Comentario Aporías
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[…] El único error de Zenón estribaba en inferir (si realmente infería) que, no habiendo
nada que fuera un estado de cambio, el mundo, por consiguiente, está siempre en un
mismo estado en cualquier momento. Es esta una consecuencia que en modo alguno
resulta necesariamente [...].
BERGSON, Henri. Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia. En: Obras
Escogidas. México: Aguilar, 1959. Fragmentos p. 121- 127
De esta confusión entre el movimiento y el espacio recorrido por el móvil han nacido,
a nuestro parecer, los sofismas de la escuela de Elea; porque el intervalo que separa
dos puntos es divisible infinitamente, y si el movimiento estuviese compuesto de
partes como las del intervalo mismo, jamás sería salvado el intervalo. Pero la verdad
es que cada uno de los pasos de Aquiles es un acto simple, indivisible, y que
después de un número dado de estos actos, Aquiles habrá sobrepasado a la tortuga.
La ilusión de los eléatas proviene de identificar esta serie de actos indivisibles y sui
generis con el espacio homogéneo que los sostiene. Como este espacio puede ser
dividido y rehecho según una ley cualquiera, se creen autorizados a reconstruir el
movimiento total de Aquiles, pero no ya con pasos de Aquiles sino con pasos de
tortuga: sustituyen en realidad a Aquiles persiguiendo a la tortuga por dos tortugas
reguladas la una sobre la otra, dos tortugas que se condenan a hacer el mismo género
de pasos o de actos simultáneos, pero de manera que no se alcancen jamás. ¿Por
qué rebasa Aquiles a la tortuga? Porque cada uno de los pasos de Aquiles y cada
uno de los pasos de la tortuga son indivisibles en tanto que movimientos, y
magnitudes diferentes en tanto que espacio: de suerte que la adición no tardará en
dar, para el espacio recorrido por Aquiles, una longitud superior a la suma del
espacio recorrido por la tortuga y al adelanto que tenía sobre él. Y esto es lo que no
tiene en cuenta Zenón cuando rehace el movimiento de Aquiles según la misma ley
que el movimiento de la tortuga, olvidando que el espacio sólo se presta a un
modo de descomposición y de recomposición arbitrario y confundiendo así
espacio y movimiento.
Resulta de este análisis que sólo el espacio es homogéneo, que las cosas situadas
en el espacio constituyen una multiplicidad distinta, y que toda multiplicidad
distinta se obtiene por un desenvolvimiento en el espacio. Resulta igualmente que
no hay en el espacio ni duración ni aun sucesión, en el sentido en que la
conciencia toma estas palabras: cada uno de los estados del mundo exterior que se
llaman sucesivos existe solo, y su multiplicidad no tiene realidad más que para
una conciencia capaz primero de conservarlos, de yuxtaponerlos seguidamente
exteriorizándolos los unos con relación a los otros. Si los conserva, es porque estos
diversos estados del mundo exterior dan lugar a hechos de conciencia que se
penetran, que se organizan de manera insensible en conjunto y enlazan el pasado al
presente por efecto de esta misma solidaridad.