La Inteligencia Emocional
La Inteligencia Emocional
La Inteligencia Emocional
Daniel Goleman.
Citas.
Primera parte.
¿Para qué sirven las emociones?
El desafío de Aristóteles.
Cualquiera puede ponerse furioso… eso es fácil. Pero estar furioso con la persona
correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y
de la forma correcta… eso no es fácil.
Aristóteles, ética a Nicómaco.
Segunda parte.
La naturaleza de la inteligencia emocional.
Esto habla del sentido más general en que canalizar las emociones hacia un fin
productivo es una aptitud magistral. Controlar el impulso y postergar la gratificación,
regular nuestros estados de animo para que faciliten el pensamiento en lugar de
impedirlo, motivarnos para persistir y seguir intentándolo a pesar de los
contratiempos, o encontrar maneras de alcanzar el estado de flujo y así
desempeñarnos mas eficazmente, todo esto demuestra el poder la emoción para guiar
el esfuerzo efectivo.
Las raíces de la empatía (La empatía)
Tercera parte
Inteligencia emocional aplicada.
Enemigos íntimos.
Amar y trabajar, le dijo en una ocasión Sigmund Freud a su discípulo Erik Erikson, son
las capacidades gemelas que marcan la plena madurez. En efecto en toda relación
existen dos o mas realidades emocionales, analizando esto con un caso aplicado
revisemos las realidades emocionales de hombres y mujeres que influyen en las
diferencias del día a día.
Ser especifico: centrase en los detalles, diciendo qué es lo que la persona hizo
bien, que es lo que hizo mal, y como podría modificarse. No hablar con rodeos
ni ser indirecto ni evasivo; eso empañaría el mensaje real.
Ofrecer una solución: la crítica, como toda retroalimentación útil, debería
señalar una forma de corregir el problema.
Estar presente: las críticas, al igual que los elogios, resultan más eficaces si se
expresan cara a cara y en privado.
Mostrarse sensible: esta es una apelación a la empatía, a estar sintonizado con
el impacto que provoca en el receptor lo que uno dice y la forma en que lo dice.
El termino retroalimentación se refería al intercambio de datos acerca de como está
funcionando una parte de un sistema, teniendo en cuenta que una parte afecta a
todas las demás que pertenecen al sistema, de modo que cualquier parte que se
desvié del curso puede ser modificada en un sentido positivo.
Enfrentarse a la diversidad.
Los grupos de trabajo están conformados por personas cada una con su realidad
emocional propia. Los prejuicios son una especie de aprendizaje emocional que tiene
lugar en las primeras etapas de la vida, “las emociones del prejuicio se forman en la
infancia, mientras las convicciones que se utilizan para justificarlos surgen después”
Volkan señala aquellos recuerdos de la infancia que muestran como los odios entre los
grupos se mantienen vivos a lo largo de los años, a medida que cada nueva generación
está inmersa en tendencias hostiles como estas.
Por otra parte, el poder de los estereotipos que refuerzan el prejuicio surge en
parte de una dinámica más dinámica más neutral de la mente que hace que todos los
estereotipos sean autoconfirmadores. La gente recuerda con mas facilidad ejemplos
que apoyan estereotipo y suele descartar aquellos que lo desafían.
Sin embargo, dado que los prejuicios son una variedad del aprendizaje emocional, el
reaprendizaje es posible, aunque lleva tiempo. También aquí las habilidades de la
inteligencia emocional suponen una ventaja, sobre todo porque proveen el don social
de saber no solo cuando sino también como expresarse productivamente contra el
prejuicio. Esta retroalimentación debería ser disimulada con toda elegancia de una
critica eficaz, para que pueda ser escuchada sin adoptarse una actitud defensiva.
Comprensión organizativa y CI grupal
El único elemento mas importante en la inteligencia grupal, como se ha visto, no es el
CI en el sentido académico sino más bien en términos de la inteligencia emocional. La
clave para un elevado CI grupal es la armonía social. El único factor más importante
para aumentar la excelencia del producto de un grupo es el grado en que los miembros
eran capaces de crear un estado de armonía interna, lo que permite aprovechar al
máximo el talento de sus miembros.
Redes
de
Confian
za
Redes
Expertas
Redes de
Comunicación
Redes de trabajo.
Mente y Medicina.
- ¿Quién le enseño todo esto, Doctor?
La respuesta fue instantánea:
- El sufrimiento. (Albert Camus, La peste)
Cuarta Parte
Oportunidades
El crisol Familiar
La vida en familia es nuestra primera escuela para el aprendizaje emocional; en esta
caldera aprendemos como sentirnos con respecto a nosotros mismos y como los
demás reaccionaran a nuestros sentimientos; a pensar sobre estos sentimientos y que
alternativas tenemos, a interpretar y expresar esperanzas y temores.
Hay tres estilos más comunes de paternidad emocionalmente inepta: 1. Ignorar los
sentimientos en general. 2. Mostrarse demasiado liberal. 3.Mostrarse desdeñoso, y no
sentir respeto por lo que su hijo siente. Estas actitudes si se repiten una y otra vez,
inculcan sentimientos muy diferentes en un niño con respecto a si mismo y a sus
relaciones más íntimas.
Este fracaso con respecto a la empatía se repite a veces, si no con frecuencia, de una
generación a otra, con padres brutales que han sido maltratados por sus propios
padres en la infancia. (Se forma un bucle cuya única forma de romper es mediante la
conciencia)
Por otra parte, hay padres que aprovechan la oportunidad de un trastorno del hijo
para actuar como el equivalente de un mentor o entrenador emocional.
“Entrenándolos emocionalmente: hablando con los niños de sus sentimientos y
como comprenderlos, no mostrándose críticos, resolviendo problemas
relacionados con las emociones, entrenándolos en lo que deben hacer, como
alternativas a los golpes, o al aislamiento cuando están tristes”
El hecho de ver como el cerebro mismo queda moldeado por la brutalidad – o por el
amor- indica que la infancia representa una oportunidad especial para las lecciones
emocionales.
El temperamento no es el destino.
¿Pero que decir de aquellas respuestas que pertenecen a nuestra herencia genética?
Hay al menos cuatro tipos de temperamentos: tímido, audaz, optimista y melancólico.
Para entender un poco la incidencia de la herencia genética hay que entender que la
diferencia entre temperamentos, es decir entre una persona cautelosa y una atrevida,
reside en la excitabilidad del circuito nervioso centrado en la amígdala. Por poner un
ejemplo, las personas cautelosas, tímidas o temerosas nacen con una neuroquímica
que hace que este circuito quede fácilmente excitado, y por eso evitan lo desconocido,
se alejan de la incertidumbre y padecen ansiedad.
La novedad es que el temperamento no es el destino. Con las experiencias adecuadas,
la amígdala demasiado excitable puede ser domada. Lo que marca la diferencia son las
lecciones emocionales y las respuestas que los niños aprenden a medida que crecen.
Así lo señalan los genetistas del comportamiento, los genes por si solos no determinan
la conducta; nuestro entorno, sobre todo lo que experimentamos y aprendemos a
medida que crecemos, determina la forma en que una predisposición temperamental
se expresa por si misma a medida que la vida se desarrolla. Nuestras capacidades
emocionales no son fijas; con el aprendizaje correcto pueden mejorar. Las razones de
esto radican en cómo madura el cerebro humano.
No obstante, hay que resaltar que el cerebro tiene cierta plasticidad a lo largo de la
vida, no tan espectacular como la medida que tiene durante la infancia.
Trauma y reaprendizaje emocional.
Las crueldades humanas graban en la memoria de sus víctimas un patrón que las hace
mirar con miedo cualquier cosa vagamente similar al asalto mismo.
Cualquier acontecimiento traumatizante puede implantar recuerdo en la amígdala: un
incendio, o un accidente automovilístico, o vivir una catástrofe natural como un
terremoto o un huracán, ser violado o asaltado.
Esos recuerdos traumáticos se convierten en gatillos mentales preparados para
disparar la alarma al menor indicio de que el espantoso momento está a punto de
producirse nuevamente. Este fenómeno del gatillo es el sello de todo trauma
emocional, incluido el sufrimiento del repetido maltrato físico en la infancia.
Los actos violentos son mas dañados que las catástrofes naturales como los huracanes
porque, a diferencia de las victimas de un desastre natural, las victimas de la violencia
sienten que han sido intencionadamente seleccionadas como blancos de maldad.
“Las victimas de un trauma devastador pueden no ser nunca más las mimas
biológicamente… no importa el calibre del acontecimiento traumatizante. Cualquier
estrés incontrolable puede tener el mismo impacto biológico” … la palabra clave es
incontrolable. Si la gente siente que hay algo que puede hacer en una situación
catastrófica, si puede ejercer algún control, por pequeño que sea, se desempeña
mucho mejor emocionalmente que aquellos que se sienten profundamente
impotentes.
Pero dadas las experiencias adecuadas, los intensos recuerdos emocionales y las
pautas de pensamiento y reacción que ponen en marcha pueden cambiar con el
tiempo y superarse.
Los pasos para la recuperación del trauma se dividen en tres etapas: (1) adquirir una
sensación de seguridad, (2) recordar los detalles del trauma y lamentar la perdida que
ha provocado, (3) finalmente volver a hacer una vida normal.
Una vez que el sistema emocional aprende algo, parece que nunca se olvidara. Lo que
hace la terapia es enseñar a controlarlo; enseña a la neocorteza a inhibir la amígdala.
La tendencia a actuar queda suprimida, mientras que la emoción básica con respecto
ella queda contenida.
Dada la arquitectura cerebral que subyace al reaprendizaje emocional, lo que parece
permanecer, incluso después de una psicoterapia positiva, es una reacción
rudimentaria, un residuo de la sensibilidad o el miedo originales que se encuentran en
la raíz de una pauta emocional conflictiva. La corteza prefrontal puede perfeccionar o
poner frenos al impulso de la amígdala a reaccionar violentamente, pero no puede
evitar la primera reacción. Así, mientras no podemos decidir cuando tenemos nuestros
estallidos emocionales, tenemos mas control sobre el tiempo que duran. Una
recuperación más rápida de estos estallidos pueden muy bien ser una señal de
madurez emocional.