiva: “Es gibt zahlreiche eindrucksvolle Beispiele für richtungs-
weisende Sondervoten” (Se dan numerosos ejemplos impresionantes de Sondervoten
que sirven de modelo).
No faltan, sin embargo, algunos elementos que incitan a la preocupación. Se co-
nectan con la posible desconexión de este instituto procesal con el principio de lealtad
institucional, que en ocasiones puede reclamar de los jueces constitucionales el self-
restraint. En su intervención, ya en un momento anterior aludida, ante la Asamblea del
149
SIMON, Helmut, “La Jurisdicción Constitucional”, op. cit., p. 845.
150
WEBER, Albrecht, “Die Verfassungsgerichtsbarkeit in der Bundesrepublik Deutschland”, en
Verfassungsgerichtsbarkeit in Westeuropa, Christian STARCK/Albrecht WEBER (Hrsg.), Teilband I (Berichte),
2. Auflage, Nomos, Baden-Baden, 2007, pp. 37 y ss.; en concreto, p. 59. En versión española, “La Juris-
dicción constitucional de la República Federal de Alemania”, en Anuario Iberoamericano de Justicia Constitu-
cional, nº 7, 2003, pp. 495 y ss.; en concreto, p. 524.
118 • Francisco Fernández Segado
151
ISENSEE, Josef, “Bundesverfassungsgericht - quo vadis?”, en Juristen Zeitung, 51. Jahrgang, 22.
november 1996, pp. 1085 y ss.; en concreto, p. 1087.
152
BERGMAN, Matthew P., “Dissent in the Judicial Process: Discord in Service of Harmony”, en
Denver University Law Review, Vol. 68, 1991, pp. 79 y ss.; en concreto, p. 89.
153
ZOBELL, Karl M., “Division of opinion in the Supreme Court: a history of judicial desintegra-
tion”, en Cornell Law Review, Vol. 44, 1958-1959, , pp. 186 y ss.; en concreto, p. 213.
154
Cfr. al efecto, PESTALOZZA, Christian, Verfassungsprozessrecht..., op. cit., p. 519.
La recepción del Sondervotum en Alemania • 119
155
ROELLECKE, Gerd, “Sondervoten”, op. cit., p. 368.
156
SIMON, Helmut, “La Jurisdicción Constitucional”, op. cit., p. 846.
120 blanca
O pensamento de Peter Häberle
na jurisprudência do Supremo
Tribunal Federal do Brasil
Gilmar Ferreira Mendes
André Rufino do Vale
I. Introdução
1
O Prof. Dr. Dr.h.c.mult. Peter HÄBERLE é professor titular aposentado de Direito Público e
Filosofia do Direito da Universidade de Bayreuth, na República Federal da Alemanha, e, atualmente,
desempenha as funções de diretor do Instituto de Direito Europeu e Cultura Jurídica Européia, do mes-
mo centro universitário. Nascido em Göppingen, Alemanha, em 1934, o Professor Peter Häberle estu-
dou nas Universidades de Tübingen, Bonn, Montpellier (França) e Freiburg. Em sua tese de doutora-
mento, tratou, com brilhantismo, sobre o conteúdo essencial dos direitos fundamentais na Lei Funda-
mental de Bonn. Seu trabalho como pesquisador foi objeto de numerosas distinções honrosas, entre as
quais os doutorados Honoris Causa pelas Universidades de Atenas, em 1994, pela Universidade de Grana-
da, em 2002, e pela Pontifícia Universidade Católica do Peru, em 2004. Em 1998, foi contemplado com
o prêmio de pesquisa por cooperação internacional do Max Planck Institut (Max-Planck-Forschungs-
preis für Internationale Kooperation). Sua obra é extensa, compondo-se de centenas de artigos e mais de
vinte monografias, com aportes fundamentais para a doutrina constitucional européia e mundial, em di-
versas obras, como Die Wesensgehaltgarantie des Art. 19 Abs. 2 Grundgesetz (1962) (A garantia do núcleo es-
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional 121
núm. 12, julio-diciembre 2009, pp. 121-146.
122 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
As duas últimas décadas têm sido marcadas pela difusão dos sistemas de juris-
dição constitucional em novas democracias, principalmente na Europa oriental, Ásia
e América Latina,2 assim como pelo fortalecimento e consolidação do arcabouço ins-
titucional do Estado constitucional em diversos países, processos nos quais o pensa-
mento de Peter Häberle tem contribuído de forma decisiva, como é possível observar
em países como Peru, México e Argentina.3 Nesse aspecto, seu especial interesse pela
América Latina resultou na ideia de construção de um direito constitucional comum
latino-americano, por meio da identificação dos elementos culturais das Constituições
do continente, o que contribui para o processo de integração constitucional e, dessa
forma, para o fortalecimento da região como comunidade política e cultural.
No Brasil, desde a primeira tradução, para o português, da obra Hermenêutica Cons-
titucional: Sociedade Aberta dos Intérpretes da Constituição - contribuição para a Interpretação
Pluralista e “Procedimental” da Constituição,4 a doutrina de Peter Häberle tem sido incor-
porada com evidente vivacidade, seja no âmbito acadêmico, por meio da vertiginosa
produção bibliográfica ou da prática docente e discente nas faculdades de direito, seja
pelos poderes constituídos, na forma de produção legislativa e na jurisprudência dos
tribunais.
No âmbito legislativo, a Lei n° 9.868/99, ao institucionalizar a figura do amicus
sencial dos direitos fundamentais na Lei Fundamental), Öffentliches Interesse als juristisches Problem (1970)
(Interesse Público como problema jurídico), Verfassungsgerichtsbarkeit (1976) (Jurisdição Constitucional),
Verfassung als öffentlicher Prozess (1978) (Constituição como Processo Público), Die Verfassung des Pluralismus
(1980) (A Constituição do pluralismo), Verfassungslehre als Kulturwissenschaft (1982) (Teoria da Constituição
como ciência da cultura), Das Menschenbild im Verfassungsstaat (1988) (O Homem no Estado Constitucio-
nal), dentre outras. Em setembro de 2005, a Universidade de Brasília - UnB concedeu-lhe o título de
Doutor Honoris Causa, reconhecendo sua inestimável contribuição ao desenvolvimento da ciência jurídi-
ca e sua crescente influência no Brasil.
2
Cfr. GINSBURG, Tom, Judicial review in new democracies. Constitutional Courts in Asian cases, New York,
Cambridge University Press, 2003. HIRSCHL, Ran, Towards Juristocracy. The origins and consequences of the new
constitutionalism, Cambridge, Harvard University Press, 2004.
3
Sobre a influência da doutrina de Peter Häberle no Peru, vide: LANDA ARROYO, Cesar, Tribunal
Constitucional y Estado Democrático, Lima, Palestra, 2007. No México, vide: HÄBERLE, Peter, El estado consti-
tucional, trad. de Héctor Fix-Fierro, México, UNAM, 2003. Na Argentina, vide: HÄBERLE, Peter, El Esta-
do Constitucional, Buenos Aires, Astrea, 2007. No contexto iberoamericano, há diversas traduções das
obras de Peter HÄBERLE: Retos actuales del Estado constitucional, IVAP, Õnati, 1996. La libertad fundamental en
el Estado constitucional, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1997. Libertad, igualdad y fraternidad:
1789 como historia, actualidad y futuro del Estado constitucional, Madrid, Trotta, 1998. Teoría de la Constitución
como ciencia de la cultura, Madrid, Tecnos, 2000. La imagen del ser humano dentro del Estado constitucional, Lima,
Pontificia Universidad Católica del Perú, 2001. Pluralismo y Constitución: estudios de Teoría Constitucional de la
sociedad abierta, Madrid Tecnos, 2002.
4
HÄBERLE, Peter, Hermenêutica Constitucional. A Sociedade Aberta dos Intérpretes da Constituição: contri-
buição para a Interpretação Pluralista e “Procedimental” da Constituição, tradução de Gilmar Ferreira Mendes,
Porto Alegre, Sergio Antonio Fabris, 1997.
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 123
5
STF, Pleno, ADI n° 3.510/DF, Rel. Min. Carlos Britto, julg. 29.5.2008.
124 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
diência pública realizada no dia 20 de abril de 2007 contou com a participação de es-
pecialistas na matéria (pesquisadores, acadêmicos e médicos), além de diversas entida-
des da sociedade civil,6 e produziu uma impressionante gama de informações e dados
que permitiram ao Tribunal, no julgamento definitivo da ação (em 29.5.2008), realizar
um efetivo controle e revisão de fatos e prognoses legislativos e apreciar o tema em
suas diversas conotações jurídicas, científicas e éticas. O resultado foi a declaração de
constitucionalidade do art. 5º da Lei 11.105/2005, mas por uma maioria apertada de
6 votos contra outros 5 votos que continham dispositivos diversificados fundados em
distintos aspectos dessa complexa questão constitucional, alguns deles representando
verdadeiras sentenças aditivas com conteúdo manipulativo dos sentidos normativos
da lei impugnada.7 O que ficou marcado nesse julgamento, de toda forma, foi a ampla
participação de múltiplos segmentos da sociedade, o que fez da Corte um foro de
argumentação e de reflexão com eco na coletividade e nas instituições democráticas.
Outras audiências públicas foram realizadas pelo Supremo Tribunal Federal em
ações cujo julgamento ainda não foi concluído. Na Argüição de Descumprimento
de Preceito Fundamental n° 101, a audiência pública realizada no dia 27 de junho de
2008 debateu o tema da importação de pneus usados e sua problemática em face dos
princípios constitucionais que protegem o meio ambiente ecologicamente equilibra-
do. Na Argüição de Descumprimento de Preceito Fundamental n° 54, foram realiza-
das audiências públicas nos dias 26 e 28 de agosto e 4 de setembro de 2008 para dis-
cutir o complexo tema do aborto de fetos anencéfalos. Em ambas as ações esperam-se
julgamentos repletos de discussões que reflitam os argumentos levantados por diver-
sos segmentos da sociedade civil, o que certamente propiciará maior legitimidade
democrática para as decisões que serão proferidas.
O Regimento do Supremo Tribunal Federal já conta com normas que prevêem as
competências e o procedimento de convocação e realização das audiências públicas
(Emenda Regimental n° 29, de 18 de fevereiro de 2009).
Em 5 de março de 2009, a Presidência da Corte, com fundamento nas referidas
regras regimentais, convocou audiência pública para discussão de diversas questões
relacionadas à saúde pública no Brasil.8 As informações e os dados produzidos nessa
6
Cfr. MARTINS, Tahinah Albuquerque, Audiência Pública na Ação Direta de Inconstitucionalidade 3510/
DF: Breves Considerações, Observatório da Jurisdição Constitucional, Instituto Brasiliense de Direito Públi-
co, Brasília, ano 1, out 2007.
7
Confiram-se os votos dos Ministros Menezes Direito, Ricardo Lewandowski, Eros Grau, Cezar
Peluso e Gilmar Mendes (Presidente).
8
Despacho de Convocação de Audiência Pública, de 5 de março de 2009, do Presidente do Su-
premo Tribunal Federal. Entre outras, a Audiência Pública – Saúde se destina a debater as seguintes
questões: 1) Responsabilidade dos entes da federação em matéria de direito à saúde; 2) Obrigação do
Estado de fornecer prestação de saúde prescrita por médico não pertencente ao quadro do Sistema Único
de Saúde ou sem que o pedido tenha sido feito previamente à Administração Pública; 3) Obrigação do
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 125
Estado de custear prestações de saúde não abrangidas pelas políticas públicas existentes; 4) Obrigação do
Estado de disponibilizar medicamentos ou tratamentos experimentais não registrados na Agência Nacio-
nal de Vigilância Sanitária ou não aconselhados pelos Protocolos Clínicos do SUS; 5) Obrigação do Es-
tado de fornecer medicamento não licitado e não previsto nas listas do SUS; 6) Fraudes ao Sistema
Único de Saúde.
9
O Supremo Tribunal Federal conta com diversos mecanismos de aproximação com a sociedade,
dentre os quais sobressaem a TV Justiça, a Rádio Justiça e a Central do Cidadão. A TV Justiça é um canal
de televisão público de caráter institucional administrado pelo Supremo Tribunal Federal e tem como
propósito ser um espaço de comunicação e aproximação entre os cidadãos e o Poder Judiciário, o Minis-
tério Público, a Defensoria Pública e a Advocacia. Além de preencher uma lacuna deixada pelas emisso-
ras comerciais em relação às notícias ligadas às questões judiciárias, o trabalho da emissora é desenvolvi-
do na perspectiva de informar, esclarecer e ampliar o acesso à Justiça, buscando tornar transparentes suas
ações e decisões. A emissora tem como principal objetivo conscientizar a sociedade brasileira em favor
da independência do Judiciário, da justiça, da ética, da democracia e do desenvolvimento social e propor-
cionar às pessoas o conhecimento sobre seus direitos e deveres. A Rádio Justiça é uma emissora pública
de caráter institucional administrada pelo Supremo Tribunal Federal. As transmissões em FM começa-
ram em 5 de maio de 2004. Além da freqüência 104,7 MHz, a emissora também é sintonizada via satélite
e pela internet. Ao tratar os temas jurídicos em profundidade, a Rádio Justiça busca evitar que assuntos
importantes e complexos sejam abordados superficialmente. Além da produção de notícias por equipe
própria, jornalistas de outros tribunais e de entidades ligadas ao Poder Judiciário são correspondentes da
Rádio Justiça em todos os estados. Atualmente, um dos principais canais de comunicação entre a socie-
dade e o Tribunal é a Central do Cidadão. Na forma do art. 2º da Resolução no 361, de 21 de maio de
2008, a missão da Central do Cidadão é servir de canal de comunicação direta entre o cidadão e o Supre-
mo Tribunal Federal, com vistas a orientar e transmitir informações sobre o funcionamento do Tribunal,
promover ações que visem à melhoria contínua do atendimento às demandas, colaborar na tomada de
decisão destinada a simplificar e modernizar os processos de entrega da Justiça, ampliando seu alcance,
bem como elevar os padrões de transparência, presteza e segurança das atividades desenvolvidas no
Tribunal. Nessa linha de atuação, compete à Central do Cidadão, de acordo com o art. 3º da referida
Resolução: I. receber consultas, diligenciar junto aos setores administrativos competentes e prestar as
informações e os esclarecimentos sobre atos praticados no Tribunal ou de sua responsabilidade; II. rece-
ber informações, sugestões, reclamações, denúncias, críticas e elogios sobre as atividades do Tribunal e
encaminhar tais manifestações aos setores administrativos competentes, mantendo o interessado sempre
informado sobre as providências adotadas; III. intermediar a interação entre as unidades internas para
solução dos questionamentos recebidos; IV. sugerir ao Presidente políticas administrativas tendentes à
melhoria e ao aperfeiçoamento das atividades desenvolvidas pelas unidades administrativas, com base
126 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
No caso dos amici curiae, a Corte já reconheceu, inclusive, o direito desses órgãos
ou entidades de fazer sustentação oral nos julgamentos (ADI-QO 2.777, Rel. Min.
Cezar Peluso, julg. 26.11.2003; art. 131, § 3º, do Regimento Interno do STF), o que
antes ficava restrito ao advogado da parte requerente, ao Advogado-Geral da União e
ao Ministério Público.
Essa nova realidade enseja, além do amplo acesso e participação de sujeitos inte-
ressados no sistema de controle de constitucionalidade de normas, a possibilidade
efetiva de o Tribunal Constitucional contemplar as diversas perspectivas na apreciação
da legitimidade de um determinado ato questionado.
É inegável que essa abertura do processo constitucional foi fortemente influen-
ciada, no Brasil, pela doutrina de Peter Häberle.10
A propósito, observe-se que Peter Häberle defende a necessidade de que os ins-
trumentos de informação dos juízes constitucionais sejam ampliados, especialmente
no que se refere às audiências públicas e às “intervenções de eventuais interessados”,
assegurando-se novas formas de participação das potências públicas pluralistas como
intérpretes em sentido amplo da Constituição.
Destarte, não há como negar a “comunicação entre norma e fato” (Kommunikation
zwischen Norm und Sachverhalt), a qual constitui condição da própria interpretação cons-
titucional. É que o processo de conhecimento envolve a investigação integrada de
elementos fáticos e jurídicos.11
Se no processo de controle de constitucionalidade é inevitável a verificação de
fatos e prognoses legislativos, é possível constatar a necessidade de adoção de um
modelo procedimental que outorgue ao Tribunal as condições suficientes para proce-
der a essa aferição.
Assim, é certo que, ao cumprir as funções de Corte Constitucional, o Tribunal
não pode deixar de exercer a sua competência, especialmente no que se refere à defe-
sa dos direitos fundamentais em face de uma decisão legislativa, sob a alegação de que
não dispõe dos mecanismos probatórios adequados para examinar a matéria.
nas informações, sugestões, reclamações, denúncias críticas e elogios recebidos; V. realizar, em parceria
com outros setores do Tribunal, eventos destinados ao esclarecimento dos direitos do cidadão, incenti-
vando a participação popular e promovendo internamente a cultura da instituição voltada para os inte-
resses e as necessidades do cidadão; VI. manter e garantir, a pedido ou sempre que a situação exigir, o
sigilo da fonte das sugestões, reclamações, denúncias, críticas e elogios; VII. encaminhar ao Presidente do
Supremo Tribunal Federal relatório trimestral das atividades desenvolvidas pela Central do Cidadão.
10
HÄBERLE, Peter, Hermenêutica Constitucional. A Sociedade Aberta dos Intérpretes da Constituição: contri-
buição para a Interpretação Pluralista e “Procedimental” da Constituição, tradução de Gilmar Ferreira Mendes,
Porto Alegre, Sergio Antonio Fabris, 1997.
11
MARENHOLZ, Ernst Gottfried, „Verfassungsinterpretation aus praktischer Sicht“, in: Verfas-
sungsrecht zwischen Wissenschaft und Richterkunst, Homenagem aos 70 anos de Konrad Hesse, Heidelberg,
1990, p. 53 (54).
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 127
A Constituição não é uma norma fechada, mas sim um projeto em contínuo des-
envolvimento, representativo de conquistas e experiências e ao mesmo tempo aberto
à evolução e à utopia. No Estado Constitucional, a interpretação da Constituição,
portanto, não deve ser realizada segundo a lógica do “um ou outro” (Entweder-oder),
mas de acordo com um pensamento permanentemente aberto a múltiplas alternativas
e possibilidades.
Peter Häberle é o mais expressivo defensor dessa forma de pensar o direito cons-
titucional nos tempos hodiernos, entendendo ser o “pensamento jurídico do possí-
vel” expressão, conseqüência, pressuposto e limite de uma interpretação constitucio-
nal aberta.12
Nessa medida, e essa parece ser uma das importantes conseqüências da orien-
tação perfilhada por Häberle, “uma teoria constitucional das alternativas” pode con-
verter-se numa “teoria constitucional da tolerância”.13 Daí perceber-se também que a
“alternativa como pensamento possível afigura-se relevante, especialmente no evento
interpretativo: na escolha do método, tal como verificado na controvérsia sobre a tó-
pica como força produtiva de interpretação”.14
12
HÄBERLE, Peter, „Demokratische Verfassungstheorie im Lichte des Möglichkeitsdenken“, in:
Die Verfassung des Pluralismus, Königstein/TS, 1980, p. 9.
13
HÄBERLE, Peter, Die Verfassung des Pluralismus, cit., p. 6.
14
HÄBERLE, Peter, Die Verfassung des Pluralismus, cit., p. 7.
128 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
15
HÄBERLE, Peter, Die Verfassung des Pluralismus, cit., p. 3.
16
HÄBERLE, Peter, Die Verfassung des Pluralismus, cit., p. 6.
17
HÄBERLE, Peter, Die Verfassung des Pluralismus, cit., p. 10.
18
HÄBERLE, Peter, Die Verfassung des Pluralismus, cit., p. 4.
19
STF, Pleno, ADI-EI n° 1.289-4/DF, Rel. Min. Gilmar Mendes, julg. 3.4.2003.
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 129
que, como se vê, logra realizar os princípios em eventual tensão dialética sem compro-
meter aspectos fundamentais da complexa decisão constitucional, ou seja, respeita-se
o princípio do quinto constitucional e a cláusula da lista sêxtupla, que, menos do que
a revelação de um número cabalístico, contém uma definição em favor da liberdade
relativa de escolha por parte do Tribunal e do Poder Executivo.
Muito mais distante da vontade constitucional seria a composição do Tribunal
sem a participação dos integrantes do Ministério Público, significa dizer, sem a obser-
vância do princípio do quinto constitucional. Da mesma forma, haveria de revelar-se
distante do texto constitucional a composição da lista com número inferior ao estabe-
lecido constitucionalmente, afetando o modelo já restrito de liberdade de escolha.
Não há dúvida, pois, de que, entre os caminhos possíveis de serem trilhados, adotou-
se aquele que mais se aproximava da integridade da decisão constitucional, respeitan-
do o princípio do quinto constitucional e a liberdade de escolha dos órgãos dos Pode-
res Judiciário e Executivo.
Não é difícil encontrar outros exemplos do pensamento do possível na rica juris-
prudência do Supremo Tribunal Federal, não raras vezes assentada na eventual confi-
guração de uma omissão ou lacuna constitucional. São exemplos notórios desse pen-
samento as decisões do Tribunal que reconheceram a existência de uma “situação
jurídica ainda constitucional” relativamente a algumas normas aplicáveis às defenso-
rias públicas.
De certa forma, o precedente firmado no Recurso Extraordinário n° 135.32820 e
consolidado no Recurso Extraordinário no 147.77621 parece aquele que melhor expre-
ssa a idéia de omissão ou lacuna constitucional apta a justificar a interpretação com-
preensiva do texto constitucional e das situações jurídicas pré-constitucionais.
A ementa do acórdão no RE n° 147.776 revela, por si só, o significado da decisão
para a versão brasileira do “pensamento constitucional do possível”:
EMENTA: Ministério Público: Legitimação para promoção, no juízo cível, do ressarcimen-
to do dano resultante de crime, pobre o titular do direito à reparação: C. Pr. Pen., art. 68,
ainda constitucional (cf. RE 135.328): processo de inconstitucionalização das leis.
1. A alternativa radical da jurisdição constitucional ortodoxa entre a constitucionalidade
plena e a declaração de inconstitucionalidade ou revogação por inconstitucionalidade da
lei com fulminante eficácia ex tunc faz abstração da evidência de que a implementação de
uma nova ordem constitucional não é um fato instantâneo, mas um processo, no qual a
possibilidade de realização da norma da constituição —ainda quanto teoricamente não se
cuide de preceito de eficácia limitada— subordina-se muitas vezes a alterações da realida-
de fáctica que a viabilizem.
2. No contexto da Constituição de 1988, a atribuição anteriormente dada ao Ministério
20
STF, Pleno, RE n° 135.328-7/SP, Rel. Min. Marco Aurélio, julg. 29.6.1994.
21
STF, Pleno, RE n° 147.776-8/SP, Rel. Min. Sepúlveda Pertence, julg. 19.5.1998.
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 131
Público pelo art. 68, C. Pr. Penal —constituindo modalidade de assistência judiciária—
deve reputar-se transferida para a Defensoria Pública: essa, porém, para esse fim, só se
pode considerar existente, onde e quando organizada, de direito e de fato, nos moldes do
art. 134 da própria Constituição e da lei complementar por ela ordenada: até que —na
União ou em cada Estado considerado—, se implemente essa condição de viabilização da
cogitada transferência constitucional de atribuições, o art. 68, C. Pr. Pen será considerado
ainda vigente: é o caso do Estado de São Paulo, como decidiu o plenário no RE 135.328”
(RECrim 147.776-8, Rel. Sepúlveda Pertence, Lex-JSTF, 238, p. 390).
Também aqui se identificou uma lacuna no texto constitucional, que, ao outorgar
a atribuição de assistência judiciária às defensorias públicas, não ressalvou as situações
jurídicas reguladas de maneira diversa no direito pré-constitucional —ausência de cláu-
sula transitória—, especialmente naquelas unidades federadas que ainda não haviam
instituído os órgãos próprios de defensoria. Destarte, a justificativa para a mantença
do direito pré-constitucional fez-se com base numa disposição transitória implícita,
que autorizava a aplicação do modelo legal pré-constitucional até a completa imple-
mentação do novo sistema previsto na Constituição.
Assim, também na citada decisão na ADI 1.289 pareceu ao Tribunal legítimo
admitir que a regra constitucional continha uma lacuna: a não-regulação das situações
excepcionais existentes na fase inicial de implementação do novo modelo constitucio-
nal. Não tendo a matéria sido regulada em disposição transitória, parece adequado
que o próprio intérprete possa fazê-lo em consonância com o sistema constitucional.
E, tal como demonstrado, a aplicação que menos se distancia do sistema formulado
pelo constituinte parece ser aquela que admite a composição da lista com procurado-
res do trabalho que ainda não preenchiam o requisito concernente ao tempo de ser-
viço. Assegurou-se aos órgãos participantes do processo a margem de escolha neces-
sária dentre procuradores com tempo de serviço inferior a 10 anos, na hipótese de
inexistência de candidatos que preenchessem o requisito temporal fixado.
Outros exemplos de aplicação do pensamento do possível são encontrados na
jurisprudência do STF.
Na Suspensão de Segurança n° 3.154,22 entendeu-se que, num quadro fático
extraordinário, em que as finanças do Estado-membro estejam em colapso, a inter-
pretação da garantia do pagamento em dia da remuneração dos servidores públicos
estaduais, segundo um pensamento de possibilidades, enseja a alternativa de prorro-
gação excepcional e momentânea, por alguns dias, de parte do efetivo pagamento da
remuneração. Isso porque a eficácia plena da norma constitucional dependeria de um
estado de normalidade das finanças estaduais. Entendeu-se, assim, que, sem desbor-
dar dos parâmetros constitucionais de razoabilidade e proporcionalidade, pode o Es-
22
STF, Presidência, SS n° 3.154-6/RS, Rel. Min. Presidente, julg. 28.3.2007.
132 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
tado, sem reduzir o valor específico da remuneração, prorrogar por alguns dias parte
do pagamento, ante absoluta impossibilidade financeira.
No Mandado de Segurança n° 26.690,23 o Tribunal mais uma vez se deparou com
a ausência de regras de transição destinadas a solucionar situações não abrangidas por
novos preceitos constitucionais. No caso, questionava-se a possibilidade de que mem-
bro do Ministério Público estadual pudesse participar de concurso público para cargo
no Ministério Público Federal, sem preencher o requisito constitucional de três anos de
atividade jurídica. Na hipótese, o novo requisito constitucional de três anos de ativi-
dade jurídica havia sido implementado pela Emenda Constitucional n° 45/2004, após
a aprovação da candidata no concurso de Promotor de Justiça do Ministério Público
Estadual. No entanto, quando a mesma candidata pretendeu realizar concurso público
para o Ministério Público Federal, já estava vigente o novo requisito constitucional. O
Tribunal se encontrou então diante de situação singular, em que um membro do Mi-
nistério Público Estadual não poderia, em princípio, participar de certame público
para preencher vaga no Ministério Público Federal. A solução encontrada foi interpre-
tar a nova norma constitucional levando em conta a excepcionalidade da situação,
ocorrida em momento de transição constitucional, o que requereria a aplicação de um
típico pensamento do possível, tal como já feito pelo Tribunal no citado julgamento
da ADI 1.289. Assim, entendeu o Tribunal que, diante da notória contradição fática
surgida em momento de transição de regimes jurídicos, e tendo em vista o princípio
da isonomia aplicável, na espécie, para igualar a situação dos membros dos Ministérios
Públicos Federal e Estadual, submetidos que estão a um mesmo regime constitucional
(art. 128 da Constituição), a solução mais consentânea com a ordem constitucional
seria a permissão excepcional para que a candidata participasse do concurso mesmo
sem preencher o requisito constitucional dos três anos de atividade jurídica.
A análise desses julgados faz transparecer a constatação de que o pensamento do
possível, na medida em que permite a interpretação constitucional aberta a novas al-
ternativas e incentiva a adaptabilidade do texto à evolução social constante de uma
sociedade complexa e plural, constitui também um modo de pensar sobre a relação
entre tempo e Constituição (Zeit und Verfassung) e, desse modo, sobre o fenômeno da
mutação constitucional, cujo tratamento pela obra de Peter Häberle também tem sido
incorporado pelo Supremo Tribunal Federal do Brasil.
4. Tempo e constituição:
a mutação constitucional
Talvez um dos temas mais ricos da teoria do direito e da moderna teoria constitu-
cional seja aquele relativo à evolução jurisprudencial e, especialmente, a possível mu-
23
STF, Pleno, MS n° 26.690/DF, Rel. Min. Eros Grau, julg. 3.9.2008.
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 133
24
HÄBERLE, Peter, „Zeit und Verfassung“, in: DREIER, Ralf; SCHWEGMANN, Friedrich, Probleme
der Verfassungsinterpretation, Nomos, Baden-Baden, 1976, pp. 312-313.
134 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
que o processo de reforma constitucional deverá ser feito de forma flexível e a partir de
uma interpretação constitucional aberta. A continuidade da Constituição somente será
possível se passado e futuro estiverem nela associados.25
Häberle então indaga:
O que significa tempo? Objetivamente, tempo é a possibilidade de se introduzir mudança,
ainda que não haja a necessidade de produzi-la.26
Tal como anota Häberle:
o tempo sinaliza ou indica uma reunião (ensemble) de forças sociais e idéias. (...) A ênfase
ao ‘fator tempo’ não deve levar ao entendimento de que o tempo há de ser utilizado como
‘sujeito’ de transformação ou de movimento (...). A história (da comunidade) tem muitos
sujeitos. O tempo nada mais é do que a dimensão na qual as mudanças se tornam possí-
veis e necessárias (...).27
Não é raro que essas alterações de concepções se verifiquem, dentre outros cam-
pos, exatamente em matéria de defesa dos direitos fundamentais. Aqui talvez se mes-
clem as mais diversas concepções existentes na própria sociedade e o processo dialé-
tico que as envolve. E os diversos entendimentos de mundo convivem, sem que,
muitas vezes, o “novo” tenha condições de superar o “velho”.
É natural também que esse tipo de situação se coloque de forma bastante evidente
no quadro de uma nova ordem constitucional. Aqui, entendimentos na jurisprudência,
doutrina e legislação tornam, às vezes, inevitável que a interpretação da Constituição
se realize, em um primeiro momento, com base na situação jurídica pré-existente.
Assim, até mesmo institutos novos poderão ser interpretados segundo entendimen-
to consolidado na jurisprudência e na legislação pré-constitucionais. Nesse caso, é
igualmente compreensível que uma nova orientação hermenêutica reclame cuidados
especiais.
Alguns exemplos de mudança na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal
revelam que o abandono de precedentes e a adoção de nova interpretação de textos
normativos, especialmente de disposições constitucionais, devem estar baseadas em
cuidadosas e bem fundamentadas razões de decidir. No Recurso Extraordinário n°
165.438,28 por exemplo, o Tribunal reviu posicionamento anterior —fixado nos RE
n° 140.616,29 RE n° 141.290,30 e RE 141.367—31 que consolidava o entendimento no
25
HÄBERLE, Peter, „Zeit und Verfassung“, cit., pp. 295-296.
26
HÄBERLE, Peter, „Zeit und Verfassung“, cit., p. 300.
27
HÄBERLE, Peter, „Zeit und Verfassung“, cit., p. 300.
28
STF, Pleno, RE n° 165.438-4/DF, Rel. Min. Carlos Velloso, DJ 5.5.2006.
29
STF, Pleno, RE n° 140.616, Rel. Min. Paulo Brossard, DJ 2.4.1993.
30
STF, Pleno, RE n° 141.290, Rel. Min.Néri da Silveira, DJ 2.4.1993.
31
STF, Pleno, RE n° 141.367, Rel. Min. Moreira Alves, DJ 6.11.1992.
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 135
32
STF, Pleno, INQ n° 687, Rel. Min. Sepúlveda Pertence, DJ 9.11.2001.
33
STF, Súmula 394: “Cometido o crime durante o exercício funcional, prevalece a competência
especial por prerrogativa de função, ainda que o inquérito ou a ação penal sejam iniciados após a cessação
daquele exercício”.
34
STF, Pleno, CC n° 7.204/MG, Rel. Min. Carlos Britto, julg. em 29.6.2005.
35
STF, Pleno, MS n° 26.602, Rel. Min. Eros Grau; MS n° 26.603, Rel. Min. Celso de Mello; MS n°
26.604, Rel. Min. Cármen Lúcia, julg. 4.10.2007.
136 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
nesses casos, se os partidos políticos possuem direito a manter as vagas por eles con-
quistadas em eleições regidas pelas regras do sistema proporcional, em caso de desfi-
liação dos parlamentares que as preenchem.
Após a Constituição de 1988, o tema da fidelidade partidária e a questão específi-
ca quanto à extinção do mandato do parlamentar que deixar a legenda sob a qual
tenha sido eleito encontraram resposta na jurisprudência do STF, desde o julgamento
do MS n° 20.927.36 Com base no entendimento de que a vinculação do candidato ao
partido seria apenas condição de elegibilidade (art. 14, § 3º, da Constituição de 1988),
o Tribunal mantinha firme posição no sentido de que, no sistema constitucional bra-
sileiro, apesar da valorização dada à representação parlamentar dos partidos, não se
exigiria qualquer modalidade de fidelidade partidária para os candidatos eleitos.
Em Sessão de 4 de outubro de 2007, a Corte reviu esse entendimento e, basean-
do-se em renovada interpretação dos princípios da democracia partidária, da repre-
sentação proporcional, do pluralismo político e da fidelidade partidária, produziu mu-
dança radical em sua jurisprudência e passou a considerar que o mandato parlamentar
pertence ao partido. Assim, no novo entendimento da Corte, ressalvadas situações
específicas decorrentes de ruptura de compromissos programáticos por parte da
agremiação, perseguição política ou outra situação de igual significado, o abandono do
partido deve dar ensejo à extinção do mandato.
Na ocasião, diante da mudança que se operou em antiga jurisprudência, e com
base em razões de segurança jurídica, o Tribunal entendeu que os efeitos da decisão
deveriam ser modulados no tempo. Fixou então um marco temporal desde o qual tais
efeitos poderiam ser efetivamente produzidos, o que deveria coincidir com a decisão
do Tribunal Superior Eleitoral na Consulta n° 1.398/2007,37 Rel. Min. César Asfor
Rocha, que ocorrera na Sessão do dia 27 de março de 2007, na qual a Corte eleitoral
já havia adotado tal entendimento.
Outro interessante caso de mutação constitucional verificada na jurisprudência
do STF está no julgamento dos Recursos Extraordinários n° 349.703 e 466.343, nos
quais a Corte modificou antigo entendimento a respeito do status normativo dos
tratados internacionais de direitos humanos na ordem jurídica interna. Como o caso
também envolve considerações a respeito das lições de Peter Häberle sobre o Estado
constitucional cooperativo, destinamos um tópico específico (a seguir) para analisar
essa importante decisão.
Deixe-se acentuado, por fim, que a evolução jurisprudencial sempre foi uma mar-
ca de qualquer jurisdição de perfil constitucional. A afirmação da mutação constitu-
cional não implica o reconhecimento, por parte da Corte, de erro ou equívoco inter-
pretativo do texto constitucional em julgados pretéritos. Ela reconhece e reafirma, ao
36
MS n° 20.927/DF, Rel. Min. Moreira Alves, julg. 11.10.1989, DJ 15.4.1994.
37
TSE, Consulta n° 1.398/2007, Rel. Min. César Asfor Rocha.
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 137
O Supremo Tribunal Federal por muito tempo adotou a idéia de que os tratados
de direitos humanos, como quaisquer outros instrumentos convencionais de caráter
internacional, poderiam ser concebidos como equivalentes às leis ordinárias. Segundo
essa tese, denominada de “tese da legalidade ordinária” dos tratados internacionais, tais
acordos não possuiriam a devida legitimidade para confrontar, nem para complemen-
tar o preceituado pela Constituição Federal em matéria de direitos fundamentais.
O Tribunal passou a adotar essa tese no julgamento do RE n° 80.004/SE, julgado
em 1o.6.1977.38 Na ocasião, os Ministros integrantes do Tribunal discutiram ampla-
mente o tema das relações entre o Direito Internacional e o Direito Interno. O Rela-
tor, Ministro Xavier de Albuquerque, calcado na jurisprudência anterior, votou no
sentido do primado dos tratados e convenções internacionais em relação à legislação
infraconstitucional. A maioria, porém, após voto-vista do Min. Cunha Peixoto, enten-
deu que ato normativo internacional – no caso, a Convenção de Genebra, Lei Unifor-
me sobre Letras de Câmbio e Notas Promissórias – poderia ser modificado por lei
nacional posterior, ficando consignado que os conflitos entre duas disposições nor-
mativas, uma de direito interno e outra de direito internacional, devem ser resolvidos
pela mesma regra geral destinada a solucionar antinomias normativas num mesmo
grau hierárquico: lex posterior derrogat legi priori.
Sob a égide da Constituição de 1988, exatamente em 22 de novembro de 1995, o
Plenário do STF voltou a discutir a matéria no HC n° 72.131/RJ, Red. p/ o acórdão
Ministro Moreira Alves, porém agora tendo como foco o problema específico da
prisão civil do devedor como depositário infiel na alienação fiduciária em garantia. Na
ocasião, reafirmou-se o entendimento no sentido de que os diplomas normativos de
caráter internacional adentrariam o ordenamento jurídico interno no patamar da legis-
lação ordinária e eventuais conflitos normativos seriam resolvidos pela regra lex poste-
rior derrogat legi priori. Preconizaram esse entendimento também os votos vencidos dos
Ministros Marco Aurélio, Francisco Rezek e Carlos Velloso. Deixou-se assentado, não
obstante, seguindo-se o entendimento esposado no voto do Ministro Moreira Alves,
que o art. 7º (7) do Pacto de San José da Costa Rica, por ser norma geral, não revoga-
ria a legislação ordinária de caráter especial, como o Decreto-Lei n° 911/69, que
equipara o devedor-fiduciante ao depositário infiel para fins de prisão civil.
Posteriormente, no importante julgamento da medida cautelar na ADI n° 1.480-
38
STF, Pleno, RE n° 80.004/SE, Rel. p/ o acórdão Min. Cunha Peixoto, julgado em 1o.6.1977.
138 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
3/DF, Rel. Min. Celso de Mello (em 4.9.1997), o Tribunal voltou a afirmar que entre
os tratados internacionais e as leis internas brasileiras existiria mera relação de parida-
de normativa, entendendo-se as “leis internas” no sentido de simples leis ordinárias e
não de leis complementares.
A tese da legalidade ordinária dos tratados internacionais foi reafirmada em julga-
dos posteriores39 e manteve-se firme na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal
até o ano de 2008, quando o Tribunal, ao julgar os Recursos Extraordinários n°
349.70340 e 466.343,41 constatou que, no contexto atual, em que se pode observar a
abertura cada vez maior do Estado constitucional a ordens jurídicas supranacionais de
proteção de direitos humanos, essa jurisprudência havia se tornado completamente
defasada.
Não se pode perder de vista que, hoje, vivemos em um “Estado Constitucional
Cooperativo”, identificado pelo Professor Peter Häberle como aquele que não mais
se apresenta como um Estado Constitucional voltado para si mesmo, mas que se dis-
ponibiliza como referência para os outros Estados Constitucionais membros de uma
comunidade, e no qual ganha relevo o papel dos direitos humanos e fundamentais.42
Para Häberle, ainda que, numa perspectiva internacional, muitas vezes a coope-
ração entre os Estados ocupe o lugar de mera coordenação e de simples ordenamento
para a coexistência pacífica (ou seja, de mera delimitação dos âmbitos das soberanias
nacionais), no campo do direito constitucional nacional, tal fenômeno, por si só, pode
induzir ao menos a tendências que apontem para um enfraquecimento dos limites
entre o interno e o externo, gerando uma concepção que faz prevalecer o direito co-
munitário sobre o direito interno.43
Nesse contexto, mesmo conscientes de que os motivos que conduzem à conce-
pção de um Estado Constitucional Cooperativo são complexos, é preciso reconhecer
os aspectos sociológico-econômico e ideal-moral44 como os mais evidentes. E no que
se refere ao aspecto ideal-moral, não se pode deixar de considerar a proteção aos di-
reitos humanos como a fórmula mais concreta de que dispõe o sistema constitucional,
a exigir dos atores da vida sócio-política do Estado uma contribuição positiva para a
39
RE n° 206.482-3/SP, Rel. Min. Maurício Corrêa, julgado em 27.5.1998, DJ 5.9.2003; HC n°
81.319-4/GO, Rel. Min. Celso de Mello, julgado em 24.4.2002, DJ 19.8.2005; HC n 77.053-1/SP, Rel.
Min. Maurício Corrêa, julgado em 23.6.1998, DJ 4.9.1998; HC n° 79.870-5/SP, Rel. Min. Moreira Alves,
julgado em 16.5.2000, DJ 20.10.2000; RE n° 282.644-8/RJ, Rel. Min. Marco Aurélio, Red. p/ o acórdão
Min. Nelson Jobim, julgado em 13.2.2001, DJ 20.9.2002.
40
STF, Pleno, RE n° 349.703, Rel. p/ acórdão Min. Gilmar Mendes, julg. em 3.12.2008.
41
STF, Pleno, RE n° 466.343, Rel. Min. Cezar Peluso, julg. em 3.12.2008.
42
HÄBERLE, Peter, El estado constitucional, trad. de Héctor Fix-Fierro, México, UNAM, 2003,
pp. 75-77.
43
HÄBERLE, Peter, El estado constitucional, cit., p. 74.
44
HÄBERLE, Peter, El estado constitucional, cit., p. 68.
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 139
45
HÄBERLE, Peter, El estado constitucional, cit., p. 67.
46
O art. 11 da Constituição italiana preceitua que a Itália “consente, em condições de reciprocida-
de com outros Estados, nas limitações de soberania necessárias a uma ordem asseguradora da paz e da
justiça entre as Nações”.
47
Cfr. CANOTILHO, José Joaquim Gomes, Direito constitucional e Teoria da Constituição, Coimbra,
1999, pp. 725-727. Dispõe o atual art. 8.º da Constituição da República Portuguesa (Quarta Revi-
são/1997): “Art. 8.º (direito internacional). 1. As normas e os princípios de direito internacional geral ou
comum fazem parte integrante do direito português. 2. As normas constantes de convenções internacio-
nais regularmente ratificadas ou aprovadas vigoram na ordem interna após a sua publicação oficial e
enquanto vincularem internamente o Estado Português. 3. As normas emanadas dos órgãos competen-
tes das organizações internacionais de que Portugal seja parte vigoram directamente na ordem interna,
desde que tal se encontre estabelecido nos respectivos tratados constitutivos”.
48
O art. 16, n.º 1 da Constituição Portuguesa preceitua que: “os direitos fundamentais consagra-
dos na Constituição não excluem quaisquer outros constantes das leis e das regras aplicáveis de direito
internacional”. Ademais, o art. 16, n° 2 aduz que: “os preceitos constitucionais e legais relativos aos di-
reitos fundamentais devem ser interpretados e integrados em harmonia com a Declaração Universal dos
Direitos do Homem.”
49
A Constituição espanhola, em seu art. 9 n.º 2, afirma que: “As normas relativas aos direitos
fundamentais e às liberdades que a Constituição reconhece se interpretarão de conformidade com a
Declaração Universal dos Direitos Humanos e os tratados e acordos internacionais sobre as mesmas
matérias ratificadas pela Espanha”. Ademais, no art. 96, n.º 1, dita a regra de que: “os tratados interna-
cionais, logo que publicados oficialmente na Espanha farão parte da ordem interna espanhola”.
50
Cfr. FROWEIN, Jochen Abr., „Die Europäisierung des Verfassungsrechts“, in: BADURA, Peter e
DREIER, Horst, Festschrift des Bundesverfassungsgerichts, Bd. I, 2001, pp. 209-210.
140 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
Em comentário a este artigo, o saudoso Professor Celso Bastos ensinava que tal
dispositivo constitucional representa uma clara opção do constituinte pela integração
do Brasil em organismos supranacionais.51
A segunda cláusula é aquela constante do § 2º do art. 5º, ao estabelecer que os
direitos e garantias expressos na Constituição brasileira “não excluem outros deco-
rrentes do regime e dos princípios por ela adotados, ou dos tratados internacionais em
que a República Federativa do Brasil seja parte”.
A terceira e quarta cláusulas foram acrescentadas pela Emenda Constitucional
nº 45, de 8.12.2004, constantes dos §§ 3º e 4º do art. 5º, que rezam, respectivamente,
que “os tratados e convenções internacionais sobre direitos humanos que forem apro-
vados, em cada Casa do Congresso Nacional, em dois turnos, por três quintos dos
votos dos respectivos membros, serão equivalentes às emendas constitucionais”, e “o
Brasil se submete à jurisdição de Tribunal Penal Internacional a cuja criação tenha
manifestado adesão.”
Lembre-se, também, que vários países latino-americanos já avançaram no sentido
de sua inserção em contextos supranacionais, reservando aos tratados internacionais
de direitos humanos lugar especial no ordenamento jurídico, algumas vezes conce-
dendo-lhes valor normativo constitucional.
Assim, Paraguai (art. 9o da Constituição)52 e Argentina (art. 75 inc. 24),53 provavel-
mente influenciados pela institucionalização da União Européia, inseriram conceitos
de supranacionalidade em suas Constituições. A Constituição uruguaia, por sua vez, pro-
mulgada em fevereiro de 1967, inseriu novo inciso em seu artigo 6o, em 1994, porém
mais tímido que seus vizinhos argentinos e paraguaios, ao prever que “A República
procurará a integração social e econômica dos Estados latino-americanos, especial-
mente no que se refere à defesa comum de seus produtos e matérias primas. Assim
mesmo, propenderá à efetiva complementação de seus serviços públicos.”
Esses dados revelam uma tendência contemporânea do constitucionalismo mun-
dial de prestigiar as normas internacionais destinadas à proteção do ser humano. Por
conseguinte, a partir desse universo jurídico voltado aos direitos e garantias funda-
mentais, as constituições não apenas apresentam maiores possibilidades de concreti-
51
BASTOS, Celso Ribeiro; MARTINS, Ives Gandra, Comentários à Constituição do Brasil, São Paulo,
Saraiva, 1988, p. 466.
52
Constituição do Paraguai, de 20.06.1992, artigo 9º: “A República do Paraguai, em condições de
igualdade com outros Estados, admite uma ordem jurídica supranacional que garanta a vigência dos di-
reitos humanos, da paz, da justiça, da cooperação e do desenvolvimento político, econômico, social e
cultural.”
53
A Constituição da Argentina, no inciso 24 do Artigo 75, estabelece que “Corresponde ao Con-
gresso: aprovar tratados de integração que deleguem competências e jurisdição a organizações supraes-
tatais em condições de reciprocidade e igualdade, e que respeitem a ordem democrática e os direitos
humanos. As normas ditadas em sua conseqüência têm hierarquia superior às leis.”
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 141
zação de sua eficácia normativa, como também somente podem ser concebidas em
uma abordagem que aproxime o Direito Internacional do Direito Constitucional.
No continente americano, o regime de responsabilidade do Estado pela violação
de tratados internacionais vem apresentando uma considerável evolução desde a
criação da Convenção Americana sobre Direitos Humanos, também denominada
Pacto de San José da Costa Rica, adotada por conferência interamericana especializa-
da sobre direitos humanos, em 21 de novembro de 1969. Entretanto, na prática, a
mudança da forma pela qual tais direitos são tratados pelo Estado brasileiro ainda
ocorre de maneira lenta e gradual. E um dos fatores primordiais desse fato está no
modo como se vinha concebendo o processo de incorporação de tratados internacio-
nais de direitos humanos na ordem jurídica interna.
O Supremo Tribunal Federal, levando em consideração essa tendência hodierna
de inserção do Estado constitucional brasileiro em contextos supranacionais, promo-
veu uma vigorosa renovação de sua jurisprudência e passou a adotar a tese da suprale-
galidade dos tratados internacionais de direitos humanos, no histórico julgamento dos
Recursos Extraordinários n° 349.703 (Relator para o acórdão Ministro Gilmar Men-
des) e n° 466.343 (Relator Ministro Cezar Peluso).54
Não há dúvida de que, no Estado constitucional cooperativo, é mais consistente
a interpretação que atribui a característica de supralegalidade aos tratados e convenções
de direitos humanos. Essa tese pugna pelo argumento de que os tratados sobre direi-
tos humanos seriam infraconstitucionais, porém, diante de seu caráter especial em
relação aos demais atos normativos internacionais, também seriam dotados de um
atributo de supralegalidade.
Em outros termos, os tratados sobre direitos humanos não podem afrontar a
supremacia da Constituição, mas têm lugar especial reservado no ordenamento jurídi-
co. Equipará-los à legislação ordinária significa subestimar o seu valor especial no
contexto do sistema de proteção dos direitos da pessoa humana.
Assim, diante do inequívoco caráter especial dos tratados internacionais que cui-
dam da proteção dos direitos humanos, entende-se que a sua internalização no orde-
namento jurídico, por meio do procedimento de ratificação previsto na Constituição,
tem o condão de paralisar a eficácia jurídica de toda e qualquer disciplina normativa
infraconstitucional com ela conflitante.
Nesse sentido, concluiu o Supremo Tribunal Federal que, diante da supremacia
da Constituição sobre os atos normativos internacionais, a previsão constitucional da
prisão civil do depositário infiel (art. 5º, inciso LXVII) não foi revogada pelo ato
de adesão do Brasil ao Pacto Internacional dos Direitos Civis e Políticos (art. 11)
e à Convenção Americana sobre Direitos Humanos – Pacto de San José da Costa
54
STF, Pleno, RE n° 349.703, Rel. p/ acórdão Min. Gilmar Mendes, julg. em 3.12.2008. STF, Ple-
no, RE n° 466.343, Rel. Min. Cezar Peluso, julg. em 3.12.2008.
142 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
Rica (art. 7º, 7), mas deixou de ter aplicabilidade diante do efeito paralisante desses
tratados em relação à legislação infraconstitucional que disciplina a matéria, incluídos
o art. 1.287 do Código Civil de 1916 e o Decreto-Lei n° 911, de 1º de outubro de
1969.55
Tendo em vista o caráter supralegal desses diplomas normativos internacionais, a
legislação infraconstitucional posterior que com eles seja conflitante também tem sua
eficácia paralisada. É o que ocorre, por exemplo, com o art. 652 do Novo Código
Civil (Lei n° 10.406/2002), que reproduz disposição idêntica ao art. 1.287 do Códi-
go Civil de 1916.56
Enfim, desde a adesão do Brasil, no ano de 1992, ao Pacto Internacional dos
Direitos Civis e Políticos (art. 11) e à Convenção Americana sobre Direitos Huma-
nos - Pacto de San José da Costa Rica (art. 7º, 7), não há base legal para aplicação da
parte final do art. 5º, inciso LXVII, da Constituição, ou seja, para a prisão civil do
depositário infiel.
Com a decisão do Tribunal, o legislador constitucional não fica impedido de sub-
meter o Pacto Internacional dos Direitos Civis e Políticos e a Convenção Americana
sobre Direitos Humanos - Pacto de San José da Costa Rica, além de outros tratados
de direitos humanos, ao procedimento especial de aprovação previsto no art. 5º, § 3º, da
Constituição, tal como definido pela EC n° 45/2004, conferindo-lhes status de emen-
da constitucional.
Na experiência do direito comparado, é válido mencionar que essa mesma quali-
ficação dos tratados internacionais (supralegalidade) é expressamente consagrada na
Constituição da Alemanha que, em seu art. 25, dispõe que “as normas gerais do Di-
reito Internacional Público constituem parte integrante do direito federal. Elas preva-
lecem sobre as leis e produzem diretamente direitos e deveres para os habitantes do
território nacional”.
O mesmo tratamento hierárquico-normativo é dado aos tratados e convenções
internacionais pela Constituição da França de 1958 (art. 55)57 e pela Constituição da
Grécia de 1975 (art. 28).58
55
STF, Pleno, RE n° 349.703, Rel. p/ acórdão Min. Gilmar Mendes, julg. em 3.12.2008. STF, Ple-
no, RE n° 466.343, Rel. Min. Cezar Peluso, julg. em 3.12.2008.
56
STF, Pleno, RE n° 349.703, Rel. p/ acórdão Min. Gilmar Mendes, julg. em 3.12.2008. STF, Ple-
no, RE n° 466.343, Rel. Min. Cezar Peluso, julg. em 3.12.2008.
57
Art. 55 da Constituição da França de 1958: “Les traités ou accords régulièrement ratifiés ou
approuvés ont, dès leur publication, une autorité supérieure à celle des lois, sous réserve, pour chaque
accord ou traité, de son application par l’autre partie.”
58
Art. 28 da Constituição da Grécia de 1975: “The generally recognized rules of international law
and the international conventions after their ratification by law and their having been put into effect in
accordance with their respective terms, shall constitute an integral part of Greek law and override any
law provision to the contrary.”
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 143
59
A Constituição da Argentina, no inciso 24 do Artigo 75, estabelece que “Corresponde ao Con-
gresso: aprovar tratados de integração que deleguem competências e jurisdição a organizações supraes-
tatais em condições de reciprocidade e igualdade, e que respeitem a ordem democrática e os direitos
humanos. As normas ditadas em sua conseqüência têm hierarquia superior às leis”.
60
SHAW, Malcolm N., International Law, 5ª ed., Cambridge, Cambridge University Press, 2003,
pp. 151-162.
61
TOMUSCHAT, Christian, „Das Bundesverfassungsgericht im Kreise anderer nationaler Verfas-
sungsgerichte“, in Peter BADURA e Horst DREIER (org.), Festschrift 50 Jahre Bundesverfassungsgericht, Tübin-
gen, Mohr-Siebeck, v. 1, 2001, p. 249.
62
“Localización: Novena Época, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XXV,
Abril de 2007, p. 6, tesis P. IX/2007, aislada, Constitucional. Rubro: TRATADOS INTERNACIONALES SON
PARTE INTEGRANTE DE LA LEY SUPREMA DE LA UNIÓN Y UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE
LAS LEYES GENERALES, FEDERALES Y LOCALES. INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 133 CONSTITUCIO-
NAL. La interpretación sistemática del artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos permite identificar la existencia de un orden jurídico superior, de carácter nacional, integrado
por la Constitución Federal, los tratados internacionales y las leyes generales. Asimismo, a partir de dicha
interpretación, armonizada con los principios derecho internacional dispersos en el texto constitucional,
así como con las normas y premisas fundamentales de esa rama del derecho, se concluye que los tratados
internacionales se ubican jerárquicamente debajo de la Constitución Federal y por encima de las leyes
144 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
generales, federales y locales, en la medida en que el Estado Mexicano al suscribirlos, de conformidad con
lo dispuesto en la Convención de Viena Sobre el Derecho de los Tratados entres los Estados y Organi-
zaciones Internacionales o entre Organizaciones Internacionales y, además, atendiendo al principio fun-
damental de derecho internacional consuetudinario ‘pacta sunt servanda’, contrae libremente obligacio-
nes frente a la comunidad internacional que no pueden ser desconocidas invocando normas de derecho
interno y cuyo incumplimiento supone, por lo demás, un responsabilidad de carácter internacional”.
63
TOMUSCHAT, Christian, “Das Bundesverfassungsgericht im Kreise anderer nationaler Verfas-
sungsgerichte” in BADURA & DREIER, Festschrift 50 Jahre Bundesverfassungsgericht, 1º vol, Tübingen, Mohr
Siebeck, 2001, pp. 247-249.
64
STREINZ, Rudolf, Europarecht, 7ª ed., Heidelberg, Muller Verlag, 2005. Rn 73-75, pp. 29-30.
65
STF, Pleno, RE n° 349.703, Rel. p/ acórdão Min. Gilmar Mendes, julg. em 3.12.2008.
STF, Pleno, RE n° 466.343, Rel. Min. Cezar Peluso, julg. em 3.12.2008.
66
HÄBERLE, Peter, El estado constitucional, cit., pp. 75-77.
O pensamento de Peter Häberle na jurisprudência do Supremo Tribunal Federal do Brasil • 145
do a passos largos pelo profícuo trabalho realizado pela Corte Interamericana de Di-
reitos Humanos.67
Devemos caminhar juntos na construção de um direito constitucional latino-
americano, no qual a proteção dos direitos seja um dever indeclinável de todos e cada
um dos Estados. São as lições que podemos retirar da obra desse magnífico constitu-
cionalista que é Peter Häberle.68
VI. Conclusões
67
Cfr. LANDA ARROYO, César (comp.), Jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
Lima, Palestra, 2005.
68
HÄBERLE, Peter, “México y los contornos de un derecho constitucional común americano: un
ius commune amercianum” in: HABERLE, Peter; KOTZUR, Markus, De la soberanía al derecho constitucional común:
palabras clave para un diálogo europeo-latinoamericano, trad. Héctor Fix-Fierro, Mexico, Instituto de Investiga-
ciones Jurídicas de la UNAM, 2003, pp. 21-23.
69
Cfr. SLAUGHTER, Anne-Marie, A typology of transjudicial communication, in: HeinOnline —29 U.
Rich. L. Rev. 138 1994-1995. Idem, Judicial globalization, in: HeinOnline— 40 Va. J. Int’l L. 1103 1999-2000.
Idem, A global community of Courts, in: HeinOnline -- 44 Harv. Int’l L.J. 191 2003.
70
HÄBERLE, Peter, “El concepto de los derechos fundamentales”, in: Problemas actuales de los derechos
fundamentales, Madrid, Universidad Carlos III de Madrid y Boletín Oficial del Estado, 1994, p. 109.
146 • Gilmar Ferreira Mendes / André Rufino do Vale
71
Cfr. VALE, André Rufino do, Intercâmbio e cooperação internacional entre órgãos de Jurisdição Constitucional,
Observatório da Jurisdição Constitucional Ano 2008/2009 - IDP - ISSN 1982-4564, www.idp.edu.br.
El recurso de la casación
Fabiola Martínez Ramírez
Edgar Caballero González
I. Introducción
1
“Nos encontramos en el comienzo, en el amanecer de una disciplina procesal que promete un
florecimiento inusitado, por la trascendencia que sus principios tienen para la salvaguardia de la Consti-
tución, de cuya integridad depende la vida misma de la sociedad y la de sus instituciones más preciadas”.
FIX-ZAMUDIO, Héctor, “El derecho procesal constitucional”, La Justicia, enero de 1956, pp. 12300-
12313, en p. 12302, citado en: FERRER MAC-GREGOR, Eduardo, “Héctor Fix-Zamudio y el origen cien-
tífico del derecho procesal constitucional (1928-1956)”, en: FERRER MAC-GREGOR, Eduardo Y ZALDÍ-
VAR LELO DE LARREA, Arturo, La ciencia del Derecho procesal Constitucional. Estudios en homenaje a Héctor
Fix-Zamudio en sus cincuenta años como investigador del derecho, t. I, Teoría general del derecho procesal consti-
tucional, UNAM-Marcial Pons-Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional, México, 2008,
p. 529.
2
En ese sentido, son múltiples las voces que denominan de diferente a lo que en México se cono-
ce como derecho procesal constitucional, término propagado por el doctor Héctor Fix- Zamudio. Pue-
den consultarse las siguientes obras: GARCÍA BELAÚNDE, Domingo, Derecho Procesal Constitucional, Insti-
tuto Iberoamericano de Derecho Procesal, Perú, 1996, pp. 10-13. Disponible en línea en: http://www.
bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=2206. En especial FERRER MAC-GREGOR, Eduardo, “El Derecho
Procesal Constitucional como disciplina jurídica autónoma”, Anuario de Derecho Constitucional Latinoameri-
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional 147
núm. 12, julio-diciembre 2009, pp. 147-161.
148 • Fabiola Martínez Ramírez / Edgar Caballero González
5
FIX-ZAMUDIO, Héctor, Ensayos sobre el Derecho de Amparo, 3ª ed., México, Porrúa, 2003, p. 237.
6
ESCRICHE, Joaquín, Diccionario razonado de legislación y jurisprudencia, 9ª ed., Librería de Rosa,
Bouret, París, 1851. p. 424.
150 • Fabiola Martínez Ramírez / Edgar Caballero González
anular una sentencia judicial, cuando esta última contiene una incorrecta interpreta-
ción o aplicación de la ley, o bien, que ha sido dictada en un procedimiento que no ha
cumplido las solemnidades legales.
Es importante señalar, que la casación estuvo instaurada en México, por la in-
fluencia de la Ley del Enjuiciamiento Civil española de 1855, en el Código adjetivo en
materia civil con aplicación para el Distrito Federal y el Territorio de la Baja California
del 13 de agosto de 1872, procediendo contra violaciones procesales y de fondo del
negocio, tratándose de sentencias contrarias a la ley.
También fue regulada en el Código de Procedimientos Federal del 6 de octubre
de 1897, con una hipótesis normativa similar al Código adjetivo del Distrito Federal y
el Territorio de la Baja California, de tal suerte, que el 16 de diciembre de 1908, se
expidió la primer Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, la cual suprimió el
recurso extraordinario de casación, ante el ya notable crecimiento del Juicio de Ampa-
ro en materia judicial.
Respecto a la derogación del recurso de casación, Martha Chávez Padrón señala:7
En los albores de un nuevo siglo, la casación se empezó a considerar como aristocracia
por requerir la contratación de expertos en su litigio. Sin embargo, al consagrarse el am-
paro en materia judicial y suprimirse la casación quedo evidenciado que aquel requería
todavía un largo trecho para su perfeccionamiento…
Ante esta afirmación realizamos una retrospectiva histórica apoyándonos, con “el
diario de debates”, con la sesión del 22 de enero de 1917, pronunciada por el consti-
tuyente Alberto M. González en la cual expreso:
Que la eficacia del amparo en materia civil evitaría las dificultades que experimentan todos
los abogados con la interposición del recurso de casación, el cual solo era conocido por
los letrados Agustín Rodríguez y Sabas Silva.
Así mediante esta breve reseña, trataremos de explicar la naturaleza jurídica de la
casación, su imperiosa labor protectora de fundamentación de las sentencias y la via-
bilidad en nuestro sistema jurídico, estando seguros de defraudar al lector, pero no
pudimos evitarlo, es tan apasionante el tema y tan extenso, que trataremos de explicar-
lo con positiva elegancia.
7
CHÁVEZ PADRÓN, Martha, Evolución del Juicio de Amparo y del Poder Judicial, Porrúa, México,
p. 89.
El recurso de casación • 151
que fue la palabra que animó a los Reyes Católicos de España, para redactar la Ley I
de las de Toro en 1501, que mas tarde, en la Ley de Enjuiciamiento Civil española, fue
insertada en los artículos 1691 y 1692.
Siguiendo de manera rigurosa a esta Institución, podemos descubrir que existen
cuatro modelos sobre la casación, atendiendo a su finalidad, que contrario a lo que se
piense es muy complejo de definir, debido a su diversa interpretación en la geografía
procesal.
Sin descender a su relación minuciosa comenzamos con el primer modelo:
A) Francia del siglo XVIII
La casación nace en este Estado, bajo un periodo histórico caracterizado por la
desconfianza hacia los operadores del derecho, basta leer el siguiente párrafo del pro-
cesalista francés Robespierre, para ubicarnos en ese momento histórico:
El legislador es un mundo; el juez es un grano de arena. El legislador tiene todos los atri-
butos y todos los fueros de mando; el juez es un mecanismo de obediencia.8
De tal suerte que las injusticias se hicieron notar y sentir en un espíritu revolucio-
nario, que si bien es cierto, tuvo en sus inicios matices políticos, se materializo en los
decretos de 27 de noviembre y 1 de diciembre de 1790 del cual se desprende la crea-
ción del tribunal de cassation, edificado a un costado del edificio legislativo, cuya función
consistía en anular toda sentencia que contenía una contravención expresa al texto de
la ley.
Al respecto el argentino Augusto Mario Morello, en su obra La casación, realiza
el siguiente análisis, respecto al texto legal y la materialización de las normas de
derecho:
La casación estaba hermanada a la ley: no a los hechos, no a la prueba, no al control
de la lógica del razonamiento del sentenciante. La suerte y exactitud de ninguno de
ellos le interesaba. Si la ley se aplico bien, nada mas tenia que hacer el tribunal de la
cassation.9
Ante esta situación, la casación evoluciona en el siglo XIX, cambiando de ser una
Institución política a ser una Institución jurisdiccional, además de unificar a la juris-
prudencia, es decir, salvaguardar a la Ley mediante hermenéutica jurídica protectoras
de la misma, para su armónica interpretación de los jueces inferiores.
Actualmente, la situación de la casación francesa, nos indica el doctor Ignacio
Burgoa Orihuela en su obra el El juicio de amparo, es la siguiente:
8
Cit. por: DE MIDÓN, Gladis E., La casación. Control del juicio del hecho, Rubinzal-Culzoni Editores,
Argentina, 2001, p. 39.
9
MORELLO, Augusto Mario, La casación. Un modelo intermedio eficiente, Platense-Abeledo-Perrot, La
Plata-Buenos Aires, 1993, p. 21.
152 • Fabiola Martínez Ramírez / Edgar Caballero González
10
BURGOA ORIHUELA, Ignacio, El juicio de amparo, 42ª ed., Porrúa, México, 2006, pp. 77 y 78. En
ese sentido el doctor Burgoa se negaba a reconocer que el juicio de amparo directo o “uninstancial”
como lo denominó en su obra, tenía inmerso al recurso de casación, fue hasta la sexta edición, cuando lo
reconoció y realizo el estudio mencionado.
11
Cit. por: DE MIDÓN, Gladis E., p. 42.
12
FIX-ZAMUDIO, Héctor, Ensayos sobre el Derecho de Amparo, pp. 244 y 245.
El recurso de casación • 153
13
Ley publicada en la Gaceta Oficial número 7646, del 13 de enero de 1954.
154 • Fabiola Martínez Ramírez / Edgar Caballero González
Decimos que es ecléctico el sistema, toda vez, que como se observa tienen facul-
tad de anular errores in iudincando y errores procedendo.
D) La casación en el sistema socialista
M.A. Gurvich, en su obra Derecho procesal civil soviético, editado por el Instituto de
Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, refiere
que “el procedimiento civil se basa en las bases del proceso civil de 1961, en el cual se
observan una concatenación de los elementos propios de la apelación con los de la
casación, de tal suerte que el tribunal de segunda instancia puede reemplazar al de
primer instancia o bien solo anular las actuaciones procesales”.14
Ante tal título, recordamos las enseñanzas en nuestros primeros años de forma-
ción, donde nuestros catedráticos nos referían que aun con el imperium del Estado, sus
actuaciones debían ser fundadas y motivadas, como lo indica el artículo 16 constitu-
cional, párrafo primero, que sacramentalmente indica:
Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posesiones, sino
en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la
causa legal de procedimiento.15
Se trata de un deber fijado y generalizado en la segunda mitad del siglo XVIII,
recordando que en siglos pasados, los jueces no tenían la necesidad de fundar sus
decisiones.
En el derecho romano, el iudex no tenía la obligación de motivar sus pronuncia-
mientos, refiere Séneca, que esa omisión, convertía a los jueces en misteriosos e indis-
cutibles, “Oráculo de la Justicia”.
En la Alemania Hitlerista, los jueces se sometían a lo dispuesto a los decretos de
14
GURVICH, M.A., (director), Derecho Procesal civil Soviético, UNAM-IIJ, México, 1971, pp. 461-491.
Disponible en línea en: http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=674
15
El presente artículo ha sufrido 5 modificaciones (1983, 1993, 1996, 1999, 2008). TRAMITACIÓN
CONSTITUCIONAL DEL TEXTO ORIGINAL: Fue turnado a las Comisiones de Reformas a la Constitución
y Corrección de Estilo. Pasó a primera lectura el 20 de diciembre de 1916. El 23 de diciembre de 1916 se
concede permiso a la Comisión para que retire el dictamen y presente uno nuevo. El día 27 de diciembre
de 1916 se presenta nuevo dictamen, en el debate se rechaza el mismo, para presentar uno nuevo. El 11
y 13 de enero se presenta un tercer dictamen. Fue aprobado con 147 votos. La Comisión de Corrección
y Estilo presentó nuevas modificaciones al presente artículo constitucional el 25 de enero de 1917. El
presente artículo forma parte del Título Primero, Sección I, denominado “De las Garantías Individua-
les”. Establece que nadie podrá ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles y posesiones,
sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente.
El recurso de casación • 155
marzo y mayo de 1942, que referían que se debían excluir los fundamentos de sus
resoluciones.
Fue en el Codex Fridericianus Marchicus de 1790 en Francia, donde en su artículo
205, inicio el deber de fundamentar y motivar las sentencias, que tendrían un impacto
muy importante en las demás naciones europeas. El juez debía explicar su resolución,
para que los justiciables, tuvieran la posibilidad de impugnarla o no.
De lo cual desprendemos que la exigencia de la debida fundamentación, es verda-
deramente una garantía de seguridad jurídica, por las siguientes razones:
a) El poder no es ni absoluto ni oculto.
b) La materialización del ejercicio jurisdiccional debe ser racional y controlable.
c) Las decisiones del juez deben ser imparciales, como refiere el principio supremo
del proceso.
16
DE MIDÓN, Gladis E., La casación. Control del juicio del hecho, op. cit., nota 8, p. 42.
El recurso de casación • 157
En realidad, detrás del problema del amparo directo hay una especie de círculo vicioso
en donde se alimenta una desconfianza a la justicia ordinaria, pero, al mismo tiempo, no
se le da espacio para probar su capacidad.17
Bajo estos argumentos, realizaremos un análisis sobre la posible viabilidad del
recurso da casación, mencionando que las preguntas que nos realizamos, han sido eje
de investigación, para determinar los efectos de la casación en México.
Primero habría que preguntar:
1) ¿Ataca el amparo casación a la soberanía de los estados?
Al escuchar el termino “soberanía”, pareciera que se trata de un tema demonde, entre
los juristas mexicanos, nosotros, la entendemos como “la máxima voluntad de la socie-
dad, es decir, la soberanía reside en la voluntad general del pueblo y su manifestación
colectiva constituye la alta razón social para planear, construir y realizar los factores
políticos que funcionarán como canales para el ejercicio ordenado del poder, siempre
en beneficio de toda la sociedad o por lo menos en el de los altos o prioritarios inte-
reses de la comunidad”,18. sin embargo, debe ser dicho que la aplicación de la sobera-
nía en el alcance de nuestro sistema federal ha dado lugar a discusiones interminables,
debido a las ambigüedades demostradas en la Constitución al ocuparse de este tema.
Por una parte tenemos al artículo 39,19 establece que soberanía nacional original-
mente y esencialmente deriva de la gente, mientras que en la otra, el artículo 4020
describe Estados libres y soberanos. Sin embargo, tratadistas de la elegancia de Anto-
nio Martínez Báez, Felipe Tena Ramírez, Miguel Carbonell, Jorge Carpizo, entre otros,
con respecto a soberanía indican que la soberanía es indivisible.
En los debates sobre la casación del amparo en México se ha discutido en diversas
17
SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN, Libro Blanco de la Reforma Judicial. Una agenda
para la Justicia en México, SCJN, México, 2006, p. 132.
18
CONTRERAS CASTELLANOS, Julio César, Las Garantías Individuales en México, Universidad Nacional
Autónoma de México-Facultad de Estudios Superiores Aragón-Miguel Ángel Porrúa, México, 2006, p. 17.
19
El presente artículo no ha sufrido modificación alguna. TRAMITACIÓN CONSTITUCIONAL DEL
TEXTO ORIGINAL: Fue turnado a las Comisiones de Reformas a la Constitución y Corrección de Estilo.
Pasó a primera lectura el 25 de diciembre de 1916, para posteriormente pasar a su segunda lectura el 26 de
diciembre de 1916: sin ser debatido se aprobó con 164 votos. La Comisión de corrección y estilo presentó
modificaciones al presente artículo constitucional el 25 de enero de 1917. El presente artículo forma par-
te del Título Segundo, Capítulo I, denominado “De la Soberanía Nacional y de la Forma de Gobierno”.
20
El presente artículo no ha sufrido modificación alguna. TRAMITACIÓN CONSTITUCIONAL DEL
TEXTO ORIGINAL: Fue turnado a las Comisiones de Reformas a la Constitución y Corrección de Estilo.
Pasó a primera lectura el 25 de diciembre de 1916, para posteriormente pasar a su segunda lectura el 26
de diciembre de 1916: sin ser debatido se aprobó con 169 votos. El presente artículo forma parte del
Título Segundo, Capítulo I, denominado “De la Soberanía Nacional y de la Forma de Gobierno”. Esta-
blece que es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República Representativa, Democrática y
Federal, compuesta de Estados Libres y Soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior; pero
unidos en una federación establecida según los principios de esta Ley Fundamental.
158 • Fabiola Martínez Ramírez / Edgar Caballero González
ocasiones, en foros especializados, que este concepto desafía la soberanía de los esta-
dos, puesto que reduce la capacidad de la toma de decisión de sus instituciones juris-
diccionales con respecto a materias referentes a su régimen local.
Ante tal problema, podemos expresar la solución, que consiste en distinguir entre
la titularidad y el ejercicio de la soberanía, es decir, la titularidad le corresponde al
pueblo de México, mientras que el ejercicio corresponde a los poderes de la Unión y
a las demás Entidades Federativas, de conformidad con el articulo 4121 de nuestra
Carta Magna.
Esto significa que, sin ser los titulares de la soberanía, la federación y los estados
ejercitan soberanía por medio de sus poderes constituidos, dentro de los límites esta-
blecidos por la Constitución General.
Queda claro que ni los Estados ni la federación son los titulares de la soberanía,
ambos son limitados por la Constitución General de la República Mexicana y por este
mismo documento fundamental esta delimitado, el alcance de sus facultades, con fun-
damento en los artículos 116,22 11723 y 11824 de la norma fundamental citada.
21
El presente artículo ha sufrido 6 modificaciones (1977, 1990, 1993, 1994, 1996, 2007), siendo la
más trascendental e integral, la minuta que reforma los artículos 6, 41, 85, 99, 108, 116 y 122; adiciona el
artículo 134; y se deroga un párrafo al artículo 97 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, presentada por el senado el 13 de septiembre de 2007 y publicada en el DOF el día 13 de
noviembre del 2007. TRAMITACIÓN CONSTITUCIONAL DEL TEXTO ORIGINAL: Fue turnado a las Comi-
siones de Reformas a la Constitución y Corrección de Estilo. Pasó a primera lectura el 25 de diciembre
de 1916, para posteriormente pasar a su segunda lectura el 26 de diciembre de 1916. Es retirado por la
comisión el 29 de diciembre de 1916, Se presentó moción suspensiva por parte del C. Pastrana Jaimes. El
5 de enero de 1917 el Diputado Pastrana J. hace una proposición de adición al artículo. Fue aprobado en
lo general y en lo particular por 160 votos. La Comisión de Corrección y Estilo presento modificaciones
el 25 de enero de 1917. El presente artículo forma parte del Título Segundo, Capítulo I, denominado “De
la Soberanía Nacional y de la Forma de Gobierno”. Establece que el pueblo ejercerá su Soberanía por
medio de los Poderes de la Unión, en el ámbito de la competencia de éstos y, por los de los Estados, en
lo que toca a sus regímenes interiores.
22
El presente artículo ha sufrido 5 modificaciones (1987, 1994, 1996, 2007, 2008). TRAMITACIÓN
CONSTITUCIONAL DEL TEXTO ORIGINAL: Fue turnado a las Comisiones de Reformas a la Constitución
y Corrección de Estilo. Pasó a primera lectura el 20 de enero de 1917, para posteriormente pasar a su
segunda lectura el 25 de enero de 1917. Se aprobó por unanimidad con 174 votos. El presente artículo
forma parte del Título Quinto, denominado “De los Estados de la Federación”. Plantea que los Estados
podrán arreglar entre sí, por convenios amistosos, sus respectivos límites; pero no se llevarán a efecto
esos arreglos sin la aprobación del Congreso de la Unión.
23
El presente artículo ha sufrido 4 modificaciones (1942, 1946, 1966, 1981). TRAMITACIÓN CONS-
TITUCIONAL DEL TEXTO ORIGINAL: Fue turnado a las Comisiones de Reformas a la Constitución y Co-
rrección de Estilo. Pasó a primera lectura el 20 de enero de 1917, para posteriormente pasar a su segunda
lectura el 25 de enero de 1917. El 31 de enero de 1917 se presento un Nuevo Dictamen. Se aprobó por
156 votos. El presente artículo forma parte del Título Quinto, denominado “De los Estados de la Federa-
ción”. Establece límites a los actos de los Estados en relación con las facultades de la Federación.
24
El presente artículo no ha sufrido modificación alguna. TRAMITACIÓN CONSTITUCIONAL DEL
El recurso de casación • 159
Nos surge otra duda, ¿El senado de la república mexicana no se considera como
la cámara que representa a los Estados?
En principio, el senado está o debe ser, el garante y voz de los intereses de cada
estado, o por lo menos eso es qué se ha enseñado en nuestras aulas.
Además debemos recordar que las legislaturas locales participan en el proceso de
la reforma de la constitución general, según lo dispuesto en el artículo 135.de la Consti-
tución.25 Asimismo, sabemos que el senado puede intervenir en caso de que los poderes
dejen de existir y podrán solucionar los conflictos políticos que se presentan entre los
poderes de un estado, conforme al artículo 76.fracción V y VI de la Constitución.26
El razonamiento antedicho nos conduce a concluir lo siguiente:
Que en el supuesto de que el amparo casación sea previsto en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos como un mecanismo impugnativo a través
del cual el Poder Judicial de la Federación, pueda intervenir en los asuntos internos de
la Entidades Federativas, no podemos concebir que se trate de un atentado contra su
soberanía, pues, presupone que están de conformidad en la elaboración de la reforma
constitucional.
2) ¿El amparo casación es contrario al principio de la cosa juzgada?
Surge de la hipótesis de que las resoluciones de los Tribunales Superiores de Jus-
TEXTO ORIGINAL: Fue turnado a las Comisiones de Reformas a la Constitución y Corrección de Estilo.
Pasó a primera lectura el 20 de enero de 1917, para posteriormente pasar a su segunda lectura el 25 de
enero de 1917. Se aprobó por unanimidad con 154 votos. El presente artículo forma parte del Título
Quinto, denominado “De los Estados de la Federación”. Plantea y enumera los casos en los cuales un
Estado actuará solo con el consentimiento del Congreso de la Unión.
25
El presente artículo ha sufrido 1 modificación (1966). TRAMITACIÓN CONSTITUCIONAL DEL
TEXTO ORIGINAL: Fue turnado a las Comisiones de Reformas a la Constitución y Corrección de Estilo.
Pasó a primera lectura el 24 de enero de 1917, para posteriormente pasar a su segunda lectura el 25 de
enero de 1917. Este artículo no aparece en el Proyecto presentado por Carranza, pertenece a la Consti-
tución de 1857, siendo presentado con el número 133 y publicado en el Diario Oficial de la Federación
el 5 de febrero de 1917, con el número 135. Se aprobó por unanimidad con 164 votos. El presente artí-
culo forma parte del Título Octavo, denominado “De las Reformas de la Constitución”. Enumera los
requisitos para la aprobación de las reformas o adiciones a la Constitución, que se presenten ante el
Congreso de la Unión.
26
El presente artículo ha sufrido 9 modificaciones (1928, 1944, 1974, 1977, 1982, 1993, 1994,
2007, 2005). TRAMITACIÓN CONSTITUCIONAL DEL TEXTO ORIGINAL: Fue turnado a las Comisiones de
Reformas a la Constitución y Corrección de Estilo. Pasó a primera lectura el 11 de enero de 1917. Se dio
lectura al voto particular que presentaron los C. Paulino Machorro Narváez y Arturo Méndez, miembros
de la 2a. Comisión de Constitución sobre el artículo 76 del Proyecto de Reforma el 13 de enero de 1917,
el que es debatido los días 14, 15 y 16, para ser aprobado en lo general y en lo particular por 112 votos,
quedaron aprobadas las modificaciones realizadas por la Comisión de Corrección y Estilo el 27 de enero
de 1917. El presente artículo forma parte del Título Tercero, Capítulo II, denominado “Del Poder Legis-
lativo”, Sección III, “De las Facultades del Congreso”. Tiene por objeto enumerar las facultades que
tiene la Cámara de Senadores.
160 • Fabiola Martínez Ramírez / Edgar Caballero González
ticia de las Entidades Federativas, quedaban sujetas a revisión por parte de los Tribu-
nales Federales.
Debemos comenzar por definir el concepto de cosa juzgada; para el doctor Ci-
priano Gómez Lara la cosa juzgada es: “el atributo, la calidad, o la autoridad de defi-
nitividad que adquieren las sentencias”.27
Por su parte, Eduardo Pallares la define como “la autoridad y la fuerza que la ley
atribuye a la sentencia definitiva”.28
Debe también ser mencionado que el propósito la cosa juzgada es claramente
tener seguridad jurídica.
En nuestra opinión hay cosa juzgada cuando la sentencia definitiva ha quedado
firme, por no poder ya ser impugnada por otro medio.
Ya definido dicho concepto debemos recordar que ha habido diversos debates
doctrinales, con una directriz, “¿El amparo es un juicio o un recurso?”, pregunta que
es difícil explicar en algunas líneas, no obstante a nosotros nos interesa destacar que
las sentencias que dictan los Tribunales Superiores de Justicia de las 31 Entidades
Federativas y del Distrito Federal, tienen estado de cosa juzgada, si no es impugnado
por el amparo legalidad, dentro del termino que la Ley de la materia expresa.
Bajo este orden de ideas, ir en contra del principio de la cosa juzgada, presupone
hipótesis diversas, es decir, que se pueda impugnar en cualquier momento una sen-
tencia, sin límite alguno respecto a los términos, Si esto sucediera se vería vulnerada
la seguridad jurídica, toda vez que las impugnaciones serian al libre arbitrio de las
partes.
Afirmamos que esta hipótesis seria imposible en nuestro sistema legal, ya que la
ley determina con precisión las condiciones bajo las cuales una sentencia queda firme
e inatacable.
V. Conclusiones
A favor de la casación:
1. La conveniencia o inconveniencia del amparo casación, en el debate jurídico na-
cional, ha dado lugar a diversos debates, muchos han sido los argumentos a favor y en
contra, de la implementación de esta Institución, pero falta discutir mas puntos rela-
cionados al tema, como el impacto que tendrá en los Tribunales de las Entidades Fe-
derativas, nos preguntamos: ¿Existe la debida capacitación para los operadores del
derecho?, ¿Será la forma de contrarrestar el indebido uso de poder de los “poderosos”
en las Entidades Federativas?
27
GÓMEZ LARA, Cipriano, Derecho procesal civil, Harla, México, 1997, p. 188.
28
PALLARES, Eduardo, Diccionario de derecho procesal civil, Porrúa, México, 1983, p. 198.
El recurso de casación • 161
*
Correo electrónico: mquinche@urosario.edu.co
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional 163
núm. 12, julio-diciembre 2009, pp. 163-190.
164 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
1
CIDH. Caso Perozo y otros contra Venezuela. Sentencia de enero 28 de 2009. Serie C No. 175, párra-
fo 65.
2
FIX-ZAMUDIO, Héctor y FERRER MAC-GREGOR, Eduardo, Las sentencias de los tribunales constitu-
cionales, México, Editorial Porrúa, 2009, pp. 19 a 41.
3
GOZAÍNI, Osvaldo, Introducción al derecho procesal constitucional, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni,
2009, pp. 146 a 156.
4
Una presentación de la teoría de la modulación de los fallos de constitucionalidad y de las mo-
dalidades de las sentencias, puede ser vista en QUINCHE, Manuel, Derecho constitucional colombiano de la
Carta de 1991 y sus reformas, Bogotá, Editorial Ibañez, 2008, pp. 541 a 554.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 165
5
CIDH. Caso “La última tentación de Cristo” contra Chile. Sentencia de febrero 5 de 2001. Serie C No.
73, punto resolutivo No. 4.
6
CIDH. Caso Suarez Rosero contra Ecuador. Sentencia de noviembre 12 de 1997. Serie C No. 35,
párrafo 98 y punto resolutivo No. 5.
7
CIDH. Caso Castillo Petruzzi y otros contra Perú. Sentencia de mayo 30 de 1999. Serie C No. 52,
punto resolutivo No. 14.
8
CIDH. Caso Castañeda Gutman contra Estados Unidos Mexicanos. Sentencia de agosto 6 de 2008.
Serie C No. 184, punto resolutivo No. 6.
9
CIDH. Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) contra Guatemala. Sentencia de no-
viembre 19 de 1999. Serie C No. 63, punto resolutivo No. 8.
10
CIDH. Caso Raxcacó Reyes contra Guatemala. Sentencia de septiembre 15 de 2005. Serie C No. 133,
punto resolutivo No. 8.
11
CIDH. Caso de “La Masacre de Mapiripán” contra Colombia. Sentencia de septiembre 15 de 2005.
Serie C No. 134, punto resolutivo No. 7.
166 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
Por otra parte y en el plano de lo que hoy se llama “justicia transicional”, la Corte
ha tomado decisiones trascendentales para el Sistema Interamericano, al declarar con-
traria a la Convención, toda forma de amnistía, perdones o indultos generales,12 regla
esta a la que le fueron dados efectos generales, al considerar que toda forma de am-
nistía general es violatoria per se de la Convención Americana,13 lo que implica de suyo,
la obligatoriedad de la regla jurisprudencial para la totalidad de los Estados Partes y no
solamente para Perú. Tanto es esto así, que dicha regla ha derivado en obligaciones
jurídicas concretas para los Estados Partes y para los jueces internos (núcleo específi-
co del control de convencionalidad). De esta manera, la Corte dejó sin efectos fallos
proferidos por jueces chilenos, a la vez que le ordenaba al país “asegurarse que el De-
creto Ley No. 2191 no siga representando un obstáculo para la continuación de las
investigaciones de la ejecución extrajudicial del señor Almonacid Arellano”.14 Más
aún, tiempo después en el Caso La Cantuta contra Perú, la Corte, al precisar el alcance
de su jurisprudencia, concluyó tajantemente, que:
las decisiones de esta Corte tienen efectos inmediatos y vinculantes y que, por ende, la
sentencia dictada en el caso Barrios Altos está plenamente incorporada a nivel normativo
interno. Si esa Sentencia fue determinante en que lo allí dispuesto tiene efectos generales,
esa declaración conforma ipso iure parte del derecho interno peruano, lo cual se refleja
en las medidas y decisiones de los órganos estatales que han aplicado e interpretado esa
Sentencia.15
Esa fuerza vinculante de la regla jurisprudencial y su inclusión en el sistema inter-
no se han hecho sentir. De esta manera el 8 de abril de 2008 y en aplicación de las
anteriores reglas, el General Julio Salazar Monroe, exjefe del Servicio de Inteligencia
Nacional (SIN) durante el gobierno de Fujimori, fue condenado a la pena de 35 años
de prisión por el secuestro y homicidio de los nueve estudiantes y el profesor de la
Universidad de La Cantuta. Asimismo, tres de sus subordinados recibieron penas de
15 años de prisión por los mismos delitos.16
Lo notable de todo este asunto, es que esos logros han sido alcanzados desde la
interpretación que de Convención ha hecho la Corte Interamericana, mediante la im-
plementación de un sistema de precedentes, que involucra la obligatoriedad tanto de
12
CIDH. Caso Barrios Altos contra Perú. Sentencia de fondo. Marzo 14 de 2001. Serie C No. 74, pá-
rrafos 41 y 44.
13
CIDH. Caso Barrios Altos contra Perú. Sentencia de interpretación de Sentencia de Fondo. Sep-
tiembre 3 de 2001. Serie C No. 83, párrafo 18.
14
CIDH. Caso Almonacid Arellano contra Chile. Sentencia de septiembre 26 de 2006. Serie C No. 154,
párrafo 147 y punto resolutivo No. 5.
15
CIDH. Caso La Cantuta contra Perú. Sentencia de noviembre 29 de 2006. Serie C No. 162, pá-
rrafo 186.
16
Tomado de Boletín Informativo Human Right Watch de abril 10 de 2008. Más información en:
http://www.hrw.org/doc/?t=spanish&c=peru
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 167
los puntos resolutivos de sus sentencias, como de los elementos doctrinales y las re-
glas jurisprudenciales dispuestas en la parte considerativa de sus fallos, genéricamente
comprendidos bajo la denominación de “estándares”.
17
CIDH. Caso Trabajadores Cesados del Congreso (Aguado Alfaro y otros) contra Perú. Sentencia de 24 de
noviembre de 2006. Serie C No. 158, párrafo 128.
168 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
mina “control de convencionalidad”, según el cual cada juzgador debe velar por el efecto
útil de los instrumentos internacionales, de manera que no quede mermado o anulado por
la aplicación de normas o prácticas internas contrarias al objeto y fin del instrumento in-
ternacional o del estándar internacional de protección de los derechos humanos.18
Uno de los problemas centrales atinente al ejercicio del control de convenciona-
lidad, está relacionado con la obligatoriedad de los estándares y reglas fijadas por la
Corte Interamericana por vía jurisprudencial. Una tesis más o menos extendida, seña-
la que la obligatoriedad del estándar es una cuestión de grado, al diferenciar entre la
obligación general de cumplimiento, a cargo de los distintos Estados Partes; y la obli-
gación especial de cumplimiento, más precisa, radicada en cabeza del Estado conde-
nado por la Corte. Tal la postura de Gozaíni, quien refiriéndose genéricamente a la
jurisprudencia de la Corte sostiene que:
Con relación a las sentencias en la jurisdicción supranacional, ellas son de cumplimiento
obligatorio para el Estado afectado (…). No lo son, en cambio, cuando el Estado sólo
accede al caso como miembro del sistema, pero sin estar directamente alcanzado por la
resolución. Vale decir, la jurisprudencia ilustra el problema y lo resuelve, siendo esa deci-
sión una guía o pauta de orientación que se puede aplicar en el derecho interno.19
En el caso colombiano, la posición de la Corte Constitucional ha oscilado entre la
tesis de la obligatoriedad de la doctrina de los tribunales internacionales, y una posi-
ción más “tibia”, vertida en la sentencia sobre la constitucionalidad de beneficios a los
paramilitares. La tesis de la obligatoriedad fue expuesta entre otras, en la Sentencia
C-481 de 1998, en la que al resolver un problema de discriminación laboral por sexo,
la Corte puntualizó que “es lógico que nuestro país acoja los criterios jurispruden-
ciales de los tribunales creados por tales tratados para interpretar y aplicar las nor-
mas de derechos humanos. Esa doctrina internacional vincula entonces a los poderes
públicos en el orden interno”.20 La otra postura fue contenida en la Sentencia C-370
de 2006, refiriendo un precedente anterior, según el cual, “La jurisprudencia de las
instancias internacionales, encargadas de interpretar esos tratados, constituye un
criterio hermenéutico relevante para establecer el sentido de las normas constitu-
cionales sobre derechos humanos”.21 De este modo, la manera como el sistema inter-
no de los distintos Estados Partes prevé el ingreso tanto de las convenciones interna-
18
CIDH. Caso Heliodoro Portugal contra Panamá. Sentencia de enero 27 de 2009. Serie c No. 186,
párrafo 180.
19
GOZAÍNI, Osvaldo. “El impacto de la jurisprudencia del sistema interamericano en el derecho
interno”, en ALBANESE, Susana (coord.), El control de convencionalidad, Buenos Aires, EDIAR, 2008, p. 111.
20
Corte Constitucional. Sentencia C-481 de 1998, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz, consideración
jurídica No. 26.
21
Corte Constitucional. Sentencia C-370 de 2006. Varios ponentes, consideración jurídica No. 4.6.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 169
cionales, como la doctrina de sus cortes, resulta determinante alrededor del control de
convencionalidad.
II. La internacionalización
del Derecho Constitucional
22
CIDH. Voto disidente del juez Antonio Cançado Trindade, a la Sentencia de Interpretación de
la Sentencia de fondo, Caso Trabajadores cesados del Congreso contra Perú. Sentencia de noviembre 30 de 2007.
Serie C No. 174, párrafo 6.
23
Un buen balance jurisprudencial alrededor del bloque de constitucionalidad, está contenido en
la Sentencia C-067 de 2003, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra.
170 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
24
Corte Constitucional. Sentencia C-200 de 2002, M.P. Álvaro Tafur Galvis, consideración jurídica
No. 3.2., citando las sentencias C-191 de 1998, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz y C-774 de 2001, M.P.
Rodrigo Escobar Gil.
25
RUBIO, Francisco y DARANAS, Mariano, Constituciones de los Estados de la Unión Europea, Barcelona,
Editorial Ariel, 1997, p. 233.
26
UPRIMNY, Rodrigo, “Bloque de constitucionalidad, derechos humanos y nuevo procedimiento
penal”, en Reflexiones sobre el nuevo Sistema Procesal Penal, Bogotá, Consejo Superior de la Judicatura, 2004,
pp. 32-41.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 171
inicio a una nueva etapa, en la que la figura gana consistencia en tres aspectos centra-
les: se precisan los componentes de la remisión expresa; se especifica que no todos los
tratados públicos hacen parte del bloque de constitucionalidad; y se introduce la distin-
ción entre bloque de constitucionalidad en sentido estricto y en sentido amplio. Final-
mente y desde 1999, el Bloque de constitucionalidad consolida sus componentes dog-
máticos y se erige en una institución decisiva en el ejercicio del control constitucional,
en los casos complejos que involucran el compromiso de los derechos humanos.
27
Corte Constitucional. Sentencia C-401 de 2005, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa, considera-
ción jurídica No. 21.
172 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
forma específica”,28 lo que ha sucedido con 5 de los 55 convenios ratificados, que son
los siguientes: Convenio 87, sobre asociación sindical; Convenio 95, sobre salario;
Convenios 138 y 182 sobre trabajo de los menores de edad y edad mínima para traba-
jar y Convenio 169 sobre trabajo indígena
28
Corte Constitucional. Sentencia C-401 de 2005, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa, considera-
ción jurídica No. 19.
29
CIDH. Opinión Consultiva No. 9 de octubre 6 de 1987. Garantías judiciales en Estados de Emergen-
cia. Serie A No. 9.
30
Corte Constitucional. Sentencia C-200 de 2002, M.P. Álvaro Tafur Galvis, consideración jurídica
No. 3.2.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 173
31
Corte Constitucional. Sentencia C-355 de 2006, varios ponentes, consideración jurídica No. 8.4.
32
Corte Constitucional. Sentencia C-109 de 1995, M.P. Alejandro Martínez Caballero, considera-
ción jurídica No. 7.
174 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
33
Acerca de estas aplicaciones pueden ser consultadas las sentencias C-251 de 2002, M.P. Eduardo
Montealegre Lynett y Clara Inés Vargas, C-1024 de 2002, M.P. Alfredo Beltrán Sierra, C-816 de 2004,
M.P. Jaime Córdoba Triviño y Rodrigo Uprimny Yepes y específicamente sobre el derecho a la reparación
y el Derecho Internacional Humanitario, la Sentencia T-188 de 2007, M.P. Rodrigo Escobar Gil.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 175
dos está rehén de lo que determinan las constituciones nacionales proyectándose de ahí
con variaciones al orden internacional, sino más bien en el sentido mucho más avanzado
de que construyen, en el propio plano internacional, un orden jurídico constitucional de res-
peto a los derechos humanos.34
Este hecho de asumir a las convenciones internacionales sobre derechos huma-
nos como verdaderas Constituciones del orden internacional, viene siendo planteado
indistintamente en escenarios judiciales, de ciencia política y de Derecho Internacio-
nal. Así lo hizo la Corte Europea de Derechos Humanos en el caso Ireland vs. United
Kingdom (1979), donde se proclamó que la Convención Europea para la Protección
de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales era la carta constitucional de
Europa; postura luego acogida por el Tribunal Europeo de Justicia en el caso Parti
ecologiste “Les Verts” vs. European Parliament (1986).35 Igualmente y en el plano de la
Ciencia Política, se estudian las condiciones de construcción del orden internacional
occidental, destacando como una de las características fundamentales, la del estable-
cimiento y construcción de un orden constitucional.36 Del mismo modo y en la idea
de construir un orden jurídico constitucional de respeto a los derechos humanos, re-
sulta plausible el proceso de internacionalización del derecho constitucional, como
labor de “aplicar los grandes lineamientos doctrinarios donde los consensos se han
consagrado y reconocer que aquellas posiciones imbricadas, ausentes de unanimida-
des, no sólo entre miembros de las cortes internacionales, sino entre éstos y los jueces
de los máximos tribunales nacionales, merecen la aplicación de la regla de la normal
prudencia”.37
34
CIDH. Voto disidente del juez Antonio Cançado Trindade, a la Sentencia de Interpretación de
la Sentencia de fondo, Caso Trabajadores cesados del Congreso contra Perú. Sentencia de noviembre 30 de 2007.
Serie C No. 174, párrafo 7.
35
KLABBERS, Jan, “Constitucionalismo ‘lite’ ”, en URUEÑA, René, Derecho de las organizaciones inter-
nacionales, Bogotá, Universidad de los Andes, Temis, 2008, pp. 419 a 445. Hay allí la referencia a diversos
pronunciamientos judiciales internacionales, así como a los desarrollos de la constitucionalización del
derecho internacional en referencia a las organizaciones internacionales.
36
PATIÑO, Carlos, El origen del poder en Occidente. Estado, guerra y orden internacional, Bogotá, Siglo del
Hombre Editores, 2005, Capítulo V.
37
ALBANESE, Susana. “La internacionalización del derecho constitucional y la constitucionaliza-
ción del derecho internacional”, en ALBANESE, Susana (coord.), El control de convencionalidad, Buenos Ai-
res, EDIAR, 2008, p. 45.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 177
38
GARCÍA BELAÚNDE, Domingo, Derecho procesal constitucional, Bogotá, Editorial Temis, 2000, p. 3.
39
GUASTINI, Riccardo, “La ‘constitucionalización’ del ordenamiento jurídico: el caso italiano”, en
CARBONELL, Miguel (coord.), Neoconstitucionalismo (s), Madrid, Editorial Trotta, 2003, p. 49.
40
Corte Constitucional. Sentencia T-292 de 2006, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa, considera-
ción jurídica No. 20.
178 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
41
CIDH. Voto disidente del juez Antonio Cançado Trindade, a la Sentencia de Interpretación de
la Sentencia de fondo, Caso Trabajadores cesados del Congreso contra Perú. Sentencia de noviembre 30 de 2007.
Serie C No. 174, párrafo 9.
42
CIDH. Caso Durand Ugarte contra Perú. Sentencia de agosto 16 de 2000. Serie C No. 68, párrafo
137; Caso “La última tentación de Cristo contra Chile. Sentencia de febrero 5 de 2001. Serie C No. 73, pá-
rrafo 85.
43
CIDH. Caso Lori Berenson Mejía contra Perú. Sentencia de noviembre 25 de 2004. Serie C No. 119,
párrafo 219; Caso de La Masacre de Mapiripán contra Colombia. Sentencia de septiembre 15 de 2005. Serie C
No. 134, párrafo 109; Caso Ximenes López contra Brasil. Sentencia de julio 4 de 2006. Serie C No. 149, pá-
rrafo 83.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 179
44
CIDH. Opinión Consultiva 14 de 1994. Responsabilidad Internacional por Expedición y Aplicación de
Leyes Violatorias de la Convención (arts. 1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Diciembre 9 de
1994. Serie A No. 14.
45
CIDH. Caso Suarez Rosero contra Ecuador. Sentencia de noviembre 12 de 2007. Serie C No. 35,
punto resolutivo No. 5; Caso Raxcacó Reyes contra Guatemala, Sentencia de septiembre 15 de 2005. Serie C
No. 133, párrafo No. 88; Caso Almonacid Arelllano contra Chile. Sentencia de septiembre 26 de 2006. Serie
C No. 154, párrafo119.
46
CIDH. Caso Godínez Cruz contra Honduras. Sentencia de enero 20 de 1989. Serie C No. 5, párra-
fo 186.
47
CIDH. Voto razonado del juez Antonio Cançado Trindade, a la Sentencia de fondo en el Caso de
La Masacre de Mapiripán. Sentencia de septiembre 15 de 2005. Serie C No.134. Allí expresamente señaló
el juez, que de análoga forma a como acontece la violación per se de la Convención por la existencia de
una ley o de una norma abiertamente incompatible con la Convención, así mismo “la falta de toma por
parte del Estado de medidas de protección (…) acarrea per se una violación de la Convención”.
48
CIDH. Caso de los trabajadores cesados del Congreso contra Perú. Sentencia de noviembre 24 de 2006.
Serie C No. 158, párrafo 128.
180 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
49
CIDH. Caso Bámaca Velásquez contra Guatemala. Sentencia de noviembre 25 de 2000. Serie C.
No. 70, puntos resolutivos. Caso Cantoral Benavides contra Perú. Sentencia de agosto 18 de 2000. Serie C. No. 69,
puntos resolutivos. Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) contra Guatemala. Sentencia de
noviembre 19 de 1999. Serie C. No. 63, puntos resolutivos. Caso de la “Panel Blanca” Paniagua Morales contra
Guatemala. Sentencia de marzo 8 de 1998. Serie C No. 37, puntos resolutivos.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 181
50
Caso Caballero Delgado y Santana. Sentencia de diciembre 8 de 1995. Serie C No. 17; Caso Las Pal-
meras. Sentencia de diciembre 6 de 2001. Serie C No. 90; Caso de los 19 Comerciantes. Sentencia de julio 5 de
2004. Serie C No. 109; Caso Gutiérrez Soler. Sentencia de septiembre 12 de 2005. Serie C No. 132; Caso de
la “Masacre de Mapiripán”. Sentencia de septiembre 15 de 2005. Serie C No. 134; Caso de la Masacre de Pueblo
Bello. Sentencia de enero 31 de 2006. Serie C No. 140; Caso de las Masacres de Ituango. Sentencia de julio 1
182 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
de 2006. Serie C No. 148; Caso de la Masacre de la Rochela. Sentencia de mayo 11 de 2007. Serie C No. 163;
Caso Ezcué Zapata. Sentencia de julio 4 de 2007. Serie C No. 165; Caso Valle Jaramillo y otros. Sentencia de
noviembre 27 de 2008. Serie C No. 192.
51
GARCÍA, Mauricio, “Constitucionalismo perverso. Normalidad y anormalidad constitucional en
Colombia: 1957-1997”, en El caleidoscopio de las justicias en Colombia, Bogotá, Colciencias, Universidad de
Los Andes, Universidad Nacional, Siglo del Hombre, 2001, p. 340.
52
Ver entre otras, las sentencias C-400 de 1998, M.P. Alejandro Martínez Caballero, C-355 de 2006,
varios ponentes, y C-370 de 2006, varios ponentes.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 183
tiene como punto de partida la Sentencia C-228 de 2002,53 que es todo un hito en la
jurisprudencia colombiana. Este período está caracterizado por el tratamiento integral
y sistemático de tres temas provenientes del Sistema Interamericano: la proscripción
de la impunidad estatal por las violaciones graves de los derechos humanos; el conte-
nido y alcance de los derechos de las víctimas a verdad, justicia y reparación en los
procesos penales, disciplinarios y administrativos; y la integración del sistema interno
con los estándares y reglas de protección y juzgamiento diseñados por el Sistema In-
teramericano, aplicables a los procesos ordinarios y a los juicios que se adelantan con
ocasión de la negociación con los grupos paramilitares
53
El problema jurídico central de esta sentencia fue el de determinar los derechos de las víctimas
dentro del proceso penal, bajo la vigencia de la Ley 600 de 2000, que contenía el Código de Procedimien-
to Penal anteriormente vigente.
54
Ver como simple referencia las sentencias C-092 de 2002, M.P. Jaime Araujo Rentería, C-165 de
2004, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra, C-510 de 2003, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
55
Ver como simple referencia las sentencia C-371 de 2000, M.P. Carlos Gaviria Díaz, C-355 de
2006, varios ponentes.
56
Ver como simples referencia las sentencias C-150 de 1993, M.P. Fabio Morón Díaz, SU-159 de
2002, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa, C-058 de 2006, M.P. Álvaro Tafur Galvis.
57
Ver como simple referencia la sentencia C-251 de 1997, M.P. Alejandro Martínez Caballero.
58
El uso de las reglas del Sistema Interamericano puede ser encontrado entre otras, en la senten-
184 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
cias C-496 de 1994, M.P. Alejandro Martínez Caballero, T-260 de 1999, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz
y C-200 de 2002, M.P. Álvaro Tafur Galvis.
59
El uso de estas referencias puede ser ubicado en las sentencias C-179 de 1994, M.P. Carlos Ga-
viria Díaz y C-200 de 2002, M.P. Álvaro Tafur Galvis.
60
El uso de las reglas contenidas en la Opinión Consultiva puede ser referido a la Sentencia C-510
de 2003, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa.
61
Esta es la tesis sostenida por la Comisión Colombiana de Juristas, por Amnistía Internacional,
por Human Rights Watch y sugerida desde los defectos de la ley, por la Oficina en Colombia del Alto Co-
misionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
62
Corte Constitucional colombiana. Sentencia C-370 de 2006, varios ponentes, consideración ju-
rídica No. 4.4.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 185
hechas reconstrucciones desde los siguientes fallos: El caso Godínez Cruz contra Hondu-
ras,63 que fue utilizado como punto de partida jurisprudencial, para redescribir la regla
del caso Velásquez Rodríguez, relacionada con los deberes estatales de prevención, inves-
tigación, sanción y reparación de los derechos de las víctimas; el caso Barrios Altos contra
Perú,64 con lo que se reiteraba la regla de incompatibilidad de las leyes de amnistía y
excluyentes de responsabilidad con la Convención; el caso Bámaca Velásquez contra Gua-
temala,65 adoptado por la Corte Constitucional colombiana, como modelo de reglas
para la satisfacción del derecho a la verdad y a la reparación integral de las víctimas; el
caso Myrna Mack Chang contra Guatemala,66 y la regla del derecho de las víctimas a tutela
judicial efectiva, mediante la implementación de procesos de investigación y juzga-
miento efectivos que impidan la impunidad; el caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri
contra Perú,67 en el que se reiteraron las reglas sobre proscripción de la impunidad, los
deberes estatales de prevención, investigación, sanción y reparación, y la exclusión de
las amnistías y excluyentes de responsabilidad, esta vez frente a un caso de impunidad
generado por aplicación de las leyes de amnistía general promulgadas en Perú por
Alberto Fujimori; el caso de “La Masacre de Mapiripán” contra Colombia, en el que además
de reconstruirse la historia del paramilitarismo en Colombia, se recabó en los mencio-
nados deberes estatales de prevención, juzgamiento y reparación, en el deber estatal
de “iniciar ex oficio, sin dilación, una investigación seria, imparcial y efectiva, que no se
emprenda como una simple formalidad condenada de antemano a ser infructuosa”68
y en la responsabilidad estatal por la actuación de los paramilitares en connivencia con
los miembros del ejército colombiano; y finalmente el caso de la Comunidad Moiwana
contra Suriname,69 utilizado por la Corte Constitucional, para adoptar la regla sobre el
surgimiento de la responsabilidad estatal por violación a los Derechos Humanos, así
como para la fijación de los derechos de las víctimas colectivas, en los casos de des-
plazamiento forzado.
La anterior reconstrucción conduce a una conclusión única: las reglas contenidas
en las sentencias de la Corte Interamericana, adoptadas por la Corte Constitucional
63
CIDH. Caso Godínez Cruz contra Honduras. Sentencia de enero 20 de 1989, Serie C, No. 5.
64
CIDH. Caso Barrios Altos contra Perú. Sentencia de marzo 14 de 2001, Serie C. No. 75.
65
CIDH. Caso Bámaca Velásquez contra Guatemala. Sentencia de noviembre 25 de 2000, Serie C
No. 70.
66
CIDH. Caso Myrna Mack Chang contra Guatemala. Sentencia de noviembre 25 de 2003, Serie C.
No. 101.
67
CIDH. Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri contra Perú. Sentencia de julio 8 de 2004, Serie C
No. 110.
68
CIDH. Caso de “La Masacre de Mapiripán” contra Colombia. Sentencia de septiembre 15 de 2005,
Serie C No. 134, párrafo 223, citando otros precedentes.
69
CIDH. Caso de la Comunidad Moiwana contra Suriname. Sentencia de junio 15 de 2005. Serie C
No. 124.
186 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
70
Caso de la Masacre de La Rochela contra Colombia. Sentencia de mayo 11 de 2007. Serie C N0. 163,
párrafo 192.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 187
derechos humanos. No obstante, la Corte precisó que para cumplir dicho fin el Esta-
do debe observar el debido proceso y garantizar entre otros los siguientes principios: “el
principio de plazo razonable, el principio del contradictorio, el principio de propor-
cionalidad de la pena; los recursos efectivos y el cumplimiento de la sentencia”.71
71
Caso de la Masacre de La Rochela contra Colombia. Sentencia de mayo 11 de 2007. Serie C No. 163,
párrafo 193.
72
Caso de la Masacre de La Rochela contra Colombia. Sentencia de mayo 11 de 2007. Serie C No. 163,
párrafo 194.
73
Caso de la Masacre de La Rochela contra Colombia. Sentencia de mayo 11 de 2007. Serie C No. 163,
párrafo 195.
188 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
74
Caso de la Masacre de La Rochela contra Colombia. Sentencia de mayo 11 de 2007. Serie C No. 163,
párrafo 196.
75
Caso de la masacre de La Rochela contra Colombia. Sentencia de mayo 11 de 2007. Serie C No. 163,
párrafo 197.
76
Caso de la masacre de La Rochela contra Colombia. Sentencia de mayo 11 de 2007. Serie C No. 163,
párrafo 198.
El control de convencionalidad y el sistema colombiano • 189
obligándose a asegurar que las reclamaciones por reparación, “no enfrenten comple-
jidades ni cargas procesales excesivas” que impliquen un obstáculo u obstrucción.
Si bien el balance total del asunto tan solo podrá ser hecho al final de los procesos
judiciales y administrativos en que se desarrolla la negociación con los paramilitares,
ya se tienen evidencias concretas de juzgamientos, en los que la regla real de la deci-
sión ha sido la jurisprudencia interamericana y sus estándares, especialmente los repa-
ratorios, en diversos fallos de jurisdicción ordinaria, tales como la primera sentencia
proferida por la jurisdicción de “Justicia y Paz”, dispuesta en contra del paramilitar
Wilson Salazar Carrascal, alias “el loro”;77 diversas sentencias de la jurisdicción penal,
especialmente por homicidio, en las que el sistema de reparaciones acoge las reglas de
la Corte Interamericana;78 y decisiones de la justicia administrativa, en procesos ordi-
narios de reparación por daño, promovidos en contra el Estado, en los que inespera-
damente (pues se trata de la jurisdicción más conservadora y regresiva del país) se ha
dado también aplicación a la Convención y al contenido de decisiones de la Corte
Interamericana.79
En este sentido y cuando menos alrededor del sistema de reparaciones sobre las
víctimas, el control de convencionalidad viene siendo ejercitado en Colombia, al pare-
cer, de modo involuntario. Por lo pronto cabe esperar su despliegue y su crecimiento,
y aún en el caso de no suceder esto, podríamos decir que de cualquier manera, nos
encontramos frente a una categoría útil, que cuando menos tiene una gran fuerza ex-
plicativa alrededor de los fenómenos reales de influencia de la jurisprudencia de las
cortes internacionales al interior de los países.
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FERRAJOLI, Luigi, Derechos y garantías. La ley del más débil, Madrid, Editorial Trotta, 2001.
77
Tribunal Superior de Bogotá. Sala de Justicia y Paz. Sentencia de marzo 19 de 2009. Radicado
No. 11001600253200680526.
78
Por simple vía de ejemplo, Juzgado Cincuenta y seis (56) Penal del Circuito de Bogotá. Sentencia
condenatoria de enero 29 de 2009. Radicado No. 110013104056-2008-00016-00 NI 2008-00016.
79
Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Tercera. Sentencia de enero
28 de 2009. Expediente 30340 (R-20030015801), M.P. Enrique Gil Botero.
190 • Manuel Fernando Quinche Ramírez
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La jurisdicción constitucional en Bolivia:
mutaciones y reformas constitucionales
recientes
José Antonio Rivera S.
I. Introducción
En esta primera década del siglo XXI, los Estados Latinoamericanos se han enca-
minado a un proceso de cambios en sus respectivos sistemas constitucionales. Bolivia,
entre ellos, está encarando un proceso constituyente orientado a “refundar” el Estado,
según sostienen sus principales impulsores y protagonistas.
El mencionado proceso constituyente ha superado una de sus etapas más impor-
tantes, cuando el 25 de enero de 2009 los bolivianos y bolivianas, por una mayoría
considerable del 61% han refrendado la Constitución sancionada por la Asamblea
Constituyente, dificultades de por medio, y modificada parcialmente por el Congreso
Nacional. Una vez refrendada por el pueblo, el Presidente de la República ha promul-
gado solemnemente la Constitución el 07 de febrero de 2009, iniciando otra etapa
importante del proceso constituyente, como es la implementación del nuevo sistema
constitucional configurado en la Constitución.
Dado el contexto social y político en el que se ha encarado el proceso constitu-
yente, en la reforma constitucional realizada fue inevitable que se introdujeran impor-
tantes reformas a la Jurisdicción Constitucional, para adecuarla al nuevo modelo de
Estado adoptado en la Constitución, como parte de ese proceso de transformaciones
estructurales.
En el presente trabajo realizamos un análisis inicial de esas mutaciones y reformas
constitucionales realizadas en el Estado boliviano respecto a la Jurisdicción Constitu-
cional; análisis que la abordamos a partir de un resumido recuento de lo que fue la
configuración de la Jurisdicción Constitucional introducida en la reforma constitucio-
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional 191
núm. 12, julio-diciembre 2009, pp. 191-213.
192 • José Antonio Rivera S.
nal de 1994, para que el lector pueda tener una idea completa de la dimensión de las
reformas introducidas.
ñaban sus funciones jurisdiccionales en Sala Plena. Para lo casos de acefalías tempo-
rales o definitivas de los magistrados por vacaciones, enfermedades, excusas, renuncia,
muerte o cesación decretada, la Ley Nº 1836, en su art. 8.I, previó la integración de
cinco magistrados suplentes que reemplazaban a los titulares temporalmente hasta
que desaparezca la causa de la acefalía o entre tanto el Congreso Nacional designe un
nuevo magistrado titular.
El Tribunal funcionaba en Sala Plena única, adoptando sus decisiones por mayo-
ría absoluta de votos de sus miembros. Por disposición del art. 9 de la Ley Nº 1836,
como una instancia delegada del Pleno, funcionaba la Comisión de Admisión que
estuvo integrada por tres magistrados titulares, los que desempeñaban sus funciones
en forma rotativa y obligatoria. Por previsión del art. 31 de la Ley Nº 1836, la Comi-
sión de Admisión tenía por funciones y atribuciones, admitir o rechazar los recursos,
demandas o consultas constitucionales; distribuir, por sorteo, las causas admitidas
entre los magistrados del Tribunal para su resolución; absolver las consultas sobre el
rechazo del incidente de inconstitucionalidad; conocer y pronunciarse sobre las excu-
sas formuladas por los magistrados del Tribunal Constitucional en el conocimiento de
una causa.
Por previsión del art. 10 de la Ley Nº 1836, los magistrados titulares que confor-
maban la Sala Plena elegían al Presidente del Tribunal Constitucional por mayoría
absoluta de votos del total de los miembros; el magistrado elegido como Presidente
desempeñaba sus funciones por cinco años y pudiendo ser reelegido; en caso de au-
sencia temporal del Presidente lo reemplazaba el magistrado Decano, quien era desig-
nado por el Pleno en función a la antigüedad en el desempeño de funciones.
cia y Policía Judicial del Congreso Nacional debía elaborar nóminas sobre la base de
un concurso público de méritos y comprobación de conocimientos mediante exáme-
nes públicos; para la elaboración de nóminas, por previsión del art. 14 de la Ley Nº
1836, podían proponer candidatos el Ministerio de Justicia, las Facultades de Derecho
de las Universidades Públicas y Privadas y los Colegios de Abogados.
Los magistrados titulares y suplentes duraban en sus funciones un período perso-
nal de diez años sin derecho a reelección inmediata; por previsión expresa del art. 119.
V de la Constitución modificada y art. 15 de la Ley Nº 1836, sólo podían ser designa-
dos nuevamente pasados otros diez años desde la finalización de sus funciones.
La función de magistrado fue declarado incompatible con toda otra función pú-
blica, con excepción de la cátedra universitaria.
procede contra las disposiciones legales que crean, modifican o suprimen tributos en
cualquiera de sus formas; y iv) demanda de infracción del procedimiento de reforma
constitucional.
b) El control del ejercicio del poder político; atribución que la ejercía conociendo
y resolviendo los conflictos constitucionales que se generaban entre los órganos del
poder público a nivel horizontal (entre los órganos del poder central o los órganos
del poder local y entre los órganos de la administración departamental), o a nivel ver-
tical o territorial (entre un órgano del poder local o departamental con un órgano del
poder central), por la invasión de las competencias asignadas por la Constitución y las
leyes orgánicas. Esta función tenía por objetivo resguardar el principio de separación
de funciones o división del ejercicio del poder político, tanto en su sentido horizontal,
como en su sentido vertical o territorial.
De acuerdo a la configuración procesal prevista por las normas de la Constitución
modificada y la Ley Nº 1836, esta competencia la ejercía conociendo y resolviendo
los siguientes procesos constitucionales: i) la acción de conflictos de competencias
o controversias; y ii) el recurso directo de nulidad, que procede contra todo acto o
resolución de una autoridad pública que usurpe funciones o ejerza una potestad o
competencia que no emana de la Constitución o la Ley y que vulnera un derecho
fundamental.
c) El control tutelar de los derechos fundamentales y garantías constitucionales;
atribución que la ejercía conociendo y resolviendo en grado de revisión los recursos
de hábeas corpus, amparo constitucional y hábeas data; y de manera directa el recurso
contra resoluciones legislativas, todos ellos planteados para restablecer o restituir los
derechos fundamentales o garantías constitucionales, restringidos o suprimidos ilegal
o indebidamente.
ción y la protección de los derechos humanos generó tensiones en los órganos del
poder público y en las autoridades públicas cuyos actos y resoluciones fueron someti-
dos al control de constitucionalidad.
Inicialmente las tensiones tuvieron su origen en la jurisdicción ordinaria que no
asimiló ese cambio protagonizado por el Tribunal Constitucional en el pensamiento
jurídico y la labor jurisdiccional respecto a la protección de los derechos fundamenta-
les, es decir, ese abandono del formalismo legalista y el “ritualismo procedimental”,
para asumir la posición del activismo judicial que concibe la eficacia directa de los
derechos fundamentales frente a la Ley y frente a los actos y resoluciones de las auto-
ridades públicas; otro elemento generador de las tensiones con la jurisdicción ordina-
ria fue la adhesión del Tribunal Constitucional a la tesis permisiva, respecto a la pro-
cedencia del amparo constitucional contra las decisiones judiciales pasadas en
aparente calidad de cosa juzgada, pues a partir de esa posición asumida desde el inicio
el Tribunal Constitucional anuló decisiones judiciales a través del amparo constitucio-
nal, concediendo tutela a alguna de las partes que intervinieron en el proceso por la
grave vulneración a sus derechos fundamentales y garantías constitucionales, entre
ellos el derecho al debido proceso.
Las tensiones se fueron acentuando en la medida en que el Tribunal Constitucio-
nal fue generando jurisprudencia constitucional y, a través de ella, precedentes obliga-
torios con fuerza vinculante tanto horizontal como vertical; y en la medida en que,
mediante sus sentencias constitucionales, fue anulando decisiones judiciales aplicando
sus precedentes, además fue exigiendo el cumplimiento y aplicación de los preceden-
tes por los tribunales judiciales de la jurisdicción ordinaria; ello porque en la sustancia-
ción del respectivo proceso judicial se habían vulnerado los derechos fundamentales
y garantías constitucionales de uno de los actores del proceso.
Las tensiones con la jurisdicción ordinaria dieron lugar a que la Corte Suprema de
Justicia planteara oficialmente, presentando el proyecto de Ley, la modificación del
art. 44.I de la Ley Nº 1836 del Tribunal Constitucional, para que se redujera la fuerza
vinculante de la jurisprudencia constitucional al ámbito del control normativo de
constitucionalidad; asimismo, planteara la necesidad de analizar las atribuciones del
Tribunal Constitucional para establecer si algunas de ellas no constituyen un exceso.
También se generaron tensiones en otros órganos del poder público, aunque a
partir de otras motivaciones y con distintas justificaciones; así, desde el órgano Legis-
lativo a raíz de las sentencias constitucionales que declararon inconstitucionales algu-
nas disposiciones legales emitidas por ese órgano de poder; desde el órgano Ejecutivo,
en algunos casos por la declaración de inconstitucionalidad de Decretos Supremos o
Resoluciones Supremas, y en otras porque no obtuvieron sentencias favorables; tam-
bién desde las Fuerzas Armadas, por la emisión de sentencias que otorgaron tutela a
las víctimas de los lamentables sucesos de febrero de 2003, lo que a juicio de las Fuer-
198 • José Antonio Rivera S.
1
Lo plantearon algunos representantes de las Cortes Superiores de Distrito, y apoyaron algunos
abogados del ejercicio libre de la profesión.
2
Propuesta que surgió de algunos sectores sociales y fue públicamente expresada por el Presiden-
te de la República en el mes de mayo de 2007, señalando que “existen instituciones de sobra porque se
oponen al cambio, como el Tribunal Constitucional (..) que la Asamblea Constituyente tendría que ana-
lizar la situación de esta institución”.
La jurisdición constitucional en Bolivia • 199
Una posición radical asumida desde esferas del gobierno y algunas organizaciones
sociales afines al gobierno planteó la supresión del Tribunal Constitucional y creación,
en su reemplazo, de una Sala Constitucional en la estructura orgánica de la Corte Su-
prema de Justicia. Otra posición sustentada desde el propio Tribunal Constitucional,
apoyada por académicos, colegios de abogados y algunas universidades, planteó la
consolidación del Tribunal Constitucional con algunas reformas en su estructura ins-
titucional. Otra posición, que al final se impuso, fue la de mantener el modelo de
control de constitucionalidad con un Tribunal Constitucional, pero introduciendo
profundas reformas a su estructura orgánica institucional para adecuarlo al nuevo
modelo de Estado Plurinacional, y cambiar radicalmente el sistema de selección e in-
tegración de los magistrados y las magistradas; de manera que se les dote de una legi-
timación democrática directa en la investidura.
Al final se impuso la tercera posición, la de mantener el modelo de control de
constitucionalidad ejercido por un Tribunal Constitucional Plurinacional que formará
parte del órgano Judicial; así quedó plasmado en la Constitución promulgada el 07 de
febrero de 2009.
En efecto, según las normas previstas por el art. 179.III de la Constitución en
vigencia la justicia constitucional será ejercida por el Tribunal Constitucional Plurina-
cional; el que por mandato del art. 196, velará por la supremacía de la Constitución,
ejercerá el control de constitucionalidad, y precautelará el respeto y la vigencia de los
derechos y las garantías constitucionales.
De las normas constitucionales referidas se infiere que el Constituyente ha deci-
dido mantener el control de constitucionalidad con el modelo europeo o “kelsenia-
no”, encomendando la labor a un organismo especializado como es el Tribunal Cons-
titucional Plurinacional; empero, ha introducido importantes reformas a la estructura
institucional del mencionado órgano de control de constitucionalidad, al ámbito de
sus funciones y atribuciones, asimismo a la configuración procesal de los procesos
constitucionales que debe conocer y resolver. Cabe advertir que, las reformas introdu-
cidas a la configuración institucional del órgano guardián de la Constitución, en el
futuro podrían anular el control de constitucionalidad y, en su caso, permitir se instru-
mentalice la Justicia Constitucional para garantizar la consolidación de un proyecto de
ejercicio hegemónico del poder político.
Las reformas introducidas por la Constitución promulgada el 07 de febrero de
2009, con relación al control de constitucionalidad, en general, y a la estructura insti-
tucional del Tribunal Constitucional, en particular, son las siguientes:
dolo en un órgano constitucional del Estado, independiente de los demás órganos del
poder constituido cuyos actos y resoluciones controla que sean compatibles con la
Constitución.
La reforma tendría la finalidad de dotarle de una independencia económica al
Tribunal Constitucional para asegurarle un adecuado presupuesto económico y finan-
ciero acorde con las funciones que desempeña. Ello, sobre la base de la experiencia
adquirida en los casi diez años de funcionamiento del Tribunal Constitucional; pues si
bien la Constitución reformada reconocía su independencia funcional y jurisdiccional,
lo incorporó a la estructura del órgano Judicial; por lo tanto, el presupuesto del Tribu-
nal Constitucional formaba parte del presupuesto del órgano Judicial elaborado por el
Consejo de la Judicatura, y este organismo administrativo siempre modificó el proyec-
to elaborado por el Tribunal Constitucional reduciendo las partidas presupuestarias, al
grado que el órgano de control de constitucionalidad se vio privado de contar con un
personal de apoyo suficiente y adecuado para desarrollar su labor jurisdiccional; al
margen de las restricciones en cuanto se refiere al suministro de materiales e insumos,
así como de infraestructura. Para demostrar esta afirmación, cabe señalar que de una
revisión del Presupuesto General del órgano Judicial de las gestiones 1999 a 2006 al
Tribunal Constitucional se le asignó los siguientes presupuestos: a) en la gestión 1999
un equivalente al 3.99% del Presupuesto del Poder Judicial; b) el año 2000 un equivalen-
te al 4.54%; c) en la gestión 2001 un equivalente al 4.95%; d) en la gestión 2002 un equi-
valente al 4.79%; e) el año 2003 un equivalente al 4.98%; f) en la gestión 2004 un
equivalente al 3.54%; g) en la gestión 2005, se le asignó un equivalente al 4.02%; y h) en
la gestión 2006 se le asignó un equivalente al 3.89%.
Otra razón poderosa para modificar el estatus constitucional del Tribunal Cons-
titucional fue que, en el funcionamiento institucional se ha demostrado que cuando
forma parte de la estructura del órgano Judicial, en la practica surgen conflictos orgá-
nicos e institucionales que afectan al normal desempeño de sus labores. En efecto,
según la norma prevista por el art. 118-I, atribución 1ª de la Constitución, la Corte
Suprema representa al Poder Judicial; ese mandato constitucional dio lugar a interpre-
taciones erróneas referidas al orden jerárquico de sus órganos, como aquella sostenida
por la Corte Suprema de Justicia, en el sentido de que es jerárquicamente superior al
Tribunal Constitucional, por lo mismo éste no puede ejercer el control de constitucio-
nalidad sobre sus actos y decisiones; conclusión nada razonable ni sustentada en fun-
damentos jurídico-constitucionales; pues el hecho de que el Constituyente le hubiese
encomendado a la Corte Suprema de Justicia representar al órgano Judicial no impli-
caba que le hubiese reconocido una jerarquía superior con relación al máximo guar-
dián de la Constitución, el que en el ámbito de sus funciones y atribuciones es el
máximo Tribunal de Justicia Constitucional. Es innegable que la Corte Suprema de
Justicia era el máximo Tribunal Nacional en el ámbito de la jurisdicción ordinaria,
pero no por ello tenía una jerarquía superior al Tribunal Constitucional.
202 • José Antonio Rivera S.
mas jurídicas aplicadas a un caso concreto; los conflictos de competencia entre la ju-
risdicción indígena originaria campesina y la jurisdicción ordinaria y agroambiental.
2. Su estructura orgánica
Según las normas previstas por el art. 197.I de la nueva Constitución, el Tribunal
Constitucional Plurinacional estará integrado por magistradas y magistrados elegidos
con criterios de plurinacionalidad, con representación del sistema jurídico ordinario y
del sistema jurídico indígena originario campesino.3 El número total de magistrados
que integran el Tribunal Constitucional Plurinacional, y la forma en que se organizan
internamente, serán definidos por la Ley de la Jurisdicción Constitucional, que será
expedida por la Asamblea Legislativa Plurinacional, en el plazo de seis meses compu-
tables a partir de su instalación que se producirá en enero de 2010.
La Constitución prevé expresamente la figura de los magistrados suplentes para
reemplazar a los magistrados titulares en caso de ausencia, que podrá ser temporal o
definitiva; ellos serán elegidos también por voto popular, mediante sufragio universal;
empero, la Constitución prohíbe expresamente que estos jueces suplentes puedan
percibir remuneración alguna entre tanto no reemplacen al titular, lo que supone que
no se les aplicará la incompatibilidad de funciones, y entre tanto no reemplacen al ti-
tular podrán ejercer su profesión de abogado o desempeñar otras funciones, lo que
podría generar un conflicto de intereses.
Para la definición del número de magistradas y magistrados que conformarán el
Tribunal Constitucional Plurinacional, el legislador deberá tomar en cuenta que se han
incrementado las competencias del órgano de control de constitucionalidad, ya que el
Constituyente le ha asignado, adicionalmente a las que tenía, las funciones de: conocer
y resolver los conflictos de competencias que se generen entre el gobierno nacional y
los gobiernos subnacionales autónomos; conocer y resolver los conflictos de compe-
tencia entre la jurisdicción indígena originaria campesina y la jurisdicción ordinaria y
agroambiental; conocer y resolver las consultas de las autoridades indígenas originario
campesinas sobre la aplicación de sus normas jurídicas aplicadas a un caso concreto;
conocer en grado de revisión todas las acciones tutelares habiéndose creado dos nue-
vas acciones: la acción de Cumplimiento y la Acción Popular; finalmente tomar en
cuenta que el constituyente ha determinado la legitimación activa popular para el Re-
curso de Inconstitucionalidad. Esa ampliación de competencias generará un mayor
flujo procesal, motivando un incremento considerable de la carga procesal, la que en
3
En el nuevo Estado Plurinacional, según las norma prevista por el art. 179 la función judicial se
ejercerá a través de la Jurisdicción Ordinaria, con aplicación del sistema jurídico del Estado; y la Jurisdic-
ción Indígena Originaria Campesina, con aplicación del sistema jurídico de cada nación o pueblo indíge-
na originario campesino que tiene su base en el derecho consuetudinario, y se lo ejercerá por sus propias
autoridades sin intervención del Estado.
204 • José Antonio Rivera S.
este período de casi diez años de funcionamiento del Tribunal Constitucional tuvo un
incremento en el orden del 20% anual.
Por lo referido, se entiende que el legislador incrementará el número de magistra-
das y magistrados, de lo que en la Constitución abrogada se fijó en cinco, a un núme-
ro mayor; lo recomendable es que se incremente cuando menos a diez magistrados
para que el Tribunal Constitucional Plurinacional se organice en tres salas conforma-
das cada una por tres magistrados; de manera que en las salas se sustancien la revisión
de las acciones tutelares; y en Sala Plena se sustancien los recursos de inconstituciona-
lidad, las acciones de conflictos de competencia, y el control preventivo a través de las
consultas.
El incremento del número de magistrados es de vital importancia, para garantizar
la calidad del servicio y evitar la retardación de justicia; pues cuando se produce un
incremento considerable del flujo procesal, que se genera por el incremento del nú-
mero de procesos constitucionales que ingresan, se corre el riesgo de bajar la calidad
de las sentencias, o, en su defecto, se produce una demora en el despacho de causas
generando la crónica retardación de justicia.
La Constitución no hace referencia alguna a la presidencia del Tribunal Constitu-
cional Plurinacional, ni la instancia de admisión de los procesos constitucionales, re-
mitiendo su regulación a la Ley de la Jurisdicción Constitucional; misma que deberá
definir la instancia de dirección del órgano de control de constitucionalidad, institu-
yendo la Presidencia y la Vicepresidencia; asimismo definiendo la forma de elección
de esas autoridades y el tiempo de mandato; sus funciones y atribuciones, además de
definir si forman parte de las salas y cumplen la función de relacionar un proceso
constitucional.
La Ley de la Jurisdicción Constitucional también deberá definir, en la estructura
orgánica del Tribunal Constitucional Plurinacional, la instancia encargada de la admi-
sión o rechazo de los procesos constitucionales; labor que en el sistema anterior fue
encargada a la Comisión de Admisión.
gún la norma prevista por el art. 182.II de la Constitución, aplicable al caso por man-
dato del art. 198, será elaborada y aprobada con 2/3 de votos de sus miembros
presentes. Según lo previsto por el art. 199.II de esta Constitución, los candidatos
también podrán ser propuestos por organizaciones de la sociedad civil y de las nacio-
nes y pueblos indígena originario campesinos. Lo que significa que habrán dos fuentes
de postulación de los candidatos al cargo de magistrados del Tribunal Constitucional
Plurinacional, la de la Asamblea Legislativa Plurinacional, aprobada por dos tercios
de votos de los miembros presentes; y la de las organizaciones de la sociedad civil, y de
las naciones y pueblos indígena originario campesinos; lo que significa que, ante la even-
tualidad de que la primera fuente no presente las postulaciones, la elección podrá
realizarse válidamente con la postulación por la segunda fuente.
La Constitución vigente no define detalladamente el sistema electoral que será
aplicado; así, no determina sí la elección se efectuará en circunscripción nacional o en
circunscripciones departamentales; sí se el voto será emitido lista completa cerrada,
lista completa abierta o lista incompleta; por lo tanto, se entiende que ello será defini-
do por el Código Electoral que deberá elaborar y expedir la Asamblea Legislativa
Plurinacional que será instalada en enero de 2010. Esa definición será de vital impor-
tancia para proteger un mínimo de independencia de los magistrados y las magistradas
con relación a sus electores.
Según la norma prevista por el art. 182.III de la Constitución, aplicable para la
elección de magistrados del Tribunal Constitucional Plurinacional, las y los postulan-
tes o persona alguna, no podrán realizar campaña electoral a favor de sus candidatu-
ras, bajo sanción de inhabilitación; el órgano Electoral será el único responsable de
difundir los méritos de las candidatas y los candidatos. Según los proyectistas de la
Constitución, esta norma garantizará la transparencia de las elecciones y evitará que
los futuros jueces constitucionales recauden fondos para su campaña comprometien-
do su independencia, también evitará una vinculación política con los electores. Re-
sulta interesante la intención, pero sucede que en la práctica no impedirá que los inte-
resados en acceder al cargo realicen campaña y se involucren políticamente, pues los
jueces de instancia y los miembros de los Tribunales Departamentales de Justicia ten-
drán todo el derecho de postularse al cargo; y para lograr su elección realizarán cam-
paña a partir del desempeño de sus propias funciones judiciales, entonces emitirán
fallos no ajustados a la Constitución y las leyes; realizarán protagonismo político y se
someterán a las presiones de la opinión pública más que a los antecedentes del caso y
las disposiciones legales aplicables; esas conductas producirán una ruptura del princi-
pio de la seguridad jurídica.
Como se tiene referido, la elección de los magistrados por voto popular supone
que el Constituyente boliviano opta por la posición de dotar de una legitimación de-
mocrática directa a los jueces constitucionales. En efecto, el constituyente, ha definido
que los jueces constitucionales sean elegidos directamente por el pueblo mediante
206 • José Antonio Rivera S.
titución y los valores sociales; además de su compromiso con los problemas sociales,
políticos y económicos de su tiempo histórico. Por ello, para seleccionar al Juez cons-
titucional resulta de vital importancia conocer del postulante sus puntos de vista sobre
aspectos fundamentales relacionados con la vida de la sociedad civil y política, como
con la política económica, social, filosófica, moral y ética; así como la vocación de
pertenencia a las diferentes manifestaciones etno-culturales del país.
Ahora bien, en la modalidad de elección del Juez constitucional mediante voto
popular no siempre es posible verificar y comprobar la capacidad e idoneidad profe-
sional de los candidatos al cargo; o, cuando menos, los electores no siempre eligen
mediante el voto al profesional que reúna las condiciones suficientes para el desempe-
ño de la función de Juez Constitucional. Es de esperar que el legislador incluya en la
Ley de la Jurisdicción constitucional y el Código Electoral, un procedimiento de veri-
ficación previa de la capacidad e idoneidad del profesional que será postulado como
candidato al cargo de magistrado del Tribunal Constitucional Plurinacional.
general aplicable a todo servidor público, previsto por los arts. 236 y 239 de la misma
Ley fundamental.
Según la norma prevista por el art. 236 de la Constitución, son prohibiciones para
el ejercicio de la función pública, las siguientes: a) desempeñar simultáneamente más
de un cargo público remunerado a tiempo completo; b) actuar cuando sus intereses
entren en conflicto con los de la entidad donde prestan sus servicios, y celebrar con-
tratos o realizar negocios con la Administración Pública directa, indirectamente o en
representación de tercera persona; y c) nombrar en la función pública a personas con
las cuales tengan parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de
afinidad.
De otro lado, según las normas previstas por el art. 239 de la Constitución, es
incompatible con el ejercicio de la función pública: a) la adquisición o arrendamiento
de bienes públicos a nombre de la servidora pública o del servidor público, o de ter-
ceras personas; b) la celebración de contratos administrativos o la obtención de otra
clase de ventajas personales del Estado; y c) el ejercicio profesional como empleadas
o empleados, apoderadas o apoderados, asesoras o asesores, gestoras o gestores de
entidades, sociedades o empresas que tengan relación contractual con el Estado.
Los magistrados y las magistradas no gozarán de inmunidad durante el desempe-
ño de sus funciones, lo que pondrá en grave riesgo su independencia; ya que estarán
expuestos a la instauración de acciones penales por resguardar y defender la Constitu-
ción ante los actos del gobierno que la contradicen o infringen, o violan los derechos
fundamentales. Algo más grave aún, si bien la Constitución parcialmente les confiere
un fuero constitucional; les somete a un enjuiciamiento penal sustanciado ante un
órgano de naturaleza política, como es el órgano Legislativo, con lo que se confirma
la sospecha de que el control de constitucionalidad en el futuro pude ser neutralizado
o desarticulado; como ya sucedió con el Tribunal Constitucional creado mediante la
reforma constitucional de 1994.4
4
Desde el año 2005 se desplegaron una serie de acciones tendientes a menoscabar la independen-
cia del Tribunal Constitucional, en general, y de sus magistrados, en particular; con un objetivo final de
desarticular el control de constitucionalidad; acciones como cuestionamientos en torno a la designación
de los magistrados, acusaciones injustas, infundadas y calumniosas; amenazas y ataques físicos a sus ins-
talaciones, e instauración de un injusto e ilegal juicio de responsabilidades contra cuatro magistrados,
fueron parte de esas acciones; que provocaron la gradual renuncia de los magistrados a su cargo, hasta el
grado de quedar el Tribunal Constitucional con una sola magistrada y suspender sus labores jurisdiccio-
nales desde noviembre de 2007; en días pasados presento su renuncia irrevocable al cargo la magistrado
Salame, con lo que el Tribunal Constitucional queda sin una cabeza responsable, por lo tanto debe sus-
pender también sus labores administrativas, con lo que concluye desarticulándose el control de constitu-
cionalidad, ya que el Presidente del Congreso Nacional ha anunciado que no se realizarán las designacio-
nes de magistrados, y deberá esperarse la aprobación del nuevo Código Electoral y la Ley de la Jurisdic-
ción Constitucional por la Asamblea Legislativa Plurinacional, que se instalará en enero de 2010, y luego
210 • José Antonio Rivera S.
se conformará el Tribunal Supremo Electoral y este organizará el calendario electoral para que luego se
convoque a elecciones y puede elegirse por voto popular a los magistrados y las magistrados para imple-
mentar el nuevo Tribunal constitucional Plurinacional, lo que supone esperar hasta agosto de 2011 para
contar nuevamente con un control de constitucionalidad.
La jurisdición constitucional en Bolivia • 211
Rodolfo L. Vigo
*
Ponencia presentada en el I Congreso Internacional sobre Justicia Constitucional y V Encuentro Iberoame-
ricano de Derecho Procesal Constitucional (Cancún, México, mayo de 2008).
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional 215
núm. 12, julio-diciembre 2009, pp. 215-247.
216 • Rodolfo L. Vigo
1
Tratado de la Argumentación, Ed. Gredos, Madrid, 1994, p. 30.
218 • Rodolfo L. Vigo
a.2, ob.14) y en la Suma Teológica reconoce que el argumento posibilita que se vea
racionalmente como cierto lo que es dudoso (quandoque dicitur argumentum quaecumque
ratio rei dubiae faciens fidem, S.T., III, 55, 5c). En el Aquinate la argumentación nos ins-
tala en el terreno de la prudencia en cuanto “recta razón en el obrar” (“recta ratio
agibilium”, S. T.II-II, q.49, a.2) que por ocuparse de “acciones particulares” que “se
presentan en infinita variedad de modalidades…el hombre necesita de la instrucción”
especialmente de “la gente experimentada”(S.T.II-II, q.49, a.3).
De esa manera esquemáticamente la argumentación jurídica supone: 1. un proble-
ma o pregunta en torno a cual es la conducta jurídica —prohibida, ordenada, permi-
tida o habilitada— que corresponde definir o determinar, sobre la cual no existe una
respuesta evidente o indiscutible; 2. una confrontación dialógica en la que se exponen
discursivamente por medio del lenguaje propuestas de respuestas jurídicas para el caso
en cuestión; y 3.la apelación a razones o argumentos a favor de alguna respuesta posi-
ble jurídicamente y contra-argumentos que intentan restar justificación jurídica a otras
alternativas.
Por supuesto que hay muchos presupuestos posibilitadores y facilitadores de la
argumentación, quizás los más importantes sean:
1. libertad de los que dialogan para proponer soluciones y respuestas;
2. cierta igualdad entre ellos;
3. posibilidad de esgrimir argumentos que sean comprendidos por la razón del
interlocutor;
4. un lenguaje que posibilita esa comunicación dialógica; y
5. disposición a aceptar el procedimiento y el resultado dialógico.
Recordemos la íntima conexión que destaca Alexy —por mencionar un autor
paradigmático en el tema que nos toca— entre discurso o diálogo racional y derecho,
a punto que éste viene a suplir o superar ciertas debilidades que conlleva el discurso y
el respeto a las reglas que proveen a su racionalidad. En efecto, el profesor de Kiel
advierte2 que entre lo “discursivamente imposible” y lo “discursivamente necesario”
se abre un espacio racional donde se necesita que el derecho fije medios para conocer
una respuesta, disponga lo necesario para garantizar su respeto y además arbitre cier-
ta organización que facilite el cumplimiento cooperativo de fines valiosos para la so-
ciedad. El camino completo de la teoría alexyana parte de aserciones que acompañan
la forma de vida más elemental y universal, y consiguientemente, la disposición para
sostener discursivamente la corrección o verdad de aquellas frente a cualquiera que las
ponga en duda, pues “si en lugar de juicios y aserciones quedasen solamente senti-
2
Cfr. el cap. II de mi autoría: “La teoría jurídica discursiva no positivista de Robert Alexy” en el
libro por mi coordinado: La injusticia extrema no es derecho (de Radbruch a Alexy), Fontamara, México,
2008.
Argumentación constitucional • 219
Perelman o los quince que sugiere Tarello están los clásicos cuatro o cinco métodos
interpretativos delineados por la escuela iuspositivista decimonónica.
La argumentación es el nuevo nombre para explicar la tarea judicial que viene a
reemplazar al decimonónico de la interpretación, y ello —reiteremos— porque el
derecho y el Estado han cambiado sustancialmente, lo que torna difícil conservar
aquel concepto cuando ya no refleja semánticamente lo que se pretendía. De todas
maneras, recordemos que nos movemos en un terreno convencional en donde cabe
insistir con la interpretación como sinónimo de la argumentación, y por ende, abar-
cando la actual tarea judicial de escoger y argumentar en favor de alguna de las res-
puestas ofrecidas por el derecho. También otra alternativa sería conservar el término
interpretación como una tarea incluida en la argumentación, específicamente aquella
vinculada a los textos legislativos o más genéricamente a los textos normativos, como
por ejemplo los seis cánones o argumentos interpretativos de Alexy: semántico, gené-
tico, histórico, comparativo, sistemático y teleológico. Más allá de opciones termino-
lógicas, paulatinamente se observa una creciente acogida del término argumentación,
aunque no puede desconocerse cuanta inercia acompaña a la doctrina jurídica y lo que
cuesta remover conceptos arraigados.
La definición clásica de la interpretación jurídica destacaba que ella era “desentra-
ñamiento de el sentido de la ley” (o en Savigny: “la reconstrucción del pensamiento
del legislador ínsito en la ley” o “una operación intelectual que tiene por objeto el re-
conocimiento de la ley en su verdad”), por lo que el juez debía identificar un cierto y
determinado “sentido” siguiendo los métodos pre-establecidos y prescriptos por la
misma ley. Recordemos una vez más que la interpretación en ese paradigma decimo-
nónico no supone “creación” del derecho en tanto consistía en la mera repetición de
la misma para el caso por medio de un silogismo subjuntivo, en el que la premisa ma-
yor era la solución genérica prevista por la infalible voluntad y razón del legislador, y
la premisa menor el caso concreto que se subsumía en la hipótesis fáctica legal. La
“boca inanimada de la ley” (Montesquieu) no requiere apelar a argumentos en tanto
no hay lagunas jurídicas y hay una solución jurídica para cada uno de los casos jurídi-
cos que se presenten ante los tribunales. Insistamos que la realidad que han impuesto
los Estados de Derecho Constitucional es la de la pluralidad habitual de respuestas
jurídicas a los diferentes casos, y ello se refleja en las mayorías y minorías de los tribu-
nales como en las distintas orientaciones jurisprudenciales. Los jueces que deben dar
respuesta cuentan con esa capacidad discrecional de elegir entre las diferentes res-
puestas posibles desde el derecho vigente, y, por ende, en aquellas sociedades demo-
cráticas se impone la necesidad de hacer públicas las razones o argumentos que justi-
fican la elección. De una manera más correcta, habría que hablar no tanto y sólo de
elegir respuestas ya disponibles, sino de la compleja tarea que cumple el juez a la hora
de “fijar” el hecho que decide probado y también cómo en ese “ir y venir” (Engisch)
al derecho vigentes va modelando, adaptando o recreando soluciones y respuestas
222 • Rodolfo L. Vigo
3
G. KALINOWSKI, Introduction a la logique juridique, Librairie Générale de droit et de jurisprudente,
Paris, 1965, p.141; Introducción a la lógica jurídica, EUDEBA, Bs. As., 1973, p. 147.
Argumentación constitucional • 223
argumentos, la doctrina ligada al Estado de derecho legal los invocaba pero funda-
mentalmente para cumplir la función interpretativa del texto legal, pero ello ha queda-
do totalmente desbordado en tiempos del Estado de derecho constitucional donde el
derecho es centralmente una práctica argumentativa (Atienza).
1. Autoritativo o normativo: es cuando el argumento se consuma con la mera ape-
lación de la misma autoridad que lo estableció en tanto cuenta con evidente compe-
tencia jurígena o poder normativo como para incorporar al derecho vigente a ese ar-
gumento. Así cuando se invoca una ley basta esa explícita referencia en la que está
implícitamente presente de que ha sido una autoridad que la ha dictado en base a la
competencia que tiene atribuida, y eso basta para justificar con la misma alguna de las
premisas incluidas en el discurso judicial. En buena medida este argumento también
puede llamarse normativo en función de que las normas se invocan habitualmente
per se, sin ningún esfuerzo por justificar racionalmente lo que ellas disponen y limitán-
dose a invocar la autoridad del que la dictó y su respectivo texto. No está de más re-
cordar en este argumento la teoría de Raz en las que las normas se asimilan a razones
para la acción.
2. Principialista: a partir de la distinción entre norma o regla y principio postulada
en autores como Alexy o Dworkin, este argumento consiste en justificar invocando a
un principio que forma parte del derecho vigente per se o propio vigore –sin necesidad
de test de origen o pedriguee- desde el cual se puede inferir la exigibilidad jurídica de una
cierta conducta como la mejor según las posibilidades jurídicas o fácticas implicadas
en el caso. El operador jurídico respalda su premisa o conclusión desde ese principio
jurídico que tiene una dimensión regulatoria y que goza de capacidad justificatoria,
como cuando por ejemplo se apela en la jurisprudencia argentina al principio de dig-
nidad para justificar el otorgamiento del derecho de réplica.
3. Axiológico o moral: recurriendo a la distinción entre principio jurídico y valor,
éste se identifica desde saberes filosófico morales o prácticos que trascienden lo jurí-
dico y, por ende, sus exigencias se proyectan sobre la totalidad de la ciudadanía y no
sólo sobre las relaciones estrictamente jurídicas. El “valor” explicitado moralmente,
también cuenta con fuerza justificatoria en relación a las premisas de un discurso jurí-
dico que resuelve un caso (por ejemplo: el valor de la igualdad entre los seres humanos
se proyecta al campo del derecho como el principio de la igualdad jurídica o ante la ley
o el derecho). Recordemos con Nino que la argumentación jurídica deviene —en úl-
tima instancia— en justificación moral o axiológica, y en éste terreno que trasciende
a lo jurídico es propicio para apelar –por ejemplo- a la igualdad o libertad a secas.
4. Consecuencialista: con este argumento se procura justificar la premisa discursiva
en base a que la misma implica —directa o indirectamente— consecuencias o efectos
que se aprecian buenos o mejores que otros. Estas consecuencias pueden ser de orden
224 • Rodolfo L. Vigo
jurídico o de otra índole como social, económica, cultural, etc., y son ellas las que
respaldan el enunciado que invoca el argumentador jurídico. Sólo una visión juridicis-
ta o insular pudo prescindir de este inevitable dimensión de toda decisión, atento a
que un juez al decir prudentemente el derecho no debe dejar de apreciar todas las
consecuencias que se derivan de su decisión. Así en la resolución de un caso el juez
debe siempre considerar además de los intereses de las partes del proceso también
los del todo social. El art. 43 del Estatuto del Juez Iberoamericano impone que al decidir
el juez debe procurar “atemperar las consecuencias personales, familiares o sociales
desfavorables”.
5. Genético: el argumento consiste en apelar al origen o gestación de por ejemplo
un cierta norma o acto, como cuando se traen a colación a favor de un determinado
enunciado o premisa los trabajos preparatorios, la expresión de motivos o el modo en
que se han comportado las partes en el proceso o en relación a un contrato, etc. Aquí
el argumentador se remonta al origen del objeto jurídico a interpretar y procura for-
mular una determinada interpretación o significado jurídico en base a ciertas expre-
siones, comportamientos o propósitos referidos a alguien que adquiere relevancia en
el caso. Este argumento coincide con el decimonónico o “savigniano” método inter-
pretativo “lógico” que mandaba someterse a la voluntad del legislador, y más allá de
ese ámbito reducido de su postulación o de las dificultades que implica su uso, nos
parece que sigue resultando útil en el terreno de la argumentación jurídica.
6. Lingüístico: cuando argumentamos necesitamos respaldar un enunciado y a ve-
ces lo hacemos invocando el lenguaje en sus diferentes dimensiones: semántica, sin-
táctica o pragmática. El lenguaje que se pone en juego podrá ser el “ordinario” o
“corriente”, el “científico jurídico” (aquel construido por juristas y que exige para el
que lo emplee alguna analogía con su origen, por ej. hipoteca) o el lenguaje “juridiza-
do” (aquel tomado del lenguaje corriente pero asignándole un significado jurídico, por
ej. cosa) según el problema que se trate. Las eventuales dudas o el resultado interpre-
tativo se justifican por medio de argumentos tomados del lenguaje o la ciencia que lo
estudia. Este argumento encuentra alguna resonancia con el viejo argumento lingüís-
tico postulado por la exégesis francesa, aunque en este marco predominaba una ma-
triz “mágica” del lenguaje, muy lejos de las complejidades destacadas por la semiótica
o el giro lingüístico de la filosofía en el siglo XX.
7. Doctrinario: aquí el respaldo o argumento es la opinión de algún o muchos doc-
trinarios. No hay aquí autoridad institucionalizada o explícitamente reconocida, sino
que la fuerza justificatoria dependerá del reconocimiento que en esa sociedad se le
brinda al que emite la doctrina o de la unanimidad de la misma. Precisamente como el
problema supuesto en la argumentación no tiene una respuesta evidente, la apelación
a la doctrina es un camino para sostener una determinada solución, aunque la frecuen-
Argumentación constitucional • 225
cia del uso de este argumento es muy variable según las diferentes cultura jurídicas.
Recordemos que en Aristóteles los silogismos dialécticos recurren a premisas respal-
dadas por la opinión de los más experimentados o sabios.
8. Jurisprudencial: en este argumento contamos con una autoridad institucional
—que es la de un juez o un tribunal— que por ello cuenta con una capacidad justifi-
catoria superior a la doctrinaria. De todas maneras ella no constituye decisiones obli-
gatorias genéricas porque en el supuesto que la tenga —por ejemplo en el caso de
fallos plenarios, sentencias de casación, jurisprudencia constitucional, etc.—, quedaría
asimilado al argumento autoritativo. Hay que advertir también que corresponde dis-
tinguir entre el “auto-precedente” del mismo tribunal que ya se pronunció en casos
anteriores análogos; el “precedente vertical” provenientes de instancias judiciales su-
periores; y el “precedente horizontal” brindado por tribunales que se ubican en el
mismo nivel que aquel que decide y argumenta.
9. Lógicos: si la lógica es la ciencia y el arte del razonar que procura su corrección,
puede concluirse que todo lo que ella enseña resulta operativo o aplicable en el razo-
namiento o argumentación jurídica en general y judicial en especial, incluso para algu-
nas visiones la argumentación se reduce a esta dimensión formal o lógica. Más allá de
estos reductivismos no cabe duda que rigen por ejemplo para el razonamiento judicial
el necesario respeto a los primeros principios de la lógica o las reglas que regulan la
inducción, la deducción, etc. Un uso muy habitual de este argumento es negativo en
tanto normalmente se recurre al mismo para descalificar un discurso que no ha respe-
tado las reglas de la lógica.
10. Analógico: el argumento remite a la semejanza de los casos o situaciones que
cuentan con regulación o respuesta jurídica y el caso o situación que carece de ella, y
por ende, se justifica proyectar el discurso o la solución ya empleada al nuevo proble-
ma (en la fórmula romana: “Ubi eadem ratio,idem ius”). También en el marco de la teoría
decimonónica se auspició este razonamiento dado que se podía presumir que si el le-
gislador había brindado una solución a un determinado caso ella era aplicable para un
caso análogo que el legislador no había tratado específicamente. Por supuesto que
aquí también omitimos considerar una serie de dificultades que trae aparejado el argu-
mento, así por ejemplo determinar aquello elementos que permiten afirmar que se
trata de casos análogos o semejantes.
11. A fortiori: sintéticamente el argumento apela a que si resulta autorizado o prohi-
bido jurídicamente una cierta conducta o respuesta jurídica, corresponde una equi-
valente con “mayor razón” frente a una situación que es menos grave que la que esta
prohibida (a minori ad maius) o está ya incluida implícitamente entre lo autorizado dado
que es menos relevante (a maiori ad minus). Si el derecho concede un beneficio o permite
ciertas conductas a quien por ejemplo hizo algo muy grave corresponda que lo con-
226 • Rodolfo L. Vigo
ceda a quien hizo algo menos grave; y si el derecho prohíbe o impone sanciones a ciertas
conductas muy graves están igualmente prohibidas aquellas que son menos graves.
12 Apagógico: este argumento se emplea principalmente para descartar alternativas
en tanto ellas suponen admitir un absurdo o algo irracional por su disvaliosidad, su
ineficacia o su imposibilidad. Claramente una vez más vemos por detrás de la justifi-
cación de los argumentos la visión del derecho como algo racional o razonable, y por
ende incompatible con aceptar absurdos en su seno. En perspectiva kalinowskiana el
rechazo lógico al absurdo descansa en la llamada ley de Duns Scoto: “Si: sí p, entonces
no p, entonces no p”, aclarando el profesor polaco que si se demuestra la falsedad de
unas consecuencias ello conlleva la falsedad de la hipótesis a las que ellas remiten.
13. A contrario: en Perelman-Olbrechts este argumento se utiliza para impedir que
se aplique una regulación a una especie distinta del mismo género de aquella especie a
la que se ha dirigido expresamente la regulación. Kalinowski precisa que el argumento
a contrario hace explícito el sentido de la expresión cuantificadota “solamente”, “úni-
camente”, “exclusivamente”, etc., y de esa manera queda abortada la alternativa de
extender la solución jurídica a una situación diferente de aquella expresamente previs-
ta por el derecho. Insistamos que en la visión de la teoría interpretativa decimonónica
el presente argumento ha sido vinculado a la “letra de la ley” pero sin embargo es
posible una ampliación del mismo a todo el derecho, y no sólo limitarlo a un empleo
negativo o descalificador de alternativas sino como justificativo de una respuesta.
14. Sistemáticos: los cuatro argumentos que siguen remiten a la visión que el dere-
cho constituye o se pretende que sea un sistema —fuerte o débil—, y por ende, exige
o supone que no tiene contradicciones (coherencia),que su contenido cuenta con di-
ferente jerarquía, que en él se encuentra explícita o implícitamente todas las respuestas
jurídicas requeridas (plenitud) y que evita innecesarias redundancias (economía). In-
dudablemente también encontramos aquí fuertemente la presunción y la pretensión
de que el derecho resulte una obra racional.
14.1. Coherencia: la presencia de un sistema supone que sus elementos no están en
contradicción, y si el operador constata su existencia se impone resolverla eliminando
una de las soluciones o contemplando alguna armonización. La visión sistemática del
derecho impone que si el discurso denuncia o constata una antinomia se requiere ne-
cesariamente hacerse cargo de la misma y resolverla. En definitiva, el jurista puede
apelar en su discurso a este argumento y en base al mismo realizar la opción o com-
patibilización que supere la antinomia.
14.2. Jerarquía: también la visión sistemática del derecho supone que sus normas
(reglas o principios) no están en el mismo plano y, por ende, existe entre ellas jerar-
quías, y consiguientemente, en el supuesto de constatarse una antinomia se necesita
que la opción privilegie la más elevada o de mayor jerárquica. Sabido es que al respec-
to hay teorías que establecen a grandes rasgos las siguientes alternativas en materia
Argumentación constitucional • 227
5.1. En sintonía con una clasificación más clásica de la razón desde la que se jus-
tifica, podrían clasificarse entre: a) argumentos teóricos (por ejemplo, matemáticos);
b) argumentos prácticos: procedimentales (por ejemplo, debido proceso) o sustancia-
les (dignidad humana), y c) técnicos (para alcanzar un cierto fin).
5.2. Habermas habla de argumentos morales, éticos y pragmáticos.
5.3. Kalinowski: a) argumentos de coacción o lógicos; b) argumentos de persua-
sión o retóricos; y c) propiamente jurídicos: presunciones, ficciones, etcétera.
5.4. Atienza propone una interesante clasificación de esquemas argumentativos
que conforme a la ambigüedad y extensión del tema puede abarcar a los mismos ar-
gumentos: a) subjuntivo, b) finalista y c) ponderativo.
5.5. Argumentos: a) propiamente jurídicos en tanto se generan o apelan a cues-
tiones directamente vinculadas con las conductas obligatorias, prohibidas o permiti-
das (un contrato abusivo); y b) jurídicos por accidente en tanto se generan fuera del
derecho pero se lo usa con un propósito jurídico o por un jurista (un informe de
ADN).
5.6. Argumentos o razones: a) de autoridad; b) materiales; c) críticas; d) interpreta-
tivas; y e) fácticas (Summers).
5.7. Argumentos vinculados a las premisas regulatorias y a las premisas fácticas.
5.8. Argumentos perentorios y no perentorios o prima facie.
5.9. Argumentos derrotables o no derrotables.
5.10. Argumentos principales o auxiliares.
5.11. Argumentos completos o incompletos.
5.12. Argumentos prima facie o definitivos.
5.13. Argumentos necesarios, posibles o imposibles.
5.14. Argumentos formales o sustanciales.
5.15. Argumentos sinceros o hipócritas.
5.16. Argumentos evidentes o no evidentes.
5.17. Argumentos originarios o derivados.
5.18. Argumentos consensuados o no consensuados.
5.19. Argumentos decisivos o irrelevantes.
5.20. Argumentos consolidados o inéditos.
5.21. Argumentos sectoriales, sistémicos o metasistémicos o universales.
5.22. Argumentos obligatorios o disponibles.
5.23. Argumentos correctos o incorrectos.
5.24. Argumentos deductivos o no deductivos.
5.25. Argumento valioso o disvalioso.
5.26. Argumentos válidos o vigentes.
Etcétera.
Argumentación constitucional • 231
El tema de las fuentes del derecho asumió con el Estado de Derecho Legal no
solo características especiales sino adquirió enorme relevancia y trascendencia. El
mismo Savigny advierte la decisividad del cambio y lo señala: “La enumeración de las
fuentes del derecho, tal como se encuentra en varios pasajes de los jurisconsultos ro-
manos, no se funda en ninguna idea sistemática… La enumeración (de las fuentes)
que, por lo demás, responde perfectamente al espíritu práctico de los romanos, servía
al juez de indicación para saber en dónde había de encontrar los medios para resolver
una cuestión de derecho”.5 Así por vía de los Códigos se instituye autoritativamente
una teoría de las fuentes reducida o centrada en la jerarquía de la ley, en tanto —como
sin ambages lo afirmará Windscheid— “Ley es la declaración emanada del Estado en
el sentido de que alguna cosa será derecho” (Zuleta 107). Por ende, sólo el poder le-
gislativo y la manifestación de su voluntad (la ley) tiene capacidad para establecer el
derecho, encomendándoles a los jueces para que lo apliquen estrictamente y al poder
administrador para que lo ejecute y reglamente sin alterarlo.
Por supuesto que la aparición del Estado de Derecho Constitucional y democrá-
tico ha implicado la crisis radical de aquella teoría y no obstante el mantenimiento de
4
Derecho Procesal Constitucional, coord. Eduardo Ferrer Mac-Gregor, Porrúa, México, 2003.
5
Sistema de Derecho romano actual, Centro Editorial de Góngora, Madrid, t. I, s.a., p. 122.
Argumentación constitucional • 233
la misma en los Códigos, se ha ido configurando una práctica jurídica muy distante de
la misma. La realidad jurídica demuestra una crisis de la ley vinculada a una presencia
del derecho más allá de la ley que se encuentra en buena medida en principios y valo-
res cuyo reconocimiento no depende ya de los Estados soberanos y cuya vigencia se
encomienda en última instancia a jueces, pero a su vez ese pluralismo jurídico también
se genera por debajo del Estado en tanto la asume la sociedad y sus integrantes secto-
riales o individuales. En términos de teorías jurídicas nos parece atinada la conclusión
sintética de Antonio E. Perez Luño: “el positivismo entraña una concepción formal-
mente monista y vertical del sistema de fuentes del derecho en función de la ley; y el
realismo implica, de hecho, un monismo centrado en la actividad judicial; el iusnatu-
ralismo responde a un enfoque pluralista y horizontal de las fuentes del derecho”.6
En definitiva, se impone hoy reformular una teoría de las fuentes que resulte más
funcional —explicativa y orientativa— de esa nueva realidad que algunos llaman pre-
moderna en tanto retoma para Europa continental muchas características de la etapa
anterior a la codificación y la teoría decimonónica. A ese respecto, nos parece que el
ámbito de la argumentación o la racionalidad del derecho como así también el mo-
mento final que se le asigna al poder judicial en esa tarea de determinación del derecho
son dos datos decisivos para responder a la pregunta de dónde y cómo hay que ir a
buscar el derecho. Aún cuando pueda entenderse como algo exagerado o reductivo
hablar del derecho como un “concepto interpretativo” (Dworkin), lo cierto es que de
ese modo se pone de resalto que el derecho no es una realidad para ser contemplada
y descripta sino que requiere del saber prudente que lo vaya determinando en función
de circunstancias históricas cambiantes, y además, para que esa determinación sea
propiamente humana y al servicio de la sociedad y sus integrantes se requiere que re-
sulte de un discurso dialógico argumentativo.
Conforme al desarrollo precedente no puede sorprender la conclusión acerca de
la posibilidad de asimilar los “argumentos” con las “fuentes del derecho”. A ese res-
pecto, apelamos a una tesis sustentada por Aarnio a partir de la cual puede recons-
truirse la definición de las fuentes del derecho como: “argumentos utilizados por los
jueces a los fines de dictar sentencias válidas”. De ese modo se reconstruye ese con-
cepto y se lo vincula a la repuesta que se le requiere o debe dar el jurista en torno a
un problema jurídico concreto, y precisamente, él va a buscar respuestas justificadas
racionalmente cuya “fuerza” dependerá de la calidad de los argumentos aducidos a
su favor. Por supuesto que las fuentes del derecho o los argumentos no sólo se em-
plean por los jueces, pues también los legisladores, los constituyentes, administrado-
res, empresas, sindicatos, etc. recurren a ellas cuando crean derecho, pero para cono-
cer la nómina de las mismas en esa particular sociedad corresponde ir a los tribunales
6
El desbordamiento de las fuentes del derecho, Sevilla, 1993, p. 52.
234 • Rodolfo L. Vigo
Habiendo identificado las fuentes del derecho con la nómina de los argumentos
empleados judicialmente, y especialmente aquella presente en la jurisprudencia cons-
titucional, corresponde preguntarnos por el valor de esos precedentes en donde están
aquellos argumentos o cómo se incorporan los mismos al derecho vigente o qué con-
secuencias trae aparejados el usar o no la nómina de argumentos. El modo sintético
de responder a esas preguntas puede ser diciendo que los argumentos —especialmen-
te aquellos que son o aparecen respaldando ratio decidendi— quedan formando parte
del derecho vigente y, por ende, disponibles a ser aplicados por los operadores del
derecho.
Por supuesto que puede ocurrir que sean usados o no dichos argumentos, pues
normalmente ocurre que en el derecho vigente sobre el mismo problema están dispo-
nibles distintas respuestas y/o argumentos, incluso algunas a fuerza de no ser usadas
terminan desapareciendo de aquel derecho. Asimismo ello puede explicarse también
con la clásica terminología de las fuentes del derecho, de manera que frente a los mis-
mos casos —lo que se constata fácilmente en la jurisprudencia— los juristas buscan
las respuestas —algunas veces coincidentes o contradictorias— en las mismas. A ese
respecto será la fuerza de los argumentos o las directivas sobre argumentación o meta-
argumentos la que guiarán la selección de los juristas en orden a lograr que racional-
mente triunfe su propuesta de respuesta en el dialogo jurídico que suscitan los casos.
Yendo específicamente al ámbito judicial el propósito de validar una respuesta o pro-
mover su seguimiento estará ligada a la nómina de argumentos como a las directivas
aludidas.
te cuantitativas hasta las cualitativas. A ese respecto, nos parece importante reconocer
que tales diferencias pueden ser:
1) por el objeto: la Constitución si bien es derecho su contenido lo desborda
hasta contener el ethos de esa sociedad en la que rige (Nino, Dworkin), pero además
su especificidad viene ligada también por su autor, su estructura y pretensión de
permanencia;
2) por los sujetos: ésta es una diferencia contingente en tanto hay sistemas que le
encomiendan a ciertos jueces especiales su aplicación jurídica, de todas maneras re-
cordemos que en la perspectiva alexyana resulta más confiable el derecho surgido del
Tribunal Constitucional respecto al Parlamento en función de las posibilidades de
generar un mejor dialogo racional;
3) por el modo de operarla: su particular contenido caracterizado por principios
o valores (recordemos que Zagrebelsky asimila la norma con la ley y a los principios
con la constitución) requiere del operador determinadas directivas o meta-argu-
mentos (especialmente ponderación) y consiguientemente, una particular teoría ar-
gumentativa;
4) por las proyecciones o efectos del resultado argumentativo: si al operar la
Constitución en orden a su concreción o resolución de problemas jurídicos por medio
de respuestas formuladas con argumentos obtenidos de ese material jurídico, de algún
modo alteramos o enriquecemos al derecho vigente y a la respectiva teoría argumen-
tativa, deben destacarse las consecuencias transversales o invasivas que conlleva esa
argumentación constitucional, pero además su contenido moral y político trasciende
a esos campos como ningún otro resultado argumentativo; y
5) por el tipo de sentencias o cómo se dice el derecho: recordemos la gran varie-
dad y especificidad de esas sentencias constitucionales, tales como las: interpretati-
vas, aditivas, admonitorias, las que declaran la inconstitucionalidad pero no la validez,
etcétera.
X. La teoría de la argumentación
como elemento dinámico del sistema jurídico
Según Alexy una caracterización completa de los sistemas jurídicos debe identifi-
car, por un lado, las reglas y los principios, pero éstos dos tipos de normas constituyen
los elementos estáticos de aquellos, por lo que una visión completa del sistema debe
computar la teoría de la interpretación o argumentación conforme a la cual se operan
aquellas especies de normas, por lo que la misma resulta ser el elemento dinámico del
sistema. De esa manera todo sistema jurídico define —explícita o implícitamente—
una teoría o un modo conforme al cual se auspicia o se obliga a que se operen las re-
glas y los principios. Esa teoría se configura en una especie de matriz en donde se
construyen o descubren las respuestas y los argumentos jurídicos que necesitan los
Argumentación constitucional • 237
casos que se llevan a los juristas. Las reglas —normas y principios— son elementos o
materiales jurídicos que funcionan como fuente de respuestas jurídicas según los con-
sejos o mandatos incluidos en la teoría de la interpretación o argumentación propia
de ese sistema jurídico. Desde esa perspectiva si reducimos el conocimiento del siste-
ma a sus elementos estáticos, pero ignoramos cómo hay que operarlos para inferir o
construir con ellos respuestas jurídicas, estaremos —en tal supuesto— imposibilita-
dos de operar como jurista en dicho sistema. Es probable que teniendo esa visión
estática o fotográfica del sistema estemos en condiciones —en algún sentido— de
enseñar o describir al mismo, pero si carecemos de la visión dinámica o la película del
sistema no podremos ejercer ninguna práctica jurídica, como por ejemplo aquella que
despliegan abogados o jueces. De esa manera, a igualdad de normas y principios pero
diferente teoría interpretativa o argumentativa, las respuestas que en aquellas encon-
trarán los juristas serán diferentes. Si cambiamos las reglas pero no la teoría con las
que las operamos, lo más probable —como ha ocurrido en variadas circunstancias—
es que ésta torne ineficaces a las nuevas reglas porque terminarán operándose como
las antiguas.
El derecho y la cultura jurídica configurada en Europa en el siglo XIX obviamente
que no fue una excepción a aquella caracterización alexyana del sistema jurídico, y así
en los libros primeros del Código Civil se definió la teoría de la interpretación jurídica,
además de la indispensables definiciones que ella requiere, tales como un concepto de
derecho, un sistema de fuentes del derecho, el alcance de la jurisprudencia, etc. Sin
embargo, hoy en día se levantan muchas voces, especialmente de constitucionalistas
—Lucas Verdú, Crisafulli, Pizzorusso, etc.— reinvindicando el contenido de aquellos
libros primeros como materia constitucional. Es cierto que si algún espacio del dere-
cho vigente hay que reconocerle competencia para aquellas definiciones, ése es el de-
recho constitucional; pues le corresponde al higher law establecer: cual será el “poder”
de los jueces; si se prescribirá una visión sistémica del derecho en cuyo seno se defini-
rá la validez de las reglas; si la nómina de las fuentes del derecho será exhaustiva y gi-
rará en torno a la ley; etc. Quizás pueda explicarse aquella pretensión del codificador
civil a partir de la no juridicidad de la Constitución europea decimonónica, pero todo
ello hoy —en tiempos del Estado de Derecho constitucional y de democracia sustan-
cial— nos resulta como absolutamente alejado de la realidad.
En efecto, es en la Constitución el espacio del derecho vigente en donde deben
generarse aquellas definiciones genéricas y específicas constitutivas de la teoría de la
interpretación o argumentación jurídica que se prescribirá o aconsejará a los juristas
que operarán ese particular sistema jurídico. En el derecho constitucional se define
medularmente las características centrales de la teoría de la interpretación o argumen-
tación jurídica vigente para ese sistema jurídico, y a su vez, es la teoría de la interpre-
tación o argumentación constitucional el campo privilegiado para conocer las grandes
líneas de esa teoría con la que se operará todo el derecho vigente, más allá de peculia-
238 • Rodolfo L. Vigo
ridades. La pregunta acerca de cómo hay que operar con y desde un cierto sistema
jurídico debe dirigirse —reiterémoslo— centralmente a los constitucionalistas, y es
analizando el trabajo específico de éstos donde se definirán las características centra-
les de la teoría de la interpretación o argumentación jurídica general aceptada o acon-
sejada para ese sistema. Es cierto que luego habrá adaptaciones para problemas o
ámbitos específicos, como por ejemplo: la interpretación de los testamentos, de los
tratados, de las normas impositivas, etc. pero primero debe reconocerse en el campo
de la jurisprudencia constitucional la teoría de la interpretación o argumentación jurí-
dica genérica o a secas de ese sistema jurídico, con su teoría del derecho incluida im-
plícitamente. Así estudiando aquella podré reconocer si puede operarse el derecho
con argumentos axiológicos, argumentos comparativos, argumentos doctrinarios, etc.,
y también saber que directivas o meta-argumentos pueden emplearse respecto a la
variedad y tensiones entre los argumentos jurídicos disponibles. La interpretación o
argumentación jurídica es un problema en el que está implicado todo jurista, pero para
su dilucidación requiere introducirse al ámbito del derecho constitucional y de la in-
terpretación o argumentación constitucional.
do los argumentos que la justifican y apelan a la razón del destinatario para logra su
aceptación.
En sexto lugar, fomenta la estabilización del derecho en tanto si la decisión cuen-
ta con razones suficientes y sólidas es probable que se reitere el criterio, favoreciendo
la previsibilidad.
En séptimo lugar se favorece una cierta pedagogía jurídica en función que el des-
tinatario de la decisión conoce no sólo lo que debe hacer sino de dónde se infiere o
cuanto respaldo tiene ese deber o derecho.
En octavo lugar, el derecho operado racionalmente se impregna de racionalidad,
lo cual favorece el trabajo de los teóricos del derecho cuando deben explicarlos o
comprenderlo.
trar argumentos o razones que las justifican. Corresponde advertir que ello es posible
porque la razón cuenta con algunas verdades prácticas primeras evidentes; un modo
rápido quizás de reconocerlas sean identificándolas con los derechos humanos funda-
mentales universales e inalienables. Compartimos en éste punto lo que enseña uno de
los últimos trabajos de Alexy donde responde negativamente a la posibilidad de hablar
de derechos humanos sin ningún presupuesto metafísico. Los mismos Tratados inter-
nacionales de derechos humanos están formulados con conceptos que remiten a una
convicción ética cognitivista y objetivista indisponible, en tanto ellos invocan recono-
cimiento (no creación) y se los declara universales e inalienables; de ese modo si al-
guien dispone contra ese núcleo ético indisponible estará comprometiendo la existen-
cia jurídica de eso que intenta hacer surgir al derecho.
Sino habría ninguna posibilidad de establecer algún límite a las respuestas correc-
tas poco sentido tendría hablar de verdad práctica, respuestas correctas verosímiles o
probables. Pero como hay verdades éticas primeras y evidentes es posible el esfuerzo
de la razón práctica argumentativa prudencial a la hora de pretender respuestas jurídi-
cas plenamente circunstanciadas y concretas. La prudencia en la perspectiva clásica
—no en la kantiana— cumplía esa función de puente entre lo universal y necesario y
lo concreto y contingente. Precisamente queremos inicialmente advertir de que la ra-
zón práctica tiene sus primeros principios necesarios, verdaderos y universales cono-
cidos por evidencia analítica (sindéresis) los que en definitiva garantizan la practicidad
de cualquier otro juicio, en tanto el objeto de aquellos es prescribir necesariamente el
“bien”, o sea “que el bien debe hacerse y el mal evitarse”. Pero el bien que el hombre
procura lo hace en el campo histórico y circunstanciado por eso se requiere su deter-
minación por medio de la prudencia. Respecto de ese juicio prudencial ya no tenemos
verdades absolutas y necesarias, sino que el mismo se inscribe en el terreno de lo ve-
rosímil o probable por lo que el consejo de Aristóteles, Aquino o Finnis es recurrir a
“lo más frecuente” y al juicio de los pronimos o spoudaios, o sea de aquellos experimen-
tados en la sabiduría del “buen vivir”.
La razón práctica argumentativa jurídica que postulamos es no solo sustancial-
mente prudencial, sino que ella requiere de un ámbito dialógico metodológico o pro-
cedimental en orden a que por ese camino se alcance la respuesta jurídica concreta al
problema planteado. Necesitamos de una razón práctica “sustancial” y también “pro-
cedimental”, y así claramente Finnis se encarga de definir siete “bienes humanos ab-
solutos” pero también nueve reglas del método de la razón práctica que deben seguir-
se a la hora de establecer —en tiempo y espacio— el derecho justo o correcto. El
mejor derecho no sólo transita dentro de ciertos márgenes, sino lo hace respetando
ciertas reglas racionales que conducen de la mejor manera al mejor y más humano
resultado jurídico. En ese orden de recuperar una razón práctica que es prioritaria-
mente sustancial pero que sin embargo se proyecta al plano procedimental o estruc-
tural reivindicando diálogo o intercambio y ponderación puede resultar oportuno el
242 • Rodolfo L. Vigo
aval de Kalinowski: “las premisas de todos los razonamientos jurídicos … pueden ser
escogidas —y lo son de hecho la mayor parte de las veces— por intermedio de un diá-
logo, es decir, en el curso de una controversia que regulan la dialéctica y la retórica”.7
7
“Le raisonement juridique: état actuel de la question, bilan et perspective”, en Archiv für Rechts
und-Sozialphilosophie, N. 7, 1972, p. 40.
8
Cfr. mi libro: El iusnaturalismo actual -de M.Villey a J.Finnis-, Fontamara, México, 2003, pp. 105
a 148.
Argumentación constitucional • 243
juicios morales”; d) el derecho si pretende servir al hombre y contar con validez jurí-
dica en sentido pleno, debe promover o no perjudicar a esos bienes básicos (una de
las nóminas finnisiana es: vida, juego, amistad, razonabilidad práctica, conocimiento,
experiencia estética y religiosidad) en los que está comprometido el “human flouris-
hing”; e) esos primeros principios son pre-morales en tanto son los fines básicos de la
existencia humana pero requieren que el hombre con su razón y libertad los vaya en-
carnando en sus concretas decisiones y acciones; f ) a los efectos de obtener una moral
o derecho razonable o correcto Finnis se encarga de precisar nueve exigencias que
expresan el método de la razón práctica que conduce a esa finalidad; y g) en el plano
de los primeros principios cabe hablar de universalidad y necesidad pero ya en las
conclusiones que la razón infiere de los mismos se incrementa la practicidad e histo-
ricidad del saber y también los riesgos de error.
3. Dimensión lógica: ésta ciencia especulativa o teórica debe ser respetada por todo
razonamiento en orden a su inteligibilidad y corrección. La llamada “justificación in-
terna” del discurso por Alexy, precisamente apela al respeto de la lógica en las co-
nexiones que se establezcan entre las premisas del mismos. También Kalinowski in-
cluye entre los tres tipos de raciocinios jurídicos a los de “coacción intelectual” o
“lógicos”. En definitiva, aquí tenemos la presencia del saber teórico o especulativo en
tanto la lógica no tiene por finalidad prescribir o valorar conductas, y consiguiente-
mente, posibilita una certeza absoluta, necesaria o universal sin excepciones.
4. Dimensión dialéctica: recordemos que para el Aquinate al hablar de prudencia
puede abarcarse en la misma tanto cuando se “razona basándose en principios nece-
sarios” de ciencias especulativas, o cuando se razona con “verdades probables” for-
madas de opiniones que “da origen a la dialéctica” o cuando desde “ciertas conjeturas
deduce una sospecha o una leve persuasión” que es lo “propio de la retórica” (S. T.
II-II, q. 48, a.1). Indicamos específicamente esta dimensión para subrayar la necesidad
de recurrir dialógicamente en el discurso jurídico a “lo más frecuente” (Aristóteles) o
al juicio de los hombres experimentados o sabios; conscientes de que no es posible
habitualmente pretender razonamientos necesarios o demostrativos dado que versa
sobre realidades contingentes y el silogismo dialéctico (siguiendo la regla que la con-
clusión no puede ser más fuerte que la premisa más débil) sólo nos brinda conclusio-
nes “probables” (“Tópicos”, Libro I, cap. I). Sin duda que los aforismos jurídicos son
en muchos casos verdades consolidadas en experiencia jurídica muy generalizada que
algunos asimilan a tópicos o “lugares comunes” para razonar y justificar.
5. Dimensión retórica: este arte abocado a la persuasión resulta de enorme importan-
cia para el jurista que define argumentativamente una solución jurídica para el caso
que lo convoca. Mientras que la dialéctica está vinculada a un diálogo animado por la
búsqueda de la verdad práctica del discurso para el caso, en la retórica el empeño se
244 • Rodolfo L. Vigo
ca legislativa, una técnica judicial, etc.) que sólo los que lo practican logran familiari-
zarse con la misma y hacer “buenas” obras jurídicas.
8. Dimensión prudencial: con acierto el Código de Ética Judicial para Iberoamérica define
que “el fin último de la actividad judicial es realizar la justicia por medio del derecho”
(art. 35) pero para ello se requiere que el jurista acierte en la elección racional que le
cabe hacer entre las respuestas jurídicas disponibles. Ese acierto en terminología clá-
sica —no kantiana— era el objeto del juicio prudencial que la razón práctica establece
en cada caso. El prudente se ocupa de los actos humanos libres y concretos pero no
con el objeto de saber sobre ellos en consideración general o universal sobre cuales
son buenos o malos, sino con el propósito de conducirlos o definir cuales de aquellos
que están disponibles para concretarlos es el más bueno o correcto. El jurisprudente
en particular, no es un intelectual del derecho sino un experto en identificar las so-
luciones posibles y mejores a los problemas que ponen bajo su competencia en or-
den a conseguir la justicia. Ese saber prudencial (o “recta razón en el obrar”) se nutre
principalmente de: a) memoria o experiencia (advertía Aristóteles que es posible un
joven con dominio de las matemáticas, pero será muy difícil encontrar uno prudente);
b) circunspección o conoce exhaustivamente las circunstancias; c) docilidad para reci-
bir enseñanza de aquellos más sabios; d) precaución para no actuar con ligereza o
apresuradamente; y e) sagacidad, para responder a lo imprevisto o novedoso. Al tener
que decidir sobre lo que alguien debe hacer frente a múltiples posibles y contingentes
alternativas, el prudente no pretende conocer demostrativamente y con certeza abso-
luta, más bien es consciente que se mueve en un terreno discursivo en donde el cono-
cer acentúa al máximo su practicidad (la razón práctica es “cada vez más defectible a
medida que desciende a lo concreto”; S.T. I-II, q. 94, a.4), y por ello, caben las excep-
ciones y nuevas adaptaciones a las conclusiones racionales y prescriptivas que se al-
canzan respecto de un caso particular. Al prudente no se le pide que defina o teorice
sobre la justicia o lo que debe hacer en universal el depositario, sino que determine
cual es la conducta justa para ese sujeto aquí y ahora.
9. Dimensión ética subjetiva: el discurso argumentativo prudencial escoge racional-
mente entre alternativas, pero esa razón tiene vinculación con las disposiciones éticas
o apetitivas asumidas por el argumentador. Tan es así que “la rectitud del juicio puede
darse de dos modos: uno según el perfecto uso de razón; otro, por cierta connaturali-
dad con las cosas sobre las que se va a juzgar” (S. T. II-II, q. 45, a.3), éste último tipo
de saber se adquiere con la práctica reiterada de ciertos modos de actuar lo que va
tornando fácil y agradable el realizarlo. Aristóteles llama metafóricamente al buen juez
“justicia animada” o “encarnada” en tanto cuenta con ese saber “connatural” de jus-
ticia a través de una prolongada práctica de discernir con acierto los conflictos jurídi-
cos. En la filosofía clásica la verdad práctica no consistía en correspondencia con la
realidad (pues ésta no estaba aún dado que era el acto que debía hacerse) sino en su
246 • Rodolfo L. Vigo
concordancia con la disposición o apetito recto u orientado al bien del hombre, y así
llega a escribir el Aquinate: “el virtuoso es norma en las obras humanas, porque bueno
es aquello que apetece el virtuoso” (In I Sent., d.17, q.1, a.4, ad.2). La verdad práctica
del juicio prudencial es facilitada por una voluntad que quiere y se orienta al bien (“el
bien está contenido bajo la verdad, en cuanto que es una cierta verdad entendida; y la
verdad está contenida bajo el bien, en cuanto que es un cierto bien deseado”, S. T.I, q.
82, a.4, ad.1), y así la certeza que provee el juicio prudencial es intelectual pero tam-
bién afectiva o vital,9 por eso quien tiene arraigado los hábitos de la injusticia, cobardía
o parcialidad le costará muchísimo el conocer y operar con justicia, valentía o impar-
cialidad. El “phronimos” que practica el bien cotidianamente no sólo se le facilita el
juicio prudente sino —en opinión aristotélica— resulta más creíble en la ciudadanía:
“a las personas buenas les creemos más y con mayor rapidez.,en general, en todos los
asuntos pero principalmente en aquello en que no hay evidencia sino una opinión
dudosa” (“Retórica”, lib. I, cap. 2).
9
RAMÍREZ, Santiago, La prudencia, Ed. Palabra, Madrid, 1979, p. 198.
Argumentación constitucional • 247
las escuelas dependientes de los Poderes Judiciales pueden ser un excelente ámbito
para desarrollar esa tarea.
3) El riesgo de la pérdida de seguridad jurídica: dado que las normas jurídicas
generales sancionadas y publicadas quedan libradas a la aceptación argumentativa de
los jueces, ello suscita una crisis respecto a la seguridad jurídica. Recordemos que la
teoría de la argumentación no descarta a las normas sino que ellas quedan incluidas
entre otros argumentos aunque sin precisar a priori su valor, pero tampoco descartan-
do que tengan una fuerza superior a los restantes argumentos. Por otro lado, pensa-
mos que no es posible alcanzar la prometida seguridad jurídica que venía con el mo-
delo decimonónico, y más bien ese fue un postulado dogmático carente de realismo y
de un concepto integral de la validez jurídico. Asimismo, hay una seguridad jurídica
que el derecho debe y puede brindar pero para ello se requiere satisfacer otras variadas
exigencias (por ejemplo, mejorar las leyes).
4) La judicialización de la teoría jurídica: ya hemos dicha que no se postula una
tesis como la del realismo jurídico norteamericano en donde el derecho es lo que los
jueces dicen que es, sino que se trata de asumir realistamente y sin dogmas o prejuicios
que la institución judicial ha sido diseñada con el poder jurisdiccional, o sea para decir
el derecho y decirlo en última instancia, por ende, le corresponde ese papel final y
definitorio de muchas cuestiones teóricas y prácticas, entre ellas la nómina de las fuen-
tes del derecho. No se está postulando que la jurisprudencia absorba a todas las otras
fuentes del derecho, sino que a ella le corresponde un papel final y definitorio, pero
limitado y en algún sentido previsible.
5) La pérdida de una teoría de las fuentes del derecho propuesta científicamente
con pretensiones de universalidad: sin perjuicio de que cabe un concepto suficiente-
mente general o universal de fuentes del derecho, pensamos que su nómina o detalle
es algo histórico y ligado a tiempo y lugar. Nos parece que esa tesis es empíricamente
constatable y la misma incluye identificar reiteraciones y coincidencias en la nómina.
De todas maneras para conocer el listado de las fuentes respectiva sólo procede ir a
buscarlo en la jurisprudencia, y especialmente en la constitucional.
6) Las decisiones judiciales libradas a la irracionalidad: en la medida que ignore-
mos las teorías de la argumentación y las posibilidades que hoy ofrece la razón prácti-
ca tanto procedimental como sustancial, cualquier invocación a valores se entenderá
como algo irracional. Sin embargo, es prudente como mínimo antes de rechazar las
propuestas en el campo de la razón práctica estudiarlas y apreciarlas sin prejuicio.
Señalemos el ejemplo de la teoría alexyana con sus 28 reglas que pretenden controlar
procedimentalmente la racionalidad de los juicios prácticos.
248 blanca
Análisis jurisprudencial
250 blanca
El caso Lydia Cacho en la SCJN
y la ponderación de la prueba ilícita
Francisco Ibarra Palafox
motivo del proceso penal seguido en su contra. Además y antes de votar estos dos
puntos, los ministros manifestaron que no era posible pronunciarse sobre la violación
de los derechos de los menores, pues consideraron que la facultad de investiga-
ción solo debía versar sobre la posible violación de garantías individuales de Lydia
Cacho.
En síntesis, podemos decir que los ministros de la mayoría consideraron que la
conversación grabada entre el gobernador Mario Marín y el empresario Kamel Nacif
era una prueba ilícita de imposible admisión o valoración, y no hicieron un análisis
pormenorizado de la prueba ilícita ni de sus posibles excepciones. Considero que el
examen de estas excepciones adquiría importancia en la medida en que la prueba era
rechazada.
Efectivamente, la regla de exclusión de las pruebas ilícitas consiste en que las
pruebas obtenidas por medios ilícitos no deben ser ni admitidas ni valoradas, pues
esto es indispensable para asegurar la garantía del debido proceso legal. Sin embargo,
dentro del debido proceso, la actividad probatoria debe estar dirigida a asegurar no
sólo la presunción de inocencia, sino también la utilización de los medios de prueba
pertinentes. De esta manera, podemos decir que aún cuando por regla general la regla
de exclusión debe ser sostenida, aceptarla siempre y en todo lugar podría llevarnos al
extremo de poner en riesgo el derecho fundamental de utilización de los medios de
prueba pertinentes. Es decir, la aplicación inflexible y absoluta de la regla de exclu-
sión de las pruebas ilícitas podría generar una situación contraproducente, consisten-
te en que debido a esta regla dejáramos de considerar pruebas que fueran indispen-
sables para resolver conforme a justicia o para proteger los derechos fundamentales
de otras personas. De esta forma, la regla general de exclusión de las pruebas ilícitas
tiene algunas excepciones que operan en casos especiales y bien determinados, siem-
pre y cuando sean indispensables para proteger los derechos fundamentales.
En principio estamos de acuerdo en que la verdad material no puede obtenerse a
cualquier precio, lo que supone que el derecho a utilizar los medios pertinentes de
prueba queda limitado por los propios derechos y libertades fundamentales. En efec-
to, los principios que rigen las limitaciones probatorias no constituyen simples forma-
lidades que han de ser observadas procesalmente, sino que tienen como sentido, la
defensa de los principios básicos de una sociedad democrática, de ahí que se presen-
ten como límite a la búsqueda de la verdad material.1 Entre las reglas que limitan la
búsqueda de la verdad encontramos la de no admisión de pruebas ilícitas. Ellas pue-
den ser, según la opinión ampliamente reconocida en la actualidad, por un lado sólo
prohibiciones de práctica de pruebas y/o sólo de aprovechamiento de pruebas.2
El derecho a la inadmisión de las pruebas ilícitas es una de las garantías con las
1
MARTÍNEZ GARCÍA, Elena, Eficacia de la prueba ilícita en el proceso penal (a la luz de la STC 81/98,
de 2 de abril), Valencia, España, Tirant lo Blanch y Universitat de Valencia, 2003, pp. 18 y 19.
2
HEINZ GÖSSEL, Karl, “La prueba ilícita”, en Revista de Derecho Penal (2001-1).Garantías Constitu-
cionales y nulidades procesales-I, Director Edgardo Alberto Donna, Buenos Aires, Rubinzal-Culzoni Edito-
rers, 2001, p. 34.
El caso Lydia Cacho en la SCJN• 253
Estados Unidos
Para un mejor entendimiento de la problemática que las excepciones a la regla
general de inadmisión de las pruebas ilícitas implican, conviene esbozar el desarrollo
de la misma en los Estados Unidos, pues la jurisprudencia de este país fue la primera
3
MARTÍNEZ GARCÍA, Elena, op. cit., nota 1, pp. 34-35.
254 • Francisco Ibarra Palafox
que desarrolló las citadas excepciones, mismas que paulatinamente fueron influyendo
en las jurisprudencias nacionales de otros países.
Para empezar conviene decir que en los Estados Unidos la creación de la regla de
exclusión de la prueba ilícita (exclusionary rule) ha sido objeto de toda una larga evo-
lución jurisprudencial; el primer eslabón en la materia se remonta a finales del siglo
XIX.4 En un principio, en Estados Unidos se estableció una regla rígida de inadmisi-
bilidad de las pruebas ilícitas.
Al tiempo que se consolidaba la regla de exclusión, en forma paralela fue confi-
gurándose la denominada doctrina de los frutos del árbol envenenado. Ésta surge por
primera vez en el caso Silversthorne Lumbre Co. Vs. United States (1920), pero no se
acuña esta expresión hasta la sentencia Nardone vs. United States (1939). En ambos
supuestos se trata de intervenciones telefónicas ilegales y se negaba la posibilidad de
aceptar el uso derivado o los efectos reflejos de las informaciones halladas mediante
esas intervención ilegales. En este sentido se alegaba que si un árbol estaba envene-
nado, todos sus frutos deberían también estarlo, motivo por el cual se hacía imposible
obtener cualquier información derivada de un hecho ilícito en origen.5
La regla de no admisión de las pruebas ilícitas permaneció sin excepciones duran-
te casi ochenta años en los Estados Unidos, hasta que en los sesenta comenzaron a
surgir algunas excepciones que van a flexibilizar la rigidez con que inicialmente había
sido formulada la regla de la exclusión. A partir de este momento comienza a modifi-
carse por completo el fundamento de la exclusión de la prueba ilícita, calificándolo de
“remedio judicial” necesario para salvaguardar el sistema de derechos de la sociedad.
Igualmente, tiene inicio el alegato consistente en señalar que si la prueba ilícita ya no
produce un efecto disuasorio en la policía y los jueces, no tiene sentido la exclusión de
ese material probatorio, pues esto puede ser útil inclusive para establecer un límite
para los poderes públicos, ponderable según las circunstancias del caso concreto.
Una primera excepción a la regla general de exclusión de la prueba ilícita en la
jurisprudencia estadounidense la encontramos al admitirse la denominada teoría de la
fuente independiente, que logra justificar la independencia causal entre dos pruebas
aparentemente derivadas la una de la otra (Wong Sun vs US 1963 y Silversthorne Lum-
ber Co. Vs. US 1920). De esta manera, el nexo entre pruebas se diluye si el camino
para el descubrimiento de la prueba es autónomo o independiente, entonces dicha
prueba puede ser admitida y valorada.6
Más tarde se admitió la doctrina del descubrimiento inevitable, la cual rompe la
ilicitud de una prueba derivada de otra ilícita, al admitir la “inevitabilidad” en el des-
cubrimiento por otros medios que hubieran sido legales (Nix vs. Williams 1984). Esta
nueva excepción a la doctrina del fruto del árbol envenenado, admite pruebas deriva-
das de una ilícita por la “presunción” de que se podría haber llegado a ellas “irreme-
4
Ibidem, p. 64.
5
Ibidem, p. 73.
6
GONZÁLEZ MONTES, José Luis, “La prueba ilícita”, en Persona y Derecho. Revista de Fundamenta-
ción de las Instituciones Jurídicas y de Derechos Humanos, Pamplona. España, No. 54, 2006, pp. 372-373.
El caso Lydia Cacho en la SCJN• 255
España
En el caso de la jurisprudencia española, también en un principio se aceptó la
regla de exclusión de las pruebas ilícitas y la teoría del árbol envenenado. Inclusive, el
derecho español consagró la regla de exclusión en su legislación secundaria, pues la
Ley Orgánica del Poder Judicial en su artículo 11 estableció una prohibición absoluta
para recibir estas pruebas.
En la actualidad ya podemos encontrar diferentes resoluciones judiciales españo-
las que establecen excepciones a la regla de exclusión. Hacer una exposición detallada
de todas estas, rebasaría con mucho los objetivos del presente trabajo, sin embargo,
nos parece importante destacar las implicaciones de la sentencia STC 81/98 que no es
la única pero sí una de las que la examina el tema que nos ocupa con mayor profun-
didad y claridad.11
Ante el riesgo de petrificar la regla de exclusión en la jurisprudencia española,
hace apenas una década el Tribunal Constitucional Español emitió una sentencia en
la cual se integraban algunas excepciones a esta regla general. La sentencia STC 81/98
del Tribunal Constitucional estableció que aún existiendo una relación de causalidad
fáctica entre el resultado probatorio y la intervención ilícita, es posible romper la co-
nexión de antijuridicidad entre el resultado de la violación y el medio de prueba obte-
nido. Examinando las siguientes tres variables, se puede llegar a establecer esta posi-
ble desvinculación jurídica entre los hechos y sus pruebas:
7
MARTÍNEZ GARCÍA, Elena, op. cit., nota 1, pp. 54 y 75.
8
Ibidem, p. 54.
9
Ibidem, pp. 55, 74-75.
10
Ibidem, p. 70.
11
GONZÁLEZ MONTES, José Luis, op. cit., nota 6, p. 370.
256 • Francisco Ibarra Palafox
a) La magnitud de la violación.
b) La confesión espontánea.
c) La importancia del bien jurídico protegido, pues es indispensable que las
excepciones a la regla de exclusión deban ser consideradas cuando ello supone la
protección de derechos básicos, como la libertad o la vida.
Esta triple consideración también nos puede ser útil para llegar a establecer la
desconexión entre dos pruebas, una de las cuales llamaremos prueba originaria y otra
prueba derivada. Así, aún cuando la prueba originaria pueda ser una prueba ilícita,
ello no necesariamente implica que la prueba derivada también lo sea, pues habrá
que hacer una serie de ponderaciones que nos permitan establecer su vinculación
directa o remota.12
Además de la conexión de antijuridicidad, conexión que también es identificada
como “la perspectiva interna”, el Tribunal Constitucional español alude en un se-
gundo análisis que denomina “perspectiva externa”. Esta consiste en que la excep-
ción a la exclusión de una prueba ilícita en su origen no suponga un incentivo para
la infracción del derecho sustantivo, pues en caso contrario la excepción no debería
proceder.
En la práctica judicial española ha de aludirse a otra excepción al principio de los
frutos del árbol envenenado, también de origen norteamericano: la del descubrimien-
to inevitable. Aunque esta excepción no haya sido claramente acogida todavía por el
Tribunal Constitucional, se ha aplicado por el Tribunal Supremo en la sentencia de la
Sala Segunda de 4 de julio de 1997 (RJ 1997/6008), en la que se argumentó que las
pruebas tachadas de ilícitas habrían sido inevitablemente descubiertas de una fuente
sin tacha, como son las operaciones de vigilancia y seguimiento realizadas permanen-
temente.13
En conclusión, las valoraciones que ahora deben realizar los jueces españoles
ante las pruebas ilícitas dejará en algunas ocasiones sin efectos la regla de la exclusión
de las pruebas ilícitas, pues al examinar tales pruebas mediante esta ponderación o
balancing test, la eficacia negativa de la regla exclusión no entrará en funcionamiento
en casos especiales.14
Alemania
Por lo que respecta a Alemania, en diversas decisiones que van de 1990 hasta
1996, el Tribunal Constitucional Federal Alemán (BverfG) ha distinguido con toda
claridad entre la prohibición para realizar una prueba y su aprovechamiento. Se debe
tomar la decisión en pro o en contra de una prohibición de aprovechamiento basán-
dose en una amplia ponderación, en la que el peso de la violación del procedimiento,
como también su significado para el ámbito legalmente protegido del interesado,
12
MARTÍNEZ GARCÍA, Elena, op. cit., nota 1, p. 178.
13
Ibidem, p. 373.
14
Ibidem, p. 218.
El caso Lydia Cacho en la SCJN• 257
15
HEINZ GÖSSEL, Karl, op. cit., nota 2, p. 40.
16
Ibidem, pp. 68-69.
17
Idem.
18
Ibidem, p. 73.
258 • Francisco Ibarra Palafox
19
Ibidem, pp. 73 y 74.
20
Ibidem, pp. 75 y 76.
21
SERGE JIMÉNEZ, Claudia Helena, “La prueba ilícita y las causales de ausencia de responsabili-
dad penal”, en Revista de la Universidad Cooperatia de Colombia, Medellín, No. 83, octubre de 2003, pp.
103-104.
22
La sentencia puede consultarse en la siguiente dirección electrónica de la propia CEDH: http://
cmiskp.echr.coe.int/tkp197/view.asp?action=html&documentId=695449&portal=hbkm&source=extern
albydocnumber&table=F69A27FD8FB86142BF01C1166DEA398649
El caso Lydia Cacho en la SCJN• 259
van del reconocimiento de este derecho, había que examinar el proceso penal en su
conjunto.23
La historia de los hechos era, en líneas generales, la siguiente: el señor Schenk,
ciudadano suizo, contrató los servicios de una agencia de publicidad para que se pu-
blicase en la prensa un anuncio solicitando los servicios de un ex legionario o indivi-
duo de características análogas para unos trabajos o misiones ocasionales. Como re-
sultado de la publicación del anuncio el demandante escogió al Señor Pauty, con
quien se reunió en diversas ocasiones, pagándole varias misiones que le confió. Al
llegar a Suiza, el señor Pauty entró en contacto con la señora Schenk confesándole
que su marido le había encargado que la matara. Después de considerar la posibilidad
de hacerle creer que su mujer había muerto para poder así cobrar el precio, ambos se
dirigieron al Juez de instrucción narrándole los hechos anteriormente descritos, lo
que motivó que se iniciara la oportuna investigación policial por tentativa de homici-
dio. Mientras tenía lugar dicha investigación, el señor Schenk llamó por teléfono al
señor Pauty, al tiempo que grababa la conversación mantenida por ambos, entregán-
dola a la policía que la incorporó a las actuaciones judiciales. El señor Schenk fue
declarado culpable de un delito de tentativa de inducción al homicidio, castigándole
a diez años de reclusión. Para fundamentar dicha condena, el Tribunal tuvo en cuenta
el contenido de la conversación telefónica previamente grabada por el señor Pauty.
La condena fue confirmada por el Tribunal Federal Suizo.24
En su demanda ante la Corte Europea de Derechos Humanos, el señor Schenk
alegó que el registro de la conversación telefónica y su uso como medio de prueba
habían infringido su derecho a un proceso justo al tratarse de una grabación ilegal
realizada sin la preceptiva autorización judicial. El mismo gobierno Suizo, al igual
que los tribunales suizos que habían conocido el caso, reconocieron que la grabación
telefónica se había conseguido ilegalmente, aunque estimaban que ello no era obstá-
culo para su admisión como prueba en el proceso, pues “el interés público en descu-
brir la verdad de un delito sobre la muerte de una persona debía prevalecer sobre el
interés de Schenk de mantener el secreto de una conversación telefónica que no afec-
taba a su intimidad”.25 Finalmente la Corte Europea de Derechos Humanos desesti-
mó los alegatos del demandante concluyendo que el uso de la grabación ilegal como
prueba de convicción no le había privado de un proceso justo.26
Conclusión
Como se podrá observar de la jurisprudencia y de las resoluciones anteriores, las
excepciones a la regla de exclusión pueden operar en casos especiales, cuando se
23
MIRANDA ESTRAMPES, Manuel, El concepto de prueba ilícita y su tratamiento en el proceso penal,
Barcelona, J.M. Bosch Editor, p. 56.
24
Ibidem, pp. 56-57.
25
Ibidem, op. cit., p. 57.
26
MIRANDA ESTRAMPES, op. cit., pp. 57-58.
260 • Francisco Ibarra Palafox
atenta contra los derechos y las libertades básicas de las personas, así como cuando
los principios de la democracia liberal son puestos en riesgo.
En consonancia con la jurisprudencia desarrollada por el derecho comparado y el
derecho internacional de los derechos humanos, en el caso “Lydia Cacho”, una mayo-
ría de ministros de la SCJN pudo haber construido su propia reflexión sobre las ex-
cepciones a la regla de exclusión. Sin embargo, no lo hizo y con ello asumió una posi-
ción inflexible y rígida en lo relativo a la regla de exclusión de las pruebas ilícitas,
inflexibilidad que se encuentra ampliamente superada en la práctica judicial de diver-
sos tribunales nacionales e internacionales.
Intérpretes arqueólogos vs. intérpretes
artífices: el caso Lydia Cacho
Un relato de las disputas dentro del máximo tribunal mexicano
a la luz de la interpretación constitucional*
I. Introducción
Mucho se ha dicho en torno de la facultad que el Constituyente de 1917 determi-
nó otorgarle a la Suprema Corte de Justicia de la Nación a efecto de que pudiera in-
vestigar actos de autoridad que pudieran ser considerados “graves violaciones” a las
garantías individuales consagradas en la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos.
Mas allá del juicio de valor, respecto a la conveniencia o inconveniencia de que
dicha facultad permanezca o no en el sistema constitucional mexicano, de lo cual
mucho se ha escrito en ambos sentidos, lo único cierto es que al día de hoy, el Poder
*
Trabajo realizado a partir de un análisis del dictamen del veintinueve de noviembre de dos mil
siete que calificó la investigación constitucional realizada en el expediente 2/2006, así como de las versiones
estereográficas de los días veintisiete y veintinueve de noviembre del dos mil siete y de los votos concurren-
tes y particulares emitidos en relación con dicho expediente, relativo a la investigación constitucional orde-
nada el veinticinco de enero de dos mil siete por el Tribunal Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, de los hechos que pudieran ser violatorios de las garantías individuales de la ciudadana Lydia Ca-
cho Ribeiro.
1
Lo anterior debido a que por una reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Fede-
ración el 13 de noviembre de 2007 se derogó el tercer párrafo del artículo 97 constitucional, a fin de supri-
mir la facultad de investigación con la que también contaba la SCJN, pero para investigar hechos que po-
siblemente representaran violaciones al voto público.
Intérpretes arqueólogos vs. intérpretes artífices: el caso Lydia Cacho• 263
Por lo tanto, si interpretar es dar contenido o significado a las palabras que utiliza
el legislador, y la sola función de interpretar significa a su vez, siete contenidos distin-
tos: ¿será sencillo interpretar cuando la misma palabra que describe dicho acto signi-
fica a la vez siete cosas distintas? Nos parece que la respuesta obvia debe ser en sen-
tido negativo.
Es por ello que la interpretación es una de las instituciones esenciales de la cien-
cia jurídica, ya que será a través de esta función realizada por los aplicadores jurídi-
cos, la forma en cómo se puedan aplicar correctamente o no las normas jurídicas, in-
cluidas —claro esta— las normas constitucionales.
Por lo anterior, no es difícil pensar que existan posturas divergentes o contradic-
torias en torno a la forma de interpretar las normas jurídicas que deriven posterior-
mente en su aplicación a los casos concretos, problemática que se refleja sobremane-
ra en la forma en cómo los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
interpretaron el segundo párrafo del artículo 97 constitucional en tratándose del caso
que hoy nos ocupa.
Ahora bien, el “nudo” del Derecho que hemos intentado describir en los párrafos
anteriores se acrecienta cuando lo que se pretende interpretar, y por lo tanto aplicar,
son las normas constitucionales. De hecho, es por lo anterior que dentro de la teoría
general de la interpretación podemos distinguir dos tipos de interpretación, por un
lado, la interpretación jurídica o de la normativa secundaria, y por el otro, la interpre-
tación constitucional o de los valores, principios y normas constitucionales.
Pero, ¿en realidad hay diferencia entre interpretar la Constitución y la normativa
secundaria? Sin duda es diferente, debido a que:
1° Las consecuencias de la interpretación constitucional son más importantes y
trascendentes debido al principio de supremacía constitucional.
2° En la Constitución se hace referencia a principios, conceptos fundamentales y
conceptos jurídicos indeterminados, los cuales deben ser nutridos de contenido para
su correcta aplicación, la interpretación constitucional le exige a los aplicadores jurí-
dicos una mayor argumentación, cosa que no ocurre con la interpretación de la nor-
mativa secundaria.
3° El intérprete de la normativa secundaria, a través de su interpretación cuida
la legalidad de los actos de autoridad lo que implica sólo una subsunción (verificar la
actualización del supuesto, ya que una vez actualizado, la consecuencia se da como
cascada), en cambio el intérprete constitucional, a través de su interpretación debe
cuidar la constitucionalidad de actos y leyes, lo que implica un ejercicio de pondera-
ción sobre todo cuando hay diversos derechos fundamentales en juego.
4° La interpretación constitucional tiende a idealizarse, la interpretación de la
normativa secundaria no.
5° En la interpretación constitucional puede utilizarse la doctrina de la interpre-
tación previsora o funcional, es decir que, tomando en consideración la trascendencia
de la interpretación constitucional que se esté realizando, se deben evaluar las conse-
cuencias del resultado de tal interpretación.
264 • Francisco Vázquez Gómez Bisogno
Como puede observarse, en este primer análisis que realizó el ministro instructor
Ortiz Mayagoitia, se determinó que los actos imputados a las autoridades del Estado
de Puebla no podían ser considerados como “graves violaciones” a las garantías indi-
viduales, postura la cual ratificaría el ministro en cuestión en los siguientes debates,
razón por la cual, en este momento, no haremos mayor hincapié en ella.
266 • Francisco Vázquez Gómez Bisogno
bien la investigación realizada por mandato de ese Tribunal Pleno se estimaba sufi-
ciente, lo cierto es que una vez excluidos los medios de convicción que fueron consi-
derados contrarios a las previsiones constitucionales que rigen las intervenciones de
las comunicaciones privadas, la valoración, aun considerada de manera circunstan-
cial, de los restantes elementos que obran en autos no permite tener por demostrada
la existencia de graves violaciones a las garantías individuales de la periodista Lydia
Cacho, en los términos que previene el segundo párrafo del artículo 97 de la Consti-
tución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
En este sentido, los resolutivos fueron del tenor siguiente:
PRIMERO.—La investigación constitucional realizada por la Comisión Investigadora
designada en el expediente 2/2006, para investigar hechos referidos por las Cámaras de
Diputados y Senadores del Congreso de la Unión, es suficiente para que el Tribunal Pleno
esté en aptitud de pronunciarse sobre la existencia o no de violaciones graves de garantías
individuales.
SEGUNDO.—No se probó, para los efectos del párrafo segundo del artículo 97 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la existencia de violaciones graves
de las garantías individuales de la periodista **********, con motivo del proceso penal
seguido en su contra.
Con esta resolución se dio por terminado el asunto y con ello se dio inicio de un
sinnúmero de críticas vertidas en contra del máximo tribunal mexicano, ya que la
opinión pública y la ciudadanía en general, tenían la expectativa de que —ante
la falta de una clase política honesta que priva en la integración del Poder Ejecutivo y
del Poder Legislativo— aún quedaba una pequeña esperanza en los juristas y la justi-
cia, es decir en el Poder Judicial, esperanza la cual —ante una resolución de este
tipo— quedó sepultada.
2
Tesis 2a. CLXI/2000, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena épo-
ca, tomo XII, diciembre de 2000, p. 248.
Intérpretes arqueólogos vs. intérpretes artífices: el caso Lydia Cacho• 273
Los argumentos vertidos por tales ministros para descalificar como pruebas a las
llamadas telefónicas de referencia fueron sintetizados de una manera excepcional por
el ministro Azuela en el voto concurrente que emitiera, siendo éstos los siguientes:
1. Carecen de todo valor probatorio, puesto que se obtuvieron sin que mediara
una orden de intervención emanada de un Juez Federal, de conformidad con lo dis-
puesto por el artículo 16, párrafo noveno y décimo, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos.
2. En consecuencia, resulta inaceptable que la Suprema Corte, como Tribunal
Constitucional garante de los derechos fundamentales, pase por alto una prohibición
constitucional expresa y otorgue valor probatorio a llamadas telefónicas que se obtu-
vieron ilícitamente. Es importante destacar que si para los casos ordinarios existe la
prohibición de otorgar valor probatorio a esos elementos, por mayoría de razón debe
aplicarse el principio para una actuación de la Suprema Corte de Justicia, que es de
carácter excepcional, y que puede referirse a conductas susceptibles de dar lugar a
responsabilidades civiles, penales, administrativas y políticas.
No obstante, los señores ministros Cossío Díaz y Góngora Pimentel se manifesta-
ron en el sentido de que dichas llamadas telefónicas debían constituir prueba plena.
El argumento utilizado para ello fue en el sentido de que con base en que, inde-
pendientemente de que la llamada telefónica se haya obtenido ilegalmente, dicha
probanza debió de adminicularse con la carta publicada en el periódico “El Univer-
sal” en su edición del martes diecinueve de septiembre de dos mil seis, en la que el
señor Kamel Nacif, sin hacer diferenciación entre las diversas conversaciones telefó-
nicas de las que tuvo conocimiento la opinión pública, acepta su contenido, aunado a
que tal aceptación nunca fue desvirtuada por el Gobernador del estado de Puebla en
el proceso respectivo.
Dicha carta es fue del tenor siguiente:
…los hechos acontecidos hace unos días en los que se divulgan grabaciones obtenidas ilí-
citamente de mis líneas telefónicas hacen necesaria esta carta abierta ante la opinión pú-
blica. Nunca imaginé que lo expresado de manera privada fuera a hacerse público, fundamen-
talmente por el entorno en que se difundieron mis palabras. Moralmente no hay otra
responsable que mi persona, soy yo quien habló en esas conversaciones y las expresiones ofen-
sivas son mías, insisto, en diálogos que eran de carácter privado… Las grabaciones fueron
ordenadas a causa de una diferencia de carácter personal en mi matrimonio… Si hago del
conocimiento público el origen de las grabaciones es para precisar un tema que daña a
terceros y a las mismas instituciones… Inicié un procedimiento legal por calumnias y difa-
mación proferidas en mi contra por la señora Lydia Cacho y sigo sosteniendo que mi de-
nunciada es presunta responsable de la comisión de delitos por difamación y calumnia.
Hasta hoy vigentes en el Estado de Puebla y Quintana Roo, y por lo tanto de observancia
general. No anticipo sentencia y corresponde al Tribunal pronunciarse al respecto…
De igual manera, otro de los puntos debatidos y respecto de los cuales se dejan
ver las dos grandes posturas de la interpretación constitucional, fue ya concretamente
el tema de si la pederastia debería o no ser alcanzado por la facultad de investigación
que ejercitó la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
3
Versiones estenográficas de las sesiones del Tribunal Pleno del 27 y 29 de noviembre del 2007.
Intérpretes arqueólogos vs. intérpretes artífices: el caso Lydia Cacho• 275
Por su parte, los ministros que desde nuestra óptica asumieron la postura progre-
sista, es decir, de intérpretes artífices de la Constitución, fueron los siguientes:
SILVA MEZA. La investigación pues, se ciñe estrictamente al mandato otorgado por el
Tribunal Pleno a los comisionados; esto es, no es explícito de dar las palabras sacramenta-
les, “pornografía, pederastia”, pero sí involucrados directamente con los hechos; en tanto,
que los hechos que se realizan para violar las garantías individuales de la periodista Lydia
Cacho son consecutivos a la denuncia que detona en función de esas denuncias que con-
tienen la obra literaria que tantas veces hemos señalado; ¿esto con qué se confirma?, te-
nemos en autos, están las peticiones de las Cámaras de Diputados y Senadores.
GÓNGORA. no hay razones bastantes, para que un juzgador se convierta en un autómata,
obligado a seguir el camino indicado por las partes, cerrando los ojos a la realidad de las
cosas, cuando esto afecta de modo directo al derecho público.
GÓNGORA. aquí lo grave es si el gobernador conjuntó a todas las autoridades del Estado,
de las que se puede echar mano en estos casos, a las que se puede acudir para llevar a cabo
la detención ilegal, el traslado ilegal, etcétera.
Eso es lo grave, que hubiera utilizado al Poder Judicial local para esta violación de ga-
rantías y a mí me parece que el señor ministro instructor logró demostrarlo [haciendo re-
ferencia al informe que rindió el ministro Juan Silva Meza como responsable de la segun-
da Comisión Investigadora].
COSSÍO. Me parece que la violación es grave cuando hay una afectación a una persona
derivada del concierto de autoridades; autoridades estatales entre sí; autoridades federa-
les y locales, etcétera con afectación a un principio de división de poderes o autoridades o
poderes que forman parte de un mismo orden jurídico. Allí es donde me parece que está,
insisto, la nota de gravedad.
No quiero pasar inadvertido que el caso al que se refiere este voto, desde su inicio tenía las
características idóneas para manejarlas mediáticamente, buscando la percepción del asun-
to a través de elementos emotivos propios de los órganos informativos: Una grabación
presentada sorpresivamente en prensa, radio y televisión, repetida por mucho tiempo; un
gobernador y servidores públicos del Estado correspondiente; un libro de denuncia de
redes de pederastia; la autora acusadora de haber tenido una grave violación a sus garan-
tías individuales por autoridades de diferentes poderes y de dos Estados que se coludieron
para ello; las Cámaras de Senadores y Diputados que solicitaron a la Suprema Corte que
ejerciera la facultad que le concede el artículo 97, párrafo segundo, de la Constitución
Federal, para realizar investigaciones por violaciones graves de garantías individuales.
Ante ese contexto se produjo de inmediato lo que podría interpretarse como el “juicio
sumario de un tribunal paralelo que podía manejar la información y valorarla sin sujetarse
a ninguna norma jurídica.
Ante el panorama antes apuntado, era obvio lo que iba a suceder de aceptar hacer la
investigación y culminar con un dictamen. Si resultaba coincidente con la “sentencia me-
diática” surgirían los aplausos; de lo contrario, vendrían las recriminaciones. Si la determi-
nación fuera dividida los resultados serían análogos, con las adecuaciones respectivas.
Lejos de coincidir o no en este punto de vista, nos parece que para reflejar con
integralidad y objetividad todos y cada uno de los puntos medulares utilizados por los
integrantes del máximo tribunal mexicano, es importante hacer referencia a este ar-
gumento, el cual —desde nuestra óptica— pretende descalificar los elementos emo-
tivos que envolvieron al caso y a la sentencia mediática que emitiera la opinión públi-
ca, a través de otro elemento emotivo: la posición de los ministros de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación nunca será sencilla ante casos de estas o similares ca-
racterísticas, lo cual —a su dicho— debemos comprender.
Lo único cierto con todo esto, es que la resolución dejó en claro que la actual
integración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación no comparte el punto de
vista de diversos doctrinarios4 que piensan que la facultad de investigación estableci-
da en el artículo 97 constitucional, es una más de las garantías constitucionales que
—de manera extraordinaria— podrían ayudar a salvaguardar los derechos funda-
mentales reconocidos en México y con ello, ser otro aporte a la consolidación del
Estado constitucional y democrático de Derecho.
4
No por nada, el Dr. Manuel González Oropeza ha señalado que: “…el futuro de la facultad de
investigación de la Suprema Corte de Justicia, en virtud del artículo 97 constitucional, debe ser tratada
como equivalente a la investigación que hace la Cámara de Diputados en materia de responsabilidad polí-
tica de un servidor público, porque los derechos humanos es la parte dogmática de cualquier Constitución;
y la violación grave a los derechos humanos es una violación a la Constitución; es decir, que tan pronto
como ejerza sus facultades la Suprema Corte en esta materia, su resolución equivalga a la declaración o a
la acusación que haría la Cámara de Diputados ante el Senado.” Véase: GÓNZALEZ OROPEZA, Manuel,
“Los orígenes y el Futuro de la Facultad de Investigación de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación”,
publicado originalmente como estudio introductorio a la obra Proceso instruido por la 2ª Sección del Gran
Jurado con motivo de los acontecimientos ocurridos en la ciudad de Veracruz la noche del 24 al 25 de junio de
1879, facsimilar de la obra publicada por la Imprenta del Comercio, de Dublán y Cia., México 1890; Supre-
ma Corte de Justicia de la Nación, 2006, p. LXII.
El caso Temixco y
la controversia constitucional
(diez años después)*
Rubén Sánchez Gil
* El presente trabajo es parte de una investigación más amplia en preparación: El legado del “caso
Lüth”. Los valores constitucionales en la realidad jurídica, México, UNAM-Fundación Konrad Adenauer.
1
Cfr. CARBONELL, Miguel, Los derechos fundamentales en México, 2a. ed., México, Porrúa-CNDH-
UNAM, 2006, p. 41; y COSSÍO DÍAZ, José Ramón, La teoría constitucional de la Suprema Corte de Justicia,
México, Fontamara, 2002, p. 153.
2
Véase por ejemplo: “CONTROVERSIAS CONSTITUCIONALES. LA GARANTÍA DE DEBIDO PROCESO
LEGAL PREVISTA EN EL ARTÍCULO 14 DE LA CONSTITUCIÓN, DEBE RESPETARSE A LAS PARTES PARA INTER-
PRETAR SI LA DEMANDA FUE PROMOVIDA OPORTUNAMENTE”, Pleno, Apéndice al Semanario Judicial de la
Federación 1917-2000, t. I, tesis 102, p. 84.
3
“CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LA FINALIDAD DEL CONTROL DE LA REGULARIDAD CONSTI-
TUCIONAL A CARGO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN INCLUYE TAMBIÉN DE MANERA
8
Cfr. BVerfGE 7, 198 (207).
9
Supra, nota 2.
10
Cfr. MONTENEGRO, Walter, Introducción a las doctrinas político-económicas, 3a. ed., México, FCE,
2006, p. 13.
282 • Rubén Sánchez Gil
11
Desde las reformas de 1999 al régimen municipal hay cinco de ellos: constitucional, federal, estatal,
municipal y el Distrito Federal. Véanse “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LOS DIVERSOS ÓRDENES JU-
RÍDICOS ESTABLECIDOS EN LA CONSTITUCIÓN FEDERAL TIENEN AUTONOMÍA FUNCIONAL Y ASIGNACIO-
NES COMPETENCIALES PROPIAS”, Pleno, Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, t. I,
tesis 69, p. 60; y “ESTADO MEXICANO. ÓRDENES JURÍDICOS QUE LO INTEGRAN”, Pleno, Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, 9a. época, t. XXII, octubre de 2005, tesis P./J. 136/2005, p. 2062.
12
La controversia constitucional, México, Porrúa, 2008, pp. 212-234.
13
Que “constituyen de hecho un nivel de gobierno”, según el Pleno de la Corte en la controversia
constitucional 27/2002, Diario Oficial de la Federación, 1o. de diciembre de 2003, 2a. sección, con. I, p. 89.
14
Aunque sea disputada la legitimación activa en la controversia constitucional a órganos no mencio-
nados en los incisos de la fracción I del artículo 105 constitucional, véanse “TRIBUNAL ELECTORAL DEL
DISTRITO FEDERAL. AL SER UN ÓRGANO DE GOBIERNO DEL DISTRITO FEDERAL TIENE LEGITIMACIÓN
PARA PROMOVER CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL”, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Ga-
ceta, 9a. época, t. XXV, mayo de 2007, tesis P./J. 19/2007, p. 1651; y “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LA
FRACCIÓN I DEL ARTÍCULO 105 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS,
QUE PREVÉ LOS ENTES, PODERES U ÓRGANOS LEGITIMADOS PARA PROMOVERLA, NO ES LIMITATIVA”,
Pleno, idem, 9a. época, t. XXVI, diciembre de 2007, p. 1101.
El caso Temixco y la controversia constitucional • 283
afectar a los habitantes de cada uno”. Esto porque las atribuciones que le dio el Cons-
tituyente, en los términos de la iniciativa presidencial relativa, le permiten revisar la
actuación de los poderes u órganos públicos” para constatar que su actuación “se
somete de un modo preciso al derecho y, particularmente, a nuestra Constitución”.
Inmediatamente, la Corte formuló la primera parte del “topos axiológico” de esta
sentencia:
De este modo, en el ejercicio del control constitucional no es la connotación política del
acto de poder el problema central de la hermenéutica que debe realizarse, pues partiendo
del hecho de que el texto constitucional refleja un sistema de valores que en ocasiones pue-
den presentar ambigüedades, fórmulas genéricas de contenido indeterminado o muy dis-
cutibles e incluso contradictorias, el órgano de control está llamado a actualizar e integrar los
valores imperantes en la Constitución, salvaguardando el lugar en que se encuentran dentro
del sistema jurídico nacional, pues será siempre la decisión del tribunal constitucional una
opción jurídica, aun cuando tenga un contenido político, pues la resolución siempre ten-
drá que emitirse y apegarse al derecho primario. (cursivas añadidas)
15
Lo que ya había hecho en la tesis referida en supra, nota 4, invocada en la sentencia que co-
mentamos.
284 • Rubén Sánchez Gil
16
“PRUEBAS, FALTA DE ESTUDIO DE LAS”, Pleno, Apéndice al Semanario Judicial de la Federación
1917-1995, t. VI, tesis 419, p. 279.
17
Cursivas añadidas. “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LA FALTA DE ESTUDIO DE PRUEBAS EN
UN PROCEDIMIENTO DE NATURALEZA JURISDICCIONAL, ENTRE ENTIDADES U ÓRGANOS DE PODER, CONS-
TITUYE UNA VIOLACIÓN A LOS ARTÍCULOS 14 Y 16 DE LA CONSTITUCIÓN”, Apéndice al Semanario Judicial
de la Federación 1917-2000, t. I, tesis 56, p. 50. Véase también “ACCESO A LA IMPARTICIÓN DE JUSTICIA. EL
ARTÍCULO 17 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS ESTABLECE DIVER-
SOS PRINCIPIOS QUE INTEGRAN LA GARANTÍA INDIVIDUAL RELATIVA, A CUYA OBSERVANCIA ESTÁN OBLI-
GADAS LAS AUTORIDADES QUE REALIZAN ACTOS MATERIALMENTE JURISDICCIONALES”, Segunda Sala,
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 9a. época, t. XXVI, octubre de 2007, tesis 2a./J. 192/2007,
p. 209.
286 • Rubén Sánchez Gil
1. Concepciones iusfundamentales
El paso siguiente al reconocimiento a la dimensión “axiológica o valorativa” que
la Corte atribuyó a las garantías individuales en la controversia 19/95 y en otras oca-
siones, fue naturalmente sistematizar tales valores. Al menos de palabra es lo que
sucedió en el caso Temixco, y nos parece que de alguna manera ello también aconteció
en realidad con la noción de “orden jurídico constitucional”.
Como ya vimos, en este asunto era indispensable fundar la posibilidad de hacer
valer derechos fundamentales sustantivos para en primer término hacer procedente
18
“CONCEPTOS DE VIOLACIÓN. CUÁNDO SU ESTUDIO ES INNECESARIO”, Segunda Sala, Apéndice al
Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, t. VI, tesis 168, p. 113.
19
“CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. ESTUDIO INNECESARIO DE CONCEPTOS DE INVALIDEZ”, Ple-
no, Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, t. I, tesis 52, p. 48.
20
“CONCEPTOS DE VIOLACIÓN, ESTUDIO INNECESARIO DE LOS”, Tercera Sala, idem, t. VI, tesis 107,
p. 85.
21
Algunos ejemplos son las controversias constitucionales 7/2006, 131/2006 y 6/2007, así como el
juicio de coordinación fiscal 3/2002; y también las acciones de inconstitucionalidad 35/2001, 33/2002 y
23/2003 (por la última el referido criterio ha tenido formulación propia en este proceso en la tesis P./J.
37/2004). Véase “SENTENCIA. CUANDO EL JUEZ CITA UNA TESIS PARA FUNDARLA, HACE SUYOS LOS ARGU-
MENTOS CONTENIDOS EN ELLA”, Pleno, Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, t. VI,
tesis 400, p. 344.
El caso Temixco y la controversia constitucional • 287
la acción del municipio y en segundo estimarla. La diferencia con otras ocasiones era
que en éstas la violación impugnada se relacionaba con el principio de legalidad,22 que
por su carácter “estructural” del orden jurídico y los límites que le había impuesto la
Corte no parecía tener mayor dificultad para proceder; pero el caso Temixco versaba
sobre la vulneración directa a un derecho fundamental procesal de índole sustantiva,23
como se tiene en nuestro sistema a las contravenciones a la garantía de audiencia,24
nunca sobre una “invasión de competencias”.
La Corte debía proponer —como en cierto modo hizo— una visión diferente a la
habitual sobre los derechos fundamentales, porque la dificultad del asunto era hacer
valer a favor del municipio actor, derechos constitucionales cuya disposición se hizo
pensando primeramente en “asegurar la esfera de libertad del individuo contra las
intervenciones del poder público”.25 Esta nueva concepción fue precisamente objeta-
da por el ministro Gudiño Pelayo en su voto particular;26 dicho juzgador expresó al
respecto que “hasta la fecha no se ha demostrado cómo es que o por qué resultan
exigibles también dichas garantías de autoridad a autoridad, cuando ambas actúan en
ejercicio de su potestad pública”, y que “la razón para no considerar a los órganos del
Estado como titulares de garantías individuales se desprende de la propia naturaleza
y teleología de las mismas”.
Abiertamente la Corte admitió que “la doctrina ha establecido que las garantías
individuales benefician, en su carácter de derechos públicos subjetivos, a los goberna-
dos, quienes pueden oponerlos a los actos de autoridad” (cursivas añadidas); y se nos
hace evidente que aquí apunta a la concepción de Ignacio Burgoa sobre dichas garan-
tías, dado que no conocemos otra opinión que gozara tan ampliamente y por largo
tiempo como ella, de tal influencia y difusión con que sentara una “tradición” en la
comunidad jurídica mexicana, suficiente para explicar que el Máximo Tribunal hubie-
ra de insinuarla como status quaestionis frente al cual argumentaría.
Para Burgoa, las garantías individuales son “derechos subjetivos públicos” otor-
gados por el orden jurídico a los ciudadanos para integrar un vínculo jurídico que sólo
tiene por términos al gobernado y la autoridad, en las llamadas relaciones de “supra
a subordinación”, o sea las existentes cuando el Estado actúa con poder de imperio
ante el particular (o quien haga sus veces). Dichas garantías establecen un “derecho
subjetivo” al “gobernado” que resulta “público” porque “se impone al Estado y a sus
autoridades”27 y obliga a éstas a una “abstención o […una conducta positiva]”; es la
22
Supra, nota 4.
23
Cfr. FIX-ZAMUDIO, Héctor, Constitución y proceso civil en Latinoamérica, México, UNAM, Institu-
to de Investigaciones Jurídicas, 1974, pp. 30-31.
24
“RECURSOS ORDINARIOS. NO ES NECESARIO AGOTARLOS CUANDO ÚNICAMENTE SE ADUCEN VIO-
LACIONES DIRECTAS A LA CONSTITUCIÓN”, Segunda Sala, Apéndice al Semanario Judicial de la Federación
1917-2000, t. VI, tesis 371, p. 317.
25
BVerfGE 7, 198 (204).
26
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 9a. época, t. XI, enero de 2000, pp. 738 y ss.
27
Con notoria coincidencia con JELLINEK, a quien BURGOA cita en su bibliografía mas no en los
pasajes que reseñamos para basar sus conceptos. Para el profesor de Heidelberg, la noción de “derechos
288 • Rubén Sánchez Gil
subjetivos públicos” que “hasta entonces sólo [era] conocida en el Derecho natural”, deriva de la Declara-
ción francesa de 1789 que los hace consistir en “derechos subjetivos del miembro del Estado frente al Es-
tado todo” (La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, 2a. ed., trad. de Adolfo Posada,
México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2003, pp. 81-82).
28
Expresión comúnmente usada por BURGOA y que empleó la Suprema Corte en el pasaje transcrito
de la sentencia a que se refiere en general este comentario. La variación de la expresión puede provenir de
la terminología de Jellinek que admitiría traducirse como “derecho público subjetivo” o “derecho subjetivo
público” (la principal obra de este autor sobre el tema fue System der subjektiven öffentlichen Rechte, 2a. ed.,
Tubinga, 1919).
29
JELLINEK también expresó que hasta dicha declaración los derechos “públicos” en Europa conti-
nental no se manifestaban como “derechos generales de los súbditos sino [sólo] bajo la forma de deberes
del Estado” (ibidem, p. 82).
30
Y aquí coincide con Carl SCHMITT y sus “derechos de defensa” en sentido liberal burgués que
aseguran “esferas de libertad”, quien también alude a la Declaración francesa de 1789; véase Verfassungs-
lehre, 8a. ed., Berlín, Duncker & Humblot, 1993, pp. 162-163. BURGOA incluye la Teoría de la Constitución
de este autor en su bibliografía, y lo cita al hablar de las “garantías institucionales”, que analizó para distin-
guir de los derechos fundamentales.
31
“Según la concepción actual inglesa, el derecho de libertad consistirá en el imperio de la ley; es un
derecho objetivo, no subjetivo”; y “Las proposiciones de Locke experimentan aquí una profunda transfor-
mación. De derechos objetivos se convierten en subjetivos”; op. cit., nota 28, pp. 111-112 y 131.
32
Cfr. GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo, Introducción al estudio del derecho, 31a. ed., México, Porrúa,
1980, pp. 36-37 (quien por cierto fue discípulo de HARTMANN).
33
BVerfGE 7, 198 (204).
34
BURGOA, Ignacio, Las garantías individuales, 27a. ed., México, Porrúa, 1995, pp. 162, 165 y 168-192.
El caso Temixco y la controversia constitucional • 289
vas a los derechos fundamentales pueden ser aplicables en las relaciones entre entes
públicos, ya que “no existe razón jurídica para dejar de requerirlas cuando su destina-
tario sea otra autoridad, órgano o ente de poder”, bastando que el acto impugnado
“sea susceptible de afectar el ejercicio competencial de la entidad [actora]” (cursivas
añadidas), para que ella “sin cortapisas y en su integridad” determine si se apega o
contraviene a todas las disposiciones jurídicas con a que debe alinearse. Parafrasean-
do los términos de la decisión, el ministro Gudiño Pelayo en su voto particular pre-
guntó cuál era la razón jurídica para sí exigir el cumplimiento de dichas garantías
cuando su destinatario sea otra autoridad, órgano o ente de poder, y afirmó que “la
sentencia no responde”; el planteamiento de este juzgador era muy justificado por-
que la sentencia contuvo una argumentación sumamente compleja, extensa y muy
poco clara para justificar este punto, basada en dos ideas: el “orden constitucional” y
el “bienestar de la persona humana”.
35
Esta idea coincide con la de SCHMITT de que los derechos fundamentales son una “decisión políti-
ca total” del Constituyente, y la cual lleva a que ninguna ley sea interpretada o aplicada contra ellos. Véase
nuevamente véase supra, § III.1.A.
290 • Rubén Sánchez Gil
36
En tanto refiere un caso de “régimen especial” de servidores públicos, ampliando “los efectos
protectores de la Constitución”, véase “AUDIENCIA, GARANTÍA DE, DEBE RESPETARSE PARA TODOS LOS
GOBERNADOS INCLUSO SI SON MIEMBROS DE LA POLICÍA PREVENTIVA DEL DISTRITO FEDERAL”, Segunda
Sala, Segunda Sala, Semanario Judicial de la Federación, 6a. época, vol. XCIII, tercera parte, p. 26.
El caso Temixco y la controversia constitucional • 291
37
Op. cit., nota 1, p. 153.
38
Exactamente de la misma manera que sucedió para la interpretación pro actione en la controversia
constitucional 19/95. Véase supra, nota 2.
292 • Rubén Sánchez Gil
39
“CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. LAS PERSONAS DE DERECHO PÚBLICO PUEDEN ALEGAR IN-
FRACCIÓN A LOS PRINCIPIOS DE FUNDAMENTACIÓN, MOTIVACIÓN E IRRETROACTIVIDAD DE LA LEY”, Ple-
no, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 9a. época, t. XXII, septiembre de 2005, tesis P./J.
109/2005, p. 891.
El caso Temixco y la controversia constitucional • 293
Somos de la opinión que esta disertación apuntó a establecer que las actuaciones
contrarias a derecho que realizan los órganos de poder frente a otros, a fin de cuentas
violan garantías individuales de los gobernados, y por ello pueden invocarse en la contro-
versia constitucional. Esta conclusión nos la corrobora el considerando noveno de la
ejecutoria al decidir la invalidez del acto impugnado; en ella la Corte subrayó que el
conflicto “manten[ía] en incertidumbre jurídica a cientos de ciudadanos”, evocando las
garantías individuales relevantes al caso. Y además en la misma sección, al concluir que
las irregularidades procesales reclamadas por el municipio de Temixco “se traduc[ía]n
en violación a los artículos 14 y 16 constitucionales, por transgresión a las formalidades
esenciales del procedimiento y legalidad”, nunca aclaró si dicha contravención iba en
perjuicio de esa municipalidad o de sus “habitantes”. De tal suerte, dicha violación podía
entenderse contra cualquiera de estos sujetos, y de hacerse respecto de los últimos no
había reparo teórico sustantivo para aplicar derechos fundamentales en la controver-
sia constitucional, al menos por su “naturaleza y teleología”; el criterio del “bienestar
de la persona humana” resultó de un afán por justificar la aplicación de garantías in-
dividuales a favor de la pretensión del municipio actor del caso Temixco.
Aunque es cierto que tras toda institución democrática de alguna manera se halla
“implícito y latente” el pueblo, compuesto por personas a cuyo bienestar debe tener
el orden jurídico, no puede entenderse —como ha sucedido con base en el criterio del
“bienestar de la persona humana”— que la controversia constitucional proceda con-
tra un acto de autoridad sin relación con la esfera de atribuciones de un órgano de po-
der, y menos que sea estimada sin haber a su favor un derecho (muy burda y amplia-
mente entendido) relativo a su propia situación jurídica.40 A diferencia del juicio de
garantías que exige un “interés jurídico” para que esté legitimado su promovente (art.
73, fr. V, de la Ley de Amparo), la regulación de la controversia constitucional no
requiere una posición calificada para su actor, más que por su inclusión dentro del
catálogo de la fracción I del artículo 105 constitucional y el “interés” a que se refiere
el artículo 1o. del Código Federal de Procedimientos Civiles, aun bajo una lectura
extensiva de aquel precepto,41 que cualquier órgano de poder promueva la controver-
sia constitucional; sólo puede hacerlo el “interesado” en la jurisdicción del tribunal
por el provecho o utilidad que obtendría de ella para su posición jurídica. De esta
manera no tan restringida como el “interés jurídico” en amparo, pero tampoco tan
ilimitada como un “interés simple”, la Suprema Corte hizo consistir en el “interés
legítimo” el concepto a que alude el artículo 1o. del referido código supletorio.42
40
En tanto la potestad de una parte implica la sujeción y/o incompetencia de la otra, o el derecho
subjetivo de la primera el deber de la última; véase HOHFELD, Wesley Newcomb, Conceptos jurídicos fun-
damentales, 5a. ed., trad. de Genaro R. Carrió, México, Fontamara, 2001, pp. 47 y ss. Para un “concepto
amplio” de controversia (litigio) constitucional, véase SÁNCHEZ GIL, Rubén, “Resolución de ‘cuestiones
políticas’: controversia constitucional y procedimiento senatorial”, Revista Iberoamericana de Derecho Pro-
cesal Constitucional, México, Porrúa-IIDPC, núm. 8, julio-diciembre de 2007, pp. 302-303.
41
Véase supra, nota 14.
42
Cfr. FERRER MAC-GREGOR, Eduardo, Juicio de amparo e interés legítimo: la tutela de los derechos
difusos y colectivos, México, Porrúa, 2003, passim.
294 • Rubén Sánchez Gil
43
“CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. EXISTE INTERÉS LEGÍTIMO PARA LA PROCEDENCIA DE LA
ACCIÓN CUANDO SE ACTUALIZA UNA AFECTACIÓN A LA ESFERA DE ATRIBUCIONES DE LAS ENTIDADES,
PODERES U ÓRGANOS LEGITIMADOS, A SU ESFERA JURÍDICA, O SOLAMENTE UN PRINCIPIO DE AFECTA-
CIÓN”, Segunda Sala, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 9a. época, t. XXVII, febrero de 2008,
tesis 2a. XVI/2008, p. 1897. Sobre las etapas de la configuración jurisprudencial de este interés, véase COS-
SÍO DÍAZ, op. cit., nota 12, pp. 204-209.
44
Sobre esta cuestión específica véase SÁNCHEZ GIL, Rubén, “El derecho de acceso a la justicia y el
amparo mexicano”, Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional, México/Lima, Porrúa-II-
DPC, núm. 4, julio-diciembre de 2005, pp. 231-237.
45
Op. cit., nota 12, pp. 119-125 y 133.
46
Pleno, controversia constitucional 21/2006, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 9a.
época, t. XXVII, mayo de 2008, con. VII, p. 729 (cursivas añadidas).
El caso Temixco y la controversia constitucional • 295
47
Cfr. “ARTÍCULO 105 CONSTITUCIONAL”, Pleno, Semanario Judicial de la Federación, 5a. época, t.
XIV, p. 459.
48
COSSÍO DÍAZ, op. cit., nota 12, p. 125. Lo que lleva a que en realidad casi toda improcedencia rela-
tiva a la falta de interés legítimo deba ser una cuestión que se resolverá hasta la sentencia definitiva, salvo
las notorias e indudables. Véanse “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. SI SE HACE VALER UNA CAUSAL DE
IMPROCEDENCIA QUE INVOLUCRA EL ESTUDIO DE FONDO, DEBERÁ DESESTIMARSE”, Pleno, Apéndice al
Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, t. I, tesis 82, p. 69 (también traído al caso Temixco desde el
amparo por la invocación del primer precedente de la tesis P./J. 135/2001); y “CONTROVERSIA CONSTITU-
CIONAL. EL SOBRESEIMIENTO POR FALTA DE INTERÉS LEGÍTIMO DEBE DECRETARSE SIN INVOLUCRAR EL
ESTUDIO DEL FONDO, CUANDO ES EVIDENTE LA INVIABILIDAD DE LA ACCIÓN”, Pleno, Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, 9a. época, t. XX, julio de 2004, tesis P./J. 50/2004, p. 920.
49
“CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. EL CONTROL DE LA REGULARIDAD CONSTITUCIONAL A CAR-
GO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN, AUTORIZA EL EXAMEN DE LOS ACTOS PROVE-
NIENTES DE LAS LEGISLATURAS ESTATALES TENDIENTES A DIRIMIR CONFLICTOS DE LÍMITES ENTRE MUNI-
CIPIOS”, Pleno, Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-2000, t. I, tesis 37, p. 36.
296 • Rubén Sánchez Gil
50
Supra, nota 43.
51
Cfr. COSSÍO DÍAZ, op. cit., nota 12, p. 124.
52
“CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL…”, cit., nota 14.
53
Supra, nota 5; y “CONTROVERSIA CONSTITUCIONAL. PROCEDE CONTRA LAS RESOLUCIONES DE
LAS LEGISLATURAS LOCALES QUE DIRIMEN EN DEFINITIVA CONFLICTOS DE LÍMITES TERRITORIALES EN-
TRE LOS MUNICIPIOS DE UN ESTADO”, Pleno, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 9a. época, t.
XXVI, diciembre de 2007, tesis P./J. 97/2007, p. 1101.
El caso Temixco y la controversia constitucional • 297
54
Op. cit., nota 1, pp. 152-155.
55
STARCK, Christian, “Das Grundgesetz nach fünfzig Jahren: bewährt und herausgefordert”, Juristen-
zeitung, Tubinga, Mohr Siebeck, año 54, núm. 10, 21 de mayo de 1999, p. 485.
56
Cfr. “AGRAVIOS INOPERANTES. LO SON LOS QUE SOSTIENEN QUE LOS JUZGADORES DE AMPARO
VIOLAN GARANTÍAS INDIVIDUALES, SOLAMENTE EN ESE ASPECTO”, Pleno, Apéndice al Semanario Judicial
de la Federación 1917-2000, t. VI, tesis 35, p. 28; “ESTADO PATRONO, PUEDE PEDIR AMPARO CONTRA EL
TRIBUNAL DE ARBITRAJE”, Cuarta Sala, idem, t. V, tesis 204, p. 163; y “ESTADO, IMPROCEDENCIA DEL
AMPARO PEDIDO POR EL, EN LOS JUICIOS FISCALES”, Cuarta Sala, Semanario Judicial de la Federación, 5a.
época, t. LXXVI, p. 217.
57
Véase SÁNCHEZ GIL, op. cit., nota 44, pp. 234-249 y 362-369.
298 • Rubén Sánchez Gil
58
Op. cit., nota 12, p. 124.
59
Véanse BURGOA, op. cit., nota 34, p. 589; y FIX-ZAMUDIO, Héctor, El juicio de amparo, México,
Porrúa, 1964, p. 126.
60
Cfr. COSSÍO DÍAZ, op. cit., nota 12, pp. 531-537.
El caso Temixco y la controversia constitucional • 299
constitucional a tomar medidas adecuadas para que ello no suceda; y así la concor-
dancia que debe haber entre todos los valores que han de ser salvaguardados, lleva a
una más o menos minuciosa clasificación de las resoluciones que pueden darse en los
procesos constitucionales.61
Uno de los valores fundamentales que debe respetar el tribunal constitucional al
emitir sus decisiones y mandar determinados efectos a las mismas, es la esfera com-
petencial de las autoridades justiciables; la prohibición de “sustitución” de funciones
ha sido permanentemente sostenida en el juicio de amparo,62 y lo mismo vale para la
controversia constitucional.63 Pero además de los efectos sustantivos de cosa juzgada
que tenga la ejecutoria correspondiente en relación con el contenido de los derechos
constitucionales cuestionados en el proceso y la validez de los actos impugnados, vin-
culantes a las partes del proceso e ipso iure impuestos a su esfera jurídica,64 en una
“resolución exhortativa” el tribunal constitucional también puede emitir mandatos a
las partes, a fin de que realicen determinados actos bajo ciertos lineamientos;65 como
ya señalamos, ello debe hacerse en función de la realización de valores constituciona-
les que sea preciso salvaguardar, y resultan impuestos para garantizar la plena efica-
cia de la sentencia en que se les protegió. Esto fue precisamente lo que pasó en el caso
Temixco cuando la Suprema Corte dispuso que en un plazo de treinta días hábiles se
dicte una nueva resolución en el procedimiento de límites entre los municipios invo-
lucrados, en el cual se valore adecuadamente el material probatorio disponible y el
que llegare a obtenerse; ésta es una determinación que se nos hace muy familiar por
su frecuencia en los amparos directos y algunos indirectos, en los que nada extraño
resulta que los Tribunales Colegiados (en aquéllos o en revisión) ordenen una nue-
va resolución a la autoridad responsable, cumpliendo los lineamientos que indican en
sus considerandos; aunque opinamos que los términos amplios del artículo 80 de la
Ley de Amparo parecen admitir la imposición de obligaciones positivas, no es ésta
la ocasión para hablar del espinoso tema del “amparo para efectos”, que sin duda
tiene homólogos en otros procesos constitucionales.
Las amplias y extensas competencias que tienen los tribunales constitucionales,
entre ellos la Suprema Corte de Justicia de la Nación como intérprete definitivo de la
Constitución mexicana, así como el carácter fundamental del “parámetro de control”
que hacen valer, permiten tener como correcta la “superioridad” que le atribuyó
nuestro Máximo Tribunal en el caso que ahora nos ocupa. Aunque formalmente un
tribunal constitucional esté dentro del poder judicial al lado de otros como en Alema-
61
Véase FERRER MAC-GREGOR, Eduardo y SÁNCHEZ GIL, Rubén, Efectos y contenidos en las sen-
tencias de acción de inconstitucionalidad. Análisis teórico referido al caso “Ley de Medios”, México, UNAM,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2009, cap. primero, § IX.4.B.
62
“TRIBUNALES FEDERALES DE AMPARO, ATRIBUCIONES DE LOS”, Pleno, Apéndice al Semanario
Judicial de la Federación 1917-1995, t. VI, tesis 538, p. 353.
63
Véase por ejemplo: Pleno, controversia constitucional 12/2001, Diario Oficial de la Federación, 22
de marzo de 2006, 1a. sección, con. VIII, p. 93 (del mismo “paquete” que la controversia 14/2001).
64
Véase FERRER MAC-GREGOR y SÁNCHEZ GIL, op. cit., nota 61, cap. primero, § VII.
65
Véase ibidem, cap. primero, § IX.5.
300 • Rubén Sánchez Gil
66
Cfr. FAVOREU, Louis, Les cours constitutionnelles, 3a. ed., París, Presses Universitaires de France,
1996, p. 3; y SCHLAICH, Klaus, Das Bundesverfassungsgericht. Stellung, Verfahren, Entscheidungen, 5a. ed.
continuada por Stefan KORIOTH, Múnich, C.H. Beck, 2001, pp. 20-21.
Mesa de debate:
el caso “Castañeda”*
En el Salón Capulín B del Hotel Nikko, sito en la ciudad de México, Distrito Federal,
siendo las ocho horas del día indicado, se reúnen el doctor Eduardo Ferrer Mac-Gre-
gor, Presidente del Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional y el doc-
tor Rudolf Huber, Director del Programa Estado de Derecho para Latinoamérica de
la Fundación Konrad Adenauer, para llevar a cabo la primera “Mesa de debate sobre
temas constitucionales”, relativo a las implicaciones del caso “Castañeda”, pendiente
de fallo en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con la asistencia especial
del Ministro en retiro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Juan Díaz Rome-
ro y del Magistrado de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, Manuel González Oropeza, y los invitados: Alejandro Abab González,
Alfonso Oñate Laborde, Bernardino Esparza, Carlos A. Morales Paulín, Carlos Báez
Silva, Cesar de Jesús Molina Suárez, Edgar Caballero, Elisa de Anda Madrazo, Enri-
que Carpizo, Fabiola Martínez Ramírez, Felipe Alonso, Fernando Silva, Francisco
Javier Acuña, Francisco Tortolero Cervantes, Guadalupe Barrera, Héctor Daniel Ji-
ménez Becerra, Ignacio Álvarez, Javier Angulo, Jean Claude Tron Petit, Jorge R.
Ordoñez, Jorge Silvero, Jorge Ulises Carmona Tinoco, José Luis Caballero, Juan
Carlos Arjona, Juan Manuel Acuña, Juan Pedro Machado Arias, Laura Rangel Her-
nández, Luis Díaz Müller, Mara Gómez Pérez, Marcos del Rosario, Mariana García
Martínez, Ricardo Ortega, Ricardo Sepúlveda, Roberto Bautista, Rodrigo Carmona,
Santiago Corcuera, Saúl López Noriega, Tobías Voget y Valeriano Pérez Maldonado,
este último, Secretario de Actas y Acuerdos del Instituto Mexicano de Derecho Pro-
cesal Constitucional, quien levanta el acta de la sesión.
Abierta la sesión, el doctor Eduardo Ferrer Mac Gregor da la bienvenida a los
asistentes y agradece los apoyos recibidos por parte de la Fundación Konrad Aden-
auer para realizar este encuentro, acto seguido, procede a exponer el tema a tratar,
relativo a las implicaciones del caso “Castañeda”, pendiente de resolución en la Cor-
te Interamericana de Derechos Humanos, para lo cual, en términos del comunicado
circulado con antelación, señala que se cuenta con la participación de los doctores
Lorenzo Córdova, Santiago Corcuera y Jorge Ulises Carmona Tinoco, los dos últi-
mos, representantes legales de las partes implicadas en el proceso ante la Corte Inte-
ramericana de Derechos Humanos.
Por su parte, el doctor Rudolf Huber, también agradece la celebración de este
encuentro con el apoyo del Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional,
así como la respuesta dada a la convocatoria; además señala que sobre el caso “Cas-
tañeda”, tuvo la oportunidad de presenciar la audiencia pública que celebró la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en su sede sito en San José, Costa Rica.
El doctor Eduardo Ferrer Mac Gregor procede a explicar la dinámica a observar
en el desarrollo de la mesa, al efecto, señala que el doctor Lorenzo Córdova expondrá
los hechos del caso, después el doctor Santiago Corcuera ilustrará sobre la defensa
realizada a favor de Jorge Castañeda, actor en el juicio, posteriormente, el doctor
Jorge Ulises Carmona Tinoco tratará la defensa realizada a favor del Estado mexica-
no, parte demandada y, por último, que los invitados podrán formular preguntas,
precisiones y, en su caso, consideraciones sobre los tópicos tratados en la mesa de
debate, otorgando la posibilidad para que los expositores viertan sus conclusiones
finales.
Acto seguido, se da paso el desarrollo del debate como se señala a continuación:
1
Cabe señalar que el propio Dr. Lorenzo Córdova fue propuesto como perito, pero se vio en la
necesidad de declinar dada su participación en el proceso de selección de Consejeros del IFE.
El caso “Castañeda” • 305
da debió agotar esta instancia, máxime que el Tribunal Electoral como órgano
especializado en la materia no se le puede cercenar sus facultades, pero para
que éstas operen, el interesado debe interponer el medio de impugnación.
Hace algunos pronunciamientos respecto de aspectos de fondo, en el sentido de
que la Comisión Interamericana sostuvo que la Constitución mexicana no establece
un monopolio de candidaturas vía partidos políticos, sino que esto se encuentra en la
ley secundaria, y que no puede sostenerse que el artículo 23 de la Convención esta-
blezca necesariamente las candidaturas independientes, pues no señala un sistema
específico para proteger derechos, sino que basta que la vía sea eficaz, de ahí que no
puede aseverarse que el sistema de partidos resulte per se una violación.
Por último, comenta que con la reciente reforma electoral el artículo 41 constitu-
cional no se prohíbe las candidaturas independientes, pero que falta que las legislatu-
ras las regulen, además, que ya existe una iniciativa de reformas para corregir el artí-
culo 116 en este sentido.
Concluida la exposición que antecede, Lorenzo Córdova hace uso de la voz, se-
ñala que el caso Castañeda tiene dos vertientes importantes, una de tono procesal y
otra en cuanto al fondo, al respecto aduce que una vez que se dicte la sentencia res-
pectiva, habrá que ver si se incluye un análisis sobre la calidad democrática de Méxi-
co, además, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya se pronunció en torno al
tema de las candidaturas independientes en la acción de inconstitucionalidad resuelta
en el 2007 en relación con la constitución y las leyes electorales de Yucatán, soste-
niendo sustancialmente que las mismas no están prohibidas ni obligadas por la Cons-
titución Federal.
Acto seguido, se da paso al debate, otorgando el uso de la palabra a los invitados
que quisieron hacer alguna manifestación, en efecto, intervinieron en el orden en que
se señala a continuación.
El Dr. José Luis Caballero, comenta que el orden jurídico mexicano hace nuga-
torio la tutela de los derechos políticos-electorales. En el caso, ante la falta de clari-
dad respecto las garantías para reclamar la protección de este tipo de derechos, esti-
ma que la Suprema Corte de Justicia de la Nación debió conocer el fondo del juicio
de amparo en revisión, pues se debe tomar en cuenta que en México no está resuelto
el tema de las candidaturas independientes. Asimismo, señala que en el caso Casta-
ñeda vía amicus curiae expuso ante la Corte Interamericana cuestiones en el sentido
de que en la especie se hacen nugatorios los derechos político-electorales. Aduce
también que si bien los derechos políticos son de configuración legal no debe olvidar-
se que tienen un contenido constitucional y cita algunos fragmentos de la resolución
del ya señalado “Caso Hank”.
El Magistrado Jean Claude Tron Petit reseña las problemáticas derivadas de la
confluencia de derechos y que deben tener acceso a su resolución vía juicio de ampa-
ro, refiere que no se ha hecho un análisis profundo de las causales de improcedencia
y que se deben tomar en cuenta los principios garantistas y aspectos como la aparien-
cia del buen derecho y la omisión legislativa que es definitivamente inconstitucional.
El caso “Castañeda” • 307
Lorenzo Córdova, quien comenta que la reciente reforma electoral, aún cuando no es
perfecta sí constituye un avance dentro del marco de la Reforma del Estado, además
cita a Ferrajoli, quien en su libro titulado principia iuris, destaca que el Instituto Fede-
ral Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación son institucio-
nes de garantía secundaria modélicos en el mundo.
Puntualiza que el caso Susana Higuchi de Fujimori no es totalmente aplicable al
que ahora nos ocupa, dado que ahí se trataba de una asociación colectiva a la cual se
le negó el registro para las elecciones y no de un ciudadano particular. Señala también
que es necesario hacer una lectura garantista de los derechos pero que tampoco debe
caerse en una “sobre-lectura” de los mismos, dado que es necesario determinar fron-
teras entre los derechos y las limitaciones que son necesarias para que el sistema
funcione, como por ejemplo, la exigencia de una credencial de elector para poder
ejercer el derecho de votar.
Comenta sobre la confluencia que existe en el caso de garantías individuales y
derechos políticos, de los cuales la jurisprudencia del Tribunal Electoral se ha hecho
cargo, al tutelar no sólo los derechos estrictamente electorales sino también de otros
conexos como los de petición, acceso a la información, libertad de expresión, asocia-
ción no partidista, etc.
Finalmente, deja testimonio de que es urgente una determinación sobre política
judicial que corrija las ambigüedades que se han presentado en la protección de dere-
chos político-electorales, pero que también deben tomarse decisiones de tipo político,
citando como ejemplos los diversos juicios de amparo solicitados por TV Azteca y los
Amigos de Fox.
Se concede nuevamente el uso de la palabra al doctor Santiago Corcuera, quien
expone que existen varios antecedentes en los que la Corte Interamericana se ha pro-
nunciado sobre las peticiones hechas por las víctimas en lo personal, esto en atención
al principio pro-homine. Comenta que no existe congruencia en que el ejercicio del
derecho a ser votado, que es individual, dependa para su ejercicio de la organización
colectiva consistente en el Partido Político. Para finalizar señala que no hay dicotomía
entre los derechos políticos y los derechos humanos, dado que los derechos políticos
son derechos humanos.
Previo a ceder el uso de la palabra al doctor Carmona Tinoco, el doctor Eduardo
Ferrer Mac Gregor recordó al auditorio que cuando se debatió ante la Suprema Cor-
te de Justicia de la Nación el amparo promovido por Jorge Castañeda, hubo una
propuesta de la Ministra Margarita Luna Ramos en el sentido de que se remitiera el
juicio al Tribunal Electoral para su resolución, por lo que se pregunta ¿Qué hubiera
sucedido si esta propuesta hubiera sido aprobada por el Pleno, hubiera cambiado el
escenario?
En uso de la voz, en cuanto a la pregunta que antecede, el doctor Carmona Tino-
co, señala que sí hubiera sido posible, dado que el Tribunal Electoral forma parte del
propio Poder Judicial de la Federación, pero como se analizó en su oportunidad, no
hubiera tenido ningún sentido práctico hacerlo, dado que la propia Suprema Corte ya
El caso “Castañeda” • 309
En el Salón Granada del Hotel Nikko, sito en la ciudad de México, Distrito Federal,
siendo las ocho horas del día indicado, se reúnen el doctor Eduardo Ferrer Mac-Gre-
gor, Presidente del Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional y el doc-
tor Rudolf Huber, Director del Programa Estado de Derecho para Latinoamérica de
la Fundación Konrad Adenauer, para llevar a cabo la Tercera Mesa de debate sobre
temas constitucionales, con el tema: “La obligatoriedad de la jurisprudencia interna-
cional en el ámbito interno”, con la participación principal del doctor Néstor Pedro
Sagüés (Argentina) y como comentarista el doctor José Luis Caballero, con la asisten-
cia de los invitados citados en orden alfabético: Anne Schustes, Edgar Caballero
González, Enrique Carpizo, Fabiola Martínez Ramírez, Fernando Silva García, Fran-
cisco Tortolero, Heike Gulatz, Humberto Suárez Camacho, Ignacio Álvarez, Jannie
Wick, Jean Claude Tron Petit, Jorge Ordoñez, Jorge Silvero, Jorge Ulises Carmona
Tinoco, Juan Pedro Machado Arias, Karlos Castilla, Laura Rangel Hernández, Mara
Gómez, Marcos del Rosario Rodríguez, Mauricio del Toro, Mauricio Lara Guadarra-
ma, Osmar Armando Cruz Quiroz, Patricio González Loyola, Ricardo Méndez Silva,
Rosa Lehman, Saúl López Noriega, Stefanie Newmann, Valeria Tapia González, Ve-
rena Schubert, Verónica Nava Ramírez y Valeriano Pérez Maldonado, este último,
Secretario de Actas y Acuerdos del Instituto Mexicano de Derecho Procesal Consti-
tucional, quien levanta el acta de la sesión.
El doctor Rudolf Huber abre la sesión y agradece la presencia de los invitados, así
como la participación del Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional
para desarrollar el tema materia de la presente mesa.
Por su parte, el doctor Eduardo Ferrer Mac-Gregor da la bienvenida a los asis-
tentes y agradece el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer para llevar a cabo este
encuentro académico. Acto seguido, procede a presentar a los doctores Néstor Pedro
Sagüés (Argentina) y José Luis Caballero, participante y comentarista, respectiva-
mente, del tema a dilucidar en esta mesa, a saber: “La obligatoriedad de la jurispru-
“interpretación conforme”. Pero que la sentencia va más allá, al sostener que el con-
trol no solo es respecto de la Convención sino también de su interpretación por la
Corte, consecuentemente, la doctrina del precedente se amplía y abre su escenario.
En torno a este tema el ponente, arriba a las siguientes conclusiones:
1) Una ley nacional para ser válida debe de superar dos controles, el de constitu-
cionalidad (respecto de la norma fundamental del país de origen) y el de convencio-
nalidad frente a la Convención.
2) Una ley local puede ser contraria a la Constitución estadual, pero válida res-
pecto a la Convención, por ejemplo, en Argentina algunas constituciones provinciales
prohíben el derecho de réplica, por tanto, si hubiera una ley que admitiera el derecho
de réplica sería inconstitucional, sin embargo, ese derecho es válido a la luz de la
Convención.
Por tal motivo, la obediencia de las sentencias de la Corte lleva a tomar en cuen-
ta varios escenarios:
1) Es necesario restaurar el concepto de soberanía, ya que no puede entenderse
en términos absolutos. No debe olvidarse que desde 1576 ya se advertía que el poder
absoluto y perpetuo también tenía límites, como son la justicia, la equidad, el derecho
de gentes y el derecho natural.
2) Escenario axiológico: La idea del bien común nacional es superada por la idea
del bien común internacional, este criterio puede justificar la ejecución de sentencias
de la Corte que, si bien pueden padecer de ciertos vicios de ilegitimidad, su acata-
miento es un sacrificio necesario en aras del principio de supremacía del bien común
internacional sobre el local.
De esta forma concluye en esta primera ronda de intervenciones el doctor Néstor
Pedro Sagüés.
Acto seguido, procede a exponer el doctor José Luis Caballero, quien centra su
atención en fijar la situación de México en torno al tema de la jurisprudencia interna-
cional, para lo cual divide sus comentarios en cuatro temas principales:
llero, quien señala que una cosa son las reglas de incorporación de los tratados inter-
nacionales y otra la interpretación de los mismos y de los derechos humanos. Comen-
ta también que México debe seguir el ejemplo de otros sistemas, a saber, España, que
ha construido sus derechos sobre la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Espa-
ñol o de Europa a través del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Acto seguido, el doctor Néstor Pedro Sagüés señala que ante la dificultad de la
problemática abordada deben construirse las respuestas, ya que no están hechas.
Comenta que la base de la fuerza normativa de la Constitución es la bondad del
contenido constitucional y la voluntad de cumplirla, que lo mismo sucede con los
precedentes de la jurisprudencia internacional, su base está en la bondad o legitimi-
dad de las sentencias y en la voluntad de su cumplimiento por los Estados parte.
En efecto, señala, algún autor ha hablado del “derecho internacional salvaje”.
Por ejemplo, Luxemburgo tiene una doctrina llamada “margen de apreciación nacio-
nal”, que sirve precisamente para evitar la aplicación de este derecho internacional
salvaje, dejando un núcleo duro del derecho de los Estados. Comenta que la doctrina
del precedente es una receta de aplicación para los tribunales nacionales pero que
también implica un llamamiento a la Corte Interamericana de Derechos Humanos
para manejarse con prudencia y aplicando la teoría del margen de apreciación.
Sobre el particular, comenta que en Argentina hubo algunos periodos de segui-
miento con cautela de la jurisprudencia internacional, otros de seguimiento exaltado
y que ahora nuevamente se maneja con más cautela.
Concluye que la doctrina de la responsabilidad internacional es buena, pero que
hay que reforzarla para que no sólo tenga calidad declaratoria sino que debe hacerse
más operativa.
Finaliza la sesión y los convocantes agradecen a los expositores y asistentes a este
encuentro.
Siendo las diez horas con veinte minutos del día de la fecha, se da por terminada
la sesión y se levanta la presente acta por duplicado para su constancia y efectos con-
ducentes. Rúbricas.
En el Salón Capulín del Hotel Nikko, sito en la ciudad de México, Distrito Federal,
siendo las ocho horas del día indicado, se reúnen el doctor Eduardo Ferrer Mac-Gre-
gor, Presidente del Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional y el doc-
tor Rudolf Huber, Director del Programa Estado de Derecho para Latinoamérica de
la Fundación Konrad Adenauer, para llevar a cabo la Cuarta Mesa de debate sobre
temas constitucionales, con el tema: “Problemas éticos del Juez Constitucional”, con
la participación como expositores del Ministro en retiro de la Suprema Corte de Jus-
ticia de la Nación Juan Díaz Romero, actual Director General del Instituto de Estu-
dios Jurisprudenciales y de Promoción y Difusión de Ética Judicial, de la propia Cor-
te, así como del doctor Rodolfo L. Vigo, ex Ministro de la Corte Suprema de la
Provincia de Santa Fe, Argentina, con la asistencia especial del Magistrado de la Sala
Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Manuel Gonzá-
lez Oropeza, y los invitados citados en orden alfabético: Alberto Méndez López, Ar-
turo Zaldívar Lelo de Larrea, Benedikt Wieser, Carlos Alberto Pérez Cuevas, Carlos
Soto, Edgar Danés Rojas, Fabiola Martínez Ramírez, Gerardo García Silva, Humber-
to Suárez Camacho, Ignacio Álvarez, Juan Federico Arreola, Laura Rangel Hernán-
dez, Luis Amezcua, Marcos del Rosario, Raúl Pérez Johnson, Rebeca Ramos Duarte,
Ricardo Sepúlveda, Saúl López Noriega, Verena Shubert y Valeriano Pérez Maldona-
do, este último, Secretario de Actas y Acuerdos del Instituto Mexicano de Derecho
Procesal Constitucional, quien levanta el acta de la sesión.
El doctor Rudolf Huber inicia la sesión y presenta a los expositores de la presen-
te mesa; además, agradece la presencia de los invitados y la participación del Instituto
Mexicano de Derecho Procesal Constitucional.
Acto seguido, también el doctor Eduardo Ferrer Mac-Gregor toma la palabra, da
la bienvenida a los asistentes y agradece el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer
para llevar a cabo esta reunión académica.
A continuación, procede a presentar los datos curriculares del Ministro en retiro
Juan Díaz Romero y del doctor Rodolfo L. Vigo, expositores en esta mesa, en torno
a los “Problemas éticos del Juez Constitucional”; explica la dinámica para el debate,
en la cual primero intervendrán los expositores; luego los asistentes podrán exponer
libremente sus preguntas u opiniones y, finalmente, los expositores contestarán los
cuestionamientos o planteamientos formulados.
Respecto a la ética judicial, el doctor Ferrer Mac-Gregor destaca la aprobación
del Código Modelo Iberoamericano de Ética Judicial en julio de 2006 en la Cumbre
Judicial Iberoamericana en República Dominicana, el cual contempla los principios
de independencia, imparcialidad, motivación, conocimiento, capacitación, justicia,
equidad, responsabilidad institucional, cortesía y honestidad profesional.
Comenta también que en México se cuenta con el Código de Ética del Poder Judi-
cial de la Federación (2004) y un Código Nacional aprobado por la asociación mexica-
na de impartidores de justicia, que se denomina Código Modelo de Ética Judicial para
Impartidores de Justicia de los Estados Unidos Mexicanos (2006); así como varios códi-
gos de los tribunales superiores de justicia, siendo actualmente el reto la vinculación
de esos documentos con los problemas reales de los jueces.
Para el desarrollo del tema, da paso a la intervención del doctor Rodolfo L. Vigo,
quien centra su exposición en el caso iberoamericano y plantea sustancialmente tres
problemas:
1. Idoneidad ética que se requiere para ser Juez. Considera razonable que en estos
tiempos se incluya como un requisito para ser Juez la idoneidad ética; comenta que
anteriormente solo se hablaba de la idoneidad científica para “decir el derecho”, y
que actualmente puede hablarse de varias idoneidades, tales como:
a) La idoneidad científica.
b) La idoneidad prudencial técnica resolutoria o aplicativa del derecho, es decir,
que tenga capacidad de “decir el derecho”.
c) La idoneidad física para el ejercicio del cargo.
d) La idoneidad psicológica.
e) La idoneidad gerencial. No debe perderse de vista que el Juez, administra,
además de justicia, recursos humanos, materiales, financieros, etcétera.
f) La idoneidad ética.
En torno a la idoneidad ética, por su estrecha relación, señala que el derecho
constitucional frecuentemente ofrece más de una solución para los problemas que
deben ser resueltos por los tribunales constitucionales, entonces, cuestiona, ¿Quién
tendrá el poder de elegir entre esas alternativas de solución?
La idoneidad ética tiene que ver con la personalidad ética, con estándares éticos
que las demás personas ven en nosotros, por ejemplo si hay educación, amabilidad,
cortesía, responsabilidad, puntualidad, seriedad en el ejercicio del trabajo, etcétera.
La honestidad es muy importante ya que involucra la igualdad en el trato a todas las
personas, es un perfil ético que tiene relevancia en el ámbito judicial; es una búsqueda
de la confianza que se inspira en el ejercicio discrecional de elegir entre las alternati-
vas de solución que ofrece el derecho.
Sin embargo, apunta, queda la duda de si ¿Es razonable la idoneidad ética? ¿Qué
tiene que ver con los estándares éticos que los demás ven en nosotros?
Problemas éticos del juez constitucional • 321
Art. 3º.—El juez, con sus actitudes y comportamientos, debe poner de manifiesto que no
recibe influencias —directas o indirectas— de ningún otro poder público o privado, bien
sea externo o interno al orden judicial.
• Juan Federico Arreola, expone el problema del deterioro que presenta la ética
en nuestro país, relacionado incluso con el tema de que los jueces locales, en
muchos casos, no pueden aplicar el artículo 133 de la Constitución, toda vez
que no pueden interpretar la Constitución y desaplicar leyes inconstituciona-
les; esto en relación con el derecho de “objeción de conciencia”.
• Gerardo García Silva, argumenta la importancia y necesidad de reposicionar la
ética, así como la importancia de las relaciones entre las funciones jurisdiccio-
nales y la ética; además, cuestiona en torno a la posibilidad de elección de los
Ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación con un respaldo del
consenso popular, y si también sería posible evaluar el aspecto ético para efec-
tos de la permanencia del juez en su cargo.
• Raúl Pérez Johnson, expone que el artículo 95 fracción IV de la Constitución
mexicana establece como requisito para ser Ministro de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, el “gozar de buena reputación”, al respecto, cuestiona si
este requisito puede tomarse como equivalente a la “idoneidad ética” que co-
menta el Ministro, o hace falta alguna adecuación normativa para llegar a este
concepto.
• Edgar Caballero, hace un comentario en torno al “perfil ideal del juez consti-
tucional,” esto en relación con el artículo 17 del Código Iberoamericano, que
habla de imparcialidad y honestidad intelectual. Comenta también sobre la re-
lación de esto con la situación actual del “neo-constitucionalismo”, donde se
habla más de principios que de reglas, más de ponderación que de subsunción,
etcétera.
• Marcos del Rosario, realiza un cuestionamiento: ¿Qué tan ético es que un juez
constitucional aspire a un cargo político, es decir, si esto es válido o debe man-
tenerse siempre en la línea judicial?
En segunda ronda, se da la palabra al doctor Rodolfo L. Vigo, quien realiza co-
mentarios en torno a las participaciones de los asistentes, al efecto, subraya la situa-
ción de los “jueces católicos” en Estados Unidos; en el mismo sentido, que en Argen-
tina se otorga a la ciudadanía un plazo para hacer sus observaciones respecto de los
candidato a la Corte Suprema; que en general existe poca cultura respecto los dere-
chos humanos y la filosofía del Derecho; que los Códigos de ética son muy útiles en la
medida que concede a los jueces cuestiones objetivas para algunas actividades que
realizan cotidianamente, en este sentido, los jueces son tales en tanto dure su “buena
conducta.”
Finalmente el Ministro en retiro Juan Díaz Romero también se pronuncia res-
pecto a las ventajas de la transparencia judicial, pues proporciona la oportunidad de
externar opiniones frente a los interesados; comenta también la relevancia del “Canal
Judicial” del Poder Judicial Federal, toda vez que ha difundido la actuación judicial
Problemas éticos del juez constitucional • 325
Nota previa
EXCEPCIONES ANTERIORES AL JUICIO DE AMPARO. En 1992, el orden jurídico
mexicano dio un paso importantísimo hacia su perfeccionamiento a nivel constitu-
cional. Se eliminaron de la Constitución, finalmente, los dos supuestos de excep-
ción a la procedencia del juicio de amparo establecidos hasta entonces dentro del
texto mismo de la propia Constitución. Hasta dicho momento, el amparo no pro-
cedía en caso de la revocación de la autorización para operar una institución de
enseñanza (artículo 3° constitucional) y contra resoluciones dotatorias de tierras
(artículo 27 constitucional).1 En contra de tales actos del gobierno, fueren arbitra-
rios o ilegales, el gobernado quedaba inerme.
La existencia en la propia Constitución —como ley base del Estado mexica-
1
El artículo 3°, fracción II, constitucional establecía: “II. Los particulares podrán impartir edu-
cación en todos sus tipos y grados. Pero por lo que concierna a la educación primaria, secundaria y
normal y a la de cualquier tipo o grado, destinada a obreros o a campesinos, deberán obtener previa-
mente, en cada caso, la autorización expresa del poder público. Dicha autorización podrá ser negada o re-
vocada, sin que contra tales resoluciones proceda juicio o recurso alguno”. (Derogado mediante decreto publi-
cado en el Diario Oficial de la Federación el 6 de enero de 1992).
El artículo 27, fracción XIV, de la Constitución establecía: “XIV. Los propietarios afectados con
resoluciones dotatorias o restitutorias de ejidos o aguas, que se hubieren dictado en favor de los pue-
blos, o que en lo futuro se dictaren, no tendrán ningún derecho, ni recurso legal ordinario, ni podrán promover
el juicio de amparo”. (Derogado mediante decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el 28 de
enero de 1992).
2
Precedente en el caso de La Fábrica en Chorzów, citado en CRAWFORD, James, The Internacional
Law Commission’s Articles on State Responsibility, Cambridge University Press, NY, 2002, p. 201.
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 331
3
Aunque la propuesta inexplicablemente se refiere sólo a la democratización del amparo fiscal,
y no haya democratización en otras materias.
4
“Supuestos parámetros”, porque un estudio más detenido del derecho comparado desautoriza
el argumento categórico de que en otras latitudes no hay devoluciones por impuestos establecidos in-
constitucionalmente.
332 • Enrique Calvo Nicolau / Carl E. Koller Lucio
Síntesis de la Réplica
Argumento de la PFF Réplica
1. El amparo fiscal pone en riesgo las fi- Esta cifra, que es el 1% de los ingresos
nanzas públicas. Entre 2000 y 2006, el Go- tributarios administrados por el SAT y 0.5%
bierno Federal devolvió $47 mil millones de de los ingresos totales del gobierno en ese
pesos. periodo, es producto de que en ese lapso el
gobierno reiteró, en dos o más ocasiones,
esquemas tributarios que ya habían sido
previamente declarados inconstitucionales
por la SCJN.
2. El monto involucrado en los amparos Esta cifra no tiene sentido: es más de 7
fiscales del periodo 2006–2008 representa veces la recaudación del IETU en 2008;
$346 mil millones de pesos. más de 11 veces la recaudación presupues-
tada para el IMPAC en 2007; 70% de la re-
caudación presupuestada para el IVA en
2009; y 60% de la recaudación presupuesta-
da para el ISR en 2009.
No existe tema o temas litigiosos que
sean tan cuantiosos.
5
En este marco redactamos esta réplica, teniendo en mente, principalmente, la peligrosa defi-
ciencia principal de la propuesta de reforma al artículo 107 constitucional: la no restitución en el goce
de la garantía violada para quienes acudieron oportunamente al juicio de amparo. No es, por ende,
ocasión de exponer las críticas que se relacionan con las otras notables deficiencias de dicha propuesta,
las cuales, no obstante, podemos sintetizar como sigue.
Conforme a la propuesta, el juicio de amparo fiscal colectivo procedería por la violación a cualquier
garantía individual, no solamente las garantías de proporcionalidad y equidad tributarias. Además,
procedería por la violación de cualquier ley fiscal, por ejemplo, disposiciones del Código Fiscal de la
Federación, no así solamente en el caso de leyes tributarias, que son las que propiamente hablando es-
tablecen y regulan los impuestos, los derechos, las contribuciones de mejoras y las aportaciones de se-
guridad social.
La combinación de estos dos aspectos llevaría a que las violaciones a esas otras garantías a través
de leyes “fiscales” también quedaran sin reparación (por ejemplo, violación a la garantía de libertad de
trabajo, de prensa o de tránsito, la garantía de no discriminación, o la inviolabilidad del domicilio).
A la vez, conforme con la propuesta, no se le reconocerían efectos restitutivos (retroactivos) a la
sentencia de anulación de la ley fiscal inconstitucional, ni siquiera en materia penal, lo que presenta
una importantísima diferencia con el artículo 105 constitucional.
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 333
1ER. ARGUMENTO DE LA PFF. El amparo fiscal pone en riesgo las finanzas pú-
blicas. Entre 2000 y 2006, el Gobierno Federal devolvió $47 mil millones de pesos.
RÉPLICA. El efecto por devoluciones derivadas de amparos contra leyes fisca-
les en las finanzas públicas en este periodo debe contextualizarse. Además, lo
cuantioso del hecho no justifica suprimir la eficacia de las garantías individuales
en materia tributaria. Las devoluciones efectuadas en el periodo 2000-2006 re-
presentaron:
1% de los ingresos administrados por el SAT, en esos años, y
0.57% de los ingresos totales del gobierno en ese periodo.6
6
Esta información es consultable en el siguiente vínculo de la página Web del Servicio de Admi-
nistración Tributaria: http://www.sat.gob.mx/sitio_internet/informe_tributario/informe2008t4/tributario.
pdf
7
El 30 de diciembre de 2002 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Decreto de reformas
a la Ley del Impuesto Sobre la Renta, que reiteró, a partir de 2003, el contenido del artículo 109, frac-
ción XI, vigente durante 2002, el cual había sido declarado inconstitucional por la SCJN, en sesión
celebrada el 31 de octubre de 2002, y respecto del cual se emitió la tesis de jurisprudencia P./J. 50/2002,
publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo XVI, diciembre de 2002, pagina 6.
Mediante el decreto que entró en vigor el 1 de enero de 2005, se reiteró en la Ley Federal de Derechos
el contenido del artículo 49, fracción I, que previamente había sido declarado inconstitucional a través
de la tesis P. VI/98, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Tomo VII, febrero de
1998, p. 41. No obstante que el artículo 25, fracción XVII, de la Ley del Impuesto Sobre la Renta había
sido declarado inconstitucional por la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, des-
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 339
13
Esta información es consultable en el siguiente vínculo de la página Web del TFJFA: http://www.
tff.gob.mx/varios/Info_Presidencia_2007.pdf (pág. 86 del documento).
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 341
Colegiado que definió su situación jurídica no verá tal situación individual afecta-
da por el posterior criterio contrario y final establecido por la SCJN.14
Es necesario señalar, asimismo, que la absoluta uniformidad de resultados en el
litigio es algo deseable y a lo que debe aspirar el orden jurídico. Sin embargo,
usualmente, lograr la uniformidad en grado absoluto es fácticamente imposible.
La imposibilidad fáctica de lograr esa meta en términos absolutos no justifica su-
primir medios de defensa o la eficacia de los derechos de los contribuyentes.
3. Por otra parte, no debe pasarse por alto una ironía: existe una fuerte reti-
cencia de la administración pública a que la jurisprudencia del Poder Judicial de
la Federación le resulte obligatoria. Dicha jurisprudencia ya le resulta obligatoria a
los tribunales del país y por ende debe determinar de manera uniforme el resulta-
do del litigio radicado ante dichos tribunales.
Sin embargo, como la jurisprudencia no resulta obligatoria para las autorida-
des del Poder Ejecutivo, se producen notables injusticias, semejantes a las que
ahora pretenden evitarse con la eliminación del amparo fiscal. De aceptarse la
eliminación de este se correría el riesgo de que la siguiente reforma fuera eliminar
el juicio contencioso-administrativo, por las mismas razones. Acudimos a un ejem-
plo para ilustrar nuestra preocupación. La administración pública continúa apli-
cando la ley declarada inconstitucional, porque mientras sí está obligada a acatarla
no está obligada a respetar la jurisprudencia del Poder Judicial Federal. Ante ello,
en resoluciones individuales continúa aplicando a todos los contribuyentes la ley
inconstitucional. Así, unos impugnan el acto de aplicación de la ley y obtienen la
nulidad del acto, porque el tribunal administrativo aplica la jurisprudencia men-
cionada. En cambio otros, porque carecen de cultura jurídica o de los recursos
necesarios para acudir a un juicio, acatan el acto de aplicación, el cual deviene
válido a pesar de provenir de la aplicación de una ley considerada inconstitucional
por el Poder Judicial Federal.
Si la jurisprudencia también fuera obligatoria para la autoridad administrativa
habría mayor uniformidad en la aplicación de la ley, al existir congruencia entre la
manera en que la autoridad administrativa aplica la ley y cómo la aplican tribuna-
les. Ello en manera alguna perjudicaría la independencia del Ejecutivo y de las
autoridades administrativas, a la vez que deberían aplicar la ley de la misma ma-
nera en que lo deben hacer tribunales. Esto evitaría litigios adicionales e inútiles
sobre el tema, no obstante lo cual continuarían vigentes las facultades de las auto-
ridades administrativas para modificar disposiciones reglamentarias o reglas ad-
ministrativas, o de iniciativa de reformas legales, a efecto de dar los distintos alcan-
ces a las disposiciones que estimen necesarios, siempre dentro de los límites
constitucionales.
Además, ello sí permitiría hablar auténticamente de una democratización de
la justicia en México.
14
Artículos 107, fracción XIII, último párrafo, de la Constitución y 197-A, segundo párrafo, de la
Ley de Amparo.
344 • Enrique Calvo Nicolau / Carl E. Koller Lucio
4. Ahora bien, en este rubro es posible establecer que la vigencia de una sen-
tencia de amparo individual en contra de una ley en particular debe concluir sus
efectos al producirse los efectos generales de una jurisprudencia que ahora la de-
clara constitucional. Esta solución no alteraría los efectos de protección del amparo
en el periodo previo a que cesara sus efectos la sentencia de amparo individual.
5° ARGUMENTO DE LA PFF. Impuestos trasladados. La propuesta evitará devol-
ver a los contribuyentes los impuestos que hubieren trasladado, como ocurre con el
IVA, por ejemplo. El impuesto trasladado debe devolverse a quien realmente pagó
el impuesto trasladado, es decir: al consumidor final que adquiere el producto.
RÉPLICA. Sorprende que la PFF invoque este argumento, porque se trata de un
tema enteramente superado por jurisprudencia de la SCJN y por reformas al Códi-
go Fiscal de la Federación.
La SCJN estableció que no procede devolver los impuestos trasladados al con-
tribuyente que los enteró, sino a quien le pagó el traslado a dicho contribuyente.15
La misma regla la establece ya el artículo 22, primer párrafo, del Código Fiscal
de la Federación vigente desde 2004.
Por lo tanto, no es necesario modificar el juicio de amparo contra leyes en
materia tributaria para obtener el propósito ya logrado jurisprudencial y legislati-
vamente.
6° ARGUMENTO DE LA PFF. El amparo contra leyes tributarias se ha convertido
en un negocio de algunos abogados, quienes abusivamente promueven amparos
contra cada reforma legal.
RÉPLICA. 1. Como una cuestión de ética profesional, usualmente el abogado
debe disuadir al cliente de acudir al litigio si existen alternativas para resolver la
controversia que enfrenta.16 Este principio ético responde a que, usualmente, el
cliente del abogado cuenta con 1, 2 o 10 años para decidir acerca de si inicia o no
un litigio.
Sin embargo, en el caso del amparo contra leyes esta situación es radicalmente
diferente. No obedece a una supuesta actitud perniciosa de los abogados. Obedece
al obsoleto sistema de la Ley de Amparo, el cual urge al país superar, en pro de un
amparo más justo. Tres circunstancias determinan esta obsolescencia:
a. El sistema de amparo contra leyes establece una sola oportunidad para ejercer
la acción de amparo contra una ley. Esa oportunidad tiene una vida extraordinaria-
mente corta: 15 o 30 días. Transcurridos este escaso lapso sin interponer el juicio de
amparo el contribuyente habrá “consentido” la ley, esto es, habrá prescrito su ac-
ción de amparo contra la ley.17
15
Tesis P./J. 52/2002 del Pleno.
16
Artículos 16 y 28 del Código de Ética de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, A.C.
17
Huelga decir que esta mecánica ha beneficiado al gobierno en el pasado; dificulta el acceso a la
justicia de amparo y necesariamente limita el número de personas que acuden a ella. No debe pasar
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 345
desapercibida la ironía: ahora que la sociedad civil tiene en gran medida la cultura del amparo fiscal,
el gobierno pretende privarle del efecto de la restitución en el goce de la garantía violada.
346 • Enrique Calvo Nicolau / Carl E. Koller Lucio
18
Las tres sentencias pueden consultarse en: VALLARTA, Ignacio L., Obras, Tomo II, 1881 (2a.
Edición, Editorial Porrúa, México 1980), pp. 67 a 79.
19
Para una relación de estos criterios se puede consultar: GÓNGORA PIMENTEL, Genaro David, La
lucha por el amparo fiscal, Editorial Porrúa, México, 2007 (ver el capítulo I).
20
Por ejemplo, en los amparos en revisión promovidos por los quejosos Álvarez e Icaza Ignacio,
Beurang de Matty María, Duarte de Peón Concepción, Fernández Ildefonso y Lastiri Miguel, resueltos
en sesión del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación el 16 de diciembre de 1917, se resol-
vió sobre la constitucionalidad de un impuesto en el Estado de México del 5% sobre el total de la pro-
ducción de pulque que efectuaran los propietarios o arrendatarios de haciendas, ranchos y solares de
dicha localidad. A efecto de sostener la inconstitucionalidad de dicho precepto, los quejosos plantea-
ron, entre otros argumentos, el que se provocara una desventaja competitiva frente a productores de
pulque de otros estados; tal defensa giró, principalmente, en torno al artículo 117 constitucional y a las
condiciones “anti-económicas” del impuesto, sin argumento específico discernible de desproporciona-
lidad o falta de equidad tributaria. La Suprema Corte, de motu proprio, estimó en el caso que lo que se
pretendía hacer valer en este respecto era una violación al artículo 31, fracción IV, de la Constitución.
Sin embargo, en tanto los quejosos no señalaran ese artículo como reclamado, este aspecto de la sen-
tencia puede ser visto como obiter dicta. La Corte negó el amparo aplicando al caso la Tesis Vallarta. Por
las razones apuntadas, consideramos que el argumento de inconstitucionalidad planteado no autoriza-
ba a la Corte a sentar tal criterio.
Los referidos amparos integraron las siguientes tesis de jurisprudencia: a) Tesis jurisprudencial
número 500, de rubro “IMPUESTOS, REQUISITOS DE LOS.”, visible en el Apéndice al Tomo LXXVI
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 347
La razón por la cual John Marshall concluyó —sólo de una manera general,
mas no absoluta— que el tema de los impuestos queda en manos del legisla-
dor y no puede ser revisado por la Corte Suprema, radica en que la Consti-
tución de Estados Unidos de América no contiene los principios de propor-
cionalidad y de equidad como limitaciones constitucionales a la facultad de
establecer contribuciones. Esto se debe a que al emitirse dicha Constitución
(1787) estos principios eran incipientes. No obstante, cuando el Poder Judi-
cial de ese país ha considerado que alguna disposición tributaria contraviene
las demás limitaciones que sí establece esa Constitución, entonces ha proce-
dido a anular la ley. Un caso destacado fue la anulación de la Ley del Im-
puesto sobre la Renta (en su totalidad) en 1895. Tan reciente como 2006, el
poder judicial estadounidense emitió una sentencia declarando inconstitu-
cional una disposición del Internal Revenue Code (Código de Rentas Internas)
por motivos de inconstitucionalidad, ordenando en dicha sentencia el reem-
bolso de lo pagado indebidamente por el contribuyente, con los respectivos
intereses.21
8° ARGUMENTO DE LA PFF. Los argumentos de violaciones a los principios de
proporcionalidad y de equidad se han vuelto excesivamente complejos.
RÉPLICA. El grado de complejidad del argumento responde al grado de com-
plejidad de la ley tributaria considerada inconstitucional. Esta complejidad trata
de explicarse, de manera simple, en la demanda de amparo. Así, una vez explicada
la ley y su proyección sobre la realidad, las cuestiones de proporcionalidad y de
equidad no son complejas, sino sencillas. Esto es: en el objeto relevante de la ley
combatida ¿existe realmente una capacidad económica que permita pagar la con-
tribución? Y de existir tal capacidad de contribuir ¿la ley la mide de modo que no
sea arbitraria en perjuicio del contribuyente? La creación de las distintas catego-
rías de contribuyentes que reciben trato diferenciado o el mismo trato sin distingos
¿es objetivamente justificable?
Si realmente fueran tan complejos estos temas, le sería imposible a la SCJN
resumir sus criterios en las escuetas tesis que publica.
Por otra parte, la alegada complejidad de los argumentos para demostrar la
inconstitucionalidad de una ley tributaria no cambiará por el simple hecho de que
se reforme el artículo 107 constitucional. Cambiará cuando dejen de existir leyes
tributarias complejas.
del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, p. 812 y; b) Tesis de jurisprudencia número 296, de
rubro “CONTRIBUCIONES DE LOS ESTADOS”, visible en el Apéndice al Tomo XCVII del Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, p. 558. Actualmente, dichos precedentes pueden ser consultados en el Ar-
chivo General de la Suprema Corte de Justicia de la Nación bajo los números de expediente 28/1917,
29/1917, 30/1917, 31/1917 y 32/1917.
21
Sentencia del Tribunal Colegiado del Circuito del Distrito de Columbia, del 22 de agosto de
2006, en el caso Murphy v. IRS. (Ver la nota 25).
348 • Enrique Calvo Nicolau / Carl E. Koller Lucio
22
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptado y abierto a la firma, ratificación
y adhesión por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas que entró en vigor el
23 de marzo de 1976, y el cual es obligatorio para México desde el 22 de junio de 1981, señala en su
artículo 5: “1. Ninguna disposición del presenta Pacto podrá ser interpretada en el sentido de conceder
derecho alguno a un Estado, grupo o individuo para emprender actividades o realizar actos encamina-
dos a la destrucción de cualquiera de los derechos y libertades reconocidos en el Pacto o a su limitación
en mayor medida que la prevista en él. 2. No podrá admitirse restricción o menoscabo de ninguno de
los derechos humanos fundamentales reconocidos o vigentes en un Estado Parte en virtud de leyes,
convenciones, reglamentos o costumbres, so pretexto de que el presente pacto no los reconoce o los
reconoce en menor grado.” Esta disposición es reproducida en el artículo 5 del Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por
la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas que entró en vigor el 3 de enero de
1976, y el cual es obligatorio para México desde el 23 de marzo de 1981. Asimismo, el Protocolo Adi-
cional a la Convención Americana de Derechos Humanos en materia de derechos económicos, sociales
y culturales, “Protocolo de San Salvador”, obligatorio para México desde el 16 de abril de 1996, esta-
blece una disposición similar en su artículo 4, al señalar: “No podrá restringirse o menoscabarse nin-
guno de los derechos reconocidos o vigentes en un Estado en virtud de su legislación interna o de
convenciones internacionales, a pretexto de que el presente Protocolo no los reconoce o los reconoce
en menor grado”. Por su parte, el artículo 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
Adoptada en la Ciudad de San José de Costa Rica, el 22 de Noviembre de 1969, establece que: “1. Toda
persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces
o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la
Constitución, la ley o la presente convención, aún cuando tal violación sea cometida por personas que
actúen en ejercicio de sus funciones oficiales. 2. Los Estados partes se comprometen: a) a garantizar que
la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá sobre los derechos de toda
persona que interponga tal recurso; b) a desarrollar las posibilidades de recurso judicial, y c) a garanti-
350 • Enrique Calvo Nicolau / Carl E. Koller Lucio
11° ARGUMENTO DE LA PFF. La única razón por la cual la SCJN aceptó el am-
paro fiscal por violaciones al artículo 31, fracción IV, constitucional fue para frenar
el desorbitado presidencialismo que existió antes de la llegada de la democracia a
México.
RÉPLICA. Esta es una conveniente conjetura y, a lo sumo, una inferencia.
Incluso, la apreciación al interior del grupo de trabajo de la BMA abocado al
estudio de la propuesta de reforma al artículo 107 constitucional es que la problemá-
tica y las deficiencias en la relación gobierno-gobernado continúan. En particular,
la apreciación es que mientras no se fortalezcan los recursos de información y aná-
lisis, así como de procedimiento institucional, de todas las legislaturas de nuestro
país, que garanticen una sana y constante interlocución entre la sociedad civil y los
congresistas, la ocasión se presta al abuso o al error grave en materia tributaria.
El que en el periodo de 2000 a 2006 el Congreso Federal haya insistido varias
veces en el mismo esquema inconstitucional de tributación (ejemplos: exención de
ISR a bonos de servidores públicos, no deducibilidad de pérdidas fiscales en ena-
jenación de acciones, derecho de trámite aduanero y el mecanismo de acredita-
miento del IVA) a pesar de haberse declarado inconstitucional por la SCJN, y el que
haya demostrado una extraordinaria capacidad de improvisación (como fueron los
casos del impuesto sustitutivo del crédito al salario y del impuesto suntuario) es
prueba reciente de que las legislaturas en el país aún conservan un extraordinario
margen, si no una posible propensión, para recurrir a esquemas declarados in-
constitucionales.
Otro ejemplo de lo riesgoso que es dejar las garantías tributarias en manos de
la autoridad legislativa que establece los impuestos es la propia reforma al artículo
107 constitucional que ahora se discute. Su aprobación de inusitada rapidez (fast-
track) y sin discusión sustantiva ni consulta a la sociedad civil, a la academia, al
empresariado (que, hay que destacarlo, incluye no sólo a las grandes empresas,
sino también a las PYMES), a otros contribuyentes (como los asalariados, por ejem-
plo) y al gremio legal, en un tema tan delicado para la sociedad mexicana como lo
es el amparo, demuestra que la sociedad civil aún puede ser víctima de importan-
tes improvisaciones legislativas.
12° ARGUMENTO DE LA PFF. Los complejos argumentos de inconstitucionali-
dad obligan a hacer leyes más complejas.
RÉPLICA. Es otra afirmación no apoyada en hechos que demuestren su certeza.
Existen leyes tributarias con un mínimo de complejidad; por ejemplo, las leyes que
establecen y regulan: el IVA, el IMPAC, el IETU; o la Ley Federal de Derechos.
La ley tributaria más compleja es la Ley del Impuesto sobre la Renta. Sin em-
bargo, su complejidad no obedece al amparo fiscal, sino a que la base gravable es
zar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que se haya estimado pro-
cedente el recurso.”
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 351
la renta neta derivada de los ingresos obtenidos por los contribuyentes. Esto exige
no sólo regular correctamente la parte relativa al ingreso gravado, sino también las
deducciones indispensables para obtener los ingresos, entre otros aspectos que
merecen una regulación muy detallada. La LISR siempre tendrá una regulación
más casuista que, por ejemplo, la LIVA o la LIETU.
Adicionalmente, los cambios a las regulaciones contenidas en la LISR y la adi-
ción de nuevas disposiciones usualmente responden a cuestiones de legalidad,
ante la necesidad de regular el aspecto fiscal de actividades cotidianas del contri-
buyente, corregir imprecisiones o insuficiencias de la ley, atender nuevos fenóme-
nos comerciales y cerrar el paso a las planeaciones que los contribuyentes llevan a
cabo, y no a cuestiones de constitucionalidad, aspecto este relacionado con el am-
paro fiscal. Se exponen dos ejemplos.
Se limitó la deducibilidad de intereses por endeudamiento excesivo con partes
relacionadas (capitalización delegada o insuficiente) y se obligó a la acumulación
anticipada de ingresos obtenidos en paraísos fiscales. Ambos esquemas responden
a problemáticas identificadas internacionalmente, las cuales inciden en la recauda-
ción de un país, e incluso a la participación de México en la OCDE, pero no al
amparo fiscal.23 Ambos esquemas legislativos, hay que señalarlo, los declaró cons-
titucionalmente válidos la SCJN, con motivo del amparo fiscal.24
13° ARGUMENTO DE LA PFF. Solamente una minoría con recursos para acudir
al amparo impugna las leyes sistemáticamente; cuando obtiene el amparo adquie-
re un régimen fiscal de excepción.
RÉPLICA. Desmiente esta apreciación el amparo masivo de asalariados contra
la falta de equidad en la exención de ISR a las gratificaciones a servidores públicos
y el de los empleados del ISSSTE, relacionado con el régimen de sus correspon-
dientes pensiones.
Por otra parte, en cuanto a la falta de equidad entre los contribuyentes, el pro-
blema nunca ha estado del lado de quien promueve el juicio de amparo contra la
ley, sino en la jurisprudencia que deriva de esos juicios, la cual no anula la ley in-
constitucional.
Asimismo, la protección individual es una característica general del amparo con-
tra leyes, no un problema específico del amparo contra leyes fiscales. En este sen-
tido, es inexplicable que, en perjuicio de los gobernados, la reforma propuesta
23
Véase: La exposición de motivos de la iniciativa de reformas para la Ley del Impuesto Sobre la
Renta que entraron en vigor en 2004; el “Report on Thin Capitalisation (adopted by the OECD Council on
26 November 1986)”; y la exposición de motivos de la iniciativa de reformas para la Ley del Impuesto
Sobre la Renta que entraron en vigor en 1997.
24
En materia de capitalización delgada, pueden consultarse, entre otras que declaran la constitu-
cionalidad del esquema, las siguientes tesis: 1a./J. 74/2007, 1a./J. 77/2007, 1a./J. 78/2007, 1a./J. 80/2007
y 1a./J. 112/2007. Tratándose del tema de ingresos obtenidos en paraísos fiscales, puede consultarse la
ejecutoria de la SCJN visible en el siguiente vínculo de la página Web de dicha SCJN: http://www2.scjn.
gob.mx/juridica/engroses/cerrados/publico/08001070.002.doc
352 • Enrique Calvo Nicolau / Carl E. Koller Lucio
deje intocado el obsoleto sistema del amparo contra leyes para materias distintas a
fiscal. La reforma únicamente se refiere a las leyes en materia fiscal y, en específico,
busca suprimir los efectos restitutorios en el sistema del amparo contra leyes fis-
cales. Por ende, respecto de las demás leyes cada persona deberá buscar, indivi-
dualmente, el amparo y protección de la Justicia Federal. Esto es: se proponen
dos subsistemas, incongruentes entre sí, dentro de un mismo sistema de control
constitucional.
La democratización del amparo contra leyes está en la anulación general con
efectos no retroactivos, pero sólo respecto de la población que no acudió a solicitar
la protección y amparo de la Justicia Federal o que no obtuvo resolución favorable
en el juicio. En cambio, la restitución en el goce de la garantía violada en el perio-
do anterior a tal anulación general debe subsistir para los gobernados que sí pro-
movieron los juicios de los cuales derivó la jurisprudencia que anula de manera
general una ley.
Dicha democratización también se obtendría si se facultara a la Procuraduría
de la Defensa del Contribuyente a promover un juicio de amparo al cual pudieran
adherirse los gobernados, y no sólo en el juicio contencioso-administrativo ante el
TFJFA, como actualmente lo dispone la ley de la materia.
14° ARGUMENTO DE LA PFF. La promoción de amparos constituye una decisión
de negocios.
RÉPLICA. Decir que la promoción del amparo constituye una decisión de negocios
resulta extremoso y fuera de la realidad. Es extremoso, porque infiere una compli-
cidad institucional del Poder Judicial de la Federación como elemento operativo
del negocio. Está fuera de la realidad, porque la Corte Suprema decide con criterio
jurídico; del otorgamiento de un amparo no puede derivar un beneficio constitu-
cionalmente indebido. Por otra parte, la decisión de acudir al amparo jamás podrá
ser una decisión de negocios; se trata de una decisión esencialmente jurídica, aun
cuando en ello intervenga el aspecto económico que implica promover el juicio.
Nuevamente, esta afirmación se desmiente con los amparos masivos, como lo
fueron el amparo de personas físicas asalariadas contra las exenciones de ISR a los
bonos de servidores públicos y el amparo de los trabajadores del ISSSTE en mate-
ria del cambio del régimen de sus pensiones.
Además, la afirmación de la PFF desvía la atención de las importantes defi-
ciencias del amparo contra leyes en general. Las deficiencias propician la promo-
ción de numerosos amparos contra una ley cuando entra en vigor o por su primer
acto perjudicial de aplicación. Veamos cuáles son:
El gobernado que ha adquirido la cultura del amparo sabe que, si no acude
a él en una primera oportunidad, la cual es de duración efímera (30 ó 15
días hábiles), “consentirá” la ley y nunca más podrá ejercer acción de ampa-
ro en su contra.
El gobernado que ya conoce la vía del amparo contra leyes sabe que la juris-
prudencia proveniente de cualquier grupo de amparos promovidos por
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 353
25
Es posible impugnar actos aislados de aplicación de una ley ya declarada inconstitucional por
jurisprudencia de la SCJN, en virtud de la figura de la “suplencia de la queja”. Sin embargo, ello no es
sustituto de una sentencia de amparo contra la ley, que protege contra el acto de aplicación reclamado
y cualquier otro futuro.
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 355
CASO DE ALEMANIA
La iniciativa y el dictamen señalan:
3.1.2. ALEMANIA
26
Esta sentencia es visible en el siguiente vínculo: http://pacer.cadc.uscourts.gov/docs/common/
opinions/200608/05-5139a.pdf
Esta sentencia posteriormente fue revocada por el propio Tribunal Colegiado, también por razo-
nes de fondo (consideró que el impuesto aplicado tenía la naturaleza de “excise tax” y que, por esta
diversa razón, el Congreso de Estados Unidos sí podía establecer el impuesto, en sentencia del 3 de
julio de 2007, visible en: http://pacer.cadc.uscourts.gov/docs/common/opinions/200707/05-5139b.pdf
Nótese que aún esta segunda sentencia también se trata de un fallo sobre el fondo del tema de la
constitucionalidad del impuesto.
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 357
27
Una versión traducida al español de la Constitución de Alemania es consultable en la página
Web siguiente: www.mexiko.diplo.de
358 • Enrique Calvo Nicolau / Carl E. Koller Lucio
nes concernientes a los gravámenes de impuesto sobre la renta una estructura suficien-
temente consistente que sea orientada hacia la capacidad de pago del contribuyente.
Conforme a la Ley del Impuesto sobre la Renta válida, la capacidad de pago del contri-
buyente es determinada, en principio, conforme a su ingreso anual neto, i.e., conforme
al monto de ingreso menos gastos …
…
2. … de lo que trata la delimitación de la base de determinación del impuesto es de
la distribución equitativa de gravámenes de impuestos…28
REFLEXIÓN FINAL
Como ciudadanos, resulta de gran preocupación que quienes prepararon el
proyecto de iniciativa de reformas al artículo 107 constitucional —siendo tan de-
licada la materia del juicio de amparo— hayan incurrido en deficiente investiga-
ción o superficial esfuerzo al preparar el proyecto. Igual reflexión se aplica a los
legisladores, ante su incapacidad de verificar información errónea, proporciona-
da para su formación de criterio y para sustentar su votación respecto de actos
legislativos.
18° ARGUMENTO DE LA PFF. El interés particular no puede prevalecer sobre el
bien común.
RÉPLICA. Esta frase, bajo una apariencia de utilidad, soslaya los otros valores
jurídicos que irremediablemente están en juego; tanto el respeto a las garantías
individuales como la recaudación que cumple con parámetros constitucionales se
relacionan con el bien común y son, por ende, de orden público. En cambio, la
recaudación llevada a cabo en contravención de la Constitución no responde al
bien común y mucho menos puede ser considerada de orden público; por el con-
trario, representa la ruptura del orden constitucional que la sociedad espera y
tiene derecho a esperar.
28
Este boletín de prensa es visible en el siguiente vínculo: http://www.bundesverfassungsgericht.
de/pressemitteilungen/bvg08-103en.html
Réplica a los argumentos de la PFF para justificar la reforma al art. 107 constitucional • 359
29
BRAGE CAMAZANO, Joaquín, La acción abstracta de inconstitucionalidad, UNAM-Instituto de Inves-
tigaciones Jurídicas, México, pp. 340 y ss.
Dictamen de las Comisiones Unidas
de Puntos Constitucionales y de Estudios
Legislativos del Senado de la República con
Proyecto de Decreto por el que se reforman,
adicionan, y derogan diversas disposiciones
de los artículos 94, 100, 103, 104 y 107
de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos
Honorable Asamblea:
Antecedentes
PRIMERO.—En sesión ordinaria celebrada en la Cámara de Senadores el día 19
de marzo de 2009, los senadores Manlio Fabio Beltrones Rivera, Jesús Murillo
Karam, Fernando Castro Trenti y Pedro Joaquín Coldwell, integrantes del Grupo
Parlamentario del PRI, y René Arce Islas, integrante del Grupo Parlamentario del
PRD presentaron la Iniciativa con Proyecto de Decreto por el que se reforman y
Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional 361
núm. 12, julio-diciembre 2009, pp. 361-386.
362 • Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM
adicionan los artículos 94, 100, 103, 107 y 112 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos.
SEGUNDO.—En esa misma fecha, la Mesa Directiva acordó turnar la iniciativa
referida a las Comisiones Unidas de Puntos Constitucionales y de Estudios Legis-
lativos para su estudio, análisis y elaboración del dictamen correspondiente.
TERCERO.—Estas comisiones celebraron diversas reuniones, con el objeto de
analizar la iniciativa de mérito a fin de estar en condiciones de elaborar un proyec-
to de dictamen y discutirlo, mismo que en este acto se somete a consideración de
esta Soberanía, en los términos que aquí se expresan.
Contenido de la iniciativa
PRIMERO.—Los autores de la iniciativa señalan que uno de los objetivos prin-
cipales en su iniciativa es llevar a cabo una reforma integral al instrumento de
control constitucional más importante que se tiene en el ordenamiento jurídico
mexicano, como es el juicio de amparo. Refieren que debido al papel trascenden-
tal que juega en el escenario político y jurídico del país, se pretende fortalecerlo.
Para cumplir ese objetivo, plantean eliminar los tecnicismos y formalismos que
han dificultado su acceso y por ende han disminuido su ámbito de protección.
SEGUNDO.—Refieren que dicha iniciativa persigue fortalecer y perfeccionar la
estructura del Poder Judicial de la Federación, así como consolidar a su órgano
superior, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, como Tribunal Constitucional.
Con ello se pretende que el más Alto Tribunal pueda concentrarse en la resolución
de aquellos asuntos que revistan la mayor importancia constitucional para la tota-
lidad del ordenamiento jurídico nacional y del Estado mexicano en su conjunto.
TERCERO.—Uno de los cambios más importantes que se proponen en la inicia-
tiva guarda relación con el objeto de protección del juicio de amparo, el cual en sus
orígenes estaba limitado a las garantías individuales y que hoy pretenden ampliar
también a la protección de los derechos fundamentales contenidos en instrumen-
tos internacionales ratificados por el Estado mexicano. De este modo, habrá una
ampliación de los contenidos normativos a los cuales deberán sujetarse y estar su-
bordinadas las autoridades públicas.
CUARTO.—Otra de las principales propuestas contenidas en la iniciativa, se
refiere a la atribución de los tribunales de la Federación para resolver en amparo
toda controversia que se suscite no sólo por normas generales y actos de autoridad,
sino también por omisiones en que ésta incurra, en virtud de ser su principal vio-
lación. Asimismo, se precisa que la protección de los derechos fundamentales es
independiente de su carácter individual o social.
Estas bases constitucionales, señalan los proponentes, deberán desarrollarse
en la Ley de Amparo en cuyo texto deberá enfatizarse que a través del juicio de
Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM • 363
Consideraciones
PRIMERA.—Estas comisiones unidas comparten en general los fines y propósi-
tos que animan la iniciativa que se analiza, así como su contenido.
En efecto, estas dictaminadoras consideran al igual que los senadores autores de
la iniciativa, que las transformaciones que sufre la sociedad con el transcurrir del
tiempo crean demandas nuevas que no fueron contempladas con anterioridad por
el legislador, pero que deben ser cubiertas por su relevancia y su impacto en la vida
diaria.
Las instituciones creadas en el pasado tienen vigencia, siempre y cuando cum-
plan con la finalidad para la que fueron creadas. Sin embargo, es natural que des-
366 • Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM
sus posibilidades de acceso a los procesos fue la correcta, toda vez que se pensaba
a la sociedad mexicana como altamente homogénea, cuando la forma de represen-
tación de la sociedad de nuestros tiempos es la pluralidad política y cuando existe
una lucha social para lograr la incorporación al orden jurídico de una serie de
demandas sociales, no es posible seguir exigiendo el interés jurídico para acudir al
juicio de amparo. Ello nos conduce a concluir que la forma de resolver el problema
del interés para acudir al juicio tiene que ver con la forma en que se vislumbran las
posibilidades de acceso a la justicia.
Frente a la disyuntiva de mantener el sistema en sus términos actuales o abrir
nuevas posibilidades de impugnación, se propone introducir la figura del interés
legítimo. Se trata de una institución con un amplio desarrollo en el derecho com-
parado y con algunos antecedentes en el nuestro que, justamente, permite consti-
tuir como quejoso en el amparo a aquella persona que resulte afectada por un acto
en virtud de, o la afectación directa a, un derecho reconocido por el orden jurídico
—interés jurídico— o, cuando el acto de autoridad no afecte ese derecho pero sí la
situación jurídica derivada del propio orden jurídico.
Declaratoria general de inconstitucionalidad (Art. 107, fracción II)
Uno de los principios fundamentales sobre los cuales se encuentra construido
el juicio de amparo en México es el de relatividad de las sentencias de amparo. De
conformidad con este principio, la sentencia que otorga el amparo se limita o am-
parar al quejoso en contra del acto específico que motivó la queja sin hacer una
declaración general sobre la inconstitucionalidad del acto reclamado. Sin embar-
go, es importante destacar que el hecho que las sentencias de amparo tengan
efectos particulares no significa que puedan ser desconocidas por autoridades que
no fueron parte en el juicio de amparo. Por el contrario, las resoluciones que otor-
gan el amparo al quejoso deben ser respetadas por todas las autoridades, estando
obligadas a llevar a cabo todos los actos tendentes a su ejecución y que estén rela-
cionados con el ámbito de sus atribuciones.
Debe precisarse que esta fórmula adquiere importancia exclusivamente en los
amparos en contra de las normas generales.
Estas comisiones unidas consideran que no obstante la importancia que ha
tenido la vigencia del principio de relatividad para el desarrollo del juicio de am-
paro en nuestro país, es necesario admitir que en la actualidad el principio que nos
ocupa carece de justificación y en consecuencia, es impostergable su revisión.
Por lo que estas comisiones consideran que los efectos relativos de las senten-
cias de amparo generan ciertas consecuencias que son inadmisibles en un Estado
democrático y de derecho. En un primer término, la relatividad de las sentencias
de amparo vulnera el principio de supremacía constitucional. Por otro lado, se
afecta la regularidad del orden jurídico mexicano, toda vez que tenemos casos de
normas generales irregulares así determinadas por el órgano de control que no
obstante, siguen formando parte del sistema jurídico.
A mayor abundamiento debe decirse que vulnera el principio de igualdad ante
Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM • 369
—en el ámbito de su competencia— una efectiva tutela judicial, que cumpla con
los principios a que se ha hecho alusión.
Al respecto, algunos de los temas más importantes de la actual discusión pú-
blica en materia de impartición de justicia son los relativos a la expeditez, pronti-
tud y completitud del juicio de amparo, en específico, del amparo directo, a través
del cual, como se sabe, es posible ejercer un control de la regularidad, tanto cons-
titucional como primordialmente legal, de la totalidad de las decisiones definitivas
o que pongan fin al juicio dictadas por los tribunales del país, sean éstos federales o
locales.
En este contexto, estas comisiones coinciden en que un tema recurrente que se
ha venido debatiendo en los últimos años es el relativo a la necesidad de brindar
una mayor concentración al juicio de amparo directo.
La discusión aquí tiene que ver fundamentalmente con el hecho de que el
amparo directo en algunas ocasiones puede llegar a resultar un medio muy lento
para obtener justicia, por lo que se considera necesario adoptar medidas encami-
nadas a darle mayor celeridad, al concentrar en un mismo juicio el análisis de to-
das las posibles violaciones habidas en un proceso, a fin de resolver conjuntamen-
te sobre ellas y evitar dilaciones innecesarias. Para resolver esta problemática, se
propone prever en el texto constitucional la figura del amparo adhesivo, además
de incorporar ciertos mecanismos que, si bien no se contienen en la iniciativa, es-
tas comisiones dictaminadoras consideran importante prever a fin de lograr el
objetivo antes señalado.
Por un lado en el segundo párrafo del inciso a) de la fracción III del artículo
107 constitucional, se establece que la parte que haya obtenido sentencia favorable
o la que tenga interés en que subsista el acto reclamado, podrá presentar amparo
en forma adhesiva al que promueva cualquiera de las partes que intervinieron en
el juicio del que emana el acto reclamado, en los términos y forma que establezca
la ley reglamentaria.
Con ello se impone al quejoso o a quien promueva el amparo adhesivo la carga
de invocar en el escrito inicial todas aquellas violaciones procesales que, cometidas
en el procedimiento de origen, estimen que puedan violar sus derechos. Con esta
solución se tiende a lograr que en un solo juicio queden resueltas las violaciones
procesales que puedan aducirse respecto de la totalidad de un proceso y no, como
hasta ahora, a través de diversos amparos.
Por otro lado en el primer párrafo del inciso a) de la citada fracción III, estas
comisiones consideran pertinente precisar con toda claridad que el tribunal cole-
giado que conozca de un juicio de amparo directo deberá decidir respecto de todas
las violaciones procesales que se hicieron valer y también aquéllas que cuando pro-
ceda advierta en suplencia de la queja, debiendo fijar los términos precisos en que
deberá pronunciarse la nueva resolución, señalando con claridad que aquellas vio-
laciones procesales que no se invocaron en un primer amparo, o que no hayan sido
planteadas por el Tribunal Colegiado en suplencia de la queja, no podrán ser ma-
teria de estudio en un juicio de amparo posterior.
372 • Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM
Otras modificaciones
1. Estas comisiones consideran conveniente ajustar el primer párrafo del
artículo 107 constitucional, con el objetivo de precisar que de las controversias a
que se refiere el artículo 103 constitucional, quedan excluidas aquellas en materia
electoral.
Lo anterior, en virtud de que si bien en la fracción V del artículo 99 constitu-
cional se encuentran previstas las controversias en la materia referida, se estima
idóneo hacer tal precisión para evitar confusiones en la interpretación de dicho
precepto.
2. En el penúltimo párrafo de la fracción II del artículo 107 constitucional, la
iniciativa en estudio propone que en aquellos juicios en los que se reclamen actos
que tengan o puedan tener como consecuencia privar de la propiedad o de la po-
sesión y disfrute de tierras, aguas, pastos y montes a los ejidos o a los núcleos de
población que de hecho o por derecho guarden el estado comunal, o a los ejidata-
rios o comuneros, se recaben las pruebas que se estimen necesarias para precisar
sus derechos agrarios, así como la naturaleza y efectos de los actos reclamados.
No obstante estas comisiones unidas estiman conveniente conservar el texto
vigente que clarifica y precisa que tales pruebas que de oficio deben recabarse son
aquellas pruebas que puedan beneficiar a las entidades o individuos a que se refie-
re este párrafo, considerando que se trata de los juicios de amparo en la materia
agraria, procedimientos que siempre han gozado de un tratamiento especial. En el
mismo sentido, se considera conducente conservar el último párrafo de la fracción
II por considerar que la redacción vigente redunda en una mayor protección de los
beneficios concedidos a los núcleos ejidales o comunales o de los propios ejidata-
rios o comuneros en los juicios de amparo en materia agraria.
3. Por otro lado, estas comisiones dictaminadoras coinciden en términos gene-
Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM • 373
rales con los argumentos contenidos en la iniciativa en el sentido de que hoy en día
los poderes judiciales locales gozan de una mayor autonomía e independencia
frente a los poderes legislativos y ejecutivos de las entidades federativas. Asimismo,
que la confianza en ellos ha ido aumentando, sustentada principalmente en las
reformas al artículo 116 constitucional y en aquellas normas y acciones que van
abriendo en nuestra sociedad las puertas de un Estado de derecho, sin embargo,
estas comisiones no comparten la propuesta contenida en la iniciativa en el sentido
de limitar en ciertas materias la procedencia del juicio de amparo directo, fijando
como criterios de admisión de la demanda de amparo directo la importancia y
trascendencia.
En efecto, si bien por un lado se reconoce la importancia de atender la proble-
mática generada a partir del abuso de este instrumento de tutela constitucional, por
otro lado, consideramos que es posible dar atención a dicha problemática a través
de medidas diversas a las planteadas en la iniciativa con la finalidad de no afectar
el derecho de acceso a la justicia consagrado en el artículo 17 constitucional.
Como consecuencia de lo anterior, procede suprimir el cuarto párrafo del in-
ciso a) de la fracción III así como el último de la fracción V, contenidos en el texto
de la iniciativa que se dictamina.
4. Por lo que se refiere a las reformas contenidas en la iniciativa en las fraccio-
nes IV, V, VI, VII, VIII, IX y XI, las mismas pretenden ajustar el texto constitucional
a fin de clarificarlo o precisarlo, sin contener cambios de fondo.
5. En relación con el segundo párrafo de la fracción X del artículo 107 consti-
tucional, estas comisiones unidas estiman procedente precisar las materias en las
cuales procedería el otorgamiento de la fianza que el quejoso debe otorgar para
efectos de la suspensión del acto reclamado; en consecuencia se precisa que será
en las materias civil, mercantil y administrativa.
6. Respecto a la fracción XII de este mismo precepto, estas comisiones estiman
adecuado conservar los párrafos vigentes, en virtud de que ambos establecen en
forma clara los supuestos que prevén, no así el texto contenido en la iniciativa que
se dictamina.
7. En relación a los sujetos facultados para denunciar las contradicciones de
tesis sustentadas por los tribunales colegiados, estas comisiones unidas han consi-
derado pertinente permitir al Procurador General de la República, o los tribunales
colegiados de un mismo Circuito y sus integrantes, los jueces de Distrito y a las
partes en los asuntos que los motivaron por considerar que dentro de estas últimas
se encuentran contempladas las dependencias jurídicas de los organismos públicos
y las asociaciones de abogados como se propone en la iniciativa de mérito.
Una medida similar corresponderá en los casos de las contradicciones entre
los Plenos de Circuito en materia especializada de un mismo Circuito o los Tribu-
nales Colegiados de un mismo Circuito con diferente especialización, pues se pre-
vé que sean los ministros de la Corte, los mismos Plenos de Circuito, así como los
órganos a que se refiere el párrafo anterior, quienes puedan denunciar la contra-
374 • Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM
dicción ante la Suprema Corte de Justicia, con el objeto de que el Pleno o la Sala
respectiva, decida la tesis que deberá prevalecer.
8. Asimismo, estas comisiones unidas consideran procedente derogar la frac-
ción XIV del artículo 107 constitucional que prevé los casos de sobreseimiento del
amparo o la caducidad de la instancia por inactividad del quejoso o del recurrente,
cuando el acto reclamado sea del orden civil o administrativo, en los casos que se-
ñala la ley reglamentaria, ello por estimar innecesario conservar dicho texto.
9. Estas dictaminadoras también consideran adecuado conservar el texto vi-
gente de la fracción XV que otorga la facultad al Procurador General de la Repú-
blica para ser parte en todos los juicios de amparo, y no sólo en aquellos contra
normas generales, toda vez que se estima importante conservar dicha atribución
para todos los casos manteniendo la posibilidad de abstenerse de intervenir en
aquellos casos en que el asunto carezca de interés público.
10. Estas comisiones unidas comparten lo precisado por los autores de la ini-
ciativa materia del presente dictamen, en el sentido de que uno de los temas más
complejos del juicio de amparo es el relativo a la ejecución de las sentencias. La
importancia del tema radica, como es evidente, en el hecho de que de no lograrse
la realización material y rápida de las sentencias, el juicio mismo no tendría nin-
gún sentido.
A pesar de su importancia, la materia de ejecución ha tenido un desarrollo
ciertamente confuso y complicado, lo que ha propiciado situaciones de indefen-
sión o, lo que es más grave, de impunidad. Una de las reformas más importantes
que se propone tiene que ver con la forma de sancionar a aquellos servidores pú-
blicos que hubieren incumplido con las sentencias de amparo. A la fecha, y no sin
algunas opiniones encontradas, se ha estimado que la interpretación correcta de la
fracción XVI del artículo 107 de la Constitución es en el sentido de que el Pleno
de la Suprema Corte debe separar del cargo y consignar directamente ante el Juez
de Distrito a la autoridad remisa a efecto de que este órgano individualice la pena
que le corresponde. En consecuencia, la solución que se propone es que sea la
propia Suprema Corte quien lleve a cabo esa individualización respecto de la au-
toridad responsable e iguales providencias debe tomar respecto del superior jerár-
quico de la autoridad responsable si hubiese incurrido en responsabilidad, así
como de los titulares que, habiendo ocupado con anterioridad el cargo de la auto-
ridad responsable, hayan incumplido la ejecutoria.
En relación con la repetición del acto reclamado, se propone como segundo
párrafo de la fracción XVI del artículo 107 constitucional que sea la Suprema Cor-
te de Justicia de la Nación quien con base en el procedimiento que al efecto se
establezca en la ley de amparo, proceda a separar de su cargo al titular de la auto-
ridad responsable, así como a consignarlo ante un Juez de Distrito por el delito
que prevé la ley, salvo que no hubiese actuado en forma dolosa y deje sin efectos el
acto repetitivo antes de la resolución de la Corte.
11. En relación con la propuesta contenida en el artículo 112 de la iniciativa,
Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM • 375
debe ser, además, consistente con las anteriores reformas y con las ideas que las
sustentan para lograr una consolidación adecuada del sistema en su totalidad y no
como soluciones parciales y aisladas que no son consistentes con la evolución del
sistema judicial mexicano.
En este sentido, se propone la reforma a los artículos 94, 100 y 107 constitu-
cionales por virtud de la cual se les otorga a los actuales Circuitos judiciales una
autonomía relativa que permitirá darles mayor homogeneidad, precisión y especi-
ficidad a los criterios y precedentes que se generen en ese circuito, sin necesaria-
mente extenderse al resto de los mismos. Ello contribuirá a generar una mayor
seguridad jurídica, valor que esta reforma busca promover y asegurar.
Así, las contradicciones de tesis que se generen al interior de un mismo Circui-
to se resolverán a través de un nuevo órgano —los Plenos de Circuito— que tendrá
como función resolver los criterios contradictorios. Estos órganos estarán integra-
dos por los miembros de los mismos tribunales colegiados, que son los que de
primera mano y de manera más cercana conocen la problemática que se presenta
en sus propios ámbitos de decisión. Esto permite generar una homogeneización
de los criterios en el mismo Circuito y evita que distintos tribunales pertenecientes
a la misma jurisdicción decidan cuestiones distintas para casos iguales.
Asimismo, se toma en consideración la posibilidad que se generen contradic-
ciones de tesis entre diferentes Circuitos, que en este momento va desde un único
tribunal en el caso del vigésimo cuarto Circuito correspondiente al Estado de Na-
yarit, hasta 56 tribunales divididos en cuatro especialidades en el caso del primer
Circuito correspondiente al Distrito Federal. Esto implica que la formación de los
Plenos solamente puede estar determinado por reglas generales para que el órga-
no encargado de la organización del Poder Judicial de la Federación, que es el
Consejo de la Judicatura Federal, pueda particularizar, en cada uno de los Circui-
tos, la organización dependiendo del número y especialización de los tribunales
que lo integren.
La Suprema Corte de Justicia mantiene la competencia para conocer de las
controversias que se susciten
(i) Entre Plenos de circuito de distintos Circuitos,
(ii) Entre Plenos de circuito en materia especializada de un mismo Circuito o
(iii) Entre Tribunales Colegiados de un mismo Circuito con diferente especia-
lización.
Esto asegura que no queden supuestos en los cuales pueden quedar inconsis-
tencias de criterio para la resolución de asuntos futuros; asimismo, asegura que sea
la Suprema Corte de Justicia el órgano terminal para homogeneizar las interpre-
taciones de los tribunales, evitando así una potencial dualidad y oposición entre la
interpretación constitucional y la de legalidad.
Por otro lado, se establece en el artículo 94 constitucional la atribución del
Consejo de la Judicatura Federal para expedir acuerdos generales para determi-
nar la integración de los plenos de circuito, con base en los criterios de número y
378 • Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM
aquellas resoluciones del Consejo de la Judicatura Federal que les causara algún
perjuicio.
Régimen transitorio
Estas comisiones unidas consideran conveniente modificar los artículos transi-
torios en los siguientes términos:
PRIMERO. El presente decreto entrará en vigor a los 120 días de su publicación
en el Diario Oficial de la Federación.
SEGUNDO. El Congreso de la Unión expedirá las reformas legales correspon-
dientes dentro de los 120 días posteriores a la publicación del presente decreto.
TERCERO. Los juicios de amparo iniciados con anterioridad a la entrada en
vigor del presente decreto, continuarán tramitándose hasta su resolución final
conforme a las disposiciones aplicables vigentes a su inicio, salvo por lo que se re-
fiere a las disposiciones relativas al sobreseimiento por inactividad procesal y cadu-
cidad de la instancia, así como el cumplimiento y ejecución de las sentencias de
amparo.
CUARTO. Para la integración de jurisprudencia por reiteración no se tomarán
en cuenta las tesis aprobadas en los asuntos resueltos conforme a lo dispuesto en
las disposiciones vigentes con anterioridad a la entrada en vigor del presente
decreto.
Por lo anteriormente expuesto y fundado, las Comisiones Unidas de Puntos
Constitucionales y de Estudios Legislativos someten a la consideración del Pleno
de la Cámara de Senadores, con fundamento en lo dispuesto por los artículos 86,
94 y demás relativos y aplicables de la Ley Orgánica del Congreso de los Estados
Unidos Mexicanos, así como de los artículos 87, 88 y demás relativos y aplicables
del Reglamento para el Gobierno Interior del propio Congreso, la aprobación del
siguiente PROYECTO DE
(…)
(…)
(…)
Asimismo, mediante acuerdos generales establecerá Plenos de Circuito, atendiendo al nú-
mero y especialización de los Tribunales Colegiados que pertenezcan a cada Circuito. Las
leyes determinarán su integración y funcionamiento.
(…)
Los juicios de amparo, las controversias constitucionales y las acciones de inconstitucio-
nalidad, se substanciarán y resolverán de manera prioritaria, cuando alguna de las cámaras
del Congreso, a través de su presidente o el Ejecutivo Federal, por conducto del consejero
jurídico del Gobierno, justifique la urgencia atendiendo al interés social o al orden público,
en los términos de lo dispuesto por las leyes reglamentarias.
La ley fijará los términos en que sea obligatoria la jurisprudencia que establez-
can los tribunales del Poder Judicial de la Federación y los Plenos de Circuito sobre la
interpretación de la Constitución y normas generales, así como los requisitos para su
interrupción y sustitución.
(…)
(…)
(…)
ART. 100.—(…)
(…)
(…)
(…)
(…)
(…)
(…)
(…)
Las decisiones del Consejo serán definitivas e inatacables y, por lo tanto, en su
contra no procede juicio ni recurso alguno, salvo las que afecten derechos de personas
ajenas al Poder Judicial de la Federación, las que sean de materia laboral y las que se re-
fieran a la designación, adscripción, cambio de adscripción, ratificación y remoción
de magistrados y jueces. Estas últimas sólo podrán ser revisadas por la Suprema
Corte de Justicia de la Nación.
(…)
ART. 103.—Los tribunales de la Federación resolverán toda controversia que
se suscite:
I. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos
humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por esta Constitución, así
como por los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte.
II. Por normas generales o actos de la autoridad federal que vulneren o restrinjan
la soberanía de los Estados o la esfera de competencia del Distrito Federal, y
Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM • 381
III. Por normas generales o actos de las autoridades de los Estados o del Distrito
Federal que invadan la esfera de competencia de la autoridad federal.
ART. 104.—Los Tribunales de la Federación conocerán:
I. De los procedimientos relacionados con delitos del orden federal;
II. De todas las controversias del orden civil o mercantil que se susciten sobre el
cumplimiento y aplicación de leyes federales o de los tratados internacionales ce-
lebrados por el Estado Mexicano. A elección del actor y cuando sólo se afecten intereses
particulares, podrán conocer de ellas, los jueces y tribunales del orden común.
Las sentencias de primera instancia podrán ser apelables ante el superior in-
mediato del juez que conozca del asunto en primer grado.
III. De los recursos de revisión que se interpongan contra (…)
IV. De todas las controversias que (…)
V. De aquellas en que la (…)
VI. De las controversias y de las acciones (…)
VII. De las que surjan entre un Estado (…)
VIII. De los casos concernientes (…)
ART. 107.—Las controversias de que habla el artículo 103 de esta Constitución,
con excepción de aquellas en materia electoral, se sujetarán a los procedimientos que
determine la ley reglamentaria, de acuerdo con las bases siguientes:
I. El juicio de amparo se seguirá siempre a instancia de parte agraviada, teniendo
tal carácter quien aduce ser titular de un derecho o de un interés legítimo individual o colectivo,
siempre que alegue que el acto reclamado viola los derechos reconocidos por esta Constitución
y con ello se afecte su esfera jurídica, ya sea de manera directa o en virtud de su especial si-
tuación frente al orden jurídico.
Tratándose de actos o resoluciones provenientes de tribunales judiciales, administrativos
o del trabajo, el quejoso deberá aducir ser titular de un derecho subjetivo que se afecte de
manera personal y directa;
II. Las sentencias que se pronuncien en los juicios de amparo sólo se ocuparán de los
quejosos que lo hubieren solicitado, limitándose a ampararlos y protegerlos, si proce-
diere, en el caso especial sobre el que verse la demanda.
Cuando en los juicios de amparo indirecto en revisión se resuelva la inconstitucionalidad
de una norma general por segunda ocasión consecutiva, la Suprema Corte de Justicia de la
Nación lo informará a la autoridad emisora correspondiente.
Cuando los órganos del Poder Judicial de la Federación establezcan jurisprudencia por
reiteración en la cual se determine la inconstitucionalidad de una norma general, la Supre-
ma Corte de Justicia de la Nación lo notificará a la autoridad emisora. Transcurrido el
plazo de 90 días naturales sin que se supere el problema de inconstitucionalidad, la Suprema
Corte de Justicia de la Nación emitirá, siempre que fuere aprobada por una mayoría de
cuando menos ocho votos, la declaratoria general de inconstitucionalidad, en la cual se fija-
rán sus alcances y condiciones en los términos de la ley reglamentaria.
Lo dispuesto en los dos párrafos anteriores no será aplicable a normas generales en
materia tributaria.
382 • Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM
último da contrafianza para asegurar la reposición de las cosas al estado que guardaban si
se concediese el amparo y a pagar los daños y perjuicios consiguientes;
XI. La demanda de amparo directo se presentará ante la autoridad responsable, la
cual decidirá sobre la suspensión. En los demás casos la demanda se presentará ante los
Juzgados de Distrito o los Tribunales Unitarios de Circuito los cuales resolverán sobre la
suspensión;
XII. (…)
(…)
XIII. Cuando los Tribunales Colegiados de un mismo Circuito sustenten tesis
contradictorias en los juicios de amparo de su competencia, el Procurador General
de la República, los mencionados tribunales y sus integrantes, los Jueces de Distrito o
las partes en los asuntos que los motivaron podrán denunciar la contradicción ante el
Pleno del Circuito correspondiente, a fin de que decida la tesis que debe prevalecer
como jurisprudencia.
Cuando los Plenos de Circuito de distintos Circuitos, los Plenos de Circuito en mate-
ria especializada de un mismo Circuito o los Tribunales Colegiados de un mismo Circuito
con diferente especialización sustenten tesis contradictorias al resolver las contradic-
ciones o los asuntos de su competencia, según corresponda, los ministros de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, los mismos Plenos de Circuito, así como los órganos a que
se refiere el párrafo anterior, podrán denunciar la contradicción ante la Suprema Corte de
Justicia, con el objeto de que el Pleno o la Sala respectiva, decida la tesis que deberá
prevalecer.
Cuando las Salas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sustenten tesis contra-
dictorias en los juicios de amparo cuyo conocimiento les competa, los ministros, los Tribunales
Colegiados de Circuito y sus integrantes, los Jueces de Distrito, el Procurador General de la
República y las partes en los asuntos que las motivaron, podrán denunciar la contradicción
ante el Pleno de la Suprema Corte, conforme a la ley reglamentaria, para que éste resuelva
la contradicción.
Las resoluciones que pronuncien el Pleno o las Salas de la Suprema Corte de Justi-
cia así como los Plenos de Circuito conforme a los párrafos anteriores, sólo tendrán el
efecto de fijar la jurisprudencia y no afectarán las situaciones jurídicas concretas
derivadas de las sentencias dictadas en los juicios en que hubiese ocurrido la con-
tradicción.
XIV. Se deroga.
XV. (…)
XVI. Si la autoridad incumple la sentencia que concedió el amparo, pero dicho incum-
plimiento es justificado, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de acuerdo con el pro-
cedimiento previsto por la ley reglamentaria, otorgará un plazo razonable para que proceda
a su cumplimiento, plazo que podrá ampliarse a solicitud de la autoridad. Cuando sea in-
justificado o hubiera transcurrido el plazo sin que se hubiese cumplido, procederá a separar
de su cargo al titular de la autoridad responsable y a consignarlo ante el Juez de Distrito.
Las mismas providencias se tomarán respecto del superior jerárquico de la autoridad res-
Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM • 385
ponsable si hubiese incurrido en responsabilidad, así como de los titulares que, habiendo
ocupado con anterioridad el cargo de la autoridad responsable, hubieran incumplido la
ejecutoria.
Si concedido el amparo, se repitiera el acto reclamado, la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, de acuerdo con el procedimiento establecido por la ley reglamentaria, pro-
cederá a separar de su cargo al titular de la autoridad responsable, así como a consignar-
lo ante el Juez de Distrito, salvo que no hubiera actuado dolosamente y deje sin efectos el
acto repetido antes de que sea emitida la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación.
El cumplimiento sustituto de las sentencias de amparo podrá ser solicitado por el quejo-
so al órgano jurisdiccional, o decretado de oficio por la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, cuando la ejecución de la sentencia afecte a la sociedad en mayor proporción a los
beneficios que pudiera obtener el quejoso, o cuando, por las circunstancias del caso, sea im-
posible o desproporcionadamente gravoso restituir la situación que imperaba antes de la
violación. El incidente tendrá por efecto que la ejecutoria se dé por cumplida mediante el
pago de daños y perjuicios al quejoso. Las partes en el juicio podrán acordar el cumplimien-
to sustituto mediante convenio sancionado ante el propio órgano jurisdiccional.
No podrá archivarse juicio de amparo alguno, sin que se haya cumplido la
sentencia que concedió la protección constitucional.
XVII. La autoridad responsable que desobedezca un auto de suspensión o que,
ante tal medida, admita por mala fe o negligencia fianza o contrafianza que resul-
te ilusoria o insuficiente, será sancionada penalmente.
Artículos transitorios
PRIMERO. El presente decreto entrará en vigor a los 120 días de su publicación
en el Diario Oficial de la Federación.
SEGUNDO. El Congreso de la Unión expedirá las reformas legales corres-
pondientes dentro de los 120 días posteriores a la publicación del presente
decreto.
TERCERO. Los juicios de amparo iniciados con anterioridad a la entrada en
vigor del presente decreto, continuarán tramitándose hasta su resolución final
conforme a las disposiciones aplicables vigentes a su inicio, salvo por lo que se re-
fiere a las disposiciones relativas al sobreseimiento por inactividad procesal y cadu-
cidad de la instancia, así como el cumplimiento y ejecución de las sentencias de
amparo.
CUARTO. Para la integración de jurisprudencia por reiteración no se tomarán
en cuenta las tesis aprobadas en los asuntos resueltos conforme a lo dispuesto en
las disposiciones vigentes con anterioridad a la entrada en vigor del presente
decreto.
386 • Proyecto de decreto por el que se reforman los arts. 94, 100, 103, 104 y 107 CPEUM
*
Palabras en la ceremonia inaugural del X Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional
(Lima, 16 de septiembre de 2009).
**
Director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
*
Presidente del Tribunal Constitucional del Perú.
es que somos una República comunitaria y, no obstante, la realidad nos dice que
existe en el Perú una sucesión o acumulación de naciones sin que hasta ahora poda-
mos exhibir una sola nacionalidad; es por eso que el territorio largo y difícil del Perú
hace casi imposible la comunicación en muchas zonas; estamos sin embargo en la
situación de aplicar la Constitución y la norma legal que se dá con un criterio occi-
dental y centralista pero que a veces desde Lima no se puede llegar a convencer y a
conocer siquiera los hechos de esta realidad. Es así que con ausencia de la comuni-
cación oportuna y veraz se suceden hechos de sangre como los producidos en Puno,
en Andahuaylas y en Bagua últimamente, que victoriosamente en aplicación de la
Constitución y la norma, se nos dice de un diagnóstico determinado pero que no
significa que lleguemos a comprendernos porque la situación real del Perú es la des-
información, la desigualdad, y nosotros con la Constitución en la mano estamos di-
ciendo algunas situaciones que no concuerdan con esta realidad. Y es que nuestro
país es fragmentado con amontonamiento de naciones que separan a los pueblos, sin
poder llegar hasta ahora a una nacionalidad completa no obstante que el Perú es una
República central y unitaria.
Ojalá que el Congreso que aquí se instala nos dé información adecuada para que
inmediatamente los jueces constitucionales podamos mejorar la calidad de nuestras
decisiones pero también para que la mayoría de los peruanos, ojalá todos, pudiéra-
mos algún día comprendernos y encontrar la conciliación que ha de ser la que lleve
a este Perú a la grandeza que todos quisiéramos.
Yo agradezco por todo ello a los señores que nos visitan, ilustres profesores del
Derecho Constitucional, y les auguro exitosas intervenciones, así como el éxito com-
pleto a los organizadores no obstante las situaciones de dificultad que se pudieran
presentar en este X Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional que hoy
inauguramos.
Inauguración del X Congreso
Iberoamericano de Derecho
Constitucional
Jorge Carpizo*
*
Presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional.
Soy consciente de que esta clave social bien puede quedar incluida en las de
carácter material, específicamente en el rubro de los derechos humanos. Sin embar-
go, la he apartado para darle valor propio y para así resaltar su importancia especial
en nuestra región, donde la pobreza y la desigualdad social son enormes, y constitu-
yen el reto más importante de nuestros días.
El análisis objetivo de nuestras realidades constitucionales debe perseguir dos
finalidades: la primera, de carácter científico: conocer con veracidad el estado de las
cosas y, la segunda, que es la más importante, percatándose de las debilidades del
sistema, exponerlas con ánimo constructivo para colaborar a superarlas con los ins-
trumentos que nos son propios, los académicos.
En las ideas expuestas en esta intervención no existe pesimismo alguno, no pue-
de ni debe haberlo, como no lo hubo en 1974 cuando se fundó nuestro Instituto
Iberoamericano y la realidad constitucional era crítica; en la región únicamente exis-
tían cuatro países con democracia electoral. Hoy, el reto consiste en luchar para que
no se den retrocesos en los importantes avances de las últimas tres décadas, que en
varios aspectos pueden denominarse dorados, a pesar de que la pintura de oro viene
deteriorándose y, en ocasiones, cayéndose.
Creemos en la fuerza de las ideas y de los ideales y con ellos debemos contribuir
a fortalecer y a superar los problemas de nuestras democracias. Debemos proseguir
con nuestros estudios, propuestas y declaraciones como lo hemos hecho en nuestros
anteriores Congresos y eventos académicos, y como lo haremos en el presente. Debe-
mos continuar unidos en la lucha por vigorizar la democracia, la defensa y protección
de los derechos humanos y en lograr que toda persona en Iberoamérica lleve una
existencia digna de ser vivida, con suficientes satisfactores materiales y culturales.
Con alegría, entusiasmo y fe en nuestras libertades y en nuestro futuro democrá-
tico compartido, y seguro de que nos esperan magníficas jornadas académicas en
este Congreso; hoy, 16 de septiembre de 2009, declaro solemnemente inaugurado
el X Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional.
398 blanca
Clausura del X Congreso
Iberoamericano de Derecho
Constitucional*
Diego Valadés**
*
Palabras en la ceremonia de clausura del X Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional
(Lima, 19 de septiembre de 2009).
**
Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
***
El Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional fue fundado en Buenos
Aires, en 1974. Lo precedía, en cuanto el trabajo en México, el interés por la doctri-
na, la jurisprudencia y la legislación de nuestro hemisferio que caracterizó, entre
otras brillantes iniciativas, la gestión de nuestro entonces director del Instituto de In-
vestigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Héctor
Fix-Zamudio. Una importante serie de monografías acerca del derecho constitucional
en América Latina, propició entre nosotros la búsqueda de un acercamiento con
nuestros colegas latinoamericanos.
Han transcurrido treinta y cinco años desde entonces. A partir de nuestro primer
Congreso, celebrado en 1975 y que en ese caso se denominó “Latinoamericano”,
hemos llevado a cabo un total de diez encuentros de este género, siempre de un alto
nivel académico, amén de numerosos coloquios y seminarios regionales. La presen-
cia del inolvidable don Manuel García Pelayo, que en aquellos años residía en
Caracas y a quien designamos presidente del primer Congreso, y de Pedro de Vega,
a la sazón el más joven catedrático español de derecho constitucional, con sede en la
Clausura del X Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional • 401
***
No puedo dejar de mencionar, en este lugar y en este momento, una cuestión
más que nos hermana. Este año celebran el bicentenario del inicio de su independen-
cia Bolivia y Ecuador, y el año venidero sucederá otro tanto en cinco países más:
Argentina, Chile, Colombia, México y Venezuela. Advierto que, en el caso del Perú,
se discute si la fecha a celebrar corresponde a la Junta de Cuzco, encabezada por
Pumacahua en 1814, o la proclamación de San Martín en 1821. Historiadores como
Jorge Basadre, cuya portentosa obra es un ejemplo continental, y como Teodoro
Hampe, en nuestros días, han abordado esta compleja cuestión.
Pero al margen de lo que en esta luminosa nación andina se considere como su
tiempo eje, hay un hecho histórico que a los mexicanos nos resulta medular. Hace
doscientos años un filósofo peruano entregó su vida por la independencia de mi país
y por la causa común de la libertad americana. Melchor Talamantes, limeño, nacido
en 1765, egresado de San Marcos, murió el 9 de mayo de 1809, apenas en la cuarta
década de su vida, como consecuencia de haber proclamado un año antes el derecho
a la soberanía de México. Su ejemplo y su recuerdo nos acompaña, y lo tenemos
como un símbolo vigente que, lejos de contraponernos con España, nos hermana
también con esa querida nación, porque en realidad todos libramos la misma lucha y
402 • Diego Valadés
***
En el Perú de nuestros días se advierte la pujanza de una admirable escuela de
derecho constitucional, inspirada en el fecundo trabajo de Domingo García Belaun-
de, al que ya acompañan otras generaciones de juristas sobresalientes. Para escuchar-
los a ellos y a los demás participantes en este Congreso, llegamos a Lima con grandes
ilusiones y nos vamos con no menores satisfacciones.
Esta ha sido una etapa más. En estos Congresos se han forjado numerosos consti-
tucionalistas de este hemisferio. Muchos ponentes de hoy fueron el público de ayer
y entre el público de hoy están los ponentes de mañana.
¡Hasta mañana!
Clausura del X Congreso
Iberoamericano de Derecho
Constitucional
Domingo García Belaunde*
Se me ha encargado, seguramente por ser de casa y además uno de los más antiguos
del gremio en este país, decir unas cuantas palabras de clausura de este magnifico
evento.
Nunca me imaginé que cuando fui invitado con excesiva generosidad, a partici-
par en el primer Congreso que se realizó en México hace más de treinta años, en
1975, tuvieran con el tiempo la dimensión y sobre todo la continuidad de la que han
gozado desde entonces.
Cuando asistí a ese evento en 1975, yo quedé deslumbrado con lo que veía. Mi
país como casi todos los de América Latina, estaba en esa época gobernado por go-
biernos militares o simplemente dictaduras. En mis estudios sobre regímenes políti-
cos en la región, los analistas privilegiaban el caso especial de Chile por su admirable
continuidad democrática. El zarpazo letal que ese país sufrió en 1973 acabó con esa
tipología con la cual se engolosinaban los politólogos.
El Perú vivía una época muy difícil, y para mí en particular más aun. Partí a ese
viaje en medio de incertidumbres y casi sin dinero en el bolsillo, porque teníamos un
férreo control de cambios. Aproveché largamente esas jornadas en las cuales no fui
actor sino atento espectador, porque no había ido a enseñar sino a aprender. De esa
época datan mis mejores experiencias y mis mejores amigos del mundo académico,
*
Secretario Ejecutivo del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional y Presidente Honora-
rio de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional.
que felizmente hasta ahora conservo. Y de los que guardo un especial recuerdo en mi
memoria, especialmente de los que ya no nos acompañan en este mundo.
Pero fue en ese congreso de agosto de 1975, que recibí una noticia sorprendente.
El profesor Paolo Barile, a quien conocí y traté mucho entonces y después, se me
acercó para decirme que por la radio había oído de una revolución ocurrida en el
Perú. Y me lo dijo en tono muy preocupado. Yo no llegué a entender la noticia, pues
no se me hacía a la mente que pudiera haber una revolución en mi país, así es que lo
puse en duda. El continuó y me dijo que habían echado del poder a un tal general
Velasco. Yo le contesté entonces: no hay problema… creo que esto merece celebrarlo
con una copa. Y así fue como empezamos el lento camino de retorno a la democra-
cia, que felizmente continua hasta ahora, con las limitaciones propias del entorno.
Vivimos desde esa época, con el interregno de la dictadura de Fujimori, un régi-
men que se caracteriza por tener un gobierno presidencial atenuado, como me he
atrevido a denominarlo en otra oportunidad, en donde si bien la figura presidencial
es descollante, las grandes decisiones pasan por la colaboración del parlamento. Pues
bien, hace ya varios años, que los presidentes no cuentan con mayoría en las cámaras
y pueden gobernar. Este es un claro indicio de que, con sus limitaciones, las elites
políticas de este país han madurado. En épocas anteriores, sobre todo en los periodos
iniciados en 1948 y en 1968, casos especiales de presidentes sin mayoría parlamen-
taria, los presidentes cayeron abatidos por sendos golpes de Estado. Lo que hoy pare-
ce algo muy improbable que suceda.
***
Gracias a la iniciativa de nuestros colegas mexicanos, se acordó en el IX Congre-
so Iberoamericano celebrado en Curitiba que la sede del próximo congreso fuese
Lima. A ese congreso en Curitiba yo no pude asistir, así es que la decisión fue adop-
tada por mi dilecto amigo Francisco J. Eguiguren Praeli. Por un momento pensé que
no sabía en lo que se había metido, y la verdad es que todo nos pareció muy compli-
cado de realizar. Carecíamos de experiencia en eventos de esta naturaleza y había un
caudal muy grande de realizaciones por alcanzar, sin contar los aspectos más domés-
ticos como son los de la financiación. Pero aceptado el reto, nos pusimos a la obra y
es mérito de la Comisión Organizadora y de la directiva de la Asociación Peruana de
Derecho Constitucional, que se hayan alcanzado los objetivos trazados. A Jorge Car-
pizo y a los amigos del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM les agrade-
cemos el apoyo decisivo que nos han prestado. A todos ellos nuestro reconocido
agradecimiento.
Tenemos además la inmensa satisfacción de contar entre nosotros a más de cien
profesores extranjeros, que han venido atraídos por el certamen y quizá también por
la hospitalidad de nuestra ciudad y de sus gentes. Y creo que también por la excelen-
cia de sus comidas. Debemos destacar no solo a los colegas iberoamericanos y por
cierto a nuestros colegas peruanos, sino de manera especial al importante contingen-
te de constitucionalistas italianos que nos acompañan en esta oportunidad, y de los
que esperamos más adelante contar en forma más estrecha y articulada. Los temas
Clausura del X Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional • 405
han sido variados, algunos clásicos como los de la jurisdicción constitucional y dere-
chos fundamentales, y otros más novedosos como constitución y cultura, soberanía y
globalización, etcétera.
La gran concurrencia ha sido notoria. Hemos tratado en todo momento de que
ella se encuentre debidamente atendida a través de las numerosas mesas en las cuales
se han distribuido los trabajos presentados.
Haciendo un gran esfuerzo y contando con la colaboración de la editorial IDEM-
SA, hemos impreso las ponencias enviadas en dos gruesos tomos que se han distribui-
do el día de la inauguración. Lamentablemente, por razones de fuerza mayor y los
inevitables errores que nunca faltan, han quedado fuera de ellas un aproximado de
20 trabajos que serán publicados en un suplemento a fin de año, sea en forma inde-
pendiente o dentro de nuestra revista Pensamiento constitucional, que edita la maes-
tría en Derecho Constitucional de nuestra Universidad Católica.
Adicionalmente debemos señalar que se han puesto en circulación otros libros,
en especial de nuestros dilectos amigos mexicanos: Héctor Fix-Zamudio, Jorge Carpi-
zo y Diego Valadés, así como publicaciones de colegas argentinos, brasileños, chile-
nos, etc. Y por cierto de juristas peruanos, al igual que un libro de crónicas de nues-
tros congresos nacionales, el primero de los cuales se llevó a cabo en 1987 y el
último en 2008. En el mismo sentido hay que destacar el esfuerzo de la editorial Gri-
jley, quien ha asumido la publicación de la obra homenaje al maestro Fix-Zamudio
en sus cincuenta años de investigador del Derecho - un total de doce tomos - del que
ha presentado el primero (el resto irán saliendo las próximas semanas).
Desde ya nos excusamos por los detalles o inconvenientes que pudieran haber
existido, porque son parte inevitable del quehacer humano. Pero sobre todo debo
dejar constancia que pusimos en todo esto, lo mejor de nuestras intenciones y de
nuestro trabajo.
Solo nos resta desearles un buen retorno a sus respectivos países y esperar desde
ahora un nuevo encuentro, que se realizará dentro de tres años en 2012 y en la ciu-
dad de Tucumán, gracias a la iniciativa de Sergio Díaz Ricci y al apoyo solidario y
decidido de la Asociación Argentina de Derecho Constitucional.
Declaro solemnemente clausuradas las actividades del X Congreso Iberoamerica-
no de Derecho Constitucional.
406 blanca
Crónica del X Congreso
Iberoamericano de Derecho
Constitucional*
José F. Palomino Manchego**
I. Antecedentes
Como antecedentes previos, hay que recordar que 9 han sido los congresos ibe-
roamericanos de Derecho Constitucional que se han llevado a cabo con marcado
éxito y enorme resonancia en diversos países de Iberoamérica. En tal sentido, el Ins-
tituto Iberoamericano de Derecho Constitucional viene cumpliendo un destacadísi-
mo mérito a favor del fortalecimiento de la democracia y de la gobernabilidad en
Iberoamérica.
Recordémoslos, cada uno de ellos, de manera sucinta:
*
Celebrado en Lima, Perú, del 16 al 19 de setiembre de 2009.
**
Profesor de Derecho Constitucional y Filosofía del Derecho de las universidades Nacional Mayor
de San Marcos, de Lima, Inca Garcilaso de la Vega, San Martín de Porres y de la Academia de la Magistra-
tura. Secretario Ejecutivo del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional (Sección Peruana).
Héctor Fix Fierro, expresó cordialmente con sugestión máxima que: “En esos 35 años,
el Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional no solo ha sido un espacio de
encuentro y de coordinación de esfuerzos que ha estimulado la reflexión y los estu-
dios constitucionales en nuestro continente, sino que también ha propiciado amista-
des personales muy estrechas y lazos de solidaridad en tiempos difíciles”.
Luego, el Presidente del Tribunal Constitucional de Perú, Juan Vergara Gotelli
manifestó con vigor superlativo que:
Todo Congreso de este tipo expone temáticas variadas, manejadas por la inteligencia y la
cultura jurídica de los expositores, y quedará en nosotros el material que será utilizado y
que nos servirá a los operadores jurídicos, tanto abogados como jueces, en este caso jue-
ces constitucionales, para la información que necesitamos y poder realizar una labor aca-
démica superior que se plasme en nuestras sentencias, con la calidad y claridad que el
pueblo espera.
gua), Eloy Espinosa-Saldaña Barrera (Perú), Toni M. Fine (EUA), Marta Susana Maldo-
nado (Argentina).
20:30 p.m. Fin de sesión.
Mesa 2: Cultura y Constitución (15:00 p.m. - 17:30 p.m.)
Lugar: Auditorio de Derecho PUCP
Coordinador de mesa: Miguel P. Vilcapoma Ignacio (Perú)
15:00 p.m. Exposiciones: José Afonso Da Silva (Brasil), Héctor Fix Fierro (Méxi-
co), Diego Valadés (México), Jorge Mario García Laguardia (Guatemala).
Ponencias: Abraham García Chávarri (Perú), Miriam Henríquez Viñas (Chile).
Comunicaciones: Manuel Bermúdez Tapia (Perú), Valentín Thury Cornejo (Ar-
gentina).
17:30 p.m. Fin de sesión.
Mesa 3: Soberanía y globalización en las constituciones (17:45 p.m. - 20:30 p.m.)
Lugar: Auditorio de Derecho PUCP
Coordinador de mesa: Alfredo Quispe Correa (Perú)
17:45 p.m. Exposiciones: Javier García Roca (España), Pablo Luis Manili (Argen-
tina), Calogero Pízzolo (Argentina).
Ponencias: Rosa María De la Torre Torres (México), Claudia Arlett Espino (Méxi-
co), Javier Patiño Camarena (México), Alfredo M. Vítolo (Argentina).
20:30 p.m. Fin de sesión.
Jueves 17 de setiembre (mañana)
Mesa 6: Derechos fundamentales y Derechos económicos, sociales y culturales
(9:00 a.m. - 13:15 p.m.)
Lugar: Auditorio de Derecho PUCP
Coordinador de la mesa: Eloy Espinosa-Saldaña Barrera (Perú)
9:00 a.m. Exposiciones: Jesús María Casal (Venezuela), Humberto Nogueira Al-
calá (Chile), Fernando Rey Martínez (España), Miguel Vilcapoma Ignacio (Perú).
Ponencias: Martín Acevedo-Niño (Argentina), Víctor Bazán (Argentina), Antonio
D’Aloia (Italia).
11:30 a.m. Pausa.
11:45 a.m. Guillermo Escobar Roca (España), José Julio Fernández (España), Ca-
rolina Garcés Peralta (Perú).
13:15 p.m. Fin de sesión.
Mesa 1: Jurisdicción Constitucional (continuación) (9:00 a.m. - 13:p.m.)
Lugar: Auditorio de Ciencias Sociales PUCP
Coordinador de mesa: Ernesto Blume Fortini (Perú)
Crónica del X Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional • 415
9:00 a.m. Ponencias: Víctor Julio Ortecho (Perú), Julio César Ortiz (Colombia),
Enrique Pestana Uribe (Perú), Aníbal Quiroga León (Perú), Ernesto Rey Cantor (Co-
lombia), Luis Sáenz Dávalos (Perú), Francisco Zúñiga Urbina (Chile).
11:30 a.m. Pausa.
11:45 a.m. Luis Delgado Rincón (España). Comunicaciones: Rubén Flores Da-
pkevicius (Uruguay), Eréndira Salgado Ledesma (México), Eduardo Velandia Canosa
(Colombia).
13:00 p.m. Fin de sesión.
(Tarde)
Mesa 6: Derechos fundamentales y Derechos económicos, sociales y culturales
(continuación) (15:00 p.m. - 21:00 p.m.)
Lugar: Auditorio de Derecho PUCP
Coordinador de la mesa: Víctor García Toma (Perú)
15:00 a.m. Ponencias: Erika García-Cobián Castro (Perú), Luis Huerta Guerrero
(Perú), Sergio Morán Navarro (México), Jesús Orozco Henríquez (México), Nelson
Ovalle Díaz (Colombia) , Oscar Puccinelli (Argentina), Rafael Sánchez Vázquez
(México), Omar Toledo Toribio (Perú), Jhonny Tupayachi Sotomayor (Perú).
18:00 p.m. Pausa.
18:15 p.m. Eduardo Esteva Gallicchio (Uruguay).
Comunicaciones: José Cabrera Dalence (Bolivia), Elías Carreño Peralta (Perú),
Mario G. Chávez Rabanal (Perú), Xavier Garaicoa Ortíz (Ecuador), Paula Siverino
(Argentina).
21:00 p.m. Fin de sesión.
Mesa 5: Constitución, democracia y autoritarismo (15:00 p.m. - 20:00 p.m.)
Lugar: Auditorio de Ciencias Sociales PUCP
Coordinador de mesa: Víctor J. Ortecho Villena (Perú)
15:00 p.m. Exposiciones: Fernando Calle Hayén (Perú), Francisco Miró Quesa-
da Rada (Perú), José Antonio Rivera Santivañez (Bolivia), Hernán Salgado Pesantes
(Ecuador).
Ponencias: Eduardo Andrade Sánchez (México), Jaime Del Río Salcedo (México),
Christian Donayre Montesinos (Perú).
17:30 p.m. Pausa.
José Vicente Haro (Venezuela), José F. Palomino Manchego (Perú), Pablo Riberi
(Argentina), Homero Vázquez Ramos (México).
Comunicaciones: Julio Cabrera Dircio (México), José Luis López Chavaría (Méxi-
co), Adriano Pedra Sant’Ana (Brasil).
20:00 p.m. Fin de sesión.
416 • José F. Palomino Manchego
moria respectiva. Como recuerda con expresivo vigor Francisco Eguiguren en la ‘Pre-
sentación’: “la Memoria reúne buena parte de las ponencias presentadas a este X
Congreso Iberoamericano. Constituyen un contenido voluminoso e interesante de
temas que podrán ser permanentemente revisados y consultados por los estudiosos
de nuestra disciplina…”.
Las ponencias plasmadas en la Memoria del X Congreso Iberoamericano…, cu-
yas páginas han sido redactadas y meditadas con amoroso afán, se estructuran de
acuerdo a las respectivas mesas de trabajo y siguiendo la clasificación clásica de la
Constitución: a) parte dogmática y b) parte orgánica. Así, siguiendo el hilo conductor
de las Memorias tenemos los siguientes segmentos que desfilan en secuencia lógica:
derechos fundamentales; cultura y Constitución; soberanía y globalización en las
constituciones; enseñanza del Derecho e Historia Constitucional; Constitución, de-
mocracia y autoritarismo; gobierno, congreso y descentralización territorial y, final-
mente, jurisdicción constitucional.
APÉNDICE
REGLAMENTO DEL X CONGRESO IBEROAMERICANO
DE DERECHO CONSTITUCIONAL
Art. 1°: Sede y fecha
El X Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional se llevará a cabo en la
ciudad de Lima, Perú, los días 16 al 19 de septiembre del 2009. Este certamen será
organizado por el Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional, la Asociación
Peruana de Derecho Constitucional y la Maestría de Derecho Constitucional de la
Pontificia Universidad Católica del Perú; contando con el apoyo y auspicio de la
Sección Peruana del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional y el Institu-
to de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Art. 2°: Organización
La preparación y conducción del Congreso corresponde al Comité Organizador,
que contará con la colaboración de un Comité Asesor y un Comité de Apoyo.
Art. 3°: Comité Organizador
El Comité Organizador está integrado por los doctores Jorge Carpizo (Presidente
del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional), quien lo presidirá, Domin-
go García Belaunde (Secretario Ejecutivo del Instituto Iberoamericano de Derecho
Constitucional y Presidente Honorario de la Asociación Peruana de Derecho Consti-
tucional) y Francisco Eguiguren Praeli (Presidente de la Asociación Peruana de Dere-
cho Constitucional y Coordinador de la Maestría en Derecho Constitucional de la
Pontificia Universidad Católica del Perú), quien se desempeñará como Coordinador
Ejecutivo.
Art. 4°: Comité Asesor
El Comité Asesor estará integrado por un grupo de académicos, designados por
el Comité Organizador, entre los directivos del Instituto Iberoamericano de Derecho
Constitucional, presidentes o integrantes de sus respectivas Secciones Nacionales. Su
función es colaborar con el Comité Organizador en la formulación definitiva del
programa del certamen y la difusión del Congreso en sus respectivos países.
Art. 5°: Comité de Apoyo
El Comité de Apoyo se conformará en el país sede del Congreso, para colaborar
en la ejecución de los aspectos organizativos, logísticos y de difusión del Congreso,
así como en el desarrollo de sus actividades. Sus integrantes son designados por el
Coordinador Ejecutivo.
Art. 6°: Temario
El Congreso estará organizado en 8 mesas de trabajo, que tendrán los ejes temá-
ticos siguientes:
Mesa 1. Jurisdicción constitucional:
a) Utilización de jurisprudencia extranjera en las cortes y tribunales cons-
titucionales.
Crónica del X Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional • 421
Muy buenas noches. Agradezco la invitación para, aquí con ustedes, expresar algu-
nas ideas sobre el libro Rostros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Manuel
Crescencio García Rejón y Alcalá, de la coautoría de Manuel González Oropeza y
Víctor Manuel Collí Borges, editado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el Poder Judicial del Estado de
Campeche y el Gobierno del Estado de Yucatán.
La obra se inscribe dentro de las labores que lleva a cabo la Comisión del Poder
Judicial de la Federación para el Bicentenario del inicio de la Independencia y Cen-
tenario del inicio de la Revolución Mexicana.
Recalco que es para mí un verdadero honor compartir con ustedes algunas re-
flexiones sobre esta obra por tres razones principales: la primera porque aborda as-
pectos relevantes de la biografía de Manuel Crescencio García Rejón y Alcalá, quien
es conocido por su labor creativa en torno a una figura que ha trascendido el derecho
mexicano, el amparo; en segundo, porque la presentación se realiza en el estado de
Campeche, donde se encuentra el lugar donde viera la luz tan insigne jurista, y en
tercer lugar, porque, aunado a lo anterior, la presentación de esta obra se realiza en
el marco de la sexta edición de la Mesa redonda sobre justicia constitucional en las
entidades federativas, evento en el cual confluyen dos de los temas que han destaca-
do en el constitucionalismo peninsular, especialmente en el yucateco, que habrá
de escindirse y ser sustento de los constitucionalismos de Campeche, primero, y de
Quintana Roo, después. Estos temas son: la justicia constitucional y los derechos
fundamentales, temas que no puede negarse, entrañan una perenne actualidad en los
sistemas jurídicos contemporáneos.
*
Texto leído durante la presentación del libro Rostros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Manuel Crescencio García Rejón y Alcalá, de Manuel González Oropeza y Víctor Manuel Collí Borges,
en Campeche, Camp., el 28 de octubre de 2009. En el marco de la Sexta Mesa Redonda “La justicia cons-
titucional en las entidades federativas”.
**
Doctor en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Quizá haya que decir que hay un cuarto motivo, por el cual siento un especial
honor ser comentarista: los autores son reconocidos representantes del estudio del
derecho constitucional local.
En esta época de conmemoraciones, de recuerdos patrióticos, de llamadas histó-
ricas, nada mejor que hablar de la defensa de los derechos. Tema en el cual los habi-
tantes de esta península han encontrado su vocación, en más de una ocasión. Habrá
que recordar aquí a José Matías Quintana, padre de Andrés Quintana Roo.
José Matías Quintana publicó en octubre de 1813 su Manifiesto de las notorias
infracciones con que los Sres. capitanes generales de las provincias de N. E. y penín-
sula de Yucatán D. Félix María Calleja y D. Manuel Artazo, insultan descaradamente
la Constitución y las leyes pisándolas y quebrantándolas, más escandalosa, y crimi-
nalmente que los rebeldes Morelos, Toledo y demás caudillos de la insurrección, con
inserción de los documentos que lo califican; para que vistos los hechos, decida el
español imparcial, si esta parte de la América septentrional tiene razón para resentir-
se de los golpes despóticos, y arbitrarios, con que la tiranizan sus principales mando-
nes [Imprenta Patriótica de d. José Francisco Bates, 1813] y entre 1813 y 1814, se
haría cargo de que el periódico Clamores de la fidelidad americana contra la opre-
sión o fragmentos para la historia futura en Mérida de Yucatán,1 apareciera todos los
lunes durante más de medio año.
No fue el único caso, por supuesto. La revisión de la obra nos da cuenta de ese
estado de cosas que explica los avatares de esta región, que fue provincia, intenden-
cia, gobernación, entidad federativa y Estado propiamente dicho, antes de ser el con-
junto de entidades que hoy lo conforman y de las cuales algunas representaciones
participan en la edición de esta obra en torno a uno de sus hijos.
Con tales antecedentes se entenderá que no sea extraño que en este país, penin-
sular, en 1840, se elabore un proyecto de Constitución, que el 31 de marzo de 1841
se hará realidad, donde se incluya un mecanismo procesal para proteger las denomi-
nadas garantías individuales. Y digo en este país, porque para esos momentos Yuca-
tán se había separado de la República Mexicana. Al mes siguiente, en abril, se pu-
blicaría la Constitución yucateca aquí, en Campeche. En su edición del 22 de abril
de 1841, el periódico El Espíritu del Siglo afirma que la Constitución yucateca “es
el monumento consagrado a proteger y garantir los derechos de los hombres y del
ciudadano”.
La Constitución que redactó Rejón es clara en tal percepción, pues tanto en el
proyecto como en el texto finalmente aprobado, aparece por vez primera un capítulo
dedicado a las “garantías individuales”.
Así, la vocación de la península por la defensa de los derechos queda evidencia-
da con creces. Y no me extiendo más en este tema. Sólo destaco el gusto de hablar
aquí sobre el tema de los derechos y sus garantías, que son eje rector de la idea de
justicia constitucional. Y que han sido el motor de numerosos asuntos, desde el Am-
1
Véase el facsímil completo en la edición que prologa Ma. del Carmen RUIZ CASTAÑEDA, México,
UNAM [Instituto de Investigaciones Bibliográficas-Hemeroteca Nacional], 1984.
Los rostros de Rejón • 425
paro Valay,2 pasando por la primera sentencia de amparo, hasta llegar al Amparo
Morelos3 y al Amparo Vega,4 y muchos otros que han dado perfil a la institución pro-
tectora de los derechos humanos.
Esta Mesa Redonda es auditorio perfecto para mencionar, así sea de paso, y como
lo hace González Oropeza en otra de sus obras, sobre la paradoja que representa la
emisión de la primera sentencia de amparo: mientras un juez local emite la primera
sentencia de amparo, la Suprema Corte de Justicia conocería de otras solicitudes de
amparo en las cuales negaría su procedencia.5
Parecería que no estoy presentando entonces el libro que nos convoca sobre la
figura de Rejón. Sin embargo, debo mencionar que es precisamente este libro el que
suscita tales reflexiones, porque los autores escribieron sobre Rejón, enfatizando en
ambos casos sus aportes sobre la justicia constitucional a partir del amparo y de los
derechos humanos.
Pero debo aclarar que no sólo se queda en esta idea quien aborda el libro, lo he
destacado quizá por ser el de más fácil referencia. Los autores de esta obra se detie-
nen en otros rostros de Rejón. Los otros rostros, las otras facetas, nos descubren a un
jurista insigne. Polifacético en muchos aspectos, pues como nos recuerda González
Oropeza, fue tres veces constituyente, distinción difícil de alcanzar por otros mexica-
nos. A este perfil parlamentario o legislativo se agrega el de la diplomacia.
Hombre público pues, Rejón dejó una impronta relevante para el constituciona-
lismo mexicano, puesto que no sólo debería recordársele por el juicio de amparo,
sino por la defensa y reconocimiento de otras instituciones: empezando desde la
conceptualización de la noción de estados soberanos en la discusión constituyente
de 1824, donde señalaría que “Los Estados se deben llamar soberanos porque tienen
ese poder para disponer definitivamente y con exclusión de toda otra autoridad de los
negocios que les pertenecen”, aunque también entendió a plenitud el alcance del
modelo federal al negar a las legislaturas locales, la posibilidad de anular la legisla-
ción federal.
Otra discusión interesante la dio en torno a la figura de un ejecutivo colegiado.
Como se menciona en el libro la figura de un órgano colegiado presenta diversas
ventajas, frente al modelo imperante, mismo que fue defendido por Ramos Arizpe en
el primer Constituyente.
2
Véase NARVÁEZ HERNÁNDEZ, José Ramón, Historia social de la defensa de los derechos en México.
El origen del juicio de amparo en la península yucateca, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación,
2007.
3
Véase GONZÁLEZ OROPEZA, Manuel, y ACEVEDO VELÁZQUEZ, Eleael (coords.), El amparo Morelos,
México, Editora Laguna, H. Congreso del Estado de Morelos, 2002. Asimismo, VELASCO, Emilio, El amparo
de Morelos. Colección de artículos publicados en “El Porvenir”, edición facsimilar de la de 1874, México,
Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2005.
4
Véase GONZÁLEZ OROPEZA, Manuel, “El amparo en negocios judiciales: el caso de Miguel Vega”,
en Anuario Mexicano de Historia del Derecho, México, DF, no. 10, 1998, pp. 385-397.
5
GONZÁLEZ OROPEZA, Manuel, Los orígenes del control jurisdiccional de la Constitución y de los
derechos humanos, México, CNDH, 2003, pp. 237-243.
426 • David Cienfuegos Salgado
6
Ibidem, pp. 116-117.
7
O’GORMAN, Edmundo, Breve Historia de las Divisiones Territoriales. Trabajos Jurídicos de home-
naje a la Escuela Libre de Derecho en su XXV Aniversario, México, Polis, 1937, p. 149.
Los rostros de Rejón • 427
antes del mediodía lo vio partir, dejándonos un importante legado que en obras
como la aquí presentada empieza a rescatarse, a discutirse y sobre todo a valorarse.
Cómo dijo el magistrado Ángel Francisco Prieto Méndez, hace unos momentos,
Rejón deja el reto a los yucatecos, quintanarroenses y campechanos para seguir cons-
truyendo las instituciones de este país. En seguir siendo, como fue Rejón —en pala-
bras del magistrado Collí Borges—: un hombre que retó al tiempo, que dejó una obra
que enfrenta y trasciende el tiempo; una obra inacabada, pero dinámica y actual.
No me resta sino felicitar a los coautores, por este libro pleno de significados y
de recordatorios para los mexicanos, especialmente para los de la península yucate-
ca; dónde un hombre que nació en el entonces Yucatán es ahora uno de los hijos
destacados de Campeche, sin dejar de estar perennemente ligado a la historia nacio-
nal. Muchas gracias.
60º Aniversario de la Constitución
de la República italiana*
Leopoldo Elia**
*
Discurso pronunciado con ocasión del 60 aniversario de la Constitución italiana (Roma, Palazzo
della Consulta, 29 de febrero de 2008).
**
Presidente Emérito de la Corte Constitucional italiana.
supranacional de los derechos, con base en el artículo 11, y por la Convención de los
derechos del hombre, mediante el artículo 117 constitucional, primer parágrafo, con-
firiendo eficacia directa o indirecta a las sentencias de la Corte de Luxemburgo y a la
de Estrasburgo. Por otra parte, como se sabe, el artículo 11 de la Constitución, a se-
mejanza de una cláusula del Preámbulo de la Constitución francesa del 27 de octubre
de 1946, es claro en promover, a través de limitantes a la soberanía (y en condiciones
de igualdad con los demás estados) un ordenamiento que asegure la paz y la justicia
entre las naciones. Esta contundente aspiración por la paz, tan ligada a los catastrófi-
cos acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, es acentuada, en el texto pro-
puesto por Giuseppe Dossetti, por la renuncia a la guerra como instrumento de con-
quista o de ofensa a la libertad de los demás pueblos; renuncia que considera también
las intervenciones militares previstas en el ámbito de organizaciones internacionales
y supranacionales dirigidas a asegurar el mantenimiento de la paz y justicia entre los
pueblos. Es necesario advertir a propósito de la protección jurisdiccional multinivel
que será necesario superar las zonas exentas del juicio de constitucionalidad que
permanecen sobre todo en tema de leyes electorales, de protección al honor de los
ciudadanos en términos del artículo 68, primer parágrafo, de la Constitución, y veri-
ficar la legitimidad de los resultados de las elecciones. De hecho, sería paradójico,
omitiendo otras razones, que de tales cuestiones pudieran conocer jueces suprana-
cionales y no, en cambio, jueces italianos (en particular la Corte Constitucional). Al-
gunos infortunios, de una manera u otra manera, ya se han presentado.
La fortaleza de la Constitución republicana, incluso gracias a las transformacio-
nes sumariamente recordadas, realizadas en seis décadas, ha demostrado tener una
prudente elasticidad y capacidad para “comprender” con sus principios fenómenos
no previsibles para los constituyentes; y todo ello, sin perder su significado. De he-
cho, esta apertura a lo nuevo se ha llevado siempre a cabo a través de los principios
del constitucionalismo formado en la segunda mitad del siglo XX (personalismo, plu-
ralismo, Estado democrático, libertad, justicia social, organización “difusa” de los
poderes que asegure equilibrio y control recíproco, sistema de garantías): un núcleo
fuerte de constitucionalismo coherente recibido en nuestra Constitución.
Para concluir, no me resta más que referirme al antiguo augurio vigente dentro o
fuera de este palacio: que hagan mejoras los que vienen. Faciant meliora sequentes.
*
Pronunciado en Mérida, Yucatán, el 17 de abril de 2009.
**
Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (México).
en Cádiz, cuando España nos convoca, con motivo de la celebración del Bicentena-
rio de la Constitucional Gaditana de 1812.
Agradecemos la presencia de los jueces constitucionales que integran esta Con-
ferencia, así como la asistencia de observadores e invitados especiales.
Confiamos en que el desarrollo de esta reunión haya estado a la altura de sus
expectativas, pues hicimos nuestros mejores esfuerzos para que así fuera.
México reitera su compromiso con la Conferencia y su aprecio para cada uno de
los asistentes.
442 blanca
VI Encuentro Iberoamericano
de Derecho Procesal Constitucional
XI Jornadas Argentinas
de Derecho Procesal Constitucional
José F. Palomino Manchego*
I. Introducción
Momentos gratos e inolvidables fueron los que se vivieron durante los días 11,
12 y 13 de junio del año en curso en la Provincia de San Juan de la Frontera (Argen-
tina) fundada el 13 de junio 1562, con ocasión de llevarse a cabo, conjuntamente, el
VI Encuentro Iberoamericano de Derecho Procesal Constitucional y las XI Jornadas
Argentinas de Derecho Procesal Constitucional, y que contó con la presencia de más
de 300 participantes. Y, por cierto también, poder reencontrarnos con los colegas
sanjuaninos Víctor Bazán y Adriana Tettamanti. En realidad, con una perspectiva ac-
tual, se abordó todo lo que sucede en el Derecho Procesal Constitucional, conforme
se desprende del prisma temático-expositivo que a continuación sigue.
San Juan tiene presencia y tradición histórica. Por ejemplo, el Convento de Santo
Domingo edificado en 1590, en el cual se hospedó el General José Francisco de San
Martín y Matorras (Yapeyú-Argentina 1778 - Boulogne-sur-Mer-Francia 1850) en 1815
con la División Cabot, para posteriormente coronar su gesta heroica: El Cruce de los
Andes. También posee San Juan tradición jurídica en el país del Plata. Tan sólo recor-
demos la figura insigne de uno de sus hijos predilectos, el prócer Domingo Faustino
Sarmiento (San Juan 1811 - Asunción 1880), notable educador y forjador genuino de
generaciones, y cuya casa natal se conserva intacta hasta el día de hoy, en la calle que
lleva su nombre, Sarmiento 21 (sur).
Sarmiento, en compañía de Juan Bautista Alberdi (Tucumán 1810 - París 1884),
*
Profesor de Derecho Constitucional y Filosofía del Derecho de las universidades Nacional Mayor
de San Marcos, de Lima, Inca Garcilaso de la Vega, San Martín de Porres y de la Academia de la Magistra-
tura. Secretario Ejecutivo del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional (Sección Peruana).
APÉNDICE
REGLAMENTO DEL VI ENCUENTRO IBEROAMERICANO
DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL Y XI JORNADAS
ARGENTINAS DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
I. Introducción
En la época actual ya no son extraños los encuentros académicos, discusiones y
trabajos en torno al “Derecho Procesal Constitucional”, rama autónoma del derecho,
con orígenes en el Derecho Procesal, que día a día, ha ido fortaleciéndose y logrando
posicionarse fuertemente en el foro jurídico. En nuestro país, esto ha sido gracias a la
incesante labor de doctrinarios, académicos, y miembros del Poder Judicial, que han
trabajado arduamente para ello; esta tarea ha comenzado a dar frutos, en tanto esta
nueva parcela jurídica se enseña en facultades de licenciatura y posgrado, además de
que la literatura científica sobre el tema también va en aumento.
Dentro de estos esfuerzos destaca la creación del Instituto Mexicano de Derecho
Procesal Constitucional, el cual surgió en el marco del Coloquio Internacional de
Derecho Procesal Constitucional, que se llevó a cabo en Nuevo León, en el 2004.1
Luego, en el mismo lugar, en el 2005, se llevó a cabo el Primer Congreso Mexicano
de Derecho Procesal Constitucional;2 posteriormente, tuvo verificativo en la Ciudad
de México (2007), el Segundo Congreso Mexicano de Derecho Procesal Constitucio-
nal;3 y al año siguiente (2008), el VI Encuentro Iberoamericano de Derecho Procesal
Constitucional, en el centro de convenciones de Cancún.3 En este camino, Ciudad
*
Abogado postulante. Maestra en Derecho Procesal Constitucional.
1
Consúltense sus memorias: CISNEROS FARÍAS, Germán (editor), Derecho Procesal Constitucional.
Coloquio Internacional, Monterrey, Universidad Autónoma de Nuevo León, 2004.
2
Véase FERRER MAC-GREGOR, Eduardo y ZALDÍVAR LELO DE LARREA, Arturo, Procesos Constitucionales.
Memoria del I Congreso Mexicano de Derecho Procesal Constitucional, México, Porrúa-UNAM, 2007.
3
Las memorias del evento se encuentran en etapa de edición: FERRER MAC-GREGOR, Eduardo, y
ZALDÍVAR LELO DE LARREA, Arturo, La protección constitucional de los derechos fundamentales. Memoria
del II Congreso Mexicano de Derecho Procesal Constitucional, México, Porrúa-UNAM, 2009 (en prensa).
otras. También se incluyen las garantías de las partes, tales como el debido proceso y
el derecho de acción de los particulares. En tanto que el Derecho Procesal Constitu-
cional estudia sustancialmente las garantías constitucionales.
Mesa 1
Amparo Soberanía y Amparo Colectivo
4 Respecto de este tema Véase GIDI, Antonio y FERRER MAC-GREGOR, Eduardo (Coords.), Código
Modelo de Procesos Colectivos. Un Diálogo Iberoamericano. Comentarios Artículo por Artículo, Porrúa-
UNAM, México, 2008.
Crónica del Tercer Congreso Mexicano de Derecho Procesal Constitucional • 455
Mesa 2
La controversia constitucional
sobre la controversia constitucional, entre ellas, señaló que no todos los conflictos a
resolverse son de origen y solución constitucional, ya que puede haberlos también
con base en otros documentos normativos; comentó que no todos los conflictos
que se resuelven en este proceso son de tipo competencial en estricto sentido, sino que
algunos son vicios de legalidad, que también se presentan por invasión de esferas, de
vindicación y de simple incompetencia.
Finalizó la mesa con la intervención de VÍCTOR MANUEL COLLÍ EK (Investigador de
la Universidad Autónoma de Campeche), quien realizó diversas consideraciones y
análisis de tipo jurídico y filosófico sobre las controversias constitucionales, así como
del papel que ha jugado la Suprema Corte en la construcción de la democracia en
nuestro país, en la Reforma del Estado y en la independencia judicial.
La mesa fue moderada por ARMANDO VILLANUEVA MENDOZA, Magistrado Nume-
rario del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Tamaulipas, quien hizo hincapié
en la importancia de los temas antes comentados, considerando que la controversia
constitucional es un proceso de gran relevancia, de gran utilidad en nuestro siste-
ma constitucional mexicano.
Mesa 3
La acción abstracta de inconstitucionalidad
Acto seguido, intervino MARCOS FRANCISCO DEL ROSARIO (Subdirector del Posgra-
do de la Universidad Panamericana), destacando que la acción de inconstitucionali-
dad se ha convertido en un medio fundamental de control constitucional, dado que
es un control nato de la supremacía constitucional, tanto para temas orgánicos como
para derechos fundamentales, comentó la necesidad de ampliación de la legitima-
ción activa, y destacó diversas acciones de inconstitucionalidad relevantes.
Finalizó la mesa con la intervención de VALERIANO PÉREZ MALDONADO, (Secreta-
rio de Estudio y Cuenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación)
quien destacó la transición de este tribunal hacia un órgano de control constitucional
especializado en la materia electoral, esto con base en la reforma constitucional de
2007, que expresamente le reconoció la facultad de interpretar la constitución y des-
aplicar normas electorales, cuando las encuentre inconstitucionales. Señaló además
que con esta novedosa facultad, se han dado once casos de desaplicación de normas,
con lo que se construye un nuevo modelo de control constitucional electoral por una
doble vía. También destacó los llamados casos “Castañeda” y “Hank”.
Para concluir el primer día de este Congreso, se agasajó a los congresistas con un
brindis, en las mismas instalaciones del Centro Cultural Tamaulipas.
MESA 4
Garantías constitucionales del Senado.
(Cuestiones Políticas, conflictos por límites territoriales,
juicio político y desaparición de poderes)
El segundo día del Congreso, sábado 3 de octubre, se iniciaron los trabajos, muy
temprano, con esta mesa, dedicada a garantías constitucionales que no suelen ser
muy analizadas, pero que detentan una gran relevancia como parte del sistema de
defensa constitucional mexicano. La mesa fue moderada por MORELOS CANSECO GÓ-
MEZ (Asesor Jurídico del Gobierno de Tamaulipas) quien realizó una introducción al
tema que nos ocupa.
Se inició con la participación de FRANCISCO TORTOLERO (Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas de la UNAM) quien dedicó su ponencia al tema de los conflictos de lí-
mites. Comenzó por hacer una reseña de antecedentes históricos, incluso en el caso
de los Estados Unidos. Posteriormente, comentó el caso de conflicto de límites habi-
do entre Quintana Roo, Campeche y Yucatán, que originalmente se tramitó ante la
Suprema Corte de Justicia. Tiene su origen en que en 1996 Campeche crea el muni-
cipio de Calak Mul, pero se alega que parcialmente se encuentra en territorio de las
otras entidades, ya que en cada constitución los límites son distintos; se trata de una
porción de terreno bastante grande y con aproximadamente 3,000 habitantes. Con-
cluye que al quitarle la competencia a la Corte para conocer de estos asuntos, es un
caso evidente de triunfo de la política sobre el Derecho.
Acto seguido, participó RUBÉN SÁNCHEZ GIL (Doctor en derecho por la UNAM y
abogado en ejercicio) quien habló de las “cuestiones políticas” entre los estados de la
Unión, a través del procedimiento senatorial previsto por el artículo 76 f. VI constitu-
458 • Laura M. Rangel Hernández
cional, y que cuenta con su ley reglamentaria.5 Comentó que se trata de un proceso
heterocompositivo de carácter sui generis, donde el Senado decide, sin ser formal-
mente un órgano jurisdiccional; sin embargo hay que considerar muchos factores
como la posible parcialidad del Senado, al tratarse de personas electas, que fueron
propuestas por los propios partidos políticos. Realizó diversas manifestaciones rele-
vantes en torno a estos conflictos, como su carácter auxiliar y subsidiario de la con-
troversia constitucional, entre otros temas.
Posteriormente, la destacada profesora estadounidense, TONI FINE, (Universidad
de Fordham, Nueva York) realizó un profundo análisis del juicio político, en el siste-
ma americano (impeachment). Destacó, que al tratarse de un sistema federal, este
juicio tiene regulación estatal y federal. Respecto de este último caso señaló los su-
puestos de procedencia, los funcionarios en contra de quienes procede, el procedi-
miento respectivo, las conductas sancionadas, entre otros temas; también comentó
que se han tramitado 18 casos.
HUMBERTO SUÁREZ CAMACHO (Magistrado del Segundo Tribunal Colegiado en
Materia Administrativa del Primer Circuito) quien hizo uso de la voz para abordar las
cuestiones políticas como garantías constitucionales del Senado, destacó que la máxi-
ma autoridad para dirimir los conflictos políticos en México es la Cámara de Senado-
res; mientras que la Suprema Corte lo es para resolver conflictos jurídicos. En este
tenor, recalcó que la distinción entre un conflicto político y uno jurídico es sumamen-
te complicada, pero que debe tenerse en cuenta que el primero es un género que
involucra conflictos en materia electoral, políticos y jurídicos. Puntualizó que aque-
llos conflictos en los que las partes se desaparten por completo de sus órdenes jurídi-
cos parciales y del constitucional (ya sea haciendo uso de la fuerza o cuando parte
del “pueblo” participa en el conflicto) será la Cámara de Senadores la competente
para solucionar los aspectos de hecho y no de derecho que involucren a los órganos
de poder, con independencia de las distintas responsabilidades personales de los ti-
tulares y de los particulares que hayan intervenido.
Para cerrar la mesa, participó CÉSAR DE JESÚS MOLINA (Doctor en Derecho y re-
cientemente designado Juez de Distrito). Habló del tema de conflicto de límites, en
particular del asunto llevado ante la Suprema Corte en 1997, toda vez que le tocó
personalmente intervenir en su tramitación, pese a que no pudo ser concluido en
virtud de la reforma constitucional que transfirió dicha facultad al Senado (2005). Se
trata del llamado “punto PUT”, donde convergen los estados de Yucatán, Campeche
y Quintana Roo. Señaló la gran cantidad de implicaciones que este conflicto genera,
tales como la duplicidad de servicios públicos y sistemas políticos, económicos y le-
gales y sobre todo el factor sociológico, dado que la población no tiene la certeza de
a qué comunidad o entidad pertenecen.
5
Ley Reglamentaria de la Fracción VI del Artículo 76 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos; Ley publicada en la Primera Sección del Diario Oficial de la Federación, el viernes 31
de agosto de 2007.
Crónica del Tercer Congreso Mexicano de Derecho Procesal Constitucional • 459
Mesa 5
Protección orgánica electoral
V. Conclusiones
Los resultados del Tercer Congreso Mexicano de Derecho Procesal Constitucio-
nal son contundentes. Se trató de un evento formal, profesional, que conjuntó a po-
nentes nacionales, así como de Argentina, Estados Unidos y Paraguay. Destaca por
haber reunido a un por demás selecto auditorio, de casi seiscientos asistentes, confor-
mado por legisladores, federales y locales, miembros del Poder Judicial federal y de
la entidad sede, así como personal adscrito al Ejecutivo local, a los organismos autó-
Crónica del Tercer Congreso Mexicano de Derecho Procesal Constitucional • 461
6
Las Memorias del congreso serán publicadas por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM.
462 blanca
Convocan al
ACTO INAUGURAL
EUGENIO HERNÁNDEZ FLORES, Gobernador Constitucional del Estado de Tamaulipas
GUILLERMO ORTIZ MAYAGOITIA, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
PROGRAMA
Viernes 2 de octubre
10:00-10:45 hrs. Ceremonia de inauguración.
11:00-11.45 hrs. Conferencia Magistral de Inauguración.
JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ, Ministro de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación.
11:45-12:00 hrs. Receso.
Mesa 1
Amparo Soberanía y Amparo Colectivo
12:00-14:00 hrs. OSVALDO ALFREDO GOZAÍNI (Argentina), RAFAEL COELLO, EDUARDO
FERRER MAC-GREGOR, JORGE ORDÓÑEZ, ARTURO ZALDÍVAR.
14:00-16:00 hrs. Receso.
Mesa 2
La Controversia Constitucional
16:00-18:00 hrs. JORGE SILVERO SALGUEIRO (Paraguay), LAURA RANGEL, EDGAR CORZO,
MARÍA AMPARO HERNÁNDEZ, VÍCTOR MANUEL COLLÍ EK.
18:00-18.15 hrs. Receso.
463
Mesa 3
La Acción Abstracta de Inconstitucionalidad
18:15-20.15 hrs. ÁNGEL DÁVILA ESCAREÑO, MARCOS DEL ROSARIO, FABIOLA MARTÍNEZ,
FERNANDO SILVA, VALERIANO PÉREZ MALDONADO.
20:30 hrs. Cóctel de bienvenida para Congresistas.
Sábado 3 de octubre
Mesa 4
Garantías Constitucionales del Senado (Cuestiones Políticas,
conflictos por límites territoriales, juicio político y desaparición de poderes)
8:30-10:30 hrs. TONI FINE (Estados Unidos), CÉSAR DE JESÚS MOLINA, RUBÉN SÁN-
CHEZ, FRANCISCO TORTOLERO, HUMBERTO SUÁREZ CAMACHO.
10:30-10:45 hrs. Receso.
Mesa 5
Protección Orgánica Electoral
10:45-12.45 hrs. JOHN ACKERMAN, CÉSAR ASTUDILLO, JAIME CÁRDENAS, EDGAR DANÉS,
HÉCTOR FIX-FIERRO.
12:45-13.00 hrs. Receso.
13.00-13.45 hrs. Conferencia Magistral de Clausura: HÉCTOR FIX ZAMUDIO
CEREMONIA DE CLAUSURA
14.00 hrs. Palabras del Dr. HÉCTOR FIX FIERRO, Director del Instituto de Inves-
tigaciones Jurídicas de la UNAM.
Palabras del Dr. ARTURO ZALDÍVAR LELO DE LARREA, Vicepresidente
del Instituto Mexicano de Derecho Procesal Constitucional
distinta naturaleza y finalidad. A tal grado que ciertas atribuciones de dirección y planeación
entre sus funciones se consolidó también como de política judicial, tanto para combatir el rezago
“recurso de casación” (derivado del famoso como para lograr un adecuado funcionamiento
“amparo Miguel Vega” resuelto en apelación por de los órganos del Poder Judicial de la Federa-
mayoría de votos por la Suprema Corte en 1869 ción. Asimismo, con la reforma al artículo 116
y de los debates posteriores sobre el alcance constitucional de ese año, se explicitan las ga-
interpretativo del artículo 14 de la Constitución rantías constitucionales del juzgador y se sien-
de 1857). Así quedó absorbido el recurso de ca- tan las bases de los tribunales locales, que en
sación (que desapareció de los códigos proce- los años sucesivos y hasta nuestros días ha
sales civiles) por el amparo. Esto provocó que a sido crucial para el fortalecimiento de la autono-
principios del siglo XX el “rezago” del llamado mía e independencia de los poderes judiciales
“amparo judicial” o “amparo casación” era ya en las entidades federativas.
importante en la Suprema Corte, calificándolo
por Emilio Rabasa como una “tarea imposible” III
de afrontar.
Cualquier sentencia definitiva de los Tribu- Es a partir de esta fecha donde se inicia la
nales Superiores de Justicia podía impugnarse llamada Reforma Judicial como lo han señalado
directamente ante la Suprema Corte de Justicia con toda razón algunos autores y especialmente
por esa vía. El supuesto “federalismo judicial” se advierte con mayor claridad con la trascen-
que tiene su origen en la Judicial Act de 1789 en dental reforma de 31 de diciembre de 1994.
los Estados Unidos de Norteamérica y que no- Esta corriente de visualizar el sistema de
sotros seguimos, se convirtió en la práctica en impartición de justicia de manera integral, ha
un “centralismo judicial” en nuestro país. tenido dos momentos de especial importancia.
El “rezago” se incrementó. Alcanzó cifras El primero, con motivo del Proyecto de Nueva
inimaginables a mediados del siglo de referen- Ley de Amparo (que incluía las reformas consti-
cia: más de 30,000 asuntos pendientes de reso- tucionales correspondientes), elaborada por un
lución en la Corte, lo que originó la reforma grupo de expertos y que avaló la Suprema Corte
constitucional de 1951 para crear los Tribunales (1999-2001).
Colegiados de Circuito, como órganos interme- Este primer esfuerzo llevó a que un grupo
dios para conocer de este tipo de asuntos (am- plural de senadores lo hiciera suyo como inicia-
paro directo), así como de revisiones de ampa- tiva de ley y reforma constitucional (2004) y que
ros indirectos que antes conocía también lamentablemente no se ha aprobado. Entre sus
nuestro más alto tribunal. principales bondades de este proyecto figuran:
De esta manera, las primeras reformas al (i) la ampliación del objeto de protección a los
artículo 94 constitucional en los años 1928, 1934 derechos humanos previstos en tratados inter-
y 1951 se centraron básicamente en la manera nacionales ratificados por nuestro país; (ii) un
de combatir el “rezago” a través de la creación mayor acceso a la justicia a través de la figura
de más órganos (salas de la Corte, tribunales y del “interés legítimo”, que abre la posibilidad de
juzgados federales) y juzgadores constituciona- tutelar nuevos derechos de incidencia colecti-
les (ministros, magistrados y jueces). vos; (iii) la limitación del “amparo para efectos”
Una nueva visión aparece en 1987. La re- por meras deficiencias procesales, evitando el
forma al texto supremo delimita la competencia alargamiento injustificado de los asuntos; (iv) la
constitucional de la Suprema Corte y le otorga incorporación de la “teoría de la apariencia del
El amparo directo en México. Evolución y realidad actual • 469
buen derecho” y una mejor regulación de la figu- Ex Hacienda de Jurica, Querétaro, con la partici-
ra de la “suspensión” del acto reclamado; (v) la pación de juzgadores de todo el país.
ampliación de los efectos de las sentencias, me- Este fue el comienzo de una agenda con-
diante la declaratoria general de inconstituciona- junta, cuyos acuerdos se plasmaron en la “De-
lidad en el amparo contra leyes; y (vi) explicitar la claración de Jurica”. Entre las acciones que se
“interpretación conforme” que viene realizando la consideraron en este importante documento,
Suprema Corte en su calidad de tribunal constitu- destacan la elaboración de un programa nacio-
cional. Actualmente existe un proyecto de refor- nal de capacitación judicial; la proyección de un
ma integral al juicio de amparo en el Senado de sistema nacional de estadística judicial con indi-
la República que retoma varios de los aspectos cadores y parámetros uniformes para todos los
antes señalados y esperamos sea aprobado. subsistemas jurisdiccionales (sistemas electo-
Un segundo momento estimamos se pro- ral, de justicia laboral, justicia fiscal y conten-
duce en 2003, cuando la Suprema Corte de Jus- cioso administrativa, penal, agrario, etc.); un
ticia de la Nación convocó a la comunidad jurídi- código de ética nacional para los funcionarios
ca nacional, así como a las instituciones y jurisdiccionales; la elaboración de un censo y
personas interesadas, a presentar propuestas un anuario judicial que también abarque la in-
durante la “Consulta Nacional sobre una Refor- fraestructura tecnológica aplicada al sistema
ma Integral y Coherente del Sistema de Imparti- judicial; la revisión del impacto del juicio de
ción de Justicia en el Estado Mexicano”. amparo, concretamente del amparo directo
Durante la primera fase de lo que constitu- (casación), en el conjunto del sistema de im-
yó un “Proyecto de Reforma Judicial”, se realizó partición de justicia y el fortalecimiento de la
la recepción de más de 11,700 propuestas con-
autonomía judicial a través de los mecanismos
cretas enviadas por instituciones y juristas del
de información y comunicación de los órganos
país. En la segunda fase, estas participaciones
judiciales a nivel nacional.
se analizaron y agruparon por temas que se de-
A partir de entonces se han llevado a cabo
batieron en 13 foros de discusión y 34 mesas de
diversas reuniones, derivadas de la creación de
trabajo a lo largo de la República, en los que in-
la Asociación Mexicana de Impartidores de Jus-
tervinieron 281 expertos provenientes de diver-
sos ámbitos (abogados, jueces, servidores públi- ticia (AMIJ), que han dado seguimiento a los
cos y sector privado), dando como resultado acuerdos, creándose un Fideicomiso para con-
eventos de importante nivel y calidad en la discu- cretar diversos proyectos en materia judicial.
sión, pero sobre todo, propuestas constructivas Creemos, sin embargo, que el gran fruto de
frente a la generalizada percepción de insatisfac- este esfuerzo compartido está reflejado en el
ción con el sistema de impartición de justicia. Libro Blanco de la Reforma Judicial, que siste-
El siguiente paso consistió en llevar a cabo matiza y ordena la consulta nacional de 2003.
el Primer Encuentro Nacional de Impartidores de Constituye una guía fundamental. Una brújula
Justicia, con objeto de que se establecieran una que orienta los esfuerzos de la agenda de refor-
serie de acciones conjuntas para el fortalecimien- ma judicial integral a mediano y largo plazo y
to del sistema de impartición de justicia. La re- donde se plantean 34 acciones concretas para
unión se llevó a cabo en diciembre de 2005, en la diseñar y lograr su implementación.1
1
Libro Blanco de la Reforma Judicial en México. Una agenda para la justicia en México, México, SCJN, 2006. Esta
obra puede consultarse en la página de la Suprema Corte (www.scjn.gob.mx) y fue básicamente elaborada por los destaca-
dos juristas Antonio CABALLERO, Sergio LÓPEZ AYLLÓN y Alfonso OÑATE LABORDE.
470 • El amparo directo en México. Evolución y realidad actual
2
México, Porrúa-UNAM, 2008, con presentación de Héctor FIX-FIERRO y prólogo de Héctor FIX-ZAMUDIO.
El amparo directo en México. Evolución y realidad actual • 471
ción de justicia por los llamados “amparos rebo- se lleva por título El federalismo judicial en Méxi-
te”. La tesis central de su trabajo consiste en co. Complementa los dos anteriores, al ofrecer
demostrar que el problema del amparo directo una exposición del funcionamiento real del lla-
no es una cuestión atribuible al modelo jurisdic- mado “federalismo judicial”, es decir, lo que el
cional, sino a la optimización del mismo, es de- autor de manera sencilla considera como la
cir, en el fondo la problemática se encuentra en adecuada relación entre los tribunales federales
la eficiencia (selectividad y capacidad de proce- y los locales en un sistema federal. El análisis
samiento). Ahí estima el autor que se encuentra que propone esta última obra, permite dar res-
el talón de Aquiles de los tribunales colegiados puesta a interrogantes de enorme calado para la
de circuito, en donde la acumulación de asuntos reforma judicial: ¿Cuál es el grado de centraliza-
y la lentitud en el despacho de los mismos (inefi- ción o control que puede observarse actualmen-
ciencia) se debe, en parte, a la falta de delimita- te en el funcionamiento del Poder Judicial fede-
ción de la procedencia (selectividad) del amparo ral sobre los órganos judiciales y administrativos
directo “para efectos”. locales en torno al amparo federal?, ¿qué por-
El segundo libro, que es precisamente el centaje de resoluciones locales son corregidas
que hoy prologamos, se centra en la justicia por los juzgadores federales, a través del ampa-
constitucional o, como preferimos, del derecho ro, al ser consideradas erróneas?, ¿de éste por-
procesal constitucional como disciplina procesal centaje de resoluciones locales erróneas, en
que estudia aquella. Ofrece un análisis cuantita- qué proporción los juzgadores federales obligan
tivo detallado de las resoluciones judiciales fe- a los juzgadores locales a modificar sus resolu-
derales y locales (en específico de las senten- ciones o reponer el procedimiento?
cias definitivas en materia constitucional), Este libro, que desde ahora anunciamos,
emitidas a partir del emblemático año de 1994 permite dar respuestas a los planteamientos an-
en que se visualiza la referida transición de la teriores con fuente empírica y refuta varias de
reforma judicial en nuestro país. En concreto, se las tesis y posturas que se han venido soste-
analizan las sentencias emitidas por la Suprema niendo sobre el federalismo judicial en torno al
Corte de Justicia de la Nación, el Tribunal Elec- juicio de amparo.
toral del Poder Judicial de la Federación, los tri- En definitiva, la trilogía que conforma la
bunales colegiados de circuito, los tribunales obra del doctor Bustillos contribuirá a un escla-
unitarios de circuito, los juzgados de distrito y recimiento de la problemática que enfrenta
las jurisdicciones constitucionales en las entida- nuestro actual sistema de impartición de justicia
des federativas. y servirá en el proceso de Reforma Judicial en
A través de bases de datos de elaboración que nos encontramos.
propia, incorpora una muy útil información que
actualmente se encuentra dispersa, de difícil ac- V
ceso y que son cruciales para detectar las distin-
tas problemáticas de la justicia constitucional en En lo personal conocí al doctor Bustillos
nuestro país; así genera parámetros precisos de cuando realizaba su tesis doctoral. En aquel en-
utilidad, como son los órganos de origen, ciertas tonces colaboraba como auxiliar de investiga-
características de las partes en el proceso, la ción del doctor Diego Valadés en el Instituto de
duración de las etapas procesales y la relación Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Poste-
con otros tipos de resoluciones, entre otros. riormente tuve el privilegio de trabajar conjunta-
El tercer libro que está próximo a publicar- mente en la Suprema Corte de Justicia de la
472 • El amparo directo en México. Evolución y realidad actual
Nación y coadyuvar en el proceso de reforma tudios en México, Bustillos nos presenta por
judicial a que nos hemos referido. Su inteligen- primera vez una panorámica integral de corte
cia, tenacidad, constancia, templanza y fortale- empírico cuantitativo de la resoluciones de la
za vital, no obstante las adversidades que ha justicia constitucional mexicana, con una base
tenido que afrontar, lo convierten en un ser hu- de datos que servirá como punta de lanza de
mano excepcional. nuevas líneas de investigación, coadyuvará al
La obra que hoy nos ofrece el doctor Julio establecimiento de políticas públicas en materia
Bustillos como parte de su trilogía, se inscribe judicial y en general esclarecerá las disfuncio-
en la línea de la “ciencia útil” que tanto enseñó el nes y virtudes de una parte central de nuestro
llorado profesor florentino y a quien recordamos sistema de impartición de justicia.
con emoción al inicio de estas líneas. Como par-
EDUARDO FERRER MAC-GREGOR*
te de una nueva generación de juristas y de es-
Para quien pretenda analizar las reformas más de la nueva se puede decir que es la primera
recientes de la experiencia española de justicia reforma generalizada de la jurisdicción constitu-
constitucional, la obra que se reseña le resultará cional española. Así viene reconocido también
una herramienta de gran utilidad. Y es que desde en la exposición de motivos de la misma, decla-
hace algunos años, la doctrina iuspublicista del rando en efecto, que las anteriores modificacio-
país ibérico venía debatiendo la necesidad de nes “no habían acometido hasta el momento
una reforma de mayor calado a la Ley Orgánica una reforma que afrontase de manera conjunta
del Tribunal Constitucional (LOTC), que a la pos- las dificultades de funcionamiento del Tribunal
tre ha desembocado en la Ley Orgánica 6/2007, Constitucional”.
de 24 de mayo, de reforma de la LOTC.1 El Dr. La publicación que se reseña recopila una
Marc Carrillo, catedrático de Derecho Constitu- serie de estudios, referencias bibliográficas y
cional en la Universidad Pompeu Fabra (Barce- documentos anexos que contienen los elemen-
lona), coordina esta obra y la presenta como tos básicos del historial de la reforma y una de
“una aportación plural más a este debate,2 pero las principales vicisitudes acaecidas en los pri-
que ya se sitúa en el marco posterior a la refor- meros meses de su periodo de vigencia, esto
ma legislativa”. es, la sentencia del Tribunal Constitucional
La Ley Orgánica 6/2007, de 24 de mayo, (STC) 49/2008, de 9 de abril, que resuelve el
constituye la sexta reforma a la Ley reguladora recurso de inconstitucionalidad promovido en
del Tribunal que, a diferencia de las anteriores, contra de unas disposiciones de la reforma.
1
Boletín Oficial del Estado (BOE), número 125, del 25 de mayo de 2007, pp. 22541 – 22547.
2
Entre las obras que han incidido en la materia se encuentran: GÓMEZ-FERRER MORANT, Rafael, “La reforma del
Tribunal Constitucional”, en Revista de Administración Pública, número 174, septiembre-diciembre, Madrid, CEPC, 2007, pp.
75-111; BALAGUER CALLEJÓN, Francisco, (Coord.); CÁMARA VILLAR, Gregorio; MEDINA REY, Francisco, La nueva Ley Orgánica
del Tribunal Constitucional, Madrid, Tecnos, 2008, 202 pp.; FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco, La reforma del régimen jurídico-
procesal del recurso de Amparo, Madrid, Dykinson- Constitucional, 2008, 197 pp.; PULIDO QUECEDO, Manuel, “El juicio del
Tribunal sobre su ley orgánica (Entre la oportunidad y la constitucionalidad)”, en Aranzadi Tribunal Constitucional, número 6,
julio, Pamplona, Aranzadi, 2008, pp. 9-11; SANZ PÉREZ, Ángel, “Comentario a la STC 49/2008: Las fuentes del Derecho
parlamentario y el Senado”, en Aranzadi Tribunal Constitucional, número 9, septiembre, Pamplona, Aranzadi, 2008, pp. 13-
28; FERNÁNDEZ-CARNICERO GONZÁLEZ, Claro. J., “La STC 49/2008, una sentencia desfalleciente”, en Aranzadi del Tribunal
Constitucional, número 10, octubre, Pamplona, Aranzadi, 2008, pp. 13-16. TORRES MURO, Ignacio, “La reforma de la Ley
Orgánica del Tribunal Constitucional y del Reglamento del Senado, puesta a prueba (SSTC 49/2008, de 9 de abril y 101/2008,
de 24 de julio)”, en Revista General de Derecho Constitucional, número 6, septiembre, Madrid, Iustel, 2008, pp. 1-26; SORIA-
NO HERNÁNDEZ, Enrique, “Los Magistrados de las CC AA y del Senado: Comentario a la STC 101/2008, de 24 de julio.
Apostillas a la STC 49/2008”, en Aranzadi Tribunal Constitucional, número 16, Pamplona, Aranzadi, 2009, pp. 13-30.
De esta manera, en el libro están presentes 6/2007, de 24 de mayo, subrayando sobre todo,
y se pueden articular consecutivamente, tanto el la relativa a la nueva regulación del denominado
Proyecto de modificación de la LOTC que el Go- en España recurso de amparo, que es la modifi-
bierno presentó en las Cortes Generales en cación que presenta mayor relevancia y que de
2005, como un diligente estudio del mismo a hecho, constituyó el objetivo principal de la re-
cargo del catedrático de Derecho Constitucional forma. El cambio operado al procedimiento del
en la Universidad de Barcelona, el Dr. Enric Fos- recurso de amparo se introdujo para remediar la
sas Espadaler. De igual forma, se contiene el situación de saturación en la que se encuentra
texto de la reforma aprobada por el Legislativo el Tribunal Constitucional (TC) debido al alar-
de la LOTC (Ley Orgánica 6/2007, de 24 de mante crecimiento del número de demandas de
mayo) y tres sugerentes estudios de esta; el pri- amparo que se registran año con año, llegando
mero a cargo del profesor Marc Carrillo, el se- al punto de ocupar casi todo el tiempo y los me-
gundo corresponde al catedrático de Derecho dios materiales y personales del Tribunal. A fin
Administrativo en la Universidad Complutense de paliar esa insostenible situación, se modificó
de Madrid, el Dr. Germán Fernández Farreres; y en el modelo de amparo, los criterios de admisión
el tercero es del catedrático de Derecho Consti- del recurso tendiendo hacia su objetivación.
tucional en la Universidad de Murcia, el Dr. Án- Con respecto a los criterios de admisión, se
gel Garrorena Morales. Finalmente, la obra con- debe mencionar que hasta antes de la reforma
tiene el texto completo de la STC 49/2008, su se trataba de un juicio de inadmisibilidad de la
correspondiente comentario analítico a cargo demanda de amparo, ahora la novedad es que
del profesor Carrillo y un elenco bibliográfico de se ha convertido en un juicio en positivo, es de-
los trabajos publicados hasta mayo de 2008 so- cir, se ha invertido el trámite de admisión, por lo
bre la reforma de la LOTC, elaborado por la Sra. que el recurrente debe ser quien alegue y acre-
Mª Ángels Arróniz Morera de la Vall, letrada del dite que el recurso cumple con los presupuestos
Consell Consultiu de la Generalitat de Catalunya. procesales de admisibilidad y que en especial,
En los estudios referidos tanto del proyec- el contenido del recurso, objetivamente justifica
to, como de la reforma a la LOTC, los profesores una decisión sobre el fondo del mismo por parte
han coincidido en reflexionar en torno a la ne- del TC en razón de su “especial trascendencia
cesidad de su modificación, han compartido constitucional”, la cual deberá ser apreciada
también la mención de las principales noveda- atendiendo a “su importancia para la interpreta-
des que pretendió introducir el Proyecto y las ción de la Constitución, para su aplicación o
que finalmente fueron aprobadas y adicionadas para su general eficacia, y para la determinación
en la reforma legislativa. En cada colaboración, del contenido y alcance de los derechos funda-
es presentada por su autor la posición que man- mentales” (art. 50.1 b LOTC).
tiene acerca de las características, el alcance y Sobre dicha modificación se han pronunci-
la constitucionalidad de la opción tomada por el ado en diverso sentido los profesores que cola-
legislador, con respecto a la reforma, por lo que boran en la obra. De alguna manera, muchas de
el lector tendrá la oportunidad de realizar un las cuestiones sobre las que se reflexionará en
afortunado ejercicio de confrontación. tales colaboraciones, habían sido ya planteadas
Con diversos grados de incidencia, pero de manera general, desde el temprano estudio
siempre con una base común, los cuatro prime- al Proyecto de reforma de la LOTC, realizado
ros estudios de la obra aluden a las reformas por Fossas Espadaler (p. 53-55). Ahora bien,
específicas introducidas por la Ley Orgánica concretamente, Garrorena Morales ha expresa-
Hacia una nueva jurisdicción constitucional • 475
do su distancia con algunas medidas adoptadas tación del recurso de amparo y las variadas opi-
en la nueva regulación del recurso y ha sugerido niones vertidas por los profesores referidos, se
en su escrito, la reconstrucción del amparo a su encuentran también las reformas relativas al re-
modelo inicial, liberando al Tribunal de su pesa- forzamiento de la posición institucional del TC
da carga de estos, pero no por el camino de la que se recogen para evitar principalmente un
objetivación, sino por el de la redefinición del conflicto como el acaecido por la Sentencia de
derecho a la tutela judicial efectiva a que alude la Sala 1ª de lo Civil del Tribunal Supremo, de 23
el artículo 24 de la Constitución española, que de enero de 2004, que condenó a once magis-
es la verdadera causa de los problemas de satu- trados constitucionales por responsabilidad civil
ración en el TC al provenir el 85% de las promo- derivada del ejercicio de sus funciones jurisdic-
ciones por vulneración a este concepto. cionales; también se encuentra la modificación
Para Fernández Farreres, esta reforma ha realizada a la llamada “cuestión de inconstituci-
desvinculado al amparo de la tutela subjetiva de onalidad” en relación a la posición de las partes
los derechos fundamentales constitucionalmen- en el procedimiento, con el objetivo de adecuar-
te protegidos por el mismo recurso; cree de igual se a la interpretación dada en la Sentencia del
forma, que las modificaciones realizadas no son Tribunal Europeo de Derechos Humanos, de 23
la respuesta requerida para reducir drástica- de junio de 1993 (caso Ruiz Mateos c. España);
mente el número de demandas de amparo, sino
de igual forma, están las modificaciones con
que debió preferirse un sistema que aumentara
respecto al valor de la jurisprudencia del TC, so-
los requisitos de admisibilidad (cuando menos
bre las medidas cautelares que puede adoptar;
en los supuestos en que se invocan violaciones
sobre la desconcentración y habilitación de las
al derecho de la tutela judicial efectiva, que son
Secciones del Tribunal para reordenar y agilizar
los que con mayor frecuencia se plantean), que
el ejercicio de la función jurisdiccional; sobre la
permitan a los propios recurrentes conocer anti-
potencialización de las facultades de tutela de
cipadamente, sin margen alguno para la duda,
los derechos fundamentales de la jurisdicción
si su demanda puede ser viable o no.
Por el contrario, Marc Carrillo apela por una ordinaria con la modificación del incidente de
nueva cultura jurisdiccional, en la que quepa nulidad de actuaciones.
bien la tendencia a la objetivación del recurso de La reforma además previno modificaciones
amparo, que otorgue mayor margen de acción al régimen del personal al servicio del TC, a las
al TC para evaluar la trascendencia constitucio- normas que regulan otro de los procedimientos
nal de la demanda de amparo y a la postre, se- constitucionales que conoce el Tribunal, es de-
leccione cuáles de ellas merecen ser objeto de cir, los conflictos entre órganos constitucionales
enjuiciamiento en cuanto al fondo del asunto. El del Estado. Existen también otras modificacio-
complemento de esta tendencia es el reforzami- nes en aspectos orgánicos tales como la desig-
ento de la posición de la jurisdicción ordinaria en nación y estatuto de los magistrados a fin de
la tutela de los derechos fundamentales y una articular una fórmula de participación de las Co-
vez operada esta situación, la jurisdicción cons- munidades Autónomas en el proceso de desig-
titucional deberá conservar la posibilidad de ha- nación de los cuatro magistrados del Tribunal
cer valer su condición de supremo intérprete de Constitucional que le corresponde elegir al Se-
la Constitución a través del recurso de amparo, nado; la introducción de la prórroga automática
en los supuestos que ella misma seleccione. del mandato del Presidente y Vicepresidente del
A lado de la protagónica reforma a la trami- Tribunal; y la previsión del trámite de compare-
476 • Hacia una nueva jurisdicción constitucional
cencia parlamentaria de los candidatos a magis- que efectivamente sucedió en la fase de presen-
trados propuestos por el Congreso y el Senado. tación de enmiendas por parte de algunas fuer-
El camino parlamentario de la reforma y su zas políticas vascas y catalanas al Proyecto de
posterior aplicación no fue de lo más pacífico. Ley presentado por el Gobierno. Las pretensio-
Las modificaciones relativas a la participación nes de incluir la participación autonómica en la
autonómica en la designación senatorial de ma- elección de magistrados constitucionales por el
gistrados constitucionales y en la prórroga auto- Senado fueron acogidas en el informe de la Po-
mática del mandato del Presidente y Vicepresi- nencia del Congreso5 en unos términos que se
dente del TC, han sido precisamente las que mantuvieron hasta la publicación de la Ley Or-
han generado más polémica y sobre ello, esta gánica 6/2007, de 24 de mayo.
obra recoge bastantes datos de importancia. Dos meses después de la publicación de la
Probablemente en el fondo de esta situación, se reforma a la LOTC, el 27 de julio de 2007, esta
encontrarían unos problemas que vienen de fue objeto de un recurso de inconstitucionalidad
tiempo atrás en la política española, relativos a (núm. 6729/2007), interpuesto por más de cin-
la resistencia que se presenta entre el Estado y cuenta Diputados del Grupo Parlamentario Po-
la cada vez mayor voluntad de participación de
pular del Congreso de los Diputados, contra el
las Comunidades Autónomas, sobre todo, de las
artículo único, apartados seis y siete, que dieron
nacionalistas. Ahora bien, es necesario precisar,
una nueva redacción a los artículos 16.1 y 16.3
que en el texto de la propuesta de reforma de la
de la LOTC. La tramitación del recurso, según
LOTC, no figuraba ningún precepto que aborda-
se desprende de la STC 49/2008 contenida en
se la intervención autonómica en las designa-
ciones de magistrados constitucionales por par- la obra que se reseña, estuvo caracterizada por
te del Senado, sin embargo, como lo sugiere inusitadas incidencias procesales consistentes
Fernández Farreres (p. 175), un hecho sobreve- en la abstención de la Presidencia y Vicepresi-
nido de especial significación, hizo “presagiar dencia del TC para conocer del asunto (Auto del
que una previsión semejante se incorporaría a Tribunal Constitucional ATC 387/2007), en una
la LOTC”. primera recusación formulada por el Gobierno
El hecho sobrevenido no es otro que la en contra de los magistrados Roberto García-
aprobación de la Ley Orgánica 6/2006, de 19 de Calvo y Jorge Rodríguez-Zapata, la cual, luego
julio, de reforma del Estatuto de Autonomía de de los trámites oportunos, el Pleno del Tribunal
Cataluña,3 que en su artículo 180, había dis- acordó mediante ATC 81/2008 de 12 de marzo,
puesto que “la Generalitat participa en los pro- estimar las citadas recusaciones; de igual for-
cesos de designación de Magistrados del Tribu- ma, se presentó un segundo escrito de recusa-
nal Constitucional …”,4 con esta disposición, de ción, en esta ocasión a cargo de los recurrentes
alguna manera se motivó la inclusión de este en contra de los magistrados Pascual Sala Sán-
tema en el trámite de reforma de la LOTC, lo chez, Manuel Aragón Reyes y Pablo Pérez
3
Estatuto que a la fecha (05/2009), tiene pendiente de resolución un recurso de inconstitucionalidad promovido por
el Partido Popular en su contra.
4
Posteriormente en sentido similar, se pronunciarían los Estatutos de Autonomía de Andalucía (Ley Orgánica
2/2007, de 19 de marzo, artículo 224.); de Aragón (Ley Orgánica 5/2007, de 20 de abril, artículo 89.4.) y de Castilla y León
(Ley Orgánica 14/2007, de 30 de noviembre, artículo 58.2.d.).
5
Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de los Diputados, VIII Legislatura, Serie A, número 60-9, del 5 de
diciembre de 2006, pp. 71-73.
Hacia una nueva jurisdicción constitucional • 477
Tremps, la cual fue inadmitida a trámite por el reservar tales pronunciamientos a infracciones
Auto 443/2007 de 27 de noviembre. evidentes e insalvables (Fundamento jurídico,
El recurso de inconstitucionalidad concluyó en adelante FJ, 9).
con sentencia desestimatoria (49/2008, de 9 de El Tribunal Constitucional además, sostie-
abril de 2008) resuelta por mayoría de cinco so- ne una serie de planteamientos que refuerzan
bre los ocho magistrados que excepcionalmente su análisis preguntándose si la reforma legislati-
integraron el Pleno del TC para enjuiciar este va está constitucionalmente prohibida, si tiene
recurso. Cabe señalar además que en la sen- fundamento constitucional y si resulta compati-
tencia emitieron su voto particular los magistra- ble con el modelo de jurisdicción constitucional
dos Vicente Conde Martín de Hijas, Javier Del- que se deriva de la Constitución. Sobre si tiene
gado Barrio y Ramón Rodríguez Arribas. fundamento constitucional entiende que ningún
Los recurrentes, entre otros temas, tacha- precepto constitucional impide una previsión del
ron de inconstitucionalidad el nuevo párrafo del tenor de la contemplada en la nueva redacción
artículo 16.1 de la LOTC, relativo a la participa- del artículo 16.1 de la LOTC, además, conside-
ción autonómica en la selección senatorial de rando la interpretación conjunta de la CE como
magistrados del TC, aduciendo en términos ge- un ámbito normativo interrelacionado, la Consti-
nerales, el desapoderamiento de las competen- tución, como ya el TC lo ha reiterado en diversa
cias del Senado, haciendo de su intervención en jurisprudencia (SSTC 11/1981, 194/1989,
la designación de los magistrados un acto mera- 197/1996, 236/2007), no se limita a ser un con-
mente formal y debido, ya que la Cámara se junto de normas que deban ser ejecutadas o un
verá sometida a las propuestas que hayan he- programa a desarrollar, sino un marco de coinci-
cho las Comunidades Autónomas (CC.AA.) dencias lo suficientemente amplio como para
A este respecto, la sentencia rechaza este que dentro del mismo quepan opciones políticas
planteamiento exponiendo por el contrario, la de signo distinto, por lo que con estas razones,
distinción entre dos momentos de la elección de no puede deducirse que exista una prohibición
magistrados: una primera de presentación de constitucional absoluta para integrar otro meca-
candidatos por parte de los parlamentos autonó- nismo de participación de las CC.AA. (FJ 12).
micos y una segunda consistente en la elección Sobre el fundamento constitucional de la
final de los mismos por el Senado, aunque deba reforma, en la sentencia se alude al carácter
realizarse “entre los candidatos presentados por que la CE adjudica al Senado de “Cámara de
las Asambleas Legislativas de las Comunidades representación territorial”, lo cual puede expre-
Autónomas”, lo cual, según se destaca en la sarse y desarrollarse no sólo en las funciones
sentencia, será en “los términos que determine del propio Senado, sino en el ejercicio de sus
el Reglamento de la Cámara”, situación por la facultades, en las relaciones con el resto de ór-
cual, el desarrollo normativo de la elección abre ganos constitucionales y concretamente, en la
las puertas a múltiple reglamentación que pre- elección de los miembros del TC que le corres-
vea posibles márgenes de maniobra del Sena- ponden (FJ 13). Con respecto a la compatibili-
do, en este sentido, por lo tanto un pronuncia- dad con el modelo de jurisdicción constitucional,
miento distinto al desestimatorio no sólo sería la mayoría destaca cómo el modelo resulta inal-
preventivo (posibilidad que ya ha sido rechaza- terado pues la facultad de nombramiento del
da por el Tribunal en varias ocasiones: STC Senado no se pone en cuestión, la participación
49/1984, 76/1991, 176/1999) sino que llevaría a autonómica se limita a una fase de presenta-
desconocer que el control de la LOTC obliga a ción de candidatos, pero sigue siendo el Sena-
478 • Hacia una nueva jurisdicción constitucional
do el órgano titular que decide sobre la elección miento de los magistrados del TC y las respecti-
(FJ 14). vas condiciones de elegibilidad de los candida-
Algunas otras tachas de inconstitucionali- tos, son suficientemente detalladas y exhaustivas
dad de los recurrentes tuvieron relación con el que no cabe desarrollo legal alguno, por lo que
sistema de fuentes entendiendo que con la re- son materias cerradas a la disponibilidad del le-
forma a la LOTC se violaba la reserva de Regla- gislador. Si el legislador orgánico introduce que
mento Parlamentario, sin embargo en la senten- el Senado deberá elegir a los magistrados “en-
cia, si bien se reconoce que la norma impugnada tre los candidatos presentados por las Asam-
afecta al modo de ejercicio de una facultad del bleas Legislativas de las Comunidades Autóno-
Senado y que ésta debiera regularse por el Re- mas” se introduce una restricción inadmisible a
glamento de la Cámara, a la luz del concreto la capacidad electiva del Senado y se cercena
contenido de la reforma, se declara que no se su margen de actuación.
vulnera la reserva parlamentaria (72.1 Constitu- Por otro lado, Marc Carrillo, en el comenta-
ción Española CE), porque ésta excede clara- rio que hace de la sentencia, ha considerado
mente de la vida interna del Senado al dar entra- que el apartado que ahora permite la presenta-
da a los parlamentos autonómicos en el ejercicio ción de candidatos a magistrado del Tribunal
de la presentación de propuestas de magistra- Constitucional por parte de los parlamentos au-
dos constitucionales (FJ 15), es decir, como lo tonómicos, no es más que una contribución a fin
afirma Carrillo (p. 283) no se trata de un supues- de hacer efectiva la previsión constitucional que
to de los llamados interna corporis. atribuye al Senado la condición de “Cámara de
Rechazados los motivos principales de in- representación territorial”, cualidad constitucio-
constitucionalidad esgrimidos por los recurren- nal que dista mucho de la realidad, a pesar de la
tes, consecuentemente también lo fueron las consolidación en España como un Estado com-
tachas de inconstitucionalidad conexas que se puesto, políticamente descentralizado en 17
presentaron tales como la pretendida vulnera- Comunidades Autónomas dotadas de autogo-
ción del principio de representación nacional, la bierno (p. 78). Como se puede observar, la posi-
alteración del sistema de distribución de compe- ción del profesor Carrillo contrasta en buena
tencias entre el Estado y las CC.AA. y el estatu- medida con la de los recurrentes y con la de los
to constitucional de los senadores. Por otro lado, magistrados disidentes; quizás, en la esencia de
merece la pena destacar los votos particulares sus argumentaciones, el motivo del disenso se
de los magistrados disidentes porque presentan encuentre en la especial “sensibilidad autonómi-
razones, a mi juicio, de bastante peso, todo ello ca” que suele desarrollar el catedrático en sus
con independencia de que Carrillo (p. 287), investigaciones jurídicas, lo que es sin duda al-
identifique en los tres votos disidentes “un espe- guna, un interesante referente reflexivo.
cial apego a la interpretación literal de la CE”. El iter de las reformas no ha finalizado aquí,
El elemento común de los magistrados disi- sin embargo es hasta este momento en que la
dentes es esencialmente la consideración de obra que se reseña cubre el seguimiento de
que la reforma desapodera o restringe la función esta dinámica de modificación a la jurisdicción
electiva de los magistrados constitucionales que constitucional española. El acontecer posterior
tiene el Senado. Parten a grandes rasgos de la sobre las reformas a la LOTC ha sido la corres-
base de que el artículo 159.1 de la CE relativo a pondiente enmienda al Reglamento del Senado
la composición, facultades de los órganos a los para articular las innovaciones de la nueva
que se atribuye la competencia para el nombra- LOTC, dicho Reglamento también ha sido obje-
Hacia una nueva jurisdicción constitucional • 479
*
Doctorando en el Programa de Doctorado en Derecho conjunto por la Universidad Carlos III de Madrid y Università
degli Studi di Pisa.
480 blanca
FERRER MAC-GREGOR, Eduardo y ZALDÍVAR LELO DE LARREA, Arturo (coords.), La ciencia del
Derecho Procesal Constitucional. Estudios en Homenaje a Héctor Fix-Zamudio en sus cincuenta
años como investigador del Derecho, México, Marcial Pons-UNAM, 2008, 12 tomos.
I. Estamos ante la obra colectiva de Homenaje a Y con esta obra podemos decir que, si bien el
un jurista de más amplio alcance que conozco: DPC no se ha codificado o apenas lo ha hecho
12 tomos, 11.000 páginas, cerca de 500 partici- en algunos países, en cierto modo ya se ha “en-
pantes de 37 países son solamente algunos de ciclopedizado” materialmente.
los datos que pulverizan todos los precedentes La presentación de la edición de la obra es
conocidos a escala mundial. excelente, tanto en la calidad de la tipografía y el
Pero es claro que lo que destaca en esta papel empleado, como en cuanto al cuidado y
magna producción no es el aspecto cuantitativo, moderno estilo de su encuadernación. También
sino el cualitativo y ello tanto en el aspecto per- resulta ser original y totalmente apropiado que
sonal, por el alto nivel académico o altas res- en cada tomo se incluye una fotografía de diver-
ponsabilidades jurisdiccionales de buena parte sos momentos de especial significación acadé-
de los autores, como en el material, por girar de mica (o, cuando menos, reconocimiento) en su
un modo u otro todas las contribuciones en tor- larga trayectoria judicial, docente y universitaria:
no a la temática del Derecho procesal constitu- juez y Chief Justice de la Corte Interamericana
cional (DPC, en lo sucesivo), que realmente es de Derechos Humanos, o recibiendo diversos
una disciplina jurídica nueva cuyo desarrollo y premios y doctorados honoris causa, o el frag-
potenciación definitivos no pueden separarse de mento del óleo de Núñez Aispuro en el edificio
la labor científica desplegada por Fix-Zamudio.1 “Héctor Fix-Zamudio” de la Comisión Nacional
1
No es tarea sencilla condensar en pocas líneas los aspectos más relevantes de toda una vida académica, tan in-
tensa por lo demás, del jurista mexicano D. Héctor Fix-Zamudio. A partir de la semblanza de Ferrer Mac-Gregor que se inclu-
ye en la obra y de su curriculum vitae podemos destacar, a modo de “flashes” vitales: nacido el 4-9-24; se licenció por la
UNAM en 1949 y leyó su tesis en 1956, bajo la dirección de los procesalistas José Castillo y Niceto Alcalá-Zamora y Castillo,
español exiliado en México; se doctoró por la UNAM en 1972, bajo la dirección de su maestro Alcalá-Zamora. Ocupó diversos
cargos en el Poder Judicial hasta que de 1958 a 1964 fue secretario de estudio y cuenta (Letrado) de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación de México. En 1964, sin embargo, renuncia a ese puesto con la firme decisión de centrar todos sus
esfuerzos en la enseñanza e investigación jurídicas, decisión que mantuvo pese al mucho mayor relumbrón e ingresos eco-
nómicos también muy superiores que le ofrecía la carrera judicial, en especial cuando en varias ocasiones le tentaron con la
designación como Ministro de la Suprema Corte, si bien luego accedió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(1986-1997), homólogo continental de nuestro Tribunal Europeo de Derechos humanos, en la que llegó a ocupar su presi-
dencia en dos ocasiones, desempeñando un importante papel jurisdiccional y gestor-organizativo para la consolidación defi-
nitiva de ese tribunal. Su labor docente e investigadora se plasma en sus más de 400 publicaciones, entre ellas más de 20
libros, con sucesivas ediciones ampliadas y reediciones en no pocos casos y un gran impacto bibliográfico; y en el número
incontable de discípulos, directos o indirectos (tiene hasta tataranietos académicos), repartidos por todo el mundo. De su
influjo doctrinal no hay mejor muestra, cuantitativa y cualitativa, que la propia obra que comento aquí. Sus investigaciones,
siempre caracterizadas por el empleo del método histórico-comparativo, se han centrado en el Derecho procesal, el Consti-
tucional y los derechos humanos, frecuentemente imbricados de forma natural e inescindible en la práctica, siendo inconta-
bles sus aportaciones a la ciencia jurídica, a veces allende las fronteras, entre ellas ser el principal valedor y promotor del
Derecho Procesal Constitucional, hoy consolidando su autonomía científica y de la que se considera fundador al padre doc-
toral (Doktorsvater) de Fix-Zamudio, Alcalá-Zamora. Miembro de la Subcomisión de la O.N.U. en materia de discriminaciones
y protección de minorías. Tiene innumerables premios jurídicos, como el Premio “Justicia en el Mundo” concedido por la
Unión Internacional de Magistrados o el Premio UNESCO, y es doctor honoris causa por varias universidades, entre ellas las
españolas de Sevilla y Complutense de Madrid. Y lleva su nombre un premio otorgado por el Instituto de Investigaciones
Jurídicas de la UNAM, que él dirigiera por 12 años (1966 a 1978) y hoy dirigido por uno de sus hijos, Héctor Fix-Fierro, que
prologa con orgullo esta obra que reseñamos aquí.
La ciencia del Derecho Procesal Constitucional • 483
tos parlamentarios, la vocación a la concentra- constitucional (en especial respecto de los dere-
ción del control constitucional). chos fundamentales), o la posición de los trata-
En el tomo siguiente, bajo el epígrafe gene- dos internacionales. Y respecto de la jurisdicción
ral de “Derechos fundamentales y jurisdicción constitucional electoral, los trabajos se enfren-
constitucional”, se tratan temas que van desde tan a asuntos tales como la configuración y fun-
el estatuto jurídico, en cada país, de los diversos cionamiento de la misma en diversos países, la
derechos fundamentales o humanos en particu- nulidad en materia electoral en general (y en
lar, sus garantías o mecanismos de protección concreto de la elección presidencial), los dere-
específica, su función, su fundamento, sus lími- chos electorales y su tutela específica, el control
tes o su eficacia horizontal o “inter privatos” has- de la constitucionalidad en el ámbito electoral, la
ta la temática del bloque de constitucionalidad fiscalización de la financiación de los partidos
en España, el Perú, Chile y México. políticos, la igualdad electoral, o las sanciones
En el tomo V, se reúnen un total de treinta en el ámbito electoral.
y cuatro trabajos monográficos que, bajo la te- El tomo VII, “Procesos constitucionales de
mática general de “Juez y sentencia constitucio- la libertad”, contiene trabajos sobre el habeas
nal, abordan cuestiones tales como la herme- corpus, así como sobre el amparo y el habeas
néutica constitucional y sus principios, la labor data, a escala nacional en los distintos países y
de creación del Derecho de los jueces constitu- a escala supranacional, y también sobre la figu-
cionales y sus límites, relacionados estos de ra de los Ombudsmänner y las facultades de
forma inescindible con su problemática legitimi- investigación de la Suprema Corte mexicana.
dad democrática; los efectos de las sentencias Los procesos constitucionales orgánicos
constitucionales (cosa juzgada, fuerza de ley, centran las contribuciones doctrinales incluidas
etc), su tipología, con particular referencia a las en el tomo VIII de esta obra colectiva. En un pri-
sentencias interpretativas y otras atípicas; la mer capítulo, sobre el control constitucional, se
fuerza vinculante de las sentencias constitucio- trata, en los diversos trabajos, sobre el control
nales y los precedentes. Uno de los trabajos, a previo de la constitucionalidad, la acción abs-
cargo de Márquez Romero, se refiere específi- tracta de inconstitucionalidad en los diversos
camente a la influencia de la producción científi- países, orígenes históricos del control de consti-
ca de Fix-Zamudio respecto de la elaboración y tucionalidad, la relación entre el Tribunal Consti-
estructura de las sentencias. tucional y los jueces ordinarios. Otro capítulo
El tomo VI, dedicado a la interpretación versa sobre los conflictos entre poderes y órga-
constitucional y la jurisdicción electoral, contie- nos del Estado. En los siguientes capítulos, los
ne artículos sobre ambas temáticas. Así, sobre artículos versan sobre la inconstitucionalidad
la primera, encontramos trabajos sobre la inter- por omisión, el juicio político y el fuero parla-
pretación evolutiva de la Constitución y los dere- mentario, el control jurisdiccional de la reforma
chos fundamentales, la argumentación jurídica y constitucional, y sobre la responsabilidad patri-
su incidencia en la aplicación judicial de la Cons- monial del Estado.
titución, las sentencias interpretativas, las coli- El tomo IX incluye trabajos sobre Derecho
siones constitucionales y la ponderación, el Internacional y jurisdicción constitucional trans-
constitucionalismo multinivel y las relaciones nacional, con particular referencia a los dere-
entre los diversos niveles (nacional, comunita- chos humanos (control de convencionalidad,
rio, inter- o supranacional), el neoconstituciona- derechos humanos en África, Europa, América,
lismo, la especificidad o no de la hermenéutica dimensión transnacional del Derecho procesal
484 • La ciencia del Derecho Procesal Constitucional
constitucional, carácter vinculante o no de los federal y autonómico; y por último, sobre actua-
dictámenes del Comité de Derechos Humanos lidad constitucional.
de la ONU en la jurisprudencia española, prisión El tomo XII con que termina la obra incluye
preventiva, debido proceso, responsabilidad in- trabajos sobre el Ministerio Público y el Derecho
ternacional del Estado por violación de tratados Penal; Derecho contencioso-administrativo; y
internacionales); la Corte Interamericana de De- actualidad jurídica (Derecho de la información;
rechos Humanos (modalidades de sentencias y Derecho fiscal; Derecho indígena; Derecho La-
su ejecución, medidas cautelares, protección de boral; Derecho privado, informática y telecomu-
derechos sociales, contribución de Fix-Zamudio, nicaciones).
relación con los tribunales y la legislación nacio- III. La extensión tan desmesurada y la ex-
nales, doctrina sobre reparaciones, víctimas y haustividad de la obra, acordes con el influjo e
sus familiares, acceso a la justicia, el derecho impacto en el mundo jurídico del Dr. Fix, son ta-
procesal, la libertad de expresión); el Tribunal les que no resulta posible condensar en esta
Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo recensión más que los temas generales aborda-
(efectos de las sentencias, negación del holo- dos en la misma, sin que sea posible entrar a
causto, relación con los tribunales nacionales, la comentar los trabajos doctrinales individuales
imparcialidad judicial, el amparo, derecho a la contenidos en la misma ni hacer referencia a
asistencia jurídica gratuita); la Corte Penal Inter- sus autores, pues sólo la enumeración de todos
nacional; y la Corte Internacional de Justicia. los participantes no cabría en este espacio. Lo
El tomo X, “Tutela judicial y Derecho proce- más importante, sin embargo, es que la unidad
sal”, se subdivide en cuatro capítulos: debido temática sobre el DPC y su sistematicidad y el
proceso y tutela judicial; actualidad procesal; alto grado de especialidad hace que esta sea la
prueba; y Derecho procesal civil internacional. obra más importante y extensa publicada hasta
“Justicia, federalismo y Derecho constitu- el momento (y por publicar, podría decirse sin
cional” es el título del Tomo XI de este Home- mucha osadía) sobre el DPC, indispensable
naje, que acoge trabajos sobre la Administra- para todos los interesados sobre esta materia.
ción y la procuración de justicia; el Estado
JOAQUÍN BRAGE CAMAZANO*
*
Doctor Europeo en Derecho (UCM). Vocal 1º de la Junta Directiva de la Asociación de Jueces “Concepción
Arenal”.
GARCÍA BELAUNDE, Domingo, El Derecho Procesal Constitucional en perspectiva,
México, Porrúa-IMDPC, Colección “Biblioteca Porrúa de Derecho Procesal
Constitucional”, núm. 24, 2008, 330 pp.
I. Este libro trata de esa nueva disciplina que es tuciones constitucionales, por lo que para poder
el Derecho Procesal Constitucional (DPC, en lo hablar de un DPC internacional sería preciso
sucesivo): sus orígenes y desarrollo, sus conte- contar con una Constitución mundial o regional
nidos, su ubicación científica, su naturaleza, y supranacional, lo que conllevaría la desapari-
también tiene estudios monográficos sobre di- ción de las Constituciones nacionales, y desde
versas cuestiones atinentes al DPC positivo de luego hoy no existe ese DPC internacional, lo
algunos países, especialmente latinoamerica- que por otro lado encaja con la naturaleza del
nos. Como todos los lectores saben, García Be- Derecho Internacional como un orden jurídico
launde es uno de los principales cultivadores y imperfecto o incompleto (si fuera perfecto o
valedores de esta rama del saber. completo no habría ordenamientos jurídicos ni
II. El DPC es, en la concepción de García Constituciones nacionales). De alguna forma
Belaunde, una rama naciente del Derecho públi- podemos decir que todas las ideas de García
co, en concreto del Derecho procesal,1 que se Belaunde sobre el DPC parten de esta concep-
ocupa de la jurisdicción constitucional en senti- ción, que él mismo problematiza en gran medida
do estricto y los modelos de Dere cho compara- en este libro.
do (sistema concentrado, difuso, modelo políti- III. La obra se divide en dos grandes par-
co, modelo mixto y modelo dual o paralelo), así tes, aunque se estructure formalmente en tres:
como de la Magistratura constitucional y de los en unos primeros trabajos, se aborda el DPC
procesos constitucionales, y ello tanto en una desde una perspectiva general; y en los otros,
perspectiva general e iuscomparada como tam- se analiza el DPC entrando ya en cuestiones
bién atendiendo al concreto Derecho positivo de más concretas del mismo. Como se recogen en
cada país, incluyendo en su caso el DPC “local” el libro trabajos monográficos diversos del autor,
o de los estados federados, regiones, etc. Junto unos publicados ya con anterioridad y otros no,
al DPC nacional de cada país, se plantea la es inevitable en algunas ocasiones un cierto so-
existencia de un DPC internacional, pero García lapamiento temático, pero los principales aspec-
Belaunde desecha esta idea porque subraya tos tratados en el libro serían los siguientes.
que el DPC exige la existencia no sólo de proce- Empezando por la teoría general, una
sos constitucionales sino también valores, insti- cuestión central es la relativa a los anteceden-
1
En Alemania, menos exhaustivamente, Bernhard KEMPEN define al Verfassungsprozessrecht, tras dar una defini-
ción de qué es la Constitución y el Derecho procesal, como todas las normas jurídicas que afectan a los presupuestos y la
“tramitación” de una controversia de tipo jurídico-constitucional (“Unter Verfassungsprozessrecht versteht man alle Rechts-
normen, die die Voraussetzung und die Durchführung einer Streitigkeit verfassungsrechtlicher Art betreffen“).
tes, orígenes y expansión del DPC como disci- de jurisdicción constitucional o justicia constitu-
plina. Para nuestro autor, el DPC surge en una cional. Nuestro autor examina la cuestión en
fecha perfectamente identificable, 1944, y lo cada uno de los países latinoamericanos, Espa-
hace en Argentina, pero de la mano del procesa- ña o Alemania y se refiere a los eventuales ma-
lista español Alcalá-Zamora, su fundador;2 luego tices de las diversas variantes y a los orígenes
se va desarrollando de forma considerable en de cada una. También alude a la cuestión de si
México, y ello gracias a la trabajosa y persisten- estamos ante una jurisdicción voluntaria o con-
te contribución de Fix-Zamudio en numerosas tenciosa, y se inclina por esto último, al menos
publicaciones y en su docencia; y poco a poco en la mayoría de las ocasiones.
se extiende, con más éxito en unos países que Otro problema controvertido es el referido a
en otros, por las distintas naciones, fijando el la naturaleza del DPC: si es Derecho procesal o
autor con detalle el listado cronológico de las Derecho constitucional (“concretizado”, según
fechas de “recepción” (formal) del DPC como una conocida fórmula) o una disciplina mixta en-
disciplina, así como de los autores responsables tre estas dos, inclinándose el autor resuelta-
de ello en cada Nación (así, en España sería en mente por la primera tesis, bien que destacando
el año1979, José Almagro Nosete; en Argentina, que para trabajar el DPC se requiere no sólo
1979, Néstor P. Sagüés; en Perú, 1971, el pro- conocer bien el Derecho procesal y sus técni-
pio Belaunde; o, en Alemania,3 1973, el receptor cas, sino también el Derecho sustantivo corres-
pionero fue Peter Häberle). pondiente, aquí el constitucional. Igualmente,
Refuta también el autor la tesis, defendida destaca nuestro autor el desinterés de los pro-
por el propio Alcalá Zamora, de que el fundador cesalistas por el DPC.
de la disciplina fuera Hans Kelsen, pues ni for- También se refiere a los temas objeto del
malmente utiliza nunca la terminología de DPC “proceso constitucional”, que serían los ya refe-
ni pretendió crear nunca una nueva disciplina ni ridos antes con ocasión del concepto de DPC.
tenía conocimientos siquiera rudimentarios de También explora García Belaunde los diversos
Derecho procesal, aunque sí sea el creador, y objetos de los procesos constitucionales, que
teórico más solvente, del modelo concentrado van mucho más allá de la protección de los de-
de jurisdicción constitucional. El autor, en el libro, rechos humanos y el control de normas, espe-
pasa revista a la contribución de Kelsen y tam- cialmente en los últimos años, y al criterio o cri-
bién de Alcalá Zamora a esta nueva disciplina. terios atributivos de naturaleza constitucional a
Se aborda asimismo en otros pasajes “el un proceso determinado, propugnando la utiliza-
debate en torno al nombre” de la disciplina. En ción combinada de varios de ellos (tipificación
la doctrina de los diversos países, no es todavía en la Constitución, materia constitucional, subsi-
el “nomen iuris” de DPC el predominante en ge- diariedad respecto de los ordinarios). También
neral. Se utiliza con frecuencia la designación profundiza el autor en la tesis de Jerusalem
2
En particular, el concepto aparece en sus Ensayos de Derecho procesal civil, penal y constitucional, Edic. de la
Revista de Jurisprudencia Argentina, Buenos Aires, 1944. En 1945, en una recensión publicada en la Revista de Derecho
Procesal, subraya que los procesos de amparo y habeas corpus no deben regularse en códigos procesales civiles o penales,
respectivamente, sino que, al ser instrumentos de carácter constitucional, en cuanto a jurisdicción y tramitación pertenecen
al DPC.
3
Para Alemania, cfr. FLEURY, R., Verfassungsprozessrecht, Carl Heymanns Verlag, 2007; HILLGRUBER, Chr., y GOOS,
Chr., Verfassungsprozessrecht, Heidelberg, C.F. Müller, 2008; ROBBERS, G., Verfassungsprozessuale Probleme in der öffent-
lich-rechtlichen Arbeit, Munich, C.H. Beck, 2005.
El Derecho Procesal Constitucional en perspectiva • 487
(1930) de que sólo hay jurisdicción constitucio- sentencias constitucionales; el DPC como mate-
nal allí donde hay un órgano ad hoc, y no la ha- ria procesal; la situación del DPC en Venezuela;
bría así en los EE.UU., y concluye que “es pro- los antecedentes y el desarrollo del control de
ceso constitucional aquel que lo es acorde con la constitucionalidad en el Perú; el Código Pro-
su naturaleza y además el legislador le da tal cesal Constitucional de este país, en cuya ela-
categoría, con independencia al hecho de que boración el propio Belaunde tuvo un papel rele-
sean los jueces ordinarios los que lo resuelvan vante; el control de la reforma constitucional,
o la magistratura especializada de un tribunal especialmente en el Perú;4 la experiencia pe-
ad hoc”. ruana respecto de las sentencias constituciona-
IV. En cuanto a la “parte especial” del libro, les en el quinquenio 2001-2006;5 las vicisitudes
los trabajos recopilados abordan distintas pro- del amparo electoral peruano; el contra-amparo;
blemáticas: los tribunales constitucionales que aproximación al tribunal constitucional y su ju-
existen en América Latina y su concreta confi- risprudencia.
guración en cada país; la ejecutabilidad de las JOAQUÍN BRAGE CAMAZANO*
4
El autor se refiere, con carácter general, a las diferenciaciones entre la reforma y la revisión (integral) de la Consti-
tución, a las distintas variantes existentes en el Derecho comparado y la historia y al equilibrio que tiende a pretenderse entre
la máxima estabilidad del Derecho constitucional y la inasumible petrificación por generaciones, para abordar luego la cues-
tión de los “límites” a toda reforma, fácticos o jurídicos y dentro de estos últimos, expresos (cláusulas de intangibilidad) o tá-
citos; y más adelante se refiere a los distintos procedimientos de reforma. A partir de toda esta exposición, se refiere a la
posibilidad de un control jurídico de las reformas constitucionales, en los sistemas concentrados (con apoderamiento explíci-
to o sin él) y en los difusos; y también sus límites (como se vio bajo el New Deal de Roosevelt). Termina examinando en de-
talle la situación al respecto en el Perú.
5
Destaca algunas de las sentencias más importantes dictadas por el Tribunal Constitucional peruano en estos años,
reseñándolas. Se muestra crítico con su contenido, pues ha incurrido en numerosos excesos, muchas veces ha desfigurado
la sana doctrina constitucional, ha hecho añicos categorías procesales bien conocidas o ha inventado conceptos que eran
erróneos pero ha divulgado con complacencia el Tribunal, todo ello además sin prestar atención a lo que sucedía en el
mundo exterior, al que querían modelar a su antojo. Más allá de lo anterior, G. BELAUNDE formula también algunas conside-
raciones críticas en un plano metodológico y estilístico, que nos parecen de lo más interesante, más allá incluso del caso
peruano, y en buena medida son predicables de las sentencias de otros países: “Su técnica en lo que a redacción de senten-
cias se refiere, no ha sido muy depurada. Son por lo general textos largos y tediosos, repletos de citas, con argumentaciones
innecesarias y con un extremo afán didáctico que en veces confunde más que aclara. Algunas sentencias parecen artículos
de alta divulgación para medios especializados, con la salvedad de que no alcanzan el nivel académico como para que así
se les considere. Su estructura es pesada y la presentación estilística es barroca, probablemente fruto de las varias manos
que han intervenido en su redacción”.
*
Doctor Europeo en Derecho (UCM). Vocal 1º de la Junta Directiva de la Asociación de Jueces “Concepción
Arenal”.
488 blanca
GONZÁLEZ ÁLVAREZ-BUGALLAL, María Cristina, y MEDINA RUBIO, Francisco, Apuntes de
derecho procesal constitucional, Alicante, Editorial Club Universitario, 2009, 181 pp.
La presente obra tiene un doble mérito. En pri- bien en España existió un Tribunal de Garantías
mer lugar inscribirse dentro de la corriente cien- Constitucionales, en realidad el estudio del de-
tífica del derecho procesal constitucional como recho procesal constitucional comienza en los
disciplina jurídica autónoma; en segundo térmi- años posteriores a la Constitución de 1978. A
no, servir como texto para la enseñanza de esta raíz de la aparición de la Ley Orgánica del Tribu-
novel disciplina en la Facultad de Derecho de la nal Constitucional, traté de hacer lo que muchos
Universidad de Alicante. años antes había hecho con la reglamentación
Estos dos aspectos no son frecuentes en del contencioso-administrativo: aplicar en su es-
España. La primera vez que en ese país un libro tudio el sistema del Derecho procesal. El resul-
llevó el título que hoy engloba la obra que rese- tado fue un Derecho Procesal Constitucional
ñamos fue hace tres décadas, cuando el eximio que dediqué al maestro que tanto había influido
administrativista y procesalista español, Jesús en mi formación: Jaime Guasp. Desde entonces
González Pérez, publicara su Derecho procesal dediqué un capítulo especial al análisis científico
constitucional.1 Esa primera publicación clara- de la disciplina definiéndola sencillamente como
mente se inclinó por utilizar las categorías de la “el conjunto de normas que regulan el proceso
teoría general del derecho procesal a los enton- constitucional” y más específicamente al “con-
ces recientes procesos constitucionales regula- junto de normas referentes a los requisitos, con-
dos en la Constitución democrática española de tenido y efectos del proceso constitucional”. A
1978 y en sus desarrollos previstos en la Ley veintiocho años de la primera sentencia dictada
Orgánica del Tribunal Constitucional de 1980. por el Tribunal Constitucional precisamente en
Entonces decía González Pérez que “si el Dere- 1980, se advierte todavía el interés preferente
cho procesal se define, sintéticamente, como el por los constitucionalistas para su análisis en
conjunto de normas referentes al proceso, del contraste de los procesalistas y administrativis-
derecho procesal constitucional podrá afirmarse tas, situación que reina con intensidad en Euro-
que es el conjunto de normas que regulan el pa, si bien existen excepciones notables que no
proceso constitucional”. es el caso ahora mencionar. Esta situación la
Esta definición se refiere al sistema norma- advertí desde aquel libro: “Esta doble circuns-
tivo procesal constitucional y no a la disciplina tancia —normas reguladoras y normas que cons-
que se encarga de su estudio. Recientemente tituyen la materia litigiosa— ha dado lugar a que
reflexiona este autor sobre la disciplina, aludien- su estudio se haya hecho, principalmente, no por
do también a su libro de 1980, al señalar que “Si los procesalistas, sino por los constitucionalis-
1
Madrid, Civitas, 1980.
tas, de espaldas a la técnica procesal. Salvo en mero sirve de marco teórico al referirse a “La
América, en que los procesos de amparo suelen defensa constitucional y el derecho procesal
estudiarse por procesalistas, y en Italia, donde los constitucional”. En este apartado los autores
procesalistas civiles, al surgir la justicia constitu- consideran que “el derecho procesal constitu-
cional se adueñaron en seguida del nuevo terri- cional es la rama del derecho que se encarga
torio y construyeron su dogmática, en la genera- del estudio de las vías procesales a través de
lidad de los países son los constitucionalistas las cuales se protege la supremacía de la Cons-
—no los procesalistas— los que estudian esta titución, dando eficacia real a sus normas, ga-
rama procesal.” Y así consideré que esta mate- rantizando así el fin de la justicia constitucional,
ria podía ser estudiada especialmente por pro- que no es otro que limitar el poder del Estado,
cesalistas, por administrativistas y por constitu- ya que el mismo, como todo poder, tiende a ex-
cionalistas siempre y cuando sean juristas: “Las tralimitarse”. De esta definición se desprende
personas no importan. Lo que importa es que, que los autores consideran a esta disciplina
cuando lo hagan los que no son procesalistas, como “autónoma” y la distinguen de la categoría
se olviden de su técnica propia y se den cabal de la justicia constitucional, situación que reite-
cuenta de que están trabajando sobre un campo ramos no es nada frecuente en su país.
de la realidad jurídica ajeno al de su disciplina”.2 La decantación por considerar al derecho
Estas profundas reflexiones de González procesal constitucional como “disciplina autóno-
Pérez son de especial relevancia en la actuali- ma” no es casual por los autores, quienes re-
dad europea donde no ha permeado todavía la flexionan sobre su existencia en un apartado
idea del estudio del proceso constitucional por especial. Se advierte claramente la influencia de
los procesalistas, siendo esencialmente cultiva- Héctor Fix-Zamudio, hoy Investigador Emérito
da por constitucionalistas. del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
Debe destacarse, sin embargo, y más allá UNAM y que desde el año de 1956 iniciara la
de la especialidad que se tenga en su estudio, labor de sistematización y divulgación de esta
que a partir de los años noventa del siglo pasa- disciplina. Los autores consideran, siguiendo a
do y con especial intensidad en el nuevo mile- García Belaunde, que “para manejar adecuada-
nio, el derecho procesal constitucional paulati- mente el DPC hay que conocer el derecho cons-
namente se abre paso en los planes de estudio titucional. Y ahí es donde estriba la dificultad en
universitarios a nivel licenciatura y posgrado en el estudio del DPC, pues exige que los procesa-
Latinoamérica.3 Precisamente la obra que se listas conozcan el derecho constitucional y que
presenta sirve como “Apuntes” para la enseñan- los constitucionalistas conozcan el derecho pro-
za universitaria de esta disciplina, lo cual no es cesal, lo cual, lamentablemente no es frecuen-
usual en España donde sigue predominado el te”. Sobre esto último, los autos realizan una
enfoque dogmático constitucional bajo la deno- crítica al temario de oposiciones a la judicatura
minación de “justicia constitucional” y su ense- donde se incluye “mucho derecho procesal y
ñanza se realiza básicamente en los cursos de poco derecho constitucional”.
derecho constitucional. Los profesores de la Universidad de Alican-
La obra se divide en doce capítulos. El pri- te concuerdan en que el derecho procesal cons-
2
“Prólogo” a la obra últ. cit., pp. 13-14.
3
Sobre la enseñanza universitaria en los diversos países latinoamericanos, véase nuestra modesta obra Derecho
procesal constitucional. Origen científico (1928-1956), Madrid, Marcial Pons, pp. 33-38.
Apuntes de Derecho Procesal Costitucional • 491
*
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
492 blanca
Jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán. Extractos
de las sentencias más relevantes compiladas por Jürgen Schwabe, Marcela Anzola
Gil y Emilio Maus Ratz (trads.), México, Fundación Konrad Adenauer, 2009, 669 pp.
Si bien son varios los elementos que inte- De este modo, queda claro que el orden
gran el principio constitucional del Estado de De- constitucional no se agota en el texto de la Ley
recho, me limitaré a señalar los más relevantes: Fundamental, y que éste tiene un contenido
axiológico:
Supremacía de la Constitución [La Constitución] no pretende ser un ordena-
miento de valores neutral […], sino que ha esta-
El primer principio del Estado de Derecho blecido […] un orden de valores objetivo, a tra-
1
Así lo señala el Tribunal en la Sentencia BVerfGE 106, 28 [Grabación de conversaciones telefónicas], entre otras.
2
Art. 20 [Fundamentos del orden estatal, derecho de resistencia].
(1) La República Federal de Alemania es un Estado federal democrático y social.
(2) Todo poder del Estado emana del pueblo. Este poder es ejercido por el pueblo mediante elecciones y votaciones y
por intermedio de órganos especiales de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
(3) El Poder Legislativo está sometido al orden constitucional; los Poderes Ejecutivo y Judicial, a la ley y al Derecho.
(4) Contra cualquiera que intente eliminar este orden, todos los alemanes tienen el derecho de resistencia cuando no
fuere posible otro recurso.
3
Cfr. Sentencia BVerfGE 6, 32 [Wilhelm Elfes], entre otras.
vés del cual se pone de manifiesto la decisión esta misma línea, sigue diciendo el Tribunal6
fundamental de fortalecer el ámbito de aplica- que:
ción de los derechos fundamentales.4
Es opinión generalizada que, de este modo [con
el sometimiento del Poder Ejecutivo y Judicial a
Sujeción a la ley y el derecho la ley y el derecho] la Ley Fundamental rechaza
un positivismo estricto.
A este respecto, llama la atención la mane-
ra en que el Tribunal Constitucional interpreta el Esta formulación pretende mantener viva la
artículo 20 de la Ley Fundamental en la senten- conciencia de que, en la práctica, la ley y el de-
recho generalmente coinciden, pero esta mutua
cia Soraya:5
correspondencia no existe siempre ni necesa-
La sumisión del juez a la ley constituye un pilar riamente […].
fundamental del principio de separación de po-
deres y, por ende, del Estado de Derecho; sin Frente a las normas positivas impuestas por el
embargo, la formulación que de este principio poder público puede, en ciertos casos, existir un
realiza nuestra Ley Fundamental modifica lige- “derecho” que vaya más allá de las mismas; su
ramente los términos del mismo, en el sentido fuente se encuentra en el ordenamiento jurídico
de que la actividad jurisdiccional debe estar so- constitucional considerado en su totalidad, y es
metida a la ley y el derecho (Art. 20, párrafo 3 de capaz de servir como “correctivo” del derecho
la Ley Fundamental). escrito; encontrarlo y lograr su realización por
medio de resoluciones es tarea de la actividad
Hace dos años tuvimos el gusto contar con jurisdiccional.
la presencia del Presidente del Tribunal Federal
Supremo Alemán (Bundesgerichtshof), en el El Tribunal ha señalado con claridad que, si
marco del congreso Juicios Orales y Debido bien la ley y el derecho de ordinario coinciden,
Proceso Legal, organizado de manera conjunta puede suceder que en el caso concreto existan
por la Asociación Mexicano Alemana de Juris- discrepancias. En tal circunstancia el juez, el
tas, el Instituto de Investigaciones Jurídicas y la tribunal, debe optar por el derecho.
Fundación Konrad Adenauer, entre otras. Así –continúa la sentencia Soraya– “la tarea de
Durante su estancia, el Prof. Günter Hirsch la actividad jurisdiccional puede exigir especial-
comentó que en el jardín que rodea el edificio mente: traer a la luz aquellos planteamientos
del Tribunal Federal Supremo Alemán (Bundes- valorativos del legislador que, siendo inmanen-
gerichtshof) existe –para recordar a los jueces tes al orden jurídico constitucional, no han sido
del alto tribunal– una inscripción en piedra que —o sólo de manera imperfecta— plasmados en
el texto de la ley escrita, y en lograr su realiza-
dice: Lex iniusta non est Lex.
ción por medio de sentencias”.
Quizá este planteamiento pueda sorpren-
der a algún jurista formado en la tradición lati- Dentro de estos “planteamientos valorati-
noamericana. Sin embargo, debe señalarse que vos” o “decisiones fundamentales”, la más im-
el pueblo alemán ha vivido en carne propia las portante se encuentra precisamente al inicio del
consecuencias del “totalitarismo de la ley”. En texto constitucional, en el Art. 1:
4
Sentencia BVerfGE 7, 198 [Lüth].
5
Sentencia BVerfGE 34, 269 [Princesa Soraya].
6
Ídem.
Jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán • 495
7
Sentencia BVerfGE 7, 198 [Lüth].
8
Sentencia BVerfGE 6, 32 [Wilhelm Elfes].
9
Festansprache von Bundespräsident Horst Köhler beim Staatsakt aus Anlass des 60-jährigen Bestehens der Bun-
desrepublik Deutschland, 22.5.2009, disponible en: http://www.bundespraesident.de/-,2.654519/Festansprache-von-Bunde-
spraesi.htm
10
Véase Sentencia BVerfGE 90, 145 [Cannabis], con más referencias. En el mismo sentido Sentencia BVerfGE 39,
210 [Ley sobre la Estructura de los Molinos], también con más referencias.
11
Ídem.
496 • Jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán
12
Sentencia BVerfGE 102, 197 [Concesión para operar casinos].
13
Sentencia BVerfGE 39,1 [Interrupción del embarazo I].
14
Sentencia BVerfGE 88, 203 [Interrupción del embarazo II].
15
Ídem.
Jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán • 497
tección del particular frente a amenazas que ejercer determinada profesión, industria o co-
pudieran derivar de particulares. mercio.
Los derechos fundamentales establecen Otra manifestación de este efecto irradia-
así un orden axiológico-jurídico objetivo, “cuya torio se encuentra en el derecho a la vida. No
validez se extiende a todos los ámbitos del De- basta que el particular pueda exigir frente al Es-
recho”.16 De aquí deriva una obligación del Esta- tado el respeto a su vida, es indispensable tam-
do de proteger los derechos fundamentales bién que el Estado adopte medidas suficientes
frente a injerencias por parte de terceros, reco- y adecuadas para garantizar la vida de todos
nociéndose un efecto irradiatorio de los dere- los individuos, tanto antes como después del
chos fundamentales; en la mayoría de los casos nacimiento:18
se trata de una eficacia indirecta, aunque algu-
La Ley Fundamental obliga al Estado a proteger
nos sectores de la doctrina y diversos tribunales la vida humana, incluso la del que está por na-
reconocen también una eficacia inmediata de al cer. Este deber de protección encuentra su fun-
menos algunos los mismos.17 damento en el Art. 1, párrafo 1…
Un ejemplo de ello es la prohibición de
constitucional discriminación, la cual se extien- A fin de cumplir con su deber de protección, el
de también al ámbito del derecho laboral. Estado tiene la obligación de adoptar medidas
Pudiera pensarse que se trata de una figu- de carácter normativo y fáctico suficientes, que
ra muy específica del derecho alemán; sin em- conduzcan —atendiendo a los bienes jurídicos
contrapuestos— a una protección adecuada y,
bargo, nuestra Constitución contempla explícita-
como tal, efectiva (al respecto, cf. la prohibición
mente algunos casos en que los derechos de brindar una protección insuficiente). Para ello
fundamentales del individuo producen efectos se requiere de un concepto de protección que
no sólo frente al Estado, sino también hacia vincule entre sí diversos elementos de protec-
otros particulares. Piénsese por ejemplo en la ción, tanto preventivos como represivos…
libertad individual, que en la garantía de libertad
de trabajo tutelada por el artículo 5° de la Cons- La prohibición de “brindar una protección insufi-
titución Política de los Estados Unidos Mexica- ciente” (Untermaßverbot) prohíbe al legislador
nos se manifiesta del modo siguiente: prescindir a su arbitrio del empleo del derecho
penal; igualmente prohíbe prescindir del efecto
El Estado no puede permitir que se lleve a efec- protector para la vida humana derivada del de-
to ningún contrato, pacto o convenio que tenga recho penal.
por objeto el menoscabo, la pérdida o el irrevo-
cable sacrificio de la libertad de la persona por
cualquier causa. Otros principios
Tampoco puede admitirse convenio en que la Existen otros principios constitutivos del
persona pacte su proscripción o destierro, o en Estado de Derecho, tales como el de irretroacti-
que renuncie temporal o permanentemente a vidad de las leyes –según el cual el Estado debe
16
Sentencia BVerfGE 7, 198 [Lüth].
17
Cfr. VON MÜNCH, Ingo y KUNIG, Philip, Grundgesetzkommentar, t. 1, C. H. Beck, München, 1992, p. 33 y s., 38 y ss.
(con más referencias); véase también JARASS, Hans D., y PIEROTH, Bodo, Grundgesetz für die Bundesrepublik Deutschland
– Kommentar, C. H. Beck, München, 1995, p. 19.
18
Sentencia BVerfGE 88, 203 [Interrupción del embarazo II].
498 • Jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán
garantizar que el poder público sea controlable, permiten en ciertos casos acotar el ejercicio de
predecible y ejercido dentro de ciertos límites los mismos, y los “límites” a tales “límites”
jurídicos– o el de la división de poderes. (Schranken-Schranken): en ningún caso puede
Asimismo, me gustaría abordar muchos afectarse el núcleo esencial de los derechos
otros temas, tales como: la libertad de trabajo y fundamentales,19 y en todo caso —particular-
su desarrollo por el Tribunal Constitucional, los mente al presentarse una colisión entre éstos—
derechos de la personalidad –particularmente al debe procurarse aquella solución que permita el
entrar en conflicto con la libertad de expresión y mayor desarrollo posible de los mismos.20
la libertad informativa), la libertad artística, la La Ley Fundamental representa para los
integridad corporal, las garantías constituciona- alemanes un motivo de orgullo; constituye un
les del proceso, aspectos de derecho electoral, baluarte de la libertad y un faro de esperanza
la libertad religiosa y de creencias, las relacio- que ha inspirado a todo el pueblo alemán21 —ar-
nes Iglesia-Estado, etc. Sin embargo, prefiero ticularmente en el período inmediato de la post-
invitar a quienes me escuchan a acceder perso- guerra— y ha servido de ejemplo para otros
nalmente a la lectura de las sentencias que tra- pueblos.
tan estos tópicos. El Derecho mexicano frecuentemente se
ha enriquecido con el derecho de otros sistemas
Conclusión jurídicos (instituciones, leyes, jurisprudencia,
doctrina, etc.). Espero que el conocimiento del
La libertad garantizada por la Ley Funda- derecho constitucional alemán —al que contri-
mental –principalmente en el capítulo de los de- buye la presente publicación— sirva para dar un
rechos fundamentales– y su configuración por el nuevo impulso, nuevos bríos a nuestro derecho.
Tribunal Constitucional, es una libertad social- Y que esta nueva vida esté inspirada por un res-
mente vinculada. A lo largo de las sentencias se peto irrestricto a los derechos fundamentales de
observa el juego entre los derechos fundamen- todos los individuos.
tales, las necesidades de la colectividad que EMILIO MAUS*
19
Art. 19, párrafo 2 de la Ley Fundamental.
20
Larenz, Karl, Richtiges Recht. Grundzüge einer Rechtsethik, C. H. Beck, München (traducción al castellano de
Luis Díez-Picazo, con el título Derecho Justo - Fundamentos de Ética Jurídica, Civitas, Madrid, 1990, p. 63).
21
Cfr. Köhler, ibíd.
*
Doctor en Derecho por la Universität zu Köln (Alemania). Maestro en Derecho por la misma universidad. Licenciado
en Derecho por la Universidad Panamericana. Miembro de la Gesellschaft für Auslandsrecht (Alemania) y de la Deutsch-
Mexikanische Juristenvereinigung.
Tribunales constitucionales y democracia, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación,
2008, 722 pp.
Este libro, sugestivo desde el título, se origina la Nación, junto con otras instituciones,3 convo-
en una pregunta: ¿Cuál es la contribución de los có a cuatro investigadores de diversas discipli-
tribunales constitucionales a la consolidación de nas a un simposium.4 Sus ponencias conforman
la democracia? Se trata de una pregunta rele- el primer capítulo del libro, y denotan ya un ras-
vante no sólo para las democracias jóvenes, go esencial de la compilación: la interdisciplina-
sino para aquellas que, de pronto, han encontra- riedad. Sólo en este apartado convergen la cien-
do un actor distinto en quien apoyarse. El caso cia política (Dieter Nohlen), la economía política
mexicano es sintomático de un fenómeno que (Carlos Elizondo Mayer-Serra), la sociología ju-
ha surgido en una multiplicidad de países —mu- rídica (Héctor Fix-Fierro) y el derecho (José Ra-
chos de ellos latinoamericanos— en los que la món Cossío) para analizar el fenómeno de los
visibilidad e importancia de los tribunales consti- tribunales constitucionales en la consolidación
tucionales1 han venido aparejadas del cambio de la democracia. En el resto de los capítulos
democrático. Que las reformas institucionales (son cuatro en total), se unen la historia y la filo-
realizadas a la Suprema Corte de Justicia de la sofía política y jurídica, develándose así la ri-
Nación hayan correspondido a la misma época queza del objeto de estudio, y poniendo de ma-
de la transición de la democracia no es casuali- nifiesto cómo el análisis de la relación entre
dad:1 afianzar la democracia constitucional estas instituciones no le corresponde en exclusi-
—esa forma de gobierno y ese régimen de Esta- va a lo jurídico: su relación político-social es de
do— requiere2 de una instancia especial capaz una importancia tal, que convoca a muy diver-
de custodiarla. Pero, ¿cómo, precisamente, lo sas disciplinas. Así como pueden encontrarse
logrará? estudios jurisprudenciales de ciertas cortes
En la búsqueda por respuestas a la pre- constitucionales (como es el caso de los textos
gunta anterior, la Suprema Corte de Justicia de de Rubén Hernández y J. Jesús Orozco Henrí-
1
En palabras de Karina ANSALOBEHERE: “Los poderes judiciales pasan cada vez menos inadvertidos y Latinoamérica
no es la excepción”. La política desde la justicia. Cortes supremas, gobierno y democracia en Argentina y México, Fontama-
ra, FLACSO, México, 2007, p. 11.
2
Para leer sobre cómo la jurisdicción constitucional se instaura una vez que la mayoría política dominante está a
punto de perder su poder, para que así tenga una forma de controlar a quién ocupe el cargo, véase SHAPIRO, Martin, “Revi-
sión judicial en democracias desarrolladas”, Tribunales constitucionales y democracia, Suprema Corte de Justicia de la Na-
ción, México, 2008; y FINKEL, Jodi, “Judicial Reform in Argentina in the 1990’s: How Electoral Incentives Shape Institutional
Change”, Latin America Research Review, 2004, vol. 39, núm. 3, pp. 56-80.
3
El Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universi-
dad Nacional Autónoma de México (IIJ-UNAM) y la Asociación Mexicana de Impartidores de Justicia (AMIJ).
4
Tribunales constitucionales y consolidación democrática, celebrado el 17 de octubre de 2007.
quez) preocupados por develar una coherencia esa comparación no se detectarían o no se re-
en el tratamiento de ciertas prerrogativas consti- conocerían con tanta claridad”.5
tucionales, existen otros textos que toman a En este sentido es que el segundo capítulo
esas decisiones jurídicas como preferencias po- del libro, que traduce y reúne textos norteameri-
líticas y a partir de ahí estudian la relación entre canos y alemanes, debe leerse junto con el ter-
las cortes supremas y las otras ramas guberna- cero, que incluye artículos que versan sobre
mentales (como lo hacen Robert Dahl y Christi- países con democracias nuevas. Las preocupa-
ne Landfried, entre otros). En este sentido es ciones que ocupaban las mentes de Eugene
que el libro se convierte en un punto de referen- Rostow, Robert Dahl, Richard Funston, Jona-
cia para quien se quiera adentrar en el mundo than Casper, Dieter Grimm y Ernst Benda en la
que engloba a los tribunales constitucionales que época después de la Segunda Guerra Mundial
pertenecen a una democracia y percatarse de la (que Marian Ahumada, en su recuento histórico
continuidad del vínculo que existe entre las di- de la instauración de los tribunales constitucio-
versas disciplinas: los puntos en donde unas nales al inicio del capítulo marca como el mo-
terminan y otras comienzan conforman la ima- mento clave en el que se afianzó la idea de su
gen completa del objeto de estudio. necesidad) hasta la década de los setenta, esto
De aquí surge una de las ideas fundamen- es, la legitimidad democrática del judicial review
tales implícitas en la compilación: la importancia (o la tensión entre la democracia y la revisión
de una visión dinámica del estudio. Para enten- judicial) es una que forma parte del debate ac-
der a los tribunales constitucionales y cómo fun- tual en Latinoamérica, como lo ponen de mani-
cionan, no es suficiente estudiar las normas y fiesto los textos de Rodolfo Vázquez y Roberto
aprenderse los procedimientos, sino analizarlos Gargarella. Sin embargo, el primer punto que
en su contexto. El tramo entre el cómo deben resalta del contraste —y volviendo a la interdis-
funcionar y el cómo de hecho funcionan depen- ciplinariedad— es respecto de la manera en la
de de no sólo de su propio diseño institucional, que cada autor aborda el problema. Sólo en lo
sino de su relación con los otros poderes (esto relativo al argumento contramayoritario hay
es, del conjunto de las normas que conforman el quienes se remontan directamente a las raíces
sistema político), el momento histórico y las lati- filosófico-políticas del dilema y a partir de ahí
tudes geográficas. Así, aunque se incluyen construyen la justificación del ejercicio de revi-
textos de diversos países (Estados Unidos, Ale- sión constitucional (Rostow, Grimm, Vázquez,
mania, Rusia, Costa Rica, Chile, Paraguay y Gargarella); están los que se concentran en las
México), se advierte, a su vez, sobre el tipo de sentencias para ver cómo y qué tan seguido han
lectura que debe realizarse: una de corte heurís- ido los jueces constitucionales en contra del de-
tico, en donde se contrasten las experiencias seo de las mayorías (Dahl, Funston, Casper,
comparadas con la situación propia, ya que esto Landfried); y están quienes se enfocan en la
puede “ayudar a observar la situación […] desde construcción de principios jurisprudenciales que
otra perspectiva y detectar problemas o virtudes han tenido por objeto conciliar las tensiones
de la jurisdicción constitucional en su relación (Benda y Barak). En países como México, en
con la consolidación de la democracia, que sin donde apenas se está suscitando el interés por
5
REYNOSO, José, y VELA, Estefanía, “Estudio preliminar: la consolidación de la democracia y los tribunales constitu-
cionales”, Tribunales constitucionales y democracia, Suprema Corte de Justicia de la Nación, México, 2008, p. XLIX.
Tribunales constitucionales y democracia • 501
el estudio6 (más allá de los juristas) del Poder puestaria, la autonomía orgánica; la relación
Judicial y, en particular, de la Suprema Corte, la institucional con los otros poderes y la confor-
variedad metodológica de los artículos sin duda mación de éstos; etc.) y otros de corte más cul-
podría ofrecer un punto de partida para comen- tural (el momento histórico; la formación de los
zar a realizar estudios propios que informen no jueces; la confianza pública; etc.). La relevancia
ya de cómo se debería comportar el órgano de esto no sólo está en establecer si es factible
constitucional, sino de cómo ha funcionado, y no una intromisión absoluta en la esfera del Judi-
sólo eso, sino por qué: ¿de qué factores depen- cial,7 sino en evaluar su desempeño, por ejem-
de el ejercicio prescrito de revisión constitu- plo, en la protección de derechos humanos y la
cional? Y, en este punto —y volviendo a la rele- determinación de criterios jurisprudenciales co-
vancia del contexto— el libro también ofrece herentes respecto de otros pilares constitucio-
diversas soluciones, en particular, para los tribu- nales, como lo pueden ser el federalismo o la
nales constitucionales que deben funcionar en división de poderes. En este sentido, se ofrecen
democracias nuevas. modelos que podrían llegar a explicar, más que
Presente en varios textos —pero sobreto- el activismo o la falta del mismo de los jueces
do, en el de Lee Epstein, Jack Knight y Olga (conceptos por lo demás controvertidos, como
Shvetsova— está la idea de que los tribunales lo pone de manifiesto el texto de Richard Funs-
constitucionales de creación reciente que se in- ton), las condicionantes que mueven a los jue-
sertan, además, en una democracia que apenas ces para que se comporten en cierto sentido (en
comienza a funcionar, viven una especie de dile- donde la ideología es uno de los muchos facto-
ma entre sobrevivir (esto es, que el resto de los res que se pueden analizar).
poderes políticos no reaccionen de forma tal a Por último, el cuarto capítulo está confor-
sus decisiones que los debiliten o destruyan) o mado por los trabajos de tres jueces constitucio-
cumplir (lograr que la Constitución prevalezca). nales: Aharon Barak (que fue Ministro de la Su-
Dentro de los factores que pueden determinar el prema Corte de Israel durante veintocho años,
comportamiento están unos de corte institucio- once de los cuales fungió como su Presidente),8
nal (tipos de recursos que se pueden interponer Jutta Limbach (que fue Presidenta del Tribunal
y la accesibilidad por parte de los actores jurídi- Constitucional de Alemania hasta el 2002) y
cos a ellos; la conformación y organización del José Luis Cea Egaña (que fue Presidente del
tribunal constitucional en términos de la selec- Tribunal Constitucional de Chile hasta el 2007).
ción de los ministros, la independencia presu- El libro cierra, así, con las experiencias y re-
6
En este punto vale mencionar la labor de Karina ANSALOBEHERE (La política desde la justicia. Cortes supremas,
gobierno y democracia en Argentina y México, Fontamara, FLACSO, México, 2007) que, desde un estudio más bien politoló-
gico, ha comenzado a estudiar a la Suprema Corte mexicana. También es necesario hacer referencia al último libro compila-
do por Rodolfo VÁZQUEZ, que recoge una serie de artículos que comenzaron a debatir sobre el tema en la revista Nexos,
Corte, jueces y política, Fontamara, 2007, junto con otro, compilado por el mismo autor junto con Fernando OJESTO y Jesús
Orozco HENRÍQUEZ, Jueces y política, Porrúa-ITAM-TEPJF, México, 2005.
7
Aunque, como demuestran los casos de Paraguay (artículo de Jorge SILVERO-SALGUEIRO) y Rusia (artículo de
EPSTEIN, KNIGHT y SHVETSOVA), no es una posibilidad tan remota.
8
La Suprema Corte de Justicia de México ha publicado el artículo completo en BARAK, Aharon, Un juez reflexiona
sobre su labor: el papel de un tribunal constitucional en una democracia, Suprema Corte de Justicia de la Nación, México,
2008. Este artículo, Prólogo del número especial del Harvard Law Review dedicado cada año al análisis de la labor de la
Suprema Corte de Estados Unidos, es el antecedente directo de The Judge in a Democracy.
502 • Tribunales constitucionales y democracia
flexiones de quienes han ocupado el cargo obje- mocracia aborda la relación entre estos dos ob-
to del estudio, ofreciendo, de esta forma, una jetos desde una multiplicidad de ángulos, que
última perspectiva para comprender la relación torna su lectura en una completa y dinámica, ofre-
entre los tribunales constitucionales y la demo- ciéndole al lector toda la gran variedad de deba-
cracia: la de los mismos jueces. ¿Cómo conci- tes que surgen cuando se estudia dicha relación.
ben su labor? ¿Cuáles son sus preocupaciones?
En este sentido, se convierte en una lectura obli-
¿Cómo viven su función? ¿De qué manera se
posicionan frente a la responsabilidad que les gada para quien quiera comenzar a ahondar en
han encomendado? uno de los presupuestos del Estado constitucio-
Así, entre la interdisciplinariedad, las expe- nal democrático de derecho: la jurisdicción cons-
riencias comparadas y el gran número de autores titucional.
de renombre, Tribunales constitucionales y de- ESTEFANÍA VELA Y MARA GÓMEZ∗
Francisco Vázquez Gómez Bisogno. Profesor titular de las cátedras Teoría Cons-
titucional, Derecho Constitucional Mexicano e Interpretación Constitucional en
la Facultad de Derecho de la Universidad Panamericana (México).
Las colaboraciones para la Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional deberán ajustarse a las siguientes reglas
y criterios editoriales:
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4. Citas al pie de página. Las referencias o citas bibliográficas deberán seguir, a manera de ejemplo, los siguientes cri-
terios:
a) Libros: Fix-Zamudio, Héctor, Latinoamérica: Constitución, Proceso y Derechos Humanos, México, Miguel Ángel Po-
rrúa, 1988, pp. 56-59.
b) Artículos y ensayos en publicaciones periódicas: Sagüés, Néstor Pedro, “El Nuevo Código Procesal Constitu-
cional de la Provincia de Tucumán”, en Revista de Derecho Procesal, número 4, Santa Fe/Buenos Aires, Rubinzal-
Culzoni, 2000, pp. 443-462, en 451.
c) Ensayos en obras colectivas: García Belaunde, Domingo, “De la Jurisdicción Constitucional al Derecho Pro-
cesal Constitucional”, en Ferrer Mac-Gregor, Eduardo (Coord.), Derecho Procesal Constitucional, 5ª ed., México,
Porrúa, 2006, tomo I, pp. 303-341, en 305-306.
5. De la bibliografía. Los trabajos podrán incluir, al final de su texto, en orden alfabético, la bibliografía de los libros,
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Tzinal 211
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MÉXICO
8. De la aprobación. Las colaboraciones propuestas serán sometidas a la consideración del Consejo Editorial y/o de
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9. De la devolución de los originales. La Dirección de la Revista sólo devolverá los originales de las colaboraciones no
publicadas que previamente hayan sido solicitadas por los autores.
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 1
(Enero-Junio 2004)
Doctrina
● La justicia constitucional en el mundo: formas y modelos. Alfonso Celotto
● El derecho procesal constitucional como derecho constitucional concretizado frente a la judicatura del Tribu-
nal Federal Constitucional alemán. Peter Häberle
● La vinculatoriedad de las resoluciones de la sala constitucional. Rubén Hernández Valle
● La independencia y responsabilidad del juez constitucional en el derecho constitucional comparado. Hum-
berto Nogueira Alcalá
● Versiones, tipos, subtipos y subespecies de hábeas data en el derecho latinoamericano (Un intento clasificador
con fines didácticos). Óscar Raúl Puccinelli
● Acción popular de inconstitucionalidad. Ernesto Rey Cantor
● La jurisdicción constitucional en Bolivia. Cinco años en defensa del orden constitucional y democrático. José
Antonio Rivera Santibáñez
● Interpretación constitucional y alquimia constitucional (El arsenal argumentativo de los tribunales supre-
mos). Néstor Pedro Sagüés
Análisis jurisprudencial
● La sentencia 1.942 vs La protección internacional de los derechos humanos. Carlos Ayala Corao
● Perfil actual de la Corte Suprema estadounidense como tribunal constitucional en la tutela de los derechos
humanos. Proyecciones de la doctrina de “Lawrence v. Texas”. María Sofía Sagüés
Apéndice legislativo
● Código Procesal Constitucional de Tucumán, Argentina
● Anteproyecto de Código Procesal Constitucional peruano
Varios
● Palabras, discursos, crónica, actas, refrendo, convocatoria
● Reseñas bibliográficas
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 2
(Julio-Diciembre 2004)
Doctrina
● 25 años de justicia constitucional en España. Manuel Aragón
● Los guardianes de las promesas. Poder Judicial y democracia en México. Miguel Carbonell
● El derecho procesal constitucional y su configuración jurídica (aproximación al tema). Domingo García
Belaunde
● El debido proceso en la actualidad. Osvaldo Alfredo Gozaíni
● Consideraciones sobre las sentencias de los tribunales constitucionales y sus efectos en América del Sur.
Humberto Nogueira Alcalá
● Tribunal de protección: algunas ideas críticas a partir del modelo español. Diego I. Palomo Vélez
● Clasificaciones y modelos de justicia constitucional en la dinámica de los ordenamientos. Lucio Pegoraro
● Crítica de la llamada inconstitucionalidad por omisión. Carlos Ruiz Miguel
● El desarrollo del derecho procesal constitucional: logros y obstáculos. Néstor P. Sagüés
Análisis jurisprudencial
● Jurisdicción constitucional local y corrección de las omisiones inconstitucionales relativas. Víctor Bazán
● Las acciones afirmativas en los recientes pronunciamientos de la Suprema Corte de Justicia de Estados
Unidos. Implicancias del dato sociológico en el análisis jurisprudencial. María Sofía Sagüés
● Debido proceso legal en la jurisprudencia electoral. Francisco Zúñiga Urbina y Héctor Marambio
Astorga
Apéndice legislativo
● Anteproyecto de Ley Procesal Constitucional de la República de El Salvador
● Ley de Control Constitucional del Estado de Tlaxcala (México)
● Ley de Control Constitucional del Estado de Chiapas (México)
Varios
● Palabras, crónica, convocatorias
Reseñas bibliográficas
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 3
(Enero-Junio 2005)
Doctrina
● La reglamentación de la figura del amicus curiae por la Corte Suprema de Justicia Argentina. Víctor Bazán
● La acción mexicana de inconstitucionalidad en el marco del derecho comparado: Regulación actual y posibles líneas de
evolución. Joaquín Brage Camazano
● Los procesos constitucionales ante la jurisdicción constitucional en Venezuela y la cuestión de la legitimación. Allan R.
Brewer-Carías
● Crisis de la justicia y tutela judicial efectiva. Ángela Figueruelo Burrieza
● El juicio político y la responsabilidad patrimonial del Estado en el ordenamiento mexicano. Héctor Fix-Zamudio
● El control judicial de las leyes y los derechos fundamentales. Gumesindo García Morelos
● Lo confuso del control difuso de la Constitución. Propuesta de interpretación del artículo 133 constitucional. José de
Jesús Gudiño Pelayo
● Los procedimientos de admisibilidad en los procesos constitucionales. Rubén Hernández Valle
● El recurso de inconstitucionalidad en la II República española (1931-1936). Joan Oliver Araujo
● El Tribunal Supremo español: un tribunal en busca de identidad (Primera parte). Manuel Ortells Ramos
● Juicio de legitimidad constitucional y tutela de los derechos fundamentales. Giancarlo Rolla
● Reflexiones sobre la manipulación constitucional. Néstor Pedro Sagüés
Análisis jurisprudencial
● El Poder Judicial de la Federación y la tutela de la independencia de los poderes judiciales locales. Cynthia Chanut
Esperón
● ¿Cómo analizar sentencias de la Corte Constitucional colombiana? Hernán Alejandro Olano García
● Justicia para el terror: un cauteloso ejercicio de la jurisdicción constitucional por la Suprema Corte de Estados Unidos
de América. María Sofía Sagüés
Apéndice legislativo
● Proyecto de Ley sobre Justicia Constitucional de Honduras
● Ley Reglamentaria de la fracción XV del Artículo 89 de la Constitución Política para el Estado de Guanajuato
(México)
● Ley Reglamentaria del Artículo 88 Bis de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de México (México)
Varios
● Palabras, crónicas, discurso, acta
Reseñas bibliográficas
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 4
(Julio-Diciembre 2005)
Doctrina
● La desaparición del control previo de constitucionalidad en el nuevo artículo 127 de la Constitución italiana. Miguel
Ángel Alegre Martínez
● El sistema mexicano de justicia constitucional. Notas para su definición, a 10 años de la reforma constitucional de
1994. César I. Astudillo Reyes
● La reforma del sistema de justicia constitucional en Honduras (2004). Allan R. Brewer-Carías
● Bloque de constitucionalidad y proceso de inconstitucionalidad de las leyes. Edgar Carpio Marcos
● Una propuesta para la justicia constitucional local en México. David Cienfuegos Salgado
● Aproximación crítica a las competencias de la jurisdicción constitucional iberoamericana. José Julio Fernández
Rodríguez
● La jurisprudencia y la jurisdicción constitucional. Konrad Hesse (trad. Joaquín Brage Camazano)
● La prueba como derecho fundamental. Luis Paulino Mora Mora
● El Tribunal Supremo español: un tribunal en busca de identidad (Segunda parte). Manuel Ortells Ramos
● Procesos constitucionales y derechos de la comunicación. Carlos Ruiz Miguel
● El derecho de acceso a la justicia y el amparo mexicano. Rubén Sánchez Gil
Análisis jurisprudencial
● Tribunales especiales militares en tiempo de guerra: la Corte Suprema de Estados Unidos desde ex parte Quirin (1942)
hasta las sentencias Hamdi, Padilla y Guantánamo (2004). Arturo Hoyos
● Relaciones entre el Derecho internacional y el Derecho interno: nuevas perspectivas doctrinales y jurisprudenciales en el
ámbito americano. Aníbal Quiroga León
● Reflexiones sobre la doctrina de las cuestiones políticas no justiciables, a propósito de la “coalición” contra Irak. Néstor
Pedro Sagüés
● Marbury vs. Madison. Un ensayo sobre el origen del poder de los jueces en los Estados Unidos. Clemente Valdés S.
Apéndice legislativo
● Proyecto de Código de la Seguridad Personal de Córdoba (Argentina)
● Ley del Juicio de Protección de Derechos Humanos del Estado de Veracruz-Llave (México)
Varios
● Condecoración judicial para Néstor P. Sagüés, Convocatorias
Reseñas bibliográficas
● In memoriam: Konrad Hesse (1919-2005). Joaquín Brage Camazano
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 5
(Enero-Junio 2006)
Doctrina
● El recurso de amparo constitucional y el recurso de amparo judicial. Encarna Carmona Cuenca
● El lugar de la dignidad humana en la legislación y la jurisprudencia en Polonia. Krystian Complak
● El derecho a un recurso rápido, sencillo y efectivo frente a afectaciones colectivas de derechos humanos. Christian Courtis
● Los orígenes del control de la constitucionalidad y del juicio de amparo en el constitucionalismo mexicano de la primera mitad del
siglo XIX. El impacto del voto particular de don Mariano Otero. Francisco Fernández Segado
● La soberanía estatal, la Constitución local y la justicia constitucional en los estados de la República mexicana. Diego García
Ricci
● La interpretación constitucional de una declaración internacional, el Convenio Europeo de Derechos Humanos, y bases para una glo-
balización de los derechos. Javier García Roca
● La prueba en los procesos constitucionales. Rubén Hernández Valle
● Vacuidad constitucional: Apuntes para una historia de la justicia constitucional mexicana. José Ramón Narváez Hernández
● Hans Kelsen y el Derecho constitucional federal austriaco. Una retrospectiva crítica. Theo Öhlinger (Trad. Joaquín Brage
Camazano)
● El control judicial de las leyes con base en tratados internacionales sobre derechos humanos. Fernando Silva García
Análisis jurisprudencial
● La Corte Suprema de Justicia argentina y la depuración de su competencia apelada por medio del control de constitucionalidad. Víctor
Bazán
● Marbury versus Madison: en los orígenes de la supremacía constitucional y el control de constitucionalidad. Miguel Carbonell
● Crisis constitucional y abuso del derecho a la tutela judicial efectiva. Ángela Figueruelo Burrieza
● El control constitucional de la quiescencia del legislador por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México. Ricardo
Manuel Martínez Estrada
Apéndice legislativo
● Ley de Justicia Constitucional Local para el Estado de Coahuila de Zaragoza (México)
● Proyecto de Ley Orgánica por la que se modifica la Ley Orgánica 2/1979, de 3 de octubre, del Tribunal Constitucional
(España)
● Anteproyecto de Código Procesal Constitucional para la Provincia de Santa Fe (Argentina)
Varios
● Palabras, Crónica, Convocatoria
Reseñas bibliográficas
● In memoriam: Ignacio Burgoa Orihuela (1918-2005). Xitlali Gómez Terán / Alfonso Herrera García
● In memoriam: Cipriano Gómez Lara (1932-2005). Valeriano Pérez Maldonado
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 6
(Julio-Diciembre 2006)
Doctrina
● Contribuciones de la jurisdicción constitucional para la eficacia jurídica de los derechos sociales en la experiencia compa-
rada. Juan Manuel Acuña
● La aplicación de los tratados internacionales sobre derechos humanos en el orden interno. Estudio de Derecho constitu-
cional comparado latinoamericano. Allan R. Brewer-Carías
● El Derecho internacional en la integración constitucional. Elementos para una hermenéutica de los derechos fundamen-
tales. José Luis Caballero Ochoa
● Protección de los derechos fundamentales en África. Jean Cadet Odimba
● La nueva fisonomía del control de constitucionalidad argentino. Walter F. Carnota
● Nuevas reflexiones sobre la función de investigación de la Suprema Corte de Justicia a 33 años de distancia. Jorge Carpizo
● Orden normativo en la Constitución nicaragüense de 1987. Iván Escobar Fornos
● La actual reforma del recurso constitucional de amparo. Ángela Figueruelo Burrieza
● A jurisdição constitucional brasileira. Walber Moura Agra
● La ampliación de las competencias de control de constitucionalidad del Tribunal Constitucional chileno y la ampliación de
la fuerza normativa de sus sentencias de acuerdo con la reforma constitucional de 2005. Humberto Nogueira Alcalá
● Notas sobre la argumentación en el proceso constitucional mexicano. Rubén Sánchez Gil
● Jueces constitucionales. Gustavo Zagrebelsky (trad. Miguel Carbonell)
Análisis jurisprudencial
● El uso de precedentes jurisprudenciales de origen extranjero por la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos de
América. Toni M. Fine
● Tutela contra sentencias de las Altas Cortes o choque de vanidades. Rubén Darío Heano Orozco
● Los efectos del fallo declaratorio de inconstitucionalidad de la ley en caso concreto. Manuel Mejicanos Jiménez
● Breves notas sobre la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y su recepción por los tribunales
federales mexicanos. Javier Mijangos y González
Apéndice legislativo
● Ley Reglamentaria de la Fracción IV del Artículo 88 de la Constitución Política del Estado de Campeche
● Ley Reglamentaria del Artículo 65 Fracción 1 Inciso g), de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de
Tabasco
Varios
● Palabras, Programas
Reseñas bibliográficas
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 7
(Enero-Junio 2007)
Doctrina
● Profili critici del contraddittorio nel procedimento pregiudiziale europeo. Paolo Biavati
● Acerca del control judicial de la reforma constitucional en Colombia. Mario Alberto Cajas Sarria
● Jurisdição constitucional estadual: notas para compreender sua problemática no âmbito da Federação brasi-
leira. Ruy Samuel Espíndola
● Reforma constitucional y cuestiones políticas. Raúl Gustavo Ferreyra
● Derecho procesal constitucional: El control de la constitucionalidad de las leyes en Uruguay. Rubén Flores
Dapkevicius
● Dos cuestiones disputadas sobre Derecho procesal constitucional. Domingo García Belaunde
● La práctica ¿recomendable? de un variado control de la constitucionalidad. Giancarlo Henríquez
Maionica
● La aceptación de un sistema moderno de protección de los derechos fundamentales en la justicia constitucional
de Eslovenia. Arne Marjan Mavčič (trad. Arturo Bárcena Zubieta)
● Desafíos para la justicia constitucional chilena a partir de la reforma de 2005. Marisol Peña Torres
● La reforma de 2005 a la Constitución chilena. Lautaro Ríos Álvarez
● Reflexiones sobre la jurisdicción constitucional en México. A doce años de reestructuración de la Suprema
Corte y a propósito de la reforma constitucional de 14 de septiembre de 2006. Arturo Zaldívar
Análisis jurisprudencial
● La peor sentencia: a 150 años de Dred Scott versus Sanford. Miguel Carbonell
● Jurisprudencia constitucional en materia de conciliación prejudicial obligatoria. Ana Giacomette Ferrer
● Análisis de los cánones de enjuiciamiento de las sentencias 214/1999 y 258/2000 del Tribunal Consti-
tucional español (razonabilidad, arbitrariedad y error material patente). Iván Carlo Gutiérrez Zapata
● Los desafíos de la sentencia de la Corte Interamericana en el caso Almonacid Arellano. Humberto No-
gueira Alcalá
Apéndice legislativo
● Ley Reglamentaria de la Fracción III, del Artículo 104 de la Constitución Política del Estado de Sinaloa
(1998)
Varios
● Discursos, crónica, informe, estatutos, convocatorias, programa
Reseñas bibliográficas
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 8
(Julio-Diciembre 2007)
Doctrina
● El resurgimiento del debate sobre el control previo de constitucionalidad en España: Experiencia y perspectivas. Miguel Ángel Ale-
gre Martínez
● Relaciones Tribunal Constitucional-Tribunal Supremo. Manuel Aragón Reyes
● Doce tesis en torno al Derecho Procesal Constitucional. César Astudillo
● Derecho Procesal Constitucional: Estado de avance, retos y prospectiva de la disciplina. Víctor Bazán
● La prevalenza del Diritto communitario sul Diritto degli Stati: Ambito e portata della disaplicazione. Alfonso Celotto
● Los valores éticos de las personas involucradas en la justicia constitucional. Las principales formas en que la ética influye en el quehacer
judicial. Juan Díaz Romero
● El amparo como proceso “residual” en el Código Procesal Constitucional peruano. Francisco José Eguiguren Praeli
● La Corte Constitucional de Sudáfrica y los derechos fundamentales. Gumesindo García Morelos
● Sobre sentencias constitucionales y la extensión erga omnes. Osvaldo Alfredo Gozaíni
● A garantia constitucional do postulado da efetividade desde o prisma das sentenças mandamentais. Darci Guimarães Ribeiro
● El juicio constitucional en Europa y los Estados Unidos: Paradojas y contrastes. Michel Rosenfeld
● Resolución de “cuestiones políticas”: Controversia constitucional y procedimiento senatorial. Rubén Sánchez Gil
Análisis jurisprudencial
● Algunos puntos relevantes sobre la dignidad humana en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Luis
Amezcua
● Veto al presupuesto y dogmática constitucional. Un comentario a propósito de la controversia constitucional 109/2004. Arturo
Bárcena Zubieta y Alfonso Herrera García
● Evolución de la doctrina de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en materia de reparaciones. Adelina Loianno
● Crónica jurisprudencial del Tribunal Constitucional español en materia de derechos fundamentales en el año 2006. Fernando Revi-
riego Picón y Joaquín Brage Camazano
Apéndice legislativo
● Nicaragua: Propuestas para reformas a la Ley de Amparo. Iván Escobar Fornos
● Ley Reglamentaria de la Fracción VI del Artículo 76 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
● Acuerdo general 16/2007 de la Suprema Corte de Justicia sobre las comisiones de investigación a que se refiere el artículo 97 de la
Constitución (México)
● Actualización y perfeccionamiento del proyecto de Ley de Acciones Protectoras de Derechos Fundamentales (Chile)
Varios
● Discurso, conferencia, crónica, distinción académica, eventos
Reseñas bibliográficas
● In memoriam:
● José Vicente Aguinaco Alemán (1919-2007). Eduardo Ferrer Mac-Gregor
● Lucio Raúl Cabrera Acevedo (1924-2007). Eduardo Ferrer Mac-Gregor
● Antonio La Pergola (1931-2007). Luis Amezcua
● Gualberto Lucas Sosa (1927-2007). Osvaldo Alfredo Gozaíni
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 9
(Enero-Junio 2008)
Doctrina
● Análisis crítico de la separación estricta de los modelos de justicia constitucional para la protección de los derechos fun-
damentales en Francia y en Alemania. Natalia Bernal Cano
● El juez constitucional vs. la supremacía constitucional. Allan R. Brewer-Carías
● Estado social (de derecho) en México. Una óptica desde el garantismo jurídico-social. Javier Espinoza de los Mon-
teros Sánchez
● Justicia constitucional e integración supranacional: cooperación y conflicto en el marco del constitucionalismo pluralista
europeo. Josu de Miguel Bárcena
● Jurisdicción constitucional y consolidación de la democracia. Dieter Nohlen
● Reflexiones sobre el activismo judicial legítimo (A los cincuenta años de la creación jurisprudencial del amparo federal).
Néstor Pedro Sagüés
● La búsqueda de la supremacía institucional del Tribunal Constitucional español a través de la reforma de su ley orgá-
nica. Joaquín Sarrión Esteve
● La posición del Tribunal Supremo y el valor de la jurisprudencia: Análisis desde una perspectiva constitucional. Javier
Tajadura Tejada
Análisis jurisprudencial
● El contenido esencial y los alcances de la libertad de religión. Especial referencia al ordenamiento jurídico alemán, espa-
ñol y costarricense. Víctor Eduardo Orozco Solano
● Inaplicabilidad por inconstitucionalidad: reciente jurisprudencia del Tribunal Constitucional chileno. Marisol Peña
Torres
● El amparo contra amparo en la jurisprudencia constitucional peruana. Luis R. Sáenz Dávalos
● La jurisdicción nomogenética en la reciente jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina.
María Sofía Sagüés
Apéndice legislativo
● Ensayo de síntesis comparativa sobre el régimen del amparo en la legislación latinoamericana. Allan R. Brewer-Carías
● Acuerdo general número 2/2008 del pleno de la Suprema Corte de Justicia en el que se establecen los lineamientos para
la celebración de audiencias relacionadas con asuntos cuyo tema se estime relevante, de interés jurídico o de importancia
nacional
Varios
● Informe, crónica de congreso, declaración final de conferencia, eventos
Reseñas bibliográficas
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 10
(Julio-Diciembre 2008)
Clásicos
● La garantía jurisdiccional de la Constitución (La justicia constitucional). Hans Kelsen (traducción de Rolando
Tamayo y Salmorán / revisión de Domingo García Belaunde)
Doctrina
● El principio de aportación y las diligencias para mejor proveer en la justicia constitucional electoral mexicana. Carlos
Báez Silva
● El control de las omisiones legislativas por el Bundesverfassungsgericht. Francisco Fernández Segado
● El juez constitucional en materia electoral en Costa Rica. Rubén Hernández Valle
● ¿Son vinculantes los pronunciamientos de la Comisión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos? (Control
de constitucionalidad y convencionalidad). Juan Carlos Hitters
● Poder Judicial vs. Tribunal Constitucional. Juan Monroy Gálvez
● Presente y futuro del recurso extraordinario federal. El rol de la Corte Suprema de la Nación. Claudia Beatriz
Sbdar
● El juez constitucional en el siglo XXI. Gustavo Zagrebelsky
Análisis jurisprudencial
● El control de la constitucionalidad de la omisión legislativa y la sustitución del legislador por el juez constitucional: El
caso del nombramiento de los titulares del Poder electoral en Venezuela. Allan R. Brewer-Carías
● Las sentencias de los tribunales constitucionales locales en México dictadas en los juicios de protección de derechos huma-
nos: su impugnabilidad o no mediante el juicio de amparo. Alejandro Quijano Álvarez
Apéndice legislativo
● Ley Reglamentaria de los Artículos 104 y 105 de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Quin-
tana Roo
Varios
● Seminario internacional, memoria de congresos, convocatorias
Reseñas bibliográficas
REVISTA IBEROAMERICANA DE DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
Número 11
(Enero-Junio 2009)
Doctrina
● Derechos fundamentales, ponderación y racionalidad. Robert Alexy
● El perfil constitucional de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. César Astudillo
● El estado de derecho como zona de interacción de la democracia, la Constitución, la justicia constitucional y la protección
de los derechos fundamentales. Víctor Bazán
● La doctrina de Smend como punto de inflexión de la hermenéutica y concepción de los derechos fundamentales por los
tribunales constitucionales a partir de la segunda posguerra. Joaquín Brage Camazano
● Reflexiones en torno a la interpretación actual de la Constitución. Enrique Carpizo
● Panorama y evolución del control de constitucionalidad en los estados provinciales de Argentina. Sergio Díaz Ricci
● Corte Constitucional y principio de efectividad. Tania Groppi
● Protección, reconocimiento y eficacia de los derechos fundamentales en las Constituciones locales. Marcos del Rosario
Rodríguez
Análisis jurisprudencial
● Ideas equivocadas sobre el derecho a la vida. El fracaso del proyecto de sentencia del ministro Aguirre Anguiano. Leo-
poldo Gama Leyva
● El derecho a la vida en la Constitución mexicana. Un proyecto luminoso de resolución. Víctor Manuel Montoya
Rivero
● Mesa de debate sobre temas constitucionales: En torno a la sentencia de la Suprema Corte relativa a la despenalización
del aborto
Estudio legislativo
● La reforma constitucional en la República Dominicana. Hermógenes Acosta de los Santos
Varios
● Homenaje a Héctor Fix-Zamudio por sus cincuenta años como investigador del Derecho
● Memoria de Congresos / Convocatorias
Reseñas bibliográficas
● In memoriam: Leopoldo Elia (1925-2008). Gustavo Zagrebelsky
● In memoriam: Augusto Mario Morello (1926-2009). Roberto O. Berizonce / Osvaldo A. Gozaíni / Juan
Carlos Hitters
ANUARIO IBEROAMERICANO DE JUSTICIA CONSTITUCIONAL
Núm. 13
(Año 2009)
Estudios doctrinales
Colaboran: Luís Roberto Barroso, Víctor Bazán, Allan R. Brewer-Carías, Anna
Cândida da Cunha Ferraz, Ivo Dantas, Pablo Dermizaky, Francisco Javier Díaz
Revorio, Eduardo Ferrer Mac-Gregor, Domingo García Belaunde, Alfonso He-
rrera García, Ricardo Medina Rubio, Andre Ramos Tavares, Ingo Wolfgang Sar-
let, Jorge Reinaldo Vanossi.
Estudios jurisprudenciales
Colaboran: Sergio Díaz Ricci, Sergio García Ramírez y Julieta Morales Sánchez,
Paulo Gustavo Gonet Branco, Jorge Miranda, Paula Robledo Silva, Christian
Suárez Crothers, Ignacio Torres Muro.
Comentarios bibliográficos