Memoria Verde - Elio Brailovsky
Memoria Verde - Elio Brailovsky
Memoria Verde - Elio Brailovsky
“El Gran Khan ha adoptado otra disposición, igualmente útil y sabia. Ha ordenado que a
ambos lados de las carreteras públicas se planten árboles de una especie que crece muy
alta y gruesa, separados entre sí sólo dos pasos. Y estos árboles sirven —además de la
ventaja de su sombra en el estío— para señalar el camino e impedir que alguien se aparte
de él cuando la tierra está cubierta por la nieve. Y esto es muy útil a los viandantes, a
quienes brinda gran comodidad y seguridad. También designa comisionados para vigilar el
cuidado de los árboles y el buen estado de los caminos.
”Y algo más os contaré: los astrólogos de) reino han dicho al Gran Khan que quien plan-
ea árboles tiene asegurada larga vida. Y por eso el Gran Señor gusta de plantar árboles.”
Prólogo
La historia no oficial
¿Por qué volver a leer nuestra historia de otra manera? Porque a los
argentinos nos falta el pasado. Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX
se construyó la llamada historia oficial, una forma de ver el país que
transformaba a algunos hombres en héroes homéricos, caricaturas de
bronce de sí mismos, y a otros en pérfidos villanos.
Ovejas y lobos, cedros del Líbano en el Antiguo Testamento, los lirios del
campo en el Nuevo; la contaminación y los ruidos de la Roma imperial en las
sátiras de Juvenal y los nuevos recursos naturales como el amianto, el
petróleo y el carbón de piedra en la obra de Marco Polo.
Desde siempre, la historia nos viene unida al marco natural, aunque este
enfoque había comenzado a debilitarse hacia fines del siglo XIX.
Es decir, que entender la naturaleza nos da más claves que la sola historia
humana.
Hay una amplia gama de puntos de vista intermedios que van desde
Alberdi (la naturaleza como disponibilidad de recursos) hasta Sarmiento (la
naturaleza como condicionante social y político). Entre ambos, la naturaleza
puede ser obrador o destino: puede ser el deslumbrante encuentro con la
Tierra Prometida, como en Alberto Gerchunoff, o la determinación de
nuestra forma de vida, como en Ezequiel Martínez Estrada.
Enfoque metodológico
Un lenguaje especializado
22
9. Vítale, Luis: Hacia una historia del ambiente en América latine, Nueva
Imagen, México, 1983.
10. Sejenovich, Héctor: ‘'Los recursos naturales en el desarrollo histórico
de América latina”, en Brailovsky, A. E. (comp.): Introducción el estudio de
les recursos naturales, Buenos Aires, EUDEBA, 1987,
1982.
23
27. Foguelman, D.; Brailovsky, A. E., y Vigil, C.: Proyecto para la materia
Sociedad, Medio Ambiente y Recursos Naturales, CBC-UBA, 1988.
26. Brailovsky, A. E., y Foguelman, D. (comps.): El agua en Buenos Aires,
curso de educación a distancia, UBA XXI, Editorial Fraterna, 1988, en
prensa.
29. Foguelman, D.; Zeballos de Sisto, M., et al.: Una nueva visión sobre
nuestra fauna, curso de educación a distancia, UBA XXI, 1968.
Había muy poco suelo que fuera naturalmente apeo para el cultivo y había
que construirlo metro a metro. Su explotación no hubiera sido posible sin
riego, porque la mayor parte de la zona andina es árida o semiárida. Había
que ir a buscar el agua a las nacientes de los arroyos y encauzarla mediante
una red de canales. Se describen algunos principales, de muchos kilómetros
de largo y hasta cuatro metros de diámetro, pero aun para una pequeña su-
perficie atenazada se consideraba que valía la pena hacer un canal de gran
longitud. Para eso, se hacía un surco a lo largo de las montañas y se lo
cubría con grandes losas de piedra unidas con tierra para que el ganado no
lo destruyese. A veces, al cruzar un valle, era necesario sostener el canal
sobre columnas para que el nivel del agua no perdiese altura,
construyéndose acueductos similares a los romanos.
Con tan poca maquinaria, la mano de obra pasaba a tener una importancia
fundamental y era considerada un recurso valioso que, al igual que el suelo,
el agua, el ganado, el guano, era preciso mantener y conservar. A la época
de la llegada de los conquistadores españoles había una población estimada
entre 10 y 30 millones de habitantes, perfectamente vestidos y alimentados,
con un sistema de seguridad social que alcanzaba a los huérfanos, a las
viudas, a los ancianos y a las familias de aquellos que habían sido convoca-
dos a las armas.
COLONIZACIÓN Y DESERTIZACIÓN
Cuando llegaron los españoles, de todo lo que vieron, sólo les interesó el
oro y la plata para enviar a la metrópoli y para su enriquecimiento personal.
Se repartieron las tierras y esclavizaron a sus pobladores.
“Todo indica —concluye el diario— que esta planta debe venir a Buenos
Ayres con abundancia, y puede abastecer al país a corto precio.” Indicaba
más adelante que un aumento de la demanda podría reducir aún más los
precios del aceite de madi.
Así, el destino de los dominados fue sufrido por los hombres y por su
ambiente: las poblaciones dispersadas y hambreadas, los templos
demolidos, las terrazas y los acueductos abandonados, la tierra erosionada,
secos los arroyos, muertos los animales, olvidadas sus plantas.
Se cruzó con una sirena y la describe "en medio de esta laguna y aún
gimiendo / y sus doradas crines esparciendo”. En otro lugar escuchan ruidos
misteriosos y piensan "que son diablos que vienen en pos de ellos / y
vuelven erizados los cabellos". Habla de mariposas que se vuelven ratones y
que terminan siendo una plaga peor que la langosta. Después de describir
varias clases de gusanos, explica: “De unos y otros he comido”.
Si decían esto del tapir, qué no dirían del yacaré: "Se le cree a este pez
yacaré un animal sumamente horroroso y dicen que debe ser un basilisco y
que envenena y hace gran daño en las Indias”. En otra edición, aparece
indias, en minúscula, aludiendo a las supuestas costumbres sexuales de este
reptil. “Y cuando este pez o animal sopla su aliento a alguno, entonces éste
debe morir, pero todo esto es fábula. También se cuenta que no hay más
medio de acabar con este pez que el de mostrarle un espejo y tenérselo por
delante, porque él mismo se mire, porque así, al ver su propia fealdad,
cendra que caer muerto al punto.
Otro animal fantástico es el yaguaro, del que "suponen que escarba con
prontitud increíble por debajo del agua las barrancas de los ríos, hasta que
las hace derrocar sobre las embarcaciones”.18
La intención de este mensaje es clara: estos seres tan poco humanos que
mastican fuego y comen personas no pueden ser considerados como iguales
a los europeos. La esclavitud será el tratamiento más piadoso que pueda
dárseles.
Así, los naturalistas inventan una ecología tan fantástica como la zoología
de los primeros cronistas. La tierra americana era tan helada que enfriaba el
aire y por eso en los trópicos no había animales grandes. De allí deducían
que las semillas traídas de Europa no podrían germinar, y que si lo hacían,
darían unas plantitas raquíticas, tan endebles como los animales domésticos
que se importaban.
Es decir, que para “mejorar” un bosque había que quemarlo y que la obra
humana deseable era acelerar en pocos años el mismo proceso de
depredación de la naturaleza que había necesitado muchos siglos en Europa.
A lo largo de nuestra historia volverá a repetirse muchas veces esta
concepción de la pura y simple destrucción como objetivo, a veces con una
finalidad productiva, otras por una mera deformación cultural.
En los extremos del largo camino seguido por la placa se desarrollaron dos
ciudades muy distintas. En uno de ellos, Buenos Aires, como el puerto
necesario para comunicar Potosí con la metrópoli. Un puerto cuyo
movimiento no guardaba relación con las actividades productivas de las
áreas más próximas a él, sino que era la continuidad lejana de las riquezas
del Potosí. Los lingotes de plata llegaron a representar hasta el 80 por ciento
del valor de las mercaderías que salían por Buenos Aires. La mayor parte de
lo que ingresaba era contrabando. Se formó así una ciudad predominan-
temente comercial, cuya riqueza no se basaba en la producción sino en el
intercambio, característica que tendrá su importancia política en los años
subsiguientes.
En la otra punta del camino, la Villa Imperial del Potosí, ciudad fantástica
que en 1660 contaba con 160.000 habitantes, igual que Londres y más que
Sevilla, Madrid, Roma o París. La plata llenó la ciudad de riquezas y
ostentación: al igual que en la corre del rey Arturo, de todas parces llegaban
caballeros y soldados de fortuna, cubiertos con lujosas corazas, para
sostener duelos con los campeones de la Villa; y los relatos de estos duelos,
hechos por cronistas de la época, parecen páginas de un libro de caballerías.
Se construyeron 36 iglesias y en 1658 una procesión recorrió las calles
empedradas especialmente con lingotes de plata.6’'4*
La base de esa gran urbe industrial era el cerro Rico, que estaba horadado
por cinco mil bocaminas, que se juntaban dentro como los huecos de una
esponja. Para extraer el mineral, pasaban los indios de la superficie helada a
la temperatura ardiente del socavón, “y ordinariamente los sacan muertos y
otros quebrados las cabezas y piernas y en los ingenios cada día se
hieren".73 Los mitayos hacían saltar el mineral a punta de barreta y después
lo subían cargándolo a la espalda, por escalas, a la luz de una vela.
El sentimiento de lo infinito
Si, a pesar de todo, algún árbol conseguía crecer, era difícil que durase
mucho; en zona de frecuentes tormentas eléctricas y de abundancia de
pastos secos, los incendios de campos fueron muy frecuentes. Es probable
que esos incendios hayan terminado con cualquier árbol que se aventurara
en el interior de la pampa, a excepción precisamente del ombú, cuyo
carácter prácticamente incombustible lo mantenía a cubierto, y del chañar,
cuya brotación por las raíces se activa por el fuego.
Fuera de los arroyos, el paisaje era monótono. A mediados del siglo XIX,
describe Martín de Mousse: "Sobre esta enorme superficie, tan llana, tan
igual, los menores pliegues del terreno cobran proporciones extraordinarias
para la vista; el espejismo, tan frecuente en verano, hace que las matas de
hierba parezcan palmeras y siembra lagos e islas imaginarias en este mar de
pasto”.
El número mínimo de ejemplares que tienen que existir para que esa
población sobreviva depende de la especie y del hábitat del que se trate.
Cuanto más hostil el hábitat, serán necesarios más ejemplares para
sobrevivir; si es más acogedor, bastará con unos pocos.
Por el contrario, las vacas y los caballos que trajeron los españoles se
encontraron con una llanura que no tenía grandes herbívoros, o por lo
menos, que no tenía herbívoros tan grandes como ellos. Se les presentaba
como un enorme espacio vacío.
Por su parte, el jesuita Falkner cuenta que los caballos cimarrones “andan
de un lugar a otro contra el viento, y en un viaje que hice al interior el año
1744, hallándome en estas llanuras durante tres semanas, era su número
tan excesivo que durante quince días me rodearon por completo. Algunas
veces pasaron por donde yo estaba en grandes tropillas a todo escape,
durante dos o tres horas sin corearse; y durante codo este tiempo, a duras
penas pudimos yo y los cuatro indios que entonces me acompañaban
libramos de que nos atropellasen e hiciesen mil pedazos”.87
Detrás de las vacas y los caballos llegaron sus depredadores, los perros
cimarrones, que formaron grandes jaurías. Se multiplicaron a punto cal que
debieron organizarse expediciones militares para combatirlos. En 1775 se
pide a los hacendados que, con sus peones y caballos y las armas
necesarias, efectúen “correrías y matanzas de perros”.88
Una investigación hecha por el Cabildo concluyó que los perros cimarrones
se comían las dos terceras partes de los terneros que nacían cada año, lo
9
que da una idea de la envergadura del problema. Al respecto, vale la pena
transcribir el testimonio de un viajero: "Se han multiplicado tan bien de
modo que cubren todas las campañas circunvecinas y viven en cuevas
subterráneas que trabajan ellos mismos, y cuya embocadura parece un
cementerio por la cantidad de huesos que la rodean.
Una vez muertos vacas y caballos, las aves de presa se ocupan de lo que
hayan dejado los perros. Alcides D’Orbigny advierte que el número de
buitres tiene que haber crecido enormemente con la introducción del
ganado.91 Ocurrieron cambios similares con las poblaciones de
microorganismos. La mayor concentración de ganados no sólo facilitó la
reproducción de sus enemigos visibles sino también la de sus enemigos
microscópicos; se multiplicaron las epizootias, que ocasionaron gran
mortandad. Los testimonios sobre la cantidad de ganado cimarrón son lo
suficientemente contradictorios como para que podamos pensar que sus
poblaciones sufrían cambios muy acentuados. Más adelante, Mariano Moreno
constatará en una escancia de Gualeguaychú que “este tiempo ha estado
sujeto a epidemias, que según la exposición del capataz Leiva, llegó el caso
de no encontrar una res que carnear para el alimento”. '
Hay otras tres razones que condicionan esta forma de manejo del recurso
suelo: la tradicional aversión al trabajo manual de los hidalgos castellanos,
únicos propietarios, la ausencia de mano de obra asalariada, y la falca de
tradición agrícola de los indígenas pampeanos.
Pudo haber originado, sin embargo, conflictos por el uso del espacio rural,
en tanto necesariamente debe de haber existido alguna delimitación natural
o artificial de campos de pastoreo para proteger los cultivos. Incluso el
espacio ganadero debió de sufrir diferenciaciones, ya que el vacuno se
concentró en estancias, y el equino, mular, lanar y avícola, en los campos de
labranza.
La escasez de leña dio origen a la civilización del cuero. Los muebles, las
puertas de las casas y a veces sus techos, las cercas de los jardines y hasta
las llantas de las carretas se hicieron de cuero.112
“La leña es muy cara —dice un viajero—. No se encuentran en los
alrededores más que algunas, apenas propias para quemar. Todo lo que es
necesario para la armazón de las casas, la construcción y reparación de las
embarcaciones que navegan por el río, viene del Paraguay en balsas.”11* Por
la permanente escasez de madera se quemaban pajas y cardos, huesos y
bosta de animales. Muchas veces se mataban ganados cimarrones para
hacer fuego con sus huesos y su grasa.114
Para las Partidas de Alfonso el Sabio existen los bienes que son comunes a
hombres y animales; los bienes comunes a hombres solamente; los que
pertenecen al común de algún pueblo; los que pertenecen a un hombre solo
y los que no pertenecen a ninguno.
Otra ley expresa que “son comunes a toda criatura el aire, el agua de la
lluvia, de la mar y su ribera”. Este carácter común del aire y del agua
significa que necesariamente cualquier persona es parte interesada en
cualquier litigio que afecte a estos recursos naturales. Del misino modo, “los
ríos, puertos y caminos públicos son comunes aun a los que son de tierra
extraña”."7 Un comentarista aclara que el agua salada es propiedad de todos
los hombres, en tanto que el agua dulce es propiedad del rey, quien la
entrega al común de alguna villa. En ese caso, las aguas “dejan de ser reales
y pasan a ser públicas”.
Pero los bienes públicos eran más numerosos, y los montes o bosques
estaban incluidos entre ellos: “Fuentes, plazas, ferias, mercados, casas de
Cabildo, ejidos, montes, dehesas y todas las semejantes de cada pueblo, son
comunes al morador de él, pobre o rico, mas no lo son para los forasteros
sin licencia de éstos”.
* En 1533 insiste: “Hagan que los montes, pastos y aguas de los lugares y
montes contenidos en las mercedes hechas sean comunes a los españoles e
indios”.121
61
* En 1541 dice “que los paseos, montes y aguas sean comunes en las
nuestras Indias". “
A partir de aquí, son innumerables los ejemplos en los cuales los reyes
reiteran que son de uso común los recursos agua y suelo; este último para
extracción de leña y también para el pastoreo del ganado. La mecánica de
defensa de estos intereses en la siguiente: como se trataba de bienes de uso
público, los vecinos denunciaban ante el Cabildo cualquier impedimento que
tuviesen para el uso de esos bienes. La escasez del recurso forestal en la
región pampeana hacía especialmente importantes estos mecanismos de
defensa de quienes debían utilizarlo. Por ejemplo, un vecino denuncia a un
alférez por haberle impedido cortar madera y cañas en el pago de
Magdalena, siendo los montes de uso común. El Cabildo falla a su favor y
ordena se le haga justicia. Del mismo modo, en 1695, los vecinos de Buenos
Aires piden al Cabildo que logre la derogación de un impuesto que el
gobernador había colocado a la extracción de madera de los montes
naturales, insistiendo los demandantes en su carácter común. El Cabildo
envía el reclamo a España y es aceptado.1
En distintas partes del territorio colonial aparecen conflictos por el uso del
recurso forestal. Por ejemplo, San Luis actúa como área proveedora de
maderas para la fabricación de carretas, barriles, muebles, etc., en Mendoza
y San Juan. El crecimiento económico de estas últimas (a partir de sus
vínculos con Chile y con el Potosí) provocó tal demanda de madera que
afectó la continuidad de los bosques puntanos. En consecuencia, en 1627 se
dispuso que no se talaran árboles sin autorización del Cabildo local, lo que
originó inmediatas protestas de artesanos y comerciantes mendocinos y
sanjuaninos.1*8 Testimonios posteriores indican que la prohibición no fue
efectiva.
Similar fue la posición de Hipólito Vieytes, quien afirmó que “cuidaron muy
poco nuestros abuelos que a su posteridad quedase el grande beneficio que
pudo haberle proporcionado el plantío de árboles en la campaña".111 En otro
artículo dice: “Bárbaros, dirán (nuestros hijos), que han desnudado la tierra
después de haber vegetado en ella inútilmente, de las plantas más preciosas
que la naturaleza bienhechora había hecho producir, envidiosos de que os
sobreviviesen estos soberbios vegetales, no quiso vuestra mano
exterminados dejar en pie una sola planta que arguyese vuestra desidia e
ignorancia".1,5
LA FAUNA INAGOTABLE
Al ver la cantidad de peces del Paraná, un cronista dice que “hay tanto en
el río y péscanlo que es cosa no creedera”.143 Los indios pescaban con redes
y en los bañados con flechas. Los cronistas elogian este pescado como el
mejor del mundo. “Es Carito el pescado de río, que echando la cuerda o red,
salía llena, y que comió y pescó muchos siluros mayores y mejores que los
de acá, salmonetes y otros pescados en abundancia.”1-14 Por donde vayan
encuentran la misma abundancia. De la laguna Mar Chiquita (en la provincia
de Dueños Aires) dice un misionero: “Este mar chico, como lo llaman los
indios, tiene mucha variedad de peces grandes y pequeños”.145
Lo mismo ven en sitios tan alejados como las islas Malvinas. Los primeros
exploradores se encuentran con este panorama: “La abundancia de lobos,
leones y elefantes marinos era notable e inmensas colonias de pingüinos y
otras aves marinas poblaban las coscas. Los gansos salvajes y avutardas
formaban asimismo grandes bandadas en el interior, y eran tan confiados
que los primeros exploradores cuentan que los cazaban con garrotes. En
cuanto a los zorros, su mansedumbre y curiosidad los llevaba a echarse al
agua para acercarse a las embarcaciones ancladas cerca de la costa”.
La fundación de ciudades
Nada de eso ocurre en América. Aquí las ciudades nacen codas calcadas
unas de otras, con su plaza mayor al centro, con los mismos edificios
situados de la misma manera, y con las calles cortándose en exacto ángulo
recto, como en un tablero de ajedrez. Aquí se puede atravesar una ciudad
de una punta a la otra, en sentido longitudinal y transversal, sin abandonar
nunca la línea recta. En Europa, las calles son siempre curvas.
* Pero también orientando los usos del espacio para que los
establecimientos más contaminantes se ubiquen aguas abajo de la
población: “Que los solares para carnicerías, pescaderías, tenerías y otras
oficinas que causan inmundicias y mal olor, se procuren poner hacia el río o
mar, para que con mayor limpieza y sanidad se conserven las ciudades”.156
Con respecto al clima, se establece que “de la plaza salgan cuatro calles
principales, una por medio de cada costado; las cuatro esquinas miren a los
cuatro vientos principales, porque saliendo así las calles de la plaza no
estarán expuestas a los cuatro vientos". También se indica el ancho de las
calles en función del grado de asoleamiento que en cada situación se
necesita: “En los lugares fríos sean las calles anchas y en los calientes
angostas'.
En otra ley se fija que el estilo arquitectónico sea el mismo en rodas las
casas, por razones estéticas: “Los pobladores dispongan que los solares y
edificios sean de una forma, por el ornato de la población”.1“También se
fijan normas de diseño que eviten la contaminación: [que patios y corrales
sean] “de la mayor anchura posible, con que gozarán de salud y
limpieza”.161
La vida urbana
Por su parte, Domingo Belgrano Pérez afirmaba que "las más de las calles
están inmundas a causa de arrojarse a ellas de las casas todo género de
basuras; se dejan también permanecer en ellas a muchos animales muertos,
que, arrojados a los mismos pozos y pantanos que existen, algunos con
bastante agua, llega ésta a corromperse con la putrefacción en tal manera
que exhala unos vapores pútridos que no sólo son ingratos para el olfato
sino en mi concepto nocivos para la salud”. A esos vapores atribuye “las en-
fermedades epidémicas de que esta ciudad hace tiempo se halla
infestada".167
En resumen, se hizo muy poco por mejorar la vida urbana. Una de las
pocas cosas que se hicieron fue comenzar a empedrar las calles, “debido a
los enormes pantanos que se formaban en las calles más céntricas, pues
hubo uno tan hondo a pocas varas de la Catedral, que se pusieron centinelas
para evitar que la gente que lo atravesaba a caballo se ahogara al quererlo
pasar”.16’'
El resultado fue una eficiencia económica tan alta que nos lleva a pensar
en lo que hubiera sido el resto del territorio de haberse aplicado una política
de desarrollo similar y habérsela mantenido en el tiempo. Porque las
misiones (incluidas las de Tucumán) producían: algodón, hilos, tejidos, ropa
y tapicería, yerba mate, tabaco, carne y cuero, vacunos, mulares, equinos,
ovinos, porcinos, productos de tambo, todas las hortalizas domésticas, frutas
—especialmente citrus—, arroz, cacao, maíz, trigo, harinas, viñedos, azúcar
y melaza, jabón, lana, relojes de sol y mecánicos, armas de fuego y de filo,
pólvora, colorantes, curtiembre, talabartería, lomillería, maderas, extracción
minera, libros, instrumentos musicales, toda la orfebrería y platería del
culto, ladrillo, piedra de cantera, alfarería y cerámica industrial, utensilios,
herramientas manuales y mecánicas, muebles, canoas, balsas y
embarcaciones de calado fluvial, rodados menores y carretas de carga. Una
parte muy importante de estos productos se exportaba.
Del mismo modo, sugiere cercar las tierras con árboles, para aprovechar
sus maderas y frutos, e insiste en “hacer los mayores esfuerzos en poblar la
cierra de árboles, mucho más en las tierras llanas, que son propensas a la
sequedad, cuando no estaban defendidas; la siembra de los árboles
contribuye mucho para conservar la humedad, los troncos quebrantan los
aires fuertes, y proporcionan mil ventajas al hombre".
EL BLOQUEO AL DESARROLLO
Hacendados y caminos
Así, se establece una guerra abierta entre el puerto de Buenos Aires, que
en uno de los principales centros internacionales del contrabando, y la
burguesía comercial limeña, que monopolizaba el comercio legal sobre el Río
de la Plata. Los artículos contrabandeados desde Buenos Aires hacían fácil
competencia a los precios exorbitantes que se cobraban desde Lima.
A tal punto, que uno de los objetivos principales del Consulado de Buenos
Aires fue el fomento, por todos los medios posibles, del denominado "camino
de los Porongos”, una ruta alternativa que iba hasta Tucumán, pero pasando
por Santa Fe. Este camino permitía evitar el gravoso impuesto de Córdoba a
las tropas de cañetas que se dirigían con mercaderías hacia el norte.
Gobernar es despoblar
Algo parecido ocurrió con las islas Malvinas. El virrey Avilés explicó a su
sucesor que de las islas "no sacamos provecho alguno y únicamente por
motivos de Estado mantenemos su posesión”.194 Efectivamente, ingleses y
franceses las habían ocupado previamente y las habían utilizado como base
para la caza de ballenas y lobos marinos. Después de una larga negociación,
en 1775 los ingleses abandonan definitivamente sus instalaciones
malvinenses en Puerto Egmont, Para controlar su eventual regreso, los
españoles patrullan la zona y encuentran indicios de que el lugar había sido
visitado por loberos y balleneros británicos, que en tierra convertían en
aceite la grasa de esos animales. La mejor forma de evitar esas actividades
era, sin duda, sustituir a los ingleses en el uso de esos recursos y ocupar las
instalaciones, cuya importancia debe valorarse en relación con la muy
escasa infraestructura existente en las islas. Sin embargo, en vez de
utilizarlas para explotar los recursos locales, los españoles destruyeron
totalmente Puerto Egmont en 1780, “prendiendo fuego al misino tiempo al
torreón, almacenes y casas, desapareciendo el primero totalmente”.
89
52. Schmidl, Ulrico: Viaje al Rio de la Plata, en "Viajes por América del
Sur”, tomo II, Aguilar. Madrid, 1962.
53. Ramírez, Luis: cit. en Madero, Eduardo: Historia del puerto de Buenos
Aires, Buenos Aires, Imprenta de la Nación, 1902.
58. Azara. Félix de: Descripción del Paraguay y del Rio de lo Piala, en
"Viajes por América del Sur”, tomo II, Aguilar, Madrid, 1962.
90
76. Galeano, Eduardo: Las venas alienas de América latina, Buenos Aires,
Siglo XXI, 1973.
7B. Tjarks, Germán: “Panorama del comercio interno del Virreinato del Río
de la Piara en sus postrimerías”, en Humanidades, t. XXXVI, Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad Nacional de La Plata,
i960.
80. Vignati, Milcíadcs Alejo: “Los restos humanos y los restos industríales",
en Hiitoria..., ídem ref. anterior.
81. Madrazo, Guillermo: Las pampas: los aborígenes, Buenos Aires, CEAL,
Col. El País de los Argentinos, 1977.
91
101. Azara, Félix de; Memoria sobre el estado rural Hel Río de la
Piala, Buenos Aires, Bajel, 1943.
102. Ley X, tít. 15, lib. IV, Recopilación de leyes de Indias de 1680.
105. Azara, Félix de, cic. en García, op. cic., en ref. 103.
107. Acuerdos del extinguido Cabildo, op. cit., acta del 12/3/1790.
92
120. Carlos V: ley XV, tic. 7, lib. VII, Recopilación de leyes de Indias
de 1657.
121. Carlos V: ley VII, tic. 17. lib. IV, Recopilación de leyes de Indias
de 1680.
123. Acuerdos del extinguido Cabildo... op. cic., actas del 12/7/1667
y exp. de 1695.
93
141. Zúñiga, Juan de, cit. en Medina, José Toribio: Las viajes de
Diego Cania de Moguer aI Río de la Piala, Santiago de Chile, 1908.
150. Archivo Histórico de Sanca Fe; Acias del Cabildo de Santa Fe,
MS, T. XIV, 1769-1799, folio 12 vis.
153. Recopilación de Leyes délos Reinos de las Indias, lib. IV, rít. 7,
ley 1, de 1523, Madrid, 1641.
165. Cabildo de Buenos Aires: bando del 21/5/1772. doc. en ref 163.
94
173. Alvear, Diego de: cit. en Tissera, op. cit., en réf. anterior.
95
Manuel Belgrano advertía que “todo depende y resulta del cultivo de las
tierras“,202 en tanto que Mariano Moreno afirmaba que “el soplo vivificante
de la industria animará a todas las semillas reproductivas de la
naturaleza".201 Moreno fue obligado a renunciar a sus cargos políticos —y
quizás asesinado—, mientras que Belgrano fue enviado a combatir a los
realistas —aunque la Junta disponía de militares de carrera con mayor
experiencia que él—. La derrota de esta corriente significó el predominio de
la política de uso de los recursos orientada por el sector comercial.
Su consecuencia fue el establecimiento de una relación de estrecha
complementariedad entre el núcleo gobernante y el capital británico. En
1607 el jefe de la fallida invasión inglesa al Río de la Plata había afirmado
que Buenos Aires era “el mejor puerto comercial de América del Sur".
Fracasada la conquista militar, se la sustituyó por la penetración económica.
En poco tiempo, las casas comerciales británicas pasaron a controlar
completamente el comercio exterior del país, debido a su mayor eficiencia,
disponibilidad de capitales, vinculación con industriales de su país y apoyo
de la flota británica.
Esta situación influyó hasta en el lenguaje político. San Martín recibió una
carta en la que se afirmaba que “declarar la Independencia no es soplar y
hacer botellas". Contestó que le parecía mil veces más fácil "hacer la
Independencia, que el que haya un solo americano que haga una botella".
Efectivamente, no había maestros vidrieros.
UN PAÍS DESCONOCIDO
Durante la época colonial, las travesías por las pampas se hacían siempre
exactamente por el mismo camino, ya fueran las rutas comerciales hacia el
norte, ya fueran las expediciones a las Salinas Grandes en busca de sal.
Recién después de la emancipación comienza a despertarse el interés por
conocer el territorio nacional. Esta actitud se vincula con el fracasado
proyecto de dar un uso productivo a los recursos naturales subutilizados.
Después explica que los ingenieros tenían que esconderse para hacer las
observaciones de latitud, porque los indios desconfiaban del aparato que
usaban (un quintante) y presumían que servía para comunicarse con los
demonios. Esto los obligó a hacer algunas observaciones de noche, a la luz
de las estrellas, en vez de utilizar la del sol.
“Como dos leguas más allá del paso por donde cruzaron el Flores
reconocieron su unión con el Tapalquén en un gran pantano. El arroyo de las
Flores no es en realidad sino el desaguadero de aquel río, que se encontró
ser más salado aún que el Salado. Se encontraron muchos tigres en los
espesos pajonales que cubren sus márgenes, que, sin embargo, no
causaban gran daño, comparado con el que hacían los tábanos y mosquitos,
de cuyas venenosas picaduras no había escape.” Observe el lector la
sorpresa de descubrir la provincia de Buenos Aires a comienzos del siglo
XIX. Esto se refuerza con el relato de lo que le ocurrió a Martín Rodríguez en
1823, es decir, cuando ya había transcurrido un cuarto de milenio desde la
segunda fundación de Buenos Aires.
"Las tropas salieron de la guardia del Monee el 10 de marzo —sigue
contando Parish—, y apenas habían pasado el Salado, cuando se
encontraron en medio de bañados al parecer interminables, cubiertos de
cañas y juncos más altos que la cabeza del caballo, siendo sobremanera
difícil arrastrar por entre ellos las carretas y la artillería. Sin embargo, fueron
saliendo como pudieron hasta llegar a una laguna, a la que le dieron por la
pureza de sus aguas el nombre de Laguna Limpia; siendo absolutamente
necesario hacer alto allí a fin de reconocer los campos antes de seguir
adelante.
El único que planteó una negativa rotunda fue Manuel Dorrego, quien
afirmó que “cualquiera que haya transitado por esos lugares donde quiere
hacerse el canal, conoce que no hay un contingente de aguas capaz de
hacerlo medio navegable”.218 Pero esta negativa parece haberse
fundamentado más en motivos políticos que en un mayor conocimiento de
los recursos realmente disponibles, ya que al año siguiente cambió la
situación política. Dorrego pasó a ser gobernador y manifestó su intención
de “reconocer el curso del río Colorado hasta su fuente, con el loable
propósito de establecer una navegación comercial de Mendoza a Buenos
Aires".219
Lo mismo ocurrirá cada vez que se repartan demás a los amigos del
gobierno de tumo, práctica que se inicia con la enfiteusis de Rivadavia y
continúa hasta fines del siglo XIX. Se afirma que "es imposible hacer un
mapa verídico en un país inexplorado por los geógrafos. Ha sucedido que los
compradores de un lugar se encuentran con que éste dista 10 o 12 leguas
de la posición que le asignan nuestros soldados”.'
En esta pampa tan poco conocida que hasta los baqueanos se perdían,
estaban ocurriendo una serie de cambios a gran velocidad. Podemos calificar
a esas modificaciones como un desequilibrio ecológico de envergadura.
Aunque este término se suele reservar en el lenguaje corriente para los
cambios desfavorables al hombre, lo cierto es que se trató de una alteración
irreversible en un sistema que había permanecido estable hasta ese
momento.
De los enormes pajonales del alto de un hombre se pasa, por acción del
ganado, a un paisaje como el que describe Carlos Bureaste: “Nos
encontramos ya sobre la pampa y vemos entenderse ante nuestra vista una
planicie sin fin, cuyo suelo está cubierto de un pasto fino tan alto que llega a
las rodillas. Ningún objeto de alguna particularidad se destaca allí. Sobre
esta plataforma monótona, pero no desolada, se avanza hora tras hora y
días tras días, sin otra perspectiva de cambio que tal vez un rebaño de
pastoreo, un venado sorprendido, una hilera de carretas de bueyes, una
ranchera de paisanos o una pequeña laguna; tampoco existen ríos
caudalosos en las pampas, sólo pequeños arroyos de un caudal inconstante
cruzan aquí y acullá la llanura”.225
Pero quizás este paisaje domesticado haya sido una aspiración tan fuerce
de los argentinos, que pocos años más tarde parecían haberse olvidado de
los cambios que había sufrido la pampa. Así, Sarmiento se vería obligado a
decir que “los que creen que los campos de Buenos Aires han sido siempre
tales como los vemos hoy, cubiertos de ganadería, ésos no conocen la
transformación que la tierra salvaje experimenta gradualmente. Estas tierras
fueron pajonales hasta San José de Flores. Fueron pajonales cubiertos de
pantanos. Cuando en ellos se echan ganados, se convierten en terrenos
llenos de gramíneas, porque el ganado cultiva a su manera, rompiendo la
espesura primitiva, lo que permite a los rayos del sol penetrarla y
6
disecarla".'
Todo esto nos explica la coexistencia de pastos duros con pastos blandos,
pero aún nos falta comprender la desaparición de unos en beneficio de los
otros. Aquí es probable que hayan influido las quemazones, frecuentes en
una zona de tormentas eléctricas y poblada por tribus que las efectuaban
como ayuda para la caza y la guerra. En (al sencido, los cambios ecológicos
que facilitaron la expansión de los ganados posibilitaron también la
repoblación de la pampa por parte de tribus indígenas, las que, a su vez,
utilizaron el fuego con frecuencia. Así, los cambios sociales y ecológicos apa-
recen profundamente entrelazados
Pero además, desde principios del siglo pasado, el fuego se utilizó como
herramienta para el manejo agrario. "Cuando se recorre la llanura —dice
Darwin— es costumbre prender fuego a las hierbas; eso han hecho hoy los
soldados, por lo cual vemos de noche magníficas conflagraciones y el
horizonte se ilumina por todas partes. Se incendia la llanura pan achicharrar
a los indios que puedan verse rodeados por las llamas, pero principalmente
para mejorar los pastos. En los llanos cubiertos de césped, pero no fre-
cuentados por los grandes rumiantes, parece ser necesario destruir por
medio del fuego lo superfluo de la vegetación, de manera que pueda brotar
otra nueva cosecha.”'
Y atribuye esa diferencia “al abono que se origina por la caída del
estiércol que despiden bueyes y caballos que transitan en estos caminos”.
Puede ser útil retener la última frase: el sudor del hombre la contiene en
sus extravíos, porque contiene el embrión de la estrategia de manejo agrario
de la pampa que será utilizada durante la belle époque argentina. Era
necesario contener los extravíos de la naturaleza, que se reflejaban en el
enmalezamiento de los campos. Para eso servirá el sudor de los inmigrantes
arrendatarios que, ellos sí, servirán a la patria cultivando el suelo. Pero un
cambio de esa envergadura en el uso de los recursos naturales requerirá de
profundos cambios sociales, los que comenzarán a producirse a partir de la
Organización Nacional.
Del mismo modo, en Entre Ríos afirman que “la caza en la provincia es tan
abundante que puede decirse que es una plaga. Hay tanta y tan abundante
que es difícil detallarla. Son tan numerosas algunas de estas razas que la
mayor parte de la gente de la campaña se alimenta una parte del año de
sólo la perdiz y los loros. La caza de cuadrúpedos y anfibios también es uno
de los ramos que deben hacer la riqueza de aquel país por su abundancia,
siendo de preferencia las abundantes yeguadas alzadas, el venado, la liebre,
el cerdo cimarrón, la abundante nutria y la capinguara (carpincho). Esta
última especie es tan abundante que en tiempo de secas quedan perdidas, lo
que se secan las lagunas”.
Lo mismo ocurría con la pesca, ya que "el pez es tan abundante y tan
numeroso que difícilmente se podrá nombrar”.* En 1627 un viajero cuenta
que, sobre el Paraná, "capturamos en un instante vanos dorados, de más de
un metro de largo cada uno”.'
Aun en una zona tan árida como la Patagonia, era posible enviar una
expedición militar casi sin víveres, ya que “nos manteníamos de lo que
producía el campo por la caza que lucían los indios y milicianos, trayéndonos
perdices, que abundan mucho, quirquinchos, avestruces, huevos de éstos
medio podridos, gamas y otros animales silvestres”.2-17 Y también: “Se nos
presentan unas partidas de cerdos silvestres bastantes bravos, a los que
acometen los indios y milicianos”.
Los pobladores tuvieron menos suerte con los jaguares, ya que éstos
impedían la cría de ganados. En la isla de Meza (Comentes, junto a Apipé)
debieron abandonar una explotación porque “los jaguares, acantonados en
gran número en los bosques que ocupan toda la parte no desmontada, en
poco tiempo destruyeron todos los animales”.
Pero la peor de las plagas era, como siempre, la langosta. “Lo destruyen
todo, tanto y aun más que los incendios anuales del campo que, por lo
menos, no atacan las ramas altas de los árboles. Nada puede detener su
avance invasor ni desviarlo. Pude verlas cubrir los árboles de tal forma que
las ramas se doblan con su peso. El agua del Paraná lleva a veces bancos
enteros de langostas ahogadas, que sirven de alimento a los peces.”255 ^ En
este contexto de abundancia y exceso, en el que se espera que la naturaleza
provoque las peores catástrofes, era extremadamente difícil pensar en
alguna clase de medidas conservacionistas.
A pesar de todo, en algún momento aparece la preocupación por que los
recursos faunísticos lleguen a escasear: En 1821 Martín Rodríguez emite un
decreto regulando la caza:
* "Sólo los meses de abril, mayo, junio y julio, será lícito hacer la caza
de nutrias. Toda licencia para la caza de nutrias deberá expresar el tiempo y
los lugares en que ha de hacerse; y ha de preceder el informe de la policía.*'
LA FAUNA PATAGÓNICA
V por sobre todas las cosas había una gran demanda de grasas
animales, utilizadas para la iluminación antes que se extendiera el uso del
petróleo. (Recuérdese que Buenos Aires se iluminó con aceite de potro y
velas de sebo, subproducto de los saladeros, durante la mayor parte del
siglo XIX.) Del mismo modo, parte de Europa se iluminaba con aceite de
ballena y con velas fabricadas con esperma (grasa extraída de la cabeza de
ballenas y cachalotes).
Pero los recursos faunísticos del hemisferio norte eran limitados. Después
de varios siglos de explotación intensiva, la fauna europea y la de los mares
del norte comenzó a decrecer, desapareciendo numerosas especies. Esto
impulsó a buscar sus equivalentes en los mares australes.
El interés por la fauna y los manejos económicos ligados con ella aparece
como una de las causas de la conquista británica de las islas Malvinas. El
breve período de administración argentina de las islas se había caracterizado
por un intento de efectuar un manejo más racional de los recursos naturales.
En fecha tan temprana como 1813 se otorga permiso a un bergantín para
cazar lobos marinos en el archipiélago, lo que equivale a prohibir la caza sin
permiso.266
Pero estas dificultades explican sólo una parte de los hechos. La realidad
es que las pocas veces que alguien quiso cuidar un recurso natural y puso
empeño en hacerlo, consiguió algunos resultados parciales. Véase lo que
ocurrió con el comandante Oyuela en Carmen de Patagones: "Impuso a la
pesca que hacían los extranjeros de los elefantes y lobos un derecho
provisional de 5 pesos fuertes por tonelada y dictó un reglamento de policía
prohibiendo que se matasen hembras y lobos aún pequeños. Alegando que
esco era desusado, los pescadores se resistían a dicha imposición y caso
hubo como el de la fragata francesa Comète que contestó que la pagaría a
cañonazos. Sucesivamente, prohibió la matanza de lobos a los extranjeros,
concediendo el privilegio a los naturales, de quienes aquéllos debían
comprarlos. Pero, por desgracia, tal había sido el desorden con que antes se
había hecho la matanza de lobos y elefantes, y la disminución consiguiente
de ellos, que Oyuela la prohibió completamente durante varios años”.
Durante codo este período, las políticas de distribución de cierras son muy
similares, a pesar de los vaivenes políticos: se declama una estrategia de
favorecer a los más necesitados y se aplica en la realidad un fortalecimiento
de la gran propiedad territorial. En 1812, Rivadavia afirma que su objetivo
es “repartir gratuitamente a los hijos del país” la tierra, ya que ellos, “siendo
víctima de la codicia de los poderosos, viven en la indigencia y el
abatimiento, con escándalo de la razón y en perjuicio de los verdaderos
intereses del Estado”.23* También “a los extranjeros que se dediquen a la
cultura de los campos se les dará tierras suficientes, se les auxiliara para los
primeros establecimientos rurales, y en el comercio de sus productos,
gozarán de los mismos derechos que los naturales del país”. Quince años
más tarde insisten en que no se debe "permitir que los campos de propiedad
pública vengan a ser el patrimonio de unos pocos, con grave perjuicio de la
prosperidad pública y de la industria particular de la dase más numerosa”.276
Pero, al mismo tiempo, su práctica concreta apuntó a consolidar el
latifundio, como lo revelan los estudios sobre las superficies otorgadas y sus
beneficiarios.'77
Las faenas rurales —que durante la época colonial habían estado a cargo
de esclavos— requieren mano de obra asalariada. Para disciplinarla (y, al
mismo tiempo, pata mantener bajos los salarios) se establece la
obligatoriedad del trabajo. Una disposición de 1815 ordena que todos los
habitantes de la campaña bonaerense deberán tener una papeleta de
conchabo, sin la cual serán tenidos por vagos sin oficio. En pocos años
aparecen medidas similares en todo el país; las toman Mariano Vera en
Santa Fe en 1816, Artigas en la Banda Oriental en 1815, Ramírez en Entre
Ríos y Corrientes en 1816, San Martín en Cuyo en 1817.a1
Esta modalidad de uso de los recursos naturales genera una sociedad que
en muchos aspectos recuerda a las comunidades feudales. “Por aquella
extensión sin límites —dice Sarmiento— están esparcidas aquí y allá catorce
ciudades capitales de provincia. El desierto las circunda a más o menos
distancia, las cerca, las oprime; la naturaleza salvaje las reduce a unos
estrechos oasis de civilización enclavados en un llano inculto de centenares
de millas cuadradas, apenas interrumpido por una que otra villa de
consideración. (...) La sociedad ha desaparecido completamente, queda sólo
la familia feudal, aislada, reconcentrada, y no habiendo sociedad reunida,
toda clase de gobierno se hace imposible: la municipalidad no existe, la
policía no puede ejercerse y la justicia civil no tiene medios de alcanzar a los
delincuentes.’
“Considerando:
128
Acuerda:
EL AMBIENTE URBANO
Durante largo tiempo, el agua de pozo se siguió usando, pese a ser sucia
y salobre. Una de las alternativas ensayadas fue la construcción de aljibes,
que permitían utilizar los techos para recoger agua de lluvia y almacenarla
en el subsuelo. Se trataba de una solución teóricamente adecuada, pero se
carecía de medios para impermeabilizar los aljibes. El resultado fue un
sistema "menos higiénico, pues casi siempre se producían filtraciones de la
primera napa contaminada por los retretes”.
Más adelante, al hablar del gobierno de Lavalle, dice que no había “bueyes
para el servicio público, porque éstos se han quitado para el abasto público,
y por lo mismo, no hay aguadores sino uno u otro muy raro, y así el pueblo,
la mayor parte bebe agua del pozo, y el que tiene aljibe de éste, y 110 del
río”.
Otro factor que llevó a descartar aguas —esta vez de buena calidad— fue
el haber utilizado el jabón como indicador de potabilidad. En efecto, se
consideraba no potable el agua que cortaba el jabón, efecto que, como hoy
sabemos, no guarda ninguna relación con su potabilidad. '
Con los desagües pluviales ocurrió lo mismo que con el agua potable: se
sucedieron los proyectos, sin que se llevaran a cabo las inversiones
necesarias. En 1823, el diario El Centinela critica los pantanos que se forman
en las calles. Recomienda "construir acueductos subterráneos bajo las calles,
por donde corriesen las aguas al río”. En caso contrario, propone cavar
pozos de “12 a 14 varas de profundidad", que “servirían de sumideros’', para
desagüe.325
Diez años más tarde, el gobernador Viamonte ordena al jefe de Policía
“allanar los obstáculos que se opongan al curso de las aguas pluviales,
según inclinación del terreno”, y "abrir las calles y caminos que aún se
mantengan cerrados y cuya apertura es reclamada por la conveniencia
pública”.524 En realidad, ambos fenómenos estaban muy vinculados y su
origen era el crecimiento anárquico de la ciudad, de que hablábamos más
arriba. Dicho crecimiento, al hacerse de cualquier modo, bloqueó el
escurrimiento natural y facilitó el anegamiento de amplias zonas de la
ciudad.
La contaminación industrial
Así, el Riachuelo fue contaminándose cada vez más. Como dice Martínez
Estrada, "el pobre Riachuelo arrastra sus seculares detritus de las curtidurías
y los saladeros, lavándose constantemente en su misma suciedad, como
lady Macbeth en su remordimiento. Sangre, materias orgánicas,
desperdicios. Por la mañana, el grande río se ilumina con brillos argentados;
por las tardes el Riachuelo profundiza su lobreguez de tinta china y emana
olores enervantes".
UN PAÍS EN GUERRA
Uno de los signos distintivos del uso de los recursos naturales en esta
etapa es la incidencia de los conflictos bélicos. Guerra de la Independencia,
guerra con el Brasil, guerras civiles, bloqueo anglo-francés, crean
condiciones de inestabilidad que hacen difícil pensar en el largo plazo.
El primero de los conflictos tiene que ver con qué sectores sociales serán
los beneficiarios de los cambios iniciados en 1810. Al respecto, dice Juan
José Castelli que “siendo los indios iguales a todas las demás clases en
presencia de la ley", ordena promover “su beneficio en todos los ramos, con
particularidad sobre repartimiento de cierras"132 En forma similar, Moreno
señala que “los americanos deben apresurarle a expiar las injurias cometidas
contra los bárbaros, deben atraerlos a su sociedad, mostrándoles los
beneficios que ello les proporciona”.513 Por su parte, Artigas reglamenta la
entrega de tierras y establece que "los negros libres, los zambos de esta
clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con
suertes de estancia”.111
’’¿ Sabéis con qué dinero paga él [Rosas] esas tropas? Las paga con los
peajes de los ríos. Cuando le hayáis hecho dueño de esos ríos, le habréis
dado el verdadero poder; cuando le hayáis dado las bocas de esos ríos le
habréis dado el medio de hacerse respetar y habréis perdido los medios de
comerciar sólidamente y le habréis entregado todo el comercio del país".
143
225. Burmeistcr, Carlos: “Viaje por los Estados del Placa", en Revista
de Historia de Rosario, año IV. N® 12. diciembre de 1966.
242. Mansilla. Lucio Vicente: Una excursión a los indios rattqueles, Buenos
Aires. EUDEBA. 1967.
144
269. Palacios, Alfredo L.: Las islas Malvinas, Buenos Aires, Claridad,
1957.
145
146
319. Benitti, Juan Manuel: Memorias curiosas, ref. año 1827, Bibliote-
ca de Mayo, tomo IV.
147
337. Paz, José María: Notas a Belgrano, op. cit., en ref. 217.
148
Inserción de la Argentina en la división internacional del trabajo
(1860-1930)
EL MODELO DE PAÍS
El modelo del período anterior había hecho crisis al perder gran parte de
su sentido la agroindustria principal, que fue base de la clase dominante: el
saladero y sus derivados. De esa carne salada, como vimos, un viajero
inglés había dicho que los negros eran las únicas personas capaces de
5
comerla. Destinada a los mercados esclavistas, decayó con ellos.
* Una burguesía local con base rural, vinculada con los intereses
británicos mediante el comercio exterior y las actividades financieras. Dicha
clase se veía frenada en su expansión por el agotamiento del modelo
anterior. En este marco, la libre navegación de los ríos (como después lo fue
el ferrocarril) era un obligado complemento en la estructuración del nuevo
modelo agroexportador
Esto se vincula además con una epidemia de viruela iniciada en 1873 ante
la cual los ranqueles establecieron una línea sanitaria en Salinas Grandes,
donde eran degollados los que procedían de las zonas afectadas, procurando
evitar la propagación de la enfermedad.3w"it9
Lo que fue planteado como una epopeya nacional terminó en una fuerte
concentración de tierras en muy pocas manos. “Al ver después despilfarrada
la tierra pública, marchanteada en concesiones fabulosas —decía el
comandante Prado—, daban ganas de maldecir la gloriosa conquista,
lamentando que todo aquel desierto 110 se hallase aún en manos de Reuque
o de Sayhueque.”
"Sólo la vaca puede crecer y desarrollarse bien allí, y sólo ella puede
transportarse fácilmente pan la venta a las grandes distancias donde se
encuentran los mercados consumidores.
"La oveja no encuentra en esos campos los pastos demos que necesita
para su sustento porque esos pastos los hace allí la vaca con treinta,
cuarenta o más años de educación. Entonces recién esos campos se
transforman y valorizan y pueden mantener no sólo ovejas, sino doble
número de vacas y yeguas en igual área". La región pampeana se
caracteriza por la alternancia de años de sequías con mayores efectos en las
zonas altas, y años de inundaciones que afectan las áreas bajas, la más
extensa de las cuales es la cuenca del rio Salado. La dependencia de estas
condiciones climáticas es uno de los argumentos que utiliza Pellegrini en el
famoso debate sobre el proteccionismo arancelario para justificar la
necesidad de contar con una industria propia. “La provincia de Buenos Aires
—dice Pellegrini—, triste es decirlo, sólo produce pasto y toda su riqueza
está pendiente de las nubes. El año que ellas nieguen riego a nuestros
campos, toda nuestra riqueza habrá desaparecido."5“
La propuesta de Ameghino
Si bien en el noroeste del país la cultura incaica y quechua tenía una rica
tradición agrícola, la falta de ella, y aun el desprecio por la agricultura, de
los pobladores rurales pampeanos era tan acentuada que la liberación de los
últimos esclavos en tiempos de Urquiza arruinó la producción agrícola en
amplias zonas.
Nada más tradicional que el liberalismo a ultranza del Código Civil cuando
afirma que el propietario de una cosa "puede desnaturalizarla, degradarla o
destruirla, [...] prohibir que otro se sirva de ella o perciba sus frutos".*1*
Pero para seguir las implicancias del problema, antes tenemos que hablar
de la ecología de la langosta y de las plagas en general y de la forma en que
el agrosistema contribuyó a su expansión.
* Del mismo modo Sarmiento indica que “en Catamarca y Santiago [..,]
los ferrocarriles van agotando los bosques clareados en su trayecto”. Más
adelante agrega que "antes de salir de los límites de Córdoba, las gruesas
chispas que se escapan de las locomotoras incendiaron una zona de bosques
de algarrobos que tienen algunas leguas de largo. (...) Entre Mendoza y San
Juan es escasísimo el combustible y cerca de esta última se ha agotado en
veinte años el monte grande de algarrobos. Dentro de diez años más, el
ferrocarril, a más de materiales que necesita para la vía, recibirá de
Inglaterra carbón de piedra para hacer fuego”.42s Efectivamente, más
adelante se importó carbón, pero no por motivos ecológicos sino
comerciales, para que no retomaran vacíos los buques que llevaban a
Europa las materias primas argentinas.
En todos los casos se concibió sólo el uso extractivo del recurso forestal.
El coronel Alvaro Baños menciona que los arrayanes del sur son “buenos
para carbón”;426 en tanto que el naturalista Ángel Gallardo se lamenta de
ver las magníficas araucarias patagónicas transformadas en cajones para
embalaje de frutas.
La Forestal
LA DEPREDACIÓN DE LA FAUNA
Un poco antes Fray Mocho hace decir a uno de sus personajes que “si los
gobiernos entendieran bien estas cosas y las estudiaran", podrían obtenerse
unos diez a doce mil cueros anuales “sin destruir la raza”, lo que significaría
un aprovechamiento económico de envergadura.
Más adelante veremos a qué se está refiriendo Fray Mocho al pedir que los
gobiernos estudiaran ia forma de administrar la explotación de la fauna.
Igualmente trágico es el caso del oso hormiguero grande, animal útil a los
intereses agrícolas, cuyo único enemigo natural era el jaguar, y sin valor
comercial, que fue extinguido por el solo gusto y la facilidad de dispararle.
EL AMBIENTE URBANO
Desde 1870 hasta la crisis del '90 se produce un gran esfuerzo edilicio,
que en muchos casos debió planificarse sin poder contar con experiencias
tecnológicas previas provenientes de otras metrópolis. En 1875, ya
avanzadas las obras de rellenamiento de los bajos y bañados de Palermo, se
inaugura el Parque 3 de Febrero. Al año siguiente se inicia el dragado del
Riachuelo para su uso portuario y en 1884 se contratan las obras de
construcción del actual puerto de Buenos Aires. En 1883 se crea la
Asistencia Pública. En un solo día de 1884 el presidente del Consejo Nacional
de Educación inaugura 14 escuelas y 40 más en otro día de 1886. Este
avance edilicio no siempre es seguido de avances sanitarios y ambientales.
Por ejemplo, en 1871 el Municipio de Buenos Aires cierra su oficina
bromatológica “por falta absoluta de recursos”.'191 Simultáneamente se
denuncia que una de las causas de la elevada mortalidad infantil es la
adulteración de leche con agua contaminada.
Dice Bagú que "con población muy numerosa en relación con la población
rural, sin revolución industrial, la ciudad adquirió el aspecto de urbe
industrial europea o estadounidense sin serlo”. La estructura productiva
polarizó las clases sociales: los terratenientes y exportadores por una parte,
los pequeños artesanos y asalariados por otra, con muy escaso campo para
alternativas intermedias. Los primeros se vanagloriaban de alcanzar una
calidad de vida similar a la de sus pares europeos, a quienes tomaban como
modelo en todos los aspectos culturales. La arquitectura de sus barrios
copiaba rincones parisinos y el superávit del comercio exterior ayudó a
financiar lujos y extravagancias legendarios.
”5°) (...) el saturnismo hace más estragos que una endemia grave,
llegando a enfermar de accidentes típicos o de alguna de las serías
afecciones que determina indirectamente, la totalidad de los que trabajan en
ellas”.401
Algo similar ocurrió con el cólera, que en 1867 mató a 1.653 personas en
Buenos Aires, en medio de un pánico generalizado. Llevado por los
combatientes de la Guerra del Paraguay, el cólera demostró que Buenos
Aires no tenía política para la sanidad ambiental y que el gobierno sólo podía
mostrar su inoperancia.
207
Porque la entraña del Cementerio del Sur fue saciada por la fiebre amarilla
hasta decir bosta; porque tos conventillos hondos del sur mandaron muerte
sobre la cara de Buenos Aires y porque Buenos Aires no pudo mirar esa
muerte, a paladas te abrieron en la punta perdida del oeste.
El cementerio había sido inaugurado por decreto del Poder Ejecutivo del
11 de marzo de 1871, en mitad de la epidemia, cuando se saturaron los
demás. Era necesaria una ley que ratificara ese decreto, y cuando se
enfrentan a los papeles, los diputados parecen haberse olvidado de la
tragedia de apenas dos años atrás. Lapsus de los señores diputados, que
puede notarse en el siguiente diálogo:
Señor Jorge: Quisiera saber qué fecha es este 11 de marzo, porque como
el despacho de la comisión ha sido del año '73, no sé si es correspondiente a
este año o es del año anterior o del '71.
Señor Areco: Del '71. Ha sufrido una gran demora este proyecto, como
debe saberlo el señor diputado.51*
Un par de años más tarde el diario La Nación comenta que “la casa Baring
ha acordado al gobierno nacional un empréstito de diez millones de pesos
fuertes, destinados a costear las aguas comentes de la ciudad de Buenos
Aires"/' ¿Sería éste el "inglés emprendedor” que pedía Emeric Vidal en 1820?
Por supuesto que los cálculos económicos y financieros son mucho más
complejos. Por ejemplo, se garantizaba a la empresa un interés del 10 por
ciento sobre el capital invertido, en un momento en que los intereses en los
mercados europeos eran del orden del 3,5 por ciento. Pero este cálculo
grosero puede darnos un orden de magnitud acerca de lo rentable que era el
negocio de la salubridad.
No hay mucho más que agregar, salvo recordar que en las negociaciones
los ingleses estaban sentados de los dos lados de la mesa. De uno estaban
los representantes de la empresa Samuel B. Hale and Co., socios de la casa
Baring. Del otro lado, el gobierno argentino estuvo representado por el
doctor Victorino de la Plaza, también agente y comisionista de Baring
Brothers.
Una vez definido el abastecimiento de agua como mal negocio, las obras
continuaron a un ritmo lento. A pesar de ello, en 1903 se vuelve a declarar
solemnemente obligatorio el uso del agua comente, pero se agrega que la
medida rige "para toda casa situada sobre calles en que existe cañería de
distribución".”3 En los considerandos del proyecto se insiste en que “las
enfermedades infecciosas encuentran su origen generalmente en el uso de
aguas contaminadas”. Y al fundamentarlo, el diputado Francisco Seguí
afirma, nuevamente con gran solemnidad, que en Flores “se han construido
las obras y hoy el vecindario no usa el agua. ¿Por qué? Porque tienen los
pozos comunes y éstos, sin duda, están todos contaminados. Y hay que
hacer obligatorio el uso de esos servicios higiénicos. Entre las restricciones a
la libertad ésta es la más aceptable y es por ella que hemos llegado a hacer
de Buenos Aires una de las ciudades más salubres de la tierra”.
¿Qué había ocurrido en esta ciudad que diez años antes se parangonaba
con las capitales europeas por su nivel de salubridad? Lo que había sucedido
era que la inmigración había continuado llegando aun después que la
demanda de mano de obra había sido largamente colmada —recuérdese la
larga lista de oficios menores ejercidos por vendedores y artesanos
ambulantes a principios de siglo—.H4 Además,517 la agricultura moderna ya
mecanizada y la expulsión de arrendatarios rurales en la década anterior
habían acumulado en las ciudades gente proveniente del sector rural: pobla-
dores pobres que no tuvieron acceso a áreas urbanas consolidadas. Los
servicios vinculados al agua quedaron desde entonces siempre a la zaga de
la demanda: “Un defecto subsiste en la periferia: es la salubridad de la
vivienda. Los barrios alejados no tienen agua corriente y sus habitantes
deben beber el agua de los pozos, que transporta fiebre tifoidea. El baño es
una cosa desconocida para estas gentes. Los retretes son primitivos y
malsanos. La red de cloacas no llega a estos parajes, las carretas de la
limpieza municipal pasan raramente y la basura se pudre al aire”.”8
El primer informe decía que el volumen de agua del Paraná era “tan
considerable como la suma que formaría la totalidad de los ríos europeos, lo
que constituye casi un mar con capacidad para recibir y destruir
rápidamente cualquier cantidad de materias que fueran arrojadas del
Rosario”. El peritaje calculaba que una legua aguas abajo de Rosario el agua
estaría "tan pura como antes de vertido el efluente”.
Unos años más tarde, como esa ley marco no dio los resultados
esperados, se vuelve a prohibir la contaminación. La ley 4.198 de 1903
significa una ampliación del texto de la anterior, en la medí- da en que
detalla aspectos que aquélla había dejado implícitos. La ley se aprueba en
medio de un clima legislativo de total desinterés: Diputados la trata dos
años después que el Senado y la discusión completa ocupa menos de una
página del Diario de Sesiones. Su aprobación parece una forma de dejar las
conciencias en paz para pasar a otro tema.
Aun más: la ley establecía una autorización previa del Poder Ejecutivo pan
el establecimiento de “cualquier fabrica o taller, o casa habitación" con
desagüe de aguas servidas al rio de la Plata o sus afluentes (Art. 3®). El
cuarto artículo prohibía la perforación de pozos en condiciones tales que
contaminasen las napas de agua. Se establecía que el Poder Ejecutivo
ejercería las inspecciones necesarias, con facultades “para clausurar
cualquier establecimiento insalubre mientras no se ponga en condiciones
reglamentarias" (Art. 6°).
Era realmente una ley muy buena. Tanto, que después no hubo gobierno
capaz de hacerla cumplir.
Para ver el caso que le hicieron a tan cuidadosa reglamentación, basta con
leer los diarios de la época. Por ejemplo, La Nación Argentina denunció: “El
olor inmundo esparcido el domingo a la noche por toda la ciudad ha venido a
recordamos que los saladeros del Riachuelo continúan con autorización del
gobierno sus pestíferas filenas, y a delatarnos la contravención de los
saladeristas a las disposiciones superiores que les prohíben arrojar las aguas
de cola sin desinfectarlas previamente”.
En 1869 H. Armaignac describe un paseo hasta Barracas: “El trayecto
entre Buenos Aires y Barracas no ofrecía en aquel entonces nada de
interesante: el paisaje era bastante monótono, pues sólo se encontraban
campos incultos, ranchos de chorizo o de adobe con techo de paja. Pronto
llegamos a un pueblo de calles fangosas bordeadas de casitas mal
construidas y mal ventiladas. Tropezábamos de vez en cuando con algunos
espantosos negocios decorados pomposamente con el nombre de hotel o de
café; allí veíamos hombres semidesnudos, cubiertos de sangre y hablando
en vasco. Un olor a veces a cuerno quemado, otras a restos de animales
putrefactos impregnaba nuestra pituitaria. El aire estaba plagado de moscas
inmundas que nos cubrían la ropa, el rostro, las manos, y no podíamos abrir
la boca sin poner los dedos delante, por temor de tragar algunos de esos
atroces insectos [...].
”[...] Magnificas quintas han sustituido a las barracas de zinc que antaño
servían de almacenes o depósitos de carne salada o de cueros; casas
elegantes y confortables se levantan en lugar de las chozas donde se
refugiaban los numerosos obreros ocupados en esas inmensas carnicerías”.”9
En este idílico lugar, el Buenos Aires Rowing Club organiza regatas a partir
de 1873. Las mismas duran hasta 1905, momento en que el estado del agua
hace mudar esta institución hasta el Tigre. Queda el más popular Club de
Regatas de Avellaneda, cuyos miembros continuarán aventurándose por las
aguas de cinta china.
Por unos pocos años la costa del Riachuelo es un lugar de uso recreativo.
No solamente de los ricos, como dice Armaignac, sino de codas las clases
sociales.
Pero cuando pasa el pánico provocado por la epidemia, parece que todos
se olvidan del estado de las aguas del Riachuelo y sólo se interesan por su
función portuaria. Por ley 820 se ordena su canalización.*40 Nosotros
agregaremos que la canalización del Riachuelo había sido ordenada varias
veces con anterioridad, la primera de las cuales fue el 24 de enero de 1811.
Pero esta vez hubo fondos para hacerlo: por ley 960 se otorgan créditos
presupuestarios.
370. Justo, Liborio: Los imperios del desierto, CEAL, Col. Polémica,
Buenos Aires. 1972.
381. San Martín, Félix: Netiquén, Buenos Aires, Biblioteca del Sub-
oficial, 1930.
226
396. Gori, Gastón: La pampa sin gaucho, Buenos Aires, Raigal, 1952.
406. Piacenza, Esteban, cit. en Grela, Plácido: op. cit., en reí! 354.
229
41 l. Ley 2.983 de 1892, Registro Nacional, 1892. lomo II, pág. 287.
412. Ley 3.653, Diario de Sesiones del Senado, 1897, pág. 740.
413. Ley 3.708, Registro Nacional, 1898, tomo III, pág. 130.
414. Ley 4.219, Registro Nacional, 1903, tomo III, pág. 959.
415. Ley 6.308, Diario de Sesiones del Senado, 1909, pág. 1258.
416. Ley 7.038, Registro Nacional. 1910, tomo III, pág. 358.
433. Foguelman, Dina; Aparicio, Susana et ai: op. cic., en ref. 353.
434. AdámoL Jorge, Neumann, R., etal.: “El Chaco aluvional salterio”,
en Revista de Investigaciones Agrícolas, serie 3, Vol. IX (5), 1972.
230
450. Bialet Massé. Juan: ¡nfonne sobre el estado de las clases obreras
argentinas, Buenos Aires, 1904.
231
al.: Una nueva mirada para nuestro fauna, UBA XXI, Universidad de Bue-
nos Aires, 1968, op. eit., en ref. 29.
472. Ley 453 del 10/6/1671, Registro Nacional, 1870/73. pág. 187.
481. Cifras de 1669, en Rickard, Ignacio F.: Informe sobre los distri-
tos mineros, minas y establecimientos de la República Argentina en 1868-
69, Buenos Aires, Ministerio del Interior, 1869. Cifras de 1909, enCanavio,
A. R.: Geografia come/rial argentino, 1911.
487. YPF: Una empresa al servido del país, Buenos Aires, 1972-
232
505. Asch, Sholem: Molke, el ladró ir, Buenos Aires, Libros del Mira-
sol, 1963.
507. Birsio Moreno. Nicolás; Buenos Aires, puerto del río de la Plata,
Buenos Aires, 1936.
233
516. Borges, Jorge Luis: Cuaderno San Martin, Buenos Aires, 1929.
234
549. Armaignac, H.: Viajes por las pampas argentinas, Buenos Aires,
EUDEBA, 1974.
235
Industrialización sustitutiva de importaciones (1930-1976)
Por una parte, debe decirse que los capitales necesarios para el proceso
de sustitución de importaciones provinieron en una medida sustancial de
sectores que ya manejaban mercados altamente concentrados. Es decir, que
puede hablarse de una sustitución de importaciones por inversiones
extranjeras, ya que gran cantidad de empresas que vendían a la Argentina
desde sus casas matrices pasaron a hacerlo radicadas en el país. En 1935 el
cincuenta por ciento del capital industrial era extranjero.
Pero a) mismo tiempo la gran ampliación del mercado interno hizo posible
una industria de tipo artesanal, integrada por pequeños establecimientos
productores de bienes finales, que operaban con una alta intensidad de
mano de obra y muy baja sofisticación tecnológica. Un dato significativo es
que entre 1935 y 1954 los establecimientos industriales que ocupaban
obreros se duplicaron, en unto que los estrictamente familiares que no
ocupaban mano de obra asalariada crecieron más de diez veces.™
Simultáneamente la gran industria requirió un importante desarrollo de
talleres periféricos (abastecedores, reparadores, etc.) que generaron la pe-
queña industria complementaría de la grande.
LA ECOLOGÍA URBANA:
* Capital Federal;
* Gran Buenos Aires: Capital Federal más 19 partidos aledaños;
Durante toda esta subetapa la población del Gran Buenos Aires sufre un
fuerte déficit de equipamientos y servicios de educación, salud y transporte.
Tampoco había muchas calles pavimentadas. ¿Cómo movilizarse en medio
del barro? Obligadamente los obreros se radicaban alrededor de las fábricas,
que actuaron como polos de asentamiento.
¡Son tantas cosos, tantas! La dársena, los mutiles, el Riachuelo que late
junto a sucias barracas; tonterías azules, elevador de granos y a la orilla de
los rieles el río de la Plata.
El principal resultado es un deterioro de la calidad de vida de la población
residente en zonas industriales, porque tiene que convivir con ruidos, olores,
humos, y a veces con inundaciones, ya que también hubo loteos en bajo»
cuando el mejor suelo se terminó.
Pero ¿cuánta agua gasta una fabrica? Una forma aproximativa de medirla
es utilizando los indicadores como población equivalente, a partir de la
tecnología en uso y de la cantidad de empleados, para tener una idea del
tamaño de la fabrica. Así, para elaborar pulpa de papel, por cada empleado
se estima un consumo de agua como la que usarían 17,48 habitantes.5W Ese
rubro creció el 246,3 por ciento entre 1935 y 1955; la fabricación de queso
tiene un equivalente de 4,29 habitantes por empleado y aumentó un 276,9
por ciento en igual período; la de cerveza nene una población equivalente a
25,57 habitantes por empleado cervecero y subió un 278,3 por ciento.
Algunos ejemplos espectaculares: la producción de aceite de lino creció un
22.400 por ciento y la de aceite de tung un 110.000 por cierno; ambas
tienen un alto consumo de agua, del orden de 10 habitantes por empleado.
Con el cambio, como suele ocurrir con las tecnologías, mejoraron algunas
cosas y empeoraron otras. Los efectos ambientales de las centrales térmicas
son: contaminación térmica del río por descargas calientes que provienen
del sistema de enfriamiento de la maquinaría; contaminación concentrada
del aire con óxidos de carbono y partículas; combustión de recursos
agotables. Como ventajas cabe mencionar que quemar petróleo arroja al
aire mucho menos hollín que quemar carbón. Ese reemplazo fue rápido:
entre 1935 y 1939, la mitad del consumo de combustibles de la industria
correspondía al petróleo; en 1955 esa proporción era del 86,5 por ciento.
Más adelante recomienda una ley que establezca que el uso de la tierra se
base en un mapa ecológico humano “para determinar las áreas más
convenientes para el aposentamiento humano, o sea las áreas urbanas".*07
Nos hemos extendido en este texto para señalar que los problemas del
Área Metropolitana de Buenos Aires no surgieron por sorpresa, sino que los
urbanistas los venían planteando minuciosamente, sin que se dieran
respuestas institucionales que estuvieran a la altura de las necesidades.
*
Sobre los recursos hídricos: a los cambios en la intensidad de uso del
recurso agua se corresponden cambios en las regulaciones oficiales, que
intentan cierta intervención del poder público para evitar mayores
deterioros.
También se .vincula con una nostalgia, por el uso del carruaje, calificado,
como “una manifestación de auténtico señorío aristocrático" frente al vulgar
automóvil. En realidad se trataba de diferenciar a una clase social de
terratenientes antiguos de los recién venidos que estaban instalando
industrias por todas partes. Por ende, una explotación agropecuaria debía
ser netamente diferenciada de una fábrica.
2,5 millones con "infestación grave".618 En esas superficies han bajado los
rendimientos y aumentado los costos de producción. Algunos cultivos no se
pudieron hacer más, como el maíz y el girasol, y la receptividad de los
campos bajó tanto que hubo zonas de invernada transformadas en menos
rentables 2onas de cría por escasez de pasturas utilizables.
¿De dónde salieron estas malezas? La ecología está llena de cosas raras, y
una de las más raras es que la tecnología más moderna no es siempre la
más eficaz. Porque estas malezas parecen haber crecido gracias a los
herbicidas. Veamos cómo sucedió.
Las viejas malezas eran plantas de hoja ancha y la química aprovechó esa
circunstancia para combatirlas. Se desarrolló así un herbicida específico para
liquidar las plantas de hoja ancha. Se lo conoce como 2,4-D (ácido 2,4
diclorofenoxiacético) y se lo recomendó como panacea para todos los
problemas de malezas. En menos de una década, prácticamente la totalidad
de los productores agrícolas pampeanos lo estaba utilizando en sus cultivos
cerealeros: el ahorro en mano de obra y en pasadas de carpidora era
descomunal.
Al eliminar las malezas de hoja ancha, el 2,4-D favoreció el crecimiento
normal de las gramíneas como el maíz y el trigo, que son de hoja angosta. Y
cuando todos se disponían a festejar la victoria, se percataron de que las
malezas de hoja ancha no sólo bloqueaban el crecimiento de las gramíneas
cultivadas, sino también el de las silvestres. Como a nadie se le había
ocurrido plantar malezas, no había forma de enterarse.
Se inició en esa época una lucha cada vez más intensa entre semillas cada
vez más productivas pero más débiles, y malezas de un vigor y una
resistencia crecientes. Por ahora el desempate es favorable al cultivo,
gracias a la ayuda de una serie de agroquímicos derivados del petróleo, cada
día más caros. Y este precario equilibrio se mantendrá mientras lo permita la
relación entre el precio internacional de éstos y otros insumos, y el de las
cosechas. En síntesis, mayor productividad pero más cara. La agricultura
pampeana comienza a parecerse cada vez más al modelo internacional.
Hasta que algo comenzó a andar mal. Los insectos iban haciéndese
resistentes al DDT, gracias al viejo mecanismo de la selección natural. Desde
hace millones de años existe una perpetua lucha entre vegetales y
herbívoros. Los herbívoros se comen a las plantas y las planeas desarrollan
técnicas de defensa: espinas, sustancias químicas tóxicas o desagradables.
Pero los insectos tienen suficiente variabilidad genética para desarrollar
poblaciones capaces de comerse lo que sea, a diferencia de los herbívoros
mayores. ’ Los insectos reaccionaron de esa forma. El DDT mataba la mayor
parce de una población de insectos. Éxito inmediato. Sólo que siempre había
unos pocos que, por la variabilidad genética que mencionamos, tenían
inmunidad natural al insecticida. Eran los únicos que sobrevivían, que podían
reproducirse y conseguían transmitir a su descendencia la inmunidad al DDT.
Las leyes de la ecología y de la evolución nos llevaban a producir super
insectos, invulnerables a la maravilla científica. Esto obligó a producir nuevas
generaciones de pesticidas cada vez más tóxicos y a aumentar cada vez más
las concentraciones que se aplicaban. La contaminación con pesticidas fue
creciendo hasta que se empezaron a notar los efectos sobre el ambiente y
sobre la salud humana.
1941/1950 1951/11
en miles de unidades
Guanaquito 871 88
Ñandú 94 104
Fuente: Godoy, Juan C.: Fauna silvestre, Bs. As., CFI, 1961.
¿Qué quedó para las provincias que fueron asiento de ese emporio del que
ya Bialet Massé se preguntaba en 1904? "si sería mejor que no existiera”
.Santa Fe, una de las más devastadas, intenta lentamente implantar
ganadería en el área, pero centra su desarrollo en el sur, asimilable a la
región pampeana sobre la base de su estructura de colonias agrícola-
ganaderas.
Chaco, otro de los principales baluartes del enclave, en 1966-68 participó
sólo con el 1,2 por ciento del producto bruto nacional, y su producto bruto
por habitante fue la mitad del promedio nacional; en la década del 60 fue la
principal provincia expulsora de población.
Nuestro país no escapa a escás situaciones. El área de riego del río Dulce
en la provincia de Santiago del Estero es un caso típico: el dique Los
Quiroga, terminado en 1950 después de décadas de demora, unificó la
antigua red de canales del centro semiárido de la provincia y amplió el área
regable a 60.000 hectáreas. Con producción hortícola en plena expansión
por la alta demanda interna, esta superficie resultó insuficiente. Posterior-
mente se obtuvo financiación internacional para la duplicación del área
regable y se construyó Río Hondo. Este gran dique de llanura fue concluido
en 1967 y concebido para cubrir también necesidades de hidroelectricidad y
de regulación de crecientes. Se esperaba que esta ampliación permitiera
reforzar la débil economía de producción hortícola, ampliando la superficie
cultivada con algodón y alfalfa.
Pero en este caso las obras de drenaje, aun con alcances parciales, se
construyeron después de la puesta en funcionamiento de la red de riego
ampliada, y mediante proyectos independientes de esta última, que las
encarecieron. Es decir, se produjo la habitual situación en la que se
responde a la demanda de riego pero se posterga la red de drenaje hasta
que avanza el deterioro de los suelos. No hizo falta esperar mucho: en 1973-
74 hubo inundaciones catastróficas, de las que alcanzaron a salvarse
parcialmente las áreas que tenían construidos los drenajes principales, si
bien falcaban los secundarios y los parcelarios. Así y codo, el área más anti-
gua y con procesos de salinización más avanzados quedó con un 40 por
ciento de su superficie inutilizada. Los drenes parcelarios deberían haber
sido construidos por los agricultores, a quienes no se les dio información ni
facilidades para ello. Se trataba frecuentemente de minifundistas de escasos
medios económicos y con una información insuficiente para el manejo de
una tecnología tan compleja, la que necesariamente debería haber tenido
una gestión centralizada y una alta participación de los usuarios. En ésta,
como en todas las áreas nacionales de riego, se produjo el mismo
fenómeno: el agua había sido tan escasa y tan mal distribuida antes de las
ampliaciones de las redes de riego, que aun con abundancia de agua los
agricultores acostumbran regar en exceso, por temor de que más tarde no
les alcanzara el agua y perdieran la cosecha. En cambio, lo que consiguen es
perder el suelo por salinización cuando no cuentan con drenes.
Sin embargo, otras zonas de riego han conseguido insertar sus productos
en el mercado con mayor éxito y estabilidad, como el Alto Valle del Río
Negro y Cuyo, más allá de coyunturales crisis de comercialización. El Alto
Valle produce para exportación y Cuyo ha logrado una fuerte expansión del
área regable ampliando la explotación de sus ríos. Entre ellos el río Atuel,
que, atravesando varías provincias, no llegó a un uso compartido del recurso
tino a una serie de situaciones de hecho, amparadas en el poder de la parte
más fuerte: la que, por estar aguas arriba, podía controlar el uso del rio.
En los dos casos se trata de una economía aislada que produce con un
marcado retraso tecnológico. Y en los dos casos el modelo cae porque el
contexto internacional lo hace inviable.
287
596. Estudio de los recursos hídricos del SIMEB, Sector hídrico C - Rio
Lujan, Subsecretaría de Ordenamiento Ambiental, SETOP, Inf. interno, 1981.
289
290
651. Difrieri, Horacio: Historia del río Atuel, Buenos Aires, 1980.
EL MODELO DE PAÍS
El tema de] barro del fondo del Riachuelo significó un punto crítico en el
debate técnico sobre los problemas ambientales. Al menos desde el punco
de vista teórico, era posible controlar los vertidos industriales y cloacales
que contaminaban el agua, en caso de que se dispusiera del poder y de los
recursos necesarios para hacerlo. Pero en el caso del barro de fondo, la res-
puesta no llegaba ni siquiera a ser teórica: nadie sabía muy bien qué hacer
con él. La solución completa de la contaminación del Riachuelo parecía ser
imposible. Se había llegado a un punco de no retorno.
* La destilería de Sarandí.
El sentido predominante del flujo es como en todo río, hacia el mar, pero
es frecuente que las marcas lo detengan unos 30-40 minutos. En esos
períodos, una masa de agua contaminada, que fluye hacia el mar como una
gran mancha alargada, se aplasta y se dispersa transversalmente,
aumentando los riesgos de que sea captada por una toma de agua para el
abastecimiento de la población.
Así como hay quien laborea 28 veces, también hay quien considera que
con cinco veces obtiene igual o mejor resultado, con tecnologías de labranza
mínima o de labranza cero, mucho menos agresivas para el suelo. El costo
de los combustibles para los tractores está haciendo volcarse a muchos
agricultores a la labranza mínima, más para bajar los gastos que por una
cabal comprensión de que la excesiva remoción arruina el suelo. Lo que
ocurre debajo de la superficie está a veces mal percibido y los productores
no reciben entrenamiento especial que les facilite la observación.
Así como hay quien laborea 28 veces, también hay quien considera que
con cinco veces obtiene igual o mejor resultado, con tecnologías de labranza
mínima o de labranza cero, mucho menos agresivas para el suelo. El cosco
de los combustibles para los tractores está haciendo volcarse a muchos
agricultores a la labranza mínima, más pan bajar los gastos que por una
cabal comprensión de que la excesiva remoción arruina el suelo. Lo que
ocurre debajo de la superficie está a veces mal percibido y los productores
no reciben entrenamiento especial que les facilite la observación.
Los marbetes de los envases indican, con tipos muy pequeños, cómo
descartarlos, y listan diversas precauciones, raramente tenidas en cuenta. A
pesar de ser una tecnología can generalizada, los productores la manejan
poco, conocen mal nombres, modo de acción, dosis, y delegan coda decisión
en vendedores y aplicadores, salvo la selección de costos.
Por leve que sea la acción de los agroquímicos —la que generalmente no
se investiga a fondo—, ninguno es inocuo, y menos a las concentraciones en
que se expenden. Por eso la manipulación adecuada de los productos y el
descarte de los envases usados deberían recibir atención prioritaria en lo que
atañe a los riesgos para la población humana. Los impactos sobre los
ecosistemas son más dificiles de precisar y generalmente no se estudian. Los
estándares de eco toxicidad se obtienen mediante tests de laboratorio sobre
efectos en roedores, aves, peces, conejos, microorganismos del suelo, etc.
Si el producto no tiene efectos serios e inmediatos, se lo considera inocuo.
Los ensayos a campo son mucho más complicados, pero cuando se llevan a
cabo —por ejemplo, sobre el antiguo
El modelo se trasplanta
Al principio todo anduvo bien: a muchos les bastaron de tres a cinco años
para amortizar la compra de tierra y el costoso desmonte, y el resto fue todo
ganancia. En el caso del poroto, a principios de la década del 80 la ganancia
media osciló entre 35 y 100 dólares por hectárea según la variedad.
Año Iguanas Yacarés Boas Ñandúes Nutrias Vizcachas Chinchilla Conejo palo Castor Carpincho
(1)
(2)
1977 1.605.155 35.975 36.554 22.316 2.614.902 125.605 354 - 35.403 8.369
1979 1.651.200 17.026 20.558 22.251 3.581.999 116.100 4.320 1.600 14.501 30.515
1980 1.528.515 11.442 21.249 24.578 4.427.291 114.673 2.716 136 11.976 3.213
1961 1.028.152 14.404 20.148 26.995 4.820.078 101.453 1.006 - 1.921 1.000
1903 1.063.126 8.148 10.733 10.619 1.274.407 5.79B 204 622 15.892 3.242
11.668.722 145.482 207.773 204.322 24.165.330 668.343 9.588 2.358 113.839 J04.59O
Además se comercializan más de 100.000 aves anualmente (según guías
ingresadas a la DNFS), provenientes en un 60% de las provincias de Salta,
Chaco, Formosa y Santiago del Estero; correspondiendo el 60% a Psitácidos
(loros y cotorras), el 30% a Emberízidos (cardenales, reyes del bosque,
corbatitas, jilgueros, etc.) y el 10% a Córvidos (urracas) e ladridos (tordos).
Especies
Gatos Plumas
Año Liebres Zorros Zorrinos Jaguares Pumas Guanacos Pecaríes Comadrejas Ñandúes sin
europeas chicos elaborar(kg)
1976 1.062.380 993.791 69.495 44.099 - 426 22.397 26.963 82.483 280
1977 4.033.924 695.991 250.819 141.106 - 160 42.894 56.031 219.772 309
1978 4.035.322 986.525 225.711 153.403 - 1.258 86.062 58.993 211.068 515
1980 3.249.000 279.663 91.312 68.599 36 200 35.256 8.239 844.069 2.744
(3) Se observa que durante los últimos cuatro años hay una disminución
notable de volumen de las exportaciones, llegando en 1984 a solamente 29
millones de dólares, lo que significa apenas un 17% del valor de las
exportaciones del año 1980, cuando se llegó a un máximo de 171 millones
de dólares. Esta caída del valor de las exportaciones de los productos de la
fauna no es debida totalmente a una disminución de su volumen, sino a un
fuerte aumento de los negocios ilegales a raíz de haberse establecido en
esos años una gran diferencia entre el valor del dólar oficial y el valor del
dólar en el mercado eufemísticamente denominado paralelo. Por
consiguiente, no se puede atribuir a una disminución de la capacidad
productiva de la fauna la caída del valor de las exportaciones, como podría
pensarse sin conocer algunas intimidades de los negocios alrededor de este
importante recurso natural mal manejado y peor controlado.
Entre 1976 y 1984 se exportó una media de 100.000 aves por año,
vendidas generalmente como mascotas. El 75 por ciento de las especies ha
sido calificada como plaga, lo que haría inmediata la autorización oficial de
exportación. En realidad, las más comercializadas tienen poblaciones muy
diezmadas, lo que ha movilizado en su defensa a varias entidades locales.
Quienes declararon plagas a todos los loros y cotorras, indiscriminadamente
y sin fundamento científico real, fueron las provincias cazadoras: Formosa,
Santiago del Estero. De este grupo (Psitácidos) la Argentina envió a Estados
Unidos 75.000 en 1985, cubriendo el 33 por ciento de la demanda de ese
país. Poco después Bolivia vedó la exportación de sus Psitácidos y entonces
la proporción argentina en los ingresos a Estados Unidos se incrementó al 53
por ciento.
Las boas argentinas están legalmente protegidas desde 1940, pero desde
1963 hubo un decreto que permitió la importación temporal (en tránsito)
desde el Paraguay, que se fue renovando durante doce años. Se verificó que
estos ingresos temporarios sirvieron para encubrir la explotación en el país,
porque por simple diferencia surgió que se exportaron más cueros que los
que ingresaron, entre 1980 y 1985. No aparecen en las estadísticas de
exportación de cueros curtidos, porque los cueros elaborados en forma de
carteras, cinturones, etcétera, no pasan por el control de la Dirección
Nacional de Fauna Silvestre. Cuando se exigió a las curtiembres que
declararan existencias, aparecieron 123.000 pieles.
LA ENERGÍA NUCLEAR
Merece destacarse la ambigüedad con que fue manejado el tema por las
diferentes administraciones de cualquier orientación política. Por una parte,
se insistió siempre en la orientación exclusivamente pacífica del programa
atómico. Pero, simultáneamente, las autoridades se negaron
sistemáticamente a firmar diversos convenios internacionales que ponían la
tecnología “sensible” bajo vigilancia de organismos de control internacional.
Se sostuvo que dichos convenios eran lesivos para la soberanía del país,
argumento que no afectó a más de un centenar de países que firmaron los
mismos tratados sin sentir menoscabada su soberanía.
Por otra parce, la historia del desarrollo nuclear a escala mundial tiene
numerosos ejemplos de países que iniciaron su actividad atómica con
argumentos semejantes, y que apenas tuvieron las condiciones políticas y
tecnológicas adecuadas detonaron sus primeras bombas.707 Es significativo
el caso de la India, país que construyó sus bombas atómicas a partir de un
reactor modelo CANDU de origen canadiense, similar al que posee la
Argentina en Embalse Río Tercero (Córdoba).
Pero además de los aspectos bélicos, la energía atómica para usos civiles
también tiene sus riesgos ambientales. El primero de ellos se vincula con la
localización de dichas actividades. La central atómica de Atucha se
encuentra sobre el río Paraná, aguas arriba de Buenos Aires. Al programar
una de dichas centrales es necesario contemplar la hipótesis del peor
accidente posible que, en este caso, es un estallido similar al de Chernóbil.
333
334
335
713. Cifras en Grivogri, Carlos A.: “Los lujos cuestan caro”, en revista
Novedades Económicas, Buenos Aires, Fundación Mediterránea, abril de
1907.
Muchos de ellos son más bien el costo del atraso: la carencia de recursos
para investigación; la falta de presupuesto y de poder político de los
organismos de control; la falta de tecnologías de respuesta a los problemas
y las improvisaciones consiguientes; la subutilización de recursos no
vinculados al modelo de desarrollo predominante; el ocultamiento de
información decisiva a la comunidad y su contrapartida, la escasa conciencia
crítica de pautas de consumo en la comunidad; la predominancia de criterios
extractivos sobre criterios de manejo de recursos para un uso sostenido son,
entre otros, signos específicos de subdesarrollo. En alguna medida se
presentan también en los países desarrollados, pero en distinto orden de
magnitud; sobre todo, son de distinta índole.
Al mismo tiempo la falta de decisión política nacional sobre muchos
aspectos del manejo de los recursos naturales también impide al país
afrontar adecuadamente situaciones de deterioro ambiental. Ante
situaciones indeseables creadas desde el exterior, los males precedentes en
el ámbito interno colocan al país en desventaja en toda negociación
internacional.
Y sucede con el ambiente lo mismo que con cualquier otro tema social.
En la medida en que las diferencias entre los distintos sectores sociales
tiendan a acentuarse, podrá ocurrir lo mismo con las diferencias en el uso
del ambiente. Cada vez más, en la Argentina, hay personas que respiran aire
de primera y personas que respiran aire de segunda. También agua limpia
para algunos y agua sospechosa pan otros.
Una comparación con los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX
mostraría algunas paradojas. Hace un siglo tuvimos un ritmo febril de
construcción de sistemas de agua potable y cloacas para los sectores de
menores recursos. Incluso se aprobaron leyes que hacían obligatorio el uso
del agua corriente y de las cloacas para las casas que estuvieran sobre la
red.
Lo hicieron porque se asustaron de las epidemias de cólera y de fiebre
amarilla. Un político y sanitarista de la época definía a las epidemias como
"la venganza de los pobres contra los ricos", ya que la enfermedad no
reconocía barreras sociales.
índice
« Ecología e interdisciplina 13
Colonización Y desertización 31
LA FAUNA INAGOTABLE... 66
EL AMBIENTE URBANO...70
« La vida urbana 72
EL BLOQUEO AL DESARROLLO 82
347
(1810-1860) 97
348
6. LA MODERNIZACIÓN PERIFÉRICA
349