Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Aprendiendo A Ser Estudiante Universitario

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 34

Aprendiendo a ser Estudiante Universitario

Para que el recorrido por estas páginas sea útil y conduzca a


poner en práctica algunas sugerencias, es muy importante que te
asumas como protagonista, poniendo en movimiento la voluntad y
el deseo de crecer, para superar los pequeños o grandes
obstáculos con los que te puedas encontrar,  para acercarte a los
objetivos que te vayas proponiendo en esta etapa de la vida.
“La clave, dicen los que saben, es reconocer que entrar en la
Universidad exige, antes que nada, un cambio de actitud: desde
ahora, la responsabilidad personal será el motor, sin que esta
autonomía signifique aislamiento.” (La Nación, marzo de 2003)
En las páginas siguientes encontrarás algunos planteos referidos
a:
Eje Nº 1: Elegir ser estudiante universitario
Eje Nº 2: La Universidad como comunidad de aprendizaje y
formación
Eje Nº 3: La vida en la Universidad

Eje Nº1:
Elegir ser estudiante universitario

Nos parece importante comenzar a reflexionar sobre tu proceso de


elección y toma de decisión.  Has elegido ingresar a una
Universidad joven, pero que ya tiene su historia. Durante más de
tres décadas esta institución, que empieza a ser la tuya, ha recibido
a miles de nuevos estudiantes y ha recogido sus inquietudes.
Quienes estamos desde hace mucho tiempo en contacto
permanente con jóvenes que tienen que elegir una carrera,
escuchamos cuestionamientos que se expresan en numerosas
preguntas: ¿Será esta carrera mi vocación? ¿Por qué y Para qué
estudiar esta carrera que ya elegí? ¿Seré  capaz? ¿Me gustará?
¿Podré terminar? ¿Tendré trabajo cuando me reciba? ¿La
Universidad que elegí, es la mejor? Estos interrogantes y otros se
irán respondiendo a medida que vayas aprendiendo a transitar esta
etapa de formación profesional para lograr integrarte a este nuevo
espacio universitario.
Varios de los aspectos que plantearemos en este módulo, están
vinculados con estos cuestionamientos, para lo cual habrá que
analizarlos, buscando la información necesaria para que puedas
sentirte más seguro e ir integrándote paulatinamente.
Elegir una profesión o un trabajo es una de las tareas más
importante que realiza una persona, porque implica de alguna
manera elegir un modo de vida. Se elige un modo de ser y de
hacer, a través de una profesión, oficio o trabajo para obtener las
retribuciones que nos permitan satisfacer nuestras necesidades
materiales y de crecimiento personal y también y tan importante
como lo primero, deberíamos hacerlo para participar en la sociedad
con responsabilidad y compromiso. Cuando elegimos intentamos
que esa elección se relacione con nuestra vocación. Y ¿Qué es la
vocación? Contrariamente a lo que muchos creen, la vocación no es
un don, sino una búsqueda. Supone acciones personales y
compartidas, sobre lo que quiero y lo que hay; realizar sondeos,
averiguaciones y exploraciones, orientadas a elegir una actividad
que nos comprometa, a la que podamos atribuirle sentido y que
podamos disfrutar realizándola.
Entendida de esta manera la vocación se va construyendo a lo
largo de la vida, a partir de las experiencias con diversas
actividades, de las relaciones con otras personas, de las metas que
queremos alcanzar y del reconocimiento de las condiciones y los
esfuerzos que éstas últimas significan.
Si bien todos queremos elegir correctamente y no equivocarnos,
existe la posibilidad de que esto ocurra, pero de ninguna manera
significa ‘fracasar’. A veces, el camino que en un primer momento
parece desacertado, es el camino que puede llevarnos a encontrar
aquello con lo cual nos sentimos más identificados y a partir de allí,
elegir nuevamente.
Por todo ello, pero centralmente porque la vocación como hemos
dicho, es búsqueda, elegir una carrera basada en las preferencias,
requiere buscar información lo más completa posible sobre:
Características de la carrera:
● Organización del plan de estudio de la carrera
● Ciclos que abarca la carrera
● Duración
● Contenidos básicos de las asignaturas
● Requisitos de ingreso
● Régimen de alumnos
● Cómo es la organización de la Universidad
● Los servicios que brinda la Universidad

Rol y campo profesional


● Qué hace el egresado, cómo, dónde, con quién
● Demandas de trabajo
● Necesidades que tiene la sociedad respecto de esa profesión
● Relación con otras profesiones
● Función social
● Áreas y problemas de investigación
● Condiciones actuales de trabajo y remuneración, etc.

Seguramente ya has analizado varios de estos aspectos de la


carrera que elegiste, pero ciertamente éste es un buen momento
para profundizar en ellos y ampliarlos. Las actividades que se
desarrollan durante el período de ingreso, ofrecen oportunidades
para dialogar con profesores, investigadores, profesionales y
estudiantes más avanzados, a quienes podrás consultar respecto
de estos temas. También encontrarás otras opciones: podés
concurrir al Área de Información Académica de la Universidad para
obtener más datos y detalles, visitar el Centro de Estudiantes de tu
Facultad, consultar la página web de la Universidad, participar
activamente en las actividades de ingreso que se refieren a estos
aspectos.
Quizás todavía tengas algunas dudas sobre la carrera que estás
comenzando; o tal vez no es lo único que te gusta o te interesa, y
estás pensando en otras posibilidades. En este caso, es posible
revisar o confirmar tu elección.
Por otra parte, es importante detenernos a pensar que el motor
que nos mueve a llevar adelante el proyecto vocacional es la
motivación, que en términos simples y cotidianos podemos
entenderla como la energía, las ganas para levantarnos todos los
días para ir a clase, para sentarnos a estudiar varias horas, para
posponer una salida porque tenemos un examen, etc. Esta energía
se alimenta cada día con nuestro interés por estudiar e investigar lo
que nos posibilitará realizar a futuro aquellas actividades
profesionales para las cuales nos estamos formando.
Desarrollar actitudes basadas en nuestras motivaciones,
preferencias y metas; y tener en cuenta las transformaciones
permanentes de la realidad social, histórica, cultural, económica,
evitará la sensación de aburrimiento, de rutina y de insatisfacción
(planteos que son habituales de los jóvenes cuando están iniciando
sus estudios).

¿Qué significa estudiar?


Querer estudiar es también una elección, estudiar una carrera y no
otra, es otra gran decisión; y elegir estudiar en una Universidad
Pública lo es también. Transformemos estas elecciones en
preguntas, para comenzar pensando sobre nuestra decisión de
Estudiar una Carrera en una Universidad Pública, aunque más
adelante nos detendremos con mayor detalle en los aspectos que
caracterizan a esta última. Veamos por parte cada uno de estos
aspectos:
El significado de la palabra estudio es muy amplio, en el
Diccionario de la Real Academia Española encontramos siete
acepciones del término; algunas de ellas nos aproximan al
significado que pretendemos darle aquí: “Estudiar: 1. Ejercitar el
entendimiento para alcanzar o comprender una cosa. 2. Cursar en
las universidades o en otros centros docentes. [...] 4. Observar,
examinar atentamente...” (op. cit.:922). Estudiar significa entonces
comprometernos en la búsqueda de la comprensión de un tema,
examinarlo en profundidad; en la instancia de estudiar una carrera,
cada acto de estudiar se incluye en un proyecto más amplio, en el
proyecto de formación personal y profesional que estamos
desarrollando en la universidad. Esto supone pensar que nuestra
relación con el estudio es también una actitud y un compromiso
social. Para pensar esta manera de entender el estudio leamos las
reflexiones de Paulo Freire, uno de los más destacados educadores
del último siglo:
l El lector deberá asumir el rol de sujeto de la acción.
l El acto de estudiar es una actitud frente a la realidad.
l El hecho de estudiar un tema específico nos exige estar
familiarizados con una determinada bibliografía, ya sea sobre el
tema en general o sobre el área de nuestras investigaciones en ese
momento.
l El acto de estudiar supone una relación dialéctica entre el lector y
el autor, que se refleja en los temas tratados.
l El acto de estudiar exige modestia.
l Estudiar no es consumir ideas sino crearlas y recrearlas.
(Freire, 1985:29-32)

¿Cómo caracterizamos una carrera universitaria?


Una carrera universitaria implica un plan de formación profesional
y, en algunas de ellas, de investigación. Cuando ingresamos a una
carrera realizamos un recorrido de aprendizaje a través de un Plan
de Estudios. Este plan no es ‘un conjunto de materias para rendir’
sino que organiza los conocimientos, las habilidades y las actitudes,
que se espera vaya adquiriendo el estudiante. Los conocimientos
pueden estar organizados en ciclos, áreas o ejes. Es importante
que los conozcas, pues van a constituirse también en una suerte de
‘hoja de ruta’ y de ‘plan de trabajo’ para los próximos años.
Elegir una carrera universitaria, supone así mismo participar en
una comunidad de aprendizaje, reconocer los problemas propios del
área de conocimiento y aquéllos que comprometen a la institución y
a la sociedad de la que forma parte. Esto último constituye una
responsabilidad especial de quienes estudian y trabajan en una
Universidad Pública.

¿Qué implica la opción por una Universidad Pública?


La Universidad Pública reconoce y alienta la pluralidad de
ideologías, creencias y teorías. Es una institución de Educación
Superior abierta y en nuestro caso, gratuita, que debe ser sostenida
por el Estado y que a su vez asume un compromiso con los
problemas de la sociedad.
No es poco el desafío, pero creemos que el pluralismo nos
enriquece, que las metas son valiosas, que el compromiso con la
sociedad da sentido a nuestro trabajo... y además sabernos
partícipes de una comunidad de estudio y trabajo nos ayuda a situar
en un contexto más amplio nuestros interrogantes personales.

Eje Nº 2:
La Universidad como Comunidad de Aprendizaje y Formación

De alumno secundario a estudiante universitario


Llegar a ser estudiante universitario, como decíamos
anteriormente, implica aprendizajes diversos y simultáneos, que
muchas veces originan sentimientos de incertidumbre. Quizás por
momentos te sientas igual que cuando ingresaste al secundario. Era
un mundo poco familiar aún, pertenecías al grupo de los ‘nuevos’ de
ese nivel. Para formar parte ese grupo, “los del secundario”, tenías
que aprender palabras desconocidas, reconocer códigos que se
volvían imprescindibles para poder comunicarse (materias, horas
libres, profesores, amonestaciones, preceptores) y respetar formas
diferentes de convivencia.
Sería bueno recordar algunas estrategias que utilizaste en ese
momento y que te sirvieron para seguir adelante. Quizás buscaste
referentes o personas conocidas que te ayudaron, allanándote el
camino y facilitándote el aprendizaje de ciertos códigos. Estos
procesos de adaptación hubieran sido más lentos y problemáticos,
si hubieras tenido que hacerlo solo. En este sentido los profesores,
preceptores, directivos, seguramente explicitaron aspectos referidos
a normas de la institución, reglas de convivencia, condiciones de
aprobación y evaluación, etc., lo que favoreció que progresivamente
te sintieras menos extraño. Una estudiante evoca de este modo
algunos aprendizajes de la escuela secundaria, que para ella fueron
muy importantes:
“Aprendí a compartir un espacio, a ser sociable, a darme más con
la gente (...). A pedir nuevamente sin vergüenza una explicación de
algo que no entendía; los profesores me enseñaron que una
respuesta puede ser una oración y no necesariamente un libro
completo, o sea a resumir”. (Ivana, 2004)
¿Por qué te recordamos hoy tu ingreso al secundario? Porque
nuestra intención es que al evocar esa experiencia valores que si
hoy estás aquí, empezando esta nueva etapa de tu vida, es porque
fuiste capaz de afrontar y superar ese momento.
Probablemente ahora te esté pasando algo similar, obviamente en
un ámbito más complejo: la Universidad; pero al mismo tiempo más
abierto en cuanto a las posibilidades de participación y que, por eso
mismo, te exige mayores responsabilidades y mayor protagonismo.
Este volver sobre la propia historia contribuye al proceso de
comprensión del presente, con sus incertidumbres y sus
potencialidades, para poder desde allí empezar a imaginar futuros
posibles y a diseñar trayectos de formación.
“Los cambios son difíciles de llevar, pero son muy positivos en
muchos aspectos. En este momento estoy comenzando una carrera
que me gusta y tengo muchas expectativas al respecto” (Victoria,
2004)
Se aprende a ser estudiante universitario… así como también
aprendiste a ser alumno del secundario.

De ‘extranjero’ a ciudadano, construyendo la ‘ciudadanía


universitaria’
Este proceso, que va desde sentirse ‘extraño’ hasta sentirse
protagonista de la vida universitaria, lleva tiempos personales e
institucionales. Sin embargo, hay que destacar que ese tránsito por
sí solo no garantiza el aprendizaje del oficio de estudiante. Se logra
con el esfuerzo y con las experiencias cotidianas compartidas con
compañeros y con profesores. También los investigadores se han
preocupado por comprender lo que les sucede a los ingresantes;
entre otros aspectos, han reconocido tres momentos que describen
el proceso de incorporación a la Universidad.

Tiempo de extrañamiento: el ingresante se siente extranjero en


una cultura que le resulta nueva y extraña. En parte la sensación de
extrañamiento está reforzada por algunos mitos, que no siempre se
corresponden con las prácticas, costumbres y reglas del nuevo
lugar, por ejemplo ‘en la universidad sos un número’; ‘si uno no
entiende los profesores no explican’; ‘no voy a dar abasto para
estudiar todas las materias’. Pero también es cierto que la
Universidad es para muchos una ciudad distinta, y no es suficiente
un plano para ubicarse en ella. Desde las cuestiones prácticas que
hacen a la vida cotidiana: ¿Dónde queda el aula a la que debo ir?
¿Quiénes son mis profesores? ¿Cómo hago para inscribirme?
¿Qué significa ser ‘alumno regular’? Hasta los temas más profundos
como ¿Qué se espera de la participación del estudiante en la vida
universitaria? ¿Cómo está organizada la institución? ¿Por qué nos
hablan del ‘compromiso’ de estudiar en una universidad pública?
Son cuestiones que indudablemente muestran un universo
institucional desconocido, cuyas pautas rompen el mundo que se
acaba de dejar y se reflejan en algunas expresiones que dan cuenta
del impacto de esta ruptura.
Algunos estudiantes lo dicen de manera rotunda: “Al comienzo no
entendía nada” (Javier, 2004).
Otros, lo expresan de modo más detallado y reflexivo:
“Universidad, palabra que me parecía tan grande, hasta que hoy en
día me toca descubrirla. En ella las cosas son totalmente distintas
al secundario, el ritmo de estudio, las horas de clase, los
profesores, y por sobre todo debemos ser nosotros mismos, acá no
tenemos al profesor que nos pide la carpeta para corregir los
errores, ni nos retan por charlar, sino que hay que adquirir mayor
responsabilidad y tener lo suficientemente claro que lo que se está
jugando es nuestro futuro...” (María Soledad).

Tiempo de aprendizaje: el estudiante va reconociendo los nuevos


ámbitos y las nuevas reglas de la institución. Identifica algunas
personas a quienes puede recurrir, comienza a formar nuevos
grupos de pertenencia, se ambienta en los espacios. Algunos
investigadores lo reconocen como un período de ‘resocialización’
¿Por qué? Porque significa transformar pautas de acción, creencias
y actitudes, en base a las normas (formales e informales) de una
institución social de la que se empieza a formar parte. Este tiempo
puede extenderse a lo largo de todo el primer año de estudios o
más, y se va resolviendo a medida que se presentan experiencias y
oportunidades
de participación, que son diferentes a las ya conocidas: disponer
de horarios de consultas con los profesores, la primera evaluación
parcial, las elecciones en los centros de estudiantes, la necesidad
de compatibilizar y organizar horarios, tomar decisiones acerca de
las materias a cursar, entre otras.

Tiempo de afiliación: este tiempo no siempre es reconocido por


los propios protagonistas. Pero se advierte cuando el estudiante se
involucra en los problemas de la Universidad, se siente parte de
ella. No sólo se adapta, sino que participa en las actividades que se
proponen en las aulas y más allá de ellas. Sabe que la Universidad
le ofrece (y le exige) modos de representación y participación en los
que sus propuestas se discuten. Construye efectivamente lo que
algunos llaman la ‘ciudadanía universitaria’.
Como habrás podido leer, este ‘aprendizaje de la ciudadanía
universitaria’ es un recorrido extenso y desafiante, que inician más
de 300.000 jóvenes por año en nuestro país. Se trata de una
situación compartida y reconocida, de la que también se hace eco la
información periodística:
El primer año de la carrera universitaria exige un esfuerzo doble:
aprobar las materias previstas en el plan de estudios y, además,
convertirse en un estudiante universitario (La Nación, marzo de
2003).

Los ingresantes migrantes


Para muchos estudiantes, ingresar a la Universidad exige otros
aprendizajes, que van más allá de lo académico y lo institucional, y
no por eso son menos importantes: crear lazos afectivos con
nuevos compañeros, familiarizarse con una nueva ciudad, usar
transportes que no existen en su lugar de origen (distintas líneas de
colectivos por ejemplo); aprender a convivir con otros, que si bien
pueden ser amigos, no han sido partícipes de la convivencia diaria
que supone responsabilidades mutuas en los quehaceres
domésticos, el respeto por los espacios comunes, etc.. No es menor
el aprendizaje que implica estar lejos de nuestros seres más
queridos, hecho que también condiciona a veces la prosecución de
los estudios universitarios.
Sin embargo es importante considerar la función que cumplen los
nuevos compañeros en el sostenimiento afectivo que a veces se
necesita no sólo para comenzar a sentirse parte de una nueva
ciudad (con sus costumbres e idiosincrasia propias), sino también
para favorecer el vínculo con el nuevo proyecto personal que
implica haber decidido realizar esta ‘carrera’.
“Al llegar a la Universidad, en marzo, sentí muchas cosas y sufrí
muchos cambios. En primer lugar me costó muchísimo separarme
de mis mejores amigos y amigas [...]. En segundo lugar tuve que
separarme de mi familia a la que extraño muchísimo [...]. También
tuve que acostumbrarme a vivir sola, tuve que empezar a cocinar,
lavar, limpiar, a hacer cosas que antes no hacía porque las hacía mi
mamá [...]. El colectivo es otro de mis problemas. No me
acostumbré ni me puedo acostumbrar a trasladarme en colectivo”
(Emilse, 1999).
No es poco el conocimiento que requiere ubicarse y trasladarse en
una ciudad distinta, y a veces con dimensiones mucho más
extensas que aquélla donde transcurrió la infancia; pero, quizás lo
más significativo sea superar la ausencia de los ‘otros’, de los
rostros familiares que se han dejado en los lugares que son propios,
y encontrar nuevos referentes. Esta búsqueda y las incertidumbres
que la acompañan, se muestra claramente en una investigación
realizada en la Universidad Nacional de Córdoba:
Situaciones cotidianas como la deambulación por el campus
universitario, el subir a la línea de colectivo equivocada o confundir
el recorrido del transporte, iniciar trabajos sin garantías laborales,
entre otras, eran relatadas por los ingresantes entrevistados en el
plano de la anécdota, con una cierta comicidad que velaba la
angustia que en realidad estas situaciones provocaron cuando
fueron vividas por estos informantes. A partir del testimonio de una
estudiante, la anécdota del ‘colectivo’ [...] Mostraba que era en éste
lugar - ‘lugar de todos’- donde ella se preguntaba quién era ése a
quien tenía al lado en su asiento, proponiendo así una auténtica
interrogación por el ‘otro’. (Mercado, 2004)
Así mismo, otros ingresantes dan cuenta de sus hallazgos y
encuentros:
“Durante todo ese mes, no faltaron las charlas con los nuevos
compañeros, muchos de la región, también de otras provincias del
país: Mendoza, San Luis, Neuquén, Santa Cruz, Buenos Aires.
Comenzaron las fiestas que organizaba la Facultad y la tradicional
peña de los jueves. Con el tiempo se fue logrando un grupo unido y
dispuesto a ayudar a aquéllos que ‘extrañaban’ sus hogares”
(Mara).
Nuevos encuentros de los ingresantes; para algunos con la ciudad,
para todos con la Universidad, con compañeros, con docentes, con
personal administrativo. Pero hay otros encuentros, que pueden
resultar diferentes y sobre los cuales es importante detenerse a
pensar en los momentos de transición, son aquéllos que se refieren
a los modos en que nos relacionamos con el conocimiento y a las
maneras en que enfocamos las tareas de estudio.

Diferentes maneras de relacionarse con el conocimiento


Mientras que estudiar en el secundario es considerado por algunos
alumnos como un ‘paso’ obligatorio para formalizar el ingreso a otro
sistema educativo y/o laboral, hay que reconocer que estudiar en la
universidad nos demanda otras actitudes frente al conocimiento.
Para aproximarnos a reconocer distintas formas de relacionarnos
con el conocimiento leamos primero algunas expresiones muy
comunes en la escuela y la Universidad:
“Bueno, terminé el sexto año, estoy debiendo dos materias”
(Paola, 2004)
“Si me ponía a estudiar sacaba todas las materias” (Victoria, 2004)
“Nos repartíamos las partes que debía estudiar cada uno…”
(Lorena, 2004)
“En general todos estudiábamos para ser regular” (Ana, 2004)
Estas palabras y muchas semejantes que usamos a menudo,
pueden mostrar un modo de relación con el conocimiento, en el que
se aprende ‘para otro’, a quien ‘le debo’ (para el profesor, los
padres, para la institución) o ‘para algo’ (aprobar, ser regular) que
tiene poco de sentido auténtico para quien aprende. El
conocimiento se vive así como algo ‘ajeno’ y que parece que hay
que ‘sacarlo’ en lugar de apropiárselo. Resulta paradójico que el
conocimiento pueda ser algo que ‘se reparte’ para que a cada uno
‘le toque menos’.
Por el contrario, si pensamos al conocimiento en términos de una
apropiación, de la transformación de nosotros mismos que implica
aprender, y del sentido de conocer para comprender el mundo, a
nosotros y a los otros; para formarnos en lo personal y profesional,
en este caso, la relación con el conocimiento se establece como un
compromiso personal y social.
Mientras que al ingresar a la Universidad es fácil percibir aspectos
que diferencian a esta cultura institucional de la del secundario, a
veces resulta difícil tomar conciencia de esas creencias y rutinas
que reflejan una relación distante con el conocimiento (por ej.,
estudiar ‘para zafar’, ‘para el examen y después me olvido’,
‘estudiar de memoria, para repetir lo que quiere que le diga’), y que
ahora resulta necesario modificar para abordar los estudios
universitarios.
La relación de compromiso con el conocimiento supone darle
sentido personal y social relacionado con la posibilidad de estudiar
‘para aprender, para ser un buen profesional, para plantear y
solucionar problemas’. De este modo, el conocimiento no es algo
‘que nos sacamos’, sino que incorporamos y forma parte de
nosotros; no es algo que se reparte para que nos toque menos, sino
algo que compartimos para saber más. Es importante entonces
reflexionar para qué nos aproximamos a los saberes propios de la
carrera y de qué modo lo hacemos.
Agreguemos algo más a nuestra reflexión: cuando decimos
‘saberes propios de la carrera’ estamos pensando en ellos en un
sentido amplio, en un sentido amplio que permita asumir las
responsabilidades sociales que ella implica; que nos posibilite
ampliar nuestra comprensión, incorporando junto al aprendizaje del
conocimiento científico las experiencias estéticas que nos ofrecen la
música, el cine, la literatura, la plástica.
Un científico argentino expresa esto con clara convicción:
El mundo científico y el artístico conforman una unidad. Ambos
surgen de la búsqueda de la verdad. La poesía nos permite
vislumbrar respuestas que la física no puede darnos. Si uno se fija
en la historia de los grandes descubrimientos, hay mucho de ciencia
en la poesía y mucha poesía en la ciencia (Rojo, 2005).
Uno de los más destacados protagonistas de la física del siglo XX,
muestra también esta amplitud en la concepción del conocimiento;
en una crónica que comenta su reciente visita a nuestro país
leemos lo siguiente:
“Murray Gell-Mann, vino a la Argentina para visitar amigos, avistar
pájaros y conocer Buenos Aires, porque asegura, “había leído
mucho de ella” gracias a Borges, uno de sus escritores favoritos-
obtuvo el premio Nobel en 1969 por resolver uno de los misterios
del universo al postular que protones y neutrones -que forman el
núcleo atómico- están compuestos por ladrillos fundamentales que
llamó “quarks”... simplemente porque le gustaba el sonido de la
palabra” (La Nación, noviembre de 2005).
Este sentido amplio y profundo del conocimiento, la relación de
compromiso con el saber, se expresa también en estas palabras
que pronunció hace unos años Juan Manuel Serrat en la
Universidad Nacional del Comahue:
“Creo en el conocimiento como en el mejor de los bálsamos para
curar buena parte de los males que padece la humanidad. Un
conocimiento para acercarnos a la sabiduría o a la bondad, que
para mí son sinónimos de la misma manera que estupidez y maldad
también lo son (Serrat, 1999).

Del encuentro entre ‘tener que estudiar’ y ‘querer estudiar’


Como verás, pueden existir diferentes matices o grados de
compromiso con el conocimiento, que pueden diferir también, claro
está, según el objeto de conocimiento del cual se trate. ¿Has
pensado alguna vez en esto? ¿En qué punto te situarías? ¿Qué
pasaba cuando tenías que estudiar temas que eran de tu interés y
agrado? ¿Qué te ocurría, en cambio, cuando los contenidos a
abordar no se relacionaban en absoluto con tus intereses?
Probablemente uno de los aspectos más apasionantes de estudiar
en la universidad consiste en que la mayoría de los temas que se
abordan se relacionan con nuestros intereses. Y eso no es poco.
Muchas veces, la actitud de estudiar sólo para “zafar” o para
superar las evaluaciones, está asociada con el desinterés por
algunos temas que creemos no serán ‘aplicados’ al aprendizaje en
la carrera elegida, ni en nuestro futuro desempeño profesional. En
otras ocasiones, estudiar temas vinculados a nuestros intereses y
objetivos, ya de por sí nos predispone de otra manera, enfrentamos
el desafío de aprender con una actitud diferente.
Un hecho importante a tener presente, es que a veces no se ha
tenido la posibilidad de desarrollar ciertas actividades que permitan
definir preferencias. Supongamos, por ejemplo, el caso de un joven
cuyos familiares y amigos no se interesan particularmente en la
música, y que no ha tenido oportunidad de aprender a ejecutar un
instrumento, de escuchar atentamente grabaciones, de asistir a
conciertos. Tal vez su interés por la música no sea tan fuerte como
el de alguien que haya tenido más experiencia en este campo. Para
que una actividad pueda agradarnos o desagradarnos debemos
conocerla o descubrirla primero.
Es cierto también -y es importante destacarlo- que a medida que
se avanza y se tienen oportunidades para participar en experiencias
ricas y diversas, algunos de los intereses primitivos se pueden
modificar y pueden aparecer otros, re-definiendo el sentido que le
otorgamos a lo que aprendimos.
“En este año, en la Universidad, he adquirido muchos
conocimientos sobre variados temas, nuevas ‘costumbres’, entre
otros puedo mencionar que hoy día reconozco que mi relación con
la lectura ha cambiado, esto se debe a que por un motivo u otro
siempre necesito recurrir a fuentes de información para ampliar el
material de estudio, y siempre encuentro algo que me incentiva
para comenzar a leer” (Vanesa, 2005).
La participación en algo que uno ha decidido que podría gustarle
puede, a la vez, fortalecer el interés por ello. Y, más allá de ‘lo que
nos gusta o no nos gusta aprender’, podemos utilizar recursos de
automotivación que nos predispongan hacia un aprendizaje más
significativo, esta predisposición puede contribuir a que un mayor
dominio sobre el tema estudiado haga que ‘nos guste más lo que
ahora conocemos mejor’. Tampoco podemos olvidar que para poder
comprender situaciones, desempeñar tareas o alcanzar metas no
inmediatas, hay ocasiones en las que es necesario aprender ‘lo que
no nos gusta’ (pero siempre es importante encontrarle sentido,
aunque esto implique esperas).

Lo que creemos y lo que sabemos sobre el aprendizaje


A lo largo de nuestra vida y a partir de nuestras experiencias,
todos hemos formado un conjunto de ideas, convicciones y
creencias sobre qué significa aprender; de este modo, aunque
nunca hayamos ‘estudiado el aprendizaje’, todos tenemos algunas
‘teorías personales’ que, orientan nuestra manera de aprender sin
que seamos muy conscientes de ello. Por ejemplo si creemos que
‘nuestra mente reproduce y copia’, intentaremos estudiar ‘repitiendo
hasta grabarlo’ ‘tomar apuntes al pie de la letra’, leer muchas veces
hasta ‘poder decirlo’.
De modo diferente, otras personas creen que al aprender
transformamos el conocimiento, y también nos transformamos a
nosotros mismos, entonces, es más probable que estas personas al
estudiar, intenten analizar, reorganizar el contenido, atender al
modo en que el nuevo conocimiento modifica al conocimiento que
ya se tenía, tendrán en cuenta de qué manera se relaciona lo que
está estudiando con otras ideas; es decir, en lugar de orientar sus
acciones a decir o reproducir el contenido de lo que estudia, las
dirigirá a establecer relaciones nuevas, a reconstruir, a formularse
preguntas.
Muchas veces nuestra teoría personal nos lleva a equivocarnos,
pero si somos receptivos a nuestros errores podremos revisar estas
creencias y aprender de ello. (Parece que repetir no basta, ¿estaré
estudiando bien?). Es importante que comiences a cuestionarte
sobre el modo de estudiar que has utilizado hasta ahora y si te ha
servido para ‘aprender’, entendiendo por ‘aprender’ la posibilidad de
incorporar el conocimiento, transformarlo, de que permanezca en el
tiempo y que se pueda utilizar en diversas situaciones.
Una de las mayores preocupaciones de los ingresantes
habitualmente se refiere a su capacidad para estudiar, que se
manifiestan en frases como “tengo miedo de no poder aprender
tantos contenidos que dan en la Universidad”, “Siempre estudié de
memoria”, “con lo que atendía en clase me alcanza para aprobar
pero ahora...”. Frente a estos temores, es posible examinar lo que
sabemos sobre nuestro propio aprendizaje, cómo lo controlamos, y
qué acciones podríamos emprender para mejorarlo. Podrías
formularte entonces, algunas preguntas acerca de los temas que te
planteamos a continuación:
1) El conocimiento sobre el propio aprendizaje
a) Conocimiento acerca de sí mismo como sujeto de aprendizaje,
lo cual implica pensar sobre:
● Metas y estilos personales para estudiar y aprender  
● Estudiar para comprender el significado de lo que se estudia y
darle sentido personal a ese aprendizaje, o ...
● Estudiar de un modo superficial con el objetivo simplemente de
cumplir con la tarea y pasar a otra cosa
● Qué se entiende por éxito y fracaso en los aprendizajes, y a
quién y a qué le atribuimos “las causas” de dichos éxitos o
fracasos.

b) Conocimiento de las tareas


● Cómo es mi comprensión de una consigna  
● Con qué tipo de problemas me enfrento para realizar tareas
académicas

c) Conocimiento de los procedimientos que realizo para estudiar


● ¿Mis lecturas tienen en cuenta el propósito de la tarea?
● ¿Adapto mis formas de leer a los diferentes materiales de
estudio?
● ¿Reconozco mis posibilidades y dificultades para expresarme
en forma oral y escrita?
● ¿Soy capaz de discriminar ideas principales de otras, de
relacionar conceptos, de jerarquizar en orden de importancia?
● ¿Reorganizo los contenidos en cuadros, esquemas,
resúmenes, etc?
● ¿Intento relacionar los contenidos con mis experiencias y con
otros conocimientos?

2) Acciones que permiten regular el propio aprendizaje


● Planificar: ¿me ocupo de prever recursos materiales, tiempo,
procedimientos?
● Controlar: ¿considero si estoy comprendiendo, si debo buscar
otros recursos o cambiar de procedimientos?
● Evaluar los resultados logrados: ¿Entendí todo? ¿Puedo poner
ejemplos? ¿Explicar las relaciones? ¿Puedo hacer una
síntesis? ¿Expresarlo de diferentes maneras? ¿Generar nuevas
preguntas?
La relación que establece un alumno con las tareas de aprendizaje
puede asumir distintas modalidades; algunos investigadores, han
caracterizado al menos dos enfoques típicos que adoptan los
universitarios cuando enfrentan el estudio de un texto. Estos
enfoques pueden ayudarnos a pensar con qué propósitos
estudiamos y qué deberíamos cambiar:

Enfoque superficial
El interés está centrado en la evaluación, respondiendo a una
exigencia externa sin tomar conciencia de la relevancia de los
conocimientos que se adquieren durante este proceso de
formación. Las metas predominantes son de acreditación (obtener
una nota o un certificado).
“Entonces uno tomaba apuntes de todo lo que se trataba en clase
[...] y después en la evaluación respondíamos con eso” (Paola,
2004)

Enfoque Profundo
El interés está centrado en comprender el contenido que se está
estudiando con el objetivo de profundizar, establecer relaciones
amplias con otros contenidos. Hay conciencia de metas académicas
y profesionales.
“Considero que en esta nueva etapa universitaria que estoy
viviendo aprendí muchas cosas, pero me queda mucho más que
aprender, sé que tengo que amoldarme a los tiempos y buscar
maneras de estudiar que me permitan valorar el contenido, poder
analizarlo y comprenderlo” (Erika, 2005)
Como lo expresa esta estudiante, al ingresar a la Universidad,
aprendemos, entre muchas cosas, que nos queda mucho más para
aprender. Sigamos aprendiendo entonces.

Eje Nº 3:
La vida en la Universidad

Entre los aspectos importantes que se deben aprender para la


integración a la vida universitaria, se encuentra el conocimiento
referido a este nuevo ámbito del que vas a ser parte en los
próximos años.
Es probable que en estos días te sientas muy extraño en este
espacio físico, que te resulten muy lejanas expresiones tales como:
“el material va a estar en el centro de estudiantes”, “tienen que
averiguar el aula en Bedelía”, “¿ya te inscribiste en el registro de
alumnos”.
Esta desorientación respecto al espacio, tiempo, modalidad de
enseñanza, condiciones administrativas para ser estudiante regular,
entre otras cuestiones, puede dificultar tu proceso de incorporación
a este nuevo mundo. Para ello, es importante conocer desde el
comienzo de tu carrera cómo es la institución en la que te vas a
formar, cuáles son sus principales funciones, su estructura, algunos
servicios que van a resultarte particularmente útiles durante esta
primera etapa.
Probablemente algunos de los aspectos que aquí se desarrollan
serán motivo de análisis y reflexión en el intercambio con tus
docentes para lo cual sería muy valioso que al leer este punto
puedas plantearte algunos interrogantes que luego favorezca la
discusión en clase.

¿Qué es la Universidad?
Esta pregunta tiene varias respuestas. Algunas referidas a sus
funciones de formación, otras relacionadas con su reglamentación y
legalidad, otras que apuntan al lugar de relevancia social. Además,
una respuesta mucho mas subjetiva, es la que vas a construir a lo
largo de estos años en los que vas a compartir vivencias, logros,
angustias, alegrías, imágenes que van a acompañarte toda la vida.
Sin dudas, uno no es el mismo cuando empieza y cuando termina,
y aunque no concluya una carrera, la Universidad tiene para quien
la transita con conciencia, una importancia especial para su vida. A
esta última definición la vas a ir construyendo vos, y es una
definición singular, personal ligada a una etapa de crecimiento
esencial para la identidad personal y profesional. Pero tenemos que
empezar por alguna de estas ideas...
En principio podemos decir que es la institución encargada de
formar a personas que aspiran alcanzar una capacitación profunda
para desempeñarse en el mundo del trabajo. Los egresados
universitarios están habilitados oficialmente para realizar
actividades profesionales específicas de un campo del saber. Es la
instancia superior en la organización del Sistema Educativo.
Lo que distingue a la Universidad de otras instituciones de nivel
superior es que además de enseñar y formar a los alumnos (función
de enseñanza), se producen nuevos conocimientos que contribuyen
al desarrollo social (función de investigación). De allí que la
sociedad `espere´ el aporte de saberes teóricos y técnicos que
contribuyan al mejoramiento de la calidad de vida y bienestar de la
comunidad. Y sus egresados deben dar cuenta de la capacitación
recibida, tanto en lo referido a los conocimientos (saber hacer)
como a las actitudes y valores (saber ser).
Si bien la relación universidad-sociedad-mercado productivo es
motivo de debate entre los académicos y funcionarios de la
educación, hay consenso en que la Universidad debe estar al
servicio de los intereses del país, orientándose hacia el desarrollo
de la cultura, la ciencia y la tecnología sin perder de vista las
necesidades de la comunidad. En este sentido, además de la
enseñanza e investigación, se suma otra función muy importante
como es la extensión, mediante la cual se favorecen tareas de
intercambio con distintos sectores de la sociedad.

Pensando la Universidad Pública


Nuestra Universidad es una de las que existen en nuestro país y
que se caracteriza porque su enseñanza es gratuita. Este quizás
sea uno de los mayores logros educativos que hemos obtenido los
países latinoamericanos. El hecho de que sea `pública´ y`gratuita´
implica que el Estado tiene que garantizar a los ciudadanos el
acceso gratuito a la educación superior, ya que es un derecho que
tenemos todos los argentinos.
Otro de los derechos importantes que se han obtenido, es la
participación de los estudiantes en el gobierno de la institución y
pueden, por lo tanto, opinar, votar, elegir y decidir sobre aspectos
que hacen a la vida democrática de la Institución.
También es muy relevante el principio de libre acceso a la
educación que está relacionado con la democratización universitaria
y asegura la posibilidad de que todos los estudiantes que quieran
seguir una carrera puedan hacerlo independientemente de la
formación que hayan recibido en
la escuela media.
Seguramente habrás escuchado, que hay universidades que
tienen exámenes de ingresos eliminatorios y no eliminatorios, lo que
ha provocado muchas discusiones y enfrentamientos. Sin embargo,
en nuestra Universidad el ingreso es irrestricto.

Un poco de historia…
Estos logros, tienen que ver con la Reforma Universitaria realizada
en Córdoba en 1918 en la que se impulsó la modernización de las
Universidades en América Latina, logrando principalmente un mayor
acceso de los sectores medios a la Educación Superior, la
participación de los alumnos en el gobierno universitario y la
asistencia libre, entre otros. Es importante que sepas que esto no
siempre fue así, sino que se logró luego de muchas luchas de
estudiantes, docentes, intelectuales y demás sectores sociales.
La Universidad, también sufrió muchos atropellos de diferente
índole por parte del poder político, sobre todo en épocas de
gobiernos inconstitucionales con apoyo de las Fuerzas Armadas de
la Nación. Es importante conocer y recordar esta parte de la
historia, para evitar que sucedan nuevamente, por ejemplo, la
noche de los bastones largos, intervención militar de las
universidades, suspensiones de docentes en las universidades y
escuelas, persecuciones y desapariciones de muchos profesores,
estudiantes e intelectuales.

Volviendo al presente…
Una Universidad dicta carreras de grado, posgrado, cursos, realiza
actividades de investigación y extensión entre muchas otras. Y
como te imaginarás se requiere de una gran inversión de dinero
para poder mantenerla.
Esta inversión proviene del presupuesto que el Estado destina a la
misma y que se obtiene, principalmente, de los impuestos que
pagamos todos los ciudadanos. Los productos que consumimos
habitualmente, (por ejemplo: leche, yerba, zapatillas) que compran
tus padres, vos, tus vecinos, jubilados, etc, incluyen el IVA, del que
se destina un porcentaje para el sostenimiento del sistema
universitario.
Es importante destacar que aunque los impuestos son pagos por
la población no todos los estudiantes secundarios pueden acceder a
la Universidad. Este hecho es lamentable pero muy real y tiene que
ver con las condiciones sociales, económicas y políticas del país.
Por ello, el que sea gratuita es un derecho que debemos defender
ya que las universidades públicas están bajo constante amenaza de
ser aranceladas. De hecho, varias cobran pequeños aranceles y
matriculas. Se teme que lentamente se instale la idea de que es
bueno arancelar para así mantener mejor la educación pública.
Si permitimos que esto avance gran parte de los estudiantes
quedarían sin posibilidades de estudiar con lo que esto significaría
tanto para sus vidas personales como para el desarrollo del país. La
Educación gratuita es un derecho para todos y es responsabilidad
del estado garantizarlo.

El mercado tiene mucho que ver…y nosotros también


La Universidad Pública no está exenta de la realidad política, del
modelo económico y social de la Argentina actual que privilegia el
mercado por sobre lo social y que responde a los sectores de
poder, privando a gran parte de la población de derechos y servicios
básicos como salud, educación, etc.
En este contexto político se han realizado varias reformas en el
campo educativo (Ley de Federal de Educación para las escuelas y
Ley de educación Superior para las universidades) que no escapan
de esta concepción de mercado y que muchas veces han sido
impulsadas por organismos internacionales de financiamiento como
el Banco Mundial.
La Universidad es el lugar de reflexión por excelencia, y no puede
ser considerada sólo en términos de mercado sino como gestadora
de los avances sociales en cuanto a generación de conocimientos.
No obstante, somos concientes que hay muchas cuestiones por
afrontar que merecen nuestra reflexión y trabajo, como por ejemplo:
- el elevado número de estudiantes que abandonan sus carreras
en los primeros años.
- la escasa cantidad de docentes que hay por alumnos, sobre todo
en las carreras numerosas y en los cursos de ingresos.
- adecuar aún más las investigaciones a las necesidades del
medio y a las demandas sociales reales.
Y esto es responsabilidad de todos: fundamentalmente del estado
nacional y del presupuesto que destina a la educación, de la
sociedad en general y por supuesto de la propia Universidad.
En este marco, y a pesar de las dificultades, hay mucha gente que
cree y apuesta por la Universidad Pública, es por ello que ahora que
vos también sos parte de la misma tenés grandes desafíos:
esforzarte en tu formación y estudio para poder devolver, aunque
sea en parte, lo que la sociedad aportó para tus estudios y asumir,
como futuro egresado, la responsabilidad de producir los
conocimientos necesarios para mejorar las condiciones de vida del
país y orientar tus prácticas a resolver demandas y problemas
sociales concretos.
Además, de los aportes de los saberes académicos y la formación
debemos tener presente el respeto y la valoración por los saberes
de la vida, los cotidianos, los oficios, por las diversas formas
culturales, de organización y desarrollo con las que seguramente
nos tocará interactuar como profesionales, porque salir de la
Universidad también implica aprender. En el país hay millones de
voces que pueden contar la realidad que se vive, y esto es
fundamental para conocer.

Algunas cuestiones particulares


Es importante que sepas desde tu ingreso como se organiza
política y académicamente la universidad. Es una estructura
compleja que se sostiene básicamente en el valor de la
participación democrática de todo sus integrantes: docentes, no
docentes, graduados y estudiantes, todos los cuales tiene sus
representantes en los distintos ámbitos de decisión. Esto último es
una diferencia sustancial respecto al funcionamiento del colegio
secundario, por lo cual tu incorporación y participación en distintos
espacios de la institución tiene incidencia (más o menos directa) en
la vida institucional.
Cada Universidad está compuesta por facultades que incluyen a
su vez Departamentos, Áreas y Carreras. Por lo tanto vos formas
parte de una carrera y perteneces a una facultad determinada con
sus respectivos componentes.
Un espacio particularmente interesante para los alumnos es el
centro de estudiantes. Cada facultad tiene el suyo cuyos
representantes también son elegidos por el voto de sus pares. El
Centro representa a los alumnos, y cumple con funciones
gremiales, académicas, culturales y políticas.

Y ahora... La carrera
Como habrás visto en los folletos que seguramente has analizado
para elegir tu carrera, aparece allí un listado de materias por cada
año de la misma. Esas materias también pueden denominarse
seminarios, talleres, prácticas que son diferentes modos de nombrar
espacios de enseñanza-aprendizaje. Cada una de las asignaturas
tiene un grupo de docentes encargados de desarrollarla. Uno de
ellos es el responsable que junto a otros profesores integran los
`equipos de cátedra´, realizando entre todos, las tareas de
docencia, investigación y extensión (que se plantearon al comienzo
de este punto).
Además, a las cátedras te podés incorporar voluntariamente como
Ayudante Alumno.
A lo largo de la semana se cursan cada una de las materias, con
una duración aproximada de dos horas. Estas clases se denominan
`teóricos´ y `prácticos´.
Las clases teóricas están destinadas a la totalidad de alumnos que
cursan una materia y habitualmente está a cargo del docente
responsable de la misma. En éstas se desarrollan los principales
ejes temáticos del programa. Por otra parte los prácticos están
conformados por grupos más pequeños, por lo cual se establecen
varias comisiones en distintos días y horarios, de este modo se
propicia una relación más directa profesor-alumno. En estas clases
se profundizan algunos temas, se realizan actividades prácticas de
diferente tipo en función de la disciplina.
Además, seguramente cada docente va a mencionar en su clase,
el día y hora en que ofrece la `clase de consulta´, la cual está
disponible semanalmente para los alumnos que voluntariamente
soliciten ayuda o asesoramiento en alguna temática particular.
Bibliografía de consulta
- AISENSON, D. (2002). Después de la Escuela. Transición,
construcción de proyectos, trayectorias e identidad de los jóvenes.
Buenos Aires: Eudeba.
- FERRARI, Lidia 1995 Cómo elegir una carrera. Planeta. Buenos
Aires.
- PONTI, LILIANA, A. SANCHEZ MALO y S. LUJÁN (2004)
Diferentes estrategias de intervención en Orientación desde la
Universidad. VII Jornadas Nacionales de Orientadores Nacionales
de Universidades Nacionales. “Orientación Un derecho de Todos.
U.N.E.R. Publicación digital.
- PONTI, Liliana y Otros (2000) Módulo a distancia “Orientación
para la elección. Un modo de ayudarte a elegir”. ISBN 950-665-142-
6. UNRC.
- RASCOVAN, Sergio 2000 Los jóvenes y el futuro. Psicoteca
Editorial. Buenos Aires
- VELEZ, Gisela 2003 Aprender en la Universidad. Departamento
de Imprenta y Publicaciones de la U.N.R.C.

Nuestra historia
La Universidad Nacional de Entre Ríos fue creada por Ley Nº
20.366, de mayo de 1973 y consistió en la aglutinación, bajo un
mismo rectorado, de una serie de unidades académicas
preexistentes que dependían de diversas jurisdicciones
(Universidad del Litoral, Universidad Católica Argentina) más otras
que se crearon conjuntamente con la Universidad.

Fue una de las dieciséis universidades creadas entre mayo de 1971


y mayo de 1973 por el entonces Gobierno de Facto del Gral
Lanusse, que asumió las ideas del Plan Taquini. En la conciencia
de los actores institucionales, la creación de la Universidad Nacional
de Entre Ríos ocurrió como resultado de una demanda histórica y
reivindicativa de la población de la provincia, dado los numerosos
antecedentes e iniciativas impulsadas previamente para la
cristalización de este objetivo. 
En el breve período democrático sucedido desde el 1973, se
designa al Dr. Marsiglia como Rector Normalizador (noviembre del
73). En su gestión se tomaron las definiciones que dieron inicio al
funcionamiento de la Universidad como tal: la localización del
Rectorado y la incorporación formal de las unidades académicas
provenientes de la UNL, Facultad de Ciencias de la Educación, la
Facultad de Ciencias Agropecuarias, Escuela de Técnicos en
Alimentos y Escuela de Ciencias de la Administración. 
En 1976 se incorporan a la UNER, la Facultad de Ciencias
Económicas y la Facultad de Ingeniería, dependientes ambas de la
Universidad Católica Argentina y la Escuela Superior de
Bromatología. 

Los Rectores que se sucedieron desde el 1973 y entre los


gobiernos dictatoriales, inicialmente se dedicaron mayoritariamente
a cuestiones administrativas.

Con el golpe militar de 1976 se profundiza la política universitaria


iniciada por la llamada "Misión Ivanissevich", en referencia al
Ministro de Educación del Gobierno de Perón, de viraje hacia el
desmantelamiento del pensamiento científico crítico,
contemporánea con las primeras formas de terrorismo de estado. El
clima represivo que dominará la vida de las casas de altos estudios
hasta 1983. Se sanciona la ley Nº 21276 que significó, en el caso
de las universidades nacionales, la intervención directa del gobierno
militar a través de los rectores interventores, el estricto control
ideológico, político, educativo y cultural que ya se había iniciado en
1974. Durante este período se procedió a reemplazar el logotipo
que hasta ese entonces identificaba a la Universidad Nacional de
Entre Ríos por otro que sintetizaba gráficamente los criterios
básicos que orientaron su gestión: desprecio por la democracia,
ejercicio del control ideológico y de la represión, fuertes vínculos
con los sectores integristas del catolicismo, desconexión de la
investigación científica o tecnológica.
Durante este dramático período de la historia argentina se
persiguieron, reprimieron, desaparecieron y se cesantearon
docentes y estudiantes.

También se produjo una reducción súbita del financiamiento


universitario, no se crearon nuevas carreras ni universidades y se
desvinculó la política científica de este ámbito.
Retorno a la Democracia
En la historia universitaria se inauguró un período de cambio que,
aunque no era inédito, en cierta forma intentaba reactualizar los
postulados de la Reforma Universitaria de 1918.

A tan sólo dos días de asumir el gobierno, el entonces presidente


electo Dr. Alfonsín, impulsó acciones tendientes al restablecimiento
de la autonomía y el cogobierno de las Universidades Nacionales.
Con ello se pretendía regularizar la propuesta educativa mediante
concursos, democratizar la vida política interna y restablecer los
claustros con el régimen de gobierno tripartito. 

La normalización de las casas de estudios mediante el ejercicio de


libertades democráticas, contribuyó a estimular una débil
inmigración por la que retornaron algunos académicos de prestigio.
Aunque la política de reinserción de los emigrados no alcanzó el
éxito que de ella se esperaba, la renovación educativa corrió pareja
con la reincorporación al sistema tecnológico y científico de quienes
habían sido desplazados, de aquellos que habían logrado optar por
una formación en el exterior o, por último, de quienes habían
sobrevivido a las condiciones de desmantelamiento intelectual.

El ingreso irrestricto constituyó otro pilar de la política oficial, lo que


provocó un verdadero estallido de la matrícula y obligó al gobierno a
crear condiciones de infraestructura más adecuadas. En esa
coyuntura, las demandas postergadas de la población enfrentaron a
las universidades tradicionales con los desafíos de la masividad de
la enseñanza. Este fuerte crecimiento de la matrícula determinó un
incremento significativo del personal docente y una expansión de
las inversiones en construcción y equipamiento. 

El primer cogobierno
Durante el período de la normalización universitaria iniciado con el
advenimiento de la recuperada democracia, en diciembre de 1983,
le cupo al Dr. Eduardo Barbagelata la tarea de reorganizar la
UNIVERSIDAD NACIONAL DE ENTRE RÍOS, hasta lograr su pleno
funcionamiento con su gobierno propio de carácter tripartito,
compartido por los representantes de los docentes, los estudiantes
y los graduados. 
Durante su gestión se realizaron los primeros concursos para la
designación de los profesores de las distintas facultades, se
organizaron los padrones de estudiantes y de graduados, y se
aprobaron en el Consejo Superior Provisorio las normas estatutarias
que enmarcaron las primeras elecciones democráticas. En los
comienzos de 1986, por primera vez en veinte años, las autoridades
fueron elegidas en Asambleas de los tres claustros. Surgieron así
los consejos directivos y decanos de cada Facultad.

Finalmente, el 26 de abril de 1986 se reunió en el histórico Colegio


de Concepción del Uruguay la primera Asamblea Universitaria en la
historia de la UNIVERSIDAD NACIONAL DE ENTRE RÍOS, que
eligió a su primer Rector, designación que correspondió al Dr.
Eduardo Alberto Barbagelata. 

Desde entonces la Universidad es gobernada por autoridades


democráticamente elegidas, a través de sus órganos de gobierno

El 23 de agosto de 1986 la Asamblea Universitaria aprueba la


creación de la Facultad de Bromatología, de la Facultad de
Ciencias de la Salud y de la Facultad de Servicio Social (Res. AU
Nro 4/86 23/08/1986) teniendo como base las escuelas o Institutos
dedicados a las mismas temáticas.
INCLUIR, MUCHO MÁS QUE ABRIR LAS PUERTAS
M.A.f.I.A.   LOS NUEVOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS
Por Julián Mónaco* La mayoría de los alumnos de las casas de
altos estudios creadas en los últimos años conforman la primera
generación de universitarios en sus familias. Sin esa tradición,
adaptarse a ese ámbito desconocido, complejo y por momentos
caótico, no resulta sencillo. ¿Qué hacen estas instituciones para no
expulsar a los jóvenes de los sectores populares? El 95% de los
estudiantes que comenzaron en 2011 venía de hogares cuyos
integrantes nunca habían pisado la universidad”, asegura Ernesto
Villanueva, rector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche
(UNAJ) ubicada en Florencio Varela. Para el primer ciclo lectivo, los
3.046 inscriptos superaron tan ampliamente las expectativas que las
autoridades debieron realizar acuerdos con diferentes instituciones
educativas de la zona para la apertura de subsedes que todavía hoy
funcionan. “Además –completa el rector– el 40% de nuestros chicos
viven en calles de tierra y es indudable que no estarían cursando
estudios superiores si la universidad no hubiera llegado a la puerta
de sus casas”. Este fenómeno aparece como la marca distintiva de
las nueve universidades nacionales creadas entre 2007 y 2009.
Adrián Cannellotto, rector de la Universidad Pedagógica de la
Provincia de Buenos Aires (UNIPE), explica: “Hoy tenemos otros
perfiles en la universidad: la mayoría de los estudiantes son primera
generación de universitarios en sus casas y muchos, además,
primera generación de egresados del secundario. Son chicos que
están dando un salto muy grande respecto de sus padres”. Con la
apertura de las universidades de Río Negro, Chaco Austral, Villa
Mercedes (San Luis) y Tierra del Fuego, cada provincia pasó a
tener al menos una casa de estudios superiores. Además, en el
mayor cordón poblacional del país, abrieron sus puertas las
universidades de José C. Paz, Avellaneda, Del Oeste (Merlo), la de
Florencio Varela y la de Moreno, donde la inscripción online requirió
la apertura de un aula de informática: el 40% de los estudiantes no
contaba con computadora en su casa. Desde sus inicios, en nuestro
país la experiencia universitaria fue una historia de desarraigos.
Emplazadas en los grandes centros urbanos, los estudiantes
estaban obligados a realizar largos y costosos traslados que
muchas veces terminaban siendo motivo de abandono de las
carreras. La concentración de las universidades trajo aparejada,
además, la concentración de sus profesionales egresados. “Hoy se
está revirtiendo esta tendencia, porque se ha logrado incorporar al
concepto de inclusión la idea de territorialidad y acercar la
universidad a la gente”, sostiene Martín Gill, diputado nacional por
la provincia de Córdoba y ex Secretaría ACADÉMICA España 350 -
(B1870BWH) Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, República
Argentina Tel.: (54 11) 4229-2400 | secacad@undav.edu.ar 2016
“Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia
Nacional” secretario de Políticas Universitarias. A la creación de
estas nuevas universidades, se suma la reciente apertura de los
Centros Regionales de Educación Superior (CRES), ubicados en
lugares de baja densidad poblacional: veinticinco en Buenos Aires,
ocho en Córdoba, dos en Misiones. Son fruto de la asociación entre
universidades y los municipios y brindan, en general, carreras
cortas, muchas veces tecnicaturas, con salida laboral en la región.
“Esta expansión es posible porque el Estado invierte hoy más del
1% del PIB en educación superior”, explica Aldo Caballero,
secretario de Políticas Universitarias desde diciembre de 2013.
Como señala la diputada Adriana Puiggrós, las universidades no
solamente llegan con oferta a lugares en los que antes no la había:
también generan nuevos vínculos con la comunidad. “No se trata
sólo de una actividad de extensión, sino que se involucran
directamente en la discusión de los problemas que atañen a sus
territorios, produciendo conocimiento”, argumenta. Por ejemplo, en
2013, la Universidad Nacional de Avellaneda abrió su propia
Escuela Secundaria Técnica en la Isla Maciel. Lo mismo hicieron las
universidades de Quilmes (UNQ) y San Martín (UNSAM). Todas
impulsadas por el Ministerio de Educación. “La experiencia de la
universidad abriendo un secundario en la villa es muy fuerte”, dice
Julia Denazis, directora de la escuela que otorga el título de
Maestro Mayor de Obras. La matrícula actual es de veinticinco
chicos, muchos de ellos con varios años fuera de las aulas, una
población muy distinta a la que reciben los secundarios gestionados
por las universidades tradicionales. “Se trabaja en red con la
comunidad: vamos a las casas y hablamos con las familias –cuenta
Denazis–. Es una tarea más amplia que la del aula” (1).
Democratización interna Las nuevas universidades están obligadas
a trabajar con la hipótesis de que aquel que llega a sus aulas no
tiene por qué conocer cómo es la vida universitaria. “El desafío para
estas instituciones –afirma Cannellotto– es darse una política que
permita hacer la transición entre la secundaria y los estudios
superiores. Eso implica responder cuáles son las operaciones que
tienen que hacer los jóvenes para inscribirse en una trayectoria
universitaria y sin desertar en el primer o el segundo año, teniendo
en cuenta que es allí donde se concentran los mayores problemas.”
“La Jauretche” tiene hoy cerca de 10.700 estudiantes regulares.
Entre 2010 y 2013, sumando cada período de inscripción, se
inscribieron cerca de 21.000 aspirantes. “Pero los alumnos que
efectivamente vinieron el primer día, cinco meses después de
anotarse, fueron 16.700 –comenta Villanueva–. Es decir que cerca
del 25% de los inscriptos decide durante el verano que no va a
estudiar. Y eso luego de haber presentado muchísimos papeles. A
su vez, tenemos cerca de un 30% de deserción, fuertemente
concentrado en los primeros años. Esa proporción no es
satisfactoria para nosotros; trabajamos para que haya un índice
mucho menor.” Las universidades que despuntaron al calor del
Bicentenario identifican como problemático Secretaría ACADÉMICA
España 350 - (B1870BWH) Avellaneda, Provincia de Buenos Aires,
República Argentina Tel.: (54 11) 4229-2400 |
secacad@undav.edu.ar 2016 “Año del Bicentenario de la
Declaración de la Independencia Nacional” el tránsito de la
secundaria a los estudios superiores y dedican muchos esfuerzos y
recursos para favorecerlo. “La ventaja que tienen estas
universidades –subraya Caballero– es que están ensayando
estrategias nuevas.” Estos caminos parten de la tesis de que la
verdadera inclusión no se restringe a lo económico: a la
democratización externa, sigue el problema de la democratización
interna. La nivelación académica y el acompañamiento de los
estudiantes en su inserción a la cultura universitaria son las
cuestiones que orientan la mayor parte de los cursos de ingreso que
no sólo incluyen contenidos curriculares; también explican cómo
pedir un libro en la biblioteca, cómo solicitar una beca en el
CONICET y cómo poder tener acceso a un equipo de investigación
o una cátedra. Conocimientos que en las universidades
tradicionales se dan como supuestos de antemano, aunque en
muchos casos no sea así. “Las universidades tradicionales –afirma
Puiggrós– tendieron a establecer dispositivos de expulsión de los
sujetos populares, tales como el CBC.” La Universidad Nacional de
Moreno, en la que el 93% de los estudiantes son primera
generación de universitarios y cerca del 70% los primeros en sus
casas en terminar la escuela secundaria, desarrolla entre febrero y
marzo el Curso de Orientación y Preparación Universitaria. Consta
de tres materias (Resolución de problemas, Lectoescritura y
Ciencia) y no es eliminatorio: la aprobación de cada asignatura se
logra a través de cuatro trabajos prácticos que se monitorean en
tutorías, pautadas inicialmente como personalizadas pero que
muchas veces son desbordadas por centenares de alumnos.
Además de realizar la corrección de los trabajos, los docentes
deben completar una exhaustiva grilla por cada alumno (con ítems
como “reconocimiento de géneros discursivos” y “cohesión y
coherencia”) y realizar informes que permiten seguir su evolución.
Luego son elevados a las carreras para que dictaminen cuántas de
las materias estipuladas para el primer cuatrimestre puede cursar el
estudiante y cuántos talleres‐refuerzo deberá realizar. Karina Sosa
tiene a su cargo dos comisiones de sesenta ingresantes cada una y
además realiza tutorías: “Debemos contar con una sensibilidad
especial porque cuando alguno de los estudiantes tiene un mal
resultado se frustra y quiere abandonar. A veces el curso queda un
poco corto para todo lo que hay que reparar: me ha pasado de tener
chicos que en quinto año no habían tenido Lengua, porque no había
docentes que llegaran a dar clases a sus escuelas. Muchos de los
problemas están relacionados a la escritura y después producen
abandonos al interior de las carreras, entonces hay que trabajar
muy fuerte”. Con sede en las localidades bonaerenses de Gonnet,
Pilar y Almirante Brown, la UNIPE, abierta en 2009, cuenta con la
particularidad de tener en sus aulas estudiantes que son docentes:
en su mayoría mujeres, con un promedio de edad cercano a los 37‐
38 años y que trabajan (más de la mitad) en dos turnos escolares.
Entre los desafíos que explican su Secretaría ACADÉMICA España
350 - (B1870BWH) Avellaneda, Provincia de Buenos Aires,
República Argentina Tel.: (54 11) 4229-2400 |
secacad@undav.edu.ar 2016 “Año del Bicentenario de la
Declaración de la Independencia Nacional” creación se cuenta el de
explorar nuevas formas de relación entre los mundos de la
universidad y la docencia, que en Argentina tendió a construirse
tomando distancia de la formación universitaria. Esta matriz cultural,
sin embargo, viene siendo desmentida en los hechos: hoy la mitad
de los profesores secundarios son egresados de la universidad. En
el caso de la UNIPE, algunas de las operaciones institucionales que
apuntalan el desenvolvimiento de los docentes en la lógica
universitaria coinciden con las desplegadas por el resto de las
universidades. Pero otras son diferentes. “Buscamos incluir a los
docentes en la lógica del pensamiento de una disciplina, en su
tradición y en sus problemas de enseñanza –puntualiza
Cannellotto–. Nuestro mayor desafío es lograr que los docentes
tengan con el conocimiento una relación que no sea puramente
instrumental, sino mucho más profunda. El deseo de conocer y el
deseo de enseñar van juntos.” Ana Pereyra, Secretaria de
Investigación de la misma universidad, completa: “Para nosotros la
experiencia universitaria tiene que ver con desarrollar una actitud
investigativa dirigida a la práctica profesional”. Y agrega: “Esa
experiencia siempre tiene como marco una institución formadora y
depende de un desarrollo en el tiempo. Por eso no puede
compararse con una serie de cursos cortos y aislados que nunca
alcanzan a marcar la subjetividad”. Masividad y calidad La matrícula
de las universidades argentinas no ha dejado de crecer desde la
vuelta a la democracia: si en 1983 nuestro país contaba con
400.000 estudiantes, en la actualidad son cerca de 1.700.000 (2).
En los últimos años, esta expansión no fue motorizada a través de
la ampliación de vacantes en las universidades tradicionales sino,
fundamentalmente, acercando los estudios superiores a los
sectores populares. Ya en 2013, las 12 universidades nacionales
del conurbano albergaban unos 150 mil estudiantes, más de la
mitad que la UBA. Esta heterogeneización de la educación superior
no estuvo exenta de críticas que volvieron a poner sobre la mesa la
idea de que la masividad y la calidad son mutuamente excluyentes.
Estas críticas, sin embargo, nunca incluyeron como blanco a las
universidades de Buenos Aires, Córdoba y La Plata (las tres muy
prestigiosas y a la vez masivas) lo cual revela muy rápidamente un
prejuicio de clase. De acuerdo a las conclusiones aportadas por
investigadores de la Universidad Nacional de Quilmes, no hay
diferencias significativas de rendimiento entre los estudiantes de las
universidades tradicionales y de las nuevas. Sí las hay, en cambio,
en los ritmos de cursada debido a que, fundamentalmente, los
estudiantes de las clases populares están obligados a trabajar
mientras estudian (3). “Muchas veces se compara el sistema
universitario brasileño con el argentino y se dice que Brasil tiene
más de un 50% o 60% de tasa de graduación y nosotros no,
cuestión que haría a la universidad muy cara. Estamos muy
conscientes –explica Caballero– que tenemos que mejorar la tasa
de egreso. Pero nadie Secretaría ACADÉMICA España 350 -
(B1870BWH) Avellaneda, Provincia de Buenos Aires, República
Argentina Tel.: (54 11) 4229-2400 | secacad@undav.edu.ar 2016
“Año del Bicentenario de la Declaración de la Independencia
Nacional” dice que Brasil tiene un examen de ingreso que
solamente pueden pasar quienes pueden pagarse la preparación.
Los modelos no pueden ser comparados tan ligeramente.”
Sebastián Gómez tiene 20 años y, además de estudiar
Comunicación Social en la Universidad Nacional de Quilmes,
trabaja como operario en un taller de Don Bosco: “Me anoté por
vocación. Y un gran punto a favor es que curso muy cerca de casa.
Hay un montón como yo, de hecho, desde hace unos años, cuando
tomo el tren Roca veo muchos pibes estudiando”, señala antes de
hablar de sus expectativas: “Me gustaría hacer periodismo en un
medio de zona sur. El pueblo argentino está haciendo un gran
esfuerzo para pagarnos la carrera y eso hay que devolverlo”. Una
de las hermanas de Sebastián comenzará este año una tecnicatura
en Gestión de Medios Comunitarios que la misma universidad
ofrece en modalidad virtual: “Trabaja en un local y no puede
renunciar para empezar a estudiar”, explica Gómez. Una historia
parecida es la de Ludmila Piotroski (4), que a los 18 años se
inscribió en la Licenciatura en Administración de la Universidad
Nacional Arturo Jauretche. Desde abril del año pasado, es titular del
Programa de Respaldo a Estudiantes Argentinos
(PROG.R.ES.AR.): “Hay que acreditar que se está estudiando; si no
te dan de baja”, cuenta. Con las fotocopias de la tarjeta que entrega
el plan y las de su DNI, la universidad le entrega gratis los libros.
Además, recibe un 40% de descuento en transporte con la tarjeta
SUBE. Este tipo de relatos, hoy multiplicados, demuestran que la
inclusión no requiere únicamente de la gratuidad. Según Piotroski,
hay otras cuestiones que podrían colaborar para favorecerla. Los
gastos en comida, señala, pueden resultar elevados: “Donde yo
estudio haría falta un comedor estudiantil. En Ciudad Universitaria
se puede almorzar por 15 pesos”. Las guarderías, agrega, serían
otra asignatura pendiente: “Quizá podría haber un espacio físico
con alguna maestra jardinera donde puedan quedarse los nenes de
0 a 3 años. Es una manera de que las jóvenes que son madres
tengan la posibilidad plena de estudiar, porque si no tienen que
pagar una guardería o a alguien que cuide a las criaturas”. 1.
Entrevista realizada en colaboración con Diego Herrera. 2. Diego
Rosemberg, “La universidad en expansión”, 30 años de educación
en democracia, UNIPE: Editorial Universitaria, 2013. 3. “Queremos
producir conocimiento para todo el país desde el conurbano”, en
diario Tiempo Argentino, Buenos Aires, 1‐7‐12. 4. Entrevista
realizada en colaboración con Diego Herrera. Mónaco, Julián.
Incluir, mucho más que abrir las puertas. Le Monde
Diplomatique‐ Edición N° 189 ‐ Marzo de 2015
Mitos y miedos que atormentan a los
futuros estudiantes universitarios
18 de octubre de 2004  
Un repaso por los más comunes, desde las "materias filtro" hasta el
temor a "ser un número"
El camino de ingreso en la universidad está plagado de ideas
equivocadas. Junto a los miedos que causa pasar a un espacio que
suele resultar intimidante, se reproducen prejuicios, que se
transmiten de boca en boca y que los recién llegados creen como
verdades inapelables.
"En la universidad sos un número", "los profesores no explican si
uno no entiende", "tal materia es filtro"; "las universidades públicas
son buenas pero desorganizadas; las privadas son comerciales y
más ordenadas" son algunos de los más extendidos que impregnan
la elección de la universidad, la carrera y hasta la actitud con que
los chicos se disponen a empezar la vida universitaria.
"El problema es que están muy convencidos de que así son las
cosas. Son ideas difíciles de remover porque les dan seguridad en
un momento de mucha incertidumbre, como es el ingreso en la
universidad –dijo Lidia Ferrari, integrante del Dpto de Orientación
vocacional del CBC-. Son parte de la desinformación general,
porque muchas son ideas que transmiten los docentes y los
padres."
Aquí, un listado de los mitos sobre la universidad más escuchados y
su refutación.

En la universidad sos un número.


Muchos chicos temen un trato despersonalizado, en comparación
con el contenedor colegio secundario. "Les explicamos que van a
pasar a un ámbito que tiene otras características de relación, pero
que puede ser de todos modos personalizado", explica Elsa
Montauti, coordinadora del Servicio de Orientación Educacional,
Vocacional y Ocupacional de la Universidad Nacional de Tres de
Febrero (Untref).
Lo que sí resulta distinto es que ser estudiante universitario supone
manejarse de manera autónoma y ser responsable del propio
aprendizaje, pero eso no implica un contexto hostil. Ayuda a pensar,
además, que todos los recién llegados se encuentran en situaciones
similares de temor: tampoco conocen a nadie ni aprendieron aún a
manejarse en el nuevo ámbito.
En algunas universidades privadas detectan, también, la contracara:
los que ven a la universidad como un colegio secundario, sólo que
un poco más grande. Y demandan, por ejemplo, contemplaciones
en las fechas de exámenes o los horarios, por problemas
personales. "Les aconsejamos que piensen en sus prioridades, y les
decimos que la organización propia de la universidad impide esas
consideraciones", advirtió Roberto Aras, director del Departamento
de Ingreso de la UCA.

Los profesores no explican si uno no entiende.


"Les explicamos a los chicos que ellos son los protagonistas del
aprendizaje y que deben demandar una explicación si no entienden;
que éste es el espacio para no saber y equivocarse", apuntó Aras.
Para sacarse las dudas sobre la supuesta distancia de los
profesores universitarios, recomiendan acercarse a la facultad,
hablar con estudiantes y presenciar alguna clase.

No voy a dar abasto para estudiar la cantidad de contenidos.


La universidad aparece como un lugar muy exigente para los
nuevos alumnos, que no sienten que puedan atravesar con éxito;
temen, por ejemplo, no poder organizarse para el estudio. Sin
embargo, a ser universitario también se aprende y pueden acudir a
los servicios que casi todas las universidades proveen: orientación
vocacional, metodología del estudio o profesores tutores. Muchos
piensan que el estudio absorberá todo su tiempo. "Hay un proceso
de adaptación, pero todos tienen experiencias previas de cambio
que los van a ayudar a hacerlo", dijo Montauti.

Las materias filtro.


Es cierto que hay materias más complejas que otras, pero con
previsión, organización y consultas a tiempo, la dificultad puede
manejarse. Muchos chicos sólo miran las materias para definirse
por una carrera. "Hay que mirar todo el plan de estudios, ver el
conjunto. Aprobar materias es sólo el camino para llegar al título
profesional", dijo Marcelo Freddi, director del Departamento de
Ingreso y Orientación Vocacional de la Universidad de Morón.

Si pasás tercer año, te recibís.


Pasar tercer año sólo implica que se adquirieron ciertos hábitos de
estudio, pero no indica nada sobre el final de la carrera.

Si me equivoco de carrera, será un fracaso irreversible.


Una primera elección puede no ser definitiva y eso no debe verse
necesariamente como un fracaso, sino más bien como una
experiencia. "Elegir una carrera es una decisión importante, pero los
alumnos son capaces de hacerlo. Han tenido que tomar otras
decisiones en sus vidas, tienen herramientas para hacerlo y gente
que puede ayudarlos", dijo Freddi.
"Intentamos conectarlos con otros momentos de cambio que han
experimentado. Los temores son inevitables, pero les sugerimos
que no se queden solos, que pidan ayuda, que los compartan con
otros para atenuar las ansiedades", contó Adriana Hunau,
coordinadora del Departamento de Orientación Vocacional de la
Universidad Nacional de Cuyo.

Voy a hacer un test vocacional para que me digan qué estudiar.


No hay magia posible. "Elegir es un proceso, que debe planificarse,
que requiere buscar información, entenderla, pensar en las propios
intereses y hacer consultas", opinó Freddi.
El CBC es un año filtro, que no sirve para nada.
"Muchos se acercan con la idea de que el CBC es un espacio hostil,
que retrasa y no tiene ninguna utilidad. En realidad, es el primer año
de todas las carreras de la UBA. Es un prejuicio complicado, porque
apenas encuentran un obstáculo, muchos chicos desisten", dijo
Ferrari. Para muchos, el CBC es una oportunidad de nivelar
conocimientos y adquirir hábitos de estudio.

Las universidades públicas son buenas pero desorganizadas; las


privadas están orientadas a lo comercial y son más ordenadas.
La heterogeneidad de las universidades hace imposible generalizar.
Es cierto que las universidades privadas suelen tener menos
estudiantes que algunas públicas y un esquema más organizado,
pero no es privativo de ellas. Incluso dentro de la UBA, las
actividades cotidianas de las distintas facultades son diferentes. Un
camino efectivo para elegir una universidad es visitar las
instituciones, recorrerlas y hablar con sus estudiantes, para tener
una mirada más real sobre su funcionamiento.

También podría gustarte