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Progresiones

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Articulación de los principales sistemas de progresión

En la década de los cincuenta, Edmund Herbert Troinski (1910-1982)


introdujo dos nuevos métodos de predicción y análisis de sucesos a través
de la astrología basados precisamente en el estudio de los movimientos de
los planetas en estos primeros años de la formación del carácter. El primero
de ellos, denominado Direcciones Terciarias I (DTI), establece una
correspondencia simbólica entre cada día solar medio posterior al
nacimiento y cada mes lunar trópico medio posterior al nacimiento. Un día
solar medio es el tiempo comprendido entre dos pasos consecutivos del Sol
por el meridiano de un lugar, que asciende, por término medio, a 24 horas y
equivale a una rotación de la Tierra sobre su propio eje. Un mes lunar trópico
es el tiempo comprendido entre dos pasos consecutivos de la Luna por un
mismo grado del zodiaco tropical, que en promedio asciende a 27,321582
días. Como la Luna emplea el mismo tiempo en girar sobre su propio eje que
en completar un giro en torno a la Tierra, el mes lunar trópico es también la
medida temporal de la rotación de la Luna. Por tanto, el sistema de las
Direcciones Terciarias I pone en correspondencia cada una de las rotaciones
terrestres posteriores al nacimiento con cada una de las rotaciones lunares
posteriores al nacimiento.

El año trópico medio es el tiempo comprendido entre dos pasos sucesivos


del Sol por el mismo grado del zodiaco tropical (365,242199074 días solares,
por término medio) y equivale al movimiento de traslación de la Tierra en
torno al Sol. El sistema de las Direcciones Terciarias II o Terciarias minor
(DTII) pone en correspondencia cada mes lunar trópico posterior al
nacimiento con cada año trópico posterior al nacimiento. Es decir, cada
revolución lunar, además de su propio periodo de vigencia, se refleja
también a otra escala en el periodo de vigencia de la revolución solar del
mismo número.

Aplicando la ley transitiva, si un día es igual a un mes (DTI) y un mes es igual


a un año (DTII) entonces un día es igual a un año (Progresiones
Secundarias). Esta integración de los tres sistemas que acabamos de
mencionar se hace posible gracias a la intermediación de los ciclos de la
Luna con los de la Tierra y el Sol. En el caso de la Luna, en efecto, un día es
literalmente igual a un año (ambos duran 27,321582 días solares), mientras
que la ecuación de un día solar con un año que define la técnica de las
Progresiones Secundarias es meramente simbólica.

Llevando un poco más lejos este juego de correspondencias, si un día es


igual a un año (PS) y el Sol recorre en promedio poco menos de un grado por
día, entonces poco menos de un grado es igual a un año. Esta ecuación se
utiliza en las llamadas Direcciones de arco solar, que mueven los planetas de
la carta natal a razón de poco menos de un grado por año, por término
medio (medida conocida como arco de Naibod). Las Direcciones simbólicas
grado-año son otra técnica muy semejante a la anterior que desplaza los
planetas un grado exacto por año de vida. No se trata de un simple
redondeo o aproximación a las direcciones de arco solar, sino que la medida
de un grado está avalada por ciertas propiedades armónicas de la división
del círculo.

Ahora bien, si la porción del zodiaco que cruza el meridiano o el horizonte de


un lugar en aproximadamente 4 minutos mide alrededor de un grado (o un
arco de Naibod) y un grado (o un arco de Naibod) es igual a un año,
entonces 4 minutos se corresponden con un año. Esta ecuación es la base de
las llamadas Direcciones Primarias. Sin embargo, en este sistema los
movimientos de los planetas no se miden en el zodiaco, sino en la esfera
local o en el ecuador.

Suponiendo que la vida de una persona se extendiera por un plazo de 90


años, las primeras 6 horas de su vida definirían sus direcciones primarias, los
primeros tres meses de su vida determinarían sus progresiones secundarias,
los primeros 3,3 años de su vida contendrían sus direcciones terciarias I, y
los primeros 6,7 años de su vida sus direcciones terciarias II o terciarias
minor.

Los periodos asociados con las direcciones terciarias se ajustan bastante


bien a los años que la psicología considera decisivos para la formación del
carácter. Por esta razón, es de esperar que un seguimiento en profundidad
de las configuraciones planetarias que se van sucediendo por este sistema
de direcciones pueda arrojar bastante luz sobre la constitución del carácter a
través de las diferentes fases del desarrollo de la infancia y sobre las raíces
de las situaciones interpersonales y acontecimientos en los que se vea
envuelta la persona en su vida adulta. Además, dada la peculiar manera en
que están interconectados los diferentes sistemas de progresión, podemos
relacionar directamente fechas diferentes de la vida de una persona en las
cuales una misma carta estaba activa. Las posiciones de los planetas en el
día 81 de la vida de una persona, por ejemplo, actuarán primero como
tránsitos en ese mismo día, después como DTII poco antes de cumplir 3
años, más tarde como DTI poco después de cumplir 6 años y de nuevo a la
edad de 81 años por progresiones secundarias. De esta forma, si sabemos
que una persona sufrió una situación traumática en su infancia cuando tenía,
por ejemplo, tres años y vemos que, en efecto, los tránsitos para esa edad
eran muy complicados, podemos esperar que a los 40 años se presente,
quizás, una crisis de ansiedad o una reedición de la situación traumática a
otro nivel, y de nuevo algo parecido hacia los 80 años, porque los tránsitos
activos a la edad de 3 años configuran las DTII de los 40 años y las DTI de los
80.

Aunque no dispongamos de un túnel del tiempo que nos permita viajar a


otras épocas, parece que el tiempo mismo sí dispone de un sistema que le
permite viajar a través de nosotros por estos mecanismos de proyección de
unos ciclos en otros. Sin embargo. aunque una misma carta pueda estar
activa en fechas diferentes por los distintos métodos de progresión, no
vuelve a ser totalmente la misma, porque la velocidad de movimiento de los
planetas es distinta en cada caso y porque en cada ocasión está en
competencia (o en colaboración, según queramos verlo) con tránsitos
diferentes.

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