Interpretación - 2 Pedro
Interpretación - 2 Pedro
Interpretación - 2 Pedro
INTERPRETACIÓN
2 Pedro 1:8-12
Gabriel Delgado
Maracay, abril 2020
Fondo Histórico
2. Termina Pedro esta sección (vv. 10, 11) con una nueva exhortación a lo
mismo, y añade otros dos motivos para que sean diligentes en lo que acaba
de inculcar a sus lectores: «Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer
firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis
jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada
en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo».
a. La primera parte del versículo 10 necesita una aclaración especial,
pues hay quienes ven aquí una indicación de que ni la vocación ni la
elección son de tal manera definitivas que no sea necesaria la
cooperación humana. El propio Pedro se ha encargado de refutar este
concepto antibíblico al decir (v. 3) que «todas las cosas que
pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino
poder». Nótese lo de «nos han sido dadas». Nadie se salva a sí
mismo. La salvación es de gracia mediante la fe de punta a cabo; es
un ¡don de Dios! (Ef. 2:8). «Consolidar el llamamiento y la elección»
no significa de ningún modo que nuestras obras hagan más segura,
objetivamente, nuestra salvación; la hacen, subjetivamente, más
cierta; que no es lo mismo. En otras palabras, todo creyente genuino
tiene asegurada la salvación; pero el que no cultiva las virtudes que
Pedro enumera en los versículos 5–7, al quedar así sin frutos que
evidencien la vitalidad de su fe, se priva a sí mismo del testimonio
seguro de su propia conciencia de que su elección es segura; ¡tiene
motivos para dudar de ello! Y Pedro tiene deseos de que sus lectores
no sufran inquietudes a este respecto, sino que posean, no sólo la
salvación, sino también el gozo de la salvación.
b. Por eso dice que, al pisar un terreno tan sólido, no caerán. También
aquí puede haber quien halle otra dificultad, al pensar que Pedro
enseña que podemos llegar a una perfección absoluta en esta vida.
No es eso lo que dice, sino que, en la medida en que lleven una vida
santa, protegerán sus pies de caer ante los errores que los falsos
maestros tratan de inculcarles. Este caer (comp. con Stg. 2:10; 3:2) se
entiende en sentido moral. El autor conserva aún en la imaginación la
imagen de la ceguera del versículo anterior. Hay un largo camino que
recorrer, donde el ciego necesariamente tropieza y cae.
c. Pero el autor no se limita a decir que, por el camino de la santidad, no
hallaremos tropiezo, ocasión de caer en el error y en el pecado, sino
que asegura que, «así os será provista (el mismo verbo del v. 5)
ricamente la entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador
Jesucristo». Quizás una mirada a Mateo 7:13, 14 nos ayude a
entender mejor este versículo 11. De nuevo hemos de repetir aquí que
todo creyente genuino tendrá entrada en el reino eterno de los cielos,
pero sólo quienes hayan consolidado su llamamiento y elección con
una vida santa tendrán amplia entrada en dicho reino. Los que vayan
arrastrándose lentamente, sin buenas obras que son fruto de la fe
tanto como del Espíritu Santo, encontrarán angosta la entrada; se
salvarán, pero con dificultad.
d. También ha de notarse que Pedro llama al cielo el reino eterno de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Ese reino ha sido preparado
desde la eternidad para los que aman al Señor. Los que están
vitalmente unidos a Cristo reinarán mil años con Él (Ap. 20:4), porque
el reinado mesiánico será todavía un reinado de conflicto y de juicio,
al final del cual, vencidos ya todos los enemigos, Cristo entregará
dicho reino al Padre (1 Co. 15:24), pero no por eso se despojará Cristo
de su corona (Lc. 1:32,33), ni los creyentes de las suyas respectivas,
puesto que «reinarán por los siglos de los siglos» (Ap. 22:5). Por último
observemos que «éste es el único sitio del Nuevo Testamento en que
se encuentra la expresión “reino eterno”. También la expresión Señor
y Salvador, es exclusiva de la 2 P. 2:20; 3:2,18).
LA NECESIDAD DE SER RECORDADOS (v. 12).
3. Después de hablar del crecimiento de nuestra fe, Pedro pasa a tratar del
cimiento de dicha fe, el cual no es otro que la Palabra de Dios (v. 19). Pero
antes de exponer dicho cimiento, antepone una nota de afecto y diligencia,
en la que dice a sus lectores lo mucho que desea el que no olviden ninguna
de estas cosas. Dicen el versículo 12 «Por esto, yo no dejaré de recordaros
siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la
verdad presente.»
a. Basta leer estos versículos para percatarse del interés de Pedro en
que los lectores no olviden jamás lo que acaba de decirles en los
versículos anteriores. No menos de tres veces repite, con tres
vocablos diferentes, la idea de refrescarles la memoria. La razón es
doble:
i. La suma importancia de la materia que está tratando: No es
cosa leve, fútil, periférica, sino que está hablando de lo más
importante en el campo de la santificación cristiana.
ii. La suma facilidad que los seres humanos tenemos para olvidar
aun las cosas más importantes. Tras de unos meses (quizá,
días) de gozo en la salvación adquirida y en la comunión con el
Señor, la tensión se relaja la costumbre hace decaer el valor de
las cosas y se pierde el primer amor (Ap. 2:4). La pérdida de la
memoria va de la mano con la pérdida de interés. Por eso, la
táctica primordial que Pedro emplea aquí es recordar a sus
lectores la enorme magnitud, en cantidad, calidad e importancia
(v. 4), de las cosas que está tratando. ¡Son cosas que no deben
caer en el olvido!
b. Por eso, a pesar de que no son cosas nuevas, sino sabidas (v. 12),
les dice que: «estoy dispuesto a refrescaros siempre la memoria
acerca de estas cosas». A pesar de que ya pisan terreno firme (gr.
esterigménous, en participio de pretérito perfecto; el mismo verbo de
Santiago 5:8; 1 Pedro 5:10, entre otros lugares), es menester que no
se fíen, pues los falsos maestros (2:1–3, 12–14) están siempre
dispuestos a lo contrario que Pedro intenta: a hacerles olvidar la sana
doctrina y a precipitarles en el error y en la disolución.
Mensaje Actualizado
Podemos decir con toda propiedad que al igual que Pedro que sabía que le
quedaba poco tiempo para estar en la presencia del Señor (2 Pedro 1:14-15), en la
actualidad el pueblo de Dios debe adquirir ciertas actitudes expresadas por Pedro
en la carta y sabiendo que la venida del Señor está cerca ya que no se conoce el
día ni la hora, podemos aplicar las enseñanzas de 2 Pedro 1:8-12 de la siguiente
manera:
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Bibliografía